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UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
FACULTAT DE GEOGRAFIA I HISTÒRIA
LA BIBLIOTECA DE LA
UNIVERSIDAD DE VALENCIA:
LOS FONDOS HISTÓRICOS
Grado en Historia del Arte
García Giménez, Carlos Manuel
Profesor: Adrià Besó Ros
Asignatura: Historia y Gestión del Patrimonio Artístico (3ºA)
Índice_________________________________________________________________
PRÓLOGO………………………………………………………………………………………………….1
1. INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………………...3
2. EL ORIGEN DE LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA……………………………………………5
3. LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA EN EL S. XIX……………………………………………….7
3.1. LA BIBLIOTECA DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA…………………....7
3.2. LA DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA………………………………………...…….8
3.3. LA BIBLIOTECA DEL DUQUE DE CALABRIA…………………………………….......10
3.4. OTRAS DONACIONES DEL S. XIX………………………………………………….…..11
4. LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA EN EL S. XX………………………………………………13
4.1. LA BIBLIOTECA DURANTE LA GUERRA CIVIL……………………………………...13
5. LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA EN LA ACTUALIDAD…………………………………...14
5.1. LA BIBLIOTECA EN CIFRAS…………………………………………………………….14
5.2. INVENTARIOS, CATÁLOGOS Y DIGITALIZACIÓN DE FONDOS…………………..15
5.3. EXPOSICIONES……………………………………………………………………………16
6. CONCLUSIONES…………………………………………………………………………………......18
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………...……...…...……………...….........20
PRÓLOGO
Que el patrimonio bibliográfico constituye uno de los bienes culturales más
importantes que poseemos es una obviedad. La cultura europea es una cultura del libro
y a lo largo de la historia este ha servido como vehículo indispensable para la
transmisión y difusión del conocimiento sin el que es imposible entender el desarrollo
de la civilización occidental.
Desde la incorporación del País Valenciano a la cultura escrita en el s. IV a.C. se
han producido innumerables testimonios escritos que constituyen el patrimonio
bibliográfico y documental de todos los valencianos. Un patrimonio que se conserva y
se gestiona desde los muchos archivos y bibliotecas que se hayan distribuidos por
nuestro territorio.1
Por su parte, el caso de la ciudad Valencia constituye una situación especial por
diversos factores. En ella convergen los estratos generados por el propio funcionamiento
urbano, así como aquellos que resultan de su posición como centro y periferia de las
realidades políticas y administrativas que se han sucedido a lo largo del tiempo. Su
situación privilegiada desde la fundación romana hasta su estatus de cap y casal del
reino después de la conquista cristiana, pasando por los periodos de dominación
visigoda y musulmana, han hecho que, en lo que se refiere a la conservación de
patrimonio bibliográfico y documental, se localicen en la ciudad buena parte de las
instituciones bibliotecarias y archivísticas más importantes desde el punto de vista
patrimonial del País Valenciano.2
En el presente trabajo voy a centrarme en una de las instituciones que conserva
uno de los fondos bibliográficos más significativos dentro de la ciudad de Valencia, la
Universidad, y uno de los más importantes a nivel del estado español en lo que se
refiere a bibliotecas universitarias, prestando especial atención a los fondos históricos y,
sobre todo, a los manuscritos.
1 GIMENO BLAY, F. MANDINGORRA LLAVATA, Mª. L. “Patrimonio bibliográfico, archivístico y documental” en HERMOSILLA PLA, J. (Dir.) Atlas del Patrimonio Cultural Valenciano, Valencia, Universitat de València; Levante-El Mercantil Valenciano, 2011. p. 172.2 Ibid. p. 178.
1
En primer lugar, empezaré con una introducción en la que expondré brevemente
la historia de la Universidad de Valencia, desde el momento de su fundación hasta la
creación de la biblioteca en el s. XVIII, para pasar a hacer un repaso de la historia de la
adquisición de los fondos antiguos que hoy se conservan en la universidad,
concretamente en la Biblioteca Histórica, una de la secciones que componen el Servicio
de Bibliotecas y Documentación de la Universidad de Valencia. Por último haré una
valoración de los fondos históricos desde el punto de vista patrimonial en la actualidad,
poniendo el énfasis en la labores de difusión y gestión del patrimonio bibliográfico
universitario valenciano en lo que se refiere a proyectos de exposición, catalogación y
divulgación del mismo.
2
1. INTRODUCCIÓN
Desde el s. XIII, ya se podían cursar en Valencia algunos estudios superiores de
gramática, derecho y teología que estaban bajo la tutela de distintas instituciones laicas
y eclesiásticas. Un antecedente remoto de los estudios universitarios puede encontrarse
en la bula papal de 1245 otorgada por el papa Inocencio IV que aprobaba la intención de
Jaime I de crear un Estudio en la ciudad de Valencia.3 Sin embargo, los avatares
políticos no le permitieron la organización de un Estudi General, y el rey decidió
conceder por fuero que se pudiera enseñar libremente en cualquier lugar de la ciudad
Gramática, Medicina, Derecho y otras artes.4 No será hasta 1412 cuando el gobierno
municipal haga un primer intento de reunir bajo su tutela a las diferentes escuelas de la
ciudad en una Escola Major, proyecto que acabaría también fracasando a los pocos
años. 5
El s. XV iba a ser un siglo de disputas entre el Consell y la Iglesia por el
monopolio de la enseñanza hasta que, finalmente, y más por una confluencia de
circunstancias políticas favorables que como consecuencia del esplendor económico y
social de la ciudad durante la centuria, se inicien los trámites para solicitar la fundación
de la universidad. En agosto de 1498, el Consell acuerda remodelar la casa de los
estudios y encarga a los jurados redactar nuevas constituciones y pedir su aprobación.
Un año después se eleva la petición al papa a Alejandro VI, antiguo obispo de la ciudad,
con quien las autoridades municipales mantenían excelentes relaciones. Empezaron por
nombrar rector y profesores y obtuvieron las bulas y privilegios reales el 23 de enero de
1501 y el 16 de febrero de 1502.
La universidad había nacido, por tanto, al amparo del ayuntamiento que, junto
con el obispado, regía su organización y funcionamiento, dejando fuera de cualquier
decisión a profesores, doctores y alumnos, a diferencia de otras universidades como
Salamanca o Valladolid donde estos intervenían en las cuestiones más importantes. 6
3 CRUSELLES GÓMEZ, J. Mª. “Los precedentes de la Universidad de Valencia: guía para medievalista en vísperas del quinto centenario” en El Mediteráneo medieval y la idea de Europa. Revista d’Història Medieval, Valencia, Universitat de València, 1995. nº 6. pp. 156-158.4 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria de Valencia, Valencia, Universitat de València, 2000. p. 13.5 CRUSELLES GÓMEZ, J.Mº. Escuela y Sociedad en la Valencia Bajomedieval. Valencia, Diputació de València. Centre dÉstudis d`Història Local, 1997. pp. 56-65.6 PESSET, M. “Fundación y estructura de poderes” en OLMOS, V. (Coord.) Historia de la Universidad de Valencia. Volumen I: El estudio general, Valencia, Universitat de València, 1999. pp. 32-34.
3
Por lo que respecta a nuestro objeto de estudio, llama la atención que en los
nuevos estatutos de la universidad no se programara la creación de una biblioteca
universitaria para uso de los profesores y formación de los alumnos. Si bien tenemos
noticias de una supuesta biblioteca en la Universidad de Valencia de la que nos habla
Lluis Vives en sus Diálogos, la verdad es que no hay indicios seguros de que se esté
refiriendo a la biblioteca real de la universidad.
La ausencia de ninguna noticia durante los tres siglos siguientes hacen pensar
que la descripción que se hace cuando conversan Espudeo y Tyro en el “Diálogo sobre
la Escuela” de una biblioteca que “según reglas de hombres grandes, mira azia donde
sale el sol en el Estío” y en la que “todos los caxones, y estantes de los libros son de
carrasca, o ciprés, con sus cadenillas, y los mismos libros, son casi todos, en pergamino,
y pintados de diferentes colores” sea más una licencia literaria que se toma el autor para
describir una biblioteca ideal que la descripción realista de la biblioteca universitaria de
la ciudad.
Por tanto, en el periodo que va desde principios del s. XVI hasta finales del s.
XVIII no se ha encontrado ninguna noticia, ningún documento, ninguna referencia en
las Constituciones de la Universidad de Valencia que nos permitan desentrañar si de
verdad existió tal biblioteca. En todo caso, si alguna vez esta formo parte de la
Universidad, ocupó alguna sala o estuvo a disposición de los alumnos, lo que es seguro
es que no sobrevivió hasta el s. XVIII.
Sería durante el reinado de Carlos III, tras el Decreto de Expulsión de los
Jesuitas en 1767, cuando la Universidad de Valencia reclamó para sí los libros de la
Orden para fundar una Biblioteca Pública, tal y como había dispuesto el Real Consejo
que había que hacer con los libros incautados. Sin embargo, el arzobispo se adelantó y
estos pasaron a ocupar las estanterías de la Biblioteca Arzobispal.7
La voluntad de disponer de una biblioteca para uso de la Universidad respondía,
por un lado, al espíritu de los ilustrados de la segunda mitad del s. XVIII, que aspiraban
a un acceso más amplio de la población a la cultura, aunque esta fuese en su mayoría
analfabeta, y por otro, a las necesidades de una institución como la Universidad de
Valencia, cuya importancia y prestigio cultural exigía la existencia de una biblioteca.8 7 PALANCA PONS, A. Guía bibliográfica de la Universidad de Valencia, Madrid, Junta Técnica de Bibliotecas, Archivos y Museos, 1958. pp. 256-257. 8 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria…op. cit. pp. 18 y 22.
4
La verdad es que ya en aquel momento existían en la ciudad algunas bibliotecas
públicas pero, a pesar de contar con este apelativo, estas tenían un carácter
principalmente privado y el acceso a los fondos estaba muy limitado.9
2. EL ORIGEN DE LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA
El origen de la actual Biblioteca Universitaria se encuentra en la donación que
D. Francisco Pérez Bayer (1711-1794) hizo a la Universidad de Valencia de su
colección personal de libros y monedas. Filólogo, numismático y jurista, Pérez Bayer
había sido profesor de hebreo en las universidades de Valencia, su ciudad natal, y
Salamanca. Fue canónigo en la ciudad de Toledo y acabó ocupando en 1783 una plaza
de Bibliotecario Mayor en la Biblioteca Real, trabajando también durante algunos años
en la catalogación de manuscritos de la Biblioteca de El Escorial. Posteriormente
obtuvo el cargo de Arcediano mayor de la Catedral de Valencia y de canónigo. Su
prestigio en el mundo intelectual, sobre todo en el campo de los estudios hebraicos, no
solo se redujo al ámbito de los territorios peninsulares sino que traspasó fronteras más
allá de los Pirineos, siendo nombrado académico de honor de San Petersburgo y
Göttingen.
Durante los años de servicio y de viajes por distintas instituciones del mundo
académico y eclesiástico, Pérez Bayer había atesorado una importante biblioteca que se
componía de 20.000 volúmenes, entre los que había 116 manuscritos, 82 legajos y 125
incunables. La verdad es que estas cifras son difícilmente constatables, salvo la de los
manuscritos de la que sí se conserva una lista, pues no se ha conservado ningún
inventario o catálogo contemporáneo a la donación y las cifras posteriores que se tienen
hablan de que la colección se perdió completamente en el incendio de 1812.10
Sea como fuere, lo peculiar de la donación es que esta se llevo a cabo en vida del
donante, y no post mortem como hubiera sido lo habitual, y que además se hizo con
cuidada premeditación. Las primeras noticias que se tienen de la intención de Pérez
Bayer de donar su colección fue en el otoño de 1775, cuando durante la visita a la Real
9 LLORCA, F. La Biblioteca Universitaria de Valencia, Valencia, Librerías París-Valencia, 1997. p. 40. y CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. “La Biblioteca Universitaria” en OLMOS, V. (Coord.) Historia de la Universidad de Valencia. Volumen II: La universidad ilustrada, Valencia, Universitat de València, 1999. p. 107. 10 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria…op. cit. pp. 29-31.
5
Biblioteca del presbítero Pascual Vicente Lansola, catedrático de hebreo de la
Universidad Literaria de Valencia y Secretario de su claustro, le ofreció sus libros a la
Universidad tan pronto como esta dispusiera de las instalaciones adecuadas para
conservarlos.11
La noticia se le comunicó al claustro el día 4 de noviembre de ese mismo año y
este no tardó en aceptar el generoso ofrecimiento y así se lo hizo saber a Pérez Bayer en
una carta del 7 de noviembre de 1775. Sin embargo, la habilitación de las primeras salas
y la construcción de los primeros estantes se retraso hasta diez años después, cuando el
27 de julio de 1785, el fundador tomó de una bandeja de plata los seis volúmenes de la
Biblia Políglota Complutense y los colocó en una estantería, iniciando simbólicamente
la puesta en marcha de la Biblioteca Universitaria.12
A pesar de la donación desinteresada de su colección, Pérez Bayer impuso unas
justas condiciones al Ayuntamiento de la ciudad de Valencia, que era la institución de la
que en última instancia dependía la Universidad, para que esta se llevara a cabo. En
primer lugar, la nueva biblioteca tenía que ser pública. En segundo lugar, se tenía que
disponer de un lugar adecuado para instalar las obras donadas. Y en tercer lugar, la
nueva biblioteca debía disponer de bibliotecarios, cuyo nombramiento quedó a cargo del
donante como agradecimiento. Cuando las tres condiciones fueron satisfechas, la
Biblioteca se inauguró el 4 de noviembre de 1788 y se abrió al público en 1789 por
primera vez con un horario de tres horas por la mañana y tres por la tarde. 13
Los cajones con los libros se fueron trasladando desde la residencia de Pérez
Bayer de forma paulatina conforme se iban construyendo los estantes en el nuevo
edificio que se adquirió entre la calle de la Nau y la de la Universidad. Años más tarde,
el 27 de enero de 1795, moría en la ciudad de Valencia el ilustre fundador de la
Biblioteca Universitaria, y en diciembre de ese mismo año, la Universidad trasladó los
últimos cajones con libros que se encontraban en la casa del difunto. 14
3. LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA EN EL S. XIX
11 Ibid. pp. 23-24.12 PALANCA PONS, A. Guía Bibliográfica… op. cit. p. 256.13CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria…op. cit. pp. 34-35. 14LLORCA, F. La Biblioteca Universitaria… op. cit. p. 86.
6
Después de la muerte de Pérez Bayer, la Biblioteca siguió ampliando sus fondos
con nuevas donaciones, intercambios y compras. El rector D. Vicente Blasco, que ocupó
este cargo de 1784 a 1813 y fue otro de los benefactores de la Biblioteca, propuso al
claustro la compra de libros para la Universidad. En 1795 gestionó una importante
compra al librero valenciano Manuel Isidro Cavero y en 1800 propuso la adquisición de
la biblioteca particular del ilustre valenciano, cosmógrafo, historiador y americanista D.
Juan Bautista Muñoz, ingresando todos sus fondos bibliográficos en la Biblioteca
Universitaria en 1802.15
También propuso la adquisición de las bibliotecas que pertenecieron a D.
Gregorio y D. Juan Antonio Mayans y Siscar, pero no se pudo llevar a cabo la compra
por desacuerdos con los herederos, como tampoco la de la biblioteca de Campomanes.
En otro documento de 1803 se recoge un donativo de obras de ediciones
antiguas de Religión, Matemáticas y Bellas Letras, que fueron recibidas por Joaquín
Ortolá, bibliotecario mayor de la Universidad, y que estaban contenidas en tres cajas.
Por otro lado, el que había sido primer bibliotecario, Domingo Mascarós, fallecido en
1807, legó a la Biblioteca su colección personal, de la que se conserva un detallado
inventario.16
3.1. La Biblioteca durante la Guerra de Independencia
Un episodio lamentable para la Universidad de Valencia y su Biblioteca fue el
día 7 de enero de 1812, cuando una bomba cayó en el edificio de la Universidad durante
el sitio a que sometió el mariscal Suchet a la ciudad. Algunas fuentes indican que en el
incendio que afectó al edificio se perdieron todos los libros de la Biblioteca
Universitaria excepto uno, el tomo primero de la obra Histoire naturelle de la Caroline,
de la Florida e des îles de Bahama, par Mr. Marc Catesby revisé par Mr. Edward ,
edición de Londres de 1754. Las actas universitarias y municipales, coetáneas al suceso,
tampoco dan una información precisa de lo ocurrido, limitándose a dar una concisa
noticia del incendio.
Sin embargo, se conservan muchas obras cuyos exlibris señalan una fecha
anterior a 1812 y tampoco es verosímil que la colección bayeriana ardiera al completo
15 Ibid. pp. 85 y 100-102.16 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria… op. cit. p. 53.
7
sin poder salvar siquiera algunos volúmenes, por lo que parece que las crónicas
exageran y que la historia del incendio completo tiene algo de tradición y mito. 17
De cualquier manera, lo que es indudable es que mucho volúmenes se debieron
de perder, pues las autoridades universitarias solicitaron al mariscal que se les
permitiera coger de las bibliotecas de los conventos y monasterios las obras
fundamentales para asegurar el funcionamiento de la Universidad y de la Biblioteca,
obras que después serían devueltas a las comunidades religiosas una vez acabada la
guerra.
La base de la nueva biblioteca fue la donación post mortem del rector D. Vicente
Blasco, quien legó una colección considerable. En los años sucesivos se recibieron
donativos de personajes vinculados con la Universidad como Salvador Perellós y
Lanuza y Onofre Soler, nombrado rector al abandonar los franceses la ciudad. 18
En 1826, gracias a las nuevas donaciones, se pensó en la reapertura de la
Biblioteca y se comenzaron las obras para reconstruir el edificio y encargar nuevos
estantes. Un año después, en 1827, la Universidad pasó a depender del Estado, cesando
el patronazgo de las autoridades municipales. 19
3.2. La Desamortización Eclesiástica
Otro episodio decisivo para la historia de la Biblioteca Universitaria, sobre todo
en lo que se refiere a la adquisición de fondos históricos, fue el de la Desamortización
Eclesiástica. El 11 de octubre de 1835, Juan Álvarez de Mendizábal, Ministro de
Hacienda, suprimió por decreto las comunidades religiosas, incautó sus bienes y los
puso a la venta, a excepción de los bienes artísticos, los fondos archivísticos y los
bibliográficos, que pasaron a formar parte de los museos públicos, de los archivos y de
las bibliotecas públicas, provinciales o universitarias.
Aunque la mayor parte de los fondos bibliográficos de las bibliotecas monásticas
eran de escaso interés desde el punto de vista académico, muchos constituían verdaderas
joyas desde el punto de vista histórico-artístico. Para que estas ricas colecciones no se 17 Ibid. pp. 26-29. 18 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. “Los fondos históricos de la Biblioteca de la Universidad de Valencia” en Rodríguez Álvarez, R. y Llordén Miñambres, M. El libro antiguo en las bibliotecas españolas, Oviedo, Universidad de Oviedo. p.265-266.19 PALANCA PONS, A. Guía Bibliográfica… op. cit. p. 257.
8
perdieran, la regente María Cristina dispuso en 1838 que estas pasaran a las
universidades en aquellas capitales de provincia que las tuvieran. En el caso de
Valencia, la Universidad se había adelantado y los fondos desamortizados se habían
incorporado a la Biblioteca en los años anteriores.20
Es difícil cuantificar cuantas obras se obtuvieron en total gracias a la
Desamortización de Mendizábal pero se conservan algunos inventarios parciales. Por
las Reales Órdenes del 28 y de noviembre y el 15 de febrero de 1836 ingresaron en la
Universidad, entre el 28 de mayo de 1936 y el 4 de enero de 1837, los libros de los
conventos de los Dominicos, Carmelitas Descalzos, San Francisco, San Agustín,
Trinitarios Descalzos, y de la Orden Militar de Montesa, entre otros. En uno de los
inventarios procedente de los conventos suprimidos se informa sobre su número, un
total de 3.094. Corresponden al Convento de Santo Domingo 1546, al de San Sebastián
205, a los Jesuitas 100, al de San Francisco 460, al de San Agustín 670 y al Convento
del Carmen 113.21
En otro documento fechado en 3 de agosto de 1836 se recibieron libros fueron
del convento de Paúles, 128 volúmenes, de San Felipe, 198, de Ara Christi, 60, de los
Capuchinos, 125 obras, de la Congregación, 98, del convento de Torrente, 6, y del
monasterio de Santo Spiritu, 3 volúmenes. En una adición a este inventario del 6 de
agosto se especifican otras dos recepciones de los monasterios de San Juan de la Ribera
y San Miguel de los Reyes, 180 volúmenes, y otros 34 del Convento del Santo Spiritu.
El 3 de septiembre de 1836, el rector recibió del convento de Franciscanos de
Torrente 163 obras, del de Ribera 160, del de la Corona 100, del convento de los
Remedios otras 100, del convento de San Felipe 394 volúmenes, de los Trinitarios 75,
de Ara Christi 158, de la Congregación 69, del convento de Santa María Magdalena, 33
obras, de los Capuchinos 727 y del convento de la Merced, 141.22
20 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. “La Biblioteca Universitaria” en OLMOS, V. (Coord.) Historia de la Universidad… op. cit. 319. y CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria…op. cit. p. 58.21 CABEZA SANCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. “Catálogo de los manuscritos procedentes de los conventos valencianos suprimidos por la Desamortización Eclesiástica que se depositaron el Biblioteca Universitaria de Valencia” en Estudis Castellonencs, Castellón, Diputación de Castellón, 1994-1995, nº 6, vol.1. pp. 249-263.22 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria… op. cit. pp. 60-62.
9
El 7 de enero de 1837, la Biblioteca se reabrió definitivamente al público, y
según el rector D. Francisco Villalba, con los libros adquiridos, permutados y legados,
poseía la Universidad de Valencia la mejor biblioteca de la capital y de la provincia.23
3.3. La Biblioteca del Duque de Calabria
Un comentario aparte merecen los fondos históricos procedentes del Monasterio
de San Miguel de los Reyes de Valencia. No hay duda de que la colección más
importante y valiosa, que ingresó el 12 de enero de 1837 en la Biblioteca Universitaria,
fue la magnífica biblioteca del Monasterio de San Miguel de los Reyes, entre cuyas
obras destacan los códices procedentes de la Biblioteca Napolitana de D. Fernando de
Aragón, Duque de Calabria.
Los fondos de la Biblioteca Napolitana habían comenzado a reunirse en tiempos
de Alfonso V el Magnánimo, labor que continuaron sus descendientes durante más de
medio siglo, haciendo de la colección una de las más importantes de la Europa
humanística. De una colección privada, cortesana y aristocrática de tradición medieval,
se convirtió en una importante biblioteca humanística abierta a los hombres de letras,
una “biblioteca de Estado” según la definición de Armando Petrucci, eminente
paleógrafo y codicólogo italiano.
Las bibliotecas de las cortes italianas de la segunda mitad del s. XV habían
adoptado el modelo del libro humanístico nacido en Florencia. Este se basaba en una
renovación de la escritura, la decoración y el formato de los códices inspirados en la
tradición carolingia altomedieval, que los humanistas italianos identificaban como
clásica. Aunque en la colección destaquen este tipo de libros, la Biblioteca Napolitana
también contaba con ejemplares pertenecientes al más puro estilo de los códices
medievales góticos.
Los avatares políticos de finales del s. XV en Nápoles fueron los que
favorecieron la dispersión de la biblioteca, que comenzó cuando Alfonso II dejó
Nápoles en febrero de 1495. Las guerras de franceses y españoles en el sur de Italia
provocaron que una parte de la biblioteca acabara en manos de Carlos VIII de Francia,
otra fuera vendida y lo que restaba quedara en manos de Fernando de Aragón, duque de
23 PALANCA PONS, A. Guía Bibliográfica… op. cit. p. 257.
10
Calabria, tataranieto de Alfonso el Magnánimo y heredero de Federico III, último rey de
Nápoles.
El duque fue traído a la Península por el Gran Capitán en 1488, residiendo en las
cortes de Fernando el Católico y Carlos V. En 1526 se casó con Germana de Foix, viuda
del rey Católico, quien le insto a fundar el Monasterio de San Miguel de los Reyes en
Valencia para la orden de los jerónimos. Es así como, tras la muerte del duque de
Calabria el 26 de octubre de 1550, este legó al monasterio su colección, pasando
después a los fondos de la Biblioteca Universitaria con la Desamortización Eclesiástica
de 1835. 24
No es posible enumerar en este trabajo todas las maravillas que contiene la
Biblioteca Napolitana, pero son sus manuscritos de obras de autores clásicos y los
escritos de humanistas italianos como Lorenzo Valla, Petrarca o Bocaccio, ejecutados
en magníficos códices de estilo humanístico por expreso deseo de los príncipes y reyes
de la corte de Nápoles, los que hacen de la Biblioteca Universitaria de Valencia una de
la mejores bibliotecas universitarias desde el punto de vista del patrimonio bibliográfico
manuscrito del Estado Español.25
3.4. Otras donaciones del s. XIX
A pesar de que el episodio que aportó los fondos históricos más importantes fue
el de la Desamortización, durante todo el s. XIX, la Biblioteca Universitaria se benefició
de los legados que, siguiendo el ejemplo del fundador Pérez Bayer, hicieron otros
ilustres valencianos.
Destacan las aportaciones de Javier Borrull en 1837, importante por el número y
la rareza de los manuscritos y las monedas que legó, la de Ginés de Perellós en 1843,
quien también donó esplendidos manuscritos e incunables, en la misma fecha, la de D.
Jaime Faulí, o un año más tarde, la de Narciso Aparici, antiguo Secretario de la
Embajada de España en Roma, quien legó una importante colección de libros, monedas
y camafeos.26
24 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. y TOSCANO, G. (Coord. y Dir.) La Biblioteca Real de Nápoles de Alfonso el Magnánimo al Duque de Calabria. Valencia, Generalitat Valenciana, 1999. p. 23.25 Véase ALCINA FRANCH, J. La Biblioteca de Alfonso V de Aragón en Nápoles. Catálogo descriptivo: fondos valencianos. Valencia, Generalitat Valenciana, 2000.26 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria… op. cit. pp. 80-81.
11
Uno de los legados que más ejemplares raros y únicos aportó a la Biblioteca
Universitaria fue el de Vicente Hernández Máñez, bibliotecario de la Universidad entre
1825 y 1865, del cual no se sabe la fecha de ingreso. Si que se conoce la fecha de la
donación de otro bibliotecario, Vicente Dauder, quien en 1867 aportó varios incunables,
así como la de Francisco Carbonell, antiguo rector, quien ese mismo año legó 121 obras
de diferentes disciplinas. Otro rector que dejó su biblioteca a la Universidad fue Juan
del Castillo y Carroz. Tampoco faltaron profesores que pensaran que el mejor destino
para sus colecciones era la Biblioteca Universitaria, como Francisco Estruch, quien en
1870 dejó un total de 1062 volúmenes.27
Hay que destacar también por su importancia la Biblioteca dramática de D. José
María Moles, compuesta por 1120 volúmenes y considerada como una de las
colecciones de comedias antiguas españolas más completas. Esta había sido legada al
Ayuntamiento en 1884 con la condición de que fuese depositada en la Biblioteca
Universitaria, cosa que ocurría un año después.
Existen también otros legados menores que cabe mencionar como el de
Francisco Asensi, hecho en 1873, formado por 225 títulos, o el de Narciso Sanz y
Fernández, compuesto por 229 volúmenes y fechado en 1886. 28
Vemos como, en realidad, el ejemplo de Bayer no fue seguido solo por los
próceres de la ciudad sino que, empleados de la Universidad, profesores, antiguos
alumnos y pequeños coleccionistas donaron sus bibliotecas privadas para ponerlas a
disposición de los estudiantes del alma mater valentina.
4. LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA EN EL S. XX
En 1901 ingresó el último donativo importante, el legado de D. Luis Gonzaga
Gascó Albert. En esta misma fecha hubo otra donación de libros, la de Dª Elisa
Smichdt.29
4.1. La Biblioteca durante la Guerra Civil
La Biblioteca de la Universidad de Valencia tuvo que soportar los mismos
avatares que la política de España de aquellos momentos. Aunque en 1932 se había
27 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. “Los fondos históricos… op cit. pp. 272-273.28 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria… op. cit. pp. 87-90.29 Ibid. p. 92.
12
producido un intento de reorganización de la Biblioteca de acuerdo con el Decreto del
14 de enero, la gran reforma no se produjo hasta después los años de la Guerra Civil.
El periodo de la guerra, aunque bastante próximo en el tiempo, nos es bastante
desconocido por la escasez de documentación encontrada relativa a la Biblioteca
Universitaria. Sabemos que en septiembre de 1936 se destituyó por razones políticas a
José María Ibarra, quien estaba al frente de la Biblioteca, ocupando el cargo desde esa
fecha hasta diciembre de 1937 María Moliner.
La Universidad fue el único centro docente de la ciudad que no fue requisado
por la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza. En aquellos años, la
Universidad se convirtió en un foco de irradiación de cultura gracias al aumento
numérico y cualitativo del personal procedente de otras universidades, como Madrid y
Murcia, y al hecho de que el equipo de gobierno de la universidad estaba formado por
personas ilustres y dinámicas.
Conservamos un informe de Rafael Raga, mano derecha de María Moliner
durante su dirección en la Biblioteca y su sucesor, en el que se describen los trabajos
que se realizaron en esos años, desde las tareas de mantenimiento del local hasta las
labores de conservación y limpieza del material libresco.
Lo más significativo del periodo es que, durante y después de la Guerra Civil, la
Biblioteca Universitaria fue depositaria de los libros requisados a particulares e
instituciones. Libros que han estado en las estanterías sin poder ser utilizados por si eran
reclamados por los propietarios o sus descendientes, como fue el caso de las bibliotecas
de Ferran Llorca, en 1964, y Max Aub, en 1969. Una vez pasado el término de las
posibles reclamaciones se están catalogando y constituyen un fondo de gran utilidad
para el estudio de la Historia Social.30
La Biblioteca Universitaria tendría algún ingreso más de fondos históricos
después de la Guerra Civil, gracias principalmente a compras o intercambios, pero la
verdad es que estos se formaron y acrecentaron con los grandes legados y donativos de
los últimos años del s. XVIII y del s. XIX.
30 CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. “La Biblioteca Universitària de València” en Llibres a l’infern. 1939, Valencia, Universitat de València, 2008. pp. 43-62.
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5. LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA EN LA ACTUALIDAD
En este último apartado voy a dar un repaso por algunos de los aspectos
relevantes desde el punto patrimonial de los fondos antiguos conservados en la
Biblioteca Histórica, en lo que se refiere a las labores de gestión y divulgación del
mismo.
5.1. La Biblioteca en cifras31
Actualmente, la Biblioteca Histórica, una de las secciones que componen el
Servicio de Bibliotecas y Documentación de la Universidad de Valencia después de las
reorganizaciones de los años 80, es la que custodia la práctica totalidad de los fondos
antiguos más valiosos.
Manuscritos se conservan un total 2.995 obras repartidas en 1.100 volúmenes.
Como se ha dicho anteriormente, de entre ellos destacan los manuscritos humanísticos
procedentes de la Biblioteca Napolitana del Monasterio de San Miguel de los Reyes.
En cuanto a los incunables, la Biblioteca Histórica cuenta con 355 volúmenes.
De ellos destacan los 31 ejemplares de obras impresas en Valencia, muchos de ellos
escritos en valenciano, por lo que son únicos o rarísimos. A este grupo pertenece la obra
insignia de la Universidad, Obres e Trobes en Lahors de la Verge María, ejemplar
único en el mundo que constituye la primera obra literaria impresa en España, en la
primera imprenta instalada en la ciudad de Valencia por Lambert Palmart en 1474.
Se conservan también un total de 40.780 volúmenes de obras impresas del 1500
al 1800, así como 11.272 volúmenes impresos entre 1801 y 1900.
5.2. Inventarios, catálogos y digitalización de fondos
Los inventarios y los catálogos son la herramienta primera y básica de las
bibliotecas para llevar a cabo cualquier política de gestión y conservación del
patrimonio bibliográfico. Además, es la forma que tienen de dar a conocer sus fondos y
hacerlos accesibles a los investigadores y al público en general.
31 Datos extraídos de la sección de la Biblioteca Histórica de la web del Servicio de Bibliotecas y Documentación de la Universidad de Valencia.
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Existen varios inventarios y catálogos, totales o parciales, donde aparecen parte
de los fondos históricos que posee la Biblioteca Universitaria, algunos editados en la
propia ciudad de Valencia y otros hechos por investigadores y bibliotecarios de otros
lugares del Estado Español o de otros países.32 Destacaré solo en lo que se refiere a
manuscritos el catálogo de Gutiérrez del Caño33 y para los incunables el de Palanca
Pons y Gómez Gómez.34
Por otro lado, no hay que olvidar que gracias a las nuevas posibilidades de la
red, los catálogos digitales se han convertido en una herramienta utilísima para los
investigadores y para el público en general interesado en conocer el patrimonio
bibliográfico. El catálogo de la Universidad de Valencia se llama Trobes y toma el
nombre del incunable de Obres e Trobes en Lahors de la Verge que se ha mencionado
anteriormente. En él existe una opción que permite acotar la búsqueda a los fondos
antiguos y a los manuscritos.
Hay que señalar también que desde 2011 se está llevando a cabo una re-
catalogación exhaustiva y detallada del fondo manuscrito medieval y renacentista de la
Biblioteca Histórica, dirigida actualmente por el profesor y catedrático de la
Universidad de Valencia D. Francisco Gimeno Blay, cuyos progresos se van volcando
al catálogo digital semanalmente.
En cuanto a la digitalización de fondos, esta supone un elemento clave que
permite la consulta a través de Internet del fondo antiguo de la Universidad de Valencia
desde cualquier parte del mundo, a la vez que ayuda preservar su conservación.
Tradicionalmente se han usado otros métodos para reducir, en la medida de lo posible,
la consulta directa de los fondos más delicados, como pueden ser las microformas y los
facsímiles, pero es cierto que la red constituye hoy en día la herramienta más
interesante.
Destaca el proyecto Somni, que toma su nombre del título del incunable El
somni de Johan Johan de Gazull, ejemplar único en el Estado Español conservado en la 32 Para una relación detallada de los inventarios y los catálogos en los que aparece parte del fondo antiguo de la Biblioteca Universitaria, consúltese la pagina web del Servicio de Bibliotecas y Documentación de la Universidad de Valencia, Biblioteca Histórica, Bibliografía sobre la Biblioteca y sus fondos.33 GUTIÉRREZ DEL CAÑO, M. Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, 3 vol., Valencia, Librería Maraguat, 1913.34 PALANCA PONS, A. y GÓMEZ GÓMEZ, P. Catálogo de los Incunables de la Biblioteca Universitaria, Valencia, Universitat de València, 1981.
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Biblioteca Histórica. El proyecto lleva digitalizadas casi 5.000 obras entre manuscritos,
impresos y carteles de la Guerra Civil, además de otras cosas. El programa sigue en
marcha y periódicamente se siguen subiendo a la red nuevas obras, incluso se ha
habilitado un formulario en la página web de la Servicio de Bibliotecas y
Documentación de la Universidad que permite hacer sugerencias a los usuarios para que
se digitalicen las obras que más interesen al público.
Hay que mencionar también el proyecto Europeana Regia, programa
internacional en el que participó nuestra Universidad, llevado a cabo entre 2010 y 2012
por cinco bibliotecas de cuatro países con el apoyo de la Comisión Europea. El proyecto
permitió digitalizar más de 1.000 manuscritos medievales y renacentistas de tres
bibliotecas reales que en la actualidad se encuentran dispersas: la Biblioteca Carolina, la
Biblioteca de Carlos V y la Biblioteca de los Reyes aragoneses de Nápoles.
5.3. Exposiciones
El equilibrio entre la difusión y la conservación del patrimonio cultural suele ser
complicado, pero en el caso del patrimonio bibliográfico lo es aún más. Los daños que
puede ocasionar una mala gestión en la exposición de unos fondos bibliográficos tan
delicados como los manuscritos pueden ser irreparables. Los libros están para ser leídos
y no expuestos siempre por una misma página.
Anteriormente, todas las grandes bibliotecas europeas contaban con
exposiciones permanentes, pero hoy en día la mayoría las han retirado y se tiende a una
política de exposiciones bastante restringida, pues el beneficio de la difusión no
compensa el riesgo de deterioro y actualmente existen otras herramientas muy útiles y
menos dañinas, como Internet, para difundir el patrimonio bibliográfico.
Sin embargo, hay que decir que una política de exposiciones temporales
justificada, controlada y rigurosa puede ser una herramienta interesante para que el
público culto no especialista se acerque a los fondos de las bibliotecas. Además, es
cierto que algunos ejemplares son de una belleza estética innegable, gracias a la
caligrafía, las miniaturas o las encuadernaciones, y que pueden ser apreciados por el
público sin tener que leer el texto completo.35
35 SÁNCHEZ MARIANA, M. Introducción al libro manuscrito, Madrid, Arco Libros S.L., 1995. pp. 114-115.
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En el caso de la Biblioteca Histórica, en la última década se han llevado a cabo
algunas exposiciones en las que se han usado fondos antiguos: Els vestits del saber:
enquadernacions mudèjars a la Universitat de València (2003), Del Tirant al Quixot:
La Imatge del Cavaller (2005), Palau de la Saviesa: El Reial Convent de Predicadors
de Valènciai la Biblioteca Universitària (2005), Lluis Vives, humanista espanyol a
Europa (2006), Eiximenis (1327-1409) i la seua obra (2009-2010) y Les Enciclopèdies
del segle XVIII i l'esperit de la Il·lustració (2013-2014).
Actualmente, se inauguró el 27 de noviembre la exposición Roís de Corella.
Fons de la Biblioteca Històrica de la Universitat de València, que estará abierta hasta el
26 de marzo de 2015 en el edificio de La Nau. También se está llevando a cabo un ciclo
de conferencias organizadas por la Universidad de Valencia y por la Acadèmia
Valenciana de la Llengua con el objetivo de dar a conocer algunos de los tesoros
bibliográficos conservados en la Biblioteca Histórica. El ciclo se desarrollará a lo largo
de 15 sesiones, el último jueves de cada mes, desde septiembre de 2014 hasta febrero de
2016 en el Aula Magna del edificio de La Nau.
6. CONCLUSIONES
La riqueza del fondo antiguo de la Biblioteca Universitaria de Valencia es poco
conocida incluso dentro de nuestro propio territorio. En las últimas décadas, una mayor
concienciación de las autoridades y de la sociedad, en lo que respecta a la valorización
del patrimonio cultural del País Valenciano, ha posibilitado algunos avances en las
labores de conservación, gestión y divulgación del patrimonio bibliográfico y
documental que continúan hoy en día.
Sin embargo, el mal endémico del patrimonio valenciano es la falta de
financiación para llevar a cabo una labor más decidida en todos estos campos. Existen
en la actualidad en la Biblioteca Histórica, por ejemplo, encuadernaciones que necesitan
una restauración urgente. Tampoco hay que olvidar que el catálogo impreso de carácter
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general más completo del que disponemos actualmente es del año 1913.36 Muchas de
estas deficiencias se están subsanando gracias a las nuevas tecnologías, pero esto no es
suficiente.
El equilibrio entre el acceso de los investigadores y del público interesado a los
fondos históricos y su correcta conservación es otro de los retos a los que se enfrentan
las bibliotecas con un fondo como la nuestra. La divulgación y la difusión del
patrimonio bibliográfico valenciano es una de las tareas que tiene hoy en día la
Biblioteca Universitaria y las labores de digitalización vienen a atender esta cuestión.
Lo ideal sería que la práctica totalidad del fondo antiguo se encontrase digitalizado, pero
esto solo se puede ir haciendo si la administración sigue financiando proyectos de
digitalización, cosa que en los últimos años se da de forma intermitente.
No obstante, la Biblioteca Universitaria tampoco puede convertirse en un lugar
hermético e inaccesible y se tienen que poner a disposición de los investigadores todas
las herramientas necesarias que permitan una consulta segura de los fondos más
delicados.
Por último, una Biblioteca como la de la Universidad de Valencia debería contar
con un presupuesto mucho mayor y con un fondo mucho más amplio del que posee
actualmente y que posibilite una política de adquisición de obras, tanto antiguas como
modernas, más ambiciosa. Si queremos que la Universidad de Valencia sea una
universidad de referencia en cuanto a sus proyectos de investigación, cosa que ya es en
muchas áreas, hace falta que tanto investigadores como profesores y alumnos tengan
acceso a las últimas publicaciones, tanto nacionales como internacionales, de todos los
campos. Parece que una vez más se ciernan sobre la Universidad los males que la
aquejaban antes de la fundación de la Biblioteca por Pérez Bayer, cuando su prestigio
cultural no se correspondía con la presencia de una buena biblioteca a disposición de los
alumnos.
36 Me refiero al catálogo de Gutiérrez del Caño citado anteriormente.
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Bibliografía____________________________________________________________
- CABEZA SANCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. “Catálogo de los manuscritos procedentes
de los conventos valencianos suprimidos por la Desamortización Eclesiástica que se
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- CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. La Biblioteca Universitaria de Valencia,
Valencia, Universitat de València, 2000.
19
- CABEZA SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Mª C. “La Biblioteca Universitària de València”
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