el tulipán negro - colonialtours.com · apresurados, jadeantes, inquietos, que corrían, cuchillo...
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EltulipánnegroAlexandreDumas
Publicado:1850Categoría(s):Ficción,Histórico,NovelaFuente:http://es.wikisource.org
AcercaDumas:AlexandreDumas,père,bornDumasDavydelaPailleterie(July24,1802–
December5,1870)wasaFrenchwriter,bestknownforhisnumeroushistoricalnovels of high adventure which havemade him one of themost widely readFrenchauthorsintheworld.Manyofhisnovels,includingTheCountofMonteCristo,TheThreeMusketeers,andTheMan in the IronMaskwereserialized,andhealsowroteplaysandmagazinearticlesandwasaprolificcorrespondent.Source:Wikipedia
TambiéndisponibleenFeedbooksDumas:
Elcondedemontecristo(1845)Lostresmosqueteros(1844)Amaury(1843)
Nota:EstelibroleesofrecidoporFeedbookshttp://www.feedbooks.comEstricamenteparausopersonal.Enningúncasopuedeserutilizadoconfinescomerciales.
1CapítuloUnpuebloagradecido
El 20 de agosto de 1672, la ciudad de LaHaya, tan animada, tan blanca, tancoquetonaquesediríaquetodoslosdíassondomingo,laciudaddeLaHayaconsuparqueumbroso,consusgrandesárbolesinclinadossobresuscasasgóticas,conlosextensosespejosdesuscanalesenlosquesereflejansuscampanariosdecúpulascasiorientales; laciudaddeLaHaya, lacapitalde lassieteProvinciasUnidas, llenaba todas sus calles con una oleada negra y roja de ciudadanosapresurados, jadeantes, inquietos, que corrían, cuchillo al cinto, mosquete alhombroogarroteenmano,hacialaBuytenhoff,formidableprisióndelaqueaúnse conservan hoy día las ventanas enrejadas y donde, desde la acusación deasesinatoformuladacontraélporelcirujanoTyckelaer,languidecíaCorneilledeWitt,hermanodelexgranpensionariodeHolanda.Si la historia de ese tiempo, y sobre todo de este año en medio del cual
comenzamosnuestro relato,noestuviera ligadadeuna forma indisolublea losdos nombres que acabamos de citar, las pocas líneas explicativas que siguenpodrían parecer un episodio; pero anticipamos enseguida al lector, a ese viejoamigoaquienprometemossiempreelplacerennuestraprimerapágina,yconelcualcumplimosbienquemalenlaspáginassiguientes;anticipamos,decimos,anuestrolector,queestaexplicaciónestanindispensablealaclaridaddenuestrahistoria como al entendimiento del gran acontecimiento político en la cual seenmarca.CorneilleoCorneliusdeWitt,RuartdePulten,esdecir,inspectordediquesde
este país, ex burgomaestre de Dordrecht, su ciudad natal, y diputado por losEstados de Holanda, tenía cuarenta y nueve años cuando el pueblo holandés,cansadodelarepública,talcomolaentendíaJeandeWitt,granpensionariodeHolanda, se encariñó, con un amor violento, del estatuderato que el edictoperpetuo impuestopor JeandeWitten lasProvinciasUnidashabíaabolidoenHolandaparasiemprejamás.Siraroresultaque,ensusevolucionescaprichosas,laimaginaciónpúblicano
veaaunhombredetrásdeunpríncipe,asídetrásdelarepúblicaelpuebloveíaalasdosfigurasseverasdeloshermanosDeWitt,aquellosromanosdeHolanda,
desdeñososdehalagarelgustonacional,yamigosinflexiblesdeunalibertadsinlicenciaydeunaprosperidadsinredundancias,delamismamaneraquedetrásdelestatuderatoveíalafrenteinclinada,graveyreflexivadeljovenGuillermodeOrange,alquesuscontemporáneosbautizaronconelnombredeElTaciturno,adoptadoparalaposteridad.LosdosDeWitttratabanconmiramientoaLuisXIV,delquesentíancrecerel
ascendientemoralsobretodaEuropa,ydelqueacababandesentirelascendientematerial sobre Holanda por el éxito de aquella campaña maravillosa del Rin,ilustradaporesehéroederomancequesellamabacondeDeGuiche,ycantadapor Boileau, campaña que en tres meses acababa de abatir el poderío de lasProvinciasUnidas.LuisXIVeradesdehacíatiempoenemigodelosholandeses,queleinsultaban
yridiculizabancuantopodían,casisiempre,enverdad,porbocadelosfrancesesrefugiados en Holanda. El orgullo nacional hacía de él el Mitrídates de larepública.Existía,pues,contra losDeWitt ladobleanimadversiónque resultadeunaenérgicaresistenciaseguidaporunpoderluchandocontraelgustodelanación,ydelafatiganaturalatodoslospueblosvencidos,cuandoesperanqueotrojefepuedasalvarlosdelaruinaydelavergüenza.Eseotrojefe,dispuestoaaparecer,dispuestoamedirsecontraLuisXIV,por
gigantesca que pareciera ser su fortuna futura, era Guillermo, príncipe deOrange, hijo de Guillermo II, y nieto, por parte de Henriette Stuart, del reyCarlos I de Inglaterra, eseniño taciturno, del queyahemosdichoque seveíaaparecersusombradetrásdelestatuderato.Esejoventeníaveintidósañosen1672.JeandeWitthabíasidosupreceptory
lohabíaeducadoconelfindehacerdeesteantiguopríncipeunbuenciudadano.En su amor por la patria que lo había llevado por encima del amor por sualumno,porunedictoperpetuo, lehabíaquitado laesperanzadelestatuderato.Pero Dios se había reído de esta pretensión de los hombres, que hacen ydeshacen laspotenciasde laTierrasinconsultarconelReydelcielo;yporelcapricho de los holandeses y el terror que inspiraba Luis XIV, acababa decambiar la política del gran pensionario y de abolir el edicto perpetuorestableciendo el estatuderato enGuillermo deOrange, sobre el que tenía susdesignios,ocultostodavíaenlasmisteriosasprofundidadesdelporvenir.El gran pensionario se inclinó ante la voluntad de sus conciudadanos; pero
CorneilledeWittfuemásrecalcitrante,yapesardelasamenazasdemuertedelaplebeorangistaque lesitiabaensucasadeDordrecht, rehusófirmarelactaquerestablecíaelestatuderato.Bajolassúplicasdesullorosamujer,firmóalfin,añadiendosolamenteasu
nombreestasdosletras:V.C.(Vicoactus),loquequeríadecir:«Obligadoporla
fuerza.»Porunverdaderomilagro,aqueldíaescapóalosgolpesdesusenemigos.EncuantoaJeandeWitt,suadhesión,másrápidaymásfácilalavoluntadde
sus conciudadanos apenas le fue más provechosa. Pocos días después resultóvíctimadeunatentativadeasesinato.Cosidoacuchilladas,pocofaltóparaquemurieradesusheridas.Noeraaquelloloquenecesitabanlosorangistas.Lavidadelosdoshermanos
erauneternoobstáculoparasusproyectos;cambiaron,pues,momentáneamente,detáctica,libres,enunmomentodado,paracoronarlasegundaconlaprimera,eintentaronconsumar,conayudadelacalumnia,loquenohabíanpodidoejecutarconelpuñal.Resultabastanteraroque,enunmomentodado,seencuentre,bajolamanode
Dios, un gran hombre para ejecutar una gran acción, y por eso, cuando seproduceporcasualidadestacombinaciónprovidencial,laHistoriaregistraenelmismo instante el nombre de ese hombre elegido, y lo recomienda a laposteridad.Pero cuando el diablo semezcla en los asuntos humanos para arruinar una
existencia o trastornar un Imperio, es muy extraño que no se halleinmediatamenteasualcancealgúnmiserablealquenohaymásquesoplarleunapalabraaloídoparaquesepongaseguidamentealatarea.Ese miserable, que en esta circunstancia se encontró dispuesto para ser el
agente del espíritu malvado, se llamaba, como creemos haber dicho ya,Tyckelaer,yeracirujanodeprofesión.DeclaróqueCorneilledeWitt,desesperado,comohabíademostrado,además,
porsuapostilla,deladerogacióndeledictoperpetuo,ainflamadodeodiocontraGuillermodeOrange,habíaencargadoaunasesinoquelibrasealarepúblicadelnuevoestatúder,yqueeseasesinoeraél,Tyckelaer,quien,atormentadoporlosremordimientos ante la sola idea de la acción que se le pedía, había preferidorevelarelcrimenquecometerlo.Pueden imaginarse la explosión que se originó entre los orangistas ante la
noticiadeestecomplot.ElprocuradorfiscalhizoarrestaraCorneilleensucasa,el16deagostode1672;elRuartdePulten,elnoblehermanodeJeandeWitt,sufrióenunasaladelaBuytenhofflatorturapreparatoriadestinadaaarrancarle,comoa losmásvilescriminales, laconfesióndesupretendidocomplotcontraGuillermo.Pero Corneille tenía no solamente un gran talento, sino también un gran
corazón. Pertenecía a la gran familia de mártires que, teniendo la fe política,comosusantepasadosteníanlafereligiosa,sonríenenlostormentos,y,durantela tortura, recitó con voz firme y espaciando los versos según su metro, la
primeraestrofade«Justumettenacem»deHoracio,noconfesónada,yagotónosolamentelafuerzasinotambiénelfanatismodesusverdugos.No por ello los jueces exoneraronmenos aTyckelaer de toda acusación, ni
dejarondepronunciarcontraCorneilleunasentenciaqueledegradabadetodossuscargosydignidades,condenándolea lascostasdel juicioydesterrándoleaperpetuidaddelterritoriodelarepública.Yaera algopara la satisfaccióndelpueblo, a los interesesdel cual sehabía
dedicadoconstantementeCorneilledeWitt, ese arresto realizadono solamentecontrauninocente,sinotambiéncontraungranciudadano.Sinembargo,comoseverá,estonofuebastante.Losatenienses,quehandejadounahermosareputacióndeingratitud,cedían
en este punto ante los holandeses. Aquellos se contentaron con desterrar aArístides.Jean deWitt, a los primeros rumores de la acusación formulada contra su
hermano, había dimitido de su cargo de gran pensionario.Así era dignamenterecompensadoporsudevociónalpaís.Sellevabaasuvidaprivadasusdisgustosysusheridas,únicosbeneficiosqueconsiguenengenerallaspersonashonradasculpablesdelaborarporsupatriaolvidándosedeellasmismas.Durante este tiempo, Guillermo de Orange esperaba, no sin apresurar los
acontecimientospor todos losmediosensupoder,aqueelpueblodelqueeraídololeconstruyeraconloscuerposdelosdoshermanoslosdospeldañosquelehacíanfaltaparaalcanzarlasilladelestatuderato.Ahora bien, el 29 de agosto de 1672, como hemos dicho al comenzar este
capítulo, toda la ciudad corría hacia la Buytenhoff para asistir a la salida deCorneilledeWittdelaprisión,partiendoparaelexilio,yverquéseñaleshabíadejadolatorturasobreelcuerpodeesehombrequeconocíatanbienaHoracio.Apresurémonos a añadir que toda aquella multitud que se dirigía hacia la
Buytenhoff no acudía solamente con esta inocente intención de asistir a unespectáculo, sino quemuchos, en sus filas, tenían que representar un papel, omásbiencompletaruntrabajoquecreíanhabíasidomalrealizado.Nosreferimosaltrabajodelverdugo.Habíaotros,enverdad,queacudíanconintencionesmenoshostiles.Paraellos
setratabasolamentedeeseespectáculo,siempreatrayenteparalamultitud,conelquesehalagaelinstintivoorgullodeverarrastrándoseporelpolvoalquehaestadomuchotiempodepie.EseCorneilledeWitt,esehombresinmiedo,sedecían,¿noestabaencerrado,
debilitadoporlatortura?¿Noibanaverlo,pálido,sangrante,avergonzado?¿Noeraunhermosotriunfoparaestaburguesía,másenvidiosatodavíaqueelpueblo,ydelquetodobuenciudadanodeLaHayadebíatomarparte?
Y,además,sedecíanlosagitadoresorangistashábilmentemezcladosenaquelgentíoalqueesperabanmanejarcomouninstrumentodecisivoycontundenteala vez, ¿no se encontrará, desde la Buytenhoff a la puerta de la ciudad, unaocasión para lanzar un poco de barro, incluso algunas piedras, a eseRuart dePulten,quenosolamentenohadadoelestatuderatoalpríncipedeOrangemásquevicoactus,sinoquetodavíahaqueridohacerloasesinar?Sin contar, añadían los feroces enemigos de Francia, que, si se hacían las
cosasbienysemostrabanvalientesenLaHaya,nodejaríansiquierapartirparaelexilioaCorneilledeWitt,quien,unavezlibre,tramaríatodassusintrigasconFranciayviviríadelorodelmarquésdeLouvoisconsuperversohermanoJean.Ensemejantesdisposiciones,comoesdeprever,losespectadorescorrenmás
quecaminan.Por ello, loshabitantesdeLaHayacorrían tandeprisahacia laBuytenhoff.Enmediodelosquemásseapresuraban,lohacía,conrabiaenelcorazóny
sinproyectosenlamente,elhonradoTyckelaer,jaleadoporlosorangistascomounhéroedeprobidad,dehonornacionalydecaridadcristiana.Estevalientefacinerosocontaba,embelleciéndolascontodaslasfloresdesu
almaytodoslosrecursosdesuimaginación,lastentativasqueCorneilledeWitthabía hecho contra su virtud, las sumas que le había prometido y la infernalmaquinaciónpreparadade antemanopara allanarle a él, aTyckelaer, todas lasdificultadesdelasesinato.Ycadafrasedesudiscurso,ávidamenterecogidaporelpopulacho,levantaba
rugidosdeentusiásticoamorporelpríncipeGuillermo,yalaridosdeciega iracontra los hermanosDeWitt. El populacho se dedicaba amaldecir a aquellosinicuosjuecesqueconelarrestodejabanescaparsanoysalvoaunabominablecriminalcomoeraesemalvadoCorneille.Yalgunosinstigadoresrepetíanenvozbaja:-¡Vaapartir!¡Senosvaaescapar!Aloqueotrosrespondían:-UnbarcoleesperaenSchweningen,unbarcofrancés.Tyckelaerlohavisto.-¡ValienteTyckelaer!¡HonradoTyckelaer!-gritabalamuchedumbreacoro.-Sincontar-decíaunavoz-conqueduranteestahuidadeCorneille,Jean,que
noesmenostraidorquesuhermano,sesalvarátambién.-Y los dos bribones se comerán en Francia nuestro dinero, el dinero de
nuestrosbarcos,denuestrosarsenales,denuestrasfábricasvendidasaLuisXIV.-¡Impidámoslespartir! - gritaba lavozdeunpatriotamás avanzadoque los
otros.-¡Alaprisión!¡Alaprisión!-repetíaelcoro.Yconestosgritos,losciudadanoscorríanmás,losmosquetessecargaban,las
hachasrelucíanylosojosbrillaban.Sin embargo, no se había cometido todavía ningunaviolencia, y la líneade
jinetes que guardaba los accesos a la Buytenhoff permanecía fría, impasible,silenciosa,másamenazadoraporsuflemaquetodaaquellahordaburguesaloeraporsusgritos, suagitaciónysusamenazas; inmóvilbajo lamiradadesu jefe,capitándecaballeríadeLaHaya,el cual sostenía laespada fuerade suvaina,perobajayconlapuntaenelángulodesuestribo.Estatropa,únicoescudoquedefendíalaprisión,contenía,consuactitud,no
solamente a las masas populares desordenadas y ardientes, sino también aldestacamentodelaguardiaburguesaque,colocadaenfrentealaBuytenhoffparamantenerelorden,juntamenteconlatropa,dabaelejemploalosperturbadoresconsusgritossedicentes:-¡VivaOrange!¡Abajolostraidores!LapresenciadeTillyydesusjinetesera,ciertamente,unfrenosaludablepara
todos aquellos soldados burgueses; mas, poco después, se exaltaron con suspropios gritos y como no comprendían que se puede tener valor sin gritar,imputaronalatimidezelsilenciodelosjinetesydieronunpasohacialaprisiónarrastrandotrasdesíatodalaturbapopular.Pero entonces, el conde De Tilly avanzó solo ante ellos, levantando
únicamentesuespadaalavezquefruncíalascejas.-¡Eh,señoresdelaguardiaburguesa!-lesincrepó-.¿Porquécamináis,yqué
deseáis?Losburguesesagitaronsusmosquetesrepitiendo:-¡VivaOrange!¡Muertealostraidores!-¡VivaOrange, sea! -dijo el señorDeTilly-.Aunqueyoprefiero los rostros
alegresalosdesagradables.¡Muertealostraidores!Siasíloqueréisymientrasno lo queráis más que con gritos, gritad tanto como gustéis: ¡Muerte a lostraidores!Peroencuantoamatarlosefectivamente,estoyaquíparaimpedirlo,ylo impediré -y volviéndose hacia sus soldados, gritó- : ¡Arriba las armas,soldados!LossoldadosdeDeTillyobedecieronalmandatoconunatranquilaprecisión
que hizo retroceder inmediatamente a los burgueses y al pueblo, no sin unaconfusiónquehizosonreírcondesdénaloficialdecaballería.-¡Vaya,vaya!-exclamóconesetonoburlóndelosquepertenecenalacarrera
de las armas-. Tranquilizaos, burgueses; mis soldados no se batirán, mas porvuestrapartenodeisunpasohacialaprisión.-¿Sabéis, señor oficial, que nosotros tenemosmosquetes? -replicó furioso el
comandantedelosburgueses.-Ya lo veo, pardiez, que tenéis mosquetes -dijo De Tilly-. Me los estáis
pasando por delante de los ojos; pero observad también por vuestra parte quenosotros tenemos pistolas, que la pistola alcanza admirablemente a cincuentapasos,yquevosnoestáismásqueaveinticinco.-¡Muertealostraidores!-gritólacompañíadelosburguesesexasperada.-¡Bah!Siempredecíslomismo-gruñóeloficial-.¡Resultafatigante!Y recuperó su puesto a la cabeza de la tropa mientras el tumulto iba en
aumentoalrededordelaBuytenhoff.Y,sinembargo,elpuebloenardecidonosabíaqueenelmismomomentoen
querastreabalasangredeunadesusvíctimas,laotra,comosituvieraprisaporadelantarseasusuerte,pasabaacienpasosdelaplazapordetrásdelosgruposydelosjinetes,dirigiéndosealaBuytenhoff.
2CapítuloDoshermanos
ComohabíadicholabellaRosaenunadudallenadepresentimientos,mientrasJeandeWittsubíalaescaleradepiedraqueconducíaalaprisióndesuhermanoCorneille,losburgueseshacíancuantopodíanporalejarlatropadeDeTillyquelesmolestaba.Lo cual, visto por el pueblo, que apreciaba las buenas intenciones de su
milicia,sedesgañitabagritando:-¡Vivanlosburgueses!En cuanto al señor De Tilly, tan prudente como firme, parlamentaba con
aquella compañía burguesa ante las pistolas dispuestas de su escuadrón,explicándolesdelamejormaneraposiblequelaconsignadadaporlosEstadosleordenabaguardarcontrescompañíasdesoldadoslaplazadelaprisiónysusalrededores.-¿Porquéesaorden?¿Porquéguardarlaprisión?-gritabanlosorangistas.-¡Ah! -respondió el señor De Tilly-. Me preguntáis algo que no puedo
contestar.Mehandicho:«Guardad»;yguardo.Vosotros,quesoiscasimilitares,señores,debéissaberqueunaconsignanosediscute.-¡Perooshandadoestaordenparaquelostraidorespuedansalirdelaciudad!-Podríaser,yaque los traidoreshansidocondenadosaldestierro-respondió
DeTilly.-Pero¿quiénhadadoestaorden?-¡LosEstados,pardiez!-LosEstadosnostraicionan.-Encuantoaeso,yonosénada.-Yvosmismonostraicionáis.-¿Yo?-Sí,vos.-¡Ah, ya! Entendámonos, señores burgueses; ¿a quién traicionaría? ¡A los
Estados!Yonopuedotraicionarlos,yaquesiendosusoldado,ejecutofielmentesuconsigna.Yenesto,comoelcondeteníatantarazónqueresultabaimposiblediscutirsu
respuesta, redoblaron los clamores y amenazas; clamores y amenazasespantosas,alasqueelconderespondíacontodalaeducaciónposible.-Pero,señoresburgueses,porfavor,desarmadlosmosquetes;puededispararse
uno por accidente, y si el tiro hiere a uno de mis jinetes, os derribaremosdoscientos hombres por tierra, lo que lamentaríamos mucho; pero vosotrosmuchomás,yaqueesonoentraenvuestrasintencionesnienlasmías.-Sitalhicierais-gritaronlosburgueses-,anuestravezabriríamosfuegosobre
vosotros.-Sí,peroaunquealhacerfuegosobrenosotrosnosmataraisatodosdesdeel
primeroalúltimo,aquellosaquienesnosotroshubiéramosmatado,noestaríanporellomenosmuertos.-Cedednos,pues,laplaza,yejecutaréisunactodebuenciudadano.-Enprimer lugar,yono soyunciudadano -dijoDeTilly-, soyunoficial, lo
cualesmuydiferente;yademás,nosoyholandés,sinofrancés, locualesmásdiferente todavía. No conozco, pues, más que a los Estados que me pagan;traedmedepartedelosEstadoslaordendecederlaplazaydarémediavueltaalinstante,contandoconquemeaburroenormementeaquí.-¡Sí, sí! -gritaron cien voces que semultiplicaron al instante por quinientas
más-. ¡Vamos al Ayuntamiento! ¡Vamos a buscar a los diputados! ¡Vamos,vamos!-Esoes-murmuróDeTillymirandoalejarsealosmásfuriosos-.Idabuscar
unacobardíaalAyuntamientoyveamossioslaconceden;id,amigosmíos,id.Eldignooficialcontabaconelhonordelosmagistrados,loscualesasuvez
contabanconsuhonordesoldado.-Estará bien, capitán -dijo al oído del conde su primer teniente-, que los
diputadosrehúsenaesosenergúmenosloquelespidan;peroquenosenviarananosotrosalgúnrefuerzo,nonosharíaningúnmal,creoyo.Mientras tanto, Jean deWitt, al que hemos dejado subiendo la escalera de
piedra después de su conversación con el carcelero Gryphus y su hija Rosa,habíallegadoalapuertadelaceldadondeyacíasobreuncolchónsuhermanoCorneille, al que el fiscal había hecho aplicar, como hemos dicho, la torturapreparatoria.La sentencia del destierro había hecho inútil la aplicación de la tortura
extraordinaria.Corneille, echado sobre su lecho, con las muñecas dislocadas y los dedos
rotos,nohabiendoconfesadonadadeuncrimenquenohabíacometido,acabóporrespiraralfin,despuésdetresdíasdesufrimientos,alsaberquelosjuecesdelos que esperaba la muerte, habían tenido a bien no condenarlo más que aldestierro.
Cuerpo enérgico, alma invencible, hubiera decepcionado a sus enemigos siéstos hubiesen podido, en las profundidades sombrías de la celda de laBuytenhoff,verbrillarsobresupálidorostrolasonrisadelmártirqueolvidaelfangodelaTierradespuésdehaberentrevistolosmaravillososesplendoresdelCielo.ElRuarthabíarecuperadotodassusfuerzas,másporelpoderdesuvoluntad
queporunaasistencia real,ycalculabacuánto tiempo todavía le retendríanenprisiónlasformalidadesdelajusticia.Precisamente en aquel momento los clamores de la milicia burguesa
mezcladosalosdelpueblo,seelevabancontralosdoshermanosyamenazabanalcapitánDeTilly,quelesservíadeescudo.Estealboroto,queveníaarompersecomounamareaascendentealpiede lasmurallasde laprisión, llegóhastaelprisionero.Mas,poramenazantequefueraeserumor,Corneilledesprecióinformarseni
se tomó el trabajo de levantarse paramirar por la ventana estrechay enrejadaquedejabaentrarlaluzylosmurmullosdefuera.Estaba tan embotado por la continuidad de su mal, que ese mal se había
convertidocasienunacostumbre.Finalmente,sentíacontantadeliciaasualmayasurazóntancercadedesprendersedelosestorboscorporales,queleparecíayaqueestaalmayestarazónescapadasalamateria,planeabanporencimadeellacomoflotaporencimadeunhogarcasiapagadolallamaqueloabandonaparasubiralcielo.Pensabatambiénensuhermano.Probablemente,eraquesuproximidad,porlosmisteriosdesconocidosqueel
magnetismo ha descubierto después, se hacía sentir también. En el mismomomento en que Jean se hallaba tan presente en el pensamiento deCorneille,que casi murmuraba su nombre, la puerta se abrió; Jean entró, y con pasoapresurado se acercó al lecho de su hermano, el cual tendió sus brazosmartirizadosysusmanosenvueltasenvendashaciaaquelgloriosohermanoalquehabíaconseguidosobrepasar,noporlosserviciosprestadosalpaís,sinoporelodioqueleprofesabanlosholandeses.Jeanbesótiernamenteasuhermanoenlafrenteydepositósuavementesobre
elcolchónsusmanosenfermas.-Corneille,mipobrehermano-dijo-,sufrísmucho,¿verdad?-Nosufroya,hermanomío,porqueosveo.-¡Oh, mi pobre, querido Corneille! Entonces, en su defecto, soy yo el que
sufreporverosasí,osloaseguro.-Poresohepensadomásenvosqueenmímismo,ymientrasmetorturaban,
nopenséenlamentarmemásqueunavezparadecir:«¡Pobrehermano!»Peroya
queestáisaquí,olvidémoslotodo.Venísabuscarme,¿verdad?-Sí.-Estoy curado; ayudadme a levantar, hermano mío, y veréis cómo camino
bien.-No tendréis que caminar mucho tiempo, hermano mío, porque tengo mi
carrozaenelvivero,detrásdelosjinetesdeDeTilly.-¿LosjinetesdeDeTilly?¿Porquéestánenelvivero?-¡Ah! Es que se supone -dijo el ex gran pensionario con esa sonrisa de
fisonomíatristequeleerahabitual-quelasgentesdeLaHayadesearánvernospartir,ysetemealgúntumulto.-¿Untumulto?-repitióCorneilleclavandosumiradaensuturbadohermano-.
¿Untumulto?-Sí,Corneille.-Entonces, esto es lo que oía hace un momento -dijo el prisionero como
hablándose a sí mismo. Luego, volviéndose hacia su hermano-: Hay muchagenteenlaBuytenhoff,¿noesverdad?-preguntó.-Sí,hermanomío.-Peroentonces,paraveniraquí…-¿Ybien?-¿Cómooshandejadopasar?-Sabéis bien que no somos muy queridos, Corneille -explicó el ex gran
pensionarioconmelancólicaamargura-.Hevenidoporlascallesapartadas.-¿Oshabéisocultado,Jean?-Teníaeldeseodellegarhastavossinpérdidadetiempo,yhehecholoquese
haceenpolíticayenelmarcuandosetieneelvientodecara:hebordeado.Enesemomento, el ruidoascendiómás furiosode laplaza a laprisión.De
Tillydialogabaconlaguardiaburguesa.-¡Oh!¡Oh!-exclamóCorneille-.Soisrealmenteungranpiloto,Jean;perono
sésisacaréisavuestrohermanodelaBuytenhoff,conestamarejadayconlasrompientes populares, tan felizmente como condujisteis la flota de Tromp aAmberes,enmediodelosbajosfondosdelEscalda.-Con la ayuda de Dios, Corneille, trataremos de hacerlo, por lo menos -
respondióJean-.Mas,primero,unapalabra.-Decid.Losclamoresascendierondenuevo.-¡Oh!¡Oh!-continuóCorneille-.¡Quéencolerizadaestáesagente!¿Escontra
vos?¿Esencontramía?-Creoqueescontra losdos,Corneille.Osdecía,pues,hermanomío,que lo
quelosorangistasnosreprochanenmediodesusburdascalumnias,eselhaber
negociadoconFrancia.-Sí,nosloreprochan.-¡Losnecios!-Pero si esas negociaciones hubieran tenido éxito, nos habrían evitado las
derrotas deRees, deOrsay, deVeel y deRhemberg; les hubieran impedido elpaso del Rin, y Holanda podría creerse todavía invencible en medio de suspantanosydesuscanales.-Todoesoesverdad,hermanomío,pero loqueesunaverdadmásabsoluta
todavía es que si se hallara en este momento nuestra correspondencia con elseñorDeLouvois,porbuenpilotoqueyofuera,nopodríasalvarelfrágilesquifeque va a llevar a los De Witt y su fortuna fuera de Holanda. Estacorrespondencia, que probaría a esas honradas gentes cuánto amo ami país yquésacrificiosofrecíarealizarpersonalmenteporsulibertad,porsugloria,nosperdería ante los orangistas, nuestros vencedores.Así pues, queridoCorneille,me gustaría saber que la habéis quemado antes de abandonar Dordrecht paravenirabuscarmeaLaHaya.-Hermanomío-respondióCorneille-,vuestracorrespondenciaconelseñorDe
Louvoispruebaquevoshabéissidoenlosúltimostiemposelmásgrande,elmásgenerosoyelmáshábilciudadanodelassieteProvinciasUnidas.Amolagloriade mi país; amo sobre todo vuestra gloria, hermano mío, y me he guardadomuchodequemaresacorrespondencia.-Entoncesestamosperdidosparaestavidaterrenal-comentótranquilamenteel
exgranpensionarioacercándosealaventana.-No,muyalcontrario,Jean,yobtendremosalavezlasalvacióndelcuerpoy
laresurreccióndelapopularidad.-¿Quéhabéishecho,pues,conesascartas?-SelasheconfiadoaCorneliusvanBaerle,miahijado,alquevosconocéisy
queviveenDordrecht.-¡Oh!¡Pobremuchacho,esequeridoeinocenteniño!¡Aeseeruditoque,cosa
rara,sabetantascosasynopiensamásqueenlasfloresquesaludanaDios,yenDiosquehacenacerlasflores,lehabéisencomendadoesedepósitomortal!Pero¡esepobre,queridoCornelius,estáperdido,hermanomío!-¿Perdido?-Sí,porqueoseráfuerteoserádébil.Siesfuerte,porqueporinauditoquesea
lo que nos suceda; porque, aunque sepultado en Dordrecht, aunque distraído,¡ésteeselmilagro!,undíauotrosabráloquenospasa,siesfuerte,sealabarádenosotros; si esdébil, tendrámiedodenuestra intimidad; si es fuerte,gritaráelsecreto;siesdébil,selodejarácoger.Enunouotrocaso,Corneille,estáperdidoynosotrostambién.Asípues,hermanomío,huyamosdeprisa,sitodavíaestamos
atiempo.Corneille se incorporó de su lecho y, cogió lamano de su hermano, que se
estremecióalcontactodelasvendas.-¿Acasonoconozcoamiahijado?-dijo-.¿Esquenoheaprendidoaleercada
pensamiento en la cabeza de Van Baerle, cada sentimiento en su alma? ¿Mepreguntassiesdébil,siesfuerte?Noesnilounonilootro,¡peronoimportaloquesea!Lo importanteesqueguardaráel secreto, teniendoencuentaqueesesecreto,nisiquieraloconoce.Jeansevolviósorprendido.-¡Oh! -continuó Corneille con su dulce sonrisa-. El Ruart de Pulten es un
político educado en la escuela de Jean; os repito, hermano mío, Van Baerleignoralanaturalezayelvalordeldepósitoqueleheconfiado.-¡Deprisa, entonces! -exclamóJean-.Todavíaestamosa tiempo,démosle la
ordendequemarellegajo.-¿Conquiénledamosesaorden?-ConmicriadoCraeke,quedebíaacompañarnosacaballoyquehaentrado
conmigoenlaprisiónparaayudarosadescenderlaescalera.-Reflexionadantesdequemaresostítulosgloriosos,Jean.-Piensoqueantesquenada,mivalienteCorneille,esprecisoqueloshermanos
DeWitt salvensuvidapara salvar su renombre.Muertosnosotros,¿quiénnosdefenderá,Corneille?¿Quiénnoscomprenderátansolo?-¿Creéis,pues,quenosmataríansiencontraranesospapeles?Jean,sincontestarasuhermano,extendiólamanohacialaventana,porlaque
ascendíanenaquelmomentoexplosionesdeclamoresferoces.-Sí,sí-dijoCorneille-,yaoigoesosclamores;pero¿quédicen?Jeanabriólaventana.-¡Muertealostraidores!-aullabaelpopulacho.-¿Oísahora,Corneille?-¡Ylostraidores,somosnosotros!-exclamóelprisionerolevantandolosojos
alcieloyencogiéndosedehombros.-Somosnosotros-repitióJeandeWitt.-¿DóndeestáCraeke?-Alotroladodeestapuerta,imagino.-Hacedleentrar,entonces.Jeanabriólapuerta;elfielservidoresperaba,enefecto,anteelumbral.-Venid,Craeke,yretenedbienloquemihermanovaadeciros.-Oh, no, no basta con decirlo, Jean, es preciso que lo escriba,
desgraciadamente.-¿Yporqué?
-PorqueVan Baerle no entregará ese depósito ni lo quemará sin una ordenprecisa.-Pero¿podéisescribir,miqueridohermano?-preguntóJean,anteelaspectode
aquellaspobresmanosquemadasymartirizadas.-¡Oh!¡Situvieraplumaytinta,yaveríais!-dijoCorneille.-Aquíhayunlápiz,porlomenos.-¿Tenéispapel?Porqueaquínomehandejadonada.-EstaBiblia.Arrancadlaprimerahoja.-Bien.-Perovuestraescritura¿serálegible?-¡Adelante! -dijo Corneille mirando a su hermano-. Estos dedos que han
resistidolasmechasdelverdugo,estavoluntadquehadominadoaldolor,vanaunirse en un común esfuerzo y, estad tranquilo, hermanomío, las líneas serántrazadassinunsolotemblor.Yenefecto,Corneillecogióellápizyescribió.Entonces pudo verse aparecer bajo las blancas vendas unas gotas de sangre
quelapresióndelosdedossobreellápizdejabaescapardelascarnesabiertas.Elsudorperlabalafrentedelexgranpensionario.Corneilleescribió:
20deagostode1672
Queridoahijado:
Quemaeldepósitoqueteheconfiado,quémalosinmirarlo,sinabrirlo,afindequecontinúedesconocidoparati.Lossecretosdelgéneroqueéstecontienematanalosdepositarios.Quémalo,yhabrássalvadoaJeanyaCorneille.Adiós,yquiéreme.CORNEILLEDEWITT.
Jean, con lágrimas en los ojos, enjugó una gota de aquella noble sangre quehabíamanchadolahoja,laentregóaCraekeconunaúltimarecomendaciónysevolvió haciaCorneille, a quien el sufrimiento le había hechopalidecermás, yqueparecíapróximoadesvanecerse.-Ahora -explicó-, cuando ese valienteCraeke deje oír su antiguo silbato de
contramaestre,esquesehallará fuerade losgruposdelotro ladodelvivero…
Entonces,partiremosanuestravez.No habían transcurrido cinco minutos, cuando un largo y vigoroso silbido
rasgóconsuretumbomarinolasbóvedasdefollajenegrodelosolmosydominólosclamoresdelaBuytenhoff.Jeanlevantólosbrazosalcieloparadarlasgracias.-Yahora-dijo-partamos,Corneille.
3CapítuloEldiscípulodeJeanDeWitt
Mientras los aullidos de la muchedumbre reunida en la Buytenhoff, subiendosiempremásespantososhacialosdoshermanos,determinabanaJeandeWittaapresurarlasalidadesuhermanoCorneille,unacomisióndeburguesessehabíadirigido,comohemosdicho,alAyuntamiento,parapedirlaretiradadelcuerpodecaballeríadeDeTilly.NoestabamuylejoslaBuytenhoffdelaHoogstraet;asívemosaunextraño
que, desde el momento en que aquella escena había comenzado seguía losdetalles concuriosidad,dirigirse con losotros, omásbiendetrásde losotros,haciaelAyuntamiento,paraconocerlanuevadeloqueibaasuceder.Este extraño era un hombremuy joven, de unos veintidós o veintitrés años
apenas,sinvigoraparente.Ocultaba,porquesindudateníasusrazonesparanoserreconocido,surostropálidoyalargadobajounfinopañuelodeteladeFrisia,con el cual no cesaba de enjugarse la frente húmeda de sudor o sus labiosardientes.Conlamiradafijacomounpájarodepresa,lanarizaquilinaylarga,laboca
fina y recta, abierta o más bien hendida como los labios de una herida, estehombrehubieraofrecidoaLavater,siLavaterhubiesevividoenaquellaépoca,unsujetodeestudiosfisiológicosquealprincipionohabríanhabladomuchoensufavor.Entreelrostrodeunconquistadoryeldeunpirata,decíanlosantiguos,¿qué
diferenciasehallará?Laqueseencuentraentreeláguilayelbuitre.Laserenidadolainquietud.Así, aquella fisonomía lívida, ese cuerpo delgado y miserable, ese paso
inquietoconelqueibadelaBuytenhoffalaHoogstraetsiguiendoatodoaquelpuebloaullante,constituíaeltipoylaimagendeunamosuspicazodeunladróninquieto;yunpolicíahabríaciertamenteoptadoporestaúltimacreencia,acausadelcuidadoqueponíaenocultarse.Porotraparte, vestía sencillamentey sin armas aparentes; subrazodelgado
peronervioso,sumanosecaperoblanca,fina,aristocrática,seapoyabanoenunbrazo,sinoenelhombrodeunoficialque,conelpuñoenlaespada,había,hasta
el momento en que su compañero se puso en camino y lo arrastrara con él,contemplado todas las escenas de la Buytenhoff con un interés fácil decomprender.Llegado a la plaza de laHoogstraet, el hombre del rostro pálido empujó al
otrobajoelresguardodeunacontraventanaabiertayfijólosojosenelbalcóndelAyuntamiento.A los frenéticosgritosdelpueblo, laventanade laHoogstraet seabrióyun
hombreavanzóparadialogarconelgentío.-¿Quién aparece en el balcón? -preguntó el joven al oficial, señalándole
solamenteconelojoalorador,queparecíamuyemocionadoyquesesosteníaenlabalaustradamásbienqueseinclinabasobreella.-EseldiputadoBowelt-explicóeloficial.-¿QuétalhombreesesediputadoBowelt?¿Leconocéis?-Esunhombrevaliente,segúncreoalmenos,monseñor.El joven,aloír estaapreciacióndelcarácterdeBowelthechaporeloficial,
dejó escapar un movimiento de desagrado tan extraño, un descontento tanvisible,queeloficiallonotóyseapresuróaañadir:-Porlomenos,asísedice,monseñor.Encuantoamí,nopuedoafirmarnada,
noconociendopersonalmentealseñordeBowelt.-Hombre valiente -repitió el que era llamado monseñor-. ¿Es un hombre
valiente,queréisdecir,ounvalientehombre?-¡Ah!,Monseñormeperdonará; nome atrevería a establecer esta distinción
frenteaunhombreque,repitoaVuestraAlteza,noconozcomásquedevista.-Algrano-murmuróeljoven-,esperemos,yvamosaver.Eloficialinclinólacabezaenseñaldeasentimientoysecalló.-Si eseBowelt es un hombre valiente -continuoSuAlteza-, recibirá demal
gradolapeticiónqueestosenfurecidosvienenahacerle.Y el movimiento nervioso de su mano, que se agitaba a su pesar sobre el
hombrodesucompañero,comohubieranhecholosdedosdeuninstrumentistasobre las teclas de un piano, traicionaba su ardiente impaciencia, tan maldisfrazada en ciertosmomentos, y sobre todo en esta ocasión, bajo el aspectoglacialysombríodelrostro.Se oyó entonces al jefe de la comisión burguesa interpelar al diputado para
hacerledecirdóndesehallabanlosotrosdiputados,suscolegas.-Señores-repitióporsegundavezDeBowelt-,osdigoqueenestemomento
estoysoloconelseñorD'Asperen,ynopuedotomarunadecisiónpormímismo.-¡Laorden!¡Laorden!-gritaronvariosmillaresdegargantas.ElseñorDeBowelthablaba,peronoseoíansuspalabrasysolamentese le
veíaagitarsusbrazosengestosmúltiplesydesesperados.
Peroviendoquenopodíahacerseentender,sevolvióhacialaventanaabiertayllamóalseñorD'Asperen.D'Asperenaparecióasuvezenelbalcón,dondefuesaludadocongritosmás
enérgicos todavía que los que habían acogido, diezminutos antes al señorDeBowelt.Emprendió también la difícil tarea de dialogar con la multitud, pero ésta
prefirió forzar la guardia de losEstados, que por otra parte no opuso ningunaresistenciaalpueblosoberano,aoíreldiscursodelseñorD'Asperen.-Vamos-dijofríamenteeljovenmientraselpuebloseintroducíaporlapuerta
principaldelaHoogstraet-parecequeladeliberacióntendrálugarenelinterior,coronel.Vamosaoírla.-¡Ah,monseñor,monseñor!¡Tenedcuidado!-¿Aqué?-Entreesosdiputados,haymuchosquehantenidorelacionesconvos,ybasta
conqueunosoloreconozcaaVuestraAlteza.-Sí,paraquesemeacusedeserelinstigadordetodoesto.Tienesrazón-dijo
el joven,cuyasmejillasenrojecieronun instante lamentandohaberdemostradotanta precipitación en sus deseos-. Sí, tienes razón; quedémonos aquí. DesdeaquílesveremosvolverconosinlaautorizaciónyjuzgaremosasísielseñorDeBowelt es un hombre valiente o un valiente hombre, que es lo que tengo quesaber.-Pero -observó el oficial mirando con asombro al que daba el título de
monseñor-VuestraAlteza no supondrá por un solo instante, imagino, que losdiputadosordenenalejarsealosjinetesdeDeTilly,¿verdad?-¿Porqué?-preguntófríamenteeljoven.-Porquesi loordenaran,estosignificaríasimplemente firmar lasentenciade
muertedelosseñoresCorneilleyJeandeWitt.-Yaveremos -respondió fríamenteSuAlteza-.SóloDiospuedesaber loque
pasaenelcorazóndeloshombres.Eloficialmiróahurtadillaselrostroimpasibledesucompañero,ypalideció.
Esteoficialeraalavezunhombrevalienteyunvalientehombre.Desde el lugar donde permanecían, Su Alteza y su compañero oían los
rumoresylospisoteosdelpuebloenlasescalerasdelAyuntamiento.Luego se oyó crecer ese ruido y extenderse sobre la plaza por las ventanas
abiertas de aquella sala en cuyo balcón habían aparecido De Bowe1t yD'Asperen,loscualeshabíanentradoalinterior,anteeltemorsinduda,dequeempujándolos, el pueblo no les hiciera saltar por encima de la balaustrada.Despuéssevieronunassombrasarremolinadasytumultuosaspasarpordelantedeaquellasventanas.Lasaladelasdeliberacionessellenabaderevoltosos.
Derepente,cesóelruido;luegomásderepentetodavía,redoblóenintensidadyalcanzótalgradodeexplosiónqueelviejoedificiotemblóhastaloscimientos.Después,finalmente,eltorrentevolvióarodarporlasgaleríasylasescaleras
hastalapuerta,bajocuyabóvedaseleviodesembocarcomounatromba.En cabeza del primer grupo, volaba, más que corría, un hombre
horrorosamentedesfiguradoporlaalegría.EraelcirujanoTyckelaer.-¡Latenemos!¡Latenemos!-gritóagitandounpapelenelaire.-¡Tienenlaorden!-murmuróeloficialestupefacto.-¡Y bien! Ya me he fijado -dijo tranquilamente Su Alteza-. No sabíais, mi
querido coronel, si el señor De Bowelt era un hombre valiente o un valientehombre.Noesnilounonilootro.Luego, mientras seguía con la mirada, sin pestañear, a toda aquella
muchedumbrequecorríadelantedeél,ordenó:-Ahora venid a la Buytenhoff, coronel; creo que vamos a ver un extraño
espectáculo.Eloficialseinclinóysiguióasuamosinresponder.Elgentíoerainmensoenlaplazayenlosaccesosalaprisión.Perolosjinetes
de De Tilly lo contenían siempre con la misma fortuna y sobre todo con lamismafirmeza.Prontooyóelcondeelrumorcrecienteoriginadoporelflujodehombresque
se aproximaba, de los que percibió enseguida las primeras oleadas avanzandoconlarapidezdeunacatarataqueseprecipita.Almismotiempo,vioelpapelqueflotabaenelaire,porencimadelasmanos
crispadasydelasarmasresplandecientes.-¡Eh!-exclamólevantándosesobresusestribosytocandoasutenienteconel
pomodelaespada-.Creoquelosmiserableshanconseguidosuorden.-¡Cobardesbribones!-gritóelteniente.Eraenefectolaorden,quelacompañíadeburguesesrecibióconrugidosde
alegría. Enseguida se puso en movimiento y marchó con las armas bajas ylanzandograndesgritosalencuentrodelosjinetesdelcondeDeTilly.Pero el conde no era hombre que les dejara aproximarse más de lo
conveniente.-¡Alto! -gritó-. ¡Alto!Y separaos del pecho demis caballos, o cargo contra
vosotros.-¡Aquíestálaorden!-respondieroncienvocesinsolentes.Lacogióconestupor,lanzóporencimaunaojeadarápida,yenvozaltadijo:-Los que han firmado esta orden son los verdaderos verdugos del señor
CorneilledeWitt.Encuantoamí,noquisierapormisdosmanoshaberescrito
unasolaletradeestainfameorden-yrechazandoconelpomodesuespadaalhombrequequeríacogérsela,añadió-:Unmomento.Unescritocomoésteesdeimportancia,yseguarda.Plegó el papel y lo metió con cuidado en el bolsillo de su casaca. Luego,
volviéndosehaciasutropa,gritó:-¡JinetesdeDeTilly,desfiladporladerecha!Luego,amediavoz,ynoobstante,deformaquesuspalabrasnoseperdieran
paratodoelmundo,dijo:-Yahora,asesinos,realizadvuestrotrabajo.Ungritofuriosocompuestodetodoslosodiossedientosydetodaslasalegrías
ferocesquereinabanenlaBuytenhoff,acogióestapartida.Losjinetesdesfilaronlentamente.El conde se quedó atrás, haciendo frente hasta el último momento al
populachoenloquecidoqueganabaterrenoamedidaqueloperdíaelcaballodelcapitán.Comoseve,JeandeWittnohabíaexageradoelpeligrocuando,ayudandoa
suhermanoalevantarse,leapremiabaasalir.Corneille descendió, pues, apoyado en el brazo del ex gran pensionario, la
escaleraqueconducíaalpatio.Alpiede laescalerahallóa labellaRosa todatemblorosa.-¡Oh,MynheerJean!-exclamó-.¡Quédesgracia!-¿Quéocurre,hijamía?-preguntóDeWitt.-Dicen que han ido a buscar a laHoogstraet la orden que debe alejar a los
jinetesdelcondeDeTilly.-¡Oh! ¡Oh! -exclamó Jean-. En efecto, hija mía, si los jinetes se van, la
posiciónesmalaparanosotros.-Simeatrevieraadarosunconsejo…-aventurólajoventemblando.-Dalo,hijamía.¿QuéhabríadeasombrosoqueDiosmehablaraportuboca?-¡Puesbien!MynheerJean,yonosaldríaporlacalle.Mayor.-¿Yporqué,yaquelosjinetesdeDeTillypermanecenensupuesto?-Sí, pero mientras no sea revocada, la orden es de quedarse delante de la
prisión.-Sinduda.-¿Tenéisunaordenparaqueosacompañenhastalasafuerasdelaciudad?-No.-¡Pues bien! Desde el momento en que hayáis sobrepasado a los primeros
jinetescaeréisenmanosdelpueblo.-Pero¿ylaguardiaburguesa?-¡Oh!Laguardiaburguesaeslamásenfurecida.
-¿Quéhacer,entonces?-Envuestrolugar,MynheerJean-continuótímidamentelajoven-,saldríapor
lapoterna.Daaunacalledesierta,porquetodoelmundoestáenlacalleMayor,esperandoenlaentradaprincipal,ydesdeallíalcanzaríalapuertadelaciudadporlaquequeráissalir.-Peromihermanonopodrácaminar-objetóJean.-Lointentaré-respondióCorneilleconunaexpresiónsublimedefirmeza.-Pero¿notenéisvuestrocoche?-preguntólajoven.-Elcocheestáenelumbraldelagranpuerta.-No -replicó la joven-.Pensé quevuestro cochero sería unhombre fiel y le
dijequefueraaesperarosenlapoterna.Losdoshermanossemiraronconternura,ysudoblemirada,llevandotodala
expresióndesureconocimiento,seconcentrósobrelajoven.-Ahora -dijo el ex gran pensionario- queda por saber si Gryphus querrá
abrirnosesapuerta.-¡Oh,no!-exclamóRosa-.Noquerrá.-¡Ybien!¿Entonces?-Entonces, yo he previsto su negativa y, hace un momento, mientras él
conversabaporlaventanadelacárcelconunjinetedeDeTilly,cogílallavedelmanojo.-¿Ylatienes?-Aquíestá,MynheerJean.-Hijamía-dijoCorneille-,notengonadaqueofrecerteacambiodelservicio
que me rindes, excepto la Biblia que hallarás en mi celda: éste es el últimoregalodeunhombrehonrado;esperoquetetraigalafelicidad.-Gracias,MynheerCorneille,nomeabandonarájamás-respondiólajoven.Luegoparasímismaysuspirando,añadió:-¡Quédesgraciaquenosepaleer!-Losclamoresseestánredoblando,hijamía-dijoJean-.Creoquenohayun
instantequeperder.-Venid,pues - invitó labella frisona,yporunpasillo interior condujoa los
doshermanosalladoopuestodelaprisión.Siempre guiados por Rosa, descendieron una escalera de una docena de
peldaños, atravesaron un pequeño patio de murallas almenadas y, habiendoabierto la puerta cimbrada, se hallaron al otro lado de la prisión en la calledesierta,frentealcochequelesesperabaconelestribobajado.-¡Eh!Deprisa,deprisa,misamos,¿losoís?-gritóelcocheroasustado.Pero después de haber hecho subir a Corneille el primero, el ex gran
pensionariosevolvióhacialajoven.
-Adiós,hijamía–dijo-.Todoloquepudiéramosdecirteexpresaríasólomuypobrementenuestroreconocimiento.TerecomendaremosaDios,querecordaráqueacabasdesalvarlavidadedoshombres,comoespero.Rosa cogió la mano que le tendía el ex gran pensionario y la besó
respetuosamente.-Marchaos-apremió-,marchaos;sediríaqueestánhundiendolapuerta.Jean de Witt subió precipitadamente al coche, tomó asiento al lado de su
hermano,ycerróelcapotillo,gritando:-¡AlaTol-Hek!LaTol-Hekeralaverjaquecerrabalapuertaqueconducíaalpequeñopuerto
deSchweningen,enelcualunpequeñobuqueesperabaalosdoshermanos.Elcochepartióalgalopededosvigorososcaballosflamencosysellevóalos
fugitivos.Rosalossiguióconlamiradahastaquehubierondobladolaesquinadelacalle.Despuésentróparacerrarlapuertaasuespaldayechólallaveaunpozo.AquelruidoquehabíahechopresentiraRosaqueelpueblohundíalapuerta,
procedía en efecto del pueblo que, después de hacer evacuar la plaza de laprisión,selanzabacontralaentradadelamisma.Por sólida que fuera, y aunque el carcelero Gryphus, hay que rendirle esta
justicia,serehusabaobstinadamenteaabrirla,veíasealasclarasquelapuertanoresistiríamuchotiempoyGryphus,muypálido,sepreguntabasinoseríamejorabrircuandosintióqueletirabansuavementedelvestido.SevolvióyvioaRosa.-¿Oyesaesosfuriosos?-dijo.-Lesoigotanbien,padremío,queenvuestrolugar…-Abrirías,¿verdad?-No,lesdejaríahundirlapuerta.-Perovanamatarme.-Sí,siosven.-¿Cómoquierestúquenomevean?-Escondeos.-¿Dónde?-Enelcalabozosecreto.-Pero¿ytú,hijamía?-Yo, padre mío, descenderé con vos. Cerraremos la puerta tras nosotros y,
cuandoabandonenlaprisión,¡puesbien!,saldremosdenuestroescondite.-Tienesrazón,pardiez-exclamóGryphus-.Resultaasombroso-añadió-cuánto
juiciohayenestapequeñacabeza.Pronto,lapuertaseestremeciócongranalegríadelpopulacho.
-Venid,venid,padremío-apremióRosaabriendounapequeñatrampilla.-Pero¿ynuestrosprisioneros?-preguntóGryphus.-Dios velará por ellos, padremío -contestó la joven-. Permitidme velar por
vos.Gryphus siguió a su hija, y la trampilla cayó sobre sus cabezas, justo en el
momentoenquelapuertarotadabapasoalpopulacho.Por lo demás, este calabozo al que Rosa hacía descender a su padre y que
llamabanelcalabozosecreto,ofrecíaalosdospersonajes,alosquenosvemosforzadosaabandonarporunosinstantes,unrefugioseguro,alnoserconocidomásqueporlasautoridades,queavecesencerrabanenélaalgunosdeaquellosreosdeloscualessetemíaalgunarevueltaoalgúnrapto.Elpuebloseprecipitóenlaprisióngritando:-¡Muertealostraidores!¡AlahorcaCorneilledeWitt!¡Amuerte!¡Amuerte!
4CapítuloLosasesinos
El joven, siempre protegido por su gran sombrero, siempre apoyándose en elbrazo del oficial, siempre enjugando su frente y sus labios con su pañuelo,inmóvil,desdeunrincóndelaBuytenhoff,perdidoenlasombradeunsaledizode una tienda cerrada, contemplaba el espectáculo que le ofrecía aquelpopulachofurioso,queparecíaaproximarseasudesenlace.-¡Oh! -ledijoaloficial-.Creoque teníais razón,VanDeken,yque laorden
que losseñoresdiputadoshanfirmadoes laverdaderasentenciademuertedelseñor Corneille. ¿Oís a esa gente? ¡Decididamente, señor coronel, quierenmuchoalosseñoresDeWitt!-Enverdad-replicóeloficial-yonuncaheoídoclamoresparecidos.-Esde suponerquehanhallado la celdadenuestrohombre. ¡Ah!Observad
aquella ventana. ¿No es la del aposento donde ha sido encerrado el señorCorneille?Enefecto,unhombreagarrabaconambasmanosysacudíaviolentamenteel
enrejadoquecerrabalaventanadelcalabozodeCorneille,yqueésteacababadeabandonarnohacíamásdediezminutos.-¡Eh!¡Eh!-gritabaaquelhombre-.¡Noestáaquí!-¿Cómoquenoestá?-preguntarondesdelacallelosque,llegadoslosúltimos,
nopodíanentrardetanllenacomoestabalaprisión.-¡No!¡No!-repetíaelhombre,furioso-.Noestá,debedehaberhuido.-¿Quédiceesehombre?-preguntópalideciendoSuAlteza.-¡Oh, monseñor! Anuncia una noticia que sería muy afortunada si fuese
verdad.-Sí, sinduda, seríaunaafortunadanoticia si fueseverdad -asintióel joven-.
Desgraciadamente,nopuedeserlo.-Sinembargo,mirad…-señalóeloficial.En efecto, otros rostros furiosos, gesticulando de cólera, se asomaban a las
ventanasgritando:-¡Salvado!¡Evadido!Lohandejadoescapar.Yelpuebloquequedabaenlacalle,repetíaconespantosasimprecaciones:
-¡Salvados!¡Evadidos!¡Corramostrasellos,persigámosles!-Monseñor, pareceque el señorCorneilledeWitt seha salvado realmente -
observóeloficial.-Sí,delaprisión,talvez-respondióaquél-,peronodelaciudad;veréis,Van
Deken, cómo el pobre hombre hallará cerrada la puerta que él cree encontrarabierta.-¿Hasidodadalaordendecerrarlaspuertasdelaciudad,monseñor?-No,nolocreo,¿quiénhabríadadoesaorden?-¡Puesbien!¿Quéoshacesuponer…?-Existenfatalidades-respondiónegligentementeSuAlteza-ylosmásgrandes
hombreshancaídoavecesvíctimasdeestasfatalidades.Anteesaspalabras, eloficial sintiócorrerun temblorpor sucuerpo,porque
comprendióque,deunaformaodeotra,elprisioneroestabaperdido.En aquel momento, los rugidos de la muchedumbre estallaban como un
trueno,porquequedababiendemostradoqueCorneilledeWittnoestabayaenlaprisión.Enefecto,CorneilleyJean,despuésdehaberpasadoelvivero,rodabanporla
gran calle que conduce a la Tol-Hek, mientras recomendaban al cochero queretardara la andadura de sus caballos para que el paso de su carroza nodespertaraningunasospecha.Pero llegadoa lamitaddeesta calle, cuandovioa lo lejos laverja, cuando
sintióquedejaba trasél laprisióny lamuerteyque teníadelante laviday lalibertad,elcocheroolvidótodaprecauciónypusolacarrozaalgalope.Derepente,sedetuvo.-¿Quéocurre?-preguntóJeansacandolacabezaporlaportezuela.-¡Oh,misamos!-exclamóelcochero-.Esque…Elterrorsofocabalavozdelanimosohombre.-Vamos,acaba-dijoelexgranpensionario.-Esquelaverjaestácerrada.-¿Cómoquelaverjaestácerrada?Noescostumbrecerrarlaverjaduranteel
día.-Pues,vedlovosmismo.JeandeWitt se inclinó fueradel cocheyvioque, enefecto, laverja estaba
cerrada.-Sigue adelante -ordenó Jean-. Llevo la orden de conmutación encima; el
porteroabrirá.El vehículo reemprendió su carrera, pero era evidente que el cochero no
azuzabayaasuscaballosconlamismaconfianza.Porque,alsacarsucabezapor laportezuela,JeandeWitthabíasidovistoy
reconocidoporuncerveceroque,conretrasorespectoasuscompañeros,cerrabasupuertaatodaprisa,parareunirseconellosenlaBuytenhoff.Lanzóungritodesorpresa,ysiguióenposdeotrosdoshombresquecorríandelantedeél.Alcabodecienpasosselesunióyleshabló;lostreshombressedetuvieron,
mirando alejarse el coche, pero todavía no muy seguros de lo que en él seencerraba.Elcoche,duranteesetiempo,llegabaalaTol-Hek.-¡Abrid!-gritóelcochero.-Abrir-replicóelporteroapareciendoenelumbraldesucasa-.Abrir,¿ycon
quéquieresqueabra?-¡Conlallave,pardiez!-exclamóelcochero.-Conlallave,sí;masparaelloseríaprecisotenerla.-¿Cómo?¿Notenéislallavedelapuerta?-preguntóelcochero.-No.-¿Quéhabéishechodeella,pues?-¡Cáspita!Melahanquitado.-¿Quién?-Alguienqueprobablementedeseaquenadiesalgadelaciudad.-Amigo mío -dijo el ex gran pensionario, sacando la cabeza del coche y
arriesgandoel todoporel todo-, amigomío, espormí, JeandeWittypormihermanoCorneille,aquienllevoalexilio.-¡Oh, señorDeWitt! Estoy desesperado -contestó el portero precipitándose
haciaelcoche-,maspormihonorquemehanquitadolallave.-¿Cuándo?-Estamañana.-¿Quién?-Unjovendeveintidósaños,pálidoydelgado.-¿Yporquéselahabéisentregado?-Porquetraíaunaordendebidamentefirmadaysellada.-¿Dequién?-DelosseñoresdelAyuntamiento.-Vaya-comentótranquilamenteCorneille-,parecequedecididamenteestamos
perdidos.-¿Sabessisehatomadolamismaprecauciónentodaspartes?-Nolosé.-Vamos-dijoJeanalcochero-.Diosordenaalhombrequehaga todo loque
puedaporconservarsuvida;llégateaotrapuerta.Luego,mientraselcocherohaciagirarelcarruaje,saludóalportero:-Graciasportubuenavoluntad,amigomío.Laintenciónseconsideracomoel
hecho;túteníaslaintencióndesalvarnosy,alosojosdelSeñor,escomosilohubierasconseguido.-¡Ah!-exclamóelportero-.¿Veisesegrupoalláabajo?-Crúzaloalgalope-ordenóJeanalcochero-ytomalacalledelaizquierda:es
nuestraúnicaesperanza.ElgrupodelquehablabaJeanhabíatenidopornúcleolostreshombresalos
quevimos seguir con losojos al coche,yquedesdeentoncesymientras Jeanparlamentaba con el portero; se había engrosado con siete u ocho nuevosindividuos.Aquellos recién llegados tenían evidentemente intenciones hostiles con
respecto a la carroza. Así, viendo a los caballos venir hacia ellos a galopetendido, se cruzaron en la calle agitando sus brazos, armados de garrotes ygritando:-¡Deteneos!¡Deteneos!Por suparte, el cochero se inclinóhaciaellosy los fustigóconel látigo.El
cocheyloshombreschocaronalfin.Los hermanosDeWitt no podían ver nada, encerrados como estaban en el
coche. Pero sintieron encabritarse a los caballos, y luego experimentaron unaviolentasacudida.Hubounmomentodevacilaciónydetemblorenelcochequearrancódenuevo,pasandosobrealgoredondoyflexiblequepodíaserelcuerpodeunhombrederribado,ysealejóenmediodeblasfemias.-¡Oh!-exclamóCorneille-.Temoquehayamoscausadoalgunadesgracia.-¡Algalope!¡Algalope!-gritóJean.Mas,apesardeestaorden,elcocherosedetuvoderepente.-¿Ybien?-preguntóJean.-Mirad-dijoelcochero.Jeanmiró.TodoelpopulachodelaBuytenhoffaparecíaenlaextremidaddelacalleque
debíaseguirelcoche,yavanzabaaullanteyrápidacomounhuracán.-Detenteysálvatetú-ordenóJeanalcochero-.Esinútilirmáslejos;estamos
perdidos.-¡Aquíestán!¡Aquíestán!-gritaronconjuntamentequinientasvoces.-¡Sí,aquíestánlostraidores!¡Losasesinos!¡Loscriminales!-respondierona
losqueveníanpordelantedelcoche,losquecorríandetrásdeél,llevandoensusbrazos el cuerpomagullado de uno de sus compañeros, que habiendo queridosaltaralabridadeloscaballos,habíasidoderribadoporellos.Erasobreaquelporquienlosdoshermanoshabíansentidopasarelcoche.El cochero se detuvo;mas a pesar de las instancias que le hizo su amo, no
quiso ponerse a salvo. En un instante, la carroza se halló cogida entre dos
fuegos:losquecorríanasualcanceylosqueveníanpordelante.Porunmomento,elcochedominóatodaaquellamuchedumbreagitadacomo
unaislaflotante.Masdepronto,laislaflotantesedetuvo.Unherreroacababadematar,deun
mazazo,aunodeloscaballos,quecayóentrelasvarasdeltiro.Enesemomentoseentreabrióelpostigodeunaventanaysepudoverlosojos
sombríos del joven, de rostro lívido, clavándose sobre el espectáculo que seadivinaba.Trasélaparecióelrostrodeloficial,casitanpálidocomoeldeaquél.-¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío, monseñor! ¿Qué va a suceder? -murmuró el
oficial.-Algoterrible,evidentemente-respondióeljoven.-¡Oh!Ved,monseñor, sacanalexgranpensionariodelcoche, legolpean, le
desgarran.-En verdad, es preciso que esas gentes estén animadas por una violenta
indignación -comentó el joven con el mismo tono impasible que habíaconservadohastaentonces.-Y ahora sacan a su vez a Corneille de la carroza, a un Corneille ya roto,
mutiladoporlatortura.¡Oh!Mirad,mirad.-Sí,enefecto,esrealmenteCorneille.Eloficiallanzóundébilgemidoyvolviólacabeza.Esqueenelúltimoescalóndelestribo,inclusoantesdequehubieratocadoel
suelo, el Ruart acababa de recibir un golpe con una barra de hierro, que lequebrólacabeza.Selevantó,sinembargo,masparacaerenseguida.Luego,unoshombres,cogiéndoleporlospies,loarrojaronalgentío,enmedio
delcualsepudoseguirelrastrosangrientoquetrazabaenélyquesecerrabapordetráscongrandesgritosdealegría.Eljovenpalideciómás-todavía,loquesehubieracreídoimposible,ysusojos
sevelaronuninstantebajosuspárpados.Eloficialvioesemovimientodepiedad,elprimeroquesuseverocompañero
habíadejadoescaparyqueriendoaprovecharsedeesteenternecimiento,dijo:-Venid, venid, monseñor, porque van a asesinar también al ex gran
pensionario.Peroeljovenyahabíaabiertolosojos.-¡En verdad! -comentó-. Este pueblo es implacable. No resulta bueno
traicionarlo.-Monseñor -dijoeloficial-,¿esquenosepodríasalvaraesepobrehombre,
que ha educado a Vuestra Alteza? Si hay algún medio, decidlo, y estarédispuestoaperderahílavida…GuillermodeOrange, porque era él, plegó su frentedeuna forma siniestra,
apagó el relámpago de sombrío furor que centelleaba bajo sus párpados yrespondió:-CoronelVanDeken,id,osloruego,abuscaramistropas,conelfindeque
tomenlasarmasporloquepuedaocurrir.-Pero…dejaréentoncesamonseñorsoloaquí,frenteaesosasesinos…-No os inquietéis por mí más de lo que yo mismo me inquieto -contestó
bruscamenteelpríncipe-.Partid.Eloficialpartióconunarapidezquetestimoniabamenossuobedienciaqueel
aliviodenoasistiralhorrorosoasesinatodelsegundodeloshermanos.Nohabíaaúncerrado lapuertade lahabitación, cuando Jean,quienconun
supremo esfuerzo había alcanzado la escalinata de una casa situada frente aaquélla donde estaba oculto su discípulo, se tambaleó bajo las acometidas delpopulacho.-Mihermano,¿dóndeestámihermano?-imploró.Unodeaquellosenfurecidoslearrancóelsombrerodeunpuñetazo.Otro,queacababadedestriparaCorneille, lemostrólasangrequeteníasus
manos, y corrió para no perder la ocasión de hacer otro tanto con el ex granpensionario,mientrasarrastrabanalahorcaloquequedabadelmuerto.Jeanlanzóungemidolastimeroysetapólosojosconlasmanos.-¡Ah!Cierraslosojos-dijounodelossoldadosdelaguardiaburguesa-.¡Pues
bien,yotelosvoyareventar!Ylelanzóalrostrounalanzadaconlapica.-¡Mihermano!-clamóDeWittintentandoverloquehabíasidodeCorneille,a
travésdelaoleadadesangrequelecegaba-.¡Mihermano!-¡Veareunirteconél!-aullóotroasesinoaplicándolesumosqueteenlasieny
soltandoelgatillo.Peroeldisparonosalió.Entonces,elasesinoinvirtiósuarma,ycogiéndolaconlasdosmanosporel
cañón,asestóaJeandeWittunculatazo.JeandeWittvacilóycayóasuspies.Pero enseguida, volviéndose a levantar con un supremo esfuerzo, gritó con
voztanlastimeraqueeljovencerrólacontraventanaanteél.-¡Mihermano!Porotraparte,quedabapocacosaquever,porqueuntercerasesinoledisparó
aJeandeWittabocajarrounpistoletazoquelehizosaltarelcráneo.JeandeWittcayóparanolevantarsemás.Entonces, cadaunodeaquellosmiserables, enardecidoporesta caída,quiso
descargarsuarmasobreelcadáver.Cadaunoquisodarleungolpeconlamaza,con la espada o con el cuchillo; cada uno quiso obtener su gota de sangre,arrancarsujiróndeltraje.
Luego, cuando ambos fueron bien martirizados, bien desgarrados, biendespojados,elpopulacholosarrastródesnudosysangrantesaunahorca,dondelosaficionadosaverdugolescolgaronporlospies.Traséstosacudieronlosmáscobardes,quenohabiéndoseatrevidoagolpear
lacarneviviente,cortaronen tiras lacarnemuerta,y luegose fueronavenderporlaciudadlospedazosdeJeanydeCorneilleadiezsous[1]eltrozo.Nopodríamosdecirsiatravésdelaaberturacasiimperceptibledelpostigoel
jovenvioel finaldeaquella terribleescena,pero lociertoesqueenelmismomomento en que colgaban a los dos mártires en la horca, él atravesaba lamuchedumbre, que se hallaba demasiado ocupada con la alegre tarea querealizabaparaocuparsedesupresencia,yllegabaalaTol-Hek,siemprecerrada.-¡Ah,señor!-exclamóelportero-.¿Metraéislallave?-Sí,amigomío,aquíestá-respondióeljoven.-¡Oh! Es una gran desgracia que no me hayáis traído esta llave solamente
mediahoraantes-dijoelporterosuspirando.-¿Yporqué?-preguntóeljoven.-Porquehubiesepodidoabrira losseñoresDeWitt.Mientrasque,habiendo
encontradolapuertacerrada,sehanvistoobligadosavolveratrás.Hancaídoenmanosdelosquelesperseguían.-¡Lapuerta!¡Lapuerta!-exclamóunavozqueparecíaperteneceraunhombre
conprisas.ElpríncipesevolvióyreconocióalcoronelVanDeken.-¿Sois vos, coronel? -dijo-. ¿No habéis salido todavía deLaHaya?Esto es
cumplirtardíamentemiorden.-Monseñor -respondió el coronel-, ésta es la tercera puerta ante la que me
presento.Lasotrasdoslashehalladocerradas.-¡Pues bien! Este valiente nos abrirá ésta. Abrid, amigo mío -ordenó el
príncipealporteroquesehabíaquedadopasmadoanteeltítulodemonseñorqueacababa de darle el coronelVanDeken a aquel joven tan pálido al que habíatratadotanfamiliarmente.Así,pararepararsufalta,seapresuróaabrirlaTol-Hek,quegiróchirriando
sobresusgoznes.-¿Monseñorquieremicaballo?-preguntóelcoronelaGuillermo.-Gracias,coronel,tengounamonturaquemeesperaaunospasosdeaquí.Ycogiendounsilbatodeorodesubolsillo,sacódeesteinstrumento,queen
aquellaépocaservíaparallamaraloscriados,unsonidoagudoyprolongado,alcualacudióunescuderoacaballo,llevandounasegundamonturadelabrida.Guillermo saltó sobre el caballo sin utilizar los estribos, y picando espuelas
tomóelcaminodeLeiden.Cuandoestuvoenél,sevolvió.
Elcoronelleseguíaaunlargodecaballo.Elpríncipelehizoseñaldequesepusieraasulado.-¿Sabéis -dijo sin detenerse- que aquellos bribones han matado también al
señorJeandeWittaligualqueacababandemataraCorneille?-¡Ah, monseñor! -exclamó tristemente el coronel-. Preferiría por vos que
todavíaquedasenesasdosdificultadesafranquearparaserdehechoelestatúderdeHolanda.-Evidentemente, hubiese sido mejor -dijo el joven- que lo que acaba de
suceder no hubiera ocurrido. Pero en fin, lo hecho, hecho está, y nosotros notenemos la culpa. Apresurémonos, coronel, para llegar a Alphen antes que elmensajequeseguramentelosEstadosvanaenviarmealcampamento.Elcoronelseinclinó,dejópasarasupríncipedelante,ytomóacontinuación
ellugarqueteníaantesdequeélledirigieralapalabra.-¡Ah!Megustaría-murmurósiniestramenteGuillermodeOrangefrunciendo
las cejas, apretando sus labios y hundiendo sus espuelas en el vientre de sucaballo-,me gustaría ver la cara que pondrá Luis el Sol, cuando sepa de quéformaacabandetratarasusbuenosamigoslosseñoresDeWitt.¡Oh!Sol,sol,comomellamoGuillermoelTaciturno;¡sol,guardatusrayos!Ygalopó sobre su buen caballo ese jovenpríncipe, el encarnizado rival del
gran rey, ese estatúder tan poco firme todavía la víspera en su nuevopoderío,pero al que los burgueses deLaHaya acababande ponerle un estribo con loscadáveresdeJeanyCorneille,dosnoblespríncipestantodelantedeloshombrescomoanteDios.
5CapítuloElaficionadoalostulipanesysuvecino
Entretanto,mientraslosburguesesdeLaHayatroceabanloscadáveresdeJeanydeCorneille,mientrasGuillermodeOrange,despuésdehaberseaseguradoquesus dos antagonistas estaban bienmuertos, galopaba por el camino de Leidenseguido del coronel Van Deken, al que hallaba demasiado compasivo paracontinuar otorgándole la confianza con que le había honrado hasta entonces,Craeke,elfielservidor,montadoporsuparteenunbuencaballo,ymuylejosdeimaginarselosterriblessucesosquehabíanacontecidodesdesupartida,galopósobrelascalzadasbordeadasdeárboleshastaqueestuvofueradelaciudadydelospueblosvecinos.Una vez en seguridad, para no despertar sospechas, dejó su caballo en una
cuadraycontinuótranquilamentesuviajeenbarcosqueporetapaslecondujeranaDordrechtpasandoconhabilidadpor los caminosmáscortosdeesosbrazossinuosos del río los cuales estrechan bajo sus caricias húmedas aquellas islasencantado ras bordeadas de sauces, juncos y hierbas floridas, en las queramoneabanindolentementelosgordosrebañosreluciendoalsol.CraekereconociódesdelejosaDordrecht,laciudadalegre,alpiedesucolina
sembradademolinos.Violasbellascasasrojasconlíneasblancas,bañandoenelaguasuspiesdeladrillos,ydejandoflotarporlosbalconesabiertossobreelríosustapicesdesedasalpicadosdefloresdeoro,maravillasdeIndiayChina,yal lado de aquellos tapices, esos grandes sedales, trampas permanentes paracoger las voraces anguilas atraídas ante las viviendas por los desperdicioscotidianosquelascocinaslanzanalaguaporsusventanas.Craeke, desde el puente de la barca, a través de todos aquellosmolinos de
aspasgiratorias,percibíaeneldeclivedelacolinalacasablancayrosa,finaldesumisión.Loscaballetesdel tejadoseperdíanenel follajeamarillentodeunacortinadeálamos,destacandosobreel fondosombríoque leproporcionabaunbosquedeolmosgigantescos.Sehallabasituadadetalmodoqueelsol,cayendosobre ella como en un embudo, venía a secar, templar a incluso fecundar lasúltimasneblinasquelabarreradevegetaciónnopodíaimpediralvientodelríoquellevaracadamañanaycadanoche.
Desembarcadoenmediodeltumultoordinariodelaciudad,Craekesedirigióenseguida hacia la casa de la que vamos a ofrecer a nuestros lectores unaindispensabledescripción.Blanca, limpia, reluciente, más propiamente lavada, más cuidadosamente
enceradaenloslugaresocultosqueloestabaenlossitiosvisibles,aquellacasaencerrabaunfelizmortal.Este felizmortal, «rara avis», comodice Juvenal, era el doctorVanBaerle,
ahijadodeCorneille.Habitaba en la casaque acabamosdedescribir, desde suinfancia;porqueaquéllaera lacasanataldesupadreydesuabuelo,antiguosmercaderesnoblesdelanobleciudaddeDordrecht.ElseñorVanBaerle,elpadre,habíaamasadoenelcomerciodelasIndiasde
tres a cuatrocientos mil florines que Van Baerle, hijo, había halladocompletamentenuevos,en1668,a lamuertedesusbuenosyqueridospadres,aunqueaquellosflorinesestuvierangrabadosconlasmilésimasde1640unos,y1610otros;loqueprobabaquehabíaflorinesdelpadreVanBaerleyflorinesdelabueloVanBaerleesoscuatrocientosmil florines,apresurémonosadecirlo,noeranmásqueelefectivo,eldinerodebolsillodeCorneliusvanBaerle,elhéroedeestahistoriayaquesuspropiedadesen laprovincia leproporcionabanunosinteresesdealrededordelosdiezmilflorines.CuandoeldignociudadanoqueeraelpadredeCorneliuspasóamejorvida,
tresmeses después de los funerales de sumujer, que parecía haber partido laprimeraparahacerlemásfácilelcaminodelamuerte,comolehabíahechomásfácilelcaminodelavida,díjoleasuhijoabrazándoleporúltimavez:-Bebe,comeygastasiquieresvivirenrealidad,porquenoesvivireltrabajar
todoeldíaenunasillademaderaoenunsillóndecuero,enunlaboratoriooenun almacén. Morirás a tu vez y, si no tienes la dicha de tener un hijo, seextinguiránuestronombre,ymisflorinesseasombraránalhallarseconunamodesconocido,esosflorinesnuevosquenadiehapesadonuncamásquemipadre,yoyelfundidor.Sobretodo,noimitesatupadrino,CorneilledeWitt,quesehalanzadoa lapolítica, lamás ingratade lascarrerasyqueseguramenteacabarámal.Luego,eldignoseñorVanBaerlemurió,dejandocompletamentedesoladoa
su hijo Cornelius, el cual amaba muy poco los florines y mucho a su padre.Corneliussequedó,pues,soloenlagrancasa.EnvanosupadrinoCorneilleleofrecióunempleoenlosserviciospúblicos;
envanoquisohacerlegustarde lagloria cuandoCornelius, porobedecer a supadrino, se embarcó con De Ruyter en el navío Les Sept Provinces, quemandabaa losciento treintaynuevebarcoscon loscualesel ilustrealmiranteiba a liquidar solo las fortunas de Francia y de Inglaterra reunidas. Cuando,
conducidoporelpilotoLéger,llegóalalcancedemosquetedelnavíoLePrince,sobre el que se hallaba el duque de York, hermano del rey de Inglaterra, elataque de De Ruyter, su jefe, fue realizado tan brusca y hábilmente que,sintiendo su barco a punto de ser destruido, el duquedeYorkno tuvo tiempomás que para retirarse a bordo del Saint-Michel; cuando vio al Saint-Michel,roto,trituradobajolasbalasholandesas,salirsedelalínea;cuandoviosaltarunnavío,LeComtedeSanwick,yperecerenlasolasoenelfuegoacuatrocientosmarineros;cuandovioqueal finalde todoaquello,despuésdeserdestrozadosveinte barcos, muertos tres mil hombres, heridos cinco mil, nada se habíadecididoniafavorniencontra,quecadaunoseatribuíalavictoria,quehabíaque comenzar de nuevo, y que solamente un nombre más, la batalla deSouthwood-Bay, se había añadido al catálogo de las batallas; cuando hubocalculado el tiempo que pierde tapándose los ojos y los oídos un hombre quequierereflexionarinclusocuandosussemejantessecañoneanentresí,CorneliusdijoadiósaDeRuyter,alRuartdePultenyalagloria,besólasrodillasdelgranpensionario,porelquesentíaunaprofundaveneración,y regresóasucasadeDordrecht, rico por su descanso adquirido, por sus veintiocho años, por unasaluddehierro,porunavistaagudaymásqueporsuscuatrocientosmilflorinesdecapitalysusdiezmilflorinesderenta,porlaconviccióndequeunhombreharecibidosiempredelcielomuchoparaserfeliz,bastanteparanoserlo.Enconsecuencia,yparalabrarseunafelicidadasumodo,Corneliussepusoa
estudiar lasplantasy los insectos, recogióyclasificó toda la florade las islas,pinchóatodalaentomologíadesuprovincia,sobrelaquecompusountratadomanuscrito con dibujos realizados por sumano, y finalmente, no sabiendo yaquéhacerconsutiempoy,sobretodo,consudinero,queibaaumentandodeunaformaespantosa,escogióentretodaslaslocurasdesupaísydesuépocaunadelasmáselegantesydelasmáscostosas.Sededicóalcultivodelostulipanes.Aquéleraelmomento,comosesabe,enquelosflamencosylosportugueses,
explotandoacualmásestegénerodehorticultura,habíanllegadoadivinizareltulipányahacerdeestaflorvenidadeOrienteloquejamásnaturalistaalgunosehabíaatrevidoahacerconlarazahumana,pormiedodedarcelosaDios.Muypronto,desdeDordrechtaMons,nosehablómásquedelostulipanesde
Mynheer[2] VanBaerle; y sus parterres, sus fosos, sus cámaras de secado, suscuadernosdebulbosfueronvisitadoscomoantiguamentelofueronlasgaleríasylasbibliotecasdeAlejandríaporlosilustresviajerosromanos.VanBaerlecomenzóporgastarsusrentasdelañoenestablecersucolección,
luego mermó sus florines nuevos en perfeccionarla; así, su trabajo fuerecompensadoconunmagníficoresultado:hallócincoespeciesdiferentesalas
quellamólaJeanne,porelnombredesumadre,laBaerle,porelnombredesupadre, la Corneille, por el nombre de su padrino… los otros nombres no lossabemos,perolosaficionadospodránseguramenteencontrarlosenloscatálogosdelaépoca.En1672,alcomienzodelaño,CorneilledeWittvinoaDordrechtparavivir
tres meses en su antigua casa familiar; porque se sabe que no solamenteCorneille había nacido en Dordrecht, sino que la familia de los DeWitt eraoriginariadeestaciudad.Corneillecomenzabaentonces,comodecíaGuillermodeOrange,agozarde
lamásperfectaimpopularidad.Sinembargo,parasusconciudadanos,losbuenoshabitantesdeDordrecht,noeratodavíaunfacinerosoaprender,yaquellos,pocosatisfechos de su republicanismo algo demasiado puro, pero orgullosos de suvalorpersonal,quisieronofrecerleelvinodelaciudadcuandollegó.Despuésdehaberdadolasgraciasasusconciudadanos,Corneillefueaversu
viejacasapaterna,yordenóalgunasreparacionesantesdequemadameDeWitt,sumujer,vinieraaellaparainstalarseconsushijos.Luego,elRuartsedirigióalacasadesuahijado,quetalvezeraelúnicoen
DordrechtqueignorabatodavíalapresenciadelRuartensuciudadnatal.Tanto como Corneille de Witt había levantado los odios manejando esas
semillasnocivasquesellamanlaspasionespolíticas,otrotantohabíaamasadoVan Baerle simpatías olvidando completamente el cultivo de la política,absorbidocomoestabaenelcultivodelostulipanes.Poreso,VanBaerleeraqueridoporsuscriadosyporsusobreros;poresono
podía suponer que existiera en el mundo un hombre que quisiera mal a otrohombre.Y sin embargo, digámoslo para vergüenza de laHumanidad, Cornelius van
Baerletenía,sinsaberlo,unenemigomuchomásferoz,muchomásencarnizado,muchomásirreconciliable,delosquehastaentonceshabíancontadoelRuartysuhermano entre los orangistasmás hostiles a esta admirable fraternidadque,sinnubedurantelavida,acababadeprolongarseporelsacrificiomásalládelamuerte.EnelmomentoenqueCorneliuscomenzóaentregarsealostulipanes,arrojó
en ellos sus rentas del año y los florines de su padre. Había en Dordrecht yviviendopuertaapuertaconél,unburguésllamadoIsaacBoxtel,elcual,desdeel día en que había alcanzado la edad del conocimiento seguía la mismapendiente y se pasmaba al solo enunciado de la palabra tulban, que, comoaseguraelfloristefrançais,esdecir,elhistoriadormáseruditodeestaflor,eslaprimera palabra que, en la lengua deChingulais, ha servido para designar esaobramuestradelacreaciónquesellamatulipán.
Boxtel no tenía la suerte de ser rico como Van Baerle. Había conseguido,pues,congrantrabajo,afuerzadecuidadosydepaciencia,unjardínadecuadopara el cultivo en su casa deDordrecht; había preparado el terreno según lasprescripciones requeridas y dado a sus bancales precisamente tanto calor yfrescorcomolafarmacopeadelosjardinerosautoriza.Con la casi veinteava parte de un grado, Isaac sabía la temperatura de sus
parterres.Conocíaelpesodelvientoylotamizabadeformaqueloacomodabaalbalanceodelostallosdesusflores.Así,susproductoscomenzabanagustar.Eran bellos, incluso poco comunes.Varios aficionados habían venido a visitarlostulipanesdeBoxtel.Porúltimo,BoxtelhabíalanzadoalmundodelosLiméy de los Tournefort un tulipán con su nombre. Aquel tulipán viajó, atravesóFrancia,entróenEspaña,penetróhastaPortugal,yelreydonAlfonsoVIque,expulsadodeLisboa, sehabía retiradoa la isladeTerceira, donde sedivertía,comoelgranConde,regandoclaveles,sinocultivandotulipanes,dijo:«Noestámal»,contemplandoelsusodichoBoxtel.Depronto,comocontinuaciónatodoslosestudiosaquesehabíadedicado,y
habiendo invadido aCornelius vanBaerle la pasión por los tulipanes, decidióéstemodificarsucasadeDordrechtque,comohemosdicho,eravecinaaladeBoxtelehizoelevarunpisoaciertoedificiodesupatio,elcual,alalzarse,robómedio grado de calor y, en cambio, produjomedio grado de frío al jardín deBoxtel,sincontarconquecortóelvientoytrastornótodosloscálculosytodalaeconomíahortícoladesuvecino.Despuésdetodo,esadesgracianoeranadaalosojosdelvecinoBoxtel.Van
Baerle no era más que un pintor, es decir, una especie de loco que intentareproducir sobre la tela, desfigurándolas, las maravillas de la Naturaleza. Elpintorhacíalevantarunpisoasutallerparatenermejorluz,loqueentrabaensuderecho. El señor Van Baerle era pintor como el señor Boxtel era florista-tulipanero;queríasolparasuscuadros,ylerobabamediogradoalostulipanesdelseñorBoxtel.LaleyestabadepartedelseñorVanBaerle.Benesit.Por otra parte, Boxtel había descubierto que demasiado sol perjudicaba al
tulipán,yqueestaflorcrecemejorymáscoloreadaconeltibiosoldelamañanaodelatardequeconelardientesoldelmediodía.Tuvo, pues, casi que agradecer a Cornelius van Baerle el haberle
proporcionadogratisunparasol.Talveznofueraestoenteramenteverdad,yloquedecíaBoxtelrespectoasuvecinoVanBaerlenofueselatotalexpresióndesu pensamiento. Sin embargo, las grandes almas hallan en la filosofíaasombrososrecursosenmediodelasgrandescatástrofes.Perodesgraciadamente, ¡qué fuede este infortunadoBoxtel, cuandovio los
vidriosdelnuevopisoedificadollenarsedecebollas,debulbos,detulipanesenplenatierra,detulipanesenbotes,enfindetodoloqueconciernealaprofesióndeunmonómanotulipanero!Había paquetes de etiquetas, casilleros, cajas con compartimientos y los
enrejadosdehierrodestinadosacerraresoscasillerospararenovarleselairesinpermitir el acceso a las ratas, a los lirones, a los hurones[3] y a los ratones,curiososaficionadosalostulipanesdedosmilfrancoslacebolla.Boxtelquedómuyimpresionadocuandoviotodoaquelmaterial,perotodavía
nocomprendíalaextensióndesudesgracia.SesabíaqueVanBaerleeraamigodetodoloquealegrabalavista.Estudiaba a fondo la Naturaleza para sus cuadros, acabados como los de
GérardDow,sumaestro,ylosdeMiéris,suamigo.¡Noeraposiblequeteniendoquepintarelinteriordeuntulipanero,hubierareunidoensunuevotallertodoslosaccesoriosdeladecoración!Sin embargo, aunque tranquilizado por esta engañosa idea, Boxtel no pudo
resistir la ardiente curiosidad que le devoraba. Llegada la noche, aplicó unaescala contra el muro medianero y, mirando la casa de su vecino Baerle, seconvenciódequelatierradeunenormecuadrado,pobladohacíapocodeplantasdiferentes,habíasidoremovido,dispuestoenplatabandasdemantillomezcladocon lodo de río, combinación esencialmente simpática a los tulipanes, todorodeadoconunbordedecéspedparaimpedirlosdesmoronamientos.Además,alsolnaciente,alsolponiente,sombradispuestaparatamizarelsoldelmediodía;aguaenabundanciayalalcance,exposiciónalsursuroeste,enfin,condicionescompletas,nosolamenteparaeléxito,sinoparaelprogreso.Sinningúngénerodeduda,VanBaerlesehabíaconvertidoenuntulipanero.Boxtelserepresentóinmediatamenteaesesabiodecuatrocientosmilflorines
de capital y diezmil de renta, empleando sus recursosmorales y físicos en elcultivodelostulipanesalpormayor.Entreviósuéxitoenunvagoperocercanoporvenir,yconcibió,poradelantado, taldolorporeseéxito,quesusmanosserelajaron,lasrodillassedebilitaron,ycayódesesperadoalpiedesuescala.Asípues,noerapor tulipanespintados, sinopor tulipanes realespor loque
VanBaerlelerobabamediogradodecalor.Asípues,VanBaerleibaatenerlamásadmirabledelasexposicionessolaresy,además,unavastahabitacióndondeconservar sus cebollas y sus bulbos: habitación alumbrada, aireada, ventilada,riquezaprohibidaaBoxtel,que sehabíavistoobligadoadedicar a eseuso sudormitorioyque,paranoperjudicarconlainfluenciadelosespíritusanimalesasusbulbosysustubérculos,seresignabaaacostarseenelgranero.Así,puertaapuerta,paredporpared,Boxtelibaatenerunrival,unemulador,
un vencedor tal vez, y ese rival, en lugar de ser cualquier oscuro jardinero,
desconocido,¡eraelahijadodelamoCorneilledeWitt,esdecir,unacelebridad!Boxtel, como se ve, tenía un espíritumenos fuerte que el de Porus, que se
consolaba por haber sido vencido por Alejandro justamente a causa de lacelebridaddesuvencedor.Enefecto,¡quésucederíasialgunavezVanBaerlehallabauntulipánnuevoy
lo llamaba el Jean deWitt, después de haber llamado a uno elCorneille! Eracomoparaahogarsederabia.Así, en su envidiosa prevención, Boxtel, profeta de la desgracia para sí
mismo,adivinabaloqueibaasuceder.Hechoestedescubrimiento,Boxtelpasólamásexecrablenochequeimaginarsepueda.
6CapítuloElodiodeuntulipanero
Apartirdeaquelmomento,enlugardeunapreocupación,Boxteltuvountemor.Loquedavigorynoblezaalosesfuerzosdelcuerpoydelespíritu,elcultivodeunaideafavorita,loperdióBoxtelrumiandotodoeldañoqueibaacausarlelaaccióndelvecino.VanBaerle,comopuedenimaginarse,desdeelmomentoenqueaplicóaesa
idea la perfecta inteligencia con que la Naturaleza le había dotado, consiguióobtenerlosmásbellostulipanes.MejorquelosquesehallabanenHaarlemyenLeiden, ciudades que ofrecen los mejores terrenos y los climas más sanos,Cornelius consiguió variar los colores, modelar las formas, multiplicar lasespecies.Pertenecíaaaquellaescuelaingeniosaysencillaquetomópordivisa,desdeel
sigloXVII,esteaforismodesarrolladoen1653porunodesusadeptos:«DespreciarlasfloresesofenderaDios.»Premisaconlaquelaescuelatulipanera,lamásexclusivista,enuncióen1653
elsiguientesilogismo:«DespreciarlasfloresesofenderaDios.»«Cuantomásbellaeslaflor,másaldespreciarlaseofendeaDios.»
«Eltulipáneslamásbelladetodaslasflores.»«Porlotanto,quiendespreciaaltulipánofendedesmesuradamenteaDios.»Razonamientoconayudadelcual,segúnseveconmalavoluntad,loscuatroo
cincomiltulipanerosdeHolanda,deFranciaydePortugal,nohablemosyadelosdeCeilán,deIndiayChina,hubieranpuestoalUniversofuerade la ley,ydeclarados cismáticos, heréticos y dignos de muerte a varios centenares demillonesdehombresindiferentesaltulipán.Nocabelamenordudaque,porunacausasemejante,Boxtel,aunqueenemigo
mortaldeVanBaerle,hubieramarchadobajolamismabanderaqueaquél.Así pues,VanBaerle obtuvo numerosos éxitos que le dieron cierta fama, y
Boxtel desapareció para siempre de la lista de los tulipaneros notables deHolanda, y la tulipanería de Dordrecht fue representada por Cornelius vanBaerle,elmodestoeinofensivosabio.
Así, de la más humilde rama, el injerto hizo brotar los vástagos másorgullosos,comoelescaramujodecuatropétalosincolorosdioorigenalarosagigantescayperfumada.Asílascasasrealeshannacidoavecesenlachozadeunleñadoroenlacabañadeunpescador.VanBaerle,entregadoporenteroasustrabajosdesemillero,deplantador,de
cosechero,mimadoportodalatulipaneríadeEuropa,nisiquierasospechóqueasuladohubieraundesgraciadodestronado,yqueéleraelusurpador.Continuósus experimentos, y por consiguiente sus victorias, y en dos años cubrió susplantabandasdeespeciestanmaravillosasquepuededecirsequenadie,exceptotalvezShakespeareyRubens,habíacreadotantodespuésdeDios.Con talmotivo, eraprecisover aBoxtel durante ese tiempoparadarseuno
unaideadeuncondenadoolvidadoporDante.MientrasVanBaerleescarbaba,abonaba, humedecía sus platabandas,mientras arrodillado sobre los taludes decésped, analizaba cada nervio del tulipán en floración y meditaba sobre lasmodificaciones que se podían hacer, las combinaciones de color que podíanensayarse,Boxtel,ocultotrasunpequeñosicomoroquehabíaplantadoalolargodel muro y que le hacía de pantalla, seguía, con los ojos dilatados, la bocaespumante, cada paso, cada gesto de su vecino, y, cuando creía verle alegre,cuandosorprendíaunasonrisaensuslabios,undestellodefelicidadensusojos,entoncesleenviabatantasmaldiciones,tantasfuriosasamenazas,quenopuedeconcebirse cómo esos alientos emponzoñados de envidia y de cólera no sefiltrabanenlostallosdelasfloresparallevarleslosprincipiosdedecadenciaylosgérmenesdemuerte.Una vez el mal adueñado de un alma humana, hace en ella tan rápidos
progresos,queprontoBoxtelnoseconformóconveraVanBaerle,yquisovertambiénsus flores:enel fondoeraunartista,y laobradeartedeun rival tancalificadoleatenazabaycorroíaelcorazón.Compróuntelescopioconayudadelcual,tanbiencomoalmismorival,pudo
seguircadaevolucióndelaflor,desdeelmomentoenquesaca,elprimeraño,supálidayemafueradelatierra,hastaque,despuésdehabercumplidosuperíodode cinco años, redondea su noble y gracioso cilindro sobre el que aparece elinciertomatizdesucolorysedesarrollanlospétalosdelaflor,quesolamenteentoncesrevelalostesorossecretosdesucáliz.¡Oh,cuántasveceseldesgraciadoceloso, inclinadosobresuescala,percibió
en las platabandas de Van Baerle tulipanes que le cegaban por su belleza, lesofocabanporsuperfección!Entonces, después del períodode admiraciónquenopodía vencer, sufría la
fiebredelaenvidia,esemalqueroeelpechoyquetransformaelcorazónenunamiríadadepequeñasserpientesquesedevoranlaunaalaotra,fuenteinfamede
horriblesdolores.Cuántasvecesenmediodesustorturas,delasqueningunadescripciónpodría
darunaidea,Boxtelestuvotentadodesaltarporlanochealjardín,destrozarlasplantas, devorar las cebollas con losdientes, y sacrificar a su cólera almismopropietariosiseatrevíaadefendersustulipanes.¡Peromataruntulipán,alosojosdeunverdaderohorticultor,esuncrimentan
espantoso!Mataraunhombre,puedeserexcusable.Sinembargo,graciasalosprogresosquerealizabatodoslosdíasVanBaerle
en lacienciaqueparecíaadivinarpor instinto,Boxtel llegóa talparoxismodefurorquepensótirarpiedrasypalosenlosparterresdetulipanesdesuvecino.Perocomoreflexionóquealdíasiguiente,alavistadeldestrozo,VanBaerle
se informaría, que se comprobaría entonces que la calle estaba lejana, que laspiedrasylospalosnocaendelcieloenelsigloXVIIcomoenlostiemposdelosamalecitas,queelautordelcrimen,aunquehubieraoperadoporlanoche,seríadescubiertoynosolamentecastigadopor la ley,sino tambiéndeshonradoparasiemprealosojosdelaEuropatulipanera,Boxtelaguzóelodioporlaastuciayresolvióemplearunmedioquenolecomprometiera.Unanoche,atódosgatos,cadaunoporunapatatraseraconunbramantede
tres metros de longitud, y los lanzó desde lo alto del muro, en medio de laplatabandamaestra, de la platabandamagnífica, de la platabanda real, que nosolamenteconteníaelCorneilledeWitt,sinotambiénelBabançonne,blancodeleche, púrpura y rojo; el Marbrée, de Rotre, gris amarillo, rojo y encarnadobrillante; y elMerveille, deHaarlem; el tulipánColombin obscur yColombinclairterni.Losasustadosanimales,cayendodeloaltoalpiedelmuro,rodaronprimero
sobrelaplatabanda,intentandohuircadaunoporsulado,hastaqueelhiloquelos retenía juntos quedó tenso; pero entonces, sintiendo la imposibilidad de irmás lejos, vagaron inciertos con espantososmaullidos, segando con su cuerdalasfloresenmediodelascualessedebatieronhastaque,porúltimo,despuésdeuncuartodehoradeluchaencarnizada,habiendoconseguidoromperelhiloquelosunía,desaparecieron.Boxtel,ocultodetrásdesusicomoro,noveíanadaacausadelaoscuridadde
lanoche;peroa juzgarpor losmaullidosrabiososde losdosgatos, losuponíatodo,ysucorazón,aliviadodelahiel,sehinchabadealegría.Eldeseodeasegurarsedeldestrozocometidoeratangrandeenelcorazónde
Boxtel,quesequedóhastaelalbaparajuzgarporsuspropiosojosdelestadoenquelaluchadelosdosgatosporlalibertadhabíadejadolasplatabandasdesuvecino.Estaba helado por la neblina de la madrugada, pero no sentía el frío: la
esperanzadesuvenganzalemanteníacaliente.Eldolordesurivalibaapagarletodassuspenas.Alosprimerosrayosdelsol,lapuertadelacasablancaseabrió,aparecióVan
Baerleyseacercóasusplatabandas,sonriendocomounhombrequehapasadolanocheensulecho,teniendobuenossueños.De repente, percibió los surcosy losmontículos en aquel terreno lavíspera
máslisoqueunespejo;enseguida,percibiólasfilassimétricasdesustulipanes,desordenadascomoquedan laspicasdeunbatallónenmediodel cualhubieracaídounabomba.Acudiómuypálido.Boxtelseestremecíadealegría.Quinceoveintetulipanesyacíandesgarrados,
destrozados,losunoscurvados,losotroscompletamenterotosyyadescoloridos;la savia corría de sus heridas; la savia, esa sangre preciosa que Van Baerlehubieraqueridorescataralpreciodelasuya.Pero, ¡oh sorpresa!, ¡oh alegría de Van Baerle!, ¡oh dolor inexpresable de
Boxtel!Ninguno de los cuatro tulipanes amenazados por el atentado de aquélhabíasidoalcanzado.Alzabanorgullosamentesusnoblescabezasporencimadeloscadáveresdesuscompañeros.EstoerabastanteparaconsolaraVanBaerle,bastanteparahacerreventardedisgustoalasesino,quesearrancabaloscabellosalavistadesucrimencometidoinútilmente.Van Baerle, mientras deploraba la desgracia que acababa de golpearle,
desgraciaque,porlodemás,porlaprovidenciadeDios,eramenosgrandedeloque hubiera podido ser, no pudo adivinar la causa de la misma. Se informósolamenteysupoque toda lanochehabíasido turbadapormaullidos terribles.Porlodemás,reconocióelpasodelosgatosporelrastrodejadoporsusgarras,porelpeloquehabíaenelcampodebatallayenelcual lasgotasindiferentesdel rocío temblabancomolohacíanal lado,sobre lashojasdeunaflor rota,yparaevitarquedesgraciasemejantesereprodujeraenelporvenir,ordenóqueunmuchacho jardineroseacostara todas lasnochesenel jardín,enunacaseta,alladodelasplatabandas.Boxteloyódarlaorden.Vioalzarselacasetaenelmismodía,ymuyfelizpor
nohabersidoconsideradocomosospechosodelestropicioymásanimadoquenuncacontraelfelizhorticultor,esperómejoresocasiones.FuehaciaaquellaépocacuandolasociedadtulipaneradeHaarlempropusoun
premioparaeldescubrimiento,nonosatrevemosadecirparalafabricación,delgran tulipán negro y sin mácula, problema no resuelto y considerado comoinsoluble,siseconsideraqueenaquellaépocanisiquieraexistía laespeciedecolorpardoenlaNaturaleza.Lo que hacía decir a todos, que los fundadores del premio hubieran podido
ofrecerdosmillonesenlugarde lascienmil libras,dadoquelacosaresultabaimposible.El mundo tulipanero, sin embargo, no se quedó menos emocionado por la
posibilidaddesurealización.Algunosaficionadosacogieronlaidea,perosincreerensuaplicación;tales
elpoderimaginativodeloshorticultoresque,aunconsiderandosuespeculacióncomo fallida por adelantado, no pensaron al principio más que en este grantulipánnegroreputadoquiméricamentecomoelcisnenegrodeHoracio,ycomoelmirloblancodelatradiciónfrancesa.VanBaerlefueunodelostulipanerosqueacogieronlaidea;Boxtelfuedelos
que pensaron en la especulación. Desde el momento en que Van Baerle tuvoincrustadaestatareaensuperspicazeingeniosacabeza,comenzólentamentelassiembrasylasoperacionesnecesariasparallevardelrojoalpardo,ydelpardoalmarrónoscuro,lostulipanesquehabíacultivadohastaentonces.Apartirdelañosiguiente,obtuvoespeciesdeunpardoperfecto,yBoxtellos
percibió en su platabanda, cuando él no había encontrado todavíamás que elcastañoclaro.Tal vez resultaría interesante explicar a los lectores las bellas teorías que
tiendenademostrarqueeltulipántomasuscoloresdeloselementos;talveznosagradaría establecer que nada es imposible para el horticultor que pone acontribución,consupacienciaysugenio,elfuegodelsol,elcandordelagua,losjugosdelatierraylossoplosdelaire.Peroéstenoesuntratadodeltulipánen general; es la historia de un tulipán en particular lo que hemos resueltoescribir; nos ceñiremos a él por atrayentes que sean los incentivos del sujetoyuxtapuestoalquenosproponemos.Boxtel,unavezmásvencidoporlasuperioridaddesuenemigo,seaburriódel
cultivoy,medioloco,sededicóporenteroalaobservación.Lacasadesurivaleraunaclaraboya, jardínabiertoalsol,cuartosvidriados
penetrables a la vista, casilleros, armarios, botes y etiquetas en los cuales eltelescopio se sumergía fácilmente; Boxtel dejó pudrirse las cebollas en suscamas,secarloscapullosensuscajas,morirlostulipanesensusplatabandas,y,desdeentonces,concentrandosuvidaensuvista,noseocupómásquedeloqueocurríaencasadeVanBaerle:respiróporeltallodesustulipanes,apagósusedcon el agua que les echaban, y se sació con la tierra blanda y fina queespolvoreabaelvecinosobresusqueridascebollas.Perolomáscuriosodeltrabajonoseoperabaeneljardín.Sonabaunahora,launadelanoche,yVanBaerlesubíaasulaboratorio,enel
cuartovidriadodondeeltelescopiodeBoxtelpenetrabatambién,yallí,cuandolaslucesdelsabiosucediendoalosrayosdeldíailuminabanparedesyventanas,
Boxtelveíafuncionarelgenioinventivodesurival.Le contemplaba escoger sus granos, regándolos con sustancias destinadas a
modificarlos o a colorearlos. Lo adivinaba, cuando calentando algunos deaquellos granos, humedeciéndolos luego, combinándolos después con otros enuna especie de injerto, operación minuciosa y maravillosamente realizada,encerrabaenlastinieblaslosquedebíandarelcolornegro,exponíaalsoloalalámparalosquedebíandarelcolorrojo,mirabaeneleternoreflejodelagualosquedebían proporcionar el color blanco, cándida representaciónhermética delelementohúmedo.Estamagiainocente,frutodelsueñoinfantilydelgeniovirilconjuntamente,
ese trabajo paciente, eterno, del queBoxtel se reconocía incapaz, vertía en eltelescopiodelenvidiosotodasuvida,todosupensamiento,todasuesperanza.¡Cosa extraña!Tanto interés y el amor propio del arte nohabía apagado en
Isaaclaferozenvidia,laseddevenganza.Algunasveces,teniendoaVanBaerlebajosutelescopio,sehacíalailusiónqueloapuntabaconunmosqueteinfalible,ybuscabaconeldedoelgatilloparasoltareldisparoquedebíamatarlo;peroyaes tiempo de que volvamos de aquella época de los trabajos de uno y delespionajedelotroalavisitaqueCorneilledeWitt,RuartdePulten,acababadehacerasuciudadnatal.
7CapítuloElhombrefelizentablaconocimientoconladesgracia
Corneilledespuésdehaberatendidolosasuntosdesufamilia,llegóacasadesuahijado,CorneliusvanBaerle,enelmesdeenerodelañodegraciade1672.Caíalanoche.Corneille, aunque poco dado a la horticultura, ymenos todavía a las artes,
visitótodalacasa,desdeeltallerhastaelinvernadero;desdeloscuadroshastalos tulipanes.Agradeció a su sobrinoel haberledejadoenbuen lugar sobre elpuentedelanavealmiranteLesSeptProvincesdurantelabatalladeSouthwood-Bay, y el haber dado su nombre a un magnífico tulipán, y todo ello con lacomplacenciaylaafabilidadquepudieratenerunpadrehaciasuhijo;ymientrasinspeccionabaasílostesorosdeVanBaerle,lamuchedumbreseestacionabaconcuriosidad,inclusoconrespeto,delantedelapuertadelhombrefeliz.TodoesteruidodespertólaatencióndeBoxtel,quecenabacercadesufuego.Seinformódeloqueocurría,losupoytrepóasulaboratorio.Yallí,apesardelfrío,seinstaló,conelojoeneltelescopio.Este telescopio no le era ya de gran utilidad desde el otoño de 1671. Los
tulipanes,frioleroscomoverdaderoshijosdeOriente,nosecultivanenlatierraeninvierno.Necesitanelinteriordelacasa,ellechomullidodeloscajonesylasdulces caricias de la estufa. Así, Cornelius se pasaba todo el invierno en sulaboratorio, en medio de sus libros y de sus cuadros. Raramente iba a lahabitaciónde las cebollas si noeraparadejar entrar allí algunos rayosde sol,quesorprendíaenelcielo,yalosqueforzaba,abriendounatrampillavidriada,acaerdebuenomalgradoensucasa.Lanochedelaquehablamos,despuésdequeCorneilleyCorneliushubieron
visitadojuntoslosapartamentos,seguidosdealgunoscriados,aquélleconfióenvozbajaaVanBaerle:-Hijo mío, alejad a vuestras gentes y procurad que nos quedemos unos
momentosasolasysinoídosindiscretos.Corneliusseinclinóenseñaldeobediencia.-Señor-preguntóluegoenvozalta-,¿osagradaríavisitarahoramisecaderode
tulipanes?,osagradará.
¿El secadero? Ese pandemónium de la tulipanería, ese tabernáculo, esesanctasanctórum estaba, como Delfos antiguamente, prohibido para los noiniciados.Jamás criado alguno había puesto allí un pie audaz, como hubiera dicho el
granRacine,queflorecíaporaquellaépoca.Corneliusnodejabapenetrarenélmásquelaescobainofensivadeunaviejasirvientafrisona,sunodriza,lacual,desdequeCorneliussededicabaalcultivodelostulipanes,noseatrevíaaponercebollas en los guisos, por temor amondar y condimentar el «corazón de suniño».Así, a la sola palabra «secadero», los criados que llevaban las antorchas se
apartaron respetuosamente. Cornelius cogió las velas demanos del primero yprecedióasupadrinoenlahabitación.Añadamosaloqueacabamosdedecirqueelsecaderoeraaquelmismocuarto
vidriadosobreelqueBoxtelasestabaincesantementesutelescopio.Elenvidiosoestabamásquenuncaensulugar.Vioprimeroiluminarselasparedesylasvidrieras.Luegoaparecierondossombras.Unadeellas,grande,majestuosa, severa, se sentóal ladode lamesadonde
Corneliushabíadepositadolasvelas.Enestasombra,BoxtelreconocióelpálidorostrodeCorneilledeWitt,cuyos
largoscabellosnegrosseparadosenlafrentecaíansobresushombros.ElRuartdePulten,despuésdehaberdichoaCorneliusalgunaspalabrasdelas
queelenvidiosonopudocomprenderelsentidoporelmovimientodeloslabios,sacódesupechoyletendióunpaqueteblancocuidadosamentesellado,paquetequeBoxtel,porlaformaconqueCorneliuslocogióylodepositóenunarmario,supuso eran papeles de la mayor importancia. Pensó en principio que aquelprecioso paquete encerraba algunos bulbos recién llegados de Bengala o deCeilán,peroenseguidarecordóqueCorneilleapenascultivabatulipanesynoseocupabacasimásquedelhombre,malaplanta,muchomenosagradabledeverysobretodomuchomásdifícildehacerlaflorecer.Entonces le vino la idea de que ese paquete contenía pura y simplemente
papelesyqueestospapelessereferíanalapolítica.Mas ¿por qué entregar unos papeles que se relacionaban con la política a
Cornelius,quenosolamenteera,sinoquesealababadeserenteramenteextrañoa aquella ciencia, por otra parte más oscura, a su parecer, que la química, laastronomíaainclusoquelaalquimia?Aquél era sin duda un depósito que Corneille, ya amenazado por la
impopularidadconlaquecomenzabanahonrarlesuscompatriotas,entregabaasu ahijado Van Baerle, y la cosa era tanto más hábil por parte del Ruart por
cuanto no sería en la casa de Cornelius, extraño a toda intriga, donde irían aperseguirestedepósito.Por otra parte; si el paquete hubiera contenido bulbos, otra hubiera sido la
reaccióndesuvecino:Corneliusnolohabríaguardado,yenelmismoinstantehabríaapreciado,comoestudianteaficionadoelvalordelosregalosquerecibía.Por el contrario, Cornelius había recibido respetuosamente el depósito de
manos del Ruart, y, siempre respetuosamente, lo había metido en un cajón,empujándolo hasta el fondo, primero, seguramente para que no fuera visto,luego,paraquenoocuparaunespaciodemasiadograndeallugarreservadoasuscebollas.Unavezelpaqueteenelcajón,CorneilledeWittsepusodepie,estrechólas
manosdesuahijadoyseencaminóhacialapuerta.Cornelius agarró vivamente las velas y se adelantó para pasar el primero y
alumbrarconvenientemente.Entonces la luz se extinguió insensiblemente en el cuarto vidriado para
reaparecerenlaescalera,luegoenelvestíbuloyporúltimoenlacalle,todavíallenadegentequequeríaveralRuartsubirasucarroza.El envidioso no se había equivocado en sus suposiciones. El depósito
entregadoporelRuartasuahijadoycuidadosamenteencerradoporéste,eralacorrespondenciadeJeanconelseñorDeLouvois.Sóloqueeraconfiado,comolehabíadichoCorneilleasuhermano,sinqueCorneillehubiesedejadosuponerenlomásmínimoasuahijadolaimportanciapolíticaquetenía.Laúnicarecomendaciónque lehizoera ladenoentregarestedepósitomás
queaél,oconunapalabradeél,acualquieraquefueraquevinieraareclamarlo.YCornelius,comohemosvisto,habíaencerradoeldepósitoenelarmariode
losbulbosraros.Luego,unavezpartidoelRuarty losruidosy las lucesextinguidas,nuestro
hombrenohabíapensadomásenesepaquete,enelqueporelcontrariopensabamucho Boxtel que, parecido a un piloto hábil, veía en él la nube lejana aimperceptiblequecrecealavanzaryencierralatormenta.Y ahora, ya tenemos todos los jalones de nuestra historia plantados en esta
fértiltierraqueseextiendedeDordrechtaLaHaya.Losseguiráelquequiera,enelporvenirdeloscapítulossiguientes;encuantoanosotros,hemossostenidonuestrapalabra,probandoquejamásniCorneilleniJeandeWitthabíantenidotan feroces enemigos en toda Holanda como el que tenía Van Baerle en suvecino,MynheerIsaacBoxtel.Sin embargo, floreciendo en su ignorancia, el tulipanero había seguido su
camino hacia el fin propuesto por la sociedad de Haarlem: había pasado deltulipán pardo al tulipán café tostado; y volviendo a él, esemismo día en que
ocurríaenLaHayaelgransucesoquehemosnarrado,vamosahallarlehacialauna de la tarde sacando de su platabanda las cebollas, infructuosas todavía deunasiembra.detulipanescafétostado,tulipanescuyafloraciónmalogradahastaentonces estaba fijada para la primavera del año 1673, y que no podían pormenosquedarelgrantulipánnegropedidoporlasociedaddeHaarlem.El 20 de agosto de 1672, a la una de la tarde,Cornelius estaba pues en su
secadero, con los pies sobre la barra de la mesa y los codos sobre el tapete,contemplando con delicia tres bulbos que acababa de separar de su cebolla:bulbos puros, perfectos, intactos, principios inapreciables de uno de los másmaravillosos productos de la ciencia y de la Naturaleza, en esta combinacióncuyoéxitodebíaennoblecerparasiempreelnombredeCorneliusvanBaerle.«Hallaréelgrantulipánnegro-decíaparasíCorneliusmientrasseparabasus
bulbos-.Ganaré loscienmil florinesdepremioofrecidos.Losdistribuiréa lospobresdeDordrecht;deestaforma,elodioquetodoricoinspiraenlasguerrasciviles se apaciguará, y yopodré, sin temernadade los republicanosode losorangistas,continuarteniendomisplatabandasenmagníficoestado.Notemerétampocoqueundíadealboroto, lostenderosdeDordrechtylosmarinerosdelpuertovengana arrancarmis cebollaspara alimentar a sus familias, comomehan amenazado por lo bajo a veces, cuando recuerdan que he comprado unacebollaadosotrescientosflorines.Estoestáresuelto,darépuesalospobresloscienmilflorinesdelpremiodeHaarlem.«Aunque…»Yaeste«aunque»,CorneliusvanBaerlehizounapausaysuspiró.«Aunque -continuópensando-hubierasido realmenteunhermosodestinoel
deloscienmilflorinesaplicadosalengrandecimientodemiparterreoinclusoaunviajealOriente,patriadebellasflores.»«Mas,¡pordesgracia!,nohayquepensarentodoeso;¡mosquetes,banderas,
tamboresyproclamaciones,esloquedominalasituaciónenestemomento!»VanBaerlelevantólosojosalcieloylanzóotrosuspiro.Luego,volviendolamiradahaciasuscebollas,queensuespíritupasabanmuy
pordelantedeaquellosmosquetes,deaquellasbanderas,deaquellostamboresyde aquellas proclamaciones, cosas todas ellas propias solamente para turbar elespíritudeunhombrehonrado, sedijo:«Heaquí,mientras tanto,unosbulbosbien bonitos. ¡Qué lisos son, qué bien hechos están, cómo tienen ese airemelancólico que promete el negro de ébano a mi tulipán! Sobre su piel, losnerviosdecirculaciónnisiquieraaparecenasimplevista.¡Oh!Evidentemente,niunamanchaestropearálaropadelutodelaflorquemedeberásuexistencia.«¿Cómo se llamará esta hija de mis desvelos, de mi trabajo, de mi
pensamiento?TulipanigraBarloensis.»
«Sí,Barloensis; bonito nombre.Toda laEuropa tulipanera, es decir, toda laEuropa inteligente se estremecerá cuandoeste rumorcorra comoelvientoporloscuatropuntoscardinalesdelglobo.»«¡Ha sido hallado el gran tulipán negro! ¿Su nombre, preguntarán los
aficionados? Tulipa nigra Barloensis. ¿Por qué Barloensis? A causa de suinventorVanBaerle,seresponderá.¿QuiéneseseVanBaerle?Elquehahalladocincoespeciesnuevas:laJeanne,laJeandeWitt,laCorneille,etcétera.»«Pues bien, ésta es mi ambición. No costará nunca lágrimas a nadie. Y se
hablará todavía de la Tulipa nigra Barloensis cuando tal vez mi padrino, esesublime político, no sea ya conocido más que por el tulipán al que le di sunombre.»¡Losadmirablesbulbos…!«Cuandomitulipánhayaflorecido-continuópensandoCornelius-,quiero,si
la tranquilidad ha vuelto aHolanda, dar solamente a los pobres cincuentamilflorines; a fin de cuentas, ya es mucho para un hombre que no debeabsolutamentenada.Luego,conlosotroscincuentamil,realizaréexperimentos.Con esos cincuenta mil florines, quiero llegar a perfumar el tulipán. ¡Oh! Sillegara a dar al tulipán el olor de la rosa o del clavel, o incluso un olorcompletamente nuevo, lo cual aún seríamejor; si devolviera a este rey de lasflores ese perfume natural genérico que ha perdido al pasar de su trono deOrienteasutronoeuropeo,elquedebedetenerenIndia,enGoa,enBombay,enMadrás, y sobre todo en aquella isla donde antiguamente, segúnme aseguran,estuvo el paraíso terrenal y que se llamaCeilán. ¡Ah! ¡Qué gloria! Preferiría,digo, preferiría ser entonces Cornelius van Baerle que Alejandro, César oMaximiliano.»¡Losadmirablesbulbos…!Y Cornelius se deleitaba en su contemplación, absorbiéndose en los más
dulcessueños.Derepente,lacampanilladesucuartosonómásfuertequedecostumbre.Corneliussesobresaltó,extendiólamanosobresusbulbosysevolvió.-¿Quiénva?-preguntó.-Señor-respondióelservidor-,esunmensajerodeLaHaya.-UnmensajerodeLaHaya…¿Quéquiere?-Señor,esCraeke.-¿Craeke,elcriadodeconfianzadelseñorJeandeWitt?¡Bueno!Queespere.-Nopuedoesperar-dijounavozenelcorredor.Yalmismotiempo,forzandolaconsigna,Craekeseprecipitóenelsecadero.Esta aparición casi violenta era una infracción tal a las costumbres
establecidas en la casadeCorneliusvanBaerle, que éste, al percibir aCraeke
queseprecipitabaenel secadero,hizocon lamano,quecubría losbulbos,unmovimientocasiconvulsivo,queenviórodandoadosdelaspreciosascebollas,unabajounamesavecinaalagranmesa,ylaotraalachimenea.-¡Aldiablo!-exclamóCorneliusprecipitándoseenpersecucióndesusbulbos-.
¿Quéocurre,Craeke?-Ocurre, señor -contestó Craeke, depositando el papel sobre la gran mesa
donde seguía la tercera cebolla-, ocurre que se os invita a leer este papel sinperderunsoloinstante.YCraeke,quehabíacreídonotarenlascallesdeDordrechtlossíntomasdeun
tumultoparecidoalqueacababadedejarenLaHaya,huyósinvolverlacabeza.-¡Está bien! ¡Está bien,mi querido Craeke! -dijo Cornelius, extendiendo el
brazobajolamesapararecuperarlapreciosacebolla-.Seleerátupapel.Luego, recogiendo el bulbo, que colocó en el hueco de su mano para
examinarlo,pensó:«¡Bueno!Ésteestá intacto. ¡VayaconeldiablodeCraeke!¡Entrarasíenmisecadero!Veamoselotro,ahora.»Y sin soltar la cebolla fugitiva,VanBaerle avanzó hacia la chimenea, y de
rodillas, con la punta de los dedos, se puso a palpar las cenizas queafortunadamenteestabanfrías.A1cabodeuninstante,sintióelsegundobulbo.«Bueno.Aquíestá.»Ycontemplándoloconunaatencióncasipaternaldijoenvozalta:-Intactocomoelprimero.Enelmismoinstante,ycuandoCornelius, todavíaderodillas,examinabael
segundobulbo,lapuertadelsecaderofuesacudidarudamenteyseabriódetalformaacontinuaciónquesintiósubirasusmejillas,asusorejas,lallamadeestamalaconsejeraquesellamacólera.-¿Quémáshay?-preguntó-.¿Sehanvueltolocostodoslosdeahídentro?-¡Señor! ¡Señor! -exclamó un criado precipitándose en el secadero con el
rostromáspálidoyelaspectomásasustadoaúndelqueteníaCraekemomentosantes.-¿Y bien? -preguntó Cornelius, presagiando una desgracia ante esta doble
infraccióndetodaslasreglas.-¡Ah,señor!¡Huid,huiddeprisa!-gritóelcriado.-Huir,¿yporqué?-Señor,lacasaestállenadeguardiasdelosEstados.-¿Quéquieren?-Osbuscan.-¿Paraqué?-Paraarrestaros.-¿Paraarrestarme,amí?
-Sí,señor,vienenprecedidosdeunmagistrado.-¿Qué significa esto? -preguntó Van Baerle apretando sus dos bulbos en la
manoydirigiendosumiradaasombradahacialaescaleraenlaqueseoíagrantumulto.-¡Suben,suben!-gritóelservidor.-¡Oh!Miqueridoniño,midignoamo-exclamólanodrizaentrandoasuvez
enelsecadero-.¡Recogedvuestrooro,vuestrasjoyas,yhuid,huid!-Mas,¿pordóndequieresquehuya,nodriza?-preguntóVanBaerle.-Saltadporlaventana.-Sietemetros.-Caeréissobredosmetrosdetierrablanda.-Sí,perocaerésobremistulipanes.-Noimporta,saltad.Corneliuscogióel tercerbulbo,seacercóalaventana,laabrió,peroanteel
destrozo que iba a ocasionar en sus platabandas,muchomás todavía que a lavistadeladistanciaqueteníaquefranquear,resolvió:Jamás.Ydiounpasohaciaatrás.Enestemomentoseveíaapuntaratravésdelosbarrotesdelabarandilladela
escaleralasalabardasdelossoldados.Lanodrizaalzólosbrazasalcielo.EncuantoaCorneliusvanBaerle,hayquedecirloenelogio,nodelhombre,
sinodeltulipanero,suúnicapreocupaciónfueparasusinestimablesbulbos.Buscóconlosojosunpapeldondeenvolverlos,percibiólahojadelaBiblia
depositadaporCraekesobreelsecadero, lacogiósinacordarse, tangrandeerasu turbación,dedóndeprocedíaaquellahoja, envolvióenella sus tresbulbos,losocultóensupechoyesperó.Lossoldados,precedidosporelmagistrado,entraronenelmismoinstante.-¿Sois vos el doctorCornelius vanBaerle? -preguntó elmagistrado, aunque
reconoció perfectamente al joven; pero en esto, se ajustaba a las reglas de lajusticia,loquedaba,comoseve,unagravedadalainterrogación.-Losoy,maeseVanSpennen-respondióCorneliussaludandograciosamenteal
juez-,yvoslosabéisbien.-Entonces,entregadnoslospapelessediciososqueocultáisenvuestracasa.-¿Papeles sediciosos? -exclamó Cornelius completamente aturdido por el
apóstrofe.-¡Oh!Nooshagáiselsorprendido.-Osjuro,maeseVanSpennen-replicóCornelius-,queignorocompletamente
loquevosqueréisdecir.
-Entonces,voyaexplicároslo,doctor -dijoel juez-.Entregadnos lospapelesque el traidor Corneille deWitt depositó en vuestra casa en el mes de eneroúltimo.UnrelámpagocruzóporlamentedeCornelius.-¡Oh!¡Oh!-exclamóVanSpennen-.Ahoracomenzáisarecordar,¿verdad?-Sinduda;perovoshabláisdepapelessediciosos,yyonoposeoningúnpapel
deesegénero.-¡Ah!¿Lonegáis?-Naturalmente.Elmagistradosevolvióparaabarcardeunaojeadatodoelcuarto.-¿Cuáleslahabitacióndevuestracasaquesellamaelsecadero?-preguntó.-Justamenteéstaenlaquenoshallamos,maeseVanSpennen.Elmagistradomiródereojounapequeñanotacolocadaenlaprimerafilade
suspapeles.-Estábien-dijocomounhombrequeestáconvencido.Luego,volviéndosehaciaCornelius,preguntó:-¿Queréisentregarmeesospapeles?-Peronopuedo,maeseVanSpennen.Esospapelesnosonmíos:me loshan
entregadoatítulodedepósito,yundepósitoessagrado.-DoctorCornelius -dijo el juez-, en nombre de losEstados, os ordeno abrir
aquelcajónyentregarmelospapelesqueestánallíencerrados.Nomeobliguéisausarlaviolencia.Yconeldedoelmagistradoseñalabajustoeltercercajóndeuncofre-armario
situadoalladodelachimenea.Eraenaqueltercercajón,enefecto,dondesehallabanlospapelesentregados
por el Ruart de Pulten a su ahijado, prueba de la que la policía había sidoperfectamenteinformada.-¡Ah! ¿No queréis? -dijo Van Spennen, viendo que Cornelius permanecía
inmóvildeestupefacción-.Puesvoyaabriryomismo.Y abriendo el cajón en toda su longitud, elmagistrado puso al descubierto
primeramente una veintena de cebollas, alineadas y etiquetadas con cuidado,luegoelpaquetedepapelesqueseguíanenelmismoestadoexactamentecomohabíasidoentregadoasuahijadoporeldesgraciadoCorneilledeWitt.Elmagistrado rompió los sellos, desgarró el sobre, lanzó una ávidamirada
sobrelasprimerashojasqueaparecieronantesusojos,yexclamóconunavozterrible:-¡Ah!¡Lajusticianohabía,pues,recibidounfalsoaviso!-¡Cómo!-dijoCornelius-.¿Quéesesto?-¡Ah! No os hagáis más el ignorante, señor Van Baerle -respondió el
magistrado-,yseguidme.-¡Cómo!¡Queossiga!-exclamóeldoctor.-Sí,porqueennombredelosEstados,yoosarresto.NosearrestabatodavíaennombredeGuillermodeOrange.Nohacíabastante
tiempoqueeraestatúderparaesto.-¡Arrestadme!-exclamóCornelius-.Pero¿quéhehechoentonces?-Estonomecompete,doctor,osexplicaréisantevuestrosjueces.-¿Dónde?-EnLaHaya.Cornelius,estupefacto,abrazóasunodriza,queperdióelconocimiento,diola
manoasusservidores;quesedeshacíanenlágrimas,ysiguióalmagistrado,elcualloencerróenuncochecomounprisionerodeEstado,ylohizoconduciralgalopeaLaHaya.
8CapítuloUnadesaparición
Loqueacababadesucederera,comosesupone, laobradiabólicadeMynheerIsaacBoxtel.Recordamosquecon laayudadesu telescopio,nohabíaperdidounsolodetalledeaquellaentrevistadeCorneilledeWittconsuahijado.Recordamosquenohabíaoídonada,peroquelohabíavistotodo.Recordamosquehabíaadivinadolaimportanciadelospapelesconfiadospor
elRuartdePultenasuahijado,viendoaésteencerrarcuidadosamenteelpaqueteaélentregadoenelcajóndondeguardabalascebollasmáspreciosas.Resultaba, pues, que cuando Boxtel, que seguía la política conmuchamás
atención que su vecino Cornelius, supo que Corneille de Witt había sidoarrestado como culpable de alta traición hacia los Estados, pensó que, por suparte, no tendría probablementemás que decir una palabra para hacer arrestartambiénalahijado.Sinembargo,porfelizquesesintieraelcorazóndeBoxtel,temblóalprincipio
ante la ideadedenunciaraunhombre,máximeporqueaquelladenunciapodíaconducirlealpatíbulo.Peroloterribledelasmalasideas,esque,pocoapoco,losmalosespíritussefamiliarizanconellas.Por otra parte, Mynheer Isaac Boxtel se envalentonaba con este
sofisma:«Corneille de Witt es un mal ciudadano, ya que es acusado de altatraición y arrestado.» «Yo soy un buen ciudadano, ya que no soy acusadoabsolutamentedenadaysoy librecomoelaire.»«Ahorabien,siCorneilledeWitt es un mal ciudadano, lo cual es cosa cierta, ya que es acusado de altatraición y arrestado, su cómplice, Cornelius van Baerle, no es menos malciudadanoqueél.»«Asípues,comosoyunbuenciudadano,yesdeberde losbuenos ciudadanos denunciar a los malos ciudadanos, es deber mío, IsaacBoxtel,denunciaraCorneliusvanBaerle.»Peroesterazonamientonohubieratalvez,porespeciosoquefuera,adquirido
un imperio completo sobre Boxtel, y quizá el envidioso no hubiese cedido alsimpledeseodevenganzaqueleroíaelcorazón,sialunísonodeldemoniodelaenvidianohubiera surgidoeldemoniode lacodicia.Boxtelno ignorabahastaquépuntohabíallegadoVanBaerleensubúsquedadelgrantulipánnegro.Por
modesto que fuera Cornelius, no había podido ocultar a susmás íntimos queteníalacasicertezadeganarenelañodegraciade1673elpremiodecienmilflorinesinstituidoporlaSociedadHortícoladeHaarlem.YestacasicertezadeCorneliusvanBaerlehacíaconsumirenfiebreaIsaac
Boxtel.SiCornelius era arrestado, estoocasionaría evidentementeungran trastorno
en la casa. En la noche que siguiera al arresto, nadie pensaría en vigilar lostulipanesdeljardín.Yenaquellanoche,Boxtelsaltaríaelmuro,ycomosabíadóndeencontrarla
cebollaquedebíadarelgrantulipánnegro,selallevaría;enlugardeflorecerenla casa de Cornelius, el tulipán negro florecería en la suya, y él sería quienconsiguiera el premiode los cienmil florines, envezdeCornelius, sin contarcon ese honor supremo de llamar a la nueva flor Tulipa nigra Boxtellensis.Resultadoquesatisfacíanosolamentesuvenganza,sinosucodicia.Despierto,nopensabamásqueenelgrantulipánnegro;dormido,nosoñaba
másqueconél.Por último, el 19 de agosto, hacia las dos de la tarde, la tentación fue tan
fuertequeMynheerIsaacnopudoresistirlamástiempo.En consecuencia, envió una denuncia anónima, la cual reemplazaba la
autenticidadporlaprecisión,ylaechóalcorreo.Jamáspapel venenosodeslizado en losbuzonesdeVeneciaprodujounmás
rápidoyterribleefecto.Aquellamismanoche,elprincipalmagistradorecibiólacomunicación;enel
mismoinstanteconvocóasuscolegasparalamañanasiguiente.Aldíasiguienteporlamañanaestabanreunidos,habíandecididoelarrestoyentregadolaorden,afindequefueraejecutada,amaeseVanSpennen,quelahabíadesempeñado,comohemosvisto, con el deber de un dignoholandés, arrestando aCorneliusvanBaerleenelprecisomomentoenquelosorangistasdeLaHayaasabanlosdespojosdeloscadáveresdeCorneilleydeJeandeWitt.Pero,seaporvergüenzaopordebilidadanteelcrimen,IsaacBoxtelnohabía
tenidoelvalordeasestaraqueldíasutelescopio,nisobreel jardín,nisobreeltaller, ni sobre el secadero. Sabíamuy bien lo que iba a pasar en la casa delpobre Cornelius para tener necesidad de mirar en ella. Incluso no se levantócuandosuúnicocriadoqueenvidiaba la suertede loscriadosdeCorneliusnomenos amargamente que Boxtel envidiaba la suerte del amo, entró en suhabitación.Boxtelledijo:-Hoynomelevantaré;estoyenfermo.Hacia las nueve, oyó un gran ruido en la calle y tembló ante lo que
significaba;enesemomentoestabamáspálidoqueunverdaderoenfermo,más
temblorosoqueunverdaderofebril.EntrósucriadoyBoxtelseocultóbajolasábana.-¡Ah,señor!-exclamóelcriado,nosinimaginarsequeiba,aundeplorandola
desgraciaocurridaaVanBaerle,aanunciarunabuenanoticiaa suamo-. ¡Ah,señor!¿Nosabéisloquepasaenestemomento?-¿Cómoquierestúquelosepa?-respondióBoxtelconvozcasiininteligible.-¡Pues bien! En estemomento,mi señor Boxtel, están arrestando a vuestro
vecino el doctor Cornelius van Baerle, como culpable de alta traición a losEstados.-¡Bah!-murmuróBoxtelconvozdébil-.¡Noesposible!-¡Cáspita!Estoes loquesedice,por lomenos;porotraparte,acabodever
entrarensucasaaljuezVanSpennenyalosarqueros.-¡Ah!Siloshasvisto-dijoBoxtel-esotracosa.-En todo caso, voy a informarme -anunció el criado- y estad tranquilo, os
mantendréalcorriente.Boxtelsecontentóconaprobarconunsignoelcelodesucriado.Éstesalióyvolvióaentrarquinceminutosdespués.-¡Oh,señor!Todoloqueoshecontado-dijo-eslapuraverdad.-¿Cómo?-Hanarrestadoal señorVanBaerle; lohanmetidoenuncocheyacabande
expedirloaLaHaya.-¡ALaHaya!-Sí,donde,siloquedicenesverdad,noharábuentiempoparaél.-¿Yquédicen?-preguntóBoxtel.-¡Cáspita,señor!Sedice,peronoesmuyseguro,quelosburguesesdebende
estaraestahoraasesinandoalosseñoresCorneilleyJeandeWitt.-¡Oh! -murmuró o más bien hipó Boxtel cerrando los ojos para no ver la
terribleimagenqueseofrecíasindudaasumirada.«¡Cáspita!-exclamóparasíelcriadoalsalir-.EsprecisoqueMynheerIsaac
Boxtel esté muy enfermó para no haber saltado del lecho ante semejantenoticia.»Enefecto, IsaacBoxtel estabamuyenfermo;enfermocomounhombreque
acabade asesinar a otro.Pero él había asesinado a ese hombre conunadoblefinalidad;laprimeraestabacumplida,faltabacumplirlasegunda.Llególanoche.LanochequeesperabaBoxtel.Selevantódellechoypocodespuéssesubíaalsicomoro.Había calculado bien: nadie pensaba en guardar el jardín; casa y criados
estabantrastornados.Oyósonarsucesivamentelasdiez,lasonceymedianoche.A la medianoche, con el corazón brincándole, las manos temblorosas y el
rostro lívido,descendiódelárbol,cogióunaescalera, laaplicócontraelmuro,subióhastaelpenúltimoescalónyescuchó.Todoestabatranquilo.Niunruidoturbabaelsilenciodelanoche.Unasolaluzbrillabaentodalacasa.Ladelanodriza.EsesilencioyestaoscuridadenardecieronaBoxtel.Pasó una pierna por encima del muro, deteniéndose un momento sobre el
remate;luego,biensegurodequenohabíanadaquetemer,pasólaescaleradesujardínaldeCorneliusydescendió.Después, como sabía exactamente el lugar donde se hallaban enterrados los
bulbosdel futuro tulipánnegro, corrió en sudirección, siguiendo sin embargolossenderosparanosertraicionadoporlahuelladesuspasos,y,llegadoalsitiopreciso,conunaalegríasalvaje,hundiósusmanosenlatierrablanda.Noencontrónadaycreyóhaberseequivocado.Mientrastanto,elsudorperlabasufrente.Buscóallado:nada.Buscóaladerecha,alaizquierda:nada.Buscópordelanteypordetrás:nada.Lefaltópocoparavolverseloco,cuandosediocuentaporúltimoquelatierra
estabaremovidayadesdeaquellamismamañana.Enefecto,mientrasBoxtelsehallabaenellecho,Corneliushabíadescendido
asu jardíndesenterrando lacebolla,ycomohemosvisto, lahabíadivididoentresbulbos.Boxtelnopodíadecidirseaabandonarellugar.Habíarevueltoconsusmanos
másdetresmetroscuadrados.Finalmente,yanolequedóningunadudadesudesgracia.Ebriodecólera,alcanzólaescalera,pasólapiernaporencimadelmuro,alzó
laescalera,tirándolaasujardínysaltótrasella.Derepente,leembargóunaúltimaesperanza.Quelosbulbosestuvieranenelsecadero.Sólosetratabadepenetrarenelsecaderocomohabíapenetradoeneljardín.Allílosencontraría.Porlodemás,latareanoeramuchomásdifícil.Lasvidrierasdelsecaderosealzabancomolasdeuninvernadero.CorneliusvanBaerlelashabíaabiertoaquellamismamañanayanadiesele
habíaocurridocerrarlas.Todoconsistíaenprocurarseunaescalerabastantelarga,unaescaleradeseis
metrosenlugardecuatro.Boxtel había observado que en la calle donde vivía había una casa en
reparación;alolargodeaquellacasahabíanlevantadounaescaleragigantesca.Esa escalera era la que necesitaba Boxtel, si los obreros no se la habían
llevado.Corrióalacasa;laescaleraestabaallí.Lacogióyselallevócongrantrabajoasujardín;conmástrabajotodavía,la
apoyó contra el muro que dividía su casa de la de su vecino Cornelius vanBaerle.Laescaleraalcanzabadejustezalascelosías.Boxtel se metió una linterna sorda encendida en su bolsillo, subió por la
escaleraypenetróenelsecadero.Llegadoaesetabernáculo,sedetuvo,apoyándosecontralamesa;laspiernas
leflaqueabanysucorazónlatíahastaahogarle.Allí,eratodavíapeorqueeneljardín:sediríaqueelairedelcampoquitabaa
la propiedad lo que tenía de respetable; el que salta por encima de un seto oescalaunmuro,sedetieneantelapuertaolaventanadeunahabitación.Enel jardín,Boxtelnoeramásqueunmerodeador;enlahabitación,eraun
ladrón.Sinembargo, recobróelvalor:nohabía llegadohastaallípara regresarasu
casaconlasmanosvacías.Y se puso a buscar, a abrir y cerrar todos los cajones, a incluso el cajón
privilegiado donde había estado el depósito que acababa de ser tan fatal aCornelius; encontró, como en un jardín, etiquetadas las plantas, la Joannis, laWitt,eltulipánmarrón,eltulipáncafétostado,perodeltulipánnegroomásbiende los bulbos donde estaba todavía dormido y oculto en los limbos de lafloración,nohabíaningunaseñal.Y, sin embargo, en el registro de las simientes y de los bulbos llevado por
partida doble por Van Baerle con más cuidado y exactitud que el registrocomercialdelasprimerasfirmasdeAmsterdam,Boxtelleyóestaslíneas:Hoy,20de agosto de 1672, he desenterrado la cebolla del gran tulipán negro que heseparadoentresbulbosperfectos.-¡Esos bulbos! ¡Esos bulbos! -aulló Boxtel devastando todo el secadero-.
¿Dóndehapodidoocultarlos?Luego,derepente,golpeándoselafrentehastaaplastarseelcerebro,exclamó
envozalta:-¡Oh! ¡Miserabledemí! ¡Ah, tresvecesperdidoBoxtel! ¿Esquealguien se
separadesusbulbos,esquealguienlosabandonaenDordrechtcuandoseparteparaLaHaya, esquealguienpuedevivir sinesosbulbos, cuandoesosbulbosson los del gran tulipán negro? ¡Habrá tenido tiempo de cogerlos, el muyinfame!¡Lostieneencima,seloshallevadoaLaHaya!FuecomounrelámpagoquemostraraaBoxtelelabismodeuncrimeninútil.
Cayófulminadosobreaquellamismamesa,enaquelmismolugardonde,unashoras antes, el infortunado Baerle había admirado tan largo rato y tandeliciosamentelosbulbosdeltulipánnegro.«¡Pues bien! Después de todo -se dijo el envidioso, levantando su lívida
cabeza-,siéllostiene,sólopuedeguardarlosmientrasestévivo,y…»Elrestodesuhorriblepensamientoseabsorbióenunaespantosasonrisa.«LosbulbosestánenLaHaya-pensó-.Noes,pues,enDordrechtdondehede
vivir.»«¡ALaHayaaporlosbulbos!¡ALaHaya!»Y Boxtel, sin prestar atención a las inmensas riquezas que abandonaba,
preocupado por aquella otra inestimable riqueza, salió por la celosía, se dejódeslizara lo largode laescalera, llevóel instrumentoderoboadonde lohabíacogido,y,parecidoaunanimaldepresa,entrórugiendoensucasa.
9CapítuloLahabitaciónfamiliar
EraalrededordelamedianochecuandoelpobreVanBaerlefueencarceladoenlaprisióndelaBuytenhoff.LoqueprevieraRosahabíasucedido.AlhallarlaceldadeCorneillevacía,la
cóleradelpueblohabíasidogrande,ysisupadreGryphussehubieraencontradoalalcancedeaquellosfuriososhabríapagadoevidentementeporsuprisionero.Pero aquella cólera se había saciado largamente en los dos hermanos, que
habían sido alcanzados por los asesinos, gracias a la precaución tomada porGuillermo, el hombre de las precauciones, de hacer cerrar las puertas de laciudad.Habíallegado,pues,elmomentoenquelaprisiónsehabíavaciadoydondeel
silencio había sucedido al espantoso tronar de aullidos que rodaba por lasescaleras.Rosahabía aprovechado aquelmomentopara salir de su escondrijo y había
hecho salir a su padre. La prisión estaba completamente desierta; ¿para quéquedarseenlaprisióncuandosedegollabaenlaTol-Hek?GryphussaliótodotemblorosodetrásdelavalienteRosa.Fueronacerrarbien
que mal la gran puerta, y decimos bien que mal, porque estaba mediodesvencijada.Seveíaqueel torrentedeunapoderosacólerahabíapasadoporallí.Hacia las cuatro, se oyó volver el ruido, pero ese ruido no tenía nada de
inquietante para Gryphus y su hija. Ese ruido era el de los cadáveres quearrastrabanyqueveníanaocuparellugaracostumbradodelasejecuciones.Rosaseocultóunavezmás,paranoverelhorribleespectáculo.AmedianochellamaronalapuertadelaBuytenhoff,omásbienalabarricada
quelareemplazaba.TraíanaCorneliusvanBaerle.-AhijadodeCorneilledeWitt-murmuróGryphusconsusonrisadecarcelero
tras leer en la tarjeta de registro la calidad del prisionero-. Ah, joven, aquítenemosjustamentelahabitaciónfamiliar;oslavamosadar.Yencantadopor el chistequeacababadehacer, el ferozorangista cogió su
farolylasllavesparaconduciraCorneliusalaceldaqueaquellamismamañana
había abandonadoCorneille deWitt para ir al exilio tal como lo entienden entiempoderevoluciónesosgrandesmoralistasquedicencomounaxiomadealtapolítica:-Solamentelosmuertosnovuelven.Gryphussepreparó,pues,paraconduciralahijadoalaceldadesupadrino.Por el camino que tenía que recorrer para llegar a esa habitación, el
desesperadofloristanooyónadamásqueelladridodeunperro,nivionadamásqueelrostrodeunajoven.Elperrosaliódesucasetaexcavadaenelmurosacudiendounagruesacadena,
yolfateóaCorneliusa finde reconocerloenelmomentoenque leordenarandevorarlo.Lajoven,cuandoelprisionerohizogemirlabarandilladelaescalerabajosu
mano entorpecida, entreabrió el postigo de la habitación en la que vivía en elhuecodeesamismaescalera.Yconlalámparaenlamanoderecha,alumbróalmismo tiempo su encantador rostro rosado enmarcado por una admirablecabellerarubiadeespesasguedejas,mientrasconla izquierdacruzabasobreelpechosublancocamisón,porquehabíasidodespertadadesuprimersueñoporlainesperadallegadadeCornelius.Aquel era realmente un hermoso cuadro para pintar y en todo digno del
maestroRembrandt:esaespiralnegradelaescalerailuminadaporelfarolrojizodeGryphus,conlasombríafiguradelcarceleroenloalto,lamelancólicafiguradeCorneliusque se inclinaba sobre labarandillaparamirar;pordebajodeél,encuadradoporelpostigoluminoso,elsuaverostrodeRosa,ysugestopúdicoun poco inútil tal vez por la posición elevada de Cornelius, colocado sobreaquellos escalones desde donde su mirada acariciaba vaga y tristemente loshombrosblancosyredondosdelajoven.Y, abajo, completamente en la sombra, en ese lugar de la escalera donde la
oscuridad hace desaparecer los detalles, los ojos de carbunclo del moloso[4],sacudiendosucadenadeeslabonesalacualladobleluzdelalámparadeRosaydelfaroldeGryphusveníaaagregarleunasbrillanteslentejuelas.Peroloqueelsublimemaestronohabríapodidoplasmarensucuadro,erala
expresión dolorosa que apareció en el rostro de Rosa cuando vio a aquelhermoso joven, pálido, subir la escalera lentamente y pudo aplicarle esassiniestraspalabraspronunciadasporsupadre:-Tendréislahabitaciónfamiliar.Estavisiónduróunmomento,muchomáscortodelquehemosempleadoen
describirla. Luego, Gryphus continuó su camino, Cornelius se vio obligado aseguirle, y cinco minutos después entraba en el calabozo que resulta inútildescribir,porqueellectoryaloconoce.
Gryphus,despuésdehabermostradoconeldedoalprisioneroellechosobreelquetantohabíasufridoelmártirqueenaquellamismajornadahabíarendidosualmaaDios,recogiósufarolysalió.En cuanto a Cornelius, una vez solo, se arrojó sobre el lecho, pero no se
durmió.NocesódefijarsumiradaenlaestrechaventanaenrejadaquetomabasudíadelaBuytenhoff;deestaformavioblanquearmásalládelosárboleseseprimerrayodeluzqueelcielodejacaersobrelatierracomounblancomanto.Aquíyallá,durantelanoche,algunosrápidoscaballoshabíangalopadoporla
Buytenhoff; los pasos pesados de las patrullas habían golpeado los pequeñosguijarrosredondosdelaplaza,ylasmechasdelosarcabuces,encendiéndosealviento del oeste, habían lanzado hasta los vidrios de la prisión intermitentesdestellos.Pero cuando el naciente día argentó la techumbre acaballada de las casas,
Cornelius, impaciente por saber si algo vivía a su alrededor, se acercó a laventanaypaseócircularmenteuna tristemirada.Enelextremode laplaza, sealzaba una masa negruzca teñida de azul oscuro por las brumas matinales,destacandosobrelaspálidascasassusiluetairregular.Corneliusreconocióelpatíbulo.Deestepatíbulo colgabandos informespingajosqueno eranmásqueunos
esqueletostodavíasangrantes.ElbuenpueblodeLaHayahabíadespedazadolascarnesdesusvíctimas,pero
lashabía traído fielmentealpatíbuloparadarpretextoaunadoble inscripcióntrazada sobre una enorme pancarta.Y sobre aquella pancarta, con sus ojos deveintiochoaños,Corneliusconsiguióleerlaslíneastrazadasconelgruesopinceldealgúnembadurnadorderótulos:Aquícuelgan:elgrancriminalllamadoJeandeWitt, y el pequeñobribónCorneilledeWitt, suhermano,dos enemigosdelpueblo,perograndesamigosdelreydeFrancia.Cornelius lanzó un grito de horror, y en un transporte de terror delirante
golpeó la puerta con pies ymanos, tan rudamente y tan precipitadamente queGryphusacudiófurioso,consumanojodeenormesllavesenlamano.Abriólapuertaprofiriendohorriblesimprecacionescontraelprisioneroquele
importunabaenhorasenlasquenoseacostumbrabaaimportunar.-¡Encimaesto!OtroDeWittfurioso-exclamó-.¡PeroestosDeWitttienenel
diabloenelcuerpo!-Señor, señor -dijo Cornelius agarrando al carcelero por el brazo y
arrastrándolehacialaventana.-Señor,¿quéheleídoalláabajo?-¿Dónde?-Enaquellapancarta.Ytemblando,pálidoyjadeante,leseñaló,enelfondodelaplaza,elpatíbulo
coronadoporlacínicainscripción.Gryphusseechóareír.-¡Ah,eso!-respondió-.Sí,lahabéisleído…¡Puesbien,miqueridoseñor!,ahí
es donde se llega cuando semantienen relaciones con los enemigos del señorpríncipedeOrange.-¡Los señores De Witt han sido asesinados! -murmuró Cornelius, el sudor
bañándolelafrenteydejándosecaersobreelcolchón,losbrazoscolgando,losojoscerrados.-Los señores DeWitt han sufrido la justicia del pueblo -replicó Gryphus-.
¿Llamáisaesoasesinato?Yodigomejor,ejecutados.Y, viendo que el prisionero no sólo se había calmado, sino que permanecía
postrado,saliódelacelda,tirandodelapuertaconviolencia,yhaciendocorrerloscerrojosconruido.Volviendoensí,Corneliussehallósoloyreconocióelaposentoenelquese
encontraba, la "habitación familiar", como la había llamadoGryphus, comoelpasofatalquehabíadeconducirleaunatristemuerte.Ycomoeraunfilósofo,comoerasobretodouncristiano,comenzóporrogar
por el alma de su padrino, luego por la del ex gran pensionario; después, porúltimo,seresignóélmismoatodoslosmalesqueDiosquisieraenviarle.Luego,despuésdehaberdescendidodelcieloalatierra,dehaberentradode
latierraasucalabozo,dehaberseaseguradobiendequeenelcalabozoestabasolo,sacódesupecholostresbulbosdeltulipánnegroylosocultódetrásdelapiedradeareniscasobre laquesecolocabaelcántaro tradicional,enel rincónmásoscurodelacelda.¡Inútil labor de tantos años! ¡Destrucción de tan dulces esperanzas! ¡Su
descubrimientoibapuesadesembocarenlanadacomoélenlamuerte…!Enestaprisión,sinunabriznadehierba,sinunátomodetierra;sinunrayodesol.Anteesepensamiento,Corneliusentróenunasombríadesesperanzadelaque
nosaliómásqueporunacircunstanciaextraordinaria.¿Cuálfueesacircunstancia?Estoesloquenosreservamosparaexplicarenelcapítulosiguiente.
10CapítuloLahijadelcarcelero
Aquellamismatarde,cuandotraíalapitanzadelprisionero,Gryphus,alabrirlapuerta de la prisión, resbaló en el húmedo enlosado y trastabilló intentandosostenerse.Pero,apoyandolamanoenfalso,serompióelbrazoporencimadelamuñeca.Corneliushizounmovimientohaciaelcarcelero.-Noesnada-dijoGryphusnodándosecuentadelagravedaddelaccidente-.
Noosmováis.Y quiso levantarse apoyándose sobre su brazo, pero el hueso se le dobló;
solamenteentoncessintióGryphuseldolorylanzóungrito.Comprendióque teníaelbrazo roto,yestehombre tanduropara losdemás
cayó desmayado sobre el umbral de la puerta, donde se quedó inerte y frío,parecidoaunmuerto.Durante ese tiempo, la puerta de la prisión había permanecido abierta, y
Corneliussehallabacasilibre.Peronoseleocurriólaideadeaprovecharsedeesteaccidente;habíavistola
formaenqueelbrazo sehabíadobladoyel ruidoquehabíahecho; sabíaqueexistíafracturaydolor;nopensóenotracosaqueensocorreralherido,pormalintencionadoquelehubieraparecidoenlaúnicaentrevistaquehabíatenidoconél.Al ruidoqueGryphushizoal caer, al gemidoquehabíadejadoescapar, seoyó un paso precipitado en la escalera, y a la aparición que siguióinmediatamentealrumordeesepaso,Corneliusprofirióunpequeñogritoalquerespondióelgritoagudodeunajoven.Laquehabía respondido al grito lanzadoporCornelius era la bella frisona,
que viendo a su padre tendido en el suelo y al prisionero inclinado sobre él,creyó al principio que Gryphus, cuya brutalidad conocía, había caído acontinuación de una lucha sostenida entre aquél y su padre. Corneliuscomprendió loqueocurríaenelcorazónde la jovenenelmismomomentoenquelasospechaentrabaenlamentedeaquélla.Perotraídaporlaprimeraojeadaalaverdad,yavergonzadaporloquehabía
llegadoapensar,levantóhaciaeljovensusbellosojoshúmedos,diciendo:
-Perdónygracias, señor.Perdónpor loquehabíapensado, ygracias por loquevoshacéis.Corneliusenrojeció.-Nohagomásquecumplirconmideberdecristiano-contestó-,alsocorrera
misemejante.-Sí,yalsocorrerloestatarde,habéisolvidadolasinjuriasqueosdirigióesta
mañana.Señor,estoesmásquehumanidad,esmásquecristianismo.Cornelius alzó lamirada hacia la bella niña, completamente asombrado por
haberoídosalirdelabocadeunahijadelpueblounapalabraalaveztannobleytancompasiva.Perono tuvo tiempode testimoniarle su sorpresa.Gryphus, recobradodesu
desmayo,abriólosojos,ysuacostumbradabrutalidadlevolvióconlavida:-¡Ah!Vedloqueocurre-dijo-.Sedaunoprisaentraerlacena,mecaigoal
apresurarme,alcaermerompoelbrazo,yvosmedejáisaquísobrelosladrillos.-Silencio,padremío -intervinoRosa-.Sois injustoconeste joven,alquehe
halladoocupadoensocorreros.-¡Él!-exclamóGryphusconairededuda.-Esverdad,señor,yestoydispuestoasocorrerosmás.-¿Vos?-dijoGryphus-.¿Sois,pues,médico?-Ésaesmicarreraprimitiva-contestóelprisionero.-¿Deformaquepodríaiscomponermeelbrazo?-Perfectamente.-¿Yquénecesitáisparaello,veamos?-Doscuñasdemaderayunastirasdetela.-Ya oyes,Rosa -comentóGryphus-. El prisionero va a arreglarme el brazo;
estoesunaeconomía;vamos,ayúdamealevantarme,parezcodeplomo.Rosa presentó su hombro al herido; éste rodeó el cuello de la joven con su
brazointacto,yhaciendounesfuerzo,sepusodepie,mientrasCornelius,paraahorrarle camino, empujaba hacia él un sillón. Gryphus se sentó y luego,volviéndosehaciasuhijadijo:-¡Ybien!¿Nohasoído?Veabuscarloquesetepide.Rosadescendióyregresóuninstantedespuéscondosduelasdebarrilyuna
granvendadetela.Corneliushabíaempleadoaqueltiempoenquitarlachaquetaalcarceleroyensubirlelasmangas.-¿Estoesloquedeseáis,señor?-preguntóRosa.-Sí,señorita-asintióCorneliusposandolosojossobrelosobjetostraídos-.Sí,
esoes.Ahora,acercadestamesamientrassostengoelbrazodevuestropadre.Rosaempujólamesa.Corneliuscolocóelbrazorotoencima,afindequese
hallaraplano,yconunahabilidadperfecta,reajustólafractura,adaptólacuñayapretólasvendas.
Conelúltimoalfiler,elcarcelerosedesmayóporsegundavez.-Id a buscar vinagre, señorita -pidió Cornelius-, le frotaremos las sienes y
volveráensí.Peroenlugardecumplirlaprescripciónquelehabíahecho,Rosa,despuésde
asegurarsedequesupadresehallabarealmentesinconocimiento,avanzóhaciaCornelius.-Señor-dijo-,servicioporservicio.-¿Esdecir,mibellaniña?-preguntóCornelius.-Es decir, señor, que el juez que debe interrogaros mañana ha venido a
informarsehoydelaceldaenlaqueoshallábais;quelehandichoqueocupábaisladelseñorCorneilledeWitt,yqueaesarespuesta,sehareídodeunaformatansiniestraquemehacecreerquenoosesperanadabueno.-Pero-preguntóCornelius-,¿quépuedenhacerme?-¿Véisdesdeaquíesepatíbulo?-Peroyonosoyculpableenabsoluto-replicóCornelius.-¿Loeranellos,losqueestánalláabajo,colgados,mutilados,desgarrados?-Esverdad-dijoCorneliusentristeciéndose.-Porotraparte-continuoRosa- laopiniónpúblicaquierequeseáisculpable.
Peroenfin,culpableono,vuestroprocesocomenzarámañana,pasadomañanaseréiscondenado:lascosasvandeprisaenlostiemposquecorren.-¡Ybien!¿Quéopináisdetodoesto,señorita?-Opinoqueyoestoysola,quesoydébil,quemipadreestádesmayado,queel
perro tiene el bozal puesto, que nada, por consiguiente, os impide salvaros.Salvaos,pues,estoesloqueopino.-¿Quédecís?-Digo que no he podido salvar a los señores Corneille y Jean deWitt, por
desgracia, y queme gustaría salvaros a vos. Solo que, actuad de prisa,miradcómorespirayamipadre,dentrodeunminutotalvezabrirálosojos,yentoncesseráyademasiadotarde.¿Dudáis?Enefecto,Corneliuspermanecíainmóvil,contemplandoaRosa,perocomosi
lamirarasinoírla.-¿Nocomprendéis?-insistiólajovenimpaciente.-Sí,claroquecomprendo-contestóCornelius-.Pero…-¿Pero…?-Rehúso.Osacusarían.-¿Quéimporta?-dijoRosaruborizándose.-Gracias,niña-replicóCornelius-,peromequedo.-¡Os quedáis! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡No habéis comprendido, pues, que
seréiscondenado…condenadoamuerte,ejecutadosobreunpatíbuloy talvez
asesinado,destrozadocomohanasesinadoydestrozadoalseñorJeanyalseñorCorneille!Ennombredelcielo,noosocupéisdemíyhuiddeestaceldaenqueoshalláis.Tenedcuidado,traeladesgraciaalosDeWitt.-¡Eh!-exclamóelcarcelerodespertándose-.¿Quiénhabladeesosbribones,de
esosmiserables,deesoscriminalesDeWitt?-Noosimporta,buenhombre-dijoCorneliusconsudulcesonrisa-.Lopeor
quehayparalasfracturasescalentarselasangre-luego,porlobajo,dijoaRosa-:Niñamía,yosoyinocente,esperaréamisjuecesconlatranquilidadylacalmadeuninocente.-Silencio-advirtióRosa.-Silencio,¿yporqué?-Esprecisoquemipadrenosospechequehemosconversado.-¿Quémalhabría?-¿Qué mal habría… ? Me impediría volver aquí para siempre -explicó la
joven.Corneliusrecibióestainocenteconfidenciaconunasonrisa,leparecíaqueun
pocodefelicidadlucíaensuinfortunio.-¡Y bien! ¿Qué masculláis los dos ahí? -dijo Gryphus levantándose y
sosteniendosubrazoderechoconelbrazoizquierdo.-Nada -respondió Rosa-. El señor me prescribe el régimen que habéis de
seguir.-¡Elrégimenquedeboseguir!¡Elrégimenquedeboseguir!¡Vostambién,vos
tambiéntenéisunoqueseguir,bonita!-¿Cuál,padremío?-Noveniralaceldadelosprisioneros,o,almenos,salirlomásaprisaposible;
¡caminad,pues,delantedemí,yligerita!RosayCorneliusintercambiaronunamirada.LadeRosaqueríadecir:«Yaveis.»LadeCorneliussignificaba:«¡QuesealoqueelSeñorquiera!»
11CapítuloEltestamentodeCorneliusVanBaerle
Rosa no se había equivocado. Los jueces acudieron al día siguiente a laBuytenhoff, e interrogaron a Cornelius van Baerle. Por lo demás, elinterrogatorio no fue muy largo; estaba comprobado que Cornelius habíaguardadoensucasaaquellacorrespondencia fatalde losDeWittconFrancia.Nolonegóenabsoluto.Solamente existía, a los ojos de los jueces, la duda de que aquella
correspondencialehubierasidoentregadaporsupadrino,CorneilledeWitt.Perocomo,despuésdelamuertedelosdosmártires,CorneliusvanBaerleno
tenía nada que ocultar, no solamente no negó que el depósito le había sidoconfiadoporCorneilleenpersona,sinoquetodavíacontócómo,dequéformayenquécircunstanciaslehabíasidoconfiado.Estaconfidenciaimplicabaalahijadoenelcrimendesupadrino.ExistíacomplicidadpatenteentreCorneilleyCornelius.Corneliusnoselimitóaestaconfesión:dijotodalaverdadconrespectoasus
simpatías, sus costumbres y sus familiaridades. Explicó su indiferencia enpolíticas,suamorporelestudio,porlasartes,porlascienciasyporlasflores.Contóquenunca,desdeeldíaenqueCorneillehabíavenidoaDordrechty lehabíaconfiadoaqueldepósito,lohabíatocadoniinclusomirado.Seleobjetóqueaeserespectoeraimposiblequedijeralaverdad,yaquelos
papelesestabanencerradosjustamenteenunarmariodondecadadíasehundíanlasmanosylosojos.Cornelius respondióqueesoeraverdad,peroqueélnometía lamanoenel
cajónmás que para asegurarse de que sus cebollas estaban bien secas; y quesolamentedirigíalamiradaaélparaasegurarsedesisuscebollascomenzabanagerminar.Se le objetó que su pretendida indiferencia con respecto a ese depósito no
podía sostenerse razonablemente, porque resultaba imposible que habiendorecibido semejantes documentos de mano de su padrino, no conociera suimportancia.AloqueélrespondióquesupadrinoCorneilleleamabamuchoy,sobretodo,
queeraunhombredemasiadoprudentecomoparahaberledichonadaacercadelcontenidodeaquellospapeles,yaqueestaconfidencianohubieraservidomásqueparaatormentaraldepositario.Se le objetó que si el señor DeWitt hubiera actuado de esa forma, habría
añadido al paquete en caso de accidente, un certificado constatando que suahijado era completamente extraño a esa correspondencia, o bien, durante suproceso,lehabríaescritoalgunacartaquepudieseservirparasujustificación.Cornelius respondióqueprobablementesupadrinonohabíapensadoquesu
depósito corriera ningún peligro, oculto como estaba en un armario que eraconsiderado tan sagrado como el Arca por toda la casa Van Baerle; que porconsiguientehabíajuzgadoelcertificadoinútil;que,encuantoaunacarta,teníaalgúnrecuerdodequeunmomentoantesdesuarresto,ycuandoestabaabsortoenlacontemplacióndeunacebolladelasmásraras,elservidordelseñorJeandeWitthabíaentradoenelsecaderoylehabíaentregadounpapel;peroquedetodoaquellonolehabíaquedadomásqueunrecuerdoparecidoalquesetienedeunavisión,queelsirvientehabíadesaparecido,yqueencuantoalpapel,talvezseencontraríasiselebuscababien.En cuanto a Craeke, era imposible hallarlo, teniendo en cuenta que había
abandonadoHolanda.Yenlo tocantealpapel,era tanpocoprobablequeseencontrara,quenose
tomaroneltrabajodebuscarlo.ElmismoCornelius no insistiómucho sobre ese punto, ya que, suponiendo
que aquel papel se hallara, podía no tener ninguna relación con lacorrespondenciaqueconstituíaelcuerpodeldelito.LosjuecesparecieronquererempujaraCorneliusadefendersemejordeloquelohacía;utilizaronfrenteaélaquellabenignapacienciaquedenotaobienaunmagistrado interesadoporelacusado, o bien a un vencedor que abate a su adversario, y que, siendocompletamentedueñodeél,notienenecesidaddeoprimirloparaperderlo.Cornelius no aceptó en absoluto esta hipócrita protección, y en la última
respuestaqueprofirióconlanoblezadeunmártirylacalmadeunjusto,dijo:-Mepreguntáis,señores,cosasalasquenotengonadaqueresponder,sinola
exactaverdad.Ahorabien,laexactaverdadesésta.Elpaqueteentróenmicasapor el camino que he explicado; protesto delante deDios que ignoraba y queignorotodavíasucontenido;quesolamenteeneldíademiarrestosupequeesedepósito era la correspondencia del ex gran pensionario con el marqués deLouvois. Protesto, finalmente, que ignoro cómo ha podido saberse que esepaquete estaba en mi casa, y sobre todo cómo puedo ser culpable por haberrecogidoloquemetraíamiilustreydesgraciadopadrino.ÉstefuetodoelalegatodeCornelius.Losjuecesdeliberaron.
Consideraron:Quetodobrotededisensióncivilesfunestoporcuantoresucitalaguerraqueatodosinteresaextinguir.Uno de ellos, y era un hombre que pasaba por un profundo observador,establecióqueesejoventanflemáticoenapariencia,debíadesermuypeligrosoenrealidad,supuestoquedebíaocultarbajosumantodehieloqueleservíadeenvolturaunardientedeseodevengaralosseñoresDeWitt,susallegados.Otro hizo observar que el amor a los tulipanes se alía perfectamente con lapolítica, y que está históricamente probado que varios hombres de los máspeligrososhantrabajadoenunjardínnimásnimenoscomosifuerasuoficio,aunque en el fondo estuvieran ocupados realmente en otra cosa. Ejemplo,TarquinoelViejo, que cultivaba adormideras enCumas, y el granCondé, queregabasusclavelesenlafortalezadeVicennes,yelloenelmomentoenqueelprimeromeditabasuregresoaRomayelsegundosusalidadelaprisión.Eljuezconcluyóconestedilema:
O Cornelius van Baerle quiere mucho a los tulipanes o quiere mucho a lapolítica;enunoaotrocaso,noshamentido:enprimerlugarporqueestáprobadoqueseocupabadelapolíticayelloporlascartasquesehanhalladoensucasa;acontinuaciónporquesehaprobadoqueseocupabadelostulipanes.Losbulbosque están allí dan fe de ello. Finalmente, y aquí está la enormidad; ya queCornelius vanBaerle se ocupaba a la vez de los tulipanes y de la política, elacusado era, pues, de una naturaleza híbrida, de una organización anfibia,trabajandocon igualardor lapolíticayel tulipán, loque leotorgaría todos loscaracteresdelaespeciedehombresmáspeligrososparalatranquilidadpública,yunaciertaomásbien,unacompletaanalogíaconlosgrandescerebrosdelosqueTarquinoelViejoyelseñorDeCondéproporcionabanhaceunmomentounejemplo.El resultado de todos esos razonamientos fue que el príncipe estatúder de
Holanda sentiría, sin duda alguna, un agradecimiento infinito hacia lamagistratura de La Haya por simplificarle la administración de las SieteProvincias, al destruir hasta el menor germen de conspiración contra suautoridad.Este argumento privó sobre todos los otros, y para destruir eficazmente el
germen de las conspiraciones, fue pronunciada por unanimidad la pena demuerte contraCornelius vanBaerle, culpable y convicto de haber participado,bajolasinocentesaparienciasdeunaficionadoalostulipanes,enlasdetestablesintrigas y en los abominables complots de los señores De Witt contra lanacionalidadholandesa,yensussecretasrelacionesconelenemigofrancés.LasentenciallevabasubsidiariamentequeelsusodichoCorneliusvanBaerle
seríasacadodelaprisióndelaBuytenhoffparaserconducidoalcadalsoerigidoenlaplazadelmismonombre,dondeelejecutorde lascondenas lecortaría lacabeza.Como esta deliberación había sido formal, había durado unamedia hora, y
duranteestamediahora,elprisionerohabíasidoreintegradoasuprisión.FueallídondeelescribanodelosEstadosvinoaleerleelfallo.MaeseGryphus estaba retenido en su lecho por la fiebre que le causaba la
fracturadesubrazo.Susllaveshabíanpasadoalasmanosdeunodesuscriadossupernumerarios, y detrás de ese criado, que había introducido al escribano,Rosa,labellafrisona,habíavenidoacolocarseenelrincóndelapuerta,conunpañuelosobrelabocaparaahogarsussuspirosysussollozos.Corneliusescuchólasentenciaconunrostromásasombradoquetriste.Leídalasentencia,elescribanolepreguntósiteníaalgoqueobjetar.-Pormife,no-respondió-.Confiesosolamentequeentretodoslosmotivosde
muerte que un hombre precavido puede prever para evitarlos, no hubiesesospechadojamáséste.Tras esta respuesta, el escribano saludó a Cornelius vanBaerle con toda la
consideraciónqueesetipodefuncionariosconcedenalosgrandescriminalesdetodogénero.-A propósito, señor escribano -dijo Cornelius, cuando aquél se disponía a
salir-.¿Paraquédíaeslacosa,simehacéiselfavor?-Pues,parahoy-respondióelescribano,unpocomolestoporlasangrefríadel
condenado.Unsollozoestallódetrásdelapuerta.Corneliusse inclinóparaverquiénhabíadejadoescaparaquelsollozo,pero
Rosa,adivinandoelmovimiento,sehabíaechadohaciaatrás.-Y-añadióCornelius-,¿aquéhoraeslaejecución?-Almediodía,señor.-¡Diablo! -exclamó Cornelius-. Me parece que he oído dar las diez hace
menosdeveinteminutos.Notengotiempoqueperder.-ParareconciliarosconDios,sí,señor-dijoelescribanoinclinándosehastael
suelo-,ypodéissolicitaralministrodevuestrapreferencia.Diciendoestaspalabras,salióandandohaciaatrás,yelcarcelerosuplenteiba
aseguirle,cerrandolapuertadeCorneliuscuandounbrazoblancoytemblorososeinterpusoentreesehombreylapesadapuerta.Corneliusnoviomásque el cascodeoro conorejerasdepuntillasblancas,
tocadodelasbellasfrisonas;nooyómásqueunmurmulloaloídodelcarcelero;pero éste entregó sus pesadas llaves a la blanca mano que se le tendía y,descendiendounosescalones,sesentóenmediodelaescalera,guardadaasíen
loaltoporél,yabajoporelperro.Elcascodeorodiomediavuelta,yCorneliusreconocióelrostrosurcadode
lágrimasylosgrandesojosazulesanegadosdelabellaRosa.LajovenavanzóhaciaCorneliusapoyandosusdosmanossobresudesgarrado
pecho.-¡Oh,señor,señor!-exclamó.Ynoacabó.-Mibellaniña-replicóCorneliusemocionado-,¿quédeseáisdemí?Deahora
enadelantenotengoyaningúnpodersobrenada,osloadvierto.-Señor,vengoa reclamardevosunagracia -dijoRosa tendiendosusmanos
mitadhaciaCornelius,mitadhaciaelcielo.-No lloréis así, Rosa -advirtió el prisionero-, porque vuestras lágrimas me
enternecenmuchomás quemi próximamuerte. Y, vos lo sabéis, cuantomásinocenteeselprisionero,conmáscalmadebemorirainclusoconalegría,yaquemueremártir.Vamos,nolloréismásydecidmevuestrodeseo,mibellaRosa.Lajovensedejócaerderodillas.-Perdonadamipadre-pidió.-¡Avuestropadre!-exclamóCorneliusasombrado.-Sí,¡hasidotanduroconvos!Peroesasípornaturaleza,esasícontodos,y
noesavosparticularmenteaquienhatratadoconbrutalidad.-Hasidocastigado,queridaRosa,inclusomásquecastigadoporelaccidente
quelesobrevino,yyoleperdono.-¡Gracias!-contestóRosa-.Yahora,decidme,¿puedohaceramivezalgopor
vos?-Podéissecarvuestrosbellosojos,queridaniña -respondióCorneliusconsu
dulcesonrisa.-Peroporvos…porvos…-Elquenodisponemásquedeunahoraparavivir,esungransibaritasitiene
necesidaddealgunacosa,queridaRosa.-¿Eseministroqueoshanofrecido?-He adorado a Dios toda mi vida, Rosa. Le he adorado en sus obras,
bendecido en su voluntad.Dios no puede tener nada contramí.Noos pediré,pues,unministro.Elúltimopensamientoquemeocupa,Rosa,serelacionaconlaglorificacióndeDios.Ayudadme,querida,osloruego,enelcumplimientodeesteúltimopensamiento.-¡Ah, señor Cornelius, hablad, hablad! -exclamó la joven inundada en
lágrimas.-Dadmevuestrabellamano,yprometedmenoreíros,niñamía.-¡Reír! -exclamóRosa desesperada-. ¡Reír en estemomento! Pero entonces
¿vosnomehabéismirado,señorCornelius?-Oshemirado,Rosa,conlosojosdelcuerpoylosojosdelalma.Jamásmujer
másbella, jamásalmamáspurasehabíaofrecidoamí;ysinoosmiromásapartir de este momento, perdonadme, es porque, dispuesto a salir de la vida,prefieronotenernadaqueechardemenosenella.Rosa se sobresaltó. Cuando el prisionero decía estas palabras, sonaban las
onceenlatorredelaBuytenhoff.Corneliuscomprendió.-Sí,sí,apresurémonos-dijo-.Tenéisrazón,Rosa.Entonces, sacando de su pecho, donde lo había ocultado de nuevo cuando
pasóeltemordeserregistrado,elpapelqueenvolvíalostresbulbos,explicó:-Mi bella amiga, he amado mucho las flores. Era en los tiempos en que
ignorabasepudieraamarotracosa.¡Oh!Noosruboricéis,nointerpretéismal,Rosa, aunque os hiciera una declaración de amor, esto, pobre niña, no tendríaningunaconsecuencia;abajo,en laBuytenhoff,hayunciertoaceroquedentrodesesentaminutosdarácuentademitemeridad.Asípues,decíaqueamabalasflores,yhabíahallado,porlomenosasílocreo,elsecretodelgrantulipánnegroquesecreíaimposible,yquees,losepáisono,elobjetodeunpremiodecienmil florines propuesto por la Sociedad Hortícola de Haarlem. Esos cien milflorines, y Dios sabe que nome lamento por ellos, esos cienmil florines lostengoaquíenestepapel;estánganadosconlostresbulbosqueencierra,yquepodéiscoger,Rosa,porqueoslosdoy.-¡SeñorCornelius!-¡Oh!Podéiscogerlos,Rosa,nocausáisningúnmalanadie,niñamía.Estoy
soloenelmundo;mipadreymimadrehanmuerto;nohetenidonuncahermananihermano;nohepensadonuncaenenamorarmedenadie,y si alguien sehaenamoradodemí,nolohesabidojamás.Porotraparte,yapodéisver,Rosa,queestoy abandonado, ya que en esta hora solamente vos estáis en mi calabozo,consolándomeysocorriéndome.-Pero,señor,cienmilflorines…-¡Ah!Seamosformales,queridaniña-dijoCornelius-.Cienmilflorinesserán
unahermosadoteavuestrabelleza;obtendréisloscienmilflorinesporqueestoysegurodemisbulbos.Los tendréispues,queridaRosa,ynoospidoacambiomás que la promesa de casaros con unmuchacho valiente, joven, al que vosaméisyqueosametantoavoscomoyoamabalasflores.Nomeinterrumpáis,Rosa,quenodispongomásquedeunosminutos…Lapobrechicaseahogababajosussollozos.Corneliuslecogiólamano.-Escuchadme -continuó-, así escómoprocederéis.Coged tierraenmi jardín
de Dordrecht. Pedid a Butruysheim, mi jardinero, tierra de mi platabandanúmero6;plantadenellayenunacajaprofundaesostresbulbos,quefloreceránenelpróximomayo,esdecir,dentrodesietemeses,ycuandoveáislaflorensutallo, pasad las noches protegiéndola del viento, los días salvándola del sol.Florecerá negra, estoy seguro. Entonces haced llamar al presidente de laSociedadHortícola deHaarlem.Hará constatar por el congreso el color de laflor,yosentregaráloscienmilflorines.Rosalanzóungransuspiro.-Ahora-continuóCorneliusenjugandounatemblorosalágrimaenelbordede
supárpadoyqueeracausadamásbienporestemaravillosotulipánnegroquenodebíavernunca-nodeseoyanada,sinoqueeltulipánsellameRosaBarloensis,es decir, que recuerde almismo tiempo vuestro nombre y elmío, y como nosabiendolatín,podríaisolvidarseguramenteestapalabra,procuradmeunlápizyunpapelparaqueoslaescriba.Rosaestallóensollozosyletendióunlibroencuadernadoenpiel,quellevaba
lasinicialesC.W.-¿Quéesesto?-preguntóelprisionero.-¡Ay! -respondióRosa-, es laBiblia de vuestro pobre padrino,Corneille de
Witt.Deellatomólafuerzaparasufrirlatorturayoírsinpalidecersusentencia.La hallé en esta habitación después de lamuerte delmártir, y la he guardadocomounareliquia;hoyoslatraía,porquemeparecíaquehabíaenestelibrounafuerza verdaderamente divina. No habéis tenido necesidad de esta fuerza queDios ya había puesto en vos. ¡Dios sea loado! Escribid encima lo que debéisescribir, señorCornelius, y aunque tengo la desgracia de no saber leer, lo queescribáisserácumplido.CorneliuscogiólaBibliaylabesórespetuosamente.-¿Conquéescribiré?-preguntó.-HayunlápizenlaBiblia-contestóRosa-.Estabaahíyloheconservado.EraellápizqueJeandeWitthabíaprestadoasuhermanoyqueéstenohabía
pensado en devolverle. Cornelius lo cogió, y en la segunda página -porque,como se recuerda, la primerahabía sido arrancada-, próximoamorir a suvezcomosupadrino,escribióconunamanonomenosfirme:Este23deagostode1672,apuntoderendir,aunqueinocente,mialmaaDiossobreuncadalso,legoaRosaGryphuselúnicobienquemequedadetodosmisbienesenestemundo,yaquelosotroshansidoconfiscados;lego,digo,aRosaGryphus, tres bulbosque, enmi convicciónprofunda, debendar en elmesdemayo próximo el gran tulipán negro, objeto del premio de cien mil florinesofrecido por la Sociedad de Haarlem, deseando que ella cobre esos cien milflorinesenmilugarycomomiúnicaheredera,conlasolacondicióndecasarse
conunhombre jovendeaproximadamentemiedad,que laameyaquienellaame,ydedaralgrantulipánnegroquecrearáunanuevaespecieelnombredeRosaBarloensis,esdecir,sunombreyelmíoreunidos.¡Diosmehalleengraciayaellaensalud!CORNELIUSVANBAERLE.Luego,devolviendolaBibliaaRosa:-Leed-dijo.-Yaoshedicho-respondiólajoven-que,pordesgracia,noséleer.EntoncesCorneliusleyóaRosaeltestamentoqueacababadehacer.Lossollozosdelapobreniñaseredoblaron.-¿Aceptáismiscondiciones?-preguntóelprisionerosonriendoconmelancolía
ybesandolapuntadelosdedostemblorososdelabellafrisona.-¡Oh!Nosabría,señor-balbuceóella.-Nosabríais,niñamía,y¿porqué?-Porquehayunacondiciónquenopodríamantener.-¿Cuál?Creo, sinembargo,haberhecho loconvenienteparanuestro tratado
dealianza.-¿Medaisvosloscienmilflorinesatítulodedote?-Sí.-¿Yparacasarmeconelhombrequeame?-Sinduda.-¡Puesbien!,señor,esedineronopuedeserparamí.Noamaréjamásanadiey
nomecasaré.Y después de estas palabras penosamente pronunciadas, Rosa dobló las
rodillasyestuvoapuntodedesmayarsededolor.Cornelius, asustado al verla tan pálida y desfallecida, iba a cogerla en sus
brazos, cuandounpasopesado, seguidodeotros ruidos siniestros, sonóen lasescalerasacompañadoporlosladridosdelperro.-¡Vienen a buscaros! -exclamó Rosa retorciéndose las manos-. ¡Dios mío!
¡Diosmío!Señor,¿notenéisnadamásquedecirme?Y cayó de rodillas, con la cabeza hundida en sus brazos, y completamente
sofocadaporlossollozosylaslágrimas.-Tengo que deciros que guardéis celosamente vuestros tres bulbos y los
cuidéissegúnlasprescripcionesqueoshedado,ypormiamor.Adiós,Rosa.-¡Oh,sí!-murmuróésta,sinlevantarlacabeza-.¡Oh,sí!Harétodoloquevos
habéisdicho.Exceptocasarme-añadiópor lobajo-.Porqueesto, ¡oh!,esto, lojuro,esparamíunacosaimposible.YhundióensusenopalpitanteelqueridotesorodeCornelius.EsteruidoquehabíanoídoCorneliusyRosa,eraelquehacíaelcarceleroque
volvíaabuscaralcondenado,seguidodelejecutor,delossoldadosdestinadosalaguardiadelpatíbulo,ydeloscuriososhabitualesdelaprisión.Cornelius,sindebilidad,perosinfanfarronería,losrecibiócomoamigosmás
que como perseguidores y se dejó imponer las condiciones que quisieronaquelloshombresparalaejecucióndesuoficio.Luego,deunaojeadalanzadasobrelaplazaporsupequeñaventanaenrejada,
percibióelpatíbulo,yaveintepasosdelpatíbulo,lahorca,delacualhabíansidodescolgadasporordendelestatúder,lasreliquiasultrajadasdelosdoshermanosDeWitt.Cuando se dispuso a descender para seguir a los guardias, Cornelius buscó
conlosojoslamiradaangelicaldeRosa;peronoviodetrásdelasespadasylasalabardasmásqueuncuerpotendidoalladodeunbancodemaderayunrostrolívidomedioveladoporunoslargoscabellos.Pero al caer inanimada, Rosa, para seguir obedeciendo a su amigo, había
apoyadosumanosobresucorpiñodeterciopelo,einclusoenelolvidodetodavida, continuaba recogiendo instintivamente el precioso depósito que le habíaconfiadoCornelius.Yalabandonarelcalabozo,eljovenpudoentreverenlosdedoscrispadosde
RosalahojaamarillentadeaquellaBibliasobrelaqueCorneilledeWitthabíaescritotanpenosaydolorosamenteaquellaslíneasque,siCorneliuslashubieseleído,habríansalvadoinfaliblementeaunhombreyauntulipán.
12CapítuloLaejecución
Cornelius no tenía que dar más de trescientos pasos fuera de la prisión parallegaralpiedelpatíbulo.Alfinaldelaescalera,elperrolomirópasartranquilamente;Corneliuscreyó
incluso observar en los ojos del moloso una cierta expresión de dulzura quelindabaconlacompasión.Talvezelperroconocieraaloscondenadosynomordieramásquealosque
salíanlibres.Secomprendequecuantomáscortofueraeltrayectodelapuertadelaprisión
alpiedelpatíbulo,másllenoestuvieradecuriosos.Eran aquellosmismos que,mal apagada la sed de sangre de la que habían
bebidoyatresdíasantes,esperabanunanuevavíctima.Así,apenasaparecióCornelius,unaullido inmensoseprolongópor lacalle,
seextendióportodalasuperficiedelaplaza,ysealejóendiferentesdirecciones,porlascallesqueconducíanalpatíbulo,yquelamuchedumbrellenaba.Deestemodo,elpatíbuloparecíaunaislaqueestuvierabatidaporeloleajede
cuatroocincotumultuososríos.Enmedio de aquellas amenazas, de esos aullidos y de estas vociferaciones,
paranooírlas,sinduda,Corneliussehabíaabsorbidoensímismo.¿Enquépensabaesejustoqueibaamorir?Noeraniensusenemigos,niensusjueces,niensusverdugos.Eraen losbellos tulipanesqueveríadesde loaltodelcielo,bienenCeilán,
bien enBengala, bienmás lejos, cuando sentado con todos los inocentes a laderecha de Dios, pudiera contemplar con piedad esta tierra donde habíandegolladoa losseñoresJeanyCorneilledeWittporhaberpensadodemasiadoenlapolítica,ydondeibanadegollaralseñorCorneliusvanBaerleporhaberpensadodemasiadoenlostulipanes.«Cuestión de un golpe de espada -decía el filósofo-, y mi bello sueño
comenzará.»SolamentequedabaporsabersicomoalseñorDeChalais,alseñorDeThou,
yotrasgentesmalajusticiadas,elverdugonolereservabamásdeungolpe,es
decir,másdeunmartirio,alpobretulipanero.NoporelloVanBaerlesubiómenosresueltamentelosescalonesdelpatíbulo.Subióorgullosamente,porqueloestaba,deserelamigodeaquelilustreJeany
elahijadodeaquelnobleCorneillequelosbellacos,reunidosparaverle,habíandespedazadoyquemadotresdíasantesycolgadoenaquelmismolugar.Searrodilló,rezósuoración,yobservónosinexperimentarunavivaalegría
quealposarsucabezasobreeltajoymanteniendosusojosabiertos,veríahastaelúltimomomentolaventanaenrejadadelaBuytenhoff.Por fin llegó la hora de hacer ese terrible movimiento: Cornelius posó su
mentónsobreelbloquehúmedoyfrío.Peroenesemomento,asupesar,susojossecerraronparasostenermásresueltamenteelhorriblealudqueibaacaersobresucabezayaengullirsuvida.Undestellobrillósobreelpisodelpatíbulo;elverdugolevantabasuespada.VanBaerle dijo adiós al gran tulipán negro, seguro de despertarse diciendo
buenosdíasaDiosenunmundohechodeotraluzydeotrocolor.Tresvecessintiópasarporsucuellotemblorosoelvientofríodelaespada.Pero¡oh,sorpresa!Nosintiónidolorniconmoción.Novioningúncambiodematiz.Luego, de repente, sin saber por quién, Van Baerle se sintió levantado por
unas manos bastante dulces y se encontró pronto sobre sus pies, un pocovacilante.Volvióaabrirlosojos.Alguien leía algo a su lado, sobre un gran pergamino sellado con un gran
timbredeceraroja.Yelmismosol,amarilloypálidocomoconvieneaunsolholandés,lucíaenel
cielo;y lamismaventanaenrejada lemirabadesde loaltode laBuytenhoff;ylos mismos bellacos, ya no aullantes sino pasmados, le contemplaban desdeabajo,enlaplaza.A fuerza de abrir los ojos, de mirar, de escuchar, Van Baerle comenzó a
comprenderesto:QuemonseñorGuillermo,príncipedeOrange,temíasindudaquelasdiecisietelibrasdesangrequeVanBaerle,conunasonzasmásteníaenelcuerpo, no hicieran desbordar la copa de la justicia celeste; que había sentidopiedadporsucarácterysusaparienciasdeinocencia.Enconsecuencia,SuAltezalehabíaotorgadolagraciadelavida…Poresola
espadaquesehabíaalzadoconaquelreflejosiniestrohabíavolteadotresvecesalrededordesucabezacómoelpájarofúnebrealrededordeladeTurnus,peronosehabíaabatidosobreellayhabíadejadointactassusvértebras.Poresoeraquenohabía sentidonidolorniconmoción.Poreso,queel sol
continuaba riendo en el mediocre azul, cierto, aunque muy soportable de lasbóvedascelestes.Cornelius, que había esperado aDios y al panorama tulípido del Universo,
quedó realmente un poco decepcionado; pero se consoló haciendo jugar conciertobienestarlosresortesinteligentesdeesapartedelcuerpoquelosgriegosllamabantrachelosyquenosotrosdenominamosmodestamentecuello.Y luego Cornelius esperó que la gracia sería completa, y que se le iba a
devolverlalibertadysusplatabandasdeDordrecht.Pero en eso se equivocó, porque como decía por aquel tiempomadameDe
Sévigné,habíaunpost scriptumen la carta,y lomás importantede esta cartaestabaencerradoenelpostscriptum.Por ese post scriptum, Guillermo, estatúder de Holanda, condenaba a
CorneliusvanBaerleaprisiónperpetua.Noerademasiadoculpableparalamuerte,perosíloeraparalalibertad.Cornelius escuchó, pues, el post scriptum, y luego, después de la primera
contrariedadproducidaporladecepciónqueaquélaportaba,pensó:«¡Bah!Nosehaperdidotodo.Lareclusiónperpetuatienealgodebueno.Está
Rosaenlareclusiónperpetua.Estántambiénmistresbulbosdeltulipánnegro.»PeroCorneliusolvidabaquelasSieteProvinciaspuedentenersieteprisiones,
unaporprovincia,yqueelpandelprisioneroesmenoscaroencualquierpartequeenLaHaya,queesunacapital.SuAltezaGuillermo,quenotenía,alparecer,losmediosparaalimentaraVan
Baerle enLaHaya, lo enviaba a cumplir su prisión perpetua a la fortaleza deLoevestein,muycercadeDordrechty,sinembargo,pordesgracia,muylejos.PorqueLoevestein,dicenlosgeógrafos,estásituadaenlapuntadelaislaque
forman,frenteaGorcum,elWaalyelMosa.VanBaerle sabía bastante historia de su país para no ignorar que el célebre
GrotiushabíasidoencerradoenesecastillodespuésdelamuertedeBarneveldt,yque losEstados, en sugenerosidadhacia el célebrepublicista, jurisconsulto,historiador,poetayteólogo;lehabíanconcedidolasumadeveinticuatrosousenHolandapordíaparasualimentación.«Amí,queestoymuylejosdevalerloqueGrotius-sedijoVanBaerle-,me
asignarándocesouscongrantrabajo,yvivirémuymal,peroenfin,viviré.»Luego,derepente,golpeadoporunterriblerecuerdo,exclamóenvozalta:-¡Ah!¡Esepaíseshúmedoynubloso!¡Yelterrenoesmaloparalostulipanes!
Y,además,Rosa,RosaquenoestaráenLoevestein-murmuróyaentonomenor,dejandocaersobreelpecholacabezaalaquetanpocohabíafaltadoparaquecayeramásabajo.
13CapítuloLoqueocurríaduranteesetiempoenelalmadeunespectador
Mientras Cornelius reflexionaba sobre su suerte, una carroza se habíaaproximadoalpatíbulo.Aquellacarrozaeraparaelprisionero.Seleinvitóasubiraella;obedeció.SuúltimamiradafueparalaBuytenhoff.Esperabaverenlaventanaelrostro
consoladodeRosa,perolacarrozaestabaenganchadaabuenoscaballosquesellevaron enseguida aVanBaerle del seno de las aclamaciones que vociferabaaquellamultitudenhonordelmuymagnánimoestatúder,conunaciertamezcladeinvectivasdirigidasalosDeWittyasuahijadosalvadodelamuerte.Locualhacíadeciralosespectadores:-Ha sido una suerte que nos hayamos apresurado a hacer justicia con aquel
grancriminaldeJeanyelmuybribóndeCorneille,puesdenohaberobradoasí,la clemencia deSuAlteza nos los hubiera quitado como acaba de quitarnos aése.Entre todos aquellos espectadores que la ejecución de Van Baerle había
atraído a la Buytenhoff, y a los que el giro de los acontecimientos habíacontrariado un poco, el que más era, evidentemente, cierto burgués vestidoadecuadamenteyque,desdelamañana,habíaempleadotanbienlospiesylasmanos,quehabíallegadoanoestarseparadodelpatíbulomásqueporlafiladesoldadosquerodeabanelinstrumentodesuplicio.Muchossehabíanmostradoávidosdevercorrerlasangrepérfidadelculpable
Cornelius; pero nadie había puesto en la expresión de este funesto deseo elencarnizamientoquehabíaempleadoelburguésencuestión.LosmásfuriososhabíanacudidoalaBuytenhoffalrayareldíaparaobtener
unbuenpuesto;peroél,adelantándosealosmásfuriosos,habíapasadolanocheenelumbraldelaprisión,ydelaprisiónhabíallegadoalaprimerafila,comohemos dicho, «unguibus et rostro», acariciando a los unos y golpeando a losotros.Ycuandoelverdugohabíaconducidoasucondenadoalpatíbulo,elburgués,
subidoaunmojóndelafuenteparamejorveryservistomejor,habíahechoalverdugoungestoquesignificaba:«Estáconvenido,¿verdad?»Gestoalqueelverdugohabía respondidoconotroquequeríadecir:«Estad
tranquilo.»¿Quiénera,pues,eseburguésqueparecíaestar tanabienconelverdugo,y
quéqueríadecireseintercambiodegestos?Nada más natural; aquel burgués era Mynheer Isaac Boxtel que desde el
arrestodeCorneliushabíavenido,comohemosvisto,aLaHayaparatratardeapropiarsede los tresbulbosdel tulipánnegro.Boxtelhabía intentadoprimeroinclinar a Gryphus hacia sus intereses, pero éste tenía algo de bulldog por lafidelidad, ladesconfianzaylavigilanciadesuspresas.Enconsecuencia,habíatomado a contrapelo el odio de Boxtel, al que había considerado como unferviente amigo que se interesaba por cosas indiferentes para prepararseguramentealgúnmediodeevasióndelprisionero.Así,alasprimerasproposicionesqueBoxtellehabíahecho,parasustraerlos
bulbosqueCorneliusvanBaerledebíadeocultar,sinoensupecho,almenosenalgúnrincóndesucalabozo,Gryphussólohabíarespondidoconunaexpulsiónacompañadadelascariciasdelperrodelaescalera.Boxtelnosehabíadescorazonadoporunfondillodelospantalonesdejadoen
losdientesdelmoloso.Habíavueltoalacarga.AlestarGryphusensulecho,febrilyconelbrazoroto,Boxtelsehabíavuelto
haciaRosa,ofreciendoalajoven,acambiodelostresbulbos,untocadodeoropuro.Aloquelanoblejoven,aunqueignorandotodavíaelvalordelroboqueseleproponíayporelqueleofrecíanpagartanbien,habíaenviadoaltentadoralverdugo,nosolamenteelúltimojuez,sinotambiénelúltimoymacabroherederodelcondenadoamuerte.ElenvíohizonacerunaideaenlamentedeBoxtel.Entretanto,elfallosehabíapronunciado,falloexpeditivo,comosevio.Isaac
sedetuvoenconsecuenciaenlaideaquelehabíasugeridoRosa;fueabuscaralverdugo.Isaac no se imaginaba queCornelius nomuriera con sus tulipanes sobre el
corazón.Enefecto,Boxtelnopodíaadivinardoscosas:Rosa,esdecir,elamor.Guillermo,esdecir,laclemencia.Menos Rosa y Guillermo, los cálculos del envidioso eran exactos. Menos
Guillermo, Corneliusmoriría.MenosRosa, Corneliusmoriría, con sus bulbossobreelcorazón.MynheerBoxtelfue,pues,abuscaralverdugo,sepresentóaélcomoungran
amigo del condenado, y menos las joyas de oro y el dinero que dejaba alejecutor, compró todos los expolios del futuro muerto por la suma un pocoexorbitante de cien florines. Pero ¿qué eran cien florines para un hombre casisegurodeadquirirporesasumaelpremiodelaSociedaddeHaarlem?Aquelloeradineroinvertidoalmilporuno,loqueresulta,hayqueconvenir
enello,unabonitaimposición.Latareadelverdugo,porsuparte,eracasinulaparaganarsesuscienflorines.
Sólodebía,acabadalaejecución,dejaraMynheerBoxtelsubiralpatíbuloconsuscriadospararecogerlosrestosinanimadosdesuamigo.Lo que, por lo demás, estaba en uso entre los fieles cuando uno de sus
maestrosmoríapúblicamenteenlaBuytenhoff.UnfanáticocomoCorneliuspodíamuybientenerotrofanáticoquedieracien
florinesporsusreliquias.Así pues, el verdugo aceptó la proposición. No había puesto más que una
condición:queseríapagadoporadelantado.Boxtel,comolasgentesqueentranenlasbarracasdeferia,podíanoquedar
contentoy,porconsiguiente,noquererpagaralsalir.Boxtelpagóporadelantadoyesperó.Juzguemos después de esto si Boxtel estaba emocionado, si vigilaba a los
guardiasyalcarcelero,silosmovimientosdeVanBaerleleinquietaban:cómosecolocaríaéstesobreel tajo,cómocaería;sialcaernoaplastaríaensucaídalosinestimablesbulbos;¿habríatenidocuidadoalmenosdeencerrarlosenunacajadeoro,porejemplo,yaqueeloroeraelmásdurodetodoslosmetales?No intentaremos describir el efecto producido en este digno mortal por la
detenciónproducidaenlaejecucióndelasentencia.¿ParaquéperdíaeltiempoelverdugohaciendobrillarsuespadaporencimadelacabezadeCornelius,enlugardeabatiraquellacabeza?Perocuandovioalcarcelerocogerlamanodelcondenado,levantarlomientrassacabadesubolsillounpergamino;cuandooyóla lecturapúblicade lagracia concedidapor el estatúder,Boxtel no fueyaunhombre.Larabiadeltigre,delahienaydelaserpienteestallóensusojos,ensugrito, en su gesto; si se hubiera hallado al alcance de Van Baerle, se habríalanzadosobreélylohabríaasesinado.Así pues, Cornelius viviría, Cornelius iría a Loevestein; y se llevaría sus
bulbosalaprisión,ytalvezencontraríaunjardíndondehacerflorecereltulipánnegro.Existen ciertas catástrofes que la pluma de un pobre escritor no puede
describir,viéndoseobligadoadejarsueltalaimaginacióndesuslectoresentodalasimplicidaddelhecho.Boxtel, pasmado, cayó de su mojón sobre algunos orangistas descontentos
comoéldelgiroqueacababade tomarelasunto, loscuales,creyendoque losgritoslanzadosporMynheerIsaac,loerandealegría,lecolmarondepuñetazos,que,ciertamente,nohubieransidomejordadosporelbandocontrario.Pero¿quépodíanañadiralgunospuñetazosaldolorquesentíaBoxtel?Quiso entonces correr hacia la carroza que se llevaba a Cornelius con sus
bulbos.Peroen su apresuramiento,noviounadoquínque sobresalía, tropezó,perdió su centro de gravedad, rodó diez pasos y sólo se levantó enloquecido,magullado, cuando todo el fangoso populacho de La Haya hubo pasado porencimadesucuerpo.Dentrodeestascircunstancias,Boxtel,quesehallabaenvenadedesgracias,
lo fue también por sus ropas desgarradas, su espaldamartirizada y susmanosarañadas.PodríacreersequeestoyaerabastanteparaBoxtel.Nosequivocaríamos.Boxtel, puesto en pie, se arrancó cuantos cabellos pudo, y los lanzó en
holocaustoaesadivinidadferozeinsensiblequesellamaEnvidia.
14CapítuloLospalomosdeDordrecht
Constituía ya ciertamente un gran honor para Cornelius van Baerle el serencerrado justamente en aquella misma prisión que había recibido al sabioGrotius.Perounavez llegado a la prisión, le esperabaunhonormuchomásgrande.
OcurrióquelaceldaocupadaporelilustreamigodeBarneveldtestabavacanteenLoevesteincuandolaclemenciadelpríncipeGuillermodeOrangeenvióallíaltulipaneroCorneliusvanBaerle.Esaceldateníarealmenteunamalareputaciónenelcastillodesdeque,gracias
a la imaginacióndesumujer,Grotiushabíahuidoenel famosobaúlde librosquesehabíanolvidadoderegistrar.Porotrolado,elqueledieranaquellaceldapor alojamiento, le pareciódemuybuen augurio aVanBaerle, porquenunca,segúnsupuntodevista,uncarcelerohubieradebidohacerhabitaraunsegundopalomolajauladedondeunprimerohabíavoladotanfácilmente.Laceldaeshistórica.Noperderemos,pues,nuestrotiempoconsignandoaquí
losdetalles,salvounhuecoquehabíasidopracticadopormadameGrotius.Eraunaceldadeprisióncomolasotras,másaltatalvez;así,porlaventanaenrejada,sedisponíadeunaencantadoravista.Porotraparte,elinterésdenuestrahistorianoresideenunciertonúmerode
descripcionesdeinteriores.ParaVanBaerle,lavidaeraotracosaqueunaparatorespiratorio, el pobre prisionero amabamás allá de sumáquina neumática doscosas de las que sólo el pensamiento, este libre viajero, podía en lo sucesivoconseguirlelaposesiónartificial:Unafloryunamujer,launaylaotraperdidasparasiempreparaél.¡Porfortuna,elbuenodeVanBaerleseequivocaba!Dios,queenelmomento
enquecaminabahaciaelpatíbulo,lehabíamiradoconlasonrisadeunpadre,lereservabaenelsenomismodesuprisión,en laceldadeGrotius, laexistenciamásventurosaquejamástulipaneroalgunohubierapodidovivir.Unamañana,desdesuventana,mientrasaspirabaelairefrescoquesubíadel
Waal y admiraba en la lejanía, tras un bosque de chimeneas, los molinos deDordrecht, supatria, viounabandadadepalomosqueveníandesde esepunto
del horizonte a posarse, agitándose al sol, sobre los remates agudos deLoevestein.«Estospalomos-sedijoVanBaerle-vienendeDordrecht,yporconsiguiente
debenderegresarallí.»Alguienquefijaraunmensajeenelaladeunodeesospalomos tendría la oportunidad de comunicar sus noticias aDordrecht, dondealguiendebíallorarlo.»«Ese alguien -añadió Van Baerle para sí después de un momento de
meditación-seréyo.»Seespacientecuandosetienenveintiochoañosyseestácondenadoaprisión
perpetua,esdecir,aalgocomoveintidósoveintitrésmildíasdeprisión.Van Baerle, siempre pensando en sus tres bulbos, porque este pensamiento
latía siempre en el fondo de su pecho, confeccionó una trampa para palomos.Intentócapturaresosvolátilescontodoslosrecursosdesuhacienda,dieciochosous de Holanda por día -doce sous de Francia- y al cabo de un mes deinfructuosastentativas,cazóunahembra.Tardó otros dosmeses para capturar unmacho; luego los encerró juntos, y
haciaprincipiosdelaño1673,habiendoobtenidounoshuevos,soltóalahembraque, confiando en elmachoque los cubría en su lugar, se dirigió alegrementehaciaDordrechtconsumensajebajoelala.Regresóporlanoche.Habíaconservadoelmensaje.Loguardóasíquincedías, congrandecepcióndeVanBaerle alprincipioy
luegocongrandesesperación.Aldecimosextodía,porfin,regresódevacío.Ahora bien, Van Baerle dirigía esa nota a su nodriza, la vieja frisona, y
suplicabaalasalmascaritativasquelahallaran,quelaentregaranconlamayorseguridadyrapidezposible.Enestacarta,dirigidaasunodriza,habíaunapequeñanotadestinadaaRosa.Dios,quetransportaconsualientolassimientesdealhelíesalasmurallasde
los viejos castillos y las hace florecer con un poco de lluvia, permitió que lanodrizadeVanBaerlerecibieraaquellacarta.Sucedióasí:
DejandoDordrechtporLaHayayLaHayaporGorcum,MynheerIsaacBoxtelhabía abandonado no solamente su casa, a su criado, su observatorio, sutelescopio,sinotambiénsuspalomos.El criado, al que había dejado sin dinero, comenzó por comerse los pocos
ahorrosqueteníayacontinuaciónsepusoacomerselospalomos.Viendolocual,lospalomosemigrarondeltejadodeIsaacBoxtelaltejadode
CorneliusvanBaerle.
La nodriza poseía un bondadoso corazón y tenía necesidad de amar algo.Sintió una buena amistad por los palomos que habían acudido demandándolehospitalidad,ycuandoelcriadodeIsaacreclamóparacomérselosalosdoceoquince últimos como se había comido los doce o quince primeros, le ofreciórescatarlosmedianteseissousdeHolandaelejemplar.Estoeraeldoblede loquevalían lospalomos;asípues,elcriado loaceptó
congran alegría.Lanodrizapasó a ser entonces la legítimapropietaria de lospalomosdelenvidioso.Estos palomos estaban mezclados con aquellos que en sus peregrinaciones
visitabanLaHaya, Loevestein yRótterdam, yendo a buscar sin duda trigo deotranaturaleza,cañamonesdeotrogusto.Elazar,omásbienDios,Diosalquevemosenelfondode todas lascosas,
había hecho que Cornelius van Baerle cazara precisamente uno de aquellospalomos.Resulta de ello que si el envidioso no hubiera abandonado Dordrecht para
seguirasurivalaLaHayaprimero, luegoaGorcumoaLoevestein,comoseverá,noestandoseparadaslasdoslocalidadesmásqueporlaunióndelWaalydelMosa, hubiera sido en susmanos y no en las de la nodriza donde habríacaídolanotaescritaporVanBaerle,desuertequeelpobreprisionero,comoelcuervodelremendónromano,habríaperdidosutiempoysutrabajo,yenlugarde tener que contar los variados sucesos que, semejantes a un tapiz de milcolores van a desarrollarse bajo nuestra pluma, no hubiéramos tenido quedescribirmásqueunaseriededíaspálidos,tristesysombríoscomoelmantodelanoche.Lanotacayó,pues,enmanosdelanodrizadeVanBaerle.Deestemodo,hacialosprimerosdíasdefebrero,cuandolasprimerashoras
de la noche descendían del cielo dejando tras ellas las estrellas nacientes,Corneliusoyóenlaescaleradelatorrecillaunavozquelehizoestremecer.Sellevólamanoalcorazónyescuchó.AquéllaeralavozdulceyarmoniosadeRosa.Confesémoslo,Corneliusnohubieraquedadotanaturdidoporlasorpresa,tan
locodealegríacomolohubieseestadosinlahistoriadelpalomo.Elpalomolehabíatraídolaesperanzabajosualavacíaacambiodesucarta,ycomoconocíaaRosa esperaba tener cada día, si le habían entregado la nota, noticias de suamorydesusbulbos.Selevantó,aguzandoeloído,inclinandoelcuerpohacialapuerta.Sí, aquellos eran realmente los acentos que tan dulcemente le habían
emocionadoenLaHaya.Peroahora,Rosa,quehabíarealizadoelviajedeLaHayaaLoevestein;Rosa,
quehabíaconseguido,Corneliusnosabíacómo,penetrarenlaprisión,¿lograríallegarfelizmentehastaelprisionero?Mientras Cornelius, a ese respecto, amontonaba pensamiento sobre
pensamiento, deseos sobre inquietudes, el postigo colocado en la puerta de sucelda se abrió, y Rosa, resplandeciente de alegría, de compostura, bella sobretodopor lapenaquehabíaempalidecidosusmejillasdesdehacíacincomeses,pegósurostroalenrejadodeCorneliusdiciéndole:-¡Oh,señor!Señor,aquíestoy.Corneliusextendióelbrazo,miróalcieloylanzóungritodealegría.-¡Oh!¡Rosa,Rosa!-exclamó.-¡Silencio!Hablemosbajo,mipadremesigue-advirtiólajoven.-¿Vuestropadre?-Sí, está en el patio, al pie de la escalera, recibe las instrucciones del
gobernador,vaasubir.-¿Lasinstruccionesdelgobernador…?-Escuchadme,voyatratardedecíroslotodoendospalabras:Elestatúdertiene
unacasadecampoaunaleguadeLeiden,unagranlecheríanoesotracosa:mitía, su nodriza, es la que lleva la dirección de todos los animales que estánencerrados en esa granja. Cuando recibí vuestra carta no pude leerla, pordesgracia,perocuandovuestranodrizamelaleyó,corríacasademitía;allímequedé hasta que el príncipe vino a la lechería, y cuando vino, le pedí quemipadrecambiarasusfuncionesdeprimerportallavesdelaprisióndeLaHayaporlas funciones de carcelero de la fortaleza de Loevestein. No se imaginabamipropósito; de haberlo sabido, tal vez hubiera rehusado; por el contrario, loconcedió.-Deformaqueestáisaquí.-Comoveis.-¿Deformaqueosverétodoslosdías?-Lomásamenudoquepueda.-¡Oh,Rosa! ¡Mi bellamadonaRosa! -dijoCornelius-. ¿Me amáis, pues, un
poco?-Unpoco…-contestóella-.¡Oh!Nosoisbastanteexigente,señorCornelius.Corneliusletendióapasionadamentelasmanos,perosólosusdedospudieron
tocarseatravésdelenrejado.-¡Aquíestámipadre!-exclamólajoven.YRosaabandonóvivamentelapuertayselanzóhaciaelviejoGryphusque
aparecióenloaltodelaescalera.
15CapítuloElpostigo
Gryphusibaseguidodelmoloso.Lehacíarealizarsurondaparaquecuandollegaralaocasiónreconocieraalos
prisioneros.-Padre mío, -dijo Rosa- aquí está la famosa celda de la que el señor De
Grotiusseevadió.¿RecordáisalseñorDeGrotius?-Sí,sí,esebribóndeDeGrotius;unamigodeaquelbandidodeBarneveldtal
queviejecutarcuandoyoeraniño.¡Ah!¡Ah!Asíqueéstaeslaceldadelaqueseevadió.Puesbien,yorespondodequenadieseevadirádeellajamás.Y,abriendolapuerta,comenzóenlaoscuridadsudiscursoalprisionero.En cuanto al perro, se dirigió gruñendo a olfatear las pantorrillas de Van
Baerle,comopreguntándoleconquéderechonoestabamuerto,élaquienhabíavistosalirentreelescribanoyelverdugo,caminodelcadalso.PerolabellaRosalollamó,yelmolosoacudióalladodelamuchacha.-Señor-dijoGryphuslevantandosufarolparatratardeproyectarunpocode
luz alrededor de él-, ved en mí a vuestro nuevo carcelero. Soy jefe de losportallavesytengolasceldasbajomivigilancia.Nosoymalo,perosíinflexibleenloqueconciernealadisciplina.-Os conozco perfectamente, mi querido señor Gryphus —contestó el
prisioneroentrandoenelcírculodeluzqueproyectabaelfarol.-Vaya,vaya,soisvos,señorVanBaerle-seasombróGryphus-.¡Ah!Soisvos;
¡vaya,vaya,vaya,comonosencontramos!-Sí,yveocongranplacer,miqueridoseñorGryphus,quevuestrobrazovade
maravilla,yaqueeselbrazoconelquesostenéiselfarol.Gryphusfruncióelentrecejo.-Vedloqueocurreenpolítica-comentó-;siempresecometenfaltas.SuAlteza
oshadejadolavida,yonolohabríahecho.-¡Bah!-exclamóCornelius-.¿Yporqué?-Porquevos soisde loshombresque siempreconspiran;vosotros los sabios
tenéistratosconeldiablo.-¡Ah,maeseGryphus! ¿Estáis descontento de la forma en que os arreglé el
brazo,odelprecioqueospedí?-preguntóriendoCornelius.-¡Porelcontrario,votoabríos!¡Porelcontrario!-refunfuñóélcarcelero-.Me
habéisarregladomuybienelbrazo;hayalgunabrujeríaenesto:alcabodeseissemanasme servía de él como si nada le hubiera sucedido.Con talmotivo elmédico de la Buytenhoff, que conoce su oficio, quería rompérmelo de nuevoparaarreglármelosegúnlasreglas,prometiendoque,estavez,estaríatresmesessinpoderloutilizar.-¿Yvosnohabéisquerido?-Yo dije: «No.»Mientras pueda hacer la señal de la cruz con este brazo -
Gryphus era católico-, mientras pueda hacer la señal de la cruz, me río deldiablo.-Perosiosreísdeldiablo,maeseGryphus,conmayorrazóndebéisreírosde
lossabios.-¡Oh! ¡Los sabios, los sabios! -exclamó Gryphus sin responder a la
interpelación-.¡Lossabios!Preferiríatenerdiezmilitaresaguardar,queunsolosabio.Losmilitares fuman, beben, se emborrachan; sondulces comocorderoscuando se les da aguardiente o vino delMosa. Pero un sabio, ¿beber, fumar,emborracharse? ¡Pues sí! Es sobrio, no gasta nada en eso, y así mantiene sucabezafrescaparaconspirar.Peroempiezopordecirosquenoosresultaráfácilconspirar.Enprimer lugarnadadelibros,nadadepapeles,nadadegalimatías.FueconloslibroscomoelseñorDeGrotiussesalvó.-Yoosaseguro,maeseGryphus-replicóVanBaerle-quetalvezhayatenido
poruninstantelaideadesalvarme,perociertamenteyanolatengo.-¡Estábien!¡Estábien!-concedióGryphus-.Vigilaosvosmismo,yoharéotro
tanto.Estoesigual,esigual.SuAltezacometióunafaltagrave.-¿Nodejandoquemecortaranlacabeza…?Gracias,gracias,maeseGryphus.-Sinduda.VedsilosseñoresDeWittnoestánahorabientranquilos.-Esespantosoesoquedecís,señorGryphus-replicóVanBaerlevolviéndose
paraocultarsudesagrado-.Olvidáisqueunoeramiamigo,yelotro…elotromisegundopadre.-Sí,perorecuerdoquetantoelunocomoelotroeranunosconspiradores.Y
además,habloporfilantropía.-¡Ah!¿Deveras?Explicad,pues,unpocoesto,queridoGryphus,puesnolo
comprendomuybien.-Sí.SivososhubieraisquedadoeneltajodemaeseHarbruck…-¿Ybien?-¡Pues bien! No sufriríais ya. Mientras que aquí, no os oculto que voy a
haceroslavidamuydura.-Graciasporlapromesa,maeseGryphus.
Ymientraselprisionerosonreía irónicamentealviejocarcelero,Rosadetrásdelapuertalerespondíaconunasonrisallenadeangélicaconsolación.Gryphussedirigióalaventana.Había todavía bastante luz para que se viera, sin distinguirlo, un horizonte
inmensoqueseperdíaenunabrumagrisácea.-¿Quévistahaydesdeaquí?-preguntóelcarcelero.-Muyhermosa-contestóCorneliusmirandoaRosa.-Sí,sí,demasiadavista,demasiadavista.Enestemomento,losdospalomos,espantadosporlaaparicióny,sobretodo,
porlavozdeaqueldesconocido,salierondesunido,ydesaparecieronasustadosenlaniebla.-¡Oh!¡Oh!¿Quéesesto?-preguntóelcarcelero.-Mispalomos-respondióCornelius.-¡Mispalomos!-exclamóelcarcelero-.¡Mispalomos!¿Esqueunprisionero
tienealgunacosasuya?-Entonces-dijoCornelius-¿lospalomosqueelBuenDiosmehaprestado…?-He aquí una infracción -replicó Gryphus-. ¡Unos palomos! ¡Ah!, joven,
joven,osprevengodeunacosa,yesque,nomástardedemañana,estospájarosherviránenmiolla.-Sería preciso primero que vos los cogierais, maese Gryphus -dijo Van
Baerle-.Vosnoqueréisqueseanmispalomos;todavíasonmenosvuestros,oslojuro,quelosonmíos.-Loqueestádiferido,noestáperdido-refunfuñóelcarcelero-ynomástarde
demañana,lesretorceréelcuello.Y mientras profería esta maligna promesa a Cornelius, Gryphus se inclinó
haciafueraparaexaminarlaestructuradelnido.LoquediotiempoaVanBaerleparacorreralapuertayestrecharlamanodeRosaqueledijo:-Estanoche,alasnueve.Gryphus, enteramente ocupado con el deseo de coger al día siguiente los
palomoscomohabíaprometidohacer,novionada,nooyónada;ycomohabíacerradolaventana,agarróasuhijaporelbrazo,salió,diounadoblevueltaalallave, empujó los cerrojos, y se fue a hacer las mismas promesas a otroprisionero.Apenashubodesaparecido,Cornelius se acercó a la puertapara escuchar el
ruidodecrecientedelospasos.Luego,cuandoseapagaron,corrióalaventanaydemoliódepuntaaraboelnidodelospalomos.Preferíaalejarlosparasiempredesupresenciaqueexponeralamuertealos
gentilesmensajerosalosquedebíaladichadehabervueltoaveraRosa.Aquellavisitadelcarcelero,susbrutalesamenazas,lasombríaperspectivade
su vigilancia de la que conocía los abusos, nada de todo eso pudo distraer aCorneliusdelosdulcespensamientosy,sobretodo,deladulceesperanzaquelapresenciadeRosaacababaderesucitarensucorazón.Esperó impacientemente a que sonaran las nueve horas en el torreón de
Loevestein.Rosahabíadicho:«Alasnueve,esperadme.»LaúltimanotadebroncevibrabatodavíaenelairecuandoCorneliusoyóen
laescaleraelpasoligeroylaropasusurrantedelabellafrisona,yenseguidaelenrejadodelapuertasobrelaqueCorneliusvanBaerlefijabaardientementelosojosseiluminó.Elpostigoacababadeabrirseporfuera.-Aquíestoy-dijoRosatodavíacompletamentesofocadaporhabertenidoque
subirlaescalera-.¡Aquíestoy!-¡Oh,buenaRosa!-¿Estáiscontentodeverme?-¡Melopreguntáis!Pero¿cómooslashabéisarregladoparavenir?Decidme.-Escuchad,mipadreseduermecadanochecasienseguidadespuésdecenar;
entonces, le acuesto un poco aturdido por la ginebra; no se lo digáis a nadieporque,graciasaestesueño,podrévenircadanocheacharlarunahoraconvos.-¡Oh!Osloagradezco,Rosa,queridaRosa.Ydiciendoestaspalabras,CorneliusacercótantosurostroalpostigoqueRosa
retiróelsuyo.-Oshetraídovuestrosbulbosdetulipán-dijo.ElcorazóndeCorneliussaltó.NosehabíaatrevidoapreguntartodavíaaRosa
loquehabíahechoconelprecioso tesoroque lehabíaconfiadocuandocreyóqueibaalamuerte.-¡Ah!¡Loshabéis,pues,conservado!-¿Nomeloshabíaisdadocomounacosaqueoseramuyquerida?-Sí,peroprecisamenteporqueosloshabíadado,meparecequesonvuestros.-Hubieran sido míos después de vuestra muerte y estáis vivo, por fortuna.
¡Ah!Cómo he bendecido a SuAlteza. SiDios concede al príncipeGuillermotodaslasfelicidadesquelehedeseado,elreyGuillermoseráciertamentenosóloelhombremásdichosodesureinosinodetodalatierra.Vosestáisvivo,digo,yaunque conservando la Biblia de vuestro padrino Corneille, estaba resuelta atraeros vuestros bulbos; solamente, que no sabía cómo hacerlo. Ahora bien,acababadetomarlaresolucióndeirapediralestatúderlaplazadecarcelerodeGorcumparamipadre,cuandolanodrizametrajovuestracarta.¡Ah!Lloramosmucho juntas, os respondo de ello. Pero vuestra carta no hizo más quereafirmarmeenmiresolución.EntoncesfuecuandopartíparaLeiden;yasabéis
elresto.-¿Cómo, querida Rosa -exclamó Cornelius- pensabais, antes de recibir mi
carta,venirareunirosconmigo?-¡Sí,pensabaenello!-respondióRosadejandoquesuamorpasarapordelante
desupudor-.¡Perosinopensabaenotracosa!Y diciendo estas palabras, Rosa se puso tan bella que, por segunda vez,
Cornelius precipitó su frente y sus labios contra el enrejado, sin duda paraagradecérseloalahermosajoven.Rosaretrocediócomolaprimeravez.-Enverdad-dijoconaquellacoqueteríaquelateenelcorazóndetodajoven-
enverdad,helamentadomuyamenudonosaberleer;peronuncatantoydelamisma forma que cuando vuestra nodriza me trajo vuestra carta; tenía en mimanoesacartaquehablabapara losdemásyque,pobre tontaque soy,estabamudaparamí.-¿Habéis lamentado amenudo no saber leer? -preguntó Cornelius-. ¿Y con
quémotivo?-Toma-dijolajovenriendo-paraleertodaslascartasquemeescribían.-¿Vosrecibíaiscartas,Rosa?-Porcentenares.-Pero¿quiénoslasescribía…?-¿Quién me escribía? Primero, todos los estudiantes que pasaban por la
Buytenhoff, todos los oficiales que iban a la plaza de armas, todos losdependienteseinclusolosmercaderesquemeveíanenmiventana.-¿Ycontodasesasnotas,queridaRosa,quéhacíaisvos?-Unasveces-respondióRosa-melashacíaleerporalgunaamiga,yestome
divertíamucho, pero al cabo de cierto tiempo, ¿para qué perderlo escuchandotodasesastonterías?Lasquemaba.-¡Alcabodecierto tiempo!-exclamóCorneliusconunamirada turbadaa la
vezporelamorylaalegría.Rosabajólosojos,ruborizada.DeformaquenovioacercarseloslabiosdeCorneliusquenoencontraron,por
desgracia, más que el enrejado; pero que a pesar de este obstáculo, enviaronhastaloslabiosdelajovenelalientoardientedelmástiernodelosbesos.Anteesallamaquequemósuslabios,Rosasepusomuypálida,máspálidatal
vez que en laBuytenhoff, el día de la ejecución. Lanzó un gemido lastimero,cerró sus bellos ojos y huyó con el corazón palpitante, intentando en vanocomprimirconlamanoloslatidosdesucorazón.Cornelius,alquedarsesolo,sevioreducidoaaspirareldulceperfumedeloscabellosdeRosa,quepermaneciócomocautivoentreelenrejado.
Rosahabíahuido tanprecipitadamenteque sehabíaolvidadodedevolver aCorneliuslostresbulbosdeltulipánnegro.
16CapítuloMaestroyalumna
El infelizGryphus, comoha podido verse, se hallaba lejos de participar de labuenavoluntaddesuhijaporelahijadodeCorneilledeWitt.NohabíamásquecincoprisionerosenLoevestein;latareadeguardiánnoera,
pues,difícilderealizar,ylacárceleraunaespeciedesinecuradadalaedaddeGryphus.Peroensucelo,eldignocarcelerohabíaagrandadocontodalapotenciadesu
imaginaciónlatareaquelehabíanimpuesto.Paraél,Corneliushabíaadquiridolaproporcióngigantescadeuncriminaldeprimerorden.Sehabíaconvertido,enconsecuencia,enelmáspeligrosodesusprisioneros.Vigilabacadaunodesuspasos,noleabordabamásqueconelrostroairado,haciéndolesentirlacargadeloqueélllamabasuespantosarebelióncontraelelementoestatúder.EntrabatresvecespordíaenlaceldadeVanBaerle,esperandosorprenderlo
enfalta,peroCorneliushabíarenunciadoasuscorresponsalesdesdequeteníasucorrespondencia bajo mano. Era incluso probable que Cornelius, si hubieraobtenidosu libertadenterayelpermisocompletopara retirarsedondehubiesequerido, lehabríaparecidopreferibleeldomiciliodelaprisiónconRosaysusbulbosacualquierotrodomiciliosinsusbulbosysinRosa.Y es que, en efecto, cada noche a las nueve,Rosa había prometido venir a
charlarconelqueridoprisionero,ydesdelaprimeranoche,comohemosvisto,mantuvosupalabra.Aldíasiguiente,subiócomolavíspera,conelmismomisterioylasmismas
precauciones.Sóloquesehabíaprometidoasímismanoacercardemasiadosurostro al enrejado. Por otra parte, para abordar desde el primermomento unaconversaciónquepudieraocuparseriamenteaVanBaerle,comenzóportenderleatravésdelenrejadosustresbulbossiempreenvueltosenelmismopapel.Mas,congranasombrodeRosa,VanBaerlerechazósublancamanocon la
puntadelosdedos.Eljovenhabíareflexionado.-Escuchadme -dijo-, arriesgaríamos demasiado, creo, poniendo toda nuestra
fortunaenelmismosaco.Pensadquesetrata,miqueridaRosa,derealizarunaempresaqueseconsiderahastahoycomoimposible.Setratadehacerflorecerel
gran tulipánnegro.Tomemos,pues, todasnuestrasprecauciones, conel findeque, si fracasamos, no tengamos nada que reprocharnos. Así es como hecalculadoqueconseguiremosnuestroobjetivo.Rosaprestótodasuatenciónaloqueibaadecirleelprisionero,yellomáspor
la importancia que le concedía el desgraciado tulipanero que por la que leconcedíaellamisma.-Asíes-repitióCornelius-cómohecalculadonuestracomúncooperaciónen
estegranasunto.-Escucho-dijoRosa.-Vos¿tendréisenesta fortalezaunpequeño jardín,a faltade jardínunpatio
cualquierayafaltadepatiounaterraza?-Tenemosunbonitojardín-explicóRosa-.SeextiendealolargodelWaaly
estállenodeañososárboles.-¿Podéis,queridaRosa,traermeunpocodelatierradeesejardín,afindeque
laexamine?-Mañanamismo.-Lacogeréisdelasombraydelsolparaquelajuzgueensusdoscualidades,
bajolasdoscondicionesdesequedadydehumedad.-Estadtranquilo.-Unavez escogida la tierra pormí ymodificada si es preciso, haremos tres
partes de nuestros tres bulbos, tomaréis unoqueplantaréis el día queos diga;floreceráciertamentesilocuidáissegúnmisindicaciones.-Nomealejarédeélniunsegundo.-Medaréisotroqueintentarécriaraquíenmihabitación,loquemeayudaráa
pasarestas largashorasdurante lascualesnoosveo.Apenas tengoesperanzasde conseguirlo, os lo confieso, y por adelantado, considero a ese desgraciadocomosacrificadoamiegoísmo.Sinembargo, el solmevisita algunaqueotravez.Sacaréartificialmentepartidodetodo,inclusodelcalorydelacenizademipipa. Por último tendremos, o más bien tendréis en reserva el tercer bulbo,nuestro último recurso en el caso de que nuestras dos primeras experienciasfracasen. De estamanera,mi querida Rosa, es imposible que no lleguemos aganarloscienmilflorinesdevuestradoteyprocurarnoslasupremadichadevereléxitodenuestraobra.-Hecomprendido-dijoRosa-.Mañanaostraerélatierra,vosescogeréislamía
y la vuestra. En cuanto a la vuestra, necesitaré vanos viajes, porque no podrétraerosmásqueunpococadavez.-¡Oh! No tenemos prisa, querida Rosa; nuestros tulipanes no deben ser
enterradosantesdeunmes.Asípues,yaveisquedisponemosdemuchotiempo;sóloque,paraplantarvuestrobulbo,seguiréistodasmisinstrucciones,¿no?
-Osloprometo.-Y una vez plantado, me participaréis todas las circunstancias que pueden
interesaranuestrodiscípulo,talescomoloscambiosatmosféricos,rastrosenlossenderos,señalesenlasplatabandas.Escucharéissiporlanoche,nuestrojardínesfrecuentadoporlosgatos.DosdeestosanimalesmedestrozaronenDordrechtdosplatabandas.-Escucharé.-Losdíasdeluna…¿Lahabéisvistosobreeljardín,queridaniña?-Laventanademidormitoriodaallí.-Bueno.Losdíasdelunamiraréissidelosagujerosdelmurosalenratas.Las
ratas son roedores muy de temer, y yo he visto a desgraciados tulipanerosreprocharamargamenteaNoéelhabermetidounparderatasenelarca.-Miraré,ysihaygatosoratas…-¡Puesbien!Tendréisqueavisarme.Después-continuóVanBaerle,suspicaz
desdeque sehallabaenprisión-, ¡hayunanimalmuchomásde temer todavíaqueelgatoylarata!-¿Cuáles?-¡Elhombre!¿Comprendéis,queridaRosa?Serobaunflorín,ysearriesgael
penalporsemejantemiseria;conmuchamayorrazónsepuederobarunbulbodetulipánquevalecienmilflorines.-Nadiemásqueyoentraráeneljardín.-¿Meloprometéis?-¡Oslojuro!-¡Bien!¡Gracias,queridaRosa!¡Oh!¡Todalaalegríamevaaprovenir,pues,
devos!Y,comoloslabiosdeVanBaerleseacercaronalenrejadoconelmismoardor
delavíspera,ycomoporotraparte,lahoradelaretiradahabíallegadoya,Rosaalejólacabezayalargólamano.Enestalindamano,enlaquelacoquetajoventeníauncuidadoparticular,estabaelbulbo.Cornelius besó apasionadamente la punta de los dedos de esa mano. ¿Fue
porqueconteníaunodelosbulbosdelgrantulipánnegro?¿FueporserlamanodeRosa?Esto es lo que dejamos para que lo adivinen otrosmás sagaces quenosotros.Rosaseretiró,pues,conlosotrosdosbulbos,apretándoloscontrasupecho.¿Losapretabacontrasupechoporqueeranlosbulbosdelgrantulipánnegro,o
porquelosbulbosproveníandeCorneliusvanBaerle?Creemosqueestepuntoseríamásfácildeprecisarqueelotro.Fuera loquefuese,apartirdeaquelmomento, lavidasehizodulcey llena
para el prisionero. Rosa, como hemos visto, le había entregado uno de los
bulbos.Cadanocheletraíapuñadoapuñadolatierradelaporcióndejardínquehabía
halladoserlamejoryque,enefecto,eraexcelente.Una ancha vasija que Cornelius había roto hábilmente le proporcionó un
fondopropicio,lollenóhastalamitadymezclólatierratraídaporRosaconunpoco de lodo del río que dejó secar, con lo cual se proveyó de un excelenteterreno.DecirtodoloqueCorneliusdesplegóencuidados,enhabilidadyenañagazas
para escamotear a la vigilancia de Gryphus la alegría de sus trabajos, no loconseguiríamos.Mediahoraesunsiglodesensacionesydepensamientosparaunprisionerofilósofo.NopasabadíasinqueRosavinieraacharlarconCornelius.Lostulipanes,delosquelajovenrealizabauncursocompleto,constituíanel
fondode laconversación;mas,por interesantequeeste temasea,no sepuedehablarsiempredetulipanes.Entonces se hablaba de otra cosa, y para su mayor asombro el tulipanero
percibíalainmensaextensiónquepodíatomarelcírculodelaconversación.Sólo que Rosa había adquirido una costumbre: mantenía su bello rostro
invariablemente a veinte centímetros del postigo, porque la bella frisonadesconfiaba sin duda de ella misma, desde que había sentido a través delenrejado cuánto puede quemar el aliento de un prisionero el corazón de unajoven.Había una cosa que inquietaba en aquel momento al tulipanero casi tanto
comosusbulbosysobrelacualvolvíasincesar.EraladependenciaenquesehallabaRosaconrespectoasupadre.Así, la vida deVanBaerle -el doctor sabio, el pintor pintoresco, el hombre
superior- deVanBaerle que era el primero que había descubierto, según todaprobabilidad, esa obra de arte de la creación que se llamaría, como se habíadispuestopor adelantado,RosaBarloensis, lavida,muchomásque lavida, lafelicidadde este hombredependía delmás simple caprichodeotrohombre, yeste hombre era un ser de un espíritu inferior, de una casta ínfima; era uncarcelero,algomenosinteligentequelacerraduraquemanipulaba,másduroquelafallebaquecorría.EraalgocomoelCalibandeLaTempestad,unpasoentreelhombreyelbruto.¡Pues bien! La felicidad deCornelius dependía de ese hombre; ese hombre
podíaunahermosamañanaaburrirsedeLoevestein,encontrarqueelaireeraallímalsano,quelaginebranoerabuena,yabandonar lafortaleza,y llevarseasuhija…yunavezmás,CorneliusyRosaseveríanseparados.Dios,quesecansadehacermuchoporsuscriaturas,acabaríatalvezentonces
pornoreunirlosmás.-Yentonces, ¡paraqué lospalomosviajeros!-decíaCorneliusa la joven-.Ya
que,queridaRosa,vosnosabríaisnileerloqueyoosescribiera,niescribirmeloquehubieraispensado.-Pensad-respondíaRosa,queenel fondodesucorazón temía laseparación
tanto como Cornelius- que disponemos de una hora todas las noches;empleémoslabien.-Meparece-replicóCornelius-quenolaempleamosmuymal.-Empleémoslamejortodavía-insistióRosasonriendo-.Enseñadmealeerya
escribir;aprovecharévuestraslecciones,creedme;ydeestaformanoestaremosyanuncaseparadosmásquepornuestrapropiavoluntad.-¡Oh!-exclamóCornelius-.Conesotendremoslaeternidadantenosotros.Rosasonrióyseencogiólevementedehombros.-¿Esquevaisapermanecersiempreenprisión?-respondió-.¿Esquedespués
dehaberosconcedidolavida,SuAltezanoosconcederálalibertad?¿Esquenorecuperaréis nunca vuestros bienes? ¿Es que ya no seréis rico? ¿Os dignaréismirar, cuando paséis a caballo o en carroza, a la pequeña Rosa, una hija decarcelero,casiunahijadeverdugo?Corneliusquisoprotestar,yciertamentelohubierahechocontodosucorazón
yconlasinceridaddeunalmallenadeamor,silajovennohubierapreguntado,sonriendo:-¿Cómovavuestrotulipán?HablaraCorneliusdesutulipán,eraunmedioparaqueCorneliusloolvidara
todo,inclusoaRosa.-Bastante bien -dijo-. La piel se ennegrece, el trabajo de fermentación ha
comenzado, los nervios del bulbo se calientan y crecen; de aquí a ocho días,antestalvez,sepodrándistinguirlasprimerasprotuberanciasdelagerminación.¿Yelvuestro,Rosa?-¡Oh!Yohehecholascosasengrandeysegúnvuestrasindicaciones.-Veamos,Rosa,¿quéhabéishecho?-preguntóCornelius,conlosojoscasitan
ardientes, el aliento casi tan jadeante como la noche en que esos ojos habíanquemadoelrostroyaquelalientoelcorazóndeRosa.-Yo he hecho las cosas en grande -repitió la joven sonriendo, porque en el
fondo de su corazón no podía impedir el considerar ese doble amor delprisionero por ella y por el tulipán negro-. Me he preparado un cuadradodesnudo,lejosdelosárbolesydelosmuros,enunatierraligeramentearenosa,másbienhúmedaqueseca,sinungranodepiedra,sinunguijarro;hedispuestounaplatabandacomovosmehabéisdescrito.-Bien,bien,Rosa.
-Elterrenoestápreparadodesuertequenoesperamásquevuestroaviso.Alprimerdíabuenoenquemedigáisqueplantemibulbo,loplantaré;sabéisquedebo ir retrasada con respecto a vos, ya que yo dispongo de todas lasoportunidadesdeunairebueno,elsolydeabundanciadejugosterrestres.-Esverdad,esverdad-exclamóCornelius,golpeándoseconalegríalasmanos-
, y sois una buena alumna, Rosa, y ganaréis ciertamente vuestros cien milflorines.-No olvidéis -dijo riendoRosa- que vuestra alumna, ya queme llamáis así,
tienetodavíaqueaprenderotracosaqueelcultivodelostulipanes.-Sí,sí,yestoytaninteresadocomovos,bellaRosa,enquesepáisleer.-¿Cuándocomenzaremos?-Enseguida.-No,mañana.-¿Porquémañana?-Porquehoyyahapasadonuestrahora,yesprecisoqueosdeje.-¡Ya!Pero¿enquéleeremos?-¡Oh!-dijoRosa-.Tengounlibro,unlibroque,
espero,nostraigafelicidad.-¿Hastamañana,pues?-Hastamañana.Aldíasiguiente,RosaacudióconlaBibliadeCorneilledeWitt.
17CapítuloElprimerbulbo
Al día siguiente, como hemos dicho,Rosa vino con laBiblia deCorneille deWitt.Entoncescomenzóentreelmaestroylaalumnaunadeaquellasencantadoras
escenasquesonlaalegríadelnovelistacuandotieneladichadehallarlasbajolapluma.Elpostigo,únicaaberturaqueservíadecomunicaciónalosdosamantes,era
demasiado elevado para que, los que hasta entonces se habían contentado conleerse mutuamente en el rostro todo lo que tenían que decirse, pudieran leercómodamenteenellibroqueRosahabíatraído.En consecuencia, la joven tuvo que apoyarse en el postigo, con la cabeza
ladeada, el libro a la alturade la luzque sostenía con lamanoderechayque,para descansarla un poco, Cornelius ideó fijarla con un pañuelo a la reja dehierro.Desdeentonces,RosapudoseguirconsusdedossobreellibrolasletrasylassilabasquelehacíadeletrearCornelius,elcual,provistodeunapaja,aguisadepuntero,señalabaesasletrasporelagujerodelpostigoasuatentaalumna.La luzdeaquella lámpara iluminaba los ricoscoloresdeRosa, susazulesy
profundosojos,susrubiastrenzasbajoelcascodeorobruñidoque,comohemosdicho,sirvedetocadoalasfrisonas;susdedoslevantadosenelaireydelosquela sangre descendía, tomaban ese tono pálido y rosado que resplandece a laslucesyqueindicalavidamisteriosaquesevecircularbajolacarne.La inteligencia de Rosa se desarrollaba rápidamente bajo el contacto
vivificante del espíritu deCornelius y, cuando la dificultad parecía demasiadoardua,aquellosojosquesesumergíanelunoenelotro,aquellaspestañasqueserozaban,aquelloscabellosquesemezclaban,despedíanchispasrelampagueantescapacesdealumbrarlasmismastinieblasdelidiotismo.YRosa,aldescenderasucuarto,repasabasolaensumentelasleccionesde
lectura,yalmismotiempoensualmalasleccionesnoconfesadasdelamor.Unanochellegómediahoramástardequedecostumbre.EstamediahoraderetrasoconstituíaunsucesomuygraveparaqueCornelius
noseinformaraantesquenadasobrelacausadelmismo.
-¡Oh!Nomeregañéis-implorólajoven-,nohasidopormiculpa.Mipadreha renovado conocimiento en Loevestein con un buen hombre que ibafrecuentementeavisitarloenLaHaya.Esunpobrediablo,amigodelabotella,yquecuentadivertidashistorias,ademásdeserungranpagadorquenoretrocedeanteunainvitación.-¿Noleconocíaisdeantes?-preguntóCorneliusasombrado.-No-respondiólajoven-.Fuealcabodeunosquincedíascuandomipadrese
apasionóporesereciénllegado,tanasiduoensusvisitas.-¡Oh! -exclamó Cornelius moviendo la cabeza con inquietud, porque todo
nuevosucesopresagiabaparaélunacatástrofe-.Talvezsetratedealgúnespíadel tipo de los que envían a las fortalezas para vigilar conjuntamente a losprisionerosyalosguardianes.-Nolocreo-contestóRosasonriendo-.Siesehombreespíaaalguien,noesa
mipadre.-¿Aquién,entonces?-Amí,porejemplo.-¿Avos?-¿Porquéno?-dijoriendoRosa.-¡Ah!Esverdad-suspiróCornelius-.Vosnotendréispretendientessiempreen
vano,Rosa,yesehombrepuedeconvertirseenvuestromarido.-Nodigoqueno.-¿Yenquéfundáisestaventura?-Decidestetemor,señorCornelius.-Gracias,Rosa,porquetenéisrazón;estetemor…-Lofundoen…-Escucho,decid-apremióCornelius.-Este hombre había venido ya varias veces a la Buytenhoff, en La Haya;
mirad,justoenelmomentoenquevosfuisteisencerradoallí.Salidayo,salióélasuvez;venidayoaquí,élviene.EnLaHayatomabacomopretextoquequeríaveros.-¿Verme,amí?-¡Oh!Unpretexto,seguramente,porquehoyquetodavíapodíahacervalerla
misma razón,yaquevososhabéis convertidoenelprisionerodemipadre,omásbien,mipadresehaconvertidoenvuestrocarcelero,noseacuerdayadevos,sinoalcontrario.Leoídecirayeramipadrequenoosconocía.-Continuad,Rosa,osloruego,queintentoadivinarquiénesesehombreyqué
quiere.-¿Estáis seguro, señor Cornelius, que ninguno de vuestros amigos puede
interesarseporvos?
-Yonotengoamigos,Rosa,noteníamásqueaminodriza,voslaconocéisyellaosconoce.¡Ay!EsapobreZugvendríaporsímismaysinfingimientosdiríallorandoavuestropadreoavosmisma:«Queridoseñor,oqueridaseñorita,miniñoestáaquí,vedcuándesesperadaestoy,dejádmeloverunahorasolamenteyrogaré aDios todami vida por vos.» ¡Oh, no! -continuóCornelius-. ¡Oh, no!ApartedemibuenaZug,no,notengoamigos.-Vuelvo, pues, a lo que pensaba, tanto más cuanto ayer, al ponerse el sol,
cuandoarreglabalaplatabandadondedeboplantarvuestrobulbo,viunasombraque,porlapuertaentreabierta,sedeslizabatraslossaúcosylosálamos.Notuveque mirarlo, era nuestro hombre. Se ocultó, me vio remover la tierra y, enverdad, era realmente amí a quien había seguido; era realmente amí a quienespiaba.Medabayoungolpeconelrastrillo,notocabaunátomodetierra,queélnosedieracuenta.-¡Oh,sí,sí!Esunenamorado-dijoCornelius-.¿Esjoven,esguapo?YmiróávidamenteaRosa,esperandoimpacientesurespuesta.-¡Joven, guapo… ! -exclamó Rosa estallando de risa-. Tiene un rostro
horrible, el cuerpoencorvado; seacercaa loscincuentaaños,ynoseatreveamirarmedefrenteniahablaralto.-¿Ysellama?-JacobGisels.-Noleconozco.-Yaveis,entonces,quenoesporvosporquienviene.-En todocaso, si élosama,Rosa, loqueesmuyprobable,porqueveroses
amaros,¿vosnoleamáis?-¡Oh!¡Noporcierto!-¿Queréisquemetranquilice,noeseso?-Osloprometo.-¡Puesbien!Ahoraquecomenzáisasaberleer,Rosa,¿leeréistodoloqueos
escriba,verdad,sobrelostormentosdeloscelosylosdelaausencia?-Loleerésiescribísconletrabiengrande.Luego, como el giro que tomaba la conversación comenzara a inquietar a
Rosa,dijo:-Apropósito,¿cómoseportavuestrotulipán?-Juzgad mi alegría, Rosa. Esta mañana lo miraba al sol, después de haber
separadocuidadosamentelacapadetierraquecubrealbulbo,yhevistoasomarlapuntadelprimerbrote; ¡ah,Rosa!Micorazónsehafundidodealegría.Esaimperceptibleyemablancuzca,queunalademoscadestrozaría al rozarla, esasospechade existenciaque se revelaporun incomprensible testimonio,mehaemocionadomásquelalecturadeaquellaordendeSuAltezaquemedevolvíala
vidadeteniendolaespadadelverdugo,sobreelpatíbulodelaBuytenhoff.-Entonces¿esperáis?-dijoRosasonriente.-¡Oh!¡Sí,espero!-¿Yamí,cuándomellegaráelturnodeplantarmibulbo?-Osavisarécuandollegueelprimerdíafavorable;pero,sobretodo,novayáis
ahacerosayudarpornadie,noconfiéisvuestrosecretoanadie;unaficionado,¿comprendéis?, sería capaz, con sólo inspeccionar ese bulbo, de reconocer suvalor; y sobre todo, sobre todo, mi querida Rosa, guardad cuidadosamente laterceracebollaqueosqueda.-Todavía está en el mismo papel donde vos la pusisteis y tal como me la
disteis,señorCornelius,escondidaenelfondodemiarmarioybajomisencajesquelaconservanensecosinalteraciones.Pero,adiós,pobreprisionero.-¿Cómo,ya?-Espreciso.-¡Venirtantardeymarchartanpronto!-Mi padre podría impacientarse al no verme regresar; el enamorado podría
imaginarsequehayunrival.Yescuchó,inquieta.-¿Quéosocurre?-preguntóVanBaerle.-Mehaparecidooír…-¿Qué?-Algocomounpasoquecrujíaenlaescalera.-Enefecto -dijoelprisionero-,nopuedeserotroqueGryphus.Se leoyede
lejos.-No,noesmipadre,estoysegura,pero…-Pero…-PodríaserelseñorJacob.Rosaselanzóhacialaescalera,yseoyó,enefecto,unapuertaquesecerraba
rápidamente antes de que la joven hubiera descendido los diez primerosescalones.Corneliussequedómuyquieto,peroestonoeraparaélmásqueunpreludio.Cuando la fatalidad comienza a realizar una mala obra, es raro que no
prevenga caritativamente a su víctima, como un espadachín hace con suadversarioparadarletiempoaponerseenguardia.Casisiempre,estosavisosemanandelinstintodelhombreodelacomplicidad
delosobjetosinanimados,amenudomenosinanimadosdeloquegeneralmentesecree;casisiempre,decimosnosotros,estosavisossedesatienden.Elgolpehasilbadoenelaireycaesobreunacabezaalaqueesesilbidohubieradebidodeadvertir,yque,advertida,habríatenidoqueprecaverse.
Eldíasiguientetranscurriósinquenadanotableseseñalara.Gryphushizosustres visitas. No descubrió nada. Cuando oía venir a su carcelero -con laesperanzadesorprenderlossecretosdesuprisionero,Gryphusnoacudíanuncaa las mismas horas-, Van Baerle, con la ayuda de un mecanismo que habíainventado, y que se parecía a aquellos con ayuda de los cuales se suben ydesciendenlossacosdetrigoenlasgranjas,hacíadescendersuvasijapordebajodelacornisadetejasprimero,yluegodelaspiedrasquehabíapordebajodesuventana.Encuantoaloshilos,conayudadeloscualesrealizabaelmovimiento,nuestro mecánico había hallado el modo de ocultarlos entre los musgos quevegetabanenlastejasyenloshuecosdelaspiedras.Gryphusnoveíanipodíasospecharnada.Estemanejotuvoéxitoduranteochodías.PerounamañanaqueCornelius,absortoenlacontemplacióndesubulbo,en
dondeaparecíayaunpuntodevegetación,nohabíaoídosubiralviejoGryphus-hacíamuchovientoaqueldíaytodocrujíaenel torreón-, lapuertaseabrióderepente,yCorneliusfuesorprendidoconsuvasijaentrelasrodillas.Gryphus, viendo un objeto desconocido, y por consecuencia prohibido en
manosdesuprisionero,selanzósobreelobjetoconmásrapidezqueelhalcónsobresupresa.Elazaroaquellahabilidadfatalqueelespíritudelmalconcedeavecesalos
seresmaléficos,hizoquesugruesamanocallosaseposaradesdeelprincipioenmediodelavasija,sobrelaporcióndetierradepositariadelapreciosacebolla,aquellamanorotaporencimadelamuñecayqueCorneliusvanBaerlelehabíaarregladotanbien.-¿Quétenéisahí?-gritó.Yhundiósumanoenlatierra.-¿Yo?¡Nada,nada!-exclamóCorneliusmuytembloroso.-¡Ah!¡Unavasija!¡Tierra!¡Hayalgúnsecretoocultoaquí!.-¡Cuidado,señorGryphus!-suplicóVanBaerle, inquietocomolaperdizala
queelsegadoracabadequitarlesupollada.YesqueGryphuscomenzabaaescarbarenlatierraconsusganchudosdedos.-¡Señor,señor!¡Tenedcuidado!-imploróCorneliuspalideciendo.-¿Aqué?¡VotoaDios!¿Aqué?-aullóelcarcelero.-¡Tenedcuidado,osdigo!¡Vaisalastimarlo!Y con un rápido movimiento, casi desesperado, arrancó de las manos del
carcelerolavasija,queocultócomountesorobajoelamparodesusdosbrazos.Pero Gryphus, testarudo como viejo, y cada vez más convencido de que
acababadedescubrirunaconspiracióncontraelpríncipedeOrange,corrióhaciasu prisionero con el garrote levantado, y viendo la impasible resolución del
cautivoenprotegersurecipientedeflores,comprendióqueCorneliustemblabamuchomenosporsucabezaqueporsuvasija.Trató,pues,dearrancárselaavivafuerza.-¡Ah!-decíaelcarcelerofurioso-.Vedqueosestáisrebelando.-¡Dejadmemitulipán!-gritabaVanBaerle.-Sí,sí,tulipán-replicabaelviejo-.Conocemoslastretasdelosprisioneros.-Peroyoosjuro…-Soltad-repetíaGryphuspataleando-.Soltad,ollamoalaguardia.-Llamadaquienqueráis,peronoobtendréisestapobreflormásqueconmi
vida.Gryphus, exasperado, hundió sus dedos por segundavez en la tierra, y esta
vez sacó el bulbo todo negro, ymientrasVanBaerle se sentía feliz por habersalvado el continente, no imaginándoseque su adversario poseía el contenido,Gryphus lanzó violentamente el bulbo reblandecido que se aplastó sobre labaldosaydesapareciócasienseguidatriturado,casiconvertidoenpapilla,bajoelgruesozapatodelcarcelero.VanBaerle vio el crimen, entrevió los restos húmedos, comprendió aquella
alegría feroz de Gryphus y lanzó un grito desesperado que conmovió a esecarceleroasesinoque,unosañosantes,habíamatadolaarañadePellison.La idea de golpear a aquel mal hombre cruzó como un relámpago por el
cerebrodel tulipanero.Elfuegoy lasangre lesubieronconjuntamentehasta lafrente,lecegaron,ylevantóconsusdosmanoslapesadavasijacontodalainútiltierra que quedaba en ella. Un instante más, y la dejaría caer sobre el calvocráneodelviejoGryphus.Ungritoledetuvo,ungritollenodelágrimasydeangustia,elgritoquelanzó
detrásdelenrejadodelpostigolapobreRosa,pálida,temblorosa,conlosbrazoselevadosalcieloycolocadaentresupadreysuamigo.Cornelius arrojó la vasija que se rompió en mil pedazos con un estrépito
terrible.Y entonces, Gryphus comprendió el peligro que acababa de correr y se
entregóaterriblesamenazas.-¡Oh! -exclamóCornelius-. Es preciso que seáis un hombremuy cobarde y
muyvillanoparaarrancarleaunpobreprisionerosuúnicoconsuelo,unacebolladetulipán.-¡Apartaos, padre mío! -añadió Rosa-. Es un crimen lo que acabáis de
cometer.-¡Ah!Soisvos,cotorra-gritóelviejohirviendodecólera,volviéndosehacia
suhija-.Meteosenloqueosimporte,y,sobretodo,bajadenseguida.-¡Desgraciado!¡Desgraciado!-continuabaCorneliusdesesperado.
-Despuésdetodo,nosetratamásquede,untulipán-añadióGryphusunpocoavergonzado-.Os daremos tantos tulipanes como deseéis, tengo trescientos enmidesván.-¡Aldiablovuestrostulipanes!-exclamóCornelius-.Novalenmásdeloque
vosmismovaléis.¡Oh!¡Cienmilmillonesdemillones!Silostuviera,losdaríaporelquehabéisaplastado.-¡Ah!-exclamóGryphustriunfante-.Yaveisquenoesuntulipánloquevos
teníais.Yaveisqueenestafalsacebollahabíaalgunabrujería,talvezunmediodecorrespondenciaconlosenemigosdeSuAlteza,queosperdonó.Yadecíayoquesehabíaequivocadoalnocortaroselcuello.-¡Padremío!¡Padremío!-exclamabaRosa.-¡Puesbien!¡Tantomejor!¡Tantomejor!-repetíaGryphusanimándose-.Yolo
hedestruido,yolohedestruido.¡Yasí loharécadavezquevoscomencéisdenuevo!¡Ah!Yaoshabíaavisado,miguapoamigo,queosharíalavidadura.-¡Maldito! ¡Maldito! -gritó Cornelius mientras completamente desesperado
revolvíaconsusdedostemblorososlosúltimosvestigiosdesubulbo,cadáverdetantasalegríasytantasesperanzas.-Plantaremoselotromañana,queridoseñorCornelius-dijoenvozbajaRosa,
que comprendía el inmenso dolor del tulipanero y que lanzó -corazón santo-aquellas dulces palabras como una gota de bálsamo en la herida sangrante deCornelius.
18CapítuloElenamoradodeRosa
Apenas había pronunciado Rosa aquellas palabras de consuelo a Cornelius,cuando se oyó en la escalera una voz que pedía aGryphus noticias de lo queocurría.-Padremío-dijoRosa-,¿oís?-¿Qué?-ElseñorJacobosllama.Estáinquieto.-Sehahechotantoruido-exclamóGryphus-.¡Sehubieradichoqueestesabio
meestabaasesinando!¡Ah!¡Cuántodañoproporcionansiemprelossabios!Luego,señalandoconeldedolaescaleraaRosa,ordenó:-¡Caminad por delante, señorita! -y cerrando la puerta, acabó-: Ya voy con
vos,amigoJacob.YGryphussalió,llevándoseaRosaydejandoensusoledadyensuamargo
doloralpobreCorneliusquemurmuraba:-¡Oh!Túereselquemehasasesinado,viejoverdugo.¡Nosobreviviréaesto!Y, en efecto, el pobre prisionero cayó enfermo sin ese contrapeso que la
ProvidenciahabíapuestoensuvidayquesellamabaRosa.Porlanoche,regresólajoven.Suprimerapalabra fuepara anunciar aCorneliusquede allí en adelante su
padrenoseoponíaaqueélcultivaraflores.-¿Ycómosabéisesto?-preguntóelprisioneroconairedolientealajoven.-Loséporquelohadicho.-¿Paraengañarme,talvez?-No,searrepiente.-¡Oh!Sí,perodemasiadotarde.-Estearrepentimientonolehavenidodesímismo.-¿Ycómolehavenido,pues?-¡Sivossupieraiscuántolehareñidosuamigo!-¡Ah!ElseñorJacob.¿Noosdeja,pues,esecaballero?-Entodocaso,nosdejalomenosquepuede.Ysonriódetalformaqueaquellapequeñanubedecelosquehabíaoscurecido
lafrentedeCorneliussedisipó.-¿Cómohaocurrido?-preguntóelprisioneroconinterés.-Puesbien,interrogadoporsuamigo,mipadre,alahoradecenarlecontóla
historia del tulipán o más bien del bulbo, y la bonita explosión que hizo alaplastarse.Corneliuslanzóunsuspiroquepodíapasarporungemido.-¡SihubieraisvistoenaquelmomentoamaeseJacob…!-continuóRosa-.En
verdad, creí que iba a pegar fuego a la fortaleza; sus ojos eran dos antorchasardientes,suscabellosseerizaron,crispabasuspuños.Poruninstantecreíquequería estrangular a mi padre. «¿Vos habéis hecho esto -gritó-, vos habéisaplastado el bulbo?» «Sin duda», dijo mi padre. «¡Esto es una infamia! -continuó-,¡esodioso!¡Esuncrimenloquehabéiscometido!»,aullóJacob.Mipadresequedóestupefacto.«¿Esquevos tambiénestáis loco?»,preguntóasuamigo.-¡Oh! Es un hombre digno, ese Jacob -murmuró Cornelius-. Un corazón
honrado,unalmaescogida.-Lociertoesque resulta imposible trataraunhombremásduramentede lo
queélha tratadoamipadre -añadióRosa-.Por suparte, sentíaunaverdaderadesesperación;repetíasincesar:«Aplastado,elbulboaplastado;¡oh,Diosmío,Diosmío! ¡Aplastado!», luego,volviéndosehaciamí,mepreguntó:«¿Peronoseríaelúnicoquetenía?»-¿Oshapreguntadoeso?-inquirióCornelius,prestandoatención.-«¿Voscreéisquenoeraelúnico?»,dijomipadre.«Bueno,buscaremos los
otros.»«Vosbuscaréislosotros»,gritóJacobcogiendoamipadreporelcuello;pero enseguida lo soltó.Y luego,volviéndosehaciamí, preguntó:«¿Yquéhadicho el pobre hombre?» Yo no sabía qué responder. Vos me habíaisrecomendado que no dejase de sospechar jamás el interés que teníais en esebulbo.Afortunadamentemipadremesacódelaprieto.«¿Loquehadicho…?Sepusofurioso.»«¿Cómonoibaaestarfurioso-ledije-,sivosfuisteistaninjustoytanbrutal?»«¡Vaya!Pero¿estántodoslocos?-gritómipadreasuvez-.¡Porhaberaplastadounacebolladetulipán!;lashayacentenaresporunflorínenelmercadodeGorcum.»«Perotalvezmenospreciososqueéste»,tuveladesgraciaderesponder.-¿YquédijoJacobaesaspalabras?-preguntóCornelius.-Debo confesar que, a esas palabras, me pareció que su mirada lanzaba
destellos.-Sí-apremióCornelius-.Peroestonoseríatodo.¿Dijoalgo?-Dijoconvozmelosa:«Asípues,bellaRosa,¿voscreéisqueesacebollaera
preciosa?»Entonces comprendí que había cometido una falta. «¿Qué sé yo? -
respondínegligentemente-.¿Acasoconozcolostulipanes?Solamenteséque,pordesgracia,estamoscondenadosavivirconlosprisioneros…yséqueparaesteprisioneroconstituíatodosupasatiempo.ElpobreseñorVanBaerleseentreteníacon esa cebolla. Y por ello digo que es una crueldad quitarle esa diversión.»«Pero,enprimerlugar,-dijoentoncesmipadre-¿cómosehabíaprocuradoesacebolla?Estoesloquemegustaríasaber.»Desviélamiradaparaevitarlademipadre.Perome topé con los ojos de Jacob.Sediría quedeseabaperseguirmipensamientohastaelfondodemicorazón.Ungestodisplicenteeximeamenudounarespuesta.Meencogídehombros,mevolvídeespaldasymedirigíhacialapuerta.Peromedetuvealoírpronunciarunapalabraqueoíenvozbaja.Jacobledijo a mi padre: «No es cosa difícil asegurarse, pardiez. Es cuestión deregistrarle,ysitienelosotrosbulbosloshallaremos.Generalmente,haytres.»-¡Haytres!-exclamóCornelius-.¡Dijoquehabíatresbulbos!-Podéis comprender que la frase me asombró tanto como a vos ahora.Me
volví.Estabanlosdos tanocupadosquenovieronmimovimiento.«Pero-dijomipadre-talveznotengasuscebollasconsigo.»«Entoncessacadledelaceldacon un pretexto cualquiera. Durante ese tiempo, yo la registraré», concluyóJacob.-¡Oh!¡Oh!-exclamóCornelius-.PerovuestromaeseJacobesunbandido.-Tengomiedo.-Decidme,Rosa-continuóCornelius,pensativo-.¿Nomehabéiscontadoque
eldíaenquepreparabaisvuestraplatabanda,esehombreoshabíaseguido?-Sí.-¿Quesehabíadeslizadocomounasombratraslossaúcos?-Sinduda.-¿Quenohabíaperdidoniunodevuestrosgolpesderastrillo?-Niuno.-Rosa…-dijoCorneliuspalideciendo.-Noeraavosaquienseguía.-¿Aquién,pues?-Noesdevosdequienestáenamorado.-¿Dequién,entonces?-Eraamibulboaquienseguía;esdemitulipándequienestáenamorado.-¡Ah!¡Naturalmente!Esopodríaser-exclamóRosa.-¿Queréisaseguraros?-¿Cómo?-¡Oh!Escosafácil.-Decidme.-Idmañanaaljardín;procurad,comolaprimeravez,queJacobsepaquevais
allí.Procurad,comolaprimeravez,queossiga;hacedelademándeenterrarelbulbo,saliddeljardín,peromiradatravésdelapuerta,yvedloquehace.-¡Bien!Pero¿ydespués?-¿Después?Segúnélactúe,actuaremosnosotros.-¡Ah! -exclamó Rosa lanzando un suspiro-. Realmente, amáis mucho a
vuestrascebollas,señorCornelius.-Elhechoes-dijoelprisioneroconunsuspiroque,desdequevuestropadre
aplastó ese desgraciado bulbo, me parece que una parte de mi vida se haparalizado.-¡Veamos!-indicóRosa-.¿Queréisintentarotracosatodavía?-¿Qué?-¿Queréisaceptarlaproposicióndemipadre?-¿Quéproposición?-Oshaofrecidocebollasdetulipanesporcentenares.-Esverdad.-Aceptaddoso tres,yenmediodeestasdoso trescebollas,podéiscriarel
tercerbulbo.-Sí,noestaríamal -aprobóCorneliusconel ceño fruncido- sivuestropadre
estuvierasolo;peroeseotro,eseJacob,quenosespía…-¡Ah! Es cierto. Sin embargo, ¡reflexionad!Os priváis aquí, lo veo, de una
grandistracción.Ypronuncióestaspalabrasconunasonrisaquenoestabaenteramenteexenta
deironía.En efecto, Cornelius reflexionó un instante, y era fácil de comprender que
luchabacontraungrandeseo.-¡Puesbien!¡No!-exclamóestoicamente-.¡No,estoseríaunadebilidad,una
locura, una cobardía! Si así entrego a todas lasmalvadas oportunidades de lacóleraydelaenvidiaelúltimorecursoquenosqueda,seríaunhombreindignodeperdón.¡No,Rosa,no!Mañanatomaremosunaresoluciónrespectoavuestrotulipán; lo cultivaréis según mis instrucciones; y en cuanto al tercer bulbo -suspiró profundamente-, en cuanto al tercero, ¡guardadlo en vuestro armario!Guardadlocomoelavaroguardasuprimeraosuúltimamonedadeoro,comolamadreguardaasuhijo,comoelheridoguardalaúltimagotadesangredesusvenas;¡guardadlo,Rosa!¡Algomedicequeenélestánuestrasalvación,queenél está nuestra riqueza! ¡Guardadlo! Y si el fuego del cielo cayera sobreLoevestein, juradme,Rosa,queen lugardevuestrosanillos,devuestras joyas,de este hermoso casco de oro que enmarca tan bien vuestro rostro, juradme,Rosa,queosllevaríaisesteúltimobulboqueencierramitulipánnegro.-Estad tranquilo, señor Cornelius -asintió Rosa con una dulce mezcla de
tristezaydesolemnidad-.Estadtranquilo,vuestrosdeseossonórdenesparamí.-E incluso -continuó el joven enardeciéndose cada vezmás-, si percibieseis
que erais seguida, que se espían vuestros pasos, que vuestras conversacionesdespiertan las sospechas de vuestro padre o de ese espantoso Jacob a quiendetesto, ¡pues bien!,Rosa, sacrificadme enseguida, amí que no vivomás queparavos,quenotengoanadiemásqueavosenelmundo,sacrificadme…nomeveáismás.Rosasintióoprimírseleelcorazónensupecho; las lágrimasbrotarondesus
ojos.-¡Ay!-exclamó.-¿Qué?-preguntóCornelius.-Veounacosa.-¿Quéveis?-Veo -dijo la joven estallando en sollozos-, veo que vos amáis tanto a los
tulipanes,quenoquedalugarenvuestrocorazónparaotrosafectos.Yhuyó.Corneliuspasóunadelaspeoresnochesquejamáshabíapasado.Ahora, ¿cómo vamos a explicar este extraño carácter a los tulipaneros
perfectoscomolosquetodavíaexistenenestemundo?Loconfesamosparavergüenzadenuestrohéroeyde lahorticultura;de sus
dosamores,elqueCorneliussentíamásinclinadoalamentar,eraeldeRosa;ycuando hacia las tres de la madrugada se durmió cansado de sus afanes,atormentado por los temores, lleno de remordimientos, el gran tulipán negrocedióelprimerlugar,ensussueños,alosbellosojosazulesdelarubiafrisona.
19CapítuloLamujerylaflor
Pero la pobreRosa, encerrada en su habitación, no podía saber en qué o conquiénsoñabaCornelius.Porconsiguiente,despuésde loqueél lehabíadicho,Rosasesentíamásinclinadaacreerquepensabamásensutulipánqueenella,y,sinembargo,seengañaba.Pero como nadie estaba allí para decirle que se engañaba, y las palabras
imprudentes de Cornelius habían caído sobre su alma como gotas de veneno,Rosanosoñaba,lloraba.Enefecto, comoRosa eraunacriaturade espíritu elevado,de sentir rectoy
profundo,sehacíajusticiaasímisma,noencuantoasuscualidadesmoralesyfísicas,sinoencuantoasuposiciónsocial.Corneliuserasabio,Corneliuserarico,oporlomenoslohabíasidoantesde
la confiscación de sus bienes; Cornelius pertenecía a aquella burguesía delcomercio,másorgullosade sus rótulospintados en las tiendas, convertidos enblasón, de lo que había estado jamás la nobleza de raza de sus escudoshereditarios. Cornelius podía, pues, considerar a Rosa buena para unadistracción, pero seguramente cuando se tratara de empeñar el corazón, seríamásbienaun tulipán,esdecir,a lamásnobleymásorgullosade las floresaquienseloempeñaría,queaRosa,lahumildehijadeuncarcelero.Comprendía, pues, esta preferencia queCornelius concedía al tulipán negro
sobreella,peronoestabamenosdesesperadaporquelocomprendiera.Así pues, Rosa tomó una resolución durante aquella noche terrible, durante
aquellanochedeinsomnio.Estaresoluciónconsistíaennovolvernuncamásalpostigo.MascomosabíaelardientedeseoquesentíaCorneliusportenernoticiasdesu
tulipán,mascomonoqueríaexponerseaverdenuevoaunhombreporelquesentíaacrecentarsesupiedadhastaelpuntodequedespuésdehaberpasadoporla simpatía, esta piedad se encaminaba recta y a grandes pasos hacia el amor;mascomonoqueríaqueesehombresedesesperara,resolvióproseguirsolalasleccionesdelecturayescrituracomenzadas,puesfelizmentehabíallegadoaunpuntodesuaprendizajeenqueyanolehubierasidonecesariounmaestrosiese
maestronosehubiesellamadoCornelius.Rosa, pues, se puso a leer con encarnizamiento en la Biblia del pobre
CorneilledeWitt, en la segundapágina, convertidaenprimeradespuésque laotrafuearrancada,dondeestabaescritoeltestamentodeCorneliusvanBaerle.«¡Ah!-murmurabaparasíreleyendoestetestamentoquenuncaterminabasin
que una lágrima, perla de amor, rodara de sus ojos límpidos por sus pálidasmejillas-. ¡Ah! En ese tiempo creí, sin embargo, por un instante que él meamaba.»¡Pobre Rosa! Se equivocaba. Jamás el amor del prisionero había sido real
hastaelmomento,yaque,comohemosdichoconvergüenza,enlaluchaentreelgrantulipánnegroyRosa,eraelgrantulipánnegroelquehabíasucumbido.PeroRosa,repitámoslo,ignorabaladerrotadelgrantulipánnegro.Así pues, terminada su lectura, operación en la cual Rosa había realizado
grandesprogresos,cogíalaplumaysededicabaconencarnizamientonomenosloablealaobrabastantemásdifícildelaescritura.Peroenfin,comoRosaescribíayacasilegiblementeeldíaenqueCornelius
habíadejadohablarasucorazóntanimprudentemente,nodesesperóderealizarunosprogresosbastanterápidosparadarnoticiasdesutulipánalprisioneroenochodíaslomástarde.Nohabíaolvidadoniunapalabradelasrecomendacionesque le había hecho Cornelius. Por otra parte, Rosa no olvidaba nunca unapalabrade loquedecía el joven, incluso cuando loque le decíano tomaba laaparienciadeunarecomendación.Por su parte, él se despertó más enamorado que nunca. El tulipán estaba
todavíaluminosoyvivoensupensamiento;perofinalmente,noloveíayacomoun tesoro al que debiera sacrificarlo todo, incluso aRosa; sino comouna florpreciosa,unamaravillosacombinacióndelaNaturalezaydelarte,queDios leconcedíaparaelcorpiñodesudueña.Sin embargo, durante toda la jornada le persiguió una vaga inquietud. Se
parecía a aquellos hombres cuyo espíritu es lo bastante fuerte para olvidarmomentáneamente que un gran peligro les amenaza por la noche o al díasiguiente. Una vez vencida la preocupación, viven una vida ordinaria.Solamente,decuandoencuando,esepeligroolvidadolesmuerdeelcorazónderepente con su agudo diente. Se sobresaltan, se preguntan por qué se hansobresaltado,yluego,recordandoloquehabíanolvidado,dicenconunsuspiro:-¡Oh,sí!¡Esesto!ElestodeCorneliuseraeltemordequeRosanovinieraaquellanochecomo
decostumbre.Yamedidaquela tardeavanzaba, lapreocupaciónsehacíamásvivaymás
presente, hasta que al fin esta preocupación se apoderó de todo el cuerpo de
Cornelius,ynohubonadamásquevivieraenél.Asípues,saludólaoscuridadconunfuertelatidodesucorazón;amedidaque
laoscuridadcrecía, laspalabrasquehabíadicholavísperaaRosa,yquetantohabían afligido a la pobre chica, se hacían más presentes en su mente; y sepreguntaba cómo había podido decir a su consoladora que la sacrificaba a sutulipán,esdecir,arenunciaraverlasierapreciso,cuandoenéllavistadeRosasehabíaconvertidoenunanecesidaddesuvida.En la celda de Cornelius se oían sonar las horas del reloj de la fortaleza.
Dieronlassiete,lasocho,luegolasnueve.Nuncauntimbredebroncevibrómásprofundamenteenelfondodeuncorazóncomolohizoelmartilloalgolpearpornovenavezseñalandoestahora.Después, todoquedóensilencio.Corneliusapoyólamanosobresucorazón
paraahogarloslatidos,yescuchó.ElrumordelpasodeRosa,elrocedesuropaenlospeldañosdelaescalera,le
erantanfamiliaresque,desdeelprimerescalónsubidoporella,sedecía:«¡Ah!YavieneRosa.»Aquellanoche,ningúnruidoturbóelsilenciodelcorredor;elrelojseñalólas
nueveycuarto.Luego,endossonidosdiferentes,lasnueveymedia;despuéslasnueve y tres cuartos; y finalmente, con su voz grave anunció no sólo a loshuéspedesdelafortaleza,sinotambiénaloshabitantesdeLoevestein,queeranlasdiez.Aquella era la hora en la que Rosa abandonaba habitualmente a Cornelius.
Habíasonadolahora,yRosanohabíavenidotodavía.Así pues, sus presentimientos no le habían engañado: Rosa, irritada, se
encerrabaensuhabitaciónyleabandonaba.-¡Oh!Realmenteme hemerecido lo queme sucede -dijoCornelius en voz
alta-.Yanovendrá,yharábien;ensulugar,yohubierahecholomismo.Mas a pesar de esto, Cornelius escuchaba, esperaba, y seguía esperando.
Escuchó y esperó hasta lamedianoche, pero amedianoche dejó de esperar y,completamente vestido, y con el corazón transido de dolor, se echó sobre ellecho.La noche fue larga y triste, hasta la llegada del día; pero el día no trajo
ningunaesperanzaalprisionero.Alasochodelamañanaseabriólapuerta;peroCorneliusnisiquieragiróla
cabeza; había oído el paso pesado de Gryphus en el corredor, pero habíapercibidoperfectamentequeesepasoseaproximabasolo.Nisiquieramiróhaciaelcarcelero.Y, sin embargo, hubiera querido interrogarle para pedirle noticias de Rosa.
Estuvoapunto,porextrañaqueestademandalehubieraparecidoalpadredela
joven,dehacerleestapregunta.Esperaba, en su egoísmo, que Gryphus le respondería que su hija estaba
enferma.A menos que hubiera algún suceso extraordinario, Rosa no venía nunca
durantelajornada.Cornelius, mientras duró el día, no esperaba, pues, nada en realidad. Sin
embargo, en sus súbitos sobresaltos, en su oído tendido hacia la puerta, en surápidamiradainterrogandoalpostigo,secomprendíaqueelprisionerotenía lasordaesperanzadequeRosacometieraunaalteraciónensuscostumbres.A la segunda visita deGryphus, Cornelius, contra su costumbre, solicitó al
viejo carcelero, con su vozmás dulce, noticias sobre su salud; peroGryphus,lacónicocomounespartano,selimitóaresponder:-Vabien.Enlaterceravisita,Corneliusvariólapregunta.-¿NohaynadieenfermoenLoevestein?-preguntó.-¡Nadie! -contestó Gryphusmás lacónicamente todavía que la primera vez,
cerrandolapuertaenlasnaricesdelprisionero.Gryphus,malacostumbradoasemejantesafabilidadesporpartedeCornelius,
había imaginado de parte de su prisionero un comienzo de tentativa decorrupción.Cornelius volvió a encontrarse solo; eran las siete de la tarde. Entonces se
renovaron en un grado más intenso que la víspera las angustias que hemosintentadodescribir.Pero, como la víspera, las horas transcurrieron sin traer la dulce visión que
alumbraría, a través del postigo, el calabozo del pobre Cornelius, y que, alretirarse,dejaríaallílaluzdurantetodoeltiempodesuausencia.Van Baerle pasó la tarde en una verdadera desesperación. Al día siguiente,
Gryphus le pareció más feo, más brutal, más desesperante todavía que decostumbre:lehabíacruzadoporlamenteomásbienporelcorazón,laesperanzadequeeraélelqueimpedíaveniraRosa.LeentraronunosdeseosferocesdeestrangularaGryphus;peroconGryphus
estranguladoporCornelius,todaslasleyesdivinasyhumanasimpediríanaRosavolveraverjamásaCornelius.Elcarceleroescapópues,sinimaginárselo,aunodelosmásgrandespeligros
quehubieracorridojamásensuvida.Llególanoche,yladesesperaciónsetornóenmelancolía;estamelancolíaera
tantomás sombríapor cuantoque, apesardeVanBaerle, los recuerdosde supobre tulipán se mezclaban al dolor que experimentaba. Se había llegadojustamenteaaquellaépocadelmesdeabrilenquelosjardinerosmásexpertos
indican como el momento preciso para la plantación de los tulipanes; habíadichoaRosa:«yoosindicaréeldíaenquedeberéismeterelbulboenlatierra».Esedíadebíafijarlomañanaparaelatardecersiguiente.Eltiempoerabueno,laatmósfera,aunquetodavíaunpocohúmeda,comenzabaaestaratemperadaporesos pálidos rayos del sol de abril que, llegando los primeros, parecen tansuaves,apesardesupalidez.PensóqueRosaibaadejarpasareltiempodelaplantación.Sialdolordenoveralajovenseuníaeldeverabortarelbulbo,porhabersidoplantadodemasiadotarde,¡oinclusopornohabersidoplantado…!Conestosdosdoloresreunidos,habíaciertamenteparaperderelapetito.Quefueloquesucedióalcuartodía.DabalástimaveraCornelius,mudodedolorypálidodeinanición,inclinarse
fueradelaventanaenrejada,conelpeligrodenopoderretirarsucabezadelosbarrotes,paratratardepercibiralaizquierdaelpequeñojardíndelquelehabíahabladoRosa,ycuyoparapetoconfinaba,segúnlehabíadicho,conelrío,ytodoelloconlaesperanzadedescubrir,bajoesosprimerosrayosdelsoldeabril,alajovenoaltulipán,susdosamoresdesgraciados.Por la tarde, Gryphus se llevó el desayuno y la comida de Cornelius; éste
apenasloshabíatocado.Aldíasiguiente,nolostocóenabsoluto,yGryphusdescendióloscomestibles
destinadosaesasdoscomidas,completamenteintactos.Corneliusnosehabíalevantadoentodalajornada.-Bueno-comentóGryphusaldescenderdespuésdelaúltimavisita-,creoque
vamosavernosdesembarazadosdelsabio.Rosasesobresaltó.-¡Bah!-exclamóJacob-.¿Porqué?-Yanobebe,yanocome,noselevanta…-explicóGryphus-.Comoelseñor
Grotius,saldrádeaquíenuncofre,sóloqueesecofreseráunataúd.Rosasepusopálidacomolamuerte.«¡Oh!-murmuróparasí-.Yacomprendo;
estáinquietoporsutulipán.»Y levantándose completamente deprimida, entró en su habitación, donde
cogióplumaypapel,ydurantetodalanocheseejercitóentrazarunasletras.Al día siguiente, al levantarse para arrastrarse hasta la ventana, Cornelius
percibió un papel que habían deslizado por la noche bajo la puerta de sucalabozo.Se lanzósobreelpapel, loabrió,y leyó,conunaescrituraqueapenaspudo
reconocer como perteneciente a Rosa, de tanto como había mejorado duranteaquellaausenciadesietedías:Estadtranquilo,vuestrotulipánseportabien.Aunque aquella pequeña frase deRosa calmara una parte de los dolores de
Cornelius, no fue por ellomenos sensible a la ironía.Así pues, era realmente
eso,Rosanoestabaenfermaenabsoluto,Rosaestabaherida;noeraporlafuerzaporloqueRosanovenía,sinoquehabíapermanecidovoluntariamentealejadadeCornelius.Asípues,Rosalibre,Rosahallabaensuvoluntadlafuerzadenoveniraveral
quesemoríadepenapornohaberlavisto.CorneliusteníapapelyunlápizquelehabíatraídoRosa.Comprendióquela
jovenesperabaunarespuesta,peroquenovendríaabuscarestarespuestahastala noche. En consecuencia, escribió sobre un papel parecido al que habíarecibido:Noeslainquietudquemecausaeltulipánloquemeponeenfermo;eslapenaqueexperimentopornoveros.Luego,unavezqueGryphushubosalido,yllegadalanoche,deslizóelpapel
bajolapuertayescuchó.Pero,pormuchaatenciónquepuso,nooyónielpasonielrozamientodela
ropadelahijadelcarcelero.Nooyómásqueunavozdébilcomounsuspiro,ydulcecomounacaricia,que
lelanzabaporelpostigoestasdospalabras:-Hastamañana.Mañana…eraeloctavodía.Duranteochodías,CorneliusyRosanosehabíanvisto.
20CapítuloLoquehabíaocurridoduranteesosochodías
Aldíasiguiente,enefectoalahorahabitual,VanBaerleoyórascarensupostigocomoteníaRosaporcostumbrehacerdurantelosfelicesdíasdesuamistad.ImaginamosqueCorneliusnosehallabalejosdeestapuertaatravésdecuyo
enrejado iba a volver a ver, por fin, el encantador rostro desaparecido desdehacíatantosdías.Rosa, que esperaba con su lámpara en la mano, no pudo retener un
estremecimientocuandovioalprisionerotantristeypálido.-¿Sufrís,señorCornelius?-preguntó.-Sí,señorita-respondióCornelius-,sufrodeespírituydecuerpo.-Yahevisto,señor,quenocoméis-dijoRosa-.Mipadremehadichoqueno
oslevantáis;poresoosheescrito,paratranquilizarossobrelasuertedelpreciosoobjetodevuestrasinquietudes.-Y yo -replicó Cornelius- os he contestado. Creía, al veros venir, querida
Rosa,quehabíaisrecibidomicarta.-Esverdad,laherecibido.-Nodaréisporexcusaestavezquenosabéisleer.Nosóloleéiscorrectamente,
sinoquetambiénhabéisaprovechadoenormementelasleccionesdeescritura.-Enefecto,nosolamenteherecibido,sinoquetambiénheleídovuestranota.
Poresoesporloquehevenido,paraversihabríaalgúnmedioparadevolveroslasalud.-¡Devolverme la salud! -exclamóCornelius-.Entonces ¿tenéis alguna buena
noticiaquedarme?Yalhablarasí,eljovenclavabaenRosadosojosbrillantesdeesperanza.Seaqueellanocomprendieraesamirada,seaquenoquisieracomprenderla,la
jovenrespondiógravemente:-Solamentepuedohablarosdevuestrotulipánquees,comosé, lamásgrave
preocupaciónquevostenéis.Rosa pronunció estas pocas palabras con un acento helado que hizo
sobresaltaraCornelius.El celoso tulipaneronocomprendía todo loqueocultaba,bajo elvelode la
indiferencia, la pobre niña siempre a la greña con su rival, el adorado tulipánnegro.-¡Ah! -murmuróCornelius-. ¡Todavía, todavía!Rosa, no os he dicho, ¡Dios
mío!,quenopiensomásqueenvos,queeraavossolaaquienechabademenos,vossolaquienmefaltaba,vossolaquien,convuestraausencia,meretirabaelaire,eldía,elcalor,laluz,lavida.Rosasonriómelancólicamente.-¡Ah!-dijo-.Esquevuestrotulipánhacorridounpeligromuygrande.Cornelius se sobresaltó a su pesar, y se dejó coger en la trampa si es que
aquelloloera.-¡Unpeligromuygrande!-exclamótembloroso-.Diosmío,¿cuál?Rosalemiróconunadulcecompasión,sintiendoqueloqueellaqueríaestaba
porencimadelasfuerzasdeaquelhombre,yquehabíaqueaceptaraésteconsudebilidad.-Sí -dijo-.Adivinasteisprecisamentequeelpretendienteamoroso, Jacob,no
veníapormí.-¿Yporquiénvenía,pues?-preguntóCorneliusconansiedad.-Poreltulipán.-¡Oh!-exclamóCorneliuspalideciendoanteestanoticiamásdeloquehabía
palidecido cuandoRosa, equivocándose, le había anunciado quince días antesqueJacobacudíaalafortalezaporverlaaella.Rosavioesteterror,yCorneliuspercibióporlaexpresióndesurostroqueella
pensabaloqueacabamosdedecir.-¡Oh! Perdonadme, Rosa -se excusó-. Yo os conozco, sé la bondad y la
honestidaddevuestrocorazón.Avos,Diososhadadoelpensamiento,eljuicio,lafuerzayelmovimientoparadefenderos,peroamipobretulipánamenazado,Diosnolehadadonadadetodoeso.Rosanorespondióaestaexcusadelprisioneroycontinuó:-Desdeelmomentoenqueesehombre,quemehabíaseguidoal jardínyal
quehabíareconocidocomoJacob,osinquietaba,meinquietabaamímuchomástodavía.Hice,pues, loquemehabíaisdicho,a lamañanasiguientedeldíaenqueosviporúltimavezyenelquemedijisteis…Corneliuslainterrumpió.-Perdón, una vezmás, Rosa -exclamó-.Me equivoqué al deciros lo que os
dije.Yaoshepedidomiperdónporaquellafatalpalabra.Oslopidodenuevo.¿Será,pues,siempreenvano?-Alamañanasiguienteaaqueldía-prosiguióRosa-,acordándomedeloque
me habíais dicho… de la trampa a emplear para asegurarme si era amí o altulipánaquieneseodiosohombreseguía…
-Sí, odioso… No es verdad -murmuró él- que vos odiéis realmente a esehombre.-Sí, le odio -afirmó Rosa- ¡porque es la causa de que esté sufriendo tanto
desdehaceochodías!-¡Ah! ¿Vos también habéis sufrido, entonces? Gracias por esta hermosa
palabra,Rosa.-A la mañana siguiente de aquel desgraciado día -continuó Rosa- bajé al
jardín, y avancé hacia la platabanda donde debía plantar el tulipán, siempremirandodetrásdemísi,estavezcomolaotra,eraseguida.-¿Ybien?-preguntóCornelius.-¡Pues bien! La misma sombra se deslizó entre la puerta y la muralla, y
desapareciótambiéndetrásdelossaúcos.-Simulasteis no verla, ¿verdad? -inquirió Cornelius, recordando con todo
detalleelconsejoquelehabíadadoaRosa.-Sí, y me incliné sobre la platabanda que excavé con una azada como si
plantaraelbulbo.-¿Yél…él…duranteesetiempo?-Yoveíabrillarsusojosardientescomolosdeuntigreatravésdelasramasde
losárboles.-¿Veis?¿Veis?-exclamóCornelius.-Luego,acabadoeseremedodeoperación,meretiré.-Perodetrásdelapuertadeljardínsolamente,¿verdad?Deformaqueatravés
delasgrietasodelacerraduradeesapuertapudieraisverloquehaciaélunavezvoshubieseispartido.-Esperó un instante sin duda para asegurarse de que yo no volvería, luego
salióapasodelobodesuescondrijo,seacercóalaplatabandadandounlargorodeo, llegópor finasumeta,esdecir, frenteal lugardonde la tierraaparecíareciénremovida,sedetuvoconaireindiferente,miróhaciatodoslados,interrogócadaángulodeljardín,interrogócadaventanadelascasasvecinas,interrogólatierra,elcielo,elaire,ycreyendoquesehallabarealmentesolo,fueradelavistadetodoelmundo,seprecipitósobrelaplatabanda,hundiósusdosmanosenlatierrablanda,recogióunaporciónquedeshizosuavementeentresusmanosparaversielbulboseencontrabaallí,repitiótresveceselmismomanejoycadavezcon una acciónmás ardiente, hasta que al fin, comenzando a comprender quepodía haber sido engañado con alguna superchería, calmó la agitación que ledevoraba,cogióelrastrillo,igualóelterrenoparadejarloenelmismoestadoenquesehallabaantesdequelohubieraregistradoy,completamenteavergonzado,completamente corrido, cogió el camino de la puerta afectando el aspectoinocentedeunpaseanteordinario.
-¡Oh, el miserable! -murmuró Cornelius, enjugando las gotas de sudor queperlabansufrente-.¡Oh,elmiserable!Lohabíaadivinado.Peroentonces,Rosa,¿quéhabéishechoconelbulbo?¡Ay!Yaesunpocotardeparaplantarlo.-Elbulboestáenlatierradesdehaceseisdías.-¿Dónde? ¿Cómo? -exclamóCornelius-. ¡Oh,Diosmío! ¡Qué imprudencia!
¿Dónde está? ¿En qué tierra se halla? ¿Está bien o mal expuesto? ¿No haypeligrodequeeseespantosoJacobnoslorobe?-Nohaypeligrodequenosloroben,amenosqueJacobfuercelapuertademi
habitación.-¡Ah!Estáconvos,estáenvuestrahabitación,Rosa-dijoCorneliusunpoco
tranquilizado-.Pero¿enquétierra,enquérecipiente?NoleharéisgerminarenelaguacomolasbuenasmujeresdeHaarlemydeDordrechtqueseempeñanencreer que el agua puede reemplazar a la tierra, como si el agua, que estácompuesta de treinta y tres partes de oxígeno y de sesenta y seis partes dehidrógeno,pudierareemplazar…Pero¡quéesloqueosdigo,Rosa!-Sí, esto es un poco técnico para mí -respondió sonriendo, la joven-. Me
contentaré,pues,conresponderos,paratranquilizaros,quevuestrobulbonoestáenelagua.-¡Ah!Respiro.-Estáenunabuenavasijademayólica, justodelanchodel recipientedonde
habíaisenterradoelvuestro.Estáenunterrenocompuestodetrescuartaspartesdetierraordinariacogidadelmejorlugardeljardín,ydeuncuartodetierradelacalle.¡Oh!¡HeoídodecirtanamenudoavosyaeseinfamedeJacob,comovosle llamáis, en qué tierra debe crecer el tulipán, que ya lo sé como el primerjardinerodeHaarlem!-¡Ah!Ahoraquedalaexposición.¿Quéexposicióntiene,Rosa?-Estáalsoltodalajornada,losdíasenqueluce.Perocuandohayasalidodela
tierra,cuandoelsolseamáscaliente,harécomovoshacíaisaquí,queridoseñorCornelius.Loexpondréenmiventanaallevantedesdelasochodelamañanaalasonce,yenmiventanaalponente,desdelastresdelatardehastalascinco.-¡Ah! ¡Eso es, eso es! -exclamóCornelius-. Sois una jardinera perfecta,mi
bellaRosa.Peropiensoqueelcultivodemi tulipánvaa tomaros todovuestrotiempo.-Sí,esverdad-concedióRosa-,peronoimporta;vuestrotulipánesmihijo.Le
dedico el tiempo que dedicaría a mi niño, si fuera madre. Solamenteconvirtiéndome en su madre -añadió Rosa sonriendo- puedo dejar deconsiderarmesurival.¿Noosparece?-¡Buena y querida Rosa! -murmuró Cornelius lanzando sobre la joven una
miradadondehabíamásdeamantequedehorticultor,yqueconsolóunpocoa
Rosa.Luego, al cabo de un instante de silencio, durante el cual Cornelius había
buscadoporlasaberturasdelenrejadolamanofugitivadeRosa:-Así pues -continuó Cornelius- ¿ya hace seis días que el bulbo está en la
tierra?-Seisdías,sí,señorCornelius-asintiólajoven.-¿Ynoaparecetodavía?-No,perocreoquemañanaaparecerá.-Mañana entonces,me daréis noticias de él al darme las vuestras, ¿verdad,
Rosa?Meinquietomuchoporelhijo,comovosdecíaishaceunmomento;peromeinteresomuydeotromodoporlamadre.-Mañana-dijoRosa,desviandolavistadeladeCornelius-,nosésipodré.-¿Eh?¡Diosmío!-exclamóCornelius-.¿Porquémañananopodréis?-SeñorCornelius,tengomilcosasquehacer.-Mientrasqueyo,notengomásqueuna-murmuróCornelius.-Sí-respondióRosa-,amarvuestrotulipán.-Amarosavos,Rosa.Rosamoviólacabeza.Sehizounnuevosilencio.-Enfin-continuóVanBaerle,interrumpiendoesesilencio-todocambiaenla
Naturaleza: a las flores de la primavera suceden otras flores, y vemos a lasabejas,queacarician tiernamentea lasvioletasya losalhelíes,posarseconelmismoamorsobrelasmadreselvas,lasrosas,losjazmines,loscrisantemosylosgeranios.-¿Quéquieredeciresto?-preguntóRosa.-Esto quiere decir, señorita, que vos habéis querido primero oír el relato de
misalegríasydemispenas;habéisacariciadolaflordenuestramutuajuventud;perolamíasemarchitaenlasombra.Eljardíndelasesperanzasylosplaceresdeunprisioneronotienemásqueunaestación.Noocurrecomoenesosbellosjardines al aire libre y al sol. Una vez realizada la siega de mayo, una vezcosechadoelbotín,lasabejascomovos,Rosa,lasabejasdefinotalle,deantenasde oro, de alas diáfanas, pasan por entre los barrotes, desertan del frío, de lasoledad, de la tristeza, para ir a buscarmás lejos los perfumes y las calientesexhalaciones.¡Lafelicidad,enfin!Rosa miraba a Cornelius con una sonrisa que éste no veía, tenía la vista
levantadaalcielo.Continuóconunsuspiro:-Vos me habéis abandonado, señorita Rosa, para gozar de vuestras cuatro
estacionesdeplaceres.Habéishechobien;nome lamento.¿Quéderecho tenía
paraexigirvuestrafidelidad?-¡Mifidelidad!-exclamóRosaanegadaen lágrimas,ysin tomarseel trabajo
deocultarpormástiempoaCorneliusaquelrosariodeperlasquerodabaporsusmejillas-.¡Mifidelidad!¿Nooshesidofiel?-¡Ay!¿Essermefiel-preguntóCorneliusabandonarme,dejarmemoriraquí?-Pero, señor Cornelius -protestó Rosa-, ¿no he hecho por vos todo lo que
podíaparaagradaros,nomeheocupadodevuestrotulipán?-¡Con amargura, Rosa! Me reprocháis la única alegría sin mancha que he
tenidoenestemundo.-No os reprocho nada, señorCornelius, sino la única pena profunda que he
sentidodesdeeldíaenquevinieronadecirmea laBuytenhoffque íbaisa serajusticiado.-Osdesagrada,Rosa,midulceRosa,osdesagradaqueyoamealasflores.-Nomedesagradaquevos lasaméis,solamentemeentristeceque lasaméis
másdeloquemeamáisamímisma.-¡Ah!Querida,queridabienamada-exclamóCornelius-,miradcómotiemblan
mismanos,miradcuánpálidaestámifrente,escuchad,escuchadcómolatemicorazón;¡puesbien!,noesporquemitulipánnegromesonríeymellama,no.Esporquevosmesonreís,esporquevosinclináisvuestrafrentehaciamí;esporque-nosésiestoesverdad-,esporquemepareceque,aun rehusándolas,vuestrasmanosaspiranalasmíasysientoelcalordevuestrasbellasmejillastraselfríoenrejado. Rosa, amor mío, romped el bulbo del tulipán negro, destruid laesperanzadeestaflor,apagadladulceluzdeestesueñocastoyencantadorconelquemehabíahabituadocadadía. ¡Sea!Nadadefloresdericosvestidos,degraciaselegantes,decaprichosdivinos,despojadmedetodoesto,florcelosadeotras flores, despojadmede todoesto, peronomequitéis vuestravoz, vuestrogesto,elrumordevuestrospasosporlapesadaescalera,nomequitéiselfuegodevuestrosojosenelsombríocorredor,lacertezadevuestroamorqueacariciaperpetuamentemi corazón; amadme,Rosa, porque realmenteyo sientoqueosamo.-Despuésdeltulipánnegro-suspirólajoven,cuyasmanostibiasyacariciantes
consentíanporfinenentregarseatravésdelenrejadoaloslabiosdeCornelius.-Antesquenada,Rosa…-¿Hedecreeros?-ComocreéisenDios.-Sea,¿nooscomprometemuchoelamarme?-Muypoco,desgraciadamente,queridaRosa,perooscomprometeavos.-¿Amí?-preguntóRosa-.¿Yaquémecomprometeesto?-Enprimerlugar,anocasaros.
Ellasonrió.-¡Ah!Asíescomosoisloshombres-dijo-:tiranos.Adoráisaunabelleza:no
pensáismásqueenella,nosoñáismásqueconella.Soiscondenadosamuerte,yalmarcharhaciaelpatíbuloleconsagráisvuestroúltimosuspiro,yexigísdemí,pobrechica,exigíselsacrificiodemissueños,demiambición.-Pero¿dequébellezamehabláis,Rosa?-preguntóCorneliusbuscandoensus
recuerdos,inútilmente,unamujeralacualRosapudierahaceralusión.-Puesdelabellezanegra,señor,delabellezanegradetalleflexible,depies
finos,decabezallenadenobleza.Merefieroavuestraflor,naturalmente.Corneliussonrió.-Belleza imaginaria,mi buenaRosa,mientras que vos, sin contar a vuestro
enamorado,omásbienamienamoradoJacob,estáisrodeadadegalanesqueoshacenlacorte.¿Recordáis,Rosa,loquemehabéisdichodelosestudiantes,delosoficiales,delosdependientesdeLaHaya?Puesbien,¿nohayenLoevesteindependientes,oficiales,estudiantes?-¡Oh!Síqueloshayporcierto,yhastademasiados-dijoRosa.-¿Queescriben?-Queescriben.YCorneliuslanzóunsuspiroalpensarqueeraaél,pobreprisionero,aquien
Rosadebíaelprivilegiodeleerlasnotasquerecibía.-¡Puessí! -prosiguióRosa-.Peromeparece, señorCornelius,queal leer las
notasquemeescriben,alexaminarlosgalanesquesemepresentan,nohaymásqueseguirvuestrasinstrucciones.-¿Cómomisinstrucciones?-Sí, vuestras instrucciones. Olvidáis -continuo Rosa suspirando a su vez-,
olvidáis el testamentoescritoporvosen laBibliadel señorCorneilledeWitt.¡Yonoloolvido!Porque,ahoraqueséleer,loreleotodoslosdías,ymásbiendosvecesqueuna.¡Puesbien!Enesetestamento,meordenáisamarycasarmecon un guapo joven de veintiséis a veintiocho años. Yo busco a ese joven, ycomotodamijornadaestáconsagradaavuestrotulipán,esprecisoquemedejéislanocheparahallarlo.-¡Ah, Rosa! El testamento se hizo en previsión de mi muerte y, gracias al
Cielo,estoyvivo.Porlotantoquedasinefecto,siasílodeseáis.-¡Puesbien!Entonces,nobuscaréaeseguapojovendeveintiséisaveintiocho
años,yvendréaveros.-¡Ah!¡Sí,Rosa,venid!¡Venid!-Masconunacondición.-¡Estáaceptadadeantemano!-Quedurantetresdíasnohablemosdeltulipánnegro.
-Nohablaremosnuncasiloexigís,Rosa.-¡Oh!-exclamólajoven-.Nohayquepedirloimposible.Y,comopordescuido,aproximósufrescamejillatancercadelenrejadoque
Corneliuspudorozarlaconsuslabios.Rosalanzóunpequeñogritollenodeamor,ydesapareció.
21CapítuloElsegundobulbo
Lanochefuebuenaylajornadadeldíasiguientemejortodavía.En los días precedentes, la prisión se había hecho pesada, sombría,
deprimente; oprimía con todo su peso al pobre prisionero. Sus muros erannegros, su aire era frío, los barrotes estaban dispuestos de forma que apenasdejabanpasarlaluzdeldía.PerocuandoCorneliusdespertóalnuevodía,unrayodesolmatinaljugabaen
losbarrotes, lospalomoshendíanelaireconsusalasextendidas,mientrasqueotros se arrullaban amorosamente sobre el tejadillo de la ventana todavíacerrada.Cornelius corrió hacia aquella ventana y la abrió; le pareció que la vida, la
alegría,casilalibertad,entrabanconeserayodesolenlasombríacelda.Esqueelamorflorecíayhacíaflorecercadacosaasualrededor;elamor,flor
del cielo de otro brillo, perfumaba de forma distinta a todas las flores de laTierra.Cuando Gryphus entró en la celda del prisionero en lugar de encontrarlo
taciturnoyacostadocomolosotrosdías, lohallódepieycantandounariadeópera.-¡Eh!-exclamóaquél.-¿Cómoestamosestamañana?Gryphuslemirócondesdén.-Elperro,yelseñorJacob,ynuestrabellaRosa,¿cómoestántodos?Gryphusrechinólosdientes.-Aquíestávuestrodesayuno-dijo.-Gracias, amigo carcelero -contestó el prisionero-. Llegáis a tiempo porque
tengomuchahambre.-¡Ah!¿Tenéishambre?-comentóGryphus.-Toma,¿porquéno?-preguntóVanBaerle.-Parecequelaconspiraciónmarcha-dijoGryphus.-¿Quéconspiración?-inquirióVanBaerle.-¡Bueno! Sabemos lo que se dice, pero vigilaremos, señor sabio: estad
tranquilo,vigilaremos.-¡Vigilad, amigo Gryphus! -replicó Van Baerle-. ¡Vigilad!Mi conspiración,
comomipersona,sehallatodaavuestroservicio.-Veremosestoamediodía-aseguróGryphus.-A mediodía -repitió Cornelius-. ¿Qué querrá decir? Sea, esperemos al
mediodía;amediodíaveremos.ErafácilparaCorneliusesperarhastamediodía.Corneliusesperabahastalas
nueve.Mediodíallegóyseoyóenlaescalera,nosolamenteelpasodeGryphus,sino
lospasosdetresocuatrosoldadosquesubíanconél.Lapuertaseabrió,Gryphusentró, introdujoa loshombresycerró lapuerta
detrásdeellos.-¡Aquí!Ahora,busquemos.BuscaronenlosbolsillosdeCornelius,entresuchaquetaysuchaleco,entre
suchalecoysucamisa,entresucamisaysupiel;nosehallónada.Buscaronen lassábanas,enelcolchón,enel jergóndel lechoynosehalló
nada.Fue entonces cuando Cornelius se felicitó por no haber aceptado el tercer
bulbo.Gryphus, en esta pesquisa, lo hubiera encontrado ciertamente, pormuyocultoqueestuviese,ylohabríatratadocomoalprimero.Por lo demás, jamás asistió un prisionero con un rostro más sereno a una
pesquisarealizadaensucelda.Gryphus se retiró conel lápizy las treso cuatrohojasdepapelblancoque
RosahabíadadoaCornelius;éstefueelúnicotrofeodelaexpedición.A las seis, Gryphus regresó, pero solo; Cornelius quiso calmarle, pero
Gryphusgruñó,mostróelcolmilloquesobresalíaenunacomisuradelaboca,ysalióandandohaciaatrás,comounhombrequetienemiedodequeleataquen.Corneliusestallóenrisas.LocualhizoqueGryphus,queconocía losrefranes, legritaraa travésde la
reja:-Estábien,estábien;mejorreiráquienríaelúltimo.Elquedebíareírelúltimo,aquellanocheporlomenos,eraCornelius,porque
CorneliusesperabaaRosa.Rosaacudióalasnueve;peroacudiósinfarol;Rosanoteníayanecesidadde
laluz,sabíaleer.Además,laluzpodíadenunciaraRosa,espiadamásquenuncaporJacob.Por último, bajo la luz, se veía demasiado el rubor de Rosa cuando se
ruborizaba.¿Dequéhablaronlosdosjóvenesaquellanoche?Delascosasdequehablan
losenamoradosenelumbraldeunapuertaenFrancia,deunoaotroladodeunacelosíaenEspaña,deloaltoalpiedeunaterrazaenOriente.Hablaron de esas cosas que ponen alas a los pies de las horas, que añaden
plumasalasalasdeltiempo.Hablarondetodo,exceptodeltulipánnegro..Luego,alasdiez,comodecostumbre,sesepararon.Corneliuserafeliz,tancompletamentefelizcomopuedeserlountulipaneroa
quiennoselehahabladodesutulipán.Encontraba a Rosa bonita como todos los amores de la Tierra; la hallaba
buena,graciosa,encantadora.Mas¿porquéRosaprohibíaquesehablaradeltulipán?ÉstaeraunagranfaltaqueRosacometía.Corneliussedijo,suspirando,quelajovennoeraabsolutamenteperfecta.Una parte de la noche la pasó meditando sobre esta imperfección. Lo que
quieredecirque,mientrasestuvodespierto,pensóenRosa.Unavezdormido,soñóconella.PerolaRosadesussueñoseramuchomásperfectaquelaRosadelarealidad.
Aquéllanosolamentehablabadeltulipán,sinoque,además,traíaaCorneliusunmagníficotulipánnegronacidoenunjarrodeChina.Cornelius se despertó temblando de alegría ymurmurando: «Rosa,Rosa, te
amo.»Ycomosehacíayadedía,Corneliusnojuzgóoportunovolverseadormir.Conservó,pues,todoeldíalaideaquehabíatenidoensudespertar.¡Ah!SiRosalehubierahabladodeltulipán,Corneliuslahubiesepreferidoa
la reina Semiramis, a la reina Cleopatra, a la reina Isabel, a la reina Ana deAustria,esdecir,alasmásgrandesoalasmásbellasreinasdelmundo.PeroRosa había prohibido, bajo pena de no volvermás, que se hablara del
tulipánantesdetreslargosdías.Eransetentaydoshorasconcedidasalamante,esverdad;peroeransetentay
doshorasrestadasalhorticultor.Ciertoquedeesassetentaydoshoras,yahabíantranscurridotreintayseis.Las otras treinta y seis pasarían muy pronto, dieciocho horas esperando,
dieciochohoraspararecordar.Rosavolvióa lamismahora;Corneliussoportóheroicamentesupenitencia.
HubierasidounpitagóricomásdistinguidoqueCornelius,ycontaldequeselehubiesepermitidopedirunavezpordíanoticiasdesutulipán,sehabríaquedadocincoaños,segúnlosestatutosdelaOrden,sinhablardeotracosa.Por lodemás, labellavisitantecomprendía realmentequecuandoseordena
porunlado,hayquecederporelotro.RosadejabaaCorneliusatraersusdedos
porelpostigo;RosadejabaaCorneliusbesarsuscabellosatravésdelenrejado.¡Pobreniña!Todasesasdelicadezasdelamoreranmuchomáspeligrosaspara
ellaquehablardeltulipán.Lo comprendió al regresar a su habitación con el corazón palpitante, las
mejillasardientes,loslabiossecosylosojoshúmedos.Por eso al día siguiente por la noche, después de cambiar las primeras
palabras,despuésdeprodigarselasprimerascaricias,miróaCorneliusátravésdelenrejado,yenlaoscuridad,dijo:-¡Bien!¡Yasehalevantado!-¡Sehalevantado!¿Qué?¿Quién?-inquirióCorneliusnoatreviéndoseacreer
quelamismaRosaabreviaraladuracióndesuprueba.-Eltulipán-contestólajoven.-¿Cómo?-exclamóCornelius-.¿Permitís,pues?-¡Sí!-concedióRosaeneltonodeunamadrecariñosaquepermiteunaalegría
asuhijo.-¡Ah,Rosa!-sealborozóCorneliusalargandosuslabiosatravésdelenrejado,
conlaesperanzadetocarunamejilla,unamano,lafrente,cualquiercosa.Tocóalgomejorquetodoeso,tocódoslabiosentreabiertos.Rosalanzóunpequeñogrito.Cornelius comprendió que debía apresurarse a continuar la conversación,
sentíaqueesecontactoinesperadohabíaasustadomuchoaRosa.-¿Sehalevantadomuyderecho?-preguntó.-DerechocomounhusodeFrisia-dijoRosa.-¿Yestámuyalto?-Seiscentímetrosporlomenos.-¡Oh!Rosa,tenedmuchocuidadoyveréiscómocrecedeprisa.-¿Puedotenermáscuidado?-explicóRosa-.Nopiensomásqueenél.-¿Sóloenél,Rosa?Tenedcuidado,soyyoelquevoyasentirmecelosoami
vez.-Yvossabéisyaquepensarenélespensarenvos.Nolopierdodevista.Lo
veodesdemilecho;aldespertarmeeselprimerobjetoquemiro,aldormirmeeselúltimoobjetoqueretengoenlamirada.Duranteeldíamesientoytrabajoasulado,porquedesdequeseencuentraenmihabitación,noloabandono.-Tenéisrazón,Rosa,esvuestradote,¿sabéis?-Sí, y gracias a ella podré casarme con un hombre joven de veintiséis a
veintiochoañosquemeguste.-Callaos,malvada.YCorneliusconsiguiócogerlosdedosdelajoven,locualhizo,sinocambiar
deconversación,porlomenosqueelsilenciosiguieraaldiálogo.
Aquella noche, Cornelius fue elmás feliz de los hombres. Rosa le dejó sumanocuantoquisoretenerla,ylehablódeltulipánasuenterasatisfacción.Apartirde aquelmomento, cadadía trajounprogresoenel tulipányenel
amordelosdosjóvenes.Unavezeranlashojasquesehabíanabierto,otra,eralamismaflorquehabía
cuajado.AnteestanoticialaalegríadeCorneliusfuegrande,ysuspreguntassesucedieronconunarapidezquetestimoniabasuimpaciencia.-Cuajada-exclamóCornelius-.¡Hacuajado!-Hacuajado-repitióRosa.Corneliussetambaleódealegríaysevioobligadoaagarrarsealpostigo.-¡Ah!¡Diosmío!-exclamó,yvolviéndoseaRosa—.¿Esregularelóvalo,está
llenoelcilindro,estánbienverdeslaspuntas?-Elóvalotienecasitrescentímetrosyestáafiladocomounaaguja,elcilindro
hinchasusflancos,laspuntasestánlistasparaabrirse.Aquellanoche,Corneliusdurmiópoco;eraunmomentosupremoaquelenel
quelaspuntasseabrieran.Dosdíasdespués,Rosaanuncióquesehabíanentreabierto.-Entreabiertas, Rosa -exclamó Cornelius-. ¡El involucro se ha entreabierto!
Pero¿entoncesseve,sepuededistinguirya?Yelprisionerosedetuvojadeante.-Sí -respondióRosa-; sí, sepuededistinguiruna líneadeuncolordiferente,
delgadacomouncabello.-¿Yelcolor?-preguntóCorneliustemblando.-¡Ah!-contestóRosa-.Esmuyoscuro.-¿Pardo?-¡Oh!Másoscuro.-¡Más oscuro, buena Rosa, más oscuro! Gracias. Oscuro como el ébano,
oscurocomo…-Oscurocomolatintaconlacualosheescrito.Corneliuslanzóungritodelocaalegría.-¡Oh! -exclamó juntando las manos-. ¡Oh! No hay un ángel que pueda
compararseavos,Rosa.-¿Deveras?-dijoRosasonriendoanteestaexaltación.-Rosa,habéistrabajadotanto,habéishechotantopormí;Rosa,mitulipánvaa
florecer,ymitulipánfloreceránegro,Rosa,Rosa,¡soislomásperfectoqueDioshacreadosobrelaTierra!-¿Despuésdeltulipán,sinembargo?-¡Ah!Callaos,malvada.Callaos, por piedad, no echéis a perdermi alegría.
Pero,decidme,Rosa, si el tulipánha llegadoaesepunto,dentrodedoso tres
díasamástardarflorecerá.-Mañanaopasadomañana,sí.-¡Oh!Y yo no lo veré -exclamóCornelius, echándose hacia atrás-.Y no lo
besarécomounamaravilladeDiosalaquesedebeadorar,comobesovuestrasmanos,Rosa,comobesovuestroscabellos,comobesovuestrasmejillas,cuandoporazarsehallanalalcancedelpostigo.Rosaacercósumejilla,noporazar,sinovoluntariamente;loslabiosdeljoven
sepegaronaellaconavidez.-¡Vaya!Lotraerésivosqueréis-dijoRosa,emocionada.-¡Ah!¡No!¡No!Tanprontocomoseabra,ponedlobienalasombra,Rosa,y
enelmismoinstante,inmediatamente,enviadaHaarlemapreveniralpresidentede la SociedadHortícola que el gran tulipán negro ha florecido.Haarlem estálejos,losé,perocondinerohallaréisunmensajero.¿Tenéisdinero,Rosa?Rosasonrió.-¡Oh,sí!-dijo.-¿Bastante?-preguntóCornelius.-Trescientosflorines.-¡Oh! Si tenéis trescientos florines, no es un mensajero a quien tenéis que
enviar,sinovosmisma,vosmisma,Rosa,quiendebeiraHaarlem.-Peroduranteesetiempo,laflor…-¡Oh, la flor! Lleváosla, comprended que no debéis separaros de ella ni un
instante.-Pero,aunquenomeseparedeella,mesepararédevos,Cornelius-dijoRosa
entristecida.-¡Ah!Esverdad,midulce,miqueridaRosa. ¡Diosmío! ¡Quémalvadosson
los hombres! ¿Qué les he hecho yo y por quéme han privado de la libertad?Tenéis razón, Rosa, yo no podría vivir sin vos. ¡Pues bien! Enviad alguien aHaarlem,esoes.¡Pormife!Elmilagroeslobastantegrandecomoparaqueelpresidentesemoleste;élmismovendráaLoevesteinabuscareltulipán.Luego,deteniéndosederepente,fueconvoztemblorosaquemurmuró:-¡Rosa!¡Rosa!Sinofuesenegro…-¡Vaya!Esolosabréismañanaopasadomañanaporlanoche.-¡Esperar hasta la noche para saberlo, Rosa! Moriré de impaciencia. ¿No
podríamosconvenirunaseñal?-Loharémejor.-¿Quéharéis?-Siesporlanochecuandoseabra,vendréparadecírosloyomisma.Siespor
eldía,pasarépordelantedelaceldayosdeslizaréunanota,bienpordebajodela puerta, bien por el postigo, entre la primera y la segunda inspección demi
padre.-¡Oh,Rosa!¡Esoes!Unapalabravuestraanunciándomeestanoticia,seráuna
doblefelicidad.-Sonyalasdiez-dijoRosa-,esprecisoqueosabandone.-¡Sí!¡Sí!-exclamóCornelius-.¡Sí!¡Marchaos,Rosa,marchaos!Rosaseretirócabizbaja.Corneliuscasilahabíadespedido.Ciertoqueeraparavigilareltulipánnegro.
22CapítuloLafloración
LanochetranscurriómuylentayalmismotiempomuyagitadaparaCornelius.Acada instante leparecíaque ladulcevozdeRosa lo llamaba: sedespertabasobresaltado,ibaalapuerta,acercabasurostroalpostigo;nohabíanadaenelpostigo,elcorredorestabavacío.Sin duda, Rosa velaba por su parte, pero más afortunada que él, velaba al
tulipán.Teníaallí,bajosusojos,alanobleflor,estamaravilladelasmaravillas,nosolamentetodavíadesconocida,sinocreídaimposible.¿Quédiríaelmundocuandosupieraquesehabíalogradoeltulipánnegro,que
existía,yqueeraCorneliusvanBaerle,elprisionero,quienlohabíalogrado?¡CómoCorneliushubieraarrojadolejosdesíalhombrequehubiesevenidoa
proponerlelalibertadacambiodesutulipán!Eldíallegósinnoticias.Eltulipánnohabíaflorecidotodavía.Lajornadatranscurriócomolanoche.LanochevinoyconlanocheunaRosaalegre,ligeracomounpájaro.-¿Ybien?-preguntóCornelius.-¡Pues bien! Todo va de maravilla. ¡Esta noche sin falta florecerá vuestro
tulipán!-¿Yfloreceránegro?-Negrocomoelazabache.-¿Sinunasolamanchadeotrocolor?-Sinunasolamancha.-¡BondaddelCielo!Rosa,hepasadolanochepensandoprimeroenvos…Rosaesbozóungestodeincredulidad.-Luego,enloqueteníamosquehacer.-¿Ybien?-Esto es lo que he decidido. Una vez el tulipán haya florecido, cuando se
compruebe que es negro y perfectamente negro, tenéis que encontrar unmensajero.-Sinoesmásqueesto,yaheencontradounmensajero.-¿Unmensajeroseguro?
-Unmensajerodelquerespondo,unodemisenamorados.-¿NoseráJacob,supongo?-No, no temáis. Es el barquero de Loevestein, un muchacho despierto, de
veinticincoaveintiséisaños.-¡Diablo!-Estad tranquilo -repitióRosa riendo-.Todavíano tiene la edad,yaquevos
mismolahabéisfijadoentreveintiséisyveintiochoaños.-Enfin,¿creéispodercontarconesejoven?-Comoconmigo.SearrojaríadesubarcaalWaaloalMosa,amielección,si
seloordenara.-¡Puesbien,Rosa!EndiezhorasesemuchachopuedeestarenHaarlem;me
daréisunlápizyunpapel,mejoraúnseríaunaplumaytinta,yescribiré,omásbien, escribiréis vos.Enmí, pobreprisionero, tal vezverían, comovevuestropadre, una conspiración en todo esto: Escribiréis al presidente de la SociedadHortícolay,estoyseguroqueelpresidentevendrá.-Pero,¿ysitarda?-Suponedquetardeundía,hastados;peroestoesimposible,unaficionadoa
los tulipanes como él no tardará ni una hora, ni unminuto, ni un segundo enponerse en caminoparaver laoctavamaravilladelmundo.Pero, comodecía,tardeundía, tardedos,el tulipánestará todavíaen todosuesplendor.Unavezvistoeltulipánporelpresidente,ytodoquededichoenelatestadodirigidoporél,guardaréisunacopiadeeseatestado,Rosa,yleconfiaréiseltulipán.¡Ah!Sihubiésemospodido llevarlonosotrosmismos,Rosa,nohabríaabandonadomisbrazosmásqueparapasaralosvuestros;peroestoesunailusiónenlaquenohayquesoñar-continuóCorneliussuspirando-.Otrosojosloveránmarchitarse.¡Oh!Sobretodo,Rosa,antesdequeloveaelpresidente,nolodejéisveranadie.¡El tulipánnegro,buenDios! ¡Sialguienvierael tulipánnegro, lo robaría…!Oh!-¿No me habéis dicho vos misma lo que temíais con respecto a vuestro
enamoradoJacob?Siserobaunflorín,¿porquénorobaríancienmil?-Vigilaré,estadtranquilo.-¿Ysienestemomentoseestáabriendo?-Elcaprichosoesmuycapazdeello-bromeóRosa.-Silohallaraisabiertoalentrar…-¿Ybien?-¡Ah,Rosa!Desdeelmomentoenqueseabra, recordadquenohabrániun
momentoqueperderparaadvertiralpresidente.-Yparaprevenirosavos.Sí,comprendo.Rosa suspiró, pero sin amargura y como una mujer que no solamente
comienzaacomprenderunadebilidad,sinoahabituarseaella.-Regreso al ladodel tulipán, señorVanBaerle, y tanpronto florezca, seréis
advertido;unavezvosadvertido,elmensajeropartirá.-¡Rosa,Rosa,yanoséaquémaravilladelCieloodelaTierracompararos!-Comparadmealtulipánnegro,señorCornelius,yquedarémuyhalagada,os
lojuro.Hastalavista,señorCornelius.-¡Oh!Decid:hastalavista,amigomío.-Hastalavista,amigomío-repitióRosaunpococonsolada.-Decid:Amigomíobienamado.-¡Oh!Amigomío…-Bienamado,Rosa,oslosuplico,bienamado,bienamado,¿verdad?-Bienamado,sí,bienamado-dijoRosapalpitante,embriagada,locadealegría.-Entonces, Rosa, ya que habéis dicho bienamado, decid también
bienaventurado,decidfelizcomojamáshombrealgunohayasidofelizybajoelcielo.Nomefaltamásqueunacosa,Rosa.-¿Cuál?-Vuestramejilla,vuestramejillafresca,vuestramejillarosada,vuestramejilla
aterciopelada. ¡Oh, Rosa!Voluntariamente, no por sorpresa, no por accidente,Rosa.¡Ah!Elprisioneroterminósuruegoconunsuspiro;acababadeencontrarloslabios
delajoven,noporaccidente,noporsorpresa,comocienañosmástardeSaint-PreuxdebíaencontrarloslabiosdeJulie.Rosahuyó.Corneliussequedóconelalmasuspendidaensuslabios,elrostropegadoal
postigo.Se ahogaba de alegría y de felicidad. Abrió la ventana y contempló largo
tiempo,conelcorazónrebosantededicha,elazulsinnubesdelcielo,lalunaqueplateabaeldoblerío,destellandomásalládelascolinas.Sellenólospulmonesdelairegenerosoypuro,elespíritudedulcesideas,elalmadereconocimientoydeadmiraciónreligiosa.-¡Oh!¡Vosestáissiemprealláarriba,Diosmío!-exclamó,medioprosternado,
con losojosardientemente tendidoshacia lasestrellas-.PerdonadmeporhabercasidudadodeVosenestosúltimosdías.Vososocultabaisdetrásdevuestrasnubes, y por un instante dejé de veros, Dios bueno, Dios eterno, Diosmisericordioso.¡Perohoy!,estatarde,estanoche,¡oh!,Osveotodoenteroenelespejodevuestroscielosy,sobretodo,enelespejodemicorazón.¡Estabacurado,elpobreenfermo;estabalibre,elpobreprisionero!Duranteunapartedelanoche,Corneliuspermaneciócolgadodelosbarrotes
desuventana,coneloídopresto;concentrandosuscincosentidosenunosolo,o
másbien,endossolamente,mirabayescuchaba.Mirabaelcieloyescuchabaalatierra.Luego,conlamiradavueltadecuandoencuandohaciaelcorredor,sedecía:
«AlláabajoestáRosa,Rosaquevelacomoyo,quecomoyoesperademinutoenminuto;alláabajo,antelosojosdeRosaestálaflormisteriosa,quevive,queseentreabre,queseabre.TalvezenestemomentoRosa tieneel tallodel tulipánentresusdelicadosytibiosdedos.Tocaesetallosuavemente.Talvezroceconsuslabiossucálizentreabierto;rózaloconprecaución,Rosa,tuslabiosarden;talvezenestemomento,misdosamoresseacaricianbajolamiradadeDios.»Enaquelmomento,unaestrellaseinflamóenloalto,atravesótodoelespacio
queseparabaelhorizontedelafortalezayvinoaabatirsesobreLoevestein.Corneliusseestremeció.-¡Ah!-exclamó-.EsDiosqueenvíaunalmaamiflor.Ycomosilohubieraadivinado,casienelmismoinstante,elprisionerooyó
enelcorredorunospasos ligeros,comolosdeunasílfide,el rocedeunaropaqueparecíaunbatirdealasyunavozbienconocidaquedecía:-Cornelius,amigomío,amigomíobienamadoybienaventurado,venid,venid
enseguida.Corneliusnodiomásqueunsaltodelaventanaalpostigo;unavezmássus
labiosencontraronloslabiosmurmuradoresdeRosa,queledijoenunbeso:-Sehaabierto,esnegro,aquíestá.-¿Cómo,aquíestá?-exclamóCornelius,separandosuslabiosdeloslabiosde
lajoven.-Sí, sí, es preciso correr unpequeñopeligro para dar unagran alegría, aquí
está,tened.Y,conunamano,levantóalaalturadelpostigounpequeñofarolqueacababa
deencender;mientrasquealamismaaltura,levantabaconlaotraelmilagrosotulipán.Corneliuslanzóungritoycreyódesmayarsedeemoción.-¡Oh!-murmuró-.¡Diosmío!¡Diosmío!Merecompensáismiinocenciaymi
cautividad, ya que habéis hecho crecer estas dos flores en el postigo de miprisión.-Besadla-dijoRosa-comoyolahebesadohaceunmomento.Cornelius,reteniendoelaliento,tocóconlapuntadeloslabioselextremode
laflor,yjamásbesodadoaloslabiosdeunamujer,aunquefueraaloslabiosdeRosa,leentrótanprofundamenteenelcorazón.El tulipán era bello, espléndido, magnífico; su tallo tenía más de treinta
centímetrosdealtura;sealzabadelsenodecuatrohojasverdes,lisas,derechascomopuntasdelanza;todasufloreranegraybrillantecomoelazabache.
-Rosa -dijo Cornelius jadeante-, Rosa, no hay un instante que perder, esprecisoescribirlacarta.-Yaestáescrita,mibienamadoCornelius-contestóRosa.-¿Deveras?-Mientraseltulipánseabría,yoescribía,porquenoqueríaqueseperdierani
unsoloinstante.Miradlacarta,ydecidmesilaencontráisbien.Cornelius cogió la carta y leyó, en una escritura que había hecho grandes
progresosdesdelaprimerafrasequehabíarecibidodeRosa:
Señorpresidente:
Eltulipánnegrovaaabrirsedentrodediezminutostalvez.Tanprontoseabra,osenviaréunmensajeropararogarosvengáisvosmismoenpersonaabuscarloalafortalezadeLoevestein.SoylahijadelcarceleroGryphus,casitanprisioneracomolosprisionerosdemipadre.Nopodré,pues,llevarosestamaravilla.Poresoesporloquemeatrevoasuplicarosquevengáisabuscarlovosmismo.
MideseoesquesellameRosaBarloensis.
Acabadeabrirse;esperfectamentenegro…
Venid,señorpresidente,venid.
Tengoelhonordeservuestrahumildeservidora.
ROSAGRYPHUS.
-Esoes, esoes,queridaRosa.Estacartaesunamaravilla.Yono lahubieraescrito conesta simplicidad.EnelCongreso,daréis todos los informesqueospidan. Sabrán cómo ha sido creado el tulipán, a cuántos cuidados, vigilias ytemores ha dado lugar, mas, por el momento, Rosa, no hay un instante queperder…¡Elmensajero!¡Elmensajero!-¿Cómosellamaelpresidente?-Dádmelaparaqueponga ladirección. ¡Oh!Esmuyconocido.EsMynheer
VanSystens,elburgomaestredeHaarlem…Dádmela,Rosa,dádmela.Y,conmanotemblorosa,Corneliusescribiósobrelacarta:
AMynheerPetersvanSystens,burgomaestreypresidentedelaSociedadHortícoladeHaarlem.
-Yahora,marchaos,Rosa,marchaos-dijoCornelius-,ypongámonosbajoelamparodeDiosquehastaahoranoshaprotegidotanbien.
23CapítuloElenvidioso
En efecto, los pobres jóvenes tenían gran necesidad de ser amparados por laproteccióndirectadelSeñor.Jamás habían estado tan cerca de la desesperación como en este mismo
instanteenquecreíanteneraseguradasufelicidad.Nodudaremosenabsolutoenlainteligenciadenuestrolectorhastaelpunto
desuponerquenohayareconocidoenJacob,nuestroantiguoamigo,omásbiennuestroantiguoenemigo,aIsaacBoxteleltulipanero.El lector ha adivinado, pues, que Boxtel había seguido de la Buytenhoff a
Loevesteinalobjetodesuamoryalobjetodesuodio:EltulipánnegroyCorneliusvanBaerle.Lo que cualquier otro tulipanero ymás un tulipanero envidioso no hubiera
podidojamásdescubrir,esdecir,laexistenciadelosbulbosylasambicionesdelprisionero, la envidia había hecho, sino descubrir, por lo menos adivinar aBoxtel.LohemosvistomásafortunadobajoelnombredeJacobquebajoelnombre
deIsaac,entablaramistadconGryphus,alquegratificóelreconocimientoylahospitalidadduranteunosmeses,conlamejorginebraquesehubierafabricadojamásdesdeTexelaAmberes.Adormeciósusdesconfianzas;porquecomohemosvisto,elviejoGryphusera
desconfiado; adormeció sus desconfianzas, decimos, halagándole con unaalianzaconRosa.Acrecentóporotrapartesusinstintosdecarcelero,despuésdehaberhalagado
suorgullodepadre.AcrecentósusinstintosdecarceleropintándoleconlosmássombríoscoloresalsabioprisioneroqueGryphusteníabajosuscerrojos,yquealdecirdelfalsoJacob,habíaconcertadounpactoconSatánparaperjudicaraSuAltezaelpríncipeGuillermodeOrange.También había tenido éxito al principio con Rosa, no inspirándole
sentimientos de simpatía, ya que a Rosa siempre le había gustado muy pocoMynheerJacob,peroalhablarledematrimonioydelocapasión,habíaapagadoenprincipiotodaslassospechasquehubierapodidotener.
Hemos visto cómo su imprudencia al seguir a Rosa al jardín lo habíadenunciado a los ojos de la muchacha, y cómo los temores instintivos deCorneliushabíanpuestoalosdosjóvenesenguardiacontraél.Lo que había, sobre todo, inspirado las inquietudes al prisionero, nuestro
lectordeberecordarlo,eraaquellagrancóleraquehabíainvadidoaJacobcontraGryphusapropósitodelbulboaplastado.En aquel momento, esa rabia era tanto mayor por cuanto aunque Boxtel
suponíaqueCorneliusteníaunsegundobulbo,noestabamuysegurodeello.Fue entonces cuando espió a Rosa y la siguió no solamente al jardín, sino
tambiénporloscorredores.Únicamente que; como esta vez la seguía por la noche y con los pies
descalzos,nifuevistonioído.Excepto aquella vez en que Rosa creyó haber visto pasar algo como una
sombraporlaescalera.Pero ya era demasiado tarde, Boxtel había sabido, de la misma boca del
prisionero,laexistenciadelsegundobulbo.EngañadoporlatrampadeRosa,quehabíasimuladoelactodeenterrarloen
laplatabanda,ynodudandoqueesapequeñacomediahabíasidoejecutadaparaforzarle a traicionarse, redobló las precauciones y puso en juego todas lasartimañas de su mente para continuar espiando a los otros sin ser espiado élmismo.VioaRosatransportarunagranvasijademayólicadelacocinadesupadrea
lahabitaciónqueellaocupaba.VioaRosalavarse,conmuchaagua,susbellasmanosllenasdelatierraque
habíaamasadoparaprepararaltulipánelmejorlechoposible.Finalmentealquiló,enungranero,unapequeñahabitaciónjustoenfrentedela
ventanadeRosa;bastantealejadaparaquenoselepudierareconocerasimplevista,perobastantecercaparaqueconlaayudadesutelescopiopudieraseguirtodo lo que ocurría en Loevestein en la habitación de la joven, como habíaseguidoenDordrechttodoloquepasabaenelsecadordeCornelius.Nohacíamásde tres días que estaba instalado en sugranero, cuandono le
cupoyaningunaduda.Desdequeselevantabaelsolporlamañana,lavasijademayólica estaba en la ventana y, semejante a esas encantadoras mujeres deMiéris y de Metzu, Rosa aparecía en aquella ventana encuadrada por lasprimerasramasverdeantesdelaparraylamadreselva.Rosa contemplaba la vasija de mayólica con unamirada que denunciaba a
Boxtelelvalorrealdelobjetoencerradoenella.Loqueencerraba lavasijaera,pues, el segundobulbo,esdecir, la suprema
esperanzadelprisionero.
Cuandolasnochesamenazabanserdemasiadofrías,Rosaentrabalavasijademayólica.EsoindicabaqueRosaseguíalasinstruccionesdeCornelius,quetemíaqueel
bulbosehelara.Cuandoelsolsehizomáscálido,Rosaentrabalavasijademayólicadesdelas
oncedelamañanahastalasdosdelatarde.Esoindicaba,asimismo,queCorneliustemíaquelatierrasedesecara.Perocuandolalanzadelaflorsaliódelatierra,Boxtelquedócompletamente
convencido:noteníaunaalturamayordetrescentímetroscuando,graciasasutelescopio,nohabíalugaryaaladudaparaelenvidioso.Cornelius poseía dos bulbos, y el segundo estaba confiado al amor y a los
cuidadosdeRosa.Porque, pensándolo bien, el amor de los dos jóvenes no había escapado a
Boxtel.Era,pues,aesesegundobulboalquehabíaquehallarelmediodesustraera
loscuidadosdeRosayalamordeCornelius.Sóloquelacosanoerafácil.Rosavigilabaasutulipáncomounamadrevigilaríaasuhijo;mejorqueesto,
comounapalomaempollasushuevos.Rosa no abandonaba la habitación en toda la jornada; y había más; cosa
extraña,Rosanoabandonabayasuhabitaciónporlanoche.Durantesietedías,BoxtelespióinútilmenteaRosa;Rosanosalíaenabsoluto
desuhabitación.Esos fueron aquellos siete días de riña que hicieron a Cornelius tan
desgraciado,alllevarsealaveztodanoticiadeRosaydesutulipán.¿IbaaestarRosaeternamenteenojadaconCornelius?Estohubierahechoel
robomuchísimomásdifícildeloquehabíacreídoalprincipioMynheerIsaac.Decimosrobo,porqueIsaacestabacompletamentedecididoensuproyectode
robarel tulipán;ycomoéstecrecíaenelmásprofundomisterio,comolosdosjóvenes ocultaban su existencia a todo el mundo, le creerían antes a él,tulipanero reconocido, que a una joven extraña a todos los detalles de lahorticultura o que a un prisionero condenado por un crimen de alta traición,guardado, sobrevigilado, espiado, y que mal reclamaría desde el fondo de sucalabozo.Porotraparte,comoseríaposeedordeltulipánycomoenelcasodemuebles y otros objetos transportables, la posesión da fe de la propiedad, élobtendría ciertamente el premio y sería realmente coronado en lugar deCornelius,yel tulipán,envezde llamarseTulipanigraBarloensis, se llamaríaTulipanigraBoxtellensisoBoxtellea.MynheerIsaacnoestabatodavíadecididosobrecuáldeesosnombresdaríaal
tulipánnegro;perocomoambossignificabanlamismacosa,noeraésteelpuntomásimportante.Elpuntomásimportanteerarobareltulipán.Mas, para que Boxtel pudiera apoderarse del tulipán, era preciso que Rosa
salieradesuhabitación.Asípues,fueconverdaderaalegríaqueJacoboIsaac,segúnseprefiera,vio
reemprenderselascitasacostumbradasdelanoche.ComenzóporaprovecharlaausenciadeRosaparaestudiarsupuerta.Lapuertacerrababienyadoblevuelta,pormediodeunacerradurasimple,
perodelaqueúnicamenteRosaposeíalallave.BoxteltuvolaideaderobarlallaveaRosa,peroademásdequenoeracosa
fácilregistrarelbolsillodelajoven,alapercibirseRosadequehabíaperdidosullave haría cambiar la cerradura, y no saldría de su habitación hasta que lacerradurafueracambiada,yBoxtelhabríacometidouncrimeninútil.Erapreferible,pues,emplearotromedio.Boxtel reunió todas las llavesquepudohallar, ymientrasRosayCornelius
pasabanenelpostigounadesushorasafortunadas,lasprobótodas.Dosentraronenlacerradura,unadelasdosdiolaprimeravueltaysedetuvo
enlasegunda.Nohabíamásqueretocarmuypocacosaaestallave.Boxtellaimpregnóconunaligeracapadecerayrepitiólaexperiencia.Elobstáculoquelallavehabíaencontradoenlasegundavueltahabíadejado
su huella sobre la cera. Boxtel no tuvo más que seguir esta huella con elmordientedeunalimadehojaestrechacomoladeuncuchillo.Conotrasdoshorasdetrabajo,Boxtelconsiguiósullavealaperfección.La puerta deRosa se abrió sin ruidos, sin esfuerzo, yBoxtel se halló en la
habitacióndelajoven,asolasconeltulipán.LaprimeraaccióncondenabledeBoxtelhabíaconsistidoenpasarporencima
de unmuro, para desenterrar el tulipán; la segunda había sido penetrar en elsecadero de Cornelius, por una ventana abierta; la tercera, introducirse en lahabitacióndeRosaconunafalsallave.Comoseve,laenvidiahacíaavanzaraBoxtelagrandespasosenlaabyectay
desenfrenadacarreradelcrimen.Boxtelsehalló,pues,asolasconeltulipán.Un ladrón ordinario hubiera agarrado la vasija bajo su brazo y se la habría
llevado.PeroBoxtelnoeraunladrónordinarioyreflexionó.Reflexionó,contemplandoeltulipánconlaayudadesufarol,diciéndoseque
noestabatodavíabastanteavanzadoparatenerlacertezadequefloreceríanegro
aunquelasaparienciasofrecíantodaslasprobabilidades.Reflexionó que si no florecía negro, o que si florecía con una mancha
cualquiera,habríarealizadounroboinútil.Reflexionóque la noticia de este robo se expandiría, que se le supondría el
ladrón después de lo que había pasado en el jardín, qué se realizaríaninvestigacionesyque,porbienqueocultaraeltulipán,seríaposiblehallarlo.Reflexionóque,aunqueocultaraeltulipándeformaquenofueraencontrado,
podría,contodoslostransportesqueestaríaobligadoasufrir,sucederlealgunadesgracia.Reflexionó finalmente que era preferible, puesto que tenía una llave de la
habitación de Rosa y podía penetrar en ella cuando quisiera, esperar a lafloración,cogerlounahoraantesdequeseabriera,ounahoradespuésdequesehubiera abierto, y partir en el mismo instante sin pérdida de tiempo paraHaarlem,donde,antesinclusodequefuerareclamado,eltulipánestaríadelantedelosjueces.Entonces sería a éste o a aquélla que reclamara a quienBoxtel acusaría de
robo.Eraunplanbienpensadoydignoentodopuntodelqueloconcebía.Asípues,todaslasnochesduranteaquellahoraquelosjóvenespasabanenel
postigo de la celda, Boxtel entraba en la habitación de la muchacha, no paraviolarelsantuariodelavirginidad,sinoparaseguirlosprogresosquerealizabaeltulipánnegroensufloración.Lanoche a la quehemos llegado, iba a entrar como las otras noches; pero,
comohemosdicho,losjóvenesnohabíanintercambiadomásqueunaspalabras,yCorneliushabíaenviadodenuevoaRosaparavigilareltulipán.Viendo a Rosa penetrar en su habitación, diez minutos después de haber
salido,Boxtelcomprendióqueeltulipánhabíaflorecidooibaaflorecer.Eraentoncesduranteestanochecuandolagranpartidaibaajugarse;asípues,
Boxtel se presentó ante Gryphus con una provisión de ginebra doble que decostumbre.Esdecir,conunabotellaencadabolsillo.UnavezGryphusbebido,Boxtelquedabadueñodelafortalezaopocomás.A las once, Gryphus estaba completamente borracho. A las dos de la
madrugada, Boxtel vio salir a Rosa de su habitación, pero sosteniendovisiblementeensusbrazosunobjetoquellevabaconprecaución.Esteobjetoerasindudaalgunaeltulipánnegroqueacababadeflorecer.Pero¿quéibaahacer?¿IbaapartirenaquelmismoinstanteparaHaarlemconél?Noeraposiblequeunajovenemprendierasola,denoche,unviajesemejante.
¿IbaúnicamenteaenseñareltulipánaCornelius?Estoeraprobable.SiguióaRosaconlospiesdescalzosydepuntillas.Lavioacercarsealpostigo.LaoyóllamaraCornelius.Alresplandordelfarol,vioeltulipánabierto,negrocomolaoscuridadenla
queseocultaba.Oyó todo el proyecto planeado entre Cornelius y Rosa para enviar un
mensajeroaHaarlem.ViojuntarseloslabiosdelosdosjóvenesyluegooyóaCorneliusdespedira
Rosa.VioaRosaapagarelfarolydesandarelcaminodesuhabitación.Lavioentrarensuhabitación.Luegolavio,diezminutosdespués,salirdelahabitaciónycerrarconcuidado
lapuertacondoblevueltadellave.Yaque cerrabaaquellapuerta con tanto cuidado, esquedetrásde lamisma
encerrabaaltulipánnegro.Boxtel, que veía todo aquello oculto en el rellano del piso superior a la
habitacióndeRosa,descendióunescalóndesupiso,cuandoRosadescendíaunescalón del suyo. De suerte que, cuando Rosa tocaba el último tramo de laescalera,consupie ligero,Boxtel,conunamanomásligera todavía, tocabalacerraduradelahabitacióndeRosaconsumano.Yenaquellamano,comopuedecomprenderse,estabalallavefalsaqueabría
lapuertadeRosanimásnimenosfácilmentequelaverdadera.Poresoesporloquehemosdichoalcomienzodeestecapítuloquelospobres
jóvenesteníanmuchanecesidaddeseramparadosporlaproteccióndelSeñor.
24CapítuloEnelqueeltulipánnegrocambiadedueño
Cornelius se había quedado en el sitio donde lo había dejadoRosa, buscandocasiinútilmenteenéllafuerzaparasoportarladoblecargadesufelicidad.Transcurriómediahora.Los primeros rayos de sol entraban ya, azulinos y frescos, a través de los
barrotes de la ventana, en la celda deCornelius, cuando éste se sobresaltó derepente ante unos pasos que subían por la escalera y por unos gritos que seacercabanaél.Casienelmismoinstante,surostrosehallófrentealpálidoydescompuesto
rostrodeRosa.Retrocedió,palideciendoélmismodeestuporyespanto.-¡Cornelius!¡Cornelius!-exclamóaquéllajadeante.-¿Quéocurre,Diosmío?-preguntóelprisionero.-Cornelius!Eltulipán…-¿Ybien?-¿Cómodecirosesto?-Hablad,hablad,Rosa.-¡Noslohancogido,noslohanrobado!-¡Noslohancogido,noslohanrobado!-repitióCornelius.-Sí -afirmó Rosa apoyándose contra la puerta para no caer-. Sí, cogido,
robado.Y,muyasupesar,laspiernaslefallaron,sedeslizóycayóderodillas.-Pero¿cómohaocurrido?-preguntóCornelius-.Decidme,explicadme.-¡Oh!Nohasidopormiculpa,amigomío.PobreRosa;noseatrevíaadecir«mibienamado».-¡Lohabéisdejadosolo!-laacusóCorneliusconunacentolamentable.-Unsoloinstante,parairapreveniralmensajeroqueviveapenasacincuenta
pasosdeaquí,aorillasdelWaal.-Yduranteesetiempo,apesardemisrecomendaciones,habéisdejadolallave
enlapuerta,¡desventurada!-No,no,no,yesoesloraro.Noheabandonadolallaveniuninstante;lahe
tenidoconstantementeenlamano,apretándolacomosituvieramiedodequesemeescapara.-Pero,entonces,¿cómohaocurrido?-¿Lo sé yo, acaso? Había dado la carta al mensajero; el mensajero había
partidodelantedemí.Regreso,lapuertaestabacerrada,cadacosasehallabaensulugarenmihabitación,exceptoeltulipánquehabíadesaparecido.Esprecisoquealguiensehayaprocuradounallavedemihabitación,osehayahechohacerunafalsa.Seahogaba,laslágrimascortándolelapalabra.Cornelius, inmóvil, los rasgos alterados, escuchaba casi sin comprender,
murmurandosolamente:-¡Robado,robado,robado!Estoyperdido.-¡Oh,señorCornelius!¡Perdón!¡Perdón!-gritabaRosa-.Yomemoriré.AnteestaamenazadeRosa,Corneliusagarrólasrejasdelpostigo,enunvano
intentodesacudirlasconfuror.-Rosa-exclamó-,noshanrobado,esverdad,pero¿esprecisodejarnosabatir
poreso?No,ladesgraciaesgrande,perotalvezreparable,Rosa;conocemosalladrón.-¡Ay!¿Cómoqueréisqueoslodigapositivamente?-¡Oh!Oslodigoyo,eseseinfamedeJacob.¿LedejaremosllevaraHaarlem
el fruto de nuestros trabajos, el fruto de nuestras vigilias, el hijo de nuestroamor?Rosa,hayqueperseguirlo,hayquealcanzarlo.-Pero ¿cómo hacer todo eso, amigo mío, sin descubrir a mi padre nuestro
secreto? ¿Cómo, yo, unamujer tanpoco libre, tanpocohábil, conseguiría esefin,quetalvezvosmismonoalcanzaríais?-Rosa,Rosa, abridme esta puerta, y veréis si yono lo alcanzo.Veréis si no
descubroalladrón,veréissinolehagoconfesarsucrimen.¡Veréissinolehagogritarperdón!-¡Ay! -exclamóRosa estallando en sollozos-. ¿Puedo acaso abriros? ¿Tengo
yolasllaves?Silastuviera,¿noestaríaislibredesdehacetiempo?-Vuestropadrelastiene,vuestroinfamepadre,elverdugoquehaaplastadoya
elprimerbulbodemi tulipán. ¡Oh,elmiserable,elmiserable!EscómplicedeJacob.-Másbajo,másbajo,ennombredelcielo.¡Osvanaoír!-¡Oh! Si no me abrís, Rosa -gritó Cornelius en el paroxismo de la rabia-,
hundoestarejaymatoatodoelquehalleenlaprisión.-¡Amigomío,porpiedad…!-Osloaviso,Rosa,voyademolerelcalabozopiedraapiedra.Yelinfortunado,consusdosmanos,alasquelacóleraduplicabalasfuerzas,
sacudía lapuertacongranruido,sincuidarsedelestrépitodesuvozqueibaaretumbarenelfondodelaespiralsonoradelaescalera.Rosa,espantada,tratabainútilmentedecalmarestafuriosatempestad.-OsdigoquemataréalinfamedeGryphus-aullabaVanBaerle-.Osdigoque
verterésusangrecomoélhavertidolademitulipánnegro.Eldesgraciadoempezabaavolverseloco.-Pues bien, sí -dijo Rosa anhelante-. Sí, sí, pero calmaos. Sí, le cogeré las
llaves,osabriré,sí,perocalmaos,miCornelius…Nohabíaacabado,cuandounalarido lanzadodelantedeella interrumpiósu
frase.-¡Mipadre!-exclamóRosa:-¡Gryphus!-rugióVanBaerle-.¡Ah!¡Bandido!ElviejoGryphus,contodosesosgritos,habíasubidosinquelehubiesenoído.Agarrórudamenteasuhijaporunamuñeca.-¡Ah!Cogeréismis llaves -dijo con voz ahogada por la cólera-. ¡Ah! ¡Este
infame!¡Estemonstruo!EsteconspiradorparalahorcaesvuestroCornelius.AsíquesemantienenconvivenciasconlosprisionerosdeEstado.Estábien.Rosalegolpeóconsusdosmanoscondesesperación.-¡Oh!-continuóGryphus,pasandodelacentofebrildelacóleraalafríaironía
del vencedor-. ¡El inocente señor tulipanero! ¡El dulce señor sabio! ¡Vos memataréis!¡Osbeberéismisangre!¡Muybien!Ytodoestoconlacomplicidaddemihija.¡Jesús!¡Peroentoncesmehalloenunantrodebandoleros,estoyenunacavernadeladrones!¡Ah!Elseñorgobernadorlosabrátodoestamañana,ySuAlteza el estatúder lo sabrá todo mañana. Conocemos la ley. Todo el que serebelara en prisión, artículo sexto. Vamos a daros una segunda edición de laBuytenhoff,señorsabio,yéstaseráunabuenaedición.Sí,sí,roeroslospuñoscomounosoenlajaula,ytú,hermosa,cómeteconlosojosatuCornelius.Osadvierto,corderosmíos,queyanotendréisposibilidaddeconspirarjuntos.Asíse desciende, hija desnaturalizada. Y vos, señor sabio, hasta la vista; estadtranquilo,¡hastalavista!Rosa, loca de terror y desesperación, envió un beso a su amigo; luego, sin
dudailuminadaporunpensamientorepentino,selanzóporlaescaleradiciendo:-Noestáperdidotodotodavía,contadconmigo,miCornelius.Supadrelasiguiógritando.En cuanto al pobre tulipanero, soltó poco a poco las rejas que retenían sus
convulsosdedos;sucabezaseentonteció,susojososcilaronenórbitas,ycayópesadamentesobreelpisodelaceldamurmurando:-¡Robado!¡Melohanrobado!Duranteesetiempo,Boxtelsalíadelcastilloporlapuertaquehabíaabiertola
mismaRosa.Boxtel,coneltulipánnegroenvueltoenunampliomanto,sehabíalanzado a una calesa que le esperaba en Gorcum, y desaparecía, sin haberadvertidoalamigoGryphus,comoesdesuponer,desusalida.Yahoraquelesabemossubidoalacalesa,leseguiremos,siellectorconsiente
enello,hastaeltérminodesuviaje.Caminabalentamente;nosehacecorrerimpunementeauntulipánnegro.PeroBoxtel,temiendonollegarbastantepronto,sehizofabricarenDelftuna
caja guarnecida en todo su alrededor conmusgo fresco, en la cual encajó sutulipán;laflorsehallabaallítanmuellementereclinadaportodosloslados,conaireporencima,quelacalesapudoemprenderelgalopesinperjuicio.Llegó al día siguiente por la mañana a Haarlem cansado pero triunfante,
cambiósutulipándevasija,conelfindehacerdesaparecertodaseñalderobo,rompió la vasija de mayólica cuyos trozos arrojó a un canal y escribió alpresidentedelaSociedadHortícolaunacartaenlaqueleanunciabaqueacababade llegar a Haarlem con un tulipán perfectamente negro, y se instaló en unabuenahospederíaconsuflorintacta.Yallíesperó.
25CapítuloElpresidenteVanSystens
Rosa,aldejaraCornelius,habíatomadosudecisión.DevolverleeltulipánqueacababaderobarleJacobonovolverleavermás.Había visto la desesperación del pobre prisionero, la doble e incurable
desesperación.Enefecto,porun lado,éstaeraunaseparación inevitable,alhaberGryphus
sorprendidoalavezelsecretodesusamoresydesuscitas.Por elotro, era la ruinade todas las ambicionesdeCorneliusvanBaerle,y
esasambicioneslasalimentabadesdehacíasieteaños.Rosa era una de esas mujeres que se abaten por nada, pero que, llenas de
fuerzacontraunadesgraciasuprema,hallanenlamismadesgracialaenergíaquepuedecombatirla,oelrecursoquepuederepararla.Lajovenentróensuhabitación,lanzóunaúltimamirada,paracomprobarque
no sehabíaequivocado,no fuesequeel tulipánestuvieseenalgún rincónquehubieraescapadoasusmiradas.Pero Rosa busco en vano; el tulipán seguía ausente; el tulipán había sido
robado.Rosahizounpequeñolíoconlasropasquenecesitaba,cogiósustrescientos
florinesahorrados,esdecir,todasufortuna,buscóbajosusencajesdondehabíaescondidoeltercerbulbo,loocultócuidadosamenteensupecho,cerrólapuertacon doble vuelta para retardar al máximo el tiempo que se necesitaría paraabrirlaenelmomentoenqueseconocierasufuga,bajólaescalera,saliódelaprisiónpor lapuertaque,unahoraantes,habíadadopasoaBoxtel, se llegóaunacasadealquilerdecaballosypidióalquilarunacalesa.Elalquiladordecaballossóloteníaunacalesa,precisamentelaqueBoxtelle
habíaalquiladodesdelavísperayenlacualcorríaporelcaminodeDelft.DecimosporelcaminodeDelft,porqueeraprecisodarunenormerodeopara
irdeLoevesteinaHaarlem;avuelodepájaro ladistanciasólohubierasido lamitad.Peroúnicamente lospájarospuedenviajar volando enHolanda, el paísmás
cortadoporlosríos,arroyos,riachuelos,canalesylagosquehayaenelmundo.
Por fuerza tuvo, pues, Rosa que alquilar un caballo, que le fue confiadofácilmente,porqueelalquiladordecaballosconocíaaRosacomoa lahijadelporterodelafortaleza.Rosa tenía una esperanza, la de alcanzar a su mensajero, bueno y bravo
muchacho al que se llevaría con ella y que le serviría a la vez de guía y desostén.Enefecto,nohabíarecorridounaleguacuandolopercibiócaminandoapaso
largoporunadelasorillasbajasdeunaencantadorarutaqueflanqueabaelrío.Pusosucaballoaltroteysereunióconél.Elvalientemuchachoignorabalaimportanciadesumensaje,y,sinembargo,
marchaba a tan buen tren como si lo conociese. Enmenos de una hora habíarecorridoyaleguaymedia.Rosa recobró lanota,ya inútil, y le expuso lanecesidadque teníadeél.El
barquerosepusoasudisposición,prometiendoirtandeprisacomoelcaballo,contalqueRosalepermitieraapoyarlamanobiensobrelagrupadelanimal,osobresucruz.La joven le permitió que apoyara la mano donde quisiera, mientras no la
retrasara.Losdosviajerosllevabancincohorasdecaminoyhabíanrecorridoyamásde
ocho leguas, cuando el padre Gryphus todavía no se imaginaba que su hijahubieseabandonadolafortaleza.Elcarcelero,porotraparteunhombremuymalvadoenelfondo,gozabacon
elplacerdehaberinspiradoasuhijaunterrortanprofundo.Peromientrassefelicitabaportenerunahistoriatanhermosaquecontarasu
compañeroJacob,éstesehallabatambiénenelcaminodeDelft.Sóloque,graciasasucalesa,llevabacuatroleguasdeadelantosobreRosay
elbarquero.Mientrasse figurabaaRosa temblandooenojándoseensuhabitación,Rosa
ganabaterreno.Nadie,exceptoelprisionero,sehallaba,pues,dondeGryphuscreíaquecada
unoestaba.Rosa aparecía tan pocas veces delante de su padre desde que cuidaba del
tulipán, que no fue hasta la hora de comer, es decir, al mediodía, cuandoGryphus se apercibió, a cuenta de su apetito, de que su hija estaba enfadadadesdehacíayamuchotiempo.La hizo llamar por uno de sus portallaves; luego, como éste descendiera
anunciandoquelahabíabuscadoyllamadoenvano,resolvióbuscarlayllamarlaélmismo.Comenzópordirigirseenderechuraalahabitacióndesuhija;maspormucho
quegolpeóenlapuerta,Rosanorespondió.Llamóalcerrajerode lafortaleza;elcerrajeroabrió lapuerta,peroGryphus
noencontróaRosa,comoRosanohabíaencontradoeltulipán.Rosa,enaquelmomento,acababadeentrarenRótterdam.Lo cual fuemotivo de queGryphus no la hallara en la cocina, como no la
había hallado en la habitación, ni en el jardín como en la cocina ni en partealguna.Juzguemos la cólera del carcelero cuando habiendo batido los alrededores,
supoquesuhijahabíaalquiladouncaballoy,como«Bradamante»o«Clorinda»,habíapartidocomounaverdaderabuscadoradeaventuras,sindeciradóndeiba.Gryphus subió furioso a la celda de Van Baerle, al que injurió, amenazó,
removiendotodosupobremobiliario,prometiéndoleelcalabozo,prometiéndoleelfondodeunamazmorra,prometiéndolehambreyazotes.Cornelius,sinnisiquieraescucharloquedecíaelcarcelero,sedejómaltratar,
injuriar,amenazar,permaneciendotriste,inmóvil,aniquilado,insensibleatodaslasemociones,muertoatodotemor.DespuésdehaberbuscadoaRosaportodoslados,GryphusbuscóaJacob,ycomono lehalló,al igualquehabíaocurridoconsuhija,supusodesdeaquelmomentoqueJacobselahabíallevado.Mientras tanto, la joven después de haber hecho un alto de dos horas en
Rótterdam, se había puesto de nuevo en camino. Aquella misma noche seacostabaenDelft,yaldíasiguientellegabaaHaarlem,cuatrohorasdespuésdequeBoxtelhubierahechootrotanto.Rosa se hizo conducir enseguida a casa del presidente de la Sociedad
Hortícola,maeseVanSystens.Hallóaldignociudadanoenunasituaciónquenopodríamosdejardedescribir, sin faltara todosnuestrosdeberesdepintorydehistoriador.ElpresidenteredactabauninformealcomitédelaSociedad.Esteinformeibaapareciendosobreungranpapelyconlamásbellaescritura
delpresidente.RosasehizoanunciarbajosusimplenombredeRosaGryphus,pero este nombre, por sonoro que fuese, resultaba desconocido para elpresidente,yRosafuerechazada.EsdifícilforzarlasconsignasenHolanda,paísdelosdiquesydelasesclusas.PeroRosanosedesanimó;sehabíaimpuestounamisiónysehabíajuradoa
símismanodejarseabatirniporlasmalasacogidas,niporlasbrutalidades,niporlasinjurias.-Anunciadalseñorpresidente-dijo-quevengoahablarledeltulipánnegro.Estaspalabras,nomenosmágicasqueelfamoso«Sésamo,ábrete»,deLasmil
yunanoches,lesirvieronde«pasaporte».Graciasaesaspalabras,pudopenetrarhastaeldespachodelpresidenteVanSystens,alqueencontrógalantementeen
caminoparavenirasuencuentro.Eraunbuenhombre,pequeño,decuerpodelgado,representandoconbastante
exactitud el tallo de una flor de la que la cabeza formaba el cáliz, dos brazosindeterminados y colgantes simulaban la doble hoja oblonga del tulipán y unciertobalanceoqueleerahabitualcompletabasuparecidoconestaflorcuandolamismaseinclinabajoelsoplodelviento.HemosdichoquesellamabaVanSystens.-Señorita-exclamó-,¿decísquevenísdepartedeltulipánnegro?Para el señor presidente de la Sociedad Hortícola, la Tulipa nigra era una
potencia de primer orden, que podía muy bien, en su calidad de rey de lostulipanes,enviarembajadores.-Sí,señor-respondióRosa-.Porlomenos,vengoahablarosdeél.-¿Seportabien?-preguntóVanSystensconunasonrisadetiernaveneración.-¡Ay,señor!Nolosé-dijoRosa.-¡Cómo!¿Lehasucedidoalgunadesgracia?-Unamuygrande,sí,señor,peronoaella,sinoamí.-¿Cuál?-Melohanrobado.-¿Oshanrobadoeltulipánnegro?-Sí,señor.-¿Sabéisquién?-¡Oh!Meloimagino,peronomeatrevotodavíaaacusarle.-Peroelasuntoseráfácildeverificar.-¿Cómo?-Puesporqueelladrónnodebedeestarmuylejos.-¿Porquénohadeestarmuylejos?-Puesporquehevistoeltulipánnohacenidoshoras.-¿Habéis visto el tulipán negro? -exclamó Rosa precipitándose hacia Van
Systens.-Comoosveoavos,señorita.-Pero¿dónde?-Encasadevuestroamo,segúncreo.-¿Encasademiamo?-Sí.¿NoestáisalserviciodelseñorIsaacBoxtel?-¿Yo?-Naturalmente,vos.-Mas¿porquiénmetomáisentonces,señor?-Mas¿porquiénmetomáisvosmisma?-Señor,ostomo,espero,porquiensois,esdecir,porelhonorableseñorVan
Systens,burgomaestredeHaarlemypresidentedelaSociedadHortícola.-¿Yvenísadecirme…?-Vengoadeciros,señor,quemehanrobadomitulipán.-Vuestrotulipánes,entonces,eldelseñorBoxtel.Entonces,osexplicáismal
hijamía;noesavos,¡sinoalseñorBoxtelaquienhanrobadoeltulipán!-Yo os repito, señor, que no sé quién es ese señor Boxtel y que ésta es la
primeravezqueoigopronunciaresenombre.-VosnosabéisquiéneselseñorBoxtel,ytenéistambiénuntulipánnegro.-Pero¿esquehayotro?-preguntóRosa,temblando.-EldelseñorBoxtel,sí.-¿Cómoes?-Negro,pardiez.-¿Sinmancha?-Sinunasolamancha,sinelmenorpunto.-¿Yvostenéisesetulipán?¿Estádepositadoaquí?-No,peroserádepositado,porquedeboexhibirloalcomitéantesdeotorgarel
premiodecienmilflorines.-Señor -exclamóRosa-, eseBoxtel, ese IsaacBoxtelque sedicepropietario
deltulipánnegro…-Yqueloesenefecto…-Señor,¿noesunhombredelgado?-Sí.-¿Calvo?-Sí.-¿Conlamiradahuraña?-Creoquesí.-¿Inquieto,encorvado,conlaspiernastorcidas?-Enverdad,describíselretrato,trazoportrazo,delseñorBoxtel.-Señor, ¿el tulipán está en una vasija de mayólica azul y blanca, de flores
amarillasquerepresentanuncanastilloentrescarasdelavasija?-¡Ah!Encuantoaesoestoymenosseguro;mehefijadomásenelhombreque
enlavasija.-Señor, ése esmi tulipán, el queme han robado; señor, es bienmío; señor,
vengoareclamarloaquídelantedevos;avos.-¡Oh!¡Oh!-exclamóVanSystensmirandoaRosa-.¿Qué?¿Venísareclamar
aquíeltulipándelseñorBoxtel?¡VotoaDios!Soisunaatrevidacomadre.-Señor -suplicó Rosa un poco turbada por este apóstrofe-, yo no digo que
vengoareclamareltulipánnegrodelseñorBoxtel,digoquevengoareclamarelmío.
-¿Elvuestro?-Sí;elqueyoheplantado,elquehecriadoyomisma.-¡Puesbien!IdabuscaralseñorBoxtela lahospederíadelCisneBlanco,y
entendeos con él. En cuanto a mí, como el proceso me parece tan difícil dejuzgar como el que llevaron ante el reySalomón, y no tengo la pretensión deposeer su sabiduría, me contentaré con redactar mi informe, con constatar laexistencia del tulipán negro y con conceder los cien mil florines a sudescubridor.Adiós,hijamía.-¡Oh!¡Señor!¡Señor!-insistióRosa.-Sólo que, hija mía -continuó Van Systens-, como sois bonita, como sois
joven, comono estáis todavía pervertida, recibidmi consejo: Sed prudente eneste asunto, porque nosotros tenemos un tribunal y una prisión en Haarlem;además, somos extremadamente puntillosos con el honor de los tulipanes. Id,hijamía,id.IsaacBoxtel,hospederíadelCisneBlanco.Ypocodespués,VanSystens,volviendoacogersubellapluma,continuósu
interrumpidoinforme.
26CapítuloUnmiembrodelasociedadhortícola
Desatinada, Rosa, casi loca de alegría y de temor ante la idea de que habíahallado el tulipán negro, tomó el camino de la hospedería del Cisne Blanco,seguida siempre por su barquero, robusto muchacho de Frisia, capaz deenfrentarseporsísoloadiezBoxtels.Durante el camino, el barquero había sido puesto al corriente, y no
retrocederíaantelalucha,enelsupuestodequelaluchaseempeñara;sóloque,llegadoesecaso,teníalaordendeocuparsedeltulipán.Peroal llegar a laGrote-Markt,Rosa sedetuvode repente;unpensamiento
súbitoacababadesobrecogerla,aligualqueaaquellaMinervadeHomero,queagarraba a Aquiles por los cabellos en el momento en que la cólera iba allevárselo.«¡Diosmío!-murmuró-.¡Hecometidounafaltaenorme,talvezhayaperdido
a Cornelius, al tulipán y a mí misma! He dado la alarma, he despertadosospechas.Yonosoymásqueunamujer,esoshombrespuedencoaligarsecontramí, y entonces estoy perdida. ¡Oh! ¡Que yo me pierda, no sería nada, peroCornelius,eltulipán…!»Meditóunmomento.«SivoyacasadeeseBoxtelynoleconozco,sieseBoxtelnoesJacob,sies
otroaficionadoquetambiénhadescubiertoeltulipánnegro,obien,simitulipánhasidorobadoporpersonadelaquesospecho,ohapasadoyaaotrasmanos,sinoreconozcoalhombresinosolamenteamitulipán,¿cómoprobarquelafloresmía?«Porotrolado,sireconozcoaeseBoxtelcomoelfalsoJacob,¿quiénsabelo
que sucederá? Mientras ambos discutimos, ¡el tulipán negro morirá! ¡Oh!¡Inspiradme,Virgensanta!Setratadelporvenirdemivida,setratadeunpobreprisioneroquetalvezexpireenestemomento.»Hechoesteruego,RosaesperópiadosamentelainspiraciónquepedíaalCielo.Mientrastanto,ungranalborotoreinabaenelextremodelaGrote-Markt.La
gentecorría,laspuertasseabrían;solamenteRosapermanecíainsensibleatodoaquelmovimientodelapoblación.
-Espreciso-murmuró-regresaralacasadelpresidente.-Regresemos-aprobóelbarquero.TomaronlapequeñacalledelaPaillequeconducíadirectamentealamorada
de Van Systens, el cual, con su más bella escritura y con su mejor pluma,continuabatrabajandoensuinforme.Portodaspartes,asupaso,Rosanooíahablarmásquedeltulipánnegroydel
premiodecienmilflorines:lanoticiacorríayaporlaciudad.Rosaapenas tuvo trabajoparapenetrardenuevoen lacasadeVanSystens,
quien se sintió emocionado, como la primera vez, ante lamágica palabra deltulipánnegro.PerocuandoreconocióaRosa,alaqueconsiderabainmentecomounaloca,o
peorqueesto,leinvadiólacólerayquisodespedirla.PeroRosajuntólasmanos,yconeseacentodehonradaverdadquepenetraen
loscorazones,suplicó:-Señor,¡ennombredelCielo!Nomerechacéis;escuchad,porelcontrario,lo
quevoyadeciros,ysivosnopodéishacermejusticia,porlomenosnopodréisreprocharosundía,frenteaDios,elhabersidocómplicedeunamalaacción.VanSystenspataleabadeimpaciencia;aquellaeralasegundavezqueRosale
molestabaenmediodeunaredacciónenlacualponíasudobleamorpropiodeburgomaestreydepresidentedelaSociedadHortícola.-¡Peromiinforme!-exclamó-.¡Miinformesobreeltulipánnegro!-Señor-continuóRosaconlafirmezadela inocenciaydelaverdad-,señor,
vuestro informe sobre el tulipán negro descansará, si no me escucháis, sobrehechoscriminalesosobrehechosfalsos.Oslosuplico,señor,hacedveniraquí,delante de vos y antemí, a ese señor Boxtel, del que yo afirmo esMynheerJacob, y juro a Dios dejarle la propiedad de su tulipán si no reconozco ni altulipánniasupropietario.-¡Pardiez!Labellaseanticipa-dijoVonSystens.-¿Quéqueréisdecir?-¿Ospuedopreguntarquéprobaráestocuandovosloshayáisreconocido?-Pero, en fin -dijo Rosa desesperada-, vos sois un hombre honrado, señor.
¡Puesbien!Nosolamentevaisadarunpremioaunhombreporunaobraquenoharealizado,sinoporunaobrarobada.TalvezelacentodeRosaprodujounaciertaconvicciónenelcorazóndeVan
Systens,eibaéstearespondermásdulcementealapobrechica,cuandosedejóoírungrantumultoenlacalle,queparecíapuraysimplementeserunaumentodel alboroto queRosa ya había oído, sin concederle importancia, en laGrote-Markt,yquenohabíapodidodespertarladesufervienteplegaria.Unas estrepitosas aclamaciones sacudieron la casa. Van Systens prestó
atención a esas exclamaciones que para Rosa no habían sido más que unalborotoprimeramente,yahoranoeranmásqueunruidoordinario.-¿Quéesesto?-exclamóelburgomaestre-.¿Quéesesto?¿Seráposibleloque
heoído?Nopuedodarcréditoamisoídos.Yseprecipitóhaciasuantecámara,sinpreocuparsemásdeRosa,alaquedejó
en su despacho. Apenas llegado a su antecámara, Van Systens lanzó un grangritoalpercibirelespectáculodesuescalerainvadidahastaelvestíbulo.Acompañado,omásbienseguidopor lamultitud,unhombre joven,vestido
simplementeconuntrajedeterciopelovioletabordadoenplata,subíaconnoblelentitudlosescalonesdepiedra,brillantesdeblancuraydelimpieza.Detrásdeélmarchabandosoficiales,unodemarinayotrodecaballería.Van Systens, abriéndose paso en medio de sus criados asustados, vino a
inclinarse,aprosternarsecasidelantedelreciénllegadoquecausabatodoaquelalboroto.-¡Monseñor!-exclamó-.Monseñor,VuestraAltezaenmicasa.Gloriosohonor
parasiempreparamihumildemansión.-QueridoseñorVanSystens-dijoGuillermodeOrangeconunaserenidadque,
enél,reemplazabaalasonrisa-,yosoyunverdaderoholandés,megustaelagua,lacervezaylasflores,avecesinclusoesequesoquetantoestimanlosfranceses;entrelasflores,laqueyoprefieroes,naturalmente,eltulipán.HeoídodecirenLeidenquelaciudaddeHaarlemposeía,porfin,eltulipánnegroy,despuésdehabermeaseguradoquelanoticiaeraverdadera,aunqueincreíble,vengoapedirconfirmaciónalpresidentedelaSociedadHortícola.-¡Oh!Monseñor,monseñor-contestóVanSystensarrebatado-,quégloriapara
laSociedadsisustrabajosagradanaVuestraAlteza.-¿Tenéislafloraquí?-preguntóelpríncipe,quesindudasearrepentíayade
haberhabladotanto.-Pordesgracia,no,monseñor,nolatengoaquí.-¿Ydóndeestá?-Encasadesupropietario.-¿Quiénesesepropietario?-UnvalientetulipanerodeDordrecht.-¿DeDordrecht?-Sí.-¿Ysellama…?-Boxtel.-¿Sealoja…?-EnelCisneBlanco,voya llamarlo,ysi,mientras tanto,VuestraAltezame
haceelhonordeentrarenelsalón,élseapresurará,sabiendoquemonseñorestá
aquí,atraereltulipánamonseñor.-Estábien,llamadlo.-Sí,VuestraAlteza,sóloque…-¿Qué?-¡Oh!Nadaimportante,monseñor.-Todoesimportanteenestemundo,señorVanSystens.-¡Puesbien,monseñor!Sehapresentadounadificultad.-¿Cuál?-Esetulipánestáyareivindicadoporlosusurpadores.Esverdadquevalecien
milflorines.-¿Deveras?-Sí,monseñor,porlosusurpadores,porlosfalsarios.-Esoesuncrimen,señorVanSystens.-Sí,VuestraAlteza.-¿Yvostenéislaspruebasdeesecrimen?-No,monseñor,laculpable…-¿Laculpable,señor…?-Quierodecirlaquereclamaeltulipán,monseñor,estáahí,enlahabitaciónde
allado.-¡Aquí!¿Quépensáisdeello,señorVanSystens?-Pienso,monseñor,queelcebodeloscienmilflorineslahabrátentado.-¿Yellareclamaeltulipán?-Sí,monseñor.-¿Yquéhapresentadoporsupartecomoprueba?-IbaainterrogarlacuandoVuestraAltezasepresentó.-Escuchémosla, señorVanSystens, escuchémosla; soy el primermagistrado
delpaís,oirélacausayharéjusticia.«Ya he encontrado ami rey Salomón» -se dijoVan Systens inclinándose y
mostrandoelcaminoalpríncipe.Ésteibaapasarpordelantedesuinterlocutorcuandosedetuvoderepente.-Pasadvosdelante-dijo-yllamadme«señor».Entraronenelgabinete.Rosaseguíaenelmismositio,apoyadaen laventanaymirandoa travésde
loscristaleshaciaeljardín.-¡Ah!¡Ah!Unafrisona-murmuróelpríncipealpercibirelcascodeoroylas
faldasrojasdelahermosaRosa.Ésta se volvió, pero apenas pudo ver al príncipe, que se sentó en el ángulo
másoscurodelapartamento.Todasuatención,comosecomprende,eraparaeseimportantepersonajeque
sellamabaVanSystens,ynoparaaquelhumildeextrañoqueseguíaalamodelacasa,yqueprobablementenorecibiríaeltratamientodeseñor.ElhumildeextrañocogióunlibrodelabibliotecaehizoseñasaVanSystens
paraquecomenzaraelinterrogatorio.VanSystens,siemprepor invitacióndel jovendel trajevioleta,sesentóasu
vez, y completamente feliz y orgulloso por la importancia que le habíanconcedido,empezó:-Hijamía,¿meprometéislaverdad,todalaverdadsobreestetulipán?-Oslaprometo.-¡Pues bien! Hablad sin miedo delante del señor; el señor es uno de los
miembrosdelaSociedadHortícola.-Señor-empezóRosa-,¿quéosdiríaquenooshayadichoya?-¿Entonces…?-Volveréalruegoqueoshedirigido.-¿Cuál…?-El de hacer venir aquí al señor Boxtel con su tulipán; si no lo reconozco
comoelmío,lodiréfrancamente;perosiloreconozco,loreclamaré.¿DeberéiranteSuAlteza,elmismoestatúder,conlaspruebasenlamano?-¿Tenéis,entonces,pruebas,bellaniña?-Dios,queconocemiderecho,melasproveerá.Van Systens cambió una mirada con el príncipe que, desde las primeras
palabrasdeRosa,parecíaintentarrecordaralgo,comosinofueralaprimeravezqueaquellavozllegabaasusoídos.UnoficialpartióparairabuscaraBoxtel.VanSystenscontinuóelinterrogatorio.-¿Y sobre qué -dijo- basáis la aserción de que vos sois la propietaria del
tulipánnegro?-Puessobreunacosamuysencilla,¿esquenosoyyoquienlohaplantadoy
cultivadoenmipropiahabitación?-Envuestrahabitación,y¿dóndequedavuestrahabitación?-EnLoevestein.-¿VossoisdeLoevestein?-Soylahijadelcarcelerodelafortaleza.Elpríncipehizounpequeñogestoquequeríadecir:«¡Ah!Esoes,ahorame
acuerdo.»Ymientrasparecíaleer,miróaRosaconmásatenciónqueantes.-¿Yvosamáislasflores?-continuóVanSystens.-Sí,señor.-Entonces¿soisunatécnicaflorista?
Rosavacilóuninstante,luegoconunacentosalidodelomásprofundodesucorazón,preguntó:-Señores,¿habloagentesdehonor?Elacentoeratanveraz,queVanSystensyelprínciperespondieronambosal
mismotiempoconunmovimientodecabezaafirmativo.-¡Puesbien,no!¡Yonosoyunatécnicaflorista,no!Yonosoymásqueuna
pobre hija del pueblo, una pobre aldeana de Frisia que, no hace tres mesestodavía,nosabíanileerniescribir.¡No!Eltulipánnegronohasidohalladopormí.-¿Yporquiénhasidohallado?-PorunpobreprisionerodeLoevestein.-¿PorunprisionerodeLoevestein?-inquirióelpríncipe.Alsonidodeestavoz,fueRosalaquesesobresaltóasuvez.-Por un prisionero de Estado, entonces -continuó el príncipe-, porque en
LoevesteinnohaymásqueprisionerosdeEstado.Ysepusoaleerdenuevo,oporlomenoshizocomosisepusieraaleer.-Sí-murmuróRosatemblando-,sí,porunprisionerodeEstado.VanSystenspalidecióaloírpronunciartamañaconfesióndelantedeuntestigo
semejante.-Continuad -ordenó fríamente Guillermo al presidente de la Sociedad
Hortícola.-¡Oh, señor! -exclamó Rosa dirigiéndose a éste a quien creía su verdadero
juez-.Esquevoyaacusarmemuyseriamente.-Enefecto-dijoVanSystens-,losprisionerosdeEstadodebenpermaneceren
secretoenLoevestein.-¡Pordesgracia,señor!-Y, después de lo que habéis dicho, parece que habéis aprovechado vuestra
posición como hija del carcelero y os habéis comunicado con él para cultivarunasflores.-Sí,señor-murmuróRosadesatinada-.Sí,meveoforzadaaconfesarlo,leveía
todoslosdías.-¡Desgraciada!-exclamóVanSystens.ElpríncipelevantólacabezaalobservarelespantodeRosaylapalidezdel
presidente.-Esto -anunció con su voz clara y firmemente acentuada- no compete a los
miembros de la Sociedad Hortícola. Están para juzgar al tulipán negro y noconocenlosdelitospolíticos.Continuad,muchacha,continuad.VanSystens, conuna elocuentemirada, le dio las gracias ennombrede los
tulipanesalnuevomiembrodelaSociedadHortícola.
Rosa, tranquilizada por esa especie de estímulo que le había dado eldesconocido, relató todo loquehabíaocurridodesdehacía tresmeses, todo loquehabíahecho,todoloquehabíasufrido.HablódeladurezadeGryphus,deladestrucción del primer bulbo, del dolor del prisionero, de las precaucionestomadas para que el segundo bulbo llegara a buen fin, de la paciencia delprisionero,desusangustiasdurantesuseparación;cómohabíaqueridomorirdehambre porque no recibía noticias de su tulipán; de la alegría que habíaexperimentadoensureunión,yfinalmentedeladesesperacióndeamboscuandovieron que el tulipán que acababa de florecer les había sido robado una horadespuésdesufloración.Todoestofuedichoconunacentodeverdadquedejóalpríncipeimpasible,
enaparienciapor lomenos,peroquenodejódeproducir su efecto sobreVanSystens.-Pero -intervino el príncipe- no hace mucho tiempo que conocéis a ese
prisionero.Rosa abrió sus grandes ojos y miró al desconocido, que se hundió en la
sombra,comosiquisierahuirdeesamirada.-¿Porquélodecís,señor?-preguntó.-Porque no hacemás que cuatromeses que el carcelero Gryphus y su hija
estánenLoevestein.-Esverdad,señor.-Y amenos que vos no hayáis solicitado el traslado de vuestro padre para
seguiraalgúnprisioneroquehayasidotransportadodeLaHayaaLoevestein…-¡Señor!-exclamóRosa,enrojeciendo.-Acabad-ordenóGuillermo.-Loconfieso,conocíalprisioneroenLaHaya.-¡Afortunadoprisionero!-comentósonriendoGuillermo.Enesemomento,eloficialquehabíasidoenviadoabuscaraBoxtelentróy
anuncióalpríncipequeaquelleseguíaconsutulipán.
27CapítuloEltercerbulbo
ApenassehabíaanunciadoelretornodeBoxtelcuandoésteentróenpersonaenel salón deVanSystens, seguido de dos hombres que llevaban en una caja elpreciosofardo,quefuedepositadosobreunamesa.Elpríncipe,prevenido, abandonóeldespacho,pasóal salón, lo admiróy se
calló,yregresósilenciosamenteparaocuparsulugarenelrincónoscurodondeélmismohabíacolocadosusillón.Rosa,palpitante,pálida,llenadeterror,esperabaaqueselainvitaraairaver
asuvez.OyólavozdeBoxtel.-Esél-exclamó.El príncipe le hizo señas para que fuese a mirar al salón por la puerta
entreabierta.-Esmitulipán-dijoRosa-,esél,loreconozco.¡Oh,mipobreCornelius!Ysedeshizoenlágrimas.El príncipe se levantó, dirigiéndose pausadamente hacia la puerta, donde
permanecióuninstanteenlaluz.La mirada de Rosa se detuvo en él. Más que nunca estaba segura de que
aquéllanoeralaprimeravezqueveíaaeseextraño.-Señor Boxtel -ordenó el príncipe-, entrad aquí. Boxtel acudió
apresuradamenteyseencontrófrenteafrenteconGuillermodeOrange.-¡SuAlteza!-exclamóretrocediendo.-¡SuAlteza!-repitióRosacompletamenteaturdida.Ante esta exclamación salida de su derecha, Boxtel se volvió y percibió a
Rosa.Asuvista,todoelcuerpodelenvidiososeestremeciócomoalcontactodeuna
piladeVolta.«¡Ah!-murmuróelpríncipehablandoconsigomismo-.Estáturbado.»PeroBoxtel,conunpoderosoesfuerzodesudominio,yasehabíarecobrado.-Señor Boxtel -dijo Guillermo-, parece que habéis hallado el secreto del
tulipánnegro.
-Sí,monseñor-respondióBoxtelconvozdondesedescubríaalgunaturbación.Esverdadqueesa turbaciónpodíaprovenirde laemociónqueel tulipanero
habíaexperimentadoalreconoceraGuillermo.-Pero-continuóelpríncipe-aquíhayunajovenquetambiénpretendehaberlo
hallado.Boxtelsonriódesdeñosamenteyseencogiódehombros.Guillermoseguíatodossusmovimientosconunanotableintensacuriosidad.-Asípues,¿reconocéisaestajoven?-preguntóelpríncipe.-No,monseñor.-Yvos,joven,¿conocéisalseñorBoxtel?-No,yonoconozcoalseñorBoxtel,peroconozcoalseñorJacob.-¿Quéqueréisdecir?-Quiero decir que en Loevestein, éste que se hace llamar Isaac Boxtel, se
hacíallamarJacob.-¿Quédecísaeso,señorBoxtel?-Digoqueestajovenmiente,monseñor.-¿NegáishaberestadonuncaenLoevestein?Boxtelvaciló;conlamiradafijaeimperiosamenteescrutadora,elpríncipele
impedíamentir.-No puedo negar haber estado en Loevestein, monseñor, pero niego haber
robadoeltulipán.-¡Vosmelohabéisrobado,ydemihabitación!-exclamóRosaindignada.-Loniego.-Escuchad,¿negáishabermeseguidoal jardín,eldíaenqueyopreparaba la
platabanda donde debía enterrarlo? ¿Negáis haberme seguido al jardín dondehiceademándeplantarlo?¿Negáishaberosprecipitadoaquellanoche,despuésdemisalida,sobreellugardondevosesperábaishallarelbulbo?¿Negáishaberregistrado la tierra con vuestras manos, aunque inútilmente, ¡gracias a Dios!,porqueaquellonoeramásqueunatrampaparareconocervuestrasintenciones?Decid,¿negáistodoeso?¿Osatrevéisanegarlo?Boxtel no juzgó oportuno responder a estas diversas interrogaciones. Pero,
dejandolapolémicaentabladaconRosayvolviéndosehaciaelpríncipe,dijo:-Haceveinteaños,monseñor,quecultivotulipanesenDordrecht,einclusohe
adquirido en este arte una cierta reputación: uno de mis híbridos lleva en elcatálogo un nombre ilustre. Lo dediqué al rey de Portugal. Ahora, he aquí laverdad.Estajovensabíaqueyohabíahalladoeltulipánnegro,ydeacuerdoconcierto amante que tenía en la fortaleza de Loevestein, esta joven concibió elproyectodearruinarmeapropiándosedelpremiodecienmilflorinesqueganaré,espero,graciasavuestrajusticia.
-¡Oh!-exclamóRosaarrebatadadecólera.-¡Silencio!-ordenóelpríncipe.Luego,volviéndosehaciaBoxtel:-¿Y quién es -preguntó- ese prisionero que vos decís ser el amante de esta
joven?Rosaparecióiradesmayarse,porqueelprisioneroestabarecomendadoporel
príncipecomoungranculpable.NadapodíasermásagradableaBoxtelqueestapregunta.-¿Quiéneseseprisionero?-repitióelestatúder.-Eseprisionero,monseñor,esunhombrecuyosolonombreprobaráaVuestra
Altezacuántafesepuedetenerensuveracidad.EseprisioneroesuncriminaldeEstadocondenadounavezamuerte.-¿Yquesellama…?Rosaocultólacabezaentresusdosmanosconungestodesesperado.-Cornelius van Baerle -anunció Boxtel-, y es el propio ahijado de aquel
bandidodeCorneilledeWitt.Elpríncipesesobresaltó.Sumiradacalmosalanzóunallamarada,yelfríode
lamuerteseextendiódenuevoporsurostroinmóvil.SedirigióaRosaylehizoconeldedounaseñalparaquesepararasusmanos
delacara.Rosaobedeció,comolohubierahechosinver,unamujersometidaaunpoder
magnético.-Fue,pues,paraseguiraesehombreporloquevinisteisapedirmeaLeidenel
trasladodevuestropadre.Rosabajólacabezaysedesplomóaplastadamurmurando:-Sí,monseñor.-Proseguid-ordenóelpríncipeaBoxtel.-No tengonadamás que decir -continuó éste-.VuestraAlteza lo sabe todo.
Sinembargo,noqueríadeciresto,paranohacerenrojeceraestamuchachaporsu ingratitud. Fui a Loevestein porquemis negociosme llamaron allí; entabléconocimientoconelviejoGryphusymeenamoréde suhija, a laquepedíenmatrimonio,ycomoyonoerarico,imprudentemente,leconfiémiesperanzadeganar cien mil florines. Y para justificar esta esperanza, le enseñé el tulipánnegro. Entonces, como su amante, para ocultar los complots que tramaba enDordrecht,afectabacultivartulipanes,ambosconcibieronmipérdida.Lavísperade la floraciónde laplanta, el tulipán fue robadodemi casapor esta jovenyllevadoa suhabitación,donde tuve la suertede recuperarloenelmomentoenque ella tenía la audacia de expedir unmensajero para anunciar a los señoresmiembrosde laSociedaddehorticulturaqueacababadehallar elgran tulipán
negro;peronosehadesconcertadoporesto.Sinduda,durantelaspocashorasquelohatenidoensuhabitación,lohabrámostradoaalgunaspersonasalasquellamará como testigos. Pero, afortunadamente, monseñor, ya estáis vosprevenidocontraestaintriganteysustestigos.-¡Oh! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡El infame! -gimió Rosa llena de lágrimas,
arrojándose a los pies del estatúder, el cual, aún creyéndola culpable, sentíapiedadporsuterribleangustia.-Habéis obrado mal, muchacha -dijo-, y vuestro amante será castigado por
haberosaconsejado.Porquevossoistanjovenytenéisunaspectotanhonesto,quierocreerqueelmalprovienedeélynodevos.-¡Monseñor!¡Monseñor!-exclamóRosa-.Corneliusnoesculpable.Guillermohizoungesto.-Noesculpableporhaberosaconsejado.Estoesloquequeréisdecir,¿verdad?-Quiero decir,monseñor; queCornelius es tan culpable del segundo crimen
queseleimputacomoloesdelprimero.-Del primero, ¿y sabéis cuál ha sido ese primer crimen? ¿Sabéis de qué ha
sido acusado y convicto? De haber ocultado, como cómplice de Corneille deWitt,lacorrespondenciadelgranpensionarioconelmarquésdeLouvois.-¡Pues bien, monseñor! Él ignoraba que fuera depositario de esa
correspondencia; lo ignoraba completamente. ¡Oh! ¡Dios mío! Me lo hubieradicho.¿Esqueesecorazóndediamantehabríapodidoocultarmeunsecreto?No,no,monseñor,oslorepito,aunquedebaincurrirenvuestracólera,Corneliusnoes más culpable del primer crimen que del segundo, y del segundo que delprimero.¡Oh!¡SivosconocieraisamiCornelius,monseñor!-¡UnDeWitt! -exclamóBoxtel-. ¡Ah!Monseñor no lo conocebien, yaque
unavezlehizolagraciadelavida.-Silencio-ordenóelpríncipe-.TodasesascosasdelEstado,yalohedicho,no
sondelacompetenciadelaSociedadHortícoladeHaarlem.Luego,frunciendoelentrecejo,añadió:-Encuantoaltulipán,estadtranquilo,señorBoxtel.Seharájusticia.Boxtelsaludó,conelcorazónllenodealegría,yrecibiólasfelicitacionesdel
presidente.-Yvos,muchacha-continuóGuillermodeOrange-,habéisestadoapuntode
cometeruncrimen.Nooscastigaré,peroelverdaderoculpablepagarápor losdos. Un hombre de su posición puede conspirar, traicionar incluso… pero nodeberobar.-¡Robar! -exclamó Rosa-. ¡Robar! ¡Él, Cornelius, oh! Monseñor, tened
cuidado;sioyeravuestraspalabrasmoriría,porquevuestraspalabraslomataríancon mayor seguridad de como lo habría hecho la espada del verdugo en la
Buytenhoff.Sihahabidounrobo,monseñor,oslojuro,esestehombrequienlohacometido.-Probadlo-dijofríamenteBoxtel.-¡Pues bien, sí! Con la ayuda de Dios lo probaré -replicó la frisona con
energía.Luego,volviéndosehaciaBoxtel:-¿Eltulipánesvuestro?-Sí.-¿Cuántosbulbostenía?Boxtelvacilóuninstante,perocomprendióquelajovennoharíaestapregunta
siúnicamenteexistieranlosdosbulbosconocidos.-Tres-contestó.-¿Quéhasidodeesosbulbos?-preguntóRosa.-¿Quequéhasidodeellos…?Unoabortó,elotrodioeltulipánnegro…-¿Yeltercero?-¿Eltercero?-Eltercero,¿dóndeestá?-Elterceroestáenmicasa-dijoBoxtelcompletamenteturbado.-¿Envuestracasa?¿Dónde,enLoevesteinoenDordrecht?-EnDordrecht-contestóBoxtel.-¡Mentís! -exclamóRosa-.Monseñor -añadióvolviéndosehaciaelpríncipe-,
os voy a contar la verdadera historia de esos tres bulbos. El primero fueaplastado pormi padre en la habitación del prisionero, y este hombre lo sabebien, porque esperaba apoderarse de él, y cuando vio fallida esta esperanza,estuvo a punto de pelearse con mi padre por haberlo impedido. El segundo,criadopormí,dioeltulipánnegro,yeltercero,elúltimo-lajovenlosacódesupecho-,elterceroestáaquí,enelmismopapelqueloenvolvíaconlosotrosdoscuando,enelmomentodesubiralpatíbulo,CorneliusvanBaerlemeentrególostres.Tomad,monseñor,tomad.Aquítenéiseltercerbulbo.YRosa,desplegandoelpapelqueloenvolvía,seloentregóalpríncipe,quelo
cogióensusmanosyloexaminó.-Pero,monseñor,estajovenpuedehaberlorobadocomohizoconeltulipán-
balbuceóBoxtel asustado por la atención con la que el príncipe examinaba elbulboysobretodoporaquellaconlaqueRosaleíaunaslíneastrazadassobreelpapelquesehabíaquedadoentresusmanos.De repente, los ojos de la joven se inflamaron, releyó jadeante este papel
misterioso,ylanzandoungritoselotendióalpríncipe:-¡Oh!Leed,monseñor-exclamó-.EnnombredelCielo,¡leed!Guillermopasóeltercerbulboalpresidente,cogióelpapelyleyó.
ApenasGuillermohubopasado losojos sobre aquella hoja, se tambaleó, sumano tembló como si estuviera dispuesta a dejar escapar el papel, y sus ojostomaronunatremendaexpresióndedolorydepiedad.Aquellahoja,queacababadeentregarleRosa,eralapáginadelaBibliaque
Corneille deWitt había enviado a Dordrecht, por Craeke, el mensajero de suhermano Jean, para rogar a Cornelius quemara la correspondencia del granpensionarioconLouvois.Estapetición,comoserecuerda,estabaconcebidaenestostérminos:
20deagostode1672
Queridoahijado:
Quemaeldepósitoqueloheconfiado,quémalosinmirarlo,sinabrirlo,afindequecontinúedesconocidoparati.Lossecretosdelgéneroqueéstecontienematanalosdepositarios.Quémalo,yhabrássalvadoaJeanyaCorneille.
Adiós,yquiéreme.
CORNEILLEDEWITT.
Estahojaeraa lavezlapruebadela inocenciadeVanBaerleysutítulodepropiedaddelosbulbosdeltulipán.Rosayelestatúderintercambiaronunasolamirada.LadeRosaqueríadecir:
«¡Yaveis!»Ladelestatúdersignificaba:«¡Silencioyespera!»Elpríncipeenjugóunagotadesudorfríoqueacababaderodardesufrentea
sumejilla.Doblólentamenteelpapel,dejandoquesumiradasehundieraconsupensamientoeneseabismosinfondoysinrecursoquesellamaarrepentimientoyvergüenzadelpasado.Enseguida,levantandodenuevolacabezaconesfuerzo:-Id,señorBoxtel-dijo-.Seharájusticia,yaosloheprometido.Luego,alpresidente:-Vos,miquerido señorVanSystens -añadió-, guardad aquí a esa joveny al
tulipán.Adiós.Todoelmundoseinclinó,yelpríncipesalió,agobiadobajoelruidoinmenso
delasaclamacionespopulares.Boxtel regresó al Cisne Blanco, bastante atormentado. Aquel papel, que
GuillermohabíarecibidodemanosdeRosa,quehabíaleído,dobladoymetidoensubolsillocontantocuidado,leinquietaba.Rosaseaproximóaltulipán,besandoreligiosamentelahoja,yseconfiópor
enteroaDiosmurmurando:-¡Diosmío!¿SabíaisVosconquéfinmibuenCorneliusmeenseñabaaleer?Sí,Dioslosabía,yaqueesÉlquiencastigayquienrecompensaaloshombres
segúnsusméritos.
28CapítuloLacancióndelasflores
Mientras ocurrían los acontecimientos que acabamosde referir, el desgraciadoVanBaerle,olvidadoenlaceldadelafortalezadeLoevestein,sufríaporpartedeGryphustodocuantounprisioneropuedesufrircuandosucarcelerohatomadoeldecididopartidodetransformarseenverdugo.Gryphus,alnorecibirnoticiasdeRosa,nideJacob,sepersuadiódequetodo
loquelesucedíaeraobradeldemonio,ydequeeldoctorCorneliusvanBaerleeraelenviadodeesedemoniosobrelatierra.Resultó de ello que una hermosa mañana -era el tercer día después de la
desaparicióndeJacobydeRosa-subióalaceldadeCorneliusmásfuriosoaúnquedecostumbre.Éste, acodado en la ventana, la cabeza recogida entre susmanos, lamirada
perdida en el horizonte brumoso donde los molinos de Dordrecht batían susaspas,aspirabaelairepara rechazar sus lágrimase impedirquesu filosofía seevaporara.Lospalomosseguíanallí,perolaesperanzayanoestabaporquelefaltabael
porvenir.¡Ay!Rosa,vigilada,yanopodríavenir.¿Podríani tansiquieraescribir,y si
escribía,podríahacerlellegarsuscartas?No.Habíavisto lavísperaylaantevísperademasiadofurorymalignidaden
losojosdelviejoGryphusparaquesuvigilanciasedescuidaraunmomento,yluego, además de la reclusión, además de la ausencia, ¿no iría a sufrir ellatormentos peores todavía? Ese bruto, ese mal bicho, ese borracho, ¿no sevengaríaalamaneradelospadresdelastragediasgriegas?Cuandolaginebraselesubieraalacabeza,¿nodaríaasubrazo,tanbienarregladoporCornelius,elvigordedosbrazosyungarrote?Estaidea,ladequeRosafueratalvezmaltratada,exasperabaaCornelius.Sentíaentoncessuinutilidad,suimpotencia,sunulidad.SepreguntabasiDios
era realmente justo al enviar tantos males a dos criaturas inocentes. Yciertamente,enesosmomentos,dudaba.Ladesgracianoproducecredulidad.VanBaerlesehabíaforjadoelproyectodeescribiraRosa.Pero¿dóndeestaba
Rosa?Había concebido la idea de escribir a La Haya para prevenir las nuevas
tormentas que sin duda Gryphus quería amontonar sobre su cabeza con unadenuncia.Mas¿conquéescribir?Gryphuslehabíaquitadoellápizyelpapel.Porotra
parte,aunquelostuviera,noseríaevidentementeGryphusquienseencargaríadesucarta.EntoncesCornelius pasaba y repasaba en sumente todas esas pobres tretas
empleadasporlosprisioneros.Habíapensado realmenteenunaevasión, cosaen la cualno soñabacuando
podía ver aRosa todos los días. Pero cuantomás pensaba en ello ahora,másimposible le parecía una evasión. Pertenecía a esas naturalezas escogidas quesienten horror por lo común y a las que les faltan amenudo todas las buenasocasionesdelavida,porculpadenohaberescogidoelcaminodelovulgar,esegrancaminodelasgentesmediocres,quelesconduceatodo.«¿Cómoseríaposible-sedecíaCornelius-,quepudieraescapardeLoevestein,
dedondeyahuyóel señorDeGrotius?Despuésde la evasióndeéste, ¿no sehabrá previsto todo? ¿No estaránguardadas las ventanas? ¿No son las puertasdoblesotriples?¿Noestánlospuestosdiezvecesmásvigilados?»«Y además de las ventanas guardadas, las puertas dobles, los puestos más
vigiladosquenunca,¿notengounargosinfalible?¿Unargostantomáspeligrosoporcuantoposeeojosdeodio,Gryphus?»«Finalmente, ¿no existe otra circunstancia queme paraliza?La ausencia de
Rosa.Aunque empleara diez años demi vida en fabricar una limapara serrarmisbarrotes,entrenzarcuerdasparadescenderdesdelaventana,oenpegarmeunas alas en los hombros para volar comoDédalo… ¡estoy en un período demalasuerte!Lalimaseembotará,lacuerdaseromperá,misalassefundiránalsol.Memataría.Merecogeráncojo,manco,lisiado.MeclasificaránenelmuseodeLaHaya,entreeljubónmanchadodesangredeGuillermoelTaciturno,ylasirenacapturadaenStavensen,ymiempresanoobtendráotroresultadoqueeldeprocurarmeelhonordeformarpartedelascuriosidadesdeHolanda.»«Perono,yestoserámejor,unbuendíaGryphusmeharáalgunaatrocidad.
Pierdo la paciencia desdequeperdí la alegría y la compañía deRosay, sobretodo,desdequeperdímistulipanes.NocabedudaqueundíauotroGryphusmeatacará de forma sensible a mi amor propio, a mi pasión o a mi seguridadpersonal. Siento, desde mi reclusión, un vigor extraño, arisco, insoportable.Tengo pruritos de lucha, apetitos de batalla, sed incomprensible de porrazos.¡Saltaríaalagargantadelviejobandido,yloestrangularía!»Cornelius,aesteúltimopensamiento,contrajolaboca,lamiradafija.
Revolvíaávidamenteensumenteunpensamientoquelesonreía.«Y,además-continuó-,unavezGryphusestrangulado,¿porquénocogerlelas
llaves?¿Porquénodescenderlaescaleracomosiacabaradecometerlaacciónmásvirtuosa?¿PorquénoexplicarleaRosalohechoalsaltarconelladesdesuventanaalWaal?»«Enverdad,sénadarbastantebienporlosdos.»«¡Rosa! Pero, Diosmío, Gryphus es su padre; ella no aprobará nunca, por
muchoafectoquesientahaciamí,elhaberestranguladoasupadre,porbrutalquesea,pormalvadoquehayasido.Seproduciráentoncesunadiscusión,unaexposicióndehechosdurante la cual llegará algún subjefeo algúnportallavesquehayaencontradoaGryphusjadeandotodavíaocompletamenteestrangulado,quemepondrálamanosobreelhombro.VolveréaverentonceslaBuytenhoffyelbrillodeaquellavillanaespada,queestaveznosedetendráensucaminoyestablecerácontactoconminuca.Nadadeeso,Cornelius,amigomío;¡esunmalprocedimiento!»«Peroentonces¿quéhacerycómoencontraraRosa?»TaleseranlasreflexionesdeCorneliustresdíasdespuésdelafunestaescena
de la separación entre Rosa y su padre, precisamente en el momento en quehemosmostradoallectoraCorneliusacodadoasuventana.FueenesemismoinstantecuandoentróGryphus.Sostenía en la mano un enorme garrote, sus ojos brillando con malvados
pensamientos, una espantosa sonrisa crispando sus labios, un sospechosotemblor agitando su cuerpo, en su taciturna persona todo respiraba maladisposición.Cornelius, abrumado como acabamos de ver por la necesidad de paciencia,
necesidad que el razonamiento había conducido hasta la convicción, le oyóentrar,adivinóqueeraél,peronosevolvió.Sabíaque,estavez,Rosanovendríadetrásdeél.Nadaesmásdesagradablea
lasgentesqueestánencolerizadasquelaindiferenciadeaquelloscontraquienessesienteesacólera.Hechoelgasto,nosepuededesperdiciar.Sehasubidoalacabeza,sehapuestolasangreenebullición.Novalelapena
siestaebulliciónnodalasatisfaccióndeunestallido.Todohonradobribónquehaafiladosumalgeniodeseaporlomenosproducir
unabuenaheridaaalguien.Asípues,viendoGryphusqueCorneliusnosemovía,empezóporinterpelarlo
conunvigoroso:-¡Hum!¡Hum!Cornelius engarzó entre sus dientes la canción de las flores, triste pero
encantadoracanción:
Somoslashijasdelfuegosecreto,delfuegoquecirculaenlasvenasdelatierra;somoslashijasdelaauroraydelrocío,somoslashijasdelaire,somoslashijasdelagua;perosomos,antesquenada,lashijasdelCielo.
Esta canción, cuyo aire tranquilo y dulce aumentaba la plácidamelancolía,exasperóaGryphus.Golpeóelpavimentoconsugarrotegritando:-¡Eh!Señorcantor,¿nomeoís?Corneliussevolvió.-Buenosdías-saludó.Yreemprendiósucanción.
Loshombresnosmancillanynosmatanalamarnos.Estehiloesnuestraraíz,esdecir,nuestravida.Peronoslevantamoslomásaltoquepodemosconnuestrosbrazostendidosalcielo.
-¡Ah!Brujomaldito,¡creoqueteburlasdemí!-gritóGryphus.Corneliuscontinuó:
EsqueelCieloesnuestrapatria,nuestraverdaderapatria,yaquedeélvienenuestraalma,yaqueaélretornanuestraalma,nuestraalma,esdecir,nuestroperfume.
Gryphusseacercóalprisionero.-Pero ¿no ves entonces que he encontrado elmejormedio para reducirte y
paraforzarteaconfesartuscrímenes?-¿Es que estáis loco, mi querido señor Gryphus? -preguntó Cornelius
volviéndose.Y, como al decir esto, viera el rostro alterado, los ojos brillantes, la boca
espumantedelviejocarcelero,exclamó:-¡Diablos!Estamosmásquelocos,segúnparece;¡estamosfuriosos!Gryphushizounmolineteconsugarrote.
-¡Ah, señorGryphus! -dijoVanBaerle sin alterarse, cruzándose de brazos-.Parecequemeamenazáis.-¡Oh,sí!¡Teamenazo!-gritóelcarcelero.-¿Yconqué?-Enprimerlugar,miraloquetengoenlamano.-Creoqueesungarrote -observóCorneliusconcalma-,e inclusoungrueso
garrote;peronomeimaginoqueseaconestoconloquemeamenazáis.-¡Ah!¡Noloimaginas!Y¿porqué?-Porquetodocarceleroquegolpeaaunprisioneroseexponeadoscastigos;el
primero, artículo IX del reglamento de Loevestein: «Será expulsado todocarcelero, inspector o portallaves que ponga la mano sobre un prisionero deEstado.»-La mano -exclamó Gryphus ebrio de cólera-, pero el garrote; ¡ah!, el
reglamentonohabladelgarrote.-El segundo —continuó Cornelius-, el segundo que no está inscrito en el
reglamentoperoquesehallaenelEvangelio,elsegundo,eséste:«Quiengolpeaconlaespada,moriráporlaespada.Quientocaconelgarrote,seráapaleadoconelgarrote.»Gryphus, cada vez más exasperado por el tono tranquilo y sentencioso de
Cornelius,blandiólaestaca;peroenelmomentoenquelalevantaba,Corneliusselanzósobreél,selaarrancódelasmanosyselapusobajosupropiobrazo.Gryphusaullabadecólera.-Vamos,vamos,buenhombre -dijoCornelius-,os exponéis aperdervuestra
plaza.-¡Ah,brujo!Tetratarédeotraforma-rugióGryphus.-Enbuenahora.-¿Vesquemimanoestávacía?-Sí,loveo,einclusoconsatisfacción.-Tú sabes que no lo está habitualmente cuando subo la escalera por las
mañanas.-¡Ah! Es verdad.Me traéis por costumbre la peor sopa o lamás lastimosa
comida que imaginarse pueda. Pero esto no es un castigo paramí; yo nomealimentomásquedepan,yelpan,cuantopeoresalogusto,Gryphus,mejorloesalmío.-¿Mejorloesaltuyo?-Sí.-¿Ylarazón?-¡Oh!Esmuysencilla.-Dila,pues.
-Debuenagana.Yoséquealdarmepanmalo,túcreeshacermesufrir.-Elhechoesquenotelodoyparaqueteseaagradable,¡ladrón!-¡Pues bien!Yo que soy brujo, como tú sabes, cambio tu panmalo en uno
excelente,quemedeleitamásquelospasteles,yentoncesdisfrutodeundobleplacer, el de comer a mi gusto primero, y luego el de hacerte enrabiarinfinitamente.Gryphusaullódecólera.-¡Ah!Confiesas,pues,queeresbrujo-exclamó.-Vayasilosoy.Nolodigodelantedelmundo,porqueellopodríaconducirme
alahogueracomoGodofredooUrbanoGrandier;perocuandosóloestamosvosyyo,noveoningúninconvenienteenconfesarlo.-Bueno, bueno, bueno -respondió Gryphus-, pero si un brujo obtiene pan
blancodelpannegro,¿nomuereelbrujodehambresinotienepanenabsoluto?-¡Eh!-exclamóCornelius.-Entonces,notetraerépanyveremosalcabodeochodías.Corneliuspalideció.-Yesto-continuóGryphus-apartirdehoymismo.Yaqueerestanbuenbrujo,
veamos,cambiaenpanlosmueblesdetuhabitación;encuantoamí,meganarétodoslosdíaslosdieciochosousquemedanparatualimentación.-¡Pero eso es un asesinato! -exclamó Cornelius, arrebatado por un primer
movimientodeterrorbiencomprensible,yqueleerainspiradoporesehorriblegénerodemuerte.-¡Bueno!-continuóGryphusmofándose-.Bueno,yaqueeresbrujo,vivirása
pesardetodo.Corneliusrecobrósuaspectoalegreyseencogiódehombros.-¿EsquenomehasvistohacerveniraquílospalomosdeDordrecht?-¿Ybien?-replicóGryphus.-¡Puesbien!Elpalomoproporcionaunhermosoasado;unhombrequecoma
unpalomotodoslosdíasnomorirádehambre,meparece.-¿Yelfuego?-preguntóGryphus.-¡Elfuego!Perotúsabesbienquehehechounpactoconeldiablo.¿Piensas
queeldiablodejaráquemefalteelfuegocuandoelfuegoessuelemento?-Unhombre,por fuerteque sea,nopodría comerunpalomo todos losdías.
Hanhabidoapuestassobreello,ylosapostadoreshanrenunciado.-¡Bueno! -dijoCornelius-.Cuandome canse de los palomos, haré subir los
pecesdelWaalydelMosa.Gryphusabrióunosgrandesojosasustados.-Megustabastante el pescado -continuóCornelius-.Túnuncame lo sirves.
¡Pues bien! Me aprovecharé de que quieres hacerme morir de hambre para
regalarmeconpescado.Gryphusestabaapuntodedesmayarsedecóleraeinclusodemiedo.-Entonces-dijo,rehaciéndoseymetiendolamanoensubolsillo-,yaqueme
fuerzasaello…-¡Ah!¡Uncuchillo!-exclamóCorneliusponiéndoseenguardia.
29CapítuloEndondeVanBaerle,antesdeabandonarLoevestein,arreglasuscuentasconGryphus
Ambospermanecieronquietosuninstante,Gryphusalaofensiva,VanBaerlealadefensiva.Luego, como la situación podía prolongarse indefinidamente, Cornelius se
interesóporlascausasdeesterecrudecimientoenlacóleradesuantagonista:-¡Ybien!-preguntó-.¿Quémásquierestodavía?-Voyadecirteloquequiero-respondióGryphus-.Quieroquemedevuelvasa
mihijaRosa.-¡Tuhija!-exclamóCornelius.-¡Sí, Rosa! Rosa a la que me has quitado con tu arte demoníaco. Vamos,
¿quieresdecirmedóndeestá?YlaactituddeGryphussehizocadavezmásamenazante.-¿RosanoestáenLoevestein?-seextrañóCornelius.-Túlosabesbien.Unavezmás,¿quieresdevolvermeaRosa?-Bueno-dijoCornelius-,éstaesunatrampaquemetiendes.-Porúltimavez,¿quieresdecirmedóndeestámihija?-¡Ah!Adivínalo,bribón,siesquenolosabes.-Espera,espera-gruñóGryphus,pálidoyconloslabiosagitadosporlalocura
quecomenzabaainvadirsucerebro-.¡Ah!¿Noquieresdecirnada?¡Puesbien!Voyadespegartelosdientesconestecuchillo.DiounpasohaciaCornelius,ymostrándoleelarmaquebrillabaensumano,
dijo:-¿Vesestecuchillo?Conélhematadomásdecincuentagallosnegros.Mataré
tambiénasuamo,eldiablo,comoloshematadoaellos,¡espera,espera!-Pero,miserable-exclamóCornelius-,¡estás,pues,decididoaasesinarme!-Quieroabrirteelcorazón,paraverdentroellugardondeocultasamihija.Ydiciendoestaspalabras,conlaofuscacióndelafiebre,Gryphusseprecipitó
sobreCornelius,queapenas tuvo tiempoparasaltardetrásde lamesaa findeevitarelprimergolpe.
Gryphusblandíasugrancuchilloprofiriendohorriblesamenazas.Corneliusprevióquesisehallabafueradelalcancedelamano,noloestaba
fueradelalcancedelarma,quelanzadaadistanciapodíaatravesarelespacio,yvenir ahundirseen supecho;noperdió,pues, el tiempo,yconelgarrotequehabía conservado cuidadosamente, asestó un vigoroso golpe sobre la muñecaquesosteníaelcuchillo.Elcuchillocayóatierra,yCorneliusapoyósupieencima.Luego,comoGryphusparecíadispuestoaentablarunaluchaalaqueeldolor
del garrotazo y la vergüenza de haber sido desarmado dos veces habríanconvertidoenimplacable,Corneliustomóunagrandecisión.Arrolló a golpes a su carcelero con una sangre fría de las más heroicas,
escogiendoellugardondecaíacadavezlaterribleestaca.Gryphusnotardóenpedirgracia.Pero antes de pedir gracia, había gritado, y mucho; sus gritos habían sido
oídos y habían puesto en conmoción a todos los empleados de la casa. Dosportallaves, un inspector y tres o cuatro guardias, aparecieron de repente ysorprendieronaCorneliusoperandoconelgarroteenlamano,elcuchillobajoelpie.Ante el aspecto de todos estos testimonios de la fechoría que acababa de
cometer, y cuyas circunstancias atenuantes, como se dice hoy en día, erandesconocidas,Corneliussesintióperdidosinremedio.Enefecto,todaslasaparienciassehallabanensucontra.En un santiamén,Cornelius fue desarmado, yGryphus, rodeado, levantado,
sostenido,pudocontar,rugiendodecólera,lasmagulladurasquehinchabansushombros y su espinazo, como otras tantas colinas salpicando la cima de unamontaña.Se levantó el atestado, inmediatamente, con las violencias ejercidas por el
prisionerosobresuguardián,yelatestado inspiradoporGryphusnopodíasertildado de tibio: se trataba nada menos que de una tentativa de asesinato,proyectado desde hacía tiempo y realizado contra el carcelero, conpremeditaciónporconsiguiente,yenabiertarebelión.MientrasseescribíacontraCornelius,losinformesdadosporGryphushacían
supresenciainútil,ylosportallaveslohabíandescendidoasuhabitaciónmolidoagolpesygimiendo.Durante ese tiempo, los guardias que se habían apoderado de Cornelius se
ocupaban en instruirlo caritativamente sobre los usos y costumbres deLoevestein,queélyaconocía,porlodemás,tanbiencomoellos,porlalecturaque lehabíanhechodel reglamentoenelmomentodesuentradaenprisión,yalgunos artículos de ese reglamento le habían entrado perfectamente en la
memoria.Lerelataron,además,cómosehabíaaplicadoestereglamentoconrespectoa
unprisionerollamadoMathias,elcual,en1668,esdecir,cincoañosantes,habíacometido un acto de rebeldía, por otra parte mucho más anodino que el queacababadepermitirseCornelius.Habíahalladoquesusopaestabademasiadocalienteyselahabíaarrojadoa
la cabeza del jefe de los guardianes, el cual, a continuación de esta ablución,habíatenidoladesgraciadelevantarseuntrozodepieldelrostroalenjugarse.Mathias,endocehoras,habíasidosacadodesucelda;luego,conducidoala
oficinadelaprisióndondehabíasidoinscritocomosalidodeLoevestein.Después, conducidoa la explanada,desdedonde lavista esmuyhermosay
alcanzaonceleguasdeextensión.Allí le habían atado las manos; luego, vendado los ojos, recitando tres
oraciones.Después le habían invitado a hacer una genuflexión, y las guardias de
Loevestein, en número de doce, a una señal del sargento, le habían alojadohábilmentecadaunounabalademosqueteenelcuerpo.AqueltalMathiashabíamuertoalinstante.Corneliusescuchóconlamayoratenciónestedesagradablerelato.Luego,habiéndoloescuchado,exclamó:-¡Ah!¡Ah!¿Endocehoras,decís?-Sí,laduodécimainclusonisiquierahabíasonadoaún,aloquecreo-dijoel
narradormuysatisfecho.-Gracias-repusoCornelius.Elguardianohabíaborradolagraciosasonrisaqueleservíadepuntuacióna
surelatocuandounpasosonoroseoyóenlaescalera.Unasespuelastintineabanenlosbordesgastadosdelosescalones.Losguardiasseapartaronparadejarpasoaunoficial.Éste entró en la celda de Cornelius en el momento en que el escribano de
Loevesteintodavíainstruíaelatestado.-¿Esaquíelnúmero11?-preguntó.-Sí,coronel-respondióunsuboficial.-Entonces¿eséstalaceldadelprisioneroCorneliusvanBaerle?-Precisamente,coronel.-¿Dóndeestáelprisionero?-Aquíestoy,señor-respondióCorneliuspalideciendounpoco,apesardetodo
suvalor.-¿Sois vos el señor Cornelius van Baerle? -preguntó el recién llegado,
dirigiéndoseestavezalmismoprisionero.
-Sí,señor.-Entonces,seguidme.-¡Oh! ¡Oh! -exclamó Cornelius, cuyo corazón se estremecía, preso de las
primeras angustiasde lamuerte-.Quédeprisava el trabajo en la fortalezadeLoevestein,¡yelbellacomehabíahabladodedocehoras!-¡Eh!¿Quéesloqueoshedicho?-observóelguardiahistoriadoraloídodel
paciente.-Unamentira.-¿Cómo?-Vosmehabíaisprometidodocehoras.-¡Ah,sí!PerooshanenviadounaayudadecampodeSuAlteza,inclusouno
desusmásíntimos,¡elseñorVanDeken!¡Cáspita!NolehicierontalhonoralpobreMathias.«Vamos,vamos-sedijoCornelius,hinchandosupechoconlamayorcantidad
de aire posible-, vamos, mostremos a esa gente que un burgués, ahijado deCorneilledeWitt,puede,sinponermalgesto,contenerbalasdemosquetecomoelllamadoMathias.»Y pasó orgullosamente por delante del escribano que, interrumpido en sus
funciones,seapresuróadeciraloficial:-Pero,coronelVanDeken,elatestadonosehaterminadotodavía.-Novalelapenaterminarlo-respondióeloficial.-¡Bueno! -replicó el escribano encerrando filosóficamente sus papeles y su
plumaenunacarteragastadaygrasienta.«Estaba escrito -pensó el pobreCornelius-, quenodaríaminombre en este
mundoniaunniño,niaunaflor,niaunlibro,esastresobligacionesdelasqueDios impone una por lo menos, según se asegura, a todo hombre un pocoorganizadoalquedignadejargozarsobrelatierradelapropiedaddeunalmaydelusufructodeuncuerpo.»Ysiguióaloficialconelánimoresueltoylacabezaalta.Cornelius contó los peldaños que conducían a la explanada, lamentando no
haber preguntado al guardián cuántos había; lo cual, en su oficiosacomplacencia,éstenohubieradejadodedecírselo.Loquemás lamentabael reoeneste trayecto,queconsiderabacomoelque
debía conducirle definitivamente al comienzo del gran viaje, era el ver aGryphusynopoderveraRosa.¡Quésatisfacción,enefecto,debíadebrillarenel rostro del padre! ¡Qué dolor en el rostro de la hija! Cómo iba a aplaudirGryphus este suplicio, venganza feroz de un acto eminentemente justo, al queCorneliusconsiderabahaberrealizadocomoundeber.PeroaRosa,lapobremuchacha,nolavería,¡ibaamorirsinhaberledadoel
últimobesooporlomenoselúltimoadiós!¡Iba amorir finalmente, sin tener ninguna noticia del gran tulipán negro, y
despertaría allá arriba, sin saber hacia qué lado debía volver los ojos paraencontrarlo!Enverdad,paranodeshacerseen lágrimasen semejantemomento, elpobre
tulipanero tenía más oes triplex alrededor del corazón de las que Horacioatribuyealnavegantequevisitaporprimeravezlosinfamesescolloscoralíferos.Corneliustuvoocasióndemiraraladerecha;Corneliustuvoocasióndemirar
a la izquierda,pero llegóa la explanada sinhaberpercibidoaRosa; sinhaberpercibidoaGryphus.Habíaenellocasiunacompensación.Cornelius llegó a la explanada, buscó valientemente con los ojos a sus
ejecutores, losguardias,yvio,enefecto,aunadocenadesoldados reunidosycharlando.Pero reunidos y charlando sin mosquetes, reunidos y charlando sin estar
alineados.Cuchicheando incluso entre ellos más bien que charlando, conducta que le
parecióaCorneliusindignadelagravedadquepresidedeordinariosemejantessucesos.De repente, Gryphus, cojeando, tambaleándose, apoyándose en unamuleta,
apareciófueradesuhabitación.Habíailuminadoparaunaúltimamiradatodoelfuegodesusviejosojosgrisesdegato.Entonces se puso a vomitar contra Cornelius tal torrente de abominables
imprecacionesqueCornelius,dirigiéndosealoficial,ledijo:-Señor, no creo que esté bien dejarme insultar así por este hombre, y sobre
todoensemejantemomento.-Escuchad,pues-replicóeloficialriendo-,esmuynaturalqueesevalienteos
guarderencor.¿Parecequelohabéismolidoagolpes?-Pero,señor,lohicedefendiendomicuerpo.-¡Bah! -exclamó el coronel imprimiendo a sus hombros un gesto
eminentementefilosófico-.Bah;dejadledecir.¿Quéosimportaalpresente?Un sudor frío cruzó por la frente de Cornelius ante esa respuesta, que
considerabacomounaironíaunpocobrutal,porparte,sobretodo,deunoficialqueselehabíadichoestabaagregadoalapersonadelpríncipe.El desgraciado comprendió que la cosa no tenía remedio, que no tenía ya
amigos,yseresignó.-Sea-murmuróbajandolacabeza-,cosaspeoresselehicieronaCristo,ypor
inocentequeyosea,nopuedocompararmeaÉl.Cristosehabríadejadogolpearporsucarceleroynolehubierapegado.
Luego, volviéndose hacia el oficial, que parecía esperar complaciente a queacabarasusreflexiones,preguntó:-Veamos,señor,¿adóndemelleváis?Eloficialleseñalóunacarrozaenganchadaacuatrocaballos,quelerecordó
muchoalacarrozaqueenparecidascircunstanciashabíayaheridosusmiradasenlaBuytenhoff.-Subid-ordenó.-¡Ah!-murmuróCornelius-.¡Parecequenosemeharánamíloshonoresdela
explanada!Pronunció estas palabras en voz bastante alta para que el historiador que
parecíaagregadoasupersonalasoyera.Éstecreyó,sinduda,queeradebersuyodarlenuevos informesaCornelius,
porque se acercó a la portezuela, ymientras el oficial, de pie sobre el estribodabaunasórdenes,ledijoporlobajo:-Hemos visto a condenados conducidos a su propia ciudad, y para que el
ejemplofueramáseficaz,sufrirallíelsupliciodelantedelapuertadesupropiacasa.Estodepende.Corneliushizoungestodeagradecimiento.«¡Pues bien! -se dijo-.Aquí hay, en buena hora, unmuchacho al que no le
faltanuncaelplacerdeunaconsolacióncuandosepresenta laocasión.Pormife,amigomío,osestoymuyobligado.¡Adiós!»Elcocheempezóarodar.-¡Ah! ¡Criminal! ¡Ah! ¡Bandido! -aulló Gryphus mostrando el puño a su
víctimaqueseleescapaba-.Ydecirquesevasindevolvermeamihija.«SimeconducenaDordrecht-murmuróCorneliusparasí-,veréalpasarpor
delantedemicasasimispobresplatabandashansidodestrozadas.»
30CapítuloEnelquesecomienzaaimaginarcuáleraelsuplicioreservadoaCorneliusVanBaerle
El coche rodó todo el día.DejóDordrecht a la izquierda, atravesóRótterdam,alcanzó Delft. A las cinco de la tarde había recorrido, por lo menos, veinteleguas.Corneliusdirigióalgunaspreguntasaloficialqueleservíaalavezdeguardia
y de compañero, pero, por circunspectas que fueran sus demandas, tuvo eldisgustodeverlassinrespuesta.Cornelius lamentó no tener a su lado a aquel guardia tan complaciente que
hablabasinhacérseloderogar.Sin duda, le hubiera proporcionado sobre los motivos de ésta, su extraña
terceraaventura,detallestangraciososyexplicacionestanprecisascomosobrelasdosprimeras.Pasaronlanocheenelcoche.Aldíasiguiente,alalba,Corneliussehallómás
alládeLeiden,teniendoalmardelNorteasuizquierdayalmardeHaarlemasuderecha.TreshorasdespuésentrabanenHaarlem.CorneliusnosabíaenabsolutoloquehabíaocurridoenHaarlem,ynosotros
le dejaremos en esta ignorancia hasta que sea sacado de ella por losacontecimientos.Pero no puede suceder lomismo con el lector, que tiene el derecho de ser
puestoalcorrientedelascosas,inclusoantesquenuestrohéroe.Hemos visto que Rosa y el tulipán, como dos hermanos o como dos
huérfanos,habíansidodejados,porelpríncipedeOrange,encasadelpresidenteVanSystens.Rosanorecibióningunanoticiadelestatúderantesdelatardedeldíaenque
lohabíavistodefrente.Hacialatarde,unoficialentróenlacasadeVanSystens:veníadepartedeSu
AltezaainvitaraRosaaquesellegaraalAyuntamiento.Allí, en la gran sala de las deliberaciones donde fue introducida, halló al
príncipe,queescribía.EstabasoloyteníaasuspiesungranlebreldeFrisiaquelemirabafijamente,comosielfielanimalquisieraintentarhacerloqueningúnhombrepodíahacer…leerenelpensamientodesuamo.Guillermo continuó escribiendo un instante todavía; luego, levantando la
miradayviendoaRosadepiecercadelapuerta:-Acercaos,señorita-dijosindejarloqueescribía.Rosadiounospasoshacialamesa.-Monseñor-saludódeteniéndose.-Estábien-contestóelpríncipe-.Sentaos.Rosa obedeció, porque el príncipe lamiraba. Pero apenas el príncipe hubo
vueltolosojossobreelpapel,seretiróavergonzada.Elpríncipeacabósucarta.Duranteesetiempo,ellebrelhabíaacudidoanteRosaylahabíaexaminadoy
acariciado.-¡Ah! ¡Ah! -exclamóGuillermo dirigiéndose a su perro-.Bien se ve que es
unacompatriota;lareconoces.Luego,volviéndosehaciaRosay fijandosobreella sumiradaescrutadoray
veladaalmismotiempo,dijo:-Veamos,hijamía…El príncipe tenía veintitrés años, Rosa dieciocho o veinte; habría hablado
mejordiciendomihermana.-Hijamía-repitióconeseacentoextrañamenteimponentequehelabaatodos
losqueseleacercaban-,estamossolos,charlemos.Notemáisyhabladconfiada.Todos losmiembrosdeRosaempezarona temblary, sinembargo,nohabía
másquebenevolenciaenlafisonomíadelpríncipe.-Monseñor…-balbuceó.-¿VostenéisunpadreenLoevestein?-Sí,monseñor.-¿Noleamáis?-Noleamo,porlomenos,monseñor,comounahijadeberíaamarasupadre.-Esmalonoamarasupadre,hijamía,peroesbuenonomentirasupríncipe.Rosabajólosojos.-¿Yporquérazónnoamáisavuestropadre?-Mipadreesmalo.-¿Ydequéformasemanifiestasumaldad?-Mipadremaltrataalosprisioneros.-¿Atodos?-Atodos.-Pero¿nolereprocháismaltrataraunoenparticular?
-MipadremaltrataparticularmentealseñorVanBaerle,que…-¿Queesvuestroamante?Rosaretrocedióunpaso.-Alqueyoamo,monseñor-respondióconorgullo.-¿Desdehacetiempo?-preguntóelpríncipe.-Desdeeldíaenquelevi.-¿Yvos,levisteis…?-Alamañanasiguientedeldíaenquefuerontanterriblementeejecutadosel
exgranpensionarioJeanysuhermanoCorneille.Los labios del príncipe se apretaron, su frente se plegó, sus párpados se
bajarondeformaqueocultaronuninstantesusojos.Alcabodeunmomentodesilencio,continuó:-Pero ¿de qué os sirve amar a un hombre destinado a vivir y a morir en
prisión?-Siviveymuereenprisión,monseñor,me serviráparaayudarle avivirya
morir.-¿Yvosaceptaríaisestaposicióndeserlamujerdeunprisionero?-Sería la más orgullosa y la más feliz de las criaturas humanas siendo la
esposadelseñorVanBaerle;pero…-Pero¿qué?-Nomeatrevoadecirlo,monseñor.Nomeatrevo.Perdonad.-Hayunanotadeesperanzaenvuestroacento;¿quéesperáis?LamuchachalevantósusbellosojossobreGuillermo,susojoslímpidosyde
unainteligencia tanpenetrantequefueronabuscar laclemenciadormidaenelfondodeesecorazónsumidoenunsueñoqueparecíaeldelamuerte.-¡Ah!Yacomprendo.Rosasonriójuntandosusmanos.-Confiáisenmí-dijoelpríncipe.-Sí,monseñor.-¡Hum!El príncipe selló la carta que acababa de escribir y llamó a uno de sus
oficiales.-SeñorVanDeken-ordenó-, llevadaLoevesteinestemensaje; tomaréisnota
delasórdenesquedoyalgobernador,yenloqueavosrespecta,ejecutadlas.Eloficial saludó, y pronto se oyó repicar bajo la bóveda sonora de la casa elvigorosogalopedeuncaballo.-Hijamía-prosiguiódespuéselpríncipe-,eldomingoeslafiestadeltulipán,y
eldomingoespasadomañana.Poneosmuybellaconlosquinientosflorinesquetengoaquí;porquedeseoqueesedíaseaunagranfiestaparavos.
-¿CómoquiereVuestraAltezaquemevista?-murmuróRosa.-Poneos el vestido de las esposas frisonas -dijoGuillermo-, os sentarámuy
bien.
31CapítuloHaarlem
Haarlem,dondeentramoshace tresdíasconRosaydondeacabamosdeentrarsiguiendo al prisionero, es una hermosa ciudad que se enorgullece con tododerechodeserunadelasmásumbríasdeHolanda.Mientrasotrasponentodosuamorpropioendestacarporsusarsenalesysus
fábricas, por sus almacenes y bazares, Haarlem cifraba toda su gloria enaventajaratodaslasciudadesdelosEstadosporsusbellosolmosfrondosos,porsusálamosesbeltos,y,sobretodo,porsuspaseossombreados,porencimadeloscualesformabanbóvedalaencina,eltiloyelcastaño.Haarlem, viendo que Leiden su vecina, yÁmsterdam su reina, tomaban, la
una,elcaminodeconvertirseenunaciudaddeciencia,ylaotraladeconvertirseen una ciudad de comercio,Haarlemhabía querido ser una ciudad agrícola o,másbien,hortícola.En efecto, bien cerrada, bien aireada, bien calentada al sol, ofrecía a los
jardineros garantías que cualquier otra ciudad, con sus vientos del mar o sussolesdeplano,nohabríansabidoproporcionarlas.Así pues, se había visto establecerse enHaarlem a todos aquellos espíritus
tranquilos que poseían el amor a la tierra y a sus bienes, como se había vistoestablecerse en Rótterdam y en Ámsterdam a todos los espíritus inquietos ymovidos,queposeíanlaaficiónalosviajesyalcomercio,comosehabíavistoestablecerseenLaHayaatodoslospolíticosmundanos.HemosdichoqueLeidenhabíasidolaconquistadelossabios.Haarlemadquirió,pues,elgustoporlascosasdulces:lamúsica,lapintura,los
vergeles,lospaseos,losbosquesylosjardines.Haarlemsevolviólocaporlasfloresy,entretodaslasflores,porlostulipanes.Haarlempropusopremiosenhonordelostulipanes,yllegamosasí,contoda
naturalidad,comoseveahablardelquelaciudadproponía,el15demayode1673, en honor del gran tulipán negro sin mancha y sin defecto, que debíaproporcionarcienmilflorinesasucultivador.HabiendomanifestadoHaarlemsuespecialidad,habiendoblasonadoHaarlem
de su gusto por las flores en general y por los tulipanes en particular, en un
tiempoenquetodosededicabaa laguerraya lassediciones,habiendotenidoHaarlemlainsignealegríadeverflorecerelidealdelostulipanes,Haarlem,lahermosaciudad llenadebosquesyde sol,de sombrayde luz,Haarlemhabíaquerido hacer de esta ceremonia de la inauguración del premio una fiesta queperduraseeternamenteenelrecuerdodeloshombres.YteníaaellotantomásderechoporcuantoHolandaeraelpaísdelasfiestas;
jamásnaturalezamásperezosadesplegómás ardor riente, cantante y danzanteque la de los buenos republicanos de las Siete Provincias con ocasión de lasdiversiones.Observad,porejemplo,loscuadrosdelosdosTeniers.Esverdadquelosperezososson,detodosloshombres,losmásresistentesal
cansancio,nocuandoseponenatrabajar,sinocuandosededicanconalegríaalplacer.Haarlemseentregaba,pues,aunatriplealegría,porqueteníaquecelebraruna
triplesolemnidad:habíasidodescubiertoeltulipánnegro,elpríncipeGuillermode Orange asistía a la ceremonia, como un verdadero holandés que era.Finalmente, constituía un honor para los Estados mostrar a los franceses, acontinuaciónde unaguerra tan desastrosa comohabía sido la de 1672, que elsuelodelarepúblicabátavaerasólidohastaelpuntodequesepodíadanzarenélconacompañamientodelcañóndelasflotas.La SociedadHortícola deHaarlem se habíamostrado digna de símisma al
otorgarcienmilflorinesporunacebolladetulipán.Laciudadnohabíaqueridoquedarseatrás,yhabíavotadounasumasemejante,quehabíasidoentregadaenmanosdesusnotablesparafestejaresepremionacional.Así pues, había en este domingo fijado para esta ceremonia, tal
apresuramiento del gentío, tal entusiasmo en los ciudadanos, que no se habríapodidoimpedir,inclusoconesasonrisasolapadadelosfranceses,eladmirarelcarácter de estos buenos holandeses, dispuestos a gastar su dinero tan prontoparaconstruirunnavíodestinadoacombatiralenemigo,esdecir,asostenerelhonor de la nación, como para recompensar la invención de una nueva flordestinadaalucirundía,ydestinadaadistraerduranteesedíaalasmujeres,alosniños,alossabiosyaloscuriosos.A la cabeza de los notables y del comité hortícola, brillaba el señor Van
Systens,ataviadoconsusmásricosropajes.El digno hombre había realizado grandes esfuerzos para parecerse a su flor
favoritaporlaeleganciasobriayseveradesusvestidos,yapresurémonosadecirparasumayorgloria,quelohabíaconseguidoplenamente.Negrodeazabache,terciopelo escabiosa[5], seda pensamiento, tal era, con la ropa de una blancuradeslumbrante,eltrajeceremonialdelpresidente,elcualcaminabaalacabezade
sucomité conunenorme ramosemejante alque llevaría, cientoveintiúnañosmástarde,elseñorDeRobespierre,enlafiestadelSerSupremo.Sóloque,elbravopresidente,enlugardeaquelcorazónhinchadodeodioyde
resentimientos ambiciososdel tribuno francés, llevaba en el pechouna flor nomenosinocentequelamásinocentedelasquesosteníaenlamano.Se veían detrás de ese comité,matizado como un césped, perfumado como
unaprimavera,loscuerpossabiosdelaciudad,losmagistrados,losmilitares,losnoblesylospalurdos.El pueblo, incluso con los señores republicanos de las Siete Provincias, no
manteníacategoríasenesteordendemarcha;hacíadevalladar.Ésteera,porlodemás,elmejordetodoslossitiosparaver…yparaestar.Ésteerael lugarde lasmultitudesqueesperan, filosofíade losEstados,que
lostrofeoshayandesfilado,parasaberloquehayquedecir,yalgunasvecesloquehayquehacer.Pero esta vez, no era cuestión, ni del triunfo dePompeyo, ni del triunfo de
César.Estavez,nosecelebrabaniladerrotadeMitríades,nilaconquistadelasGalias.Laprocesiónerasuavecomoelpasodeunrebañodecorderossobrelatierra,inofensivacomoelvuelodeunabandadadepájarosenelaire.Haarlemno teníaotros triunfadoresque sus jardineros.Adorando las flores,
Haarlemdivinizabaalflorista.Seveíaenelcentrodelcortejopacíficoyperfumado,eltulipánnegro,llevado
sobreunasangarillascubiertasde terciopeloblancocon franjasdeoro.Cuatrohombresportaban lasandasyseveían relevadosporotros,asícomoenRomaeran relevados losque llevabana lamadreCibeles, cuandoentróen la ciudadeterna,traídadelaEtruriaalsondelacharangayconlasadoracionessumisasdetodounpueblo.Esta exhibicióndel tulipáneraunhomenaje rendidopor todounpueblo sin
culturaysingusto,algustoya laculturade los jefescélebresypiadososquesabíanverterlasangresobreelpavimentofangosodelaBuytenhoff,sinqueporellodejarande inscribirmás tarde losnombresdesusvíctimassobre lapiedramáshermosadelpanteónholandés.Estaba convencido que el príncipe estatúder distribuiría, naturalmente, él
mismoelpremiodeloscienmilflorines,locualinteresabaatodoelmundoengeneral,yquepronunciaríatalvezundiscurso,loqueinteresabaenparticularasusamigosyasusenemigos.En efecto, en los discursos más indiferentes de los hombres políticos, los
amigos o los enemigos de esos hombres quieren ver siempre relucir en él, ycreensiemprepoderinterpretar,porconsiguiente,unrayodesuspensamientos.Como si el sombrero del hombre político no fuera una pantalla destinada a
interceptartodaluz.En fin, ese gran día tan esperado del 15 demayo de 1673 había llegado, y
Haarlementera,reforzadaporsusalrededores,estabaalineadaalolargodelosbellosárbolesdelbosqueconlaresoluciónbiendeterminadadenoaplaudirestaveznialosconquistadoresdelaguerra,nialosdelaciencia,sinosimplementea los de la Naturaleza, que acababan de forzar a esta inagotable madre alalumbramiento,hastaentoncescreídoimposible,deltulipánnegro.Pero nada se conserva menos entre los pueblos que esta resolución de no
aplaudirmásqueatalocualcosa.Cuandounaciudadestáentrancedeaplaudir,escomocuandosehallaentrancedesilbar:nosesabenuncadóndesedetendrá.Aplaudió, pues, primero a Van Systens y a su ramo, aplaudió a sus
corporaciones, se aplaudió ella misma; y en fin, con toda justicia esta vez,confesémoslo, aplaudió las excelentes melodías que los músicos de la ciudadprodigabanencadaalto.Todos losojosbuscaban cercade la heroínade la fiesta, que era la flor del
tulipánnegro,alhéroedelafiestaque,naturalmente,eraelautordeestetulipán.Esehéroe,apareciendoacontinuacióndeldiscursoquehemosvistoelaborar
con tanto cuidado al bueno de Van Systens, ese héroe hubiera producidociertamentemásefectoqueelmismoestatúder.Mas, para nosotros, el interés de la jornada no estaba ni en ese venerable
discurso de nuestro amigo Van Systens, por elocuente que fuera, ni en losjóvenes aristócratas endomingados quemascaban sus gruesas tortas, ni en lospobrecitosplebeyos,mediodesnudos,queroíananguilasahumadas,semejantesabastonesdevainilla.El interésnoresidía tampocoenesasbellasholandesas,detezrosaysenoblanco,nienlosMynheergrasientosyrechonchosquenuncahabíanabandonadosuscasas,nienlosdelgadosyjóvenesviajerosqueveníandeCeilánodeJava,nienelpopulachoalteradoquetragaba,aguisaderefresco,pepino confitado en salmuera.No, para nosotros, el interés de la situación, elinteréspoderoso,elinterésdramáticonoestabaahí.Elinterésresidíaenunafiguraradianteyanimadaquecaminabaenmediode
losmiembrosdelcomitéhortícola,elinterésestabaenesepersonajefloridoenlacintura, peinado, alisado, vestido todode escarlata, color quehacía resaltar supelonegroysutezamarilla.Esetriunfadorradiante,excitado,esehéroedeldíadestinadoalinsignehonor
dehacerolvidareldiscursodeVanSystensylapresenciadelestatúder,eraIsaacBoxtel, que veíamarchar delante de él, a su derecha, sobre un almohadón deterciopelo, el tulipán negro, su pretendido hijo, y a su izquierda, en una granbolsa, loscienmilflorinesenhermosasmonedasdeororeluciente,brillante,yque se veía obligado a bizquear hacia fuera para no perderlos un instante de
vista.Decuandoencuando,Boxtelapresurabaelpasoparairafrotarsucodoconel
deVanSystens.Boxtel tomaba así un poco de su valor, para darse valor a símismo, como
robóaRosasutulipán,paraconseguirsugloriaysufortuna.Todavíauncuartodehoradeesperayelpríncipellegaría,elcortejoharíaalto
enlaúltimaestación,eltulipánsecolocaríaensutrono,elpríncipe,quecederíaelpasoasurivalen laadoraciónpública,cogeríaunavitela[6]magníficamentecoloreadasobrelaqueestaríaescritoelnombredelautor,yproclamaríaconvozalta e inteligible que había sido descubierta una maravilla; que Holanda, porintermediodeél,Boxtel,habíaforzadoalaNaturalezaaproducirunaflornegra,yqueesaflorsellamaríadesdeentoncesenadelanteTulipanigraBoxtellea.Decuandoencuando,sinembargo,Boxtelseparabaporunmomentolosojos
del tulipán y de la bolsa y miraba tímidamente al gentío, porque temía porencimadetodopercibirenesegentíolapálidafiguradelabellafrisona.Seríaunespectro,comosecomprende,queturbaríasufiesta,nimásnimenos
comoelespectrodeBanquoturbóelfestíndeMacbeth.Y,apresurémonosadecirlo,esemiserablequehabíafranqueadounmuroque
no era sumuro, que había escalado una ventana para entrar en la casa de suvecino, que, con una falsa llave, había violado la habitación de Rosa, esehombre,quehabía robado finalmente lagloriadeunhombrey ladotedeunamujer,esehombrenoseconsiderabaunladrón.Habíaveladotantoaestetulipán,lohabíaseguidotanardientementedelcajón
delsecaderodeCorneliushastaelpatíbulodelaBuytenhoff,delpatíbulodelaBuytenhoff a la prisión de la fortaleza de Loevestein, lo había visto tan biennacer y crecer sobre la ventana de Rosa, había calentado tantas veces el airealrededordeélconsualiento,quenadiemásqueéleraelautor;cualquieraqueenestemomentolequitaraeltulipánnegro,selorobaría.PeronovioaRosa.ResultóasíquelaalegríadeBoxtelnofueturbada.El cortejo se detuvo en el centro de una glorieta cuyos árboles magníficos
estabandecoradosconguirnaldaseinscripciones;elcortejosedetuvoalsondeuna música brillante, y las jóvenes de Haarlem aparecieron para escoltar altulipán hasta el trono elevado que debía ocupar sobre el estrado, al lado delsillóndeorodeSuAltezaelestatúder.Y el tulipán orgulloso, alzado sobre su pedestal, dominó enseguida la
asamblea,quebatiópalmasahizoresonarlosecosdeHaarlemconuninmensoaplauso.
32CapítuloElúltimoruego
Eneste solemnemomentoy cuando sedejabanoír esos aplausos, una carrozadiscurríaporlarutaquebordeabaelbosque,rodandolentamenteacausadelosniñosempujadosfueradelaavenidadelosárbolesporlasprisasdeloshombresydelasmujeres.Esta carroza, polvorienta, fatigados los caballos, chirriando sobre sus ejes,
encerraba al desgraciado Van Baerle, a quien, por la portezuela abierta,comenzaba a ofrecérsele el espectáculo que, muy imperfectamente sin duda,hemosintentadoponerbajolosojosdenuestroslectores.Estamuchedumbre,eseruido,esereflejodetodoslosesplendoreshumanosy
naturales, deslumbraba al prisionero como un rayo que hubiera entrado en sucalabozo.A pesar del poco interés que había puesto su compañero en responderle,
cuando le había interrogado sobre su propia suerte, se aventuró a interrogarleunaúltimavezsobrequésignificabaaquelbullicio,queenunprincipiodebíaypodíacreerleeratotalmenteextraño.-Osloruego,¿quéestodoesto,señorcoronel?-preguntóaloficialencargado
deescoltarle.-Comopodéisver,señor-replicóaquél-,setratadeunafiesta.-¡Ah!¡Unafiesta!-exclamóCorneliusconesetonolúgubrementeindiferente
de un hombre que no disfruta de ninguna alegría en este mundo desde hacemuchotiempo.Después, tras un instante de silencio y cuando el coche había rodado unas
pocosmetrosmás,preguntó:-¿LafiestapatronaldeHaarlem?Porqueveomuchasflores.-Es, en efecto, una fiesta en la que las flores representan el papel principal,
señor.-¡Oh!¡Losdulcesaromas!¡Losbelloscolores!-exclamóCornelius.-Deteneos,queel señor lovea -ordenóeloficial,conunodeesosgestosde
dulce piedad que son propios sólo de los militares, al soldado encargado delpostillón.
-¡Oh! Gracias, señor, por vuestra cortesía -replicó melancólicamente VanBaerle-. Pero esto constituye para mí una alegría más dolorosa que para losotros:ahorrádmela,osloruego.-Como queráis; continuemos entonces. He ordenado que nos detuviéramos,
porquepasáispor amadorde las flores, sobre todo, de aquellaspor lasque secelebrahoylafiesta.-¿Yporquéflorescelebranhoylafiesta,señor?-Porlostulipanes.-¡Porlostulipanes!-repitióVanBaerle-.¿Hoyeslafiestadelostulipanes?-Sí,señor;peroyaqueesteespectáculoosresultadesagradable,continuemos.Yeloficialsedispusoadarlaordendecontinuarelcamino.PeroCorneliusledetuvo,puesunadudadolorosaacababadecruzarsumente.-Señor -preguntó con voz temblorosa-, ¿será hoy acaso cuando se otorga el
premio?-Elpremiodeltulipánnegro;sí.LasmejillasdeCorneliussetiñerondepúrpura,untemblorcorrióportodosu
cuerpoyelsudorperlósufrente.Luego,pensandoque,ausentesély su tulipán, la fiestaabortaría sindudaa
faltadeunhombreydeunaflorquecoronar,dijo:-Por desgracia, todas estas bravas gentes serán tan desdichadas como yo,
porquenoveránestagransolemnidadalaquesonconvidados,oporlomenos,laveránincompleta.-¿Quéqueréisdecir,señor?-Quiero decir que nunca -contestó Cornelius reclinándose en el fondo del
coche-,exceptoporalguienaquienyoconozco,seráhalladoeltulipánnegro.-Entonces, señor -dijo el oficial-, ese alguien a quien vos conocéis lo ha
hallado;porqueesoesloquetodoHaarlemcontemplaenestemomento,laflorquevosconsideráiscomoinhallable.-¡Eltulipánnegro!-exclamóVanBaerleasomandolamitaddesucuerpopor
laportezuela-.¿Dónde?¿Dónde?-Alláabajo,sobreeltrono,¿loveis?-¡Loveo!-¡Vamos,señor!-dijoeloficial-.Ahorahayquepartir.-¡Oh!Porpiedad,porfavor,señor-rogóVanBaerle-.Nomellevéis.¡Dejadme
mirartodavía!¡Cómo,esoqueveoalláabajoeseltulipánnegro,biennegro…!¿Esposible?¡Oh,señor!¿Lohabéisvisto?Debedetenermanchas,debedeserimperfecto, tal vez esté teñido de negro solamente: ¡oh!, si yo estuviera allísabríadecíroslo,señor;dejadmebajar,dejádmeloverdecerca,osloruego.-¿Estáisloco,señor?
-Oslosuplico.-Pero¿olvidáisqueestáisprisionero?-Soyunprisionero,esverdad,perosoyunhombredehonor;ypormihonor,
señor,nomeescaparé,nointentaréhuir.¡Dejadmesolamentemirarlaflor!-Pero¿misórdenes,señor?Y el oficial hizo un nuevo movimiento para ordenar al soldado que
reemprendieraelcamino.Corneliusledetuvounavezmás.-¡Oh! Sed paciente, sed generoso, toda mi vida descansa en un gesto de
vuestra piedad. ¡Ay!Mi vida, señor, no será probablemente muy larga ahora.¡Ah!Vosno sabéis loqueyo sufro;vosno sabéis todo loquecombate enmicabezayenmicorazón;porqueenfin-continuóCorneliuscondesesperación-,sifueramitulipán,sifueraelquelehanrobadoaRosa,¡oh,señor!Comprendéisbien lo que es haber hallado el tulipán negro, haberlo visto un instante, haberreconocidoqueeraperfecto,queeraalavezunaobramaestradelarteydelaNaturalezayperderla,perderlaparasiempre.¡Oh!Esprecisoquevayaaverlo.Memataréisdespuéssiqueréis,peroloveré,loveré.-Callad, desdichado, y no os asoméis, porque aquí esta ya la escolta de Su
Altezaelestatúderquecruza lavuestra,ysielpríncipeobservaunescándalo,oyeunruido,éseseríavuestrofinyelmío.VanBaerle,todavíamásasustadoporsucompañeroqueporsímismo,volvió
aecharseenelasiento,peronopudomantenerseallínimediominuto,yapenasacababan de pasar los veinte primeros jinetes cuando se asomó de nuevo a laportezuela,gesticulandoysuplicandoalestatúder,precisamenteenelmomentoenqueéstepasabaporsulado.Guillermo,impasibleysencillo,comodecostumbre,sedirigíaalaplazapara
cumplirconsudeberdepresidente.Teníaenlamanosurollodevitelaque,enestajornadadefiesta,sehabíaconvertidoensubastóndemando.Viendoaesehombrequegesticulabaysuplicaba,reconociendotambiénquizá
al oficial que acompañaba a ese hombre, el príncipe estatúder dio la ordendedetenerse.En el mismo instante, sus caballos estremeciéndose bajo sus corvejones de
acero,hicieronaltoaseispasosdeVanBaerle,encajadoensucarroza.-¿Qué es esto? -preguntó el príncipe al oficial que, a la primera orden del
estatúder,habíasaltadodelcocheyseacercabarespetuosamenteaél.-Monseñor -contestó-, es el prisionero deEstado que, por vuestra orden, he
ido a buscar a Loevestein, y que os lo traía aHaarlem, comoVuestraAltezadeseaba.-¿Quéquiere?
-Pideconinsistenciaqueselepermitadetenerseuninstanteaquí.-Paravereltulipánnegro,monseñor-gritóVanBaerle,juntandolasmanos-y
luego,cuandolohayavisto,cuandosepaloquedebosaber,moriré,siespreciso,peroalmorirbendeciréaVuestraAltezamisericordiosa, intermediariaentre ladivinidadyyo;aVuestraAltezaquepermitiráquemiobrahayatenidounfinysuglorificación.Era,enefecto,uncuriosoespectáculoéstedelosdoshombres,cadaunoala
portezuela de su carroza, rodeados de sus guardias; el uno poderoso, el otromiserable; el uno dispuesto a subir a su trono, el otro creyéndose a punto desubiralpatíbulo.Guillermo había mirado fríamente a Cornelius y escuchado su vehemente
ruego.Entonces,dirigiéndosealoficial,dijo:-Esehombre¿eselprisionerorebeldequehaqueridomatarasucarceleroen
Loevestein?Cornelius lanzó un suspiro y bajó la cabeza. Su dulce y honrado rostro
enrojecióypalidecióalavez.Estaspalabrasdelpríncipeomnipotente,omnisciente,estainfalibilidaddivina
que,poralgúnmensajerosecretoeinvisiblealrestodeloshombres,conocíayasucrimen,leasegurabannosolamentelaseveridaddelcastigo,sinotambiénunanegativa.No intentó luchar,no intentódefenderseenabsoluto:ofrecióalpríncipeese
espectáculo lindante a una candorosa desesperación, muy inteligible y muyemocionanteparauncorazóntangrandeyparaunespíritutanampliocomoeldelquelocontemplaba.-Permitidalprisioneroquebaje-dijoelestatúder-yquevayaavereltulipán
negro,biendignodeservisto,porlomenos,unavez.-¡Oh!-exclamóCorneliusapuntodedesvanecersedealegríaytambaleándose
sobreelestribodelacarroza-.¡Oh,monseñor!Ysesofocó;ysinelbrazodeloficialqueleprestósuapoyo,hubierasidode
rodillas y con la frente en el polvo como el pobreCornelius hubiera dado lasgraciasaSuAlteza.Dadoestepermiso,elpríncipecontinuósucaminoporelbosque,enmediode
lasaclamacionesmásentusiastas.Llegó enseguida a su estrado, y el cañón tronó en las profundidades del
horizonte.
33CapítuloConclusión
VanBaerle, conducido por cuatro guardias que se abrían camino por entre elgentío, atravesó oblicuamente hacia el tulipán negro, al que devoraban susmiradascadavezmáspróximas.Lavioporfin,laflorúnicaquedebía,bajounascombinacionesdesconocidas
de calor, de frío, de sombra y de luz, aparecer un día para desaparecer parasiempre.Lavioaseispasos;saboreósusperfeccionesysusgracias;laviodetrásdelasjóvenesqueformabanunaguardiadehonoraestareinadelanoblezaydelapureza.Y, sinembargo,cuantomás seasegurabapor suspropiosojosde laperfeccióndelaflor,mássentíadesgarradosucorazón.Buscabaasualrededorpara formular una pregunta, una sola. Mas por todas partes veía rostrosdesconocidos; por todas partes la atención se dirigía hacia el trono en el queacababadesentarseelestatúder.Guillermo, que acaparaba toda la atención, -se levantó, paseó una tranquila
mirada sobre la muchedumbre enajenada, y su ojo agudo se detuvoalternativamenteenlastresextremidadesdeuntriánguloformadofrenteaélportresinteresesyportrespersonajesmuydistintos.En uno de los ángulos,Boxtel, temblando de impaciencia y devorando con
todasuatenciónalpríncipe,alosflorines,altulipánnegroyalaasamblea.En otro, con Cornelius jadeante, mudo, no teniendomirada, vida, corazón,
amor,másqueparaeltulipánnegro,suhijo.Por último, en el tercero, de pie sobre una tarima entre las vírgenes de
Haarlem,unabellafrisonavestidadefinalanarojabordadadeplataycubiertadeencajesquecaíanenoleadasdesdesucascodeoro.Rosa,enfin,queseapoyabadesfallecidayconlosojosanegados,enelbrazo
deunodelosoficialesdeGuillermo.El príncipe, entonces, viendo a todos sus auditores dispuestos, desenrolló
lentamentelavitelay,convoztranquila,clara,aunquedébil,perodelaquenoseperdíaniunasílabagraciasalsilencioreligiosoqueseabatióderepentesobreloscincuentamilespectadores,encadenósualientoasuslabios:-Sabéis -dijo- con qué fin habéis sido reunidos aquí. Se ha prometido un
premiodecienmilflorinesaquienhallaraeltulipánnegro.¡Eltulipánnegro!YestamaravilladeHolandaestáaquíexpuestaantevuestrosojos;eltulipánnegroha sido hallado y con todas las condiciones exigidas por el programa de laSociedadHortícoladeHaarlem.Lahistoriadesunacimientoyelnombredesuautorserán inscritosenel librodehonorde laciudad.Hacedaproximarsea lapersonaqueespropietariadeltulipánnegro.Y al pronunciar estas palabras, el príncipe, para juzgar el efecto que las
mismasproducirían,paseósuclaramiradasobrelostresángulosdeltriángulo.VioaBoxtelsaltardesugrada.VioaCorneliushacerunmovimientoinvoluntario.ViofinalmentealoficialencargadodevelarporRosa,conducirlaomásbien
empujarladelantedesutrono.Undoblegritopartióalavezdeladerechaydelaizquierdadelpríncipe.Boxtelfulminado,Corneliusdesatinado,habíangritado:¡Rosa!¡Rosa!-Estetulipánesrealmentevuestro,¿verdad,muchacha?-preguntóelpríncipe.-¡Sí, monseñor! -balbuceó Rosa, a la que un murmullo universal venía a
saludarlaensutiernabelleza.«¡Oh! -murmuró Cornelius-. Ellamentía, pues, cuando decía que le habían
robado esta flor. ¡Oh! ¡Por esto era por lo que había abandonado Loevestein!¡Olvidado,traicionadoporella,porellaaquiencreíamimejoramiga!»«¡Oh!-gimióBoxtelporsuparte-.Estoyperdido!»-Estetulipán-prosiguióelpríncipe-llevará,pues,elnombredesuinventor,y
será inscrito en el catálogo de las flores con el título de Tulipa nigra RosaBarloensis,acausadelnombredeVanBaerle,queserádeahoraenadelanteelnombredecasadadeestajoven.Yalmismotiempo,GuillermocogiólamanodeRosaylapusoenlamanode
unhombrequeacababadeabalanzarse,pálido,aturdido,anonadadodealegría,alpiedel trono, saludandoalternativamentea supríncipe,a sunoviayaDiosque,desdeelinfinitodelazurdelcielo,contemplabasonrienteelespectáculodedoscorazonesfelices.Almismo tiempo, también caía a los pies del presidente Van Systens, otro
hombre,heridoporunaemociónmuydiferente.Boxtel, aniquilado bajo las ruinas de sus esperanzas, acababa de perder el
sentido.Lolevantaron,reconocieronsupulsoysucorazón;estabamuerto.Este incidente no turbó gran cosa la fiesta, dado que ni el presidente ni el
príncipeparecieronpreocuparsemuchodeél.Cornelius retrocedió espantado: en su ladrón, en su falso Jacob, acababade
reconoceralverdaderoIsaacBoxtel,suvecino,delqueenlapurezadesualma,nohabíajamássospechadoniporunsoloinstanteunaaccióntanmalvada.
FueporlodemásunagransuerteparaBoxtelqueDioslehubieraenviadotanapuntoeseataquedeapoplejíafulminante,yaqueellole impidióverpormástiempocosastandolorosasparasuorgulloysuavaricia.Luego, al sonde las trompetas, laprocesión reemprendió lamarcha sinque
nadahubieracambiadoensuceremonial,sinoqueBoxtelestabamuertoyqueCorneliusyRosacaminabanladoaladoylamanodeunoenlamanodelaotra.CuandollegaronalAyuntamiento,elpríncipe,señalandoconeldedolabolsadeloscienmilflorinesdeoroaCornelius,dijo:-Nosesabeclaramentequiénhaganadoestedinero,sivosoRosa;porquesi
voshabéishalladoeltulipánnegro,ellalohacriadoyhechoflorecer;asípues,noofrecérseloaellacomodoteseríainjusto.Porotraparte,ésteeselregalodelaciudaddeHaarlemaltulipán.Cornelius esperaba para saber dónde quería ir a parar el príncipe. Éste
continuó:-Doy a Rosa cien mil florines, que bien se los ha ganado y que podrá
ofrecéroslosavos;sonelpreciodesuamor,desucorajeydesuhonestidad.Encuanto a vos, señor, gracias una vez más a Rosa, que ha traído la prueba devuestra inocencia -y diciendo estas palabras, el príncipe tendió a Cornelius lafamosahojadelaBibliasobrelaqueestabaescritalaCartadeCorneilledeWitt,y quehabía servidopara envolver el tercer bulbo-, en cuanto a vos, digo, noshemos dado cuenta de que fuisteis encarcelado por un crimen que no habíaiscometido.Con esto quiero deciros, no solamente que sois libre, sino, además,que los bienes de un hombre inocente no pueden ser confiscados. Vuestrosbienes os serán, pues, devueltos. Señor Van Baerle, vos sois el ahijado deCorneille deWitt y amigo de Jean. Permaneced digno del nombre que os haconfiadoelunoenlasfuentesdelbautismo,ydelaamistadqueelotrooshabíaprofesado.Conservadlatradicióndelosméritosdeambos,porqueesosseñoresDeWitt,mal juzgados,mal castigados, enunmomentode error popular, erandosgrandesciudadanosdelosqueHolandasesientehoyorgullosa.El príncipe, después de estas palabras que pronunció con voz emocionada,
contra su costumbre, dio sus dosmanos a besar a los futuros esposos, que searrodillaronasulado.Luego,lanzandounsuspiro,exclamó:-¡Ay!Vosotrossoisrealmentefelices,yaquealsoñarconlaverdaderagloria
deHolanday,sobre todo,consuverdaderadicha,nobuscáisconquistarlemásquenuevoscoloresdetulipanes.Ylanzandounamiradahaciaelhorizonte,pordondequedabaFrancia,como
sihubieravistonuevasnubesamontonarseporaquellado,subiódenuevoasucarrozaypartió.
Cornelius,por suparte, salió elmismodíaparaDordrecht conRosa,quien,pormedio de la viejaZug, a la que se expidió en calidad de embajador, hizoprevenirasupadredetodoloquehabíaocurrido.Los que, gracias a la exposición que hemos hecho, conocen el carácter del
viejo Gryphus, comprenderán que se reconcilió difícilmente con su yerno.Conservaba en su corazón los garrotazos recibidos, los había contado por lasmagulladuras;mostraban,decía,cuarentayuno;peroacabóporrendirse,paranosermenosgeneroso,decía,queSuAltezaelestatúder.Convertido en guardián de tulipanes, después de haber sido carcelero de
hombres,fueelmáscelosocarcelerodefloresquesehubieraencontradonuncaenFlandes.Así,habíaqueverlo,vigilandolasmariposaspeligrosas,matandolosratones campestres y espantando las abejas demasiado hambrientas. CuandosupolahistoriadeBoxtelyfuriosoporhabersidoengañadoporelfalsoJacob,se dedicó a demoler el observatorio elevado anteriormente por el envidiosodetrásdelsicomoro;porqueelrecintodeBoxtelvendidoensubasta,seincluyóenlasplatabandasdeCornelius,queaumentósuhaciendademodoquepudieradefendersedetodoslostelescopiosdeDordrecht.Rosa,cadavezmásbella,fueaprendiendocadavezmásyalcabodedosaños
dematrimonio, sabía leer y escribir tan bien, que pudo encargarse sola de laeducacióndedoshermososniños,quelehabíannacidoenlosmesesdemayode1674y1675,como los tulipanes,yque ledieronmuchomenos trabajoque lafamosafloralaquedebíaelhaberlostenido.Ynohayquedecirqueunoeraunmuchachoyelotrounachica,yqueelprimerorecibióelnombredeCornelius,ylasegunda,eldeRosa.Van Baerle permaneció fiel a Rosa como a sus tulipanes; toda su vida se
ocupóde la felicidaddesumujerydelcultivode las flores,cultivograciasalcual halló un gran número de variedades que están inscritas en el catálogoholandés. Los dos principales ornamentos de su salón estaban enmarcados enmarcosdeoro,yeranlasdoshojasdelaBibliadeCorneilledeWitt;sobreuna,como se recuerda, supadrino le había escritoquequemara la correspondenciadelmarquésdeLouvois.Sobrelaotra,habíalegadoaRosaelbulbodeltulipánnegro,acondiciónde
que con su dote de cien mil florines se casara con un guapo muchacho deveintiséisaveintiochoaños,alqueamarayquelaquisiera.Condición que había sido escrupulosamente cumplida, aunqueCornelius no
hubieramuertoyjustamenteporquenohabíamuerto.Finalmente, para combatir a los envidiosos del porvenir, a los que la
ProvidenciatalveznohubieratenidoelplacerdedesembarazarsedeelloscomolohabíahechoconMynheerIsaacBoxtel,escribióencimadesupuertaestafrase
queDeGrotiushabíagrabadoeldíadesuhuida,enelmurodesuprisión:Se ha sufrido muchas veces lo bastante para tener el derecho de no decir
jamás:soydemasiadofeliz.
[1]Monedadecobredecincocéntimos
[2]TítuloequivalenteaSeñorenholandés
[3]Ratonescampestres
[4]CiertacastadeperrosprocedentesdeMolosia,Epiro.
[5]Plantaherbáceacuyaraízseempleóantiguamenteenmedicina.
[6]Pieldevacaoternera,preparadaparapintarenella.
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