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EltulipánnegroAlexandreDumas

Publicado:1850Categoría(s):Ficción,Histórico,NovelaFuente:http://es.wikisource.org

AcercaDumas:AlexandreDumas,père,bornDumasDavydelaPailleterie(July24,1802–

December5,1870)wasaFrenchwriter,bestknownforhisnumeroushistoricalnovels of high adventure which havemade him one of themost widely readFrenchauthorsintheworld.Manyofhisnovels,includingTheCountofMonteCristo,TheThreeMusketeers,andTheMan in the IronMaskwereserialized,andhealsowroteplaysandmagazinearticlesandwasaprolificcorrespondent.Source:Wikipedia

TambiéndisponibleenFeedbooksDumas:

Elcondedemontecristo(1845)Lostresmosqueteros(1844)Amaury(1843)

Nota:EstelibroleesofrecidoporFeedbookshttp://www.feedbooks.comEstricamenteparausopersonal.Enningúncasopuedeserutilizadoconfinescomerciales.

1CapítuloUnpuebloagradecido

El 20 de agosto de 1672, la ciudad de LaHaya, tan animada, tan blanca, tancoquetonaquesediríaquetodoslosdíassondomingo,laciudaddeLaHayaconsuparqueumbroso,consusgrandesárbolesinclinadossobresuscasasgóticas,conlosextensosespejosdesuscanalesenlosquesereflejansuscampanariosdecúpulascasiorientales; laciudaddeLaHaya, lacapitalde lassieteProvinciasUnidas, llenaba todas sus calles con una oleada negra y roja de ciudadanosapresurados, jadeantes, inquietos, que corrían, cuchillo al cinto, mosquete alhombroogarroteenmano,hacialaBuytenhoff,formidableprisióndelaqueaúnse conservan hoy día las ventanas enrejadas y donde, desde la acusación deasesinatoformuladacontraélporelcirujanoTyckelaer,languidecíaCorneilledeWitt,hermanodelexgranpensionariodeHolanda.Si la historia de ese tiempo, y sobre todo de este año en medio del cual

comenzamosnuestro relato,noestuviera ligadadeuna forma indisolublea losdos nombres que acabamos de citar, las pocas líneas explicativas que siguenpodrían parecer un episodio; pero anticipamos enseguida al lector, a ese viejoamigoaquienprometemossiempreelplacerennuestraprimerapágina,yconelcualcumplimosbienquemalenlaspáginassiguientes;anticipamos,decimos,anuestrolector,queestaexplicaciónestanindispensablealaclaridaddenuestrahistoria como al entendimiento del gran acontecimiento político en la cual seenmarca.CorneilleoCorneliusdeWitt,RuartdePulten,esdecir,inspectordediquesde

este país, ex burgomaestre de Dordrecht, su ciudad natal, y diputado por losEstados de Holanda, tenía cuarenta y nueve años cuando el pueblo holandés,cansadodelarepública,talcomolaentendíaJeandeWitt,granpensionariodeHolanda, se encariñó, con un amor violento, del estatuderato que el edictoperpetuo impuestopor JeandeWitten lasProvinciasUnidashabíaabolidoenHolandaparasiemprejamás.Siraroresultaque,ensusevolucionescaprichosas,laimaginaciónpúblicano

veaaunhombredetrásdeunpríncipe,asídetrásdelarepúblicaelpuebloveíaalasdosfigurasseverasdeloshermanosDeWitt,aquellosromanosdeHolanda,

desdeñososdehalagarelgustonacional,yamigosinflexiblesdeunalibertadsinlicenciaydeunaprosperidadsinredundancias,delamismamaneraquedetrásdelestatuderatoveíalafrenteinclinada,graveyreflexivadeljovenGuillermodeOrange,alquesuscontemporáneosbautizaronconelnombredeElTaciturno,adoptadoparalaposteridad.LosdosDeWitttratabanconmiramientoaLuisXIV,delquesentíancrecerel

ascendientemoralsobretodaEuropa,ydelqueacababandesentirelascendientematerial sobre Holanda por el éxito de aquella campaña maravillosa del Rin,ilustradaporesehéroederomancequesellamabacondeDeGuiche,ycantadapor Boileau, campaña que en tres meses acababa de abatir el poderío de lasProvinciasUnidas.LuisXIVeradesdehacíatiempoenemigodelosholandeses,queleinsultaban

yridiculizabancuantopodían,casisiempre,enverdad,porbocadelosfrancesesrefugiados en Holanda. El orgullo nacional hacía de él el Mitrídates de larepública.Existía,pues,contra losDeWitt ladobleanimadversiónque resultadeunaenérgicaresistenciaseguidaporunpoderluchandocontraelgustodelanación,ydelafatiganaturalatodoslospueblosvencidos,cuandoesperanqueotrojefepuedasalvarlosdelaruinaydelavergüenza.Eseotrojefe,dispuestoaaparecer,dispuestoamedirsecontraLuisXIV,por

gigantesca que pareciera ser su fortuna futura, era Guillermo, príncipe deOrange, hijo de Guillermo II, y nieto, por parte de Henriette Stuart, del reyCarlos I de Inglaterra, eseniño taciturno, del queyahemosdichoque seveíaaparecersusombradetrásdelestatuderato.Esejoventeníaveintidósañosen1672.JeandeWitthabíasidosupreceptory

lohabíaeducadoconelfindehacerdeesteantiguopríncipeunbuenciudadano.En su amor por la patria que lo había llevado por encima del amor por sualumno,porunedictoperpetuo, lehabíaquitado laesperanzadelestatuderato.Pero Dios se había reído de esta pretensión de los hombres, que hacen ydeshacen laspotenciasde laTierrasinconsultarconelReydelcielo;yporelcapricho de los holandeses y el terror que inspiraba Luis XIV, acababa decambiar la política del gran pensionario y de abolir el edicto perpetuorestableciendo el estatuderato enGuillermo deOrange, sobre el que tenía susdesignios,ocultostodavíaenlasmisteriosasprofundidadesdelporvenir.El gran pensionario se inclinó ante la voluntad de sus conciudadanos; pero

CorneilledeWittfuemásrecalcitrante,yapesardelasamenazasdemuertedelaplebeorangistaque lesitiabaensucasadeDordrecht, rehusófirmarelactaquerestablecíaelestatuderato.Bajolassúplicasdesullorosamujer,firmóalfin,añadiendosolamenteasu

nombreestasdosletras:V.C.(Vicoactus),loquequeríadecir:«Obligadoporla

fuerza.»Porunverdaderomilagro,aqueldíaescapóalosgolpesdesusenemigos.EncuantoaJeandeWitt,suadhesión,másrápidaymásfácilalavoluntadde

sus conciudadanos apenas le fue más provechosa. Pocos días después resultóvíctimadeunatentativadeasesinato.Cosidoacuchilladas,pocofaltóparaquemurieradesusheridas.Noeraaquelloloquenecesitabanlosorangistas.Lavidadelosdoshermanos

erauneternoobstáculoparasusproyectos;cambiaron,pues,momentáneamente,detáctica,libres,enunmomentodado,paracoronarlasegundaconlaprimera,eintentaronconsumar,conayudadelacalumnia,loquenohabíanpodidoejecutarconelpuñal.Resultabastanteraroque,enunmomentodado,seencuentre,bajolamanode

Dios, un gran hombre para ejecutar una gran acción, y por eso, cuando seproduceporcasualidadestacombinaciónprovidencial,laHistoriaregistraenelmismo instante el nombre de ese hombre elegido, y lo recomienda a laposteridad.Pero cuando el diablo semezcla en los asuntos humanos para arruinar una

existencia o trastornar un Imperio, es muy extraño que no se halleinmediatamenteasualcancealgúnmiserablealquenohaymásquesoplarleunapalabraaloídoparaquesepongaseguidamentealatarea.Ese miserable, que en esta circunstancia se encontró dispuesto para ser el

agente del espíritu malvado, se llamaba, como creemos haber dicho ya,Tyckelaer,yeracirujanodeprofesión.DeclaróqueCorneilledeWitt,desesperado,comohabíademostrado,además,

porsuapostilla,deladerogacióndeledictoperpetuo,ainflamadodeodiocontraGuillermodeOrange,habíaencargadoaunasesinoquelibrasealarepúblicadelnuevoestatúder,yqueeseasesinoeraél,Tyckelaer,quien,atormentadoporlosremordimientos ante la sola idea de la acción que se le pedía, había preferidorevelarelcrimenquecometerlo.Pueden imaginarse la explosión que se originó entre los orangistas ante la

noticiadeestecomplot.ElprocuradorfiscalhizoarrestaraCorneilleensucasa,el16deagostode1672;elRuartdePulten,elnoblehermanodeJeandeWitt,sufrióenunasaladelaBuytenhofflatorturapreparatoriadestinadaaarrancarle,comoa losmásvilescriminales, laconfesióndesupretendidocomplotcontraGuillermo.Pero Corneille tenía no solamente un gran talento, sino también un gran

corazón. Pertenecía a la gran familia de mártires que, teniendo la fe política,comosusantepasadosteníanlafereligiosa,sonríenenlostormentos,y,durantela tortura, recitó con voz firme y espaciando los versos según su metro, la

primeraestrofade«Justumettenacem»deHoracio,noconfesónada,yagotónosolamentelafuerzasinotambiénelfanatismodesusverdugos.No por ello los jueces exoneraronmenos aTyckelaer de toda acusación, ni

dejarondepronunciarcontraCorneilleunasentenciaqueledegradabadetodossuscargosydignidades,condenándolea lascostasdel juicioydesterrándoleaperpetuidaddelterritoriodelarepública.Yaera algopara la satisfaccióndelpueblo, a los interesesdel cual sehabía

dedicadoconstantementeCorneilledeWitt, ese arresto realizadono solamentecontrauninocente,sinotambiéncontraungranciudadano.Sinembargo,comoseverá,estonofuebastante.Losatenienses,quehandejadounahermosareputacióndeingratitud,cedían

en este punto ante los holandeses. Aquellos se contentaron con desterrar aArístides.Jean deWitt, a los primeros rumores de la acusación formulada contra su

hermano, había dimitido de su cargo de gran pensionario.Así era dignamenterecompensadoporsudevociónalpaís.Sellevabaasuvidaprivadasusdisgustosysusheridas,únicosbeneficiosqueconsiguenengenerallaspersonashonradasculpablesdelaborarporsupatriaolvidándosedeellasmismas.Durante este tiempo, Guillermo de Orange esperaba, no sin apresurar los

acontecimientospor todos losmediosensupoder,aqueelpueblodelqueeraídololeconstruyeraconloscuerposdelosdoshermanoslosdospeldañosquelehacíanfaltaparaalcanzarlasilladelestatuderato.Ahora bien, el 29 de agosto de 1672, como hemos dicho al comenzar este

capítulo, toda la ciudad corría hacia la Buytenhoff para asistir a la salida deCorneilledeWittdelaprisión,partiendoparaelexilio,yverquéseñaleshabíadejadolatorturasobreelcuerpodeesehombrequeconocíatanbienaHoracio.Apresurémonos a añadir que toda aquella multitud que se dirigía hacia la

Buytenhoff no acudía solamente con esta inocente intención de asistir a unespectáculo, sino quemuchos, en sus filas, tenían que representar un papel, omásbiencompletaruntrabajoquecreíanhabíasidomalrealizado.Nosreferimosaltrabajodelverdugo.Habíaotros,enverdad,queacudíanconintencionesmenoshostiles.Paraellos

setratabasolamentedeeseespectáculo,siempreatrayenteparalamultitud,conelquesehalagaelinstintivoorgullodeverarrastrándoseporelpolvoalquehaestadomuchotiempodepie.EseCorneilledeWitt,esehombresinmiedo,sedecían,¿noestabaencerrado,

debilitadoporlatortura?¿Noibanaverlo,pálido,sangrante,avergonzado?¿Noeraunhermosotriunfoparaestaburguesía,másenvidiosatodavíaqueelpueblo,ydelquetodobuenciudadanodeLaHayadebíatomarparte?

Y,además,sedecíanlosagitadoresorangistashábilmentemezcladosenaquelgentíoalqueesperabanmanejarcomouninstrumentodecisivoycontundenteala vez, ¿no se encontrará, desde la Buytenhoff a la puerta de la ciudad, unaocasión para lanzar un poco de barro, incluso algunas piedras, a eseRuart dePulten,quenosolamentenohadadoelestatuderatoalpríncipedeOrangemásquevicoactus,sinoquetodavíahaqueridohacerloasesinar?Sin contar, añadían los feroces enemigos de Francia, que, si se hacían las

cosasbienysemostrabanvalientesenLaHaya,nodejaríansiquierapartirparaelexilioaCorneilledeWitt,quien,unavezlibre,tramaríatodassusintrigasconFranciayviviríadelorodelmarquésdeLouvoisconsuperversohermanoJean.Ensemejantesdisposiciones,comoesdeprever,losespectadorescorrenmás

quecaminan.Por ello, loshabitantesdeLaHayacorrían tandeprisahacia laBuytenhoff.Enmediodelosquemásseapresuraban,lohacía,conrabiaenelcorazóny

sinproyectosenlamente,elhonradoTyckelaer,jaleadoporlosorangistascomounhéroedeprobidad,dehonornacionalydecaridadcristiana.Estevalientefacinerosocontaba,embelleciéndolascontodaslasfloresdesu

almaytodoslosrecursosdesuimaginación,lastentativasqueCorneilledeWitthabía hecho contra su virtud, las sumas que le había prometido y la infernalmaquinaciónpreparadade antemanopara allanarle a él, aTyckelaer, todas lasdificultadesdelasesinato.Ycadafrasedesudiscurso,ávidamenterecogidaporelpopulacho,levantaba

rugidosdeentusiásticoamorporelpríncipeGuillermo,yalaridosdeciega iracontra los hermanosDeWitt. El populacho se dedicaba amaldecir a aquellosinicuosjuecesqueconelarrestodejabanescaparsanoysalvoaunabominablecriminalcomoeraesemalvadoCorneille.Yalgunosinstigadoresrepetíanenvozbaja:-¡Vaapartir!¡Senosvaaescapar!Aloqueotrosrespondían:-UnbarcoleesperaenSchweningen,unbarcofrancés.Tyckelaerlohavisto.-¡ValienteTyckelaer!¡HonradoTyckelaer!-gritabalamuchedumbreacoro.-Sincontar-decíaunavoz-conqueduranteestahuidadeCorneille,Jean,que

noesmenostraidorquesuhermano,sesalvarátambién.-Y los dos bribones se comerán en Francia nuestro dinero, el dinero de

nuestrosbarcos,denuestrosarsenales,denuestrasfábricasvendidasaLuisXIV.-¡Impidámoslespartir! - gritaba lavozdeunpatriotamás avanzadoque los

otros.-¡Alaprisión!¡Alaprisión!-repetíaelcoro.Yconestosgritos,losciudadanoscorríanmás,losmosquetessecargaban,las

hachasrelucíanylosojosbrillaban.Sin embargo, no se había cometido todavía ningunaviolencia, y la líneade

jinetes que guardaba los accesos a la Buytenhoff permanecía fría, impasible,silenciosa,másamenazadoraporsuflemaquetodaaquellahordaburguesaloeraporsusgritos, suagitaciónysusamenazas; inmóvilbajo lamiradadesu jefe,capitándecaballeríadeLaHaya,el cual sostenía laespada fuerade suvaina,perobajayconlapuntaenelángulodesuestribo.Estatropa,únicoescudoquedefendíalaprisión,contenía,consuactitud,no

solamente a las masas populares desordenadas y ardientes, sino también aldestacamentodelaguardiaburguesaque,colocadaenfrentealaBuytenhoffparamantenerelorden,juntamenteconlatropa,dabaelejemploalosperturbadoresconsusgritossedicentes:-¡VivaOrange!¡Abajolostraidores!LapresenciadeTillyydesusjinetesera,ciertamente,unfrenosaludablepara

todos aquellos soldados burgueses; mas, poco después, se exaltaron con suspropios gritos y como no comprendían que se puede tener valor sin gritar,imputaronalatimidezelsilenciodelosjinetesydieronunpasohacialaprisiónarrastrandotrasdesíatodalaturbapopular.Pero entonces, el conde De Tilly avanzó solo ante ellos, levantando

únicamentesuespadaalavezquefruncíalascejas.-¡Eh,señoresdelaguardiaburguesa!-lesincrepó-.¿Porquécamináis,yqué

deseáis?Losburguesesagitaronsusmosquetesrepitiendo:-¡VivaOrange!¡Muertealostraidores!-¡VivaOrange, sea! -dijo el señorDeTilly-.Aunqueyoprefiero los rostros

alegresalosdesagradables.¡Muertealostraidores!Siasíloqueréisymientrasno lo queráis más que con gritos, gritad tanto como gustéis: ¡Muerte a lostraidores!Peroencuantoamatarlosefectivamente,estoyaquíparaimpedirlo,ylo impediré -y volviéndose hacia sus soldados, gritó- : ¡Arriba las armas,soldados!LossoldadosdeDeTillyobedecieronalmandatoconunatranquilaprecisión

que hizo retroceder inmediatamente a los burgueses y al pueblo, no sin unaconfusiónquehizosonreírcondesdénaloficialdecaballería.-¡Vaya,vaya!-exclamóconesetonoburlóndelosquepertenecenalacarrera

de las armas-. Tranquilizaos, burgueses; mis soldados no se batirán, mas porvuestrapartenodeisunpasohacialaprisión.-¿Sabéis, señor oficial, que nosotros tenemosmosquetes? -replicó furioso el

comandantedelosburgueses.-Ya lo veo, pardiez, que tenéis mosquetes -dijo De Tilly-. Me los estáis

pasando por delante de los ojos; pero observad también por vuestra parte quenosotros tenemos pistolas, que la pistola alcanza admirablemente a cincuentapasos,yquevosnoestáismásqueaveinticinco.-¡Muertealostraidores!-gritólacompañíadelosburguesesexasperada.-¡Bah!Siempredecíslomismo-gruñóeloficial-.¡Resultafatigante!Y recuperó su puesto a la cabeza de la tropa mientras el tumulto iba en

aumentoalrededordelaBuytenhoff.Y,sinembargo,elpuebloenardecidonosabíaqueenelmismomomentoen

querastreabalasangredeunadesusvíctimas,laotra,comosituvieraprisaporadelantarseasusuerte,pasabaacienpasosdelaplazapordetrásdelosgruposydelosjinetes,dirigiéndosealaBuytenhoff.

2CapítuloDoshermanos

ComohabíadicholabellaRosaenunadudallenadepresentimientos,mientrasJeandeWittsubíalaescaleradepiedraqueconducíaalaprisióndesuhermanoCorneille,losburgueseshacíancuantopodíanporalejarlatropadeDeTillyquelesmolestaba.Lo cual, visto por el pueblo, que apreciaba las buenas intenciones de su

milicia,sedesgañitabagritando:-¡Vivanlosburgueses!En cuanto al señor De Tilly, tan prudente como firme, parlamentaba con

aquella compañía burguesa ante las pistolas dispuestas de su escuadrón,explicándolesdelamejormaneraposiblequelaconsignadadaporlosEstadosleordenabaguardarcontrescompañíasdesoldadoslaplazadelaprisiónysusalrededores.-¿Porquéesaorden?¿Porquéguardarlaprisión?-gritabanlosorangistas.-¡Ah! -respondió el señor De Tilly-. Me preguntáis algo que no puedo

contestar.Mehandicho:«Guardad»;yguardo.Vosotros,quesoiscasimilitares,señores,debéissaberqueunaconsignanosediscute.-¡Perooshandadoestaordenparaquelostraidorespuedansalirdelaciudad!-Podríaser,yaque los traidoreshansidocondenadosaldestierro-respondió

DeTilly.-Pero¿quiénhadadoestaorden?-¡LosEstados,pardiez!-LosEstadosnostraicionan.-Encuantoaeso,yonosénada.-Yvosmismonostraicionáis.-¿Yo?-Sí,vos.-¡Ah, ya! Entendámonos, señores burgueses; ¿a quién traicionaría? ¡A los

Estados!Yonopuedotraicionarlos,yaquesiendosusoldado,ejecutofielmentesuconsigna.Yenesto,comoelcondeteníatantarazónqueresultabaimposiblediscutirsu

respuesta, redoblaron los clamores y amenazas; clamores y amenazasespantosas,alasqueelconderespondíacontodalaeducaciónposible.-Pero,señoresburgueses,porfavor,desarmadlosmosquetes;puededispararse

uno por accidente, y si el tiro hiere a uno de mis jinetes, os derribaremosdoscientos hombres por tierra, lo que lamentaríamos mucho; pero vosotrosmuchomás,yaqueesonoentraenvuestrasintencionesnienlasmías.-Sitalhicierais-gritaronlosburgueses-,anuestravezabriríamosfuegosobre

vosotros.-Sí,peroaunquealhacerfuegosobrenosotrosnosmataraisatodosdesdeel

primeroalúltimo,aquellosaquienesnosotroshubiéramosmatado,noestaríanporellomenosmuertos.-Cedednos,pues,laplaza,yejecutaréisunactodebuenciudadano.-Enprimer lugar,yono soyunciudadano -dijoDeTilly-, soyunoficial, lo

cualesmuydiferente;yademás,nosoyholandés,sinofrancés, locualesmásdiferente todavía. No conozco, pues, más que a los Estados que me pagan;traedmedepartedelosEstadoslaordendecederlaplazaydarémediavueltaalinstante,contandoconquemeaburroenormementeaquí.-¡Sí, sí! -gritaron cien voces que semultiplicaron al instante por quinientas

más-. ¡Vamos al Ayuntamiento! ¡Vamos a buscar a los diputados! ¡Vamos,vamos!-Esoes-murmuróDeTillymirandoalejarsealosmásfuriosos-.Idabuscar

unacobardíaalAyuntamientoyveamossioslaconceden;id,amigosmíos,id.Eldignooficialcontabaconelhonordelosmagistrados,loscualesasuvez

contabanconsuhonordesoldado.-Estará bien, capitán -dijo al oído del conde su primer teniente-, que los

diputadosrehúsenaesosenergúmenosloquelespidan;peroquenosenviarananosotrosalgúnrefuerzo,nonosharíaningúnmal,creoyo.Mientras tanto, Jean deWitt, al que hemos dejado subiendo la escalera de

piedra después de su conversación con el carcelero Gryphus y su hija Rosa,habíallegadoalapuertadelaceldadondeyacíasobreuncolchónsuhermanoCorneille, al que el fiscal había hecho aplicar, como hemos dicho, la torturapreparatoria.La sentencia del destierro había hecho inútil la aplicación de la tortura

extraordinaria.Corneille, echado sobre su lecho, con las muñecas dislocadas y los dedos

rotos,nohabiendoconfesadonadadeuncrimenquenohabíacometido,acabóporrespiraralfin,despuésdetresdíasdesufrimientos,alsaberquelosjuecesdelos que esperaba la muerte, habían tenido a bien no condenarlo más que aldestierro.

Cuerpo enérgico, alma invencible, hubiera decepcionado a sus enemigos siéstos hubiesen podido, en las profundidades sombrías de la celda de laBuytenhoff,verbrillarsobresupálidorostrolasonrisadelmártirqueolvidaelfangodelaTierradespuésdehaberentrevistolosmaravillososesplendoresdelCielo.ElRuarthabíarecuperadotodassusfuerzas,másporelpoderdesuvoluntad

queporunaasistencia real,ycalculabacuánto tiempo todavía le retendríanenprisiónlasformalidadesdelajusticia.Precisamente en aquel momento los clamores de la milicia burguesa

mezcladosalosdelpueblo,seelevabancontralosdoshermanosyamenazabanalcapitánDeTilly,quelesservíadeescudo.Estealboroto,queveníaarompersecomounamareaascendentealpiede lasmurallasde laprisión, llegóhastaelprisionero.Mas,poramenazantequefueraeserumor,Corneilledesprecióinformarseni

se tomó el trabajo de levantarse paramirar por la ventana estrechay enrejadaquedejabaentrarlaluzylosmurmullosdefuera.Estaba tan embotado por la continuidad de su mal, que ese mal se había

convertidocasienunacostumbre.Finalmente,sentíacontantadeliciaasualmayasurazóntancercadedesprendersedelosestorboscorporales,queleparecíayaqueestaalmayestarazónescapadasalamateria,planeabanporencimadeellacomoflotaporencimadeunhogarcasiapagadolallamaqueloabandonaparasubiralcielo.Pensabatambiénensuhermano.Probablemente,eraquesuproximidad,porlosmisteriosdesconocidosqueel

magnetismo ha descubierto después, se hacía sentir también. En el mismomomento en que Jean se hallaba tan presente en el pensamiento deCorneille,que casi murmuraba su nombre, la puerta se abrió; Jean entró, y con pasoapresurado se acercó al lecho de su hermano, el cual tendió sus brazosmartirizadosysusmanosenvueltasenvendashaciaaquelgloriosohermanoalquehabíaconseguidosobrepasar,noporlosserviciosprestadosalpaís,sinoporelodioqueleprofesabanlosholandeses.Jeanbesótiernamenteasuhermanoenlafrenteydepositósuavementesobre

elcolchónsusmanosenfermas.-Corneille,mipobrehermano-dijo-,sufrísmucho,¿verdad?-Nosufroya,hermanomío,porqueosveo.-¡Oh, mi pobre, querido Corneille! Entonces, en su defecto, soy yo el que

sufreporverosasí,osloaseguro.-Poresohepensadomásenvosqueenmímismo,ymientrasmetorturaban,

nopenséenlamentarmemásqueunavezparadecir:«¡Pobrehermano!»Peroya

queestáisaquí,olvidémoslotodo.Venísabuscarme,¿verdad?-Sí.-Estoy curado; ayudadme a levantar, hermano mío, y veréis cómo camino

bien.-No tendréis que caminar mucho tiempo, hermano mío, porque tengo mi

carrozaenelvivero,detrásdelosjinetesdeDeTilly.-¿LosjinetesdeDeTilly?¿Porquéestánenelvivero?-¡Ah! Es que se supone -dijo el ex gran pensionario con esa sonrisa de

fisonomíatristequeleerahabitual-quelasgentesdeLaHayadesearánvernospartir,ysetemealgúntumulto.-¿Untumulto?-repitióCorneilleclavandosumiradaensuturbadohermano-.

¿Untumulto?-Sí,Corneille.-Entonces, esto es lo que oía hace un momento -dijo el prisionero como

hablándose a sí mismo. Luego, volviéndose hacia su hermano-: Hay muchagenteenlaBuytenhoff,¿noesverdad?-preguntó.-Sí,hermanomío.-Peroentonces,paraveniraquí…-¿Ybien?-¿Cómooshandejadopasar?-Sabéis bien que no somos muy queridos, Corneille -explicó el ex gran

pensionarioconmelancólicaamargura-.Hevenidoporlascallesapartadas.-¿Oshabéisocultado,Jean?-Teníaeldeseodellegarhastavossinpérdidadetiempo,yhehecholoquese

haceenpolíticayenelmarcuandosetieneelvientodecara:hebordeado.Enesemomento, el ruidoascendiómás furiosode laplaza a laprisión.De

Tillydialogabaconlaguardiaburguesa.-¡Oh!¡Oh!-exclamóCorneille-.Soisrealmenteungranpiloto,Jean;perono

sésisacaréisavuestrohermanodelaBuytenhoff,conestamarejadayconlasrompientes populares, tan felizmente como condujisteis la flota de Tromp aAmberes,enmediodelosbajosfondosdelEscalda.-Con la ayuda de Dios, Corneille, trataremos de hacerlo, por lo menos -

respondióJean-.Mas,primero,unapalabra.-Decid.Losclamoresascendierondenuevo.-¡Oh!¡Oh!-continuóCorneille-.¡Quéencolerizadaestáesagente!¿Escontra

vos?¿Esencontramía?-Creoqueescontra losdos,Corneille.Osdecía,pues,hermanomío,que lo

quelosorangistasnosreprochanenmediodesusburdascalumnias,eselhaber

negociadoconFrancia.-Sí,nosloreprochan.-¡Losnecios!-Pero si esas negociaciones hubieran tenido éxito, nos habrían evitado las

derrotas deRees, deOrsay, deVeel y deRhemberg; les hubieran impedido elpaso del Rin, y Holanda podría creerse todavía invencible en medio de suspantanosydesuscanales.-Todoesoesverdad,hermanomío,pero loqueesunaverdadmásabsoluta

todavía es que si se hallara en este momento nuestra correspondencia con elseñorDeLouvois,porbuenpilotoqueyofuera,nopodríasalvarelfrágilesquifeque va a llevar a los De Witt y su fortuna fuera de Holanda. Estacorrespondencia, que probaría a esas honradas gentes cuánto amo ami país yquésacrificiosofrecíarealizarpersonalmenteporsulibertad,porsugloria,nosperdería ante los orangistas, nuestros vencedores.Así pues, queridoCorneille,me gustaría saber que la habéis quemado antes de abandonar Dordrecht paravenirabuscarmeaLaHaya.-Hermanomío-respondióCorneille-,vuestracorrespondenciaconelseñorDe

Louvoispruebaquevoshabéissidoenlosúltimostiemposelmásgrande,elmásgenerosoyelmáshábilciudadanodelassieteProvinciasUnidas.Amolagloriade mi país; amo sobre todo vuestra gloria, hermano mío, y me he guardadomuchodequemaresacorrespondencia.-Entoncesestamosperdidosparaestavidaterrenal-comentótranquilamenteel

exgranpensionarioacercándosealaventana.-No,muyalcontrario,Jean,yobtendremosalavezlasalvacióndelcuerpoy

laresurreccióndelapopularidad.-¿Quéhabéishecho,pues,conesascartas?-SelasheconfiadoaCorneliusvanBaerle,miahijado,alquevosconocéisy

queviveenDordrecht.-¡Oh!¡Pobremuchacho,esequeridoeinocenteniño!¡Aeseeruditoque,cosa

rara,sabetantascosasynopiensamásqueenlasfloresquesaludanaDios,yenDiosquehacenacerlasflores,lehabéisencomendadoesedepósitomortal!Pero¡esepobre,queridoCornelius,estáperdido,hermanomío!-¿Perdido?-Sí,porqueoseráfuerteoserádébil.Siesfuerte,porqueporinauditoquesea

lo que nos suceda; porque, aunque sepultado en Dordrecht, aunque distraído,¡ésteeselmilagro!,undíauotrosabráloquenospasa,siesfuerte,sealabarádenosotros; si esdébil, tendrámiedodenuestra intimidad; si es fuerte,gritaráelsecreto;siesdébil,selodejarácoger.Enunouotrocaso,Corneille,estáperdidoynosotrostambién.Asípues,hermanomío,huyamosdeprisa,sitodavíaestamos

atiempo.Corneille se incorporó de su lecho y, cogió lamano de su hermano, que se

estremecióalcontactodelasvendas.-¿Acasonoconozcoamiahijado?-dijo-.¿Esquenoheaprendidoaleercada

pensamiento en la cabeza de Van Baerle, cada sentimiento en su alma? ¿Mepreguntassiesdébil,siesfuerte?Noesnilounonilootro,¡peronoimportaloquesea!Lo importanteesqueguardaráel secreto, teniendoencuentaqueesesecreto,nisiquieraloconoce.Jeansevolviósorprendido.-¡Oh! -continuó Corneille con su dulce sonrisa-. El Ruart de Pulten es un

político educado en la escuela de Jean; os repito, hermano mío, Van Baerleignoralanaturalezayelvalordeldepósitoqueleheconfiado.-¡Deprisa, entonces! -exclamóJean-.Todavíaestamosa tiempo,démosle la

ordendequemarellegajo.-¿Conquiénledamosesaorden?-ConmicriadoCraeke,quedebíaacompañarnosacaballoyquehaentrado

conmigoenlaprisiónparaayudarosadescenderlaescalera.-Reflexionadantesdequemaresostítulosgloriosos,Jean.-Piensoqueantesquenada,mivalienteCorneille,esprecisoqueloshermanos

DeWitt salvensuvidapara salvar su renombre.Muertosnosotros,¿quiénnosdefenderá,Corneille?¿Quiénnoscomprenderátansolo?-¿Creéis,pues,quenosmataríansiencontraranesospapeles?Jean,sincontestarasuhermano,extendiólamanohacialaventana,porlaque

ascendíanenaquelmomentoexplosionesdeclamoresferoces.-Sí,sí-dijoCorneille-,yaoigoesosclamores;pero¿quédicen?Jeanabriólaventana.-¡Muertealostraidores!-aullabaelpopulacho.-¿Oísahora,Corneille?-¡Ylostraidores,somosnosotros!-exclamóelprisionerolevantandolosojos

alcieloyencogiéndosedehombros.-Somosnosotros-repitióJeandeWitt.-¿DóndeestáCraeke?-Alotroladodeestapuerta,imagino.-Hacedleentrar,entonces.Jeanabriólapuerta;elfielservidoresperaba,enefecto,anteelumbral.-Venid,Craeke,yretenedbienloquemihermanovaadeciros.-Oh, no, no basta con decirlo, Jean, es preciso que lo escriba,

desgraciadamente.-¿Yporqué?

-PorqueVan Baerle no entregará ese depósito ni lo quemará sin una ordenprecisa.-Pero¿podéisescribir,miqueridohermano?-preguntóJean,anteelaspectode

aquellaspobresmanosquemadasymartirizadas.-¡Oh!¡Situvieraplumaytinta,yaveríais!-dijoCorneille.-Aquíhayunlápiz,porlomenos.-¿Tenéispapel?Porqueaquínomehandejadonada.-EstaBiblia.Arrancadlaprimerahoja.-Bien.-Perovuestraescritura¿serálegible?-¡Adelante! -dijo Corneille mirando a su hermano-. Estos dedos que han

resistidolasmechasdelverdugo,estavoluntadquehadominadoaldolor,vanaunirse en un común esfuerzo y, estad tranquilo, hermanomío, las líneas serántrazadassinunsolotemblor.Yenefecto,Corneillecogióellápizyescribió.Entonces pudo verse aparecer bajo las blancas vendas unas gotas de sangre

quelapresióndelosdedossobreellápizdejabaescapardelascarnesabiertas.Elsudorperlabalafrentedelexgranpensionario.Corneilleescribió:

20deagostode1672

Queridoahijado:

Quemaeldepósitoqueteheconfiado,quémalosinmirarlo,sinabrirlo,afindequecontinúedesconocidoparati.Lossecretosdelgéneroqueéstecontienematanalosdepositarios.Quémalo,yhabrássalvadoaJeanyaCorneille.Adiós,yquiéreme.CORNEILLEDEWITT.

Jean, con lágrimas en los ojos, enjugó una gota de aquella noble sangre quehabíamanchadolahoja,laentregóaCraekeconunaúltimarecomendaciónysevolvió haciaCorneille, a quien el sufrimiento le había hechopalidecermás, yqueparecíapróximoadesvanecerse.-Ahora -explicó-, cuando ese valienteCraeke deje oír su antiguo silbato de

contramaestre,esquesehallará fuerade losgruposdelotro ladodelvivero…

Entonces,partiremosanuestravez.No habían transcurrido cinco minutos, cuando un largo y vigoroso silbido

rasgóconsuretumbomarinolasbóvedasdefollajenegrodelosolmosydominólosclamoresdelaBuytenhoff.Jeanlevantólosbrazosalcieloparadarlasgracias.-Yahora-dijo-partamos,Corneille.

3CapítuloEldiscípulodeJeanDeWitt

Mientras los aullidos de la muchedumbre reunida en la Buytenhoff, subiendosiempremásespantososhacialosdoshermanos,determinabanaJeandeWittaapresurarlasalidadesuhermanoCorneille,unacomisióndeburguesessehabíadirigido,comohemosdicho,alAyuntamiento,parapedirlaretiradadelcuerpodecaballeríadeDeTilly.NoestabamuylejoslaBuytenhoffdelaHoogstraet;asívemosaunextraño

que, desde el momento en que aquella escena había comenzado seguía losdetalles concuriosidad,dirigirse con losotros, omásbiendetrásde losotros,haciaelAyuntamiento,paraconocerlanuevadeloqueibaasuceder.Este extraño era un hombremuy joven, de unos veintidós o veintitrés años

apenas,sinvigoraparente.Ocultaba,porquesindudateníasusrazonesparanoserreconocido,surostropálidoyalargadobajounfinopañuelodeteladeFrisia,con el cual no cesaba de enjugarse la frente húmeda de sudor o sus labiosardientes.Conlamiradafijacomounpájarodepresa,lanarizaquilinaylarga,laboca

fina y recta, abierta o más bien hendida como los labios de una herida, estehombrehubieraofrecidoaLavater,siLavaterhubiesevividoenaquellaépoca,unsujetodeestudiosfisiológicosquealprincipionohabríanhabladomuchoensufavor.Entreelrostrodeunconquistadoryeldeunpirata,decíanlosantiguos,¿qué

diferenciasehallará?Laqueseencuentraentreeláguilayelbuitre.Laserenidadolainquietud.Así, aquella fisonomía lívida, ese cuerpo delgado y miserable, ese paso

inquietoconelqueibadelaBuytenhoffalaHoogstraetsiguiendoatodoaquelpuebloaullante,constituíaeltipoylaimagendeunamosuspicazodeunladróninquieto;yunpolicíahabríaciertamenteoptadoporestaúltimacreencia,acausadelcuidadoqueponíaenocultarse.Porotraparte, vestía sencillamentey sin armas aparentes; subrazodelgado

peronervioso,sumanosecaperoblanca,fina,aristocrática,seapoyabanoenunbrazo,sinoenelhombrodeunoficialque,conelpuñoenlaespada,había,hasta

el momento en que su compañero se puso en camino y lo arrastrara con él,contemplado todas las escenas de la Buytenhoff con un interés fácil decomprender.Llegado a la plaza de laHoogstraet, el hombre del rostro pálido empujó al

otrobajoelresguardodeunacontraventanaabiertayfijólosojosenelbalcóndelAyuntamiento.A los frenéticosgritosdelpueblo, laventanade laHoogstraet seabrióyun

hombreavanzóparadialogarconelgentío.-¿Quién aparece en el balcón? -preguntó el joven al oficial, señalándole

solamenteconelojoalorador,queparecíamuyemocionadoyquesesosteníaenlabalaustradamásbienqueseinclinabasobreella.-EseldiputadoBowelt-explicóeloficial.-¿QuétalhombreesesediputadoBowelt?¿Leconocéis?-Esunhombrevaliente,segúncreoalmenos,monseñor.El joven,aloír estaapreciacióndelcarácterdeBowelthechaporeloficial,

dejó escapar un movimiento de desagrado tan extraño, un descontento tanvisible,queeloficiallonotóyseapresuróaañadir:-Porlomenos,asísedice,monseñor.Encuantoamí,nopuedoafirmarnada,

noconociendopersonalmentealseñordeBowelt.-Hombre valiente -repitió el que era llamado monseñor-. ¿Es un hombre

valiente,queréisdecir,ounvalientehombre?-¡Ah!,Monseñormeperdonará; nome atrevería a establecer esta distinción

frenteaunhombreque,repitoaVuestraAlteza,noconozcomásquedevista.-Algrano-murmuróeljoven-,esperemos,yvamosaver.Eloficialinclinólacabezaenseñaldeasentimientoysecalló.-Si eseBowelt es un hombre valiente -continuoSuAlteza-, recibirá demal

gradolapeticiónqueestosenfurecidosvienenahacerle.Y el movimiento nervioso de su mano, que se agitaba a su pesar sobre el

hombrodesucompañero,comohubieranhecholosdedosdeuninstrumentistasobre las teclas de un piano, traicionaba su ardiente impaciencia, tan maldisfrazada en ciertosmomentos, y sobre todo en esta ocasión, bajo el aspectoglacialysombríodelrostro.Se oyó entonces al jefe de la comisión burguesa interpelar al diputado para

hacerledecirdóndesehallabanlosotrosdiputados,suscolegas.-Señores-repitióporsegundavezDeBowelt-,osdigoqueenestemomento

estoysoloconelseñorD'Asperen,ynopuedotomarunadecisiónpormímismo.-¡Laorden!¡Laorden!-gritaronvariosmillaresdegargantas.ElseñorDeBowelthablaba,peronoseoíansuspalabrasysolamentese le

veíaagitarsusbrazosengestosmúltiplesydesesperados.

Peroviendoquenopodíahacerseentender,sevolvióhacialaventanaabiertayllamóalseñorD'Asperen.D'Asperenaparecióasuvezenelbalcón,dondefuesaludadocongritosmás

enérgicos todavía que los que habían acogido, diezminutos antes al señorDeBowelt.Emprendió también la difícil tarea de dialogar con la multitud, pero ésta

prefirió forzar la guardia de losEstados, que por otra parte no opuso ningunaresistenciaalpueblosoberano,aoíreldiscursodelseñorD'Asperen.-Vamos-dijofríamenteeljovenmientraselpuebloseintroducíaporlapuerta

principaldelaHoogstraet-parecequeladeliberacióntendrálugarenelinterior,coronel.Vamosaoírla.-¡Ah,monseñor,monseñor!¡Tenedcuidado!-¿Aqué?-Entreesosdiputados,haymuchosquehantenidorelacionesconvos,ybasta

conqueunosoloreconozcaaVuestraAlteza.-Sí,paraquesemeacusedeserelinstigadordetodoesto.Tienesrazón-dijo

el joven,cuyasmejillasenrojecieronun instante lamentandohaberdemostradotanta precipitación en sus deseos-. Sí, tienes razón; quedémonos aquí. DesdeaquílesveremosvolverconosinlaautorizaciónyjuzgaremosasísielseñorDeBowelt es un hombre valiente o un valiente hombre, que es lo que tengo quesaber.-Pero -observó el oficial mirando con asombro al que daba el título de

monseñor-VuestraAlteza no supondrá por un solo instante, imagino, que losdiputadosordenenalejarsealosjinetesdeDeTilly,¿verdad?-¿Porqué?-preguntófríamenteeljoven.-Porquesi loordenaran,estosignificaríasimplemente firmar lasentenciade

muertedelosseñoresCorneilleyJeandeWitt.-Yaveremos -respondió fríamenteSuAlteza-.SóloDiospuedesaber loque

pasaenelcorazóndeloshombres.Eloficialmiróahurtadillaselrostroimpasibledesucompañero,ypalideció.

Esteoficialeraalavezunhombrevalienteyunvalientehombre.Desde el lugar donde permanecían, Su Alteza y su compañero oían los

rumoresylospisoteosdelpuebloenlasescalerasdelAyuntamiento.Luego se oyó crecer ese ruido y extenderse sobre la plaza por las ventanas

abiertas de aquella sala en cuyo balcón habían aparecido De Bowe1t yD'Asperen,loscualeshabíanentradoalinterior,anteeltemorsinduda,dequeempujándolos, el pueblo no les hiciera saltar por encima de la balaustrada.Despuéssevieronunassombrasarremolinadasytumultuosaspasarpordelantedeaquellasventanas.Lasaladelasdeliberacionessellenabaderevoltosos.

Derepente,cesóelruido;luegomásderepentetodavía,redoblóenintensidadyalcanzótalgradodeexplosiónqueelviejoedificiotemblóhastaloscimientos.Después,finalmente,eltorrentevolvióarodarporlasgaleríasylasescaleras

hastalapuerta,bajocuyabóvedaseleviodesembocarcomounatromba.En cabeza del primer grupo, volaba, más que corría, un hombre

horrorosamentedesfiguradoporlaalegría.EraelcirujanoTyckelaer.-¡Latenemos!¡Latenemos!-gritóagitandounpapelenelaire.-¡Tienenlaorden!-murmuróeloficialestupefacto.-¡Y bien! Ya me he fijado -dijo tranquilamente Su Alteza-. No sabíais, mi

querido coronel, si el señor De Bowelt era un hombre valiente o un valientehombre.Noesnilounonilootro.Luego, mientras seguía con la mirada, sin pestañear, a toda aquella

muchedumbrequecorríadelantedeél,ordenó:-Ahora venid a la Buytenhoff, coronel; creo que vamos a ver un extraño

espectáculo.Eloficialseinclinóysiguióasuamosinresponder.Elgentíoerainmensoenlaplazayenlosaccesosalaprisión.Perolosjinetes

de De Tilly lo contenían siempre con la misma fortuna y sobre todo con lamismafirmeza.Prontooyóelcondeelrumorcrecienteoriginadoporelflujodehombresque

se aproximaba, de los que percibió enseguida las primeras oleadas avanzandoconlarapidezdeunacatarataqueseprecipita.Almismotiempo,vioelpapelqueflotabaenelaire,porencimadelasmanos

crispadasydelasarmasresplandecientes.-¡Eh!-exclamólevantándosesobresusestribosytocandoasutenienteconel

pomodelaespada-.Creoquelosmiserableshanconseguidosuorden.-¡Cobardesbribones!-gritóelteniente.Eraenefectolaorden,quelacompañíadeburguesesrecibióconrugidosde

alegría. Enseguida se puso en movimiento y marchó con las armas bajas ylanzandograndesgritosalencuentrodelosjinetesdelcondeDeTilly.Pero el conde no era hombre que les dejara aproximarse más de lo

conveniente.-¡Alto! -gritó-. ¡Alto!Y separaos del pecho demis caballos, o cargo contra

vosotros.-¡Aquíestálaorden!-respondieroncienvocesinsolentes.Lacogióconestupor,lanzóporencimaunaojeadarápida,yenvozaltadijo:-Los que han firmado esta orden son los verdaderos verdugos del señor

CorneilledeWitt.Encuantoamí,noquisierapormisdosmanoshaberescrito

unasolaletradeestainfameorden-yrechazandoconelpomodesuespadaalhombrequequeríacogérsela,añadió-:Unmomento.Unescritocomoésteesdeimportancia,yseguarda.Plegó el papel y lo metió con cuidado en el bolsillo de su casaca. Luego,

volviéndosehaciasutropa,gritó:-¡JinetesdeDeTilly,desfiladporladerecha!Luego,amediavoz,ynoobstante,deformaquesuspalabrasnoseperdieran

paratodoelmundo,dijo:-Yahora,asesinos,realizadvuestrotrabajo.Ungritofuriosocompuestodetodoslosodiossedientosydetodaslasalegrías

ferocesquereinabanenlaBuytenhoff,acogióestapartida.Losjinetesdesfilaronlentamente.El conde se quedó atrás, haciendo frente hasta el último momento al

populachoenloquecidoqueganabaterrenoamedidaqueloperdíaelcaballodelcapitán.Comoseve,JeandeWittnohabíaexageradoelpeligrocuando,ayudandoa

suhermanoalevantarse,leapremiabaasalir.Corneille descendió, pues, apoyado en el brazo del ex gran pensionario, la

escaleraqueconducíaalpatio.Alpiede laescalerahallóa labellaRosa todatemblorosa.-¡Oh,MynheerJean!-exclamó-.¡Quédesgracia!-¿Quéocurre,hijamía?-preguntóDeWitt.-Dicen que han ido a buscar a laHoogstraet la orden que debe alejar a los

jinetesdelcondeDeTilly.-¡Oh! ¡Oh! -exclamó Jean-. En efecto, hija mía, si los jinetes se van, la

posiciónesmalaparanosotros.-Simeatrevieraadarosunconsejo…-aventurólajoventemblando.-Dalo,hijamía.¿QuéhabríadeasombrosoqueDiosmehablaraportuboca?-¡Puesbien!MynheerJean,yonosaldríaporlacalle.Mayor.-¿Yporqué,yaquelosjinetesdeDeTillypermanecenensupuesto?-Sí, pero mientras no sea revocada, la orden es de quedarse delante de la

prisión.-Sinduda.-¿Tenéisunaordenparaqueosacompañenhastalasafuerasdelaciudad?-No.-¡Pues bien! Desde el momento en que hayáis sobrepasado a los primeros

jinetescaeréisenmanosdelpueblo.-Pero¿ylaguardiaburguesa?-¡Oh!Laguardiaburguesaeslamásenfurecida.

-¿Quéhacer,entonces?-Envuestrolugar,MynheerJean-continuótímidamentelajoven-,saldríapor

lapoterna.Daaunacalledesierta,porquetodoelmundoestáenlacalleMayor,esperandoenlaentradaprincipal,ydesdeallíalcanzaríalapuertadelaciudadporlaquequeráissalir.-Peromihermanonopodrácaminar-objetóJean.-Lointentaré-respondióCorneilleconunaexpresiónsublimedefirmeza.-Pero¿notenéisvuestrocoche?-preguntólajoven.-Elcocheestáenelumbraldelagranpuerta.-No -replicó la joven-.Pensé quevuestro cochero sería unhombre fiel y le

dijequefueraaesperarosenlapoterna.Losdoshermanossemiraronconternura,ysudoblemirada,llevandotodala

expresióndesureconocimiento,seconcentrósobrelajoven.-Ahora -dijo el ex gran pensionario- queda por saber si Gryphus querrá

abrirnosesapuerta.-¡Oh,no!-exclamóRosa-.Noquerrá.-¡Ybien!¿Entonces?-Entonces, yo he previsto su negativa y, hace un momento, mientras él

conversabaporlaventanadelacárcelconunjinetedeDeTilly,cogílallavedelmanojo.-¿Ylatienes?-Aquíestá,MynheerJean.-Hijamía-dijoCorneille-,notengonadaqueofrecerteacambiodelservicio

que me rindes, excepto la Biblia que hallarás en mi celda: éste es el últimoregalodeunhombrehonrado;esperoquetetraigalafelicidad.-Gracias,MynheerCorneille,nomeabandonarájamás-respondiólajoven.Luegoparasímismaysuspirando,añadió:-¡Quédesgraciaquenosepaleer!-Losclamoresseestánredoblando,hijamía-dijoJean-.Creoquenohayun

instantequeperder.-Venid,pues - invitó labella frisona,yporunpasillo interior condujoa los

doshermanosalladoopuestodelaprisión.Siempre guiados por Rosa, descendieron una escalera de una docena de

peldaños, atravesaron un pequeño patio de murallas almenadas y, habiendoabierto la puerta cimbrada, se hallaron al otro lado de la prisión en la calledesierta,frentealcochequelesesperabaconelestribobajado.-¡Eh!Deprisa,deprisa,misamos,¿losoís?-gritóelcocheroasustado.Pero después de haber hecho subir a Corneille el primero, el ex gran

pensionariosevolvióhacialajoven.

-Adiós,hijamía–dijo-.Todoloquepudiéramosdecirteexpresaríasólomuypobrementenuestroreconocimiento.TerecomendaremosaDios,querecordaráqueacabasdesalvarlavidadedoshombres,comoespero.Rosa cogió la mano que le tendía el ex gran pensionario y la besó

respetuosamente.-Marchaos-apremió-,marchaos;sediríaqueestánhundiendolapuerta.Jean de Witt subió precipitadamente al coche, tomó asiento al lado de su

hermano,ycerróelcapotillo,gritando:-¡AlaTol-Hek!LaTol-Hekeralaverjaquecerrabalapuertaqueconducíaalpequeñopuerto

deSchweningen,enelcualunpequeñobuqueesperabaalosdoshermanos.Elcochepartióalgalopededosvigorososcaballosflamencosysellevóalos

fugitivos.Rosalossiguióconlamiradahastaquehubierondobladolaesquinadelacalle.Despuésentróparacerrarlapuertaasuespaldayechólallaveaunpozo.AquelruidoquehabíahechopresentiraRosaqueelpueblohundíalapuerta,

procedía en efecto del pueblo que, después de hacer evacuar la plaza de laprisión,selanzabacontralaentradadelamisma.Por sólida que fuera, y aunque el carcelero Gryphus, hay que rendirle esta

justicia,serehusabaobstinadamenteaabrirla,veíasealasclarasquelapuertanoresistiríamuchotiempoyGryphus,muypálido,sepreguntabasinoseríamejorabrircuandosintióqueletirabansuavementedelvestido.SevolvióyvioaRosa.-¿Oyesaesosfuriosos?-dijo.-Lesoigotanbien,padremío,queenvuestrolugar…-Abrirías,¿verdad?-No,lesdejaríahundirlapuerta.-Perovanamatarme.-Sí,siosven.-¿Cómoquierestúquenomevean?-Escondeos.-¿Dónde?-Enelcalabozosecreto.-Pero¿ytú,hijamía?-Yo, padre mío, descenderé con vos. Cerraremos la puerta tras nosotros y,

cuandoabandonenlaprisión,¡puesbien!,saldremosdenuestroescondite.-Tienesrazón,pardiez-exclamóGryphus-.Resultaasombroso-añadió-cuánto

juiciohayenestapequeñacabeza.Pronto,lapuertaseestremeciócongranalegríadelpopulacho.

-Venid,venid,padremío-apremióRosaabriendounapequeñatrampilla.-Pero¿ynuestrosprisioneros?-preguntóGryphus.-Dios velará por ellos, padremío -contestó la joven-. Permitidme velar por

vos.Gryphus siguió a su hija, y la trampilla cayó sobre sus cabezas, justo en el

momentoenquelapuertarotadabapasoalpopulacho.Por lo demás, este calabozo al que Rosa hacía descender a su padre y que

llamabanelcalabozosecreto,ofrecíaalosdospersonajes,alosquenosvemosforzadosaabandonarporunosinstantes,unrefugioseguro,alnoserconocidomásqueporlasautoridades,queavecesencerrabanenélaalgunosdeaquellosreosdeloscualessetemíaalgunarevueltaoalgúnrapto.Elpuebloseprecipitóenlaprisióngritando:-¡Muertealostraidores!¡AlahorcaCorneilledeWitt!¡Amuerte!¡Amuerte!

4CapítuloLosasesinos

El joven, siempre protegido por su gran sombrero, siempre apoyándose en elbrazo del oficial, siempre enjugando su frente y sus labios con su pañuelo,inmóvil,desdeunrincóndelaBuytenhoff,perdidoenlasombradeunsaledizode una tienda cerrada, contemplaba el espectáculo que le ofrecía aquelpopulachofurioso,queparecíaaproximarseasudesenlace.-¡Oh! -ledijoaloficial-.Creoque teníais razón,VanDeken,yque laorden

que losseñoresdiputadoshanfirmadoes laverdaderasentenciademuertedelseñor Corneille. ¿Oís a esa gente? ¡Decididamente, señor coronel, quierenmuchoalosseñoresDeWitt!-Enverdad-replicóeloficial-yonuncaheoídoclamoresparecidos.-Esde suponerquehanhallado la celdadenuestrohombre. ¡Ah!Observad

aquella ventana. ¿No es la del aposento donde ha sido encerrado el señorCorneille?Enefecto,unhombreagarrabaconambasmanosysacudíaviolentamenteel

enrejadoquecerrabalaventanadelcalabozodeCorneille,yqueésteacababadeabandonarnohacíamásdediezminutos.-¡Eh!¡Eh!-gritabaaquelhombre-.¡Noestáaquí!-¿Cómoquenoestá?-preguntarondesdelacallelosque,llegadoslosúltimos,

nopodíanentrardetanllenacomoestabalaprisión.-¡No!¡No!-repetíaelhombre,furioso-.Noestá,debedehaberhuido.-¿Quédiceesehombre?-preguntópalideciendoSuAlteza.-¡Oh, monseñor! Anuncia una noticia que sería muy afortunada si fuese

verdad.-Sí, sinduda, seríaunaafortunadanoticia si fueseverdad -asintióel joven-.

Desgraciadamente,nopuedeserlo.-Sinembargo,mirad…-señalóeloficial.En efecto, otros rostros furiosos, gesticulando de cólera, se asomaban a las

ventanasgritando:-¡Salvado!¡Evadido!Lohandejadoescapar.Yelpuebloquequedabaenlacalle,repetíaconespantosasimprecaciones:

-¡Salvados!¡Evadidos!¡Corramostrasellos,persigámosles!-Monseñor, pareceque el señorCorneilledeWitt seha salvado realmente -

observóeloficial.-Sí,delaprisión,talvez-respondióaquél-,peronodelaciudad;veréis,Van

Deken, cómo el pobre hombre hallará cerrada la puerta que él cree encontrarabierta.-¿Hasidodadalaordendecerrarlaspuertasdelaciudad,monseñor?-No,nolocreo,¿quiénhabríadadoesaorden?-¡Puesbien!¿Quéoshacesuponer…?-Existenfatalidades-respondiónegligentementeSuAlteza-ylosmásgrandes

hombreshancaídoavecesvíctimasdeestasfatalidades.Anteesaspalabras, eloficial sintiócorrerun temblorpor sucuerpo,porque

comprendióque,deunaformaodeotra,elprisioneroestabaperdido.En aquel momento, los rugidos de la muchedumbre estallaban como un

trueno,porquequedababiendemostradoqueCorneilledeWittnoestabayaenlaprisión.Enefecto,CorneilleyJean,despuésdehaberpasadoelvivero,rodabanporla

gran calle que conduce a la Tol-Hek, mientras recomendaban al cochero queretardara la andadura de sus caballos para que el paso de su carroza nodespertaraningunasospecha.Pero llegadoa lamitaddeesta calle, cuandovioa lo lejos laverja, cuando

sintióquedejaba trasél laprisióny lamuerteyque teníadelante laviday lalibertad,elcocheroolvidótodaprecauciónypusolacarrozaalgalope.Derepente,sedetuvo.-¿Quéocurre?-preguntóJeansacandolacabezaporlaportezuela.-¡Oh,misamos!-exclamóelcochero-.Esque…Elterrorsofocabalavozdelanimosohombre.-Vamos,acaba-dijoelexgranpensionario.-Esquelaverjaestácerrada.-¿Cómoquelaverjaestácerrada?Noescostumbrecerrarlaverjaduranteel

día.-Pues,vedlovosmismo.JeandeWitt se inclinó fueradel cocheyvioque, enefecto, laverja estaba

cerrada.-Sigue adelante -ordenó Jean-. Llevo la orden de conmutación encima; el

porteroabrirá.El vehículo reemprendió su carrera, pero era evidente que el cochero no

azuzabayaasuscaballosconlamismaconfianza.Porque,alsacarsucabezapor laportezuela,JeandeWitthabíasidovistoy

reconocidoporuncerveceroque,conretrasorespectoasuscompañeros,cerrabasupuertaatodaprisa,parareunirseconellosenlaBuytenhoff.Lanzóungritodesorpresa,ysiguióenposdeotrosdoshombresquecorríandelantedeél.Alcabodecienpasosselesunióyleshabló;lostreshombressedetuvieron,

mirando alejarse el coche, pero todavía no muy seguros de lo que en él seencerraba.Elcoche,duranteesetiempo,llegabaalaTol-Hek.-¡Abrid!-gritóelcochero.-Abrir-replicóelporteroapareciendoenelumbraldesucasa-.Abrir,¿ycon

quéquieresqueabra?-¡Conlallave,pardiez!-exclamóelcochero.-Conlallave,sí;masparaelloseríaprecisotenerla.-¿Cómo?¿Notenéislallavedelapuerta?-preguntóelcochero.-No.-¿Quéhabéishechodeella,pues?-¡Cáspita!Melahanquitado.-¿Quién?-Alguienqueprobablementedeseaquenadiesalgadelaciudad.-Amigo mío -dijo el ex gran pensionario, sacando la cabeza del coche y

arriesgandoel todoporel todo-, amigomío, espormí, JeandeWittypormihermanoCorneille,aquienllevoalexilio.-¡Oh, señorDeWitt! Estoy desesperado -contestó el portero precipitándose

haciaelcoche-,maspormihonorquemehanquitadolallave.-¿Cuándo?-Estamañana.-¿Quién?-Unjovendeveintidósaños,pálidoydelgado.-¿Yporquéselahabéisentregado?-Porquetraíaunaordendebidamentefirmadaysellada.-¿Dequién?-DelosseñoresdelAyuntamiento.-Vaya-comentótranquilamenteCorneille-,parecequedecididamenteestamos

perdidos.-¿Sabessisehatomadolamismaprecauciónentodaspartes?-Nolosé.-Vamos-dijoJeanalcochero-.Diosordenaalhombrequehaga todo loque

puedaporconservarsuvida;llégateaotrapuerta.Luego,mientraselcocherohaciagirarelcarruaje,saludóalportero:-Graciasportubuenavoluntad,amigomío.Laintenciónseconsideracomoel

hecho;túteníaslaintencióndesalvarnosy,alosojosdelSeñor,escomosilohubierasconseguido.-¡Ah!-exclamóelportero-.¿Veisesegrupoalláabajo?-Crúzaloalgalope-ordenóJeanalcochero-ytomalacalledelaizquierda:es

nuestraúnicaesperanza.ElgrupodelquehablabaJeanhabíatenidopornúcleolostreshombresalos

quevimos seguir con losojos al coche,yquedesdeentoncesymientras Jeanparlamentaba con el portero; se había engrosado con siete u ocho nuevosindividuos.Aquellos recién llegados tenían evidentemente intenciones hostiles con

respecto a la carroza. Así, viendo a los caballos venir hacia ellos a galopetendido, se cruzaron en la calle agitando sus brazos, armados de garrotes ygritando:-¡Deteneos!¡Deteneos!Por suparte, el cochero se inclinóhaciaellosy los fustigóconel látigo.El

cocheyloshombreschocaronalfin.Los hermanosDeWitt no podían ver nada, encerrados como estaban en el

coche. Pero sintieron encabritarse a los caballos, y luego experimentaron unaviolentasacudida.Hubounmomentodevacilaciónydetemblorenelcochequearrancódenuevo,pasandosobrealgoredondoyflexiblequepodíaserelcuerpodeunhombrederribado,ysealejóenmediodeblasfemias.-¡Oh!-exclamóCorneille-.Temoquehayamoscausadoalgunadesgracia.-¡Algalope!¡Algalope!-gritóJean.Mas,apesardeestaorden,elcocherosedetuvoderepente.-¿Ybien?-preguntóJean.-Mirad-dijoelcochero.Jeanmiró.TodoelpopulachodelaBuytenhoffaparecíaenlaextremidaddelacalleque

debíaseguirelcoche,yavanzabaaullanteyrápidacomounhuracán.-Detenteysálvatetú-ordenóJeanalcochero-.Esinútilirmáslejos;estamos

perdidos.-¡Aquíestán!¡Aquíestán!-gritaronconjuntamentequinientasvoces.-¡Sí,aquíestánlostraidores!¡Losasesinos!¡Loscriminales!-respondierona

losqueveníanpordelantedelcoche,losquecorríandetrásdeél,llevandoensusbrazos el cuerpomagullado de uno de sus compañeros, que habiendo queridosaltaralabridadeloscaballos,habíasidoderribadoporellos.Erasobreaquelporquienlosdoshermanoshabíansentidopasarelcoche.El cochero se detuvo;mas a pesar de las instancias que le hizo su amo, no

quiso ponerse a salvo. En un instante, la carroza se halló cogida entre dos

fuegos:losquecorríanasualcanceylosqueveníanpordelante.Porunmomento,elcochedominóatodaaquellamuchedumbreagitadacomo

unaislaflotante.Masdepronto,laislaflotantesedetuvo.Unherreroacababadematar,deun

mazazo,aunodeloscaballos,quecayóentrelasvarasdeltiro.Enesemomentoseentreabrióelpostigodeunaventanaysepudoverlosojos

sombríos del joven, de rostro lívido, clavándose sobre el espectáculo que seadivinaba.Trasélaparecióelrostrodeloficial,casitanpálidocomoeldeaquél.-¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío, monseñor! ¿Qué va a suceder? -murmuró el

oficial.-Algoterrible,evidentemente-respondióeljoven.-¡Oh!Ved,monseñor, sacanalexgranpensionariodelcoche, legolpean, le

desgarran.-En verdad, es preciso que esas gentes estén animadas por una violenta

indignación -comentó el joven con el mismo tono impasible que habíaconservadohastaentonces.-Y ahora sacan a su vez a Corneille de la carroza, a un Corneille ya roto,

mutiladoporlatortura.¡Oh!Mirad,mirad.-Sí,enefecto,esrealmenteCorneille.Eloficiallanzóundébilgemidoyvolviólacabeza.Esqueenelúltimoescalóndelestribo,inclusoantesdequehubieratocadoel

suelo, el Ruart acababa de recibir un golpe con una barra de hierro, que lequebrólacabeza.Selevantó,sinembargo,masparacaerenseguida.Luego,unoshombres,cogiéndoleporlospies,loarrojaronalgentío,enmedio

delcualsepudoseguirelrastrosangrientoquetrazabaenélyquesecerrabapordetráscongrandesgritosdealegría.Eljovenpalideciómás-todavía,loquesehubieracreídoimposible,ysusojos

sevelaronuninstantebajosuspárpados.Eloficialvioesemovimientodepiedad,elprimeroquesuseverocompañero

habíadejadoescaparyqueriendoaprovecharsedeesteenternecimiento,dijo:-Venid, venid, monseñor, porque van a asesinar también al ex gran

pensionario.Peroeljovenyahabíaabiertolosojos.-¡En verdad! -comentó-. Este pueblo es implacable. No resulta bueno

traicionarlo.-Monseñor -dijoeloficial-,¿esquenosepodríasalvaraesepobrehombre,

que ha educado a Vuestra Alteza? Si hay algún medio, decidlo, y estarédispuestoaperderahílavida…GuillermodeOrange, porque era él, plegó su frentedeuna forma siniestra,

apagó el relámpago de sombrío furor que centelleaba bajo sus párpados yrespondió:-CoronelVanDeken,id,osloruego,abuscaramistropas,conelfindeque

tomenlasarmasporloquepuedaocurrir.-Pero…dejaréentoncesamonseñorsoloaquí,frenteaesosasesinos…-No os inquietéis por mí más de lo que yo mismo me inquieto -contestó

bruscamenteelpríncipe-.Partid.Eloficialpartióconunarapidezquetestimoniabamenossuobedienciaqueel

aliviodenoasistiralhorrorosoasesinatodelsegundodeloshermanos.Nohabíaaúncerrado lapuertade lahabitación, cuando Jean,quienconun

supremo esfuerzo había alcanzado la escalinata de una casa situada frente aaquélla donde estaba oculto su discípulo, se tambaleó bajo las acometidas delpopulacho.-Mihermano,¿dóndeestámihermano?-imploró.Unodeaquellosenfurecidoslearrancóelsombrerodeunpuñetazo.Otro,queacababadedestriparaCorneille, lemostrólasangrequeteníasus

manos, y corrió para no perder la ocasión de hacer otro tanto con el ex granpensionario,mientrasarrastrabanalahorcaloquequedabadelmuerto.Jeanlanzóungemidolastimeroysetapólosojosconlasmanos.-¡Ah!Cierraslosojos-dijounodelossoldadosdelaguardiaburguesa-.¡Pues

bien,yotelosvoyareventar!Ylelanzóalrostrounalanzadaconlapica.-¡Mihermano!-clamóDeWittintentandoverloquehabíasidodeCorneille,a

travésdelaoleadadesangrequelecegaba-.¡Mihermano!-¡Veareunirteconél!-aullóotroasesinoaplicándolesumosqueteenlasieny

soltandoelgatillo.Peroeldisparonosalió.Entonces,elasesinoinvirtiósuarma,ycogiéndolaconlasdosmanosporel

cañón,asestóaJeandeWittunculatazo.JeandeWittvacilóycayóasuspies.Pero enseguida, volviéndose a levantar con un supremo esfuerzo, gritó con

voztanlastimeraqueeljovencerrólacontraventanaanteél.-¡Mihermano!Porotraparte,quedabapocacosaquever,porqueuntercerasesinoledisparó

aJeandeWittabocajarrounpistoletazoquelehizosaltarelcráneo.JeandeWittcayóparanolevantarsemás.Entonces, cadaunodeaquellosmiserables, enardecidoporesta caída,quiso

descargarsuarmasobreelcadáver.Cadaunoquisodarleungolpeconlamaza,con la espada o con el cuchillo; cada uno quiso obtener su gota de sangre,arrancarsujiróndeltraje.

Luego, cuando ambos fueron bien martirizados, bien desgarrados, biendespojados,elpopulacholosarrastródesnudosysangrantesaunahorca,dondelosaficionadosaverdugolescolgaronporlospies.Traséstosacudieronlosmáscobardes,quenohabiéndoseatrevidoagolpear

lacarneviviente,cortaronen tiras lacarnemuerta,y luegose fueronavenderporlaciudadlospedazosdeJeanydeCorneilleadiezsous[1]eltrozo.Nopodríamosdecirsiatravésdelaaberturacasiimperceptibledelpostigoel

jovenvioel finaldeaquella terribleescena,pero lociertoesqueenelmismomomento en que colgaban a los dos mártires en la horca, él atravesaba lamuchedumbre, que se hallaba demasiado ocupada con la alegre tarea querealizabaparaocuparsedesupresencia,yllegabaalaTol-Hek,siemprecerrada.-¡Ah,señor!-exclamóelportero-.¿Metraéislallave?-Sí,amigomío,aquíestá-respondióeljoven.-¡Oh! Es una gran desgracia que no me hayáis traído esta llave solamente

mediahoraantes-dijoelporterosuspirando.-¿Yporqué?-preguntóeljoven.-Porquehubiesepodidoabrira losseñoresDeWitt.Mientrasque,habiendo

encontradolapuertacerrada,sehanvistoobligadosavolveratrás.Hancaídoenmanosdelosquelesperseguían.-¡Lapuerta!¡Lapuerta!-exclamóunavozqueparecíaperteneceraunhombre

conprisas.ElpríncipesevolvióyreconocióalcoronelVanDeken.-¿Sois vos, coronel? -dijo-. ¿No habéis salido todavía deLaHaya?Esto es

cumplirtardíamentemiorden.-Monseñor -respondió el coronel-, ésta es la tercera puerta ante la que me

presento.Lasotrasdoslashehalladocerradas.-¡Pues bien! Este valiente nos abrirá ésta. Abrid, amigo mío -ordenó el

príncipealporteroquesehabíaquedadopasmadoanteeltítulodemonseñorqueacababa de darle el coronelVanDeken a aquel joven tan pálido al que habíatratadotanfamiliarmente.Así,pararepararsufalta,seapresuróaabrirlaTol-Hek,quegiróchirriando

sobresusgoznes.-¿Monseñorquieremicaballo?-preguntóelcoronelaGuillermo.-Gracias,coronel,tengounamonturaquemeesperaaunospasosdeaquí.Ycogiendounsilbatodeorodesubolsillo,sacódeesteinstrumento,queen

aquellaépocaservíaparallamaraloscriados,unsonidoagudoyprolongado,alcualacudióunescuderoacaballo,llevandounasegundamonturadelabrida.Guillermo saltó sobre el caballo sin utilizar los estribos, y picando espuelas

tomóelcaminodeLeiden.Cuandoestuvoenél,sevolvió.

Elcoronelleseguíaaunlargodecaballo.Elpríncipelehizoseñaldequesepusieraasulado.-¿Sabéis -dijo sin detenerse- que aquellos bribones han matado también al

señorJeandeWittaligualqueacababandemataraCorneille?-¡Ah, monseñor! -exclamó tristemente el coronel-. Preferiría por vos que

todavíaquedasenesasdosdificultadesafranquearparaserdehechoelestatúderdeHolanda.-Evidentemente, hubiese sido mejor -dijo el joven- que lo que acaba de

suceder no hubiera ocurrido. Pero en fin, lo hecho, hecho está, y nosotros notenemos la culpa. Apresurémonos, coronel, para llegar a Alphen antes que elmensajequeseguramentelosEstadosvanaenviarmealcampamento.Elcoronelseinclinó,dejópasarasupríncipedelante,ytomóacontinuación

ellugarqueteníaantesdequeélledirigieralapalabra.-¡Ah!Megustaría-murmurósiniestramenteGuillermodeOrangefrunciendo

las cejas, apretando sus labios y hundiendo sus espuelas en el vientre de sucaballo-,me gustaría ver la cara que pondrá Luis el Sol, cuando sepa de quéformaacabandetratarasusbuenosamigoslosseñoresDeWitt.¡Oh!Sol,sol,comomellamoGuillermoelTaciturno;¡sol,guardatusrayos!Ygalopó sobre su buen caballo ese jovenpríncipe, el encarnizado rival del

gran rey, ese estatúder tan poco firme todavía la víspera en su nuevopoderío,pero al que los burgueses deLaHaya acababande ponerle un estribo con loscadáveresdeJeanyCorneille,dosnoblespríncipestantodelantedeloshombrescomoanteDios.

5CapítuloElaficionadoalostulipanesysuvecino

Entretanto,mientraslosburguesesdeLaHayatroceabanloscadáveresdeJeanydeCorneille,mientrasGuillermodeOrange,despuésdehaberseaseguradoquesus dos antagonistas estaban bienmuertos, galopaba por el camino de Leidenseguido del coronel Van Deken, al que hallaba demasiado compasivo paracontinuar otorgándole la confianza con que le había honrado hasta entonces,Craeke,elfielservidor,montadoporsuparteenunbuencaballo,ymuylejosdeimaginarselosterriblessucesosquehabíanacontecidodesdesupartida,galopósobrelascalzadasbordeadasdeárboleshastaqueestuvofueradelaciudadydelospueblosvecinos.Una vez en seguridad, para no despertar sospechas, dejó su caballo en una

cuadraycontinuótranquilamentesuviajeenbarcosqueporetapaslecondujeranaDordrechtpasandoconhabilidadpor los caminosmáscortosdeesosbrazossinuosos del río los cuales estrechan bajo sus caricias húmedas aquellas islasencantado ras bordeadas de sauces, juncos y hierbas floridas, en las queramoneabanindolentementelosgordosrebañosreluciendoalsol.CraekereconociódesdelejosaDordrecht,laciudadalegre,alpiedesucolina

sembradademolinos.Violasbellascasasrojasconlíneasblancas,bañandoenelaguasuspiesdeladrillos,ydejandoflotarporlosbalconesabiertossobreelríosustapicesdesedasalpicadosdefloresdeoro,maravillasdeIndiayChina,yal lado de aquellos tapices, esos grandes sedales, trampas permanentes paracoger las voraces anguilas atraídas ante las viviendas por los desperdicioscotidianosquelascocinaslanzanalaguaporsusventanas.Craeke, desde el puente de la barca, a través de todos aquellosmolinos de

aspasgiratorias,percibíaeneldeclivedelacolinalacasablancayrosa,finaldesumisión.Loscaballetesdel tejadoseperdíanenel follajeamarillentodeunacortinadeálamos,destacandosobreel fondosombríoque leproporcionabaunbosquedeolmosgigantescos.Sehallabasituadadetalmodoqueelsol,cayendosobre ella como en un embudo, venía a secar, templar a incluso fecundar lasúltimasneblinasquelabarreradevegetaciónnopodíaimpediralvientodelríoquellevaracadamañanaycadanoche.

Desembarcadoenmediodeltumultoordinariodelaciudad,Craekesedirigióenseguida hacia la casa de la que vamos a ofrecer a nuestros lectores unaindispensabledescripción.Blanca, limpia, reluciente, más propiamente lavada, más cuidadosamente

enceradaenloslugaresocultosqueloestabaenlossitiosvisibles,aquellacasaencerrabaunfelizmortal.Este felizmortal, «rara avis», comodice Juvenal, era el doctorVanBaerle,

ahijadodeCorneille.Habitaba en la casaque acabamosdedescribir, desde suinfancia;porqueaquéllaera lacasanataldesupadreydesuabuelo,antiguosmercaderesnoblesdelanobleciudaddeDordrecht.ElseñorVanBaerle,elpadre,habíaamasadoenelcomerciodelasIndiasde

tres a cuatrocientos mil florines que Van Baerle, hijo, había halladocompletamentenuevos,en1668,a lamuertedesusbuenosyqueridospadres,aunqueaquellosflorinesestuvierangrabadosconlasmilésimasde1640unos,y1610otros;loqueprobabaquehabíaflorinesdelpadreVanBaerleyflorinesdelabueloVanBaerleesoscuatrocientosmil florines,apresurémonosadecirlo,noeranmásqueelefectivo,eldinerodebolsillodeCorneliusvanBaerle,elhéroedeestahistoriayaquesuspropiedadesen laprovincia leproporcionabanunosinteresesdealrededordelosdiezmilflorines.CuandoeldignociudadanoqueeraelpadredeCorneliuspasóamejorvida,

tresmeses después de los funerales de sumujer, que parecía haber partido laprimeraparahacerlemásfácilelcaminodelamuerte,comolehabíahechomásfácilelcaminodelavida,díjoleasuhijoabrazándoleporúltimavez:-Bebe,comeygastasiquieresvivirenrealidad,porquenoesvivireltrabajar

todoeldíaenunasillademaderaoenunsillóndecuero,enunlaboratoriooenun almacén. Morirás a tu vez y, si no tienes la dicha de tener un hijo, seextinguiránuestronombre,ymisflorinesseasombraránalhallarseconunamodesconocido,esosflorinesnuevosquenadiehapesadonuncamásquemipadre,yoyelfundidor.Sobretodo,noimitesatupadrino,CorneilledeWitt,quesehalanzadoa lapolítica, lamás ingratade lascarrerasyqueseguramenteacabarámal.Luego,eldignoseñorVanBaerlemurió,dejandocompletamentedesoladoa

su hijo Cornelius, el cual amaba muy poco los florines y mucho a su padre.Corneliussequedó,pues,soloenlagrancasa.EnvanosupadrinoCorneilleleofrecióunempleoenlosserviciospúblicos;

envanoquisohacerlegustarde lagloria cuandoCornelius, porobedecer a supadrino, se embarcó con De Ruyter en el navío Les Sept Provinces, quemandabaa losciento treintaynuevebarcoscon loscualesel ilustrealmiranteiba a liquidar solo las fortunas de Francia y de Inglaterra reunidas. Cuando,

conducidoporelpilotoLéger,llegóalalcancedemosquetedelnavíoLePrince,sobre el que se hallaba el duque de York, hermano del rey de Inglaterra, elataque de De Ruyter, su jefe, fue realizado tan brusca y hábilmente que,sintiendo su barco a punto de ser destruido, el duquedeYorkno tuvo tiempomás que para retirarse a bordo del Saint-Michel; cuando vio al Saint-Michel,roto,trituradobajolasbalasholandesas,salirsedelalínea;cuandoviosaltarunnavío,LeComtedeSanwick,yperecerenlasolasoenelfuegoacuatrocientosmarineros;cuandovioqueal finalde todoaquello,despuésdeserdestrozadosveinte barcos, muertos tres mil hombres, heridos cinco mil, nada se habíadecididoniafavorniencontra,quecadaunoseatribuíalavictoria,quehabíaque comenzar de nuevo, y que solamente un nombre más, la batalla deSouthwood-Bay, se había añadido al catálogo de las batallas; cuando hubocalculado el tiempo que pierde tapándose los ojos y los oídos un hombre quequierereflexionarinclusocuandosussemejantessecañoneanentresí,CorneliusdijoadiósaDeRuyter,alRuartdePultenyalagloria,besólasrodillasdelgranpensionario,porelquesentíaunaprofundaveneración,y regresóasucasadeDordrecht, rico por su descanso adquirido, por sus veintiocho años, por unasaluddehierro,porunavistaagudaymásqueporsuscuatrocientosmilflorinesdecapitalysusdiezmilflorinesderenta,porlaconviccióndequeunhombreharecibidosiempredelcielomuchoparaserfeliz,bastanteparanoserlo.Enconsecuencia,yparalabrarseunafelicidadasumodo,Corneliussepusoa

estudiar lasplantasy los insectos, recogióyclasificó toda la florade las islas,pinchóatodalaentomologíadesuprovincia,sobrelaquecompusountratadomanuscrito con dibujos realizados por sumano, y finalmente, no sabiendo yaquéhacerconsutiempoy,sobretodo,consudinero,queibaaumentandodeunaformaespantosa,escogióentretodaslaslocurasdesupaísydesuépocaunadelasmáselegantesydelasmáscostosas.Sededicóalcultivodelostulipanes.Aquéleraelmomento,comosesabe,enquelosflamencosylosportugueses,

explotandoacualmásestegénerodehorticultura,habíanllegadoadivinizareltulipányahacerdeestaflorvenidadeOrienteloquejamásnaturalistaalgunosehabíaatrevidoahacerconlarazahumana,pormiedodedarcelosaDios.Muypronto,desdeDordrechtaMons,nosehablómásquedelostulipanesde

Mynheer[2] VanBaerle; y sus parterres, sus fosos, sus cámaras de secado, suscuadernosdebulbosfueronvisitadoscomoantiguamentelofueronlasgaleríasylasbibliotecasdeAlejandríaporlosilustresviajerosromanos.VanBaerlecomenzóporgastarsusrentasdelañoenestablecersucolección,

luego mermó sus florines nuevos en perfeccionarla; así, su trabajo fuerecompensadoconunmagníficoresultado:hallócincoespeciesdiferentesalas

quellamólaJeanne,porelnombredesumadre,laBaerle,porelnombredesupadre, la Corneille, por el nombre de su padrino… los otros nombres no lossabemos,perolosaficionadospodránseguramenteencontrarlosenloscatálogosdelaépoca.En1672,alcomienzodelaño,CorneilledeWittvinoaDordrechtparavivir

tres meses en su antigua casa familiar; porque se sabe que no solamenteCorneille había nacido en Dordrecht, sino que la familia de los DeWitt eraoriginariadeestaciudad.Corneillecomenzabaentonces,comodecíaGuillermodeOrange,agozarde

lamásperfectaimpopularidad.Sinembargo,parasusconciudadanos,losbuenoshabitantesdeDordrecht,noeratodavíaunfacinerosoaprender,yaquellos,pocosatisfechos de su republicanismo algo demasiado puro, pero orgullosos de suvalorpersonal,quisieronofrecerleelvinodelaciudadcuandollegó.Despuésdehaberdadolasgraciasasusconciudadanos,Corneillefueaversu

viejacasapaterna,yordenóalgunasreparacionesantesdequemadameDeWitt,sumujer,vinieraaellaparainstalarseconsushijos.Luego,elRuartsedirigióalacasadesuahijado,quetalvezeraelúnicoen

DordrechtqueignorabatodavíalapresenciadelRuartensuciudadnatal.Tanto como Corneille de Witt había levantado los odios manejando esas

semillasnocivasquesellamanlaspasionespolíticas,otrotantohabíaamasadoVan Baerle simpatías olvidando completamente el cultivo de la política,absorbidocomoestabaenelcultivodelostulipanes.Poreso,VanBaerleeraqueridoporsuscriadosyporsusobreros;poresono

podía suponer que existiera en el mundo un hombre que quisiera mal a otrohombre.Y sin embargo, digámoslo para vergüenza de laHumanidad, Cornelius van

Baerletenía,sinsaberlo,unenemigomuchomásferoz,muchomásencarnizado,muchomásirreconciliable,delosquehastaentonceshabíancontadoelRuartysuhermano entre los orangistasmás hostiles a esta admirable fraternidadque,sinnubedurantelavida,acababadeprolongarseporelsacrificiomásalládelamuerte.EnelmomentoenqueCorneliuscomenzóaentregarsealostulipanes,arrojó

en ellos sus rentas del año y los florines de su padre. Había en Dordrecht yviviendopuertaapuertaconél,unburguésllamadoIsaacBoxtel,elcual,desdeel día en que había alcanzado la edad del conocimiento seguía la mismapendiente y se pasmaba al solo enunciado de la palabra tulban, que, comoaseguraelfloristefrançais,esdecir,elhistoriadormáseruditodeestaflor,eslaprimera palabra que, en la lengua deChingulais, ha servido para designar esaobramuestradelacreaciónquesellamatulipán.

Boxtel no tenía la suerte de ser rico como Van Baerle. Había conseguido,pues,congrantrabajo,afuerzadecuidadosydepaciencia,unjardínadecuadopara el cultivo en su casa deDordrecht; había preparado el terreno según lasprescripciones requeridas y dado a sus bancales precisamente tanto calor yfrescorcomolafarmacopeadelosjardinerosautoriza.Con la casi veinteava parte de un grado, Isaac sabía la temperatura de sus

parterres.Conocíaelpesodelvientoylotamizabadeformaqueloacomodabaalbalanceodelostallosdesusflores.Así,susproductoscomenzabanagustar.Eran bellos, incluso poco comunes.Varios aficionados habían venido a visitarlostulipanesdeBoxtel.Porúltimo,BoxtelhabíalanzadoalmundodelosLiméy de los Tournefort un tulipán con su nombre. Aquel tulipán viajó, atravesóFrancia,entróenEspaña,penetróhastaPortugal,yelreydonAlfonsoVIque,expulsadodeLisboa, sehabía retiradoa la isladeTerceira, donde sedivertía,comoelgranConde,regandoclaveles,sinocultivandotulipanes,dijo:«Noestámal»,contemplandoelsusodichoBoxtel.Depronto,comocontinuaciónatodoslosestudiosaquesehabíadedicado,y

habiendo invadido aCornelius vanBaerle la pasión por los tulipanes, decidióéstemodificarsucasadeDordrechtque,comohemosdicho,eravecinaaladeBoxtelehizoelevarunpisoaciertoedificiodesupatio,elcual,alalzarse,robómedio grado de calor y, en cambio, produjomedio grado de frío al jardín deBoxtel,sincontarconquecortóelvientoytrastornótodosloscálculosytodalaeconomíahortícoladesuvecino.Despuésdetodo,esadesgracianoeranadaalosojosdelvecinoBoxtel.Van

Baerle no era más que un pintor, es decir, una especie de loco que intentareproducir sobre la tela, desfigurándolas, las maravillas de la Naturaleza. Elpintorhacíalevantarunpisoasutallerparatenermejorluz,loqueentrabaensuderecho. El señor Van Baerle era pintor como el señor Boxtel era florista-tulipanero;queríasolparasuscuadros,ylerobabamediogradoalostulipanesdelseñorBoxtel.LaleyestabadepartedelseñorVanBaerle.Benesit.Por otra parte, Boxtel había descubierto que demasiado sol perjudicaba al

tulipán,yqueestaflorcrecemejorymáscoloreadaconeltibiosoldelamañanaodelatardequeconelardientesoldelmediodía.Tuvo, pues, casi que agradecer a Cornelius van Baerle el haberle

proporcionadogratisunparasol.Talveznofueraestoenteramenteverdad,yloquedecíaBoxtelrespectoasuvecinoVanBaerlenofueselatotalexpresióndesu pensamiento. Sin embargo, las grandes almas hallan en la filosofíaasombrososrecursosenmediodelasgrandescatástrofes.Perodesgraciadamente, ¡qué fuede este infortunadoBoxtel, cuandovio los

vidriosdelnuevopisoedificadollenarsedecebollas,debulbos,detulipanesenplenatierra,detulipanesenbotes,enfindetodoloqueconciernealaprofesióndeunmonómanotulipanero!Había paquetes de etiquetas, casilleros, cajas con compartimientos y los

enrejadosdehierrodestinadosacerraresoscasillerospararenovarleselairesinpermitir el acceso a las ratas, a los lirones, a los hurones[3] y a los ratones,curiososaficionadosalostulipanesdedosmilfrancoslacebolla.Boxtelquedómuyimpresionadocuandoviotodoaquelmaterial,perotodavía

nocomprendíalaextensióndesudesgracia.SesabíaqueVanBaerleeraamigodetodoloquealegrabalavista.Estudiaba a fondo la Naturaleza para sus cuadros, acabados como los de

GérardDow,sumaestro,ylosdeMiéris,suamigo.¡Noeraposiblequeteniendoquepintarelinteriordeuntulipanero,hubierareunidoensunuevotallertodoslosaccesoriosdeladecoración!Sin embargo, aunque tranquilizado por esta engañosa idea, Boxtel no pudo

resistir la ardiente curiosidad que le devoraba. Llegada la noche, aplicó unaescala contra el muro medianero y, mirando la casa de su vecino Baerle, seconvenciódequelatierradeunenormecuadrado,pobladohacíapocodeplantasdiferentes,habíasidoremovido,dispuestoenplatabandasdemantillomezcladocon lodo de río, combinación esencialmente simpática a los tulipanes, todorodeadoconunbordedecéspedparaimpedirlosdesmoronamientos.Además,alsolnaciente,alsolponiente,sombradispuestaparatamizarelsoldelmediodía;aguaenabundanciayalalcance,exposiciónalsursuroeste,enfin,condicionescompletas,nosolamenteparaeléxito,sinoparaelprogreso.Sinningúngénerodeduda,VanBaerlesehabíaconvertidoenuntulipanero.Boxtelserepresentóinmediatamenteaesesabiodecuatrocientosmilflorines

de capital y diezmil de renta, empleando sus recursosmorales y físicos en elcultivodelostulipanesalpormayor.Entreviósuéxitoenunvagoperocercanoporvenir,yconcibió,poradelantado, taldolorporeseéxito,quesusmanosserelajaron,lasrodillassedebilitaron,ycayódesesperadoalpiedesuescala.Asípues,noerapor tulipanespintados, sinopor tulipanes realespor loque

VanBaerlelerobabamediogradodecalor.Asípues,VanBaerleibaatenerlamásadmirabledelasexposicionessolaresy,además,unavastahabitacióndondeconservar sus cebollas y sus bulbos: habitación alumbrada, aireada, ventilada,riquezaprohibidaaBoxtel,que sehabíavistoobligadoadedicar a eseuso sudormitorioyque,paranoperjudicarconlainfluenciadelosespíritusanimalesasusbulbosysustubérculos,seresignabaaacostarseenelgranero.Así,puertaapuerta,paredporpared,Boxtelibaatenerunrival,unemulador,

un vencedor tal vez, y ese rival, en lugar de ser cualquier oscuro jardinero,

desconocido,¡eraelahijadodelamoCorneilledeWitt,esdecir,unacelebridad!Boxtel, como se ve, tenía un espíritumenos fuerte que el de Porus, que se

consolaba por haber sido vencido por Alejandro justamente a causa de lacelebridaddesuvencedor.Enefecto,¡quésucederíasialgunavezVanBaerlehallabauntulipánnuevoy

lo llamaba el Jean deWitt, después de haber llamado a uno elCorneille! Eracomoparaahogarsederabia.Así, en su envidiosa prevención, Boxtel, profeta de la desgracia para sí

mismo,adivinabaloqueibaasuceder.Hechoestedescubrimiento,Boxtelpasólamásexecrablenochequeimaginarsepueda.

6CapítuloElodiodeuntulipanero

Apartirdeaquelmomento,enlugardeunapreocupación,Boxteltuvountemor.Loquedavigorynoblezaalosesfuerzosdelcuerpoydelespíritu,elcultivodeunaideafavorita,loperdióBoxtelrumiandotodoeldañoqueibaacausarlelaaccióndelvecino.VanBaerle,comopuedenimaginarse,desdeelmomentoenqueaplicóaesa

idea la perfecta inteligencia con que la Naturaleza le había dotado, consiguióobtenerlosmásbellostulipanes.MejorquelosquesehallabanenHaarlemyenLeiden, ciudades que ofrecen los mejores terrenos y los climas más sanos,Cornelius consiguió variar los colores, modelar las formas, multiplicar lasespecies.Pertenecíaaaquellaescuelaingeniosaysencillaquetomópordivisa,desdeel

sigloXVII,esteaforismodesarrolladoen1653porunodesusadeptos:«DespreciarlasfloresesofenderaDios.»Premisaconlaquelaescuelatulipanera,lamásexclusivista,enuncióen1653

elsiguientesilogismo:«DespreciarlasfloresesofenderaDios.»«Cuantomásbellaeslaflor,másaldespreciarlaseofendeaDios.»

«Eltulipáneslamásbelladetodaslasflores.»«Porlotanto,quiendespreciaaltulipánofendedesmesuradamenteaDios.»Razonamientoconayudadelcual,segúnseveconmalavoluntad,loscuatroo

cincomiltulipanerosdeHolanda,deFranciaydePortugal,nohablemosyadelosdeCeilán,deIndiayChina,hubieranpuestoalUniversofuerade la ley,ydeclarados cismáticos, heréticos y dignos de muerte a varios centenares demillonesdehombresindiferentesaltulipán.Nocabelamenordudaque,porunacausasemejante,Boxtel,aunqueenemigo

mortaldeVanBaerle,hubieramarchadobajolamismabanderaqueaquél.Así pues,VanBaerle obtuvo numerosos éxitos que le dieron cierta fama, y

Boxtel desapareció para siempre de la lista de los tulipaneros notables deHolanda, y la tulipanería de Dordrecht fue representada por Cornelius vanBaerle,elmodestoeinofensivosabio.

Así, de la más humilde rama, el injerto hizo brotar los vástagos másorgullosos,comoelescaramujodecuatropétalosincolorosdioorigenalarosagigantescayperfumada.Asílascasasrealeshannacidoavecesenlachozadeunleñadoroenlacabañadeunpescador.VanBaerle,entregadoporenteroasustrabajosdesemillero,deplantador,de

cosechero,mimadoportodalatulipaneríadeEuropa,nisiquierasospechóqueasuladohubieraundesgraciadodestronado,yqueéleraelusurpador.Continuósus experimentos, y por consiguiente sus victorias, y en dos años cubrió susplantabandasdeespeciestanmaravillosasquepuededecirsequenadie,exceptotalvezShakespeareyRubens,habíacreadotantodespuésdeDios.Con talmotivo, eraprecisover aBoxtel durante ese tiempoparadarseuno

unaideadeuncondenadoolvidadoporDante.MientrasVanBaerleescarbaba,abonaba, humedecía sus platabandas,mientras arrodillado sobre los taludes decésped, analizaba cada nervio del tulipán en floración y meditaba sobre lasmodificaciones que se podían hacer, las combinaciones de color que podíanensayarse,Boxtel,ocultotrasunpequeñosicomoroquehabíaplantadoalolargodel muro y que le hacía de pantalla, seguía, con los ojos dilatados, la bocaespumante, cada paso, cada gesto de su vecino, y, cuando creía verle alegre,cuandosorprendíaunasonrisaensuslabios,undestellodefelicidadensusojos,entoncesleenviabatantasmaldiciones,tantasfuriosasamenazas,quenopuedeconcebirse cómo esos alientos emponzoñados de envidia y de cólera no sefiltrabanenlostallosdelasfloresparallevarleslosprincipiosdedecadenciaylosgérmenesdemuerte.Una vez el mal adueñado de un alma humana, hace en ella tan rápidos

progresos,queprontoBoxtelnoseconformóconveraVanBaerle,yquisovertambiénsus flores:enel fondoeraunartista,y laobradeartedeun rival tancalificadoleatenazabaycorroíaelcorazón.Compróuntelescopioconayudadelcual,tanbiencomoalmismorival,pudo

seguircadaevolucióndelaflor,desdeelmomentoenquesaca,elprimeraño,supálidayemafueradelatierra,hastaque,despuésdehabercumplidosuperíodode cinco años, redondea su noble y gracioso cilindro sobre el que aparece elinciertomatizdesucolorysedesarrollanlospétalosdelaflor,quesolamenteentoncesrevelalostesorossecretosdesucáliz.¡Oh,cuántasveceseldesgraciadoceloso, inclinadosobresuescala,percibió

en las platabandas de Van Baerle tulipanes que le cegaban por su belleza, lesofocabanporsuperfección!Entonces, después del períodode admiraciónquenopodía vencer, sufría la

fiebredelaenvidia,esemalqueroeelpechoyquetransformaelcorazónenunamiríadadepequeñasserpientesquesedevoranlaunaalaotra,fuenteinfamede

horriblesdolores.Cuántasvecesenmediodesustorturas,delasqueningunadescripciónpodría

darunaidea,Boxtelestuvotentadodesaltarporlanochealjardín,destrozarlasplantas, devorar las cebollas con losdientes, y sacrificar a su cólera almismopropietariosiseatrevíaadefendersustulipanes.¡Peromataruntulipán,alosojosdeunverdaderohorticultor,esuncrimentan

espantoso!Mataraunhombre,puedeserexcusable.Sinembargo,graciasalosprogresosquerealizabatodoslosdíasVanBaerle

en lacienciaqueparecíaadivinarpor instinto,Boxtel llegóa talparoxismodefurorquepensótirarpiedrasypalosenlosparterresdetulipanesdesuvecino.Perocomoreflexionóquealdíasiguiente,alavistadeldestrozo,VanBaerle

se informaría, que se comprobaría entonces que la calle estaba lejana, que laspiedrasylospalosnocaendelcieloenelsigloXVIIcomoenlostiemposdelosamalecitas,queelautordelcrimen,aunquehubieraoperadoporlanoche,seríadescubiertoynosolamentecastigadopor la ley,sino tambiéndeshonradoparasiemprealosojosdelaEuropatulipanera,Boxtelaguzóelodioporlaastuciayresolvióemplearunmedioquenolecomprometiera.Unanoche,atódosgatos,cadaunoporunapatatraseraconunbramantede

tres metros de longitud, y los lanzó desde lo alto del muro, en medio de laplatabandamaestra, de la platabandamagnífica, de la platabanda real, que nosolamenteconteníaelCorneilledeWitt,sinotambiénelBabançonne,blancodeleche, púrpura y rojo; el Marbrée, de Rotre, gris amarillo, rojo y encarnadobrillante; y elMerveille, deHaarlem; el tulipánColombin obscur yColombinclairterni.Losasustadosanimales,cayendodeloaltoalpiedelmuro,rodaronprimero

sobrelaplatabanda,intentandohuircadaunoporsulado,hastaqueelhiloquelos retenía juntos quedó tenso; pero entonces, sintiendo la imposibilidad de irmás lejos, vagaron inciertos con espantososmaullidos, segando con su cuerdalasfloresenmediodelascualessedebatieronhastaque,porúltimo,despuésdeuncuartodehoradeluchaencarnizada,habiendoconseguidoromperelhiloquelosunía,desaparecieron.Boxtel,ocultodetrásdesusicomoro,noveíanadaacausadelaoscuridadde

lanoche;peroa juzgarpor losmaullidosrabiososde losdosgatos, losuponíatodo,ysucorazón,aliviadodelahiel,sehinchabadealegría.Eldeseodeasegurarsedeldestrozocometidoeratangrandeenelcorazónde

Boxtel,quesequedóhastaelalbaparajuzgarporsuspropiosojosdelestadoenquelaluchadelosdosgatosporlalibertadhabíadejadolasplatabandasdesuvecino.Estaba helado por la neblina de la madrugada, pero no sentía el frío: la

esperanzadesuvenganzalemanteníacaliente.Eldolordesurivalibaapagarletodassuspenas.Alosprimerosrayosdelsol,lapuertadelacasablancaseabrió,aparecióVan

Baerleyseacercóasusplatabandas,sonriendocomounhombrequehapasadolanocheensulecho,teniendobuenossueños.De repente, percibió los surcosy losmontículos en aquel terreno lavíspera

máslisoqueunespejo;enseguida,percibiólasfilassimétricasdesustulipanes,desordenadascomoquedan laspicasdeunbatallónenmediodel cualhubieracaídounabomba.Acudiómuypálido.Boxtelseestremecíadealegría.Quinceoveintetulipanesyacíandesgarrados,

destrozados,losunoscurvados,losotroscompletamenterotosyyadescoloridos;la savia corría de sus heridas; la savia, esa sangre preciosa que Van Baerlehubieraqueridorescataralpreciodelasuya.Pero, ¡oh sorpresa!, ¡oh alegría de Van Baerle!, ¡oh dolor inexpresable de

Boxtel!Ninguno de los cuatro tulipanes amenazados por el atentado de aquélhabíasidoalcanzado.Alzabanorgullosamentesusnoblescabezasporencimadeloscadáveresdesuscompañeros.EstoerabastanteparaconsolaraVanBaerle,bastanteparahacerreventardedisgustoalasesino,quesearrancabaloscabellosalavistadesucrimencometidoinútilmente.Van Baerle, mientras deploraba la desgracia que acababa de golpearle,

desgraciaque,porlodemás,porlaprovidenciadeDios,eramenosgrandedeloque hubiera podido ser, no pudo adivinar la causa de la misma. Se informósolamenteysupoque toda lanochehabíasido turbadapormaullidos terribles.Porlodemás,reconocióelpasodelosgatosporelrastrodejadoporsusgarras,porelpeloquehabíaenelcampodebatallayenelcual lasgotasindiferentesdel rocío temblabancomolohacíanal lado,sobre lashojasdeunaflor rota,yparaevitarquedesgraciasemejantesereprodujeraenelporvenir,ordenóqueunmuchacho jardineroseacostara todas lasnochesenel jardín,enunacaseta,alladodelasplatabandas.Boxteloyódarlaorden.Vioalzarselacasetaenelmismodía,ymuyfelizpor

nohabersidoconsideradocomosospechosodelestropicioymásanimadoquenuncacontraelfelizhorticultor,esperómejoresocasiones.FuehaciaaquellaépocacuandolasociedadtulipaneradeHaarlempropusoun

premioparaeldescubrimiento,nonosatrevemosadecirparalafabricación,delgran tulipán negro y sin mácula, problema no resuelto y considerado comoinsoluble,siseconsideraqueenaquellaépocanisiquieraexistía laespeciedecolorpardoenlaNaturaleza.Lo que hacía decir a todos, que los fundadores del premio hubieran podido

ofrecerdosmillonesenlugarde lascienmil libras,dadoquelacosaresultabaimposible.El mundo tulipanero, sin embargo, no se quedó menos emocionado por la

posibilidaddesurealización.Algunosaficionadosacogieronlaidea,perosincreerensuaplicación;tales

elpoderimaginativodeloshorticultoresque,aunconsiderandosuespeculacióncomo fallida por adelantado, no pensaron al principio más que en este grantulipánnegroreputadoquiméricamentecomoelcisnenegrodeHoracio,ycomoelmirloblancodelatradiciónfrancesa.VanBaerlefueunodelostulipanerosqueacogieronlaidea;Boxtelfuedelos

que pensaron en la especulación. Desde el momento en que Van Baerle tuvoincrustadaestatareaensuperspicazeingeniosacabeza,comenzólentamentelassiembrasylasoperacionesnecesariasparallevardelrojoalpardo,ydelpardoalmarrónoscuro,lostulipanesquehabíacultivadohastaentonces.Apartirdelañosiguiente,obtuvoespeciesdeunpardoperfecto,yBoxtellos

percibió en su platabanda, cuando él no había encontrado todavíamás que elcastañoclaro.Tal vez resultaría interesante explicar a los lectores las bellas teorías que

tiendenademostrarqueeltulipántomasuscoloresdeloselementos;talveznosagradaría establecer que nada es imposible para el horticultor que pone acontribución,consupacienciaysugenio,elfuegodelsol,elcandordelagua,losjugosdelatierraylossoplosdelaire.Peroéstenoesuntratadodeltulipánen general; es la historia de un tulipán en particular lo que hemos resueltoescribir; nos ceñiremos a él por atrayentes que sean los incentivos del sujetoyuxtapuestoalquenosproponemos.Boxtel,unavezmásvencidoporlasuperioridaddesuenemigo,seaburriódel

cultivoy,medioloco,sededicóporenteroalaobservación.Lacasadesurivaleraunaclaraboya, jardínabiertoalsol,cuartosvidriados

penetrables a la vista, casilleros, armarios, botes y etiquetas en los cuales eltelescopio se sumergía fácilmente; Boxtel dejó pudrirse las cebollas en suscamas,secarloscapullosensuscajas,morirlostulipanesensusplatabandas,y,desdeentonces,concentrandosuvidaensuvista,noseocupómásquedeloqueocurríaencasadeVanBaerle:respiróporeltallodesustulipanes,apagósusedcon el agua que les echaban, y se sació con la tierra blanda y fina queespolvoreabaelvecinosobresusqueridascebollas.Perolomáscuriosodeltrabajonoseoperabaeneljardín.Sonabaunahora,launadelanoche,yVanBaerlesubíaasulaboratorio,enel

cuartovidriadodondeeltelescopiodeBoxtelpenetrabatambién,yallí,cuandolaslucesdelsabiosucediendoalosrayosdeldíailuminabanparedesyventanas,

Boxtelveíafuncionarelgenioinventivodesurival.Le contemplaba escoger sus granos, regándolos con sustancias destinadas a

modificarlos o a colorearlos. Lo adivinaba, cuando calentando algunos deaquellos granos, humedeciéndolos luego, combinándolos después con otros enuna especie de injerto, operación minuciosa y maravillosamente realizada,encerrabaenlastinieblaslosquedebíandarelcolornegro,exponíaalsoloalalámparalosquedebíandarelcolorrojo,mirabaeneleternoreflejodelagualosquedebían proporcionar el color blanco, cándida representaciónhermética delelementohúmedo.Estamagiainocente,frutodelsueñoinfantilydelgeniovirilconjuntamente,

ese trabajo paciente, eterno, del queBoxtel se reconocía incapaz, vertía en eltelescopiodelenvidiosotodasuvida,todosupensamiento,todasuesperanza.¡Cosa extraña!Tanto interés y el amor propio del arte nohabía apagado en

Isaaclaferozenvidia,laseddevenganza.Algunasveces,teniendoaVanBaerlebajosutelescopio,sehacíalailusiónqueloapuntabaconunmosqueteinfalible,ybuscabaconeldedoelgatilloparasoltareldisparoquedebíamatarlo;peroyaes tiempo de que volvamos de aquella época de los trabajos de uno y delespionajedelotroalavisitaqueCorneilledeWitt,RuartdePulten,acababadehacerasuciudadnatal.

7CapítuloElhombrefelizentablaconocimientoconladesgracia

Corneilledespuésdehaberatendidolosasuntosdesufamilia,llegóacasadesuahijado,CorneliusvanBaerle,enelmesdeenerodelañodegraciade1672.Caíalanoche.Corneille, aunque poco dado a la horticultura, ymenos todavía a las artes,

visitótodalacasa,desdeeltallerhastaelinvernadero;desdeloscuadroshastalos tulipanes.Agradeció a su sobrinoel haberledejadoenbuen lugar sobre elpuentedelanavealmiranteLesSeptProvincesdurantelabatalladeSouthwood-Bay, y el haber dado su nombre a un magnífico tulipán, y todo ello con lacomplacenciaylaafabilidadquepudieratenerunpadrehaciasuhijo;ymientrasinspeccionabaasílostesorosdeVanBaerle,lamuchedumbreseestacionabaconcuriosidad,inclusoconrespeto,delantedelapuertadelhombrefeliz.TodoesteruidodespertólaatencióndeBoxtel,quecenabacercadesufuego.Seinformódeloqueocurría,losupoytrepóasulaboratorio.Yallí,apesardelfrío,seinstaló,conelojoeneltelescopio.Este telescopio no le era ya de gran utilidad desde el otoño de 1671. Los

tulipanes,frioleroscomoverdaderoshijosdeOriente,nosecultivanenlatierraeninvierno.Necesitanelinteriordelacasa,ellechomullidodeloscajonesylasdulces caricias de la estufa. Así, Cornelius se pasaba todo el invierno en sulaboratorio, en medio de sus libros y de sus cuadros. Raramente iba a lahabitaciónde las cebollas si noeraparadejar entrar allí algunos rayosde sol,quesorprendíaenelcielo,yalosqueforzaba,abriendounatrampillavidriada,acaerdebuenomalgradoensucasa.Lanochedelaquehablamos,despuésdequeCorneilleyCorneliushubieron

visitadojuntoslosapartamentos,seguidosdealgunoscriados,aquélleconfióenvozbajaaVanBaerle:-Hijo mío, alejad a vuestras gentes y procurad que nos quedemos unos

momentosasolasysinoídosindiscretos.Corneliusseinclinóenseñaldeobediencia.-Señor-preguntóluegoenvozalta-,¿osagradaríavisitarahoramisecaderode

tulipanes?,osagradará.

¿El secadero? Ese pandemónium de la tulipanería, ese tabernáculo, esesanctasanctórum estaba, como Delfos antiguamente, prohibido para los noiniciados.Jamás criado alguno había puesto allí un pie audaz, como hubiera dicho el

granRacine,queflorecíaporaquellaépoca.Corneliusnodejabapenetrarenélmásquelaescobainofensivadeunaviejasirvientafrisona,sunodriza,lacual,desdequeCorneliussededicabaalcultivodelostulipanes,noseatrevíaaponercebollas en los guisos, por temor amondar y condimentar el «corazón de suniño».Así, a la sola palabra «secadero», los criados que llevaban las antorchas se

apartaron respetuosamente. Cornelius cogió las velas demanos del primero yprecedióasupadrinoenlahabitación.Añadamosaloqueacabamosdedecirqueelsecaderoeraaquelmismocuarto

vidriadosobreelqueBoxtelasestabaincesantementesutelescopio.Elenvidiosoestabamásquenuncaensulugar.Vioprimeroiluminarselasparedesylasvidrieras.Luegoaparecierondossombras.Unadeellas,grande,majestuosa, severa, se sentóal ladode lamesadonde

Corneliushabíadepositadolasvelas.Enestasombra,BoxtelreconocióelpálidorostrodeCorneilledeWitt,cuyos

largoscabellosnegrosseparadosenlafrentecaíansobresushombros.ElRuartdePulten,despuésdehaberdichoaCorneliusalgunaspalabrasdelas

queelenvidiosonopudocomprenderelsentidoporelmovimientodeloslabios,sacódesupechoyletendióunpaqueteblancocuidadosamentesellado,paquetequeBoxtel,porlaformaconqueCorneliuslocogióylodepositóenunarmario,supuso eran papeles de la mayor importancia. Pensó en principio que aquelprecioso paquete encerraba algunos bulbos recién llegados de Bengala o deCeilán,peroenseguidarecordóqueCorneilleapenascultivabatulipanesynoseocupabacasimásquedelhombre,malaplanta,muchomenosagradabledeverysobretodomuchomásdifícildehacerlaflorecer.Entonces le vino la idea de que ese paquete contenía pura y simplemente

papelesyqueestospapelessereferíanalapolítica.Mas ¿por qué entregar unos papeles que se relacionaban con la política a

Cornelius,quenosolamenteera,sinoquesealababadeserenteramenteextrañoa aquella ciencia, por otra parte más oscura, a su parecer, que la química, laastronomíaainclusoquelaalquimia?Aquél era sin duda un depósito que Corneille, ya amenazado por la

impopularidadconlaquecomenzabanahonrarlesuscompatriotas,entregabaasu ahijado Van Baerle, y la cosa era tanto más hábil por parte del Ruart por

cuanto no sería en la casa de Cornelius, extraño a toda intriga, donde irían aperseguirestedepósito.Por otra parte; si el paquete hubiera contenido bulbos, otra hubiera sido la

reaccióndesuvecino:Corneliusnolohabríaguardado,yenelmismoinstantehabríaapreciado,comoestudianteaficionadoelvalordelosregalosquerecibía.Por el contrario, Cornelius había recibido respetuosamente el depósito de

manos del Ruart, y, siempre respetuosamente, lo había metido en un cajón,empujándolo hasta el fondo, primero, seguramente para que no fuera visto,luego,paraquenoocuparaunespaciodemasiadograndeallugarreservadoasuscebollas.Unavezelpaqueteenelcajón,CorneilledeWittsepusodepie,estrechólas

manosdesuahijadoyseencaminóhacialapuerta.Cornelius agarró vivamente las velas y se adelantó para pasar el primero y

alumbrarconvenientemente.Entonces la luz se extinguió insensiblemente en el cuarto vidriado para

reaparecerenlaescalera,luegoenelvestíbuloyporúltimoenlacalle,todavíallenadegentequequeríaveralRuartsubirasucarroza.El envidioso no se había equivocado en sus suposiciones. El depósito

entregadoporelRuartasuahijadoycuidadosamenteencerradoporéste,eralacorrespondenciadeJeanconelseñorDeLouvois.Sóloqueeraconfiado,comolehabíadichoCorneilleasuhermano,sinqueCorneillehubiesedejadosuponerenlomásmínimoasuahijadolaimportanciapolíticaquetenía.Laúnicarecomendaciónque lehizoera ladenoentregarestedepósitomás

queaél,oconunapalabradeél,acualquieraquefueraquevinieraareclamarlo.YCornelius,comohemosvisto,habíaencerradoeldepósitoenelarmariode

losbulbosraros.Luego,unavezpartidoelRuarty losruidosy las lucesextinguidas,nuestro

hombrenohabíapensadomásenesepaquete,enelqueporelcontrariopensabamucho Boxtel que, parecido a un piloto hábil, veía en él la nube lejana aimperceptiblequecrecealavanzaryencierralatormenta.Y ahora, ya tenemos todos los jalones de nuestra historia plantados en esta

fértiltierraqueseextiendedeDordrechtaLaHaya.Losseguiráelquequiera,enelporvenirdeloscapítulossiguientes;encuantoanosotros,hemossostenidonuestrapalabra,probandoquejamásniCorneilleniJeandeWitthabíantenidotan feroces enemigos en toda Holanda como el que tenía Van Baerle en suvecino,MynheerIsaacBoxtel.Sin embargo, floreciendo en su ignorancia, el tulipanero había seguido su

camino hacia el fin propuesto por la sociedad de Haarlem: había pasado deltulipán pardo al tulipán café tostado; y volviendo a él, esemismo día en que

ocurríaenLaHayaelgransucesoquehemosnarrado,vamosahallarlehacialauna de la tarde sacando de su platabanda las cebollas, infructuosas todavía deunasiembra.detulipanescafétostado,tulipanescuyafloraciónmalogradahastaentonces estaba fijada para la primavera del año 1673, y que no podían pormenosquedarelgrantulipánnegropedidoporlasociedaddeHaarlem.El 20 de agosto de 1672, a la una de la tarde,Cornelius estaba pues en su

secadero, con los pies sobre la barra de la mesa y los codos sobre el tapete,contemplando con delicia tres bulbos que acababa de separar de su cebolla:bulbos puros, perfectos, intactos, principios inapreciables de uno de los másmaravillosos productos de la ciencia y de la Naturaleza, en esta combinacióncuyoéxitodebíaennoblecerparasiempreelnombredeCorneliusvanBaerle.«Hallaréelgrantulipánnegro-decíaparasíCorneliusmientrasseparabasus

bulbos-.Ganaré loscienmil florinesdepremioofrecidos.Losdistribuiréa lospobresdeDordrecht;deestaforma,elodioquetodoricoinspiraenlasguerrasciviles se apaciguará, y yopodré, sin temernadade los republicanosode losorangistas,continuarteniendomisplatabandasenmagníficoestado.Notemerétampocoqueundíadealboroto, lostenderosdeDordrechtylosmarinerosdelpuertovengana arrancarmis cebollaspara alimentar a sus familias, comomehan amenazado por lo bajo a veces, cuando recuerdan que he comprado unacebollaadosotrescientosflorines.Estoestáresuelto,darépuesalospobresloscienmilflorinesdelpremiodeHaarlem.«Aunque…»Yaeste«aunque»,CorneliusvanBaerlehizounapausaysuspiró.«Aunque -continuópensando-hubierasido realmenteunhermosodestinoel

deloscienmilflorinesaplicadosalengrandecimientodemiparterreoinclusoaunviajealOriente,patriadebellasflores.»«Mas,¡pordesgracia!,nohayquepensarentodoeso;¡mosquetes,banderas,

tamboresyproclamaciones,esloquedominalasituaciónenestemomento!»VanBaerlelevantólosojosalcieloylanzóotrosuspiro.Luego,volviendolamiradahaciasuscebollas,queensuespíritupasabanmuy

pordelantedeaquellosmosquetes,deaquellasbanderas,deaquellostamboresyde aquellas proclamaciones, cosas todas ellas propias solamente para turbar elespíritudeunhombrehonrado, sedijo:«Heaquí,mientras tanto,unosbulbosbien bonitos. ¡Qué lisos son, qué bien hechos están, cómo tienen ese airemelancólico que promete el negro de ébano a mi tulipán! Sobre su piel, losnerviosdecirculaciónnisiquieraaparecenasimplevista.¡Oh!Evidentemente,niunamanchaestropearálaropadelutodelaflorquemedeberásuexistencia.«¿Cómo se llamará esta hija de mis desvelos, de mi trabajo, de mi

pensamiento?TulipanigraBarloensis.»

«Sí,Barloensis; bonito nombre.Toda laEuropa tulipanera, es decir, toda laEuropa inteligente se estremecerá cuandoeste rumorcorra comoelvientoporloscuatropuntoscardinalesdelglobo.»«¡Ha sido hallado el gran tulipán negro! ¿Su nombre, preguntarán los

aficionados? Tulipa nigra Barloensis. ¿Por qué Barloensis? A causa de suinventorVanBaerle,seresponderá.¿QuiéneseseVanBaerle?Elquehahalladocincoespeciesnuevas:laJeanne,laJeandeWitt,laCorneille,etcétera.»«Pues bien, ésta es mi ambición. No costará nunca lágrimas a nadie. Y se

hablará todavía de la Tulipa nigra Barloensis cuando tal vez mi padrino, esesublime político, no sea ya conocido más que por el tulipán al que le di sunombre.»¡Losadmirablesbulbos…!«Cuandomitulipánhayaflorecido-continuópensandoCornelius-,quiero,si

la tranquilidad ha vuelto aHolanda, dar solamente a los pobres cincuentamilflorines; a fin de cuentas, ya es mucho para un hombre que no debeabsolutamentenada.Luego,conlosotroscincuentamil,realizaréexperimentos.Con esos cincuenta mil florines, quiero llegar a perfumar el tulipán. ¡Oh! Sillegara a dar al tulipán el olor de la rosa o del clavel, o incluso un olorcompletamente nuevo, lo cual aún seríamejor; si devolviera a este rey de lasflores ese perfume natural genérico que ha perdido al pasar de su trono deOrienteasutronoeuropeo,elquedebedetenerenIndia,enGoa,enBombay,enMadrás, y sobre todo en aquella isla donde antiguamente, segúnme aseguran,estuvo el paraíso terrenal y que se llamaCeilán. ¡Ah! ¡Qué gloria! Preferiría,digo, preferiría ser entonces Cornelius van Baerle que Alejandro, César oMaximiliano.»¡Losadmirablesbulbos…!Y Cornelius se deleitaba en su contemplación, absorbiéndose en los más

dulcessueños.Derepente,lacampanilladesucuartosonómásfuertequedecostumbre.Corneliussesobresaltó,extendiólamanosobresusbulbosysevolvió.-¿Quiénva?-preguntó.-Señor-respondióelservidor-,esunmensajerodeLaHaya.-UnmensajerodeLaHaya…¿Quéquiere?-Señor,esCraeke.-¿Craeke,elcriadodeconfianzadelseñorJeandeWitt?¡Bueno!Queespere.-Nopuedoesperar-dijounavozenelcorredor.Yalmismotiempo,forzandolaconsigna,Craekeseprecipitóenelsecadero.Esta aparición casi violenta era una infracción tal a las costumbres

establecidas en la casadeCorneliusvanBaerle, que éste, al percibir aCraeke

queseprecipitabaenel secadero,hizocon lamano,quecubría losbulbos,unmovimientocasiconvulsivo,queenviórodandoadosdelaspreciosascebollas,unabajounamesavecinaalagranmesa,ylaotraalachimenea.-¡Aldiablo!-exclamóCorneliusprecipitándoseenpersecucióndesusbulbos-.

¿Quéocurre,Craeke?-Ocurre, señor -contestó Craeke, depositando el papel sobre la gran mesa

donde seguía la tercera cebolla-, ocurre que se os invita a leer este papel sinperderunsoloinstante.YCraeke,quehabíacreídonotarenlascallesdeDordrechtlossíntomasdeun

tumultoparecidoalqueacababadedejarenLaHaya,huyósinvolverlacabeza.-¡Está bien! ¡Está bien,mi querido Craeke! -dijo Cornelius, extendiendo el

brazobajolamesapararecuperarlapreciosacebolla-.Seleerátupapel.Luego, recogiendo el bulbo, que colocó en el hueco de su mano para

examinarlo,pensó:«¡Bueno!Ésteestá intacto. ¡VayaconeldiablodeCraeke!¡Entrarasíenmisecadero!Veamoselotro,ahora.»Y sin soltar la cebolla fugitiva,VanBaerle avanzó hacia la chimenea, y de

rodillas, con la punta de los dedos, se puso a palpar las cenizas queafortunadamenteestabanfrías.A1cabodeuninstante,sintióelsegundobulbo.«Bueno.Aquíestá.»Ycontemplándoloconunaatencióncasipaternaldijoenvozalta:-Intactocomoelprimero.Enelmismoinstante,ycuandoCornelius, todavíaderodillas,examinabael

segundobulbo,lapuertadelsecaderofuesacudidarudamenteyseabriódetalformaacontinuaciónquesintiósubirasusmejillas,asusorejas,lallamadeestamalaconsejeraquesellamacólera.-¿Quémáshay?-preguntó-.¿Sehanvueltolocostodoslosdeahídentro?-¡Señor! ¡Señor! -exclamó un criado precipitándose en el secadero con el

rostromáspálidoyelaspectomásasustadoaúndelqueteníaCraekemomentosantes.-¿Y bien? -preguntó Cornelius, presagiando una desgracia ante esta doble

infraccióndetodaslasreglas.-¡Ah,señor!¡Huid,huiddeprisa!-gritóelcriado.-Huir,¿yporqué?-Señor,lacasaestállenadeguardiasdelosEstados.-¿Quéquieren?-Osbuscan.-¿Paraqué?-Paraarrestaros.-¿Paraarrestarme,amí?

-Sí,señor,vienenprecedidosdeunmagistrado.-¿Qué significa esto? -preguntó Van Baerle apretando sus dos bulbos en la

manoydirigiendosumiradaasombradahacialaescaleraenlaqueseoíagrantumulto.-¡Suben,suben!-gritóelservidor.-¡Oh!Miqueridoniño,midignoamo-exclamólanodrizaentrandoasuvez

enelsecadero-.¡Recogedvuestrooro,vuestrasjoyas,yhuid,huid!-Mas,¿pordóndequieresquehuya,nodriza?-preguntóVanBaerle.-Saltadporlaventana.-Sietemetros.-Caeréissobredosmetrosdetierrablanda.-Sí,perocaerésobremistulipanes.-Noimporta,saltad.Corneliuscogióel tercerbulbo,seacercóalaventana,laabrió,peroanteel

destrozo que iba a ocasionar en sus platabandas,muchomás todavía que a lavistadeladistanciaqueteníaquefranquear,resolvió:Jamás.Ydiounpasohaciaatrás.Enestemomentoseveíaapuntaratravésdelosbarrotesdelabarandilladela

escaleralasalabardasdelossoldados.Lanodrizaalzólosbrazasalcielo.EncuantoaCorneliusvanBaerle,hayquedecirloenelogio,nodelhombre,

sinodeltulipanero,suúnicapreocupaciónfueparasusinestimablesbulbos.Buscóconlosojosunpapeldondeenvolverlos,percibiólahojadelaBiblia

depositadaporCraekesobreelsecadero, lacogiósinacordarse, tangrandeerasu turbación,dedóndeprocedíaaquellahoja, envolvióenella sus tresbulbos,losocultóensupechoyesperó.Lossoldados,precedidosporelmagistrado,entraronenelmismoinstante.-¿Sois vos el doctorCornelius vanBaerle? -preguntó elmagistrado, aunque

reconoció perfectamente al joven; pero en esto, se ajustaba a las reglas de lajusticia,loquedaba,comoseve,unagravedadalainterrogación.-Losoy,maeseVanSpennen-respondióCorneliussaludandograciosamenteal

juez-,yvoslosabéisbien.-Entonces,entregadnoslospapelessediciososqueocultáisenvuestracasa.-¿Papeles sediciosos? -exclamó Cornelius completamente aturdido por el

apóstrofe.-¡Oh!Nooshagáiselsorprendido.-Osjuro,maeseVanSpennen-replicóCornelius-,queignorocompletamente

loquevosqueréisdecir.

-Entonces,voyaexplicároslo,doctor -dijoel juez-.Entregadnos lospapelesque el traidor Corneille deWitt depositó en vuestra casa en el mes de eneroúltimo.UnrelámpagocruzóporlamentedeCornelius.-¡Oh!¡Oh!-exclamóVanSpennen-.Ahoracomenzáisarecordar,¿verdad?-Sinduda;perovoshabláisdepapelessediciosos,yyonoposeoningúnpapel

deesegénero.-¡Ah!¿Lonegáis?-Naturalmente.Elmagistradosevolvióparaabarcardeunaojeadatodoelcuarto.-¿Cuáleslahabitacióndevuestracasaquesellamaelsecadero?-preguntó.-Justamenteéstaenlaquenoshallamos,maeseVanSpennen.Elmagistradomiródereojounapequeñanotacolocadaenlaprimerafilade

suspapeles.-Estábien-dijocomounhombrequeestáconvencido.Luego,volviéndosehaciaCornelius,preguntó:-¿Queréisentregarmeesospapeles?-Peronopuedo,maeseVanSpennen.Esospapelesnosonmíos:me loshan

entregadoatítulodedepósito,yundepósitoessagrado.-DoctorCornelius -dijo el juez-, en nombre de losEstados, os ordeno abrir

aquelcajónyentregarmelospapelesqueestánallíencerrados.Nomeobliguéisausarlaviolencia.Yconeldedoelmagistradoseñalabajustoeltercercajóndeuncofre-armario

situadoalladodelachimenea.Eraenaqueltercercajón,enefecto,dondesehallabanlospapelesentregados

por el Ruart de Pulten a su ahijado, prueba de la que la policía había sidoperfectamenteinformada.-¡Ah! ¿No queréis? -dijo Van Spennen, viendo que Cornelius permanecía

inmóvildeestupefacción-.Puesvoyaabriryomismo.Y abriendo el cajón en toda su longitud, elmagistrado puso al descubierto

primeramente una veintena de cebollas, alineadas y etiquetadas con cuidado,luegoelpaquetedepapelesqueseguíanenelmismoestadoexactamentecomohabíasidoentregadoasuahijadoporeldesgraciadoCorneilledeWitt.Elmagistrado rompió los sellos, desgarró el sobre, lanzó una ávidamirada

sobrelasprimerashojasqueaparecieronantesusojos,yexclamóconunavozterrible:-¡Ah!¡Lajusticianohabía,pues,recibidounfalsoaviso!-¡Cómo!-dijoCornelius-.¿Quéesesto?-¡Ah! No os hagáis más el ignorante, señor Van Baerle -respondió el

magistrado-,yseguidme.-¡Cómo!¡Queossiga!-exclamóeldoctor.-Sí,porqueennombredelosEstados,yoosarresto.NosearrestabatodavíaennombredeGuillermodeOrange.Nohacíabastante

tiempoqueeraestatúderparaesto.-¡Arrestadme!-exclamóCornelius-.Pero¿quéhehechoentonces?-Estonomecompete,doctor,osexplicaréisantevuestrosjueces.-¿Dónde?-EnLaHaya.Cornelius,estupefacto,abrazóasunodriza,queperdióelconocimiento,diola

manoasusservidores;quesedeshacíanenlágrimas,ysiguióalmagistrado,elcualloencerróenuncochecomounprisionerodeEstado,ylohizoconduciralgalopeaLaHaya.

8CapítuloUnadesaparición

Loqueacababadesucederera,comosesupone, laobradiabólicadeMynheerIsaacBoxtel.Recordamosquecon laayudadesu telescopio,nohabíaperdidounsolodetalledeaquellaentrevistadeCorneilledeWittconsuahijado.Recordamosquenohabíaoídonada,peroquelohabíavistotodo.Recordamosquehabíaadivinadolaimportanciadelospapelesconfiadospor

elRuartdePultenasuahijado,viendoaésteencerrarcuidadosamenteelpaqueteaélentregadoenelcajóndondeguardabalascebollasmáspreciosas.Resultaba, pues, que cuando Boxtel, que seguía la política conmuchamás

atención que su vecino Cornelius, supo que Corneille de Witt había sidoarrestado como culpable de alta traición hacia los Estados, pensó que, por suparte, no tendría probablementemás que decir una palabra para hacer arrestartambiénalahijado.Sinembargo,porfelizquesesintieraelcorazóndeBoxtel,temblóalprincipio

ante la ideadedenunciaraunhombre,máximeporqueaquelladenunciapodíaconducirlealpatíbulo.Peroloterribledelasmalasideas,esque,pocoapoco,losmalosespíritussefamiliarizanconellas.Por otra parte, Mynheer Isaac Boxtel se envalentonaba con este

sofisma:«Corneille de Witt es un mal ciudadano, ya que es acusado de altatraición y arrestado.» «Yo soy un buen ciudadano, ya que no soy acusadoabsolutamentedenadaysoy librecomoelaire.»«Ahorabien,siCorneilledeWitt es un mal ciudadano, lo cual es cosa cierta, ya que es acusado de altatraición y arrestado, su cómplice, Cornelius van Baerle, no es menos malciudadanoqueél.»«Asípues,comosoyunbuenciudadano,yesdeberde losbuenos ciudadanos denunciar a los malos ciudadanos, es deber mío, IsaacBoxtel,denunciaraCorneliusvanBaerle.»Peroesterazonamientonohubieratalvez,porespeciosoquefuera,adquirido

un imperio completo sobre Boxtel, y quizá el envidioso no hubiese cedido alsimpledeseodevenganzaqueleroíaelcorazón,sialunísonodeldemoniodelaenvidianohubiera surgidoeldemoniode lacodicia.Boxtelno ignorabahastaquépuntohabíallegadoVanBaerleensubúsquedadelgrantulipánnegro.Por

modesto que fuera Cornelius, no había podido ocultar a susmás íntimos queteníalacasicertezadeganarenelañodegraciade1673elpremiodecienmilflorinesinstituidoporlaSociedadHortícoladeHaarlem.YestacasicertezadeCorneliusvanBaerlehacíaconsumirenfiebreaIsaac

Boxtel.SiCornelius era arrestado, estoocasionaría evidentementeungran trastorno

en la casa. En la noche que siguiera al arresto, nadie pensaría en vigilar lostulipanesdeljardín.Yenaquellanoche,Boxtelsaltaríaelmuro,ycomosabíadóndeencontrarla

cebollaquedebíadarelgrantulipánnegro,selallevaría;enlugardeflorecerenla casa de Cornelius, el tulipán negro florecería en la suya, y él sería quienconsiguiera el premiode los cienmil florines, envezdeCornelius, sin contarcon ese honor supremo de llamar a la nueva flor Tulipa nigra Boxtellensis.Resultadoquesatisfacíanosolamentesuvenganza,sinosucodicia.Despierto,nopensabamásqueenelgrantulipánnegro;dormido,nosoñaba

másqueconél.Por último, el 19 de agosto, hacia las dos de la tarde, la tentación fue tan

fuertequeMynheerIsaacnopudoresistirlamástiempo.En consecuencia, envió una denuncia anónima, la cual reemplazaba la

autenticidadporlaprecisión,ylaechóalcorreo.Jamáspapel venenosodeslizado en losbuzonesdeVeneciaprodujounmás

rápidoyterribleefecto.Aquellamismanoche,elprincipalmagistradorecibiólacomunicación;enel

mismoinstanteconvocóasuscolegasparalamañanasiguiente.Aldíasiguienteporlamañanaestabanreunidos,habíandecididoelarrestoyentregadolaorden,afindequefueraejecutada,amaeseVanSpennen,quelahabíadesempeñado,comohemosvisto, con el deber de un dignoholandés, arrestando aCorneliusvanBaerleenelprecisomomentoenquelosorangistasdeLaHayaasabanlosdespojosdeloscadáveresdeCorneilleydeJeandeWitt.Pero,seaporvergüenzaopordebilidadanteelcrimen,IsaacBoxtelnohabía

tenidoelvalordeasestaraqueldíasutelescopio,nisobreel jardín,nisobreeltaller, ni sobre el secadero. Sabíamuy bien lo que iba a pasar en la casa delpobre Cornelius para tener necesidad de mirar en ella. Incluso no se levantócuandosuúnicocriadoqueenvidiaba la suertede loscriadosdeCorneliusnomenos amargamente que Boxtel envidiaba la suerte del amo, entró en suhabitación.Boxtelledijo:-Hoynomelevantaré;estoyenfermo.Hacia las nueve, oyó un gran ruido en la calle y tembló ante lo que

significaba;enesemomentoestabamáspálidoqueunverdaderoenfermo,más

temblorosoqueunverdaderofebril.EntrósucriadoyBoxtelseocultóbajolasábana.-¡Ah,señor!-exclamóelcriado,nosinimaginarsequeiba,aundeplorandola

desgraciaocurridaaVanBaerle,aanunciarunabuenanoticiaa suamo-. ¡Ah,señor!¿Nosabéisloquepasaenestemomento?-¿Cómoquierestúquelosepa?-respondióBoxtelconvozcasiininteligible.-¡Pues bien! En estemomento,mi señor Boxtel, están arrestando a vuestro

vecino el doctor Cornelius van Baerle, como culpable de alta traición a losEstados.-¡Bah!-murmuróBoxtelconvozdébil-.¡Noesposible!-¡Cáspita!Estoes loquesedice,por lomenos;porotraparte,acabodever

entrarensucasaaljuezVanSpennenyalosarqueros.-¡Ah!Siloshasvisto-dijoBoxtel-esotracosa.-En todo caso, voy a informarme -anunció el criado- y estad tranquilo, os

mantendréalcorriente.Boxtelsecontentóconaprobarconunsignoelcelodesucriado.Éstesalióyvolvióaentrarquinceminutosdespués.-¡Oh,señor!Todoloqueoshecontado-dijo-eslapuraverdad.-¿Cómo?-Hanarrestadoal señorVanBaerle; lohanmetidoenuncocheyacabande

expedirloaLaHaya.-¡ALaHaya!-Sí,donde,siloquedicenesverdad,noharábuentiempoparaél.-¿Yquédicen?-preguntóBoxtel.-¡Cáspita,señor!Sedice,peronoesmuyseguro,quelosburguesesdebende

estaraestahoraasesinandoalosseñoresCorneilleyJeandeWitt.-¡Oh! -murmuró o más bien hipó Boxtel cerrando los ojos para no ver la

terribleimagenqueseofrecíasindudaasumirada.«¡Cáspita!-exclamóparasíelcriadoalsalir-.EsprecisoqueMynheerIsaac

Boxtel esté muy enfermó para no haber saltado del lecho ante semejantenoticia.»Enefecto, IsaacBoxtel estabamuyenfermo;enfermocomounhombreque

acabade asesinar a otro.Pero él había asesinado a ese hombre conunadoblefinalidad;laprimeraestabacumplida,faltabacumplirlasegunda.Llególanoche.LanochequeesperabaBoxtel.Selevantódellechoypocodespuéssesubíaalsicomoro.Había calculado bien: nadie pensaba en guardar el jardín; casa y criados

estabantrastornados.Oyósonarsucesivamentelasdiez,lasonceymedianoche.A la medianoche, con el corazón brincándole, las manos temblorosas y el

rostro lívido,descendiódelárbol,cogióunaescalera, laaplicócontraelmuro,subióhastaelpenúltimoescalónyescuchó.Todoestabatranquilo.Niunruidoturbabaelsilenciodelanoche.Unasolaluzbrillabaentodalacasa.Ladelanodriza.EsesilencioyestaoscuridadenardecieronaBoxtel.Pasó una pierna por encima del muro, deteniéndose un momento sobre el

remate;luego,biensegurodequenohabíanadaquetemer,pasólaescaleradesujardínaldeCorneliusydescendió.Después, como sabía exactamente el lugar donde se hallaban enterrados los

bulbosdel futuro tulipánnegro, corrió en sudirección, siguiendo sin embargolossenderosparanosertraicionadoporlahuelladesuspasos,y,llegadoalsitiopreciso,conunaalegríasalvaje,hundiósusmanosenlatierrablanda.Noencontrónadaycreyóhaberseequivocado.Mientrastanto,elsudorperlabasufrente.Buscóallado:nada.Buscóaladerecha,alaizquierda:nada.Buscópordelanteypordetrás:nada.Lefaltópocoparavolverseloco,cuandosediocuentaporúltimoquelatierra

estabaremovidayadesdeaquellamismamañana.Enefecto,mientrasBoxtelsehallabaenellecho,Corneliushabíadescendido

asu jardíndesenterrando lacebolla,ycomohemosvisto, lahabíadivididoentresbulbos.Boxtelnopodíadecidirseaabandonarellugar.Habíarevueltoconsusmanos

másdetresmetroscuadrados.Finalmente,yanolequedóningunadudadesudesgracia.Ebriodecólera,alcanzólaescalera,pasólapiernaporencimadelmuro,alzó

laescalera,tirándolaasujardínysaltótrasella.Derepente,leembargóunaúltimaesperanza.Quelosbulbosestuvieranenelsecadero.Sólosetratabadepenetrarenelsecaderocomohabíapenetradoeneljardín.Allílosencontraría.Porlodemás,latareanoeramuchomásdifícil.Lasvidrierasdelsecaderosealzabancomolasdeuninvernadero.CorneliusvanBaerlelashabíaabiertoaquellamismamañanayanadiesele

habíaocurridocerrarlas.Todoconsistíaenprocurarseunaescalerabastantelarga,unaescaleradeseis

metrosenlugardecuatro.Boxtel había observado que en la calle donde vivía había una casa en

reparación;alolargodeaquellacasahabíanlevantadounaescaleragigantesca.Esa escalera era la que necesitaba Boxtel, si los obreros no se la habían

llevado.Corrióalacasa;laescaleraestabaallí.Lacogióyselallevócongrantrabajoasujardín;conmástrabajotodavía,la

apoyó contra el muro que dividía su casa de la de su vecino Cornelius vanBaerle.Laescaleraalcanzabadejustezalascelosías.Boxtel se metió una linterna sorda encendida en su bolsillo, subió por la

escaleraypenetróenelsecadero.Llegadoaesetabernáculo,sedetuvo,apoyándosecontralamesa;laspiernas

leflaqueabanysucorazónlatíahastaahogarle.Allí,eratodavíapeorqueeneljardín:sediríaqueelairedelcampoquitabaa

la propiedad lo que tenía de respetable; el que salta por encima de un seto oescalaunmuro,sedetieneantelapuertaolaventanadeunahabitación.Enel jardín,Boxtelnoeramásqueunmerodeador;enlahabitación,eraun

ladrón.Sinembargo, recobróelvalor:nohabía llegadohastaallípara regresarasu

casaconlasmanosvacías.Y se puso a buscar, a abrir y cerrar todos los cajones, a incluso el cajón

privilegiado donde había estado el depósito que acababa de ser tan fatal aCornelius; encontró, como en un jardín, etiquetadas las plantas, la Joannis, laWitt,eltulipánmarrón,eltulipáncafétostado,perodeltulipánnegroomásbiende los bulbos donde estaba todavía dormido y oculto en los limbos de lafloración,nohabíaningunaseñal.Y, sin embargo, en el registro de las simientes y de los bulbos llevado por

partida doble por Van Baerle con más cuidado y exactitud que el registrocomercialdelasprimerasfirmasdeAmsterdam,Boxtelleyóestaslíneas:Hoy,20de agosto de 1672, he desenterrado la cebolla del gran tulipán negro que heseparadoentresbulbosperfectos.-¡Esos bulbos! ¡Esos bulbos! -aulló Boxtel devastando todo el secadero-.

¿Dóndehapodidoocultarlos?Luego,derepente,golpeándoselafrentehastaaplastarseelcerebro,exclamó

envozalta:-¡Oh! ¡Miserabledemí! ¡Ah, tresvecesperdidoBoxtel! ¿Esquealguien se

separadesusbulbos,esquealguienlosabandonaenDordrechtcuandoseparteparaLaHaya, esquealguienpuedevivir sinesosbulbos, cuandoesosbulbosson los del gran tulipán negro? ¡Habrá tenido tiempo de cogerlos, el muyinfame!¡Lostieneencima,seloshallevadoaLaHaya!FuecomounrelámpagoquemostraraaBoxtelelabismodeuncrimeninútil.

Cayófulminadosobreaquellamismamesa,enaquelmismolugardonde,unashoras antes, el infortunado Baerle había admirado tan largo rato y tandeliciosamentelosbulbosdeltulipánnegro.«¡Pues bien! Después de todo -se dijo el envidioso, levantando su lívida

cabeza-,siéllostiene,sólopuedeguardarlosmientrasestévivo,y…»Elrestodesuhorriblepensamientoseabsorbióenunaespantosasonrisa.«LosbulbosestánenLaHaya-pensó-.Noes,pues,enDordrechtdondehede

vivir.»«¡ALaHayaaporlosbulbos!¡ALaHaya!»Y Boxtel, sin prestar atención a las inmensas riquezas que abandonaba,

preocupado por aquella otra inestimable riqueza, salió por la celosía, se dejódeslizara lo largode laescalera, llevóel instrumentoderoboadonde lohabíacogido,y,parecidoaunanimaldepresa,entrórugiendoensucasa.

9CapítuloLahabitaciónfamiliar

EraalrededordelamedianochecuandoelpobreVanBaerlefueencarceladoenlaprisióndelaBuytenhoff.LoqueprevieraRosahabíasucedido.AlhallarlaceldadeCorneillevacía,la

cóleradelpueblohabíasidogrande,ysisupadreGryphussehubieraencontradoalalcancedeaquellosfuriososhabríapagadoevidentementeporsuprisionero.Pero aquella cólera se había saciado largamente en los dos hermanos, que

habían sido alcanzados por los asesinos, gracias a la precaución tomada porGuillermo, el hombre de las precauciones, de hacer cerrar las puertas de laciudad.Habíallegado,pues,elmomentoenquelaprisiónsehabíavaciadoydondeel

silencio había sucedido al espantoso tronar de aullidos que rodaba por lasescaleras.Rosahabía aprovechado aquelmomentopara salir de su escondrijo y había

hecho salir a su padre. La prisión estaba completamente desierta; ¿para quéquedarseenlaprisióncuandosedegollabaenlaTol-Hek?GryphussaliótodotemblorosodetrásdelavalienteRosa.Fueronacerrarbien

que mal la gran puerta, y decimos bien que mal, porque estaba mediodesvencijada.Seveíaqueel torrentedeunapoderosacólerahabíapasadoporallí.Hacia las cuatro, se oyó volver el ruido, pero ese ruido no tenía nada de

inquietante para Gryphus y su hija. Ese ruido era el de los cadáveres quearrastrabanyqueveníanaocuparellugaracostumbradodelasejecuciones.Rosaseocultóunavezmás,paranoverelhorribleespectáculo.AmedianochellamaronalapuertadelaBuytenhoff,omásbienalabarricada

quelareemplazaba.TraíanaCorneliusvanBaerle.-AhijadodeCorneilledeWitt-murmuróGryphusconsusonrisadecarcelero

tras leer en la tarjeta de registro la calidad del prisionero-. Ah, joven, aquítenemosjustamentelahabitaciónfamiliar;oslavamosadar.Yencantadopor el chistequeacababadehacer, el ferozorangista cogió su

farolylasllavesparaconduciraCorneliusalaceldaqueaquellamismamañana

había abandonadoCorneille deWitt para ir al exilio tal como lo entienden entiempoderevoluciónesosgrandesmoralistasquedicencomounaxiomadealtapolítica:-Solamentelosmuertosnovuelven.Gryphussepreparó,pues,paraconduciralahijadoalaceldadesupadrino.Por el camino que tenía que recorrer para llegar a esa habitación, el

desesperadofloristanooyónadamásqueelladridodeunperro,nivionadamásqueelrostrodeunajoven.Elperrosaliódesucasetaexcavadaenelmurosacudiendounagruesacadena,

yolfateóaCorneliusa finde reconocerloenelmomentoenque leordenarandevorarlo.Lajoven,cuandoelprisionerohizogemirlabarandilladelaescalerabajosu

mano entorpecida, entreabrió el postigo de la habitación en la que vivía en elhuecodeesamismaescalera.Yconlalámparaenlamanoderecha,alumbróalmismo tiempo su encantador rostro rosado enmarcado por una admirablecabellerarubiadeespesasguedejas,mientrasconla izquierdacruzabasobreelpechosublancocamisón,porquehabíasidodespertadadesuprimersueñoporlainesperadallegadadeCornelius.Aquel era realmente un hermoso cuadro para pintar y en todo digno del

maestroRembrandt:esaespiralnegradelaescalerailuminadaporelfarolrojizodeGryphus,conlasombríafiguradelcarceleroenloalto,lamelancólicafiguradeCorneliusque se inclinaba sobre labarandillaparamirar;pordebajodeél,encuadradoporelpostigoluminoso,elsuaverostrodeRosa,ysugestopúdicoun poco inútil tal vez por la posición elevada de Cornelius, colocado sobreaquellos escalones desde donde su mirada acariciaba vaga y tristemente loshombrosblancosyredondosdelajoven.Y, abajo, completamente en la sombra, en ese lugar de la escalera donde la

oscuridad hace desaparecer los detalles, los ojos de carbunclo del moloso[4],sacudiendosucadenadeeslabonesalacualladobleluzdelalámparadeRosaydelfaroldeGryphusveníaaagregarleunasbrillanteslentejuelas.Peroloqueelsublimemaestronohabríapodidoplasmarensucuadro,erala

expresión dolorosa que apareció en el rostro de Rosa cuando vio a aquelhermoso joven, pálido, subir la escalera lentamente y pudo aplicarle esassiniestraspalabraspronunciadasporsupadre:-Tendréislahabitaciónfamiliar.Estavisiónduróunmomento,muchomáscortodelquehemosempleadoen

describirla. Luego, Gryphus continuó su camino, Cornelius se vio obligado aseguirle, y cinco minutos después entraba en el calabozo que resulta inútildescribir,porqueellectoryaloconoce.

Gryphus,despuésdehabermostradoconeldedoalprisioneroellechosobreelquetantohabíasufridoelmártirqueenaquellamismajornadahabíarendidosualmaaDios,recogiósufarolysalió.En cuanto a Cornelius, una vez solo, se arrojó sobre el lecho, pero no se

durmió.NocesódefijarsumiradaenlaestrechaventanaenrejadaquetomabasudíadelaBuytenhoff;deestaformavioblanquearmásalládelosárboleseseprimerrayodeluzqueelcielodejacaersobrelatierracomounblancomanto.Aquíyallá,durantelanoche,algunosrápidoscaballoshabíangalopadoporla

Buytenhoff; los pasos pesados de las patrullas habían golpeado los pequeñosguijarrosredondosdelaplaza,ylasmechasdelosarcabuces,encendiéndosealviento del oeste, habían lanzado hasta los vidrios de la prisión intermitentesdestellos.Pero cuando el naciente día argentó la techumbre acaballada de las casas,

Cornelius, impaciente por saber si algo vivía a su alrededor, se acercó a laventanaypaseócircularmenteuna tristemirada.Enelextremode laplaza, sealzaba una masa negruzca teñida de azul oscuro por las brumas matinales,destacandosobrelaspálidascasassusiluetairregular.Corneliusreconocióelpatíbulo.Deestepatíbulo colgabandos informespingajosqueno eranmásqueunos

esqueletostodavíasangrantes.ElbuenpueblodeLaHayahabíadespedazadolascarnesdesusvíctimas,pero

lashabía traído fielmentealpatíbuloparadarpretextoaunadoble inscripcióntrazada sobre una enorme pancarta.Y sobre aquella pancarta, con sus ojos deveintiochoaños,Corneliusconsiguióleerlaslíneastrazadasconelgruesopinceldealgúnembadurnadorderótulos:Aquícuelgan:elgrancriminalllamadoJeandeWitt, y el pequeñobribónCorneilledeWitt, suhermano,dos enemigosdelpueblo,perograndesamigosdelreydeFrancia.Cornelius lanzó un grito de horror, y en un transporte de terror delirante

golpeó la puerta con pies ymanos, tan rudamente y tan precipitadamente queGryphusacudiófurioso,consumanojodeenormesllavesenlamano.Abriólapuertaprofiriendohorriblesimprecacionescontraelprisioneroquele

importunabaenhorasenlasquenoseacostumbrabaaimportunar.-¡Encimaesto!OtroDeWittfurioso-exclamó-.¡PeroestosDeWitttienenel

diabloenelcuerpo!-Señor, señor -dijo Cornelius agarrando al carcelero por el brazo y

arrastrándolehacialaventana.-Señor,¿quéheleídoalláabajo?-¿Dónde?-Enaquellapancarta.Ytemblando,pálidoyjadeante,leseñaló,enelfondodelaplaza,elpatíbulo

coronadoporlacínicainscripción.Gryphusseechóareír.-¡Ah,eso!-respondió-.Sí,lahabéisleído…¡Puesbien,miqueridoseñor!,ahí

es donde se llega cuando semantienen relaciones con los enemigos del señorpríncipedeOrange.-¡Los señores De Witt han sido asesinados! -murmuró Cornelius, el sudor

bañándolelafrenteydejándosecaersobreelcolchón,losbrazoscolgando,losojoscerrados.-Los señores DeWitt han sufrido la justicia del pueblo -replicó Gryphus-.

¿Llamáisaesoasesinato?Yodigomejor,ejecutados.Y, viendo que el prisionero no sólo se había calmado, sino que permanecía

postrado,saliódelacelda,tirandodelapuertaconviolencia,yhaciendocorrerloscerrojosconruido.Volviendoensí,Corneliussehallósoloyreconocióelaposentoenelquese

encontraba, la "habitación familiar", como la había llamadoGryphus, comoelpasofatalquehabíadeconducirleaunatristemuerte.Ycomoeraunfilósofo,comoerasobretodouncristiano,comenzóporrogar

por el alma de su padrino, luego por la del ex gran pensionario; después, porúltimo,seresignóélmismoatodoslosmalesqueDiosquisieraenviarle.Luego,despuésdehaberdescendidodelcieloalatierra,dehaberentradode

latierraasucalabozo,dehaberseaseguradobiendequeenelcalabozoestabasolo,sacódesupecholostresbulbosdeltulipánnegroylosocultódetrásdelapiedradeareniscasobre laquesecolocabaelcántaro tradicional,enel rincónmásoscurodelacelda.¡Inútil labor de tantos años! ¡Destrucción de tan dulces esperanzas! ¡Su

descubrimientoibapuesadesembocarenlanadacomoélenlamuerte…!Enestaprisión,sinunabriznadehierba,sinunátomodetierra;sinunrayodesol.Anteesepensamiento,Corneliusentróenunasombríadesesperanzadelaque

nosaliómásqueporunacircunstanciaextraordinaria.¿Cuálfueesacircunstancia?Estoesloquenosreservamosparaexplicarenelcapítulosiguiente.

10CapítuloLahijadelcarcelero

Aquellamismatarde,cuandotraíalapitanzadelprisionero,Gryphus,alabrirlapuerta de la prisión, resbaló en el húmedo enlosado y trastabilló intentandosostenerse.Pero,apoyandolamanoenfalso,serompióelbrazoporencimadelamuñeca.Corneliushizounmovimientohaciaelcarcelero.-Noesnada-dijoGryphusnodándosecuentadelagravedaddelaccidente-.

Noosmováis.Y quiso levantarse apoyándose sobre su brazo, pero el hueso se le dobló;

solamenteentoncessintióGryphuseldolorylanzóungrito.Comprendióque teníaelbrazo roto,yestehombre tanduropara losdemás

cayó desmayado sobre el umbral de la puerta, donde se quedó inerte y frío,parecidoaunmuerto.Durante ese tiempo, la puerta de la prisión había permanecido abierta, y

Corneliussehallabacasilibre.Peronoseleocurriólaideadeaprovecharsedeesteaccidente;habíavistola

formaenqueelbrazo sehabíadobladoyel ruidoquehabíahecho; sabíaqueexistíafracturaydolor;nopensóenotracosaqueensocorreralherido,pormalintencionadoquelehubieraparecidoenlaúnicaentrevistaquehabíatenidoconél.Al ruidoqueGryphushizoal caer, al gemidoquehabíadejadoescapar, seoyó un paso precipitado en la escalera, y a la aparición que siguióinmediatamentealrumordeesepaso,Corneliusprofirióunpequeñogritoalquerespondióelgritoagudodeunajoven.Laquehabía respondido al grito lanzadoporCornelius era la bella frisona,

que viendo a su padre tendido en el suelo y al prisionero inclinado sobre él,creyó al principio que Gryphus, cuya brutalidad conocía, había caído acontinuación de una lucha sostenida entre aquél y su padre. Corneliuscomprendió loqueocurríaenelcorazónde la jovenenelmismomomentoenquelasospechaentrabaenlamentedeaquélla.Perotraídaporlaprimeraojeadaalaverdad,yavergonzadaporloquehabía

llegadoapensar,levantóhaciaeljovensusbellosojoshúmedos,diciendo:

-Perdónygracias, señor.Perdónpor loquehabíapensado, ygracias por loquevoshacéis.Corneliusenrojeció.-Nohagomásquecumplirconmideberdecristiano-contestó-,alsocorrera

misemejante.-Sí,yalsocorrerloestatarde,habéisolvidadolasinjuriasqueosdirigióesta

mañana.Señor,estoesmásquehumanidad,esmásquecristianismo.Cornelius alzó lamirada hacia la bella niña, completamente asombrado por

haberoídosalirdelabocadeunahijadelpueblounapalabraalaveztannobleytancompasiva.Perono tuvo tiempode testimoniarle su sorpresa.Gryphus, recobradodesu

desmayo,abriólosojos,ysuacostumbradabrutalidadlevolvióconlavida:-¡Ah!Vedloqueocurre-dijo-.Sedaunoprisaentraerlacena,mecaigoal

apresurarme,alcaermerompoelbrazo,yvosmedejáisaquísobrelosladrillos.-Silencio,padremío -intervinoRosa-.Sois injustoconeste joven,alquehe

halladoocupadoensocorreros.-¡Él!-exclamóGryphusconairededuda.-Esverdad,señor,yestoydispuestoasocorrerosmás.-¿Vos?-dijoGryphus-.¿Sois,pues,médico?-Ésaesmicarreraprimitiva-contestóelprisionero.-¿Deformaquepodríaiscomponermeelbrazo?-Perfectamente.-¿Yquénecesitáisparaello,veamos?-Doscuñasdemaderayunastirasdetela.-Ya oyes,Rosa -comentóGryphus-. El prisionero va a arreglarme el brazo;

estoesunaeconomía;vamos,ayúdamealevantarme,parezcodeplomo.Rosa presentó su hombro al herido; éste rodeó el cuello de la joven con su

brazointacto,yhaciendounesfuerzo,sepusodepie,mientrasCornelius,paraahorrarle camino, empujaba hacia él un sillón. Gryphus se sentó y luego,volviéndosehaciasuhijadijo:-¡Ybien!¿Nohasoído?Veabuscarloquesetepide.Rosadescendióyregresóuninstantedespuéscondosduelasdebarrilyuna

granvendadetela.Corneliushabíaempleadoaqueltiempoenquitarlachaquetaalcarceleroyensubirlelasmangas.-¿Estoesloquedeseáis,señor?-preguntóRosa.-Sí,señorita-asintióCorneliusposandolosojossobrelosobjetostraídos-.Sí,

esoes.Ahora,acercadestamesamientrassostengoelbrazodevuestropadre.Rosaempujólamesa.Corneliuscolocóelbrazorotoencima,afindequese

hallaraplano,yconunahabilidadperfecta,reajustólafractura,adaptólacuñayapretólasvendas.

Conelúltimoalfiler,elcarcelerosedesmayóporsegundavez.-Id a buscar vinagre, señorita -pidió Cornelius-, le frotaremos las sienes y

volveráensí.Peroenlugardecumplirlaprescripciónquelehabíahecho,Rosa,despuésde

asegurarsedequesupadresehallabarealmentesinconocimiento,avanzóhaciaCornelius.-Señor-dijo-,servicioporservicio.-¿Esdecir,mibellaniña?-preguntóCornelius.-Es decir, señor, que el juez que debe interrogaros mañana ha venido a

informarsehoydelaceldaenlaqueoshallábais;quelehandichoqueocupábaisladelseñorCorneilledeWitt,yqueaesarespuesta,sehareídodeunaformatansiniestraquemehacecreerquenoosesperanadabueno.-Pero-preguntóCornelius-,¿quépuedenhacerme?-¿Véisdesdeaquíesepatíbulo?-Peroyonosoyculpableenabsoluto-replicóCornelius.-¿Loeranellos,losqueestánalláabajo,colgados,mutilados,desgarrados?-Esverdad-dijoCorneliusentristeciéndose.-Porotraparte-continuoRosa- laopiniónpúblicaquierequeseáisculpable.

Peroenfin,culpableono,vuestroprocesocomenzarámañana,pasadomañanaseréiscondenado:lascosasvandeprisaenlostiemposquecorren.-¡Ybien!¿Quéopináisdetodoesto,señorita?-Opinoqueyoestoysola,quesoydébil,quemipadreestádesmayado,queel

perro tiene el bozal puesto, que nada, por consiguiente, os impide salvaros.Salvaos,pues,estoesloqueopino.-¿Quédecís?-Digo que no he podido salvar a los señores Corneille y Jean deWitt, por

desgracia, y queme gustaría salvaros a vos. Solo que, actuad de prisa,miradcómorespirayamipadre,dentrodeunminutotalvezabrirálosojos,yentoncesseráyademasiadotarde.¿Dudáis?Enefecto,Corneliuspermanecíainmóvil,contemplandoaRosa,perocomosi

lamirarasinoírla.-¿Nocomprendéis?-insistiólajovenimpaciente.-Sí,claroquecomprendo-contestóCornelius-.Pero…-¿Pero…?-Rehúso.Osacusarían.-¿Quéimporta?-dijoRosaruborizándose.-Gracias,niña-replicóCornelius-,peromequedo.-¡Os quedáis! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡No habéis comprendido, pues, que

seréiscondenado…condenadoamuerte,ejecutadosobreunpatíbuloy talvez

asesinado,destrozadocomohanasesinadoydestrozadoalseñorJeanyalseñorCorneille!Ennombredelcielo,noosocupéisdemíyhuiddeestaceldaenqueoshalláis.Tenedcuidado,traeladesgraciaalosDeWitt.-¡Eh!-exclamóelcarcelerodespertándose-.¿Quiénhabladeesosbribones,de

esosmiserables,deesoscriminalesDeWitt?-Noosimporta,buenhombre-dijoCorneliusconsudulcesonrisa-.Lopeor

quehayparalasfracturasescalentarselasangre-luego,porlobajo,dijoaRosa-:Niñamía,yosoyinocente,esperaréamisjuecesconlatranquilidadylacalmadeuninocente.-Silencio-advirtióRosa.-Silencio,¿yporqué?-Esprecisoquemipadrenosospechequehemosconversado.-¿Quémalhabría?-¿Qué mal habría… ? Me impediría volver aquí para siempre -explicó la

joven.Corneliusrecibióestainocenteconfidenciaconunasonrisa,leparecíaqueun

pocodefelicidadlucíaensuinfortunio.-¡Y bien! ¿Qué masculláis los dos ahí? -dijo Gryphus levantándose y

sosteniendosubrazoderechoconelbrazoizquierdo.-Nada -respondió Rosa-. El señor me prescribe el régimen que habéis de

seguir.-¡Elrégimenquedeboseguir!¡Elrégimenquedeboseguir!¡Vostambién,vos

tambiéntenéisunoqueseguir,bonita!-¿Cuál,padremío?-Noveniralaceldadelosprisioneros,o,almenos,salirlomásaprisaposible;

¡caminad,pues,delantedemí,yligerita!RosayCorneliusintercambiaronunamirada.LadeRosaqueríadecir:«Yaveis.»LadeCorneliussignificaba:«¡QuesealoqueelSeñorquiera!»

11CapítuloEltestamentodeCorneliusVanBaerle

Rosa no se había equivocado. Los jueces acudieron al día siguiente a laBuytenhoff, e interrogaron a Cornelius van Baerle. Por lo demás, elinterrogatorio no fue muy largo; estaba comprobado que Cornelius habíaguardadoensucasaaquellacorrespondencia fatalde losDeWittconFrancia.Nolonegóenabsoluto.Solamente existía, a los ojos de los jueces, la duda de que aquella

correspondencialehubierasidoentregadaporsupadrino,CorneilledeWitt.Perocomo,despuésdelamuertedelosdosmártires,CorneliusvanBaerleno

tenía nada que ocultar, no solamente no negó que el depósito le había sidoconfiadoporCorneilleenpersona,sinoquetodavíacontócómo,dequéformayenquécircunstanciaslehabíasidoconfiado.Estaconfidenciaimplicabaalahijadoenelcrimendesupadrino.ExistíacomplicidadpatenteentreCorneilleyCornelius.Corneliusnoselimitóaestaconfesión:dijotodalaverdadconrespectoasus

simpatías, sus costumbres y sus familiaridades. Explicó su indiferencia enpolíticas,suamorporelestudio,porlasartes,porlascienciasyporlasflores.Contóquenunca,desdeeldíaenqueCorneillehabíavenidoaDordrechty lehabíaconfiadoaqueldepósito,lohabíatocadoniinclusomirado.Seleobjetóqueaeserespectoeraimposiblequedijeralaverdad,yaquelos

papelesestabanencerradosjustamenteenunarmariodondecadadíasehundíanlasmanosylosojos.Cornelius respondióqueesoeraverdad,peroqueélnometía lamanoenel

cajónmás que para asegurarse de que sus cebollas estaban bien secas; y quesolamentedirigíalamiradaaélparaasegurarsedesisuscebollascomenzabanagerminar.Se le objetó que su pretendida indiferencia con respecto a ese depósito no

podía sostenerse razonablemente, porque resultaba imposible que habiendorecibido semejantes documentos de mano de su padrino, no conociera suimportancia.AloqueélrespondióquesupadrinoCorneilleleamabamuchoy,sobretodo,

queeraunhombredemasiadoprudentecomoparahaberledichonadaacercadelcontenidodeaquellospapeles,yaqueestaconfidencianohubieraservidomásqueparaatormentaraldepositario.Se le objetó que si el señor DeWitt hubiera actuado de esa forma, habría

añadido al paquete en caso de accidente, un certificado constatando que suahijado era completamente extraño a esa correspondencia, o bien, durante suproceso,lehabríaescritoalgunacartaquepudieseservirparasujustificación.Cornelius respondióqueprobablementesupadrinonohabíapensadoquesu

depósito corriera ningún peligro, oculto como estaba en un armario que eraconsiderado tan sagrado como el Arca por toda la casa Van Baerle; que porconsiguientehabíajuzgadoelcertificadoinútil;que,encuantoaunacarta,teníaalgúnrecuerdodequeunmomentoantesdesuarresto,ycuandoestabaabsortoenlacontemplacióndeunacebolladelasmásraras,elservidordelseñorJeandeWitthabíaentradoenelsecaderoylehabíaentregadounpapel;peroquedetodoaquellonolehabíaquedadomásqueunrecuerdoparecidoalquesetienedeunavisión,queelsirvientehabíadesaparecido,yqueencuantoalpapel,talvezseencontraríasiselebuscababien.En cuanto a Craeke, era imposible hallarlo, teniendo en cuenta que había

abandonadoHolanda.Yenlo tocantealpapel,era tanpocoprobablequeseencontrara,quenose

tomaroneltrabajodebuscarlo.ElmismoCornelius no insistiómucho sobre ese punto, ya que, suponiendo

que aquel papel se hallara, podía no tener ninguna relación con lacorrespondenciaqueconstituíaelcuerpodeldelito.LosjuecesparecieronquererempujaraCorneliusadefendersemejordeloquelohacía;utilizaronfrenteaélaquellabenignapacienciaquedenotaobienaunmagistrado interesadoporelacusado, o bien a un vencedor que abate a su adversario, y que, siendocompletamentedueñodeél,notienenecesidaddeoprimirloparaperderlo.Cornelius no aceptó en absoluto esta hipócrita protección, y en la última

respuestaqueprofirióconlanoblezadeunmártirylacalmadeunjusto,dijo:-Mepreguntáis,señores,cosasalasquenotengonadaqueresponder,sinola

exactaverdad.Ahorabien,laexactaverdadesésta.Elpaqueteentróenmicasapor el camino que he explicado; protesto delante deDios que ignoraba y queignorotodavíasucontenido;quesolamenteeneldíademiarrestosupequeesedepósito era la correspondencia del ex gran pensionario con el marqués deLouvois. Protesto, finalmente, que ignoro cómo ha podido saberse que esepaquete estaba en mi casa, y sobre todo cómo puedo ser culpable por haberrecogidoloquemetraíamiilustreydesgraciadopadrino.ÉstefuetodoelalegatodeCornelius.Losjuecesdeliberaron.

Consideraron:Quetodobrotededisensióncivilesfunestoporcuantoresucitalaguerraqueatodosinteresaextinguir.Uno de ellos, y era un hombre que pasaba por un profundo observador,establecióqueesejoventanflemáticoenapariencia,debíadesermuypeligrosoenrealidad,supuestoquedebíaocultarbajosumantodehieloqueleservíadeenvolturaunardientedeseodevengaralosseñoresDeWitt,susallegados.Otro hizo observar que el amor a los tulipanes se alía perfectamente con lapolítica, y que está históricamente probado que varios hombres de los máspeligrososhantrabajadoenunjardínnimásnimenoscomosifuerasuoficio,aunque en el fondo estuvieran ocupados realmente en otra cosa. Ejemplo,TarquinoelViejo, que cultivaba adormideras enCumas, y el granCondé, queregabasusclavelesenlafortalezadeVicennes,yelloenelmomentoenqueelprimeromeditabasuregresoaRomayelsegundosusalidadelaprisión.Eljuezconcluyóconestedilema:

O Cornelius van Baerle quiere mucho a los tulipanes o quiere mucho a lapolítica;enunoaotrocaso,noshamentido:enprimerlugarporqueestáprobadoqueseocupabadelapolíticayelloporlascartasquesehanhalladoensucasa;acontinuaciónporquesehaprobadoqueseocupabadelostulipanes.Losbulbosque están allí dan fe de ello. Finalmente, y aquí está la enormidad; ya queCornelius vanBaerle se ocupaba a la vez de los tulipanes y de la política, elacusado era, pues, de una naturaleza híbrida, de una organización anfibia,trabajandocon igualardor lapolíticayel tulipán, loque leotorgaría todos loscaracteresdelaespeciedehombresmáspeligrososparalatranquilidadpública,yunaciertaomásbien,unacompletaanalogíaconlosgrandescerebrosdelosqueTarquinoelViejoyelseñorDeCondéproporcionabanhaceunmomentounejemplo.El resultado de todos esos razonamientos fue que el príncipe estatúder de

Holanda sentiría, sin duda alguna, un agradecimiento infinito hacia lamagistratura de La Haya por simplificarle la administración de las SieteProvincias, al destruir hasta el menor germen de conspiración contra suautoridad.Este argumento privó sobre todos los otros, y para destruir eficazmente el

germen de las conspiraciones, fue pronunciada por unanimidad la pena demuerte contraCornelius vanBaerle, culpable y convicto de haber participado,bajolasinocentesaparienciasdeunaficionadoalostulipanes,enlasdetestablesintrigas y en los abominables complots de los señores De Witt contra lanacionalidadholandesa,yensussecretasrelacionesconelenemigofrancés.LasentenciallevabasubsidiariamentequeelsusodichoCorneliusvanBaerle

seríasacadodelaprisióndelaBuytenhoffparaserconducidoalcadalsoerigidoenlaplazadelmismonombre,dondeelejecutorde lascondenas lecortaría lacabeza.Como esta deliberación había sido formal, había durado unamedia hora, y

duranteestamediahora,elprisionerohabíasidoreintegradoasuprisión.FueallídondeelescribanodelosEstadosvinoaleerleelfallo.MaeseGryphus estaba retenido en su lecho por la fiebre que le causaba la

fracturadesubrazo.Susllaveshabíanpasadoalasmanosdeunodesuscriadossupernumerarios, y detrás de ese criado, que había introducido al escribano,Rosa,labellafrisona,habíavenidoacolocarseenelrincóndelapuerta,conunpañuelosobrelabocaparaahogarsussuspirosysussollozos.Corneliusescuchólasentenciaconunrostromásasombradoquetriste.Leídalasentencia,elescribanolepreguntósiteníaalgoqueobjetar.-Pormife,no-respondió-.Confiesosolamentequeentretodoslosmotivosde

muerte que un hombre precavido puede prever para evitarlos, no hubiesesospechadojamáséste.Tras esta respuesta, el escribano saludó a Cornelius vanBaerle con toda la

consideraciónqueesetipodefuncionariosconcedenalosgrandescriminalesdetodogénero.-A propósito, señor escribano -dijo Cornelius, cuando aquél se disponía a

salir-.¿Paraquédíaeslacosa,simehacéiselfavor?-Pues,parahoy-respondióelescribano,unpocomolestoporlasangrefríadel

condenado.Unsollozoestallódetrásdelapuerta.Corneliusse inclinóparaverquiénhabíadejadoescaparaquelsollozo,pero

Rosa,adivinandoelmovimiento,sehabíaechadohaciaatrás.-Y-añadióCornelius-,¿aquéhoraeslaejecución?-Almediodía,señor.-¡Diablo! -exclamó Cornelius-. Me parece que he oído dar las diez hace

menosdeveinteminutos.Notengotiempoqueperder.-ParareconciliarosconDios,sí,señor-dijoelescribanoinclinándosehastael

suelo-,ypodéissolicitaralministrodevuestrapreferencia.Diciendoestaspalabras,salióandandohaciaatrás,yelcarcelerosuplenteiba

aseguirle,cerrandolapuertadeCorneliuscuandounbrazoblancoytemblorososeinterpusoentreesehombreylapesadapuerta.Corneliusnoviomásque el cascodeoro conorejerasdepuntillasblancas,

tocadodelasbellasfrisonas;nooyómásqueunmurmulloaloídodelcarcelero;pero éste entregó sus pesadas llaves a la blanca mano que se le tendía y,descendiendounosescalones,sesentóenmediodelaescalera,guardadaasíen

loaltoporél,yabajoporelperro.Elcascodeorodiomediavuelta,yCorneliusreconocióelrostrosurcadode

lágrimasylosgrandesojosazulesanegadosdelabellaRosa.LajovenavanzóhaciaCorneliusapoyandosusdosmanossobresudesgarrado

pecho.-¡Oh,señor,señor!-exclamó.Ynoacabó.-Mibellaniña-replicóCorneliusemocionado-,¿quédeseáisdemí?Deahora

enadelantenotengoyaningúnpodersobrenada,osloadvierto.-Señor,vengoa reclamardevosunagracia -dijoRosa tendiendosusmanos

mitadhaciaCornelius,mitadhaciaelcielo.-No lloréis así, Rosa -advirtió el prisionero-, porque vuestras lágrimas me

enternecenmuchomás quemi próximamuerte. Y, vos lo sabéis, cuantomásinocenteeselprisionero,conmáscalmadebemorirainclusoconalegría,yaquemueremártir.Vamos,nolloréismásydecidmevuestrodeseo,mibellaRosa.Lajovensedejócaerderodillas.-Perdonadamipadre-pidió.-¡Avuestropadre!-exclamóCorneliusasombrado.-Sí,¡hasidotanduroconvos!Peroesasípornaturaleza,esasícontodos,y

noesavosparticularmenteaquienhatratadoconbrutalidad.-Hasidocastigado,queridaRosa,inclusomásquecastigadoporelaccidente

quelesobrevino,yyoleperdono.-¡Gracias!-contestóRosa-.Yahora,decidme,¿puedohaceramivezalgopor

vos?-Podéissecarvuestrosbellosojos,queridaniña -respondióCorneliusconsu

dulcesonrisa.-Peroporvos…porvos…-Elquenodisponemásquedeunahoraparavivir,esungransibaritasitiene

necesidaddealgunacosa,queridaRosa.-¿Eseministroqueoshanofrecido?-He adorado a Dios toda mi vida, Rosa. Le he adorado en sus obras,

bendecido en su voluntad.Dios no puede tener nada contramí.Noos pediré,pues,unministro.Elúltimopensamientoquemeocupa,Rosa,serelacionaconlaglorificacióndeDios.Ayudadme,querida,osloruego,enelcumplimientodeesteúltimopensamiento.-¡Ah, señor Cornelius, hablad, hablad! -exclamó la joven inundada en

lágrimas.-Dadmevuestrabellamano,yprometedmenoreíros,niñamía.-¡Reír! -exclamóRosa desesperada-. ¡Reír en estemomento! Pero entonces

¿vosnomehabéismirado,señorCornelius?-Oshemirado,Rosa,conlosojosdelcuerpoylosojosdelalma.Jamásmujer

másbella, jamásalmamáspurasehabíaofrecidoamí;ysinoosmiromásapartir de este momento, perdonadme, es porque, dispuesto a salir de la vida,prefieronotenernadaqueechardemenosenella.Rosa se sobresaltó. Cuando el prisionero decía estas palabras, sonaban las

onceenlatorredelaBuytenhoff.Corneliuscomprendió.-Sí,sí,apresurémonos-dijo-.Tenéisrazón,Rosa.Entonces, sacando de su pecho, donde lo había ocultado de nuevo cuando

pasóeltemordeserregistrado,elpapelqueenvolvíalostresbulbos,explicó:-Mi bella amiga, he amado mucho las flores. Era en los tiempos en que

ignorabasepudieraamarotracosa.¡Oh!Noosruboricéis,nointerpretéismal,Rosa, aunque os hiciera una declaración de amor, esto, pobre niña, no tendríaningunaconsecuencia;abajo,en laBuytenhoff,hayunciertoaceroquedentrodesesentaminutosdarácuentademitemeridad.Asípues,decíaqueamabalasflores,yhabíahallado,porlomenosasílocreo,elsecretodelgrantulipánnegroquesecreíaimposible,yquees,losepáisono,elobjetodeunpremiodecienmil florines propuesto por la Sociedad Hortícola de Haarlem. Esos cien milflorines, y Dios sabe que nome lamento por ellos, esos cienmil florines lostengoaquíenestepapel;estánganadosconlostresbulbosqueencierra,yquepodéiscoger,Rosa,porqueoslosdoy.-¡SeñorCornelius!-¡Oh!Podéiscogerlos,Rosa,nocausáisningúnmalanadie,niñamía.Estoy

soloenelmundo;mipadreymimadrehanmuerto;nohetenidonuncahermananihermano;nohepensadonuncaenenamorarmedenadie,y si alguien sehaenamoradodemí,nolohesabidojamás.Porotraparte,yapodéisver,Rosa,queestoy abandonado, ya que en esta hora solamente vos estáis en mi calabozo,consolándomeysocorriéndome.-Pero,señor,cienmilflorines…-¡Ah!Seamosformales,queridaniña-dijoCornelius-.Cienmilflorinesserán

unahermosadoteavuestrabelleza;obtendréisloscienmilflorinesporqueestoysegurodemisbulbos.Los tendréispues,queridaRosa,ynoospidoacambiomás que la promesa de casaros con unmuchacho valiente, joven, al que vosaméisyqueosametantoavoscomoyoamabalasflores.Nomeinterrumpáis,Rosa,quenodispongomásquedeunosminutos…Lapobrechicaseahogababajosussollozos.Corneliuslecogiólamano.-Escuchadme -continuó-, así escómoprocederéis.Coged tierraenmi jardín

de Dordrecht. Pedid a Butruysheim, mi jardinero, tierra de mi platabandanúmero6;plantadenellayenunacajaprofundaesostresbulbos,quefloreceránenelpróximomayo,esdecir,dentrodesietemeses,ycuandoveáislaflorensutallo, pasad las noches protegiéndola del viento, los días salvándola del sol.Florecerá negra, estoy seguro. Entonces haced llamar al presidente de laSociedadHortícola deHaarlem.Hará constatar por el congreso el color de laflor,yosentregaráloscienmilflorines.Rosalanzóungransuspiro.-Ahora-continuóCorneliusenjugandounatemblorosalágrimaenelbordede

supárpadoyqueeracausadamásbienporestemaravillosotulipánnegroquenodebíavernunca-nodeseoyanada,sinoqueeltulipánsellameRosaBarloensis,es decir, que recuerde almismo tiempo vuestro nombre y elmío, y como nosabiendolatín,podríaisolvidarseguramenteestapalabra,procuradmeunlápizyunpapelparaqueoslaescriba.Rosaestallóensollozosyletendióunlibroencuadernadoenpiel,quellevaba

lasinicialesC.W.-¿Quéesesto?-preguntóelprisionero.-¡Ay! -respondióRosa-, es laBiblia de vuestro pobre padrino,Corneille de

Witt.Deellatomólafuerzaparasufrirlatorturayoírsinpalidecersusentencia.La hallé en esta habitación después de lamuerte delmártir, y la he guardadocomounareliquia;hoyoslatraía,porquemeparecíaquehabíaenestelibrounafuerza verdaderamente divina. No habéis tenido necesidad de esta fuerza queDios ya había puesto en vos. ¡Dios sea loado! Escribid encima lo que debéisescribir, señorCornelius, y aunque tengo la desgracia de no saber leer, lo queescribáisserácumplido.CorneliuscogiólaBibliaylabesórespetuosamente.-¿Conquéescribiré?-preguntó.-HayunlápizenlaBiblia-contestóRosa-.Estabaahíyloheconservado.EraellápizqueJeandeWitthabíaprestadoasuhermanoyqueéstenohabía

pensado en devolverle. Cornelius lo cogió, y en la segunda página -porque,como se recuerda, la primerahabía sido arrancada-, próximoamorir a suvezcomosupadrino,escribióconunamanonomenosfirme:Este23deagostode1672,apuntoderendir,aunqueinocente,mialmaaDiossobreuncadalso,legoaRosaGryphuselúnicobienquemequedadetodosmisbienesenestemundo,yaquelosotroshansidoconfiscados;lego,digo,aRosaGryphus, tres bulbosque, enmi convicciónprofunda, debendar en elmesdemayo próximo el gran tulipán negro, objeto del premio de cien mil florinesofrecido por la Sociedad de Haarlem, deseando que ella cobre esos cien milflorinesenmilugarycomomiúnicaheredera,conlasolacondicióndecasarse

conunhombre jovendeaproximadamentemiedad,que laameyaquienellaame,ydedaralgrantulipánnegroquecrearáunanuevaespecieelnombredeRosaBarloensis,esdecir,sunombreyelmíoreunidos.¡Diosmehalleengraciayaellaensalud!CORNELIUSVANBAERLE.Luego,devolviendolaBibliaaRosa:-Leed-dijo.-Yaoshedicho-respondiólajoven-que,pordesgracia,noséleer.EntoncesCorneliusleyóaRosaeltestamentoqueacababadehacer.Lossollozosdelapobreniñaseredoblaron.-¿Aceptáismiscondiciones?-preguntóelprisionerosonriendoconmelancolía

ybesandolapuntadelosdedostemblorososdelabellafrisona.-¡Oh!Nosabría,señor-balbuceóella.-Nosabríais,niñamía,y¿porqué?-Porquehayunacondiciónquenopodríamantener.-¿Cuál?Creo, sinembargo,haberhecho loconvenienteparanuestro tratado

dealianza.-¿Medaisvosloscienmilflorinesatítulodedote?-Sí.-¿Yparacasarmeconelhombrequeame?-Sinduda.-¡Puesbien!,señor,esedineronopuedeserparamí.Noamaréjamásanadiey

nomecasaré.Y después de estas palabras penosamente pronunciadas, Rosa dobló las

rodillasyestuvoapuntodedesmayarsededolor.Cornelius, asustado al verla tan pálida y desfallecida, iba a cogerla en sus

brazos, cuandounpasopesado, seguidodeotros ruidos siniestros, sonóen lasescalerasacompañadoporlosladridosdelperro.-¡Vienen a buscaros! -exclamó Rosa retorciéndose las manos-. ¡Dios mío!

¡Diosmío!Señor,¿notenéisnadamásquedecirme?Y cayó de rodillas, con la cabeza hundida en sus brazos, y completamente

sofocadaporlossollozosylaslágrimas.-Tengo que deciros que guardéis celosamente vuestros tres bulbos y los

cuidéissegúnlasprescripcionesqueoshedado,ypormiamor.Adiós,Rosa.-¡Oh,sí!-murmuróésta,sinlevantarlacabeza-.¡Oh,sí!Harétodoloquevos

habéisdicho.Exceptocasarme-añadiópor lobajo-.Porqueesto, ¡oh!,esto, lojuro,esparamíunacosaimposible.YhundióensusenopalpitanteelqueridotesorodeCornelius.EsteruidoquehabíanoídoCorneliusyRosa,eraelquehacíaelcarceleroque

volvíaabuscaralcondenado,seguidodelejecutor,delossoldadosdestinadosalaguardiadelpatíbulo,ydeloscuriososhabitualesdelaprisión.Cornelius,sindebilidad,perosinfanfarronería,losrecibiócomoamigosmás

que como perseguidores y se dejó imponer las condiciones que quisieronaquelloshombresparalaejecucióndesuoficio.Luego,deunaojeadalanzadasobrelaplazaporsupequeñaventanaenrejada,

percibióelpatíbulo,yaveintepasosdelpatíbulo,lahorca,delacualhabíansidodescolgadasporordendelestatúder,lasreliquiasultrajadasdelosdoshermanosDeWitt.Cuando se dispuso a descender para seguir a los guardias, Cornelius buscó

conlosojoslamiradaangelicaldeRosa;peronoviodetrásdelasespadasylasalabardasmásqueuncuerpotendidoalladodeunbancodemaderayunrostrolívidomedioveladoporunoslargoscabellos.Pero al caer inanimada, Rosa, para seguir obedeciendo a su amigo, había

apoyadosumanosobresucorpiñodeterciopelo,einclusoenelolvidodetodavida, continuaba recogiendo instintivamente el precioso depósito que le habíaconfiadoCornelius.Yalabandonarelcalabozo,eljovenpudoentreverenlosdedoscrispadosde

RosalahojaamarillentadeaquellaBibliasobrelaqueCorneilledeWitthabíaescritotanpenosaydolorosamenteaquellaslíneasque,siCorneliuslashubieseleído,habríansalvadoinfaliblementeaunhombreyauntulipán.

12CapítuloLaejecución

Cornelius no tenía que dar más de trescientos pasos fuera de la prisión parallegaralpiedelpatíbulo.Alfinaldelaescalera,elperrolomirópasartranquilamente;Corneliuscreyó

incluso observar en los ojos del moloso una cierta expresión de dulzura quelindabaconlacompasión.Talvezelperroconocieraaloscondenadosynomordieramásquealosque

salíanlibres.Secomprendequecuantomáscortofueraeltrayectodelapuertadelaprisión

alpiedelpatíbulo,másllenoestuvieradecuriosos.Eran aquellosmismos que,mal apagada la sed de sangre de la que habían

bebidoyatresdíasantes,esperabanunanuevavíctima.Así,apenasaparecióCornelius,unaullido inmensoseprolongópor lacalle,

seextendióportodalasuperficiedelaplaza,ysealejóendiferentesdirecciones,porlascallesqueconducíanalpatíbulo,yquelamuchedumbrellenaba.Deestemodo,elpatíbuloparecíaunaislaqueestuvierabatidaporeloleajede

cuatroocincotumultuososríos.Enmedio de aquellas amenazas, de esos aullidos y de estas vociferaciones,

paranooírlas,sinduda,Corneliussehabíaabsorbidoensímismo.¿Enquépensabaesejustoqueibaamorir?Noeraniensusenemigos,niensusjueces,niensusverdugos.Eraen losbellos tulipanesqueveríadesde loaltodelcielo,bienenCeilán,

bien enBengala, bienmás lejos, cuando sentado con todos los inocentes a laderecha de Dios, pudiera contemplar con piedad esta tierra donde habíandegolladoa losseñoresJeanyCorneilledeWittporhaberpensadodemasiadoenlapolítica,ydondeibanadegollaralseñorCorneliusvanBaerleporhaberpensadodemasiadoenlostulipanes.«Cuestión de un golpe de espada -decía el filósofo-, y mi bello sueño

comenzará.»SolamentequedabaporsabersicomoalseñorDeChalais,alseñorDeThou,

yotrasgentesmalajusticiadas,elverdugonolereservabamásdeungolpe,es

decir,másdeunmartirio,alpobretulipanero.NoporelloVanBaerlesubiómenosresueltamentelosescalonesdelpatíbulo.Subióorgullosamente,porqueloestaba,deserelamigodeaquelilustreJeany

elahijadodeaquelnobleCorneillequelosbellacos,reunidosparaverle,habíandespedazadoyquemadotresdíasantesycolgadoenaquelmismolugar.Searrodilló,rezósuoración,yobservónosinexperimentarunavivaalegría

quealposarsucabezasobreeltajoymanteniendosusojosabiertos,veríahastaelúltimomomentolaventanaenrejadadelaBuytenhoff.Por fin llegó la hora de hacer ese terrible movimiento: Cornelius posó su

mentónsobreelbloquehúmedoyfrío.Peroenesemomento,asupesar,susojossecerraronparasostenermásresueltamenteelhorriblealudqueibaacaersobresucabezayaengullirsuvida.Undestellobrillósobreelpisodelpatíbulo;elverdugolevantabasuespada.VanBaerle dijo adiós al gran tulipán negro, seguro de despertarse diciendo

buenosdíasaDiosenunmundohechodeotraluzydeotrocolor.Tresvecessintiópasarporsucuellotemblorosoelvientofríodelaespada.Pero¡oh,sorpresa!Nosintiónidolorniconmoción.Novioningúncambiodematiz.Luego, de repente, sin saber por quién, Van Baerle se sintió levantado por

unas manos bastante dulces y se encontró pronto sobre sus pies, un pocovacilante.Volvióaabrirlosojos.Alguien leía algo a su lado, sobre un gran pergamino sellado con un gran

timbredeceraroja.Yelmismosol,amarilloypálidocomoconvieneaunsolholandés,lucíaenel

cielo;y lamismaventanaenrejada lemirabadesde loaltode laBuytenhoff;ylos mismos bellacos, ya no aullantes sino pasmados, le contemplaban desdeabajo,enlaplaza.A fuerza de abrir los ojos, de mirar, de escuchar, Van Baerle comenzó a

comprenderesto:QuemonseñorGuillermo,príncipedeOrange,temíasindudaquelasdiecisietelibrasdesangrequeVanBaerle,conunasonzasmásteníaenelcuerpo, no hicieran desbordar la copa de la justicia celeste; que había sentidopiedadporsucarácterysusaparienciasdeinocencia.Enconsecuencia,SuAltezalehabíaotorgadolagraciadelavida…Poresola

espadaquesehabíaalzadoconaquelreflejosiniestrohabíavolteadotresvecesalrededordesucabezacómoelpájarofúnebrealrededordeladeTurnus,peronosehabíaabatidosobreellayhabíadejadointactassusvértebras.Poresoeraquenohabía sentidonidolorniconmoción.Poreso,queel sol

continuaba riendo en el mediocre azul, cierto, aunque muy soportable de lasbóvedascelestes.Cornelius, que había esperado aDios y al panorama tulípido del Universo,

quedó realmente un poco decepcionado; pero se consoló haciendo jugar conciertobienestarlosresortesinteligentesdeesapartedelcuerpoquelosgriegosllamabantrachelosyquenosotrosdenominamosmodestamentecuello.Y luego Cornelius esperó que la gracia sería completa, y que se le iba a

devolverlalibertadysusplatabandasdeDordrecht.Pero en eso se equivocó, porque como decía por aquel tiempomadameDe

Sévigné,habíaunpost scriptumen la carta,y lomás importantede esta cartaestabaencerradoenelpostscriptum.Por ese post scriptum, Guillermo, estatúder de Holanda, condenaba a

CorneliusvanBaerleaprisiónperpetua.Noerademasiadoculpableparalamuerte,perosíloeraparalalibertad.Cornelius escuchó, pues, el post scriptum, y luego, después de la primera

contrariedadproducidaporladecepciónqueaquélaportaba,pensó:«¡Bah!Nosehaperdidotodo.Lareclusiónperpetuatienealgodebueno.Está

Rosaenlareclusiónperpetua.Estántambiénmistresbulbosdeltulipánnegro.»PeroCorneliusolvidabaquelasSieteProvinciaspuedentenersieteprisiones,

unaporprovincia,yqueelpandelprisioneroesmenoscaroencualquierpartequeenLaHaya,queesunacapital.SuAltezaGuillermo,quenotenía,alparecer,losmediosparaalimentaraVan

Baerle enLaHaya, lo enviaba a cumplir su prisión perpetua a la fortaleza deLoevestein,muycercadeDordrechty,sinembargo,pordesgracia,muylejos.PorqueLoevestein,dicenlosgeógrafos,estásituadaenlapuntadelaislaque

forman,frenteaGorcum,elWaalyelMosa.VanBaerle sabía bastante historia de su país para no ignorar que el célebre

GrotiushabíasidoencerradoenesecastillodespuésdelamuertedeBarneveldt,yque losEstados, en sugenerosidadhacia el célebrepublicista, jurisconsulto,historiador,poetayteólogo;lehabíanconcedidolasumadeveinticuatrosousenHolandapordíaparasualimentación.«Amí,queestoymuylejosdevalerloqueGrotius-sedijoVanBaerle-,me

asignarándocesouscongrantrabajo,yvivirémuymal,peroenfin,viviré.»Luego,derepente,golpeadoporunterriblerecuerdo,exclamóenvozalta:-¡Ah!¡Esepaíseshúmedoynubloso!¡Yelterrenoesmaloparalostulipanes!

Y,además,Rosa,RosaquenoestaráenLoevestein-murmuróyaentonomenor,dejandocaersobreelpecholacabezaalaquetanpocohabíafaltadoparaquecayeramásabajo.

13CapítuloLoqueocurríaduranteesetiempoenelalmadeunespectador

Mientras Cornelius reflexionaba sobre su suerte, una carroza se habíaaproximadoalpatíbulo.Aquellacarrozaeraparaelprisionero.Seleinvitóasubiraella;obedeció.SuúltimamiradafueparalaBuytenhoff.Esperabaverenlaventanaelrostro

consoladodeRosa,perolacarrozaestabaenganchadaabuenoscaballosquesellevaron enseguida aVanBaerle del seno de las aclamaciones que vociferabaaquellamultitudenhonordelmuymagnánimoestatúder,conunaciertamezcladeinvectivasdirigidasalosDeWittyasuahijadosalvadodelamuerte.Locualhacíadeciralosespectadores:-Ha sido una suerte que nos hayamos apresurado a hacer justicia con aquel

grancriminaldeJeanyelmuybribóndeCorneille,puesdenohaberobradoasí,la clemencia deSuAlteza nos los hubiera quitado como acaba de quitarnos aése.Entre todos aquellos espectadores que la ejecución de Van Baerle había

atraído a la Buytenhoff, y a los que el giro de los acontecimientos habíacontrariado un poco, el que más era, evidentemente, cierto burgués vestidoadecuadamenteyque,desdelamañana,habíaempleadotanbienlospiesylasmanos,quehabíallegadoanoestarseparadodelpatíbulomásqueporlafiladesoldadosquerodeabanelinstrumentodesuplicio.Muchossehabíanmostradoávidosdevercorrerlasangrepérfidadelculpable

Cornelius; pero nadie había puesto en la expresión de este funesto deseo elencarnizamientoquehabíaempleadoelburguésencuestión.LosmásfuriososhabíanacudidoalaBuytenhoffalrayareldíaparaobtener

unbuenpuesto;peroél,adelantándosealosmásfuriosos,habíapasadolanocheenelumbraldelaprisión,ydelaprisiónhabíallegadoalaprimerafila,comohemos dicho, «unguibus et rostro», acariciando a los unos y golpeando a losotros.Ycuandoelverdugohabíaconducidoasucondenadoalpatíbulo,elburgués,

subidoaunmojóndelafuenteparamejorveryservistomejor,habíahechoalverdugoungestoquesignificaba:«Estáconvenido,¿verdad?»Gestoalqueelverdugohabía respondidoconotroquequeríadecir:«Estad

tranquilo.»¿Quiénera,pues,eseburguésqueparecíaestar tanabienconelverdugo,y

quéqueríadecireseintercambiodegestos?Nada más natural; aquel burgués era Mynheer Isaac Boxtel que desde el

arrestodeCorneliushabíavenido,comohemosvisto,aLaHayaparatratardeapropiarsede los tresbulbosdel tulipánnegro.Boxtelhabía intentadoprimeroinclinar a Gryphus hacia sus intereses, pero éste tenía algo de bulldog por lafidelidad, ladesconfianzaylavigilanciadesuspresas.Enconsecuencia,habíatomado a contrapelo el odio de Boxtel, al que había considerado como unferviente amigo que se interesaba por cosas indiferentes para prepararseguramentealgúnmediodeevasióndelprisionero.Así,alasprimerasproposicionesqueBoxtellehabíahecho,parasustraerlos

bulbosqueCorneliusvanBaerledebíadeocultar,sinoensupecho,almenosenalgúnrincóndesucalabozo,Gryphussólohabíarespondidoconunaexpulsiónacompañadadelascariciasdelperrodelaescalera.Boxtelnosehabíadescorazonadoporunfondillodelospantalonesdejadoen

losdientesdelmoloso.Habíavueltoalacarga.AlestarGryphusensulecho,febrilyconelbrazoroto,Boxtelsehabíavuelto

haciaRosa,ofreciendoalajoven,acambiodelostresbulbos,untocadodeoropuro.Aloquelanoblejoven,aunqueignorandotodavíaelvalordelroboqueseleproponíayporelqueleofrecíanpagartanbien,habíaenviadoaltentadoralverdugo,nosolamenteelúltimojuez,sinotambiénelúltimoymacabroherederodelcondenadoamuerte.ElenvíohizonacerunaideaenlamentedeBoxtel.Entretanto,elfallosehabíapronunciado,falloexpeditivo,comosevio.Isaac

sedetuvoenconsecuenciaenlaideaquelehabíasugeridoRosa;fueabuscaralverdugo.Isaac no se imaginaba queCornelius nomuriera con sus tulipanes sobre el

corazón.Enefecto,Boxtelnopodíaadivinardoscosas:Rosa,esdecir,elamor.Guillermo,esdecir,laclemencia.Menos Rosa y Guillermo, los cálculos del envidioso eran exactos. Menos

Guillermo, Corneliusmoriría.MenosRosa, Corneliusmoriría, con sus bulbossobreelcorazón.MynheerBoxtelfue,pues,abuscaralverdugo,sepresentóaélcomoungran

amigo del condenado, y menos las joyas de oro y el dinero que dejaba alejecutor, compró todos los expolios del futuro muerto por la suma un pocoexorbitante de cien florines. Pero ¿qué eran cien florines para un hombre casisegurodeadquirirporesasumaelpremiodelaSociedaddeHaarlem?Aquelloeradineroinvertidoalmilporuno,loqueresulta,hayqueconvenir

enello,unabonitaimposición.Latareadelverdugo,porsuparte,eracasinulaparaganarsesuscienflorines.

Sólodebía,acabadalaejecución,dejaraMynheerBoxtelsubiralpatíbuloconsuscriadospararecogerlosrestosinanimadosdesuamigo.Lo que, por lo demás, estaba en uso entre los fieles cuando uno de sus

maestrosmoríapúblicamenteenlaBuytenhoff.UnfanáticocomoCorneliuspodíamuybientenerotrofanáticoquedieracien

florinesporsusreliquias.Así pues, el verdugo aceptó la proposición. No había puesto más que una

condición:queseríapagadoporadelantado.Boxtel,comolasgentesqueentranenlasbarracasdeferia,podíanoquedar

contentoy,porconsiguiente,noquererpagaralsalir.Boxtelpagóporadelantadoyesperó.Juzguemos después de esto si Boxtel estaba emocionado, si vigilaba a los

guardiasyalcarcelero,silosmovimientosdeVanBaerleleinquietaban:cómosecolocaríaéstesobreel tajo,cómocaería;sialcaernoaplastaríaensucaídalosinestimablesbulbos;¿habríatenidocuidadoalmenosdeencerrarlosenunacajadeoro,porejemplo,yaqueeloroeraelmásdurodetodoslosmetales?No intentaremos describir el efecto producido en este digno mortal por la

detenciónproducidaenlaejecucióndelasentencia.¿ParaquéperdíaeltiempoelverdugohaciendobrillarsuespadaporencimadelacabezadeCornelius,enlugardeabatiraquellacabeza?Perocuandovioalcarcelerocogerlamanodelcondenado,levantarlomientrassacabadesubolsillounpergamino;cuandooyóla lecturapúblicade lagracia concedidapor el estatúder,Boxtel no fueyaunhombre.Larabiadeltigre,delahienaydelaserpienteestallóensusojos,ensugrito, en su gesto; si se hubiera hallado al alcance de Van Baerle, se habríalanzadosobreélylohabríaasesinado.Así pues, Cornelius viviría, Cornelius iría a Loevestein; y se llevaría sus

bulbosalaprisión,ytalvezencontraríaunjardíndondehacerflorecereltulipánnegro.Existen ciertas catástrofes que la pluma de un pobre escritor no puede

describir,viéndoseobligadoadejarsueltalaimaginacióndesuslectoresentodalasimplicidaddelhecho.Boxtel, pasmado, cayó de su mojón sobre algunos orangistas descontentos

comoéldelgiroqueacababade tomarelasunto, loscuales,creyendoque losgritoslanzadosporMynheerIsaac,loerandealegría,lecolmarondepuñetazos,que,ciertamente,nohubieransidomejordadosporelbandocontrario.Pero¿quépodíanañadiralgunospuñetazosaldolorquesentíaBoxtel?Quiso entonces correr hacia la carroza que se llevaba a Cornelius con sus

bulbos.Peroen su apresuramiento,noviounadoquínque sobresalía, tropezó,perdió su centro de gravedad, rodó diez pasos y sólo se levantó enloquecido,magullado, cuando todo el fangoso populacho de La Haya hubo pasado porencimadesucuerpo.Dentrodeestascircunstancias,Boxtel,quesehallabaenvenadedesgracias,

lo fue también por sus ropas desgarradas, su espaldamartirizada y susmanosarañadas.PodríacreersequeestoyaerabastanteparaBoxtel.Nosequivocaríamos.Boxtel, puesto en pie, se arrancó cuantos cabellos pudo, y los lanzó en

holocaustoaesadivinidadferozeinsensiblequesellamaEnvidia.

14CapítuloLospalomosdeDordrecht

Constituía ya ciertamente un gran honor para Cornelius van Baerle el serencerrado justamente en aquella misma prisión que había recibido al sabioGrotius.Perounavez llegado a la prisión, le esperabaunhonormuchomásgrande.

OcurrióquelaceldaocupadaporelilustreamigodeBarneveldtestabavacanteenLoevesteincuandolaclemenciadelpríncipeGuillermodeOrangeenvióallíaltulipaneroCorneliusvanBaerle.Esaceldateníarealmenteunamalareputaciónenelcastillodesdeque,gracias

a la imaginacióndesumujer,Grotiushabíahuidoenel famosobaúlde librosquesehabíanolvidadoderegistrar.Porotrolado,elqueledieranaquellaceldapor alojamiento, le pareciódemuybuen augurio aVanBaerle, porquenunca,segúnsupuntodevista,uncarcelerohubieradebidohacerhabitaraunsegundopalomolajauladedondeunprimerohabíavoladotanfácilmente.Laceldaeshistórica.Noperderemos,pues,nuestrotiempoconsignandoaquí

losdetalles,salvounhuecoquehabíasidopracticadopormadameGrotius.Eraunaceldadeprisióncomolasotras,másaltatalvez;así,porlaventanaenrejada,sedisponíadeunaencantadoravista.Porotraparte,elinterésdenuestrahistorianoresideenunciertonúmerode

descripcionesdeinteriores.ParaVanBaerle,lavidaeraotracosaqueunaparatorespiratorio, el pobre prisionero amabamás allá de sumáquina neumática doscosas de las que sólo el pensamiento, este libre viajero, podía en lo sucesivoconseguirlelaposesiónartificial:Unafloryunamujer,launaylaotraperdidasparasiempreparaél.¡Porfortuna,elbuenodeVanBaerleseequivocaba!Dios,queenelmomento

enquecaminabahaciaelpatíbulo,lehabíamiradoconlasonrisadeunpadre,lereservabaenelsenomismodesuprisión,en laceldadeGrotius, laexistenciamásventurosaquejamástulipaneroalgunohubierapodidovivir.Unamañana,desdesuventana,mientrasaspirabaelairefrescoquesubíadel

Waal y admiraba en la lejanía, tras un bosque de chimeneas, los molinos deDordrecht, supatria, viounabandadadepalomosqueveníandesde esepunto

del horizonte a posarse, agitándose al sol, sobre los remates agudos deLoevestein.«Estospalomos-sedijoVanBaerle-vienendeDordrecht,yporconsiguiente

debenderegresarallí.»Alguienquefijaraunmensajeenelaladeunodeesospalomos tendría la oportunidad de comunicar sus noticias aDordrecht, dondealguiendebíallorarlo.»«Ese alguien -añadió Van Baerle para sí después de un momento de

meditación-seréyo.»Seespacientecuandosetienenveintiochoañosyseestácondenadoaprisión

perpetua,esdecir,aalgocomoveintidósoveintitrésmildíasdeprisión.Van Baerle, siempre pensando en sus tres bulbos, porque este pensamiento

latía siempre en el fondo de su pecho, confeccionó una trampa para palomos.Intentócapturaresosvolátilescontodoslosrecursosdesuhacienda,dieciochosous de Holanda por día -doce sous de Francia- y al cabo de un mes deinfructuosastentativas,cazóunahembra.Tardó otros dosmeses para capturar unmacho; luego los encerró juntos, y

haciaprincipiosdelaño1673,habiendoobtenidounoshuevos,soltóalahembraque, confiando en elmachoque los cubría en su lugar, se dirigió alegrementehaciaDordrechtconsumensajebajoelala.Regresóporlanoche.Habíaconservadoelmensaje.Loguardóasíquincedías, congrandecepcióndeVanBaerle alprincipioy

luegocongrandesesperación.Aldecimosextodía,porfin,regresódevacío.Ahora bien, Van Baerle dirigía esa nota a su nodriza, la vieja frisona, y

suplicabaalasalmascaritativasquelahallaran,quelaentregaranconlamayorseguridadyrapidezposible.Enestacarta,dirigidaasunodriza,habíaunapequeñanotadestinadaaRosa.Dios,quetransportaconsualientolassimientesdealhelíesalasmurallasde

los viejos castillos y las hace florecer con un poco de lluvia, permitió que lanodrizadeVanBaerlerecibieraaquellacarta.Sucedióasí:

DejandoDordrechtporLaHayayLaHayaporGorcum,MynheerIsaacBoxtelhabía abandonado no solamente su casa, a su criado, su observatorio, sutelescopio,sinotambiénsuspalomos.El criado, al que había dejado sin dinero, comenzó por comerse los pocos

ahorrosqueteníayacontinuaciónsepusoacomerselospalomos.Viendolocual,lospalomosemigrarondeltejadodeIsaacBoxtelaltejadode

CorneliusvanBaerle.

La nodriza poseía un bondadoso corazón y tenía necesidad de amar algo.Sintió una buena amistad por los palomos que habían acudido demandándolehospitalidad,ycuandoelcriadodeIsaacreclamóparacomérselosalosdoceoquince últimos como se había comido los doce o quince primeros, le ofreciórescatarlosmedianteseissousdeHolandaelejemplar.Estoeraeldoblede loquevalían lospalomos;asípues,elcriado loaceptó

congran alegría.Lanodrizapasó a ser entonces la legítimapropietaria de lospalomosdelenvidioso.Estos palomos estaban mezclados con aquellos que en sus peregrinaciones

visitabanLaHaya, Loevestein yRótterdam, yendo a buscar sin duda trigo deotranaturaleza,cañamonesdeotrogusto.Elazar,omásbienDios,Diosalquevemosenelfondode todas lascosas,

había hecho que Cornelius van Baerle cazara precisamente uno de aquellospalomos.Resulta de ello que si el envidioso no hubiera abandonado Dordrecht para

seguirasurivalaLaHayaprimero, luegoaGorcumoaLoevestein,comoseverá,noestandoseparadaslasdoslocalidadesmásqueporlaunióndelWaalydelMosa, hubiera sido en susmanos y no en las de la nodriza donde habríacaídolanotaescritaporVanBaerle,desuertequeelpobreprisionero,comoelcuervodelremendónromano,habríaperdidosutiempoysutrabajo,yenlugarde tener que contar los variados sucesos que, semejantes a un tapiz de milcolores van a desarrollarse bajo nuestra pluma, no hubiéramos tenido quedescribirmásqueunaseriededíaspálidos,tristesysombríoscomoelmantodelanoche.Lanotacayó,pues,enmanosdelanodrizadeVanBaerle.Deestemodo,hacialosprimerosdíasdefebrero,cuandolasprimerashoras

de la noche descendían del cielo dejando tras ellas las estrellas nacientes,Corneliusoyóenlaescaleradelatorrecillaunavozquelehizoestremecer.Sellevólamanoalcorazónyescuchó.AquéllaeralavozdulceyarmoniosadeRosa.Confesémoslo,Corneliusnohubieraquedadotanaturdidoporlasorpresa,tan

locodealegríacomolohubieseestadosinlahistoriadelpalomo.Elpalomolehabíatraídolaesperanzabajosualavacíaacambiodesucarta,ycomoconocíaaRosa esperaba tener cada día, si le habían entregado la nota, noticias de suamorydesusbulbos.Selevantó,aguzandoeloído,inclinandoelcuerpohacialapuerta.Sí, aquellos eran realmente los acentos que tan dulcemente le habían

emocionadoenLaHaya.Peroahora,Rosa,quehabíarealizadoelviajedeLaHayaaLoevestein;Rosa,

quehabíaconseguido,Corneliusnosabíacómo,penetrarenlaprisión,¿lograríallegarfelizmentehastaelprisionero?Mientras Cornelius, a ese respecto, amontonaba pensamiento sobre

pensamiento, deseos sobre inquietudes, el postigo colocado en la puerta de sucelda se abrió, y Rosa, resplandeciente de alegría, de compostura, bella sobretodopor lapenaquehabíaempalidecidosusmejillasdesdehacíacincomeses,pegósurostroalenrejadodeCorneliusdiciéndole:-¡Oh,señor!Señor,aquíestoy.Corneliusextendióelbrazo,miróalcieloylanzóungritodealegría.-¡Oh!¡Rosa,Rosa!-exclamó.-¡Silencio!Hablemosbajo,mipadremesigue-advirtiólajoven.-¿Vuestropadre?-Sí, está en el patio, al pie de la escalera, recibe las instrucciones del

gobernador,vaasubir.-¿Lasinstruccionesdelgobernador…?-Escuchadme,voyatratardedecíroslotodoendospalabras:Elestatúdertiene

unacasadecampoaunaleguadeLeiden,unagranlecheríanoesotracosa:mitía, su nodriza, es la que lleva la dirección de todos los animales que estánencerrados en esa granja. Cuando recibí vuestra carta no pude leerla, pordesgracia,perocuandovuestranodrizamelaleyó,corríacasademitía;allímequedé hasta que el príncipe vino a la lechería, y cuando vino, le pedí quemipadrecambiarasusfuncionesdeprimerportallavesdelaprisióndeLaHayaporlas funciones de carcelero de la fortaleza de Loevestein. No se imaginabamipropósito; de haberlo sabido, tal vez hubiera rehusado; por el contrario, loconcedió.-Deformaqueestáisaquí.-Comoveis.-¿Deformaqueosverétodoslosdías?-Lomásamenudoquepueda.-¡Oh,Rosa! ¡Mi bellamadonaRosa! -dijoCornelius-. ¿Me amáis, pues, un

poco?-Unpoco…-contestóella-.¡Oh!Nosoisbastanteexigente,señorCornelius.Corneliusletendióapasionadamentelasmanos,perosólosusdedospudieron

tocarseatravésdelenrejado.-¡Aquíestámipadre!-exclamólajoven.YRosaabandonóvivamentelapuertayselanzóhaciaelviejoGryphusque

aparecióenloaltodelaescalera.

15CapítuloElpostigo

Gryphusibaseguidodelmoloso.Lehacíarealizarsurondaparaquecuandollegaralaocasiónreconocieraalos

prisioneros.-Padre mío, -dijo Rosa- aquí está la famosa celda de la que el señor De

Grotiusseevadió.¿RecordáisalseñorDeGrotius?-Sí,sí,esebribóndeDeGrotius;unamigodeaquelbandidodeBarneveldtal

queviejecutarcuandoyoeraniño.¡Ah!¡Ah!Asíqueéstaeslaceldadelaqueseevadió.Puesbien,yorespondodequenadieseevadirádeellajamás.Y,abriendolapuerta,comenzóenlaoscuridadsudiscursoalprisionero.En cuanto al perro, se dirigió gruñendo a olfatear las pantorrillas de Van

Baerle,comopreguntándoleconquéderechonoestabamuerto,élaquienhabíavistosalirentreelescribanoyelverdugo,caminodelcadalso.PerolabellaRosalollamó,yelmolosoacudióalladodelamuchacha.-Señor-dijoGryphuslevantandosufarolparatratardeproyectarunpocode

luz alrededor de él-, ved en mí a vuestro nuevo carcelero. Soy jefe de losportallavesytengolasceldasbajomivigilancia.Nosoymalo,perosíinflexibleenloqueconciernealadisciplina.-Os conozco perfectamente, mi querido señor Gryphus —contestó el

prisioneroentrandoenelcírculodeluzqueproyectabaelfarol.-Vaya,vaya,soisvos,señorVanBaerle-seasombróGryphus-.¡Ah!Soisvos;

¡vaya,vaya,vaya,comonosencontramos!-Sí,yveocongranplacer,miqueridoseñorGryphus,quevuestrobrazovade

maravilla,yaqueeselbrazoconelquesostenéiselfarol.Gryphusfruncióelentrecejo.-Vedloqueocurreenpolítica-comentó-;siempresecometenfaltas.SuAlteza

oshadejadolavida,yonolohabríahecho.-¡Bah!-exclamóCornelius-.¿Yporqué?-Porquevos soisde loshombresque siempreconspiran;vosotros los sabios

tenéistratosconeldiablo.-¡Ah,maeseGryphus! ¿Estáis descontento de la forma en que os arreglé el

brazo,odelprecioqueospedí?-preguntóriendoCornelius.-¡Porelcontrario,votoabríos!¡Porelcontrario!-refunfuñóélcarcelero-.Me

habéisarregladomuybienelbrazo;hayalgunabrujeríaenesto:alcabodeseissemanasme servía de él como si nada le hubiera sucedido.Con talmotivo elmédico de la Buytenhoff, que conoce su oficio, quería rompérmelo de nuevoparaarreglármelosegúnlasreglas,prometiendoque,estavez,estaríatresmesessinpoderloutilizar.-¿Yvosnohabéisquerido?-Yo dije: «No.»Mientras pueda hacer la señal de la cruz con este brazo -

Gryphus era católico-, mientras pueda hacer la señal de la cruz, me río deldiablo.-Perosiosreísdeldiablo,maeseGryphus,conmayorrazóndebéisreírosde

lossabios.-¡Oh! ¡Los sabios, los sabios! -exclamó Gryphus sin responder a la

interpelación-.¡Lossabios!Preferiríatenerdiezmilitaresaguardar,queunsolosabio.Losmilitares fuman, beben, se emborrachan; sondulces comocorderoscuando se les da aguardiente o vino delMosa. Pero un sabio, ¿beber, fumar,emborracharse? ¡Pues sí! Es sobrio, no gasta nada en eso, y así mantiene sucabezafrescaparaconspirar.Peroempiezopordecirosquenoosresultaráfácilconspirar.Enprimer lugarnadadelibros,nadadepapeles,nadadegalimatías.FueconloslibroscomoelseñorDeGrotiussesalvó.-Yoosaseguro,maeseGryphus-replicóVanBaerle-quetalvezhayatenido

poruninstantelaideadesalvarme,perociertamenteyanolatengo.-¡Estábien!¡Estábien!-concedióGryphus-.Vigilaosvosmismo,yoharéotro

tanto.Estoesigual,esigual.SuAltezacometióunafaltagrave.-¿Nodejandoquemecortaranlacabeza…?Gracias,gracias,maeseGryphus.-Sinduda.VedsilosseñoresDeWittnoestánahorabientranquilos.-Esespantosoesoquedecís,señorGryphus-replicóVanBaerlevolviéndose

paraocultarsudesagrado-.Olvidáisqueunoeramiamigo,yelotro…elotromisegundopadre.-Sí,perorecuerdoquetantoelunocomoelotroeranunosconspiradores.Y

además,habloporfilantropía.-¡Ah!¿Deveras?Explicad,pues,unpocoesto,queridoGryphus,puesnolo

comprendomuybien.-Sí.SivososhubieraisquedadoeneltajodemaeseHarbruck…-¿Ybien?-¡Pues bien! No sufriríais ya. Mientras que aquí, no os oculto que voy a

haceroslavidamuydura.-Graciasporlapromesa,maeseGryphus.

Ymientraselprisionerosonreía irónicamentealviejocarcelero,Rosadetrásdelapuertalerespondíaconunasonrisallenadeangélicaconsolación.Gryphussedirigióalaventana.Había todavía bastante luz para que se viera, sin distinguirlo, un horizonte

inmensoqueseperdíaenunabrumagrisácea.-¿Quévistahaydesdeaquí?-preguntóelcarcelero.-Muyhermosa-contestóCorneliusmirandoaRosa.-Sí,sí,demasiadavista,demasiadavista.Enestemomento,losdospalomos,espantadosporlaaparicióny,sobretodo,

porlavozdeaqueldesconocido,salierondesunido,ydesaparecieronasustadosenlaniebla.-¡Oh!¡Oh!¿Quéesesto?-preguntóelcarcelero.-Mispalomos-respondióCornelius.-¡Mispalomos!-exclamóelcarcelero-.¡Mispalomos!¿Esqueunprisionero

tienealgunacosasuya?-Entonces-dijoCornelius-¿lospalomosqueelBuenDiosmehaprestado…?-He aquí una infracción -replicó Gryphus-. ¡Unos palomos! ¡Ah!, joven,

joven,osprevengodeunacosa,yesque,nomástardedemañana,estospájarosherviránenmiolla.-Sería preciso primero que vos los cogierais, maese Gryphus -dijo Van

Baerle-.Vosnoqueréisqueseanmispalomos;todavíasonmenosvuestros,oslojuro,quelosonmíos.-Loqueestádiferido,noestáperdido-refunfuñóelcarcelero-ynomástarde

demañana,lesretorceréelcuello.Y mientras profería esta maligna promesa a Cornelius, Gryphus se inclinó

haciafueraparaexaminarlaestructuradelnido.LoquediotiempoaVanBaerleparacorreralapuertayestrecharlamanodeRosaqueledijo:-Estanoche,alasnueve.Gryphus, enteramente ocupado con el deseo de coger al día siguiente los

palomoscomohabíaprometidohacer,novionada,nooyónada;ycomohabíacerradolaventana,agarróasuhijaporelbrazo,salió,diounadoblevueltaalallave, empujó los cerrojos, y se fue a hacer las mismas promesas a otroprisionero.Apenashubodesaparecido,Cornelius se acercó a la puertapara escuchar el

ruidodecrecientedelospasos.Luego,cuandoseapagaron,corrióalaventanaydemoliódepuntaaraboelnidodelospalomos.Preferíaalejarlosparasiempredesupresenciaqueexponeralamuertealos

gentilesmensajerosalosquedebíaladichadehabervueltoaveraRosa.Aquellavisitadelcarcelero,susbrutalesamenazas,lasombríaperspectivade

su vigilancia de la que conocía los abusos, nada de todo eso pudo distraer aCorneliusdelosdulcespensamientosy,sobretodo,deladulceesperanzaquelapresenciadeRosaacababaderesucitarensucorazón.Esperó impacientemente a que sonaran las nueve horas en el torreón de

Loevestein.Rosahabíadicho:«Alasnueve,esperadme.»LaúltimanotadebroncevibrabatodavíaenelairecuandoCorneliusoyóen

laescaleraelpasoligeroylaropasusurrantedelabellafrisona,yenseguidaelenrejadodelapuertasobrelaqueCorneliusvanBaerlefijabaardientementelosojosseiluminó.Elpostigoacababadeabrirseporfuera.-Aquíestoy-dijoRosatodavíacompletamentesofocadaporhabertenidoque

subirlaescalera-.¡Aquíestoy!-¡Oh,buenaRosa!-¿Estáiscontentodeverme?-¡Melopreguntáis!Pero¿cómooslashabéisarregladoparavenir?Decidme.-Escuchad,mipadreseduermecadanochecasienseguidadespuésdecenar;

entonces, le acuesto un poco aturdido por la ginebra; no se lo digáis a nadieporque,graciasaestesueño,podrévenircadanocheacharlarunahoraconvos.-¡Oh!Osloagradezco,Rosa,queridaRosa.Ydiciendoestaspalabras,CorneliusacercótantosurostroalpostigoqueRosa

retiróelsuyo.-Oshetraídovuestrosbulbosdetulipán-dijo.ElcorazóndeCorneliussaltó.NosehabíaatrevidoapreguntartodavíaaRosa

loquehabíahechoconelprecioso tesoroque lehabíaconfiadocuandocreyóqueibaalamuerte.-¡Ah!¡Loshabéis,pues,conservado!-¿Nomeloshabíaisdadocomounacosaqueoseramuyquerida?-Sí,peroprecisamenteporqueosloshabíadado,meparecequesonvuestros.-Hubieran sido míos después de vuestra muerte y estáis vivo, por fortuna.

¡Ah!Cómo he bendecido a SuAlteza. SiDios concede al príncipeGuillermotodaslasfelicidadesquelehedeseado,elreyGuillermoseráciertamentenosóloelhombremásdichosodesureinosinodetodalatierra.Vosestáisvivo,digo,yaunque conservando la Biblia de vuestro padrino Corneille, estaba resuelta atraeros vuestros bulbos; solamente, que no sabía cómo hacerlo. Ahora bien,acababadetomarlaresolucióndeirapediralestatúderlaplazadecarcelerodeGorcumparamipadre,cuandolanodrizametrajovuestracarta.¡Ah!Lloramosmucho juntas, os respondo de ello. Pero vuestra carta no hizo más quereafirmarmeenmiresolución.EntoncesfuecuandopartíparaLeiden;yasabéis

elresto.-¿Cómo, querida Rosa -exclamó Cornelius- pensabais, antes de recibir mi

carta,venirareunirosconmigo?-¡Sí,pensabaenello!-respondióRosadejandoquesuamorpasarapordelante

desupudor-.¡Perosinopensabaenotracosa!Y diciendo estas palabras, Rosa se puso tan bella que, por segunda vez,

Cornelius precipitó su frente y sus labios contra el enrejado, sin duda paraagradecérseloalahermosajoven.Rosaretrocediócomolaprimeravez.-Enverdad-dijoconaquellacoqueteríaquelateenelcorazóndetodajoven-

enverdad,helamentadomuyamenudonosaberleer;peronuncatantoydelamisma forma que cuando vuestra nodriza me trajo vuestra carta; tenía en mimanoesacartaquehablabapara losdemásyque,pobre tontaque soy,estabamudaparamí.-¿Habéis lamentado amenudo no saber leer? -preguntó Cornelius-. ¿Y con

quémotivo?-Toma-dijolajovenriendo-paraleertodaslascartasquemeescribían.-¿Vosrecibíaiscartas,Rosa?-Porcentenares.-Pero¿quiénoslasescribía…?-¿Quién me escribía? Primero, todos los estudiantes que pasaban por la

Buytenhoff, todos los oficiales que iban a la plaza de armas, todos losdependienteseinclusolosmercaderesquemeveíanenmiventana.-¿Ycontodasesasnotas,queridaRosa,quéhacíaisvos?-Unasveces-respondióRosa-melashacíaleerporalgunaamiga,yestome

divertíamucho, pero al cabo de cierto tiempo, ¿para qué perderlo escuchandotodasesastonterías?Lasquemaba.-¡Alcabodecierto tiempo!-exclamóCorneliusconunamirada turbadaa la

vezporelamorylaalegría.Rosabajólosojos,ruborizada.DeformaquenovioacercarseloslabiosdeCorneliusquenoencontraron,por

desgracia, más que el enrejado; pero que a pesar de este obstáculo, enviaronhastaloslabiosdelajovenelalientoardientedelmástiernodelosbesos.Anteesallamaquequemósuslabios,Rosasepusomuypálida,máspálidatal

vez que en laBuytenhoff, el día de la ejecución. Lanzó un gemido lastimero,cerró sus bellos ojos y huyó con el corazón palpitante, intentando en vanocomprimirconlamanoloslatidosdesucorazón.Cornelius,alquedarsesolo,sevioreducidoaaspirareldulceperfumedeloscabellosdeRosa,quepermaneciócomocautivoentreelenrejado.

Rosahabíahuido tanprecipitadamenteque sehabíaolvidadodedevolver aCorneliuslostresbulbosdeltulipánnegro.

16CapítuloMaestroyalumna

El infelizGryphus, comoha podido verse, se hallaba lejos de participar de labuenavoluntaddesuhijaporelahijadodeCorneilledeWitt.NohabíamásquecincoprisionerosenLoevestein;latareadeguardiánnoera,

pues,difícilderealizar,ylacárceleraunaespeciedesinecuradadalaedaddeGryphus.Peroensucelo,eldignocarcelerohabíaagrandadocontodalapotenciadesu

imaginaciónlatareaquelehabíanimpuesto.Paraél,Corneliushabíaadquiridolaproporcióngigantescadeuncriminaldeprimerorden.Sehabíaconvertido,enconsecuencia,enelmáspeligrosodesusprisioneros.Vigilabacadaunodesuspasos,noleabordabamásqueconelrostroairado,haciéndolesentirlacargadeloqueélllamabasuespantosarebelióncontraelelementoestatúder.EntrabatresvecespordíaenlaceldadeVanBaerle,esperandosorprenderlo

enfalta,peroCorneliushabíarenunciadoasuscorresponsalesdesdequeteníasucorrespondencia bajo mano. Era incluso probable que Cornelius, si hubieraobtenidosu libertadenterayelpermisocompletopara retirarsedondehubiesequerido, lehabríaparecidopreferibleeldomiciliodelaprisiónconRosaysusbulbosacualquierotrodomiciliosinsusbulbosysinRosa.Y es que, en efecto, cada noche a las nueve,Rosa había prometido venir a

charlarconelqueridoprisionero,ydesdelaprimeranoche,comohemosvisto,mantuvosupalabra.Aldíasiguiente,subiócomolavíspera,conelmismomisterioylasmismas

precauciones.Sóloquesehabíaprometidoasímismanoacercardemasiadosurostro al enrejado. Por otra parte, para abordar desde el primermomento unaconversaciónquepudieraocuparseriamenteaVanBaerle,comenzóportenderleatravésdelenrejadosustresbulbossiempreenvueltosenelmismopapel.Mas,congranasombrodeRosa,VanBaerlerechazósublancamanocon la

puntadelosdedos.Eljovenhabíareflexionado.-Escuchadme -dijo-, arriesgaríamos demasiado, creo, poniendo toda nuestra

fortunaenelmismosaco.Pensadquesetrata,miqueridaRosa,derealizarunaempresaqueseconsiderahastahoycomoimposible.Setratadehacerflorecerel

gran tulipánnegro.Tomemos,pues, todasnuestrasprecauciones, conel findeque, si fracasamos, no tengamos nada que reprocharnos. Así es como hecalculadoqueconseguiremosnuestroobjetivo.Rosaprestótodasuatenciónaloqueibaadecirleelprisionero,yellomáspor

la importancia que le concedía el desgraciado tulipanero que por la que leconcedíaellamisma.-Asíes-repitióCornelius-cómohecalculadonuestracomúncooperaciónen

estegranasunto.-Escucho-dijoRosa.-Vos¿tendréisenesta fortalezaunpequeño jardín,a faltade jardínunpatio

cualquierayafaltadepatiounaterraza?-Tenemosunbonitojardín-explicóRosa-.SeextiendealolargodelWaaly

estállenodeañososárboles.-¿Podéis,queridaRosa,traermeunpocodelatierradeesejardín,afindeque

laexamine?-Mañanamismo.-Lacogeréisdelasombraydelsolparaquelajuzgueensusdoscualidades,

bajolasdoscondicionesdesequedadydehumedad.-Estadtranquilo.-Unavez escogida la tierra pormí ymodificada si es preciso, haremos tres

partes de nuestros tres bulbos, tomaréis unoqueplantaréis el día queos diga;floreceráciertamentesilocuidáissegúnmisindicaciones.-Nomealejarédeélniunsegundo.-Medaréisotroqueintentarécriaraquíenmihabitación,loquemeayudaráa

pasarestas largashorasdurante lascualesnoosveo.Apenas tengoesperanzasde conseguirlo, os lo confieso, y por adelantado, considero a ese desgraciadocomosacrificadoamiegoísmo.Sinembargo, el solmevisita algunaqueotravez.Sacaréartificialmentepartidodetodo,inclusodelcalorydelacenizademipipa. Por último tendremos, o más bien tendréis en reserva el tercer bulbo,nuestro último recurso en el caso de que nuestras dos primeras experienciasfracasen. De estamanera,mi querida Rosa, es imposible que no lleguemos aganarloscienmilflorinesdevuestradoteyprocurarnoslasupremadichadevereléxitodenuestraobra.-Hecomprendido-dijoRosa-.Mañanaostraerélatierra,vosescogeréislamía

y la vuestra. En cuanto a la vuestra, necesitaré vanos viajes, porque no podrétraerosmásqueunpococadavez.-¡Oh! No tenemos prisa, querida Rosa; nuestros tulipanes no deben ser

enterradosantesdeunmes.Asípues,yaveisquedisponemosdemuchotiempo;sóloque,paraplantarvuestrobulbo,seguiréistodasmisinstrucciones,¿no?

-Osloprometo.-Y una vez plantado, me participaréis todas las circunstancias que pueden

interesaranuestrodiscípulo,talescomoloscambiosatmosféricos,rastrosenlossenderos,señalesenlasplatabandas.Escucharéissiporlanoche,nuestrojardínesfrecuentadoporlosgatos.DosdeestosanimalesmedestrozaronenDordrechtdosplatabandas.-Escucharé.-Losdíasdeluna…¿Lahabéisvistosobreeljardín,queridaniña?-Laventanademidormitoriodaallí.-Bueno.Losdíasdelunamiraréissidelosagujerosdelmurosalenratas.Las

ratas son roedores muy de temer, y yo he visto a desgraciados tulipanerosreprocharamargamenteaNoéelhabermetidounparderatasenelarca.-Miraré,ysihaygatosoratas…-¡Puesbien!Tendréisqueavisarme.Después-continuóVanBaerle,suspicaz

desdeque sehallabaenprisión-, ¡hayunanimalmuchomásde temer todavíaqueelgatoylarata!-¿Cuáles?-¡Elhombre!¿Comprendéis,queridaRosa?Serobaunflorín,ysearriesgael

penalporsemejantemiseria;conmuchamayorrazónsepuederobarunbulbodetulipánquevalecienmilflorines.-Nadiemásqueyoentraráeneljardín.-¿Meloprometéis?-¡Oslojuro!-¡Bien!¡Gracias,queridaRosa!¡Oh!¡Todalaalegríamevaaprovenir,pues,

devos!Y,comoloslabiosdeVanBaerleseacercaronalenrejadoconelmismoardor

delavíspera,ycomoporotraparte,lahoradelaretiradahabíallegadoya,Rosaalejólacabezayalargólamano.Enestalindamano,enlaquelacoquetajoventeníauncuidadoparticular,estabaelbulbo.Cornelius besó apasionadamente la punta de los dedos de esa mano. ¿Fue

porqueconteníaunodelosbulbosdelgrantulipánnegro?¿FueporserlamanodeRosa?Esto es lo que dejamos para que lo adivinen otrosmás sagaces quenosotros.Rosaseretiró,pues,conlosotrosdosbulbos,apretándoloscontrasupecho.¿Losapretabacontrasupechoporqueeranlosbulbosdelgrantulipánnegro,o

porquelosbulbosproveníandeCorneliusvanBaerle?Creemosqueestepuntoseríamásfácildeprecisarqueelotro.Fuera loquefuese,apartirdeaquelmomento, lavidasehizodulcey llena

para el prisionero. Rosa, como hemos visto, le había entregado uno de los

bulbos.Cadanocheletraíapuñadoapuñadolatierradelaporcióndejardínquehabía

halladoserlamejoryque,enefecto,eraexcelente.Una ancha vasija que Cornelius había roto hábilmente le proporcionó un

fondopropicio,lollenóhastalamitadymezclólatierratraídaporRosaconunpoco de lodo del río que dejó secar, con lo cual se proveyó de un excelenteterreno.DecirtodoloqueCorneliusdesplegóencuidados,enhabilidadyenañagazas

para escamotear a la vigilancia de Gryphus la alegría de sus trabajos, no loconseguiríamos.Mediahoraesunsiglodesensacionesydepensamientosparaunprisionerofilósofo.NopasabadíasinqueRosavinieraacharlarconCornelius.Lostulipanes,delosquelajovenrealizabauncursocompleto,constituíanel

fondode laconversación;mas,por interesantequeeste temasea,no sepuedehablarsiempredetulipanes.Entonces se hablaba de otra cosa, y para su mayor asombro el tulipanero

percibíalainmensaextensiónquepodíatomarelcírculodelaconversación.Sólo que Rosa había adquirido una costumbre: mantenía su bello rostro

invariablemente a veinte centímetros del postigo, porque la bella frisonadesconfiaba sin duda de ella misma, desde que había sentido a través delenrejado cuánto puede quemar el aliento de un prisionero el corazón de unajoven.Había una cosa que inquietaba en aquel momento al tulipanero casi tanto

comosusbulbosysobrelacualvolvíasincesar.EraladependenciaenquesehallabaRosaconrespectoasupadre.Así, la vida deVanBaerle -el doctor sabio, el pintor pintoresco, el hombre

superior- deVanBaerle que era el primero que había descubierto, según todaprobabilidad, esa obra de arte de la creación que se llamaría, como se habíadispuestopor adelantado,RosaBarloensis, lavida,muchomásque lavida, lafelicidadde este hombredependía delmás simple caprichodeotrohombre, yeste hombre era un ser de un espíritu inferior, de una casta ínfima; era uncarcelero,algomenosinteligentequelacerraduraquemanipulaba,másduroquelafallebaquecorría.EraalgocomoelCalibandeLaTempestad,unpasoentreelhombreyelbruto.¡Pues bien! La felicidad deCornelius dependía de ese hombre; ese hombre

podíaunahermosamañanaaburrirsedeLoevestein,encontrarqueelaireeraallímalsano,quelaginebranoerabuena,yabandonar lafortaleza,y llevarseasuhija…yunavezmás,CorneliusyRosaseveríanseparados.Dios,quesecansadehacermuchoporsuscriaturas,acabaríatalvezentonces

pornoreunirlosmás.-Yentonces, ¡paraqué lospalomosviajeros!-decíaCorneliusa la joven-.Ya

que,queridaRosa,vosnosabríaisnileerloqueyoosescribiera,niescribirmeloquehubieraispensado.-Pensad-respondíaRosa,queenel fondodesucorazón temía laseparación

tanto como Cornelius- que disponemos de una hora todas las noches;empleémoslabien.-Meparece-replicóCornelius-quenolaempleamosmuymal.-Empleémoslamejortodavía-insistióRosasonriendo-.Enseñadmealeerya

escribir;aprovecharévuestraslecciones,creedme;ydeestaformanoestaremosyanuncaseparadosmásquepornuestrapropiavoluntad.-¡Oh!-exclamóCornelius-.Conesotendremoslaeternidadantenosotros.Rosasonrióyseencogiólevementedehombros.-¿Esquevaisapermanecersiempreenprisión?-respondió-.¿Esquedespués

dehaberosconcedidolavida,SuAltezanoosconcederálalibertad?¿Esquenorecuperaréis nunca vuestros bienes? ¿Es que ya no seréis rico? ¿Os dignaréismirar, cuando paséis a caballo o en carroza, a la pequeña Rosa, una hija decarcelero,casiunahijadeverdugo?Corneliusquisoprotestar,yciertamentelohubierahechocontodosucorazón

yconlasinceridaddeunalmallenadeamor,silajovennohubierapreguntado,sonriendo:-¿Cómovavuestrotulipán?HablaraCorneliusdesutulipán,eraunmedioparaqueCorneliusloolvidara

todo,inclusoaRosa.-Bastante bien -dijo-. La piel se ennegrece, el trabajo de fermentación ha

comenzado, los nervios del bulbo se calientan y crecen; de aquí a ocho días,antestalvez,sepodrándistinguirlasprimerasprotuberanciasdelagerminación.¿Yelvuestro,Rosa?-¡Oh!Yohehecholascosasengrandeysegúnvuestrasindicaciones.-Veamos,Rosa,¿quéhabéishecho?-preguntóCornelius,conlosojoscasitan

ardientes, el aliento casi tan jadeante como la noche en que esos ojos habíanquemadoelrostroyaquelalientoelcorazóndeRosa.-Yo he hecho las cosas en grande -repitió la joven sonriendo, porque en el

fondo de su corazón no podía impedir el considerar ese doble amor delprisionero por ella y por el tulipán negro-. Me he preparado un cuadradodesnudo,lejosdelosárbolesydelosmuros,enunatierraligeramentearenosa,másbienhúmedaqueseca,sinungranodepiedra,sinunguijarro;hedispuestounaplatabandacomovosmehabéisdescrito.-Bien,bien,Rosa.

-Elterrenoestápreparadodesuertequenoesperamásquevuestroaviso.Alprimerdíabuenoenquemedigáisqueplantemibulbo,loplantaré;sabéisquedebo ir retrasada con respecto a vos, ya que yo dispongo de todas lasoportunidadesdeunairebueno,elsolydeabundanciadejugosterrestres.-Esverdad,esverdad-exclamóCornelius,golpeándoseconalegríalasmanos-

, y sois una buena alumna, Rosa, y ganaréis ciertamente vuestros cien milflorines.-No olvidéis -dijo riendoRosa- que vuestra alumna, ya queme llamáis así,

tienetodavíaqueaprenderotracosaqueelcultivodelostulipanes.-Sí,sí,yestoytaninteresadocomovos,bellaRosa,enquesepáisleer.-¿Cuándocomenzaremos?-Enseguida.-No,mañana.-¿Porquémañana?-Porquehoyyahapasadonuestrahora,yesprecisoqueosdeje.-¡Ya!Pero¿enquéleeremos?-¡Oh!-dijoRosa-.Tengounlibro,unlibroque,

espero,nostraigafelicidad.-¿Hastamañana,pues?-Hastamañana.Aldíasiguiente,RosaacudióconlaBibliadeCorneilledeWitt.

17CapítuloElprimerbulbo

Al día siguiente, como hemos dicho,Rosa vino con laBiblia deCorneille deWitt.Entoncescomenzóentreelmaestroylaalumnaunadeaquellasencantadoras

escenasquesonlaalegríadelnovelistacuandotieneladichadehallarlasbajolapluma.Elpostigo,únicaaberturaqueservíadecomunicaciónalosdosamantes,era

demasiado elevado para que, los que hasta entonces se habían contentado conleerse mutuamente en el rostro todo lo que tenían que decirse, pudieran leercómodamenteenellibroqueRosahabíatraído.En consecuencia, la joven tuvo que apoyarse en el postigo, con la cabeza

ladeada, el libro a la alturade la luzque sostenía con lamanoderechayque,para descansarla un poco, Cornelius ideó fijarla con un pañuelo a la reja dehierro.Desdeentonces,RosapudoseguirconsusdedossobreellibrolasletrasylassilabasquelehacíadeletrearCornelius,elcual,provistodeunapaja,aguisadepuntero,señalabaesasletrasporelagujerodelpostigoasuatentaalumna.La luzdeaquella lámpara iluminaba los ricoscoloresdeRosa, susazulesy

profundosojos,susrubiastrenzasbajoelcascodeorobruñidoque,comohemosdicho,sirvedetocadoalasfrisonas;susdedoslevantadosenelaireydelosquela sangre descendía, tomaban ese tono pálido y rosado que resplandece a laslucesyqueindicalavidamisteriosaquesevecircularbajolacarne.La inteligencia de Rosa se desarrollaba rápidamente bajo el contacto

vivificante del espíritu deCornelius y, cuando la dificultad parecía demasiadoardua,aquellosojosquesesumergíanelunoenelotro,aquellaspestañasqueserozaban,aquelloscabellosquesemezclaban,despedíanchispasrelampagueantescapacesdealumbrarlasmismastinieblasdelidiotismo.YRosa,aldescenderasucuarto,repasabasolaensumentelasleccionesde

lectura,yalmismotiempoensualmalasleccionesnoconfesadasdelamor.Unanochellegómediahoramástardequedecostumbre.EstamediahoraderetrasoconstituíaunsucesomuygraveparaqueCornelius

noseinformaraantesquenadasobrelacausadelmismo.

-¡Oh!Nomeregañéis-implorólajoven-,nohasidopormiculpa.Mipadreha renovado conocimiento en Loevestein con un buen hombre que ibafrecuentementeavisitarloenLaHaya.Esunpobrediablo,amigodelabotella,yquecuentadivertidashistorias,ademásdeserungranpagadorquenoretrocedeanteunainvitación.-¿Noleconocíaisdeantes?-preguntóCorneliusasombrado.-No-respondiólajoven-.Fuealcabodeunosquincedíascuandomipadrese

apasionóporesereciénllegado,tanasiduoensusvisitas.-¡Oh! -exclamó Cornelius moviendo la cabeza con inquietud, porque todo

nuevosucesopresagiabaparaélunacatástrofe-.Talvezsetratedealgúnespíadel tipo de los que envían a las fortalezas para vigilar conjuntamente a losprisionerosyalosguardianes.-Nolocreo-contestóRosasonriendo-.Siesehombreespíaaalguien,noesa

mipadre.-¿Aquién,entonces?-Amí,porejemplo.-¿Avos?-¿Porquéno?-dijoriendoRosa.-¡Ah!Esverdad-suspiróCornelius-.Vosnotendréispretendientessiempreen

vano,Rosa,yesehombrepuedeconvertirseenvuestromarido.-Nodigoqueno.-¿Yenquéfundáisestaventura?-Decidestetemor,señorCornelius.-Gracias,Rosa,porquetenéisrazón;estetemor…-Lofundoen…-Escucho,decid-apremióCornelius.-Este hombre había venido ya varias veces a la Buytenhoff, en La Haya;

mirad,justoenelmomentoenquevosfuisteisencerradoallí.Salidayo,salióélasuvez;venidayoaquí,élviene.EnLaHayatomabacomopretextoquequeríaveros.-¿Verme,amí?-¡Oh!Unpretexto,seguramente,porquehoyquetodavíapodíahacervalerla

misma razón,yaquevososhabéis convertidoenelprisionerodemipadre,omásbien,mipadresehaconvertidoenvuestrocarcelero,noseacuerdayadevos,sinoalcontrario.Leoídecirayeramipadrequenoosconocía.-Continuad,Rosa,osloruego,queintentoadivinarquiénesesehombreyqué

quiere.-¿Estáis seguro, señor Cornelius, que ninguno de vuestros amigos puede

interesarseporvos?

-Yonotengoamigos,Rosa,noteníamásqueaminodriza,voslaconocéisyellaosconoce.¡Ay!EsapobreZugvendríaporsímismaysinfingimientosdiríallorandoavuestropadreoavosmisma:«Queridoseñor,oqueridaseñorita,miniñoestáaquí,vedcuándesesperadaestoy,dejádmeloverunahorasolamenteyrogaré aDios todami vida por vos.» ¡Oh, no! -continuóCornelius-. ¡Oh, no!ApartedemibuenaZug,no,notengoamigos.-Vuelvo, pues, a lo que pensaba, tanto más cuanto ayer, al ponerse el sol,

cuandoarreglabalaplatabandadondedeboplantarvuestrobulbo,viunasombraque,porlapuertaentreabierta,sedeslizabatraslossaúcosylosálamos.Notuveque mirarlo, era nuestro hombre. Se ocultó, me vio remover la tierra y, enverdad, era realmente amí a quien había seguido; era realmente amí a quienespiaba.Medabayoungolpeconelrastrillo,notocabaunátomodetierra,queélnosedieracuenta.-¡Oh,sí,sí!Esunenamorado-dijoCornelius-.¿Esjoven,esguapo?YmiróávidamenteaRosa,esperandoimpacientesurespuesta.-¡Joven, guapo… ! -exclamó Rosa estallando de risa-. Tiene un rostro

horrible, el cuerpoencorvado; seacercaa loscincuentaaños,ynoseatreveamirarmedefrenteniahablaralto.-¿Ysellama?-JacobGisels.-Noleconozco.-Yaveis,entonces,quenoesporvosporquienviene.-En todocaso, si élosama,Rosa, loqueesmuyprobable,porqueveroses

amaros,¿vosnoleamáis?-¡Oh!¡Noporcierto!-¿Queréisquemetranquilice,noeseso?-Osloprometo.-¡Puesbien!Ahoraquecomenzáisasaberleer,Rosa,¿leeréistodoloqueos

escriba,verdad,sobrelostormentosdeloscelosylosdelaausencia?-Loleerésiescribísconletrabiengrande.Luego, como el giro que tomaba la conversación comenzara a inquietar a

Rosa,dijo:-Apropósito,¿cómoseportavuestrotulipán?-Juzgad mi alegría, Rosa. Esta mañana lo miraba al sol, después de haber

separadocuidadosamentelacapadetierraquecubrealbulbo,yhevistoasomarlapuntadelprimerbrote; ¡ah,Rosa!Micorazónsehafundidodealegría.Esaimperceptibleyemablancuzca,queunalademoscadestrozaría al rozarla, esasospechade existenciaque se revelaporun incomprensible testimonio,mehaemocionadomásquelalecturadeaquellaordendeSuAltezaquemedevolvíala

vidadeteniendolaespadadelverdugo,sobreelpatíbulodelaBuytenhoff.-Entonces¿esperáis?-dijoRosasonriente.-¡Oh!¡Sí,espero!-¿Yamí,cuándomellegaráelturnodeplantarmibulbo?-Osavisarécuandollegueelprimerdíafavorable;pero,sobretodo,novayáis

ahacerosayudarpornadie,noconfiéisvuestrosecretoanadie;unaficionado,¿comprendéis?, sería capaz, con sólo inspeccionar ese bulbo, de reconocer suvalor; y sobre todo, sobre todo, mi querida Rosa, guardad cuidadosamente laterceracebollaqueosqueda.-Todavía está en el mismo papel donde vos la pusisteis y tal como me la

disteis,señorCornelius,escondidaenelfondodemiarmarioybajomisencajesquelaconservanensecosinalteraciones.Pero,adiós,pobreprisionero.-¿Cómo,ya?-Espreciso.-¡Venirtantardeymarchartanpronto!-Mi padre podría impacientarse al no verme regresar; el enamorado podría

imaginarsequehayunrival.Yescuchó,inquieta.-¿Quéosocurre?-preguntóVanBaerle.-Mehaparecidooír…-¿Qué?-Algocomounpasoquecrujíaenlaescalera.-Enefecto -dijoelprisionero-,nopuedeserotroqueGryphus.Se leoyede

lejos.-No,noesmipadre,estoysegura,pero…-Pero…-PodríaserelseñorJacob.Rosaselanzóhacialaescalera,yseoyó,enefecto,unapuertaquesecerraba

rápidamente antes de que la joven hubiera descendido los diez primerosescalones.Corneliussequedómuyquieto,peroestonoeraparaélmásqueunpreludio.Cuando la fatalidad comienza a realizar una mala obra, es raro que no

prevenga caritativamente a su víctima, como un espadachín hace con suadversarioparadarletiempoaponerseenguardia.Casisiempre,estosavisosemanandelinstintodelhombreodelacomplicidad

delosobjetosinanimados,amenudomenosinanimadosdeloquegeneralmentesecree;casisiempre,decimosnosotros,estosavisossedesatienden.Elgolpehasilbadoenelaireycaesobreunacabezaalaqueesesilbidohubieradebidodeadvertir,yque,advertida,habríatenidoqueprecaverse.

Eldíasiguientetranscurriósinquenadanotableseseñalara.Gryphushizosustres visitas. No descubrió nada. Cuando oía venir a su carcelero -con laesperanzadesorprenderlossecretosdesuprisionero,Gryphusnoacudíanuncaa las mismas horas-, Van Baerle, con la ayuda de un mecanismo que habíainventado, y que se parecía a aquellos con ayuda de los cuales se suben ydesciendenlossacosdetrigoenlasgranjas,hacíadescendersuvasijapordebajodelacornisadetejasprimero,yluegodelaspiedrasquehabíapordebajodesuventana.Encuantoaloshilos,conayudadeloscualesrealizabaelmovimiento,nuestro mecánico había hallado el modo de ocultarlos entre los musgos quevegetabanenlastejasyenloshuecosdelaspiedras.Gryphusnoveíanipodíasospecharnada.Estemanejotuvoéxitoduranteochodías.PerounamañanaqueCornelius,absortoenlacontemplacióndesubulbo,en

dondeaparecíayaunpuntodevegetación,nohabíaoídosubiralviejoGryphus-hacíamuchovientoaqueldíaytodocrujíaenel torreón-, lapuertaseabrióderepente,yCorneliusfuesorprendidoconsuvasijaentrelasrodillas.Gryphus, viendo un objeto desconocido, y por consecuencia prohibido en

manosdesuprisionero,selanzósobreelobjetoconmásrapidezqueelhalcónsobresupresa.Elazaroaquellahabilidadfatalqueelespíritudelmalconcedeavecesalos

seresmaléficos,hizoquesugruesamanocallosaseposaradesdeelprincipioenmediodelavasija,sobrelaporcióndetierradepositariadelapreciosacebolla,aquellamanorotaporencimadelamuñecayqueCorneliusvanBaerlelehabíaarregladotanbien.-¿Quétenéisahí?-gritó.Yhundiósumanoenlatierra.-¿Yo?¡Nada,nada!-exclamóCorneliusmuytembloroso.-¡Ah!¡Unavasija!¡Tierra!¡Hayalgúnsecretoocultoaquí!.-¡Cuidado,señorGryphus!-suplicóVanBaerle, inquietocomolaperdizala

queelsegadoracabadequitarlesupollada.YesqueGryphuscomenzabaaescarbarenlatierraconsusganchudosdedos.-¡Señor,señor!¡Tenedcuidado!-imploróCorneliuspalideciendo.-¿Aqué?¡VotoaDios!¿Aqué?-aullóelcarcelero.-¡Tenedcuidado,osdigo!¡Vaisalastimarlo!Y con un rápido movimiento, casi desesperado, arrancó de las manos del

carcelerolavasija,queocultócomountesorobajoelamparodesusdosbrazos.Pero Gryphus, testarudo como viejo, y cada vez más convencido de que

acababadedescubrirunaconspiracióncontraelpríncipedeOrange,corrióhaciasu prisionero con el garrote levantado, y viendo la impasible resolución del

cautivoenprotegersurecipientedeflores,comprendióqueCorneliustemblabamuchomenosporsucabezaqueporsuvasija.Trató,pues,dearrancárselaavivafuerza.-¡Ah!-decíaelcarcelerofurioso-.Vedqueosestáisrebelando.-¡Dejadmemitulipán!-gritabaVanBaerle.-Sí,sí,tulipán-replicabaelviejo-.Conocemoslastretasdelosprisioneros.-Peroyoosjuro…-Soltad-repetíaGryphuspataleando-.Soltad,ollamoalaguardia.-Llamadaquienqueráis,peronoobtendréisestapobreflormásqueconmi

vida.Gryphus, exasperado, hundió sus dedos por segundavez en la tierra, y esta

vez sacó el bulbo todo negro, ymientrasVanBaerle se sentía feliz por habersalvado el continente, no imaginándoseque su adversario poseía el contenido,Gryphus lanzó violentamente el bulbo reblandecido que se aplastó sobre labaldosaydesapareciócasienseguidatriturado,casiconvertidoenpapilla,bajoelgruesozapatodelcarcelero.VanBaerle vio el crimen, entrevió los restos húmedos, comprendió aquella

alegría feroz de Gryphus y lanzó un grito desesperado que conmovió a esecarceleroasesinoque,unosañosantes,habíamatadolaarañadePellison.La idea de golpear a aquel mal hombre cruzó como un relámpago por el

cerebrodel tulipanero.Elfuegoy lasangre lesubieronconjuntamentehasta lafrente,lecegaron,ylevantóconsusdosmanoslapesadavasijacontodalainútiltierra que quedaba en ella. Un instante más, y la dejaría caer sobre el calvocráneodelviejoGryphus.Ungritoledetuvo,ungritollenodelágrimasydeangustia,elgritoquelanzó

detrásdelenrejadodelpostigolapobreRosa,pálida,temblorosa,conlosbrazoselevadosalcieloycolocadaentresupadreysuamigo.Cornelius arrojó la vasija que se rompió en mil pedazos con un estrépito

terrible.Y entonces, Gryphus comprendió el peligro que acababa de correr y se

entregóaterriblesamenazas.-¡Oh! -exclamóCornelius-. Es preciso que seáis un hombremuy cobarde y

muyvillanoparaarrancarleaunpobreprisionerosuúnicoconsuelo,unacebolladetulipán.-¡Apartaos, padre mío! -añadió Rosa-. Es un crimen lo que acabáis de

cometer.-¡Ah!Soisvos,cotorra-gritóelviejohirviendodecólera,volviéndosehacia

suhija-.Meteosenloqueosimporte,y,sobretodo,bajadenseguida.-¡Desgraciado!¡Desgraciado!-continuabaCorneliusdesesperado.

-Despuésdetodo,nosetratamásquede,untulipán-añadióGryphusunpocoavergonzado-.Os daremos tantos tulipanes como deseéis, tengo trescientos enmidesván.-¡Aldiablovuestrostulipanes!-exclamóCornelius-.Novalenmásdeloque

vosmismovaléis.¡Oh!¡Cienmilmillonesdemillones!Silostuviera,losdaríaporelquehabéisaplastado.-¡Ah!-exclamóGryphustriunfante-.Yaveisquenoesuntulipánloquevos

teníais.Yaveisqueenestafalsacebollahabíaalgunabrujería,talvezunmediodecorrespondenciaconlosenemigosdeSuAlteza,queosperdonó.Yadecíayoquesehabíaequivocadoalnocortaroselcuello.-¡Padremío!¡Padremío!-exclamabaRosa.-¡Puesbien!¡Tantomejor!¡Tantomejor!-repetíaGryphusanimándose-.Yolo

hedestruido,yolohedestruido.¡Yasí loharécadavezquevoscomencéisdenuevo!¡Ah!Yaoshabíaavisado,miguapoamigo,queosharíalavidadura.-¡Maldito! ¡Maldito! -gritó Cornelius mientras completamente desesperado

revolvíaconsusdedostemblorososlosúltimosvestigiosdesubulbo,cadáverdetantasalegríasytantasesperanzas.-Plantaremoselotromañana,queridoseñorCornelius-dijoenvozbajaRosa,

que comprendía el inmenso dolor del tulipanero y que lanzó -corazón santo-aquellas dulces palabras como una gota de bálsamo en la herida sangrante deCornelius.

18CapítuloElenamoradodeRosa

Apenas había pronunciado Rosa aquellas palabras de consuelo a Cornelius,cuando se oyó en la escalera una voz que pedía aGryphus noticias de lo queocurría.-Padremío-dijoRosa-,¿oís?-¿Qué?-ElseñorJacobosllama.Estáinquieto.-Sehahechotantoruido-exclamóGryphus-.¡Sehubieradichoqueestesabio

meestabaasesinando!¡Ah!¡Cuántodañoproporcionansiemprelossabios!Luego,señalandoconeldedolaescaleraaRosa,ordenó:-¡Caminad por delante, señorita! -y cerrando la puerta, acabó-: Ya voy con

vos,amigoJacob.YGryphussalió,llevándoseaRosaydejandoensusoledadyensuamargo

doloralpobreCorneliusquemurmuraba:-¡Oh!Túereselquemehasasesinado,viejoverdugo.¡Nosobreviviréaesto!Y, en efecto, el pobre prisionero cayó enfermo sin ese contrapeso que la

ProvidenciahabíapuestoensuvidayquesellamabaRosa.Porlanoche,regresólajoven.Suprimerapalabra fuepara anunciar aCorneliusquede allí en adelante su

padrenoseoponíaaqueélcultivaraflores.-¿Ycómosabéisesto?-preguntóelprisioneroconairedolientealajoven.-Loséporquelohadicho.-¿Paraengañarme,talvez?-No,searrepiente.-¡Oh!Sí,perodemasiadotarde.-Estearrepentimientonolehavenidodesímismo.-¿Ycómolehavenido,pues?-¡Sivossupieraiscuántolehareñidosuamigo!-¡Ah!ElseñorJacob.¿Noosdeja,pues,esecaballero?-Entodocaso,nosdejalomenosquepuede.Ysonriódetalformaqueaquellapequeñanubedecelosquehabíaoscurecido

lafrentedeCorneliussedisipó.-¿Cómohaocurrido?-preguntóelprisioneroconinterés.-Puesbien,interrogadoporsuamigo,mipadre,alahoradecenarlecontóla

historia del tulipán o más bien del bulbo, y la bonita explosión que hizo alaplastarse.Corneliuslanzóunsuspiroquepodíapasarporungemido.-¡SihubieraisvistoenaquelmomentoamaeseJacob…!-continuóRosa-.En

verdad, creí que iba a pegar fuego a la fortaleza; sus ojos eran dos antorchasardientes,suscabellosseerizaron,crispabasuspuños.Poruninstantecreíquequería estrangular a mi padre. «¿Vos habéis hecho esto -gritó-, vos habéisaplastado el bulbo?» «Sin duda», dijo mi padre. «¡Esto es una infamia! -continuó-,¡esodioso!¡Esuncrimenloquehabéiscometido!»,aullóJacob.Mipadresequedóestupefacto.«¿Esquevos tambiénestáis loco?»,preguntóasuamigo.-¡Oh! Es un hombre digno, ese Jacob -murmuró Cornelius-. Un corazón

honrado,unalmaescogida.-Lociertoesque resulta imposible trataraunhombremásduramentede lo

queélha tratadoamipadre -añadióRosa-.Por suparte, sentíaunaverdaderadesesperación;repetíasincesar:«Aplastado,elbulboaplastado;¡oh,Diosmío,Diosmío! ¡Aplastado!», luego,volviéndosehaciamí,mepreguntó:«¿Peronoseríaelúnicoquetenía?»-¿Oshapreguntadoeso?-inquirióCornelius,prestandoatención.-«¿Voscreéisquenoeraelúnico?»,dijomipadre.«Bueno,buscaremos los

otros.»«Vosbuscaréislosotros»,gritóJacobcogiendoamipadreporelcuello;pero enseguida lo soltó.Y luego,volviéndosehaciamí, preguntó:«¿Yquéhadicho el pobre hombre?» Yo no sabía qué responder. Vos me habíaisrecomendado que no dejase de sospechar jamás el interés que teníais en esebulbo.Afortunadamentemipadremesacódelaprieto.«¿Loquehadicho…?Sepusofurioso.»«¿Cómonoibaaestarfurioso-ledije-,sivosfuisteistaninjustoytanbrutal?»«¡Vaya!Pero¿estántodoslocos?-gritómipadreasuvez-.¡Porhaberaplastadounacebolladetulipán!;lashayacentenaresporunflorínenelmercadodeGorcum.»«Perotalvezmenospreciososqueéste»,tuveladesgraciaderesponder.-¿YquédijoJacobaesaspalabras?-preguntóCornelius.-Debo confesar que, a esas palabras, me pareció que su mirada lanzaba

destellos.-Sí-apremióCornelius-.Peroestonoseríatodo.¿Dijoalgo?-Dijoconvozmelosa:«Asípues,bellaRosa,¿voscreéisqueesacebollaera

preciosa?»Entonces comprendí que había cometido una falta. «¿Qué sé yo? -

respondínegligentemente-.¿Acasoconozcolostulipanes?Solamenteséque,pordesgracia,estamoscondenadosavivirconlosprisioneros…yséqueparaesteprisioneroconstituíatodosupasatiempo.ElpobreseñorVanBaerleseentreteníacon esa cebolla. Y por ello digo que es una crueldad quitarle esa diversión.»«Pero,enprimerlugar,-dijoentoncesmipadre-¿cómosehabíaprocuradoesacebolla?Estoesloquemegustaríasaber.»Desviélamiradaparaevitarlademipadre.Perome topé con los ojos de Jacob.Sediría quedeseabaperseguirmipensamientohastaelfondodemicorazón.Ungestodisplicenteeximeamenudounarespuesta.Meencogídehombros,mevolvídeespaldasymedirigíhacialapuerta.Peromedetuvealoírpronunciarunapalabraqueoíenvozbaja.Jacobledijo a mi padre: «No es cosa difícil asegurarse, pardiez. Es cuestión deregistrarle,ysitienelosotrosbulbosloshallaremos.Generalmente,haytres.»-¡Haytres!-exclamóCornelius-.¡Dijoquehabíatresbulbos!-Podéis comprender que la frase me asombró tanto como a vos ahora.Me

volví.Estabanlosdos tanocupadosquenovieronmimovimiento.«Pero-dijomipadre-talveznotengasuscebollasconsigo.»«Entoncessacadledelaceldacon un pretexto cualquiera. Durante ese tiempo, yo la registraré», concluyóJacob.-¡Oh!¡Oh!-exclamóCornelius-.PerovuestromaeseJacobesunbandido.-Tengomiedo.-Decidme,Rosa-continuóCornelius,pensativo-.¿Nomehabéiscontadoque

eldíaenquepreparabaisvuestraplatabanda,esehombreoshabíaseguido?-Sí.-¿Quesehabíadeslizadocomounasombratraslossaúcos?-Sinduda.-¿Quenohabíaperdidoniunodevuestrosgolpesderastrillo?-Niuno.-Rosa…-dijoCorneliuspalideciendo.-Noeraavosaquienseguía.-¿Aquién,pues?-Noesdevosdequienestáenamorado.-¿Dequién,entonces?-Eraamibulboaquienseguía;esdemitulipándequienestáenamorado.-¡Ah!¡Naturalmente!Esopodríaser-exclamóRosa.-¿Queréisaseguraros?-¿Cómo?-¡Oh!Escosafácil.-Decidme.-Idmañanaaljardín;procurad,comolaprimeravez,queJacobsepaquevais

allí.Procurad,comolaprimeravez,queossiga;hacedelademándeenterrarelbulbo,saliddeljardín,peromiradatravésdelapuerta,yvedloquehace.-¡Bien!Pero¿ydespués?-¿Después?Segúnélactúe,actuaremosnosotros.-¡Ah! -exclamó Rosa lanzando un suspiro-. Realmente, amáis mucho a

vuestrascebollas,señorCornelius.-Elhechoes-dijoelprisioneroconunsuspiroque,desdequevuestropadre

aplastó ese desgraciado bulbo, me parece que una parte de mi vida se haparalizado.-¡Veamos!-indicóRosa-.¿Queréisintentarotracosatodavía?-¿Qué?-¿Queréisaceptarlaproposicióndemipadre?-¿Quéproposición?-Oshaofrecidocebollasdetulipanesporcentenares.-Esverdad.-Aceptaddoso tres,yenmediodeestasdoso trescebollas,podéiscriarel

tercerbulbo.-Sí,noestaríamal -aprobóCorneliusconel ceño fruncido- sivuestropadre

estuvierasolo;peroeseotro,eseJacob,quenosespía…-¡Ah! Es cierto. Sin embargo, ¡reflexionad!Os priváis aquí, lo veo, de una

grandistracción.Ypronuncióestaspalabrasconunasonrisaquenoestabaenteramenteexenta

deironía.En efecto, Cornelius reflexionó un instante, y era fácil de comprender que

luchabacontraungrandeseo.-¡Puesbien!¡No!-exclamóestoicamente-.¡No,estoseríaunadebilidad,una

locura, una cobardía! Si así entrego a todas lasmalvadas oportunidades de lacóleraydelaenvidiaelúltimorecursoquenosqueda,seríaunhombreindignodeperdón.¡No,Rosa,no!Mañanatomaremosunaresoluciónrespectoavuestrotulipán; lo cultivaréis según mis instrucciones; y en cuanto al tercer bulbo -suspiró profundamente-, en cuanto al tercero, ¡guardadlo en vuestro armario!Guardadlocomoelavaroguardasuprimeraosuúltimamonedadeoro,comolamadreguardaasuhijo,comoelheridoguardalaúltimagotadesangredesusvenas;¡guardadlo,Rosa!¡Algomedicequeenélestánuestrasalvación,queenél está nuestra riqueza! ¡Guardadlo! Y si el fuego del cielo cayera sobreLoevestein, juradme,Rosa,queen lugardevuestrosanillos,devuestras joyas,de este hermoso casco de oro que enmarca tan bien vuestro rostro, juradme,Rosa,queosllevaríaisesteúltimobulboqueencierramitulipánnegro.-Estad tranquilo, señor Cornelius -asintió Rosa con una dulce mezcla de

tristezaydesolemnidad-.Estadtranquilo,vuestrosdeseossonórdenesparamí.-E incluso -continuó el joven enardeciéndose cada vezmás-, si percibieseis

que erais seguida, que se espían vuestros pasos, que vuestras conversacionesdespiertan las sospechas de vuestro padre o de ese espantoso Jacob a quiendetesto, ¡pues bien!,Rosa, sacrificadme enseguida, amí que no vivomás queparavos,quenotengoanadiemásqueavosenelmundo,sacrificadme…nomeveáismás.Rosasintióoprimírseleelcorazónensupecho; las lágrimasbrotarondesus

ojos.-¡Ay!-exclamó.-¿Qué?-preguntóCornelius.-Veounacosa.-¿Quéveis?-Veo -dijo la joven estallando en sollozos-, veo que vos amáis tanto a los

tulipanes,quenoquedalugarenvuestrocorazónparaotrosafectos.Yhuyó.Corneliuspasóunadelaspeoresnochesquejamáshabíapasado.Ahora, ¿cómo vamos a explicar este extraño carácter a los tulipaneros

perfectoscomolosquetodavíaexistenenestemundo?Loconfesamosparavergüenzadenuestrohéroeyde lahorticultura;de sus

dosamores,elqueCorneliussentíamásinclinadoalamentar,eraeldeRosa;ycuando hacia las tres de la madrugada se durmió cansado de sus afanes,atormentado por los temores, lleno de remordimientos, el gran tulipán negrocedióelprimerlugar,ensussueños,alosbellosojosazulesdelarubiafrisona.

19CapítuloLamujerylaflor

Pero la pobreRosa, encerrada en su habitación, no podía saber en qué o conquiénsoñabaCornelius.Porconsiguiente,despuésde loqueél lehabíadicho,Rosasesentíamásinclinadaacreerquepensabamásensutulipánqueenella,y,sinembargo,seengañaba.Pero como nadie estaba allí para decirle que se engañaba, y las palabras

imprudentes de Cornelius habían caído sobre su alma como gotas de veneno,Rosanosoñaba,lloraba.Enefecto, comoRosa eraunacriaturade espíritu elevado,de sentir rectoy

profundo,sehacíajusticiaasímisma,noencuantoasuscualidadesmoralesyfísicas,sinoencuantoasuposiciónsocial.Corneliuserasabio,Corneliuserarico,oporlomenoslohabíasidoantesde

la confiscación de sus bienes; Cornelius pertenecía a aquella burguesía delcomercio,másorgullosade sus rótulospintados en las tiendas, convertidos enblasón, de lo que había estado jamás la nobleza de raza de sus escudoshereditarios. Cornelius podía, pues, considerar a Rosa buena para unadistracción, pero seguramente cuando se tratara de empeñar el corazón, seríamásbienaun tulipán,esdecir,a lamásnobleymásorgullosade las floresaquienseloempeñaría,queaRosa,lahumildehijadeuncarcelero.Comprendía, pues, esta preferencia queCornelius concedía al tulipán negro

sobreella,peronoestabamenosdesesperadaporquelocomprendiera.Así pues, Rosa tomó una resolución durante aquella noche terrible, durante

aquellanochedeinsomnio.Estaresoluciónconsistíaennovolvernuncamásalpostigo.MascomosabíaelardientedeseoquesentíaCorneliusportenernoticiasdesu

tulipán,mascomonoqueríaexponerseaverdenuevoaunhombreporelquesentíaacrecentarsesupiedadhastaelpuntodequedespuésdehaberpasadoporla simpatía, esta piedad se encaminaba recta y a grandes pasos hacia el amor;mascomonoqueríaqueesehombresedesesperara,resolvióproseguirsolalasleccionesdelecturayescrituracomenzadas,puesfelizmentehabíallegadoaunpuntodesuaprendizajeenqueyanolehubierasidonecesariounmaestrosiese

maestronosehubiesellamadoCornelius.Rosa, pues, se puso a leer con encarnizamiento en la Biblia del pobre

CorneilledeWitt, en la segundapágina, convertidaenprimeradespuésque laotrafuearrancada,dondeestabaescritoeltestamentodeCorneliusvanBaerle.«¡Ah!-murmurabaparasíreleyendoestetestamentoquenuncaterminabasin

que una lágrima, perla de amor, rodara de sus ojos límpidos por sus pálidasmejillas-. ¡Ah! En ese tiempo creí, sin embargo, por un instante que él meamaba.»¡Pobre Rosa! Se equivocaba. Jamás el amor del prisionero había sido real

hastaelmomento,yaque,comohemosdichoconvergüenza,enlaluchaentreelgrantulipánnegroyRosa,eraelgrantulipánnegroelquehabíasucumbido.PeroRosa,repitámoslo,ignorabaladerrotadelgrantulipánnegro.Así pues, terminada su lectura, operación en la cual Rosa había realizado

grandesprogresos,cogíalaplumaysededicabaconencarnizamientonomenosloablealaobrabastantemásdifícildelaescritura.Peroenfin,comoRosaescribíayacasilegiblementeeldíaenqueCornelius

habíadejadohablarasucorazóntanimprudentemente,nodesesperóderealizarunosprogresosbastanterápidosparadarnoticiasdesutulipánalprisioneroenochodíaslomástarde.Nohabíaolvidadoniunapalabradelasrecomendacionesque le había hecho Cornelius. Por otra parte, Rosa no olvidaba nunca unapalabrade loquedecía el joven, incluso cuando loque le decíano tomaba laaparienciadeunarecomendación.Por su parte, él se despertó más enamorado que nunca. El tulipán estaba

todavíaluminosoyvivoensupensamiento;perofinalmente,noloveíayacomoun tesoro al que debiera sacrificarlo todo, incluso aRosa; sino comouna florpreciosa,unamaravillosacombinacióndelaNaturalezaydelarte,queDios leconcedíaparaelcorpiñodesudueña.Sin embargo, durante toda la jornada le persiguió una vaga inquietud. Se

parecía a aquellos hombres cuyo espíritu es lo bastante fuerte para olvidarmomentáneamente que un gran peligro les amenaza por la noche o al díasiguiente. Una vez vencida la preocupación, viven una vida ordinaria.Solamente,decuandoencuando,esepeligroolvidadolesmuerdeelcorazónderepente con su agudo diente. Se sobresaltan, se preguntan por qué se hansobresaltado,yluego,recordandoloquehabíanolvidado,dicenconunsuspiro:-¡Oh,sí!¡Esesto!ElestodeCorneliuseraeltemordequeRosanovinieraaquellanochecomo

decostumbre.Yamedidaquela tardeavanzaba, lapreocupaciónsehacíamásvivaymás

presente, hasta que al fin esta preocupación se apoderó de todo el cuerpo de

Cornelius,ynohubonadamásquevivieraenél.Asípues,saludólaoscuridadconunfuertelatidodesucorazón;amedidaque

laoscuridadcrecía, laspalabrasquehabíadicholavísperaaRosa,yquetantohabían afligido a la pobre chica, se hacían más presentes en su mente; y sepreguntaba cómo había podido decir a su consoladora que la sacrificaba a sutulipán,esdecir,arenunciaraverlasierapreciso,cuandoenéllavistadeRosasehabíaconvertidoenunanecesidaddesuvida.En la celda de Cornelius se oían sonar las horas del reloj de la fortaleza.

Dieronlassiete,lasocho,luegolasnueve.Nuncauntimbredebroncevibrómásprofundamenteenelfondodeuncorazóncomolohizoelmartilloalgolpearpornovenavezseñalandoestahora.Después, todoquedóensilencio.Corneliusapoyólamanosobresucorazón

paraahogarloslatidos,yescuchó.ElrumordelpasodeRosa,elrocedesuropaenlospeldañosdelaescalera,le

erantanfamiliaresque,desdeelprimerescalónsubidoporella,sedecía:«¡Ah!YavieneRosa.»Aquellanoche,ningúnruidoturbóelsilenciodelcorredor;elrelojseñalólas

nueveycuarto.Luego,endossonidosdiferentes,lasnueveymedia;despuéslasnueve y tres cuartos; y finalmente, con su voz grave anunció no sólo a loshuéspedesdelafortaleza,sinotambiénaloshabitantesdeLoevestein,queeranlasdiez.Aquella era la hora en la que Rosa abandonaba habitualmente a Cornelius.

Habíasonadolahora,yRosanohabíavenidotodavía.Así pues, sus presentimientos no le habían engañado: Rosa, irritada, se

encerrabaensuhabitaciónyleabandonaba.-¡Oh!Realmenteme hemerecido lo queme sucede -dijoCornelius en voz

alta-.Yanovendrá,yharábien;ensulugar,yohubierahecholomismo.Mas a pesar de esto, Cornelius escuchaba, esperaba, y seguía esperando.

Escuchó y esperó hasta lamedianoche, pero amedianoche dejó de esperar y,completamente vestido, y con el corazón transido de dolor, se echó sobre ellecho.La noche fue larga y triste, hasta la llegada del día; pero el día no trajo

ningunaesperanzaalprisionero.Alasochodelamañanaseabriólapuerta;peroCorneliusnisiquieragiróla

cabeza; había oído el paso pesado de Gryphus en el corredor, pero habíapercibidoperfectamentequeesepasoseaproximabasolo.Nisiquieramiróhaciaelcarcelero.Y, sin embargo, hubiera querido interrogarle para pedirle noticias de Rosa.

Estuvoapunto,porextrañaqueestademandalehubieraparecidoalpadredela

joven,dehacerleestapregunta.Esperaba, en su egoísmo, que Gryphus le respondería que su hija estaba

enferma.A menos que hubiera algún suceso extraordinario, Rosa no venía nunca

durantelajornada.Cornelius, mientras duró el día, no esperaba, pues, nada en realidad. Sin

embargo, en sus súbitos sobresaltos, en su oído tendido hacia la puerta, en surápidamiradainterrogandoalpostigo,secomprendíaqueelprisionerotenía lasordaesperanzadequeRosacometieraunaalteraciónensuscostumbres.A la segunda visita deGryphus, Cornelius, contra su costumbre, solicitó al

viejo carcelero, con su vozmás dulce, noticias sobre su salud; peroGryphus,lacónicocomounespartano,selimitóaresponder:-Vabien.Enlaterceravisita,Corneliusvariólapregunta.-¿NohaynadieenfermoenLoevestein?-preguntó.-¡Nadie! -contestó Gryphusmás lacónicamente todavía que la primera vez,

cerrandolapuertaenlasnaricesdelprisionero.Gryphus,malacostumbradoasemejantesafabilidadesporpartedeCornelius,

había imaginado de parte de su prisionero un comienzo de tentativa decorrupción.Cornelius volvió a encontrarse solo; eran las siete de la tarde. Entonces se

renovaron en un grado más intenso que la víspera las angustias que hemosintentadodescribir.Pero, como la víspera, las horas transcurrieron sin traer la dulce visión que

alumbraría, a través del postigo, el calabozo del pobre Cornelius, y que, alretirarse,dejaríaallílaluzdurantetodoeltiempodesuausencia.Van Baerle pasó la tarde en una verdadera desesperación. Al día siguiente,

Gryphus le pareció más feo, más brutal, más desesperante todavía que decostumbre:lehabíacruzadoporlamenteomásbienporelcorazón,laesperanzadequeeraélelqueimpedíaveniraRosa.LeentraronunosdeseosferocesdeestrangularaGryphus;peroconGryphus

estranguladoporCornelius,todaslasleyesdivinasyhumanasimpediríanaRosavolveraverjamásaCornelius.Elcarceleroescapópues,sinimaginárselo,aunodelosmásgrandespeligros

quehubieracorridojamásensuvida.Llególanoche,yladesesperaciónsetornóenmelancolía;estamelancolíaera

tantomás sombríapor cuantoque, apesardeVanBaerle, los recuerdosde supobre tulipán se mezclaban al dolor que experimentaba. Se había llegadojustamenteaaquellaépocadelmesdeabrilenquelosjardinerosmásexpertos

indican como el momento preciso para la plantación de los tulipanes; habíadichoaRosa:«yoosindicaréeldíaenquedeberéismeterelbulboenlatierra».Esedíadebíafijarlomañanaparaelatardecersiguiente.Eltiempoerabueno,laatmósfera,aunquetodavíaunpocohúmeda,comenzabaaestaratemperadaporesos pálidos rayos del sol de abril que, llegando los primeros, parecen tansuaves,apesardesupalidez.PensóqueRosaibaadejarpasareltiempodelaplantación.Sialdolordenoveralajovenseuníaeldeverabortarelbulbo,porhabersidoplantadodemasiadotarde,¡oinclusopornohabersidoplantado…!Conestosdosdoloresreunidos,habíaciertamenteparaperderelapetito.Quefueloquesucedióalcuartodía.DabalástimaveraCornelius,mudodedolorypálidodeinanición,inclinarse

fueradelaventanaenrejada,conelpeligrodenopoderretirarsucabezadelosbarrotes,paratratardepercibiralaizquierdaelpequeñojardíndelquelehabíahabladoRosa,ycuyoparapetoconfinaba,segúnlehabíadicho,conelrío,ytodoelloconlaesperanzadedescubrir,bajoesosprimerosrayosdelsoldeabril,alajovenoaltulipán,susdosamoresdesgraciados.Por la tarde, Gryphus se llevó el desayuno y la comida de Cornelius; éste

apenasloshabíatocado.Aldíasiguiente,nolostocóenabsoluto,yGryphusdescendióloscomestibles

destinadosaesasdoscomidas,completamenteintactos.Corneliusnosehabíalevantadoentodalajornada.-Bueno-comentóGryphusaldescenderdespuésdelaúltimavisita-,creoque

vamosavernosdesembarazadosdelsabio.Rosasesobresaltó.-¡Bah!-exclamóJacob-.¿Porqué?-Yanobebe,yanocome,noselevanta…-explicóGryphus-.Comoelseñor

Grotius,saldrádeaquíenuncofre,sóloqueesecofreseráunataúd.Rosasepusopálidacomolamuerte.«¡Oh!-murmuróparasí-.Yacomprendo;

estáinquietoporsutulipán.»Y levantándose completamente deprimida, entró en su habitación, donde

cogióplumaypapel,ydurantetodalanocheseejercitóentrazarunasletras.Al día siguiente, al levantarse para arrastrarse hasta la ventana, Cornelius

percibió un papel que habían deslizado por la noche bajo la puerta de sucalabozo.Se lanzósobreelpapel, loabrió,y leyó,conunaescrituraqueapenaspudo

reconocer como perteneciente a Rosa, de tanto como había mejorado duranteaquellaausenciadesietedías:Estadtranquilo,vuestrotulipánseportabien.Aunque aquella pequeña frase deRosa calmara una parte de los dolores de

Cornelius, no fue por ellomenos sensible a la ironía.Así pues, era realmente

eso,Rosanoestabaenfermaenabsoluto,Rosaestabaherida;noeraporlafuerzaporloqueRosanovenía,sinoquehabíapermanecidovoluntariamentealejadadeCornelius.Asípues,Rosalibre,Rosahallabaensuvoluntadlafuerzadenoveniraveral

quesemoríadepenapornohaberlavisto.CorneliusteníapapelyunlápizquelehabíatraídoRosa.Comprendióquela

jovenesperabaunarespuesta,peroquenovendríaabuscarestarespuestahastala noche. En consecuencia, escribió sobre un papel parecido al que habíarecibido:Noeslainquietudquemecausaeltulipánloquemeponeenfermo;eslapenaqueexperimentopornoveros.Luego,unavezqueGryphushubosalido,yllegadalanoche,deslizóelpapel

bajolapuertayescuchó.Pero,pormuchaatenciónquepuso,nooyónielpasonielrozamientodela

ropadelahijadelcarcelero.Nooyómásqueunavozdébilcomounsuspiro,ydulcecomounacaricia,que

lelanzabaporelpostigoestasdospalabras:-Hastamañana.Mañana…eraeloctavodía.Duranteochodías,CorneliusyRosanosehabíanvisto.

20CapítuloLoquehabíaocurridoduranteesosochodías

Aldíasiguiente,enefectoalahorahabitual,VanBaerleoyórascarensupostigocomoteníaRosaporcostumbrehacerdurantelosfelicesdíasdesuamistad.ImaginamosqueCorneliusnosehallabalejosdeestapuertaatravésdecuyo

enrejado iba a volver a ver, por fin, el encantador rostro desaparecido desdehacíatantosdías.Rosa, que esperaba con su lámpara en la mano, no pudo retener un

estremecimientocuandovioalprisionerotantristeypálido.-¿Sufrís,señorCornelius?-preguntó.-Sí,señorita-respondióCornelius-,sufrodeespírituydecuerpo.-Yahevisto,señor,quenocoméis-dijoRosa-.Mipadremehadichoqueno

oslevantáis;poresoosheescrito,paratranquilizarossobrelasuertedelpreciosoobjetodevuestrasinquietudes.-Y yo -replicó Cornelius- os he contestado. Creía, al veros venir, querida

Rosa,quehabíaisrecibidomicarta.-Esverdad,laherecibido.-Nodaréisporexcusaestavezquenosabéisleer.Nosóloleéiscorrectamente,

sinoquetambiénhabéisaprovechadoenormementelasleccionesdeescritura.-Enefecto,nosolamenteherecibido,sinoquetambiénheleídovuestranota.

Poresoesporloquehevenido,paraversihabríaalgúnmedioparadevolveroslasalud.-¡Devolverme la salud! -exclamóCornelius-.Entonces ¿tenéis alguna buena

noticiaquedarme?Yalhablarasí,eljovenclavabaenRosadosojosbrillantesdeesperanza.Seaqueellanocomprendieraesamirada,seaquenoquisieracomprenderla,la

jovenrespondiógravemente:-Solamentepuedohablarosdevuestrotulipánquees,comosé, lamásgrave

preocupaciónquevostenéis.Rosa pronunció estas pocas palabras con un acento helado que hizo

sobresaltaraCornelius.El celoso tulipaneronocomprendía todo loqueocultaba,bajo elvelode la

indiferencia, la pobre niña siempre a la greña con su rival, el adorado tulipánnegro.-¡Ah! -murmuróCornelius-. ¡Todavía, todavía!Rosa, no os he dicho, ¡Dios

mío!,quenopiensomásqueenvos,queeraavossolaaquienechabademenos,vossolaquienmefaltaba,vossolaquien,convuestraausencia,meretirabaelaire,eldía,elcalor,laluz,lavida.Rosasonriómelancólicamente.-¡Ah!-dijo-.Esquevuestrotulipánhacorridounpeligromuygrande.Cornelius se sobresaltó a su pesar, y se dejó coger en la trampa si es que

aquelloloera.-¡Unpeligromuygrande!-exclamótembloroso-.Diosmío,¿cuál?Rosalemiróconunadulcecompasión,sintiendoqueloqueellaqueríaestaba

porencimadelasfuerzasdeaquelhombre,yquehabíaqueaceptaraésteconsudebilidad.-Sí -dijo-.Adivinasteisprecisamentequeelpretendienteamoroso, Jacob,no

veníapormí.-¿Yporquiénvenía,pues?-preguntóCorneliusconansiedad.-Poreltulipán.-¡Oh!-exclamóCorneliuspalideciendoanteestanoticiamásdeloquehabía

palidecido cuandoRosa, equivocándose, le había anunciado quince días antesqueJacobacudíaalafortalezaporverlaaella.Rosavioesteterror,yCorneliuspercibióporlaexpresióndesurostroqueella

pensabaloqueacabamosdedecir.-¡Oh! Perdonadme, Rosa -se excusó-. Yo os conozco, sé la bondad y la

honestidaddevuestrocorazón.Avos,Diososhadadoelpensamiento,eljuicio,lafuerzayelmovimientoparadefenderos,peroamipobretulipánamenazado,Diosnolehadadonadadetodoeso.Rosanorespondióaestaexcusadelprisioneroycontinuó:-Desdeelmomentoenqueesehombre,quemehabíaseguidoal jardínyal

quehabíareconocidocomoJacob,osinquietaba,meinquietabaamímuchomástodavía.Hice,pues, loquemehabíaisdicho,a lamañanasiguientedeldíaenqueosviporúltimavezyenelquemedijisteis…Corneliuslainterrumpió.-Perdón, una vezmás, Rosa -exclamó-.Me equivoqué al deciros lo que os

dije.Yaoshepedidomiperdónporaquellafatalpalabra.Oslopidodenuevo.¿Será,pues,siempreenvano?-Alamañanasiguienteaaqueldía-prosiguióRosa-,acordándomedeloque

me habíais dicho… de la trampa a emplear para asegurarme si era amí o altulipánaquieneseodiosohombreseguía…

-Sí, odioso… No es verdad -murmuró él- que vos odiéis realmente a esehombre.-Sí, le odio -afirmó Rosa- ¡porque es la causa de que esté sufriendo tanto

desdehaceochodías!-¡Ah! ¿Vos también habéis sufrido, entonces? Gracias por esta hermosa

palabra,Rosa.-A la mañana siguiente de aquel desgraciado día -continuó Rosa- bajé al

jardín, y avancé hacia la platabanda donde debía plantar el tulipán, siempremirandodetrásdemísi,estavezcomolaotra,eraseguida.-¿Ybien?-preguntóCornelius.-¡Pues bien! La misma sombra se deslizó entre la puerta y la muralla, y

desapareciótambiéndetrásdelossaúcos.-Simulasteis no verla, ¿verdad? -inquirió Cornelius, recordando con todo

detalleelconsejoquelehabíadadoaRosa.-Sí, y me incliné sobre la platabanda que excavé con una azada como si

plantaraelbulbo.-¿Yél…él…duranteesetiempo?-Yoveíabrillarsusojosardientescomolosdeuntigreatravésdelasramasde

losárboles.-¿Veis?¿Veis?-exclamóCornelius.-Luego,acabadoeseremedodeoperación,meretiré.-Perodetrásdelapuertadeljardínsolamente,¿verdad?Deformaqueatravés

delasgrietasodelacerraduradeesapuertapudieraisverloquehaciaélunavezvoshubieseispartido.-Esperó un instante sin duda para asegurarse de que yo no volvería, luego

salióapasodelobodesuescondrijo,seacercóalaplatabandadandounlargorodeo, llegópor finasumeta,esdecir, frenteal lugardonde la tierraaparecíareciénremovida,sedetuvoconaireindiferente,miróhaciatodoslados,interrogócadaángulodeljardín,interrogócadaventanadelascasasvecinas,interrogólatierra,elcielo,elaire,ycreyendoquesehallabarealmentesolo,fueradelavistadetodoelmundo,seprecipitósobrelaplatabanda,hundiósusdosmanosenlatierrablanda,recogióunaporciónquedeshizosuavementeentresusmanosparaversielbulboseencontrabaallí,repitiótresveceselmismomanejoycadavezcon una acciónmás ardiente, hasta que al fin, comenzando a comprender quepodía haber sido engañado con alguna superchería, calmó la agitación que ledevoraba,cogióelrastrillo,igualóelterrenoparadejarloenelmismoestadoenquesehallabaantesdequelohubieraregistradoy,completamenteavergonzado,completamente corrido, cogió el camino de la puerta afectando el aspectoinocentedeunpaseanteordinario.

-¡Oh, el miserable! -murmuró Cornelius, enjugando las gotas de sudor queperlabansufrente-.¡Oh,elmiserable!Lohabíaadivinado.Peroentonces,Rosa,¿quéhabéishechoconelbulbo?¡Ay!Yaesunpocotardeparaplantarlo.-Elbulboestáenlatierradesdehaceseisdías.-¿Dónde? ¿Cómo? -exclamóCornelius-. ¡Oh,Diosmío! ¡Qué imprudencia!

¿Dónde está? ¿En qué tierra se halla? ¿Está bien o mal expuesto? ¿No haypeligrodequeeseespantosoJacobnoslorobe?-Nohaypeligrodequenosloroben,amenosqueJacobfuercelapuertademi

habitación.-¡Ah!Estáconvos,estáenvuestrahabitación,Rosa-dijoCorneliusunpoco

tranquilizado-.Pero¿enquétierra,enquérecipiente?NoleharéisgerminarenelaguacomolasbuenasmujeresdeHaarlemydeDordrechtqueseempeñanencreer que el agua puede reemplazar a la tierra, como si el agua, que estácompuesta de treinta y tres partes de oxígeno y de sesenta y seis partes dehidrógeno,pudierareemplazar…Pero¡quéesloqueosdigo,Rosa!-Sí, esto es un poco técnico para mí -respondió sonriendo, la joven-. Me

contentaré,pues,conresponderos,paratranquilizaros,quevuestrobulbonoestáenelagua.-¡Ah!Respiro.-Estáenunabuenavasijademayólica, justodelanchodel recipientedonde

habíaisenterradoelvuestro.Estáenunterrenocompuestodetrescuartaspartesdetierraordinariacogidadelmejorlugardeljardín,ydeuncuartodetierradelacalle.¡Oh!¡HeoídodecirtanamenudoavosyaeseinfamedeJacob,comovosle llamáis, en qué tierra debe crecer el tulipán, que ya lo sé como el primerjardinerodeHaarlem!-¡Ah!Ahoraquedalaexposición.¿Quéexposicióntiene,Rosa?-Estáalsoltodalajornada,losdíasenqueluce.Perocuandohayasalidodela

tierra,cuandoelsolseamáscaliente,harécomovoshacíaisaquí,queridoseñorCornelius.Loexpondréenmiventanaallevantedesdelasochodelamañanaalasonce,yenmiventanaalponente,desdelastresdelatardehastalascinco.-¡Ah! ¡Eso es, eso es! -exclamóCornelius-. Sois una jardinera perfecta,mi

bellaRosa.Peropiensoqueelcultivodemi tulipánvaa tomaros todovuestrotiempo.-Sí,esverdad-concedióRosa-,peronoimporta;vuestrotulipánesmihijo.Le

dedico el tiempo que dedicaría a mi niño, si fuera madre. Solamenteconvirtiéndome en su madre -añadió Rosa sonriendo- puedo dejar deconsiderarmesurival.¿Noosparece?-¡Buena y querida Rosa! -murmuró Cornelius lanzando sobre la joven una

miradadondehabíamásdeamantequedehorticultor,yqueconsolóunpocoa

Rosa.Luego, al cabo de un instante de silencio, durante el cual Cornelius había

buscadoporlasaberturasdelenrejadolamanofugitivadeRosa:-Así pues -continuó Cornelius- ¿ya hace seis días que el bulbo está en la

tierra?-Seisdías,sí,señorCornelius-asintiólajoven.-¿Ynoaparecetodavía?-No,perocreoquemañanaaparecerá.-Mañana entonces,me daréis noticias de él al darme las vuestras, ¿verdad,

Rosa?Meinquietomuchoporelhijo,comovosdecíaishaceunmomento;peromeinteresomuydeotromodoporlamadre.-Mañana-dijoRosa,desviandolavistadeladeCornelius-,nosésipodré.-¿Eh?¡Diosmío!-exclamóCornelius-.¿Porquémañananopodréis?-SeñorCornelius,tengomilcosasquehacer.-Mientrasqueyo,notengomásqueuna-murmuróCornelius.-Sí-respondióRosa-,amarvuestrotulipán.-Amarosavos,Rosa.Rosamoviólacabeza.Sehizounnuevosilencio.-Enfin-continuóVanBaerle,interrumpiendoesesilencio-todocambiaenla

Naturaleza: a las flores de la primavera suceden otras flores, y vemos a lasabejas,queacarician tiernamentea lasvioletasya losalhelíes,posarseconelmismoamorsobrelasmadreselvas,lasrosas,losjazmines,loscrisantemosylosgeranios.-¿Quéquieredeciresto?-preguntóRosa.-Esto quiere decir, señorita, que vos habéis querido primero oír el relato de

misalegríasydemispenas;habéisacariciadolaflordenuestramutuajuventud;perolamíasemarchitaenlasombra.Eljardíndelasesperanzasylosplaceresdeunprisioneronotienemásqueunaestación.Noocurrecomoenesosbellosjardines al aire libre y al sol. Una vez realizada la siega de mayo, una vezcosechadoelbotín,lasabejascomovos,Rosa,lasabejasdefinotalle,deantenasde oro, de alas diáfanas, pasan por entre los barrotes, desertan del frío, de lasoledad, de la tristeza, para ir a buscarmás lejos los perfumes y las calientesexhalaciones.¡Lafelicidad,enfin!Rosa miraba a Cornelius con una sonrisa que éste no veía, tenía la vista

levantadaalcielo.Continuóconunsuspiro:-Vos me habéis abandonado, señorita Rosa, para gozar de vuestras cuatro

estacionesdeplaceres.Habéishechobien;nome lamento.¿Quéderecho tenía

paraexigirvuestrafidelidad?-¡Mifidelidad!-exclamóRosaanegadaen lágrimas,ysin tomarseel trabajo

deocultarpormástiempoaCorneliusaquelrosariodeperlasquerodabaporsusmejillas-.¡Mifidelidad!¿Nooshesidofiel?-¡Ay!¿Essermefiel-preguntóCorneliusabandonarme,dejarmemoriraquí?-Pero, señor Cornelius -protestó Rosa-, ¿no he hecho por vos todo lo que

podíaparaagradaros,nomeheocupadodevuestrotulipán?-¡Con amargura, Rosa! Me reprocháis la única alegría sin mancha que he

tenidoenestemundo.-No os reprocho nada, señorCornelius, sino la única pena profunda que he

sentidodesdeeldíaenquevinieronadecirmea laBuytenhoffque íbaisa serajusticiado.-Osdesagrada,Rosa,midulceRosa,osdesagradaqueyoamealasflores.-Nomedesagradaquevos lasaméis,solamentemeentristeceque lasaméis

másdeloquemeamáisamímisma.-¡Ah!Querida,queridabienamada-exclamóCornelius-,miradcómotiemblan

mismanos,miradcuánpálidaestámifrente,escuchad,escuchadcómolatemicorazón;¡puesbien!,noesporquemitulipánnegromesonríeymellama,no.Esporquevosmesonreís,esporquevosinclináisvuestrafrentehaciamí;esporque-nosésiestoesverdad-,esporquemepareceque,aun rehusándolas,vuestrasmanosaspiranalasmíasysientoelcalordevuestrasbellasmejillastraselfríoenrejado. Rosa, amor mío, romped el bulbo del tulipán negro, destruid laesperanzadeestaflor,apagadladulceluzdeestesueñocastoyencantadorconelquemehabíahabituadocadadía. ¡Sea!Nadadefloresdericosvestidos,degraciaselegantes,decaprichosdivinos,despojadmedetodoesto,florcelosadeotras flores, despojadmede todoesto, peronomequitéis vuestravoz, vuestrogesto,elrumordevuestrospasosporlapesadaescalera,nomequitéiselfuegodevuestrosojosenelsombríocorredor,lacertezadevuestroamorqueacariciaperpetuamentemi corazón; amadme,Rosa, porque realmenteyo sientoqueosamo.-Despuésdeltulipánnegro-suspirólajoven,cuyasmanostibiasyacariciantes

consentíanporfinenentregarseatravésdelenrejadoaloslabiosdeCornelius.-Antesquenada,Rosa…-¿Hedecreeros?-ComocreéisenDios.-Sea,¿nooscomprometemuchoelamarme?-Muypoco,desgraciadamente,queridaRosa,perooscomprometeavos.-¿Amí?-preguntóRosa-.¿Yaquémecomprometeesto?-Enprimerlugar,anocasaros.

Ellasonrió.-¡Ah!Asíescomosoisloshombres-dijo-:tiranos.Adoráisaunabelleza:no

pensáismásqueenella,nosoñáismásqueconella.Soiscondenadosamuerte,yalmarcharhaciaelpatíbuloleconsagráisvuestroúltimosuspiro,yexigísdemí,pobrechica,exigíselsacrificiodemissueños,demiambición.-Pero¿dequébellezamehabláis,Rosa?-preguntóCorneliusbuscandoensus

recuerdos,inútilmente,unamujeralacualRosapudierahaceralusión.-Puesdelabellezanegra,señor,delabellezanegradetalleflexible,depies

finos,decabezallenadenobleza.Merefieroavuestraflor,naturalmente.Corneliussonrió.-Belleza imaginaria,mi buenaRosa,mientras que vos, sin contar a vuestro

enamorado,omásbienamienamoradoJacob,estáisrodeadadegalanesqueoshacenlacorte.¿Recordáis,Rosa,loquemehabéisdichodelosestudiantes,delosoficiales,delosdependientesdeLaHaya?Puesbien,¿nohayenLoevesteindependientes,oficiales,estudiantes?-¡Oh!Síqueloshayporcierto,yhastademasiados-dijoRosa.-¿Queescriben?-Queescriben.YCorneliuslanzóunsuspiroalpensarqueeraaél,pobreprisionero,aquien

Rosadebíaelprivilegiodeleerlasnotasquerecibía.-¡Puessí! -prosiguióRosa-.Peromeparece, señorCornelius,queal leer las

notasquemeescriben,alexaminarlosgalanesquesemepresentan,nohaymásqueseguirvuestrasinstrucciones.-¿Cómomisinstrucciones?-Sí, vuestras instrucciones. Olvidáis -continuo Rosa suspirando a su vez-,

olvidáis el testamentoescritoporvosen laBibliadel señorCorneilledeWitt.¡Yonoloolvido!Porque,ahoraqueséleer,loreleotodoslosdías,ymásbiendosvecesqueuna.¡Puesbien!Enesetestamento,meordenáisamarycasarmecon un guapo joven de veintiséis a veintiocho años. Yo busco a ese joven, ycomotodamijornadaestáconsagradaavuestrotulipán,esprecisoquemedejéislanocheparahallarlo.-¡Ah, Rosa! El testamento se hizo en previsión de mi muerte y, gracias al

Cielo,estoyvivo.Porlotantoquedasinefecto,siasílodeseáis.-¡Puesbien!Entonces,nobuscaréaeseguapojovendeveintiséisaveintiocho

años,yvendréaveros.-¡Ah!¡Sí,Rosa,venid!¡Venid!-Masconunacondición.-¡Estáaceptadadeantemano!-Quedurantetresdíasnohablemosdeltulipánnegro.

-Nohablaremosnuncasiloexigís,Rosa.-¡Oh!-exclamólajoven-.Nohayquepedirloimposible.Y,comopordescuido,aproximósufrescamejillatancercadelenrejadoque

Corneliuspudorozarlaconsuslabios.Rosalanzóunpequeñogritollenodeamor,ydesapareció.

21CapítuloElsegundobulbo

Lanochefuebuenaylajornadadeldíasiguientemejortodavía.En los días precedentes, la prisión se había hecho pesada, sombría,

deprimente; oprimía con todo su peso al pobre prisionero. Sus muros erannegros, su aire era frío, los barrotes estaban dispuestos de forma que apenasdejabanpasarlaluzdeldía.PerocuandoCorneliusdespertóalnuevodía,unrayodesolmatinaljugabaen

losbarrotes, lospalomoshendíanelaireconsusalasextendidas,mientrasqueotros se arrullaban amorosamente sobre el tejadillo de la ventana todavíacerrada.Cornelius corrió hacia aquella ventana y la abrió; le pareció que la vida, la

alegría,casilalibertad,entrabanconeserayodesolenlasombríacelda.Esqueelamorflorecíayhacíaflorecercadacosaasualrededor;elamor,flor

del cielo de otro brillo, perfumaba de forma distinta a todas las flores de laTierra.Cuando Gryphus entró en la celda del prisionero en lugar de encontrarlo

taciturnoyacostadocomolosotrosdías, lohallódepieycantandounariadeópera.-¡Eh!-exclamóaquél.-¿Cómoestamosestamañana?Gryphuslemirócondesdén.-Elperro,yelseñorJacob,ynuestrabellaRosa,¿cómoestántodos?Gryphusrechinólosdientes.-Aquíestávuestrodesayuno-dijo.-Gracias, amigo carcelero -contestó el prisionero-. Llegáis a tiempo porque

tengomuchahambre.-¡Ah!¿Tenéishambre?-comentóGryphus.-Toma,¿porquéno?-preguntóVanBaerle.-Parecequelaconspiraciónmarcha-dijoGryphus.-¿Quéconspiración?-inquirióVanBaerle.-¡Bueno! Sabemos lo que se dice, pero vigilaremos, señor sabio: estad

tranquilo,vigilaremos.-¡Vigilad, amigo Gryphus! -replicó Van Baerle-. ¡Vigilad!Mi conspiración,

comomipersona,sehallatodaavuestroservicio.-Veremosestoamediodía-aseguróGryphus.-A mediodía -repitió Cornelius-. ¿Qué querrá decir? Sea, esperemos al

mediodía;amediodíaveremos.ErafácilparaCorneliusesperarhastamediodía.Corneliusesperabahastalas

nueve.Mediodíallegóyseoyóenlaescalera,nosolamenteelpasodeGryphus,sino

lospasosdetresocuatrosoldadosquesubíanconél.Lapuertaseabrió,Gryphusentró, introdujoa loshombresycerró lapuerta

detrásdeellos.-¡Aquí!Ahora,busquemos.BuscaronenlosbolsillosdeCornelius,entresuchaquetaysuchaleco,entre

suchalecoysucamisa,entresucamisaysupiel;nosehallónada.Buscaronen lassábanas,enelcolchón,enel jergóndel lechoynosehalló

nada.Fue entonces cuando Cornelius se felicitó por no haber aceptado el tercer

bulbo.Gryphus, en esta pesquisa, lo hubiera encontrado ciertamente, pormuyocultoqueestuviese,ylohabríatratadocomoalprimero.Por lo demás, jamás asistió un prisionero con un rostro más sereno a una

pesquisarealizadaensucelda.Gryphus se retiró conel lápizy las treso cuatrohojasdepapelblancoque

RosahabíadadoaCornelius;éstefueelúnicotrofeodelaexpedición.A las seis, Gryphus regresó, pero solo; Cornelius quiso calmarle, pero

Gryphusgruñó,mostróelcolmilloquesobresalíaenunacomisuradelaboca,ysalióandandohaciaatrás,comounhombrequetienemiedodequeleataquen.Corneliusestallóenrisas.LocualhizoqueGryphus,queconocía losrefranes, legritaraa travésde la

reja:-Estábien,estábien;mejorreiráquienríaelúltimo.Elquedebíareírelúltimo,aquellanocheporlomenos,eraCornelius,porque

CorneliusesperabaaRosa.Rosaacudióalasnueve;peroacudiósinfarol;Rosanoteníayanecesidadde

laluz,sabíaleer.Además,laluzpodíadenunciaraRosa,espiadamásquenuncaporJacob.Por último, bajo la luz, se veía demasiado el rubor de Rosa cuando se

ruborizaba.¿Dequéhablaronlosdosjóvenesaquellanoche?Delascosasdequehablan

losenamoradosenelumbraldeunapuertaenFrancia,deunoaotroladodeunacelosíaenEspaña,deloaltoalpiedeunaterrazaenOriente.Hablaron de esas cosas que ponen alas a los pies de las horas, que añaden

plumasalasalasdeltiempo.Hablarondetodo,exceptodeltulipánnegro..Luego,alasdiez,comodecostumbre,sesepararon.Corneliuserafeliz,tancompletamentefelizcomopuedeserlountulipaneroa

quiennoselehahabladodesutulipán.Encontraba a Rosa bonita como todos los amores de la Tierra; la hallaba

buena,graciosa,encantadora.Mas¿porquéRosaprohibíaquesehablaradeltulipán?ÉstaeraunagranfaltaqueRosacometía.Corneliussedijo,suspirando,quelajovennoeraabsolutamenteperfecta.Una parte de la noche la pasó meditando sobre esta imperfección. Lo que

quieredecirque,mientrasestuvodespierto,pensóenRosa.Unavezdormido,soñóconella.PerolaRosadesussueñoseramuchomásperfectaquelaRosadelarealidad.

Aquéllanosolamentehablabadeltulipán,sinoque,además,traíaaCorneliusunmagníficotulipánnegronacidoenunjarrodeChina.Cornelius se despertó temblando de alegría ymurmurando: «Rosa,Rosa, te

amo.»Ycomosehacíayadedía,Corneliusnojuzgóoportunovolverseadormir.Conservó,pues,todoeldíalaideaquehabíatenidoensudespertar.¡Ah!SiRosalehubierahabladodeltulipán,Corneliuslahubiesepreferidoa

la reina Semiramis, a la reina Cleopatra, a la reina Isabel, a la reina Ana deAustria,esdecir,alasmásgrandesoalasmásbellasreinasdelmundo.PeroRosa había prohibido, bajo pena de no volvermás, que se hablara del

tulipánantesdetreslargosdías.Eransetentaydoshorasconcedidasalamante,esverdad;peroeransetentay

doshorasrestadasalhorticultor.Ciertoquedeesassetentaydoshoras,yahabíantranscurridotreintayseis.Las otras treinta y seis pasarían muy pronto, dieciocho horas esperando,

dieciochohoraspararecordar.Rosavolvióa lamismahora;Corneliussoportóheroicamentesupenitencia.

HubierasidounpitagóricomásdistinguidoqueCornelius,ycontaldequeselehubiesepermitidopedirunavezpordíanoticiasdesutulipán,sehabríaquedadocincoaños,segúnlosestatutosdelaOrden,sinhablardeotracosa.Por lodemás, labellavisitantecomprendía realmentequecuandoseordena

porunlado,hayquecederporelotro.RosadejabaaCorneliusatraersusdedos

porelpostigo;RosadejabaaCorneliusbesarsuscabellosatravésdelenrejado.¡Pobreniña!Todasesasdelicadezasdelamoreranmuchomáspeligrosaspara

ellaquehablardeltulipán.Lo comprendió al regresar a su habitación con el corazón palpitante, las

mejillasardientes,loslabiossecosylosojoshúmedos.Por eso al día siguiente por la noche, después de cambiar las primeras

palabras,despuésdeprodigarselasprimerascaricias,miróaCorneliusátravésdelenrejado,yenlaoscuridad,dijo:-¡Bien!¡Yasehalevantado!-¡Sehalevantado!¿Qué?¿Quién?-inquirióCorneliusnoatreviéndoseacreer

quelamismaRosaabreviaraladuracióndesuprueba.-Eltulipán-contestólajoven.-¿Cómo?-exclamóCornelius-.¿Permitís,pues?-¡Sí!-concedióRosaeneltonodeunamadrecariñosaquepermiteunaalegría

asuhijo.-¡Ah,Rosa!-sealborozóCorneliusalargandosuslabiosatravésdelenrejado,

conlaesperanzadetocarunamejilla,unamano,lafrente,cualquiercosa.Tocóalgomejorquetodoeso,tocódoslabiosentreabiertos.Rosalanzóunpequeñogrito.Cornelius comprendió que debía apresurarse a continuar la conversación,

sentíaqueesecontactoinesperadohabíaasustadomuchoaRosa.-¿Sehalevantadomuyderecho?-preguntó.-DerechocomounhusodeFrisia-dijoRosa.-¿Yestámuyalto?-Seiscentímetrosporlomenos.-¡Oh!Rosa,tenedmuchocuidadoyveréiscómocrecedeprisa.-¿Puedotenermáscuidado?-explicóRosa-.Nopiensomásqueenél.-¿Sóloenél,Rosa?Tenedcuidado,soyyoelquevoyasentirmecelosoami

vez.-Yvossabéisyaquepensarenélespensarenvos.Nolopierdodevista.Lo

veodesdemilecho;aldespertarmeeselprimerobjetoquemiro,aldormirmeeselúltimoobjetoqueretengoenlamirada.Duranteeldíamesientoytrabajoasulado,porquedesdequeseencuentraenmihabitación,noloabandono.-Tenéisrazón,Rosa,esvuestradote,¿sabéis?-Sí, y gracias a ella podré casarme con un hombre joven de veintiséis a

veintiochoañosquemeguste.-Callaos,malvada.YCorneliusconsiguiócogerlosdedosdelajoven,locualhizo,sinocambiar

deconversación,porlomenosqueelsilenciosiguieraaldiálogo.

Aquella noche, Cornelius fue elmás feliz de los hombres. Rosa le dejó sumanocuantoquisoretenerla,ylehablódeltulipánasuenterasatisfacción.Apartirde aquelmomento, cadadía trajounprogresoenel tulipányenel

amordelosdosjóvenes.Unavezeranlashojasquesehabíanabierto,otra,eralamismaflorquehabía

cuajado.AnteestanoticialaalegríadeCorneliusfuegrande,ysuspreguntassesucedieronconunarapidezquetestimoniabasuimpaciencia.-Cuajada-exclamóCornelius-.¡Hacuajado!-Hacuajado-repitióRosa.Corneliussetambaleódealegríaysevioobligadoaagarrarsealpostigo.-¡Ah!¡Diosmío!-exclamó,yvolviéndoseaRosa—.¿Esregularelóvalo,está

llenoelcilindro,estánbienverdeslaspuntas?-Elóvalotienecasitrescentímetrosyestáafiladocomounaaguja,elcilindro

hinchasusflancos,laspuntasestánlistasparaabrirse.Aquellanoche,Corneliusdurmiópoco;eraunmomentosupremoaquelenel

quelaspuntasseabrieran.Dosdíasdespués,Rosaanuncióquesehabíanentreabierto.-Entreabiertas, Rosa -exclamó Cornelius-. ¡El involucro se ha entreabierto!

Pero¿entoncesseve,sepuededistinguirya?Yelprisionerosedetuvojadeante.-Sí -respondióRosa-; sí, sepuededistinguiruna líneadeuncolordiferente,

delgadacomouncabello.-¿Yelcolor?-preguntóCorneliustemblando.-¡Ah!-contestóRosa-.Esmuyoscuro.-¿Pardo?-¡Oh!Másoscuro.-¡Más oscuro, buena Rosa, más oscuro! Gracias. Oscuro como el ébano,

oscurocomo…-Oscurocomolatintaconlacualosheescrito.Corneliuslanzóungritodelocaalegría.-¡Oh! -exclamó juntando las manos-. ¡Oh! No hay un ángel que pueda

compararseavos,Rosa.-¿Deveras?-dijoRosasonriendoanteestaexaltación.-Rosa,habéistrabajadotanto,habéishechotantopormí;Rosa,mitulipánvaa

florecer,ymitulipánfloreceránegro,Rosa,Rosa,¡soislomásperfectoqueDioshacreadosobrelaTierra!-¿Despuésdeltulipán,sinembargo?-¡Ah!Callaos,malvada.Callaos, por piedad, no echéis a perdermi alegría.

Pero,decidme,Rosa, si el tulipánha llegadoaesepunto,dentrodedoso tres

díasamástardarflorecerá.-Mañanaopasadomañana,sí.-¡Oh!Y yo no lo veré -exclamóCornelius, echándose hacia atrás-.Y no lo

besarécomounamaravilladeDiosalaquesedebeadorar,comobesovuestrasmanos,Rosa,comobesovuestroscabellos,comobesovuestrasmejillas,cuandoporazarsehallanalalcancedelpostigo.Rosaacercósumejilla,noporazar,sinovoluntariamente;loslabiosdeljoven

sepegaronaellaconavidez.-¡Vaya!Lotraerésivosqueréis-dijoRosa,emocionada.-¡Ah!¡No!¡No!Tanprontocomoseabra,ponedlobienalasombra,Rosa,y

enelmismoinstante,inmediatamente,enviadaHaarlemapreveniralpresidentede la SociedadHortícola que el gran tulipán negro ha florecido.Haarlem estálejos,losé,perocondinerohallaréisunmensajero.¿Tenéisdinero,Rosa?Rosasonrió.-¡Oh,sí!-dijo.-¿Bastante?-preguntóCornelius.-Trescientosflorines.-¡Oh! Si tenéis trescientos florines, no es un mensajero a quien tenéis que

enviar,sinovosmisma,vosmisma,Rosa,quiendebeiraHaarlem.-Peroduranteesetiempo,laflor…-¡Oh, la flor! Lleváosla, comprended que no debéis separaros de ella ni un

instante.-Pero,aunquenomeseparedeella,mesepararédevos,Cornelius-dijoRosa

entristecida.-¡Ah!Esverdad,midulce,miqueridaRosa. ¡Diosmío! ¡Quémalvadosson

los hombres! ¿Qué les he hecho yo y por quéme han privado de la libertad?Tenéis razón, Rosa, yo no podría vivir sin vos. ¡Pues bien! Enviad alguien aHaarlem,esoes.¡Pormife!Elmilagroeslobastantegrandecomoparaqueelpresidentesemoleste;élmismovendráaLoevesteinabuscareltulipán.Luego,deteniéndosederepente,fueconvoztemblorosaquemurmuró:-¡Rosa!¡Rosa!Sinofuesenegro…-¡Vaya!Esolosabréismañanaopasadomañanaporlanoche.-¡Esperar hasta la noche para saberlo, Rosa! Moriré de impaciencia. ¿No

podríamosconvenirunaseñal?-Loharémejor.-¿Quéharéis?-Siesporlanochecuandoseabra,vendréparadecírosloyomisma.Siespor

eldía,pasarépordelantedelaceldayosdeslizaréunanota,bienpordebajodela puerta, bien por el postigo, entre la primera y la segunda inspección demi

padre.-¡Oh,Rosa!¡Esoes!Unapalabravuestraanunciándomeestanoticia,seráuna

doblefelicidad.-Sonyalasdiez-dijoRosa-,esprecisoqueosabandone.-¡Sí!¡Sí!-exclamóCornelius-.¡Sí!¡Marchaos,Rosa,marchaos!Rosaseretirócabizbaja.Corneliuscasilahabíadespedido.Ciertoqueeraparavigilareltulipánnegro.

22CapítuloLafloración

LanochetranscurriómuylentayalmismotiempomuyagitadaparaCornelius.Acada instante leparecíaque ladulcevozdeRosa lo llamaba: sedespertabasobresaltado,ibaalapuerta,acercabasurostroalpostigo;nohabíanadaenelpostigo,elcorredorestabavacío.Sin duda, Rosa velaba por su parte, pero más afortunada que él, velaba al

tulipán.Teníaallí,bajosusojos,alanobleflor,estamaravilladelasmaravillas,nosolamentetodavíadesconocida,sinocreídaimposible.¿Quédiríaelmundocuandosupieraquesehabíalogradoeltulipánnegro,que

existía,yqueeraCorneliusvanBaerle,elprisionero,quienlohabíalogrado?¡CómoCorneliushubieraarrojadolejosdesíalhombrequehubiesevenidoa

proponerlelalibertadacambiodesutulipán!Eldíallegósinnoticias.Eltulipánnohabíaflorecidotodavía.Lajornadatranscurriócomolanoche.LanochevinoyconlanocheunaRosaalegre,ligeracomounpájaro.-¿Ybien?-preguntóCornelius.-¡Pues bien! Todo va de maravilla. ¡Esta noche sin falta florecerá vuestro

tulipán!-¿Yfloreceránegro?-Negrocomoelazabache.-¿Sinunasolamanchadeotrocolor?-Sinunasolamancha.-¡BondaddelCielo!Rosa,hepasadolanochepensandoprimeroenvos…Rosaesbozóungestodeincredulidad.-Luego,enloqueteníamosquehacer.-¿Ybien?-Esto es lo que he decidido. Una vez el tulipán haya florecido, cuando se

compruebe que es negro y perfectamente negro, tenéis que encontrar unmensajero.-Sinoesmásqueesto,yaheencontradounmensajero.-¿Unmensajeroseguro?

-Unmensajerodelquerespondo,unodemisenamorados.-¿NoseráJacob,supongo?-No, no temáis. Es el barquero de Loevestein, un muchacho despierto, de

veinticincoaveintiséisaños.-¡Diablo!-Estad tranquilo -repitióRosa riendo-.Todavíano tiene la edad,yaquevos

mismolahabéisfijadoentreveintiséisyveintiochoaños.-Enfin,¿creéispodercontarconesejoven?-Comoconmigo.SearrojaríadesubarcaalWaaloalMosa,amielección,si

seloordenara.-¡Puesbien,Rosa!EndiezhorasesemuchachopuedeestarenHaarlem;me

daréisunlápizyunpapel,mejoraúnseríaunaplumaytinta,yescribiré,omásbien, escribiréis vos.Enmí, pobreprisionero, tal vezverían, comovevuestropadre, una conspiración en todo esto: Escribiréis al presidente de la SociedadHortícolay,estoyseguroqueelpresidentevendrá.-Pero,¿ysitarda?-Suponedquetardeundía,hastados;peroestoesimposible,unaficionadoa

los tulipanes como él no tardará ni una hora, ni unminuto, ni un segundo enponerse en caminoparaver laoctavamaravilladelmundo.Pero, comodecía,tardeundía, tardedos,el tulipánestará todavíaen todosuesplendor.Unavezvistoeltulipánporelpresidente,ytodoquededichoenelatestadodirigidoporél,guardaréisunacopiadeeseatestado,Rosa,yleconfiaréiseltulipán.¡Ah!Sihubiésemospodido llevarlonosotrosmismos,Rosa,nohabríaabandonadomisbrazosmásqueparapasaralosvuestros;peroestoesunailusiónenlaquenohayquesoñar-continuóCorneliussuspirando-.Otrosojosloveránmarchitarse.¡Oh!Sobretodo,Rosa,antesdequeloveaelpresidente,nolodejéisveranadie.¡El tulipánnegro,buenDios! ¡Sialguienvierael tulipánnegro, lo robaría…!Oh!-¿No me habéis dicho vos misma lo que temíais con respecto a vuestro

enamoradoJacob?Siserobaunflorín,¿porquénorobaríancienmil?-Vigilaré,estadtranquilo.-¿Ysienestemomentoseestáabriendo?-Elcaprichosoesmuycapazdeello-bromeóRosa.-Silohallaraisabiertoalentrar…-¿Ybien?-¡Ah,Rosa!Desdeelmomentoenqueseabra, recordadquenohabrániun

momentoqueperderparaadvertiralpresidente.-Yparaprevenirosavos.Sí,comprendo.Rosa suspiró, pero sin amargura y como una mujer que no solamente

comienzaacomprenderunadebilidad,sinoahabituarseaella.-Regreso al ladodel tulipán, señorVanBaerle, y tanpronto florezca, seréis

advertido;unavezvosadvertido,elmensajeropartirá.-¡Rosa,Rosa,yanoséaquémaravilladelCieloodelaTierracompararos!-Comparadmealtulipánnegro,señorCornelius,yquedarémuyhalagada,os

lojuro.Hastalavista,señorCornelius.-¡Oh!Decid:hastalavista,amigomío.-Hastalavista,amigomío-repitióRosaunpococonsolada.-Decid:Amigomíobienamado.-¡Oh!Amigomío…-Bienamado,Rosa,oslosuplico,bienamado,bienamado,¿verdad?-Bienamado,sí,bienamado-dijoRosapalpitante,embriagada,locadealegría.-Entonces, Rosa, ya que habéis dicho bienamado, decid también

bienaventurado,decidfelizcomojamáshombrealgunohayasidofelizybajoelcielo.Nomefaltamásqueunacosa,Rosa.-¿Cuál?-Vuestramejilla,vuestramejillafresca,vuestramejillarosada,vuestramejilla

aterciopelada. ¡Oh, Rosa!Voluntariamente, no por sorpresa, no por accidente,Rosa.¡Ah!Elprisioneroterminósuruegoconunsuspiro;acababadeencontrarloslabios

delajoven,noporaccidente,noporsorpresa,comocienañosmástardeSaint-PreuxdebíaencontrarloslabiosdeJulie.Rosahuyó.Corneliussequedóconelalmasuspendidaensuslabios,elrostropegadoal

postigo.Se ahogaba de alegría y de felicidad. Abrió la ventana y contempló largo

tiempo,conelcorazónrebosantededicha,elazulsinnubesdelcielo,lalunaqueplateabaeldoblerío,destellandomásalládelascolinas.Sellenólospulmonesdelairegenerosoypuro,elespíritudedulcesideas,elalmadereconocimientoydeadmiraciónreligiosa.-¡Oh!¡Vosestáissiemprealláarriba,Diosmío!-exclamó,medioprosternado,

con losojosardientemente tendidoshacia lasestrellas-.PerdonadmeporhabercasidudadodeVosenestosúltimosdías.Vososocultabaisdetrásdevuestrasnubes, y por un instante dejé de veros, Dios bueno, Dios eterno, Diosmisericordioso.¡Perohoy!,estatarde,estanoche,¡oh!,Osveotodoenteroenelespejodevuestroscielosy,sobretodo,enelespejodemicorazón.¡Estabacurado,elpobreenfermo;estabalibre,elpobreprisionero!Duranteunapartedelanoche,Corneliuspermaneciócolgadodelosbarrotes

desuventana,coneloídopresto;concentrandosuscincosentidosenunosolo,o

másbien,endossolamente,mirabayescuchaba.Mirabaelcieloyescuchabaalatierra.Luego,conlamiradavueltadecuandoencuandohaciaelcorredor,sedecía:

«AlláabajoestáRosa,Rosaquevelacomoyo,quecomoyoesperademinutoenminuto;alláabajo,antelosojosdeRosaestálaflormisteriosa,quevive,queseentreabre,queseabre.TalvezenestemomentoRosa tieneel tallodel tulipánentresusdelicadosytibiosdedos.Tocaesetallosuavemente.Talvezroceconsuslabiossucálizentreabierto;rózaloconprecaución,Rosa,tuslabiosarden;talvezenestemomento,misdosamoresseacaricianbajolamiradadeDios.»Enaquelmomento,unaestrellaseinflamóenloalto,atravesótodoelespacio

queseparabaelhorizontedelafortalezayvinoaabatirsesobreLoevestein.Corneliusseestremeció.-¡Ah!-exclamó-.EsDiosqueenvíaunalmaamiflor.Ycomosilohubieraadivinado,casienelmismoinstante,elprisionerooyó

enelcorredorunospasos ligeros,comolosdeunasílfide,el rocedeunaropaqueparecíaunbatirdealasyunavozbienconocidaquedecía:-Cornelius,amigomío,amigomíobienamadoybienaventurado,venid,venid

enseguida.Corneliusnodiomásqueunsaltodelaventanaalpostigo;unavezmássus

labiosencontraronloslabiosmurmuradoresdeRosa,queledijoenunbeso:-Sehaabierto,esnegro,aquíestá.-¿Cómo,aquíestá?-exclamóCornelius,separandosuslabiosdeloslabiosde

lajoven.-Sí, sí, es preciso correr unpequeñopeligro para dar unagran alegría, aquí

está,tened.Y,conunamano,levantóalaalturadelpostigounpequeñofarolqueacababa

deencender;mientrasquealamismaaltura,levantabaconlaotraelmilagrosotulipán.Corneliuslanzóungritoycreyódesmayarsedeemoción.-¡Oh!-murmuró-.¡Diosmío!¡Diosmío!Merecompensáismiinocenciaymi

cautividad, ya que habéis hecho crecer estas dos flores en el postigo de miprisión.-Besadla-dijoRosa-comoyolahebesadohaceunmomento.Cornelius,reteniendoelaliento,tocóconlapuntadeloslabioselextremode

laflor,yjamásbesodadoaloslabiosdeunamujer,aunquefueraaloslabiosdeRosa,leentrótanprofundamenteenelcorazón.El tulipán era bello, espléndido, magnífico; su tallo tenía más de treinta

centímetrosdealtura;sealzabadelsenodecuatrohojasverdes,lisas,derechascomopuntasdelanza;todasufloreranegraybrillantecomoelazabache.

-Rosa -dijo Cornelius jadeante-, Rosa, no hay un instante que perder, esprecisoescribirlacarta.-Yaestáescrita,mibienamadoCornelius-contestóRosa.-¿Deveras?-Mientraseltulipánseabría,yoescribía,porquenoqueríaqueseperdierani

unsoloinstante.Miradlacarta,ydecidmesilaencontráisbien.Cornelius cogió la carta y leyó, en una escritura que había hecho grandes

progresosdesdelaprimerafrasequehabíarecibidodeRosa:

Señorpresidente:

Eltulipánnegrovaaabrirsedentrodediezminutostalvez.Tanprontoseabra,osenviaréunmensajeropararogarosvengáisvosmismoenpersonaabuscarloalafortalezadeLoevestein.SoylahijadelcarceleroGryphus,casitanprisioneracomolosprisionerosdemipadre.Nopodré,pues,llevarosestamaravilla.Poresoesporloquemeatrevoasuplicarosquevengáisabuscarlovosmismo.

MideseoesquesellameRosaBarloensis.

Acabadeabrirse;esperfectamentenegro…

Venid,señorpresidente,venid.

Tengoelhonordeservuestrahumildeservidora.

ROSAGRYPHUS.

-Esoes, esoes,queridaRosa.Estacartaesunamaravilla.Yono lahubieraescrito conesta simplicidad.EnelCongreso,daréis todos los informesqueospidan. Sabrán cómo ha sido creado el tulipán, a cuántos cuidados, vigilias ytemores ha dado lugar, mas, por el momento, Rosa, no hay un instante queperder…¡Elmensajero!¡Elmensajero!-¿Cómosellamaelpresidente?-Dádmelaparaqueponga ladirección. ¡Oh!Esmuyconocido.EsMynheer

VanSystens,elburgomaestredeHaarlem…Dádmela,Rosa,dádmela.Y,conmanotemblorosa,Corneliusescribiósobrelacarta:

AMynheerPetersvanSystens,burgomaestreypresidentedelaSociedadHortícoladeHaarlem.

-Yahora,marchaos,Rosa,marchaos-dijoCornelius-,ypongámonosbajoelamparodeDiosquehastaahoranoshaprotegidotanbien.

23CapítuloElenvidioso

En efecto, los pobres jóvenes tenían gran necesidad de ser amparados por laproteccióndirectadelSeñor.Jamás habían estado tan cerca de la desesperación como en este mismo

instanteenquecreíanteneraseguradasufelicidad.Nodudaremosenabsolutoenlainteligenciadenuestrolectorhastaelpunto

desuponerquenohayareconocidoenJacob,nuestroantiguoamigo,omásbiennuestroantiguoenemigo,aIsaacBoxteleltulipanero.El lector ha adivinado, pues, que Boxtel había seguido de la Buytenhoff a

Loevesteinalobjetodesuamoryalobjetodesuodio:EltulipánnegroyCorneliusvanBaerle.Lo que cualquier otro tulipanero ymás un tulipanero envidioso no hubiera

podidojamásdescubrir,esdecir,laexistenciadelosbulbosylasambicionesdelprisionero, la envidia había hecho, sino descubrir, por lo menos adivinar aBoxtel.LohemosvistomásafortunadobajoelnombredeJacobquebajoelnombre

deIsaac,entablaramistadconGryphus,alquegratificóelreconocimientoylahospitalidadduranteunosmeses,conlamejorginebraquesehubierafabricadojamásdesdeTexelaAmberes.Adormeciósusdesconfianzas;porquecomohemosvisto,elviejoGryphusera

desconfiado; adormeció sus desconfianzas, decimos, halagándole con unaalianzaconRosa.Acrecentóporotrapartesusinstintosdecarcelero,despuésdehaberhalagado

suorgullodepadre.AcrecentósusinstintosdecarceleropintándoleconlosmássombríoscoloresalsabioprisioneroqueGryphusteníabajosuscerrojos,yquealdecirdelfalsoJacob,habíaconcertadounpactoconSatánparaperjudicaraSuAltezaelpríncipeGuillermodeOrange.También había tenido éxito al principio con Rosa, no inspirándole

sentimientos de simpatía, ya que a Rosa siempre le había gustado muy pocoMynheerJacob,peroalhablarledematrimonioydelocapasión,habíaapagadoenprincipiotodaslassospechasquehubierapodidotener.

Hemos visto cómo su imprudencia al seguir a Rosa al jardín lo habíadenunciado a los ojos de la muchacha, y cómo los temores instintivos deCorneliushabíanpuestoalosdosjóvenesenguardiacontraél.Lo que había, sobre todo, inspirado las inquietudes al prisionero, nuestro

lectordeberecordarlo,eraaquellagrancóleraquehabíainvadidoaJacobcontraGryphusapropósitodelbulboaplastado.En aquel momento, esa rabia era tanto mayor por cuanto aunque Boxtel

suponíaqueCorneliusteníaunsegundobulbo,noestabamuysegurodeello.Fue entonces cuando espió a Rosa y la siguió no solamente al jardín, sino

tambiénporloscorredores.Únicamente que; como esta vez la seguía por la noche y con los pies

descalzos,nifuevistonioído.Excepto aquella vez en que Rosa creyó haber visto pasar algo como una

sombraporlaescalera.Pero ya era demasiado tarde, Boxtel había sabido, de la misma boca del

prisionero,laexistenciadelsegundobulbo.EngañadoporlatrampadeRosa,quehabíasimuladoelactodeenterrarloen

laplatabanda,ynodudandoqueesapequeñacomediahabíasidoejecutadaparaforzarle a traicionarse, redobló las precauciones y puso en juego todas lasartimañas de su mente para continuar espiando a los otros sin ser espiado élmismo.VioaRosatransportarunagranvasijademayólicadelacocinadesupadrea

lahabitaciónqueellaocupaba.VioaRosalavarse,conmuchaagua,susbellasmanosllenasdelatierraque

habíaamasadoparaprepararaltulipánelmejorlechoposible.Finalmentealquiló,enungranero,unapequeñahabitaciónjustoenfrentedela

ventanadeRosa;bastantealejadaparaquenoselepudierareconocerasimplevista,perobastantecercaparaqueconlaayudadesutelescopiopudieraseguirtodo lo que ocurría en Loevestein en la habitación de la joven, como habíaseguidoenDordrechttodoloquepasabaenelsecadordeCornelius.Nohacíamásde tres días que estaba instalado en sugranero, cuandono le

cupoyaningunaduda.Desdequeselevantabaelsolporlamañana,lavasijademayólica estaba en la ventana y, semejante a esas encantadoras mujeres deMiéris y de Metzu, Rosa aparecía en aquella ventana encuadrada por lasprimerasramasverdeantesdelaparraylamadreselva.Rosa contemplaba la vasija de mayólica con unamirada que denunciaba a

Boxtelelvalorrealdelobjetoencerradoenella.Loqueencerraba lavasijaera,pues, el segundobulbo,esdecir, la suprema

esperanzadelprisionero.

Cuandolasnochesamenazabanserdemasiadofrías,Rosaentrabalavasijademayólica.EsoindicabaqueRosaseguíalasinstruccionesdeCornelius,quetemíaqueel

bulbosehelara.Cuandoelsolsehizomáscálido,Rosaentrabalavasijademayólicadesdelas

oncedelamañanahastalasdosdelatarde.Esoindicaba,asimismo,queCorneliustemíaquelatierrasedesecara.Perocuandolalanzadelaflorsaliódelatierra,Boxtelquedócompletamente

convencido:noteníaunaalturamayordetrescentímetroscuando,graciasasutelescopio,nohabíalugaryaaladudaparaelenvidioso.Cornelius poseía dos bulbos, y el segundo estaba confiado al amor y a los

cuidadosdeRosa.Porque, pensándolo bien, el amor de los dos jóvenes no había escapado a

Boxtel.Era,pues,aesesegundobulboalquehabíaquehallarelmediodesustraera

loscuidadosdeRosayalamordeCornelius.Sóloquelacosanoerafácil.Rosavigilabaasutulipáncomounamadrevigilaríaasuhijo;mejorqueesto,

comounapalomaempollasushuevos.Rosa no abandonaba la habitación en toda la jornada; y había más; cosa

extraña,Rosanoabandonabayasuhabitaciónporlanoche.Durantesietedías,BoxtelespióinútilmenteaRosa;Rosanosalíaenabsoluto

desuhabitación.Esos fueron aquellos siete días de riña que hicieron a Cornelius tan

desgraciado,alllevarsealaveztodanoticiadeRosaydesutulipán.¿IbaaestarRosaeternamenteenojadaconCornelius?Estohubierahechoel

robomuchísimomásdifícildeloquehabíacreídoalprincipioMynheerIsaac.Decimosrobo,porqueIsaacestabacompletamentedecididoensuproyectode

robarel tulipán;ycomoéstecrecíaenelmásprofundomisterio,comolosdosjóvenes ocultaban su existencia a todo el mundo, le creerían antes a él,tulipanero reconocido, que a una joven extraña a todos los detalles de lahorticultura o que a un prisionero condenado por un crimen de alta traición,guardado, sobrevigilado, espiado, y que mal reclamaría desde el fondo de sucalabozo.Porotraparte,comoseríaposeedordeltulipánycomoenelcasodemuebles y otros objetos transportables, la posesión da fe de la propiedad, élobtendría ciertamente el premio y sería realmente coronado en lugar deCornelius,yel tulipán,envezde llamarseTulipanigraBarloensis, se llamaríaTulipanigraBoxtellensisoBoxtellea.MynheerIsaacnoestabatodavíadecididosobrecuáldeesosnombresdaríaal

tulipánnegro;perocomoambossignificabanlamismacosa,noeraésteelpuntomásimportante.Elpuntomásimportanteerarobareltulipán.Mas, para que Boxtel pudiera apoderarse del tulipán, era preciso que Rosa

salieradesuhabitación.Asípues,fueconverdaderaalegríaqueJacoboIsaac,segúnseprefiera,vio

reemprenderselascitasacostumbradasdelanoche.ComenzóporaprovecharlaausenciadeRosaparaestudiarsupuerta.Lapuertacerrababienyadoblevuelta,pormediodeunacerradurasimple,

perodelaqueúnicamenteRosaposeíalallave.BoxteltuvolaideaderobarlallaveaRosa,peroademásdequenoeracosa

fácilregistrarelbolsillodelajoven,alapercibirseRosadequehabíaperdidosullave haría cambiar la cerradura, y no saldría de su habitación hasta que lacerradurafueracambiada,yBoxtelhabríacometidouncrimeninútil.Erapreferible,pues,emplearotromedio.Boxtel reunió todas las llavesquepudohallar, ymientrasRosayCornelius

pasabanenelpostigounadesushorasafortunadas,lasprobótodas.Dosentraronenlacerradura,unadelasdosdiolaprimeravueltaysedetuvo

enlasegunda.Nohabíamásqueretocarmuypocacosaaestallave.Boxtellaimpregnóconunaligeracapadecerayrepitiólaexperiencia.Elobstáculoquelallavehabíaencontradoenlasegundavueltahabíadejado

su huella sobre la cera. Boxtel no tuvo más que seguir esta huella con elmordientedeunalimadehojaestrechacomoladeuncuchillo.Conotrasdoshorasdetrabajo,Boxtelconsiguiósullavealaperfección.La puerta deRosa se abrió sin ruidos, sin esfuerzo, yBoxtel se halló en la

habitacióndelajoven,asolasconeltulipán.LaprimeraaccióncondenabledeBoxtelhabíaconsistidoenpasarporencima

de unmuro, para desenterrar el tulipán; la segunda había sido penetrar en elsecadero de Cornelius, por una ventana abierta; la tercera, introducirse en lahabitacióndeRosaconunafalsallave.Comoseve,laenvidiahacíaavanzaraBoxtelagrandespasosenlaabyectay

desenfrenadacarreradelcrimen.Boxtelsehalló,pues,asolasconeltulipán.Un ladrón ordinario hubiera agarrado la vasija bajo su brazo y se la habría

llevado.PeroBoxtelnoeraunladrónordinarioyreflexionó.Reflexionó,contemplandoeltulipánconlaayudadesufarol,diciéndoseque

noestabatodavíabastanteavanzadoparatenerlacertezadequefloreceríanegro

aunquelasaparienciasofrecíantodaslasprobabilidades.Reflexionó que si no florecía negro, o que si florecía con una mancha

cualquiera,habríarealizadounroboinútil.Reflexionóque la noticia de este robo se expandiría, que se le supondría el

ladrón después de lo que había pasado en el jardín, qué se realizaríaninvestigacionesyque,porbienqueocultaraeltulipán,seríaposiblehallarlo.Reflexionóque,aunqueocultaraeltulipándeformaquenofueraencontrado,

podría,contodoslostransportesqueestaríaobligadoasufrir,sucederlealgunadesgracia.Reflexionó finalmente que era preferible, puesto que tenía una llave de la

habitación de Rosa y podía penetrar en ella cuando quisiera, esperar a lafloración,cogerlounahoraantesdequeseabriera,ounahoradespuésdequesehubiera abierto, y partir en el mismo instante sin pérdida de tiempo paraHaarlem,donde,antesinclusodequefuerareclamado,eltulipánestaríadelantedelosjueces.Entonces sería a éste o a aquélla que reclamara a quienBoxtel acusaría de

robo.Eraunplanbienpensadoydignoentodopuntodelqueloconcebía.Asípues,todaslasnochesduranteaquellahoraquelosjóvenespasabanenel

postigo de la celda, Boxtel entraba en la habitación de la muchacha, no paraviolarelsantuariodelavirginidad,sinoparaseguirlosprogresosquerealizabaeltulipánnegroensufloración.Lanoche a la quehemos llegado, iba a entrar como las otras noches; pero,

comohemosdicho,losjóvenesnohabíanintercambiadomásqueunaspalabras,yCorneliushabíaenviadodenuevoaRosaparavigilareltulipán.Viendo a Rosa penetrar en su habitación, diez minutos después de haber

salido,Boxtelcomprendióqueeltulipánhabíaflorecidooibaaflorecer.Eraentoncesduranteestanochecuandolagranpartidaibaajugarse;asípues,

Boxtel se presentó ante Gryphus con una provisión de ginebra doble que decostumbre.Esdecir,conunabotellaencadabolsillo.UnavezGryphusbebido,Boxtelquedabadueñodelafortalezaopocomás.A las once, Gryphus estaba completamente borracho. A las dos de la

madrugada, Boxtel vio salir a Rosa de su habitación, pero sosteniendovisiblementeensusbrazosunobjetoquellevabaconprecaución.Esteobjetoerasindudaalgunaeltulipánnegroqueacababadeflorecer.Pero¿quéibaahacer?¿IbaapartirenaquelmismoinstanteparaHaarlemconél?Noeraposiblequeunajovenemprendierasola,denoche,unviajesemejante.

¿IbaúnicamenteaenseñareltulipánaCornelius?Estoeraprobable.SiguióaRosaconlospiesdescalzosydepuntillas.Lavioacercarsealpostigo.LaoyóllamaraCornelius.Alresplandordelfarol,vioeltulipánabierto,negrocomolaoscuridadenla

queseocultaba.Oyó todo el proyecto planeado entre Cornelius y Rosa para enviar un

mensajeroaHaarlem.ViojuntarseloslabiosdelosdosjóvenesyluegooyóaCorneliusdespedira

Rosa.VioaRosaapagarelfarolydesandarelcaminodesuhabitación.Lavioentrarensuhabitación.Luegolavio,diezminutosdespués,salirdelahabitaciónycerrarconcuidado

lapuertacondoblevueltadellave.Yaque cerrabaaquellapuerta con tanto cuidado, esquedetrásde lamisma

encerrabaaltulipánnegro.Boxtel, que veía todo aquello oculto en el rellano del piso superior a la

habitacióndeRosa,descendióunescalóndesupiso,cuandoRosadescendíaunescalón del suyo. De suerte que, cuando Rosa tocaba el último tramo de laescalera,consupie ligero,Boxtel,conunamanomásligera todavía, tocabalacerraduradelahabitacióndeRosaconsumano.Yenaquellamano,comopuedecomprenderse,estabalallavefalsaqueabría

lapuertadeRosanimásnimenosfácilmentequelaverdadera.Poresoesporloquehemosdichoalcomienzodeestecapítuloquelospobres

jóvenesteníanmuchanecesidaddeseramparadosporlaproteccióndelSeñor.

24CapítuloEnelqueeltulipánnegrocambiadedueño

Cornelius se había quedado en el sitio donde lo había dejadoRosa, buscandocasiinútilmenteenéllafuerzaparasoportarladoblecargadesufelicidad.Transcurriómediahora.Los primeros rayos de sol entraban ya, azulinos y frescos, a través de los

barrotes de la ventana, en la celda deCornelius, cuando éste se sobresaltó derepente ante unos pasos que subían por la escalera y por unos gritos que seacercabanaél.Casienelmismoinstante,surostrosehallófrentealpálidoydescompuesto

rostrodeRosa.Retrocedió,palideciendoélmismodeestuporyespanto.-¡Cornelius!¡Cornelius!-exclamóaquéllajadeante.-¿Quéocurre,Diosmío?-preguntóelprisionero.-Cornelius!Eltulipán…-¿Ybien?-¿Cómodecirosesto?-Hablad,hablad,Rosa.-¡Noslohancogido,noslohanrobado!-¡Noslohancogido,noslohanrobado!-repitióCornelius.-Sí -afirmó Rosa apoyándose contra la puerta para no caer-. Sí, cogido,

robado.Y,muyasupesar,laspiernaslefallaron,sedeslizóycayóderodillas.-Pero¿cómohaocurrido?-preguntóCornelius-.Decidme,explicadme.-¡Oh!Nohasidopormiculpa,amigomío.PobreRosa;noseatrevíaadecir«mibienamado».-¡Lohabéisdejadosolo!-laacusóCorneliusconunacentolamentable.-Unsoloinstante,parairapreveniralmensajeroqueviveapenasacincuenta

pasosdeaquí,aorillasdelWaal.-Yduranteesetiempo,apesardemisrecomendaciones,habéisdejadolallave

enlapuerta,¡desventurada!-No,no,no,yesoesloraro.Noheabandonadolallaveniuninstante;lahe

tenidoconstantementeenlamano,apretándolacomosituvieramiedodequesemeescapara.-Pero,entonces,¿cómohaocurrido?-¿Lo sé yo, acaso? Había dado la carta al mensajero; el mensajero había

partidodelantedemí.Regreso,lapuertaestabacerrada,cadacosasehallabaensulugarenmihabitación,exceptoeltulipánquehabíadesaparecido.Esprecisoquealguiensehayaprocuradounallavedemihabitación,osehayahechohacerunafalsa.Seahogaba,laslágrimascortándolelapalabra.Cornelius, inmóvil, los rasgos alterados, escuchaba casi sin comprender,

murmurandosolamente:-¡Robado,robado,robado!Estoyperdido.-¡Oh,señorCornelius!¡Perdón!¡Perdón!-gritabaRosa-.Yomemoriré.AnteestaamenazadeRosa,Corneliusagarrólasrejasdelpostigo,enunvano

intentodesacudirlasconfuror.-Rosa-exclamó-,noshanrobado,esverdad,pero¿esprecisodejarnosabatir

poreso?No,ladesgraciaesgrande,perotalvezreparable,Rosa;conocemosalladrón.-¡Ay!¿Cómoqueréisqueoslodigapositivamente?-¡Oh!Oslodigoyo,eseseinfamedeJacob.¿LedejaremosllevaraHaarlem

el fruto de nuestros trabajos, el fruto de nuestras vigilias, el hijo de nuestroamor?Rosa,hayqueperseguirlo,hayquealcanzarlo.-Pero ¿cómo hacer todo eso, amigo mío, sin descubrir a mi padre nuestro

secreto? ¿Cómo, yo, unamujer tanpoco libre, tanpocohábil, conseguiría esefin,quetalvezvosmismonoalcanzaríais?-Rosa,Rosa, abridme esta puerta, y veréis si yono lo alcanzo.Veréis si no

descubroalladrón,veréissinolehagoconfesarsucrimen.¡Veréissinolehagogritarperdón!-¡Ay! -exclamóRosa estallando en sollozos-. ¿Puedo acaso abriros? ¿Tengo

yolasllaves?Silastuviera,¿noestaríaislibredesdehacetiempo?-Vuestropadrelastiene,vuestroinfamepadre,elverdugoquehaaplastadoya

elprimerbulbodemi tulipán. ¡Oh,elmiserable,elmiserable!EscómplicedeJacob.-Másbajo,másbajo,ennombredelcielo.¡Osvanaoír!-¡Oh! Si no me abrís, Rosa -gritó Cornelius en el paroxismo de la rabia-,

hundoestarejaymatoatodoelquehalleenlaprisión.-¡Amigomío,porpiedad…!-Osloaviso,Rosa,voyademolerelcalabozopiedraapiedra.Yelinfortunado,consusdosmanos,alasquelacóleraduplicabalasfuerzas,

sacudía lapuertacongranruido,sincuidarsedelestrépitodesuvozqueibaaretumbarenelfondodelaespiralsonoradelaescalera.Rosa,espantada,tratabainútilmentedecalmarestafuriosatempestad.-OsdigoquemataréalinfamedeGryphus-aullabaVanBaerle-.Osdigoque

verterésusangrecomoélhavertidolademitulipánnegro.Eldesgraciadoempezabaavolverseloco.-Pues bien, sí -dijo Rosa anhelante-. Sí, sí, pero calmaos. Sí, le cogeré las

llaves,osabriré,sí,perocalmaos,miCornelius…Nohabíaacabado,cuandounalarido lanzadodelantedeella interrumpiósu

frase.-¡Mipadre!-exclamóRosa:-¡Gryphus!-rugióVanBaerle-.¡Ah!¡Bandido!ElviejoGryphus,contodosesosgritos,habíasubidosinquelehubiesenoído.Agarrórudamenteasuhijaporunamuñeca.-¡Ah!Cogeréismis llaves -dijo con voz ahogada por la cólera-. ¡Ah! ¡Este

infame!¡Estemonstruo!EsteconspiradorparalahorcaesvuestroCornelius.AsíquesemantienenconvivenciasconlosprisionerosdeEstado.Estábien.Rosalegolpeóconsusdosmanoscondesesperación.-¡Oh!-continuóGryphus,pasandodelacentofebrildelacóleraalafríaironía

del vencedor-. ¡El inocente señor tulipanero! ¡El dulce señor sabio! ¡Vos memataréis!¡Osbeberéismisangre!¡Muybien!Ytodoestoconlacomplicidaddemihija.¡Jesús!¡Peroentoncesmehalloenunantrodebandoleros,estoyenunacavernadeladrones!¡Ah!Elseñorgobernadorlosabrátodoestamañana,ySuAlteza el estatúder lo sabrá todo mañana. Conocemos la ley. Todo el que serebelara en prisión, artículo sexto. Vamos a daros una segunda edición de laBuytenhoff,señorsabio,yéstaseráunabuenaedición.Sí,sí,roeroslospuñoscomounosoenlajaula,ytú,hermosa,cómeteconlosojosatuCornelius.Osadvierto,corderosmíos,queyanotendréisposibilidaddeconspirarjuntos.Asíse desciende, hija desnaturalizada. Y vos, señor sabio, hasta la vista; estadtranquilo,¡hastalavista!Rosa, loca de terror y desesperación, envió un beso a su amigo; luego, sin

dudailuminadaporunpensamientorepentino,selanzóporlaescaleradiciendo:-Noestáperdidotodotodavía,contadconmigo,miCornelius.Supadrelasiguiógritando.En cuanto al pobre tulipanero, soltó poco a poco las rejas que retenían sus

convulsosdedos;sucabezaseentonteció,susojososcilaronenórbitas,ycayópesadamentesobreelpisodelaceldamurmurando:-¡Robado!¡Melohanrobado!Duranteesetiempo,Boxtelsalíadelcastilloporlapuertaquehabíaabiertola

mismaRosa.Boxtel,coneltulipánnegroenvueltoenunampliomanto,sehabíalanzado a una calesa que le esperaba en Gorcum, y desaparecía, sin haberadvertidoalamigoGryphus,comoesdesuponer,desusalida.Yahoraquelesabemossubidoalacalesa,leseguiremos,siellectorconsiente

enello,hastaeltérminodesuviaje.Caminabalentamente;nosehacecorrerimpunementeauntulipánnegro.PeroBoxtel,temiendonollegarbastantepronto,sehizofabricarenDelftuna

caja guarnecida en todo su alrededor conmusgo fresco, en la cual encajó sutulipán;laflorsehallabaallítanmuellementereclinadaportodosloslados,conaireporencima,quelacalesapudoemprenderelgalopesinperjuicio.Llegó al día siguiente por la mañana a Haarlem cansado pero triunfante,

cambiósutulipándevasija,conelfindehacerdesaparecertodaseñalderobo,rompió la vasija de mayólica cuyos trozos arrojó a un canal y escribió alpresidentedelaSociedadHortícolaunacartaenlaqueleanunciabaqueacababade llegar a Haarlem con un tulipán perfectamente negro, y se instaló en unabuenahospederíaconsuflorintacta.Yallíesperó.

25CapítuloElpresidenteVanSystens

Rosa,aldejaraCornelius,habíatomadosudecisión.DevolverleeltulipánqueacababaderobarleJacobonovolverleavermás.Había visto la desesperación del pobre prisionero, la doble e incurable

desesperación.Enefecto,porun lado,éstaeraunaseparación inevitable,alhaberGryphus

sorprendidoalavezelsecretodesusamoresydesuscitas.Por elotro, era la ruinade todas las ambicionesdeCorneliusvanBaerle,y

esasambicioneslasalimentabadesdehacíasieteaños.Rosa era una de esas mujeres que se abaten por nada, pero que, llenas de

fuerzacontraunadesgraciasuprema,hallanenlamismadesgracialaenergíaquepuedecombatirla,oelrecursoquepuederepararla.Lajovenentróensuhabitación,lanzóunaúltimamirada,paracomprobarque

no sehabíaequivocado,no fuesequeel tulipánestuvieseenalgún rincónquehubieraescapadoasusmiradas.Pero Rosa busco en vano; el tulipán seguía ausente; el tulipán había sido

robado.Rosahizounpequeñolíoconlasropasquenecesitaba,cogiósustrescientos

florinesahorrados,esdecir,todasufortuna,buscóbajosusencajesdondehabíaescondidoeltercerbulbo,loocultócuidadosamenteensupecho,cerrólapuertacon doble vuelta para retardar al máximo el tiempo que se necesitaría paraabrirlaenelmomentoenqueseconocierasufuga,bajólaescalera,saliódelaprisiónpor lapuertaque,unahoraantes,habíadadopasoaBoxtel, se llegóaunacasadealquilerdecaballosypidióalquilarunacalesa.Elalquiladordecaballossóloteníaunacalesa,precisamentelaqueBoxtelle

habíaalquiladodesdelavísperayenlacualcorríaporelcaminodeDelft.DecimosporelcaminodeDelft,porqueeraprecisodarunenormerodeopara

irdeLoevesteinaHaarlem;avuelodepájaro ladistanciasólohubierasido lamitad.Peroúnicamente lospájarospuedenviajar volando enHolanda, el paísmás

cortadoporlosríos,arroyos,riachuelos,canalesylagosquehayaenelmundo.

Por fuerza tuvo, pues, Rosa que alquilar un caballo, que le fue confiadofácilmente,porqueelalquiladordecaballosconocíaaRosacomoa lahijadelporterodelafortaleza.Rosa tenía una esperanza, la de alcanzar a su mensajero, bueno y bravo

muchacho al que se llevaría con ella y que le serviría a la vez de guía y desostén.Enefecto,nohabíarecorridounaleguacuandolopercibiócaminandoapaso

largoporunadelasorillasbajasdeunaencantadorarutaqueflanqueabaelrío.Pusosucaballoaltroteysereunióconél.Elvalientemuchachoignorabalaimportanciadesumensaje,y,sinembargo,

marchaba a tan buen tren como si lo conociese. Enmenos de una hora habíarecorridoyaleguaymedia.Rosa recobró lanota,ya inútil, y le expuso lanecesidadque teníadeél.El

barquerosepusoasudisposición,prometiendoirtandeprisacomoelcaballo,contalqueRosalepermitieraapoyarlamanobiensobrelagrupadelanimal,osobresucruz.La joven le permitió que apoyara la mano donde quisiera, mientras no la

retrasara.Losdosviajerosllevabancincohorasdecaminoyhabíanrecorridoyamásde

ocho leguas, cuando el padre Gryphus todavía no se imaginaba que su hijahubieseabandonadolafortaleza.Elcarcelero,porotraparteunhombremuymalvadoenelfondo,gozabacon

elplacerdehaberinspiradoasuhijaunterrortanprofundo.Peromientrassefelicitabaportenerunahistoriatanhermosaquecontarasu

compañeroJacob,éstesehallabatambiénenelcaminodeDelft.Sóloque,graciasasucalesa,llevabacuatroleguasdeadelantosobreRosay

elbarquero.Mientrasse figurabaaRosa temblandooenojándoseensuhabitación,Rosa

ganabaterreno.Nadie,exceptoelprisionero,sehallaba,pues,dondeGryphuscreíaquecada

unoestaba.Rosa aparecía tan pocas veces delante de su padre desde que cuidaba del

tulipán, que no fue hasta la hora de comer, es decir, al mediodía, cuandoGryphus se apercibió, a cuenta de su apetito, de que su hija estaba enfadadadesdehacíayamuchotiempo.La hizo llamar por uno de sus portallaves; luego, como éste descendiera

anunciandoquelahabíabuscadoyllamadoenvano,resolvióbuscarlayllamarlaélmismo.Comenzópordirigirseenderechuraalahabitacióndesuhija;maspormucho

quegolpeóenlapuerta,Rosanorespondió.Llamóalcerrajerode lafortaleza;elcerrajeroabrió lapuerta,peroGryphus

noencontróaRosa,comoRosanohabíaencontradoeltulipán.Rosa,enaquelmomento,acababadeentrarenRótterdam.Lo cual fuemotivo de queGryphus no la hallara en la cocina, como no la

había hallado en la habitación, ni en el jardín como en la cocina ni en partealguna.Juzguemos la cólera del carcelero cuando habiendo batido los alrededores,

supoquesuhijahabíaalquiladouncaballoy,como«Bradamante»o«Clorinda»,habíapartidocomounaverdaderabuscadoradeaventuras,sindeciradóndeiba.Gryphus subió furioso a la celda de Van Baerle, al que injurió, amenazó,

removiendotodosupobremobiliario,prometiéndoleelcalabozo,prometiéndoleelfondodeunamazmorra,prometiéndolehambreyazotes.Cornelius,sinnisiquieraescucharloquedecíaelcarcelero,sedejómaltratar,

injuriar,amenazar,permaneciendotriste,inmóvil,aniquilado,insensibleatodaslasemociones,muertoatodotemor.DespuésdehaberbuscadoaRosaportodoslados,GryphusbuscóaJacob,ycomono lehalló,al igualquehabíaocurridoconsuhija,supusodesdeaquelmomentoqueJacobselahabíallevado.Mientras tanto, la joven después de haber hecho un alto de dos horas en

Rótterdam, se había puesto de nuevo en camino. Aquella misma noche seacostabaenDelft,yaldíasiguientellegabaaHaarlem,cuatrohorasdespuésdequeBoxtelhubierahechootrotanto.Rosa se hizo conducir enseguida a casa del presidente de la Sociedad

Hortícola,maeseVanSystens.Hallóaldignociudadanoenunasituaciónquenopodríamosdejardedescribir, sin faltara todosnuestrosdeberesdepintorydehistoriador.ElpresidenteredactabauninformealcomitédelaSociedad.Esteinformeibaapareciendosobreungranpapelyconlamásbellaescritura

delpresidente.RosasehizoanunciarbajosusimplenombredeRosaGryphus,pero este nombre, por sonoro que fuese, resultaba desconocido para elpresidente,yRosafuerechazada.EsdifícilforzarlasconsignasenHolanda,paísdelosdiquesydelasesclusas.PeroRosanosedesanimó;sehabíaimpuestounamisiónysehabíajuradoa

símismanodejarseabatirniporlasmalasacogidas,niporlasbrutalidades,niporlasinjurias.-Anunciadalseñorpresidente-dijo-quevengoahablarledeltulipánnegro.Estaspalabras,nomenosmágicasqueelfamoso«Sésamo,ábrete»,deLasmil

yunanoches,lesirvieronde«pasaporte».Graciasaesaspalabras,pudopenetrarhastaeldespachodelpresidenteVanSystens,alqueencontrógalantementeen

caminoparavenirasuencuentro.Eraunbuenhombre,pequeño,decuerpodelgado,representandoconbastante

exactitud el tallo de una flor de la que la cabeza formaba el cáliz, dos brazosindeterminados y colgantes simulaban la doble hoja oblonga del tulipán y unciertobalanceoqueleerahabitualcompletabasuparecidoconestaflorcuandolamismaseinclinabajoelsoplodelviento.HemosdichoquesellamabaVanSystens.-Señorita-exclamó-,¿decísquevenísdepartedeltulipánnegro?Para el señor presidente de la Sociedad Hortícola, la Tulipa nigra era una

potencia de primer orden, que podía muy bien, en su calidad de rey de lostulipanes,enviarembajadores.-Sí,señor-respondióRosa-.Porlomenos,vengoahablarosdeél.-¿Seportabien?-preguntóVanSystensconunasonrisadetiernaveneración.-¡Ay,señor!Nolosé-dijoRosa.-¡Cómo!¿Lehasucedidoalgunadesgracia?-Unamuygrande,sí,señor,peronoaella,sinoamí.-¿Cuál?-Melohanrobado.-¿Oshanrobadoeltulipánnegro?-Sí,señor.-¿Sabéisquién?-¡Oh!Meloimagino,peronomeatrevotodavíaaacusarle.-Peroelasuntoseráfácildeverificar.-¿Cómo?-Puesporqueelladrónnodebedeestarmuylejos.-¿Porquénohadeestarmuylejos?-Puesporquehevistoeltulipánnohacenidoshoras.-¿Habéis visto el tulipán negro? -exclamó Rosa precipitándose hacia Van

Systens.-Comoosveoavos,señorita.-Pero¿dónde?-Encasadevuestroamo,segúncreo.-¿Encasademiamo?-Sí.¿NoestáisalserviciodelseñorIsaacBoxtel?-¿Yo?-Naturalmente,vos.-Mas¿porquiénmetomáisentonces,señor?-Mas¿porquiénmetomáisvosmisma?-Señor,ostomo,espero,porquiensois,esdecir,porelhonorableseñorVan

Systens,burgomaestredeHaarlemypresidentedelaSociedadHortícola.-¿Yvenísadecirme…?-Vengoadeciros,señor,quemehanrobadomitulipán.-Vuestrotulipánes,entonces,eldelseñorBoxtel.Entonces,osexplicáismal

hijamía;noesavos,¡sinoalseñorBoxtelaquienhanrobadoeltulipán!-Yo os repito, señor, que no sé quién es ese señor Boxtel y que ésta es la

primeravezqueoigopronunciaresenombre.-VosnosabéisquiéneselseñorBoxtel,ytenéistambiénuntulipánnegro.-Pero¿esquehayotro?-preguntóRosa,temblando.-EldelseñorBoxtel,sí.-¿Cómoes?-Negro,pardiez.-¿Sinmancha?-Sinunasolamancha,sinelmenorpunto.-¿Yvostenéisesetulipán?¿Estádepositadoaquí?-No,peroserádepositado,porquedeboexhibirloalcomitéantesdeotorgarel

premiodecienmilflorines.-Señor -exclamóRosa-, eseBoxtel, ese IsaacBoxtelque sedicepropietario

deltulipánnegro…-Yqueloesenefecto…-Señor,¿noesunhombredelgado?-Sí.-¿Calvo?-Sí.-¿Conlamiradahuraña?-Creoquesí.-¿Inquieto,encorvado,conlaspiernastorcidas?-Enverdad,describíselretrato,trazoportrazo,delseñorBoxtel.-Señor, ¿el tulipán está en una vasija de mayólica azul y blanca, de flores

amarillasquerepresentanuncanastilloentrescarasdelavasija?-¡Ah!Encuantoaesoestoymenosseguro;mehefijadomásenelhombreque

enlavasija.-Señor, ése esmi tulipán, el queme han robado; señor, es bienmío; señor,

vengoareclamarloaquídelantedevos;avos.-¡Oh!¡Oh!-exclamóVanSystensmirandoaRosa-.¿Qué?¿Venísareclamar

aquíeltulipándelseñorBoxtel?¡VotoaDios!Soisunaatrevidacomadre.-Señor -suplicó Rosa un poco turbada por este apóstrofe-, yo no digo que

vengoareclamareltulipánnegrodelseñorBoxtel,digoquevengoareclamarelmío.

-¿Elvuestro?-Sí;elqueyoheplantado,elquehecriadoyomisma.-¡Puesbien!IdabuscaralseñorBoxtela lahospederíadelCisneBlanco,y

entendeos con él. En cuanto a mí, como el proceso me parece tan difícil dejuzgar como el que llevaron ante el reySalomón, y no tengo la pretensión deposeer su sabiduría, me contentaré con redactar mi informe, con constatar laexistencia del tulipán negro y con conceder los cien mil florines a sudescubridor.Adiós,hijamía.-¡Oh!¡Señor!¡Señor!-insistióRosa.-Sólo que, hija mía -continuó Van Systens-, como sois bonita, como sois

joven, comono estáis todavía pervertida, recibidmi consejo: Sed prudente eneste asunto, porque nosotros tenemos un tribunal y una prisión en Haarlem;además, somos extremadamente puntillosos con el honor de los tulipanes. Id,hijamía,id.IsaacBoxtel,hospederíadelCisneBlanco.Ypocodespués,VanSystens,volviendoacogersubellapluma,continuósu

interrumpidoinforme.

26CapítuloUnmiembrodelasociedadhortícola

Desatinada, Rosa, casi loca de alegría y de temor ante la idea de que habíahallado el tulipán negro, tomó el camino de la hospedería del Cisne Blanco,seguida siempre por su barquero, robusto muchacho de Frisia, capaz deenfrentarseporsísoloadiezBoxtels.Durante el camino, el barquero había sido puesto al corriente, y no

retrocederíaantelalucha,enelsupuestodequelaluchaseempeñara;sóloque,llegadoesecaso,teníalaordendeocuparsedeltulipán.Peroal llegar a laGrote-Markt,Rosa sedetuvode repente;unpensamiento

súbitoacababadesobrecogerla,aligualqueaaquellaMinervadeHomero,queagarraba a Aquiles por los cabellos en el momento en que la cólera iba allevárselo.«¡Diosmío!-murmuró-.¡Hecometidounafaltaenorme,talvezhayaperdido

a Cornelius, al tulipán y a mí misma! He dado la alarma, he despertadosospechas.Yonosoymásqueunamujer,esoshombrespuedencoaligarsecontramí, y entonces estoy perdida. ¡Oh! ¡Que yo me pierda, no sería nada, peroCornelius,eltulipán…!»Meditóunmomento.«SivoyacasadeeseBoxtelynoleconozco,sieseBoxtelnoesJacob,sies

otroaficionadoquetambiénhadescubiertoeltulipánnegro,obien,simitulipánhasidorobadoporpersonadelaquesospecho,ohapasadoyaaotrasmanos,sinoreconozcoalhombresinosolamenteamitulipán,¿cómoprobarquelafloresmía?«Porotrolado,sireconozcoaeseBoxtelcomoelfalsoJacob,¿quiénsabelo

que sucederá? Mientras ambos discutimos, ¡el tulipán negro morirá! ¡Oh!¡Inspiradme,Virgensanta!Setratadelporvenirdemivida,setratadeunpobreprisioneroquetalvezexpireenestemomento.»Hechoesteruego,RosaesperópiadosamentelainspiraciónquepedíaalCielo.Mientrastanto,ungranalborotoreinabaenelextremodelaGrote-Markt.La

gentecorría,laspuertasseabrían;solamenteRosapermanecíainsensibleatodoaquelmovimientodelapoblación.

-Espreciso-murmuró-regresaralacasadelpresidente.-Regresemos-aprobóelbarquero.TomaronlapequeñacalledelaPaillequeconducíadirectamentealamorada

de Van Systens, el cual, con su más bella escritura y con su mejor pluma,continuabatrabajandoensuinforme.Portodaspartes,asupaso,Rosanooíahablarmásquedeltulipánnegroydel

premiodecienmilflorines:lanoticiacorríayaporlaciudad.Rosaapenas tuvo trabajoparapenetrardenuevoen lacasadeVanSystens,

quien se sintió emocionado, como la primera vez, ante lamágica palabra deltulipánnegro.PerocuandoreconocióaRosa,alaqueconsiderabainmentecomounaloca,o

peorqueesto,leinvadiólacólerayquisodespedirla.PeroRosajuntólasmanos,yconeseacentodehonradaverdadquepenetraen

loscorazones,suplicó:-Señor,¡ennombredelCielo!Nomerechacéis;escuchad,porelcontrario,lo

quevoyadeciros,ysivosnopodéishacermejusticia,porlomenosnopodréisreprocharosundía,frenteaDios,elhabersidocómplicedeunamalaacción.VanSystenspataleabadeimpaciencia;aquellaeralasegundavezqueRosale

molestabaenmediodeunaredacciónenlacualponíasudobleamorpropiodeburgomaestreydepresidentedelaSociedadHortícola.-¡Peromiinforme!-exclamó-.¡Miinformesobreeltulipánnegro!-Señor-continuóRosaconlafirmezadela inocenciaydelaverdad-,señor,

vuestro informe sobre el tulipán negro descansará, si no me escucháis, sobrehechoscriminalesosobrehechosfalsos.Oslosuplico,señor,hacedveniraquí,delante de vos y antemí, a ese señor Boxtel, del que yo afirmo esMynheerJacob, y juro a Dios dejarle la propiedad de su tulipán si no reconozco ni altulipánniasupropietario.-¡Pardiez!Labellaseanticipa-dijoVonSystens.-¿Quéqueréisdecir?-¿Ospuedopreguntarquéprobaráestocuandovosloshayáisreconocido?-Pero, en fin -dijo Rosa desesperada-, vos sois un hombre honrado, señor.

¡Puesbien!Nosolamentevaisadarunpremioaunhombreporunaobraquenoharealizado,sinoporunaobrarobada.TalvezelacentodeRosaprodujounaciertaconvicciónenelcorazóndeVan

Systens,eibaéstearespondermásdulcementealapobrechica,cuandosedejóoírungrantumultoenlacalle,queparecíapuraysimplementeserunaumentodel alboroto queRosa ya había oído, sin concederle importancia, en laGrote-Markt,yquenohabíapodidodespertarladesufervienteplegaria.Unas estrepitosas aclamaciones sacudieron la casa. Van Systens prestó

atención a esas exclamaciones que para Rosa no habían sido más que unalborotoprimeramente,yahoranoeranmásqueunruidoordinario.-¿Quéesesto?-exclamóelburgomaestre-.¿Quéesesto?¿Seráposibleloque

heoído?Nopuedodarcréditoamisoídos.Yseprecipitóhaciasuantecámara,sinpreocuparsemásdeRosa,alaquedejó

en su despacho. Apenas llegado a su antecámara, Van Systens lanzó un grangritoalpercibirelespectáculodesuescalerainvadidahastaelvestíbulo.Acompañado,omásbienseguidopor lamultitud,unhombre joven,vestido

simplementeconuntrajedeterciopelovioletabordadoenplata,subíaconnoblelentitudlosescalonesdepiedra,brillantesdeblancuraydelimpieza.Detrásdeélmarchabandosoficiales,unodemarinayotrodecaballería.Van Systens, abriéndose paso en medio de sus criados asustados, vino a

inclinarse,aprosternarsecasidelantedelreciénllegadoquecausabatodoaquelalboroto.-¡Monseñor!-exclamó-.Monseñor,VuestraAltezaenmicasa.Gloriosohonor

parasiempreparamihumildemansión.-QueridoseñorVanSystens-dijoGuillermodeOrangeconunaserenidadque,

enél,reemplazabaalasonrisa-,yosoyunverdaderoholandés,megustaelagua,lacervezaylasflores,avecesinclusoesequesoquetantoestimanlosfranceses;entrelasflores,laqueyoprefieroes,naturalmente,eltulipán.HeoídodecirenLeidenquelaciudaddeHaarlemposeía,porfin,eltulipánnegroy,despuésdehabermeaseguradoquelanoticiaeraverdadera,aunqueincreíble,vengoapedirconfirmaciónalpresidentedelaSociedadHortícola.-¡Oh!Monseñor,monseñor-contestóVanSystensarrebatado-,quégloriapara

laSociedadsisustrabajosagradanaVuestraAlteza.-¿Tenéislafloraquí?-preguntóelpríncipe,quesindudasearrepentíayade

haberhabladotanto.-Pordesgracia,no,monseñor,nolatengoaquí.-¿Ydóndeestá?-Encasadesupropietario.-¿Quiénesesepropietario?-UnvalientetulipanerodeDordrecht.-¿DeDordrecht?-Sí.-¿Ysellama…?-Boxtel.-¿Sealoja…?-EnelCisneBlanco,voya llamarlo,ysi,mientras tanto,VuestraAltezame

haceelhonordeentrarenelsalón,élseapresurará,sabiendoquemonseñorestá

aquí,atraereltulipánamonseñor.-Estábien,llamadlo.-Sí,VuestraAlteza,sóloque…-¿Qué?-¡Oh!Nadaimportante,monseñor.-Todoesimportanteenestemundo,señorVanSystens.-¡Puesbien,monseñor!Sehapresentadounadificultad.-¿Cuál?-Esetulipánestáyareivindicadoporlosusurpadores.Esverdadquevalecien

milflorines.-¿Deveras?-Sí,monseñor,porlosusurpadores,porlosfalsarios.-Esoesuncrimen,señorVanSystens.-Sí,VuestraAlteza.-¿Yvostenéislaspruebasdeesecrimen?-No,monseñor,laculpable…-¿Laculpable,señor…?-Quierodecirlaquereclamaeltulipán,monseñor,estáahí,enlahabitaciónde

allado.-¡Aquí!¿Quépensáisdeello,señorVanSystens?-Pienso,monseñor,queelcebodeloscienmilflorineslahabrátentado.-¿Yellareclamaeltulipán?-Sí,monseñor.-¿Yquéhapresentadoporsupartecomoprueba?-IbaainterrogarlacuandoVuestraAltezasepresentó.-Escuchémosla, señorVanSystens, escuchémosla; soy el primermagistrado

delpaís,oirélacausayharéjusticia.«Ya he encontrado ami rey Salomón» -se dijoVan Systens inclinándose y

mostrandoelcaminoalpríncipe.Ésteibaapasarpordelantedesuinterlocutorcuandosedetuvoderepente.-Pasadvosdelante-dijo-yllamadme«señor».Entraronenelgabinete.Rosaseguíaenelmismositio,apoyadaen laventanaymirandoa travésde

loscristaleshaciaeljardín.-¡Ah!¡Ah!Unafrisona-murmuróelpríncipealpercibirelcascodeoroylas

faldasrojasdelahermosaRosa.Ésta se volvió, pero apenas pudo ver al príncipe, que se sentó en el ángulo

másoscurodelapartamento.Todasuatención,comosecomprende,eraparaeseimportantepersonajeque

sellamabaVanSystens,ynoparaaquelhumildeextrañoqueseguíaalamodelacasa,yqueprobablementenorecibiríaeltratamientodeseñor.ElhumildeextrañocogióunlibrodelabibliotecaehizoseñasaVanSystens

paraquecomenzaraelinterrogatorio.VanSystens,siemprepor invitacióndel jovendel trajevioleta,sesentóasu

vez, y completamente feliz y orgulloso por la importancia que le habíanconcedido,empezó:-Hijamía,¿meprometéislaverdad,todalaverdadsobreestetulipán?-Oslaprometo.-¡Pues bien! Hablad sin miedo delante del señor; el señor es uno de los

miembrosdelaSociedadHortícola.-Señor-empezóRosa-,¿quéosdiríaquenooshayadichoya?-¿Entonces…?-Volveréalruegoqueoshedirigido.-¿Cuál…?-El de hacer venir aquí al señor Boxtel con su tulipán; si no lo reconozco

comoelmío,lodiréfrancamente;perosiloreconozco,loreclamaré.¿DeberéiranteSuAlteza,elmismoestatúder,conlaspruebasenlamano?-¿Tenéis,entonces,pruebas,bellaniña?-Dios,queconocemiderecho,melasproveerá.Van Systens cambió una mirada con el príncipe que, desde las primeras

palabrasdeRosa,parecíaintentarrecordaralgo,comosinofueralaprimeravezqueaquellavozllegabaasusoídos.UnoficialpartióparairabuscaraBoxtel.VanSystenscontinuóelinterrogatorio.-¿Y sobre qué -dijo- basáis la aserción de que vos sois la propietaria del

tulipánnegro?-Puessobreunacosamuysencilla,¿esquenosoyyoquienlohaplantadoy

cultivadoenmipropiahabitación?-Envuestrahabitación,y¿dóndequedavuestrahabitación?-EnLoevestein.-¿VossoisdeLoevestein?-Soylahijadelcarcelerodelafortaleza.Elpríncipehizounpequeñogestoquequeríadecir:«¡Ah!Esoes,ahorame

acuerdo.»Ymientrasparecíaleer,miróaRosaconmásatenciónqueantes.-¿Yvosamáislasflores?-continuóVanSystens.-Sí,señor.-Entonces¿soisunatécnicaflorista?

Rosavacilóuninstante,luegoconunacentosalidodelomásprofundodesucorazón,preguntó:-Señores,¿habloagentesdehonor?Elacentoeratanveraz,queVanSystensyelprínciperespondieronambosal

mismotiempoconunmovimientodecabezaafirmativo.-¡Puesbien,no!¡Yonosoyunatécnicaflorista,no!Yonosoymásqueuna

pobre hija del pueblo, una pobre aldeana de Frisia que, no hace tres mesestodavía,nosabíanileerniescribir.¡No!Eltulipánnegronohasidohalladopormí.-¿Yporquiénhasidohallado?-PorunpobreprisionerodeLoevestein.-¿PorunprisionerodeLoevestein?-inquirióelpríncipe.Alsonidodeestavoz,fueRosalaquesesobresaltóasuvez.-Por un prisionero de Estado, entonces -continuó el príncipe-, porque en

LoevesteinnohaymásqueprisionerosdeEstado.Ysepusoaleerdenuevo,oporlomenoshizocomosisepusieraaleer.-Sí-murmuróRosatemblando-,sí,porunprisionerodeEstado.VanSystenspalidecióaloírpronunciartamañaconfesióndelantedeuntestigo

semejante.-Continuad -ordenó fríamente Guillermo al presidente de la Sociedad

Hortícola.-¡Oh, señor! -exclamó Rosa dirigiéndose a éste a quien creía su verdadero

juez-.Esquevoyaacusarmemuyseriamente.-Enefecto-dijoVanSystens-,losprisionerosdeEstadodebenpermaneceren

secretoenLoevestein.-¡Pordesgracia,señor!-Y, después de lo que habéis dicho, parece que habéis aprovechado vuestra

posición como hija del carcelero y os habéis comunicado con él para cultivarunasflores.-Sí,señor-murmuróRosadesatinada-.Sí,meveoforzadaaconfesarlo,leveía

todoslosdías.-¡Desgraciada!-exclamóVanSystens.ElpríncipelevantólacabezaalobservarelespantodeRosaylapalidezdel

presidente.-Esto -anunció con su voz clara y firmemente acentuada- no compete a los

miembros de la Sociedad Hortícola. Están para juzgar al tulipán negro y noconocenlosdelitospolíticos.Continuad,muchacha,continuad.VanSystens, conuna elocuentemirada, le dio las gracias ennombrede los

tulipanesalnuevomiembrodelaSociedadHortícola.

Rosa, tranquilizada por esa especie de estímulo que le había dado eldesconocido, relató todo loquehabíaocurridodesdehacía tresmeses, todo loquehabíahecho,todoloquehabíasufrido.HablódeladurezadeGryphus,deladestrucción del primer bulbo, del dolor del prisionero, de las precaucionestomadas para que el segundo bulbo llegara a buen fin, de la paciencia delprisionero,desusangustiasdurantesuseparación;cómohabíaqueridomorirdehambre porque no recibía noticias de su tulipán; de la alegría que habíaexperimentadoensureunión,yfinalmentedeladesesperacióndeamboscuandovieron que el tulipán que acababa de florecer les había sido robado una horadespuésdesufloración.Todoestofuedichoconunacentodeverdadquedejóalpríncipeimpasible,

enaparienciapor lomenos,peroquenodejódeproducir su efecto sobreVanSystens.-Pero -intervino el príncipe- no hace mucho tiempo que conocéis a ese

prisionero.Rosa abrió sus grandes ojos y miró al desconocido, que se hundió en la

sombra,comosiquisierahuirdeesamirada.-¿Porquélodecís,señor?-preguntó.-Porque no hacemás que cuatromeses que el carcelero Gryphus y su hija

estánenLoevestein.-Esverdad,señor.-Y amenos que vos no hayáis solicitado el traslado de vuestro padre para

seguiraalgúnprisioneroquehayasidotransportadodeLaHayaaLoevestein…-¡Señor!-exclamóRosa,enrojeciendo.-Acabad-ordenóGuillermo.-Loconfieso,conocíalprisioneroenLaHaya.-¡Afortunadoprisionero!-comentósonriendoGuillermo.Enesemomento,eloficialquehabíasidoenviadoabuscaraBoxtelentróy

anuncióalpríncipequeaquelleseguíaconsutulipán.

27CapítuloEltercerbulbo

ApenassehabíaanunciadoelretornodeBoxtelcuandoésteentróenpersonaenel salón deVanSystens, seguido de dos hombres que llevaban en una caja elpreciosofardo,quefuedepositadosobreunamesa.Elpríncipe,prevenido, abandonóeldespacho,pasóal salón, lo admiróy se

calló,yregresósilenciosamenteparaocuparsulugarenelrincónoscurodondeélmismohabíacolocadosusillón.Rosa,palpitante,pálida,llenadeterror,esperabaaqueselainvitaraairaver

asuvez.OyólavozdeBoxtel.-Esél-exclamó.El príncipe le hizo señas para que fuese a mirar al salón por la puerta

entreabierta.-Esmitulipán-dijoRosa-,esél,loreconozco.¡Oh,mipobreCornelius!Ysedeshizoenlágrimas.El príncipe se levantó, dirigiéndose pausadamente hacia la puerta, donde

permanecióuninstanteenlaluz.La mirada de Rosa se detuvo en él. Más que nunca estaba segura de que

aquéllanoeralaprimeravezqueveíaaeseextraño.-Señor Boxtel -ordenó el príncipe-, entrad aquí. Boxtel acudió

apresuradamenteyseencontrófrenteafrenteconGuillermodeOrange.-¡SuAlteza!-exclamóretrocediendo.-¡SuAlteza!-repitióRosacompletamenteaturdida.Ante esta exclamación salida de su derecha, Boxtel se volvió y percibió a

Rosa.Asuvista,todoelcuerpodelenvidiososeestremeciócomoalcontactodeuna

piladeVolta.«¡Ah!-murmuróelpríncipehablandoconsigomismo-.Estáturbado.»PeroBoxtel,conunpoderosoesfuerzodesudominio,yasehabíarecobrado.-Señor Boxtel -dijo Guillermo-, parece que habéis hallado el secreto del

tulipánnegro.

-Sí,monseñor-respondióBoxtelconvozdondesedescubríaalgunaturbación.Esverdadqueesa turbaciónpodíaprovenirde laemociónqueel tulipanero

habíaexperimentadoalreconoceraGuillermo.-Pero-continuóelpríncipe-aquíhayunajovenquetambiénpretendehaberlo

hallado.Boxtelsonriódesdeñosamenteyseencogiódehombros.Guillermoseguíatodossusmovimientosconunanotableintensacuriosidad.-Asípues,¿reconocéisaestajoven?-preguntóelpríncipe.-No,monseñor.-Yvos,joven,¿conocéisalseñorBoxtel?-No,yonoconozcoalseñorBoxtel,peroconozcoalseñorJacob.-¿Quéqueréisdecir?-Quiero decir que en Loevestein, éste que se hace llamar Isaac Boxtel, se

hacíallamarJacob.-¿Quédecísaeso,señorBoxtel?-Digoqueestajovenmiente,monseñor.-¿NegáishaberestadonuncaenLoevestein?Boxtelvaciló;conlamiradafijaeimperiosamenteescrutadora,elpríncipele

impedíamentir.-No puedo negar haber estado en Loevestein, monseñor, pero niego haber

robadoeltulipán.-¡Vosmelohabéisrobado,ydemihabitación!-exclamóRosaindignada.-Loniego.-Escuchad,¿negáishabermeseguidoal jardín,eldíaenqueyopreparaba la

platabanda donde debía enterrarlo? ¿Negáis haberme seguido al jardín dondehiceademándeplantarlo?¿Negáishaberosprecipitadoaquellanoche,despuésdemisalida,sobreellugardondevosesperábaishallarelbulbo?¿Negáishaberregistrado la tierra con vuestras manos, aunque inútilmente, ¡gracias a Dios!,porqueaquellonoeramásqueunatrampaparareconocervuestrasintenciones?Decid,¿negáistodoeso?¿Osatrevéisanegarlo?Boxtel no juzgó oportuno responder a estas diversas interrogaciones. Pero,

dejandolapolémicaentabladaconRosayvolviéndosehaciaelpríncipe,dijo:-Haceveinteaños,monseñor,quecultivotulipanesenDordrecht,einclusohe

adquirido en este arte una cierta reputación: uno de mis híbridos lleva en elcatálogo un nombre ilustre. Lo dediqué al rey de Portugal. Ahora, he aquí laverdad.Estajovensabíaqueyohabíahalladoeltulipánnegro,ydeacuerdoconcierto amante que tenía en la fortaleza de Loevestein, esta joven concibió elproyectodearruinarmeapropiándosedelpremiodecienmilflorinesqueganaré,espero,graciasavuestrajusticia.

-¡Oh!-exclamóRosaarrebatadadecólera.-¡Silencio!-ordenóelpríncipe.Luego,volviéndosehaciaBoxtel:-¿Y quién es -preguntó- ese prisionero que vos decís ser el amante de esta

joven?Rosaparecióiradesmayarse,porqueelprisioneroestabarecomendadoporel

príncipecomoungranculpable.NadapodíasermásagradableaBoxtelqueestapregunta.-¿Quiéneseseprisionero?-repitióelestatúder.-Eseprisionero,monseñor,esunhombrecuyosolonombreprobaráaVuestra

Altezacuántafesepuedetenerensuveracidad.EseprisioneroesuncriminaldeEstadocondenadounavezamuerte.-¿Yquesellama…?Rosaocultólacabezaentresusdosmanosconungestodesesperado.-Cornelius van Baerle -anunció Boxtel-, y es el propio ahijado de aquel

bandidodeCorneilledeWitt.Elpríncipesesobresaltó.Sumiradacalmosalanzóunallamarada,yelfríode

lamuerteseextendiódenuevoporsurostroinmóvil.SedirigióaRosaylehizoconeldedounaseñalparaquesepararasusmanos

delacara.Rosaobedeció,comolohubierahechosinver,unamujersometidaaunpoder

magnético.-Fue,pues,paraseguiraesehombreporloquevinisteisapedirmeaLeidenel

trasladodevuestropadre.Rosabajólacabezaysedesplomóaplastadamurmurando:-Sí,monseñor.-Proseguid-ordenóelpríncipeaBoxtel.-No tengonadamás que decir -continuó éste-.VuestraAlteza lo sabe todo.

Sinembargo,noqueríadeciresto,paranohacerenrojeceraestamuchachaporsu ingratitud. Fui a Loevestein porquemis negociosme llamaron allí; entabléconocimientoconelviejoGryphusymeenamoréde suhija, a laquepedíenmatrimonio,ycomoyonoerarico,imprudentemente,leconfiémiesperanzadeganar cien mil florines. Y para justificar esta esperanza, le enseñé el tulipánnegro. Entonces, como su amante, para ocultar los complots que tramaba enDordrecht,afectabacultivartulipanes,ambosconcibieronmipérdida.Lavísperade la floraciónde laplanta, el tulipán fue robadodemi casapor esta jovenyllevadoa suhabitación,donde tuve la suertede recuperarloenelmomentoenque ella tenía la audacia de expedir unmensajero para anunciar a los señoresmiembrosde laSociedaddehorticulturaqueacababadehallar elgran tulipán

negro;peronosehadesconcertadoporesto.Sinduda,durantelaspocashorasquelohatenidoensuhabitación,lohabrámostradoaalgunaspersonasalasquellamará como testigos. Pero, afortunadamente, monseñor, ya estáis vosprevenidocontraestaintriganteysustestigos.-¡Oh! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡El infame! -gimió Rosa llena de lágrimas,

arrojándose a los pies del estatúder, el cual, aún creyéndola culpable, sentíapiedadporsuterribleangustia.-Habéis obrado mal, muchacha -dijo-, y vuestro amante será castigado por

haberosaconsejado.Porquevossoistanjovenytenéisunaspectotanhonesto,quierocreerqueelmalprovienedeélynodevos.-¡Monseñor!¡Monseñor!-exclamóRosa-.Corneliusnoesculpable.Guillermohizoungesto.-Noesculpableporhaberosaconsejado.Estoesloquequeréisdecir,¿verdad?-Quiero decir,monseñor; queCornelius es tan culpable del segundo crimen

queseleimputacomoloesdelprimero.-Del primero, ¿y sabéis cuál ha sido ese primer crimen? ¿Sabéis de qué ha

sido acusado y convicto? De haber ocultado, como cómplice de Corneille deWitt,lacorrespondenciadelgranpensionarioconelmarquésdeLouvois.-¡Pues bien, monseñor! Él ignoraba que fuera depositario de esa

correspondencia; lo ignoraba completamente. ¡Oh! ¡Dios mío! Me lo hubieradicho.¿Esqueesecorazóndediamantehabríapodidoocultarmeunsecreto?No,no,monseñor,oslorepito,aunquedebaincurrirenvuestracólera,Corneliusnoes más culpable del primer crimen que del segundo, y del segundo que delprimero.¡Oh!¡SivosconocieraisamiCornelius,monseñor!-¡UnDeWitt! -exclamóBoxtel-. ¡Ah!Monseñor no lo conocebien, yaque

unavezlehizolagraciadelavida.-Silencio-ordenóelpríncipe-.TodasesascosasdelEstado,yalohedicho,no

sondelacompetenciadelaSociedadHortícoladeHaarlem.Luego,frunciendoelentrecejo,añadió:-Encuantoaltulipán,estadtranquilo,señorBoxtel.Seharájusticia.Boxtelsaludó,conelcorazónllenodealegría,yrecibiólasfelicitacionesdel

presidente.-Yvos,muchacha-continuóGuillermodeOrange-,habéisestadoapuntode

cometeruncrimen.Nooscastigaré,peroelverdaderoculpablepagarápor losdos. Un hombre de su posición puede conspirar, traicionar incluso… pero nodeberobar.-¡Robar! -exclamó Rosa-. ¡Robar! ¡Él, Cornelius, oh! Monseñor, tened

cuidado;sioyeravuestraspalabrasmoriría,porquevuestraspalabraslomataríancon mayor seguridad de como lo habría hecho la espada del verdugo en la

Buytenhoff.Sihahabidounrobo,monseñor,oslojuro,esestehombrequienlohacometido.-Probadlo-dijofríamenteBoxtel.-¡Pues bien, sí! Con la ayuda de Dios lo probaré -replicó la frisona con

energía.Luego,volviéndosehaciaBoxtel:-¿Eltulipánesvuestro?-Sí.-¿Cuántosbulbostenía?Boxtelvacilóuninstante,perocomprendióquelajovennoharíaestapregunta

siúnicamenteexistieranlosdosbulbosconocidos.-Tres-contestó.-¿Quéhasidodeesosbulbos?-preguntóRosa.-¿Quequéhasidodeellos…?Unoabortó,elotrodioeltulipánnegro…-¿Yeltercero?-¿Eltercero?-Eltercero,¿dóndeestá?-Elterceroestáenmicasa-dijoBoxtelcompletamenteturbado.-¿Envuestracasa?¿Dónde,enLoevesteinoenDordrecht?-EnDordrecht-contestóBoxtel.-¡Mentís! -exclamóRosa-.Monseñor -añadióvolviéndosehaciaelpríncipe-,

os voy a contar la verdadera historia de esos tres bulbos. El primero fueaplastado pormi padre en la habitación del prisionero, y este hombre lo sabebien, porque esperaba apoderarse de él, y cuando vio fallida esta esperanza,estuvo a punto de pelearse con mi padre por haberlo impedido. El segundo,criadopormí,dioeltulipánnegro,yeltercero,elúltimo-lajovenlosacódesupecho-,elterceroestáaquí,enelmismopapelqueloenvolvíaconlosotrosdoscuando,enelmomentodesubiralpatíbulo,CorneliusvanBaerlemeentrególostres.Tomad,monseñor,tomad.Aquítenéiseltercerbulbo.YRosa,desplegandoelpapelqueloenvolvía,seloentregóalpríncipe,quelo

cogióensusmanosyloexaminó.-Pero,monseñor,estajovenpuedehaberlorobadocomohizoconeltulipán-

balbuceóBoxtel asustado por la atención con la que el príncipe examinaba elbulboysobretodoporaquellaconlaqueRosaleíaunaslíneastrazadassobreelpapelquesehabíaquedadoentresusmanos.De repente, los ojos de la joven se inflamaron, releyó jadeante este papel

misterioso,ylanzandoungritoselotendióalpríncipe:-¡Oh!Leed,monseñor-exclamó-.EnnombredelCielo,¡leed!Guillermopasóeltercerbulboalpresidente,cogióelpapelyleyó.

ApenasGuillermohubopasado losojos sobre aquella hoja, se tambaleó, sumano tembló como si estuviera dispuesta a dejar escapar el papel, y sus ojostomaronunatremendaexpresióndedolorydepiedad.Aquellahoja,queacababadeentregarleRosa,eralapáginadelaBibliaque

Corneille deWitt había enviado a Dordrecht, por Craeke, el mensajero de suhermano Jean, para rogar a Cornelius quemara la correspondencia del granpensionarioconLouvois.Estapetición,comoserecuerda,estabaconcebidaenestostérminos:

20deagostode1672

Queridoahijado:

Quemaeldepósitoqueloheconfiado,quémalosinmirarlo,sinabrirlo,afindequecontinúedesconocidoparati.Lossecretosdelgéneroqueéstecontienematanalosdepositarios.Quémalo,yhabrássalvadoaJeanyaCorneille.

Adiós,yquiéreme.

CORNEILLEDEWITT.

Estahojaeraa lavezlapruebadela inocenciadeVanBaerleysutítulodepropiedaddelosbulbosdeltulipán.Rosayelestatúderintercambiaronunasolamirada.LadeRosaqueríadecir:

«¡Yaveis!»Ladelestatúdersignificaba:«¡Silencioyespera!»Elpríncipeenjugóunagotadesudorfríoqueacababaderodardesufrentea

sumejilla.Doblólentamenteelpapel,dejandoquesumiradasehundieraconsupensamientoeneseabismosinfondoysinrecursoquesellamaarrepentimientoyvergüenzadelpasado.Enseguida,levantandodenuevolacabezaconesfuerzo:-Id,señorBoxtel-dijo-.Seharájusticia,yaosloheprometido.Luego,alpresidente:-Vos,miquerido señorVanSystens -añadió-, guardad aquí a esa joveny al

tulipán.Adiós.Todoelmundoseinclinó,yelpríncipesalió,agobiadobajoelruidoinmenso

delasaclamacionespopulares.Boxtel regresó al Cisne Blanco, bastante atormentado. Aquel papel, que

GuillermohabíarecibidodemanosdeRosa,quehabíaleído,dobladoymetidoensubolsillocontantocuidado,leinquietaba.Rosaseaproximóaltulipán,besandoreligiosamentelahoja,yseconfiópor

enteroaDiosmurmurando:-¡Diosmío!¿SabíaisVosconquéfinmibuenCorneliusmeenseñabaaleer?Sí,Dioslosabía,yaqueesÉlquiencastigayquienrecompensaaloshombres

segúnsusméritos.

28CapítuloLacancióndelasflores

Mientras ocurrían los acontecimientos que acabamosde referir, el desgraciadoVanBaerle,olvidadoenlaceldadelafortalezadeLoevestein,sufríaporpartedeGryphustodocuantounprisioneropuedesufrircuandosucarcelerohatomadoeldecididopartidodetransformarseenverdugo.Gryphus,alnorecibirnoticiasdeRosa,nideJacob,sepersuadiódequetodo

loquelesucedíaeraobradeldemonio,ydequeeldoctorCorneliusvanBaerleeraelenviadodeesedemoniosobrelatierra.Resultó de ello que una hermosa mañana -era el tercer día después de la

desaparicióndeJacobydeRosa-subióalaceldadeCorneliusmásfuriosoaúnquedecostumbre.Éste, acodado en la ventana, la cabeza recogida entre susmanos, lamirada

perdida en el horizonte brumoso donde los molinos de Dordrecht batían susaspas,aspirabaelairepara rechazar sus lágrimase impedirquesu filosofía seevaporara.Lospalomosseguíanallí,perolaesperanzayanoestabaporquelefaltabael

porvenir.¡Ay!Rosa,vigilada,yanopodríavenir.¿Podríani tansiquieraescribir,y si

escribía,podríahacerlellegarsuscartas?No.Habíavisto lavísperaylaantevísperademasiadofurorymalignidaden

losojosdelviejoGryphusparaquesuvigilanciasedescuidaraunmomento,yluego, además de la reclusión, además de la ausencia, ¿no iría a sufrir ellatormentos peores todavía? Ese bruto, ese mal bicho, ese borracho, ¿no sevengaríaalamaneradelospadresdelastragediasgriegas?Cuandolaginebraselesubieraalacabeza,¿nodaríaasubrazo,tanbienarregladoporCornelius,elvigordedosbrazosyungarrote?Estaidea,ladequeRosafueratalvezmaltratada,exasperabaaCornelius.Sentíaentoncessuinutilidad,suimpotencia,sunulidad.SepreguntabasiDios

era realmente justo al enviar tantos males a dos criaturas inocentes. Yciertamente,enesosmomentos,dudaba.Ladesgracianoproducecredulidad.VanBaerlesehabíaforjadoelproyectodeescribiraRosa.Pero¿dóndeestaba

Rosa?Había concebido la idea de escribir a La Haya para prevenir las nuevas

tormentas que sin duda Gryphus quería amontonar sobre su cabeza con unadenuncia.Mas¿conquéescribir?Gryphuslehabíaquitadoellápizyelpapel.Porotra

parte,aunquelostuviera,noseríaevidentementeGryphusquienseencargaríadesucarta.EntoncesCornelius pasaba y repasaba en sumente todas esas pobres tretas

empleadasporlosprisioneros.Habíapensado realmenteenunaevasión, cosaen la cualno soñabacuando

podía ver aRosa todos los días. Pero cuantomás pensaba en ello ahora,másimposible le parecía una evasión. Pertenecía a esas naturalezas escogidas quesienten horror por lo común y a las que les faltan amenudo todas las buenasocasionesdelavida,porculpadenohaberescogidoelcaminodelovulgar,esegrancaminodelasgentesmediocres,quelesconduceatodo.«¿Cómoseríaposible-sedecíaCornelius-,quepudieraescapardeLoevestein,

dedondeyahuyóel señorDeGrotius?Despuésde la evasióndeéste, ¿no sehabrá previsto todo? ¿No estaránguardadas las ventanas? ¿No son las puertasdoblesotriples?¿Noestánlospuestosdiezvecesmásvigilados?»«Y además de las ventanas guardadas, las puertas dobles, los puestos más

vigiladosquenunca,¿notengounargosinfalible?¿Unargostantomáspeligrosoporcuantoposeeojosdeodio,Gryphus?»«Finalmente, ¿no existe otra circunstancia queme paraliza?La ausencia de

Rosa.Aunque empleara diez años demi vida en fabricar una limapara serrarmisbarrotes,entrenzarcuerdasparadescenderdesdelaventana,oenpegarmeunas alas en los hombros para volar comoDédalo… ¡estoy en un período demalasuerte!Lalimaseembotará,lacuerdaseromperá,misalassefundiránalsol.Memataría.Merecogeráncojo,manco,lisiado.MeclasificaránenelmuseodeLaHaya,entreeljubónmanchadodesangredeGuillermoelTaciturno,ylasirenacapturadaenStavensen,ymiempresanoobtendráotroresultadoqueeldeprocurarmeelhonordeformarpartedelascuriosidadesdeHolanda.»«Perono,yestoserámejor,unbuendíaGryphusmeharáalgunaatrocidad.

Pierdo la paciencia desdequeperdí la alegría y la compañía deRosay, sobretodo,desdequeperdímistulipanes.NocabedudaqueundíauotroGryphusmeatacará de forma sensible a mi amor propio, a mi pasión o a mi seguridadpersonal. Siento, desde mi reclusión, un vigor extraño, arisco, insoportable.Tengo pruritos de lucha, apetitos de batalla, sed incomprensible de porrazos.¡Saltaríaalagargantadelviejobandido,yloestrangularía!»Cornelius,aesteúltimopensamiento,contrajolaboca,lamiradafija.

Revolvíaávidamenteensumenteunpensamientoquelesonreía.«Y,además-continuó-,unavezGryphusestrangulado,¿porquénocogerlelas

llaves?¿Porquénodescenderlaescaleracomosiacabaradecometerlaacciónmásvirtuosa?¿PorquénoexplicarleaRosalohechoalsaltarconelladesdesuventanaalWaal?»«Enverdad,sénadarbastantebienporlosdos.»«¡Rosa! Pero, Diosmío, Gryphus es su padre; ella no aprobará nunca, por

muchoafectoquesientahaciamí,elhaberestranguladoasupadre,porbrutalquesea,pormalvadoquehayasido.Seproduciráentoncesunadiscusión,unaexposicióndehechosdurante la cual llegará algún subjefeo algúnportallavesquehayaencontradoaGryphusjadeandotodavíaocompletamenteestrangulado,quemepondrálamanosobreelhombro.VolveréaverentonceslaBuytenhoffyelbrillodeaquellavillanaespada,queestaveznosedetendráensucaminoyestablecerácontactoconminuca.Nadadeeso,Cornelius,amigomío;¡esunmalprocedimiento!»«Peroentonces¿quéhacerycómoencontraraRosa?»TaleseranlasreflexionesdeCorneliustresdíasdespuésdelafunestaescena

de la separación entre Rosa y su padre, precisamente en el momento en quehemosmostradoallectoraCorneliusacodadoasuventana.FueenesemismoinstantecuandoentróGryphus.Sostenía en la mano un enorme garrote, sus ojos brillando con malvados

pensamientos, una espantosa sonrisa crispando sus labios, un sospechosotemblor agitando su cuerpo, en su taciturna persona todo respiraba maladisposición.Cornelius, abrumado como acabamos de ver por la necesidad de paciencia,

necesidad que el razonamiento había conducido hasta la convicción, le oyóentrar,adivinóqueeraél,peronosevolvió.Sabíaque,estavez,Rosanovendríadetrásdeél.Nadaesmásdesagradablea

lasgentesqueestánencolerizadasquelaindiferenciadeaquelloscontraquienessesienteesacólera.Hechoelgasto,nosepuededesperdiciar.Sehasubidoalacabeza,sehapuestolasangreenebullición.Novalelapena

siestaebulliciónnodalasatisfaccióndeunestallido.Todohonradobribónquehaafiladosumalgeniodeseaporlomenosproducir

unabuenaheridaaalguien.Asípues,viendoGryphusqueCorneliusnosemovía,empezóporinterpelarlo

conunvigoroso:-¡Hum!¡Hum!Cornelius engarzó entre sus dientes la canción de las flores, triste pero

encantadoracanción:

Somoslashijasdelfuegosecreto,delfuegoquecirculaenlasvenasdelatierra;somoslashijasdelaauroraydelrocío,somoslashijasdelaire,somoslashijasdelagua;perosomos,antesquenada,lashijasdelCielo.

Esta canción, cuyo aire tranquilo y dulce aumentaba la plácidamelancolía,exasperóaGryphus.Golpeóelpavimentoconsugarrotegritando:-¡Eh!Señorcantor,¿nomeoís?Corneliussevolvió.-Buenosdías-saludó.Yreemprendiósucanción.

Loshombresnosmancillanynosmatanalamarnos.Estehiloesnuestraraíz,esdecir,nuestravida.Peronoslevantamoslomásaltoquepodemosconnuestrosbrazostendidosalcielo.

-¡Ah!Brujomaldito,¡creoqueteburlasdemí!-gritóGryphus.Corneliuscontinuó:

EsqueelCieloesnuestrapatria,nuestraverdaderapatria,yaquedeélvienenuestraalma,yaqueaélretornanuestraalma,nuestraalma,esdecir,nuestroperfume.

Gryphusseacercóalprisionero.-Pero ¿no ves entonces que he encontrado elmejormedio para reducirte y

paraforzarteaconfesartuscrímenes?-¿Es que estáis loco, mi querido señor Gryphus? -preguntó Cornelius

volviéndose.Y, como al decir esto, viera el rostro alterado, los ojos brillantes, la boca

espumantedelviejocarcelero,exclamó:-¡Diablos!Estamosmásquelocos,segúnparece;¡estamosfuriosos!Gryphushizounmolineteconsugarrote.

-¡Ah, señorGryphus! -dijoVanBaerle sin alterarse, cruzándose de brazos-.Parecequemeamenazáis.-¡Oh,sí!¡Teamenazo!-gritóelcarcelero.-¿Yconqué?-Enprimerlugar,miraloquetengoenlamano.-Creoqueesungarrote -observóCorneliusconcalma-,e inclusoungrueso

garrote;peronomeimaginoqueseaconestoconloquemeamenazáis.-¡Ah!¡Noloimaginas!Y¿porqué?-Porquetodocarceleroquegolpeaaunprisioneroseexponeadoscastigos;el

primero, artículo IX del reglamento de Loevestein: «Será expulsado todocarcelero, inspector o portallaves que ponga la mano sobre un prisionero deEstado.»-La mano -exclamó Gryphus ebrio de cólera-, pero el garrote; ¡ah!, el

reglamentonohabladelgarrote.-El segundo —continuó Cornelius-, el segundo que no está inscrito en el

reglamentoperoquesehallaenelEvangelio,elsegundo,eséste:«Quiengolpeaconlaespada,moriráporlaespada.Quientocaconelgarrote,seráapaleadoconelgarrote.»Gryphus, cada vez más exasperado por el tono tranquilo y sentencioso de

Cornelius,blandiólaestaca;peroenelmomentoenquelalevantaba,Corneliusselanzósobreél,selaarrancódelasmanosyselapusobajosupropiobrazo.Gryphusaullabadecólera.-Vamos,vamos,buenhombre -dijoCornelius-,os exponéis aperdervuestra

plaza.-¡Ah,brujo!Tetratarédeotraforma-rugióGryphus.-Enbuenahora.-¿Vesquemimanoestávacía?-Sí,loveo,einclusoconsatisfacción.-Tú sabes que no lo está habitualmente cuando subo la escalera por las

mañanas.-¡Ah! Es verdad.Me traéis por costumbre la peor sopa o lamás lastimosa

comida que imaginarse pueda. Pero esto no es un castigo paramí; yo nomealimentomásquedepan,yelpan,cuantopeoresalogusto,Gryphus,mejorloesalmío.-¿Mejorloesaltuyo?-Sí.-¿Ylarazón?-¡Oh!Esmuysencilla.-Dila,pues.

-Debuenagana.Yoséquealdarmepanmalo,túcreeshacermesufrir.-Elhechoesquenotelodoyparaqueteseaagradable,¡ladrón!-¡Pues bien!Yo que soy brujo, como tú sabes, cambio tu panmalo en uno

excelente,quemedeleitamásquelospasteles,yentoncesdisfrutodeundobleplacer, el de comer a mi gusto primero, y luego el de hacerte enrabiarinfinitamente.Gryphusaullódecólera.-¡Ah!Confiesas,pues,queeresbrujo-exclamó.-Vayasilosoy.Nolodigodelantedelmundo,porqueellopodríaconducirme

alahogueracomoGodofredooUrbanoGrandier;perocuandosóloestamosvosyyo,noveoningúninconvenienteenconfesarlo.-Bueno, bueno, bueno -respondió Gryphus-, pero si un brujo obtiene pan

blancodelpannegro,¿nomuereelbrujodehambresinotienepanenabsoluto?-¡Eh!-exclamóCornelius.-Entonces,notetraerépanyveremosalcabodeochodías.Corneliuspalideció.-Yesto-continuóGryphus-apartirdehoymismo.Yaqueerestanbuenbrujo,

veamos,cambiaenpanlosmueblesdetuhabitación;encuantoamí,meganarétodoslosdíaslosdieciochosousquemedanparatualimentación.-¡Pero eso es un asesinato! -exclamó Cornelius, arrebatado por un primer

movimientodeterrorbiencomprensible,yqueleerainspiradoporesehorriblegénerodemuerte.-¡Bueno!-continuóGryphusmofándose-.Bueno,yaqueeresbrujo,vivirása

pesardetodo.Corneliusrecobrósuaspectoalegreyseencogiódehombros.-¿EsquenomehasvistohacerveniraquílospalomosdeDordrecht?-¿Ybien?-replicóGryphus.-¡Puesbien!Elpalomoproporcionaunhermosoasado;unhombrequecoma

unpalomotodoslosdíasnomorirádehambre,meparece.-¿Yelfuego?-preguntóGryphus.-¡Elfuego!Perotúsabesbienquehehechounpactoconeldiablo.¿Piensas

queeldiablodejaráquemefalteelfuegocuandoelfuegoessuelemento?-Unhombre,por fuerteque sea,nopodría comerunpalomo todos losdías.

Hanhabidoapuestassobreello,ylosapostadoreshanrenunciado.-¡Bueno! -dijoCornelius-.Cuandome canse de los palomos, haré subir los

pecesdelWaalydelMosa.Gryphusabrióunosgrandesojosasustados.-Megustabastante el pescado -continuóCornelius-.Túnuncame lo sirves.

¡Pues bien! Me aprovecharé de que quieres hacerme morir de hambre para

regalarmeconpescado.Gryphusestabaapuntodedesmayarsedecóleraeinclusodemiedo.-Entonces-dijo,rehaciéndoseymetiendolamanoensubolsillo-,yaqueme

fuerzasaello…-¡Ah!¡Uncuchillo!-exclamóCorneliusponiéndoseenguardia.

29CapítuloEndondeVanBaerle,antesdeabandonarLoevestein,arreglasuscuentasconGryphus

Ambospermanecieronquietosuninstante,Gryphusalaofensiva,VanBaerlealadefensiva.Luego, como la situación podía prolongarse indefinidamente, Cornelius se

interesóporlascausasdeesterecrudecimientoenlacóleradesuantagonista:-¡Ybien!-preguntó-.¿Quémásquierestodavía?-Voyadecirteloquequiero-respondióGryphus-.Quieroquemedevuelvasa

mihijaRosa.-¡Tuhija!-exclamóCornelius.-¡Sí, Rosa! Rosa a la que me has quitado con tu arte demoníaco. Vamos,

¿quieresdecirmedóndeestá?YlaactituddeGryphussehizocadavezmásamenazante.-¿RosanoestáenLoevestein?-seextrañóCornelius.-Túlosabesbien.Unavezmás,¿quieresdevolvermeaRosa?-Bueno-dijoCornelius-,éstaesunatrampaquemetiendes.-Porúltimavez,¿quieresdecirmedóndeestámihija?-¡Ah!Adivínalo,bribón,siesquenolosabes.-Espera,espera-gruñóGryphus,pálidoyconloslabiosagitadosporlalocura

quecomenzabaainvadirsucerebro-.¡Ah!¿Noquieresdecirnada?¡Puesbien!Voyadespegartelosdientesconestecuchillo.DiounpasohaciaCornelius,ymostrándoleelarmaquebrillabaensumano,

dijo:-¿Vesestecuchillo?Conélhematadomásdecincuentagallosnegros.Mataré

tambiénasuamo,eldiablo,comoloshematadoaellos,¡espera,espera!-Pero,miserable-exclamóCornelius-,¡estás,pues,decididoaasesinarme!-Quieroabrirteelcorazón,paraverdentroellugardondeocultasamihija.Ydiciendoestaspalabras,conlaofuscacióndelafiebre,Gryphusseprecipitó

sobreCornelius,queapenas tuvo tiempoparasaltardetrásde lamesaa findeevitarelprimergolpe.

Gryphusblandíasugrancuchilloprofiriendohorriblesamenazas.Corneliusprevióquesisehallabafueradelalcancedelamano,noloestaba

fueradelalcancedelarma,quelanzadaadistanciapodíaatravesarelespacio,yvenir ahundirseen supecho;noperdió,pues, el tiempo,yconelgarrotequehabía conservado cuidadosamente, asestó un vigoroso golpe sobre la muñecaquesosteníaelcuchillo.Elcuchillocayóatierra,yCorneliusapoyósupieencima.Luego,comoGryphusparecíadispuestoaentablarunaluchaalaqueeldolor

del garrotazo y la vergüenza de haber sido desarmado dos veces habríanconvertidoenimplacable,Corneliustomóunagrandecisión.Arrolló a golpes a su carcelero con una sangre fría de las más heroicas,

escogiendoellugardondecaíacadavezlaterribleestaca.Gryphusnotardóenpedirgracia.Pero antes de pedir gracia, había gritado, y mucho; sus gritos habían sido

oídos y habían puesto en conmoción a todos los empleados de la casa. Dosportallaves, un inspector y tres o cuatro guardias, aparecieron de repente ysorprendieronaCorneliusoperandoconelgarroteenlamano,elcuchillobajoelpie.Ante el aspecto de todos estos testimonios de la fechoría que acababa de

cometer, y cuyas circunstancias atenuantes, como se dice hoy en día, erandesconocidas,Corneliussesintióperdidosinremedio.Enefecto,todaslasaparienciassehallabanensucontra.En un santiamén,Cornelius fue desarmado, yGryphus, rodeado, levantado,

sostenido,pudocontar,rugiendodecólera,lasmagulladurasquehinchabansushombros y su espinazo, como otras tantas colinas salpicando la cima de unamontaña.Se levantó el atestado, inmediatamente, con las violencias ejercidas por el

prisionerosobresuguardián,yelatestado inspiradoporGryphusnopodíasertildado de tibio: se trataba nada menos que de una tentativa de asesinato,proyectado desde hacía tiempo y realizado contra el carcelero, conpremeditaciónporconsiguiente,yenabiertarebelión.MientrasseescribíacontraCornelius,losinformesdadosporGryphushacían

supresenciainútil,ylosportallaveslohabíandescendidoasuhabitaciónmolidoagolpesygimiendo.Durante ese tiempo, los guardias que se habían apoderado de Cornelius se

ocupaban en instruirlo caritativamente sobre los usos y costumbres deLoevestein,queélyaconocía,porlodemás,tanbiencomoellos,porlalecturaque lehabíanhechodel reglamentoenelmomentodesuentradaenprisión,yalgunos artículos de ese reglamento le habían entrado perfectamente en la

memoria.Lerelataron,además,cómosehabíaaplicadoestereglamentoconrespectoa

unprisionerollamadoMathias,elcual,en1668,esdecir,cincoañosantes,habíacometido un acto de rebeldía, por otra parte mucho más anodino que el queacababadepermitirseCornelius.Habíahalladoquesusopaestabademasiadocalienteyselahabíaarrojadoa

la cabeza del jefe de los guardianes, el cual, a continuación de esta ablución,habíatenidoladesgraciadelevantarseuntrozodepieldelrostroalenjugarse.Mathias,endocehoras,habíasidosacadodesucelda;luego,conducidoala

oficinadelaprisióndondehabíasidoinscritocomosalidodeLoevestein.Después, conducidoa la explanada,desdedonde lavista esmuyhermosay

alcanzaonceleguasdeextensión.Allí le habían atado las manos; luego, vendado los ojos, recitando tres

oraciones.Después le habían invitado a hacer una genuflexión, y las guardias de

Loevestein, en número de doce, a una señal del sargento, le habían alojadohábilmentecadaunounabalademosqueteenelcuerpo.AqueltalMathiashabíamuertoalinstante.Corneliusescuchóconlamayoratenciónestedesagradablerelato.Luego,habiéndoloescuchado,exclamó:-¡Ah!¡Ah!¿Endocehoras,decís?-Sí,laduodécimainclusonisiquierahabíasonadoaún,aloquecreo-dijoel

narradormuysatisfecho.-Gracias-repusoCornelius.Elguardianohabíaborradolagraciosasonrisaqueleservíadepuntuacióna

surelatocuandounpasosonoroseoyóenlaescalera.Unasespuelastintineabanenlosbordesgastadosdelosescalones.Losguardiasseapartaronparadejarpasoaunoficial.Éste entró en la celda de Cornelius en el momento en que el escribano de

Loevesteintodavíainstruíaelatestado.-¿Esaquíelnúmero11?-preguntó.-Sí,coronel-respondióunsuboficial.-Entonces¿eséstalaceldadelprisioneroCorneliusvanBaerle?-Precisamente,coronel.-¿Dóndeestáelprisionero?-Aquíestoy,señor-respondióCorneliuspalideciendounpoco,apesardetodo

suvalor.-¿Sois vos el señor Cornelius van Baerle? -preguntó el recién llegado,

dirigiéndoseestavezalmismoprisionero.

-Sí,señor.-Entonces,seguidme.-¡Oh! ¡Oh! -exclamó Cornelius, cuyo corazón se estremecía, preso de las

primeras angustiasde lamuerte-.Quédeprisava el trabajo en la fortalezadeLoevestein,¡yelbellacomehabíahabladodedocehoras!-¡Eh!¿Quéesloqueoshedicho?-observóelguardiahistoriadoraloídodel

paciente.-Unamentira.-¿Cómo?-Vosmehabíaisprometidodocehoras.-¡Ah,sí!PerooshanenviadounaayudadecampodeSuAlteza,inclusouno

desusmásíntimos,¡elseñorVanDeken!¡Cáspita!NolehicierontalhonoralpobreMathias.«Vamos,vamos-sedijoCornelius,hinchandosupechoconlamayorcantidad

de aire posible-, vamos, mostremos a esa gente que un burgués, ahijado deCorneilledeWitt,puede,sinponermalgesto,contenerbalasdemosquetecomoelllamadoMathias.»Y pasó orgullosamente por delante del escribano que, interrumpido en sus

funciones,seapresuróadeciraloficial:-Pero,coronelVanDeken,elatestadonosehaterminadotodavía.-Novalelapenaterminarlo-respondióeloficial.-¡Bueno! -replicó el escribano encerrando filosóficamente sus papeles y su

plumaenunacarteragastadaygrasienta.«Estaba escrito -pensó el pobreCornelius-, quenodaríaminombre en este

mundoniaunniño,niaunaflor,niaunlibro,esastresobligacionesdelasqueDios impone una por lo menos, según se asegura, a todo hombre un pocoorganizadoalquedignadejargozarsobrelatierradelapropiedaddeunalmaydelusufructodeuncuerpo.»Ysiguióaloficialconelánimoresueltoylacabezaalta.Cornelius contó los peldaños que conducían a la explanada, lamentando no

haber preguntado al guardián cuántos había; lo cual, en su oficiosacomplacencia,éstenohubieradejadodedecírselo.Loquemás lamentabael reoeneste trayecto,queconsiderabacomoelque

debía conducirle definitivamente al comienzo del gran viaje, era el ver aGryphusynopoderveraRosa.¡Quésatisfacción,enefecto,debíadebrillarenel rostro del padre! ¡Qué dolor en el rostro de la hija! Cómo iba a aplaudirGryphus este suplicio, venganza feroz de un acto eminentemente justo, al queCorneliusconsiderabahaberrealizadocomoundeber.PeroaRosa,lapobremuchacha,nolavería,¡ibaamorirsinhaberledadoel

últimobesooporlomenoselúltimoadiós!¡Iba amorir finalmente, sin tener ninguna noticia del gran tulipán negro, y

despertaría allá arriba, sin saber hacia qué lado debía volver los ojos paraencontrarlo!Enverdad,paranodeshacerseen lágrimasen semejantemomento, elpobre

tulipanero tenía más oes triplex alrededor del corazón de las que Horacioatribuyealnavegantequevisitaporprimeravezlosinfamesescolloscoralíferos.Corneliustuvoocasióndemiraraladerecha;Corneliustuvoocasióndemirar

a la izquierda,pero llegóa la explanada sinhaberpercibidoaRosa; sinhaberpercibidoaGryphus.Habíaenellocasiunacompensación.Cornelius llegó a la explanada, buscó valientemente con los ojos a sus

ejecutores, losguardias,yvio,enefecto,aunadocenadesoldados reunidosycharlando.Pero reunidos y charlando sin mosquetes, reunidos y charlando sin estar

alineados.Cuchicheando incluso entre ellos más bien que charlando, conducta que le

parecióaCorneliusindignadelagravedadquepresidedeordinariosemejantessucesos.De repente, Gryphus, cojeando, tambaleándose, apoyándose en unamuleta,

apareciófueradesuhabitación.Habíailuminadoparaunaúltimamiradatodoelfuegodesusviejosojosgrisesdegato.Entonces se puso a vomitar contra Cornelius tal torrente de abominables

imprecacionesqueCornelius,dirigiéndosealoficial,ledijo:-Señor, no creo que esté bien dejarme insultar así por este hombre, y sobre

todoensemejantemomento.-Escuchad,pues-replicóeloficialriendo-,esmuynaturalqueesevalienteos

guarderencor.¿Parecequelohabéismolidoagolpes?-Pero,señor,lohicedefendiendomicuerpo.-¡Bah! -exclamó el coronel imprimiendo a sus hombros un gesto

eminentementefilosófico-.Bah;dejadledecir.¿Quéosimportaalpresente?Un sudor frío cruzó por la frente de Cornelius ante esa respuesta, que

considerabacomounaironíaunpocobrutal,porparte,sobretodo,deunoficialqueselehabíadichoestabaagregadoalapersonadelpríncipe.El desgraciado comprendió que la cosa no tenía remedio, que no tenía ya

amigos,yseresignó.-Sea-murmuróbajandolacabeza-,cosaspeoresselehicieronaCristo,ypor

inocentequeyosea,nopuedocompararmeaÉl.Cristosehabríadejadogolpearporsucarceleroynolehubierapegado.

Luego, volviéndose hacia el oficial, que parecía esperar complaciente a queacabarasusreflexiones,preguntó:-Veamos,señor,¿adóndemelleváis?Eloficialleseñalóunacarrozaenganchadaacuatrocaballos,quelerecordó

muchoalacarrozaqueenparecidascircunstanciashabíayaheridosusmiradasenlaBuytenhoff.-Subid-ordenó.-¡Ah!-murmuróCornelius-.¡Parecequenosemeharánamíloshonoresdela

explanada!Pronunció estas palabras en voz bastante alta para que el historiador que

parecíaagregadoasupersonalasoyera.Éstecreyó,sinduda,queeradebersuyodarlenuevos informesaCornelius,

porque se acercó a la portezuela, ymientras el oficial, de pie sobre el estribodabaunasórdenes,ledijoporlobajo:-Hemos visto a condenados conducidos a su propia ciudad, y para que el

ejemplofueramáseficaz,sufrirallíelsupliciodelantedelapuertadesupropiacasa.Estodepende.Corneliushizoungestodeagradecimiento.«¡Pues bien! -se dijo-.Aquí hay, en buena hora, unmuchacho al que no le

faltanuncaelplacerdeunaconsolacióncuandosepresenta laocasión.Pormife,amigomío,osestoymuyobligado.¡Adiós!»Elcocheempezóarodar.-¡Ah! ¡Criminal! ¡Ah! ¡Bandido! -aulló Gryphus mostrando el puño a su

víctimaqueseleescapaba-.Ydecirquesevasindevolvermeamihija.«SimeconducenaDordrecht-murmuróCorneliusparasí-,veréalpasarpor

delantedemicasasimispobresplatabandashansidodestrozadas.»

30CapítuloEnelquesecomienzaaimaginarcuáleraelsuplicioreservadoaCorneliusVanBaerle

El coche rodó todo el día.DejóDordrecht a la izquierda, atravesóRótterdam,alcanzó Delft. A las cinco de la tarde había recorrido, por lo menos, veinteleguas.Corneliusdirigióalgunaspreguntasaloficialqueleservíaalavezdeguardia

y de compañero, pero, por circunspectas que fueran sus demandas, tuvo eldisgustodeverlassinrespuesta.Cornelius lamentó no tener a su lado a aquel guardia tan complaciente que

hablabasinhacérseloderogar.Sin duda, le hubiera proporcionado sobre los motivos de ésta, su extraña

terceraaventura,detallestangraciososyexplicacionestanprecisascomosobrelasdosprimeras.Pasaronlanocheenelcoche.Aldíasiguiente,alalba,Corneliussehallómás

alládeLeiden,teniendoalmardelNorteasuizquierdayalmardeHaarlemasuderecha.TreshorasdespuésentrabanenHaarlem.CorneliusnosabíaenabsolutoloquehabíaocurridoenHaarlem,ynosotros

le dejaremos en esta ignorancia hasta que sea sacado de ella por losacontecimientos.Pero no puede suceder lomismo con el lector, que tiene el derecho de ser

puestoalcorrientedelascosas,inclusoantesquenuestrohéroe.Hemos visto que Rosa y el tulipán, como dos hermanos o como dos

huérfanos,habíansidodejados,porelpríncipedeOrange,encasadelpresidenteVanSystens.Rosanorecibióningunanoticiadelestatúderantesdelatardedeldíaenque

lohabíavistodefrente.Hacialatarde,unoficialentróenlacasadeVanSystens:veníadepartedeSu

AltezaainvitaraRosaaquesellegaraalAyuntamiento.Allí, en la gran sala de las deliberaciones donde fue introducida, halló al

príncipe,queescribía.EstabasoloyteníaasuspiesungranlebreldeFrisiaquelemirabafijamente,comosielfielanimalquisieraintentarhacerloqueningúnhombrepodíahacer…leerenelpensamientodesuamo.Guillermo continuó escribiendo un instante todavía; luego, levantando la

miradayviendoaRosadepiecercadelapuerta:-Acercaos,señorita-dijosindejarloqueescribía.Rosadiounospasoshacialamesa.-Monseñor-saludódeteniéndose.-Estábien-contestóelpríncipe-.Sentaos.Rosa obedeció, porque el príncipe lamiraba. Pero apenas el príncipe hubo

vueltolosojossobreelpapel,seretiróavergonzada.Elpríncipeacabósucarta.Duranteesetiempo,ellebrelhabíaacudidoanteRosaylahabíaexaminadoy

acariciado.-¡Ah! ¡Ah! -exclamóGuillermo dirigiéndose a su perro-.Bien se ve que es

unacompatriota;lareconoces.Luego,volviéndosehaciaRosay fijandosobreella sumiradaescrutadoray

veladaalmismotiempo,dijo:-Veamos,hijamía…El príncipe tenía veintitrés años, Rosa dieciocho o veinte; habría hablado

mejordiciendomihermana.-Hijamía-repitióconeseacentoextrañamenteimponentequehelabaatodos

losqueseleacercaban-,estamossolos,charlemos.Notemáisyhabladconfiada.Todos losmiembrosdeRosaempezarona temblary, sinembargo,nohabía

másquebenevolenciaenlafisonomíadelpríncipe.-Monseñor…-balbuceó.-¿VostenéisunpadreenLoevestein?-Sí,monseñor.-¿Noleamáis?-Noleamo,porlomenos,monseñor,comounahijadeberíaamarasupadre.-Esmalonoamarasupadre,hijamía,peroesbuenonomentirasupríncipe.Rosabajólosojos.-¿Yporquérazónnoamáisavuestropadre?-Mipadreesmalo.-¿Ydequéformasemanifiestasumaldad?-Mipadremaltrataalosprisioneros.-¿Atodos?-Atodos.-Pero¿nolereprocháismaltrataraunoenparticular?

-MipadremaltrataparticularmentealseñorVanBaerle,que…-¿Queesvuestroamante?Rosaretrocedióunpaso.-Alqueyoamo,monseñor-respondióconorgullo.-¿Desdehacetiempo?-preguntóelpríncipe.-Desdeeldíaenquelevi.-¿Yvos,levisteis…?-Alamañanasiguientedeldíaenquefuerontanterriblementeejecutadosel

exgranpensionarioJeanysuhermanoCorneille.Los labios del príncipe se apretaron, su frente se plegó, sus párpados se

bajarondeformaqueocultaronuninstantesusojos.Alcabodeunmomentodesilencio,continuó:-Pero ¿de qué os sirve amar a un hombre destinado a vivir y a morir en

prisión?-Siviveymuereenprisión,monseñor,me serviráparaayudarle avivirya

morir.-¿Yvosaceptaríaisestaposicióndeserlamujerdeunprisionero?-Sería la más orgullosa y la más feliz de las criaturas humanas siendo la

esposadelseñorVanBaerle;pero…-Pero¿qué?-Nomeatrevoadecirlo,monseñor.Nomeatrevo.Perdonad.-Hayunanotadeesperanzaenvuestroacento;¿quéesperáis?LamuchachalevantósusbellosojossobreGuillermo,susojoslímpidosyde

unainteligencia tanpenetrantequefueronabuscar laclemenciadormidaenelfondodeesecorazónsumidoenunsueñoqueparecíaeldelamuerte.-¡Ah!Yacomprendo.Rosasonriójuntandosusmanos.-Confiáisenmí-dijoelpríncipe.-Sí,monseñor.-¡Hum!El príncipe selló la carta que acababa de escribir y llamó a uno de sus

oficiales.-SeñorVanDeken-ordenó-, llevadaLoevesteinestemensaje; tomaréisnota

delasórdenesquedoyalgobernador,yenloqueavosrespecta,ejecutadlas.Eloficial saludó, y pronto se oyó repicar bajo la bóveda sonora de la casa elvigorosogalopedeuncaballo.-Hijamía-prosiguiódespuéselpríncipe-,eldomingoeslafiestadeltulipán,y

eldomingoespasadomañana.Poneosmuybellaconlosquinientosflorinesquetengoaquí;porquedeseoqueesedíaseaunagranfiestaparavos.

-¿CómoquiereVuestraAltezaquemevista?-murmuróRosa.-Poneos el vestido de las esposas frisonas -dijoGuillermo-, os sentarámuy

bien.

31CapítuloHaarlem

Haarlem,dondeentramoshace tresdíasconRosaydondeacabamosdeentrarsiguiendo al prisionero, es una hermosa ciudad que se enorgullece con tododerechodeserunadelasmásumbríasdeHolanda.Mientrasotrasponentodosuamorpropioendestacarporsusarsenalesysus

fábricas, por sus almacenes y bazares, Haarlem cifraba toda su gloria enaventajaratodaslasciudadesdelosEstadosporsusbellosolmosfrondosos,porsusálamosesbeltos,y,sobretodo,porsuspaseossombreados,porencimadeloscualesformabanbóvedalaencina,eltiloyelcastaño.Haarlem, viendo que Leiden su vecina, yÁmsterdam su reina, tomaban, la

una,elcaminodeconvertirseenunaciudaddeciencia,ylaotraladeconvertirseen una ciudad de comercio,Haarlemhabía querido ser una ciudad agrícola o,másbien,hortícola.En efecto, bien cerrada, bien aireada, bien calentada al sol, ofrecía a los

jardineros garantías que cualquier otra ciudad, con sus vientos del mar o sussolesdeplano,nohabríansabidoproporcionarlas.Así pues, se había visto establecerse enHaarlem a todos aquellos espíritus

tranquilos que poseían el amor a la tierra y a sus bienes, como se había vistoestablecerse en Rótterdam y en Ámsterdam a todos los espíritus inquietos ymovidos,queposeíanlaaficiónalosviajesyalcomercio,comosehabíavistoestablecerseenLaHayaatodoslospolíticosmundanos.HemosdichoqueLeidenhabíasidolaconquistadelossabios.Haarlemadquirió,pues,elgustoporlascosasdulces:lamúsica,lapintura,los

vergeles,lospaseos,losbosquesylosjardines.Haarlemsevolviólocaporlasfloresy,entretodaslasflores,porlostulipanes.Haarlempropusopremiosenhonordelostulipanes,yllegamosasí,contoda

naturalidad,comoseveahablardelquelaciudadproponía,el15demayode1673, en honor del gran tulipán negro sin mancha y sin defecto, que debíaproporcionarcienmilflorinesasucultivador.HabiendomanifestadoHaarlemsuespecialidad,habiendoblasonadoHaarlem

de su gusto por las flores en general y por los tulipanes en particular, en un

tiempoenquetodosededicabaa laguerraya lassediciones,habiendotenidoHaarlemlainsignealegríadeverflorecerelidealdelostulipanes,Haarlem,lahermosaciudad llenadebosquesyde sol,de sombrayde luz,Haarlemhabíaquerido hacer de esta ceremonia de la inauguración del premio una fiesta queperduraseeternamenteenelrecuerdodeloshombres.YteníaaellotantomásderechoporcuantoHolandaeraelpaísdelasfiestas;

jamásnaturalezamásperezosadesplegómás ardor riente, cantante y danzanteque la de los buenos republicanos de las Siete Provincias con ocasión de lasdiversiones.Observad,porejemplo,loscuadrosdelosdosTeniers.Esverdadquelosperezososson,detodosloshombres,losmásresistentesal

cansancio,nocuandoseponenatrabajar,sinocuandosededicanconalegríaalplacer.Haarlemseentregaba,pues,aunatriplealegría,porqueteníaquecelebraruna

triplesolemnidad:habíasidodescubiertoeltulipánnegro,elpríncipeGuillermode Orange asistía a la ceremonia, como un verdadero holandés que era.Finalmente, constituía un honor para los Estados mostrar a los franceses, acontinuaciónde unaguerra tan desastrosa comohabía sido la de 1672, que elsuelodelarepúblicabátavaerasólidohastaelpuntodequesepodíadanzarenélconacompañamientodelcañóndelasflotas.La SociedadHortícola deHaarlem se habíamostrado digna de símisma al

otorgarcienmilflorinesporunacebolladetulipán.Laciudadnohabíaqueridoquedarseatrás,yhabíavotadounasumasemejante,quehabíasidoentregadaenmanosdesusnotablesparafestejaresepremionacional.Así pues, había en este domingo fijado para esta ceremonia, tal

apresuramiento del gentío, tal entusiasmo en los ciudadanos, que no se habríapodidoimpedir,inclusoconesasonrisasolapadadelosfranceses,eladmirarelcarácter de estos buenos holandeses, dispuestos a gastar su dinero tan prontoparaconstruirunnavíodestinadoacombatiralenemigo,esdecir,asostenerelhonor de la nación, como para recompensar la invención de una nueva flordestinadaalucirundía,ydestinadaadistraerduranteesedíaalasmujeres,alosniños,alossabiosyaloscuriosos.A la cabeza de los notables y del comité hortícola, brillaba el señor Van

Systens,ataviadoconsusmásricosropajes.El digno hombre había realizado grandes esfuerzos para parecerse a su flor

favoritaporlaeleganciasobriayseveradesusvestidos,yapresurémonosadecirparasumayorgloria,quelohabíaconseguidoplenamente.Negrodeazabache,terciopelo escabiosa[5], seda pensamiento, tal era, con la ropa de una blancuradeslumbrante,eltrajeceremonialdelpresidente,elcualcaminabaalacabezade

sucomité conunenorme ramosemejante alque llevaría, cientoveintiúnañosmástarde,elseñorDeRobespierre,enlafiestadelSerSupremo.Sóloque,elbravopresidente,enlugardeaquelcorazónhinchadodeodioyde

resentimientos ambiciososdel tribuno francés, llevaba en el pechouna flor nomenosinocentequelamásinocentedelasquesosteníaenlamano.Se veían detrás de ese comité,matizado como un césped, perfumado como

unaprimavera,loscuerpossabiosdelaciudad,losmagistrados,losmilitares,losnoblesylospalurdos.El pueblo, incluso con los señores republicanos de las Siete Provincias, no

manteníacategoríasenesteordendemarcha;hacíadevalladar.Ésteera,porlodemás,elmejordetodoslossitiosparaver…yparaestar.Ésteerael lugarde lasmultitudesqueesperan, filosofíade losEstados,que

lostrofeoshayandesfilado,parasaberloquehayquedecir,yalgunasvecesloquehayquehacer.Pero esta vez, no era cuestión, ni del triunfo dePompeyo, ni del triunfo de

César.Estavez,nosecelebrabaniladerrotadeMitríades,nilaconquistadelasGalias.Laprocesiónerasuavecomoelpasodeunrebañodecorderossobrelatierra,inofensivacomoelvuelodeunabandadadepájarosenelaire.Haarlemno teníaotros triunfadoresque sus jardineros.Adorando las flores,

Haarlemdivinizabaalflorista.Seveíaenelcentrodelcortejopacíficoyperfumado,eltulipánnegro,llevado

sobreunasangarillascubiertasde terciopeloblancocon franjasdeoro.Cuatrohombresportaban lasandasyseveían relevadosporotros,asícomoenRomaeran relevados losque llevabana lamadreCibeles, cuandoentróen la ciudadeterna,traídadelaEtruriaalsondelacharangayconlasadoracionessumisasdetodounpueblo.Esta exhibicióndel tulipáneraunhomenaje rendidopor todounpueblo sin

culturaysingusto,algustoya laculturade los jefescélebresypiadososquesabíanverterlasangresobreelpavimentofangosodelaBuytenhoff,sinqueporellodejarande inscribirmás tarde losnombresdesusvíctimassobre lapiedramáshermosadelpanteónholandés.Estaba convencido que el príncipe estatúder distribuiría, naturalmente, él

mismoelpremiodeloscienmilflorines,locualinteresabaatodoelmundoengeneral,yquepronunciaríatalvezundiscurso,loqueinteresabaenparticularasusamigosyasusenemigos.En efecto, en los discursos más indiferentes de los hombres políticos, los

amigos o los enemigos de esos hombres quieren ver siempre relucir en él, ycreensiemprepoderinterpretar,porconsiguiente,unrayodesuspensamientos.Como si el sombrero del hombre político no fuera una pantalla destinada a

interceptartodaluz.En fin, ese gran día tan esperado del 15 demayo de 1673 había llegado, y

Haarlementera,reforzadaporsusalrededores,estabaalineadaalolargodelosbellosárbolesdelbosqueconlaresoluciónbiendeterminadadenoaplaudirestaveznialosconquistadoresdelaguerra,nialosdelaciencia,sinosimplementea los de la Naturaleza, que acababan de forzar a esta inagotable madre alalumbramiento,hastaentoncescreídoimposible,deltulipánnegro.Pero nada se conserva menos entre los pueblos que esta resolución de no

aplaudirmásqueatalocualcosa.Cuandounaciudadestáentrancedeaplaudir,escomocuandosehallaentrancedesilbar:nosesabenuncadóndesedetendrá.Aplaudió, pues, primero a Van Systens y a su ramo, aplaudió a sus

corporaciones, se aplaudió ella misma; y en fin, con toda justicia esta vez,confesémoslo, aplaudió las excelentes melodías que los músicos de la ciudadprodigabanencadaalto.Todos losojosbuscaban cercade la heroínade la fiesta, que era la flor del

tulipánnegro,alhéroedelafiestaque,naturalmente,eraelautordeestetulipán.Esehéroe,apareciendoacontinuacióndeldiscursoquehemosvistoelaborar

con tanto cuidado al bueno de Van Systens, ese héroe hubiera producidociertamentemásefectoqueelmismoestatúder.Mas, para nosotros, el interés de la jornada no estaba ni en ese venerable

discurso de nuestro amigo Van Systens, por elocuente que fuera, ni en losjóvenes aristócratas endomingados quemascaban sus gruesas tortas, ni en lospobrecitosplebeyos,mediodesnudos,queroíananguilasahumadas,semejantesabastonesdevainilla.El interésnoresidía tampocoenesasbellasholandesas,detezrosaysenoblanco,nienlosMynheergrasientosyrechonchosquenuncahabíanabandonadosuscasas,nienlosdelgadosyjóvenesviajerosqueveníandeCeilánodeJava,nienelpopulachoalteradoquetragaba,aguisaderefresco,pepino confitado en salmuera.No, para nosotros, el interés de la situación, elinteréspoderoso,elinterésdramáticonoestabaahí.Elinterésresidíaenunafiguraradianteyanimadaquecaminabaenmediode

losmiembrosdelcomitéhortícola,elinterésestabaenesepersonajefloridoenlacintura, peinado, alisado, vestido todode escarlata, color quehacía resaltar supelonegroysutezamarilla.Esetriunfadorradiante,excitado,esehéroedeldíadestinadoalinsignehonor

dehacerolvidareldiscursodeVanSystensylapresenciadelestatúder,eraIsaacBoxtel, que veíamarchar delante de él, a su derecha, sobre un almohadón deterciopelo, el tulipán negro, su pretendido hijo, y a su izquierda, en una granbolsa, loscienmilflorinesenhermosasmonedasdeororeluciente,brillante,yque se veía obligado a bizquear hacia fuera para no perderlos un instante de

vista.Decuandoencuando,Boxtelapresurabaelpasoparairafrotarsucodoconel

deVanSystens.Boxtel tomaba así un poco de su valor, para darse valor a símismo, como

robóaRosasutulipán,paraconseguirsugloriaysufortuna.Todavíauncuartodehoradeesperayelpríncipellegaría,elcortejoharíaalto

enlaúltimaestación,eltulipánsecolocaríaensutrono,elpríncipe,quecederíaelpasoasurivalen laadoraciónpública,cogeríaunavitela[6]magníficamentecoloreadasobrelaqueestaríaescritoelnombredelautor,yproclamaríaconvozalta e inteligible que había sido descubierta una maravilla; que Holanda, porintermediodeél,Boxtel,habíaforzadoalaNaturalezaaproducirunaflornegra,yqueesaflorsellamaríadesdeentoncesenadelanteTulipanigraBoxtellea.Decuandoencuando,sinembargo,Boxtelseparabaporunmomentolosojos

del tulipán y de la bolsa y miraba tímidamente al gentío, porque temía porencimadetodopercibirenesegentíolapálidafiguradelabellafrisona.Seríaunespectro,comosecomprende,queturbaríasufiesta,nimásnimenos

comoelespectrodeBanquoturbóelfestíndeMacbeth.Y,apresurémonosadecirlo,esemiserablequehabíafranqueadounmuroque

no era sumuro, que había escalado una ventana para entrar en la casa de suvecino, que, con una falsa llave, había violado la habitación de Rosa, esehombre,quehabía robado finalmente lagloriadeunhombrey ladotedeunamujer,esehombrenoseconsiderabaunladrón.Habíaveladotantoaestetulipán,lohabíaseguidotanardientementedelcajón

delsecaderodeCorneliushastaelpatíbulodelaBuytenhoff,delpatíbulodelaBuytenhoff a la prisión de la fortaleza de Loevestein, lo había visto tan biennacer y crecer sobre la ventana de Rosa, había calentado tantas veces el airealrededordeélconsualiento,quenadiemásqueéleraelautor;cualquieraqueenestemomentolequitaraeltulipánnegro,selorobaría.PeronovioaRosa.ResultóasíquelaalegríadeBoxtelnofueturbada.El cortejo se detuvo en el centro de una glorieta cuyos árboles magníficos

estabandecoradosconguirnaldaseinscripciones;elcortejosedetuvoalsondeuna música brillante, y las jóvenes de Haarlem aparecieron para escoltar altulipán hasta el trono elevado que debía ocupar sobre el estrado, al lado delsillóndeorodeSuAltezaelestatúder.Y el tulipán orgulloso, alzado sobre su pedestal, dominó enseguida la

asamblea,quebatiópalmasahizoresonarlosecosdeHaarlemconuninmensoaplauso.

32CapítuloElúltimoruego

Eneste solemnemomentoy cuando sedejabanoír esos aplausos, una carrozadiscurríaporlarutaquebordeabaelbosque,rodandolentamenteacausadelosniñosempujadosfueradelaavenidadelosárbolesporlasprisasdeloshombresydelasmujeres.Esta carroza, polvorienta, fatigados los caballos, chirriando sobre sus ejes,

encerraba al desgraciado Van Baerle, a quien, por la portezuela abierta,comenzaba a ofrecérsele el espectáculo que, muy imperfectamente sin duda,hemosintentadoponerbajolosojosdenuestroslectores.Estamuchedumbre,eseruido,esereflejodetodoslosesplendoreshumanosy

naturales, deslumbraba al prisionero como un rayo que hubiera entrado en sucalabozo.A pesar del poco interés que había puesto su compañero en responderle,

cuando le había interrogado sobre su propia suerte, se aventuró a interrogarleunaúltimavezsobrequésignificabaaquelbullicio,queenunprincipiodebíaypodíacreerleeratotalmenteextraño.-Osloruego,¿quéestodoesto,señorcoronel?-preguntóaloficialencargado

deescoltarle.-Comopodéisver,señor-replicóaquél-,setratadeunafiesta.-¡Ah!¡Unafiesta!-exclamóCorneliusconesetonolúgubrementeindiferente

de un hombre que no disfruta de ninguna alegría en este mundo desde hacemuchotiempo.Después, tras un instante de silencio y cuando el coche había rodado unas

pocosmetrosmás,preguntó:-¿LafiestapatronaldeHaarlem?Porqueveomuchasflores.-Es, en efecto, una fiesta en la que las flores representan el papel principal,

señor.-¡Oh!¡Losdulcesaromas!¡Losbelloscolores!-exclamóCornelius.-Deteneos,queel señor lovea -ordenóeloficial,conunodeesosgestosde

dulce piedad que son propios sólo de los militares, al soldado encargado delpostillón.

-¡Oh! Gracias, señor, por vuestra cortesía -replicó melancólicamente VanBaerle-. Pero esto constituye para mí una alegría más dolorosa que para losotros:ahorrádmela,osloruego.-Como queráis; continuemos entonces. He ordenado que nos detuviéramos,

porquepasáispor amadorde las flores, sobre todo, de aquellaspor lasque secelebrahoylafiesta.-¿Yporquéflorescelebranhoylafiesta,señor?-Porlostulipanes.-¡Porlostulipanes!-repitióVanBaerle-.¿Hoyeslafiestadelostulipanes?-Sí,señor;peroyaqueesteespectáculoosresultadesagradable,continuemos.Yeloficialsedispusoadarlaordendecontinuarelcamino.PeroCorneliusledetuvo,puesunadudadolorosaacababadecruzarsumente.-Señor -preguntó con voz temblorosa-, ¿será hoy acaso cuando se otorga el

premio?-Elpremiodeltulipánnegro;sí.LasmejillasdeCorneliussetiñerondepúrpura,untemblorcorrióportodosu

cuerpoyelsudorperlósufrente.Luego,pensandoque,ausentesély su tulipán, la fiestaabortaría sindudaa

faltadeunhombreydeunaflorquecoronar,dijo:-Por desgracia, todas estas bravas gentes serán tan desdichadas como yo,

porquenoveránestagransolemnidadalaquesonconvidados,oporlomenos,laveránincompleta.-¿Quéqueréisdecir,señor?-Quiero decir que nunca -contestó Cornelius reclinándose en el fondo del

coche-,exceptoporalguienaquienyoconozco,seráhalladoeltulipánnegro.-Entonces, señor -dijo el oficial-, ese alguien a quien vos conocéis lo ha

hallado;porqueesoesloquetodoHaarlemcontemplaenestemomento,laflorquevosconsideráiscomoinhallable.-¡Eltulipánnegro!-exclamóVanBaerleasomandolamitaddesucuerpopor

laportezuela-.¿Dónde?¿Dónde?-Alláabajo,sobreeltrono,¿loveis?-¡Loveo!-¡Vamos,señor!-dijoeloficial-.Ahorahayquepartir.-¡Oh!Porpiedad,porfavor,señor-rogóVanBaerle-.Nomellevéis.¡Dejadme

mirartodavía!¡Cómo,esoqueveoalláabajoeseltulipánnegro,biennegro…!¿Esposible?¡Oh,señor!¿Lohabéisvisto?Debedetenermanchas,debedeserimperfecto, tal vez esté teñido de negro solamente: ¡oh!, si yo estuviera allísabríadecíroslo,señor;dejadmebajar,dejádmeloverdecerca,osloruego.-¿Estáisloco,señor?

-Oslosuplico.-Pero¿olvidáisqueestáisprisionero?-Soyunprisionero,esverdad,perosoyunhombredehonor;ypormihonor,

señor,nomeescaparé,nointentaréhuir.¡Dejadmesolamentemirarlaflor!-Pero¿misórdenes,señor?Y el oficial hizo un nuevo movimiento para ordenar al soldado que

reemprendieraelcamino.Corneliusledetuvounavezmás.-¡Oh! Sed paciente, sed generoso, toda mi vida descansa en un gesto de

vuestra piedad. ¡Ay!Mi vida, señor, no será probablemente muy larga ahora.¡Ah!Vosno sabéis loqueyo sufro;vosno sabéis todo loquecombate enmicabezayenmicorazón;porqueenfin-continuóCorneliuscondesesperación-,sifueramitulipán,sifueraelquelehanrobadoaRosa,¡oh,señor!Comprendéisbien lo que es haber hallado el tulipán negro, haberlo visto un instante, haberreconocidoqueeraperfecto,queeraalavezunaobramaestradelarteydelaNaturalezayperderla,perderlaparasiempre.¡Oh!Esprecisoquevayaaverlo.Memataréisdespuéssiqueréis,peroloveré,loveré.-Callad, desdichado, y no os asoméis, porque aquí esta ya la escolta de Su

Altezaelestatúderquecruza lavuestra,ysielpríncipeobservaunescándalo,oyeunruido,éseseríavuestrofinyelmío.VanBaerle,todavíamásasustadoporsucompañeroqueporsímismo,volvió

aecharseenelasiento,peronopudomantenerseallínimediominuto,yapenasacababan de pasar los veinte primeros jinetes cuando se asomó de nuevo a laportezuela,gesticulandoysuplicandoalestatúder,precisamenteenelmomentoenqueéstepasabaporsulado.Guillermo,impasibleysencillo,comodecostumbre,sedirigíaalaplazapara

cumplirconsudeberdepresidente.Teníaenlamanosurollodevitelaque,enestajornadadefiesta,sehabíaconvertidoensubastóndemando.Viendoaesehombrequegesticulabaysuplicaba,reconociendotambiénquizá

al oficial que acompañaba a ese hombre, el príncipe estatúder dio la ordendedetenerse.En el mismo instante, sus caballos estremeciéndose bajo sus corvejones de

acero,hicieronaltoaseispasosdeVanBaerle,encajadoensucarroza.-¿Qué es esto? -preguntó el príncipe al oficial que, a la primera orden del

estatúder,habíasaltadodelcocheyseacercabarespetuosamenteaél.-Monseñor -contestó-, es el prisionero deEstado que, por vuestra orden, he

ido a buscar a Loevestein, y que os lo traía aHaarlem, comoVuestraAltezadeseaba.-¿Quéquiere?

-Pideconinsistenciaqueselepermitadetenerseuninstanteaquí.-Paravereltulipánnegro,monseñor-gritóVanBaerle,juntandolasmanos-y

luego,cuandolohayavisto,cuandosepaloquedebosaber,moriré,siespreciso,peroalmorirbendeciréaVuestraAltezamisericordiosa, intermediariaentre ladivinidadyyo;aVuestraAltezaquepermitiráquemiobrahayatenidounfinysuglorificación.Era,enefecto,uncuriosoespectáculoéstedelosdoshombres,cadaunoala

portezuela de su carroza, rodeados de sus guardias; el uno poderoso, el otromiserable; el uno dispuesto a subir a su trono, el otro creyéndose a punto desubiralpatíbulo.Guillermo había mirado fríamente a Cornelius y escuchado su vehemente

ruego.Entonces,dirigiéndosealoficial,dijo:-Esehombre¿eselprisionerorebeldequehaqueridomatarasucarceleroen

Loevestein?Cornelius lanzó un suspiro y bajó la cabeza. Su dulce y honrado rostro

enrojecióypalidecióalavez.Estaspalabrasdelpríncipeomnipotente,omnisciente,estainfalibilidaddivina

que,poralgúnmensajerosecretoeinvisiblealrestodeloshombres,conocíayasucrimen,leasegurabannosolamentelaseveridaddelcastigo,sinotambiénunanegativa.No intentó luchar,no intentódefenderseenabsoluto:ofrecióalpríncipeese

espectáculo lindante a una candorosa desesperación, muy inteligible y muyemocionanteparauncorazóntangrandeyparaunespíritutanampliocomoeldelquelocontemplaba.-Permitidalprisioneroquebaje-dijoelestatúder-yquevayaavereltulipán

negro,biendignodeservisto,porlomenos,unavez.-¡Oh!-exclamóCorneliusapuntodedesvanecersedealegríaytambaleándose

sobreelestribodelacarroza-.¡Oh,monseñor!Ysesofocó;ysinelbrazodeloficialqueleprestósuapoyo,hubierasidode

rodillas y con la frente en el polvo como el pobreCornelius hubiera dado lasgraciasaSuAlteza.Dadoestepermiso,elpríncipecontinuósucaminoporelbosque,enmediode

lasaclamacionesmásentusiastas.Llegó enseguida a su estrado, y el cañón tronó en las profundidades del

horizonte.

33CapítuloConclusión

VanBaerle, conducido por cuatro guardias que se abrían camino por entre elgentío, atravesó oblicuamente hacia el tulipán negro, al que devoraban susmiradascadavezmáspróximas.Lavioporfin,laflorúnicaquedebía,bajounascombinacionesdesconocidas

de calor, de frío, de sombra y de luz, aparecer un día para desaparecer parasiempre.Lavioaseispasos;saboreósusperfeccionesysusgracias;laviodetrásdelasjóvenesqueformabanunaguardiadehonoraestareinadelanoblezaydelapureza.Y, sinembargo,cuantomás seasegurabapor suspropiosojosde laperfeccióndelaflor,mássentíadesgarradosucorazón.Buscabaasualrededorpara formular una pregunta, una sola. Mas por todas partes veía rostrosdesconocidos; por todas partes la atención se dirigía hacia el trono en el queacababadesentarseelestatúder.Guillermo, que acaparaba toda la atención, -se levantó, paseó una tranquila

mirada sobre la muchedumbre enajenada, y su ojo agudo se detuvoalternativamenteenlastresextremidadesdeuntriánguloformadofrenteaélportresinteresesyportrespersonajesmuydistintos.En uno de los ángulos,Boxtel, temblando de impaciencia y devorando con

todasuatenciónalpríncipe,alosflorines,altulipánnegroyalaasamblea.En otro, con Cornelius jadeante, mudo, no teniendomirada, vida, corazón,

amor,másqueparaeltulipánnegro,suhijo.Por último, en el tercero, de pie sobre una tarima entre las vírgenes de

Haarlem,unabellafrisonavestidadefinalanarojabordadadeplataycubiertadeencajesquecaíanenoleadasdesdesucascodeoro.Rosa,enfin,queseapoyabadesfallecidayconlosojosanegados,enelbrazo

deunodelosoficialesdeGuillermo.El príncipe, entonces, viendo a todos sus auditores dispuestos, desenrolló

lentamentelavitelay,convoztranquila,clara,aunquedébil,perodelaquenoseperdíaniunasílabagraciasalsilencioreligiosoqueseabatióderepentesobreloscincuentamilespectadores,encadenósualientoasuslabios:-Sabéis -dijo- con qué fin habéis sido reunidos aquí. Se ha prometido un

premiodecienmilflorinesaquienhallaraeltulipánnegro.¡Eltulipánnegro!YestamaravilladeHolandaestáaquíexpuestaantevuestrosojos;eltulipánnegroha sido hallado y con todas las condiciones exigidas por el programa de laSociedadHortícoladeHaarlem.Lahistoriadesunacimientoyelnombredesuautorserán inscritosenel librodehonorde laciudad.Hacedaproximarsea lapersonaqueespropietariadeltulipánnegro.Y al pronunciar estas palabras, el príncipe, para juzgar el efecto que las

mismasproducirían,paseósuclaramiradasobrelostresángulosdeltriángulo.VioaBoxtelsaltardesugrada.VioaCorneliushacerunmovimientoinvoluntario.ViofinalmentealoficialencargadodevelarporRosa,conducirlaomásbien

empujarladelantedesutrono.Undoblegritopartióalavezdeladerechaydelaizquierdadelpríncipe.Boxtelfulminado,Corneliusdesatinado,habíangritado:¡Rosa!¡Rosa!-Estetulipánesrealmentevuestro,¿verdad,muchacha?-preguntóelpríncipe.-¡Sí, monseñor! -balbuceó Rosa, a la que un murmullo universal venía a

saludarlaensutiernabelleza.«¡Oh! -murmuró Cornelius-. Ellamentía, pues, cuando decía que le habían

robado esta flor. ¡Oh! ¡Por esto era por lo que había abandonado Loevestein!¡Olvidado,traicionadoporella,porellaaquiencreíamimejoramiga!»«¡Oh!-gimióBoxtelporsuparte-.Estoyperdido!»-Estetulipán-prosiguióelpríncipe-llevará,pues,elnombredesuinventor,y

será inscrito en el catálogo de las flores con el título de Tulipa nigra RosaBarloensis,acausadelnombredeVanBaerle,queserádeahoraenadelanteelnombredecasadadeestajoven.Yalmismotiempo,GuillermocogiólamanodeRosaylapusoenlamanode

unhombrequeacababadeabalanzarse,pálido,aturdido,anonadadodealegría,alpiedel trono, saludandoalternativamentea supríncipe,a sunoviayaDiosque,desdeelinfinitodelazurdelcielo,contemplabasonrienteelespectáculodedoscorazonesfelices.Almismo tiempo, también caía a los pies del presidente Van Systens, otro

hombre,heridoporunaemociónmuydiferente.Boxtel, aniquilado bajo las ruinas de sus esperanzas, acababa de perder el

sentido.Lolevantaron,reconocieronsupulsoysucorazón;estabamuerto.Este incidente no turbó gran cosa la fiesta, dado que ni el presidente ni el

príncipeparecieronpreocuparsemuchodeél.Cornelius retrocedió espantado: en su ladrón, en su falso Jacob, acababade

reconoceralverdaderoIsaacBoxtel,suvecino,delqueenlapurezadesualma,nohabíajamássospechadoniporunsoloinstanteunaaccióntanmalvada.

FueporlodemásunagransuerteparaBoxtelqueDioslehubieraenviadotanapuntoeseataquedeapoplejíafulminante,yaqueellole impidióverpormástiempocosastandolorosasparasuorgulloysuavaricia.Luego, al sonde las trompetas, laprocesión reemprendió lamarcha sinque

nadahubieracambiadoensuceremonial,sinoqueBoxtelestabamuertoyqueCorneliusyRosacaminabanladoaladoylamanodeunoenlamanodelaotra.CuandollegaronalAyuntamiento,elpríncipe,señalandoconeldedolabolsadeloscienmilflorinesdeoroaCornelius,dijo:-Nosesabeclaramentequiénhaganadoestedinero,sivosoRosa;porquesi

voshabéishalladoeltulipánnegro,ellalohacriadoyhechoflorecer;asípues,noofrecérseloaellacomodoteseríainjusto.Porotraparte,ésteeselregalodelaciudaddeHaarlemaltulipán.Cornelius esperaba para saber dónde quería ir a parar el príncipe. Éste

continuó:-Doy a Rosa cien mil florines, que bien se los ha ganado y que podrá

ofrecéroslosavos;sonelpreciodesuamor,desucorajeydesuhonestidad.Encuanto a vos, señor, gracias una vez más a Rosa, que ha traído la prueba devuestra inocencia -y diciendo estas palabras, el príncipe tendió a Cornelius lafamosahojadelaBibliasobrelaqueestabaescritalaCartadeCorneilledeWitt,y quehabía servidopara envolver el tercer bulbo-, en cuanto a vos, digo, noshemos dado cuenta de que fuisteis encarcelado por un crimen que no habíaiscometido.Con esto quiero deciros, no solamente que sois libre, sino, además,que los bienes de un hombre inocente no pueden ser confiscados. Vuestrosbienes os serán, pues, devueltos. Señor Van Baerle, vos sois el ahijado deCorneille deWitt y amigo de Jean. Permaneced digno del nombre que os haconfiadoelunoenlasfuentesdelbautismo,ydelaamistadqueelotrooshabíaprofesado.Conservadlatradicióndelosméritosdeambos,porqueesosseñoresDeWitt,mal juzgados,mal castigados, enunmomentode error popular, erandosgrandesciudadanosdelosqueHolandasesientehoyorgullosa.El príncipe, después de estas palabras que pronunció con voz emocionada,

contra su costumbre, dio sus dosmanos a besar a los futuros esposos, que searrodillaronasulado.Luego,lanzandounsuspiro,exclamó:-¡Ay!Vosotrossoisrealmentefelices,yaquealsoñarconlaverdaderagloria

deHolanday,sobre todo,consuverdaderadicha,nobuscáisconquistarlemásquenuevoscoloresdetulipanes.Ylanzandounamiradahaciaelhorizonte,pordondequedabaFrancia,como

sihubieravistonuevasnubesamontonarseporaquellado,subiódenuevoasucarrozaypartió.

Cornelius,por suparte, salió elmismodíaparaDordrecht conRosa,quien,pormedio de la viejaZug, a la que se expidió en calidad de embajador, hizoprevenirasupadredetodoloquehabíaocurrido.Los que, gracias a la exposición que hemos hecho, conocen el carácter del

viejo Gryphus, comprenderán que se reconcilió difícilmente con su yerno.Conservaba en su corazón los garrotazos recibidos, los había contado por lasmagulladuras;mostraban,decía,cuarentayuno;peroacabóporrendirse,paranosermenosgeneroso,decía,queSuAltezaelestatúder.Convertido en guardián de tulipanes, después de haber sido carcelero de

hombres,fueelmáscelosocarcelerodefloresquesehubieraencontradonuncaenFlandes.Así,habíaqueverlo,vigilandolasmariposaspeligrosas,matandolosratones campestres y espantando las abejas demasiado hambrientas. CuandosupolahistoriadeBoxtelyfuriosoporhabersidoengañadoporelfalsoJacob,se dedicó a demoler el observatorio elevado anteriormente por el envidiosodetrásdelsicomoro;porqueelrecintodeBoxtelvendidoensubasta,seincluyóenlasplatabandasdeCornelius,queaumentósuhaciendademodoquepudieradefendersedetodoslostelescopiosdeDordrecht.Rosa,cadavezmásbella,fueaprendiendocadavezmásyalcabodedosaños

dematrimonio, sabía leer y escribir tan bien, que pudo encargarse sola de laeducacióndedoshermososniños,quelehabíannacidoenlosmesesdemayode1674y1675,como los tulipanes,yque ledieronmuchomenos trabajoque lafamosafloralaquedebíaelhaberlostenido.Ynohayquedecirqueunoeraunmuchachoyelotrounachica,yqueelprimerorecibióelnombredeCornelius,ylasegunda,eldeRosa.Van Baerle permaneció fiel a Rosa como a sus tulipanes; toda su vida se

ocupóde la felicidaddesumujerydelcultivode las flores,cultivograciasalcual halló un gran número de variedades que están inscritas en el catálogoholandés. Los dos principales ornamentos de su salón estaban enmarcados enmarcosdeoro,yeranlasdoshojasdelaBibliadeCorneilledeWitt;sobreuna,como se recuerda, supadrino le había escritoquequemara la correspondenciadelmarquésdeLouvois.Sobrelaotra,habíalegadoaRosaelbulbodeltulipánnegro,acondiciónde

que con su dote de cien mil florines se casara con un guapo muchacho deveintiséisaveintiochoaños,alqueamarayquelaquisiera.Condición que había sido escrupulosamente cumplida, aunqueCornelius no

hubieramuertoyjustamenteporquenohabíamuerto.Finalmente, para combatir a los envidiosos del porvenir, a los que la

ProvidenciatalveznohubieratenidoelplacerdedesembarazarsedeelloscomolohabíahechoconMynheerIsaacBoxtel,escribióencimadesupuertaestafrase

queDeGrotiushabíagrabadoeldíadesuhuida,enelmurodesuprisión:Se ha sufrido muchas veces lo bastante para tener el derecho de no decir

jamás:soydemasiadofeliz.

[1]Monedadecobredecincocéntimos

[2]TítuloequivalenteaSeñorenholandés

[3]Ratonescampestres

[4]CiertacastadeperrosprocedentesdeMolosia,Epiro.

[5]Plantaherbáceacuyaraízseempleóantiguamenteenmedicina.

[6]Pieldevacaoternera,preparadaparapintarenella.

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