abordaje y manejo de las heridaspacientes con heridas crónicas es el diag-nóstico apropiado...

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Heridas Heridas ABORDAJE Y MANEJO DE LAS Dr. José Contreras Ruiz 7. Diagnóstico diferencial de las heridas 8. Desbridamiento 5

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HeridasHeridasABORDAJE Y MANEJO DE LAS

Dr. José Contreras Ruiz

7. Diagnóstico diferencial de las heridas8. Desbridamiento

5

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Dr. José Contreras Ruiz

7. Diagnóstico diferencial de las heridas8. Desbridamiento

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Abordaje y manejo de las heridas

ISBN de la edición original 978-607-443-339-5

ISBN edición completa 978-607-443-859-8ISBN fascículo 5 978-607-443-883-3

Copy right © 2013, Intersistemas, S.A. de C.V. Edición original.Copy right © 2019, Intersistemas, S.A. de C.V.

To dos los de re chos re ser va dos. Nin gu na par te pue de reproducirse, almacenarse en cualquier sis te ma de re cu pe ra ción, o trans mi ti rse en for ma al gu na y por nin gún me dio elec tró ni co o me cá ni co, in clu yen do fo to co pias, sin au to ri za ción escrita del edi tor.

Alejandro Bravo V.Dirección editorial

Nelly Ana Godoy RojasYanaí González NúñezCuidado de la edición

LDG. Edgar Romero EscobarDi se ño de por ta da

LDG Marcela Solís MendozaDiseño y diagramación de interiores

Im pre so en Mé xi co/Printed in Mexico

ADVERTENCIA

Debido a los rá pi dos avan ces en las cien cias mé di cas, el diag nós ti co, el tra ta mien to, el ti po de fár ma co, la do sis, etc., de ben ve ri fi car se en for ma in di vi dual. El (los) autor(es) y los editores no se responsabilizan de nin gún efec to ad ver so de ri va do de la apli ca ción de los con cep tos ver ti dos en es ta pu bli ca ción, la cual que da a cri te rio ex clu-si vo del lec tor.

Intersistemas, S.A. de C.V.Aguiar y Seijas 75Lomas de Chapultepec11000, Ciudad de MéxicoTel. (5255) 5520 [email protected] www.intersistemas.com.mx

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• Dr. José Contreras Ruiz

Jefe de la Sección de Clínica de Heridas y Estomas,

División de Dermatología, Hospital General Dr. Manuel Gea González. México.

Profesor de Pregrado y Posgrado, Manejo Avanzado de Heridas,

Escuelas de Medicina y Enfermería, Universidad Panamericana. México.

Ex Presidente, Ex Consejero y Miembro Fundador de la Asociación Mexicana para el Cuidado

Integral y Cicatrización de Heridas, A. C.

Investigador Nacional Nivel III. Sistema Nacional de Investigadores.

[1, 2, 3, 4, 6, 7, 8, 9, 10, 12, 14, 16, 17, 18, 19]

Los números entre corchetes refieren los capítulos de los colaboradores, escritos por ellos solos o en coautoría.

Editor

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CAPÍTULO 7 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS HERIDAS 7José Contreras Ruiz

OBJETIVOS 7

INTRODUCCIÓN 7

ABORDAJE GENERAL 7

DIAGNÓSTICOS DIFERENCIALES 9

CONCLUSIÓN 17

CAPÍTULO 8 DESBRIDAMIENTO 19José Contreras Ruiz

EL TEJIDO NECRÓTICO COMO OBSTÁCULO A LA CICATRIZACIÓN 19

EVALUACIÓN PREVIA AL DESBRIDAMIENTO 20

TIPOS DE DESBRIDAMIENTO 21

CONCLUSIÓN 26

Contenido

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Capítulo 7Diagnóstico diferencial de las heridasJosé Contreras Ruiz

OBJETIVOS

Al final del capítulo, el lector podrá:

• Ubicar en el algoritmo de la preparación

del lecho de la herida, el diagnóstico y

manejo de la causa.

• Listar los principales grupos de padeci-

mientos ulcerosos de la piel.

• Reconocer características de los tipos

más frecuentes de úlceras.

• Considerar los diversos diagnósticos dife-

renciales asociados a una úlcera de piel.

INTRODUCCIÓN

Un aspecto fundamental en el manejo de los

pacientes con heridas crónicas es el diag-

nóstico apropiado (véase la Figura 5.1).

En el cuidado interdisciplinario de las

heridas, una gran responsabilidad para el

médico es proveer al equipo de un diag-

nóstico preciso para poder abordar el trata-

miento de la causa. Esto no significa que la

enfermera debe desligarse del mismo pues

aunque la responsabilidad del diagnóstico

correcto no recae sobre ella, en muchas

ocasiones puede participar de la evalua-

ción y proponer diagnósticos diferenciales.

ABORDAJE GENERAL

Cuadro clínicoAl diagnosticar la causa de una herida es ne-

cesario conocer el cuadro clínico de los dis-

tintos tipos de lesiones ulcerosas que existen

para poder hacer un diagnóstico diferencial;

así que tras plantearse la pregunta: ¿qué es

lo que tiene el paciente?, se debe considerar

en seguida esta otra: ¿si no es eso, qué más

puede ser?

Para contestar la primera pregunta es ne-

cesario hacer una buena evaluación del caso

en cuestión a fin de identificar la causa más

probable de la herida. Como ya se mencionó,

el formato de abordaje de la historia clínica der-

matológica es bastante adecuado, puesto que

la mayoría de las úlceras se deben a alteracio-

nes en la piel.

En la clínica cutánea lo primero que se

debe hacer es observar la úlcera en cuestión

y analizar dos aspectos fundamentales: topo-

grafía y morfología(véase el Capítulo 6, Eva-

luación de las heridas); también tiene relevan-

cia el padecimiento actual del paciente.

Con todos estos componentes se pue-

de entonces formular un “diagnóstico pre-

suncional de trabajo”, el cual se debe com-

plementar con los estudios de laboratorio o

gabinete pertinentes orientados a lo que se

desea confirmar o descartar y, si el paciente

lo requiere, con una biopsia del borde de la

herida (Figura 7.1).

Estudios complementariosLos estudios complementarios sirven para

confirmar el diagnóstico y afinarlo, así

como para descartar otros padecimientos

similares.

En el manejo de los pacientes con heri-

das crónicas es común el abuso de dichos

estudios; existen clínicas donde de manera

inadecuada se toman cultivos a todos los

pacientes en cada visita o se les solicitan

laboratorios generales o perfiles completos

en la primera visita. Esta práctica encarece

mucho el procedimiento y en ocasiones más

que facilitar el diagnóstico, lo complica, pues

con frecuencia aparecen alteraciones que

no tienen nada que ver con el padecimiento

de la persona.

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CAPÍTULO 7

8

Por lo anterior, el especialista en manejo

de heridas debe realizar estudios orientados

a la clínica y al diagnóstico de trabajo. He-

cha esta aclaración, en seguida se describen

algunos de los estudios que se utilizan con

mayor frecuencia, y su indicación.

BIOPSIA DE PIELLa biopsia de piel es probablemente el estu-

dio más útil en la mayoría de las úlceras que

no están evolucionando de la forma espe-

rada. Mediante un sacabocados o un huso

de piel con bisturí, se extrae tejido para su

estudio. Existen dos variantes de la biopsia

de piel, según la información que se desea

obtener: para histología y para cultivo.

Biopsia para histología

Se indica cuando existe una úlcera que, a pe-

sar de recibir el manejo adecuado, no avanza

de la manera esperada. En general se reco-

mienda hacer luego de tres meses de utili-

zar la terapia designada. La forma para hacer

esta biopsia es del borde más significativo de

la herida; de preferencia se debe incluir la mi-

tad del lecho y la mitad de piel periulcerosa y

tomar por lo menos 5 mm de diámetro total.

Alavi A., et al., realizaron una excelente revi-

sión del tema.

Biopsia para cultivo

Se indica para hacer un estudio bacteriológi-

co de la herida a fin de poder aislar los orga-

nismos de la misma y sus sensibilidades (véa-

se el Capítulo 9, Infección). Por lo regular se

indica ante la sospecha de infección clínica o

cuando se desea conocer la susceptibilidad

antimicrobiana de las bacterias presentes en

la herida. Este tipo de biopsia se toma del

lecho de la herida en lugar del borde.

IMAGENOLOGÍALa imagenología comprende:

• Placas simples: de utilidad para localizar

cuerpos extraños radioopacos y para iden-

tificar focos de osteomielitis, artritis séptica,

lesiones óseas o gas en los tejidos.

• Ultrasonido: ayuda a encontrar abscesos

y colecciones; también se emplea para el

diagnóstico vascular.

• Tomografía computada: sumamente útil

para valorar los tejidos blandos y óseos.

Figura 7.1 Proceso mental a seguir para realizar el abordaje del paciente con úlcera. La evaluación adecuada, de donde se derive el cuadro clínico lo más preciso posible, es la base para el planteamiento de un diagnóstico de trabajo y de posibles diagnósticos diferenciales. Los estudios complementarios sirven para apoyar o descartar este diagnóstico y formular el plan de tratamiento. Si el paciente no responde, será necesario plantear si el cuadro clínico es el correcto y tomar, de entre los diagnósticos diferenciales, uno nuevo cuyo tratamiento conduzca al paciente al cierre de su herida.

Paciente ulcerado

Evaluación y cuadro clínico

Diagnóstico de trabajo

NO RESPONDE

Tratamiento

Nuevo diagnóstico de trabajo

Volver a interrogar y a explorar

Estudios complementarios Estudios

complementarios

Tratamiento

Diagnósticos diferenciales

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DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS HERIDAS

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• Resonancia magnética: se emplea bastante

para valorar osteomielitis, aunque reciente-

mente se está utilizando con mayor frecuen-

cia la tomografía por emisión de positrones.

• Imágenes de medicina nuclear: pueden

dar información sobre la circulación linfá-

tica y también se ocupan para diagnósti-

co de osteomielitis.

El uso de imagenología en la herida infec-

tada se aborda con mayor profundidad en el

Capítulo 9, Infección.

DIAGNÓSTICOS DIFERENCIALES

Al hacer el diagnóstico inicial, el médico

debe contemplar otros diagnósticos que

pudiesen considerarse en el futuro en caso

de no haber una respuesta adecuada del

paciente al tratamiento. El estudio, la expe-

riencia y un alto grado de sospecha clínica

dada por una combinación de los primeros

dos factores es lo que marca la diferencia

en cuanto a asertividad entre un médico y

otro (Figura 7.2).

La inmensa mayoría de las úlceras pue-

de encajar en una de las siguientes categorías:

vascu lares (arteriales, venosas, linfáticas o mix-

tas), cuerpos extraños, malignas (de origen o

por malignización secundaria), inflamatorias,

infecciosas (virales, bacterianas, fúngicas o

parasitarias), traumáticas, facticias o neuropáti-

cas. Por lo tanto, el profesional del cuidado de

las heridas deberá siempre pensar en estas

categorías para descartar todos los posibles

diagnósticos diferenciales. De primera instan-

cia se sospechan las causas más comunes;

sin embargo, el especialista en manejo de

heridas tiene la obligación de conocer otros

diagnósticos menos probables que pudiesen

presentarse en esta población de pacientes y

confundir a los ojos inexpertos.

A continuación se describen las caracte-

rísticas de diversos tipos de heridas, aunque

la mayoría de ellas se abordan más adelante

en su propio capítulo de manera más extensa.

Úlcera venosaLa imagen de la Figura 7.3 corresponde a una

úlcera venosa. Está localizada en la región

maleolar. Las úlceras venosas son de bor-

des irregulares y con lecho congestivo. Las

úlceras venosas suelen ser menos profundas

que otras a menos que se hayan desbridado

inadecuadamente. El exudado por lo gene-

ral es de moderado a alto. La piel perilesio-

nal presenta una coloración ocre debida a la

fuga de eritrocitos de los vasos y la presencia

de hemosiderina, suele haber con frecuencia

Figura 7.3 Úlcera venosa. [Véase Atlas.]Figura 7.2 Principales categorías de los padecimientos ulcerosos, según su causa.

ÚLCERAS

Neuropáticas

Por presión

Inflamatorias

Vasculares

Iatrogénicas

Cuerpos extraños

Malignas

Facticias

Traumáticas

Infecciosas

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CAPÍTULO 7

10

várices en la extremidad. Son menos doloro-

sas que las de otras causas y el dolor es de

tipo ardoroso que empeora al final del día o

con la bipedestación.

Como antecedentes los pacientes suelen

tener historia familiar de úlceras o várices,

pero tal vez el factor de riesgo más importan-

te es la ocupación pues son comunes en per-

sonas que pasaron gran parte de su vida de

pie (p. ej., profesores, enfermeras, médicos,

personal de mostrador, entre otros). El dato

más importante que confirma el diagnóstico

es la palpación de pulsos pedios y tibiales

posteriores normales. La fisiopatología de la

úlcera venosa obedece a hipertensión veno-

sa causada por una o varias de tres condicio-

nes: incompetencia valvular, obstrucción del

sistema venoso profundo (p. ej., trombosis

venosa profunda) o falla de los gemelos para

bombear la sangre (p. ej., artrosis del tobillo).

Para mayor detalle, véase el Capítulo 14, Úl-

ceras venosas.

Úlcera arterialEn la Figura 7.4 se muestra una imagen del ter-

cio distal de la cara anterior de la pierna que

corresponde a una úlcera arterial. Normalmen-

te estas úlceras se ubican en las extremida-

des de manera distal. Para entender la úlcera

arterial es necesario recordar que equivale

a un “infarto de piel”, donde la oclusión de un

vaso provoca la necrosis isquémica de los te-

jidos en su territorio de irrigación. Por ende,

la úlcera arterial suele ser circular o triangular

(por la forma del territorio de irrigación), pro-

funda y de bordes muy regulares; el lecho por

lo regular es una escara adherida o tejido

esfacelado. Nótese en la imagen la diferencia

en el lecho respecto a la úlcera venosa.

Una de las características más importan-

tes de este tipo de úlcera es el dolor. El pa-

ciente refiere dolor que puede llegar hasta el

10 de intensidad y que aumenta con el decú-

bito; dicho dolor lo despierta en la madrugada

y mejora al pararse o al bajar la extremidad

de la cama. Las personas con estos padeci-

mientos tienen antecedentes de diabetes,

tabaquismo o dislipidemias, y comúnmente

han tenido eventos isquémicos a otros niveles

(p. ej., infartos cardiacos, eventos vasculares

cere brales). La extremidad suele estar pálida

y fría o tomar esas características cuando se

eleva; el dato más importante es la ausencia

de pulsos palpables pedios o tibiales. Para

mayor detalle véase el Capítulo 13, Úlceras

arteriales y de Martorell.

Úlcera linfáticaEl linfedema, el cual suele presentarse en las

extremidades, se debe a obstrucción al flujo

linfático (Figura 7.5). El sistema linfático, uno

de los tres sistemas circulatorios en el cuerpo

junto con el venoso y el arterial, cumple fun-

ciones de drenaje de macromoléculas, linfa

y linfocitos, y es fundamental para el correc-

to funcionamiento de la inmunidad. Cuando

aparece la obstrucción, la primera manifesta-

ción es un aumento de volumen de la extre-

midad afectada, luego hay cambios tróficos

en la piel que generan verrugosidades o

incluso neoformaciones benignas exofíticas

que dan a la piel un aspecto irregular y casi

verrugoso conocido como elefantiasis, por la

similitud a la piel de los paquidermos. En eta-

pas más avanzadas, la piel forma pequeñas

úlceras que son altamente exudativas y pro-

Figura 7.4 Úlcera arterial. [Véase Atlas.]

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DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS HERIDAS

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ducen un exudado muy maloliente y protei-

náceo que erosiona fácilmente la piel perile-

sional hasta hacer úlceras de gran tamaño. El

linfedema debe diferenciarse del lipedema,

causado por aumento de los tejidos grasos.

Existen dos tipos principales de linfedema:

el primario, ocasionado por malformaciones

linfáticas presentes al nacimiento, y el secun-

dario, que ocurre por daño a los linfáticos.

El linfedema primario se divide a su vez,

dependiendo de la edad del paciente en el

momento que éste se presenta, en congénito

(enfermedad de Nonne-Milroy), precoz (enfer-

medad de Meige) o tardío (mayores de 35 años).

Mientras más severas sean las malformaciones,

más temprano se presenta el linfedema.

El linfedema secundario más común a nivel

mundial es causado por las larvas de filarias

que obstruyen los linfáticos y provocan linfede-

mas masivos en zonas endémicas. En países

industrializados ocurre con más frecuencia lue-

go de procedimientos de cirugía o radioterapia

asociados a cáncer (especialmente de mama).

Úlcera neuropáticaLa Figura 7.6 muestra una lesión característica

de una úlcera neuropática. La topografía de

estas úlceras suele ser en pies y en manos

debido a que la neuropatía con frecuencia

ataca primero estas áreas (en guante y calce-

tín) y porque están más expuestas al trauma.

Morfológicamente varían de acuerdo con los

tejidos afectados, por la cronicidad de la le-

sión o por la causa que dio origen a la úlcera.

En el mundo la causa más frecuente de

úlceras neuropáticas de pie es la diabetes

mellitus (esto es, pie diabético), pero tam-

bién existen otras neuropatías por lepra,

trauma o lesiones neurológicas, tóxicos o

medicamentos como los metales pesados

o la talidomida, alcoholismo y por deficien-

cias nutricionales (por decir, vitamina B). La

neuropatía puede ser autonómica, motora,

sensitiva o mixta, y en un pie sin sensibilidad

y con deformidades fácilmente se producen

heridas, las cuales se suelen diagnosticar en

forma tardía. Para mayor detalle véase el Ca-

pítulo 15, Pie diabético.

Úlcera por presiónA las úlceras por presión también se les llama

escaras o úlceras por decúbito o del enca-

mado, pero estos dos últimos términos son

incorrectos, pues hay casos en los que el pa-

ciente nunca estuvo en esa posición (Figura 7.7). Las úlceras por presión se localizan en

Figura 7.6 Úlcera neuropática. [Véase Atlas.]

Figura 7.5 Linfedema. [Véase Atlas.]

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CAPÍTULO 7

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zonas donde existen prominencias óseas;

en general, la topografía más frecuente es

la zona sacrococcí gea, los trocánteres y los

isquiones, seguida por los talones y los ma-

léolos. En los niños ocurren de manera más

frecuente en la región occipital.

Las úlceras por presión se clasifican, de

acuerdo con la profundidad del daño tisular,

en estadios I al IV, con un estadio “no clasifica-

ble” cuando no puede saberse la profundidad

de la herida y de “sospecha de daño tisular

profundo” en úlceras donde la piel está intac-

ta, pero los cambios de coloración sugieren

que el daño se extenderá abarcando el espe-

sor total de la piel.

Los pacientes con este tipo de heridas sue-

len encontrarse debilitados o con alteraciones

en la sensibilidad, con incontinencia, inactivos

o inmóviles, y por lo común presentan desnu-

trición asociada. En los pacientes inmovilizados

(p. ej., demencia o coma) y aquellos con sección

medular son más comunes. Para mayor detalle

véase el Capítulo 16, Úlceras por presión.

Carcinoma epidermoide o espinocelularEn la Figura 7.8 se aprecia una úlcera en

la espalda alta de una paciente joven de

15 años que previamente sufrió una que-

madura por flama que tardó dos años

en cerrar por completo y hace tres años

volvió a abrirse y no responde al mane-

jo convencional. Se observa un borde

queratósico, elevado, con zonas de ne-

crosis irregulares. Al tomar una biopsia

de este tejido se encontró que se trata de

un carcinoma epidermoide compatible con

el diagnóstico de úlcera de Marjolin.

Estas úlceras suelen presentarse en

áreas expuestas de la piel como la cara, las

manos o el escote, y se caracterizan por

no haber cicatrización o por aumentar de

tamaño en una de sus dimensiones a pesar

del manejo adecuado. La superficie sue-

le verse papilomatosa (rugosa) y el borde

queratósico. Como antecedente existe la

exposición crónica al sol o a radiaciones

ionizantes, quemaduras químicas o térmi-

cas, úlceras de larga evolución e hidroar-

senicismo crónico.

A la histología se ve una proliferación

maligna de queratinocitos suprabasales. Las

metástasis son frecuentes y muy agresivas

cuando se presenta el carcinoma epidermoi-

de asociado a úlceras crónicas.

Carcinoma basocelularEl paciente de la Figura 7.9 presenta una úlce-

ra de pierna que fue manejada por dos años

como úlcera venosa sin que respondiera a

tratamiento. El paciente tiene antecedente

de exposición solar crónica y bipedestación,

Figura 7.8 Carcinoma epidermoide o espinocelular. [Véase Atlas.]

Figura 7.7 Úlcera por presión. La presión de un aparato de yeso para fijar una lesión del tobillo en este bebé de cuatro meses es lo que le provocó la lesión. [Véase Atlas.]

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DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS HERIDAS

13

pues se dedica a pintar en esta posición. El

borde de esta herida se aprecia elevado y

con aspecto de rosario o de collar de perlas,

lo cual se debe a un carcinoma basocelular

(CBC). Los antecedentes son muy similares

al carcinoma epidermoide, excepto que en

el CBC existen también síndromes genéticos

que se asocian a este tipo de lesiones (p. ej.,

síndrome de Gorlin-Goltz). En este caso la his-

tología muestra una proliferación maligna de

queratinocitos basales y las metástasis son

extremadamente infrecuentes. Este carcino-

ma suele causar daño por destrucción local,

requiere un manejo con escisión quirúrgica

completa.

MelanomaLa imagen de la Figura 7.10 corresponde a un

melanoma plantar amelánico (sin color oscuro).

Lo primero que llama la atención es que mor-

fológicamente no se trata de una úlcera, sino

de un tumor ulcerado. El tejido tumoral sobre-

pasa el nivel de la piel. El melanoma puede

aparecer en cualquier topografía, pero en la

población latinoamericana es muy común la to-

pografía acral (pies y manos). Los melanomas

pueden presentarse como combinaciones de

manchas, neoformaciones pigmentadas o úl-

ceras con alteraciones en la coloración de la

piel que pueden variar desde el café oscuro

al rosado.

Al parecer se asocian a la exposición so-

lar y, como se mencionó antes, a cierta pre-

disposición racial. El paciente puede referir

una mancha o nevo que sufrió cambios. A

la histología se aprecia la proliferación ma-

ligna de melanocitos. Este tumor es particu-

larmente agresivo y con frecuencia produce

metástasis; el solo hecho de estar ulcerado

aumenta la mortalidad varias veces estadio

por estadio.

Pioderma gangrenosoLa úlcera en la Figura 7.11 A es profunda, con

bordes despegados, y está localizada en la

zona interescapular. La historia de esta heri-

da es que inicia como una pústula que luego

se torna necrótica, y cuando fue desbridada

aumentó bastante de tamaño, además de

que tiempo después aparecieron nuevas

lesiones (Figura 7.11 B). La herida es intensa-

mente dolorosa. La historia obliga a descartar

que se trate de pioderma gangrenoso (PG).

El pioderma gangrenoso puede apare-

cer en cualquier topografía y se manifiesta

como úlceras que inician con una pústula

o pápula necrótica rápidamente progresiva

(en días o semanas), sumamente destructiva,

con bordes socavados, violáceos y con ten-

dencia a hacerse profunda. En el pioderma

gangrenoso existe un fenómeno conocido

como patergia, en el cual el traumatismo de

Figura 7.9 Carcinoma basocelular. [Véase Atlas.] Figura 7.10 Melanoma. [Véase Atlas.]

Page 15: ABORDAJE Y MANEJO DE LAS Heridaspacientes con heridas crónicas es el diag-nóstico apropiado (véase la Figura 5.1). En el cuidado interdisciplinario de las heridas, una gran responsabilidad

CAPÍTULO 7

14

la piel genera nuevas lesiones o empeora las

ya existentes.

Aunque 50% de los PG no se asocia a nada,

el otro 50% se asocia a artritis reumatoide, enfer-

medad intestinal inflamatoria y neoplasias, en

particular linfoma y leucemia. Es un padecimien-

to relativamente raro que responde con rapidez

a inmunosupresores. El diagnóstico es clínico, ya

que la biopsia sólo descarta otras causas.

CrioglobulinemiaLo que más llama la atención de la Figura 7.12,

donde aparece una úlcera en el área del tobillo,

es la marcada atrofia blanca de la piel perilesio-

nal. La atrofia blanca es ese aspecto perlado de

la piel, con algunas telangiectasias visibles, so-

bre las cuales se pueden abrir nuevas úlceras.

Este paciente padece crioglobulinemia.

Cuando la crioglobulinemia se manifiesta

con úlceras, éstas se presentan en las zonas

acrales y se acompañan de atrofia blanca y

de máculas y pápulas purpúricas, además de

la ulceración. Las úlceras suelen ser peque-

Figura 7.11 Pioderma gangrenoso. A. Lesión inicial. B La lesión inicial creció; también aparecieron otras lesiones al cabo de dos semanas de manejo con el diagnóstico incorrecto de úlcera posquirúrgica. [Véase Atlas.]

A B

Figura 7.12 Crioglobulinemia. [Véase Atlas.]

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DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS HERIDAS

15

ñas y desproporcionadamente dolorosas.

Por la topografía y la morfología se suelen

confundir con úlceras venosas. Es un tipo de

vasculopatía trombótica causada por acúmu-

los de inmunoglobulinas que se precipitan al

bajar la temperatura de 37 grados, volviéndo-

se a disolver al aumentar ésta de nuevo.

Los antecedentes más importantes son

los padecimientos que se asocian a produc-

ción de crioglobulinas, como la hepatitis C

(tipos II y III) y mieloma múltiple (tipo I).

El diagnóstico se hace con medición de

crioglobulinas y criofibrinógeno en sangre. No

existe un tratamiento específico, más que el

adecuado manejo del padecimiento de base.

Existen reportes de la utilidad del estanozolol,

pero la venta del mismo está prohibida en la

mayor parte de Latinoamérica.

Síndrome antifosfolípidosLa úlcera en la Figura 7.13 corresponde a un

síndrome antifosfolípidos, que bien podría

confundirse con una úlcera de tipo venoso

o arterial, dependiendo del componente

trombótico que predomine. El síndrome an-

tifosfolípidos se caracteriza por fenómenos

trombóticos ocasionados por la producción

de anticuerpos anticardiolipinas y antifosfa-

tidilserina. Existe un tipo asociado a enfer-

medades reumatológicas (principalmente

lupus eritematoso sistémico) y otro sin aso-

ciación alguna.

Las úlceras de este síndrome suelen ser

sumamente dolorosas y resistentes al trata-

miento; como antecedentes puede haber abor-

tos recurrentes o trombosis en otros órganos.

El manejo es complejo, pues el tratamien-

to del componente venoso favorece la trom-

bosis arterial y viceversa. El manejo consiste

en anticoagulación y en eliminar los factores

protrombóticos como cigarro, anticoncepti-

vos, sedentarismo, obesidad, etcétera.

VasculitisLa foto de la Figura 7.14 pertenece a una per-

sona con poliarteritis nudosa (PAN), un tipo de

vasculitis. Las vasculitis son un conjunto de

patologías que tienen como denominador co-

mún la inflamación y, en ocasiones, la destruc-

ción de los vasos. Debido a que llegan a afec-

tarse venas o arterias, y a que éstas pueden

ser de pequeño, mediano o grueso calibre, las

manifestaciones clínicas son muy variables.

Entre las más frecuentes están las siguientes:

úlceras pequeñas, nódulos, grandes zonas de

necrosis, petequias, púrpura y equimosis. Lo

más relevante de estos padecimientos es que

son bilaterales y normalmente afectan ambos

lados del cuerpo de forma muy similar.

La PAN es la más frecuente de las arte-

ritis, y entre las venulitis, la más común es

la vasculitis leucocitoclástica. No se ahonda

más en las vasculitis porque dicho tema es-

capa al objetivo de este capítulo.

Figura 7.13 Síndrome antifosfolípidos. [Véase Atlas.] Figura 7.14 Vasculitis. [Véase Atlas.]

Page 17: ABORDAJE Y MANEJO DE LAS Heridaspacientes con heridas crónicas es el diag-nóstico apropiado (véase la Figura 5.1). En el cuidado interdisciplinario de las heridas, una gran responsabilidad

CAPÍTULO 7

16

Cuerpos extrañosEn la Figura 7.15 se observa una úlcera debi-

da a una reacción granulomatosa a cuerpo

extraño (modelantes) en el glúteo de una

paciente.

En este tipo de heridas la historia clíni-

ca es fundamental. Especialmente se debe

considerar en pacientes con antecedentes

psiquiátricos, tratamientos seudocosméti-

cos, historia de cirugías, entre otros.

La presentación varía dependiendo del

cuerpo extraño de que se trate; existen dos ti-

pos fundamentales: los sólidos (como suturas,

mallas quirúrgicas, material de osteosíntesis u

otras prótesis, entre los principales) y los líqui-

dos. Estos últimos también se conocen como

reacción o enfermedad humana por modelan-

tes, que se presenta por la inyección en los

tejidos de materiales extraños (como aceite

vegetal, aceite mineral, silicones, o combi-

naciones de los anteriores) o por accidentes

(como prótesis mamarias rotas). La reacción

inflamatoria puede ser mediata o muy tardía

(entre 4 y 10 años posterior a la inyección), por

lo que muchas veces el paciente ya ha olvi-

dado este antecedente. Este tipo de cuerpos

extraños son sumamente destructivos y de

difícil manejo.

Úlcera facticiaEn la imagen de la Figura 7.16 llama la aten-

ción la úlcera perfectamente limpia y cortada

casi como un huso de piel, que es un caso

de úlcera facticia típica o dermatitis artefacta

en su variante ulcerosa. Corresponde a una

paciente cuya ocupación estaba relacionada

al campo de la salud y que relataba la historia

de un pioderma gangrenoso que no respon-

día al tratamiento, por lo que acudía a diver-

sos especialistas solicitando incapacidad.

Las úlceras facticias son autoinducidas

y pueden aparecer en cualquier topografía,

pero son mucho más frecuentes en sitios ac-

cesibles a la mano dominante. Son úlceras de

forma caprichosa o atípica en las que suele

haber una disociación entre el cuadro y la his-

toria, aunque en ocasiones puede ser difícil

detectarlo. Se relacionan con personal de sa-

lud o con alteraciones mentales como depre-

sión, abuso o abandono, que suelen implicar

una ganancia secundaria de tipo material o

psicológico. El tratamiento es la oclusión de

las lesiones para evitar su manipulación y re-

ferir a un especialista en salud mental.

Figura 7.15 Cuerpos extraños. [Véase Atlas.]

Figura 7.16 Úlceras facticias. [Véase Atlas.]

Page 18: ABORDAJE Y MANEJO DE LAS Heridaspacientes con heridas crónicas es el diag-nóstico apropiado (véase la Figura 5.1). En el cuidado interdisciplinario de las heridas, una gran responsabilidad

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS HERIDAS

17

Úlcera de BuruliLa úlcera de Buruli o micobacteriosis ulcerati-

va, a pesar de tener un gran tamaño y un alto

grado de destrucción, es indolora (Figura 7.17).

Es endémica de ciertas regiones del mundo,

especialmente del África del sub-Sahara. En

Latinoamérica se han reportado casos en

Brasil, Guyana Francesa, México, Perú y Su-

rinam. Sin embargo, la OMS considera que

muy probablemente exista un importante

subreporte debido al poco conocimiento del

personal de salud y a la poca información de la

gente sobre el padecimiento.

Esta úlcera, que puede aparecer en cual-

quier topografía, inicia como un nódulo indo-

loro que aproximadamente un mes después

de su aparición se absceda y se convierte en

una úlcera profunda, destructiva, de bordes

socavados. El crecimiento sin tratamiento es

progresivo hasta abarcar cerca de 15% de la

superficie corporal, puede llegar a involucrar

hasta el hueso. Son comunes las infecciones

secundarias.

El agente causal es Mycobacterium ulce-

rans; asimismo, recientemente se ha estudia-

do la posible relación de algunos hemípteros

(p. ej., la pulga de agua) como posible reservo-

rio de la micobacteria. Esta micobacteria produ-

ce una enzima poderosa, llamada micolactona,

que se acumula en el tejido hasta alcanzar con-

centraciones críticas e iniciar la destrucción. Por

lo tanto, el tratamiento es la desbridación del

borde para disminuir la cantidad de micolac-

tona presente, y el manejo concomitante con

rifampicina y estreptomicina.

Estas úlceras cicatrizan solas, sin trata-

miento, luego de varios años, pero las con-

secuencias cicatrizales incapacitantes y el

linfedema secundario pueden ser devasta-

dores, por lo que se deben abordar agresi-

vamente en cuanto se diagnostican.

CONCLUSIÓN

Aunque existen úlceras que son más fre-

cuentes que otras, el especialista en manejo

de heridas debe conocer los diferentes pa-

decimientos que pueden presentarse como

diagnósticos diferenciales de los pacientes

ulcerosos. En este capítulo se hizo una re-

visión de algunos de estos diagnósticos di-

ferenciales para ejemplificar con los casos

más frecuentes cada uno de los grupos de

heridas.

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CAPÍTULO 7

18

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19

Al final del capítulo, el lector podrá:

• Describir el impacto que tiene el tejido

necrótico en las heridas.

• Explicar la importancia de tener un diagnós-

tico integral antes de desbridar una herida.

• Listar los diferentes tipos de desbrida-

miento que existen y enunciar sus venta-

jas y desventajas.

EL TEJIDO NECRÓTICO COMO OBSTÁCULO A LA CICATRIZACIÓN

Como ya se ha explicado, de acuerdo con el

algoritmo del manejo de la herida (véase Fi-

gura 5.1), tras determinar la meta del caso en

particular, hacer el diagnóstico y abordar de

manera adecuada la causa, tomar en cuenta

lo que el paciente y/o sus familiares desean,

y evaluar de forma exhaustiva la herida y la

piel perilesional, se entra de lleno al cuida-

do como tal de la herida (“DICTA”); el primer

paso es la eliminación del tejido necrótico o

desbridamiento.

En el manejo de las heridas, un factor

fundamental para obtener éxito es el des-

bridamiento de la misma. De acuerdo con la

Real Academia de la Lengua Española, des-

bridamiento es “la separación de las bridas

o filamentos que atraviesan una llaga y es-

torban la libre salida del pus”. La necrosis de

los tejidos puede obedecer a múltiples cau-

sas, como la isquemia (falta de circulación),

el trauma o la presión prolongados, enzimas

líticas endógenas o exógenas (producidas

por microorganismos), productos químicos y

tem peraturas extremas, entre muchas otras.

La escara o tejido necrótico suele encontrar-

se firmemente adherido al lecho de la misma.

Clínicamente, cuando este tejido está íntegro y

seco, se observa como tejido marrón o negro

que se distingue en forma clara del tejido viable

circundante; pero cuando se humedece o se

desprende parcialmente, queda en el lecho un

tejido friable amarillento de aspecto lamoso co-

nocido como esfacelo (Figuras 8.1 y 8.2).

¿Se justifica o no el desbridamiento del

tejido necrótico? La presencia de tejido ne-

crótico en una herida inhibe la cicatrización

de varias formas. Produce un obstáculo físi-

co a la migración de los queratinocitos y fi-

broblastos de los bordes de la herida; dicho

obstácu lo también evita que se forme el

sincitio de miofibroblastos que provocan la

contracción de la herida. Asimismo, genera

un estímulo inflamatorio crónico en la misma,

lo cual favorece su fácil infección o coloniza-

ción por organismos patógenos que además

se nutren de este tejido necrótico.

Por si lo anterior fuera poco, a veces las es-

caras pueden ocultar abscesos o túneles sub-

yacentes; de manera que si no se remueven,

no se logran observar estas complicaciones.

Finalmente, el desbridamiento activa heri-

das durmientes y convierte a una herida cró-

nica en una herida aguda.

Capítulo 8DesbridamientoJosé Contreras Ruiz

Figura 8.1 Escara necrótica. Nótese el color negro del tejido y el aspecto de “cuero”.

Page 21: ABORDAJE Y MANEJO DE LAS Heridaspacientes con heridas crónicas es el diag-nóstico apropiado (véase la Figura 5.1). En el cuidado interdisciplinario de las heridas, una gran responsabilidad

20

CAPÍTULO 8

EVALUACIÓN PREVIA AL DESBRIDAMIENTO

Antes de desbridar se deben cumplir varias

condiciones para asegurar el éxito y garanti-

zar la seguridad del paciente bajo los princi-

pios de “primero no hacer daño” y de buenas

prácticas clínicas.

En primer lugar se debe tener un diag-

nóstico preciso de la causa de la herida y

conocer los padecimientos asociados a la

misma. Hay padecimientos que se agravan

con el desbridamiento; uno de ellos es el pio-

derma gangrenoso, y otro es el cáncer o los

cánceres ulcerados, que se pueden ocultar o

avanzar silenciosamente si se desbridan en

lugar de manejarse de forma adecuada. De

ahí la relevancia de tener un buen diagnósti-

co antes de desbridar.

En segundo lugar se debe tratar la causa

de la herida. Por ejemplo, es muy inconve-

niente, y puede generar más daño que bene-

ficio, el hecho de desbridar un pie diabético

con glucosa sérica de 400 mg/dL. O desbri-

dar una úlcera por presión cuando ésta no ha

recibido descarga absoluta de la zona.

En tercer lugar se debe tomar en cuenta si

la irrigación de la zona a desbridar es la ade-

cuada para que la herida pueda cicatrizar, ya

que si se desbrida una zona donde no habrá

irrigación, se dejará una lesión más grande

que es más fácil que se infecte o que continúe

necrosándose en ausencia de flujo sanguíneo

adecuado y, por ende, de oxigenación.

Finalmente, se debe hacer una valora-

ción adecuada de lo que sucederá después

de desbridar. Hay que cuestionarse si la heri-

da va a cicatrizar, si habrá funcionalidad una

vez terminado el desbridamiento y, muy im-

portante, si hay riesgo de que la zona sangre

y esto no se pueda controlar. En la experien-

cia del autor, alguna vez le tocó observar a

un paciente al que se le había desbridado el

pie dejando toda la fascia plantar abierta, el

calcáneo expuesto en su totalidad y se le ha-

bían amputado los dedos. Ante un manejo así

surge el cuestionamiento de si al paciente se

le hizo un beneficio o un daño.

El abordaje adecuado del paciente al que

se va a desbridar incluye de manera obliga-

da la evaluación del dolor y el tratamiento del

mismo. Con frecuencia se olvida preguntar al

paciente si siente dolor en la herida antes, du-

rante o después de los desbridamientos. Aun-

que ya se habló extensamente de este tema

en el capítulo respectivo, cabe recordar que el

dolor puede aminorarse mediante el empleo

de técnicas distractoras, anestésicos tópicos

(de los cuales la mezcla eutéctica de anestési-

cos tópicos ha demostrado ser una excelente

alternativa), anestésicos intralesionales, blo-

queos o inclusive anestesia general. También

se deben indagar las preferencias del pacien-

te sobre los diversos métodos de desbrida-

miento existentes, así como sus expectativas

sobre el procedimiento que se le va a realizar.

Todo desbridamiento debe seguir los prin-

cipios de mejores prácticas, las cuales consi-

deran la mejor evidencia disponible, los fac-

Figura 8.2 Esfacelo. Forma blanda, amarillenta y húmeda de la necrosis. [Véase Atlas.]

Page 22: ABORDAJE Y MANEJO DE LAS Heridaspacientes con heridas crónicas es el diag-nóstico apropiado (véase la Figura 5.1). En el cuidado interdisciplinario de las heridas, una gran responsabilidad

21

DESBRIDAMIENTO

tores de riesgo del paciente y la habilidad y

recursos con que se cuenta. Cuando se iden-

tifica como viable el uso del desbridamiento,

se debe plantear lo siguiente: ¿lo sé hacer?,

¿lo sé hacer bien?, ¿lo sé hacer bien en este

paciente en particular? Y por encima de todo

tomar en cuenta si se tiene el respaldo ope-

rativo o médico-legal; para enfermería esto

reviste especial importancia porque existen

lugares donde les está permitido hacer des-

bridamientos inclusive quirúrgicos (p. ej., re-

mover con cureta o cucharilla el esfacelo de

una úlcera venosa), y otros donde esto gene-

raría problemas serios.

TIPOS DE DESBRIDAMIENTO

Existen diversos tipos de desbridamiento. En

seguida se describen los más conocidos y

utilizados.

QuirúrgicoEste desbridamiento utiliza instrumental cor-

tante (como escalpelo, tijeras, curetas, entre

otros) para remover el tejido necrótico. En sí

es el desbridamiento que más se usa debido

a que es relativamente sencillo en manos en-

trenadas. Está indicado para:

• Remoción de gran cantidad de tejido

necrótico o áreas extensas de necrosis.

• Infecciones severas y significativas, ya

que el método quirúrgico disminuye rápi-

damente la carga bacteriana y las toxinas.

• Eliminación de hueso o tendón, para lo

cual es el método más eficiente.

• Pie diabético; en estos casos se consi-

dera el método de elección siempre que

sea posible, ya que acelera la cicatriza-

ción.

Las ventajas principales del método qui-

rúrgico son:

• Es el más rápido que existe.

• Es efectivo.

• Convierte heridas crónicas en agudas.

Sin embargo, no todos los pacientes son

candidatos a este tipo de desbridamiento por-

que existen desventajas importantes, entre

ellas:

• Dolor. Algunos pacientes no pueden des-

bridarse quirúrgicamente por dolor o

porque no es posible administrar la anes-

tesia necesaria para realizarlo.

• Sangrado. Existen situaciones en las

que el riesgo de sangrado hace impo-

sible realizar este desbridamiento o se

debe considerar hacerlo bajo anestesia

general y en un quirófano controlado, lo

cual no siempre está disponible.

• Costo. Si el paciente requiere un quiró-

fano y un especialista para realizar este

procedimiento, los costos de tratamiento

se elevan significativamente.

• Falta de selectividad. Aun en las mejo-

res manos, este desbridamiento puede

dañar estructuras viables y tejidos sanos

necesarios para lograr un buen resultado.

El desbridamiento quirúrgico está contra-

indicado en pacientes cuyo riesgo en este tipo

de procedimientos es elevado, como quienes

padecen insuficiencia cardiaca severa, aque-

llos que están anticoagulados, los que pade-

cen descompensación hemodinámica de otra

índole o en los casos en que el paciente se

niega a ser intervenido (Figura 8.3).

HidroquirúrgicoUna variante del desbridamiento quirúrgico

es el uso de un hidroescalpelo para el des-

bridamiento. El hidroescalpelo consiste en

una pieza de mano a través de la cual pasa

una corriente o jet de agua presurizada a al-

tísima velocidad que corta los tejidos y, por

fenómeno de Venturi, provoca un vacío que

absorbe en la misma pieza de mano el tejido

necrótico. Por la forma de la pieza de mano,

esta máquina conocida como Versajet® tiene

como principal ventaja el hecho de que rea-

liza un desbridamiento tangencial, lo cual es

particularmente efectivo en el manejo del pa-

ciente quemado, o en heridas donde se de-

sea ir de lo superficial a lo profundo en busca

de tejido viable.

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22

El desbridamiento hidroquirúrgico impli-

ca un costo de alrededor de $400.00 USD

por cada pieza de mano desechable que se

utiliza.

Las indicaciones son casi las mismas que

en el quirúrgico, excepto por el desbrida-

miento de hueso y de cantidades grandes

de tejido necrótico donde resulta impráctico;

también comparte contraindicaciones y pre-

cauciones con el desbridamiento quirúrgico

(Figura 8.4).

UltrasónicoLas ondas de ultrasonido de baja frecuencia

tienen la capacidad de hacer que el agua

intracelular e intercelular en los tejidos vibre

de tal forma que provoque que las células se

fragmenten y exploten evaporando práctica-

mente el tejido. Para este ingenioso método,

que permite desbridar inclusive hueso, existe

una variedad de piezas de mano con diversas

formas para diferentes usos e indicaciones.

Los fabricantes argumentan que este

mismo mecanismo brinda además un efec-

to bactericida, ya que las ondas ultrasónicas

también afectan a los microorganismos pre-

sentes en la herida.

En comparación con el método anterior,

éste tiene la ventaja de que la pieza de mano

se puede reesterilizar múltiples veces.

El costo de esta máquina es de alrededor

de $40 000.00 USD, lo que hace difícil su ad-

quisición. Las indicaciones y contraindicacio-

nes son casi las mismas que con el método

hidroquirúrgico, aunque el desbridador ultra-

sónico tiene piezas de mano capaces de lim-

piar mejor el hueso y el tendón (Figura 8.5).

MecánicoEl desbridamiento mecánico consiste en el

uso de fuerzas físicas (mecánicas o hidráu-

licas) para la remoción del tejido necrótico.

Figura 8.3 Desbridamiento quirúrgico de gran cantidad de tejido necrótico en una úlcera por presión. [Véase Atlas.]

Figura 8.4 Hidroescalpelo. La angulación de la pieza de mano permite hacer desbridamiento tangencial. (Tomada de: Umipied.com)

Figura 8.5 Máquina para realizar desbridamiento ultrasó-nico. (Tomada de: Stopacukrzycowa.com).

CAPÍTULO 8

Page 24: ABORDAJE Y MANEJO DE LAS Heridaspacientes con heridas crónicas es el diag-nóstico apropiado (véase la Figura 5.1). En el cuidado interdisciplinario de las heridas, una gran responsabilidad

23

Existen múltiples variantes, que van desde

pasar una gasa húmeda por la superficie

de la herida para remover esfacelo hasta

las tinas de remolino o “whirlpool”. Esta úl-

tima opción incluye el método barbárico y

dañino conocido como el “apósito húmedo

a seco”, que consiste en aplicar gasas hu-

medecidas a la superficie de la herida, dejar

que éstas se sequen y, ya secas y adheri-

das, arrancarlas con todo y tejido necrótico.

Aunque resulte difícil creerlo, este método

sigue utilizándose con frecuencia, cuando

de bería estar proscrito.

El desbridamiento se considera inespecífi-

co y sumamente doloroso, aunque en conta-

das ocasiones, sobre todo cuando hay esface-

lo blando fácilmente desprendible, se puede

hacer un suave lavado con gasas y solución

estéril o con el chorro de agua a presión.

El chorro de agua a presión debe estar bien

controlado porque si la presión es excesiva se

puede generar daño al tejido sano y transloca-

ción bacteriana a un área más profunda, pero

sobre todo se corre el riesgo de que el agua

que salpique genere contaminación cruzada

de áreas y personal de salud. Un ejemplo del

empleo del chorro de agua a presión es el Je-

tox®, que combina el uso de oxígeno hospita-

lario, para producir la presurización, y agua o

solución estéril para el lavado (Figura 8.6).

BioquirúrgicoEl desbridamiento bioquirúrgico, también

conocido como larvaterapia, consiste en el

uso de larvas estériles (desinfectadas) de la

mosca verde Lucilia sericata para eliminar el

tejido necrótico.

Ambrosio Pare (1517-1590) fue el primero en

reportar que cuando las heridas se cubren de

larvas de mosca, esto no resulta dañino para

las heridas con necrosis. Posteriormente D. J.

Larrey (1766-1842), médico de la armada napo-

leónica, observó en el campo de batalla que

aquellos que se infestaban por larvas no mo-

rían de gangrena, confirmando tales hallazgos.

Pero se dice que uno de los pioneros en usar

las larvas para el manejo de tejidos blandos

infectados fue el médico ruso Nikolay Pirogov

(1853-1956) durante la Guerra de Crimea.

Todo esto llevó al joven médico William T.

Baer, quien constató el beneficio de este pro-

cedimiento durante la Primera Guerra Mundial,

a publicar en 1928 el primer artículo científico

sobre el uso de esta novel técnica. Tristemen-

te, la misma década que vio nacer la larvate-

rapia también la vio morir con el advenimien-

to de la penicilina y las técnicas de asepsia y

antisepsia quirúrgicas modernas. Fue hasta

1989 que R. Sherman publicó de nuevo sobre

esta terapia como una alternativa al desbrida-

miento quirúrgico y al uso indiscriminado de

antibióticos, recomendándola también para el

manejo de las heridas de difícil cicatrización. El

propio Sherman consiguió que unos años más

tarde la terapia se aprobara por la Food and

Drug Administration (FDA).

Las larvas se producen con calidad mé-

dica mediante la desinfección de los hue-

Figura 8.6 Desbridamiento mecánico con agua y oxígeno (Jetox®).

DESBRIDAMIENTO

Page 25: ABORDAJE Y MANEJO DE LAS Heridaspacientes con heridas crónicas es el diag-nóstico apropiado (véase la Figura 5.1). En el cuidado interdisciplinario de las heridas, una gran responsabilidad

24

vecillos con diversos antisépticos, de tal

manera que cuando eclosionan lo hacen en

condiciones de esterilidad, y pueden enton-

ces ser enviadas al clínico para su uso.

En breve, lo que se hace es colocarle al

paciente un apósito conocido como apósi-

to jaula, el cual consiste en un hidrocoloide

perforado en el centro para proteger la heri-

da; luego se colocan las larvas en su interior

y se encierran adhiriendo una tela del tipo

de la organza con pegamento de cianocrila-

to al borde del hidrocoloide. De esta manera

se evita que las larvas escapen del área de

la herida.

Para una excelente revisión de la meto-

dología de producción, la aplicación y otra

información clínica útil sobre el tema, existen

Guías de Práctica Clínica para el Uso de Lar-

vaterapia de la Asociación Mexicana para el

Cuidado Integral y Cicatrización de Heridas,

A.C. (www.amcichac.com).

Las larvas actúan generando desbrida-

miento mecánico mediante el movimiento

por debajo de la escara; además, producen

poderosas enzimas degradadoras del tejido

inviable y compiten con las bacterias por el

mismo sustrato (inclusive se ha logrado de-

mostrar que destruyen biopelículas polimi-

crobianas y por Staphylococcus aureus resis-

tente a meticilina [SARM]), lo que las hace una

excelente opción para desbridar.

Entre las sustancias aisladas se encuen-

tran antisépticos como el ácido fenilacético

y el fenilacetaldheído, especies reactivas de

amonio y, de manera reciente, incluso se ha

aislado una defensina llamada lucifensina, la

cual tiene actividad contra grampositivos.

La principal indicación de la larvaterapia

es el desbridamiento de tejido necrótico

cuando la cirugía no es una buena alternativa

debido al riesgo que implica, a las dificulta-

des técnicas o logísticas, o a que el paciente

se rehúsa a ésta.

Las ventajas principales de este método son:

• Puede usarse para delimitar el tejido

viable del inviable, ya que las larvas no

dañan el tejido sano y sólo se alimentan

de la necrosis; esto evita pérdidas inne-

cesarias de tejido.

• Las larvas pueden meterse en túneles y

conejeras y limpiarlas.

• Ayuda a eliminar infecciones que no sean

graves.

• Su efectividad oscila entre 75 y 90%.

• Aparece tejido de granulación sano, que

por lo general favorece también la con-

tracción de la herida.

• Existen estudios comparativos donde ha

demostrado ser mejor que los hidrogeles

o el desbridamiento mecánico.

Las desventajas de la larvaterapia para el

desbridamiento son:

• Su poca aceptación cosmética por parte

de los pacientes y la ansiedad que a

algunos les genera, lo cual es considera-

do la principal desventaja.

• Por tratarse de organismos vivos, son

lábiles a la hipoxia, la inanición y la deshi-

dratación, por lo que su vida de almacén

corta puede ser una limitante.

• En algunos pacientes con úlceras dolo-

rosas de inicio pueden causar dolor, ya

que las secreciones de las larvas llegan

a irritar nervios que atraviesan el lecho de

la herida.

• La aplicación del apósito jaula en regio-

nes de pliegue, como interdigital o

glúteo, genera dificultades y facilita los

escapes.

Las larvas están contraindicadas en con-

tigüidad con vasos grandes u órganos inter-

nos, ante la negativa del paciente o cuando

se carece de larvas estériles; asimismo, se

deben usar con precaución en isquemia, in-

fecciones severas, heridas ya con tejido de

granulación, coagulación anormal, infección

por seudomonas, alergia, dolor o encefalopa-

tía y, como se mencionó antes, son muy poco

prácticas en osteomielitis.

En general, la larvaterapia es un buen

método de desbridamiento con eficacia

suficiente en pacientes bien seleccionados

CAPÍTULO 8

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(Figura 8.7).

OsmóticoEl desbridamiento osmótico consiste en el

uso de gasas o geles impregnados con cloru-

ro de sodio en concentraciones que pueden

llegar hasta 30%, lo que las hace altamente

hipertónicas. La colocación de estos produc-

tos sobre el lecho de la herida genera un

flujo de agua (por la tendencia que existe a

hacerlas isotónicas) que favorece el despren-

dimiento de la escara. Para que este método

funcione, debe existir exudado, ya que de lo

contrario puede generar ardor, dolor, dañar

el tejido sano o no funcionar. Por su hiperto-

nicidad, también es un método que se puede

usar en heridas infectadas; suele requerir un

apósito secundario para evitar la desecación.

EnzimáticoExisten dos variantes del método enzimático:

exógeno y autolítico. Tradicionalmente se le

ha llamado enzimático al que es exógeno y

que consiste en aplicar enzimas a la herida

para desbridarla; en cambio, el autolítico fun-

ciona por activación de enzimas endógenas

presentes en el tejido necrótico.

El desbridamiento enzimático en sus dos

variantes es casi indoloro, lo que lo hace un

excelente método en heridas dolorosas, en

las que la cantidad de tejido a desbridar es

reducido y en las que no hay infección. La

desventaja principal del método enzimático

es que puede resultar lento.

AUTOLÍTICOEstán implicadas enzimas que se encuentran

presentes en las células muertas de la escara,

que también son producidas por los neutrófi-

los y macrófagos del lecho. Entre las principa-

les están las siguientes: elastasa, colagenasa,

mieloperoxidasa, hidrolasas y enzimas lisoso-

males diversas.

El método enzimático tiene como obje-

tivo hidratar el tejido necrótico para favore-

cer la acción de estas enzimas, existen dos

variantes para hacer esto. La primera y más

común es aplicar un compuesto en gel que

contenga más de 80% de agua en carboxi-

metilcelulosa, propilenglicol, gelatinas, etc.,

Figura 8.7 Desbridamiento bioquirúrgico con el uso de larvas de Lucilia sericata. Nótese cómo las larvas se limitan a desbridar el tejido necrótico sin producir daño en zonas sanas. En 48 h la herida está desbridada. [Véase Atlas.]

DESBRIDAMIENTO

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que es conocido como hidrogel. Esta sustan-

cia libera el agua en la escara y la mantiene

humedecida (véase la lista de productos y

fabricantes al final del libro). La segunda es

colocar apósitos muy oclusivos para que el

poco exudado que exista en la zona lesiona-

da se vaya acumulando junto con el vapor de

agua y se produzca el mismo efecto.

Para aumentar la eficacia del método se

puede colocar un hidrogel y encima un apó-

sito que genere oclusión, como una película

de poliuretano o un hidrocoloide (véase el

Capítulo 10, Control del exudado: apósitos);

así se combinan ambas estrategias.

EXÓGENOEste método consiste en aplicar ungüentos,

cremas o hidrogeles que contengan enzimas

exógenas como colagenasa bacteriana

(clostridiopeptidasa A y B), papaína/urea y

fibrinolisina, entre otras (Figura 8.8).

En Latinoamérica prácticamente sólo se

cuenta con colagenasa, aunque de manera

magistral se hacen preparados con urea, y

en algunos lugares está disponible la papaí-

na (véase la lista de productos y fabricantes).

Aunque las enzimas exógenas aceleran

el proceso de desbridamiento, es un mé-

todo lento en relación con otros. Es impor-

tante señalar que la colagenasa se inactiva

totalmente en presencia de iones de yodo

y de plata, por lo que no debe combinarse

con ninguno de estos compuestos.

Una de las propiedades de la colagena-

sa es que fragmenta la colágena en pépti-

dos, los cuales se ha demostrado que es-

timulan la migración celular, el depósito de

matriz extracelular y la generación de tejido

de granulación, por lo que puede utilizarse

no sólo para desbridar sino también para es-

timular la cicatrización.

CONCLUSIÓN

En resumen, cuando un paciente acude con

una herida, se debe determinar el objetivo

de tratamiento, considerando las inquietu-

des y el nivel de dolor del paciente. Cuan-

do no está indicado desbridar, entonces el

paciente debe recibir apoyo y medidas de

soporte para evitar que se formen nuevas

heridas o que la ya existente se deteriore.

Cuando la meta es cicatrizar, sin desbridar,

se debe recurrir sólo al resto del algoritmo de

manejo de heridas y mantener la humedad y

el balance bacteriano.

Cuando se quiere cicatrizar la herida y

es necesario desbridar, se debe preferir el

desbridamiento quirúrgico si se trata de pie

diabético (es fundamental desbridar el tejido

necrótico en esta patología), pero si no, el

tipo de desbridamiento dependerá de las

condiciones del paciente en cuestión, to-

mando en cuenta indicaciones, ventajas y

desventajas de cada método.

Se debe revalorar continuamente al pa-

ciente para decidir si se requiere desbrida-

miento continuo o si se puede continuar con

el resto del algoritmo para llevar la herida a

cicatrizar (Consenso WUWHS sobre desbri-

damiento).

Figura 8.8 Desbridamiento enzimático exógeno con colagenasa (clostridiopeptidasa). Una escara sumamente delgada es fácilmente desprendible luego de 48 h de uso de colagenasa. [Véase Atlas.]

CAPÍTULO 8

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