a most pleasant mission es

8/12/2019 A Most Pleasant Mission Es

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Peter-Hans Kolvenbach, S.J.

MISION AGRADABLE

(MUNUS SUAVISSIMUM)

Paray-le-Monial - 2 de julio, 1988


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PRESENTACION

Las lecturas de este opsculo corresponden a las referencias

que el Padre Kolvenbach hizo, en su conferencia de Paray-le-

Monial el 2 de julio de 1988, sobre las vidas, escritos yexperiencias de oracin de algunos jesuitas, sobre los documentos

de varias Congregaciones Generales, del Vaticano II, lasdeclaraciones de algunos Papas y otras personas y sobre las

situaciones que tienen relacin con el tema. La facilidad de tener

estos documentos reunidos ser un servicio y un enriquecimiento

para la lectura y reflexin de la homila y de la conferencia que elP. Kolvenbach tuvo en aquella ocasin.

La homila y la conferencia fueron dirigidas a un nmero

aproximado de trescientos jesuitas, de doce pases diferentes,

reunidos para celebrar el tercer centenario de la aparicin en la cual

Santa Margarita Mara presenci la invitacin de Nuestra Seora a

San Claudio La Colombire y a sus compaeros jesuitas a hacer dela devocin al Corazn de su Hijo un fructfero instrumento

pastoral.

La estructura que el P. Kolvenbach dio a su conferenciasugiere cinco consideraciones con carcter de oracin sobre

algunos momentos de la historia de la Compaa de Jess. Esta

estructura convierte a la conferencia, a la homila y a los textos

aludidos en un buen material para un retiro.

Esto es lo que ha motivado el esquema de la pgina

siguiente que da una posibilidad de integrar la homila y lasdiversas partes de la conferencia en los Ejercicios Espirituales.

Apostolado de la Oracin


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INTEGRACION DE LOS EJERCICIOS CON PARAY

EJERCICIOS CONFERENCIAY HOMILIA

PRIMERA SEMANA(53) Coloquio con Cristo enla Cruz

Homila:

Contemplacin del costado

abierto de Cristo. Pg. 5

SEGUNDA SEMANA

(101) La Encarnacin(263) La Visitacin

1 Contemplacin:

Nuestra Seora y La Co-lombire. Pg. 10

(136) Dos Banderas 2 Contemplacin:Respuesta de La Colombire y

de los primeros promotores.Pg. 14

(164) Tres grados de hu-mildad

3 Contemplacin:

Reluctancia de la Compaa ydesaliento de los primeros

promotores. Pg. 21

TERCERA SEMANA(208) Prendimiento y con-dena de Cristo

4 Contemplacin:Supresin de los Jesuitas.

Pg. 30

CUARTA SEMANA(305) Aparicin a Toms(307) Misin a los Aps-toles

5 Contemplacin:

Empeo de la Congregacin

General 23 para con el

Munus Suavissimum.

Pg. 33

(230) Contemplacin para

alcanzar amor.

Coloquio final con Claudio,

Nuestro Seor y NuestraSeora. Pg. 36


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I N D I C E

Pgina

Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2

Integracin de los Ejercicios con Paray . . . . . . . . . . . . . 3

Homila del P. Kolvenbach, 2 de julio 1988. . . . . . . . . . . 5

Conferencia del P. Kolvenbach, 2 de julio 1988 . . . . . . . . 10

Carta de Santa Margarita Mara Alacoque, NOTA A . . . . . . 39

Decretos de las CC.GG. de la Compaa, NOTA B . . . . . . 41

Conferencia del P. Arrupe, 6 febrero 1981, NOTA C . . . . . 47

Cartas de Juan Pablo II y del P. Kolvenbach,

5 de octubre 1986, NOTA D . . . . . . . . . . . . . . . 52

Carta del P. Dezza, 26 de febrero 1982, NOTA E . . . . . . . 56

Notas de retiro, Bto. Claudio La Colombire, NOTA F . . . 60

Experiencias de oracin de los primeros Jesuitas, NOTA G. . 65

Primeros promotores Jesuitas, NOTA H . . . . . . . . . . . . . 76

Discurso de Juan Pablo II, 1 de junio 1980, NOTA I . . . . . 80

De la HAURIETIS AQUAS de Po XII, NOTA J . . . . . . . 83

Escritos de Hugo y Karl Rahner, NOTA K . . . . . . . . . . . 87

Cartas del P. Lorenzo Ricci, (1767-1773), NOTA L . . . . . 99

Estatutos del Apostolado de la Oracin, 1968, NOTA M . . 105


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HOMILIA

Peter-Hans Kolvenbach, S.J.Paray-le-Monial, 2 de julio, 1988

Como era el da de la Preparacin, para que no quedasen

los cuerpos en la cruz el sbado - porque aquel sbado era muy

solemne - los judos rogaron a Pilato que les quebraran las piernas

y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas

del primero y del otro crucificado con l. Pero al llegar a Jess,

como le hallaron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino queuno de los soldados le atraves el costado con una lanza y al

instante sali sangre y agua. Lo atestigua el que lo vio y su

testimonio es vlido, y l sabe que dice la verdad, para que tambin

vosotros creis. Y todo esto sucedi para que se cumpliera la

Escritura: No se le quebrar hueso alguno y tambin otraEscritura dice: Mirarn al que traspasaron.

Jn 19,31-37, Misa para la Solemnidad

del Sagrado Corazn, Ao B


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Hace tres siglos, en este mismo lugar de Paray-le-Monial,

el Seor quiso confiar a las religiosas de la Visitacin y a los

Jesuitas "la dulcsima tarea" de dar a conocer a todos los hombres

el amor herido de su Corazn. El recuerdo de este acontecimiento

nos invita a dar gracias al Seor y a profundizar en el sentido de

este misterio; y, para dar un nuevo vigor a nuestra misin, guiadosen esto por santa Margarita Mara y por el beato Claudio,

meditaremos sobre el episodio que nos propone el evangelio de estacelebracin eucarstica.

El acontecimiento que proclama Juan como final solemne

de toda la Pasin del Seor est enormemente marcado, desdecualquier nivel que se examine, por la fiesta de Pascua. Para quien

se contente con una mirada superficial, la gran preocupacin es la

observancia de la ley que no tolera que los cuerpos permanezcan en

la cruz durante el gran sabbat. Los soldados romanos se encargarn

de este formalismo. Y as, cuando uno de ellos hiere al Seor en el

corazn para verificar si est verdaderamente muerto, no hace ms

que llevar a cabo un gesto habitual y constatar simplemente unamuerte. No encontramos aqu la imagen que resume todo el

proceso de Jess?

Para el Seor es la expresin misma del amor loco de Diosa los hombres, mientras que para los hombres no se trata ms que

de una ley que hay que observar en la indiferencia rutinaria de un

procedimiento. "Tenemos una ley, y segn esta ley debe morir".

La autoridad, representada por la persona del procurador romano,

puede lavarse ya las manos para significar que no es en absoluto

responsable de toda esta sangre inocente. Pero es precisamente en

el momento en que los hombres van a dar pruebas de la dureza desu corazn, cuando Dios hace irrupcin en la historia para revelar

el Corazn de su Hijo, cuyo amor da a la Pasin su verdadero

significado.


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"Uno de los soldados, con su lanza, le atraves el costado y

enseguida sali sangre y agua". Para este soldado no es ms que unincidente inesperado, quiz molesto, pero que no le revela nada que

vaya ms all de este costado atravesado y que le deja

completamente fro e indiferente. Y, sin embargo, este golpe de

lanza ha desencadenado el cumplimiento de las promesas de la

antigua alianza; estos huesos que no han sido rotos proclaman que

el Crucificado es el verdadero cordero pascual; la herida delcostado abre hacia la invisible herida del amor de Dios; el agua y la

sangre son estos ros de agua viva, anunciados por la Escritura, quebrotan de la verdadera roca en el desierto que es Cristo. Los

espectadores no han visto nada, no mucho ms que nosotros

cuando todava dudamos en mirar a "aquel que han atravesado" o

cuando preferimos a esta mirada las ocupaciones mltiples que nosllevan a preparar, segn nuestro gusto, una fiesta pascual que no se

vive ya segn el corazn de Dios. A causa de estos rechazos y de

estas indiferencias, interviene Dios, en muchas ocasiones y bajo

diferentes formas, para atraer nuestra mirada sobre el Crucificado

con el costado atravesado, para que descubramos el corazn herido

de su Hijo bien amado contra quien el odio del hombre de corazn

de piedra ha ido hasta el fin de sus posibilidades y en quien el amorde Dios nos "ha amado hasta el fin".

Es as como Dios irrumpe en la vida de Santa Margarita

Mara y del beato Claudio, los primeros de la multitud de los quehan asumido hasta hoy esta dulcsima tarea de anunciar toda la

riqueza revelada por el costado abierto del Crucificado - toda la

amplitud, toda la profundidad y toda la altura de Dios que es

Amor, todo el misterio del Corazn de Jess. Las palabras que

intentan expresarlo cambiarn, las perspectivas teolgicas que

intentan explicarlo se desplazarn, y las imgenes, que no

alcanzarn jams a dar a este misterio una forma artstica, habrque inventarlas siempre de nuevo; pero estar siempre entre

nosotros, ofrecido a nuestras miradas, "Aquel que atravesaron" y la

dulcsima tarea de dar testimonio de ello, como hizo el discpulo al


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que Jess amaba.

Porque lo que los soldados no vieron, Juan lo vio y datestimonio de ello - un testimonio autntico - "para que vosotros

tambin creis". Viendo lo que sucede ante sus ojos en el Calvario

en esta hora en la que se prepara la celebracin de la gran Pascua,

Juan se conmovi hasta lo ms profundo de su corazn. Viendo

morir al Seor, le pareci perder toda esperanza de ver a la Vida

vencer para siempre a la muerte. En la primera Pascua el Seorhaba luchado "con mano fuerte y brazo vigoroso" para que el

pueblo elegido fuera liberado de la esclavitud. Por su fe en Jess,el Cordero de Dios, Juan iba a poder celebrar la gran Pascua que

destruira para siempre el poder del prncipe de este mundo. Ya

que, al brotar del corazn del Seor herido por la lanza el agua y la

sangre, Juan ve y cree: Pascua significa entonces que, por sumuerte el Seor de la vida ha vencido a la muerte. En la muerte de

la cruz resplandece la gloria de Dios. Desde este momento, este

Jess que debemos contemplar es ciertamente un crucificado, cuyo

cuerpo est marcado por las heridas, pero porque, segn el rito

pascual, sus huesos no han sido rotos, no es un cadver repugnante

con los huesos rotos el que el Padre ofrece a nuestras miradas mas

una vctima cuyo costado ha sido atravesado, contemplado a la luzde la Pascua y que revela la gloria de amor que es el corazn de

Dios. Es el amor de su Corazn divino que no deja "al que le ama

ver la corrupcin" sino que, al contrario, hace brotar la Vida, este

Espritu de amor, inmediatamente derramado sobre todos los quequieren contemplar "a Aquel al que han atravesado"; bautizados as

en el agua y en la sangre, en la muerte y en la resurreccin, forman

este pueblo nuevo que es la Iglesia, nacida inmediatamente del

costado atravesado del Seor.

Observando lo que ha hecho la lanza del soldado, Juan

entona, lleno de fe, la profeca de Zacaras segn la cual lacontemplacin del Atravesado por la lanza anuncia, como una

manifestacin del amor del Corazn de Dios, la alegra en la

tristeza, el perdn en la falta, y, en el rechazo de amar, la


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reparacin. La reparacin, s! Porque aquel que contempla desde la

fe al que atravesaron, no puede ceirse a ser solamente un adoradordel misterio de amor; esta contemplacin le lleva a vivir el misterio

pascual con espritu de reparacin, a dejar que su corazn de piedra

se transforme en corazn de carne, amando activamente, por el

agua viva y la sangre derramada, al Padre y en El a todo hombre.

Comprendida de esta manera, la dulcsima tarea de dar aconocer el Corazn de Jess no es la bsqueda de un sufrimiento

que se cultivara a s mismo, sino que, como lo comprendi elapstol bien amado, y como lo comprendieron despus de l

Margarita Mara y Claudio La Colombire, el fiel no puede

celebrar el agua viva de Pentecosts sin participar tambin en la

sangre derramada en el calvario. La dulcsima tarea irradia a travsde los hombres y de las mujeres cuyo corazn est marcado por el

Corazn de Cristo, nuestra Pascua. Y es su amor el que transforma

la angustia paralizante de la muerte en confianza Pascual de la

vida, la guerra surgida del odio en paz, fuente de la civilizacin del

amor, la injusticia de los hombres en esta justicia que exige el

mandamiento del amor. Esta es la verdadera reparacin: una

participacin activa en la obra de la redencin, en el agua viva y enla sangre derramada que no cesan de brotar del Corazn atravesado

de Jess.

Celebrando esta Eucarista damos gracias al Corazn deJess por todo el bien hecho durante tres siglos por aquellas y

aquellos que han asumido de todo corazn la dulcsima tarea que

les ha sido confiada. Que por la intercesin del Corazn

Inmaculado de Mara, la Compaa de Jess pueda llevar a cabo la

misin, recordada por el Papa Juan Pablo II, en este mismo lugar,

en Paray-le-Monial, de anunciar al hombre de nuestro tiempo el

amor del Sagrado Corazn cuya fidelidad nos acompaa degeneracin en generacin.


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CONFERENCIA

Peter-Hans Kolvenbach, S.J.Paray-le-Monial, 2 de julio, 1988

Ciertamente como compaeros de Jess estamos reunidos

en Paray-le-Monial. Y segn el mtodo ignaciano deseamos

meditar el misterio de este da, el misterio del Corazn de Jess.

EL "MUNUS SUAVISSIMUM"

"Traer la historia de la cosa que tengo de contemplar; que esaqu..." cmo un dos de julio, en la fiesta de la Visitacin, del aodel Seor mil seiscientos ochenta y ocho, la Compaa de Jess

recibi la misin de propagar la espiritualidad del Corazn de Jess

como "un don soberanamente agradable", como un "munus

suavissimum".

En este da de la fiesta de la Virgen, Santa Margarita Mara est en

oracin la mayor parte del da. Y al atardecer, oye que Mara sedirige a ella. La Virgen, la que llev a Isabel la presencia del Seor

que "se acuerda de su misericordia", se vuelve hacia ella y las

religiosas de la Visitacin: se dirige luego hacia los jesuitas,

representados por Claudio La Colombire, "fiel servidor de mi

divino Hijo". Y la misin que les confa a estos dos gruposreligiosos es la de manifestar el amor misericordioso de su Hijo

para con los hombres, como se revel en su Corazn herido. En su

correspondencia de los aos 1688 y 1689, Santa Margarita Mara1

1

Margarita Mara Alacoque naci cerca de Autun, en Franciacentral, el 22 de julio de 1647. Educada en un ambiente agrario en

circunstancias difciles, entr en el Convento de la Visitacin en

Paray-le-Monial en 1671 a la edad de 24 aos. Fue sucesivamente

maestra de postulantes, ayudante de la Superiora y maestra de


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Iesu Christo munus suavissimum ipsi commissum", esta misin

que, en efecto, ha encontrado entre los jesuitas, y continaencontrando en ellos un eco particularmente profundo y

prolongado1.

En la medida en que vive en y por la Iglesia,

permaneciendo fiel a s misma, la Compaa contina creciendo. Y

en funcin de su historia, vivida en la fidelidad a su carisma, actay reacciona. Ciertamente, la devocin al Sagrado Corazn se

encarna en condicionamientos humanos y temporales que, pornaturaleza, son cambiantes. Y lo que permanece de la misin

confiada a la Compaa - lo que permanece de esta gran historia en

el momento presente - est marcado por la aparicin en la Iglesia

de acontecimientos tales como el Concilio Vaticano II y las nuevasexperiencias de la secularizacin y de la aparicin de nuevos

movimientos espirituales.

Hay que aadir, con toda honradez, que, como jesuitas

podemos dejar que se esfumen pginas enteras de la historia de la

Compaa, reducindolas al estado de sombras inconsistentes o de

frutos de un fervor pasajero. Reconozcamos que la indolencia denuestro corazn nos lleva a evitar la acogida del Corazn de Jess

en nuestra propia existencia: pues sabemos perfectamente que su

amor escrutar lo ms ntimo de nosotros mismos - nuestro corazn

-donde preferimos sentirnos en nosotros ms que "estar con l".Pero apartar la memoria viva de la historia vivida por la Compaa

segn la voluntad del Seor, siendo as que recibi la misin de

anunciar el misterio del amor de Dios revelado en el Corazn del

Hijo nico, sera traicionar la existencia misma de la Compaa, en

razn sobre todo de una real connaturalidad entre la espiritualidad

del Corazn de Jess y la espiritualidad ignaciana. Y es esta

connaturalidad, en efecto, la que explica cmo, desde Santa1CG 23, 1883, d. 46. Ver nota B.1, pgina 45, para un texto

ms amplio.


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Margarita Mara hasta el P. Arrupe, se mantiene el nexo prometido

entre el vigor de la espiritualidad del Corazn de Jess y lafecundidad apostlica de la Compaa.

"Estoy persuadido de que pocas pruebas de la renovacin

espiritual de la Compaa podrn llegar a ser tan claras como una

devocin vigorosa y general al Corazn de Jess. Nuestro

apostolado encontrara en ella un vigor nuevo y no tardaramos enver los efectos, tanto en nuestra vida personal como en nuestras

actividades apostlicas"1

.

En este modo, en lugar de rechazar nuestra historia, si es

que esto fuera posible, en lugar de traicionar consciente o

inconscientemente, de esta manera la identidad espiritual de laCompaa, dejmonos interpelar por la experiencia que ha hecho

nuestro cuerpo apostlico del munus suavissimum y que har

todava, si, como es propio de su vocacin, la Compaa oye la

peticin de Juan Pablo II, expresada aqu mismo, en Paray-le-

Monial en octubre de 1986: que la Compaa, sacndolo de su

memoria viva, busque hoy cmo puede ofrecer un porvenir al

hombre moderno guindolo hacia la novedad de "la civilizacin delCorazn de Jess", marcada por el amor herido de su costado

atravesado2.

1Una de las ltimas grandes conferencias del P. Arrupe, antes

de sufrir el ictus que lo dej invlido en agosto de 1981, fuepronunciada en la conclusin del curso de espiritualidad ignaciana,

de cinco semanas, que se tiene cada ao en la Curia de Roma. Ver

nota C, pgina 51, para un texto ms amplio.2En octubre de 1986, Juan Pablo II hizo lo que l llam una

peregrinacin espiritual al sur de Francia. All or al pie de latumba de los primeros mrtires de Lyon; beatific al Padre Antoine

Chevrier, siervo de los pobres de Lyon; or con el Hno. Roger y

su comunidad en Taiz; el 5 de octubre or ante la tumba de Sta.

Margarita Mara y del Bto. Claudio La Colombire en Paray-le-


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DEVOCION AL CORAZON DE JESUSY EJERCICIOS ESPIRITUALES

"Traer la historia de la cosa que tengo de contemplar;que es aqu..." el hecho bien significativo de que las revelacioneshechas a Santa Margarita Mara fueron conocidas por el gran

pblico de su tiempo por primera vez gracias a la publicacin de

las notas de ejercicios de nuestro compaero, Claudio LaColombire, el primer jesuita que llev a cabo el munus

suavissimum confiado por el Seor a la Compaa1

. Invitando a la

Monial y en esta ocasin entreg al P. Kolvenbach una carta

dirigida a todos los jesuitas (ver la nota D, pgina 56, para el texto

completo de esta carta y la carta del P. Kolvenbach que loacompaaba). El Papa concluy su peregrinacin visitando el

santuario del Cura de Ars, San Juan Mara Vianney, y el de San

Francisco de Sales y Sta. Juana Francisca Fremiot de Chantal,

fundadores de la Orden de la Visitacin, en Annecy.1 Claudio La Colombire naci el 2 de febrero de 1641 en

Saint-Symphorien d'Ozon, al sur de Francia. Despus de hacer susestudios con los jesuitas de Lyon, ingres en el noviciado de la

Compaa en Avin a los 17 aos. Fue ordenado en Pars en

1669. Despus de la ordenacin sacerdotal ense y predic en

Lyon. Despus de la Tercera Probacin su primer destino, en

febrero de 1675, fue a la pequea comunidad jesutica de Paray-le-Monial como superior. Durante los 18 meses siguientes fue

director espiritual de Sta. Margarita Mara. En octubre de 1676 se

dirigi a Londres en calidad de capelln privado del duque y la

duquesa de York. All comenz a promover pblicamente la

devocin al Sdo. Corazn. Acusado falsamente de predicar contra

el rey y el parlamento, fue encarcelado en noviembre de 1678 ydos meses despus enviado a Francia con la salud destruida. Hasta

agosto de 1681 fue espiritual de los escolares de Lyon.

Nuevamente enviado a Paray-le-Monial, muri el siguiente mes de

febrero a la edad de 41 aos. Fue beatificado en 1929.


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formula l mismo en nuestro nombre lo que San Ignacio quisiera

que fuera nuestro propio descubrimiento: "Que el hombre seapresure a entrar en el Corazn de Cristo... unirte de tal manera a

Cristo por amor, que tu corazn entre totalmente en l... que hiera

tu corazn con sus heridas"1.

He aqu, puesta a plena luz la pedagoga espiritual de San

Ignacio: muestra el camino hacia un conocimiento interior deCristo (Ej. 104), seala la ruta hacia un encuentro en el que "un

amigo habla a un amigo" (Ej. 54), que tiene el corazn herido, yabre totalmente nuestro corazn al corazn de Dios mediante una

"redamatio" reparadora, traducida en estos trminos por Claudio

La Colombire, el confidente de Santa Margarita Mara: "l ama y

no es amado... Para reparar tantos ultrajes y tan cruelesingratitudes... os ofrezco mi corazn... me doy enteramente a

Vos"2.

1Ludolfo de Sajonia naci en la Alemania del norte hacia el ao

1300. Fue primeramente dominico y en 1340 entr en la Cartuja de

Estrasburgo donde muri en 1378. Sus escritos revelan unprofundo conocimiento de la Escritura y un gran respeto por la

vida apostlica. Su "Vida de Cristo" fue probablemente escrita

poco despus de ingresar en la Cartuja. El Padre Nadal declar

poco despus de la muerte de San Ignacio que fue precisamente lavida de Cristo escrita por Ludolfo la que Ignacio ley en Loyola

durante su convalecencia. La cita est tomada aqu de VC, II, 58.

Para un estudio reciente y completo de la contemplacin que hace

Ludolfo sobre la llaga del costado, ver el artculo del P. Juan

Ochagava en el nmero especial de ORACION Y SERVICIO de

abril 1988 dedicado al tema de los Ejercicios y el Corazn de

Cristo.2Ver la nota F.1, pgina 64, sobre el acto de consagracin al

Corazn de Cristo, de La Colombire.


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LA HISTORIA DEL "MUNUS SUAVISSIMUM"

Por esta razn, los primeros jesuitas que cumplen con el

munus suavissimum no tienen nada de fanticos, a pesar de ser almismo tiempo apasionados; no tienen nada de polemistas, a pesar

de ser conscientes de que llevan un mensaje. En sus Ejercicios de1677, Claudio La Colombire describe (165) la devocin que el

Seor "ha sugerido a una persona" - Margarita Mara - y cmo l,

Claudio, de quien el Seor se ha querido servir a pesar de su

debilidad, "ha inspirado ya a mucha gente en Inglaterra"1 estadevocin. Y es a toda una red de amigos a quienes Claudio inspira

la espiritualidad del Corazn de Jess, de persona a persona.

Claudio reconoce ciertamente, las limitaciones de este modo de

actuar personalizado: "Y no poder, Dios mo, estar por todas

partes y publicar lo que esperis de vuestros servidores y amigos!".

Pero este apostolado personalizado no excluye en manera alguna

una irradiacin contagiosa: tenemos la prueba de ello en eltestimonio de un franciscano ingls, San Juan Wall, que deba

morir mrtir poco despus, y que escribe, despus de haber

encontrado a Claudio y de haber hablado con l: "Cre que estaba

tratando con el apstol San Juan vuelto a la tierra para encender denuevo este amor en el fuego del Corazn de Jess..."2.

1 Ver la nota F. 2, pgina 67, sobre las referencias de La

Colombire a Margarita Mara en el retiro ingls de 1677. Es la

primera publicidad que se da a sus extraordinarias gracias de

oracin de modo que incluso las religiosas de su propia comunidad

las conocieron por primera vez gracias a esas notas.

2San Juan Wall naci en Lancashire en 1620, hizo sus estudios

para el sacerdocio en Douai y Roma y fue ordenado sacerdote a los

25 aos. Ingresado en la orden franciscana fue maestro de


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Pues ninguna frmula de consagracin, ninguna prctica dedevocin puede producir por s misma el ms mnimo crecimiento

en el amor de Cristo: todas estas frmulas valen lo que vale el

corazn que responde a la invitacin a entrar, paso a paso, siempre

ms adelante en el misterio del Costado abierto. Ninguna de las

expresiones de la devocin al Corazn de Jess es un fin en s

misma. Todas poseen en comn con los Ejercicios Espirituales unvalor pedaggico. Esta es la visin de Po XII que no dudaba en

presentar el culto al Sagrado Corazn como "la escuela ms eficazdel amor divino"1.

Del mismo modo que al que recibe los Ejercicios, al que

practica la devocin al Corazn de Jess le aprovecha en granmanera el "entrar en ellos con grande nimo y liberalidad con su

Criador y Seor, ofrecindole todo su querer y libertad, para que

su divina majestad, as de su persona como de todo lo que tiene, se

sirva conforme a su santsima voluntad" (Ej. 5). Si esto es as, la

devocin al Corazn de Jess no est ms pasada de moda que el

1

Po XII, HAURIETIS AQUAS, n. 15ss. Ver nota J, pgina87: "Finalmente, deseando con todo empeo oponer una firme

barrera a las impas maquinaciones de los enemigos de Dios y del

prjimo, no dudamos en proponer la espiritualidad del Corazn de

Jess como la escuela ms eficaz de la caridad divina; de esa

caridad divina sobre la cual es necesario que se cimiente el reino deDios en el alma de cada individuo, en los hogares y en las

naciones, segn lo manifest sabiamente nuestro mismo predecesor

Len XIII en la encclica TAMETSI: "El reino de Cristo recibe su

fuerza y su estructura de la caridad divina, ya que su fundamento y

su sntesis consiste en amar santa y ordenadamente; de aqu fluye

por necesidad todo lo dems: el cumplimiento fiel de lasobligaciones, el no perjudicar en nada los derechos ajenos, el

estimar las cosas humanas como inferiores a las celestiales y el

anteponer el amor de Dios a todas las cosas"


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lenguaje de los Ejercicios y si los Ejercicios conocen hoy un

aumento de confianza en toda la Compaa, no puede suceder lomismo con la devocin al Corazn de Jess, cuando, bien adaptada

y, sobre todo, practicada humildemente, nos ensee a "alcanzar el

amor" (Ej 230) que se revela en el Corazn del Salvador? Puede

pues concluirse que el "aggiornamento" de la devocin al Corazn

de Jess en el corazn de los jesuitas de hoy consiste en seguir la

pedagoga de los Ejercicios para "apartar los obstculos entre Diosy el hombre para dejar que el Espritu haga posible por s mismo el

reencuentro"1

. Y, recprocamente, ser acudiendo de nuevo a lafuente del Corazn de Jess, que es la Fuente del Espritu, cmo

los Ejercicios dados espiritualmente sern a su vez una efusin del

Espritu para la edificacin del cuerpo apostlico de la Compaa.

EL CORAZON HUMANO DE DIOS

"Traer la historia de la cosa que tengo de contemplar;que es aqu..." la lentitud con que la Compaa anuncia el munussuavissimum. Los primeros apstoles del Corazn de Jess

llegaron a conocer las dificultades desalentadoras que el Seorhaba anunciado a Santa Margarita Mara. El beato Claudio La

Colombire acaba siendo, segn sus propias palabras, "una carga

intil en todas las casas en que me encuentre"2. El Padre Jean

1CG 32, 1975, d. 4, no 57. Ver nota B. 4, pgina 48.2Al dejar Paray-le-Monial, La Colombire tuvo una abundante

correspondencia, primero desde Londres y despus desde Lyon,

con la Madre Franoise de Saumaise, la superiora de Sta.

Margarita cuando l estaba en su destino de Paray. "Estoy aqu

(Lyon) desde el 11 de este mes. Me siento peor que nunca desdemi partida de Inglaterra... Hallo en todas partes una mies tan

grande, que me cuesta muchsimo contenerme; pero me ordenan el

silencio y estoy resuelto a observarlo, segn el consejo de usted. Si

la Providencia me vuelve a llamar al pas de las cruces, estoy


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Croiset conoce la desgracia en la Compaa, y en Roma su obra es

incluida en el Indice. Una muerte prematura parece que pone fin "ala palabra y a la pluma" inflamadas del joven Padre Bernardo de

Hoyos, y a pesar de los dones magistrales que posea para la

elaboracin de una teologa del Corazn de Jess, parece que fue

en vano que el Padre Joseph-Franois de Gallifet se apasionara por

la nueva devocin. Los prepsitos generales, Tirso Gonzlez y

Miguel Angel Tamburini se muestran, por su parte, reticentes, nociertamente ante una espiritualidad del corazn como tal, sino a

propsito de las formas en las que quera expresarse la devocin alCorazn de Jess1.

Todava hoy, nuestra preocupacin apostlica debe

consistir en separar la devocin al Corazn de Jess de todo losobreaadido, para llevarla, ms all de cualquier sensiblera y aun

ms all de todo sentimentalismo, hacia lo que tiene de esencial. Y

esto que es esencial, sin embargo, por espiritual y sublime que sea,

enteramente dispuesto a partir; pero Nuestro Seor me ensea,

desde hace algunos das, a hacerle un sacrificio mayor todava, que

es estar resuelto a no hacer nada, si es su voluntad; a morir elprimer da y extinguir por la muerte el celo y los grandes deseos

que tengo de trabajar por la santificacin de las almas, o bien

arrastrar en silencio una vida achacosa y lnguida sin ser ya sino

una carga intil en todas las casas en que me encuentre. Estaba malcuando llegu a Paray; pero all me restablec en dos das...

Encontr las cosas en una disposicin admirable... no pude ver

sino una vez a la Hermana Alacoque; pero tuve mucho consuelo en

esa visita; la encontr siempre sumamente humilde y sumisa, con

gran amor a la cruz y a los desprecios. Esas son seales de la

bondad del espritu que la gua, las cuales no han engaado nunca a

nadie..." Carta 43 de Claudio La Colombire.1Ver nota H, pgina 80, sobre el P. Croiset, de Hoyos, y de

Gallifet.


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debe encarnarse para llegar a ser cristiano. Esta encarnacin

significa ante todo que, lejos de ser una inclinacin puramenteinstintiva, el amor es una decisin consciente, una "eleccin" del

corazn del hombre de ir, mediante una larga y agotadora

desposesin de s, hacia los otros en Aquel que, amndonos con un

corazn humano es el Enteramente Otro1. La encclica

HAURIETIS AQUAS ha recordado claramente que el amor de

Dios no es solamente espiritual. Mientras que la antigua alianzarevela el amor espiritual de Dios hacia su pueblo, la nueva alianza

nos pone no solamente ante el amor divino, sino ante este amorbajo la forma encarnada, sensible, del amor humano2.

De una manera lapidaria, la constitucin apostlicaGAUDIUM ET SPES retoma este mensaje de salvacin: "...

Cristo, Verbo Encarnado, nos ha amado con un corazn de

hombre"3. Este mensaje del Corazn humano de Cristo, explica el

1Durante su visita a Francia en 1980, Juan Pablo II no pudo

pronunciar el discurso preparado para un encuentro el 1 de junio

con la juventud en Pars. Ver nota I, pgina 84, para el nmero 5de esta declaracin del Papa a la que alude aqu el P. Kolvenbach.

2Po XII, HAURIETIS AQUAS, no. 15 ss. Ver nota J, pgina

87.3 GAUDIUM ET SPES, 22.2: El que es imagen de Dios

invisible (Col 1,15) es tambin el hombre perfecto, que ha devuelto

a la descendencia de Adn la semejanza divina, deformada por el

primer pecado. En l, la naturaleza humana asumida, no absorbida,

ha sido elevada tambin en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo

de Dios con su encarnacin se ha unido, en cierto modo, con todohombre. Trabaj con manos de hombre, pens con inteligencia de

hombre, obr con voluntad de hombre, am con inteligencia de

hombre, obr con voluntad de hombre, am con corazn de

hombre. Nacido de la Virgen Mara, se hizo verdaderamente uno


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Concilio Vaticano II, "lejos de disminuir al hombre, ayuda a su

progreso dando luz, vida y libertad y, fuera de l, nada puedesatisfacer al corazn humano"1. Juan Pablo II ha asumido esta

antropologa cristocntrica de la GAUDIUM ET SPES desde su

primera encclica REDEMPTOR HOMINIS. El corazn del

hombre debe aprenderlo todo del Corazn de Cristo, puesto que l

nos ha amado con un corazn de hombre.

"Junto al Corazn de Cristo, el corazn del hombre

aprende a conocer el sentido verdadero y nico de su vida y de sudestino, a comprender el valor de una vida autnticamente

cristiana, a preservarse de ciertas perversiones del corazn

humano, a unir el amor filial a Dios con el amor al prjimo"2.

DIFICULTADES DE LA DEVOCIONAL CORAZON DE JESUS

Por qu esta espiritualidad del corazn suscita dificultades

desde sus orgenes? Ante esta cuestin hay dos razones mayores.

de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el

pecado.1GAUDIUM ET SPES, 21,7: La Iglesia sabe perfectamente

que su mensaje est de acuerdo con los deseos ms profundos del

corazn humano cuando reivindica la dignidad de la vocacin del

hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de sus

destinos ms altos. Su mensaje, lejos de empequeecer al hombre,

difunde luz, vida y libertad para el progreso humano. Lo nico que

puede llenar el corazn del hombre es aquello de "nos hiciste,

Seor, para ti, y nuestro corazn est inquieto hasta que descanseen ti.

2Juan Pablo II, Carta a los Jesuitas, ver nota D, pgina 58.


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La primera es el hecho de que si la persona humana debetener, sin duda, el ardor de su espritu, sin el cual el ardor

sentimental no es ms que humo de pajas, la espiritualidad cristiana

incluye tambin los sentimientos, y refirindose a la imagen misma

de Dios, la revela como un Dios que tiene un corazn. En un

ambiente de racionalidad pura y de pragmatismo tcnico, la

devocin al Corazn de Jess no puede dejar de sufrir ladegradacin de lo emocional, que, sin embargo, forma parte

integrante de la riqueza de la existencia humana; no puede menosde experimentar el menosprecio del "pathos", que, por otra parte,

se retoma en una patologa de lo emocional ms all de todo orden

y medida. Parafraseando una observacin del P. Karl Rahner que,

con su hermano, el P. Hugo Rahner se entregaron con gran mritoal munus suavissimum, se podra decir que, despreciando al

sentimiento, los cristianos estn haciendo del cristianismo una

abstraccin, es decir, una gnosis. Y las abstracciones no tienen

necesidad de corazn1.

1

Hugo y Karl Rahner, dos hijos (de una familia de siete) de unprofesor universitario, nacieron y se criaron en la Selva Negra de

Alemania; Hugo naci en Baden en 1900, y Karl en Friburgo en

1904. Hugo ingres al noviciado de Feldkirch a los 19 aos, y Karl

a los 18, en 1922. Despus de estudiar en Pullach, Valkenburg e

Innsbruck, y de la ordenacin en 1929 y 1932, sus vidassacerdotales transcurrieron casi totalmente en los departamentos de

teologa de las universidades de Innsbruck y Munich. El campo de

Hugo era la patrstica y la historia de la Iglesia, pero pronto

adquiri renombre mundial como experto en espiritualidad

ignaciana. Karl, un telogo dogmtico, realiz una labor pastoral

durante la guerra en Viena y Baviera, sirvi de consejero deteologa en el Concilio Vaticano II y, adems de ensear y de dar

conferencias, escribi ms de cuatro mil obras que cubren casi

todos los temas teolgicos ms importantes. Karl muri en

Innsbruck en 1984, diecisis aos despus de la muerte de Hugo en


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El Concilio Vaticano II, por su parte, ha renovado la

liturgia del pueblo de Dios, ha redescubierto el mensaje bblico,

profundizado la vida de la Iglesia y asumido muchas

responsabilidades nuevas en el mundo. Pero esta renovacin ocupa

de tal manera nuestro espritu que corremos el riesgo de olvidar

que liturgia y Biblia, Iglesia y misin, son adems gestos del amorde Dios encarnado en el Corazn de su Hijo, que contina su obra

de amor en este mundo, suscitando nuestra "redamatio", larespuesta de nuestro corazn. A pesar de la exigencia que

comporta, una espiritualidad renovada del Corazn de Jess,

concentrada sobre la respuesta del corazn humano al amor de

Cristo, podra ser reconocida como una forma significativa de la"nueva evangelizacin" que hay que llevar a cabo, es decir, como

la sola forma verdaderamente significativa1.

Munich en 1968. Ver algunas selecciones de sus obras en la nota

M, pgina 91.1

El estmulo de "una nueva evangelizacin" surge, sin lugar adudas, del Vaticano II y del Snodo de Obispos de 1974 sobre la

Evangelizacin en el Mundo Moderno. El documento que produjo,

EVANGELII NUNTIANDI, enuncia en el prrafo 52: "Aunque

este primer anuncio va dirigido de modo especfico a quienes nunca

han escuchado la Buena Nueva de Jess o a los nios, se estvolviendo cada vez ms necesario, a causa de las situaciones de

descristianizacin frecuentes en nuestros das, para gran nmero de

personas que recibieron el bautismo, pero viven al margen de toda

vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen una cierta fe,

pero conocen poco los fundamentos de la misma; para los

intelectuales que sienten necesidad de conocer a Jesucristo bajo unaluz distinta de la enseanza que recibieron en su infancia, y para

otros muchos". Juan Pablo II ha hecho de esta nueva

evangelizacin una de las piedras angulares de su pontificado

itinerante, enfatizando, de manera especial, la necesidad de una re-


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Pero hay una segunda razn, quiz la de mayor fuerza, de

las resistencias encontradas, desde sus mismos orgenes, por la

devocin al Corazn de Jess: que esta espiritualidad, para ser

vivida y para tomar cuerpo, debe concretarse en prcticas,

consideradas con frecuencia como demasiado nuevas en la poca de

los primeros apstoles del munus suavissimum, y en nuestros dastenidas como pasadas de moda y no exentas de ambigedades

teolgicas. La reticencia que el mensaje de Paray-le-Monial haencontrado, desde el comienzo, en la Compaa, se refera menos a

la espiritualidad del Corazn de Jess que a las prcticas de esta

devocin1.

evangelizacin de las culturas secularizadas de la Europa cristiana y

de un renovado esfuerzo en Amrica Latina con motivo del quinto

centenario de la primera prdica del Evangelio en ese continente.1Para una enumeracin objetiva de las dificultades teolgicas

ms comunes, con respecto a las prcticas de devocin al Sagrado

Corazn, vase el ensayo de Richard Gutzwiller, "Dificultades"pginas 33 a 52 de COR SALVATORIS, redactado por Josef

Stierli. Algunas de estas dificultades son: la confusin en cuanto al

objeto de la devocin (el objeto material?, el amor de Cristo?,

el corazn fsico como smbolo de amor?, la Divinidad de Cristo,

conjuntamente con el alma humana y el corazn fsico?); elSagrado Corazn como manifestacin de Amor, propiamente el

atributo del espritu; la concentracin en Jess ms bien que en el

Padre; la concentracin en el doliente corazn de Nuestro Seor

(que est en la gloria, incapaz de sufrir en el cuerpo y en el alma);

algunas dificultades bblicas con las limitaciones inherentes al

concentrarse en el lenguaje y en las imgenes del Sagrado Corazn;los riesgos de crear una actitud melanclica, pesimista, escapista, o

una disposicin individualista, egocntrica; el fracaso en el

incorporar apropiada y definitivamente, el culto del Sagrado

Corazn en la liturgia; la fidelidad excesiva a las formas y valores


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Despus de haber presentado la espiritualidad del Sagrado

Corazn, el Papa Juan Pablo II en su carta en Paray-le-Monial, la

concreta recomendando la prctica mensual de los primeros

viernes:

"Manifestndose especialmente en la prctica de la hora santa, dela confesin y de la comunin de los primeros viernes, (la devocin

al Corazn de Jess) ha contribuido a incitar a generaciones decristianos a orar mucho ms y a participar ms frecuentemente en

el sacramento de la penitencia y de la eucarista. Estos son caminos

que es deseable que se propongan a los fieles, aun hoy en da"1.

Esta insistencia en una prctica popular ha asombrado y

aun irritado a algunos. Y sin embargo, Juan Pablo II se contenta

con afirmar que la espiritualidad renovada del Sagrado Corazn

debe expresarse en prcticas; y, sin imponer las palabras y las

imgenes, la forma y el modo de expresin, en una larga lista de

prcticas, retiene solo lo esencial: una oracin ms asidua para

conocer cada vez ms desde el interior, a partir del corazn, lasriquezas del corazn de Cristo y al mismo tiempo una generosa

participacin en los sacramentos de la penitencia y de la eucarista,

para unirse al Corazn de Jess, a su acto de ofrecimiento y de

reparacin. Aqu conviene recordar la palabra del P. Arrupe: "LaCompaa tiene necesidad de la dynamis encerrada en este

smbolo y en la realidad que nos anuncia: el amor del Corazn de

Cristo. Nos hace falta quizs una actitud de humildad eclesial para

acoger lo que los Soberanos Pontfices, las Congregaciones

Generales y los Generales de la Compaa han repetido sin cesar".

tradicionales del culto que no permiten la evolucin hacia lasnecesidades y desarrollos teolgicos ms actuales.

1Nota D, pgina 59, carta de Juan Pablo II a los jesuitas.


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Desde el principio de la devocin de Paray-le-Monial hasta

nuestros das, el problema especfico de la imagen del Corazn ha

seguido siendo la ltima cuestin contra la que chocan muchos

jesuitas. No han faltado intentos por parte de jesuitas competentes y

bien intencionados, de restringirse a lo esencial de la devocin: el

amor divino, pero sin el "corazn". En la Iglesia, no se profesa deuna manera particular la devocin al Amor misericordioso de Dios

sin dirigir la mirada explcitamente siempre hacia el Corazn deCristo? Pero el Padre Pedro Arrupe nos invit a no tener la

presuncin de creer que estamos por encima de una devocin que

se expresa en un smbolo, y en la expresin grfica de este

smbolo. No quera que la Compaa se separara todava un pocoms de una pastoral popular que renace frecuentemente ante

nuestros ojos de espectadores. "Vosotros repets con tnta

frecuencia que los pobres os han enseado ms que muchos libros:

aprended de ellos esta leccin tan simple; reconoced mi amor en mi

Corazn"1.

Todo el problema de la representacin figurativaindispensable del Corazn de Jess est bien resumido en un texto

poco sospechoso de "devoto", a saber, el Decreto 4 de la CG 32.

"As, para nosotros tanto como para los otros, se hace necesario

trabajar en la bsqueda de un nuevo lenguaje, unos nuevossmbolos que nos permitan encontrar mejor y ayudar a los otros a

encontrar, ms all de los dolos destruidos, al Dios verdadero; a

Aquel que, en Jesucristo, ha escogido tomar parte en la aventura

humana y ligarse irrevocablemente a su destino. La memoria

viviente de Jess nos llama a esta fidelidad creadora"2.

1Nota C, pgina 55, Padre Arrupe, febrero 1981.

2CG 32, d. 4, no. 26. Nota B. 4, pgina 48.


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Y a qu nos invita la carta que Juan Pablo II nos entreg

en Paray-le-Monial sino a este empeo creador que - el lenguajebblico da testimonio de ello - pasar por la explicitacin decidida

del Corazn en un camino espiritual centrado sobre el misterio del

Amor que alcance hoy a los hombres de estos tiempos modernos?

Y la energa apostlica de la Compaa estimulada de este modo

constituir por su parte un ejercicio renovado del munus

suavissimum.

LA REPARACION

"Traer la historia de la cosa que tengo de contemplar,que es aqu..." el momento en que el cuerpo apostlico de laCompaa como tal descubri la devocin al Corazn del Salvador.

Habiendo obtenido en 1766 la autorizacin de celebrar la fiesta al

Sagrado Corazn, ayudado en esto por la actividad del Padre

Dominique-Marie Calvi con su celo increble por el munus

suavissimum, el prepsito General de la poca, el Padre Lorenzo

Ricci invit, el 3 de junio de 1767, a toda la Compaa a encontrar

en el Corazn de Jess un refugio seguro - "nullibi enim tutiusquiescet" durante el perodo tan doloroso que empezaba entonces a

atravesar toda la Compaa. Si el Padre Ricci reconoce la parte de

responsabilidad que le toca a la propia Compaa en esta

persecucin de que es objeto, a saber: su infidelidad a la vidainterior y a su espritu propio, ve tambin en el sufrimiento de los

jesuitas una participacin en la pasin de Cristo que se prolonga

hoy en la humanidad. La Compaa se siente as unida al Corazn

de Jess, cuyo amor es rechazado1. Pero, como lo record ms

1

Lorenzo Ricci tena 53 aos cuando, en 1757, fue elegidoPadre General (el decimoctavo) de la Compaa de Jess, quince

aos antes de la supresin. Era un noble florentino y un

sobresaliente profesor de Retrica en las universidades de Siena y

Roma antes de ocupar el cargo de padre espiritual y profesor de


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tarde el Padre Juan Bautista Roothaan, en una carta dirigida a la

Compaa en 1878, el providencial renacimiento de la Compaaen Prusia y en Rusia Blanca, mientras estaba suprimida en el resto

del mundo, indicaba tambin su participacin en la muerte y en la

resurreccin del Seor, de lo que es testimonio su Corazn

atravesado1.

teologa en el Colegio Romano. Antes de ser elegido Padre General

de los 23.000 jesuitas, jams fue superior: haba sido Secretario de

la Compaa por dos aos y era muy consciente de la antipatahacia sta forjada durante dcadas por una fuerte coalicin poltica

en Europa. Los jesuitas fueron expulsados o encarcelados, primero

en Portugal y sus colonias en 1759; luego dispersos en Francia en

1763; y de la noche a la maana, en Espaa el 2 de abril de 1767,y en sus colonias el verano siguiente. Durante este tiempo, Ricci

fue una fuente constante de consejos y consuelo de superiores y

comunidades que luchaban por vencer o al menos sobrevivir a la

tormenta. Las demandas para la supresin total de la Compaa

ejercieron presin sobre el Papa electo en 1769, Clemente XIV,

quien finalmente capitul en julio de 1773. En el nombre de la

Compaa, Ricci acept la decisin del Papa segn el voto deobediencia. Muri encarcelado en Castel Sant'Angelo el 24 de

noviembre de 1775. Quien desee consultar los prrafos de sus

ltimas cartas a la Compaa, vea la Nota L, pgina 102.

1Juan Roothan fue elegido en 1829 el 21 Superior General dela Compaa de Jess, que fue restaurada por el Papa Po VII en

1814. Fue Padre general por veinticuatro aos. Naci en

Amsterdam en 1784; a los dieciocho aos ingres en el noviciado

jesuita de Dunaburg en Rusia, en donde, con la aprobacin papal,

la Provincia jesuita sigui existiendo durante los aos de la

supresin. En Latvia, despus de su ordenacin se dedic a laenseanza y a la labor pastoral, y lo mismo en Brig, Suiza, despus

de la restauracin de la Compaa y la expulsin de Rusia. Fue

Rector del Colegio y de la comunidad recientemente fundadas en

Turn: tales fueron sus tareas previas a su eleccin como Padre


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Contemplando el Corazn de Cristo, todos los que llevan elnombre de cristianos aceptan su solidaridad vergonzosa en el

pecado con todos los hombres con los que comparten la

indiferencia y el rechazo. Pero porque el corazn herido no

significa la sacralizacin del dolor sino la santificacin del

sufrimiento por el amor, nuestra reaccin - nuestra "redamatio" -

podr expresarse, segn las vocaciones y las misiones de cada uno,en actitudes diversas.

Para unos ser la participacin en la agona mortal del

Seor; para otros, la alegra pascual con su mirada de esperanza

capaz de asumir e integrar todo lo que hay de incomprensible en la

angustia existencial de los hombres; para otros, adems, la feardiente que empuja a construir la civilizacin del Corazn de

Cristo sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia. Y es

sobre todo esta ltima actitud la que Juan Pablo II ha caracterizado

como "la verdadera reparacin pedida por el Corazn del

Salvador"1. En este tiempo de odio y de violencia, de injusticia y

de discriminacin, la reparacin debida al Seor no es autntica si

no integra el sentido del pobre, la promocin de la justicia, el amor

General. Su hbil administracin estableci slidas bases para el

renacer de una fuerte Compaa en todos los sectores de su energa

inicial: espiritualidad, educacin, compromiso pastoral, misionesen el extranjero, especializacin acadmica. Simultneamente,

enfrent con firmeza la incesante oposicin de viejos y nuevos

enemigos, en situaciones tan graves como aqullas que destruyeron

a la Compaa cincuenta aos atrs. Muri en el Ges de Roma en

1853. Su carta sobre la devocin al Sagrado Corazn (I. Razones

para fomentar la devocin; II. La forma de practicarla; III. Lo que

nos ensea el Sagrado Corazn; IV. Exhortacin final) fue escrita ala Compaa en junio de 1848.

1Juan Pablo II, Carta a los jesuitas, Nota D, pgina 58.


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hacia el ms pequeo, el respeto a la vida. La palabra reparacin,

tan frecuentemente rechazada hoy, est unida histricamente alconcepto paleocristiano de "redamatio": este devolver amor por

amor que es la gracia propia de la Contemplacin para alcanzar

amor de los Ejercicios Espirituales como realizacin de la

cuestin propuesta por el amor: "Qu debo hacer por Cristo?",

por amor de ese Cristo en la cruz a quien nosotros hemos

atravesado. En la espiritualidad ignaciana es en este movimientode arrepentimiento donde se desarrolla la compasin, y este

movimiento nos sera imposible sin alcanzar el amor o sin llegar alamor del Corazn del Salvador.

Reduciendo este misterio de amor a la exclusividad de una

sola actitud o de una sola forma, se ha ignorado la naturalezaenglobante del acto de reparacin, verdadera respuesta de amor

suscitada por el gape en un mundo de pecado. Cuando el Santo

Padre nos pide que "encontremos los medios ms adaptados de

presentar y practicar (este culto) a fin de que el hombre de hoy,

con su mentalidad y su sensibilidad propias, descubra la verdadera

respuesta a sus interrogaciones y a sus expectativas", la Compaa

se descubre invitada a re-inculturar la reparacin enraizndola denuevo en la Contemplacin para alcanzar amor. No se hace

ninguna innovacin hoy interpelando a los jesuitas de nuevo sobre

el munus suavissimum en funcin de una sana teologa de la

liberacin del pecado y de la muerte, introduciendo una respuestareamadora y en consecuencia reparadora, restauradora - en el

sentido paulino - de la imagen del amor de Dios en el hombre.

LA ACEPTACION SOLEMNEDEL MUNUS SUAVISSIMUM

"Traer la historia de la cosa que tengo de contemplar;que es aqu..." la CG 23, que en 1883, acepta solemnemente ennombre de todo el cuerpo apostlico de la Compaa "gratissimo


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animo" el munus suavissimum de propagar el Culto del Sagrado

Corazn, la "devotio erga divinissimum Cor"1.

Estamos en la poca de las grandes consagraciones

pblicas, celebradas en un contexto de cristiandad, por las que la

Iglesia se esfuerza por reanimar en todos los bautizados el fervor y

el celo y de promover por todos los medios a su alcance, la

devocin al Sagrado Corazn. Ms all de una cierta inflacinverbal y de una pompa ceremoniosa, consagrarse es reconocer

solemnemente y como cuerpo apostlico el misterio del Costadoentreabierto. Consciente de haber nacido de la herida de Cristo, la

Iglesia entona un canto de alabanza y de reconocimiento. Y en este

espritu la Compaa tambin se ofrece "para ser consagrada en la

verdad que es el Corazn de Jess". Y la reparacin se deriva deesta consagracin que significa todo nuestro deseo de insertarnos

en la obra de salvacin, en la redencin del Seor. Las palabras

pueden cambiar: importa poco, en efecto, si el hombre prefiere

entregarse o hacer don de s mismo; la realidad seguir siendo

siempre la de un "sume et suscipe", pidiendo ser puesto con el

Hijo, oracin por excelencia del jesuita de hoy como lo fue del de

ayer.

Oracin adems que sobrepasa ampliamente las fronteras

de la Compaa puesto que se une al movimiento, tan extendido en

toda la Iglesia, del Apostolado de la Oracin2. En 1915 la CG 26quiso unir solemnemente la devocin al Corazn de Jess con el

Apostolado de la Oracin. Pero ya Santa Margarita Mara, en una

carta de 1689 al P. Croiset haba sugerido unir a esta devocin una

asociacin de oracin. Y la idea fue llevada adelante con resultado

positivo por el P. Gautrelet y sobre todo por el P. Ramire3.

1

CG 23, d. 46. Vase Nota B. 1, pgina 45.2CG 26, 1915, d. 21. 1915. Vase Nota B. 2, pgina 46.3 Los padres F.X. Gautrelet y Henri Ramire, S.J. eran,


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amor de su Corazn. Y a causa de su consagracin por nosotros

cada uno se consume en su consagracin amorosa por el Reino. Yfuera de esta perspectiva de amor, hay que confesar que el corazn

no est presente.

Que aquel que asumi por eleccin divina el munus

suavissimum, Claudio La Colombire, inspire tambin hoy y en elfuturo la consagracin de la Compaa, que hace del conocimiento

ntimo del Corazn de Jess, un conocimiento por connaturalidad,un conocimiento por impregnacin lenta:

"Sagrado Corazn de Jess, ensame el perfecto olvido de

m mismo, porque es el solo camino por el que se puede entrar enTi... Ensame lo que debo hacer para llegar a la pureza de tu

amor, del que me has inspirado el deseo... Haz en m tu voluntad,

Seor; yo me opongo, lo s bien, pero no quisiera oponerme. Eres

t el que debes hacerlo todo, divino Corazn de Jesucristo"1.

Y as, el que en la aventura de su experiencia religiosa ha

tenido la ocasin de experimentar la inaudita altura, profundidad,anchura y amplitud del amor de Cristo salvador, no puede cesar de

decirse a s mismo y de decir a todos los que se cruzan por el

camino que el Corazn de Jess es el centro ltimo y la verdad

definitiva de la vida y de la muerte, del odio y del amor. Y lo diceuna y otra vez al estilo de la meditacin oriental, "Corazn de

Jess, ten piedad de m". Lo dice dirigindose hacia este Corazn

atravesado y amante que nos ama en nuestras tinieblas sin salida,

hacia este Corazn que es el Corazn mismo de Dios que nos

entrega, sin agotarlo, el misterio primordial, a saber, que

incomprensiblemente Dios nos ama y que este amor se ha hecho

irrevocable en el Corazn de Jess: ah, en este corazn, somos1 Para el texto completo de esta oracin, vase Nota F. 1,

pgina 64.


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amados... pero tambin ah, en este Corazn, - nos atrevemos a

esperarlo - todos son reunidos por el amor.

Ojal la Virgen Mara, en este 2 de julio de 1988,

manifieste a nuestra Compaa en su relacin con el Corazn de

Jess, la atencin benvola y la confianza maternal que manifest

de una manera tan conmovedora hace ya tres siglos.


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N OTAS


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NOTA A

Carta de laHermana Margarita Mara Alacoque

a la Madre de Saumaise,Julio, 1688 (carta No. 89)

... Os dir que habiendo tenido la dicha de pasar todo el dade la Visitacin ante el Santsimo Sacramento, mi Soberano se

dign favorecer a su miserable esclava con varias gracias

particulares procedentes de su amoroso Corazn, el cual

metindome dentro de s, me hizo sentir lo que no me es dadoexplicar. Se me represent un lugar eminente, espacioso y

admirable por su belleza, en cuyo centro haba un trono de llamas,

y en l estaba el amable Corazn de Jess con su llaga que

despeda rayos tan encendidos y luminosos, que todo aquel espacio

quedaba iluminado y caldeado con ello.

La Santsima Virgen estaba de un lado y San Francisco deSales del otro, con el Santo Padre La Colombire; y se vea en

aquel lugar a las Hijas de la Visitacin acompaadas de sus ngeles

custodios, cada uno de los cuales tena un corazn en la mano; la

Santsima Virgen nos llam con estas palabras:

Venid, amadsimas Hijas mas: acercos, porque os quiero

hacer las depositarias de este precioso tesoro que el divino Sol de

justicia ha formado en la tierra virgen de mi corazn, donde ha

estado nueve meses escondido; despus de lo cual se manifest a

los hombres, que no reconociendo lo que vale, lo han despreciado,

porque lo han visto mezclado y cubierto con su misma tierra, en lacual el Padre Eterno haba echado toda la inmundicia y corrupcin

de nuestros pecados, que le hizo purificar durante treinta y tres

aos en los incendios del fuego de su caridad. Pero viendo que los


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NOTA B

CONGREGACIONES GENERALES

1. Congregacin General XXIII, 1883, Decr. 46

Como feliz y prspero remate de los trabajos, se propone a

la Congregacin un postulado con el fin de acrecentar y promover

entre nosotros el culto de los Sagrados Corazones de Jess y de

Mara.

Ledo el parecer de los PP. Diputados, levantronse a una

todos los PP. Congregados y aprobaron por unnime aclamacin lo

siguiente: "Declaramos que la Compaa de Jess acepta y recibe

con nimo rebosante de alegra y gratitud el suavsimo encargo a

ella confiado por el mismo N.S. Jesucristo de practicar, fomentar ypropagar la devocin a su divinsimo Corazn".

Se ha de decretar que la Fiesta del Sacratsimo Corazn deJess se considere en la Compaa como una de las ms solemnes,

y que se celebre todos los aos con el mayor esplendor posible.

Tambin que en este da, el acto de consagracin prescrito por

nuestro Reverendo Padre General hace pocos aos, por el cual toda

la Compaa se ha consagrado al Sacratsimo Corazn de Jess, sea

renovado en todas nuestras casas.

Se ha de determinar que el 5 de diciembre del ao

prximo, en el centenario del da en que fue establecida la


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Congregacin Prima Primaria de Nuestra Seora, la Compaa, del

mismo modo que se ha entregado y consagrado solemnemente alSagrado Corazn de Jess, igualmente se entregue y se consagre

enteramente al Inmaculado Corazn de la Bienaventurada Virgen

Mara al cual la Compaa ha venerado siempre, venera y venerar

por siempre como dulcsima Madre.

2. Congregacin General XXVI, 1915, Decr. 21

Los Padres de esta Congregacin XXVI, recordando aquel

decreto solemne en el que la Congregacin XXIII declar reverente

que la Compaa de Jess aceptaba y reciba con nimo rebosantede alegra y gratitud el suavsimo encargo a ella confiado por el

mismo N.S. Jesucristo de practicar, fomentar y propagar la

devocin a su divinsimo Corazn, y aleccionados por la

experiencia de que para promover este culto es sumamente apto el

Apostolado de la Oracin, en el comienzo mismo del segundo siglo

del Restablecimiento de la Compaa, confirmaron de nuevo esta

ardentsima adhesin de la Compaa al Sacratsimo Corazn deJess, y quisieron muy de veras que a todos los nuestros, en

particular a los Superiores, les fuese recomendado que fomenten

cuanto les sea posible y trabajen por dilatar esta piadosa Asociacin

del Corazn de Jess.

3. Congregacin General XXXI, 1966, Decr. 15

El Concilio Vaticano II ha enfocado con nueva y brillante

luz el misterio de la Iglesia. Misterio que no se puede comprender

perfectamente a no ser que fijemos nuestra mirada en el amor

eterno del Verbo Encarnado. Cristo, que "pens con inteligencia dehombre, obr con voluntad de hombre, am con corazn de

hombre", fue en efecto el que por su amor humano se inmol a S

mismo para de esta forma adquirir para s a su Esposa la Iglesia


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evangelio de las insondables riquezas de Cristo y fomentaremos en

la vida cristiana la primaca de la caridad.

A nadie se le oculta que la devocin al S. Corazn en

nuestros das, al menos en algunas partes del mundo, ejerce sobre

los mismos jesuitas y sobre los fieles un poder de atraccin menor

que antes, debido quizs a las formas externas menos adecuadas

con que se la presenta. Por esto se invita encarecidamente a lostelogos, a los peritos en teologa espiritual y pastoral, y a los

promotores de la devocin al S. C. a que investiguendiligentemente la forma ms apta de presentar esta devocin,

teniendo en cuenta la diversidad de tiempos y lugares. Pues parece

necesario que, conservndose siempre ntegra la esencia de esta

devocin, de tal manera se purifique de aquellas modalidadesaccidentales y se acomode a las exigencias de nuestro tiempo, que

se haga cada vez ms inteligible a los hombres de nuestros tiempos

y ms acomodada a su sensibilidad.

La Congregacin General recomienda adems al M.R.P.

General que fomente los susodichos estudios a fin de que l mismo

pueda aprovecharse de ellos para mejor proceder a la renovacin detoda la Compaa en el espritu al mismo tiempo religioso y

apostlico.

4. Congregacin General XXXII, 1975, Decr. 4

26. La secularizacin toma formas diversas segn los

grupos, las clases, las edades, las regiones. Por todas partes, sinembargo, constituye para la evangelizacin un desafo nuevo,

indito.


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Por una parte, aparece ms claramente que ciertas falsas

imgenes de Dios, que consagran y legitiman la permanencia deestructuras injustas, no son tolerables, Ms profundamente: cierta

clase de imgenes de Dios ms ambiguas, puesto que quitan al

hombre sus responsabilidades propias, no son aceptables. Esto, lo

experimentamos nosotros mismos con nuestros contemporneos, y

nosotros lo padecemos quiz an ms que otros, precisamente

porque queremos anunciar a Dios revelado en Jesucristo. As, paranosotros tanto como para los otros, se hace necesario trabajar en la

bsqueda de un nuevo lenguaje, unos nuevos smbolos, que nospermita encontrar mejor y ayudar a los otros a encontrar, ms all

de los dolos destruidos, al Dios verdadero; a Aquel que, en

Jesucristo, ha escogido tomar parte en la aventura humana y ligarse

irrevocablemente a su destino. La memoria viviente de Jess, nosllama a esta fidelidad creadora.

57. El ministerio de los Ejercicios Espirituales se evidencia

en todo esto de particular importancia. Es un rasgo caracterstico

de la pedagoga de los Ejercicios tratar de quitar los obstculosentre Dios y el hombre, para dejar el espritu operar l mismo el

encuentro. El mtodo ignaciano invita a respetar a cada uno, con su

cultura, sus cualidades propias, las tradiciones que le han ayudado

a llegar a ser lo que es. Como pedagoga de bsqueda y dediscernimiento ensea tambin a descubrir la voluntad y los

caminos de Dios all donde El interpela a cada uno con su pasado,

en el corazn mismo de la vida, en el pueblo que es el suyo.

Decreto 11

43. La Congregacin General XXXII confirma y

recomienda para la vida espiritual de los jesuitas y para el campo


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de su apostolado todo lo contenido en los decretos de la

Congregacin General XXXI sobre el culto al Sagrado Corazn deJess y la devocin a la Santsima Virgen Mara, a fin de que esas

formas de espiritualidad sean, segn la diversidad de lugares,

aplicadas provechosamente.

5. C.G. XXXIII, 1983, Decr. 1

14. Nuestra espiritualidad nos ofrece el camino para vivir,

en lo cotidiano, como compaeros de Jess. Tenemos escrito este

camino claramente en el libro "Seleccin de textos de la

Constituciones de la Compaa de Jess y Vida religiosa deljesuita". La Congregacin General 33 est convencida de que la

lectura y la aplicacin de este Sumario ayudarn en gran medida a

conseguir la deseada renovacin, y a fortalecer la "esperanza que

no defrauda", frente a las exigencias de nuestro tiempo.

VIDA RELIGIOSA DEL JESUITA, PARTE II

9. El culto al Sagrado Corazn de Jess y la devocin a laSantsima Virgen Mara, conservan todo su valor y ser

conveniente que nos valgamos de esas formas de espiritualidad,

segn la diversidad de lugares.


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NOTA C

Pedro Arrupe, S.J.Conclusin del Discurso y Carta

"ARRAIGADOS Y CIMENTADOS EN LA CARIDAD"6 de Febrero, 1981.

Termino saludndoos a vosotros, y a los jesuitas que leern

estas pginas, con esta bella frmula paulina: Paz a los hermanos,y caridad con fe, de parte de Dios Padre y del Seor Jesucristo. La

gracia sea con todos los que aman a nuestro Seor Jesucristo con

amor inmarcesible.

El Corazn de Jess,

resumen y smbolo de amor

Al llegar a este punto, cuando se ve que el amor es lo ms

profundo de la espiritualidad cristiana y, por lo mismo, de la

espiritualidad ignaciana, me siento en cierto modo obligado aproponer una ltima consideracin.

Lo dicho hasta ahora se podra resumir en estos puntos:

1. El amor (servicio) a los hermanos, a Cristo, al Padre,

constituyen un nico e indivisible objeto de nuestra caridad.

2. El amor resuelve las dicotomas y tensiones que pueden

presentarse en una espiritualidad ignaciana imperfectamente

comprendida. Por ejemplo:


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5. El amor es tambin lo ms profundo de nuestra vida y

actividades, ya que entre Jesucristo y nosotros hay un mismo

espritu comn (la Persona, que es amor) y que nos hace exclamar

como a Cristo: Abba, Padre!

El amor, por tanto, entendido en toda su profundidad yamplitud (caridad y misericordia), es el resumen de toda la vida de

Jesucristo, y debe serlo tambin de toda la vida del jesuita.

Ahora bien, el smbolo natural del amor es el corazn. De

ah que el Corazn de Cristo sea el smbolo natural para

representar e inspirar nuestra espiritualidad personal e institucional,llevndonos a la fuente y a los ms hondo del amor humano-divino

de Jesucristo.

Por eso, al terminar estas pginas, quiero decir a la

Compaa algo que juzgo no debo callar.

Desde mi noviciado, siempre he estado convencido de queen la llamada "Devocin al Sagrado Corazn" est encerrada una

expresin simblica de lo ms profundo del espritu ignaciano y

una extraordinaria eficacia - ultra quam speraverint - tanto para la

perfeccin propia como para la fecundidad apostlica. Eseconvencimiento lo poseo an. Podr haber extraado a alguno que

durante mi generalato haya hablado relativamente poco de este

tema. Ha habido en ello una razn que podramos llamar pastoral.

En dcadas recientes la expresin misma de Sagrado Corazn no

ha dejado de suscitar en algunas partes reacciones emocionales y

alrgicas, quiz, en parte, como reaccin a formas de presentacin

y terminologa ligadas al gusto de pocas pasadas. Por eso mepareci que era aconsejable dejar pasar algn tiempo en la certeza

de que esa actitud, ms emotiva que racional, se ira serenando.


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Abrigaba y sigo abrigando la certeza de que el valoraltsimo de una espiritualidad tan profunda, a la que los Sumos

Pontfices han calificado de suprema, que se sirve de un smbolo

bblico tan universal y tan humano, y de una palabra, corazn,

autntica palabra-fuente (Urwort), no tardara en abrirse paso de

nuevo.

Por este motivo, muy a mi pesar, he hablado y escrito

relativamente poco sobre esta materia, aunque de ello he tratadofrecuentemente en conversaciones a nivel personal, y en esta

devocin tengo una de las fuentes ms entraables de mi vida

interior.

Al terminar este ciclo de conferencias sobre el carisma

ignaciano, no poda dejar de dar a la Compaa una explicacin de

este silencio, que espero ser comprendido. Y al mismo tiempo, no

quera silenciar mi profunda conviccin de que todos, en cuanto

Compaa de Jess, tenemos que reflexionar y discernir ante Cristo

crucificado acerca de lo que esta devocin ha significado y debe

significar, precisamente hoy, para la Compaa. En lascircunstancias actuales, el mundo nos ofrece desafos y

oportunidades que slo con la fuerza de este amor del Corazn de

Cristo pueden encontrar plena solucin.

Este es el mensaje que quera comunicaros. No se trata de

forzar las cosas ni de mandar nada en una materia en que entra por

medio el amor. Pero s digo: pensad en ello, y discurrid por lo

que se ofreciere. Sera triste que poseyendo en nuestra

espiritualidad, incluso institucional, un tesoro tan grande, lo

dejsemos de lado por motivos poco aceptables.

Si queris un consejo, despus de 53 aos de vida en la

Compaa y de casi 16 de generalato, os dira que en esta devocin


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al Corazn de Cristo se esconde una fuerza inmensa; a cada uno

toca descubrirla - si no la ha descubierto ya - y profundizarla yaplicarla a su vida personal en el modo como el Seor se la muestre

y se lo conceda. Se trata de una gracia extraordinaria que Dios nos

ofrece.

La Compaa necesita la dynamis encerrada en ese

smbolo y en la realidad que nos anuncia: el amor del Corazn deCristo. Quiz lo que nos falta es un acto de humildad eclesial, para

aceptar lo que los Sumos Pontfices, las Congregaciones Generalesy los Generales de la Compaa han repetido incesantemente. Y,

sin embargo, estoy persuadido de que pocas pruebas podra haber

tan claras de la renovacin espiritual de la Compaa como una

pujante y generalizada devocin al Corazn de Jess. Nuestroapostolado recibira nuevo aliento y no tardaramos en ver los

efectos, tanto en nuestra vida personal como en nuestras

actividades apostlicas.

No caigamos en la presuncin de creernos superiores a una

devocin que se expresa en un smbolo o en una representacingrfica de ese smbolo. No nos unamos a los sabios y prudentes de

este mundo a quienes el Padre oculta sus misteriosas realidades,

mientras se las ensea a quienes son o se hacen pequeos.

Tengamos esa sencillez de corazn que es la primera condicinpara una profunda conversin: Si no cambiis y os hacis como

nios... Son palabras de Cristo que podramos traducir as: "Si

queris como personas y como Compaa entrar en los tesoros del

Reino y contribuir a edificarlo con extraordinaria eficacia, haceos

como los pobres a quienes deseis servir. Tantas veces repets que

los pobres os han enseado ms que muchos libros: aprended de

ellos esta leccin tan sencilla, reconoced mi amor en mi Corazn".


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NOTA D

Carta del P. Kolvenbacha toda la Compaa.

Queridos Hermanos en Cristo, P.C.

El Santo Padre Juan Pablo II ha visitado hoy amablementela capilla del Beato Claudio La Colombire. Con ocasin de esta

visita me ha entregado una carta para toda la Compaa que tengo

el gusto de comunicaros. La carta subraya cmo "el deseo de

conocer al Seor ntimamente y hablar con l de corazn a coraznes, gracias a los Ejercicios espirituales, caracterstico del

dinamismo espiritual y apostlico ignaciano, todo l al servicio del

amor del Corazn de Dios".

He aprovechado esta ocasin de la visita del Santo Padre a

Paray-le-Monial para expresarle la gratitud de la Compaa por el

constante inters que ha venido demostrando, de muchas maneras yen circunstancias muy diferentes, en nuestra renovacin espiritual y

apostlica.

Sigamos rogando por nosotros mismos y unos por otros porun amor personal a Cristo cada vez ms profundo.

Fraternamente vuestro en Cristo,

Peter-Hans Kolvenbach, S.J.

Prepsito General

Paray-le-Monial, 5 de octubre 1986


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Carta del Santo Padreal P. General Peter-Hans Kolvenbach, S.J.

Prepsito General de la Compaa de Jess.

En el curso de mi peregrinacin a Paray-le-Monial, he

querido venir a orar en la capilla donde se venera la tumba delBeato Claudio La Colombire, el "siervo fiel" que en su

providencial amor dio el Seor como director espiritual a SantaMargarita Mara de Alacoque. As fue cmo lleg a ser el primero

en difundir su mensaje. En unos pocos aos de vida religiosa e

intenso ministerio pastoral, demostr ser "hijo ejemplar" de la

Compaa de Jess, Compaa a la que - segn el testimonio de lamisma Santa Margarita Mara -Cristo confi el encargo de extender

el culto de su divino Corazn.

Conozco la generosidad con que la Compaa de Jess ha

acogido esta admirable misin y el ardor con que ha procurado

realizarla lo mejor posible en el curso de estos tres ltimos siglos.Deseo, con todo, en esta solemne ocasin, exhortar a todos sus

miembros a promover con ms celo todava esta devocin, que

responde ms que nunca a las expectativas de nuestro tiempo.

Efectivamente, el Seor quiso en su providencia que en los

umbrales de la edad moderna, en el siglo XVII, partiese un

poderoso impulso desde Paray-le-Monial en favor de la devocin al

Corazn de Cristo bajo las formas sealadas en las revelaciones

recibidas por Santa Margarita Mara. Pero los elementos esenciales

de esta devocin pertenecen de manera permanente a la

espiritualidad de la Iglesia a lo largo de su historia. Desde susmismos comienzos ha dirigido la Iglesia su mirada al Corazn de

Jess traspasado en la cruz y del cual brotaron la sangre y el agua

que son smbolos de los sacramentos que constituyen la Iglesia; en


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el Corazn del Verbo Encarnado han visto los Padres del Oriente y

Occidente cristianos el comienzo de toda la obra de nuestrasalvacin, fruto del amor divino Redentor, que el Corazn

traspasado simboliza tan expresivamente.

El deseo de "conocer ntimamente al Seor" y de "hablar

en coloquio" con l, de corazn a corazn, es, gracias a los

Ejercicios Espirituales, caracterstico del dinamismo espiritual yapostlico ignaciano, todo l al servicio del amor del Corazn de

Dios.

El Concilio Vaticano II, al recordarnos que Cristo, Verbo

Encarnado, nos "am con corazn de hombre", nos asegura que

"su mensaje, lejos de empequeecer al hombre, difunde luz, vida ylibertad para el progreso humano", y que nada fuera de l "puede

llenar el corazn del hombre" (cf. GAUDIUM ET SPES, nn. 22 y

21). En el Corazn de Cristo aprende el corazn del hombre a

conocer el verdadero y nico sentido de su vida y su destino, a

comprender el valor de una vida autnticamente cristiana, a

guardarse de ciertas perversiones del corazn, a unir el amor filial

a Dios con el amor al prjimo. De esta forma - y esta es laverdadera reparacin que pide el Corazn del Salvador - sobre las

ruinas acumuladas por el odio y la violencia podr ser construida la

civilizacin del amor tan deseada, el reino del Corazn de Cristo.

Por estas razones deseo vivamente que sigis difundiendo

con perseverante accin el verdadero culto del Corazn de Cristo y

que estis siempre dispuestos a ayudar eficazmente a mis hermanos

en el episcopado en la promocin de este culto, cuidando de

encontrar los medios ms aptos para presentarlo y practicarlo, para

que el hombre de hoy, con su mentalidad y sensibilidad propias,

descubra en l la verdadera respuesta a sus interrogantes yexpectativas.

Justamente como el ao pasado, con ocasin del congreso


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del Apostolado de la Oracin, os confi particularmente esta Obra

estrechamente ligada a la devocin al Sagrado Corazn, lo mismohoy, durante mi peregrinacin a Paray-le-Monial, os pido que os

esforcis todo lo posible para cumplir siempre mejor la misin que

Cristo mismo os confi, a saber, la difusin del culto a su divino

Corazn.

Son bien conocidos los abundantes frutos espiritualesproducidos por la devocin al Corazn de Jess. Expresndose

sobre todo en la prctica de la hora santa, la confesin y lacomunin de los primeros viernes de mes, ha servido para

estimular tntas generaciones de cristianos a orar ms y a recibir

con ms frecuencia los sacramentos de la penitencia y la eucarista.

He ah unos caminos que sigue siendo deseable proponer a losfieles, an en el da de hoy.

Que la maternal proteccin de la Virgen Mara os ayude:

fue precisamente en la fiesta de la Visitacin cuando os fue

confiada esta misin en 1688; y que la Bendicin Apostlica, que

de todo corazn doy a toda la Compaa de Jess, os sostenga y

aliente en vuestra labor apostlica.

Juan Pablo II

Paray-le-Monial, 5 de octubre, 1986.


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NOTA E

Carta del P. Paolo Dezza, S.J.Enero 26 de 1987

El III Centenario de la muertedel Beato Claudio La Colombire

A TODOS LOS SUPERIORES MAYORES

Reverendo en Cristo Padre,

Pax Christi,

Al cumplirse el prximo 15 de febrero el III Centenario de

la muerte del Beato Claudio La Colombire me ha parecido

obligado invitar a toda la Compaa a que recuerde a este nuestrohermano ejemplar y celoso apstol de la devocin al Corazn de

Jess.

Porque el Beato Claudio La Colombire sigue siendo unode los ms luminosos y amables ejemplos de fidelidad al carisma de

la vocacin a la Compaa. El, que haba entrado en la Compaa

"con una horrible aversin"1, escribira aos despus desde

Londres, en 1678, que en la obediencia religiosa haba encontrado

"toda la felicidad de su vida"2. Su caracterstico voto de fidelidad a

1

Carta 70. Cf Oeuvres compltes du Ven. Claude LaColombire, Grenoble, 1990-1902. Edic. Pierre Charrier.

2Carta 105.


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las Constituciones y Reglas de la Compaa, pronunciado cuando

tena 33 aos, fue visto por l como un "entrar en el reino de lalibertad y de la paz"1. Luego, como todos saben, no le faltara a

nuestro Beato ni siquiera la aureola de confesor de la fe, y sabemos

que figura en la historia de la espiritualidad cristiana como el

apstol de la ms ilimitada confianza en Dios. Director espiritual

de Santa Margarita Mara Alacoque, estaba persuadido de haber

recibido del Seor la misin de hacer todo lo posible por establecerla devocin al Corazn de Jess, y a ello se dedic con fervoroso

afn.

La espiritualidad de la Compaa, ordenada

providencialmente a profundizar en el amor del Seor, tal como se

representa en el misterio del Corazn de Cristo, haba ya suscitado,desde los tiempos de San Ignacio, insignes apstoles jesuitas de

este culto, con lo que la accin del Beato Claudio, enderezada a

promover el culto al Corazn de Jess, contribuy a marcar de una

manera caracterstica la historia de la Compaa.

En tiempos todava recientes, Pablo VI, en su homila del

16 de noviembre de 1966, peda a los Padres de la CongregacinGeneral 31: "El culto que vosotros divulgis hacia el Sagrado

Corazn no ser aun hoy para vosotros instrumento eficacsimo

para contribuir a esa renovacin espiritual y moral del mundo que

ha pedido el Concilio Vaticano II y para cumplir fructuosamente lamisin que se os ha confiado de contrarrestar el atesmo?"2.

A esta pregunta la Congregacin respondera con el decreto

15, que dice: "... la Congregacin General recibe con nimo fiel

este deseo del Sumo Pontfice, recoge los decretos de las

Congregaciones Generales anteriores acerca de la devocin al

1Retiro espiritual de 1674, II, B, 6-13.2AR XIV, 1005.


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Sagrado Corazn y exhorta a todos sus miembros a que difundan

cada vez ms el amor hacia el Corazn de Jess, y a que con supalabra y con su ejemplo demuestren a todos que de esta devocin

deben recibir su mayor aliento e impulso, tanto la esperada

renovacin de mentalidades y costumbres como la mayor eficacia y

vigor de las instituciones eclesiales que pide el Concilio Vaticano

II. De esta manera haremos ms fcilmente del amor de Cristo,

que se simboliza en el culto del S. Corazn, el centro de nuestravida espiritual y llevaremos de un modo ms eficaz a todos el

Evangelio de las insondables riquezas de Cristo y fomentaremos enla vida cristiana la primaca de la caridad"1. Oportunamente el

decreto terminaba recomendando presentar esta devocin "de tal

manera que... se haga cada vez ms inteligible a los hombres de

nuestros tiempos y ms acomodaba a su sensibilidad".

Tambin la Congregacin General 32, en las Normas

prcticas del decreto 11, ha confirmado y recomendado esta

devocin2. Y no son para olvidar las palabras pronunciadas por el

Padre General en 1981, cuando, parafraseando palabras de Jess

(Mt 18,3), afirmaba: "Si queris como personas y como Compaaentrar en los tesoros del Reino y contribuir a edificarlo con

extraordinaria eficacia, haceos como los pobres a quienes deseis

servir. Tntas veces repets que los pobres os han enseado ms

que muchos libros: aprended de ellos esta leccin tan sencilla:reconoced mi amor en mi Corazn"3.

1AR XIV, 897.2

AR XVI, 405. Cf Norma 9 de "La vida religiosa en laCompaa de Jess".

3Radicados y fundados en la caridad, AR XVIII, 471.


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Una exhortacin todava ms autorizada nos viene del Papaactual en su Encclica DIVES IN MISERICORDIA. Subrayando

en ella la urgencia e importancia decisiva para la Iglesia de hoy de

anunciar y vivir la Misericordia de Dios, ha presentado "el

acercarnos a Cristo en el misterio de su Corazn" como el medio

ms conducente, en el plano de la Iglesia, para profesar y venerar

la Misericordia de Dios1.

Confiando en que el recuerdo del Beato Claudio ayude areavivar en todos nosotros esta devocin, tan propia de la

Compaa, termino esta carta comunicndoos con cunta

satisfaccin estoy ya constatando, por las noticias que me llegan,

que en varias Provincias se han puesto en marcha algunasiniciativas para celebrar este Centenario, haciendo explcito y vivo

el deseo de que nuestro Beato llegue pronto a verse en el Catlogo

de los Santos. Ser cuidado particularmente propio del Apostolado

de la Oracin el favorecer esta Causa, promoviendo para ello el

conocimiento y la devocin hacia nuestro Beato. Por mi parte

invito a todos a implorar al Beato La Colombire en esta fausta

circunstancia para que obtenga del Corazn de Jess abundantesgracias para nuestra Compaa en un momento delicado de su

historia, y en particular para que bendiga el prximo encuentro de

los Provinciales, que se tendr a los pocos das de esta

conmemoracin centenaria.

En unin de oraciones

afmo. en Cristo,

Paolo Dezza, S.J.

Del. Pont.

Roma, 26 enero, 1987

1DIVES IN MISERICORDIA, 13: AAS 72(1980) 1219.


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NOTA F

Claudio La Colombire2 Retiro espiritual,

Londres, 1677

1. OFRECIMIENTO O CONSAGRACION

AL CORAZON SAGRADO DE JESUCRISTO

Este ofrecimiento se hace para honrar a este divino

Corazn, asiento de todas las virtudes, fuente de todas lasbendiciones y retiro de todas las almas santas.

Las principales virtudes que pretendemos honrar en El, son

las siguientes:

Primero: Un ardentsimo amor a Dios, su Padre, junto con

un profundo respeto y la mayor humildad que existi jams.

Segundo: Una paciencia infinita en los males, un

sufrimiento y un dolor extremo por los pecados de que se haba

cargado; la confianza de un hijo tiernsimo unida a la confusin deun grandsimo pecador.

a most pleasant mission es

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