2. Codependencia financiera

Años con historias de éxitoPrograma Educación Financiera Fondo de Garantías y Ahorro

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La Codependencia Financiera se presenta cuando se ayuda a otros de manera económica y a su vez, se perjudica a sí mismo.

La Codependencia se manifiesta de muchas maneras, al servir de fiador indiscriminada sin analizar las consecuencias que pueda tener, al asumir una carga financiera que debería ser compartida, al obsorber de forma total la manutención de los padres, al obsequiar dinero, al mantener a hijos mayores de edad con capacidad de verse a sí mismos, al solicitar créditos para otras personas con alto grado de endeudamiento, entre otros ejemplos. Provocándose inestabilidad emocional, conflictos en el hogar e incluso arriesgando el patrimonio familiar.

Para tratar la Codependencia es recomendable asistir a un grupo de autoayuda, para hacer un alto en el camino y empezar a recuperarse emocional y financieramente.

En esta segunda entrega titulada “De la crisis económica a hacer realidad mis sueños” una participante del Programa Educación Financiera del Fondo de Garantías y Ahorro (FGA) le contará cómo logró superar su problema.

2. Codependencia financiera

Es gratificante poder evidenciar, como he podido volver a encontrar el equilibrio en aristas de mi vida que por diferentes razones había estado descuidando. Este contacto conmigo misma, con la esencia de los principios y valores con los que he crecido, me han permitido transformar y romper con algunos hábitos, como la vaguedad o dejadez para atender u ordenar de manera oportuna mis cosas; con paradigmas, como el no comunicar o manejar como “tabú” temas financieros y emocionales. Donde muchas veces desvirtué valores como la “independencia” y accioné con orgullo o control, acreditando mi actitud al hecho de que debía resolver por mí misma, controlar las situaciones y hasta “frenar o limitar” a otros a aportar en diferentes aspectos de mi vida. Paradigmas que he podido contrarrestar al contar con objetivos claros, disciplina y compromiso. De la misma forma, he podido observar y trabajar algunas creencias limitantes como considerar negativo o visualizar como sinónimo de debilidad el ser “vulnerable”, lo que me limitaba a comunicar muchas emociones respecto a lo que quería o esperaba en diferentes circunstancias o escenarios.

El identificar y trabajar a consciencia valores, patrones de comportamientos y aspectos internos (como si se estudiara la parte de un iceberg que se encuentra bajo la superficie) me han permitido comprobar que hay una importante transformación en mí, y que incluso me había privado de explotar al máximo muchas habilidades financieras y emocionales con las que cuento. Estos cambios y mejoras que me han hecho retomar y sentir de FORMA REAL valores como el contentamiento, la gratitud, la esperanza, la resiliencia, la paciencia y la moderación (por mencionar algunos), permitiéndome afirmar que la consecución de uno me sirvió de base para construir un puente y obtener el otro. Dado que si estoy realmente satisfecha o contenta por cada cosa que tengo (salud, familia, trabajo, abrigo, alimento diario, un techo o el entre comillas “ el simple” hecho de cada día poder respirar y ver el sol…) por defecto, y de forma natural, puedo agradecer, tener esperanza, afrontar distintas situaciones y salir adelante exitosa, con una mentalidad y actitud positiva, serena, moderada, auténtica, accionando con templanza y poniéndome límites porque tengo claro que lo busco, quiero y la importancia que representa para mi mantener ese estado de equilibrio, conciencia, disciplina y compromiso.

Al ir generando este estado “diferente y de equilibrio interno” me es posible analizar y cuestionar la filosofía o estilo de vida bajo el que me conduzco. Planteándome escenarios bajo un modelo de vida donde lo más importante no son las cosas, sino las personas, las emociones, intenciones y actitudes con que me interrelaciono. En esta línea, la frugalidad, el minimalismo y reforzamiento constante de los valores fungen como disruptores de paradigmas y limitantes internos que me ayudan cambiar la mentalidad y evolucionar hacia una vida más sencilla, inteligente y enfocada en lo esencial, donde soy yo la que construyo mi “buena suerte”, mis oportunidades y los peldaños para mi crecimiento.

Años con historias de éxitoPrograma Educación Financiera Fondo de Garantías y Ahorro

De la crisis económica a hacer realidad mis sueños

Año tras año me juraba que este próximo año iba a ser diferente, que mis finanzas ahora si iban a estar sanas. A finales de diciembre hacía “planes de contingencia”, con la convicción de que el próximo año sí iba a lograrlo y finalmente podría dormir y ayudar más económicamente a mis seres queridos.

Desde niña fui educada para que el problema de algún miembro de mi familia lo asumiera como propio, incluido el tema financiero por supuesto. En mi sistema familiar disfuncional, tener sentimientos, necesidades y deseos propios era ser egoísta, “primero están las necesidades de los demás”.

Estando ya con un nivel de endeudamiento superior al 40% y no saber qué hacer, vi en el correo institucional que había una charla sobre Educación Financiera y decidí ir. Escuchar la primera charla, bastó para levantar la mano y preguntar qué tenía que hacer para participar en el Programa de Educación Financiera – PEF, que brinda el Fondo de Garantías y Ahorro.

Hice el ensayo, presente todo lo que se me solicitó y tuve mi primera entrevista. Yo estaba dispuesta a hacer lo que fuera para sanar mis finanzas y ahí Gabriela Castro me diagnosticó mi condición de codependiente y me sugirió que fuera al programa de Codependientes Anónimos (CODA). A la semana siguiente ya estaba en la reunión y para mí fue un gran alivio oír lo que era la codependencia.

El primer acto de amor propio que hice fue parar las ayudas financieras a mis seres queridos, decidí confiar en ellos, y confiar en que una inteligencia superior los cuida al igual que lo hace conmigo. Hasta el día de hoy sigo asistiendo al programa CODA para administrar mi condición de codependiente.

En el libro Ya no seas Codependiente de Melody Beattie, se enumeran las características de los codependientes: son extremistas, son súper responsables o demasiado irresponsables, sienten que deben controlar a las personas y los eventos alrededor de ellos porque ellos mismos se sienten fuera de control, se sienten víctimas porque sacrifican su propia felicidad, toman todo en serio y tienen dificultad con la diversión, se juzgan sin misericordia. !Y todas características las tenía yo!

Sentí que me dedicaban ese libro, cuando la autora escribe: “A quienes sentimos que solo somos felices a través de los otros. A quienes vivimos solucionando los problemas o situaciones de las personas que amamos. A quienes creemos firmemente que la alegría está restringida y que el dolor es nuestra constante en la vida. Es el momento de aceptar que esas conductas son destructivas y poner el freno a nuestras emociones de dolor, vergüenza, rabia y abrirnos a LA LIBERTAD... Soltar es la meta...”

Paralelamente llegaron a mi vida el PEF y el programa de CODA y los dos fueron necesarios para sanar no solo mi crítica situación financiera, sino que sané a muchos otros niveles. Los síntomas visibles que manifestaba, tales como falta de claridad en mi situación financiera, exceso de gastos, desorden, endeudamiento, no saber mi nivel de deuda, dormir mal, usar tarjetas de crédito para pagar préstamos y otros más malabares que apliqué, me llevaron a vivir al límite entre un salario a otro y toqué fondo. Todo esto tenía causas no tan visibles que, poco a poco fueron sanadas: aprendizaje familiar, estilo de vida, creencias, el carácter y valores relacionados al dinero, etc.

El PEF y CODA se complementaron y mi vida dio el giro más importante. Me hice cargo de mis asuntos y dejé que cada uno de mis familiares se hiciera cargo de los suyos. Toda la energía que gastaba atendiendo los asuntos de los demás, la estaba canalizando para vivir mi vida y poder así aplicar las herramientas aprendidas: control diario de gastos, el presupuesto mensual, adecuar gastos a mi nivel de ingresos, comprar con listas, planificar ahorros para pagos, no usar tarjetas de crédito con altas tasas de interés, planificar mis compras, evitar gastos superfluos, llevar desayuno y almuerzo al trabajo, comprar en la feria del agricultor con lista en mano, entre otras.

Antes de entrar al PEF, mi situación financiera era un misterio, tenía la “loca” creencia de que si no sabía cuánto era el monto de mis deudas, las mismas desaparecerían, fue muy fuerte ver en papel y lápiz la dimensión de mi situación, pero también fue necesario para detener mi endeudamiento.

En el proceso de negación a la toma de consciencia, me iba aliviando cada vez más. Contarle a mis seres queridos mi problema también nos ayudó a sanar y es que, aunque así lo deseaba no es posible sanar finanzas y cambiar malos hábitos, manteniendo en secreto mi crítica situación. Una vez más fui fuerte y aún con todos los miedos que tenía pude hablar con ellos y liberar el dolor que la situación financiera me venía provocando por muchos años. Pasé de no tener el hábito del ahorro, a tener dinero hasta para viajar y cumplir otros sueños. Antes no tenía previsiones y aquellos gastos predecibles ahora los presupuesto y guardo mes a mes (impuestos territoriales, matrículas escolares, marchamo, arreglos de casa y de carro, vacaciones, imprevistos, etc.). Pasé de vivir en una privación autoimpuesta, negando mis necesidades básicas con el fin de pagar deudas, a ponerme siempre primero y dejar mi vida en suspenso hasta que mi deuda fuera cero. Ahora atiendo mis necesidades y poco a poco voy pagando lo que debo.

En esta transición dejé ese sentimiento ilusorio y loco de que alguien se encargaría de mis problemas financieros, o de que algo mágico iba a suceder como sacarme la lotería, y que de la noche a la mañana ya desaparecería toda mi crisis financiera. En vez de eso asumí con responsabilidad, el sanar mi situación financiera. Hice lo que me pidieron, me dejé guiar, di la milla extra y el resultado es que hoy vivo mucho mejor, en paz y disfrutando como hace años no lo hacía.

Estando en el PEF realicé el plan de salida de deudas, manteniéndome en la firme decisión de no volver a caer en lo mismo. Comencé por disminuir gastos y parar las ayudas a mis seres queridos, vendí propiedades, compensé, aboné los aguinaldos y salarios escolares, trasladé al Fondo las deudas que tenía con otros entes, con lo que mejoré la tasa de interés y el plazo de cada crédito. Eliminé las tarjetas de crédito y todo el dinero que me llegaba lo aboné a los préstamos, aunque fuera 20 mil colones, lo que permitió cancelar en menos tiempo todas mis deudas.

Mi vida cambió radicalmente y hoy vivo agradecida con el PEF. Permitirme ser dirigida en temas de finanzas y administración, y atender mi condición como codependiente fueron claves en el proceso. Pasé de la negación a la toma de conciencia, lo que me ayudó a sanar no solo mi situación económica sino también mi salud física y emocional. Ahora soy una persona con sueños, muy feliz, agradecida y con mucha paz, que vive y disfruta cada instante de la vida.

Este artículo fue elaborado por una participante del Programa Educación Financiera (PEF) del FGA en su edición XX.

El Fondo de Garantías y Ahorro le agradece el compartir con todas las compañeras/os su enriquecedora experiencia.