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LA INTERNACIONALIZACIÓN

DE LAS LUCHAS POR EL PODER

La competencia entre abogados y economistaspor transformar los Estados latinoamericanos

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4 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Coordinador editorial: Raúl Márquez RomeroCuidado de la edición mexicana: Isidro SaucedoDiseño de portada: Carlos Aguilera Ortiz

Edición mexicana a cargo de Hugo Concha Cantú

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LA INTERNACIONALIZACIÓN

DE LAS LUCHAS POR EL PODERLa competencia entre abogados y economistas

por transformar los Estados latinoamericanos

 YVES DEZALAY BRYANT G. GARTH

UNIVERSIDAD NACIONAL

AUTÓNOMA DE MÉXICO

PRÓLOGO DE CÉSAR A. RODRÍGUEZ GARAVITO

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6 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Título original:The Internationalization of Global Palace Wars: Lawyers, Economists,and the Contest to Transform Latin American StatesLicensed by the University of Chicago Press, Illinois, U.S.A.

© 2002 by the University of Chicago. All rights reserved.

Traducción: Antonio Barreto

Revisión de textos: Emma Ariza

Diseño y preparación editorial: Marta Rojas-Publicaciones ILSA

Primera edición para México: 2005

DR © 2005, Universidad Nacional Autónoma de México

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICASCircuito Maestro Mario de la Cueva, s/nCiudad Universitaria, C. P. 04510, México, D. F.

© ILSA

Calle 38 Nº 16-45, Bogotá, ColombiaTeléfonos: (571) 2884772, 2880416, 2884437Fax: (571) 2884854Correo electrónico: [email protected]

Impreso y hecho en México

ISBN 970-32-2691-4

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CONTENIDO

Prólogo................................................................................................ 9César A. RODRÍGUEZ G ARAVITO

 Agradecimientos .................................................................................15

Cronología ...........................................................................................17

Terminología y abreviaturas ................................................................21

PRIMERA PARTELAS ESTRATEGIAS PROFESIONALES Y DE IMPERIOEN EL ÁMBITO DEL PODER ESTATAL

CAPÍTULO IIntroducción ........................................................................................25

CAPÍTULO 2Reformar a los dirigentes estatales para reestructurar el Estado:

de los héritiers de la cultura jurídica europeaa los políticos tecnócratas formados en Estados Unidos ..................43

CAPÍTULO 3La internacionalización de las luchas por el poder ............................65

SEGUNDA PARTELA HEGEMONÍA DESAFIADA: LA CREACIÓN DE ALIANZASCOMO ESTRATEGIA REFORMISTA BASADA EN LA GUERRA FRÍA

CAPÍTULO 4La arqueología de los nuevos universales:la construcción de los derechos humanos en la Guerra Fríay sus posteriores avatares ...............................................................101

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8 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

CAPÍTULO 5Los Chicago Boys como sujetos extraños:la creación y la exportación de la contrarrevolución ........................121

CAPÍTULO 6La promoción del pluralismo y el reformismo ..................................153

CAPÍTULO 7La paradoja del imperialismo simbólico:el Cono Sur como laboratorio explosivo de la modernidad..............175

TERCERA PARTELA COMPETENCIA ENTRE UNIVERSALES: LA CONSTRUCCIÓN

PARALELA DEL NEOLIBERALISMO EN EL NORTE Y EN EL SURCAPÍTULO 8El establecimiento reformista afuera del poder: la inversiónen derechos humanos como estrategia política alternativa.............199

CAPÍTULO 9De la confrontación a la concertación: la producción nacionaly el reconocimiento internacional de los nuevos universales ..........223

CUARTA PARTELA REFORMA A LAS INSTITUCIONES GLOBALESY LA EXPORTACIÓN DEL DERECHO

CAPÍTULO 10Gobierno fragmentado: una propuesta de Washingtonpara rediseñar las instituciones globales y las técnicasy los conocimientos nacionales especializados ..............................253

CAPÍTULO 11El desarrollo participativo de base: el intento de dar un rostro humano a la hegemonía del mercadoy de contener la violencia social de la globalización ........................285

CAPÍTULO 12Los abogados intermediarios como constructoresoportunistas de instituciones ............................................................301

CAPÍTULO 13Las estrategias reformistas que giran en torno al sistema judicial ..329

CAPÍTULO 14La lógica de los trasplantes relativamente infructuosos ..................365

BIBLIOGRAFÍA..................................................................................373

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PRÓLOGO

César A. Rodríguez*

“La economía global es demasiado importante como para dejársela a los

economista s . ” Con esta s pa labra s , J eff rey S a chs –q uien, como director del

Centr o pa ra el Desa rrol lo Interna ciona l de Ha rva rd, es uno de los econo-

mistas del desarrollo más influyentes y ha coordinado programas de ajus-

te estructural alrededor del mundo, desde Bolivia en los años 80 hasta

Rusia en los 90– cerr ó su int ervención a nt e un gr upo selecto de a boga dosde la U niversida d de Yale que se reunió a f inales de 1998 pa ra escuchar su

char la sobre el pa pel del derecho y la economía en el ma nejo de los m erca-dos globales.1

Sachs t iene razón. La economía global –al igual que las decisiones de

política económica nacional, desde la fijación de la meta anual de inflación

ha sta la definición del monto y el contenido del ga sto social– es un a sunt opúblico y, por tanto, su manejo concierne no sólo a los “expertos” sino a

profesionales de diferentes disciplinas y a los ciudadanos en general.

Sin emba rgo, como lo a dvert irá con fa cil idad el lector o la lectora luego

de estudiar el notable libro de Yves Deza lay y B rya nt G a rth que presentoen esta s páginas, las palabra s de Sa chs son más interesant es por la s ci r-

cunstancias en que fueron pronunciadas y lo que está implíci to en ellas

que por lo que af irman, debido a dos razones dist intas. En primer lugar,qu ien da el consejo es un economist a y q uienes lo escucha n son a bogados.

Como lo muestran con lucidez Dezalay y Garth en este l ibro, hace dos

déca da s, ta nto en E sta dos U nidos como en América La t ina , los roles pro-

bablemente habrían sido inversos. En segundo lugar, quien habla lo hacecon la legitimidad del “experto”: la crítica al monopolio del conocimiento

* ILSA y Universidad de W isconsin-M adison.1 Jeffrey Sachs (1998).Globalization and the rule of law . Yale Law School O ccasional Papers.

Second Series. Num ber 4.

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10 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

económico sobre los mercados globa les apa rece legit im a da justa ment e por-

que q uien la enu ncia es uno de los detent a dores má s reconocidos de dicho

conocimiento experto. La crí t ica a la ortodoxia es hecha por un ortodoxo

a utoriza do, lo que ga ra nt iza a l mismo t iempo que tendrá inf luencia y queno pondrá en peligro el lugar privilegiado de la ciencia económica.

E st e libro –escrit o por d os de los sociólogos del derecho má s r econoci-

dos interna cionalment e y producto de va rios añ os de investiga ción empíri-

ca tanto en América Lat ina como en Estados Unidos– t iene el méri to

fundamental de poner bajo la lupa analí t ica tanto a los expertos como losconocimientos que legit iman su estatus profesional y social , y su papel

polít ico. En par ticula r, como el t í tulo de la obra lo indica , Deza lay y G a rt h

ra st rea n el a scenso gra dua l de los economist a s como a ctores a cadémicos y

polí t icos domina nt es, y de la economía como form a hegemónica de enten-der la r ealidad social en la s últ ima s tres déca da s en América L a tina . Ut i li-

zando la teoría de los campos sociales de Bourdieu, los autores muestran

cómo ese a scenso ha sido el producto de un a lucha por poder y s a ber de los

abogados y el derecho, que tradicionalmente han ocupado un lugar domi-

nante en las campos polí t ico y académico lat inoamericanos.

Por esta razón, el l ibro puede ser visto como una genealogía –en el

sentido de Foucault– de la construcción y reproducción de la ortodoxiaa ca démica y polí t ica . Da do que esa ortodoxia t a nt o en América L a tina como

en otras partes del mundo está representada a comienzos del nuevo siglopor el sa ber económico y la s sólida s inst itu ciones qu e lo reproducen (desde

las fa cul tades de economía ha sta las ent ida des f ina ncieras internaciona -

les, pa sa ndo por los centr os de investiga ción), el l ibro consti tu ye un esfuer-zo por mostra r los orígenes munda nos del par a digma económico domina nt e

y de la s técnica s ma temá t ica s y herra mienta s an a l ít ica s que le dan el a i re

ca ra cteríst ico de neutr a l idad y de verdad cient í f ica q ue t ienen, por defini-

ción, t oda s la s ortodoxias. E l poder a cadémico y polí t ico del tecnócra ta “ex-perto” –esa “ f igura intelectual suprema de la razón neoliberal” , como lo

han llamado Bourdieu y Wacquant2– se ba sa just a ment e en el olvido colec-tivo del origen de su saber, en la conversión de problemas políticos en

problemas técnicos. Como lo afirman los sociólogos franceses, el experto

es a quel que

en los corredores de los minist erios y en la s oficina s de la s empre-sas , o en el a is lamiento de los centros de investigación, preparadocum ent os a lta ment e técnicos, preferiblemente escritos en un lengua je

económico o matemático, que son usados para justif icar políticasa dopta da s con ba se en criterios q ue definitiva mente no son t écnicos.3

2 Pierre Bourdieu y Loic W acquant (2001). “New LiberalSpeak: Notes on the new planetary vulgate,”

en Radical Philosophy  105: 2-5.3 Ibid. p. 5 (traducción del autor).

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  Esta estrategia de legit imación, por supuesto, no es exclusiva de los

economistas y de la economía. El positivismo jurídico (la creencia en la

separ a ción entr e derecho y polít ica , y en la existencia de cri terios posit ivos

y n eutros de identi f ica ción y a plica ción d e las norma s jurídica s) ha servidoel mismo propósito par a los a bogados y el derecho. Lo que result a novedo-so en el predominio a ctua l de los economist a s y el sa ber económico es la

combinación de dos factores que Deza lay y G a rth a na l izan con a gudeza en

las pá gina s siguient es. E n primer lugar , dad a la coincidencia en el t iempo

y la relación d e simbiosis entr e la globa lización y el sa ber económico pre-

domina nt e –específica ment e el monet a rism o–, el alcan ce geográ fico de est e

saber y de la inf luencia de los expertos que lo detentan es global . Desde

África ha sta América La tina proli fera n la s misiones de economista s exper-

tos contratados por los gobiernos nacionales o enviados por las agenciasmult i lat era les, y el conocimiento económico ha desplaza do (o coloniza do)

otras disciplinas en universidades alrededor del mundo. De hecho, segúnlo muest ra n los aut ores, no se puede ent ender el ascenso vertiginoso de los

economist a s (y de otr os profesiona les, como los expert os en derechos hu-

ma nos) s in an a l izar las estra tegias internaciona les que ha n ut i lizado par a

ga na r espa cio en la s luchas locales por el poder, v.gr. , el uso de redes in-

terna ciona les de economista s de éli te que circulan ent re las ent idades int er-na cionales, la a ca demia y los gobiernos na ciona les.

En segundo lugar, el impacto de la economía se ha extendido a otrasdisciplina s, como lo muestr a el desar rollo de la teoría de la elección r a cio-

nal en campos tales como la ciencia polí t ica . Para el tema analizado porDezalay y Garth es especialmente importante la inf luencia de la perspec-

tiva económica sobre el est udio del derecho, que ha sido plas ma da en a proxi-

ma ciones ta les como el an á lisis económico del derecho y, en t érminos má s

genera les, el neoinst i tuciona lismo. De hecho, el est udio económico de lasinsti t uciones no sólo ha logra do at ra er un nú mero considera ble de practi-

ca nt es de var ias disciplina s, sino que se ha consolida do en el seno de orga -

n i smos t a l e s como e l Ba nco M und i a l y e l Ba nco In t e ra mer i c a no d eDesarrollo. De ahí que estas entidades hayan iniciado en los años 90 una

segunda ola de progra ma s de “derecho y desar rollo” qu e, en cont ra ste conla primera ola de los a ños 60 –qu e se concentr a ba en la reforma a la ense-

ña nza del derecho–, intenta n promover r eforma s a las cort es y otra s inst i-

tuciones públicas con el fin de disminuir los costos de transacción.4

Al someter a escrut inio riguroso el origen y el contenido de los sa beresy prá cticas im porta dos –el derecho, el ejercicio de la profesión de a bogad o,

las ciencias sociales y, con especial lucidez, la economía – G a rt h y Deza lay

4 Sobre las dos olas de los program as de derecho y desarrollo, ver César A. Rodríguez (2001)

“G lobalización, reform a judicial y Estado de derecho: El regreso de los program as de derecho ydesarrollo”, en El Otro Derecho 25:13-50.

PRÓLOGO

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12 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

logran el cometido de los mejores estudios de ciencias sociales, esto es,

poner en ent redicho la ort odoxia y crear a sí espa cio pa ra la discusión a biert a

y democrática sobre los asuntos que conciernen a todos. Una vez que la

economía , el derecho o cualq uier otro sa ber pierde su h a lo de neutr a l idady el monopolio de la opinión autorizada, se abre el campo para el debatesobre los presupuestos y las consecuencias éticas y políticas de las reco-

mendaciones de los expertos. En el caso de los asuntos económicos, esta

conversación a biert a –y no el diá logo ent re especia l ista s cert era ment e cri-

t icado por el hist oriador colombia no Ma rco P a lacios en su estudio sobre el

t ema 5– const i tuy e la ba se de un deba te público genuino.

CLAVES DE LECTURA

El t r a bajo que Dezala y y G a rt h presenta n en este l ibro es suma mente r icoy variado. Combina elementos de teoría social , polí t ica comparada, socio-

logía de las profesiones, estudios de la ciencia, políticas públicas, sociolo-

gía del derecho y otra s disciplina s para a na lizar la t ra nsición ha cia el Esta do

neolibera l en América L a tina y la consolida ción del sa ber económico nort e-

a mericano en detrim ento de la t ra dición jurídica de corte europeo. En este

sentido, el l ibro ofrece varias perspectivas y “puertas de entrada” a loslectores, que, aunque l levan f ina lmente a los argumentos centra les del

l ibro, presenta n a l ternat iva s par a lectura s temá t ica s di ferentes . En mi opi-nión, el carácter multívoco del l ibro puede ser visto con provecho como

una a genda de investigación a biert a . Da da la a usencia de estudios sistemá-ticos sobre estos tema s en América L a tina , los diversos tópicos y ar gumen-

t o s d e l l i b r o p u e d e n s e r u t i l i z a d o s c o m o p u n t o s d e p a r t i d a p a r a

investiga ciones posteriores.

Con el fin de facilitar la exploración de los diferentes tópicos y señalar

posibles l ínea s de invest igación q ue sur gen del l ibro, en lo que sigue s ugie-

ro brevement e seis posibles a proxima ciones:

1. El l ibro puede ser leído como un estudio acerca de cómo se produce yopera l a g l oba l i z a c i ón . En l uga r d e t oma r como e l su je t o d e l a

globa lización los “m ercados” –como lo ha ría un economist a neoclá sico–

o el “capital global” –como lo haría un marxista de corte mecanicista

ortodoxo–, los autores indagan empíricamente cuáles son los indivi-

duos, las insti t uciones, la s r edes, los gobiernos, las funda ciones priva -

das , l a s ONG y demás ac tores que in terv ienen ac t ivamente en l a

5

“El econom ista habla com o m aestro o profeta ante audiencias pasivas que le reconocen elatributo de ser el intérprete válido de la ciencia económ ica. Su alter ego  debe ser otro econo-

m ista, y a los intercam bios que establecen entre sí suele llam árseles debate público.”M arcoPalacios (2001). “Saber es poder: El caso de los econom istas colom bianos”, en De populistas,

mandarines y violencias. Luchas por el poder. Bogotá: Planeta. p. 105.

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importa ción y exporta ción de la s prá ctica s y los conocimient os que cons-

ti t uyen el fenómeno de la globaliza ción.

2. Desde un punto de vista de pol ít ica compara da , el estudio puede ser

leído como una compa ra ción de la u tiliza ción de redes, conocimient os einsti t uciones int erna cionales por pa rt e de a ctores polí t icos –v. gr . , de-

fensores de derechos humanos, académicos, abogados, economistas,

etc.– para consolidar o mejorar su posición en la lucha por el poder

es t a t a l .

3. Otra puerta de entra da y l ínea de invest igación sugerida por el l ibro se

encua dra en la sociología del conocimiento y d e las pr ofesiones. Se t ra -

ta de inda ga r sobre el surgimiento de par a digma s cientí f icos dominan -

tes –v. gr . , la victoria del monetarismo sobre el keynesianismo en los

años 70– y de las luchas entre profesionales de diferentes disciplinaspor un a mejor posición en el ca mpo del poder polít ico.

4. Los a utores ofrecen igualmente un aná l is is sugest ivo de las éli tes de

los cuat ro países que estudia n –B ra sil , Argent ina , México y Chile–. En

este sentido, el trabajo puede ser interpretado como un aporte a lasociología de las él i tes lat inoamericanas, cuyo papel en el estableci-

miento y la reproducción del Estado neoliberal aún no ha sido docu-

menta do s i s temá t ica mente .

5. P or supuesto, el t ra bajo es tam bién un estudio de sociología del dere-cho. El enfoque sociojurídico de Garth y Dezalay es bastante amplio.

E n luga r de concent ra rse en el estudio de la s inst i tuciones jurídicas en

sí mismas, los autores –siguiendo la pista de Durkheim y Foucault–

toman el derecho como un punto de entrada hacia el análisis de las

transformaciones del Estado. Los aportes de l ibro al análisis del pasodel Estado desarroll ista al Estado neoliberal en América Latina mues-

tran con claridad el potencial de esta estrategia de investigación.

6. El estudio puede ser leído con provecho igua lmente como un a ná l is is

de políticas públicas y de diseño de instituciones. En particular, la in-vestiga ción ofrece element os de juicio sobre la posibilida d y pla usibili-

dad de transplantar insti tuciones –desde un modelo educativo hasta

un sistema pena l– de un país a otr o.

Ést a s son alguna s de las cla ves de lectur a que pueden fa cil i ta r el accesoa l libro. Los lectores segura mente encontra rá n va ria s má s. Sin embar go,

es import a nte t ener en cuent a que en úl t ima inst a ncia éste desca nsa sobre

la red tejida por estas y otras aproximaciones, de tal forma que el argu-

mento en su conjunto –no las lecturas temáticas tomadas por separado–

consti tuye la propuesta central del trabajo.

PRÓLOGO

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14 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

SOBRE LA COLECCIÓNEN CLAVE DE SUR 

La publicación de esta obra ina ugura la colección En Clave de Sur de ILS A.

Esta colección ha sido diseñada explíci tamente para promover el estudio

del derecho y de las insti tuciones jurídicas desde una perspectiva inter-

disciplina ria y crí t ica en América La tina . La colección busca divulgar tr a -ba jos escri tos por a ut ores la t inoa merica nos –o por a utores extra njeros cuyo

trabajo sea especialmente relevante en América Latina– que combinen la

reflexión t eórica r igurosa con el estu dio sistemá tico de las prá ctica s socia-

les y jurídicas en la región. E n par ticular, los l ibros de la colección s erá n

a port es a las discusiones sobre teoría s, insti t uciones y movimient os socia -

les q ue uti l icen de forma imagina tiva el derecho como instrum ento de tra ns-form a ción s ocial .

P or las ra zones anotada s ant eriormente, e l t ra bajo de G a rth y D ezalay

encaja de forma idea l con los propósit os de la colección. I LS A se compla ce

en presenta r su nu eva colección y se encar ga rá de que los siguientes l ibrosmantengan el nivel de relevancia social y la cal idad académica que han

sido marcados con la publicación de este libro.

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15

AGRADECIMIENTOS

Agra decemos el a poyo de va ria s persona s e inst ituciones que hicieron posi-

ble que emprendiéra mos y culminá ra mos esta investiga ción. La America n

B a r F ounda tion, AB F (Funda ción E sta dounidense de Aboga dos) suministró

la mayoría de los recursos y un magnífico escenario insti tucional para la

sede del proyecto. La investigación fue también auspiciada por una beca

generosa otorgada por la National Science Foundation (Fundación Nacio-

na l de C iencia s) (B eca núm ero SB R-9510925).

Nuestro enfoque de investigación hizo necesario que adelantáramos

numerosas ent revista s –a lrededor de 400 en esta oport unida d– en lugar es

que a l inicio era n rela tiva ment e nuevos par a nosotr os. Aun cua ndo el solo

número de entrevistas y las restricciones de confidencialidad nos impiden

proveer una l ist a completa de nombres, ba st a con an ota r que hemos cono-

cido un fascinante grupo de personas, incluyendo líderes de instituciones

de derechos huma nos de punt a , periodista s locales, economista s y a boga -

dos poderosos e influyent es, e incluso dos ex presidentes. L a s ent revista s

fueron realizadas entre marzo de 1995 y octubre de 1998 en las siguientes

ciudades: Nueva York, Ciuda d de México, Mont errey, Río de J a neiro, Sã o

Paulo, Brasil ia , Washington, Buenos Aires, Santiago de Chile, Atlanta y

San Diego.

Saber primero a qué personas contactar , luego contactarlas efectiva-

ment e y por último persua dirlas de que compa rt a n sus impresiones nunca

es una labor fácil ; obviamente debemos mucho a quienes estuvieron dis-

puestos no sólo a compartir sus ideas acerca de sus propias instituciones,

sino además acerca de los individuos que hacen parte de ellas o que las

crearon.En Argent ina , cont a mos con la colabora ción especial de Ca rlos R osen-

crantz y Catal ina Smulovitz en Buenos Aires, y de Carlos Lista y María

Inés B ergoglio en Córdoba; en B ra sil , de Eliana J unq ueira y Lidia S egovia

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16 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

en Río de J a neiro, y de Afra nio Ga rcía, Robert o Grun y S ergio Miceli en

Sã o P a ulo; en Ch ile, de J orge Correa y E dmun do Fuenza lida; y en México,

de Héctor Fix Fierro y S ergio López Ayllón. Ma ría Da kolias se encuentr a

en esta l ista por sus a portes a cerca del Ba nco Mundial y la s persona s quea llí la bora n. Va rios a cadém icos esta dounidenses que tienen estr echos nexos

con los países analizados también fueron de extrema importancia, dos en

especia l, provenient es de la U nivers ida d de Wisconsin : J oe Thome, quien

compartió sus ideas con referencia a los abogados defensores de derechos

humanos y la reforma judicial en Chile, y David Trubek, quien facilitó los

contactos clave iniciales en Brasil y luego ofreció valiosos aportes acerca

de cómo entender lo que ha bíam os encont ra do. Ta mbién fuimos a fort una -

dos al habernos encontrado con dos estudiantes de posgrado que estaban

ha ciendo est udios de cam po relaciona dos con el nuest ro; esta mos verda de-ra ment e ag ra decidos con ellos por la s a precia ciones sobre su propia inves-

tigación: Lisa Hilbink, quien estaba estudiando el papel de los jueces en

Chile, y Chr istopher J a mes Welna , quien se encont ra ba a na liza ndo la a cti-

vidad de las orga niza ciones de derechos huma nos en México.

Los resultados de nuestro trabajo han sido presentados en múltiples

lugares, y mucho hemos aprendido de las interacciones con nuestras di-

versas a udiencias. Ta mbién queremos resalt a r a lguna s persona s que leye-

ron a part es o la tota lidad del ma nuscrito e hicieron significa tivos comenta rios

a l respecto; ademá s de a lgunos de los ya nombra dos, queremos menciona ra María G lor ia B onell i, J a vier C ouso, Marisa Nava rro, B en Ross Schneider

y Art hur S tinchcombe. Sa ra h B a bb, joven aca démica que por un t iempo fue

a sistent e de investiga ción de este proyecto, l levó a cabo una cont ribución

import a nt e sobre la s economía s y los economist a s de los pa íses en estudio.

Finalmente, dos lectores de una versión preliminar del manuscrito com-

pleto, Pierre B ourdea u y el editor ejecutivo de la editoria l de la U niversi-

da d de Ch ica go J ohn Tryn esky, merecen un a gra decimient o especial por su

genti l int erés en r evisa r el ma nuscrito, logra ndo la r educción del texto a l

eliminar capítulos orienta dos a l estudio de un pa ís en part icular y , en sulugar , mejora ndo y a f inan do el an á lisis teórico y compa ra tivo de los resta n-

tes capítulos. Como resultado de esas sugerencias, el l ibro es definitiva-

ment e má s sólido y legible.

También queremos resaltar nuestro agradecimiento por el ánimo que

recibimos de la J unt a y del persona l de la America n B a r Founda tion. Roz

Ca ldwell , el a sistente del director de la AB F, há bilmente ma nt uvo orga ni-

zado el proyecto y administró toda la correspondencia, los manuscritos y

los diversos pa peles que este t ipo de tr a ba jo ocasiona . Fina lmente q uere-

mos a gradecer a J oan ne Mart in, directora a sociada de la ABF, cuya com-petencia y destreza en el manejo de cuest iones administra t ivas en la

Fundación hizo posible que Bryant Garth emprendiera los muchos viajes

necesar ios pa ra la rea lización de este proyecto.

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17

CRONOLOGÍA1

Argent ina 

1946: J u a n D om in g o P e r ón es eleg id o pr es id en t e lu eg o d e h a b er a s cen d id o a l

poder a tra vés de un golpe milita r.

1955: G olpe m ilit a r derroca a P erón .

1958-1962: Art ur o Fron disi es elegido pres iden t e.

1966: G olpe m ilit a r a scien de a l pod er a J u a n C a rlos On ga n ía .

1973: J u a n D om in g o P e r ón r eg r es a a la Ar gen t in a com o p res id en t e elect o y

entonces mu ere; su esposa, Isa bel Perón, a sume el poder.

1975: G olpe milit a r l lev a a l pod er a g en er a les a r gen t in os ; J os é M a r t ín ez d e

Hoz es nombrad o como ministro de Ha cienda y se ma nt iene en el ca r-

go has ta 1981.

1976-1979: “G uerra sucia” por pa rt e del G obierno en contr a de la oposición políti-

ca a t ra vés de “desa par ic iones” .

1982: C omien za cr is is de la d euda .

1982: G u e rr a d e la s I sla s Ma l vin a s /F a l kl a n ds p er d id a por Ar g en t in a , t er m i-

na ndo así la hegemonía de los generales mil ita res.

1983-1989: Ra úl Alfonsín es n ombra do presiden te por elección dem ocrá t ica.

1983-1984: La Comisión Na ciona l de D esa pa recidos (Cona dep) reún e test imonios

a cerca d e violaciones a los derechos huma nos y rea liza un informe de

esta s viola ciones en Nunca más.

1985: J u icios a los G enera les .

1989-1999: Ca rlos Menem, del P a rt ido Peronist a , funge como presidente.

1991-1996: Domin go Ca va llo se desempeña como ministro de Ha cienda .

1999: F er na n do d e la R úa es elegid o pr es id en t e.

1 Para escribir este libro hem os recurrido con m ucha frecuencia a la historia reciente de cinco

países y de num erosas organizaciones. Por ello puede resultar útil a varios lectores una lista de

los eventos m ás im portantes que configuran el contexto de las discusiones presentadas en eltexto. Esta cronología, no obstante, no pretende ser un resum en de nuestra lectura de la historia

de los países abordados, ni tam poco un recetario de los hechos que los historiadores destacarían

com o los m ás significativos al respecto. En cam bio, la m ism a está orientada a ayudar al lectorque no se encuentra m uy fam iliarizado con los escenarios históricos relevantes.

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18 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Brasil 

1964: G o lp e m ili t a r der r oca g ob ier n o “ pop uli st a ” d e B e lch ior Ma r q u es J oã o

Goul a r t .

1966: Comienza la t e ndenci a de derecho y desa r rol lo con la crea c ión del Ce n-tr o pa ra el E stu dio e Investiga ción en E duca ción J urídica (Ceped) en

Río de J a neiro.

1968-1974: Antonio Delfim Nett o es designa do minist ro de H a cienda ; se desempe-

ña como la a utor idad m á xima en planeac ión n a ciona l (minis t ro de

P la nea ción), 1979-1984.

1968-1969: La l ínea d ura de las fuerz a s milita res toma el poder en diciembr e de

1968 e incrementa la represión sobre la oposición; den uncias de tort u-

ra s por Amnist í a In t ernac iona l .

1969: C en t r o B r a s i leñ o p a r a el An á l is is y el P la n ea m i en t o (C eb ra p ) es t a b le-

cido por Ferna ndo Henriqu e Ca rdoso y otra s persona s en Sã o P a ulo conlos recursos de la Fun da ción Ford.

1985: Gobierno ci vi l r etorna a l poder con l a e lecci ón de Ta ncredo Neves ; J osé

Sa rney se convierte en presidente cuand o Neves cae enfermo y mu ere.

1988: Nueva C on st it ución B ra sileñ a .

1992: P re s iden te Ferna ndo Col lor de Mel lo es a cusa do por cor rupción .

1995: F er n a n do H en r iq u e C a r d os o es eleg id o pr es id en t e.

Chile 

1957-1970: El P royecto Ch ileno: alr ededor de 100 est ud ia nt es chilenos de econo-

mía son educados en la Universidad de Chicago –l lamados ChicagoBoys .

1965-1966: E l P royecto Ch ileno en D erecho de la Fu nd a ción F ord comienz a con la

inicia t iva de la Fa cul ta d de Derecho de la U niversida d de Chi le .

1970: S a lv a dor Allen de es nom br a do pr es id en t e.

1973: G o lp e m ilit a r l lev a a Au g us t o P i n och et a l pod er ; l os C h ica g o B o ys con -

figuran un programa económico “de choque” para contener la infla-

ción; se toma n fuert es medida s de represión en contra de la oposición

política.

1975: E s t a blecim ien t o d e u n C om it é P r elim in a r d e P a z pa r a p r ot eg er per so-

nas blanco de la represión extendida por Pinochet, Comité que paraperma necer vivo a cude a l protectora do de la I glesia Ca tólica (que pasa

a denomina rse La Vica ría) .

1980: L a n u ev a “C on s t it u ción d e la L i ber t a d ” r a t i fica a P in och et en el p od er .

1982: C risis de la deuda en Chile.

1988: P l eb is ci t o s ob re la c on t in u id a d d e P i n och et e n el pod er a r r oja u n r e-

sul ta do may ori ta r io en contr a del régimen, desenca denan do una s elec-

ciones pr esidenciales.

1990: P a t r i ci o Ay l w in comi enza su per íodo como pres iden te el ecto, r etorna n-

do Chile al r égimen democrá tico.

1990-1991: La Comisión de Verda d y Reconcilia ción investiga y r ealiza un infor-me sobre viola ciones a los derechos huma nos.

2000: P i nochet e s recl ui do ba jo cus tod ia , i ni ci a lmente en Londres , por v iol a -

ción a los derechos hu ma nos.

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19

México 

1910-1920: In icio de la R evolución Mexican a qu e desemboca en la caíd a del gobier-

no del presidente P orfirio D íaz .

1917: C onst it ución mexica na .1928: C r ea ción d el P a r t i d o N a cion a l R ev olu cion a r io (P R N ) com o pa r t i do ún i-

co qu e reúne en su seno a todos los pa rt ida rios de la revolución m exica-

na , el cua l pasó a ser el Pa rt ido de la R evolución Mexica na (P RM) en

1938 y el P a rt ido Revoluciona rio Inst itucional (PR I) en 1946; el P RI

se mantiene en el poder hasta el año 2000 cuando Vicente Fox, del

P a rt ido Acción Na ciona l (P AN), es elegido president e.

1982: I nicio d e la cr isis de la deuda .

1988: C a r l os S a li na s es eleg id o p res id en t e l ueg o d e u n a r eñ id a con t ien d a

electoral .

1990-1993: Negocia ciones culmin a n en el Tra t a do de Libre Comer cio Nort ea mer i-cano (en inglés, Na fta ).

1994: E r nes to Zed illo es elegid o pr es id en t e.

2000: Vicen t e F ox, del P AN , es n om br a d o pr es id en t e.

Est ados Un id os y sucesos más generales 

1952: C on for ma ción d e la C om is ión I n t er na cion a l de J u r is ta s .

1961: E l pr og ra m a d e la Alia n z a pa r a e l P r og res o es a n u ncia d o por el pr es i-

dente J ohn F. Kennedy.

1965-1966: El proyecto de derecho y desarrollo comienza en Latinoamérica.

1968: L a g uer r a d e Viet n a m d iv id e el P a r t id o D em ócr a t a ; R ich a r d Nixon es

elegido presidente.

1973: C rea ción de la Fun da ción H er it a ge.

1973: E scá nda lo del Watergate.

1977: J im m y C a r t er es nom br a d o pr es id en t e, en pa r t e por un a pla t a f or m a

orienta da a los derechos huma nos.

1977: Am nis tía I nt er na cion a l ga n a el P r em io N obel.

1978: E l L a w y er s C om m it t ee for H u ma n R ig ht s (C om it é d e Ab og a d os pa r a

los Derechos Humanos) se establece en Nueva York.

1982: H u ma n Righ ts Wa t ch ra d ica s u s ed e en Nu eva Yor k.1982: E l I n t er -Am er ica n D i a log ue (D i á log o I n t er a m er ica n o) es in s t it u id o en

Washington, D.C.

1982: L a cr is is de la d eu da a m e n a za b a n cos es t a d ou n id en s es , es pecia l m en -

te a l Ci t ibank .

1983: R on a l d Rea g a n e s el eg id o p res id en t e. E l en f oq u e i den t i fi ca d o con

J eanne Kirkpa tr ick , embajadora de l gobierno de Reaga n pa ra l as Na -

ciones U nida s, just i f ica el a poyo pa ra los “Est a dos aut ori ta r ios” , como

reg ímenes di ferentes a los “Est a dos tota l it a r ios” .

CRO N O LO G ÍA

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TERMINOLOGÍA Y ABREVIATURAS1

Agentes intermediarios (Comp r a d o r s  ):Término desarr ol lado en Asia par a re-

ferirse a resident es loca les qu e l legaba n a desempeña rse como agen-

tes de persona s extra njera s int eresa da s en esta blecer negocios en la

respectiva loca lidad; n osotros util izamos este término únicament e para

hablar acerca de aquellos que se encuentran en la posición de repre-

senta r t a nt o a extra njeros f rent e a los resident es locales como a éstos

frente a extra njeros.

BCH: Banco Hipotecario de Chile (Chile).

Cebrap: Cent ro B ra si leño de Aná l isis y P lan eación (B ra si l)

Cedes: Cen tr o de Est udios Socia les (Argent ina ).

CEP: Cent ro de Est udios P úblicos (Ch ile).

Cepal: Comisión E conómica par a América La t ina (Ch i le).

Cieplan: Corpora ción de In vestigaciones E conómica s par a La tinoam érica (Ch ile).

Chicago Boys: Término acuñado inicialmente en Chile para referirse a los eco-

nomista s que ha bían es tudiado en l a Un ivers idad de C hica go, quienes

luego accedieron a cargos en el Gobierno con la intención de imple-

mentar las teorías neoclásicas aprendidas en Chicago; otros grupos

similares en di ferent es países ha n sido llam a dos de modo a ná logo.

Concertación: Concerta ción de P a rt idos para la Democra cia (Chi le).

Clientelismo: Término qu e sugiere crít ica o descrédito de la s rela ciones fam ilia-res o personales como base para gobernar el Estado y la economía;

nosotros empleamos esta pa la bra sólo para resa l ta r e l papel pers i s-

tent e de las relaciones personales.

CNDH: Comisión Nacional de Derechos Humanos (México).

Estado desarrollista:  Término que originalmente fue empleado para referirse

a l Est a do ja ponés y a l papel del Gobierno en incent ivar el desa rrol lo .

Luego devino como una pala bra a pl ica da a otros gobiernos para just i-

1 Aquí se ofrecen al lector definiciones generales que le pueden resultar poco fam iliares. Estas

definiciones, así com o las de algunas siglas y abreviaturas clave encontradas en el texto, puedenser de utilidad, pero debem os enfatizar que cualquier esfuerzo por dar una excesiva precisión a

estos térm inos es inconsistente con la aceptación –crucial en nuestro enfoque–de que las luchas

por la legitim idad de los térm inos y su significado autorizado constituyen aspectos esenciales de

las luchas por el poder, las cuales son nuestro objeto de estudio.

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22 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

ficar pa peles de lidera zgo en el desa rr ollo económico; el hecho de si est e

término logra exponer una estra tegia legí t ima para el man ejo econó-

mico es a l ta ment e debat ido.

Dolarización: Origina lment e propuesto par a r eferirse a l proceso de at a r el va lor

de la moneda de un pa ís determina do al dóla r esta dounidense, de locua l Argentina es un ejemplo. Ta mbién empleamos esta pala bra par a

menciona r el m odo como cierta s idea s, conocimientos y técnica s pue-

den llegar a ser valoradas en el exterior teniendo como referencia lo

que con el la s se pueda l lega r a obtener en los Es ta dos Un idos.

FIEL: Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Argen-

tina).

Flacso: Fa culta d La t inoa merica na de Ciencias S ociales (Ch i le).

Hér i t i er s : Término francés empleado par a denota r a los herederos, e l cua l ta m-

bién se refiere a la noción de descendientes de una determ ina da élite

establecida .

I-AD: Int er-American Dia logue (Diá logo Int era mericano) (Es ta dos U nidos).

IDES: In sti t ut o de Desa rrollo E conómico y S ocial (Argent ina ).

CI J : Comisión Int erna cional de J urist a s (Suiza ).

IEERAL: Ins t i tu to de Est udios Económicos sobre la Rea l idad Argent ina y La t i-

noamericana .

II J : In sti t ut o de Invest iga ciones J urídicas (México).

Derecho y desarrollo: Est e término se emplea ba pa ra ca ra cterizar a l movimiento

qu e, en la s década s de los a ños 60 y 70, pretend ió convert ir el derecho

en par te del paq uete de técnica s y conocimient os especia lizad os pa ra

promover el desarrollo económico.

Neoliberalismo: Término usad o pa ra a ludir a las di ferentes receta s económica sque era n a sociada s con economista s t a les como Milton Fr iedma n.

OAB: Orga niza ción de Aboga dos B ra si leños (B ra si l).

PAN: P a rt ido Acción Na ciona l (México).

PRI: P a rt ido Revoluciona rio I nst ituciona l (México).

Estado de derecho (Ru l e of l a w  ):P a ra los propósi tos que guían nuest ro tra ba-

jo, esta noción no denota una condición qu e pueda ser a sida o mensur a da ,

sino que se refiere a u n lema o fra se emplea do para promover procesos

de inversión en el derecho, así como en instituciones jurídicas.

Políticos tecnócratas (Technopo l s ):  Se t ra ta de un término que ident i f i ca y

promueve a un gr upo de l íderes la t inoa merica nos educa dos en E sta -

dos U nidos, cuyos enfoques son a sum idos como a propiados en los di-versos círculos económicos y políticos d e los Es ta dos U nidos.

UNAM: Universidad Nacional Autónoma de México (México).

Usaid: Est a s ig la se ref iere a l a Uni ted States Agency for I nt er nat i onal D evelop- 

ment   (Agencia d e los E sta dos Un idos pa ra el Desar rollo Int erna cio-

nal).

Consenso de Washington: Est a c láusula hizo ca rrera en 1990 para sugerir que

el G obierno esta dounidense y la s diversas orga niza ciones mult i la te-

ra les ha bían l legado a un a cuerdo acerca de qu é t ipo de Est a do y eco-

nomía serían a propiados para La t inoamérica ; desde un principio esta

cláus ula ha sido objeto de un intenso debat e , y recient emente ha sido

desest ima da por implica r q ue la economía de modelo l iberal puede

logra r sus objetivos sin necesida d de desar rollar ins ti t uciones comple-

ment a ria s –es así como ah ora se pueden ver grupos promoviendo en-

foqu es dirigidos a u n posconsenso de Wa shingt on.

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25

CAPÍTULO I

Introducción

Los cuatr o pa íses q ue estudia mos en L a t inoamérica –Argent ina , B ra si l,Chile y México– son par ticipan tes plenos dent ro de una indust ria glo-

ba l creciente que promueve la import a ción y la exporta ción del “Es ta do de

derecho” (Carothers 1996, 1998, 1999; McClymont y Golub 2000; Metzger

1997; P ist or a nd Wellons 1999; Quig ley 1997; Rose 1998; Widn er 2001). E n

África, Asia, Europa del Este y Latinoamérica, un f loreciente entramadode consultores, reconocidos centros de investigación, fundaciones filan-

tr ópica s a sí como a gencia s na ciona les y t ra nsna ciona les, ha concluido qu e,cualquiera que sea el problema, una parte esencial de la solución reposa

en mantener un poder judicial independiente y relativamente poderoso.Un “buen gobierno” exige la preservación de un Estado de derecho, así

como de una serie de inst i tuciones par a conservar lo. P a rt e de dicho ent ra -

ma do pretende promover un poder judicia l independient e, el acceso a los

tribunales, la abogacía de interés público al igual que mejores sentencias

judicia les, con el objet o de proteger el medio a mbien t e, reducir la violencia

en contra de las mujeres y controlar abusos por parte de la policía . Otra

par te invoca esencialment e los mism os idea les insti tu ciona les con el f in degarant izar la seguridad en las ca l les y promover inversiones f inancieras

seguras. Incluso el desarrollo de unas elecciones polí t icas transparentes

debe ser supuestamente garantizado por un poder judicial fuerte e inde-

pendiente. El derecho es nuevamente, al igual que en las décadas de losa ños 60 y 70, determ ina nt e en la a genda de desa rrollo económico.

El movimiento de “derecho y desarrollo” de los años 60 y 70, con unaorient a ción simila r, se propuso exporta r u na serie de prá cticas e insti t ucio-

nes dirigida s a la implementa ción del Est a do de derecho*. Y determinada s

persona s resulta ron cla ra ment e beneficiad a s con ello. Desde la perspecti-

* Sobre el m ovim iento de “derecho y desarrollo”, ver la sección de term inología (p. 21) y la intro-

ducción editorial al presente volum en. [N ota del editor]

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26 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

va de una genera ción ulterior podemos ver que, por ejemplo, a qu ellos bra -

si leños que consiguieron acceder a la acreditación, tecnologías legales y

contactos estadounidenses, a través de programas f inanciados en la l ínea

de derecho y desar rol lo , logra ron convert i r estos a ct ivos n orteam erica nosen la ba se de promisoria s carr eras como intermediarios ent re sus pa ísesde origen e inversionistas de empresas multinacionales. No obstante, los

esfuerzos por cambiar la si tuación del derecho en los países estudiados

resul tar on ser mucho menos exi tosos. La s r eformas prometidas en la edu-

ca ción y en la invest iga ción jurídica s no se lleva ron a ca bo. La s fa culta des

de derecho continuaron siendo dominadas por profesores de cátedra tem-

porales, dedicados a la polí t ica , al l i t igio, la judicatura, los negocios o a

otr a s a ctivida des. Como resulta do, “el fra ca so” de la t endencia de derecho

y desarrol lo ahora es comúnmente aceptado (Gardner 1980; Trubek yGalanter 1974). 1

Las crí t icas a esta postura hic ieron énfasis en una c ierta ingenuidad

del movimient o, seña la ndo qu e los promotores del proyecto ha bían impul-

sado de manera optimista sus propias agendas sin considerar cómo las

misma s podría n l lega r a intera ctu a r con el poder esta ta l de los países f ija -

dos como bla nco pa ra el ca mbio. Sobre la solidez de est a s críticas fue cons-truido el movimiento para estudiar “el derecho en contexto” (Garth y

Sterling 1998; Twining 1997). A pesar de esta firme base para guardar

escepticismo frente al proyecto –fundamentada en una conciencia de laimport a ncia del contexto socia l y de la estru ctura de los Es ta dos en los qu e

operan las insti t uciones jurídica s–, la n ueva ola del derecho y desa rr ollo,incluyendo a muchos de sus anteriores crí t icos, le presta poca atención a

dicho cont exto. Cierta ment e exist en fervientes crí t icos a los esfuerzos por

exportar el Estado de derecho, pero los mismos t ienden a sostener que

todo es cuestión de encontrar, simple y l lanamente, el enfoque adecuado(Ca rothers 1998; Ha mmergren 1998; La w yers Committ ee for H uma n R ights

1996). Esta percepción relativamente optimista se da en especial, por pa-

radójico que parezca, entre aquellos que se centran en estrategias jurídi-ca s par a supuesta mente a yuda r a los ma rgina dos –esto es, aq uellos dedicados

al derecho de intereses colectivos, a la abogacía progresista o la promociónjurídica de ca usa s socia les, lo cua l es ident ificado por B oaventur a Sa n t os como

“el pila r ema ncipat orio” (Keck y S ikkink 1998; McCly mont y G olub 2000;

Santos 1995; Sarat y Scheingold 1998). Un programa jurídico adecuado,

en su considera ción, lleva rá a mejorar la posición de los ma rgina dos.

Desde nuestro punto de vista , este optimismo es parte del contexto

social q ue debe ser explicado. Los part icipant es en esta empresa q ue busca

1 De hecho, este fracaso ha sido relacionado con un escepticism o m ás general en la literatura

socio-jurídica acerca de los “trasplantes jurídicos”de una jurisdicción hacia otra (v. gr., Ajan1995; Cotterell 1998; Ew ald 1995; Legrand 1998; Nelkin 1995, 1997; W atson 1996).

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exportar una agenda socialmente progresista o de otro modo reformista ,

t ienden a ser car a cteriza dos por una par cial a usencia de visión que se en-

cuentra estructuralmente determinada por el hecho de quiénes son y por

su fuert e convicción del papel que juega n. E sta a usencia de visión ta mbiénse encuentra relacionada con el hecho de que aunque Estados Unidos hareemplazado a Europa como potencia imperial , el poder estadounidense

proviene en pa rt e de un a nt i imperial ismo por m ucho tiempo vestido con el

ropaje de ideales benévolos (Smith 1994). Existen razones, entonces, para

qu e la l i tera tu ra del nuevo enfoque de derecho y desa rrollo sostenga a bier-

tamente una posición optimista que minimice nuevamente sus preocupa-

ciones sobre el contexto socia l y la s estr uctura s del poder esta ta l . De este

modo, esta tendencia se inclina a ignora r q ue, aun cua ndo logre ser “exitosa ”

en el sentido de gan a r injerencia loca l, cierta s diferencias fund a ment a les enel papel que t iene la educa ción jurídica y, de ma nera má s genera l , el luga r

qu e t iene el derecho en el E st a do, va n a da r como resulta do que, por ejem-plo, cualquier impacto social práctico de la abogacía de interés público no

sea el mismo en otra s la t i tudes en compar a ción con el que tendría en Est a -

dos Unidos.

E n luga r de condenar la n ueva ola de derecho y desar rollo o insist ir en

el hecho de que está dest inada a l f racaso, queremos reanudar el interés

por aquello que los críticos y los impulsores de este proyecto se han incli-

na do a d esa tender: el luga r del derecho en los cont extos na cionales especí-f icos hacia o desde los cuales el derecho es exportado o importado. Las

fal las protuberantes de la vieja ola de derecho y desarrollo –y las de su

nueva versión– ponen en clara evidencia q ue el derecho no puede ser consi-

derad o meram ente como un a sunt o técnico que consista en encontra r lapráct ica ópt ima o la má s ef iciente consul ta ndo a lgún ma nua l . Nuestra pre-

tensión en est e libro comienza con esta idea crí t ica. Es peram os, a demá s, ir

un poco más al lá recordando a cada quien lo que se sostenía al respecto

una generación atrás. Aspiramos a desarrollar un análisis social sólido

a cerca de cómo el derecho se relaciona con el á mbito del poder esta ta l y sustr a nsforma ciones y reproducciones a lo lar go del t iempo.

Ta l a ná lisis debe empezar por reconocer q ue el derecho se encuentraen el núcleo de los procesos que estructuran, construyen y reproducen el

campo del poder *. Más concretamente, la importancia crucial de la posi-

* El concepto de “cam po”es tom ado por Dezalay y G arth de la teoría social de Pierre Bourdieu,

el sociólogo y teórico social francés m ás prom inente de la segunda m itad del siglo XX. En eltrabajo de Bourdieu, cada esfera de la vida social constituye un “cam po social” relativam ente

autónom o (v. gr., el cam po jurídico, el cam po económ ico, el cam po del poder estatal, etc.) enel que actores ubicados en posiciones desiguales luchan por los privilegios (o “capitales”) que el

cam po ofrece (v.gr., riqueza en el cam po económ ico o poder en el cam po político). Com o loexpresa W acquant al presentar su entrevista a Bourdieu, “un cam po es sim ultáneam ente unespacio de conf licto y competencia , análogo a un cam po de batalla, en el que los participantes

IN TRO D U CCIÓ N

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28 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

ción del derecho ra dica en su r elación con dos conjunt os de inst i tuciones

má s o menos estrecha mente l iga da s, las fa cul ta des de derecho y el Esta do.

Las facultades de derecho ocupan un lugar central en la reproducción del

conocimiento, en la din á mica de las él ites goberna nt es y en la s jera rq uía sesta blecida s ent re la s élites y las técnica s y los conocimientos especializa dos.Los esfuerzos por transformar las facultades de derecho, como aquellos

emprendidos por las tendencias de derecho y desa rrollo, inevita blement e

toca n la s f ibra s de la r ela tiva mente frá gil tela del poder, de la legit imidad

y la dominación anclada en las estructuras básicas de dichas facultades.

De est e modo, con el objeto de entender qu é pasa con la s export a ciones de

insti tuciones jurídicas, primero es necesario analizar en profundidad el

modo como el derecho es construido, el equilibrio de poder que el mismo

personifica y la posición del derecho en la reproducción del poder.Concebido de esta ma nera , es clar o que el problema de las importa cio-

nes y las exportaciones de diversas insti tuciones jurídicas debe ser visto

como algo relevante internacionalmente, y como una cuestión de impor-

ta ncia d oméstica en los pa íses involucra dos. P or ejemplo, el frá gil equil i-brio del Estado brasi leño ha sido repetidamente desafiado a lo largo del

siglo XX, ta nt o afuera como a dentr o del á mbito del derecho. El derecho fue

puesto a prueba , en par te , por cuan to un grupo rela t ivamente conservador

de a boga dos, cobija dos bajo el ma nt o de la legit imidad jurídica , a f irma ron

representar a las fuerzas socia les y a la sociedad brasi leña en genera l .P ersona s a jenas a l esta blecimiento y r ecién l lega da s a l mismo consta nte-mente desafiaron dicha pretensión, ayudando a promover un ambiente de

va ria bles gra dos de confusión en la goberna bilida d y el ejercicio de la polí-

t ica. Como parte de ese desafío y las sucesivas respuestas al mismo, los

brasileños volvieron su mirada a los art ículos provenientes del exterior,

pero sólo l legarían a importar aquellos insumos que encajaban adecuada-ment e con sus estra tegia s locales. De est a ma nera , el éxito del proceso de

luchan por establecer un m onopolio sobre el tipo de capital que es efectivo dentro de él ... y por

el poder para definir la jerarquía y las ‘tasas de cam bio’entre todas las form as de autoridad

en el cam po del poder”(P. Bourdieu y L. W acquant, An Invitat ion t o Reflexive Sociology ,

Chicago: Chicago University Press, 1992, pp. 17-18). A lo largo del libro, Dezalay y Garth seapoyan en la teoría de los cam pos sociales –y en los conceptos que hacen parte de ella,especialm ente el de “capital”, que será explicado en la siguiente nota editorial–para explicar las

luchas por el poder en Am érica Latina entre detentadores de saberes profesionales distintos

(econom istas y abogados) provenientes de cam pos sociales diferentes (el económ ico y el jurídi-

co). Una buena introducción a la teoría de Bourdieu aplicada al derecho en español es el ensayode Bourdieu, “Elem entos para una sociología del cam po jurídico”, precedido de un útil y concisoestudio prelim inar de Carlos M orales, am bos incluidos en Pierre Bourdieu y G unther Teubner,La 

fuerza del derecho , Bogotá: Uniandes-Pensar-Siglo del Hom bre, 2000. Una aplicación de lateoría de Bourdieu al estudio de los cam pos jurídicos latinoam ericanos se encuentra en M auricio

G arcía y César Rodríguez, “Derecho y sociedad en Am érica Latina”, en: C. Rodríguez y M . G arcía(eds.),Derecho y sociedad en América Lat ina: Hacia la consolidación de los estudios jurídicos crít icos , Bogotá: ILSA -U niversidad Nacional, 2002. [Nota del editor]

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importa ción se encontr a ba inevita blemente a ta do a las lucha s domést ica s

por el poder y a la competencia internacional para exportar técnicas y co-

nocimientos estatales.

El pa pel de la tendencia de derecho y desa rrollo –hoy día y un a genera-ción at rá s– exige entonces que se exam ine la combina ción de fuerza s inter -

nas y externas –no solamente las internas y externas a l derecho, s inotambién aquel las impulsadas nacional e internacionalmente–. De todas

maneras el enfoque sobre el derecho irremediablemente trae consigo el

escenario internacional , ya que el derecho siempre ha sido el vehículo a

tr a vés del cual son conducidas la s políticas colonia les. Var ios a bogados ha nprosperado como agentes intermediarios al servir como puntos de enlace

entre el escenario loca l y el interna ciona l , habla ndo a l terna da mente pri-

mero en un lado y posteriorment e en el otr o. Los países que a na l iza mos eneste libro –todos con una fuerte tradición jurídica proveniente del colonia-

l ismo– reflejan la vieja y estrecha relación histórica que guarda lo nacio-

nal con lo internacional . La permanencia de éli tes a través del t iempo hasido legit imada y construida a través de modelos tomados del exterior, lo

cual durante varias décadas se ha mani festado en via jes selectos de la

él i te a París o a Coimbra para obtener un doctorado en derecho que de

regreso a segure un a posición influyent e. Así , la educación eur opea reforzó

los lazos propios del colonialismo aun cuando a su vez facilitó las bases

para desaf iar a l colonia l ismo mismo, a l menos en pa rt e .Es ta relación d e t ipo colonial t odavía cont inúa existiendo, pero el po-

der rela t ivo de Europa ha disminuido. El derecho ahora se encuentra

involucra do en una competencia entr e Europa y E sta dos Unidos, en donde

este últ imo ha venido ga na ndo influencia sobre la primera . Ademá s, comoen el pasa do, los poderes globales l íderes, incluyendo los E sta dos U nidos,

tienden a exportar no sólo productos y enfoques específicos sino también

sus lucha s y cont ienda s interna s, así como las estr a tegias r espectiva s para

afrontarlas. En el período que comenzó con el f inal de la Segunda Guerra

Mundial , las polí t icas de la Guerra Fría en los Estados Unidos y los con-fl ictos internos deriva dos de ella ha n t enido por r egla general un vínculo

estrecho con las estrategias de los Estados Unidos en el contexto interna-

ciona l . Ta les estra tegias de la G uerra Fr ía incluían dimensiones aca démi-

cas e ideológicas fuertes –como puede verse en el título del texto de WaltRostow publicado en 1960, L as fases del crecim i en to económ i co: un m an i - 

f i esto ant icomu ni sta –. La t eoría económica a delant a da en el In sti t ut o Tec-

nológico de Massachusetts (MIT) fue formulada y movilizada como parte

de la lucha contra el comunismo. Est e enfoqu e, que dio un pa pel crucial a

la producción int electua l , ta mbién puede ser const a ta do en la Alia nza par ael Progreso, los progra ma s de la U sa id y la Funda ción F ord, la tendenciade derecho y desarrollo, la economía l iberal , el movimiento de derechos

huma nos y otros escenar ios . Est os program a s de export a ción, qu e ha n t e-

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30 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

nido una fuerte inf luencia en r ecient es tra nsforma ciones de La tinoam érica ,

son objeto de est ud io de est e libro.

Estos temas necesariamente terminan en complejas y mult idimen-

siona les explicaciones q ue incluyen a spectos n a cionales e int erna ciona les,a sí como otro tipo de técnica s y conocimientos especia liza dos qu e ponen en

prueba e l derecho y e l papel ca mbian te de l Es t a do . Má s a ún , e l per íodo

de l a Segunda G uerra Mundia l que explora mos en es te texto cubre una

extensa transición que va desde Estados poderosos centrados en el desa-

rrollo económico hasta Estados que se encuentran organizados fundamen-

ta lmente de acuerdo con pol í t i cas neol ibera les . Es te per íodo t ambién

comprende vastos cambios de regímenes autori tarios que se convirt ieron

en sistema s de cont ienda s electora les reñidas y rela t iva mente a biert a s . El

reto es encontrar un modo en que adquieran sent ido estas dos grandestr a nsforma ciones, as í como la s r elaciones y fa ctores complejos que conec-

ta n y a su vez está n conecta dos a l derecho y a l E sta do.

Nuestra estra tegia de invest igación t iene dos grandes componentes.El primero asume como punto de partida el hecho de que el derecho se

encuentra integrado de ta l ma nera a las “ luchas por el poder” loca les q ue

el mismo puede ser empleado como puerta de ent ra da par a obtener a cceso

a pregunta s má s genera les . En otra s pala bra s , nosotros ut i l izam os el dere-cho, los a ctores e insti t uciones jurídica s como punt os de a cceso a la s lucha s

locales. Una vez que esta investigación preliminar ha sido emprendida,podemos entonces utiliza r los hechos a sí ha llados como decodifica dores par a

ir má s a l lá de la versión obtenida a par tir del derecho. Reca lca mos, ent on-

ces, que si bien el derecho facili ta un pun to de par tida , es solam ente eso,una entr a da . En luga r de coloca r a l derecho en el cent ro de nuest ra expli-

cación, tal como lo hacen los estudios sobre las reformas judiciales o insti-

tuciones u organizaciones jurídicas particulares, nuestro método busca

uti l izar a l derecho par a producir un tr a ba jo semeja nt e al de los estudios de

polí t ica comparada. Para entender al derecho de un modo más adecuado,

es necesa rio observa r lo que ocurre a fuera del derecho.El concepto de estrategias internacionales –el segundo componente–

proporciona los medios para estudiar las relaciones entre las corrientesglobales y las t r a nsforma ciones esta ta les . Las estra tegias interna ciona les

a luden a cómo los actores naciona les buscan ut i l iza r el ca pita l extra njero,

que puede tomar forma de recursos, grados académicos, contactos, legit i-

mida d, t écnicas y conocimientos especial iza dos –los cua les son enun ciad os

aquí en plural para enfatizar la variedad de formas y tecnologías rivales–par a a sí erigir su poder loca l .* L os ejemplos de estra tegias interna ciona les

* Com o lo m uestra con claridad la enum eración de form as que puede tom ar el capital extranjero

contenida en esta frase, Dezalay y Garth –siguiendo a Bourdieu–utilizan el concepto de “capi-

tal”en sentido am plio. Por analogía con el capital económ ico, en la teoría de Bourdieu otros

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empleadas para confrontar luchas locales por el poder incluyen el uso de

los modelos económicos de Chicago por parte del gobierno de Pinochet y

sus al iados para desacreditar al gobierno por el los derrocado, así como el

uso del derecho int erna ciona l de los derechos huma nos por pa rt e de los opo-sitores de P inochet pa ra desprestigia r su régimen. La s técnica s y los cono-cimient os especia lizados forá neos fueron ut iliza dos de ese modo pa ra luchar

en cont ra de los opositores con el objeto de logr a r el cont rol sobre el poder

del E sta do.

Uti l izamos este enfoque por dos razones básicas, una teórica y otra

prá ct ica . La ra zón t eórica es que el derecho, y de ma nera má s genera l el

Es ta do, siempre son moldead os por la s intera cciones y pugna s qu e se da n

entre los Estados. Así , la competencia mutua entre Estados internacio-

nalmente conduce naturalmente a la construcción del campo nacional delpoder estatal . Esta dimensión internacional de los escenarios nacionales

es también generalmente ignorada, con pocas excepciones (v. gr.,  Smi th1996), por los estu dios sobre América La t ina y otr a s regiones e incluso por

estudios de política comparada.

La justi f icación práctica es que las relaciones internacionales de un

modo u otro son la puerta de entr a da para cua lquiera que pretenda estu-

diar asuntos relacionados con las t ransformaciones de los Estados. Losestudios académicos en sí mismos, incluyendo aquellos sobre diferentes

regiones del mundo tal y como fueron adelantados luego de la SegundaGuerra Mundia l , son un instrumento, un subproducto y un resul tado de

las estr a tegias interna ciona les, incluyendo la G uerra Fría (Chomsky 1997).Los productos del trabajo intelectual necesariamente l levan a pugnas so-

bre el campo del poder esta ta l . Más aún, las estra tegias internacionales

son f recuentemente estra tegia s a prendidas. P a ra empezar , e l ca pita l aca-

recursos (v. gr., conocim ientos y relaciones sociales) que reportan beneficios y dan poder a los

actores sociales son tam bién llam ados “capitales”. Para Bourdieu, existen tres tipos fundam enta-

les de capital: capital económ ico (dinero), capital cultural (conocim ientos, especialm ente los

reconocidos m ediante grados académ icos y credenciales profesionales) y capital social (conexio-nes sociales). Cuando la posesión de uno o varios de estos capitales es vista com o legítim a ygenera prestigio social, el poseedor goza adem ás de capital sim bólico. La lucha entre actores de

un cam po social es asim étrica en la m edida en que aquéllos cuentan con cantidades diferentes

de capital relevante (por ejem plo, en el cam po económ ico los em pleadores y los trabajadorescuentan evidentem ente con cantidades diferentes de capital económ ico, lo que genera una des-

igualdad estructural en el cam po). Asim ism o, las luchas al interior de un cam po pueden ser vistascom o disputas por la consecución del capital prevalente en el cam po (v. gr., en el cam po

económ ico una de las luchas fundam entales se da entre em pleadores y trabajadores por la

distribución de las utilidades). A lo largo de este estudio, Dezalay y G arth subrayan la form acom o abogados y econom istas en Am érica Latina han utilizado diversos tipos de capital para

luchar por el dom inio del cam po del poder estatal. En particular, los autores enfatizan el uso por

parte de abogados y econom istas de capital económ ico (dinero proveniente de agencias guber-nam entales y fundaciones norteam ericanas), capital cultural (técnicas y conocim ientos econó-

m icos y jurídicos creados en universidades de Estados Unidos) y social (conexiones sociales conpersonas y organizaciones ubicadas en el norte) com o parte de su estrategia por el control del

poder estatal. [Nota del editor]

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32 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

démico en forma de artículos y libros sirve como una especie de moneda

que puede ser uti l izada para validar las credenciales de aquellos que tra-

tan de invertir en el escenario internacional (como fue expuesto también

en Dezalay y Garth 1996b). El conocimiento, de modo igualmente impor-tante , funciona como un arma en la competencia internacional : las des-cripciones que pretenden definir la realidad pueden ser empleadas como

factores de influencia en política, al igual que en la legitimidad política.

P or últ imo, los pra ctica nt es instruidos juegan un pa pel significa tivo en la s

tr a nsforma ciones intern a ciona les, no sólo como a cadémicos sino como abo-

gados y consultores de uno u otro t ipo. De esta forma, varios aspectos de

las rela ciones intern a ciona les y del conocimiento a lrededor d e ella s se orien-

ta n a ba t a l las que t ienen lugar en inmediaciones de los E sta dos.

Nuestro punto de vista entraña sus propios peligros. Existe la tenta-ción de descontextualizar las estrategias internacionales al explicarlas de

acuerdo con categorías como “las comunidades epistémicas” o “ las redes

multi laterales de promoción de causas sociales” , las cuales destacan úni-camente el carácter internacional de los actores involucrados. U n a t e n t a -

ción relacionada con la anterior es asumir como dados los ideales de la

ciencia producida en el Nort e par a crea r dicha s comun idad es cosmopoli ta s

y preguntarse solamente acerca de cómo las personas del Sur v ienen acompartir tales “preferencias” . Por ejemplo, al indagar el modo como los

economistas del Sur aceptaron el enfoque estadounidense sobre la trans-form a ción de la economía , se ignora o simplement e se da por descont a do el

proceso de construcción de las preferencias de las él i tes de los Estados

Unidos. Este si lencio, que de nuevo se encuentra relacionado con la ten-dencia de los export a dores a n o cuestiona r sus propios un iversa les, es par -

t icularm ente importa nte en el mundo de la s estra tegias int ernaciona les ,

ya que ésta s son comúnm ente a rt iculada s en espacios en donde la s f ronte-

ra s y la s ca tegorías resul tan desdibujada s.

Desplazándose de un país a otro, es dif íci l evaluar recursos como el

a bolengo, el prestigio de las insti t uciones educat ivas o los t í tulos de múlt i-ples posiciones na cionales. Con frecuencia, la term inología no es la m isma ,

incluso cua ndo la s pala bra s son expresa da s en el mismo idioma , y a quellas

posiciones q ue t ienen el mismo nombr e pueden l lega r a denota r diferent es

estratos sociales. Un juez o un profesor de un país, por ejemplo, puedenllega r a tener poca s cosa s en común con sus a ná logos de otros países. Es a ún

mucho más dif ícil tra ta r de evalua r posiciones ta les como la d e director de

un insti tuto o de una organización de derechos humanos, o el valor del

capital nacional en elementos como el apellido de la familia o los vínculos

creados en el colegio o la universidad. Este contexto, que provee algunasde las oport unida des (y riesgos) propias de la s estra tegias interna ciona les,también convierte en una tarea dif íci l para los académicos comprender el

sentido que gua rda n los diversos a ctores y sus preferencias.

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Así, nuestro enfoque sobre las estrategias internacionales hace hinca-

pié en los á mbitos na ciona les de poder en los cuales dicha s estra tegia s se

encuen t ra n i nv o l uc ra d a s . Es i mpos i b l e a na l i z a r a l os expor t a d ores e

import a dores si no se t iene en cuent a cómo sus estra tegia s son precisa da sy m oldea da s por su s posiciones en los escena rios na ciona les ta nt o del Nor-te como del Su r. La s estra tegia s interna ciona les no son fines en sí misma s.

Ella s reconfigura n y r edefinen los escena rios naciona les del poder esta ta l

de acuerdo con a gendas provenientes del Nort e y del Sur . P or lo ta nt o, e l

enfoque propio de la s estr a tegia s int erna ciona les permite la comprensión

de la construcción y la redefinición del Estado –así como de los procesos

hegemónicos y los nuevos universales que son tan importantes en dicha

transformación.

La s estra tegias interna ciona les , fina lmente, t ienden a esta r en extr e-mo determina da s por fa ctores de cla se. P or ejemplo, las fa milias cosmopo-

l i tas que hablan inglés bastante bien y t ienen los recursos materia les

suficient es para sa ca r provecho de las oport unida des ofrecidas en los E sta -

dos Unidos, no son familias promedio. Quienes emprenden este t ipo de

estra tegias genera lment e son persona s q ue cuenta n con ciert os recursoshereda dos, así como con la d isposición de sa car venta ja de las oportunida -

des en el extranjero. Aquellos que estudian los cambios asociados a la

“globa lización” t ienden a descuida r este a specto de los agent es que preci-

pitan los cambios mismos. Es importante preguntarse quién obtiene gra-dos especializados en los Est a dos Un idos, qu ién es invita do a las conferencia s

internacionales clave y en general quién habla en representación del Sur

en el Nort e (y por supuest o, a la inversa ).

Nuestra investiga ción, pa ra decirlo en poca s pa labra s, pretende contri-

buir a explica r cómo el campo del poder esta ta l ha sido reproducido y t ra ns-

forma do en las déca das subsiguientes a la S egunda G uerra Mundial . Dura nte

este período, las estrategias internacionales han sido un componente im-

port a nt e pero ignora do del proceso. U ti l izan do el derecho como la puerta

de entra da y la s estra tegias int ernaciona les como instrumento de invest i-ga ción m á s import a nte, nuestra pretensión es ofrecer nuevas luces para com-

prender los procesos de construcción social del derecho y del Estado.

ESTRATEGIA DE INVESTIGACIÓN

Para adelantar este proyecto nos apoyamos considerablemente en entre-

vista s persona les, siguiendo una estra tegia que puede ser denominada como

la biogra f ía relaciona l . Especia lmente busca mos conta cta r a gentes inter-

mediarios i lustrados, quienes son actores cruciales en la importación yexporta ción de t écnicas y conocimientos especial iza dos. U n r iesgo gra nde

de escucha r la s versiones de esta s persona s es ca er en la t enta ción de a cep-

tar simplemente sus puntos de vista sobre el mundo si el lo encaja con

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34 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

nuestra propia óptica y nuestras estrategias. El primer paso de nuestra

estra tegia de investiga ción, tomado de la sociología r eflexiva, está diseña-

do par a minimiza r dicho riesgo. Es esencia l encont ra r vías pa ra compren-

der q uiénes son est a s persona s y de dónd e provienen con el objeto de podervislumbr a r la relación q ue ha y ent re lo que dicen y su s propia s posicionesestra tégica s. La biogra f ía relaciona l suministra la m a nera de entender cómo

sus estra tegias y punt os de vista definen sus posibilidades, qu iénes son sus

a dversa rios y qué monto de ca pita l pueden l legar a movil iza r. S iguiendo a

B ourdieu (1993; 1996a ) y n uestr o tra ba jo previo (Deza lay y G a rt h 1996b),

utilizamos explicaciones biográficas de las decisiones personales y de las

estra tegia s sobre tra yectoria s profesiona les, con el objeto de ha cer eviden-

tes las estr uctura s jerá rq uica s y las inst i tuciones en la s que los individuos

y los grupos operan. Este t ipo de biograf ía también hace posible obtenercierto conocimiento a cerca del ca pita l fam ilia r, lo cua l ra ra ment e es discu-

tido por los académicos pero sumamente relevante para las estrategiasinternacionales .

Además, este método ayuda a superar la segmentación art i f ic ia l que

impide la comprensión de las diferentes relaciones e influencias que cru-

za n longitu dina lmente las ca tegorías e inst i tuciones existentes. Est a pers-

pectiva, por lo ta nt o, reba sa las l imita ciones del nuevo insti t ucionalismo yde ot ro tipo de sociología s de las pr ofesiones o la s élites má s enfoca da s, la s

cua les, con pocas excepciones (v. gr .  el tr a ba jo de Roder ic C a mp 1980; 1989),no considera n el campo del poder. Seguir el ra str o de la s car rera s de indi-

viduos pa rt icula res revela, por ejemplo, qu e el mundo de la s fund a ciones y

el de las organizaciones no gubernamentales (ONG) han estado siempreíntimamente relacionados; asimismo cómo el Banco Mundial interactúa

con escena rios locales a tr a vés de conta ctos basa dos en profesiones y r edes

concreta s q ue van y v ienen entre el B a nco y el G obierno na ciona l ; y cómo

firma s de a bogados de negocios y orga niza ciones defensoras de diferent es

ca usa s diseñada s con ba se en modelos de E sta dos Unidos son conducidas a

nuevos terrenos.La s biogra f ías relaciona les enlaza n cat egoría s que fueron en par te cons-

truidas para ocultar conexiones. Un enfoque que dé por sentado las divi-

siones existent es entr e “ las pr ofesiones” o entre “ la s inst i tuciones” ignora

cómo profesiones o insti t uciones pa rt icula res h a n s ido constru idas y legit i-

madas. En cambio, e l énfasis en determinadas biograf ías y carreras per-

mite a los investiga dores observa r cómo las ins ti t uciones y la s profesiones

son perfeccionadas y cómo ganan legit imidad sacando provecho de varios

tipos de capital social y profesional.

En otras palabras, el propósito de las entrevistas individuales centra-da s en la biogra f ía es descubrir un a biogra f ía colectiva de ca mpos relat iva-mente autónomos. Desde esta perspectiva, no sólo existen los individuos

per se , s ino que e l los t ambién proporc ionan caminos para examinar y

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decodificar las divisiones y los conflictos complejos que caracterizan un

escenario particular en un t iempo determinado. Nuestro método biográf i-

co es por lo tanto acumulador, ya que la información de cada entrevista

puede ser empleada para art icular y explorar el escenario de la biograf íamá s extensa . Nosotr os observam os, pa ra exponerlo de otr o modo, q ué im-pulsa a los individuos a interactuar en el campo del poder estatal , qué

tr a en ellos consigo en t érminos de r edes, técnica s y conocimientos especia-

l izados, cómo operan y cómo son conducidos en terrenos caracterizados

por u na competencia int ensa a sí como por const a nt es ca mbios.

El énfasis en las estructura s y en la s relaciones ta mbién está previsto

par a evita r los problema s qu e se present a n cuan do a los individuos les es

a tr ibuida una ident idad par ticula r f i ja –por ejemplo, en pro o en cont ra de

los derechos huma nos, polí t ica ment e progresista o conserva dor, part ida riou opositor del neolibera lismo o de la democracia–. La s identida des a sumi-

das en contextos particulares deben encontrarse relacionadas con las es-

tructuras del campo respectivo y con las oportunidades que se presentan

en t iempos y lugares específ icos. Por ejemplo, una persona puede actuarcomo politólogo en un contexto y como abogado en otro; como vocero de

va lores na ciona lista s en un cont exto, y como promotor del “Est a do de dere-

cho” en el campo internacional . El escenario internacional , valga la pena

repetirlo, multiplica las posibilidades de estrategias dobles empleadas por

contra ba ndista s, agent es int ermediar ios y comisionista s, debido a que exis-ten múltiples incertidumbres y traducciones erróneas alrededor de posi-

ciones particulares.

Un enfoque reflexivo no es suficiente por sí mismo para evitar una

interpretación sesgada y parcial . También es necesario obtener múltiples

puntos de entra da para no resul tar ca ptura do por un único punto de vista .

La mult iplica ción de los puntos de ent ra da es ta mbién un ingrediente esen-cial pa ra producir un a biogra f ía colectiva y relaciona l del ca mpo aborda do.

U na investigación deta l la da sobre los campos de poder depende del ha llaz-

go de diferent es modos pa ra a cceder a l ca mpo y, una vez al l í , del encuentr o

de algo má s que la versión inicial q ue facil itó la ent ra da . Es crucia l busca r

modos para dialogar con campos contrapuestos, para así aprender acerca

de las divisiones qu e estructur a n el escena rio de a ná lisis y definir sus po-

sibles orientaciones.

También nos servimos del hecho de que provenimos de países que,

como lo sugiere B ourdieu (en D ezala y y G a rt h 1996b), son pesos pesa dos

internacionalmente en la oferta de modelos de derecho y otras técnicas y

conocimientos especializados que se encuentran involucrados con el poderdel Esta do. Nuestra s propias biograf ía s loca les y los punt os de entra da conellas rela ciona dos proporciona n una primera a proxima ción par a exa mina r

campos contrapuestos. Por ejemplo, en Brasil hubo una división particu-

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36 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

larm ente fuerte entre genera ciones de a nta ño que volvían sus ojos ha cia

Fra ncia par a toma r de al l í sus modelos (a sí como ha blar fra ncés) y genera -

ciones nuevas, más orientadas hacia los patrones de los Estados Unidos y

el idioma inglés. Ya que el conocimient o es un a rma decisiva en el campodel poder, tr a ta mos de emplea r n uestr os propios punt os de acceso inicialespara obtener conocimiento acerca de los confl ictos y las divisiones en el

campo susceptibles de ser utilizados en la ampliación de la gama de poten-

ciales conta ctos. Siguiendo una tá ctica q ue es fam iliar par a los periodista s,

ut i l iza mos nuestro conocimient o a cumula do par a conocer a otr a s persona s

y conseguir el acceso a insta ncias má s profunda s y compleja s.

En el curso de la invest igación a dela nta mos más de t rescienta s entre-

vistas para explorar el Norte y el Sur, los escenarios nacionales y trans-

na ciona les, el derecho y los ca mpos qu e lo circunda n. Asimismo, inicia mosesta investiga ción con ciert a s ideas prelimina res a cerca de la relación en-

tr e los fenómenos de índole tra nsna cional y la s tr a nsforma ciones na ciona -

les, y quisimos que nuestro estudio cubriera los cambios asociados tantocon el idea lismo como con las dema nda s globales del merca do –los cua les

usua lmente se encuentr a n en mu tua oposición–. P or lo ta nt o nos cent ra -

mos en la corr iente intern a ciona l de los derechos huma nos, por una pa rt e,

y en el mercado y el manejo de varias crisis de la deuda, por la otra . Los

actores involucrados en estos escenarios nos l levaron, como era de espe-

ra r, ha cia funda ciones f i la ntr ópica s, compa ñías de abogados multina ciona -les, el B a nco Mundia l y el Fondo Moneta rio Int erna ciona l (FMI ), a sí como

ha cia las universida des y los cent ros de investiga ción r econocidos, que re-

sul ta n ta mbién centra les en la s di ferentes interpreta ciones.

Uno de los grandes retos en la investigación transnacional es identi f i-

car los nombres de los actores importantes y luego contactarlos para que

concedan entrevistas. Es relativamente fáci l encontrar abogados enfoca-

dos a l ámbi to internacional en el d irectorio internacional Mar t i nda le - 

Hubbe l l    (Mart inda le-Hubbel l 2000) . También exis ten d i rec tor ios de

organizaciones no gubernamentales. Los expertos académicos con nexos

fuertes en países determina dos son a demá s f icha s esenciales pa ra proveernombres y a yuda r a configura r los elementos relevant es del escenar io loca l.

Estos académicos no sólo poseen un conocimiento especializado valioso,

sino que usua lmente se encuent ra n involucra dos en diferentes a ctivida des

importantes, como servir de consultores para organizaciones internacio-

na les, promover gru pos a ctivista s o tr a ba ja r con diversa s funda ciones. Desdenuestro punto de vista , es esencial tanto aprender de estos actores como

ubicar los en los escena rios donde ellos opera n. C omo lo sugerim os an tes,

nuest ros diferentes tra sfondos loca les nos ayu da ron a encont ra r redes orien-

tadas hacia el área de influencia continental y el idioma francés así comoa quellas inf luencia da s por E sta dos Unidos y el idioma inglés.

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También uti l izamos las entrevistas y la l i teratura recopilada para te-

ner conocimiento de personas que no eran particularmente visibles en

nuestr os propios ma pas –por ejemplo, a ctivista s locales que no ha blan in-

glés ni fra ncés y qu ienes no reciben a poyo de fuentes de f ina nciación inter-nacionales–. Dado que nuestro enfoque se centra en la relación entre elescenar io na ciona l y el t r a nsna ciona l , tam bién resul ta import a nte cont a c-

ta r personas q ue recha za n esta relación, q uienes no t ienen conexiones ni

intereses int erna cionales. A pesar de nuestr os esfuerzos, debemos acepta r

que fue mucho má s fáci l loca lizar a a lgunos grupos que a otr os. Tra ta mos

de integra r dicha circunst a ncia en nuestro an á l is is , y esta mos seguros que

los gru pos exam ina dos cierta ment e revelan los procesos má s signif ica tivos

qu e pretendemos explica r. Aun a sí , debemos reconocer q ue nuest ro a ná li-

sis es inevitablemente más consistente y detal lado respecto a ciertos gru-pos en compar a ción con otr os.

U n s egundo reto metodológico es tr a ta r d e ofrecer un a explica ción a pro-

piada de los diferent es deta l les históricos y cont extua les qu e resulta n serde gran importa ncia para cada país . Cua ndo empeza mos a ga na r una ma -

yor fam ilia rida d con los mun dos objeto de a ná lisis, ta mbién comenza mos a

conocer nu evos t ema s y preocupa ciones q ue, de ha berlos conocido má s desde

un principio, hubieran podido ser abordados con anterioridad a partir de

ma rcos que luego no pudimos volver a a comet er de modo sist emá tico. Lec-

tores con diferentes t ipos de experiencias y que conocen diversas redes,inmediatamente pensarán en tópicos que pudimos haber explorado y que

contribuiría n a const ruir una descripción sólida . Asimismo, si bien nuestr o

enfoque se ba sa en la historia , no conta mos con la a utoridad pa ra da r cuent ade la bibliograf ía histórica que sí poseen especial istas en Latinoamérica.

Intentamos encontrar las fuentes secundarias más sof is t icadas que estu-

vieran disponibles, pero irremediablemente tuvimos que servirnos en es-

pecial d e a qu ellos soport es históricos q ue pa recían i lumina r d e mejor modo

lo que ya habíamos detectado en las entrevistas . En cuanto a l materia l

conseguido en la s entrevista s, guar da mos may or confia nza respecto a a que-l la s int erpreta ciones y resulta dos q ue ma nt ienen una rela ción cerca na con

el derecho y las insti t uciones jurídicas.

La pa ra doja es qu e el papel del derecho puede ser entendido sólo si es

si tua do en relación con inst i tuciones cont ra puesta s, a sí como con técnica sy conocimientos especial izados que circulan alrededor del derecho; aun

así, el hecho de ponerlo en el centro o de utilizarlo como punto de partida

–todo esto relacionado con nuestras propias carreras y formación, y con

nuestro acceso a los materiales y a las personas relevantes– inevitable-

ment e l imita lo qu e puede l legar a ser a prendido acerca de los sujetos enescena rios contr a puestos. Si bien reconocemos est a par a doja , eso no signi-fica qu e deseemos ofrecer disculpa s por emplear el derecho como punt o de

par tida par a a sir el pa pel de los procesos tra nsna ciona les en la t ra nsforma -

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38 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

ción del Est a do y en su legit ima ción. El punto es que a sí pueden ser rea li-

zadas muchas más precisiones sobre los temas analizados.

Finalmente, aun cuando tra tamos de controlar nuestros propios pre-

juicios y l imita ciones, debemos ha cer explíci to un sesgo funda ment a l qu ese encuentra a ncla do en nuestro enfoque: nosotr os otorgam os dema siado

énfasis al ámbito internacional debido a que los actores internacionales

son m á s visibles desde nuestro punto de vista . Es te sesgo inmerso en nues-

tr o método condu ce a lo qu e puede ser a sumido como la problemát ica bá si-

ca de esta investigación.

LA PROBLEMÁTICA

La problemática básica –esto es, el conjunto de problemas a tratar– seencuentra imbuida en nuestra estra tegia . Ya que sabemos que existe un

sesgo funda ment a l en nuest ro enfoque a fa vor del escena rio intern a cional ,

tr a ta mos que ese sesgo fuera el núcleo de nuest ra exposición. La pregun ta

es si lo que observamos a través de nuestro enfoque es primordialmente

un producto de las versiones na cionales o si el lo se encuent ra determ ina do

por fa ctores int erna ciona les, qu eriendo aludir con est o al poder de los Es-

ta dos Un idos y d e las inst i tuciones q ue lo respalda n, como el B a nco Mun-

dia l o e l FMI . La de terminac ión de nuest ra t a rea puede encontra rse

relaciona da con d iferent es t ipos de estudios. Aun cua ndo nuest ra perspec-tiva es sociológica, guardamos varias cosas en común con la teoría de ladependencia del pasado (pat h dependency th eory ) que recientemente ha

sido abordad a por los economista s (ver  Kr ugm a n 1994, 221-244). La s t ra ns-

formaciones del Estado dependen de la estructura de las insti tuciones ya

existentes . P or supuesto, la misma idea es centra l para los estudios sobre

Lat inoamérica y otras regiones del mundo, los cuales resa l tan las histo-ria s y diferencia s loca les, y es a ún má s crucia l respecto a las microsociologías

de las profesiones y los sistemas jurídicos nacionales, así como con refe-

rencia al redescubrimiento de los economistas y los politólogos de que “lacul tura importa” (Harrison y Huntington 2000). Por otro lado, nuestroenfoque está relaciona do con aq uellos que, en cont ra st e con la s a proxima -

ciones nacionales o locales acabadas de nombrar, destacan la dimensión

intern a ciona l , evidente por ejemplo en la s comun idad es epistémicas (v. gr.,S laughter on t he jud ic iar y  [2000]), la s r edes defensora s de d iversa s ca usa s

sociales (Keck y S ikkink 1998), la s élites “desna cionaliza da s” (Sa ssen 1996)o la “clase capita lista tr a nsna cional” (Skla ir 2001).

Nosotros tratamos de ponderar estos dos enfoques parciales, y al ha-

cerlo a dopta mos un punt o de vista que inevita blemente se encuentra rela-ciona do con la t eoría de los sistema s mun dia les (ver  Wallerstein 2000). Loque es di ferente en nuestro enfoque, s in embargo, es que tra tamos de

devela r los nexos existent es entr e las m icro y la s ma croposiciones. Como

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otros pocos lo ha n m enciona do con punt os de vista diferentes pero comple-

ment a rios, los mecanism os de interca mbio mutu o son cruciales pa ra expli-

car las transformaciones domésticas (Gereffi 1995; Maxfield 1997). Los

dominios q ue a borda mos –especia lment e el derecho, el conocimiento, la sinsti tuciones, el Estado– son espacios simbólicos que atienden a lógicasespecíf icas. E l discurso qu e da cuenta de este esta do de cosa s, por lo ta nt o,

es mucho má s complica do que los discursos de poder y hegemonía q ue son

tantas veces referidos en la teoría de los sistemas mundiales. También

continua mos acepta ndo la consist encia bá sica de la perspectiva local o nacio-

na l , la cual es fort i f ica da por el desvanecimiento de la s cat egoría s, los fra u-

des y las incertidumbres conectadas con las estrategias internacionales.

Más aún, los procesos hegemónicos producen resultados paradójicos.

P or ejemplo, los objetivos de la polí t ica intern a ciona l esta dounidense de laGuerra Fría fueron l levados a término por personas –incluyendo los acti-

vistas en derechos huma nos– que se veía n a s í mismas como opuesta s a las

política s de lo esta blecido. De modo simila r, los líderes de la oposición a losEstados Unidos en 1960, ejemplif icados particularmente por Fernando

H enrique Ca rdoso de Br a sil , a hora son muchos de sus principa les a migos.

Estos resultados paradójicos nos encaminan hacia nuestra hipótesis

cent ra l : los resulta dos de la s exporta ciones pa rt icula res de técnica s y cono-

cimient os esta ta les especial iza dos dependen de qué ta nt a s semeja nza s es-

tr uctura les se puedan predica r en los respectivos escena rios de los Est a dosde los importadores y de los exportadores. Un ejemplo que desarrollare-

mos má s a d e l a n t e es l a i n t e rsecc i ón que se d i o en t re l os reg í menes

reformista s que esta ban a fuera del poder en los E sta dos U nidos y en Chi le,

lo cual facilitó las bases para el éxito de los movimientos de derechos hu-

manos de las décadas de los años 70 y 80. Un segundo ejemplo, que tam-

bién explicar emos en deta lle, es la repent ina ofensiva en contr a del régimen

reform ista por cuenta de los economista s de Chicago en los E st a dos Un idos

y sus a f ines C hica go Boys en C hile. Ambos ejemplos pueden ser cont ra sta -

dos con la ausencia estructural de entendimiento de la primera ola del

movimiento de derecho y d esar rollo, cua ndo el tra ba jo de los envia dos a lBrasi l parecía producir únicamente tecnócratas al servicio de Generales.

ORGANIZACIÓN DEL LIBRO

La orga niza ción del l ibro ref leja nuest ro esfuerzo por captu ra r los procesos

de transformación del micronivel que operan simultáneamente en el Nor-

te y en el Sur. P or r a zones práct ica s , no suministra mos informa ción deta -lla da de los estudios de caso adelant a dos en cada uno de los pa íses a na liza dos;

pero hemos producido los textos en donde se encuentra esa información,

los cuales están disponibles y ofrecen mayor detal le y soporte a nuestras

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40 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

conclusiones sobre cada país (Dezalay y Garth 1996a, 1997a, 1998a, 1998b,

1999). Los estudios de caso, a demá s, no son ta n a decua dos para elucida r la

problemá tica bá sica y la hipótesis cent ra l del libro como sí resulta n serlo

capítulos con un giro más temático. El l ibro está entonces organizado enfunción de los export a dores y los objetivos del Nort e, as í como a q uellos delos importadores del Sur. Los capítulos deben hacer patente el hecho de

cómo estrategias similares del Norte son conducidas de manera dispar de

a cuerdo con las posiciones de los import a dores en el Sur . El poder del Nor-

te y sus objetivos específicos, además, vuelven de importancia el hecho de

poder acceder de un modo más profundo a la producción de esas estrate-

gias específ icas –par a producir una genealogía o arq ueología, en t érminos

de Foucault–. La historia de las tr a nsforma ciones del Es ta do es la h istoria

de la const rucción de nuevos universa les con respecto a los derechos hu-ma nos, al consenso de Wa shingt on y a la democra cia , así como acerca del

modo complejo en el que ellos interactúan según lo que haya ocurrido yocurra en el Su r.

El l ibro está dividido en cuatro partes. En la primera, exploramos los

puntos convergentes y divergentes de las est ructura s del poder del Est a do

en Argent ina , B ra si l , Chile y México. La discusión q ue comienza en el ca pí-

tu lo 2, qu e se cent ra en los sujetos, ofrece el ma rco par a entender la s tr a ns-

forma ciones q ue ha n t enido luga r; en este capítulo deta l lamos el perf i l de

los políticos,

  que pueden ser vistos como aquellos que con su dinámicadescriben las diferent es estructur a s del poder y del Est a do. Est os perf i les

revela n q ue se ha precipita do un cam bio –un r e-equipam iento de la s él ites

esta ta les– desde el derecho ha cia la economía y d esde los procesos de sa -ber europeos ha cia a qu ellos qu e son genera dos en los Est a dos Unidos. Est e

giro, a su vez, ref leja sólo una parte del actual escenario. Las diferencias

nacionales continúan siendo importantes, lo cual destacamos en los capí-

tulos 2 y 3, que brindan el recuento básico de la lógica estructural que

subyace a las cuatro diferentes vías de transformación. En el capítulo 3

recorr emos dos ejes diversos: en el primero, toma mos los cua tr o países ycomparamos la manera como ellos reciben las exportaciones de las técni-

cas y los conocimientos esta ta les especia l izados provenient es del Nort e; en

el segundo, nos centr a mos en as unt os y conocimient os especia l izados pa r-

ticula res, en especia l la ciencia económica neolibera l, el derecho de los ne-

gocios y el derecho de intereses colectivos. Existen grandes diferencias

entre los dist intos Estados y entre los diversos asuntos y conocimientos

especializados.

En la segunda parte nos devolvemos para rastrear las ra íces de los

nuevos universales del Norte. E mpezam os por est udia r (ca pítulo 4) la po-lí t ica exterior esta dounidense, la G uerra Fr ía y el comienzo de la creaciónde los movimient os de derechos huma nos. En el capít ulo siguient e (capít u-

lo 5), inda ga mos por la genealogía de lo que vendría a ser el otr o pila r del

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consenso de Washington: el desarrollo de la economía de t ipo neoliberal

procedent e de la U niversidad d e Chicago. En los capítulos 6 y 7 nos centr a -

mos en el m odo como éste y otro t ipo de conocimient os y t ecnología s espe-

cia lizada s pública s fueron export a da s e importa da s, as í como en los diversosresultados obtenidos en los diferentes escenarios estructurales; allí ofrece-mos ma yor deta lle y evidencia s de los procesos del micronivel que se a gota n

en los escenarios estructurales mismos.

En la t ercera par te (ca pítulos 8 y 9) pasa mos a la producción na ciona l y

el reconocimiento internacional de los nuevos universales: los derechoshum a nos y la ciencia económica n eolibera l . La experiencia de este proceso

fue más dramática en el Sur, incluyendo grados de violencia próximos a

guerra s civi les de gran esca la , no obsta nt e es posible consta ta r un proceso

similar en el Norte, en donde hay un establecimiento dividido, posterior-mente expulsado del poder y que f inalmente reconquista su posición, en

par te, por promover los derechos hum a nos junt o con una nueva ortodoxia

económica a cogida por a quellos q ue ha bían usurpa do su poder.

En la pa rte 4 cubrimos el a ctua l pa norama y formulam os a lgunas pre-guntas acerca de la duración de la nueva ortodoxia. El consenso parece

mucho más sólido cuando es avizorado desde el Norte en términos de la

perspectiva de los l íderes del Sur. S i observam os má s detenida mente, usa n-

do al derecho como punto de partida, podemos ver en particular que hay

grandes diferencias entre el derecho de los negocios y el núcleo de otrasinsti tuciones q ue se encuentra n vinculada s a l derecho. Lo que a par ece comoun fenómeno uniforme de “dola riza ción” de la s t écnicas y los conocimien-

tos esta ta les especia l izados –donde el valor de los mismos en el Su r depen-

de de su va lor de m ercado en los E sta dos U nidos– es de hecho un proceso

bastante asimétrico. Esta disparidad crea inquietudes acerca de la legit i-

mida d de dicha s nueva s técnica s y conocimient os esta ta les especial iza dosen países del S ur q ue hoy día pa recen ha berlos a cogido.

En la conclusión, pretendemos hacer uso de un análisis estructural

para responder a la pregunta de por q ué, s i ha ha bido un t r iunfo ta n preca -

rio en implement a r “el Est a do de derecho” a t ra vés de reforma s judicia les,continúan invirt iéndose grandes esfuerzos que incluso hoy gozan de ma-

yor a uge. La posición est ructur a l de los import a dores qu e representa n una

élite cosmopoli ta , sugerimos, conduce ta nt o a la cont inuida d de los esfuer-

zos como a su impacto rest ringido.

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CAPÍTULO 2

Reformar a los dirigentesestatales para reestructurar el Estado:de los hérit iers  de la cultura jurídica europeaa los políticos tecnócratas formadosen Estados Unidos

El objeto de estud io de este libro es el cam po del poder y la s t ra nsform a -

ciones en el E st a do y en la economía . P retend emos explorar los proce-

sos que condujeron de los Estados desarrollistas o activos en el desarrollo

económico de los a ños 60, a la s democra cia s neolibera les típica s del mun do

a ctua l. A diferencia d e la m a yoría d e discusiones acerca de estos procesos y

transformaciones, nuestro enfoque da relevancia a los actores. Es claro

que los sujetos que trabajan en los Estados guiados por el modelo de desa-

rr ollo, por ejemplo, no cuent a n con el mismo perfil de aq uellos q ue se des-

empeñan en las democracias neol iberales. Además, ya que los países

la t inoa merica nos son contr ola dos por los gobiern os má s poderosos del Nort e,

los a ctores involucra dos en la reestructur a ción de los E sta dos deben tener

nexos con pa tr ones cam bian tes de domina ción y h egemonía . El giro bá sico,

visto a lo la rgo de este libro, va d el predominio del derecho orient a do ha cia

Eur opa cont inenta l al predominio de la economía orienta da ha cia los Esta -

dos Un idos.

E l giro bá sico, sin emba rgo, no obedece a una simple va ria ción de ca te-

goría s. S i bien el mismo puede ser descrito como una tr a nsición q ue va deun conjunto de abogados del E sta do a un gr upo de economista s a hora enla -

za dos con la democra cia –y n osotros emplear emos est e t ipo de lengua je en

ciertas ocasiones–, la cuestión es más complicada y variable de lo que esas

categorías sugieren. En realidad, no existen cosas tales como las catego-

rías en sí mismas. Cada una de ellas guarda vínculos con los diferentes

tipos de Estado, así como con las diversas construcciones del campo del

poder. Nuest ra descripción de sujetos pa rt icula res, por lo ta nt o, no se diri-

ge del todo a d etermina r si el los enca ja n en una cat egoría , sino má s bien a

revela r la s inst i tuciones y la s estructur a s subya cent es que los producen.E n C hile y en B ra sil , de acuerdo con lo que nosotr os describimos como

el pa tr ón clá sico (ver  capítulo 3), los a boga dos prest igiad os jugaba n pa peles

dominan tes en el E sta do así como a lrededor del mismo. E n México, la élite

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44 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

jurídica replicaba la gran división presente en el campo del poder entre

a quellos que goberna ba n el Est a do y aq uellos que representa ba n el poder

privado. Y en Argentina , en otra var iant e importa nte, a quellos má s cerca -

nos a los a boga dos cosmopolita s desta cados, que se encont ra ba n enfrenta -dos a un E sta do fra gmenta do y ca si ausente, se incl ina ban por inver t i r en

espa cios grises de dicho Est a do, y a sí , fina lmente, lo evadía n. E n cont ra ste

con est a s descripciones ba sta nt e disímiles, los a ctores orienta dos h a cia la

economía creada en los Estados Unidos parecen ser mucho más homogé-

neos. En efecto, el los pa recen ocupa r posiciones m ucho má s sim ilar es en

los diferent es Est a dos.

Dada esta homogeneidad creciente, organizada alrededor de la econo-

mía y d e los E st a dos U nidos, ¿cómo se puede explica r lo que ocurrió? Po-

dría ser el producto de la evolución natural . Las diversas mejoras en lascomunicaciones y en el intercambio internacional , unidas al desarrollo

na tu r a l de co no c i mi en to s esp ec i a l i z ado s q u e so n t écn i camente más

sofisticad os que el derecho, simplemente podría n ha ber aca rrea do un a cuer-

do general acerca de lo que los Estados requerían para ser exitosos. La

homogeneidad creciente podría ser t a mbién el a ná logo específ ico de la he-

gemonía global de los Estados Unidos –la exportación de un conocimiento

especializado específico cuyos gérmenes se crearon alrededor de la econo-

mía de Chicago.

E sta mos convencidos que hoy día existe má s homogeneida d, pero que-

remos destacar que estas son cuestiones de grado. Los nuevos expertos,

que guardan bastantes semejanzas en diferentes países, aún son producto

de trayector ias par t iculares encauzadas en diversas estructuras e histo-

ria s n a ciona les. Como actores dent ro de esos cont extos locales, el los n ece-

sa ria ment e siguen tra yectorias diversa s. En consecuencia, en este capítulo

operar emos en dos niveles. Int ent a remos, por una par te, diferenciar a los

“abogados prestigiados” de los “políticos tecnócratas”, y por otra, ubicar

ca da a ctor cara cterizad o como uno u otr o dent ro de est ructura s na ciona les

diferenciadas que los hacen operar de acuerdo con patrones nacionales

distinguibles. Combina remos cuadr os concretos de cam pos n a ciona les del

poder estatal con bosquejos de trayectorias individuales, las cuales i lus-

tran patrones de conducta forjados en dichos espacios locales.

LOS POLÍTICOS ABOGADOS PRESTIGIADOS

Los polí t icos a boga dos prestigia dos r epresenta n un cierto ideal a ristocrá ti-

co de gobierno. De a cuerdo con este ideal , q ue a ún cuenta con va rios sim-

pat i zantes (v. gr. para los Estados Unidos [Kronman 1993]), los abogadosgra dua dos e instruidos ha n d e bas a rse en su ejercicio jurídico genera l y en

su sa biduría práctica para ocupar las posiciones má s importa ntes del orden

social –intelectuales, políticos, negociantes de prestigio y, sobre todo, in-

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ter media rios entr e lo público y lo priva do, ent re el mund o de la erudición y

el mundo de los avatares y los acontecimientos–. El conocimiento docto

que estos sujetos celebran ha sido objeto de ataques continuos al menos

desde el tiempo de Augus t o Comt e, pero no obsta nt e estos políticos a boga-dos ha n sido ca paces de man tener sus posiciones con diversa s ga ma s en la

mayoría de lugares donde el derecho occidental fue importado o impuesto.

En el pa tr ón clásico de La tinoa mérica , representa do en este l ibro por B ra -

sil y Chile, la domina ción de los a boga dos prestigia dos dedicados a la políti-

ca fue un rasgo persistente del Gobierno y de la sociedad. Individuos

a mbiciosos y bien conecta dos sabía n q ue el acceso ha cia la influencia y el

poder , aun para reformar cosas, provenía de una carrera centrada en el

derecho.

El clásico patrón latinoamericano se dio en Brasil al menos hasta la

déca da del 60.1  En pala bra s de J oa quín Fa lcã o: “Es imposible entender la

polít ica en B ra sil, la vida económica o la cultura sin logra r a dvertir el pa -

pel histórico de los abogados” (1988, 412). El papel de las facultades de

derecho, especia lment e la s de S ã o P a ulo y Recife (Levine 1978, 106), con-

sist ía en una ser ie de dimensiones ínt ima mente conecta da s que resul ta n

evidentes t anto en l a l i tera tura d i sponible como en c ier tos ves t ig ios

insti tucionales aún vigentes. En primer lugar, el derecho y la educación

jurídica sirvieron pa ra ma nt ener junt os los va ria dos segment os de la éli te

gobernante. 2 En segund o luga r, el derecho y la educación jurídica sumin is-

tr a ron los medios para el intercam bio, la conversión y la reproducción del

ca pita l socia l de las fam ilias domina nt es. En tercer luga r, el derecho facil i-

tó un idioma y una a utorida d que legitimó el cont rol sobre el apa ra to esta -

ta l . Est a legitimidad fue producida en B ra sil a tra vés del ca pita l académico

internacional que generalmente era adquirido mediante un doctorado en

París o en otro país europeo importante. 3  Por consiguiente, el papel del

1 De acuerdo con M iceli (1983, 40), “desde el tiem po de la prim era república, la facultad dederecho era la institución dom inante en el cam po de la producción ideológica y cum plía una

variedad de funciones políticas y culturales. Ubicada en el centro de un sistem a de enseñanzadiseñado para reproducir a la clase dom inante, ésta ocupaba incluso una posición m ucho m ás

sólida al contribuir a la configuración intelectual, política y m oral de los herederos de la clase

de los propietarios, al m ism o tiem po que al ofrecerle una legitim idad académ ica. Las facultades dederecho tam bién eran instituciones que servían para la im portación y difusión de la producción

intelectual europea, ya que Europa era el centro de producción de periódicos y revistas. Perosobre todo, las facultades de derecho eran verdaderas escuelas para form ar futuros legislado-

res, burócratas de alto nivel, jueces, profesores, etc.”

2 Los grupos sociales que fueron cruciales en la vida y trayectoria de los estudiantes de derechode São Paulo son discutidos en Dulles (1986). Los prim eros cuatro presidentes civiles de laRepública del Brasil fueron m iem bros de la m ism a sociedad secreta de la Facultad de D erecho de

la U niversidad de São Paulo (Dulles 1986, 8;ver  tam bién Love 1971).

3 Según un profesor que había realizado un program a avanzado en París y quien m antiene unaposición altam ente crítica frente a las facultades de derecho, el derecho brasileño históricam enteera com plem entado por “buenas razones”, lo que quería decir que “un buen abogado debía

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46 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

derecho sirvió también para reproducir la jerarquía internacional de los

E st a dos, a sí como el proceso Nort e-S ur d e import a ción y export a ción (Love

y B a rickma n 1989, 9; B a die 1993). 4

Ir ónica ment e, el papel importa nt e del derecho y de la educa ción jurídi-ca significó una depreciación y desvalorización de las bases institucionales

que preservaba n la a utonomía d el derecho, lo cual fue evident e en el fun-

cionamiento de la educación jurídica y el sistema judicial. Si los sujetos

eran vistos “sólo” como profesores o abogados o jueces, ello quería decir

que no reunía n las ca lidades suficient es pa ra a cceder a a l ta s esferas o im-

port a nt es logros.5 B á sica mente el los era n m iembros de una éli te de segun-

da cla se. Las a l ta s élites, en cam bio, cont rola ron las inst i tuciones jurídica s

clave, pero no uti l iza ron sus posiciones pa ra invertir su esfuerzo de ma ne-

ra sustancial en favor de la autonomía jurídica.

Los miembros de la élite a capa ra ron la s posiciones de ciert o nivel , ya

sea d e modo consecutivo, o de ma nera vita l icia , o simultá nea ment e de uno

u otro modo.6 E sta s posiciones usua lmente esta ba n disponibles en el ca m-

po legal , pero los car gos afuera –o má s precisa ment e, ar riba – de este nivel

eran más impor tantes (ver   Miceli 1983, 35-37). Incluso los cargos en las

faculta des de derecho servía n como base par a ha cerse a otr os puestos, a sí

fuera n ejercidos de modo simultá neo o a lterna do. De hecho, las fa culta des

de derecho tr a diciona les con frecuencia sirvieron de sedes t empora les para

dem ostrar que él sabía de jurisprudencia extranjera”, la cual podía ser expuesta para fundam en-tar dichas razones. La jurisprudencia del extranjero era “el sello de la ciencia y la erudición”. N o

obstante, no todo derecho foráneo resultaba útil. Solam ente “el derecho del Prim er M undo”podía ser considerado com o una base óptim a para sostener un juicio, incluso en asuntos de derecho

brasileño. En el Brasil colonial, una corte de abogados graduados de la U niversidad de Coim bra

en Portugal dom inó a la élite gobernante durante la década de los años 20 del s. XIX (Barm any Barm an 1976).

4 Conniff escribe que “una capacitación final para unirse a la élite política parece haberse encon-

trado algo expuesta a la vida foránea. La m ayoría de m iem bros contaban con dichos contactos,

ya sea a través de una larga residencia afuera, m ediante estudios en el exterior o por interm ediode relaciones de negocios”(1989, 26).

5 De acuerdo con un profesor de tiem po com pleto, “los profesores de tiem po com pleto no son

m uy tenidos en cuenta”. Según Falcão, un m iem bro de la élite agudam ente crítico de las faculta-

des de derecho tradicionales, “nosotros tenem os aquí este perfil típico de un profesor de dere-

cho: una persona que sólo cuenta con título de abogado, que no le ofrece ninguna ayudapersonalizada a sus estudiantes y desem peña diversas actividades afuera de la universidad. Nue-ve de cada diez profesores de Derecho en Río de Janeiro y São Paulo encajan en esta descripción”

(1988, 407).

6 Según Love, “la m ayoría de la élite paulista contaba con m últiples carreras, una práctica quetam bién ayudaba a debilitar la división entre lo urbano y lo rural. En un Estado en donde, com ose dijo, sólo uno de cada 250 paulistas tenía un grado universitario en 1940, había gran dem anda

de personas graduadas. Así, los m iem bros de la élite política paulista de ninguna m anera estabanrecluidos en la política. En prom edio, ellos tenían tres ocupaciones diferentes a la de ‘político’o

‘servidor público’, una profesión que por definición es com ún a todos”. Luego de abogado(69% ), las ocupaciones m ás com unes eran las de fazendeiro  ([propietario de propiedades rura-les] 38% ), industrial (28% ), periodista (27% ) y educador (21% )”(Love 1980, 157).

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a quellos q ue se encontra ban tra nsi tor iamente a fuera del poder del Esta do

o con la int ención de recupera rlo (D ulles 1986; Love 1980, 154). E st e fenó-

meno se ha mantenido vivo a través del t iempo en Brasil . Hoy día vemos

ejemplos de cómo la prá ctica d el derecho es considera da por mu chos comoun instrumento primordial para ejercer responsabil idades que están por

encima de las del abogado, el juez o el profesor de tiempo completo. Un

encuentro casual entre un abogado brasileño de cerca de 40 años con un

compañero de curso de la Facultad de Derecho de São Paulo i lustra este

punto: el compa ñero de clase, q uien se dirigía a un event o polí t ico en B ra -

silia cuando el abogado se lo encontró en el avión, recalcó con sorpresa y

a lgo de desdén: “¿Es ust ed todavía a boga do?”.

Aquellos que pueden elevarse por encima o más allá de una profesión

requieren de cierto capital social así como de relaciones, lo cual no puedeser aprendido en la universidad (McDonough 1981, 71, 96). 7 E se ca pita l se

amasa especialmente mediante conexiones con familias reconocidas. La

utilidad del capital familiar y de las conexiones no significa que la familia

sea lo único que cuenta o que esta combinación sea estática. De hecho, el

sistema jamás ha servido únicamente como un medio para que la éli te se

reproduzca a sí misma . Incluso cuan do el sistema fue mucho menos a bier-

to de lo que es hoy, algunos sujetos, particularmente talentosos o que te-

nía n t a nt o la a mbición d e a cceder a la élite como ciert os nexos con la cla se

gobernante, edif icaron trayectorias selectas basadas en sus conexiones yen s us credenciales. Otros llegar ían a convertir su capita l social r educido en

una senda más or ientada hacia la él i te , ta l vez emparentándose con el

dinero o con fa milias bien conecta da s.8

7 Levine (1978, 109) provee una descripción que captura la com binación adecuada de talento y

fam ilia: “Las personas m ás brillantes graduadas de la Facultad de Derecho de la Universidad deRecife com petían por puestos para ser profesores de la Facultad, creando de hecho un proceso

de selección basado en parte en el patronazgo pero tam bién en el m érito, una carriére aux 

talents . M ás de una cuarta parte de los m iem bros de la élite habían enseñado en la Facultad o en

una de sus instancias preparatorias a lo largo de sus carreras”. Los datos de Love acerca de la élitede São Paulo guardan la m ism a orientación: “43% de las personas del grupo tenían al m enos unpariente dentro del grupo”y “m ás de una tercera parte de la élite com o un todo conform aba

una red sim ple de negocios y de lazos fam iliares”(1980, 155).

8 Las estrategias populistas tam bién fueron em pleadas en lugares y m om entos específicos, conélites en busca de ascenso que intentaban hablar en nom bre de grupos que tenían un poderrelativam ente escaso. Anthony Leeds (1964, 195), describe, por ejem plo, un retrato algo cínico de

un abogado brasileño de izquierda llam ado Francisco Julião –quien estaba orgulloso de haber

organizado a ciertos cam pesinos–: “Él es un abogado de profesión, y el derecho es una disciplina

que cuenta con un alto nivel de prestigio en el Brasil. Asim ism o, com o una ocupación de las altasesferas, sirve com o tram polín determ inante para lanzarse a la vida política”. M ás aún, “resultaser un fenóm eno sorprendente que este tipo de procedim iento en las carreras sea relativam ente

estandarizado en el Brasil. Una cierta postura con un significado m anifiesto usualm ente es adop-tada en los prim eros años de la carrera. Pero dicho significado m anifiesto es m eram ente una

form a vacía. El significado verdadero o latente puede resultar siendo com pletam ente diferente alaparente. Este significado verdadero –a saber, el conjunto de objetivos privados e incluso im plíci-tos del estudiante–sólo aparece una vez que los fundam entos de la carrera han sido sólidam ente

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48 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

El forta lecimiento socia l e insti t uciona l ma nt uvo el derecho y la educa -

ción jurídica en una posición estática y conservadora. 9 Esta resistencia a l

ca mbio esta ba a demá s relaciona da con el lugar q ue ocupa ba el derecho en

la jera rq uía de poder y con los múlt iples espa cios propios de la élit e jurídi-ca, la cual se m ovía en la s int ersecciones de muchos gr upos socia les, espe-

cialmente provenientes de diferentes regiones. El derecho se posicionó de

ta l forma que por su interm edio se promulga ron “pactos sociales” , permi-

tiendo a las élites mantener la paz (Pécaut 1989, 15). Los pactos sociales

incluían una cierta dosis de democracia y de movilidad social e incluso

fuertes estra tegia s reformist a s, pero el derecho primordialment e sirvió de

instrumento a la él ite goberna nte par a ma ntener a tono su capita l socia l y

nivel de rela ciones. De esta forma , como fue an ota do, est e pat rón no con-

dujo a que la éli te invirtiera de manera signif icativa en potenciales ci-mientos insti tucionales para salvaguardar la autonomía del derecho.

La l itera tura de la q ue nos servimos para descr ibir esta éli te rela t iva-

mente conservadora de Brasil es un componente del ataque en contra de

ella misma . Aca démicos pertenecient es a diversa s disciplina s ha n d enun-

ciad o pa tr ones de perpetua ción de un a éli te bra sileña que inhibió el ca m-

bio social y la “modernización” en las décadas de los años 60 y 70. Esta

l iterat ura formó pa r te de un esfuerzo de mayor ma gni tud para desacredi-

ta r a l grupo de los a boga dos doctos reconocidos, con la int ención d e a brir ca m-

po a nuevos concursa nt es y a nueva s t écnicas y conocimientos especia lizad osen la competencia por obtener el poder del Estado. Así, nuevos potenciales

contendores formaron alianzas académicas y profesionales internaciona-

les, en pa rt e pa ra ga na r t erreno en esta s lucha s domésticas por el poder.

En r eal idad la a bundant e li tera tura brasi leña es en sí misma una evi-

dencia de otro ra sgo de la élite de ese pa ís: sus m últiples versiones regio-

na les, entre otras var ia ntes. El t am a ño y la diversidad de la éli te brasi leña

nos lleva a pensa r no sólo que era ba sta nt e competit iva , sino ta mbién que

establecidos”. Y continúa diciendo: “aun cuando los representantes de este tipo de personas

pueden tener divisiones entre ellos, todos ellos fungen com o un bloque unido en contra de los

intereses inam ovibles de las viejas generaciones. Al m ism o tiem po, todos ellos son conservadoresdecididos, quienes consciente o inconscientem ente actúan para preservar los aspectos básicos

del sistem a, tal y com o ellos lo interpretan”(199). Por supuesto, la estrategia tam bién puederesultar siendo desestabilizadora: “no obstante, tanto la vieja com o la nueva guardia, en la tarea

de preservar su posición de clase, tam bién prom ueven la conform ación de facciones en la m asa de

proletariados rurales. Así, estos grupos organizados se cierran en com bates bajo la lógica de uncosto m utuo y para beneficio de una serie de controles socio-políticos ejercidos por las élites

gobernantes”(Leeds 1964, 202).9 M acDonough (1981, 103) hace esta precisión: “Aún así, el sistem a se renueva en lugar de repro-

ducirse. Aun cuando m uchos de ellos reciben m uchas ventajas de m anos de sus predecesores, nisiquiera las personas de negocios heredan sus posiciones de m anera autom ática. En com para-

ción con los tiem pos de sus padres, casi todas las élites brasileñas m antienen una m ovilidadascendente apreciable”. Falcão (1988, 410) tam bién resalta una cierta apertura en el sistem a

educativo.

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los sujetos tenían incentivos para uti l izar y movilizar cualquier t ipo de

recursos o capital –académico o internacional– con el objeto de ascender

por encima de los otros. Estas transacciones permanentes que efectuaban

individuos am biciosos en cua lquier t ipo de insumos qu e pudiera n deriva rlesuna ventaja, convirtió al Brasil en un importador asiduo de nuevas técni-

cas y conocimient os especia liza dos. Ello incentivó la configura ción de alia n-

zas y la proliferación de métodos y procedimientos especializados dentro

de la élite, lo cual a su vez fa cilitó la a pa rición de procesos de a just e cua n-

do las circunstancias políticas o económicas cambiaron.

Al contrario, aunque este mismo patrón clásico puede ser constatado

en Chile, ha habido pocas indagaciones sobre el mismo (algunas excepcio-

nes son Bauer [1975] y Urzua [1978]) y más homogeneidad dentro de la

élite. E l context o en el que el pat rón clás ico en C hile se desa rr olló y llegó aflorecer fue un la rgo período de rela tiva esta bil ida d q ue comenzó a f ina les

del siglo XIX, el cua l se ca ra cterizó por un sistema parla menta rio en el que

sus miembros, genera lment e en representa ción de la éli te rura l , logra ron

que se intercalara el control del Gobierno en una suerte de “juego aristo-

crá tico” de “puestos rota nt es” (v. gr .  B la kemore 1993)10. Est a rota ción fue la

situa ción a ná loga de la pa z social obtenida m ediant e pa ctos, que preva leció

en las éli tes del B ra sil . E l sistema de Chile, como el de Br a sil, era r ela tiva -

mente cerra do pero ta mbién había a lguna s oportu nida des pa ra que ascen-

dieran nuevos sujetos.11 Y como en Brasil, el manejo y la reproducción dela dominación de la éli te en el sistema chileno tuvo como su centro las

faculta des tra diciona les de derecho, especialment e la de la U niversida d de

Ch ile. E l pat rón clá sico de cont rol puede ser verifica do en la tr a yectoria de

los Alessandri, una de las familias dominantes en el terreno político chile-

no del siglo XX.

Arturo Alessandri, quien fungió como presidente de Chile de 1920 a

1924 y posteriormente durante el período 1932–38, fue uno de los muchos

presidentes chilenos gra dua dos de la F a culta d de Derecho de la U niversi-

dad de Chile.12  Su abuelo llegó a Chile desde Italia en 1821 y su familia

10 Dicho de otra form a por Drake, las élites “operaron en la política principalm ente a través de los

partidos Liberal y Conservador, cuyos m iem bros provenían de la m ism a aristocracia terrateniente,por lo cual dejaron de lado sus riñas del siglo XIX acerca del papel de la Iglesia, para unirse encontra de las am enazas generadas por el populism o y el socialism o; am bos partidos acudieron

significativam ente al apoyo de cam pesinos intim idados, especialm ente aquellos de las provincias

centrales”(Drake 1993, 90).Ver  tam bién Blakem ore 1993, 59.

11 En las palabras de Drake, las élites rurales acom odaron a “los nuevos contrincantes del poderprincipalm ente a través de la cooptación y de las concesiones m ínim as. Al m enos al com pararlos

con sus análogos de otros países de Latinoam érica, raram ente acudieron a la violencia abierta

com o m edio para ejercer control social. Así, de m anera gradual y reacia fueron cediendo su

dom inio directo de la política en favor de contendientes que representaban a la clase m edia y a

estratos inferiores (Drake 1993, 90).12 Entre los gobernantes del Estado chileno, según Bauer, “la m ayoría habían obtenido títulos de

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50 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

a ma só la fortun a suficient e como pa ra a dquirir una porción signif ica tiva de

propiedad rur a l , así como una casa en Sa ntia go. El papá de Alessa ndri rea-

lizó una alianza con un vecino destacado y aristocrático, quien entonces

intr odujo a la fa milia en la vida política de Chile (Ara nciba, G óngora y Vial1996, 20-21). Así, Alessa nd ri est udió en una de la s F a culta d de D erecho de

Sa nt iago, comenza ndo en 1888. Como alumn o involucra do en a ctivida des

políticas est udia nt iles, fue una persona inqu ieta y se hizo conocer por a que-

l los que má s t a rde era de esperar l legar ía n a ser sus contendientes o sus

a liados en política .

Luego de obt ener su g ra do en 1890, Alessa ndr i ocupó una serie de ca r-

gos en su práctica de abogado y posteriormente l legó a ser profesor de

derecho en su U niversidad . Luego, inició su carr era polí t ica , desempeñá n-

dose como representante del partido liberal en el Congreso por casi 20

años, antes de convert i rse en presidente (ver   también Blakemore 1993,

70)13. E n un o de sus pocos estud ios sobre la élite, U rzua describe la t ra yec-

toria profesiona l de polí t icos a boga dos presta nt es, emplean do términos que

perfecta mente se pueden a plica r a Alessa ndri :

Su proceso de incorporación en la cla se goberna nt e comienza en el

momento en e l que su f am i li a dec ide man dar lo a Sa nt ia go, para que

estudie en l iceos  o colegios   t radicionalmente frecuentados por los

hijos de las familias más prestigiosas. El proceso continúa con la

decisión d e estudia r derecho y el inicio de su ca rrera política en unode los part idos representa t ivos de la clase goberna nt e. La part icipa -

ción en la vida interna del pa rt ido prosigue dura nte el primer a ño de

ejercicio de su profesión, la cual es generalmente adelantada sir-

viendo en a lgún ca rgo de la a dministra ción pública . Más t a rde y gra -

cia s a los buenos cont a ctos en la vida política , logra insta lar su oficina ,

obtiene dinero a l ga na r casos importa nt es, es investido como diputad o

o sena dor y comienza a dicta r clases en la universida d (1978, 183).

abogado en la U niversidad de Chile [fundada en 1843] y habían aprendido a dar órdenes en sushaciendas (1975, 45). Al describir a Chile alrededor de la década de los años 50 del siglo XIX,Bauer m enciona que “entre los profesionales, era a los abogados a quienes se les guardaba

m ayor estim a ... no existe ningún estudio acerca de los orígenes sociales de los abogados del

siglo XIX, pero una breve exploración sugiere lo que m uchos estudiosos contem poráneos han

afirm ado, a saber, que la m ayoría de ellos provenían de las altas esferas. M uchos de los aboga-dos eran terratenientes o parientes de terratenientes, ya que el estudio del derecho era el sím bo-lo de la erudición y del crecim iento intelectual, y en no pocas oportunidades el requisito para ser

elegido m iem bro del Congreso o el titular de un cargo burocrático”(1975, 41). Urzua, en un

escrito de 1970, describió el prestigio del derecho del siguiente m odo: “el prestigio se debía, en

parte, a las actividades de la profesión, y en parte al hecho de que por m uchos años el derechofue la carrera m ás ‘hum anista’de las universidades (la cual ofrecía la m ejor ‘educación general’).Pero tam bién ello se debía en gran parte a que el derecho era un área que estaba directam ente

conectada con el poder público”(1978, 181).

13 Alessandri obtuvo el poder nacional en 1920, en parte m ediante el em pleo de lo que podría sercaracterizado com o una “táctica populista”(Collier y Sater 1996, 208), la cual no era inconsisten-te con el objetivo de perpetuar el dom inio de los abogados prestigiados aristocráticos.

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El patrón clásico no requería que todos los políticos fueran graduados

en derecho, pero éste fa cil i ta ba la red clave de relaciones y un lengua je que

habilitaba la inclusión de los que lo empleaban.

Ar turo Alessandr i tuvo dos h i jos . El pr imero , Ar turo Alessandr iRodríguez, l legó a ser un a boga do reconocido y deca no de la Fa culta d de

Derecho de la Universidad de Chile. En una división familiar de compe-

tencia s, su s egundo hijo, J orge Alessa ndr i , se hizo ingeniero, pero even-

tua lmente ta mbién l legó a la polí t ica ; fue ministro de Ha cienda de 1947 a

1950, a nt es de ingresa r a l mund o de los n egocios q ue gua rda ba nexos con

las misma s famil ias de la éli te que controlaba n el Esta do. En par te a t ra -

vés de cont a ctos con la fa milia Ma tt e, con un o de cuyos miembros su her-

ma na cont ra jo ma tr imonio, J orge Alessan dri se convirt ió en el president e

de Pa pelera , una empresa pr ivada de gran enverga dura que pa só a ser “ lacompañía insignia del poderoso emporio de los Matte” (Si lva , 47), y

Alessan dri devino ent onces como una f igura crucial en la Sociedad de Fo-

mento Fabril (Sofofa), organización diseñada para impulsar relaciones de

negocios con el Est a do. J orge Alessand ri se encarg ó de ma nt ener a la fam i-

lia Ma tt e en el centr o de la economía a tr a vés de buenos cont a ctos polí t i-

cos, desenvolviéndose como su representante y agente de negocios. Esta

poderosa plataforma de alianzas familiares fue reforzada no sólo median-

te el matrimonio de su hermana sino también a través del papel ejercido

por Arturo Alessandri Rodríguez como decano de la Facultad de Derecho.La domina ción d e los Alessa ndr i –y luego de los Aylw in y de los Fr ei– den-

tro y fuera del Estado chileno, consti tuye un rasgo emblemático de una

éli te unida a través de una facultad de derecho, una familia extendida y

múltiples cargos.

ARGENTINA: LA COMPETENCIAENTRE ÉLITES COSMOPOLITAS SIN ESTADO

La estabil ida d de las insti t uciones y las familias de los E sta dos de B ra sil y

Chile contrasta notoriamente con la si tuación de Argentina. Los argenti-

nos se han apoyado por bastante t iempo en estrategias internacionales –y

también nacionales– para obtener poder polí t ico, pero estas estrategias

profesionales no han logrado ser trasladadas de modo satisfactorio a las

instituciones del Estado, incluyendo el derecho. En consecuencia, aquellos

que acumulaban capital internacional, incluso cuando era invertido una que

otra vez en inst i tuciones jurídica s públicas o en el E sta do, a ca ba ba n gene-

ra lmente destiná ndolo a “á rea s grises” localizada s a fuera o lejos del núcleo

del Estado.

La debil idad insti tucional del Estado argentino está relacionada con

varios factores. El primero es que el terri torio que l legaría a conformar

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52 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Argentina nunca fue unifica do bajo una sola división a dministra tiva colo-

nia l que pudiera servir para promover una identida d na ciona l única . Tiempo

más tarde, luego de la independencia a comienzos del siglo XIX, se dieron

una serie de conflictos considera bles entre d iversa s r egiones y B uenos Ai-res (Smith 1974, 1–2). Ningún patrón de pacto social emergió entre las

diferent es élites como ocurrió en C hile y en B ra sil .

En segundo lugar, en términos de ideas e insti tuciones, siempre ha

existido una fuerte influencia del escenario internacional en Argentina,

sobre todo en B uenos Aires. E sta influencia se dio origina lmente debido al

estatus de Buenos Aires como puerto de fluido intercambio y comercio

(Lyn ch 1993: 1) y luego fue acent ua da por la forma qu e tomó la economía

después de la independencia, a sa ber, orga nizada a tra vés de extensa s ha -

cienda s que producía n ga na do y oveja s pa ra el mercado extra njero (Sm ith1974, 11). El largo período de prosperidad de Argentina, a finales del siglo

XIX y hasta la década de los años 30 del siglo pasado, fue erigido con base

en estas l íneas de exportación. Como resultado, en contraste con Chile,

nunca se hizo necesario que los promotores de técnicas y conocimientos

especializados del extranjero tuvieran que propalar una ofensiva en con-

tra de ideas nacionalistas.

E n t ercer luga r, y relaciona do con los dos elementos menciona dos, la

forma de la orga niza ción polí t ica Argentina provino de la s gra ndes ha cien-

da s. Los ra sgos domina nt es fueron, por lo ta nt o, el clientelismo y el pat ro-

nazgo. La presencia de clientelismo quiere decir que caudil los locales

pertenecientes a grandes grupos de terratenientes ut i l izaban su poder

mili tar así como sus propias y extendidas relaciones familiares para lu-

char y obtener el poder político (Smith 1974, 16-17; Walter 1985, 18-22). A

diferencia d e los ot ros país es, sin emba rgo, estos conflict os no fueron neu-

tralizados mediante un compromiso social relativamente estable.

Como en otros lugares, parte de la legitimación de un sistema basado

en clientelismo y en conexiones familiares provenía del derecho y de lasuniversidades. Al describir las generaciones que se extendieron a lo largo

del siglo XIX e inauguraron el XX, Balmori, Voss y Wortman destacan el

mismo movimiento generacional percibido en otras lati tudes. Así , las fa-

milias tradicionales gozaban de movilidad social, “pasando de comercian-

tes a negocia nt es en la primera [genera ción], terra tenient es en la segun da

y servidores públicos en la tercera . . . Tanto la segunda como la tercera

generación empezaron a integrarse al campo profesional , especialmente

en un área, el derecho” (1984, 146-47). Las actividades de los “abogados”,

como en otr os si t ios, tenía n r elat ivam ente poco que ver con la prá ctica delderecho. La élit e ocupó car gos públicos primordia lment e (180) “pa ra enla -

za r su s propios int ereses económicos con los de la N a ción y cerra r el pas o a

la competencia o interferencia de terceros” (140). De nuevo, en contraste

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con B ra sil o Ch ile, la s a cciones de la élite que ocupó el poder esta ta l no se

tra dujeron en inversiones a favor de la a utonomía del Esta do o de la capa -

cidad institucional.14 E l “ca mpo” del Est a do argent ino fue, en ca mbio, pri-

mordialmente un ca mpo de bata l la para determina r quién llegar ía a ser elgobernante.

La combina ción d e un conjunto de inst i tuciones esta ta les débiles y un

acceso fácil al capital extranjero creó un círculo cerrado. El espacio frag-

ment a do propio del Est a do argen tin o fa cilitó la configura ción de un ca mpo

en el que se l ibra ban int ensa s bat a l las, y ta nt o la legitimida d de lo extr a n-

jero como el capital foráneo fueron empleados para afrontar esas luchas

(S mith 1974, 3, 9). La int ensida d y la frecuencia de las lucha s violenta s en

Argentina luego se tradujo en un escenario donde los detentadores del

poder esta ta l eran incapa ces de ocupa r el terreno suficiente pa ra const ruira lgo (S ikkink 1991). P or supuesto se dieron a lgunos cam bios, pero la fa lta

de estr uctura s esta ta les hizo que el E sta do y la economía cont inua ra n ope-

rando principalmente sobre la base del patronazgo, el cl ientelismo y el

poder mili ta r , en luga r de idea s e inst i tuciones a socia da s con la legitimi-

dad de lo foráneo y del capital extranjero, incluyendo el derecho.

Al mismo t iempo, no obsta nt e, B uenos Aires implement ó un fuert e con-

junt o de inst i tuciones pa ra el inversionista extra njero, incluyendo, en par-

ticular , una serie de compañías de abogados enfocadas hacia el exterior,

las cua les pudiera n ha cer uso de sus cont a ctos fa milia res y personales parafacil i tar los negocios y el intercambio. Estas insti tuciones alrededor del

Est a do vendría n a ser los cent ros de opera ciones loca les pa ra a quellos in-

teresados en seguir estrategias internacionales y profesionales. De este

modo, los import a dores de “ideas m oderna s”, pert enecientes a la éli te, no

forma ban part e del Est a do, sino de la s “área s grises” localizada s a su a lre-

dedor.

Aun cuando no es abogado, la trayectoria de Raúl Prebisch, sin duda

alguna el economista más famoso de Lat inoamérica y Argentina , es elo-

cuente a l respecto. P rebisch es descendiente de la tr a diciona l éli te a rgent i-

na. Trabajó en la Sociedad Rural –fuertemente identif icada con la éli te–

como consultor en la década de los años 20 (Sikkink 1991, 75-76; ver   t a m -

14 De acuerdo con la descripción de Rem m ers sobre la política en Chile y en Argentina antes de

1890, “la violencia y el personalism o, en lugar de una com petencia pacífica entre los grupos

políticos rivales, caracterizaban el control del G obierno Nacional [de la Argentina] durante este

período. Diversos grupos que se llam aban a sí m ism os partidos hacían parte de la contienda,pero sus actividades pueden ser com prendidas m ejor en térm inos de los intereses personales de

sus jefes. En contraste con Chile, la unidad y la m ism a existencia de diferentes grupos políticos en

la A rgentina no infundieron dem asiado respeto hacia principios generales ni lograron difundirsentim ientos de unidad de partido”(1984, 25). Ella tam bién resalta la continuidad de los perío-

dos posteriores: “la estructura m ultipolar de com petencia continuó dándose en Chile, m ientrasque en la Argentina la lucha básica bipolar entre los que estaban ‘adentro’y los que estaban

‘afuera’volvió a darse en 1916”(1984, 211).

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54 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

bién Love 1996a , 122-25). 15 E n el tr a nscurso de los a ños 30 fue miembro del

gobierno conserva dor del genera l J osé U riburu (ma nt eniendo una relación

dista nt e), a yudó a la crea ción del B a nco Cent ra l y se desempeñó como su

director de 1935 a 1943. También fue profesor de economía política en laU nivers ida d de B uenos Aires (1925-48) (P a st ore 1989, 209). Aunq ue era

economista, ocupó posiciones semejantes a las de la éli te jurídica antes

descrita . No obstante existen varias diferencias en el caso argentino. Pri-

mero, ref leja ndo la t emprana inmersión de la éli te a rgent ina en redes y

deba tes interna ciona les, P rebisch m a ntuvo un enfoque bast a nte or ienta do

hacia lo internacional –lo que tal vez explica su precoz consagración al

área de la economía– (Love 1996a, 124-25). De hecho, la concentración de

esfuerzos de la éli te profesional argentina en el escenario extranjero co-

rresponde a la fal t a de opciones pa ra obtener un a exitosa inversión profe-sional de esfuerzos en casa.

Cua ndo P erón a scendió al poder en 1946, P rebisch y todos los q ue tr a -

bajaban con él fueron excluidos del Gobierno e incluso de las universida-

des.16 Prebisch se fue entonces a Santiago para ser el secretario ejecutivo

de la C omisión E conómica para América La tina (Cepal), la cua l apena s es-

taba siendo inaugurada por las Naciones Unidas. 17  Desde el escenario in-

ternacional , Prebisch fue tremendamente influyente en promover la idea

del desar rollo económico a t ra vés de la subst itución de importa ciones. Cua n-

do P erón fue derrocad o por los milita res en 1955, P rebisch se convir t ió enconsejero de Gobierno. Una vez más, no obstante, cuando se produjo un

nuevo cambio de gobierno, salió de la Argentina para volver a la Cepal .

Siguiendo un patrón de inversión profesional de esfuerzos primordialmen-

te en el contexto internacional , más tarde prosiguió su carrera l iderando

la Conferencia de l as Naciones Unidas sobre Comerc io y Desar ro l lo

(Unctad). Sus conocimientos profesionales especializados hicieron que su

presencia en la polít ica a rgentina se extendiera por tres déca da s, pero aun

así él no dedicó (y no pudo dedicar) dichos conocimientos de modo signifi-

cativo a las insti tuciones de Argentina, excepto al inicio de su carrera.P rebisch se concentró en la s orga niza ciones int erna cionales y buscó ejer-

15 Él fue nom brado com o director de la oficina de estadísticas de la Sociedad Rural por su prim osegundo, Enrique U riburu (Love 1996a, 126). La Sociedad Rural lo envió a A ustralia para queestudiara “los m étodos estadísticos relacionados con la cría del ganado”(Love 1996a, 123).

16 Según Pastore, “casi todas las personas, de uno u otro m odo, fueron forzadas a dim itir o sim ple-

m ente [fueron] expulsadas del trabajo. Algunas fueron contratadas por bancos centrales del

exterior o por otro tipo de instituciones, pero la m ayoría siguió ejerciendo su profesión en elsector privado”(1989, 196).

17

De acuerdo con Sikkink, “él m antuvo un resentim iento con el gobierno peronista debido a laabrupta expulsión de su cargo, al desm antelam iento del grupo económ ico que había conform a-

do en el Banco Central, así com o por la revocación de varias de las políticas que había prom ovido(1991, 76;ver  tam bién Pastore 1989, 196). Según Pastore, bajo el peronism o “los puestos de las

universidades fueron ocupados por personas de m ás bajo perfil”(1989, 196).

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55

cer influencia sobre el Estado argentino básicamente a través de posicio-

nes ocupadas afuera del Estado.

La tr a yectoria de P rebisch es indicat iva del pa tr ón que siguen la s éli tes

profesionales argentinas. Allí no hubo una paz social perdurable o un jue-go en donde los que t enían el poder esta ta l se rota ba n el ma ndo. Los perde-

dores políticos consid era ron a conseja ble invert ir sus esfuerzos en el exterior,

ya que los cambios de gobierno generalmente no acarreaban una rotación

de las éli tes profesiona les a l ma ndo sino, al cont ra rio, purgas que se a de-

lan ta ba n incluso en fa culta des de universida des o en inst i tuciones domés-

ticas que arrojaban como resultado su distanciamiento del Estado.

LA ÉLITE DIVIDIDA DE MÉXICO

La idea de un ca mpo de poder dividido explica feha cient ement e el modelo

de gobierno de México. Allí, un pa tr ón de domina ción de una élite relat iva -

mente unifica da –como el ca so de B ra sil y Chile– fue despeda za do con la Re-

volución Mexicana de 1910. La división de la élite fue un reflejo de la

Revolución, qu e puso, de un la do, a la a lian za liberal-cam pesina , y del otro

a los terr a tenientes y a la éli te de los negocios, quienes ha bían goberna do

México a lo largo del período de Porfirio Díaz de finales del siglo XIX. La

“familia revolucionaria” que dominó el Gobierno mexicano mantuvo su

poder y a utoridad, en pa rt e por conserva r su a lianza con el ca mpesina do y

con los trabajadores, así como por mantener una distancia formal con la

a nt igua éli te terra t eniente (v. gr., ver  Ca mp 1989; Lomn itz y P érez-Liza ur

1987; Maxfield 1987, 2; Wasserman 1993). Como resultado, la élite gober-

na nt e del Est a do ha perma necido forma lmente dividida d esde la a parición

de la burguesía industrial . Sujetos graduados en derecho que ocupaban

cargos en el Estado vendrían a ser separados de sus potenciales adversa-

rios localizados en el campo de los negocios, precipitando graves conse-

cuencias para el derecho, el Estado y los negocios. 18

18 En las palabras de Cam p, “los em presarios prestigiosos m exicanos representan a las clases alta y

m edia-alta, ya que los em presarios influyentes usualm ente son hijos o nietos de m iem bros perte-

necientes a la com unidad de los negocios. Así, aun cuando eventualm ente un líder em presarialse encuentra em parentado con un político destacado, esta situación es excepcional y así ha sido

por décadas. En los com ienzos de siglo, varios políticos y em presarios im portantes fueron co-

m únm ente educados en la U niversidad Nacional y en el Colegio Nacional Preparatorio. Estos

contactos educativos fueron im portantes para entablar am istades de juventud así com o para

consolidar futuros contactos. Pero en cuanto el sector privado ganó fuerza y por ello se em peza-ron a requerir gerentes con diversas destrezas, dicho escenario ayudó a que los centros educati-

vos privados m oldearan a los futuros líderes de las instituciones de negocios. En consecuencia, la

educación separó aún m ás a los ejecutivos de negocios de los futuros políticos”(1995, 123-24). Es

m ás, “los gobiernos posrevolucionarios jam ás tuvieron un nivel im portante de intercam bio entrelos dirigentes políticos y económ icos com o sí fue el caso en el período precedente a 1910. Asim is-m o, el nivel de intercam bio a lo largo de todo el siglo XX jam ás ha sido am plio si se le com para

con el ocurrido en los Estados Unidos”(Cam p 1989, 100). De m anera sim ilar, Sm ith afirm a que

“ha habido poca intersección entre los cargos de las carreras políticas y aquellos pertenecientes

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56 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

La s famil ia s de terra t enientes a l igual que la s má s importa ntes en la

esfera de los negocios, ta les como los Terra za s-Cr eel en Ch ihua hua , fueron

el bla nco má s visible de la Revolución Mexicana , en la que la reforma a gra -

ria fue un grito de lucha . Aun cua ndo las fa milia s má s poderosa s t uvieronla capa cida d de reagrupa rse y reconquist a r el poder en un tiempo relat iva-

mente cort o, de toda s forma s tuvieron que cambia r su ma nera explícita de

hacer pol í t ica .19 Asimismo siguieron siend o el bla nco de esfuerzos or ien-

ta dos a ma ter ia l iza r un a re forma a gra r i a y una redis t r ibución en genera l

–esfuerzos que a lcanza ron su pico má s a l to en los 30, ba jo el ma nd o del

pres idente Cárdenas–. De es ta manera , es ta asediada é l i te de negocios

buscó mantener y f inanciar l azos f ami l i a res que pudieran ser usados

para proteger sus negocios y su mundo frente a l poder del Estado, así

como f rente a l as a l i anzas contra l as que e l los habían luchado en l arevo luc ión .20

El a sombroso papel que desempeña ron las fa milias en el cam po de los

negocios es documentado por Larissa Lommitz y Marisol Pérez-Lizaur

(1987) en un d esta cado estud io de una red de negocios fa milia res q ue se ha

extendido desde 1890 hasta el día de hoy, sobreviviendo durante cinco ge-

nera ciones a t ra vés de a proximad a ment e 150 núcleos fam ilia res. Est a r ed

de negocios interdependiente económicamente –con empresas casi inde-

pendient es en donde tra ba ja n herma nos y primos que no hereda n el nego-

cio principal– fue mantenida a f lote mediante un sistema de patronazgosostenido por “m ujeres centra lizadoras” que fa cil ita ba n el intercam bio de

informa ción a tra vés de eventos y can a les fam iliares. Est e sistema fami-

liar a segura ba un a cceso efectivo a l ca pita l , protección en cont ra de a me-

na za s extern a s, as í como una especie de sistema de segurida d socia l priva do

para los miembros de la familia extensa. De igual forma, en lugar de obe-

decer a los estrictos pa rá metros del merca do, esta red opera ba de a cuerdo

con la lógica de preserva r la tr a scendencia de los vínculos fa miliares y de

evita r t ener una identif ica ción con el E sta do. Est e enfoque genérico logró

a los negocios –en contraste con los Estados U nidos–”(1979, 203). Hay una descripción

revisionista que presta m ayor atención a los vínculos generados entre los sectores público y

privado, especialm ente en el nivel local y luego de que el Estado m exicano em pezó a involucrarse

am pliam ente en las variables de tipo económ ico (Centeno 1994, 114, 129; Zaragoza 1988, 204;ver  tam bién W asserm an 1993); pero la división form al entre las dos élites sigue teniendo validez

incluso hoy día, y claram ente la m ism a ha facilitado los aspectos cruciales para la configuraciónde los papeles institucionales del derecho y de los abogados.

19 Luego de la revolución, “los grandes líderes de la causa de Porfirio así com o sus fam ilias

em pezaron a sufrir un com pleto descrédito político. Por eso no pudieron ocupar ningún cargopolítico, excepto en el nivel local, por lo general en com unidades aisladas”(W asserm an 1993,73). Com o se anotó, en M onterrey, en cam bio, la vieja élite logró absorber el gobierno nom bra-

do por los ganadores de la Revolución (Saragosa 1988, 123-26).

20 Por supuesto, la reconstrucción de la fortuna y de los negocios fam iliares no tuvo lugar sin laaquiescencia o incluso el apoyo del Estado, el cual, v.gr., contaba con razones económ icas pararevigorizar la industria de ganado en Chihuahua.

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57

a da ptar se de una ma nera ba sta nte exi tosa a la economía mexica na a l me-

nos ha sta entra da la déca da de los a ños 60. 21

E l derecho y los a boga dos, como ta les, no juga ron un pa pel muy impor-

tante en este sector de negocios familiares. Muchas de las familias másimport a nt es de est a red, por ejemplo, después de la Revolución n o se mo-

lestaron en enviar a sus hi jos a que obtuvieran una educación formal

(Lomnit z 1987). En su luga r preferían q ue sus hijos rota ra n en va ria s posi-

ciones a nt es de que hereda ra n el negocio. Es ta opción revela el va lor q ue

se otorga ba a los gra dos profesiona les en compa ra ción con el capita l fam i-

liar . A pesar del rela tivo ba jo prestigio del derecho, existía n, por supuesto,

a bogad os priva dos y líderes en negocios con gr a do en a bogacía . Muchos de

los “primos pobres” de la red de negocios familiares obtuvieron diplomas

en derecho que podían poner a l servicio de los prósperos n egocios fa milia -res. De hecho, va ria s fa culta des de derecho –sobre todo la E scuela Libre en

Ciudad de México, D.F., fundada en 1912– educaron personas que luego

ingresa ron en el m und o de los n egocios como a bogados o negocia nt es. Así ,

el derecho se mantuvo como una manera de acreditación de cierta impor-

ta ncia para la vieja éli te en México.22

Un patrón semejante –pero desligado del anterior– es evidente en la

esfera pública, pero debido a que las reglas de herencia del Estado son

diferent es a las del sector privad o, dicho pat rón no tiene que ver con r ela-

ciones familiares perdurables.23  El equivalente de las organizaciones denegocios fa milia res en el sector público es el persist ent e rol de los q ue ha n

sido generalmente conocidos como las “camaril las” . La fuente de donde

21 Com o Cam p m anifiesta, “estructuralm ente, el sector privado había sido dom inado hasta los

años 60 por las firm as m anejadas por las fam ilias”(1989, 62). Com o se anotó, incluso enM onterrey, que difiere en varios aspectos del resto de M éxico, “las fam ilias extendieron nuevas

redes y engendraron nuevos descendientes. Al respecto, la red fam iliar de la élite se ensanchó,pero, adem ás, devino m ás densa, con porciones bastante estrechas que configuraban círculos

cerrados de m atrim onios o vínculos entre un círculo pequeño de fam ilias”(Saragosa 1988, 138).

22

El estudio de C am p sobre los em presarios sugiere que el rol de las acreditaciones en derecho hadeclinado con el paso del tiem po y que las áreas de negocios e ingeniería han ganado terrenorecientem ente: “el derecho es uno de los dos títulos m ás im portantes que las personas de nego-

cios han obtenido. Pero el derecho alcanzó la cim a com o prim era opción de educación para los

em presarios en la década de los 20, cuando uno de cada cuatro em presarios con educación

universitaria buscaban seguir esta carrera”(1989, 67).23 “El hacer em presas fue un asunto de fam ilia, y así jóvenes con aspiraciones se inclinaban a hacer

carreras profesionales o a form ar parte del sector público en lugar de dedicarse a los negocios.

Debido a que el sector privado ofrecía pocas oportunidades para el em presario que trataba de

surgir por sí m ism o, y debido a que los m exicanos no habían adquirido valores orientados haciala iniciativa privada, tuvo lugar una fuerte dem arcación entre los m undos público y privado. Ensegundo lugar, com parado con su análogo de Estados Unidos, el sector privado se encontraba

relativam ente poco desarrollado, y así diversos em presarios extranjeros controlaban varios de losrecursos”(Cam p 1989, 100). Tam bién parece que la política ofrecía m ayores posibilidades de

m ovilidad social para aquellos que no hacían parte de la clase alta. Sm ith afirm a,v. gr., que laélite de los negocios correspondía a un linaje de clase m ás alta en com paración con la élitepolítica (1979, 200).

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58 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

provinieron la s “ca ma ril las” origina les fue la Revolución Mexica na , obede-

ciendo una lógica par a lela a la de las empresas fa miliares. Los revolucio-

nar ios controlaron la Presidencia , y sus redes personales –forjadas en

ba ta llas– dieron forma a su enfoque en el G obierno. Los “cama ril las” revo-luciona rios y su s “d escendient es” fueron den omina dos desde 1920 como “la

fam ilia revoluciona ria ” (v. gr .  Kn ight 1992) e incluso pueden ser ra st rea dos

hasta el presente (Centeno 1994). 24 La importa ncia consta nte que guarda -

ron los la zos de lea lta d persona l , no obsta nt e, ta mbién estuvo relaciona da

con la hosti l ida d q ue la nueva éli te goberna nt e sintió con r especto a la éli te

de los negocios y a los terr a tenient es. Aquí, t a mbién, las r edes de conta ctos

personales fa cil ita ron la configura ción de una suerte de ba rricada que po-

día ser ut i l izada en contra de los a taques de la vieja él i te gobernante

(Saragosa 1988). La inseguridad existente en ambos bandos promovió laa parición de fuertes la zos de lealta d persona l .

Sin emba rgo, a diferencia de las fa milias de negocios, los “cama ril la s”

políticos fueron inst ruidos principa lment e a t ra vés de inst ituciones de edu-

cación, así como a partir de conexiones personales y familiares. Como era

el caso antes de la Revolución, la educación en derecho, y en particular

aquella de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), era un

aspecto decisivo para adelantar una carrera polí t ica. 25  Pero la que a lguna

vez fue la fuente de la éli te goberna nt e del t iempo de P orfir io Día z, estre-

cha mente relaciona da con la a r istocra cia terra teniente, se convir t ió en lafuente de un a nueva élite goberna nt e confecciona da por la Revolución en

contra de dicha aristocracia. La misma insti tución fue empleada por am-

bos grupos, pero la n ueva élite hizo incluso menos uso del derecho como t a l

en comparación con sus predecesores. Dicha éli te no quiso apoyar a los

tribunales que invocaban independencia para frustrar acciones en pro de

la reforma agrar ia , ni tampoco tuvo razón a lguna para dar t rabajo en la

U NAM a personas q ue dar ían a l derecho más importa ncia que a la polí t ica

propia de la alianza revolucionaria.

24 La fam ilia revolucionaria, según Frank Brandenburg (1964, 3-6), “está com puesta por hom bres

que han recorrido M éxico por m ás de m edio siglo, quienes han trazado los derroteros políticosde la Revolución y quienes hoy día detentan un poder de decisión política efectivo”(citado en

Hansen 1971, 106).25 Según Peter Sm ith, en un estudio sobre las élites gobernantes m exicanas publicado en 1979,

“resulta particularm ente sorprendente ... el dom inio persistente de la profesión del derecho. Por

ejem plo, entre la clase alta prerrevolucionaria, se considera que el 44.4% ha ejercido (o al m enosse ha form ado) com o abogado; para la generación revolucionaria la cifra decrece un poco (37.8% )

y para la posrevolucionaria vuelve a subir con un 47.1% ... Antes, durante y después de laRevolución, la profesión del derecho ha operado com o canal directo para acceder a la política

en M éxico”(89). El reciente libro de Cam p ofrece una lista de las carreras estudiadas por los

funcionarios desde 1884 hasta 1991 (1995, 101). El derecho tiende a ocupar m ás de las dosterceras partes, con excepción de pocas adm inistraciones, teniendo su m ayor auge el período

inm ediatam ente posterior a la Segunda G uerra M undial. Este porcentaje ha decrecido reciente-m ente, al punto que en el gobierno de Salinas, los econom istas y los abogados com partieron

una m ism a proporción: el 23% .

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59

La educación jurídica ha fomentado el éxito de la política mexicana

más por el desarrollo de “contactos y de una destreza social que por un

ma nejo de t écnicas y conocimient os especia liza dos” (S mit h 1979, 118; ver ,

en genera l , Lomnit z y S a laza r , en proceso de publicación). La l ínea diviso-ria entre la política y los profesores de cátedra de dedicación parcial fue,

en todo caso, disipada: “Los profesores usualmente ocasionaron que sus

estudiantes se hicieran allegados de sus ‘camaril las’ , y viceversa; en no

pocas ocasiones, ex estudia nt es premia ron a sus profesores ofreciéndoles

cargos políticos” (Smith 1979, 121). El número de graduados en la Facul-

ta d de D erecho de la U NAM era relat ivam ente reducido, alrededor de 150

por año hasta por lo menos la década de los 50, facil i tando así al ianzas

cerca na s. Muchos era n procedentes de los esta dos y a m enudo ha cía n pa r-

te de “la s clas es media o popula r” (Sm ith 1979, 150). Má s t a rde, por supues-to, ellos también provinieron de la élite política de la Ciudad de México.

Así como las orga niza ciones de n egocios fa miliares logra ron ma nt ener-

se a f lote a tra vés de una especie de a gencia priva da de empleo y de segu-

rida d social , la s “cam a ril la s” de polí t icos no pudieron goberna r ún ica mente

con ba se en lealt a des persona les de unos con otr os. Un o de los elementos

qu e ma nt uvo fusiona do el sist ema fue lo qu e hoy se conoce como la corr up-

ción (ver  Riding 1989, 113-33), parte de la cual involucraba a los miembros

de la clase polí t ica que se f ina ncia ban unos a otr os (si tua ción r eforza da con

el sexeni o  –término único de seis a ños– que era el sistema de la presiden-cia). De gra n importa ncia ta mbién fue, sin emba rgo, un populismo persis-

tent e asocia do con la R evolución, el cual igua lment e ma nt uvo a la defensiva

a las fa milias de negocios y a los terra tenient es.

E l derecho en México, debido a esta división h istórica, ocupó una posi-

ción marginal , controlada y segmentada en el manejo del Estado y de la

economía . U n círculo vicioso –que fue un o de los r esulta dos de la segmen-

tación– impidió la constitución y el éxito de aquellos que pudieron haber

impulsa do la const rucción de la a ut onomía del derecho, así como del esta tu s

de los abogados. Debido a esto el derecho fue una instancia mucho más

marginal en contraste con Brasil o Chile. Por razones diferentes, su posi-

ción fue similar a la propia de Argentina.

LOS CHICAGO BOYSENVUELTOS EN EL ROPAJE DE LA DEMOCRACIA

Los políticos abogados prestigiosos pueden ser contrastados con la nueva

genera ción de economista s qu e se convirt ieron a la d emocracia. E n la dis-cusión sobre esta nueva generación no uti l izaremos el mismo esti lo de

present a ción empleada en la de los a boga dos prestigiosos. E n luga r de cen-

trarnos en las estructuras y las insti tuciones que impulsaron la dinámica

REFO RM AR A LO S DIRIG ENTES ESTATA LES PARA REESTRU CTURA R EL ESTADO

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60 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

del pa pel de los a bogad os reconocidos, ofreceremos una fot o inst a nt á nea de

los sujetos que son el resultado de las transformaciones, tema de este l i-

bro. Est a s son la s persona s cuyo auge en el poder pretendemos explica r en

los ca pítulos post eriores.Est a generación h a sido ba utiza da y celebrad a como los “polí t icos t ec-

nócra ta s” , para a sí desta ca r la combina ción de sus conocimient os t écnicos

especializados con su intervención en polí t ica (Centeno y Silva, 1997;

Domínguez 1997). E l término polít ico tecnócrat a resalt a una a cti t ud orien-

ta da ha cia la economía, y los a utores que escriben acerca de ellos enfat izan

su conexión con los Estados Unidos. De hecho, podemos encontrar una

cantidad signif icativa de l i teratura dentro de los Estados Unidos y entre

las tesis de doctorado allí producidas, que elogia y promueve las virtudes

de este grupo en pa rt icular . Sin emba rgo, nuestr a pretensión no es acepta rcomo evident ement e valiosa est e t ipo de l i tera tu ra que se a utopromociona

sino, en cambio, int errogarla . Dest a caremos las s imilitud es de los diversos

patrones estructurales nacionales y concentraremos nuestra atención en

ciert a s diferencia s qu e con frecuencia son pa sa da s por a l to.

Como fue anota do, los polí t icos t ecnócra ta s cuenta n con m a yores simi-

litudes en los cuatro países analizados, que los grupos de abogados presti-

giosos del Es ta do. Es fá cil encont ra r en los cua tr o pa íses economista s q ue

hablan el mismo idioma, t ienen experiencias educativas similares, se co-

nocen uno con otro y enfocan los problemas de la economía y el Estadodesde una perspectiva idéntica . Como seña la J orge Domínguez acerca de

los individuos a na liza dos en su libro sobre tecnócra ta s políticos, “idea s cos-

mopolitas, entendidas, aplicadas y desarrolladas de acuerdo con patrones

profesiona les universa lista s, vinieron a form a r pa rt e de su ser” (1997, 16).

Má s aú n, sus ca rrera s se entr ecruza n median te oficios semeja nt es presta -

dos en inst ituciones fina nciera s int erna ciona les o cua ndo son recibidos como

profesores visi tantes o incluso de permanencia asegurada (tenure-track 

pr ofessor s ) en los E sta dos Un idos. Est os sujetos se encuentra n mu cho má s

estrechamente conectados a los Estados Unidos que los abogados cosmo-politas al continente europeo. Pero de nuevo, la homogeneidad progresiva

no debe obscurecer la s diferencias import a nt es o la s limita ciones del caso par -

ticular como una de las claves para explicar las transformaciones estatales.

La gestión de P edro Aspe, quien se desempeñó como secreta rio de Ha -

cienda ba jo el gobierno de Ca rlos S a linas , es reconocida en buena medida

como la ca usa de la ra dica l tra nsforma ción de la economía mexica na (ver ,

en general, Golub 1997). Aspe hace parte de una generación que se hizo

a dult a en los 60, dura nt e un período de crisis económica y socia l.26 E n con-

26 El grupo tam bién incluye a Jaim e Serra (Ph. D., Yale, 1979), Herm inio Blanco (Ph. D., Universidad

de Chicago, 1978) y Ernesto Zedillo (Ph. D., Yale, 1978), todos convertidos en personas destaca-das en M éxico e internacionalm ente. Zedillo fue el presidente que siguió a Salinas en 1994.

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traste con los economistas de generaciones previas, el grupo con el que

Aspe es asociado destinó sus cometidos hacia los Estados Unidos –usando

“el doctora do de los E sta dos Un idos como la medida ‘universa l ’ par a obte-

ner credibilidad en la trayectoria profesional” (Golub 1997, 103).27

Como hijo de un a boga do negocia nt e y descendient e de una import a nt e

fam ilia de terra tenientes en Michoacán , Aspe creció forma ndo part e de la

clas e media-a lta de la C iuda d de México. Est udió en la un iversida d privada

má s prest igiosa de la Ciuda d de México, el In st itut o Tecnológico Aut ónomo

de México (ITAM), a nt es de ir a los E st a dos U nidos a obten er su doctora do

en economía del M assachusett s In sti tu te of T echn ol ogy , MI T (In st itu t o Tec-

nológico de Ma ssa chuset t s) en 1978. D e a cuerdo con C a mp, Aspe conoció a

Sa l ina s en B oston cuan do éste se encontra ba estudia ndo en H ar vard (Ca mp

1993, 16). Aspe volvió a México en 1987, empezó a dict a r cla ses en el ITAMy muy pront o formó part e del P RI. Ta mbién fue director de la F a culta d de

Economía del ITAM, donde continuó enseñando hasta 1982. En lugar de

ma nt enerse al m a rgen del G obierno, como fue la costumbr e de sus descen-

dient es, empleó los la zos qu e ha bía creado con S a linas y la credibil idad en

sus conocimientos especializados en economía para cruzar la barrera tra-

diciona l que delimita ba a la éli te mexica na . Aspe empezó su car rera polít i-

ca en la a dministra ción de Miguel de la Ma drid a inicios de la déca da de los

80, y luego fue nombra do por Sa lina s como secreta rio de Ha cienda en 1988.

La educa ción de Aspe en el extr a njero no sólo le sirvió pa ra ident ifica r-lo como alguien sobresaliente que contaba con un conocimiento especiali-

zado internacionalmente reconocido, sino que además le ayudó a formar

par te de una red int erna ciona l de cont a ctos qu e robusteció su perfil ca ra c-

teriza do por la especia lida d. Los profesores de Aspe en MIT fueron un pun -

to clave de referencia, al igual que sus compañeros de clase en Boston,

entre los cuales se encontraban Domingo Cavallo de Argentina y Alejan-

dro Foxley de Chile.28 No es de extrañar que Aspe hubiera negociado sin

inconveniente alguno la deuda mexicana mediante gestiones con los fun-

cionarios del Fondo Monetario Internacional y otras personas, lograndoser seria ment e considerado como uno de los “economista s de má xima ta l la

profesional” (Golub 1997, 27), comprometido en abrir el mercado mexica-

Blanco fue el principal negociador de Salinas en los acuerdos del N afta y posteriorm ente se

desem peñó com o m inistro de H acienda de Zedillo. Serra fue m inistro de Com ercio con Salinas ydespués m inistro de H acienda bajo la adm inistración de Zedillo.

27 Según G olub, diversas generaciones previas de econom istas del Estado fueron educadas en la

UNAM , en otros países de Latinoam érica o en Europa (1997, 103).28 Yergin y Stanislaw (1998, 237) afirm an que estos futuros econom istas tam bién se hicieron am i-

gos de Law rence Sum m ers –actualm ente secretario del Tesoro estadounidense y, antes de eso,uno de los econom istas clave para el Banco M undial junto con Jeffrey Sachs, quienes eran estu-

diantes en ese entonces–. Ellos tam bién construyeron vínculos estrechos, entre otras personas,con Rudiger Dornbusch –profesor de M IT–y con Stanley Fischer, quien entonces trabajaba en

M IT y ahora es el delegado del director ejecutivo del FM I.

REFO RM AR A LO S DIRIG ENTES ESTATA LES PARA REESTRU CTURA R EL ESTADO

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62 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

no, cont rolar la infla ción e impulsa r procesos de privat iza ción. Al present a r

las ra zones para logra r los a cuerdos ad ela nt a dos en Wa shingt on, Aspe pro-

pinó una lección a la oposición mexicana desde “el elevado escenario del

conocimiento técnico superior” (Golub 1997, 131). Sus opositores, llegó asugerir , simplemente no entendían lo que se requiere para obtener una

economía próspera .

E l conocimient o especia liza do de Aspe, su est recho nexo con los E st a -

dos U nidos, así como su a biert a a f i liación a l consenso de Wa shingt on y a l

ejercicio de polí t icas democráticas, hacen de él un representante idóneo

del grupo de los políticos t ecnócra ta s.

MODELOS CONTRAPUESTOS

El giro desde los políticos abogados prestigiosos hacia los economistas de-

nomina dos polí t icos tecnócra ta s cuent a con una serie de ra sgos genera les

que ya ha n sido desta cados, de los cuales el má s bá sico consist e en q ue el

conocimient o especia liza do de los políticos t ecnócra t a s se ha cent ra do en la

economía, m ientra s el de los polí t icos qu e eran a boga dos desta cados, en el

derecho. No obsta nt e, ha blar en t érminos de conocimientos especializa dos

subestima el cont ra ste a l l í existente. Los polít icos t ecnócra ta s dedica n gr a n

esfuerzo a a dqu irir un conocimiento especia lizad o público de ta lla int erna -

ciona l , que les sirva como medio para progresa r en sus ca rrera s, a sí comopara estrecha r la zos con sus a ná logos que se encuentra n a dentro o a fuera

de sus pa íses. Pa ra tener legitimida d y credibilida d como economista s, por

ejemplo, deben obtener un doctora do en los E sta dos U nidos, realiza r publi-

caciones en revistas de impacto internacional –particularmente en inglés

publica da s en los E sta dos U nidos– y en mu chos ca sos dicta r clases en uni-

versidades estadounidenses (ver   Loureiro 1998). En resumen, así sea en

términos de economía o de otro tipo de conocimientos profesionales espe-

cializa dos, los polí t icos t ecnócra ta s está n fuert emente inmersos en un m er-

cado i n te r nac i o na l mo l deado en l o s Es t ado s Uni do s . E l mer cado esrela t ivamente abier to , fuer temente competi t ivo y a l tamente internacio-

nal. Además, este mercado es jerárquico: los enfoques económicos de la

periferia –lejos del centro localizado en el Norte– requieren obtener vali-

da ción en el Nort e an tes de qu e los polí t icos t ecnócra ta s l leguen a a sumir-

los en serio.

No obsta nt e, ta mbién existen cont inuida des entre las genera ciones de

las éli tes esta ta les. P rimero, la m a yoría de los tecnócrat a s polí t icos t ienen

muy bu ena s conexiones y cuenta n con a bolengos má s o menos cercan os a

la éli te. Lo que resulta diferente es que ellos se apoyan relat ivam ente me-nos en el capital familiar y más en sus propios conocimientos especializa-

dos, así como en la red cosmopolita const ruida de ma nera concurrent e con

la adquisición de sus conocimientos y el posterior desarrollo de sus carre-

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ra s. Toda vía sigue siendo verdad que el ca pita l socia l es extr emad a mente

importante para determinar quién será capaz de obtener un grado avan-

za do en los Est a dos U nidos para luego part icipa r en redes tra nsna ciona les.

E llo requiere un m a nejo adecuad o del idioma inglés, que se a prende mejormedian te via jes y no a t ra vés de inst rucción en sa lón de cla se, y cont a r con

recursos y vínculos sociales para localizar diversas opciones de becas y

otro t ipo de recursos de f inanciación que hagan viable estudiar en el ex-

tr a njero. Los procesos má s merit ocrá ticos y a biertos con los q ue son a so-

cia dos los políticos t ecnócra ta s ha ce que lleguen a ser descalifica dos algun os

descendientes de la élite, así como incluidos otros tipos de personas. El

resulta do, sin embar go, no ha consistido en despla za r a una élite. La mis-

ma simplemente ha sido perpetua da a t ra vés de la s esta dística s en luga r de

ser reproducida de ma nera directa a tra vés del ca pita l fa milia r . Los economista s ena ltecidos como polít icos t ecnócra ta s h a n sido acto-

res determinantes en la transformación de los Estados objeto de nuestro

análisis. Es importante advertir , no obstante, que ellos no son los únicos

a ctores que forma n pa rt e del escena rio. La s ba ses estr uctura les de la vieja

élite –el derecho y las instituciones jurídicas– aún subsisten y, como vere-

mos, no ha n ca mbia do mucho. Si por ejemplo nos concentr a mos en las r e-

form a s judicia les, la versión de un ca mbio dra má tico es difícil de sost ener.

P ero el buen a coplamient o que ha exist ido entr e los economista s del Nort e

y del S ur n o puede ser replicado en las insti t uciones jurídicas, q ue son m á sa nt igua s y má s imbuida s en el ca mpo na ciona l . Se tra ta de un cua dro com-

pletamente distinto.

Los capítulos siguientes resaltarán esta confrontación, que realmente

consist e en la influencia de la historia y de las est ructura s en el ca mpo del

poder. Ra str eam os esta confronta ción a tra vés de los cana les de ca mbio de

fuerzas y conocimientos especializados en el ámbito internacional y, sobre

todo, en los E st a dos U nidos: los C hicago B oys, el neolibera lismo y los dere-

chos huma nos int erna ciona les. Est os ca na les pueden ser aborda dos de ma -

nera inconexa, pero ellos ha n servido ta nt o de ba stiones pa ra la vieja éli te

como de insta ncia s de conocimiento especializa do pa ra la nueva . P odemos

ver esta diná mica en una serie de inst ituciones. Así desta carem os, por ejem-

plo , las of ic inas de abogados empresar ia les que están prol i ferando en

La tinoamérica y a su vez ana liza remos el mundo todavía m enos difundido

del derecho de los int ereses colectivos. P odría mos ha ber inda ga do exa cta -

ment e los mism os procesos en otros escena rios q ue a ún r equieren ser estu-

dia dos con m a yor detenimiento –entr e otr os, los ba ncos de inversión y las

compañías consultoras que ahora proliferan en todo el globo con la misión

de reestructurar los Estados y sus economías.

REFO RM AR A LO S DIRIG ENTES ESTATA LES PARA REESTRU CTURA R EL ESTADO

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CAPÍTULO 3

La internacionalizaciónde las luchas por el poder

En este capítulo, en lugar de ofrecer un resumen del l ibro, pretende-

mos exponer un a forma de conecta r la s diferentes pa rt es que lo compo-

nen, a sí como mostr a r los hilos comun es que u nen los episodios y la s esce-

na s par t iculares que conforma n el ma ter ia l de sustento de nuestra tesis .

Los siguientes capít ulos a borda n ejemplos específicos que ilust ra n t enden-

cia s y cont ra tend encia s na ciona les. Por ejemplo, en el ca mpo de los dere-

chos huma nos, desta ca mos el ca so de la Vica ría en Ch ile, la orga niza ciónmá s fa mosa de derechos huma nos en La t inoamérica , y a su vez expl ica mos

por q ué observa mos una suert e de enfoques d ivergent es –cont ra ejemplos–

en otr a s pa rt es. Est os ejemplos permiten explorar el modo en q ue los tr a s-

plan tes s on utiliza dos y moldeados por lucha s loca les por el poder. P ero con

respecto a los derechos hum a nos y a otr o t ipo de tópicos q ue a na lizam os,

preferimos evita r exponer en det a lle los est udios de ca so respect ivos sobre

la ma nera como los posibles tr a splan tes o los conocimientos especia l izados

intera ctúa n con diversos escena rios na ciona les. En luga r de esas minucias

potencia lmente a bruma dora s, quisimos crear a ta jos q ue terminen por re-velar los procesos genera les. El peligro de est os at a jos, no obst a nt e, es q ue

pueden l legar a obscurecer un cuadr o más a mplio que comprende un est u-

dio comparativo pormenorizado de los cuatro países y de la variedad de

event ua les tra splant es y conocimient os especial iza dos a l l í presentes.

 P or lo ta nt o, en este capítulo expondr emos de forma conjunta los ra s-

gos generales que i lustran la continuidad y la coherencia de nuestros re-

sulta dos y puntos de vista . El l ibro, en sí mismo, consist e en momentos de

recorridos históricos complejos, los cuales exigen una combinación entre

narrativas diacrónicas y comparativas. Si bien en este capítulo pretende-mos ha cer genera lizaciones, eso no signif ica que a spiremos a producir un

estudio compa ra tivo está tico. Resulta esencial mostra r la s relaciones –es-

pecialmente las del Norte con el Sur– que son centrales para nuestra ex-

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66 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

plicación. Las comparaciones de este capítulo, por tanto, provienen de dos

ejes bás icos: uno se basa en la s na ciones o los E st a dos y el otr o en tema s o

tecnologías.

ESTRATEGIAS ACADÉMICAS COSMOPOLITASEN EL ESTADO Y EN SUS ALREDEDORES

Nuestra idea bá sica es que las importa ciones y export a ciones de las t écni-

ca s y conocimient os especial iza dos predominan tes en los E sta dos U nidos

son moldead a s de acuerdo con los eventos y ag enda s na cionales. Es tos even-

tos determina n la posición q ue detenta n los import a dores dentr o del ám bi-

to del poder esta ta l . Debido a nuest ro énfa sis en este i t inera rio hist órico,

nuestra primera exposición se centra en las explicaciones de los diversosdesarrollos nacionales a la luz de la trayectoria histórica. Tal y como es

concebida por los economistas, la idea de la dependencia del desarrollo

económico en rela ción con el r ecorr ido hist órico (pat h depend ence ) sign ifi-

ca simplemente que los caminos ya t oma dos determina n la viabil idad y la

aspiración hacia ciertos futuros posibles. En nuestra exposición, la princi-

pal diferencia frente a dicho enfoque es que resa lta mos la importa ncia de

diversos shocks   –incluyendo nuevos Estados, golpes mili tares y nuevos

gobiernos posa ut orit a rios– que t ra nsforma n la posición de los import a dores

y los exportadores.Nuestra primera explicación está compuesta de dos partes: Brasil y

Chile versus  Argent ina y México. E xisten ciert os hilos comun es entr e ca da

par, pero las va ria ciones del primer par son mucho más pequeña s que la s

del segundo. La variable clave para l levar a cabo el análisis comparativo

es la estructura del Estado. Con estructura del Estado no queremos decir

descripciones tales como un Estado fuerte, un Estado democrático y un

Est a do a utorita rio. En luga r de suministra r este t ipo de etiqueta s, preferi-

mos aborda r est e a ná lisis siguiendo má s la tra dición d e la sociología polít i-

ca (v. gr. Rueschm eyer y S kocpol 1996) a l igua l que conceptos rela ciona doscon las jerarquías y la división del trabajo de dominación dentro de las

élites de poder. 1

1 Em pleam os el térm ino “élite de poder”para describir a aquellos que actúan dentro y alrededor

del ám bito del poder estatal. No im plica que la etiqueta “élite”se aplique a un grupo predeterm i-

nado, lo cual elim inaría del estudio, por ejem plo, a los m ovim ientos “locales”. Así, estudiam osel ám bito del poder estatal para exam inar cóm o son producidas las élites –incluyendo el

tópico de si los actores estatales provienen de m ovim ientos sociales locales, o acceden al Estado

a través de instituciones m eritocráticas m ediante extensas redes de fam ilias–, cóm o legitim ansus prescripciones y cóm o m oldean las instituciones y los conocim ientos especializados de

G obierno. Un factor clave en los países analizados, com o se sugiere en el texto, es la com peten-cia relativam ente abierta que existe para acceder a las posiciones estatales encum bradas. Las

élites m ás hom ogéneas generalm ente son las m ás cerradas para el ingreso de nuevas personas.

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Una diferencia determinante es el grado de homogeneidad dentro de

las éli tes de los diversos países, lo cua l t iene qu e ver con el t a ma ño pero

sobre todo con la historia . Las éli tes argentinas y mexicanas son mucho

menos homogénea s que sus a ná loga s de Br a sil y Ch ile, y la él ite bra sileñase encuentra mucho más diversif icada que la chilena. La éli te mexicana,

como se anotó en el anterior capítulo, se caracteriza por una sola gran

división, mientra s que la de Argentina está mucho más f ra gmenta da . Otra

gra n diferencia present e en los cua tr o países se da en los circuitos, conduc-

tos e instituciones que sirven para la producción y reproducción de técni-

ca s y conocimient os especial iza dos esta ta les. Est os fa ctores son cruciales,

pues la s ba ta l las sobre el Est a do son luchad a s en t érminos simbólicos con-

cernientes al conocimiento del Estado, así como al arte de conducir sus

a sunt os. Est a s diferencias son ta n visibles que, como será enunciado en lasegunda parte, incluso si organizaciones como la Fundación Ford tienen

a gendas uni formes en un m omento determinado, sencil la mente t erminan

ajustándolas a las condiciones locales y, por lo tanto, ayudando a precipi-

ta r resul ta dos di ferentes.

Los diversos paisajes del poder estatal en el período subsecuente a la

Segunda Guerra Mundial estuvieron destinados a desembocar en diferen-

tes estrategias internacionales con divergentes consecuencias locales, ya

que la conversión del capital internacional en procesos de legitimidad de

los Es ta dos se dio a tr a vés de distint os recorridos. En general , las est ra te-gias internacionales pueden ofrecer una oportunidad para que una éli te

excluida (o un grupo aspirante a ser éli te) ensamble una contraofensiva.

El grupo puede utilizar acreditaciones internacionales, técnicas y conoci-

mientos especializados, así como conexiones para hacer capital que pueda

ser reinvertido en escena rios públicos d omésticos. E l capita l int erna ciona l

provee el t iquete de a dmisión. D ependiendo del ba lan ce en el intercam bio

entr e el Est a do y el capita l extra njero, el cua l ta mbién se encuentra sujeto

a confl ictos y cambios, las estrategias internacionales pueden conducir a

nuevas oportunidades que f inalmente conllevan a transformaciones esta-ta les. Est e es el proceso que da origen a l t í t ulo de est e ca pítulo, a sí como el

del libro. La s luchas interna ciona lizada s por el poder son ta mbién desafíos

a la hegemonía de éli tes estatales tradicionales.

UNNEW DEAL DE TIPO BÉLICO Y REACCIONARIO

Brasil y Chile ofrecen variantes de lo que esencialmente es el clásico pa-

trón latinoamericano: se caracterizaron por una hegemonía –en todo mo-

mento r e l a t i v a mente f r á g i l y a mena za da – de u n g r u p o má s o meno spequeño, el cual cont rolaba los a ctivos del Est a do, el sector priva do y la

academia. La extensa combinación de insti tuciones bajo su control hizo

fácil que se ca ra cterizar a a esta s élites como “el régimen o grupo”. De igua l

LA IN TERN ACIO NALIZAC IÓ N D E LAS LU CH AS PO R EL PODER

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68 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

forma el derecho juga ba un pa pel principa l en legitima r y m a nt ener conso-

lidados los compromisos entre los grupos de la élite, lo cual les facilitó

mantener el poder a través del t iempo. Este establecimiento ocupó roles

que guardan varias simili tudes con aquellos desempeñados por el de lacosta Es te en los Est a dos U nidos, esto es, la él i te protesta nt e ínt ima ment e

liga da con universida des al ta ment e prestigiosa s. Est e esta blecimiento ta m-

bién t iene cosa s en común , desde otr o punt o de vist a , con la él ite a rgent i-

na , la cual gozaba de una ba se pa rticula rment e fuerte en el poder priva do

a lrededor del Es ta do, má s no en él .

La legitimida d y el pa pel de estos a boga dos reconocidos del E sta do fre-

cuentemente eran desafiados por grupos excluidos del poder. Uno de esos

desafíos tuvo lugar en 1930 cuand o la gra n depresión est remeció a l mund o.

En part icular , la s economías legítima s interna ciona les –centra da s en inst i-tuciones ta les como la Cepal en Sant iago , Chi le (conducida por Raúl

Prebisch, un argentino que dedicó sus cometidos profesionales al ámbito

internacional , ver   capítulo 2)– ganaron prestigio por encima del conoci-

miento docto de los a boga dos que cont rola ba n el Est a do y la s inst i tuciones

alrededor del mismo. En la década de los años 30 y 40, esta tendencia

fomentó la configuración de Estados fuertes, políticas de sustitución de

importaciones, así como la adquisición por parte del Estado de grandes

empresas e industrias –polí t icas que vendrían a ser identif icadas con el

“Est a do desa rroll ista ”–. La éli te jurídica fue ca paz d e absorber este desa fíoy mantener su posición dominante, pero dicho reto ayudó a preparar el

escena rio par a confronta ciones má s recientes que estuvieron estr echa ment e

conectadas con la Guerra Fría y con lo que ha sido denominado como “la

G uerra Fr ía intelectua l” .

En Chile y Brasil , los grupos que desafiaban a otros grupos relativa-

mente pequeños de políticos abogados, fueron construyendo con el paso

del tiempo su credibilidad mediante inversiones en bienes académicos. En

circunst a ncias pa rt icula res, especia lment e en los moment os de crisis, los

grupos desafia nt es aprovecha ron diversas oport unida des pa ra uti l izar estainversión en la cons tr ucción d e sus propios espa cios en el á mbit o del poder

estatal . Cuando estas inversiones a largo plazo empezaron a gozar de ma-

yor va lor con el tr a nscurso del t iempo y a su vez nueva s genera ciones se

volvieron adultas, refrenar a sus contendientes se convirtió en una tarea

mucho má s dif íci l pa ra la él i te jurídica . Un resulta do nat ura l fue la combi-

na ción y multiplicación de ba ta l las t urbulent a s en cont ra de dicha éli te, la

cual se convirtió en un blanco común. Las personas pertenecientes a los

grupos relativamente excluidos pudieron desarrollar nuevos conocimien-

tos para aplicar en el Estado, novedosas técnicas especial izadas para go-bernar –basadas en la economía o en la sociología, por ejemplo–, así como

vínculos de al ia nza con los Es ta dos Unidos pa ra reta r la h egemonía de los

polí t icos a boga dos forma dos ba jo pat rones europeos. D e esta forma , t odos

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los grupos aspirantes a ser éli tes lograron tener un blanco común y un

mismo punt o de referencia .

Ademá s, en el período posterior a la Segunda G uerra Mundia l existió

una considera ble inversión por par te de los E sta dos U nidos par a reforma rla educación en Lat inoamérica (v. gr. Puryear 1994). Esta reforma, que

contó con el apoyo de entidades gubernamentales y de las fundaciones

fi la nt rópica s má s import a nt es, se concent ró en elevar la cal idad no sólo de

la economía, sino también de otras disciplinas tales como la antropología, la

ciencia política y la sociología –todo en nombre de la modernización y del

desarrollo económico–. Se le dio énfasis al desarrollo de disciplinas espe-

cial izada s, de investiga ciones y publica ciones a ca démica s, de programa s de

doctora do, así como a la posibilida d de est udia r en el extra njero. Los poten-

ciales sujetos que desa fiaba n a los a boga dos doctos –especialment e a que-llos provenient es de grupos que no conta ba n con el ca pita l fam iliar y s ocia l

suficiente par a progresa r dent ro de los grupos tra dicionales– logra ron apro-

vechar estas nuevas oportunidades. Desde la perspectiva de los Estados

Unidos, sobre todo después de que Fidel Castro ascendió al poder, estos

programas pretendían asegurar al iados, así como luchar en contra del co-

mun ismo con la int roducción de idea s y t ecnología s qu e conducirían a l pro-

greso económico sin necesidad de promover ideales de izquierda.

Alguna s persona s ubicada s dent ro del dominio del derecho intent a ron

neutralizar estos desafíos a su posición dominante, para lo cual estrecha-ron lazos con d iversa s funda ciones y entida des esta ta les con el objeto de

ha cer ver q ue el derecho era un inst rument o que ta mbién podía ser moder-

no y úti l para el desa rrollo. No obsta nt e, los progra ma s de derecho y desa-

rrollo en Brasil y en Chile no obtuvieron los mismos resultados exitosos

que sus program a s riva les rea lizados desde la economía y las ciencia s so-

ciales. El derecho se convirtió en una disciplina aún más desacreditada y

anacrónica. De hecho, en ninguno de los países los programas lograron

tener im pacto rea l a lguno sobre la educa ción jurídica. S ólo se present a ron

efectos la tera les. El énfa sis bra sileño en el derecho empresar ial r eforzó elpoder de una parte relativamente marginal de la él i te jurídica –aquellos

a bogados a gentes intermediar ios que t ra bajan para empresas int ernacio-

na les–, la cual pudo sa car vent a ja del debili ta miento del resto de integra n-

tes de dicha élite (ver  capít ulo 12). Aun a sí, los objetiv os propios de la reforma

ja má s se consiguieron.

La s estra tegias int ernaciona les en el contexto de la G uerra F r ía s i rvie-

ron a su vez como factores que precipitaron grandes crisis de Estado en

estos países. Los mili tares en Brasil endurecieron su posición respecto a

aquellos identificados con la izquierda en 1969, excluyendo una gran por-ción de descendientes de la élite del poder estatal y aumentando las opcio-

nes de represiones violenta s a las voces de disenso. En Ch ile la dicta dura

de P inochet , quien a scendió a l poder en 1973 luego de la s divisiones a socia -

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70 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

da s con Allende, asesinó y envió a l exilio a muchos de los que an tes h a bía n

ocupado el poder. Ambas intervenciones militares, que fueron realizadas

en nombre de la G uerra Fría , protegieron la propiedad privada de la vieja

élite, pero los nuevos grupos en el poder tuvieron poco respeto por lasoligarquías que habían gobernado el Estado en nombre del derecho. Los

desafíos creados efectiva ment e ha bían soca va do a la vieja élite. Los recién

llega dos se apresura ron entonces a perseguir a los reformist a s de la vieja

éli te que habían promovido ideales de izquierda, y para ello el estableci-

miento jurídico no se constituyó como punto de referencia que ofreciera

escena rios de lidera zgo pa ra los nuevos gobiernos. En Ch ile, el poder mili-

ta r se a l ió con los Chica go Boys, quienes respondieron con una a genda que

coloca ba a los a boga dos y a l derecho en un a posición rela tiva ment e ma rgi-

na l . En B ra sil la si t ua ción fue má s complica da , pero por lo genera l surgie-ron economista s –especia lmente Delfim Netto– que jugar on pa peles domina nt es

en los gobiernos mili ta res y en las a dminist ra ciones sucesoras.

La si tuación de las insti tuciones jurídicas predominantes en Brasil y

en Ch ile, en par ticula r la s cortes y las faculta des de derecho, fue debil i ta da

sustancialmente con el paso sucesivo de estos desafíos. Ambas institucio-

nes ha bían obtenido su prestigio y legitimidad en part e debido a sus nexos

con la s fa milia s t ra diciona les y en pa rte por la a utoridad concedida a l mo-

delo jurídico europeo. El prest igio de la ra ma judicial y de los profesores d e

derecho –muchos de los cuales también eran jueces– disminuyó progresi-va ment e a medida que se percibió su a na cronismo y desa ctua lización con

respecto a las técnica s y conocimientos especia l izados n ecesar ios pa ra pro-

mover el desarrollo económico. Los profesores de derecho empezaron a

ser vist os como dileta nt es y n o como a cadémicos serios o como investiga -

dores sistemáticos, y asimismo las cortes empezaron a ser prácticamente

irrelevant es en los asunt os má s importa nt es de Gobierno. P or lo ta nto , la

posición del derecho dent ro de la s inst itu ciones est a t a les decreció, a pesa r

de los esfuerz os de los promotores de la línea de derecho y desa rr ollo. Los

golpes milita res encont ra ron muy poca resistencia por pa rt e de las cort es olas facultades de derecho en Brasil y en Chile. El éxito de los desafíos

elevad os en cont ra de esta élite en los a ños 70 y 80 se hizo evidente por el

modesto rol que jugaron tanto las cortes como las facultades de derecho

luego de supera dos los regímenes m ilita res.

Est a éli te logró reag rupar se de diferentes ma nera s en ca da país. Debi-

do a la relat iva diferencia ción q ue se puede const a ta r en la éli te bra sileña,

dicho grupo pudo responder a los desafíos planteados utilizando las insti-

tuciones existentes, particularmente la Asociación de Abogados del Brasil.

En cambio en C hile esta lucha requirió la conforma ción de nueva s inst i tu-

ciones, incluyendo las ONG de derechos humanos que tuvieron tanta im-

port a ncia y qu e luego sirvieron de modelo pa ra otr a s la ti t udes.

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AGENTES INTERMEDIARIOSCOMO POLÍTICOS OPORTUNISTAS

En México y en Argentina los puntos de pa rt ida fueron bast a nt e diferentes.Como fue expuesto en el anterior capítulo, la élite jurídica erigida en la

Colonia –los aca démicos cosm opolita s, los polít icos y los hér i t i ers  de la a risto-

cra c ia t er ra teniente– había s ido e limina da en gran medida como fuente

de poder y legitimida d guberna ment a l ha cia los a ños 30. E n efecto, la élite

de los tiempos de P orfirio D ía z –el inverso hist órico de lo qu e fue el ca so en

B ra sil y C hile– fue derrota da en los inicios del a nt erior siglo en la Revolu-

ción Mexica na , crea ndo as í una división qu e sería perdura ble en la élite de

México. La éli te tradicional no se retiró sino que se mantuvo afuera del

Est a do y se concent ró en constr uir y m a ntener empresas y bienes ra ícesfa milia res. E l compromiso político qu e surg ió como producto de la Revolu-

ción –y que se extendió de una u otra forma hasta el presente– permitió

que la vieja élite f loreciera a un cua ndo estuviera excluida d el Gobierno. La

a ristocra cia terra teniente y sus descendientes dentro de la burguesía m exi-

ca na no pa rt icipa ron directa ment e en el Gobierno del E sta do. La éli te del

E sta do, en contra ste, comprendía un gru po forma do en derecho, que era n

las persona s descendient es del a la ga na dora en la R evolución Mexica na y

quienes ha bían const ruido sus bases en el P RI, el par tido polít ico con m a -

yor t iempo en el poder en M éxico. Aun cua nd o los sujet os de la n ueva élitegobernant e eran clara mente el resulta do de la s misma s inst i tuciones edu-

cat ivas q ue había n da do como producto a la élite esta ta l prerrevoluciona ria ,

ellos n o sost uvieron conta ctos con el poder priva do del mismo m odo como

lo hicieron los abogados prestigiadas de Brasil o de Chile.

En México, por lo tanto, las cortes e incluso las facultades de derecho

fueron forzosam ente plegada s a l P RI y a las estructura s de incent ivos que

este par tido facil ita ba . Los profesores de derecho ga na ba n prestigio y po-

der principa lment e a t ra vés de conexiones con el poder político y el P RI , y

lo mismo se podía predicar de los miembros del aparato judicial. Así, en

compa ra ción con los escena rios de C hile y B ra sil , la jurisdicción y la a cade-

mia jurídica mexicana jugaron un papel todavía más marginal en el Go-

bierno y en la legitimidad del Estado. En lugar de una relación cercana

entre las viejas familias, los tr ibunales y las facultades de derecho, cada

una reforzando la estabil idad y la legitimidad del Estado, los tr ibunales y

el derecho mantuvieron una f idelidad mucho menor al Estado mexicano

dominado por el PRI, el cual reclamaba su autoridad en la Revolución

Mexicana.

La historia de Argentina condujo a posiciones del poder judicial y de

las faculta des de derecho incluso má s débiles, pero la ca usa de esta fra gili-

da d fue bast a nt e diferente. Las crisis frecuentes –que comprenden má s de

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72 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

veinte golpes militares a lo largo del siglo XX– produjeron un legado que

limitó severamente la ampliación de los cometidos académicos y profesio-

nales orientados a la construcción de cualquier insti tución estatal , inclu-

yendo las jurídica s. Los grupos profesiona les que se encont ra ba n dispuestosa invertir esfuerzos en regímenes particulares eran generalmente expul-

sa dos del E st a do (e incluso del país) cuan do el G obierno al ma ndo –ya fuera

populista o mili tar– cambiaba. Cada vez que los regímenes al ternaban el

poder cambiaban completamente la permanencia no sólo de las personas

que manejaban el Estado sino también de aquellas pertenecientes a la

jurisdicción e incluso de las facultades de derecho. Las instituciones del

Estado se hicieron débiles debido a las constantes purgas y lo que ellas

implicaban en términos de disposición de recursos profesionales para di-

cha s ins ti t uciones. D e modo ent endible, los profesiona les tendieron a in-vertir sus esfuerzos en otras partes, incluyendo el exterior , en lugar de

correr el r iesgo de ha cerlo en el E sta do alta ment e inesta ble de Argent ina .

Los abogados y los profesores de derecho, por lo tanto, no mantuvieron

ningún n exo especia l con el Est a do como ta l , ya fuera median te sus fa mi-

lias o a través de sus conocimientos especializados. Ellos no ocuparon es-

pacios dominantes parecidos a los descritos en Chile o en Brasil, o incluso

a los de la él ite goberna nt e de México. La s inst i tuciones a sociad a s con el

derecho –las facultades de derecho y las cortes– fueron extremadamente

endebles y ma rgina les en la s violenta s cont ienda s por el poder del Est a do.Las historias de México y Argentina, por lo tanto, no muestran las l í-

nea s de lucha observada s en B ra sil y en Chile. México y Argent ina fueron

sociedades divididas y fragmentadas y, consecuentemente, las formas de

acumulación de capital extranjero estuvieron destinadas a ser diferentes.

En par t icula r , encontra mos estra tegias int ernaciona les par a lelas que, en

contraste con las si tuaciones de Brasil y Chile, prácticamente lograron

ignorarse de forma mutua. Ellas no contaron con un enemigo común que

eventualmente pudieran minar .

Además, es casi axiomático que los esfuerzos invertidos por la élite enestra t egia s cosmopol ita s t ienden a guarda r un a rela ción inversam ente pro-

porciona l con la solidez de sus nexos con las in st itu ciones esta ta les locales.

En otr a s pala bra s, las él ites que son relat ivament e privilegiada s pero que

ma nt ienen un a posición frá gil y débil frente a l E sta do, por lo genera l pro-

penderá n a ser mucho má s cosmopolita s que sus cont rinca nt es bien conec-

tadas con el Estado. De acuerdo con esto, las estrategias cosmopolitas en

México y en Argentina fueron dictaminadas por las él i tes relativamente

más prósperas y privilegiadas que habían sido excluidas del poder del Es-

ta do. En cam bio en B ra sil y en Chile las él i tes más privilegiada s se man tu-vieron bien conectadas con las insti tuciones del Estado, aun cuando en

gra dos diversos, por lo cua l tuvieron m enos necesida d de a cudir a estra te-

gias cosmopolitas.

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Estas diferencias fueron tenidas en cuenta por los programas estado-

unidenses dirigidos a Latinoamérica. En Brasil y sobre todo en Chile se

otorgó un fu ert e énfa sis a los recursos del exterior (P ury ea r 1994), lo cual

se vio refleja do en especia l en la inversión est a dounidense ba sta nt e visibleen educación y en conocimiento. Sin emba rgo, la a ctiva inversión en d ere-

cho y desarr ollo no fue necesar ia pa ra que la él i te priva da mexica na o las

éli tes profesionales argentinas tuvieran mayor familiaridad con las tecno-

logía s e idea s de los E st a dos Un idos, incluyendo la s del ca mpo jurídico. La

Fun da ción Ford, por ejemplo, cuan do empezó a invertir en Argentina lo-

gró filtrar fácilmente su influencia en la Fundación Di Tella, en lugar de

tener que crear algo nuevo frente a los ojos de una buena porción de la

éli te que ya había sido americanizada.

México se dist inguió por la producción de una sola división estr uctur a l,con los sectores público y priva do escindidos, los cua les pasa ría n a configu-

ra r dos mun dos jurídicos completa ment e diferentes, incluyendo abolengos

fam ilia res distint os, a sí como faculta des de derecho y potenciales tr a yecto-

ria s profesiona les divergentes. La s estra tegia s de ca da división estructura l

fueron por lo tanto completamente diferentes. En el sector público los es-

fuerzos cosmopolitas no obtuvieron ningún tipo de injerencia en el Estado

hasta el f inal de los años 80. Solamente hasta entonces una estrategia

a cadémica constru ida con ba se en los derechos huma nos se convirt ió en la

estra tegia de ava nzada ha cia el poder del Esta do.

En contraste, las estrategias jurídicas cosmopolitas para la burguesía

privada y para los grupos descendientes de la élite tradicional mexicana

prerrevolucionaria, produjeron un pequeño grupo de abogados foráneos

que presta ba n s us servicios a diversos negocios extr a njeros, ocasiona ndo

con ello un impacto reducido en el Estado. Este grupo de abogados priva-

dos configuró un mun do jurídico bast a nt e diferente a l del a la pública , y a

pesar de sus vínculos con el extranjero, no dedicó esfuerzos importantes

para acceder a distintas técnicas y conocimientos jurídicos especializados.

La s estra tegias interna ciona les ha n desafiado la división existente entre

los dos sectores jurídicos mexica nos, pero dicha división a ún persist e. Los

economist a s, como rela t ivos recién llega dos a l G obiern o de México, a l prin-

cipio se encont ra ron domina dos por la él ite esta ta l const ruida bá sica men-

te a par t i r de re lac iones persona les y as í neces i t a ron amasar mayor

categoría y autonomía con respecto a los abogados vinculados al Estado.

E llos concentr a ron sus esfuerzos en conocimientos t écnicos de forma rela-

tiva mente t empran a , lo cual los condujo ha cia los E sta dos U nidos luego de

que el prestigio int erna ciona l de la economía esta dounidense se ha bía a sen-ta do. U ti l izaron estos conocimient os especial izad os par a ga na rse un espa-

cio en la s inst ituciones esta ta les, pero se inclina ron por desempeña rse sobre

todo como “tecnócra ta s” , a islánd ose de esta forma de las fuent es principa -

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74 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

les del poder polít ico. No obst a nt e, la crecient e import a ncia de est e conoci-

miento tecnócrat a esta ta l –especia lmente evidente con la crisis económica

de los a ños 70 y la crisis de la d euda de los 80– instó a que va rios int egra n-

tes de la generación a ctua l de la él i te polí t ica emprendiera n esfuerzos pa ralegi t imar la economía . La estra tegia internacional les permit ió unirse a

varios economistas que provenían del sector privado y eran formados en

universidades privadas. Conectados a través de su educación en el exte-

rior y mediante conocimientos y técnicas especial izadas compartidas, los

economistas de ambos lados de la división –incluyendo a Pedro Aspe (ver 

capítulo 2)– vinieron a ser “los políticos tecnócratas” de las administracio-

nes de Salinas y de Zedillo.

La s crecientes presiones del exterior , a ba rcan do la entonces f lorecien-

te comun ida d int erna ciona l de derechos hum a nos, junt o con el increment opaulatino de poder de los tecnócratas políticos, hizo que el gobierno de

Salinas se sirviera de aquellos que habían centrado sus cometidos en la

estra tegia intern a ciona l para desa rrolla r conocimientos especia l izados en

derechos humanos. Estas actividades, al lado de aquellas propias de los

economist a s, mina ron el cl ient elismo tr a diciona l del P RI . El Na fta , la s re-

forma s electora les y las cam pañ a s en cont ra de la corrupción y de la s dro-

ga s a celerar on má s a fondo los impulsos orienta dos ha cia las n uevas forma s

de legitimida d jurídica interna ciona l . Aquellos q ue invertía n sus esfuerzos

en derechos huma nos h a bían real izado ca rreras pol ít ica s ba sta nte impor-ta ntes dentro del PRI a t ra vés de la Comisión Na ciona l de Derechos H u-

ma nos (CND H ) y de la oficina del P rocura dor G enera l . Lo mismo ocurrió

con los abogados que adquirieron conocimientos especializados en econo-

mía , quienes progresaron media nt e la s negocia ciones del Na fta o tr a vés de

los carg os má s t écnicos del G obierno y con un a ma yor orienta ción h a cia los

Estados Unidos.

De otra part e, las f irma s privada s de a boga dos, que desde tiempo a trá s

habían creado nexos entre los abogados de las viejas familias de éli te y

diversos negocios internacionales, también tomaron ventaja de los consi-derables conocimientos especializados extranjeros y de la experiencia en

el exter ior (forei gn k now-how ) adquiridos en las negociaciones sobre la

crisis de la d euda de inicios de la d éca da de los a ños 80, y a simismo utiliza-

ron esta legitimidad producto de los conocimientos tecnificados para abor-

da r a sun tos de derechos huma nos ta les como el de implement a r elecciones

tra nsparent es. Como resulta do, logra ron una cerca nía mucho ma yor con

el Gobierno y el poder del Es ta do. Por lo ta nt o, en el escena rio mexican o

las estrategias internacionales ayudaron a que la vieja éli te privada se

ubica ra nueva mente dentro de las frontera s del Es ta do, primero median tela economía y poster iorment e a t ra vés del derecho. De ma nera má s gene-

ral , las inversiones de esfuerzos y de recursos jurídicos internacionales

han ayudado a cerrar la división entre las dos éli tes que ahora convergen

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en técnicas y conocimientos especial izados acuñados en los Estados Uni-

dos, incluyend o el derecho económico y los der echos h um a nos.

La tr a yectoria a rgent ina es similar a la de México, pero la si t ua ción es

má s compleja . Allí no se presentó una simple división q ue las estra tegia sinternacionales pudieran l legar a superar y , lo que es más importante, no

existió un E sta do rea l pa ra domina r o pa ra usa r con el objeto de esta bilizar

las inversiones a rgentina s de recursos y esfuerzos. En Argentina , el ca pi-

tal extranjero ha sido manipulable y disponible de manera fácil . En este

país también se dio un acceso relativamente temprano hacia los Estados

Unidos por parte de los abogados y otros profesionales. Por ejemplo, en

contraste con México, la él i te argentina, ejemplif icada en Raúl Prebisch,

desde hace tiempo ha concentrado sus esfuerzos fundamentalmente en

diferent es insti t uciones int erna ciona les. P or ra zones similar es, la él i te pro-fesiona l ar gentina ha dedica do sus energías a insti tuciones híbridas loca li-

zadas alrededor del Estado.

Los dos principales conductos híbridos establecidos en Argentina –las

f irmas de abogados dedicados al derecho empresarial y los centros de in-

vestiga ción priva dos má s reconocidos (th ink tanks )– se encuent ra n orien-

tados característicamente hacia los Estados Unidos, pero esta tendencia

no requirió de una polí t ica de export a ción a gresiva como la observa da en

B ra sil o en Chile. En efecto, esta s insti t uciones fueron creada s en la m is-

ma Argent ina y post eriorm ente fueron reforza da s con conexiones e inver-

siones extra njera s. La f irma de a boga dos a sociados represent a en Argentina

la inst i tuciona lización del rol del agent e intermediario. La est a bilida d del

sector de las f irmas de abogados empresariales proviene de la capacidad

de unir en una instancia el capital extranjero, la comunidad de empresa-

r ios a rgent inos y el Esta do a rgent ino, aun cuan do el Est a do ca mbiara dra -

má tica mente de la t ra nsición de un régimen a otro . La estructura famil ia r

subyacente a las f irmas les permitió acumular r iqueza y perpetuarse con

el transcurso del tiempo. Los abogados de prestigio cosmopolitas general-

mente se mant endría n a jenos a l ám bito del Est a do. En cua nto el va lor de

la s técnicas y los conocimient os especia liza dos est a dounidens es comenzó a

crecer , estos abogados empezar on a ma nda r pa ula t ina mente a sus hi jos a

los Est a dos U nidos para compra r un t í tulo, gan a r ma yor nivel de especial i-

dad y entablar conexiones, todo lo cual sería uti l izado para sostener este

sector profesiona l privilegiad o.

La organización familiar de las f irmas argentinas de abogados ha sido

bast a nte exitosa a unque, en t odo momento , ta mbién ha sido f rági l : la s re-

ducida s oport unida des de ent ra da en oca siones conducen a tensiones profe-siona les y a sí peleas fa milia res pueden causa r que a lguna s firmas se divida n.

Además, la s f irma s fa milia res desde las que ciertos a boga dos se desplaza -

ron a l Est a do podían resultar perjudica da s por la s polít icas de vengan za del

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76 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

régimen siguient e. Aun a sí , cont a ndo con fuert es motivos pa ra no destina r

directa ment e sus esfuerzos y r ecursos a l Es ta do, o incluso a la s cort es o a

las fa culta des de derecho, esta s f irmas fa miliares en su mayoría prospera-

ron con la ayuda de las estra tegias internacionales para impulsar las ymantener las .

La eventual competencia frente a las poderosas f irmas de abogados

empresar ia les generalmente ni s iquiera era a sumida como ta l en Argenti-

na . Al no existir la hegemonía jurídica que se da ba en B ra sil o en Ch ile, el

derecho no se convirtió en blan co par ticula r de los grupos a spiran tes a ser

élites. Ademá s, debido a q ue la legitimida d de la élite jurídica a rgent ina ya

era dependiente de los nexos y conocimientos especializados del exterior,

los potenciales competidores iba n en el m ismo bote como a bogados empre-

sariales en términos de localizar las inversiones internacionales para serencauzadas localmente. En general , el problema de una endeble autono-

mía en las faculta des de derecho se extendió a las universida des, ha ciendo

dif ícil invertir esfuerzos y recursos ta nt o en el E sta do como en las univer-

sidades mismas. Como resultado, la otra forma insti tucional dominante

para enca uza r este t ipo de inversión int erna ciona l en Argent ina fueron los

centr os priva dos de investiga ción má s r econocidos (th ink tanks ), de nuevo

un típico producto esta dounidense pero a la vez cla ra ment e local. Debido

a que la fa milia Di Tella procedía de la m isma forma que la fam ilia Rocke-

feller en los Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX,adquiriendo legitimidad mediante instituciones de corte público, se pre-

sentó casi que una convergencia predeterminada. En consecuencia, el re-

su l tado para l as c ienc ias soc ia les más rec ientes –par t i cu la rmente l a

economía y la sociología– fue ba sta nt e similar a l observad o en el sector de

las f irmas empresariales de abogados. Los centros de investigación más

reconocidos logra ron ma nt ener a biertos los can a les de comunicación ent re

los conocimient os especializa dos del exterior y el capit a l, a sí como con cua l-

quier forma que tuviera el Estado existente . Si bien tanto las f i rmas de

a boga dos como los centr os de in vestiga ción má s r econocidos se ma nt uvie-ron a ra ya del Est a do, a mbos pudieron disponer de intermedia rios con a cceso

hacia quienquiera que estuviera en el poder en un tiempo determinado.

Sin embargo, el estatus históricamente débil del derecho, constante-

ment e purga do por los nuevos gobiernos que dest ruía n cua lquier residuo

de los previos, implicó que no existiera un E sta do fuerte pa ra ser reforma -

do de a cuerdo con los pa tr ones d e las nueva s t écnicas y conocimientos es-

pecial iza dos públicos. Con inst i tuciones esta ta les a ún no esta blecida s, no

había nada para asir en Argentina que no fuera el poder polí t ico. Por lo

tanto , la entrada a l Estado únicamente se hal laba sujeta a pol í t icas deturno y a gérmenes venideros de un patronazgo para camaril las de t ipo

argentino. Las conexiones familiares podrían l legar a reducir los r iesgos

individua les, pero ha bía costos severos pa ra las estra tegias polí t ica s cuan-

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do el poder cambia ba de ma nos. P or lo ta nt o, en el cont exto a rgent ino las

nuevas tecnologías de poder, tal y como las antiguas, fueron empleadas

únicamente como herramientas polí t icas de t ipo estratégico. La retórica

podría ser la del esta do int erna ciona l del art e, pero su verda dero objetivoera ha cer desca la bra r la oposición. A cam bio de lo que ocurr ió en los E st a -

dos Unidos, en Argentina fue simplemente imposible combinar la credibi-

lidad científica con el proselitismo político sin que la primera resultara

destrozada. Como consecuencia, el Estado argentino fue repetidamente

desga rra do. La s nu evas técnica s y conocimientos especial iza dos no lleva-

ron a ningún cambio insti tucional duradero.

Si bien en Argent ina , a l cont ra rio de México, ha bía u na evidente l ínea

divisoria entre el estamento mili tar y el nuevo régimen democrático, el

cambio no se precipitó debido a una acumulación de inversión de recursosen el E sta do sino, por el cont ra rio, debido a la guerra de las I slas Ma lvina s/

Falklands que l lanamente desacreditó a los mili tares, forzándolos a reti-

rarse del poder. Los peronistas para ese entonces se encontraban en una

posición r ela tiva ment e débil y el resulta do fue que el P a rt ido Ra dica l –el

par tido t ra diciona l de los nuevos y viejos profesiona les– llegó a l poder. Los

radicales no pudieron encontrar las herramientas suficientes para mane-

jar la crisis de la deuda, por lo cual fueron expulsados del poder, permi-

tiendo así que los peronistas se reagruparan bajo la dirección de Carlos

Ménem, gana ra n la s elecciones y f inalmente empeza ra n a a cumular a lgúntipo de inversión en el Est a do. Los peronist a s se convirt ieron a la ort odo-

xia económica compran do lo que era visto con bu enos ojos por los est á nda res

intern a ciona les y a simismo incorpora ron a l G obierno los centr os de inves-

tiga ción económica de punt a . Ta mbién por lo menos fingieron esta r d e a cuer-

do con la ortodoxia jurídica profesional , ofreciendo una apariencia de

legalidad cuando al mismo tiempo tomaban ventaja de la fal ta de auto-

nomía del propio sistema jurídico. D entr o de este cl ima, los economista s

comenzaron a invertir más en el Estado e incluso en la supremacía del

derecho, buscando así legitimar sus propias posiciones dentro del Estado.Al mismo tiempo los profesionales afuera del Estado, incluyendo las

f irmas de abogados, logra ron saca r provecho de la r ela tiva esta bilidad para

invertir má s esfuerzos en diversa s inst i tuciones jurídicas, dent ro de ellas

las facultades de derecho y de administración de universidades privadas,

la r esolución a ltern a tiva de conflictos y el comienzo de la reforma judicia l.

Est a multiplicidad d e actividades son pa rte de una va rieda d de potencia les

inversiones complementa ria s en el Es ta do y en el derecho, y su a lrededor.

Sin embargo, el éxi to más contun dente de las estra tegias interna ciona les

en Argentina fue la explosión de insti tuciones próspera s a fuera del Est a -do: los cent ros de investiga ción reconocidos y las firm a s de a bogad os fa mi-

liares.

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78 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

En cont ra ste con Argent ina y México, las estra tegia s jurídica s interna -

ciona les en B ra sil y en Chile en las d éca da s de los a ños 80 y 90 pueden ser

interpretadas como esfuerzos para reconfeccionar y reconstruir una paz

social que había sido despedazada, y para redefinir el papel del derecho yde los abogados en Estados modificados. No obstante, como veremos, la

reinversión en el derecho y en el Estado, ahora orientada hacia las técni-

ca s y los conocimient os especial iza dos esta dounidenses, se ha present a do

de una manera pronunciadamente asimétr ica : la economía ha avanzado

má s lejos que el derecho y el derecho de los negocios má s a llá q ue el dere-

cho de los in t ereses colect ivos.*

El punt o básico de esta sección del capítulo es que la s estra tegia s int er-

nacionales han sido forjadas en escenarios insti tucionales dramáticamen-

te distintos, correspondientes a los cuatro países estudiados. En Brasil yen Chile las estrategias jurídicas internacionales ayudaron a facil i tar el

retorno del derecho –y el regreso de familias tr a diciona les de éli te capa ces

de rediseñar sus credenciales de presentación– a una posición determi-

na nt e en el Gobierno. En Argentina y en México, por el cont ra rio, las es-

t r a teg ias in ternac iona les no enca ja ron en es te modelo de desa f íos y

respuestas. En su lugar, dichas estrategias funcionaron en complejas es-

tructuras domésticas de poder que permitieron a algunos descendientes

de la él i te tradicional de México traspasar la frontera entre las él i tes pú-

blica y privada, y a algunos sujetos cercanos al PRI hacer progresar lastecnologías de gobierno de este partido. En Argentina las estrategias in-

tern a ciona les ha n empeza do a t ra nsforma r el G obierno, especialm ente con

referencia a a sunt os económicos, pero esta s estra tegia s sobre todo ha n crea-

do y modificado las firmas de abogados de negocios y los centros de inves-

tigación más reconocidos. Finalmente, aun cuando relativamente fácil de

explica r da da la estructura polít ica d e Argentina , resulta irónico que sien-

do el país más imbuido en el mercado internacional de las técnicas y los

conocimientos especializados en el período analizado, su ámbito de poder

esta ta l termina ra como el menos tr a nsforma do por la s inversiones domésti-cas de técnicas y conocimientos especializados provenientes del extranjero.

* Los autores utilizan aquí un contraste entre derecho de los negocios y derecho de los intereses

colectivos (public interest law)  que es com ún en la práctica jurídica norteam ericana. Se trata dela coexistencia de, por un lado, firm as de abogados dedicadas a la asesoría de em presas pudien-

tes y, por el otro, firm as de abogados dedicadas a la representación de grupos m arginados

(inm igrantes ilegales, m inorías raciales, etc.) o de causas colectivas (v. gr., protección del m edio

am biente o de los consum idores). La m ayoría de las firm as de abogados de negocios tam bién

representan gratuitam ente a un pequeño núm ero de personas que no pueden pagar losservicios de un abogado. Pero el contraste al que se refieren Dezalay y G arth es el que existe

entre dos form as distintas de ejercer el derecho en los Estados U nidos, una en representación

de los intereses em presariales y otra en representación de los intereses de los m arginados y de

la colectividad. [N ota del editor]

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DOLARIZACIÓN ASIMÉTRICA

En la segunda parte de este capítulo también procederemos de manera

dia crónica, pero ca mbia remos de eje con el objeto de a na lizar cierta s t écni-

cas y conocimient os especia liza dos en luga r d e país es específicos, concen-

tr á nd onos en el derecho y la economía , el desa rrollismo y el neolibera lismo.

La s t écnica s y los conocimient os especia liza dos a sí como las cuest iones de

debate son dos caras de un mismo desafío (Abbott 1988). Las profesiones

logran abrir mercados cuando de manera exitosa definen nuevos proble-

ma s, emplea ndo par a ello su propio lengua je a l igua l que un nivel de cono-

cimiento especial izado. En términos de Bourdieu, es necesario hacer que

las personas ajenas a la profesión crean en quienes invierten esfuerzos y

recursos en el nuevo conocimient o (B ourdieu 1993; D eza la y y G a rt h 1996b).

En contraste con la primera parte de este capítulo, en donde orientamos

nuestra mirada ha cia a trá s para exa minar los a contecimientos pasa dos de

ciertos Esta dos, aquí dirigiremos nuestra m irad a h a cia a dela nt e, para pro-

veer un enfoque má s generoso en result a dos: precisa remos las consecuen-

cias producto de los esfuerzos acometidos por las nuevas ortodoxias, así

como los un iversa les emplea dos en el Sur .

A pesa r de este giro en la perspectiva , el enfoque genera l contin úa siendo

el mismo. De nuevo el énfasis se encuentra en la idea de la dependencia en

relación con la tr a yectoria h istórica y en los cont extos que circunda n t a nt oel viejo conocimiento, cimentado en los tribunales y en las facultades de

derecho, como el nuevo que proviene del Norte. Ambos tipos de conoci-

miento se encuentran enlazados con ciertos procesos de producción social

y de igual forma ambos exigen atención para vislumbrar de qué modo los

procesos son transformados para incluir nuevas cuestiones en el debate.

P or lo ta nt o, el gra do en el que cierta s t écnicas y conocimientos especia l i-

za dos del Norte se a f ian za n en el Sur , se encuentr a determina do por a que-

llas cuestiones que son considera da s como nuevas en el deba te. D el mismo

modo, el proceso como un todo es enormemente facilitado por choques y“nu evos a cuerdos”, incluyendo golpes milita res, el descens o de los regím e-

nes milita res, las divisiones del Vietn a m producto de la G uerra Fría y cri-

sis económica s como la de la deuda a l inicio de los a ños 80.

Finalmente, aun cuan do a dela nta mos nuestro aná l is is en t érminos de

ela bora r un a a rq ueología de los nu evos universa les h egemónicos, la expli-

ca ción determina nt e proviene de una perspectiva q ue se centra en las a l ian-

zas entre el Norte y el Sur . De manera similar , términos como “Estado

fuerte” o “Estado democrático” resultan demasiado amplios para facil i tar

una comprensión de estas transformaciones, las cuales pueden ser apre-cia da s sólo si se escruta por deba jo de las cat egoría s genera les. La ma nera

de a delant a r la explica ción es por lo ta nt o pa ra dójica . E n efecto, bien pode-

mos comprender la s t ra nsforma ciones como el resulta do de nuevas tecno-

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80 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

logías y cuestiones en el debate que producen nuevos conocimientos de

gobierno, especia lment e en las t endencias d e los derechos hum a nos y del

neolibera lismo, o bien podemos centr a rnos en insta ncias pa rt icula res que

a bren n uevos espacios de oport unida des, ta les como a quellas que permitierona los abogados agentes intermediarios prosperar en las últimas décadas.

Una manera de describir el proceso en análisis es bajo el rótulo de

“dolariza ción”, esto es, el proceso por el cua l se at a el valor de la s t écnica s

y los conocimientos especializados del Sur con el poder de capacidad de

compra que ellos tenga n en los E sta dos Unidos. El ra sgo clave de las técni-

cas y los conocimientos especializados impulsados por y a través de los

polí t icos t ecnócra ta s, es el nexo que ma nt ienen con lo que resulta a cepta -

ble en la s un iversidad es y en los cent ros de investiga ción m á s reconocidos

de los Estados Unidos. Sin embargo, aun cuando nuestra versión generalpuede ser representa da como un giro que va desde los a boga dos de presti-

gio ha cia los polí t icos t ecnócra ta s, o como la dola riza ción, r esulta impor-

tante tener en cuenta que este giro general no ha operado a la misma

velocida d en t odos los escena rios. Algunos a mbient es profesiona les son m á s

globa les que otros, incluyendo, par ticularm ente, disciplina s má s recient es

como la economía. Dentro del derecho, el ejercicio de la abogacía en las

f irma s de derecho de los negocios se encuentr a mucho má s a delan te qu e el

ejercicio de la abogacía de causas sociales o que el derecho de intereses

colectivos en términos de dola riza ción. E st e proceso a lta ment e inequita tivo,que a gra va el actua l desequil ibrio en el merca do de la s t écnicas y los cono-

cimientos especializados, es un microcosmos de lo que se encuentra en

juego en la globalización o la dolarización.

Con el objeto de resaltar este proceso desigual , así como los rasgos

estru ctura les que lo producen, nos detendr emos de a lgún m odo en el ejem-

plo de la economía y en dos ejemplos del derecho, la a bogacía de la s firma s

de derecho de los negocios y el derecho de los intereses colectivos. Em-

plea ndo estos ejemplos podremos exa mina r cómo un enfoque centr a do en

la s profesiones y en los ca mpos na ciona les de poder por sí mism os, puededa r cuent a de la s conexiones –y desconexiones– que ocurr en en los contex-

tos nacionales y transnacionales en momentos particulares. Analizando

má s a l lá d e la cat egoría de los t ecnócra ta s polí t icos, por lo ta nt o, podemos

a sir diferencias y t ensiones importa nt es en los procesos de dolar iza ción.

LA DOLARIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

La hist oria d e la economía es un ejemplo cas i perfect o de los polít icos t ec-

nócra ta s y de la dolar iza ción. La economía tuvo que asenta r su a utonomíafrente a l derecho en Lat inoamérica y hasta c ier to punto en los Estados

Unidos. La primera generación de economistas después de la Segunda

G uerra Mundia l esta ba estrecha ment e ligad a con el esta blecimient o de los

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a boga dos en los E sta dos U nidos y en La tinoam érica (y con el P RI en Méxi-

co). D e hecho, muchos de los economista s m á s import a nt es de La tinoa mérica

fueron forma dos en fa culta des de derecho que ta mbién cont rola ba n la en-

señan za de la cont a duría . La economía keynesia na y la d el desarr ollo fun-ciona ron ba sta nt e bien en el período posterior a la S egunda G uerra Mundial

para lograr el sostenimiento de Estados rela t ivamente fuer tes , que a su

vez mantuvieron –y modernizaron– la posición de los abogados de presti-

gio, en especial en Brasil y en Chile (y en los Estados Unidos) aun cuando

ta mbién dent ro de la éli te esta ta l de México. Las estr a tegia s interna ciona -

les juga ron un papel import a nt e y rela tiva ment e tempra no en la evolución

de la economía en La tinoam érica , debido a q ue la legitimidad provenient e

del exterior podía ser usada para cuestionar el poder de la élite jurídica

domina nt e, la cua l requería d e una menor inversión de esfuerzos y recur-sos extr a njeros debido a su posición loca l má s est a ble.

El Consenso de Washington fue realizado tanto en el Sur como en el

Norte con base en la similitud estructural de la posición de un grupo de

economista s que se encont ra ba n a fuera d el esta blecimiento. El primer ele-

mento determinante fue la inversión de esfuerzos académicos como una

base de legitimación para lo que entonces era una “al ianza no sacra” . Los

primeros economistas de la Universidad de Chicago, quienes casi en su

tota l idad eran la pr imera o la segunda genera ción de fa milias inmigran tes,

carecía n d e ca pita l social y de conexiones, por lo cua l cent ra ron su empeñoen el estudio de la s ma temá ticas, de la teoría de la elección pública y de la s

estra tegia s ut i l iza da s por los medios de comun ica ción. Muy t empra no ellos

conformaron alianzas con un grupo para entonces marginal de republica-

nos bastante conservadores, así como con personas de negocios que esta-

ba n en desa cu er do co n l a s có mo da s r e l a c i o nes q u e co n f i gu r a ba n e l

esta blecimiento. Los economista s de C hicago ta mbién elabora ron podero-

sos a rgument os ma temá ticos para a sí erigir sus posiciones bas a dos en una

economía “pura ” or ienta da en contra de los ensa yista s de H a rvar d, quie-

nes estaban íntimamente l igados con el establecimiento del Este de losEstados Unidos. La contienda en el terreno de la economía también se

libró en cont ra de los economista s keynesia nos del esta blecimiento que se

desempeñar on en el gobierno de Kennedy, como los l la ma dos intelectu a les

en acción. El Gobierno estadounidense fue denunciado como producto de

un comportamiento continuo de tráfico de influencias que condujo a la in-

flación y a l esta ncam iento económico.

E n 1950 los economista s de C hicago concentra ron sus esfuerzos en el

campo internacional , cuando la economía de modelo neoliberal aún era

relat ivament e débil en los E sta dos U nidos. Liderados por Arnold Ha rbergerde la U niversidad de C hica go, saca ron provecho de la U sa id y de funda cio-

nes filantrópicas para invertir en potenciales instituciones afines del Sur,

en especial la Universidad Católica de Santiago de Chile, el hogar de los

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82 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

originales Chicago Boys (ver   Valdés 1995). Esta inversión en Chile logró

convertirse en contrapeso de la Cepal –entidad de las Naciones Unidas

ra dica da en Sa nt iago– y de Raúl P rebisch, quien en sí mismo es la perfecta

personifica ción de un economist a cosmopolita bien form a do e inst ruido. Lainversión estadounidense se distr ibuyó de manera relativamente equitati-

va ent re keynesianos y neo l ibera les , pero l a economía convenciona l

keynesiana o del desar rollo fue int egra da a l esta blecimiento chileno en la

Universidad de Chile. Los economistas jóvenes de la Universidad Católi-

ca , quienes a cudieron en gra n núm ero a C hicago, conforma ron alia nza s en

Chile parecidas a las efectuadas entre los conservadores en los Estados

U nidos. Así, estuvieron listos cuan do P inochet a scendió a l poder en 1973.

E llos ut i l iza ron sus conocimientos en economía ma temá tica, su s víncu-

los con los medios de comunicación, en particular El M ercur i o , e l aná logochileno del Wall Str eet J our nal , y sus conexiones con los economistas de

Ch ica go –quienes para entonces esta ba n ga na ndo terreno dentr o de la eco-

nomía como profesión en los E sta dos U nidos–, para declar a r la necesida d

de “medidas de choque”, así como de una serie de reforma s que vendría n a

ser la B iblia de los a ta ques neoliberales en cont ra del modelo de los E sta -

dos intervencionistas de otras la t i tudes, incluyendo la Gran Bretaña . El

paralelo casi perfecto entre la Universidad de Chicago y la Universidad

Ca tólica creó una modalida d sobresaliente de import a ciones y export a cio-

nes, la cual a yudó pa ra entonces a const ruir la credibil idad del emergenteConsenso de Wa shingt on y a suministra r las ba ses pa ra el a juste estructu-

ra l que le seguiría a la crisis de la deuda y a la elección de Rea ga n en los

años 80.

E n B ra sil , Delf im Nett o, pert eneciente a la primera genera ción de eco-

nomista s que incrementa ron su poder con los milita res, uti l izó el Est a do y

el desar roll ismo como plat a forma en cont ra del viejo est a blecimiento qu e

había dominado al país. La segunda generación de los descendientes del

establecimiento, ejemplif icados por personas como Pedro Malans, radicó

su ba se en la U niversida d Ca tólica de Río de J a neiro. Ya que la economía

era una disciplina relativamente nueva en estos países, la nueva genera-

ción de economist a s t uvo la opción de educa rse en el exterior, de regresa r y

esencialmente asumir la rama económica del Gobierno para al inearla con

las exigencia s del merca do globa l emergent e. La n ueva g enera ción ut i l izó

la economía esta dounidense y la credibil idad en las m a temá ticas en cont ra

del Est a do fuer te y de la inf lación rela t iva mente a l ta que car a cter iza ban

la s políticas d e Delfim Nett o en los 70. Luego, la crisis de la d euda consoli-

dó su posición.

Los grupos de invest igación m á s reconocidos de Argentina –que esta -

ba n siempre bien conecta dos interna ciona lmente– no necesita ron de la eco-

nomía para desaf iar el establecimiento o el régimen mil i tar , pero los

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economistas, guiados en un principio por Domingo Cavallo, obtuvieron un

a cceso relat ivam ente fá cil a los merca dos int erna ciona les de las t écnicas y

conocimientos especial iza dos de la economía. L a s ma temá ticas podía n ser

empleadas para retar a abogados conversos como Martínez de Hoz. EnMéxico, una nueva genera ción dent ro del P RI, q ue incluía a persona s como

Ca rlos S a l ina s, u t i l izar on la economía para a umenta r su poder dentro del

Est a do así como pa ra extender puentes q ue conta cta ra n a economista s pro-

venient es de la s un iversida des privada s y del sector priva do, como fue el

cas o de P edro Aspe.

Los economista s la tinoa mericanos lograr on eleva r s us posiciones loca -

les con la crisis de la deuda de los años 80. Sus enfoques y el ejercicio de

sus carreras les permitió crear buenas relaciones con aquellos que nego-

ciaron la crisis de la deuda desde el otro lado. Sirviéndose de su habilidadpar a ha blar inglés, de sus conocimientos t écnicos en economía , de sus co-

nexiones con las comunidades de economistas en los Estados Unidos, así

como en su empa tía con los discursos democrá ticos q ue a dquirieron a l na -

dar en las aguas académicas estadounidenses, el los vinieron a ser el nú-

cleo de los políticos t ecnócra t a s elogia dos en los E st a dos U nidos. D e hecho,

muchos de los economistas más destacados de Latinoamérica se conocie-

ron e hicieron a migos en los Est a dos Un idos, par ticularm ente en MI T y en

Harvard, lugares en donde buena parte de la generación posterior a la de

Chicago fue educada. Ellos consti tuirían el lado sur de una versión másdemocrát ica del Consenso de Wa shingt on.

La int egra ción del mercado de t écnicas y conocimientos en economía

se increment ó en los añ os siguientes. No sólo un gr a do aca démico int erna -

ciona l es requerido como ba se par a efectua r cua lquier a preciación creíble

dent ro de los conocimientos especial iza dos en economía, sino que ta mbién

ha empeza do a ser pa ulat ina ment e necesar io que se ocupe una posición en

los Estados Unidos, la cual otorgaría una mayor credibil idad profesional ,

incluyendo a los profesores visi ta nt es e incluso nombra mient os docent es

con carácter de permanencia asegurada. Uno de los resultados es que unbuen núm ero de economista s la tinoa merica nos son a hora docentes –inclu-

so con permanencia asegurada– en varias universidades estadounidenses,

y otros muchos ocupan pla za s en el B a nco Mundia l o en el FMI. E ste fenó-

meno se encuentra bien i lustrado por el número de economistas del Sur

tra bajando pa ra el Esta do, quienes observan y monitorea n la s carreras de

sus jóvenes compa tr iota s –que enseña n y publica n en los Est a dos Un idos–

con el objeto de precisar su grado de compatibilidad con cargos locales,

mientra s que a quellos que tra ba ja n en los Est a dos U nidos se preocupan de

que su regreso l legue a “arruinar sus carreras” . Algunos economistas re-gresarán a sus países de or igen, pero muchos adelantarán sus carreras

primordialmente en los Estados Unidos, contribuyendo así a la fuga de

cerebros desde el Su r h a cia el Nort e.

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84 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

U na vez que los economist a s forma dos con el modelo de Ch ica go acce-

dieron a posiciones de poder en el Nort e y en el Sur , a mba s pa rt es –junt o

con organ izaciones f inan ciera s interna ciona les ra dica da s en Wa shingt on–

se despla za ron, sin obst á culo a lguno, ha cia el nuevo enfoque de las inst itu-ciones y el Estado: el así l lamado giro para ir más al lá del Consenso de

Washington. Los economistas se hallaron simultáneamente imbuidos en

las est ructura s del poder del Esta do –a ún má s cuando hijos e hija s ta lent osos

de la él i te invertía n sus esfuerzos y recursos en la economía est a douniden-

se– y en el merca do interna ciona l de la s t écnicas y los conocimientos espe-

cial izados. El campo transnacional por sí mismo empezó a legitimar y a

conserva r el poder a sí conq uista do. Y los economista s a hora ven el derecho

como un medio para legitima r y preservar las polí t ica s que fueron a senta -

das en las décadas de los años 70 y 80, así como sus lugares en el poder.Una parte del interés en las reformas judiciales de Latinoamérica provie-

ne directa ment e de los economista s en el Est a do, al igua l que de los cen-

tr os de investiga ción m á s reconocidos a lrededor del E st a do. Los economist a s

en el poder pau lat ina ment e ha n venido reconociendo que par a extender el

mercado se requieren insti tuciones fuertes y una credibil idad internacio-

na l . Los recientes a ta ques en cont ra del FMI, por ejemplo, se encuentr a n

más orientados a consolidar , en lugar de reprobar, la hegemonía de las

técnica s y los conocimient os especia liza dos en economía hechos en los E s-

ta dos U nidos.

LA HIBRIDACIÓN DEL DERECHO DE LOS NEGOCIOS

La si tua ción del derecho es diferent e, en pa rt e por la hist oria mucho más

extensa de las insti tuciones jurídicas en Latinoamérica y su estricta in-

mersión en la s estructura s del poder esta ta l a lo larg o del t iempo. La posi-

ción de las facultades de derecho y de los tribunales es por lo tanto el

producto de vastas historias que han producido patrones de conducta y

jerarquías de poder que son bastante dif íci les de cambiar . El fracaso delmovimient o de derecho y desa rrollo en tener u n impa cto rea l en la educa -

ción jurídica en B ra sil y Chile muestra la m a nera como esta combina ción

errá tica fue forjada en las d éca da s de los 60 y 70. El derecho, el Est a do y la

educación en el derecho en el S ur colisiona ron completa ment e con lo que

había sido el caso en los Estados Unidos, el país que estaba buscando ex-

port a r m odelos y conocimient os especial iza dos en esta s á rea s. E l principa l

tr iunfo del movimient o de derecho y desa rrollo en el B ra sil no fue la tr a ns-

formación de la educación en el derecho, del derecho o del Estado, sino la

creación de vínculos entre las personas que se encontraban aproximada-ment e en la s m isma s posiciones en su s propios pa íses. La élite jurídica del

B ra sil uti l izó su experiencia a dquirida con la l ínea de derecho y desa rrollo,

y sus conexiones para seguir rut a s en ciert a medida t ra diciona les ha cia el

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poder del Estado. La diferencia es que esta vez sus bases para mantener

una posición internacional sólida se hallaban en su amistad con personas

influyentes de los E sta dos U nidos, al igua l que alguna fam iliar idad con el

derecho de los negocios estadounidense, lo cual les permitió progresar ensus cargos cuando los economistas llegaron al poder.

Est a perspect iva puede ser empleada de manera má s genera l pa ra t ra -

ta r de entender la Alian za par a el P rogreso. Los intelectua les en a cción de

la era de Kennedy en Washington pretendieron exportar lo que ellos re-

presentaban para lugares con estructuras de poder del Estado bastante

dist intas . El los no encontraron ent idades a f ines en el Sur capaces de

implementar sus programas técnicos pertenecientes a una reforma anti-

comunista. Aun cuando ellos tuvieron bastante éxito en obtener al iados,

a lgunos de los punt os técnicos crucia les, como a qu ellos qu e favorecían unareforma agraria , no fueron aceptados por los polí t icos del Sur. En otras

palabra s, las persona s del Sur q ue seguía n la estra tegia internaciona l de

invertir en los conocimientos tecnif icados y r eformist a s del Norte –en pa r-

ticular , la reforma a gra ria – no obtuvieron un retorno de dividendos propor-

ciona les a l de sus inversiones especial iza da s. Muchos de ellos t ermina ron

siendo ti lda dos de comunist a s y exil iados por los regímenes mili ta res que

luego alca nza ron el poder. El fra ca so de los progra ma s de “la t ercera vía”

ident ifica dos con la Alian za pa ra el P rogreso en los a ños 60 y 70, ensombreció

la t endencia r eformist a del esta blecimiento de los E sta dos U nidos y cont ri-buyó, jun t o con un det erioro en la economía , a su cola pso t ota l poco t iempo

después. U na de la s ra zones par a que J eanne Kirkpa tr ick y la a dministra -

c i ó n de Rea ga n a p o y a r a n r eg í menes a u to r i t a r i o s i den t i f i c a do s co mo

a nt icomun ista s, fue que ellos no quería n ver otro Allende a scendiendo al

poder que llega ra a tr a stoca r las divisiones propias de la G uerra F ría .

Algunos de los la zos de am ista d hechos en la s década s de los 60 y 70 se

volvieron a unir cuando ambas tendencias fueron expulsadas del poder

por nuevos grupos de conservadores relacionados con la Guerra Fría y el

neolibera lismo. E l movimient o int erna cional d e los derechos hu ma nos esproducto de esta unión. No obsta nt e, pa ra a vizora r el lega do de este víncu-

lo específico, y en especial lo que el mismo significa para la dolarización

del derecho, resulta importante explorar dos aspectos diferentes de esta

intersección jurídica. El primero son las firmas de abogados de negocios y

el segundo son las f irmas de abogados orientadas al derecho de intereses

colectivos, en un sentido que pueda ser aplicado al grupo más famoso de

defensa de derechos humanos en Latinoamérica, la Vicaría de Chile. Al

realizar esta exploración, se podrán observar los modos diferentes como

estos dos t ipos de derecho ha n expan dido sus ra íces en La tinoam érica .La tr a dición de las f irma s de abogados que son empresas fa milia res es

una realidad que puede ser constatada en diversos grados a lo largo y an-

cho de Lat inoa mérica . Las oficina s de a boga dos relat ivam ente esca sa s que

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86 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

contaban con capital extranjero, las cuales generalmente estaban bien co-

nectadas con el Estado y con las familias más prestigiosas, se desenvol-

v i e r o n co mo a gen tes i n te r med i a r i o s o a gen tes do b l es t a n to p a r a l o s

comerciantes internacionales como para los inversionistas . La interna-ciona liza ción de la s f irma s a socia da s de a boga dos es entonces una empresa

de riesgos compartidos entre los capitales social y legal, existiendo una

proporciona lidad d iferente en a mbos lados. Est a empresa puede ser cara c-

teriza da , como lo fue en México, como un a venimiento ent re la s t écnicas y

los conocimientos provenientes de relaciones personales locales con las

técnica s y los conocimientos provenientes de los E st a dos U nidos, esto es,

ent re l a tecno logía jur íd ica es tadounidense y l as conexiones soc ia les

mexicanas. De hecho, en México la distr ibución de competencias resulta

clara con el nombre de la f irma B aker , B ot t s , Mira nda y  P rieto: los mexica-nos siempre quedan al final. Aquellos que llevaron a cabo las conexiones,

no obstante, estaban estructuralmente más próximos de lo que a primera

vista par eciera. P or ejemplo, Henry H ollan d, el ex a sistent e del Secreta rio

de Estado norteamericano para los asuntos de Latinoamérica, uti l izó sus

conexiones en México para da r vía a la n ueva f irma de abogados de Ba ker

y B ott s. Otro t ipo de uniones entre f irma s de a boga dos esta dounidenses y

mexica na s ha ocasiona do que socios de los E sta dos Un idos se ra diquen en

México y luego se conviertan en nativos, emparentándose en la sociedad

mexica na , obteniendo tí t ulos a cadémicos en derecho en la U NAM y, por lotanto, deviniendo como sujetos ya al tamente “mexicanizados”. En el otro

lado, la al ianza fue facil i tada por el hecho de que aquellos que deseaban

trabajar con abogados estadounidenses en los años 60 y 70 eran descen-

dientes de una éli te mexica na cuyas carr eras ha bían sido truncada s ta nto

en el P RI como en el Est a do mexica no. E llos logra ron as imilar la reproba -

ción que inevita blement e resultó concentra da en esta s f irma s de abogados

por cuenta de diversos mexicanos na ciona lista s.

E l otr o modelo par a esta blecer f irma s de a boga dos de derecho de nego-

cios es má s t ípico y m á s frecuente en pa íses donde los exilia dos y la s ofici-nas de abogados estadounidenses no cuentan con mucha injerencia. Este

tipo de oficina de a boga dos fue creada a part ir de a l ianza s informa les efec-

tuadas entre individuos locales de prestigio en el derecho de los negocios,

quienes utilizaban las referencias y los escenarios de aprendizaje para ci-

mentar las relaciones y facil i tar el intercambio de tecnologías jurídicas.

Los pioneros de estas f irmas de abogados en Argentina fueron viejas f ir-

ma s de abogados fam iliares que se interna ciona l izaron ba sta nte t empra no

y obtuvieron grados y conexiones en el exterior ; en Brasil , la f irma más

prestigiosa de este t ipo fue iniciada por a lguien q ue se encont ra ba a fuerade las fa culta des de derecho y de las jera rquía s jurídica s t ra diciona les. La s

firmas de abogados chilenas parecen haberse erigido en gran medida por

el impulso de las vieja s fa milia s que ma neja ba n t ema s jurídicos. La crisis

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de la deuda y la actividad económica que caracterizó en particular a la

déca da de los 80, puso a toda s esta s f irma s de a boga dos en cont a cto estre-

cho con las f irmas de abogados estadounidenses que necesitaban entida-

des a fines y corr esponsa les locales en el Sur .De h echo, la tecnología jurídica par a el ma nejo de la crisis de la deuda

fue origina lmente crea da en México, y las mism ísima s f irma s de aboga dos

estadounidenses –principalmente Shearman y Ster l ing para Ci t icorp y

Clear y, y G ott l ieb pa ra los pa íses deudores– e incluso frecuentement e los

mismos aboga dos fueron los enca rga dos de que el modelo fuera impla nt a -

do en los resta nt es países deudores. El cont a cto cerca no entre los diversos

a boga dos a tra vés de seminar ios e intercam bios t a mbién facili tó el f lujo de

innovaciones de un país h a cia otr o: renegociación a par tir de criterios es-

pecíficos, cambio de deuda por equi ty swaps , privatizaciones y creación demercados de capital en los mercados emergentes. Las f irmas de abogados

prosperaron en ambos lados mediante estas innovaciones, que tuvieron

lugar junto con la reestructuración de los Estados latinoamericanos y de

los Est a dos U nidos. Las f irma s de aboga dos del Sur , que en a lgún momen-

to ha bían presta do sus servicios cas i sólo a clientes del extra njero, empeza-

ron a or ientarse mucho más hac ia los c l ientes con negocios loca les ,

tr a ba ja ndo principalment e pa ra nueva s uniones de riesgo compa rt ido y para

diversas empresas privatizadas.

Los cont a ctos t a mbién hicieron que el va lor y el prestigio de los t í tulos

académicos en derecho estadounidenses tuvieran un ascenso vertiginoso

en todos los países. Las f irmas familiares crecieron y se ramificaron, ha-

ciendo má s fá cil tra za r un á rbol de fam ilia que explica la configuración de

la comunida d de f irma s de negocios de a boga dos orienta da s ha cia el campo

interna ciona l . El proceso ta mbién l levó a que se presenta ra una diná mica

de familias feudales en donde los hér i t i ers   y o t r as personas l legar í an a

l ibra r lucha s pa ra obtener los beneficios del va lor r elat ivo de los ca pita les

fam iliar y jurídico. E l crecimient o de esta s f irma s fa milia res y d e sus deri-

va dos, su meridiana prosperida d a l igual que el valor evidente de la educa-

ción esta dounidense han g enera do un t remendo increment o en el núm ero

de abogados que obtienen su experiencia y sus t í tulos de abogado en los

Estados Unidos.

Hoy día, un gran número de estos abogados híbridos se enfrenta a un

cuchillo de doble filo. La s firm a s de n egocios de a bogados de sus países d e

origen aún cont inúa n siendo en su may oría f irma s familiar es de a boga dos,

y, si bien son mucho más a bierta s que en el pa sa do, las oportun idades pa ra

sujetos desconocidos como los abogados híbridos siguen siendo todavía li-mitadas. En este sentido ellos aún son generalmente ciudadanos de se-

gunda cla se. Ademá s es cas i imposible que ellos sea n socios de un a f irma

de abogados de los Est a dos U nidos a menos que se man tenga n en ese mer-

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88 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

ca do. La f luidez o la dolar ización en crecimiento que puede ser const a ta da

en la economía , con a lguna s poca s excepciones, n o existe en el ca mpo del

derecho de los n egocios. En consecuencia , este n úmero má s o menos a m-

plio de abogados ambiciosos y talentosos se encuentra buscando oportuni-da des a tr a vés de al ia nza s con proveedores de servicios legales que n o son

del tipo Wall Street, tales como Baker y McKenzie, Clifford Chance o las

Cinco Grandes f irmas de contadores.2

E ste crecimiento de un ejército de reserva de a boga dos ta lentosos, que

en ciert o sent ido se encuent ra n insa tisfechos, puede servir de vehículo par a

generar un cambio adicional . Ellos pueden desafiar tanto las estructuras

de poder de la s florecient es firma s fa milia res de a bogad os como la cómoda

posición de las f irmas de abogados estadounidenses. No obstante, no son

ta n nu merosos como para a sumir el cont rol de las orga niza ciones profesio-na les, ni ta mpoco hast a a hora ha n mostra do mucho interés en los t r ibuna -

les. P ero en var ios países ha n a yudado a desata r una ofensiva en contra de

la academia jurídica tradicional –actualmente relativamente débil– a tra-

vés de la creación de nuevas facultades de derecho privadas, muchas de

las cuales están l igadas a las facultades de administración de negocios y

empresas. E n una diversidad d e forma s, por lo ta nt o, este ejército de reser-

va de abogados puede l legar a producir un efecto dominó; al extender el

mercado, al igual que al competir con la vieja élite de negocios, podría

ha cer que las perspectiva s de la s actividades de dicha élite resulta ra n má sa tr a ctiva s. Al mismo tiempo, la a ctivida d de los nuevos competidores a yu-

da ría a que la vieja éli te de negocios a dquiriera má s reconocimiento y au -

tonomía dentro del campo jurídico.

En resumen, las posiciones estructura les de las f irma s de a boga dos de

negocios ta nt o del Nort e como del Sur encaja n ba st a nt e bien. Est os inter-

mediar ios ent re la s empresa s multina ciona les y el Esta do logra ron abrirse

campo de manera conjunta para extender y desarrollar el mercado en las

técnicas y los conocimientos especializados sobre el derecho de los nego-

cios. Particularmente, la al ianza demostró ser un vínculo entre el capitalsocia l de La tinoa mérica y el capita l jurídico del Nort e. Los resulta dos pueden

ser apreciados en diversas prácticas y reformas jurídicas de áreas tales

como propiedad intelectual, comercio, seguros o regulaciones antimono-

polio. No obstante, en la orilla de los intereses colectivos –esto es, en el

derecho en fa vor de los ma rgina dos– la s i tua ción es ba sta nt e diferente. Se

dieron diversas conquistas valiosas, producto de las condiciones estructu-

ra les q ue existía n en los a ños 70 y 80, pero no obsta nt e, el legado de este

período no hizo que la profesión jurídica integrara el derecho de intereses

colectivos de la misma forma como fue vinculado el derecho de los nego-

2 Las Cinco G randes firm as son A ndersen, Deloitte Touche, Ernst y Young, KPM G y Pricew aterhouse

Coopers.

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cios. Este desarrollo en dos cauces diferentes puede ser entendido de un

mejor m odo, primero que t odo, recorda ndo a lguna s diferencia s h istórica s

ba st a nt e preemin ent es en la posición del derecho y de la profesión jurídica

que existieron t a nt o en La tinoamérica como en los Est a dos U nidos.

EL DESAGÜE MORAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

E n los Est a dos Un idos, la credibilida d en el derecho proviene en par te de la

posición esquizofrénica de aquellos que sirven los intereses de las empre-

sa s privada s. Desde el siglo XIX, los a boga dos de empresas h a n combina do

su t ra ba jo en sus negocios persona les con la dedicación a l servicio público

y a la s reforma s jurídica s. P or ejemplo, de un a boga do de negocios en los

Es ta dos U nidos, que aspire a a cceder a una ca rrera de élite, se espera q uededique esfuerzos a la promoción de servicios lega les en fa vor de persona s

ma rgina da s. Est e pa tr ón ha sido reforza do con el paso del tiempo e inst a ura do

en carreras y facultades de derecho de éli te. Por ello las facultades de

derecho proclaman su compromiso con el derecho de interés colectivo y

con el derecho de negocios – a sí el mercado en la prá ctica condu zca a qu e la

mayoría de los graduados busquen trabajo en el sector empresarial–, y la

profesión como un t odo reconoce y premia a a quellos q ue a ctúa n en fa vor

de los ma rgina dos y sus derechos.

La posición de la profesión del derecho en los Estados Unidos con-t r a s t a a b ie r t a m ente con l a q u e ha s i do ma n ten i da t r a d i ci ona l mente a l

respecto en Latinoamérica, lo cual puede i lustrarse con la reacción del

gremio de a boga dos de negocios a rgentinos frente a la visita a B uenos Ai-

res alrededor de los años 70 de ciertos abogados de negocios pertenecien-

tes al gremio de Nueva York. Actuando de acuerdo con las costumbres

esta dounidenses dentr o de la profesión, los a boga dos neoyorquinos empe-

za ron a det ermina r la si t ua ción de los derechos huma nos. Sin embar go, los

abogados argentinos no podían entender por qué unos abogados de nego-

cios esta ría n interesad os en a poya r a comunist a s y a t errorista s. La legiti-midad del derecho, así como la posición de los abogados graduados en

La tinoa mérica, en cont ra st e con lo ocurrido en los E st a dos Un idos, se pro-

dujo no tanto en términos de la dedicación de esfuerzos a los derechos

huma nos de los que esta ba n a fuera d el poder, sino en términos de las for-

ma s t ra diciona les de ha cer polí t ica . Los a boga dos de negocios vieron q ue

ha bía r ela tiva mente poca n ecesida d de preocupa rse por la legitimida d del

derecho, y de igua l forma la él ite de la profesión n o encont ró lugar a lguno

para implementa r estra tegias lega les en fa vor de los ma rgina dos o de aq ue-

llos perseguidos por el Estado. Los abogados ambiciosos que pretendíanayudar o hablar por los marginados no seguían el recorrido de avenidas

jurídicas. En su lugar, preferían fundamentalmente adelantar una carrera

a ctiva dentr o de los pa rtidos polí t icos pa ra a sí obtener poder en el Est a do.

LA IN TERN ACIO NALIZAC IÓ N D E LAS LU CH AS PO R EL PODER

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90 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

El derecho suministraba un cierto t ipo de legitimidad para el Estado,

pero no había ningún patrón que permitiera la dedicación de esfuerzos

profesiona les par a el desar rollo e impulso de los derechos como una estr a -

tegia jurídica de carr era . E llo sería visto como ha cer polí t ica y no como unapráctica que ameritara reconocimiento profesional alguno. Las facultades

de derecho y los abogados de negocios tampoco verían algún tipo de razón

para invertir esfuerzos en este t ipo de derecho para la defensa de los int e-

reses colectivos. En otr a s pala bra s, en los E sta dos Unidos un a boga do que

estuviera interesado en ha cer una ca rrera or ienta da a l derecho de los inte-

reses colectivos, guardando para ello un estatus al to, sería reconocido e

incluso premia do por los aboga dos de negocios, y ha st a recibiría oferta s de

trabajo. Tal dedicación no sería premiada dentro de las estructuras del dere-

cho en La tinoamérica . Sin embar go, como lo muest ra el siguien t e ejemplo,determinadas circunstancias estructurales consolidaron el derecho de los

int ereses colectivos en m omentos específ icos en Ch ile y en otra s pa rt es.

Luego de que P inochet l legara a l poder y empeza ra a perseguir a t odos

a quellos que ha bían tr a ba ja do en el régimen de Allende, algunos abogados

que simpa t iza ba n con el grupo de Allende unieron esfuerzos con la Iglesia

–la cua l a ún r efleja ba un fuert e compromiso con un a interpreta ción social

del Evangelio– para tratar de conseguir algunas reparaciones judiciales.

E llos encont ra ron pocas opciones en los ám bitos de la política y d e la profe-

sión d el derecho, y a sí esta orienta ción consiguió pocas conq uista s a cort oplazo. No obst a nt e, como luego l lega ría a ocurrir , el los empeza ron a crea r

nexos con actores internacionales de una manera tal que lograba facil i tar

la const rucción d e un m ovimient o en fa vor de los derechos hu ma nos. Am-

nistía In terna ciona l , que tomó un fuerte int erés por el ca so de Ch ile, ha bía

tr a ba ja do vigorosam ente la idea de que los derechos huma nos no era n meros

instrumentos en favor de los grupos políticos afuera del poder, sino que

const i tuía n universa les que proscribían la tortur a y las desa par iciones. Un

grupo relativamente marginal de académicos del derecho en los Estados

U nidos –relaciona dos con Amnistía y con la Comisión I nt erna ciona l de J u-rist a s– ha bía t ra ba jado en el mismo fin pero sirviéndose de principios euro-

peos y de desarrollos propios de la posguerra, tales como la Convención

Eu ropea de los D erechos Hu ma nos. Ellos buscar on const ruir la credibili-

da d de los derechos hu ma nos como forma de derecho intern a ciona l .

E l esfuerzo de estos gr upos fue reconocido e increment a do por la divi-

sión d el esta blecimiento esta dounidense en el tema de la polí t ica exterior

luego de la guerra del Vietnam. Esta ruptura marginal estadounidense de

la Guerra Fría abrió nuevas posibil idades. Como resultado de la ruptura,

los polí t icos demócrat a s a delant a ron sesiones en los E sta dos U nidos pa ra

a cla ra r los sucesos del golpe mili ta r de P inochet e intent a ron uti l izar cono-

cimientos especializados en derechos humanos para desafiar a los implica-

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dos que ha bían f ina ncia do y a yuda do a l golpe. La división de la G uerra F ría

ta mbién se present ó en la Fund a ción F ord, donde jóvenes idea lista s deci-

dieron d espués de 1970 tra ba ja r con Allende a pesar de la s presiones de la

CI A y del Depart a mento de Est a do. Después del golpe mili ta r , ellos t ra ta -ron de proteger a los sujetos con los que habían trabajado. La Fundación

Ford no concentró inmedia ta ment e sus esfuerzos en la defensa de los dere-

chos hum a nos, pero sí conform ó, junto con políticos demócra ta s, una a lia n-

za con persona s del gobierno de Allende que a hora se encont ra ba n a fuera

del poder. La a l ianza entonces fue pacta da entre a ná logos íntimos del Nor-

te y del Sur.

La a l ianza a l principio recurrió a los esfuerzos conjuntos que se ha bían

invertido para adelantar una ciencia social neutral , pero la verdad es que

los derechos humanos evolucionaron como un análogo jurídico personal eintelectua lmente a ta do a los cientí f icos sociales que ha bían tr a ba ja do con

el régimen de Allende en la reforma a gra ria y en otr os progra ma s sociales.

Ta nt o en el Norte como en el S ur , los a ctores de oposición s e unier on con

los medios de comunicación para edificar la credibilidad en los derechos

humanos como un discurso que encajaba perfectamente en ambos lados.

Amnistía Internacional prosperó, ganándose el Premio Nobel en 1977, y

J immy Ca r ter se hizo presidente, en pa r te , gracias a una pla ta forma or ien-

ta da a los derechos huma nos. Ha cia 1977, luego de que el consejo de a dmi-

nistración de la Fundación Ford había visi tado la Vicar ía en Chi le , laFund a ción F ord emprendió la crea ción de un progra ma en derechos huma -

nos utilizando para ello el modelo de la Vicaría –el cual al parecer era

“curiosa ment e lega lista ”– con el objeto de expan dirse ha cia otr os terrenos.

En el t iempo de la a dministra ción de Rea ga n, que fue ta mbién el período

de la crisis de la deuda y el ablandamiento de los regímenes autoritarios

en Latinoamérica, las organizaciones de derechos humanos de corte lega-

lista prospera ron en el Nort e y en el Sur. Ademá s, en respuesta a l ca mbio

en el ca mpo del poder esta ta l de los E sta dos U nidos, Huma n Right s Wa tch

promovió nuevos enfoques pa ra reta r el l idera zgo de Amnist ía Int erna cio-na l y a sí se convirt ió en la orga niza ción de derechos huma nos má s impor-

ta nt e del globo.

El modelo de Chile ejerció una gran influencia en todo el mundo,

intera ctua ndo en par ticula r con desa rrollos para lelos en B ra sil y con incur-

s iones de a lgún m odo s imi la res en Argent ina , en donde , no obsta nt e , la

Iglesia no ofreció a poyo a lguno y las Ma dres de la P la za de Ma yo fueron

la única voz fuert e al principio. La crecient e legitim ida d del discurso de los

derechos humanos internacionalmente al f inal de los años 70 y en los 80

hizo que su impacto también se diera en México, donde fue utilizado porgrupos que pretendían explotar ciertos conocimientos jurídicos especiali-

za dos para desafia r y superar a l P RI. Ya que, como uno de los representa n-

tes de la Fun da ción F ord lo a notó, “el modelo funcionó en toda s pa rt es” , las

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92 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

fundaciones f i lantrópicas también estuvieron dispuestas a ayudar a aque-

llos que desearan implementar esta estrategia internacional en México.

La s orga niza ciones de derechos huma nos const ituyeron una forma prós-

pera de derecho de los intereses colectivos en la década de los 80 en todaLa tinoa mérica y Est a dos U nidos. E l merca do intern a ciona l en conocimien-

tos especial iza dos en derechos hum a nos fue una cont ra part e pla usible del

mercad o intern a ciona l en conocimientos especia l izados en economía . Am-

bos t uvieron su cent ro en el Nort e, especia lment e en universida des de los

Est a dos U nidos. Ambos guard a ron una relación estr echa con los medios de

comunica ción y vinieron a s er paula tin a ment e má s competit ivos. El movi-

miento de los derechos humanos ayudó a implementar las reglas que sir-

vieron de transición hacia la democracia en varias partes, y los abogados

a ctiva ment e involucra dos en estos movimient os se convirtieron en actorescla ve de los nuevos regímenes.

No obsta nt e, una vez que los a ctores del movimiento de derechos hu-

ma nos logra ron ga na r ma yor poder en Chi le, B ra si l y en otra s par tes , e llos

dejaron a un lado instituciones como el Vicariato con el objeto de dedicar

sus cometidos en el nuevo Estado.3  El movimiento de derechos humanos

a pena s sí existe a ún en C hile, en el sentido de una ca usa preocupada por

determinar la responsabil idad del Estado a través de las insti tuciones ju-

rídica s. La m isma conclusión general puede ser aplica da a Argentina , B ra -

sil y México. Por ejemplo, Ra úl Alfonsín en Argentin a –el primer president eluego del régimen dictatorial–, quien contaba con un pasado relacionado

con los derechos hum a nos, pa só a forma r pa rt e del pa rt ido élite en política

y luego de la s inst i tuciones del E sta do. De hecho, en t odos los países estu-

dia dos los esfuerzos de la primera genera ción en derechos huma nos fa cil i-

taron una excelente plataforma para la actividad polí t ica posterior a la

transición. Pero lo que se había logrado no fue retomado por una nueva

genera ción a nsiosa de seguir la s misma s ca rrera s de sus predecesores. La

coyunt ura par ticular q ue ha bía un ido a un a ctivismo mora l con el derecho

a t ra vés de la I glesia y los actores interna ciona les no se siguió present a n-do. La nueva configura ción inst i tuciona l que erigió a las ONG de derechos

huma nos finalmente se desa tó , revelando de esta ma nera la s estructura s

que ha bían esta do present es an tes de la década de los 70.

3 Un reciente estudio sobre diferentes O NG de Chile llega a conclusiones sem ejantes: “Con la

finalización de la dictadura m ilitar en 1990, m uy pronto se hizo difícil que las O NG justificaran su

existencia en la m ism a form a que lo habían venido haciendo. Ahora estaban operando dentro deuna dem ocracia en la cual la resistencia política, per se , no era suficiente para justificar surespaldo ... com o si esto no fuera suficiente, las O N G ahora tuvieron que em pezar a com petir

con el Estado. En efecto, esta era una dem ocracia en la que las nuevas instituciones públicas seconvirtieron en los nuevos hogares de personas que antes trabajaban para el sector de las O NG .

Lentam ente este proceso devino en factor crítico para ellas. Así, la financiación externa en sufavor em pezó a decrecer y ha continuado dism inuyendo”(Bebbington y Bebbington 1997,parte 3).

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Sin emba rgo, las orga niza ciones locales de derechos hum a nos, una vez

conformadas, seguirían existiendo en el Sur, aun cuando ya no fueran un

reflejo de lo que representaban en el pasado. Muchas, por ejemplo, han

cambia do el enfoque de sus causa s y objetivos ha cia tema s como el cont rolde la criminalidad o la prevención de la violencia en contra de la mujer.

Ellas ahora son mucho más puestos de avanzada de un tipo de asistencia

internacional en desarrollo, en lugar de insti tuciones jurídicas activistas

que desa fiaba n a l Est a do, que es lo que nosotr os identif ica mos como dere-

cho de los intereses colectivos. Ciertos profesionales en derecho están

inmersos en esta empresa, pero es dif ícil interpreta r esta s orga niza ciones

como los a ná logos profesiona les del derecho de los int ereses colect ivos.

Los pat rones pueden l legar a cambia r con el t iempo e incluso ya pue-

den esta r dá ndose en el Sur cierta s excepciones de inst i tuciones q ue cont i-núa n a dhiriéndose a l enfoque de impulsar el escena rio mora l del derecho

en cont ra del Esta do. En B ra sil , por ejemplo, Viva R io es una muestra de

una combinación entre movimientos sociales, religión, política y derecho.

Sus a ctivida des, que son el resulta do de ca usa s propia s de un movimient o

de derechos huma nos, se concentr a n en el crimen, el ha mbre y la violencia

polí t ica en Río de J a neiro, y pa ra ello se sirve de abogados de la él i te, así

como de activista s sociales. En Ch ile, los a ctivista s que t ienen su s ede en

la U niversidad D iego Por ta les , una ent idad pr ivada or igina lmente crea da

para gra dua r a boga dos de negocios, cont inúa n tr a bajan do en las l ínea s dederechos hum a nos y de derecho de los int ereses colectivos. P ero Argent ina

par ece proveer el escena rio má s promisorio para el derecho de los int ere-

ses colectivos, debido a la paut a de vieja da ta a l lí presente de invertir es-

fuerzos y recursos en insti tuciones y organizaciones fuera del Estado, lo

cual podría facil i tar un cimiento para adelantar dicha actividad. Entida-

des ta les como P oder Ciuda da no o a quella má s reciente y af ín denomina da

Asocia ción por los D erechos Civiles (AD C ), que se ded ica a la protección de

las l iberta des civiles en Argentina y está f ina ncia da por la Funda ción F ord,

constituye un ejemplo de este tipo de abogacía.

En cont ra ste con el pat rón genera l del Sur, las orga niza ciones de pun-

ta en derechos humanos de los Estados Unidos están prosperando en el

ejercicio profesiona l del derecho. E n luga r de a ba ndona r sus esfuerz os por

obtener conocimientos jurídicos especializados para adherirse a partidos o

movimient os polí t icos, la s orga niza ciones de d erechos hum a nos cont inúa n

invirtiendo en recursos y técnicas jurídicas ubicadas en la vanguardia de

la polí t ica exterior esta dounidense. Alguna s t ra ba ja n pa ra el Gobierno con

base en su experiencia y en el manejo de conocimientos especializados,

pero al igual que los abogados de negocios con poder en Washington, los

conocimientos jurídicos en que están fundadas continúan prosperando a

tr a vés de su relación simbiótica con el Est a do.

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94 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Otras dos circunstancias adicionales t ienen que ver con la asimetría

presente entre el Norte y el Sur en el actual período. La primera es que

aquellos abogados latinoamericanos que han continuado dedicándose de

modo profesional al campo de los derechos humanos se han inclinado aradicarse en el exterior, en donde sus conocimientos especializados y su

esfuerzo en los derechos hum a nos interna ciona les siguen siendo un a sun-

to vá lido y reconocido. E st e tipo de mora lida d jurídica y de fuga de cerebros

desde el Sur ha cia el Nort e –en donde existen oport unida des para a quellos

que cuentan con una carrera acredi tada– ayuda a legi t imar las organiza-

ciones internacionales de derechos humanos radicadas en el Norte. Las

ONG con sede en el Nort e pueden ha cer ver qu e involucra n diversos a cto-

res del Sur y asimismo tienen la capacidad para ajustar sus programas de

ta l forma que se conceda ciert a influencia a dichos actores. Est a a pert urales perm ite seguir legitim a nd o su posición de lidera zgo en el cam po de los

derechos humanos internacionales.

La explosión de organ izaciones de derechos h uma nos localizad a s en los

Es ta dos Un idos, en cont ra ste con su a dhesión y a bsorción por los E sta dos

en el Sur, es consistente con lo que se podría esperar a partir de nuestro

modelo estructural . Nuevas formas de capital simbólico –en este caso, el

movimiento de los derechos huma nos– tienden a gra vita r ha cia el escena -

rio simbólico má s esta ble y domina nt e, en donde dicha s forma s puedan ser

mejor va lora da s, gara nt iza da s e interca mbiada s. Est o signi fica que en losEstados Unidos los sujetos innovadores simbólicos continúan gravitando

hacia ambientes profesionales poderosos y relativamente autónomos, en

especial da da la estructura ba sta nte a morfa y porosa del Esta do esta douni-

dense. La s iniciat ivas y los a ctores relaciona dos con derechos hum a nos se

desplaza n h a cia la esfera del “derecho de los int ereses colectivos” . En Ch i-

le, pa ra exponer un cont ra st e obvio, el Est a do es el que provee el escena rio

simbólico dominante. Aquellos cuyas carreras empiezan a adquirir valía

por sus a ctivida des en los derechos huma nos tra nsforma n esa va lía en po-

der es ta t a l .P or lo ta nt o, debido a r a zones estructura les, la a ctua l situa ción revela

sólo un trasplante parcial del modelo profesional estadounidense de legiti-

midad jurídica. Este trasplante parcial vigoriza la hegemonía estadouni-

dense y ayuda a que su modelo profesional mantenga una prosperidad de

largo alcance en los mismos Estados Unidos. Las actividades internacio-

na les a ña den una dimensión clave en la él i te jurídica esta dounidense don-

de coexisten consultores, reformadores y abogados del derecho de los

intereses colectivos que a ctúa n conforme a los cán ones de dicha élite. 4 En

4 O tro ejem plo lo constituye la Am erican Bar Association, ABA (agrem iación estadounidense deabogados), la cual por largo tiem po, com o parte de sus estrategias para obtener un cierto

grado de legitim idad profesional, se ha apoyado en un fuerte com prom iso institucional para

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el campo de los derechos humanos (así como en el del medio ambiente y

del movimient o pa ra proteger a la s mu jeres de la violencia), el poder y el

prestigio local de las organizaciones estadounidenses se sirve de modo im-

portante de las actividades y de los conocimientos especializados interna-cionales. No obstante, dentro de los escenarios nacionales ajenos a los

Es ta dos U nidos ha ha bido un éxito mucho má s rotun do en el tr a splant e del

estilo estadounidense en el derecho de los negocios que en el campo del

derecho de los intereses colectivos. Dentro de las f irmas de abogados de

negocios se ha presenta do un giro par a lelo a a quel registra do en los econo-

mista s, en cua nt o a la inversión de esfuerzos y de recursos en el Est a do y

en las insti tuciones. Sin embargo, la noción de estrategias profesionales

que ut i l iza n el derecho en cont ra del Est a do y de los n egocios, la cual es un

ingrediente determinante en el campo jurídico de los Estados Unidos, noha sido capaz de florecer en estos países más allá de un período específico

–cua ndo ciertos segment os del est a blecimiento se unieron en cont ra de los

Estados autoritarios que los mantenían afuera del poder.

GOBIERNO ASIMÉTRICO

Los procesos de dolarización tanto profesional como del conocimiento so-

bre el Est a do, gesta dos en el giro desde los a boga dos de prest igio ha cia los

polí t icos t ecnócra ta s, ha n sido por lo ta nt o al ta ment e desiguales. Los eco-nomista s de la él ite son ha bili ta dos para a dela nt a r sus ca rrera s profesiona -

les localmente mediante una credibil idad y una inversión forjadas en el

mercado internacional de las técnicas y los conocimientos especializados

ra dica do en los Est a dos U nidos. E llos legitima n su superiorida d sobre los

economista s ra sos de su país de origen a l recurrir a los conocimientos má s

recientes sobre economía elaborados en las universidades del Norte. El

ra ngo profesional obtenido en los E st a dos U nidos por economista s prove-

nientes de a fuera s e tra duce directa ment e en prestigio profesiona l y en un

fa ctor de reconocimiento en su pa ís de origen. D e hecho existe una fuga decerebros ha cia el Nort e, incluyendo el Ba nco Mundia l y el FMI, pero ta m-

bién se da un ret orno suficiente de persona s como pa ra ma nt ener viva s la s

conexiones crucia les. Es posible ras tr ear la evolución d e este cam po int er-

nacional de interacciones entre el Norte y el Sur, el cual f loreció con el

desarrollo y perfeccionamiento del Consenso de Washington. La relativa

noveda d q ue en genera l implica la a plica ción de la s t écnica s económica s,

sobre todo en el Sur, así como la necesidad de la economía de erigir su

con los servicios jurídicos en favor de los pobres. Actualm ente las actividades de la ABA para

exportar la institución del Estado de derecho, especialm ente hacia Europa del Este y A sia, sonprom ovidas de una m anera uniform e com o parte de las expresiones profesionales propias de

un idealism o institucional.

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96 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

a utonomía frente a l derecho y a la s insti t uciones jurídica s, ay uda ron a que

este t ipo de a cont ecimientos se precipita ra .

El ejercicio profesional del derecho de los negocios, que se encuentra

a linea do a la lógica de las regla s de los economista s, ta mbién ha tendido aprosperar tanto en el Norte como en el Sur . Un número rela t ivamente

a bunda nt e de abogados jóvenes del Sur a hora intent a n obtener t í tulos a ca-

démicos en el exterior , así como ad elant a r car rera s como aboga dos de ne-

gocios. Al igua l que con la economía , los a boga dos de negocios cons tr uyen

sus ca rrera s en el á mbito local a poyá ndose en las técnica s y en los conoci-

mient os especia lizad os a cuña dos en el exterior. No obst a nt e, la dola riza ción

que tiene luga r en este ca so no es ta n completa , ya q ue las combina ciones

relativas entre los capitales social y jurídico son todavía diferentes entre

La t inoa mérica y los E sta dos U nidos. Las f irma s de a bogados del Sur a únson en gran medida f irmas familiares de abogados, l imitando por ello las

oportunidades locales. Incluso ahora puede estar dándose una sobrepro-

ducción de aboga dos de negocios que rest ring e sus oport unid a des ta nt o con

la élite de los E sta dos Un idos como con ciert a s f irma s fa miliar es loca les. Y

si son incapa ces de lanza rse ha cia otros escenar ios, muy segurament e gra -

vita rá n en f irma s tr a nsna ciona les de segundo nivel o en las f irma s de con-

taduría conocidas como las Cinco Grandes, manteniendo de esta manera

su posición de competencia frente a la él i te estadounidense y las f irmas

fam ilia res loca les. C on toda s est a s ent ida des ofreciendo servicios de d ere-cho en negocios, la estra tegia profesiona l está inst a lán dose con m ucho vi-

gor en La t inoamérica .

Es ta si tua ción n o es la del derecho de los int ereses colectivos, a pe sa r

del éxi to profesiona l y jur ídico nota ble que se present ó con la const ruc-

ción del campo de los derechos humanos. La prosper idad inst i tucional

del derecho de los intereses colectivos en los Estados Unidos obedece al

modelo esquizofrénico de los abogados de negocios que fue implementado

en el siglo XIX. Dicha prosperida d t a mbién se encuentra íntima ment e vin-

cula da con el papel de los t ribuna les y con la s fa culta des de derecho de élite

de los E sta dos U nidos. No obsta nt e, el rol profesiona l de los a boga dos de

los int ereses colectivos a ún n o ha echa do ra íces en suelo la tinoa merican o.

El movimiento de los derechos humanos es una instancia que encuadra

con historias est ructura les pa ra lela s ta nt o del Nort e como del Sur, pero el

Sur n o cont a ba con insti t uciones parecidas a las f irma s fam ilia res de a bo-

ga dos que pudiera n ser empleada s par a poner el derecho de los int ereses

colectivos en una senda vernácula más perdurable. Aún está por verse si

esta fra nja “eman cipat oria ” del ejercicio profesiona l esta dounidense l lega-

rá a consolidarse de la misma forma que el derecho de los negocios, y si

podrá erigirse un esfuerzo conjunto como un desafío real a las posiciones

tr a diciona les de los tribun a les y las fa culta des de derecho de La tinoa mérica .

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Tanto en el derecho como en la economía, los criterios para legitimar

la credibilidad en las técnicas y los conocimientos especializados son dis-

puestos de a cuerdo con la s exigencia s del merca do int erna ciona l loca lizad o

en los Estados Unidos. Existe una nueva jerarquía que ubica a la él i te delos profesiona les est a dounidenses en la ca beza (no int eresa si son producto

de una fuga de cerebros del exterior o de influencias locales), y dentro de

ca da país t a mbién existe una jerar quía profesiona l de dos niveles. Por una

parte hay una éli te cosmopolita y por la otra una masa provinciana en

crecimiento de profesionales del derecho, de la economía y de otras disci-

plina s, la cua l ha sa cado provecho de la expan sión en la s oport unida des de

educa ción propia del período de la posguerra . Ca da una de esta s jera rquía s

despierta preguntas en relación con la legitimidad, las cuales aún no han

sido afrontada s a caba lidad.En primer lugar, cad a uno de estos campos int erna ciona les –la econo-

mía , el derecho de los negocios, los derechos hum a nos– se encuentr a domi-

nado por los Estados Unidos y sus mecanismos de legitimación de las

técnicas y los conocimientos especializados: las universidades privadas de

éli te, las fundaciones f i lantrópicas, las ONG transnacionales, los centros

de investigación prominentes, las revistas académicas, el Estado estado-

unidense y los medios globales de comunicación. Aquellos que se encuen-

tr a n excluidos de par ticipar en la ela bora ción de la s reglas prevalecient es

y en la opera ción de esta s inst i tuciones, podría n cuestiona r la legitimida dde esta s t écnicas y conocimientos especia l izados int erna ciona les de acuer-

do con su a plicación, y conforma r a l ianza s con a quellos q ue pretenden pro-

mover técnicas y conocimient os especia liza dos riva les (v. gr., cont a dores) e

incluso modelos de Es ta do rivales (v. gr . , el ja ponés). E n segun do lugar , en

lo nacional , es posible elevar cuestionamientos similares respecto de la

éli te cosmopolita . É sta puede ser a cusada por los profesiona les ra sos, en-

tr e otr os, de “vender a l Est a do” en el mercado intern a ciona l con el objeto

de a scender en la esca la socia l y en el dominio del poder int erno. Ninguna de

las jerarq uías es esta ble o inevita ble y la legitimida d de los E sta dos cons-truidos a partir de estas técnicas y conocimientos especializados cosmopo-

li tas está también lejos de encontrarse asegurada.

LA IN TERN ACIO NALIZAC IÓ N D E LAS LU CH AS PO R EL PODER

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101

CAPÍTULO 4

La arqueología de los nuevos universales:la construcción de los derechos humanosen la Guerra Fría y sus posteriores avatares

El giro de los a boga dos de prestigio en el E sta do a la generación de los

políticos tecnócratas que promueven los nuevos universales de la de-

mocra cia l ibera l , tuvo lugar de ma nera simultá nea en el Norte y en el Sur .

Como hemos visto, la result a nt e dola riza ción de los conocimient os especia -

lizad os ha va ria do sust a ncialment e, dependiendo del país y del conocimien-

to especia liza do de la profesión q ue se esté considera ndo. Los ca pítulos de

esta part e estudia n en ma yor deta l le la exporta ción de guerra s por el poder

del Norte hacia el Sur. Para ello analizamos la evolución del movimientoint erna ciona l de los derechos hum a nos, a sí como la economía neolibera l –

las dos vertientes que se unieron para perfeccionar el Consenso de Was-

hington y la “democra cia l ibera l”–. Mirando ha cia a trá s, ha cia la producción

de este consenso impuesto a lrededor de universa les de l ínea esta douniden-

se, en est e ca pítulo ra st rea mos la genea logía del movimiento de los dere-

chos hum a nos. Empeza mos por ha cer evident e la conexión de la est ra tegia

de los derechos huma nos con la G uerra Fría y con el est a blecimiento crea -

dor de la política ext erior qu e dominó a los E st a dos Un idos en los añ os 50.

En el ca pítulo siguiente pa sa mos a l estudio de los desa fíos impuestos a eseestablecimiento por parte de la nueva generación de economistas. La re-

flexión sobre estos dos grupos riva les sa ca a la luz el gra do de complejida d

de lo que frecuent ement e ha sido ca ra cteriza do como procesos imperia les

monolíticos. Qué ha sido exporta do –lo cual es d iscutido en los dos últ imos

ca pítulos de esta part e y en los subsiguientes del l ibro– es una cuestión que

única ment e puede ser comprendida en relación con la s ba ta l las y los con-

fl ictos q ue tuvieron luga r en el ca mpo de poder de los E sta dos U nidos.

Los pa dres funda dores de los grupos de derechos huma nos a l igual q ue

los l íderes de la f i lantropía de la posguerra pertenecieron a una pequeñaélite cosmopolita de abogados de negocios –la versión estadounidense de

los abogados de prestigio–, quienes conformaron el núcleo del estableci-

miento generador de la polí t ica exterior al cierre de la Segunda Guerra

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102 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Mundial. Esta proximidad social de los proponentes iniciales en favor de

los derechos huma nos y el grupo encarga do de determ ina r la polí t ica exte-

rior estadounidense no fue accidental . La relación cercana entre un gran

número de insti t uciones pa ra lela s provino del hecho de que t oda s ellas seencont ra ba n orienta da s ha cia un mismo objetivo: una polí t ica exterior a c-

tiva para defender el interés nacional entendido como la lucha en contra

del comun ismo. La lucha cont ra el comun ismo just i f icó el l idera zgo de esta

particular élite cosmopolita en el período de la posguerra. 1  Su estra tegia

eli t ista fue completamente consistente con el segmento social que ellos

pusieron en movimiento –justi f icándolo de esa manera– en la guerra en

cont ra del comunism o. Ademá s, el enfoque ideológico y la red de persona s

que ellos represent a ba n sirvieron de ba se para la conforma ción de un g ru-

po de notables aunados en nombre de la lucha en contra del comunismo.Ellos pudieron contar con sus homólogos –esto es, abogados de prestigio–

de otra s la t i tudes pa ra tra bajar con su ayuda y a su vez apoya r su estra te-

gia elit ist a . E l primer movimient o de los derechos huma nos proviene jus-

ta mente de esta a l ianza .

UNA CONTRAOFENSIVA EN EL TERRENODE LOS PRINCIPIOS JURÍDICOS FUNDAMENTALES

Cua lquier versión del movimient o int erna ciona l de los derechos huma nos

le conceder ía un lugar importa nte a la Comisión I nterna ciona l de J ur istas ,

ra dica da en G inebra y fun da da a l inicio de los a ños 50 (Korey 1998; Tolley

1994). 2 Est a entida d fue crea da a l inicio de la G uerra F ría por va rios a boga -

1 La G uerra Fría perm itió al establecim iento generador de la política exterior superar la hostilidadentre “el prim er tipo de nativism o estadounidense y el globalism o en pro de la interdependencia”(Silk y Silk 1980, 200). Com o los Silk lo señalaron, “sobre todo, lo que existía era la am enazacom unista. La resistencia para con form as de ayuda m ás hum anitarias tuvo lugar antes del argu-

m ento sagaz que fue diseñado para alejar a los rusos. Incluso, en varios escenarios ese fue elúnico argum ento que funcionó”(200).2 O tro grupo destacado fue la Liga Internacional para los Derechos del H om bre (que vendría a ser

la Liga Internacional para los Derechos Hum anos en 1976), la cual fue conform ada por RogerBaldw in, el prim er presidente de la A m erican Civil Liberties Union (Asociación Estadounidensepara las Libertades Civiles, que com enzó en 1919). Baldw in tom ó com o m odelo la entidad france-sa Ligue Français pour la D efense de Droits de l’Hom m e et du Citoyen, constituida en respuestaal caso Dreyfus en 1902. La Liga Internacional se sirvió de líderes de la organización francesa quehabían em igrado a los Estados U nidos durante la Segunda G uerra M undial. Eleonor Roosevelthacía parte del proyecto junto con otros m iem bros notables. La m em bresía fue selecta y losm iem bros de la institución eran escogidos con base en una “red de viejos conocidos”. La Ligacon base en N ueva Y ork se convirtió en una instancia activa de los Estados Unidos y desde bien

tem prano se involucró en la causa de com batir elapartheid  en Sudáfrica (Korey 1998, 99-104).Bajo la dirección de Jerom e Shestak, la Liga, a lo largo de los años 70, creó vínculos cercanos conAndrei Sakharov, el líder de los soviéticos disidentes y ganador del Prem io N obel de la Paz en1975. Parece que los soviéticos percibieron la Liga com o una organización propia de la G uerraFría, por lo cual pretendieron despojarla de su estatus de ente consultivo para las Naciones

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103

dos estadounidenses de élite identificados con el Consejo de Relaciones

Exteriores. La causa que los impulsó fue el deseo de erigir un contraata-

que a su orga niza ción riva l , la Asocia ción In terna ciona l de J urista s Demo-

crát icos (AIJ D ), que fue la nza da en 1946 por a boga dos fra nceses de izquierdaque t enía n nexos con la R esisten cia . En el nombr e de los principios jurídi-

cos, la AIJ D a ta có abier ta mente a l ma ca r t ismo y apoyó la defensa de los

Rosenbergs.

Reconociendo la vu lnera bilidad d e los E st a dos Un idos, un pequeño gru-

po de aboga dos políticos –incluyendo a Allen D ulles, presidente d el Consejo

de Rela ciones E xteriores y director delega do de la CI A, y a J ohn J . McCloy,

para entonces el alto comisionado para Alemania y tiempo después desig-

nado el “presidente del establecimiento” (Bird 1992)– decidió emprender la

batalla en el terreno del derecho. De acuerdo con la explicación detalladade Tolley a cerca del objeto de la Comisión Int erna ciona l de J urista s (CIJ ),

a e s te g r u p o l o a sa l t a ba l a p r eo cu p a c i ó n de q u e l a s o r ga n i za c i o nes

prosoviét i cas t a les como la AIJ D se ha bían “ robado la s gra ndes pa labra s

–P a z, Liberta d y J ust icia–” (Tolley 1994, 29). El objetivo del cont ra a ta que

esta dounidense fue la crea ción de diversa s organ izaciones int erna ciona les,

f ina ncia da s median te los fondos secretos de la C IA, las cua les, en pala bra s

de Tolley, “llega ría n a moviliza r las fuerza s, en par ticular la s jurídicas, del

mundo l ibre pa ra la defensa de nuestros principios jurídicos funda ment a-

les, y en el desa rrollo de esta ca usa , pa ra orga niza r la lucha en cont ra de todotipo de injusticia sistemática proveniente de los países comunistas” (34). La

estra tegia de este grupo de nota bles fue la siguient e, de acuerdo con su propia

ima gen a biert a ment e eli t ista : “ los directores del FAJ L [Fondo America no

para los J urista s Libres] a poya n el enfoque del Consejo de Relaciones E xte-

riores –la conformación de una éli te al tamente exclusiva, seleccionada y

cont rola da por un redu cido círculo cerr a do” (Tolley 1994, 51).

Los directores de esta orga niza ción modelo (FAJ L) pertenecían a la

élite del gremio de aboga dos de Nueva York. La ma yoría d e ellos compa r-

tía n un esta tus exitoso como a boga dos de negocios, una reputa ción impor-

ta nt e por su servicio a diferentes orga niza ciones cívica s a l igual q ue fuert es

convicciones ant icomunistas . Caracter izados por un fuer te sent imiento

según el cua l “la n obleza obliga ”, ellos moviliza ron todo el est a blecimient o

de abogados de prestigio y sus amigos en la defensa del mundo l ibre, de

a cuerdo con la misma lógica que los l levó a invertir esfuerzos en diferent es

asuntos públicos locales; involucraron a sus homólogos del exterior –per-

U nidas a finales de los años 60 (Korey 1998, 87). El que la Liga haya contem plado afiliarse conla organización Freedom H ouse a principios de la década de los 70 sugiere que sí contaba conuna orientación propia de la G uerra Fría (ver  W iseberg y Scoble 1977, 300). Al principio la Ligaestuvo dividida sobre el asunto, pero luego asum ió una postura en contra de las dictaduras deChile y Paraguay en los años 70 (W iseberg y Scoble 1977, 300).

LA ARQ U EO LO G ÍA D E LO S N U EVO S U N IVERSA LES: LA CO N STRUCCIÓ N DE LO S DERECH O S HU M AN O S

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104 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

sonas notables y a polí t icos abogados importantes– como si se tratara de

sus aliados naturales. De acuerdo con Tolley, “el comité seleccionaba úni-

ca ment e persona s con u n a lto perfi l y con u na experiencia considera ble en

la vida pública : ministros de gabinete, pa rlam enta rios o ma gistra dos de la sa l tas cor tes . Un esta tus socia l de él i te dar ía entrada tanto a servidores

públicos na ciona les como a diferent es orga niza ciones in ter na ciona les” (1994,

36). Un beneficio adicional de esta estrategia es que “la multinacional CIJ

llegaría a inspirar confianza por la eminencia de sus miembros” (55). 3

En la cúspide de esta organización acentuadamente jerárquica, la CIJ

representaba una suer te de a l ta cor te internacional . Esta instancia re-

frendaba las crí t icas realizadas por abogados que habían sido expulsados

de países comunistas y rechazaba las aspiraciones de los nuevos regíme-

nes comunistas de servirse de los principios universales fundamentalesdel derecho de Occidente. Estos enjuiciamientos eran utilizados por los

medios de comunicación o difundidos a t ra vés de simpat izan tes o adh erentes

en la s secciona les na ciona les.

Con el objeto de incrementa r su credibilidad, la CI J a tra jo personas

bastante conocidas de los mundos diplomático o académico para que se

desempeña ra n como secreta rios genera les. El grupo que ocupó est e ca rgo

incluye a persona s como Norma n S . Mar sh, a boga do y profesor de la U ni-

versida d de Oxford; J ean Fla vien La live, un eminente jurista suizo que

había desempeñado posiciones preeminentes en la Cruz Roja, las Nacio-nes Unida s y la Corte de J ust icia de la Ha ya ; Sir Leslie Munro, emba ja dor

de Nueva Zelanda y presidente de la Asamblea General de las Naciones

Unidas; y luego, en 1963, Sean McBride.

En va rios sentidos McB ride representó la culmina ción de esta estra te-

gia de legitima ción, a l menos ha sta su desti t ución en 1967, cua ndo la pren-

sa reveló el soport e f ina nciero secreto que la C IA daba a la CI J . Es dif íci l

ima gina r un mejor perfi l que este a boga do y periodista , quien fue hijo de

revoluciona rios ir la ndeses, na cido en P a rís y enca rcelad o varia s veces por

las autoridades británicas antes de convertirse en parlamentario y luegoen min istr o de relaciones exteriores. Como ministr o de relaciones exterio-

res se convirt ió en uno de los funda dores del Consejo de Europa y en signa -

tario de la Convención Europea de Derechos Humanos. McBride también

contaba con una capacidad de gestión considerable. Multiplicó las activi-

da des de la C IJ a l promover dent ro de la s Na ciones Un idas la creación de

3 De form a consistente con esta estrategia elitista, el núm ero de m iem bros de la CIJ se redujo a25 y eran nom brados de form a vitalicia. Eran presentados entre ellos m ism os, así com o a otros

que tuvieran un linaje sem ejante: “los líderes de opinión vinculados por la CIJ recibían publica-ciones gratis, invitaciones para participar en congresos internacionales y oportunidades pococostosas para encontrarse con colegas de otros países ... los ‘grandes nom bres’que fueroninvolucrados en el proyecto le dieron estatus a la CIJ, así com o a sus seccionales de cada país,confiriéndole estatus a las personas que lo integraban”(Tolley 1994, 66).

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la oficina para el Alto Comisionado de los Derechos Humanos. Más aún,

como se verá a dela nt e, fue uno de los fun da dores y luego uno de los líderes

de Amnist ía I nt erna ciona l , la cual germinó en el seno de J usticia , una de

las secciona les britá nica s de la CIJ .

LA CONSTRUCCIÓN DE UNA GRAN ALIANZADE ÉLITES PROFESIONALES

La difusión pública en 1967 de la r elación ent re la C IA y la C IJ condujo a

un período de profundo cuestionamiento de dicha relación. No obstante,

desde la perspectiva de los años 50 y 60, tal relación parecía ser bastante

natural . En realidad existía poca diferencia entre la Fundación Ford, la

CIA, el Departamento de Estado e incluso las universidades más presti-

giosa s de los E sta dos Un idos, en t érminos de su enfoque en r elación con la

G uerra Fr ía . La estra t egia de los derechos huma nos observada en la CI J

fue entonces sólo una pequeña parte de un esfuerzo conjunto liderado por

el esta blecimient o genera dor de la política exter ior. 4 E l Consejo de Rela cio-

nes E xteriores esta bleció una especie de “ga binete en la sombra ” (Sh oup y

Mint er 1977) en donde una élit e reducida d e profesiona les podía ser det er-

mina da , incluyendo a McCloy, Allen y J ohn F oster D ulles, Eugene B lack,

P a ul Hof fman y o tros.5 E ste gru po ta mbién incluía a un r a cimo de econo-

mista s como Richa rd B issell, Max Mill ikan y D a vid B ell .6 Aun cua ndo éstos

4 M ientras el derecho, en este contexto, servía a los intereses de la G uerra Fría, las historias m ásgenerales de la G uerra Fría durante los años 50 y 60 no percibieron estas estrategias ni siquieracom o dignas de m encionar (v. gr., G addis 1997; W alker 1993). De hecho, el derecho internacio-nal estaba bastante desprestigiado en los años 50, ya que se consideraba com o un instrum entoinapropiado para el realism o duro que se requería para afrontar la G uerra Fría (enfoque que eraprom ovido por académ icos y actores tales com o G eorge Kennen, H ans M orgenthau, A rthurSchlesinger y Reinhold N iebuhr). La ciencia política tam bién dejó de considerar el derecho inter-nacional de form a seria, com o doctrina académ ica. Asim ism o el derecho internacional en lasfacultades de derecho ocupaba una posición m arginal en el cam po de las relaciones internacio-nales y era dom inado por inm igrantes recién llegados de Europa. Los abogados fueron im portan-tes en la lucha en contra del com unism o, pero los conocim ientos especializados de tipo técnicono se constituyeron en un factor clave para sus acciones. Hoy día, la situación ha cam biado.

5 Eugene Black dejó el Chase M anhattan para convertirse en la cabeza del Banco M undial en 1949,sucediendo en su cargo a M cCloy. Paul Hoffm an fue presidente de la entidad Studebaker, conse-jero de la U niversidad de Chicago, uno de los fundadores del Com ité para el Desarrollo Económ i-co –el cual ayudó a generar respaldo en las em presas para el internacionalism o de la posguerra(incluyendo el com ercio libre) (Silk y Silk 1980, 246)–, el adm inistrador del Plan M arshall y elpresidente de la Fundación Ford a principios de los años 50.

6 W alt Rostow recuerda a la década de los años 50 com o un tiem po en donde la academ ia y lasfundaciones em pezaron gradualm ente a ponerle énfasis en el tem a del desarrollo. Citando su

propio libro realizado junto con M ax M illikan (1957), sostuvo que “éram os testarudos y pacientes,capoteando una serie de fracasos y reveses, prom oviendo la causa por una ayuda m ucho m ásdecidida en m ateria de desarrollo año tras año desde 1953 hasta la adopción total de la m ism apor parte del presidente Kennedy en 1961”(1984, 242). Richard Bissell pasó de G roton a Yale(graduándose allí en 1932), luego al London School of Econom ics y después regresó a Y ale para

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106 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

era n economista s consolida dos por tener conocimientos especia l izados q ue

por entonces esta ba n ga na ndo importa ncia , ta mbién ha bían sido firmemente

enca uza dos en el esta blecimiento a tr a vés de una red compleja de relacio-

nes persona les.7

Las personas clave del establecimiento creador de la polí t ica interna-

ciona l ha bían servido a la causa de la guerra inspirados en la idea según la

cual “ la nobleza obliga” , antes de seguir carreras duales al desempeñarse

tanto en política como en negocios. 8 Como sost én de sus objetivos est ra té-

gicos, logra ron apoyar se en la red tota l de inst i tuciones dirigidas a l ma nejo

de asun tos interna ciona les. É sta s, después de todo, eran inst i tuciones que

ellos habían ayudado a crear (el Banco Mundial, la CIA, Usaid) o que con-

t ro la ban (v. gr., la Ford, Rockefeller o las fun da ciones Ca rn egie). 9

realizar un doctorado, y luego ocupar una posición com o profesor. Luego de ser el prim erprofesor en Yale que dictaba una econom ía de corte keynesiano, en donde inspiró a personascom o Rostow y M illikan, dejó su cargo para unirse a la causa de la guerra en W ashington. Luegoform ó parte del M IT y después se convirtió en el asistente principal del m inistro delegado parael Plan M arshall. En 1952 se vinculó a la Fundación Ford, y estando allí se volvió integrante del“grupo de consultores de Princeton”de la CIA (Bissell 1996, 75). Entonces em pezó a form arparte de la CIA en 1954, en donde se volvió fam oso por dirigir operaciones secretas, incluyendola de Bahía Cochinos. Se dice que M ax M illikan, quien tam bién se convirtió en econom ista debido ala influencia de Richard Bissell en Yale, fue el gestor de la idea de conform ar la A gencia para elDesarrollo Internacional (U said) (Sm ith 1994, 222). D avid Bell estudió econom ía en H arvardjusto antes de la Segunda G uerra M undial, se enlistó en las filas y luego volvió para form ar parte

del G obierno y del m undo de la academ ia, em pezando a enseñar en Harvard en 1957. Posterior-m ente dirigió la oficina de presupuesto del G obierno de Kennedy y luego se vinculó a U said. D eallí pasó a la Fundación Ford, en donde se desem peñó com o delegado de M cGeorge Bundy.

7 Rostow , autor de Las fases del crecimiento económico: un manif iesto anticomunista  (1960) y luegom iem bro de los intelectuales de confianza de Kennedy, enseñó en M IT de 1950 a 1961, form an-do tam bién parte del Centro de Estudios Internacionales. Estrecham ente vinculado por inter-m edio de sus estudiantes de pregrado con otras personas que hacían parte del grupo deintelectuales de confianza m encionado, Rostow en cierto m om ento propuso que fueran dividi-das las com petencias propias de la política internacional de la década de los años 50, describien-do así el trabajo que le correspondería a su C entro ubicado en M IT: “decidim os concentrarnuestros esfuerzos en dos áreas: el estudio de las sociedades com unistas y el estudio sobreproblem as de desarrollo económ ico, social y político. La prim er área vendría a ser patrocinadapor el G obierno federal [específicam ente, com o fue anotado en una cita al pie de página, porla CIA ]; la segunda sería financiada por fondos privados, sobre todo los de la Fundación Ford yla Fundación Rockefeller”(Rostow 1984, 241).

8 N o pueden ser ignoradas las firm as internacionales de abogados, las cuales facilitaron una basepara varios de los protagonistas. G eorge Ball fundó la oficina de Cleary G ottlieb en París en 1949:“m ediante su trabajo com o abogado, Ball com enzó a entablar lazos personales y profesionalescon Europa m ucho antes de que asum iera su posición influyente en el G obierno de los EstadosUnidos”(Bill 1997, 102). Su “trayectoria en el derecho le abrió la posibilidad de reforzar los cim ien-tos de la vieja asociación que había m antenido con Jean M onnet, para así llegar a ser m ás activoen la causa de la integración europea”. A través de M onnet, con quien él continuó trabajando decerca, Ball y Cleary G ottlieb tam bién em pezaron a representar a la Com unidad Europea del Acero

y el Carbón, y posteriorm ente a la Com unidad Europea luego del Tratado de Rom a en 1957. Deeste m odo, Ball trabajó de m últiples m odos con las élites europeas en nom bre de los objetivosestadounidenses del libre m ercado y la integración europea.

9 El clim a de consenso entre los notables, que facilitó esta división de tareas, se encuentra bienilustrado por los m ovim ientos de personal. Por ejem plo, D avid Rockefeller, el presidente del

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107

Est a “guerra f r ía cul tural ” recientemente na rra da por Fra nces St onor

Sa unders, “se sirvió de una red extensa y a l ta mente influyent e de personal

de inteligencia, estrategas polí t icos, el establecimiento empresarial y de

los viejos nexos académicos de las universidades más prestigiosas de losEstados Unidos . . . para construir un ‘consorcio’ cuyo doble objetivo era

inocula r a l mundo en cont ra del cont a gio del comunism o y a l lana r el pa so

en fa vor de los int ereses de la polí t ica exterior est a dounidense en el exte-

rior” (1999, 1-2). La estrategia de una contención cultural fue puesta en

práct ica de una manera sistemática e incluso exuberante. La tarea fue

dividida entre diversa s ent idades (insti tuciones int erna ciona les, funda cio-

nes priva da s y a gencias d el Esta do como la CI A) que eran cont rola da s por

la pequeña élite del esta blecimiento generador de la polí t ica exterior . E s-

tas ent idades también buscaron mantener la apar iencia de una mínimaa utonomía insti tuciona l esencia l pa ra conserva r una ciert a credibil idad, o

a l menos, con respecto a la C IJ , una a pariencia de ser una ent idad indepen-

diente (ver  B erma n 1983, 61). La s funda ciones privad a s ocupar on un luga r

centra l en esta división de competencias. E llas logra ron asegura r una ínti-

ma relación con el mundo académico. De hecho, desde el comienzo del

pasado siglo, las fundaciones habían sido el instrumento básico para la

concepción y la promoción de ca mbios o reform a s política s dent ro del esta -

blecimiento liberal (Bremner 1988; Howe 1982; Silk y Silk 1980).

Est a estra tegia se centró inicia lmente en las regiones que ha bía n per-ma necido má s expuesta s a la a menaza comunista , en par t icular E uropa y

Asia, pero muy pronto se extendió a la mayoría del globo. 10 Luego de que

Fidel Ca str o l legó a l poder, La tinoam érica se volvió una priorida d. S i bien

a hora esgrimido bajo la ba ndera del “desa rrollo” , sistema tiza do y converti-

do en política oficia l por el president e Kennedy con la Alian za par a el Pr o-

greso, el objet ivo bás ico cont inuó siendo una política de cont ención. C omo

fue señala do por P eter Smith, “Fa l ta ba un minuto pa ra la m edia noche . ..

Consejo de Relaciones Exteriores, le propuso a su am igo Allen Dulles que se convirtiera enpresidente de la Fundación Ford si renunciaba a sus pretensiones de ser el director de la C IA(G rose 1994, 336). Por su parte, Richard Bissell dejó la Fundación Ford para form ar parte delárea de operaciones secretas de la CIA, y D ean Rusk pasó de la dirigencia de la FundaciónRockefeller a convertirse en el secretario de Estado de K ennedy. David Rockefeller tam bién fuediligente durante la década de los años 50 y 60 en la constitución y desarrollo de la Conferenciade Bilderberg, contando para ello con la ayuda de varios líderes europeos y estadounidenses,especialm ente con el respaldo de G eorge Ball.

10 Resulta interesante cotejar este enfoque con los esfuerzos orientados para prom over la integra-ción europea. Según Bill, “m ientras que trabajaba junto con Jean M onnet en la cam paña prolon-gada para el libre com ercio y la integración europea, G eorge Ball desarrolló otra serie de tácticasque le funcionarían bastante bien en otros contextos políticos. Prim ero que todo, construyó una

red am plia de contactos personales. Los nodos de esta red estaban constituidos por alm as gem e-las en m ateria de política, quienes tam bién se convirtieron en sus am igos cercanos. Segundo,Ball considera que la consecución de su objetivo político fue el precedente de su avance personalen política así com o de su reconocim iento público. Com o M onnet, Ball com prendió que la políti-ca de bajo perfil usualm ente era el m odo m ás efectivo de hacer política”(Bill 1997, 131-132).

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108 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

La tinoamérica esta ba a l borde de una revolución m a siva . . . una reforma

gra dua l suministra ría el ant ídoto para la revolución r a dica l” (Sm ith 1996,

144-46). La t á ctica en La tin oa mérica consist ió en a delan ta r la política “a mi-

gos de América ” y la export a ción del conocimient o esta dounidens e, en pa r-ticular , pero no única ment e, en economía . Est os esfuerzos se orient a ron a

la const rucción de un a nueva tecnocracia d el desarr ollo capa z de ser com-

petent e y reformista a la vez y q ue pudiera evita r la polariza ción del ca m-

po político entr e ultra conserva dores de derecha e izquierdista s ra dica lizados

que a ctua ra n como revoluciona rios.

El perfil social, las trayectorias profesionales y las tendencias políticas

de los “ intelectuales en acción” de Kennedy provenientes de Cambridge

(Tanzer 1961) sugieren una continuidad con la instancia ya analizada del

esta blecimient o creador de la política exterior. Exist ía n nu merosa s conexio-nes persona les con la genera ción a nt erior d el Consejo de Relaciones E xte-

riores. El ejemplo má s obvio es McGeorge B und y, el principal orga niza dor

del grupo élite de Kenn edy y posteriorm ent e consejero del president e par a

asuntos exteriores (Bird 1998). Bundy fue descendiente directo de una fa-

milia de ra igam bre protesta nt e, tr a diciona l y prestigiosa del Este, grad ua -

do de Yale y yerno del decano Acheson, uno de los famosos “sabios” del

establecimiento generador de la política exterior. 11 La carrera cosmopolita

de B undy ta mbién incluía su desempeño como deca no bast a nt e joven de la

Fa culta d de Ciencias y Artes de H a rva rd, consejero de Rela ciones Int erna -ciona les, consejero de Segurida d Na ciona l y f ina lmente l íder de la Fun da -

ción Ford, la cual dirigió desde 1967 hasta 1979 (además salvó a la CIJ

cuando dejó de recibir fondos de la CIA).

Esta sucesión de personas y objetivos en la estrategia de contención

cultura l de la G uerra F ría n o obsta culizó la genera ción de ajustes pra gmá -

ticos en la s orient a ciones t á ctica s. D e hecho, el éxito de esta inversión en

ca p i t a l hu ma no , p o r de f i n i c i ó n , i mp l i ca ba u na c i e r t a f l ex i b i l i da d y

pragmatismo necesarios para ajustar las consecutivas redefiniciones de

las relaciones sociales. La presencia del pragmatismo también fue dicta-minada por el hecho de que la estra tegia consist ía m á s en a compaña r que

en l iderar cambios en la s r elaciones sociales. La selección de un cuadro de

nueva s élites goberna nt es se const i tuyó en un a rt e de lo posible en donde

los objetivos tenían que ser modificados en función del juego impulsado

por las posiciones locales o por las posibilidades ofrecidas por coyunturas

políticas particulares.12

11 El padre de M cGeorge Bundy fue un abogado prestigioso que ayudó a Henry Stim son (asim is-

m o fue el auxiliar judicial de O liver W endell Holm es). Su herm ano W illiam se graduó com oabogado de H arvard, y M cGeorge, aun cuando no fue abogado graduado, se encontraba losuficientem ente cercano al derecho com o para que el m agistrado Frankfurter le ofreciera sersu auxiliar en la Corte Suprem a (Bird 1998, 100).

12 De acuerdo con un ex funcionario de la Fundación Ford, las ayudas financieras en la década de

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El cl ientelismo y el el i t ismo evidentes en la estrategia de los Estados

U nidos pa ra la G uerra Fría obedecieron no sólo a las r elaciones intern a cio-

na les, s ino ta mbién a la estructura y a las a ct i tudes socia les más generales

que tuvieron lugar luego de la Segunda Guerra Mundial en los EstadosUnidos y en otras partes. La denuncia del establecimiento generador de

política s exteriores como una conspir a ción de élites es en gener a l un fenó-

meno más reciente, producto de desafíos iguali tarios que se presentaron

más tarde y que se exacerbaron con las contradicciones de una éli te que

pretendía ser meritocrá tica: los mejores y los má s bri l lan tes. E n el escena -

rio que va desde los 40 ha sta los 60, no obsta nte, la idea de una gra n a l ia n-

za de élites fue a lgo que proba blement e fue a cepta do por los observa dores

má s como una cuest ión de h echo.

E n t odo ca so, no es necesar io formula r la tesis de que existió una cons-pira ción pa ra ha llarle sentido a los punt os de convergencia que se dieron

dentro de los Estados Unidos, así como entre Estados Unidos, Europa y

otras partes. En los Estados Unidos esta convergencia fue el producto de

un enfoque sobre el mundo inculca do media nt e una tr a yectoria de vida que

comienza en la s escuela s de educación secunda ria y q ue, con los cimient os

de insti tuciones como Yale o Harvard a lo largo del camino, conduce a

Wa shin gt on o a Wa ll St reet. Al mism o t iempo, este pa t rón fue lo suficient e-

mente a bierto como pa ra ga ra nt izar un cierto grado de diversidad y f lexibi-

lidad (Barnet 1972, Bill 1997, Bird 1992, 1998, Bissell 1996, Grose 1994,Is a a cson y Thoma s 1986). E n los pa íses europeos, ciertos procesos socia les

similares aseguraron que una pequeña éli te cosmopolita preservara vir-

tua lmente un m onopolio sobre las prá ctica s y la s relaciones intern a ciona -

les. Dent ro de esta él ite, las diná micas determ ina nt es de reproducción se

encont ra ba n a ta da s a l sistema de nota bles y de jóvenes a prendices presti-

giosos, quienes iniciaban sus carreras como principiantes en posiciones

cosmopolitas. Las conexiones familiares permitieron que dichos jóvenes

aprendices, desde un comienzo, proporcionaran sus servicios a las perso-

nas notables, conexiones que ayudaban a amasar –generalmente t iempomás tarde– el capital internacional de la siguiente generación de dichas

persona s n ota bles.

los años 50 se hallaban “fuertem ente influenciadas por la G uerra Fría ... el papel de laFundación Ford en gran m edida fue darle solidez a los gobiernos, facilitándoles la asistenciatécnica, el entrenam iento requerido y cosas por el estilo. A sí, los m inistros que estaban preocu-

pados por el tópico del desarrollo ... pudieron desem peñar m ejor su trabajo”. Varias de lasayudas financieras se destinaron a las instituciones estatales. Según otro ex funcionario, el girogradual se orientó m ás hacia un m odelo “Rockefeller”de “construcción de activos en recursoshum anos con los cuales poder trabajar”, “tratando así de trabajar y fom entar esa com unidadde personas”.

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110 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

APOTEOSIS Y CRISIS DEL MODELO DE LOS NOTABLES

La déca da de los 60 fue testigo de la culmina ción del modelo est ra tég ico de

las persona s no ta bles propio de l a G uerra Fr ía , a s í como del comienzo

de un serio cuestionamiento a este enfoque. El presidente Kennedy, aun

cuan do no pert enecía a l Consejo de Rela ciones Ext eriores, se rodeó de per-

sona s q ue const i tuía n un clar o producto del esta blecimiento del Est e Nor-

teamer icano . Él se preocupó por cu l t ivar l a imagen de un gobierno

inteligente, el mejor y el má s bri l lant e. Asimismo, a doptó la estr a tegia que

ya había sido aplicada por “ los sabios” , que implicaba de manera simultá-

nea la za na horia y el ga rrote. La Alianza para el P rogreso expan dió e hizo

oficial el objetivo que ha sta entonces ha bía s ido a signa do a las funda ciones

fi la nt rópica s: la const rucción de un a a l ia nza de élites profesiona les a l ser-

vicio de una polí t ica para la modernización, la cual fue interpretada por

Rostow como un antídoto para el comunismo (Rostow 1960). Mientras to-

dos estaban a la espera de que este “ intento estadounidense de elevada

erudición pa ra ha cer a migos –en el sentido estr icta ment e li tera l de crea r-

los primero–” (S mit h 1996, 153) rind iera sus fr ut os, la C IA y sus escena rios

sa téli te fueron empleados para a cosa r a todos los movimient os de izquier-

da que estaban bajo sospecha de ser simpatizantes de Castro.13

Después del asesina to de Kennedy esta doble estra tegia se inclinó ha -

cia el la do de la represión, a sist ida por el hecho de que la política de moder-niza ción o bien se esta ba desga st a ndo o bien toca ndo el borde de sus límites.

La segunda mitad de esta década se vio entonces marcada por un incre-

mento en las cont ra dicciones inherentes a esta estra tegia hegemónica . La

intervención en Vietnam únicamente ayudó a exacerbar estas dif iculta-

des, al destruir los reductos de consenso que aún existían en el seno del

esta blecimient o libera l –un consenso que era fund a menta l para la división

de tareas, opuestas y complementarias a la vez, lo cual consti tuía la base

en la que reposaba la estrategia de imperio.14

Ta mbién se dio un a cent ua do conflicto a l interior del sistema , que pro-vino de los jóvenes aprendices prestigiados y de la generación que ellos

representa ba n. E llos siempre fueron ba sta nt e conscient es del doble juego

13 Kalm an Silvert, quien a principios de los años 60 fue el asesor en ciencias sociales paraLatinoam érica de la Fundación Ford, escribió en un libro de ensayos sobre la A lianza para elProgreso: “Estados U nidos está aceptando su responsabilidad com o m iem bro de las com unida-des dem ocráticas desarrolladas, m ediante sus intentos de respaldar un proceso de m oderniza-ción que no acarreará el m ism o costo hum ano que dem anda la solución revolucionaria m arxista.En esta tarea no le faltarán personas en Latinoam érica que deseen convertirse en sus aliados;asim ism o, los Estados Unidos deben aprender quiénes son en realidad sus colegas en espíritu,cóm o reconocerlos, saber en dónde están y qué tipo de cosas se les debe ofrecer para que seconstituyan en una m ejor ayuda”(M anger 1963, 103).

14 La división dentro del Partido Dem ócrata por causa de la G uerra del Vietnam en 1968 fue unam anifestación significativa de la crisis.

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111

de sus predecesores, así como de los límites de la ideología meritocrática

que formaba parte de su propia identidad. Las tensiones se dieron sobre

todo en las inst i tuciones enca rga da s de a rra str a r el confl icto al t erreno de

las idea s, justa mente porque ella s esta ba n si tua da s en la posición donde elcampo del poder se encuentra con el del conocimiento. Este espacio de

articulación era crucial para la producción de una legitimidad política, la

cual est a ba en juego en este proceso de reest ructur a ción. D e hecho, resul-

tó ser extra ordina rio el modo como la concat ena ción d e esta s crisis afectó

estos mecan ismos. Ello incluye la revelación en 1967 de la fina nciación de

la C omisión I nt erna ciona l de J urista s por pa rte de la CI A. Ta mbién desde

1965 ha sta 1969 se presenta ron en el Congreso de E sta dos U nidos diversas

crít ica s e investigaciones –liderada s por el populista Wright P a tm a n– a las

fundaciones filantrópicas, las cuales se centraban en su posición económi-ca privilegiada, así como en el entorno de secreto y confidencialidad que

rodeaba a sus actividades (Nielsen 1985, 26). 15

La polí t ica de invertir esfuerzos y r ecursos en la a cademia , que le con-

cedió al establecimiento del Este Norteamericano su principal fuente de

legitimidad, contribuyó también para levantar dudas sobre la homogenei-

da d social y el consenso implícito q ue le proporciona ba su fuerza . U na vez

las un iversida des má s prestigiosa s de los E sta dos Unidos logra ron obtener

má s a utonomía (en términos relat ivos) y a mplia ron sus cri terios de acepta -

ción de est udian tes (v. gr., Freela nd 1992), abr ieron la s puerta s de las redesdel esta blecimient o pa ra a coger nuevos perfi les, esta vez menos dispuestos

a a cepta r la jera rquía y la ortodoxia prevalecientes (ver J encks y Riesman

1968). A diferencia de la genera ción precedente d e los a sí lla ma dos sa bios,

los recién llega dos en genera l no ha bían estud ia do en los colegios de G roton,

Lawrence, St . Paul , Andover o Exeter . Ellos carecían de los antecedentes

comunes que permitieron a la anterior generación, desde muy temprano,

a dquirir los há bitos socia les que a su vez determina ba n la s opciones estra -

tégicas en que se basaba su visión política. 16

15 Incluso una organización com o Am nistía Internacional, que había tom ado alguna distancia fren-te a la estrategia elitista y de partido propia de la G uerra Fría, no escapó a este tipo de contradic-ciones. A sí, experim entó una grave crisis en 1966-1967, que desencadenó una ruptura entre susfundadores.

16 Los “intelectuales en acción”de esta nueva generación fueron ejem plificados por personas com oRichard Barnet y M arcus Raskin. Am bos eran abogados. Raskin, quien “difícilm ente contaba concualquiera de las acreditaciones que el establecim iento usualm ente esperaba que un m iem brodel CN S [Consejo N acional de Seguridad] tuviera”(Bird 1998, 187), de hecho fue em pleado porM cGeorge Bundy ante la insistencia de D avid Riesm an en 1961. Raskin, quien para ese entoncestenía 26 años, había trabajado para varios congresistas prom oviendo una agenda liberal. En el

equipo de Bundy, él se constituyó en un crítico visible del escalam iento paulatino de la G uerraFría, dejando la institución en 1962 y conform ando el Instituto de Estudios Políticos con RichardBarnet (Bird 1998, 219). M uy pronto esta entidad se convirtió en uno de los principales centrosde intelectuales de una nueva izquierda que se había radicalizado com o respuesta en contra dela G uerra del Vietnam (Sm ith 1991, 159).

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112 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

En cuanto el recorrido que iba de las universidades más prestigiosas

estadounidenses a Wall Street o a Washington D.C. devino más saturado,

la nueva generación tuvo que abrir nuevos espacios de práctica profesio-

nal . Un conjunto de oportunidades surgió de la expansión de áreas talescomo la asistencia para el desarrollo, incluyendo también los Cuerpos de

Paz y aquellos programas que fueron lanzados bajo la égida de la Alianza

para el Progreso a inicios de los años 60. Otro conjunto de oportunidades

esta ba l igado a los diversos proyectos de integra ción social q ue vendrían a

ser a sociad os con la G ra n S ocieda d de Lyn don J ohn son (Sm ith 1991, 149-

150). E n el á mbit o del ejercicio profesiona l del derecho, la g uerra en cont ra

de la pobreza impulsó a muchos jóvenes idealistas a trabajar en los pro-

gramas de servicios jurídicos a favor de los pobres, y del mismo modo va-

rios a boga dos se vieron comprometidos de una forma má s a gresiva con elLawyers Committee for Human Rights (Comité de Abogados para los De-

rechos Humanos), con el objeto de promover el movimiento por los dere-

chos civiles en 1963. Este proceso en el que se fomentaron éste y otros

programas relacionados permitió que bastantes profesionales se identif i-

ca ra n m ucho má s con gr upos sociales domina dos, y a simismo los condujo

ha cia una ma yor conciencia de los l ímites y la s cont ra dicciones de la est ra -

tegia polí t ica hegemónica .

E l compromiso de los recién l lega dos con u na suert e de idealismo, no

obstante, se chocó frecuentemente con un obstáculo doble. El obstáculocomprendía tanto sus aspiraciones en sus carreras personales como los

proyectos políticos a los que habían dedicado tanto esfuerzo, así esas aspi-

ra ciones y proyectos estuviera n orienta dos a modernizar el Tercer Mund o

o a a celerar la integra ción social de los ha bita nt es de ghettos  urba nos en la

socieda d est a dounidens e. Sa biendo que el progreso socia l no siempre coin-

cidía con el desa rr ollo económico, con fr ecuencia se sin t ieron como la s ma -

r ionetas de una ideología meri tocrát ica y tecnócrata t ransmit ida a el los

por los intelectuales en acción que trabajaron para las administraciones

de Kennedy y J ohnson. La rebelión de esta s nueva s genera ciones en los 60–incluyendo a los relat ivam ente nuevos recién l legados y a a lgunos que se

convirt ieron en sus m ent ores– fue ent onces el producto del sentimient o de

que ha bía n sido engaña dos.17

17 En ese entonces, la oposición a la G uerra del Vietnam fue concebida com o el origen de laradicalización y de la posición rebelde de varias universidades. Con una m irada retrospectiva se

puede apreciar que la Com isión Trilateral –conform ada en 1972–explicó la crisis de los años 60com o el producto de los “excesos”de “una década de una oleada dem ocrática y de unareafirm ación de un igualitarism o dem ocrático”. Así, la apertura relativa de la década de los 60fue asum ida com o la fuente del problem a. Según esta perspectiva, los excesos dem ocráticosam enazaban “la gobernabilidad de las dem ocracias”(Huntington, citado por Sklar, 1980, 36).

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113

PROFESIONALIZACIÓN Y POLITIZACIÓNDE LA FILANTROPÍA

Al mismo tiempo que el edificio de la hegemonía estadounidense estabasiendo confront a do, el monopolio del est a blecimient o del Est e Nort ea meri-

cano fue cuestionado. Este estremecimiento se tradujo en cambios en las

insti tuciones y en las organizaciones, los cuales se encuentran en la raíz

ta nt o de la profesiona lización como de la a utonomía progresiva de la s á rea s

de los derechos humanos y la práctica filantrópica.

La profesiona liza ción su rgió en pa rt e de los progresivos escrutin ios pú-

blicos a los que esta ba n siendo sometida s las funda ciones en la d éca da de

los años 60. Nielsen (1985, 29-36) afirma que las críticas provenientes del

Congreso surtieron un efecto saludable al forzar la renovación del sector.Los desafíos hicieron que las fundaciones abrieran sus opciones y decisio-

nes estr a tégicas a l debat e público y con ello se impulsaron de forma consi-

derable las a ctivida des de reforma . La s sospecha s que ha bían sur gido como

resultado de este proceso –particularmente sobre un sistema de adminis-

tración casi secreto– tenían que ser afrontadas, y una consecuencia fue

que el universo de las fundaciones tuvo que reorganizarse y reflexionar

sobre su papel. Entre los muchos ejemplos que se pueden citar de este

proceso cabe destacar que las fundaciones crearon un centro de informa-

ción y revitalizaron el Consejo de Fundaciones. El medio de difusión delConsejo, llamado The Foundat ion N ews , se convirtió en una publicación

más profesional . De igual forma, la sistematización de la selección de un

“personal profesional” condujo a un “surgimiento gradual de una comuni-

dad filantrópica operante e interactiva” (Nielsen 1985, 32).

U na de la s ra zones pa ra que se diera un escrut inio ma yor a las funda-

ciones fue que muchas de ella s ha bían a sumido una postura má s a ctivista

en los 60. La Fundación Ford se consti tuyó como la instancia guía de la

profesionalización del activismo en cuestiones sociales y raciales. Particu-

larm ente bajo el lidera zgo a centua da mente reformista de McG eorge B undy,qu e comen zó en 1966 (B ird 1998, 376-395), la fun da ción se concentr ó fuer-

tement e en la lucha cont ra la pobreza, la promoción del desa rrollo comuni-

ta rio y la protección d e los derechos de la s min oría s, crean do en ese esfuerzo

el centr o de servicios lega les y luego el cent ro para la defensa de los int ere-

ses colectivos.18 La función de todos estos frent es fue a poya r y f ina ncia r la s

18 La Fundación Ford recurrió a una nueva generación de sociólogos a finales de los años 50 com oparte del im pulso dado a este m ovim iento (O’Connor 1996). Respecto al papel de las fundacio-

nes de brindar ayuda financiera para la prom oción jurídica de causas sociales, el Consejo para elDerecho de los Intereses Colectivos (Council for Public Interest Law ), im pulsado inicialm ente porla Fundación Ford, inspeccionó 86 program as de “derecho de los intereses colectivos”en 1975,de los cuales el 70% habían sido establecidos entre 1969 y 1974 (incluyendo el Consejo para laDefensa de los Recursos Naturales, el Fondo para la D efensa del M edio A m biente y el Centro de

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114 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

actividades emprendidas por jóvenes reformistas que habían sido marca-

dos por el idealismo evidente en ese entonces en las universidades.19  L a

estrategia paralela de las fundaciones en el sector internacional incluía

una reorientación de sus cometidos, desde programas generales que res-palda ba n universidades extr a njera s, hast a la creación de centros de inves-

t igación que escudaban a intelectuales de izquierda de la amenaza de

regímenes mili tares latinoamericanos.20 Est e ca mbio de rumbo estra tégico

llevó a q ue la s funda ciones grad ua lmente empezara n a d a r un a poyo a ctivo

a los movimient os de derechos huma nos crea dos pa ra defender a las vícti-

mas del terrorismo de Estado.21

Derecho y Política Social). D e los aproxim adam ente 61 m illones de dólares ofrecidos por las

fundaciones a estos grupos en el período 1969-1975, la Fundación Ford era responsable de m ásde la m itad (Council for Public Interest Law 1976, 85, D-15, D-16). Los 86 centros le dieron em pleoa 589 abogados pagos en 1975 (1976, 82).

19 En la tarea de describir a las dos generaciones de la Fundación Ford, la generación de la décadade los 50 y principios de los 60 fue descrita por un ex funcionario com o preocupada por “laeconom ía y el desarrollo tal y com o un econom ista lo concibe”. En cam bio, “varias de las perso-nas de la nueva generación habían tenido experiencias en los Cuerpos de Paz y no eran econo-m istas en su totalidad. Su form ación educativa en algunos casos había sido el derecho y en otroscasos las ciencias sociales diferentes a la econom ía. Adem ás, estas personas estaban m ucho m ásdispuestas a orientarse hacia el escenario de la justicia social”.

20 U na de las personas que form ó parte de la transform ación m anifestó que, antes de la m itad dela década de los 60, la Fundación Ford en el Brasil “había trabajado con anterioridad en tem as

de ciencias naturales, en econom ía y en agricultura. Pero, jam ás había trabajado en cienciapolítica, sociología política, antropología social ... [Parece que] en efecto la Fundación Ford seestaba centrando en el desarrollo com o si se tratara de una suerte de ciencia tecnológica om odelo económ ico ... lo que se requería ... eran acercam ientos políticos y sociales, e inclusoposiblem ente antropológicos ... estas ideas no necesariam ente fueron am pliam ente aceptadasal interior de la Fundación Ford ... yo em pecé a darm e cuenta de ciertos debates que se estabansuscitando al interior de las disciplinas en los Estados Unidos ... la cuestión no era sólo detransferir com pletam ente este tipo de disciplinas ... así m e fui haciendo consciente de laim portancia de tener una suerte de pluralism o en las ideas”. “Todos em pezaron a darse cuentaque estábam os interesados en la Ford m ás allá de un enfoque ... m eram ente tecnocrático. Om ás que un sim ple enfoque funcionalista frente a la ciencia política”. La financiación de loscentros de investigación evitó que varios investigadores salieran al exilio. Fernando Henrique

Cardoso em pleó la ayuda financiera de la Fundación Ford para construir “un espacio políticosuficiente”para un “centro de investigaciones sociales independiente”, a saber, el Cebrap.21 El respaldo para con los derechos hum anos provino de lo que un exfuncionario de la Fundación

Ford describió com o “una transición natural, usted sabe, antes de la crisis ... [estábam os] prote-giendo nuestras inversiones, las pasadas inversiones”. Adem ás, “lográbam os facilitar m edios paraidentificar y form ar al m enos a algunas personas jóvenes que de otra m anera se hubieran perdidoen las ciencias sociales de ese entonces. Sabíam os que estábam os form ando un grupo de futu-ros líderes”. Com o fue expuesto en el capítulo 3 con referencia a Chile, el respaldo para centrosindependientes se desplazó hacia las organizaciones de derechos hum anos, las cuales contabancon enfoques análogos y vinculados a los de tales centros. Com o otro exfuncionario lo señaló,los beneficiarios iniciales en la m itad de la década de los 60 fueron “la m ayoría de las élitesacadém icas. N osotros ayudábam os a aquellos cuya vida se encontrara bajo am enaza o que

tuvieran que acudir al exilio o cosas por el estilo. Así, en cierto sentido, ésta era la orientaciónde los derechos hum anos o al m enos esa era la influencia que se m ostraba en ese tipo deactividades. Em pezam os entonces a am pliar esta visión en el contexto brasileño y luego nosencauzam os directam ente a la ayuda de diversos grupos que vendrían a ser denom inadoscom o los grupos de derechos hum anos en el período chileno posterior a 1973”.

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115

Est a s nuevas or ienta ciones, que fueron inser ta da s a la estra tegia del

esta blecimiento genera dor de la política exterior denomina da “crean do a mi-

gos de los Estados Unidos”, condujeron a que la Fundación Ford operara

de un modo bastante distinto a como lo había hecho en los años 50. EnLa tin oa mérica, especia lment e, la Fun da ción F ord en los 70 empezó a mos-

tr a rse como el oponent e, e incluso el a nt ídoto del otr o pilar pan a mericano,

la CIA. 22 Paradójicamente estas iniciativas, que alejaron a la fundación de

la estrategia de la CIA, se encontraban protegidas por la autoridad que

representaba McGeorge Bundy, quien era a su vez la personif icación per-

fecta del est a blecimiento que conformó el consenso de la G uerra Fría . 23 L a

combina ción en su perfil de ca pita l a cadémico y socia l, y de ha bilida d polí-

tica le permitió que la Fun da ción deja ra de apoya r regímenes a utorita rios

a sociados con idea les a nt icomunist a s.La división más rígida y confl ictiva de las tareas entre las diversas

instituciones en este período hizo que el manejo de este tipo de políticas

resultara ser más delicado. Así, en 1969 –cuando la oficina satélite de la

Fund a ción Ford en B ra sil sugirió f ina ncia r un centro de investiga ciones a l

que Fernando Henrique Cardoso estaría vinculado–, la cabeza de la Usaid

en Brasil le advirtió a uno de los funcionarios de la Fundación Ford que

recomenda r dicha f inan cia ción sería a lgo “ma lo par a su ca rrera ” y que por

lo ta nt o debía “desistir” . De acuerdo con una de las persona s vinculad a s a

la Fundación Ford para ese entonces, un oficial de la CIA visitó por esosdías la Funda ción para tra ta r de proba rles que Ca rdoso era un “izquierdis-

ta” . No obstante, la Fundación Ford desembolsó la ayuda f inanciera. En

Chile, donde la Fundación Ford, según lo dicho por uno de sus funciona-

rios, “había decidido tomar en serio el compromiso insistente de Allende

para l leva r a ca bo una tra nsición legal democrát ica ha cia el socia l ismo”, se

dio una cla ra ruptura respecto a la polí t ica exterior esta dounidense. Y eso

signif icaba que no existía mucha fra ternida d –por decir lo menos– entre la

embajad a de los E sta dos U nidos y la Fund a ción F ord. Luego del golpe mi-

22 La crítica de Jam es G ardner sobre la línea de “derecho y desarrollo”fue parte de una transfor-m ación ocurrida al interior de la Fundación Ford (1980). El m ism o G ardner fue parte de unatendencia que, por una parte, buscaba alejarse del enfoque de la postura conservadora en elderecho em presarial y, por la otra, pretendía convertir la m ejora en la educación del derecho enuna serie de estrategias de un corte m ás activista tanto adentro com o en el exterior, incluyendoel cam po de los derechos hum anos y el derecho de los intereses colectivos.

23 De acuerdo con un testigo de la Fundación Ford de ese entonces, Bundy y David Bell (uneconom ista que había sido el adm inistrador de U said bajo la adm inistración de Kennedy) “esta-ban cam biando su enfoque, dejando atrás un patrón que buscaba concentrarse en la confor-m ación de instituciones –particularm ente universidades y otro tipo de instituciones clave, así

com o instituciones educativas de investigación en los países en desarrollo–hacia un m odelom ás enfocado en los problem as así com o en la generación de una dirigencia en m ateria dedesarrollo. N o es que estas dos actividades sean separadas, pero, usted sabe, conscientem entese estaba edificando capital hum ano para trabajar en lo que hubiera que trabajar en las cienciassociales o en otro tipo de cam pos”.

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116 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

l i tar en Chile fue entonces natural que la Fundación Ford se apoyara en

“rela ciones de confianza ” creada s con a nt eriorida d. 24  Este tipo de relacio-

nes de confianza encauzaron en parte la f inanciación de varios grupos de

derechos huma nos luego del golpe mili ta r , a un cua ndo “par a ese ent onces,uno de nuestros colega s a poya do por la Fun da ción Ford t odavía creía . . . que

lo que ellos sa bían a cerca d e Amnistía Int erna ciona l daba para pensa r que

era una orga nización comunista ” .25

Ha sta ese punto los miembros del esta blecimient o ha bía n logra do a fron-

t a r l o s c o n f l i c t o s i n t e r n o s d e u n a f o r m a d i s c r e t a y p r a g m á t i c a . L a

profesionalización de las prácticas dentro y alrededor de diversas institu-

ciones que busca ba n a ut onomía , progresó de este modo a l mismo ri tmo del

deterioro de la red de connivencia social en la que la fachada del consenso

polít ico –y rea lmente el poder del esta blecimiento del E ste N ort eam erica -no– reposaba. Las implicaciones internacionales de este proceso fueron

a mplif ica da s, ya que el proceso mismo tuvo lugar en otra s la ti tud es y signó

el comienz o de la r ecomposición del orden político y s ocia l del período de la

posguerra. 26

AMNISTÍA INTERNACIONAL:DEL MORALISMO ELITISTA A UNA ORGANIZACIÓN

MASIVA DE PERSONAL PROFESIONALDado que la Guerra Fría había sido uno de los factores principales que

precipitó el desa rrollo de dos organ izaciones riva les, la AIJ D y la CI J , no

resulta sorprendente que la siguiente generación buscara tomar distancia

de esos t ipos de par tidismo y eli t ismo. E n I nglat erra a la a l tura de 1961,

por lo ta nt o, los funda dores de Amnist ía I nt erna ciona l busca ron crea r una

organización masiva, f inanciada exclusivamente por activistas y caracte-

rizada por un a “ca si obsesiva ident ifica ción con la neutra lida d”.27 En lugar

24 “Así, casi de la noche a la m añana, nos vim os inicialm ente m anteniendo una preocupaciónacerca de nuestra libertad académ ica. U sted sabe, acerca de si existía un am biente en el que eltrabajo que habíam os respaldado pudiera continuar dándose. Y luego rápidam ente em pezam osa preocuparnos por la salud y la seguridad de aquellos que habíam os apoyado con anterioridad”.

25 U no de los debates antes del golpe m ilitar fue si la Fundación Ford debía “estar posicionada paraayudar a las nuevas autoridades en su lucha en contra de la inflación. O si la Fundación Ford debíaconvertirse en una suerte de organización de derechos hum anos ... y al final, M cG eorge Bundy ...se centró com pletam ente en la segunda alternativa”. De m anera interesante, la nueva generaciónde econom istas que se encontraban afuera del establecim iento del Este aún no contaban con elpoder o el grado de aceptación suficiente com o para ganarse el respaldo de la Fundación Ford.

26

La transform ación tam bién fue económ ica. Así, los casi 30 años de prosperidad bajo el m odelode regulación “fordista”em pezaron al final a m ostrar ciertos signos de debilidad.27 Según uno de los ex funcionarios, “Am nistía no recibía dinero de las fundaciones ni de los

gobiernos. Así, todos sus fondos provenían de personas com unes y corrientes ... A m nistía nocontaba con ese núm ero de grandes donatarios”. El enfoque de A m nistía en los diversos asun-

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117

de actuar de forma más discreta a través de relaciones personales, el los

pretendieron de forma sistemá tica q ue la a tención de los medios de comun ica -

ción se centra ra en sus ca usa s y en sus a ctividades (ver  K orey 1998, 159-180).

Má s específ icament e, a pa rtir del lan za miento de la primera gr a n ca m-paña internaciona l en The  Obser ver  y L e M onde , P e ter B enenson, un a bo-

ga do britá nico, propuso la noción de “la s t res redes”. E ste concepto, diseña do

para a segura r la imparcial idad de Amnistía , requirió que los grupos de Am-

nist ía sa lvagua rdara n de ma nera simultánea a t res t ipos di ferentes de pr i-

sioneros políticos –un o de los pa íses comun ist a s, otro del primer mu nd o y

otr o del tercer mundo–. Est a diferencia ma rcada con otro t ipo de orga niza -

ciones ta mbién condu jo a que Amn istía limita ra sus disposiciones y objeti-

vos de un modo bastante estr icto. 28 Así, le dio prioridad a los prisioneros

objetores de conciencia que habían sido castigados por la expresión de susopiniones, y excluyó a todos aquellos que habían cometido o promovido

a ctos de violencia. Los funda dores de Amnist ía t a mbién se orienta ron ha -

cia la movilización de la opinión pública en favor de sus causas, e inicial-

ment e logra ron cont a r con el apoyo de algun os periodista s simpat izan tes,

tales como David Astor, editor del Obser ver   y viejo amigo de Benenson.

Aprovechando esta al ianza inicial , Amnistía trabajó dil igentemente para

desperta r credibilidad en los medios de forma má s genera l .29

tos fue descrito por un ex funcionario de la siguiente m anera: “había académ icos y abogados,pero tam bién había ... personas de toda clase de trayectorias, usted sabe, usualm ente prove-nían del lado progresista del espectro político pero tam bién había algunos republicanos; habíaconservadores; ellos eran bastante ... usted sabe, del corte de gente que iría a las com unidades... que declararía cosas ... asim ism o teníam os un organizador que viajaba por todo el país, ustedsabe, y él declararía, usted sabe ‘Am nistía conform ó un grupo y todos son bienvenidos’, yquienes aparecerían: profesores, am as de casa, periodistas locales, quiero decir, gente que lesim portaba estas cosas; quienes estaban buscando m aneras para responder a las atrocidadesque se m ostraban en los periódicos; así, consideraron a A m nistía com o un cam ino seguro ... dehecho un cam ino no político cuya fuerza residía ... usted sabe, en que tratábam os tanto com onos fue posible realizar una especie de com binación entre la izquierda y la derecha; tam biénesto se hacía en el trabajo, usted sabe ... cada grupo conform ado tenía casos tanto en el tipo

de países de izquierda así com o en aquellos de ala derecha, para que así se respetara algúnbalance. Pero tam bién ... durante algún tiem po tuvim os a Joan Baez y W illiam Buckley ennuestro equipo, y difundiríam os eso ante los m edios de com unicación. ‘¿N o es sorprendenteque alguna instancia haga que Joan Baez y W illiam Buckley lleguen a algún tipo acuerdo?’”.

28 Esta política estricta fue debatida con un cierto nivel de detalle una vez que A m nistía creció yprosperó. Según uno de los participantes, “había todo tipo de contiendas respecto a su m isión,porque la gente com enzó a decir que lo que A m nistía hacía era derechos hum anos y que si esono era lo que estaba haciendo ... no eran derechos hum anos y entonces tanto el G obierno com ola gente em pezarían a utilizar a A m nistía para darle legitim idad a cualquier asunto en el queestuvieran trabajando y tratarían de que se centrara en dicho asunto ... luego, yo diría ... queun cam bio es que Am nistía em pezó a dedicar progresivam ente bastante tiem po al asunto dedefinir qué era y qué no era ... lo que era un m andato es que ... tenía que lidiar con asuntosdifíciles, con la violencia, por ejem plo. M ucha gente estaba de acuerdo en que N elson M andelahubiera sido arrestado; él fue arrestado, usted sabe, debido a la violencia. ¿Podía A m nistíatom arlo com o un prisionero de conciencia? (ver  adem ás Desm ond 1983).

29 Am nistía tuvo que trabajar duro para ganarse la credibilidad de los periodistas. En las palabras

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118 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Est a s noveda des fueron signif ica tiva s, pero la r uptura entre la primera

y la segunda generación de derechos humanos no fue absoluta. Una dife-

rencia c lar a es que los notables de la CIJ le da ban ma yor importa ncia a las

bat a l la s que se gesta ban en el á mbito de los pará metros legales, mientra sque el gra do de publicidad y las causa s ma sivas a dela nta da s por Amnistía

tenía n objetivos mucho má s concretos. P ero los nota bles juga ron un pa pel

import a nt e en la movil iza ción por part e de Amnist ía de los “ t r ibuna les de

la opinión pública”. En particular ellos lideraron la atención y la credibili-

dad prestadas a los medios de comunicación cuando Amnistía emprendía

misiones a s itios riesgosos. A pesar de su preocupación a bierta por la demo-

cracia interna , esta organización masiva reposaba sobre una estructura

dual .30 Al lado de la s ma sa s de milita nt es se encont ra ban los nombres pres-

tigiados, cuya a utorida d podía ser empleada dura nt e la s misiones pa ra in-crementar la potencia l audiencia en los medios. Cier tas cont inuidades

ta mbién son ba st a nt e evidentes en las r elaciones persona les que se dieron

entre Amnist ía y la C IJ . La ma yoría de los funda dores de Amnist ía fueron

líderes de J usticia , la versión britá nica de la CIJ , la cual pública mente

respa ldó a la n ueva organiza ción.31 D e hecho, Sea n McB ride luego se con-

virtió en el president e de Amnist ía . Aun cuan do las n ovedad es fueron im-

portantes, basadas en una reacción de los fundadores hacia un partidismo

en nombre de los derechos hu ma nos que n o cont a ba con un l ímite definido,

se tra tó má s de una cuest ión de ma tices que de diferencias funda menta les .La par ticipación de Amnist ía en la resistencia en cont ra de P inochet en

Chile después de 1973 y en otra s cont ienda s l ibra da s en cont ra de Est a dos

autoritarios, ayudaron a legitimar su gestión y a af ianzar su prestigio. En

los a ños 60, 900 prisioneros fueron el cent ro de las ca mpa ña s de Amn istía ,

que cont a ba para ello con un personal de dos individuos a sa laria dos, uno de

del inform ante citado en la pasada nota a pie de página: “Am nistía usualm ente no era elprotagonista del reportaje pero sí encajaría dentro del reportaje ... nosotros lanzam os unacam paña en donde de hecho nos acercábam os a los consejos editoriales y ... lo que ustedbásicam ente tenía que hacer era convencer a la gente de que a usted se le podía creer; queusted ... no estaba im pulsando un program a político y de que eso era difícil de hacer; esa fuela parte m ás dura de hacer. Pero yo pienso que realm ente a esos periodistas ... aquellos noenfrascados en una ideología, rápidam ente les em pezó a gustar la idea ... del m odo en el queestábam os operando, ya que así ellos podían confiar en nosotros. N osotros éram os bastantem odestos, m uy cautelosos; quiero decir, no iríam os detrás de historias sensacionalistas, puesdicho enfoque nos atraparía ... al principio eso hizo que fuera m ás difícil que nos conocieran enla prensa, pero lentam ente construim os una buena reputación y una vez adquirida entonces lagente em pezó a saber de nosotros ... los editores de las noticias dirían, “ah sí, es A m nistíaentonces podem os utilizarlo. Les creem os”.

30 Es elocuente que el prim er grupo de A m nistía Internacional que visitó a la A rgentina en 1976luego de la “guerra sucia”, estuviera com puesto por el Padre D rinan, Lord A vebury y PatriciaFeeney (G uest 1990, 80-86).

31 El fiscal general, Sir Elw yn Jones, y el señor canciller, Lord G ardiner, tam bién eran m iem bros deAm nistía, entre otros padres fundadores que estaban siguiendo la trayectoria de profesionalesnotables.

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119

tiempo completo y el otro de medio tiempo. El presupuesto era de sólo

10.000 libras. Para 1976 la organización ya contaba con alrededor de 40

persona s. P osteriormente, Amnist ía ga nó may or credibilida d cuand o obtu-

vo el P remio Nobel de la P a z en 1977, el cua l, de acuerdo a Korey, se debióen gran parte al reporte que hizo sobre Argentina, que fue publicado en

marzo de ese año (1998, 179). En 1981, Amnistía apoyó la causa en favor

de 4.000 prisioneros conta nd o con 250.000 miembros, un presupuest o de 2

millones de l ibra s y un personal de 150 personas que ma neja ba n d iversos

asuntos y mantenían contactos “en los escenarios mundiales más influ-

yent es” (La rson 1979). 32 Los esfuerzos destina dos a La tinoam érica empeza -

ron a producir apreciables dividendos locales en el campo de los derechos

humanos . 33  Algunas de las consecuencias de estos esfuerzos, particular-

mente cuando la administración de Reagan logró alejar del poder al esta-blecimient o genera dor de la política exter ior, será n vist a s en el capítu lo 8.

Amnistía pavimentó el camino hacia un rol nuevo y más técnico de los abo-

ga dos en m a teria de polí t ica exterior , el cua l tuvo lugar a f inales de los 80

y ha cont inua do ha sta nuestros días .

32

Según una persona que participó en los cam bios posteriores a 1976, “quiero decir, cuando yocom encé en el 76 probablem ente había 40 personas en todo el secretariado. M uchos de losinvestigadores eran personas que, usted sabe, entrarían a la oficina para decir, ‘¿Hay algo quepueda hacer?’”. Para el año de 1983 el núm ero había ascendido a 200, “y progresivam ente seestaba profesionalizando, estaba creciendo y estaba bajo la lupa del público com o nunca antes”.

33 Entonces el crecim iento de la institución se aceleró, en gran parte debido al flujo de personasestadounidenses. De 1974 a 1976 el núm ero de m iem bros estadounidenses creció de 3.000 a50.000 (W iseberg y Scoble 1977, 290). El núm ero de m iem bros de la organización se triplicóhasta llegar alrededor de los 400.000 entre 1985 y 1989. En 1991, luego de 30 años, Am nistíaInternacional contaba con un m illón de m iem bros (la m itad de ellos provenientes de los EstadosU nidos), un presupuesto de 11 m illones de libras (en contraste con los 23 m illones de dólares deAm nistía Internacional-Estados Unidos) y un personal fijo de 260 individuos. M ás aún, su

personal fue reconocido com o una de las fuentes esenciales de producción de conocim ientosespecializados en m ateria de derechos hum anos internacionales, y por lo tanto uno de loslugares preciados para adquirir com petencia en el tópico de los derechos hum anos. A proxim a-dam ente había cerca de 500 candidatos para cada posición que se abría al concurso público(W ade 1995;ver  tam bién Page 1992).

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121

CAPÍTULO 5

Los Chicago Boys como sujetos extraños:la creación y la exportaciónde la contrarrevolución

Con el objeto de clar i f icar las estra tegia s de poder que h a n fa cil i ta do el

éxito de la escuela económica de la Universidad de Chicago, hemos

escogido sólo algunos episodios de una competencia que ha sido extensa.

Este proceso de competencia permitió que un pequeño núcleo de intelec-

tua les modestos l legar a n a colocars e (junt o con sus idea s) en el centr o del

ca mpo del poder esta ta l y de la economía a ca démica . La s va r iada s estra te-

gias, q ue consist ían en relaciones públicas con un ma tiz clara ment e ideo-

lógico pero que era n a sum ida s como estr ict a ment e cient ífica s, involucra ronuna serie de componentes o, más precisamente, de momentos diferentes

de la misma estrategia con miras a obtener reconocimiento de diversos

círculos. P or ejemplo, luego de concentr a r sus esfuerzos en el terr eno cien-

tí f ico, Milton F riedma n emprendió su lucha en la a rena pública , creó una

al ianza con fuerzas conservadoras y tomó gran ventaja de la p la ta forma

que le ofrecieron t a nt o la prensa f ina nciera como las r edes de televisión. 1

La s lucha s sobre la economía pura se l ibrar on en los escena rios de los

medios de comunicación y del poder. Estos dos ámbitos, de hecho, se en-

cont ra ba n estrecha ment e conecta dos. E l desplaza miento de esta s confron-ta ciones doctr ina les a los medios sólo sirvió par a extender a la esfera pública

las mismas confrontaciones –usualmente violentas– que se daban en los

seminarios académicos. La adquisición de la teoría económica –como los

estudios sobre el proceso educa tivo lo han mostra do– es a demá s un a pren-

dizaje de la competencia por la supremacía del conocimiento económico

(Kla mer y C ola nder 1990). La dedicación a la economía como ta l responde

de esta forma a una lógica competit iva , la cual es frecuentement e exa cer-

ba da por la posición simila r en la que se encuentra n sus productores.

1 Al utilizar los m edios de com unicación, Friedm an estaba siguiendo y vigorizando una estrategia

establecida. De hecho, estaba siguiendo el ejem plo de sus predecesores, incluyendo a Keynes ya Hayek, al igual que el de sus contrincantes,v. gr., Sam uelson.

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122 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

El h echo de que la U niversidad de Ch ica go se convirtiera en el emble-

ma de la nueva ideología d el mercad o está íntim a ment e rela ciona do con el

proceso de una competencia feroz qu e se dio entr e los inmigra nt es y ent re

descendientes de inmigra nt es. La confront a ción violenta entr e los produc-tores de los modelos y los econometristas de la Comisión Cowles hizo de

Chicago el principal campo de entrenamiento para los economistas gana-

dores del P remio Nobel.2 E l impacto no sólo se l imitó a la consa gra ción d e

los más sobresalientes. También los ayudó a jugar un papel fundamental

en la reest ructur a ción de este ca mpo del conocimient o rela tiva ment e nue-

vo, así como del campo del poder del Estado. En particular, con ello se

promovió un proceso de competencia en el cua l la s ma temá ticas suminis-

tra ron la medida para determina r jera rquías a ca démica s, a sí como credi-

bilidad científica. Los dos aspectos se encuentran estrictamente ligados.La apti tud en matemáticas representó la parte esencial del capital in-

telectua l con el que cont a ba un gr upo de cientí f icos inmigra nt es relat iva-

mente modesto. Este grupo no podía recurrir a conexiones sociales o a

recursos familiar es, ya q ue no goza ba n de ningun o de los dos. P or lo ta nt o

pusieron a funcionar sus habil idades matemáticas en la competencia por

el conocimiento. E l r igor ma temá tico de este ca mino ha cia la consecución

de innova ciones cient ífica s a yuda a explica r el escena rio en el que se consi-

guió el t riun fo sobre los discípulos de Keyn es.3 La dedica ción a las ma temá-

t ica s es una estra t egia de valor ización simból ica bast a nte út i l para a f i rma rla legitimida d d e un nuevo cam po de conocimient o (P orter 1995).

La estra tegia ta mbién logró ser fructí fera en el intent o por descali f icar

la competencia retórica de los “a boga dos prestigiosos” quienes, en los E sta -

dos U nidos a sí como en otra s par tes, domina ba n el ca mpo de las t écnicas y

los conocimientos especializados del Estado –y por lo tanto de forma indi-

2 Según uno de los testigos de esta época, las dos facciones “abiertam ente com etieron abusos

m utuos ... la Facultad de Econom ía era una zona real de guerra, con peleas intensas y sin fin”.Friedm an y su colega Savage no tardaron en retar a sus contrincantes m ediante ataques severose incesantes. Ellos se dividieron los roles de ataque –uno intervenía en el terreno de la teoría

económ ica y el otro en el cam po de la estadística–. Ya que Friedm an era el m aestro de las justas

retóricas, sus estudiantes de doctorado quedaban “aterrorizados”por sus críticas brillantes ydevastadoras. De acuerdo con la m ism a fuente, ésta fue la era del desarrollo de la llam ada “la

regla de Koopm an”, que proscribía interrupciones al m enos durante los prim eros 30 m inutos deuna exposición. Esta regla fue un esfuerzo para traer algo del refinam iento del Este a la atm ósfe-

ra de guerra de pandillas de Chicago.3 Por ejem plo, en su análisis sobre los cam bios de educación de los econom istas, Barber (1997)

sugiere que la creciente im portancia de los econom etristas jugó un papel m ás significativo que lapugna entre la teoría keynesiana y el m onetarism o respecto a la reestructuración del cam po

económ ico. “Con el paso del tiem po, los econom etristas –y la com petencia para m anejar diver-sas técnicas m atem áticas sofisticadas que dicho cam po requiere–em pezarían a tener un papelm ás destacado y duradero que el alcanzado por el keynesianism o en la transform ación del perfil

de los econom istas”(Barber 1997, 19). Sam uelson (1995, 66) afirm a el m ism o punto: “las m ate-m áticas irían a revolucionar la econom ía m oderna”.

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123

recta a quellas técnica s y conocimientos del sa ber económico–. 4 E l requisito

de la ma temá tica le permitió a la nueva genera ción de teóricos desa credi-

ta r a los “ensa yista s” como fal tos de rigor y de comprensión de un mínim o

gra do de sofistica ción m a temá tica.5

Est a estra tegia polí t ica no hubiera da do resulta dos si el pequeño grupo

de personas innovadoras no hubiera logrado ninguna ganancia en térmi-

nos de su legitimida d a cadémica , incluyendo la conquist a de nuevos cam -

pos de actividad que l legarían a ser válidos para esta área del saber como

un t odo. De hecho, el éxito del par a digma ma temá tico se dio en par te por-

que, al parecer, encajó bien con la introducción de una lógica de mercado

en el modo de producción d e este ca mpo del sa ber. E st o facilitó la selección

de nuevos gestores ta lentosos y motiva dos, y asimism o permit ió que esta s

nuevas perspectivas hicieran imperar su propio criterio de rigor científicoen la jera rquía del ca mpo. Fina lmente, el éxito de este pa ra digma a brió un

nuevo mercado a los det ent a dores de estos nu evos conocimientos especia-

liza dos en economía est a dística . Los expert os de la s universidades a l igual

que sus est udia nt es pudieron da r uso a su conocimient o especia liza do, fide-

digno ante la vista de terceros, para aconsejar y formar parte de agencias

del Estado.

Al respecto, resulta elocuente el que la década de los años 60 fuera

test igo de un crecimiento tr emendo en la educa ción d e economista s y de la

consa gra ción oficia l de las doctrina s keynesian a s junto con el t r iunfo de la stécnicas matemáticas, notoriamente en las insti tuciones éli te de las uni-

versidades prestigiosas de los Estados Unidos. 6 D e es ta ma nera , por e jem-

4 Hubo una generación de econom istas relacionados con los tópicos del desarrollo y de la G uerra

Fría, y m uchos de ellos eran bastante cercanos a la generación de los abogados prestigiosos dela posguerra –Richard Bissell (del program a de operaciones secretas de la CIA), W alt W hitm an

Rostow (del M IT y posteriorm ente en la adm inistración Kennedy) y M ax M illikan (de la CIA y

luego del M IT)–. Ellos eran o bien parte o bien asociados con el establecim iento del Este N orte-am ericano, y por lo tanto no adelantaron sus carreras dedicándose a las m atem áticas. Se m antu-

vieron com pletam ente vinculados en el esfuerzo del establecim iento respecto a la G uerra Fría,com o un grupo de intelectuales cosm opolitas del Estado.5 Los econom istas de la preguerra hablaban de “m uchos”, “de pocos”o “de algunos”, y evitaban

los núm eros (Lew is 1995, 7).6 El crecim iento en la educación de los econom istas resulta evidente al observar el ascenso del

núm ero de personas graduadas de doctorado, el cual creció de 200 por año en los años 50 a m ás

de 800 para finales de la década de los 60 (Barber 1997, 21). En cuanto a la consagración oficial

de las doctrinas keynesianas, según W alter Heller, nom brado por Kennedy com o el presidente delos asesores del Consejo Económ ico, “sólo con el com ienzo de la N ueva Frontera y de la G ranSociedad a com ienzos de los años 60, fue cuando los econom istas realm ente arribaron a la

escena”(M alabre 1994, 49). Las técnicas m atem áticas prevalecieron en la segunda m itad de los

años 60, cuando un panel de los econom istas m ás prestigiosos, representando a todas las “facul-

tades”de punta, llegó a un acuerdo sobre la im portancia de hacer énfasis en el estudio de losm étodos de investigación: “un énfasis m ás agudo requiere ser puesto en las herram ientas –m a-tem áticas, estadística, econom etría, program ación de sistem as–que se necesitan para hacer

investigación”. Es m ás, respecto a las tesis de doctorado, “los tratados sustanciales de los viejos

tiem pos han sido sucedidos, en general, por ‘ensayos’m ás cortos que dem uestran la sofistica-

LO S CH ICAG O BOYS CO M O SU JETO S EXTRAÑ O S

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124 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

plo, los principa les discípulos d e Keyn es, incluyendo a S a muelson, Tobin y

Solow , cuan do fueron invita dos a forma r pa rt e del círculo selecto de “los

intelectuales en acción” de Kennedy y luego del Consejo de Asesores Eco-

nómicos, definieron sus ambiciones científicas –y su política económica–en térm inos de l leva r a ca bo una síntesis de la revolución keynesia na con

los modelos neoclás icos. 7 E st a convergencia, q ue le concedió prima cía a los

indicadores y a la construcción de modelos, correspondió justamente al

tipo de conocimiento requerido por el nuevo mercado de la información y

el manejo económico. Las insti tuciones estatales para la evaluación y la

planea ción económica –a sí como diversas organ iza ciones consult ora s t a les

como Rand o Brookings, que se desarrollaron manteniendo una estricta

simbiosis con estas insti tuciones estatales– emplearon especial istas que

lograran aplicar cálculos económicos relevantes para la “af inación” de laeconomía y, en un grado incluso mayor, consiguieran adelantar la nueva

ideología de un desempeño efectivo y racional simbolizado por McNamara

y sus “chicos listos” del Departamento de Defensa. 8 La va lorización de este

gra do de competencia cuan t i ta t iva se const i tuyó en par t e de una estra t e-

gia m eritocrá tica. C on ello se ofrecía un a oport unida d par a promover a un

joven “genio de las m a temá ticas” q ue esta ba mejor a provisiona do en a pti-

tud a cadémica que en su ca pita l socia l .9 E l auge de esta nueva tra yector ia

ción técnica del candidato”(Barber 1997, 23). En cuanto a la presencia bastante visible de lasdiferentes técnicas m atem áticas en las universidades m ás prestigiosas de los Estados Unidos (Ivy 

League schools ), resulta interesante anotar que Harvard por m ucho tiem po había dom inado el

cam po de la econom ía sin dedicarle m ucho espacio en el program a a las m atem áticas: “en

estadística y econom ía, Harvard estaba desactualizada. Los profesores ... sospechaban bastante

de los m étodos basados en el área de la estadística m atem ática”(Tobin 1995, 191). Solow afirm aque “en el Harvard de m i tiem po se dictaba una m ateria de estadística terriblem ente m ala”

(1995, 191). Igualm ente, “la llegada de Cow les fue un factor im portante en el ascenso del nivelde la econom ía en Yale”(Tobin 1995, 126).

7 Según W arsh (1994b), “los hom bres que realizaron una gran síntesis de los cam pos de la m ate-m ática, la estadística y la econom ía keynesiana, quienes irrum pieron en la vida pública con la

idea de la N ueva Frontera de John Kennedy –Paul Sam uelson, Robert Solow , Franco M odigliani,entre los m ás visibles de ellos–, eran de la opinión que las áreas de su ciencia requerían m enos

teoría de alto pedigrí y m ás investigaciones em píricas de m edio talante”.8 Cuando facilitó inicialm ente m ecanism os de financiación en favor de Brookings Institution, se

dice que la dirigencia de la Fundación Ford estaba buscando crear “una unidad de inteligenciaprivada para las operaciones del G obierno”(citado por Sm ith 1991, 132;ver  tam bién Silk y Silk

1980). En el tópico de un m anejo efectivo y racional de las instituciones, Sm ith (1991, 150) señala

que “en 1971 la oficina de m anejo y presupuesto com piló una lista parcial de 36 agencias queestaban inm ersas en el objetivo de planear y evaluar políticas públicas”. Con el objeto de ilustrar

la obsesión cuantitativa de M cNam ara y sus chicos listos, Sm ith cita a uno de los especialistas dela RAN D, quien critica a sus colegas por tratar “de representar al m undo a través de un solo

m odelo m atem ático ... las respuestas podrían ser descartadas si no fueran cuantificables y los

problem as ignorados si no fueran m ensurables”(1991, 137-138).9 Aun cuando concedem os que nuestra m uestra es pequeña y parcializada, sin em bargo resulta

instructivo com parar el bagaje social y económ ico de los ganadores de los prem ios N obel. Allí

parece existir una suerte de relación inversa entre el estatus social de la fam ilia y la predisposición

hacia las m atem áticas. Así Tobin y M odigliani, quienes provenían de un contexto social relativa-

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125

tuvo lugar a l mismo tiempo que una a pert ura de la educación superior de

élite ha cia estudia nt es que no pert enecía n a l est a blecimiento del Est e Nor-

teamericano.

E ste increment o de oport unida des en el ámbit o de la a ca demia fue unode los efectos secundarios de la estrategia moderadamente reformista de

los nota bles del Consejo de Rela ciones E xt er iores. El poder hegemónico

de la economía esta dounidense ha bía t a mbién sa ca do un provecho signifi-

ca tivo de la ruptura geopolít ica de la E uropa Cent ra l , la cua l permitió que

las un iversida des de los E sta dos U nidos a bsorbiera n la éli te de la escuela

de Viena . 10 La valoriza ción del lenguaje mat emát ico fue respa ldado y fa cili-

tado por la integración de estos refugiados. El f lujo de una inmigración

instr uida h a cia el mundo de la economía a ún cont inúa hoy día. Al minimi-

za r la import a ncia del grado de competencia l ingüística y cultura l , la eco-nomía matemática representa una ruta a tract iva para la integración de

estudiantes internacionales en los Estados Unidos.

Por lo tanto, este proceso de asimilación ha nutrido las pretensiones

universa l i s t as de l a c ienc ia económica Nor teamer icana , que ha s ido

divinizad a a ún m á s por cuenta del Pr emio Nobel. La ciencia económica es,

de este modo, la ciencia est a dounidens e. Asimism o es el producto y a rt ícu-

lo de vitr ina del sueño a mericano, lo cual la convierte en un in str ument o

formidable para la difusión del modelo que privilegia a los mercados de

competencia como una ba se ca si exclusiva en la edificación de la s diversa sjerarquías y solidaridades sociales, incluyendo aquellas que toman parte

en el campo de la economía sofisticada. 11

m ente favorable, m anifestaron que habían pretendido hacer estudios en derecho (y en el caso de

M odigliani, efectivam ente com enzó dichos estudios). Y sólo después de que entraron com pleta-

m ente en el cam po de la econom ía se preocuparon por adquirir ciertas habilidades m atem áticas

para seguir profundizando sus carreras. Luego de que arribó a los Estados U nidos, M arschak

–quien tam bién era un refugiado–le dio un consejo a M odigliani: “él m e persuadió, antes quenada, acerca de que si yo quería llegar a alguna parte com o econom ista debía estudiar m atem á-ticas. Yo no contaba con ninguna form ación sofisticada en m atem áticas y de hecho guardaba

una cierta aversión por ellas (M odigliani 1995, 143;ver  tam bién Tobin 1995, 115, 121). En cam bio

Friedm an, hijo de inm igrantes austro-húngaros, fue un estudiante becado relativam ente pobre,

“quien le tenía gran am or a la geom etría”. Él entró al m undo de la econom ía gracias a dosprofesores que tuvo, tiem po después de haber decidido estudiar m atem áticas (Friedm an 1995,83). De m anera sim ilar Arrow , tam bién hijo de inm igrantes y m iem bro de una fam ilia de dueños

de alm acenes que habían sido crudam ente golpeados por la Depresión, estudió prim ero m ate-

m áticas aplicadas a estadística y probabilidad.10 “Estados U nidos recibió prácticam ente a toda la escuela austríaca de econom ía ... Schum peter,

Haberler, Leontief, Koopm ans, M arschak, Kuznets y m uchos otros”(Sam uelson 1995, 61). Este

proceso continuó con la generación m ás joven de refugiados del régim en Nazi, incluyendo a

Lucas, M odigliani y G riliches. Y tres décadas m ás adelante llegaron varios em igrantes provenien-

tes de gobiernos com unistas (v. gr., Andrei Schleifer).11 Chicago, por supuesto, se había m antenido al frente de esta estrategia de exportación, que seencontraba relacionada con los Chicago Boys de los años 60 en Latinoam érica. No obstante, el

fenóm eno ha sido m ás am plio. Según Barber, cerca de la m itad de los estudiantes de posgrado

de econom ía son extranjeros (1997, 26).

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126 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

De esta ma nera el éxi to de las m a temá tica s resultó insepara ble de la

competencia exacerbada que facilitó el crecimiento de esta nueva discipli-

na. Las matemáticas no sólo facil i taron un lenguaje común sino también

armas y un espacio para la competencia.12

 Mejor a ún, la economía m a te-má tica y la noción de mercados de competencia ta mbién suminist ra ron los

instrumentos para medir “objetivamente” el comportamiento de cada uno

de los modelos y, al mismo tiempo, para clasificar a sus productores.13  P o-

cas discipl ina s ha n cult ivado de ma nera t a n a bier ta y ta n a sidua un siste-

ma de personajes famosos, mantenido por los medios de comunicación y

por una competencia permanente que se gesta en las universidades más

prestigiosas. Las universidades luchan por académicos más cotizados, ya

que los resultados de tales competencias determinan el nivel de su propia

categoría.E l espírit u de competen cia es cultiva do en los primeros a ños de la edu-

cación en economía (Klamer y Colander 1990). Desde el grado de doctora-

do (P h.D.) ha sta el P remio Nobel , pasa ndo por la medal la J ohn B a tes Clark

(para menores de 40 años) y por la inscripción en la lista de los que han

sido nombra dos y nomina dos pa ra el P remio Nobel, la ca rrera profesiona l

se encuent ra signa da por una serie de gra ndes t orneos. Así , ca da competi-

dor puede mensurar de manera precisa cuál es su rango y su valor en un

merca do académico que se reajusta consta ntemente.14

LOS MATEMÁTICOS AL SERVICIODE LAS INSTANCIAS FINANCIERAS

La a par ición y el reconocimiento de una ciencia de los m erca dos f inan cie-

ros ilustra bien cómo los esfuerzos repetidos de un pequeño número de

productores relat ivam ente ma rgina les pueden cont ribuir a la r edefinición

de un espacio de la práctica, en un proceso caracterizado por divisiones

interna s y a l ia nza s externa s. La gra n for tun a de estos sujetos innovadores

provino del surgimiento de una oportunidad doble. La evolución de loscomputadores les permitió valorizar sus técnicas y conocimientos especia-

12 Esto guarda coherencia con el adagio usualm ente citado por los econom istas: “se requiere unm odelo para m atar a otro m odelo”.

13 Así, un econom ista perceptivo señaló que es posible “m edir el grado de actualización de un

econom ista según el tipo de equipaje m atem ático que utilice”. Las m atem áticas usualm ente son

un escenario privilegiado en donde se gestan com petencias entre las diferentes generaciones.Los econom istas de experiencia adm iten abiertam ente que les cuesta trabajo leer los artículos delos econom istas recién acuñados.

14

Así, resulta elocuente que la pugna entre los principios keynesianos y aquellos de la teoríaneoclásica sea descrita usualm ente com o una batalla entre “universidades de agua salada”y“universidades de agua dulce”. Es com o si las afinidades teóricas term inaran siendo m enosvaloradas que las afiliaciones institucionales –las cuales, en los Estados Unidos, tam bién repre-

sentan indicadores determ inantes de la estratificación social.

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l iza dos en ma temá ticas, los cua les a ún no ha bían sido profusa mente difun-

didos. De igual forma , lograr on a plica r su destreza a una ma ter ia q ue ha-

bía s ido menospreciada por los teór icos pero que era r ica en factores

cuant i ta tivos: los merca dos fina ncieros.Más aún, la cr is is f inanciera de 1973-1974 y luego la internacio-

na lización d e los merca dos f ina ncieros, así como la reestructura ción d e su

forma de gestión bajo la influencia de inversionistas insti tucionales, ha-

bían conmovido el mundo de los pra ctica nt es de este ra mo de ma nera ta n

signif icativa como para permitir el ingreso de nuevas tecnologías. Estos

pract ica nt es se mostra ron espontá neam ente ret icentes a l empleo de esta s

tecnologías para manejar mercados f inancieros, ya que pusieron en duda

el modo artesanal de producción y reproducción de un saber pragmático

a cerca de cómo comprenderla s (ver  O’B a rr y C onley 1992). De a cuerdo conBernstein (1992), el historiador de esta “revolución”, el desdén por estas

ideas ent re los economista s de las universidades refleja ba la completa in-

diferencia de los pra cticant es. Al mismo tiempo que la s nueva s ideas desa-

fiaron diversos métodos de ad ministr a ción f ina nciera y la jera rquía de los

sujet os de la economía pura , el crecimient o de este nu evo ram o de econo-

metr ista s produjo un a cercam iento ent re los dos ám bitos, lo cual a su vez

fue determinante para la “ f inancierización” de la economía característica

del período de Reagan (y de los países latinoamericanos que fueron rees-

tr uctur a dos luego de la crisis de la deud a de los 80). Mient ra s la genera ciónde los discípulos de K eynes puso su conocimient o al servicio de la s inst itu-

ciones est a ta les, los nuevos economista s no duda ron en convert irse en con-

sultores e, incluso, actores de los mercados financieros (Bernstein 1992,

199). 15

Si bien est e doble éxito –académico y f ina nciero– resulta extra ordina -

rio, es import a nt e recorda r qu e el período inicial fue ba st a nt e difícil . Ant es

de lograr reconocimiento, estos pioneros fueron considerados por mucho

tiempo como “unos alucinadores” , incluso en la misma Universidad de

Ch ica go, la cual era su sede. Los jóvenes cient íficos enga ncha dos por C ow lesno cont a ron con el perfi l usua l de economista s inst ruidos. Ellos era n m a te-

má ticos, físicos, ingen ieros, incluso “fa ná t icos de los comput a dores” o, a la

inversa, administradores de empresas especializados (MBA’s) que estaban

interesados en el manejo f inanciero.16  La obstinación así como el caudal

15 Éste tam bién evoca un regreso hacia los orígenes de la econom ía, ya que Cow les m anifestóinterés por las técnicas de estadística para pronósticos financieros, al m ism o tiem po que le

ayudaba a su padre a adm inistrar el portafolio fam iliar. Inicialm ente fue una especie de pasatiem -po erudito para este descendiente de los fundadores delChicago Tribune , quien se encontraba

en Colorado cuidándose de su tuberculosis.16 Sharpe, uno de los estudiantes de M arkow itz, quien com partió con él el Prem io Nobel en 1990,

pasó de la física a los negocios, luego a las finanzas y posteriorm ente vendría a definirse com o“un nerd  de las com putadoras”.

LO S CH ICAG O BOYS CO M O SU JETO S EXTRAÑ O S

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128 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

social y f inanciero de Cowles permitieron que esta empresa obtuviera al-

gún tipo de reconocimiento en círculos i lustrados. 17  La res i s tenc ia de

Friedma n respecto a la diserta ción de Mar kow itz es simplemente una con-

firma ción del desprecio genera l que se t enía por los investiga dores ma rgi-na les que pa recían emplear la s ma temá ticas y los computa dores en prá cticas

a nó ma l a s .18

Est a olea da violenta de cr í t ica s t a mbién const i tuyó pa r te de una estra-

tegia de a f irma ción terri t oria l , la cual se duplicó al convertirse en oposi-

ción política. Cuando Friedman llegó a Chicago en 1947, luego de haber

sido rechazado por la Universidad de Wisconsin (Friedman y Friedman

1998, 91-104; Sobel 1980, 153), la Comisión Cowles ya llegaba siete años

de tener a Chicago como su sede. El grupo de estudiantes bri l lantes aso-

cia dos con la Comisión Cowles incluía nombres como Mar scha k, Koopma ns,Arrow, K lein y Simon.19 P or lo ta nt o el confl icto fue mucho más virulento,

debido a la proximidad social y profesional de las trayectorias de los con-

tr incan t es. Todos ellos compitieron en el mismo t erreno relat iva ment e pe-

riférico de la economía . Los desa fíos cient íficos, por su par t e, se a limenta ron

de las diferencias ideológicas existentes.20  Este conflicto contribuyó a la

creación d e una suerte de caldera intelectua l , que edificó la reputa ción d e

Chicago, a sí como la de los varios intelectua les prota gonista s.21

17 Cow les le propuso a Irving Fisher, un viejo am igo de su padre, que ayudara a financiar unasociedad de especialistas en econom etría así com o la revista periódica de la m ism a (Bernstein

1992, 32). Asim ism o, invitó a los especialistas en econom etría m ás brillantes de Europa –v. gr.,Tinbergen y Frisch–a participar en un sem inario de verano que sería realizado en alguna parte

de las M ontañas Rocosas. Las relaciones fam iliares tam bién le perm itieron acceder a la Universi-dad de Chicago para reunir un pequeño grupo que llevó a Colorado (W arsh 1993, 66).

18 La tesis escrita por M arkow itz, quien m ás adelante ganaría el Prem io Nobel, inicialm ente fue

rechazada por Friedm an porque dicha tesis “no era m atem áticas, tam poco econom ía y ni siquie-

ra adm inistración de em presas”(Bernstein 1992, 60).19 Todos excepto M arschak, quien m urió dem asiado joven, obtendrían prem ios Nobel tiem po m ás

tarde.20

Los refugiados políticos o los hijos de inm igrantes relativam ente pobres (com o Friedm an) (Sobel1980, 148) constituían la m ayoría en la Facultad de econom ía, en m edio de una especie de Babel

lingüística y científica. Por su parte, la m ayoría de los jóvenes investigadores provenían de lasdisciplinas de física y m atem áticas, puras o aplicadas en estadísticas. Incluso M arschak venía de

haber estudiado derecho. La estadística aplicada servía com o una suerte de lenguaje com ún. Losretos científicos presentes involucraban tam bién la Econom etría, que para entonces estaba inspi-

rada en W alras y en la econom ía m atem ática alabada por Friedm an. Las diferencias ideológicas

que alim entaban estos desafíos estaban m anifiestas, por ejem plo, en la trayectoria de Klein, unestudiante de Sam uelson, quien escribió una tesis sobre Keynes y luego se vinculó brevem ente al

Partido Com unista; pero los otros investigadores tenían posiciones m ás cercanas a la del direc-tor de la C om isión. Koopm ans era un físico que se había cam biado al área de la planeación por

causa de Tinbergen. Así, aun cuando existían diferencias entre los m iem bros del grupo Cow les,

el m ism o perm aneció en el polo opuesto al ultraliberalism o defendido por personas com oKnight, Friedm an y su yerno Aarón Director, todos m iem bros de la sociedad M ont Pelerin,

fundada por Hayek en 1976.21 Justam ente después de Sam uelson, Friedm an recibió la prestigiosa M edalla John Bates Clark en

1951. Hayek ganó el Prem io N obel en 1974 y Friedm an, en 1976.

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La tensión era de ta l ma gni tud que el resquebrajamiento de la s i tua-

ción esta ba destina do a ocurrir m uy pronto. Est e proceso fue ta mbién faci-

l i tado por el crecimiento de este campo, que l levó a las universidades a

concentrar sus fuerzas para igualar el éxito de Cowles. La reputación ena umento de la C omisión C ow les –y las rela ciones de su funda dor, gra dua -

do de Yale– le permitió a él acceder a los centros de poder del Este Norte-

a merica no. De esta ma nera Ya le, la cua l apenas sí tenía ca bida en el ca mpo

de la economía, recibió a la Comisión en 1953 para tratar de competir con

Ha rva rd y MIT, para entonces la insti tución de punta en ma teria económi-

ca. Y el nuevo director, J a mes Tobin, fue el represent a nt e perfecto de la

éli te instruida que alcanzó su cenit en el poder con la administración de

Kennedy. É l fue hijo de ban queros y pa rte de una fam ilia de intelectua les

progresista s que era n fuertes pa rt idar ios de la polí t ica del N ew Deal . Es-tud ió en H a rva rd y se convirt ió en u n keynesia no precoz, luego en profesor

de Yale y en ga na dor de la Medalla J ohn B a tes Clark a nt es de que fuera

nombr a do como uno de los m iembr os del Consejo de Asesores E conómicos

del G obierno. E n r esumen, él siguió el ca mino rea l de honores culmina ndo,

por supu est o, con la obtención del P rem io Nobel.

Con la fa cilida d de su difusión en el mun do inst ruido as í como en el de

los negocios, estas prestigiosas afiliaciones contribuyeron al crecimiento

de la reputa ción de los t ra ba jos a ca démicos q ue se cont inua ron producien-

do con la l lega da de nuevos integra nt es.22 E stos jóvenes a cadémicos t uvie-ron a su disposición poderosas armas académicas que lograron desplegar

pa ra llevar m á s lejos el proyecto que ha bía sido iniciad o por sus pr edeceso-

res. La ma yoría de economista s de la n ueva g enera ción poseía conocimien-

tos matemáticos avanzados y , sobre todo, una profunda pasión por las

computadoras, la cual pudieron saciar con diversos aparatos y programas

q u e l lega r í a n a se r má s a v a nza dos . F i na l mente , la a u d i enc ia p otenci a l

de esta a cademia progresó con el lan za miento de revista s especia l iza da s

–principalmente I nst i tu t ional I nvestor  y Fi nancia l Analysts Jour nal –, diri-

gidas por practicantes cercanos al mundo instruido. 23  Estas publicacionespor si sola s se encontra ban orienta das a una pequeña franja de practica ntes

innovadores, quienes estaban ansiosos de ajustar su conocimiento opera-

tivo pa ra responder a las exigencias d el mercado que se esta ba incremen-

t a ndo r á p i da mente a t r a v és de l a s a c t i v i da des de l o s i nv er s i o n i s t a s

inst i tuciona les, cuya s necesida des en t érminos de volumen y beneficio no

podían ser sa t isfechas mediante las t radicionales práct icas ar tesanales

22 Entre ellos estaban Eugene Fam a, Jam es Lorie y Law rence Fisher (Bernstein 1992, 126, 129).23 Un ejem plo al respecto lo constituye Treynor, el editor de Financial Analyst  desde 1969 hasta

1981. Siendo estudiante de posgrado de la Facultad de A dm inistración de H arvard y luego consul-tor financiero con Arthur D. Little, tom ó una licencia para trabajar con M odigliani en M IT, y

posteriorm ente con Fisher Black, otro colega de A rthur D. Little (Bernstein 1992, 184-196).

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130 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

(Berstein 1992, 243). 24 Estos cambios evolutivos, que eran convergentes y

complementa rios a la vez, hicieron propicio el surg imiento de los a va nces

teóricos de finales de los años 60. Tanto practicantes como académicos igno-

rantes o displicentes con la s nueva s ideas ya esta ría n l istos para a cogerlas.Du ra nt e los 70 los pra ctica nt es facilita ron el impulso par a m ultiplica r y

a celera r los cam inos ent re las universidades y Wa ll St reet. El Wells Fa rgo

Bank emprendió una iniciativa que atrajo a un pequeño grupo de practi-

ca nt es inst ruidos y gerentes de va ngua rdia , vigoriza dos por un presupues-

to cómodo que les permitió realizar el trabajo necesario para aplicar las

teorías m oderna s a l ma nejo de port a folios. Al tr a nsforma r t eóricos en con-

sultores o en meros divulgadores (Bernstein 1992, 238-240), ellos ayuda-

ron a que los fondos a sociad os de pensiones a plica ra n la s nueva s t ecnologías .

Incluso a lgunos a cadémicos eran est imulados a int erca mbiar su indumen-ta ria a cadémica por vestidos de negocios. Y mient ra s a lgunos gerent es se

quejaban de que su of ic ina había s ido “ transformada en una ciencia”

(B ernst ein 1992, 245), la otr a car a de la moneda fueron los t eóricos qu e se

convir tieron en empresa rios at ra ídos por el espejismo de Wa ll St reet. 25 L os

beneficios crecieron en proporción con la s sum a s a st ronómicas inver tid a s.26

La s oport unida des se mult iplica ron con la a pert ura de la inst itución Chicago 

24 El porcentaje de m ercado detentado por inversionistas institucionales creció del 15% en 1950 al40% en 1980 y a m ás del 50% hoy día. En el m ism o período, el valor del m ercado creció 20 veces.

Com o Bernstein lo sugirió, el enorm e flujo de capital estrem eció los m odos tradicionales con los

que los profesionales m anejaban las inversiones: “Los m étodos seguros para m anejar porta-folios que m e fueron enseñados por m is viejos socios en los años 50 resultaron deficientes para

el m anejo de las altas sum as que se acum ulaban en las instituciones con el paso de los años”(Bernstein 1992, 10). Bernstein tenía conocim iento de causa sobre este fenóm eno, ya que había

heredado su clientela inicial y su saber práctico de su padre, antes de contribuir en esta

revolución a través de la creación delJournal of Port folio Management  en 1974.25 Un ejem plo es Fisher Black, quien en 1984 dejó el M IT para vincularse a G oldm an Sachs. Pero

este proceso de sim biosis fue m ucho m ás sorprendente en la generación posterior. M ientras lospioneros consideraban que el m ercado era “una fuente enriquecida de inform ación y de enigm as

intelectuales”(Bernstein 1992, 12), la generación siguiente creía que la ciencia no sólo debía ser“interesante”sino tam bién “útil”(Bernstein 1992, 265). Así, Robert M erton y M iron Scholes,

profesores de las universidades de Harvard y Stanford respectivam ente, quienes ganaron el Pre-

m io N obel en 1997, eran al m ism o tiem po fundadores y asociados de la entidad Long CapitalM anagem ent, una firm a que adm inistraba fondos (y la cual tiem po después estuvo a punto de

caer en bancarrota). De hecho se insistía sobre la presencia de esta dualidad. Según W illiam

Sharpe, el ganador del N obel en 1992, “a lo largo de toda m i carrera he tratado de tener un pie

en el m undo académ ico y otro en el m undo de los negocios”(Sharpe 1995, 224). Bernstein

incluso sugirió que esta generación posterior de personas, descritas m ás com o instauradores deinnovaciones teóricas, le dieron m ás prioridad a sus actividades com o em presarios. Rosenberg,

estudiante de Debru y profesor en Berkeley, conform ó una com pañía para asesorar y adm inistrar

portafolios. La firm a Barra fue bastante próspera en la venta de program as de m anejo y adm inis-

tración. O tros dos colegas de Berkeley, Leland y Rosenberg, fundaron una firm a llam ada LO R, la

cual aplicó y difundió diversas técnicas de seguros financieros que ellos habían conceptualizadocon anterioridad (Bernstein 1992, 274, 282).

26 Los activos del departam ento de fideicom isos personales en W ells Fargo alcanzaron los 2 billones

de dólares en 1970, 14 billones en 1980 y luego 80 billones en 1990 (Bernstein 1992, 223).

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131

Boar d Opt i ons Exchan ge en 1973, y luego se expand ieron a ún m á s en la s

déca da s de int erna ciona lización y reestructura ción de los merca dos f ina n-

cieros globa les (Mora n 1991). 27 Est os empresa rios a cadémicos ta mbién ade-

la nt a ron un proceso má s genera l de a cerca mient o ent re los conocimient osde economía y el mundo de los negocios, el cual había sido iniciado en los

años 60 por empresarios de vanguardia (ver   el caso del Citibank, que es

discutido má s a dela nt e en est e ca pítulo) y luego a celera do por los promoto-

res de la cont ra rrevolución conserva dora. 28

LAS ESTRATEGIAS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓNAL SERVICIO DE UNA CONTRARREVOLUCIÓN IDEOLÓGICA

La extra ordina ria vita l idad a ca démica de la comunida d de economista s enChicago sufrió graves dif icultades al tratar de superar la pérdida de la

Comisión C ow les, que a hora se encontr a ba en Yale . No obsta nte , esta par-

t ida le dio a Fr iedma n vía l ibre para reforma r la Fa cul tad de Economía y a

sus estud ian tes conforme a s us ideas. L a exclusión de los econometrist a s y

la fa lta de a cceso a la s oficina s federa les –lo cual los hizo menos receptivos

de la s crí t ica s de Friedma n a la polít ica moneta ria de la Reserva F edera l–

se combinaron para or ientar la Facul tad hacia “ la economía pura” . Esta

posición d e retira da de los centr os de poder se encont ra ba conforme con el

espíri tu para entonces preva lecient e de man era genera l en la U niversidadde Chica go. Los profesores se inclina ron a considera r a la élite goberna nt e de

la costa Este en términos de “nosotros contra ellos” . La década de los 60

reforzó este sentimiento de exclusión, ya que el período notable de creci-

miento económico se abonó como crédito de las universidades más presti-

giosas de los Estados Unidos (I vy L eague U ni ver si t ies ). Kennedy invitó a

los seguidores m á s conocidos de Keynes –especia lment e Tobin y S a muelson–

para que hicieran part e de su equipo de a sesores. Y ellos a su vez engan -

charon a sus estudiantes en Washington, donde podían ampliar su expe-

riencia para determina r pa uta s de polít ica económica .E ste resentimient o en cont ra del que los ha bía excluido, a pesa r de su

reconocido mérito científico, hizo de los pioneros en economía pura los

a liados na tur a les de los promotores de la cont ra rrevolución conserva dora

que empezó a despegar en los 70 (la cual incluía muchas empresas que

27 Con el advenim iento de la institución Chicago Board O ptions Exchange, las actividades cotidianasascendieron de 20.000 contratos en 1974 a casi 700.000 en 1987 (Bernstein 1992, 226).

28 La A sociación Nacional de Econom istas de Negocios fue fundada en 1959, pero su crecim iento

había sido lento: 250 m iem bros al inicio de la década de los 60, antes de alcanzar 1.000 m iem -bros en 1966. En las em presas de negocios grandes era rara la presencia de econom istas yocupaban posiciones m arginales. Sólo en los años 60 algunas casas de corretaje em pezaron a

contratar econom istas, y los departam entos de econom ía no serían fam osos sino hasta la si-guiente década (M alabre 1994, 52-53).

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132 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

esta ba n expuesta s a la influencia de esos organ ismos del esta blecimient o,

el New York Ti mes  y la Fun da ción F ord, por ejemplo, se ha bían convert ido

en “a nt iempresas” [S ilk y Silk 1980]). Ca da uno de estos grupos compa rt ió

una postura host i l hacia el Esta do de bienesta r y –quizás má s importa nte–hacia el establecimiento del Este Norteamericano, el cual controlaba el

á mbito del poder esta ta l , en pa rt e a t ra vés de su concent ra ción de esfuer-

zos y r ecursos en el ca mpo a cadémico.29 E sta estra t egia de contra ofensiva

ilustra da –encauza da bajo la ba ndera de inst i tuciones ta les como el Insti t u-

to Hoover, el Inst i tut o Ca to, el Inst i tut o America no de E mpresa s o la F un-

da ción Herit a ge– ofreció a est os t eóricos domina dos por el est a blecimient o

la oport unida d, por ba sta nt e t iempo esperad a , de gan a r el reconocimient o

público de sus ideas.30 P ero esta a l ia nza polít ica, q ue los puso en un a posi-

ción donde resulta ba n de nu evo domina dos, los forzó a comprometerse conun comba te ideológico y a convert irse en m eros divulga dores de sus t eoría s

a tr a vés de los m edios de comun ica ción.

J a mes B uchan a n, un discípulo de Chicag o que recibió el P remio Nobel

en 1986 por s er el “pa dre” d e la teoría de la elección pública , describió su

posición de persona extra ña , hostil frente a l esta blecimiento, como la fuent e

de su aplicación de la economía neoclásica al análisis de las decisiones en

el ca mpo político.31 S u objetivo fue demostr a r q ue los detent a dores de po-

29 W illiam Buckley habló acerca de “los intelectuales plutócratas de la Nación”con “vastos recur-sos financieros y culturales a su disposición”(citado por Sm ith 1991, 170). Baroody, el prom otor

de la entidad Am erican Enterprise Institute, definió su estrategia com o la construcción de “unBrookings de corte conservador”, que pudiera hendirse dentro del m onopolio de poder de una

“industria de ideas liberales verticalm ente integradas”, extendiendo su radio desde las universidades

–en donde se ensam blan los m ateriales básicos–hasta las agencias gubernam entales y los institutos

de investigación de W ashington –que refinan y les sacan provecho a dichos m ateriales, antes de que

sean vendidos a los consum idores m ediante los m edios de com unicación”(Sm ith 1991, 170).30 La lógica de la estrategia de una contraofensiva ilustrada puede ser resum ida de la siguiente

m anera: “los conservadores, al reconocer dichas ideas com o la única arm a capaz de trastocar elcontexto y de construir un establecim iento m ediante su trabajo diligente, fundaron y vigorizaron

cientos de instituciones”(Sm ith 1991, 178). M ilton Friedm an se convirtió en uno de los asesores

de Barry G oldw ater y luego aconsejó a Richard N ixon. A dem ás, junto con G ottfried Haberler–otro profesor de la U niversidad de Chicago–form aron parte de la junta de la entidad Am erican

Enterprise Institute (Sm ith 1991, 175). Friedm an tam bién estuvo entre los académ icos delInstituto Hoover, esta vez en com pañía de Stigler y Arrow , al cual se adhirió en 1977, y en donde

el nuevo director Cam pbell buscaba crear “una alternativa de principio al liberalism o de univer-

sidad estúpidam ente tolerante, en el que ‘cualquier cosa vale’”(1991, 196-197). Friedm anem pezó a form ar parte de la junta de la entidad Am erican Enterprise Institute en 1956 (Friedm an

y Friedm an 1998, 343), y de hecho el director de la entidad, W illiam Baroody, se lo presentó aGoldw ater (1998, 368). La estrategia institucional resulta explicada tam bién por el hecho de que los

asesores del presidente N ixon se consideraban “rodeados por burócratas federales antagonistas, así

com o por una red de centros de investigación liberales prestigiosos”, com o Brookings y Rand, cuyosconocim ientos especializados se vieron forzados a em plear –ya que no había otras instituciones con

una autoridad com parable–. Así, a pesar de su victoria en las urnas, los conservadores sintieronque la realidad del poder continuaba eludiéndolos. Ellos consideraron estos bastiones del esta-

blecim iento com o una especie de “gobierno de ala izquierda en exilio”(Sm ith 1991, 196-197).31 Buchanan se refiere varias veces en su autobiografía al hecho de que él era un “niño del cam po”

relativam ente pobre que había sido rechazado por el establecim iento del Este N orteam ericano

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133

der esta ba n siguiendo solam ente su propio int erés o el de a quellos q ue los

respa ldaban . Además de extender e l imper ia l i smo de es te parad igma

neoclá sico ha cia nu evos objet ivos, est e enfoqu e sirvió, sobre todo, pa ra jus-

tificar los postulados de los teóricos de Chicago en favor de una economíade mercado. El mercado logró ser justi f icado como una manera de evitar

las rentas ineludibles que estaban asociadas a la intervención guberna-

ment a l . Por lo ta nt o, “a demá s de proveer un a rqu etipo teórico, la t eoría de

la elección pública se convirtió en un instrumento empleado sobre todo

par a foment a r y reforza r los a rgum entos tá cticos en contra de los monopo-

lios, la int ervención y la regula ción esta ta l” (S t one 1996, 156). Los cent ros

de investigación reconocidos que eran reaccionarios fueron los que más

hicieron uso de esta teoría.

Los int ereses en una “teoría pura ” de esta ma nera coincidían perfecta -mente con la estrategia de la derecha populista en contra del estableci-

miento , y una de la s ra zones se hal laba en el hecho de que a mba s par t es

llegaron a ocupar posiciones similares en el campo del poder. Uno de los

estudia nt es de B ucha na n reconoció esta conexión d el siguient e modo: “To-

dos nosot ros fuimos herejes excluidos del mun do de la a cad emia por pa rt e

de los pensa dores puros . . . luego tu vimos qu e encont ra r n uestra propia vía

en los círculos políticos a ca mbio de ello. P or eso es qu e ta nt os de los est u-

diantes de B ucha na n progresaron en la a dministra ción de Rea gan” (Cra ig

Robert s, cita do por Wa rsh 1993, 96). A est o ha y q ue a ña dir q ue grupos deinvest iga ción reconocidos en políticas públicas como la Fun da ción Herit a ge

o el Inst i tut o Ca to ta mbién esta ba n colma dos con est e t ipo de perfi les.

E n esta cont ra ofensiva ideológica, esta s “persona s provenientes de afue-

ra del s is tema” se las a rregla ron há bilmente para obtener a poyo a t ra vés

del merca deo y la publicida d en los medios de comunicación. La ta rea fue

la ela bora ción d e mensa jes simples, que fuera n fá cilmente identif ica bles y

sencil los de d ifundir : en otra s pa labr a s, “mensa jes cort os efectivos” .32  De

acuerdo con su director , la Fundación Heritage, creada en 1973, estaba

especial izada en “mercadear” y “embalar” las ideas de las universidadespara el consumo masivo. Los empresarios de polí t ica conservadora de la

Funda ción H erita ge fueron puestos a disposición de la prensa para que se

organizaran debates ideológicos en los medios.33  Estos debates les permi-

(Buchanan 1995, 171-173), de un m odo bastante parecido a lo que le ocurrió a su tutor, Frank

Knight. Este sentim iento de ostracism o se hallaba anclado en la historia de su fam ilia. Él fue el

nieto de un gobernador populista de Tennessee elegido por denunciar a la “plutocracia de W allStreet”(W arsh 1993, 94).

32 Feulner, uno de los directores de la Fundación Heritage, “evaluaba m uchos de sus productos a

través de lo que él denom inaba com o eltest del port afolio  –los análisis y las recom endaciones

deben ser lo m ás concisas posible, que se puedan leer y digerir en una lim osina en cam ino haciauna reunión”(Sm ith 1991, 201).

33 Así, Jam es Tobin se refiere a la extraordinaria notoriedad del duelo público que efectuó con M il-

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134 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

t ieron poner en tela de juicio la imagen de neutralidad y de objetividad

académica en la que buena parte de la autoridad del establecimiento del

Este Norteamericano reposaba. Además, el panorama periodístico emer-

gente posibil i tó que ellos tuvieran un lugar de igual dimensión al de susoponent es, a pesa r de la s fuerza s desigua les en el terreno de la producción

ilustra da de conocimientos.34

Más a ún, esta estra tegia a dela nt a da en los medios de a lgún modo sa lpi-

có el mundo a cadémico. Ella facil itó que ciert os promotores “ toma ra n a ta -

jos que eludían . . . ciertas rutas académicas más lentas hacia el éxito” , ya

que podía n su rgir con ba se en la visibilida d de los medios de comun ica ción

ofrecida por la s redes conserva dora s (las cua les a su vez cont a ban con ba s-

ta nt es recursos [S mit h 1991, 206]). E st a estr a tegia obligó a que los compe-

tidores –y la s misma s universidades– se a da pta ra n a este nuevo esta do decosa s, ba jo la a mena za de verse a s í mismos desca li fica dos del nuevo mer-

ca do de la d ifusión m a siva de conocimient os especia l izados. De esta ma ne-

ra la ideología de mercado impulsada por los empresar ios de pol í t ica

conservadora vino a fun ciona r como una profecía a utocumplida. C omo es

resa lta do por S mit h (1991, 201), a l comporta rse como vendedores d e ideo-

logía, preocupados primordialmente por el mercadeo y el impacto en los

medios, los impulsores de las teorías neoliberales contribuyeron a que la

lógica de m ercado penetra ra en el mund o del conocimiento.35

Al comienzo de 1966 Friedman publicó una columna de opinión enN ewsweek ,  a sí como ciertos ensa yos pa ra la pá gina editoria l delWal l St r eet 

Journa l .36 E n la déca da de los 80 lan zó una serie de televisión má s orienta -

ton Friedm an (1995, 130).34 Tal y com o uno de aquellos em presarios de políticas conservadoras lo expresó al referirse a los

m edios inform ativos “las percepciones de influencia son una influencia”(citado por Sm ith 1991,

202). Y, respecto a las personas en general, afirm ó que no resultaba fácil determ inar “si sus

afirm aciones sobre conocim ientos especializados encuentran su fuente m ás en el ám bito acadé-m ico o en las destrezas que se adquieren al afrontar los m edios de com unicación”. En cuantoal desequilibrio de las fuerzas académ icas, aun y cuando la U niversidad de Chicago logró

obtener nueve de los doce prem ios Nobel concedidos a personas estadounidenses –de lo cual,

com o Friedm an de hecho lo recuerda, luego se jactó dicha U niversidad–, por m ucho tiem po

continuó siendo el prim o pobre de Harvard. Com o M odigliani recuerda acerca de los años 50,“en ese entonces Harvard tenía el m ejor departam ento en econom ía del país. Era H arvard yluego nada, y luego nada y nada, y luego sí venía Colum bia y Chicago”. La contrapartida de esta

notoriedad fue la arrogancia que llegaba incluso al racism o y a la xenofobia, lo cual ayudó a

provocar que jóvenes y brillantes académ icos, com o Sam uelson o M odigliani, hicieran sus

carreras en otras partes (M odigliani 1995, 146-147).35 Antes de denunciar esta “pérdida de pureza académ ica”, es necesario recalcar que esta estrate-

gia de los m edios fue substituida por prácticas m ás institucionales que perm itían que los

intelectuales detentadores de lo m ejor del capital social utilizaran todas las redes del establecim iento

para acelerar la m ovilidad de sus carreras a través de un desvío efectuado en las propias institucionesestatales. Es m ás, al igual que lo expuesto respecto a la filantropía y a los derechos hum anos, las

fundaciones contribuyeron enorm em ente a la aparición de este m ercado de técnicas y conocim ien-

tos especializados, al hacer com petir a los generadores de conocim iento entre ellos m ism os.36 Friedm an fue colum nista para elNewsweek  con econom istas de la corriente no–m onetarista,

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135

da ha cia el público en general , t i tula da L i br e par a escoger   (Malabre 1994,

69). En este mercado de mera divulgación de ideas, la política tuvo una

mayor prioridad que la ciencia. 37  El propósito era convencer, por lo cual

p r e s e n t a c i o n e s e x a g e r a d a m e n t e s i m p l i f i c a d a s d e d i s t i n t a s t e o r í a smonetaristas eran bastante bien recibidas. Malabre, quien participó como

periodista para el Wall Str eet J our nal , no dudó en cali f icar esta empresa

como “un engaño”, y asimismo interpretó este proceso como un peldaño

importa nt e para el éxito definit ivo de las polí t ica s moneta rista s.38 Así, fue-

ron los “supervendedores” quienes disemina ron esta s i lusiones enga ñosas

para sa tisfa cer sus a mbiciones polí t ica s y profesiona les, vendiendo con ta l

f in su doctr ina como el remedio mila groso par a los ma les de la economía.

La coyunt ura económica era propicia para esta cont ra ofensiva polít ica.

E l retorn o de la infla ción y de los déficit fisca les, exacerba dos por los cost osde la Guerra del Vietnam, destacaron los l ímites de la regulación keyne-

siana . La foto de Fr iedman en la por ta da del Ti me M agazine  en 1969 (y en

la porta da del New York T im es M agazin e   en 1970 [Friedman y Friedman

1998, 409]) es muestra del éxito de la estrategia de la mera divulgación,

adelantada también en estricta al ianza con el sector f inanciero, el cual

jamás había aceptado la doctrina keynesiana (Helleiner 1994). 39

En este dominio, a l igual q ue en otr os, el Citiba nk jugó un pa pel a pre-

cia ble en promover cua lquier im plement a ción de este conocimient o. Wa lter

incluyendo especialm ente a Paul Sam uelson. Por su parte, Sam uelson escribió regularm ente

para Newsweek  desde 1966 a 1981, luego de haberse desem peñado com o el cerebro de la

adm inistración de Kennedy. G ary Becker, otra de las estrellas de Chicago, tuvo una colum na enBusiness Week . Pueden ser enunciados m uchos otros ejem plos.

37 “Friedm an y sus discípulos estaban convencidos –com o resultó ser cierto–de que una difusión

m ás am plia de sus puntos de vista, así com o un enfoque de prensa m ás agudo acerca del

sum inistro de la m oneda harían posicionar la doctrina m onetarista en un rol m ás prevaleciente

para conducir la econom ía. Si el m onetarism o pudiera ser lo suficientem ente sim ple ...con elloharía que se increm entaran las posibilidades para la adopción de sus prescripciones económ icas

en W ashington. Para ganar este reconocim iento m ás am plio, frecuentem ente sim plificaron de

m odo exagerado y reduccionista sus ideas”(M alabre 1994, 142).38 Aun cuando M alabre fue un periodista fructífero delWall Street Journal , uno de sus colegas,

Lindsey Clarke (quien había sido estudiante de Friedm an) desem peñó el papel central –según

M alabre–com o editor asociado (M alabre 1994, 152). M alabre respaldó su rechazo al m onetarism o

m ediante una cita que realizó sobre un artículo publicado en 1991 por G iordano, un socio res-

ponsable de la investigación económ ica en G oldm an Sachs: “La poderosa sim plicidad delm onetarism o com enzó a ganar fácil y rápidam ente legiones de conversos, quienes estaban par-

ticularm ente ávidos de nuevas ideas”. Después de dos décadas de políticas keynesianas “los

preceptos ortodoxos keynesianos ... no lograban explicar ni tam poco curar la com pleja enferm e-

dad de la recesión ... los teóricos habían persuadido sagazm ente a una generación de estudian-

tes, periodistas, practicantes, políticos y legisladores”del papel determ inante del sum inistrom onetario com o parte de la evolución de la actividad económ ica. Cuando el Banco de Reserva

Federal finalm ente se convirtió al m onetarism o bajo la dirección de Volcker, y se decidió a poner

todas las teorías en la práctica, el resultado fue desastroso, ya que las predicciones de los

m odelos resultaron ser com pletam ente erróneas –hasta el punto que levantaron un m anto de

duda sobre la validez del m odelo com o tal.39 Sobre todo alrededor del banco regional de St. Louis de la Reserva Federal (M alabre 1994, 158).

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136 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Wriston, el director ejecutivo de la compañía, también jugó un rol impor-

ta nt e en el pequeño círculo de empresar ios y profesores de prest igio, t a les

como Friedman y Stigler , quienes se reunían regularmente en la sede de

la Bechtel Corporation. Bechtel era l iderada por George Schultz, un exprofesor de la Fa culta d de Administra ción de E mpresas de la U niversida d

de Ch ica go an tes de qu e fuera nombra do como secreta rio del Tesoro por el

presidente Ford en 1974 y posteriormente como secretario de Estado por

Rea ga n. E st e gru po reducido conformó “el nú cleo del consorcio de cerebros

economistas que en 1981 lanzaría la Nación a la ‘economía reaganiana’ ”

(Zweig 1995, 449; ver   también Friedman y Friedman 1998, 390-395).

La prensa ta mbién esta ba en el centro de esta a l ia nza entre Chica go y

el Citiba nk. E l report e económico rea liza do por el B a nco movilizó cons ide-

ra bles recursos en servicio del moneta rismo, incluyend o especia lment e aun gr upo de a proximada mente 50 periodista s económicos q ue tra ba ja ba n

en simbiosis con el Depar ta ment o de Est udios E conómicos de Ch ica go. Leif

Olsen, quien trabajó como jefe de asuntos económicos y como jefe de edi-

ción del Citiba nk, ha bía t ra ba ja do previa ment e con el Wall Str eet J our nal ,

donde fue el aprendiz de Clark (Malabre 1994, 161).

El episodio que circunda la invención y el posterior éxito en mercadeo

de la curva de La ffer , represent a la pa rodia y la a poteosis de esta estra te-

gia de los medios. Inventada en 1974 por Arthur Laffer, un joven econo-

mista de la Universidad de Chicago, la curva de Laffer ganó popularidaden un pr oceso dond e los recurs os de los med ios sirv ieron pa ra promover la

credibilida d a cadém ica . Así, este proceso se convirtió en par te de la s regla s

del juego propias de la competencia por el conocimiento. 40  Tal y como

Malabre lo anotó desde su posición al interior del proceso, “sin la página

editorial del Wall Str eet J our nal   como plataforma, es dudoso que la tesis

de La ffer hubiera obtenido en a lgún momento ese gran a poyo de Wa shing-

ton o a quel de t a nt os líderes en negocios a lo la rgo de la Na ción (1994, 184).

Los gra ndes gurús del moneta rismo sólo impulsaron la tesis de La ffer por-

que suministra ba una justi f ica ción par a reducir los ga stos federa les” .41  L aconclusión de esta hist oria es irónica y elocuent e. Los medios d e comun i-

ca ción q ue rendía n r everencia a La ffer lo elogia ron como “el a l to sa cerdote

de la nueva religión económica basada en las virtudes de la reducción de

impuest os” (Ma la bre 1994, 193) y a simism o lo reconocieron como el a rt ífi-

40 En aras de la discusión, se dice que la invención de Laffer fue llevada a cabo en 1974 “en uncocktail de un restaurante de W ashington”, “com o un “m ecanism o m aravilloso de propaganda”

para persuadir a los legisladores de que redujeran las tasas de los im puestos. Se trataba de “algoque un congresista podía digerir en 30 segundos y luego hablar sobre eso durante m eses”

(M alabre 1994, 183).41 Así Brunner, el econom ista em presarial clave de Thatcher, describió la curva de Laffer com o “un

concepto absolutam ente sin sentido que em ergió m ediante una interacción entre los m edios decom unicación y un pequeño grupo de prom otores”(M alabre 1994, 195).

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ce de un ciclo largo de expansión entre 1982 y 1990. Laffer, quien había

sido casi totalmente ignorado por sus pares en economía, se convirtió en

un gur ú, disfrut a ndo de sus honora rios como consult or, debido a su popula -

rida d la bra da en los medios de comunicación.Fina lment e, como fue an ota do, los economista s de C hicago no desper-

diciaron los beneficios potenciales que se podían derivar de las estrategias

intern a cionales. Arnold Ha rberger impulsó el P royecto Ch ile, con el cual

se educó a decenas de economistas chilenos, contando para ello con la fi-

nanciación del Gobierno norteamericano y de la Fundación Ford en las

década s de los a ños 50 y 60. S egún Va ldés (1995), la U niversida d de Ch icago

no estaba obteniendo la cuota que deseaba de estudiantes sobresalientes

en los E sta dos Un idos, pues éstos genera lmente esta ba n opta ndo por pro-

gra ma s de Ha rvar d o MIT. La estra tegia interna ciona l les a yudó entoncesa a tra er buenos estudia ntes. En genera l , Chica go invir t ió en estudian tes

chilenos y en C hile. Así, la E scuela de C hica go luego se benefició a l obt ener

una influencia considera ble en el gobierno de P inochet. Ademá s, como fue

señalado por David Warsh, el éxito perceptible de “la avasalladora trans-

form a ción económica ” chilena , conform e a r eceta s provenient es de Chica go,

“sorprendió a l mundo”, ay uda ndo a sí a poner en movimient o ca mbios simi-

lares en P or tuga l y Espa ña , e incluso eventua lmente en los E sta dos U ni-

dos e Inglaterra (Warsh 1997). Como “la mismísima primera revolución

del mercado de finales del siglo XX” (Warsh 1997), el caso de Chile fuetoma do como ejemplo por los ar gument os y las ca mpa ña s publicita ria s de

los medios que a poya ba n la nueva economía l iberal (ver  Fr iedman y Fr ied-

man 1998, 397-408).

LOS BURÓCRATAS DOMINADOS DE LA GLOBALIZACIÓN

Cincuenta a ños después de su crea ción, la s inst i tuciones de B rett on Woods

ha n sido objeto de diverso tipo de crít ica s. Los expertos del FMI y del B a n-

co Mundia l pa recen tener todos los a tr ibutos de una a utorida d intern a cio-na l , pero no obsta nt e a brigan ciert a s duda s respecto a l t ipo de poder con el

que cuenta n. D entr o del á mbito de Wa shingt on, el los ocupan una posición

par a dójica . P or una par te se encuentra n cerca de los lugar es en donde las

decisiones cruciales son tomadas, pero, por otra, dicha proximidad sólo

resalta su propia falta de autonomía en los juegos de poder sobre los que

tienen un cont rol precario.

Esta si tuación dominador-dominado no ha cambiado mucho desde la

creación de estas instituciones. Aun pueden ser constatados todos los es-

fuerzos que han llevado a cabo para construir su propia autonomía. A pe-sa r de su dedica ción a l ca mpo del conocimient o, est os expertos perma necen

en la periferia de la a cademia en tema s de economía –la cua l no le concede

valor al conocimiento práctico de los expertos del FMI y del Banco Mun-

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138 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

dial–. Las éli tes académicas de las universidades los consideran primor-

dia lment e represent a nt es del negocio lucrat ivo de promoción y mercad eo

del Consenso de Washington.42 La s mú ltiples redes de exa lumnos y colabo-

ra dores del B a nco y del FMI sólo cont ribuyen a const ruir el ca uda l de rela -ciones necesario alrededor de estas burocracias internacionales. 43  L a r ed

interna ciona l , no obsta nt e, sólo enfat iza la posición r elat ivam ente débil de

esta s dos inst i tuciones, ya que el ca mpo na ciona l de poder está estructura -

do en a spectos import a nt es por una oposición ent re dos luga res, Wa ll St reet

y Wa shington, ningun o de los cuales se encuent ra dispuesto a impulsa r un

proceso de aut onomía d e las insti t uciones f ina nciera s int erna ciona les.

Incluso antes de la creación de las instituciones de Bretton Woods, di-

versas insta ncias f ina ncieras y el gobierno del N ew Deal   se man i festa ron

contrarios a las insti tuciones que habían sido diseñadas para organizar elorden económico de la posguerr a (H elleiner 1994; P a uly 1997). E l desa cuer-

do reina nt e alrededor de esta s insti t uciones las condenó a ocupar un luga r

relativamente marginal . El Banco Mundial y el FMI compensaron esta

impotencia comparativa de sus empleados ofreciéndoles sueldos al tos y

una s condiciones de tra ba jo relat ivam ente fá ciles. Ú nicament e con el lan-

za miento de un proyecto mund ial reformist a a delant a do por el president e

Kennedy, el B a nco Mundia l por sí mismo empezó a a ctua r conforme a sus

preceptos para fomentar el desarrollo, y el posterior traslado de Robert

McNamara hacia la presidencia del Banco Mundial aceleró aún más elenfoque en este ambicioso cometido para ese entonces (Kapur, Lewis y

Webb 1997, 139-329). Después de un período inicial que fue casi igual de

difícil , el FMI bu scó renova r su posición en rela ción con la crisis fina nciera

que ma rcó el f ina l del orden m oneta rio de Br ett on Woods. Con la crisis de

la deuda , el FMI logró most ra rse como el protector de los merca dos f ina n-

cieros, aplicando las misma s receta s que era n clásica ment e prescrita s por

“los doctores del dinero” (Drake 1994). El Banco Mundial entonces buscó

en la década de los 80 cambiar su postura, para así convertirse en una

42 Por ejem plo, según Caulfield (1996, 188), el Banco M undial se ha constituido en una verdadera

“m ina de oro para los negocios de consultoría”. Cada año, el Banco adelanta contratos con

alrededor de 8.000 consultores, pagando alrededor de un billón de dólares. Por supuesto losbuenos consultores son aquellos que pueden satisfacer las expectativas de aquel que lo contrata.

43 El Instituto de D esarrollo Económ ico, creado en 1956 con la ayuda de las fundaciones Ford y

Rockefeller, form a alrededor de 3.000 especialistas en desarrollo económ ico cada año (Pechm an

1989, 235). El m ism o creció de 14 participantes en 1956 a alrededor de 1.000 en 1980 (Kapur,Lew is y W ebb 1997, 218). Esta “m afia”del Instituto de D esarrollo Económ ico, el cual está presen-

te en la m ayoría de lugares m ás im portantes de poder económ ico en el m undo, representa unafuente clave de inform ación e influencia. Tam bién es una fuente principal de provisión de

futuros em pleados para el Banco M undial (Kapur, Lew is y W ebb 1997, 218). Sería interesantehacer un censo de estas poderosas redes de ex alum nos dentro de los bancos centrales y de losm inisterios de hacienda en todo el m undo. Sus contactos con W ashington les perm iten actuar

com o interm ediarios en im portantes negociaciones financieras internacionales. El intercam biode trabajos funciona bastante bien en este espacio de práctica internacional.

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institución enfocada a transformar las políticas de los gobiernos con el ob-

jeto de que las mismas se adaptaran al nuevo orden económico (Kapur,

Lewis y Webb 1997, 331-378).

La s reorienta ciones sucesivas de esta s insti t uciones f inan cieras resa l-ta ron su relat iva fa l ta de aut onomía respecto a la s coyunt ura s polí t ica s del

ámbito nacional estadounidense. La emulación mutua, asimismo, incre-

mentó las t ensiones que ya estaba n present es en el or igen de esta s inst i tu-

ciones. Ellas habían sido creadas para asistir y promover los mercados,

pero de igual modo forma ba n pa rt e de la f i losofía r eformist a del N ew Deal ,

lo cua l sugería q ue a nt e todo debían erra dica r los obstá culos q ue dif iculta -

ba n el desa rrollo. La tens ión s e hizo evident e cuan do el compromiso por el

desarrollo se hizo más fuerte, ya que el mismo podía l legar a poner a las

insti t uciones f ina nciera s en una posición de a ta que con r eferencia a lo queellas mismas habían ayudado a crear . La ardua reconversión no fue sufi-

ciente para acallar a los crí t icos, especialmente a los de la derecha, pues

los fa ná ticos del l ibre merca do deja ron de creer en la intención genuina de

los burócratas del Estado de proteger los mercados, los cuales, después de

todo, era n cont rolados por los burócrat a s.

Mientras más evolucionaban estas insti tuciones, en mayor medida se

convertían en foco de críticas, que colocaban en tela de juicio incluso su

propia misión. La coyunt ura f ina nciera y polí t ica tenía suficientes intere-

ses en juego como par a colocar a los expert os del B a nco Mund ia l y del FMIen el centr o de compleja s ba ta l las, pero ésta s car ecían del poder par a ejer-

cer algún tipo de control sobre los resultados. En consecuencia, los exper-

tos asumieron una postura defensiva que contrastaba fuertemente con la

arrogancia que les era adscrita por varias crí t icas difundidas en los me-

dios. Si se les observa de cerca, estos nuevos “dueños del mundo” podrían

ser mejor descritos como burócra ta s preocupados, sobre todo, por su esta tu s

y por sus privilegios.44  Resulta interesante que muchos comentaristas con

conocimiento desde el int erior d e estos procesos, enfa tiza ra n la import a n-

cia en la s carr eras en el B a nco Mundia l de la s relaciones de clientela, a sícomo en la existencia de diversos clanes que podían aliarse u oponerse

entre sí . De hecho, estos patrones de comportamiento cl ientelista que se

dan en la vida diaria de estas organizaciones son también característicos

del mercado internacional de las técnicas y los conocimientos especializa-

dos que ellos mismos respaldan. Paradójicamente, el cl ientelismo conti-

núa juga ndo un pa pel crucial en el modo como se encuentra estructur a da

la racionalidad económica de las importaciones y las exportaciones. Los

expertos de Wa shingt on pregona n en fa vor de una reestructura ción de la s

burocracias del Tercer Mundo con el objeto de racionalizar las rentas eco-

44 Caufield (1988, 188) recuerda el clam or general de que se im plem ente un proyecto para lim itar

los gastos en viajes de prim era clase.

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140 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

nómica s. P ero se resisten a la a plica ción de esta s receta s dra conian a s a su

propia sit ua ción. Así, la recient e historia del B a nco Mundia l se cara cteriza

por una variedad de reestructuraciones profundas, sobre todo en 1987 y

1997. Pero las fuertes reacciones defensivas del Banco sólo han servidopara reforzar los feudos existentes (Caufield 1996).

LOS DOMINADOS ENTRE LOS DOMINADORES

A pesar del ca pita l en relaciones y en conocimient o que el B a nco Mund ia l y

el FMI ha bía n a ma sa do, ellos cont inua ron esta ndo profundamente m a rca -

dos por los conflictos polít icos e ideológicos que ca ra cteriz a ron su comienz o.

U na explica ción que resalte la na tura leza domina da de esta s orga nizaciones

dent ro de los poderes económicos domina nt es, convierte en una ta rea má s

fá cil a preciar cómo el consenso keynes ia no de los a ños 60 se convir t ió en el

Consenso de Washington de los años 80. En ambos casos los consensos

representa n una solución int ermedia preca ria respecto a las cont ienda s de

poder que ha n involucra do –y estructura do– a esta s inst i tuciones desde su

creación.

De a cuerdo con H elleiner, inicia lmente dos a las se opusieron d e ma ne-

ra mutua . Una par te fue car a cter iza da como “la nueva a l ia nza de los fun-

cionarios estatales de tendencia keynesiana [ver  B a rber 1989; Colan der y

Landreth 1996; Hall 1989], los industriales y líderes sindicales, quieneshabían ido reemplazando paulatinamente a los banqueros privados y cen-

tr a les en posiciones de poder fina nciero” (1994, 4). E llos est a ba n d e a cuer-

do con los E st a dos inter vencionist a s y consid era ron el contr ol de los flujos

de capital internacional como una acción indispensable para facil i tarles

un margen de manejo en la política interna (Helleiner 1994). 45  En la o tra

oril la se encont ra ban las inst a ncia s f ina ncieras, “que esta ban preocupada s

de que la posición de Nueva York como cent ro inter na ciona l fina nciero lle-

ga ra a debilita rse” por diversos controles de int ercam bio. Según ellos, “cual-

quier d isposición esta dounidense dirigida a cont rola r los flujos especula tivosecha ría a l tra ste lo que ha bía sido un negocio lucrat ivo en la d éca da de los

30: recibir gra ndes can t ida des de ca pita l europeo” (H elleiner 1994, 31, 57, 39).

Ademá s de los intereses de las insta ncia s f inan ciera s, la m isma defini-

ción de la s funciones legítima s a las que debía a tender el Est a do se encon-

traba en riesgo en esta contienda. Keynes y White quisieron preservar la

discrecionalidad en la intervención estatal , la cual fue característica del

Est a do de bienesta r . En ca mbio, “algunos de los ban queros ta mbién aplau-

dían la ocurrencia de flujos especulativos, debido a la disciplina saludable

que los mismos ejercían sobre países que int enta ba n perseguir t a l t ipo de

45 Así, M orgenthau declaró que uno de los propósitos de los acuerdos era “controlar a los

prestam istas usureros del tem plo financiero internacional”(Helleiner 1994, 4).

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políticas ‘ina propia da s’ ” (H elleiner 1994, 40). J un t o con est a s ra zones in-

crusta da s en la s pol í t ica s int erna s de los países, la comunidad f inanciera

–fuera la europea o la esta dounidense– ta mbién desconfió de las insti t ucio-

nes f inancieras internacionales. En efecto, el las se sentían más cómodascon los cana les informa les de comunica ción que con ent ida des int erna cio-

nales de ra igambre esta ta l .

El resulta do de esta s primeras confronta ciones fue una suerte de pacto

a mbiguo. Los E st a dos tendría n el derecho de cont rola r los movimientos de

capital pero, a cambio, los representantes de la comunidad f inanciera to-

marían control de las organizaciones internacionales encargadas de sinto-

nizar a los países con el nuevo orden internacional . Esta capacidad de

sintoniza ción producto de est e pa cto, no obsta nt e, fue inmediat a ment e pues-

ta en peligro. Los comienzos de la Guerra Fría hicieron que el estableci-miento generador de la polí t ica exterior modificara sus prioridades. La

vigorización de la intervención del Estado parecía ser indispensable para

afrontar la amenaza del comunismo. La reconstrucción y el desarrollo se

hicieron priorita rios frent e a la ort odoxia f ina nciera . Al mismo t iempo, la

a celera ción de los flujos de ca pita l provenient es de Eur opa convirt ieron en

utópico cualquier intento de liberación del intercambio de monedas. De

igual forma el Pla n Ma rsha ll volvió margina l el papel del FMI con respecto

a la est a bilización de la moneda europea .

En este cont exto polí t ico, apena s sí hubo luga r pa ra que surgiera una

estra tegia que a segurara la a utonomía . S in embargo, los economista s de

las dos orga niza ciones siguieron int enta ndo este cometido a l proseguir dos

trayectorias diferentes.

EL EXILIO DORADODE LAS INSTITUCIONES DE WASHINGTON

Con el objeto de erigir a l FMI, Ed w a rd B ernstein, un economista del Depa r-ta ment o del Tesoro esta dounidense cercan o a White, a peló a u na pequeña

red de contactos profesionales que se había reunido en las negociaciones

prelimina res a la a sa mblea de B rett on Woods (Polak 1997, 215). Aun cua n-

do guarda ba n fa miliarida d con el mundo de la polí t ica , estos economista s

del Estado fueron primordialmente “animales polí t icos” en el sentido de

Keyn es o Whit e (P ola k 1997, 216). Ha biéndose ma nt enido al m a rgen de los

debat es moneta rios del período de la posguerra , el los se concentr a ron en

la const rucción del FMI , el cua l cont rola ba n m edian te su competencia eru-

dita. Un indicador de su poder en el FMI fue el hecho de que las diversasdivisiones se encontraban en su total idad dirigidas por los miembros del

Depar tamento de Invest igación. Además, el los desempeñaban los roles

cruciales y circulaban entre la junta directiva y el personal general del

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142 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

FMI. F ina lmente, logra ron un rea lce ma yor m edia nt e la crea ción de n exos

con la él ite a cadémica. D e hecho, pa ra ensa ncha r estos lazos con la comu-

nida d int elect ua l, el FMI creó una serie intern a de publicaciones (los Staff 

Papers  del FMI) que esta ba orienta da ha cia el nuevo campo de las r ela cio-nes fina nciera s int erna cionales (P ola k 1997).

La descripción de esta estrategia académica –quizá incluso retocada

por a quellos que la implement a ron– ofrece un cont ra ste dr a má tico con la

banalidad creciente de los economistas del Banco Mundial . Éstos no po-

dían acceder a una carrera exi tosa si no actuaban conforme a las reglas

definidas por las instancias f inancieras que controlaban al Banco. Esta

posición de sometimiento es sorprendente si se t iene en cuenta que los

economista s representa ban ca si una cuar ta par t e del persona l del Ba nco.

P ero la m isma era evidente no sólo por la a usencia de un depa rt a ment o deinvestigación sino, más aún, por la necesidad de que los economistas re-

nunciaran a sus ident idades . Es ta ausencia de ident idad pro fes iona l

conmocionó a l núcleo del FMI que l legó a l B a nco Mundia l par a recobra r su

credibilidad científica. 46

Es te cont ra ste –que incluso se encont ra ba a cent ua do por la s persona s

que habían pasado por el FMI, quienes se habían convertido en comenta-

rista s e h istoria dores de punt a de las dos insti tuciones– evoca una especie

de Yalta con respecto a las instancias f inancieras y a los burócratas del

N ew Deal . Con excepción de McNamara y Conable, los l íderes del BancoMundial habían formado parte de la comunidad f inanciera, muy cercana

al establecimiento gestor de la política exterior (Kraske 1996). Su princi-

pal función era a segura r el predominio de Wa ll St reet, que a vez procuraba

no ent rometerse en la esta bilida d de sus fructí feros merca dos. P or lo ta n-

to, durante la primera década de funcionamiento de este Banco, el desa-

rrollo fue un asunto de ingenieros que se hallaban bajo el control de las

instancias financieras (Coats 1986; Love 1996a, 1996b; Pechman 1989).

E st a deva lua ción del conocimient o económico dur ó ha st a 1960, cua ndo

George Woods llegó a ser director del Banco (Kapur, Lewis y Webb 1997,212-214). Este reconocimiento tardío coincidió con el t r iunfo de los

keynesianos en el escenario nacional . Pero esta revolución por el poder

respondió ta mbién a una lógica doble, ta nt o int erna como polí t ica . Kennedy

esta ba lanza ndo su polít ica pa ra una déca da de desarrollo y Woods preten-

dió dar le a l B a nco, f ina lmente, un lugar de pr imacía . Desafor tunada men-

46 Según Irving Friedm an, “m e contaron que no había ningún econom ista en el Banco M undial,

debido a que m uy pocos (de los 150 individuos con doctorado en econom ía, esto es, una cuarta

parte del personal profesional) estaban dispuestos a que se les considerara com o econom istas.Ellos m e dijeron que ser econom ista en el Banco significaba la m uerte de la trayectoria propia”(Friedm an, citado por O liver 1995, 100). La necesidad de erigir la credibilidad económ ica delBanco en parte fue una reacción a la creciente reputación que estaban obteniendo los econo-

m istas, liderados por Raul Prebisch en las N aciones U nidas.

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te, de a cuerdo con el cri terio fina nciero en ese entonces vigent e, la m a yo-

ría de los países má s pobres del mundo ya ha bían a lca nza do el l ímite per-

misible para su deuda . En tonces Fr iedma n y los economista s de la oficina

de investiga ción del Ba nco Mundia l tuvieron la t a rea d e encont ra r nuevosinst rum ent os –“las t a sa s de retorno” (TR)– con la s cua les se redefiniría n y

se am pliar ían los l ímites permisibles de las deuda s, a l tener en cuenta las

cont ribuciones a l crecimiento de la s economías na ciona les que se espera-

ban de las inversiones realizadas (Caufield 1996; Oliver 1995).

DE MISIONEROS DEL DESARROLLOA MÉDICOS DEL DINERO

Con la defunción d el sistema moneta rio de B rett on Woods a comienzos delos a ños 70, la dista ncia en la tr a yectoria d e esta s dos insti tuciones empezó

a crecer a nt es de ocurrir su posterior convergencia , media nt e la crisis de la

deuda, ha cia un enfoque “estructura l” orienta do a las dif iculta des moneta -

ria s de la s economías “emergentes” (Ca ufield 1996; D a vid 1985). E n pa rt icu-

lar , el surgimiento de un mercado negro de eurodólares en los años 60

permitió a los bancos –liderados por Citicorp (Zweig 1995, 112, 158-159)–

romper con cierta s limita ciones impuesta s por el E st a do (con la conn ivencia

e incluso el respaldo de a utoridades f inan ciera s esta ta les). Est a válvula de

seguridad f inanciera facil i tó el manejo de algunas de las contradiccionesde los E sta dos de bienesta r . E l B a nco de Ingla terra vislumbró la posibil i-

da d de recuperar a Londres como el cent ro fina nciero más importa nt e del

mundo, a pesa r de la s t ra ba s esta blecidas por los gobiernos laborista s. Asi-

mismo, diversas empresas estadounidenses, y también las autoridades fe-

dera les de los Est a dos U nidos, vieron a los merca dos europeos como medios

para ma neja r ciertos problema s ca usa dos por la si t ua ción de la ba lan za de

pagos del país.

Los conflict os que no ha bía n permit ido el perfecciona mient o de los a cuer-

dos originales de Bretton Woods también perdieron importancia. A cam-bio, el nuevo estado de cosas creó nuevas formas de confl icto, con el

incremento de la inestabil idad monetaria y la multiplicación de crisis f i-

nancieras. El FMI obtuvo provecho de esta inestabil idad, al menos hasta

cierto punto. Sus ca na les de int ervención fueron reforza dos pa ra permit ir-

le bloquear con mayor facilidad los incrementos de movimientos especula-

tivos de ca pita l. P ero, a l mismo tiempo, creció la competencia en el mercado

de regulaciones f inancieras internacionales. Los dirigentes de los bancos

centrales revivieron la tradición de concertar reuniones regulares en el

Club de Bale (Helleiner 1994). Además reformaron el papel que jugabancierta s regula ciones ad h oc   –mediante el Club de París o el de Londres–

para a frontar de manera discreta y pragmática las di f icul tades que sur-

g í a n .

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144 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

La afluencia de petrodólares aceleró el proceso de marginalización de

las insti t uciones f ina nciera s de B rett on Woods. E l presidente Nixon, res-

paldado por economistas neoliberales –incluyendo a Gottfried Haberler,

George Shultz, Milton Friedman y Paul Volker– contribuyó a la el imina-ción de algunas de las potenciales restr icciones, ya que Estados Unidos

resultaba beneficiado del mercado privado dominado por estadouniden-

ses. U n r eport e del gobierno federal r eca lca ba el hecho de que “los E st a dos

Unidos se beneficiaría si los fondos de la OPEP [Organización de Países

Exporta dores de P etróleo] fueran reciclad os a tr a vés de los m erca dos pri-

vados ya que ‘el tamaño y la profundidad del mercado f inanciero estado-

unidense’ aseguraba que este país ‘recibiera la tajada más grande de la

inversión á ra be” (H elleiner 1994, 114). H elleiner considera esta sit ua ción

como el surgimiento del poder de m ercado que sería el substi t ut o del mo-delo de regulación estatal impulsado bajo el período de Bretton Woods.

Al contrario de lo previsto por predicciones terribles, el sistema inter-

na ciona l f inan ciero demostr ó que era capa z de sobrevivir a la crisis que lo

amenazaba , gracias a las regulaciones y normas internas que se crearon

con cad a uno de los nuevos a cont ecimientos. Ademá s, na da ir ía a obstr uir

la r eacción en cad ena de la d esregulación y el esta blecimiento de un mer-

cado “global” , maniobrado discreta y pragmáticamente por la comunidad

interna ciona l de banq ueros –el Club de B a le, el Club de P a rís y el Club de

Londres–. Las instituciones de Bretton Woods tuvieron muy pocas opcio-nes como para evita r un irse a este t ipo de soluciones, y la ra pidez de cada

transformación varió dependiendo de la institución específica afectada.

Gracias a la inversión en conocimientos e investigación de los padres

fundadores del FMI, esta ent idad logró hacerse a la va nguardia de esta s

tendencias. El FMI había acumulado una información considerable con

respecto a asuntos de balanzas de pago y polí t icas monetarias. También

había cultivado una red de contactos en los bancos centrales y en los mi-

nisterios de Hacienda. Finalmente, reflejando el aislamiento y el orgullo

de los pioneros, los economist a s del FMI y a ha bía n m ultiplica do sus víncu-los con la a ca demia. La proximida d del FMI con la s nuevas tendencia s se

acrecentó con la vinculación de nuevas personas que reemplazaron a los

pioneros, quienes se ret ira ron o decidieron sa car dividend os de sus conoci-

mientos especial izados, como por ejemplo, Constanzo y Friedman en el

Citibank. Los sucesores se encontraban dentro del imaginario del mundo

a cadémico de los E sta dos Un idos, de donde fueron sist emá ticam ente selec-

ciona dos. Su fal t a de ca pita l social t enía como cont ra part ida una significa -

tiva competencia en ma temá ticas y en esta dística , a l igua l que en su enfoque

clásico sobre la economía. El impacto del cambio fue vigorosamente senti-do en un renacimiento del FMI (Pauly 1997) que tuvo lugar con la crisis

moneta ria de los a ños 80. E l incremento de la carga de tra ba jo en el FMI ,

combina do con el repunt e de la competencia en el ca mpo de la in vestiga -

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145

ción en economía fuera de la inst itución (B a rber 1989), condu jo t a mbién a

que el FMI se abriera más hacia los economistas de las universidades,

invita ndo a que muchos de ellos pa sa ra n períodos considera bles en su sede

ubica da en Wa shingt on. Los profesores de las universidades t a mbién em-peza ron a cont ribuir con la rea lización de a lrededor de una cua rt a par te de los

documentos de la entidad, y de igual forma el FMI publicó alrededor de

tres cuar tas par tes de sus documentos en revistas académicas de otros

luga res. Así, el FMI perdió a lgo de su especificida d con r especto a los depa r-

ta ment os de economía de las universida des. Est a evolución, q ue los pione-

ros en economía desta can con algo de pesar (ver P ola k 1994) fa cilitó qu e el

FMI cam biara rá pida mente par a esta r a corde con la s polí t ica s económica s

propias d el Consenso de Wa shing ton.

En cambio el Banco Mundial acentuó su especificidad a lo largo de ladécada de los 70. La personalidad y el capital político de McNamara le

permit ió cont inua r con la estra tegia reformist a de desarr ollo iniciad a por

Kennedy, aun cua ndo la misma se cuestionó ca da vez más en Wa shington

y las universidades. Como lo señaló uno de los economistas vinculados en

ese entonces al Banco Mundial , McNamara tenía un esti lo de gestión que

podía ser descrito como un ma nejo “de a fuera h a cia a dent ro”, recurriendo

en par ticula r a sus cont a ctos de “las éli tes de la polí t ica exterior” .

La “cruzada en contra de la pobreza” de McNamara fue una actividad

a dela nt a da por “una computa dora IB M con pierna s” (Ca ufield 1996), en donde

coexistía una combina ción d e a hínco misionero y una pasión por la esta dís-

tica. 47 En los años 60 el Banco Mundial estuvo controlado por una serie de

a sesores f ina ncieros y de ingenieros q ue se concentra ron en “el desar rollo

a tra vés de las inst i tuciones pública s” . Ellos se dedica ron a la pla neación de

modelos par a el desa rrollo que cont a ba n con da tos específicos de entra da y

salida. Bajo la dirección de McNamara, las sumas anuales de préstamos

ascendieron de mil millones a doce mil millones de dólares, la ci fra del

persona l se tr iplicó y una forma ba sta nt e selectiva para vincular persona s

–los “jóvenes profesionales”– fue puesta en ma rcha . E st e crecimiento es-

pect a cular no estu vo exent o de cont ra dicciones. Con el objet o de responder

al nuevo llamado de “redistribución con crecimiento” (Chenery 1974), el

Banco emprendió una agresiva campaña de préstamos, s in dar le mucha

a tención a los costos socia les o am bient a les de las a ctivida des f inan ciada s.

Má s a ún, la convicción tecnócra ta de que la multiplicación d e inversiones

por s í sola cond uciría a un “despegue económico” sir vió como just ifica ción

para que siguiera a va nza ndo el siempre crecient e nivel de las d eudas, q ue

llevaba a nuevos préstamos cada vez más necesarios para pagar los ya

vencidos. La racionalidad tecnócrata y el idealismo conspiraron de forma

47 Com o “una com putadora IBM con piernas”describió G oldw ater a M cNam ara.

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146 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

conjunta para respalda r la cómoda noción según la cual “el crecimiento se

encargará de la deuda” .

Cua ndo los principa les ba ncos cent ra les empeza ron a seguir esta ten-

dencia frenética de présta mo para a sí poder recicla r petrodólar es, el pro-ceso creció y se aceleró. Wall Street asumió la batuta de la religión del

desarrollo, lanzada por Kennedy y racionalizada por McNamara. Así , im-

puso su propia lógica mientra s ha cía del asun to una cuestión de merca do,

ta nt o en térm inos profesiona les como fina ncieros. Fr iedma n, un vetera no

del FMI e inventor de la técnica del “análisis de riesgo en cada país” fue

emplead o por el Citiba nk pa ra la crea ción de este nuevo merca do. P or su

parte los economistas del Banco Mundial acumularon diversas estadísti-

cas para producir el análisis. Con esta suerte de enamoramiento de la co-

mu ni da d f i na nc i e r a co n e l nu ev o mer ca do de l desa r r o l l o , t o do s l o singredient es esta ba n l istos para que se diera el clásico movimiento pendu-

lar de la expansión y la depresión. La despertada estaba destinada a ser

a ún má s bruta l en ta nt o la euforia prolongó la tendencia frenética de ha cer

présta mos. Después de una déca da de “milagros económicos”, La tinoa m érica

entr ó en un período de dra má ticas repercusiones económica s y sociales.

Las pérdidas para los bancos, así fueran únicamente simbólicas, eran

bastante importantes. Estas pérdidas pueden explicar la conversión rápi-

da de una ideología del desar rollo ha cia otra de ajustes estructur a les. Los

cr í t i cos de l Banco v ieron en l a s i tuac ión de bancar ro ta cas i to ta l deLa tinoam érica una prueba ta ngible del fra caso de las polí t ica s de desarr o-

llo. El papel del Banco fue puesto cada vez más en tela de juicio. El Banco

había seguido su política de promover el desarrollo a lo largo de todo el tér-

mino de McNa ma ra en los a ños 70. No obsta nt e , de man era crecient e el

mund o acad émico empezó a ponerse en pie de at a que, dividido entr e a que-

llos que desafiaban el papel del Banco de acuerdo con los principios de la

cont ra rr evolución conser va dora (Toye 1987), aq uellos que critica ba n la a sis-

tencia a l desar rollo como una tá ctica hegemónica (G a rdner 1980) y a que-

llos que reprobaban al Banco por su negligencia en asuntos ambientales(Rich 1994). La nominación por parte de Reagan de A.W. Clausen, presi-

dente d el B a nco de América, a sí como su escogencia de Anne K rueger, una

académica seguidora de la teoría de la elección pública, como economista

principal en reemplazo de Chenery, hizo oficial la reconversión del Banco

Mundial en el tema económico, ahora orientado hacia el arquetipo mate-

mático y la ortodoxia neoliberal (Caufield 1996). 48

48 Hollis Chenery, quien se convirtió en el econom ista principal del Banco en 1970, era considerado

com o un desarrollista particularm ente preocupado por la pobreza. Luego de haberse form a-do com o ingeniero y de haber realizado un doctorado en Harvard en 1950, inició su carrera conU said antes de vincularse al Banco M undial. En el Banco, transform ó “un pequeño grupo deeconom istas en el centro de desarrollo económ ico m ás im portante del m undo”(Bruno 1995). En

cam bio A nne Krueger, una econom ista de la U niversidad de M innesota, era una entusiasta del

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El manejo de la crisis de la deuda aceleró este proceso de conversión.

Siguiendo la reestructura ción del B a nco en 1987, una nueva genera ción de

ma croeconomista s ba sta nt e ort odoxos se vinculó al B a nco –un t ota l de 800,

de a cuerdo con G eorge y S a belli (1994)–. E st a reorga niza ción consolidó uncambio de prioridades.49  La polí t ica de f inanciar grandes proyectos ahora

contaba con un obstáculo, resultado no sólo del problema de la excesiva

deuda sino ta mbién de las crí t ica s vocifera nt es de la s ONG respecto a los

costos sociales y ambientales de los proyectos. No obstante, el Banco no

pudo interrumpir los préstamos que eran necesarios para que los países

altamente endeudados convirtieran algo de su deuda privada en présta-

mos de largo plazo del Banco Mundial . El crecimiento vertiginoso de los

préstamos para a justes estructurales permit ió a l Banco evadir esta con-

tradicción, y al mismo tiempo lo convirtió en una entidad indispensablepara Wall Street (Caufield 1996). Estos préstamos, que gozaban de la do-

ble vent a ja de ser gra ndes suma s de dinero a sí como disponibles de forma

rápida, reemplazaron las intervenciones del FMI. Respecto a la polí t icas

a ná loga s del FMI, la cont ra part ida d e estos présta mos fue el compromiso

d e e m p r e n d e r r e f o r m a s e s t r u c t u r a l e s – p r e c i s a m e n t e a q u e l l a s q u e

Williamson caracterizó como el Consenso de Washington–. Este Consenso

fue relativamente fácil de exportar , ya que en general los interlocutores

locales había n forma do part e de la red de persona s que tra ba ja ron en esta s

organizaciones. Ellos jugaron el papel de informantes y asesores. Asimis-mo, hicieron del FMI el aut or de estra tegia s impopulares qu e ta mbién fue-

ron emplead a s en su s propia s lucha s por el poder en los escena rios políticos

nacionales (Centeno 1994; Conaghan y Malloy 1994; Loreiro 1997; Monte-

cinos 1997; Valdés 1995).

Los expert os de Wa shingt on t a mbién tuvieron en cuent a que esta nue-

va división d e competencia s int ernaciona les t erminaba por va lorizar a a que-

llos que ha sta entonces había n perma necido a l ma rgen del poder. Las nueva s

polí t icas promovidas se ajustaron a las teorías dominantes del campo del

saber. El predominio de la economía matemática se hizo evidente en lasnuevas teorías del desarrollo, ahora reducidas al terreno de la aplicación

libre m ercado, y se hizo fam osa por enfatizar que el problem a del tráfico de influencias hacía

que la política de asistencia internacional resultara poco exitosa. Así, su propuesta de solución

fue la privatización de las em presas públicas, así com o una profunda reestructuración delm arco regulatorio gubernam ental (Kruegeret al. 1989, 26-27).

49 De acuerdo con uno de “los sobrevivientes del holocausto”que tuvo lugar com o parte de la

reestructuración, el Banco sim plem ente “elim inó un escalafón”com o parte “de un genocidio

económ ico centrado”. M ás específicam ente, los blancos fueron los analistas financieros, los

m acroeconom istas y los ingenieros, una vez que Ernest Stern, el vicepresidente de opera-ciones, decidió enfocarse en “un plano m ás alto”de las políticas nacionales. El cam bio sedaría desde los proyectos hasta los países, enfatizando en ajustes estructurales bajo la guía

de “la gente de los países, que tendían a ser m acroeconom istas”. A sí, Stern “elim inó

brutalm ente la com petencia”en el Banco.

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148 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

de teor ías sobre crecimiento , esto es , a áreas que estaban encuadradas

dentro de la teoría neoclásica. De esta manera, los presupuestos para in-

vestiga ción de la s orga niza ciones de Wa shing ton par ticipa ron en la produc-

ción de un consen so en el terr eno del sa ber, a sí como en la fina nciación deun mercado internacional de conocimientos especializados que reflejaba

las priorida des de la a cademia esta dounidense (Wa rsh 1993).

La conversión ha cia el Consenso de Wa shingt on a yudó a q ue el FMI y

el Ba nco Mundia l a sumiera n un a nueva posición en rela ción con Wa ll St reet.

Al cola bora r en el ma nejo de la crisis de la deuda defendiend o los int ereses

de Wall Street, el FMI y el Banco Mundial lograron superar algo de la

hosti l ida d q ue ha bía sido uno de sus m a yores obstá culos desde los t iempos

del pa cto de B rett on Woods. En efecto, esta s inst ituciones ha bía n devenido

de modo creciente en orga niza ciones ma rgina les y , rea lmente, luego de laa f luencia d e petr odólar es, su misión se mostró como una empresa efectiva-

ment e superflua . Los présta mos al Tercer Mundo, que se encont ra ba n dis-

ponibles en abundancia por parte de bancos privados, reducían cualquier

necesida d de din eros públicos. Ademá s, el éxit o ascendent e de la ideología

neoliberal ha bía reforza do la hosti lidad q ue se tenía ha cia esta s insti tucio-

nes, las cua les era n ident if ica da s con el intervencionismo del Est a do.

Aun así, mediante una especie de paradoja, los políticos y las instan-

cias f inancieras estadounidenses sacaron provecho del capital de raigam-bre esta ta l con el que cont a ba n esta s insti t uciones en apuros, pa ra imponer

–especialm ente con r especto a s us a l iados europeos q ue tenía n d iferent es

puntos de vista– una estrategia para resolver la crisis de la deuda, que

consistía bá sica mente en a gra va r los costos de los deudores. P a ra los ba n-

cos esta dounidenses má s import a nt es, incluyendo el Citiba nk, resultó esen-

cial ga na r t iempo. E llos no podían borra r los présta mos de sus l ibros sin

que su solvencia se viera a menaza da . Ent onces tuvieron que a parenta r a

cua lquier precio que esta crisis era ún ica mente un incidente virtua lmente

insignifica nte, q ue ha bía surgido de un problema tempora l de i l iquidez. Elescena rio lega l requería que t odos los miembros del gremio de acreedores

llegaran a un acuerdo colectivo respecto a nuevos préstamos, para reem-

bolsar con ellos, f icticiamente, las sumas debidas y crear así un nuevo

cronogra ma de pa go. H a bía una reticencia considera ble sobre esta estra te-

gia , la cua l era r iesgosa y cost osa, y cuyos únicos beneficia rios obvios era n

los ba ncos, especialment e el Cit iban k, para el que esta ba en juego su mis-

ma supervivencia. Wriston, con el respaldo de Volker, movilizó la autori-

da d simbólica de la s orga niza ciones de Wa shing ton –y, sobre todo, a su red

de influencia q ue incluía m inistros de ha cienda y dirigentes d e los ba ncoscentr a les– para imponer esta disciplina en centena res de bancos a siát icos

y europeos q ue ta mbién ha bían par ticipa do en la opera ción. Así, los a cto-

res de Wa ll Str eet t a mbién logra ron evita r el tener que int ervenir oficial-

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mente a t ra vés del Depa rta mento de E sta do o del B a nco Cent ra l (Solomon

1995; Zweig 1995).

Como en otr a s part es, esta opera ción orienta da a sa lvar el sector f inan -

ciero dio al FMI y al Banco Mundial fuertes argumentos en apoyo de laadopción de reformas estructurales –liberación del mercado f inanciero,

priva tiza ciones y la reforma del Esta do– que se ajusta ba n punto por punto

a la ideología neolibera l . La ima gen del FMI y del B a nco Mundia l mejoró

substancialmente en Washington y en Wall Street, que estaban ansiosos

por a brirse ha cia los m erca dos emergentes. Así , el ma nejo de la crisis de la

deuda en La tin oa mérica confirmó la recomposición de los m edios de r egu-

lación de las f inanzas internacionales, que ahora consistían en mecanis-

mos informa les y ad h oc  que combina ba n la flexibilidad de las negociaciones

priva da s, la int ervención discreta de insti tuciones esta ta les y el papel me-diad or a signa do a l FMI, que de t iempo a tr á s ha bía codiciado este rol . P ero

este preciado pa pel no esta ba exent o de peligros, par ticula rment e cuando

los recursos financieros y políticos sólo permitían que el mediador se con-

virtiera en un portavoz, e incluso en una suerte de mayordomo, en lugar

de ser un poderoso director de orq uest a . In cluso en ca sos de crisis profun-

da s, la visibilida d producto de su rol podía convert irlos en perfectos chivos

expiatorios.

LOS JÓVENES APRENDICESDE LA GLOBALIZACIÓN FINANCIERA

Nuestro análisis sobre el desarrollo del Consenso de Washington puede

ser enla zado con la historia para lela de la interna ciona lización del Citiba nk,

el cual a yudó a gest a r la crisis de la d euda que concluyó en la crea ción de la

potente arma novedosa del “ajuste estructural” . La expansión internacio-

nal del Citibank tuvo lugar a través de una agresiva gestión empresarial ,

un gust o por la s inn ova ciones t ecnológica s y la incorpora ción d e una gene-

ra ción joven que se desta caba má s por su competencia a cadémica q ue porsus buenos modales. Esta s a l ternat ivas const i tuyeron una ruptura drá st i-

ca con la t ra dición h a sta entonces ma ntenida por el sector ban ca r io. P a ra

ese ent onces, los ba ncos era n considera dos como ba stiones de la él i te t ra -

diciona l de ra igam bre protesta nt e ra dica da en el Es te, pa ra quien la s reco-

menda ciones fa miliares y un buen desempeño en los juegos de golf valía n

más que los diplomas obtenidos o la capacidad para trabajar duro (Zweig

1995). El desprendimiento del Citibank de esta tradición, como claramen-

te lo afirma Zweig, se debió a la posición de “primo pobre” que ostentaba

dentro de la familia Rockefeller. Así, el Citibank tenía sus ambiciones yperspect ivas concentra da s en el B a nco Cha se Manha t t a n, el cua l era con-

trolado por el ala dominante de la familia Rockefeller . La estrategia de

una selección de personal más meritocrática, al igual que de una expan-

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150 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

sión ha cia el exterior, ha bía em pezado a g esta rse desde principios del siglo

XX. Frank Vanderlip, un periodista y financista cercano a Theodore Roo-

sevelt , emprendió las iniciat ivas iniciales en La tinoa mérica y con ello em-

pezó a romper con la tradición de la élite de linaje protestante del EsteNorteamericano (Zweig 1995, 33). Este intento audaz fue bastante exitoso

en términos f inancieros. En gran parte gracias a su red de cerca de 100

oficina s ubicad a s en el exterior, qu e producían má s del 40% de los ingr e-

sos, el Citibank fue capaz de ma nt ener sus dividendos a lo largo de toda la

crisis de los a ños 30. No obst a nt e, fue ba jo la dirección d e Wa lter Wrist on

cua ndo este ban co rea lmente se convirt ió en la primera inst i tución f ina n-

ciera globa l. Luego de ha ber explora do el mercad o pa ra obtener eur odóla res,

el Citiba nk se convirtió en la insta ncia principa l que efectua ba el reciclaje

de petrodólares provenientes del Tercer Mundo en los años 70, lo cual locondujo a ma nt ener el lidera zgo en el ma nejo de la crisis de la deuda de la

década de los 80.

Al igua l qu e su predecesor y ment or, G eorge Moore, Wrist on provenía

de una fam ilia má s rica en ca pita l aca démico que en el socia l .50 De ma ner a

consistent e con s u a bolengo rela tiva ment e modesto, Wriston d io prima cía

al culto por el coeficiente intelectual y a la idea de “capitalizar cerebros”

(Zweig 1995, 218, 410). E st a t endencia era incluso mucho má s evident e en

la oficina de a sunt os pa ra el exterior , en donde él escogió ha cer su car rera .

Apostá ndole al crecimiento del mercado int erna cional , t uvo éxito en ha cerde esta oficina –que no era considerad a centra l para el funciona miento de

la insti tución– el terreno abonado para acometer la expansión del Banco.

El increment o de los créditos del exterior h izo que la entida d desplega ra

una especie de segundo Plan Marshall , a escala global .

Ta mbién esta polí t ica de a celerad a expa nsión interna ciona l se const i-

tuyó en un medio particular para evadir las regulaciones bancarias que

ha bían sido dicta da s luego de la crisis fina nciera de los a ños 30. Ya q ue las

disposiciones nacionales prohibían cualquier tipo de expansión real con el

objeto de prevenir la concentra ción d e recursos en la indust ria f inan ciera ,las opera ciones en el exterior se convirt ieron en la inst a ncia empleada por

los f inancistas del Citibank para inventar maneras de hacer realidad la

a mbición de est e B a nco de convert irse en “la compa ñía de servicios f ina n-

cieros ba sa da en pa rá met ros t ecnológicos y g loba les” (Zweig 1995, 197). E l

mét odo de selección de persona l y la implement a ción de un nuevo estilo de

ma nejo empresar ia l conforma ron la s t écnica s de esta estra tegia global . La

jera rquía de funciones fue reemplaza da por una descentra l ización de res-

ponsabil idades. La movil idad y la competencia entre gerentes intercam-

50 El padre de W riston era hijo de un pastor y luego se convirtió en el presidente de la Escuela

M etodista. Tam bién fue presidente del Consejo de Relaciones Exteriores y, en este rol, fue encar-

gado de reorganizar el Departam ento de Estado del gobierno Eisenhow er.

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biables substi tuyeron la tradicional confianza cultural del Banco en las

conexiones persona les estrechas entr e los cl ientes y el persona l a cargo de

los présta mos, quienes pertenecían a l mismo mundo.51 La juventud, la in-

novación, la diversif ica ción y la a gresivida d comercia l fueron sistemá tica-mente fomentadas y premiadas. El Citibank terminó por convertirse en

una especie de centro de investigación prestigiada, pero orientado hacia

la s inn ova ciones fina ncieras y t ecnológicas (Zweig 1995, 355). In vent os ta -

les como los swaps   l íquidos, crea dos por P eter E ccles, un br il la nt e joven

nortea merica no de ra za negra , a boga do de Ha rva rd (Zw eig 1995, 662), per-

mitió a Wriston y a l Cit ibank competir median te la explota ción de diversa s

insta ncia s de esca pe a la s regulaciones na ciona les, las cua les se cruzaba n

en el camino de las ambiciones de Wriston.

Con el objeto de a delant a r sus planes, Wriston enga nchó a los jóvenesaprendices más ambiciosos y talentosos de las organizaciones internacio-

na les que se ha bían creado luego de la S egunda G uerra , mostrá ndoles que

podían emprender una carrera mucho más próspera con el Citibank. Se-

leccionó como la cabeza de la oficina par a a sunt os del exterior a un joven

doctor en economía, G esua ldo Const a nzo, hijo de un minero de Alaba ma ,

qu ien había logrado exper ienc ia in ternac iona l durante d icha guerra .

Constanzo había trabajado primero en el Plan Marshall y luego como la

persona del FMI responsable de Latinoamérica. Él traía consigo todo el

caud a l de rela ciones persona les y de conocimient os que ha bía a dqu irido enesta s inst i tuciones. “Wrist on fue el primer ba nq uero comercia l de la hist o-

ria en da rse cuenta que el présta mo de dólar es requería un a ná lisis sofisti-

ca do de bala nza s de pago, del tipo de los que el FMI ha bía venido rea lizand o

por va rios añ os. Actua ndo conform e a ese ha lla zgo, Wrist on empezó a con-

tr a ta r perfiles como el de Const a nzo” (Zweig 1995, 165). Irvin g Fr iedma n,

quien ha bía t ra ba ja do en el B a nco Mundia l y en el FMI, donde fue recono-

cido como el crea dor de la noción d e “condiciona lida d”, t a mbién fue vincu-

lado al C itiban k para implementa r los elementos necesarios pa ra efectua r

el aná lisis de riesgos de cada país, qu e ta mbién era un conocimient o espe-cializado importado del seno del FMI (Zweig 1995, 411).

El C itiban k es ent onces un ejemplo ca rdina l de una empresa multina -

cional cuya expansión fue respaldada sobre la base de diversas técnicas y

conocimient os especia liza dos int erna ciona les, y un sist ema de selección de

persona l meritocrá tico, el cua l l leva ba a que diferentes sujetos dispuestos

a asumir r iesgos, los interpretaran como la única forma de edif icar sus

carr era s. E l éxito fue notorio. A fina les de los a ños 70, el Cit iba nk deriva ba

el 80% de sus ga na ncias d e las opera ciones int erna ciona les. Su cola pso

51 Esto sucedía tam bién en países de regiones com o Latinoam érica, en donde ellos buscaron

racionalizar diferentes prácticas bancarias en escenarios en los que las relaciones de fam ilia y lasbotellas de vino jugaban un papel central (Zw eig 1995, 423, 435).

LO S CH ICAG O BOYS CO M O SU JETO S EXTRAÑ O S

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152 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

también fue espectacular . Su bancarrota apenas sí pudo ser evitada en la

crisis de la deuda generada con posterioridad (Barnet y Cavanagh 1994).

No obstante, como hemos visto, la crisis de la deuda desembocó en una

serie de event os q ue vigoriza ron enormement e la posición d e los a creedo-res al igua l que sus int ereses.

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153

CAPÍTULO 6

La promoción del pluralismo y el reformismo

Las actividades y las batal las del Norte, descri tas en el capítulo ante-

rior, ejercieron un a influencia decisiva en la s t ra nsforma ciones produ-

cidas en el Sur. No obstante, af irmar que la inf luencia fue decisiva no es

aseverar que el Norte pudo dar forma a lo que finalmente resultó en el Sur.

En pa rt e, las divergencia s se presenta ron porq ue los import a dores del Sur, en

esta empresa de importación y exportación, se encontraban inmersos en

estructuras locales diferentes a las existentes en el Norte. Las dispari-

dades también se derivaron del hecho de que lo exportado cambia con elt iempo conform e a la s guerr a s por el poder que se gest a n en el Norte. P or

ejemplo, lo que empezó como una estra tegia de la G uerra Fría exacta men-

te paralela a la adelantada por la CIA, se convirt ió en un desafío a dicha

estra tegia . Tiempo después esta estra tegia m udó de ropaje pa ra convert ir-

se en la piedra a ngula r con la que los economista s de corte esta dounidense

ingresa ron a l escena rio de los nuevos regímenes democrá ticos. Luego, ta m-

bién se dieron cierta s va ria ciones, por cua nt o la lógica de los mun dos sim-

bólicos de las técnicas y los conocimientos especial izados operaron en

términos que no se a justa ban realment e a la s estr icta s exigencias de losdeseos h egemónicos o imperia les.

E ste capítu lo y el siguient e i lust ra n cómo las gu erra s por el poder del

Norte empezaron a t ransformar a los países del Sur. Hemos escogido a

Brasil como el foco principal de este capítulo, ya que las historias de Chile

y de Argent ina de l próximo capí tu lo pueden ser in terpre tadas como

contra ejemplos al ca so bra si leño. Estr uctura s del poder del E sta do dia me-

tr a lment e diferent es producen result a dos por completo divergent es. Ade-

má s, los resulta dos está n l iga dos a la na tur a leza cont ra dictoria de la propia

a genda esta dounidense, como fue an a lizado en el ca pítulo 4. Aunq ue exis-t ía un enfoque de Guerra Fría bastante mil i tante anclado en la rea l idad

polí t ica estadounidense, también había una fuerte influencia idealista y

reformista , que se tradujo en un respaldo a una serie de polí t icas que se

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154 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

pensa ba foment a ría n el desar rollo. Al respecto, ronda ba una cont ra dicción

potencial sobre este enfoque entre las él i tes conservadoras y los desafíos

reformistas. En particular, las potenciales contradicciones así suscitadas

permit ieron que las diversas pol í t icas incluyeran una gama variada deposiciones entr e los import a dores y los exporta dores. Las dema nda s loca -

les , que entre el las eran bastante heterogéneas, pudieron encontrar sus

insta ncias a f ines en el Nort e. Así , el Nort e no tu vo que imponer a la fuerz a

sus productos al Sur.

La diversidad en el Brasi l también faci l i tó el surgimiento de cambios

significativos cuando el ambiente político variaba. Diferentes posiciones –

por ejemplo, con respecto a la s t écnica s y los conocimient os especializa dos

así como con las dist intas acti tudes hacia los Estados Unidos– surgieron

entr e los miembros a dversa rios de la él i te bra si leña , con las cua les se pre-tendía sacar provecho de las nuevas estructuras de oportunidad creadas.

Esto se puede constatar en Brasi l particularmente en el período posterior

a l régimen m ilita r, el cua l l legó a l poder en 1964 y a dela nt ó una l ínea dura

de acción en contra de la izquierda a f inales de la década de los 60. La

división en el Nort e genera da por la G uerra del Vietn a m creó una diversi-

da d de enfoques con respecto a la G uerra Fr ía q ue a su vez hizo posible que

algunos tomaran ventaja de la si tuación de cambio en el Brasi l . Con una

mirada retrospectiva es posible observar ciertas simili tudes estructurales

en la posición de los gru pos qu e luego vendr ían a l lega r a un a cuerdo res-pecto a los valores democráticos y la economía l iberal , pero aun así el

ca mino f ina lmente exitoso que hizo del B ra si l un país y u na economía f ie-

les a los preceptos esta dounidenses no pudo ser presa giad o pa ra ese ent on-

ces. De hecho, el cenit de la década de los 60 fue un tiempo de desespero

creciente respecto al desarrollo y el modernismo. La inversión de esfuer-

zos y recursos del Nort e par ecía no ha ber logra do constr uir un a economía

anticomunista ni un despegue democrático sino, al contrario, parecía ha-

ber producido un escena rio de conflict o exa cerba do al borde de conver tir se

en guerra civi l. P ero como resultó ser, el confl icto a dqu irió la vía pa ra qu ese diera un nu evo a cuerdo entre las él i tes del E sta do –y pa ra que se desple-

gara un proceso que transformó a los radicales en contra de los Estados

U nidos en polí t icos tecnócra ta s reform ista s inspira dos precisa ment e en los

dictá menes esta dounidenses–. La plura l ida d y la diversida d de a mba s par-

tes, como será visto, produjo este r esulta do inespera do.

LA PROFESIONALIZACIÓN Y LA INTERNACIONALIZACIÓNDE LA ECONOMÍA EN BRASIL

El imperia l ismo en B ra si l es producto de la dema nda loca l y esta ba ba sa do

en la estru ctur a del Esta do que ya existía desde 1960. Debido a las diversas

regiones que componen B ra si l y a las m últiples facciones que ha bían lucha -

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do por el poder, de tiempo atrás ya existía un espectro variado de posi-

ciones reformistas respaldadas por miembros de la él i te. En particular,

ha bía un a tr a dición proveniente del sur del Br a si l en el siglo XIX qu e pro-

movía una reforma basa da en ideales comtea nos. El ta ma ño del Br asi l y lavariedad de su población hizo que un gran número de grupos reformistas

pudiera n coexistir a lrededor del E sta do, incluyendo a los comtea nos, quie-

nes desafiaron el orden jurídico relativamente tradicional . Varios sujetos

de estos grupos rivales buscarían conseguir productos del Norte que les

a yuda ra n a l ibra r sus cont iendas loca les. De hecho es posible ra str ear dis-

tintas demandas por la asistencia del Norte en diferentes sectores de la

sociedad brasileña.

Las importaciones en el sector de la economía, por ejemplo, empeza-

ron a da rse en los á mbitos diplomá tico y mili ta r, los cuales se servía n fuer-t ement e t a n t o d e sus v í nc u l os i n t e rna c i ona l es c omo d e l a t r a d i c i ón

comt ean a . Actores int erna cionales ta les como la Fun da ción Ford pudieron

responder a esta demanda sin que se llega ra a a fecta r a otros programa s o

sectores del B ra si l. De igual forma , ha bía una clara demanda en el derecho

por inversiones internacionales que ayudaran a elevar el nivel de ciertas

tecnologías jurídicas y, aquí también, dicha demanda podía ser satisfecha

simplemente real izando contactos con el segmento reformista respectivo

de un s ector en pa rt icula r. E n est e ca pítulo explora mos esos procesos con

respecto a la economía , el derecho y a las ciencia s socia les en genera l .E l desa rrollo de una ciencia económica bra si leña ba sa da en los cá nones

estadounidenses t iene una fuerte relación con las oportunidades que se

encontraban disponibles en el período subsecuente a la Segunda Guerra

Mundial (v. gr .  Loureiro 1997, 1998; Silva de Motta 1994). 1 La historia co-

mienza con algunos sujetos que pertenecían al círculo íntimo del cuerpo

diplomático, incluyendo a Roberto Campos, quienes uti l izaron sus cargos

en el exterior par a empeza r a t ener experiencia sobre estos conocimient os

especia l izados forá neos (ver  Campos 1994, 53). 2 E st e ca ncil ler logró incre-

mentar su poder debido a que los diplomáticos tenían acceso a un foroinfluyente del Brasi l –su propia insti tución prestigiosa de enseñanza, el

Inst i tut o de Río Br a nco–, el cua l fue empleado pa ra intr oducir los conoci-

mientos especial iza dos import a dos. Así , cierta s persona s pert enecientes a

1 “En el período de la posguerra la econom ía com o profesión em pezó a tener su propia dinám ica.Por prim era vez, econom istas en los países de Latinoam érica em pezaron a tener la confianza y ladestreza para ayudar a im pulsar de m odo directo la causa del desarrollo ocupando posicionesdentro del Estado ... inicialm ente m uchos de estos nuevos econom istas profesionales recibieronsu form ación en el exterior”(Sikkink 1991, 52).

2

Roberto Cam pos estudió econom ía en la U niversidad G eorge W ashington en la ciudad de W as-hington, luego de haber form ado parte del cuerpo diplom ático en un sector m enos deseado –elcom ercio–. Posteriorm ente se convirtió en uno de los fundadores y figuras clave de la econom íabrasileña (ver  Cam pos 1994, 47-53), así com o en un conferencista frecuente de la Escuela deG uerra.

LA PRO M O CIÓ N DEL PLURALISM O Y EL REFO RM ISM O

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156 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

un sector de la él ite bra si lera edifica ron sus carr era s median te su dedica -

ción al conocimiento de la ciencia económica estadounidense.

Otra ma nera de uti l iza r los vínculos interna ciona les par a edifica r posi-

ciones loca les fue a t ra vés de diversas a l ianza s crea da s en t iempos de gue-rra. Varios miembros de la Fuerza Expedicionaria Brasi leña que pelearon

en It a l ia de par te de los a l iados, luego se convirt ieron en personas pr esti-

giada s del B ra si l que ma nt uvieron nexos estrechos con los Es ta dos Unidos

después de f ina l iza da la guerra . Incluso la ma yoría de ellos ha bía r ecibido

entrenamiento en terri torio estadounidense.3  Este grupo prestigiado de

vetera nos incluía a persona s como Ca stelo B ra nco, la cabeza de la conspi-

ra ción milita r qu e derr ocó a l gobierno electo en 1964 (S kidmore 1988, 21).

Ellos establecieron y controlaron la Escuela de Guerra, una insti tución

qu e se apoya ba en persona s como Ca mpos con el objeto de llegar a conver-tirse en otro escenario central de conocimiento y aprendizaje del nuevo

sa ber cosmopoli ta , incluyendo la economía . 4

Otra forma en la q ue se estrecha ban lazos que fa ci li ta ban el interca m-

bio de técnicas y conocimientos especial izados era mediante el proyecto

conjunto brasi leño-estadounidense denominado Comisión para el Desa-

rrollo Económico, en el cua l ta mbién par ticipaba el B a nco Mundia l . Crea -

do a comienzos de los a ños 50, esta ba conforma do por persona s r econocida s

como Roberto Ca mpos o J osé Luis B ulhões P edreira . La Comisión Conjun-

ta jugó un papel centr a l en poner a t ono la economía br a si leña conforme alas políticas de la posguerra (Campos 1994, 159-67; Sikkink 1991, 64-65).

E n pa rt icula r, la s política s de desar rollo del Br a sil en los 50 –ejemplifica da s

por la creación del BNDE (Banco Nacional de Desarrollo Económico) y de

a lgunos proyectos de gra n enverga dur a en el sector público (v. gr .  Petrobras ,

E lectr obra s)– sur gieron del seno de la Comisión Conjunt a (S ikkink 1991).

Muchos de los a boga dos que se dedica ron a la economía ta mbién provinie-

ron de esta misma red de conexiones.5

La economía del B ra si l así como sus diversa s polí t ica s económicas t a m-

bién ma nt uvieron un nexo con la Cepal , la fa mosa oficina esta blecida porlas Naciones Unidas en Santiago de Chile. La Comisión Económica para

3 Este fue el caso de Casteló Branco, quien gobernó después del golpe m ilitar, y de Ernesto G eisel,quien hizo que “los m oderados”regresaran al poder en 1974 (ver  Skidm ore 1988, 21, 160-61).Este grupo no sólo absorbió los conocim ientos especializados estadounidenses sino la m ism avisión de los Estados Unidos respecto a la G uerra Fría y, por lo tanto, respecto a los peligros dela izquierda en Latinoam érica (v. gr. Dreifuss 1964, 78).

4 La Escuela de G uerra explícitam ente buscaba prom over una visión alternativa a aquella provenientedel Instituto Superior de Estudios Brasileños, una institución estatal sem iautónom a que se centró en

asuntos sobre desarrollo de 1955 a 1964 y luego se asoció con la izquierda (Burns 1993, 400).5 Según una persona que por largo tiem po interactuó en este ám bito, Cam pos era un buen am igode Bulhões Pedreira, y am bos eran cercanos a San Thiago Dantas. Esta red era “un cam po fértilpara generar políticas económ icas a través del derecho”. De igual form a, los econom istas esta-ban “entreverados”en el BN DE.

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América Latina fue especialmente asociada con el modelo de economía

a vizora do por Ra ul P rebisch y por Celso Fur ta do, una f igura prestigia da en

la ma ter ia en el Bra s il (ver  García 1998; Sikkink 1991, 57-59). 6 Así, el en fo-

que económico de la Cepal por momentos ganó ascendencia en terrenobra si leño dura nt e los a ños 50 y 60. P ero independientement e de las idea s

que resul tar a n ser predomina ntes en un t iempo determinado –así fuera n

las de la Cepal o a qu ellas de los economista s má s ortodoxos vinculados con

la Escuela de Guerra o el Inst i tuto Río Branco–, lo más importante es

a nota r q ue la contr oversia misma a cerca de cuá l enfoque sería el má s pre-

eminent e en la posguerr a , hizo evidente el hecho de que la economía esta -

ba tomando ventaja como lenguaje empleado para debat i r e l tema del

desarrol lo económico . Los deba tes acerca de los enfoques económicos

a yuda ron a constr uir la legi t imida d y la a utonomía de la economía comodisciplina. 7  Los economistas –sirviéndose también de sus contactos inter-

nacionales– trabajaron mancomunadamente para erigir e l campo de la

economía (a sí como sus r oles en dicho ca mpo) a un cuand o toma ba n pa rt e

en debat es de gra n enverga dura .

Los constructores de la nueva disciplina buscaron crear insti tuciones

académicas capaces de impulsar los nuevos conocimientos y de graduar

estudiantes con ese enfoque. En contraste con el caso del derecho, esta

nueva disciplina virtualmente pudo ser iniciada con la ayuda de nuevas

insti t uciones. Los dos ma yores exponent es fueron la F a culta d Na cional deCiencias Económica s (FNC E), funda da en 1945 en Sã o P a ulo, y el Centr o

de Economía, esta blecido el añ o siguiente en la F unda ción G etulio Va rga s

en Río de J a neiro (S ilva d e Motta 1994, 94-103). La FNC E emergió de un

Depart a mento de Economía creado en S ã o Paulo en 1938, el cual, no obs-

ta nte , ha bía centr a do su a tención en el á rea de Conta duría . La nueva cose-

cha de economista s posteriores a la guerra tenían a lgo muy di ferente en

mente. Según Eugênio Gudin (citado en Silva de Motta 1994, 97), otro de

los fundadores iniciales, algunos economistas de Harvard le comentaron

que la Facultad de Administración de Empresas y Negocios debía estar

6 Adem ás de Celso Furtado, quien fue im portante en el G obierno a principios de los años 60,podem os señalar a A ntonio Barros de Castro, quien regresó de Santiago a finales de la década delos 70.

7 Es m ás, com o Kathryn Sikkink lo señala, los debates entre los econom istas cosm opolitas fueronadelantados de una form a bastante decorosa. Según Sikkink (1991, 66-67), “el debate acerca deldesarrollo en el Brasil [que incluía a G udin, Furtado y Roberto Sim onsen] tuvo una calidad abso-lutam ente diferente al efectuado en la A rgentina. Incluso en su punto m ás intenso existió unaam abilidad que resultaba inim aginable en la A rgentina. En Brasil este fue un debate entre las

élites, las cuales acordaron estar en desacuerdo, ceñirse a ciertas reglas del juego y m oversedentro de ciertos círculos. Incluso luego de su ataque respecto a la planeación, fue G udin quienaceptó publicar la traducción de Furtado del m anifiesto de Prebisch –realizado en 1948–en suprestigiosa publicación económ ica Revista Brasileira de Econom ia . D entro de la m ism a institu-ción, la Fundação G etúlio Vargas, operaban dos revistas que tenían dos puntos de vista divergentes”.

LA PRO M O CIÓ N DEL PLURALISM O Y EL REFO RM ISM O

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158 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

separada del Departamento de Economía. 8 La una era par a t ra nsmit i r co-

nocimientos prácticos y el otr o par a ha cer teoría . G udin siguió este dicta -

men y r eform ó completa ment e el enfoqu e de la FNC E . Al ha cerlo, se a seguró

de imita r f ielmente la estructura propuesta por H a rva rd.La s funda ciones interna cionales, por su pa rt e, intervinieron en la fa se

temprana del surgimiento de los economistas en Brasi l . Las fundaciones

Ford y R ockefeller considera ron el entr ena mient o de economista s del Br a -

si l y de otr a s par tes como un a sunt o determina nt e pa ra obtener sus objeti-

vos, y con esta mira le concedieron va lor a l énfa sis en educa ción ava nza da

y a los puestos de t ra ba jo de profesores de t iempo completo que pudiera n

ser creados en las nuevas insti tuciones de aprendizaje. 9  La f inanciación

facil i tada por las fundaciones en la década de los 50 ayudó a garantizar

que a l menos c ierto número de brasi leños fueran capaces de ingresar adistint a s fa culta des de economía en los Est a dos U nidos (Valdés 1995, 102). 10

La tra nsforma ción en la enseña nza de la economía a sí como la importa n-

cia crecient e de logra r estud iar en el exterior a yudó a profundiza r la s dife-

rencias entre una él i te de la profesión que contaba con un adiestramiento

mayor en teoría , cuya instrucción, por definición, se basaba en informa-

ción extranjera, y una serie de economistas, e incluso contadores, rasos

con un conocimient o má s prá ctico y loca l (cf.  Loureiro 1998). La profesión

estuvo dividida en dos escalafones desde su comienzo.

La evolución de la economía a partir de esta serie de inversiones do-mést ica s y forá neas en esfuerzos y recursos ta mbién estuvo orienta da , de

diversas formas, en contra de la tradicional él i te jurídica. La economía

tuvo que luchar para obtener su autonomía en contra de la dominación

tradicional de la profesión del derecho, empleando para ello el capital in-

terna ciona l con la idea de a segurar un rol má s centra l en la a ca demia y en

el Est a do mismo. P ero de hecho, la pr ofesión emergen te de la economía se

ma ntuvo ínt ima mente a t a da a l derecho hast a t iempos bien recientes . En

las pa labra s de un economista experimenta do quien se gra duó en Sã o P a ulo

justo después de la Segunda G uerra Mundia l , “era ra ro ser economista ” y“los a bogados era n los dueños de los economista s” .11 L os economista s gene-

8 Eugenio G udin visitó H arvard en el tiem po en que se celebró la Conferencia de Bretton W oods.9 Según uno de los funcionarios de la Fundación Ford que en ese entonces trabajaba en

Latinoam érica, “los profesionales econom istas m ejor form ados juegan un papel determ inante enel proceso de desarrollo”, en parte porque ellos pueden “hacer un m ejor uso de la asistenciaextranjera”. El enfoque de la Ford tam bién favoreció profesores en econom ía “serios”y de “tiem -po com pleto”. Los econom istas form ados en los Estados Unidos, particularm ente luego de laRevolución Cubana, eran vistos tanto com o antídotos del com unism o así com o útiles para ayudara m odernizar la econom ía del Sur (ver  Valdés 1995).

10 De hecho, com o verem os adelante, luego de que la Ford estableciera en realidad una sucursal enRío de Janeiro en 1961, los departam entos de econom ía serían los m ayores beneficiarios singula-res de las ayudas financieras provenientes de la Fundación Ford (M iceli 1993, 309).

11 Com o fue reseñado por uno de los antiguos líderes de la Fundación Ford, desde una perspectiva

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ra lmente era n forma dos como a bogados (o ta mbién ha bía otros con forma -

ción de ingeniero). 12 El programa de estudios de la Facultad de Economía

de Sa o P a ulo de f ina les de los a ños 30 deja ver clar a ment e est e punt o. P or

muchos a ños existieron menos cursos de economía qu e de derecho en di-cha inst itu ción (Silva de Mott a 1994, 123-27). La economía se convirt ió en

“una rama separada” sólo después de 1947 y, según lo dicho por un econo-

mista experto, hubo “una cla ra dist inción –entr e la economía y el derecho–

sólo despu és d e 1957–1958”.13 La economía no pudo esta blecerse como dis-

ciplina sin antes haber logrado autonomía frente al derecho.

Var ios de los economist a s importa nt es del período inicia l, incluyend o a

Celso Furtado de la Cepal –ministro de Planeación en 1963 (ver García

1998)– y a Octavio Gouvêa Bulhões –ministro de Hacienda de 1964 a 1967–,

fueron forma dos como abogados. Sa n Thiago Da nta s , un a bogado bast a ntereconocido, intelectual y pol í t ico asociado con ideas concernientes a l

desarrollismo, fue el ministro de Hacienda en 1963, antes del “giro popu-

lista ” qu e precipitó la rebelión m ilita r. E s entendible que un economista de

punta l legara a explicar el rol creciente de la economía en el Gobierno

como “un fenómeno bastante natural , y no un cambio inusitado”. Así , los

abogados fueron entrando con cautela a la posición de los economistas,

legitima dos por el enfoqu e en desa rr ollo económico en el cont exto int erna cio-

nal .14 La va riedad de posiciones en el derecho –incluyendo aq uella s cercan a s a

la economía – hizo posible qu e los economist a s se desplaza ra n gra dua lment eha cia la consecución de su a ut onomía sin ma yores disrupciones.

El golpe militar de 1964 suscitó una interrupción en el surgimiento

cadencioso de est a él ite, qu e consistía en economist a s orienta dos ha cia el

escena rio intern a cional y quienes ha bían logra do consolida r una suerte de

desafío genti l a las él i tes jurídicas reinantes. Más específ icamente, el re-

crudecimiento del régimen en 1968 condujo a una serie de purgas en con-

tra de muchos miembros de la él i te estatal , abriendo de este modo un

espacio pa ra la a par ición de nu evos a ctores. El economista cla ve que surg ió

con el nu evo gobierno fue Ant onio D elfim Nett o, quien, junt o con los “chi-

cos de Delf im”, ma nejó la economía en la m a yor pa rt e de los años 70 ha st a

que puede ser considerada com o la de un econom ista de hoy en día, “en 1968 nadie del Brasiltenía un doctorado adelantado en los Estados Unidos”.

12 El prim er texto de econom ía reconocido en el Brasil, de Eugênio G udin, fue publicado hasta 1943(Principios de economía monetaria ). O tros enfoques sobre este objeto de estudio se hacían, deacuerdo con un econom ista de experiencia, en “las facultades de derecho”.

13 Se sostiene, según uno de los econom istas que vivió la transform ación, que en ese entonces

“una m asa crítica de econom istas se hizo conocer, escribiendo artículos y discutiendo problem aseconóm icos desde diferentes puntos de vista”.14 U na persona que trabajó en las Naciones U nidas durante los años 50 y 60 m anifestó que, en un

m om ento determ inado, m uchos de “los abogados”de Latinoam érica y de otras partes que tra-bajaban en las N aciones U nidas se convirtieron en “econom istas”.

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160 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

el período de la crisis de la d euda . 15 Esta s persona s nueva s había n dedica do

sus esfuerzos a l estu dio de la economía , y as í compagina ron bas ta nt e bien

con los grupos rela t iva mente meri tocrá t icos q ue cont rola ban a l esta mento

mili tar, pero no obstante carecían de vínculos con la vieja él i te y de lasconexiones int erna ciona les que h emos venido menciona ndo. E llos n o fue-

ron Chicago Boys en ningún sentido. Aprovechando sus diferentes al ian-

za s con gr upos de negocios importa nt es en S ã o Pa ulo, encajar on bien en la

mezcla mili tar de una sensibil idad internacional con las preocupaciones

propia s de la G uerra Fría y un fuerte na ciona l ismo en ma teria de econo-

mía. No obstante, tanto la reputación como la autonomía reconocida de

estos economista s era n ba sta nt e l imi ta da s. E n efecto, e llos represent a ron

una ruptura que se dio por causa del movimiento mili ta r en contr a de la

éli te bra si leña.Sin embargo, el desplazamiento hacia el poder de este nuevo grupo

generó inmediatamente movimientos de reacción de la él i te estatal y de

sus descendientes. En par ticular, los representa nt es de la vieja él ite empe-

zar on a considera r la posibil ida d de f ija r su mira da ha cia los Esta dos U ni-

dos, con el objeto de contra rr esta r a a quellos qu e ha bían toma do el poder

en un golpe mil ita r q ue respondía a las polí t ica s de la G uerra Fría de los

mismos Est a dos Unidos. Ellos logra ron sa car provecho ta nt o de la división

presente en los Estados Unidos respecto a cuál sería el mejor modo de

librar la lucha de la Guerra Fría , como de la fal ta de acceso de los que seencontra ba n en el poder a las técnica s y los conocimientos de punta esta -

dounidenses. Dentro del campo de la economía, por su parte, se dio una

contraofensiva casi inmediata de los economistas, quienes se dedicaron

fuertement e a seguir a prendiendo los conocimientos especia l izados int er-

nacionales así como las polí t icas vigentes en el Norte, con el objeto de

desacreditar al estamento mili tar y a las directrices polí t icas adelantadas

por los chicos de D elfim.

Así , no resulta sorprendente que la nueva generación considerara el

período de Delf im Nett o como un la pso en donde la teoría económica erarela t ivam ente rudimenta ria y la economía en la prá ct ica era un a cuest ión

“polí t ica ” , ca reciendo de la a ut onomía suficiente respecto a la él ite de n e-

gocios de Sã o Pa ulo.16 D el mismo modo, una éli te má s cosmopoli ta y l iberal

15 Antônio Delfim N etto, quien fue el m inistro de H acienda de 1967 a 1974 y m inistro de Planeaciónde 1979 a 1985, provino del que en ese entonces era un program a de econom ía relativam entenuevo y m arginal en la U niversidad de São Paulo, graduándose en 1946.

16 Com o uno de los econom istas de la nueva generación lo m anifestó, “éram os técnicam ente m ássofisticados”y m enos orientados hacia el sector privado de São Paulo. O tra persona afirm ó que

Delfim “se había convertido en un político”y que era dem asiado “paulista”. Los econom istas dela PU C-Río, que ahora están en el poder, en ese entonces fueron críticos sobre la form a com oDelfim m anejó la crisis externa de la deuda provocada por los nuevos desbarajustes en el ram odel petróleo. Resulta interesante que D elfim N etto, según una persona cercana a él, pretendieraseguir un m odelo m ás de corte japonés en cuanto a las relaciones cercanas entre los negocios y

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–y má s orienta da ha cia los Esta dos U nidos– l legó a dominar las posiciones

económicas y polí t icas más encumbradas y, de nuevo, de manera no sor-

prendent e el requisi to de tener suficiente competencia ma temá tica pa só a

ser una barrera de entra da y de respeta bil idad.De otra parte , la ruptura surgida entre los economistas de la Funda-

ción G etulio Va rga s (FG V) se consti t uyó en uno de los eventos import a nt es

en la tr a nsforma ción de la economía en los a ños 70. U n gr upo de economis-

ta s de l a FG V, ma nt eniendo una pos ición en c ier t o modo cr í t i ca r especto

a los v ínculos de a lgunos economis ta s de l a FG V con e l rég imen mi l i t a r

–especialment e luego del regreso de Ca rlos La ngoni de la U niversidad de

Chicago a la FG V–, decidieron cambia r su sede hacia la P onti f icia U niver-

sida d C a tólica de Río ([P U C-Río] U niversida d C a tólica de Río) en 1979. E ste

grupo también se encontraba en desacuerdo con el proyecto de la Funda-ción Var ga s de crea r un progra ma de doctora do, ya que, teniendo en mente

sus propios gra dos y a credita ciones conquist a dos en el exterior, sus miem-

bros creían qu e los estu dia nt es debía n ser impulsa dos a conseguir sus es-

tudios de doctorado en el exterior, en lugar de obtener un diploma local

qu e efectiva ment e sería considera do como de segunda cla se.17 P or l o t a n t o ,

ha st a cierto punt o, este debat e se dio al interior del ca mpo de la economía

qu e se encont ra ba en plena evolución.

Otr a dimensión de la t ra nsforma ción de la economía se hizo evidente al

f inal de dicha década. En el ocaso de la década de los 70 Pedro Malan yDionisio Ca rn eiro de la P U C-Río orga niza ron un gr upo de economista s –el

Ins ti t ut o de E conomía d e Río de J a neiro– con el objeto de tomar dista ncia

frente al Gobierno. Ellos intentaron desplazarse hacia una posición pare-

cida a la a dopta da por el gremio organiza do de a boga dos (la Orga nización

de Abogados Brasi leños, OAB), el cual había asumido una postura relati-

va ment e fuerte en favor de los derechos hum a nos. El objetivo, según un a

persona involucra da en los plan es iniciales, era conseguir economista s “q ue

estuvieran en contacto con la sociedad civi l” . Logrando adquirir alguna

importancia a lo largo de la década de los 70 y al principio de los 80, elInsti tuto de Economía fue una de las pocas instancias en el ámbito del

conocimiento económico en donde los a sunt os rela cionad os con tema s d e

democracia podían ser debatidos.

Est a nueva generación de economista s , que ma ntenía lazos más fuer-

tes con la vieja él ite q ue a quellos sostenidos por la s persona s má s cercan a s

al Gobierno, compartió la pretensión, junto con un sector creciente de la

sociedad t ra diciona l bra si leña , de dista ncia rse del régimen milita r, el cua l

el Estado, en donde el Estado era el ente im pulsor del sector de los negocios para que surgiera ycreciera con el objeto de solidificar el proceso de las exportaciones.

17 U no de los econom istas se refirió a esta realidad com o G roucho M arxism o, haciendo alusión a lafam osa cita de no querer hacer parte de ningún club que “m e quisiera tener com o m iem bro”.

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162 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

par a entonces ha bía perdido el respaldo de la opinión i lustra da de personas

de los Estados Unidos y de otras partes. En consecuencia, el los lograron

desacreditar la economía para el desarrollo promovida por Delf im Netto,

ta nt o por su fa l ta de sofist ica ción ma temá tica como por los vínculos qu e lamisma acarreaba con las autoridades mil i tares .

P edro Ma lan , quien llegó a ser ministro de H a cienda del B ra si l , const i-

tuye un ejemplo de un polí t ico tecnócrata que ascendió al poder mante-

niendo una postur a cont ra ria a la de los economist a s relaciona dos con los

mili tares. Habiendo adquirido una formación de clase media, estudió en

universidades privada s que desde ha ce t iempo se había n car a cterizado por

educar a la élite bra sileña (Loureiro 1998, 50). Asimism o, como a dversa rio

del régimen milita r, fue un estudia nte a ctivista de Río de J a neiro a nt es de

ingresar a estudiar economía en la U niversidad de Ca l ifornia en B erkeley,en donde tr a ba jó con Albert Fishlow. L uego de grad ua rse en 1973, regresó

a la Universidad Católica de Río (PUC-Río) para ser profesor. Al mismo

tiempo que Malan y Carneiro estaban erigiendo el Insti tuto de Economía

de Río de J a neiro, los economista s de la P U C-Río se encont ra ba n insta u-

rando su Departamento de Economía, con fondos de la Fundación Ford, y

siguiendo pa ra ello el modelo esta dounidens e (Loureiro 1998, 48).

Malan pasó de la PUC a ejercer una serie de posiciones internaciona-

les (Loureiro 1998, 50), empezando por las Naciones Unidas a comienzos

de los años 1980 e incluyendo el Banco Mundial, en donde se desempeñó

como director ejecutivo desde finales de dicha década. También trabajó en

Washington como representante brasi leño del Banco Interamericano de

Desarrollo. Su amigo y para ese entonces ministro de Hacienda, Marcil io

Marques Moreira, vinculó a Malan para que fuera el directivo negociador

de la deuda en el verano de 1991 (Griffin 1991, 13). En dicha posición,

ayudó a gest ionar un préstamo cuant ioso en el FMI, a cambio del cual

B ra si l tendría que comprometerse a contr olar la inf lación, a priva t iza r y a

implement a r polí t icas de a pertur a en el sector económico. En tonces Ma lan

llegó a la posición de presidente del Banco Central antes de la elección de

Fernando Henrique Cardoso en 1995. Cardoso nombró a Malan como su

ministro de Hacienda.

El grupo de la PUC-Río –del cual Malan formaba parte– recibió una

ay uda f ina nciera s ignif ica t iva de la Funda ción Ford par a crear un centro

docente de primera clase. All í daban énfasis a los estudios en matemáti-

ca s , ofrecían progra ma s que no iba n má s a l lá del nivel de maestría s y lue-

go enviaban a los mejores a lumnos a estudiar a los Estados Unidos. La

P onti f icia U niversidad C a tólica de Río ta mbién ma nt uvo como polí t ica, encontra ste con las inst i tuciones que enseñaba n derecho, qu e toda su plant a

de profesores fu era de t iempo completo. C omo uno de los economist a s se-

ñaló, la PUC-Río era “bastante académica” . Si a lguien se iba del plantel

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par a ocupa r un puesto en el Gobiern o, el los lo reemplaz a ba n por otr a per-

sona en lugar de gara nt iza rle una l icencia dur a nte su a usencia . Los profe-

sores de la PUC-Río en principio debían desempeñarse como académicos y

profesores de tiempo completo (lo cual, por supuesto, no era incompatiblecon consultorías de dedicación parcial). Este cometido académico adelan-

tado intencionalmente con el objeto de aprender una economía de corte

esta dounidense y con a l tos conocimientos t écnicos, hizo de la P U C-Río la

instit ución líder pa ra los economista s (Loureiro 1998). S u prest igio y a ut ono-

mía, construidos a partir de sus vínculos con las facultades de economía más

importantes de Norteamérica , ayudó a que el campo de la economía se

tra nsforma ra a ún má s y l leva ra a los economista s de la P U C-Río a ocupar

espacios de poder en el E sta do. Así , el los lograr on desprestigia r t a nt o a la

genera ción a nt erior de los economist a s enfoca dos en el desa rr ollo como alos abogados tradicionales que de mucho tiempo atrás venían controlando

el Est a do.

Cuando el modelo de economía de Delf im Netto fue marginado, espe-

cialmente luego de la crisis de la deuda a principios y en el cenit de los

años 80, los economistas de la PUC-Río –y otros pocos de él i te de otros

lugar es– represent a ba n una generación port a dora d e un nuevo conocimien-

to técnico-práctico. Ellos asumieron la vanguardia para atacar el fenóme-

no de la inf lación, hic ieron el l lamamiento para la desregulación y la

privatización al igual que el de la apertura del Brasi l hacia la inversiónextr a njera . Los l íderes de est e nuevo modelo económico se convirt ieron en

a ctores cruciales en el ma nejo del E sta do. Ellos pa sa ron de ser economis-

tas puramente orientados hacia Estados Unidos, a pol í t icos tecnócratas

que se desenvolvía n en el nuevo Esta do democrá tico del Br a si l .

Los economist a s de la P U C-Río son a hora los consejeros de los pa rt idos

más importantes, incluyendo el Partido de los Trabajadores de la izquier-

da. Como uno de los economistas de la PUC-Río lo manifestó, esta insti-

t u c i ó n c o n t a b a c o n e c o n o m i s t a s a l t a m e n t e r e s p e t a d o s q u e p o d í a n

desempeña rse en “cua lquier t ipo de gobierno”. Los economist a s de él i te dela P U C-Río y sus a l iados hasta ah ora ha n logra do ma ntenerse en la dela n-

tera de la competencia académica –y también polí t ica– en contra de la

economía “más polí t ica” de Delf im Netto y de sus herederos que mante-

nían un enfoque más estructura l –y menos matemático– en la Cepal , e l

cual fue a ba ndona do en 1964. 18 En par te la victoria es socia l : es má s facti-

18 De hecho, D elfim N etto ahora es parlam entario, y se nos dijo que es fuertem ente crítico delfracaso de haber invertido en productividad así com o de “la excesiva m atem atización”y de la

confianza incondicional en instrum entos financieros sofisticados. Según una persona cercana,Delfim critica el hecho de que “las finanzas ahora estén dom inando la econom ía”, considerandoque “el crecim iento es la form a de solucionar el problem a”. Celso Furtado continúa abogandopor un papel m ás activo para la planeación estatal (M arques y Costa 1995, 4). Furtado tam biéntiene conexiones personales cercanas con Fernando H enrique Cardoso, quien, no obstante,

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164 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

ble que el nuevo grupo represente a los hér i t i ers   de la élite cosmopolita

que los economistas asociados con Delf im Netto. Además, esta tendencia

represen t a , en rela ción con el viejo est a blecimient o jurídico, el ascenso de

un modo de producción de conocimientos especializados en cierto modomá s a bierto y competi t ivo. P or ah ora , en consecuencia , los economist a s de

la PUC-Río han logrado convertir su capital social y su consagración a la

economía del Nort e en una posición sólida en la s guerr a s por el poder del

B ra si l . Por lo ta nt o los economista s profesiona les, como grupo en a scenso,

represent a n un a él ite q ue t iene esca sos ra sgos en común con los economis-

tas rasos que trabajan en puestos relativamente bajos del sector público,

de la industria privada o del ra mo de la conta duría.

Ademá s, debe ser resa l ta do el hecho de qu e los economista s considera -

dos más val iosos se desenvuelven también en grupos consultores impor-tantes, los cuales se encuentran en una posición cercana pero exterior al

G obierno. E stos gru pos consultores proveen plaza s de a l to perf i l destina -

da s a a sesores bien conecta dos y qu e cuenta n con un poder signif icat ivo, y

pueden a sí desafiar la domina ción a nterior de los a boga dos.19 De igua l modo,

estos grupos consultores de él i te enca ja n ba st a nt e bien en el nuevo ám bito

de dominación de la él ite de los economista s del Est a do. Ellos recalcan qu e

la profesiona lización de la economía no es pa ra na da inconsistente con su

cont inua comercial iza ción.

Fina lmente, los resulta dos má s importa ntes deben ser señala dos de ma -nera breve. Como ya fue destacado con motivo del desplazamiento de Pe-

dro Mala n de una posición de estudian te a ctivista a su ingreso en B erkeley,

en la PUC-Río, en el Banco Mundial y en la cartera t i tular del ministerio

de Ha cienda , en la a ctua l ida d existe una convergencia v ir tua lmente t ota l

entr e el enfoque económico bra si leño y a qu ellos de los E sta dos U nidos, del

FMI y del Banco Mundial .20  El triunfo profesional y político de los econo-

mistas de la PUC-Río se perfeccionó a la par del enfoque económico que

a hora es considera do como el má s erudit o y sofist icado.

CONSTRUYENDO LA AUTONOMÍADE LAS CIENCIAS SOCIALES

La Fun da ción F ord un ió esfuerzos con otra s funda ciones par a proveer a poyo

a nt icipado a l desar rollo de la profesión de la economía . E ste r espaldo con-

ha adoptado una postura bastante diferente en m ateria de econom ía.19

U n inform ante detalló cóm o ciertos directores de com pañías de punta así com o bancos de granenvergadura, no sólo utilizan a los abogados com o interm ediarios poderosos, sino incluso con-fían el m anejo de la com pañía al abogado asesor cuando están de viaje o de vacaciones.

20 Tam bién resulta interesante destacar que durante la crisis de la deuda de los años 80, “DelfimN etto y sus tecnócratas eludieron cualquier intención de acudir al FM I –el cual siem pre era un

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t inuó luego de que la Ford esta bleciera una sede en R ío de J a neiro en 1961,

como rea cción a la Revolución C uba na y a la proclam a ción de Kennedy de

la Alian za par a el P rogreso. Va rios miembros de la Fun da ción Ford empe-

za ron ta mbién a enfat izar la importa ncia de otr o t ipo de disciplina s diferen-tes a la economía. El enfoque se centró en “ los obstáculos al desarrollo” ,

ta les como los problema s de “ los pobres y los ma rgina dos” (ver  P a c kenha m

1973). La Ford empezó a implementar una estrategia para promover la

inquietud académica mediante una competencia creciente.21 Es t a es t r a t e -

gia profundizó de modo consciente el desafío para con la posición de los

abogados generalistas, ya que las nuevas disciplinas fueron construidas

para ocupar terrenos ha sta entonces desar rollados por los a bogados.22 Así,

el respaldo a las ciencias sociales t ra jo consigo nueva s dimensiones en la

ofensiva l idera da por los economista s.23

E l apoyo fina nciero inicia l en ciencia política ot orga do por la Fu nda ción

Ford fue para la facultad de la Universidad de Belo Horizonte –que era

vista como una insti tución l íder y estaba orientada hacia la producción

a cadémica esta dounidense–, en donde la figura cla ve fue B olivar L a mounier,

qu ien a demá s –como en efecto ocurrió– era considera do como un enem igo

político por pa rt e del G obierno.24 E sta inversión se siguió dan do y crecien-

do, en part e a tr a vés del Centr o B ra sileño de Aná lisis y P lan eación (Cebra p),

a rriba mencionado. Así , dura nt e el período de los a ños 70 y 80, la Fun da -

blanco de críticas para los nacionalistas brasileños–. Inm ediatam ente después de la elección,Delfim y su equipo anunciaron que habían abierto negociaciones form ales con el FM I”(Skidm ore1988, 232). A finales de los años 50, Brasil había rechazado las políticas del FM I.

21 Conform e a uno de los actores clave, “había orientaciones teóricas que tam bién contaban conuna suerte de im plicaciones ideológicas ... así, una de las cosas que yo consideré significativas, ym e fui convenciendo cada vez m ás de ello, fue la im portancia de tener un cierto pluralism o deideas. No se trataba de que inconscientem ente respaldáram os algo que term inara asistiendo sólouna perspectiva, un punto de vista cerrado. Yo quería ver algo real, algo que ayudara a agitar lasposiciones”. Es posible ver un paralelo de esto en la creación de centros de arbitram entos com er-ciales internacionales rivales en Londres, París y Estocolm o (Dezalay y G arth 1996b).

22

M iceli, quien quizás representa parte del ataque al viejo sistem a de dom inación del derecho,ofrece esta perspectiva (1993, 276), señalando que “hay innum erables indicaciones de los esfuer-zos de la Fundación Ford para estim ular iniciativas innovadoras en áreas tradicionales com o laenseñanza del derecho. Pero la fundación casi se rinde al vislum brar lo que los consultoresconsideraban com o una resistencia determ inante de parte de las personas prestigiosas en el áreaprofesional respectiva”. “En com paración ... los especialistas en ciencias sociales parecían estarm ejor ajustados a la posibilidad de profundizar su educación en las universidades estadouniden-ses”. Un integrante de la Fundación Ford m anifestó que la Ford ha perm anecido “alrededor de lasfacultades de derecho, pero no adentro de ellas”.

23 Com o M iceli señala, “la Fundación Ford realizó una contribución decisiva en la configuración deun m ercado real de especialistas en ciencias sociales en el Brasil; esto fue posible gracias a lafinanciación de proyectos alternativos de creación de instituciones, debidam ente ajustados a las

nuevas condiciones estructurales bajo las cuales, a lo largo de las últim as décadas de transform a-ción, funciona el sistem a local de producción científica”(M iceli 1993, 292).24 Evidentem ente la ayuda financiera fue concedida, a pesar de la oposición generada en N ueva

York –en donde los econom istas tenían el control de esta área–respecto a la idea de que laciencia política fuera relevante en el área del desarrollo.

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166 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

ción F ord f ina nció un núm ero considera ble de investiga dores e investiga -

ciones en ciencias socia les. Ta mbién le dio a poyo fina nciero a la Associa ção

Na ciona l de P ós-G ra dua çã o e P esquisa em Ciencias S ociais (ANP OCS ), que

representaba al gremio profesional de la comunidad en ciencias sociales(excepto los economista s, quienes ya cont a ba n en un a orga niza ción profe-

sional). 25 E n genera l , pa rt e del esfuerzo en m a teria de economía a sí como

en otras disciplinas de las ciencias sociales, se orientó al estudio en el ex-

tranjero, especialmente –aun cuando no exclusivamente– en los Estados

Unidos.26  Otro aspecto determinante en la f inanciación de la Fundación

Ford fue su respa ldo en investiga ción a persona s qu e de otr o modo hubie-

ra n t enido qu e irse al exilio.

Según lo a f irma do por u n poli tólogo desta ca do del B ra si l, las inversio-

nes de la F unda ción Ford dur a nt e la s déca da s de los 70 y 80 en el cam po dela ciencia polí t ica , contribuyeron a la gest a ción de un ca mbio extra ordina -

rio. U na nueva genera ción de poli tólogos forma dos al modo est a douniden-

se hizo qu e la ciencia política se volviera “m á s rigur osa”, met odológica ment e

má s ava nza da y m á s orienta da h a cia los derroteros mar ca dos en los Esta -

dos Unidos.27 El ma rxismo fue puesto en segundo plano, mientra s los nue-

vos poli tólogos dejaban a un lado –en las palabras de uno de el los– el

“desgast a do” y “obsoleto” enfoque de B élgica y F ra ncia . 28 E l conocimient o y

las herramientas basadas en las pautas estadounidenses fueron cada vez

má s importa ntes en los debat es brasi leños a l igual q ue en las t ra nsicioneshacia la democracia y el Estado l iberal .29

25 M iceli se refiere a AN PO CS com o “la expresión de un nuevo balance de fuerzas entre los progra-m as de posgrado, los centros de investigación, las disciplinas, las tradiciones de pensam iento, lapráctica científica así com o los respectivos líderes y practicantes”(1993, 275).

26 Com o lo m anifestó uno de los actores clave de la Ford, el program a incluía “la facilitación debecas a estudiantes brasileños jóvenes para que fueran, prim ariam ente, a las diferentes universi-dades de los Estados U nidos, pero ocasionalm ente a Europa para recibir una determ inada form a-ción. Y, usted sabe, había al m enos una o dos docenas, y quizás m ás que eso, de jóvenes

brasileños excelentes y aptos para ir al extranjero. Y virtualm ente cada uno de ellos obtuvo títulosde doctorado para después regresar al Brasil”.

27 Por supuesto, junto con el desarrollo de técnicas sofisticadas, se dio una reducción de espacioprofesional para los abogados-politólogos tales com o Raim undo Faoro y Victor N unes Leal. Estefue el m ism o fenóm eno de profesionalización que gradualm ente fue elim inando a los abogados-econom istas.

28 La transform ación de la ciencia política incluyó un alejam iento de la creencia en el Estado brasi-leño. Las nuevas ideas señalaban que el Estado no era la solución a los diferentes problem as,sino, en cam bio, el escenario en donde el patronazgo se reproducía (Tavares de Alm eida 1992).Tavares enfatizó el sim ultáneo descubrim iento de la dem ocracia y de la sociedad civil, el cual,según los políticos, podía jugar el papel de un Estado diligente, sin que se diera la propia corrup-ción estatal. Así, la doctrina de la ciencia política em pezó a apoyar la reducción del papel delEstado en el m anejo de la econom ía.

29 Respecto al conocim iento de corte estadounidense, M iceli tam bién señala que “aquellos form a-dos en los Estados U nidos eran m enos vulnerables hacia m edidas de tipo represivo debido a lostópicos de sus investigaciones, así com o a que sus investigaciones eran m enos controversiales.

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Un hecho definit ivo para el triunfo de la estrategia adelantada por la

ciencia política, a l igua l que ocur rió con la economía , fue el endur ecimien-

to del sector mili ta r a l fina l de los a ños 60. Es ta tr a nsforma ción dent ro del

estamento mili tar una vez más hizo variar las posiciones de aquellos queha bían venido compitiendo por forma r pa rt e en la él i te reformist a esta ta l ,

primordialm ente m edian te el uso de técnica s y conocimientos especia l iza-

dos provenient es del extr a njero. Ellos dieron un viro en la destina ción de

sus esfuerzos y comenzaron a uti l izar aquello que se encontraba disponi-

ble en los E sta dos U nidos par a a sí monta r una contr a ofensiva .

  El mejor ejemplo al respecto es el apoyo financiero otorgado por la

Fundación Ford al Cebrap en 1969. Este patrocinio fue crucial al menos

por dos ra zones. En primer luga r, represent ó un fa ctor cla ve en la expa n-

sión de las ciencia s socia les as í como la supera ción de una pot encial sospe-cha mutua. Antes de estos eventos y con pocas excepciones notables, la

comunidad de c iencias socia les había mantenido una posic ión bastante

reticent e respecto a recibir f ina ncia ción de la Ford. 30  En efecto, la Funda-

ción Ford era considerada como una instancia estrechamente vinculada

con los Estados Unidos y las polí t icas alrededor de la Guerra Fría . En la

otra ori l la , los funcionarios de la Fundación Ford guardaban una cierta

cautela respecto a las polí t icas de la comunidad en ciencias sociales del

B ra si l. En segundo luga r, el apoyo al C ebrap sostuvo e impulsó la que ven-

dría a ser la inst i tución cent ra l en la promoción de las idea s qu e sirvieronde soporte a la t ransic ión brasi leña hacia la democracia . De manera no

a ccidenta l , el Cebra p ta mbién se convirt ió en el foro de la t ra yectoria polí-

t ica de Fernando Henrique Cardoso, actual presidente del Brasi l .

Los grupos form ados en Europa tendían a generar ideas políticam ente m ás sensibles”(1993,294). Entre los politólogos m ás im portantes se encuentran Bolivier Lam ounier –educado en laU niversidad de California, Los Angeles, y persona cercana a Cardoso y a los Estados Unidos–yW anderley G uilherm e dos Santos –form ado en Stanford–, cuyo pensam iento sobre la liberaliza-

ción en m ateria de política es descrito por Skidm ore (1988, 165). Entre las ciencias sociales, laantropología tam bién recibió apoyo. U na considerable ayuda financiera fue concedida al M useoN acional de Río, contribuyendo así a im pulsar su reputación com o el centro líder en antropologíadel Brasil –y tam bién com o un territorio seguro para los académ icos cuyas posturas políticas lospudiera convertir en blancos de persecución del régim en. Entonces los antropólogos brasileñosse convirtieron en instancia clave en el estudio y en la creación de vínculos con la poblaciónnativa y en el análisis de la pobreza urbana. Com o en el cam po de la ciencia política, la Ford seorientó hacia unos pocos centros clave y puso énfasis en la form ación especializada y en lainvestigación. Aquí la Ford, com o en otras latitudes, conscientem ente se concentró en las élitespara así m ultiplicar el im pacto de sus inversiones de esfuerzos y recursos.

30 Según un protagonista de la Ford de estos eventos, los especialistas en ciencias sociales habíansido “bastante reticentes”. O tro explicó el pensam iento de la C ebrap de la siguiente form a:

“pero, yo creo que ellos eran reacios a dejar el Brasil ... usted sabe, ellos tenían un fuerte com pro-m iso con el país. Adem ás ... al analizar la situación, aun cuando ellos se encontraban bajo pre-sión y eran acosados por la policía secreta, tam bién pensaban que había suficiente espacio paraque ellos crearan este centro autónom o. Tam bién creo que el respaldo de la Fundación Ford lesabrió un poco m ás de espacio”.

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168 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Las circunstancias que rodearon esta f inanciación de la Ford son elo-

cuent es. Un n úmero a preciable de investiga dores socia les desta cados fue-

ron obligados a retira rse de sus posiciones en la s un iversida des por pr esiones

de sectores duros del estamento militar en 1969 (Miceli 1993, 269; ver Skidmore 1988, 83). Un grupo de estos académicos de vanguardia de la

izquierda , incluyendo a Fern a ndo Henriq ue Ca rdoso, decidieron a cercar se

a la Fundación Ford para así t ra tar de permanecer en el Brasi l . En las

oficina s principa les de la Fun da ción Ford en Nu eva York hu bo resistencia

a la concesión de estos recursos, y asimismo funcionarios locales del Go-

bierno esta dounidense tr a ta ron de desincent ivar la a l ia nza de persona s de

izquierda con dicha Fun da ción. No obsta nt e, el Cebra p fue f inan cia do y el

escena rio par a la crea ción de otra s insti tu ciones simila res fue igua lmente

dispuesto.La al ianza se hizo posible no únicamente por la posición a la que se

vieron enfrentados los académicos, la cual los forzó a ponderar oportuni-

da des y al ian za s que no par ecían va liosa s t iempo a tr á s.31 La pasión, el idea -

l ismo y la simpatía que los académicos brasi leños veían en sus jóvenes

colega s esta dounidenses t a mbién resultar on ser de import a ncia . 32 Esta suer-

te de misioneros esta dounidenses modernos se presta ron para da r su a po-

yo a un a a ca demia identifica da con una teoría de la dependencia a lgo ma rxista

y provocadora, e incluso corrieron algunos riesgos para obtener respaldo

en Nueva York. Reproduciendo el cisma ocurr ido just a ment e en ese mis-mo período dentr o de la éli te goberna nt e de E sta dos U nidos por la G uerra

Fría , abogaron por el mantenimiento de un nuevo enfoque sobre el desa-

rrollo que estaba más orientado hacia la necesidad de concentrarse en la

reforma polí t ica . Ahora ellos esta ba n dispuestos a oponerse a la CI A y a los

funcionar ios de l ínea dura del Gobierno esta dounidense.

Desde una mira da r etrospectiva, esta s diversa s f ina ncia ciones por par -

te de la Fun da ción Ford pueden ser ca l i fica da s como de un éxito rotun do,

ta nt o en el nivel de inversión en fa vor de la gent e como en térm inos de la s

idea s q ue de a l lí emergieron. P robablemente n o es un a exa geración soste-ner q ue el campo de la s ciencias sociales en el Br a si l fue tr a nsforma do por

completo. 33 S e convirt ió en un espacio má s competi t ivo, má s a utónomo y

31 Com o lo señaló un integrante de la Ford, “la necesidad opaca la sospecha”.32 Para observar el rol de otro tipo de m isioneros en el cam po del arbitram ento com ercial interna-

cional,ver  D ezalay y G arth (1996b). U n ex funcionario de la Fundación Ford, ahora crítico de supasado trabajo, realizó una com paración explícita, diciendo que los sujetos propagadores o m i-sioneros buscaban encontrar sujetos talentosos y bien conectados para “convertirlos”, tal y com olos Jesuitas lo hicieron en otro tiem po. El objetivo de la conversión era “producir a un estadouni-

dense dentro de ellos”.33 La transform ación es reconocida y elogiada por Packenhan: “quizás ningún lugar de Latinoam érica,o tal vez de todo el Tercer M undo, ha testificado un crecim iento tan dram ático en calidad y encantidad en el área de las ciencias sociales com o el Brasil ... es m ás, el cam bio cuantitativo havenido acom pañado por un cam bio cualitativo ... los estudios políticos hoy día son m ás num ero-

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má s orienta do ha cia los Es ta dos U nidos. Los especial ista s de estos ca mpos

empezar on a ser a ctores de relevan cia , uniendo fuerza s con los economis-

tas , en un Gobierno posmil i tar que ahora era democrát ico, abierto a las

incursiones del extranjero y en medio de un proceso de reestructuracióndel Estado.

E ste a just e complejo de import a ciones y export a ciones no hubiera po-

dido ocurr ir sin una cierta a quiescencia por pa rt e del régimen mili ta r –o a l

menos por un a par te del mismo– en B ra si l.34 De hecho, el régimen mili ta r

ayudó de varias maneras a que tuviera lugar la estra tegia de los impor-

ta dores y los exporta dores en el contexto intern a ciona l . Como ya fue an o-

ta do, muchos sujetos dent ro del esta mento mil ita r creía n fuertement e en

la educación y obtuvieron algún respaldo de las clases medias debido a

dicha creencia. D ura nt e el período mili ta r, en gra n pa rt e como consecuen-cia de la proliferación de universidades privadas, la vinculación de estu-

dia nt es a scendió de 142.000 en 1964 a cerca de un millón en 1976 (And erson

1987, 51). E l número de estudia nt es en la s fa culta des de derecho, a pesa r

del énfasis en otras prioridades educativas, creció igualmente, l legando a

quint uplica rse ha sta 140.000, a un cua ndo el porcent a je de estudian tes de

derecho compar a do con la tota lidad de estudia nt es decreció del 24 por cient o

en 1962 (cf . 33 por cient o en 1933) al 10 por cient o en 1980 (And ers on 1987,

66). De h echo, la r ela tiva fal t a de rigor en la educa ción jurídica permitió su

expa nsión de una ma nera ba ra ta , con el objeto de acomoda r en el sistema anuevos estudiantes que aspiraban conseguir ascenso social.

Por lo tanto, dentro del estamento mili tar existió al menos un cierto

respaldo a la ayuda f inanciera que terminó sustentando invest igaciones

a jena s a l ám bito del derecho, así como estu dios en el B ra si l y en el extr a n-

jero.35 De toda s forma s, por la s ra zones que sean del caso seña lar , el estu-

sos, m ás variados, m ás sistem áticos y m ás respetuosos de la posible autonom ía e integridad dela esfera política en contraste con lo que ocurría 20 o incluso 10 años atrás”(1992, 224-27). Sinem bargo Packenhan, a diferencia de los inform antes del Brasil, no m encionó el papel de laFundación Ford.

34 Tam bién tuvo que existir alguna aquiescencia por parte de los Estados U nidos, de nuevodejando ver la división en el consenso sobre la G uerra Fría. Ciertam ente, com o m áxim o, sedieron algunos esfuerzos torpes para evitar que se financiaran a los activistas del área de lasciencias sociales. U n funcionario de la Ford reportó que en una ocasión un funcionario brasileñohabía m anifestado ante la em bajada de los Estados Unidos que el G obierno estaba agradecidocon las actividades de la Fundación Ford en el área de la agricultura, pero que no les gustaba surespaldo a “la sociología y el socialism o”.

35 “A pesar de las persecuciones, los actos arbitrarios y la violencia policial, otros sectores delG obierno brasileño recom endaban diversos cursos financiados por la Ford y proveían becas para

que los estudiantes se m atricularan en esos cursos”(M iceli 1993, 294). De igual form a, “la fam o-sa creatividad intelectual e institucional de los especialistas en ciencias sociales brasileños en uncontexto autoritario y adverso había sido, en parte, prom ovida por el m ism o régim en m ilitar,para preservar un núm ero de ‘islas con un consenso controlado’”(M iceli 1993, 293). Según unpolitólogo, aun el Ejército “guardaba respeto por los grandes pensadores”.

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170 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

dio de bra si leños en el extr a njero f loreció en compa ra ción con la si tua ción

existente antes del golpe mili tar. Además, sin duda resulta importante el

hecho de la sa l ida del pa ís de los int electua les y los estudia nt es l íderes que

represent a ba n un component e más orienta do ha cia la polí t ica , lo cual pro-bablemente a yudó ta mbién a promover un a mbiente de pa z socia l dentro

del B ra si l, a l menos a corto pla zo. El punto más genera l pa ra resa l ta r , no

obsta nt e, es que los procesos q ue condujeron a l desa rrollo de la s ciencias

socia les, al igua l que ocur rió con la economía , produjeron un g ru po podero-

so que mantenía un apego hacia los Estados Unidos y sus enfoques en

ma teria de polít ica y economía .

EL ESFUERZO MENOS EXITOSO POR REFORMAR

LA EDUCACIÓN JURÍDICALos esfuerzos por r eforma r la s fa culta des de derecho a sí como el pa pel de

los a boga dos en el Br a si l , se dieron luego de qu e el apoyo de la s fund a cio-

nes a los economista s ya se encontr a ba en plena m a rcha y a ntes del respal-

do concedido a las ciencias sociales. E l progra ma de derecho y d esar rollo

generó la unión de un cierto grupo de abogados del Brasi l , incluyendo a

personas que habían trabajado en asuntos económicos desde inicio de los

años 50 y a un grupo de misioneros jurídicos proveniente de los Estados

Unidos.36

Los misioneros del derecho que vinieron a Río para hacer parte del

personal de la Usaid y trabajar en las of icinas sede de la Fundación Ford,

representaban una meritocracia asociada con credenciales de él i te de los

Est a dos U nidos. Sin embar go, debido a su fa l ta de oport unida d o de dispo-

sición para viajar al extranjero, no habían seguido la trayectoria de él i te

tr a diciona l en los Est a dos U nidos.37 E n rea l ida d eran creyentes e idea l is ta s ,

y a simismo pretendía n expand ir la nu eva religión del desa rr ollo.38 Aun cua n-

do era n ba sta nte ret icentes ha cia el régimen m ili ta r , tuvieron punt os en

común con los economist a s br a si leños y con los of icia les mili ta res q ue pro-movían el desa rroll ismo an tes de la presencia de la l ínea mil ita r dur a a ca e-

cida en 1969.

36 La sociedad de econom istas de élite y abogados surgió de la Com isión Conjunta del Brasil y losEstados U nidos, y continuó dándose en m uchas de las instituciones clave que se fueron creando.Por ejem plo, el prim er asesor jurídico del BN DE fue José Luis Bulhões Pedreira.

37 Com o uno de los integrantes lo señaló, “usted sabe que A ID era bastante atractiva y vinculaba apersonas extrem adam ente buenas ... todos habían sido auxiliares judiciales, se habían graduadoocupando los prim eros puestos de sus cursos y al m enos habían trabajado com o asistentes en untribunal del circuito. La m ayoría de ellos había tenido una experiencia significativa en W all Street.Esto es im portante para entender por qué entre las nuevas personas vinculadas, m uchas prove-nían de las firm as de W all Street”.

38 De acuerdo con uno de los participantes, en retrospectiva fueron “poco realistas e idealistas”y“creyeron que tendrían m ucho m ás im pacto”de lo que era posible.

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 Aprovecha ndo alguna s crí t ica s a la educa ción jurídica que ha bían sido

difundidas por a boga dos promotores del desa rrollo, la Fun da ción Ford y la

U said buscaron consol idar la empresa de la reforma de la enseñanza del

derecho. Ya existía una preocupa ción de q ue los a boga dos sería n d esplaza -dos por los economistas si no aprendían determinadas nuevas destrezas

necesarias para gobernar un Estado desarroll ista . El proyecto empezó en

1966 con la creación del Centro para el Estudio e Investigación de la Edu-

cación en el Derecho (Ceped), fue parcialmente trasladado a la Universi-

dad Católica de Río en 1967, y luego mantenido con vida en la sede de la

PUC-Río tras la clausura del Ceped en 1973.

La historia es bien na rra da por J a mes G a rdner, uno de los funciona rios

de la F unda ción F ord, en L egal Im per ial ism  (1980). 39 Los esfuerzos a come-

tidos en B ra si l al respecto son present a dos en el libro de G a rdn er como unfracaso –un fracaso que ejemplifica el descalabro general de la línea de

derecho y desarrollo–. Si bien los encargados de la reforma promovieron

algún grado de enseñanza e investigación en el área de derecho económi-

co, no logra ron const i tuir un cuad ro de profesores de t iempo completo qu e

llegara a emplear el esti lo norteamericano de enseñanza con el objeto de

generar tanto el rigor como la habil idad intelectual para resolver proble-

mas técnicos. Según Gardner, el fracaso se presentó como resultado del

intent o de fomenta r el modelo esta dounidense de la educación jurídica en

B ra si l –un m odelo qu e incluso no era universa lmente a cogido o par ticular-mente exitoso en los Estados Unidos.

No obsta nt e, esta historia es má s compleja en var ios a spectos. En pri-

mer luga r, como veremos con ma yor deta l le, la insistencia genera l de G a rd-

ner (1980, ma tiza da en 287) en que no existía una ba se brasi leña real pa ra

emprender una reforma jurídica es dema siado fuerte . El r eclamo de G a rd-

ner de que la retórica reformista “era en su ma yoría sólo pala bra s –an t i-

cuadas, ocasionales y, como un todo, ineficaces–” (61) puede ser cierto,

pero no demuestra una a usencia de cimientos na tivos. De hecho, se podría

sostener que la estra tegia r etórica y di leta nte encaja perfecta mente bien

con la s a ctividades de la élite jurídica bra sileña a nt es y después del Ceped,

39 O tro funcionario de la Fundación Ford de dicho período caracterizó el program a del Brasil enlos siguientes térm inos –m anteniendo la am bigüedad de la posición de los Estados Unidos deese entonces–. La Ford supuestam ente estaba concentrada en los derechos hum anos y enayudar a que el Brasil encontrara alguna vía para acceder a un gobierno dem ocrático. Losintegrantes de la Ford consideraron que los abogados com partirían dicho punto de vista, peroel program a aplicado en el Brasil tam bién estaba form ando un grupo de especialistas “cuadran-do sus bolsillos”pero sin tocar “la tiranía y la justicia social”que era el m otivo del program a. Por

m ucho, el program a resultó ser “irrelevante”, “y en el peor de los casos era la doncella de m anodel Estado”. La Fundación Ford en los Estados Unidos a finales de los años 60 estaba em pezandoa realizar su giro hacia la financiación del derecho de los intereses colectivos. De hecho, el librode G ardner puede ser visto com o una parte de la política interna de la Ford de alejarse de lasinversiones en la enseñanza del derecho para apoyar m ás la prom oción de los derechos hum anos.

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172 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

y a simismo que en este ca so la estra tegia fue de nuevo bast a nte exitosa pa ra

los miembros de la él ite q ue concentr a ron sus esfuerzos en dicha entida d.

El Centro para el Estudio e Investigación de la Educación en el Dere-

cho fue construido a partir de vínculos bastante estrechos con personasque ya habían intentado combinar el derecho y la economía en aras del

desa rr ollo. Muchos de el los, según un o de los m iembros esta dounidenses,

habían convertido la crí t ica en contra del bachalerismo   (el dominio del

Estado por parte de los abogados) y de los abogados diletantes, en una

a cusa ción en contra del poderoso E sta do bras i leño que se ha bía consolida -

do, en parte, sobre la base de crí t icas bastante similares. 40 Una de las pri-

mera s persona s qu e ent ró en conta cto con el Ceped fue Marcil io Marq ues

Moreira, un abogado diplomático que había estudiado ciencia polí t ica en

Wa shington. Sa n Thia go Da nt a s, un a boga do desta cado, personif icó buenapar te de l a inspi rac ión bras i leña para ade lanta r l a re forma . Alber to

Venâ ncio Filho, quien se convirtió en el coordina dor del progra ma del Ceped,

estableció conexiones con San Thiago Dantas como estudiante y trabajó

para Rio Light desde 1957 hasta 1961, una compañía canadiense conocida

por emplear los mejores abogados brasi leños y prepararlos para afrontar

a sun tos económicos.41  El director del Ceped fue asesor jurídico de la em-

presa Light; y otro asesor jurídico de Light, quien ha bía a yuda do a reda cta r el

Código de Comercio y S ocieda des del B ra sil en los a ños 50, fue ta mbién una de

las f igura s má s preeminentes del Ceped. P a ra completa r la historia de losorígenes del Ceped, Venâncio laboró en la misma firma de abogados de

J osé Luis B ulhões P edreira, el consejero principa l del B NDE y persona

cla ve en la orient a ción propia del Ceped. 42 E l papel de esta s persona s sugie-

40 Según uno de los activistas del program a, “estas personas provinieron de la revolución encontra del Estado. Bulhões Pedreira es así de im portante porque fue un crítico profundo delm odo en que operaba el aparato del Estado ... elbachalerismo  tenía dos ideas ... una era unasuerte de superficialidad diletante. La otra era una especie de Estado poco funcional, para-fernálico. El Estado había absorbido a todo este tipo de personas y entonces se convirtió en unainstancia bastante poderosa ... y creo que fue una fuerza poderosa para el desarrollo peroluego colapsó”. Resulta interesante que algunos de los críticos fueran personas que habíanayudado a construir el Estado en la década de los 50, pero que no hicieron parte del m ism oEstado tal y com o operaba en la era de D elfim N etto.

41 El Centro para el Estudio e Investigación de la Educación en el Derecho (Ceped) tenía vínculoscon la U niversidad de G uanabara, cuyo vicedirector era Caio Tacito, abogado de Rio Light ytam bién profesor (G ardner 1980, 66). Tacito fue director del Ceped (G ardner 1980, 317).Alfredo Lam y Filho, otra figura clave, fue tam bién profesor, abogado de Rio Light (y de otrasem presas grandes) y uno de los corredactores del Código de C om ercio y Sociedades brasileñoen los años 50. El centro tam bién tenía nexos con la Fundación V argas de Río, cuyo director de1945 a 1991, según uno de los integrantes, “siem pre com prendió la línea de derecho y desarro-llo”.

42 La persona que se convirtió en decano en 1967, Jorge G ouveia Vieira, había trabajado en lafirm a de abogados de su padre, estudiado en el extranjero y posteriorm ente en el Ceped, antesde ser profesor de dedicación parcial y luego decano de tiem po com pleto a la edad de 29 años.Su carrera posterior se apoyó fuertem ente en sus conocim ientos sobre derecho económ ico.Joaquim Falcão dejó el Ceped para convertirse en el decano de la PU C-Río en los años 70.

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re que el experimento tuvo raíces sust a ncialment e domésticas a tr a vés de

abogados conocidos que gozaban de conexiones con el poder económico,

a un cuan do la reforma misma no logra ra obtener éxito a lguno a los ojos de

los f ina nciadores esta dounidenses del proyecto.43

 Así, exist ía u n desenca jeestru ctu ra l en un nivel, con el resulta do de qu e ningún bra si leño lleva ría

más la bandera de la reforma en la educación jurídica. No obstante, en

otro nivel , los E sta dos U nidos l legar ían a encontr a r persona s l i sta s par a

comprar sus productos. La nueva camada de abogados economistas em-

pleó a ctiva ment e sus conocimientos especia liza dos en economía pr ovenien-

tes de los E sta dos U nidos par a edif icar sus ca rrera s en el Bra si l.

U no de los miembros esta dounidenses indicó que ningun o de los par ti-

cipant es bra si leños “pensa ba qu e la propuesta de profesores de t iempo com-

pleto tuviera sentido”. P or lo ta nt o no resulta sorprendente qu e el modelode enseñanza de las facultades de derecho no cambiara de modo dramáti-

co. Mientr a s los esta dounidenses que gesta ban la r eforma “pensa ban que

este era un experiment o reform ista en la enseña nza del derecho”, los bra sile-

ños pensaban el mismo como un curso con nuevas técnicas “para enseñar

el derecho de los negocios a plicable a las gra ndes empresa s” , en moment os

cuando nuevas leyes sobre impuestos y empresas entraron en vigencia.

Conforme a esta lógica , las persona s engan cha das en la plant a del Ceped

eran abogados jóvenes y ambiciosos provenientes de f irmas de abogados,

especia lmente d e Río, que ocupa ba n posiciones empresa ria les, ta les comoa qu ellas pr opias de Rio Light. É st e era , como lo a notó un funcionar io esta -

dounidense, “un curso de posgra do para los mejores y m á s bri l lan tes jóve-

nes a boga dos de negocios de Río” . De hecho, una de las r a zones por las q ue

el Ceped l legó a s u f in, consistió en que el progra ma “le enseñó a toda s la s

persona s lo que a l lí ha bía para enseña r” .

No resulta asombroso que las él i tes de jóvenes que emergieron del

programa hayan aprovechado su educación exclusiva y las redes conecta-

das a l Ceped, pa ra con el lo desplegar car reras bast a nte importa ntes y ocu-

par ca rgos de punta en la t ra nsforma ción del derecho brasi leño. Una l is ta

de quién es q uién sobre los actores má s desta ca dos en el derecho económi-

co de Río, luciría ba sta nt e pa recida a la l ista de los alumnos integra nt es del

Ceped. No obst a nt e, es cierto que la reforma de las fa culta des de derecho

de Río fue un fra caso y ta mpoco tuvo éxito en otr a s lat i tudes.44 E ste desca -

labro en insti tucionalizar el programa del Ceped, no obstante, puso a las

personas graduadas en una posición fantástica: lograron beneficiarse aun

43 Virtualm ente todos los participantes que entrevistam os dijeron que habían abandonado la ideade reform ar la educación jurídica luego de su paso por el Ceped.

44 Según uno de los participantes, algunas discusiones con los profesores de la U niversidad de SãoPaulo no llegaron a ningún punto, excepto al acuerdo de hacer un viaje de cam po para observarla educación estadounidense.

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174 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

má s de sus conocimientos específ icos debido a su escaso núm ero. Por t a n-

to, consiguieron ser pa rt icipan tes cruciales, desde la ori lla del derecho, en

la reestr uctur a ción del poder económico.

Los alumn os del Ceped vendría n a ocupa r posiciones desta ca da s en lasf irma s de abogados má s prest igiosas de Río de J a neiro. En Sã o Pa ulo, a l

mismo tiempo, J osé P inheiro Neto logró erigir una f irma de aboga dos de

negocios a jena a la inf luencia de la él i te jurídica tr a diciona l y del esta men-

to mili ta r. L os ejemplos de P inheiro Neto y de los a lumnos del Ceped m ues-

tr a n el m odo en q ue la s conexiones y los conocimientos especia l izad os en el

contexto internacional pudieron ser uti l izados para construir y mantener

ciert a s insti tuciones del B ra si l, la s cua les ha ría n que el giro ha cia un E sta -

do y una economía apegada a los dictámenes estadounidenses resultara

ser relat iva ment e fá cil . Luego de tener su poder ba jo a mena za por los mi-l ita res a l f ina l de los años 60, la él i te esta ta l y sus descendientes logra ron

reagruparse, aprovechar las divisiones presentes dentro de las f i las mili-

tares y dentro de los Estados Unidos, y trabajar para recuperar el poder

mediante la combinación de conocimientos especializados estadouniden-

ses y los conta ctos con la s inst i tuciones bra si leña s susceptibles de ser a bor-

da da s y posteriorment e modifica da s. Aquellos que ha bían la nza do diferent es

desafíos a l poder milita r del B ra si l uti lizar on la Fun da ción F ord y el movi-

miento internacional de los derechos humanos, pero configuraron dicho

desafío desde el interior d e las insti t uciones bra si leña s.U na de las inst ituciones cla ve desde la s cuales este desa fío fue precipi-

tado, como veremos, fue la Organización de Abogados Brasi leños, OAB.

Ellos lograr on juga r un pa pel import a nt e en la a f irma ción de los derechos

hum a nos en cont ra de los mili ta res y a simismo desempeña ron un papel de

igual releva ncia en la creación de la const i tución para perfecciona r la tr a n-

sición ha cia un régimen democrá tico. La ha bilidad de esta s persona s par a

sa car provecho de los nuevos tra tos y a pert ura s producidas a ra íz del posi-

cionamiento novedoso de la economía, de las ciencias sociales y del movi-

miento de los derechos huma nos, al igua l que su ca pacida d par a obtener elpoder dentr o de la s insti t uciones bra si leña s, fue un element o determin a n-

te par a evita r una guerra civi l en el B ra si l , en contra ste con lo ocurr ido en

Argentina y Chile. El desafío en contra del derecho –y de la él i te estatal

construida sobre el mismo– fue aquí nuevamente contenido dentro de los

l ímites del derecho mismo. La diversidad del derecho en el cont exto bra si-

leño hizo posible que ciertos gr upos concent ra ra n su s esfuerzos de un modo

relat ivam ente pr ecoz en la s t écnicas y en los conocimientos especia l izados

del extr a njero, los cua les l lega ría n a gozar d e un ca rá cter prevaleciente y,

por tanto, también vendrían a asegurar las posiciones de estos grupos.

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175

CAPÍTULO 7

La paradoja del imperialismo simbólico:el Cono Sur como laboratorio explosivode la modernidad

Argentina y Ch ile experiment a ron, a part ir de la influencia de los Est a -

dos U nidos, má s o menos la misma estra tegia d e promover un n uevo

tipo de pluralismo y reformismo, pero los acontecimientos que allí tuvie-

ron lugar sirven esencialmente de contraejemplo a lo que ocurrió en Brasil.

La s inversiones del extra njero a caecida s en el Br a sil fueron relat ivam ente

exitosas, en parte debido al pluralismo de ese país y a la concomitante e

in tensa demanda de insumos in ternac iona les . Las condic iones loca les

de C h i l e , en do nde l a é li t e e r a mu cho má s ho mogénea , no gener a r o nese t ipo de dema nda por importa ciones del extra njero . No obsta nt e , como

J ef frey P uryea r lo seña ló, los Est a dos U nidos inv ir t ieron una suma re-

la t ivament e s ignif i ca t iva en Chi le dura nt e los a ños 50 y 60.1 D e hecho,

si B ra si l fue un ejemplo de dema nda local , Ch i le podría ser considera do

como un ejemplo de descargue masivo de las técnicas y los conocimientos

especia lizad os est a dounidenses. El result a do inicial en Ch ile, el cual docu-

ment a mos en este ca pítulo, fue la crea ción de un la bora torio de técnica s y

conocimientos especia l izados forán eos, el cual resultó ser t a n volát i l que

finalmente explotó.Argentina también explotó, pero a través de un curso de acción que

aún la mantiene como otro de los contraejemplos. Las diferentes expor-

ta ciones esta dounidenses en Argent ina parecía n ca si invisibles porque lu-

c í a n co mo s i f u er a n de co secha p r o p i a . L a F u nda c i ó n F o r d enca jó

perfecta ment e con la Fun da ción D i Tella , y diversos centr os de investiga -

ción r econocidos existía n en Argent ina incluso an tes d e que va ria s de la s

funda ciones esta dounidenses se decidiera n a invertir en ellos. No obsta n-

te, el fracaso de la estra tegia r eformist a en Argent ina fue incluso má s dra -

1 Jeffrey Puryear sugiere que en los años 60 Chile recibió entre un 11 y 22% de la ayuda a la región,

aun cuando contaba con m enos del 4% de la población total de toda Latinoam érica y el Caribe(1994, 11).

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176 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

mática que la acontecida en Chile, pues al l í se precipitó la guerra sucia

má s virulenta del cont inent e sudam erica no.

Sin embar go, de ma nera bast a nt e sorprendente, ta nto Argentina como

Ch ile se han convertido en labora torios de las n uevas forma s que ha toma -do la modernidad. Chile se convirtió en el productor de punta del mone-

ta r i smo de l a Escuela de Chicago y t ambién en foco del movimiento

intern a ciona l de los derechos huma nos, y Argent ina se distingue por ser la

sede de una pa noplia de funda ciones en mut ua competencia, a l igual que

de centros de investigación reconocidos que se encuentran alrededor del

Estado. En este capítulo pretendemos empezar a esclarecer los factores

que precipita ron estos resulta dos para dójicos, propios de la estra tegia re-

formista que era auspiciada desde el Norte.

CHILE: DE UNA EXACERBADA COMPETENCIA IMPORTADAA UNA GUERRA CIVIL

La éli te estatal chilena dominada por círculos de familias logró manejar ,

ha st a entr a dos los a ños 60, la incorpora ción gra dua l de los principios de la

modernida d provenient es de otr a s lat i tudes. Ciertos ra str os de esta ha bili-

da d pueden ser detecta dos en va rias de las prá cticas y justi f ica ciones que

tenía n luga r en los pa rt idos polí t icos y en los m odos de import a ción. P or

ejemplo, como era también el caso en Europa, no resultaba inusual quehermanos o primos de una familia se distr ibuyeran, consciente o incons-

cientemente, en diferentes partidos, incluso en extremos como el Comu-

nista y el de la Democra cia Cr istia na . P or ejemplo, en el cont exto chileno

Sa lva dor Allende, un socia lista , fue am igo por mu cho tiempo de sus princi-

pales r ivales polí t icos de la Democracia Cristiana, incluyendo a Eduardo

Frei. La famil ia y los lazos de amista d a yudar on a domest ica r cont iendas

entre las diferentes vertientes de la modernidad polí t ica. Los antagonis-

mos, en la m a yoría de los casos, termina ba n siendo ba sta nt e dóciles.

El ritmo de las importaciones también puso freno a la precipitación de

cam bios dra má t icos. Como uno de los informa nt es describió el proceso, los

miembros de la él i te polí t ica chilena viajaban a Europa, compraban algu-

nos de los últimos l ibros edita dos y luego regresaba n a sus luga res de ha bi-

ta ción a ntes de promulgar en S a nt ia go las úl t ima s tendencias . Est e mismo

proceso lento, que fa cilitó la ocurr encia de va ria s a comoda ciones, se puede

ver en la historia del desarrollo de la economía. El desarrollo inicial fue

ma niobra do basta nte bien, y a sí los nuevos economista s logra ron int egrar-

se a la éli te jurídica tra diciona l .

Es posible consta ta r el proceso lento de a comodaciones a tr a vés de la

tr a yectoria de Ca rlos Alta mira no, quien es fam oso porqu e se convirt ió en

la ca beza del P a rt ido Social ista y fue el últ imo exil iado que logró regresa r

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con vida a Ch ile luego del régimen de P inochet. É l fue una f igura cla ve en

los acontecimientos que precipitaron la explosión chilena, pero claramen-

te empezó su ca rrera siguiendo la senda tr a diciona l ha cia el poder de éli te

para ser luego arrollado por diversas circunstancias que se sal ieron decont rol. Est udió en la Fa culta d de Derecho de la U niversidad de C hile en

la década de los 40. Allí fue receptáculo de al menos ciertos fermentos e

ideas nuevas propias de la época. Asimismo estrechó vínculos con econo-

mistas que tenían lazos con la Facultad de Derecho, incluyendo a uno de

los líderes pioneros de la economía chilena, Aníbal Pinto. Además fue un

estudiante inquieto en política, sobre todo en grupos progresistas católicos

o falangistas en donde personas como Patricio Aylwin mili taban. Altami-

ran o, a l igual que Aylwin, tam bién esta ba en busca de una a l ternat iva má s

progresista que la s propuesta s de los l ibera les y los conserva dores, quie-nes, según como un contemporáneo lo expuso, “vivían en el siglo pasado”.

Una reforma que fuera más al lá , pensaban estos jóvenes ambiciosos, era

requerida y ellos se consideraban a sí mismos los líderes futuros de dicha

reforma.

Después de ha berse gra dua do, Alta mira no empezó a t ra ba ja r como ase-

sor de planta de una compañía estadounidense, continuó siendo polí t ica-

ment e a ctivo, se convirt ió en profesor de der echo y de ciencia política en la

Universidad de Chile, y se integró a las f i las del Partido Social ista . Para

ese ent onces, a l f inal de los a ños 40, los social ista s no gua rda ba n m a yoresdiferencia s con los polí t icos de la democracia cristia na , ya que en a spectos

crucia les el P a rtido S ocial ista “revita l izado” se sirvió de la ideología social

de los fa lan gista s o ca tólicos. Alta mira no entonces formó par te del G obier-

no a l comienzo de los a ños 50, dejan do a un la do el ejercicio profesiona l de

su car rera de a boga do pero ma nt eniendo su posición d e profesor de d ere-

cho y de ciencia política . Fue elegido pa ra el Sena do en 1964 y r eelegido en

1972. 2  Como se puede observar, este “socialista radical”, como eventual-

mente ha sido tildado, fue en muchos aspectos el producto del viejo siste-

ma. Sus actividades polí t icas destacaban ideas potencialmente radicales,pero su tr a yectoria no fue en pa rt icular diferente a la de otr os polí t icos q ue

para entonces era n su competencia en el ca mino ha cia el poder y la legiti-

midad del Estado chileno.

La evolución de la economía y de los economistas como un desafío po-

tencial pa ra la éli te jurídica de Ch ile, fue primordialment e una consecuen-

cia del período subsiguiente a la Segunda Guerra Mundial .3  Como en el

ca so de B ra sil , la n ueva versión de la economía recurrió substa ncialment e

a las influencia s int erna ciona les, incluyendo de nuevo a quella de la Cepal ,

2 Altam irano abandonó Chile luego del golpe m ilitar de 1973, yéndose prim ero a Berlín del Este.3 El ascenso de la ciencia económ ica asociado con el Estado desarrollista ha sido estudiado en

detalle, entre otros, por Joseph Love (1996a, 1996b).

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178 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

la organ ización de la s Na ciones Un idas ubica da en Sa nt iago. Aníbal P into,

una de las f igura s cruciales en el desa rrollo chileno de la economía, m a nt e-

nía vínculos cerca nos con la Cepa l y P rebisch (Muñoz 1993). Fla vía n L evine

–quien compró sus l ibros en L ondr es luego de ha berse ga na do la lotería–fue la persona clave qu e import ó la teoría de Keynes y a simismo el pala dín

en la implementa ción de una invest igación y una enseña nza má s sistemá-

t icas en el á mbit o de la economía (Muñ oz 1993, 42-43). E st e tipo de economis-

ta s fueron asimilad os de un modo relat ivam ente fácil a la él i te goberna nt e

de Ch ile.4

Ellos formaban parte, no obstante, de un ataque en ascenso en contra

del derecho. El ataque se dio, en parte, debido a la combinación de una

expansión en las oportunidades para acceder a la educación y un rango

bas ta nt e limita do de opciones dentro de la s fam ilia s extendidas en el ca m-po del derecho. La s escas a s oportun ida des en el ca mpo jurídico pueden ser

constatadas en la historia de un individuo que f inalmente terminó siendo

ingeniero. É l ma nifestó que “quería estudia r derecho” en los añ os 40, pero

recibió el consejo de que esa era una “ocurrencia dispara ta da ” ya que “ca -

recía de conexiones sociales” . Afort una da ment e él era, de a cuerdo con s us

palabras, “bueno en matemáticas” , por lo cual pudo seguir la trayectoria

má s meri tocrá t ica y a sequible de la ingenier ía . La di ficul tad de entra r a l

mundo del derecho sin conexiones familiares u otro tipo de acreditaciones

sociales –así fuera para acceder a la rama judicial , a las f irmas de aboga-dos o a la academia– desincentivó a varias personas talentosas –ajenas a

las familias prestigiosas en el campo del derecho– para proseguir dicha

trayectoria. Así, parte de la atracción de las nuevas profesiones y discipli-

nas era que las mismas se encontraban disponibles para sujetos que no

cont a ba n con un ca pita l socia l a preciable. Mucha s persona s, a l igual que el

individuo que se convirt ió en ingeniero, empeza ron de modo na tur a l a con-

tactar sa l idas di ferentes a las redes famil iares ínt imas. Y aquel los que

controlaban el escenario jurídico, al mismo tiempo, no sintieron la necesi-

da d de adelan ta r ca mbios susta ncia les con el objeto de adm itir sa ngre nueva.Como en el B ra sil , la s funda ciones esta dounidenses, especialment e la

Funda ción Ford y Usa id, ma nt uvieron una pa rt icipa ción predomina nt e en

la profesiona liza ción de la economía. E l progra ma en Ch ile fue verda dera -

mente ma sivo (ver , v. gr . , Puryear 1994; Santiso 1996; Silva 1991; Valdés

1995). La actividad de la Fundación Ford arrojó como resultado un creci-

miento del número de economistas en Chile, de alrededor de 120 al inicio

de los años 60 a más de 700 en la década de los 70 –mostrando así “la

enorme influencia de la F und a ción F ord en el desa rrollo de la disciplina de

4 Ellos fueron prom otores activos del “Estado bajo el m odelo de desarrollo”chileno. Por ejem plo,

Levine m anejaba la com pañía estatal de acero –Com pañía de A cero del Pacífico–, desde sus

inicios en 1973 (M uñoz 1993, 34).

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la economía en Chile”– (Valdés 1995, 186). El “Proyecto Chile” también

condujo a l surgimient o de los fa mosos C hicago B oys, q uienes ascendieron a l

poder dura nte el régimen de P inochet y a yuda ron a sintonizar la legitimida d

de la economía chi lena interna ciona lmente. Lo que resul ta interesant e, noobsta nt e, es por q ué las inversiones de esfuerzos y r ecursos que genera ron

a los Ch ica go Boys term ina ron siendo exitosa s, mientr a s que los economis-

tas de la tendencia principal , quienes tenían nexos más cercanos con la

éli te chilena , no se a dhirieron de la misma forma a la compra masiva de las

técnica s y los conocimientos especia lizad os esta dounidenses.

La Fund a ción Ford, gua rda ndo consistencia con su enfoque de fa vore-

cer la creación de mercados de las idea s a cadémicas, primordia lmente in-

tent ó profesionaliza r la economía a la pa r con una creencia genera l de que,

según la s pa labra s de un funciona rio de ese t iempo, “ los economista s pro-fesionales mejor entrenados jugarían un papel fructífero en el proceso de

desa rrollo” y “utiliza ría n mejor la a sisten cia proveniente del exterior”. Ellos

no esta ba n t ra ta ndo de ponerse del la do del moneta rismo o de la economía

liberal en cont ra de posiciones má s estructur a les a socia da s con la Cepal .5

Como Valdés lo anota, la Ford dio el doble de dinero ($1.4 millones en

cont ra ste con m enos de $0.6 millones) a l In sti t uto de E conomía de la U ni-

versidad de Chile en comparación con la suma ofrecida a la Universidad

Ca tólica (1995, 186). 6

No obstante, el éxito sorprendente de los Chicago Boys en Chile nodebe lleva r a que se pase por al t o el fra caso de una porción importa nt e de

la in versión que el Nort e efectu ó en tierr a s chilena s. D e hecho, lo que re-

sul ta a sombroso es justa mente el impa cto ta n m odesto que tuvo la inver-

sión en la ma rcha y la producción de la economía en la universidad esta ta l

má s prestigiosa , la U niversidad de Chile. Como en el B ra sil , en este perío-

do diversos estudia nt es ta lentosos se desplaza ron del ca mpo del derecho a l

de la economía , desa rrollo en el qu e diferent es a ctores e inst i tuciones in-

ternacionales resultaron ser de estimada valía . Aun así , los esfuerzos de

los E sta dos Un idos par a genera r competencia y diversidad en los enfoques

5 El G obierno estadounidense (y Arnold Harberger, el prom otor de la U niversidad de Chicago) en

parte pudo haber buscado luchar en contra del “socialism o”, identificado con la econom ía de

corte estructuralista. Albion Patterson, el creador del program a por parte de la entidad U said,

pretendió “corregir el balance”de la econom ía hacia “los m ercados económ icos”(Valdés 1995,116). No obstante, esto no significa que la política hubiera dom inado este enfoque. La conexiónentre Chicago y Usaid se dio a través de la Fundación Ford, ya que Theodore Schultz, quien luego

obtendría el Prem io Nobel por su trabajo en capital hum ano, había dirigido por dos años un

grupo de planeación enfocado en el desarrollo económ ico de Latinoam érica. Com o parte de este

trabajo, él desarrolló ideas que suscitaron el interés de Patterson y que se convirtieron en la base

del proyecto: “el capital hum ano fue la bandera bajo la cual los econom istas estadounidensesem prendieron el experim ento en Chile”(1995, 98).6 El program a de investigación del Instituto de Econom ía de la Universidad de Chile fue dirigido de

1954 a 1961 por el econom ista estadounidense Joseph G runw ald (Puryear 1994, 16; Valdés 1995,

115).

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180 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

económicos chilenos no rindieron fru tos en la universida d m á s importa n-

te. La inversión simplemente n o produjo ra íces, al igua l que, t iempo má s

ta rde, la inversión en la educa ción en el derecho y los int entos par a refor-

mar el aparato jurisdiccional no lograron ganar terreno dentro de la él i tejurídica chilena. El nuevo conocimiento reformista fue rechazado y dejado

a un lado en el contexto chileno. Aun así las inversiones continuaron te-

niendo lugar, y el lo ayudó, f inalmente, a generar un mercado mucho más

competit ivo en técnicas y conocimientos estatales especial izados. De he-

cho, la competencia se precipitó al inicio de los años 70.

E l éxito de la U niversida d Ca tólica se sirvió de un conjunt o de circuns-

tancias particulares. Como Valdés lo explica, el proyecto de contrarrestar

las tendencia s social ista s media nt e el “ impulso del plura lismo” en la ense-

ña nza de la economía en C hile, coincidió con el int erés del G obierno esta -dounidense y de la F und a ción Ford en diversifica r la economía , con el pla n

de la U niversida d de C hica go de ser un espa cio influyent e en el cont exto

internacional así como de mejorar la cal idad de los estudiantes, y con la

pretensión de la Universidad Católica de conquistar una posición más só-

lida en cont ra del esta blecimient o represent a do por la U niversida d de C hi-

le.7  Cerca de un centenar de estudiantes de economía chi lenos fueron

educados en la Universidad de Chicago –en desarrollo de este programa

entre los años 1957 y 1970 (Valdés 1995, 13)– y en el Departamento de

Economía de la Universidad Católica, dirigido desde 1965 en adelante poruno de los primeros ex a lumnos de Ch ica go, Sergio de Ca st ro, quien luego

vendría a ser la fuente de P inochet en la selección d e polí t ica s y de perso-

na l en ma teria económica. Así , la economía de Ch ica go f loreció en t errenos

de la U niversidad C a tólica .

El mismo nivel de inversiones y de crecimient o puede ser const a ta do

en otro tipo de ciencias sociales –en la sociología particularmente–, y aquí

también inst i tuciones como la Fundación Ford y o tra c lase de actores

transnacionales fueron en gran medida participantes de primera l ínea en

el proceso (P ur yea r 1994, 15; Sa nt iso 1996). E l objetivo era , como fue seña -

7 El libro de Valdés –basado en su disertación doctoral de Princeton–puede ser visto com o elesfuerzo académ ico de un hijo de un dem ocratacristiano prestigioso por colocar a los sujetos

desconocidos de Chicago –losChicago Boys –en un contexto que lim itara la actual influencia deéstos. Valdés recientem ente fue la cabeza del equipo negociador del Acuerdo de Libre Com er-

cio efectuado entre Chile y Canadá. Acerca de los intereses de las universidades de Chicago y

Católica, Valdés señala que en los años 50, “la Universidad de Chicago tuvo serias dificultadespara com petir con las universidades del establecim iento del Este N orteam ericano en atraer a los

m ejores estudiantes de econom ía”(1995, 99). N o obstante, la U niversidad de Chicago obtuvo

tanto una excelente financiación com o estudiantes óptim os con el Proyecto Chile. En cuanto ala U niversidad Católica, antes de 1955, solam ente contaba con una facultad de com ercio que se

centraba en el cam po de la Contabilidad. La facultad aún estaba dom inada por abogados dededicación parcial. Entretanto, la econom ía estaba obteniendo una atención considerable en la

Universidad de Chile, con econom istas tales com o Flavían Levine (Valdés 1995, 117-18).

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181

lado, construir disciplinas que compitieran entre ellas mismas y también

con el derecho. J osé J oa quím B run ner, un sociólogo que má s ta rde formó

parte del Gobierno posterior al de Allende, ofrece una excelente descrip-

ción del desarrollo de la “sociología profesional” en los años 50 (Brunner1988). Brunner señala que la sociología y la ciencia política en Chile ha-

bían existido desde el final del siglo XIX, influenciadas por concepciones

spenceria na s y comt ea na s (225), pero ningun o de los dos ca mpos logró con-

quistar su autonomía en los espacios universitarios en relación con las

facultades de derecho o, en la Universidad de Chile, en relación con la

Facultad de Administración Pública (226). Este período “preprofesional”

empieza a cam bia r luego de la Segunda G uerra Mundia l . En palabra s de

B runn er, “un f lujo persist ente de idea s, de persona s y de recursos prove-

nientes del Norte, que impulsó una renovación de los modelos conceptua-les y de las prácticas de investigación empleadas para el estudio de la

sociedad. En este momento se da la participación de organizaciones pú-

blicas y privadas de los Estados Unidos así como de organismos inter-

nacionales; en par t icular . . . pr imero la Unión Panamericana , luego la

Organización de Estados Americanos y, sobre todo, la Unesco” (227). Las

insti tuciones cla ve en Ch ile, todas ellas f inan ciada s en un período cort o al

f inal d e la déca da de los 50, fueron el In sti t uto de S ociología de la U niver-

sidad de Chile; la Fa culta d La tinoamerica na de Ciencias Sociales (Fla cso),

crea da por la U nesco; y la E scuela de Sociología de la U niversida d Ca tólica(Brunner 1988, 229). Estos tres proyectos, altamente exitosos en su opi-

nión, ma nt uvieron vínculos sólidos con el exter ior. 8

Como B run ner lo expone, los sociólogos empeza ron a obtener legit imi-

da d a ca démica , a demostra r la relevancia social de su discurso y a condu-

c i r inves t igac iones y métodos de enseñanza acordes con “e l modelo

nort ea merica no” (1988, 231). 9 Ademá s, luego de que los demócra ta s cristia -

8 La Facultad Latinoam ericana de Ciencias Sociales (Flacso) buscó facilitar una form ación latinoa-

m ericana para las prim eras generaciones de especialistas en ciencias sociales, y así se convirtióen la institución de educación m ás im portante al respecto; esta facultad tam bién trajo a

Latinoam érica especialistas en ciencias sociales de Europa y de los Estados Unidos. Entre los

líderes iniciales estaban José M edina Echavarría de España y Peter Heintz de Suiza. El program ade la Universidad de Chile fue im pulsado por Eduardo Ham uy, quien había sido estudiante de

derecho y se encontraba de regreso de los Estados Unidos para prom over una “ciencia fundadaen lo em pírico”, em pleando enfoques estadounidenses (Brunner 1988, 229; Puryear 1994, 14).

Un jesuita belga, Roger Vekem ans van Cauw elaert, creó el program a de la U niversidad Católica.

Todas estas instituciones, en m uy poco tiem po, recibieron financiación, según Puryear, por partede “fuentes estadounidenses, principalm ente las fundaciones Ford y Rockefeller, junto con la

Unesco, la O rganización de Estados Am ericanos (O EA ) y m uchas otras pequeñas contribucioneseuropeas”(Puryear 1994, 15).

9

En cuanto a la relevancia del discurso sociológico, Brunner anota lo siguiente, de form a consis-tente con nuestra anterior anotación acerca del percibido anacronism o y ausencia de pluralism o

de ideas del derecho: “en efecto, sobre todo para los jóvenes estudiantes de universidad queprovenían de sectores de clase baja o m edia, quienes carecían de capital social, las avenidas

tradicionales para em prender una carrera académ ica en las áreas de hum anidades, derecho,

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182 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

nos y Frei lograron alcanzar el poder en 1964 bajo una plataforma refor-

mista , “ la carr era de los sociólogos a dquirió un prestigio inmediat o; en la

práctica empezó a da rse una deman da de persona l profesiona l susceptible

de ser enga nchado en los nuevos entes esta ta les enca rga dos de ma ter ia l i-zar los proyectos de reforma iniciados por el Gobierno, en especial en el

sector a gra rio y ent re los gr upos m á s pobres de la ciuda d” (232). E l flujo de

inversión extra njera en el movimiento de reforma puede const a ta rse en el

enfoque que se mantuvo respecto a la reforma agraria , el cual , no obstan-

te, condujo a divisiones fuertes en Chile. Durante este período, de cual-

quier forma , un fondo fina ncia do por la Funda ción Ford a yudó a a umenta r

de ma nera considera ble el número de profesores de t iempo completo en el

campo de la sociología (Brunner 1988, 234). Sin embargo, cuando la iz-

quierda ga nó legitim ida d con el a scenso de Allende, el foco de va ria s de laspreocupaciones de los depar ta ment os de sociología ta mbién sufr ió un gir o:

“La idea del valor de la neutralidad en la ciencia, que había predominado

en el proceso de profesionalización de esta disciplina, fue entonces aban-

donada, siendo reemplazada por la noción del valor del compromiso, lo

cua l enfrentó a la a cademia (o la burguesía) con la ciencia comprometida o

militante” (Brunner 1988, 237). 10 Chile y sus conocimientos especializados

empezaron a formar parte de la explosión política.

Lo que es importante destacar para los propósitos presentes es que,

sirviéndose de la ayuda y de la legitimidad del extranjero, la sociologíaedificó su a ut onomía y prest igio en oposición a l derecho, y post eriorment e

gozó de un período de gra n a uge dura nt e los a ños 60 y la época d e Allende.

Los economistas también mejoraron su posición tanto en el período del

E st a do bajo el modelo de desa rr ollo como en la fa se post erior, especia lmen-

te en la era Pinochet, que será discutida más adelante. En cada disciplina

existía una competencia ent re la s concepciones europeas y a quellas prove-

literatura y filosofía, les ofrecían pocas oportunidades para avanzar académ icam ente y ganar

así m ovilidad social. A su vez, en cuanto los efectos de los procesos de m odernización seextendieron en todo el país, la insuficiencia del conocim iento hum anista así com o de los roles

profesionales tradicionales se hizo m ás evidente, tanto para la acción pública com o para la

participación de las élites tecnoburocráticas em ergentes”(1998, 228).10 El cam bio de enfoque de los departam entos de sociología em pezó a darse en 1967. No obstante,

“sobre todo desde 1970”hubo una “segunda recepción”de ideas bajo la teoría de la dependenciay el m arxism o. Fernando H enrique Cardoso estuvo en Santiago, donde tuvo bastante notorie-

dad durante tres años luego del golpe m ilitar del Brasil de 1964. Fue invitado por el sociólogo

español José M edina Echavarría, quien en ese entonces era el director del Instituto Latinoam e-

ricano de Econom ía y Planeación Social (Ilpes) –creado por Prebisch com o “un com plem entosociológico”de la Cepal (Love 1996a, 191). Allí Cardoso colaboró con el chileno Enzo Faletto enel desarrollo de la teoría de la dependencia, que tenía bastante rasgos com unes con el análisis de

“centro-periferia”que Prebisch y otros estaban produciendo. Love recalca la fuerte influenciade los exiliados que vinieron a Santiago luego del golpe m ilitar en el Brasil y, en particular, en la

construcción de la teoría de la dependencia. Andre G under Frank, quien nació en Berlín y teníaun doctorado en econom ía de la U niversidad de Chicago y produjo una versión m ás de izquier-da de la teoría de la dependencia, tam bién vivió en Santiago luego de abandonar Brasil.

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nientes de Norteamérica . E l enfoque nor tea merica no gan ó mucho má s po-

der que el que tenía a nt es de que la s inversiones esta dounidenses empeza -

ran a tener lugar .

Del mism o modo, el derecho esta ba perdiendo asidero en los est udia n-tes m á s t a lentosos y m ejor conecta dos. Chile fue considera do por la Fun -

dación Ford, de acuerdo con uno de los funcionarios de esta entidad que

labora ba en a quel t iempo, como un escena rio que cont a ba con un a comun i-

da d en ciencia s sociales “creat iva y diná mica ” a la a l tura de la déca da de los

70. No obstante, esto no sucedía con el derecho. Existían voces que preten-

día n promover un cambio dent ro del derecho. Les preocupa ba que los a bo-

ga dos est a ba n perdiendo poder de influencia . E l “P royecto Chile en D erecho”

de la Fun da ción Ford –la cont ra par tida del program a económico “P royecto

Ch ile”– se orientó a responder esos int erroga nt es. Est e progra ma empezócon la iniciat iva elevada a la Funda ción F ord por el deca no Eugenio Vela sco

junto con los integrantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de

Ch ile. Así , esta iniciat iva cont a ba con un esta tus inst i tuciona l mucho más

sobresaliente que el de su program a para lelo en el Bra sil , pero, como J a mes

G a rdner (1980) a nota nuevam ente en su descripción, la misma fra casó ta m-

bién en Ch ile.

Los promotores del programa en los Estados Unidos querían incre-

ment a r la influencia del enfoque esta dounidense en Ch ile en cont ra ste con

los puntos de vista europeos.11 Ellos pretendían superar la idea existenteentre los a boga dos chilenos según la cual el sistema jurídico esta douniden-

se no tenía na da que ofrecer a l chileno. Los proponent es del proyecto en

Chile y en los Est a dos U nidos ta mbién busca ron al ivia r un problema part i-

cula r, a sa ber, el decaimient o visible de la in fluencia d e los a boga dos, quie-

nes parecían haber quedado a l margen del enfoque moderno sobre el

desarrollo.12 En cambio los abogados eran vistos en Chile como “barreras

en contravía del desarrollo” (Gardner 1980, 147). 13  El valor de los conoci-

11 El reporte que en 1966 hicieron John How ard de la Fundación Ford y John Henry M errym an de

la Facultad de D erecho de Stanford –la instancia que en efecto estaba asum iendo el papel de laUniversidad de Chicago en Econom ía–, resulta instructivo: “el sistem a jurídico chileno es virtual-

m ente puro derecho civil. Esto ha suscitado interrogantes de latinoam ericanos que ponen en tela

de juicio si el derecho de raigam bre anglosajón (common law ) podría llegar a contribuir en algo.Ya que la influencia entre Chile y Europa continental ha sido y continúa siendo fuerte, el proble-

m a de la participación estadounidense es cóm o acceder a un ‘com ercio triangular’, en donde nose refuerce el costado europeo sino aquel de Chile con los Estados Unidos ... la solución del

problem a radica en que el aporte estadounidense sea prim ordialm ente en m etodología y no en

contenido ... [en otras palabras] un enfoque basado en problem as y orientado hacia la enseñan-za y los m étodos de investigación”(citado por G ardner 1980, 130). Este enfoque enfatiza en el

m odo com o se form an los abogados en lugar del m odo com o se produce el derecho.12 Steven Low enstein, el secretario ejecutivo de 1967 a 1969, se queja de que “los gestores creativos

... hoy día son los econom istas, los ingenieros, los agrónom os, los arquitectos y otro tipo de

profesionales”(G ardner 1980, 147).13 La voz chilena m ás im portante acerca del retroceso de los abogados era Eduardo Novoa M onreal,

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184 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

mientos jurídicos especializados estaba en efecto decreciendo en compara-

ción con la s n uevas l íneas d e import a ción.

Para el final de los años 60 e inicios de los 70, pocas personas afirma-

ban que el programa ha bía logrado ca mbiar la educa ción jurídica en Chileo que existía algún mérito para darle continuidad. Uno de los miembros

esta dounidenses que fue enviado al f ina l del progra ma , Stew a rt Ma ca ulay,

recuerda el proyecto de la siguiente forma :

lo que ha bía ocurr ido es que el progra ma en derecho de Chile era unt ipo de cosa bas t a nte rea l is ta . . . y el los iban a empezar a mejora r sueducación en el derecho así como en la investigación jurídica y era

en mu chos aspectos un ciert o ... . concepto de ingeniería socia l .. . se-gún el cual los países en desarrol lo necesi taban una informaciónidónea del impacto de sus leyes para que a part i r de a l l í pudieran

ut i l iza r la s misma s en la producción de todos estos efectos ma ra vi-llosos.

Desde la perspectiva de uno de los funcionarios de la Fundación Ford,

“no exist ía compromiso int elect ua l algu no. No existía un proyecto de corte

institucional, intelectual” como el presenciado en el campo de las ciencias

sociales. En cambio, “buena parte del movimiento de reforma había sido

capturado por los que yo llamaría . . . profesores de ideología conservado-

ra ” . Más a ún, de a cuerdo con el funciona rio de la Ford,

eran má s los a bogados, probablemente muchos má s, y quizá s e llos

se encontraban en diferentes clases sociales, y eran menos intelec-tu a les y m á s a ta dos, de hecho . . . [con] intereses de t ipo económico.Quiero decir, ta nt o sat isfaciendo sus int ereses como perma neciendo

todos a l l í , creo yo, esta ba n involucra dos en cualqu ier t ipo de cir-cunsta ncias de las qu e hoy día l la ma ría mos hacer negocios.

E n resumen, el progra ma no encont ró aná logos en el Su r que vieran la

necesidad de una reforma jurídica drá stica. Ta l como en el Depart a ment o

de Economía de la Universidad de Chile, aun cuando probablemente más

en el ca so del derecho, la inversión int erna ciona l casi n o tuvo efecto en la s

personas bien conectadas del establecimiento. El programa se convirtióprogresivam ente en un proyecto cada vez má s irreleva nt e en el período de

Allende y muy pronto llegó a su final. 14 C omo ya se sugirió, los idealista s

que pretendían construir sus carreras esta ta les estaban abandonando el

ámbito del derecho para erigir el Estado sobre otro t ipo de pilares más

internacionales.

integrante de la planta de profesores de la Facultad de D erecho de la U niversidad de Chile, yquien se m antuvo com o el asesor jurídico principal de A llende. Él m anifestó en 1968 que losgrandes cam bios estaban teniendo lugar y “que los abogados dem ostraban una incapacidad

total para ofrecer algún aporte en estos cam bios”(citado en G ardner 1980, 146;ver  tam bién

Low enstein 1970).14 Una clínica legal en la Universidad Católica, establecida por Luis Bates y financiada por la Ford en

1971-1972, continúa com o el legado de un program a que tom ó su propia dinám ica.

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185

La historia de Edmundo Fuenzalida, quien vendría a ser una de las

personas clave en el acercamiento del derecho y la sociología en Chile,

ayuda también a develar el desafío impuesto al derecho por parte de los

nuevos conocimientos especializados. Él estudió en la Universidad de Chi-le de 1954 a 1959, gra duá ndose f ina lmente como a boga do. Los est udia nt es

de sus cla ses, de acuerdo con uno de sus cont emporá neos, “entra ba n pa ra

aprender la polí t ica del país” . Hasta ese momento todos los presidentes

chilenos ha bían sido a boga dos, y asimismo las faculta des de derecho “ser-

vían como sedes pa ra entrena r futuros polí t icos” . El P a rt ido Ra dica l era el

espacio político más importante de ese entonces en la política universita-

ria , pero aun así todos los partidos se encontraban bien representados.

Había alrededor de 80 profesores para los 600 o 700 estudiantes (30 por

cient o de los cua les era n m ujeres), y muchos de est os profesores devolvía nsus pequeños sa lar ios como dona ción pa ra la Fa culta d de D erecho. Desde

su perspectiva, “con el prestigio era suficiente”. Los estudiantes incluso

vest ían prendas formales. En pocas palabras , dentro de la Facul tad de

Derecho pa recía q ue el sistema t ra diciona l perma necía int a cto y sin desa-

fío alguno.

Pero luego de que él finalizó sus estudios “oyó ciertos ruidos” prove-

nientes de la Cepal –sólo a una s cua nta s cua dra s de dista ncia de la Fa cul-

ta d d e D erecho– y de a lgunos pocos profesores, como Aníba l P int o, quienes

se encontr a ban a l ma rgen de los a contecimientos de la dicha Fa cul ta d. Noobsta nt e se convirt ió en a boga do, comenza ndo su ejercicio con un tr a ba jo

sin remun era ción q ue le servía de entr ena mient o profesiona l en el consul-

torio jurídico de la asociación del gremio. Luego de observar cómo era la

práctica jurídica, no obstante, decidió abandonar su ejercicio para dedicar-

se a la academia en el derecho. Siguiendo el patrón tradicional , decidió

irse a Roma para estudiar f i losofía del derecho. Regresó a Santiago cinco

años después en 1960, donde un profesor que él conocía le dejó entrever

que esos “ruidos” estaban haciendo cambiar los derroteros tradicionales.

Según se cuent a , dicho profesor le dijo que ha bía cometido un error –“elfut uro es la sociología, n o el derecho”–. El profesor t enía cont a ctos con las

Na ciones U nida s y forma ba pa rt e del deba te para la creación de la Fla cso.

Fuenzalida siguió su consejo y se trasladó a la Flacso en 1961, en donde

hizo investigación y le fue ofrecida una plaza para ser profesor. Siendo

conscient e de sus lim ita ciones en su pr opio ejercicio profesiona l en la Fa -

culta d de D erecho, se propuso ad quir ir otro t ipo de conocimient os especia -

liza dos. En tonces empezó a tra bajar con J oha n G a ltung, un n oruego formado

en la U niversidad de Columbia en Nueva York, y juntos produjeron el pri-

mer l ibro en La tinoa mérica sobre los mét odos y las teorías de la s cienciassociales. Fuenzalida se convirtió en profesor de la Flacso en 1964, ahora

con un doctora do en sociología par a a grega r a su t í tulo de a boga do.

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186 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Para ese entonces la Facul tad Lat inoamericana de Ciencias Socia les

estaba adelantando var ias invest igaciones relacionadas con las reformas

que Frei y los demócra ta cr ist ianos estaba n t ra mita ndo. Fuenzal ida deci-

dió que necesitaba emprender su propia l ínea de investigación y viajó aZurich pa ra desempeña rse como profesor a sistent e y producir un libro desde

allá. Volvió en 1970 y, para entonces, pensó que sus estudios de derecho

era n “u n err or de juvent ud”. Asimismo est rechó vínculos con otr a s perso-

na s, incluyendo a E dga rdo Boeninger y a R ica rdo Lag os, como pa rt e de un

proyecto int erdisciplina rio en la U niversida d de C hile, pero ent onces B oe-

ninger, formado como ingeniero, fue elegido como rector de la Universi-

d a d .

Con la combinación de sus conocimientos especializados, no resulta

sorprendent e que Fuenza lida luego extendiera laz os con el P royecto Ch ileen Derecho de la Funda ción F ord, el cua l estaba tra ta ndo de centra rse en

una mejor enseña nza del derecho y en la r ealiza ción de a lgún t ipo de inves-

tigación interdisciplinaria . Se resistió a tener vínculos demasiado estre-

chos con el proyecto, pero aun a sí tr a ba jó con un in st itut o int erdisciplina rio

que incluía a persona s como J orge Ta pia, Andr és Cun eo y G onza lo Figueroa.

A esta s a l tura s, al par ecer, Fuenza lida se encontr a ba h a ciendo la investiga -

ción que pretendía hacer del derecho un área relevante para la agenda de

Allende. El Instituto fue financiado por la Ford y continuó operando luego

del cierre del Proyecto Chile en Derecho hasta que fue clausurado comoconsecuencia del golpe milita r. Ta pia s e convirt ió en m inist ro de E duca ción

de Allende en 1973 (y fue arrestado y detenido por dos años por esto). A

pesa r del golpe mili ta r , Fuenza lida de a lgún modo logró completa r la carga

chi lena del programa a l tamente cuant i ta t ivo de Estudios en Derecho y

Desa rrollo –o proyecto SL ADE – a dela nt a do por la Fa culta d de D erecho de

la U niversida d de Sta nford. En tonces se fue de Ch ile y se insta ló en Ingla -

terra para dictar cursos en un programa sobre desarrollo, enseñando pos-

teriorment e en la F a culta d de Ed ucación de la U niversidad de St a nford, en

donde perman eció ha sta 1989. Actua lmente dicta cla ses en la U niversidadde Chile como profesor de dedicación parcial, en donde sus intereses aún

siguen siendo de índole sociojurídico.

Ch ile experiment ó una crisis a l principio de los a ños 70, primero por la

elección contr oversia l de Allende y posteriorm ent e por el golpe milita r q ue

a scendió a P inochet a l poder en 1973. La s inversiones de esfuerzos y recur-

sos del Norte a yuda ron a l surgimient o de dicha crisis, ya que fa cil ita ron la

a par ición de m edios –incluyendo los conocimient os especia liza dos de la eco-

nomía y d e la s ciencias sociales que desa fiaba n el stat u quo – en una compe-

tencia que terminó por minar la él i te jurídica tradicional y su habil idad

para apaciguar y contener las fuerzas de un modernismo proveniente del

exterior.

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A pesa r de esta crisis, como veremos adela nt e, la s inversiones extra n-

jeras consti tuyeron las semillas del desarrollo posterior de insti tuciones

que l legar ían a asumir una importancia considerable t iempo más tarde,

incluyendo diversos cent ros de investiga ción reconocidos que, una vez crea-dos, logra ría n ser luego reconst ruidos a par tir de conocimientos especia l i-

zados s imi la res pero ahora or ientados en contra de l rég imen que se

encont ra ba en el poder. Varios a ños tomó la r econst rucción d el Est a do en

Ch ile, y el espa cio va cío de conflict o en r ela ción con el E st a do perm itió la

creación y la exportación de nuevos discursos sobre el poder estatal, espe-

cia lmente en m a ter ia de moneta r ismo y de derechos huma nos. Como se

expondrá adelante, esta reconstrucción del Estado, fundamentalmente a

tr a vés de los renombra dos polí t icos t ecnócra ta s, debe ser t a mbién entendi-

da como un retorno –bajo un nuevo ropaje y con una nueva orientación–ha cia los derroteros del Nort e, a lo que ya a nt es existía .

ARGENTINA: LOS CENTROS DE INVESTIGACIÓNDE CORTE PARTIDISTA EN UN ESTADO POSMODERNO

E n Argent ina siempre se ha n genera do grupos profesiona les con una fuer-

te orientación internacional . Sus miembros, sin embargo, generalmente

ha n invert ido pocos esfuerzos y r ecursos en el Est a do ar gent ino. Los profe-

siona les ar gentinos, de nuevo ejemplif icados por P rebisch, h a n la bra do la

mayoría de su trayector ia inst i tucional o esta ta l en la esfera internacio-

na l , no en la Argentina , y a simismo cua ndo está n en t err itor io argent ino

se han desenvuelto primordialmente en el ámbito privado, en las áreas

grises que circunda n el Est a do. P or lo ta nt o, dent ro del ca mpo del derecho

no es sorprendente que exista relativamente poca evidencia de una éli te

estatal . Al contrario, el núcleo de la él i te jurídica puede constatarse al

observa r el gremio priva do de a bogad os, en donde exist e una preocupación

mínima por la elaboración de teorías o ideas políticas sofisticadas.

Como en Brasil y en Chile, la internacionalización es absolutamente

evident e, y ha y una serie de inversiones int erna cionales considera bles en

conocimient os profesiona les especia liza dos que provienen d e am bos lados,

pero este t ipo de conocimientos por r egla g enera l no ha n sido irr iga dos en

el E sta do argent ino. En ca mbio, siguiendo un pat rón de conducta que cier-

tamente luce bastante similar al propio de los Estados Unidos, las inver-

siones f luyen hacia las insti tuciones que rodean el Estado, incluyendo

fund a ciones fila nt rópicas q ue sirven a la perfección como el correlat o de la

Fund a ción Ford. De hecho, justa ment e como la Fund a ción Ford, la Fun da -ción D i Tella consist ía en cont inua s reinversiones de ga na ncias provenien-

tes de la producción de a utomóviles, las cua les era n orient a da s en fa vor de

inst i tuciones que media ban entre el Est a do y la a ca demia . P or lo ta nto , en

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188 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

cont ra ste con el Est a do y con la a ca demia pública en Argent ina , en donde

el cl ientelismo y el patronazgo dominaban el sistema de las contiendas

polí t icas, la Fundación Di Tella importaba activamente ideas de carácter

internaciona l para ser apl ica da s en estructura s rela t ivamente esta bles aso-ciadas tanto con las estrategias profesionales de la él i te como con las es-

trategias de recién l legados que perseguían trayectorias de un corte más

meritocrático. Las nuevas disciplinas que emergieron como resultado de

estos meca nismos representa ron no ta nt o un desa fío para la él i te jurídica

argentina, sino más bien la construcción de nuevas plataformas de base

para los diferentes centros de investigación reconocidos que existían, y

que aún existen, de manera para lela a las f i rmas de a bogados.

Así, lo que resulta sorprendente acerca de las disciplinas de la econo-

mía y la sociología en Argent ina es su domina ción perma nent e de la esferaprivada y de las estr a tegia s interna ciona les en el decurso de su desarr ollo.

E l núcleo común de va rios de los centr os de investiga ción má s r econocidos

es la familia Di Tella. Torcuato Di Tella fue un inmigrante de Italia quien

prosperó mediante el mercado de productos electrodomésticos y de auto-

móviles, sobre todo Volksw a gen. S u herencia se convirt ió en un fa ctor cla-

ve en la const rucción de la economía y de la s ciencia s socia les (a sí como de

las artes) en la Argentina. Los dos hijos famosos de Torcuato Di Tella son

su t ocayo, un sociólogo que ah ora t iene cerca de set enta a ños, y G uido Di

Tella, un economist a que se convir tió en peronist a a l comienzo de la d éca -da de los 70. 15 G uido D i Tella fue min ist ro de C omercio en el período 1973-

1976, gastó la mayoría de su tiempo del período militar subsiguiente en

Oxford (Inglaterra) y luego se desempeñó como ministro de Relaciones

Exteriores bajo el gobierno de Ménem. El Instituto Torcuato Di Tella fue

creado en 1958 como un centro privado de investigaciones que se encon-

tra ba f ina ncia do por la Funda ción D i Tella y de modo substa ncia l ta mbién

por la Funda ción F ord. 16 E l Insti tut o suministró la base para la educa ción

de “t écnicos” a socia dos primordialment e con el modelo estructur a l de eco-

nomía que reinó antes del éxito de la Universidad de Chicago.17

  Así, laFun da ción Di Tella creó un cent ro de investiga ción reconocido pa ra promo-

ver la economía moderna internacional .

15 G uido Di Tella hizo un doctorado en econom ía en M IT (Di Tella y Rodríguez Braun 1990, 146).

16 En el período de O nganía, el Instituto Di Tella enfrentó una crisis con el gobierno m ilitar. En ese

punto, de acuerdo con una fuente que era integrante del Instituto en ese entonces, la financia-ción estatal para la investigación social se detuvo y, en general, se perdió la estabilidad financiera.

No obstante, el Instituto obtuvo una ayuda financiera para dotación de la Fundación Ford por 2m illones de dólares, y así logró sobrevivir e incluso florecer a lo largo de las siguientes purgas

m ilitares.17 Por ejem plo, Alfredo Canitrot llegó al Instituto Di Tella luego de haber finalizado su doctorado en

1963 en la U niversidad de Stanford, y después trabajó para las Naciones Unidas por m uchosaños. Él em pezó a ser conocido por su labor en investigación académ ica adelantada en el Institu-to, en donde ha venido trabajando desde 1975 hasta el presente, con excepción del período que

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Se dice que la F unda ción D i Tella t a mbién f ina nció a l Inst i tuto de De-

sarrollo Económico y Social y al Centro de Estudios Macroeconómicos de

Argentina (ahora simplemente llamado CEMA), otros de los grupos de in-

vestigación más reconocidos en materia de economía. El Insti tuto de De-sar ro l lo Económico y Soc ia l fue fundado en 1962 como e l grupo de

investigación prestigioso del Partido Radical , y aún sigue siendo muy fa-

moso. E l Cent ro de Economía Aplica da fue crea do en 1978 como una fa cul-

ta d priva da , impulsada por economista s de B uenos Aires que eran a lta mente

instruidos y bast a nt e cerca nos a los E sta dos U nidos y su ortodoxia preva-

leciente en la economía . “Los profesores de economía y f ina nza s del Cent ro

son los má s reconocidos del país, a sí como su progra ma par a instr uir eje-

cutivos” (Thompson 1994, 28). 18 E stos centros de in vestiga ción prestigiosos

ahora compiten mutuamente como universidades privadas.Otro centro de investigación reconocido en materia de economía, la

Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas, fue estable-

cido en 1964 por cuat ro orga niza ciones de negocios –la bolsa de ca mbio, los

cria dores de gan a do, una a socia ción indust ria l y la cám a ra de comercio– y

el apoyo de la Sociedad Rural Argentina. Aún sigue siendo un centro de

investigaciones importante y el Gobierno se ha apoyado en él para la rea-

lización de varios estudios y análisis de corte económico. Además repre-

senta uno de los primeros inst i tut os q ue específ icament e pretendió enlaza r

el análisis económico con las necesidades de los negocios. 19  U n n ú m e r oreporta do de 160 compa ñía s a ctua lmente respalda n el funciona miento de

la FIEL (Thompson 1994, 28).

De part icular interés en el desarr ollo y potencial insti t uciona lización

de la economía en Argent ina es el Inst i tut o de Est udios E conómicos sobre

la Real idad Argentina y Lat inoamericana (IEERAL), la p la ta forma que

sirvió de a scenso para Domingo Ca va llo, “el político tecnócra ta ” que t ra nsfor-

mó la economía a rgentina en la a dministr a ción de Menem. Los orígenes del

IEERAL se remontan a los tiempos de la Alianza para el Progreso y los co-

mienzos de la economía como una disciplina sepa ra da en suelo a rgent ino.

Una de las razones del desarrollo temprano del IEERAL fue una gira

por S uda mérica f inan cia da por la Funda ción F ord en la déca da de los 60, en

com enzó en 1983 cuando form ó parte del gobierno de Alfonsín.

18 Roque Fernández y Carlos Rodríguez –am bos actualm ente en el G obierno–probablem ente sonlos econom istas m ás conocidos de dicho centro. Am bos hicieron un doctorado en la U niversidad

de Chicago, y Rodríguez fue un econom ista bastante conocido en los Estados Unidos com o partedel cuerpo docente de la U niversidad de Colum bia, antes de regresar al CEM A.

19

Según Sikkink, al com parar los períodos del desarrollism o en Brasil y en Argentina, “las asociacio-nes de negocios argentinas se com portaban y estaban estructuradas m ás com o un m ovim iento

político y m enos com o una organización. A ellas les faltaba estructura institucional yorganizacional. Los grupos industriales de A rgentina, en contraste con los del Brasil, no conta-

ban con un aparato burocrático técnico”(Sikkink 1991, 108).

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190 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

la cual se reunieron un puñado de economistas, incluyendo a Benjamín

Cornejo de Córdoba . Forma do como a boga do, fue director d el Inst i tut o de

Economía y vicerrector de la Universidad Nacional de Córdoba (Pastore

1989, 210). Se dice que Cornejo vislumbró la posibilidad de construir un“centro de excelencia ” en C órdoba enfocado ha cia la investiga ción en ma -

teria s económica s, y a sí conformó un inst i tut o domina do por un grupo de

académicos jóvenes, la mayoría de ellos aún en sus veinte años de edad.

Hasta entonces, según Enrique N’Haux, un miembro de este grupo que

escribió una historia bastante favorable de Cavallo y el IEERAL, “había

profesores de economía pero no investigadores. El apoyo de la Fundación

Ford significa ba la oportun idad de tra bajar t iempo completo en el área de

inv est iga ción” (1993, 100-101). 20

E l primero de los cordobeses que estud ió en los E st a dos Un idos obt uvoun título de doctorado de la Universidad de Chicago en 1961 (Humberto

P etrei), y un buen núm ero de persona s luego siguieron su ca mino. Cua ndo

el los regresaron a Córdoba, se centraron intensamente en la invest iga-

ción, incorpora ndo la s ma temá ticas y la esta dística como herra mienta s de

t ra ba jo (N’Ha ux 1993, 102). 21 En 1967, la car rera de economía fue separ a da

del campo de la Contabilidad en el pregrado. Cavallo fue uno de los estu-

diant es semina les de dicho progra ma ; estudiant e activista de clase media y

simpatizante de la derecha, estudió en el Departamento de Economía de

Córdoba durante el período 1963-1967, y allí se mantuvo como investiga-dor. 22

Otro elemento importante en la consolidación del IEERAL provino del

sector d e los n egocios. En 1969 la Asocia ción In dust ria l de C órdoba sufrió

un cambio de cúpula, y el liderazgo pasó hacia los empresarios jóvenes. 23

U no de ellos fue J a ime Roca , un ar quitecto de una fa milia tr a diciona l de

20 Adem ás, él m anifestó que “una buena rem uneración atrajo la envidia de los otros colegas así

com o la condenación política de los m ovim ientos estudiantiles, que para ese entonces estabanen pleno apogeo”(N’Haux 1993, 100-101). Los líderes estudiantiles atacaron la investigación

com o vendida a los intereses im perialistas, pero los econom istas continuaron trabajando y ga-

nando atención por fuera de las universidades.

21 De m odo interesante, este grupo inicial de Córdoba, según N’Haux, desarrollaba pocas activida-des profesionales que m antuvieran nexos con las em presas privadas (1993, 104-105). Sin duda

este talante guardaba relación con lo que estaba ocurriendo en algunas de las otras universida-

des. Adem ás, afuera de Buenos Aires, podía llegar a ser m ás fácil construir un cierto nivel de

autonom ía profesional, la cual m ás tarde, a su vez, podía llegar a servir m ejor en el cam po de los

negocios, com o un tipo de conocim iento especializado.22 Cavallo produjo estudios académ icos por m uchos años, y tam bién asum ió una posición en el

gobierno local de principios de los años 70. Trabajó prim ero en la oficina del secretario de

Planeación y D esarrollo Económ ico, y tiem po después en el Banco Provincial de Córdoba.23 Evidentem ente Perón había ayudado a edificar el ram o de la industria de Córdoba, y asim ism o las

industrias habían em pezado a apoyarse en algunas de las políticas propias del m odelo de subs-

titución de im portaciones.

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Córdoba , y otr o, P edro Astori , un inmigra nt e i ta l iano que tenía negocios de

suministro de materiales de cerámica para construcción. 24  Roca y Astori,

curiosa ment e, ha bían venido siendo ident if ica dos con tendencias como las

del desarrollismo y de substitución de importaciones (N’Haux 1993, 95).Además t ra bajaron con un a bogado, J osé Cast ro Ga ra yzaba l , quien era

represent a nt e de la indust ria Ika -Rena ult (N’H a ux 1993, 86). 25 A esta s per-

sonas las unía la creencia de que la región de Córdoba necesitaba una

polí t ica na ciona l que le concediera una ma yor descentra l ización, pero ha s-

ta a hora n o ha bían tenido éxito en la difusión de esta s ideas. S egún Astori ,

el los no contaban con poder alguno para contrarrestar las tendencias del

esta blecimient o de Bu enos Aires, por lo cua l vio la necesida d de movilizar

proyectos de invest iga ción en a sunt os de sus intereses: “si no tenemos pro-

yectos de investiga ción . . . nuestr a s exposiciones queda rá n en el a ire” . Est eproblema se complicó aun má s por el hecho de que la FI E L –q ue funciona -

ba como “soporte técnico en materia económica de las empresas de gran

envergadura del área metropolitana” (N’Haux 1993, 86)– logró adelantar

proyectos de investigación que l legarían a socavar las demandas por una

mayor descentral ización.26 E n el cont exto ar gent ino, los centros de investi-

gación más reconocidos eran armas potenciales empleadas en la compe-

tencia económica.

El grupo Astori, en parte como reacción al hecho de que uno de los

economistas l íderes de Córdoba acababa de marcharse a t rabajar en elplan t el de la F IE L, empezó a pr omover proyectos rea liza dos por economis-

ta s cordobeses, quienes ha bían venido a dquiriendo respeto en el á rea de la

investigación. En 1970, Astori entró en contacto con Cavallo para propo-

nerle que organ izar a un ins ti t ut o de est udios económicos y s ocia les, el cua l

se dice “defendería los intereses de la s indust ria s del interior en cont ra del

‘central ismo porteño’ y asimismo gestionaría sus propias propuestas en

ma t eria de economía política” (N’H a ux 1993, 89). E llos comenza ron a pro-

ducir estudios independientes que captaron la atención de una audiencia

considera ble y q ue a simismo logra ron edif ica r la reputa ción de los econo-

24 Astori provino de Italia y encontró una oportunidad en el m ercado de cerám icas. M uy pronto

llegó a controlar el 60% de este m ercado. Tam bién em prendió sus actividades en otros negocios,siguiendo los cam bios de G obierno. En el período peronista de 1973–1976, consolidó una em pre-sa para construir vecindarios para trabajadores; y cuando M artínez de H oz abrió parcialm ente la

econom ía, conform ó un negocio de relaciones públicas y com ercio exterior (N’Haux 1993, 121-

122). Tenía vínculos cercanos con Frondizi y Frigeiro, aspirando a convertirse en el “Frigeiro del

interior”(1993, 127). Tiem po después intentó lanzar un periódico en Córdoba, pero fracasó ycerró las instalaciones luego de dos años en 1982 (1993, 125-126).

25 Castro fue “el gran com unicador del grupo y el representante afuera de la provincia”(N’Haux

1993, 93). Abogado graduado en 1957, fue el apoderado de las “relaciones industriales”de la

Renault, una de las com pañías foráneas de punta en la A rgentina (1993, 132).26 En un paralelo interesante con Brasil, uno de los estudios anteriores propuso la creación de una

nueva ciudad capital afuera de Buenos Aires.

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192 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

mist a s cordobeses.27 Cu a ndo a un est a ba en proceso de const rucción de su

reputación, Cavallo decidió estudiar economía en Harvard, iniciando el

progra ma en 1973. Mientra s estuvo en Ca mbridge, Ma ssa chusett s, Ca vallo

ent a bló nexos con profesores de H a rva rd y del MIT, a sí como con un impor-tante puñado de destacados economistas latinoamericanos. Se dice que

P edro Aspe, el economist a mexican o que obtuvo su g ra do del MIT en 1978,

citó en su propia tesis la diserta ción que Ca va llo ha bía rea liza do en H a rva rd

en 1977 (Golub 1997, 112). Además Cavallo y Aspe “forjaron un lazo de

amistad en Cambridge con Alejandro Foxley”, para entonces académico

con carácter de visi tante en el MIT y actualmente el l íder del Partido De-

mócrata Cristiano en Chile (Golub 1997). Estos tres economistas, ahora

elogiados en los Estados Unidos como políticos tecnócratas, fueron fichas

vitales en la configuración del futuro económico de sus países de origen.28

En 1977, cuando Cavallo regresó a su país, Astori le sugirió tomar el

l idera zgo en la crea ción de un nuevo centr o de investiga ción ba jo el a uspi-

cio de la Funda ción Mediterrá nea, el cua l sería l la ma do Insti tut o de Est u-

dios E conómicos sobre la Realida d Argent ina y L a tinoam erica na (IE ER AL). 29

En julio de 1977, el grupo involucró oficialmente a los primeros 33 contri-

buyentes fund a dores provenientes de negocios r a dica dos en Córdoba , cada

uno de los cuales le inyectó 6.000 dólares al proyecto (N’Haux 1993, 143).

La declar a ción d e propósitos reda cta da en los documentos de creación d el

grupo enfat izó el compromiso de a delan ta r investiga ciones par a el int erésgenera l de la na ción y no sólo en a ra s de int ereses sectoria les, un compro-

miso derivado de la a nt ipa tía que los cordobeses gua rda ban por la s polít i-

ca s hecha s por y pa ra los port eños –esto es, aq uellos qu e residen en B uenos

Aires– (ver  a demá s C orra les 1997, 54). Los economista s del IE E RAL, inclu-

yendo a C a va llo como líder y a muchos otr os que luego forma ron par te del

gobierno de Menem, empezaron a publicar sus propias revistas gracias a

la s cont ribuciones producto de su propia s invest iga ción a sí como de perso-

na s desta cada s en Nort eam érica , ta les como Rudiger Dornbusch o J effrey

Sachs.30

27 El éxito del peronism o en las elecciones de 1973 hizo que G elbard se convirtiera en m inistro de

Hacienda y que dos jóvenes que habían trabajado en la oficina jurídica de Castro fueran senado-

res (Fernando de la Rúa y Eduardo Angeloz, quienes tiem po después serían políticos prom inen-tes). Ellos ayudaron a que se brindara atención a las propuestas económ icas de Córdoba. Noobstante al final no lograron persuadir a G eldbard. M ientras tanto el grupo de los econom istas

de Córdoba se involucró en la realización de trabajo local en el gobierno provincial, em pezando

sus gestiones en 1970.28 El asesor de la tesis de Cavallo fue M artín Feldstein, quien se convirtió en jefe del consejo de

asesores económ icos en la adm inistración Reagan.29

Según Fulvio Pagana, em presario destacado y una de las personas clave en la creación del IEERAL,“nuestra decisión im plicaba una dim ensión política –en el significado m ás elevado de este térm i-no–en el rol de las em presas; dim ensión que se desdibujaría si dedicáram os los esfuerzos sólo a

nuestras propias com pañías”(N’Haux 1993, 138).30 Entre las personas clave que luego form arían parte del gobierno de M enem estaba A ldo Dadone,

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Es posible ha cerse a una idea de lo que era la economía en el cenit d e

los a ños 70, o a l menos de lo que la misma par ecía ser desde la perspectiva

de los estudiantes. Una estudiante –cuyo padre era un oficial de la Mari-

na –, quien luego se dedicó a los n egocios, estu vo int ensa ment e comprome-tida en la polí t ica estudian ti l en cont ra de la izquierda peronista . Ent onces

ella se dirigió a la U niversida d de B uenos Aires pa ra estudia r economía, la

cual “no era una carr era muy conocida ” y sólo cont a ba con a lrededor de 40

estudian tes de los 10.000 de toda la U niversida d. La economía a ún esta ba

lejos de l legar a ser una de las carreras modelo. Su profesor mantenía

conexiones con el CEMA, y así ella conoció a Roque Fernández y otros

quienes, según ella , “era n de su est i lo” . Ellos enseña ba n un tipo de econo-

mía “bastante diferente” a la que ella había aprendido en la universidad,

en donde la economía estructuralista –que “af irmaba que los problemaseconómicos se resolvían imprimiendo dinero”– aún estaba en boga. Este

nuevo grupo era capa z de “resolver problema s del mun do real a cudiendo a

la economía”, sin duda a lguna con la a yuda de una buena dosis de mat emá-

ticas.31

Recorda ndo su período de estud ia nt e al fina l de los añ os 70, ella ca ra c-

teriza el campo de la economía de la siguiente forma: la FIEL era una

insti tución “bastante seria” y respetable, pero polí t icamente no muy im-

port a nt e; el IE E RAL era ba sta nt e conocido, pero era a jeno a sus experien-

cias en Buenos Aires; y los economistas del CEMA eran sorprendentes, enparte debido a que fueron de los primeros en “escribir para columnas de

los periódicos, etc.” En cambio, el la no mantuvo contacto alguno con los

economista s del In sti t uto de D esar rollo E conómico y S ocia l , quienes “a ún

estaban hablando de Keynes vs. monetar ismo” .32  Tomando en considera-

ción el pa pel de la economía en el G obierno, y visto en perspectiva , el Ba n-

co Central fue el único lugar en donde se mantuvo cierta continuidad de

“economist a s bien en tr ena dos”. El conocimiento económico esta ba comen-

za ndo a f lorecer, a pesar d el hecho de que no existía la misma ca nt idad de

inversión int erna ciona l en compa ra ción con pa íses como B ra sil , o en espe-cial Chile (Valdés 1995). Pero dicho avance se gestó primordialmente en

quien había obtenido título de doctorado en la U niversidad de Chicago en 1975.31 La inform ante citada hizo una m aestría en el CEM A (hizo parte de la segunda prom oción) y allí

conoció a econom istas del Norte, tales com o Arnold Harberger. Prosiguió sus estudios en la

Universidad de Chicago, de donde se doctoró antes de volver al CEM A y al G obierno.

32 O tro estudiante, quien se convirtió en un econom ista destacado del Partido Radical en el IDES,ofrece una historia com plem entaria desde el otro lado. En 1973, cuando entró a la U niversidad de

Buenos Aires, se trataba de “un lugar gobernado por el partido peronista”y agobiado por deba-

tes suscitados entre la derecha y los peronistas de izquierda. La calidad de la educación –que yaera “com o si se tratara de ir a un cinem a”–entonces se hizo peor y peor. Antes de graduarse en

1979, había aprendido a diversificar tom ando cursos en el CEM A con Roque Fernández y en elIDES con Juan Sourrouille. M uy pronto com prendió que iría a necesitar de la nueva econom ía así

com o de enfoques m ás estructurales.

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194 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

las inst i tuciones priva da s –ma s no en el Esta do –, la s cua les tendía n a ser

fra gment a da s en t érminos polí t icos y regiona les. A tr a vés de su cauce se

promovieron ciert os punt os de vist a regiona les y políticos, con la a yuda de

los conocimientos cada vez más especializados y sofisticados de la econo-mía.

La hist oria de la sociología, a l igual q ue de la economía, se encuent ra

a ta da a l In st itut o Di Tella . Torcua to D i Tella –el hijo del personaje de quien

tomó su nombre el Inst i tuto– ha bía sido pa rte del grupo de G ino G erma ni,

el sociólogo pionero de origen i ta l ian o. El I nst i tut o se convirtió en cent ro

de estudio de la éli te en ciencia s sociales, clar a ment e sepa ra do del estudio

general de la sociología dictado en las universidades. El Centro de Estu-

dios de Población, otra de las organizaciones f inanciadas mediante una

pequeña contribución de la Fundación Ford, fue un subproducto del Insti-tuto Di Tella a comienzos de la década de los 70. Otro tipo de institutos

ta mbién fueron el resulta do del Inst i tuto D i Tella , incluyendo el CED ES .

Crea do a mit a d de los a ños 70 por la Fund a ción Ford, el CE DE S se convir-

tió en el más importante de estos centros de investigación, contando con

50 investigadores en 1983. Durante el período militar, ninguno de los in-

vestiga dores de estos inst i tut os enseña ron en la s universidades. U n obser-

va dor de esta fa se entr e 1976-1983 sugirió que la ter cera genera ción de lo

que a ún es u n pequeñ o núcleo de sociólogos en Argent ina , provino de un a

combina ción de peronista s de izquierda y centros de investiga ción presti-giosos e independientes.33

Como en ot ra s l a t i t udes , la presencia de f ina nc ia ción in t erna c iona l

–incluyendo la de la Fundación Ford y la de diversas fundaciones intera-

33 Este pequeño grupo de sociólogos estuvo prim ariam ente concentrado en la Escuela Salvador,

una entidad universitaria de propiedad de los jesuitas. Esta instancia se convirtió en el hogar delos profesores que eran expulsados de la Universidad de Bueno Aires. U n núm ero relativam ente

pequeño de estudiantes –entre 20 y 30 por año en aquel entonces–accedió a la sociología (o a

la ciencia política) a través del peronism o y la Escuela Salvador. Aun cuando ellos tom aron cam i-

nos diversos, com partieron tam bién ciertas características. Según uno de sus m iem bros, todosellos estaban interesados “en asuntos políticos”. Tam bién siguieron la m ism a trayectoria luego dela intervención m ilitar. Luego de los acontecim ientos del golpe m ilitar de 1976, todos “se

involucraron en el cam po de los derechos hum anos”en cierto punto. G eneralm ente se traslada-

ban tam bién a cualquiera de los institutos de investigación que surgieron com o producto delInstituto Di Tella. Aquellos que son los m ás destacados hoy día, en ese entonces salieron a

estudiar al exterior. O tra persona, quien actualm ente es un politólogo reconocido, se graduó enciencia política en 1975, realizando cierta actividad política com o consecuencia de su educación

católica. Cuando el terror del régim en m ilitar se hizo patente, “de repente [se dio] cuenta que

requería contactos internacionales”. Así, decidió “acercarse a los grupos de derechos hum anos”,ya que “la política, en su sentido tradicional, no funcionaba”. De igual form a tenía contactos con

el Servicio de Paz y Justicia liderado por Carlos Pérez Esquivel, el cual había iniciado actividades

en los años 60 com o un m ovim iento no violento que tenía preocupaciones m ás generales. Enton-ces form ó parte del Cedes y de la red de organizaciones conectadas con las áreas de investiga-

ción y de derechos hum anos en el contexto internacional –incluyendo a las M adres–, instanciasque proveían cierto análisis político para com plem entar las m anifestaciones de com prom iso lo-

cal. Por ejem plo, varias de las M adres “no habían hecho nada en m ateria política”.

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merica na s–, aun a da a la protección de la “ investiga ción” –opuesta en estos

términos a la pol í t ica– ayudaron a que estas inst i tuciones generaran un

margen de autonomía . Esta autonomía rela t iva , que requir ió una cier ta

transformación en los enfoques de aquellos que habían iniciado siendoperonista s de izquierda , les permitió subsistir ba jo el régimen milita r y en

los períodos subsiguientes. La sociología tuvo que adquirir credibilidad,

debido a q ue era a sociada con t endencias de izquierda . P ero esta disciplina

tr iunfó en el espacio de las inst ituciones priva da s y de los cent ros de inves-

tiga ción má s reconocidos de la Argent ina , y logró asocia rse con a cadémicos

e instituciones de investigación del exterior.

En cua nto a los otros a ctores que se encont ra ban en el á rea gris a lrededor

del Estado, su continuidad en dicha esfera les permitió ejecutar muchas

funciones “simila res a las est a ta les” , debido a la a usencia de inst i tucionespúblicas sólidas. Lograron facilitar un intercambio legítimo de discursos e

informa ción entre el á mbito de los negocios y el del E sta do, ba sa dos en un

a prendiza je sofistica do en ma t eria de economía y sociología . Asimism o lle-

ga ron a a ctua r en represent a ción de los intereses de la Argent ina en foros

internacionales que l legar ían a ser cada vez más importantes en temas

relaciona dos con el Es ta do y la economía: en la s Na ciones U nida s con res-

pecto al t ópico de los derechos hum a nos, en el FMI y el B a nco Mundia l en

relación con la economía y en los Estados Unidos en referencia a ambos.

Pero el Estado argentino como conjunto de insti tuciones públicas siguiósiendo débil y plagado de problemas .

Este patrón trae a la mente aquello que Heinz y sus colegas (1993)

describen como “el núcleo vacío” del Estado en los Estados Unidos. Los

abogados y los centros de investigación más destacados han prosperado

a lrededor del Est a do, y a simismo ha n unido fuerza s con persona s que t ie-

nen influencias y ha cen cabildeo par a proveer in forma ción y conocimien-

tos especia l izados a los q ue está n en el Es ta do, pero con t odo no existe un

núcleo de “inst i tuciones esta ta les a ctiva s” que se sirvan de esta s técnica s y

conocimientos especia l izados pa ra implementa r polí t ica s o reforma s esta -ta les .34 Argentina, en este respecto, luce como una instancia sorprenden-

temente moderna o posmoderna (ver   además Reisberg 1993, 92-94). La

configuración de diversos centros de investigación prestigiosos que man-

tienen derroteros ideológicos definidos y q ue se encuent ra n in mersos en el

mercado internacional de los conocimientos especializados se parece a la

34 En el estudio de Thom pson sobre “los centros de investigación de punta”de la A rgentina,

él señala que, luego de las intervenciones políticas en las universidades y en otras instancias,

de m odo “inevitable”se dio “una sensación creciente de fragilidad, así com o una progresivafalta de legitim idad en relación con la sociedad com o un todo ... los especialistas en cienciassociales no sabían (o no deseaban) participar en la vida política institucional ofreciendo sus

conocim ientos de una nueva form a. Y los políticos (y los m ilitares), por su parte, no creyeron

que fuera necesario em plearlos para el ejercicio de sus funciones de G obierno”(1994, 8).

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196 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

situación de los centros de investigación más reconocidos en la historia

reciente de los Estados Unidos. No obstante, al mismo tiempo, el ámbito

del Est a do a rgentino aún cont inúa siendo un campo de bat a l la en const a n-

te disputa , ca ra cterizado por prá cticas q ue en t érminos genera les (e int er-na ciona les) no son r econocida s como legítima s. E n est e sentido, el E sta do

puede ta mbién ser d escrit o como a rca ico.

P or lo ta nt o, en cont ra ste con B ra sil y C hile, los conocimientos especia-

lizados novedosos provenient es del exterior n o fueron determ ina nt es pa ra

logra r la diversifica ción de la él ite esta ta l en térm inos de la promoción del

plura lismo: ya existía pluralismo en el discurso ar gentino, erigido a tr a vés

del partidismo altamente conflictivo de la historia de la Argentina. Todo

tipo de modelos económicos, por ejemplo, podían ser encontrados en ese

espectr o. Rea lmente, los discursos r iva les fueron const ruidos a tr a vés decontinua s guerra s civiles que desembocaron en una guerra civil tota l en la

década de los 70. La importación de técnicas y conocimientos especializa-

dos esta dounidenses a yudó a t ra nsforma r el lengua je y los enfoques de las

f irma s de a boga dos y de los cent ros de investiga ción má s desta cados, pero

la misma no precipitó ningún tipo de pluralismo político en el sentido de

ha cer a comodar va rios punt os de vista e inversiones de esfuerzos y r ecur-

sos dent ro del Gobierno esta ta l . Al cont ra rio, dicha import a ción fue a simi-

lada a partir de una historia de violencia y de contiendas partidistas que

tendieron a hacer inviable cualquier tipo de inversión profesional en favordel Estado.

Apreciado desde otro punto de vista, la relativa falta de oposición al

régimen militar en Argentina –el cual se desplomó a causa de su propio

infortun io en la guerra de las isla s Ma lvina s/Fa lkla nds y no por ningún

tipo de oposición int erna – se debió en gr a n pa rt e a la a usencia de estructu-

ra s insti tuciona les esta bles que pudieran l legar a ser movilizada s: la Igle-

sia, las asociaciones de gremios, los partidos políticos, la academia o las

cortes. La s idea s de na tur a leza int erna ciona l fueron ba sta nt e visibles den-

tr o de las éli tes profesiona les y sobresa lient es en la Argentina en genera l ,pero los cont inuos alt ercad os políticos llevar on a un a preca ria inversión de

esfuerzos y recursos en el Es ta do o en la s inst i tuciones qu e podría n l legar

a sostenerlo o a oponerse al mismo. Luego de que el régimen mili tar su-

cumbió y Alfonsín se convirtió en presidente, todo estaba dado para que

fuera muy dif íci l encontrar materiales idóneos para reconstruir al Estado

argent ino.

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199

CAPÍTULO 8

El establecimiento reformista afuera del poder:la inversión en derechos humanoscomo estrategia política alternativa

Los conflictos del Sur a carr ear on confusión, golpes mili ta res y violen-cia en la déca da de los a ños 60 y 70. Los mismos confl ictos son ba sta nt e

visibles en el Nort e y, de hecho, form a n pa rt e just a ment e del mismo proce-

so. Las analogías incluso pueden ser art iculadas más a l lá . Las acciones

ilegales del Watergate  fueron just i f ica da s por Nixon como ma niobra s nece-sarias para mantener a un “ izquierdista” –George McGovern– a fuera del

poder, al mismo tiempo que el propio Nixon apoyaba en Chile el golpe

milita r de 1973 en cont ra del social ista Sa lvador Allende. No obsta nt e, la sconfront a ciones en los E sta dos Un idos no l legar on a a cercar se al nivel de

intensidad de las de Argentina, Chile o incluso Brasil . El elemento deter-minant e en la dra má t ica t ra nsforma ción de los Est a dos U nidos fue el in-

crement o de poder que a dqu irieron diversos rivales de primera ta l la frente

al establecimiento reformista representado por “el establecimiento gene-

ra dor de la polí t ica intern a cional” –lo cua l derivó en la cont ra rrevolución

conserva dora q ue subió a l poder a los Ch ica go Boys en los E sta dos Unidos.

La estrategia relativamente activista de la Fundación Ford en la décadade los 60 precipitó una dinámica de profundas consecuencias. Las inicia-

tiva s de la F und a ción dieron el impulso inicia l a u n proceso de profesiona li-

zación del act iv ismo mil i tante , e l cual sería acelerado a t ravés de una

post erior fa se de politiza ción. Aun cua nd o no fue una evolución q ue se dio

al interior del campo de los derecho humanos, este proceso fue decisivo

para transformar dicho campo. Los conservadores consiguieron ascenderimita ndo la estra tegia de la Ford de movil iza r y poner el mundo académico

a l servicio de los proyectos políticos, una va ria nt e de la est ra tegia modera da -

mente reformista que había sido empleada por el establecimiento del EsteNortea merica no pa ra confeccionar su propia legitimida d y poder. 1

1 El m im etism o de la estrategia de la Ford se puede capturar en una versión de la historia del m ovi-

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200 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Los efectos de esta estrategia conservadora fueron contradictorios. Por

una pa rt e, la evolución del activismo de derecha ter minó en un casi mecán ico

reposicionamiento de instituciones reformistas como la Fundación Ford, que

se acerca ron má s a las ca usa s promovidas por los movimientos sociales querepresenta ban a los ma rgina dos. E n contr a vía de estos efectos centr ífugos, noobsta nte, la similitud de enfoques que cara cterizó a la n ueva derecha y a las

fundaciones de tendencia más l iberal ayudó al surgimiento de diversos

interca mbios insti tu cionales. La movilida d creciente de los sujetos que es-

ta ba n en el cent ro de este espacio de prá ctica ta mbién ay udó a qu e el mis-

mo empezara a operar con la lógica de las disciplinas profesionales. Pero

este desarrollo, paradójicamente, no se generó a pesar de la poli t ización

progresiva d e esta s a ctivida des, sino just a ment e debido a d icha politiza ción.

m iento conservador. Paul W eyrich, uno de los fundadores y prim er presidente de la Fundación

Heritage, la cual fue creada en 1973, asistió a una “reunión de estrategia en torno a los derechosciviles”com o m iem bro del equipo de un senador republicano en 1969. “Allí se develó ante m is

ojos cóm o operaba la contraparte”, sostuvo, “esa fue la reunión m ás im portante a la que asistíen m i vida política”. Este evento reunió grupos diversos de la izquierda –entre ellos, Brookings,

el Com ité N acional para un Congreso Efectivo de Corte Liberal y la A m erican Civil Liberties

U nion, ACLU (Asociación Estadounidense de Libertades Civiles)–para discutir cóm o encauzarsus recursos discretos en un esfuerzo conjunto para torpedear una iniciativa de la adm inistra-

ción Nixon. W eyrich dejó antes de irse una versión de derecha del M arinero Anciano. “Despuésde eso nadie quería verm e llegar pues a todas las personas que m e encontraba les decía, ‘tienen

que lograr entenderm e, es ese el m odo en que ellos operan. Y nosotros no contam os con algo

com o eso’”(Low ry 1995). Finalm ente, él y un pequeño grupo de am igos obtuvieron financia-ción de parte de Joseph Coors. De acuerdo con el director de investigaciones de la FundaciónHeritage, que asum ió el cargo en 1977, “teníam os un gran objetivo en m ente: crear un centrode investigaciones de punta com o nunca antes W ashington lo había visto ... una de las decisio-

nes m ás im portantes que tom am os justo desde el inicio es que H eritage debía operar com o un

negocio. Eso significaba que debíam os identificar nuestro nicho de m ercado, creando un único

producto y m ercadeándolo agresivam ente ... entonces rediseñam os ‘la línea de productos’deHeritage para satisfacer sus necesidades [las del Congreso, la Ram a Ejecutiva, los m edios decom unicación y las de otro tipo de grupos conservadores]. Ahí fue cuando cream os la serie

Heritage Backgrounders ... –un corto estudio periodístico de 5.000 a 10.000 palabras, en lugar

de un libro–. Hoy día, casi todos los centros de investigación reconocidos producen estudios

sim ilares ... la tercera cosa que hicim os fue salir a contratar a los m ejores y m ás brillantes

investigadores y profesionales de m ercadeo que pudiéram os costear”(Heritage Foundation1996). Jam es Piereson, el director ejecutivo de la Fundación O lin, la cual invirtió diverso tipo de

esfuerzos y recursos im portantes en la línea de “derecho y econom ía”, así com o en una serie de

centros de investigación reconocidos de derecha, m anifestó que “concentram os nuestras

actividades en las altas esferas de la sociedad, en los centros de investigación destacados deW ashington, así com o en las m ejores universidades, y la idea era que esta em presa llegara atener m ucho m ás im pacto debido a que esos ám bitos eran lugares influyentes (People for t he 

American Way  1996, 8). M ichael Joyce, de la Fundación Lynde & Harry Bradley, otro de los

financiadores clave de la derecha, afirm ó que “la opinión de élite en los Estados Unidos es

configurada en la punta de la pirám ide ... las instituciones de élite [son] im portantes en el trazode las políticas públicas”(People for t he American Way  1996, 12). Por su parte, la entidadAm erican Enterprise Institute –otro de los centros de investigación prom inentes de la derecha–

fue fundada m ucho antes, en 1943. En 1995 fue descrita com o teniendo “el doble de la historiade la Fundación Heritage pero la m itad de su presupuesto. Aun así se precia de sus investigacio-

nes originales y de la em inencia de sus m iem bros académ icos de m ayor experiencia”(Burton1995). Por supuesto, existe un paralelo entre las historias conservadoras y aquella propia de losnotables del establecim iento generador de la política exterior.

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La competencia de productos –en donde los product ores acorda ron ma n-

tener un a s mínima s regla s de juego– permit ió qu e este espacio funciona ra

como un mercado plena mente evoluciona do. U na dinám ica que incluía ta nt o

la difusión de mercadeos rivales como una lógica de complementariedadhizo que este efecto tu viera luga r. Los centr os de investiga ción má s presti-giosos de la derecha y de la izquierda pudieron oponerse mutuamente de

manera constante, pero la existencia de escenarios polí t icos en pugna se

convirt ió en el mejor argumento para que cada uno de ellos vendiera sus

ideas a su respectiva client ela y pa tr ocina dores.2

Al mismo tiempo es bastante evidente que estos mercadeos rivales,

mediante el cabildeo y la movil ización de la opinión pública, transforma-

ron la s prá cticas de est a s inst itu ciones e incluso su posición con referencia

al campo del poder. En particular, el “ jalonamiento estructural” (Strange1986) de este nuevo mercado de técnicas y conocimientos especializados

ha tenido inevitablemente un impacto fuera de los l ímites de los Estados

Unidos. Mediante una suerte de paradoja, el mercado internacional de

vocaciones profesionales, domina do por las insti t uciones esta dounidenses,ha a yuda do a ha cer realidad la a mbición del esta blecimient o generador de

la polí t ica interna cional de constru ir una red intern a ciona l de profesiona -

les de éli te. No obst a nt e, en el tr a nscur so del proceso, los meca nismos so-

ciales en los que la estrategia reposaba han venido siendo destruidos, en

particular los canales que condujeron –mediante la existencia de viejoslazos aca démicos constr uidos en G roton, S kul l and B ones, La ngley y otros

lugares– al surgimiento de la homogeneidad del establecimiento genera-

dor de la polí t ica internacional , así como de las ventajas que iban de la

mano con la división flexible de diversas operaciones hegemónicas. 3

Va ria s ref lexiones má s deta l lada s sobre este proceso de ruptu ra dentr o

de una continuidad pueden ser conjeturadas. Lejos de ser de t ipo l ineal ,como el desplazamiento desde el carisma hacia la rutina en el escenario

weberiano t ípico, las transformaciones de este campo de la práctica han

ocurrido por la existencia de una competencia en donde las estrategias

2 Las reflexiones de Charles M aynes, ex director de Foreign Policy , son sugestivas. Recientem ente

escribió que “uno de los papeles que juega ocasionalm ente el editor deForeign Policy  es el de serun asesor inform al (y sin pago) que presiona a los productores de televisión, quienes a su vez

requieren conocer inm ediatam ente quién puede com entar de m anera docum entada un cierto

asunto de políticas públicas. Para la m itad de la década de los 80, estos talentosos rastreadores

de televisión em pezaron a interesarse m enos y m enos sobre quién pudiera hacer com entarios

docum entados y m ás y m ás en quién pudiera exponerlos de m odo com bativo”(1977).3 Jeane Kirkpatrick –uno de los perfiles conservadores m ás conocidos–expuso que “las relaciones

internacionales no pueden ser m ás el escenario de una élite exclusiva ... la dem ocratización de lasrelaciones internacionales ha tenido lugar de una form a im presionante”(citado por Spiro 1995).

Según Ricci, “la creciente im portancia de los profesionales en m ateria de política se ha m ostradom ás claram ente en la política internacional, pues dicho ám bito es am pliam ente difundido por los

m edios de com unicación y así sus protagonistas resultan ser fácilm ente conocidos”(1993, 143).

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202 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

pueden cam biar de a cuerdo con los recursos socia les que los sujetos y los

grupos son ca pa ces de movilizar en un t iempo y espa cio determ ina dos. La

nueva genera ción n o solam ente es un grupo de tecnócra ta s , pues ta mbién

ha recurr ido a persona s nota bles o prestigiosa s (a lgunos recién a cuña dos).Y esta s persona s nota bles, en escena rios par ticulares, a su vez se ha n ser-vido de conocimientos técnicos especializados o de acreditaciones merito-

crá t icas .

Desde que la contrarrevolución conservadora precipitó el desmorona-

miento de la fachada de unidad que había sido cult ivada por el estableci-

mient o l ibera l , los diferent es segmentos del est a blecimiento empezar on a

buscar plazas insti tucionales desde las cuales adquirir poder y autoridad.

Algunos –incluyendo un grupo ba sta nt e conocido de demócrat a s l iderad o

por H umphr ey, ent re ellos J ean ne Kirkpa tr ick y otros “neoconservadores”–se unieron a la nueva derecha con el objeto de conquistar el Estado me-

dian te el respaldo a a quellas organiza ciones de derecha que ay uda ban a la

preservación de una fachada cientí f ica: el Insti tuto Americano de Empre-

sas , e l Inst i tuto H oover, la F unda ción H erita ge y el Inst i tuto Ca to (Eh rma n1995; Sm ith 1991, 170). Otr os logra ron libra r el contr a a ta qu e a los conser-

vadores recurriendo a la red total de insti tuciones –fundaciones tradicio-

na les, a sociaciones profesiona les, universida des y ONG – en donde ma nt enían

una posición fuerte.

E l terreno de los derechos hum a nos intern a cionales ofreció un nú mero

de venta ja s tá ct ica s a las persona s que se ha bía n a l ineado en contr a de la

nueva derecha . No obsta nt e, est o no signif ica qu e la dedica ción de esfuer-zos en el ca mpo de los derechos hu ma nos fuera simplemente un oport unis-

mo que debía ser desenmascarado. De nuevo, es posible entender esta

dinámica de un modo más adecuado si regresamos a los orígenes de este

proceso de dedicación continua de esfuerzos y recursos en favor del movi-miento profesional de los derechos hu ma nos. Después podremos explorar

el modo como un a a linea ción sociopolítica ba st a nt e específica cont ribu yó a

la configuración de nuevas estructuras alrededor de las cuales fueron re-

constru ida s las insti t uciones pa ra la protección de los derechos huma nos.

La presidencia de Richard Nixon abrió la primera brecha en la hege-

monía del esta blecimiento del Est e Nort eamerica no, una hegemonía q ue,rea lmente, ya ha bía s ido desaf iada por la G uerra de Vietna m. De hecho, las

divisiones generaciona les y de otr a índ ole que surgieron dura nt e la guerr a ,

simbolizada s por la Convención D emócra ta de Chicago en 1968, fa ci l ita ron

la elección de Nixon. La evolución de las preocupaciones en materia de

derechos humanos como un asunto explíci to de la polí t ica internacionalpuede ser conecta da con a quellos que pensa ban que las estr a tegias m ili ta n-tes de la G uerra F ría debía n ser a t emperada s acudiendo a un enfoque má s

orientado hacia el desarrollo y la democracia. Así, se expidió una disposi-

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ción del Congr eso qu e ordena ba tener en cuenta los derechos huma nos en

la implementa ción de la polí t ica exterior, la cua l fue ja lona da por D ona ld

Fr a ser, un congresista de Minnesota que ha bía sido uno de los l íderes l ibe-

rales protegidos por Hubert Humphrey.4

  En respuesta a las revelacionesa cerca del papel de la C IA en el derrocam iento de Allende, él, con la a yud ade otr os miembros a ctivista s del Congreso y de algunos pioneros a cadémi-

cos –incluyendo a Fra nk Newm a n de la U niversidad de B erkeley– preten-

dieron, en la s pa la bra s de uno de ellos, “poner a l país del lado de los á ngeles,

empleando los derechos humanos como la piedra angular de la polí t ica

internacional estadounidense”. Sirviéndose también ampliamente de Am-

nistía I nt erna ciona l y de la Comisión Int erna ciona l de J urista s, las cuales

para entonces estaban ganando relevancia, los cuerpos bajo su dirección

produjeron un reporte t i tulado L os der echos humanos en l a comun i dad mundia l  (U S H ouse Commit tee on Foreign Affairs 1974) a l igua l que u na

legislación que deman da ba q ue el Depa rta mento de Est a do negar a a sis ten-cia a ciertos pa íses “que cometía n seria s viola ciones en det riment o de los

derechos hu ma nos” .5

J immy C a rt er, vigoriza do y guiado por la Comisión Trilat eral , se pusoel manto de los derechos humanos. Él buscó actualizar el diseño de una

gra n a lianza intern a cional de nota bles, compensa ndo la pérdida de la s ilusio-

nes tecnócra ta s que estaba n detrá s de la Al ia nza para el P rogreso y de la

guerra en cont ra de la pobreza a tr a vés de la a pelación a la ideología de losderechos humanos.6 Aun si , en la prá ctica , los derechos hum a nos no tuvie-ron un mayor impacto en las decisiones de Carter sobre polí t ica interna-

cional , la retórica ayudó a generar interés respecto a este tópico que se

encontra ba en esta do embriona rio en los á mbitos del derecho y la diploma cia .

De hecho, sin que se les prestara mucha atención o incluso respeto

dentro de la a ca demia , ya ha bía n t enido lugar a lgunos esfuerzos a ca démi-

cos para construir una legislación categórica sobre los derechos humanos

internacionales. El documento más importante en el proceso de construc-

ción d e esta á rea del derecho fuela  Decl ar ación U ni ver sal de l os Der echos 

Humanos , adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en

1948 (United Nations 1995). El trabajo adelantado por una comisión de

notables bajo la dirección de Eleonor Roosevelt también fue importante

(Korey 1998, 29-50). No obstante, en las fases iniciales de la Guerra Fría,

4 El director de personal de Fraser era parte de una reciente red liberal de exfuncionarios vincu-

lados al Servicio de Extranjería.5 Foreign Assistance Act  de 1973, Public Law 93-189, Cong. Num . 93, 1ª ses. (septiem bre 10 de

1973).

6 “De los 23 nom bres del pie de fuerza de gestión en política extranjera y defensa de la

adm inistración C arter, todos, salvo m uy pocos, pertenecían al m ism o pequeño m undo inces-tuoso –Brookings , las revistasForeign Af fairs  y Foreign Policy , así com o diversas fundaciones yfirm as de abogados y de inversión–”(Schuettinger 1977).

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204 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

los esfuerzos orient a dos a este dominio fueron bast a nt e reducidos, y relat i-

vamente marginales en el derecho internacional y en la polí t ica exterior

de los Estados Unidos.

El primer l ibro de casos para enseñanza estadounidense que tra tó eltema del derecho intern a cional de los derechos hum a nos fue publicado en

1973. Los a ut ores fueron dos a ca démicos na cidos en Eu ropa, L ouis Sohn y

Tomas Buergenthal , quienes por el lo de algún modo se encontraban afue-ra de la s corrientes en boga . 7 S iendo pa rt ícipes de este proceso de elabora -

ción y de legit ima ción de diversa s regula ciones en el á rea , estos au tores se

sirvieron a mplia mente de los a van ces europeos y de ma nera bast a nte cons-

cient e ensa mblar on y dispusieron de forma conjunta cua lquier rudiment o

que pudiera a yuda r a la const rucción jurídica de este á mbito.8 Los a utores

del segundo libro de casos, Richard Lillick y Frank Newman (1979), si-guieron la misma estrategia . Estos trabajos de promoción y de idealismo

jurídico empezaron a ganar credibilidad en la década de los 70, pero el

esfuerzo no siempre fue fá cil . U no de los promotores semina les del ca mposeña ló qu e los líderes de la S ocieda d E sta dounidense de Derecho Int erna -

cional habían indicado que “los derechos humanos en realidad no eran

derecho. Solam ente polít ica ” . P eor a ún, de a cuerdo con un o de los dirigen-

tes d el esta blecimiento genera dor de la polí t ica exterior, la s preocupa cio-

nes por los derechos huma nos representa ba n un idea lismo imprá ctico qu e

estaba n t ra spasa ndo los l ímites de la socieda d.9

Fra nk Newma n, ex deca no de la U niversidad de C a l ifornia en B erkeley

(y t iempo después magistrado de la Corte Suprema de Cali fornia), fue el

7 El escrito anterior de Buergenthal había sido sobre la Corte y la Com isión Europea de D erechos

Hum anos. Buergenthal fue uno de los sobrevivientes de los cam pos de concentración nazis.Com o profesor de derecho, él sabía que los derechos hum anos sólo podían ser construidos com o

disciplina si se tom aba distancia del activism o político. Para convertirse en una persona respeta-

ble académ icam ente, era necesario alejarse de la im agen izquierdista asociada con la prim era

im presión que causó Am nistía Internacional cuando llegó a los Estados U nidos. Luego de que

Buergenthal em pezó a presidir la Corte Interam ericana en 1979, tam bién creó un instituto en SanJosé (Costa Rica) con base en el que había sido instituido por René Cassin en Estrasburgo. Dichoinstituto estrecharía nexos con la Com isión Europea y la Corte de D erechos Hum anos. La idea era

sensibilizar y form ar practicantes que representaran todo el espectro de las sensibilidades políti-

cas. De acuerdo con un participante, se trataba de “enrolar a las personas adecuadas, en lugar

de vincular sim plem ente a sujetos toscos y extrem istas”.8 La pretensión de Sohn y Buergenthal puede ser com prendida en el prefacio de su libro, en

donde se sostiene que “una com prensión sobre el cam po de los derechos hum anos presupone

un entendim iento del proceso bajo el que este cam po ha evolucionado. El proceso tiende a ser

en ocasiones em barazoso y sus resultados difusos, ya que no sólo se sirve de fallos judiciales–nacionales e internacionales–sino tam bién de la correspondencia diplom ática, de los pronun-

ciam ientos gubernam entales, de las negociaciones internacionales, de los debates en foros

nacionales e internacionales, así com o de las declaraciones y convenciones”(1973, v).

9 O scar Schachter, otra figura im portante en estos eventos, reportó que en 1968, cuando él erapresidente de la Sociedad Estadounidense de D erecho Internacional, el decano A cheson criticaba

fuertem ente a los académ icos que, según él, estaban tratando de utilizar el derecho internacio-

nal para prom over sus ideales en lugar de describir lo que justam ente enunciaba el derecho.

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nexo determinante entre los idealistas de los derechos humanos y las lu-

cha s a delant a da s en el ca mpo del poder. Su int erés por los derechos huma -

nos se derivó de un encuent ro promovido por la Comisión I nt erna ciona l de

J urista s (CI J ) en G inebra a f inales de los a ños 60. Terminó tr a ba ja ndo enel caso de la C IJ en contra de Gr ecia en las Na ciones Un idas a l comienzode la década de los 70 y, en el transcurso de dicho proceso, elaboró los

documentos que vendrían a ser centrales en el texto publicado por él y

Lillich. S e dice que New ma n fue el ar tífice de la legisla ción de 1975 que se

convirt ió en la pla ta forma de la campa ña sobre derechos huma nos adelan-

tada por Carter . Las estra tegias ideal is tas de estos académicos ubicados

en la periferia d el derecho intern a cional juga ron de este modo un pa pel en

las gu erra s esta dounidenses por el poder, ay udá ndoles a proveer legit imi-

dad a l a taque l ibera l de los demócratas –quienes se encontraban a fueradel poder esta ta l– sobre la int ervención de los E sta dos Un idos en Ch ile.

En la mita d de los a ños 70, la s sa cudida s por el ma nejo del petr óleo, la

crisis del dóla r, la infla ción y los fuert es reclam os provenient es del Tercer

Mundo ha bían soca va do el sueño a merica no de una sociedad sin clases qu e

se ha bía erigido a pa rt ir de una expa nsión económica sin l ímites. Como lo

señaló cínicamente Samuel Huntington, la coyuntura de la crisis parecíademan da r q ue las a spira ciones de igualda d –e incluso de prosperida d– de

algunos grupos subordinados fueran restringidas. Semejantes aspiracio-

nes de igualdad, desde esta perspectiva, estaban ocasionando que las de-mocracias resultaran ingobernables. El discurso en favor de los derechos

hum a nos, l imita do genera lment e a “ los derechos civiles y polí t icos” , ofre-cía una ideología substi tuta que tenía la virtud de l ibrarse de las leyes

duras de la economía. Esta ideología no resultaba inconsistente con un

nuevo énfasis en la s n ecesidad es de los negocios.10

La nueva izquierda interpr etó estos giros y el discurso virtu oso relacio-nado con los mismos como a lgo que no era nada más que “una máscara

mora l sobre el rostr o del tr i lat era l ismo” (Skla r 1980, 29). Est a nueva tá cti-

ca ofreció la vent a ja de poder voltear la pá gina del fra caso en Vietn a m a sícomo del a poyo a ciertos regímenes mili ta res, permitiendo a l mismo tiem-po una contra ofensiva orienta da a las dema nda s de los “ tercermundista s” ,

contra quienes también podía ser ejercida cierta presión para que se con-

formaran a los dictados de la democracia . 11  De forma parecida , y de una

10 Resulta interesante que el editor delNew York Times , Arthur O chs Sulzberger, decidiera en 1976

hacer una purga de las personas con perfil no em presarial del Com ité, así com o respaldar alneoconservador Patrick M oynihan para que se lanzara al Congreso de los Estados Unidos enrepresentación de la circunscripción de N ueva York, rechazando de esta form a un com ité edito-

rial que se encontraba dividido entre Ram sey Clark y Bella Abzug (Silk y Silk 1980, 95).

11 Respecto a las afirm aciones de los líderes del Tercer M undo, el éxito de la O PEP había encauzadolos esfuerzos para que se gestara un “Nuevo O rden Económ ico Internacional”(N O EI) en lasNaciones Unidas.

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206 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

manera más c lásica , esta estra tegia de los derechos humanos logró tam-

bién ejercer presión sobre el bloque comunista , a l centrar las miradas en

el trato a los disidentes y a los judíos soviéticos (Korey 1993, 1998, 229-

247). Desde una perspectiva de izquierda, por lo ta nt o, esta a rma simbóli-ca de los derechos humanos dio continuidad a la empresa hegemónica dela Guerra Fr í a .

Tiene ra zón la crí t ica izquierdista de la estr a tegia de los derechos hu-manos, impuesta de manera signif icativa por la estrategia polí t ica de sus

autores. No obstante, el cambio de posiciones en este juego estratégico

contradice ex post f acto   la plausibilidad de este diagnóstico crítico. La vic-

toria de la nu eva derecha y de la economía n eolibera l , personif icada por el

apogeo de la a dministra ción Reaga n, t ra nsformó la na tura leza de la estra -

tegia de los derechos hu ma nos. En efecto, el ca mpo de los derechos hum a -nos desar rolló un gr a do substa ncial de aut onomía con respecto a l poder del

Estado.12  Asimismo, se convirt ió en el área de disputa polí t ica entre los

nuevos conservadores detentadores del poder estatal y una amplia coali-ción q ue reunía a los element os má s l ibera les del esta blecimiento a l igual

que a miembros de la izquierda provenientes del movimiento en favor de

los derechos civiles (la Asociación de Libertades Civiles Estadounidense

[ACL U ] y la Asociación Na ciona l par a el P rogreso de las P ersona s de C olor). 13

12 Este proceso se hizo evidente incluso cuando Reagan accedió a la presidencia. En el New Republic  se dijo que A ryeh N eier había dicho que Am ericas W atch se había fundado en respues-

ta al arribo de la adm inistración Reagan. “Aquellos de nosotros que cream os Helsinki W atch”,

sostuvo, sentían que [la adm inistración Reagan] “estaba tratando de socavar Helsinki W atchbajo la creencia de que esta instancia estaba politizando el tem a de los derechos hum anos en la

Unión Soviética”. Cuando Jeane Kirkpatrick sugirió tratar de form a m ás considerada los regím e-

nes autoritarios en com paración con los regím enes totalitarios, “sentim os que la única m anera

de hacernos creíbles con el m anejo de los derechos hum anos en la U nión Soviética, sin que

fuéram os objeto del cargo de estar atizando una ofensiva propia de la G uerra Fría, era queintentáram os ser im parciales y por lo tanto m anifestarnos tam bién preocupados por los abusos

en contra de los derechos hum anos que estaban ocurriendo en países am igos regidos por

gobiernos autoritarios”(Kondracke 1988).

13 De hecho, en varios aspectos relevantes, esta realidad reforzó el descenso político de losabogados relacionados con el m ovim iento de los derechos civiles, el cual estaba perdiendo auge

en los Estados U nidos bajo la nueva era del conservatism o. Según uno de los profesores dederecho que se dedicó al ám bito de los derechos hum anos a finales de los años 70, “yo hice

todo tipo de trabajo relacionado con la Enm ienda Prim era de la Constitución así com o con otrotipo de casos. Pero cuando los años 70 em pezaron a avanzar, la m area em pezó a tornarse en

contra nuestra y com enzam os a repetirnos en nuestro discurso y no sé. Sim plem ente m e cansé

de eso. Así, m e fue ofrecido este trabajo de ser profesor ... luego de la m itad de la década delos 70 ... cuando em pecé a ser profesor, los derechos hum anos internacionales se convirtieron

en un asunto caliente sobre el que no conocíam os nada. Q uiero decir, ni siquiera sabíam os enun principio cuáles eran los docum entos en donde se establecían los derechos. Pero esto

em pezó a funcionar en la m ism a m edida en que la gente se había involucrado con el tem a de

los derechos hum anos. Así, una form a fueron las personas que habían estado involucradas conlos derechos civiles, usted sabe, personas que luchaban por los intereses colectivos y que se

habían orientado hacia los asuntos relacionados con los derechos hum anos”. Según otrapersona que form ó parte de Am nistía en el cenit de la década de los 70, “ese, usted sabe, fue

el tiem po ... en donde el m ovim iento en contra de la guerra y aquel de los derechos civiles vivie-

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207

El comité estadounidense denominado Helsinki Watch, que sería la

insta ncia precursora de Hum a n Right s Wa tch, inicialment e fue crea do por

la in sistencia d e Art hur G oldberg en 1979. 14 U n a rt ículo de periódico suge-

ría que el comité verif icaría el acatamiento por parte de los Estados Uni-dos de las provisiones de derechos hu ma nos esta blecida s en el Acuerdo deHelsinki (Poder 1979). No obstante, las posibilidades de intervención se

hicieron má s a mplias en el ca mpo de la violación de los derechos hum a nos

ron una etapa difícil y desaparecieron, pero fui afortunado en que para ese entonces contraté

algunas personas que habían sido integrantes activos del m ovim iento en contra de la guerra y

habían estado vinculados a A m nistía Internacional”. Igualm ente, los com entarios de Jerom e

Shestack acerca del Com ité de A bogados para los Derechos Hum anos resultan útiles: “haciafinales de 1976 y com ienzos de 1977 creí que los abogados no estaban involucrados en el tem a

de los derechos hum anos internacionales del m odo com o lo debían estar, tal y com o lo habían

hecho con el m ovim iento de los derechos civiles. Entonces, junto con John Carey, quien [habíasido] ... el presidente de la Liga Internacional para los Derechos Hum anos o apenas había dejado

su cargo (yo era el presidente de entonces), em pezam os a enrolar diversos abogados en estecam po. En ese tiem po había un grupo denom inado Abogados Asociados o A sociados de N ueva

York, quienes se dedicaban a hacer actividades con fines de beneficencia social. Los integré a la causa

y conform é el Com ité de A bogados para los Derechos H um anos Internacionales com o la

instancia subsidiaria de la Liga Internacional para los Derechos Hum anos. Fui el prim er presiden-

te de dicho Com ité y pedí a Carey Bogan que fuera la copresidenta. Ella había sido la presidentade la sección de derechos individuales de la A m erican Bar Association (Asociación Estadouniden-

se de Abogados). Posner, el prim er director, había tratado infructuosam ente de abrir plazas de

trabajo con Ralph Nader y con la A CLU”(Singer 1987, 7). Aryeh Neier, quien se convirtió en el

líder de H um an Rights W atch, había sido el director de la A CLU en los años 70. La A CLU sufrió

una recaída substancial a finales de dicha década, pasando de 270.000 m iem bros en 1974 a185.000 en 1978 (G arey 1998, 177).

14 Com o em bajador del presidente Carter, G oldberg fue la figura clave que hizo que los acuerdos

de Helsinki –los cuales habían sido negociados por la adm inistración republicana de turno y

contenían una “canasta”de derechos hum anos relativam ente desconocidos–se volvieran un

tem a de relevancia pública general para ir en contra del tratam iento que se estaba dando a losdisidentes. G oldberg provenía de una fam ilia pobre y se hizo conocer por su trabajo en repre-

sentación del sector sindical. Fue el asesor general del Sindicato de Trabajadores del Acero por

m uchos años y ayudó a consolidar la fusión entre las principales asociaciones sindicales (AFL y

CIO ). Su habilidad de negociación en favor de los sindicatos ayudó a preservar un am biente

pacífico dentro de ellos, e incluso fue considerado com o aquel que le dio el voto de respaldo ennom bre de los trabajadores a Kennedy, quien en respuesta le ofreció el cargo de secretario de

Trabajo, luego el de m agistrado de la Corte Suprem a y posteriorm ente el de em bajador ante lasNaciones Unidas. Después renunció ante su oposición a la G uerra de Vietnam . Asim ism o, por

poco tiem po form ó parte del establecim iento de W all Street com o socio de Paul W eiss. Entre

otras actividades, tam bién fue presidente del Com ité Judío-Estadounidense en 1968 y 1969. Enpalabras de los supervisores del acuerdo de H elsinki, según Korey, “G oldberg vio la necesidad de

acudir a una O N G estadounidense altam ente reconocida y responsable, que pudiera facilitar

inform ación acerca de la represión com unista y así pudiera sensibilizar a la opinión pública de

O ccidente ... así se reunió con el presidente de la Fundación Ford, M cG eorge Bundy, y lo

convenció de configurar una O N G apropiada”(Korey 1998, 238). La ayuda financiera inicial dela Ford fue de $500.000 dólares concedidos a Bernstein. El propósito explícito era “establecer

vínculos”con los grupos creados o que pudieran crearse com o consecuencia directa de los

acuerdos de H elsinki. Helsinki W atch, por su parte, esporádicam ente ayudó a la conform ación

de la Federación Internacional de H elsinki, la cual, para 1988, “estaba funcionando com o uninstrum ento efectivo de coordinación para generar conciencia en m ateria de derechos hum a-nos”(Korey 1998, 243). En el proceso de H elsinki el Congreso tam bién jugó un papel activo en

cuanto a la im plem entación de la estrategia de los derechos hum anos. De nuevo, en un

com ienzo el Departam ento de Estado no fue entusiasta con esta em presa.

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208 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

en el extra njero, y no ta nt o en la intención de resucita r a los movimientos

de no a la guerra y en fa vor de los derechos civiles en los Est a dos Un idos.

El comité se transformó en Human Rights Watch en 1982, junto con una

nueva f i l ia l , denominada America s Wa tch, la cual se enfoca ría en las ba ta -l las por el cont rol en La tinoa mérica . El director fue Aryeh Neier, un desta -cado ex líder de la ACL U , y tiempo an t es el cuerpo directivo ha bía in cluido

diversos a bogados del est a blecimiento que t enían como punt o en común su

oposición a la G uerra de Vietna m. C omo uno de los sujetos lo esta bleció, el

foco de a tención loca l esta ba centr a do en el Est a do, así la s investiga ciones

fuera n a dela nta da s en el exterior : “nuestra orienta ción, par a ese entonces,

estaba dirigida a Wa shington”.15

La al ianza se cimentó por una oposición común hacia los mili taristas

que ha bía n a poya do la G uerra de Vietna m y otra s intervenciones simila-res, pero asimismo continuó manteniendo los rasgos de una combinación

entre la postura de nobleza obliga y unas profundas convicciones cívicas

que la condujeron a movilizarse en servicio del interés público. 16  Sin em-

ba rgo, el principa l enemigo dejó de ser el r égimen soviético. E l bla nco ah o-

ra era n las dicta duras mili tares derivada s de la G uerra Fría y t ra nsformada s

por los C hica go B oys en la nueva religión del mercado. El bla nco simbólicofue J eanne K irkpa tr ick –una demócra ta ex miembro del grupo de H umphrey

que fue relega da luego del giro de izquierda que sufrió el P a rt ido Demócra -

ta en 1972–, ya que los activistas en derechos humanos particularmentepusieron en tela de juicio las justificaciones que ella esgrimió (que ellos

eran simplemente autori tarios , y por tanto, d i ferentes a los comunistastota l i ta r ios) para a poya r a P inochet y a los genera les mil ita res de la Argen-

t ina . 17

La tercera generación del movimiento de los derechos humanos, encontra ste con Amnist ía , t endió ha cia la a dopción de un perf i l má s eli t ista y

que esta ba inspira do por la persecución de ca usa s má s polít icas. En lugar

15 De igual form a, Bernstein le dijo a Korey que, en com paración con Am nistía, “nosotros estába-

m os m ucho m ás involucrados con el G obierno estadounidense. Estábam os en todas partes delm ism o”(Korey 1998, 343).

16 Por ejem plo, O rville Schell organizó una m archa de m il abogados en W ashington en 1970, en

protesta a la invasión de Cam bodia.17 “Luego de la convención dem ócrata de 1972, Kirkpatrick y otros se vieron m arginados de los

procesos de tom a de decisiones y conform aron una Coalición para una M ayoría D em ócrata que

incluía a H um phrey, Henry Jackson, Norm an Podhoretz y su esposa M idge D ecter, M ichael Novak,

Austin Ranney, Daniel M oynihan, Ben W attenberg, Kirkpatrick y otros que pretendían hacerlecontrapeso al ala de los McGovernities . El grupo fue caracterizado com o neoconservador”(Conaw ay 1981). Kirkpatrick form ó parte del Am erican Enterprise Institute y m antuvo nexos

estrechos con Commentary , la publicación neoconservadora de punta. M oynihan com enzó sucarrera política trabajando para Averill Harrim an, cuando fue gobernador de N ueva York a princi-

pios de los años 50. Curiosam ente, Irving Kristol, otro neoconservador reconocido, había sidouna de las personas clave en la ofensiva cultural de la década de los 50 –patrocinada por la CIA–com o editor de Encounter , radicado en Londres (ver , por ejem plo, Nielsen 1985, 203).

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209

de ser persona s nota bles qu e seguían una estra tegia secreta dentro de los

recintos del E sta do, como ha bía sido an tes el caso, estos profesionales pres-

tigiosos decidieron concentr a r s us esfuerz os en el terr eno de los derechos

humanos para así desafiar la orientación de la nueva derecha ultracon-servadora , la cua l en nombre del a ta que a l comunismo se encontr a ba lu-chando en contra de una serie de inst i tuciones y enfoques que habían

ma nt enido a los reformist a s profesionales en el poder. Est a nueva éli te de

los derechos huma nos, representa da por H uma n Right s Wa tch, logró dife-

rencia rse de las personas nota bles de la C omisión In tern a ciona l de J uris-

ta s (CI J ) no sólo por su orienta ción má s política sino por el tipo de ca pita l

social que movil izaba. La iniciat iva provino primordialmente de la indus-

tria publici taria . Robert Bernstein, el presidente de la entidad Random

H ouse, llegó a l comité H elsinki Wa tch debido a una preocupación, q ue co-menzó al comienzo de los años 70, de proteger la libertad de expresión de

disident es soviéticos y del Est e europeo. Varios a boga dos import a nt es ta m-bién forma ron pa rt e de la empresa desde un comienzo, incluyendo dos fun-

ciona rios, Orville Schell y Adr ia n d e Wind, socios en la dirección d e firma s

de Wa ll Str eet y ha bían s ido o era n pa ra ese entonces president es del gre-

mio de abogados de la ciudad de Nueva York.18 J unt o a este grupo relacio-

nado con el comité Helsinki Watch también se encontraban rectores deuniversidades importantes, como Chicago, MIT o Columbia; asimismo l í-

deres de gran des ban cos, como La za rd F reres o los herma nos Sa lomón; yrepresenta nt es del mun do l itera rio como los a ut ores E. L. D octorow , Toni

Morrison o Robert P enn Wa rren.

Que el mundo l i tera rio y periodístico se ha ya encont ra do en la ba se del

movimiento de los derechos humanos no es un dato meramente anecdóti-co. En un nuevo contexto que era al mismo tiempo más polí t ico y más

eli t ista , dichas instancias vinieron a reforzar una orientación que de ma-

nera creciente concedía primacía al cubrimiento de los medios de comu-

nicación. Ciertamente Amnist ía había buscado ganar la a tención de los

medios, pero la inf luencia progresiva de estos últ imos se ha bía convert idoen factor central incluso para la selección de un determinado modelo de

orga nización. E l giro de un capita l de t ipo esta ta l a otr o de índole informa -

tivo, moldead o por los medios, impuso su propia lógica de m erca do (B ourdieu

1996b), acelerando así las transformaciones en el campo de los derechos

humanos y en la forma como el mismo vendría a estar conf igurado. La

lógica detrás de este cambio propaló fuertes implicaciones en la historiainst ituciona l que se dio a l interior del movimiento de los derechos hum a nos.

18 La carrera del últim o de ellos incluye haberse desem peñado com o presidente del Consejo para

la D efensa de los Recursos Naturales, una de las ONG m ás activas en m ateria de m edio am biente.Schell, en la m itad de la década de los 70, tam bién fue m iem bro del selecto Consejo para el

Derecho de los Intereses Colectivos.

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210 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

LA CRECIENTE DOMINACIÓN Y PROFESIONALIZACIÓN DELAS ESTRATEGIAS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La propaga ción de diferentes dicta dura s mili tar es en L a tinoamérica , la elec-ción de J immy C a rt er en 1976 y la obtención del P remio Nobel de la P a z

por pa rt e de Amnist ía , condujeron a que el nivel de a udiencia de las a ctivi-

da des de Amnistía Int erna ciona l aument a ra de modo considerable. La s ca m-

pañas públicas de denuncia faci l i taron su prosperidad y crecimiento. No

obsta nt e, la par te nega tiva de estos beneficios se presentó en el hecho de

que la prensa también tendía a imponer su propia agenda y sus propios

cri terios de excelencia. U no de los ra sgos de la a genda de los medios infor-

mativos es que la información debía ser creíble. 19  En respuesta a varias

crí t icas, Amnistía Internacional progresivamente intentó mejorar la cal i-da d de su persona l en Londres, a cudiendo a la a yuda de un grupo de profe-

siona les encar ga dos de recolecta r y d e orga niza r diverso tipo de inform a ción,

reempla za ndo así gra dua lmente a los principia nt es prestigiosos. E stos pro-

fesionales lógica ment e tra ta ron de imponer su propio progra ma , en oposi-

ción al de los mili tantes que inicialmente habían dirigido la creación yposterior crecimiento de Amnistía. 20

La s estra tegia s profesiona les e inform a tiva s de los medios se fort i f ica-

ron mutuamente. Para la prensa el asunto no sólo era una cuest ión de

ideales. Una persona inmersa en dichos ámbitos sugirió que para que lainforma ción tuviera a cepta ción genera l , la misma no sólo debía ser creíble,

s ino a demás “a tra ct iva” . E n cuant o la s ONG se mult ipl ica ron en número,

la competencia se hizo más reñida, ya que la capacidad de las ONG paraobtener cobertura en los medios determinaba en gran medida su grado de

visibilidad, su ca pacidad d e enrolar diversa s persona s a l proyecto y, f ina l-

ment e, el ta ma ño de su presupuesto. La s cont ribuciones individuales rea -

lizadas para estas causas y, hasta cierto punto, el respaldo proveniente de las

funda ciones se encont ra ba n fuert emente rela cionad os con su gra do de no-

19 En lugar de declaraciones de principios, los periodistas querían asir los hechos. Com o lo sugirió

uno de quienes fueron diligentes en ese entonces, “usted tenía que saberse bien los hechos, y

para eso se necesitaban investigadores hábiles en lugar de principiantes voluntariosos ... así, los

expertos se tenían que ubicar a la vanguardia o los periodistas llegarían a m atarte”. Esto llegó aser de m áxim a im portancia en cuanto em pezaron a ser bom bardeados por inform aciones pro-ducto de la línea de relaciones públicas de los servicios gubernam entales, con las cuales se

lograban ocultar o esquivar los hechos de una form a bastante efectiva.

20 Según Korey, para 1994, en respuesta al desafío planteado por Hum an Rights W atch a A m nistía,“ya resultaba evidente que ‘los viejos valores’de la organización, incluyendo la calidad y la preci-sión de la investigación, habían resultado alterados. Para [uno de los activistas] ... el cam po

‘había cam biado’, lo que era asum ido com o algo ‘desconcertante’”. El cam bio se dio, de acuer-do con la fuente citada por Korey, debido a la presión de la seccional estadounidense: “desde la

perspectiva de la seccional estadounidense, confrontada –com o de hecho lo estaba–con unaagresiva y dinám ica organización com o lo era H um an Rights W atch, Am nistía debía ser igual-m ente dinám ica y rápida en la publicación de los reportes”(Korey 1998, 305).

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211

toriedad. En este cont exto, los profesiona les que cont ra ta ba n esta ba n l is-

tos pa ra opera r de a cuerdo con los métodos y objetivos má s efectivos den-

tro de esta estrategia orientada hacia los medios de comunicación. 21

Del mismo modo en que Amnistía In tern a ciona l edif icó su identida d enoposición a la CI J , las n uevas orga niza ciones par a la protección de los dere-

chos huma nos ba sa ron su identida d en lo que ella s percibía n como los l ími-

tes, o incluso las la guna s, de Amnist ía par a impulsar la m ovilización ma sivaen favor de sus ca usa s.22 P a ra los promotores de esta s estructura s , quienes

genera lmente habían s ido ac t iv i s t as de Amnis t í a , es ta ins t i tuc ión era

percibida como un m odelo que “ha bía q ue superar ” (ver  a demá s K orey 1998,

344-345). 23  Ellos recriminaron a Amnistía por su formalismo y su rigidez

21 Según uno de los participantes de larga experiencia en Hum an Rights W atch, “yo creo ... que

en lo cual Hum an Rights W atch ha sido particularm ente exitosa es ... en haber ascendido un

escalón m ás [en contraste con Am nistía] ... prim ero en el em pleo de los m edios inform ativos

com o un instrum ento crucial en favor de los derechos hum anos. N osotros estam os satisfechosde conseguir presentar la inform ación relacionada con los derechos hum anos de una form a

que resulta atractiva para los m edios, y este es un proceso de paso constante y evolutivo, que

igualm ente requiere que uno conozca cuáles son los periodistas diligentes e interesantes para

los lectores m ás allá de lo que hubieran podido hacer por sí m ism os en un m om ento determ i-

nado. Este tipo de personas están inclinadas a incorporar este tipo de inform ación”.22 De acuerdo con un activista veterano de los derechos hum anos, “la diferencia fundam ental ...

es que H um an Rights W atch no se ve a sí m ism a com o una organización de m em bresía, por lo

cual probablem ente puede m overse ágilm ente. Es decir, el punto fuerte de A m nistía tam bién seconstituyó en uno de sus puntos débiles: pues ya que se trataba de una organización de m em bresíano podía m odificar asuntos básicos sin el consentim iento de sus m iem bros, que cada vez fueron

m ás y m ás ... Hum an Rights W atch observó dicha situación y de m odo bastante consciente

decidió evitar el verse bloqueada por el hecho de tener que consultar con sus m iem bros cual-

quier gestión. Así, ha contado con una libertad trem enda para decidir, bueno ... tom e com o

ejem plo el derecho hum anitario. Am nistía todavía fue m uy cautelosa y aún lo es en cuanto atrabajar en el cam po de los conflictos arm ados así com o en citar norm as del derecho hum anita-

rio ... Hum an Rights W atch ha dicho, ustedes saben, esto es lo que está pasando ahora y hay m ás

y m ás cosas relevantes para los derechos hum anos que ocurren en contextos de conflicto arm a-

do, así es que vam os a em pezar a m encionarles, usted sabe, norm as del derecho hum anitario, y

así m ism o trabajarem os en áreas de conflicto arm ado, com o en Chechenia, y de hecho han sido

capaces de hacerlo así ... ya que no cuentan con un sistem a de m em bresía, no pueden recolectarsus fondos m ediante el aporte de los m iem bros, es por eso que su respaldo m ayor han sido las

fundaciones”. De igual form a, según uno de los activistas de am plia experiencia en H um an

Rights W atch, “una de las cosas de las que siem pre estuvim os conscientes es que Am nistía

Internacional era el pez grande ... debido a su tam año, lo cual le acarreaba lim itantes bastanteestrictas: prim ero en térm inos de la m ateria en la que quería orientarse. Sólo se centró en asun-

tos relacionados con los prisioneros. Si usted no estaba bajo custodia, generalm ente A m nistía no

podía considerarlo com o alguien ... que requería protección. Pero, en segundo lugar ... se pue-

den encontrar una serie de razones que tienen que ver con la especie de sentim iento de im parcia-

lidad que m anejan. Así, tratan de m antenerse al m argen de diversos debates políticos”. Encontraste “creo que Hum an Rights W atch vio a A m nistía com o su m odelo, trató de tom ar lo

m ejor de ella en térm inos de su precisión, sus reportes, su im parcialidad, pero tam bién vislum bró

que tenía disposiciones dem asiado ceñidas y que se m ovía dem asiado lento, cuando, usted sabe,

podría m overse m ás rápido y ese yo creo que fue en m ucho lo que m otivó la creación de H um an

Rights W atch”.23 Desde el interior de Am nistía, el desafío de los nuevos grupos se puede describir de la siguiente

form a: “no pretendo decir que una vez que H um an Rights W atch floreció y anduvo sobre rue-

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212 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

que le impedían ma ntenerse en cont a cto con lo que rea lmente esta ba ocu-

rriendo. Tuvieron que pas a r meses pa ra que Amnist ía lograr a a comodar s u

estra tegia , luego de que los regímenes au tori ta rios crear a n nueva s tá ct i-

ca s (escua drones secretos r esponsa bles por la muert e de los desa par ecidos)para responder a sus campaña s y para combat ir a la izquierda . En cambio,nuevas orga nizaciones como Hu ma n R ights Wa tch pretendieron ma nt ener

una estru ctu ra má s holgada con el objeto de tener el poder suficiente par a

facil ita r la concentr a ción de esfuerzos en nuevos terr enos, y pa ra desa rro-

l la r n uevas est ra tegias y m odos de acción t a les como las sa nciones comer-

ciales o las campañas de boicoteo. 24

Pero si bien la nueva camada de ONG act iv istas lograba actuar con

ra pidez inusita da , el problema era q ue ta mbién dependían de diversas fun-

daciones filantrópicas.25 De hecho, el las debían su existencia a una relaciónsimbiótica ent re los a ctivista s profesiona les y los dirigentes de la s orga ni-

za ciones f i la nt rópica s. La s funda ciones toma ba n la decisión de a quién f i-

nanciar basadas en una va loración rea l izada por pares externos, que en

este caso se trataba de una pequeña red de profesionales e intelectuales

inmersos en el mundo del a ctivismo f i la nt rópico que seleccionaba y eva lua -ba los diferentes proyectos. Ta mbién cont ribuyeron a la educa ción d e una

nueva generación de profesiona les, lo cual incluía a l f inal de sus carr era s

de formación f inanciación para asist ir a seminarios sobre derechos huma-

nos, cursos en diversas universidades y concesión de becas de internado

das, por ejem plo –y éste es probablem ente el m ejor ejem plo, pero hay otros–, no se dio algún

tipo de com petencia que nunca antes había existido, lo cual era y aún es parte del problem a,

porque sim plem ente no había com petencia, ya que nosotros la em pezam os a generar. Y así lagente de A m nistía se em pezó a sentir, bueno, usted sabe, nosotros som os dem asiado lentos;

ellos son m ás rápidos; ellos atraen m ás a los m edios de com unicación porque producen cosas

m ás atractivas. Nuestros derroteros son dem asiado estrechos. Tam bién, de otra parte, em peza-

ron a generarse presiones provenientes de otras organizaciones ... m uchas de ellas habían

adoptado esta idea de accionar a la sociedad civil siguiendo conscientem ente el m odelo deAm nistía o de G reenpeace, pero Am nistía em pezó a lucir m ás y m ás ... pasada de m oda en

contraste con, usted sabe, tom ar su bote ... y poner su pellejo entre los que tiran el arpón y losque son heridos por el m ism o, usted sabe. Todas estas tensiones se están dando en A m nistía

porque la gente siente que está creciendo dem asiado; ahora es dem asiado burocrática; tam -

bién es dem asiado lenta y así la gente trata de irse y decir, ‘Voy a fundar m i propia organizacióno m e voy a vincular a otra‘”.

24 Según uno de los líderes de Hum an Rights W atch, “usted tiene que ser agresivo e innovador ...

usted tiene que encontrar nuevas form as de ejercer presión, com o las sanciones com erciales”.

De igual form a, “siem pre hem os tratado de innovar y de guiarnos por los resultados obtenidos.Y m ientras, de una parte, nos ceñim os estrictam ente a ciertos principios de objetividad, de

im parcialidad en la búsqueda de los hechos, tam bién tratam os de aplicar estándares que no son

im parciales pero que aun así son derroteros aceptados en el cam po de los derechos hum anos

internacionales ... dentro de este m arco tratam os de ser tan creativos y agresivos com o nos sea

posible, para así encontrar nuevas avenidas de presión frente a los gobiernos”.25 La Fundación Ford dio a H elsinki W atch los prim eros $500.000 en 1978 (Kondracke 1988). O tras

instancias que ofrecieron una financiación significativa en los años 80 fueron la Fundación

M cArthur, la Fundación Revson, la Fundación J. M . Kaplan, así com o G eorge Soros, quienfinalm ente contrató a A ryeh N eier para que dirigiera su propia fundación.

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par a jóvenes gra dua dos qu e querían obtener un ciert o nivel de aprendiza je

en las ONG . De este modo logra ron desar rollar derroteros loca les a t r a vés

de los cuales los l íderes de las ONG tr a nsn a cionales –frecuentement e rela-

cionadas entre sí– fueron entrenados. Por lo tanto, con el respaldo activode la s fun da ciones, el ca mpo de los derechos hum a nos evolucionó muchomá s de lo que hubiera podido si no hubiera conta do con dicha a yuda .

LA POLITIZACIÓN DE LA FILANTROPÍA Y LA CONSTRUCCIÓN DE UN “MERCADO DE LAS IDEAS”

El pa pel determina nt e de los gestores de las funda ciones f i la nt rópica s en la

reestru ctura ción de las orga niza ciones de los derechos huma nos no puede

ser explica do única ment e por el hecho de que ellos en buena medida tenía nla sartén por el mango. La posición estructural de las fundaciones, las

cua les esta ba n loca liza da s cerca de los polos de poder –político, económico

y a cadémico–, implicó que estuviera n ineludiblement e involucra da s en es-tas guerras por el poder. Desde el final de la década de los 60 los procesos

de poli t ización y de profesiona lización ya se encont ra ba n en ma rcha , pero

en los a ños 70 sufrieron una a celeración s in precedentes debido a la con-

tr a rr evolución ideológica y s ocia l en contr a del “monopolio libera l del mer -cado intelectual” (Smith 1991, 178; ver   también Ehrman 1995; Hodgson

1996; Stefancic y Delgado 1996).26

La s nueva s persona s qu e ar riba ron a l espectr o polí t ico, así como cier-

tos sectores ma rgina dos que h icieron lo propio en el cam po del poder est a -

tal , siguieron el mismo conjunto de tácticas que empleaban las redes deeste “esta blecimiento hermét ico” al q ue ellos mismos se oponían . La nueva

generación de centros de investigación reconocidos, incluyendo especial-

ment e a la Fun da ción H erita ge, uti l izó a los medios de comunica ción pa ra

difundir diversos tema s de ra ciona lidad económica e índole mora l. El tr iunfode estos nuevos contrincantes –que labraron su éxito con la administra-

ción Reagan– fomentó la evolución de un t ipo de respuesta que terminópor cam biar las reglas d el juego.27 Ca da uno de los a dversa rios debía incre-

mentar su dedicación de esfuerzos en la investigación de políticas públi-

cas, pero a l mismo tiempo debía privilegia r los modos par a ga na r la a tenciónde los medios. Así, el avance del conocimiento se hizo menos importante

qu e la ma nera como debía ser confeccionad o par a presenta rlo ant e los pe-

26 Luego de analizar la evolución de “las políticas en la industria de la investigación”, Sm ith (1991)sugirió que las dos terceras partes de ellas habían sido creadas desde el final de la década del 70.

27

Después de 1977 los líderes de la Fundación Heritage se convencieron en form a particular decam biar las reglas del juego entre los diversos centros de investigación reconocidos de W ashing-

ton para que se diera un m ercadeo m ás agresivo de ideas. El éxito m ás im portante fueron “lasdisposiciones para el liderazgo”, que se constituyeron en el proyecto detallado de la revolución

de Reagan (Heritage Foundation 1996).

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214 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

riodistas , q uienes esta ban enca rga dos de mostra r la s diversa s confronta -

ciones de los expert os ba jo el form a to de un espectá culo.

Dentro del campo emergente de los derechos humanos –así como en

otro tipo de dominios– la competencia hizo que este espacio de prácticaevoluciona ra y se profesionaliza ra . E n m uchos a spectos, como es sugerido

por d iversa s descripciones periodíst ica s, el desa rr ollo del cam po de los de-

rechos huma nos en los a ños 80 y el giro de la a dminist ra ción Reaga n con

respecto a C hile se presenta ron a cau sa de los debat es ampliam ente difun-

didos entre los funcionarios de la administración Reagan –especialmenteEll iot Abrams– y promotores de los derechos humanos tales como Aryeh

Neier y Micha el Posner. 28 La ca pacidad de estos adversarios en gesta r un

producto que ga nó la a tención subst a ncial de los medios hizo que este ca m-

po f ina lmente prospera ra . Así , con ello se as eguró que, según pa labr a s deleditor del New York T im es , “el público esta dounidense deja ra perfecta ment e

en claro que considera que los derechos humanos son un bien absoluto,

una aspiración universal que debe ser perseguida por el propio beneficio

qu e report a ” (J a coby 1986). Ademá s, como un o de los prota gonist a s lo se-

ña ló, los deba tes h icieron q ue el movimiento de los derechos hum a nos tu -

viera que “balancear” sus reportes en términos de los países en los queha bía que centr a r la a tención y que se viera obligado a m ejora r la ca l ida d

del tr a ba jo producido.29 Fina lmente, pero no menos import a nt e , la s campa -

ña s publici ta rias en mutua cont ienda que giraba n en t orno a los derechos

28 En un artículo de la revista The New Republic  se afirm ó que “en cuanto los com batientes salgan

al ruedo, usted no puede pedir una m ejor contienda –en térm inos de inteligencia, aplom o,activism o, destreza argum entativa y en ocasiones de partidism o salvaje–que la em prendida

entre A bram s y Neier”(Kondracke 1988). Desde la perspectiva de uno de los participantes endichos eventos, “Am ericas W atch ... fue diseñada para m ostrar que iríam os a aplicar los m ism os

estándares, no sólo para con los gobiernos com unistas, que habían sido el objeto de H elsinki

W atch, sino tam bién para con los gobiernos de derecha que eran el objeto de análisis de Am ericasW atch en Latinoam érica. Este m ovim iento suscitó una confrontación directa con la adm inistra-

ción de W ashington y sus políticas respecto a los derechos hum anos –ya fuera por su respaldo a

los regím enes de El Salvador o, usted sabe, por la tolerancia frente a Pinochet en Chile o alestam ento m ilitar en la A rgentina–, por lo cual esta relación de antagonism o resultó bastante

interesante para la prensa y nosotros encontram os el argum ento ... porque la adm inistraciónReagan no podía decir que los derechos hum anos eran irrelevantes o ‘no nos im porta si estam os

apoyando a los violadores de derechos hum anos’. Así se intentó conseguir excusas y defender el

desem peño en m ateria de derechos hum anos de estos regím enes represivos, y lo hicieron dicien-do m entiras respecto a los hechos acontecidos. Por eso ... esa situación nos em pujó a establecer

nuestra propia m etodología, que consistía en que debíam os estar com pletam ente seguros deque obteníam os los hechos tal y com o habían ocurrido. Eso nos obligó a sofisticarnos, a ingresar

al cam po en m edio de una zona de guerra y obtener testim onios directos de testigos que pudie-

ran dar cuenta de lo que había sucedido, para luego presentar esa inform ación de una form a quelograra afectar los debates en donde se discutían las políticas de W ashington sobre si se debía

seguir financiando a los Contras o si se debía cortar la ayuda al G obierno salvadoreño”.29 De acuerdo con un participante, el m ovim iento de derechos hum anos había sido “asustadizo”

en cuanto a intentar supervisar “de cerca”ciertos países. Pero “em pezaron a concebir m aneraspara rom per las m urallas”utilizando “testim onios de refugiados”y otro tipo de nuevas tácticas.

Al final, esto produjo “un efecto positivo”. En cuanto a la calidad de su trabajo, según Jacoby

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hum a nos dieron relevancia a l derecho y a los a boga dos presentes en deba-

tes sobre política exterior. Los conocimientos especializados de esta nueva

genera ción de a bogados llevó a q ue conquista ra n un luga r privilegia do.30

La nueva genera ción que promovió la s orga niza ciones de derechos hu-ma nos y que paula t ina mente modif icó la orienta ción ha sta entonces man -

tenida por el establecimiento, también ayudó a introducir una lógica de

mercado (a sí como los inst rum entos) qu e esta ba en oposición –y rea lmentefue insti tuida para que lo estuviera– a la lógica del cl ientelismo y de la

connivencia el it ist a cult iva da por los integra nt es del esta blecimiento l ibe-

ral. Smith (1991) diferencia los roles múltiples y complementarios (y en

ocasiones confusos) que coexisten en la industria de la investigación de

políticas públicas. J unt o con la clá sica figur a del “político-a cadém ico” pue-

de ser consta ta da una ga ma de diferentes t ra yectorias , incluyendo a espe-c ia l i s t a s y a aquel los que combinan , en d iversos grados , l a autor idad

a cadémica y los recursos provenientes del mu ndo polí t ico. Sin emba rgo, la

gra n n ovedad la const i tuyó el crecimient o en n úmero y en esta tus de “ losprofesores que saben manejar los medios de comunicación” y de los “em-

presarios en materia de políticas públicas” (Smith 1991, 224-226). Los pri-

meros son el producto a cad émico de la influen cia progresiva de los medios,

que siempre está n en busca de ci ta s o de acota ciones at ra ctiva s par a mensu-

ra r el escena rio polí t ico. Los segundos fueron creados por un nuevo grupo

de insti tuciones especial izadas y diversif icadas, que ayudaron a estructu-ra r este debat e y a definir la s nueva s reglas del juego. En este nuevo espa-

(1986, 1082), “la com unidad de derechos hum anos afirm a que sus pugnas evidentes con

Abram s –en general acerca del tipo de abusos y las personas exactam ente responsables–han

desencadenado un efecto benéfico, llevando a que la adm inistración y sus críticos elaboren

cada vez m ejores reportes. Los grupos de supervisión que solían publicar boletines diseñadossólo para llam ar la atención hacia el país ofendido, ahora están publicando reportes extensos ydetallados ... tam bién se aseguran de cuadrar tiem pos cuidadosam ente, para que sus estudios

coincidan con los procesos de decisiones del Congreso, y asim ism o los revisan regularm ente

para m antenerlos actualizados conform e a los nuevos acontecim ientos”. En palabras de dicho

editor delNew York Times , esta “confrontación pública”en varias ocasiones “ha servido a lacausa de propósitos útiles, concediéndole una nueva legitim idad a los asuntos de derechoshum anos y facilitando un clam or de fondo en el público –la evidencia en los Estados Unidos de

que un tem a se ha convertido en preocupación de la gente–, todo lo cual usualm ente es

requerido para dar algún sentido a la diplom acia discreta de la adm inistración”(Jacoby 1986,

1082). Cuando una persona m ás discreta rem plazó a A bram s, los activistas se preocuparonporque “los derechos hum anos pueden llegar a sufrir una recaída en el largo plazo debido a unafalta de publicidad”(Jacoby 1986, 1082).

30 Ehrm an ofrece una descripción fascinante de cóm o Eliot Abram s em pleó los derechos hum a-

nos com o una plataform a para garantizar un cierto nivel de im portancia al derecho, así com oa su propia posición respecto a Jeane Kirkpatrick y la adm inistración Reagan en general (1995,155-162). La cam paña de Abram fue lo suficientem ente exitosa com o para hacer que la adm inis-

tración concentrara m ás esfuerzos en el tópico de la dem ocracia, incluyendo la creación delfondo N ational Endow m ent for Dem ocracy en 1983 (Ehrm an 1995, 163). La resurrección de la

línea de derecho y desarrollo en W ashington le debe m ucho a este resurgim iento de los años 80en el interés por el derecho com o herram ienta para desarrollar la política exterior (ver  tam biénCarothers 1991, 1998).

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216 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

cio la producción del conocimiento era , y a ún es, menos importa nt e que su

difusión perfectamente orientada a satisfacer los gustos de un mercado

segmentado.

DE LOS CAPITALISTAS VIRTUOSOSA LOS CAPITALISTAS INVERSIONISTAS

A pesar de su tr a yectoria y de sus esfuerzos pa ra volverse má s ef icientes,las fundaciones que rodeaban al establecimiento l iberal no pudieran evi-

tar el impacto de esta reestructuración del mercado de las ideas. El papel

de los medios de comunicación –que hacen las veces de juez entre los di-

versos conjuntos de especialistas en asuntos de política– hizo que las fun-

da ciones tuviera n q ue empeza r a par ticipar en la competencia con los nuevoscontendientes. Incluso, más al lá del mundo de las fundaciones y de los

centros de investigación reconocidos, el mundo entero del conocimiento

fue transformado por la invasión de esta lógica de mercado. La proli fera-

ción de centros de investigación importantes y, de modo más general , elcrecimient o especta cula r de la indust ria de la investigación en ma teria de

política, ofreció a los profesores de universidad la posibilidad de acelerar

sus carreras y de mejorar sus ingresos, a t ravés de consul torías , como

miembros de junt a s directivas o simplemente ha ciendo presenta ciones en

progra ma s difundidos en diversos medios. Así , esta vulgar ización de la pro-ducción a cadémica empezó a da rse en todos los sectores de la a cademia yde la política.

P or lo ta nto, la t ra nsforma ción de la estra tegia del mundo de las funda -

ciones promotora s del conocimiento result ó ser insepa ra ble del desar rollo

del mercado de las ideas. Las fundaciones contribuyeron a la creación de

este mercado y a simismo se vieron compelidas a ceder a nt e su lógica . Sm ith(1991, 215) observa que “las universidades empezaron a tener mayor capa-

cida d de gestión, creand o nuevos cent ros de investiga ción en todos los cam -

pos”, al mismo tiempo que las fundaciones modif icaban su “modelo de

concesión d e beca s y cont ribuciones” . La s fun da ciones ca mbia ron su enfo-

que de conceder grandes donaciones o de mantener un compromiso conproyectos de investigación de largo al iento, y así pasaron a f inanciar pro-

yectos que se encontr a ban definidos de una forma má s l imita da . La s inst i-

tuciones f inanciadas por las fundaciones también empezaron a sufrir una

diversif ica ción ma yor y se vieron sujeta s a una evalua ción y a un n ivel de

competencia más exigentes.

A la F unda ción F ord le tomó a l menos dos años a da pta rse a este nuevocontexto. Como fue mencionad o, la Ford du ra nt e los a ños 60 y 70 se habíaa cercad o más a los nuevos movimient os socia les rela ciona dos con una nue-

va form a de a ctivismo polí t ico: los movimientos en fa vor de las mujeres, de

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protección a la s minoría s, al medio a mbiente y a los derechos huma nos. Si

bien este giro se siguió da ndo, la Fun da ción F ord ta mbién modificó su pa-

pel como una orga niza ción de f ina nciamient o de lo que podría l lega r a ser

ca ra cterizado como “un ca pita l ismo con un a ideología de inversión”. Ya noresu ltó suficiente el respa ldo a ciertos proyectos sólo por su mér ito especí-f ico, ignoran do su viabil ida d f ina nciera. Ahora se ha cía necesar io prepa ra r

a los beneficiar ios de la f ina nciación pa ra competir en un mercado ideoló-

gico en donde ellos tenían que a prender a sobrevivir por su propia cuenta .

En lugar de considerar dicho respaldo como un correctivo aplicable a los

sectores débiles del merca do, la s cont ribuciones f i lan tr ópica s empeza ron a

ser concedida s conforme a esta lógica de mercado, extendiéndola a l espa-

cio de las prá cticas a ctivista s.

El perfil social de los líderes de las fundaciones resulta ser un buenindicador de la evolución de este campo. El presidente de la Fundación

Ford desde 1966 a 1979 fue McGeorge Bundy, miembro de la burguesía

cosmopoli ta e instr uida . B undy logró erigirse como el “ada lid de la reform asocial d oméstica” (Nielsen 1985, 65), a plica ndo una mezcla de a rr ogan cia y

pat erna l ismo que no presta ba m ucha a tención en ma ntener el ba lance del

presupuest o público.31 S u r eemplazo, Fra nkl in Thomas, m a nejó la orga ni-

za ción de un modo mucho má s pa recido a como se conduce una empresa .

De a cuerdo con un a persona cerca na a la F unda ción, Thomas era “por t em-

pera mento” un sujeto “mucho menos osa do” que B undy, y mucho má s pre-ocupado por evitar “meterse en aguas caldeadas” . Él se rodeó de expertos

en ma nejo y gerencia qu e procedía n con un a lógica severa de ra cionaliza ción

de recursos.32  Pero las diferencias iban más al lá de un esti lo de gerencia.Thomas creó un perf i l de carreras completamente diferente dentro de la

Fundación Ford.

Thomas es un estadounidense de raza negra originario de Brooklyn,

cuyo ascenso social fue más el resultado de su talento que del hecho de

ostenta r un esta tus famil iar . S iendo un joven gr a dua do en derecho en la

Universidad de Columbia, además de estrella de basquetbol en la l iga de

las un iversida des más importa nt es de los Est a dos U nidos, perma neció cua -tr o a ños al servicio de la F uerza Aérea. Thoma s empezó su t ra yectoria en

el ejercicio del derecho t ra ba ja ndo en posiciones gu berna ment a les (en car -

31 Com o evidencia de la m ezcla de arrogancia y paternalism o se puede m ostrar el hecho de que,

luego del asesinato de Robert Kennedy, diversas ayudas financieras fueron otorgadas en favor

del equipo del Senador “para facilitar la transición de la vida pública a la vida privada de losreceptores de la ayuda”. Así, se les “condonó un año de préstam o y la opción de no tener quedar pago inm ediato alguno”(citado por N ielsen 1985, 66). En cuanto al presupuesto de Bundy,

según Nielsen (1985), la Fundación Ford había dispuesto de m ás de tres cuartas partes de su

capital en diez años.32 El personal de profesionales en las oficinas centrales se redujo en 75% en m enos de dos años

(Nielsen 1985, 77).

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218 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

gos rela cionad os con vivienda o al servicio del Fiscal G enera l de los E sta -

dos Unidos) antes de encontrarse con la ruta que lo orientaría hacia el

mundo de las fundaciones. La clave de su ascenso fueron los diez años, a

par tir de 1967, dura nt e los cua les se ma nt uvo a la cabeza de la compa ñíaB edford-St uyvesan t Restora tion Corpora tion –finan ciada par cia lmente porla F unda ción Ford–. En esta posición logró fam iliar izar se con buena par te

de la élite de Nueva York (S ilk y S ilk 1980, 144). En 1970 fue invit a do a ser

miembro de la junta directiva del Cit ibank por el presidente del Banco,

Walter Wriston, quien consideraba a Thomas como “el hombre más bri-

llan te q ue jam á s ha bía conocido” (Zweig 1995, 310). En este ca rgo Thoma s

estuvo estrechament e vinculado con la estra tegia q ue el Ci t iba nk desa rro-

lló pa ra Sudá frica . Luego de asum ir la presidencia de la F unda ción siguió

ma nt eniendo nexos estr echos con el mun do de los negocios (forma ndo pa r-te de las junt a s de CB S, Alcoa, Cu mmins E ngine y Allied S tores) y de hecho

logró t r ipl ica r los recursos de la F unda ción, qu e a lcanza ron una suma cer-can a a los $6.600 millones de dóla res. Así, la Ford dispuso de un presupues-

to a nua l de má s de $300 millones de dólares, lo que le permit ió f ina ncia r

má s d e 1.778 proyectos (escogidos ent re 33.600 propuesta s r ecibida s). E st a

financiación era administrada por 600 empleados localizados en 16 sucur-

sales diferentes, convirtiendo de este modo a la Ford en la institución másimporta nte entre la s fundaciones fila ntrópica s de ma yor enverg a dur a .

El crecimiento de la F unda ción Ford con Thoma s resulta de par ticulartrascendencia si se t iene en cuenta que dicha organización se había desa-

rrolla do sólo después de la guerra y no ha bía a delant a do a ctivida des int er-

nacionales antes de los años 50. La reorganización de su funcionamiento

también es un hecho sorprendente. En la década de los 60, las grandesuniversidades, ta nto esta dounidenses como extr a njeras , fueron las ma yo-

res beneficiar ias de la f ina nciación otorgad a por esta Fun da ción. P ero lue-

go de este período su enfoque dejó de lado la investigación y concedió

primacía al apoyo a grupos que impulsaban causas sociales. A su vez, las

inversiones de esfuerzos y r ecursos del sector conserva dor en la a cademiay en ciertos cent ros de invest iga ción reconocidos condujeron a qu e la F ord

fortaleciera sus vínculos con movimientos más radicales. 33  Esta reorien-

ta ción de enfoque ta mbién esta ba inscri ta en una lógica ínt imam ente a t a -

da a la historia precedente de las fundaciones. En efecto, las primeras

generaciones del establecimiento del Este Norteamericano habían sido

conscient es de desar rollar inst itu ciones de conocimient o superior. Con ello

33

Esta pretensión, no obstante, contó con resistencias. En 1973, Bundy realizó varias charlas criti-cando a los dirigentes de las em presas, en particular a D avid Packard, por hacer un llam ado para

que la filantropía sólo respaldara intereses favorables para el sector de los negocios. Asim ism ocriticó este m ism o enfoque m antenido por el Am erican Enterprise Institute, diciendo que se

trataba de una “polarización intelectualm ente artificial”(Silk y Silk 1980, 149).

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obtuvieron legitimidad y justificaron su poder en contraposición a los nue-

vos y adinerados “barones bandidos” . Tiempo más tarde, después de que

los miembros del establecimiento del Este habían logrado asumir las res-

ponsa bilidad es del Est a do, mirar on ha cia los luga res de producción del co-nocimiento con el objet o de conseguir d ia gnóst icos –y t a mbién soluciones–que se a nt icipara n y resolviera n n uevos t ipos de problema s sociales y polí-

t icos (ver  Smit h 1991). Más a ún, esta est ra tegia , que ha bía sido desarr olla-

da de forma consist ente por los intelectu a les en a cción de Kenn edy, ofreció

la venta ja de reforza r los vínculos con las gra ndes universidades, poniendo

así el capital académico al servicio de las decisiones políticas. En aspectos

crucia les este es el mismo enfoqu e polí t ico puesto en ma rcha en los países

en desa rr ollo. La s invers iones en conocimient o provenientes d el exter ior

ta mbién logra ron reproducir una clientela de protegidos qu e ocupa ba n po-siciones ba sta nt e simila res en los á mbitos de poder de sus propios pa íses.

Al instalarse cómodamente en el mundo del conocimiento, las funda-

ciones progresivam ente logra ron una ma yor aut onomía f rente a la s fam i-

lias q ue origina lmente las h a bían crea do. Con el objeto de evalua r el méritode determinados proyectos potenciales, los administradores de las funda-

ciones, de un modo basta nte na tura l , volvieron su mirada ha cia a quel la s

universidades en donde ellos ya ha bían f ina ncia do progra ma s de investiga-

ción. La nueva orient a ción de la s funda ciones ta mbién fue producto de la s

aspiraciones l iberales de un mundo académico que, por su parte, habíagenera do interés en ga ra nt iza r innovaciones sobre a suntos de gobierno y

tecnología social. Muchos individuos del mundo académico, que buscaban

a brirse camino par a f inan ciar proyectos de investiga ción social , a cudieron

espontáneamente a l íderes de fundaciones que provenían del mismo con-texto: “ la ma yoría de los funcionar ios del progra ma son persona s docta s en

diversas materias, que generalmente habían obtenido t í tulos propios de

esferas de aprendizaje burocráticas, como la Facultad de Administración

P ública Woodrow Wilson de P rinceton o la Fa culta d Kennedy de H a rva rd”

(Samuels 1995). Franklin Thomas personificó esta caracterización. Así, alrepasa r sus 17 a ños a la cabeza de la F unda ción Ford, Thomas definió a las

funda ciones como “el a rm a de investiga ción y desa rrollo de la sociedad . . .

nosotr os somos la pa rt e de la sociedad q ue debiera est a r a sumiendo cont i-

nuos riesgos, desarrollando nuevas ideas, respaldando gente e insti tucio-

nes innovadora s que está n generan do nuevas ideas, ideas q ue se encuentr a n

diseñadas para remover inequidades e incrementar las oportunidades”(Thomas 1996).

E ste gu sto por la innovación n o excluyó la preocupa ción por m a nt ener

una ra ciona l ida d en la a dministra ción f inan ciera . De hecho, esta s organi-

za ciones concibieron explícita ment e sus roles como reconstr uctores del mer-

c a d o f i l a n t r ó p i c o , p a r a a s í m e j o r a r s u r e n d i m i e n t o y f o m e n t a r l a

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220 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

competencia. P or el lo no duda ron un solo inst a nt e en importa r la s tecnolo-

gías propia s de la gerencia f ina nciera. U n a rt ículo t i tu lado “El capita l vir-

tuoso : qué cosas pueden aprender l a s fundac iones de los capi t a l i s t a s

inversionista s” , ha ce bast a nte pa tente los nexos existentes ent re el merca -do de las ideas y aquel de los nuevos tipos de productos y servicios (Letts,Ryan y Grossman 1997). 34

E sta relación sim biótica entr e la polí t ica , el mundo del conocimiento yel mercado produjo una confusión de papeles. Así, algunos críticos denun-

cia ron el mundo de las funda ciones como un circuito cerra do: “Hoy día las

evaluaciones sobre los programas de las fundaciones son realizadas por

persona l de las misma s funda ciones o por individuos que ha n sido benefi-

ciar ios de su s r ecursos . . . y a sí los eva lua dores seleccionad os son persona s

cuyos intereses se encuentran en juego en el proyecto” (Samuels 1995).Acorde con la misma lógica, incluso los directores de las fundaciones son

ellos mismos product o de este “mun do cerra do”: “La s column a s del periódi-

co Th e Foundat i on N ews  siguen regula rment e la rota ción de personal que

se da entr e una y otr a funda ción . . . a lr ededor d el 40% de los empleadosperma nent es de la s fun da ciones provienen del sector no productivo . . . [y]

cerca del 30% son escogidos del persona l pert enecient e a la mism a fund a -

ción” (S a mu els 1995). Sa mu els ofrece un ejemplo recient e de la F un da ción

Ford, cuya junta escogió a Susan Berresford como su nueva presidenta ;

ella fue una de las protegidas de F ra nklin Thoma s, vicepresidente de pro-gra ma s de expan sión globa l y miembro del persona l de la Fun da ción desde

el comienzo de su carr era en 1970. Fu e selecciona da “ incluso sin la forma -

lidad de realizar una búsqueda afuera de la insti tución”.

Est os ejemplos apoyan la conclusión de un coment a rio t i tula do “El fra -

caso de las fundaciones estadounidenses” , pero al f inal , la conclusión no

logra sostenerse por sí sola , a pesar de la descripción exacta que a delant ade la profesionalización del manejo directivo de las fundaciones. En reali-

dad, la administración de las fundaciones se ha convertido en una carrera

cuya lógica atrae personalidades híbridas, predispuestas a jugar el rol de

cortesa nos ubica dos entre esfera s de poder complementa ria s. Ello les per-

mite redimir una posición socialmente controlada, mediante la combina-ción de los recursos sociales del conocimiento, el dinero y la política. La

34 La Fundación Robin Hood, instituida gracias al apoyo del inversionista descollante de W all Street

Paul Tudor Jones –reconocido por ayudar a la causa de la elim inación de la pobreza en NuevaYork–, consiste en “un capital de inversión para la beneficencia”, de acuerdo con su presidente.“Nosotros invertim os en la que consideram os que sea una institución de beneficencia prom ete-

dora, y luego m edim os que los resultados sean consistentes con una filosofía de inversión pru-dente ... Robin Hood trata de racionalizar los costos y los beneficios acum ulando las inversiones

producto de los dólares destinados a la causa caritativa”(W illoughby 1997). U n artículo recien-te sugiere que la generación que se hizo rica durante los años 80 quería “dar su dinero con lam ism a intensidad e inteligencia que aplicaba para hacer dinero”(Newsweek  1997).

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a dminist ra ción de funda ciones se ha convert ido en una carr era d iferencia ble

por sus propios caminos que conducen al poder e influencia del Estado. 35

La trayectoria de Will iam Carmichael , vicepresidente retirado de la

Ford y quien cont inúa jugando un papel importante en Human RightsWatch, ofrece un ejemplo que cubre el lapso transcurrido desde finales de

los años 60 hasta el presente. Siendo el hijo de funcionarios que habían

tra bajado pa ra diversas a gencias del New Deal , s iguió una t ra yectoria aca-

démica ejempla r: Ya le, la Fa culta d Woodrow Wilson de P rinceton y luego

Oxford como uno de los beneficiarios de la beca académica concedida porCecil Rhodes. Luego de una cort a experiencia en a dminist ra ción como de-

ca no de la Fa culta d de Negocios de la U niversida d de Cornell, fue invita do

por uno de sus ant iguos estudiant es a t ra bajar en la Fun da ción Ford, cua ndo

esta insti tución estaba tratando de reorientar la educación de negocioshacia el ámbito de las ciencias sociales. Las ciencias sociales eran vistas

como nivela dores que elimina ba n los obstá culos a la moderniza ción, repre-

senta dos en el di leta nt ismo y en la percibida fa l ta de rigor de la él i te jurí-

dica dominante que había sido educada bajo la tradición europea. Por lo

ta nt o el objetivo en los países en desa rr ollo fue doble: educa r a una nueva

éli te y dina miza r a l mundo instr uido incorporan do los fa ctores de la diver-sidad y la competencia.

P rimero asignado a la India y luego a l Br a si l, Ca rmicha el fue nomina -

do por Bundy para l iderar un programa dirigido al terri torio africano. El

35 Por ejem plo, la Fundación Soros ha tratado explícitam ente de ser m ás ágil y m ás em prendedora que

la Fundación Ford. Un artículo sobre los centros de investigación en 1995 sugería que el Instituto

Cato, fundado en 1977 con una orientación libertaria, había logrado “superar a todos los centros de

investigación, salvo tres de ellos”en térm inos de “visibilidad”en las noticias y en los com entarioseditoriales (Burton 1995). De otra parte, “no obstante, los tres centros de investigación m ás grandes[Am erican Enterprise Institute, Heritage y Cato] tienen que estar viendo el panoram a por encim a

de sus hom bros. En efecto, en la anterior década, los centros de investigación de perfil conser-

vador, tanto nacionales com o en cada Estado, se m ultiplicaron com o si se tratara de franquicias

de com ida rápida”(Burton 1995). En Commentary  salió un artículo reciente de Chéster Finn Jr.

–presidente de la Fundación Thom as B. Fordm an, profesor en educación y m iem bro John M .O lin del Instituto Hudson–, en el que respondió una carta abierta enviada a Bill G ates acerca de

la filantropía (1998). La carta sugiere que las fundaciones tradicionales, especialm ente la Ford,

financiaron “el asalto a la autoridad producido en los años 60 y 70”y actualm ente estaban

financiando a las personas que antes constituían el antiestablecim iento y que ahora “operabanel establecim iento m ism o”, al desdibujar los lím ites entre lo público y lo privado. Al m ism otiem po, Finn se desem peña com o uno de los com isionados de la Com isión N acional de Filantro-

pía y de Renovación Cívica (NCPCR), la cual es una instancia bipartidista interesada en explorar

“cóm o las donaciones privadas de los Estados U nidos pueden llegar a ayudar a las com unidades

m ás pobres para así prom over la autosuficiencia y la independencia”. La Com isión cuenta convínculos personales –así com o con conexiones de Internet–con la Com isión Nacional de Reno-vación Cívica, otro grupo bipartidista que tiene nexos con la academ ia. Los com isionados de

esta instancia com prenden al presidente de la Fundación Rockefeller así com o al ex presidentede la Fundación O lin, M ichael Joyce, quien tam bién es el presidente de la Fundación Lynde y

Harry Bradley, la cual a su vez financia a la N CPC. Joyce fue parte del Equipo de TransiciónPresidencial de Reagan en 1980, y es descrito com o alguien que cuenta con “una carrera de 20años en la filantropía privada”(Com isión Nacional de Renovación Cívica 2001).

EL ESTABLECIM IENTO REFO RM ISTA AFU ERA DEL PODER: LA INVERSIÓ N EN D ERECHO S H U M AN O S

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222 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

progra ma estaba orienta do especia lmente a genera r un a nueva él ite pol ít i-

ca en Sud á frica . Ademá s, fue uno de los promotores del program a par a la

protección de los derechos hum a nos, el cual fue a delan ta do en pa rt e –con

el respaldo de Bu ndy– pa ra defender a los jóvenes intelectua les qu e ha bíansido amenazados por el ascenso de dictaduras mili tares. En un comienzoesta s iniciat ivas fueron apena s tolera da s dentro de la Fun da ción –excepto

por una minoría que podría ser denominada como activistas–, pero muy

pronto obtuvieron reconocimiento. A pesar de la discontinuidad producto

de los levan ta mientos polít icos, el objetivo de exporta r los va lores est a do-

unidenses, al mismo tiempo que se respaldaba la aparición de una nueva

éli te, permaneció intacto. Luego de sostener a los gobiernos que habían

deja do de ser colonia s en el cont exto de la G uerra Fr ía , la ta rea se convir-

tió en promover un nuevo modo de gobierno media nt e el respa ldo a m ovi-mientos socia les a l terna t ivos q ue se a justa ban a las nuevas orienta ciones

ideológica s genera da s en las esfera s de las u niversida des esta dounidenses.

Este modelo de reconversión dentro de la continuidad fue exportado

ha cia otros continentes por a quellos q ue lo ha bían inventa do. Así , cua ndo

Ca rm icha el se convirt ió en el responsa ble de África , y sobre todo de Su dá frica,

se cercioró de que los representantes más destacados de la nueva éli tesa ca ra n provecho de la s l ínea s de f ina ncia ción de la F ord, las cua les esta -

ba n dest ina da s a promover la integra ción de los conocimient os especial iza -

dos que gozaban de una credibil idad progresiva internacionalmente. LaFunda ción Ford t a mbién generó inst i tuciones t a les como las f i rmas de a bo-

gados para la defensa de los intereses colectivos. Hoy día , aun cuando enretiro luego de casi 30 años al servicio de la Fundación Ford, Carmichael

cont inúa ejerciendo act iv idades con Human Rights Watch. Su carrera

ejemplif ica una tr a yectoria q ue progresó a t ra vés de la s funda ciones ha sta

l legar a un m ovimient o de derechos huma nos y a l ma nejo de diversas téc-nicas y conocimientos especial izados centrados en los Estados Unidos y

exporta dos por las funda ciones ha cia la ma yor par te del globo.

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223

CAPÍTULO 9

De la confrontación a la concertación:la producción nacional y el reconocimientointernacional de los nuevos universales

El golpe militar de Augusto Pinochet en 1973 posee una importancia

part icular en el desar rollo y en la legitima ción de la s nueva s t écnica s y

conocimientos estatales especializados. Chile fue un laboratorio en donde

los cont rincant es del Nort e –quienes esta ba n orient a dos ha cia la obtención

de la legitimidad de dicha s t écnica s y conocimient os– invirtieron un a gra n

ca nt ida d de esfuerzos y r ecursos, bien fuera a tr a vés del social ismo demo-

crático o mediante el modelo económico liberal. Por lo tanto, lo que ocu-

rrió en Chile tuvo un impa cto directo en los deba tes su scita dos en los medios,en las universidades y en los centros de investigación más destacados. El

Wall Str eet J our nal , por ejemplo, logró pregonar el supuesto éxito de los

economista s chilenos forma dos en Ch ica go como una ra zón par a conceder-

le una a utoridad m a yor a la economía de Chicago en los Est a dos Unidos (y

en otras partes). El New York Ti mes   logró emprender una reacción en el

cam po de los derechos huma nos, de nuevo enfa tiza nd o el ca so chileno. Así,

las lucha s en Ch ile no sólo fueron int erna ciona lizada s sino que ta mbién se

convirtieron en un punto central para definir cómo tendría que ser un

E sta do int erna ciona lmente legítimo. Lo que ocurrió en el labora torio chi-leno –escrito por las t intas simultáneas del Norte y del Sur– se convirtió

en el modelo de export a ción h a cia otr a s pa rt es del mundo. Est o fue cierto

tanto en relación con los derechos humanos como con la economía neo-

liberal.

E n e s t e c a p í t u l o c o m e n z a r e m o s d e s c r i b i e n d o e l m o d o c o m o l a

intera cción de la s luchas na ciona les y las inversiones de esfuerzos y r ecur-

sos internacionales, f inalmente acabaron produciendo la Concertación de

Partidos para la Democracia (una al ianza de partidos polí t icos de centro-

derecha), y con ello la configuración de Chile como un modelo internacio-na l de “democra cia l ibera l” . De nuevo se tra ta de la historia de una fuert e

inversión extranjera en los centros de investigación más destacados, así

como de un nuevo tipo de lenguaje estatal inspirado en el modelo de los

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224 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Estados Unidos. Los centros de investigación de punta, f inanciados por

ca pita l extr a njero, a la lar ga logra ron unirse a lrededor del referendo cele-

brado al final de la década de los 80. De manera poco sorprendente, la

lucha por el referendo fue emprendida en términos desarrollados por con-sultores esta dounidenses que lideraba n “la cam pañ a por el No a P inochet”

(P uryea r 1994). E l tr iunfo de la ca mpa ña hizo que P inochet fuera removido

de su ca rgo en el Gobierno, ma s no de las m últiples fuentes que a l imenta -

ban su poder.

Como puntos de contraste, en este capítulo también se examinarán

brevemente los acontecimientos paralelos pero bastante divergentes de

las real idades bra si leña y a rgent ina . En B ra si l, la histor ia del esta mento

mili ta r fue má s compleja . El economista dirigente fue Delf im Nett o, quien,

como fue señalado, no era un Chicago Boy, y de igual forma el modeloeconómico del régimen mili ta r era má s na ciona lista . En cont ra st e con C hi-

le, la inversión int erna ciona l esta ba conecta da con un paisa je na ciona l que

present a ba muchos má s ma tices, incluso dentr o del seno mili ta r . P or eso,

ca si de forma inmediat a a l a scenso a l poder de los mili ta res de l ínea dura

a finales de los años 60, es posible constatar una reagrupación de “nota-

bles” pertenecientes al establecimiento jurídico brasileño alrededor de la

iglesia católica y de las comisiones de paz y justicia. Incluso los mismos

sujetos lograron utilizar la OAB –el gremio de abogados brasileños– para

erigir ca rgos en cont ra del régimen m ilita r . Así , en lugar de la injerenciade una firma consult ora esta dounidense encarg a da de conducir el referendo,

podemos observar una comisión d e nota bles m ucho más local , responsa ble

de gest a r un nuevo orden const i tuciona l pa ra la t ra nsición del Br a sil . Lue-

go de la discusión sobre Brasil, ofreceremos una breve descripción de las

luchas por los derechos humanos en Argentina, emprendidas casi en su

tota l idad en escena rios intern a cionales. De ma nera consist ente con lo que

ya podría espera rse, la s inversiones de esfuerzos y recursos profesiona les

de am bos lados –desde y ha cia la Argentina – encont ra ron su vá lvula prin-

cipa l de sal ida en la esfera interna ciona l .La s diferentes estru ctura s y escena rios con los que la in versión int er-

na ciona l fue a bsorbida en los t res ejemplos de est e ca pítulo, ha ce que de

nuevo sea tent a dor yuxta poner los modelos na cionales con los int erna cio-

na les, quizás a l inea ndo Chile y Argentina ha cia el costa do interna ciona l y

a B ra si l en el na ciona l . Pero este aná l is is ser ía ba sta nte engañ oso. Eviden-

temente, el regreso de los notables en el Brasil fue respaldado completa-

mente por la administración Car ter , la Fundación Ford y muchas otras

fuent es de ca pita l y de legitimidad loca liza da s interna ciona lmente. Y aún

má s import a nt e, el factor clave de lo que ocurrió con la inversión int erna -ciona l en B ra sil y en Chile fue la insta ncia homóloga de la r ela ción ent re el

Norte y el Sur . En buena medida no es que Chi le fuera una ma rioneta que

refleja ra l lana ment e las fuerza s intern a ciona les, sino que, mejor, los mis-

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225

mos elementos chilenos que produjeron el éxito de los Chicago Boys –un

pat rón de estructura s que incluía a El M ercur i o  como el corr ela t o del Wall 

Str eet J our nal , la s “piraña s” como la insta ncia a ná loga a l Citiba nk y f ina l-

mente la Universidad Católica como la extensión de la Universidad deChicago– también pueden ser constatados con un ropaje diferente detrás

del movimiento de los derechos huma nos, en este caso media nt e un esta -

blecimiento reformista que se encontraba afuera del poder. En Brasil , en

cambio, no se dio este tipo de grupos visibles vinculados con estrategias

internacionales particulares.

Sin embargo, esto no signif ica que no existan paralelos estrechos que

también puedan ser consta tados entre Brasi l y Argentina . Del f im Netto

puede ser asumido como el vocero de la comunidad de negocios de São

P a ulo, que estaba enfrenta da a la él ite cosmopol ita de Río de J a neiro. Deigual forma la creación d el IEE RRAL en Córdoba , de donde surgió Domin-

go Cavallo, fue también parte de un ataque regional en contra del pensa-

miento centra l que no representaba sus in tereses . Ambas s i tuac iones

facili ta ron la a parición de ra zones estructura les que a conseja ban la a dop-

ción de nueva s técnicas y conocimient os especia liza dos apt os pa ra ser pues-

tos en m a rcha en beneficio de ciert os objetivos regiona les. Igua lment e el

retorno de los notables en el Brasil , que se forjó tras el lenguaje de los

derechos huma nos, gua rda muchos para lelos con lo que ocurrió en Ch ile.

Lo diferente es que en la realidad brasileña –casi a la al tura en que laspersonas de la l ínea dura a sumieron el poder– ellos rá pida mente pudieron

toma r venta ja de las inst i tuciones locales que no necesita ron ser const rui-

das de nuevo.

LOS GRADUADOS DE CHICAGO AL SERVICIO DEPINOCHET: UNA ALIANZA CONTRARREVOLUCIONARIADE ECONOMISTAS, FINANCISTAS Y PISTOLEROS

Los nuevos conocimientos esta ta les especia l izados de la cont ra rrevolución

de Pinochet empezaron a tener lugar gracias a los economistas que ven-

dría n a ser conocidos t iempo má s t a rde como los primeros y los má s fa mosos

Ch ica go B oys de La tinoa mérica : los jóvenes economista s de la U niversidad

Católica. De un modo relativamente precoz, estos economistas extendie-

ron vínculos con el sector em presa ria l (Valdés 1995, 225), con el esta ment o

militar y con los partidos políticos de tendencia conservadora quienes ya

esta ba n pla nt eando diversos desafíos al E sta do gra nde. Una insti tución de-

termina nt e pa ra la configura ción de esta s redes fue El M ercur i o , el periódi-co má s import a nt e de Sa nt ia go y ca si siempre referido como el Wal l St r eet 

Journa l  de C hile. El M ercur i o   era propiedad de los Edwards, quienes re-

presentaban un poderoso grupo económico y una fuerza de tipo conserva-

DE LA C O N FRO N TACIÓ N A LA CO N CERTACIÓ N : LA PRO D U CCIÓ N N ACIO NAL

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226 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

dor q ue logró juga r un papel ba sta nt e similar a l desempeñado por el Citiban k

en los E sta dos U nidos. Otra insti tución de ba sta nt e influencia fue un cen-

tr o de investiga ciones desta cado en ma teria económica (el Centro de Es tu-

dios Sociales y Económicos), creado en 1963 por el grupo Edwards. E l Mercur io , por su pa rt e, se convirtió en el oponent e má s visible de las polí-

ticas de Allende, al igual que en el principal promotor de la liberalización

económica. 1

Como ha sido narrado en varias descripciones que dan cuenta de las

circunstancias que precipitaron el golpe militar de 1973, el “Club de los

Lunes” –q ue se reunía ca da sema na , como su nombre lo sugiere– se convir-

tió en el vehículo cardinal para planificar y movilizar la oposición al go-

bierno de Allende. Estas reuniones sirvieron para integrar , entre otras

personas, a l editor de El M ercur i o , a d iferentes l íderes del grupo Ed w a rds,así como a otro grupo sobresaliente, el Banco Hipotecario de Chile (BHC).

Bajo el contexto del Club de los Lunes los grupos financieros más impor-

tantes empezaron a recurrir a sus colegas economistas, con el objeto de

producir un proyecto detal lado del modelo económico que se l legaría a

implement a r luego de que el poder m ilita r a sumiera el poder. Ocho de las

diez persona s que pa rt iciparon a ctivam ente en la crea ción del document o

tenía n t í tulos de posgra do en economía de la U niversidad de Chicago (Sil-

va 1996, 74).

Entre 1973 y 1975 el régimen militar se caracterizó por medidas rela-

tivamente graduales en materia económica. Pero luego los radicales se

impusieron (Agencia Latinoamericana 1983; Silva 1996; Valdés 1995). La

crisis del petróleo a yudó a precipit a r este cam bio, volviendo má s significa-

tivo el cla mor de a qu ellos que exigía n m edida s de choque. Ta mbién fueron

cruciales los vínculos crea dos entr e los conglomerados m á s gr a ndes, inclu-

yendo al BHC, que ahora mantenían una polí t ica agresiva de empleo de

los Ch ica go B oys má s ra dica les y una férrea orient a ción int erna ciona l . Así ,

las inst i tuciones clave del gobierno de P inochet fueron cont rola da s por los

ra dica les, especia lment e por la Oficina Na cional de P la nifica ción (Odeplan,

diseñada por Miguel Kast), el Banco Central (Silva 1996, 107) y por su-

puesto las conexiones internacionales con los economistas prestigiosos de

la Universidad de Chicago.2

1 Arturo Fontaine, quien había sido abogado y profesor de derecho económ ico y posteriorm ente

se convirtió en el editor de El Mercurio , tam bién era bastante cercano a los econom istas de la

Católica. Incluso dos de sus hijos se hicieron econom istas, y uno de ellos estudió en Chicago.Tam bién resulta interesante destacar que el m ayor sim patizante de los doctores antiinflación de

la M isión Klein Saks de 1955-1958 (Drake 1994) fue justam enteEl Mercurio 

.2 El BH C era conocido com o “la piraña”, debido a su actitud agresiva en el m odo com o asum ía los

negocios. Según Silva, “en 1974, dos tercios de las 18 com pañías del BHC se orientaban a labanca, la inversión y los seguros, m ientras 10 de ellas consistían en em presas de com ercio ... los

activos líquidos del BH C hicieron que le fuera relativam ente fácil ajustarse a una liberalización

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227

El B HC orga nizó una conferencia de gra n envergadu ra a comienzos de

1975 en Santiago, en donde Arnold Harberger y Milton Friedman argu-

ment a ron en fa vor de medidas de choque par a a brir la economía y det ener

la inflación (Silva 1996, 101; ver   Friedman y Friedman 1998). El símbolode la preeminencia del grupo de los radicales de Chicago lo constituyó el

nombramiento de Sergei de Castro, un amigo cercano de Cruzat del BHC,

como minis t ro de H a cienda . A es ta s a l tura s , l a vers ión n eol ibera l de los

Chicago Boys dominaba el impulso de reestructuración de la economía

chi lena , predominio que se extend ió ha st a la cr is is de la d euda en 1982

–que resa ltó el perfi l de Cr uza t , ent re otr os.3

De hecho, en diversos aspectos es posible constatar el descenso del

viejo orden jurídico como cons ecuencia de la configu ra ción d e nuevos ca na -

les de entrada más meritocráticos, de la presencia de conexiones vitalesentre la s vieja s fa milias, el E sta do y los negocios, a sí como de la existencia

de vínculos forjados a través de una ideología económica compartida, de

inst itu ciones na ciona les y de est udios realiza dos en el exterior, todo lo cua l

fa cilitó a los gest ores del ca mbio ra dica l el pegan te y la capa cida d suficien-

te para emprender su cometido. Al ocupar todas las insti tuciones impor-

ta nt es que r esulta ron vigoriza da s con el discurso económico moderno, los

nuevos actores logra ron derroca r ta nt o a l desa credita do E sta do desa rrollista

como a aquellos cuyos privilegios provenían solamente de su filiación con

las vieja s fa milia s y con la s oligar quía s jurídica s. Es te grupo se ba só en supropuesta de cambio económico, en los conocimientos matemáticos y en

las conexiones internacionales que le daban credibil idad. Sus miembros

no presta ron mucha a tención a la credibil idad que el derecho les pudiera

facil i tar . El control del Estado por parte de Pinochet estaba respaldado

rápida del com ercio en contraste con los conglom erados m ás tradicionales. Asim ism o, una

apertura m ás rápida del com ercio exterior facilitó la expansión de los conglom erados en detri-

m ento de los otros grupos económ icos”(1996, 73). Los dos principales dirigentes del BHC,

Javier Vial y el abogado Ricardo Claro, contrataron en 1966 a M anuel Cruzat, uno de losgraduados m ás brillantes de Chicago, y así el BH C se convirtió en uno de los prim eros grupos de

Chile en contratar econom istas para asum ir un enfoque m ás agresivo y m ás financiero (O sorioy Cabezas 1995, 58). Valdés observa que Cruzat despachó a “todos los viejos”que trabajaban

en el Banco, prom ovió la venta de la propiedad inm ueble y ayudó a orquestar la com pra de

diversas em presas chilenas. Para 1970 esta institución se había convertido en el tercer o cuartogrupo m ás grande de Chile (1995, 229). Cruzat, luego del golpe m ilitar, conform ó el grupo

Cruzat-Larrain con su prim o Fernando Larrain, ayudando así a la transform ación, según LauraHasting, de las fam ilias a “los grupos de em presarios”(Hasting 1983, 214).

3 De acuerdo con un abogado que trabajó en un banco internacional a finales de la década de los70 y principios de los 80, “los bancos contaban con bastante dinero”y “los requisitos [para

adquirir préstam os] estaban siendo cada día m ás flexibles”. Al m ism o tiem po, los grupos econó-

m icos m ás im portantes controlaban las entidades financieras, facilitando incluso que grupostales com o C ruzat-Larrain adquirieran nuevos negocios, así com o las inm ensas deudas que

quebraron a diversas em presas cuando la crisis tuvo lugar. La tasa de cam bio, que habíaperm anecido fija, de repente se dobló, haciendo que los préstam os en dólares fueran virtual-

m ente im posibles de pagar.

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228 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

principa lmente por la violencia , que era a compa ña da por a lgunos ri tua les

jurídicos y una fa chada republica na . E n est e cont exto, el éxito económico

fue un factor central de legitimidad en favor del Gobierno (Silva 1991, 395).

Aun cuando el gobierno de Pinochet no dedicó muchos esfuerzos alárea del derecho o a las insti tuciones jurídicas, los abogados no fueron

tot a lment e excluidos. En prim er luga r, muchos de ellos le dieron su bendi-

ción a l nu evo gobierno. En efect o, el sector judicia l y la vieja élite jurídica

recibieron con un abrazo de bienvenida el golpe mili tar , esperando entre

otras cosas volver a los mejores viejos tiempos en donde podían imponer

su saber y valores propios. Varios jueces de la Corte Suprema, incluyendo

a bogad os prestigiosos, a ba ndona ron el ejercicio caba l de sus funciones pa ra

apoyar al régimen mili tar , el cual estaba conformado por personas que

compa rt ían la m isma tr a yectoria social de aq uellos que para entonces ocu-paba n la ma yoría d e plaza s en la judica tura . Un o de los jueces de la C orte

Suprema, citado por Constable y Valenzuela (1991, 117), “manifestó su ‘en-

ca nt o’ a nt e la promesa del esta ment o mili ta r de ‘respeta r y ha cer cumplir ’

las decisiones judiciales”. Muchos abogados y jueces, por su parte, expre-

sa ron su a gra do por el hecho de que, como otr o juez de la C ort e Suprema lo

ha bía seña lado, “el gobierno actua l ja má s ha irrespeta do a los juzga dos ni

a las cortes” (J osé María E yza guirre, ci ta do por C onst a ble y Valenzuela

1991). Reconociendo hábilmente que el sector judicial había alcanzado el

punto en que su principal preocupa ción era intent a r ma nt ener los va loresde la vieja a ristocra cia , P inochet “r indió un a cucioso homena je a la digni-

dad y el prestigio de la judicatura” (Constable y Valenzuela 1991).

LA INVENCIÓN INTERNACIONAL DE LOS DERECHOSHUMANOS: LA VICARÍA COMO LABORATORIOINTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS

Ch ile ocupa un luga r cent ra l en el desa rrollo del movimiento int erna ciona lde los derechos hu ma nos (ver  Keck y Sikkink 1998, 88-92). En el momento

del golpe milita r (1973) el tema de la lega lida d no era un a sun to cla ve. Los

abogados, como fue anotado, apoyaron en su mayoría el golpe, y así no

había un discurso o un movimiento autónomo de derechos humanos que

permitiera a los abogados tomar distancia de la coyuntura polí t ica. Por

ejemplo, una iniciat iva que circuló en cont ra de la toma mili ta r del poder

en 1973, según un o de los sign a t a rios, sólo obt uvo el respaldo de doce fir-

ma s, entre ella s las de J a ime Ca stillo, Fra ncisco Cum plido y E ugenio Velasco

–este último asociado con el movimiento de derecho y desarrollo–. Así, elcomienzo de la actividad en materia de derechos humanos se dio primor-

dialmente a partir de una alianza entre políticos de oposición, especial-

mente los demócra ta -cristia nos junt o con la Iglesia, la cua l aún ma nt enía

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229

un rescoldo del pensamiento católico social progresista (ver , en general ,

Zinder 1995). Como lo indicó uno de los observadores, “sólo las iglesias

resistieron pa ra ofrecer a lgún t ipo de sombra protectora” . S egún otro ob-

servad or, la judica tur a “no import a ba ” ; ellos sólo servían como “ta petes deen t r a da ” .

 Algunos obispos, liderad os por el padr e Sa la s, se unieron a un gr upo de

a boga dos y a ctivista s en la creación de un Comité de P a z, el cual a su vez

conformó una división jurídica , dir igida inicialment e por J osé Zala quett .

Muy pronto Zalaquett fue arrestado y retenido por seis semanas. Hacia

ma rzo y a bril de 1974, el G obierno esta ba rea liza ndo desa pariciones como

meca nismo par a desha cerse de a quellos q ue era n percibidos como enemi-

gos, especialmente en sindicatos, partidos polí t icos y universidades. El

tr iunfo relativo del movimiento internacional de los derechos humanos,descrito má s a delant e, l levó a que la época de represión má s cruda en Chi-

le fina lizar a en 1978, cuan do la fuerza secreta de policía (la D irección Na -

cional de Intel igencia) fue desmantelada .4  P inochet cont inuar ía en e l

gobierno dura nt e la déca da de los 80, pero no con el mism o gra do de terror

que ha sta entonces se ha bía ejercido.

E l movimiento de los derechos hum a nos en Ch ile surgió como una a lian -

za entre estudiantes de derecho, abogados e iglesias, que contaban con el

respaldo del Consejo Mundial de Congregaciones, el Consejo Nacional de

Iglesias de los Est a dos Un idos, a lgunos recursos provenient es de Eur opa y

una crecient e presión int erna ciona l . La división jurídica del Comité de P a z,

que muy pront o creció ha sta a lca nza r un número de 75 persona s, se sirvió

de la d esacredita da pero no obsta nt e existente t ra dición jurídica pa ra ob-

tener apoyo, y así adelantó recursos de habeas corpu s   en todos los casos

posibles y del mismo modo ayudó a facilitar abogados de defensa en los

tr ibunales mili tares. Como afirmó uno de los activistas, algunos sujetos

pregunta ba n “en un comienzo” si de esa forma ellos esta ba n “legitima ndo

el sistema ” a l uti l izar los juzgados, pero el ca so es q ue “no cont á ba mos con

otro tipo de foros”. Si bien los juzgados fallaban a favor del detenido por

mucho en dos o tres ocasiones, lo cierto es que estas decisiones también

servían para perseguir ciertos “objetivos conexos”.

El Comité de Paz sacó provecho del papel pasivo propio de los jueces.

Con la pretensión de ma nt enerse ajenos a l desar rollo de los a cont ecimien-

tos polí t icos, los juzgados simplemente empezaron a mandar notas al Go-

bierno ca da vez que era insta ura da una demanda a legan do por la retención

de una persona . Si el Gobierno respondía , la pa rte dema nda nt e sabría q ue

“no ha bía r iesgo de muerte” , según un o de los a ctivista s, pero si nunca se

4 Y Pinochet decretó la am nistía para todas las violaciones excepto para el asesinato de Letelier, el

cual fue exim ido por presiones provenientes de los Estados Unidos.

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230 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

sabía nada “por parte del Gobierno”, entonces había que “activar las alar-

ma s”. Ya q ue Chile había sido una pla za de deba te y de preocupación int er-

nac iona l en l a época de Al lende y l a t r ans ic ión democrá t i ca hac ia e l

socia lismo, el país se m a nt uvo en los estra dos principa les de los medios decomunicación. La documentación legal hasta entonces compilada ayudó a

que los activistas movil izaran, de acuerdo con otro protagonista, a “L e 

Monde , T ime , las Na ciones U nida s, Amnist ía I nt erna ciona l” y otro t ipo de

insti tuciones “que l legaba n día tra s día” . Así , la a tención presta da facil itó

la internacionalización de las estrategias empleadas por los activistas.

Como seña ló uno de los a ctivista s de ese ent onces, “Chile era noticia ” .

Los reporteros del New York T im es  venían a Sa nt iago “cada sema na” . Chi-

le era percibido como “el ca so ca lient e del moment o”, ya que la s va ria bles

all í inmersas encajaban perfectamente en los debates y en las divisionesproducto de la G uerra Fría en los Est a dos U nidos (ver  capít ulo 8). A t ra vés

de esta s conexiones intern a cionales, la gent e del Comité de P a z muy pron-

to conoció de la existencia de Amnistía Internacional –que para entonces

apenas estaba forjando su credibil idad–, de la Comisión Internacional de

J urista s, de la Orga nización de los E sta dos America nos y de los instru-

mentos internacionales para los derechos humanos que habían sido crea-

dos bajo el auspicio de las Naciones Unidas, los cuales, en ciertos casos,

a pena s esta ban siendo adopta dos. Según uno de los part icipa nt es en esta s

a ctividad es, si bien al comienzo de la r esistencia a l golpe milita r los a boga -dos ha bla ba n a cerca d e “la Const itución” o de los “derechos del defendido”,

en pocos meses ellos empezaron a referirse a los “derechos humanos” y

buscaron, por primera vez, activar sistemáticamente el armazón ofrecido

por las Na ciones Un idas. La campa ña de J immy Ca rt er en 1975, que se

había servido de los debates adelantados en Washington con motivo del

golpe mili ta r chileno, ta mbién a yudó a que los derechos huma nos se con-

virtieran en materia de controversia. 5

No obst a nt e, esto no signif ica q ue el movimient o de los derechos hu -

manos hubiera logrado ganarse una legi t imidad temprana a l inter ior deCh ile. E n efecto, el Comité de P a z fue desma nt ela do por P inochet en 1975,

y el mismo tuvo que a briga rse ba jo la sombra protectora de la iglesia ca tó-

lica –conforma ndo a sí la Vicaría – para ma nt enerse vivo. P ero f ina lmente,

Pinochet y su gobierno se vieron forzados a reconocerle legitimidad a lo

que vendr ía a configura rse como el movimient o int erna ciona l de los dere-

chos huma nos.

5

U no de los congresistas de ese entonces m anifestó que la legislación de los derechos hum anosque precedió la elección de Carter y que le ayudó a ganar la atención del público, “fue adoptada

debido a que en el Congreso estábam os bastante, bastante m olestos con el G obierno, particular-m ente luego de que quedó claro que la adm inistración N ixon había desestabilizado el régim en ...

del presidente Allende en Chile”.

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231

Algo de la diná mica de tra nsforma ción sufrida en Chile y en otra s par-

tes puede ser const a ta da en la hist oria d e J osé Za laq uett , uno de los l íderes

chilenos má s fam osos en ma teria de derechos huma nos. É l se gra duó en la

fa culta d de d erecho en 1967 y luego se convirt ió en profesor de derecho yen a boga do defensor en a suntos penales. Est a s a ct iv ida des esta ban dentro

de la tr a yectoria a sociad a con la vieja élite jurídica , pero, como otr os pocos

a boga dos que se encont ra ba n en la ori l la progresista del derecho, Za laq uett

también trabajó brevemente en la reforma agrar ia promovida por el go-

bierno de Allende. Fue un demócrata-cristiano que guardaba vínculos con

el ala progresista del pensamiento católico. De forma inmediata al golpe

mili ta r formó pa r te del Comité de P a z, que para entonces ma ntenía , pr i-

mordialment e, una va lidez de orden “polí t ico”. E nt re a quellos q ue respal-

da ron a l Comité de P a z, sólo dos eran a bogados de tendencia r ela t ivam enteconservadora y unos pocos eran demócrata-cristianos, que de hecho se

ha bían opuesto a l gobierno de Allende. La ma yoría –descritos por Za laq uett

de acuerdo con una persona cercana a él– “ha bían simpa tiza do con la a dmi-

nist ra ción de Allende”, e hicieron pa rt e del Comité de P a z como una ma ne-

ra de sa lvar a a lgunos “compañeros que habían sido encarcelados” . Su

esfuerzo, como lo describió uno de sus miembros, era par t e “de una empre-

sa humanitaria jalonada por un comité polí t ico que había sufrido un re-

vés” . Como lo seña ló otro miembro del Comité, los a boga dos que “era n d e

izquierda e inspira dos por causa s polí t ica s” , empezaron “a emplear herra -mienta s profesiona les” , para a sí convertir la polí t ica en derecho. Esta a cti-

vidad empezó a generar su propia dinámica cuando comenzó “a calar la

idea de q ue ciertos va lores” tenía n fuerza “universal” , lo cua l quiere decir

que los mismos empezar on a goza r de un va sto apoyo intern a ciona l .

P or lo ta nto , no resulta sorprendente que J osé Za laq uet t , una vez ex-

pulsado en 1976 luego de su segundo arresto, se fuera a trabajar a Amnis-

t ía Internacional , que para entonces aún no hacía par te de la corr iente

principal en el cont exto int erna ciona l. Allí él se convirt ió en miem bro de la

junta de la división estadounidense en 1977 (el año en que Amnistía obtu-vo el Premio Nobel de la Paz), luego formó parte del Comité Ejecutivo

In tern a ciona l en 1978 y fina lment e fue nombra do como presidente en 1979.

Debido a estas actividades, se convirtió en la primera persona no estado-

unidense en ganar uno de los galardones a los “genios” otorgados por la

Fundación MacArthur. 6

6 Al interior de C hile, tam bién debe ser dicho, pocos de los abogados que fueron identificados

con la oposición realizada en contra de A llende se convirtieron posteriorm ente en actores

im portantes para la evolución de las actividades relacionadas con los derechos hum anos. Algu-nas de estas personas, com o podría esperarse, tenían vínculos con el m ovim iento de derecho y

desarrollo, tales com o Eugenio Velasco y G onzalo Figueroa. Y otros, incluyendo especialm entea Jaim e Castillo, guardaban nexos con los dem ócrata-cristianos. Castillo había sido m inistro deJusticia en el gobierno de Frei. Jose Luis Cea, otro ejem plo, fue un abogado graduado en los

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232 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

El desarrollo y la universalización de la actividad en materia de dere-

chos huma nos logró un a lto gra do de acelera ción con la gestión de la s gra n-

des orga niza ciones fila nt rópica s, especia lmente la Fund a ción F ord. E n C hile,

como en B ra sil , la inversión d e esfuerzos y recursos de las funda ciones enderechos humanos sólo se dio como resultado de pasadas inversiones que

se habían suscitado en torno al ámbito de las ciencias sociales.7  Aprove-

chando una lectura similar que había surgido de la experiencia brasileña

pocos años antes, la gente de la Fundación Ford en Chile se preguntó,

“¿qué podemos hacer en un régimen represivo?”; la Vicaría, al menos en

principio, “no se ajusta a nuestro programa”. La oficina de la Fundación

Ford en Santiago vio la necesidad de “tomar distancia” frente a Pinochet,

ma s “no sabía qué debía ha cer” en ma ter ia de derechos huma nos. P ero el

enfoque a mplio que para entonces se ha bía d esar rollado en el seno de lasciencias sociales, hizo del escena rio chileno un terreno férti l par a la a pari-

ción d e progra ma s int erna ciona les dirigidos subst a ncia lmente a l ca mpo de

los derechos huma nos. El intent o de la F unda ción por obtener neutra lidad

en el ám bito de las ciencia s socia les no fue muy diferent e de lo que en la

esfera del derecho vendrían a ser los derechos humanos. No obstante, al

comienzo, la Fundación le huyó al discurso de los derechos humanos, ya

que probablemente aún guardaba una conexión demasiado estrecha con

las cont ienda s polí t ica s.

P a ra a van za r un poco en esta histor ia , luego de los pr imeros a ños delrégimen de P inochet, la pregunta de la Funda ción a cerca de la Vica ría y de

otr a s entida des pasó a ser la siguiente, de nuevo, de a cuerdo con uno de

años 60, quien luego se convirtió en profesor de derecho constitucional en la U niversidad de

Chile al final de esa década (así com o asesor jurídico de aquellos que redactaron los borradores

de la reform a constitucional de 1967). A dem ás, publicó un libro en 1971 acerca de la teoría de

la libertad de expresión, basándose en John Stuart M ill y otros autores. En ese entonces, El 

Mercurio  elogió el libro al trasluz del “peligro”que revestían las dictaduras com unistas. A lgunos

otros cercanos al gobierno de A llende criticaron su “discurso burgués”. N o obstante, después

del golpe, el libro fue prohibido, e incluso Cea perdió por un tiem po su posición com o profesordebido a que “hablaba acerca de principios generales”que eran contrarios al querer del régi-

m en. El nexo entre las preocupaciones por los derechos hum anos y la línea de derecho y

desarrollo tam bién es sugerida por el hecho de que Cea cursó un program a de posgrado en la

U niversidad de W isconsin-M adison. U no de los funcionarios de la Fundación Ford de ese enton-ces –en cierta form a opuesto a G ardner (1980)–sugirió que pudo haber existido un vínculo

entre el Proyecto Chile en Derecho y algunos pocos abogados del establecim iento que habían

escogido estudiar el cam po de los derechos hum anos. Luis Bates provee otro nexo entre la línea

de derecho y desarrollo y una posición m ás cercana con los derechos hum anos en com paración

con aquella de los abogados chilenos tradicionales. D e hecho, tiem po m ás tarde, Bates fue elfiscal encargado de investigar el asesinato de Letelier.

7 Com o uno de los funcionarios de la Fundación Ford lo m anifestó, la supervivencia económ ica

de las ciencias sociales, m ás que la del derecho, se vio am enazada por el gobierno m ilitar. Losabogados tenían “un m ercado de trabajo diferente”, ya que lograron seguir ejerciendo “el dere-cho de los negocios, el derecho com ercial y el derecho penal”a pesar del golpe m ilitar. N o

obstante, tam bién es cierto que las inversiones pasadas de esfuerzos y recursos en favor del

derecho no habían generado dividendos significativos.

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los funcionarios de ese entonces: “¿cómo podemos hacer esto sin involu-

crarnos en polí t ica?” . En otras palabras, “¿es esta una actividad en favor

de los derechos huma nos o una a ctivida d política part idista ?”. La documenta -

ción prolífica de la Vicaría –“la gente pudo recabar datos empíricos”– impre-sionó a los delegados de la Fundación Ford cuando visi taron a Santiago.

“No sólo se tra ta ba de gri tones” sino de persona s “curiosa ment e lega lista s” .

Para f inales de los años 70, según uno de los funcionarios de la Ford

que la bora ba en esa época, “el modelo ha bía sido implement a do” y “ funcio-

na ba en Ch ile” . La Ford entonces vislumbró y foment ó la creación de “re-

des in ternac iona les que pudieran l legar a auxi l i a r se mutuamente” en

ma teria de derechos huma nos. Asimismo, la F ord desa rrolló un progra ma

forma l en derechos huma nos, y una de las persona s que a yudó a elaborar-

lo, P eter B ell , hizo de los derechos huma nos la pieza cent ra l de la Fun da -ción Interamericana, la cual dirigió desde finales de la década de los 70

ha st a principios de los a ños 80 (ver  Keck y Sikkink 1998). 8

LA RECONSTRUCCIÓN INTERNACIONAL DE UN CONSENSOESTATAL: DEL ESTADIO AL SALÓN DE CLASES

La insti tuciona liza ción de la a ctividad de los derechos huma nos, fina ncia da

por la s organ izaciones f i la nt rópica s, siguió la senda de las gra ndes inver-

siones que se ha bían da do en la esfera a cadémica de las ciencia s sociales.

La sociología e incluso la economía se habían convertido en disciplinas

a lta mente polit iza da s en la era de Allende, mient ra s que una serie de per-

sonas graduadas, que salían al mercado en un número que sólo el Estado

era capaz de absorber, dir igieron su atención hacia un cambio polí t ico y

socia l . La Corpora ción de In vestiga ciones E conómica s pa ra La tinoa mérica

(Cieplan), un centro de investigaciones reconocido en el área económica y

operado primordialmente por economistas formados en los Estados Uni-

dos a comienzos de los a ños 70, a sumió una a cti tud par ecida a la d e otra s

insta ncia s en cuant o a su compromiso general pa ra con el diseño de estu-

dios que fuera n de utilida d pa ra el E st a do, incluyendo el régimen de Allen-

de. La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y la Cepal , entre

otras insti tuciones, también se dedicaron fuertemente al estudio de teo-

ría s de la dependencia , as í como a otro tipo de a ná lisis que hicieron gira r la

ba lan za ha cia la izquierda , lo cual par ecía inconsistent e con los esfuerzos

de la anterior generación de especial istas en ciencias sociales que tenían

una orienta ción m á s positivista . La polít ica guia ba el destino de las cien-

8 U no de los integrantes de la Fundación Ford afirm a que ciertos elem entos de un program a de

derechos hum anos ya existían en Argentina a principios de los años 60, que luego “em pezarona extenderse en el Brasil”con posterioridad al golpe m ilitar de 1964, y luego se difundieron

“com pletam ente m ediante grupos llam ados de derechos hum anos en Chile”después de 1973.

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234 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

cias sociales mientras la situación de compromiso político llegaba a su fin.

Luego de que P inochet l legó al poder, se dio un resurgimient o de los a nt e-

riores enfoques de corte más estadounidense, los cuales buscaban tomar

distancia de una a genda cla ra mente pol ít ica , en gra n medida para sobre-vivir en u n ent orno en donde ha cer polí t ica era i lega l .

Los centros de investigación que contaban con f inanciación del exte-

rior –y con la protección internacional y en ocasiones con la religiosa– se

convirtieron en el hogar de las personas opositoras de Pinochet (Puryear

1994; Sa nt iso 1996). Como fue resa lta do por J effrey P ury ea r, uno de los

funciona rios de la sede chilena de la Fund a ción F ord, el nuevo pa pel que

desempeñaron los centros comenzó con la realización de tres proyectos

conforma dos por seis invest iga dores y fina ncia dos por la Ford, cuyo objeto

era facil i tarles refugio a académicos disidentes que habían sido expulsa-dos de la s un iversida des (45). In cluso cua ndo los centr os crecieron –a lca n-

za ndo su cenit en 1988, cua ndo llega ron a ser 49 y empleaba n a lrededor de

664 profesionales– “los centros privados de investigación de oposición con-

tinuaron recibiendo sus fondos casi en su total idad de arcas extranjeras”

(P ur yea r 1994, 43, 51). 9

Estos centros pr ivados f inanciados con dineros foráneos tenían di-

versos v íncu los con e l movimiento de los derechos hu ma nos , y de hecho

muchos de el los emprendieron estudios sobre el papel de los derechos

hum a nos (P ury ea r 1994, 45). Sin emba rgo, estos cent ros sobre t odo fa ci-

l it a ron ot r o t ipo de ca minos pa ra t r a nsforma r l a po lí t i ca en un escena -

r io técnico y n eutra l . Así , ma nt uvieron u n n exo d i recto con e l á mbi to de

las c iencias socia les y con los especia l is tas en ciencias socia les que ha-

bían venido ga na ndo impor ta nc ia dura nte l a déca da de los 60. La nueva

invers ión d e esfuerzos y r ecurs os, como lo indicó uno de los pa r t ic ipa n-

tes de la F unda ción Ford , “fue una extensión na tur a l de a yuda f ac i li t a da

a lo largo de los años 60, cuando una var iedad de donantes emprendie-

ron es fuerzos s i s temá t icos y sos tenidos par a v igor izar l a enseña nza y l a

invest iga ción en ciencias s ocia les” . De est e modo, un gr upo de “pol í t icos

especia l is tas en ciencias socia les” , que había mantenido una posición

a ctiva dura nt e la década de los 60, a sumieron el l idera zgo de estos centros,

permit iéndoles perma necer en Ch ile así como rea grupa rse luego del golpe

mil i tar .

Las inversiones en el ámbito de las ciencias sociales beneficiaron a

a quellos pertenecient es a la cla se polí t ica que cont a ba n con a credita ciones

9

Según Santiso (1996, 260), el respaldo extranjero fue, por parte de los Estados U nidos, dealrededor de 55 m illones de dólares por año en la m itad de la década de los 80, y por parte de

Alem ania, aproxim adam ente de $26 m illones por año en el período 1984-1988. D e hecho, losrecursos germ anos tenían un vínculo íntim o con los partidos políticos y tendían a orientarse

hacia aquellas instituciones que fueran cercanas al partido correspondiente de Chile (1996, 261).

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en dicho ám bito. Como afirm ó Pu ryea r, “a sí emergieron lo que var ios ob-

serva dores car a cterizar on como ‘una extra ña combina ción d e polí t icos in-

telectuales’” (1994, 57). La Fundación Ford, por ejemplo, como sostuvo

Edgardo Boeninger, “mantuvo una simpatía especial hacia la democracia,pero no pudo financiar ciertos perfiles sólo porque tenían una etiqueta

polí t ica” . Como resultado, “ los centros impusieron una estructura acadé-

mica a los políticos, invitándolos a seminarios y enviándoles diverso tipo

de publicaciones” (Puryear 1994). Más aún, “las ciencias sociales en gene-

ra l eran permitida s, mientra s q ue la polí t ica no”. Como lo expuso Aleja n-

dro Foxley, del Cieplan, dentro del seno de las ciencias sociales “la crítica

má s a cepta da era la económica . De esta forma el debat e polí t ico f inalmen-

te se convirtió en un a discusión s obre política s económicas” (P ury ea r 1994,

58). Como veremos más adelante, los políticos tradicionales –y especial-ment e los a boga dos tra diciona les–, fueron incluidos dent ro de este ma rco

académico o simplemente eliminados del debate.10

Los t érminos de est os debat es cient í f icos, ta nt o económicos como so-

ciales, fueron “m ejora dos” y tra nsforma dos en el mercado interna ciona l de

la s t écnica s y los conocimient os especia liza dos. P or ejemplo, el debat e eco-

nómico tuvo que ser conducido por “un grupo de especialistas respetados”

(J osé B runn er, en P uryea r 1994, 59) que pudiera n h a blar el lengua je de la

matemática , e l cual para ese entonces era adquir ido pr imordia lmente a

través de una educación adelantada en el extranjero, sobre todo en losEst a dos U nidos. En genera l , como ta mbién precisa P uryear , “ los donant es

del extra njero tendían a va lora r má s la ciencia que la ideología, y los a sun-

tos t écnicos m á s q ue los teóricos” (52). Ta l y como lo sugirió J osé J oaq uím

B runn er, el intelectua l chileno aprendía “ tr es fórmula s a nglosa jona s: ‘pu-

blica o perece’, ‘no a las cosas sin sentido’ y ‘responsabilidad pública’ ”

(P uryea r 1994, 53). S egún B runn er a hora ellos era n como la economía, a

saber, “abiertos hacia la competencia internacional” . De igual forma, “ los

estándares internacionales se volvieron más relevantes” (Puryear 1994,

53, 52), y la s ciencias socia les logra ron un m a yor gra do de profesiona lida d.Así , los nuevos intelectuales cosmopolitas estaban destinados a resultar

favorecidos.

Estos cosmopol i t as espec ia l i s t as en c ienc ias soc ia les terminaron

involucra dos en una r ed int erna ciona l de intelectua les que exa mina ba n el

mismo conjunto de problema s. E sta red incluía a cadémicos forán eos y chi-

lenos que se encont ra ba n viviendo en el extra njero dura nt e el régimen de

10

Así, Puryear señala que los nuevos líderes “socialistas”eran intelectuales, “en contraste con losviejos líderes cuya base se había consolidado en el sector laboral o m ediante la organización de

los partidos”(1994, 63). Para realizar el paralelo obvio, el m ism o fenóm eno se dio en el dom iniode los derechos hum anos, en donde aquellos que progresaban eran asociados con el derecho, y

no con el ejercicio de la política, en m ateria de derechos hum anos.

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236 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

P inochet (P uryea r 1994, 76). 11 E l enfoque de esta comunida d sufrió un giro

que fue desde la ideología y la teoría general hacia el pragmatismo y el

pluralismo (Puryear 1994, 69). Como lo expuso Miguel Garretón, de la

Fla cso, los cent ros de investiga ción m á s import a nt es permit ieron a los es-pecia l ista s en ciencia s sociales “rea grupa rse” y ma nt ener “cont a ctos con el

mundo exter ior” , creando de esta ma nera “una red muy sorprendente ta n-

to adentro como afuera” .

La creación de estas plazas de intercambio para las él i tes de intelec-

tuales cosmopolitas facilitó de esta manera el proceso de construcción de

un nuevo consenso, a sí como la a par ición d e “nuevos interlocut ores” ca pa-

ces d e da rle voz y difusión a dicho consenso (Sa nt iso 1996, 266, 269). 12  D i-

versas personas lograron conformar nuevas relaciones y estructuras de

lidera zgo. En pa rt icula r, comenza ndo en los a ños 80 y acelera ndo el proce-so con la crisis económica suscita da en esos añ os, los centros de investiga -

ción prestigiosos que habían iniciado su trayectoria de un modo bastante

apartado –incluyendo los de derecha que asistían a los economistas en el

poder y a quellos má s de izquierda q ue recibía n en su seno a los int electua -

les disidentes– empeza ron a crecer de ma nera conjunta , facili ta ndo así los

compromisos q ue condujeron a la tr a nsición a l f inal de la déca da .

La segunda generación de Chicago Boys –más decidida a pensar en

insti tuciones en comparación con el primer grupo que le había prestado

sus servicios a P inochet– comenzó a inscribirse en un nuevo tipo de discur-so intelectual. El Centro de Estudios Públicos (CEP), fundado en 1980, se

const i tuyó en un n uevo foro pa ra dicha genera ción. 13 Bajo la dirección de

Arturo Fontaine Talavira, hijo del editor de El M ercur i o , el CE P expandió

su enfoque má s a l lá de los as unt os económicos bá sicos. E ste centro tr a jo de

los E sta dos U nidos pensad ores “neoliberales” de punta –ta l y como ah ora

son caracterizados–, siendo de este modo un vehículo para la realización

de semina rios que incluía n int elect ua les de oposición. Al mismo tiempo, el

personal del CEP empezó a participar en la vida intelectual de los otros

cent ros privad os de invest iga ción (P uryea r 1994, 91). P or lo ta nt o, las élitesintelectuales de ambos f lancos comenzaron a respetar ciertas reglas del

juego, las cuales hacían que se tolerara un alto grado de discusión en los

debates académicos cosmopolitas (Santiso 1996, 267).

11 Santiso los describe com o “com unidades epistém icas fuertem ente transnacionalizadas”(1996,

75) a través de la financiación y de las actividades por ellos adelantadas. De esta m anera, ellos

estuvieron perfectam ente fam iliarizados, por ejem plo, con el ocaso global del socialism o y con lalucha de España para consolidar la dem ocracia.

12 “Ellos restablecieron vínculos de confianza que fueron em ergiendo progresivam ente, prim ero en

el plano intelectual y luego en el plano político, respecto al consenso sobre el estilo de transición

que se debía adoptar”(Puryear 1994, 67).13 Evidentem ente la idea original era construir una universidad, pero el proyecto nunca se llevó a

cabo.

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237

Dent ro de este mun do fueron forjad os los cont a ctos personales e int e-

lectuales que resultaron cruciales para la transición. 14  Como lo propuso

Miguel Garretón, estos contactos tornaron “la resistencia en oposición”,

desarrolla ndo así –en las pala bra s de otro prota gonista clave– un “discur-so positivo” para el regreso a la democra cia , al igua l que una estra tegia d e

negociación y la producción d e una serie de a comoda mient os con los cam -

bios políticos y económicos implement a dos por P inochet . En t re este gru po,

por lo general se le conceden a Edgardo Boeninger los créditos como el

agente determinante de las ideas y las personas (Puryear 1994, 92-95;

Santiso 1996, 270). Cercano a Patricio Aylwin, un político de corte más

tradicional , Boeninger fue crucial tanto para la empresa de reunir a los

intelectuales como para el perfeccionamiento de una al ianza con la clase

política tradicional representada por el propio Aylwin.La crisis de la deuda a principios de los a ños 80 llevó a q ue el grupo de

Boeninger y los intelectuales en el poder reconocieran la importancia

de este cometido académico así como de las redes de vínculos que se esta-

ban creando o que estaban en proceso de ser reconstruidas. En el otro

costado, la crisis de la deuda también incrementó la importancia que el

régimen de P inochet le concedía a la legitimida d int erna ciona l . Ha cia 1986,

desde la perspectiva de B oeninger y otros que se encont ra ba n en la oposi-

ción, “la m ovilización socia l no condu jo a la caída ” de P inochet –según pa-

la bra s de uno de ellos–. De hecho la economía esta ba sufriend o un cola pso,pero el desa st re económico result a nt e no precipitó el t ipo de moviliza ción

social que se requiere para derrocar a un gobierno mili tar . Por lo tanto

comenzaron a concentrarse más en el plebiscito de 1988 que había sido

programado por Pinochet en 1980. Empezaron así a tomarse en serio la

posibilidad de volver al poder a través de unas elecciones.

Simult á nea mente l legaron a la conclusión d e que un cierto t ipo de a cep-

ta ción de la a mnist ía propuesta por P inochet para impedir juicios por viola -

c ión de los derechos humanos tendr ía que ser necesar i a . Igua lmente

admitieron que tendría que haber una “polí t ica económica responsable”

que continuara con la l iberalización impulsada por los Chicago Boys. La

oposición política, unificada como part e de la Concert a ción de P a rt idos pa ra

la D emocracia, congregó una ca mpa ña par a vota r por el no en el plebiscito

de 1988. U n “ comit é t écnico pa ra el No”, dirigido por cient íficos socia les y

a sistido por un a f irma consultora esta dounidense, entonces condujo la pri-

mera campaña “moderna” en Chi le , enfa t i zando en l a vo tac ión , en l a

focaliza ción d e grupos y en la producción de una sofisticada publicida d en la

14 La lista de figuras clave de este m undo incluye a Edgardo Boeninger del Centro de Estudios para

el Desarrollo (CED ); Alejandro Foxley del Cieplan; José Joaquím Brunner, Enrique C orrea, ÁngelFlisfisch, M anuel A ntonio G arretón y N orbert Lechner de la Flacso; Eugenio Tirón del Centro de

Estudios Sociales y Educación (SU R); y Felipe Larrain del CEP (cf . Santiso 1996, 269).

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238 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

televisión (Pu ryea r 1994, 150-159). La estr a tegia , que t a mbién se a poya ba

en diversa s presiones int erna ciona les q ue exigían una s elecciones l impias

(Ca rothers 1991) –especia lment e luego de la decisión de R ea ga n de r espal-

dar el movimiento de los derechos humanos para este caso específico–,desem bocó en una victoria con el 55% de los votos a sí como con la conv oca -

toria a una s elecciones presidenciales para el añ o siguiente.

Dentro del gobierno de Pinochet, al igual que en los prestigiosos centros

de investigación que lo rodeaban, la crisis económica representó más poder

para aquellos que estaban interesados en erigir insti tuciones más legíti-

ma s y en presta r ma yor a tención a la esfera del derecho. La necesida d de

insti tuciones tu vo luga r pa ra proteger el lega do de los C hica go Boys y para

generar una ma yor credibil ida d interna ciona l .15 P or supuesto, la tolera ncia

para con una creciente actividad política de la oposición fue otro de losfa ctores present es (B oeninger 1996, 8). Fina lment e de nuevo se prest ó at en-

ción al sistema judicial, en parte por las dificultades que los jueces habían

suscita do en el período inmedia ta mente posterior a la crisis de la deuda. 16

U na de las f igura s ejemplares del ala de P inochet en las negociaciones

fue Carlos Cáceres, un economista que fue presidente del Banco Central

en 1982 y mi n i s t r o de H a c i enda en 1983 . É l t a mbi én co n t a ba co n

acreditaciones norteamericanas en su haber, incluyendo dos t í tulos obte-

nidos en los Es ta dos U nidos y una buena r elación t a nt o con Milton Fr iedma n

como con Fr iedrich von Ha yek, ent re otr os, a tr a vés de la Mount P elerin,

una socieda d t ra nsna ciona l cuya sede estaba en G inebra . 17  Luego de au-

sentarse del Gobierno por varios años, fue invitado a ocupar el cargo de

minist ro del Int erior en 1988. De a cuerdo con fuent es periodíst ica s, Cá ceres

fue una f igura central en la negociación de los cambios consti tucionales

15 La crisis económ ica acarreó ataques voraces en contra de los econom istas por parte de los

nacionalistas en el gobierno de Pinochet e incluso de El Mercurio . Según O sorio y Cabezas, “a

inicios de febrero de 1983, los nacionalistas lanzaron una nueva ofensiva para tom ar el controldel régim en. Las condiciones eran propicias. La crisis económ ica había dejado en desgracia laim agen de los Chicago Boys, y Pinochet se m ostraba receptivo a sus críticas”(1995, 139). El

m inistro del interior, Sergio O nofre Jarpa, en una charla que dictó a los em presarios, atacó las

ideas “extranjeras”de los Chicago Boys (O sorio y Cabezas 1995, 143).

16 Según un observador, el grupo respectivo dentro del G obierno en el período 1982-1986 em -prendió ciertos esfuerzos para reform ar la judicatura, ya que los jueces estaban siendo incapa-

ces de m anejar las bancarrotas producto de la crisis de la deuda. Tam bién existían casos

crim inales extensos que nunca habían llegado a la etapa final. El núm ero de juzgados se

increm entó en un 50% para atender los num erosos casos de la crisis de la deuda, pero aun así

la situación no m ejoró. Algunos ingenieros realizaron un estudio para el M inisterio de Justicia en1984-1985, sugiriendo que los tribunales necesitaban m odernizar sus procesos, pero la judica-

tura y sus aliados tradicionales se resistieron. Así, m anifestaron que “los econom istas estaban

entrom etiéndose en la m archa de los tribunales”, y advirtieron que “no intentaran apurarnos”.

El G obierno aún no quería tener altercados con la judicatura, así que el cam bio term inó

echándose al traste.17 Cáceres se afilió con Pedro Ibáñez en la década de los 60 (O sorio y Cabezas 1995, 153).

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239

realizados por cada ban do pa ra a cceder pacífica mente a la configuración de

un nuevo gobierno (Cavallo 1992, 56-68; Otano 1995, 73). 18 Aun cua ndo en

est r ic to sent ido no era un Chi cago Boy , estaba comprometido con la

institucionalización del nuevo orden económico. Conforme a Osorio y Ca-bezas (1995, 143), Pinochet se vio en la necesidad de promover el perfil de

Cá ceres y d e sus a l ia dos, a pesa r de la s crí t ica s eleva da s por los economis-

tas de Chicago luego de la crisis de la deuda, debido a la conveniencia de

ma ntener persona s de suf iciente ta l la internaciona l pa ra a fronta r las ne-

gociaciones con los Estados Unidos y el FMI. 19 A Cá ceres a demá s se le ha

concedido el crédito de convencer t iempo má s t a rde a P inochet de int rodu-

cir cierta s reforma s en la Consti t ución de 1980, “en a ra s de obtener éxito a

través de su legitimación” (Osorio y Cabezas 1995, 148).

E l punto má s relevant e a cerca de los int electua les cosmopolita s descri-tos por P uryea r y S a nt iso –al igua l que de sus an á logos en el gobierno– es

que eran “pol í t icos pensantes” y “pol í t icos gestores” a l mismo t iempo

(S a nt iso 1996, 265), ta nt o por sus d otes en invest iga ción como por su s re-

des personales y profesiona les, las cuales se extendía n m ucho má s a l lá de

los l ímites de Ch ile. Ellos fa cil ita ron lengua jes y herra mienta s de gobierno

“modernos”, que fueron emplea dos pa ra sa lvar a la economía n eolibera l de

P inochet , a sí como pa ra promover un modelo económico de cort e democrá -

t ico y neolibera l. Los int elect ua les de oposición t a mbién se convir t ieron en

figuras clave en el gobierno de Aylwin y en la posterior administración deEduardo Frei. Virtualmente todos los actores principales de los centros

privados que se habían opuesto a Pinochet formaron parte de los nuevos

gobiernos, y los economist a s se m a nt uvieron como el grupo má s nu meroso

dent ro del ga binet e de minist ros, incluso luego de que el período de tr a nsi-

ción ha bía l legado a su f in (ver  Markoff y Montecinos 1993, 38). 20

E n va rios sent idos, los polí t icos int electua les reemplaza ron a los a bo-

ga dos tra diciona les, y en par ticula r el papel que ejercían en el G obierno.

De hecho, varias de estas personas se desempeñan en actividades –inclu-

yendo aq uella s de part icipación en la vida política como intelectu a les– quese pa recen bast a nte a las “ ta reas q ue desar rol la un a bogado” , de a cuerdo

con los tradicionales cánones chilenos. También se puede constatar la ge-

nera ción de una red persona l de cont a ctos ba jo la sombra protectora d e la

credibilidad a ca démica , pero esta vez ya n o suscita da en las fa culta des de

derecho sino en los centros de investigación. De modo similar, parte de la

18 Cáceres actualm ente es el presidente del Centro de Libertad y D esarrollo, creado por H ernan

Buchi.19 “Una visita del FM I obligó a que el G obierno lo llam ara, ya que no se sabía de otra persona con

su capacidad y experiencia para afrontar a los negociadores de la organización internacional”

(O sorio y Cabezas 1995, 143).20 Entre aquellos de los centros privados que form aron parte del G obierno, se encuentran Brunner,

Boeninger, Foxley, Enrique Correa, Carlos O m inam i y m uchos otros.

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240 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

a ctivida d del nuevo grupo se encuentra orienta da a la producción de decla-

ra ciones legítima s pero, en cont ra st e con los a boga dos tra diciona les y con

los profesores de d erecho, dicha s declara ciones son má s m oderna s, esto es,

má s consistent es con a quellas q ue son producida s en Nort eam érica .

BRASIL: LA RESTAURACIÓN Y LA FRAGMENTACIÓNDEL ÁMBITO JURÍDICO DEL PODER

La experiencia brasileña en materia de derechos humanos se encuentra

ma rcada por el papel que logra ron juga r la s inst i tuciones na ciona les exis-

tentes. Los escenarios confinados de Chile facilitaron la presencia de un

tipo de confront a ción q ue estuvo ca si tota lmente interna ciona liza da desde

un principio. La éli te más extendida y diversa del Brasil permitió que sedieran muchas más gradaciones entre los mil i tares de l ínea dura y los

a ctivista s milita nt es. El esta mento mili ta r , en sí mismo, era má s variopinto

en el ca so del B ra sil , con un gr upo instr uido que ya conta ba con vínculos

con los Est a dos Un idos, debido al mét odo de enseña nza implementa do en

las academias mili tares. El primer golpe mili tar de 1964 no desató una

ruptura a brupta y de hecho obtuvo un respa ldo relat ivam ente a mplio den-

tro de la él i te brasileña. Como en Chile, el movimiento de los derechos

humanos necesitó la protección de la Iglesia, pero también había insti tu-

ciones jurídicas –especialmente el gremio organizado de abogados– quelograron ser movil izadas cuando las personas de l ínea dura accedieron al

poder a finales de los años 60.

Las comisiones de paz y de justicia:el reagrupamiento de notables de élite alrededor de la iglesia

La a biert a oposición frent e a la s medida s represiva s de los mili ta res en el

B ra sil inicialment e tuvo su cent ro en la iglesia ca tólica . 21 D om P aulo Eva risto

Arns , a rzobispo designa do de S ã o P a ulo en 1971 (y ca rdena l en 1973), fue

una f icha estra tégica para reunir a la oposición q ue logró consolidar se den-tro de la comunida d a ctivista católica. É l conformó las Comisiones de P a z y

de J usticia que empezaron a orient a r sus a ctivida des en cont ra de la vio-

lencia producida por el régimen m ilita r. 22 Asimismo, dio el sustent o y a lgo

de la autonomía que se requería frente a las condenas del Vaticano a los

actos de tortura del Brasil , así como frente a la campaña de las iglesias

cristia na s en fa vor de los derechos huma nos –la cua l fue la nza da en 1973,

21 La oposición se pudo servir de la historia activista de la Iglesia de la década de los 50 e inicios de

los 60 (ver, en general, M ainw aring 1986).22 Él recibió un prem io im portante por sus actividades en derechos hum anos de parte del gobier-

no de Cardoso el 10 de diciem bre de 1995, en conm em oración de la Declaración U niversal.

Tam bién fue el organizador del m ovim iento Tortura N unca M ás.

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en coincidencia con el vigésimo quinto a niversa rio de la D eclar a ción U ni-

versa l de los D erechos Hu ma nos promulga da por la s Na ciones Unidas (Della

Cava 1989, 146-147). 23 S egún Mainw a ring, “Dom P a ulo muy pronto se convir-

tió en líder a lo lar go y a ncho de la na ción, a dentr o y a fuera de la I glesia , en lacam pa ña pa ra proteger los derechos huma nos” (1986, 106). 24

Desde sus inicios la campaña de la Iglesia involucró a un puñado de

a boga dos. U no de ellos fue J osé Ca rlos D ías, q uien estuvo dispuesto a de-

fender a los presos políticos perseguidos por el régimen milita r. 25 Él se unió

a l grupo debido a que el Ca rdena l en 1970, quizá s a provecha ndo los víncu-

los que Días había creado con la izquierda católica en sus actividades de

estudia nt e, le pidió forma r pa rt e del esta blecimient o de la Comisión de P a z

y J usticia . Día s entonces se convirtió en su segundo presidente, ayud a ndo

no sólo a la defensa de los prisioneros políticos sino t a mbién a l impulso deáreas tales como la censura de prensa o la obtención de pasaportes para

persona s bra sileña s que se encont ra ba n en el exil io. Otr o de los a boga dos

gra dua dos a q uien el Ca rdena l le solici tó ha cer pa rte del proyecto fue Fabio

Konder Comparato, profesor de la Universidad de São Paulo que había

seguido la tra diciona l tra yectoria de a dela nt a r estudios en el exterior . Ta m-

bién resulta import a nt e menciona r, debido a su r elevancia posterior , a J osé

G regori , una de las f igura s desta cada s en el gobierno de Ca rdoso y a ctua l-

mente ma gistrado de la Corte Suprema . Él ta mbién t ra bajó en la promo-

ción y pr otección de los derechos hu ma nos en un esfuerz o conjun t o con laiglesia de Sã o P a ulo. Est os a boga dos, que cont a ba n con un perfil rela tiva -

mente tradicional , fueron de las pocas personas que reaccionaron rápida-

mente con el f in de reajustar dicho perfi l de acuerdo con las nuevas

exigencias surgidas como consecuencia del ascenso al poder de los milita-

res de l ínea dura . Como veremos má s a dela nt e, estos ejemplos de Sã o Pa ulo

guardan nexos con las actividades que se estaban l levando a cabo en Río

de J a neiro a tra vés de la Ordem dos Advoga dos (OAB ), la orga niza ción

gremial de los a boga dos bra sileños.

23 Della Cava sitúa la actividad de la Iglesia en el contexto de las políticas de la propia iglesiabrasileña y asim ism o tom a en consideración las conexiones internacionales y las presiones

provenientes de la Iglesia católica (1989).24 M ainw aring sostiene que en el período 1974-1982 “la iglesia brasileña ... se convirtió en la iglesia

m ás progresista del m undo”(1986, 145).25 Él había tenido una trayectoria bastante típica después de haberse graduado en la Facultad de

Derecho de la U niversidad Católica de São Paulo en 1963. Luego em pezó a representar a los

prisioneros políticos en 1969, pero esta labor fue cuidadosam ente expresada en térm inos jurídi-

cos profesionales. Según una fuente cercana a él, para que “m antuviera una postura profesional”

no aceptaba dinero de nadie excepto de las fam ilias que pudieran sufragar los gastos. De esta

form a, dio énfasis a la necesidad de profesionalism o y de autonom ía con respecto al Estado. D eotra parte, defendió aproxim adam ente a 700 prisioneros políticos a pesar de que fue puesto en

prisión en tres ocasiones. Resulta im portante anotar que los abogados por lo general tuvieron

éxito ante los tribunales m arciales, ya que el sector de línea dura del estam ento m ilitar colocó a los

funcionarios de tendencia m ás liberal al servicio de dichos tribunales (Skidm ore 1988, 131-132).

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242 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

La OAB: de las estrategias elitistasa las estrategias institucionales

No hay duda de que la OAB , como insti tución, pa só a ser un o de los a ctores

centra les en la t ra nsición del régimen mil ita r f rente a la a ctua l forma de

gobierno democrático. No obstante, la historia no es meramente unidi-

mensional . El proceso fue relativamente lento; la OAB asumió un papel

relevante sólo hasta la mitad de la década de los 70. Este papel fue el

resultado de una combinación de presiones directamente ejercidas en la

práctica del derecho, presiones que se precipitaron debido a los ideales

jurídicos defendidos por el persona l ra so de la OAB , a sí como a l incremen-

to de inversiones en esfuerzos y recursos por pa rt e de aboga dos gra dua dos

de élite, q uienes se servían del escena rio en pleno ca mbio de los Est a dos

U nidos, as í como del movimiento intern a cional de los derechos hum a nos.

Dur a nt e el proceso, la OAB misma sufrió un giro, pa sa ndo de un período

en donde estaba dominaba por las personas de éli te detentadoras de car-

gos dispuestos adentro y alrededor del derecho, hacia otro en donde los

m i e m b r o s r a s o s t r a t a r o n d e a s u m i r e l c o n t r o l d e l a i n s t i t u c i ó n e

implementa r muchas má s l ínea s de ayuda s corpora t ivas . 26 P ero la influen-

cia política d e la OAB decreció nueva ment e cua ndo los pa rt idos políticos y

la democracia polí t ica brasileña restauraron varias de las plazas tradicio-

nales para que fueran ocupadas por políticos-abogados.

U n prest igioso a bogad o de negocios en Río, qu ien gua rda vínculos ínt i-

mos con la OAB , a notó que, por m uchos a ños, los a boga dos del Bra sil no se

vieron muy a fecta dos por el golpe mili ta r , cont inua ndo de esta forma con

su actitud de “prestar atención [sólo a sus propios] negocios”. Mientras el

gobierno había cambiado, el los lograron seguir desarrollando las mismas

actividades. De hecho, la mayoría de los miembros de la profesión jurídica

dieron su a poyo inicia l a l golpe milita r de 1964 (junto con otr a s élites y el

26 O tro residuo del activism o político de la O AB en los años 80 fue que tal institución tam biénsirvió com o foro de discusión sobre el tópico de lo que debía ser el derecho, así com o de

escenario de prom oción tanto del “derecho alternativo”com o de la sociología del derecho. De

hecho existen num erosas publicaciones que prom ueven el “derecho alternativo”en el Brasil, ypor un lapso de la década de los 80 el área de investigaciones de la O AB estuvo dirigida por

abogados que guardaban nexos con los académ icos de la línea de derecho y sociedad y con

personas sim patizantes con la reform a en la educación del derecho. Eliane Junqueira, quien

había realizado un program a de derecho y desarrollo en la PU C com o estudiante, fue la

directora del program a de investigación de la O AB desde 1985 hasta 1987, y M ichael Pressburg,uno de los líderes en el “derecho alternativo”, fue director de dicha institución de 1989 a 1991

(O A B/RJ 1995). El m ism o derecho alternativo se ha servido de m uchas fuentes de Europa y de

los Estados Unidos, y parte de su atractivo consiste en que pretende integrar el escenario

internacional de los derechos hum anos a los debates políticos brasileños, y especialm ente adiscusiones acerca de los derechos sociales que puedan ser em pleadas en contra delneoliberalism o. Así, el derecho alternativo y la línea de derecho y sociedad se encuentran

estrecham ente conectadas. Entre los ejem plos de volúm enes editados que com binan estos dos

cam pos de estudio se encuentran los libros de Faria (1989, 1994).

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243

G obierno de los E sta dos U nidos). E n genera l , lo que ocurrió es que la éli te

de la socieda d bra sileña , muchos de cuyos integra nt es ha bían sido educa -

dos como abogados, en un principio no movilizó la estructura de la OAB

para engendrar una oposición insti tucional al poder mili tar . Como lo su-giere la discusión de las C omisiones de P a z y de J usticia , la si t ua ción em-

pezó a ca mbia r con el a scenso de los mili ta res de l ínea dura .

P ero al interior de la OAB resulta clar o que, ya desde 1972, sus funcio-

na rios esta ban expidiendo declara ciones signif ica tiva s en fa vor del Est a do

de derecho (Skidmore 1988; 186; Venãncio 1983, 155-158). Igualmente en

el encuentro de la OAB de 1974 se enfatizó el tópico de “el abogado y los

derechos d el homb re” (Venã ncio 1982, 169-175). N o obst a nt e, el período en

que l a OAB consigu ió ser más v i s ib le fue ba jo l a adminis t r ac ión de

Ra ymun do Fa oro, quien l legó a ser presidente de la OAB sólo ha sta 1977-1978. 27  Faoro, como politólogo también formado en derecho y reconocido

en el ámbito académico por sus libros jurídicos, provino de los lazos pre-

sentes en el Sur meritocrático y no de aquellos propios de la él i te más

tradicional .28  Según uno de los abogados de éli te en Río, Faoro era “un

persona je peculia r q ue fue elegido sólo por un v oto”, pero que sin emba rgo

“dio un gran prestigio” a la OAB. 29

La dinámica que trajo a Faoro al poder i lustra lo que era considerado

“peculia r” en él . P ero primero resulta necesa rio exam ina r la estr uctura de

la OAB y de su insti tución hermana, el aún más eli t ista Insti tuto de Abo-gados Brasileños. Este Insti tuto fue creado en 1843, mucho antes de la

fund a ción d e la OAB en 1930 (Fa lcão 1988, 426). E n la décad a de los 60, el

Instituto contaba sólo con alrededor de 300 miembros, pero se dice que

cont rola ba una tercera par te de los miembros de los consejos regiona les de

la OAB “hasta tiempos recientes” (Falcão 1988, 426). Sus actividades se

centr a ba n en la r ealiza ción de semina rios y en la discusión de import a nt es

asuntos jurídicos pero, sobre todo, se trataba de un club de la él i te. De

a cuerdo con un o de los miembros de ese ent onces, el Inst i tut o era “ba sta n-

te elit ist a ” , con un sistema de a dmisión de “ba lota negra ” , lo cual signif ica -ba que los miembros debían tener una cierta “posición social” para tener

27 Eduardo Seabra Fagundes, su sucesor, y tam bién form ado en el Ceped, fue el blanco de unabom ba que m ató a un trabajador de la O AB.

28 Los logros de Faoro encajan bastante bien con el m odelo de éxito personal que para entonces

existía en Brasil. Ya que el trabajo académ ico brillante generalm ente no se fundaba en la doctrina

puram ente jurídica, los abogados intelectuales destacados podían desplazarse por una serie de

tópicos y “disciplinas”. Los trabajos de Faoro representan los logros de una generación y unatradición que ignoró las fronteras intelectuales. Su fam oso libro, Los dueños del poder , fue publi-

cado en 1957.

29 Faoro tam bién creía, de acuerdo con la m ism a fuente, que todos “los cargos directivos”estaban

a su disposición después de haberse desem peñado en este trabajo, pero en realidad no lo esta-ban. En efecto, no obtuvo acceso a m últiples posiciones que, com o él m ism o sabía, caracteriza-

ban a la tradicional élite brasileña.

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244 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

a cceso. Los que t enían dicha posición social , r eca lca ba n, n o era n a quellos

que “solamente” ejercían el derecho. De hecho, los abogados generalistas

dileta nt es del Inst ituto por regla genera l pa sa ron a ser presidentes de la OAB .

Los l íderes r econocidos d el gremio de a boga dos bra sileño no era n “a bo-ga dos pra ctican t es” sino, mejor, dirigent es del E st a do, profesores, ex presi-

dentes de los t r ibunales, ex ma gistra dos de la Corte Suprema y otros que

en buena medida forma ban par t e de la él ite brasi leña goberna nte. Se tra -

ta ba d e una ent re las mucha s posiciones que podía l lega r a ca ra cteriza r las

múltiples actividades de la élite jurídica tradicional. Con el ascenso al po-

der de los mili ta res de l ínea dura , a lguna s de la s posiciones en los pa rt idos

polí t icos y en el Est a do se vieron obstruida s. Aun cua ndo de una ma nera

algo tardía, los miembros de esta él i te uti l izaron la OAB como una plata-

forma poderosa par a reclam a r el regreso a l Est a do de derecho. No obsta n-te, en la realización de este cometido la élite impulsó y participó en un

proceso que recurrió a los esfuerzos de los profesiona les ra sos par a conso-

lidar y validar la autonomía del derecho. El movimiento que reclamaba

a sum ir el derecho en serio desembocó en la dirigencia d e la OAB por pa rt e

de Faoro. Otras personas que ayudaron a la movil ización de la OAB, y se

sirvieron de la mism a , eran de un cort e má s t ípico de la él i te tr a diciona l ,

buscando caminos para emplear los esfuerzos y los recursos invertidos en

beneficio de sus propias posiciones, como líderes potenciales de una élite

que se encont ra ba en creciente oposición a nt e los mili ta res de l ínea du ra .

Resulta interesante, dentro del contexto brasileño, que la demostra-

ción d e fuerza por pa rt e de personas del nivel ra so tuviera una repercusión

más amplia en el manejo político de las profesiones. En efecto, poco des-

pués, los profesiona les ra sos empezaron a desaprobar a a quellos q ue pre-

tendían acceder a los al tos cargos de la OAB sin que fueran “verdaderos”

abogados, pues con ello simplemente estaban intentando ingresar en la

éli te goberna nt e. Las polí t ica s de la OAB se t ra nsforma ron, deja ndo de ser

una plaza dominada por los detentadores de la él ite , pa ra pasa r a las ma -

nos de las bases. Esta nueva supremacía hizo que el enfoque de la OAB

también sufriera un cambio paulatino, teniendo ahora más importancia

los asuntos del pan de cada día de los abogados practicantes que aquellos

a tinent es al E sta do. Como era de esperar se, los miembros de la él i te jurí-

dica se inclinaron a mantener una posición fuertemente crí t ica frente a

esta tendencia que privilegiaba las cuestiones corporativas.

El escala miento del activismo de la él i te en cont ra del esta ment o mili-

tar –ostensible en las actividades adelantadas por la OAB en respaldo al

E sta do de derecho– surgió en un m oment o en que la opinión int erna ciona ly una buena par te de la domést ica había exper imentado una a l teración,

fenómeno que incluso estaba teniendo lugar dentro de las f i las mili tares

(S kidmore 1988, 200). Den tr o de E st a dos U nidos, en donde inicia lment e el

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golpe mili tar había sido avalado, el consenso en torno a la Guerra Fría se

encont ra ba dividido a ta l punto, que el Congreso dispuso los a sunt os ma te-

ria de derechos huma nos como uno de los punt os en la a genda de las rela-

ciones interna ciona les. La s a ctividades en C hile, a rriba reseña da s, así comolas campañas posteriores realizadas en la Argentina, ayudaron a edif icar

una comunida d intern a ciona l de los derechos huma nos más legítima y ex-

tensa . P or supuesto, la elección de J immy C a rt er tuvo rela ción con la pu-

ja nza de esta tend encia. Amnist ía I nt erna ciona l comenzó a publicar report es

a cerca de la sit ua ción d e B ra sil en 1972 (S kidmore 1988, 196, 374). Asimis -

mo, los informes del Departamento de Estado estadounidense, ordenados

por el Congr eso como una de la s consecuencias d e la d ivisión del est a bleci-

miento estadounidense, dieron mayor legitimidad a las crí t icas erigidas

por Amnistía .La ca pacidad de la OAB para desenvolverse ba jo un nuevo papel en el

que mantenía el enfoque de un ente crí t ico independiente, hizo que su

posición relat iva ca mbia ra a lo la rgo de la s década s de los 70 y 80. Diversos

beneficios simbólicos irrigaron tanto al gremio como una entidad corpora-

tiva que representa ba a los a boga dos, como a los a boga dos mismos que de

modo destacado se habían opuesto al régimen. Como habíamos señalado,

un nuevo tipo de personas empezaron a ingresar a la OAB –tales como

Raymundo Faoro–, permit iendo así la conf iguración de un grupo más

meritocrático dispuesto tanto a luchar como a negociar con sus interlo-cutores localizados dentro del estamento mili tar . Además, la porción del

establecimiento que asumió la misma posición y uti l izó a la OAB en esa

medida , sa có provecho de dicha estra tegia . En efecto, gra dua lmente empe-

za ron a ha cer oír su voz de oposición frent e a l régimen, y luego logra ron

utilizar dicha oposición como una credencial impecable para desafiar a los

sectores má s conserva dores o a los element os ort odoxos del esta blecimien-

t o. 30 De esta forma , ellos y otra s personas q ue ha bían d edica do sus cometi-

dos a la empresa de los derechos humanos, ayudaron al surgimiento de

nueva sangre, con la cual se l legaría a profesar una f idelidad cabal a lasnuevas disposiciones del ordenamiento jurídico.

Ha sta a hora no hemos deta l la do sus a ct iv idades en este a sunto , pero

la Fundac ión Ford y l as agencias in ternac iona les es tuv ieron bas tante

30 Si bien parece ser que la élite cosm opolita en el grem io de abogados del Brasil, com o grupo, se

orientó hacia una dinám ica de m ayor activism o jurídico cuando la legitim idad internacional del

régim en m ilitar resultó finalm ente m inada, ello no significó que necesariam ente la posición inter-

nacionalista fuera la postura ganadora. Por ejem plo, las afirm aciones del presidente Carter no

fueron de aceptación incluso por parte de aquellos que se oponían a los m ilitares en Brasil y enEstados Unidos. En 1976, com o lo anota Skidm ore, existía una reacción general negativa a lasafirm aciones de C arter, y de hecho el estam ento m ilitar intentó ganar apoyo recalcando que los

esfuerzos de los Estados Unidos para m ediar en los asuntos internos del Brasil eran inapropiados

(Skidm ore 1988, 200).

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246 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

involucrad a s en el desa rrollo del movimient o de los derechos hu ma nos en

el Brasil . De nuevo, una de las razones por las cuales no ofrecemos una

descripción separada al respecto es que, dentro del contexto brasileño, la

evolución ocurrida parece ser una diná mica mucho má s na tiva en compa -ración con el caso chileno. No sólo hubo una completa continuidad en la

evolución de la Ford, que fue desde sus políticas dirigida s a la fin a nciación

del sector de la s ciencias sociales ha sta su a ctivismo apa rente en el impul-

so orienta do a la genera ción de una comunida d polí t ica q ue le concediera

más valía a los derechos humanos. Pues además de ello, como lo destaca

uno de los funciona rios de la Ford, era un h echo que la f ina nciación de la s

ciencias socia les en el cont exto bra sileño ya era vista como “una a ctivida d

de derechos humanos”, debido a la importancia de mantener vivas las vo-

ces de la oposición (ver  a demá s Miceli 1993, 296). P ero es verda d q ue, comofue el ca so de los especialist a s en ciencia s sociales de izq uierda de la Cebra p,

no fue siempre una t a rea fá cil para la Fun da ción Ford “rea lizar cont a ctos”

con las organizaciones de la oposición, tales como las Comisiones de Paz y

de J usticia . Varia s de la s organ izaciones locales que se oponía n a l régimen

mili tar a ún sent ían que la Funda ción Ford guar daba demasiados vínculos

con los Est a dos U nidos.31 No obsta nt e, se dieron diverso t ipo de gra da cio-

nes dentro de la rela tiva ment e diversa éli te bras ileña , y así diferent es per-

sonas –en un nú mero creciente luego de que el est a ment o mili ta r desplegó

su cont rol sobre el esta blecimiento de un modo má s directo– empezar ían apercibir como un asunto de interés el reforzar sus posiciones locales me-

diante una al ianza con la Fundación Ford.

De hecho, la Fundación Ford tuvo éxito en el Brasil debido a que se

dispuso a permanecer muy cerca de los acontecimientos que estaban te-

niendo lugar dentro de la él i te brasileña. Es por eso que uno de los anti-

guos emplea dos de la Ford sugirió que a la a l tura del año 1980 la Funda ción

se ha bía convertido en un espacio “ba sta nt e na tivo” dentr o del Bra sil . Los

a ctivista s bra sileños cerca nos a la F unda ción “la t ra ta ban como si fuera de

ellos” . Por ejemplo, para los brasileños era un motivo de gran preocupa-ción saber quién sería el nuevo representante del Brasil y , asimismo, le-

vantaban voces fuertes de protesta si sentían que los funcionarios de la

Ford “estaban bloqueándolos”. Considerada como una “agencia gubernamen-

tal” , la Ford fue pa rt e del escena rio de la él ite loca l en diversos sentidos.

U no de los ex funciona rios, quien a hora ma nt iene una posición crí t ica,

enfatiza que “si la Ford f inancia a una persona, con ello amplía la red

social de dicha persona. La persona así se vuelve importante” . De igual

forma, la Ford logró en ciertos momentos sal irse de su red ordinaria de

31 Com o observó un testigo estadounidense acerca de la segunda m itad de la década de los 70,

“existía una proliferación de diversas O N G en el Brasil”, y m uchas de ellas no recibían dineros de

Estados U nidos.

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247

persona s pa ra selecciona r n uevos l íderes potenciales. P ero el papel na tivo

de la Ford ta mbién permitió que surgiera un incent ivo par a que cua lquier

miembro, actua l o potencial , de la él ite crear a buena s rela ciones con dicha

insti tución. Una pista de quiénes fueron exitosos en esta empresa puedeser obtenida a l ojear una l ista denomina da Fr iends of the Ford F un dat i on ,

FOFFs (Amigos de la Fundación Ford). Entre aquellos incluidos estaban

Mario Enrique Simonson, Rubem Cesar Fernández, Boliver Lamounier,

P edro Ma lan , Edga r B a chta , Reis Velloso y por supuesto Ferna ndo H enrique

Cardoso. Estas eran las personas que rutinariamente obtenían f inancia-

ción de la F unda ción Ford, la a sesora ban y a simismo a tendía n a los funcio-

nar ios que venían a l Brasi l . Fernando Henrique Cardoso, como era de

espera rse, proba blemente fue la persona del Br a sil que mejor se integró a l

mundo de las éli tes y fundaciones estadounidenses. Mediante sus contac-tos con la Fundación Ford, entre o tras empresas, ayudó a establecer el

Diá logo Int eram erica no en Wa shingt on, un escena rio que fue determina n-

te para la influencia y consolidación de los políticos tecnócratas.

De este modo la F unda ción F ord logró que los E sta dos Un idos hiciera n

a migos en B ra si l, en gra n pa r te debido a que enca jó per fecta mente en un

contexto insti t uciona l en donde la s inversiones interna ciona les –refir ién-

donos aquí especialmente a las áreas de los derechos humanos y de las

ciencias sociales autónomas– lograron entrabar nexos con bases nativas

sólidas.

Las comisiones de notables:restaurando el (jerárquico) orden social y jurídico

El d ebat e polí t ico que tuvo lugar a nt es de la promulgación de la const i tu-

ción brasileña en 1988 suministra un ejemplo clave de lo que fue visto,

como lo seña ló un a boga do, como “el regreso de los a boga dos”. La Comisión

de Nota bles conforma da por el presidente S a rney en 1986 resulta de part icu-

lar import a ncia . De sus 50 miembros, a lrededor de 29 eran a boga dos. E ste

grupo incluía a va rios que ha bía n sido ident ifica dos con la oposición, ent re

ellos Plinio Sampaio, delegado de los asuntos relacionados con el poder

judicial; Alberto Venâncio Filho, encargado del área de derechos de los

negocios, y H erma nn Assis B a eta , quien ha bía sido president e de la OAB .

Muchos de los al l í present es se la s ha bían a rreglado pa ra ma nt ener dista n-

cia con el régimen milita r a tr a vés de la OAB o de la s Comisiones de P a z y

de J usticia .

Los debat es const i tuciona les volvieron a fusiona r a la él ite con el len-

guaje jurídico tradicional, sobre todo en los escenarios relacionados contema s de gobierno. U no de los a boga dos de izquierda y de élite, cuya ca rre-

ra ha bía sido desa rrolla da en á mbitos a jenos a l derecho, af irmó que en los

debates sostenidos acerca del papel de la Corte Suprema con un juez con-

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248 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

servador de larga experiencia, el lenguaje jurídico empleado había sido

completa ment e técnico. No obsta nt e, al m ismo tiempo, la discusión est a ba

permea da por una relación personal que había n ma nt enido dura nt e va rios

a ños. El debat e, según un o de los par ticipa nt es activos, se desarr olló entre“viejos a migos” que ha bían toma do “muchos w hiskeys” juntos. Así , los de-

ba tes const i tuciona les le report a ron una ga na ncia a l derecho en genera l , a

los abogados que participaron en las discusiones de alto nivel y al espíritu

tradicional de compromiso brasileño que también estuvo enmarcado den-

tro de un lenguaje de corte jurídico. No obstante, una diferencia de ese

lenguaje jurídico es que ahora se estaba convirtiendo en una instancia

cada vez más orientada hacia el derecho y las prácticas jurídicas estado-

unidenses, incluyendo el ám bito de los derechos h uma nos, la protección a l

medio a mbien t e y el nu evo derecho económico qu e ha bía sido conocido, enpart e, a tr a vés del progra ma de derecho y desa rrollo.

La combina ción de la s preocupaciones loca les con la s int erna cionales

facilitó el retorno de lo que casi había sido una clásica división de funcio-

nes: una vez má s, apa recieron en el escena rio los desta cados nota bles a sí

como los especial istas, esto es, los que eran simplemente abogados, sin

más ni más. Esta división de funciones restauró el orden jurídico pero,

como será discutid o en los capítu los de conclusión, ta mbién g eneró proble-

ma s en a sunt os como la reforma judicial . E n pa rt icular , esta división repo-

sa en la presunción de que la tradicional él i te jurídica se encuentra enva rios sent idos “por encima ” de los jueces y del derecho en est ricto sent ido.

LA LUCHA ARGENTINA INTERNACIONALIZADAEN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS

Concluimos este capítulo con un corto repaso de la situación diferente de

Argent ina , en donde el régimen milita r que a scendió al poder en la m ita d

de la década de los 70 se convirtió en el más violento de toda la AméricaLa tin a . En compara ción con Chile, no existía una ba se jurídico-inst ituciona l

para que surgiera un movimiento en contr a de los mil i tares. E n Argentina ,

como lo ha bía mos seña lado, esca sa mente ha bía a lgo de estructura en las

insti tuciones que pudiera equivaler a la configuración de un Estado. Por

las m isma s ra zones, ta mpoco existía una iglesia ind ependient e que pudie-

ra ser emplead a par a escuda r a ctivida des de oposición, como era el caso en

Brasil y en Chile. De hecho, resulta importante tener en cuenta los dos

escenarios en donde tuvieron lugar los principales desarrollos que cruza-

ron la evolución polí t ica de la Argentina . U no fue la const a nt e vigil ia ma n-tenida por las Madres de la P laza de Mayo, quienes no conta ban con ninguna

herra mienta de lucha , salvo la a tención mun dial a sus recuerdos solemnes

de que sus hijos habían desaparecido por cuenta de las manos mili tares.

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249

También había unas pocas organizaciones de derechos humanos destaca-

da s, las cua les cont a ba n con presencia en el ámbit o intern a ciona l , pero no

alcanzaron a tener en ninguna parte la importancia y la visibil idad de las

Madres, la Vicaría en Chile o la OAB en Brasil.32

Como era de esperar , la s ca mpañ a s de los a ctivista s en derechos huma -

nos argent inos se concent ra ron en la esfera interna ciona l . De interés par-

ticular fue la pugna extensa y de al to nivel emprendida en las Naciones

U nidas. Los a ctivista s, respalda dos por la a dministra ción Ca rter , se lanza -

ron en cont ra del régimen mili ta r , el cua l a su vez ha bía orient a do ba sta n-

tes esfuerzos en ejercer cierto influjo en la maquinaria de las Naciones

U nida s. Sirviéndose de múltiples a rgentinos que una vez más ha bían sa li-

do del país con el cambio de gobierno, los Estados Unidos, liderados por

J erome Shesta k, desat a ron una lucha tena z en el seno de la s Na cionesUn idas para a yudar a construir en dicha organización una ma quinar ia de

los derechos humanos, con la cual se les concediera el tipo de legitimidad

que ya se ha bían ga na do en los Est a dos U nidos (G uest 1990). Al igual que

en C hile, este esfuerzo de promoción de los derechos h uma nos, a dent ro y

alrededor de Argentina, se convirtió en una base importante para que el

derecho logra ra const ruir y legitima r su papel en dicho cont exto.33 P ero no

resulta extra ño que los esfuerzos desplegad os en ma teria de derechos hu-

ma nos en Argent ina no condujera n a l mismo tipo de producción inst ituciona l

que aquellos constatados en Brasil o en Chile.Igualmente, aunque nuestras descripciones de las transformaciones

de los regímenes mili tares de Brasil y de Chile revelan la presencia de

sendos procesos de reconst rucción y de reorient a ción ha cia nueva s t écni-

cas y conocimientos especializados provenientes de los Estados Unidos, la

caída del régimen mili tar en Argentina fue producto del fracaso rotundo

32 Existía una A sam blea Perm anente para los Derechos H um anos, establecida en 1975 por Raúl

Alfonsín, entre otros, y luego Em ilio M ignone conform ó el Centro de Estudios Legales y Sociales

(CELS) en 1979, con el objeto de acceder a una postura m ás internacional y agresiva (Brysk 1994,47; G uest 1990, 212; Jelin 1995, 106, 110-111). Según G uest, “el ím petu”provino de una firm a de

abogados de interés colectivo radicada en W ashington, el Centro para el Derecho y las PolíticasSociales. Leonard M eeker, su director, ayudó a U said al desarrollo de planes para invertir 87.500

dólares en favor de diferentes defensores de derechos hum anos de Á frica y A m érica Latina.

M ignone, quien era bastante adm irado por la Em bajada debido a sus anteriores trabajos endiferentes agencias internacionales, conoció a M eeker en Buenos Aires, y la im presión inicial fue

suficiente para que se le facilitara a M ignone una ayuda financiera de 40.000 dólares con elobjeto de erigir el CELS, el cual adoptó los reglam entos del Centro para el Derecho y las Políticas

Sociales (G uest 1990, 509). Así, el Centro de Estudios Legales y Sociales se convirtió en la entidad

de perfil jurídico m ás conocida en la com unidad internacional (si bien las M adres de la Plaza de M ayo,enlazadas a través de M ignone y otras personas, eran en general las que gozaban de m ayor

reconocim iento). Para el año 1980, M ignone “se había constituido en el abogado de derechoshum anos m ás conocido de la A rgentina”(G uest 1990, 213).

33 Por ejem plo, el reporte de A m nistía Internacional sobre A rgentina, publicado en m arzo de 1977,fue clave para que se concediera a esta institución el Prem io N obel en octubre de dicho año

(G uest 1990, 213).

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250 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

en la G uerra d e la s Isla s Ma lvina s/Fa lkla nds. Induda blemente, las viola-

ciones en cont ra de los derechos hum a nos y la import a ncia progresiva del

movimient o int erna ciona l de los derechos huma nos cont ribuyeron a q ue el

poder mili tar dejara de obtener respaldo, pero aun así , fue por causa deeste evento externo que, dentr o del contexto a rgent ino, emergió un n uevo

gobierno.

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253

CAPÍTULO 10

Gobierno fragmentado: una propuestade Washington para rediseñar las institucionesglobales y las técnicas y los conocimientosnacionales especializados

Nuestra investiga ción sobre la crea ción de nueva s ortodoxias de poder

gira ahora de nuevo hacia los actores del Norte. Los dos capítulos

precedentes se concentraron en cómo evolucionó el movimiento de los de-

rechos huma nos en el Norte y en el Sur en un moment o pa r t icula r , y en la s

diferent es ma nera s como dicho movimiento cont ribuyó a la superación d e

los regímenes mili tares en Argentina, Brasil y Chile, y a cuestionar y su-

primir el apoyo incondicional de la administración Reagan para con los

regímenes autoritarios. El movimiento de los derechos humanos tambiénfue determina nt e pa ra que el derecho y los a boga dos de la él i te tra diciona l

recuperaran su posición. Si centramos nuestra atención en el período de

los dos capítulos anteriores, la década de los 80, es relativamente fácil

observar una división ent re los a spectos ema ncipa dores y los a spectos re-

guladores de la globalización (Santos 1995). El establecimiento que se en-

cont ra ba a fuera del poder se unió con otros sectores par a lucha r en cont ra

de la violencia estatal producto de los regímenes mili tares, así como en

cont ra de sus a lia dos que promovían el modelo económico neolibera l de la

Escuela de Chicago.No obstante, es posible rastrear un tipo de transformación que hace

que dicha distinción categórica se vuelva menos aplicable. Así, en cambio,

podemos const a ta r un a nueva ort odoxia de poder que incluye la economía

neolibera l y los derechos huma nos –a un cuando es bast a nte desbala ncea da –,

a sí como la lógica de un cam po jurídico que ah ora se las a rregla para incor-

porar ambos escenarios sin producir mayores traumas. La división de los

años 80 ha sido superada casi por completo. De acuerdo con esta explica-

ción los políticos tecnócra t a s sur gen como el result a do de diversa s t enden-

cias convergentes que se desplaza n ha cia la nueva ort odoxia. Cent rá ndonosen el Norte –en donde son producidas las ortodoxias y, por supuesto, las

técnicas y los conocimientos especializados con los que se ha creado y elo-

giad o la nueva ca tegoría de los polí t icos t ecnócra ta s– dedica remos nuestro

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254 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

estudio al desa rrollo de cinco procesos que se encuent ra n m utu a ment e re-

lacionados.

El primero de estos procesos es la profesionalización de los derechos

humanos, que se consolidó dentro del establecimiento de la élite jurídicade los E sta dos Unidos. El segundo consist e en un giro dentr o de la a cade-

mia hacia un nuevo modelo económico que, aun cuando sigue siendo con-

sistente con la mayoría de los principios del neoliberalismo de la Escuela

de Chicago, toma en cuenta la t rayector ia de la histor ia económica y el

papel de las insti tuciones. En otr a s pala bra s, da do que ah ora los economis-

tas se encuentran en el poder, se han permitido dar más importancia al

Es ta do y a l derecho. En la tercera sección d e este capítulo explora mos la

forma como esta nueva or todoxia emergente ha a fectado a l Banco Mun-

dial . La nueva preocupación por la polí t ica y el Esta do tam bién ha a yuda -do a reconceptuar el papel de la c iencia pol í t ica , que igualmente ha

contribuido al enriquecimiento y vigorización de un cierto tipo de saber.

Es ta nueva ciencia polí t ica se ha a l ineado con los economista s par a entr o-

niza r a los polí t icos t ecnócra ta s como las f igura s clave en la promoción d el

Est a do democrá tico l iberal . E ste desplaza miento producido al int erior de

la ciencia polí t ica es la m a teria de estudio de la cua rta sección. E n la quin-

ta sección describimos cómo los n uevos l íderes del S ur fueron int egra dos

a l Norte m edia nte el Diá logo Intera merica no, una de las inst i tuciones de-

terminantes en la empresa que busca la unión de las dos var iantes: losderechos hum a nos y los economist a s ortodoxos. E n conjunt o, est a s seccio-

nes pretenden exponer la ma nera como –en esta s á reas y en otros eventos

que tuvieron lugar al mismo tiempo– diferentes t ipos de vertientes han

confluido para producir regímenes democráticos aliados con los Estados

U nidos, a sí como mostra r el retorno del derecho y de los descendientes de

la élite jurídica.

LA PROFESIONALIZACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

EN EL CONTEXTO INTERNACIONALU na de las forma s como la nueva or todoxia ha sido construida es a t ra vés

de una profesiona liza ción progresiva , a sí como de un desplaza miento ha -

cia el Est a do, de las misma s a ctivida des en favor de los derechos huma nos

que ha bían surgido en oposición a dicho Est a do. Una vez que el movimien-

to de los derechos humanos (descrito en el capítulo 8) ganó madurez y

ciert a respeta bilida d que le concedió un gr a do de a cepta ción como derecho

y no simplement e como un escudo de a cciones política s, la s invers iones de

esfuerzos y r ecursos por pa rt e de la s éli tes jurídicas esta dounidenses cre-cieron de manera considerable. La nueva generación de profesionales en

derechos huma nos ahora provenía de las universida des má s prestigiosa s y

cosmopolita s –Columbia, Ya le, H a rva rd, P rinceton, B erkeley–. Al igual q ue

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255

en las genera ciones a nt eriores, los a boga dos l íderes que est a ba n a dentr o y

a lrededor del Esta do habían forma do part e de la éli te de la s faculta des de

derecho. Más aún, diversos patrones de conducta que por mucho tiempo

habían identif icado a las personas de negocios, empezaron a tener paresentr e quienes ejercían el derecho. La inclina ción por seguir una t ra yect o-

r ia internacional en el mundo de los derechos humanos y la f i lantropía

–como ta mbién ocurre en el mundo de los negocios y del poder est a ta l– ha sido

cultivada en aquellas instituciones prestigiosas que reproducen a la élite.

Recientemente, dicha predisposición internacional en el campo de los

derechos huma nos o de la f i lan tr opía ha logra do evoluciona r gra cias a de-

termina da s instrucciones y a comodamientos ad h oc . E n ca mbio, los cam i-

nos que conducen de la academia a una trayectoria de ejercicio en estas

áreas se encuentran ahora mucho más desarrollados y profesionalizados,como resulta do de la creciente respeta bil ida d a cadémica obtenida en estos

ca mpos ha cia el f ina l de los a ños 70 así como a su inst i tuciona liza ción m á s

sólida en la siguiente década. Esta institucionalización se dio no sólo den-

tro de la academia, sino también dentro de la polí t ica y en los medios de

comunicación, lo cua l ha empeza do a cara cteriza r el campo del poder esta -

tal en los Estados Unidos.

Los programas de Harvard especial izados en derechos humanos i lus-

tran el modo como las instituciones de élite se vieron en la necesidad de

concent ra rse en esta s esferas y en los pa peles que espera ba n desempeña r

dentro de las mismas. Las personas que se dedicaban al estudio de los

derechos huma nos esperaba n convert irse, de la m a nera que fuese, en l íde-

res de la producción de la teoría jurídica en esta ma teria . Asimismo, pre-

tendía n convert irse en la ba se de forma ción de punta par a los líderes futur os

de la s ONG de derechos huma nos.

Est e progra ma de Ha rvar d se real izó en t iempos rela t ivamente recien-

tes. A comienzos de los a ños 80, el prestigioso profesor H enry S t einer, de

acuerdo con una fuente cercana a él , “estaba buscando algo para hacer”luego de ha ber enseña do dura nt e 10 a ños la s cá tedra s de derecho interna -

ciona l priva do y de responsa bilidad jurídica extra cont ra ctua l . La Fa culta d

de Derecho de la U niversida d de Ha rva rd esta ba supera ndo un período de

crudas contiendas polí t icas a su interior . Steiner había sido el mediador

entre el viejo flanco conservador y un pequeño núcleo de profesores de

derecho radicales (v. gr .  Ro ber to Unger , Du nca n K ennedy y en gener a l

el m ovimient o de est udios críticos del derecho), quien es int rodujeron en el

discurso jurídico estadounidense las contradicciones propias de la Guerra

Fría, así como la hosti l idad en contra del conservadurismo del estableci-mient o juríd ico.1

1 Resulta interesante que esta evolución de la izquierda se encontrara estrecham ente vinculada con

G O BIERNO FRAG M EN TA DO : U N A PRO PUESTA DE W A SHING TO N PARA REDISEÑAR LAS IN STITUC IO N ES

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256 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

El á mbito de los derechos huma nos sa tisf izo perfecta ment e los mú lti-

ples objetivos de St einer. En efecto, era u n cam po cosm opolita , intelectua l

y político (pero no tan político como para dejar de ser considerado como

“derecho”), y a simismo cont a ba con la a tención de los m edios de comun ica -ción. Los estudiantes a su vez se sintieron atraídos por la causa de los

derechos huma nos debido a su éxito en la desesta bilización de va ria s dic-

taduras mediante la movil ización de la opinión pública, y a su constante

a parición en las primeras página s del New Yor k T im es . D e igua l modo, los

ca mbios –pa ra ese entonces en proceso de gest a ción– t a nt o de priorida des

como de modos de a cción en el dominio de los derechos hum a nos, hicieron

de esta un área aún más a tract iva para las personas interesadas en la

disciplina jurídica. Por ejemplo, en los debates acerca de la concesión de

amnistía a los torturadores o en referencia a los tr ibunales conformadospara juzga r a los mili ta res de la Argent ina , un ciert o nivel de competencia

en técnica jurídica se convirtió en un factor más importante que en el

pasa do. De igua l forma nuevos grupos, como Huma n Righ ts Wa tch, empe-

za ron a ser mucho má s a gresivos que orga niza ciones como Amnist ía I nt er-

na ciona l en cua nt o a la a mpliación de los límites del derecho y a la dedica ción

de esfuerzos en t errenos jurídicos novedosos, especia lment e en el derecho

humani ta r io .2

En resumen, tuvo luga r una a per tura en favor de los esfuerzos a ca dé-

micos productivos orientados hacia las iniciativas jurídicas relacionadascon los derechos hum a nos. Como un profesor coetá neo de Ha rva rd seña ló,

“es posible que est emos déca da s a tr á s de los eventos, pero eso es norma l.

La s faculta des de derecho en ra ra s ocasiones son progenitora s: la m a teria

prima se crea en la sociedad y es aquí donde gana vigencia, debido a que

nosotr os le a grega mos un va lor int electua l” .

Con el objeto de lan za r su n uevo progra ma , Ha rva rd logró ha cer uso de

su reputa ción y de su red de cont a ctos. La s funda ciones f i la nt rópica s y la s

generaciones pudientes de egresad os de Ha rva rd f ina ncia ron el program a .

La faculta d t a mbién a portó su par te invita ndo a un número importa nte de

las contradicciones de la G uerra Fría y con el m ovim iento de derecho y desarrollo. Roberto Unger

proviene de Brasil, en donde H enry Steiner y David Trubek le insistieron para que fuera a estudiara H arvard. Se dice que D uncan Kennedy había estado involucrado en asuntos internacionales

antes de vincularse a la facultad de derecho. Asim ism o, él fue un participante activo de los

sem inarios de Trubek, en donde criticó la línea de derecho y desarrollo así com o las teorías del

legalism o liberal en las que estaba fundada. Todos estos académ icos form aron parte de la crea-ción del m ovim iento de los estudios críticos del derecho, un ataque al establecim iento jurídicodesde adentro de dicho establecim iento.

2

Así, se dice que H um an Rights W atch se apoyó en Theodor M eron, de la Facultad de Derecho dela U niversidad de N ueva York, y en Robert G oldm an de Am erican U niversity. Según uno de loslíderes de Hum an Rights W atch, “ellos nos m ostraron la norm atividad sobre la guerra. N os guia-ron a través de la com pleja serie de m andatos y nos trasm itieron la confianza necesaria para lidiar

con casos que realm ente no eran considerados com o un asunto de derechos hum anos”.

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257

a ca démicos visita ntes distinguidos. J unto con la s labores de a dministra -

ción y de docencia, el director del progra ma se emba rcó en la r ea liza ción de

misiones en el exterior , descrit a s como una suert e de “empresa int electua l

erra nt e . .. que respondía a l l la ma do de lo emociona nt e . .. y buscand o puroentusiasmo intelectual” . Los viajes de Steiner también ayudaron a abrir

nuevos terrenos en cuan to a redes de conta ctos e informa ción. S obra decir

qu e el prest igio y la s conexiones de Ha rva rd fa cilita ron el a cceso a potencia-

les cont a ctos e hicieron de la constr ucción d e redes una t a rea ba st a nt e fá cil.

La s pretensiones y el impa cto del proyecto resulta nt e fueron enormes.

Ca da a ño, entre los 200 estudiantes que a delant a ban program a s interna-

ciona les en H a rva rd, 15 ha cía n de los derechos huma nos su campo de es-

pecial idad. Los egresados del programa no sólo deseaban incorporarse a

ONG destacadas, s ino también a agencias esta ta les y a organizacionesintern a ciona les que tra ba ja ba n en esta ma teria o con tópicos relaciona dos.

De este modo, la envergadura de la red permitió que Harvard funcionara

como un foro mucho má s efectivo, en donde diversos interca mbios tenía n

lugar y nuevas preguntas eran debat idas.

La posición de H a rva rd como el punto de intercambio –que a la vez era

centra l, domina nt e y discreta – cumplió las a mbiciones de su funda dor, orien-

ta da s a tr a nsforma r el ejercicio de los derechos huma nos. El progra ma de

Ha rva rd sirvió para educa r especial ista s técnica ment e mucho má s compe-

tent es y su enfoque teórico obligaba a que sus interlocut ores reflexiona ra ncrítica ment e sobre las orienta ciones genera les de este movimient o, a sí como

sobre los principios jurídicos a llí inm ersos. Hist orias sim ilar es ta mbién se

dieron en otr a s fa culta des de derecho de éli te, en donde el movimiento de

los derechos humanos ayudó a revital izar áreas como el derecho interna-

cional –el cual había tenido una posición relativamente marginal en las

facultades de derecho durante el período de la posguerra– o el estudio de

los derechos civiles –que había perdido el prestigio obtenido en la década

de los 60. Muchos de los profesores que habían concentrado sus esfuerzos

en el m ovimient o de los d erechos civiles –por ejemplo, Ow en F iss y Dr ew Da ys en Yale, o J a ck G reenberg en Columbia– fueron perfiles desta ca dos

en la const rucción d e los diversos progra ma s de derechos huma nos.

E stos nuevos progra ma s y enfoques en derechos huma nos no va ria ron

la importancia de los notables ni la confianza que el movimiento de los

derechos huma nos ha bía genera do en los medios de comun ica ción. De he-

cho, la práctica real en materia de derechos humanos continúa siendo la

movilización de la opinión pública con el objeto de presionar a quienes

toma n la s decisiones.3 Es posible que exista una suert e de cha nt a je explíci-

3 La clásica estrategia de m ovilizar la conciencia de las m asas para im poner sus deseos sobre la

voluntad del G obierno se m ostró lenta y form alista, com o la justicia m ism a. Ahora el nuevo

m andato está orientado hacia la eficiencia, hacia las respuestas rápidas que gocen de argum en-

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258 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

to o implícito en este t ipo de presión, la cual es dirigida menos a los dicta -

dores q ue a todos a quellos q ue ma nt ienen relaciones económica s y polí t i-

ca s con ellos, desde los integra nt es del Depart a ment o de Est a do hast a los

altos dirigentes de las multinacionales: en realidad son ellos quienes to-ma n la s decisiones y cuenta n con los medios pa ra que la s preocupa ciones

relaciona da s con los derechos huma nos sean escucha da s.4

El reconocimiento y la insti tucionalización de los derechos humanos

ha n a bier to nuevas t ra yector ia s dentro de las m ismas orga nizaciones en

donde se toma n la s decisiones import a nt es: el Depa rt a ment o de Est a do, la

Ca sa B lanca, el B a nco Mundial , la s Naciones Unida s, y toda s aq uellas ins-

ti t uciones que a ctua lment e deben cont a r con expertos en ma teria de dere-

cho s hu ma no s . Es t a s i ns t i tu c i o nes , de a cu er do co n p a l a br a s de u n

funcionario, están “ávidas de talento”.5

La profesionalización relacionada con la creciente inversión de esfuer-

zos y r ecursos en la a cademia , a sí como con la const rucción de t ra yectoria s

de ejercicio del der echo, n o sólo sa car on provecho de la recomposición de

tos m ás persuasivos. El terreno se encuentra m ás gobernado por la “realpolitik ”, que por

valores y principios egregios. De acuerdo con esta nueva estrategia, el recurso de la opiniónpública es sobre todo un argum ento que se em plea en las negociaciones. N o es fortuito que

ésta haya sido la estrategia utilizada por los litigantes estadounidenses, quienes se preocupanm enos por los potenciales veredictos judiciales y m ás por la generación de argum entos suscep-

tibles de ser em pleados en las negociaciones entre las partes que tienen lugar al m argen de los

procedim ientos legales. Com o lo m anifestó un abogado de Hum an Rights W atch, “la m eta estratar de hacer cum plir el derecho sin que resulte necesario acudir a un sistem a jurídico en su

sentido tradicional. Si usted tiene un sistem a jurídico que funcione, es posible que llam e enton-ces a organizaciones del corte de la A CLU, en donde existe un espacio preem inente para los

abogados. Pero en la m ayoría de los países en donde nosotros trabajam os ... cuentan en gran

parte con sistem as legales –si es que los hay–m ás rudim entarios, luego el desafío para elm ovim iento de los derechos hum anos es crear form as alternas de protección m ientras que son

establecidas las bases para defender legalm ente la perm anencia de los derechos. Y los procesospara adelantar estas alternativas no requieren que uno tenga un título de abogado. Q uiero

decir, un título de abogado es bastante útil, pero si usted m ira el perfil de nuestros em pleados,

una tercera parte son abogados, pero el resto son periodistas expertos en asuntos locales”.4 Com o lo describió recientem ente un profesor de la Facultad de Adm inistración de Em presas de

Harvard (Spar 1998, 8), “cuando las em presas estadounidenses se dirigen al exterior, llevan

consigo m ás que el capital y la tecnología. Adem ás, llevan su nom bre de m arca, su reputación y

su im agen internacional. En su cam ino tam bién cuentan con el escrutinio de los activistas esta-dounidenses y de los m edios inform ativos internacionales. De esta form a, cuando las em presas

estadounidenses son sorprendidas realizando prácticas abusivas o poco lim pias, estos gruposentran en acción, desplegando una som bra de desencanto ... La red (Internet ), literalm ente, ha

electrificado a los activistas locales ... de repente las ventajas de las labores y los gastos de bajo

costo deben ser sopesadas con la irrupción de la publicidad negativa, con el costo de las relacio-nes públicas, así com o con la posibilidad de los reclam os de los consum idores”.

5 Com o nuestro principal inform ante de H um an Rights W atch lo señaló, “nosotros vinculam os a los

m ejores perfiles de las m ejores facultades de derecho y de otras facultades”. Lo m ism o cuentacon respecto al m edio am biente. Recientem ente, el Centro para el Derecho Internacional delM edio A m biente, radicado en W ashington, fue seleccionado com o “una de las m ejores plazas en

los Estados Unidos para trabajar si se cuenta con título de abogado”, reforzando de esta form asu estatus de élite (W alton 1999, 803).

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259

este ca mpo par a los pra ctica nt es de derechos huma nos, sino que ta mbién

aceleraron la generación de este proceso. Respaldados por los aliados (e

informantes) ubicados en el corazón de las insti tuciones estatales, estos

profesionales activistas se encuentran en una buena posición para explo-tar las debilidades burocráticas o las contradicciones propias de las políti-

ca s pública s. Gr a cias a esta s múltiples redes, que toca n a las inst i tuciones

de poder y a los cent ros de la oposición, ellos se encuent ra n en una posición

estratégica para definir objetivos realistas, que tienen en cuenta tanto las

aspiraciones de uno de los grupos como el margen de negociación de los

otr os. Así , las cam pañ a s de acción que orga niza n resulta n ba sta nt e efecti-

vas, ya que ellos pueden desenvolverse en el doble escenario de la movili-

za ción pública y d e las n egocia ciones de sa lón en d onde se mueven los hilos

de poder. Las ONG más prestigiosas también obtienen beneficio de estaposición estratégica. 6 En efecto, el la s logra n a tr a er jóvenes gradua dos que

combina n la competencia con el entusia smo, los idea les y la excelencia en

el ma nejo de diversa s t écnicas, ubicánd olas en una posición a ún mejor, q ue

a su vez contr ibuye a l éxito de esta s estra tegias contr a hegemónica s y a bo-

na el terreno para consolidar la legitimidad de estos profesionales en el

ca mpo del poder esta ta l .

La hist oria de los derechos huma nos es una crónica de la const rucción

de un campo de prá ctica rela tiva mente prestigioso, que goza de una fuerte

conexión con la s fa culta des de derecho de élite en los E st a dos Un idos. Aque-llos q ue ingresa n a las fa culta des de derecho con el deseo de convert ir su

idealism o en a ctivida des jurídicas , y en ubica rse en una posición pa ra ejer-

cer influencia en el Est a do median te el empleo de técnicas y conocimientos

internacionales especial izados, buscan emprender sus carreras en el área

de los derechos hu ma nos.7 Ahora mira remos los eventos que se ha n produ-

6 Al realizar una serie de com entarios sobre la red de ex alum nos de las Naciones Unidas y del

Departam ento de Estado, así com o sobre las relaciones que H um an Rights W atch tiene con el

Estado, un funcionario de experiencia de Hum an Right W atch precisó lo siguiente: “eso significaque hay ciertas personas dentro del G obierno en las que podem os confiar realm ente; quienes

saben ... o quienes están haciendo su m ejor esfuerzo. Esto resalta el hecho de que de cierta

form a es una verdad constante que los gobiernos nunca son un ente m onolítico, y que siem pre

hay buenas y m alas personas, y entonces uno tiene que encontrar las personas aliadas parasobreponerse a los enem igos. Pero esto tam bién quiere decir que nosotros tenem os aliadosfuertes en el G obierno ... regularm ente estam os en contacto con el Departam ento de Estado ...,

la Casa Blanca ..., de m anera m ás rutinaria con personas del Consejo de Seguridad Nacional ...,

esto es, contam os con acceso en este sentido y ellos tam bién nos conocen y se apoyan en

nuestro trabajo ... pero ... tratam os tam bién de com binarlos. Q uiero decir, nosotros sim plem enteno intentam os guardar distancia frente al G obierno. Así, perm anecem os en estricta independen-cia del G obierno, pero estam os allí para tratar de influir en sus políticas; y no tratam os de hacerlo

a través de reportes de cabildeo, sino hablando con estas personas”.7 En un libro reciente, Hum an Rights W atch, el International Hum an Rights Law G roup y el grupo

M innesota A dvocates for Hum an Rights, están relacionados dentro de las 20 organizaciones deintereses colectivos com o “las m ejores plazas en los Estados Unidos para trabajar si se cuenta con

título de abogado”(W alton 1999).

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260 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

cido en ma teria económica , en donde la tensión domina nt e en las década s

de los años 70 y 80 deja entrever una intervención estatal y jurídica en

contravía a las tendencias de l ibre mercado.

DE LA DENUNCIA DE “LOS GOBIERNOS TRAFICANTESDE INFLUENCIAS” A LA REDEFINICIÓN DE “LOS ESTADOSDEMOCRÁTICOS FAVORABLES AL MERCADO”

En una conferencia da da en la prima vera de 1985, Robert Lucas –uno de

los profesores de punt a del Depa rta mento de Economía de la U niversida d

de Chicago y la f igura más destacada en la teoría de “ las expectativas ra-

cionales” (que lo llevó a obtener el Premio Nobel en 1995)–, al referirse alos factores que generaban crecimiento económico, se apartó de la senda

de la ortodoxia neoliberal asociada con el Consenso de Washington. Man-

teniendo una posición contraria al modelo de los mercados perfectos rela-

cionados con el neoliberalismo y la Universidad de Chicago, resaltó la

importancia de las interacciones entre los individuos, así como el papel

potencialmente favorable de las instituciones y de los modelos de organi-

zación que facilitaban la concentración de los conocimientos y las técnicas

especia lizad a s. Respecto a l tema del pa pel del Gobierno en la int ervención

en la economía, se m ostr ó mucho má s a biert o a d icha posibilidad en con-tra ste con a quellos identif ica dos con la ort odoxia domina nt e, quienes esta -

ban satisfechos de haber denunciado prácticas manif iestas de tráf ico de

influencias por pa rt e de actores esta ta les.8

Hoy día la conferencia de Lucas es considera da como uno de los punt os

de quiebre que s uscitó una nueva teoría del crecimiento. Alrededor d e esta

novedosa frontera en materia de teoría económica pueden ser localizadas

mucha s de la s estrellas de la nueva genera ción, provenient es en su ma yo-

r ía de la t ra dición n eoclásica , como P a ul Krugma n, P a ul Romer y R obert

B a rro, al igua l que unos pocos neokeynesian os, como N. G regory Ma nkiw .Los tópicos que fueron promovidos tenían una íntima relación con aque-

lla s pregunt a s que ha bían sido genera da s en las á reas de la economía polí-

tica y de la economía pa ra el desar rollo. P ero ésta no es la ún ica par a doja .

Como David Warsh lo indicó en su columna del Boston Gl obe , este nuevo

enfoque condujo a una inversión de las posiciones y de los terrenos tradi-

ciona les que ha bía n sido rela ciona dos con la cont roversia entr e los econo-

mist a s keynesia nos y los neoclá sicos, especia lment e respecto a l pa pel cent ra l

de las política s de gobierno en el impulso de las in nova ciones, en la a cumu-

8 Según la versión de W arsh, Lucas preguntó “¿hay algún tipo de acción que el G obierno de la

India pueda em prender para que su econom ía crezca com o lo han hecho las econom ías de

Indonesia o Egipto?”(W arsh 1994g).

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261

lación de conocimientos y de capital social (cfr . la columna sobre Robert

Putnam, Warsh 1994f), en la inequidad social (cfr . la columna sobre Kevin

Murph y 1994e) y, en gener a l, en todo lo referent e a la compet encia im per-

fecta . Según Wa rsh, “curiosa ment e los viejos pa peles se ca mbia ron: a horason los chicos buenos (esto es, los nuevos keynesianos) los que aconsejan

mantener las manos fuera del mercado; y los chicos malos (esto es, los

prestigiosos apóstoles de la nueva economía del crecimiento) son los que

reconocen que el G obierno debe asu mir un a posición a ctiva en la labor de

foment a r la expa nsión de la tecnología ” (1994a).

La ca ra cterización periodística de Wa rsh logra ca ptura r un giro dram á -

tico. Con la vict oria d e los t eóricos de la E scuela de C hica go –lidera dos por

Milton Friedma n y sus a l iados–, esta oposición ent re los dos ban dos a nt a -

gonistas perdió buena parte de su relevancia. En efecto, la metodologíaneoclá sica esta ba siendo aplica da por t odos, y los discípulos del moneta rismo

ha bían tr a nsport a do sus modelos ha cia t errenos muy diversos. Asimismo,

los esfuerzos a delant a dos por la s un iversida des con el objeto de a tra er fu-

tura s estrella s a yuda ron a supera r la polariza ción ent re los dos ca mpos (la

cua l en ning ún caso fue ta n pertina z como pa recían mostra rlo los debat es

ideológicos destacados por los medios de comunicación, tal como el que

enfrent ó a F riedma n con Tobin).

Al respecto, la car rera de Andr ei Schliefer, un o de los t eóricos del “gra n

empujón”, es bastante elocuente. Estudió en Harvard, fue discípulo deLa w rence Summers y luego se tra sladó a la U niversidad de Chicago. En-

tonces publicó un artículo en el J our nal of Pol i t i cal E conomy   en donde

atacaba diversas tesis neoliberales mientras que, a su vez, respaldaba “el

papel que el Gobierno legítima mente podría l legar a juga r foment a ndo com-

pletamente el proceso circular del crecimiento económico” (Warsh 1994d).

Luego de esta defensa del intervencionismo, similar a la que se identif ica

genera lment e con los gobiern os a siá ticos, se convirt ió en u no de los exper-

tos de la privatización en Rusia, lo cual lo condujo a concentrarse en tópi-

cos jurídicos que resulta ra n de interés pa ra proteger a los inversionista s.Ademá s, empezó a interesa rse en tema s sobre relaciones de “ca ptura ” (de

actividades económicas) e incluso de corrupción entre gobiernos de Occi-

dente e intereses privados. En resumen, esta descripción muestra cómo

S chliefer se movió ent re los dos ca mpos y cómo los t ema s rela ciona dos con

las insti tuciones y las polí t icas gubernamentales se habían convertido en

las nuevas f rontera s de la t eor ía económica . Est a s pregunta s ta mbién se

encuentran en el corazón de la actividad empresarial de estos teóricos.

Ellos son consultores internacionales de punta así como teóricos. De he-

cho, Schliefer dirigió el proyecto del Inst i tut o de Ha rva rd pa ra el Desar ro-llo In tern a ciona l enfocado en Rus ia , el cua l desde 1992 ha st a 1996 recibió

aproximadamente $60 millones de dólares provenientes de Usaid (Wedel

1998, 127).

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262 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

La paradoja real de este revés es que, de hecho, no existe para nada

a lgo que sea par a dójico. La reconversión que tuvo lugar r evela un a cont i-

nuidad per fecta conforme a la lógica con la que funciona este campo.

Krugman, según Warsh, narró su encuentro con la idea de “path depen- dency” (esto es, la teoría de la influencia de decisiones y even tos económi-

cos pa sa dos en el camino que t oma n la s economía s y d el que es difíci l sal ir)

del siguiente modo:

el ascenso de QWE RTY [su forma concisa de referirse a la teoría de

path dependency, ha ciendo a lusión a la persistencia d el tecla do tra -dicional *] fue sentido como una revolución int electua l par a a qu ellosque pa rt iciparon en el proyecto; fra ses como ‘giro para digmá tico’ era n

rut inar iam ente emplea da s . . . para refuta r la creencia ca si rel ig iosade los conserva dores en los merca dos l ibres. Si a lgo ta n ineficiente

como un teclado QWERTY puede perdurar por décadas, entoncesuno no puede depender par a s iempre de los mercad os pa ra tener lara zón (Wa rs h 1994c).

No obsta nt e, desde otr a perspectiva , esta revolución en las posiciones

mantenidas por los economistas, que “ubicó a la competencia imperfecta

en el cent ro del ca mpo”, simplement e es el result a do lógico de la configura -

ción de una disciplina cuya estructura fomenta la habil idad matemática,

a sí como las estra tegia s t a nt o polí t icas como de los medios de comunica -

ción. Las grandes controversias producidas al interior de este campo sir-

ven como ca mpa ña s de promoción pa ra a tr a er a nuevos jóvenes adeptos a

las matemáticas, al igual que como un escenario que ejerce injerencia en las

inclinaciones de la s est ra tegia s empresa ria les. Así , las presiones ejercida s

* El ejem plo del teclado de las m áquinas de escribir y de los com putadores es utilizado con

frecuencia para ilustrar la teoría de path dependency, esto es, la teoría económ ica acerca de lainfluencia de decisiones o convenciones adoptadas en el pasado que, aunque pueden ser alta-

m ente ineficientes, son duraderas porque el costo de cam biar la decisión o la convención sería

m uy alto. Se alude al ejem plo con el nom bre de Q W ERTY en referencia a las letras que en elteclado convencional se encuentran en la parte superior izquierda, adyacentes unas a otras en

sentido horizontal. M últiples estudios han m ostrado que esta disposición de las teclas, y delteclado en general, no es la m ás adecuada para m axim izar la velocidad del tecleo, y que la razón

por la cual se adoptó esta disposición en las m áquinas de escribir originales fue evitar que las

teclas m ecánicas que im prim ían las letras se enredaran las unas con las otras. Por esta razón,letras cuya com binación es frecuente fueron ubicadas de tal form a que las teclas que las conte-

nían no quedaran en posiciones adyacentes y, por tanto, no corrieran el riesgo de enredarsecuando se pulsaban con rapidez. A pesar de que esta dificultad m ecánica obviam ente desapare-

ce con las m áquinas eléctricas y las com putadoras, cam biar la convención requeriría un

reentrenam iento de los usuarios a nivel m undial, lo cual resulta m uy difícil y costoso. Por eso, lateoría de dependencia del cam ino recorrido (path dependency) es llam ada “teoría Q W ERTY”

para m ostrar la perdurabilidad de convenciones ineficientes, que van en contravía de las teoríasconvencionales sobre el poder del m ercado para obtener por sí m ism o resultados eficientes. La

m ism a teoría es invocada para explicar la dificultad que tienen las econom ías subdesarrolladas deadoptar reform as que les perm itan alcanzar m ayores niveles de crecim iento. Esta explicaciónextensa del ejem plo se justifica porque los autores aluden en varios pasajes im portantes de este

libro a dicha teoría, que no es fam iliar para quienes no tienen entrenam iento económ ico. [N otadel editor]

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263

por estas nuevas apariciones desatan nuevas inversiones de esfuerzos y

recursos en la producción de diversos modelos que continúan ampliando

los límit es de los postula dos teóricos.9

El giro de los límites y de los tópicos propios de la ortodoxia tambiénobedece a la promoción d e sus crea dores en el cam po del poder. L uego de

que los keynesianos provenientes de las universidades estadounidenses

más prestigiosas fueron l lamados por Kennedy para conformar el primer

grupo de intelectuales en acción, el grupo “excluido” de Chicago no tuvo

otra opción que la de ofrecer sus servicios a los adversarios del estableci-

mient o del Est e Nortea merican o. Así , ejercieron presión con la rea lización

de modelos que denunciaban los abusos producto de una coalición entre

políticos e int ereses priva dos, de los cuales se decía q ue pract ica ba n “t rá fi-

co de influencia s” ba jo el ropa je de las in st ituciones del Es t a do. No obst a n-te, una vez que la administración Reagan af lojó los controles sobre las

palancas de influencia en Washington, las preocupaciones de quienes ha-

bían sido los ideólogos de la teoría económica pura sufrieron un cambio,

esto es, un ca mbio en los recursos qu e ellos pudieron ut ilizar .

E n el período a nt erior, en su ca lidad de a sesores del G obierno, los miem-

bros del grupo de Chicago se dedicaron a l desma nt elamiento de las r egula-

ciones esta ta les, conforme a las receta s qu e los ha bían conducido a l poder.

Pero las prioridades se invirtieron, sobre todo luego de los excesos y los

escán da los producidos en los estr epitosos a ños 80. Con el objet o de conso-

lidar los beneficios tácticos de la revolución neoliberal, resultó esencial

reconst ruir u n cierto nivel de regulaciones. P or lo t a nt o, lejos de ser obst á cu-

los pa ra la efectivida d del mercado, el derecho y otra s inst ituciones de soport e

se convirtieron ent onces en condiciones necesar ia s par a su funciona mient o.10

Es ta nueva conversión de los economista s ha cia las cua lidades del or-

den jurídico fue facilitada por el hecho de que el ejercicio de la profesión

del derecho se vio cad a vez má s impregn a da por la lógica de los negocios.11

Allí ta mbién la revolución conserva dora tr a stocó, en un proceso que esta -ba en plena marcha, las jerarquías y las relaciones de poder propias del

ámbito del derecho (Dezalay 1992). Dentro de la academia jurídica, una

nueva generación de profesores edifica ron sus carr era s en la s déca da s de

los a ños 70 y 80 media nt e su dedicación a la empresa de tra er conceptos

neoort odoxos de la economía a l cam po del derecho. Los nuevos a cadémicos

9 Según W arsh, “las diversas personas innovadoras luchan para superar a los otros com o en un

juego de salto de ranas”(1993, 120).10 Este tam bién fue el período de crecim iento de la m afia y de las econom ías expeditas en los países

de Europa del Este, lo cual hizo aún m ás evidente que los m ercados capitalistas requerían contar

con un m ínim o de reglas para operar (W arsh 1993, 240).11 Basta con m encionar el crecim iento im presionante y la rentabilidad de las firm as de abogados

que em pezaron a operar progresivam ente com o em presas com erciales (G alanter y Palay 1991).

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264 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

del derecho, que t enían vínculos estr echos con la U niversidad de Ch ica go,

comenza ron en el á rea de a nt imonopolios, pero muy pronto extendieron s u

influencia ha sta ha cer de la l ínea del an á lisis económico del derecho una

a ctividad promisoria en la s fa culta des de derecho.12

 E l interés de los a boga -dos en la economía fue facilitado por el respaldo de diversas fundaciones

conserva dora s, especialment e la Funda ción J on M. Olin, que ha bía sido

creada en oposición a las fundaciones del establecimiento. 13 Varios a ca dé-

micos del derecho, neoortodoxos reconocidos vinculados con la Universi-

dad de Chicago, como Robert Bork, Richard Posner o Frank Easterbrook,

rápidamente también pasaron a formar par te de la rama judicia l a l ser

nombrados por Reagan en los 80. Diversos académicos emprendedores

dentr o del campo jurídico se aferra ron a la ola de la revolución conserva -

dora (Duxbury 1995) y a sí tra nsforma ron t oda s la s á reas del derecho.Cua ndo los t eóricos q ue ha bían denuncia do ciert a s m a nipula ciones so-

ciales y el abuso de reglas esta blecida s descubrieron de r epente la s cuali-

dades del Estado y del derecho, ya habían cambiado de manera dramática

las posiciones –y las estrategias– relativas de los actores. A medida que

fueron a ccediendo a los círculos de poder, los aca démicos de la E scuela de

Chicago estuvieron cada vez menos inclinados a denunciar en la teoría

pura los pa ctos h echos sobre ba ses polí t ica s pra gmá ticas. Su posición t eó-

rica les dio acceso a los ámbitos de poder y a las redes de influencia, y

desde adentro es mucho más fácil aceptar ajustes pragmáticos que se en-tienden como movimientos necesa rios pa ra ma nt enerse en el poder. 14 Má s

12 Henry M anne, uno de los académ icos clave y pionero de la línea de derecho y econom ía, fue uno de

“los diez u once estudiantes de la Facultad de Derecho”de la Universidad de Chicago interesados en

la econom ía en los años 50. Según M anne, “asistim os a todos los sem inarios que pudim os con[Aaron] Director”, usualm ente considerado com o el fundador a pesar de que no publicó casi nada.

La Facultad de Derecho lo contrató porque el Departam ento de Econom ía no estaba vinculan-do personas que no contaran con un título de doctorado. La Facultad de D erecho había

em pleado econom istas con anterioridad, incluyendo especialm ente a Henry Sim ons, quien

precedió a D irector. Director tam bién era cuñado de M ilton Friedm an. Por su parte, RobertBork fue estudiante de la U niversidad de Chicago en la m ism a época de M anne. Tal y com o

M anne cuenta, “la sustancia de esta historia es cóm o se va del sim ple interés de Aaron Directorpor el análisis económ ico del tem a del derecho antim onopolios a la recepción de dicho enfoque

por parte de los dem ás profesores de la Facultad”(ver  adem ás Duxbury 1995, 346-381).13 En 1974 (año siguiente a la prim era edición del libro El análisis económico del derecho, de Richard

Posner), inm ediatam ente después del com ienzo del m ovim iento del m ism o nom bre, Henry M annehizo que la Fudación O lin se interesara en este enfoque. Así, O lin financió varios de los talleres y

sem inarios que ayudaron a construir este cam po. O tras fundaciones de corte conservador tam bién

m antuvieron una postura activa. Por ejem plo, según M anne, “el Fondo Libertad aceptó finan-ciar sem inarios, pequeñas conferencias ... Durante m is seis años de estancia en M iam i y a través

de m is seis años en Em ory [en donde M anne enseñó] llevé a cabo alrededor de 38 conferenciasfinanciadas por el Fondo Libertad, ¿y sabía usted que 33 de esas conferencias fueron publicadas

com o libros o en revistas de derecho bajo la form a de sim posios? Y cada uno de ellos concebía

nuevos tópicos de derecho y econom ía que nunca nadie había considerado con anterioridad”.14 Lo m ism o había pasado tiem po antes con los econom istas keynesianos, quienes se convirtieron

en asesores del Estado durante los años 60.

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265

aún, el derecho dejó de ser identificado primordialmente con el tráfico de

influencias y con el Est a do regula dor (cfr . G a rt h y St erl ing 1998). E n efec-

to, se ha bía convertido en un inst rument o que les a yuda ba a defender sus

intereses y los de sus a l iados, en la s cort es y en otros escena rios. E l desa-rrollo de la línea del análisis económico del derecho como un programa

concreto facilitó la aparición de una serie de prescripciones que servían

par a d esregular a tr a vés del derecho. No resulta extra ño que los a boga dos

de negocios y los vinculados al Estado, quienes se desenvolvían en los co-

rredores del poder en Wall Street y en Washington, lograran reorientar

sus perfi les hacia la s nuevas diná mica s de poder, ayuda ndo de esta ma ne-

ra a que los economista s concediera n un pa pel má s releva nt e al derecho y

a los abogados.

UN NUEVO SABER ECONÓMICO EN EL BANCO MUNDIAL

Los economist a s, como hemos dicho, empeza ron a concentr a rse má s en el

derecho, viendo en el mismo un aliado potencial que podía servir para la

const rucción de un m erca do int erna ciona l de bienes y capita l . En cua nt o a l

B a nco Mundial , el Worl d D evel opm ent Report   [Reporte mundial sobre de-

sa rrollo] de 1991, qu e se cent ra ba en “el desa fío del desa rrollo”, empezó a

prestar mayor a tención a las inst i tuciones esta ta les .15  Para el t iempo en

que s e expidió el Reporte m und ia l sobre desa rr ollo de 1996, el giro poten-

cial ya era mucho más evidente. El Reporte de 1996 orientó su atención al“desa fío de la consolida ción” de ciert a s reform a s en los merca dos y, en pa r-

ticula r , se detuvo en la import a ncia de la s inst i tuciones: “un n úmero cre-

ciente de estudios sobre las economías de mercado sugiere que, para el

largo plazo, si las economías en transición han de alcanzar los rangos de

las economías más avanzadas, no sólo requerirán polí t icas adecuadas en

materia económica sino también insti tuciones responsables para respal-

darlas e implementarlas” (World Bank 1996, 85). Este enfoque en el Go-

bierno y en las reforma s insti t uciona les incluía una a tención especia l a la

necesidad d e “crea r nueva s estru ctur a s jurídica s par a el desa rrollo del sectorpriva do” (World B a nk 1996, 88), int roduciendo tem a s como los derechos de

propieda d, cont ra tos, derecho empresa ria l y de inversión extra njera , dere-

cho de concorda tos y ba ncar rota s, derecho de la competencia , a sí como a la

necesidad de un sistema judicial confiable y competente, y un ejercicio

privado próspero de la profesión jurídica (World Bank 1996, 88-93). Desde

15 Los Reportes m undiales sobre desarrollo fueron iniciados bajo la dirección de M cNam ara. Los

m ism os han sido producidos a través de un m odelo de com petencia vigoroso. Según una de las

personas participantes, “la decisión de los tem as consiste en un proceso altam ente com petitivo”.La junta de directores del Banco M undial tom a la decisión final, y actualm ente alrededor de $3m illones son asignados para su elaboración. Aquellos encargados de la tarea de producirlosgozan de una autonom ía considerable. De igual form a una posición de liderazgo en la creación

del Reporte m undial de desarrollo “es un boleto para ascender”dentro del Banco.

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266 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

esta perspectiva, no resulta suficiente eliminar los obstáculos jurídicos.

Mirando más al lá del ataque al Estado emprendido por el Consenso de

Wa shingt on, a hora los inversionista s considera n como un a sunt o esencial

obtener protecciones equivalentes a aquellas disponibles para los capita-l ista s loca les, quienes pueden m oviliza r r edes de clientelas a lrededor d el

Estado. Para ci tar el Reporte de 1996 nuevamente, “el Gobierno por sí

mism o debe esta r regid o por el derecho, debe seguir el ten or de sus decla-

raciones anunciadas en referencia a sus políticas públicas, debe cumplir

con sus obligaciones y, por su pa rt e, la s inst ituciones priva da s deben tener

una conf ianza a bsoluta en que éste no intervendrá a rbi trar iamente en sus

a sun t os” (World B a nk 1996, 93-94). E l Report e mun dia l sobre desa rr ollo de

1997 cont inúa en la mism a l ínea , centr á ndose par ticulament e en el pa pel

del Est a do (World B a nk 1997). Y luego de la crisis a siá tica , el Ba nco Mun-dial publicó un documento a ún m á s fuerte, t i tula do Beyond th e Washi ng- 

ton Consensus: I nst i tu t i ons Matt er [Má s a llá del Consenso de Wa shingt on:

las inst ituciones importa n] (World B a nk 1998). É st e fue un esfuerzo ma n-

comunado de las oficinas regionales de Latinoamérica y el Caribe con la

unida d de ma nejo del sector público, que a sí a ta caron directa mente el “Con-

senso” de los 80, enfa tiza ndo que “un a polí t ica ma croeconómica a decua da

no es suficiente; l as buenas i nsti tu ci ones son esencia l es para l a estabi l i dad 

macroeconóm i ca en el m un do actu al d e i nt egra ción gl obal fi nanci er a ” (World

B a nk 1998, 3; cursiva s del texto origina l). El libro ta mbién incluye un capí-tulo sobre mercad os d e capita l e inst i tuciones jurídica s.

E l giro en el mensa je económico envia do por el B a nco Mun dia l no est u-

vo exento de am bigüeda d. U no de los a ctivista s dentr o del B a nco enfat izó

que a l a genera c ión de ma croeconomista s neol ibera les que ha bía m a ne-

jado los dest inos de la inst i tución en los años 80, práct icamente la ha-

bían purga do de todo t ipo de oposición. É l se la s a rregló pa ra esca par se

de la purga má s grande adelanta da en 1987, pensando “éste es mi B a nco

ta mbién” y “no sobreviviría con una polí t ica ma croeconómica ” ún ica men-

te, pero, con todo, contó con pocos a lia dos economist a s den t ro del B a nco. Apesar de los cambios que se estaban sucediendo a lrededor del Banco,

específ icament e a l interior de otra s a gencia s de desa rrollo –incluyendo a la

U sa id con su “iniciat iva en ma teria de democra cia” , que sufrió una a celera-

ción en 1989 (Ca roth ers 1996, 1; ver  Nelson con E gglet on 1992)–, ést e con-

tinuó enam ora do de la forma má s pura del Consenso de Wa shingt on.16

P retendiendo genera r respaldo en favor de un enfoque diferent e al sos-

tenido por los ma croeconomista s del Ba nco Mundia l , él y otr os t ra ta ron de

16 Según Ism ael Serageldin (1996), actualm ente vicepresidente del Banco y uno de los gestores delgiro hacia las m aterias de gobierno, “con la introducción de la idea de ‘un buen gobierno’, el

Banco desencadenó un debate tan vivaz com o el que había suscitado acerca de la redistribución

de los ingresos 15 años atrás”.

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267

invitar a académicos insti tucionalistas tales como Mancur Olson, Oliver

Will iamson y Douglas North. No resulta extraño que Stanley Fischer, el

principa l economista del B a nco Mundia l , l legar a incluso a cuestiona r q ue

Ma ncur Olson fuera un economista . Otr o de los economista s del B a nco enese ent onces notó la r eacción de la ma yoría de los economista s frent e a la s

incursiones iniciales de ciertas preocupaciones institucionales y frente a

expertos afr ican os que a rgument a ba n q ue los problema s de desar rollo “no

era n s usceptibles de soluciones económica s” : mient ra s a lgunos sost enían

que había una necesidad de “superar este abismo”, otros af irmaban que el

Banco debía evitar involucrarse en esta potencial aventura “polí t ica” . Al

respecto, una dosis de legitimidad fue generada en 1993, cuando Douglass

North recibió el P remio Nobel de economía : “desde ent onces la economía

inst i tuciona l t omó vuelo”.17

  Así , un grupo relativamente pequeño dentrodel Banco creó una “ red in formal in terna” , y pre tendió basarse en e l

insti tucionalismo relativamente espartano que sostenía North. Aun cuan-

do conocían perfect a men t e que diver sos politólogos y sociólogos t enía n en

su ha ber tr a ba jos sobre los mismos t ópicos, sa bían que los economista s no

les responderían a especial istas que no fueran economistas. El poder de

este gru po a umen tó con la design a ción de J a mes Wolfensohn como presi-

dente d el B a nco. Wolfensohn, según uno de los m iembros de la inst i tución,

no guard a ba mucho a precio por la teoría económica a bstr a cta . En ca mbio,

“ha blaba como si la s insti t uciones import a ra n”. Má s a ún, Wolfensohn t uvoque responder a presiones externa s, como se discut e ad elan te.

Robert P icciotto, economista usua lment e cita do como uno de los l íde-

res en el giro hacia el enfoque insti tucionalista , en la actualidad es el di-

rector general del departamento de evaluación de operaciones del Banco

Mundial .18 Al seguir de ma nera breve su historia , es posible ra str ear a lgu-

nas de las recientes transformaciones del Banco Mundial y de las teorías

económica s q ue lo r igen. P icciott o, que inició sus a ctividades en el B a nco

en 1961 como economis t a influen ciad o por la posición iconoclas t a de Albert

Hirschman, era uno de quienes se encontraba a fuera del mundo de losma croeconomista s neolibera les. Se desempeñó como vicepresident e de pre-

supuesto bajo la administración de Conable desde finales de 1987 hasta

1989. Luego, form ó part e de la oficina de eva lua ción y d esa rrollo en 1992.

17 De acuerdo con uno de los econom istas decididam ente sim patizante del giro hacia las m aterias

de gobierno, N orth llegó al Banco y se dirigió a 600 o 700 personas, m uchas de las cualesestaban “tom ando notas”.

18 Picciotto, quien nació en Italia, se vinculó al Banco M undial en 1961. Se había graduado de la

facultad W oodrow W ilson de Princeton. Tam bién es el autor dePut ting Instit ut ional Economics to Work: From Part icipation to Governance  (Poniendo a funcionar la econom ía institucional: dela participación al gobierno) (1995), y (con Eduardo W iesner) fue el editor de Evaluation and 

Development: The Institu tional Dimension  (Evaluación y D esarrollo: la dim ensión institucional)

(1998).

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268 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Su ingreso coincidió con un período de mayor reconocimiento para esta

oficina, que venía de un proceso de decaimiento. Así, logró someter el re-

port e Wa penha ns a considera ción de la junt a , que resa lta ba ciertos proble-

ma s de supervisión y de rendimiento de cuent a s en los présta mos, con locua l ta mbién hizo que Wolfensohn concediera ma yor a tención a estos as un-

tos. Como veremos adelante, esta oficina actualmente promueve medios

bastante diferentes para perfeccionar y ponderar los préstamos. Como lo

señaló una de las personas que está de acuerdo con el nuevo papel de la

oficina , P icciott o most ró que los problemas de los proyectos fra casa dos no

obedecían tanto a un mal diseño de éstos, sino a la configuración de las

inst ituciones d el sect or público y de la socieda d civil.

LA ECONOMÍA POLÍTICA COMPARADA:LA PARADOJA ORTODOXA

Los discípulos de Chicago no fueron los únicos en sacar provecho de esta

recomposición en el ámbito de conocimiento sobre el Estado, lo cual se

convirtió en el corolario de la reestructuración de “las reglas del juego”

estatales. Esto es particularmente cierto en cuanto al mercado de las téc-

nica s y los conocimientos especia l izados orient a do a las relaciones int er-

nacionales, un mercado a l tamente competi t ivo pero también capaz de

generar al tas uti l idades. Conforme con este mercado, y una vez que sereconoció qu e los fa ctores políticos juga ba n un pa pel en el desa rrollo de la s

política s económica s, el núm ero de productores potencia les de est a s t écni-

cas y conocimientos especia lizados a ument ó de ma nera ost ensible. P or ejem-

plo, un grupo relativamente pequeño de politólogos rápidamente comenzó

a enfatizar que las relaciones f inancieras internacionales no podían ser

explicad a s por completo en los t érmin os estrictos de la economía .

En par t e , la t ra nsforma ción del merca do consist ió en una bat a l la entre

los politólogos tradicionales de la “seguridad nacional”, simbolizados por

la revista I n ter nat i onal Secur i t y  (IS),  y los nuevos de la “economía políticainternacional” , cuyo emblema era la revista I n ter nat i onal Or gani zat ion 

(I O ).19 Los politólogos de la IS  habían venido siendo bien representados en

el poder dura nt e la s última s déca da s, e insistían en su importa ncia , ya q ue

“nosotr os t enemos influencia” , m ientra s que el segundo grupo insistía en

tener estándares de investigación académica “más rigurosos”. La réplica

de los pa rt ida rios del IS  a nt e el reclamo de ma nt ener un cier to r igor a ca -

démico era que “nadie leía” la IO . En o t ras pa labras , l a In ternacional 

Organization  o la s revista s del mismo cor te t enían un int erés mucho más

19 El nuevo enfoque del Banco M undial y del FM I contrasta con “la teoría de la dependencia”que

es aún bastante influyente en los círculos académ icos cercanos a Latinoam érica (ver  Packenham1992).

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269

orienta do hacia el interior de la disciplina , mientra s que la IS  se inclina ba

a ser má s hist órica y compa ra tiva . En el proceso de este deba te sobre capi-

ta l a ca démico e influencia polí t ica , la crisis interna ciona l de la deuda y el

a dvenimiento de a justes estr uctura les se convirt ieron en una oport unida dpara el grupo de la I O .

En 1986, Stephen Haggard, para entonces profesor sobre asuntos de

gobierno en H a rva rd, concluyó un a ná lisis compa ra tivo sobre “las polí t ica s

de a juste” resa lta ndo el siguiente hecho concernient e a l FMI: “ los progra -

ma s diseña dos sin referencia a las realida des polít icas, muy posiblemente

están destinados a fracasar e incluso a precipitar consecuencias polí t icas

indesea bles” (1986, 185). S iendo consciente de la car ta de na vega ción de la

era d e Br ett on Woods, la cua l veda ba la posibilida d de inmiscuirse en asun -

tos de índole polí t ica , desta có la importa ncia de los a l ia dos loca les –a qu e-l los que eran responsables de las pol í t icas económicas y f inancieras y

qu ienes genera lmente ha bían s ido ca pac ita dos en e l FMI o en e l B a nco

Mundial–.

Las redes (de relaciones transnacionales creadas a través de los

progra ma s del FMI o el B M), quizá má s que recursos per se , consti-tu yen el cimiento político del poder y de la influencia en esta s orga ni-z a c io n es . L a e x is t e n c i a d e u n g r u p o e s t a b l e d e f u n ci on a r i os

simpat izant es del FMI dentr o del Est a do pa rece ser un prerrequisi to

pa ra el éxito del progra ma (H a gga rd 1986, 186).20

Est e ar gumento es má s sólido si se t iene en cuenta la importa ncia en

los pa íses deudores de la promoción ha cia posiciones cla ve de a quellos que

ma nt ienen vín culos cercan os con el FMI . E llos son los únicos con el conoci-

miento f inanciero especial izado y la credibil idad que resultan necesarios

para negociar efectivam ente con sus a ná logos de Wa shingt on (y de Nueva

20 Este tópico de la im portancia de los vínculos transnacionales es recurrente en esta línea académ i-ca. Por ejem plo, citando a Kahler, Barbara Stallings recuerda la relativa falta de efectividad de las

intervenciones adelantadas por las instituciones financieras: “este sondeo sugiere que las agen-cias exteriores han tenido, sobre todo, una injerencia lim itada en las decisiones orientadas hacia

una im plem entación exitosa de los program as de ajuste estructurales y de estabilización”(1992,

42). Ella tam bién destaca la im portancia de las redes, sobre todo en tiem pos de crisis: “una crisiseconóm ica puede resultar propicia para la conform ación de una coalición que afirm a que cuentacon un acceso especial hacia los recursos internacionales”(54). Así, la autoridad local se sirve de

la autoridad internacional, ya que las coaliciones internacionales de banqueros, exportadores y

profesionales perm iten que los gobiernos resistan m ejor las presiones populares (66), y asim ism o

les facilita ajustarse a los com prom isos realizados con el FM I. Esto resulta de particular im portan-cia, ya que las sanciones del FM I han sido raram ente em pleadas y por lo tanto no son m uycreíbles. De igual m anera, estas coaliciones tam bién ayudan a evitar que se configure un cartel

de deudores: “los gobiernos con una orientación internacionalista no quieren que se les identifi-

que con dicho m ovim iento”(67). Así, el papel de estos grupos fue, com o m ínim o, un factor tandeterm inante com o aquel del FM I en el m anejo de la crisis de la deuda. Estas dos instancias, decualquier form a, son im posibles de separar en térm inos prácticos: “una gran dosis de influenciainternacional, tanto financiera com o ideológica, puede ser ejercida sobre las personas que tom an

las decisiones, a través de los m ecanism os de redes y palancas”(85).

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270 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

York). De igua l forma , es posible encont ra r extensiones del FMI y del B a n-

co Mundia l enca rna da s en funciona rios que se ha n convertido a la ortodo-

xia f ina nciera . El reconocimiento de la import a ncia de esta suerte de redes

ta mbién condujo a la destina ción d e esfuerzos para promover expert os ena sunt os complementa r ios. P or ejemplo, a nt es de a ventura r en el terreno

cambiante de las polí t icas locales, resultaba de gran ayuda conocer bien

las va ria bles del ent ra ma do polí t ico doméstico, para a sí evita r errores ob-

vios o malos pasos, e incluso para mantener una imagen de neutralidad.

Esta necesidad abrió diversas oportunidades de competencia híbrida en

los punt os de int ersección de la economía política y otr a s á rea s de estudio.

Estos puntos de competencia, que de otra forma hubieran obtenido poco

reconocimient o o prestigio, comenza ron a a dqu irir un cierto va lor dent ro

de disciplinas tales como la ciencia política, las relaciones internacionalesy, por su puesto, la economía .

De esta forma , el recrudecimient o de la crisis de la deuda y la multipli-

ca ción de los ajustes estr uctura les en los présta mos hicieron que la s inst i-

tuciones internacionales y las fundaciones f i lantrópicas f inanciaran una

línea de a ctividad que ha bía sido denomina da “economía polít ica compar a -

da”. Haggard y Kaufman, l íderes en este campo, enfatizaron lo que este

nuevo enfoque podía l lega r a represent a r como un conocimiento especial i-

za do, ya que complementa ba ta nt o el horizont e de los especia l ista s en pro-

ceso de tra nsición h a cia la democra cia –que tendían a pasa r por a l to fa ctoreseconómicos– como el de los economistas –que se inclinaban a ignorar la

historia y a descuidar los conflictos políticos– (1992, 319-320). 21 Respecto a

los economistas, sugirieron que “los efectos de las medidas de choque ex-

ternas se encuentran mediados por d iversos a r reg los ins t i tuc iona les

preexistentes, los cuales estaban allí para afrontar los conflictos políticos”

(1992, 320). 22 Respecto a los a cadémicos en t ra nsición h a cia la democracia,

recorda ron qu e en los pa íses del Tercer Mundo, la democra cia siempre ha -

bía coexistido de un modo malsano con la economía de mercado. En mu-

chos ca sos los regímenes au torita rios ha bía n impuesto la lógica de merca do,y de igual forma los regímenes democrát icos ha bían vivido ba jo la a mena -

za constante de la aparición de dif icultades f inancieras relacionadas con

las crecientes tensiones sociales internas. De esta forma, el ideal estado-

21 El cam po de la econom ía política com parada tam bién incluye a personas com o M iles Kahler,

Joan Nelson y Barbara Stallings.22 Con el m ism o espíritu, ellos recalcaron que las nuevas teorías económ icas no fueran adoptadas

sim plem ente por el hecho de su superioridad científica. La difusión de esta línea surgió com o

producto de diversas estrategias convergentes. Es m ás, su recepción y su im pacto fueron determ i-nados por acontecim ientos locales: “las nuevas ideas no descansan sim plem ente sobre otrosfactores que ya se encuentren allí. En su lugar, dichas ideas pueden alterar la com posición de los

otros elem entos de la esfera política, com o catalizadores que perm iten que los ingredientes se

com binen de nuevas form as”(Haggard y Kaufm an 1992, 37).

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unidense de mantener un l iberalismo tanto en la economía como en la

política, apareció como un objetivo imposible de realizar en el marco de

estas economías subordinadas (ver  Adelman y Centeno, en proceso de pu-

blicación).Los análisis de Haggard, Kaufman y sus al iados los condujeron a de-

nunciar lo que Miles Kahler había denominado “la paradoja ortodoxa”.

Según sus pala bra s, “para que los gobiernos puedan reducir su pa pel en la

economía y a sí expan dir el juego de las fuerza s de mercado, el Est a do mis-

mo debe fort ificar se” (1992, 25). E l cas o chilen o ejemplifica est e punt o: “los

equipos responsables de los cambios son relativamente autónomos, e in-

cluso tota lmente ind ependientes en ocasiones, los cua les está n protegidos

de los int ereses de grupo y de los burócra ta s r iva les media nt e un respaldo

fuert e que proviene del jefe del ejecutiv o” (1992, 23). No obst a nt e, su gr a dode éxito se dio a costa de a lgunos, ya que el refuerzo especial iza do de las

coa liciones conser va dora s detu vo el proceso de democra t iza ción: “la fuerza

persisten te de gru pos vincula dos con el viejo régimen t a mbién obsta culizó

los esfuerzos de gobiernos civiles entrantes por integrar grupos que ha-

bía n sido previa ment e excluidos, en especia l el movimient o obrero” (1992,

335). Como fue seña lad o en otra par te por J oa n Nelson, otro miembro de

este grupo, la construcción de un compromiso social, al menos como es

sugerido por el modelo de las democracias europeas, exige un mínimo de

redistr ibución y una integración relativa de la clase trabajadora en losmecan ismos esta ta les de G obierno (Nelson 1992).

A pesar de este pesimismo, que resulta evocador del modelo del “aut o-

rit a rism o burocrá tico” de G uillermo O’D onnell ([1973] 1979), est os a ut ores

buscaron ha llar polí t icas q ue permit ieran romper este dilema de la econo-

mía de ort odoxia versus   la democracia. La solución que ofrecieron fue la

combinación de dos temas que suministraron el le i tmot iv   de su análisis:

primero, la import a ncia de los eslabones tra nsna ciona les pa ra el éxito de

la s política s económica s de la ort odoxia y , segundo, la n ecesida d de promo-

ver Estados fuertes con el objeto de fomentar efectivamente las polí t icas

de mercado.23 D e a hí se siguió que resulta ba necesar io reforza r la s posicio-

nes de los representantes de las coaliciones internacionales en el ámbito

del poder, para así lograr reconstruir el Estado alrededor de técnicas y

conocimientos especial izados adquiridos en el escenario internacional y

consist ent es con el mismo. S in d ecirlo explícita ment e, sugirieron fomen-

ta r la s carrera s de los protegidos del FMI y del Ba nco Mundia l . Conforme

con esta estra tegia y con el idea l de neutra lida d de las inst i tuciones f ina n-

23 O tros ejem plos de los vínculos transnacionales que se dieron pueden encontrarse en G hana y enBolivia, que “lograron utilizar a las personas expatriadas así com o el respaldo determ inante del

Banco M undial y del FM I para diseñar paquetes de reform as de am plia envergadura”(Haggard

y Kaufm an 1992, 22).

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272 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

cieras interna ciona les, reconocieron la necesidad de producir a ná lisis q ue

logra ra n clari f ica r el juego de las a l ianza s en el ámbito del poder esta ta l .

Los a spect os de promoción en est e discurso fueron dirigid os ta nt o a los

socios silenciosos en poten cia como a los cont rin can t es a cad émicos:a pesa r de sus méri tos, el enfoque cent ra do en el Esta do debe con-front a r dos enigma s importa ntes. El primero es logra r entender las

preferencias de las é l i tes esta ta les . . . e l segundo está re lacionadocon las característ icas organizacionales del Estado que permite alas é l i tes actua r con ba se en sus preferencia s . . . así , la nueva l i tera-

tura sobre el Esta do ha f ra ca sa do en proveer una discusión plena -ment e sa t isfactoria sobre las fuent es de las preferencias en polí t icade las propias é l i tes pol í t ica s (H a gga rd y Ka ufma n 1992, 20).

P a ra ese entonces, esta sugerencia logró ser a sumida pr imordia lmente

como un progra ma tent a tivo de investiga ción. C on excepción d e unos po-

cos trabajos, tales como el de Evans que insinuaba que “las preferencias

podían ser una función de las capacidades [técnicas]” (citado en Haggard y

Kaufman 1992, 21), la mayoría de académicos que examinaron diversos

asuntos de política económica se limitaron a dar explicaciones de índole

ma crosociológica . E n efecto, no se detuvieron a a na lizar los det a l les de la s

relaciones concreta s –las a l ianza s de intereses y la s fra cciones de clases–

que servía n de sostén pa ra polít icas públicas par ticula res. Las estra tegias

de los t ecnócra ta s y los vínculos q ue los unía n con la s redes interna ciona -

les de conocimien t os especia liza dos y con ciert os grupos loca les de int erés

perma necieron implícitos en sus a ná lisis.

P ero este est a do débil de la investigación n o necesaria mente s ignif ica

que el consejo de examinar las preferencias en polí t ica no hubiera sido

escuchado. En cambio, el lo pudo haber querido decir que las teorías en

dicha coyuntura no se encontraban bien adaptadas para conceptualizar la

diná mica de las relaciones persona les en polí t ica , lo cua l par ecía má s un

tema propio de los chismes de prensa. No obstante, de hecho, sólo pocos

a ños después un n uevo semillero de pioneros en el á rea de la m icrosociologíaingresó en la escena académica. El t iempo en el que surgió este nuevo

enfoque sociológico enca jó perfect a ment e con la presencia de un g iro ha cia

una a biert a preocupación respecto a la s estra tegia s insti tuciona les, y ta m-

bién cuadró bastante bien con una serie destacada de transformaciones.

Los tecnócrat a s, ah ora a deptos a los derechos huma nos y a la democra cia, a sí

como a los m ercados libres, fueron reba ut iza dos como “políticos tecnócrat a s”.

Mientras tanto, los nuevos economistas polí t icos habían asumido una

posición ba sta nte cercana a l B a nco Mundial . Ellos podían ma ntenerse aden-

tro o a fuera de la inst i tución, pero en a mbos ca sos se al imenta ba n directa -mente de los enfoques y de las políticas del Banco Mundial respecto al

desarrollo. Con ello facilitaron la aparición de un conocimiento especiali-

zado que contribuyó tanto al manejo del Banco Mundial como a la evolu-

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273

ción de una globalización consistente con los principios progresivos de la

nueva ortodoxia.

UN MERCADO CON ROSTRO HUMANO: LA REINVENCIÓNDE LOS TECNÓCRATAS COMO POLÍTICOS TECNÓCRATAS

La crisis de la deuda y la m ultiplica ción de la s política s de ajuste estr uctu-

ra l sirvieron para solidif ica r la posición de los Chicago B oys, t a nt o en las

instituciones financieras internacionales como en los gobiernos de los paí-

ses deudores. La red de conexiones de La tinoa mérica , realiza da sobre todo

a través de los programas de economía de la Universidad de Chicago y

MIT, par a entonces ha bía conqu ista do varios puestos de poder: ministr os,

presidentes de bancos centrales y l íderes en negocios (v. gr . , Montecinos

1997). E l a hora período extend ido de poder de est a red inst ruida de perso-

na s, ha bía servido para vigorizar a ún má s sus posiciones y para introducir

cambios suti les a lo largo del t iempo. La primera generación de Chicago

Boys, cuyo ejemplo paradigmático lo encontramos en Chile, estuvo com-

puesta por d iscípulos lea les cuya dedicación a tópicos científicos les permi-

tió preservar un n ivel de aut orida d en ma teria de conocimiento, a l mismo

tiempo que su carr era les fa cil i ta ba concent ra r sus a ctivida des en la polí t i-

ca y en los negocios. Los esfuerzos concent ra dos en las á rea s de la política

y los negocios produjeron una plura lida d de posiciones y , en consecuencia,

movilidad entre dichas posiciones, situación que les posibilitó combinar

diverso tipo de capitales –tanto simbólicos como financieros–, los cuales

resultaron indispensables para impulsar un nuevo conocimiento sobre el

Est a do. De esta ma nera , la a utor ida d en ma ter ia de conocimiento , combi-

na da con el ca pita l social de múlt iples relaciones, se extendió a un a ga ma

que incluía desde ministros de gobierno hasta dirigentes empresariales.

E st e conjunt o de rela ciones a seguró que la s inversiones de esfuerzos y re-

cursos de los grupos financieros en el Estado, con el objeto de promover

regulaciones “fa vora bles al sector f ina nciero”, r indiera n sus frut os. De for-

ma interesa nt e, la ocupación de esta s múltiples pla za s evoca a quellas que

ha bían sido a nt es ejercidas por los jurista s de poder t ra diciona les, quienes

usua lment e eran los pa dres o los a buelos de los nuevos economista s. P or lo

ta nt o, no resulta sorprendent e que sus enfoques de poder hubiera n coinci-

dido, como en últ ima s convergieron sus int ereses.

Nada i lustra de mejor forma el vigor en el escenario económico in-

ternacional que tuvo el giro hacia el ámbito de la polí t ica, que la noción

misma de polí t ico tecnócra ta , desa rrolla da por los l íderes del Diá logo Int e-ramericano para elogiar a sus amigos –una nueva generación de l íderes

cuya formación en los Estados Unidos los había iniciado en las virtudes

ta nt o de la democracia como de la economía defendida por la ort odoxia–.

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274 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Como fue ind icado por D omínguez, el editor de un libro de ensa yos conme-

morat ivos t i tulado L os pol ít i cos tecnócrat as , “ la mayoría de los polí t icos

tecnócrat a s progresiva ment e empezar on a incorpora r la s dos corrient es de

ideas internacionales, una favorable hacia los mercados y la otra hacia lademocra cia . . . E sto lo logra ron na da ndo en esta s corrientes de idea s dura n-

te el tiempo en el que vivieron en el exterior” (Domínguez 1997, 28). En

pala bra s de un o de los simpa tiza nt es de la idea de los polít icos t ecnócra ta s,

ellos logra ron supera r “la conn ota ción desfavora ble” a socia da con los Ch ica go

Boys, quienes habían sido “ignorantes en materia polí t ica” y “al iados del

a utorita rismo”. Los polí t icos tecnócrat a s, según la m isma fuent e, era n “há -

biles en sus actuaciones políticas dentro del contexto de sus propios paí-

ses”, esencialmen te “ha ciendo de la economía política la a ctivida d principa l

de sus carrera s profesiona les” . De esta ma nera suministra ron el nexo per-fecto ent re “ la economía y la polí t ica ” , a sí como un n uevo modelo pa ra la

ciencia política.

La s políticas pública s promovida s por los políticos t ecnócra ta s, incluso

cua ndo se a par ta ba n de la ortodoxia económica pura con va ria ciones ta les

como “el crecimiento con igualdad”, insertaron sus países perfectamente

dentro de los mercados internacionales. De hecho, las medidas polí t icas

a sumida s en n ombre de la democracia hicieron q ue las polí t ica s económi-

cas dr a conia na s se volviera n m á s legítima s, con lo cual los mismos riesgos

políticos t ermina ron siendo reducidos. Como Domínguez seña la , “sólo cuan -do se dio un compromiso democrático con los mercados –que incluía a los

gobiernos de centro-izquierda–, el inversionista racional pudo estar segu-

ro de que las normas de los mercados prevalecerían” (1997, 31). De esta

forma , los r iesgos del populismo o de la resistencia ma siva a l a utorita ris-

mo pudieron ser contenidos.

Con la a dhesión de esta nueva éli te a la s reglas prevalecient es del es-

cenario polí t ico internacional , la l legada de los regímenes democráticos

sirvió para consolidar reformas al Estado que las dictaduras mili tares no

habían podido completar por sí mismas. En efecto, la opinión pública in-ternacional se había rehusado a aceptar a dichos gobiernos como legíti-

mos. Así, “la d emocra cia chilena obtuvo lo que los Chica go Boys de P inochet

ja má s logra ron conseguir dentr o de un cont exto a utorita rio: at a r los desti-

nos de la nación al mercado a través del consenso de la nación misma”

(Domínguez 1997, 47). Una vez que dejaron de ser parias internacionales,

los nuevos Estados lograron acelerar y consolidar su integración con los

mercados intern a ciona les (y t a mbién con los mercados regiona les media n-

te nuevos acuerdos), lo cual volvió mucho más difícil que reincidieran en

los dis pa ra tes del populismo o en los espejismos del n a ciona lismo económi-co. De nuevo en pala bra s de Domínguez,

par a a ncla r la s polí t ica s de a pertura de los mercados . . . [estos pol í t i-

cos tecnócratas] buscaron insti tucionalizar un comercio más l ibre

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275

mediante la adopción de acuerdos de l ibre comercio que pudieran

consol ida r la s reforma s implement a da s en sus pa íses de origen. E neste sent ido, el cosmopolitismo fund a ciona l de sus ideas vin o a serimplement a do median te su intern a cionalismo de los mercados (1997,

47).

La relación cerca na de este nuevo grupo con el mercad o de la s t écnicas

y los conocimient os est a ta les especial iza dos domina do por los Es ta dos U ni-

dos resulta evident e al observar las ca rrera s de l íderes como P edro Aspe,

Ferna ndo Henriq ue Ca rdoso o Aleja ndro Foxley, ya descrita s en este l ibro.

Con t odo, la capa cida d de persua sión del a ná lisis de los políticos tecnócra -

ta s n o logró que sus enfoques fuera n fá cilmente r ecibidos por los gr upos

dirigentes del Banco Mundial. Como uno de los politólogos destacados en

esta área lo sugirió, la proximidad de su enfoque con el propio de los

ma croeconomista s no necesa ria ment e condujo a que el últ imo grupo toma -

ra dicho enfoque en serio. Por el contrario, los politólogos al final de los

a ños 80 y comienzos de los 90 a ún “n o conta ba n con cont a ctos en el FMI o

el Ba nco Mundial” . La ciencia polí t ica a ún era un “sector ma rgina l” desde

la perspectiva de la economía : “nosotr os los leemos má s a ellos que ellos a

nosotr os” . Asimismo, los economista s no tenía n nin gún int erés part icula r

en enterarse de “los enlaces transnacionales” , pues se encontraban “ha-

ciéndolos todavía”. Incluso, luego de 1989 y la caída del comunismo, “la

idea d e que . . . los poli tólogos [fueran necesar ios pa ra que] me cont a ra n q ue

yo esta ba ha ciendo lo que esta ba ha ciendo” era dif íci lment e at ra ctiva . Como

fue anota do, a quellos del Ba nco Mundial q ue busca ron impulsar las insti-

tuciones, ya conocían de estos trabajos en ciencia política, pero también

sa bían que con ellos no l legar ían a persua dir a los ma croeconomista s. En

pala bra s de un o de los poli tólogos cerca nos a l B a nco, los m a croeconomista s

aún se inclinaban a pensar que la polí t ica era un asunto de “intereses no-

civos y perniciosos que bloqueaban la generación de las políticas adecua-

das que podrían llegar a beneficiar” a los diferentes países.

El increment o de la influencia relat iva de los poli tólogos –al igua l quela legitimidad crecient e de las estr a tegias polí t ica s enca uza da s por el Ba n-

co Mundial– fue transmitido a través de los centros de investigación pres-

tigiosos y de las r edes de los políticos t ecnócra ta s. E n pa rt icula r, el Consejo

de Desarrollo Exterior (CDE) (The Over seas Devel opment Counci l , ODC )

radicado en Washington, que durante mucho tiempo había promovido la

a y u da ex t r a n je r a y u n co n ju n to de p o l í t i c a s e s t a t a l es r e l a t i v a mente

internacionalistas, comenzó a respaldar este t ipo de investigaciones bajo

la d i recc ión de Richard Feinberg –economista cercano a es ta red de

poli tólogos– y J oa n Nelson –uno de los poli tólogos inquietos en est a á rea –(ver   Nelson 1992). 24 U no de los miembr os del CD E de ese ent onces recuer-

24 El CDE fue creado en 1969 para fom entar políticas de ayuda exterior. Su prim er dirigente fue

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276 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

da que al comienzo de la década de los 80 la creencia prevaleciente en la

comunida d enfocada en tema s de desa rrollo era que “la economía consistía

en un área sepa ra da de la polít ica” . Más exacta mente, “el Ba nco Mundial y

el FMI hacían economía, no política”. De hecho, “la política” no podía sermencionada, ya que la misma implicaba “ intervención” en los asuntos de

los pa íses en desa rrollo. No obsta nt e, la experiencia d e los a just es estru c-

tur a les hizo obvio que “si n o ha bía polí t ica , no ha bría ta mpoco economía”,

en el sent ido de logra r la implement a ción de dicha s reforma s económica s.

P or su par te, los poli tólogos ya esta ba n “estudia ndo estos a sunt os” , y as í el

CDE adoptó una agenda para “precipitar un cambio” hacia el reconoci-

miento de que la polí t ica “no podía ser ignorada ”. En otr o centr o de inves-

tigación de punta de Washington cercano al Banco Mundial , denominado

Inst i tut o de Economía I nt erna ciona l , J ohn William son (crea dor del térmi-no “Consenso de Washington”, 1990) también impulsó la causa de prestar

ma yor at ención a los a sunt os polí t icos, a l pregunt a rse qué ha bía sido f ina l-

mente conseguido con los a jus tes es t ruc tura les , her ramienta que los

ma croeconomist a s ha bía n emplead o pa ra erigir su influencia (1990). 25

Moisés Naím, polí t ico tecnócrata clave y actualmente editor de la re-

vista Foreign Policy , fue una persona par t icularmente importante en la

empresa de lograr legitimar este enfoque en el Banco Mundial . Naím ha

recorrido una trayectoria altamente cosmopolita a lo largo de su vida. Nació

en Libia en 1952 y su familia decidió partir hacia Venezuela en 1954. Mu-cho t iempo después obtuvo un doct ora do en ciencia política en MIT y luego

enseñó por varios años en el Insti tuto de Estudios Superiores –el centro

educat ivo en negocios má s prest igioso de Venezuela –, en donde fue deca no

en el t iempo de las elecciones de 1988. E n sus pa labra s, “de ma nera ba sta n-

te extra ña , los dos ca ndida tos presidenciales comenza ron a decir que ellos

preferir ían tener u n ga binete de minist ros no polí t icos, debido a que el país

se encontraba en medio de profundos problemas y requería la ayuda de

gente técnica que fuera ca paz de toma r la s decisiones necesar ias . Y a mbos

ca ndidat os en a lgún momento an unciaron que si fuera n elegidos a la P resi-dencia me nombra ría n como ministro” (L at in F inance  1998, 108). Así, é l se

Jam es G rant, quien se m antuvo en su cargo hasta 1980. G rant pasó de U said al CDE y posterior-

m ente ocupó el cargo m áxim o de U nicef. Por su parte, Robert M cNam ara fue el presidente de lajunta en los años 80. El CDE cam bió su enfoque en la década de los 80, y así concedió m ayor

atención al asunto de la deuda y al papel del Banco M undial y del FM I. El Consejo de D esarrollo

Exterior, en palabras de alguien que guardaba nexos con el m ism o, pretendió ser “am istoso conlos papeles dados a la banca y a los entes financiadores”, sobre todo para “form ular preguntas

prácticas”acerca de asuntos com o “la ayuda condicionada”. Así, el CDE logró fungir com o inter-

m ediario entre los enfoques académ icos em ergentes y las instituciones m ultilaterales, tom ando

“investigaciones relevantes sobre políticas para luego exponerlas al m undo de las políticas públi-cas”. Feinberg, quien creó el térm ino de “político tecnócrata”, dejó el CDE para em pezar atrabajar con la adm inistración Clinton en asuntos relacionados con Latinoam érica (los cuales son

discutidos m ás adelante).25 W illiam son es actualm ente el econom ista jefe del área de A sia del Sur en el Banco M undial.

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277

convirtió en ministro de Industria, cargo desde donde promovió la reduc-

ción d e a ra nceles y de subsidios domésticos. Luego de la nza r est a s refor-

mas, empezó a publicar diversos artículos sobre desarrollo a través de la

ent idad Carnegie Endowment for Internat ional Peace, radicada en Was-hing ton. Ademá s se desempeñó como director ejecut ivo del B a nco Mund ia l

y como asesor clave de Wolfensohn cuando éste llegó a la presidencia del

Banco. Su notoriedad también puede ser constatada por su pertenencia al

Foro Mundial de Economía con sede en Ginebra, y también por cuanto

“hace parte de las juntas directivas de diversas empresas privadas y de

instituciones sin ánimo de lucro” (Naím 1995, viii).

E n su s a rt ículos y l ibros, como El vi aje lat in oamer icano haci a el m er ca- 

do: de l as medi das de choque macr oeconóm i cas hacia l a t er api a i nsti tu - 

cional , N a í m s e c e n t r a e n l a n e c e s i d a d d e r e c o n s t r u i r l o s E s t a d o slat inoamerican os. P or ejemplo, en un a rt ículo má s reciente rea lizado con

Ca rol Gr a ha m de la B rookings Inst i tu t ion, Naím seña la q ue es esencia l ir

más al lá de las polí t icas de reforma macroeconómica: “ la reforma de las

insti t uciones pública s t oma tiempo, y los r esulta dos –ta les como conseguir

la mejoría de la calida d en educa ción o en el servicio judicia l– no son fá ciles

de medir . No obsta nt e, éstos son just a ment e los resulta dos cruciales pa ra

que Latinoamérica logre alcanzar un destino de crecimiento equitativo e

inclusivo” (G ra ha m y Na ím 1998). De esta forma Na ím, ar gumenta ndo des-

de la perspectiva de Latinoamérica, ha sido uno de los actores más nota-bles en el comet ido de ejercer presión par a que el Nort e invierta esfuerzos

y recursos en las d iversa s reforma s inst i tuciona les, las cua les necesita n de

ma yor a tención por pa rt e del espectro polí t ico. Asimismo, ta mbién h a pro-

movido y emplead o el t ra ba jo de politólogos que ha n desa rr olla do el mismo

argumento en los Estados Unidos. El Carnegie Endowment también ha

sido dil igente en centra r má s el debat e en estr a tegias prá ctica s destina da s

a evita r “el r iesgo susta ncia l de que las presiones polí t ica s conduzcan a una

dilatación del proceso de reforma económica” latinoamericana (Carnegie

En dowment for I nt erna tional P eace 1998, 7). 26

EL DIÁLOGO INTERAMERICANOCOMO ALIANZA CONTRARREFORMISTA

La fructífera labor de los políticos tecnócratas en la promoción de un nue-

vo énfa sis en la s reforma s polí t ica s pa ra a sí proteger la s polít icas propia s

26

Por ejem plo, a principios de 1998 la entidad Carnegie Endow m ent y el Instituto de D esarrolloEconóm ico del Banco M undial organizaron el prim er encuentro del Carnegie Econom ic ReformNetw ork (la red de reform a económ ica de Carnegie), al que asistieron políticos tecnócratas com o

Dom ingo Cavallo, Alejandro Foxley, Jaim e Serra, M oisés Naím y el colom biano G uillerm o Perry

(Carnegie Endow m ent for International Peace 1998).

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278 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

de la economía l iberal no es la primera –ni tampoco la única– manifesta-

ción de una estrategia imperial ista respaldada por una red de relaciones

persona les. Lo que result a nuevo es el par a digma cientí f ico específ ico que

se ha empleado pa ra sust enta rla . Est a suerte de opera ción promociona l enpart e ha tenido éxito por la forma como la misma ha sido combina da con la

carta de triunfo de la moralidad cívica. Así, muchos de los políticos tec-

nócratas ganaron credibil idad como demócratas que hacían activismo en

cont ra de los regímenes milita res. De igua l forma , el mismo Diá logo In te-

ramericano fue lanzado por miembros del establecimiento l iberal de los

Estados Unidos y financiado por la Fundación Ford, con el objeto de con-

trarrestar las polí t icas de la administración Reagan y, en particular , de

J ean ne Kirkpa tr ick, quien esta ba a poya ndo a diversos dicta dores en nom-

bre del a nt icomunism o. A su vez, la s convicciones d emocrá tica s de los pro-motores de esta red en los Estados Unidos resultaron ser irrebatibles, lo

cual fue atestiguado con la presencia de Peter Bell (f igura clave en la f i-

nanciación de diferentes organizaciones de derechos humanos, mediante

su tr a bajo en la Funda ción F ord y en la Funda ción I ntera merica na ) como

secretario general de la organización.

Es ta empresa a ctivista ta mbién fue concebida como una red eli t ista . La

misma se encont ra ba enfocada en l íderes actua les o potenciales. Ent re sus

miembros, cua tr o fueron dirigentes de E sta do –pasa dos o que lo l lega ría n a

ser en el futuro– y un gran n úmero, ministr os de Ha cienda –t a mbién pa sa -dos o que lo llegaría n a ser–. Como una orga niza ción de sujetos cercan os a l

poder estatal , también sus esfuerzos contaron con un toque pragmático.

En las pa labr a s de uno de sus miembros, el los busca ron básicam ente “ im-

pulsar el debate” , ayudando a crear nuevos argumentos para promover la

democracia y brinda ndo nuevas idea s dirigidas a la resolución de la crisis

de la deuda . Con el objeto de tener éxito en est os comet idos, los fun da dores

de la orga niza ción pretendieron const ruir un consenso mínimo. Así , busca-

ron supera r la s diferencias ent re los a cadémicos orienta dos hacia la demo-

cracia y los pol í t icos, de un lado, y los tecnócratas económicos y losba nq ueros, del otr o.

E st a bleciendo su oposición frent e a la r ed má s conserva dora –y oficia l–

que había sido erigida alrededor del Departamento de Estado, la Reserva

Federal , el Citibank y los economistas de la Escuela de Chicago, esta red

de contrapoder empleó los mismos recursos políticos e informativos. Ade-

má s, sus m iembros involucra ron en el proyecto a persona s con ciert a s ca-

ra cteríst ica s sociológica s y t ra yectoria s profesiona les, que los ha cía n a ptos

par a fungir como cort esa nos qu e se movían ent re polos opuest os del espec-tro político (entre el Estado y la sociedad civil en general y, en particular,

entre las entidades internacionales y las ONG que se configuraron como

embriones del cont ra poder). P or lo ta nt o, no fue un a coincidencia el q ue los

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promotores de esta empresa hubieran pertenecido al ala l iberal del esta-

blecimiento (en el sentido de formar parte del Partido Demócrata de los

Estados Unidos). De este modo resulta posible explicar la aparente para-

doja de una es t r a teg ia q ue fue a l mismo t iempo e li t i s t a y democrá t i ca .En realidad consistió en un proyecto de movilización de élites profesiona-

les –a migos de los E st a dos Un idos– a l servicio de políticas q ue fueron t a nt o

internas como de imperio. Estas polí t icas pueden ser rastreadas en l ínea

recta a través de las diversas actividades del “establecimiento generador

de la polí t ica exterior” , q ue empeza ron a tener luga r desde el comienzo de

la G uerra Fr ía , con una var iedad de tá ct ica s a sumidas en cier to momento

por la C omisión In terna ciona l de J urista s, en otro por la Alian za para el

P rogreso y dur a nt e todo el proceso por la Fun da ción F ord. 27

Las actividades emprendidas por estos y otros foros internacionalesfacili ta ron la a parición de plaza s y punt os de encuentro e intercambio en-

tr e diversa s orga niza ciones y sujetos que perseguían f ines simila res: cons-

truir y r econfigurar el escenario int erna ciona l . Las estra tegias y las t á ctica s

cambiaron, pero el enfoque hacia el dominio internacional con el fin de

obtener propósitos domésticos de imperio permaneció intacto. Por ejem-

plo, la cumbre de presidentes y primeros m inistros de la s América s, que

tuvo lugar en 1994 para adelantar una agenda que robusteciera el l ibre

mercado, los derechos humanos y la democracia, en gran medida fue el

producto de la red de los políticos tecnócratas. El organizador por parte de laa dminist ra ción C linton fue Richa rd F einberg, quien de hecho a cuñó el tér-

min o “político t ecnócra t a ” y se desempeñó por un t iempo como president e

del D iálogo In tera mericano. Él hizo par te de la a dminist ra ción Clint on como

asistente especial en los asuntos de seguridad nacional . Según una de las

personas que planeó la cumbre, la idea era sacar provecho “del ambiente

intelectua lmente r eceptivo que existía en el nivel del pensa miento de éli te

a lo largo del hemisferio” . En efecto, “había redes cruciales de personas

que pensa ba n de forma similar” , en fa vor de la democra cia y de la coopera -

ción económica.En genera l , una vez que se consta ta el rol de esta s redes interna ciona -

les, resulta difícil dividirlas de la forma como ha sido promovida por un

cierto t ipo de idealismo académico internacional . Este enfoque idealista

enfrent a a l polo inst ituciona l preocupado por la regula ción y el cont rol, de

una part e, con la s iniciat ivas de ba se que lucha n por la ema ncipación, de la

otra (Santos 1995). Por lo tanto, concebir una red en contra de la otra

27 La relación entre el Diálogo Interam ericano y la Fundación Ford es fácil de m ostrar, pues ésta

facilitó no sólo ayuda financiera sino tam bién a las personas que aunaron a las partes integrantesdel Diálogo Interam ericano y lo pusieron a funcionar –Jeffrey Puryear y Peter Bell–. La lista depersonas de Latinoam érica que conform aron el Diálogo Interam ericano, incluyendo a Fernando

Henrique Cardoso y a Alejandro Foxley, es tam bién la lista de personas a quienes la Ford ayudó

financieram ente para que se opusieran a las diferentes dictaduras m ilitares.

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280 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

resu l ta ser una forma de f avorecer l a ema ncipac ión sobre la regu lac ión .

Es verdad que exis ten d i ferencia s impor t a nt es ent re los d iversos a c to-

res –emancipadores y reguladores– de este escenario internacional . Así ,

incluso cuando los operad ores de la s ONG de punta a ctúa n d e a cuerdo conel modelo de los bancos de inversión, los recursos que pueden l legar a

movilizar no alcanzan a aquellos de los que pueden disponer las grandes

firmas de Wa ll Str eet. D e igual forma , las uti l idades potencia lmente dispo-

nibles pa ra los milita nt es loca les está n ba sta nt e lejos de igua lar a a quella s

de las redes de negocios internacionales. Por su parte, algunos activistas

realiza n car rera s en las q ue ponen su legitimida d producto de su activismo

socia l a l servicio de la s inst ituciones de poder. P ero ni un enfoque cínico ni

un respa ldo ciego (o a ut ocensur a do) qu e se orient a de modo idea lista ha cia

el activismo de las ONG explica de forma satisfactoria la complejidad dejuegos de poder y contra poder q ue tienen luga r en el escena rio de la s prá c-

ticas intern a ciona les. La dicotomía entr e los profesiona les de la regulación

y los mili ta nt es que lucha n por la ema ncipación resulta dema siad o simple.

U na debida conceptua liza ción del ca mpo ofrece herra mienta s par a su-

perar las restricciones de esta dicotomía. Un análisis estructural del mismo

puede arr oja r la ga ma de estra tegias y de interacciones que son desplegada s

entr e el polo de aq uellos q ue domina n y el de quienes son d omina dos, in-

cluyendo la estra tegia d e ponerse del lado de una u otra red tra nsna ciona l .

In cluso esta const rucción bina ria (domina nt es versus  dominados), a un cuan -do resulta útil para propósitos de explicación, debe ser manejada de modo

bast a nt e cuidadoso. Pa ra n uestro a ná lisis, la a ctividad má s importa nt e puede

ser localizada en la zona cambiante en donde interactúan “los dominados

de los domina nt es” y “ los domina nt es de los domina dos”, respectivam ente.

En este espacio, ocupado en especial por los académicos y los profesiona-

les, los recurs os de cad a ba ndo difieren sólo de un m odo ma rgin a l. En efec-

to, ca da ba ndo, en diversos gra dos, debe combina r un a credibilida d cient ífica

con vir tudes de ra igam bre cívico o democrá t ico. U na estra tegia segura es

a qu ella en d onde el experto a cad émico o profesiona l logra poner s u compe-tencia al servicio de los dominados. Hablando en nombre de los grupos

domina dos, el experto, al promover una concepción a ltern a tiva del interés

general o de la virtud cívica, puede entonces desplazarse hacia el campo

político.

Uno de los meritos heurísticos de este cuadro es que suministra un

modo de tener en cuenta la diná mica de est e ca mpo de relaciones, sin per-

mit ir que la dimensión individua l o colect iva d e las lucha s socia les llegue a

bloquear el análisis. La proximidad estructural de las trayectorias perso-

nales desata una reacción virulenta en las confrontaciones ideológicas.También precipita giros en dichas trayectorias e incluso reconversiones

que pueden ser fá cilmente denun cia da s como renuncias a principios o in-

cluso como tr a iciones. P or ejemplo, en luga r de deba tir si Ferna ndo Henr i-

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281

que Cardoso ha permanecido fiel a sus principios o si “se ha vendido al

neolibera lismo”, resulta preferible exa min a r cómo dichos ca mbios de posi-

ción, frecuentemente, responden a una lógica macrosocial . En términos

teóricos, estos cambios son la manifestación concreta en campos socialesespecíf icos, de la s diversa s t ra nsforma ciones en la s r ela ciones de fuerza ,

las cua les se ha ya n inser ta s en los escenar ios na ciona les e interna ciona les

que ella s misma s cont ribuyen a reproducir .

Esta movilidad de personas es el producto y el medio con el que las

confrontaciones personalizadas convierten luchas y disturbios geopolíticos

en campos de prácticas nacionales. Un nuevo examen de la evolución del

Diá logo Int era mericano permite revelar la lógica de este proceso. E l pro-

yecto del Diálogo Interamericano, inicialmente entregado a la Fundación

Ford por Abraham Lowenthal y Sol Linowitz, consistía en un documentopragm á tico y l imita do que, en par ticula r , tra ta ba d e ofrecer un cont ra peso

a las polí t icas mili taristas del Departamento de Estado. Simplemente se

tra taba de organizar una reunión informal de l íderes que contaran con

una orientación l iberal (o al menos que se opusieran a las dictaduras),

provenientes de esferas académicas o polí t icas (ámbitos que usualmente

han permanecido vinculados en Latinoamérica). Pero los l íderes latinoa-

merica nos, incluso cua ndo cont a ba n con a mbiciones polí t ica s, a ún se en-

contraban muy lejos de ser los polí t icos tecnócratas que surgieron años

más tarde. Muchos de ellos aún eran refugiados polí t icos que lograbansubsistir en gra n pa rte debido a la f inan ciación proveída por la Funda ción

Ford, lo cual les permitía combina r el a ctivismo con la a ctivida d a ca démi-

ca. Esta red –además de las otras a las que estos individuos pertenecían–

reforzó su reputación internacional, al igual que su credibilidad en la bús-

queda de al ternativas polí t icas aceptables frente a los regímenes mili ta-

res. En menos de diez a ños luego de la crea ción d el Diá logo Int eram erica no,

este grupo de opositores a las políticas de Reagan y de sus protegidos se

había convertido en una red de l íderes gubernamentales. Una nueva polí-

tica de enganche –para el Sur, “ traigan más l íderes de negocios” y “máspersonas de centro-derecha”, y para el Norte, “extiéndanse un poco más

a llá de la cost a del Est e”– reflejó este desplaza mient o ha cia el poder políti-

co, al mismo tiempo que logró acelera rlo. Los nuevos integra nt es tra sla da -

ron el poder crecient e del mun do de los negocios, confir ma nd o est a red d e

intelectu a les como el luga r y punt o de encuentro e int erca mbio de la s dife-

rent es éli tes regionales. Al mismo tiempo, los recién l legad os fueron int e-

grados en lo que, después de todo, se convirtió en una estrategia clásica

para la r eproducción de las a l ia nza s de las éli tes int erna ciona les. De igual

forma , el Diá logo Intera merica no la nzó un progra ma de educa ción, el cua l ,según una de las persona s per tenecientes a l mismo, “ t ra ta ba de or ienta rse

ha cia sectores ajenos a l educat ivo par a cont a cta r persona s de éli te que no

fueran educadores, involucrándolos de esta forma en la reforma educati-

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282 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

va”. Dicho proyecto también coincidió con el movimiento de privatización

del conocimient o est a t a l en la línea de economía y derecho, proceso qu e fue

a celera do por la crea ción de fa culta des de empresas y n egocios cont rola da s

por el segment o cosmopolita de los empresa rios. D e esta forma , las redes ylos proyectos del Diá logo In tera merica no genera ron nuevas a lian za s y puen-

tes de cont a cto pa ra los nuevos grupos y organ izaciones privada s.

Un enfoque estructural , como lo hemos sugerido, pretende uti l izar el

concepto de “campo” para mapear las posiciones y las oposiciones de las

personas –y de las generaciones–, ubicadas en diferentes fases de trayec-

torias profesionales y políticas (Bourdieu y Waacquant 1992; Dezalay y

Garth 1996b). Dicho enfoque también pretende comprender la participa-

ción de estos su jet os en los divers os procesos de a cumula ción de diferent es

tipos de capital . Resulta importante resaltar que en estas trayectorias, losdiversos individuos inician con un conjunto de cartas diferentes y, por lo

ta nt o, se encuentra n con diversa s oport unida des de acumula ción. Muy pocas

de las persona s par ticipan tes en estos espacios int erna ciona les comienza n

con facil idades culturales e internacionales adquiridas y transmitidas me-

dian te fa milia s de la burguesía cosmopolita , que de este modo les permi-

ta n un a cceso relat ivam ente fácil a la s redes interna ciona les de la s técnicas

y los conocimientos estatales especial izados, incluso para aquellos cuyas

actividades se encuentran más asociadas con la izquierda polí t ica. El rol

de estos “a ctivista s-hér i t i ers ” usua lmente es a mbiguo, pues sus fa cil ida descosmopolita s les permiten, de forma na tur a l , juga r un papel de voceros e

intermedia rios en el intercambio interna ciona l . Asumir este pa pel vigoriza

su reputación local y asimismo los conduce a alabar las estrategias inter-

na ciona les q ue les permiten movilizar –y va loriza r– su ca pita l de relacio-

nes a dquirido en mú ltiples foros interna ciona les. Má s a ún, en inst i tuciones

como el FMI y el Banco Mundial existen incentivos que abren espacio a

dicha s personas. La estra tegia d e colabora r con los crí t icos a yuda a l imita r

el ámbito de las cr í t icas . Asimismo, esta estra tegia ayuda a faci l i tar el

a cceso a la informa ción loca l .Esta estrategia de abrir espacio a la participación de crí t icos resulta

ta mbién fa cil ita da por el pluralismo de insti t uciones int erna ciona les como

el Banco Mundial o el FMI. La diversidad de nacionalidades, de ideas y

conocimient os especia liza dos fa vorece la pr olifera ción de ba ndos y d e feu-

dos. Con el objeto de vigorizar sus posiciones en las negociaciones inter-

na s, los burócrat a s ma rgina lizad os o domina dos en sus propia s instit uciones

buscan conformar al ianzas con ONG y otras personas con las que puedan

moviliza r la opinión pública a tr a vés de los medios. Los cont a ctos son fa ci-

l i ta dos por la proximidad est ructura l existent e entre los diferent es actoresde la s ONG y la s orga niza ciones interna ciona les. La noción de comunida -

des epistémicas, aun cuando provee una falsa imagen de homogeneidad,

muestra apropiadamente las simili tudes en educación, trayectorias profe-

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283

sionales, lenguaje e incluso en creencias de los individuos, todo lo cual

sirve para unif icar expertos, consultores, activistas y gerentes en el fun-

ciona mient o del escena rio int erna ciona l .28

P or lo ta nt o, al esta r loca lizados alrededor de esta s instit uciones y usua l-ment e con su m ismo respaldo –que incluso mucha s veces es f ina nciero–,

encont ra mos un espa cio socia l en dond e los críticos má s resuelt os confron-

tan a los activistas dispuestos a colaborar y ejercer su influencia en el

tra zo de los objetivos y la s t á cticas de las burocra cia s int erna ciona les. E s-

tos gru pos cont endient es se complement a n el uno con el otro en sus m úl-

tiples intera cciones y confronta ciones, sirviendo as í como la bora torios pa ra

la creación de nuevas ideas y como asambleas para la generación de dife-

rent es proyectos reformist a s. De hecho, hoy día resulta imposible exam i-

na r la s práctica s de las insti tuciones interna ciona les o de la s ONG sin teneren cuenta la forma en que sus múltiples y perma nent es int era cciones a yu-

da n a const ruir los comienzos de un cam po intern a ciona l .

UNA ADVERTENCIA A MANERA DE CONCLUSIÓN

En este capítulo ra str eam os la a parición de un nuevo discurso de gobierno

a partir del análisis de una variedad de caminos distintos pero paralelos.

Lo que ha emergido es un nuevo y relat iva ment e poderoso grupo de misio-

neros de la l ínea de derecho y desarrollo, quienes ahora se encuentran

bien ubicados en el Banco Mundial, así como en la economía, los derechos

humanos, las relaciones internacionales y la ciencia polí t ica. Ellos cuen-

tan con un perfi l más al to comparado con las anteriores generaciones, y

gozan de unas posiciones mucho más cercanas a los centros de poder polí-

tico y económico. Nuestra explica ción está ba sa da en una serie de viñeta s,

pero dichas viñetas sirven para i lustrar la lógica que ha conducido a la

construcción y al impulso de las reformas legales como un nuevo requeri-

miento tecnológico de los buenos gobiernos. Sin embargo, con esto no se

quiere decir qu e estos desar rollos h a ya n sido premedita dos por los grupos

que se ha n const i tuido como sus prota gonista s. U n t ipo de reconst rucción

ex post , aq uí como en otra s par tes, se centr a en los individuos que sa can el

28 Tam bién es verdad que la jerarquía de los conocim ientos estatales especializados que se encuen-

tra en el m undo de las ONG es la m ism a que se da en las instituciones internacionales. Com o es

sugerido en este texto, los profesionales no econom istas han sido los líderes en la prom oción delconcepto de desarrollo participativo al interior del Banco M undial, y ellos han encontrado unrespaldo natural en los especialistas en ciencias sociales cuya posición subordinada en las jerar-

quías académ icas conduce a la estrategia de acudir a diversos voceros de los grupos sociales. No

obstante, allí tam bién las com petencias cosm opolitas heredadas pueden term inar m odificando

la lógica estricta de las jerarquías académ icas. Por lo tanto no es raro encontrar a diversoshérit iers entre los investigadores de ciencias sociales m ás visibles del escenario internacional, frecuente-m ente jugando el papel clave de consultores de fundaciones tales com o la Ford. En ejercicio de

ese papel pueden seleccionar las transform aciones sociales que m erecen reconocim iento y res-

paldo por sus cualidades ejem plares.

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284 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

mayor fruto de las si tuaciones en las que ellos mismos se encuentran in-

sertos, actuando dentro de escenarios estructurales que determinan sus

opciones. Lo que se busca no es desenma scara r la s estr a tegia s de los dife-

rent es actores sino, mejor, mostra r la lógica dent ro de la cua l ta les estra te-gias h a n emergido a l ra str ear a quello que las produjo. Es posible entender

el n uevo énfa sis en el E st a do de derecho sólo si const a ta mos el modo como el

mism o se rela ciona con escena rios como la revolución neolibera l , los d ere-

chos humanos y la estrategia estadounidense de hacer amigos dentro de

Lat inoamérica .

Fina lment e, lo que ha surg ido, como fue seña la do a l inicio de este ca pí-

tulo, no es una var ia nte de la idea del enfrenta miento entre las prá ct ica s

eman cipa dora s globa les versus   las prácticas reguladoras. En cambio, lo

que observa mos es un gr a n desequil ibrio en la m a nera como este productobifronte, que consti tuye la nueva ortodoxia, es puesto en práctica. Este

desequil ibrio resulta dra má tico cuando nos a leja mos de las expresiones de

respaldo por parte del Banco Mundial, de los líderes mundiales y de los

gerentes de la globalización, como será visto en el próximo capítulo.

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285

CAPÍTULO 11

El desarrollo participativo de base:el intento de dar un rostro humanoa la hegemonía del mercado y de contenerla violencia social de la globalización

La campa ña globa l pa ra detener el Acuerdo Multi lat era l de Inversiones

promovido por la Organización para la Cooperación Económica y el

Desa rrollo, las protesta s impresiona nt es en S eat tle con motivo del encuen-

tro de la Organización Mundial del Comercio y, más recientemente, las

protestas en respuesta a los encuentros del FMI y el Banco Mundial en

a bril del a ño 2000, ilust ra n lo qu e pa reciera ser un cont ra golpe crecient e a

la globa lización. P odemos observa r a los precursores de est os procesos em-

prendiendo batal las que antes se habían centrado en el Banco Mundial yque habían contribuido a abrir las insti tuciones de Washington hacia la

presencia de personas crí t icas en el Norte. Estas batal las están ayudando

a que se dé un giro hacia el int ento de cont rola r la violencia socia l poten-

cial que ha sido cread a por la globa liza ción, en ta nt o la m isma ha generado

nueva s versiones de grupos socialm ente ma rgina dos.

El énfasis resultante en materias de gobierno, según crí t icos de la iz-

quierda , incluyendo a G eorge y a Sa bell i , representa el “último refugio” de

una insti tución que, habiendo fracasado en su intento de erradicar la po-

breza en el mundo, ha terminado por elaborar “un nuevo juego de herra-mientas, un instrumento de control, una condicionalidad adicional” (1994,

142). Esta estrategia, de acuerdo con éstos y otros autores, goza de una

ventaja doble. Primero, la misma traslada la responsabil idad por el fraca-

so en el desa rr ollo a la corr upción d e los gobiernos del Tercer Mund o. En

otras palabras , termina culpando a la v íct ima. Segundo, esta estra tegia

permite al Banco Mundial eludir las provisiones de sus estatutos que le

prohíben entrometerse en asuntos polí t icos. De esta forma, la estrategia

facil i ta un razonamiento oportuno para promover la hegemonía estado-

unidense. Luego de servir como un a rma o un a nt ídoto en contra del comu-nismo, la ayuda en la l ínea de desarrollo podría servir para proteger al

nuevo imperio en la era de la posguerra en cont ra de nueva s versiones de

“cla ses peligrosas ” representa da s en la pobreza del Tercer Mun do. Así, los

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286 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

nuevos sujetos propa ga dores de dicha estra tegia pueden l legar a concebir

reforma s par a “a yuda r a que los bá rba ros sea n menos ca óticos, indóciles y

nómadas” (George y Sabel l i 1994, 154). Para cont inuar con esta l ínea

a rgumenta t iva , e l nuevo orden interna ciona l debe ser democrá t ico, ya queno existe una guerra fr ía q ue just i f ique los regímenes aut orita rios. P or lo

ta nt o se ha ce necesar io tra bajar para genera r “pol ít icos t ecnócra ta s” que

estén convencidos de los méritos de la economía de la ortodoxia y de las

virtudes del liberalismo político. Así, la promoción de un buen gobierno

ofrece la fórmula par a erigir E sta dos seguros, abiertos y legítimos, sin ne-

cesida d de romper el ta bú del B a nco Mundial en ma teria de polít ica.

La proximidad de los autores de estas crí t icas al Banco Mundial con

diversas ONG que intentan ejercer presión sobre los organismos interna-

cionales, los ha conducido a ignorar algo de la complejidad de la posicióndel B a nco en r elación con a quella de los crí t icos. D e hecho, la r etórica “de

oposición” en respaldo a los derechos humanos o al medio ambiente fre-

cuent emente resulta ser el discurso inverso a l de a quellos que a f irma n que

los reforma dores a l interior de la s inst i tuciones –quienes ta mbién provie-

nen de la comunida d de las ONG – está n logra ndo gran des ava nces. Con el

objeto de ir más a l lá y decodif ica r esta retórica para examina r de una me-

jor forma lo que se encuentra detrá s de este enfoque en ma ter ia s de go-

bierno, es necesario intentar comprender la complejidad de los juegos de

poder que t ienen luga r en la s inst i tuciones y a su a lrededor, especia lmenteen la red de las ONG y los comentadores instruidos, quienes analizan es-

ta s insti t uciones de una forma má s o menos crí t ica, y a la vez coexisten en

simbiosis con ellas.

EJERCIENDO INFLUENCIA SOBRE EL BANCO MUNDIALPARA PROTEGER EL MEDIO AMBIENTE

La “conversión” del Banco Mundial hacia una estrategia de participación

en ma teria de desa rrollo puede ser vist a en el hecho de que el porcenta jede proyectos que involucra ron la pa rt icipación de la s ONG a scendió del 6%

en 1980 ha st a a proxima da ment e el 50% en 1994 (Covey 1998, 83). Fort ifi-

cados con diversos conocimientos especializados en temas económicos y

financieros, los operadores del Banco Mundial por largo tiempo habían

sido bastante reacios a inmiscuirse en este terreno activista . Estas perso-

nas sabían que sus carreras dependían del tamaño de los proyectos que

ellos dirigían y de la rapidez con que esos proyectos rindieran sus frutos.

La cul tura tecnócra ta del B a nco, la dista ncia q ue se guarda ba f rente a los

proyectos y un sistema de decisiones centra l izado y secreto, se convirt ie-ron en var iables desfavorables para que se diera cualquier t ipo de colabo-

ra ción en fa vor de los a ctivista s loca les, quienes eran vistos, de toda s forma s,

como sa botea dores.

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287

No obst a nt e, en est e domin io a l igua l que en otr os, los a ños 80 precipi-

taron un reexamen profundo que se aceleró en la década de los 90. La

crisis de la deuda puso freno a los proyectos de gran envergadura, aun

cuan do al mism o tiempo el Ba nco tu vo que cont inua r extendiendo créditospar a evita r el acrecenta miento de diversa s dif iculta des económica s. Como

fue seña lado, los a ños 80 suscita ron un r espa ldo ha cia “ los présta mos de

ajustes estructurales”, con los cuales se ejerció presión en los países deu-

dores más débiles para que se ajustaran a los principios del Consenso de

Wa shin gt on (Ka pur, L ew is y Webb 1997, 513-593). L os economist a s d omi-

naban el Banco, y su economista principal , Anne Krueger, estaba fuerte-

mente orienta da h a cia polí t ica s que se ba sa ra n primordia lmente en receta s

macroeconómicas. Al mismo tiempo, la coyuntura política de Washington

hizo que la si tuación del Banco se volviera bastante frágil . Así , tuvo quea front a r crí t ica s a guda s provenient es de posiciones polí t ica s encont ra da s.

En un lado se hallaban los conservadores, vigorizados por sus victorias

polí t icas y quienes amenazaban con recortar los créditos de una insti tu-

ción q ue, a su juicio, ha bía servido pa ra a punta lar gobiernos cl ient elista s,

corruptos y plaga dos de tr á f ico de influencia s. En el otr o esta ba n la s ONG

que tr a bajaba n para proteger el medio a mbient e y los derechos hum a nos

en nombre de una coa lición libera l que se beneficia ba del apoyo fina nciero

de las fundaciones f i lantrópicas. El análisis crí t ico que ellas facil i taban

a cerca de los proyectos de gra n infra estructur a –mostra ndo la destruccióndel medio ambiente y la disrupción en la vida de las comunida des indíge-

na s– t a mbién t uvo un gra n eco en los medios de comunicación. Así , el Ba n-

co se convirtió en el blanco continuo de diversos ataques políticos, en los

que los adversarios sólo lograban ponerse de acuerdo en cuanto a que el

B a nco requería reforma s profunda s. P or ejemplo, hoy en día, un a izquier-

da orienta da ha cia lo social , a sí como representa ntes de la derecha l iberta ria

comparten la convicción de que las instituciones de Bretton Woods deben

ser abolidas (Danaher 1994).

La estrategia cuidadosa de las ONG con respecto al Banco se originócon B ruce Rich a comienzos de los a ños 80. E n ese moment o Rich era un

abogado ambientalista del Consejo para la Defensa de los Recursos Natu-

rales (CDRN). Usualmente unía fuerzas con Barbara Bramble, una joven

abogada de la Federación Nacional de la Fauna. Según Margaret Keck,

quien entrevistó a varios de los activistas de la campaña,

la ca mpañ a del BMD [B a nco Mult i la tera l de Desa rrollo] fue conce-bida en 1983, no en respuesta a nt e abusos pa rt iculares, sino debidoa que la s polí t ica s de impacto del Ba nco eran vista s como el método

c o n ma yo r ma g n i tud e c o nó mi c a pa r a i n f l ue nc i a r l a d i me ns i ó necológica d el desa rr ollo en el Tercer Mu nd o (K eck 1998, 187; ver  t a m -bién Rich 1994).

EL DESARRO LLO PARTICIPATIVO D E BASE: EL IN TENTO D E DAR UN RO STRO HU M A N O A LA HEGEM O N ÍA

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288 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Inicialmente los principales participantes fueron los miembros del

CDRN, el Insti tuto de Polí t ica Ambiental y la Federación Nacional de la

Fauna (Wade 1997, 657). 1 E l los emplearon justa mente las m ismas estra te-

gias jurídica s, sus dest reza s en el cabildeo y los cont a ctos persona les queha bían desa rrolla do a lo lar go de la déca da de los 70.2 D e hecho, en 1989, la

En mienda P elosi esencialment e exigió que el B a nco Mundia l realizar a es-

tudios sobre el impacto ambiental al igual que ordenó el acceso público a

dichos documentos antes de que se surtiera la aprobación del proyecto

(Wirth 1998, 66). 3 Como un a ctivista describió esta empresa , las ONG vis-

lumbra ron esta enmienda como “un caba llo de Troya” q ue podría l leva r a

“un r égimen d e divulgación de la informa ción”.4

LAS ONG SON BUENAS PARA LOS NEGOCIOS DEL BANCOLa campaña para que las ONG obtuvieran una mayor par t ic ipación fue

a firma da y respalda da por los l íderes del B a nco part icular mente sensibles

al balance de poder en Washington. En especial Barber Conable, quien

llegó como presidente al Banco en 1986, facilitó este cambio debido a sus

habilidades como congresista (Wade 1997, 672; Rich 1994, 145). Conable

dio vida al entonces comité de bajo perfil de las ONG y el Banco Mundial,

el cua l inicialmente ha bía sido esta blecido en 1982 para tra ta r bá sica men-

te los a sunt os rela ciona dos con la pobreza.5

1 Según W ade, “entre 1983 y 1987 se sostuvieron m ás de 20 audiencias sobre la actuación social y

am biental de los bancos m ultilaterales ante seis subcom ités diferentes del Congreso estadouni-

dense. El centro de atención lo constituyó el Banco M undial”(W ade 1997, 656).2 Com o lo señalaron Fox y Brow n (1997, 22) “con la com binación del cabildeo legislativo, los desa-

fíos jurídicos y las protestas locales, el m ovim iento de reform a am biental regional de los años 70

configuró los pies de fuerza institucionales y la cultura política de donde surgió inicialm ente la

cam paña M DB en los Estados U nidos. Los tipos de innovación en tem as de procedim iento pro-

puestos por el Banco M undial difundieron reform as previas que ya habían tenido lugar en losEstados Unidos, incluyendo un acceso m ás am plio del público a la inform ación, el derecho a

audiencias públicas y a consultas en el contexto de ponderaciones sobre el im pacto am biental,así com o la creación eventual de instancias de apelación”.

3 M ás tarde, en 1993, se dice que el congresista Barney Frankle com entó a Ernest Stern, del Banco,que éste no lograría “m ás avances”a m enos que “se adoptaran políticas de inform ación públicaaceptables al igual que tribunales de apelación independientes”(W ade 1997, 727;ver   Udall 1998,

402-403).

4 Tam bién resulta interesante que, desde 1988, ha existido un “grupo del m artes”que se reúnepara supervisar a los bancos m ultilaterales de desarrollo y la situación del m edio am biente. Estainstancia incluye virtualm ente a todos los representantes de las O NG de m ayor envergadura en

W ashington preocupadas por el m edio am biente, a otros tipos de diversas O NG tales com o el

Com ité de A bogados para los Derechos Hum anos y Hum an Rights W atch, así com o a las princi-

pales agencias gubernam entales estadounidenses responsables de supervisar al Banco M undial.El grupo em pezó a reunirse debido a la adopción de un paquete legislativo que insta a Usaid aexam inar los proyectos del Banco que revistan im pacto am biental.

5 Según W ade, el Com ité inicialm ente incluía “a la m ayoría de diferentes O NG del Norte centradas

en tópicos relacionados con la pobreza, tales com o CARE, la Cruz Roja, el Consejo M undial de

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E l comit é ga nó import a ncia (C ovey 1998, 95-103) y, de a cuerdo con un o

de los a ct iv istas , a hora t iene “un progra ma ” , una “nueva estructura ” e in-

cluso una orga niza ción “cuasidemocrá tica” q ue permit e a la s ONG “elegir

sus propios reempla zos” . Y a ún m á s import a nt e, el B a nco Mundia l empezóa tener cont a ctos directos con la comunida d de la s ONG , especialment e en

Washington.6 Uno de los acontecimientos cruciales en la historia conjunta

de las ONG y el Ba nco Mundia l lo const i tuyó el ingreso de J ohn C lar k a l

Banco Mundial en 1990, quien fue líder de Oxfam en actividades orienta-

das hacia el Banco (Wade 1997, 696).

En tiempos recientes, la trascendencia de las ONG ha crecido nueva-

ment e bajo la a dminist ra ción de Wolfensohn. S u esti lo de ma nejo “de a fue-

ra hacia adentro” incluye el sostenimiento de relaciones directas con las

ONG de may or enverga dura . De a cuerdo con un ex act iv ista de una ONG,quien ahora forma parte del Banco Mundial , Wolfensohn frecuentemente

sost iene encuent ros “a puerta cerra da ” con diversa s ONG del Nort e ubica-

das en Washington, con el objeto de coordinar las actividades del Banco

con sus programas. Un economista de posición más cr í t ica arguye que

Wolfensohn “ha vendido la t ienda a las ONG ”.

Con el respaldo de la jerarquía de los bancos, este conjunto de presio-

nes externas contribuyó a la validación de individuos y de conocimientos

especial iza dos que, ha sta ese momento, había n t enido una posición rela ti-

vamente marginal .7 P or ejemplo, el nuevo G rupo de Aprendiza je en D esa rro-llo Participativo (1991-1994) organizó diversos talleres para que gerentes

de experiencia lograr a n fa miliariza rse con el mundo de la s ONG . El G rupo de

Tra ba jo del B a nco Mundia l produjo en 1996 la “Ca rt illa de P a rt icipación del

B a nco Mundia l” , pa ra poder pla sma r la s lecciones a prendidas en los esfuer-

zos exitosos de colaboración con las ONG (World Bank 1996b). Además,

este document o proponía la extensión de a yuda f inan ciera para a ña dir esta

dimensión pa rticipat iva a los progra ma s del Ba nco Mundial . Según uno de

los ensa yos ela bora dos pa ra la Cum bre E conómica de Lyon en 1996, el cua l

resaltaba la importancia de “un buen gobierno y de la participación”, “el

Iglesias y las O NG de perfil no am bientalista”(1997, 657).

6 De acuerdo con Covey, “hacia el inicio de la década de los 90 el Banco tenía m uchas m ás oportu-nidades para adelantar dicho tipo de interacciones, y así había logrado un nivel de sofisticación

considerable en la tarea de estrechar relaciones con las O NG”(1998, 103).7 Por ejem plo, Jonathan Fox escribe acerca del m odo com o conceptos del tipo “capital social”,

utilizados frecuentem ente por diversos prom otores de las O NG , arribaron al Banco: “la legitim i-dad conceptual de la nueva noción de capital social al interior del Banco M undial coincide con

los esfuerzos recientes de profesionales no econom istas por desafiar la hegem onía ideológica

de los econom istas neoclásicos estrictos. Liderados por el conocido sociólogo M ichael Cernea,justo antes de su retiro, diversos especialistas principiantes del Banco en el análisis social conven-

cieron al presidente W olfensohn a com ienzos de su período, para que se ventilara la preguntade cóm o ‘incluir en los diferentes program as’las preocupaciones del desarrollo social al interior

de la institución”(Fox 1997).

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290 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

B a nco a hora est á yendo más a l lá de la coopera ción t ra diciona l con los paí-

ses miembros, al promover la participación en los procesos de decisión de

las orga niza ciones no guberna ment a les (ONG ), del sector priva do, la s co-

munidades, las cooperativas, los grupos religiosos, las organizaciones demujeres, a sí como de otr os grupos de intereses que resulta n directa ment e

afectados con los proyectos apoyados por el Banco” (World Bank G-7

B a ckgrounder [B a nco Mundial , documento de prepa ra ción pa ra la C umbre

del G –7] 1996).

Es te esfuerzo impulsó un n uevo enfoque en dos sentidos. P or un a par te

a brió a los a gentes del B a nco las puerta s ha cia el mundo de la s ONG , per-

mitiéndoles surtirse de una reserva de cont a ctos locales y de diversa s ha bi-

l idades para que los proyectos locales resulten ser mejor conducidos y

aceptados. Al mismo tiempo, impulsó un proceso de cooptación. 8  Así, alpromover la colaboración y la realización de estudios con los activistas

locales pertenecientes a diferentes ONG –quienes a su vez sirven de co-

rresponsa les con la s ONG interna ciona les de gra n envergadura –, el B a nco

Mundial no solo logró crear una división racional de las labores de desa-

rrollo sino que también ayudó a minimizar los r iesgos de campañas de

denuncia en los m edios de comun ica ción. D e igua l forma , el B a nco cont i-

nuó edif ica ndo rela ciones a ún m á s cercana s con la comunida d de las dife-

rentes ONG ra dica da s en Wa shingt on, generalment e media nt e coloquios o

a tr a vés del enca rgo de estud ios diversos, incluso a a quellos crí t icos rela-t iva ment e severos.

Aún a sí un número import a nt e de diferentes ONG ha gua rda do su dis-

tancia. Por ejemplo, la campaña “50 años es suficiente” se consti tuyó en

una insta ncia que hizo cont ra peso a la s celebra ciones del B a nco Mundia l y

8 Según Jam es Paul, del G lobal Policy Forum (Foro de Políticas G lobales) (1996), “la unidad [del

Banco] encargada del área de las O NG m antiene extensos registros sistem atizados sobre éstas. El

Instituto de D esarrollo Económ ico del Banco M undial tam bién realiza diferentes program as de

form ación para representantes de las ONG . Asim ism o, actualm ente m illones de dólares fluyendel Banco M undial hacia las arcas de m últiples O NG ... el Banco ha incorporado varias O NG a loscuerpos consultivos o de diálogo (com o los talleres de especialistas o el com ité conjunto del

Banco M undial y las O NG ) ... el proceso de cooptación del Banco se ha acelerado súbitam ente

debido a que ayudó a la conform ación de un grupo de críticos a su gestión (¡y les brindó ayudafinanciera!), denom inado el grupo de trabajo de las O NG sobre el Banco M undial, establecido en

1984 ... otra de las vías para encauzar el diálogo de las políticas del Banco ha sido la instanciadenom inada Council of the G lobal Envirom ental Facility, que cuenta con un pequeño núm ero de

diferentes O NG com o m iem bros ... este es un program a que progresivam ente ha traído personal

de las O NG a las instalaciones del Banco, bajo ‘program as de intercam bio’. Incluso ahora existeuna propuesta de erigir una ‘plataform a de financiación en favor de las O NG’dentro del Banco ...

en 1996 el Banco incorporó a uno de sus críticos m ás vehem entes –el Developm ent G roup for

Alternative Policies (D-G AP) (G rupo de D esarrollo de Políticas Alternativas), con sede en W ashing-ton–a un program a financiado por el m ism o Banco que involucraba a num erosas O NG (la m ayo-

ría provenientes del Sur) para llevar a cabo un “exam en”de las políticas de ajuste estructural delBanco en 10 ó 12 países en proceso de desarrollo (Structural Adjusm ent Participatory Review

Initiative, SAPR)”.

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del FMI del quincuagésimo aniversario de los acuerdos de Bretton Woods

(D a na her 1994). Y ca da a ño desde 1988, con oca sión de la s reun iones a nua les

del Banco Mundial y el FMI, diversas ONG han organizado reuniones de

respuesta con la presencia de un tr ibuna l para juzga r el impa cto socia l queha n genera do la s a cciones del Ba nco. Más a ún, incluso los grupos que ha n

a cepta do cola bora r con el B a nco reconocen que el mismo los ha uti l iza do

para dar una apariencia “de apertura y de compromiso responsable” sin

necesida d de cam biar “ la esencia de poder por pa rte del B a nco en el pa ís

a fecta do”. No obsta nt e, esta tá ctica de rela ciones pública s no ha deja do de

genera r ciertos impa ctos. P or ejemplo, según J a mes P a ul, dicha tá ctica

ca usa ruptura s dentro de las ONG , entr e quienes está n dispuestos a

a cepta r fondos del Ba nco y a quel los qu e no lo está n . . . a lguna s ONG

pueden esta r sint iendo la presión de ver el mundo desde la perspec-tiva del Banco en lugar de observarlo desde la perspectiva de sus

propios miembros o integra nt es. O a l f ina l , pueden resulta r conven-cida s de suavizar s us cr í t icas, ya q ue empieza n a interpreta r e l úl t i-mo modo de l iderar e l Ba nco como una gest ión a dela nt a da con buena

fe (P a ul 1996).

J ohn Cla rk, como an tes se mencionó, dejó Oxfam par a convert irse en

director delegado de la unidad del Banco Mundial para las ONG. Una re-

seña sobre un recient e libro de Cla rk, realiza da en el Financial Times  (1991),

i lustra su cam bio de perspectiva . Allí se compa ra “el an terior t ra ba jo del

señor C lar k en Zambia , el cual pudo ha ber l leva do a q ue algun os concluye-

ra n que el FMI y el Ba nco Mundial tenían una responsa bilidad ma yor que

el señor Kenn eth K a unda en el cola pso económico del país” , en cont ra st e

con “su nuevo paradigma” que enfatiza las ventajas de una colaboración

cercana entre las ONG y el Banco. Una colaboración estrecha, de acuerdo

con C lar k, permite que uno de los lad os “oiga d e ma nera má s cuida dosa y

a ctúe de forma má s f lexible” , mientra s que a l otr o la do le facili ta “descifrar

su contenido ideológico”. “Las ONG, dice el señor Clark, ‘no avanzarán

mucho a menos que sus ideas se encuentren bien cimentadas en la reali-

da d económica y q ue ellas reca ben la s lecciones positiva s y nega tiva s obte-

nidas dentro de los programas de l Banco Mundia l , a s í como de o t ros

pra ctica nt es de la ort odoxia del desa rrollo’ ”.

Es tos a ná lisis crí t icos resa lta n los a spectos t á cticos de la s opera ciones

en relaciones públicas a delant a da s por el B a nco, ha ciendo nota r cómo sus

a ctivida des dividen a los a dversarios a la vez que configuran una cont ra es-

tr a tegia . De esta forma , incluso los a dversa rios menos comprometidos con

el Banco se ven forzados a luchar en terrenos de éste y con las armas

emplead a s por el Ba nco mismo. Más a ún, ya que ta nt o a quellos que colabo-ra n con el B a nco como aq uellos qu e no lo ha cen usu a lment e son personas

cuyos orígenes socia les y tra yectoria s profesiona les guar da n un a estrecha

cercanía, la simili tud de las estrategias t iende a atenuar el impacto de la

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292 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

división ideológica . 9 D e hecho, las f ronteras son bast a nte porosa s e inesta -

bles, en part e debido a est a s similitudes. Aun cuan do Cla rk ha sido critica -

do por ha ber empeza do a t ra ba ja r con el B a nco, él ta mbién, de acuerdo con

un activista de una ONG, “abrió un espacio” que “ha hecho mucho bien”para las ONG interesadas en ejercer alguna influencia en el Banco. Él

logró juga r un rol de lo que se ha descrito como “un pa pel ha cia a fuera y

hacia adentro”, mediante el cual empleó a las ONG e incluso sus crí t icas

para edifica r , en genera l , el poder de los profesiona les y a ctivista s de la s

mismas .

La s oposiciones a ca bad a s de describir i lustra n la lógica de un escena-

rio emergente. Es decir , adentro y alrededor de esta confrontación que

involucra a l B a nco y a los diferent es t ipos de ONG , podemos const a ta r la

const rucción d e un espacio de relaciones q ue a l mismo t iempo es a nt a go-nista y complementario, comprendiendo a aquellos que compiten estra-

tég i ca mente en d i cho escena r i o p a r a t r a t a r de i mp o ner su s p r o p i a s

concepciones de d esa rr ollo (v. gr .  Tvedt 1998).

La estr uctura de est e escena rio emergente puede ser delinea da de for-

ma prelimina r a tr a vés de una serie de ejemplos report a dos por persona s

cercana s a l B a nco. E l primer ejemplo tiene que ver con el problema de la

const rucción de emba lses, que por lar go tiempo ha sido un foco de enfren -

tamiento entre las ONG ambienta l is tas y el Banco Mundial . Dentro del

movimiento am bient a lista los emba lses son un símbolo de gra n import a n-cia, y aquellos grupos como la Red Internacional de Ríos (RIR), creada en

el cenit de los a ños 80, se ha cent ra do especia lment e en este tema . Desde

la perspectiva de uno de los funcionarios de alto nivel del Banco Mundial, la

RIR considera que “no existen buenos emba lses”. Así la dirigencia del B a n-

co, a través de su departamento de evaluación de operaciones, adelantó

una evalua ción de 50 emba lses de gra n envergad ura , en la cual inicialmen-

te se concluyó que “de haber sido hechos adecuadamente”, tres de cada

cuatro embalses hubieran resultado justi f icados bajo las nuevas polí t icas

del Banco Mundial . Se dice que las organizaciones no gubernamentalesatacaron el reporte de forma “violenta” . La respuesta del Banco consistió

en invita r a todos los interesad os –incluyendo a los “ra dica les” y a a lguna s

empresa s– a un ta l ler especia l celebra do en 1997. E nt re las personas que

a sistieron, por ejemplo, se encont ra ba P a tr ick McCully de la Red In tern a -

ciona l de R íos. L os ot ros convocad os –como “socios igu a les”– fueron R obert

Picciotto del Banco Mundial y George Greene del IUCN-The World Con-

servat ion Un ion. En tota l a sistieron 35 personas guiad a s por un modera -

9

El fenóm eno en donde tanto los seguidores del Banco com o sus detractores com partentrasfondos de experiencias com parables, es explicado en varios de sus aspectos en el últim o

capítulo de un libro que suscita ciertas dudas acerca del “nuevo m ito”del desarrollo participativo.El capítulo fue titulado “Dem asiado cerca de los poderosos, dem asiado lejos de los m arginados”

(Hulm e y Edw ards 1997, 275).

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dor que pertenecía a la planta de la Universidad de Brit ish Columbia de

C a n a d á .

Así , entre t odos logra ron l lega r a a lguna s conclusiones definit ivas , en

particular , la creación de una Comisión Mundial de Embalses para trazarciertos cri terios orientados a evaluar la si tuación de los embalses y los

potenciales proyectos sobre emba lses. El report e recomenda ba la confor-

ma ción de un a comisión de cinco a ocho miembr os ba jo “la dirección de una

persona reconocida internacionalmente” (IUCN-The World Conservation

Union 1997, 10), acompañada por un grupo consultivo en donde estarían

las voces de la s personas int eresa da s, incluyendo a los a sistentes a l ta l ler .

El objetivo era producir , en palabras de uno de los organizadores, “unos

criterios sobre embalses que fueran aceptados en general” , para así ade-

lant a r la discusión h a cia “un plano má s elevado de polít icas globa les” y de“políticas na ciona les”. El éxito estuvo en q ue “ello significó que el B a nco se

abriera hacia la sociedad civil” “guardando un balance cuidadoso con los

gobiernos y con los mercad os”. No es de extra ña r q ue el report e de la Comi-

sión Mun dia l de Em ba lses (World C omm ission on D a ms), expedido a fina -

les del año 2000, terminara exaltando el propósito de la participación así

como “un enfoque basado en los derechos” (World Commission on Dams

2000, 200).

Un segundo ejemplo proviene de las actividades relacionadas con el

Bank I nform at ion Center (BIC), también radicada en Washington. El BICfue establecido en 1987. Según una persona que se desempeñaba dentro

del Banco, su creación fue solicitada por “las ONG del Tercer Mundo”, las

cuales requería n d e informa ción a cerca de los proyectos de los ba ncos. E n

ese momento resul ta ba a bsoluta mente n ecesar io “roba r información” . La

idea del B IC era const i tuirse en una insta ncia m edia nt e la cua l se respon-

diera directamente a las ONG, para evi tar que éstas tuvieran que seguir

tr a ba ja ndo con los grupos gra ndes del Norte. La f inan cia ción provino de la

Funda ción F ord, de la F unda ción Ma cArt hur a sí como de otr a s entida des.

El B IC resultó vigoriza do con la En mienda P elosi , la cua l hizo que la infor-mación se volviera más disponible a comienzos de la década de los 90.

Actua lmente, el B IC se centra en tema s de medio a mbiente, de derechos

hum a nos y en a sunt os rela ciona dos con las m ujeres. Así , provee una suer-

te “de entrena miento” a cerca del modo má s ad ecua do para a cceder al B a n-

co. Al describir un ejemplo pa rt icula r de un proyecto del B a nco par a const ruir

una au top is ta que amenazaba un á rea de se lva húmeda de Panamá, un

a ctivista cercan o a l BI C a notó que ellos ha bían “ent rena do a ciertos l íderes

indígena s” en destreza s ta les como “la interpreta ción de document os” . De

este modo, el grupo local fue “capacitado” y la sociedad “hizo que el Bancoreconociera la necesidad d e part icipa ción regiona l” . El B IC ta mbién generó

el Fondo para la Defensa Ambiental , Greenpeace así como otro t ipo de

grupos que const i tuyeron una “ca mpa ña ” pa ra “a glutina r múltiples orga ni-

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294 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

zaciones que sirvieran de instancias de presión y de producción de conoci-

mientos especializados”. Así, “fue conformada una red” que incluía al “Sie-

rra Club, Gr eenpeace, el Fondo Mundial de la Fa una , así como a la ent idad

Na tur e Conserva ncy”. Los grupos indígenas t a mbién cont a ba n con sus pro-pios representa nt es: un grupo de a boga dos loca les en P a na má , quienes ha bla-

ban inglés y habían viajado a los Estados Unidos para iniciar el proceso. 10

Otra perspectiva sobre este escenario puede ser apreciada al interior

del Ba nco, como fue report a do por una exactivista de una ONG que tenía

formación en ciencia pol í t ica y una experiencia considerable en Lat i-

noamérica. Ella señala que sus colegas del sector de las ONG localizadas

a fuera del Ba nco a ún perma necen “escépticos” , pero aun a sí reconoce que

ha ha bido un cam bio de acti tud del Ba nco en los últimos dos a ños. Desde su

perspectiva, resulta posible impulsar un avance en la participación con laa yuda de los ma croeconomista s que a ún son la t endencia prevaleciente del

B a nco. A ellos simplemente se les debe most ra r “ informa ción” q ue indique

por qué “la s ONG son convenientes par a los negocios del B a nco Mund ia l” y,

en par ticula r , por q ué ellas cont ribuyen a que se genere un desa rrollo “sos-

tenible” . No obstante, a estas al turas son más dif íci les de convencer los

economist a s q ue se encuentra n en el poder en países t a les como México.

Ademá s, un problema crucial pa ra const ruir rela ciones con la s diferentes

ONG resulta ser la diversidad d e vínculos complejos que se suscita n ent re

las a gendas y las ent idades del Norte y el Sur. Aún existe una “fuerte t en-sión” entre las ONG que se han convertido “en un factor dif íci l para el

B a nco”, cuya s dif iculta des son mezcla da s por diversas ONG del Sur q ue se

rigen por agendas realizadas en el Norte, como por ejemplo “la agenda

Rockefeller” . Ahora es crucia l conocer a quién s e le está ha blan do en “el

contexto local” . Además, para el Banco resulta más fácil hablar con las

ONG del Nort e, las cua les conocen “las pa labr a s clave” y represent a n a las

personas pobres sin q ue sea necesar io “ irse de Wa shingt on” o “ha blar espa -

ñol o portugués”. El Banco trata de trabajar con grupos de la región que

son escogidos localmente. Y si bien el Banco no puede “resolver” sus pro-pia s lucha s por el poder, “ tra ta de guarda r un ba lan ce” al tener “personas

en el sector q ue conozca n dicho á mbito” . Ta mbién es conveniente t ener a l l í

diversas “redes”, las cuales provean “un mecanismo de coordinación” de

diferent es grupos. No obsta nt e, aún existen va rios problema s potenciales,

como cuando fracasó una negociación cuidadosamente adelantada con los

sindica tos, las iglesias y otr os grupos pa ra la const rucción de un embalse

en Uruguay y Argentina, debido a que a las ONG del Norte “ les encanta

ha cer cabildeo respecto a l tema de los emba lses” , y a sí logra ron tener éxito

mediante su influencia con Wolfensohn para que se saltaran a la personacrucial que ha bía t ra bajado pa ra constr uir el menciona do a cuerdo en el Sur .

10 El grupo de abogados panam eños provino del Centro de Assistenza Legale Popular.

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Es posible dar sentido a estas actividades al observar su organización

de a cuerdo con la lógica de un escena rio donde la s estr a tegia s de poder son

susceptibles de ser loca lizada s en una ga ma que va de un polo cerca no al

B a nco Mundia l a otro polo a ltern a tivo (el cua l se a firma que es el “de bas e”).Incluso las ONG loca les, la s cuales pretenden desa fiar “el desa rrollo con-

ducido por la él i te” , se inclinan a actuar conforme a la lógica piramidal

existent e en la d ifusión y la r eproducción de las t écnica s y los conocimien-

tos especial izados. Frecuentemente son los intelectuales más cosmopoli-

ta s los qu e as umen el pa pel de voceros de est os movimient os en el escena rio

interna ciona l . Ellos son ca paces de ca pta r la a tención de los medios y de la s

funda ciones media nt e el empleo de pa labr a s clave, las cua les les permiten

presentar sus estrategias locales con una inclinación que luzca atractiva

para la comunidad internacional de profesionales, quienes a su vez estánenvueltos en una empresa f i la nt rópica que es receptiva a los int ereses po-

líticos y de la información masiva. 11 Rela cionar se a este nivel con los me-

dios de comunicación y las funda ciones permite a los a ctivista s de la s ONG

fungir como coment a dores y teóricos comprometidos.12 A su vez, ellos ta m-

bién desempeñan una labor pedagógica al reflejar en la base el trabajo de

racionalización del activismo en el que ellos mismos toman parte. 13

Aun a sí , ta nto los a ctivista s de las ONG má s ra dica les –quienes denun-

cian de forma vehemente las orienta ciones neolibera les del FMI y el Ba nco

Mund ia l– como aq uellos que est á n comprometidos con el B a nco Mund ia l ygua rda n una posición cercana a las inst i tuciones f ina ncieras int erna ciona -

les, persiguen el mismo objetivo: increment a r s u poder y su influencia en

sus propios campos nacionales del poder político.14 Con el objeto de impul-

11 Algo de esta am bigüedad puede ser observada en una entrevista realizada a Sm itu Kothari, un

“guerrero paradigm ático”de la India. Según Kothari, “la m ayoría de estos grupos cuentan conm iem bros que guardan una relación fuerte con el ám bito local, pero su presencia en la capital

por lo general resulta ser débil. La N ational Alliance of People’s M ovem ents (NAPM ) (Alianza

Nacional de M ovim ientos de los Pueblos) ha perm itido que exista un foro nacional, y el apoyo

radicado en Delhi ha perm itido que haya investigación, cam pañas de difusión, así com o acceso alos m edios inform ativos y al G obierno ... nosotros facilitam os el diálogo entre ellos y los dirigen-tes políticos im portantes, y con los m edios de com unicación”(1997).

12 Por ejem plo, “la m ayoría de los colegas y los am igos en el m ovim iento com prenden, sin em bar-

go, que a través de m is escritos estoy contribuyendo tanto a generar una m ayor legitim idad a susesfuerzos com o a hacer preguntas y análisis en los que ellos deben participar para poder hacer-nos avanzar a todos com o colectividad”(Kothari 1997).

13 Siguiendo el m ism o ejem plo, “este esfuerzo educativo es central para la Alianza N acional de

M ovim ientos de los Pueblos, una coalición flexible de diversos m ovim ientos, de grupos de apoyo,

así com o de conjuntos de personas enfocados en un asunto particular, de la cual soy m iem brofundador. Bajo el auspicio de este grupo he organizado dos program as exitosos de form ación

para líderes de grupos y de m ovim ientos, con el objeto de discutir asuntos relacionados con las

políticas económ icas neoliberales, la globalización y los m odelos económ icos dom inantes. M u-

chos de estos líderes han replicado program as sim ilares en lenguajes locales a lo largo de todo el

país, sobre todo en favor de cam pesinos y organizaciones de m ujeres”(Kothari 1997).14 Tam bién es relevante que los adversarios que se encuentran en m ayor oposición al Consenso de

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296 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

sa r esta f inalidad , ca da uno tra ta de combina r, en diversos gra dos, recursos

que son diam etra lmente opuestos: aq uellos que son locales y a quellos que

son interna ciona les. La idea es ser capaz de presenta r a una persona o a un

grupo como una instancia auténticamente vocera de la esfera local , que asu vez cuent e con cont a ctos en Wa shingt on. La corrient e actua l de orga ni-

za ciones de tipo flexible, ta les como la s redes, sin duda a lguna proviene del

hecho de que permite una suerte de nebulosida d necesa ria par a reconciliar

lo irreconcilia ble en n ombre de la “globaliza ción” (Riles 1999). La referen-

cia omnipresent e a “polít icas en fa vor de la comunida d” o a “redes para la

promoción d e causa s socia les” –conceptos q ue se encuentra n en boga– per-

mite q ue el sector m á s cosmopolita de los int electua les subordina dos, me-

diante el empleo del discurso ideológicamente dominante, consolide su

posición en el ca mpo na ciona l de poder. D icho discurso, present e en espe-cial en las universidades norteamericanas, les permite presentarse como

voceros –legitimados ideológicamente– de la mayoría de grupos sociales

subordina dos en la esfera na ciona l .

E l éxito de est e t ruco político y sociológico requiere de un modo flexible

de organización que deje un margen considerable de juego a los l íderes

que, por su par te, cuent a n con un cierto ca pita l social y que a su vez pue-

den mimetizarse, esto es, pueden hacer desvanecer las diferencias jerár-

quica s que separa n a los diferentes a dherentes de “la red” o “ la comunida d”.

El referente común para con “la causa” extiende una suerte de velo quecubre los conflictos internos suscitados como consecuencia de las relacio-

nes de poder, las cuales por lo genera l son precaria ment e descrita s en los

esta t utos de los grupos a ct iv istas . Est e f rente r ela t ivam ente informa l per-

mite que cada cual le sirva a la ca usa conforme con sus m edios, pero ta m-

bién facil i ta un corredor de considerable extensión para que ocurran las

maniobras de las personas más oportunistas –que son a su vez los más

capacitados–, quienes movilizan el capital colectivo al servicio de sus pro-

pia s estr a tegia s. Lejos de funciona r como “una comun ida d de sujetos igua les”,

con frecuencia estas redes tienden a reproducir, e incluso a incrementar, lasjerarquías sociales que supuestamente deben ser ocultadas o dejadas a un

lado. Por lo ta nto no resulta sorprendente que esta ma nera de orga nización

política –las redes– sea favorecida en el contexto de la internacionalización.

Ella va lora , e incluso a yuda a imponer, las estra tegia s de los juegos dobles.

Wolfensohn ha pretendido reconstruir el Banco como una “compañía

consult ora ” que se sirva en buena medida de las r edes de cont a ctos y de los

conocimientos especial izados sobre el área de los préstamos (Economist 

W ashington, tienden a reiterar la versión retocada que favorece los asuntos de gobierno, el

ataque a la corrupción y la necesidad por acceder a un sistem a con m ayor transparencia y

responsabilidad.

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297

1997). 15 E sta nueva orienta ción confirma el pa pel de los nuevos a ná lisis que

convergen en el tópico de la import a ncia de la s inst i tuciones en el éxito o el

fracaso de las políticas sobre desarrollo. 16 Ya qu e la export a ción de inst itu-

ciones o de forma s jurídica s no gar a nt iza q ue las mism a s l leguen a funcio-na r a decua da mente en los nuevos mercados emergent es, el B a nco debe

invertir sus cometidos en un nuevo terreno (el de la política), en el cual se

encuentra fuertemente impedido conforme a sus estatutos fundadores.

A pesar de que la frase “buen gobierno” es conveniente para este tipo

de esfuerzos, obviamente sería mucho más fácil , desde la perspectiva del

Banco, que pudiera intervenir en el campo del ejercicio de la política, así

como tra ba ja r con persona s que no sea n los int erlocutores usuales, ya que

el objetivo es const ruir nueva s estructur a s insti t uciona les que sirva n pa ra

reemplazar, o reformar, los enfoques burocráticos respaldados por líderespolíticos corru ptos. Est e respaldo poten cia l de nuevo sugiere la u t ilidad de

crear al ianzas con grupos de personas que deseen construir nuevas orga-

nizaciones de acción política, en tanto ellos se sientan excluidos o margi-

na dos por la s a ctividades clientelistas del Esta do.17 P or lo t a n to , la s ONG

podrían facilitar la configuración de un panorama desde el cual las institu-

ciones logren construir alianzas con el objeto de ejercer influencia en el

á mbito del poder esta ta l en nombre de la sociedad civil, la cual provee un

pretexto convenient e.

15 La sugerencia de W olfensohn tam bién tiene relación con que, según se tiene entendido, el

capital privado es cuatro veces m ás grande que las sum as de dinero que el Banco presta, y por lotanto éste debe com petir para asegurar su propia posición. De hecho, en W ashington un testigo

resaltó la im portancia del hecho de que varias personas que trabajaban en el G obierno o en lasinstituciones m ultilaterales de préstam o, actualm ente com piten y trabajan con aquellas organiza-

ciones que cuentan con capital privado: “ellos hacen las m ism as cosas que solían hacer, sólo que

ahora las llevan a cabo con capital privado”. La clientela de base, adem ás, ya no son los gobier-nos. El Banco M undial tam bién debe com petir con U said y sus análogos en todo el m undo, lo

que lo convierte en una instancia particularm ente crucial en el m ercado de técnicas y conoci-m ientos especializados que es perseguido por los potenciales prestatarios.

16 “Así, la econom ía del desarrollo ha redescubierto que las instituciones son im portantes. Los

proponentes ideológicos de los m ercados libres han tendido a olvidar que, para que los m ercados

funcionen bien, la econom ía com o tal requiere una red com pleja de instituciones, que van desde

una base apropiada de derechos de propiedad y un sistem a jurídico adecuado hasta la necesidadde burocracias no corruptas y efectivas. En los países pobres dichas instituciones son débiles osim plem ente no existen. Una avalancha de nuevas investigaciones académ icas ha m ostrado la

relevancia que esto tiene para el crecim iento económ ico”(Econom ist 1997).17 Un ejem plo es la denuncia de prácticas de cooptación clientelista por el Congreso, específicam ente

por parte de uno de los fundadores de Lokayan (“Dialogue of the People”; Kothari 1997). O troejem plo es la discusión de Jonathan Fox acerca de la situación de M éxico, en donde él hizo una

investigación financiada en parte por el Banco M undial y por la Fundación M cArthur. En un

reporte para el Banco M undial en 1996, Fox señala que en M éxico, “en donde la m ayoría de losgobiernos estatales están lejos de ser dem ocráticos”, el Banco M undial se estaba perdiendo de

una oportunidad para “incluir cam bios institucionales ‘com pensatorios’que puedan crear venta-nas de opción para dar a los actores de la sociedad civil un m ayor nivel de influencia en los

procesos políticos”(1997).

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298 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Sin emba rgo, estos a l iados no pueden lucir s implement e como protegi-

dos del B a nco, pues de otro modo perderían su ut i lidad tá ctica, a rruina ndo

a sí su credibilida d en sus respectivos ca mpos na cionales. U n cam po de prác-

tica que contenga diferentes ONG abiertas a ofrecer su colaboración alBanco, así como otras que se opongan a ese tipo de relaciones, multiplica

las oportunidades de intercambio sin que se ponga en peligro este suti l

requisito pa ra el éxito. Más a ún, los vínculos complejos q ue existen ent re

las ONG de mayor envergadura ubicadas en Washington, y aquellas lo-

ca les, cont ribuyen a que se dé una cierta confusión ent re las diversas posi-

c i o nes . En mu cho s ca so s , e s t a s r e l a c i o nes de te r mi na n l o s r ecu r so s

interna ciona les que las ONG loca les podrá n l lega r a movil izar pa ra l leva r

a cabo sus estra tegia s locales.

UNA ESTRATEGIA DE ÉLITEPARA CONTENER LA VIOLENCIA

Concluimos esta discusión con la ilust ra ción d e dos ejemplos sobre los nu e-

vos t ipos de ONG que hoy día son renombra da s como las células const i tu-

yentes de la socieda d civil globalizada . La s ONG má s prestigiosa s del Br a sil

representan una mezcla de capitales nacionales e internacionales. Viva

Río es conducida por un antropólogo proveniente de Museu –uno de los

centros de investiga ción en a nt ropología m á s gra ndes del Br a sil–, RubemCesa r Ferná ndez, quien ma nt iene nexos cercan os con la izquierda religio-

sa no ca tólica y con la Funda ción F ord. U na de las persona s cla ve en Viva

Río es E liza beth Susskind, una a boga da forma da en la P ont ificia U niversi-

da d C a tólica de Río, quien ta mbién estudió en la U niversida d de Wisconsin.

E l enfoque de Viva Río son cuestiones socia les en genera l. P ero en pa rt icu-

lar , les interesa cómo logra r la paz social , por un a part e reduciendo el cri-

men y por la otr a cont rola ndo la conducta de la policía . Viva Río representa

los intereses de una sociedad de diferentes ONG –incluyendo el tardío

Bet inho   del Instituto Brasileño de Análisis Social y Económico, que es laONG más famosa del Brasil–, así como de empresas privadas que desean

que la s calles de Río se vuelvan má s segura s. E l event o más visible de Viva

Río fue una gran marcha por la seguridad en las calles de Río, que tuvo

luga r en d iciembr e de 1995 (ver , en genera l, Ga spar P ereira 1995). En Viva

Río la presencia de la élite de los medios de comunicación se encuentra

combina da con a quella de diversa s persona s de negocios y de import a nt es

líderes de la disciplina d el derecho, incluyendo a J oa quim F a lcã o y a Helio

Sa boya . Est e último, ex dirigente de la OAB y quien ha bía sido puesto en

prisión por el estamento mili tar , está a cargo de una organización estre-chamente relacionada con Viva Río, denominada Río contra el Crimen. 18

18 El enfoque de la organización, que se encuentra estrecham ente relacionado con el de Viva Río,

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299

Amba s orga niza ciones dedican sus esfuerzos a l cometido de convert ir los

sistema s judicial y policivo en inst a ncias m á s eficient es, como part e de un

derrotero organizacional que exige el desmantelamiento del crimen y el

cont rol de la corrupción.P a ulo Sergio P inheiro, a boga do con doctorado en P a r ís , actua lment e

es uno de los m iembros cosmopolita s m á s visibles en la comun ida d de los

derechos huma nos. E l seguimient o de su ca rrera a yuda a ca pta r los víncu-

los que existen entre las redes académicas y el respaldo de las ONG.

Pinheiro recientemente formó parte de un comité que conformó Cardoso

para otorgar un premio nacional en derechos humanos. Como poli tólogo,

primero en la Universidad de Campinas y luego en la Universidad de São

P a ulo, él fue uno de los integra nt es activos de las Comisiones de P a z y de

J ust icia , y luego se convirt ió en el president e del comit é de derechos hu-manos del gremio de abogados de la ciudad de São Paulo (desde 1987 has-

ta 1991). 19  All í entró en colaboración con varias personas, siendo la más

nota ble de ellas S evero G omes, un prestigioso empresa rio opositor del ré-

gimen mili tar , quien de hecho en dos ocasiones había formado parte del

gabinete de ministros del gobierno militar (Skidmore 1988, 200-201).

Gomes, según lo que nos rela tó una fuente cercana a estos eventos, era

una persona extremadamente nacionalista e incluso anti imperial ista . 20 No

obsta nt e, él vendr ía a ser un gra n promotor del modelo esta dounidense de

derechos humanos.Ambos fueron puestos en contacto con Human Rights Watch a través

de Alfred Stepan, un reconocido experto en Brasil de la Universidad de

Columbia.21 G omes, según una persona involucra da en estos eventos, “ado-

raba a Human Rights Watch”, y así empezó a trabajar palmo a palmo con

esta prestigiosa ONG , busca ndo publica r report es “como aq uellos de Hum a n

Right s Wa tch”. De esta ma nera se convirtió, junt o con P a ulo Sergio P inheiro,

en parte de una sucursal de facto de Human Rights Watch en Brasil . En

1987 Pinheiro creó, con el respaldo de la Fundación Ford, el Centro de

Est udios par a la Violencia en la U niversidad de Sã o P a ulo. Hoy día el cen-tro hace pa r te de un movimiento de cier ta importa ncia en B ra si l para a na -

lizar e impulsar una reforma respecto al problema de la violencia de la

policía (ver   Chevigny 1995). Según un abogado estadounidense en dere-

chos humanos, en general , Brasil ahora es caracterizado como el lugar

“que cuenta con la comunidad de diferentes ONG más extensa y desarro-

está orientado a que los ciudadanos reporten los crím enes ante las autoridades.19 Él nunca había ejercido el derecho, pero de acuerdo con una fuente cercana, “regresó a éste

debido al tem a de los derechos hum anos”.20 Él renunció al gabinete en 1977, en parte porque pensó que el G obierno “había favorecido

inadecuadam ente a determ inados inversionistas extranjeros”(Skidm ore 1988, 201).21 Se dice que el centro de Pinheiro es “un clon”de su análogo de Colum bia.

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300 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

22 Se dice que el Instituto Brasileño de Análisis Social y Económ ico, fundado por Herbert de Souza

(conocido com o Betinho), es la O N G m ás antigua del Brasil. Su fundador contaba conacreditaciones im pecables de la izquierda –de la A cción Popular perteneciente al ala izquierda de

la iglesia católica–antes de 1964.

l la da en toda La t inoa mérica ” .22 La histor ia de P inheiro es una versión de

éli te de un proceso que ha tenido lugar a lo lar go y an cho del B ra sil . Ta m-

bién Pinheiro ofrece un ejemplo de cómo la actividad de los derechos hu-

ma nos, las fun da ciones y los gremios de aboga dos pueden llegar a coincidiren nexos prá cticos pa ra la const rucción de un m a rco de oposición est ruct u-

rado en términos que son legítimos bajo los estándares internacionales

aceptables.

Viva Río y el Cent ro de Est udios pa ra la Violencia const ituy en ejemplos

bra sileros de un fenómeno y un problema que son má s genera les. En Ch i-

le, el problema d e la violencia s e ha convert ido ta mbién en un t ema fuerte

dentr o de la a genda de reforma s, desemboca ndo en cam bios en las prácti-

cas de la policía y de los mecanismos de investigación, a través de una

alianza de personas que fueron cercanas a Pinochet, incluyendo al grupoEdwa rds, a El M ercur i o , a sí como a represent a nt es de los n uevos polí t icos

tecnócrat a s que a hora se encuentra n en el poder. E n el cont exto mexica no,

gran parte de la energía reformista en los temas de crimen y policía ha

estado relacionada, como era de esperar , con la Comisión de Derechos

Humanos, una insti tución casi autónoma del Estado mexicano. Y en Ar-

gentin a , en donde el desempleo ha sido especia lmente a l to, los n uevos es-

fuerzos para contener la violencia aún tienden a guardar relación con el

peronismo, a sí como con los vest igios a ún pr esent es del populismo.

E n conclusión, lo qu e hemos mostr a do en est e ca pítulo es el modo comouna al ianza de Washington, entre los dominados de los dominantes –los

grupos ambientales, los congresistas opositores de las políticas guberna-

ment a les cosmopolita s, entr e otr os–, generó un enfoque part icula r en rela -

ción con sus propia s posiciones y con a quella del B a nco Mund ial. E s posible

decodificar dicha retórica antiglobalista de acuerdo con las posiciones que

ellos ocupa n en el cam po de poder est a dounidense, en donde compit en pa ra

encontrar un camino que haga de la globalización y de su violencia una

instancia más humana y legítima. Además, la retórica que ellos producen

ayuda a generar un eco y una relación distante en el Sur, entre aquellosque pueden ser cara cterizados como los domina nt es entre los domina dos.

Est e eco lo encontr a mos, en una ga ma diversa de distorsiones y t ra nsfor-

ma ciones, en los esfuerzos locales por cont rolar la violencia socia l que a me-

naza la posición de los grupos ganadores en relación con la globalización.

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301

CAPÍTULO 12

Los abogados intermediarioscomo constructores oportunistasde instituciones

Las f irmas de abogados de negocios son un producto y una instancia

cla ve de la nortea mericaniza ción del ca mpo jurídico. D e hecho, la pro-

li fera ción y el crecimiento de la s f irm a s de a bogados de n egocios par ece serel tra splan te jurídico má s exitoso, o incluso el único que se h a producido

desde el Norte ha cia el sur. E ste t r iunfo resulta ser aú n má s sorprendente

debido a la fuerte tr a dición jurídica –o cultura jurídica – europea que h a bía

caracterizado a Lat inoamérica , la cual concedía un papel marginal a los

a bogados qu e eran identi f ica dos con el ra mo de los negocios. P ero la hist o-ria de este éxito va más al lá , no sólo porque estas f irmas de abogados de

negocios en el Sur pa recen ha berse convertido en los a gentes clave pa ra la

entr a da de los conglomera dos intern a cionales en sus terri torios, sino ta m-

bién porq ue esta s insta ncia s se han const i tuido en una par te legít ima de laéli te jurídica . Dicha s f irma s paula tina mente ha n venido invirt iendo esfuer-

zos y recursos en la esfera pública , lo qu e puede ser vist o como una suert e

de repet ición de la era progresista en los E sta dos U nidos. P a ra ese enton-

ces, la s f irma s de a boga dos asociados de Wa ll Str eet bus ca ron reconfigura r

sus posiciones, para deja r de ser empleados a sueldo y pa sa r a ser una éli teque podía reconst ruir el sector judicial e incluso el Est a do.

Est a descripción de la expa nsión de las f irma s de abogados se ajusta a

lo que ha sido report a do en los medios de comunicación a cerca de los cam -

pos jurídicos en diversas partes del mundo. Dicha descripción, no obstan-te, resulta superficial , pues ignora el modo como estas f irmas han estado

inmersa s dentr o de la s diferent es dinám ica s locales. De nuevo aq uí la ex-

portación de la hegemonía resulta siguiendo caminos bastante extraños.

P or lo ta nt o, a l f ina l de este capítu lo examina remos de cerca el ejemplo de

México, el cual no fue el foco principal de los anteriores capítulos. Es en Mé-xico en donde ha sido má s dra má tico y pa ra dójico el ca mbio de roles de la sf irmas de abogados de negocios. Diversos abogados privados hasta enton-

ces excluidos del á mbito esta ta l , ha n podido ingresar a l Est a do a tr a vés de

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302 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

es ta s f i rma s y , por t a n t o, ba jo e l ropa je de la modernida d y de l a s t écni-

cas y los conocimientos especia l izados que la misma conl leva . Los des-

cendientes de la v ieja a ris tocracia terr a tenient e –bla nco de la R evolución

Mexicana – ha n empeza do a segui r e l ca mino de l derecho de los negociosy con ello el pa pel de promotores de la democra cia y de la a pertur a guber-n a m e n t a l .

Ant es de pasa r a los ejemplos pa rt icula res, pueden ser ela bora dos algu-

nos de los elementos genera les de esta hist oria . La hist oria de la a par ición

y desa rr ollo del gremio de a boga dos de negocios es casi la otra ca ra de la

descripción de la élite jurídica, la cual había sido expulsada del poder ydesafiada por otros conocimientos especializados, y por el valor decrecien-

te del capital jurídico tradicional. Así, las firmas de abogados de negocios

encajan en esta historia porque lograron proveer un espacio de refugiopara un segmento particular de la él i te jurídica y porque, lo que quizásresulta más importante, lograron prosperar en dicho escenario al faci l i tar

canales de comunicación entre, por ejemplo, los Chicago Boys o el esta-

ment o mili ta r, de un la do, y el mundo exterior q ue desconocía y de a lgún

modo se ha llab a in cómodo con los recién llega dos al poder, del otro. Est a

configuración facilitó una sutil división de competencias dentro de la es-

tr uctura del poder. La s f irma s de abogados –o luga res de refugio– se ma n-tuvieron tra s bast idores dura nt e los regímenes milita res, pero ja má s deja ron

de gestar su producción básica. Ellas lograron permanecer en el l imbo y,cuan do las circunst a ncias cambia ron, continua ron ejerciendo su derrotero

tr a diciona l de reinvert ir esfuerzos y recursos en el E sta do, esta vez bajo el

ropaje de abogados de negocios.

Est a práct ica muestra a l a bogado de negocios la t inoamerica no como un

fenómeno híbrido que cuenta con una diversidad de aspectos contradicto-

rios. Así , esta s f irma s de aboga dos lucen y a ctúa n como una f irma de abo-

ga dos de negocios est a dounidense, pero los cimient os de dicha s inst itucionesfundamentalmente son de familia . En particular, las f irmas familiares de

abogados suministra n una vía para preservar y a cumular el ca pita l fa mi-liar cua ndo el a cceso ha cia otros ar reglos inst i tuciona les se encuent ra blo-

quea do. La s ra íces profundam ente familiares de la versión la t inoam erica na

de las f irma s de a boga dos de negocios ha cen que les resulte bast a nt e difíci l

desar rolla rse a l modo de a quellas f irma s de corte esta dounidense.

P or lo tant o, el ca mbio que ha tenido lugar a estas a l tura s puede ser

explica do de mejor forma , no simplement e como el desa rr ollo de una serie

de exporta ciones esta dounidenses exitosas , sino como el reemplazo de unsistema de dos niveles basado en Europa, por un sistema de dos niveles

basado en los Estados Unidos.

El punto de partida para comprender este patrón se encuentra en el

hecho de que siempre han existido en cada uno de estos países, diversos

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303

miembros de la él i te jurídica que se han prestado para jugar el papel de

agentes intermediarios, esto es, de personas que sirven a los intereses

extr a njeros que desean tener a cceso a la economía loca l . Argent ina , que a l

respecto ha sido un puert o desar rollado desde ha ce mucho tiempo, ofrecelos mejores ejemplos.

El r ol general de los abogados de negocios de la Argent ina ha sido ade-cua da mente descri to por J osé Luis de Ima z en L os que mandan , un aná l i-

sis sociológico originalmente publicado en 1964. En el período por él

estudia do, a sa ber, fina les de los a ños 50, la m a yoría de los gra ndes empre-

sa rios no era n a rgent inos (1970, 145). Los int ereses forá neos controlaba n

gra n pa rt e de la economía , pero

si se presenta algún problema con el Gobierno o si algún interés

t iene que ser a rt iculado con la s inst i tuciones estat a les , o con otra sinstituciones financieras gubernamentales o los ministerios, es elabogado argent ino quien t oma car ta s en e l asunt o. Él t a mbién ade-

lan ta gestiones con las a dministr a ciones de las provincia s para a sun-tos de impuestos , as í como con las comunida des pa ra tr a ta r tema sde ta sa s y recaudos. El abogado, miembro de la junta , ma ntiene vi-

vas sus conexiones de colegio y de universida d y las usa par a subeneficio. Él t a mbién conoce a los minist ros y sa be cómo condu cirsecon los jefes de oficina y cómo suscit a r el int erés de los gerent es de

ba nco; en r esumen, él resulta indispensable (De Ima z 1970, 154).

El papel de intermediario resultó poderosamente vigorizado en Argen-

t ina a ca usa de los r iesgos en las a ctua ciones guberna menta les . Como yase describió, ca da gobierno cambia ba e incluso ca stiga ba a los a ctores prin-

cipales del gobierno a nt erior, d el esta ment o judicial , d e los gr emios de a bo-

ga dos y de las fa culta des de derecho. E n medio de la “esta bilidad” en estos

ca mbios const a nt es de gobierno, la a l terna tiva de la él ite jurídica a rgenti-

na –y de hecho de la éli te profesiona l en genera l– en la inversión de esfuer-zos y recursos hacia el Estado fue servir como agentes o intermediarios,

enlaz a ndo a l Es ta do, los negocios int erna ciona les, los negocios locales y el

esta ment o mili ta r. En este contexto la s insti t uciones jurídicas, como ta les,

se convirt ieron en plazas poco atractivas y devaluadas para la concentra-

ción de esfuerzos y recursos profesionales. Pero la dedicación de esfuerzos

y recursos en las f irmas de abogados de negocios como empresas familia-

res adq uirió un sentido pa rticula r.

Argen tin a es el ca so ext remo, pero la conexión ent re el derecho de los

negocios –el campo de a cción inicial del ag ente int ermediar io– y el ca pita l

famil ia r t a mbién es evidente en los otros países . La historia de B ra si l na-

rra da sobre el aboga do de negocios de cerca de 40 a ños a q uien un a nt iguocompa ñero de clase jocosa ment e le pregunt ó si “aú n era a boga do” resulta

ba st a nt e elocuente. E st e modelo del est a blecimiento polí t ico, conforme a l

cual una trayectoria prestigiosa se servía de diversas conexiones familia-

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304 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

res o de ca rrera qu e la coloca ba n por encima del nivel del aboga do, del juez

o del profesor de t iempo completo, ta mbién concedía esca so valor a a lguien

qu e se convirt iera “sólo en a bogado de negocios” . Aun a sí , los gra ndes a bo-

gados que formaron parte del establecimiento brasi lero no encontraronque estuviera por debajo de su rol el acometer una l imitada cantidad detrabajo para servir como intermediarios de poderosos negocios que reali-

zaban inversiones desde el exterior. Ellos lograron uti l izar su escenario

como profesores de dedicación parcial para contratar estudiantes que los

asist ieran en sus diversas actividades. Asimismo, como miembros de un

establecimiento en donde ocupaban todas las posiciones del Estado y la

economía , logra ron ut i l iza r sus conexiones y a sus a nt iguos compañ eros de

clase para cerciorarse de que sus cl ientes obtuvieran la atención de las

esferas má s a l ta s . Esta suerte de intermedia ción, no obsta nte , era rela t i-vament e discreta y los a boga dos de éli te se asegurar on de que la misma no

am enaza ra su papel de hombres de Esta do ilustrados.

S i observamos l a h i s tor i a de lo que a hora son l as f irma s de abogados

de negocios más prest igiosas de Chi le , es fáci l de encontrar este mode-

lo. La f i rma P hi l ippi es cons idera da como l a o f i cina “emblema ” de Sa n-

tia go, y P hil ippi mismo hizo pa rt e del gobierno de Alessan dri . U no de losa boga dos de negocios má s prest igiosos de Sa nt ia go es J a ime Yrra rra sa bal ,

yerno de P hil ippi , a boga do gra dua do en los Est a dos Un idos y profesor de la

Fa cul ta d de Derecho de la U niversidad de Ch i le . Yrra rra saba l ta mbién fueel negocia dor principa l en los interca mbios chilenos y cana dienses sobre el

Na f t a . Otr a de l a s of i cina s má s des taca da s es l a f irma Cla ro , conducidaa ctu a lmente por Ricar do C la r o . É l se dedicó dura nt e los a ños 60 y pr in-

cipios de la d éca da de los 70 a extender conta ctos con los C hicago B oys

de Chi le , para conformar un agres ivo y f amoso grupo de negoc ios , e l

Banco Hipotecario de Chi le (BHC), el cual adquirió una diversidad denegocios antes de la elección de Allende. Así , Claro se consti tuyó en un

interm ediar io cla ve con los Ch ica go Boys, en profesor desta cado de la U ni-

versida d de Chile y recient emente en dueño de una de las compa ñías produc-toras de vino líderes en C hile. De esta ma nera , estos “a boga dos de negocios”

ocupa n r oles divers os –como aca démicos, polít icos, persona s de n egocios–,además de servir como abogados intermediarios de las multinacionales. 1

1 En relación con el tem a de las personas de negocios, se afirm ó que una firm a –que está

com puesta por tres personas clave que estuvieron en el Banco Central durante el régim en de

Pinochet, a saber, Hernán Errázuriz, Roberto G uerrero y Carlos O livos–estaba dem asiado

orientada hacia el ram o de los negocios, y que los abogados se desem peñaban prim ordialm ente

en las juntas. Un observador estadounidense de las firm as chilenas de abogados, sugirió que en

Chile “ser director es algo im portante”. Incluso entre las firm as internacionales, resulta notableque las que cuentan con un perfil de organización fam iliar tam bién parecen encontrarse m ás

involucradas, com o tales, con el ram o de los negocios. Es un ejem plo obvio, y los intereses en

sus negocios probablem ente le tom an m ayor tiem po que su práctica jurídica en la firm a, por la

cual su nom bre es plenam ente conocido. Pero tam bién Luis M ackenna, de la firm a Cruzat,

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305

Ellos ma nt ienen un equi l ibrio que preserva “su mera a boga cía” dentr o sus

límites.

Ya q ue han invert ido su capita l para ma ntener la fuerza de sus fa milias

y de sus conexiones, no resulta sorprendent e que la única ra zón r ea l pa raque tengan una f irma de abogados sea el t ra bajar con miembros de la fa mi-

lia . P or ejemplo, la f irm a de a boga dos de P a tr icio Aylw in, el primer presi-dente de Chile luego del régimen de Pinochet, cuenta con seis abogados

cuyo a pell ido es Aylw in. U na historia de cómo fue vincula do un a boga do en

una f irma de aboga dos de negocios resa lta de modo par ticula r este t ipo de

conexiones familiares. Un abogado de prestigio graduado de la Universi-

da d de Chile en la mita d de la déca da de los 50 provenía de una familia q uese ha bía desenvuelto en dos á mbit os: el de los n egocios en seguros y el del

derecho. Ambos lados tenía n en común un m ismo apellido: por u na par tetenían un n egocio famil ia r y por la otra una f irma famil ia r de a bogados, la

cual, incidentalmente, le ofrecía sus servicios jurídicos al negocio. El abo-ga do, quien pr ocedía del á mbito de los negocios, fue r ecomenda do por un

a migo en la f irma fa miliar de a boga dos, pero inicialment e la f irm a s e negó

a considerar su admisión debido a que pertenecía a la “otra parte” de la

fam ilia . Si bien este a boga do am bicioso fue a dmit ido en ciert o moment o e

hizo que la f irma se modernizara, el predominio de la familia continúadán dose en una forma di ferente y má s a bierta . E l mismo énfa sis fa miliar ,

de acuerdo con una evidencia disponible, penetró la lógica de los plantelesde las faculta des de derecho.2

En B ra sil aq uellos que ocupaba n la s posiciones de élite má s encumbra -

da s en las á rea s del derecho, la polí t ica o los n egocios, en especial a qu ellos

localizados en la ciudad cosmopoli ta de Río, generalmente hablaban fran-cés, no eran simpat izantes de los Estados Unidos y tenían un contacto

relat ivament e precario con este pa ís an tes de las inicia t iva s de la l ínea de

derecho y desar rollo a delant a da s en los a ños 60. E llos servían a los intere-

O rtúzar y M acK enna, actualm ente afiliada con Baker y M ckenzie, es presidente de este grupo

de negocios. Puede haber otros ejem plos al respecto.

2 En un escrito de 1970, Steven Low enstein caracterizó la designación de la planta de profesoresde las facultades de derecho de la siguiente form a: “En tanto la enseñanza del derecho tradicio-

nalm ente ha sido una posición honoraria que produce sólo un salario nom inal, las facultades de

derecho no han contado con planes orientados a conseguir una base sólida de profesores y en

raras ocasiones han vinculado profesores nuevos. Los m iem bros de la facultad de derecho, que

son personas conocidas afuera de ella, generalm ente ponen en consideración el nom bre de unabogado –a quienes ellos desean ayudar–ante el decano y otras personas del cuerpo adm inistra-

tivo de la facultad. El decano tiene interés en ayudar a que se nom bren nuevos profesores, ya que

con ello frecuentem ente ayuda a su partido político, m ediante esta form a de patronazgo, y

cosecha un sentim iento de lealtad en los nuevos profesores para la siguiente elección de decano.Al candidato se le pide que participe en un concurso de antecedentes, en donde la posiciónpretendida se abre a otros participantes y las hojas de vida son exam inadas por una com isión.

Con contadas excepciones, si los am igos del candidato en la facultad son m ás poderosos que los

de sus opositores, dicho candidato será escogido”(1970, 116).

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306 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

ses internacionales, pero sus ojos estaban mucho más dirigidos hacia Eu-

ropa . P or lo ta nt o, en el contexto bra si leño que rodeaba las f i rma s de a bo-

gad os, que era consistente con lo que ya hemos a na l iza do que ocurría de

forma má s genera l en todo B ra s i l , d icha s i tua c ión permi t ió la forma ciónde nuevos híbridos provenientes de diferentes sectores de éli te relativa-mente diversos y competit ivos. En particular, la f irma de abogados más

import a nt e de hoy día , la f i rma P inheiro Neto de Sã o Pa ulo, logró erigir un

modelo cont ra puesto al de la s tr a diciona les f irma s de abogad os.

Pinheiro Neto, ahora con más de 80 años de edad pero que todavía

sigue supervisan do act iva mente la f i rma de aboga dos má s gra nde de Lat i-

noamérica (con aproximadamente 140 abogados), procede de un linaje so-

cial q ue era reconocido. En su t iempo, por va ria s ra zones, su pa dre lo urgió

par a que a prendiera inglés. A tr a vés de diversa s conexiones con la comuni-dad bri tánica de São Paulo, fue invitado a ocupar una posición –la cual

eventualmente asumió– en la BBC de Londres durante la Segunda Gue-

rra Mundia l . Apoyá ndose en sus excelent es lazos con la comun idad bri tá -

nica d e Sã o P a ulo, pa ulat ina ment e desa rrolló la clientela qu e le permitiríaconstruir un ejercicio diferente del derecho en Brasil . Hacia 1972 contaba

con más de 30 abogados, y el crecimiento de la f irma había continuado a

pesar de reveses inevitables. De modo signif icativo, esta f irma de aboga-

dos no ha faci li ta do plaza s par a profesores, quienes ha n sido bast a nt e des-

ta ca dos en la historia de la profesión del derecho en B ra sil. De igual forma ,la f irma de abogados no t iene socios que se dediquen al ejercicio de la

política. 3  Este modelo contrapuesto fue posible debido al enfoque europeo

de la él i te de Río. En efecto, gracias a la presencia de unos cimientos

lingüíst icos y geográ ficos diferent es de los propios de la élite cosmopolita ,P inheiro Neto creó a lgo muy cercan o al modelo esta dounidense, en cont ra ste

con aq uella s firma s de abogados que se ba sa ba n má s en el modelo tr a diciona l

lat inoa merica no con múltiples escena rios dent ro y por encima del derecho.

La si tuación en México, aquí como en otras esferas, proviene directa-

ment e de la división de la éli te mexica na . Como se deta l la en un estudio de

caso al final de este capítulo, los abogados cercanos al poder económico

privad o sirvieron discreta ment e como media dores, combina ndo las dest re-zas y el saber mexicano con aquellos procedentes de los Estados Unidos.

No obsta nt e, fueron ma nt enidos a l mar gen del poder ta nt o por su identi f i-

cación con la vieja élite mexicana como por sus conexiones con el poder

esta dounidense. E l na cionalismo mexica no los pena lizó de ma nera doble.

Los ejemplos a cerca de las va ria ciones del tr a diciona l a boga do agent e

interm ediar io y la form a como encaja con el m odelo del polí t ico aboga do,

3 Uno de los abogados de la firm a hizo énfasis en que “es difícil ser un buen profesor y un buen

abogado a la vez”.

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suministra n un cua dro de la si tu a ción q ue an tecedió a las m edida s polít icas

y económicas d e choque q ue se implementa ron en los a ños 70 con el a dve-

nimiento de diferent es regímenes au tori ta rios, así como de nuevas polí t i-

cas económica s. La s medida s de choque en México, como en otr a s pa rt es,trastocaron múltiples posiciones, incluyendo la del derecho en el campodel poder. El primer impacto esencialmente fue la obstrucción de movili-

da d y de a cceso directo a l Est a do. No obsta nt e, a l mismo tiempo, este ta po-

na miento mult iplicó la s oportun idad es de ejercer la interm ediación y a qu e,

por ejemplo, en Ch ile ni los mili ta res ni los Chicago B oys tenía n cont a ctos

con la élite de negocios fuera del país. Ellos carecían de cosmopolitismo,

con t odo lo qu e ello implica, y en rea lidad tenía n n exos con un sector r ela-

tiva ment e pequeño de la él ite del Nort e, por ejemplo, con los economist a s

de la U niversidad de Chicago. Est e fue ent onces un n icho perfecto ocupa dopor la vieja éli te de a gentes int ermediar ios, ya qu e ellos podía n desempe-

ña rse como ca na les de intermediación pa ra el régimen m ili ta r y a l mismotiempo generaban una distancia frente a dicho régimen. El modelo que

esta mos describiendo cuadr a con los sucesos q ue tuvieron luga r en Argen-

tina dura nt e los últ imos 50 a ños, pero el ta pona miento del E sta do a yudó a

suscita r eventos a ná logos en B ra sil y en Chile. El crecimiento fue ent onces

detona do por una serie de episodios secunda rios.

La a pertur a de los gobiernos obvia ment e fue uno de dichos episodios,

debido a qu e mult iplicó el núm ero de potenciales cl ientes ext ra njeros. Otr olo consti tuyó la crisis de la deuda y la reestructuración concomitante que

se dio con los bonos Brady y las privatizaciones. Todos estos episodios ge-neraron un auge de los abogados que se encontraban posicionados para

servir a los inversionista s extr a njeros. Est e auge ta mbién generó suficien-

tes nuevas oportunidades para desafiar el modelo de reproducción tradi-

ciona lmente personifica do por los a bogados a gentes int ermediar ios.

E s posible observa r la tr a nsforma ción del derecho en el ám bito del po-

der a través de las experiencias de algunos abogados relativamente jóve-

nes dura nt e la crisis de la deuda , así como posteriorm ente. Al exa mina r elcampo jurídico chileno en el período 1981-1982, de acuerdo con un obser-vador, se puede constatar que la profesión del derecho aún mantenía un

enfoque bastante t radicional . La mayoría de los abogados de punta eran

profesores l i t igantes que trabajaban en f irmas familiares pequeñas. Exis-

tía n una s pocas f irma s de abogados con experiencia en asu nt os intern a cio-

na les, pero no necesa ria ment e “ t enía n un ma yor conocimient o técnico” encomparación con las otras y, como fue anotado con anterioridad, mante-

nían muchas de las característ icas tradicionales de las f irmas familiares.

No obstante, sus posiciones evidentemente habían venido en ascenso atr a vés de las cont inua s inversiones extra njera s que se dieron ba jo el régi-

men de P inochet .

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308 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Para mejorar su nivel de educación, los primeros de nuestros mencio-

nados abogados jóvenes, representando a las nuevas generaciones, obtu-

vieron t í tulos de especia l idad en los Estados Unidos y de igual forma

adquirieron cierta experiencia en las f irmas de abogados de Nueva York,en donde tra bajar on en ma terias r ela ciona da s con la reestructura ción dela deuda . A su r egreso a Chile, los pequeños corri llos de la s f irma s de a bo-

ga dos orienta da s a l contexto interna cional , q ue por supuest o los conocía n

de antemano, buscaron su vinculación inmediata . Ellos requerían un bien

que par a entonces era rela t ivam ente esca so: a boga dos diestr os en el ma -

nejo del inglés y con experiencia forá nea en diverso t ipo de tr a nsa cciones

internacionales. Uno de ellos aceptó la oferta de una f irma con intereses

en el á mbito interna ciona l , pero la cua l se encont ra ba a fuera de los círcu-

los má s prestigiosos debido a q ue, en su opinión, “no era f irma de fam ilia” .Si bien las firmas de familia –que a su juicio incluían a todas las viejas

f irmas– tenían algunos socios que no eran familiares, aun así las familiasse mantenían como un factor dominante. Él no quería , anotó, “competir

con miembros de la fa milia” .

U n segun do ejemplo suscita do en C hile dura nt e el mismo período su-

ministra un cuadro similar. De nuevo tenemos a un descendiente de una

buena fa milia que decidió ingresa r a la fa culta d de derecho a f ina les de la

déca da de los 70. P rovenía de un escena rio conserva dor y ca tólico. E nt on-

ces se dio cuent a de que “na die del lado de Allende esta ba en su la do delmundo”. Aun a sí , escogió estudia r en la U niversidad de C hile pa ra a cceder

a “ la educación más amplia posible” y a un cuerpo de estudiantes “más

diverso”, en contraste con los estudiantes “que contaban con un trasfondode relaciones má s exclusivo” de la U niversidad Ca tólica . Así , logró un buen

desempeño y con el t iempo se convirt ió en a sistent e de Rica rdo Cla ro, diri-

gente de la f irma Cla ro. Respeta ba el dominio de la “ciencia ” jurídica por

par te de Cla ro, quien ha bía est a blecido un puente entr e el derecho y la econo-

mía. E mpezó a t ra bajar en la firma de Claro primero como interino y después

como abogado gra dua do. Asimismo se vinculó a la faculta d de derecho.El abogado en cuest ión mani festó que la f i rma estaba a t iborrada de

trabajo, mencionando “las pilas de papel” relacionadas con la nueva f i ja-

ción de plazos de la deuda nacional . La f irma representaba a varios ban-

cos , inc luyendo a l C i t ibank, aun cuando Manufac turas Hanover era e la creedor singula r má s gra nde de Chile. Con “un ba ga je jurídico apropia do,

la ca pacida d de ha blar en inglés y un gust o por la economía ” , logró encon-

tr a r a l lí una ma gníf ica oport unida d. Tuvo que aprender rá pidament e, par a

lo cual le sirvieron sus visi tas a las f irmas de abogados de Nueva York

involucradas en los temas de reestructuración y negociación de la deuda.Ta l y como él describió su tr a ba jo en n ombre de los a creedores, la m a yorparte del mismo “no era una ciencia sofist icada” , ya que los documentos

eran “escri tos en a lguna parte de Manhat tan” y “aprobados automát ica-

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309

mente” en Chile. Pero obviamente empezó a comprender y a ver el poder

de este tipo de ejercicio profesional de su carrera. Así, decidió estudiar en

los Estados Unidos y al l í experimentó “mucho más que un choque cultu-

ra l” . Ent onces concluyó que, en lo qu e a la prá ctica del derecho se ref iere,“nosotros a quí v iv imos aún en la era de las caverna s” . Luego logró ha cersea un interca mbio para t ra bajar en una f irma de Nueva York, en donde se

dedicó a proyectos f inancieros y a temas relacionados con la deuda. Des-

pués de esa experiencia regresó a la f irma Claro.

Para entonces él “había cambiado” y sintió que “los abogados estado-

unidenses podía n ser imita dos” en Ch ile. No obsta nt e, ta mbién pensó que“el ambient e de club selecto chileno no lo permitiría ” . En luga r de a cepta r

ser socio, lanzó su propia f irma de abogados con otras pocas personas. El

legado de la crisis de la deuda había precipitado un auge en el trabajojurídico internacional.4 Sin embargo, dentro del abanico de f irmas de abo-gados centradas en estos tópicos, el cual era relativamente pequeño pero

que ha venido creciendo de forma ca da vez má s a celerada , se ha da do una

guerra generacional adentro y en contra de “ las t res o cuatro f i rmas de

a boga dos” que t ienen un m onopolio substa ncia l sobre la cl ientela int erna -

cional y, en general , en contra “de la complacencia del establecimiento” .

Estas t res o cuatro f i rmas de abogados –Phi l ippi , Claro, Carey y ahoraCarriolla– que “se conocen entre el las muy bien”, son “bastante enseño-

rea da s” y “a ún siguen siendo de un a mbiente de club selecto” .Ta mbién ha n cam biado las vieja s f irma s de familia incluidas en la red

de la bores int erna cionales. Al int erior de dichas f irma s, por ejemplo, exis-ten tensiones fa mil ia res c lara mente evidentes entr e los m iembros jóvenes

deseosos de a cercar se al modelo esta dounidense y aq uellos que a ún siguen

imbuidos en el enfoque tradicional. Algunos miembros que no son de la

fam ilia se ha n convertido en socios y los nuevos asociad os, a sí sean par te o

no de la fa mil ia , genera lmente ha n a dela nta do sus estudios en los Est a dosU nidos. De igua l form a , como lo seña ló uno de los socios, “de ma nera cre-

4 Desde la perspectiva de un abogado que en ese entonces estaba en la firm a Carey, las activida-

des crecieron m ediante la representación de diversos bancos. La crisis de la deuda, inicialm ente

los “tom ó por sorpresa”. Pero sus relaciones “pasivas”con los bancos de pronto se convirtieronen canales “activos”, y las actividades m ism as llevaron a la necesidad de que se recurriera a los

servicios de nuevos abogados. Com o en las firm as de perfil fam iliar, esto significó que se contra-

tara “de palabra”a varios “prim os brillantes de las facultades de derecho”, llevando a m ultiplicar

por diez el tam año de la firm a. Varios de los abogados que no tenían vínculos fam iliares eventual-

m ente dejaron la firm a para ir a constituir sus propias firm as de abogados. En tanto la crisis de ladeuda continuó, según lo reportaron varios países, algunos acreedores em pezaron a com prar

com pañías en aprietos, “sirviendo así com o abogados del nuevo dueño de la com pañía”. Ade-

m ás, em plearon un “nuevo m ecanism o”, “la conversión de deudas en m oneda local”, ya que ladeuda para entonces estaba em pezando a ser intercam biada en aproxim adam ente un 20% de su

valor nom inal. Com o resultado, varias de las com pañías extranjeras de acciones selectas, traba-jando con abogados locales y con el Banco Central, em pezaron a invertir para reconstruir la

econom ía chilena, haciendo suscitar una cantidad m ucho m ayor de negocios jurídicos.

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310 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

ciente ha n empezado a reda cta r los borra dores de los cont ra tos en inglés” .

La s nuevas generaciones, así se encuentr en en la s f irma s de famil ia má s

tr a diciona les o a fuera de ellas, de t odos modos siguen cont a ndo con cierta s

a credita ciones sociales, lo cual sugiere qu e las f irm a s de a bogados de nego-cios, a un cua ndo está n en const a nte desa rrol lo, ta mbién son luga res c la veen los qu e se da una reconversión de aboga dos en int ermedia rios legít imos

a l serv icio del nu evo poder económico.

Est a n ueva generación de abogados asociados se está d esplaza ndo gra-

dualmente de las f irmas hacia el ámbito del poder estatal . Siguiendo un

pat rón que se encuentra bast a nte a senta do en los Est a dos U nidos y que ya

empieza a ser cada vez má s visible en México, buscan consolidar la credibi-

l idad del derecho, lo cual también sirve para legit imar el orden que ellos

mismos representa n. Ta nt o las fa milias extensa s de la oligar quía , así comoun sist ema judicial ba sta nt e permisivo, en lugar de defender el desa credi-

ta do esta blecimient o loca lizado a lrededor de las faculta des de derecho, es-

tá n tr a ta ndo de promover diverso tipo de visiones diferent es –e importa da s–

en materia de administración de justicia y enseñanza del derecho.

Los a boga dos de negocios t a mbién fueron producto de la diná mica del

B a nco Centr a l dura nte el régimen de P inochet , contr ibuyendo de esta ma -nera a la entra da de nuevas persona s a la esfera jurídica internaciona l . U n

a boga do, cuyo pa dre era a boga do y diplomá tico y, por ta nt o, goza ba de un

inglés fluido, escogió estudiar derecho por ser una carrera “con opciones”.

Así, empezó a adquirir un especial interés por “el derecho económico”, enpar te inspira do por unos pocos profesores con t í tu los en progra ma s a va n-

zados y que manejaban ciertos conocimientos específicos de la economía,

entre el los J a ime Yrra rra sa bal . E l resto de profesores, en su opinión, era n

“muy malos”, “repetían el discurso de viejos cursos” sin ningún tipo de

prepara ción. Luego, a tr a vés de diversos conta ctos fam ilia res y un ma nejosuficiente del inglés, se hizo a una posición en el G obierno t ra ba ja ndo en

a sunt os de comercio por ejemplo a qu ellos orient a dos a subsa na r determ i-

nadas imperfecciones en el libre flujo de los mercados, como la venta de

bienes a un valor inferior al precio del mercado (dumping ). En estos car-

gos, al igual que en los otros que ocupó, se cuidó de enfatizar su fal ta de

interés por la polí t ica , ya que prefería ser “un tecnócrata” .

Entonces fue vinculado al Banco Central, cuando el equipo jurídico de

dicha entidad se encontraba bajo la dirección de una persona que había

estudiado en la U niversida d de Nueva York y tra ba ja do en el Ba nco Mun-

dial , a sa ber, Ca rlos Olivos. Olivos necesita ba persona s con dest rezas jurí-

dicas en la redacción de proyectos de ley y en la revisión de acuerdos dereestru ctura ción de la d euda . Así , nuestr o menciona do joven a bogado en-

tr ó a forma r pa rt e del equipo jurídico del B a nco Cent ra l en 1981, en medio

de la crisis f ina nciera . P a ra entonces el depar ta ment o jurídico conta ba con

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diez aboga dos, la ma yoría de los cua les ha bía ejercido el derecho. Los di-

rectores del depa rt a mento, quienes no eran empleados de ca rrera , “esta -

ban en contacto” con las nuevas formas de hacer las cosas conforme a la

nueva a genda económica . P ero a un a sí , era obvio que ha bía una suerte depugna ent r e “e l v iejo es t i lo versus  e l nuev o” . De hecho, l os i n t eg ra n t esde la nueva genera ción sa bían q ue no iban a perma necer por mucho t iem-

po en el B a nco Cent ra l , ya q ue los sueldos era n ba jos. Aquellos qu e perma -

necieron al l í fueron los que no hablaban inglés o, en general , “ los que no

logra ron irse pa ra el sector privad o”. P ero nuestr o abogado joven ya sa bía

que iba a aplicar a una de las becas ofrecidas por el Banco Central para

estudiar en los E sta dos Unidos, las cuales ha bían sido crea da s en favor de

las nuevas generaciones de economistas.

Desde la perspectiva de este abogado, “ellos eran el equipo jurídico delequipo económico” en un t iempo en qu e “el B a nco Cent ra l tenía poder” , el

cual , por su pa rt e, esta ba siendo ejercido “en nombre de los chicos buenos”.

Así , él empezó “a a dquirir ma yores responsa bilidades” , tra bajan do pa ra a bo-gados importantes radicados en Santiago y en el exterior, así como para

ba nq ueros, funciona rios forán eos y otro tipo de persona s. Cla ra ment e, sentía

que “esta ba cambia ndo el país” median te sus a ctividad es de cort e técnico-

jurídico. Hoy día los abogados del Banco Central , señala , “sólo adelantan

labores administra t ivas” .

Con t odo, este próspero y n ovedoso modelo resulta ser un híbrido. Enprimer lugar, sirve para vigorizar el poder de los granados fundadores, al

infundir un ca pita l jurídico más va sto al ha ber del ca pita l de fa milia de la s

f irma s de a bogados. Al mismo tiempo, var ios de los q ue pert enecían a las

f irmas familiares, quienes volvían de los Estados Unidos luego de haberestudia do o tr a ba ja do a l l í, regresaba n con la det ermina ción de moderniza r

las f irmas de acuerdo con l ibretos aprendidos en los Estados Unidos. En

oca siones creaba n sus propias f irma s, en especial cua ndo no era n los here-

deros directos de la f irma, pero aun así , una vez que este t ipo de f irmas

crecieron, la n ueva genera ción de a boga dos t ra tó de cont inua r la mismalógica que su s pa dres ha bían seguido. Así , la t endencia vigent e consiste en

reinvert ir, diversif ica r y consolidar el nuevo ca pita l jurídico a tr a vés de la

política, los negocios y las conexiones perfeccionadas en la facultad de de-

recho. No obsta nt e, este t ipo de reinversiones de esfuerzos y r ecurs os no seencuentran orientados a construir f irmas de abogados autosuficientes. El

único ejemplo de esta cla se es la f irma bra si leña de P inheiro Neto, circuns-

ta ncia que se explica por la si t ua ción peculiar de Sã o P a ulo, por la n a tur a -

leza bast a nt e diversif ica da de la éli te bra si leña y por el contexto lingüístico.

La tendencia bastante acendrada de concentrar esfuerzos en la consecu-ción de posiciones reconocidas bajo patrones tradicionales, se encuentraciment a da en la lógica de reproducir diverso tipo de técnicas y conocimien-

tos jurídicos especializados.

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312 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

La forma tr a diciona l de reproducir la s t écnicas y los conocimientos ju-

rídicos especializados es a través de la relación mentor-discípulo, la cual

por sí sola no conduce únicamente a la explotación de los discípulos sino

ta mbién a la a cumula ción de ca pita l que posteriormente puede ser inverti-do en otra s par tes. U sua lment e est e modelo es ca ra cteriza do como el jovenque metafóricamente t ra ta de matar a sus antecesores, hasta que él mis-

mo se convierte en mentor, en un proceso que se perpetúa de esta ma nera .

La s vent a ja s persona les de los gan a dores son de ta l magn itud qu e el pa isa-

je continúa siendo dominado por una combinación de f irmas razonable-

mente pequeña s e interconecta da s, que t ra ta n de esca par a l t ípico modelo

de familia pero terminan reproduciéndolo. Además, este conjunto de pe-

queñas empresas ay uda a crear un a red de subcontr a t is tas fá ci lmente dis-

ponible par a las f irma s de a boga dos esta dounidenses, las cuales movil iza ntodos los estadios, excepto los locales, de las transacciones de negocios in-

ternacionales .

La posición dominante de los Estados Unidos respecto a las pequeñasfirma s fam ilia res de abogados, hace que las f irma s esta dounidenses gocen

de un rol desta cado en la reproducción d e técnica s y conocimientos espe-

cializados para con las firmas de abogados de negocios del Sur. Así, ellas

cont rola n el acceso ha cia los conocimient os especia liza dos má s preciados y

ha cia los cl ientes má s importa nt es. De esta forma , la s f irma s esta douniden-

ses seleccionan a unos pocos prospectos pa ra integra rlos a la éli te mun dia l ,construyendo y renovando continuamente su legit imidad. Las conexiones

y las r elaciones entre las f irma s del Norte y del Su r, ta mbién permite a la s

f irmas de abogados estadounidenses desarrollar vínculos con los que lo-gran escoger a las f i rmas mejor dotadas y conectadas del Sur. En otras

pala bra s, este modelo resulta ba sta nt e convenient e pa ra las f irma s esta dou-

nidenses.

La posición domina nt e del Nort e ta mbién ay uda a explica r por qué se

suscitan constantes esfuerzos en el Sur enfocados hacia la educación pro-

fesional . Las facultades de derecho son instancias clave para enganchardetermina dos perf i les, pero su pa pel respecto a la s f irma s de a boga dos de

negocios paulatinamente ha sido cedido a las f irmas y facultades de dere-

cho del Nort e. Así, el m odelo de r eproducción de conocimient os especia li-

za dos en el S ur no provee el mism o nivel de conocimient os especia l izad osproducido en los Es ta dos U nidos. En cambio, el modelo del Sur sigue ca -

racterizado por instructores de dedicación parcial , quienes se concentran

en muchas otras act iv idades gracias a su esta tus temporal , a la labor de

sus discípulos y a las redes extendida s de relaciones fa milia res que se en-

cuentran cimentadas en las facultades de derecho. Sirviéndose de las ba-ses fa ci l ita da s por los conocimientos especial iza dos del Norte, el núm erode f irmas de abogados de negocios del Sur orientadas hacia el contexto

inter na ciona l se encuentr a en continu o ascenso, pero a un a sí , como ofici-

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313

na s rela t ivamente recientes , perma necen a l ma rgen de las ent ida des jurí-

dica s tr a diciona les, aun que compa rt en muchas de sus ca ra cteríst ica s. Así ,

dichas f irmas no se han consti tuido en un desafío para las insti tuciones

públicas medulares del saber jurídico.U na de las consecuencias de la insular idad d e esta s insti tu ciones públi-

cas es la tendencia a invertir esfuerzos y recursos en las facultades dederecho privada s, las cua les se encuentr a n en ínt ima conexión con la s fa -

culta des de a dminist ra ción de empresa s y n egocios, así como con el ámbit o

de la economía. De esta manera, las nuevas facultades de derecho y de

negocios privadas faci l i tan lazos que vinculan a los abogados asociados

orient a dos al cont exto int erna ciona l con la n ueva genera ción de economis-tas. En Argentina, tres ejemplos destacados son la Universidad Torcuato

di Tella , la U niversida d Austr a l –en la s qu e se dicta derecho– y la F a culta dde Administración de Empresas y Negocios del CEMA, la cual vincula a

a bogados de negocios prest igiosos a su progra ma . Así , el porta l electrónico

en la red de la Universidad Torcuato di Tella –la cual nació como deriva-

ción del Instituto Torcuato di Tella, que empezó a incluir el programa de

derecho en 1995– anuncia como parte de sus contenidos la ambición “de

producir un cambio trascendental en la enseñanza del derecho” de la Ar-

gentina , bas a do “en el modelo emplea do por las fa culta des de derecho má s

prestigiosa s de los Est a dos Un idos” .5  All í se enuncian nuevas áreas como

“el análisis económico del derecho”, “teoría de juegos”, “teoría de la elec-ción pública ” , a sí como “diversa s t eoría s moderna s sobre justicia” . La plan-

ta de su fa culta d incluye economista s y a boga dos. De los 24 miembros de

plant a , cinco ha n obtenido t í t ulos de progra ma s a va nza dos en derecho o en

economía de la Universidad de Chicago (Universidad Torcuato di Tella,www.utdt .edu).

P ero ta mbién el ejemplo del Ins t itu t o Tecnológico Aut ónomo de México

(ITAM) –institución central en la formación de economistas neoclásicos–

resulta interesa nt e. E l Insti t uto decidió crea r una faculta d de derecho cen-

trada exclusivamente en la l ínea de análisis económico del derecho, con-forme al sentido que se le concede a la misma en los Estados Unidos. Alinterior del ITAM, los estudiantes de derecho son calificados como “idio-

tas” por los estudiantes de economía, dejando así entrever el predominio

de los economista s. D e hecho, diversos crít icos a jenos a l ITAM, de un cort e

jurídico má s tr a diciona l , han hecho af irma ciones como ésta s: este inst i tut o“prepara abogados para que sean asistentes de los economistas” ; “aboga-

dos que no son capaces de l i t igar en juzgados”; “menosprecian absoluta-

mente el tópico de los derechos humanos” ; “su formación es bastante

desequilibrada”, pues no “estudian el juicio de amparo” (la famosa provi-

5 Entre los abogados del grem io asociado internacional que estaban en el consejo asesor de la

Universidad Torcuato D i Tella, estaban Juan Negri y Horacio Lynch.

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314 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

sión est a blecida por la const i tución). P or supuesto existen va ria ciones lo-

ca les, pero el punt o simplement e es que la dif iculta d de reforma r la s fa cul-

tades de derecho tradicionales ha desembocado en una proli feración de

faculta des de derecho enlaza da s con la s fa culta des de negocios y de econo-mía . No obst a nt e, este fenómeno ha term ina do por reproducir, de un m odotransfigurado, el sistema de dos niveles que desde hace bastante t iempo

ha venido teniendo lugar.

Las facultades de derecho privadas atraen un sector signif icativo de

los estudiantes más capacitados y talentosos de las facultades de derechopúblicas, pero dichas instancias privadas carecen de credibilidad dentro

del establecimiento jurídico. A pesar de sus esfuerzos, estas facultades no

ha n podido penetr a r la lógica del esta blecimient o, el cua l a ún se encuentra

dominado por la doctrina europea, así como por profesores i lustres que“dicta n el derecho” en sus t extos y guía s de estu dio. E n C hile, como vimos,

varios de los abogados de negocios más prestigiados eran profesores de

dedica ción pa rcia l de la U niversidad de Chile que ha blaba n el lengua je de

la r eforma , pero quienes a l f ina l de cuent a s lo único qu e logra ron fue an i-

ma r a los gra dua dos en derecho para que completa ra n su educación en el

exterior. Sin importar en qué universidad obtengan su t í tulo profesional ,el éxito de aquellos que practican el derecho de los negocios dependerá de

las credenciales de posgrado obtenidas en el Norte. Por lo tanto, el modo

tradicional en que se reproduce la él i te jurídica no ha cambiado, aunquelas f irma s de aboga dos de negocios a hora exigen una orient a ción completa -

mente diferent e a la s persona s que vinculan en sus oficina s. En un pat rónque se puede observar en Europa y en otras lat i tudes, existe una desco-

nexión ent re la s fa culta des de derecho tr a diciona les –loca lizada s en el co-

ra zón del esta blecimiento jurídico– y las f irma s de a boga dos de negocios,

las cuales aún así continúan inmersas en el mundo jurídico tradicional .

UN ESTUDIO DE CASO.

EL DERECHO EN UN ENCLAVE FORÁNEO:LAS FIRMAS EXTRANJERAS DE ABOGADOS EN MÉXICO

México contaba con una éli te cercana a los Estados Unidos, pero a su vez

tenía una fuerte t ra dición na ciona l is ta que lo ma ntenía distant e de la do-

minación estadounidense. La paradoja de esta historia radica en que loshér i t i ers   de la vieja élite privada –quienes fueron el blanco de la Revolu-

ción Mexica na – ha n sido capa ces de ut i lizar las conexiones esta douniden-

ses, así como la plataforma de las f irmas de abogados de negocios paraconvert irse en los líderes cruciales d el proceso de democra tiza ción mexica no.

La hist oria de los a bogados extr a njeros en México resulta ser un com-

ponent e import a nt e de la crónica sobre el gremio de aboga dos comerciales

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315

mexica nos. Es un a historia de aboga dos pioneros que sa caron provecho de

–y ayudaron a faci l i tar– las transformaciones producto del incremento del

comercio y de la s inversiones. Como uno de los a bogados a ctua lmente pres-

tigiosos lo señaló, “las f irma s má s gra ndes” fueron “impulsa da s o iniciada spor f i rma s de los E sta dos U nidos” . Est a historia se remont a por lo menosa l período posterior a la S egunda G uerra Mundia l y gua rda en su seno la

presencia de relaciones un tanto desiguales. Como fue destacado por uno

de los a bogados mexica nos cuya carr era da ta de ese período, el arr eglo en

ese entonces consistió en que “los nombres mexicanos serían ubicados al

f inal del nombre de la f irma ”.

La f i rma de Da l la s denominada B a ker y B ot ts , Mira nda y P rieto abriósus oficinas en 1947 (Lipartito y Pratt 1991, 197), 6  sacando partido de los

nexos que había establecido en México durante la guerra. Según la des-cripción ofrecida por la f irma , “esta opera ción int erna cional t uvo sus oríge-

nes en una amistad cercana entre Henry Hol land –quien había t rabajado

para la emba ja da estadounidense en México ant es de vincularse a B a ker

& Botts– y dos jóvenes abogados mexicanos con formación de posgrado en

la F a culta d de Derecho de H a rva rd” (Lipar ti to y P ra tt 1991, 197). La f irma

continuó como una sociedad de riesgo compartido hasta 1973. De hecho,

por va rios a ños esta f irma promovió un progra ma en donde un puña do de

abogados mexican os era n tra sla dados a Da l la s para t ra bajar en sus insta -

laciones antes de su regreso a México. Entre las grandes f irmas hoy díaexistentes que surgieron por contactos realizados en los Estados Unidos,

se encuent ra n Noriega y E scobedo (esta blecida en 1934) –cont a cto origina l

del nuevo comienzo de Cu rt is Ma llet luego de un breve receso en la déca da

de los 40–, Sa nta ma rina y S teta (fundada en 1948 y la cua l estuvo af i l ia dacon Baker y Botts por algún t iempo), Bufete Sepúlveda (que ahora se en-

cuentr a a sociada con B a ker y McKenzie), Diez, Ga rza -Mora les y P rida (a c-

tua lment e a f il ia da con Curt is Ma llet) y J á uregui, Na var rete, Na der y Roja s.

Ademá s la f irma de G oodrich, Riquelme, que fue cread a en 1934, cont ó con

miembros esta dounidenses dent ro de sus socios funda dores. No obsta nt e,esta l ista subestima la verda dera inf luencia q ue ha ejercido el poder esta -

dounidense, ya que pasa por al to un gran número de subproductos que se

siguieron de f irma s qu e conta ba n con nexos en los Es ta dos Un idos, empe-

zando de manera destacada por la f irma de abogados Siqueiros en 1950.

Desde los a ños 60 en a delant e, diversa s f irma s pionera s esta douniden-ses, así como f irma s de aboga dos orienta da s ha cia el exterior, empeza ron a

tr a bajar primordia lmente en represent a ción de c lient es extr a njeros, quie-

nes tenían q ue a f ronta r muchas regula ciones ant es de que fuera permit ido

su a cceso a l merca do mexica no. P a ra ha cerse a una imagen de la prá ct ica

6 Se dice que H enry Holland luego se convirtió en el asistente del Secretario de Estado para los

Asuntos Latinoam ericanos.

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316 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

jurídica en los añ os 70, cua ndo la s inversiones crecieron y el na ciona lismo

a pretó sus r estr icciones, resulta conveniente a cudir a l l ibro de Alexa nder

Hoagland (el abogado pionero de Curtis Mallet) publicado en 1972. Hoag-

la nd, u n a boga do esta dounidense, fue a México en 1962 para t ra bajar enla nu eva oficina de Curt is Mallet , y a l lí eventua lmente decidió ingresa r a laUNAM con el objeto de obtener la licencia mexicana que le permitiera

ejercer su pr ofesión (fina lment e consigu ió su comet ido en 1973, a pesa r d e

la era de disturbios suscitad os en la U NAM).

La publicación del libro de Hoagland, L a formación d e l a empr esa en 

Méxi co , el cua l se ma nt uvo a ctua liza do ha sta 1980, resulta represent a tiva

del t ipo de t ra bajo que él y la f irma mexica na a f il ia da esta ban adelanta n-

do. El l ibro nar ra la s i tua ción q ue a f rontar on la s compañías que estaba n

buscando entrar a l mercado mexicano. Dos factores son de importantemención. E n primer lugar , la Comisión Na ciona l para la Inversión E xtra n-

jera desa rr olló un cuerpo complejo de leyes que dio luga r a la pr esencia de

un m a rgen a mplio de discreción. E st e cuerpo de leyes, que se volvió má sriguroso ba jo la a dministr a ción del president e Luis E cheverría , se basó en

disposiciones expedida s en 1944. En s egundo luga r, existía el requisit o de

“mexicaniza r” la inversión extr a njera , lo cual signif ica ba “en genera l , una

limita ción del 49% pa ra la pa rt icipación de ca pita l extra njero en los nue-

vos negocios, así como una continua presión oficial para que los dueños

extr a njeros de ciert os negocios mexica nos vend iera n a l menos el 51% delas participaciones a personas mexicanas” (Hoagland 1980, B-2).

Una de las ironías del requisi to de la mexicanización era que supues-

tamente reduciría la dependencia mientras al mismo tiempo facil i taría ,

entre otra s medidas, la tr a nsferencia de diverso t ipo de tecnologías esta dou-

nidenses y extra njeras . 7 Otra de la s ironía s es que supuesta mente l legar ía

a “na tura l izar” a los extra njeros pa ra q ue se a dapta ra n a las ma neras “na-

tivas” . No obstante, a f inal de cuentas la mexicanización se convirt ió en

una suerte de vehículo para introducir esti los de manejo estadounidenses

en negocios q ue fueron forza dos a cola bora r a tr a vés de consorcios obliga -

dos. Asimismo, a yudó a q ue se empeza ra a genera r el a la mexica na de la sagremiaciones de abogados extranjeras , tanto adentro como afuera del

Gobierno.

En cua nto a l derecho, los esta dounidenses, en pa rt icula r H oa gland y

Curtis Mallet , no se presentaban en persona para obtener las l icencias de

abogados, pero aun a sí suministra ban la pa rte “ intelectua l y a na l ít ica ” . La

7

Incluso m ás irónico, según uno de los abogados de experiencia, es que la legislación altam enterestrictiva fue im pulsada por Echeverría en parte com o una reacción airada contra del discurso

del em bajador estadounidense, quien sostuvo que la m ism a resultaba ser un obstáculo para los

inversionistas estadounidenses, debido a que no había “reglas de juego claras”dentro del

sistem a jurídico m exicano.

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división se dio de esta ma nera par a logra r configura r su propia sociedad de

riesgo compartido, que combinaba el know-how   mexicano y aquel prove-

niente de los Estados Unidos. Además, ya que cada negocio foráneo que

quería entra r a l mercado mexicano requería recorrer este proceso, les fuemuy bien a los abogados orientados hacia el exterior. En palabras de unode ellos, las regulaciones mexicanas para los inversionistas extranjeros

eran “un dolor de cabeza y la fuente de múltiples negocios jurídicos”.

Ta mbién se hizo necesar io qu e el Gobierno mexica no presta ra a tención

a la parte de la Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras que era

interlocutora con el ámbito internacional (al igual que plazas análogas,como la del director de ma rcas). Los a boga dos de esta s of icina s t enían que

ha blar inglés, quienes, según un informa nt e, ascendía n a l 3% del tota l de

a bogados, sector q ue ocupaba la éli te rela tivam ente má s privilegiada –usual-mente los hér i t i ers   de la él i te de los negocios–. La historia básica es que

quienes ocupaban estas plazas eran justamente “el mismo tipo de perso-

na s” que luego serían emplea das en las f i rmas de aboga dos orientada s ha -cia el extr a njero y, de hecho, va ria s de ella s siguieron este recorr ido. Como

resultado, la necesidad de conseguir personas con capacidad para concer-

tar y para mantener bajo control los negocios extranjeros, hizo que los

sujetos vinculad os a este t ipo de entida des orienta da s ha cia el extra njerofueran de un ca libre diferente al de quienes forma ba n pa rt e de las ent ida-

des domésticas , como a qu ellos rela cionad os con la a gricultura .Además de servir como representantes en este t ipo de asuntos, las

f irma s enfoca da s ha cia el extra njero ta mbién comenzar on a constr uir ni-

chos para sí mismos y para su cl ientela , por fuera de un sistema judicialna ciona lista e inapr opiado par a sus int ereses. E l pionero mexicano en tópi-

cos de a rbitr a ment os comerciales int erna ciona les, J osé S iqueiros, hizo par te

de esta empresa en los a ños 70 al impulsa r la ca usa par a que México adop-

ta ra la Convención de Nueva York sobre Arbi tra mento Comercia l Int erna-

cional. La organización de la que él fue presidente, la Academia Mexicana

en Derecho Comercial y Arbitramento, tuvo éxito en persuadir al Senadopara que ra t i f ica ra este t ra ta do. Ent onces Siqueiros empezó a t ra bajar en

a lguna s estra tegias pa ra que ciert os fal los forá neos tuvieran fuerza jurídi-

ca en el terri torio, a pesar de la acti tud nacionalista de los jueces, que ni

siquiera conocían el tratado ni que México fuera parte formal del mismo.

No es ent onces extra ño qu e los jueces en un principio, según u n a boga do

mexicano con experiencia, “no fueran muy amigos de los arbitrajes” , se

comportaran “temerosos por la competencia” , así como por la pérdida de

a lgunos de sus negocios y cl ientes. S e dice que Siq ueiros, a ctua lment e uno

de los árbitros más prestigiosos de México, ha sido uno de los “evangelis-ta s ” más consta ntes en t emas de a rb i t ra mento.

Du ra nt e la década de los 80, la comun idad de aboga dos con orienta ción

ha cia el exterior colaboró amplia ment e en la r eest ructur a ción de la deuda

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318 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

mexicana. Con la participación de los bancos estadounidenses de mayor

envergadura, especialmente el Cit ibank –determinante en la crisis de la

deuda–, fue basta nte na tura l que las f irma s de abogados más gra ndes de

Nueva York (Shea rma n y St erling, Sul livan y Cromw ell , White y C a se, yCleary Gottl ieb), según uno de los socios, resultaran involucradas “y per-manecieran involucradas” . Por supuesto, requerían análogos del lado de

México, pues el tr a ba jo necesita ba ha cerse “conforme a l derecho mexica -

no”. De acuerdo con un abogado privado de una de las f irmas de perf i l

internacional , en el t iempo de la crisis, sólo había “un puñado de f irmas

mexica na s q ue pudieran enfrenta r” semeja nte t ra nsa cción int ernaciona l .

Los grupos de ba ncos, según se decía entonces, “no esta ba n cohesiona dos”,

ya q ue a lgunos habían a segura do gar a nt ía s persona les , otros era n bast a n-

te grandes y podían absorber las pérdidas mientras otros no podían cos-tear ningún tipo de pérdida de dinero. Así , los bancos estaban bastante

“susceptibles” y q uerían su propia mesa de aboga dos, pero las cua tr o o seisf irmas mexicanas de abogados disponibles l legarían a tener una variedad

de confl ictos d e int ereses. No obsta nt e, luego de pocos m eses, dicha s f ir-

ma s logra ron qu e los intereses de los ba ncos convergiera n y a sí e l t ra bajo

proveniente de esta fuente las mantuvo ocupadas t iempo completo desde

1981 hasta 1987 –“ejercicios” y “ tareas de reestructuración” para entida-des públicas y privadas recargadas con deudas en dólares.

Todo este fue un a sunt o de negociaciones prolonga da s, ya que r esulta -ba inúti l “acudir a los juzgados”, dejando al f inal la única al ternativa de

que el Estado mexicano concertara un programa en donde el propio Go-

b i e rno a sumi r í a l os r i e sgos d e l i n t e rca mbi o . N i nguna d ema nd a f ueinstaura da en México ni en otra s la t i tudes, y a sí la agenda fue maneja da

de modo satisfactorio. De nuevo, la actividad organizada alrededor de la

reestructuración ayudó a sostener a los practicantes de perf i l internacio-

na l, as í como a los ba ncos y negocios fa milia riza dos con el empleo del dere-

cho en las diversas transacciones internacionales. Los abogados de estas

f irma s report a n q ue el G obierno y los negocios mexica nos se está n respa l-dando más en este t ipo de abogados “menos personales” , los cuales pro-

veen represent a ción inst i tuciona l , as í como un m a nejo de “conocimient os

especia l izados” . Como result a do de este proceso, hoy día se puede obser-

va r la a par ición de un gremio de a boga dos comerciales bast a nt e poderoso

en México, compuesto por muchos abogados mexicanos que son descen-

dient es de la élite de los negocios.

Las f irmas “de riesgos compartidos” que uti l izaron las conexiones so-

ciales mexicanas y la tecnología jurídica estadounidense permitieron que

las multinacionales obtuvieran un fruto doble de los negocios realizadosen México. Asimismo, estas f irmas difundieron nuevas herramientas delderecho dentro de la profesión jurídica mexicana de éli te. Dichas herra-

mientas, como veremos, lograron ser uti l izadas en diversas transacciones

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comerciales y como par te de las est ra tegia s emplea da s por los abogados en

el ámbito del poder estatal . El aire extranjero de este t ipo de cónclave

jurídico engendró un a l to nivel de hosti l idad, pa rt icular mente en la déca -

da de los 70. Un a boga do esta dounidense af irmó que su próspera f irma dea boga dos fue a cusa da pública mente de ha ber sido propiedad de un a boga -do esta dounidense, de qu ien se decía era un petrolero de Texas. L os aboga -

dos esta dounidenses con los que ha blamos tuvieron que insta ura r dema nda s

para poder ejercer su profesión, a pesar de que la ley escri ta así se los

permit ía . D e hecho, la orga niza ción del gremio de abogad os má s import a n-

te , la B a rra Mexica na , sólo empezó a a dmit i r extra njeros ha ce un par de

años.

Debido a l na ciona lismo jurídico reman ente y a la cont inuidad de víncu-

los cercanos de las f irmas de perf i l internacional con diferentes cl ientesextranjeros –quienes aún siguen siendo los principales consumidores de

sus servicios–, no resulta sorprendent e que este grupo de abogad os mexi-

canos, al iado con diversas f irmas y negocios estadounidenses, no hubiera

desempeña do un pa pel principal en la s negociaciones del Naft a (tema que

será discutido más adelante). En efecto, el grupo que estaba prosperando

en el área de comercio exterior no era el mejor para ser empleado comoinstancia legit imadora de las negociaciones del Nafta .

MONTERREY, ALFA Y EL SURGIMIENTODE LOS ABOGADOS ASESORES INTERNOS

Existe una historia para lela a l surgimiento de los a boga dos a sesores inter-

nos de las empresa s, la cua l se centr ó en Mont errey con la presencia d e la

coal ic ión más grande de las famil ias Garza y Sada , denominada como el

grupo Mont errey. E sta historia l leva consigo una conexión fa scina nt e con

las f irmas extranjeras de abogados de Ciudad de México. Ernesto Canales

Santos, cuyos vínculos con la famil ia Garza se susci taron a part i r de un

matrimonio con una integrante de la familia, siguió una trayectoria de abo-ga do enfoca da ha cia los negocios, estudia ndo en la E scuela L ibre de Dere-

cho de Ciud a d de México8. Mientra s era estudiante , t ra bajó para la f i rma de

8 El prim o de Ernesto Canales Santos, Fernando Canales Clariond –otro de los descendientes

ilustres del grupo M onterrey, líder del PA N y abogado graduado–llegó a ser el presidente de

IM SA (inicialm ente industrias M onterrey). Las palabras de Ernesto Canales Santos sobre su

linaje, citadas por Cam p, ilustran bastante bien la división existente entre el ram o de los nego-

cios y el Estado: “cuando era pequeño m i hogar estaba rodeado de negocios, y fui educado en

el colegio de los herm anos cristianos en donde existía una actitud fuerte en contra del G obier-

no. Com o profesión estudié derecho. Com o estaba interesado en am pliar m i m undo, viajé aM éxico porque en esos días las universidades de M onterrey no eran m uy prestigiosas. Estudié

entonces en la Escuela Libre de D erecho de la Ciudad de M éxico ... m is am igos eran sim ilares a

m í por sus fam ilias y por los colegios donde habían estudiado. En esa generación, nosotros

solíam os pensar que el sector público era com pletam ente corrupto, sucio”(Cam p 1989, 74). A

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320 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

abogados Baker y Botts, pasando su período de aprendizaje del verano en

las oficina s de H ouston, como pra ctican te a l mejor esti lo esta dounidense.

Al graduarse, sacó provecho de uno de los programas promovidos por la

Fun da ción F ord, el cua l enviaba a 20 estud ian tes de na ciona lidades diver-sas a estudia r un progra ma a vanza do en la Fa cul tad de Derecho de la U ni-versidad de Columbia. Así , obtuvo un t í tulo en el programa de maestría

M.C.L.

Ca na les regresó a Monterrey para t ra bajar en una de las f irma s priva-

da s má s conocidas , Sa nt os E lizondo, la cua l , en el escena rio de Monterrey

donde la división de la él i te esta ta l no era ta n rígida , combina ba el derecho

de los negocios y la polí t ica de una forma qu e no era común en C iuda d de

México. Luego de transcurridos pocos años, la atracción de formar parte

del grupo Mont errey lo ca utivó, y a sí se convirt ió en la ca beza del depa rt a -mento jurídico de una compañía f inanciera en Ciudad de México. Poste-

riormente regresó a Monterrey para dir igir la división jurídica de un

consorcio de compa ñía s del gr upo, el cua l en 1973 se dividió en d os entida -des, Visa y Alfa, luego del asesina to de su líder má s visible, Eug enio G a rza

Sa da . Los negocios de Monterrey, si bien eran ma neja dos con cri terios de

fam ilia , gua rda ba n un nexo geográ f ico e ideológico con los E sta dos Un idos,

y por lo ta nt o no es sorprendent e que los mismos luciera n a tr a ct ivos como

socios parte de posibles empresas de riesgo compartido bajo las nuevas

regula ciones jurídica s de México en ma teria de inversión.La historia de Alfa en los años 70 hasta su estado de casi bancarrota

durante la crisis de la deuda en la década de los 80, frecuentemente es

expuesta como ejemplo de un negocio en donde tuvo lugar un derrocheil imitado de fondos. De hecho, dicha historia representa un aspecto clave

de la transformación de los negocios mexicanos, así como de la relación

ent re los negocios mismos y el derecho. Desde 1974 ha st a 1980, según C a mp,

Alfa creció má s d el 100% (1989, 215). Lu ego de un a caíd a t empora l, los

detra ctores de corte t ra diciona l rá pida mente empezaron a señalar sus “de-

fectos”: “ellos trajeron un puñado de jóvenes expertos, con todo tipo deforma ción t écnica , a sí como MB As de Ha rva rd y Columbia, pero no tenían

idea alguna sobre las realidades de la industria de empaque de carnes. El

giro de un proceso manejado con códigos de familia hacia otro en donde

predominaba una burocra cia a dministra t iva l levó a la empresa a la ba nca-

rr ota ” (E nr iqu e Kra uze, cita do por C a mp 1989, 215). De hecho, Alfa , lidera da

pesar de nuestro énfasis en el “aspecto jurídico”de la trayectoria de Canales, tam bién es

necesario anotar que, según Cam p, Canales era el m ayor accionista público de A lfa, controlan-

do el 47% de las acciones públicas (185). Tam bién resulta interesante que otro abogado deM onterrey describiera a Canales m ás com o un consigliere  que com o un abogado, y de igual

form a un abogado de Ciudad de M éxico afirm ó que él era m ás un hom bre de negocios que un

abogado. El perfil fam iliar y los m últiples roles desem peñados es la versión m exicana de lo quefue observado en los otros países.

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321

por Bernardo Garza Sada, “ fusionó las otras tres subdivisiones del grupo

Mont errey violan do una regla que h a bía sido esta blecida en 1974, es decir,

que cada subdivisión se abstendría de l levarse los ejecutivos de las otras

divisiones”.Si observa mos detenida mente, podemos consta ta r que Alfa rea lmente

violó la s r eglas d el juego, pero la lógica que g uió la s a cciones de B erna rdo

Garza Sada es bastante entendible . Como fue anotado, los negocios deMont errey const i tuía n un socio at ra ctivo par a posibles empresas d e riesgo

compart ido ba jo la s nueva s regula ciones. La dirigencia d e Alfa , según un o

de los miembros de la empresa , reconoció qu e pa ra tr a ba ja r con compa ñía s

como Dupont, requerían “gente que hablara el mismo idioma”. Y si que-

rían atraer a los mejores socios de inversión, “necesitaban de un manejo

profesiona l” . Según una fuente, que era una de las persona s qu e tra bajabaen el depa rt a ment o jurídico de Alfa , C a na les ta mbién reconoció qu e nece-

sitaban “otro t ipo de abogado”, un abogado “sensible a las necesidades y

diversos a spect os de los n egocios”. En t onces Alfa concedió alred edor de 20

becas en un período de 10 años para que varios estudiantes obtuvierantí tu los de estudios a va nza dos en los Est a dos Unidos. Así , Alfa a tr a jo a los

jóvenes abogados más cosmopoli tas y mejor conectados para ofrecerles

educa ción en los Est a dos Un idos. El personal del depa rt a mento jurídico de

Alfa , inm erso en n umerosos procesos de a dqu isición y en va ria s empresa s

de r iesgo compa rt ido, creció dur a nt e el período 1979-1981 de 30 a cas i 100abogados.9  Muchos de estos abogados aprendieron a t rabajar de manera

cercana con sus análogos de los Estados Unidos, creando un espacio mu-

cho ma yor pa ra el derecho en las rela ciones de negocios qu e involucra ba n

a las diferent es compañía s mexica na s. Los l íderes de los negocios genera l-ment e siguen siendo miembros de la fa milia , pero el modo como se condu-

cen los negocios ha cambiado de manera sustancial .

El crecimiento de departamentos jurídicos como el de Alfa –que conta-

ba con abogados en la Ciudad de México, así como para atender temas

relacionados con el Estado– de nuevo tuvo un impacto que sobrepasó de

lejos los límit es de sus negocios jur ídicos específicos. Ot ro t ipo de negocios,

empezando por aquellos de Monterrey, copiaron la estrategia jurídica deAlfa para competir en el mercado de los negocios lucrativos. Más aún, el

equipo jurídico de Alfa –y aquellos de otras empresas– se convirtieron en

la ba se de buena pa rt e del sector jur ídico priva do. Muchos de los miembr os

de estos equipos jurídicos dejaron sus posiciones en la esfera de los nego-

cios para formar parte de di ferentes f i rmas de abogados, como Santos

Elizondo. Estos abogados evocan de modo casi exacto al t ipo de abogado

que forjaron las f irma s extra njera s y su descendencia en la C iudad d e Méxi-

9 Actualm ente cuenta nuevam ente con alrededor de 30 abogados.

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322 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

co, a un cua ndo se tra ta de procesos algo distintos. Est a ref lexión de uno de

los a boga dos de Mont errey q ue fue beneficia do con una de la s beca s conce-

didas por Alfa es i lustr a tiva : “si usted se va pa ra el J a pón o para Fra ncia y

habla con alguien que no haya estudiado en los Estados Unidos . . . a l l í ha-brá muchos problemas”. Es necesario que exista “un idioma jurídico co-mún . . . l as t ra nsa cciones interna ciona les requieren de a boga dos qu e ha ya n

estudiado en los Estados Unidos” .

Otr o de los impa ctos de este crecimiento de los depa rt a ment os jurídi-

cos se dio en el propio E sta do. La s giga nt es inversiones de esfuerzos y derecursos de Alfa en ma teria de derecho ayuda ron a genera r legit imidad a

Alfa y a otro t ipo de proyectos empresar iales. Según un a fuente, los a boga -

dos de Alfa desarrollaron un marco para que las compañías del consorcio

consolidar a n d e mejor forma sus impuestos. Así , se hicieron a una serie deregulaciones guberna menta les y f ina lment e obtuvieron u na ley en ese sen-

tido. En general, “la fuerza del personal jurídico” de Alfa logró “cumplir

pronta mente t a reas de interés genera l ” . Al fa no requería involucra rse en

sobornos o en juegos estr ictos de poder, ya qu e podía ena rbolar “a rgum en-

tos” jurídicos sin q ue tuviera “qu e ha cer lucir al G obierno como un t onto” .

De esta manera, los sofist icados abogados de negocios de Alfa lograronconstruir una infraestructura gubernamenta l necesaria para legi t imar la

posición de Alfa , má s a l lá de la s estr icta s relaciones informa les del pasa do.

Es posible conectar la historia de los negocios de Monterrey con la delas firmas de abogados de la Ciudad de México, a través de la AsociaciónNacional de Abogados de Empresas, Anade. Esta instancia fue fundada

por F ra ncisco B reña en 1970, como el luga r en d onde un pequeño gru po de

abogados asesores internos –muchos de los cuales estaban asociados con

negocios esta dounidenses de la Ciuda d de México– se reunía n y discutía n

asuntos de preocupación común. Ellos tenían un prestigio relativamentepreca rio como abogados. P ero ga na ron en import a ncia con la ley q ue pasó

el entonces presidente Luis Echeverría en relación con la inversión ex-

tranjera. Así , la Anade se expandió hasta incluir al grupo emergente deabogados pr ivados . Con una mirada re t rospec t iva , de acuerdo con unode los protagonistas de estos eventos, la ley para la inversión extranjera

fue “fabulosa para los abogados” y la Anade. En efecto, esta instancia ac-

tualmente es un gremio que asocia a todos los abogados de negocios, con

a proxima da ment e 700 a boga dos en el país. E ste es otro ejemplo qu e mues-

tra el incremento del valor que se le ha concedido al derecho –especial-ment e al t ipo de derecho de corte esta dounidense– y a los a bogados en el

mun do de los negocios. Actua lment e est e proceso ha fa cilita do un cabildeo

a biert o por par te de los a boga dos, quienes ha blan como port a voces del de-recho y de los int ereses de sus cl ient es.

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324 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Aguilar también contaba con otro tipo de activos desde el punto de

vista de los economista s . Er a bast a nte joven, y no tenía conexiones a bier-

tas con abogados de perf i l internacional , quienes gastaban mucho de su

tiempo representa ndo a cl ient es esta dounidenses. Aguilar no era conside-rado como alguien que se dejara capturar por los intereses estadouniden-ses. Asimismo, desde otr a perspectiva , como una persona con m á s vínculos

en el ár ea priva da que en la ra ma pública del derecho, no era identi f ica do

con los nacionalistas tradicionales del derecho, quienes se oponían a la

apertura del mercado jurídico mexicano. La escasez de personas con el

perfil de Aguilar se puede ver en el hecho de que 15 abogados mexicanos

del Nafta tenían solamente alrededor de 25 o 27 años de edad. Entre los

15, la U niversidad Na ciona l Aut ónoma de México ocupa ba el primer luga r

en número de gradua dos, pero a un a sí no a lca nza ban a ser may oría . Ta m-bién estaban representadas las universidades privadas más reconocidas,

como la Escuela Libre, el ITAM, la Panamericana y la Iberoamericana.Est e grupo de jóvenes abogados –que incluía a va rios cerca nos al II J – for-

mó un cordón cuya s uniones convergía n en el Na fta y en el nuevo t ipo de

derecho que dicho tr a ta do implica ba .

Desde la perspectiva de los negociadores de los Estados Unidos, la de-

legación mexicana era fuerte “en asuntos de resolución de disputas” , el

punto de entrada de las negociaciones. Desde el principio hubo un grupo

de trabajo en resolución de disputas, el cual era “un grupo de abogados”.Est a célula , en pala bra s de uno de los par ticipan tes esta dounidenses, pro-

dujo “a lguna s de la s negociaciones má s a rmoniosa s” en el proceso del Na f-

ta , dando como resul tado un sis tema bastante complicado que guardabarelación tanto con el arbitramento comercial internacional como con los

sistemas existentes para el comercio bajo el Acuerdo General sobre Co-

mercio y Aranceles y la Organización Mundial del Comercio. Así, produje-

ron una maquinaria similar, evitando l levar los l i t igios no sólo ante los

tribunales mexicanos sino también ante los canadienses y los estadouni-

denses. El objetivo de promover a l terna tiva s se l levó a cabo en a sunt os decomercio y, de forma má s genera l , en rela ción con la s provisiones del “Co-

mité 20-22”, encarga do de tr a ba ja r sobre medios a l terna tivos de solución

de conflictos, incluyendo el arbit ra ment o como forma par a resolver las dis-

putas de negocios privados transnacionales.

Es tos a boga dos del Na fta , como grupo, fa cilita ron el núcleo de una nueva

generación de abogados comerciales internacionales. En efecto, cuentan

con conexiones extranjeras, experiencia en el Estado mexicano y con un

conjunt o de conocimientos t écnicos especia l izad os qu e encaja n con el nue-

vo régimen comercial crea do por el Na fta (y la OMC), con el nuevo enfoqu ea nt imonopol io insta ura do ta mbién por el Na f ta , a sí como con la nueva m a -qu ina ria en resolución de conflictos. Tra ba jan do con economist a s, ellos cons-

tr uyen un espacio en donde el derecho y la n ueva economía va n de la m a no.

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325

Aguilar, por ejemplo, decidió conformar su propia firma consultora junto

con el economist a J a ime Serra , apr ovechan do sus vínculos con el G obierno

mexicano, con la comunidad de arbitramento internacional y con los abo-

gados estadounidenses que participaron activamente en las negociacionesdel Naf ta .

EL TRIBUNAL ELECTORAL Y LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN

El desplazamiento de los abogados de negocios hacia el Estado puede ser

observa do especia lment e en los escena rios de reform a electora l y de lucha

en cont ra de la corrupción, los cua les se consti t uyer on en un esfuerzo por

renovar a l PRI y relegi t imar a l Estado mediante las estra tegias interna-ciona les que se hicieron a ún m á s fuertes con el Naft a .

Uno de los grupos de derechos humanos de particular interés en el

tópico de las elecciones se encuent ra compuesto en su t ota l idad por l íderesempresa ria les y aboga dos de negocios. La Comisión Mexica na de Derechos

H uma nos (qu e no debe ser confundida con la Comisión Na cional de D ere-

chos Humanos, CNDH) fue fundada en 1988 por abogados de negocios,

incluyendo a R a món Sá nchez Meda l –un profesor ba sta nt e conocido de la

Escuela Libre de Derecho–, Antonio Prida –uno de los socios de Curtis

Mal let– y Ra fael Estra da Sa ma no –ex abogado de Ba ker y McKenzie , abo-ga do asesor intern o de Xerox y a ctivista del Pa rt ido Acción Na cional–. La

Comisión Mexicana dio un énfasis de negocios al tema de los derechos

hum a nos y a simismo vigiló con det enimient o el tr a ba jo del Tribuna l E lec-tora l . Ademá s, centr ó su enfoque en la t ra nspa rencia y en la responsabil i-

dad, haciendo que las autoridades “dieran expl icaciones” . El Tribunal

Electora l , que era la versión a ná loga del la do del P RI y de la él ite pública

tr a diciona l , fue consti tuido por u n gr upo del á mbito privado. Actu a lmente

el Tribunal Electoral es una insti tución al tamente juridizada, en donde

incluso se adelan ta n a udiencias pública s. Sus m iembros debían conta r conuna muy buena reputación. De los seis ciudadanos, uno había sido por

largo t iempo el asesor genera l de B a na mex, el ba nco privado má s gra nde

de México; otro ha bía sido un escri tor editorial desta cado en una publica -

ción de negocios; otro de ellos provenía de la Escuela Libre, una facultad

privada de éli te, quien a nt es ha bía sido miembro de la C omisión Mexica na

de Derechos Humanos. El consejero general del Tribunal Electoral fue

Sa nt ia go Creel , qu ien ha bía s ido el socio principal de Noriega y E scobedo

–la f irma mexicana originalmente af i l iada con Curtis Mallet– y descen-

diente de la familia de éli te que dominaba Chihuahua antes de la Revolu-ción Mexicana. Desde antes había participado de forma activa en causas

relacionadas con los derechos humanos, incluyendo su colaboración para

la Alianza Cívica, la ONG más grande que empleaba fondos y conexiones

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326 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

esta dounidenses par a ejercer presión sobre el PR I con el objeto de man te-

ner u na s elecciones l impia s.

La s a ctivida des posteriores de Creel son de especial int erés. Luego de

su dimisión a l Inst i tut o Federa l Electora l en octubre de 1996, formó pa rt edel Estado como miembro del partido conservador de oposición, el PAN.

Después fue elegido al C ongreso y se convirt ió en par te de la empresa q ue

hizo resurgir a esta corpora ción, al ser elegido como presidente de la Comi-

sión pa ra Asunt os G uberna menta les y C onsti tuciona les. Ta mbién hizo uso

del poder de los procedimientos de acusación para atacar a una serie defuncionar ios del P RI. Má s t a rde, Creel hizo par te de un grupo de polí t icos

del P AN que buscaba crea r un a a l ianza con el P RI, lo cual fue otr o modo de

cont inua r con la s presiones de las estra tegias int ernaciona les pa ra que se

reformaran este últ imo partido y la polí t ica mexicana. El enfoque en laselecciones ca mbió las regla s de juego electora les, ha ciendo que el P RI per-

diera el control sobre las mayorías. Asimismo, este cambio permitió que

Cua uht émoc Cá rdena s, a q uien le había n “robado” la elección presidencia l

en 1988, fuera elegido como gobernador de la Ciudad de México en 1997,

como líder del P a rt ido de la Revolución D emocrát ica .

Procesos similares de fusión entre los sectores público y privado se

dieron en la campaña signif icativamente notoria –en México como en los

Es ta dos Unidos– en cont ra de las droga s y la corrupción. P or ejemplo, Ra -

fael Est ra da Sá ma no (Wa lker 1995), quien se gra duó en la Escuela Libre yposteriormente obtuvo una maestría en derecho de la Universidad de Co-lumbia, l legó al Gobierno a través de actividades de negocios adelantadas

inicia lmente en Baker y McKenzie . Posteriormente adelantó una larga

ca rrera que incluye su vincula ción en Xerox, y luego un ejercicio consta nt e

del activismo en el PAN, la Anade –de la que llegó a ser vicepresidente– y

la Comisión Mexicana de Derechos Humanos arriba mencionada . 11  Des-pués se convirt ió en el segundo al ma ndo de la P rocura duría , ent ida d que

ha investigado deli tos relacionados con el narcotráf ico, la corrupción, al

igual que famosos delitos políticos recientes. Su posición en el Gobierno,tr a bajan do pa ra otro líder del P AN, Ant onio Lozan o Gra cia, de nuevo muestr ala legit imida d creciente que ha a dqu irido la éli te de los a boga dos de nego-

cios en car gos del E st a do. Pero el crecimiento de legit imida d no necesar ia-

mente significa que ellos puedan evadir las controversias que rodean a la

política y a l derecho en México. En efecto, la oficina federa l de la P rocura duría

ha tenido una esta bilida d preca ria , debido a los frecuentes y complejos escán-da los relaciona dos con dr oga y corru pción. P or ello no resulta sorprendent e

que Lozano no hubiera desempeñado su cargo por un t iempo largo.

11 Su padre fue abogado y uno de los fundadores del PA N. Se dice que conoció al Procurador

G eneral de entonces, Antonio Lozano G racia, com o parte del esfuerzo orientado a prom over

la creación de un tribunal electoral independiente.

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E st e sector bas ta nt e pequeño pero en continu o crecimiento, proveniente

del gremio asociado de abogados y que se ha consti tuido en un puente

ent re la división del sect or público con el privad o, puede ser ent endido de

mejor forma a l ana l izar con ma yor deta l le una entrevista a dela nta da conuno de ellos. Resultan de interés particular no sólo las acti tudes circun-da nt es, sino ta mbién el t ipo de tra ba jo que ha venido siendo rea liza do por

el Esta do en el sector privado. P or lo ta nto c ita mos en extenso a lguna s de

las ideas de un o de los abogad os de la nueva éli te jurídica. Con r eferencia

a su vinculación específica con el sector público mediante las organizacio-

nes cívicas y de derechos humanos, él describió el desafío presente del

siguient e modo:

Yo pienso que una de los objetivos cruciales de la reforma consiste

en adaptar realmente el s is tema jurídico para que se protejan deuna mejor forma los derechos de propieda d. E n México nosotr os te-

nemos un problema inmens o en tér minos de derechos de propieda d,un gr a n problema . E s decir, nosotr os tenemos muchos problema s enrelación con los derechos humanos, con los derechos políticos, pero

debo ha cer énfa sis en los derechos de propiedad . . . Cua ndo la just i-cia no está funcionan do eficient ement e en térm inos de tiempo [y] entérm inos de la s dema nda s que se pueden int erponer . . . entonces la

propiedad no tiene el va lor q ue t iene en otros pa íses . . . ese costo [deejecución] va a tener qu e ser una suerte de ent ra da par a q ue se dé la

tot a lida d de la ecua ción ... y ent onces se conviert e en corrupción ...Más a ún, resul ta necesario acometer una reforma del sis tema judicia l

porque “la Rama Ejecutiva domina . . . ciertas decisiones clave de los jue-

ces” . P or lo ta nto “ la r eforma lega l se encuent ra a l interior de la reformapolí t ica . . . si nosotr os queremos una democra cia , tenemos que gozar d e un

sistema . . . judicia l qu e sirva no sólo para proteger los derechos de propie-

dad sino también los derechos polí t icos y los derechos humanos. De otra

forma única mente t endremos una democra cia en el pa pel . Lo que quiero

decir es que debemos tener jueces independientes y a ut ónomos, para qu e

si a lguien r eclam a que a lgún t ipo de derecho le ha sido viola do, sea decidi-do su caso de ma nera objetiva , impa rcial , just a ” . Fina lmente, junt o con la

democra cia y u n sist ema judicia l robusto e independiente viene el requisi-

to de la responsa bilidad : “si el G obierno no es r esponsable de sus polí t ica s,es difícil que el sist ema judicial fun cione”.

Est e a boga do reconoce perfecta mente q ue este progra ma es clar a men-

te ra dica l :

La reforma política afectará a ciertos grupos políticos, grupos queen el pasa do no sólo han gozad o de poder político sino ta mbién del

económico al ha cer n egocios somet idos a la s vieja s regla s del juego.Dichos grupos no l legará n a a cepta r volunta riam ente esta reformapolítica . P ero, ¿por qué? Porq ue ellos tendr ían que cam biar el modocomo ma nejan el poder pa ra competir por el mismo y pa ra competir

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328 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

por result a dos merecidos. Ellos tendría n q ue competir en el mercad o

real por la lucha para obtener el poder. Luego yo creo que el granobstá culo, par a a lgo que huela o esté rela cionad o con la reforma po-lítica , son este t ipo de grupos, bast a nt e conserva dores. P or supues-

to, ellos no quieren cambia r porque se vería n a fecta dos sus intereses.Luego esta reforma política de hecho implica una suerte de luchapor el poder ... y est o, como ust ed sa be, ha deriva do en una secuencia

de a ctos violentos ta les como los asesina tos notorios de diferent espersonas .

Diversos profesionales del derecho como este abogado de negocios han

uti l izado múltiples escenarios e instancias para acceder al Estado, tales

como la import a ncia reciente d el derecho de los negocios, sus cont a ctos conlos Estados Unidos y, progresivamente, los esfuerzos invertidos en la re-

forma electoral , en las medidas anticorrupción y en la aplicación de losderechos hum a nos. Ahora ellos se est á n convirt iendo en a ctores principa-

les, tratando de superar una división dentro de la él i te mexicana que seremonta a los t iempos de la Revolución Mexica na .

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330 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Aboga dos para los D erechos Hum a nos), “sabiendo que el Ba nco ha bía r es-

paldado una reforma sobre procedimientos legislat ivos en Chile, Moisés

Na ím –represent a nt e del B a nco Mundia l en Venezuela en ese entonces [y

f igura determinante en que el Banco Mundia l tornara su mirada hacia elenfoque de gobierno y r eforma insti tu ciona l]– sugirió a C ordiplan, la a gen-cia de pla nea ción del Gobierno, la posibilidad de que entr a ra en cont a cto

con el Banco para solicitar ayuda financiera con el objeto de acometer una

reform a judicia l” (La w yers C ommitt ee for H uma n R ight s 1996, 82-83). Luego

de algun os deba tes, el B a nco Mund ial decidió ingresa r en este escena rio. Los

a boga dos del B a nco, incluyendo al a sesor general Ibra him Sh ihat a , ta mbién

aprovecharon esta oportunidad para promover sus conocimientos especiali-

za dos sobre t ema s a jenos a los propios de su r ol má s técnico, cara cterístico del

ejercicio de la profesión del derecho en el B a nco. Con este pa tr ocinio y el int e-rés progresivo en el enfoqu e insti t uciona l , el progra ma ha crecido de modo

considera ble. P a ra enero de 1995, según el Comité de Abogados, el Ba ncoMundial estaba adelantando proyectos de reformas judiciales por lo me-

nos en Argent ina , B oliv ia , Ecua dor y P erú en La t inoamérica , a sí como en

otr os países fuera de esta región (La w yers Commit tee for H uma n Rights

1996, 34-36). Es cierto, entonces, que una cantidad significativa de recur-

sos ha sido destinada par a las r eformas judiciales en los últ imos a ños (ver 

ta mbién Ha mm ergren 1998). No obsta nt e, la conclusión de la ma yoría de

personas que han evaluado estos programas es que los mismos no hanresulta do ser exitosos. Al respecto Ca rother s seña la qu e “los proyectos se

ha n q ueda do muy cort os en la rea lización d e sus objetivos” (1999, 170). 2

Los expertos en reformas judiciales t ienen sus propias explicaciones

sobre esta historia uniforme de fracasos, incluyendo la fal ta de voluntad

política en los países donde se han adelantado los proyectos, el poder de

intereses arraigados y la corrupción omnipresente (Carothers 1999, 165-177; Hammergren 1998, 270-280). Otros sugieren que las ONG deben te-

ner una ma yor part icipación (La w yers Committ ee for H uma n Right s 1996).

Est a s crít icas y sugerencia s ha n sido respaldada s por va rias persona s delB a nco Mundia l que ha n forma do pa rte en la rea l iza ción de esta empresa

(World B a nk S emina r 1998). No obsta nt e, la ma yoría de las explica cionesevaden la explora ción de los problema s estru ctura les que inevita blement e

se deben a fronta r a l l levar a cabo el cometido de las r eforma s judiciales.

En este capítulo pretendemos dar luces sobre estas razones estructu-

rales que afectan las reformas. Para el lo exploraremos los factores polí t i-cos que han conformado el poder judicial, así como su posición dentro del

ca mpo del poder esta ta l .3 Esta explicación es un poco compleja. En efecto,

2 Juan M éndez está de acuerdo: “las Judicaturas, y aquellos que las lideran, han sido particular-

m ente resistentes al cam bio”(1999, 223).3 Com o O’Donnell recientem ente lo señaló (1999, 323), “debem os tener en cuenta que el derecho,

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nuestr a intención es ofrecer un dia gnóstico de una si tua ción para explica r

el modo como la misma ha conducido a otra si tuación: el fracaso de las

reforma s judiciales. Nuestra explica ción r a str ea la posición de la judica tu -

ra en tr es períodos. En el primero, comenza mos recorda ndo las r elacionesque se dieron en la él i te tradicional , a saber, los abogados prestigiosos.Tra diciona lmente, los t ribuna les se encont ra ron determ ina dos por su posi-

ción a uxil ia r con r especto a la éli te qu e domina ba el ca mpo del poder esta -

tal mediante múltiples posiciones. Examinaremos esta posición auxil iar a

tra vés del a ná lisis de la s a ctividades de los grupos que ha n desa fia do dicha

posición en nombre d e la a ut onomía del derecho. En el segundo período,

luego de que el esta ment o mili ta r a sumió el poder, los tr ibuna les se vieron

desplazados, a pesar de que formalmente se les estaba garantizando su

a ut onomía . El ter cer período tr a e consigo un r obustecimient o de un sist e-ma judicial débil, esta vez asum iendo el pa pel del Esta do e incluso tra ta ndo

de material izar oportunidades para jugar un rol crucial de mediación enlos nuevos regímenes democráticos. El fracaso de este nuevo rol resalta

las a ctua les insuficiencia s de la judica tur a , las cuales exa cerba n la s crít icas

y las presiones para que se precipiten procesos de reforma. No obstante,

las d if iculta des que por su par te t ienen estos procesos de reforma son bas-

ta nte profundas.

UNA JUDICATURA DOMINADA DENTRODE UNA ESTRUCTURA JURÍDICA DE DOS NIVELES

En Brasil , como lo hemos mencionado, si las personas eran vistas “sólo”

como profesores, abogados o jueces, quería decir que terminaban siendo

excluidas de las posiciones sociales y profesiona les m á s a l ta s. D ichos pro-fesionales esencialmente eran miembros de segunda clase de la él i te. Por

su parte, este t ipo de distribución en dos niveles suscitaba una serie de

tensiones y cont ra dicciones. En B ra sil (a sí como en el cont inente eur opeo)

muchas de estas tensiones se hicieron evidentes mediante las actividadesde los procuradores o de los ministerios públicos. P a ra a quel los que t ra ta -ban de ingresar a l sistema judicial , los cargos en las of icina s del procura -

dor eran un trampolín codiciado por los más ambiciosos. Con el objeto de

edif icar s us propios roles, los procura dores usua lmente a cometía n esfuer-

zos para generar un nivel de autonomía en su propia insti tución. Así , es

posible describir un a lar ga historia sobre estos esfuerzos, los cua les fueron

explica dos ent re otros luga res, en los deba tes suscita dos en torno a la cons-

titución brasileña de 1988.

en sus contenidos y en su aplicación, es en gran m edida (com o lo es el Estado del que form a

parte) una dinám ica de condensación de relaciones de poder, no sim plem ente una técnica racio-

nalizada para la consecución del orden de las relaciones sociales”.

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332 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Sir viéndose de los esfuerzos históricos orienta dos a qu e los procura do-

res t uviera n un rol má s a ut ónomo, así como de los ideales promovidos por

un grupo de jóvenes activistas, los procuradores lograron obtener mayor

independencia en el manejo de casos penales y mayor preponderancia enlos casos civiles. Una persona cercana a los activistas lo explica de estaform a : “el los no era n polí t icos en el sent ido electora l” , sino en el sent ido de

ha cer r espeta r el derecho. Los procura dores no ocupa ba n posiciones de élite,

ya qu e ca recía n de vínculos o conexiones sociales inf luyent es con “la s vie-

ja s fam ilias” . P ero ellos “sa bían s obre el a sunt o” y emplea ron diversos an á -

lisis par a demostra r q ue el Ministerio P úblico debía ser independient e y la

forma en que esta independencia podía ser obtenida . P or “ independencia”

ellos entendían que sus oficinas no podían ser ocupadas por políticos –quienes

llenaban múltiples plazas que se encontraban alrededor o por encima delderecho–, ni la of icina del procura dor ser empleada como tr a mpolín ha cia

la polít ica por pa rt e de miembros de la él ite q ue tu vieran poco inter és en elderecho. Así, los procuradores, aprovechando el prestigio del derecho en

los result a dos obtenidos en contra del régimen mili ta r, t uvieron éxito en la

a sa mblea const i tuyent e. Uno de los individuos que ha bía sido promotor de

la independencia d e los procura dores por la rgo t iempo, describió los m á s

de 20 años de lucha en fa vor de esta causa como una gesta “por la l iberta dy la a ut onomía del Ministerio P úblico”.

Cua ndo hubo oportun ida d, se dieron activida des del mismo tipo en otr a spar tes de la judica tu ra . P or ejemplo, en Ch ile a ctua lmente existe un grupo

dent ro del sistema judicia l (el cua l ha t enido el contr ol de la Asocia ción de

J ueces duran te ca si una década ) que está busca ndo modernizar los tribu-

na les y volver el s is tema má s meri tocrá t ico y a tr a ct ivo pa ra los egresadosde facultades de derecho. Reconociendo los problemas de desprestigio, en

par te por la invisibilidad de los t ribuna les dur a nt e el período de P inochet,

alrededor de 1985 algunos jueces empezaron a hablar de cambios necesa-

rios. En su calidad de profesores de dedicación parcial , aceptaban que el

conocimiento generado en las facultades de derecho tenía un escaso im-pacto social , lo que contrastaba, según su perspectiva, con lo que ocurría

por ejemplo con los conocimientos de la a cademia en ma teria de economía .

En otr a s pala bra s, la “ciencia del derecho” no esta ba logra ndo producir un

ca mbio en su ca mpo, en contr a ste con “la r enovación” que se esta ba d a ndoen otr os escena rios socia les. Al pa recer, u n “papel de cort e conserva dor”

era el único rol disponible en los recintos de los tribunales. A su vez, los

profesores de derecho, de acuerdo con uno de los protagonistas, “vivían

dentro del sistema” y “esta ban l it iga ndo”. Ellos no esta ban dedica ndo nin-

gún esfuerzo rea l para adelant a r una reforma o para a cceder a a lgún t ipode conocimient o jurídico técnico. Asimismo, est e informa nt e reca lcó qu elos profesores de dedicación parcial estaban reacios a establecer vínculos

fructí feros con otro t ipo de a ut oridad es a cadémicas o incluso con otros jue-

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ces. Tal y como los procuradores de Brasil , el grupo subordinado en el

cam po jurídico –el “segun do nivel”– tr a t ó de mejora r su posición impulsa n-

do una causa que buscaba cent ra r esfuerzos en el derecho y sus ideales. Al

hacer esto, esperaban validar su posición en contraste con una éli te quea dquiría su poder media nte la eva sión de un esta t us en donde fueran con-siderados como “sólo abogados o profesores”.

Estos esfuerzos reformistas encontraron una fuerte oposición dentro

de la s estru ctura s jurídicas preva lecientes. Hemos encontra do que existen

dos ma nera s bá sica s de resist i rse a las r eforma s. La primera es el clásico

modo de producción y de manejo del derecho a través de criterios de fami-

lia . Por ejemplo, en la Francia del siglo XIX usualmente se decía que “no

existe una mejor ga ra nt ía de tener una just icia a decuada que un a pel lido

adecuado”. De modo consistente con este ideal de familia , los diferentesa boga dos y jueces fueron vinculados a sus car gos má s por su a bolengo fa-

miliar y por sus relaciones personales que por su conocimiento sobre el

derecho. Incluso los primos que no tenían ningún otro prospecto podían

ser ubica dos en la judica tu ra o en pla za s relaciona da s como la de los pro-

cura dores, pa ra a sí extender y ma nt ener el a lca nce de la fam ilia . P or ejem-plo, al mirar retrospectivamente hacia los años 60 en Chile, uno de los

jueces manifestó que el ingreso a la judicatura dependía en gran medida

del acceso a las diversas redes a sociad a s con los jueces y emplea dos para

ese entonces vinculados. En efecto, esto signif icaba que la judicatura eraun sis tema “abierto” , pero sólo de una manera que no representara una

a ltera ción de “ los va lores de fa milia ” preva lecientes.

Así, el mundo político-jurídico fue construido sobre la base de familiasextendidas cuyas raíces iban hasta los t iempos de la vieja oligarquía. La

dimensión del fa ctor fa milia r h izo que la legit imida d del derecho mismo se

encontrara a tada a las famil ias que estaban detrás del derecho, lo cual a

su vez quería decir q ue dicha legit imidad a dura s pena s reposa ba sobre el

cimiento de conocimientos profesionales especializados. 4  Por supuesto, la

credibil idad intelectual era importante para edif icar una trayectoria jurí-dica, pero la legit imidad del derecho estaba basada primordialmente en

vínculos fa miliares o cuasifa milia res, a sí como en una combina ción de ri-

tu a les diseña dos par a el consumo público del derecho mismo.

Este sistema jurídico de raigambre familiar contaba con ciertas venta-

jas. Por ejemplo, permitía un manejo interno de los confl ictos mediante

conexiones personales e intercambio de favores a través del t iempo. No

obsta nte , esto ta mbién ha cía q ue los t r ibunales y la judica tura en genera ltuvieran una gran di f icul tad en i r más a l lá de los arreglos construidos a

4 Un abogado narró nuevam ente la historia de cóm o los profesores de Chile viajaban al exterior,conversaban con un profesor francés y luego volvían a sus fincas para escribir un libro basado en

las ideas que habían aprendido durante sus viajes.

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334 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

tr a vés de esa s relaciones de fa milia . Hist óricament e, los tribun a les revisa-

ron casos import a nt es, “resolvieron” disputa s y a plicaron el derecho, pero

el poder y la posición de los tr ibuna les, sin importa r q ué t ipo de af irma cio-

nes fueran expuestas en sus fal los judiciales, dependían de su ubicacióndentro de una pa z socia l que esta ba basa da má s en relaciones familiaresextendidas alrededor del derecho y de las insti tuciones jurídicas que en

una a utonomía del derecho como ta l . Como J orge Correa Sut i l lo sugirió, e l

proceso político “ma rgin ó a los jueces de los cam bios socia les má s sign ifica -

tivos del siglo XX” (Correa Sutil 1993, 94).

Chile suministra el mejor modelo de una judica tur a que ha cía pa rt e de

una red extendida de vínculos familiares, y B ra si l, por su pa rt e, a un cuan-

do algo má s a biert o y competit ivo, como fue visto en la s a ctivida des relat i-

vamente fructí feras de los procuradores, también encaja en este modelo.El segundo modelo tradicional, ejemplificado por el sistema judicial de

México, convierte el modelo de producción de cort e fam ilia r en un a insta n-

cia clientelista.

No es extra ño que ha ya existido un nivel preca rio de a ut onomía de los

tribunales en México con referencia al sistema de patronazgo establecido

por el PRI. Primero, el prestigio general de la judicatura y del gremio deprofesiona les practican tes siempre ha bía sido bajo, y d ecreció aún má s con

la apertura de la facultad pública de derecho de la UNAM a una masa

significa tiva de est udia nt es en la década de los 50. 5 U n a boga do reconocido

y de experiencia, quien realizó algunos comentarios sobre los prospectos

de carr era s en los a ños 40, ma nifestó que él nun ca cont empló la posibil i-da d de ser juez; e incluso hoy día , un a bogado esta dounidense bien conec-

ta do af irmó que, en contra ste con los Est a dos Un idos, él no conocía a na die

en México que tuviera aspiraciones de formar parte de la judicatura, in-

cluso de la Suprema Corte.6  Por supuesto existen excepciones, pero losabogados más ambiciosos y mejor conectados no tratan de vincularse a la

judicatura.

Los jueces empiezan a ha cer car rera en la judica tu ra federa l como “se-

cretarios” de otros jueces, y avanzan a partir de una combinación de con-

tac tos y exper ienc ia . Pa ra ser juez se requer ía , has ta hace poco , ser

seleccionado por parte de uno de los magistrados de la Suprema Corte,

l la ma dos ministros. Algunos de los q ue a ccedieron a la judica tur a lo ha cía na través de contactos polí t icos mantenidos desde afuera, pero la mayoría

de ellos fueron promovidos desde a dentr o. H a bía 21 ministros de la S upre-

ma Cort e, y evidentement e ellos dividían el pa ís en 21 “regiones informa -

5 Sobre el increm ento de inscripciones y desem pleo,ver  Cleaves 1987, 45-53.6 Un abogado de M onterrey observó que no existe “una satisfacción social”en convertirse en juez

–lo que significa que puede ser asum ida com o “una oportunidad para hacer dinero”.

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les” , con un minist ro cont rola ndo las d esigna ciones de ca da una de dicha s

regiones. Los camari l las  de la judica tur a debía n lea lta d a l ministro que los

nombra ba e incluso se decía q ue en ocasiones debían l la ma r a los ministr os

a nt es de decidir un ca so. Así , se dio una polí t ica de pat rona zgo dent ro delsistema judicial .

P or lo ta nt o, desde el punto de vista de los reform a dores de hoy día , “ la

corrupción” real estaba consti tuida por “ la negligencia y la ineficiencia”

provenientes de un sistema ba sa do en el pat rona zgo polí t ico. Como lo se-

ña ló un a boga do privado, no existía “ca rrera judicial” , sino “polí t icos ma gis-tr a dos” . E l principal problema no era q ue los jueces inferiores ma nt uvieran

un vín culo directo con el proceso polít ico extern o, sino qu e se est a ba da nd o

un sistema con u n “cl ient elismo intern o”. Uno de los resulta dos predecibles

fue que los tribuna les, ta nt o los federa les como los esta ta les, esta ba n des-tina dos a ser débiles desde un punt o de vista técnico. P a ra empeza r, estos

tr ibunales no resul taba n a tra ct ivos par a abogados a l tamente ca l if icados y ,

para rematar , e l s is tema no premiaba a los jueces que tuvieran un nivel

a preciable de conocimient os técnicos. Los t ribuna les federa les, en pala bra s

de mucha s personas qu e ejercía n el derecho, no se encontra ba n “bien equipa-

dos para funcionar adecuadamente dentro de una economía de apertura” .

P or su pa rte , los t r ibunales esta ta les cuenta n con una reputación par -

t icula rment e negat iva , y sus jueces son n ombra dos como part e de un sis te-

ma local de pa tr onazg o. Según un o de los jueces, cua ndo el presidente deMéxico cambia , “el goberna dor ca mbia , el ma gistr a do ca mbia e incluso lossecreta rios cambia n”. P or lo ta nt o, debido a d iferent e t ipo de ra zones, ta n-

to la cal idad como la independencia de la judica tu ra son cuestiona bles. No

existen muchas ra zones para invert i r esfuerzos y recursos en m a teria de

competencia técnica, cuando la supervivencia depende de redes captura-

das por un patronazgo político. Al explicar el rechazo de diversas empre-sas de hacer uso de l a jud ica tura , uno de los abogados s implemente

manifestó, “hay cosas terribles que ocurren en los tribunales” .7 Un a boga-

do que ha ejercido el derecho en diversas áreas en Monterrey observó:“uno va a los t ribuna les” pero “no confía en ellos” . . . “el mejor a bogado es elqu e sa be cómo moverse políticam ent e en dicho ent orno” (ver ta mbién Riding

1989, 119-120). 8

7 Un abogado afirm ó que era un lugar com ún el que los abogados le pidieran dinero a sus clientes

para los jueces. N o es claro si este “pretexto com ún”enriquece a los abogados o a los jueces.8 Peter Cleaves cita las palabras de un abogado que sostuvo que “los estudiantes que han sido

precariam ente educados eventualm ente se convierten en jueces. Cuando el jurista instruido con-fronta al político en la sala del tribunal, el juez favorece al político debido a que no conoce la ley

lo suficientem ente bien com o para poder apreciar la posición del jurista”(1987, 52).

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336 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

UNA AUTONOMÍA SIMBÓLICA

La ma yor debilida d estr uctura l de los t ribuna les, como se describió, fue su

dependencia . En B ra si l y en Ch i le histórica mente se han encontr a do a ta -

dos a fam ilia s extensa s, y en México a un par tido polí t ico hegemónico du-

ra nt e mucho tiempo. Est a dependencia suscita diverso t ipo de crí t icas, perono conduce a soluciones obvias . En efect o, cua nd o la élite decide, por un a u

otr a ra zón, cort a r sus vínculos con la judica tu ra o esencialment e “vacia r la

competencia” de la función judicial , la si tua ción se ha ce peor. La ra zón q ue

subyace detrás de este efecto paradójico es que la dependencia también

representa una relación simbiótica que permite la penetración de nuevas

ideas y problemas en los tribunales. Los lazos familiares, en particular,permit ían que los t r ibuna les zan ja ra n disputa s mientra s a l mismo t iempo

permanecían bajo el control de la él i te jurídica. Pero cuando la conexión

con la éli te jurídica resulta escindida , los tr ibuna les se ven desa mpa ra dos

y en consecuencia qu edan si tua dos en una posición en donde funciona n engra n m edida media nte un a lógica de reacción.

La historia de los tribunales de Chile suministra un buen ejemplo de

este problema. Como hemos mencionado, los tribunales por largo t iempo

habían permanecido conectados a familias jurídicas extensas y pertene-

cientes a la oliga rq uía t ra diciona l . De hecho, histórica ment e los miembros

de la judica tur a en buena medida fueron part e de la ma quina ria oligár quica .No obst a nt e, cua ndo el derecho empezó a extenderse y el E st a do se convir-

tió en una insta ncia a lgo má s profesionalizada , se hizo ca da vez más dif íci l

combinar roles como los de juez, terrateniente, profesor e inversionista .Quizás debido a que el papel del juez era relativamente subordinado, la

judicat ura como inst i tución se a brió más h a cia el ingreso de persona s qu e

no pert enecían a las fa milia s t ra diciona les. Así , la judica tur a se volvió una

insti tu ción “delega da ” en el sent ido que a l lí eran vincula da s persona s a je-

na s a l esta blecimiento par a ma nt ener los va lores propios de éste. Al f inal

de la déca da de los 60, ha bía r elat ivam ente pocos miembros de las fa milia s dela oliga rq uía en la judica tur a . Según un o de los a cadémicos inst ruidos de la

judica tura , los t r ibunales eran una suerte de inst i tuciones vir tualmente

cerra da s, pero que “no forma ba n pa rt e del club” de la éli te.

Sin embargo, esta t ra nsforma ción no fue ta n c la ra para todas las perso-

nas al mismo tiempo. Debido al efecto generacional , la dirigencia de la

judicatura recibió su formación de acuerdo con los viejos patrones, incluso

cuando sus miembros empezaron a ser probablemente personas poco am-

biciosa s o poco ta lentosas de la s vieja s fa milias, o simplemente r ecién l le-

ga dos pertenecient es a la cla se media . 9 Como ocurr ió en ot ra s lat i tud es, los

9 Los jueces vinculados hasta 1990 en gran parte (estim ada por un juez com o el 40% ) provinieron

de las fam ilias de los em pleados judiciales. La Judicatura era “fundam entalm ente de clase m e-

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principiantes t ra taron de imitar la conducta y las maneras aris tocrá t icas

de los jueces de éli te, quienes aún estaban al l í cuando ellos comenzaron

sus carreras. Incluso también imitaron el modelo familiar de producción

jurídica, al vincular nuevos jueces que pertenecían por lo general a lasfamilias existentes dentro del sistema judicial . Pero su desempeño realesta ba destina do a ser un a especie de par odia pues ellos ni esta ba n conec-

ta dos con el poder, ni era n sensibles a los vient os de cam bio. Como un juez

lo ma nifestó, la judica tu ra a lrededor de 1965 era un sist ema “a na crónico”.

Un abogado destacado en la práctica del derecho de ese entonces sostuvo

que los valores de estos jueces eran los viejos valores del “derecho a la

propiedad”, m á s cercan os a t ra diciones promovida s por cultos de corte re-

ligioso como el Opus D ei, que a la s lecciones de idea les socia lcristia nos, los

cuales para ese entonces a l imentaban las aspiraciones de los democra-tacrist ianos. Por lo tanto, los jueces carecían de capital social , de conoci-

mientos especia l izados y de cua lquier t ipo de poder rea l . En resumen, nocontaban con una legit imidad verdadera o un cierto t ipo de autoridad ob-

tenidos por el los mismos. Así , no tuvieron la oportun idad rea l de mediar

en los conflictos q ue sur gieron a lo la rgo de los a ños 60 y 70.

Como era de esperar, la judicatura defendía los intereses de los terra-

tenientes , intent a ba imita r su comporta miento y aspiraba l legar a ser uno

de ellos. Los jueces ta mbién coincidía n con los mili ta res, de hecho bast a nt e

cerca nos desde el punto de vista social . No obsta nt e, dar cualqu ier t ipo derelevancia a la jurisprudencia que esta judicatura produjo es eludir su

verdadero papel en términos políticos y sociales. Lo que los jueces escri-

bían t enía muy poca importa ncia , excepto cua ndo ayu da ba n a fa ci l ita r cier-

ta s ar ma s tá cticas que termina ban fun diéndose en un escenar io que incluíaviolencia política, así como luchas sociales y económicas. Así, el discurso

tá ctico a cerca de la protección d e la propieda d priva da no fue irrelevant e

en los debat es y preocupa ciones sociales q ue car a cterizar on dicho período.

Pero el poder de los argumentos tácticos del momento dependía en gran

medida de la inf luencia y de la legit imidad de los pa tr ocina dores loca liza -dos a fuera de la judica tura : quienes estaban adentro y a fuera de Chi le

tr a ta ndo por t odos los medios de expulsar el régimen presente pa ra poner

uno nuevo en su luga r.

De este modo, no es extraño que la judica tura hubiera s ido bastante

complaciente con el golpe mili tar que ascendió a Pinochet al poder. La

judica tur a no sólo le dio la bienvenida a l nuevo régimen mili ta r, sino que

dia”, especialm ente conform ada por personas que querían ascender socialm ente. Su estructuraera a la vez fam iliar y perm eable, ya que se encontraba relativam ente abierta hacia personas que

pudieran conseguir un trabajo allí m ientras estaban en la facultad de derecho, así com o tam biénhacia aquellos que dem ostraran tener un com portam iento valorado com o conveniente para la

Judicatura. De esta form a, los jueces vinculaban personas “que eran com o ellos”.

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338 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

aspiró retornar a t iempos mejores en donde los jueces lograran af irmar

sus va lores y conocimient os. Va rios magist ra dos de la C orte Suprema , in-

cluyendo algunos abogados bastante prestigiosos, se apartaron del papel

que debían cumplir para respa ldar a l esta mento mil ita r , que compart ía unbagaje social común con aquellos que actualmente ocupan la mayoría delos cargos judiciales. Un o de los ma gistra dos de la C orte Suprema , ci ta do

por Const a ble y Va lenzuela (1991, 117), “se m ostró ‘enca nt a do’ con la pro-

mesa de la junt a milita r de ‘respeta r y ha cer cumplir’ la s decisiones judi-

ciales” . Los miembros de ra ngo ra so de la judica tu ra , como era de espera r,

no tuvieron na da de peso pa ra decidir. 10 Muchos de ellos, incluy endo líderes

import a nt es, ma nifesta ron su sa tisfa cción con el hecho de que, ta l y como

otro magistrado de la Corte Suprema lo manifestó, “el gobierno actual ja-

má s ha insultad o a los tribuna les” (ci ta do en C onsta ble y Valenzuela 1991,117). Reconociendo de modo sagaz que la judicatura había alcanzado un

punt o en donde su principal preocupa ción era ma nt ener los va lores de lavieja aristocracia , Pinochet “ le rindió atento homenaje a la dignidad y al

prestigio de la judicatura” (Constable y Valenzuela 1991, 117). 11

EL FRACASO PÚBLICO DEL FORO JUDICIAL

El arribo de regímenes más democráticos, la caída de los mili tares y los

está nda res interna ciona lmente reconocidos sugerían que el E sta do de de-recho y un papel má s robusto par a los tr ibuna les debía n ha cer pa rt e de las

nueva s estructura s del Esta do. Est a idea fue amplia mente compart ida por

aquellos que manejaron las respectivas transiciones hacia la democracia ,

incluyendo a P a tr icio Aylwin en Ch ile y a Ra úl Alfonsín en Argentina . 12 L aidea esta ba en a uge como resulta do de un enfoque en la s inst i tuciones que

esta ba pensad o par a faci l ita r un a opera ción eficiente de los mercados. No

obsta nte , como ha resulta do ser ha sta a hora , los t r ibunales han sido inca -

paces de a cometer el tra ba jo producto del cambio de gobiernos milita res a

regímenes en donde un sistema judicial relativamente poderoso e inde-

10 Com o uno de los jueces de am plia experiencia lo explicó retrospectivam ente, varios de los jueces

com enzaron a reconocer el problem a de los derechos hum anos y sabían la historia de la cons-

trucción de las nuevas instituciones europeas después de la Segunda G uerra M undial, pero tam -bién veían que ellos, tal y com o había sucedido con la Europa de los años 30, eran “débiles”e

“incapaces”de confrontar al fascism o.11 A 17 m iem bros de la Corte Suprem a les fueron dados conductores y autom óviles estatales

(Constable y Valenzuela 1991, 117).12 El conflicto sobre el papel de la Judicatura en el Brasil es discutido en Ballard (1999). Es difícil

evaluar las actividades de la Judicatura actual del Brasil, la cual se encuentra bajo el ataque de

Cardoso y su adm inistración, en parte por razones políticas. En general los jueces han puestoalgunos obstáculos frente a las reform as neoliberales del Brasil, pero no parece que los jueces

m ism os se hayan concentrado en elaborar el derecho puro en la m ism a m edida en la que lohicieron los procuradores. Hoy día hay pocas reform as que provengan de la Judicatura, la cual en

m uchas regiones aún está bastante dom inada por la lógica de las relaciones fam iliares.

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339

pendiente debería proteger los derechos humanos. Empezaremos con el

ca so de Chile, en donde la incapa cidad para a sumir un nuevo papel ha sido

part icularm ente evidente. En part e el problema ha sido que los t r ibunales

sufr en un n ivel consider a ble de desprest igio, debido a q ue son ideológica ysocialm ente ident i f icados con el cuerpo milita r. P ero el problema má s pro-fundo ha sido que la él i te polít ica ha uti l izado a los tr ibunales para ma nt e-

ner el pacto polí t ico que permitió la tr a nsición a la democra cia .

Los t ribuna les chilenos se convirt ieron en pa rt e explíci ta del pacto ce-

lebrado con Pinochet.13  Más aún, debido a las dif icultades de reformar el

sistema judicial, el gobierno de Aylwin no fue muy lejos en la causa dereforma r la judica tu ra . A pesar del esfuerzo de la Asociación d e J ueces,

arriba mencionada, los jueces tampoco quieren ser perturbados. 14  Por lo

tanto, los acontecimientos surgidos en Chile reforzaron una dualizacióndel mundo jurídico. Los derechos humanos y las empresas se orientaronhacia prácticas y patrones aceptados internacionalmente, pero los tribu-

nales permanecieron como parte del compromiso político establecido con

el régimen de P inochet. Así, no pudieron desempeña r el pa pel qu e las n or-

mas aceptadas internacionalmente les exigía cumplir.

Un ejemplo de esta dualización fue la Comisión de Paz y Reconcil ia-

ción creada a l margen de los t r ibunales .15  Ésta fue diseñada “para hacersurgir t oda la verda d y justicia ha sta donde fuera posible” . La C omisión de

la Verdad jugó un papel importante en el entendimiento moderno de losderechos huma nos, así como en mostra r q ue el régimen m ili ta r ha bía v io-

lado sistemáticamente este entendimiento. La Comisión de la Verdad fuediseñada con el objeto de respetar un cierto balance político, con ocho co-

misiona dos divididos ent re los opositores y los simpat izan tes del esta men-

to milita r. Los opositores de P inochet en la C omisión incluía n a J a ime

Ca sti l lo y a J osé Zala quet t , quienes actua lmente son identi f ica dos con el

sólido movimiento inter na cional en fa vor de los derechos hu ma nos. El per-sonal de la Comisión de la Verda d fue conducido por J orge Correa , quien

ya era reconocido como “una estrella bri l lante” , según uno de los partici-pan tes. Correa se había gr a dua do en la U niversida d de Yale, era el deca no

de la U niversidad D iego Porta les , conta ba con un nombre de famil ia t ra di-

cional y había guardado distancia respecto al régimen mili tar. Así , la Co-

13 Uno de los pactos, adem ás de la am nistía, por supuesto, tenía que ver con el núm ero de m agis-

trados que se m antuvieran alineados con Pinochet. Así, Pinochet facilitó el retiro de algunos

m agistrados para colocar en su lugar a personas sim patizantes con él y que pudieran m antenerseen sus cargos durante un período considerable.

14 Los jueces han reaccionado com o un cuerpo corporativo prim ordialm ente frente a las propuestas

de reform a, clam ando por un aum ento de sueldos y por un núm ero m ayor de jueces.

15 La ley de am nistía de Pinochet evitó que se llevaran a cabo la m ayoría de los procesos judiciales,con la excepción notable del asesinato de O rlando Letelier. Esta excepción fue hecha para satis-facer las exigencias estadounidenses.

LAS ESTRATEG IA S REFO RM ISTAS QU E G IRA N EN TO RNO AL SISTEM A JUDICIAL

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340 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

misión de la Verdad creó los registros respectivos de las peticiones de ha- 

beas corpu s  qu e ha bían sido insta ura da s, condujo otr o t ipo de investiga cio-

nes y se convirt ió en el modelo pa ra otra s comisiones de ese est ilo. En sum a ,

solidificó la legitimidad de los derechos h um a nos in t ern a ciona les en C hile.Aun a sí , el tr a bajo de la Comisión de la Verda d se ha cía por fuera de los

tribunales. Por lo tanto, con escasas excepciones, los tribunales han per-

manecido en la periferia de las actividades polí t icas que son manejadasmediante otros medios.16 E nt re qu ienes conforma n la éli te polít ica –inclu-

yendo a los abogados formados de acuerdo con los parámetros tradiciona-

les, a los economista s y a los especialist a s en ciencias sociales, ta n dest a ca dos

en los nu evos gobiern os– aún exist e poca a tención con r especto a cualq uier

tipo de reforma que t ra te de cambia r la posición de los tribuna les de modo

significativo.17

Ahora nos detendr emos en otros dos ejemplos, cada uno de los cua les

es presenta do como un estu dio de ca so. El propósito de estos est udios es

rastrear con a lgún deta l le la t rayectoria de los esfuerzos que, mediante

diferent es inversiones en favor de la a ut onomía del derecho, ha n sido em-

prendidos para reformar los tribunales. Así , empezamos con México, en

donde podemos consta ta r la coha bita ción del viejo régimen y el que sur jacomo nueva tendencia. La reforma en México ha venido primordialmente

de la mano de un defensor de asuntos de interés público (ombudsman ),

otra de las f iguras híbridas mexicanas que, por una parte, lucha en contra

del cl ient elismo y, por otra , refuerza el poder del Est a do. E sta historia del

surgimiento del derecho a través de los derechos humanos y de las co-nexiones internacionales se encuentra ínt imamente l igada tanto con el

Inst i tuto de Investigaciones J urídica s (IIJ ), el cua l forma part e de la U NAM

en la Ciuda d de México, como con un g rupo de persona s q ue emplea ron el

I I J para promover la a utonomía del derecho. Otra vez , a l igual q ue enCh ile, los nuevos esfuerzos en a ra s de la a ut onomía del derecho ha n t enido

impacto, pero asimismo han sido absorbidos por las estructuras prevale-

cientes de poder. Ha sta a hora observa mos el mismo resulta do en Argent i-

na, que consti tuye el segundo estudio de caso. Lo que pareciera ser un

esfuerzo sólidamente respaldado en favor de una reforma judicial y de laa ut onomía del derecho, en rea lidad se ha t ra ducido en una inversión pa ra

el área de la resolución al ternativa de los confl ictos, dejando intacta la

estructura del sistema judicial mientras se vigoriza la posición de las f ir-

ma s de abogados, loca liza da s entre el Es ta do y sus client es.

16 Tam bién parece que el arbitram ento es utilizado m ás que los tribunales en disputas com erciales

de valor significativo. Los arbitram entos son conducidos por los abogados m ás reconocidos que

tienen vínculos con las firm as de abogados y con la vieja élite de fam ilias extendidas.17 Las reform as de m ayor envergadura se han dado en el cam po de la justicia penal en cuanto al rol

del fiscal.

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341

DE LOS DERECHOS HUMANOS A LA JUSTICIA PARALELAAL INTERIOR DEL ESTADO: MÉXICO

J orge Ca rpizo es la f igura determina nt e del grupo que ha promovido lareform a de los tr ibuna les en nombre de los derechos huma nos y de la cre-

dibilida d int erna cional . F ue descri to por un a boga do perceptivo como “una

persona que se ubica entre la academia y la polí t ica” , “un caso excepcio-

na l” . Su carrera ha s ido la de “estrel la ” del I I J . Nacido en Ca mpeche, hi jode un h ombre de negocios, fue un estudia nt e “muy br i llan te” de la U NAM

en los a ños 60. S e hizo beneficiar io de una beca del IIJ , estudió posterior-

mente en el extranjero y obtuvo un t í tulo de maestría en derecho de la

Universidad de Londres. Entonces se dedicó a la investigación y, entre

otros document os, escribió un l ibro muy prestigioso t i t ula do El pr esid en- ci al ismo mexicano . A pesa r de sus a firma ciones en el sent ido de que prefe-r í a permanecer t iempo comple to dedicado a l a inves t igac ión , ocupó

rá pida mente diferentes plaza s dentr o de la U NAM y el IIJ . Así , la polít ica

lo a par tó de su r ol de a cadémico puro.

Se desempeñó como director del IIJ ha sta 1984, luego de H éctor F ix

Zamudio, quien prácticamente había creado el Insti tuto. Tiempo antes,

había sido coordinador de humanidades y abogado general de la UNAM.P osteriorm ente, ent re 1985 y 1988, se convirt ió en rector de la U niversi-

da d (en donde, ent re otra s cosa s, se bas ó en idea s provenientes de los dere-chos huma nos par a crear la defensoría de los derechos universita rios). En

1990 Carpizo pasó a ser magistrado de la Suprema Corte, ejerciendo suca rgo de forma breve a ntes de a cepta r la P residencia de la Comisión Na cio-

na l de Derechos Huma nos, una nueva inst i tución mexica na parecida a la

defensoría de los inter eses públicos. E n este car go dur ó ha st a 1993, cua ndo

paso a ser procura dor genera l de México. Luego del incidente de Ch iapa s –

la rebelión de gr upos indígenas l idera dos por los “zapa tist a s”– se concentróen ad elant a r elecciones tr a nspa rent es. Luego se convirt ió en secreta rio de

Gobernación y renunció en 1994, retornando así a su posición de tiempocompleto en el IIJ . B a jo la a dminist ra ción de Zedil lo, no obsta nt e, regresó

a la vida pública , pasa ndo a ser el embajador mexica no en Fr a ncia . 18

18 Un libro popular en el que se ataca el fenóm eno de la corrupción ofrece un cuadro interesante de

Carpizo (Zepeda 1994). Allí es descrito com o la figura clave en la lucha en contra de la “im puni-

dad”y en favor de la legalidad. Asim ism o da una versión favorable de la legitim idad que ha ido de

la m ano del nom bre y de la carrera de Carpizo. Cuando Salinas necesitó a alguien que aseguraraque las elecciones de 1994 fueran percibidas com o unas justas transparentes, sobre todo des-

pués del incidente de Chiapas, nom bró a Carpizo com o su secretario de G obernación. Hay

algunos m exicanos que sugieren que los vínculos de Carpizo siem pre han sido dem asiadocercanos a Salinas (v. gr. Healey 1997; Szeleley 1999), incluso cuando Carpizo estuvo en París.

Pero la versión de Zepeda facilita un buen indicador de la m anera com o Carpizo utilizó sudedicación al derecho. En efecto, es descrito com o “controvertido, polém ico, difícil de enten-

der, tem ido por los funcionarios, odiado por los ... traficantes de droga, pero respetado y re-

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342 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

La posición centr a l de Ca rpizo y su gr upo –a sí como su oposición frent e

a las personas nacionalistas o tradicionales en el derecho– puede ser en-

tendida a l observar la C omisión Naciona l de Derechos Hu ma nos (CND H ).

La posición de esta s personas t a mbién gua rda rela ción con a suntos t ra ta -dos dent ro de la reform a a l sistema de just icia (lo cual a su vez se encuen-tr a en conexión con todo el sistema de justicia pena l). Como se mencionó,

Ca rpizo dejó la S uprema Corte sólo un a ño después de a sumir el ca rgo para

poder ser el president e de la C NDH . Según diversa s fuentes, el ca ta l izador

par a la creación de la C omisión –a demá s de la a ctividad y la presencia en

México de diversa s orga niza ciones f ina ncia da s int erna cionalment e– fue la

preocupación existente en torno a la violación de los derechos humanos

que esta ba siendo perpetr a da en nombre del control del tr á f ico de drogas ,

así como por parte de funcionarios públicos que se encontraban bajo eldominio de distintos narcotraficantes (Carpizo, Madrazo y Kaplan 1993). 19

Es má s, el presidente Sa linas a pena s ha bía sa l ido victorioso de una s elec-ciones bast a nt e reñida s, por lo cual la a tención intern a ciona l en a sunt os de

derechos humanos y elecciones t ransparentes era acentuada . De hecho,

diversos report es al t a ment e crí t icos de la si t ua ción de los derechos hum a -

nos en México, publicados por Amnistía Internacional y Human Rights

Wa tch, añ a didos a las n egociaciones pendientes del Na fta , forza ron a Sa li-na s a a ctua r . Así , a nunció su decisión de crear la C NDH mientr a s estaba

planea ndo su encuent ro con el presidente G eorge H . B ush en Wa shingt onpara dar comienzo a las discusiones sobre el Nafta (Acosta 1994). En este

cont exto, seleccionó a J orge Ca rpizo como primer presidente.

Admitiendo que la idea de una comisión de derechos humanos era

novedosa pa ra México, Car pizo reforzó la legit imida d de esta empresa ju-

rídica a tr a vés de sus vínculos int erna ciona les y de diversos conta ctos conlos medios de informa ción. Así, publicó nueve ar t ículos en el fa moso diar io

Excélsi or  (publicad os nueva men te en C a rpizo 1993). Ta mbién, ba jo los au s-

picios del IIJ , él y H éctor F ix Za mudio orga niza ron en 1991 una gra n con-

ferencia sobre derecho comparado para generar respaldo a la idea de undefensor de los intereses públicos. Así, movilizó sus contactos, su propiareputación y sus conocimientos prácticos sobre la comunidad científico-

jurídica internacional .

Sin embar go, no fue fácil generar una legi t imida d inmedia ta en torno

a esta nueva e importada inst i tución. Los a taques provinieron tanto del

sector d e los n a cionalist a s del derecho como del f la nco de la par a entonces

emergente “comunidad de los derechos humanos”. Un sector de la oposi-

ción de los na ciona lista s –a ban dera do por Igna cio B urgoa Orihuela, experi-

conocido por la opinión pública y adm irado por la gente en general”(Zepeda 1994, 234).19 En particular, el asesinato en m ayo de 1990 de N orm a Corona, una activista contra los abusos

policiales, generó una atención considerable.

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343

menta do l i t igant e y represent a nt e de la vieja genera ción de la F a culta d de

Derecho de la UNAM– estaba dirigido en contra de las insti tuciones “ex-

tr a njera s” , lo cual en su considera ción resulta ba inconsistente con la par ti-

cular “realidad mexicana”; de la separación formal de los poderes y de lasuperiorida d forma l de los tribuna les a tr a vés del meca nismo const i tucio-nal del juicio de amparo. Sin duda, esta posición antagónica surgió, en

par te, del hecho de que si iba a ha ber recursos disponibles pa ra el sistema

judicial , éstos debía n a uxiliar la si tua ción de los tribuna les.

Aun a sí , Car pizo ma ntu vo una posición a decua da para disipar a lgo de la

fuerza de la oposición. Ciertamente él conocía a los abogados consti tu-

ciona lista s má s prestigiosos de la U NAM, incluyendo a B urgoa , por lo cua l

logró discut ir la s objeciones de los críticos ta nt o en su posición de a cad émi-

co const i tuciona lista como en la d e l íder de gobiern o rela tiva ment e podero-so y bien conecta do. Ademá s, el poder político de Ca rpizo y el hecho de que

acabara de ser magistrado de la Corte Suprema, le permit ieron impedir

que cualquier oposición proveniente de esta insti tución sal iera a la luzpública. De todos modos, la Comisión supuestamente debía reconocer la

separa ción forma l de poderes al a bstenerse de investiga r cualq uier conduc-

ta provenient e de los tribuna les federales.20

La CND H , bajo la dirección de Ca rpizo y de su sucesor, J orge Ma dra zo,

se convirt ió, muy segur a ment e, en la defensoría de intereses públicos me-

jor f inan cia da de todo el mund o.21 E sta Comisión cuenta con un lar go reco-rrido que le ha hecho ganar c ierta credibi l idad en buena parte de la

comun ida d de derechos hum a nos y frent e al público en genera l . Por ejem-plo, Ca rlos Fuent es ha ce pa rt e del consejo de ma yor nivel de la Comisión.

E n mu chos sent idos ésta es un mecan ismo jurídico a l terna tivo. Aproxima -

damente 200 abogados trabajan al l í t iempo completo y alrededor de 50

persona s, mucha s de la s cuales cuenta n con forma ción en ciencia polí t ica ,t ienen la ta rea de ma ntener conta cto con las ent idades de derechos huma -

nos del extra njero. La Comisión t a mbién ha publicado diversos l ibros.

Por su parte, la Comisión recibió aproximadamente 8.800 nuevas de-nun cia s dur a nt e el período 1993-1994. Cu a ndo llega u na denun cia , el per-

sonal de la Comisión decide dentr o de las 72 hora s siguientes si ésta t iene

20 No obstante diversos tipos de conflictos surgieron, por ejem plo, después de un incidente

particular que ocurrió luego de que la Com isión respondió a los alegatos en contra de un juezacusado de ordenar un arresto y la tortura posterior. El procurador general de la República se

opuso a la recom endación de Carpizo de que el juez debía renunciar luego de los hallazgos de

la Com isión. Este caso puso a prueba el poder de la Com isión en contra de la Judicatura, yfinalm ente la Com isión prevaleció. Salinas intervino en apoyo de Carpizo y forzó la renuncia del

procurador general. Em pleando los m edios de com unicación y sus vínculos con el gobierno deSalinas, Carpizo pudo superar al tradicional y aún débil sistem a judicial.

21 Se dice que cuenta con un presupuesto anual de $83 m illones de pesos. De m anera significativa,aproxim adam ente 2.500 personas trabajan en las oficinas de los 33 defensores de los asuntos de

interés público.

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344 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

o no va lidez prima facie  (según reportes, el 45% de la s den uncia s sobrepa -

sa n esta eta pa). Si la denuncia no es a dmitida , los a boga dos de la C omisión,

a un a sí , envían una ca rt a de asesoría legal a l ca so. Ya q ue según los repor-

tes el 70% de la s q uejas provienen de persona s pobres, y sola ment e el 5%son realizada s a t ra vés de a boga do, se puede a f irma r qu e la C omisión efec-t ivamente ha s ido una orga nización de a sesoría jurídica basta nte a ct iva . S i

la q ueja es adm itida , se procede a rea lizar un intercam bio de document os y

luego una audiencia con testigos, interrogatorios o dictámenes de exper-

tos. El borrador de la decisión, proyectado por uno de los investigadores

expertos, se envía a l presidente de la Comisión, q uien basa do en el mismo

expide una decisión final. A su vez, las decisiones de cualquiera de los 32

defensores pueden ser a pelada s pa ra que sea n decididas por el presidente

federa l de la C omisión. C a da decisión es publica da en un report e a nua l , conuna descripción de la disposición final. En los primeros cinco años, según

los informes, aproximadamente 2.000 denuncias condujeron a sancionescombinadas con determinadas recomendaciones. Asimismo, algún grado

de éxito es sugerido por el hecho de que las denuncias por tort ura pas a ron

del primer luga r a l vigesimocta vo en las l ista s de la C omisión.

Ha y a lgunas persona s que no conf ían en esta inst i tución gubernam en-

ta l , prefiriendo a sí perma necer por fuera del radio de influencia del PR I. 22

No obstante, al parecer la Comisión ha desarrollado relaciones de trabajo

con la mayor parte de la comunidad de derechos humanos. Trabaja condiferentes organizaciones de derechos humanos, vincula personas prove-

nientes de dichas entidades y las envía nuevamente a sus plazas de ori-

gen . En t a n t o ex i s t en persona s con a sp i ra c i ones que se encuen t ra n

inclinadas a seguir este t ipo de trayectoria orientada a la consecución deun nivel mayor de legalidad trabajando dentro del sistema, es dif íci l ima-

ginar cómo se pueden resist ir a la atracción de formar parte de la Comi-

sión. E n efecto, la C omisión pa ga mejor, ofrece má s recursos y cuenta con

mejores conexiones con la política y el poder. De hecho, este es parte del

problema, como lo discutiremos más adelante. La Comisión en muchosa spectos reproduce, y qu izás a ctua liza , el apa ra to tra diciona l del PR I.

22 Durante 1988, un incidente relacionado con la A cadem ia de D erechos Hum anos luego de la

reñida elección ilustra esta división. Salinas solicitó perm iso –y le fue concedido–para hablar a laAcadem ia, gracias a la interm ediación de uno de los líderes de la A cadem ia, Rodolfo Stavenhagen,

quien sintió que esta era la oportunidad para ganar la atención de Salinas respecto al tópico de

los derechos hum anos. Los m iem bros m ás activistas –e izquierditas–liderados por M arie-Claire

Acosta, acusaron a Stavenhagen de buscar un puesto en el G obierno y se retiraron de la A cade-m ia. Q uienes se retiraron, en su m ayoría, eran las personas que habían criticado fuertem ente a laCom isión cuando fue establecida. Acosta conform ó la Com isión M exicana para la D efensa y la

Prom oción de los Derechos Hum anos en 1990. Asim ism o, fue elegida para el Congreso en 1995,

y aún hoy día m antiene su posición crítica frente a la CNDH.

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345

La CNDH está explíci tam ente impedida pa ra invest igar a suntos la bo-

ra les , de reforma agraria o electora les , así como aquel los rela t ivos a la

judica tura federa l . Con respecto a la reforma agraria , Sa l inas creó “ los

tr ibuna les agra rios” en 1992, ma neja dos por “ los procura dores de a sunt osagrar ios” .23 No obsta nt e, la creación de esta novedosa y má s lega lista insti-tu ción coincidió con el fina l forma l de la r eforma a gra ria . De ma nera simi-

lar , también hay funcionarios especia l izados en asuntos labora les , los

procuradores del trabajo, quienes han venido desarrollando sus activida-

des desde hace un t iempo par a a yuda r a los tra ba ja dores en la prepara ción

de sus casos para las junt a s. Así , abogados de a spiraciones con un a orien-

tación polí t ica determinada pueden emplear sus conocimientos y destre-

zas jur íd icas para desarrol l a r sus propias ca rreras , mient ras ayudan a

encuadrar dentro del marco jurídico las disputas laborales.Tanto la Comisión como estas insti tuciones similares han ayudado a

construir un fenómeno híbrido entre la autonomía del derecho y el pater-

nalismo del Estado. Ellas consti tuyen una suerte de “justicia cl ientelista”qu e, sobre todo, se encuentr a en una posición pa ra lela y exterior a la de los

tr ibuna les. Así , por un a par te, uti l izan las ú lt ima s tecnologías jurídica s en

ma teria de derechos humanos para a yuda r a “modernizar ” –en el sent ido

intern a cionalment e acepta do– y legit ima r el dominio del P RI, el cua l a su

vez está sufriendo un pr oceso de cambio. P or ejemplo, la lucha en cont ra

de la tortura en gran medida se ha dirigido contra los sistemas locales depat rona zgo. Y, de hecho, según uno de los l íderes de la CND H , la Comisión

ha sostenido relaciones bastante dif íci les con varios de los procuradores,

quienes en México se encuentran estrechamente vinculados con los dife-

rent es poderes polí t icos loca les. E n genera l , la C omisión ha a fronta do “obs-

táculos y resistencias” , que incluso han sido más crónicos al interior deca da esta do. E l problema es que los procura dores loca les son “par te de la

familia” de la policía local, del partido local y del poder político local. De

esta manera , los procuradores se incl inan a pensar “yo soy el derecho” ,

justamente la acti tud tradicional que el PRI ha tenido con referencia a laa ut onomía jurídica . P or lo ta nt o, los intent os par a l impia r el entorno local

pueden ser vistos como esfuerzos desempeña dos por va rios a boga dos nue-

vos y especial ista s, quienes han sido incorpora dos al E sta do a t ra vés de la

CNDH para que ayuden a hacer contrapeso al poder signif icativo de los

a boga dos locales que se halla n inmersos en la t ra dición pa rt idista de cl ien-telas .24

23 Los anteriores tribunales sólo le podían hacer recom endaciones al presidente.

24

El trabajo de la CNDH en la prom oción de las reform as de las decisiones judiciales y del sistem ade prisiones –con las cuales, por ejem plo, se lim itarían los aspectos clave de la am plia discreción

concedida al G obierno en el proceso de producción de sentencias; y tam bién se restringiría ladiscreción de los procuradores locales para detener a los sospechosos–encaja con este m ism o

m odelo de las políticas jurídicas dentro del m arco del Estado.

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346 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Asimismo, esta “just icia clientelista ” cuenta con ciertos límites. U n ejem-

plo da do por uno de los activista s en derechos huma nos sugiere esta s fron-

teras . De acuerdo con esta versión, una persona t ra tó de organizar a los

trabajadores de Pemex para reclamar los derechos que les habían sidonegados con la decisión de Sa lina s de cerra r definit iva mente una ref inería .En clar a oposición al deseo del sindica to, dicha persona fue ar resta da , gol-

pea da ha sta deja rla inconscient e, le fueron elevados ca rgos posteriorment e

ma nt enidos por jueces corruptos y f ina lmente recluida en la cárcel . E l res-

pectivo a boga do de derechos hu ma nos tomó fotogra f ías de la víctima luego

de responder u na “a cción ur gent e” , documentó el ca so y luego se enfrentó

a a dversidades considera bles par a ha cer que la C NDH –que continuó soli-

ci ta ndo más documenta ción– empeza ra a a ctua r . Un a vez que se a gota ron

infructuosam ente los recursos pa ra juzga r los hechos de tortura , la C NDHsilenciosa ment e dejó el caso a un lado mientr a s a la víctima le fue dado un

nuevo ca rgo como oficia l de la policía . De este modo el E st a do, se suponía ,no queda ría en ridículo.

Es te ejemplo muestra cómo aú n existe cierto gra do de hosti l idad ha cialas a ctivida des de la CND H y otro t ipo de insti tuciones compa ra bles, pero

resul ta igualmente interesante consta tar que esta s i tuación también re-

viste un car á cter complementa rio. La orga nización de derechos huma nos

del ejemplo comentado no l levó el caso ante los tribunales para obtener

reparación, sino que se dirigió a la CNDH. Así , varios l íderes de la “ iz-quierda jurídica” están proponiendo que la Comisión sea sometida a un

proceso de reform a . 25 E n pa rt icular , ellos proponen una ma yor independen-

cia de la que hoy día existe debido a que el presidente de la CNDH debe

responder dir ecta ment e frente a l president e de México y es nombr a do poréste. Ta mbién se oponen enérgicam ente a qu e sean excluidos de la a genda

de la CNDH temas tales como las elecciones, los derechos laborales y la

reforma agraria . Además, sigue dándose un escepticismo respecto al de-

fensor local de asuntos de interés público y su incapacidad de originar

denuncias r egionales por fuera de los sistema s loca les de pat rona zgo.26

La s diversas a ct iv idades que se centra n en la CNDH le a yuda n a crear

un ca mpo jurídico a l terna tivo, sostenido y legit ima do por los debat es y la scontr oversia s qu e se suscita n en t orno a su m isión. Afuera del ra dio de los

25 El uso del térm ino “izquierda”en la frase “izquierda jurídica”connota la relación de estos

grupos con las preocupaciones de las personas m arginadas. Sin em bargo, m uchas de las

personas que hem os descrito podrían tener tam bién conexiones con el PA N , especialm enteaquellos que fueron atraídos inicialm ente a este m ovim iento por su preocupación para con losvalores jurídicos y con la conciencia social católica.

26 Por ejem plo, un experto estadounidense sobre M éxico recientem ente m anifestó que la Com i-

sión “es una brom a”y ha em peorado por causa de las exclusiones y especialm ente debidoal sistem a de apelaciones de los defensores de intereses públicos locales, a quienes no se lestiene confianza.

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347

t r ibuna les , este s is tema jurídico a l terna t ivo impulsa una cierta a utonomía

y distancia f rente a l PRI y , más exactamente, f rente a un grupo del PRI

que se encuentra al iado a otro grupo del seno de este partido. Se trata de

una estra tegia interna ciona l para ca mbiar el ba la nce de poderes en el P RIy para favorecer a aquellos que se sirven más de estas técnicas y conoci-mientos especial izad os import a dos. A la vez que a yuda n a legit ima r ciert os

grupos dentr o del P RI , estos esfuerzos orient a dos a conseguir ma yor a uto-

nomía también abren el camino a ciertos procesos que hacen más fáci l

imponerse en la s elecciones frent e a l P RI (de lo cua l un ejemplo especia l lo

constituye la elección de Vicente Fox en el 2000).

Mient ra s ta nt o, esta diná mica ha deja do secuelas en los cometidos orien-

tados hacia la reforma del sistema judicial . La mera existencia de los tri-

bunales , a sí sea a t ra vés de un papel basta nte l imita do en la práct ica , hahecho que obtengan bastante provecho de las consecuencias del desman-

tela miento del pa tr onazgo y del pa tern a lismo a sociad os con el sistema tr a -

diciona l del PR I. Así , los tribuna les ha n empezado a ofrecer a lgunos puntos

de contacto. De igual forma, las insti tuciones que habían sido menos for-ma les cua ndo, por ejemplo, existían a lgunos entend imientos implíci tos en

el ma nejo de los a sunt os la bora les vigila dos por el Est a do, ha n comenza do

a verse má s expuesta s a r eclamos y ar gumentos más forma les enarbolados

por a boga dos o por defensores de caus a s sociales. La progresiva sofist ica-

ción de la acción de amparo en las últ imas décadas se debe en parte alesfuerzo de los t ribuna les y de diversos aca démicos interesa dos en el sist e-

ma judicial por ma neja r –no siempre de forma a decua da – el problema del

influjo de ca sos labora les y de ot ro tipo. E l incremento de la sofistica ción de

este meca nismo ha consti t uido una oportun ida d par a qu e los jueces exper-tos en la a cción de am par o edifiquen una esfera de aut onomía forma l y de

profesiona lismo jurídico.

Así , se han da do algunos esfuerzos –especialment e bajo la a dministr a -

ción del ex presidente Zedil lo– para implementar algunas reformas, y re-

sulta út i l coment a rlos. Ta mbién encont ra mos una red que hemos a sociad o

con J orge Ca rpizo, qu ien se encuentra en el cent ro de la t endencia de re-

forma de los tribunales. De esta manera, al f inal de 1993, aprovechando

algunas reformas que habían sido inic iadas en 1988, la administración

Zedillo cambió substancialmente el papel y la composición de la Suprema

Corte. De nuevo, con respecto al CNDH, el conocimiento que se puso en

movimiento parece haber provenido de la doctrina, particularmente del

Inst i tuto de Investiga ciones J urídica s.

Según uno de los pa rt icipan tes en el proceso de reform a , Ca rpizo, comomiembro del máximo tribunal judicial mexicano, había asumido una pos-tur a en contra del sistema tr a diciona l cl ient elista . No obsta nt e, sólo conta -

ba con unos pocos al ia dos dentro de los 21 ma gistra dos que componían la

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348 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Suprema Corte . Pero uno de sus a nt iguos estudia ntes , J osé Ram ón Cossío

Día z –otr o de los investiga dores del IIJ procedente de la provincia , q ue

ta mbién ha bía forma do pa rt e del equipo de la C omisión Na cional de Dere-

chos Humanos–, se convirt ió primero en su secretario en la Corte, luegoen secreta rio del presidente de la Suprema Corte y posteriorment e, segúnse dice, en el autor de los proyectos legislativos de reforma. También se

sost iene que el senador determinante en el t rámite de estas normas fue

Ama dor Rodríguez Lozan o, quien igua lmente tenía vínculos con el IIJ .

Como primera m edida , la reforma se centró en la S uprema Corte , re-

duciendo el número de magistrados de 21 a 11, manteniendo en su cargo

sólo a d os de los ma gistr a dos t i tu lar es en ese ent onces. Ta mbién cambió su

jurisdicción, convirt iéndola en un a corpora ción má s const i tuciona l en lu-

ga r de una cort e ordina ria de últ ima insta ncia . Asimismo, creó un C onsejoJudicia l para que manejara la administración de la rama e impulsara la

competencia y la selección meritocrática de los jueces federales, a través

de exámenes obligatorios sobre materias tales como la acción de amparo.

La idea –consistent e con la in tención de elimina r la vieja Su prema Cort e–era promover una “ca rrera judicia l ” , en luga r de perpetua r un sis tema de

pat rona zgo. En pala bra s de uno de los jueces prota gonista s de la reforma ,

la idea era que “las reglas del juego quedaran claras” , lo cual a su vez

promovería “ la a utonomía ” .

De modo signif icativo, la nueva Suprema Corte está siendo l iderada

por Vicente Aguinaco, una de las víctimas del sistema de patronazgo. Enefecto, Aguina co fue forza do a renun ciar como juez de un tr ibuna l inferior

justa mente por r esist i rse a las presiones de un ma gistra do de la Suprema

Corte par a que decidiera un caso de determinada forma . Se convirt ió en un

fa moso aboga do en derecho consti t uciona l , que incluso ma nejó el ca so con-tra la nacionalización de los bancos. Los otros magistrados de la nueva

Cort e incluyen a los dos seguidores de la reforma , a lgunos jueces respeta -

dos y a lgunos otros cuya reputa ción, sin duda a lguna , fue obtenida median-

te su servicio en el Tribuna l E lectora l .

P or su pa rte , esta s reforma s ta mbién ha n encontr a do postur a s de opo-

sición. Así, var ios de los int egra nt es de la judicat ur a federa l aú n se oponen

a cua lquier t ipo de ca mbio que socave el sistema de cl ient elas. D e acuerdo

con una persona que forma part e del s istema , la S uprema Corte no pudo

oponerse a dicha s reforma s pública ment e, pero sus miembros obviam ente

se resist ieron a ellas. Al int erior de la judica tur a ha bía a lgunos simpat izan-

tes de la reforma , pero la ma yoría no era n par t ida rios de la misma. Cla ra -

ment e aú n se da n ciert os conflictos dent ro de los tribuna les y se dice qu e almenos un miembro pertenecient e a la genera ción de la reforma , quien fue

secreta rio de Ca rpizo, se encuentra ha ciendo esfuerzos preliminar es para

organizar a los jueces que simpatizan con la idea de reformar el sistema.

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Es tos esfuerzos orga niza tivos de nuevo ha n cont a do con oposición por pa r-

te de la vieja guardia de juristas nacionalistas, incluyendo a los mismos

abogados que inicialmente se habían opuesto a la Comisión Nacional de

Derechos Humanos. No obstante, el punto es que mientras la judicaturacont inúa siendo una insti tu ción débil dent ro del Esta do y la economía mexi-ca nos, no se encuent ra completa mente exenta de las presiones qu e termi-

naron generando y legit imando la presencia de una serie de insti tuciones

para lelas . Nadie podría a f irma r q ue los ca mbios recientes ha sta a hora ha n

ca usa do un gra n impa cto, pero al m enos existe a ctivida d a l respecto. Aun

a sí , la energía de la r eforma ha sido mejor encauza da en la const rucción de

inst i tuciones a l ternat iva s dentr o del E sta do, como ocurre pa ra digmát ica -

mente con l a CNDH .

ARGENTINA:DE LA REFORMA FRUSTRADA DE LOS TRIBUNALESA LA RESOLUCIÓN ALTERNATIVA DE CONFLICTOS (RAC)

Aun cuando los tribunales argentinos no fueron actores principales en latransic ión hacia la democracia que tuvo lugar luego de la guerra de las

Isla s Ma lvinas/Fa lklands, cierta s preocupa ciones en t orno a diversas vio-

laciones de derechos humanos pusieron a la judicatura en un lugar más

destacado en contraste con la posición que había ocupado en el pasado.Inicia lmente, el presidente Alfonsín t ra tó de encontr a r un a ma nera para

que el estamento mili tar se hiciera cargo de sus propias violaciones a los

derechos humanos. Así , instó a los mili tares a que investigaran sus pro-

pias act iv idades y no elevaran cargos contra quienes meramente habían

presta do obediencia debida a las órdenes impar tida s por los diversos r egí-menes mili ta res (Gu est 1990, 334). No obst a nt e, los m ilita res se r ehusa ron

a encontrar algún culpable mediante dicha autoinvestigación. Entonces,

Alfonsín r ecurr ió a la opción d e a delant a r juicios pena les, a un cuand o no

fuera en los tribunales ordinarios. En efecto, los tribunales, como había

ocurr ido en los a nt eriores cambios de gobiern o, esta ba n dema sia do identi-

f ica dos con lo que Alfonsín esta ba interesa do en reemplaza r. P or lo ta nt o,en su lugar a signó la investiga ción a un t ribuna l compuesto por un grupo

select o de fiscales y de jueces.27 Al mism o tiempo, Alfons ín creó la Comis ión

Na ciona l de D esapa recidos (Cona dep), la cual t enía como responsabil ida d

investigar las desapariciones.28 La existencia de esta s insta ncia s hizo que

27 Se dice que dos de los jueces habían declarado inconstitucionales las leyes de la autoam nistía al

régim en m ilitar. Uno de los jueces fue Carlos Arslanian, peronista que había sido un juez bastan-te respetado, y quien tam bién se convirtió en m inistro de Justicia al inicio del gobierno de

M enem .

28 El reporte de la Com isión Nacional de D esaparecidos,Nunca más  (1984), obtuvo una atención

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350 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

los focos de atención se centraran en el sistema judicial argentino, gene-

ra ndo, al par ecer, una suert e de a uge para impulsar la const rucción de los

tribunales y del derecho en general . Describiremos esta historia nueva-

mente para mostrar la forma en que ciertas corrientes internacionalesa caba ron residiendo en el cont exto loca l , en este caso el ar gentino.

El creciente interés en el sistema judicia l puede ser consta ta do en pa r-

te al seguir las actividades de un grupo de académicos y de jueces que

pasaron de la academia a la vida pública con la elección de Alfonsín. Así

como desta ca mos la fa l ta de aut onomía de la judica tura y de la a ca demia

jurídica debido a la s purga s y a los cambios sucesivos de la a dministra ción,

ta mbién es necesario anota r q ue había a lgunos lugares en donde se esta -

ba n invirt iendo una serie de esfuerzos y recursos para a cceder a u n conoci-

mient o jur ídico de cort e cosmopoli ta . D e hecho, var ios de los a cadém icosqu e se desempeña ron en la C orte Su prema o como procura dores genera les

provinieron de esta tr a dición a cadémica. Ademá s, en el cont exto a rgent ino

este tipo de académicos dedicados al derecho (y a otros conocimientos im-

portados) por lo general viajaban bastante. Así , erigieron una reputación

internacional que se traducía en el goce de un estatus al to en el ámbitoloca l . Igua lmente const ruyeron una red de conta ctos que pudiera ser em-

pleada en los cambios de gobierno. Estas personas, por su parte, no trata-

ron de emprender movimient os o juga da s polí t ica s osada s como a cadémicos

o como jueces. De un m odo qu e gua rda una estr echa semeja nza con el procesoque vimos en las f i rmas de abogados de negocios, tendían a actuar más

como interm ediar ios por fuera del Gobierno que como persona s qu e invir-

tiera n su s esfuerzos en el derecho o en la s inst i tuciones jurídica s pública s.

Carlos Sant iago Nino fue la persona c lave para conectar a l Part ido

Ra dica l y a Alfonsín con la idea de un progra ma que t omar a el derecho en

serio e hiciera responsables a los mili tares a través de juicios públicos.

Luego de ha berse gradua do al f inal de la d éca da de los 60 en la U niversi-

dad de Buenos Aires, Nino estudió Filosofía en Oxford bajo la guía de

Ant hony H onoré. Lu ego, regr esó como profesor y, a l dedica rse a la f i losofíajurídica, se ubicó en u no de los sectores má s a cadémicos de la Fa culta d de

Derecho. Durante la dictadura mili tar, si bien no era un activista polí t ico,

pasó parte de su t iempo en Inglaterra, Alemania, México, Estados Unidos

y Venezuela. 29

Hasta 1982, según un amigo de Nino, él y el grupo de filósofos del

derecho de la Universidad de Buenos Aires se consideraban a sí mismos

como “apolíticos”, no sólo en el sentido de neutralidad política sino de ha-

considerable.29 Según O w en Fiss, “él tem ía que un día los m ilitares lo forzaran a abandonar Argentina de form a

perm anente, y entonces tendría que adoptar uno de sus refugios tem porales com o su ‘hogar’”

(Fiss 1994, 14).

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l larse fuera del Est a do. Muchos de ellos ha bían sido algunos de los pocos

a boga dos dispuestos a interponer recursos de habeas corpus  y u no de ellos,

G ena ro Ca rr ió, fue el a bogado de J a cobo Timmerm a n –uno de los ca sos

má s fa mosos de persecución polí t ica por pa rt e de los milita res–. Algunosde ellos, incluyendo a Carrió, Nino, Eduardo Rabossi , Eugenio Bulygin yMartín Farrell (también juez de carrera), decidieron en 1982, inmediata-

mente después de la derrota de la s Isla s Malvina s/Fa lkla nds, prepa ra r el

ambiente para un nuevo Gobierno. De acuerdo con uno de los participan-

tes ,

Muy rá pido a corda mos que, básicament e, debía mos a ba ndonar nu es-tra virginidad política, vincularnos a un partido político y, de serposible, intent a r convert irnos en asesores de una figura política se-

ria . La decis ión respecto del part ido era ba sta nte obvia . E l Pa rt idoRa dica l había s ido la única insta ncia en nuestra vida polí t ica q ue seencont ra ba debidamente acredita da a nte las inst i tuciones y la cua l

ha bía ma ntenido una defensa t ra diciona l por los valores democrá t i-cos. P ero la decisión por la f igura política no fue sencilla . Fina lmen-te, decidimos establecer contacto con Raúl Alfonsín, el líder de un

grupo minori tario radical que –de paso– había perdido s is temá-ticam ente en la s elecciones interna s. Alfonsín defendía un a postur apolítica progresista , a sí como cierta visión int ra nsigente respecto a

las violaciones de derechos humanos. Eso era más que suficientepa ra nosotros (Ra bossi 1994, 33).

Má s específica ment e, Alfonsín fue descrit o como “el único líder político

con una respuesta clar a respecto a los desa par ecidos y a las violaciones de

los derechos hum a nos” (Ra bossi 1994, 33). Alfonsín s e a poyó en est e gru po,

el cua l denominó como “los f i lósofos” . E llos vendr ían a ser los a rq uitectos

de la s política s en t orno a los juicios públicos.

Varia s persona s de este grupo de f ilósofos del derecho, ta n importa nt esen el progra ma de Alfonsín, posteriormente estu vieron entr e a quel la s q ue

ocupa ron car gos en su g obierno. En sus posiciones se inclina ron a recurrir

a sus conocimientos especia l izados en ma teria de derechos hum a nos. Ade-más del papel principal desempeñado por Nino como asesor de Alfonsín y

como coordinad or de la Comisión pa ra la Consolidación de la Democra cia ,

Ra bossi se convirt ió en subsecreta rio de Est a do y J a ime Malam ud G oti en

asesor y posteriormente en procurador general de la Argentina. Rabossi

luego vino a ser su bsecreta rio pa ra los derechos hum a nos y otros de ellos

forma ron pa rt e de la Corte Suprema , incluyendo a G enar o Ca rrió y a J or-

ge Antonio Bacqué. De modo consistente con el apoyo de Alfonsín hacia elE sta do de derecho, se dice que la r a ma ejecut iva gu a rdó un respeto consi-

derable pa ra con la labor de la judica tur a . 30

30 Por ejem plo, la Corte Suprem a no interpretó la norm atividad del m odo com o Alfonsín quería,

respecto al argum ento de “la obediencia debida”en favor de los m ilitares.

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352 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Los f i lósofos a rgent inos ta mbién extendieron lazos de lar go al iento con

los Estados Unidos y en particular con la Universidad de Yale. Por ejem-

plo, en medio de los juicios a los milita res, Nino orga nizó un via je pa t roci-

nado por el Gobierno argentino para que cinco prestigiosos f i lósofos delderecho de los E sta dos U nidos e Ingla terra fuera n a B uenos Aires. Ent reellos estuvo Owen F iss de la U niversida d de Yale.31 Ningu no de ellos sa bía

nada acerca de la Argentina, pero todos eran académicos conocidos inter-

na ciona lmente. Fiss q uedó impa cta do por la serieda d del pensa miento polí-

tico y económico de Nino y de Alfonsín, y la forma como éstos lo aplica ba n

a sus t a rea s en Argent ina (Fiss 1994).

Como result a do de éste y otr os encuent ros post eriores, Nino se convir-

tió en profesor visi tante usual de Yale, enseñando en los períodos de in-

vierno desde 1987 ha sta 1993. Luego murió a la edad de cua renta y n ueveaños.32 Alfonsín también se volvió parte del grupo que mantenía contacto

con Yale. Fue dos veces a Yale como dignatario Chubb (Chu bb Fel l ow ).

Fiss , mientr a s ta nto, constr uyó una relación dura dera con Argent ina , yen-

do por lo menos una sema na cada a ño desde 1985 hast a el presente. Otros

profesores de Yale ta mbién empezaron a v isi ta r Argent ina . P or su part e ,un gr upo const a nt e de jóvenes que se ha bían forma do bajo la inf luencia de

Nino –los a sí llam a dos chicos (y chicas ) de Nino (N in o Boys )– ingresa ron a

Yale pa ra obtener t í tulos en los progra ma s de ma estría y doctorado. Este

grupo cosmopoli ta ha ga na do cierto nivel de prestigio en Argent ina . A Ninotambién se le ha concedido el crédito de ser el gestor determinante de la

reorientación de la f i losofía del derecho argentina, dejando atrás el enfo-

que de la f i losofía analí t ica y del posit ivismo jurídico para acceder a una

visión sobre el derecho má s a corde con la perspectiva esta dounidense, que

a borda “ tema s t a les como los derechos huma nos, la justi f ica ción de la de-mocra cia , la legit ima ción del Est a do y del derecho, así como sus cimient os

met a éticos” (Bulyg in 1994, 8). 33 Est a r eorienta ción a ún cont inúa produciendo

consecuencia s en térm inos de una nueva inversión de esfuerzos y recursos

en asuntos jurídicos.Los f i lósofos del derecho, muchos de los cua les era n o h a bían sido jue-

ces, ayud a ron a reforza r el Pa rt ido Ra dica l y las a cciones de Alfonsín orien-

ta da s a vigoriza r la judica tur a y el derecho en genera l . No obsta nt e, incluso

la ma nifesta ción má s visible del compromiso del Gobierno pa ra con el Es-

31 Los otros fueron Ronald Dw orkin, Thom as Nagel, Thom as Scanlon y Bernard W illiam s (Fiss 1994,

10).32 Nino m urió de un ataque cardiaco en Bolivia, en donde estaba asesorando al G obierno respecto

a la reform a constitucional.

33 Bulygin tam bién sugiere que, hasta ahora, los académ icos argentinos dedicados a la filosofía del

derecho no han sufrido un cam bio dram ático: “si la influencia de un filósofo es m ensurada deacuerdo con el núm ero de publicaciones que giren en torno a sus ideas, entonces debo decir que

la influencia de N ino no ha sido, hasta este m om ento, dem asiado grande”(1994, 7).

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ta do de derecho, en últ ima s resultó ser frust ra nt e. Como uno de los líderes del

P a rt ido Ra dica l lo ma nifestó, los t ribunales enca rga dos de juzgar a los milita -

res incluían “buenos abogados”, pero “no fueron efectivos”. Aparte de pocas

personas, “nunca lograron que a alguien se le impusiera la pena de pri-sión”. Los fisca les y los juzgados requ erían “otros integra nt es en su equipo”.

La s a spiraciones a cerca de la judica tur a que predomina ron en el perío-do inicial de la a dministra ción de Alfonsín no l lega ría n a ha cerse realidad.

Na die comprendió, como uno de los observa dores lo expresó, qu e “la si tu a -

ción era única e inigua lable” en el cort o la pso de tr a nsición ha cia la demo-

cra cia y de optimismo pa ra con los tr ibuna les qu e juzga ría n a los milita res.De acuerdo con el mismo solíci to observador argentino, las estructuras

judicia les continua ron siendo “completa ment e obsoleta s” , y de igua l form a

los jueces no pudieron “r esponder a los r equerimient os” elevad os por losmedios de comunicación. Dicho de otra manera, Argentina “descubrió un

poder q ue no existía a nt es” . Así , los jueces a prendieron mejor el modo de

uti l izar los medios informativos y viceversa. Los jueces “podían l legar aser f iguras públicas” al “asumir ciertos casos controvertidos” que conte-

nían un ingrediente que podría caracterizarse como “el ejercicio azaroso

del poder polít ico” . P ero, de ma nera consist ente con lo qu e hemos visto a lo

largo de un período que por lo menos se remonta a la Segunda Guerra

Mundial , la judicatura fue incapaz de mantener una posición fuerte como

inst i tución esta ta l rela t ivamente autónoma.En resumen, el período en el que los radicales estuvieron en el poder,

fue un t iempo de implementación de estrategias internacionales basadas

en el derecho bast a nt e visibles, pero a un a sí las insti tu ciones jurídica s no

cambia ron en form a dur a dera . De hecho, el uso má s visible del derecho, asa ber, el juzga miento del esta mento milita r, se adela nt ó por fuera del sis-

tema judicial . En otras palabras, cualquiera que hubiera sido el objetivo

de la administración de Alfonsín, el resultado principal fue que un grupo

que t enía vínculos con el P a rt ido Ra dica l empezó a forma r pa rt e de la judi-

ca tur a y de la a ca demia . Los a ca démicos de Argent ina y de otra s la t i tudesevalúa n el gobierno de Alfonsín d e a cuerdo con ca tegoría s int erna cionales

tales como “la democratización”, “ los derechos humanos” y “el Estado de

derecho”. De hecho, va rios a rgent inos realiza ron cont ribuciones signif ica-

tivas tanto en docencia como en publicaciones en insti tuciones fuera deArgentina en donde estos asuntos fueron debatidos, entre el las, la Facul-

ta d de Derecho de Yale. J a ime Mala mud G ot i ha enseña do en varia s facul-

ta des de derecho esta dounidenses y r ecientement e publicó un l ibro sobre

los juicios en ma teria de derechos h uma nos (1996). Ot ros a cadémicos a r-

gentinos hicieron par te del cuerpo docent e de la U niversidad de Arizona yde la Universidad de Columbia. Pero de hecho la si tuación terminó porseguir el pa t rón que ha domina do con t a nta f recuencia la historia del dere-

cho en Argent ina .

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354 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

Los a cadémicos y a ctores polí t icos intern a cionalm ente r econocidos hi-

cieron énfasis en sus conexiones internacionales, mientras permanecían

en su esfera priva da dentr o de la Argentina . La t ra yectoria de Nino en Ya le

a f inales de los a ños 80 no fue muy distint a en este sent ido de la de J ulioCueto Rúa , uno de los profesores de la universidad South ern Meth odist enla década de los 70, que al mismo tiempo era una de las f iguras clave del

P a rt ido Conservador de Argent ina . Ambos fueron extrema da mente impor-

tantes dentro de una esfera privada alrededor del Estado argentino, y de

hecho tenían nexos estrechos con los partidos políticos. Cada uno de ellos

ta mbién enlazó dicha esfera con los Est a dos Un idos y con el ám bito int er-

na ciona l en genera l . De ma nera nota ble, ca da uno logró ejercer su l idera zgo

en Argentina desde una plataforma que le permitía continuar enseñando

en el exterior dur a nt e un período considera ble.Es te pa tr ón resultó incluso má s visible en el período peronista del pre-

sidente Menem. De un modo mucho más obvio Menem adelantó medidas

bastante agresivas para asegurarse de que los t r ibunales se orientaran

ha cia una dirección peronista (o menemista ). Cua ndo a ccedió a l poder en

1989, increment ó de cinco a nueve el número de ma gistr a dos de la C orte

Suprema . 34 Además, con la renuncia del magistra do J orge Antonio B a cqué

en el moment o en que la C orte fue amplia da , Menem pudo nombra r cincomagistrados y así obtener una “mayoría automática” (Garró 1992, 75). El

gobierno de Menem también forzó la renuncia del procurador general eintrodujo a sus amigos polí t icos en un nuevo al to tribunal de apelaciones

en a sun tos crimina les (G a rr ó 1992, 80). 35

Puede ser argumentado que diferentes iniciat ivas económicas de cho-

que requerían que Menem se hiciera a l control de la Corte , ta l y como

Roosevelt lo ha bía pr etendido ha cer en los a ños 30. De pront o, como va ria s

de las personas del equipo de Menem lo sostuvieron, éste era un choque

entr e una polít ica i lustr a da en ma teria económica y la visión conserva doray legalista de los magistrados. Una Corte Suprema de perf i l conservador

pudo haber bloqueado la s iniciat ivas de Menem y con ello pudo haber echa-do al tr a ste la reform a . No obst a nt e, el problema de esta explica ción, como

Horacio Verbitsky lo ha mostrado (1993), es que las evidencias sugerían

fuertemente q ue la Corte no l lega ría a bloquea r la s pol ít ica s de Menem.36

34 La Corte pasada fue considerada com o “alfonsinista”(G arró 1992, 74). G arró afirm a que la Corte

había sido aum entada de cinco a siete m agistrados por Frondizi, e Ilia había tratado de increm en-

tar su núm ero a nueve. A su vez, Alfonsín había tratado de aum entar su núm ero a siete, luego deque nuevam ente había dism inuido a cinco durante el período de O nganía (G arró 1992, 74).

35 Según una persona cercana a la oficina del Procurador G eneral en el tiem po de A lfonsín, había

“un equipo realm ente bueno”en la oficina, el cual fue reem plazado en su totalidad. U no de

ellos, quien había investigado a la herm ana de M enem por lavado de dinero, a su vez fue

investigado por un hurto m enor.36 Un abogado del G obierno m ás cercano al flanco de los econom istas que a la red personal de

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355

La Corte Suprema carecía del poder y de la voluntad para obstruir los

cambios, como incluso lo evidenciaban las posiciones de aquellos que ha-

bían sido nombrados por Alfonsín. Lo más posible es que Menem, ante

todo, estuviera buscand o a segura r q ue el sistema judicia l no se int erpusie-ra en su enfoque de pa tr onazg o y de poder (Cerr ut i 1993). De h echo, lo qu eocurr ió fue qu e el sistema judicial ofreció poca resistencia a cua lquiera de

los objetivos qu e Menem int entó conseguir.

Los tribunales de Argentina, por lo menos en los últ imos 50 años, no

ha n ofrecido ningún tipo de resistencia frente a l presidente, y r esulta dif í-

ci l que las cosa s hubiera n sido distinta s en el período de Menem. P or esta s

y otras razones, varias personas se adelantaron a a f i rmar que la autono-

mía de la judica tur a “nunca ha bía esta do peor” y, no por ca sua lida d, que la

corrupción también estaba empeorando. 37 En pala bra s de un juez de oposi-ción, “no existen l ímites” para la r a ma ejecutiva . P or lo ta nt o, al interior de

la judicatura “nadie está seguro” ante los ataques del poder ejecutivo, el

cua l protege ta nt o sus propia s polí t ica s como a a qu ellos q ue se benefician

personalmente de la a dministra ción.

E nun cia do de un m odo má s genera l por u no de los l íderes polí t icos del

P a rt ido Radical , el problema no es ta nt o “el dinero de la corrupción”, sinoque los jueces son primero que todo políticos de un partido, que incluso

“contesta n las l la ma da s telefónica s a los miembros de su pa rt ido”.38 Resulta

cla ro que el gobierno de Menem ca usó un impa cto importa nt e en la judica-

tura y en las of icinas de investigación, pero aun así no debemos exagerar

en el cambio que tuvo luga r ent re los ra dica les y los peronista s.39 En pala-

M enem , afirm ó que varios abogados del G obierno se opusieron a la intervención del Presidente

en la Corte. Los abogados que estaban prom oviendo la reform a económ ica no estaban teniendodificultades en su trabajo con aquellos que ya estaban en la Corte.

37 Un abogado dijo que la corrupción había alcanzado el punto en donde diversos “interm ediariosde oficio”, ubicados alrededor de los tribunales, llegan a visitar a los litigantes para sugerirles que

m antengan una conducta específica para ganar o para perder un caso determ inado. Él afirm óque, en Buenos Aires, este tipo de corrupción es “bastante reciente”. U n abogado peronista

destacado está de acuerdo con que nunca “ha habido m uchos de ellos”. O tro juez de experiencia

retirado de la Corte Suprem a describe a la Judicatura com o una instancia en donde la m ayoría delos jueces hacen un trabajo apropiado, “algunos de ellos son m uy buenos”, pero unos pocos que

ocupan posiciones clave son “incom petentes y corruptos”.38 Incluso cuando la política no es el rasgo clave, los abogados conocidos cuentan con “acceso a los

jueces”m ediante contactos de parte en el proceso, en donde jueces de todos los niveles seencuentran incluidos. Según un prestigioso abogado, eso “ocurre todos los días”, a saber, que

los abogados visiten a los jueces y “hablen acerca de los casos”. Por ejem plo, para revisar un caso

de la Corte Suprem a, el abogado ordena los docum entos, llam a al juez y le pide que revise elcaso y que “tom e un interés inform al”por el m ism o, lo cual puede llevar a que un núm ero

suficiente de jueces m uestren su interés y el caso sea seleccionado.39 Resulta indicativo de la posición asum ida por la Judicatura y por la oficina del procurador el que

Luis M oreno O cam po –quien había adquirido su reputación com o fiscal joven en los procesos delos m ilitares y com o fiscal penal había dem ostrado su nivel de com petencia en la adm inistración

de Alfonsín–hubiera decidido salirse del sistem a judicial. Según una de las fuentes cercanas a la

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356 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

bra s de un a boga do asesor interno de un ba nco, es difíci l “habla r a cerca de

ca rrera judicial” : los jueces, de acuerdo con un a boga do a rgentino inst rui-

do envuelto en polí t ica , “son ra dica les o peronist a s a nt es que jueces” .40 En

general , la regla aún continúa siendo, de acuerdo con el mismo abogado,qu e “todo es ma neja do como una confront a ción” . .. “si usted le ha ce da ño alotr o par tido, su propio par tido le ay uda rá ” .41 E n r esumen, existe poco res-

peto por la autonomía de los tribunales, pero aun así varias de las luchas

polí t icas son peleadas en su seno, así como en los medios informativos

nacionales y, particularmente, en los internacionales.42

A pesar de la persistente fal ta de autonomía, también se han ofrecido

estra tegias profesionales que respalda n a l derecho dentr o del Est a do. Así ,

Menem logró at ra er –por lo menos inicia lmente– a a lgunos aboga dos pres-

t igiosos interesados en generar un nivel de a utonomía para la judica tura ypara la posición del derecho, incluyendo a León Arslanian, uno de los jue-

ces que se hizo famoso por los juicios adelantados en contra de los milita-

res .43 No obst a nt e, luego de una serie de éxitos, como el logro de un a scenso

de sueldos para los jueces, Arslanian renunció a su cargo de ministro de

Just ic ia . 44  Así, el control sobre las relaciones con el poder judicial pasó a

ma nos de dos persona s int egra nt es del círculo selecto de Menem, q uienescuenta n con un perf il bast a nt e diferente a l de Arsla nia n. E n efecto, ellos no

obtuvieron importa ncia en el P a rt ido Peronista a t r a vés de diversa s estra -

tegias profesionales internacionales , s ino a t ravés del patronazgo y el

Judicatura, el gobierno de M enem eventualm ente prom ovió a aquellos conocidos por ser

funcionaros “anticorrupción”a cargos en donde no pudieran desem peñar labores de investiga-

ción, y asim ism o los fiscales que eran agresivos fueron trasladados o sim plem ente se les despojó

de su poder.40 En palabras de un juez que está ahora en la Corte Suprem a, “los jueces se encuentran m arcados

por los partidos políticos”. Un artículo reciente del periódico La Nación  acerca de un caso fam oso

que involucraba al apoderado de D iego M aradona, G uillerm o Coppola, describió al tribunal deapelaciones en térm inos de los partidos políticos de los jueces correspondientes (La Nación  1996,

19).

41 En otras palabras, a los jueces y a otro tipo de actores “no les im porta m ucho la credibilidadsocial”: su “principal preocupación es su partido político”.

42 De hecho, existe un núm ero significativo de pleitos fam osos y de otro tipo de acciones que han

sido adelantados en com binación con las actividades de la Judicatura y de los m edios de com u-

nicación. Para nom brar un ejem plo obvio, los altercados entre M enem y Cavallo, suscitados por

las denuncias de Cavallo de que M enem había estado involucrado en relaciones corruptas con

Alfredo Yabron, están siendo reeditados en los expedientes de los tribunales.43 Arslanian fue descrito por una fuente cercana a él com o un abogado y profesor cuyos “m ejores

am igos”eran abogados del Partido Radical, aun cuando él era peronista. Él intentó prom over a“personas que fueran técnicam ente idóneas e independientes”, pero sus criterios fueron dejadosa un lado debido a la am istad y a la lealtad que le profesó a M enem .

44

Los salarios de los jueces de prim era instancia fueron elevados de $1.800 a $5.000 dólaresm ensuales y el sueldo de los m agistrados de la Corte Suprem a quedó en $11.000 –bastante

m enos que lo que se puede ganar un abogado ejerciendo su profesión en el sector privado–. Sedice que los abogados de im portancia ganan diez veces m ás que un m agistrado de la Corte

Suprem a.

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clientelismo doméstico (Verbitsky 1991, 1993; ver   también Cerruti 1993).

Robert o Dr omi, contr overt ido minist ro de Obra s Pú blica s de Menem, su-

minist ra un ejemplo sobre este t ipo de tr a yectoria . C omo profesor y espe-

cia l is ta de derecho administra t ivo que trabaja en favor de sus grandesclientes de Mend oza y B uenos Aires, fue descri to, junt o con otros cerca nosa Menem, como “un vir tuoso en el a rt e de l it iga r en cont ra del Est a do por

cient os de m illones d e dóla res” (Verbits ky 1991, 43). 45 Los honora rios de la

jurisdicción, a hora supuesta mente a bolidos, promovían la división corru pta

de los mismos con funciona rios que de hecho respalda ba n a dichos a boga -

dos agentes intermediarios. Este t ipo de abogacía al tamente provechosa

enca ja perfecta ment e con un sistema doméstico de pa tr ona zgo y de favores

mut uos. Algunos de los a boga dos parecidos a Dr omi induda blement e repre-

sentaban intereses extranjeros, así como los de sus cl ientes dentro delpaís, pero la tr a yectoria de este t ipo de perf iles pertenecía esencialment e

a l contexto loca l . Cua ndo este t ipo de aboga dos fueron vinculados al E sta -do, no se inclina ron a emplear las diferentes estra tegias jurídica s interna -

ciona les en cont ra del sistema client elista .

Con todo, en la a ctua lida d los tr ibuna les se han consti tuido en un a sun-to de interés má s público e int erna cional q ue en el pasa do. Así , ha existido

presión para que el Gobierno implemente una reforma judicial que con-

vierta los t r ibunales en insta ncias m á s independientes y a utónoma s. P or

ejemplo, la revisión const i tucional negociada entre los radica les y losperonista s en 1994, la q ue le permitió a Menem la nza rse pa ra ser reelegi-

do, supuesta mente estuvo orienta da a concert a r c iert os cambios en la su-

pervisión de la estructura de la judica tura y en la designación de sus

miembros. Est os cambios, no obsta nt e, no logra ron da r n ingún frut o.46 Igual-

mente, en los procesos penales se han adelantado ciertas modif icaciones.En particular, en 1992 se generó un movimiento para alejar el procedi-

45 Entre los que tienen nexos estrechos con M enem está Rodolfo Carlos Barra, académ ico que

tam bién tiene vínculos cercanos con el O pus Dei, ex vicem inistro de O bras Públicas y posterior-m ente m agistrado de la Corte Suprem a. Verbitsky identifica a Barra com o el autor de cinco librossobre derecho adm inistrativo y com o el abogado de Taconite y Pérez Com panc en una serie de

acciones que se interpusieron en contra del Estado (1991, 43). Verbitsky tam bién describe un

sistem a en donde aquellos que sostienen relaciones con el Estado realizan contratos a bajo costo

y luego dem andan a las em presas estatales. Los abogados de las em presas estatales, a quienesse les da un sueldo bajo pero tienen la responsabilidad sobre “m iles de casos”, son de esta form avulnerables a la corrupción y se m uestran desconcertados frente a “los m ejores estudios”, “aque-

llos m ism os m ediante los cuales se redactan los contratos y se elabora la doctrina”(1991, 26).

46 Una de las propuestas estaba centrada en la creación de un consejo de gobierno y en sus relacio-nes con el Senado para efectos de poder adelantar diverso tipo de acusaciones. Com o fue descri-to recientem ente, el Consejo de la M agistratura llegaría a tener 23 m iem bros escogidos por una

variedad de electores, y tendría a su cargo la supervisión de la selección de los jueces, así com ode toda la adm inistración de justicia en general. Esta instancia podría llegar a sancionar jueces

pero la rem oción de éstos requeriría la ratificación de un jurado. La designación de los m iem -bros del consejo de turno, de todas form as, estaría am pliam ente controlada por el partidopolítico que se encontrara en el poder.

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358 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

miento penal de los cánones tradicionales propios del procedimiento civil ,

y a sí se pas ó de un sistema primordialment e escri to a otro más ora l , pues-

to en práctica a finales de 1992 (Garró 1992, 43).

Además, desde 1992 ha sta el presente, el Ba nco Mundial h a mostra dointerés en que la reforma judicial ar gentina sea fa ctible, contra ta ndo estu-

dios y contribuy endo con diverso t ipo de recursos. Da da la orient a ción in-

ternacional de los profesionales argentinos, no resulta sorprendente queuno de sus primeros proyectos hu biera sido implementa do en est e país. No

obsta nte , este proyecto ha sta a hora no ha ofrecido ningún resul ta do ta ngi-

ble. P or su par te, el gobierno de Menem ha perma necido ta mbién ca ut elo-

so frente a cua lquier a cción qu e pueda r evestir una a menaza sobre su contr ol

del sist ema judicia l. E l ímpetu inicial para a dela nta r este proyecto dentr o del

gobierno de Menem provino de Ra fael B ielsa, u n a boga do que cont a ba cona credita ciones impeca bles en el ár ea del derecho.47 Él conformó una a l ia n-

za con una generación de jóvenes abogados del P a rt ido Ra dica l , incluyendo

a Carlos Rosencrantz y a otros muchos identi f icados con la tendencia de

Carlos Nino. Pero Bielsa, al igual que otros que invirt ieron diversos es-fuerzos y r ecursos en el ca pita l jurídico int erna ciona l dura nt e la a dminis-

tr a ción de Menem, perdió poder y se fue. Así , Elias J a ssa n, ministr o de

J ust icia cerca no a Menem, se cercioró de que el director del proyecto fuera

a migo suyo aun cua ndo cont a ra con escasa experiencia en el tema de refor-

ma s judiciales.48 Como se ve, los principales proponentes profesionales deesta estra tegia internacional fueron radica les opuestos a l gobierno de

Menem. P ero el proyect o no fue dema sia do lejos.

La compleja relación entre los t r ibunales , la s estra tegias interna ciona -

les y el modo tradicional de hacer política resulta evidente en la posición

de Wenceslau B unge, qu izás el agent e intermedia rio de poder m á s consoli-

dado en la a ctua l ida d a rgent ina . B unge es un nota rio que cuenta con víncu-los de pa rent esco no especif icados con el gru po Bu nge y B orn. S e dice que

B unge se gra duó en la U niversidad de Ha rvar d. Desde entonces ha ma nte-

nido vínculos cercan os y dura deros con los Est a dos Un idos, par ticularm en-

te con William Rogers de la firma de a boga dos Arnold & P orter, socio ant iguo

de la f irm a , miembro principa l de Kissinger & Associat es y q uien ta mbiéntiene nexos con Latinoamérica. Bunge fue caracterizado por un abogado

del Partido Radical como “la persona que mejor hace cabildeo (lobbying )

47 Bielsa fue m iem bro de una fam ilia socialm ente prestigiosa. Su abuelo había sido una de lasgrandes figuras del derecho en la A rgentina, y su padre había sido un abogado y profesor desta-cado despedido durante el período peronista. Bielsa tam bién fue víctim a de una “desaparición”

por parte del gobierno m ilitar, debido a sus labores de representación de las víctim as.

48 De acuerdo con Calvin Sim s delNew York Times  (1997), Jassan renunció “luego de que se dem os-tró que había m antenido contactos con un m agnate que se encontraba bajo investigación por lam uerte de un periodista inform ativo”.

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entre Argentina y los Estados Unidos” . Además se dice que en algún mo-

mento fue el candida to má s opciona do par a ocupa r la emba ja da en los Est a -

dos Unidos.

Bunge se convirtió en el vocero de Alfredo Yabron, socio cercano deMenem y el dueñ o de Oca sa , qu e esencia lment e ejerce un monopolio en el

servicio priva do de correos de la Argent ina . Luego de dimitir a su ca rgo en

el gobierno, Domingo Ca va llo ca ra cterizó a Yabron como par te de la ma fia

de Menem. Se dice que Ya bron cont ra tó los servicios de a boga do de Bu nge

con el objeto de que le ayudara a movil izar el poder estadounidense paraproteger su negocio de la competencia q ue má s temía , la de U P S y Federa l

Express en los Es ta dos U nidos. B unge ta mbién fue frecuentement e ci ta do

en los document os de defensa a los cargos qu e ha bían sido formu lad os ora l-

mente por C a val lo en la Argent ina . Como pa rte de la defensa se a f i rmó quehabían sido contratados los servicios jurídicos de Arnold & Porter –espe-

cíficamente William Rogers– para defender la independencia de la judica-

tura en el gobierno de Menem. 49

E nt onces Rogers publicó un libro en españ ol y en in glés –con int roduc-ción de J ulio Cuet o Rú a , prest igioso profesor de derecho con vínculos cer-

ca nos con los Est a dos Un idos– donde af irma que el sistema judicial ha bía

sido funda menta lment e independiente de la ra ma ejecutiva dura nt e el t iem-

po de Menem (Rogers y Wrigh t -Ca rr oza 1995; ver  Miller 1995). J ust a ment e

a la conclusión contraria l legarían la mayoría de los abogados de perf i linternacional en Buenos Aires. Pero independientemente de los méritosde estos anál is is , lo que resul ta interesante notar es que Bunge está l le-

vando a cabo una estra tegia a rgent ina ba sta nte t ra diciona l . Como un inter-

media rio influy ent e cuy o poder depende de sus conexiones int erna ciona les,

en par ticular con los Est a dos Unidos, él se desenvuelve en su t ra ba jo de ta l

ma nera que a yude a genera r a lgún t ipo de legit imidad en fa vor de a quel losque detenta n el poder esta ta l . La s i tua ción generada en torno a la defensa

de los tribunales i lustra que el sistema judicial se ha convertido en un

factor más importante en los debates acerca de la legit imidad del Estado.Aun a sí , el fuerte pa tr ón en el qu e perm a necen diversos profesiona les delderecho intern a cionalment e reconocidos –y por lo ta nt o, desta cados loca l-

mente–, a la sombra de las inst i tuciones esta ta les –descripción q ue se ajus-

ta a las acciones de Bunge–, obstaculiza las inversiones signif icativas de

esfuerzos y recursos qu e pueda n l lega r a ha cerse en favor de la a ut onomía

de los t ribuna les.

49 La im portancia de las pugnas acerca de estos asuntos de la A rgentina en los Estados U nidos

resulta evidente si se tiene en cuenta el reporte gubernam ental que proyectó en 1995 una firm ade relaciones públicas estadounidense donde se defendía, en inglés, a Alfredo Yabron (Core

Strategy G roup 1995).

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360 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

LA IMPORTACIÓN DE LA SOLUCIÓN ALTERNATIVADE CONFLICTOS

Resulta elocuente el mayor éxito de las estrategias internacionales orien-tadas hacia la reforma de los sistemas judiciales, a saber: la importación

desde los E sta dos Un idos del esquema de resolución a l terna tiva de los con-

fl ictos. Est a plat a forma terminó en la expedición de un paq uete importa nt e

de normas que empezó a regir en 1996. Los principales personajes quedesde un principio impulsaron la idea de la resolución al ternativa de los

confl ictos fueron las jueza s Elena H ighton y G lady s St ella Álvar ez, a ctua l-

ment e jueza s de apela ción. Elena H ighton fue nombra da como jueza a f ina -

les de los a ños 70. Ta mbién era profesora de derecho y a nt eriorment e ha bía

ejercido la profesión por algún tiempo. El inglés fue una de sus lenguas ma-t e rna s , ya q ue a l menos uno d e sus a bue l os e ra un i nmi gra n t e que ha -

blaba inglés. Como profesora, en 1989 recibió un folleto por correo que

ha bla ba a cerca de un seminario que tendría lugar en el Na t iona l J udicia l

Collegue de Reno, Nevad a . Inm ediat a ment e escribió pregunt a ndo si el se-minario estaba abierto a personas que no fueran estadounidenses. Tam-

bién expuso la inquietud de si podría a sist ir con una a miga, la jueza G ladys

St ella Álvar ez. E sta últ ima ha bía sido nombra da en su ca rgo en 1974, luego

de 18 a ños de ser pr ofesora de derecho y de ejercer la profesión en el sector

privado. P or su part e, Alfonsín la ha bía a scendido a los tr ibunales de apela -ción en 1984.

La s dos –que const i tuía n la excepción en una judica tur a dominada por

hombres– decidieron a sistir con fondos persona les al semina rio que se dicta -ría en Reno. All í fueron introducidas al tema de la resolución al ternativa

de los confl ictos, que Álvar ez profundizó más ta rde a l observar una media-

ción mientras pasaba vacaciones en Miami. Álvarez también conocía al

ministr o de J ust icia de ese entonces, Arsla nia n, quien ta mbién man ifestó

ciert o int erés sobre el tema . Así , empeza ron a invit a r conferencista s esta -dounidenses –fina ncia dos par cialment e por el Servicio de Informa ción d e

los E sta dos Un idos–, e incluso par ticipar on en va ria s sesiones de ent rena -

miento.50 Mediante una variedad de enfoques, empezaron a moverse para

gan a r r espa ldo a l interior del s istema judicia l , bast a nte ret icente a l cam-bio, sobre t odo a l provenient e de fuera de la judicat ura .

P osteriormente siguieron una estra tegia privada e internaciona l . Comopart e de sus a ct iv ida des para promociona r su ca usa , crearon la Funda ción

Libra, asist ida e impulsada por un grupo de personas importantes en la

junta directiva. Las dos juezas se desempeñaron como presidenta y vice-

50 Ellos llevaron a cabo una conferencia con el National Center for State Courts (Centro Nacional

de los Tribunales Estatales) a finales de 1993, con el apoyo de U said.

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361

president a . El consejo honora rio ta mbién fue una combinación selecta de

persona s, entr e ellas G ena ro Ca rr ió, uno de los f i lósofos que Alfonsín h a bía

nombrado como ma gistra do de la Corte Suprema ; J ul io Cueto Rúa, perso-

na conservadora ya menciona da por su lar ga t ra yectoria de enseñanza ensuelo estadounidense; William Davis, ex administrador judicial del estadode Ca li fornia y u sua l consultor de la U sa id (en Chile, entre otra s par tes), y

Dorothy Nelson, q uien fue profesora de derecho y a ctua lmente es juez en

la jurisdicción federal de apelaciones en San Francisco. A su vez, como

presidente del consejo adm inistra tivo fue nombra do J osé Mar ía Cier.

U na serie de asesores provenient es de la comunida d de mediadores de

los Estados Unidos –muchos de los cuales habían dictado sesiones de en-

tr enam iento en la Argent ina – ta mbién forma ron par te del proyecto. El los

conforma ron una a l ia nza con los nota rios y con otr os gru pos. Los nota rios ,supervisados por el presidente del tribunal de apelaciones, se mostraron

interesa dos por la s insti tu ciones de mediación y a rbitr a mento. Sentía n, de

acuerdo con uno de los participantes en estas actividades, que tenían la

suficient e reputa ción pa ra ser considera dos como persona s neut ra les y “debuen nombre”. Así , sin duda a lguna , vislumbra ron la posibil ida d de par ti-

cipar en un proceso por fuera de los t ribuna les. P a ra 1994 el grupo Libra

ya era bastante conocido en los Estados Unidos, y así obtuvieron un pre-

mio especial de la C P R en Nueva York –una entida d, an teriormente deno-

mina da Cent ro pa ra los Recursos P úblicos, que pa tr ocina diferent e t ipo deact iv idades relacionadas con la solución a l ternat iva de conf l ic tos en el

á mbito de la s empresa s. Asimismo, este grupo ar gentino ha publicado nu-

merosos a rt ículos a cadémicos y l ibros sobre a spectos t eóricos y prá cticos

de la m ediación (v. gr .  H ight on y Álva rez 1995).

Los promotores de la mediación, a cambio de las personas ya mencio-

nadas que habían emprendido la causa de la reforma judicial , lograrongenera r ent usiasmo en el Ministerio de J ust ic ia . P ero este entusia smo, de

cierto modo, es dif ícil de explica r. J a ssa n, el ministr o, era cercan o a Menem

y conocido principa lmente por su va rieda d de conexiones políticas. D e a cuer-

do con un t estigo prota gonista de a qu ellos event os, él sólo observó “la cosa

política” de apoyar la idea de la mediación, pero con todo facilitó su peso

polí t ico para respaldarla . Para aquellos que presenciaron el proceso, fue

“un milagro que ta nta s cosas ocurrieran ta n rá pido” . La idea fue cri t ica da

por el Colegio Público de Abogados, pero el poder político con el que ya

contaba no l legaría a ser detenido. Los jueces tradicionales tampoco eran

simpat izan tes de la ca usa , pero a un a sí con el t iempo tuvieron que ha cersea la idea. Primero hubo un proyecto piloto, pero el Gobierno no esperó a

los resultados para seguir adelante.

El régimen obligatorio de la mediación comenzó a regir en abri l de

1996, requ iriendo que t odos los ca sos federa les, salvo los a sun tos pena les y

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362 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

de bancarrota , fueran trasladados a la competencia de un mediador. De

acuerdo con los expertos de la Fundación Libra, actualmente hay alrede-

dor de 1.400 abogados mediadores, de los cuales probablemente 100 son

personas cal i f icadas. En tanto que la Fundación Libra era el único grupoque dictaba sesiones sobre mediación en 1995, hoy día 70 grupos han lo-grado ser reconocidos como instancias que faci l i tan el entrenamiento re-

querido pa ra convert irse en mediad or. 51 Y de hecho la nueva ley ha genera do

cambios importantes en la carga de trabajo de los tribunales.52

No obsta nt e , lo que resulta par t icular mente interesan te es que ciertosconocimientos especial izados en el ámbito internacional terminen siendo

empleados par a promover labores de diferentes ONG y a ctividades –inclu-

so judiciales– localizadas primordialmente en la esfera privada. La exis-

tencia de la mediación en corredores próximos a los tribunales sin dudaalguna generará un impacto en el sistema judicial , pero ni los tribunales

por sí mismos ni los métodos pa ra nomina r a los jueces ha n sufrido ca mbio

alguno. Actualmente Argentina es reconocida como instancia l íder en la

línea de la r esolución a ltern a t iva de los conflict os. Asimism o, los a ctivista s

en las fundaciones de la materia se encuentran bastante involucrados con

el escena rio interna ciona l . Desde cierta perspectiva, este t ipo de a ctivida -des desvía la a tención sobre los t ribuna les, pero desde otro punt o de vista

i lustra qu e en la Argentina resulta mucho má s fáci l qu e se den inversiones

de conocimientos jurídicos especializados en la esfera privada que en laesfera pública . 53

Un grupo de 19 firmas de abogados –que se dedican al derecho empre-

sa ria l y a tema s de negocios int erna cionales– empleó la n ueva legislación

par a configura r s ervicios especia les de ar bitra ment o y media ción. Aprove-

51 Com o fue descrito, los litigantes pagan $15 pesos cuando entregan el form ato de la dem anda, y

eso va a las arcas de un fondo. Si la m ediación no resulta exitosa, al m ediador se le pagan $15

pesos y el resto de sus em olum entos son pagados por el que pierda pleito. Si en seis m eses no seperfecciona el pleito, la parte que solicitó la m ediación debe pagar sus honorarios al m ediador.

Los honorarios son de $150 pesos para dem andas por debajo de $3.000 pesos y de $300 pesossi supera dicha sum a.

52 Cerca del 31% de las m ediaciones term inan con un acuerdo form al, según estadísticas sum inis-tradas por los tribunales, y cada m ediador recibe un prom edio de un caso cada seis días. Las

partes pueden seleccionar al m ediador o hacer que el juez lo designe.

53 De hecho, la estrategia internacional de la m ediación tam bién ha funcionado m uy bien com o

com plem ento de las labores del grupo de abogados que, prim ordialm ente, se encuentra al servi-cio de las em presas internacionales. Por ejem plo, Julio Cueto Rúa conform ó un servicio para

resolución de conflictos, y el actual m inistro de Justicia clandestino, Ricardo G il Lavedra, cuenta

con un grupo de m ediadores que trabajan para su firm a de abogados. Uno de los abogados

asociados entusiastas con el alcance de la m ediación, la vislum bra com o una oportunidad para

“m odificar los cim ientos de la m anera com o los conflictos son resueltos”. Un testigo que conocede estos tem as m anifestó que, desde el punto de vista de las em presas internacionales que han

logrado afianzarse com o líderes en Latinoam érica, este giro puede satisfacer su aspiración de

“contar con ciertas garantías”m ediante las instituciones jurídicas. Una form alización de la reso-

lución de los conflictos privados puede ayudar a que dichas garantías tengan lugar, de nuevo, por

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363

chando la identidad específ ica que han logrado desarrollar, están tratando

de conforma r su propio sistema de just icia priva da , denomina do el Centr o

Empresarial de Mediación y Arbitraje. Como un abogado de un banco lo

observó, aún perma nece el sent imiento de que “las personas de la jurisdic-ción n o son ca paces de entender las va ria bles del mun do de los negocios” .Aun cua ndo la reforma que generó la inst i tución de la mediación comenzó

en los tr ibuna les, no existe ningún m ovimiento fuerte que esté intent a ndo

generar un cambio sustantivo en el sistema judicial .54

La s f irma s tr a diciona les de abogad os que presta n sus servicios a cl ien-

tes internacionales, como el recuento anterior lo sugiere, cuentan con su

propia fuerza y dinámica, las cuales son diametralmente diferentes de las

propias del Estado o de los otros profesionales del derecho. Ellos dominan

el Colegio de Abogados, básicamente compuesto por “abogados de nego-cios” qu e “provienen de la s f irma s de a boga dos má s import a nt es” . El Cole-gio de Aboga dos, que cuenta a proxima da ment e con 900 miembros, resulta

relat ivam ente pequeño cua ndo se le compa ra con los má s de 40.000 miem-

bros que conforman la agremiación estatal de abogados, el Colegio Públi-

co.55 Así , la s f irma s de a boga dos termina ron crea ndo el grupo que esta bleció

el exclusivo centr o par a la resolución a l terna tiva de los confl ictos.

La identidad de estas f irmas y abogados puede ser comprendida a tra-

vés de la acti tud de uno de los proponentes de este nuevo escenario de

resolución pr iva da de los conflictos. É l explicó qu e “en un ciert o nivel en laArgentina” , las disputas podían ser zanjadas a través de una negociación

entre las partes asesoradas por abogados “de igual reputación”. De hecho,

sugirió, es ra ro que los tr ibuna les tenga n un ca so en donde “una compañía

grande demande a otra” . No obstante, si las disputas son remitidas por

fuera d e “ la clar a l ínea divisoria ” que ha y entr e los a boga dos domésticos ylos de corte internacional , entonces las mismas serán afrontadas por abo-

ga dos “ locales, domésticos y monolingües”.

Como vemos, los ejemplos ar gent inos muestra n la ma nera como una

compleja combinación d e oportun ida des locales y de inversiones int erna -ciona les se t ra ducen en una s reforma s que ha sta el momento no ha n toca -

do la médula de la si tuación por la que pasan los tribunales. El sistema

judicial aún continúa al tamente poli t izado y la única reforma de amplia

fuera del Estado pero m anteniendo una proxim idad adecuada con las instituciones públicas que

lo com ponen.

54 Com o un econom ista observó, en contraste con otros ám bitos de A rgentina, “no hay ningúngrupo joven”en los tribunales que ejerza las funciones y proponga reform as al trasluz de lasnuevas técnicas y conocim ientos especializados.

55 Existen abogados penales reconocidos, cuyo prestigio no se encuentra relacionado con las firm as

sino con su propia reputación pero, aun así, estos abogados y la m ayoría de los litigantes m ásfam osos –así com o los profesores, de m odo invariable–perm anecen al m argen de las firm asinternacionales de abogados de m ayor envergadura.

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364 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

envergad ura ha sido una conversión sorprendent e del esquema esta douni-

dense de resolución a l terna tiva de los confl ictos en un progra ma obligat o-

rio en el que ciert a s dinám ica s del á mbito de los tribuna les ha n term ina do

desviándose hacia el sector privado. Las f irmas de abogados, desde hacet iempo insta ncias próspera s en Argent ina , un a vez más ha n r esulta do be-neficiad a s, en esta oca sión debido a la presencia del menciona do progra ma

de resolución a l terna tiva de los confl ictos.

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365

CAPÍTULO 14

La lógica de los trasplantesrelativamente infructuosos

Los dos capítulos precedentes –uno centra do en la s f irma s de a boga dos

de negocios y el otr o en la r eform a judicial– suscita n un a pa ra doja difí-

ci l de resolver: la m a yoría de los t ra splant es fraca sa n del todo o son infruc-

tuosos en buena medida, pero aun así el proceso de trasplantes prosigue

su veloz marcha, como ha sucedido en diversas variantes durante siglos.

En este capítulo examinaremos esta paradoja, pero lo primero que debe-

mos a nota r es que se podría a legar que la pala bra “ f racaso” es una cara cte-

rización d ema siado fuerte. Como vimos en la diná mica del movimient o dederecho y desa rrollo de los a ños 60 y 70, los result a dos obt enidos ta mbién

pueden ser ca ra cterizados por los optimista s como “median a ment e exitosos”.

Los tr iunfos conseguidos se ha cen má s evident es cua ndo se mira n a tr a vés

de los ojos de quienes alcanzaron posiciones locales importantes a partir

del manejo de nuevas técnicas y conocimientos especializados –por ejem-

plo, convirt iéndose en ab ogad os de negocios bien ent ren a dos–. Ta mbién es

posible encontrar historias de tr iunfos conquistados en el campo de los

derechos hum a nos , en l a pro tección a l medio a mbient e , as í como en e l

derecho de los intereses colectivos. Est e t ipo de éxitos al iment a n la inves-tiga ción pa ra a cceder a “ las mejores prá ctica s” , susceptibles de ser repro-

ducidas en otras lati tudes.

No obstante, al mismo tiempo es concedido por todos que los esfuerzos

invertidos no se ha n a cerca do a la sa tisfa cción de los logros an uncia dos en el

discurso de transformar la educación y la academia jurídica, ni a generar un

nivel de independencia y un est a tus suficientement e alto para los tr ibuna les.

Incluso los éxitos relat ivos en t érmin os inst itu ciona les –por ejemplo, la su-

pervivencia de las entidades diseñadas como firmas de abogados para la

defensa de los intereses colectivos– demuestran que los trasplantes sondesviados y reorientados de modo impredecible para sus promotores ini-

cia les. Est a s desvia ciones, sobre todo, no ha n logra do const i tuirse en r efor-

mas contundentes de los sistemas judiciales o de la educación jurídica.

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366 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

U na de las forma s para a proxima rse a esta a parente pa ra doja es mira r

má s a l lá d e los cri terios usua les con los que se ha medido el gra do de éxito:

los adelantos en el derecho positivo, los mecanismos concebidos para ha-

cerlo cumplir o, de modo má s gener a l, el rol de los tribun a les en la propor-ción de mecanismos jurídicos para resolver los confl ictos. Parte de la

explica ción, ta nt o en La tin oa mérica como en otr os luga res, es que el dere-

cho y las insti tuciones jurídicas proveen mantos para encubrir las activi-

da des sobre la s cuales no se puede ha blar en círculos cosmopolita s refina dos

(Deza la y y G a rt h 1996b). Los principios a ltr uista s del derecho pueden ser-

vir para ocultar los pactos y los compromisos realizados dirigidos a garan-

tiza r cierta esta bilidad socia l o a ma neja r cierto t ipo de intereses. De igual

forma el derecho y la s inst i tuciones jurídica s sirven pa ra legitima r r ela cio-

nes hegemónicas y de jerarquía. En efecto, dependiendo de los contextospart icular es, la a utonomía relat iva d el derecho y de las inst i tuciones jurí-

dicas frente a los poderes político y económico ayuda a asegurar la legiti-

midad de dichas jerarquías (Dezalay y Garth 1996b). Con el objeto de

comprender la diná mica de la s cont inua s inversiones de esfuerzos y recur-

sos para importar y exportar trasplantes jurídicos, y de otro t ipo, resulta

úti l reflexiona r a cerca de las relaciones present es en las reforma s judicia-

les, a sí como sobre las pregunta s má s sut i les rela ciona da s con el poder.

Podemos empezar a entender la lógica de los transplantes relativa-

ment e infructuosos a l revisar br evement e algun os de los resulta dos conse-guidos en los anteriores capítulos. En la primera parte del libro, donde

examinamos la función de diferentes estructuras estatales, al igual que el

modo como las est ra t egias d e actores relevan tes convergen o divergen en

el Nort e y en el Sur , seña lam os qu e los procesos de dola riza ción –la nortea -

mericanización de las técnicas y los conocimientos estatales especializa-

dos– se ha n desplegado de una forma a lta ment e asimétrica. La existencia

o la inexistencia de instancias homólogas estructurales en momentos de-

terminados de la historia determinan el modo y la oportunidad de que lo

producido en el Norte –el producto de las luchas por el poder del Norte–eche ra íces en el Sur . Así, podemos ver cómo las d iversa s cont ienda s de los

Es ta dos Un idos y especialm ente de Wa shingt on desembocaron en un enfo-

que orient a do ha cia la democracia, el ma nejo de los gobiernos y el Est a do

de derecho. Asimismo logra mos exa mina r la ma nera como esta s estra te-

gia s en el Norte y en el S ur l legaron a converger en moment os determ ina -

dos. Esta convergencia produjo a los Chicago Boys en Chile, así como al

movimiento de los derechos humanos. De forma más general , también

empleamos contrastes generacionales más amplios –entre los abogados

prestantes de la vieja generación y los polí t icos tecnócratas de hoy día–para i lustrar el t ipo de estrategias que desencadenó el Consenso de Was-

hingt on producto de la democracia l ibera l .

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Est e cont ra ste generaciona l , aun cuan do sea instructivo, al mismo tiem-

po resulta d ema siad o simple, ya que ta mbién se encuentra estrecham ente

vinculado con u n t ipo de estr a tegia promociona l dirigida a los a migos fuer-

tes de grupos particulares de los Estados Unidos (a saber, los críticos deuna “clase capital ista transnacional”). Como se mencionó, la dolarización

ilustra da por los polí t icos t ecnócra ta s –q uienes se convirt ieron en devotos

de las recetas económicas y de la democracia electoral estadounidenses–

fue un proceso bastante desigual . Un análisis más detal lado al respecto

dejó ver q ue, mientra s que la economía se encuentr a bast a nte dola r izada

en el sentido de que el va lor de los economist a s en el Sur d epende precisa-

ment e de su va lor correspondiente en los Est a dos Un idos, la dola riza ción

en ma teria de insti tuciones jurídica s es mucho má s complica da . En térm i-

nos de dolarización, el derecho empresarial es mucho más exitoso que elderecho de defensa de int ereses colect ivos. Con todo, el primer o est á lejos

de alcanzar los niveles de éxito que ha alcanzado el saber económico. A

pesar de las grandes conquistas de las organizaciones de derechos huma-

nos en el Nort e y en el Sur en cuan to a la movil ización de nueva s inst i tu-

ciones y de nuevos derechos en cont ra de las d icta dura s de los a ños 70 y 80,

las mismas –en contraste con muchas de las personas que habían partici-

pado activamente en ellas– no lograron convertirse en actores importan-

tes una vez que el Estado fue transformado. Las f irmas de abogados de

negocios, en ca mbio, a brieron su s propios cam inos y ha n empeza do a serinsta ncia s próspera s en las nueva s configura ciones polí t ica s y económica s.

Una mirada más deta l lada a los diversos papeles ornamentales que

han desempeñado el derecho y las insti tuciones jurídicas para mantener

las diferentes jerarquías, nos permitirá ir más al lá en el análisis. Desde

esta perspectiva, los factores que produjeron el desarrollo relativamente

exitoso, a sí como la dolar iza ción del derecho de los negocios a su vez fa cili-

tan la explicación del fracaso parcial que también tuvo lugar al l í . Las f ir-

mas de abogados asociados cosmopolitas, con la excepción notoria de la

f irma Pinheiro Neto en el Brasil , están sostenidas como empresas de uncort e mucho más de fa milia que el que podría encont ra rse en sus an á loga s

estadounidenses o británicas. Las estrategias de familia , como lo hemos

visto, permiten que estas f irmas de abogados se beneficien extensamente

de la s oport unida des interna ciona les y a simismo const ruya n un nu evo ni-

cho en el cont exto local . No obsta nt e, al mism o tiempo, las est ructur a s de

famil ia ha n convert ido en una t area basta nte a rdua i r má s a l lá , de nuevo

con un a nota ble excepción bra sileña . Como resulta do, las f irma s de a boga -

dos a sociados en el Sur t ienen una l imita nt e en su capa cidad pa ra crecer y

para ser asimiladas en el mundo de las f irmas de abogados asociados deélite. U na fuga de cerebros del Su r ha cia el Nort e en ma teria jurídica com-

plica aún más el problema, aun cuando no del modo tan dramático como

ocurre con el caso de la economía. En efecto, las oportunidades que los

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368 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

a boga dos del Sur pueden encont ra r en el Nort e aún cont inúa n siendo má s

limitadas en comparación con lo que sucede en los campos de la economía

o de los n egocios. No obsta nt e, el punt o má s crí t ico es que la s f irma s q ue

cuentan con una estructura familiar no logran generar el t ipo de desarro-llo institucional sostenido que podría hacer posible la configuración de un rol

más autónomo. La lógica de familia aún sigue siendo demasiado acentuada.

E l mism o tipo de fenómeno ocurre con r espect o a la s reforma s judicia -

les, sólo que el problema es cientos de veces más grande. Incluso si se da

un rela tivo éxito en encont ra r a un gru po que import e la s última s tecnolo-

gías en ma teria de reforma s judiciales, lo que ellos ha ga n con ese tipo de

inversiones de esfuerzos y r ecursos se encontra rá íntim a ment e l iga do con

las estructuras y los patrones locales que han permanecido al l í por tanto

tiempo. Es más, en contraste con las f irmas de abogados asociados, lascuales tienden a aceptar la legitimidad del predominio de los conocimien-

tos especializados producidos en los Estados Unidos, el escenario de los

tribunales se encuentra más dividido e incomunicado respecto a los dis-

cursos cosmopolita s. E ste fenómeno a punta ha cia otr o pelda ño de nuestro

a ná lisis, en el que ocurre un giro que va de la constr ucción y la difusión de

las técnicas y los conocimientos especializados específicos a las estructu-

ras de los Estados.

E l derecho, como lo hemos suger ido en va ria s pa rt es de este libro, siem-

pre consiste en una estructura de dos niveles. La ambigüedad de esta do-

ble es t ruc tura permi te , e inc luso f ac i l i t a , l a exis tenc ia de re lac iones

jerá rqu ica s q ue son conducidas por u na éli te cosmopolita . E sta él ite cos-

mopolita , no obstante, debe trabajar con personas notables que cuenten

con perfiles mucho más localizados, y los intercambios que allí tienen lu-

ga r r equieren la presencia de juegos dobles y de los servicios de a gentes

intermediarios. Así , los abogados en Latinoamérica lograron hablar en el

Sur representando al Norte, y en el Norte representando al Sur, encon-

tra ndo eventua lmente una ma nera de enca uzar la producción de un E sta -

do desco lonizado formalmente au tónomo. No obstante , e l Es tado as í

importado termina siendo ambiguo y fragmentado, debido a la referida

estructur a de doble nivel .

El E sta do fue man tenido, por regla general , a t ra vés de un pat rón q ue

requería que las él i tes cosmopolitas conformaran una serie de al ianzas

tá cita s con la s personas encarg a da s de hacer el tra ba jo menudo necesar io

par a ma nt ener un cierto nivel de poder polí t ico y económico. P or s upuesto

se dio una ga ma de varia nt es. E l cont ra ste entr e la él i te cosmopolita y los

intermediarios de poder local se hizo más evidente cuando la estructuradependía de una base clientelista o de regímenes populistas vinculados

con diversos grupos socia les fuertes. P ero el ra sgo est ructur a l común fue

la presencia de una fachada jurídica construida para evocar el estándar

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369

óptimo requerido en dicho moment o en el cont exto intern a ciona l , impulsa-

do por el nivel superior, y un conjunto de prácticas locales que no podían

ser representadas en términos de categorías aceptadas en el escenario in-

ternacional .La contradicción entre los dos niveles, el uno caracterizado por princi-

pios a ltr uist a s y el otro por el client elismo, sirvió como frecuent e fuent e de

crít ica s provenientes t a nt o de la esfera local como de la int erna ciona l . Los

principios altruistas asociados con la élite cosmopolita, incluyendo la idea

de Estado de derecho, estuvieron lejos de ser satisfactoriamente imple-

ment a dos en los cont extos locales de poder. Así, ta nt o los principios a ltr uista s

como el cl ientelismo y el patronazgo regional se encontraban completa-

mente inmersos en los balances de poder y la posición de las personas

notables del ámbito local . De hecho, no existía una l ínea divisoria claraentre el primer nivel y los l íderes de lo que hemos denominado como el

segundo nivel. Muchos de ellos eran primos pobres, compañeros de clase

menos exitosos o peor conectados, o sujetos que contaban con buenas co-

nexiones con la élite cosmopolita –todo lo cua l fue car a cteriza do por gra da -

ciones importantes en su contexto respectivo–. Así , la arti f icial idad del

Estado importado se convirtió en una función de esta jerarquía de dos

niveles, así como de esta compleja red de relaciones.

La misma lógica continúa existiendo hoy día y de nuevo conduce a la

a rti f icial idad del Est a do en los países que l levan a ca bo la s importa ciones.

Los nuevos importadores cosmopolitas, quienes usualmente son los des-

cendientes de los anteriores importadores, siguen basando su hegemonía

en los diversos conocimientos especializados que han sido legitimados en

el escena rio intern a ciona l . Si bien ellos a hora ha blan un voca bular io dife-

rente fortificado por los últimos conocimientos especializados, acuñados

especialment e en los E sta dos Un idos, cont inúa n ocupan do la s misma s po-

siciones loca les que detent a ron sus predecesores de la s genera ciones pre-

v ias . De es ta fo rma , t r aen l as recetas de cambio como conocimientos

especial izados que ha n sido importa dos con una lógica de ar riba h a cia a ba-

jo. Dependiendo de las si tua ciones hist órica s pa rt icular es, encuentr a n es-

pacios pa ra invertir en la esfera local . Como hemos visto, las inversiones

a sí encauza da s pueden t ener consecuencias a lar go y cort o plazo, pero los

impactos generad os se encuent ra n l imita dos por la reorienta ción o el fra -

caso de dicha s inversiones, debido a la posición a mbigua de los import a dores

o de los reformadores cosmopolitas y de sus alianzas locales.

Así , los importadores cosmopolitas trabajan para construir un nuevo

E sta do má s a cepta ble y legítimo conforme a cán ones intern a cionales, peroen esta labor deben confronta r prá ct ica s profundamente a rra igada s en t o-

dos los n iveles sociales, a sí como a las persona s q ue sostienen dicha s prá c-

ticas en formas diversas que en últimas terminan beneficiando a la él i te

LA LÓ G ICA DE LO S TRASPLAN TES RELATIVA M ENTE IN FRU C TU O SOS

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370 LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

cosmopolita . Para recurrir a un ejemplo de Brasil , los importadores cos-

mopolitas lograron crear un nuevo tipo de organización –como Viva Río–

que es capa z de genera r ovaciones en el escena rio int erna ciona l y de tener

un fuert e impacto local por a lgún t iempo pero, a un a sí , poca s persona s dela éli te cosmopolita están dispuestas a trabajar para construir vínculos

con las favelas   locales. Ellos, de manera natural , se hallan por encima,

pero también requieren de las prácticas de intermediarios locales de po-

der, quienes a su vez necesitan enfoques concil iatorios que vigoricen el

cl ientelismo. Cualquiera que sea la suerte de Viva Río, el punto simple-

mente consiste en que incluso los éxitos relativos obtenidos en la imple-

ment a ción de nuevos tipos de conocimientos esta ta les especial iza dos que

resulta n n ecesar ios para ga na r un nivel de legi t imida d interna ciona l , re-

quieren a l ianza s con los sistema s y la s estructur a s de poder loca les, que enocasiones resultan ser inamovibles. El rechazo a conformar este t ipo de

a lianza s ha ce que incluso resulte má s dif ícil implement a r las reforma s. La

mejor de las intenciones no puede ignorar las estructuras locales ni las

relaciones de poder que las sostienen.

Desde esta perspectiva, la nueva ambición de la él i te cosmopolita –el

Estado de derecho– está también destinada, en el mejor de los casos, a

tener un éxito l imitado. Más aún, la ambición de construir el Estado de

derecho no es demasiado clara e inequívoca a lo largo y ancho de la él i te

cosmopolita . La deprecia ción o la desca lificación t a nt o de las justicias loca -les como de los diferentes Estados en Latinoamérica (y en otras partes),

debido a que se ha llan inm ersos en sistema s de pat ronaz go o de client elismo,

terminan concediendo legitimidad y prestigio a aquellos que se encuen-

tran en la parte más elevada del sistema de dos niveles. Ellos ganan reco-

nocimient o, en pa rt e, como consecuencia d e la sofistica ción de sus crít icas.

En otras palabras, su distancia, su credibilidad y sus conexiones cosmopo-

l ita s les permite apa recer como persona s a l truista s que ha blan en nombre

de los nuevos y sofisticados remedios creados para el Estado y la economía.

In cluso a pesa r de los mejores esfuerz os de los import a dores, como he-mos visto , los trasplantes respaldados por el los se encuentran estruc-

turalmente dest inados a ser , en el mejor de los casos, medianamente

exitosos. Incluso si las reformas se af ianzan insti tucionalmente, lo harán

en una forma que se apar ta substa ncia lmente de lo que ellas representa n en

los países export a dores. La s reforma s, entonces, par ecerá n incompleta s de

acuerdo con los criterios de los países exportadores. Aun así, la sensación

de fra ca so facili ta nueva s oport unida des pa ra las genera ciones en ca mino.

Ca da nueva generación cosmopolita que a cceda a l poder podrá invertir es-

fuerzos y r ecursos en la necesidad d e completa r la s ma teria s incompleta sde la genera ción precedente. E l proceso puede cont inua r de m a nera indefi-

nida, produciendo de este modo un movimiento de derecho y desarrollo

novedoso y origina l en su perfi l idea lista para ca da generación por venir .

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Por lo tanto, la continuidad de este proceso no resulta difícil de explicar.

No obstante, como lo hemos sugerido a lo largo de todo el libro, las conse-

cuencias de estos procesos a través del t iempo en el nivel de los Estados

impor tadores , dependerá de l as d iversas fo rmas complejas y es t ruc-turalmente configuradas con las que las múltiples estrategias internacio-

na les –producida s en el Nort e y en el S ur– int era ctúen con la s luchas locales

por el poder.

LA LÓ G ICA DE LO S TRASPLAN TES RELATIVA M ENTE IN FRU C TU O SOS

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para las páginas interiores y cartulina couché de 162kilos para los forros; consta de 1,000 ejemplares.

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