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Sinopsis urante diecisiete años, para Delk Sinclair, estudiar en un internado en Irlanda ha significado una cosa: escapar. Delk está cansada de escuchar acerca de las fiestas de debutantes de sus amigas, ver a su madrastra embarazada redecorar la casa de su madre, y tener que sonreír dulcemente a pesar de que no cree que nunca vaya a superar la pérdida de su madre.

Irlanda es la oportunidad de Delk para ser feliz. Con el impresionante paisaje verde como telón de fondo, Delk se deleita en todas las cosas de Irlanda, de vivir en un castillo irlandés real, de celebrar el Día de San Patricio en Galway, de disfrutar de la música irlandesa y el baile, del estudio de Yeats y ¡de esquilar una oveja!

Así que cuando Delk comienza a enamorarse de un guapo irlandés, se pregunta si hay algo más en la Isla Esmeralda de lo que en un principio parecía.

Es divertido, sin duda, ¿pero esos sonrientes ojos irlandeses realmente serán capaces de curar su corazón roto?

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Contenido

Sinopsis Capítulo 7

Solicitud para E.A.S.M. Capítulo 8

Capítulo 1 Capítulo 9

Capítulo 2 Capítulo 10

Capítulo 3 Capítulo 11

Capítulo 4 Capítulo 12

Capítulo 5 Capítulo 13

Capítulo 6 Suzanne Supplee

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Solicitud para estudiantes del Programa de Estudios en el Extranjero A través de los

Siete Mares Traducido por Lizzie

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ombre: Delk Sinclair

Edad: 17

Preparatoria: Ciclo Básico en la Preparatoria Overton

Lugar de Procedencia: Nashville, Tennessee

Destino preferido para estudiar en el extranjero: Connemara, Irlanda

1. ¿Por qué estás interesado en viajar al extranjero el próximo año?

Respuesta: Creo que es importante para mí descubrir el mundo para así volverme segura de mí misma, una autoconsciente joven mujer, e Irlanda es tan rica en cultura y tradición y belleza natural. Para mí, no hay mejor ambiente para descubrir mi verdadero yo y abrazar las simples cosas de la vida.

(Verdad: Quiero alejarme de la niña que mi padre tiene como novia, ella es sólo diez años mayor que yo. Además de eso, ella y mi padre van a tener un bebé. ¡Connemara, llévame lejos! ¡Por favor, por favor, por favor acéptame! ¡Poderes del E.A.S.M. que así sea!)

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2. ¿Cómo seguirá desarrollando tus talentos e intereses estudiar en el extranjero?

Respuesta: Los nuevos conocimientos que obtendré durante mis estudios en Irlanda me ayudarán a prepararme para la vida universitaria y el mundo de los adultos. Viajar al extranjero me abrirá los ojos a nuevas oportunidades y me mostrará la luz sobre lo que puedo elegir para una futura profesión.

(Verdad: Irlanda parece un lugar muy feliz. Tal vez me contagie un poco de esa felicidad.)

3. Describe tus actividades extracurriculares.

Respuesta: Equipo de Tenis de la Preparatoria Overton, Actividades de la Clase Junior en la Preparatoria Overton y Copresidenta de Eventos, Actividades de la Clase de Segundo Año de la Preparatoria Overton y Copresidenta de eventos, Actividades de la Clase de Primer Año de la Preparatoria Overton y Copresidenta de Eventos, Miembro del Comité Social Junior del Country Club de Forest Hills, Coordinadora del “Encuéntralo Ahora” (una recaudación de fondos anual para la investigación de la enfermedad renal).

(Verdad: Por más que bajo los ojos hacía la gente superficial, soy una de ellos, todo lo que hago es planear eventos y tratar de lucir caliente.)

4. ¿Hay algo más que sientes que debemos saber acerca de ti?

Respuesta: Perdí a mi madre hace dos años, y mi objetivo es vivir mi vida de una manera que la haría sentirse orgullosa y honrar su memoria.

(Verdad: Extraño a mi madre, y creo que nunca superaré su pérdida.)

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Capítulo 1 Traducido por AariS

Corregido por ☽♏єl

ola, soy Delk. —Sonrió extendiendo su mano a una chica ancha de espaldas que estaba sentada en un banco, bajo una señal de Aer Lingus en el aeropuerto de Dublín—. Delk Sinclair. ¿Estás con E.A.S.M. verdad?

—¿Cómo lo adivinaste? —La chica sonrió burlonamente y miró abajo al logo de

“Estudiantes A través de los Siete Mares” impreso en su arrugada camiseta. Delk tenía una igual que esa, excepto que no la había usado aún. Había llegado con la carta oficial de aceptación de E.A.S.M.

—Eso fue un poco obvio, supongo. —Delk rió incómodamente y esperó a que la chica se presentara—. ¿Entonces, cuál es tu nombre? —preguntó finalmente.

—Iris —dijo ella, y sonrió ampliamente, y fue ahí cuando Delk advirtió que a Iris le faltaba un colmillo. Tan claro como el día, simplemente no había un diente donde un diente debería estar normalmente—. Sip, mi nombre es Iris. Me queda bien, ¿no crees? —dijo, sacando la lengua a través del espacio como si eso desviara la atención sobre el defecto.

Delk no pudo evitar mirar.

—¿Qué le pasó a tu diente? —preguntó. La grosera pregunta sorprendió a Delk misma, y se preguntó si era el cambio de horario lo que le hizo perder sus modales.

—Defecto congénito —dijo Iris.

Delk miró fijamente a la chica con horror.

—H

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—¿Defecto genital1? —susurró.

—Con-génito. Como de nacimiento —explicó.

—Oh, claro —dijo Delk, avergonzada.

—Tengo un dispositivo que puedo llevar cuando quiero impresionar a la gente. Sin embargo, raramente quiero impresionar a la gente —añadió Iris—. Así que, ¿de dónde eres, Delk? ¡No, espera, déjame adivinar! ¿Alabama? ¿Kentucky?

—Nashville —respondió Delk.

—Sip, podía decir por tu acento que tenía que ser algún lugar por ahí abajo. Es irónico, supongo —dijo Iris.

—¿Qué es irónico? —preguntó Delk, buscando en su bolso las gotas humectantes. Sus lentes de contacto se sentían como papel de lija. Estaba tentada a quitárselas y ponerse sus gafas, pero eran gruesas como botellas de Coca-Cola, y a diferencia de Iris, ella sí quería impresionar a la gente, al menos al principio.

—Bueno, solamente me parece que a ti te debería faltar un diente —bromeó Iris. Delk se enojó. Odiaba los degradantes chistes sobre el sur, y podía decir que Iris estaba a punto de hacer uno.

—¡Tenemos un excelente cuidado dental en Nashville! —dijo Delk secamente—. Y no voy por ahí descalza y tocando un banjo tampoco.

—Sólo estaba bromeando —dijo Iris—. Soy una chica de Jersey. Sé cada palabra de cada letra de Bon Jovi jamás escrita. Soy una rata de autopista. Estoy orgullosa de eso también.

—¿Rata de autopista? —preguntó Delk.

—Una rata de autopista es básicamente como tu “pueblerino”, sólo que del norte. —Iris sacó un pequeño estuche azul de su bolso de lona e insertó un artilugio parecido a un retenedor en su boca. Esbozó una sonrisa perfecta.

—¡Wow! Ni siquiera puedes hablar con eso adentro —dijo Delk, impresionada.

Iris sonrió y se sacó el dispositivo.

1Defecto genital: En inglés, congénito y genital se escriben y se pronuncian parecido (congenital y genital) por lo que ella los confunde.

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—También soy monstruosamente musculosa, gracias a mi adicción a los deportes. —Flexionó sus bíceps.

—¡Dios mío! —chilló Delk—. ¿Qué has estado levantando? ¿Autos pequeños? ¿Chicos llamados Guido? —lanzó, una réplica al codazo de Tennessee—. Así que, ¿qué deporte practicas?

—Son deportes —corrigió Iris—, y practico cualquier cosa. —Chasqueó el aparato en su estuche y lo metió en su único bolso de lona.

—¿No vas a llevar tu dispositivo? —preguntó Delk. Prefería conocer al Director de E.A.S.M. con una compañera que tuviera todos sus dientes.

—Oh, nunca conozco a nadie por primera vez usándolo —dijo Iris, como si esta fuera la más obvia de las elecciones.

—¿Por qué no? —preguntó Delk.

—Demonios, puedes decir mucho más acerca de una persona con el dispositivo fuera —explicó Iris—. Es como mi Myers-Briggs2 personal. Puedo llegar a ver si eres un tonto superficial o una persona decente, ya sabes, alguien con inteligencia que no me juzgará basándose en un defecto congénito.

—¿Puedes decir todo eso mostrando que te falta un diente?

Iris asintió y dejó salir un ruidoso bostezo.

—Sin embargo, estás bien Delk. Has pasado con éxito. Mientras te guste Bon Jovi, nos llevaremos bien.

Delk pensó en cuán diferente era Iris de sus amigos en casa, los grandes vestidos de baile del oeste de Nashville, un término que Jimmy Buffett usaba en una canción para describir a las chicas de riqueza y privilegios. Preferirían morir antes de ser atrapadas con dientes imperfectos, o con cualquier cosa imperfecta, en realidad. Delk amaba a sus amigas y las extrañaría, pero también necesitaba alejarse de ellas durante un tiempo. Alejarse completamente.

En el verdadero último minuto, Julie y Rebecca, las dos mejores amigas de Delk, habían pasado por su casa para decir un último adiós.

—Prometemos mandarte e-mails contándote todo lo que pasa en Forest Hills —dijo Rebecca.

2 Myers-Briggs: Es un test de personalidad.

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—Sip —intervino Julie—. ¡Te haremos sentir como si estuvieras siendo presentada junto a nosotras!

Delk sabía que tenían las mejores intenciones, pero la presentación del club de campo de Forest Hills era precisamente la razón por la que Delk quería ir a Irlanda.

Cada año, el club celebraba una lujosa ceremonia para chicas de la edad de Delk. Las candidatas de la presentación llevaban vestidos blancos y asistían a una ceremonia formal en la cual eran presentadas. Durante varias semanas después, las chicas y sus familias organizaban fiestas para celebrar su introducción a la sociedad de Nashville. Antes de dejar la ciudad, Delk había declinado educadamente veintidós invitaciones a fiestas. Habría carpas del tamaño de Dallas en los patios traseros de todo el oeste de Nashville, árboles brillando con cientos de luces blancas, bandas tocando en el cálido aire nocturno del sur. Seguramente, el costo de todas esas veladas podría alimentar a un pequeño país durante un año.

“Demasiado superficial” fue la excusa que Delk le había dado a su padre cuando le preguntó si quería participar, pero la auténtica verdad era que Delk evitaba ocasiones monumentales, tipo Kodak, por completo. Esos eventos la hacían extrañar demasiado a su madre. Delk se sentía culpable, pero le había mentido a Julie y a Rebecca, diciéndoles que no tendría acceso a Internet mientras estuviera en Irlanda. Para el momento en que regresara, la temporada de presentaciones habría acabado, y Delk podría seguir adelante con su vida.

—Dejaste a algún bombón donde vives, ¿verdad? —preguntó Iris. Estaba mirando a Delk burlonamente.

—¿Eh? —contestó Delk, empujando los depresivos pensamientos fuera de su mente.

—Tienes esa apariencia depresiva, ya sabes, como si estuvieras extrañando a algún chico o algo.

—Oh, ni siquiera tengo un novio —contestó Delk—. Sólo estoy… uhm… cansada.

—Lo mismo en ambos casos —dijo Iris, bostezando de nuevo—. Eh, ¿crees que él está buscándonos? —preguntó, asintiendo hacia el mostrador de atención del aeropuerto.

Delk vio a un hombre mayor llevando una camiseta de E.A.S.M. idéntica a la de Iris (pero más limpia). El representante de servicio al cliente estaba señalando en su dirección. Delk se puso de pie y se alisó su falda de lino, la cual estaba arrugada más allá de cualquier esperanza. Se frotó sus secos ojos y parpadeó unas pocas veces para limpiar

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los lentes de contacto nublados. Echó un vistazo a Iris, que todavía estaba sentada desparramadamente en el banco de vinilo.

—Buenos días a ustedes. —El hombre sonrió, su acento irlandés marcado y musical—. Soy Keegin Keneally —dijo, tomando la mano de Delk—, y permítanme ser el primero en darles la bienvenida a Isla Esmeralda.

Era un hombre bastante compacto y robusto, con una nariz considerablemente respingona y brillantes ojos azules.

—Soy Delk Sinclair de Nashville, Tennessee. —Delk le sonrió en respuesta—. Es un gran placer conocerlo. ¿Es usted el Director?

El señor Keneally rió.

—Eso sí que sería algo. No, sólo soy el granjero local, el hombre de transporte al aeropuerto, y el guía turístico no oficial. Hubo un poco de crisis de carbón en los dormitorios, así que la señorita Connolly no podía reunirse con ustedes en persona. ¿Quién es tu amiga? —preguntó, mirando hacia Iris.

—Oh, nos acabamos de conocer —dijo Delk—. Esta es Iris… —Delk se dio cuenta de que no sabía el apellido de Iris—. Creo que definitivamente le vendría bien un poco de café. Está demasiado cansada para levantarse.

Iris recibió la no tan sutil insinuación de Delk y se puso de pie. El señor Keneally y Delk se quedaron boquiabiertos ante ella. Iris era, sin duda alguna, la chica más alta que Delk había visto nunca, ciertamente medía más de un metro ochenta.

—Encantada de conocerle. —Iris sonrió hacia abajo al señor Keneally.

—Igualmente —musitó el señor Keneally—. ¿Qué diablos te dan de comer en América?

—Niños pequeños y animales de granja normalmente —replicó Iris secamente. Claramente había oído todos los chistes de altos antes. El señor Keneally rió ampliamente con la boca abierta y una mano sobre su vientre redondo.

—¿Puedo conseguirles a las señoritas un poco de café o té para el viaje? Parece que les sería útil a las dos, y tenemos unas pocas horas de viaje por delante.

Delk e Iris siguieron al señor Keneally al puesto de café. Secretamente, Delk estaba muriendo por una Coca-Cola Light, su preferencia de cafeína por la mañana, pero se conformó con un té con crema, que no estaba tan mal. Arrastrando sus maletas, hicieron su camino al estacionamiento del aeropuerto, y Delk se sorprendió de ver a un chico muy lindo sentado en el asiento de pasajero de la camioneta.

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—Ese de ahí es mi hijo —dijo el señor Keneally mientras izaba las maletas a la parte trasera de la camioneta y cerraba la puerta.

—Buenos días —dijo Chico Lindo educadamente e inclinó su gorra. Su hermoso rostro estaba salpicado de pecas, y tenía un mechón de cabello rubio rojizo colgando sobre sus vívidos ojos verdes. Sus cejas eran espesas y rubias y parecían tener voluntad propia, como si fueran en realidad parches de heno pegados a su frente. De algún modo, en Irlanda, eso tenía un efecto sensual, aunque Delk sabía que su grupo en Nashville insistiría en que se sometiese a una depilación completa con cera.

—Hola, soy Delk —dijo. Gracias a Dios había resistido la tentación de ponerse sus anteojos.

—Soy Pather Keneally —dijo el chico. Parecía ser de la edad de Delk, pero ella no podía estar segura.

—Encantada de conocerte —dijo Delk—. Ésta es Iris —explicó, entendiendo para este momento que Iris no se presentaría a sí misma.

—Hola —dijo Iris ásperamente.

Subieron a la camioneta y se sentaron en los fríos asientos de vinilo. El paseo a Connemara fue tranquilo. Delk se sentía dormitar, y cuando no estaba dormitando (o mirando a la parte trasera de la hermosa cabeza de Pather Keneally), estaba pensando en casa, lo que no era algo bueno.

Se imaginó a su padre con su nueva (y muy embarazada) esposa, Paige. Conociéndola, probablemente estaba en casa redistribuyendo los muebles en este mismo instante. Ya había arrancado el papel de pared de la cocina que la madre de Delk pegó cuidadosamente hace unos pocos años, y había limpiado las cajas de baratijas que “simplemente no eran su estilo” sin siquiera preguntar si Delk podría quererlas. Habían tenido una gran pelea sobre eso. En realidad, habían tenido un montón de grandes peleas.

Justo antes de que el padre de Delk se casara con Paige, dijo:

—Delk, cariño, supongo que sólo soy joven de corazón. —Se estaba refiriendo a los veinticinco años de diferencia, por supuesto. Viejo y estúpido lo describía mejor, pero Delk nunca dijo eso. Su padre había estado devastado cuando su madre murió; no tenía sentido torturarlo más. Además, como Delk, era muy obstinado, y sabía que no iba a disuadirlo de su decisión.

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La mayor sorpresa de todas fue cuando Paige anunció el embarazo. ¡Embarazo! El padre de Delk de cincuenta y dos años iba a tener un bebé. En el momento en que el niño se graduara de la escuela secundaria, su padre estaría inclinado sobre un andador, y Delk probablemente sería la que cambiara sus pañales. Sin duda, la joven y atractiva esposa habría encontrado algún galán al estilo Ashton Kutcher para entonces. No, Delk no había anticipado un hermano. Medio hermano, se corrigió a sí misma. Sólo medio.

—¿Están dormidas ahí atrás? —preguntó el señor Keneally.

—No, señor —contestó Delk, echando un vistazo a Iris, que parecía estar en la fase REM3. Sus ojos estaban fuertemente cerrados, pero su boca se abría ampliamente.

—Así que, ¿qué piensas de ella? —preguntó el señor Keneally.

—¿Quién? ¿Iris? —contestó Delk.

—¡No! ¡La madre patria! —corrigió el señor Keneally—. Es encantadora, ¿no es cierto?

Delk miró por la ventana y realmente vio Irlanda por primera vez: exuberantes campos verdes, vasto cielo azul, bajas paredes de piedra, ovejas, y más ovejas. Era hermosa. Magnífica. Verde. Incluso más verde que Tennessee. Esmeralda, de hecho. La camioneta se sacudía a lo largo del camino rural, y Delk se dio cuenta de que realmente lo había hecho: cruzó el océano Atlántico y llegó a un país extranjero por tres meses enteros, un pensamiento que tanto la emocionaba como la asustaba.

—Es encantadora —dijo suavemente, dándose cuenta de cuán inadecuada sonaba probablemente su respuesta.

Cerró los ojos e hizo una lista mental de cosas por hacer:

1.- Quitarse los lentes de contacto.

2.- Siesta.

3.- Escribir un e-mail avisando que llegó bien (sólo para su padre, por supuesto)

4.- Curiosear detalles de Pather Keneally.

3 RMO: Rápidos movimientos oculares.Fase del sueño durante la cual se presenta la mayor frecuencia e intensidad de las ensoñaciones. Durante ésta, los ojos se mueven rápidamente y la actividad cerebral se asemeja a la de cuando se está despierto.

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Más tarde, iría a dar un largo paseo y orientarse. Obviamente, Connemara era vastamente diferente de Nashville, y le llevaría un tiempo acostumbrarse a vivir en el campo.

De acuerdo al folleto, su campus E.A.S.M. estaba a ocho kilómetros del pueblo más cercano. El pensamiento hacía que su estómago se revolviera un poco. Después de todo, estaba acostumbrada a Nashville, una ciudad grande y elegante. Había vivido allí toda su vida, de hecho, y tenía todas las comodidades que una chica podía desear: lujosos salones de belleza, enormes centros comerciales, boutiques de moda, cafeterías gourmet, lugares pintorescos para comer, sin mencionar la Coca-Cola Light. ¿Qué iba a hacer si lo odiaba aquí? Ciertamente, esta no era una cuestión que se había permitido considerar hasta ahora.

—¡Estamos aquí! —trinó el señor Keneally. Los ojos de Delk se abrieron de golpe, y se sorprendió al ver la lluvia salpicando el cristal. ¡El cielo, ahora gris, había sido azul cuando cerró los ojos sólo unos pocos minutos atrás!—. Aquí está su casa durante los próximos tres meses —dijo el señor Keneally orgullosamente mientras ponía el freno de mano.

—Siempre para aquí, en la calle principal, así los estudiantes pueden apreciar la vista panorámica —explicó Pather.

Delk limpió la ventana con su manga y presionó su cara contra el frío y neblinoso cristal.

—¡Oh! —gritó cuando lo vio—. Oh, es… es… —Cerró la boca otra vez.

—Es realmente algo, ¿no es así? —dijo Pather. Delk lo miró. Estaba sonriéndole, y durante un segundo, sus ojos se encontraron.

Iris se agitó a su lado.

—¡Mira! —dijo Delk, empujándola para que se despertara—. ¡Estamos aquí! ¡Sólo mira este lugar!

Iris se estiró y se frotó los ojos.

—¡Cielos! —gritó cuando lo vio—. ¿Esto no es Tremain? —preguntó, incrédula.

—Este es el Castillo Tremain —dijo el señor Keneally—. Su nueva casa, durante un tiempo al menos. ¿Qué piensan?

—¡Pienso que ya no estamos en Kansas! —dijo Iris—. Quiero decir, mis padres estaban delirantes cuando conseguimos una casa con un garaje de dos plazas. Les dará un ataque cuando vean fotografías de esto.

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—Bueno, esperemos que no se emocionen tanto —Rió el señor Keneally.

Iris tenía razones para estar emocionada, y también Delk. El Castillo Tremain era enorme, directo de los libros de cuentos: una estructura austera de piedra gris con misteriosos detalles góticos, torres y torrecillas, cosas de cuentos de hadas. Se asentaba al pie de una escarpada montaña, y justo delante del castillo había una grande y reluciente laguna, o lago, como los irlandeses lo llamaban (Delk había aprendido esto de una guía de turismo). A la derecha de Tremain había una franja de un kilómetro y medio de gravas que serpenteaban hacia el castillo, pero luego desaparecían en un grupo de árboles. Delk forzó los ojos, pero desde la carretera, no podía ver dónde terminaba el camino de entrada realmente. Aunque los primeros árboles de marzo estaban aún rígidos y desnudos, la hierba estaba sorprendentemente exuberante. ¿Una señal de la primavera? ¿O tal vez el césped en Irlanda era siempre de esta manera? Delk tendría que averiguarlo.

Pensó en todos los meses de preparación previos a este momento: había leído guías turísticas, rellenado formularios, y soportado un examen físico. Había adquirido ropa nueva, abrigada, para lugares como L.L. Bean y Patagonia, muy distintas de sus habituales Diesel y Juicy.

Delk respiró un aliento irregular y lo dejó salir de nuevo. Se sentía temblorosa en su interior, nerviosa, de la forma en que lo hizo la noche antes del examen. Esperaba haber tomado la decisión correcta al venir aquí. Al menos, estaba lejos de Paige y su hermano nonato y todas aquellas chicas de Forest Hills con sus madres perfectas y sus espléndidas fiestas de presentación. Sí, está lejos de los grandes vestidos de baile del oeste de Nashville, cantó Jimmy Buffet en su cabeza.

Los cuatro salieron de la camioneta y se estiraron. Una leve lluvia caía, pero a Delk no le importaba, al menos la ayudaba a despertarse un poco. El señor Keneally levantó sus maletas fuera de la parte trasera y las colocó en el pavimento.

—Tengo la mía —dijo Iris, y antes de que Pather o el señor Keneally pudiera objetar, agarró la bolsa de lona color verde lima y la colgó sobre su hombro. No obstante, Delk aceptó gustosamente la ayuda de Pather. Tenía una maleta gigante con ruedas, una ligeramente más pequeña pero muy llena bolsa de lona, y una bolsa de mano extra grande que estaba llena con cosas al azar que había decidido agarrar en el último minuto: un par de tacones altos de tiras y un bolso de noche, un secador de pelo extra en caso de que el primero se rompa, un oso de peluche (mejor conocido como Wooby), una fotografía enmarcada de su familia que fue tomada cuando Delk tenía doce años y había decidido cortarse su propio flequillo, un diccionario de bolsillo y de sinónimos, y una baraja de cartas que había encontrado en el cajón de los trastos de la cocina.

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El señor Keneally lideró el camino a través del estacionamiento hacia la entrada del castillo y empujó la pesada puerta de madera, abriéndola. La retuvo hasta que estuvieron todos adentro de un vestíbulo con poca luz.

—El comedor está derecho por allí —dijo, señalando hacia un amplio pasillo.

Las paredes estaban pintadas de un tono amarillo mostaza cálido y acogedor, y adornadas con apliques de bronce con lágrimas de cristal colgando a ambos lados de la puerta arqueada. Colgando justo a la izquierda había un retrato de una mujer y una niña pequeña, obviamente de hace un par de siglos, y a la derecha había un elegante letrero bordado con un marco dorado, en el cual se leía Comedor por aquí con una flecha debajo.

A cada lado del vestíbulo había dos amplias escaleras de piedra con intrincadas barandillas y pasamanos de madera tallada. Delk sólo podía imaginar la gente elegante que había ascendido y descendido por ellas. El señor Keneally encendió una luz, y los apliques emitieron un suave brillo a través del suelo de piedra.

—¡Ya! Ahora al menos podemos ver —dijo—. No dejen que este lugar las intimide, señoritas. Es un poco abrumador al principio, pero se acostumbrarán. Es bastante acogedor en los dormitorios. Síganme —instruyó.

Delk echó un vistazo a Iris, quien le dio una mirada desorbitada de “¿Puedes creerlo?”. Delk sonrió, y siguieron al señor Keneally hacia sus habitaciones.

En la cima de las escaleras, un balcón daba paso a una elegante sala de estar y el comedor adjunto. Sus suelos de madera eran brillantes y de color miel, las cortinas que iban desde el suelo al techo con gruesas borlas acentuaban las enormes ventanas, que desde la distancia, parecían tener vistas a un jardín aún dormido. Gruesas mesas de madera y una colección de sillas elegantemente desiguales habían sido cuidadosamente organizadas alrededor de la habitación, y había una chimenea de piedra, aunque estaba apagada por el momento.

—¿Dónde están todos los demás estudiantes? —preguntó Delk. Estaba imaginando las comidas que comería en el maravilloso comedor, los nuevos amigos que haría allí.

—Oh, estarán llegando a lo largo del día —explicó el señor Keneally—. Ustedes son las primeras. Voy a conducir a la estación de tren en Galway más tarde. Unos pocos más llegan al aeropuerto de Dublín por la mañana temprano. Mañana, tendrán las presentaciones formales. Hoy es en su mayoría situarse y conocer los alrededores.

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—Mi madre dice que no puedo encontrar mis calcetines en mi cajón de los calcetines —dijo Iris.

El señor Keneally y Pather rieron.

—Bueno, es mejor que conozcan los alrededores rápidamente —dijo Pather—. La señorita Connolly es una fanática de la puntualidad.

—Oh, ¿ella es estricta? —preguntó Delk. Sus profesores en la Preparatoria Overton siempre parecían estrictos al principio del semestre, pero después de un tiempo se relajaban. Esperaba que la señorita Connolly fuera igual.

Pather abrió la boca para hablar.

—Creo que es mejor dejar a las chicas formar sus propias opiniones —lo interrumpió el señor Keneally.

—Supongo que es estricta —dijo Delk. Pather sonrió y se encogió de hombros.

El señor Keneally se detuvo en una alegre puerta roja y sacó una hoja de aspecto oficial del bolsillo de su chaqueta.

—La asignación de habitaciones —explicó, y examinó la lista cuidadosamente.

Delk notó que cada una de las puertas del pasillo había sido pintada de un color diferente. Esperaba que la roja fuera la suya.

—Parece que es ésta —confirmó el señor Keneally, y destrabó la puerta—. Iris, aquí dice que estás justo en la puerta de al lado a la de Delk: en la habitación berenjena.

La habitación de Delk era modesta en tamaño, con paneles oscuros de madera y suelo de pizarra que estaba parcialmente cubierto por una gastada alfombra oriental. El alto techo había sido pintado del mismo color que la puerta. La cama era ligeramente más grande que una sencilla pero más pequeña que una de matrimonio, y había una chimenea y una gran ventana cubierta con cortinas rojas de terciopelo. En la esquina derecha se asentaba un pequeño tocador, y justo enfrente de la cama había un armario. Delk notó que no había vestidor, pero el sillón y el diván serían un lugar perfecto para leer.

—Hay comida preparada. —El señor Keneally apuntó hacia una pequeña cesta de picnic en su mesita de noche—. Suficiente para el almuerzo y la cena. Mañana por la mañana será la primera comida oficial en el comedor. Siéntanse libres para mirar alrededor y ponerse cómodas. Están por su cuenta hasta mañana, aunque la señorita Connolly ha pedido que nadie deje los campos.

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—¿Está bromeando? ¡No creo que pueda encontrar la puerta principal! —dijo Iris.

—Fue un placer conocerlas a ambas —dijo Pather. Había colocado cuidadosamente la maleta más pesada de Delk en el cofre a los pies de la cama para que no tuviera que levantarla.

—Gracias por todo —dijo Delk. Sacudió la áspera mano del señor Keneally, luego la de Pather, cálida y suave, y después los hombres Keneally se fueron.

—¡Cielos! Acabamos de llegar aquí, y ustedes dos están prácticamente comprometidos —dijo Iris tan pronto como cerraron la puerta tras ellos.

—¡Oh, por favor! Pather probablemente tiene una novia.

—Bueno, no querría ser ella contigo alrededor —dijo Iris, mirando alrededor de la habitación de Delk—. Esto es un poco del lado sombrío, si me preguntas. Podría tener un póster extra de Bon Jovi si lo quieres.

—Oh, está bien —dijo Delk.

—Como quieras. Voy a la puerta de al lado a mi pedazo de cielo morado.

—Berenjena —corrigió Delk, siguiéndola al pasillo—. Oye, ¿Iris?

—¿Sí?

—¿Puedes creer que realmente estamos aquí? Es decir, estamos viviendo en un castillo —dijo Delk.

—Lo sé. ¡Me siento como una maldita princesa hada!

Delk se rió y cerró la puerta tras ella. Examinó su nueva habitación de nuevo. Iris tenía razón, era un poco del lado lúgubre, pero nada que un poco de luz del sol y música (gracias Dios por el iPod) no pudiera arreglar. Delk abrió su bolsa de mano y sacó algunos de los diversos artículos. Wooby fue apoyado en las almohadas de la cama, estaba demasiado frágil y desgastado para sentarse por sí mismo. La foto familiar (antes de la enfermedad renal y antes de Paige) fue situada en la mesita de noche.

Se dejó caer en la suave cama y miró la foto en la mesita de noche. Si su madre estuviera todavía viva, Delk la llamaría en este instante para describirle cada detalle de su viaje hasta ahora. No, notó Delk. Si su madre estuviera viva, habrían estado escogiendo vestidos de presentación y bandas y carpas, como todas sus demás amigas en Nashville.

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Delk rodó sobre su espalda y miró al techo rojo. Nadie aquí sabía acerca de su vida allá. En Irlanda, no tenía que sentirse excluida por no ser presentada, o extraña acerca de su madrastra demasiado joven, o avergonzada de que su viejo padre iba a tener un nuevo bebé. No tenía que mirar mientras Paige arrancaba los toques de su madre con sus esfuerzos de redecoración. Excepto por quién fuera que leyera la solicitud de E.A.S.M. (la señorita Connolly probablemente), nadie más sabía que era la chica triste con la madre muerta, y Delk pretendía mantenerlo de esa forma.

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Capítulo 2 Traducido por Andy Parth

Corregido por flochi

elk no tenía idea de cuánto tiempo estuvo dormida. El castillo se sentía inquietantemente tranquilo, como si se tratara de la mitad de la noche, pero de acuerdo a su reloj, el que ella había programado a la hora irlandesa mientras todavía estaba en el avión, eran solo la 1 p.m. Deseaba que Iris hiciera un poco de ruido al lado, cantara una canción de Bon Jovi o algo, pero ella estaba en silencio. Probablemente durmiendo, decidió Delk.

Delk se acercó a la ventana y vio los riachuelos de lluvia gotear por el grueso vidrio. Se estaba muriendo por salir y abarcar el paisaje de Connemara antes de que anocheciera. Miró a su maleta todavía desempacada y recordó las resistentes ropas nuevas. Apresuradamente, ella había tirado un par de jeans Seven (no oficialmente resistentes, pero al menos cómodamente elásticos) un cuello de tortuga blanco y una sudadera con capucha de lana azul. Abrió su petate y buscó a tientas por sus botas para todo tipo de clima, también una reciente adquisición. Eran exactamente del estilo de las botas de vaquero excepto que eran en goma con delicadas flores color rosa y azul. El papá de Delk se había reído cuando las vio, aunque Paige pensó que eran lindas (estuvieron de acuerdo en una cosa al menos).

En el exterior, el olor de la lluvia llenó su nariz y Delk repentinamente tuvo la urgencia de bajar de un salto el largo camino de entrada, una urgencia que resistió, por supuesto.

—¡Hola! —Una voz vino detrás de ella. Delk se volvió para ver a Pather de pie en el hueco de entrada, sus brazos sobrecargados con leña—. Veo que estás tomando un recorrido. —Él sonrió y añadió los troncos a una pila ya grande.

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—Tenía que salir —confesó Delk—. No podía dejar que la lluvia me detenga. —Ella estaba medio alardeando con esto. Normalmente, no era el tipo de chica de camina-en-la-lluvia.

—Si dejas que la lluvia te detenga, estarás encerrada todo el semestre —dijo Pather—. Me estoy dirigiendo a casa para atender a nuestras ovejas. Podrías caminar conmigo si quieres.

—Seguro —dijo Delk. Pather desempolvó sus manos en sus jeans y luego las metió en sus bolsillos. Por un tiempo caminaron el largo camino de grava en silencio. Pasaron el lago y Delk notó una fila de canoas atadas a las ramas bajas—. ¿Alguna vez pescaste aquí? —preguntó.

—No. No hay tiempo para eso —dijo Pather—. Aunque lo hice cuando era pequeño. Ma solía insistir en ello. Probablemente solo para que no me metiera en problemas por un tiempo. Era un poco difícil.

—Así que, ¿no te metiste en más problemas? —preguntó Delk.

—Ella murió —respondió Pather.

Delk lo miró.

—Tu mamá está muerta… —Ella estuvo a punto de decir también, pero se detuvo. La frase incompleta colgó en el aire incómodamente.

—Eso fue hace mucho tiempo —dijo Pather.

Continuaron caminando en silencio y Delk trató de digerir las palabras de Pather. Ella nunca había conocido a alguien de su edad que podría identificarse con lo que ella estaba atravesando. Ninguno de sus amigos en la Preparatoria Overton había perdido a un padre. Había muchos padres divorciados, padres que vivían en diferentes ciudades, complicados arreglos de custodia compartida, pero nadie que ella conociera había experimentado la pérdida permanente.

—Entonces, ¿vas a la escuela por aquí? —preguntó ella, resistiendo la urgencia de decirle a Pather acerca de su propia madre.

—En Galway, en la universidad. Solo medio tiempo. Planeo empezar tiempo completo este otoño.

—Eso debe ser emocionante —dijo Delk—. Me queda un año completo de preparatoria. —Ella ajustó su sudadera con capucha arriba y cruzó sus brazos para mayor calidez.

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—¿Quieres esto? —preguntó Pather, tirando de su chaqueta de granjero.

—Oh, no, gracias —dijo Delk—. Soy del Sur. Puedo ser bastante molesta cuando se trata del frío.

—Ah, no pareces una tonta para mí —dijo Pather.

—¿Una tonta? —preguntó Delk.

—Molesta —explicó él. Sus ojos eran traviesos—. Quiero decir con esas botas, te ves positivamente resistente.

Delk bajó la mirada a sus pies. Las botas parecían incluso más brillantes afuera.

—¿Estás riéndote de mis botas? —Estaba coqueteando ahora, o al menos tratando de coquetear. Sus amigos en casa decían que su técnica era tan sutil, que los chicos nunca podían decir si ella estaba coqueteando o no.

—Está lejos de mí el insultar a las Wellies de la señorita —respondió sarcásticamente Pather.

—¿Mis qué?

—Wellies. Ya sabes, goma4.

Delk sintió sus ojos ampliarse.

Pather continuó.

—Oh, cierto, eso significa algo muy diferente en América. Las Wellies son botas, algo como las tuyas, excepto que sin el tema vaquero.

—Eso es vaquera —lo corrigió ella.

—¡Jesús! ¡He insultado tus botas y tus políticas!

—Te perdonaré por esta vez —advirtió Delk. Ellos rieron y caminaron.

—Allí está mi finca —dijo Pather, apuntando a través del camino de dos carriles vacío. Finalmente alcanzarían el final del sinuoso camino de Tremain.

—¿Vives ahí? —preguntó Delk. Pather asintió—. ¡Es tan bonita! Como algo proveniente de una postal.

4 Goma: En el original “Rubbers” que en América es una forma de llamarle al condón.

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—Una vez estuvo en una postal. Todavía podría estar, pero no he visto ninguna por un tiempo. Solían venderlas en Letterfrack, un pequeño pueblo no lejos de aquí.

—¡Eso es tan genial! —dijo Delk. La casa principal era una granja blanca con una puerta roja brillante y jardineras coincidentes, que ahora se encontraban vacías. Cerca de ahí había un deslucimiento sobre el lugar, como si los detalles hubieran sido descuidados. La pintura estaba desconchada y uno de los postigos decaía precariamente.

El granero de piedra era mucho más grande que la casa. En general, parecía en perfectas condiciones, excepto por un techo de lata oxidado que parecía haber sido remendado demasiadas veces para contar. Ovejas y vacas pastaban tranquilamente en los pastos, los tractores y variadas maquinarias agrícolas estaban estacionados aquí y allá. Delk volteó y entrecerró los ojos en la dirección de Tremain. El sol estaba empezando a asomarse un poco a través de las nubes y el paisaje de Connemara y del castillo prácticamente brillaba. Desde esta distancia, la enorme estructura no era austera ni gris en absoluto. En la luz solar, se veía blanco, celeste incluso.

—¿Es eso lo primero que ves cuando te despiertas? —Delk apuntó hacia él. Ella sintió una repentina ráfaga de felicidad por estar ahí.

—Doughraugh es la primera cosa que veo, luego Tremain.

—¿D… qué? —preguntó Delk.

—Eso es gaélico. Traducido significa “pila negra”. Es el nombre de esa montaña que se cierne sobre Tremain.

—Es increíble aquí —dijo Delk.

—Así que, ¿piensas que te gustará? —preguntó Pather.

—¡Puede que nunca vaya a casa! —Esto estaba más cerca de la verdad de lo que Delk permitiría.

—Supongo que tu hogar es muy diferente.

Delk asintió. Ella pensó en el tráfico y los centros comerciales, las estaciones de gasolina, los edificios altos, las autopistas… y hospitales. Pather estaba mirándola, y ella podía decir que él quería saber más acerca del lugar de donde ella venía.

—Entonces, ¿A dónde vas para divertirte? —preguntó ella.

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—Esta noche probablemente iré a Bird’s. Está a unos pocos kilómetros de aquí. Me reuniré con algunos amigos. Tomaré una jarra de cosa negra. Cerveza Guinness —explicó él—. Puedes venir si quieres.

El corazón de Delk dio un vuelco ante la oferta. Abrió su boca para decir que sí, pero recordó las palabras del Sr. Keneally acerca de no dejar el campus.

—¡Oh no! —dijo ella, llevando su mano sobre su boca—. ¡No puedo! La Sra. Connolly. ¿Recuerdas? Tu papá dijo que no tenemos permitido dejar Tremain. ¡Ni siquiera se supone que esté aquí! ¿Crees que ya estoy en problemas?

Delk no estaba bromeando, pero Pather se rió.

—Lo dudo. La Sra. Connolly está histérica por la crisis del carbón. Estoy seguro de que ella no ha notado que cruzaste el camino. Sin embargo, tienes razón acerca de lo de esta noche —dijo Pather—. Había olvidado la regla de la primera noche.

—¿Así que la regla acerca de no dejar los terrenos es solo por esta noche? —preguntó Delk, esperando que esto significara que Pather la invitaría a salir alguna otra noche… ¡como quizás mañana!

—Siempre y cuando los estudiantes no se destrocen cada noche, ella es bastante indulgente. Ella es estricta en algunos aspectos, pero no es consentidora.

Delk asumió que consentidora significaba que la Sra. Connolly no era demasiado estricta, pero no quería arriesgarse.

—Debería volver —dijo ella—. Gracias por el recorrido—gritó sobre su hombro y salió corriendo hacia el castillo de nuevo.

—Soy una vaquera montando un caballo de acero —cantó Iris, mirando a las botas de Delk—. ¿Agradable paseo?

Delk asintió. Iris estaba yaciendo en su cama, una pila de galletas de chispas de chocolate apiladas en su estómago.

—Estoy teniendo abstinencia de realitys de TV —confesó ella—. Aunque estas realmente ayudan.

—¿Dónde obtuviste esas? —preguntó Delk—. Estoy hambrienta. —Iris extendió su mano hasta el piso por una bolsa de papel.

—Estas son para ti —dijo ella tendiéndole a Delk la bolsa—. Alguna extremadamente maravillosa señorita de la cafetería las trajo arriba. Así que, ¿a dónde te fugaste? ¡No,

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espera! Déjame adivinar. La granja Keneally. —Ella sonrió y comió una galleta grande de un bocado.

Delk se sentó en la silla junto a la cama de Iris y tomó un pedazo de una galleta todavía caliente de su bolsa. Las chispas estaban ligeramente derretidas y la masa estaba empalagosa.

—Podría acostumbrarme a la vida del castillo —dijo ella con la boca llena. Iris estaba mirándola expectantemente—. Oh, está bien, fui a la finca de Pather. Salí a caminar y el estaba apilando madera afuera. Preguntó si quería ir con él y lo hice. Entonces, ¿qué?

—Entonces, no sabes acerca de mis poderes especiales todavía —dijo Iris—. Pero en casa predigo conexiones amorosas y huelo una aquí, justo en esta habitación berenjena.

—¡Hueles galletas! —protestó Delk—. Apenas conocí al chico hace un par de horas.

—¿Te las comiste? —preguntó Delk. Ella estaba ansiando repentinamente verdadera comida, no dulces.

Iris asintió con arrepentimiento.

—Todas —confesó.

—¡Eso se suponía que fuera la cena también! Ahora, ¿qué vas a hacer?

—Estoy esperando que mi nueva amiga en la cafetería me ayude.

Después de un muy tardío almuerzo, más descanso y bromear con Iris, Delk puso manos a la obra para desempacar seriamente. Iris dejó pasar el tiempo en la puerta y observó por un rato. Delk encontró una plancha en el cajón de la parte inferior de su ropero y envolvió una toalla sobre el tocador.

—Una improvisada tabla de planchar —explicó ella.

—Vaquera, esto es serio. ¿Debería llamar a un doctor? —preguntó Iris.

—Simplemente odio la ropa arrugada —explicó Delk. Tan cuidadosamente como ella había empacado, su guardarropa entero era un desastre arrugado (todo, a excepción de las cosas de lana, por supuesto)—. De cualquier forma, necesito mantenerme ocupada para pelear contra el jet lag. La guía dice que debes tratar de permanecer despierta hasta la hora de dormir normal. De lo contrario, despertarás en medio de la noche.

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—Haz lo que quieras vaquera, pero la gratificación instantánea de la guía dice que debo tomar una ducha rápida e ir a cama cada vez que lo sienta. Diviértete… planchando. —Se burló y se arrastró bajando el corredor.

Alrededor de las diez de la noche Delk escuchó voces. Bolsas arrastrándose a través del suelo, voces amortiguadas hablando excitadamente. Ella tiró de su albornoz y asomó su cabeza en el pasillo.

—Hola —dijo ella, entrecerrando los ojos a un chico bastante alto que estaba transportando dos pesadas maletas. Ella había dejado sus gafas en la mesilla de noche, por lo que estaba ligeramente borroso.

—Lamento haberte despertado. Es su culpa —dijo, asintiendo hacia otro chico de pie detrás de él.

—¡Cállate, tu idiota! Él fue el que hizo el ruido, lo juro —dijo el chico más bajo.

—¿Son hermanos? —preguntó Delk.

—Somos trillizos, y lamento mucho si mis hermanos te molestaron. —Una chica subió las escaleras cargando una caja—. Soy Lucy —dijo ella, extendiendo una mano incómodamente—. Estos son mis hermanos, Brent y Trent. —Lucy llevaba el aspecto agotado de una madre fatigada—. De cualquier forma, lamento si te despertamos.

—Oh, realmente no puedo dormir. Jet lag —explicó Delk.

—Nosotros Devonshire no conseguimos jet lag —se jactó Trent.

—¡Eso es porque nunca hemos estado en ninguna parte! —dijo Lucy.

—Fui al campo de Lacrosse en Virginia el verano pasado —habló Brent.

Lucy rodó sus ojos exageradamente.

—No consigues jet lag volando de New Hampshire a Virginia.

—Sólo estaba bromeando —dijo Brent.

—Entonces, ¿necesitan algo de ayuda? Soy Delk Sinclair por cierto.

—No, gracias. Esto es lo último de nuestras cosas —dijo Lucy—. Entonces, supongo que te veremos mañana.

Delk cerró su puerta y envolvió su albornoz más firmemente a su alrededor. Estaba helando en su habitación, tan frío que ella podía ver su aliento. Muy mal que no hubiese

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fuego en la chimenea, pensó ella, buscando una manta extra. Desafortunadamente, no había una, así que ella se removió en un par de sudaderas bajo su camisón. Ella yació en su cama y escuchó los sonidos de los otros estudiantes acomodándose… puertas cerrando y abriendo, pasos hacia el baño y de vuelta otra vez, susurros y emocionadas carcajadas desde más lejos por el pasillo, Lucy regañando a sus hermanos.

Pronto el ruido murió y la única cosa que Delk podía escuchar era el bajo ruido sordo Hi-fi del iPod de Iris. Delk cerró sus ojos y trató de tener pensamientos agradables, pero sus problemas se mantenían trepando en su cabeza una vez más… su nueva madrastra y sus frecuentes peleas mezquinas, su futuro hermano, la presentación de Forest Hills, su casa lentamente deshaciéndose y su madre. No importaba cuán duro trataba de pasarlo, empujarlo abajo, hacerlo desaparecer, la tristeza siempre estaba atrapada en la parte posterior de su garganta.

Esta noche, ella estaba demasiado cansada para combatirla, pero mañana ella juraría apagar la tristeza y poner el pasado detrás de ella para siempre. O por el semestre al menos.

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Capitulo 3 Traducido por Lorenaa

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uando Delk se despertó la mañana siguiente, se sentía como una reina, una reina muy congelada y de mal humor. Ella nunca había considerado la temperatura en el interior de un castillo de Irlanda a principio de marzo, pero lo podía decir ahora, basada en la experiencia personal, estaba ¡helado! En mitad de la noche, se había tapado con su chaqueta de la Patagonia, más suéteres y un par de guantes, y aun así todavía tenía ¡frío!

Ella pensó en el folleto de E.A.S.M. con todas esas fotos de exuberantes campos verdes, lagos gloriosos, el Océano Atlántico, las catedrales, los caballos salvajes, los pubs, las tiendas… en junio. Lo que el folleto no se molestaba en explicar era que la mayoría de Irlanda era fría, gris, oscura y húmeda en esta época del año. Delk se enterró debajo de la gruesa manta y trató de volver a dormir.

—¡Delk! ¿Delk, estas ahí? —Ella escuchó una voz llamarla desde fuera de la puerta. Aturdida, alcanzó sus gafas.

—¡Un minuto! —contestó. Abrió la puerta para encontrarse a Pather ahí parado, con sus manos cargadas de madera. Delk estaba horrorizada por ser atrapada utilizando sus gafas, sus horribles, espantosas y gruesas gafas (por no mencionar las ridículas multicapas de ropa y… los guantes).

—¿Dormiste bien, amor? —preguntó Pather, rozándola al pasar por su lado y dejando caer una pila de madera delante de la chimenea. ¿Amor? ¿Este chico sexy acababa de referirse a ella como amor? Su corazón empezó con las familiares palpitaciones de enamoramiento. En casa, Delk promediaba al menos un enamoramiento por mes, aunque ninguno de ellos terminó en nada.

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—He estado helada la mayor parte de la noche —se quejó—. Y se siente un poco húmedo aquí. Mojado es una palabra mejor, supongo.

Pather se rió.

—Bienvenida a Irlanda —le dijo, y le guiñó un ojo—. Normalmente no permiten fuego en las habitaciones, pero la Sra. Connolly va a hacer una excepción esta mañana. Algunos estudiantes se están quejando del frio, y ella es la que arruinó la orden del carbón —explicó Pather. Mientras expertamente convertía los palos de madera y los bloques de esteatitatira5 en un fuego crepitante, Delk se quitó los guantes y deslizó una menta en su boca. Una cosa era ser vista con sus gafas, pero ella no iba a dejar que Pather tuviera ningún indicio de su ¡aliento matinal!

—Así que, ¿te gusta trabajar aquí todo el tiempo? —preguntó Delk, tratando de entablar conversación.

—Me gusta la mayoría de los días —contestó, obviamente confuso por que Delk usara la palabra gustar.

—¿Es esto, como, quiero decir, es un trabajo de tiempo completo? —preguntó Delk.

—Oh, en realidad no llevo la cuenta. Supongo que si la llevara, lo sería. Es solo un trabajo, y la Sra. Connolly me paga por ello. Confío en que ella sea justa, y ella confía en mí. La granja es mi primera prioridad, y tengo clases dos noches a la semana, así que los estudios también. Y mi familia. Mis hermanas y sus maridos e hijos viven alrededor del país, salvo Katie. Ella va a acabar sus estudios en Oxford. Volverá en pocas semanas. Para casarse, en realidad, pero luego ella y su marido se dirigirán a Londres a vivir.

—Eso es bueno —dijo Delk—. ¿Vas a estar en la boda?

Pather la miró inexpresivo.

—No lo sé realmente, ahora que lo pienso. Dudo que ella haya planeado una cosa, pero es Katie. Es todo sobre libros. —Él rió. Delk intentó comprender a una novia que no lo había planeado todo hasta el último detalle. De mala gana, Delk había ayudado a Paige y a su padre a planear su boda, y fue prácticamente un trabajo de tiempo completo.

—¿Sabes que está programado para hoy? —preguntó Delk.

—La Sra. Connolly quiere que los estudiantes se reúnan para desayunar a las diez para que puedan ver el horario y presentarse ella misma y al personal. —La habitación estaba

5 Esteatitatira: Mineral de color blanco y verdoso, suave, y tan blando que se raya con la uña. Es un silicato de magnesia, que se emplea como sustancia lubricativa

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empezando a calentarse, y Delk se quitó su chaqueta—. No te acostumbres a tales lujos, sin embargo —la avisó Pather—. La mayoría de los días, ella esperará que los estudiantes se hayan puesto sus calcetines bastante temprano… a las 6 A.M.

Delk pestañeó.

—¿Estas bromeando?

—Las clases empiezan a las siete. Te acostumbrarás —dijo Pather con más confianza de la que Delk se pensó que merecía.

—Eso espero —contestó Delk. Ella corrió las cortinas de terciopelo rojo. Gotas de lluvia fría estaban golpeando la ventana.

—Las dejaría cerradas si fuera tú. Está un poco revoltoso ahí afuera hoy. Se mantendrá el calor si las dejas cerradas —le avisó Pather.

—¿Cuánto tiempo va a estar así? El tiempo, digo. —Delk casi estaba asustada de la respuesta. En casa era primavera, a principios, de todos modos… narcisos, el sol del sur y un bronceado recién adquirido para sus amigos de la preparatoria Overton (por las camas bronceadoras, cierto, pero aun así)

—Es difícil de decir —dijo Pather—. Bueno, tengo un par de fuegos más que encender. No puedo pararme a charlar.

—¿Vas a encender fuego en cada habitación? —preguntó Delk.

—Oh, eso sería un infierno. —Se rió Pather—. No, solo para los estudiantes que se han quejado. —Su cara se volvió roja de repente—. Y para ti. Amor —dijo, y se deslizó por la puerta.

Sobre las nueve, Iris trajo un poco de pan tostado que a ella le había encantado de la cafetería de la señora, y las dos se sentaron enfrente de la chimenea bebiendo agua y engullendo el delicioso pan, a pesar de que el desayuno era en una hora.

—Necesito una ducha —anunció Delk de repente. Miró hacia el reloj y se dio cuenta de que ya eran las 9.20—. Tenemos cuarenta minutos antes de que debamos estar abajo —le recordó a Iris.

Iris se encogió de hombros.

—Estoy lista —dijo mirando hacia abajo, a sus pantalones anchos y a su sudadera sin combinar. Delk miró hacia ella—. ¿Qué? —preguntó Iris a la defensiva.

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—No he dicho nada —dijo Delk.

—Lo siento, pero mi vestido de seda está en la tintorería —bromeó Iris—. ¡Me he cepillado los dientes! ¿Qué más quieres?

—Lo que quieras —dijo Delk, saltando sobre sus pies. Se deslizó dentro de un par de zapatos para la ducha, y se estremeció todo el camino hasta su tocador. El fuego que Pather encendió temprano estaba disminuyendo significativamente, y la habitación estaba congelándose de nuevo. Debajo de la mesa en forma de riñón, había guardado sus productos de belleza: champú, acondicionador, espuma de afeitar, exfoliante, cuchillas, cremas hidratantes, y jabones perfumados. Ella miró hacia el reloj preocupada y guardó otra vez el exfoliante.

—¿Tienes un bisturí ahí abajo, también? —preguntó Iris.

—Muy graciosa —dijo Delk—. ¿Estás diciendo que necesito uno?

—¡Apenas! —dijo Iris—, estaba pensando en que me podrías hacer un poco de cirugía estética. Una versión Irlandesa de Maquillaje Extremo quizás. —Delk estaba a punto de reírse, pero se frenó. Por alguna razón ella sintió que Iris no estaba bromeando completamente.

Iris era de una forma grande y atlética, pero no pesada. Su cabello estaba mayormente a un lado tímido y débil, pero no era nada que unos reflejos y una marca de champú decente no pudiera arreglar. Sus cejas nunca habían conocido una pinza, pero su piel blanca era suave y libre de imperfecciones, y tenía unos ojos encantadores y unos pómulos altos. A Delk se le ocurrió que Iris sería realmente preciosa… si lo intentara.

—No necesitas un bisturí —la regañó Delk—, pero si alguna vez quieres… ya sabes… un estilo nuevo, te puedo hacer un cambio de imagen a medida.

—¿Estás de broma, Vaquera? ¿Y arruinar este estilo Cosmo que estoy usando?

Delk se encogió de hombros, y ella e Iris salieron al pasillo. Estaba más helado que la habitación, así que ella corrió hacia el baño comunitario solo para calentarse. Giró la esquina a toda velocidad, pero se paró cuando vio una fila serpenteando fuera del baño. Podía oír los gritos procedentes del interior.

—¿Qué pasa? —le preguntó Delk a una chica de aspecto elegante con una bata de seda rosa.

—No hay agua caliente —gruñó la chica.

—¡Oh no! —dijo Delk.

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—Por lo menos estaremos despiertas después de la ducha, imagino. —Ahogó un bostezo—. Soy Latreece Graham —dijo extendiendo una mano.

—Delk Sinclair. Encantada de conocerte. —Las chicas se estrecharon las manos—. Escuela privada, ¿verdad? —aventuró Delk.

—¿Cómo lo supiste? —pregunto Latreece—. Oh, por el apretón de manos, ¿verdad? —Delk asintió, y las dos se rieron.

—Tienes buena vista. —Bromeó Latreece.

—Y tú tienes un buen, firme-pero-no-doloroso-agarre —contestó Delk.

Latreece era alta, más alta que Iris incluso, excepto que a la manera Vogue en vez de al estilo ANBF6. Su ropa era un monograma elegante, y su cabello estaba trenzado en un moño perfecto. Llevaba una delicada bolsa trasparente, en la cual Delk notó que solo llevaba una barra de jabón, algo de pasta de dientes, y un cepillo de dientes.

—Entonces, ¿Qué ha pasado con el agua? —preguntó Delk, sintiéndose tonta de repente, cargando su bolsa de plástico duro. No había que preguntarse por qué Latreece no llevaba ningún producto de belleza; no los necesitaba.

—No lo sé. Todo lo que puedo decir es que esto no hubiera pasado nunca en Paris. Hay un programa E.A.S.M. allí, también, y yo realmente quería ir, pero mis padres estaban decididos a mantenerme alejada de la moda. Soy modelo, o al menos intento serlo.

Incluso en el baño, Latreece poseía cierto carisma de pasarela.

—¿Pero tus padres no te dejan modelar?

—Mi madre es una feminista abrasadora que piensa que la moda es la ruina de la sociedad moderna. Mi padre me apoya en todo lo de la moda. Él tiene dos hijos más de su segundo matrimonio y tres más del primero. Estoy segura de que a él le gustaría eliminar al menos una de las matriculas de la escuela privada. Sinceramente, mi vida en Baltimore es un completo desastre. —Latreece suspiró fuertemente y miró alrededor—. Y ahora aquí estoy en el siglo dieciocho, donde probablemente acabaré bañándome en un arroyo y ordeñando cabras. —Delk se rió. Ella también pudo ver que Latreece tenía talento para el drama.

Una chica con una toalla enrollada sobre su cabeza pasó por su lado.

—No me molestaría en esperar para la ducha —les avisó—. ¡Está malditamente fría!

6 ANBF: Asociación Nacional de Baloncesto Femenil.

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—Vale, eso es todo. Simplemente voy a tener que estar sucia —dijo Latreece, girando alrededor como si estuviera en una pasarela. Con su bata rosa de seda arrastrándose detrás de ella—. Ha sido un placer conocerte, Delk —gritó sobre su hombro.

Desesperada, Delk se deslizó entre las otras chicas de la fila. Al menos podría cepillarse los dientes y lavarse la cara. De vuelta en su habitación se aplicó un poco de maquillaje y se ató el cabello hacia atrás con un pañuelo. Estaba segura de que vería a Pather otra vez hoy, y esta vez no estaría usando ¡Gafas de botella de Coca- Cola!

No fue hasta una hora después, luego de que hubiese comido, que Delk se dio cuenta de lo hambrienta que había estado. La caja de comida de ayer fue deliciosa, con pollo frio, fruta fresca y verduras crudas, y el pan de esta mañana era bueno, pero esto era a lo que Delk llamaba ¡Desayuno! Calientes cruasanes con mermelada y mantequilla, tan ricos, dulces y cremosos, que estaba segura de que tenían que ser parte de un helado. Había salchichas y huevos (no demasiado blandos ni demasiado duros) y té bien fuerte. Delk temía que tendría que desabrochar sus jeans de diseñador si comía un bocado más. Los trillizos de Devonshire se sentaron delante de ella, pero apenas había conversación… por como miraban las cosas, ellos estaban hambrientos, también. Delk terminó de comer y miró sus alrededores. La sala de desayuno estaba pintada de un alegre amarillo pálido, y había enormes ventanas que daban al jardín, a pesar de que estaba lúgubre y marrón. Delk solo podía imaginar cómo se vería cuando la primavera finalmente llegara. Un rugiente fuego crepitaba ruidosamente en la chimenea, y a pesar de la falta de calor del castillo, la habitación era confortable.

Una mujer se levantó de su mesa, se dirigió al frente de la habitación y se agarró de los lados de un podio envejecido como para estabilizarlo.

—Ahora que ya han tenido sus fritos, quiero presentarme y darles la programación para hoy. Soy la Sra. Connolly —dijo. Era enjuta y delgada con el cabello marrón grisáceo rizado, profundos ojos hundidos y una línea recta y áspera por boca. Sus ropas colgaban fuera de su forma como si originalmente fueron compradas para alguien más grande—. Aquí en Tremain, sirvo como directora del programa y profesora. Les doy la bienvenida —dijo, estrechando su boca en lo que Delk asumió sería una sonrisa.

Delk miró a través de la mesa, hacia los trillizos Devonshire, pero ya que estaban sentados no pudo decir quién era Brent y quien era Trent. Recordaba de su primera reunión que Trent era el más alto. Lucy miró hacia arriba a Delk y le sonrió, y Delk sonrió de vuelta. Como Delk, ella era pequeña, pero con los ojos marrón chocolate y una nariz larga y recta. Tenía dientes blancos perfectos y una sonrisa que era ligeramente demasiado grande para su rostro.

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En cuanto al resto de la habitación, eran un eléctrico grupo de veinticinco, algunos con suéteres, otros con jeans, un par de sujetos lindos y al menos un emo, a juzgar por su ropa ancha y su expresión torturada.

—Esta mañana los hombres Keneally han acordado darles un recorrido por las instalaciones del Tremain —continuó la Sra. Connolly—. Es bastante azotador, por un tiempo de todos modos, y creo que un poco de aire fresco les hará bien a todos. Después del recorrido, volverán al castillo para comer, y luego veremos cómo obtener sus horarios para el resto del semestre. También pasaremos sobre el programa “Descubrir” y mis expectativas para ustedes mientras están aquí en Tremain. Esta noche, el autobús estará dispuesto a llevarlos a Letterfrak, si eligen irse, eso es todo. Mañana pueden asistir a los servicios eclesiásticos de St Joseph. La iglesia es parte integral de la cultura Irlandesa, así que si incluso no son personas religiosas pueden encontrar la experiencia educacional. Las clases obviamente empezarán el lunes por la mañana a las siete. ¿Alguna pregunta? —preguntó la Sra. Connolly de una manera en la que claramente expresó que no hubiera ninguna.

—Yo tengo una pregunta —habló Latreece. Estaba sentada en una mesa del otro extremo de la habitación—. Me he dado cuenta de que este es un castillo de doscientos años de antigüedad, pero me preguntaba si quizás podríamos tener calefacción y agua caliente. —Con un par de mayas negras, sandalias brillantes y un suéter de gran tamaño, Latreece parecía preparada para una sesión de moda.

—Tener las comodidades que tenemos no es nada fácil, pero comparto su frustración en la materia. El camión del carbón esta aquí —contestó la Sra. Connolly. Algunos aplausos improvisados estallaron, y la Sra. Connolly esperó hasta que se desvanecieron—. Sospecho que estaremos calientes para el momento que vuelvan, pero usted ha sacado un tema importante. Las largas y lujosas duchas son cosa del pasado. De tres a cinco minutos por persona. Si se adhieren a eso, vamos a tener suficiente agua caliente para todos. De otro modo, tendrán algunos compañeros helados y enfadados.

Delk avistó a Pather parado cerca del puesto de café. Se veía bastante divertido, como si hubiera oído el discurso sobre las duchas de la Sra. Connolly cientos de veces antes. Él miró hacia Delk y sonrió, y ella sintió su corazón acelerarse un poco. Al menos los estudiantes del E.A.S.M. iban a ir a Letterfrack esta noche. Quizás Pather podría aparecer, también. Delk de verdad lo esperaba.

—Los apellidos de la A hasta la I, irán con Pather Keneally —gritó la Sra. Connolly. Pather levantó su mano de manera tímida—. Las letras de la J a la Z, harán el tour por las instalaciones con el Sr. Keneally. ¡Tengan una maravillosa mañana! —Hubo una

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colofonía de movimientos de sillas, sacudidas de cubiertos y una charla de alumnos emocionados. Parecía que todo el mundo estaba ansioso por salir al exterior, feliz porque la lluvia se había ido, por un poco de tiempo al menos.

Iris cogió a Delk por el codo.

—Parece que voy a ir con Corazón Valiente —bromeó.

—Diviértete —dijo Delk con indiferencia—. Corazón Valiente era escocés, por cierto. —Iris hizo un gesto ridículo y se rió y Delk notó que ella tenía su aparato hoy.

El tiempo se había vuelto ligeramente más cálido, y la caminata alrededor del castillo Tremain resultó estimulante. El famoso viento del Atlántico arrasaba sobre los robustos fundamentos, agitando la superficie del lago y moviendo las copas de los árboles. Las suaves laderas de las montañas de las Twelve Bens parecían la cuna para el castillo Tremain, y Delk se encontró a si misma mirando al cielo, hacia el movimiento rápido de las nubes y la asombrosa luz etérea la mayor parte del tour. Ella nunca había sido una persona espiritual, pero Irlanda podía ciertamente hacer sentir a una chica de ese modo. Rodeada de niebla y nubes, el paisaje tenía la artística mano de Dios en él.

—Entonces, Sr. Keneally, ¿cuáles son los Twelve Bens exactamente? —preguntó Delk. Había montañas por todo el lugar, y parecían más que solo doce. Ella se preguntaba cómo alguien podía mantenerlas todas tan rectas.

—¡Ah, hablando como un turista! —gritó el Sr. Keneally sobre el viento—. Solo estoy bromeando contigo, Delk. Esa es una muy buena pregunta. En realidad, los irlandeses no se preocupan en saber cual es cual, pero quizás ustedes los buzzies puedan frustrarse intentando averiguarlo.

—¿Buzzies? —preguntó Delk mirando alrededor a los otros estudiantes. Había doce en el grupo, y juzgando por sus confusas expresiones, ellos no conocían la palabra tampoco.

—Buzzies son viajeros —explicó el Sr. Keneally—. Ahora, las montañas aquí en Connemara son simplemente na Beanna Beola o los Picos de Beola. —Él barrió su brazo alrededor espléndidamente—. En Connemara tú puedes ver todo lo que te rodea, estudiar el paisaje desde todos los puntos de vista: arriba, abajo, norte, sur, este, oeste, y podrás ver la belleza virgen y su grandeza. Nosotros los irlandeses no hacemos un gran escándalo en cuanto a qué colina es un Twelve Ben y cuál no. Solo recordar, na Beanna Beola. Ahora todos díganlo. —Los estudiantes se miraron entre sí confusos y repitieron las palabras na Beanna Beola al unísono.

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El Sr. Keneally apuntó hacia el castillo.

—El castillo fue construido por un hombre muy rico como regalo para su preciosa esposa y su hija pequeña —continuó—. Hay pinturas de la madre y la hija en el vestíbulo. No mucho después de que el castillo estuvo terminado, la madre y la niña enfermaron. Ambas murieron y el afligido esposo abandonó el castillo. La leyenda cuenta que hizo su camino hasta los acantilados de Moher y saltó al mar. La niebla que a veces rodea el castillo se dice que es el aura de tristeza que dejo detrás.

Un sombrío silencio cayó sobre el grupo. Delk se había convertido en una experta en cambiar de temas deprimentes.

—Entonces, ¿qué nos puede decir sobre los jardines? —preguntó, señalando hacia el área amurallada justo delante. Ellos siguieron al Sr. Keneally a través de una puerta de hierro forjado.

—Este será un hermoso jardín cuando llegue la primavera. Ya se pueden ver los azafranes salir por la nieve. —Señaló hacia un parche de flores pálidas.

Para el final del tour, las nubes se habían reunido de nuevo, y la lluvia golpeaba el suelo blando. La charla del jardín se había animado un poco, incluida Delk, y a pesar de la lluvia, no tenía prisa por volver dentro. De hecho, se encontró a sí misma con la sensación de estar fuera, de repente, como su pudiera acostumbrarse a la no ducha de esta mañana, poco maquillaje, las botas llenas de lodo, y champú cada dos días, en serio ella estaba vestida para una experiencia de L.L Bean7. Delk miró detrás de ella y vio al grupo de Pather aproximarse.

—Hora para mojar el té, creo —dijo Pather, yendo a su lado, su cara estaba encendida por la vigorosa caminata.

Delk sintió una ola de entusiasmo escurrirse por su espina.

—El té siempre esta mojado, ¿no?

—Mojar el té, simplemente significa hacer el té —explicó Pather.

—Lo entiendo —dijo Delk—. Me gusta el té y todo, pero ¿sabes dónde puedo conseguir algo como una Coca-Cola de dieta? —preguntó.

Pather la miró y sonrió. Sus encantadores ojos verdes parecían atraerla y mantenerla allí.

7 L.L Bean: Empresa estadounidense especializada en vestuario y equipamiento recreativo en exteriores

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—Venden Coca-Cola en el bar de Letterfrack —dijo Pather—. Si puedo terminar mis tareas y un trabajo que tengo que hacer, voy a estar libre, será un placer para mí esta noche.

—Perfecto —contestó Delk, y se dirigió a su habitación. Subió las escaleras y se dio cuenta de que estaba tarareando para ella misma. Tararear era algo que no había hecho en mucho tiempo.

A pesar de que tenía técnicamente libre los sábados por la noche, el Sr. Keneally estuvo de acuerdo en conducir el autobús de Tremain hasta Letterfrack más tarde esa noche. Él no parecía muy infeliz. De hecho, silbó por encima del rugido del motor mientras rebotaba en el camino lleno de baches. Era un camino corto a la pequeña villa, ocho kilómetros más o menos.

Delk compartió asiento con Brent, mientras Lucy e Iris ocupaban el asiento del otro lado del pasillo. Como un político, Trent iba saltando de fila en fila, presentándose a los otros estudiantes.

—Mi mamá lo llama Tiger, ya sabes como el personaje de Winnie Pooh, es su TDAH8 —explicó Brent. Eran iniciales con las que Delk estaba familiarizada, ya que prácticamente todos los chicos enérgicos de la Preparatoria Overton estaban etiquetados con déficit de atención—. Yo tengo un simple DDA9 —continuó Brent. Delk se preguntaba por qué le estaba diciendo todo esto. Parecía como algo privado, considerando que acababan de conocerse.

—¿De dónde eres? —preguntó ella, experta en guiar la conversación hacia algo menos personal.

—Murphy, New Hampshire. Nunca has oído sobre él —dijo—. Es un pequeño pueblo en medio de la nada. Es divertido allí, sin embargo. Mi hermano Trent y yo esquiamos más allá del pueblo todos los días después de la escuela, en invierno. En verano, vamos de excursión. Mamá dice que no nos tendremos que preocupar nunca en poner un techo sobre nuestras cabezas, porque no necesitamos uno. Juego a lacrosse, también. Soy bastante obsesivo con los deportes.

Delk estaba envuelta en chaquetón negro y un suéter de Juicy Couture con jeans y botas calientes, y aun así estaba helada. Brent utilizaba una camiseta de manga corta y unos pantalones rotos, sin abrigo y sin suéter. Ella miró abajo hacia sus pies, y se quedo clavada en su asiento, cuando se dio cuenta de que utilizaba sandalias.

8 TDAH: Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad 9 DDA: Desorden de Déficit de Atención

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—Obviamente el frío no te molesta —le dijo.

—¿Frío? —preguntó—. Oh, no tengo frio, este tiempo es cálido para nosotros. —De cerca, Delk pudo ver cuánto Brent se le parecía a su hermana, los mismos ojos oscuros, la nariz recta, la gran sonrisa parecida.

—Así que, ¿cuál es tu historia? —preguntó él.

—Oh, no mucho —dijo Delk—. Soy de Nashville. Voy a un colegio privado. Un internado, exactamente —mintió, pensando en todos los problemas que había dejado atrás en casa.

Desde que su madre murió, Delk se había vuelto buena en hacer que su vida sonara perfecta. Lo último que necesitaba era que la gente sintiera pena por ella, era otra razón para no presentarse en Forest Hills. Todas las madres de sus amigos con esas miradas de pena en sus ojos fruncidos, ofreciéndose para comprar el vestido o para ayudar en la planificación de la fiesta de su padre. Ellas lo hacían por bondad, Delk lo sabía, pero aun así era incómodo. Ella y su padre siempre respondían con la misma respuesta cortes pero firme: De verdad, estamos bien, gracias. Paige le había ofrecido su ayuda con toda la cosa, también, pero entonces se quedó embarazada y las náuseas matutinas la golpearon.

Paige estaba constantemente diciendo cómo Delk tenía que hablar sobre sus problemas para “conseguir superarlo” lo que le hacía a Delk hervir la sangre. Después de todo, ¿qué sabia ella? Paige seguía teniendo una madre, y las dos eran muy cercanas. ¿Superar la muerte de un perro o un mal novio? A lo mejor. ¿Pero una madre? No es posible.

Brent estaba diciendo algo, pero Delk no estaba prestando atención.

—¿Qué? —preguntó distraída.

—Oye, quizás tienes DDA como yo, también. —Él se rió, pero Delk no esbozó ninguna sonrisa—. Solo bromeaba —murmuró él.

—Creo que hemos llegado —dijo Delk, mirando por la ventana. Había luces al frente, y ella pudo ver una cadena de pubs y unas curiosas tiendecitas, nada como la predecible cadena de restaurantes y las extensas tiendas a las que estaba acostumbrada.

—Esto es Letterfrack —gritó el Sr. Keneally por encima del rugido del motor—. La parada de esta noche, amigos. Está frío —dijo deslizando el autobús en un pequeño espacio en la acera.

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Los estudiantes saltaron del autobús y se dirigieron a la calle principal.

—¿Dónde está Corazón Valiente? —preguntó Iris. Empujó a Delk y casi la tiró—. ¡Jesús! Lo siento. A veces no conozco mi propia fuerza. —Iris se veía bien esta noche, suéter de cuello alto negro, unos jeans ligeramente desgastados pero no mucho, aparatosa.

—¿Cómo sabría si Pather está aquí? —preguntó Delk—. Además, tú eres la que va toda arreglada. Quizás estas prediciendo tu propia conexión amorosa. ¿Trent a lo mejor? He notado que te estaba mirando antes.

—Sí, claro —dijo Iris, rodando sus ojos—. El chico no puede mantener sus manos fuera de mí —murmuró.

Delk vio un cartel gigante del Bird´s Bar delante. Se preguntó si Pather ya estaría allí, o si había venido siquiera.

—Estará ahí —dijo Iris, leyéndole la mente. Se deslizaron entre la multitud fumadora del club y se dirigieron a la barra. Una pareja estaba pagando su factura, y como buitres Delk e Iris se abalanzaron sobre ellos, esperando ocupar sus asientos. Delk se sentó en un tambaleante taburete y pidió algo de té (resulta que no tenían Coca-Cola de dieta) e intentó no mirar hacia la puerta.

Lucy se acercó hacia ellas y pidió tres cervezas.

—¿Vas a beber mucho? —Iris bromeó.

—Ésta es para Delk… ¡por aguantar a mi hermano todo el camino! —dijo Lucy.

—No tienes que comprarme una cerveza —protestó Delk. Sinceramente ella detestaba el sabor.

—Esta es para ti, Iris… por aguantarme todo el camino —bromeó Lucy—. Además, ¡no podemos venir a Irlanda y no probar una Guinness!

—¿No nos meteremos en problemas? —preguntó Delk preocupada—. El Sr. Kenneally está, como, en la puerta de al lado, en la librería. Dijo que vendría en cualquier minuto.

—El Sr. Kenneally nos ha dejado en un pub. ¿Tú crees que él piensa que estamos aquí comprando helado? —Lucy se rió y tomó un generoso sorbo de su cerveza. Delk no pudo discutir con el argumente de Lucy. Ella bebió de su Guinness obligada. Esto era Irlanda, después de todo.

Alguien le tocó el hombro un poco después, y Delk se giró para encontrarse a Pather detrás de ella.

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—Hola, Amor. Esperaba que estuvieras aquí —dijo él, lo suficientemente fuerte para que Iris y Lucy lo escucharan.

¿Amor?, vocalizó Iris, e hizo ojitos detrás de Pather.

—¡Hola! —dijo Delk. El “Hola” le salió demasiado agudo y entusiasta. Estate tranquila. No exageres. Sonrió hacia Pather y trató de componerse.

—Vine con mi hermana y su marido, —dijo Pather. Delk miró alrededor buscándolos.

—Oh, ellos están en la habitación —explicó—. Tenemos unos amigos que tocan en la banda más tarde. No empiezan hasta las diez, sin embargo. —Pather se encogió de hombros en su chaqueta húmeda—. Tuvimos un pinchazo, así que pensé que nunca llegaríamos. ¡Oye John! —le gritó al camarero—. Una jarra de la negra, por favor. —Pather se inclinó sobre la barra y le dio su dinero al camarero. Su cuerpo estaba insoportablemente cerca del de Delk, y ella podía oler su aroma almizclado. Una fuerte ola atravesó todo su cuerpo, pensó que quizás golpearía el suelo pegajoso y lleno de cerveza. Pather sonrió, sus ojos verdes brillaban—. ¿Ya estás un poco ebria? —dijo él, mirando el vaso vacío de Delk.

—¿Yo? ¡No! —protestó Delk. A pesar de que sentía su cabeza divertida. No le gustaba mucho el sabor de la cerveza negra caliente, así que se la había tomado rápido, como si fuera un medicamento.

—Ey, gracias por el recorrido de hoy, Corazón Valiente —dijo Iris.

—Creo que tienes tus héroes de guerra guapos y fuertes mezclados. —Se rió Pather—. Corazón Valiente era escocés.

Delk estuvo a punto de opinar con un comentario de sabelotodo, pero se sintió rara de repente, como si la habitación estuviese dando vueltas a su alrededor, y el humo del tabaco le estaba dando náuseas. Había estado tan ocupada en fantasear sobre salir con Pather que apenas había tocado la cena del castillo. Gran error, se dio cuenta de pronto.

De pronto, Delk saltó del taburete y fue en línea recta hacia la puerta. Afuera, agachó su cabeza sobre un barril y vomitó.

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Capítulo 4

Traducido por Susanauribe

Corregido por maggiih

iertamente, era una pesadez tener que ir a clase a las 7 AM, una hora horrible del día, en la opinión de Delk, pero al menos ella no tenía que ir muy lejos. Subir un tramo de escaleras y bajar el pasillo. No había excusa para la tardanza, podía verlo.

El castillo del edificio principal tenía cuatro pisos: salón comedor, salas de estar, habitación del teléfono en el primer piso; habitaciones de estudiantes y baños comunitarios en el segundo; salones,

biblioteca, laboratorio de tecnología, sala de estudio y oficinas de profesores en el tercero; apartamentos del personal en el cuarto.

La decoración en el tercer nivel era casi el mismo que en el resto del Castillo, paredes amarillas con hermosa iluminación, pisos empizarrados en algunos lugares, madera en otros, tapetes orientales, moldeados ornamentales aquí y allá, ventanas que daban hacia vistas más espectaculares que se podía imaginar. Hacia atrás, los estudiantes miraban a las torres y las torrecillas, jardines y Doughraugh. Hacia el frente estaban los campos exuberantes, el lago, la carretera serpenteante, la granja Keneally y na Beanna Beola.

Todos los veinticinco estudiantes de E.A.S.M asistieron a los mismos cursos, Escritores Irlandeses, Historia de Irlanda y una clase que combina Ciencias y Matemáticas, y algo conocido como Descubrimiento, la cual era en el último periodo. Aparte de un descanso de quince minutos entre Historia y Ciencias/Matemáticas, las clases son una tras otra. Las mañanas debían ser agotadoras, pero las clases eran después del almuerzo, lo cual dejaba las tardes para explorar.

Con los ojos llenos de lagañas, Delk se deslizó en el asiento junto a Iris y esperó que la Sra. Conolly comenzara. A pesar del entusiasmo de Delk por estar en Irlanda, una

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mañana de lunes se sintió bastante como una mañana en casa, se dio cuenta. Todo en lo que podía pensar era en regresar a la cama.

—Buen día para todos ustedes —dijo la Sra. Connolly.

Cuando estaba pasando su curso de Escritores Irlandeses, el sol salió, no un sol opacado por las nubes, o un sol cortado por la lluvia. Figuras, Delk pensó para sí misma. Oh bueno, no había nada que pudiera hacer en cuanto al clima, pero al menos su cabeza se había aclarado. Ahora entendía porque la gente decía tanto que las resacas… ¡apestaban!

Maeve, la hermana de Pather, fue la conductora designada en la noche del sábado, y ella amablemente se ofreció a llevar a Delk de vuelta al colegio antes del episodio de vomitar-en-las-flores. Pather se ofreció a ir también, pero Delk lo rechazó de plano. ¡La última cosa que quería era que Pather la viera vomitar! En la mañana del domingo, casi todos los estudiantes de E.A.S.M. se dirigieron juntos a la Iglesia de St. Joseph (Pather incluido, Delk supo más tarde), pero Delk se quedó tendida en cama y cuidó de su estómago duro y cabeza palpitante. Mucho para su genial historia de amor irlandesa. Una Guinness y lo había arruinado.

Usando un traje del color de la suciedad, la Sra. Connolly se sentó derecho en el largo escritorio al frente del salón de clases.

—En este curso, ustedes descubrirán lo que es único respecto al escritor irlandés. ¿Cómo los paisajes, clima y cultura afectan nuestras palabras? ¿Cómo tiene influencia el tono, estado de ánimo, sintaxis y dicción? —dijo—. En ocasiones, les pediré salir y explorar los alrededores de los escritores. La última cosa que quiero es tenerlos pegados a una computadora o encerrados en una biblioteca todo el día —insistió—. Siempre ha sido mi sentimiento que la clase tenga más lugar fuera de la misma que dentro.

Delk miró a Brent y a Trent, quienes estaban sentados junto a las ventanas. La boca de Brent estaba un poco abierta, como si le acabaran de dar permiso para que le brotaran alas y volara. La expresión era similar a la de su hermano excepto que él tenía una pierna cruzada encima de la otra y su pie se estaba moviendo salvajemente.

La Sra. Connolly pasó el resto de la clase de una hora diciendo algunos escritores irlandeses que se estudiarían en el curso. Delk había escuchado a algunos como George Bernard Shaw, William Butler Yeats, James Joyce, entre otros. Cuando la campana sonó, Delk recogió sus libros y caminó hacia la puerta.

—¿Puedo tener unas breves palabras contigo, Delk? —gritó la Sra. Connolly tras ella.

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Delk se congeló y esperó a que los otros estudiantes salieran al pasillo.

—¿Si, señora? —dijo cuando se habían ido. El calor se había establecido en sus mejillas, y las partes posteriores de sus rodillas comenzaron a sudar un poco. Tenía el presentimiento que esto tenía algo que ver con el Bird’s Bar.

—Me llamó la atención que estuviste bebiendo mucho en la noche del sábado. —La cara de la Sra. Connolly estaba arrugada y preocupada, y tenía una mancha de polvo de tiza en su nariz.

—Me tomé una cerveza —confesó. La Sra. Connolly alzó una ceja y la miró afiladamente como su padre—. Sé que es como, increíble de creer pero en verdad sólo me tomé una cerveza. Se me olvidó comer y supongo que no bebo normalmente… bueno, simplemente me cayó mal. —Ella sabía que sonaba como un montón de mierda, especialmente para alguien que probablemente había escuchado más que su límite permitido de mierda, pero era la verdad.

—La edad legal para beber en este país es dieciocho —dijo firmemente la Sra. Connolly—. No somos tan exigentes con eso, los estudiantes deben comportarse responsablemente, pero otro episodio como el del sábado y llamaré a tus padres.

Había sido un largo tiempo desde que Delk había escuchado a alguien usando el término padres en referencia a su vida personal.

—Sólo tengo un padre —la corrigió Delk—. Mi mamá murió, y en verdad no considero a mi nueva madrastra una mamá. Sólo tiene veintisiete.

Tanto como Delk quería alejar su mirada de la mirada fija de la mujer, no lo hacía. Mira a las personas a los ojos si esperas que te crean, su madre había dicho.

—No le daré más problemas, Sra. Connolly. En verdad, no lo haré.

—Confío en ti, Delk —dijo la Sra. Connolly firmemente. Ella miró al reloj encima de la puerta—. Es mejor que te vayas. No quiero que llegues tarde a Historia.

Delk ya estaba casi en la puerta cuando la Sra, Connolly añadió:

—Lamento terriblemente lo de tu mamá.

—Gracias —respondió Delk, dándose la vuelta para mirarla—. Yo también. —Ella comenzó a irse pero se detuvo de nuevo.

—¿Hay algo más? —preguntó la Sra. Connolly.

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Delk vaciló.

—Uhm… tiene tiza en su nariz.

—Gracias por decirme. Y es un riesgo en el trabajo, me temo —dijo la Sra. Connolly, limpiándose la mancha de su rostro.

* * *

El resto de las clases de Delk pasaron rápidamente. Historia fue bastante interesante, y la profesora, una diminuta monja vestida de habito tradicional, lo cual ella sólo había visto en las películas, prometió que al final del semestre los estudiantes tendrían un sólido agarre de las mejores guerras de Inglaterra y los desastres más devastadores. El curso de Matemáticas y Ciencia Combinadas fue la repetición de las cosas que Delk ya había estudiado en Overton, pero sería útil si decidía volver a hacer el SAT el próximo otoño.

Descubrimiento fue la última clase del día, y estaba ansiosa por ver de qué se trataba el curso. A juzgar por la descripción en los materiales de orientación, fue diseñado para que los estudiantes salieran de su zona de comodidad, ampliando sus horizontes.

—Los estudiantes aprenden más al hacerlo —estaba diciendo el Sr. Hammond mientras entregaba su programa de estudios.

Él era un hombre con aspecto débil, probablemente en sus cincuentas, y tenía pantalones gris oscuro, una camisa blanca arrugada, zapatos rayados y un corbatín torcido. Él hizo una pausa y luego sopló su nariz en un pañuelo monograbado.

—Aprender tiene lugar en el mundo —continuó, haciendo eco a los sentimientos de la Sra. Connolly más temprano en la mañana.

Trent alzó su mano para preguntar y accidentalmente golpeó la parte posterior de la cabeza de Latreece.

—Lo siento —dijo él—. Lo siento tanto.

—Está bien —susurró Latreece, y puso un mechón de cabello de vuelta en su lugar.

Ella estaba sofisticada en su suéter de cachemira y pantalones entallados. En el suelo junto a ella estaba el bolso tipo mensajero de Kate Spade que completaba el atuendo.

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Había una facilidad en el estilo de Latreece, como si fuera un lienzo esperando a ser pintado.

Delk miró a su propio bolso. Parecía tan juvenil con sus flores rosadas hippies y parches de caritas felices, pero su madre lo había comprado para ella en el verano antes del primer año, y Delk sabía que ella nunca lo dejaría, ni siquiera por Kate Spade.

La mayor parte de la clase, Trent trató de investigar al Sr. Hammond sobre lo específico de la filosofía de “aprender al hacer.”

—Entonces cuándo cree que podríamos, usted sabe, ¿salir de aquí y aprender? —preguntó, tamborileando su lapicero en su escritorio—. Porque estoy listo para salir en este momento —dijo, luciendo como si pudiera despegar al espacio exterior en cualquier momento.

Lucy miró a Delk y puso sus ojos en blanco.

—Bueno, tendremos clase toda la semana, aunque se le permite a los estudiantes escoger que Nueva Experiencia les gustaría hacer, ya he establecido fechas especificas y horario para ellas. Están bastante definidas —dijo el Sr. Hammond, soplando su nariz por lo que parecía como la centésima vez—. Y he enlistado algunos lugares locales para que exploren en las tardes, todos a unos cuantos kilómetros de aquí.

—¿Pero qué pasa con los lugares no locales? —preguntó Brent.

—Oh, esos están en el dominio de la Sra. Connolly. Ella toma todas las decisiones sobre ese tipo de viajes.

—¿Pero usualmente deja ir a los estudiantes? —preguntó Trent, esperanzado.

—Usualmente —dijo el Sr. Hammond—, pero le gustaría hablar con ella. Tiene que considerar que el viaje es educativo, y es más, tendrá que escribirlo en una carta. En el pasado, algunos estudiantes han organizado y partido en sus primeras semanas aquí. Este tipo de asuntos es mejor en una base de caso por caso. Usted entiende. —Subió sus gafas con su dedo índice y esperó a que los chicos absorbieran la información.

—¡Esto es tan genial, amigo! Quiero decir, Sr. Hammond.

La clase rió.

—Me halaga que me considere un amigo. —El Sr. Hammond contuvo una sonrisa—. Dudo que alguien me haya llamado así en este preciso instante.

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Él encendió un proyector que estaba arriba, y una lista apareció en la pantalla. Delk escaneó los elementos, ver salmones, caminar en la colina, fabricación de cerveza (¡No es algo que haría!), bailes irlandeses tradicionales, gaeilge,10 observación de aves, observación de ballenas, flora y fauna, arquitectura irlandesa, música irlandesa tradicional, trasquilada de ovejas…

Había tantas cosas irlandesas interesantes que Delk quería probar, pero su mente anuló la trasquilada. Ella sospechaba que la granja Keneally sería la locación para esa experiencia, un pensamiento que la hizo sonreír. ¡Este semestre iba a ser tan interesante en tantas formas!

Después de clase, Delk compartió una larga mesa de almuerzo con Trent, Brent, Lucy, Iris y Latreece. Ya estaban actuando como una familia, hablando uno sobre el otro, tomando comida de los platos de los otros, haciendo una lluvia de ideas de lugares para visitar excepto por Latreece, por supuesto. Sus modales, como su vestido, eran impecables, notó Delk. Un fuego traqueteó en la chimenea de piedra, y la mujer extremadamente sorprendente de la cafetería, a quien Iris había apodado CPT,11 caminó por la habitación saludando estudiantes y preguntándoles si tenían todo lo que tenían en su comida.

—Tomamos pedidos especiales —había explicado CPT—. Así que hay una receta que tu mami te hace en casa, sólo envíamela por fax, y la cocinaré para todos aquí.

—¡Digo que primero vayamos a las Islas Aran! —dijo Brent después de CPT. Él estaba embutiendo un trozo de torta en su boca—. Demonios, ¡esa mujer cocina!

—Las tortas son horneadas —lo corrigió Lucy.

—¡Definitivamente las Islas Aran! ¡Todos en esta mesa van a ir! —declaró Trent, golpeando sus puños en la mesa. Varios cubiertos cayeron al suelo.

—Cálmate —dijo Iris—. ¡Prefiero comer mi estofado irlandés, no usarlo!

—Lo siento —dijo Brent, ruborizándose. Sus ojos se quedaron en Iris por un minuto, aunque ella no pareció notarlo. Estaba demasiado preocupada por su estofado—. Trent y yo planearemos todo —continuó.

—¿No hemos estado aquí por tres días, y ya quieres correr a toda prisa a otro lugar? Típico —gruñó Lucy.

10 Gaeilge: Gaélico. 11 CPT: Cocinera Patea Traseros

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—Estamos en el programa de Descubrimiento, ¿verdad? —dijo Brent—. Ese es el punto de estar aquí.

—¡Se eso! —espetó Lucy—. Sólo parece tonto ir ahora, eso es todo. Quiero decir apenas nos estamos conociendo.

—¡Qué mejor forma de conocernos que en un viaje por carretera! —señaló Brent.

—Yo voy sin importar que —confirmó Trent.

Delk se sonrió para sí misma mientras comía su estofado y escuchaba toda la pelea Devonshire que se formó. Para los estudiantes de la mesa de al lado, probablemente parecía como si Brent, Trent y Lucy no se gustaran mucho, pero de cerca, Delk pudo notar que las bromas eran un deporte para ellos. Ella se preguntó cómo sería tener una hermana normal, alguien dos años más joven o mayor, en vez de una diecisiete años menor, y con el mismo padre o madre, todo el caos y ruido, toda esa energía.

Una parte de Delk quería ir al viaje con los Devonshire este fin de semana; otra parte quería quedarse atrás y descubrir en cambio a Pather Keneally. De todos modos, ella sabía que si el viaje en verdad se materializaba, iría. Sus padres no habían criado a la clase de chica que esperaba y sacrificaba oportunidades sólo porque le gustara cierto chico. Tanto había descubierto de sí misma.

—Digo que acampemos —siguió Brent.

—¿De dónde sales con ideas tan abominables? —preguntó Lucy—. Es marzo, no junio. Digo que encontremos un lindo hostal en algún lugar.

—Me pregunto si tienen un lugar realmente costoso, tu sabes, con sábanas de seda, servicio a la habitación y spa —dijo Latreece soñadoramente.

Era la primera cosa que ella había dicho en todo el almuerzo excepto por pásenme la sal, por favor. Todos la miraron.

—¿Qué? Soñar no cuesta nada. —Tomó un sorbo delicado de té y le pestañeó a los otros.

—Tremain es bastante costoso —señaló Delk—. Bueno, excepto por el pequeño problema con el calor y el agua caliente. Pero al menos eso está arreglado. Por ahora —añadió.

—Fue solamente una pequeña fantasía —suspiró Latreece. Se sentó derecha y alta en su silla. Al lado de ella, Delk se sintió como un elfo.

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—Estoy de acuerdo con la fantasía —dijo Iris—. Sin ella no tendríamos vida social, pero el Ritz no está en el presupuesto. —Se rió.

—Oh está bien —Lucy cedió—. Es acampar entonces.

El viernes en la mañana, Delk se dirigió al pasillo del desayuno extra temprano. Los otros estudiantes ni siquiera estaban levantados. Ella quería comer algo liviano, luego ir a la biblioteca antes de las clases de la mañana. Ya que resultaba que estaría fuera todo el fin de semana, quería adelantarse a hacer la tarea.

Delk estaba untando mantequilla irlandesa en el pan café que todavía estaba caliente cuando alzó la mirada y vio a Pather entrando en la habitación. Estaba usando un grueso suéter color crema y un par de jeans desteñidos metidos en un par de… Wellies, Delk no podía creer que en verdad recordara la palabra. Sonrió saludó, y Pather chirrió por el piso con sus botas mojadas.

—¿Te importa si me uno a ti? —preguntó. Sus ojos estaban especialmente verdes hoy, y su cabello todavía estaba mojado, probablemente por su ducha de la mañana.

—Amaría la compañía —dijo Delk, bajando su bolso de la mesa.

—Te levantaste muy temprano —observó Pather—. Estoy aquí la mayoría de las mañanas, pero nunca te veo. No te he visto desde que… —él vaciló, y Delk sintió su rostro ruborizándose—. Bueno, ¡desde ese terrible incidente con ese nauseabundo marica!

—¡Muy gracioso! —dijo Delk—. Espero que tu hermana no piense que soy terrible. Estaba, como, completamente avergonzada.

—Dudo que Maeve haya pensando algo de eso, y no me importa. Sólo estoy bromeando —le aseguró Pather—. Comenzado problemas —explicó—. ¿Qué te despertó tan temprano en la mañana?

—Tengo un poco de trabajo para hacer en la biblioteca. Pensé que conseguiría un comienzo temprano.

Pather tomó un sorbo de su café humeante y frotó sus ojos.

—Escuché que la Sra. Connolly te va a dejar ir a las islas.

—Sí. Los Devonshire planearon el viaje. Vamos a tomar el ferry hacia allí, y vamos a acampar. Probablemente regresaré con tisis.

Pather se rió.

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—Has leído Cumbres Borrascosas, veo.

—El semestre pasado —confesó—. ¿Qué es tisis de todos modos?

—No estoy seguro —rió Pather—, pero todos en ese momento parecían atraparlo. Las Islas Aran son hermosas. Pa y yo solíamos pescar en Inishmore cuando yo era pequeño.

—¿Inishmore? —preguntó Delk. La verdad es que ella ni siquiera había visto en el libro de la Islas.

—Hay tres islas, en verdad. Inishmore, Inishmaan e Inisheer justo afuera de las Costa Oeste de Irlanda —explicó Pather—. La mayoría de los turistas van a Inishmore, aunque en esta época del año, no habrá muchos. Tendrás un vistazo de los locales, y estarán felices de verte. Pero puede ser un riesgo, especialmente acampar —advirtió. Delk notó que sus manos estaban rojas y agrietadas, y parecía cansado, como si hubiera estado despierto toda la noche.

—¿Hasta tarde estudiando? —supuso ella.

Pather negó con su cabeza, y por un momento Delk se preguntó si había estado hasta tarde por otra razón, una chica tal vez. Ella tomó un bocado de pan y peleó contra la urgencia de estar celosa.

—Uno de nuestros Belcalres murió anoche. Pobre oveja tuvo corderos mellizos y murió. Es la primera que hemos perdido este año. Cada granjero pierde una oveja de vez en cuando pero nunca me he acostumbrado a eso. Pobres ovejas balando. Desesperadas, en verdad.

—¿Las ovejas siempre tienen mellizos? —preguntó Delk.

—Oh no, no siempre, pero los mellizos son típicos con esta raza en particular —explicó.

—¿Pero no morirán sin una madre?

—Las pondremos a empezar con la formula de cordero. Esto y la ruidosa alarma ayudan. El rítmico sonido simula el latido de la madre. Pero ma siempre es mejor —dijo Pather. Delk asintió. Sabía esto de primera mano.

—¿Quieres caminar? —preguntó Pather de repente—. ¡Tal vez el aire fresco me despertará!

—Claro —dijo Delk. Podía ir a la biblioteca en cualquier momento.

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Antes de que lo supiera, los dos estaban bajando por el lago, o “lagou” como le decía Pather, lanzando rocas por la superficie de este. Pather se quedó cerca a Delk e intentó mostrarle la técnica especial para conseguir más saltos.

—Debes estar alineada con el agua, así —demostró—. Con el ángulo correcto, conseguirás al menos cuatro saltos. —La piedra de él saltó al menos cinco veces antes de hundirse.

—¡Impresionante! —dijo Delk.

—Ahora dale un intento —dijo él, entregándole una piedra. Delk voló la piedrita, y se hundió de inmediato.

Pather se rió y se dejó caer en el frío césped, y Delk se sentó junto a él.

—¿Así que qué pasa por tu mente? —preguntó él—. ¿Nostalgia? Usualmente llega a los estudiantes por este momento, pero se irá. E.A.S.M. es un programa genial. Te mantiene muy ocupado para sentir nostalgia.

Delk se encogió de hombros. No era su casa lo que extrañaba; era a su mamá. Pero ella siempre era así. Teniendo un buen tiempo afuera, luchando y triste en el interior. Parte de ella quería decirle a Pather, parte de ella estaba desesperada por olvidar. Después de todo, se había prometido que no le diría a nadie aquí. Delk tomó una profunda respiración y lo miró.

—Nostalgia es la única cosa que tengo, créeme.

—Eso es una declaración cargada —observó Pather.

Delk sabía que ella estaba muy lejos para detenerse.

—Mi mamá murió hace dos años.

Su corazón estaba latiendo fuertemente ahora, y su garganta se sintió apretada. Pather asintió y la miró. Ella debería haber dicho algo más, explicar que había sucedido, pero sabía que si hablaba, empezaría a llorar. En cambio, hundió sus uñas en su palma y se quedó callada.

—Es brutal al principio —Pather dijo después de un rato—. Tenía once cuando sucedió. Iba a la escuela durante el día y pretendía que estaba en casa esperándome. Luego, cuando llegaba a casa y no estaba allí, pretendía que ella había ido a la iglesia o al mercado. Dos años no es mucho tiempo —señaló.

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La campana matutina de Tremain sonó e hizo eco por la colina y por el lago, pero Delk no se movió. De repente no tenía la energía para subir la colina y enfrentar las clases de la mañana.

—La Sra. Connolly insiste en la puntualidad —dijo Pather gentilmente.

Se puso de pie y le extendió una mano a Delk. Ella la tomó, y él la puso de pie. Por un momento se quedaron de pie con sus manos todavía tocándose.

—¿Continuaremos nuestro lanzamiento de rocas otro día?

—Definitivamente. —Asintió Delk.

Todo el camino de subida, se preguntó si había cometido un gran error al decirle a él. Después de todo, la razón por la que había venido aquí había sido para olvidar sus estúpidos problemas miserables, no para sacarlos a relucir.

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Capítulo 5 Traducido por LizC

Corregido por Lizzie

l viernes después de que las clases terminaran, el Sr. Keneally condujo a Delk y sus amigos a Rossaveal, una pequeña ciudad a lo largo de la costa irlandesa. Los seis de ellos se subieron a bordo de la Señorita Clementina, un transbordador gigante rojo y gris, y se despidieron del Sr. Keneally.

―¡Esta fue una idea genial! ―dijo Brent. Había insistido en que todos se sentaran en la parte superior en lugar de la cálido cabina―. ¡No verán nada ahí adentro! ―afirmó―. ¡Aquí afuera está todo las vistas

panorámicas y el rocío del océano!

―La vista está muy bien. ¡El rocío del océano, puedo estar sin él! ―gritó Delk por encima del rugido del motor. Por suerte, ella se metió en una tienda en Rossaveal y compró algo llamado puente de Arán. La vendedora le aseguró que era el más cálido suéter hecho nunca. Delk imaginó que un viaje en ferry en marzo a través de la bahía de Galway era una forma tan buena como cualquier otra para probarlo. El vestido tejido a mano era exactamente como el que ella había visto usar a Pather, grueso y de color marfil, con intrincados diseños acordonados y manchas de color gris en el filo.

El barco avanzó ruidosamente hacia Kilronan, una aldea en Inishmore, la mayor de las tres islas. El viaje fue rápido y agitado, o como lo puso Iris ―Por Dios, mi culo ya está tan frío y dolorido― pero Delk tuvo que admitir que era vigorizante. Los chicos de Devonshire se encontraban en sus habituales camisetas y jeans (Delk estaba empezando a pensar que tenían lava fundida incursionando a través de sus venas), y estaban teniendo bastantes dificultades leyendo su mapa en los aparentemente vientos huracanados. Se sentaron justo en la barandilla, y de vez en cuando un rocío salado los empapaba. Con cada silbido frío, los chicos aullaban con risa y chocaban los cinco.

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―¿Cómo es posible que piensen que la hipotermia es gracioso? ―gruñó Iris, enterrándose más profundamente en el saco de dormir que había envuelto alrededor de sus anchos hombros.

―Oh, eso no es nada ―dijo Lucy―. Hacen el nado de osos polares todos los inviernos en New Hampshire. Debo de haber consumido la mayor parte del oxígeno dentro del útero. ―Iris y Delk se rieron. Latreece sonrió y se estremeció.

El transbordador dejó a los demás pasajeros bajar en el puerto de Kilronan, pero los estudiantes de E.A.S.M continuaron a Inisheer, la cual estaba justo al lado de la costa del condado de Clare, de acuerdo con el mapa.

Cuando el transbordador finalmente se detuvo en el puerto, Delk se inundó de emoción; de repente estaba agradecida de que Brent y Trent estuvieran demasiado hiperactivos para quedarse en Tremain por el fin de semana. El panorama era impresionante: agua verde azulada, acantilados irregulares adentrándose en el mar, un paisaje salpicado de pequeñas casas blancas y cercas de piedra escarpadas. Un estibador estaba ocupado gritando órdenes a otro trabajador que había subido a bordo del barco. El hombre a bordo del transbordador estaba lanzando ahora cajas al hombre en el muelle. Suministros de algún tipo, supuso Delk.

Notó una inscripción tallada directamente en el muelle, pero estaba escrito en gaélico.

―¿Qué quiere decir? ―preguntó el trabajador portuario.

―Bienvenido a Inisheer ―gruñó él, atrapando otra caja.

El sol de la tarde había salido, y su calor se sentía muy bien en el rostro Delk. Era mucho más caliente ahora que en la playa seca, por lo que Delk se sacó el suéter de Arán e inhaló el aire salado.

La playa estaba a sólo una corta distancia del muelle, y Lucy abrió el camino con Brent y Trent no muy detrás. Sin esfuerzo, arrastraron un pesado refrigerador portátil entre ellos, el cual estaba llena de golosinas que KC había preparado para el viaje. Delk caminaba junto a Iris, y Latreece se arrastraba detrás de todos ellos. El cielo y el agua eran de color azul intenso, y la playa estaba limpia, blanca y desierta. Excepto por los estudiantes de E.A.S.M, no había ni un alma a la vista. Delk no esperaba una playa como esta, no en todos los lugares de Irlanda. Le recordó más de las que había visitado en Florida ―Destin o Pensacola tal vez― sólo que sin la extensión. Aquí, la playa era natural, no inmobiliaria.

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Echó un vistazo a Brent y Trent, quienes se quitaban sus jeans. ―Van a nadar, ya veo ―dijo Delk dirigiéndose a nadie en particular. Iris se había tirado en la arena fresca y yacía boca arriba con los ojos cerrados. Latreece paseaba por la orilla del agua. Lucy abrazaba sus rodillas firmemente contra su pecho y miraba a sus hermanos con la intensidad de un socorrista.

―¡Ten cuidado! ―le gritó a ellos.

Iris levantó la mirada y entrecerró los ojos contra el sol justo a tiempo para ver al chico vestido en boxers sumergirse en el agua helada. ―Han perdido sus malditas mentes ―dijo Iris.

―No, no lo han hecho ―la corrigió Lucy―. Mis hermanos han nacido sin cerebro.

―¿Así que no heredaste su sentido de la aventura? ―preguntó Delk.

―Ellos son mi aventura ―dijo Lucy.

Las chicas se pusieron a trabajar preparando el campamento: Iris y Lucy clavaron las dos carpas; Brent y Trent permanecieron fuera del camino al improvisar una pelota de lacrosse que iba de ida y vuelta; Latreece preparó sándwiches de mantequilla de maní y mermelada para todos; y Delk se dirigió a la playa un poco retirada a un pub por un poco de agua embotellada. KC sugirió comprarla en la isla, de modo que los termos no fueran demasiado pesados para cargar.

Después de que los PBJ fueran pulidos, los seis de ellos subieron al castillo de O’Brien, la principal atracción turística de la isla. La tarde pasaba volando, y tendrían que darse prisa con el fin de volver al campamento antes del anochecer. En esta época del año el sol se ocultaría alrededor de las seis o menos.

No se permiten autos en la isla, pero O’Brien estaba accesible por carretera, en su mayor parte. Acercarse a la estructura requeriría hacer senderismo por una colina empinada. ―De acuerdo a la guía, el castillo fue construido en el siglo XV ―dijo Lucy.

―¡Dios mío! ―dijo Iris―. Lo más antiguo que hay en nuestro vecindario es el Ford Taurus de 1997 de mi padre. ―Brent y Trent corrían por la colina, pero las chicas vagaban, serpenteando su camino más allá de la maraña de cercas de piedra bajas.

―Aquí dice que esta vez fue una fortaleza ―explicó Lucy cuando las chicas finalmente llegaron a la cima. Se sentaron en una valla, palmeando el agua y mirando hacia el océano. El sol se hundía más en el cielo, pero nadie parecía dispuesto a marcharse. Brent y Trent se sentaron a su lado; incluso ellos permanecieron tranquilos, hipnotizado, sin duda, por la gran belleza de Inisheer.

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―Me alegro de haber venido aquí este fin de semana ―dijo Lucy―. Muchachos, tenían razón. Por una vez. ―Ella sonrió.

De repente Delk tuvo un destello de su casa. Podía imaginar el frenesí de actividad pasando allí: los menús, tarjetas del lugar, peluquerías, flores, luces, velas. Julie y Rebecca y todos sus otros amigos de vuelta a casa estarían limando los detalles de la presentación en este instante, preparándose para las fiestas que estaban a punto de empezar en un par de semanas. Estaba tan aliviada de no ser parte de todo eso, muy agradecida de que por una vez había seguido sus instintos y tomó una especie diferente de opción.

En el momento en que llegaron a la playa de nuevo, estaba oscuro. Delk y las otras chicas recogieron sus cosas y se dirigieron al otro lado de la carretera principal al campamento oficial de la isla. Según la guía, había ducha limpia y servicios sanitarios allí. Por suerte, el libro era exacto. Los baños estaban impecables, ¡y el agua caliente estaba realmente caliente!

―Hay un lugar que se llama Pub Tigh Ned no muy lejos de aquí ―dijo Lucy cuando estaban de regreso a su campamento frente a la playa otra vez―. Tenemos que ir allí para la cena de esta noche.

―Me parece bien ―dijo Delk―. Me muero de hambre.

―¡Qué no haría por un poco de sushi en estos momentos! ―dijo Latreece.

―¡Yo estaba pensando más en la línea de una vaca entera! ―bromeó Iris.

―¡Ahí está la chica con la que puedo estar relacionado! ―intervino Trent.

Se estaba haciendo más frío ahora que ya era de noche, pero el Pub Tigh Ned no estaba lejos de la de playa; a través de un camino desolado y hasta una pequeña colina. Caminaron hasta allí y se sentaron en una mesa redonda grande estudiando el tablero del menú. El pub estaba lleno, y a juzgar por el ruido de las conversaciones sucediendo a su alrededor, la mayoría de los clientes eran locales.

―Voy a pedir el pastel de carne ―anunció finalmente Delk.

―¿Eres una de esas clases de comer-postre-primero? ―preguntó Trent.

―El pastel de carne es un plato principal ―explicó Delk―. Es una mezcla de puré de patatas, carne y verduras dentro de una corteza de pastel.

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―Tienen un filete de salmón. Creo que voy a intentarlo con una ensalada ―dijo Latreece. Los chicos ordenaron cervezas, pescado y patatas fritas, y Lucy se debatió entre el pollo asado y el cordero. Finalmente, se decidió por el pollo.

En poco tiempo, su comida llegó. El vapor se elevaba por encima de la bandeja cargada, y la camarera, una chica bonita con los ojos del color del Atlántico (descripción de Brent), les sirvió eficientemente.

―Pastel de carne aquí ―dijo ella, colocando el plato caliente delante de Delk―. No te quemes ―le advirtió―. Salmon aquí. ¿Filete Big Bloke12? ―Echó un vistazo a Brent y Trent―. ¿Alguno de ustedes es un tipo grande? ―bromeó.

―Uh, yo sería el tipo grande ―dijo Iris. La carne todavía chisporroteaba, y era tan grande que se cernía sobre los bordes del plato.

Los estudiantes de Tremain no faltaron en el departamento de apetito. Latreece pulió su salmón y ensalada, y se dio el lujo y dividió un trozo de pastel de chocolate con Lucy.

―Mi carrera como modelo se acabará antes de que comience si sigo comiendo así ―dijo―. Mi agente me advirtió que no engordara justo antes de irme.

―¿Tienes un agente? ―preguntó Lucy―. ¡Eso es tan genial!

―Sí, pero no significa que voy a conseguir trabajo. Ella está enviando mis fotos en estos momentos. Tuvimos un gran bocado de esta empresa de perfumes, pero no hay una oferta oficial ni nada. Está en París, sin embargo. ¡Qué no daría yo por eso! ―suspiró.

Después de que los platos fueran retirados, se instalaron en sus asientos y esperaron a que el entretenimiento comenzara. Según un cartel sobre el bar, era NOCHE DE TALENTO LOCAL. Un hombre corpulento con largo cabello gris presentó el primer acto: una dama irlandesa de mediana edad que cantó una versión ligeramente desafinada de “Since You Been Gone” de Kelly Clarkson. Para la tercera presentación, tres canciones pop americanas en fila, Lucy estaba empujando a sus hermanos. ―Oigan, ¿qué hay de la canción de taberna irlandesa que ustedes vieron en el Internet? Podrían cantar eso.

―No somos locales ―señaló Brent―. El letrero dice noche de talento local.

―¿Qué canción de taberna irlandesa? ―preguntó Iris―. ¿Se saben una? ―Trent asintió y le sonrió―. ¡Vamos! ¡Háganlo! ―declaró Iris―. Por lo menos sería irlandés. 12 Big Bloke: Es un estilo de filete de gran tamaño, traducido literalmente sería Tipo Grande, de ahí al comentario que le sigue.

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La camarera volvió a la mesa para ofrecer una ronda de bebidas. Parecía más relajada ahora que la gente de la cena había menguado.

―Estamos tratando de convencer a estos chicos para que canten ―explicó Latreece―, pero no se mueven. ¿Qué tan estrictos son acerca del talento siendo locales? ―preguntó ella, señalando hacia el letrero.

―Oh, ¿eso? ¡Eso no significa una maldita cosa! Deberían cantar si quieren ―dijo. Pronto los chicos Devonshire estuvieron de pie ante el micrófono cantando su canción irlandesa.

Recojan los potes y las latas viejas

El puré de patatas, el maíz, la cebada y el salvado.

Corran como el diablo del hombre especial

Mantén el humo de elevarse, Barney.

Mantén los ojos bien pelados hoy

Los hombres especiales están en camino

En busca de la montaña tay

En las colinas de Connemara

Balanceando hacia la izquierda, balanceando a la derecha

El hombre especial bailará toda la noche

Bebiendo el tay hasta la plena luz del día

En las colinas de Connemara...

Brent y Trent ganaron la competencia de talento con ventaja. ―¿Qué demonios le pasa al mundo? ―preguntó Iris―. Tienes a los irlandeses cantando como estadounidenses y estadounidenses cantando como los irlandeses. ¡Por Dios! ―se rió ella, entornando sus ojos.

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* * *

Alrededor de la 1 a.m., se dirigieron de vuelta al campamento. Delk se deslizó en la carpa abarrotada con Lucy, Latreece, e Iris, pero era demasiado claustrofóbica para conciliar el sueño. Latreece se movía alrededor sin cesar. Iris roncaba. Lucy, como de costumbre, era la único de buen comportamiento.

En silencio, Delk arrastró su saco de dormir a la arena y se acostó. Hacía frío y viento, pero ella tenía su suéter irlandés y buenos recuerdos de la noche para mantenerla caliente. Escuchó las olas golpear contra la arena y los ronquidos rítmicos de los chicos (y de Iris). Sonrió y pensó en lo mucho que le gustaban sus nuevos amigos ya, y lo bien que se habían llegado a conocer en apenas una semana.

Su madre estaría orgullosa de ella, sabía Delk. Siempre había querido que Delk viera el mundo. Justo después de la universidad, ella y algunas de sus amigas se habían ido de mochileras por Europa. Esas mismas mujeres habían hecho una peregrinación a Nashville cuando la madre de Delk estuvo enferma, y volvieron de nuevo a su funeral. Delk estaba empezando a entender su vínculo. Se acurrucó más profundamente en su capullo Gore-Tex y miró hacia un millón de estrellas brillantes.

―Donde quiera que estés, te amo ―susurró ella hacia el cielo.

―Tenemos un informe por terminar ―les recordó Lucy la mañana siguiente. La señora Connolly había acordado el viaje a condición de que cada uno de ellos escriba un informe sobre las cosas educativas que habían visto, y ella estaba muy clara sobre el hecho de que los pubs no eran considerados educativos―. Creo que deberíamos separarnos de modo que tengamos más de que hablar. Será aburrido si cada uno escribe sobre la misma cosa.

―Eso está bien para mí ―dijo Iris.

―Para mí, también ―coincidió Delk. Los chicos se encogieron de hombros, y Latreece ahogó un bostezo y se estiró.

Después de un desayuno con el pastel de café hecho en casa de KC, se dirigieron en varias direcciones. Los chicos querían ver un naufragio conocido como el Plassey. Lucy y Latreece decidieron tomar hacia el Teampall Chaomhain, un cementerio local. Obviamente, Delk no tenía ningún interés en los cementerios. Iris concordó en ir a pescar con Delk, y las dos alquilaron una canoa pequeña llamada currach, se pusieron unos chalecos salvavidas tontos, y remaron su camino hacia el mar. Afortunadamente,

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fue otro cálido y soleado día; del tipo de día de chaquetas y pantalones vaqueros ligeros.

―¡Nos olvidamos del cebo! ―dijo Delk. Ya estaban bien lejos de la costa, e Iris había roto a sudar de pelear contra la corriente.

―¡Bueno, no pienso remar todo el camino de vuelta para conseguir un poco! Voy a meter mi dedo dentro. Soy lo suficientemente dulce para atraer a los peces.

―Trent probablemente estaría de acuerdo contigo, pero no estoy muy segura ―bromeó Delk. Iris ignoró su comentario―. De todos modos, te dije que yo remaría el barco. Vamos, tienes que estar cansada para ahora.

―No, está bien. Ansiaba el ejercicio. Creo que estoy empezando a perder algo de masa muscular. ―Delk estudió el marco grueso de Iris. Sus hombros eran anchos y musculosos, sus brazos apretados con venas abultadas y fibrosas.

―Sí, realmente te has reducido a nada justo en la semana que hemos estado aquí. ―Delk puso los ojos en blanco―. Creo que es mejor sí nos olvidamos de la carnada. ¿Qué vamos a hacer con los peces de todos modos?

―¡Los cocinaríamos, vaquera! Vaya, para una chica del sur, no eres muy del campo ―bromeó.

―¡Sí lo soy! ―dijo Delk―. Me gusta Faith Hill. Y Keith Urban. Y no te olvides de mis botas ―añadió, levantando sus pies.

―Faith Hill es demasiado femenina ―dijo Iris―. Me gusta ese que canta la canción sobre ser un paleto. ¿Cuál es su nombre?

―Ese es Gretchen Wilson. ―Se rió Delk―. Me gusta también, de hecho.

Un pájaro se lanzó al agua y capturó un pez. ―¡Maldición! ―dijo Iris―. Supongo que él no necesita un cebo. Mi papá enloquecería si viera todo esto. Es como el Sr. Naturaleza. Es profesor de ciencias ambientales en la Universidad Rutgers. Antes de irme, él siguió tratando de enseñarme acerca de todas estas cosas de la naturaleza que debería buscar mientras estoy aquí, y mi mamá intervino justo en el momento, por supuesto. ¡Dos padres maestros… maldición doble!

―Entonces, ¿cómo es tu escuela? ―preguntó Delk, con la esperanza de conseguir que Iris dejara a un lado el tema de los padres.

―Es sólo una escuela ―dijo Iris―. ¿Cómo suena eso de vago?

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―Oye, deja de remar un minuto. ¿Qué es eso? ― preguntó Delk, señalando a unos metros de su currach. Había capturado un vistazo de algo en el agua.

―¡Oh, Dios mío! Hablando de la escuela. ¡Mira! ¡Es un banco de peces! ―exclamó Iris―. Ni siquiera necesitamos nuestros cebos. ¡Sólo puedo saltar ahí y atraparlos con mis manos desnudas!

―¡No! ―advirtió Delk y la agarró del brazo.

―¡Sólo estoy bromeando! ―dijo Iris.

Delk podía verlos claramente ahora; estaban justo debajo de la superficie del agua. Las chicas vieron con asombro como las criaturas plateadas se disparaban fuera del agua y salpicaban entrando de nuevo. Delk se alegraba de que hubieran olvidado el cebo. Los pescados eran demasiado bonitos para capturar.

Cuando el pez había pasado, Iris se estiró y comenzó a remar de nuevo, esta vez más lento.

―Deja que me encargue durante un tiempo ―dijo Delk. Estuvo sorprendida que Iris no protestara cuando tomó los remos.

―Vamos a tener que averiguar qué tipo de peces eran esos para nuestro informe. Tal vez podamos hacer una búsqueda en línea o algo así. O preguntarle a uno de los locales ―dijo Iris.

―Definitivamente ―contestó Delk, tratando de no sonar sin aliento. A pesar de lo duro que era remar, estaba disfrutando de la tensión en sus músculos. No estaba preparada para que Iris tomara otra vez el mando.

―Entonces, ¿cómo es tu familia? ―preguntó Iris―. No hablas mucho de ellos.

Delk tragó saliva. ―Oh, sólo son más o menos típicos, ya sabes. Casa bonita, agradable jardín en la casa bonita, buena escuela. Ese tipo de cosas. La Preparatoria Overton está bien. He estado allí desde el jardín de infantes. Está bien hasta los doce años ―explicó―. Un poco superficiales a veces. Algo así, como si el Sr. Hammond les dijera a los chicos en la PO que vayan y exploren, romperían el límite de velocidad tratando de llegar al centro comercial.

Iris se rió. ―Ese sería el caso en la mayoría de cualquier escuela probablemente.

―¿Qué tal la tuya? ¿Privada? ¿Pública? ―preguntó Delk, expertamente dirigiendo la conversación lejos de su familia.

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Iris gimió y se recostó en la currach. ―Pública. Está bien académicamente y todo eso, muchas clases de AP, preparación para la universidad, ese tipo de cosas, pero no puedo esperar para ir a la universidad. E.A.S.M fue un gran alivio para mí, a pesar de perderme el concierto de Bon Jovi. Están tocando cerca de mi ciudad natal en abril. Claro que odio perderme eso, pero me alegra salir de Dodge por un tiempo, ¿sabes? Demasiada mierda junta.

―¿Qué clase de mierda? ―preguntó Delk.

―Oh, vamos a ver: el baile escolar, el baile de bienvenida, el baile de invierno. ¡Ah! Y por favor no te olvides el Día de San Valentín! La única vez que un chico me ha llamado es cuando necesitan un jugador de más en el fútbol de recogida. ―Esta vez Iris no trató de reírse de ello como si fuera una broma, notó Delk―. Sigo esperando que mejore un poco para cuando el momento de la universidad llegue.

―¿Mejorar? ―preguntó Delk.

―Por arte de magia me transforme en alguien que es invitada a salir de vez en cuando ―explicó Iris―. ¿Quieres saber mi más profundo y más oscuro secreto? Nunca he besado a un chico ―dijo sin esperar la respuesta de Delk―, a menos que cuentes pasar el rato con Ronnie Dillon en el cuarto grado y plantar uno en la frente. No estoy seguro de que ese enfoque funcionaría para mí ahora.

―A Trent podría no importarle ―bromeó Delk.

―¡Oh, ya cállate sobre Trent! ―dijo Iris, hundiendo los remos lejos―. Yo no le gusto. Nunca lo hacen, al menos no de ese modo. ―Su cara se enrojeció hasta un tono profunda de rojo, y Delk resistió la tentación de bromear con ella más.

Cuando el Sr. Keneally regresó hasta ellos en la tarde del domingo, los seis estudiantes de E.A.S.M habían ido a en cierto modo conocerse hasta conocerse muy bien entre sí. Resultó que Lucy estaba muerta de miedo de ir a la universidad y dejar a sus hermanos. Por mucho que la volvieran loca a veces, se había acostumbrado a su papel como su segunda madre.

Latreece estaba librando una dura batalla con sus padres de vuelta a casa acerca de todo el asunto del modelaje. Y sus padres estaban librando una dura batalla entre sí, a pesar de que había estado ocurriendo durante años, al parecer.

Brent estaba preocupado de que no fuera material para la universidad. Al final resultó que, el ADD no era su único problema, era disléxico también. Había logrado obtener buenas notas en la escuela secundaria, pero tenía miedo de la universidad.

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Trent quería tomarse un año sabático de la escuela de cualquier tipo y viajar, tal vez trabajar como instructor de esquí o un guía de turismo en algún lugar remoto del país en alguna parte, pero sus amigos estaban volviéndose loco por la idea. Para ellos, la universidad era el único camino a seguir después de la escuela secundaria.

Delk era la única que no tiene mucho que decir, y se sentía culpable por ello. Tuvo la oportunidad de decir la verdad, y no lo había hecho. Sólo se sentó allí absorbiendo los problemas de los demás, como si su vida fuera perfecta. Se preguntaba ahora cómo alguna vez podría contar su historia: si se atrevía a hacerlo.

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Capítulo 6 Traducido por Merlie

Corregido por maggiih

uando Delk regresó de las Islas Aran el domingo por la noche se conectó en la computadora de Tremain. Tenía dos mensajes esperando por ella.

De: [email protected] Para: [email protected]

Asunto: ¡Extrañándote! Hola Delk, cariño. Te extrañamos terriblemente. Esperamos que tus estudios vayan viento en popa. Desde que no he escuchado de ti últimamente, ¿presumo que el programa de la E.A.S.S te está manteniendo ocupada? Ayer jugué tenis con el Sr. Clark —un asociado de Testermann’s— y creo que me desgarré el musculo de la ingle. Traté de tranquilizarme. Así es, no tuve otra opción más que tomármelo con calma, apenas si puedo moverme. Hazme saber noticias sobre la Isla Esmeralda cuando puedas.

Con amor,

Papá.

De: [email protected] Para: [email protected] Asunto: ¡Hola!

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¡Hola Delk! No te preocupes por tu padre ¿de acuerdo? Él estará bien. Pero yo soy quien tal vez no resista su desgarre de músculo. Sabes cómo se pone cuando no puede jugar tenis. Las renovaciones están yendo muy bien, ve las fotos adjuntas. ¡No podrás reconocer el lugar cuando llegues a casa! Espero que estés pasando un tiempo maravilloso. Ahora estoy oficialmente gorda. Mi barriga se está haciendo definitivamente más grande. DATOS ADJUNTOS: Fotos de la renovación.

Delk borró las fotos adjuntas sin siquiera mirarlas. Ella no podía verlas. Amaba a su hermoso hogar tal y como era; el lindo papel tapiz con pajaritos azules en el cielo pintado, el gran espejo junto a la entrada hacia el vestíbulo —el que había heredado su madre de su tía abuela— el elegante sofá de terciopelo en la sala y seda oriental, el color mantequilla de las paredes. La mayoría de las casas de sus amigos no le agradaban. La casa Sinclair tenía toda la opulencia sin ninguna pretensión. ¿Quién quería vivir en un museo? Como su madre siempre decía.

Delk reflexionó acerca de restaurar el correo de Paige, después de todo sería lo más correcto que se podía hacer, pero ella no podía. ¿Cómo podía esa ridícula chica no saber que Delk resentiría el cambio? ¿Cómo era posible que pensara que Delk aceptaría que destrozara el trabajo de su madre muerta? Paige lo intentaba, Delk debía reconocerlo, y ella no era la madrastra tipo mala de Cenicienta.

De hecho, Paige era una Vanderbilt graduada de una fina familia en Nashvile. Ella había viajado mucho después de la universidad. Había trabajado en una agencia de publicidad. Era el tipo de chica de la que Delk probablemente se hiciera amiga, ¡pero no con la que le hubiese gustado que se casara su padre! No lo restauraría, Delk decidió y dio clic en el botón Borrar. Ella le escribiría a su padre un correo electrónico rápido, de todos modos. Le hablaría sobre sus nuevos amigos, el castillo y el viaje que había tomado. En la posdata le había pedido que le mandara saludos a Paige, así que no era como si la hubiese ignorado completamente.

Esa noche se tumbó en la cama y escuchó el pulso del reloj a su lado en su carrera hacía la mañana del lunes. En su mente se arremolinaron pensamientos acerca de Pather, sus nuevos amigos y su viaje a las islas. Debajo de las noticias, de los buenos recuerdos, había culpa también. Se sentía culpable por no restaurar el mensaje de Paige, culpable por abandonar a Julie y Rebecca. Delk se preguntó cuánto tiempo había estado así, era una persona que ni ella misma podría reconocer.

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Con la esperanza de encontrarse con Pather, Delk había bajado para desayunar, extra, extra temprano. No podía creer que era lunes otra vez, ya su segunda semana en Irlanda. Ella había esperado que su tiempo aquí fuera un asco, yendo lentamente, como esas largas semanas antes de las vacaciones de verano. Pero ella ya no podía decir que era así. ¿Por qué los buenos momentos pasaban más rápido que los malos? Mordisqueó un bollo de canela caliente mientras miraba por la ventana del comedor.

Justo después de que la pesada puerta del castillo se cerrara con estrepito, un par de botas rechinaron dirigiéndose al comedor. KC se quedó de pie lejos de la mesa colocando un montón de dulces pastelillos caseros en esta.

—Buenos días, Sra. Flannery —dijo Pather besando la mejilla de KC. Delk y sus amigos habían estado usado ese apodo ya que ni siquiera se habían molestado en aprender el verdadero nombre de aquella mujer.

—Toma una taza y el café y siéntate junto a Delk por ahí —dijo KC—. Esa pobre chica ha estado despierta desde que se levantó el gallo y no ha habido nadie aquí que la acompañe excepto yo, y eso no es mucho. ¡Ya te digo!

Con una taza de café en una mano y un rollo dulce en otra, Pather camino en su dirección y se detuvo frente a ella.

—¿Te molesta si me siento? —preguntó.

—Para nada —respondió Delk.

Pather arrastró su silla hacía atrás ruidosamente y al sentarse tomó un sorbo rápido de café.

—Ah, ahora puedo abrir mis ojos —dijo sonado mas irlandés de lo usual—. Así que… ¿Cómo fue el viaje? —Mordió su rollo de canela y esperó por la respuesta de Delk.

—¡Fue genial! —Sonrió—. Fue algo así como… tan genial. La hermosura del agua, de Irlanda, y renté un currach, es una canoa —agregó. Pather le sonrió—. Y vimos un cardumen entero de peces. Ellos nadaron directo hacía nosotros. Realmente saltaron hacía nosotros. Oh, y los chicos de Devonshire ganaron un concurso de talento por cantar una canción irlandesa acerca de cantar en una taberna. Y realmente acampamos, ¿puedes creerlo? Realmente dormimos en la playa. Estuvo helado durante la noche, pero el clima fue genial durante el día y ¡no llovió para nada! ¿No es asombroso? Yo sólo lo ame —terminó.

—Estoy contento, estoy verdaderamente contento —dijo Pather—. Pero espero que esto no signifique que te tengas que escapar cada fin de semana —dijo él. Delk se

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preguntó si Pather sólo estaba promocionando el turismo local o si solamente la había extrañado aunque sea un poco. Ella tomó un sorbo de su té y sujetó su taza un poco más fuerte para que calentara sus fríos dedos.

—El sábado es él día de San Patricio, sabes —continuó Pather—. Esperaba que tal vez pudiéramos encontrarnos en Galway, esa noche. Va a ser una gran celebración, por supuesto, y mi hermana, tú sabes, la que se va a casar, ella estará ahí con su prometido.

—Me encantaría. —Delk respondió—. ¿Pero crees que estaría bien con la Sra. Connolly?

Delk sabía que Galway estaba un poco lejos, una hora más o menos de distancia así que no estaba exactamente segura de cómo llegarían allá. Pather había dicho “encontrarnos” lo cual significaba que él no le iba a dar un aventón.

Pather recorrió su silla más cerca de la mesa y se apoyó en ella.

—Te dejaré saber un pequeño secretito —musitó—. Tú y los otros estudiantes realmente estarán en Galway para el día de San Patricio ya que la Sra. Connolly organiza un gran alboroto para sorprender a los estudiantes, así que no le digas que lo sabes y no le digas a nadie más. El nombre del Pub es MacGarvey’s, está al lado del hotel donde te quedas, puedes reunirte con nosotros ahí cuando quieras. Trae a los otros si quieres, ¡pero esta vez tendré una Coca-Cola dietética esperándote! —Bromeó Pather.

—Y trataré de causar mejor impresión con esta hermana —replicó Delk.

Por mientras ellos prácticamente pulieron sus desayunos de sus platos el resto de los estudiantes Tremain estuvieron vagando por el comedor.

Cruzando el salón Iris ondeo un gran: “Te dije que era una conexión de amor”, sonrió, pero ella no dijo nada.

—¿Quieres practicar tus habilidades de salto de piedra antes de clases? —preguntó Pather.

—Seguro —contestó Delk.

Y los dos se fueron al lago Tremain.

Delk recogió varias piedras y las dejó en el bolsillo de su chaqueta.

—Recuerda, es así —instruyó Pather y arrojó su piedra rebotándola cuatro veces—. Ahora inténtalo tú.

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Delk tomó una piedra de su chaqueta, se inclinó un poco hacía abajo, tomó aliento y la arrojó.

—¡Rebotó! —chilló Pather—. Lo hiciste muy bien.

—¿Lo hice? —preguntó Delk.

—¿No lo viste? —dijo Pather.

—Eso creo, tenía los ojos cerrados —confesó. Pather rió y se tiro en el suelo. Delk se sentó a su lado.

Una cálida brisa pasó por el lago y las ramas sobre ellos se sacudieron ruidosamente. Pather se apoyó atrás en sus codos y sonrió hacia ellas.

—Ya viene la primavera —observó—. Ya no hay marcha atrás, difícilmente podrías ver esos brotes la semana pasada. Ahora mira. —Señaló.

—Tienes razón —dijo Delk. Por alguna razón, esos brotes le recordaron la creciente barriga de Paige, no había marcha atrás, pensó para sí misma. Suspiró y abrazó sus rodillas más cerca de su pecho—. ¿Pather?

—¿Si? —Contestó.

—Uhm… ¿Recuerdas de que estábamos hablando el otro día cuando estábamos aquí? ¿Sobre mi madre?

—Lo recuerdo —dijo él.

—Bueno, nadie más aquí sabe de eso excepto tú y la Sra. Connolly —agregó, ella arrastró los ojos hacía él hasta encontrarse con los suyos. Él escuchaba atentamente. Amó eso de él, la manera en que la escuchaba—. No sé cómo decir esto, es algo extraño, pero no quiero que los otros lo sepan. Creo, yo sólo… Por favor, no le digas a nadie ¿de acuerdo?

—Ese no es mi cuento, así que no lo diré —dijo Pather. Delk trató de no darse cuenta de la arruga de preocupación que se había formado entre sus pobladas cejas rubias.

—Bueno, estoy deseando que llegue el sábado y lo que sea que estemos haciendo —dijo alegremente, ansiosa por cambiar de tema. Se acercaba la hora de clase, y ella no quería irse con una nota triste.

—El Twill va a ser un gran Craic —dijo Pather.

—¿Crack? ¿Qué es eso? —preguntó Delk.

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—C-R-A-I-C. Significa un "tiempo de diversión —explicó Pather.

—Bueno, no me gustaría arruinar un buen craic —dijo Delk, probando la nueva palabra—, pero la señora Connolly está haciendo las asignaciones del proyecto esta mañana.

—Y tengo tareas —dijo Pather—. Pero nos veremos mañana en el desayuno, ¿verdad? —Delk asintió. Pather se puso de pie y le tendió la mano. Ella la tomó, la levantó y tiró de ella cerca, tan cerca que casi podía saborear la canela en su aliento. Por un momento, pensó que podía besarla.

—Bueno, es mejor que me vaya —dijo.

—Yo, también —dijo Delk. De mala gana, se fue de la colina. Por mucho que quisiera que su estancia en Irlanda pasara lentamente ¡no podía esperar para la noche del sábado!

* * *

—Buenos días —dijo la señora Connolly. Delk llegó a la clase segundos antes de que sonara la campana. Aún sin aliento, se deslizó en su asiento y se arregló la chaqueta.

—Buenas —respondieron unos pocos estudiantes somnolientos. Delk no podía creer porque se sentía tan despierta, y a una hora tan temprana. Su padre estaría asombrado si la hubiese visto.

—Veo que todos los veinticinco asientos están llenos, así que supongo que no hay necesidad de anotar la asistencia —dijo la señora Connolly. Llevaba una falda azul marino extra larga y una blusa blanca sencilla, y tenía una mancha de polvo de tiza en la mejilla—. Y nuestros viajeros han regresado. Me alegro de que todos llegaran a casa de forma segura. En caso de que el resto de ustedes no lo supieran, Delk, Lucy, Latreece, Brent, Trent, e Iris fueron lo suficientemente valientes como para aventurarse en su segundo fin de semana aquí. Ellos viajaron a las Islas Aran. Esperaré sus papeles en mi buzón esta tarde —les recordó—. Estoy contenta de saber que tenían el nombre de Tremain en su pecho, como se les indicó. Bien hecho —concluyó ella, y sonrió.

Delk echó un vistazo a Brent y Trent, e imitaron el cumplido de la señora Connolly esto golpeó a Delk, porque entonces tal vez ellos no querían que todos sus maestros

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regresaran del viaje. Según Lucy, sus hermanos pasaban por un momento bastante duro en la escuela.

—He aquí pautas para su primer trabajo importante en esta clase, y también les he asignado a su compañero de trabajo —explicó la señora Connolly—. A cada par se le asignará un escritor irlandés y deberán investigar la vida de la persona y su trabajo. El viernes nos presentaran sus conclusiones en una exposición de diez minutos. Incluso podrán leer un poco de lo que la persona escribió. De hecho, yo los animaría a hacerlo. El objetivo es dar una visión general de todos los escritores que vamos a estudiar este semestre.

La señora Connolly colocó la hoja de tareas en la esquina del escritorio Delk.

Compañer@: Latreece Graham. Autor: George Bernard Shaw.

Delk había visto una obra de Shaw, Pigmalión. Le había gustado, también, lo que tomó como una buena señal. ¡Al menos no era un escritor del que nunca había oído hablar!

En el descanso de la mañana, Delk tomó una taza de té y fue a sentarse al lado de Latreece.

—Me hubiese gustado que pudiéramos hacerlo de un escritor francés —gimió Latreece.

Delk rió.

—Se llama curso de escritores irlandeses —señaló.

—Bueno, los franceses son mucho más exóticos —dijo Latreece. Delk se encogió de hombros. Para el fin de semana, se habría acostumbrado a la preocupación de Latreece por la literatura francesa.

—¿Crees que posiblemente oigas algo de esa compañía de perfumes hoy? —preguntó Delk, refiriéndose a un correo electrónico que Latreece había recibido de su agente. Al parecer, el perfume: Le Papillon era algo que la gente quería, algo así como parecerse a alguien con un estilo limpio y fresco de un modelo desconocido y que había pedido ver más fotos de Latreece.

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—No lo sé. Envié un correo electrónico a mi papá después que me dieron la noticia ayer por la noche, pero no he recibido respuesta. Incluso si tengo la oferta, mis padres probablemente no me dejarían hacerlo. Bueno, mi padre lo haría, pero mi madre es tan absolutamente ridículamente cerrada sobre el asunto.

Delk no se molestó en señalar que debía trabajar en un plan para la investigación de George Bernard Shaw. Sabía que Latreece nunca sería capaz de concentrarse en ello ahora mismo.

—Entonces, ¿cuál es el siguiente paso? —preguntó—. Si ellos son como el resto de las imágenes, ¿entonces qué?

—Entonces ellos quieren que vuele hasta allí, ir a verlos en persona. —Latreece se puso de pie y caminó por la habitación. Ella lanzó un vaso de papel de té en el cubo de basura y se paseó de nuevo—. Te voy a decir una cosa, Delk. Si ellos quieren que vaya a París, me voy. No me importa lo que mi madre crea. Quiero que sepa que está tan mal que podré probarlo. Puedo verme allí. ¡Puedo! ¡La moda es mi vocación, y este es mi comienzo! ¿Mi madre podría ver eso?

Delk se preguntó cómo era tener una verdadera pasión. Al mirar a Latreece, se dio cuenta que no había pensado mucho en su propio futuro. Estaba demasiado ocupada tratando de sobrevivir al presente. Delk se sintió envidiosa de repente, no envidiosa del tipo de miradas buenas a Latreece sobre la pista o el contrato de modelaje potencial, pero de su ambición, su dedicación absoluta en algo para un futuro que había tan cuidadosamente trazado para sí misma.

Para el momento de la presentación en la mañana del viernes, Delk estaba con cara de sueño. Es cierto que Latreece no había sido de mucha ayuda. Había estado demasiado ocupada peleando con su madre o llorando en el teléfono con su padre. Delk sentía pena por ella, y no le importaba hacer la mayor parte de la investigación. De hecho, estaba ansiosa por ponerse de pie en frente de la clase y compartir todas las cosas interesantes que había aprendido. Por el momento, sin embargo, la pobre Iris estaba en medio de una descripción sorprendentemente monótona del escritor Sean O'Casey, y su pareja, el chico emo de algún lugar de Illinois, no había dicho una sola palabra.

—El señor O'Casey murió el 18 de septiembre de 1964 —terminó abruptamente Iris—, y supongo que así termina mi. . . er, nuestra presentación. No pasó mucho después de eso —bromeó ella. La clase se echó a reír, pero cuando Iris se sentó, Delk podía ver que sus manos temblaban.

Delk y Latreece comenzaron con una breve escena de Pigmalión. Fue idea de Latreece usar una escena divertida de la obra como parte de la introducción, y funcionó porque

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la clase se echó a reír, en el buen sentido. Después de la escena, Delk pasó una breve presentación de PowerPoint y describió las controvertidas creencias socialistas de Shaw. Desafortunadamente, esto provocó una discusión bastante acalorada entre Brent y Trent, que Lucy detuvo, por suerte.

Ya avanzada la tarde, Delk subió las escaleras hasta oficina de la señora Connolly que había prometido tener las presentaciones calificadas antes de la cena, y Delk estaba ansiosa de por fin saber su calificación. La puerta estaba entreabierta, pero ella tocó de todos modos.

—Adelante —gritó la señora Connolly. Delk entró en el pequeño despacho, atestado. Las tazas de café estaban esparcidas por todas partes. Plantas marchitas por la falta de agua en el alféizar de la ventana. Las pilas de papeles estaban apiladas aquí y allá. Se preguntó cómo la señora Connolly podía encontrar nada de lo que necesita en una sala tan descuidada.

La señora Connolly pareció darse cuenta de que Delk estaba mirando aquel desorden.

—Es un desastre, Delk. Me disculpo. Cada vez que juro que voy a organizarme, algo más importante aparece. ¿Estás aquí por tu nota, supongo?

—Sí, señora —respondió Delk.

—Toma asiento. La tengo aquí en alguna parte —dijo, revisó a través de unos papeles—. Oh, aquí está. —Ella le entregó la hoja arrugada a Delk, y en rojo brillante en la parte superior de la página estaba una hermosa letra A—. ¿Vas a compartir esto con Latreece? —preguntó—. ¿O tengo que hacer una copia para ella?

—Oh, voy a compartir. Gracias —dijo Delk.

—Hiciste un muy buen trabajo hoy. Pareces... No se... muy cómoda delante de una audiencia. Más bien a gusto en el aula, creo.

—¿En serio? —preguntó Delk, aliviada de haber causado una mejor impresión en su maestra.

—Voy a tener que mantener mis ojos en ti, puede que llegues a tener mi trabajo un día.

—Gracias —dijo Delk.

—Ah, y también tengo tu informe de la Isla Aran. Muy buen trabajo por cierto.

Delk no pudo evitar sonreír por sus dos buenas notas en un día.

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—Gracias, señora Connolly —dijo, y salió de la oficina. Corrió escaleras abajo para ir a la habitación de Latreece y llamó suavemente a la puerta azul pálido.

—Adelante —llamó Latreece. Tenía los ojos inyectados en sangre, y Delk se dio cuenta de que había estado llorando.

—¿No te lo han dado? —Delk adivinó.

—Todo lo contrario. Ellos quieren que yo vaya a París de inmediato para una entrevista.

—¿La tienes? ¡¿Tienes la entrevista?! —gritó Delk y saltó hacia arriba y hacia abajo. Su A apenas valía la pena mencionarla ahora.

—Para —dijo Latreece. Se limpió la nariz con un pañuelo desechable—. Mis padres no me dejaran ir. Tengo que llamar a mi agente mañana y decirle que voy a pasar.

—¿Qué? —exclamó Delk—. ¡Oh, Dios mío! Eso es terrible. —Se sentó al lado de Latreece.

—Es lo que siempre he querido —le susurró Latreece sobre su pañuelo arrugado, y empapado—. Y no van a dejar que lo haga. ¡Ni siquiera me dejaran probar! Lo único que quiero es ver si puedo conseguirlo, ¿sabes? Pero mi madre dijo que no hay discusión y que no iré a la entrevista porque ella no me permitirá aceptar el trabajo, aunque me ofrecieran el contrato.

Cuando Delk salió de la habitación Latreece, sintió que debería llamar a los padres de la chica. Se preguntaba a veces si los padres sabían lo mucho que sus decisiones afectaban las vidas de sus hijos. Con base en las recientes decisiones de su padre, aparentemente no.

Delk estaba durmiendo cuando alguien llamó a la puerta mucho antes del amanecer en la mañana del sábado.

—¡Despierta! —Escuchó, pero la apagada voz parecía venir de muy lejos—. ¡Despierta! —insistió de nuevo. Su puerta cerrada traqueteaba ruidosamente. Ella gimió y se deslizó fuera de la cama caliente. Se estremeció cuando sus pies tocaron el frío suelo de piedra, mientras hacía su camino hacia la puerta.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Delk. Latreece pasó junto a ella y corrió a la habitación oscura.

—Cierra la puerta —le ordenó—. No quiero despertar a nadie. —Obediente, Delk cerró la puerta y encendió la luz.

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—¿Qué pasa? —preguntó Delk, tirando de su bata de baño.

Usando sus Jimmy Choo de tres pulgadas, un par de ajustados pantalones de color chocolate, y una crujiente blusa de popelina, Latreece se paseó por la habitación.

—Me voy a París —anunció.

—¿Paris? —Delk se frotó los ojos—. ¿Qué? ¿Ellos cambiaron de opinión?

—Mi tía llamó a la señora Connolly y se hizo pasar por mi mamá. Le dijo que había una emergencia familiar.

—¿Una emergencia familiar en París? —preguntó Delk.

—Lo sé, es una exageración. Pero mi tía dijo que no iba a permitir que mis padres se interpusieran en mi camino. Regresaré el dieciocho de junio —dijo Latreece—. Sólo tres meses a partir de ahora. Mi agente dijo que podemos trabajar esa parte. Tal vez poner el contrato en suspenso hasta que tenga la edad suficiente para firmar por mí misma.

—Pero ¿qué pasa con la escuela? —preguntó Delk.

—Voy a buscar un GED13, o yo... No se. No he llegado tan lejos, pero por lo menos tengo que intentarlo. Sólo hay que ver si puedo conseguir algo como esto.

—¿Hay algo que pueda hacer? —preguntó Delk.

—Nada. Tenía que decírselo a alguien. Estaré de vuelta la próxima semana en algún momento. Deséame suerte —afirmó, abrazando torpemente a Delk con los largos miembros de los brazos—. Mejor me voy. Mi auto está esperándome probablemente en la puerta.

Después de que Latreece se hubo ido, Delk volvió a subir a su ahora fría cama, pero no podía dormir. Todas las emocionantes posibilidades y riesgos potenciales de la vida de Latreece se reprodujeron como una película en su cabeza. ¿Qué pensarían hacer los padres de Latreece cuando se enteraran? ¿Y si Latreece tenía que perder el último año? Por mucho que Delk a veces tenía problemas con su escuela, no podía imaginar no graduarse con todos sus amigos.

Después de una hora de dar vueltas, Delk se figuró que bien podría levantarse. No tenía sentido preocuparse sobre la vida de Latreece cuando ella ni siquiera podía arreglar la suya. Además, hoy era el día de San Patricio y todavía tenía que empacar una bolsa de

13 GED: Es el examen equivalente al diploma de la escuela secundaria.

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viaje, según las órdenes de la señora Connolly, y encontrarse con los otros estudiantes de E.A.S.M. en el vestíbulo a las 6 AM.

Delk se puso un par de jeans y un suéter de cuello alto y se dirigió por el pasillo hasta la habitación de Lucy. Lucy abrió la puerta amarillo brillante e inclinó su espectacular sombrero.

—Arriba a la mañana 'to ya —dijo con su mejor acento irlandés. Llevaba zapatillas verde lima, pantalones del ejército verdes, y una brillante camiseta verde que decía: “Bésame, que soy irlandesa”, y un sombrero casero decorado con monedas de oro falsas y pegatinas del arco iris.

—¡Guau! —dijo Delk—. ¡Te ves muy bien! ¡No puedo realmente creer que estemos en Irlanda el Día de San Patricio!

—Lo sé —contestó Lucy—. Ya era la mitad de la noche cuando estaba planeando mi vestuario. En realidad, eso es mentira. Lo había planeado antes de que me fuera de New Hampshire. Demonios, me doy cuenta. Hablando de idiotas, vamos a ir a ver a mis hermanos. —Ella sonrió.

—¡Espera! Me tienes que ayudar primero —declaró Delk—. ¡Yo no tengo nada verde! —Se sentó en la cama mientras Lucy rebuscaba entre un montón de ropa. Finalmente, se decidió por una, poco arrugada, blusa verde salvia y una banda verde más oscura. Delk se figuró que su vestuario no tenía en absoluto el efecto impactante como el de Lucy, pero era mejor que nada.

—¿Crees que estamos demasiado vestidas? —preguntó Delk, mirando su reflejo en el espejo—. No estamos usando demasiado verde, ¿no? No quiero parecer una turista.

—Junto a mis hermanos, nos vamos a ver completamente normales, confía en mí. Los dos están vistiéndose como si un leprachaun14 los utilizara para un comercial de Cereales Lucky Charms15.

—Oh, no —se quejó Delk.

—Por lo menos no estoy relacionada con ellos —dijo Lucy—. Creo que hacen este tipo de cosas solo para humillarme.

Un poco antes de las seis, Delk, Lucy, e Iris se dirigieron al vestíbulo. Alrededor estaba Horsing y detrás de ellos estaban los duendes, Brent y Trent. 14 Leprechaun: Criatura mitológica irlandesa parecida a los duendes. 15 Lucky Charms: Cereales americanos con el logotipo de duendes de la suerte.

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—Lucky Charms azucarados, ¡son mágicamente deliciosos! —comenzó Brent.

— Siempre son mis Amuletos de la Suerte —añadió Trent.

—Los dos son unos ridículos —dijo Lucy.

—Idiotas totales —coincidió Iris, tirando de su gorra, que fue diseñada para parecerse a la bandera irlandesa.

—Ustedes perdedoras estarían tan aburridas sin nosotros —dijo Trent—. Admítelo, Lucy.

Juguetonamente le dio un codazo a su hermana. Lucy puso los ojos en blanco y volvió su atención a la señora Connolly, que estaba de pie en las escaleras tratando de conseguir que los estudiantes se callaran.

—He llamado a la reunión de esta mañana para anunciar una pequeña sorpresa para todos ustedes —dijo la señora Connolly con fuerza—. Vamos a celebrar el Día de San Patricio, en una manera auténtica, haciendo una peregrinación a Croagh Patrick, la montaña donde San Patricio ayunó durante cuarenta largos días.

—¿Pensé que la gente iba a los desfiles del Día de San Patricio? — murmuró Trent en voz baja. Delk le dio un codazo para que se estuviera en silencio, y se preguntó si las tendencias maternales de Lucy podrían estársele contagiando a ella.

El grupo giraba en torno al aire frío de la mañana y subió los escalones del autobús caliente. El Sr. Keneally lo había dejado correr por un rato y subió el calor hacia arriba.

—¿Quiénes van a ver nuestros trajes en una montaña? —se quejó Brent, dejándose caer en una silla.

—Esperemos que nadie —dijo Lucy.

En silencio, Delk subió junto a Iris. ¿Qué hay de Galway City?, se preguntó. ¿Y qué hay de reunirse con Pather, su hermana y su novio? Tal vez Pather había llegado a Tremain con los planes mezclados, o tal vez la señora Connolly había cambiado de opinión. ¿O, tal vez iban a Croagh Patrick y luego rumbo a Galway en la tarde?

—¿Dónde crees que pasaremos la noche? —le preguntó Delk a Iris.

—Superará mi infierno personal. En algún lugar de la montaña, supongo. ¿Piensas que venden cerveza verde allí?

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Delk se encogió de hombros. No era la cerveza verde de lo que estaba preocupada exactamente.

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Capítulo 7 Traducido por nahirr

Corregido por Deyanira

l cielo estaba cargado con nubes amenazantes cuando bajaron del autobús en el Condado de May menos de una hora más tarde. Era justo antes del amanecer, cuando el mundo tiene ese brillo misterioso y fantasmal, y hacía frío. Delk se apretó la chaqueta y cambió su peso de un pie al otro para entrar en calor. A pesar de sus preocupaciones sobre cómo resultarían los planes para el día, tuvo que admitir que las vistas al pie del Croagh Patrick eran tremendas, un vasto paisaje abierto, niebla

brumosa flotando justo por encima del suelo húmedo. Sólo podía imaginar qué tan hermosas serían las cosas desde la cima.

—Croagh en realidad significa “montículo” —estaba explicando la señora Connolly—, y en gaélico se llama Cruaic Aigili. Los lugareños llaman a la montaña “el Reek”, pero el resto del mundo la conoce como Croagh Patrick. Pueden ver que será una subida ardua, pero creo podemos hacerla con bastante rapidez. Hasta dos horas, como máximo. Incluso menos cuando bajemos. ¡Y todos son jóvenes! —señaló—. Le echaremos un vistazo a la estatua de San Patricio cuando volvamos a bajar.

—¡Por Dios, a estos irlandeses les gusta levantarse temprano! —gruñó Iris—. ¡El sol ni siquiera salió todavía!

—Estoy empezando a acostumbrarme —dijo Delk, metiendo las manos en los bolsillos.

—Sí, bueno, eso podría tener algo que ver con tu cita diaria para el desayuno. Si tuviera a algún bombón con el que encontrarme cada mañana, también me levantaría con los ojos brillantes y ansiosa. ¡Ahora, míralos! —Iris señaló hacia Brent, Trent y Lucy. Los tres Devonshire estaban dirigiéndose a la montaña a una velocidad récord. Lucy estaba ligeramente atrás de sus hermanos, pero no por mucho, y ya estaban muy por delante del grupo—. He decidido que su madre debe haber estado hambrienta durante el parto —dijo Iris.

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—¿Por qué es eso? —preguntó Delk, anticipando una broma. Siempre podía decir cuando Iris estaba a punto de decir algo de sabelotodo. Entrecerraba los ojos, y se mordía ligeramente el labio.

—¡Nombró a sus hijos BLT16, por Dios Santo! —dijo Iris—. Brent, Lucy y Trent–B-L-T. Me pregunto si alguien se ha dado cuenta de eso antes.

—Estás demasiado obsesionada con la comida —dijo Delk.

—Qué no daría por un BLT ahora mismo —dijo Iris—. Uno grande y gordo con tomates cosechados en Jesey, no esos alineados en la tienda, como en Diciembre. Todos pálidos y falsos, sin sabor en lo absoluto. —Se detuvo—. ¡Apuesto a que KC haría un BLT asombroso!

—¡Cállate! —dijo Delk—. Estás haciendo que me de hambre.

—Así que, ¿cómo está el romance?

—¿Te refieres entre tú y Trent? ¿Cómo podría yo saberlo? —la provocó Delk.

—No le gusto a Trent —contestó Iris, poniendo los ojos en blanco.

—En realidad no es un romance. Sólo somos amigos. Pather es dulce, y... bueno, es la clase de chico con el que realmente puedes hablar, ¿sabes?

—No lo sabría. Como dije, la mayoría de los chicos no me hablan —dijo Iris—. A menos que sea sobre deportes. O bien, una vez un chico notó mi camiseta de Bon Jovi, y vino hacia mí y me dijo que también era un fanático. ¡Dios, fue tan romántico! —Fingió desmayarse.

Delk dudó. Se preguntó si debería profundizar en el tema o simplemente dejarlo. Decidió profundizar. —¿Así que por qué los chicos no hablan contigo?

—No soy exactamente una candidata para The Bachelor —dijo Iris.

—No necesitas parecerte a una estrella de televisión para tener una cita.

—¡Tampoco deberías lucir como un gorila!

16 BLT: Bacon, Lettuce, and Tomatoe: Tocino, Lechuga y Tomate. Se refiere a un sandwich tradicional, que contiene los tres ingredientes mencionados.

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—No luces como un gorila —protestó Delk—. Creo que sólo estás asustada. —Lo dijo como un desafío, pero Iris le restó importancia.

—Soy lo que soy —dijo Iris—. A veces lo de la chica deportista funciona bien, ¿sabes? Como en un campo o en alguna clase de cancha, realmente soy buena. Otras veces, no es tan bueno. Supongo que debes tomar lo que la vida te de y hacer limonada o algo así.

—¡Eso es limones! —dijo Delk—. ¡Y no eres un limón! Sin embargo tengo una idea. Podrías dejar que te haga un cambio de imagen. Nada drástico, solo cambios sutiles aquí y allá.

—Eso sólo lo empeoraría.

—¿Cómo? —preguntó Delk.

—Porque si me viera mejor y los chicos todavía me rechazan, ¡eso sería aún peor!

—Vamos —dijo Delk—. Sería divertido.

—Oh, sí. Súper —gruñó Iris.

***

Delk estaba sorprendida cuando por fin llegaron a la cima. Ella e Iris estaban tan ocupadas hablando que no se había dado cuenta qué tan cerca de la cumbre estaban llegando.

—¿Qué les tomó tanto tiempo? —bromeó Trent. Estaba sentado arrojando agua en su traje verde duende.

—No todo el mundo tiene acceso al arcoiris —dijo Iris. Trent rió.

Delk miró alrededor y trató de disfrutar la espectacular vista, el agua, el cielo, las pequeñas cabañas salpicando el paisaje verde y exuberante más abajo. Pensó en tomar una foto, pero parecía inútil. Ninguna imagen podría hacerle justicia. o capturar el sentimiento en el corazón de Delk. ¡Había tomado una decisión tan correcta al venir aquí! ¡Tan, tan, tan, tan correcta!

—En su mayor parte, sólo quiero que todos disfruten ésta vista —dijo la señora Connolly—. Pero quisiera decirles un poco sobre San Patricio. Estamos tan

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acostumbrados a los desfiles, la cerveza y los tréboles, y eso es parte de la tradición irlandesa, pero también es importante saber de dónde vienen nuestras tradiciones, cómo evolucionaron, a quién honran. —Delk se acercó a la señora Connolly para poder oír sobre el ruido del viento silbando en sus oídos. Se preguntaba cómo se podía asociar el día de San Patricio con esta hermosa montaña.

—Ahora, la leyenda de San Patricio es que él fue llamado aquí a esta montaña santa por Dios, y su tarea fue conducir a todas las serpientes fuera de Irlanda. —Delk miró a sus pies. ¡Ciertamente esperaba que ese santo hubiera tenido éxito!

—Pero ésto en realidad era una metáfora —siguió la señora Connolly—. ¿Alguien sabe lo que en realidad significa?

Lucy rápidamente levantó la mano. —La historia es acerca de la conversión de los nativos al cristianismo. Supuestamente Dios le pidió a Patricio que viniera y salvara al pueblo irlandés transmitiendo la fe cristiana. Y Patricio desterró a los druidas. Los druidas eran paganos, y su símbolo era la serpiente. De ahí es que viene la metáfora de la serpiente.

—Conoces tu historia, ya veo —observó la señora Connolly.

—Mi padre es un gran aficionado a la historia. —La cara de Lucy se enrojeció de un color rojo brillante, y Brent y Trent miraron a su hermana con aprobación. Evidentemente estaban orgullosos de ella.

—Bueno, es impresionante —dijo la señora Connolly—. Está bien, disfrutemos de la vista un poco más, y después es mejor que empecemos a movernos. Quiero que todos le den un buen vistazo a la estatua de San Patricio que está abajo, tenemos más viajes por delante hoy.

Delk sintió esperanza crecer en su pecho. ¡Tal vez irían a Galway City después de todo!

Cuando alcanzaron la estatua y la señora Connolly anunció sus planes para el resto del Día de San Patricio, el desfile en Galway City en la tarde, la cena de esa noche en el hotel donde se estarían quedando, y una noche de pubs y música irlandesa, Delk trató de lucir sorprendida. No podía esperar para ver a Pather y encontrarse con su hermana y su futuro cuñado. Con suerte podría bañarse después del desfile y refrescarse un poco antes de su cita. ¿Esto era una cita? se preguntó. ¿O sólo él siendo amigable?

Eran casi dos horas más tarde cuando los estudiantes de E.A.S.M. salieron en tropel del autobús y entraron a la luz del sol de Galway City. El cielo había ido de lluvioso y nublado a despejado y soleado, todo en una mañana. La temperatura también había

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subido ligeramente, así que Delk se quitó su chaqueta y la ató alrededor de su cintura. El desfile estaba a punto de comenzar, así que no había tiempo de descargar los bolsos al hotel. Por suerte Delk había empacado ligero. Todo cabía perfectamente en su mochila, un cambio de ropa, un cepillo de dientes, algo de ropa interior, su bolso de maquillaje, y un par de lentes de contacto de repuesto (por si acaso). Tal vez el hotel tendría una plancha así podría arreglar la arrugada blusa verde que había tomado prestada de Lucy.

Bandas tocaban, silbatos sonaban, música resonaba de los pubs, y unos pocos lugareños ya estaban tomando Guinness. El desfile de Galway no había comenzado todavía, pero la emoción en el aire indicaba que estaba a punto de hacerlo. Delk y Lucy se posicionaron en frente de Iris y Brent así podrían ver el desfile, y Trent se fue en busca de bocadillos para Iris.

El tema del desfile era la heróica lucha de San Patricio para salvar a los irlandeses. Comenzando la exposición había un colorido flotador de papel maché. Representaba gráficamente a San Patricio despertando de su sueño, su reacción alarmada al llamado de Dios. Intercalados entre flotadores temáticos estaban las típicas cosas de desfiles, bandas marchando, porristas, políticos locales, e incluso gaitas. Más tarde hubo una serie de cuatro flotadores, uno después del otro, que retrataban los cuarenta días de ayuno del santo, otra batalla con las serpientes, y finalmente un flotador hecho completamente de tréboles, que mostraba la derrota de los druidas.

Delk se alegraba que la señora Connolly los hubiera hecho caminar hacia la montaña. Por lo menos ahora entendía el significado de lo que estaba viendo. Se sintió culpable por quejarse. Se le ocurrió pensar en lo difícil que debe ser enseñar. El profesor de historia de Delk en PO siempre decía: “¡Tanto para aprender! ¡Tanta resistencia para aprender!” Y era verdad. Delk misma era culpable de esta resistencia a veces. Supuso que la mayoría de los estudiantes lo era, excepto tal vez por Lucy.

Cuando finalmente terminó el desfile un par de horas después, los veinticinco cansados estudiantes comenzaron la caminata bastante larga a su hotel. Delk estaba tan aliviada cuando por fin llegaron. Su espalda le dolía y estaba desesperada por una ducha y una siesta. Ella, Iris y Lucy compartían una pequeña habitación con dos camas y un catre, y los chicos tomaron una habitación justo al lado. El resto de los estudiantes estaban esparcidos por todo el hotel. —Así que, ¿que hay en la agenda esta noche, señoritas? —preguntó Lucy—. ¿Pubs, baile y cerveza verde? —Su cabello estaba recién lavado, y estaba parada envuelta en una toalla.

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Delk dudó. —Me voy a encontrar con Pather en un lugar llamado McGarvey’s. Su hermana y su prometido han volado desde Londres. —Trató de hacer sonar sus planes casuales, pero Iris y Lucy la miraron parpadeando.

—Conociendo a la familia, ya veo —dijo Iris.

—¡No es así! Están invitadas a venir también —añadió Delk. Iris y Lucy intercambiaron miradas,

—Creo que pasaremos, vaquera. Esta puede ser la noche de la relación. —Le guiñó un ojo.

—¡No voy a tener relaciones! Ni siquiera me ha besado todavía —protestó Delk.

—¡Ajá! Dijiste todavía. T-O-D-A-V-Í-A —provocó Iris.

—Sí dijiste todavía. —Estuvo de acuerdo Lucy.

***

Iris y Lucy caminaron con Delk a McGavey’s, pero no se molestaron en entrar una vez que vieron a Pather, a su hermana y a su prometido instalados en una acogedora cabina junto a la ventana. Se iban a encontrar con los chicos y varios otros estudiantes de E.A.S.M. en un pub calle abajo.

Delk se sintió tímida de repente, pero esquivó la puerta y se dirigió a la mesa de Pather. —¡Hola, amor! —dijo él, y besó su mejilla—. Ella es Katie, mi elegante hermana de Oxford. Katie, ella es Delk —dijo—. ¡Y este buen hombre es Seamus!

—¡No me dijiste que tenía una gemela! —dijo Katie. La semejanza entre ellas era sorprendente: mismo cabello oscuro (aunque el de Katie era rizado); tonos de piel similares; ambas tenían ojos claros, los de Katie de un azul nítido y los de Delk de un gris tormentoso. Sin embargo yo tengo veintisiete, ¡una anciana comparada contigo! —Katie se rió.

—¡Y pronto serás mi anciana! —Bromeó Seamus, y abrazó a Katie con fuerza. Katie lo apartó juguetonamente.

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Delk se deslizó en la cabina junto a Pather, y él puso su brazo a su alrededor. Lo podía sentir en el borde del asiento entre sus hombros. En realidad no la estaba tocando, pero había un cierto proteccionismo en el gesto.

—Bueno, todo lo que puedo decir es que es agradable finalmente conocer a la chica de la que he oído hablar tanto —dijo Katie, guiñándole un ojo a su hermano. El rostro de Pather se enrojeció de un color rojo profundo pero no dijo nada—. Así que, ¿cómo te gusta Irlanda hasta el momento? ¿No estás aburrida de estar en un pais, tan lejos de Starbucks y The Gap?

Delk se rió. —¡Difícilmente! —contestó—. He... bueno, no me he enamorado de un lugar desde que tenía seis y mis padres me llevaron a Disneylandia —dijo—. Pero Irlanda es tan genial. El campo, los colores brillantes, na Beanna Beola, y tanto espacio abierto. Soy de Tennessee, lo que todos en Estados Unidos piensan como un lugar bucólico y montañés, pero Nashville es muy diferente a eso. Es una ciudad. ¡Creo que me podría quedar en Irlanda por siempre!

—Suenas como mi hermano. Deberías escuchar a Pather hablar y hablar sobre el hecho de que nosotros vivimos en una ciudad. Va a matarlo cuando se mude a Galway en el otoño. Supongo que volverás a Connemara en cada oportunidad que tengas —dijo Katie.

Pather sonrió y asintió. —Soy un gran admirador de amplios espacios abiertos.

—Miren —dijo Seamus—, la banda está comenzando. Bailemos, ¿si? —Miró a Katie.

Pronto la música estaba a todo volumen, y Delk y Pather tenían la cabina para ellos solos. —¿Es difícil para ti pensar en dejar la granja? —gritó sobre el ruido.

—Desesperadamente —dijo Pather.— Sin embargo no es solo la granja. Es pa’ también. Está solo gran parte del tiempo. Es una preocupación. Toda la familia está cerca, pero soy el único que en realidad ayuda con la granja. Todas mis hermanas están o formando sus familias, o tienen trabajos, o ambos. Me preocupa cómo se las va a arreglar por su cuenta. ¿Qué hay sobre tu padre?

Delk se sintió ponerse tiesa ante la pregunta. Se había acostumbrado tanto a evitar el tema que le tomó un segundo darse cuenta que con Pather no lo tenía que hacer. —Se ha vuelto a casar —dijo.

—¿Te gusta ella? —preguntó Pather.

—Tiene veintisiete. Papi tiene cincuenta y dos. Es raro. —El volumen se elevó aún más, y Delk se sintió apagándose. Estaba muy ruidoso para cosas importantes.

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—Ustedes dos van a bailar ahora —insistió Katie cuando ella y Seamus volvieron—. Nosotros nos quedaremos aquí y nos aseguraremos que nadie tome nuestro puesto. —Delk asumió que puesto significaba “cabina”.

Pather la dirigió a la pista de baile, donde se suponía que tenían que estar haciendo algo llamado “Galway reel”. El líder de la banda estaba gritando los pasos: tómense de las manos, avancen dos, vuelvan dos, volteen por dos, paso a la derecha, blah, blah, blah. Delk levantó la vista para ver si Pather estaba avergonzado por estar bailando con ella —no era exactamente talentosa en el Galway reel— pero parecía muy preocupado con su propio zapateo para notar el de ella.

Cuando la rueda finalmente terminó, Pather gritó en su oído: —¿Quieres salir de este hooley un rato?

—Claro —respondió, aunque no tenía idea qué era un hooley. Mientras Pather iba a decirle a Katie y Seamus que iban a salir un rato, Delk esperó junto a la puerta. El bar estaba aún más lleno ahora, y de repente estaba ansiosa de salir al aire libre.

—Esta es la Calle de Tiendas —dijo Pather cuando finalmente lograron salir.

—Déjame adivinar, ¡hay tiendas aquí! —Bromeó Delk.

—¡No sólo es linda, es inteligente también! —dijo Pather. Delk lo golpeó en el brazo juguetonamente, y Pather se aferró a su mano. Una oleada de energía hormigueó por el brazo de Delk—. La calle Abbey Gate eventualmente se convierte en Smith —explicó Pather—. El puente Salmos Weir no está muy lejos de aquí. Iremos en esa dirección.

Todavía había hordas de gente afuera, la celebración de San Patricio parecía muy lejos de terminar. Delk imaginaba que Trent y Brent debían de estar sintiéndose ridículos en sus disfraces de duendes (o, más probablemente, Lucy se estaba sintiendo ridícula sobre sus disfraces). Delk se había dado cuenta los chicos irlandeses usaban un montón de verde, pero en su mayor parte los adultos se habían mantenido con algo llamado “el uso del trébol”. Simplemente enganchaban un trébol a su ropa regular. Ciertamente no había duendes que no sean los del desfile.

Los pubs irlandeses tampoco servían cerveza verde. Delk había esperado que las calles estuvieran llenas de ello, pero resultó que era una tradición estadounidense, no una irlandesa. La cerveza en el Día de San Patricio era del mismo color que cualquier otro día. En su lugar, los pubs hacían algo llamado “batido de trébol”, un batido de leche de color verde. Según la camarera del restaurante del hotel, la comida tradicional para San Patricio en Irlanda era algo llamado tocino y repollo, excepto que el término tocino en

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irlandés en realidad significaba carne en conserva, y lo que Delk conocía como el tocino crujiente regular, los irlandeses los conocían como lonchas. ¡Era cuanto menos confuso!

Con excepción de unos pocos autos cruzando de vez en cuando el puente estaba vacío. Delk podía oír agua corriendo debajo de ellos, sentir la frescura saliendo del río.

—¿Qué es eso? —preguntó, señaló hacia una estructura abovedada.

—Oh, esa es la Catedral de San Nicolás —explicó Pather.

—Es hermosa —dijo Delk—. Es tan tranquilo aquí. Es lindo.

—Estoy de acuerdo. El gran escenario repleto del bar siempre suena genial hasta que llego aquí, pero no soy muy de gritar a través de la mesa y arrastrar a gente a la pista de baile. Katie piensa que me estoy convirtiendo en un hombre viejo. Creo que estará aliviada cuando me vaya a la universidad.

—¿Por qué? —preguntó Delk.

—Se preocupa de que esté muy apegado a la granja. Dice que será bueno que encuentre algunos nuevos amigos. Es la mentalidad de Oxford tal vez. No lo sabría. La verdad es que estoy feliz donde estoy. Katie puede ser un poco mandona —dijo—. ¿Tú tienes hermanos?

—Soy hija única —dijo Delk.

—¿En serio? ¿Hija única? Cuando crecía compartí un baño con cinco hermanas. Hasta hace poco no podía imaginar tener un espacio para mí mismo. —Se rió.

—Hasta hace poco no podía imaginar no tener un espacio para mí misma, especialmente un baño. Compartir no es tan malo, supongo. Me preparará para toda la escena de los dormitorios de la universidad. —Delk dudó, preguntándose si debería sacar el resto de la historia—. Sin embargo la esposa de mi padre está embarazada —añadió finalmente.

—No te ves feliz sobre eso —dijo Pather.

—Fue la última cosa que me empujó a venir aquí.

—¿Entonces había una lista completa de problemas? —Delk amaba la forma en la que el acento de Pather se deslizaba hacia arriba en la última sílaba en vez de hacia abajo.

—El casamiento con Paige fue uno. Luego Paige decidió rehacer completamente nuestra casa. La casa de mi madre, debería decir. La mayoría de nuestros muebles son

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cosas que mi madre heredó. Y estaban la noticia del bebé. Oh, sí, y la presentación en Forest Hills.

—¿Presentación?

—Esto es, como, una gran fiesta donde eres presentada a todo el mundo social del club de campo. Eres considerada un adulto real. Es algo tonto, pero es un gran asunto en mi ciudad. Definitivamente necesitas una madre alrededor para planificar algo como eso.

—Bueno, incluso si no te preocupas por tu madrastra, será terriblemente divertido tener una dote, ¿no lo crees? Un bebé, eso es. Tengo doce sobrinos y sobrinas, y ya que soy mucho más mayor todos creen que soy un héroe. Es un gran impulso al ego de uno.

—Navidad debe ser una locura en tu casa.

—¡Cuando éramos chicos cada día era una locura!

—Sería divertido tener... ya sabes... un verdadero hermano, supongo, pero este simplemente se siente como... bueno, como mi reemplazo. —Delk no podía creer que estaba diciendo esas cosas en voz alta. Apenas se dejaba pensarlas, mucho menos decírselas a alguien más.

Pather la miró, con el rostro serio. Con la arruga de preocupación entre sus cejas otra vez. —¿Crees que Paige podría alguna vez reemplazar a tu ma’? —preguntó.

—¡Ni en un millón de años! —dijo Delk, horrorizada—. ¡Nadie podría!

Pather la atrajo más cerca. —¿Entonces qué es lo que te hace pensar que un nuevo hijo podría reemplazar a uno viejo? Un hermano no cancela otro.

—Supongo que nunca lo pensé de esa manera —dijo Delk.

—Y es fácil para mí decirlo. Pa’ nunca se volvió a casar, así que no sé lo que se siente estar en tus–eh–botas de vaquera. —Le sonrió. Le gustaba la forma en la que podía ir de serio a juguetón en un instante.

—¿Qué? ¿Por qué me estás mirando así? —preguntó.

—Me estaba preguntando si ahora es un buen momento para nuestro primer beso. Tenemos la tenue niebla flotando justo encima del río Corrib, las hermosas luces de San Nicolás. —Hizo un gesto a su alrededor y luego miró al cielo—. ¡Maldición! ¡No hay luz de luna!

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Delk no pudo evitar que una sonrisa se extendiera sobre su rostro. —Puedo tolerar no tener luz de luna sólo ésta vez. Pero tendrás que trabajar en eso para la próxima vez. —Bromeó.

—Haré lo mejor que pueda —dijo Pather, inclinándose hacia ella. Su chaqueta estaba fría, pero sus labios estaban suaves y cálidos. En el abrazo de Pather la cabeza de Delk se llenó con todas las cosas buenas que la vida tenía para ofrecer, un chico totalmente apuesto que parecía entenderla, los nuevos amigos que había conocido, el hermoso escenario de Irlanda, y su recientemente adquirida sensación de independencia. Así es como ser feliz se siente, pensó. Era un sentimiento que había perdido un largo tiempo atrás, hasta Irlanda, eso es. Se pararon en el puente y se besaron por un largo rato, pero como todo lo demás sobre su viaje aquí, el momento todavía pasó demasiado rápido.

—Mi hermana me acusará de abandonarla —susurró Pather. Delk se resistía a irse, pero no quería darle una mala impresión a Katie. Ya había hecho eso con otra de las hermanas de Pather.

—Deberíamos irnos —estuvo de acuerdo.

Todo el camino de regreso a McGarvey’s, el corazón de Delk se disparó, era como si Pather lo hubiera llenado con helio y se lo hubiera entregado en una cadena. Cuando alcanzaron la Calle de Tiendas otra vez vio a Katie y Seamus. Estaban parados fuera de McGarvey’s luciendo bastante impacientes.

—¡Por fin! —dijo Katie, golpeando el brazo de Pather.

—¡Dios mío! —dijo Pather, frotándose el lugar donde Katie lo había golpeado—. Es toda su culpa. —Bromeó, señalando a Delk. Delk golpeó su otro brazo, aunque no tan fuerte como Katie. Los cuatro rieron y se dirigieron calle arriba a “chipper”.

—Ésta es nuestra versión de comida rápida —explicó Katie cuando todos estuvieron sentados y en las primeras etapas de devorar la comida frita—. Pescado y papas fritas son brutales para las arterias, ¡pero un sabor celestial para el paladar!

—Tienes que caber en ese vestido de novia, ¿recuerdas? —dijo Pather.

—¡Y tu vas a cerrar tu bocaza a menos que quieras un moretón en el otro brazo! —advirtió Katie—. Hablando de malditas bodas, creo que voy a tener la mía de otra manera.

Seamus se quejó. —Aquí vamos —murmuró.

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—Sé que estás harto de escucharlo, ¿pero cómo es posible que planeé una boda mientras viva en Londres? Seamus y yo estamos pensando que sería mejor tenerla allí.

—¿En Londres? —preguntó Pather.

—Sin la ayuda de ma’ tengo que hacerlo todo yo, y tenemos muy poco dinero como para gastarlo en viajes de ida y vuelta.

—Pero eres la última hija —dio Pather—. Romperás la tradición si no te casas en San José.

—¿Pero de qué otra manera lo puedo manejar? —dijo Katie. Seamus comía su pescado y papas fritas silencioso. Claramente le estaba dejando ésta decisión a la novia.

—¿Y si todos ayudamos? —preguntó Pather—. Las chicas pueden ayudar. Han tenido bodas antes. ¿Qué tan difícil puede ser?

—Puede ser bastante difícil. —Se metió Delk. Había ayudado a Paige y a su padre a planear su boda (de mala gana, por supuesto) y no podía creer qué tanta cantidad de planificación tomó y Pagie tenía una madre, ¡una muy competente en eso!

—¡Gracias! —dijo Katie, asintiendo hacia Delk—. Nuestras hermanas tienen bebés, trabajos, casas y esposos. Tú y Pa’ tienen la granja y Tremain. No es como si fuera la única que está ocupada. No puedo ser una delegadora y empujar todas las cosas en ustedes.

—¿Qué tipo de boda quieren? —preguntó Delk. Instantáneamente se sintió simpática. Después de todo había estado en la misma situación con toda la cosa de Forest Hills.

—Un pequeño asunto, en realidad —dijo Katie.

—Y barato, —añadió Seamus. Katie le lanzó una mirada.

—Modesto —lo corrigió—. No quiero una boda andrajosa, por cualquier medio.

—Creo que las pequeñas son las mejores —dijo Delk—. Mi... bueno, ayudé a alguien con una boda no hace mucho, y creo que cuando son muy grandes no es tan divertido. Parece más lindo cuando es simple. De alguna manera más elegante.

—¡Estoy totalmente de acuerdo! —dijo Katie—. Y pretendo divertirme en el día de mi boda. No quiero correr alrededor comiéndole la cabeza a todo el mundo y preocupándome por cosas tontas.

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—Exactamente —dijo Delk. De pronto se le ocurrió—. ¿Por qué no te ayudo yo? Vivo justo cruzando la calle, y he ayudado a planificar una boda antes muy recientemente, además. Y tengo la mayoría de las tardes libres. Podría arreglar algunos detalles de la boda por aquí y allá, no hay problema.

Los ojos de Katie se ampliaron un poco. —Oh, nunca te podría pedir eso, pero es una oferta generosa. Gracias.

—Bueno, si cambias de opinión, házmelo saber. No me importaría en lo absoluto, lo prometo.

Se estaba haciendo tarde, e incluso aunque la señora Connolly no les había dado a los estudiantes E.A.S.M. un toque de queda específico, Delk sintió que era hora de volver. Se subieron a lo que Pather se refería como el cacharro Keneally y llevaron a Delk a su hotel. Justo antes de bajarse, Delk garabateó su dirección de correo electrónico en un trozo de papel y se lo entregó a Katie. —En serio, si cambias de opinión sobre necesitar ayuda, estoy dispuesta.

Katie metió el papel en su bolsillo. —Gracias —dijo.

Los cuatro dijeron sus corteses despedidas, luego Pather caminó con Delk hasta la entrada principal del hotel. La besó suavemente en los labios, ambos conscientes que Katie y Seamus estaban mirando desde el auto. —Lo pasé bien esta noche, amor —dijo.

—Yo también —contestó Delk. Se montó en el ascensor hacia el cuarto piso y sonrió todo el camino hacia arriba. No solo era el mejor Día de San Patricio que haya tenido, era el mejor día, punto. Al menos el mejor día que podía recordar tener en un largo tiempo.

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Capítulo 8

Traducido por Little Rose

Corregido por Deyanira

espués de que Delk y los otros volvieran de Galway, la vida se volvió un borrón. El señor Hammond empacó sus horarios del semestre con Nuevas Experiencias; Delk tenía una larga lista de libros para la clase de escritura irlandesa; y la señora Connolly ya le había entregado un paquete enorme detallando el proyecto final del semetre, y aún ni siquiera era abril. Ella aún tenía ocho semanas en Irlanda, y se negaba a pensar en el final de lo que sea.

—¡Espera! —llamó Latreece a Delk. Su campana del recreo matutino había sonado, y Delk quería llegar antes que la multitud al carrito de golosinas. Pather estaba en Galway trabajando en un proyecto escolar, y Delk había aprovechado la oportunidad para dormir de más, por lo que se perdió el desayuno—. ¡Vi el contrato oficial para mi trabajo de modelaje esta mañana! —chilló Latreece.

—Pero el correo aún no llegó —dijo Delk. Desde su regreso de Paris, Latreece había compartido cada detalle de la oferta de Le Papillon: Los poderes estaban en esa reunión; parecía que podrían hacer la oferta; estaban entrevistando a otra modelo, una mayor que realmente podría firmar el contrato; no, no se ejercitaba; sí, querían a Latreece, pero quizás… era como escuchar un partido de tenis en la radio. Delk intentaba sonar entusiasmada, ¡pero moría de hambre!

—Mi agente me lo envió como archivo adjunto por correo electrónico. No enviará la copia en papel hasta estar más cerca de mi cumpleaños. ¡Pero tiene mi nombre escrito! ¿Puedes creerlo?

—Felicitaciones —dijo Delk abrazándola.

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Abajo las chicas, acompañadas por Iris y Lucy, se sentaron en una esquina comiendo una torta de KC. —¿Entonces, ya lo saben tus padres? —preguntó Iris.

Latreece sacudió la cabeza. —No puedo decirles porque sabrán que fui a Paris, y si saben que fui a Paris, llamarán a la señora Connolly. Y si ella se entera…

—¡Enviará tu trasero de regreso a Baltimore! —dijo Iris.

—Exacto. —Asintió Latreece—. Mi plan es firmar, y luego decirles. Quizás sólo volaré a Paris desde aquí, sin pasar antes por casa. ¿Qué sentido tiene volver a Baltimore para escuchar discusiones eternas verdad? Pero definitivamente tengo que ponerme en forma. Toma mucho auto control, saben.

—Sí —dijo Iris, poniendo los ojos en blanco.

Y tengo otra sorpresa. Incluye cierto paquete que recibí ayer. Dos botellas del mejor champán francés y una enorme caja de chocolates, cortesía de Le Papillon. Oh, y perfumes para todas ustedes. Si el clima lo permite, podríamos bajar al lago esta tarde para un picnic.

—¡A mí me parece bien! —dijo Delk.

—Cuando se trata de chocolate, no tienes que preguntar —dijo Lucy.

—¡Ídem! —concordó Iris.

Para cuando las chicas finalmente se encontraron, eran casi las cuatro, y no había un muy buen clima, una leve brisa y no mucho sol. Igualmente se sentía bien celebrar algo, y a diferencia de la cerveza, a Delk le gustó el sabor delicado del champán. Latreece había tomado una gran cesta de picnic y vasos de KC, y mientras Delk e Iris ponían una gruesa manta en el césped, Lucy y Latreece abrían los chocolates y servían el champán.

—¡Por el éxito de Latreece! —dijo Lucy cuando estuvieron todas sentadas. Levantó su vaso para brindar—. Te deseo muchos años de modelaje, y cuando tengas demasiadas arrugas para ello, espero que te conviertas en editora de Vogue.

—¡O al menos en alguien que obtiene zapatos gratis! –añadió.

—¡Brindo por ello! —dijo Delk, chocando su vaso con los de las otras.

—Yo por el chocolate gratis —dijo Iris.

—¿Y qué van a decir tus padres cuando finalmente les digas? —preguntó Delk.

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—Bueno, papá querrá invertir el dinero y manejar todo lo práctico. Siempre me ha apoyado. Él pagó por mis sesiones y me llevó a muchos eventos, hasta que mi madre se enteró y quiso demandarlo por ello. Dijo que no estaba en sus derechos como padre prostituir a su propia hija.

—¡Santo cielo! ¿Realmente dijo eso? —preguntó Iris.

Latreece asintió. —Al menos esas pocas tomas lograron hacer mi portafolio decente.

—¿Portafolio? —preguntó Iris.

—Portafolio del trabajo que he hecho —explicó Latreece—. Como sea, mi mamá es la feminista ideal, llena de ideas y opiniones, aunque es del tipo más tradicional de mujer. Ya saben, lindo auto, asociada de los clubes de barrios, madre tiempo completo. ¡Ella no es nadie para juzgarme de ir en contra del feminismo!

—Dile que te especializarás en estudios de la mujer cuando vayas a la universidad —dijo Lucy—. O únete a la ONM.

—¿Qué es la ONM? —preguntó Delk.

—Organización Nacional por la Mujer. Las originales quemadoras de sostenes —explicó Lucy—. Sólo dile que el feminismo moderno es una cuestión de elecciones. Ya seas modelo o astronauta, es por la libertad de seguir tu sueño.

—¡Viva Hillary! —Bromeó Iris.

—¿Por qué las madres son tan molestas? —continuó Lucy—. Cuando mi madre quiere saber cómo le va a mis hermanos, ¿adivinen a quién llama? ¡A mí! Como si fuera su asistente personal o algo así. No puedo esperar a ir a la universidad. Quizás entonces tenga que vigilarlos ella misma para variar.

—Intenten tener a una maestra de madre —dijo Iris—. ¡Miedo! ¡Lecciones diarias pegadas al refrigerador cuando llego a casa!

—¿Qué tipo de lecciones? —preguntó Latreece.

—Como, ve si puedes resolver este problema de matemática. O, lee este artículo de ballenas hembras de Nat Geo. Tengo escuela en casa y escuela en la escuela.

Delk sintió su buen humor esfumarse. El picnic se había convertido en una sesión de quejas sobre madres, y Delk ya había tenido suficiente de eso con Julie y Rebecca y todos sus amigos en casa. Tomó un puñado de tréboles y comenzó a buscar uno con cuatro hojas. —¿Qué? —preguntó levantando la mirada. Las chicas estaban en silencio,

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y Delk comprendió que la estaban mirando—. ¿Qué? —repitió, sintiéndose avergonzada.

—Supongo que tu madre es perfecta —dijo Latreece—. Muy dulce y con un lindo acento sureño, pero también comprensiva respecto a todo, ¿verdad?

Delk se congeló, y el rostro se le ruborizó. —Algo así —murmuró, y terminó su champán. Estaban esperando una explicación, y Delk de repente se sintió atrapada. Quería ir a ocultarse a su cuarto.

—¿Y por qué nunca hablas de tu hogar? —preguntó Latreece.

—No hay tanto para decir saben. No intento descargarme de mi madre como ustedes —dijo ella, intentando no sonar furiosa.

—No lo llamaría descargarnos —dijo Lucy—. Amo a mi mamá. Es sólo que me vuelve loca. Quiero decir, si tienes una madre, va a volverte loca, ¿verdad? Es algo de la naturaleza.

—Saben, creo que el champán me revolvió el estómago de repente —dijo Delk—. Además, tengo muchísima tarea, y está frío aquí afuera. Voy a volver. ¿Quieren que lleve algo? —Las tres la miraron en blanco, pero sacudieron las cabezas—. De acuerdo, las veré luego entonces —dijo, intentando sonar alegre—. ¡Y gracias por el champán Latreece!

Todo el camino al dormitorio Delk hechó humo. Pensó en la caja de cuidado personal que la madre de Lucy le había mandado, una linda cajita blanca decorada con pegatinas y llena de esmaltes de uñas, sus golosinas favoritas, hilo dental, libros, y revistas de moda. Y la mamá de Iris la había anotado en lecciones de navegación por todo el verano porque su hija había mencionado de la pasada en un correo que era uno de los deportes que aún no había intentado. Delk de alguna manera podría entender las frustraciones de Latreece, pero incluso, su madre sólo trataba de hacer su trabajo, asegurarse de que su hija no se convirtiera en una estrella barata de los tabloides, y Delk casualmente pensaba que se podía ser una madre tiempo completo Y una feminista al mismo tiempo.

Furiosamente subió al segundo piso, entró en su cuarto y cerró la puerta. Por supuesto, las chicas sabrían que algo iba mal, y probablemente Iris iría a verla más tarde. Se había portado de manera extraña, y no era justo, lo sabía.

Delk quitó a Wooby de su almohada y cayó en su cama. Cerró los ojos y volvió a pensar en ese verano hace muchos años cuando se había ido de campamento. Su madre había

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empezado las diálisis recientemente, y Delk no quiso dejarla. Estuvo terriblemente triste hasta que su madre le envió una gran caja de pudín con gomitas de colores y ración doble de Oreos. Adentro había una nota:

Golosinas para mi caramelito. Te extraño.

Delk aún tenía el papel pegado en un espejo en su casa. Claro, ¡si Paige no se lo había quitado mientras redecoraba su cuarto!

Delk apretó fuertemente a Wooby y cerró los ojos. —Te extrañó mamá —susurró—. Te extraño tanto.

—¡Oye chica vaquera, déjame entrar! —Iris estaba a punto de tirar abajo la puerta. Delk miró el reloj y comprendió que acababa de perderse su segunda comida en el día—. KC te envía una cena —dijo Iris cuando Delk abrió la puerta. Estaba en sudadera con una bandeja muy llena, suficiente para alimentar a Brent, Trent y Lucy, pensó Delk—. Te perdiste el desayuno también. ¿Qué ocurre? ¿Estás enferma?

—Sólo cansada, o quizás sea Sindrome Pre Menstrual. —Mintió.

—O quizás sea SFP. Síndrome de Falta de Pather. —Bromeó Iris, pero Delk no estaba de humor para bromas.

Tomó la bandeja y la dejó en su mesita. —Gracias por traerla.

—¿Quieres que me quede un rato? —ofreció Iris

—Estoy bien, en serio. Creo que es dormir tan poco. Me falta descansar.

—De acuerdo chica vaquera. Estaré al lado. ¿Segura que estás bien?

—¡Estoy bien! —dijo Delk.

—De acuerdo. Nos vemos —dijo Iris.

Delk intentó comer algo, pero la bandeja se veía borrosa por sus lágrimas. Apagó la luz, se metió en la cama, y lloró bajo su almohada, para que nadie la oyera.

La mañana siguiente Delk se sentía algo mejor. Quizás fue dormir de más lo que mejoró su humor, o que era viernes y Pather volvía a casa. Lo que fuera que hubiera mejorado su ánimo, no pensaba analizarlo. Se acurrucó en su batín e hizo una lista para la Nueva

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Experiencia de la semana próxima, esquilar en la granja Keneally. Delk estaba feliz de que pudiera elegir su Nueva Experiencia, y sería divertido ver a Pather en su gloria de cría de ovejas, la misma razón por lo que Delk eligió tal actividad en primer lugar. Sólo podría imaginar las expresiones de asco de Julie y Rebecca ante esa tarea, algo que la hizo extrañarlas mucho. Rápidamente, alejó de su mente a sus amigas de Nashville. No iba a volver a ponerse sentimental.

—¡Delk! ¡Delk! ¡Déjame entrar! —llamó Lucy.

—¿Qué? ¿Qué ocurre? —preguntó Delk, abriendo la puerta.

Aún en pijama, Lucy entró, y Delk cerró la puerta. —Es Latreece. Acabo de ver a la señora Connolly arrastrándola escaleras abajo.

—¿Literalmente? —preguntó Delk.

—No, no como de la oreja ni nada, pero se veía realmente enojada. Creo que sabe de Paris.

—Oh Dios. Va a echarla.

—Lo sé —dijo Lucy.

Iris golpeó una vez y entró. —Buenos días. ¿Nos sentimos menos SFP hoy chica vaquera? —Bromeó.

—La señora Connolly sabe de Paris —dijo Delk.

—Oh no. —Iris palideció—. Está jodida. Oh hombre, está totalmente jodida.

Después de cambiarse, bajaron a desayunar en silencio. Latreece no apareció. La señora Connolly dio su curso de escritura irlandesa de las siete, pero Latreece no estaba allí. No fue a ninguna otra clase. Delk se preguntaba si ya la habían enviado a casa. Después del almuerzo ella y los otros fueron arriba y golpearon la puerta de Latreece. Sin respuesta. Entonces la señora Connolly apareció detrás de ellos.

—No está allí —dijo firmemente. Las cinco se miraron—. Sus padres están viniendo desde América. Va a encontrarse con ellos en Galway. Sospecho que ya todas conocen la situación. —La señora Connolly se dio vuelta enojadamente con sus tacones y se fue por el pasillo.

—Está muy metida —susurró Iris.

—Hasta la coronilla —añadió Lucy.

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—¿Creen que tendrá que abandonar el asunto del modelaje? —preguntó Trent.

—Probablemente —dijo Delk—. Suena como si sus padres vinieran a llevarla a casa.

—¡Es estúpido! —dijo Brent—. Quiero decir, tendrá dieciocho pronto. Es lo suficiente para votar o ir a la guerra si quisiera. ¿Cuál es el problema con modelar en una revista?

—Supongo que habrá que esperar y ver qué pasa —dijo Lucy.

—Eso supongo —respondió Trent, aunque miraba a Iris al decirlo.

***

El fin de semana lo pasó especulando sobre Latreece. El viernes a la noche, todos fueron al Bird’s Bar, incluido Pather, y discutieron los posibles desenlaces. El sábado, fueron al Parque Nacional Connemara y caminaron por Benbaun, uno de los Doce Ben’s Oficiales, según el libro. Latreece estuvo todo el tiempo en sus mentes. Para el domingo, Delk había renunciado a hablar de ella. Acompañó a Pather a la Iglesia de San José, y después almorzaron en Letterfrack, sólo ellos dos.

—Hay un lugar que me gustaría mostrarte camino a casa. Es una caminata. ¿Te gustaría? —preguntó Pather.

—Claro —dijo Delk. Obviamente intentaba alargar la tarde lo más posible. Tomados de las manos, caminaron por una loma cubierta de hierba. El suelo estaba lleno de lo que parecía papel picado, pero de cerca resultaban ser flores coloridas, púrpura profundo, amarillo, blanco y lavanda, y tres capullos levemente abiertos, en la primavera irlandesa.

Delk oyó el arroyo antes de verlo. Una gruesa capa de musgo rodeaba cada costa del agua fría, y había suaves rocas y lindas plantas. —¡Es hermoso! —dijo ella—. ¡Como un cuadro!

—Creí que te gustaría —dijo Pather—. Solía venir de pequeño. Amo leer, y como no encontraba paz en casa, traía mi libro aquí. Nunca nadie me encontró.

—¡Oh, que escondite celestial! Y el suelo es tan suave. —Se sentó y pasó su mano por el musgo—. También me gusta leer, pero leo en mi cuarto o afuera en el jardín. Aunque nadie me molesta. Al menos no solían hacerlo. Supongo que con un bebé alrededor será diferente.

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—No al principio —dijo expertamente Pather—. Los bebés duermen mucho. Apenas sabes que está allí hasta que llora. Afortunadamente, al pequeño no le darán cólicos. Son terribles. ¿Cuándo es el nacimiento?

—Alrededor de julio. No recuerdo la fecha exacta. ¿Y qué te gusta leer? —preguntó Delk.

—Cuando era niño, amé a Tolkien. Últimamente estuve leyendo Thomas Hardy, cuando tengo tiempo —añadió.

—¡De ninguna manera! ¡Me encanta! El regreso del nativo, Tess, Jude el Oscuro.

—¡Ah! ¡Pobre Jude y esos niños suyos! Y Tess, ¡una chica que no hizo absolutamente nada mal!

—¡Y ni siquiera comencemos con Betsavé Everdeen! —gritó Delk.

—Hey, traje algo para que vieras. Una foto de mi mamá. —Le dio a Delk un gastado marco plateado no más grande que una tarjeta de crédito.

—Se ve justo como Katie —dijo Delk.

—El parecido entre ustedes tres es increíble’ —dijo Pather—. Papá lo mencionó el día que las recogimos a ti y a Iris en el aeropuerto. ¡Debo decir que me alegro que no seamos parientes!

Delk le pasó el marco, y él volvió a guardarlo.

—Yo también. Porque entonces hacer esto sería muy inapropiado. —Se inclinó y lo besó.

—Sí, lo sería —dijo Pather devolviéndole el beso. Ella estaba apoyada contra él disfrutando los sonidos de abril, el arroyo ante ellos, los pájaros en sus cabezas.

—¿Y qué más te gusta, además de Thomas Hardy? —preguntó Delk.

—Me gustas tú —dijo Pather, envolviéndola en un abrazo.

El corazón de Delk latía rápidamente ahora. Tanto que Pather podría oírlo. —También me gustas —respondió.

—Estás ruborizándote. —Bromeó él.

—¡Y tú también!

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Para cuando volvieron al dormitorio, era tarde. Esperaba que Pather se uniera para la cena, pero aún tenía que hacer tarea. Desde el vestíbulo Delk podía oír a KC gritando órdenes a un cocinero. Por el ruido, iba a haber pollo rostizado de cena, y Delk moría de hambre. —¡Delk!

—¡Aquí arriba! —Levantó la mirada para ver a Lucy mirando desde el balcón—. ¡Ha vuelto!

Como un cohete Delk subió y fue con Lucy al cuarto de Latreece. La puerta estaba abierta, y Delk veía que empacaba. —¡Oh no! —dijo Delk—. ¿Te vas?

—Mis padres están arriba hablando con la señora Connolly ahora mismo. Mi mamá está tan enojada. Me hará volver a Baltimore, donde puede “mantener un ojo en mí”. —Latreece hizo comillas con los dedos.

—¿Y qué dice tu papá? —preguntó Delk.

—Él me dejaría quedarme, firmar el contrato también. ¡Es mi madre la que se niega! ¡Finge que tengo diez o algo así! Esa mujer me vuelve loca. ¡Totalmente loca! —chilló enojada.

Delk inspiró hondo. No sabía si decir lo que pensaba o dejarlo para sí misma. Finalmente decidió decirlo. —Quizás tu mamá solo está triste. Triste de que crezcas y te vayas tan lejos.

—¡O triste de que ya no puede controlarme! No tienes idea Delk —dijo Latreece enojada.

—Tengo una idea de que una madre que te vuelve loca es mejor que ninguna madre —respondió Delk.

—¿A qué te refieres chica vaquera? —intervino Iris.

Delk suspiró. —Mi mamá murió hace dos años —murmuró las palabras como saltaba piedras, de una y con los ojos cerrados.

—¿Cómo? ¿Qué pasó? —preguntó Iris alarmada.

—Lo lamento tanto —dijo Lucy.

—Yo también —añadió Latreece. Dejó de empacar y se sentó a oírla.

—Está bien. No sabían. Murió de una enfermedad renal. O bueno…quiero decir que comenzó como una faringitis estreptocócica, sólo que no sabía que tenía estreptococos.

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Sólo creyó que estaba resfriada. Mi mamá no era de ir al médico. Como sea, para cuando lo detectaron, tenía insuficiencia renal. Estuvo en diálisis mucho tiempo, pero murió esperando un trasplante.

Las chicas la miraron. —Nunca dijiste nada —dijo Iris—. No nos lo dijiste.

—Lo siento. Lo sé… es sólo… bueno, mi vida en casa es complicada. Mi papá se volvió a casar enseguida. Con alguien mucho más joven. ¡Sólo diez años más que yo!

—Oh Dios —dijo Latreece.

—Y tendrán un bebé. Y ella está cambiando toda mi casa. Es como que quiere quitar de ahí a mi madre. No es mala, sólo tonta. Por lo que vine a Irlanda y les dejé pensar que mi vida era maravillosa. Creí que sería más fácil. —Miró la mochila de Latreece y sintió un dolor al ver a su amiga irse antes de terminar el semestre—. Es sólo que puedo entender por qué tu mamá no quiere que vayas a Paris. Es horrible sentir que podrías perder a alguien para siempre y peor que realmente ocurra. Latreece, creo que deberías decirle a tu mamá que lo sientes. Olvida a Paris un tiempo. Por ahora concéntrate en que te deje quedarte en Irlanda.

—Delk tiene razón —añadió Lucy. Iris asintió.

Latreece miró sus uñas perfectamente pintadas. —El problema es que no lamento haber ido a Paris.

—Tu madre no necesita saber eso —dijo Lucy.

—Exacto —añadió Iris.

—Sólo habla con ella. Discúlpate también con la señora Connolly —dijo Delk, señalándole la puerta a Latreece.

Latreece fue por el pasillo con sus botas de tacones altos, y Delk se quedó con Lucy e Iris. Como dos cachorritos tristes la miraron. De repente se sintió expuesta, como si todos sus problemas estuvieran desnudos bailando indecentemente por el cuarto de Latreece. Parte de ella quería volver a esconder la verdad. Otra parte se sentía aliviada de no tener que seguir mintiendo. Como fuera, su madre no sólo había muerto en Nashville. También estaba muerta aquí en Irlanda. Para siempre, sin importar qué tan lejos huyera Delk.

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Capítulo 9 Traducido por rihano

Corregido por Michy

elk no podía dejar de mirar el reloj a lo largo de sus clases del lunes por la mañana. Ella tenía una nueva experiencia de esquilar ovejas más tarde hoy, y ¡no podía esperar! Bueno, podía esperar por la parte de esquilar, pero estaba emocionada de ver a Pather, por lo menos. Además de eso, tenía que alejarse de Latreece, Lucy, e Iris por un tiempo.

Desde que ella les había dicho la verdad, habían estado demasiado atentas.

—¿Seguro que estás bien? —Debe haber preguntado Iris unas cincuenta veces.

—¿Puedo conseguirte algo? —preguntó Latreece cada vez que pasaba por la puerta de Delk, como si tuviera un resfriado y tuviera la necesidad de una sopa de pollo. Y no era tanto lo que Lucy decía, era la mirada de cachorro de perro que le lanzaba cada vez que se encontraban. Sus intenciones eran buenas, Delk lo sabía, pero nunca había entendido por qué la gente pensaba que la lástima era la respuesta adecuada a la tragedia.

La campana de término sonó, y Delk corrió hacia la puerta.

—Oye, vaquera. ¡Espera! —llamó Iris tras ella.

—Voy a la granja de la familia Keneally —le recordó Delk.

—¿Estás bien, entonces? ¿Quieres que te acompañe?

—Estoy bien —dijo Delk—, pero sería mejor si todas ustedes dejaran de preguntarme eso cada cinco segundos. ¿La madre de Latreece ya se hizo a la idea?

Iris negó con la cabeza.

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—Están teniendo una reunión familiar en pocos minutos. Oye, ¿esa oferta sigue estando en pie?

—¿Cuál oferta?

—Para ese cambio de imagen que mencionaste hace un rato. No lo quiero en este mismo segundo, pero ¿funcionaría el sábado?

—El sábado está bien —dijo Delk—. Pero ¿por qué cambiaste de opinión?

—No hay razón. Sólo lo hice. Mantén tus dedos cruzados por Latreece. —Iris se despidió.

Delk puso los ojos. Esta era probablemente alguna estratagema simpática que las chicas habían cocinado. Pobre Iris estaba realmente dispuesta a sufrir un cambio de imagen sólo para levantarle el ánimo. Delk bajó por las escaleras, dio vuelta a la esquina, y se dio cuenta de que Trent estaba parado cerca de su puerta.

—Oye, Delk, ¿tienes un minuto? —preguntó él.

—Llego tarde a mi nueva sesión —dijo Delk. Trent la siguió dentro de la habitación y observó mientras ella se untaba el brillo de labios.

—¿Qué es? —preguntó Delk, empujando la varita en el tubo.

—¿Dónde está Iris? —le preguntó él.

—Ella puede estar en camino a la biblioteca. No estoy segura. ¿Por qué?

—No hay ninguna razón. —Él se encogió de hombros.

—Trent, realmente me tengo que ir.

—¿Crees que Iris saldría conmigo? —le espetó. Delk sintió caer su boca abierta—. Quiero invitarla a salir, pero creo que ella piensa en mí sólo como un amigo. Le pregunté a Lucy al respecto, pero conoces a Iris mejor que nadie. Yo no quiero, ya sabes, hacerla enojar ni nada.

—¿Quieres invitarla a salir?

—Sí, ¿yo estaba pensando que podríamos hacer algo este sábado?

—Entonces, ¿qué dijo Lucy?

—Ella dijo que debía preguntarte.

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Las piezas estaban empezando a encajar, la súbita solicitud de Iris para un cambio de imagen, la forma en que Trent seguía a Iris entre las clases, a veces, se sentaba a su lado en las comidas, caminó por todo Galway el Día de San Patricio en busca de los bocadillos para Iris (y se perdió la mitad del desfile debido a eso).

—Creo que definitivamente deberías invitarla a salir —dijo Delk, pasando un cepillo por su cabello. Apagó la luz y dirigió a Trent hacia la puerta.

—Una cosa más —dijo Trent.

—¿Sí?

Él se frotó la barbilla y miró hacia el techo.

—Apesta lo de tu mamá.

Delk le sonrió. Siempre le había gustado Trent. Él era divertido, un poco loco, y muy individual, algo así como Iris, ahora que pensaba en ello.

—Trent, esa es la mejor condolencia que nunca he oído —dijo ella.

—Lo siento, quise decir…

—No, lo digo en serio. Realmente es la mejor que he oído, la más exacta de todos modos. —Delk cerró la puerta—. Pídele salir —dijo y corrió por las escaleras.

El granero de los Keneally era enorme, y sus puertas estaban abiertas para dejar entrar el sol de primavera. Los pájaros colgaban de viga en viga y cantaban alegremente por encima. Las vacas mugían en el pasto. Por la puerta abierta, Delk pudo verlas ondeando sus colas y masticando sus pesadas lenguas.

—¡Estás aquí! —dijo Pather. Delk observó mientras él caminaba por el barro, llevando un fardo de heno. Sin esfuerzo, lo arrojó en un establo a continuación se quitó los guantes—. Me gustaría abrazarte, pero soy un desastre. Lo siento. —Él sonrió—. La vida viril de un agricultor.

—Voy a darte un fuerte abrazo de todos modos —dijo Delk. Él envolvió sus brazos alrededor de ella, y Delk no pudo dejar de notar que olía como un niño que había estado jugando al aire libre todo el día, aire fresco mezclado con un poco de sudor. A ella le gustaba este olor incluso más que el de recién duchado.

—Les dije —anunció con orgullo Delk.

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—¿Les dijiste? Ah, ¿les dijiste a las chicas acerca de tu mamá? —Delk asintió con la cabeza. Para la mayoría de la gente no parecería mucho, pero para ella fue un logro bastante grande. Pather la abrazó de nuevo.

—Eso es grandioso, amor. Y ¿cómo reaccionaron?

—Están siendo de alguna forma sobre protectoras.

—Tomará tiempo. Mi conjetura es que a finales de la semana, estarán molestándote otra vez. Bueno, al menos esta oveja vieja te dará molestias. Sin la simpatía de esa chica, te puedo decir.

—Tengo una confesión que hacer. No sé nada sobre la esquila de ovejas.

—Chica traviesa. ¡No hiciste tu investigación preliminar! La investigación preliminar es una parte vital de la nueva experiencia en general. —Bromeó Pather.

Delk reconoció esta línea del programa del señor Hammond.

—Fue un fin de semana ocupado —le recordó ella.

—Ah, ¿así que es mi culpa que no hicieras tu tarea? —Delk asintió con la cabeza y le sonrió—. Bueno, es comprensible, supongo. Quiero decir, mírame. Irresistible en todos los sentidos. —Él se rió, mirando hacia abajo a su ropa sucia.

Delk estudió sus botas de trabajo de campesino incrustadas de barro, una camisa de franela roja, overol manchado de hierba. Su estómago cayó como si estuviera en una montaña rusa. Pather Keneally era el chico más resistentemente guapo en el que jamás había puesto los ojos. ¡Sí, era irresistible! Se preguntó qué dirían Julie y Rebecca si pudieran verla ahora.

Sus amigas en Nashville preferían la apariencia de Abercrombie en los chicos, jeans flojos y sudaderas con capucha, camisetas de cuarenta dólares, sandalias incluso en invierno. Pather no necesitaba jeans sueltos de marca. Era perfectamente capaz de usar todas sus ropas a su manera, de forma verdadera, en el trabajo duro. Ella sintió una oleada de afecto hacia él de repente. Un incómodo silencio cayó como una cortina entre ellos, y Delk sintió como si sus pensamientos estaban siendo transmitidos por un altavoz. Se ruborizó.

—Bueno, a pesar de que no hiciste tu tarea, haré lo mejor para convertirte en una campeona nacional de esquilar —dijo Pather, facilitándole superar el momento de torpeza.

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—¿Campeona nacional? Estás bromeando, ¿verdad? —Pather negó con la cabeza—. ¿Quieres decir que hay un concurso de esquilar ovejas?

—¡Estás aprendiendo del mejor! —Bromeó Pather—. Yo fui un finalista el año pasado en Galway.

—¡De ninguna manera! —Ella no podía creer las cosas por las que la gente ganaba premios—. En casa hay un concurso por la mula más linda —confesó Delk.

—Suena como una contradicción para mí. —Pather se echó a reír.

—No estoy bromeando. Hay un pequeño pueblo no muy lejos de Nashville, y ellos tienen algo que se llama día de la mula. Mis padres me llevaron una vez. A la mula se le pone una corona y todo.

Una oveja balaba ruidosamente dentro de uno de los puestos del granero.

—Esa es nuestra señal, supongo. Ellas deben estar cada vez más inquietas. Voy a cortar a la primera oveja —explicó Pather—. Tú observas, y entonces puedes probar tu mano en la segunda.

Delk no lo había notado, pero en realidad había dos ovejas balando en el establo.

La lana de las ovejas más bien parecían rastas que lana, enmarañadas, sucias y espesas. Pather sacó algo que parecía la maquinilla de afeitar eléctrica de su padre de la plataforma y la enchufó en una toma. Él metió a la dócil criatura entre sus rodillas y comenzó a rasurar alrededor de su trasero.

—Cortas un poco de la parte de atrás —gritó Pather por encima del ruido—, y luego un poco de la cabeza. Sacas un poco de los pies. Quieres que salga en una sola pieza grande —explicó él. Delk observó mientras él daba golpes expertos con las hojas. La oveja se estaba comportando perfectamente, sin balar o moverse. Mientras Pather esquilaba la espalda, vientre y los costados, la amable criatura se sentó sobre su parte trasera, como un cliente en la peluquería.

Pather apagó la máquina de cortar y dirigió al animal a la parte posterior al establo. Claramente, él era una especie de campeón; todo el procedimiento había terminado en cinco minutos. Arrojó la lana por todo el suelo del establo.

—Cuando hayas terminado, lo enrollas como un saco de dormir —explicó él.

Cuidadosamente, Delk examinó el resultado. Por debajo de las rastas de aspecto sucio era puro vellón de color crema, al igual que el suéter de la isla de Aran.

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—Es linda —dijo ella—, y tan suave.

Pather llevó a la segunda de las ovejas fuera del establo.

—¿Lista? —le preguntó, y le entregó las tijeras.

Delk encajó a la criatura entre sus muslos, al igual que ella había visto a Pather hacer, y encendió las tijeras. Tuvo que mantenerse parando y arrancando porque el animal no se quedaría quieto. La oveja baló y se retorció. En un momento se soltó y corrió a través del granero, su lana parcialmente esquilada arrastrándose en el suelo. Delk y Pather la persiguieron, y Pather la sostuvo fija, mientras Delk trataba de terminar el corte. Cuando el trabajo estaba, finalmente, terminado, el vellón de Delk no se parecía en nada al de Pather. En lugar de una sola pieza grande, la suya estaba en varios grupos, un grupo grande aquí, un grupo pequeño allá.

—No puedo creer que arruiné toda esa lana —dijo Delk—. Lo siento.

—Oh, no vale mucho de todos modos —dijo Pather.

—¿No? —preguntó Delk, sorprendida.

—Para el momento el mercado de la lana no tiene mucho de qué presumir. La gente usa mezclas sintéticas ahora. Empezamos a criar vacas a causa de eso. Papá piensa que deberíamos renunciar a la ganadería ovina por completo o empezar a vender los corderos.

—¿Vender los corderos? —preguntó Delk.

—Por la carne —explicó Pather. Al instante, Delk pensó en los gemelos huérfanos de madre—. Tengo algunas otras ideas. —La tranquilizó Pather.

—He estado investigando el mercado del aislante de lana. Realmente puedes utilizar la lana de oveja en lugar del aislante tradicional. Es amigable para el medio ambiente, también. No hay productos químicos abrasivos, ni efectos nocivos debidos a la manipulación. Es una idea muy inteligente, pero papá sigue siendo escéptico.

Delk nunca había pensado en las complicaciones de la granja.

—Debe ser una lucha constante —dijo ella.

—La vida es una lucha constante —dijo Pather, encogiendo sus anchos hombros. Él le sonrió a Delk y tomó su mano fría en la suya cálida.

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—Ustedes los irlandeses siempre parecen tan… tan… positivos… tan felices. Siempre riendo y bailando —dijo Delk con envidia—. Ojalá pudiera ser más así.-

—Estás hablando como un turista ahora —dijo Pather. Su rostro estaba serio.

—Lo siento —dijo Delk rápidamente—. Lo dije como un cumplido, no un estereotipo.

—No me ofendiste —dijo Pather. Él se sentó en un montículo de heno suelto y jaló a Delk a su lado—. Lo que dices es parcialmente cierto, pero me molesta que el mundo piense en nosotros como tontos. Todas las ovejas, duendes y pastos verdes soleados, como en los folletos, pero hay una desagradable gran cantidad de lluvia aquí, y hace frío en ocasiones, escalofriantemente frío y húmedo, pero eso nunca está en los folletos.

Delk sabía de primera mano que esto era cierto.

—La vida no es más fácil aquí que en cualquier otro lugar, y los irlandeses han sufrido muchas atrocidades en los últimos siglos, guerra, persecución, hambre, pobreza. Papá siempre dice que aquellas personas que hemos conocido mucha tristeza tenemos una mejor apreciación de la felicidad. Aquellos que han visto la muerte conocen el valor de la vida. Eso es realmente lo que somos los irlandeses, al menos eso es lo que creo de todos modos.

Delk arrancó un poco de heno, y reflexionó sobre las palabras en su cabeza.

—¿Qué pasa si estás atascado en el medio? —preguntó ella finalmente.

—¿Qué quieres decir, amor?

—¿Como que si has conocido la tristeza y visto la muerte, pero no puedes alcanzar la parte de la felicidad y la vida?

—Supongo que entonces tienes que ser un poco terco, para empujar más allá de la tristeza.

Se sentaron un rato más en silencio. Había algo esperanzador en las palabras de Pather, algo que sonaban a verdad. Delk sintió el impulso de llamar a su padre de repente, para decirle que lo amaba. Se había vuelto a casar, eso era cierto, y le había permitido a Paige hacerse cargo de sus vidas, pero él seguía siendo el padre de Delk, y tenían toda una historia juntos que Paige nunca compartiría así ella cambiara el fondo de pantalla o no.

—Gracias —dijo, abrazando fuertemente a Pather.

—¿Por qué? —preguntó, poniendo su brazo alrededor de ella.

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—Por estar aquí conmigo. Por escuchar.

—En cualquier momento. —Sonrió Pather. La luz del sol atrapada en sus ojos verdes, y Delk notó que había manchas de color gris y azul en ellos.

Pather la acompañó de vuelta a Tremain, pero no quiso entrar.

—Necesito una ducha —dijo él—. Yo estaba preguntándome si te gustaría venir a cenar la noche del sábado. Va a ser una locura. Es el cumpleaños de papá, y toda la familia va a venir. Katie va volver a casa, también.

—Oh, ¿para planear la boda? —preguntó Delk.

Pather asintió con la cabeza.

—Ella está asustada en estos días. Nada está hecho, y está al borde de un acantilado al respecto.

—¡Le dije que ayudaría! —dijo Delk—. Mira, por favor, dile que no me importa en absoluto. Estaría mucho mejor ayudándola con una boda que ayudándote a esquilar esa oveja.

—Bueno, ¡esperemos que así sea! —Bromeó Pather. Delk lo empujó juguetonamente.

—¡Dile!, ¿Está bien? —dijo Delk, caminando hacia atrás, hacia la puerta.

—Se lo diré. —Prometió Pather—. Sospecho que te estará enviando un correo electrónico.

Antes de la cena, Delk trató de llamar a su padre, pero el contestador automático se activaba. Se decidió a enviar un correo electrónico en su lugar. El agradable timbre sonó cuando se conectó, y había dos mensajes a la espera:

De: [email protected] Para: [email protected] Asunto: Embarazo Hola Delk...

Pensé que deberías saber que Paige está en el hospital. Está experimentando síntomas de parto prematuro, por lo que los médicos le

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han puesto alguna droga para evitar que el bebé nazca. La buena noticia es que el trabajo de parto se ha detenido. La mala noticia es que la droga hace que Paige sienta terribles nauseas. Te mantendré informada. Espero que te estés divirtiendo. Te echo de menos terriblemente, sin embargo.

Con amor,

Papá

De: [email protected] Para: [email protected] Asunto: Boda Hola Delk,

¿Me recuerdas? ¿La hermana de Pather? Espero que todo esté bien. Te estoy escribiendo para ver si estás dispuesta a ayudar con la boda. Desde que te vi en lo de San Patricio, no he planeado nada. Las nupcias son ahora en CUATRO semanas.

Me gustaría tu opinión sobre algunas cosas. ¿Estarías dispuesta a pasar este día sábado conmigo? Te invitaré a un agradable almuerzo, te lo prometo.

Con cariño,

Katie

Delk leyó el correo de su padre dos veces. Ella trató de imaginarlo pasando por estas experiencias sin ella. Una nueva esposa y el bebé, una casa prácticamente nueva, una nueva vida. Era como si los dos hubieran estado en un camino que se había separado de repente, y habían ido en diferentes direcciones. Con muchos de sus problemas personales todavía en ciernes, era bueno que Katie le hubiera pedido ayuda a Delk.

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Necesitaba de todas las distracciones que podría conseguir en estos momentos. Apagó el ordenador y se dirigió hacia el pasillo. A lo lejos podía escuchar gritos. Bajos al principio, silenciados por los muros de piedra y los pisos de madera, pero luego reconoció las voces y se apresuró por las escaleras.

Latreece y Lucy estaban saltando arriba y abajo, e Iris se quedó mirándolas, una sonrisa ancha se extendía por su cara. Las tres se volvieron para mirar a Delk.

—¿Mi suposición es que te vas a quedar? —preguntó Delk.

—¡Sí! ¡Me temo que ustedes chicas están atrapadas conmigo! —dijo Latreece—. ¡No es genial! Mi madre cambió de opinión en el último minuto. Ella sigue estando inflexible en que no me voy a París. —Ella puso los ojos—. Pero creo que realmente la impresionó que… bueno, que me disculpara. Gracias por los buenos consejos.

—Me alegro de que te vayas a quedar. ¡Creo que deberíamos sacar el máximo partido de esto! —dijo Delk.

—¡Lo mismo digo! —estuvo de acuerdo Iris.

En ese momento, Brent y Trent llegaron a velocidad por el pasillo y le dieron los cinco a Latreece.

Delk se apartó un poco. Como si pegara una foto en un libro de recuerdos, trató de fijar el momento en su memoria. Irlanda estaba cambiándolos, a todos ellos, y en formas que no podían ver. Su amistad estaba cambiando, también. Incluso si Delk no estaba en el mismo camino que su padre, ella todavía estaba en un lugar muy bueno. Tal vez estaba empujando más allá de la tristeza, después de todo.

Delk pasó el resto de la semana saliendo adelante. Ella hojeó algunos de los pocos libros de esquila y escribió un informe detallado de nueva experiencia para el señor Hammond. Él le dio una A, por suerte. Finalmente consiguió las notas que la señora Connolly había entregado hace un tiempo para el proyecto final. Su misión era enseñar a toda una clase sobre William Butler Yeats, una doble desventaja ya que Delk nunca había enseñado a una clase en toda su vida, y ella nunca había leído nada, al menos no que pudiera recordar, de Yeats. Por suerte, había un montón de tiempo para organizar su acto, leer un poco, y llegar con un plan decente de clase. En realidad, podría llegar a ser divertido.

En este momento habían preocupaciones más apremiantes, sin embargo: cómo preparar a una muy nerviosa Iris para su primera cita oficial, incluso; cómo ayudar a una novia a preparar una boda que estaba a sólo cuatro semanas; y cómo arreglárselas para

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un cambio de imagen, una sesión de planificación de una boda, y cenar con los Keneally todo en el mismo día. De alguna manera, haría que todo funcionara.

***

La mañana del sábado estaba hermosa, la luz del sol cálida, la brisa incluso agradable, la brillante luz etérea refulgiendo como grandes escaleras inclinadas. La madre de Delk siempre dijo que alguien estaba subiendo al cielo cuando el cielo se veía de esa manera. No podía esperar para ayudar a Katie. Sería muy divertido planear una boda que no afectaría el resto de su propia vida. Delk cruzó la carretera principal y se dirigió hacia la casa. El sonido de los martillos golpeando perforó el tranquilo aire de la mañana, y ella miró a su alrededor. Ubicándolos ahora, a varios hombres sin camisa en la parte superior del granero.

—¡Hola! —le gritó a Pather, pero él no la oyó.

—¡Hola! —gritó de nuevo.

Pather saludó con la mano y golpeó un clavo más.

—Tómense un descanso, muchachos —les dijo a los demás trabajadores. Delk no podía dejar de notar cómo los músculos de Pather se flexionaban fuertemente con el peso del martillo, y su piel blanca estaba ligeramente rosada y brillante de sudor. ¡Él incluso era sexy! Delk pensó para sí misma, y le sonrió.

—¿Llegas para planear la boda? —preguntó Pather.

—Sí —respondió ella.

—Tengo la sensación que entre mi hermana y tú, tendrán todo el asunto resuelto en dos horas.

—¡Eso es todo el tiempo que tenemos! —Se rió Delk.

—Te veo esta noche —dijo ella, y se dirigió hacia la casa.

—¡Adelante! —gritó Katie desde una ventana del piso superior—. Sólo estoy terminando aquí arriba.

La casa Keneally era sencilla, toda acogedoramente funcional. Los platos del desayuno estaban apilados en el fregadero. La radio sonaba, pero el volumen era tan bajo que

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emitía un zumbido. En lo alto, los zapatos de Katie sonaban de ida y vuelta a través de los suelos de madera crujiendo.

—¿Todo listo? —preguntó ella cuando bajaba las escaleras.

—Estoy lista si tú lo estás —dijo Delk.

Las dos se metieron en el cacharro de los Keneally. Katie pasó por delante del granero y salió a la carretera principal, y Delk se dio la vuelta justo a tiempo para ver a Pather diciendo adiós con su martillo.

—Espero que consigan terminar ese granero a tiempo —dijo Katie.

—¿A tiempo? —preguntó Delk.

—Ahí es donde hemos decidido tener la recepción. —Ella miró a Delk e hizo una pequeña mueca. Delk trató de imaginarlo, no lleno de heno y estiércol, sino limpio y con una banda y la decoración y un montón de invitados.

—Eso podría ser muy divertido —dijo Delk. Katie la miró con escepticismo—. Realmente, no estoy bromeando.

Ella miró hacia abajo a sus botas.

—Tal vez podrías tener un tema de vaqueros. —Sonrió.

La primera parada fue en St. Joseph, la pequeña iglesia de piedra donde ella había ido con Pather. La puerta estaba entreabierta, así que entraron en silencio. Katie se inclinó ante la cruz de latón brillante, luego se arrodilló ante el altar para orar, y Delk se deslizó en uno de los bancos de madera detrás de ella. Las vidrieras parecían más brillantes esta mañana, azules, rojos, verdes y blancos, un caleidoscopio de colores. Las velas brillaban en un estante pequeño de madera en la periferia de la sala, emitiendo el denso olor de la cera mezclada con polvo. Katie se persignó y se levantó. Rápidamente, ella encendió una vela y la puso al lado de las otras.

—¿Lista? —le preguntó ella cuando había terminado.

—¿No deberíamos encontrarnos con el sacerdote o algo así? —susurró Delk, aunque no había nadie más en la habitación.

—El Padre Philip conoce los detalles ya —dijo Katie—. Va a ser la ceremonia exacta que todas mis hermanas tuvieron. Sólo vine a orar por la fuerza para conseguir pasar a través de las siguientes cuatro semanas, y para mi mamá. Es mi ritual realmente. Yo

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siempre enciendo una vela por ella cuando estoy en casa —dijo—. Ma amaba esta pequeña iglesia.

—¿Estaría bien si enciendo una, también? —preguntó Delk. Ella no explicó sus razones, y no tenía ni idea de si Pather le había dicho o no a Katie sobre su madre.

—Porto supuesto —respondió Katie—. Tómate tu tiempo. Voy a esperar en el au.

Delk encendió una vela y la colocó sobre el altar al lado de la de Katie. En voz baja, dijo una breve oración y luego se dirigió al auto. Las dos se pusieron el cinturón de seguridad, y Katie encendió la radio.

—Creo que deberíamos ir directamente a Galway. Tenemos una cita con la modista al mediodía.

—¡Tienes un vestido hecho! —dijo Delk, el pánico levantándose en su pecho.

—Oh, sólo una alteración. Estoy usando el vestido de Ma y el que mis hermanas usaron. Está un poco dañado ahora, como yo soy la última chica que lo usará, pero la señora Fitzpatrick puede arreglarlo enseguida. Espero, de todos modos. Esto, probablemente, no tiene nada que ver con los matrimonios a que estás acostumbrada en los Estados Unidos. ¿Son elaborados?

—Oh, son elaborados, complicado y estresantes; por lo menos el de mi papá y mi madrastra lo fue. De hecho se conocieron en una boda hace un año.

—Parece que se movieron muy rápido.

—Rompiendo el registro de velocidad —dijo Delk—. Se conocieron en mayo, se casaron en septiembre, y están esperando un bebé para el próximo mes de julio.

—Eso debe ser difícil para ti —señaló Katie—. Tengo el problema opuesto con Pa. Él no se mueve en absoluto. No ha salido desde que Ma murió hace ocho años, ni una simple cena fuera. Nos vuelve a todos locos, pero él dice que en su corazón, todavía está casado. Sería como hacer trampa o cualquier tontería. Me duele pensar en él solo cuando Pather vaya a la universidad este otoño. Quiero decir que vendrá a casa y todo. Pather es muy dedicado en esa manera, pero aun así… —Su voz se apagó, y las dos se quedaron en silencio.

En Galway, Katie estacionó el auto y sacó su vestido de la cajuela. Por desgracia, estaba cubierto de plástico opaco, por lo que Delk no pudo verlo. Siguió a Katie a la calle de la tienda, y pasaron una floristería en el camino. Katie quedó sin aliento.

—¡Flores! ¡Yo no he pedido flores!

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—Bueno, vamos a entrar, entonces —dijo Delk.

Una campana sonó en la puerta principal mientras entraban en la pequeña tienda, que estaba llena a reventar con flores, fragantes lirios, orquídeas exóticas, peonías caídas, y brillantes iris púrpuras. Delk detectó un arreglo de peonías rosadas con algún tipo de extraña flor de pedúnculos verdes que nunca había visto antes.

—¿Qué son estas? —preguntó ella a la robusta vendedora.

—Ah, Moluccella laevis, por supuesto. También conocido como campanas de Irlanda. Me encantan estas flores. Son resistentes. Duran para siempre, y quiero decir para siempre. Puedes colgarlas al revés, y se secarán muy bien. Son un símbolo de buena suerte, también. —Katie y Delk intercambiaron miradas y pusieron sus cabezas oscuras juntas para una discusión rápida.

—Les daré a las hermanas un momento para pensar las cosas —dijo la vendedora, y salió hacia el cuarto de atrás.

Delk y Katie sonrieron ante el comentario de “hermanas.”

—Me gusta que duren para siempre —dijo Katie—. Un buen augurio, ¿no te parece?

—Definitivamente —respondió Delk—. Podríamos mezclarlas con estas. —Ella tocó los suaves pétalos de color rosa de una peonía—. Y tal vez alguna hiedra hacia abajo.

Su imaginación estaba en marcha. Podía imaginar la pequeña iglesia rural llena de campanas de Irlanda, su vibrante color verde dándole al interior un sentimiento vivo, verdadero.

—¡Y tus damas de honor podrían llevar una versión más pequeña de tu ramo! —dijo Delk, apenas capaz de contener su entusiasmo. Justo en ese momento la vendedora volvió, y Delk explicó sus ideas de nuevo—. Tendríamos que conseguir un precio por todo esto, por supuesto —dijo Katie.

—Oh, sí —agregó Delk—. ¿Cuál es tu presupuesto para las flores? —susurró.

—Yo no había pensado en ello —admitió Katie—. ¡Cómo estás aprendiendo rápidamente, no he pensado en un montón de cosas! —Bromeó ella. Esperaron a la estimación de la vendedora. La mujer entregó a Katie una hoja de papel, y el comportamiento alegre de Katie se desinfló.

—Me temo que es sólo para un ramo de flores —dijo la vendedora con simpatía.

—Podríamos recortarlo un poco —ofreció Delk.

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Para el momento en que dejaron a la florista, el ramo de novia de Katie consistía en una solitaria peonía, un solo tallo de campanas de Irlanda, y ninguna hiedra.

El viaje con la señora Fitzpatrick no fue mucho mejor.

—No hay esperanza —dijo la modista cuando vio el vestido usado—. ¡Estos lugares amarillos por los que no puedo hacer una maldita cosa! ¡Y los agujeros de polilla! ¡Jesús! ¡Ustedes chicas deberían preservar mejor este vestido si van a seguir usando el mismo! ¡Espero que las nietas sean las próximas aquí! —reprendió ella.

—Yo no soy la señora Fitzpatrick la maldita hacedora de milagros. Sería mejor que consiguieras uno nuevo. Más barato de esa manera, también.

—¡Adorno! —chirriaba Delk—. Vamos a adornar con algo. ¡Encaje irlandés! Lo teñiremos con té para que coincida con el resto del vestido.

La señora Fitzpatrick miró a Delk desde el otro lado de la parte superior de sus pequeñas gafas de media luna.

—Parece que tenemos una optimista en nuestras manos —se quejó.

Para el momento en que las dos hablaron con la señora Fitzpatrick para que por lo menos tratara de arreglar el vestido, estaban agotadas.

—Vamos a comer —dijo Katie cuando salieron de la tienda—. Estoy harta de la planificación de la boda ya.

Delk decidió no recordarle cuánto más había por hacer.

—¿Crees que podríamos encontrar una cafetería que sirva Coca-Cola dietética fría? —Delk se sentía desesperada por un sabor familiar.

—¡Por supuesto! —dijo Katie—. Yo conozco el lugar. No puedo agradecerte lo suficiente por ayudarme —dijo cuando las dos estaban metidas en una apretada cafetería cercana y probando refrescos helados.

—Me gustaría que hubiera alguna manera de tener en nuestras manos esas campanas de Irlanda. Estarían tan bonitas en la iglesia. Tiene que haber alguna manera de conseguirlas baratas. Tal vez pueda hacer una pequeña investigación en Internet.

—Tal vez —dijo Katie. Tenía el aspecto de una novia, muy abrumada.

—Haremos que funcione —dijo Delk. Tomó un sorbo de su refresco y vio a Katie torcer nerviosamente el anillo Claddagh alrededor de su dedo.

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—Debería haber estado planeándola durante meses, ahorrando dinero. Sólo pensé que una boda sencilla en el campo sería una ganga, ¿sabes? Nada de qué preocuparse.

—Va a estar bien —sonrió Delk—. Me encanta tu anillo Claddagh —dijo ella, alcanzando la mano de Katie para examinarlo más de cerca—. ¿Qué significa, otra vez?

—El corazón simboliza el amor. La corona significa lealtad y fidelidad, y las manos significan amistad. Si estás comprometida, como yo, lo usas en la mano izquierda, la corona hacia el nudillo —explicó Katie—. Cuando Seamus y yo nos casemos, él lo volteará de la otra manera. Si quieres, podemos caminar hacia el pueblo de Claddagh, donde los anillos se hicieron por primera vez. No es demasiado lejos de aquí. —Delk asintió con entusiasmo.

Después de que habían comido, las dos paseaban por la calle de la tienda y el muelle hacia el puente Wolfe Tone. Las calles estaban llenas de gente y diversos vendedores vendiendo sus mercancías. En el camino, Katie explicó la historia de Richard Joyce, el orfebre que hizo los primeros anillos de Claddagh, en ese pueblo, hace cuatrocientos años. Era fascinante pensar que estas elegantes piezas de joyería eran usadas ahora por todo el mundo.

—¿Seamus te dio el anillo? —preguntó Delk.

—Oh, no. Es tradicional que el Claddagh sea transmitido de madre a hija. Mi madre tenía tantas hijas, sin embargo. —Se rió Katie.

—Cuando murió mamá, Bevine consiguió el anillo de Ma, el que pasó de mi abuela, pero Ma pensaba en todo —dijo Katie—. Ella siempre lo hacía —agregó—. Compró el resto de nuestros anillos cuando nacimos en primer lugar, pero ella no nos los dio hasta que cumplimos trece años. Incluso tenía uno para Pather, antes de que él naciera.

Katie sonreía.

—Ella probablemente pensó que sería una niña, también.

—Sin embargo, algunos hombres usan Claddaghs, ¿no? —preguntó Delk.

—Sí, pero el que mamá compró para él es pequeño. Además, Pather dice que son demasiado pesados para el trabajo agrícola. —Se detuvieron justo en el borde del agua y observaron a los cisnes nadando.

—¿Cómo murió tu madre? —preguntó Delk.

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—Accidente de coche —dijo Katie, mirando por encima del agua—. Había ido a misa. Un neumático reventó en el camino a casa, y ella estaba muerta. Yo tenía diecinueve años, la edad de Pather, cuando ocurrió. Mi hermano tenía sólo once años.

Ella hizo una pausa.

—Yo sé lo que estás pasando. —Katie la miró.

—¿Pather te lo dijo? —Katie asintió con la cabeza. Delk estaba contenta de que Pather le hubiera dicho a su hermana; estaba aliviada de no tener que contar la historia otra vez—. ¿Esto alguna vez… tú sabes… se vuelve mejor?

Katie encogió sus hombros estrechos y sonrió.

—De alguna manera lo hace, pero es un poco como correr una carrera larga con una piedra en tu zapato. Consigues acostumbrarte a ello, pero siempre duele un poco.

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Capítulo 10 Traducido SOS por Lizzie y Vanehz

Corregido por Michy

elk saltó del auto y se precipitó por las escaleras. Tenía exactamente una hora para ayudar a Iris con su cambio de imagen y conseguir estar lista para la cena con la familia Keneally. Se detuvo junto a su habitación, se cambió de ropa rápidamente, tomó su bolso de maquillaje, y se dirigió a la puerta de al lado.

—¡Oye, vaquera! —dijo Iris. Bajó la mirada hacía el impreso floral del bolso de maquillaje de Delk—. ¿El cirujano plástico está ahí? —

bromeó ella.

—¡Cállate! —dijo Delk—. Vas a lucir genial. ¿Qué llevas puesto? —Iris tenía unos descoloridos jeans rasgados, una harapienta camiseta de Bon Jovi y sandalias Birkenstocks.

—Estás mirando esto —dijo ella, abriendo los brazos.

—Está bien, bueno, eso es lo primero que vamos a cambiar —dijo Delk, empujando su camino más allá de Iris y dirigiéndose directamente hacia el armario. Tiró abriendo las puertas ligeramente deformadas y miró adentro. La vacía oscuridad le devolvió la mirada—. ¿Dónde está tu ropa?

—Por allí. —Iris señaló un pequeño montón de ropa sucia—. Y ahí. —Ella señaló a su iPod Hi-Fi—. Era la música o la ropa.

Delk negó con la cabeza.

—Bueno, podríamos pedir prestado algo, supongo.

—¿De quién? —preguntó Iris.

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—Ahora sólo déjame pensar. ¡Ya vuelvo! —dijo, y se fue hacia la habitación de Latreece. Golpeó con fuerza a la puerta.

—¿Llamabas? —preguntó Latreece.

—Es la hora del cambio de imagen de Iris Carson, y necesitamos tu ayuda. ¿Podrías prestarnos un par de cosas que pudieran adaptarse a ella? Ella no tiene nada que usar y eso no es sólo una excusa de chicas. Realmente no tiene nada que ponerse.

—Veré qué puedo hacer —contestó Latreece—. Tengo algunos de esos suéteres de gran tamaño con los que podríamos probar. Iris y yo somos de la misma altura.

—¡Genial! —dijo Delk, en dirección a Lucy junto a la puerta—. Oye, Luce. ¿Puedes juntar algunos accesorios para Iris? Estamos haciendo un pequeño cambio de imagen antes de su cita con Trent.

—¿Te das cuenta de que Trent estará usando pantalones cortos, una camiseta y chanclas? —le dijo Luce.

Delk se encogió de hombros.

—Le prometí que le ayudaría.

—Está bien, estaré ahí en un segundo.

Delk se apresuró a volver a la habitación de Iris.

—Siéntate en la cama —dijo, mirando el reloj. Ahora tenía sólo treinta minutos para completar su tarea. Extrajo base, corrector, sombra de ojos, rubor, bronceador, polvo suelto, polvo compacto, rímel, lápiz de labios y brillo de labios de su bolso.

—¿Estás pintando la Capilla Sixtina? —preguntó Iris.

—Muy graciosa —dijo Delk, aunque ella puso la base, el bronceador, polvo compacto, y el lápiz labial en el bolso de nuevo—. Querías esto, ¿recuerdas?

Para el momento en que Latreece y Lucy aparecieron, Delk estaba tratando de convencer a Iris de usar el rizador de pestañas.

—¡Que es esto! ¡Factor Miedo! —protestó Iris—. Tú no estás pegando esas cosas en mis ojos.

—¡Oh, deja de ser tan bebé! —la regañó Latreece.

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—¡Eso es! —dijo Iris, empujando el rizador de pestañas a distancia—. Hemos terminado aquí.

—Iris, no puedes ir sin un poco de rímel, rubor y brillo de labios. ¡Siéntate! —ordenó Delk—. Vamos a pasar el rizador de pestañas. Lo juro, ¡era más fácil esquilar esa oveja! —Iris se sentó de nuevo y Delk cepilló expertamente sus pómulos con Rosa Corazón Ella se secó los labios con brillo a juego, a pesar de que Iris se negó rotundamente al rímel.

—Ahora sólo tenemos que arreglar tu cabello. ¿Qué piensan ustedes? ¿Lacio? ¿Rizado? ¿Arriba? ¿Abajo? —preguntó Delk. Latreece y Lucy examinaron cuidadosamente el cabello de Iris.

—Podríamos afeitarlo —sugirió Iris, parpadeando hacia ellas. Las chicas la ignoraron.

—¿Cómo está la humedad esta noche? —preguntó Lucy.

—¿La humedad? —preguntó Iris.

—Estaba realmente mala, en realidad —dijo Delk.

—Entonces deberías tirar de él hacía atrás —dijo Latreece.

—A los chicos generalmente les gusta el cabello suelto, sin embargo —dijo Delk—. Es más sexy abajo.

—Esto no es cirugía cerebral aquí —dijo Iris—. Sólo tienes que arreglarlo para que no se me caiga en la cara cada cinco segundos.

—Atrás. —Estuvimos de acuerdo las tres.

Latreece se puso a trabajar en un recogido ocasional, mientras que Lucy y Delk trataron de armar un vestuario adecuado. Por último, se enfocaron en el par sucio y rasgado de jeans y un suéter grande de la colección de Latreece. Lucy le prestó un gran par de aretes, pero las Birkenstocks viejas de Iris tendrían que hacerlo, nadie tenía el número 12 en zapatos.

—Sigo pensando que deberías estar saliendo con alguien más lindo que mi estúpido hermano. —Bromeó Lucy cuando terminaron—. ¡Seguro que luces genial! Diviértete esta noche, ¿de acuerdo? —dijo, dirigiéndose hacia la puerta.

—Gracias —dijo Iris—. Lo haré.

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—Me gustaría quedarme —dijo Latreece—, pero estaré en el chat en vivo con un agente de bienes raíces de París en unos minutos. Tengo que encontrar un apartamento.

—¿Quieres que me quede? —peguntó Delk cuando Lucy y Latreece se habían ido.

—¿No se supone que estarás con Pather esta noche? —preguntó Iris.

—¡Oh, Dios mío! Ni siquiera te has mirado en el espejo todavía. ¡Aquí, ven a ver! —Delk arrastró a Iris a través de la habitación. Iris se miró, pero no dijo nada—. ¿Bueno? —preguntó Delk.

—Ustedes hicieron un gran trabajo —dijo Iris, una pizca de preocupación en su voz—. Vaquera, ¿cuánto crees que costó este suéter? Quiero decir, ¿y si derramo algo en él o me engancho o rasgo un gran agujero en alguna parte?

—¿Estás jugando fútbol americano o saliendo a cenar? —preguntó Delk. Iris sonrió—. Está bien, no respondas a eso. Yo diría que vale un par de cientos de dólares. —Iris lucía como si se hubiera tragado un erizo—. Está bien, tal vez no tanto. Sólo ten cuidado.

—Gracias, Vaquera. Eres la mejor —dijo Iris.

—En cualquier momento —respondió Delk.

Pather fue a buscar a Delk a pié. Era una noche bastante iluminada y ambos caminaron en una relajada paz hacia la granja Keneally.

—¿Estás segura de que estás lista para esto? —preguntó.

—¡Seguro! —dijo Delk, ignorando el sentimiento de intranquilidad en su estómago—. ¿Cuáles son sus nombres? Tal vez deberíamos repasarlos antes de que llegue.

—¿Quieres también el de los cuñados, sobrinas y sobrinos? —preguntó Pather—. ¿O sólo las hermanas?

—Sólo las hermanas, por ahora —replicó Delk.

—Bevine y Maeve son las dos mayores, sólo se diferencian por nueve meses, luego están Brigid, Laurie y Katie. No me preocuparía. Has sido relevada de tener que lidiar con los detalles de la boda de Katie. Lo más probable es que ya les gustes a todas.

—Excepto por Maeve —le recordó Delk—. Aún se siente tan...

—Oh, ¿Pararás de molestar con eso? Maeve ha arrastrado a todos a casa destrozados, vomitando o ambos a la vez. Sólo sé tú misma. ¿Cómo podrían no amarte? —dijo Pather besándola ligeramente en la mejilla.

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Algo acerca de la palabra "amor" cuando salió de la boca de Pather, hizo que el estómago de Delk se encogiera un poco.

La casa de la granja estaba rebosante, literalmente. Niños desparramados sobre el césped, hombres sentados en las escaleras de entrada, incluso antes de que lo viera.

—Hola a todos —dijo Pather—, esta es Delk. —Los hombres pararon su conversación y saludaron a Delk.

—Es bueno verte otra vez, Delk —dijo el Sr. Keneally.

—Es bueno verle también —replicó Delk—. Feliz cumpleaños. Es bueno conocerles a todos.

Dentro, las hermanas de Pather estaban discutiendo sobre dónde poner las cacerolas, postres y guarniciones.

—Digo que pongamos las cosas principales en el comedor y dejemos los postres aquí en la cocina —estaba diciendo una pelirroja alta.

—¡Pero los niños lo devorarán todo al instante! —protestó una rubia fresa.

—Quiero que todos conozcan a mi amiga Delk Sinclair, mi amiga de Nashville, Tennessee —gritó Pather por encima de ellas.

—¡Oye! ¡Es mi amiga también! —señaló Katie a través de la habitación abarrotada. Se sentó en la mesa de la cocina con una niña pequeña en su regazo. Estaban hojeando una revista de novias. Las otras hermanas detuvieron sus argumentos para ofrecer educados: "Hola."

La cena fue servida sin orden ni concierto. La mitad de las cacerolas estaban en el comedor, la otra mitad en la cocina. Los postres fueron apilados sobre el gabinete chino para evitar que los niños los robaran, y dos pies de Rubialdo fueron destrozados en el proceso de bajarlos otra vez. Y había una torta de cumpleaños, por supuesto.

En el sofá, Delk estaba sentada apretadamente junto a Pather y tratando de balancear un plato sobre su regazo. Pensó en Iris repentinamente y se preguntó cómo le estaba yendo en su cita.

—Así que, dime sobre tu familia —estaba preguntando Maeve. Se sentaba en el borde de una silla y se inclinaba más cerca para oír por encima de la estridencia.

—Soy hija única —dijo Delk—, pero está a punto de cambiar —agregó.

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—Mi madrastra está esperando un bebé para julio. Ha estado teniendo problemas de labor prematura, creo. La están tratando con alguna clase de medicina.

—¡Oh, eso debe ser Sulfato de Magnesio! También pasé por ello. Igual que Bevine. Un asunto horrible. Previene que el bebé venga demasiado pronto, creo. ¿Así que tus padres son divorciados?

—No, mi madre murió hace un par de años. Mi papá volvió a casarse en septiembre pasado.

—Lo siento —dijo Maeve, tocando suavemente la mano de Delk—. Perdimos a nuestra Ma, pero estoy segura de que Pather ya te lo dijo. —Delk asintió.

—Es una pérdida agobiante en una familia, grande o pequeña. Pero, hacemos lo mejor con lo que tenemos, supongo. Cualquier familia que tengas es una bendición. ¡Y vas a ser hermana! ¿Cuántos años tienes?

—Diecisiete —replicó Delk.

—Oh, hay diecisiete años entre Pather y Bevine. Hasta el momento Bevine y yo tenemos treinta y cinco, los gemelos irlandeses, ya sabes, pero tendremos treinta y seis pronto. Pather fue el primer pañal que cambié, y tenía dermatitis por pañal como no podrías creer.

—¡Cierra el pico, Maeve! —advirtió Pather.

—Oh, las historias que podría contarte —Bromeó Maeve—. Tenemos que ir al pub una noche, solo chicas. Todas podemos llenarte de ellas.

—¡No escuches una palabra de eso! —dijo Pather. Se estiró por delante de Delk y apretó juguetonamente el lugar justo por encima de la rodilla de su hermana.

—¡Bien! ¡Piedad! —gritó Maeve.

—¡Ves lo que tengo que aguantar! ¡Espero que seas un poco más amable con ese inocente hermano tuyo, Delk!

Después de que los platos fueran lavados y los niños se posicionaron en frente de la TV con una película y helado, los hombres comenzaron a jugar a las cartas y Pather se les unió. Las hermanas Keneally y Delk revisaron los viejos álbumes de bodas familiares.

Era tarde en la noche cuando finalmente terminaron, pasada la media noche. Los niños eran como sacos de frijoles para el momento en que fueron sacados. Pather llevó a Delk de regreso a Tremain en la carcacha de los Keneally. Cuando se dirigieron al castillo,

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pudieron ver a Iris y a Trent en las luces delanteras. Iris estaba vistiendo sus propias ropas otra vez, y Trent estaba sin camisa y descalzo. Estaban jugando a la pelota con palos de Lacrosse.

A juzgar por la apariencia de las cosas, no había sido una noche romántica.

—¡Oigan! —llamaron Pather y Delk a Iris y a Trent.

—¡Oigan! —respondieron. Obviamente, Delk les conseguiría los detalles más tarde, pero parecía como si al menos siguieran siendo amigos.

Pather llevó a Delk a la puerta del castillo y entraron en el oscuro vestíbulo.

—Gracias por soportar todo este sinsentido esta noche —dijo, riendo, y Delk notó las leves arrugas en el rabillo de sus ojos. Justo en ese momento se veía como su padre.

—Fue genial —dijo—. Tienes suerte. Quiero decir, por tener una familia como esa. Y hay tantos de ustedes.

—Y eso sin contar las tías, tíos y primos —agregó—. Serías la sensación. A todos les gustarías, puedo decirlo. Sé que lo harían.

—Me alegra —dijo Delk. Él se inclinó y la besó, y se quedaron uno en los brazos del otro por un tiempo.

—Buenas noches, amor —dijo Pather finalmente.

—Buenas noches —replicó y se dirigió a las escaleras.

Estaba metida en la cama para el momento en el que Iris tocó la puerta.

—¿Estás dormida? —llamó Iris.

—No, vamos, entra —respondió Delk, encendiendo las luces.

Podía ver que el maquillaje de Iris se había ido completamente y el cabello cuidadosamente recogido se había deshecho en mechones húmedos. Incluso sin el cambio de imagen, Iris seguía luciendo sus bastante llenas, mejillas sonrosadas, ojos brillantes. Estaba definitivamente en mejor forma incluso que todas las amigas en casa de Delk entrenadas personalmente y obsesionadas con el gimnasio. Quizás un cambio de imagen no había sido necesario, después de todo.

—Así que, ¿Cómo estuvo la cita?

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—¡Me besó! —dijo Iris, verificando que la puerta estuviera cerrada totalmente—. Realmente me besó.

—Pero estaban jugando Lacrosse cuando Pather y yo regresamos en el auto. —Delk señaló hacia afuera.

—Lo sé. Fuimos a cenar. Comimos montones de comida. Vinimos a casa, al castillo. Nos besamos un par de veces. Entonces le dije que necesitaba moverme, y Trent sabía exactamente lo que quería decir. ¿Puedes creerlo? Así que conseguimos unos palos de Lacrosse y una pelota de Brent y jugamos a atrapar. Oh, y tengo una confesión. Estaba demasiado nerviosa como para usar el suéter de Latreece. Probablemente costó más que la hipoteca de mis padres. Y después de que me quité el suéter, bien... el maquillaje parecía un poco fuera de lugar.

—Entonces ¿Qué hiciste? —preguntó Delk.

—Lo lavé, até mi cabello en una cola de caballo y cuando volví a ser yo misma —dijo Iris con orgullo—. No quiero traer mala suerte, pero creo que es en la “yo” real en la que Trent está interesado.

Delk se sintió como una madre orgullosa sentada ahí escuchando a Iris hablar de su noche. Todos estaban haciendo grandes progresos aquí en Tremain. Cada uno de ellos, pensó Delk alegremente. Después de todo, esa noche le había dicho a Maeve la verdad acerca de su vida en Nashville y ella no se encogió ni una vez.

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Capítulo 11 Traducido por Lalaemk

Corregido por Michy

ra otro lunes por la mañana, uno lluvioso, y la señora Connolly se situó en la parte delantera de la habitación con sus brazos cruzados sobre su pecho. Obviamente, estaba irritada. Había intentado pasar el tiempo de clase discutiendo los proyectos finales, pero no había mucho que discutir desde que Lucy era la única estudiante que había comenzado el suyo. La señora Connolly estaba yendo alrededor del cuarto, señalando a varios chicos.

—Así que Delk, ¿qué hay de ti? —preguntó, sus labios presionados en una mueca—. ¿Seguramente hiciste un poco de lectura sobre tu tema al menos?

—Uh… bueno, en realidad, no he tenido oportunidad de eso aún, pero estaba planeando empezar más tarde hoy. Tenemos seis semanas todavía —señaló.

—Esas seis semanas hasta que vayan a casa —dijo la señora Connolly—. Gastaremos las dos últimas semanas del semestre en los proyectos finales, y su día para enseñar una lección en Yeats es en Mayo 23, cerca de cuatro semanas. Esta información está en su paquete. ¿No lo han leído?

—Oh, lo leí —replicó Delk—, pero lo veré otra vez, lo prometo.

La señora Connolly asintió y se trasladó hacia otro estudiante. En verdad, Delk sólo le había dado una hojeada a una parte del paquete, y a pesar de los esfuerzos de la señora Connolly por hacerla sentir culpable, había preocupaciones mucho más urgentes en su vida ahora mismo. La boda de Katie y Seamus estaba a solo dos semanas, y la lista por hacer era demasiado larga, ¡ni siquiera hizo el intento de seguir escribiendo todo! Era cierto que no era su boda, Katie no era su hermana, y ella ni siquiera era un miembro de la fiesta nupcial, pero Delk todavía quería que las cosas fueran perfectas. Ella entendía la situación de Katie sin una madre. Estaría en el mismo bote que ella algún día, y aparte

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de eso, se perdió de tener su propia fiesta de presentación en Forest Hills. La boda de Katie y Seamus parecía como un buen sustituto.

Desde la noche con los Keneally, estaban todos, hermanas ocupadas y cuñados incluidos obteniendo los detalles de la boda en orden. Y, en dos semanas, había habido progreso. Las invitaciones estaban terminadas. Seamus y Katie estaban enviando ordinario a los invitados que no tenían acceso a internet. La tarea de tener los vestidos de las damas de honor estaba claramente fuera del camino. Las hermanas de Katie habían ido a una tienda y comprado faldas de lino color beige y blusas blancas elegantes. Los acompañantes del novio accedieron usar trajes oscuros conservadores.

Aun así, había muchas cosas más por hacer. Delk todavía estaba buscando por internet campanas al por mayor de Irlanda. Pather estaba intentando persuadir a algunos de sus amigos para que volvieran a tocar juntos y así poder tocar por la noche. Debido a la lluvia, todavía no se había terminado el techo del granero. Y St Joseph, por todos sus bonitos detalles, necesitaba una limpieza a fondo. Delk y Pather habían ido a ver al Padre Philip sobre esto, pero el hombre sólo se encogió de hombros y dijo: “El gremio del altar no es lo que solía ser”. Aparentemente, un servicio de limpieza no había estado dentro del presupuesto por años.

Para ahorrarle a Katie una llamada de larga distancia, Delk telefoneó a la Sra. Fitzpatrick para comprobar el vestido, pero todo lo que la costurera decía era “Cásate en Mayo, ¡cambia el día!” Delk trató de presionarla en lo que quería decir, pero ella colgó. Presa del pánico, Delk llamó a Katie en Londres.

—¡Oh, ese es un todo dicho en Irlanda! —dijo Katie—. Somos gente muy supersticiosa a veces. Mayo es un tiempo encantador para casarse. —Cuando Delk colgó, se dio cuenta que su corazón estaba golpeando un ritmo: Cásate en mayo, lamentarás ese día.

A regañadientes, Delk arrastró su mente somnolienta de vuelta a la señora Connolly y al proyecto final. Juzgando por las serias expresiones en las caras a su alrededor, la mujer estaba diciendo algo importante.

—Uhm… disculpe —dijo Delk—, no estoy segura de entender la última parte.

—Dije, que basada en la falta de progreso de ustedes, estoy cancelando las clases del jueves y viernes —dijo firmemente la Sra. Connolly.

—¿Todas las clases? —preguntó Brent.

—Sí —replicó la Sra. Connolly—. Quiero que tomen este proyecto seriamente, y sé que sus otros instructores están de acuerdo.

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—¿Quiere decir que no nos vamos a presentar a clases estos días? —preguntó Trent.

—Lo que quiero decir es que todos usarán el jueves y el viernes y el fin de semana para la investigación. Si ustedes actualmente van a mirar los paquetes, verán que para la mayoría de ustedes es necesario viajar un poco. Obviamente, estaré a cargo de los arreglos del hotel y el trasporte y tal, pero iremos sobre eso más adelante. Mientras tanto, espero que para la clase mañana, tengan algún progreso y planes de reporte. ¡Pueden irse! —dijo antes de que siquiera tocara la campana.

Después de que las clases habían terminado y los platos de la comida se habían limpiado, los seis se sentaron alrededor de la mesa y leyeron los paquetes.

—Así que esto es como un gran examen final —dijo Latreece—. Vamos a tener una calificación para cada clase, pero entonces el proyecto final se promediará con las otras calificaciones.

—Exacto —dijo Lucy—. Esto no es sólo una asignación de la Sra. Connolly. Quiero decir, supongo que ella está a cargo, pero esta calificación afectará en cada clase.

—¡Jesús! —dijo Iris—. Si echamos a perder esto…

—Podrías arruinar tu promedio general para el semestre —dijo Lucy.

—No puedo permitirme echar a perder algo —dijo Latreece—. Un pequeño error, y tendré que escuchar a mi… —Se detuvo y miró a Delk—. Bueno, sólo voy a decir que la vida no será agradable.

Los paquetes de Brent y Trent ya eran un desastre, marcados y esparcidos por toda la mesa. Delk se preguntó cómo se las arreglarían cuando Lucy no estuviera alrededor el próximo año para mantenerse organizados.

—Aquí dice que Trent y yo se supone que tenemos que ir a una excursión a los Twelve Bens17 y hacer nuestro propio documental sobre él, algo que otros excursionistas realmente puedan usar para planear su viaje. Tremain tiene una cámara de reportero y todo. El Sr. Hammond es el asesor. ¿Crees que nos enseñará cómo usar todo? —preguntó Brent con entusiasmo.

—Seguro —dijo Trent—. Si no, vamos a averiguar por nuestra cuenta. Es una idea bastante genial. Quiero decir, al menos la Sra. Connolly entiende que no somos del tipo de bibliotecas. —Él sonrió y miró a Iris.

17 Twelve Bens o Twelve Pins (irlandés Na Beanna Beola) es una pequeña cordillera de sierras de cuarcita de picos muy agudos, ubicado en el noreste de Roundstoneen Connemara en el oeste de la República de Irlanda.

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—¿Qué hay acerca del tuyo Delk? —preguntó Latreece.

—Tengo que investigar a William Butler Yeats, ir a su casa, Thoor Ballylee, y enseñarles una lección sobre él. Más les vale que todos ustedes parezcan interesados mientras estoy enseñando, también, y ustedes chicos mejor no me den problemas, o ¡los pondré a todos en detención! —Bromeó Delk.

—Vaquera, tienes a esta maestra sobre ti. Todas esas pequeñas listas que haces… y esa obsesión con planchar todo.

—¿Qué tiene que ver una obsesión de planchar todo con la enseñanza? — preguntó Delk.

Iris se encogió de hombros.

—Sólo parece como lo que haría una maestra. Estoy investigando los huevos del salmón en caso de que a alguien le importe

—Asqueroso —dijo Latreece—. ¿Por ti misma?

—No, algún profesor en Galway me dejará estar junto con sus estudiantes universitarios.

—¡Gracias a Dios que no tuve que hacer eso! —dijo Latreece—. Estaré examinando las tendencias de la moda específicamente en mujeres Irlandesas. Podré visitar todas estas tiendas geniales en Dublin, y tengo que crear mi propia revista con artículos reales y fotos y todo. Y, Lucy y yo podemos viajar juntas, lo que será lindo.

—¿Estás haciendo moda, también? —preguntó Delk, sintiéndose de alguna manera envidiosa. Sería divertido ir a la ciudad con las otras chicas.

—No, tengo un proyecto en el libro de Kells.

—¿Qué es eso? —preguntó Delk.

—Es un manuscrito que data del año 800. Fue escrito e ilustrado por monjes celtas. Está ubicado en Dublin, en el instituto de la Trinidad.

—Suena duro —dijo Brent.

—Esperen —interrumpió Delk—. A todos ustedes les toca ir con otra gente, ¿y yo estoy atrapada sola? ¿Cómo pasó eso?

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—Yo no me preocuparía —dijo Lucy—. La Sra. Connolly no va a enviarte sola. Conociéndola, probablemente hasta planeó tu itinerario con un descanso para ir al baño, y estoy segura que estará dejándote quedar con gente que conoce.

—Sí, pero yo no los conozco —se quejó Delk.

—Tampoco nos conocías a nosotras al principio. —Iris le recordó.

El jueves antes del almuerzo, Delk empacó su bolsa de lona, comprobando y volviendo a comprobar el itinerario que la Sra. Connolly le había dado (Lucy tenía razón, cada mínimo detalle planificado), y había leído la descripción del lugar en el que se quedaría. Ella tomó su libro de poemas de Yeats, tan bien como su mapa y su guía, y se dirigió hacia la calle principal para encontrar el autobús Connemara. La mayoría de los estudiantes de Tremain se habían ido más temprano esa mañana, a pesar de que Brent y Trent estaban emocionados, ellos se fueron un día antes, con instrucciones específicas de la Sra. Connolly de llamarla en el segundo en que llegaran a su punto de parada. Si Delk fuera su maestra, ella los habría hecho usar un dispositivo de rastreo GPS.

Delk se detuvo al final de la unidad y escuchó los martillos golpeando a través de la carretera. Quería decirle adiós a Pather, pero desde que su padre llamó con una actualización de Paige y su bebé, no habría tiempo para eso ahora. Podía ver el autobús chirriando mientras subía.

En el autobús, ella trató de leer varios poemas de Yeats, pero fue un camino lleno de baches, y malos olores, gracias camino y hombre sin bañarse que ocupaba el asiento siguiente al de ella. Delk cerró el libro y dejó a la deriva sus pensamientos. Por alguna razón, su mente estaba atascada en el día que pasó en Galway con Katie y la cena con la familia Keneally esa misma noche.

—Thoor Ballylee, señorita —gritó el conductor, sacudiendo a Delk.

Rápidamente, ella se colgó su mochila sobre su hombro y se bajó del autobús.

—Espere —llamó, dándose cuenta que había dejado su guía—. ¡Espere! Dejé mí… ¡maldición!, ¡Odio a Yeats! —murmuró mientras se apresuraba por el camino. Tal vez ese sería el título de su lección: Odio a Yeats. Unos cien metros más adelante, ella lo vio, un edificio cuadrado con cuatro ventanas recortadas en verde y apiladas una encima de otra. Una exuberante hiedra colgaba del lado del edificio, y un río fluía a su lado. Si Delk tuviera su guía, ella podía registrar el nombre del río. Como no lo tenía, hizo una nota y buscaría después.

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Dentro de una oficina escondida detrás de la torre, Delk le dio un billete a la joven recepcionista en el escritorio. Juzgando por la pila de libros de poesía junto a ella, era una estudiante.

—Gracias. Espero que disfrutes tu tiempo aquí —dijo la chica, y le dio su cambio—. Para salir de aquí tienes que dejar la belleza detrás.

—Uh, sí. Gracias —dijo Delk, cerrando la puerta detrás de ella—. Lo que sea que eso signifique —murmuró bajo su aliento. Sacó su libreta pero la volvió a guardar. Tal vez era mejor ver realmente las cosas antes de tratar de anotar un montón de hechos.

Estaba bonito aquí. Tenía que darle a Yeats eso, por lo menos. Bastante poético, en realidad. Una estrecha escalera es espiral llevaba al último piso de la torre. Delk la subió con facilidad y se quedó mirando por la ventana abierta del cuarto piso. Abajo, el río sin nombre fluía, y una garza cayó sobre unas rocas al lado del arco del puente. Todo olía verde y cálido, los árboles, el césped, la hiedra. A regañadientes, dejó que las imágenes pasaran sobre ella, y su mal humor se calmó un poco.

Algunas cartas de Yeats y libros estaban preservados bajo una urna de cristal. Delk sacó su libreta y se inclinó para examinarlas más cerca. Ella entonces lo vio, una carta hecha jirones que decía: “Para salir de aquí, hay que dejar la belleza atrás.” Ella anotaba las palabras en su cuaderno y subió la escalera a la azotea de la torre. Un fuerte viento movía los árboles, dejando caer gotas de lluvia de la mañana de las hojas de la parte superior hacia las inferiores. Delk pensó que sonaban como un aplauso. La garza se fue hacia un destino desconocido. El río se precipitó. Aún cuanto el mundo parecía quieto, estaba moviéndose siempre, cambiando, muy parecido a la familia de Delk.

Desde el sábado con Katie en Galway, Delk estaba comenzando a preguntarse acerca de su relación con Paige. Katie y Paige eran similares en algunas formas, de la misma edad, bien educadas, recién casadas (casi). Si era posible para Delk llevarse tan bien con Katie, ¿no podría ser posible llevarse también con Paige? Y si Pather podía ser cercano a Bevine y Maeve, ambas dieciséis años más grandes que él, ¿no sería posible para Delk jugar un papel importante en la vida de su hermano o su hermana?

Tal vez todo lo que Delk tenía que hacer era hacer estas cosas su prioridad. Ella había estado tan ocupada resistiendo a Paige y al nuevo bebe, pero tal vez ella sería más feliz si sólo las aceptaba, darles una oportunidad. Tal vez no había otra opción. De repente Delk tenía una idea para su lección: ¡Los Lugares que Amamos y Cómo Pueden Cambiarnos!

Delk rompió un montón de fotos desde varios ángulos y grabó sus sentimientos acerca del lugar en su cuaderno. De repente estaba ansiosa por saber acerca de Yeats. Tal vez

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Thoor Ballylee había tenido un efecto similar en el famoso poeta, y si era así, ¡ella podría relacionarlo!

Cuando finalmente terminó su recorrido, se dirigió de vuelta a la oficina de Thoor Ballylee. La señora. Connolly había hecho los arreglos por un local B&B, e incluso escribió las indicaciones para llegar ahí (estaba a poca distancia), pero la información estaba en la guía de Delk, que todavía estaba en el autobús.

—¿Estoy buscando la Posada Yeats? —preguntó—. ¿Podrías señalarme la dirección correcta?

La joven recepcionista levantó la vista de su libro.

—Vivo ahí —dijo—. Te llevaré yo misma si no te importa esperar otra media hora.

—Oh, uh… está bien. Caminaré si me dices dónde está. Sin embargo, gracias por la oferta.

La chica se bajó de la silla chirriante y abrió la puerta principal.

—Es sólo camino abajo. Una media milla o algo así. La segunda calle a la izquierda. Eres la única invitada de la noche —explicó—. Mis padres administran ese lugar, pero están lejos. Estaré ahí en poco tiempo, pero puedes entrar.

La chica, cuyo nombre resultó ser Isolde, llegó media hora más tarde, tal como había prometido. Le mostró su habitación a Delk, le ofreció una merienda de té y bollos, y le informó que la cena la llevaría a su habitación a las 8 p.m. Delk pasó el resto de la tarde y la mayoría de la noche estudiando minuciosamente los poemas de Yeats y leyendo sobre su vida.

Alrededor de las diez, Isolde llamó a la puerta.

—¿Hay algo más que conseguir para ti esta noche?

—Oh, no gracias —replicó Delk.

—Así que, ¿cómo está la Sra. Connolly? —preguntó Isolde, apoyándose sobre la puerta.

—¿La conoces? —replicó Delk.

—Ella y mi madre daban clases juntas en la escuela cuando eran jóvenes. La Sra. Connolly es mi madrina, en realidad.

—¡Ella no me dijo eso! —dijo Delk.

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—Bueno, ella es muy profesional. No le gusta mezclar lo personal con los negocios, supongo. Ella siempre envía a sus estudiantes para quedarse con nosotros cuando alguien es digno de Yeats.

—¿Digno de Yeats? —preguntó Delk

—Ella es una gran admiradora del poeta y de Lady Gregory, su buena amiga. Ella sólo da este proyecto a estudiantes talentosos, sus palabras exactas. ¡No le digas que yo te dije! ¿Asumo que irás al Parque Coole mañana? ¿El estado de Lady Gregory?

—Sí. —Asintió Delk, todavía preguntándose si la Sra. Connolly le había asignado a su Yeats.

La mañana siguiente Isolde llamó a Delk a desayunar. La pequeña mesa tambaleante fue cubierta con una tela de lino alegre, y en el centro había un jarrón con frescas flores salvajes. Como era usual, Delk estaba hambrienta. Tomó un trozo de pan grueso y llenó su plato con fruta y huevos y tocino.

—Estoy sorprendida de verte comer así —dijo Isolde—. Pensé que todas las chicas americanas estaban a dieta.

—No ésta —replicó Delk—. Esto es absolutamente delicioso. Gracias.

Después del desayuno, Isolde llevó a Delk al Parque Coole. Intercambiaron sus direcciones electrónicas, y Delk se despidió con la mano y se dirigió hacia la entrada. Recogió unos folletos y les echó una ojeada. Primero en su lista de cosas por ver estaba el árbol con autógrafos. De acuerdo con el folleto, era una costumbre que los escritores conocidos que visitaban Lady Gregory pusieran sus iniciales en la torre de madera del haya.

Delk tomó unas pocas fotografías de los autógrafos, W.B. Yeats, George Bernard Shaw, Sean O’Casey, J.M. Synge, entre otros, pero era difícil tener una buena toma. Una valla metálica grande rodeaba el tronco para evitar que otros visitantes añadieran sus propias iniciales a la lista.

Delk dio una excursión a través de Siete Bosques, el parque Coole tenía cerca de cuatro millas de senderos naturales; ella se sentó junto al lago y observó nadar a los cisnes; estudió el reloj de sol antiguo y probó su exactitud parándose sobre la losa de piedra marcada con ABRIL. Durante todo el día, leyó poemas de Yeats: “La escalera de caracol”, “Coole y Ballylee”, “Los cisnes salvajes en Coole” y otros. Entrada la tarde, conforme hacía su fatigoso camino hacia la parada de autobús, se notó que vapor salía del césped verde y exuberante. Para salir de aquí es necesario dejar la belleza atrás, pensó,

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sintiéndose repentinamente agradecida con la Sra. Connolly de que le hubiera asignado el proyecto de Yeats.

Delk regresó a Tremain la noche del viernes. Tuvo la tentación de tomar una siesta, pero en su lugar decidió dirigirse a la sala de computación por un rato. Había más investigación por hacer, y ahora estaba encaminada, odiaba renunciar. Alrededor de las 2 AM, subió a su cama y se dejó llevar, pero estaba despierta otra vez a las seis.

Justo antes del almuerzo, Delk decidió llamar a casa. Todavía era temprano en Nashville, pero su papá nunca había dormido hasta tarde. Ella esperó ansiosamente mientras el teléfono sonaba su… tercera… cuarta… quinta vez. Finalmente, la máquina respondió. Haz buscado a la…

—Hola. Hol...a. —La voz de su padre interrumpida por la máquina. Él sonaba somnoliento, y Delk pudo notar que él no sabía cómo apagar la máquina. Ella esperó pacientemente. La tecnología no era el fuerte de su padre.

—Hola papi, soy yo —dijo ella cuando todos los pitidos se habían detenido—. ¿Cómo está Paige? —preguntó—. ¿Y el bebé?

—Paige vino a casa ayer. El bebé está bien, y Paige está en cama descansando por el resto del embarazo.

—¿Todavía sigue teniendo nauseas? —preguntó Delk.

—No, pero definitivamente está enferma por quedarse en cama. Sin embargo, no hay opción.

—¿Ella puede hablar? —preguntó Delk.

—Por supuesto, espera un segundo.

—Hola, Delk —dijo Paige un momento después. Sonaba aturdida, y toda la energía alegre que la tenía típicamente llena parecía haber desaparecido—. ¿Cómo estás tú?

—Estoy bien —dijo Delk—. La pregunta más importante es ¿cómo estás tú?

—Sólo estoy feliz de que el bebé esté bien. Eso es definitivamente lo que importa. Este instinto de mamá protectora es muy intenso. —Paige tomó un respiro hondo y lo dejó salir otra vez—. ¿Delk? —preguntó.

—Uh... huh —replicó Delk, esperando, aunque no estaba segura.

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—Yo… bien… fui una idiota al comenzar esta renovación. Sabía que tú no querías que lo hiciera, y yo invertí de todos modos. No lo estaba haciendo para ser mala; espero que sepas eso. Supongo que pensé que podía caminar aquí como en Panacea con mi energía y entusiasmo y animar a todos a dar una nueva capa de pintura, algunas cortinas nuevas, y tú y tu papá podrían sacarse de la grieta. Lo siento.

—Está bien —replicó Delk.

—No, no lo está —dijo Paige firmemente—. El pensamiento de algo pasándole a este bebé… —Su voz se rompió. Tomó una respiración profunda y comenzó de nuevo.

—Bueno, eso me hace darme cuenta que podría tomar mucho tiempo terminar algo como eso. Y, todo ha pasado muy rápido. —Hubo una larga pausa—. Escucha, no tengo permitido hacer algo alrededor de la casa de todas formas, y estaba pensando que tal vez, cuando llegues a casa, bueno… podríamos trabajar en este proyecto juntas. Demonios, podemos poner las cosas como estaban antes, si tú quieres.

—Las cosas nunca serán como eran antes —dijo Delk.

—Lo sé, pero…

—No, Paige. Está bien. Quería pasar tiempo en la casa de mi mamá porque sentía que era el único lugar donde todavía podía sentirla… sabes, conmigo. Pero estoy comenzando a entender que ella no está sólo en esa casa, ella está… bueno, se puede decir que ella está en todos los lugares a donde voy. A veces, cuando algo realmente divertido pasa, oigo la risa de mamá dentro de mi cabeza, no en una forma psicótica o algo, sino de una buena manera. Es como si de alguna manera ella estuviera viviendo bajo mi piel.

—Tal vez así es como funciona —dijo Paige—. Por un tiempo el niño vive bajo la piel de la madre. Entonces, un día en el futuro, la madre vive bajo la piel de su niño.

Otro estudiante de Tremain estaba fuera de la sala, esperando usar el teléfono. A regañadientes, Delk dijo adiós y colgó. Subió las escaleras hacia su cuarto y pensó en los meses veraniegos, su patio con su encantadora piscina, la fragancia del jardín de su madre. Para el momento en que regresara, sería la gloria en pleno verano. Tal vez seguir adelante no era una cosa tan inimaginable, después de todo. Tal vez había esperanza por la familia Sinclair al igual que la había en la de los Keneally.

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Capítulo 12

Traducido por PaulaMayfair

Corregido por Michy

ué? ¿Qué? ¿Qué quieres decir con que no está listo? —Delk escuchó a Katie gritar en el teléfono. Era el día antes de la boda, y obviamente la Sra. Fitzpatrick no había terminado aún el vestido—. Me doy cuenta de eso, ¡pero debería haberlo tenido hace tres días! —La cara de Katie estaba roja, una vena azul irregular sobresalían en su frente, y su voz había adquirido una estridencia

de noviazilla18. Delk tomó el teléfono.

—Sra. Fitzpatrick, esta es Delk. Estaré dentro de una hora más o menos para recoger el vestido —dijo, y colgó—. Katie, tienes un baño a tomar, pintar tus uñas, un ensayo al que ir. Sólo... bueno, por lo menos trata de mantener la calma. ¿Está bien? —Katie asintió. Las lágrimas se habían reunido en sus ojos, pero hasta ahora no se habían desbordado—. Ahora sube las escaleras y...

Pather entró por la puerta.

—¿A qué se debe todo el maldito griterío? —Él miró primero a Katie, y luego a Delk.

—Oh, ella estaba hablando con la costurera —explicó Delk.

—Por el amor de Dios, Katie, podríamos escucharte en el granero. Suenas como una loca mental. —Katie se tapó la boca y salió corriendo de la habitación—. ¿Qué? ¿Qué hice? —preguntó Pather.

—Necesito que me lleves a Galway —dijo Delk. 18 Noviazilla:. Mezcla entre Novia y Godzilla.

—¿Q

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Llegaron a la pequeña tienda en un tiempo récord y encontró un sitio para estacionar en la misma calle.

—Voy a esperar en el auto —dijo Pather.

—¡No, no lo harás! ¡Yo no voy a entrar ahí sola! —dijo Delk.

—Oh, está bien —dijo Pather, saliendo del auto A regañadientes, la siguió hasta la tienda, donde la Sra. Fitzpatrick sentada a los pies de una forma de vestido de aspecto lúgubre, una fila de alfileres presionado con fuerza entre sus labios, estaba doblando una falda, lo que para Delk significaba que el vestido de Katie estaba terminado, o la Sra. Fitzpatrick se había simplemente rendido.

—Bueno, ¡es el vestido de novia más horrible que he visto en mi vida! —dijo cuando el último alfiler estuvo en la falda—. Le dije a Katie que ella debería obtener uno nuevo. ¿No te atreverás a decirle a nadie de los Keneally que yo tuve algo que ver con eso, escuchaste? ¡Si lo haces, voy a estar arruinada! —Gruñendo, ella se puso de pie, luego se agachó detrás de una cortina marrón apagado, y en pocos segundos estaba de vuelta otra vez con el vestido. Cuidadosamente, colgó la bolsa de la ropa por el registro.

—Buena suerte —dijo, y desapareció detrás de la cortina de nuevo.

—¿Ella va a volver? —Delk le susurró a Pather.

Él se encogió de hombros.

—No lo sé.

—Uhm... Sra. Fitzpatrick... eh, ¿qué pasa con el precio? —gritó Delk. No hubo respuesta, salvo para las voces en una televisión.

—Vamos a salir de aquí —susurró Pather.

—¡Tenemos que pagar! —dijo Delk. Se puso detrás del mostrador y miró detrás de la cortina—. Sra. Fitzpatrick, odio molestarla de nuevo, pero no he pagado por esto aún.

La mujer se sentó frente a la televisión, con la espalda hacia Delk.

—He advertido a todos acerca de ese vestido, y ni un sólo maldito de ellos me tuvo en cuenta. Todas esas chicas encantadoras recorriendo abajo del pasillo viéndose como Mary Hick. Jesús, ¡me alegra que esta es la última chica Keneally! Ahora vete, ¿quieres? Tengo un programa que ver —dijo ella, subiendo el volumen de Fair City, una telenovela irlandesa.

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Delk y Pather se pararon en la acera fuera de la tienda y trataron de pensar qué hacer.

—¡Ella perdió un tornillo! —dijo Pather.

—¿Quién es Mary Hick? —preguntó Delk.

Pather rió.

—Mary Hick es sólo una expresión irlandesa. Esto significa fuera de estilo, pasado de moda.

—Oh —dijo Delk—. Toma, sujeta esto. En lo alto para que no toque la acera.

Ella le entregó a Pather la pesada bolsa de ropa. Cuidadosamente, deslizó el plástico y analizó el vestido. Los agujeros de polilla habían desaparecido. Algunos de los lugares amarillos se habían eliminados por completo, mientras que otros fueron camuflados con delicado encaje irlandés. El hundido corpiño había sido completamente reformado y embellecido con una elegante volante para mejorar el pecho pequeño de Katie. La una vez completa falda había adquirido un aspecto moderno, recortada para no abrumar la estructura de la pequeña novia. La Sra. Fitzpatrick también había agregado una cola. Delk estaba atónita.

—¡Ella es una artista! ¡Un artista total! —dijo ella, cerrando la cremallera de la bolsa hacia arriba—. Y ella no le cobró nada a Katie.

Todo el camino de vuelta a la granja Keneally, Delk estaba tan emocionada que apenas podía respirar. Era un día hermoso, cálido sol de primavera, cielo aguamarina. Tal vez el día de la boda sería igual que este, perfecto. Y ahora con seguridad podría entregar el vestido de novia perfecto, también.

—Me estaba preguntando, amor —dijo Pather—. ¿Estarías interesada en ir a ver los acantilados?

—¿Acantilados? —preguntó distraídamente Delk.

—Acantilados de Moher, quiero decir. Sé que no has estado allí todavía, y deberíamos ir antes de que te vayas. —El corazón de Delk se apretó en la palabra vayas.

—Podríamos quedarnos con la tía Myrna, la hermana de mi madre. Ella no vive lejos de los acantilados. Sería... ehm... bueno, ella tiene suficiente espacio y todo.

Delk lo miró, y podía ver que su cara estaba roja.

—Me encantaría ir —respondió ella.

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—Bien. Entonces voy a preguntar sobre eso a la tía Myrna mañana en la boda.

Al alba de la mañana siguiente, Delk se deslizó en un vestido azul pálido luego se agachó en el suelo y buscó a tientas debajo de la cama por su equipaje de mano. Todavía contenía los tacones de tiras que había decidido empacar en el último momento. Claramente, no habría habido necesidad de ellos hasta hoy.

—Yuck —dijo ella, dándole una palmada en las motas de polvo. Ella abrió la bolsa y vio los naipes, los que había arrebatado del cajón de basura muchas semanas atrás. ¿Qué estaba pensando al llevarlos? Nunca le habían gustado los juegos de naipes, ni siquiera Old Maid19 con su madre cuando era pequeña.

Si Delk terminaba con la Old Maid, ella solía rezongar. Si su madre terminaba con ella, Delk decía que el juego era estúpido; claramente, su madre no era una solterona. Claro como el día, podía ver la escena, sólo las dos de ellas sentándose frente a la chimenea, un tazón de palomitas de maíz entre ellas. ¡Se supone que debe ser divertido, Delk! su madre decía, riendo.

Recuerdos, Delk se había dado cuenta, surgieron en las formas más inusuales, felices pequeños regalos, siempre y cuando no dejes la tristeza entrarse a hurtadillas.

Todavía era temprano, el cielo apenas iluminaba, y estaba únicamente la lámpara brillando en la ventana delantera de los Keneally, la que dejaban encendida todo el tiempo. Quizás no había nadie aún. Antes de que Delk tuviera la oportunidad de tocar, el Sr. Keneally abrió la puerta.

—¡Gracias a Jesús que estás aquí!

—¡Oh! Me has asustado casi hasta la muerte —dijo Delk, apretando su pecho.

—Querida niña, lo siento. Pero... Bueno, ¡mira esto! —gritó, saliendo del camino para que Delk pudiera ver—. Algún repartidor los trajo una hora antes, dijo que tú los habías ordenado por Internet.

Delk entró en la habitación.

—¡Oh! ¡Oh! ¡Llegaron! ¡Lo olvidé! Bueno, yo no lo olvidé. Quiero decir... Yo no creía que nadie lo podía conseguir.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó el Sr. Keneally impotente.

19 Old Maid: Juego de cartas, en Chile se le conoce como “Poto sucio”, en España “Jugar a las parejas” y en Argentina “Culo sucio”.

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—Recoge cada vaso, cuchara, y jarra que puedas encontrar. ¿Dónde está Katie?

—Todavía durmiendo, me temo. Estuvo un poco ruidosa en el ensayo anoche.

—No la despiertes. Que sea una sorpresa —dijo Delk.

Rápidamente, los dos de ellos cargaron la furgoneta Tremain, que los Keneally estaban pidiendo prestada para el día, y se dirigieron a la todavía, oscura iglesia. El Sr. Keneally encendió las luces, y Delk pudo ver que alguien, probablemente las hermanas de Katie, había limpiado el lugar de arriba a abajo. Los linos estaban crujientes y blancos, la plata pulida y brillante, las velas frescas, sus mechas todavía recubiertas con una fina capa de cera. Y ahora, con muchas campanas de Irlanda, Delk no podía creer cómo de elegante se veía todo, y por tan poco dinero, $1.25 por tallo, ¡mucho menos que la florista en Galway! Allí debe haber doscientos tallos de la flor verde brillante, pero ya que Delk no había gastado casi nada del dinero que su padre puso en su cuenta para el semestre, ella fácilmente podía permitirse esto por Katie y Seamus. ¡Era el mejor regalo de boda que podía imaginar!

De vuelta en la casa Keneally, Katie estaba llorando. Una vez más.

—¡Oh, es exquisito! —sollozó ella, y Delk vio impotente mientras rímel manchaba sus mejillas sonrojadas. Era el vestido que había llevado a este último grupo de lágrimas.

—¡Ella es una mujer tan amable! —continuó ella, tocando el delicado tejido ligeramente con las manos—. Una amiga de Ma de los años escolares. Y tan generosa. No puedo creer que no te cobrara por esto. —Su rostro arrugado—. Apuesto a que no le cobró a ninguna de mis hermanas tampoco, y ni siquiera me lo dijo.

—Está bien, lo sé —dijo Delk—. Pero tienes que parar. Estás arruinando tu maquillaje, y es casi la hora para ir a la iglesia. ¡Ni siquiera estás vestida todavía!

La casa rural ya estaba llena hasta el tope con familia y amigos, cada huésped invitado, a juzgar por el nivel de ruido, ¡y ellos estaban brindando! A este ritmo, todos estarían borrachos antes de que incluso fuéramos a la iglesia, aunque Delk supuso que no importaba mucho. Uno de los peones locales conducía a los invitados a Letterfrack en un carro de heno. Los hermanos, por ley se habían arreglado un coche, un Vintage Rolls Royce, para llevar a Katie y su padre. Se hallaba estacionado enfrente, su conductor impaciente alternando entre pulir el capó ya pulido y fumar cigarrillos.

Delk y Katie se había encerrado en el estrecho dormitorio del ático a media mañana.

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—Tengo miedo de ir allí —dijo Katie, sus grandes ojos azules y húmedos—. Sé que voy a empezar otra vez a llorar tan pronto como vea a todos ellos, especialmente a Pa. Y siento que me estoy olvidando de algo.

—¡Tu vestido, por un lado! —Bromeó Delk—. Aquí, póntelo.

Sostuvo el vestido mientras Katie entraba en él.

—¿Estás segura de que no debería llamar a tus hermanas para esto? ¿Así pueden darte consejos o algo así?

—¡No! —protestó Katie—. Ellas sólo me pondrán aún más nerviosa.

Delk sujetó la espalda y erró el tren. Ella examinó todos los detalles, pero no había fallas que ella pudiera ver.

—Tú estás perfecta. ¡Absolutamente perfecta! —Katie puso sus ojos en blanco—. Ven a ver si no me crees.

Con cierta inquietud, Katie siguió hasta el espejo de cuerpo entero.

—Seamus ni siquiera me reconocerá —dijo.

—¡Tu ramillete! Voy a ir a buscarlo. Tú espera aquí. No te muevas. ¡Y definitivamente no te sientes! —advirtió Delk.

La casa casi se hinchaba con muchos cuerpos perfumados empaquetados demasiado juntos. Delk apretó su camino entre la multitud y en el comedor, donde Pather estaba montando guardia en la vitrina.

—Tenemos que sacar a esta gente de aquí —gritó él por encima del ruido.

—Ese es tu departamento —gritó Delk de vuelta—. Estoy tratando de impedir que la novia se ahogue a sí misma.

—¿Ella está bebiendo? —preguntó Pather.

—¡No! —Se rió Delk—. Ella está llorando por todo.

—Te ves perfectamente encantadora hoy —dijo Pather.

—Y tú eres perfectamente apuesto. —Delk lo besó suavemente en los labios.

—Me gustaría poder sentarme contigo en la boda, pero voy a estar al frente con todos los otros padrinos de boda.

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—No voy a estar sentada de todos modos. Soy la fotógrafa de relleno hasta que el hermano de Seamus pueda hacerse cargo después de la ceremonia. —Delk sacó el ramillete de Katie fuera de la mesa del comedor y se dirigió hacia las escaleras.

—¡Espera! —Pather dijo, agarrando su muñeca. Delk levantó la vista hacia él.

—¿Qué? —preguntó ella.

—Nada, sólo quería otro vistazo de ti.

Delk subió corriendo la escalera y abrió la puerta del dormitorio.

—¡Me acordé de lo que era! —dijo Katie.

—¿Que recordaste lo que era? —preguntó Delk, cerrando la puerta detrás de ella.

—Tengo que hacer pis —dijo Katie.

—¡Eso es lo que olvidaste!

—Yo debería ir antes de la boda. Serán horas antes de que tenga otra oportunidad. —Delk gimió y abrió la cremallera del vestido nuevo.

En el camino a la iglesia, una tormenta pasó directamente sobre ellos.

—Cásate en mayo, lamentarás el día —gritó el Sr. Keneally por la ventana mientras el Rolls pasaba silbando el carro de heno. Pather conducía la camioneta Tremain, que estaba llena de damas de honor y padrinos de boda y Delk, quien estaba tomando fotos como un paparazzi.

Pronto todo estaba en orden: los invitados estaban presionados hombro con hombro en los bancos relucientes; Seamus y sus padrinos de boda en traje oscuro esperaban pacientemente en la parte delantera de la iglesia, las damas de honor realizaron su caminata paso, juntos, paso, juntos en perfecta sincronía con el organista, y el Padre Philip estaba listo y esperando, libro de oraciones en mano.

Un silencio cayó sobre la multitud cuando Katie y su padre aparecieron en el umbral.

—¡Jesus, Pa! ¡Quieres mirar todas estas flores! —dijo Katie, rompiendo el silencio. La multitud se echó a reír, Katie lloró de nuevo, y Delk tomó otra foto.

Esa tarde en la recepción, Delk y Pather hicieron más viajes de la granja Keneally a la cocina Tremain de los que ellos podían contar. Tan pronto como KC pudo preparar la comida, los invitados la devoraron, pasteles de cangrejo, carne de vacuno asada, cordero, ostras, salmón, y más acompañamientos de los que Delk podría mantener un

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registro. Finalmente, la banda se puso en marcha, y los invitados actualizaron sus bebidas y se dirigieron a la pista de baile. Delk roció desinfectante mientras Bevine limpiaba una gran mesa en preparación para el pastel de bodas.

—Bevine, has trabajado a mi chica lo suficiente hoy. ¡Ella necesita una bebida y un baile! —Como si se tratara del mejor champán, Pather le entregó a Delk una Coca-Cola dietética.

—¡Gracias! —exclamó ella. Una canción rápida estaba terminando, y la banda se lanzó a un vals irlandés. Pather la llevó a la pista de baile. Delk hizo lo posible por seguir el ejemplo de Pather, pero se sentía tímida de repente, como si todos los ojos estuvieran puestos en los dos. Después de un rápido vistazo alrededor de la habitación, se dio cuenta que sus instintos estaban en lo correcto, ¡todos los ojos estaban sobre ellos!

—¿Por qué nos están viendo? —susurró.

—No nos están mirando. Están viendo la belleza de Irlanda —bromeó.

—Puedes secar las flores, ya sabes. —Delk le recordó. Él se rió y la atrajo hacia sí—. En serio, ¿por qué todo el mundo está mirando?

—Supongo que es porque nunca me han visto enamorado antes.

Delk se detuvo y lo miró.

—Tal vez no creían que era capaz de hacerlo. —Pather siguió el ritmo de nuevo, y el corazón Delk bailó justo en su garganta.

Justo antes de la melodía terminara, el Sr. Keneally cortó y giró alrededor de Delk como si no pesara nada. Él era un bailarín fabuloso, y sus ojos brillaron con malicia ante la visión de Pather de pie solo al margen.

—Te voy a enseñar cómo se baila realmente vals —gritó en dirección a su hijo. El Sr. Keneally guiaba a Delk y pronto sus pies estaban moviéndose bien con los de él—. ¡Ha sido un placer tenerte en Irlanda, querida! —gritó el Sr. Keneally en su oído

—¡Gracias! —respondió—. Me encanta estar aquí. —Ella estaba determinada a mantener las cosas en el tiempo presente.

—Y fuiste muy generosa por hacer tanto por Katie y Seamus. Tú hiciste de este un día especial con tu contribución de las preciosas flores. Nunca he visto tanto verde en toda mi vida. ¡Y eso es decir mucho viniendo de un irlandés! —Se rió. La música estaba terminando, y Delk pudo sentir que el Sr. Keneally se estaba preparando para un gran final. En la última nota, la bajó al suelo y la levantó de nuevo.

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—Espero que este viaje a Irlanda será el primero de muchos para ti, querida chica. —Con eso, él besó su mejilla.

—Yo también lo espero, Sr. Keneally —contestó Delk.

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Capítulo 13 Traducido por Kathesweet

Corregido por Lizzie

elk golpeó la puerta de Iris.

―Sigue. ―Iris bostezó. Estaba sentada en la esquina de su cama en pantalones deportivos y una camiseta de Bon Jovi―. Lánzame esas medias, ¿quieres? ―Apuntó a una bola enrollada en la esquina―. El piso está demasiado frío para que las agarre yo misma.

―Oh, por favor ―dijo Delk, arrojándoselas a la cabeza. Hubo otro golpe en la puerta.

―¡A menos que seas KC con una bandeja de desayuno, vete! ―Bromeó Iris.

―Vinimos a ver si están ocupadas después del almuerzo ―dijo Trent. Los trillizos se pararon muy juntos en el marco de la puerta―. Brent y yo queremos hacer un ensayo general del documental.

―Sí, necesitamos una audiencia de muestra ―coincidió Brent―. Esta nota del semestre tiene que ser un empujón para nuestras calificaciones. Semestre de primavera del tercer año y todo eso.

―¿Hay una reunión de poder y no estoy invitada? ―dijo Latreece, abriéndose paso a través de la barricada Devonshire―. ¡Qué insultante! ―Se veía linda en su bata rosada, y era difícil decir si iba a las duchas o volvía de ellas. Se acomodó en la silla y dobló sus largas piernas bajo ella.

―Quieren que veamos su video ―explicó Delk.

―Lo veré ―dijo Latreece―, tan pronto como alguien me ayude con la última sesión de fotos para mi revista. En realidad vine aquí a pedirles eso.

―¡No me mires a mí! ―dijo Iris―. No voy a ponerme maquillaje otra vez.

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―Siempre que todos prometan escuchar con mucha atención durante mi lección sobre Yeats hoy, iré a ver el video ―dijo Delk―. Y, también ayudaré con la sesión de fotos, pero tendrá que esperar hasta que Pather y yo volvamos. Nos vamos a nuestro viaje hoy.

―Te haremos ver bien, Vaquera, no te preocupes ―dijo Iris.

―De acuerdo, si no comparto mi noticia, explotaré ―dijo Latreece, saltando fuera de la silla―. ¡Ahora oficialmente tengo un apartamento en París! ¿Pueden creerlo?

―¡De ninguna manera! ―dijo Lucy.

―Puse el depósito anoche. O, debería decir, Le Papillon puso el depósito. Ya que todavía no tengo mi propio dinero, ellos me dieron un adelanto. Y todos están oficialmente invitados a quedarse conmigo en cualquier momento. De hecho, digo que vayamos el próximo verano a mi casa. También invita a Pather ―agregó Latreece y le guiñó el ojo a Delk.

―¿Hablas en serio? ¡Me encantaría ir a París! ―dijo Delk―. Todas esas compras y la cultura.

―Y el Louvre. ¡Siempre he querido ir allí! ―coincidió Lucy.

―¡Y papas a la francesa! ¡Y tostadas francesas! ―dijo Iris―. Escuchen, odio terminar esta fiesta, pero estoy hambrienta.

―Tenemos que empezar a ver en nuestros calendarios antes de irnos de Irlanda. De otra manera, nunca lo haremos ―dijo Latreece―. Y los vuelos son más baratos si los agendas con anticipación.

―Entonces mejor agendar el mío mañana ―dijo Iris.

Incluso con toda su planeación y ensayo, una hora completa de enseñanza parecía desalentadora. Delk se preguntaba cómo la Sra. Connolly podía hacerlo día tras día. Y había demasiadas cosas que considerar: ¿Tendría suficiente material para cubrir? ¿Habría demasiado? ¿Y qué haría si todos se aburrían? Delk estaba demasiado preocupada para comer, así que dejó a sus amigos en el comedor y se dirigió al salón de clases temprano. No estaba segura de qué hacer consigo misma cuando llegara allí, así que se sentó en su escritorio y fingió leer algunas notas.

Levantó la mirada cuando la Sra. Connolly entró en el salón, y la mujer le frunció el ceño.

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―Los profesores siempre deberían saludar a sus estudiantes antes de clase. Ve y párate en la puerta y saluda ―dijo la Sra. Connolly. Strike one, pensó Delk. Ella ni siquiera había empezado, y ya había cometido un error. Obedientemente, siguió las instrucciones de la mujer.

―Hola. Buenos días. Hola ―dijo, sintiéndose estúpida. Uno después del otro, sus compañeros de clase llenaron el salón.

Brent y Trent fueron los últimos en llegar.

―Buena suerte, Vaquera ―susurró Trent. Delk le sonrió. Desde que él e Iris empezaron a salir, él la llamaba Vaquera.

Ella quería empezar la clase tan pronto como fuera posible. Escribió la fecha del día en la pizarra, manipuló el computador, miró sus notas otra vez.

―Puedes empezar ahora, Delk ―dijo la Sra. Connolly. Los estudiantes la miraron expectantemente, y la parte posterior de las rodillas de Delk empezó a sudar. Su corazón latía rápido. Su boca se sentía seca. Miró el reloj: quedaban cincuenta y cinco minutos de tortura. Iris le guiñó un ojo y le dio una señal de pulgares arriba oculta, y Lucy destelló una de sus sonrisas súper-enormes. Era todo el aliento que necesitaba para empezar.

―De acuerdo, bien. Uhm… Voy a hacer mi presentación sobre William Butler Yeats, y para ser honesta, nunca había leído nada de él antes de esto… jamás. No estaba exactamente entusiasmada por mi tarea, y cuando empecé a trabajar en ella por primera vez, quería llamar a la lección: Por qué Odio a Yeats. ―Algunos estudiantes rieron, y la tensión de Delk disminuyó de alguna manera.

―De cualquier manera, fui a su casa de verano hace unas semanas, y empecé a leer su poesía, y cambié de opinión. No odio a Yeats. De hecho, ahora me gusta de verdad. ―Miró a la Sra. Connolly―. Empezaré con una presentación en PowerPoint así todos pueden ver la casa y todo. ―Delk dio clic a través de las fotos de Thoor Ballylee y explicó los puntos más importantes de la vida del poeta. Los estudiantes verdaderamente estaban prestando atención, una buena señal. Después, leyó en voz alta “The Winding Stair” y señaló su conexión con Thoor Ballylee.

―Quiero que se tomen unos minutos y piensen en un lugar que los ha influenciado de alguna manera. Podría ser un lugar que adoran o un lugar que odian. ―Delk estaba empezando a divertirse. La parte posterior de sus rodillas ya no estaban sudando, y su corazón había dejado de palpitar fuertemente. Extraño como era, en realidad estaba empezando a disfrutar esto―. No tienen que escribir un poema o algo así. Simplemente

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sacar un pedazo de papel y describir el lugar y explicar sus sentimientos sobre él. Traten de considerar cómo éste influenció en sus vidas. ―Miró el reloj―. Uhm… tienen cinco minutos para hacer esto ―agregó.

Cinco minutos se sintieron como treinta parada allí en frente de la clase.

―Muy bien, ahora, si pudiera preguntar por voluntarios. Uhm… ¿a algunos les gustaría compartir? ―Lucy, Brent, Trent, Iris, y Latreece tiraron sus manos en el aire (definitivamente estaban intentando hacerla ver bien), y Delk casi lo perdió. Se giró para mirar a la Sra. Connolly otra vez, y podría haber jurado que la mujer estaba conteniendo una sonrisa. Delk llamó a Latreece primero.

―Esto es bastante cursi, pero sólo tuve cinco minutos. Muy bien, el mío es París. ―Latreece sonrió―. Sé que todos ustedes encuentran eso sorprendente. De cualquier manera, las calles huelen a pan, y los cafés están atestados con personas teniendo almuerzos relajados y conversaciones verdaderas. Las mujeres hacen que la alta costura se vea fácil. París es un lugar que hace que mi corazón palpite más rápido. Es una ciudad que me hace sentir más determinada que nunca de alcanzar mis metas. Espero vivir allí para siempre. También espero que mis amigos vayan a visitarme. ―Levantó la mirada hacia Delk y sonrió.

―Gracias ―dijo Delk―. Muy bien, ¿Trent?

―Escogí Irlanda. Estar en Irlanda y tener la libertad de viajar… bueno, eso me hace darme cuenta cómo la escena de escuela tradicional no es genial para mí. Yo simplemente sería un perdedor en una escuela regular. Voy a necesitar mudarme y ver lugares. Quizás aprendizaje a distancia o algo así.

Delk asintió.

Iris levantó su mano otra vez.

―Yo lo haré corto y dulce. Irlanda me hace ser incluso más de quien yo ya era ―dijo.

La Sra. Connolly estaba garabateando algo en su cuaderno, y Delk se preocupó de que hubiera permitido que la discusión se desviara demasiado del tema. Se sintió mal de no llamar a Brent y Lucy.

―Brent, Lucy, ¿les gustaría seguir?

Ellos sacudieron las cabezas, y Lucy asintió hacia el reloj. Delk se dio cuenta que sólo quedaban quince minutos.

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Delk trató de apresurar las cosas sin ser obvia. Voló a través de las fotos del Parque Coole, y leyó el poema “The Seven Woods.” Dio una breve explicación de de la amistad entre Lady Gregory y Yeats, y estaba justo en el medio de “The Wild Swans at Coole” cuando la campana sonó. Impotente, se quedó allí parada mientras los estudiantes de E.A.S.M. salían del salón de clases. ¿Les había enseñado algo? Se preguntó. Yeats se merecía mucho más que sólo una hora.

―¡Así se hace, profe! ―susurró Iris en su camino hacia la puerta. Delk se encogió de hombros y empezó a guardar sus cosas.

―Cuando hayas terminado, ven a mi oficina así podemos hacer la evaluación ―dijo la Sra. Connolly, y salió por la puerta. En segundos estuvo de vuelta―. ¿Srta. Sinclair?

―¿Sí, señora? ―preguntó Delk. ¡Por favor, por favor diga algo amable! rogó.

―Tiene tiza en la nariz. ―La Sra. Connolly le guiñó un ojo.

***

Delk tocó en la puerta de la oficina de la Sra. Connolly, pero nadie contestó. Había una silla perfectamente buena en el pasillo, pero posiblemente no podía sentarse quieta ahora. En su lugar, se paseó adelante y atrás y exprimió sus manos sudorosas. Sentía que había hecho un buen trabajo, y sus compañeros de clase parecían bien con su lección. Aun así, Delk podía encontrar un millón de cosas mal en ésta; lo más probable era que la Sra. Connolly también podría.

Divisó a la profesora al final del pasillo. Sus tacones sonaban fuertes contra el suelo desnudo.

―Lo siento por hacerte esperar, Delk ―dijo, y desbloqueó la puerta. La oficina se veía exactamente como lo había hecho la última vez que Delk estuvo aquí: montañas de papel, plantas medio-muertas, tazas de café apiladas. La Sra. Connolly quitó una pila de libros de una silla y la movió para que Delk se sentara.

―Entonces, ¿cuál es tu impresión de hoy? ¿Quedaste satisfecha? ―preguntó la Sra. Connolly, y se sentó a su escritorio.

Delk tuvo un rápido debate en su cabeza. ¿Era mejor ser inconsciente sobre sus errores o ser consciente sobre ellos? Consciente, decidió.

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―Bueno, el final se sintió apresurado. Desearía poder haber cubierto un poco mejor los otros poemas. ―La Sra. Connolly asintió―. Y, bueno… quizás nos salimos un poco del camino con la discusión.

―¡Oh, no podría estar en más desacuerdo contigo! ―interrumpió la Sra. Connolly―. La discusión fue la mejor parte.

―¿De verdad? ―preguntó Delk.

―Bueno, todo eso… fue excelente. Lograste llegar a las partes valiosas: Yeats y tus viajes a ver el hogar y la poesía y así sucesivamente. ¡Además, tú cautivaste a los estudiantes! Los ayudaste a conectar con alguien muy alejado de sus propias vidas… Quiero decir, el hombre es irlandés, un poeta, y ha estado muerto desde 1939. ¡Tú, querida chica, lo trajiste a la vida hoy! Y alguno de tus compañeros de clases prestará atención la próxima vez que uno de sus poemas aparezca en alguna parte. Eso espero.

―Oh, bueno, gracias ―dijo Delk―. Gracias.

―Sin mencionar que fue muy valiente de tu parte marchar a tu propio ritmo. Había intentado emparejarte con alguien, pero has madurado tanto desde que has estado aquí. Has mostrado gran progreso, y quería verte subir al siguiente nivel. Viajar sola es algo que me obligo a hacer cada año. Es bueno para la auto-confianza de uno. Hace que una persona vea que ellos pueden hacer su propio camino en el mundo, en cualquier parte en el mundo.

―Una vez que me acostumbré a ello, fue divertido estar sola. Y no estuve verdaderamente sola. Conocí a su ahijada. Es agradable.

―Isolde es encantadora y lista ―coincidió la Sra. Connolly. Vaciló―. Obviamente, Delk, no conocí a tu madre. ―Se inclinó hacia adelante en su silla y miró a Delk a los ojos. Algo en su cara se suavizó un poco―. Pero debe haber sido una buena mujer para haber criado a una chica como tú. Estoy orgullosa de ti, querida. Espero que me envíes una carta de vez en cuando, para hacerme saber cómo lo estás haciendo. No estaría sorprendida de verte convertida en una profesora algún día. Tendríamos un lugar aquí para ti si lo hicieras.

Una cosa sobre profesores severos es que si en realidad obtienes un cumplido de ellos, eso verdaderamente significa algo. Delk se sentía un poco mareada.

―¿Entonces supongo que esto significa que obtuve una A?

La Sra. Connolly echó la cabeza atrás y rió.

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―¡Por supuesto, significa que obtuviste una A! Querida, si me deshiciera en elogios por ti un poco más, no seríamos capaces de hacer encajar tu cabeza a través de la puerta ahora, ¡no es así!

―Gracias, Sra. Connolly. Por todo. Este ha sido el mejor semestre de mi vida. Y lo digo de verdad.

―Y hay muchos semestres felices más adelante para ti.

―Yo también lo creo ―dijo Delk. Y la mejor parte era, ella en realidad lo creía.

***

Delk estaba positivamente mareada para el momento en que ella y Pather se fueron para su viaje a los Acantilados de Moher. Al principio, balbuceó sobre la crítica de la Sra. Connolly, pero pronto se encontró calmada por el paisaje que pasaban. Miró afuera de la ventana mientras un silencio cómodo se instalaba entre ellos. Le gustaba eso de Pather. Silenciosos o habladores, eran felices simplemente estando juntos.

Su mente vagó al día de la boda de Katie, y sonrió recordando la mirada de sorpresa en la cara de la novia cuando había divisado las brillantes flores verdes. Pensó en sus nuevos amigos y cómo habían sido cuando eventualmente les contó de la muerte de su madre. Tantas cosas maravillosas habían pasado en Irlanda, y Delk había pasado un largo camino desde esos primeros días melancólicos aquí.

Finalmente, Pather y Delk llegaron a los Acantilados de Moher. El clima era errático, una lluvia ligera y un viento breve en un minuto, la luz del sol cálida y el cielo del azul como una piscina al siguiente. Sin embargo, Delk había aprendido a no permitir que el clima se interpusiera en el camino de un buen momento. Ella y Pather se sentaron en el césped húmedo a alguna distancia del borde de los acantilados.

―Este es el mejor día de mi vida ―dijo ella, estirando sus brazos sobre su cabeza.

―Dices eso con mucha frecuencia ―señaló Pather.

―Creo que sucede con mucha frecuencia. ―Sonrió.

―¿Entonces estás lista para desafiar la vista, amor? ―preguntó Pather. Los acantilados eran intimidantes con su amplitud, altura y bordes dentados, y Delk quería trabajar en su camino hacia el borde gradualmente en lugar de apresurarse hasta allí todo a la vez.

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―Eso creo ―respondió. Pather la puso de pie y la llevó cerca a los acantilados. Capa sobre capa de esquisto desafiante y arenisca sobresalían bruscamente hacia el océano azul picado. Frailecillos, y alcas y araos, aves que Pather señaló expertamente, volaban alegremente, sin miedo a la altura.

―Mira allí. ―Pather señaló―. Puedes ver todo desde aquí. Islas Aran, la Bahía Galway, Twelve Bens, Maum Turk Mountains.

Como buena turista, Delk sacó su cámara y empezó a tomar fotos. Una pareja de ancianos se paró no muy lejos de ellos, y la mujer estaba sonriendo.

―¿Quieren que les tome una foto? ―preguntó ella.

―Eso sería genial ―dijo Delk, entregándole la cámara. Delk se paró al lado de Pather. Él deslizó su brazo alrededor de su cintura, y Delk se inclinó más cerca a él y sonrió. Fue sólo después de que la pareja se hubiera ido que se dio cuenta que se había olvidado de quitarse las gafas. El viento se avivó repentinamente, y Delk se pegó a Pather.

―¡Si vuelo justo por el borde, te llevaré conmigo! ―Se rió ella.

―Puedo ver los titulares: “Pareja románticamente unida encuentran sus muertes prematuras en los Acantilados de Moher.” Y él estaba a punto de darle el anillo Claddagh de su mamá. Éste estaba justo en su bolsillo cuando lo encontraron. Quizás escribiré mi propio Thomas Hardy, como novela. ―Los ojos irlandeses de Pather estaban sonriendo, y Delk estaba mirándolo. Él alcanzó su bolsillo, y entonces Delk lo vio, un destello de dorado a la luz del sol. Un anillo igual al de Katie―. He estado pensado que quizás aceptarías esto como un regalo de mi parte. Quiero decir… quizás es un poco ridículo ya que vas a volver a Estados Unidos en un par de semanas. No es ninguna clase de presión. Simplemente… bueno, quiero que lo tengas.

Delk vaciló.

―¿Estás seguro? Quiero decir…. Tú no, ¿quieres, como guardarlo para el futuro o algo así?

―Estoy muy seguro ―dijo Pather―. ¿Así que, te lo pondrás, entonces?

Delk asintió.

―Por supuesto.

―Ahora parece que hemos alcanzado el incómodo momento de decidir cómo te lo pondrás. Si lo pongo en tu mano derecha con el corazón hacia afuera, así ―dijo, sosteniendo el anillo justo al lado del dedo de Delk―, significa que tu corazón todavía

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no ha sido ganado. Si lo pongo de otra manera, con el corazón hacia adentro, significa… bueno, significa que tu corazón está ocupado. Por mí, por supuesto ―agregó.

Delk rió.

―Entonces si te amo, ¿el corazón debería ir hacia adentro?

―Y si amas a alguien más, entonces él debería darte un anillo ―bromeó Pather.

Delk lo acercó. Nunca le había dicho esas palabras a ningún chico (a otro además de su padre, que no contaba, por supuesto). Levantó la mirada hacia Pather Keneally con sus cejas salvajes y ojos verdes, su sorprendente cabello rubio-fresa, su piel hermosa y espolvoreada de pecas. Oh, él era guapo y fuerte y todas las cosas que Delk podía esperar encontrar alguna vez en un chico, físicamente. Pero, como el anillo, su corazón se giró hacia el interior. Pensó en esas ovejas sin madre por las que Pather había estado tan preocupado, y la manera en que había escuchado con atención sus problemas, nunca diciéndole qué hacer. Sólo escuchando. Y estaba esa manera gentil en que la ayudó a manejarse esas primeras semanas aquí. Con todo el coraje que pudo reunir, Delk dijo Las Palabras:

―Te amo.

Pather deslizó el anillo Claddagh con el corazón girado hacia adentro de su dedo.

―Nunca esperé que esto sucediera, ni en un millón de años ―dijo―. Pero estoy feliz de que fuera así. Yo también te amo.

La besó suavemente, luego la acercó. Ella inclinó su cabeza bajo su barbilla y descansó su mejilla sobre su pecho.

Delk sabía que diría “te amo” otra vez antes de que el día terminara, no sólo a Pather, sino también a su papá. Había prometido llamarlo al segundo en que llegaran a la casa de Myrna la tía de Pather en la noche. Y Delk planeaba hablar con Paige también. Quería decirle que después de que llegara el bebé, la ayudaría con la redecoración. ¿Qué importaba a largo plazo si Paige cambiaba las cosas? La madre de Delk siempre estaría con ella; el padre de Delk siempre sería su padre.

―Estás perdida en tus pensamientos otra vez ―dijo Pather.

Delk retrocedió y agarró su mano.

―Sólo estaba pensando cómo se siente ser feliz ―dijo. Su mente avanzó con rapidez al siguiente verano. Se imaginó en uno de los café de París de los que Latreece siempre estaba hablando, rodeada por los Devonshire, Iris, Latreece y Pather. Era tentador

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fantasear sobre el futuro, especialmente con su partida a Estados Unidos tan cerca, pero Delk se detuvo. Por ahora, simplemente disfrutaría el presente. Después de todo, era difícil imaginar cualquier lugar en la Tierra más mágico que Irlanda.

Fin

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Suzanne Supplee

Es la autora de When Irish Guys Are Smiling, perteneciente a la Serie Estudiantes Alrededor de los Siete Mares, Artichoke’s Heart y Somebody Everybody Listens To.

Suzanne es una egresada de la Universidad del Sureste de Illionois, y obtuvo una maestría en escritura creativa de la Universidad de Towson en Maryland. Desde hace varios años, ha trabajado como profesora y escritora.

Suzanne está casada y tiene tres hijas. Sus pasatiempos favoritos son el ejercicio, la lectura, y, por supuesto, la escritura.

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Créditos Moderadora:

Lizzie

Traductoras: Lizzie Lorenaa

AariS Susanauribe

LizC Lalemk

Merlie Andy Parth

rihano Little Rose

vanehz PaulaMayFair

nahirr kathesweet

Correctoras: ☽♏єl Lizzie Deyanira

flochi Mishy maggiih

Recopilación y Revisión: Lizzie

Diseño: Lizzie

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