visión de anáhuac de alfonso reyes-eugenia houvenaghel
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7/23/2019 Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes-Eugenia Houvenaghel
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"Visión de Anáhuac [1519]" de Alfonso Reyes: ¿Un intento de aunar a colonialistas e indigenistas?
Author(s): Eugenia HouvenaghelSource: Revista Hispánica Moderna, Año 55, No. 1 (Jun., 2002), pp. 79-93
Published by: University of Pennsylvania PressStable URL: http://www.jstor.org/stable/30203684Accessed: 08-12-2015 23:47 UTC
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VISIONDE
NAHUAC
1519]
DE
ALFONSOREYES:
iUN
INTENTO DE AUNAR A COLONIALISTAS
E
INDIGENISTAS?
0. INTRODUCCION
VISIoN
e
Andhuac
[1519]1
es,
con
toda
justicia,
el
mis
afamado,
el
mis
estu-
diado,
el
mis
traducido
y
el
mis citado de los
ensayos
de Alfonso
Reyes.
El
lector
queda,
en
efecto,
sorprendido
ante
la
inigualable
belleza de
la
descrip-
ci6n
del valle de
Anihuac
que
el autor ofrece
en ese
ensayo.
La critica toda-
via no ha
adoptado
un
punto
de
vista
argumentativo
sobre el
ensayo;
al
hacerlo
de
acuerdo
con la
teoria
de los fines
de
la
antigua
ret6rica,
intentare-
mos
contribuir,
siquiera
sea
minimamente,
al
estudio
sobre este
celebre
rela-
to hist6rico.
Partimos,
efectivamente,
desde
el
punto
de
vista
general
de
que
no
existe
interpretaci6n
hist6rica inocente. El mero hecho de reducir
complejos
sucesos
pretrritos
a una visi6n
compacta
e
inteligible
de los mismos
supone
deforma-
ciones inevitables.
Ademis,
todo historiador es
hombre de un
tiempo y
de una
ideologia
determinados,
circunstancias desde las cuales mira al
pasado.
Asi es
que
cada historia
refleja
tanto los sucesos
pretrritos
como la mentalidad de su
autor-intrrprete.
Mis
concretamente,
la
historiografia
de
Hispanoambrica
constituye
una
excelente confirmaci6n
de esta
regla general que
acabo de resumir
y
segin
la
cual
muy
pocas
veces se
logra,
en
aquella disciplina,
la
objetividad.
Ha
habido
historias
prohispanistas
e historias
indigenistas
y
estas contrarias versiones de
los acontecimientos
principes
de la historia de
Hispanoamerica
han
legado
a
ser casi inconciliables.
Ms
que
una
historia,
se
ha establecido un debate entre
historiadores,
una
polemica
que
se vincula estrechamente con la
bisqueda
de
la
identidad de
Hispanoamnrica.
Para
ilustrarlo,
s6lo
tenemos
que
referirnos a
la conocida
polkmica
que,
en mitad del
siglo
xvt,
sostienen Las Casas
y
Sep1l-
veda.
En
definitiva,
teniendo en cuenta la
disputa
entre
hispanistas
e
indigenis-
tas
que
esti
presente
en todos los
grandes capitulos
de la historia
hispanoame-
ricana,
nuestra
aproximaci6n argumentativa
al
ensayo
hist6rico de Alfonso
Reyes
no
tiene,
pues,
nada de
extrafio.
1
Visidnde
Andhuac
[1519], O.C.,
t. II:
9-34.
En
adelante
abreviaremos: VA. De
Visi6n
deAndhuac
1519]
existen cinco ediciones
y
traducciones
para
mis
detalles
consuiltese
Alicia
Reyes
1976).
Reyes
elabora el texto en Madrid en
1915,
en
la
primera etapa
(1914-1919)
de
su estanciaen Madrid
1914-1924),
en la
que
se sostiene
exclusivamen-
te de la
pluma,
como
dice
Alicia
Reyes
(1976: 70),
"en
pobrezay
libertad",
durante a
que escribe no
s61o
Visionde Andhuac[1519], sino tambidn Cartonesde
Madrid
y El suici-
da.
(En
la
segunda etapa,
la de
1920
a
1924,
nuestro
autor va a
reintegrarse
al servicio
diplomitico.)
"Anihuac"
ignifica
"junto
l
agua,
cercano al
agua".
Para m~s detalles
sobre
el
origen y
el
significado
del
tnrmino
Anihuac, vrase
Guzmin Betancourt
(ed.)
(1998).
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80
EUGENIA HOUVENAGHEL
RHM,
LV
(2002)
La
clave
de lectura de
Visio6n
e
Andhuac
[1519]
nos es
proporcionada por
el
propio Reyes
al final del texto. En
efecto,
el
proyecto
de la obra se
revela,
exclu-
sivamente,
a la conclusi6n de la
misma,
cuando
el
propio
autor elucida
que
su
objetivo
consiste
en
agudizar
la
conciencia
hist6rica del
lector. 2
Su
intenci6n
consiste,
pues,
en
"interpretar
la
moraleja
de nuestra terrible
faibula
hist6rica".
El
autor
conseguiri
preservar
la tradici6n
hist6rica,
la memoria de los
origenes
indigenas
y
espafioles,
como
algo
que
forma
parte
de la vida
cotidiana,
merced
al
paisaje
americano,
aspecto
que,
ajuicio
de nuestro
ensayista,
se convierte en
el elemento de cohesi6n
por
excelencia
entre,
por
una
parte, el
americano del
siglo
xx
y por
otra,
el
indigena y
el
conquistador
espafiol.4
Efectivamente,
es
el
paisaje el
elemento
que,
presentindose
como nexo de uni6n entre los mexica-
nos
de
hoy y
los
conquistadores
e
indigenas
de
antafio,
puede
unir acordada-
mente
a
los
protagonistas
de diferentes
periodos
hist6ricos.
Mais
concretamente,
Reyes
establece la comuni6n del hombre de
hoy
con
el
conquistador y
el
indigena
de
ayer
merced a un
triple
lazo: el del esfuerzo
comfin
por
dominar la
naturaleza,
el
de la emoci6n
estrtica
ante
el mismo
pai-
saje
y
el de la emoci6n
hist6rica,
como se evidencia en el
siguiente
pasaje:
[...]
nos une con la raza de
ayer,
sin hablar de
sangres,
la comunidad del
esfuerzo
por
domefiar
nuestra naturaleza brava
y fragosa;
esfuerzo
que
es
la base bruta de la historia. Nos une
tambihn
la
comunidad,
mucho mas
profunda,
de la emoci6n cotidiana ante
el
mismo
objeto
natural. El cho-
que
de la sensibilidad
con
el
mismo
mundo
labra,
engendra
un alma
comfin.
Pero cuando no se
aceptara
lo uno
ni
lo otro -ni la obra de la
acci6n comfin, ni la obra de la contemplaci6n comfin-, convengase en
que
la emoci6n hist6rica es
parte
de la vida
actual,
y
sin su
fulgor,
nuestros
valles
y
nuestras montafias serian como un teatro sin luz.
(VA:34)
Inmediatamente,
dentro
del
contexto de la
disputa
hist6rica entre colonia-
listas o
tradicionalistas,
por
un
lado,
y
antiespafiolistas
e
indigenistas, por
otro,
2
El tema de la
importancia de que uno
estfi consciente de su pasado vuelve en el
poema
dramitico de
Alfonso
Reyes
titulado
Ifigenia
cruel,
en el
que
nuestro autor inter-
preta
el conflicto
trigico
en
el
sentido de
que Ifigenia
reclama su herencia de
recuer-
dos pasados y subrayaque ella tiene miedo de sentirse hufrfana de pasado.
S"Carta
a
Antonio Mediz-Bolio"
(1922),
Correo de
America,
Simpatiasy
diferencias
(quinta
serie),
O.C.,
t. IV:
420.
a
El
paisaje
ya
habia
atraido la atenci6n del
joven Reyes,
tal
y
como lo
atestigua
su
trabajo
titulado
"El
paisaje
en la
poesia
mexicana
del siglo
xIx"
(Capitulos
de literatura
mexicana
en
O.C.,
t.
I:
193-245),
redactado
por
e1
para representar
al
Ateneo
en
el
Con-
curso Artistico
y
Cientifico
del
Centenario. En
este
discurso,
trata de desarrollar la
famosa
afirmaci6n de Menendez
Pelayo
que
hacia
del
paisaje
el
fundamento de la
ori-
ginalidad
podtica
americana:
"lo
m~s
original
de la
poesia
americana",
dice
el critico
espafiol,
"es,
en
primer lugar,
la
poesia descriptiva
y,
en
segundo lugar,
la
politica"
(His-
toria
de la
poesia hispanoamericana:
0).
En
el capitulo
dedicado a Vision de Anahuac
[1519]
en
Historia
documentalde mis libros
(O.C.,
t. XXIV:
178-186),
el
propio
autor
subraya
la relaci6n
entre esta obra
y
Vision de Andhuac
[1519],
dado
que aprovechari
algunas
piginas del primero
en
el segundo.
Las mismas
consideraciones,
esto
es,
la idea
de la
importancia del paisaje
en la literatura
hispanoamericana
le Ileva a
tratar,
en su
conferencia leida en las fiestas
del
Centenario,
los
Poemas
risticos
de
ManuelJose
Oth6n
(Capitulos
de literatura
mexicana
en
O.C.,
t.
I:
173-192),
poesia
basada en
el
sentimiento
de
la
naturaleza.
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VISIONDEANAHUAC
1519]
DE ALFONSO
REYES
81l
surge
la
pregunta
de saber si se
puede
unir, asi,
al
conquistador y
al
indigena
merced a la
contemplaci6n
y
a la acci6n
comuin,
sin
privilegiar
de
algin
modo
a uno u otro
grupo.
El
ensayista
no
evita
la
pol6mica,
sino
que
abre
la
conclu-
si6n de su
ensayo
con una declaraci6n
explicita
de su
imparcialidad
frente a la
mencionada discusi6n hist6rica: "no
soy
de los
que
suefian en
perpetuaciones
absurdas de la tradici6n
indigena",
sefiala,
"y
ni
siquiera
ffo demasiado en
per-
petuaciones
de la
espafiola"
(VA: 34).
Sin
embargo,
en la formulaci6n
de su
posici6n "imparcial",
el
lector advierte una resistencia mas fuerte a la
opci6n
indigenista (que
se califica como
"absurda")
que
a la
opci6n hispanista.
Reyes
agrega
que
su texto se
situia
por
encima de esta
oposici6n
de doctrinas hist6ri-
cas,
dado
que
la emoci6n hist6rica
y
la emoci6n
ante el
paisaje
son elementos
neutros
que
ainan
a los
oponentes
de ambos
campos.
En el
anilisis
que
Ilevaremos
a
cabo en
el
presente
estudio,
nos interesare-
mos, fundamentalmente,
por
la
relaci6n
entre
aquel prop6sito persuasivo
y
la
forma del
ensayo.
Anticipamos ya que,
situaci6n
atipica para
el
g~nero ensayis-
tico
que
suele
construirse
mayoritariamente
a
base de discursos
argumentati-
vos
y expositivos,
nos
hallamos ante
un
texto
en el
que
el
predominio
de la
descripci6n
como
tipo
de discurso no ofrece
lugar
a
dudas,
como lo anuncia el
titulo del
ensayo.
Efectivamente,
el titulo
alude, directamente,
a una acci6n
-ver-,
a un
lugar
-el valle de
Anihuac-
y
a un momento hist6rico -1519-.
5
La
asociaci6n de la
descripci6n
con un fin
prictico,
tal
y
como
Reyes
se
propone,
y
su no-reducci6n
a un mero
ornamento
estilistico,
no
debe
sorprendernos
si
tomamos en consideraci6n la linea de
pensamiento
de
la ret6rica latina
clisi-
ca. En este
contexto,
Innocenti
(1994: 357-360)
sostiene
que
la
descripci6n -y
mis concretamente la
descripci6n
viva,
que
Quintiliano
denomina con el t6r-
mino
griego enargeia- contribuye,
en el entender de los autores
latinos,
a la
persuasi6n.
6
Efectivamente,
como dice
Galand-Hallyn
(1991: 307),
"l'enargeia
est
a
la fois
mimesis
et
argument".
Una de
las
primeras
funciones
reconocidas
por
los te6ricos
de la ret6rica
latina es la de
provocar
emociones. En la
Rhetorica
d Herennium
(IV.xxxix.51),
por ejemplo,
la
finalidad de
la
descripci6n
se
halla
en
provocar
piedad
e
indig-
naci6n;
Cicer6n
(De
Inventione
II.xxviii.83)
recomienda
ante
el
tribunal
el uso
de la
descripci6n por parte
de la acusaci6n
para
su narraci6n
del
crimen,
con
el fin de
despertar
la
indignaci6n,
antes
de
culpar
al acusado de
semejante
acto;
en De Partitione
Oratoriae
vi.20)
presenta
la
descriptio,
n tirminos
genera-
les,
como una
t~cnica
que apela
a todos los sentidos del lector
y
que
es
capaz
de
provocar
emociones. La
descripci6n puede
servir,
en
segundo
termino,
para
conferir una
especie
de credibilidad a la narraci6n. Tanto
Quintiliano
(Institutio
Oratoriae
V.ii.123),
como Cicer6n
(De
PartitioneOratoriae
x.39)
sugie-
5
Concha
Melhndez
(1956: 269)
observa
que
en
variasde las
descripciones
que
se
incluyen
en la
ensayfstica
e
Reyes,
icilmente
podrian
moverse
personajes
de
ficci6n.
A modo de
ejemplo,
cita,
entre
otros,
el
ensayo Visidn
e
Andhuac
1519].
6
A
pesar
de los
pasajes
dedicados
a la funci6n
persuasiva
de la
descripci6n
viva,
concluye
Innocenti
(1994:360)
que
la ret6rica atina
clisica
dice
poco
sobre los medios
concretos
y
el
tipo
de
lenguajeque permiten ograr
el efecto de una visualizaci6n
n la
descriptio.
a falta de una
explicaci6n
sistemiticade los medios
t~cnicos
para
ograr
una
descripci6n
viva,
nos
obligari,
para mais
acilidad,
a recurrira los estudios
de Adam
(1989, 1993)
y
Hamon
(1991)
sobre
a
descripci6n.
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82
EUGENIA OUVENAGHEL
RHM,
LV
(2002)
ren
que
la
descripci6n
viva
y
detallada
puede
conducir al
pliblico
a creer
que
los hechos han ocurrido tal
y
como
el
orador los relata.
Asf,
la
descripci6n
con-
fiere
una
especie
de credibilidad a la narraci6n.
Finalmente,
Cicer6n
estipula
(De
Oratoriae
II.liii.202)
que
la
descripci6n
puede
ser utilizada
para amplificar
o enfatizar ciertos
aspectos importantes
del relato. Los fines ret6ricos de la des-
cripci6n pueden, pues,
resumirse en tres
puntos:
el
provocar
emociones,
el
aumentar la
plausibilidad
de la narraci6n o el enfatizar los
pasajes
importantes
del relato.
Cuando me oriento nuevamente hacia la conclusi6n de
Visi6n
de
Anthuac
[1519],
apartado que
da sentido
y
coherencia alas tres
descripciones prece-
dentes,
compruebo que Reyes
no
deja
de hacer alusiones
a la
primera
de
aque-
1las
funciones,
la
emoci6n,
y
a la
experiencia
sensorial,
la
expresi6n
del
poeta
ante la belleza
del
paisaje.
"El
poeta",
dice don
Alfonso,
refiriPndose
a
Keats,
cuya poesia se caracterizajustamente por la sensualidad de sus descripciones,
"ve",
"suefia",
"piensa que
escucha"
y engendra,
mediante su
objeto
de
belleza,
"eternos
goces"
(VA:34).
1.
TRES
DESCRIPCIONES
UBJETIVAS
EL VALLE
El
ensayo
se divide en cuatro
capitulos,
numerados
y provistos
de un
epi-
grafe.
Los tres
primeros
apartados
contienen una
descripci6n
del valle: la
pri-
mera
muestra
el Anmihuac
trav6s de los
ojos
de Alfonso
Reyes;
la
segunda
des-
de el punto de vista de los conquistadores y la tercera a trav6sde la mirada del
indio. Las tres
descripciones
del
valle se ordenan de modo
que
la mirada mis
reciente,
la de Alfonso
Reyes,
abre
el
ensayo
y que
la
visi6n
cronol6gicamente
anterior a
ella,
la
del
conquistador,
le
sigue,
mientras
que
la
descripci6n
del
indigena,
la
que
se
remite
al
momento
hist6rico
mas
distante,
cierra el
ciclo
descriptivo
del
Anihuac.
Nos
hallamos,
pues,
ante una ordenaci6n hist6rica al
rev~s
en
la
que el
lector,
de la mano
del
autor,
se remonta en la historia
siguiendo
el hilo conductor de las
descripciones del
valle.
Desde nuestra
pers-
pectiva, aquel
orden sirve al
prop6sito expresado por el
autor de
agudizar el
sentido de comuni6n
del mexicano moderno
con sus antecesores.
En este sentido, las tres descripciones contenidas en Vision de Andhuac
[1519]
no
pueden
analizarse como
unidades
aut6nomas,
sino
que
adquieren
su
particular
eficacia s6lo si
conseguimos poner
en
relaci6n
las unas con las
otras. En
efecto,
las diferentes focalizaciones
escogidas para
cada
una de las
descripciones
dan
lugar
a
interpretaciones
distintas sobre
el valle,
de manera
que,
examinadas en su
conjunto,
resalta
el subjetivismo
de cada uno de los
pasajes descriptivos.
Distinguimos,
como es
obvio,
la descripci6n objetiva
(fac-
tual,
impersonal)
levada a cabo
por
el
observador cientifico
impasible,
de
la
descripci6n
subjetiva,
a la cual
el
observador
agrega
su
imaginaci6n,
su
reac-
ci6n
emotiva ante
lo
que
ve,
esto
es,
"subjetiviza" a descripci6n
(Adam
1993:
64).
En este ultimo
tipo
de
descripci6n,
los
sentimientos,
tanto del autor como
del
lector, est~in
mplicados
y
adquieren
una
importancia
considerable.
Se
tra-
ta, concretamente,
de no
reproducir
la naturaleza fotogrnificamente,
sino de
modificarla
en sus
detalles
de acuerdo con
el
carnicter
y
la
condici6n
del
prota-
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VISIONDE
ANAHUAC
1519]
DE ALFONSO REYES
83
gonista
de la
descripci6n
y
de hacer
que, justamente,
la
penetre
el
inimo
y
el
sentimiento
que
dominaron al
descriptor
uando estaba
observindola.7
Podemos
ligar
esta
primordialidad
de los sentimientos con un
tipo clisico
de
descripci6n,
conocida como
hipotiposis,que
se
caracteriza,
precisamente,
por
su
capacidad
para
transformar al
lector
en
espectador.
Beristiin
(1988:
138)
observa,
en este
sentido,
que
"si la
pintura
[...]
permite
al
receptor com-
penetrarse
con
la
situaci6n del
testigo presencial,
se
denomina
hipotiposis
o
evidencia
(evidentia)".
8
Segfin
Quintiliano
(De
Institutio Oratoriae
X:
2)
la
hipo-
tiposis
"hacever o
imaginar
visualmente
lo
descrito". Cicer6n
y
Quintiliano
con-
sideran,
adem~is,
y
este
punto
nos interesa
sobremanera,
que
la evidentiano se
limita a hacer visibles
los hechos
descritos,
sino
que tambien provoca,
en el
espiritu
del
lector,
emociones
que
se
pueden comparar
a las vividas
por
los
tes-
tigos
oculares de los hechos descritos
(Adam
1993:
27-28).
Veamos,
a continua-
ci6n,
c6mo
Reyes
lleva a
cabo
la
subjetivizaci6n
de las tres
descripciones
de
nuestro
corpus
de
trabajo.
I)
La
primera
de las
descripciones
puede
definirse,
mis
bien,
como una
meditaci6n,
caracterizada
por
libres
asociaciones,
acerca del valle de Andhuac.
La focalizaci6n se
atribuye
a un
"nosotros",
en el
que quedarfan
incluidos tan-
to el autor como el lector. He
aquf
algunos
fragmentos
en los
que
la
mirada,
a
trav6s de los
ojos
de
ese
"nosotros",
se manifiesta de manera
explicita:
"det~n-
ganse aquf
[en
este
paisaje]
nuestros
ojos"
(VA: 14);
"esas
plantas protegidas
de
puias
nos anuncian
que aquella
naturaleza no
es,
como
la del
sur
o las
costas,
abundante en
jugos
y
vahos nutritivos"
(VA: 14);
"todo ello
[la
vegetaci6n
del
valle]
nos
aparece
como una
flora
emblemitica"
(VA: 14);
"la selva
virgen
es un
horno
genitor
[...]
donde nuestro inimo
naufraga
en emanaciones
embriaga-
doras"
(VA: 17).
Parece
que
el uso del "nosotros"
implica
una invitaci6n
al lec-
tor a
ver, efectivamente,
la naturaleza
descrita,
incluy~ndose
en un mismo
pro-
nombre con
el
yo-autor.
Son varios los indicios
que apuntan
a
que
ese "nosotros"
que contempla
el
valle de
Mexico lo hace desde
un
punto
de vista mexicano
y, por
tanto,
lo con-
sidera como un
paisaje
propio,
como una naturaleza
que
le
pertenece:
"nuestra
naturaleza tiene dos
aspectos opuestos"
(VA: 15),
9
"les
sorprenderiamos
a
los
europeos/espafioles]
hablandoles
de una Castilla americana
mis alta
que
la de
ellos,
mis armoniosa"
(VA: 15),
"en estos
derroches
de
fuego y
suefio
[la
selva
virgen]
nos
superan
seguramente
otras
regiones
meridionales",
"lo
nuestro,
o
de
Anihuac,
es cosa
mejor y
mSis
t6nica"
(VA: 16),
"la visi6n mas
propia
de
nuestranaturaleza esti en las
regiones
de la mesa central"
(VA: 16).
Cuando
profundizamos
mis en el
subjetivismo
de la
primera descripci6n,
reconocemos varios
aspectos
de la
biograffa
y
de los intereses del
propio
Reyes.
7
Nada mis
alejada
de la
hipotiposis,ues, que
la
descripci6nestereotipada
y
artifi-
cial,
salpicada,por doquier,
de
previsibles
banales
epitetos.
Viase Hamon 1991:
34-37,
Adam 1993:
22-25.
8
Otros t6rminosde la ret6rica
para
indicar este
tipo
de
descripci6n
son
ekphrasis
(exponer,poner
bajo
los
ojos,
mostrar n
detalle)
o
enargeia
dar
a
percibirpor
los sen-
tidos) (Adam
1993:
27-28;
Hamon 1991:
7-9).
9 Visi6n
e
Andhuac,O.C.,
t.
II:
15.
El
subrayado
s nuestro en
esta cita
y
en las tres
siguientes
citas.
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7/23/2019 Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes-Eugenia Houvenaghel
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84 EUGENIA HOUVENAGHEL
RHM,
LV
(2002)
Citemos,
sin ir mis
lejos,
la
comparaci6n
del valle con la meseta
castellana
(no
olvidemos
que
Reyes
evoca el Anihuac
desde
el
exilio
espafiol);
el
juicio
criti-
co del Porfiriato
y
de la
Revoluci6n;
la
menci6n de
Juan
Ruiz de
Alarc6n,
otro
mexicano
alejado
de su
patria,
que
revive el drama de la desecaci6n del valle
en su obra El
semejante
si mismo.
Asi,
Ilegamos
al elemento
que
mis Ilama la
atenci6n en la
descripci6n
de
don Alfonso: la
evaluaci6n,
desde la
actualidad,
del
trabajo
de
desecaci6n del
valle
que
abarca "desde el
afio
de 1449
hasta
el
afio de 1900"
(VA:
14)
y que
ha
sido obra de
indios,
espafioles
y
mestizos:
empresa
de la
monarqufa
indigena,
del virreinato
espafiol
y
del
porfiriato.
Este
esfuerzo
comfin
para
secar el valle
constituiri
un
argumento
en favor de la tesis sostenida
por
el
ensayista
de
que
es el
paisaje
el
elemento
que
une al
mexicano moderno con
el
indigena y
el
conquistador
de
antaiio. "Nos une con la raza de
ayer",
sostiene
Reyes
en la
iltima
pigina
de
Visi6n
de
Andhuac
[1519],
"la comunidad del
esfuerzo
por
domefiar
nuestra naturaleza brava
y
fragosa;
esfuerzo
que
es la base bruta de la
historia"
(VA:
34).
Esta
perspectiva
del
autor,
segfin
la
cual
indios,
espafioles
y
mestizos estarian estrechamente vinculados
por
una misma
naturaleza,
incide,
de manera
directa,
en la
descripci6n
del
paisaje
ofrecida
por Reyes y
es tal
la
importancia
de esta idea
que
se
re-formula, sucesivamente,
de
tres maneras
distintas:
-
Tres
razashan
trabajado
n ella
[la
desecaci6ndel
valle]
y
casi tres civili-
zaciones
[...]
-
Tres
regimenes
mon~irquicos
...]
son
aqui
ejemplo
de c6mo crece
y
se
corrigela obra del Estado,ante las mismasamenazasde la naturaleza la
mismatierra
que
cavar.
-
De
Netzahualc6yotl
l
segundo
Luis de
Velasco,
y
de iste a Porfirio
Diaz,
parece
correr
a
consigna
de secar a tierra.
(VA:15)
No conforme con
ello,
de
nuevo,
Reyes
considera necesario
vincular,
expresamente,
al
mexicano moderno con la lucha del indio contra la naturale-
za
y
asi lo
hace saber
al
sefialar
que
"nuestro
siglo
nos encontr6
todavia echan-
do la
iltima
palada
y
abriendo la
filtima
zanja"
(VA: 15).
No
podemos
cerrar el
par6ntesis
sobre
aquel episodio
de la
desecaci6n del
valle sin mencionar que el ensayista subraya, continuamente, el prolongado
esfuerzo de las tres razas
por
dominar la naturaleza mediante
figuras
de anima-
ci6n e
hipailages.
"Semejante
al
espiritu
de sus
desastres,
el
agua
vengativa espia-
ba de cerca la ciudad"
(VA: 15),
10
escribe
Reyes, atribuyendo
una cualidad
y
una
acci6n humanas
a
este rebelde elemento de la naturaleza. En esta misma
linea de
pensamiento,
Reyes
prosigue,
indicando
que
el
agua
"turbabaos sue-
fios
de
aquel
pueblo
gracioso
y
cruel"
y
"acechaba,
con
ojo
azul,
sus
torres
valientes"
VA: 15).
Los
irboles,
escribe,
"erizan sus
garfios
las
garras vegetales,
defendiendose de la
seca"
(VA: 16)
y
"los mismos colores se
ahogan"
(VA: 16).
Estas
figuras,
como
explica
Adam
(1993:
90),
son
susceptibles
de transformar
lo que seria una c~mara cinematogrifica en una mirada humanizada, esto es,
de introducir
subjetividad
en una
descripci6n.
De
hecho,
mediante
tropos
1o Visi6n eAnahuac, .C.,t. II: 15.
El
subrayado s
nuestro,aquiyen
la cita
siguiente.
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7/23/2019 Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes-Eugenia Houvenaghel
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VISIONDE
ANAHUAC
1519]
DE ALFONSO
REYES
85
como las
hipilages,
las
personificaciones,
los similes o las metiforas
es
posible
transmitir al lector una
profunda
emoci6n ante
lo
descrito
y sugerir
un
paisaje
que subyuga
a
quien lo contempla.
II)
Nos
centraremos,
ahora,
en la
segunda
de las
descripciones
alas
que
hemos aludido
anteriormente
y cuya
focalizaci6n,
record~moslo,
se atribufa a
los cronistas
de Indias.
Esta
descripci6n pretende
transmitir la
impresi6n que
la
contemplaci6n
de la
ciudad azteca
(con
su
templo,
su
plaza
del mercado
y
sus casas
del
emperador)
causa en ellos. Vemos c6mo
Reyes logra
plasmar
la
escena
con notable
plasticidad:
"los hombres de
Cortes",
cuenta,
"se asomaron
sobre
aquel
orbe
de
sonoridad
y fulgores" y
"a sus
pies
[...]
se
extendfa
la
pin-
toresca ciudad"
(VA: 17).
A
lo
largo
del
apartado,
el
ensayista
suele
destacar,
explicitamente,
las
percepciones
sensoriales de estos
testigos
sefialando,
por
ejemplo, que
los
soldados de
Cortes "pasearon [...]
la
amplia y
meditabunda
mirada
espiritual"
sobre el
paisaje
del
valle,
que
"oyeron
la voz del
ave"
y que
"hasta ellos
llegaba
-ululando- la
queja
de la chirimia"
(VA: 17).
Reyes
alude a
las
percepciones
visuales
y
olfativas de los
exploradores,
al
tiempo que subraya
tambien
su emoci6n
y
turbaci6n frente a ese
pedazo
de vida
que
se
despliega
ante sus
ojos:
En
pintoresco
atolondramiento,
l
conquistador
va
y
viene
por
las calles
de
la
feria,
y
conserva
de sus recuerdos a emoci6n de un raro
y palpitante
caos;
as formasse
funden entre
sf;
estallanen cohete los
colores;
el
apeti-
to
despierta
al olor
picante
de las
yerbasy
las
especias.
(VA:
2)
En
ocasiones,
el
ensayista
mexicano
opta
por
aludir a otras
percepciones
de los sentidos:
"seven
unas
moles en
figura
de culebras asidas"
(VA: 20),
"de
la
altura,
puede
contemplarse
odo el
panorama
chinesco"
(VA: 19),
"6yense
unos
dulces
chasquidos"
(VA: 18),
"el
tambor de
piel
de
serpiente
[...]
deja oira
dos
leguas
su
finebre
retumbo"
(VA:
19).
El texto esti
salpicado
de numerosos
ejemplos
en los
que
se
sugieren
acciones como
ofr,
ver, oler,
saborear
y
de los
que
nos limitaremos a
citar, s6lo,
unos
cuantos,
habida cuenta de las limitacio-
nes de
espacio
alas
que
nos vemos sometidos: "a un fuerte
silbido",
escribe
Reyes, "rompen
a sonar
los
tambores"
(VA: 25);
"el
agua,
rezumando,
gorgori-
tea en los
bficaros
olorosos"
(VA: 22),
"van
y
vienen
las
tinicas
de
algod6n
rojas,
doradas,
recamadas,
negras y
blancas,
con
ruedas de
plumas superpues-
tas o
figuras pintadas"
(VA: 19),
"hay
cafiutos
de olores con
liquidimbar,
Ilenos
de tabaco"
(VA:21),
"[hay]
miel de
caria
y
mafz,
tan untuosa
y
dulce como la de
azuicar" VA:21).
Estas
percepciones
sensoriales -en
combinaci6n, obviamente,
con el
deta-
Ilismo de la
descripci6n,
la
sugesti6n y
la acumulaci6n de los
epitetos-
invitan
al lector a
pasar por
alto
que
d1
se encuentra al
margen
del texto
y
a olvidar
que
los observadores son
otros,
para,
asi,
unirse a los
presentes
en el valle de
Anahuac
en
pleno siglo xvI y vivir,
con toda
intensidad, lo que
se
esti
descri-
biendo. Esta invitaci6n
y
este
privilegio
de sentirse un
personaje
mas se torna
mis
explicito
incluso,
cuando
Reyes sugiere que
"hemosde
imaginarlo
[a
Mocte-
zuma]
cuando se adelanta
a recibir a
Cortes,
apoyado
en brazos de dos sefio-
res,
a
pie
y por
mitad de una ancha calle"
(VA:
25).
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7/23/2019 Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes-Eugenia Houvenaghel
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86
EUGENIA HOUVENAGHEL
RHM,
LV
(2002)
Las constantes alusiones a los observadores "reales" de la escena narrada
harnin
que
el lector dificilmente
pueda
olvidarse del valor hist6rico de los testi-
monios
que
esti
leyendo.
A lo
largo
del
apartado
II,
el
ensayista
mexicano
recuerda,
regularmente,
la
procedencia
hist6rica del
pasaje
en
cuesti6n,
por
medio de inserciones del
tipo
"declara G6mara" (VA: 23), "afirma Cortis"
(VA:19),
"dice Cortis"
(VA:20),
"dice
Bernal
Diaz"
(VA:22),
"afiade
Cortds"
VA:
25),
"nota Cort-s"
(VA:25),
"recuerda Bernal Diaz"
(VA: 24)...,
interpolaciones
que
se
distinguen
gruificamente
de la
descripci6n
propiamente
dicha,
por
medio de
guiones.
El
capitulo,
adem~s,
abunda en
referencias
a citas
tomadas,
sobre
todo,
de la
segunda
Carta
de
Relaci6n
de
Hernan
Cort-s
(1985: 131-141),
pero
tambien,
aunque
con menor
frecuencia,
del
capitulo
XCII de la Historia
Verdaderae Bernal Diaz del Castillo
(1992: 221-228).
Asi
pues,
no debe
sorprendernos
el
profundo
interns
del
autor por
subra-
yar,
justamente,
en su
glosa
de estos testimonios
hist6ricos,
la fascinaci6n
que
dichos observadores del
siglo
xvI
sentirfan ante la
contemplaci6n
del valle de
Anihuac.
Reyes
no
deja
de recordar
que
estos
personajes
han sido
observado-
res sobremanera
privilegiados,
en tanto en cuanto se trata de
extranjeros para
quienes
el Nuevo Mundo se abria a ellos en
especticulo
desconocido
y
que,
por
esta
misma
raz6n,
permanecieron
"extiticos"
(VA:
17)
ante
el
fabuloso
y
sobrecogedor aspecto
que
esa naturaleza les ofrecia.
Cortes,
explica
nuestro
ensayista,
tiene el
privilegio
de observar el
Nuevo
Mundo
"en envidiable hora
de asombro"
(VA: 17)
y
el comentario de Bernal Diaz
revela,
por
su
parte,
"el
entusiasmo
con
que
los
conquistadores
consideraron el artifice indio"
(VA:
23).
No es de
extrafiar,
pues,
que
su retrato
resulte,
por
ratos,
y
como
evalhia
Alfonso
Reyes,
"acentuado
por
la
sorpresa, exagerado
a veces"
(VA:
13).
Este asombro se
manifiesta, estilisticamente,
a travis de
hip6rboles, adjeti-
vos,
superlativos
e
imigenes que subrayan
la
grandeza
del
espect-culo.
Las
hiperboles,
como es
natural,
subrayan
el hechizo
que
la civilizaci6n
de
los
indf-
genas ejerce
sobre el observador reci6n
Ilegado;
en
ocasiones,
don
Alfonso
inserta
alguna
reflexi6n critica sobre la
exageraci6n
de estas
descripciones
como en
aquella
narraci6n en la
que
se cuenta
como "discurren
por
ella
[la
plaza mayor]
diariamente
-quiere
[Cort6s]
hacernos creer- sesenta mil
hom-
bres cuando
menos"
(VA:
20).
A
travds
de las numerosas
comparaciones
con
elementos
que
resultan tan familiares
para
la
Europa
de
aquel
entonces
y
en
las
que
el
aspecto
mexicano se
revela,
siempre,
como
superior,
se
percibe
el
asombro de los
protagonistas
del relato: "esta
plaza
principal
est~i
rodeada
de
portales, y
es
igual
a
dos de
Salamancd'
(VA:
20);
el maiz en
grano y
el
pan
del
Anihuac es
"superior
l de
las Islas
conocidas
y
Tierra Firme"
(VA: 21);
"tres
indios
hay
en
la
ciudad de
Mixico tan
primos
en su
oficio
de entalladores
pintores,que
se dicen Marcosde
Aquino
y
Juan
de
la
Cruz
y
el
Crespillo,que
si
fueran
en
tiempo
de
aquel
antiguo y afamado
Apeles
y
de
Miguel
Angel
o
Berruguete,que
son
de
nuestros
tiempos,
es
pusieran
en
nuimero
ellos"
VA: 23);
estas mieles de
maguey y
de
carlia
de
maiz,
escribe
Cortes,
son
"imejores
que
el
arrope "
(VA: 21);
Bernal Diaz
comenta
que
"el
zumbar
y
ruido de la
plaza
[...]
asombra a
los mismos
que
han estado en
Constantinopla y
en
Roma"
(VA:
22).
Mas
adelante,
leemos
que
"en mitad de la
laguna
salada se asienta la metr6-
poli,
como una
inmensa
flor
de
piedra"
(VA:
18),
"se han hecho
rodar moles
gigantescas"
VA:
19),
"hay
calles
para
la
caza,
donde se encuentran
todas las
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7/23/2019 Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes-Eugenia Houvenaghel
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VISIONDE
NAHUAC
1519]
DEALFONSO EYES
87
aves
que
congrega
la variedad de los climas
mexicanos"
(VA:
20),
"[hay]
el
jar-
din
artificial
de
tapices y
de
tejidos"
(VA: 22),
"se desborda del azafate todo el
paraiso
de la fruta"
(VA:
22)...
Finalmente,
mencionemos un
pasaje
del cronista
G6mara en
el que
se trata de la
paciencia y
el sentido de la
perfecci6n
de los
artesanos
y que
resulta,
por
lo demis, extremadamente
hiperb61ico:
Lo
m~s lindo
de la
plaza
-declara
G6mara-
esta en
las
obras
de
oro
y plu-
ma,
de
que
contrahacen
cualquier
cosa
y
color.
Y
son los indios tan oficia-
les
desto,
que
hacen
de
pluma
una
mariposa,
un
animal,
un
airbol,
una
rosa,
as
flores,
las
yerbasy pefias,
tan
al
propio
que
parece
o mismo
que
o
esti
vivo
o
natural.
Y
aconticeles
no
comer
en todo
un
dia,
poniendo,
qui-
tando
y
asentando a
pluma,y
mirando
a una
parte y
otra,
al
sol,
a la som-
bra,
a
la
vislumbre,
por
ver si dice
mejor
a
pelo
o
contrapelo,
o al
travis,
de la
haz
o del
enves;
y,
en
fin,
no la
dejan
de las
manos
hasta
ponerla
en
toda
perfecci6n.
(VA: 3)
III)
Por
lo
que
se refiere
a
la tercera
descripci6n
del
valle,
eso
es,
la
que
se
realiza
desde el
punto
de vista
del
indigena,
hemos de destacar la
presencia
de
un
poema descriptivo
traducido de la
lengua nihuatl,
titulado
Ninoyolnonotza,
que cumple
la misma funci6n
que
los
fragmentos
en
prosa
de los
apartados
I
y
II.
Se
trata
de un
diilogo
entre el
poeta y
la
naturaleza,
en el
que
aquel
pre-
gunta
alas
mariposas y
las
aves
d6nde
puede
encontrar
aquellas
bellas
flores,
para,
finalmente,
legar
hasta un f6rtil
valle
en
el
que
encuentra lo
que
tanto
afioraba.
Asimismo,
es
posible
reconocer un
paralelismo
entre las
flores,
reco-
gidas por el poeta y
ofrecidas a sus
amigos y
a los
nobles, y
los
poemas que el
poeta
ofrece a
los
mismos.
En su comentario al
respecto
de estos
versos,
el
ensayista
destaca
la
"volup-
tuosidad"
y riqueza
de "sabores de sentido"
del
cantar. Cabe
mencionar,
asimis-
mo,
una
invitaci6n
dirigida
al lector con
el
fin de
que
6ste
evoque,
visual
y
auditivamente,
la
recitaci6n del poema:
"Podemos
imaginar que",
escribe
Reyes
"en una rudimental acci6n
dramitica,
el
cantor
[del
poema Ninoyolnonotza]
distribufa
flores
entre los
comensales,
a medida
que
la letra lo iba dictando"
(VA: 32).
En este contexto de excitaci6n
sensorial,
es evidente
que
el
prodigio
de la naturaleza no ha de
dejar
indiferente al
indigena;
en
efecto,
el
yo-poeta
de
Ninoyolnonotza, egin
el
comentario de
don
Alfonso,
"quisiera
ahogarse
de
placer" y
"llora
de
alegria"
(VA:32)
ante su belleza
y,
al final del
cantar,
destaca
Reyes,
el yo-lfrico
solloza ante
el
recuerdo del valle.
Al
margen
de los comentarios vertidos
por
el
propio ensayista,
tambidn
la
construcci6n
y el
estilo de la
descripci6n ponen
de relieve la fascinaci6n
que
el
valle
de Anthuac
ejerce
sobre
el
indigena.
El
poeta, que
esti
buscando un
lugar
donde
pueda recoger flores,
dirige
sus
preguntas
a la naturaleza: "ima-
ginaos que
interrogo
al brillante
pijaro
zumbador,
trdmula
esmeralda;
imagi-
naos
que interrogo
a la
amarilla
mariposa:
ellos
me
dinin
que
saben
d6nde
se
producen
las bellas
y fragantes
flores"
(VA: 31).
Esta
figura
de animaci6n es
la
mis
habitual
en
el
poema; en
efecto,
los
interpelados responden
alas
pregun-
tas
del
yo-poeta
como si
fueran seres
humanos
y
lo conducen al
maravilloso
y
florido paraje que el poeta
esti buscando
y que,
no
podfa
ser de otro
modo,
se
encuentra en
el propio
valle de
Anihuac.
El
poeta queda
hechizado
por
la
grandiosidad del valle,
que
es descrito
por
medio de
adjetivos,
imigenes
y
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88
EUGENIA
OUVENAGHEL
RHM,
LV
(2002)
exclamaciones
que
no
hacen sino
poner
de relieve el entusiasmo
que
se ha
apoderado
del cantor: "el
f~rtil
sitio de un
valle,
sitio floreciente donde el
rocio se difunde con brillante
esplendor"
(VA:
31);
"iSi
algunos
de nuestro
pueblo
entrasen
aquf
iSi
muchos de los nuestros estuviesen
aquf "
(VA:
31-
32).
Hemos
visto,
pues,
c6mo cada
descripci6n subraya
distintos elementos
del
valle,
precisamente,
los
que
mis
impresionan
o
importan
al
protagonista
del
pasaje descriptivo.
Asf,
en la
descripci6n
realizada
por
el
indigena, predomina
la exaltaci6n de las
flores
del
valle;
en la de los cronistas de
Indias,
el asombro
ante
un
espect~culo jamis imaginado y, por
fin,
en la del
yo-autor,
el
trabajo
comin
y
secular
para
dominar las fuerzas del
agua
en el valle.
Cada
descrip-
ci6n,
pues,
recoge
diferentes miradas sobre el
valle,
cada
pasaje
escoge
sus
pro-
pios
acentos,
cada uno de los textos esti determinado
por
la
subjetividad
de
quien guia
la
pluma que
los escribe. No resulta
extrafio,
por
tanto,
que,
en
estas
descripciones,
la emoci6n de los diferentes observadores ante la civiliza-
ci6n
y
la naturaleza del valle se
torne
una constante sobre la
que Reyes
no
deja
de
insistir,
una emoci6n a la
que Reyes
da
cuerpo,
bien
estilisticamente,
bien
en su
glosa
sobre los diversos
pasajes descriptivos.
Efectivamente,
Reyes
acostumbra a
invitar,
explicitamente,
al lector a ima-
ginar,
visualmente,
lo
descrito,
para
lo cual
inserta,
con
frecuencia,
verbos de
percepci6n
sensorial o
expresiones
que
estimulen los sentidos
visual,
auditivo
u olfativo de ese lector. Asi es
que,
en la
primera
de las
descripciones
del
valle,
el lector
queda
incluido,
junto
con el observador del
siglo
xx,
en ese
"nos-
otros";
en la
segunda descripci6n,
la
identificaci6n se
produce
con los cronis-
tas de
Indias,
narradores
con
los
que
el lector
compartiri
el
asombro
y
la fasci-
naci6n ante ese Nuevo Mundo
que
se abre ante sus
ojos
en el
siglo
xvI;
finalmente,
en la
tercera,
su mirada se
cruzari
con otra
todavia
anterior,
la del
indigena y, juntos, cantar~in
a belleza
del valle florido.
Es
asi c6mo la
lectura
de
las
descripciones
se convierte
en
una invitaci6n
al
lector moderno
para
dejarse penetrar por
las
impresiones y
los sentimientos de los observadores
anteriores del
valley
a entrar en comuni6n con
aquellos protagonistas
de la
historia,
merced a
la
contemplaci6n
del mismo
paisaje.
2.
LA AUTENTICIDADDE LASDESCRIPCIONES
Tras
haber
examinado
las tres
descripciones
del valle
propiamente
dichas,
cabe observar
que
estin
provistas
de un
marco
introductorio,
a
traves
del cual
el
sujeto
de la enunciaci6n comenta e
informa,
tomando 61 olo la
palabra,
en
un discurso
expositivo-argumentativo.
Los
marcos introductorios determinan
los
pasajes descriptivos
del
ensayo,
en tanto
que
son ellos los
que
responden
a
la
pregunta
-bastante
previsible, por
cierto- de
por qu6
uno ha de
interesarse
por
su lectura. La
respuesta
es,
en los tres
casos,
una
exposici6n
hist6rica. Vea-
mos,
con mis
detalle,
cumiles
on, exactamente,
esos textos
preliminares.
En el texto
que
introduce la
primera descripci6n (apartado
I),
el
ensayista
esboza
la
evoluci6n de la
historiograffa
a lo
largo
del
siglo
xvi
y
la influencia
que,
en su
desarrollo,
ha
ejercido
el Descubrimiento de tierras
desconocidas,
al
tiempo
que
subraya
la
importancia
de
los elementos
descriptivos
a la hora
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VISIONDE
ANAHUAC
1519]
DE ALFONSO REYES
89
de
fijar por
escrito
estos
acontecimientos.
En
este
sentido,
Reyes explica que
"la
historia,
obligada
a descubrir nuevos
mundos,
se desborda del cauce
clisi-
co,
y
entonces
el
hecho
politico
cede
el
puesto
a los discursos
etnogrificos
y
a
la
pintura
de civilizaciones"
(VA: 13)
y
cita, concretamente,
la
recopilaci6n
Delle
Navigationi
et
Viaggi,
de G. B. Ramusio (Venecia, 1550). Tras esta introducci6n
que
sitiia,
hist6rica
y
culturalmente,
la
descripci6n
de
Amnrica por parte
de
los
cronistas de
Indias,
Reyes
se
aproxima, por
medio de breves referencias a
varias
descripciones
incluidas en las
estampas
de
Ramusio,
al tema central de
su
ensayo:
la
descripci6n
del valle de
Anihuac
a la
que,
tambi~n,
existen refe-
rencias
en la
obra
del italiano. Asi es
que
el
autor vincula
la
descripci6n
subsi-
guiente
del
valle,
que
debe atribuirse al
propio
Reyes, quien,
naturalmente,
contempla el
paisaje
desde
su
punto
de vista de mexicano
del
siglo
xx,
con la
historiograffa.
Al
final del
primer capitulo, Reyes
se remonta
en
el
tiempo para explicar
que,
en
aquel
valle de Andhuac,
que
acaba de
pintar,
se estableci6 una ciudad
cuyo poder
y
esplendor
acabarian
por
convertirla en un
imperio y
al mando
de la cual se situ6 Moctezuma.
A
continuaci6n,
introduce en escena a los
pro-
tagonistas
de la
que
seri
la
segunda descripci6n del ensayo,
los soldados de
Hernin
Cortes.
El
fragmento que
antecede a la mencionada
descripci6n
cons-
tituye, pues,
una 'escenificaci6n'
hist6rica de
la
contemplaci6n del valle mexi-
cano.
Asimismo,
don Alfonso
fija, hist6ricamente y
con
precisi6n,
este
segundo
pasaje descriptivo.
La tercera
parte
del ensayo,
en la
que
el
paisaje
se describe a trav6s de la
mirada
del indigena, empieza, significativamente,
con
una referencia a los cro-
nistas,
sefialando
que
"si en todas las manifestaciones
de la
vida
indigena
la
naturaleza
desempefi6
funci6n tan
importante
como la
que
revelan los relatos
del conquistador;
[la
flor y el paisaje] tampoco podian
faltar en la
poesia
[indf-
gena]"
(VA: 28).
Significativamente,
decimos,
porque Reyes
tiene,
sin
lugar
a
dudas,
mis confianza en la autenticidad de las fuentes de
Cortes
y
Bernal Diaz
del
Castillo
que
en la fidelidad de los textos
po6ticos
de los
indigenas.
El ensa-
yista
informa,
a
este
respecto,
de
que
la
poesia
indigena
mexicana se ha
perdi-
do en su
mayor parte
y que
nuestro conocimiento de la
poesia
indigena
se
reduce
a
conjeturas,
a
ingenuos
relatos conservados
por
misioneros,
"gente
apost61ica y
sencilla,
de mis
piedad que imaginaci6n" (VA:
30),
que poco
o
nada entendian
del
sentido de
lo que
estaban
transcribiendo. En la misma
linea
de
pensamiento
y
tras haber citado
Ninoyolnonotza,
nuestro
ensayista
comenta
que
"la
parte
final
[del
cantar]
decae sensiblemente,
y
es
quizi
aque-
hla
en
que el misionero
espafiol
puso
mis la mano"
(VA: 32),
comentario,
por
cierto,
que
recuerda
la autenticidad relativa
del
documento.
En otros articulos
y ensayos, el
autor mantiene
el
mismo
concepto
de la
poesia
indigena:
ha
dejado
de existir
y
ha
llegado
a nosotros
como una heren-
cia
fragmentada e incompleta.
En Letras de
la
Nueva
Espaiia,
habla,
por ejem-
plo,
de las
"reliquias"
"
que
la
poesia
indigena
ha
dejado.
En
su "Discurso
por
Virgilio", sefiala: "no tenemos una representaci6n moral del mundo precorte-
siano,
sino
s61o
una
visi6n
fragmentaria,
sin mis valor
que el que
inspiran
la
"
Letras e
a
Nueva
Espaia,
O.C.,
t. XII:
284.
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90 EUGENIA
HOUVENAGHEL
RHM,
LV
(2002)
curiosidad,
la
arqueologia:
un
pasado
absoluto".
2 En
sintesis,
para
Alfonso
Reyes,
lo
aut6ctono es "un enorme
yacimiento
de
materia
prima,
de
objetos,
formas,
colores
y
sonidos,
que
necesitan ser
incorporados y
disueltos en el flui-
do de una cultura
[la latina],
1
a la
que
comunique
su condimento
de
abiga-
rrada
y gustosa especierfa".
14
Reyes
subraya
-especialmente
en
lo
que
a la
poe-
sia
se refiere- la escasez
y
la defectuosidad del material
disponible,
factores
que
dificultan,
enormemente,
la formaci6n de una
imagen completa y equili-
brada
de
aquella
civilizaci6n.
En
definitiva,
la idea de
fragmentaci6n
e insufi-
ciencia sobre la herencia cultural de los
pueblos precolombinos
se
encuentra
en
las observaciones de Alfonso
Reyes
como un
argumento
en
contra de
quie-
nes defienden un
regreso
a
la tradici6n
indigena
dentro del marco de la
buis-
queda
de una identidad americana.
Volviendo sobre el
marco
introductorio de la tercera
descripci6n
que
nos
ocupa, comprobamos que
Alfonso
Reyes sigue poniendo
en tela
de
juicio
la
autenticidad
del
poema que
va a
citar,
refiriendo
que
la
poesia indigena
ha
sido
restaurada a
posteriori, y
conservada
defectuosamente,
debido a un
siste-
ma de escritura
y
al
periodo
de
prohibici6n bajo
la
autoridad
eclesiistica.
Aho-
ra,
merced a la labor
posterior
de
investigadores
como Le6n
Portilla,
sabemos
no
s61o
que podemos
tener mis
confianza
en la
autenticidad de la
poesia
indf-
gena
(mediante
un sistema de anotaci6n
distinto
y
una
transmisi6n oral siste-
mitica,
como
parte
de la
ensefianza en los
templos)
sino
tambien
que aquella
tradici6n oral de la creatividad literaria
indigena
se ha
mantenido viva a lo lar-
go
de la
etapa
colonial,
el
periodo independiente
e incluso hasta en
la actuali-
dad.
15
Por lo que se refiere a la conservaci6n de los poemas por los misione-
ros,
lejos
de ser
tan
dudosa como
Reyes
sugiere,
Le6n Portilla
destaca
que
los
m6todos de un
Sahagfin,
entre
otros,
en la transmisi6n de
los Himnos de
los dio-
ses o los
Cantares
Mexicanos,
ueron
sorprendentemente profesionales
y dignos
de
confianza. "Con
un sentido critico
poco
comfin
en esa
epoca",
indica Le6n
Portilla,
"Sahagfin
repiti6
varias veces su
investigaci6n,
pasado,
como
e1
dice,
por
un
triple
cedazo, l material
recogido,
hasta estar cierto de su autenticidad"
(1989: 16).
En
definitiva,
podemos
establecer un contraste entre la
motivaci6n
hist6ri-
ca de la
segunda y
tercera
descripciones
de
Visi6n
de
Andhuac
[1519],
que
ten-
dri repercusiones
en
la
lectura de
aquellos pasajes.
La
insistencia
en
la autenti-
cidad
y
la
sugerencia
de la
integridad
de la
descripci6n
de los cronistas no s6lo
despiertan
el
interns
del
lector,
sino
que
tambien
condicionan la lectura de los
pasajes descriptivos,
como
aut~nticos
documentos
hist6ricos de
gran
valor tes-
timonial. La
visi6n de los
indigenas
sobre su
propia
naturaleza,
en
cambio,
no
12 "Discurso
por Virgilio", Tentativas
orientaciones,O.C., t. XI: 161.
13
Esta
culturaque, a los ojos de
nuestro
autor,supera,con
mucho, en
importancia
a la
indigena,
es la
latina:
"Y
mientrasestas
pricticas
[los
sacrificios
humanos]
no sean
aceptadas
ni
la
interpretaci6n
de la
vida
que
ellas
suponen-
no debemos
engaiiarnos
mis
ni
perturbar
la
gente
con
charlatanerfas
erniciosas:
l
espiritu
mexicano
esti
en
el color que el agualatinaadquiri6aqui,en nuestracasa,al correr durante tressiglos
lamiendo as
arcillas
ojas
de
nuestrosuelo"
("Discurso
or Virgilio",
Tentativasorienta-
ciones,
O.C.,
t.
XI:
161).
14
"Discurso
por
Virgilio",
Tentativas
orientaciones,
.C.,
t. XI: 161.
15
Reyes,
recordemoslo,
scribesu
ensayo
en 1915.
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VISIONDE
ANAHUAC
1519]
DE
ALFONSO
REYES
91
merece la misma
confianza
de
Reyes,
actitud
que
determina la lectura del
reflejo
del
paisaje
en la
poesia indigena,
como si de un testimonio mas dudoso
y
menos valioso se
tratara.
3. CONCLUSIONES
Si
repasamos
los
resultados
de
este breve analisis de
Visi6n
de
Andhuac
[1519],
conviene
detenerse,
primero,
sobre el hecho
de
que
el
ensayista haya
optado justamente por
convertir la
descripci6n
-modo de enunciaci6n
que
reclama una
respuesta
emocional,
maginativa,
creativa-
en
el elemento central
de su texto.
Reyes
recalca,
y muy
explicitamente,
la
descripci6n
como un
modo de enunciaci6n
clave
en el
ensayo que
nos interesa.
16
Observamos,
por
ejemplo,
que
los
fragmentos
que
sirven como
introducci6n
a
los
pasajes
des-
criptivos
del
ensayo guian
la lectura de
6stos,
al
tiempo que
motivan o
justifi-
can
la inserci6n
de los mismos
y ponen
de relieve la viabilidad del modo de
enunciaci6n
descriptivo.
No cabe duda de
que
las
descripciones
constituyen
la
parte
esencial de
Visi6n
de Anahuac
[1519]
y,
de
hecho,
las
exposiciones
hist6ricas estin al servi-
cio de
aqudllas,
de modo
que
dichas
exposiciones
hist6ricas
se convierten
en
marcos introductorios
que
giran, por
entero,
en torno a los
pasajes
descripti-
vos anteriores o
subsiguientes.
Las
descripciones,
la variedad de
perspectivas
y
la
versatilidad
expresiva
de
6stas
a la hora de
poner
el acento en distintas
expe-
riencias
sensoriales
y
emocionales,
constituyen,
efectivamente,
la base sobre
la
que
se
apoya
Alfonso
Reyes para
alcanzar el
prop6sito
didictico-hist6rico
que
anima este
ensayo.
La
descripci6n
funciona,
pues,
conforme a la visi6n de los
ret6ricos
latinos,
como un
argumento.
17
Dentro del
marco
del
g6nero ensayfstico,
cabe sefialar
que
el
ensayo
suele
ser un
tipo
de
discurso
de enunciaci6n
expositiva
(Earle
y
Mead
1973:
8;
Arenas
Cruz 1997:
454),
mientras
que
los otros modos de enunciaci6n
(la
descripci6n,
la
narraci6n)
se
emplean
de manera
fragmentaria,
nunca como elemento cen-
tral
ni
continuo.
Lo
normal,
dentro
del
marco del
carnicter expositivo-argu-
mentativo del
ensayo,
hubiera sido
que
A.
Reyes expusiera
-reflexionando
sobre el
asunto,
analizando
los
diferentes
aspectos y Ilegando
a la enumera-
16
En esta misma inea de puestade relievede los elementos descriptivos n el ensa-
yo, podemos
observar
que
nuestro autor no
deja
de
aludir,
explicitamente,
a la estrate-
gia
textual
que
esti en
el
punto
de mira de Visidn
de
Andhuac
[1519].
Asi,
afirma,
por
ejemplo,
que
"las
estampas describen
a
vegetaci6n
de
Anihuac",
que
"la cantada
selva
virgen
de
Am6rica
apenas
merece
describirs'e"
or
ser
ya
tan
conocida,
que Cortes "se
explaya
con deleite en la
descripcion
e la
feria",
que
el
explorador, "describiendo
stas
mieles al
Emperador
Carlos
V,
le
dice...",
o que
cierto elemento hist6rico
"no
afecta
a
esta
descripci6n"...
VA:
14, 15, 20,
27).
17 Aquella posici6n
de la
descripci6n
es,
como bien se
sabe,
poco
usual,
tanto den-
tro del marco
de la
prosa expositivo-argumentativa
como
en
la
prosa
narrativa. Efectiva-
mente, como reconoce Beristiin (1988: 137), la descripci6n raramente se utiliza como
tipo
de discurso
predominante
en un
texto;
Adam
(1989:
4;
1993:
45),
a su
vez,
observa
que
a consecuencia de esta falta de estatuto
independiente,
se suele considerar
la des-
cripci6n
en funci6n de las necesidades de la narraci6n
y,
por
tanto,
como un modo
de
enunciaci6n subordinado
que garantiza
el funcionamiento
referencial de
la
narraci6n.
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92
EUGENIA HOUVENAGHEL
RHM,
LV
(2002)
ci6n de diferentes
razones
vilidas- por
qua,
a su
entender,
el
lector debiera
interesarse tanto
por el pasado precolombino
como
por
sus
raices espaiiolas
y
por qu6
se
puede
considerar el
paisaje
como un elemento
particularmente
apto
para
conectar
el
hispanoamericano
del
siglo
xx
con
aquellos
sus
antece-
sores. El
objetivo perseguido
seria, entonces,
que el
lector entendiera las razo-
nes
por
las cuales don Alfonso
adopta
este
punto
de vista conciliador de dos
doctrinas hist6ricas
opuestas
y
considerara
el
paisaje
o la ciudad
que
le rodea
bajo aquella
nueva luz. Pero
resulta
que
prefiere,
frente a esta
apelaci6n
a una
respuesta
racional
por parte
del
lector
apoyada
en
un
discurso
expositivo-argu-
mentativo,
la
estrategia
de la
descripci6n,
que
provoca,
como
hemos
visto,
una
respuesta
emocional en el
lector,
quien
se
encuentra
invitado a sentir
mis
que
a
comprender.
Ahora
bien,
teniendo en cuenta
el ineludible
caricter
hist6rico del tema
central
del
ensayo y
el
prop6sito
didictico
que
lo
anima,
es
preciso que
la irra-
cionalidad de las
descripciones
no se aduefie del texto en su
globalidad.
La
descripci6n,
considerada tradicionalmente
como un
tipo
de
discurso
gratuito y
ornamental,
ha sido
excepcionalmente
criticada
por
su
subjetividad y
su arbi-
trariedad;
18
para
evitar
que
su
intento derive en esta direcci6n de
impresionis-
mo sin mis valor
que
el del
ornamento,
los discursos
descriptivos
han sido
introducidos
en este
ensayo, justamente, bajo
una
apariencia
de
precisi6n y
documentaci6n hist6rica. En
efecto,
el
autor
pone
todo su 6nfasis en
subrayar
la autenticidad de los textos
utilizados,
ofrece datos exactos sobre los docu-
mentos en
cuesti6n
y
se interesa
por
las circunstancias
hist6ricas
en las
cuales
han sido
redactadas,
conservadas o leidas dichas
descripciones.
En
efecto,
la raz6n no esti ausente en
el proyecto
de
agudizar
la concien-
cia hist6rica
del
lector
que
el
ensayista
se
plantea.
No se
trata,
en
exclusiva,
de
despertar
los sentidos
del
lector ante la
contemplaci6n del
valle de
Anihuac,
sino
que
es
preciso,
tambi6n,
estrechar los lazos con
el
pasado
que
esta
expe-
riencia emotiva
implica.
En
este
sentido,
los
fragmentos
informativos
que
introducen los
diferentes
pasajes descriptivos constituyen
un excelente contra-
peso
alas
descripciones,
al
subrayar
la dimensi6n
hist6rica
de
los
fragmentos
descriptivos y
al
orientar
al
lector hacia una
comuni6n
espiritual
con
su
doble
pasado, el indigena y el conquistador.
A
esta
estrategia
que
concede
un
aire de historicidad a las
descripciones
del valle
de Anihuac, ha de
agregarse
el
hecho de
que
el
autor
haya
tenido
m~is confianza en la fidelidad de los testimonios de los cronistas
que
en la
autenticidad de los documentos de la
poesia indigena.
Hemos visto c6mo
la
puesta
en tela de
juicio
del
valor hist6rico de la herencia
fragmentada
de la
poesia indigena
condiciona la
lectura
de
la
descripci6n del
valle a trav6s
de
los
ojos
del
propio
indio. En
consecuencia,
Reyes
no ha
logrado
enteramente su
prop6sito
de
superar,
mediante la
belleza
de la
descripci6n,
la discusi6n hist6-
rica
que opone
a colonialistas
y antihispanistas.
El
modo en
que
se
aproxima
al
testimonio
indigena
revela,
bien
a las
claras,
en
qud
direcci6n va su
preferen-
cia.
Agudizar
la conciencia
hist6rica,
fomentar
el
interns
por
los
origenes indi-
18 Sobre todo si se la
compara
con la
precisi6n
y el rigor
de
la
definici6n (Adam
1993:
6-9).
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7/23/2019 Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes-Eugenia Houvenaghel
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VISIONDE
ANAHUAC
1519]
DE
ALFONSO REYES
93
genas, subrayar
el vinculo entre el mexicano del
siglo
xx
y
la tradici6n anterior
en el
valle,
admirar la belleza
y
la
grandeza
de la civilizaci6n azteca -todas
acciones
que Reyes
realiza a travis de Vision de Anahuac
[1519]-
no
implican,
pues, poner
las civilizaciones
precolombinas
al mismo nivel
que
la cultura his-
pana.
La base
principal y digna
de
confianza
de la nueva cultura americana
sigue
siendo,
para
Alfonso
Reyes,
sin
lugar
a
dudas,
la
cultura
hispana.
EUGENIAHOUVENAGHEL
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