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Verbum Domini 8 al 14 de enero de 2017

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Verbum Domini8 al 14 de enero de 2017

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».

de eneroDOMINGOBautismo del Señor Fiesta8

1ª lectura: Is 42, 1-4.6-7 Mirad a mi siervo, a quien sostengoSalmo: Sal 28. El Señor bendice a su pueblo con la paz 2ª lectura: Hch 10, 34-38. Pasó haciendo el bien Evangelio

MeditaciónDespués de situarnos ante la contemplación de los misterios del Nacimiento del Señor y su Epifanía, los evangelios mantienen un silencio elocuente sobre los primeros treinta años de la vida de Jesús. Un silencio sólo interrumpido para relatarnos el acontecimiento significativo que ocurrió cuando, al cumplir los doce años, se quedó en el Templo de Jerusalén ante la preocupación de sus padres, que pensaban que se había perdido. «Iba creciendo en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres». Esta es la síntesis de su vida oculta en Nazaret, donde Jesús crece y se prepara para su ministerio en la obedicencia a

Mt 3, 13-17

Cristo se sumergió en nuestra realidad de pecadores para hacernos participar en su misma vida.Benedicto XVI

la voluntad del Padre, enseñándonos así el valor de una vida escondida y ofrecida en el amor de Dios haciendo su voluntad.«Se presentó a Juan para que lo bautizara». Esta obediencia callada de Nazaret se pone de manifiesto y se muestra al mundo cuando Jesús acude al Jordán para ser bautizado por Juan. Jesús se coloca en la fila de los pecadores para ser lavado en un bautismo con un sentido penitencial.«Juan intentaba disuadirlo». Juan, reconociendo ante él al Salvador, extrañado y hasta escandalizado por esa petición, trata de evitar al Señor la humillación de ser contado como un pecador. Pero Dios tiene otra lógica, y Jesús abre los ojos de Juan para que se una a él en la obediencia a la voluntad del Padre: «Conviene que así cumplamos toda justicia».En Jesús, Dios se sumerge en nuestra realidad de pecadores para que nosotros podamos sumergirnos en las aguas de su misericordia. El todo Santo es tratado como un pecador y se abaja para levantarnos de nuestras miserias.«Se abrió el cielo». Del mismo modo que Josué, atravesando el Jordán, introdujo al pueblo de Israel en la Tierra Prometida, ahora Jesús, sumergido en el Jordán, inaugurará un nuevo bautismo que nos hará entrar en el Cielo, la verdadera tierra de promisión. En Cristo, el bautismo del Jordán deja de ser un signo penitencial para ser el sacramento que nos otorga la vida verdadera, la vida de hijos de Dios. Sumergidos con Cristo en el bautismo, el Espíritu Santo desciende también sobre nosotros y el Padre nos habla llamándonos «hijo mío amado, en quien me complazco».

Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, concédenos, a quienes hemos renacido del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu amor desde la obediencia dócil a tu divina voluntad.

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio». Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

de eneroLUNESSan Eulogio de CórdobaMemoria obligatoria9

1ª lectura: Heb 1, 1-6. Él sostiene el universo con su Palabra poderosaó Fil 1, 21-30. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morirSalmo: Sal 96. Adorad a Dios, todos sus ángelesEvangelio

Meditación«Vio a Simón y a su hermano Andrés...; vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan...» Es Jesús quien tiene la iniciativa en la vocación. Es él quien llama, es él quien elige.Había comenzado su vida pública con los primeros signos y el primer anuncio del Reino, y el arresto de Juan, el precursor, había puesto todas las miradas en Él, quien, atravesando toda Galilea, exclama: «¡Convertíos y creed el evangelio!».Pero Jesús no quiere actuar en solitario. Ha venido a salvar

Mc 1, 14-20

al hombre, pero contando con el propio hombre. Y no, no lo hace a través de un casting, ni probando sus capacidades, ni midiendo su bondad, ni esperando su disponibilidad o su ofrecimiento. Jesús “ve” a aquellos cuatro hombres con la mirada del Amor. No se fijó en ellos por casualidad en ese momento ni fue una ocurrencia precipitada. El Señor llamó a los que había mirado desde toda la eternidad, a los que siempre habían estado bajo la mirada de Dios. «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». No deja de sorprender la propuesta de Jesús. Pedro, Andrés, Santiago, Juan... todos ellos son pescadores experimentados que estaban haciendo su trabajo y Cristo va a buscarles donde están, no espera sentado a que vengan ellos; se mete en medio de su labor y les llama a una pesca más elevada. No quiere que dejen de pescar sino que quiere asumir todo lo que ellos son para ponerlo al servicio del Evangelio. Sus altas cualidades para la pesca, puestas en manos del Señor, darán lugar a una pesca mucho más abundante y provechosa: la que mira no a llenar las redes, sino a llenar el cielo.«Inmediatamente dejaron las redes». Siguen a aquel que les había llamado, pero no sin antes dejar atrás todo lo que podía suponer un obstáculo para el seguimiento. ¿Es que acaso se puede pescar sin red? Sí, porque la pesca a la que se les llama no tiene como fin capturar peces, sino liberar al hombre del pecado. Y, para esto, hay que deja atrás todo lo que nos ata y enreda.

Dame, Señor, unos oidos atentos a tu llamada para que me deje buscar por ti en medio de mi labor cotidiana y te responda con inmediatez dejando todo lo que estorba a tu seguimiento.

Por la red de la santa predicación sacaron a los hombres del mar profundo de la infidelidad a la luz de la fe.

San Remigio

En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!». El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

de eneroMARTESBeata Dolores Sopeña10

1ª lectura: Heb 2, 5-12. Lo vemos coronado de gloria y honor por su pasión y muerteSalmo: Sal 8. Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos

Evangelio

Meditación«Se quedaron asombrados por su enseñanza». El Señor había entrado en Cafarnaún y, llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos otros , antes que Él, se habían colocado en el mismo lugar para explicar la Sagrada Escritura. Sin embargo, su enseñanza cobra un sentido nuevo para aquellos

Memoria libre

Mc 1, 21b-28

No es posible llegar a la certeza de la fe revelada si no es a través de la venida de Cristo a nuestro espíritu.

San Buenaventura

que lo escuchan, quienes quedan asombrados por su doctrina. Pero, ¿qué había dicho? ¿a caso su enseñanza era muy distinta a la de otros? ¿acaso estaba diciendo algo nuevo?La novedad de su enseñanza, como nos explica el evangelista, radica en que Jesús enseñaba con autoridad. Él no habla con un discurso aprendido y estudiado concienzudamente. No repite frases o palabras hechas para encandilar al auditorio. Jesús enseñan con autoridad, porque enseña con verdad; y Él es la Verdad. No se apoya en la autoridad de otros, ni en la imposición o la soberbia, ni en ningún tipo de autoritarismo, porque en Él reside toda autoridad. Y todos quedan asombrados, pues acogen la Verdad desde la humildad. El asombro no oscurece el entendimiento, sino que lo abre y lo dispone para crecer en la verdad. Así como un niño, asombrándose ante lo que le rodea, es capaz de aprender y crecer, también el corazón humilde de los que se dejan asombrar por la Palabra de Dios es capaz de crecer en el Amor.«Cállate y sal de él». La autoridad de Jesús queda de manifiesto al expulsar el espíritu inmundo de aquel hombre. «¿Has venido a acabar con nostros?». El Señor no responde al demonio, sino que le manda callar. No necesita del testimonio del príncipe de la mentira, pues sus obras mismas dan testimonio de que Él ha venido a librarnos del Maligno. El poder del mal se encuentra sometido siempre al poder de Dios. No hay que temer.

Señor Jesús, que nunca deje de asombrarme ante las Palabras y las obras con las que cada día sales a mi encuentro y responda humildemente a tu llamada a caminar en la Verdad. Líbrame del Maligno y hazme fiel testigo de tu Evangelio.

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, cuando todavía era muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Él les responde: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

de eneroMIÉRCOLES111ª lectura: Heb 2, 14-18. Muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerteSalmo: Sal 104. El Señor se acuerda de su alianza eternamenteEvangelio

Meditación«Todo el mundo te busca». ¡Con cuánta verdad y precisión recogen estas palabras de Pedro la realidad de nuestro mundo! Todo el mundo, aun sin saberlo, anda buscando al Señor, si bien tantas veces lo hace por caminos errados. Aquellas

Miércoles. Semana I del T. Ordinario

Mc 1, 29-39

¡Prestad atención al que ora: como el Padre y el Hijo son uno, que nosotros también permanezcamos en la unión!

San Cipriano de Cartago

palabras de Pedro, puestas ante el Señor en la intimidad de la oración, se encuentran con la respuesta de quien desde la Cruz clamará más tarde: «¡Tengo sed!». Dios tiene sed de cada uno, y todos buscan a Dios, pero el encuentro sólo es posible si el corazón del hombre se deja encontrar por el Amor del Señor.«Se acercó, la cogió de la mano y la levantó». Así sucede en el Evangelio. Jesús había escuchado la petición de aquellos que le decían que la suegra de Pedro estaba en cama con fiebre. ¡Cuánto agrada al Señor la oración de unos por los otros! Se acerca a ella, pues ella no puede dar un paso. La coge de la mano, porque ella no puede acercar sus manos. La levanta, pues ella no puede levantarse sola. Jesús lo hace todo; ella solo reconoce que no puede. ¡Qué necesario es que, ante el Señor, reconozcamos nuestra incapacidad, nuestra enfermedad y nuestro pecado!«Se puso a servirles». Aquella mujer había recuperado la salud, y su respuesta es el servicio. Sirve “levantada”, “de pie”, como lo hará más tarde María al pie de la Cruz. Porque el servicio de esta mujer no es el pago agradecido a su curación, ni tampoco muestra de esclavitud o inferioridad, sino la expresión de la verdadera libertad. Sirve porque es libre para servir. Sirve porque Jesús la ha liberado de su enfermedad y de sus pecados.«Se levantó de madrugada y allí se puso a orar». Otros muchos milagros realizó allí Jesús. Pero toda su actividad viene sostenida en la oración y la escucha a la voluntad del Padre. Reza de madrugada, permaneciendo en vela, vigilante en la oración.

Acoge mi oración, sana mis pecados, y atiende a las necesidades de todos. Dame un corazón vigilante y hazme digno de servirte en tu presencia.

En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

de eneroJUEVESJueves. Semana I del T. Ordinario12

1ª lectura: Heb 3, 7-14. Que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecadoSalmo: Sal 94. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor

Evangelio

Meditación«Se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas». Estremece la escena que el Evangelio nos muestra hoy. Como venía sucediendo durante la intensa actividad de Jesús en Galilea, un enfermo llega ante Él para ser sanado. Pero no se trataba de un enfermo más: es un leproso. Los leprosos, además de lo desagradable de su enfermedad, tenían que

Mc 1, 40-45

vivir marginados de la sociedad. No solo eran considerados impuros, sino que tambien quedaban impuros los que entraban en contacto con ellos. Eran, para los judíos, la viva imagen del pecador que, alejado de Dios, conduce a otros al pecado.El leproso se acerca a Jesús, se atreve a romper la barrera que les separa, y le suplica de rodillas. «Si quieres, puedes limpiarme». Lleno de fe, pero también lleno de temor, el leproso pide casi con vergüenza, planteando su súplica en condicional.La respuesta del Señor es contundente. No mantiene la distancia prudencial ni actúa desde la lejanía. Si Dios se ha hecho hombre, si se ha encarnado, es para abrazar nuestra carne hasta las últimas consecuencias. «Compadecido, extendió la mano y lo tocó». Jesús se acerca y toca las heridas del leproso para sanarlas con las mismas manos que en la Cruz se presentarán desfiguradas por “cargar con la lepra de la humanidad”. «Quiero: queda limpio». La tímida súplica del leproso arrodillado es respondida con la contundencia del Amor: Cristo limpia porque quiere, Cristo limpia porque ama.«No se lo digas a nadie». Extrañamente, la humildad y sencillez del enfermo, se convertirá en desobedicencia en el hombre sano. No escucha a Jesús que le pide que no diga nada. Abandona su actitud de “estar arrodillado” porque piensa que, una vez curado, ya no necesita escuchar más al Señor. Su desobediencia dificultará el encuentro de Jesús con otros: «no podía entrar abiertamente en ningún pueblo».

Enséñame, Señor, a ser humilde y obediente como tú tanto en la necesidad y el peligro como en la prosperidad, pues lejos de tus planes no hay felicidad verdadera.

¡Oh, Señor mío, cómo sois Vos el amigo verdadero; y como poderoso, cuando queréis podéis, y nunca dejáis de querer si os quieren!

Santa Teresa de Jesús

Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo uno, Dios?». Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-: “Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”». Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».

de eneroVIERNESSan HilarioMemoria libre13

1ª lectura: Heb 4, 1-5. 11. También nosotros hemos recibido la buena noticiaó 1Jn 2, 18-25 Estáis ungidos por el Santo y todos vosotros lo sabéis.Salmo: Sal 77. No olvidéis las acciones del SeñorEvangelio

Meditación

Mc 2, 1-12

«Viendo Jesús la fe que tenían...». Entremos a contemplar la escena que el Evangelio pone hoy ante nuestros ojos con la

misma mirada de fe con la que nos introduce en ella el Señor. Y es que es precisamente la fe la que mueve a estos cuatro a llevar a su amigo paralítico ante Jesús. En el camino habían encontrado muchos obstáculos: la parálisis del enfermo, el trayecto hasta la casa, la multitud que no deja sitio para acercarse, la subida hasta el tejado, descolgar al paralítico... Sin embargo, la confianza en el Señor les había llevado ante Él. Jesús, conmovido, no se detiene ante la valentía de aquellos hombres, sino que mira su fe. Su actitud interior les dispone para recibir un don mayor del que piden: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Le llama hijo y le perdona los pecados. Toda la misión redentora del Mesías se concreta en esas palabras: perdona los pecados y hace hijos en el Hijo. Aquel enfermo había quedado libre de su verdadera enfermedad.Sin embargo, allí también había personas con el corazón endurecido. La falta de fe de los escribas que han contemplado la escena les ofusca de tal manera que, lejos de reconocer en Jesús al Cristo, le consideran un blasfemo.«Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa». Al sanar al enfermo de su parálisis, Jesús atestigua con un signo el perdón que acaba de derramar sobre aquel hombre. Ahora sí, todos se asombran. Es la dureza del corazón soberbio que quiere milagros que se vean con los ojos y desprecian la grandeza de un Dios que perdona los pecados.

Tú que has querido tomar mi carne para hacerme hijo de Dios y librarme de la parálisis del pecado, aumenta mi fe para que me alegre continuamente en tu misericordia y descubra tu poder admirable que se manifiesta en tu amor y tu perdón.

Primero concedió el perdón de los pecados, seguidamente mostró el poder de la resurrección, después, enseñó que la debilidad y el dolor no afectarán más al cuerpo.

San Hilario

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice: «Sígueme». Se levantó y lo siguió. Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían. Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

de eneroSÁBADOSanta María en SábadoMemoria libre14

1ª lectura: Heb 4, 12-16. Acerquémonos con seguridad al trono de la graciaSalmo: Sal 18. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Evangelio

MeditaciónAparentemente hay poco que contar: Jesús dice “sígueme”, y Leví se levanta y lo sigue. Sin embargo, en la historia del arte, no son pocos los autores que han encontrado en esta breve escena una fuente de inspiración para sus obras.Y es que Leví era un publicano, uno de esos pecadores públicos que tanto detestaban los judíos por considerarlos colaboradores de los romanos y traidores a su pueblo. Un

Mc 2, 13-17

Vamos, fariseo, confiesa tu pecado y podrás venir a la mesa de CristoSan Pedro Crisólogo

publicano que vivía ajeno a Jesús, a sus milgros y a su mensaje. La indiferencia de Leví, contrasta con la actitud de Jesús. Él ya lo había visto, lo había mirado y lo había elegido desde toda la eternidad. Como sucedió antes con Natanael, Jesús ve a Leví cuando está en medio de sus ocupaciones, aunque éstas no sean precisamente honrosas. De alguna manera, la mirada de Jesús ya había preparado interiormente y sin saberlo al propio Leví.Una mirada y una palabra: «Sígueme». No median más acontecimientos. Los ojos de Jesús aman a los de Leví y su voz resuena en él tan fuerte que lo deja todo allí para seguirle: deja mostrador, deja impuestos, deja pecados y deja toda la vida pasada. El “traidor al pueblo judío” se convierte en uno de los primeros apóstoles del Mesías al que los judíos esperaban.«Mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví». Y Leví, también llamado Mateo, ya no esconde nada al Señor. Le invita a su casa y le sienta a su mesa. Quiere que Jesús toque todo lo suyo para sanarlo. Quiere abrirle la puerta de su intimidad para ser transformado desde dentro. Para Mateo ya no existe nada en lo que Cristo no esté. Por ello, se convierte en testigo de la misericordia para otros publicanos y pecadores. Vocación y misericorida están unidas para Mateo.«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos». Como los escribas y fariseos, Mateo tampoco conocía su enfermedad pero, al contrario que estos, cuando Jesús se la muestra, quiere necesitar siempre de ese médico por quien se siente amado y llamado.

No permitas, Señor, que viva en la soberbia de sentirme justo y no necesitar de ti. Haz que me reconozca siempre indigno para que abra la puerta de mi corazón a tu misericordia y a tu llamada.

¿Qué es Verbum Domini? Verbum Domini es nada más, y nada menos, que el Evangelio de cada día. Como fruto de este año, dedicado especialmente en nuestra diócesis a la Palabra de Dios, queremos ofrecer un medio sencillo para acercar a los jóvenes a la lectura, la oración, la escucha y la contemplación de la Palabra de Dios que cada día se proclama en la Santa Misa. Un sencillo regalo que nos viene de las manos de nuestra Madre, la Virgen María, quien ha dado a luz al Salvador. Ella es quien, en este inicio del año 2017, nos conduce hasta su Hijo, el Verbo que se ha hecho carne y ha puesto su morada entre nosotros.

¿Cómo se usa? Te proponemos que dediques cada día unos minutos a estar a solas con el Señor, ¿No tienes unos minutos para dejarte amar? Puedes seguir estos pasos: - Busca un lugar adecuado para la oración. Si es posible, hazlo en la Iglesia. Si no, procura que sea un sitio donde nada ni nadie te distraiga.- Ponte en presencia del Señor. Para ello puedes hacer alguna oración preparatoria o rezar algún salmo.- Lee una y otra vez el Evangelio del día. Contempla qué hace Jesús, qué dice. Detente en aquellas palabras en las que el Señor te hable y haz silencio para entrar en conversación con Él. Puede venir bien tener cerca un cuaderno donde escribas lo que el Señor te va mostrando. No olvides que Dios habla y está deseeando decirte muchas cosas.- Para ayudarte, te ofrecemos algunos puntos para la meditación. Úsalos sólo si los necesitas, y siempre que no sean un obstáculo para tu oración.- Termina siempre la oración dando gracias al Señor y poniéndote en las manos de María. - Al concluir, puedes rezar la oración que se propone al final de cada día.

¿Cómo está hecho? La portada de Verbum Domini cada semana es una imagen que tiene que ver con el Evangelio del domingo.

El color utilizado coincide con el color litúrgico de cada día.

Junto a la fecha, la celebración litúrgica del día.

Citas bíblicas de las lecturas y el salmo de la Misa

EVANGELIO

Sugerencias para la meditación

Cita de un santo, Papa, Santo Padre o teólogo que comenta el Evangelio. Te puede servir para evangelizar en las redes sociales