vaporcorreoespañol reinamariacristina, - eldia.es...

8
EL DÍA, domingo, 10 de enero de 2016 p1 revista semanal de EL DÍA del domingo L a expansión de la naviera española Trasatlántica, en los finales de 1886, promo- vida, entre otros motivos, como consecuencia de la firma del nuevo contrato con el Es- tado por el que habían de ser servi- das las comunicaciones marítimas y el transporte del correo colonial ultramarino, obligan a que el Consejo de la Compañía tome la resolución de encargar la construcción de cuatro tra- satlánticos en dos parejas gemelas, una de las cuales habría de llevar los nom- bres de Alfonso XIII y Reina María Cris- tina; el primero, en honor del rey de España que acababa de nacer, y el segundo, en el de su madre, la reina regente. La otra pareja de buques, pasa- ron a llamarse Buenos Aires y Mon- tevideo. Eran barcos grandes para la época, superando las cinco mil toneladas de arqueo, y fueron encargados a los famo- sos astilleros escoceses de William De- nny&Brothers en la orilla norte del río Clyde, en Dumbarton, que ya habían construido anteriormente una docena de vapores correos para esta misma compañía española. La factoría, ya desa- parecida, fue fundada en 1844 y allí se fabricaron muchos y grandes bu- ques famosos, como el ‘clipper’ inglés Cutty Sark, que se distinguió en la carrera del té entre China y Londres, en la segunda mitad del siglo XIX, y es uno de los barcos más célebres de la historia naval de Gran Bretaña. El Alfonso XIII y el Reina María Cris- tina eran dos vapores iguales con una silueta esbelta, rematada en proa de violín y botalón, que les daba una gran personalidad, siendo sus principales características: 124,41 metros de es- lora, 14,36 de manga y 9,83 de pun- tal. El tonelaje de registro bruto era de 5.120; peso muerto: 3.869, y su des- plazamiento a plena carga, de 10.000. Tenían tres cubiertas y disponían de cuatro palos, una chimenea caída a son de la arboladura y sus salones deco- rados en estilo árabe y, al igual que el comedor y los camarotes de primera clase, con mamparos y techos recu- biertos con maderas nobles de la lujosa carpintería naval británica. El equipo propulsor estaba compuesto por una máquina de triple expansión, movida por el vapor de tres calderas que accio- naba una sola hélice para una velo- cidad de 18 nudos. Su capacidad para pasajeros era de 1.570, con una dota- ción de 150 tripulantes, quedando ambos barcos matriculados en el puerto de Barcelona, como el resto de la flota. El trasatlántico Alfonso XIII fue el primero de los gemelos que salió a la mar y el inicio de sus viajes comer- ciales lo realiza el 31 de enero de 1888. En su agitada vida marinera fue tes- tigo y víctima de uno de los más dra- máticos episodios de la vida civil espa- ñola de finales del siglo XIX: la tra- gedia, verdaderamente espantosa, de la explosión del vapor Cabo Machi- chaco de Ibarra, ocurrida el 3 de noviembre de 1893, cuando estaba ama- rrado en el muelle de Maliaño, en San- tander, accidente que produjo mul- titud de víctimas en la capital mon- tañesa, 590 muertos y cerca de mil heri- dos, y en la que el buque Alfonso XIII perdió a 32 de sus tripulantes, entre ellos su capitán Francisco Jaureguí- zar, que habían acudido en ayuda del barco siniestrado que ardía en el puerto, explotando seguidamente las cincuenta y una toneladas de dinamita que iban a bordo. Asimismo, sería Santander, cabeza de línea del vapor español, el que que- daría unido a su muerte, porque fue allí donde, el 5 de febrero de 1915, des- pués de rendir viaje procedente de las Américas, y cuando ultimaba una serie de reparaciones para el inicio de su nueva travesía, de repente saltó el sur y sopló el viento con tal magnitud que levantó una marejada violenta, típica en aquella ciudad, capital de Canta- bria, y que tantas desgracias ha cau- sado en la bahía, provocando el hun- dimiento del barco. González Eche- garay, en su libro “Alfonso XIII, un rey y sus barcos”, escribe que “el tra- satlántico del Rey, el primer Alfonso XIII, histórico y heroico, se fue a morir absurdamente en las aguas someras y amigas del puerto de San- tander en el aquelarre del Sur des- bordado, ese viento pagano que anda desnudo por sobre los valles y la mar de la Montaña”. Su hermano gemelo, el vapor Reina María Cristina, realiza su primer viaje el 20 de marzo de 1889 y aun- que en principio estaba previsto para el servicio España-Sudamérica, pronto Texto: Manuel Marrero Álvarez (exdelegado de la Compañía Trasatlántica Española en Canarias) Fotos: CTE-Madrid Vapor correo español REINA MARIA CRISTINA, “LA VIUDA ALEGRE” AGATHA CHRISTIE en Canarias: el invierno que cambió su vida después de la separación de su marido. 4 El Reina María Cristina al poco tiempo de su contacto con el mar: 1889 (dibujo). RECUERDOS DEL PASADO

Upload: hoangdiep

Post on 07-Oct-2018

212 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

EL DÍA, domingo, 10 de enero de 2016 p1

revista semanal de EL DÍAdel domingo

La expansión de la navieraespañola Trasatlántica, enlos finales de 1886, promo-vida, entre otros motivos,como consecuencia de la

firma del nuevo contrato con el Es-tado por el que habían de ser servi-das las comunicaciones marítimas yel transporte del correo colonialultramarino, obligan a que el Consejode la Compañía tome la resolución deencargar la construcción de cuatro tra-satlánticos en dos parejas gemelas, unade las cuales habría de llevar los nom-bres de Alfonso XIII y Reina María Cris-tina; el primero, en honor del rey deEspaña que acababa de nacer, y elsegundo, en el de su madre, la reinaregente. La otra pareja de buques, pasa-ron a llamarse Buenos Aires y Mon-tevideo.

Eran barcos grandes para la época,superando las cinco mil toneladas dearqueo, y fueron encargados a los famo-sos astilleros escoceses de William De-nny&Brothers en la orilla norte del ríoClyde, en Dumbarton, que ya habíanconstruido anteriormente una docenade vapores correos para esta mismacompañía española. La factoría, ya desa-parecida, fue fundada en 1844 y allíse fabricaron muchos y grandes bu-ques famosos, como el ‘clipper’ inglésCutty Sark, que se distinguió en lacarrera del té entre China y Londres,en la segunda mitad del siglo XIX, yes uno de los barcos más célebres dela historia naval de Gran Bretaña.

El Alfonso XIII y el Reina María Cris-tina eran dos vapores iguales con unasilueta esbelta, rematada en proa deviolín y botalón, que les daba una granpersonalidad, siendo sus principalescaracterísticas: 124,41 metros de es-lora, 14,36 de manga y 9,83 de pun-tal. El tonelaje de registro bruto erade 5.120; peso muerto: 3.869, y su des-

plazamiento a plena carga, de 10.000.Tenían tres cubiertas y disponían decuatro palos, una chimenea caída ason de la arboladura y sus salones deco-rados en estilo árabe y, al igual queel comedor y los camarotes de primeraclase, con mamparos y techos recu-biertos con maderas nobles de la lujosacarpintería naval británica. El equipopropulsor estaba compuesto por unamáquina de triple expansión, movidapor el vapor de tres calderas que accio-naba una sola hélice para una velo-cidad de 18 nudos. Su capacidad parapasajeros era de 1.570, con una dota-ción de 150 tripulantes, quedandoambos barcos matriculados en elpuerto de Barcelona, como el resto dela flota.

El trasatlántico Alfonso XIII fue elprimero de los gemelos que salió a lamar y el inicio de sus viajes comer-ciales lo realiza el 31 de enero de 1888.En su agitada vida marinera fue tes-

tigo y víctima de uno de los más dra-máticos episodios de la vida civil espa-ñola de finales del siglo XIX: la tra-gedia, verdaderamente espantosa,de la explosión del vapor Cabo Machi-chaco de Ibarra, ocurrida el 3 denoviembre de 1893, cuando estaba ama-rrado en el muelle de Maliaño, en San-tander, accidente que produjo mul-titud de víctimas en la capital mon-tañesa, 590 muertos y cerca de mil heri-dos, y en la que el buque Alfonso XIIIperdió a 32 de sus tripulantes, entreellos su capitán Francisco Jaureguí-zar, que habían acudido en ayuda delbarco siniestrado que ardía en el puerto,explotando seguidamente las cincuentay una toneladas de dinamita que ibana bordo.

Asimismo, sería Santander, cabezade línea del vapor español, el que que-daría unido a su muerte, porque fueallí donde, el 5 de febrero de 1915, des-pués de rendir viaje procedente de las

Américas, y cuando ultimaba una seriede reparaciones para el inicio de sunueva travesía, de repente saltó el sury sopló el viento con tal magnitud quelevantó una marejada violenta, típicaen aquella ciudad, capital de Canta-bria, y que tantas desgracias ha cau-sado en la bahía, provocando el hun-dimiento del barco. González Eche-garay, en su libro “Alfonso XIII, un reyy sus barcos”, escribe que “el tra-satlántico del Rey, el primer AlfonsoXIII, histórico y heroico, se fue amorir absurdamente en las aguassomeras y amigas del puerto de San-tander en el aquelarre del Sur des-bordado, ese viento pagano que andadesnudo por sobre los valles y la marde la Montaña”.

Su hermano gemelo, el vapor ReinaMaría Cristina, realiza su primerviaje el 20 de marzo de 1889 y aun-que en principio estaba previsto parael servicio España-Sudamérica, pronto

���

Texto: Manuel Marrero Álvarez(exdelegado de la Compañía

Trasatlántica Española en Canarias)Fotos: CTE-Madrid

Vapor correo español

REINA MARIA CRISTINA,“LA VIUDA ALEGRE”

AGATHA CHRISTIE enCanarias: el invierno que cambió suvida después de la separación de sumarido.�4

El Reina MaríaCristina al pocotiempo de sucontacto con el mar:1889 (dibujo).

���

RECUERDOS DEL PASADO

domingo, 10 de enero de 2016, EL DÍAp2

se incorporó a la línea Cantábrico, LaHabana y Veracruz, que serviría contotal eficacia, demostrando desde elinicio de sus viajes ser de las mejo-res construcciones y más marinero deaquellos buques que cruzaban elAtlántico. En una de esas travesías rea-lizadas en marzo de 1892, cuando nave-gaba desde La Habana a La Coruña almando del capitán José María GorordoIgartua, natural de Plencia, Vizcaya,y llevando 300 pasajeros y 150 tri-pulantes, además de sus bodegas aba-rrotadas de carga, el buque luchó con-tra uno de los peores temporales desu larga vida marinera, que estuvo apunto de hacerlo naufragar. Fueron15 días ininterrumpidos con vientoshuracanados que superaban los 40nudos y olas de más de 8 metros queazotaron al buque de forma despia-dada e interminable, obligando al capi-tán a moderar máquina y capear elfuerte temporal durante varias sin-gladuras. Debido a esta difícil situa-ción, el buque estuvo sin comunica-ción con tierra durante días, lo quellenó de máxima preocupación aquienes esperaban sus noticias y leshizo pensar que habían zozobrado. Afor-tunadamente, la pericia del capitánGorordo, que permaneció durante todoel tiempo que duró la tormenta en elpuente de mando, como es obligacióny costumbre del buen profesional,unido a la alta preparación de sus tri-pulantes, logró que la nave arribarafelizmente a puerto, con cinco días deretraso sobre su itinerario previsto yla desgracia de haber perdido a un mari-nero en el viaje, víctima de la terri-ble tempestad.

A la llegada a La Coruña, hubo unasentida y unánime manifestaciónde simpatía hacia el capitán Gorordoy tripulantes, al tiempo que uno delos diputados del Gobierno pedía enel Congreso al ministro de Ultramarla concesión de recompensas para elcapitán y la valiente tripulación delReina María Cristinapor el acto heroicoque habían realizado, añadiendo,que formulaba tal petición en base alsentimiento de todos los que, alcomprobar las noticias recibidas,

habían experimentado la inmensa satis-facción, en presencia de aconteci-mientos como el ocurrido, de com-probar que no se había extinguido laraza de aquellos bravos marinos delCantábrico de la Trasatlántica.

Los servicios que prestaba el buquese iban desarrollando con normalidad,pero la aparición de los negros nuba-rrones que barruntaban el cataclismoespañol en las posesiones de Ultramarse dejaban ver no muy lejos. El capí-tulo más lamentable de la modernahistoria de España se iba a produciry el Gobierno, haciendo uso de lasprerrogativas del contrato con lanaviera, acuerda militarizar el barcoy transformarlo en crucero auxiliar,con mandos y tripulación militar, cuyo

comandante tenía a su cargo lasoperaciones militares, la derrota y lamarcha del buque y la policía del des-tacamento militar, mientras que el ca-pitán civil estaba encargado del ser-vicio del interior y de los trabajos delbuque, así como de la disciplina.

Una vez efectuadas las obras de acon-dicionamiento y debidamente artilladocon cuatro cañones de 12 cms., dosde 9 cms., dos de 57 mm. y dos ame-tralladoras, realiza varios viajes a Cuba,Puerto Rico y también Filipinas, contropas, armas y víveres. En uno de esosviajes al Caribe, el Reina María Cris-tina forzó el bloqueo que las fuerzasnavales norteamericanas ejercían enla isla de Cuba, logrando entrar sin nove-dad en Cienfuegos.

Lamentablemente, el gran desastrese produce y la guerra se pierde con-tra la única potencia capaz de ganarla,como era en aquellos tiempos los Esta-dos Unidos de América, en pleno desa-rrollo económico y con ansias de pode-río político mundial, aunque el impulsode independencia de Cuba fueraalentado por españoles que exaltaronel separatismo, quizá porque sufrie-ron los contratiempos de la mala admi-nistración y desvío de la metrópoli,de donde ellos o sus antecesores salie-ron para hacer fortuna en las Antillas,pero que en las horas graves para supatria sustituyeron un patriotismo porotro.

Después de la terrible tormenta, apa-reció la ansiada calma. Perdido el im-perio colonial y liquidadas las desven-turas de la guerra, llegó la paz y el vaporReina María Cristina volvió a la rutade las Antillas, reanudando sus via-jes comerciales en la misma línea quecubría anteriormente, aunque ya noera lo mismo, toda vez que nuestrabandera no ondeaba en Cuba ni enPuerto Rico, porque ahora eran inde-pendientes. Pero el barco siguiócumpliendo con su tradicional servicioregular y, a pesar de la hecatombe quesupuso el desastre del derrumbamientode nuestras últimas colonias, enCuba quedó España con su sangre, consus defectos y sus excesos, con su reli-gión, su idioma y sus costumbres, ade-más de las relaciones de tipo comer-cial y espiritual que sostuvieran vivoel espíritu que nuestro país había infun-dido en aquellos territorios. Además,allí quedaron muchos y buenos espa-ñoles, entre ellos, centenares deoriundos de Canarias, que después deldesastre soportaron una situación difí-cil y angustiosa, teniendo que defen-der sus establecimientos y negociosen un ambiente poco propicio para losque, en las horas difíciles, habían dadomuestras de estar vinculados a los inte-reses históricos de España.

Derrotados y humillados, Trasat-lántica quiso reanudar el servicio regu-lar a Cuba después de la firma del pro-tocolo de Washington, el 20 deagosto, por el que se suspendían las

EN PORTADA

El Alfonso XIII enla bahía deSantander, 1914.

���

El vapor AlfonsoXIII semihundido enla bahía deSantander.

���

Embarcandotropas en Cádiz paraCuba, 1897.

���

EL DÍA, domingo, 10 de enero de 2016 p3EN PORTADA

relucientes en aquellos tiempos de luto,por la viudedad del rey Alfonso XIIy la reciente muerte de su “hijo” enSantander, pero la realidad es que elbuque gozó de gran popularidad consu mote, no solo entre las gentes delos puertos de escala, sino tambiénentre sus pasajeros turistas, a quie-nes les agradaba viajar en una navetan señorial como “la Viuda Alegre”y que consideraban como un gran yatede recreo. Así continuarían cono-ciéndole hasta su desaparición, en 1931,año aciago para Trasatlántica ya que,con el advenimiento de la SegundaRepública, se evaporaron todas las ilu-siones de expansión de la compañíay muchos de sus buques fueronamarrados y otros dados de baja defi-nitivamente, entre los que se encon-traba el esbelto y recordado Reina MaríaCristina, que fue vendido para des-guace por la irrisoria suma de 11.500libras esterlinas.

Pero en absoluto hay que relacio-nar a la auténtica Reina de España MaríaCristina, segunda esposa del rey Al-fonso XII, con ese absurdo apodo porel que se conocía al trasatlántico quese honraba en llevar su nombre,porque decididamente era todo lo con-trario, ya que fue una buena reina yregente; de las mejores que haya tenidoEspaña, debiendo gobernar sola du-rante la minoría de edad de su hijo Al-fonso XIII. Y aunque al principio nofue muy apreciada por el pueblo, supodemostrar con el tiempo que sería unamagnífica reina. Conocida popularmen-te como doña Virtudes, se guió en todomomento por la sensatez y equilibrioen sus diecisiete años de regencia, apesar del difícil y triste periodo de lahistoria que le tocó vivir, en el que seprodujo la pérdida de las últimas pose-siones españolas de su imperio colo-nial y, además, coincidiendo con el cam-bio de siglo, se agravaron los problemasnacionales, se agudizó la conflictividadsocial y se produjo el nacimiento delcatalanismo político que aún perdura.

María Cristina de Habsburgo-Lorenahabía nacido en Gross-Seelowitz, ac-tual República Checa, el 21 de julio de1858, y era hija del archiduque Car-los Fernando de Austria y de la archi-duquesa Isabel Francisca de Austria,contando además entre sus antepa-sados a reyes y emperadores. Aunqueera una mujer triste que nunca pudollegar a lo más profundo del corazónde su marido, y poco agraciada físi-camente, poseía grandes dotes de cul-tura e inteligencia y estaba muy pre-parada para llevar las riendas de unpaís como España. Madre de tres hijos,antes del nacimiento póstumo de Al-fonso XIII, en mayo de 1886, vinie-ron al mundo sus hermanas las infan-tas María de las Mercedes y MaríaTeresa. En 1902, la Reina María Cris-tina vio cumplido su más fervientedeseo, como fue traspasar la Coronaa su hijo Alfonso XIII, cuando alcanzóla mayoría de edad, a los 16 años, ydesde ese momento se consagró a lasobras de caridad y a su vida familiar.Falleció en el Palacio Real de Madridel 6 de febrero de 1929.

hostilidades, pero el Gobierno nor-teamericano lo prohibió expresa-mente hasta tanto no se hubiese sus-crito el tratado definitivo de paz, cosaque no tuvo efecto hasta la firma deParís, el 10 de diciembre de 1898, cuyafecha señala el punto final del impe-rio español de Ultramar y el comienzodel poder colonial de los Estados Uni-dos.

Años más tarde, el buque entró enlos astilleros de Matagorda, en Cádiz,donde se hicieron cambios significativosen sus cámaras y camarotes, susti-tuyéndole también la arboladura decuatro palos por otra de dos. Tras ladesaparición de su gemelo, el AlfonsoXIII, con el que compartía la línea nú-mero uno, cubriendo la ruta de La Ha-bana y Veracruz, al Reina María Cris-tina se le conocía popularmentecomo “la Viuda Alegre”. Siguió soloen el servicio del Caribe, hasta que en1926, y como consecuencia de los inten-tos de la compañía por revitalizar ybuscar alternativas y mejor tráficodebido a los deficientes resultados deexplotación del buque, se le destinóa cruceros desde Estados Unidos aEspaña, donde se incluían recorridospor varias ciudades españolas del inte-rior, como Madrid, Toledo, El Esco-rial, Granada y Córdoba, siendo Sevi-lla el puerto en el que habitual-mente se efectuaba el desembarquey embarque de los pasajeros. A par-tir de aquí, el barco cambió radical-mente de aspecto y fue pintado deblanco inmaculado, con la chimeneade color amarillo y dos franjas rojasimitando la bandera española.

La naviera deseaba ofrecer al turistaamericano una oportunidad para co-nocer mejor el país, de una maneradiferente a como habitualmente se hacecon las visitas rápidas de los puertosde escala de los buques, y a buen seguroque lo consiguió. Eran cruceros de pri-mera clase y las salidas se efectuabandesde New York y directos a Sevilla.A los pasajeros se les entregaba un fo-lleto con información del viaje, en elque decía que al entrar el buque enel río Guadalquivir los viajeros dis-frutaban de las bellezas e historia deAndalucía, ya que pasaba cerca del mo-nasterio de La Rábida y el puerto dePalos de Moguer, donde Cristóbal Colónse hizo a la mar, y desde donde tam-bién el hidroavión Plus Ultra despegó

para América. Asimismo, se les expli-caba que la navegación por el río ofre-cía unas vistas pintorescas y unos pai-sajes increíbles, mostrando Sanlúcarde Barrameda, con su hermosa playay el castillo de los Duques de Montpen-sier, mientras al lado opuesto del ríose podía ver el Coto de Doñana. Porotra parte, de las inmensas praderasemergía el santuario de la Virgen delRocío, a cuya fiesta miles de peregrinosfluían, y fluyen, desde todos los rin-cones de la nación. Finalizaba la na-vegación fluvial al llegar el barco a Sevi-lla, donde se apreciaban los jardinesy las casas blancas de la ciudad bajola atenta mirada de la Torre del Oroy la sin igual Giralda, uno de los edi-ficios más representativos de la capi-tal hispalense. Las excursiones guia-das en tierra tenían una duración total

de ocho días y durante los cinco deestancia en Madrid para visitar la pro-pia capital de España y las ciudadesde Toledo y El Escorial, los pasajerosse alojaban en el lujoso hotel Palace.

Poco tiempo antes de su retirada defi-nitiva, el Reina María Cristina tambiénfue dedicado a efectuar crucerosdesde Santander y Pasajes a Southamp-ton, en el Reino Unido, en especial du-rante la temporada de las famosas rega-tas Admiral´s Cup, que se celebrananualmente a principios de agosto enla ciudad de Cowes, de la isla de Wight,al sur de Southampton, en Inglaterra.

Tal vez la gracia del pueblo anda-luz, muy dado a usar infinidad de expre-siones a cualquier ocurrencia, fueraquien le llevara a dedicar el apodo de“Viuda Alegre” al trasatlántico espa-ñol, en base a que lucía unos colores

“La Viuda Alegre”,empavesada en suetapa de cruceros,1926.

���

El vapor en susúltimos años (1928).Abajo, su desguace,en 1931.

���

domingo, 10 de enero de 2016, EL DÍAp4

Notas:(1) GONZÁLEZ LEMUS, Nicolás (2015). Agatha Christie en

Canarias. 1927: un invierno que cambió su vida. 2ª Edición actua-lizada, 125 Aniversario (1890/2015). Nivaria. Santa Cruz de Tene-rife, p. 9.

(2) CHRISTIE, Agatha (1978). Autobiografía. Molino. Barcelona,p. 367.

(3) Ibídem.

VIAJEROS POR LAS ISLAS CANARIAS (6)

Dos de los más destacadosautores de la novela ne-gra británica, Arthur Co-nan Doyle y Agatha Chris-tie, además, estrechamen-

te relacionados entre sí, visitaron lasIslas Canarias(1). Próximamente nosocuparemos del escocés creador delpersonaje Sherlock Holmes. Hoy tra-tamos a la “dama del crimen”.

Empezamos en el año 1926. Fue unode los pocos que Agatha Christieodiaría toda su vida, aunque fue el añoen que publicó su primer ‘best-seller’:‘El asesinato de Roger Ackroyd’. Perosentimentalmente estaba derrumba-da, sola y triste: muere su madre, Char-lotte Fisher (Carlo), su secretaria seencontraba de viaje por África, y Archi-bald Christie, su marido, le hizo lle-gar la noticia de su relación amorosacon otra mujer, y su consecuente sepa-ración. Lo que hoy en día es una cosarelativamente normal, en aquellos añosera difícil de admitir. La deslealtad matri-monial de su marido destartaló los dospilares sobre los que descansaba su edu-cación victoriana: la vida domésticay el matrimonio. Llena de confusión,cada vez con menos apetito, conpérdida de memoria y padeciendo deinsomnio, Agatha cogió su coche y sefue a Harrogate, la elegante ciudad deaguas termales situada a 350 kilómetrosal norte de Londres. Se inscribió enel hotel con el nombre de Teressa Neele.Un buen día de diciembre de 1926 suautomóvil apareció abandonado, col-gando peligrosamente sobre una can-tera de pizarra, en Newlands.

El misterioso asunto de la desapa-rición de la autora puso en vilo al paísentero. Policías, detectives y amigosse movilizaron en su busca. Hasta supropio marido. Ya era por aquel en-tonces una escritora algo famosa denovelas policíacas y su desaparicióndespertó la lógica preocupación. Des-pués de diez días sin rastro de ella, unode los músicos del hotel la reconocióy avisó a la policía. Padecía una fuer-te depresión, hasta tal punto que leimpedía terminar la novela que estabaescribiendo: ‘El misterio del trenazul’.

Por ello, en el mes de febrero del añosiguiente, 1927, Agatha Christie, juntocon Carlo y su hija Rosalind, ademásde su máquina de escribir, decidió visi-tar las Islas Canarias. Entonces tenía36 años. Llegó directamente el 4 defebrero de 1927 al muelle de Santa Cruzen un barco de Union Castle Mail SSCo. Se hospedó en el hotel Taoro delPuerto de la Cruz. Todo parece indi-car que en el hotel Agatha Christie logró

acabar su atragantado libro‘El misterio del tren azul’.Sin embargo, como señalaen su autobiografía, nosentía ninguna alegría alescribirlo. Siempre odióesa obra, pero consiguió ter-minarla y enviársela a loseditores. Se vendió tanbien como la anterior no-vela, así que se consoló unpoco. El ambiente tranquilodel Puerto de la Cruz de laépoca le ayudó a recupe-rarse síquicamente y fue elmomento en que se trans-formó, según sus propiaspalabras, de escritora afi-cionada a profesional. Asu-mió todas las cargas de suprofesión de escritora, “enla que tienes que escribiraunque no te guste lo queestés haciendo y aunque noesté demasiado bienescrito”, comentó.

Una vez concluido ‘Elmisterio del tren azul’,Agatha Christie decidió ladescansar y tomar algunosbaños de mar. Paseó por elPuerto de la Cruz, queveía como “un lugar encantador conla gran montaña que lo dominaba todo[Teide] y las maravillosas flores quecrecían por todas partes, alrededor delhotel”. Pero, cuando pretendió tomarsus ansiados baños de mar, se quejóde los efectos de los alisios, ya que impe-dían el día soleado, como era su deseo,y la única playa que tenía entonces elPuerto de la Cruz para bañarse, Mar-tiánez, no era apta para los foráneos,no era la más indicada para una lady,máxime si se trataba de una jovenextranjera, que, como es natural, la des-conocía. Agatha, amante del baño enel mar y gran nadadora, quedó desen-cantada con el Puerto de la Cruz porla ausencia de una playa de arena quele permitiera tenderse y por la impo-sibilidad de poder nadar, dada la bra-vura de las olas. La única manera detomar un baño era tumbándose sobrela arena en la orilla y esperar a que laburbuja originada al romper la ola lacubriera(2).

En vista del mal tiempo y la incó-moda playa que se encontró en el Puertode la Cruz, Agatha abandonó el hotelTaoro en 27 de febrero y se trasladóa Santa Cruz de Tenerife para tomaruno de los dos vapores interinsularescanarios que comunicaban con GranCanaria: el León y Castillo o el Vieray Clavijo.

En Las Palmas de Gran Canaria AgathaChristie, su hija Rosalind y su secre-taria Carlo se alojaron en el hotel Metro-pole, situado a mitad de camino en-

tre el muelle de Santa Catalina y la ciu-dad. Por fin, Agatha Christie disfru-tó esta vez de una playa de arena ama-rilla y de unos placenteros baños demar en Las Canteras, la principal delas dos playas con las que cuenta laciudad, con una extensión de unos sietekilómetros. Aquí las olas al romper enla orilla de la playa se deslizan suave-mente sobre la fina arena. También dis-frutó de unos agradables paseos a lolargo de la avenida marítima peato-nal que se extiende a lo largo de la playa.Elocuentes son sus comentarios en la'''Autobiografía''': “Tenía dos playas per-fectas; la temperatura también lo era:la media era de unos 25 grados, que paramí es la temperatura ideal del verano.La mayor parte del día soplaba una brisaestupenda y las noches eran lo sufi-cientemente cálidas para sentarse a cenaral aire libre”(3).

El 4 de marzo de 1927 cogió de nuevoel barco de la Union Castle Mail SS Copara regresar a su país. Agatha Chris-tie no volvió a visitar ls Islas Canarias,aunque sí su hija Rosalind, con su hijoMatthew Pritchard, alrededor de losaños cincuenta del siglo pasado.

Canarias en su obraAgatha Christie no escribió ‘El mis-

terio del tren azul’ en el hotel Taoro,sino que lo terminó, porque era inca-paz de escribir dos líneas seguidas ensu país natal por la crisis emocionalque perturbaba su sosiego. Por eso vinoacompañada de Carlo y trajo su má-

Agatha Christie ysu hija Rosalind.Foto gentileza deMathew Prichard .

���

quina de escribir, para terminarlo aquí.Tampoco escribió en el Taoro ‘El enig-mático Mr. Quin’ (’The Mysterious Mr.Quin’), obra que, equivocadamente,se considera una novela. Son doce rela-tos cortos desarrollados en diferentesespacios geográficos y uno de ellos es“El hombre del mar”, cuya trama sedesarrolla en una isla de la Riviera fran-cesa, pero que evoca algunos lugaresdel Puerto de la Cruz, como el acan-tilado de Martiánez y La Paz. HartleyQuin es un híbrido entre el detectiveclásico y el espíritu etéreo que llegay desaparece en forma misteriosa, comosi su cuerpo no obedeciera las leyesfísicas. El compañero de este peculiardetective es mister Satterthwhaite, uncaballero entrado en años que se auto-define como un espectador sentadopermanentemente en primera fila, con-templando los dramas humanos queante su vista se desarrollan. El enig-mático Mr. Quin fue publicado en 1931,cuatro años después de estar en las Islas.

A diferencia de “El hombre del mar”,donde la acción se desarrolla en un pai-saje imaginario, sin hacerse referen-cia a la isla de Tenerife en ningún mo-mento, en “Una señorita de compa-ñía”, relato corto inspirado en la islade Gran Canaria, se hace alusión cla-ra al lugar donde se desarrolla: en elhotel Metropole de Las Palmas y enla playa de Las Nieves (Agaete). El relato“Una señorita de compañía” es unode los trece recogidos en su libro ‘Mrs.Marple y los trece problemas’, publi-cado en 1933.

Agatha Christie narra su estancia enlas Islas en su ''Autobiografía'', publi-cada por primera vez por William Collinsand Co. de Londres, en 1977, y en espa-ñol por Molino, Barcelona, en 1999,con traducción de Diorki. Es el relatode su propia vida desde la niñez hasta1965. Empezó a escribirla en abril de1950, cuando tenía 60 años, en el yaci-miento de Numrud, al norte de Irak,y lo finalizó cuando contaba con 75 años.Puso como condición al editor que fuerapublicada después de su muerte.Fue editado por su hija Rosalind y final-mente vio la luz en 1977, un año des-pués de su fallecimiento.

En 1956 el trabajo de Agatha Chris-tie fue reconocido en la literatura y enlas artes. Así, fue nombrada miembrode honor del British Empire (CBE) en1956, dama del British Empire (DBE)en 1971 y Doctor en Letras por la Uni-versidad de Exeter.

Agatha Christie en Canarias: elinvierno que cambió su vida

���

Texto: Nicolás González Lemus

EL DÍA, domingo, 10 de enero de 2016 p5

���Nació en Sant Pol de Mar (Barcelona, 1952), en el se-no de una familia agricultora y comerciante, estudió el ofi-cio de charcutera, además de comercio mercantil, y se in-corporó al negocio familiar (una charcutería) junto a sumarido. Enseguida incorporó una sección de platos caserospara llevar. Compró la torre de delante de su tienda paraabrir junto a su marido, Toni Balam, en julio de 1988, elrestaurante Sant Pau, que en tres años consiguió su pri-mera estrella de la Guía Michelín. En 2004 abrió un res-taurante de cocina catalana en Tokio, también llamado

Sant Pau. En la actualidad es la única mujer del mundoque posee siete estrellas de la Guía Michelín: tres por surestaurante Sant Pau, en Sant Pol de Mar (Barcelona), dospor Moments, en Barcelona, al frente de cuyas cocinas seencuentra su hijo Raül Balham, y dos más por el restau-rante Sant Pau en Tokio. En España es la cocinera con másestrellas de la Guía Michelín, y cuenta además con la má-xima calificación (tres soles) de la Guía Campsa-Repsol.Su cocina está fundamentada en la tradición cocina ca-talana, pero dando siempre un toque de modernidad. El

hecho de abrir un restaurante en Japón, y sus consecuentesviajes al país, ha hecho que se interese por algunas téc-nicas culinarias de ese país, adaptándolas a la cocina y pro-ductos catalanes. Se preocupa por que su cocina sea sa-ludable, por lo que se centra en los productos de tempo-rada de su tierra, añadiendo “cierta poesía” a lo que co-cina. A menudo mezcla referencias literarias en sus crea-ciones culinarias. Trabajadora, alegre y generosa, no du-da en transmitir sus conocimientos en publicaciones edi-toriales para el gran público.

INVESTIGACIÓNEN PORTADATURISMO

Carme Ruscalleda(Óleo sobre lienzo de 100 cmx100 cm)

domingo, 10 de enero de 2016, EL DÍAp6

material genético (genoma) del virus.Mientras esta estructura, denominadafactoría viral, se dedica a fabricar milesde nuevos viriones cargados con co-pias del genoma invasor, los sistemasofensivos del virus degradan el genomade la propia célula. El resultado es unacélula sin genoma funcional —es de-cir, sin vida—, en la que el genoma delvirus se expresa y se multiplica ace-leradamente, haciendo uso, paraello, de la sofisticada maquinaria dela célula asesinada. Por tanto, el or-ganismo que vemos al microscopioen este punto no es de ninguna ma-nera una célula con miles de peque-ños ‘virus’ en su interior; es nada menosque un virus en su estado vivo, queutiliza el envoltorio y la maquinariacelular de su víctima para fabricar unejército de viriones con el que pro-pagarse a otras células. Los viriones,esas partículas inertes consideradascomo la forma definitiva del virus du-rante más de cien años, se revelan enrealidad como simples ‘semillas’ o‘esporas’ que el virus emplea para dis-persar sus genes. Esto significa que,durante más de un siglo, al confun-dir al virus con su virión, la cienciaha cometido un error tan terrible comoconfundir un árbol con una semilla,

NOS GUSTE o no, la gue-rra es el motor más po-tente del progreso mate-rial en nuestro planeta.Así lo atestiguan inven-

tos tan indispensables como el radar,el ordenador o el motor de reacción,que vieron la luz en el seno del máshorrendo de los conflictos, la SegundaGuerra Mundial. Es un error típico deuna mentalidad antropocéntrica, sinembargo, pensar que la guerra, juntocon el acelerado desarrollo que de-sencadena, es algo intrínsecamentehumano. La competencia agresiva entreseres vivos no sólo se remonta a losorígenes de la vida en la Tierra, sinoque, de manera análoga, puede ser lacausa que subyace a la sobrecogedoravariedad y complejidad de la vida quevemos a nuestro alrededor. Y de entretodos los conflictos que han propul-sado la evolución de la vida, el másimportante, prolongado y encarnizadoes, sin duda, el que enfrenta a orga-nismos víricos (virus) y organismoscelulares (compuestos de una o máscélulas). Esta guerra lleva rugiendo,silenciosa pero incansablemente,durante cada segundo de los últimostres mil millones de años, y aún siguesu curso en este preciso instante, enel suelo que pisamos, en los objetosque usamos, en los alimentos que co-memos, y en nosotros mismos.

El cuerpo humano, con sus diez billo-nes de células, es el hogar de un nú-mero diez veces mayor de microor-ganismos, tales como bacterias, y cienveces mayor de partículas víricas, oviriones (esos minúsculos agentes queerróneamente conocemos como ‘vi-rus’). Muchos de estos ‘compañeros’no sólo no afectan negativamente anuestra salud, sino que son necesa-rios para mantenerla. Esto no restaimportancia al hecho de que cada unode nosotros es un inmenso escena-rio donde la guerra más antigua de estemundo prosigue su curso; una con-tienda por la supervivencia y la do-minación, basada en la constante inven-ción, mejora y robo de armas mole-culares, que es reflejo del carácter des-piadado y maravilloso de la vida.

Por otra parte, es cierto que todas

las formas de vida celular —animales,plantas, hongos, bacterias, proto-zoos, cromistas y arqueas, en todassus variantes— compiten inagotable-mente entre sí. ¿Qué es, pues, lo quehace a la guerra entre virus y célulastan única y esencial para la vida? Larespuesta nace de una polémica se-rie de descubrimientos que sitúan elorigen de los virus en un mundoextraordinariamente antiguo, anteriora la vida pluricelular y poblado pormicroorganismos mucho más primi-tivos que los que nos rodean hoy endía. La rivalidad entre virus y célu-las, por tanto, lleva existiendo desdelos comienzos de la evolución, con loque su impacto sobre ésta ha sido pro-bablemente mayor que el de ningúnotro factor.

Los virus son, sin duda, las entidadesbiológicas más misteriosas de este pla-neta; prácticamente cualquier aspectode ellos, desde su definición como seresvivos o como simples partículas or-gánicas, hasta su origen o su papel enla biosfera, es testigo de un choqueentre opiniones y teorías radicalmenteopuestas. Definir la naturaleza de unvirus implica nada menos que dibu-jar la línea que separa lo que conside-ramos ‘vida’ de lo que no. A lo largodel siglo XX, el estudio detallado departículas víricas condujo a una ima-gen universal de los virus como me-ros conjuntos de proteínas y ácidosnucleicos que, amparados por la se-lección natural, escaparon de la cé-lula y lograron explotar su maquinariapara replicarse a sí mismos; un pro-ducto indeseable de la evolución. Aúnhoy en día, muchos biólogos descri-ben a los virus como ‘ladrones gené-ticos’ que nacen y evolucionan me-diante el robo sistemático de genescelulares. La importancia del impactode los virus en la evolución de la vidaha sido, asimismo, abrumadoramen-te desestimada.

El cambio radical en la opinión dela ciencia hacia los virus se desenca-denó en 2002, con el descubrimientode los llamados virus gigantes. Du-rante el estudio de microorganismosque infectan ciertas especies deameba, investigadores franceses ha-

llaron lo que, en base a su tamaño, pare-cía ser una bacteria. No obstante, prontoquedó patente que este microbio eragenética y físicamente diferente a cual-quier organismo celular. Se trataba deun virus de dimensiones nunca vis-tas, capaz de superar a muchas bac-terias tanto en tamaño físico como ge-nómico. A este primer virus gigante,bautizado como mimivirus, le siguie-ron sin demora otras especies, comoel marsellavirus o el pandoravirus. Ladefinición de los virus, originalmen-te basada en el carácter ‘invisible’ delos mismos al microscopio, exigía porfuerza ser replanteada. Algunos de losinvestigadores responsables del des-cubrimiento propusieron un nuevo sis-tema de clasificación de los seres vivos,el cual los divide en dos grandes gru-pos: organismos celulares y organis-mos virales. Como principal argumentode que los virus son formas de vidalegítimas, estos científicos señalaronlo que sucede durante la etapa infec-ciosa del ciclo vital de un virus. Unavez que las partículas víricas (virio-nes) han conseguido invadir una cé-lula, tiene lugar un fenómeno extraor-dinario: una nueva estructura —visi-ble al microscopio— aparece en la célulainfectada, la cual alberga y protege el

Un eternocampo de

batallaUno de los conflictos primordiales de la naturaleza se

revela como la fuerza propulsora de la evolución.

Bacteriophage

���

CIENCIA

���

Texto: Adrián Báez Ortega (bioinformático y estudiante de doctorado en elGrupo de Cáncer Transmisible de la Universidad de Cambridge, Reino Unido

(www.tcg.vet.cam.ac.uk).

EL DÍA, domingo, 10 de enero de 2016 p7

Florentín Castro era el prototipo del “rebenque” rotundo,elevado a la enésima potencia, un “belillo” con exce-lente pedrigrí y de los denominados de “rosca gruesa”,

portador de un exquisito equilibrio al 50% entre nuevo ricoy “analfabestia”, que se forró exportando tomates a la Pér-fida Albión hacia la mitad del pasado siglo, al ser el pro-pietario de un montón de fincas de este fruto en el sur dela isla y que anualmente convocaba a muchísimos, perosobre todo muchísimas mujeres, al llegar el tiempo de lazafra. En Londres, donde tenía su casa, en una ocasión ycerca de Trafalgar Square –donde por cierto se encuentrala estatua del sir Hoacio Nelson, conocido por “el Manco”de Tenerife, que no hay que confundir con Miguel de Cer-vantes Saavedra, que fue “el Manco” de Lepanto– acertóa ver un coche marca “Vaushall”, pero que nunca hubo manerade que lo pronunciara correctamente, diciéndole a sus ami-gos que se iba a comprar un coche marca “bozal”.

Un día, ya en la isla, se tropezó en Arafo con ArístidesFerrer, hijo ilustre de este pueblo, profesor que fuera dela Escuela de Comercio, y cuando Florentín lo divisó, ledice: “Amigo Arístides, me he comprado un bozal”, con-testándole el profesor: “Lo mejor que haz hecho”.

En una ocasión, Arístides organizó un almuerzo en sucasa y finca de Arafo y recuerdo que fue un sábado al medio-día, y para allá fuimos Dacio Ferrera, Elfidio Alonso, ErnestoSalcedo –que por aquel entonces dirigía el periódico EL DÍA–,el pintor Manolo Casanova, Manuel Luis Medina “el Minuto”,Paco Ucelay, Paco Martínez, genial caricaturista, premiadointernacionalmente en Toronto por una soberbia carica-

tura que le hizo a Brigitte Bardot, Falo Perera, Juan JoséGarcía “el Calzones” y el que esto les narra.

Dimos cuenta de un espléndido puchero, con un vini-llo local bastante aparente, y al término del ágape se orga-nizó tremenda parranda donde se homenajeó el folcloresudamericano y el canario, pues entre los allí reunidos habíasolistas de la talla de Dacio Ferrera, “el Minuto”, “el Cal-zones”, Julio Fajardo y Falo Perera, siguiendo luego unos“envites”, en los que se entonaron la que yo llamo “esca-lera”, no de color sino de tonos, con los célebres “envido,siete, nuevo y chico fuera”, y momentos antes de oscure-cer no se le ocurre otra cosa al arafero de Arístides que orga-nizar una lucha canaria, quedando los equipos designa-dos con los nombres de los “pollos” de La Laguna, contralos “pollos” de Santa Cruz.

Este articulista, fajado con Salcedo, me da un “toque patrás”,aterrizo en el terrero y me caen las dos rodillas del direc-tor de EL DÍA sobre mi débil caja torácica, abatiéndome

un par de costillas. Al día siguiente fui a la cosulta de miamigo el médico Enrique González, quien me ausculta consumo cuidado para al final decirme: “Mira, Juanito, solote voy a mandar agua y ajo, que traducido al castellano era“agua-ntarse” y “ajo-derse”, y en un par de meses de ciertoreposo soldaron las costillas, habiendo de decir queaquellos dos meses me apunté a mi particular “ramadán”,pues ni tomaba alcohol ni fumaba y solo cuando anoche-cía me tomaba un par de yogures, y por supuesto tambiénme abstenía de practicar el sexto mandamiento.

A partir de aquello entendí mejor los versos de la islade la lucha canaria en la parte que dice “el grande (JuanOliva) perdió”, “el chico (Salcedo) ganó”, y ya de regresoa Santa Cruz se nos ocurre ir a la finca “Los Cardones”,en Barranco Hondo, propiedad de la familia Ucelay, y allícayeron unos cuantos gin-tonics y whiskys, siendo la pri-mera vez que Salcedo iba a ese enclave, y al llegar, se bajadel coche y casi se tropieza con el coronel Francisco Uce-lay Cambreleng, quien le pregunta: “¿Quién coño es usted?”,respondiendo Salcedo: “Soy el director de EL DÍA”, rema-tando el militar visiblemente caliente: “Y yo el directorde ABC, así que póngase en la puerta de la calle!”. Al momentose oye la voz de Paco Ucelay hijo decir: “Papá, que vie-nen conmigo”, finalizando aquel onírico diálogo el cas-trense con un lacónico: “Pues, haber empezado por ahí”.

Olivaradas: El Ayuntamiento de La Laguna le quita la meda-lla a Franco y acuerda que Javier Abreu se quede con lacadena.

* Pensionista de larga duración

Juan Oliva-Tristán Fernández*

o un ser humano con un espermato-zoide. Un virión no es más inerte queuna semilla, incapaz de crecer y re-producirse hasta que se encuentra enel entorno propicio. La diferencia radicaen que, al igual que otros parásitosintracelulares —como las bacterias delgénero Rickettsia—, un virus necesitainvadir una célula y hacer uso de susrecursos para vivir. En este sentido,los virus son, de hecho, organismoscelulares, ya que durante su etapa meta-bólicamente activa cuentan siemprecon una célula, aunque se trate de unacélula ‘prestada’. Esto revela la extremainteligencia y elegancia que subyacenbajo el diseño minimalista de los virus,fruto de una evolución inconcebible-mente prolongada.

Aun con todo esto, numerososbiólogos continúan rechazando la ideadel virus como ser vivo. El mimivi-rus, sin embargo, aún tenía algo queaportar a este respecto: su propiaprueba de vida. Al estudiar el virusgigante, los investigadores hallaronpartículas de un segundo virus, mu-cho más pequeño, en torno al primero.Cuando este pequeño virus satélite,apodado ‘sputnik’, estaba presentejunto con el gigante mimivirus en elinterior de una ameba infectada, losbiólogos pudieron comprobar cómoel mimivirus encontraba dificultadespara reproducirse, dando a la amebala oportunidad de sobrevivir al ata-que. ‘Sputnik’ fue el primer virófagojamás descubierto, un virus que in-fecta exclusivamente a otros virus. Laposibilidad de que un virus pudieraser infectado por otro nunca había sidocontemplada, y constituye una pruebacapital de que un virus tiene vida, dadoque sólo un ser vivo puede ser infec-tado por un virus. ¡Es decir, los virushan demostrado por sí solos su pro-pia condición de seres vivos!

¿Cuál es, entonces, el verdadero ori-gen de los virus y su papel en la evo-lución de la vida? Al contrario de loque muchos científicos piensan, losvirus no son ‘ladrones genéticos’ quesobreviven gracias al robo de genescelulares. Más bien al contrario: granparte de las proteínas víricas no tie-nen equivalente en ninguna célula co-nocida, indicando que el origen de losvirus es extremadamente antiguo, re-montándose hasta un mundo pobladono por las células de hoy en día, sinopor otras más primitivas que, con elpaso del tiempo, dieron lugar a aqué-llas. Una hipótesis razonable es quelos virus proceden de un grupo de célu-las primigenias que se adaptaron gra-dualmente a la vida parasitaria, sim-plificando enormemente su estruc-tura y su genoma conforme desarro-llaban una mayor dependencia de losgenes y componentes de otras célu-las. Este fenómeno, denominadoevolución reductiva, halló en los vi-rus su máxima expresión. Haciendouso de un minúsculo número de pro-teínas, estos organismos han sido capa-ces de desarrollar estructuras asom-brosamente complejas e ingeniosas,específicamente diseñadas para sor-tear cada una de las defensas de susvíctimas, y donde una sola proteínapuede adoptar multitud de papelesdiferentes. Miles de millones deaños de evolución han hecho de losvirus los seres vivos mejor diseñadosy adaptados del planeta; es por elloque ningún organismo —ni siquierael ser humano, ni siquiera los propiosvirus— puede escapar definitivamen-te a su ataque.

La idea de que los virus han tenidoun impacto fundamental en la evo-lución de la vida en la Tierra nace dela observación de que estos organis-mos son auténticos manantiales de

diversidad genética; su capacidad paramutar en periodos mínimos de tiempoles permite desarrollar nuevos genes.No sólo esto, sino que son precisamentelas células, y no los virus, los ‘ladro-nes’ que acogen un flujo constante degenes víricos. Un ejemplo de esto sonlos virus que infectan a bacterias (bac-teriófagos), los cuales juegan un im-portante papel en la transferencia di-recta de ADN entre estos organismos,promoviendo procesos evolutivosindependientes del tradicional flujode genes de padres a hijos. En lo querespecta a nosotros, es revelador eldato de que en torno al cuarenta y dospor ciento del material genético hu-mano es de origen vírico. Una partede este material genético ha tenidoindudablemente un papel crucial enel curso de nuestra evolución; sin irmás lejos, uno de los genes esencia-les en el desarrollo de la placenta fueconfeccionado hace millones de añospor un virus, antes de acabar ‘inser-tado’ en el genoma de algún ances-tro del primer mamífero de la histo-ria. No menos sorprendente es el hechode que la principal diferencia entrenuestro genoma y el del chimpancées precisamente el número, variedady localización de elementos de origenvírico que forman parte del materialgenético de ambas especies. Algunasteorías van tan lejos hasta sugerir queel origen del propio ADN, así como delos mecanismos de replicación delmismo, surgieron por primera vez enlos virus y fueron luego adoptados porcélulas primitivas, hasta entonces basa-das en ARN, un tipo más simple deácido nucleico.

La verdadera diversidad de los orga-nismos víricos es sin duda enorme ypermanece en gran parte inexplorada.Es evidente, sin embargo, que el papelde los virus en la historia de la vida

ha sido inmensamente mayor de loque muchos todavía piensan. Nues-tra visión ‘celulocéntrica’ del mundonos ha llevado a pasar por alto el efectode la eterna contienda entre el virusy su anfitrión, que no obstante con-tribuye a encauzar el maravilloso pro-ceso de la evolución, del que todaslas formas de vida se benefician. Deeste modo, el mundo celular y elmundo vírico han evolucionado deforma paralela, pero esencialmentedistinta; uno, hacia formas cada vezmás complejas; el otro, hacia la má-xima simplicidad.

Esta depredación de tres mil millo-nes de años de antigüedad, con su ina-gotable y siempre cambiante reper-torio de armas, tácticas y engaños, esprobablemente la responsable deque todos los seres vivos, ya sean virus,bacterias, amebas, árboles o huma-nos, sean como son hoy en día. Al finy al cabo, nada encaja mejor con lanaturaleza inimitable de este mundoque la idea de que la fascinantecomplejidad de la vida pueda ser frutode la creatividad del más simple delos seres.

Referencias:–Raoult D. ‘How the virophage compels the

need to readdress the classification of micro-bes’. Virology (2015).

–Raoult D, Forterre P. ‘Redefining viruses:lessons from Mimivirus’. Nature Rev. Micro-biol. (2008).

–Forterre P. ‘The virocell concept andenvironmental microbiology’. The ISMEJournal (2013).

–Nasir A, Sun F-J, Kim KM, Caetano-Ano-llés G. ‘Untangling the origin of viruses andtheir impact on cellular evolution’. Ann.N.Y. Acad. Sci. (2015).

–Forterre P, Prangishvili D. ‘The GreatBillion-year War between Ribosome- andCapsid-encoding Organisms (Cells and Viru-ses) as the Major Source of Evolutionary Novel-ties’. Ann. N.Y. Acad. Sci. (2009).

CIENCIA

Florentín Castro, Arístides Ferrer,mi lucha canaria con Salcedo...HUMOR ANTICRISIS

domingo, 10 de enero de 2016, EL DÍAp8

abrir el corazón a la compasión, la sabi-duría y la gratitud.

Los que están muriendo nos ense-ñan a vivir. Nos dan la oportunidad deaceptar el sentimiento de impotenciafrente al dolor y la pérdida, y experi-mentar el desinflamiento narcisista queda paso a la vivencia íntima de lo querealmente somos, de lo que no naceni muere.

Comprendemos que nuestra natu-raleza es el amor, más allá de los sen-timentalismos, y que acompañar a al-guien que está en proceso de morir esel mayor acto de generosidad que puededarse en una relación. Y con esto apren-demos el valor de cultivar una vida deverdadera calidad, y clarificar qué esuna buena muerte.

Para aprender a vivir un buen morirpodemos comenzar por el momentopresente. Por lo general, uno muerecomo ha vivido, así que si vivimosconscientemente, sin aferramientos enlas pequeñas muertes de la vida,podemos alimentar la confianza parafluir en todo aquello que nos ocurra,incluida la muerte. Aprender a morires aprender a soltar, y aprender a sol-tar es aprender a amar. Una vidavivida con amor real es vivir una buenamuerte.

Nuestra sociedad necesita una nuevapedagogía social que enseñe a sus ciu-dadanos a realizar un abordaje más salu-dable, existencialmente más maduroy realista, sobre la muerte. Por ello desdela Fundación Vivir un Buen Morir hemospuesto en marcha programas forma-tivos en diferentes ámbitos, incluidala población en general. Tambiénpromovemos la apertura de espaciospúblicos de encuentro en los quecompartir y debatir las propias intui-ciones, creencias e inquietudes con sere-nidad y desde el respeto al otro, paraescucharnos y conocernos ante una cues-tión tan sensible. Dicho de otro modo,la Fundación aboga por una pedago-gía social, para clarificar qué es una buenamuerte y difundir el conocimiento delos cuidados paliativos de calidad pa-ra las personas en proceso de morir. Enespecial, promueve el respeto exqui-sito a la voluntad de la persona que estámuriendo; que se conozca la legisla-ción vigente en materia de autonomíadel paciente, las leyes de Muerte Dig-na promulgadas en diferentes comu-nidades autónomas, y el Documentode Voluntades Anticipadas. Es muy lla-mativo que la legislación vigente en nues-tro país va muy por delante en la con-ciencia de humanizar la medicina, frentea los que la tienen que aplicar o reci-bir. Lo que nos indica con claridad lanecesidad de educación básica enbioética al final de la vida generalizadaa toda la sociedad, y en especial a losprofesionales sanitarios que todavíaobvian este imperativo legal de nues-tro ordenamiento juridico.

Con el fin de abordar el buen morirdesde el ámbito de la psicoterapia, elColegio de Psicólogos de Tenerife, encolaboración con la Fundación VBM,ha promovido el curso especialista enesta materia, que dará comienzo en unosdías en la sede colegial.

www.eldia.es/laprensawww.eldia.es/laprensa

Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 1.014

En nuestra sociedad la muertees un tema tabú, se vivecomo un fracaso y estogenera mucho sufrimiento,a veces intolerable, a las per-

sonas que están en proceso de moriry también a las que están asistiendoa un ser querido. Los medios desoporte vital que tenemos nos permitenalargan la vida de las personas, es cierto,pero muchas veces actuamos como sipudiéramos curar y evitar algo tan natu-ral como la muerte, sometiendo a lapersona a procesos médicos innecesarios.Es una tortura.

La clave crucial es identificar cuándoestamos ante una situación terminal;normalmente es el punto conflictivoporque no sabemos afrontar lo que vaa pasar. Nos quedamos aferrados a loque nos gustaría que pasara y esto generaalrededor de la persona que está mu-riendo una atmósfera de miedo, dehuida, de incomunicación. Si durantela vida necesitamos la comunicaciónauténtica con los demás, en el procesode morir esta necesidad se vive conmayor intensidad, y si no hay un buenacompañamiento, con calidad de pre-sencia, se causa mucho sufrimiento aña-dido que se podría evitar. Necesitamosadquirir habilidades y recibir orienta-ciones apropiadas para afrontar estassituaciones que, lo queramos o no,vamos a tener que abordar en primerapersona antes o después.

Los seres humanos somos los úni-cos seres vivientes conscientes de quevamos a morir, y como seres pensan-tes nos da mucho miedo, porque lamuerte no se puede pensar, sólo la pode-mos imaginar, y hay imaginaciones quecrean monstruos; otras son más celes-tiales, pero no son lo real. Quienes hanacompañado a personas que se esta-ban muriendo desde la aceptación plenahan experimentado no sólo la tristezapor la pérdida, sino también un estadode plenitud y de riqueza personal quees difícil de comunicar pero que es muyreal.

Más allá de la diversidad de caracte-res, educación, culturas, religiones,medio social, intereses, etcétera, pode-mos ponernos fácilmente de acuerdoen dos cosas: todos aspiramos a ser feli-ces y todos vamos a morir. Puede pare-cer que ambos aspectos de esta reali-dad se contradicen, que son antagó-nicos, pero eso es así sólo cuando man-

tenemos una actitud de evitación dela consciencia de que vamos a morir.Cuando nos disponemos a afrontar estarealidad comprobamos que nos hacemadurar como seres humanos, que nosenriquece intensamente y que procurauna gran calma y plenitud convivir conesta consciencia de la mortalidad.

En las sociedades preindustriales lacultura frente a la muerte era, cuandono de fascinación, sí de transmisión deestrategias para afrontar esa realidadineludible. Debemos recuperar yactualizar las guías para elacompañamiento en la muerte. En nues-

tra sociedad de consumo, en cambio,la actitud legitimada socialmentefrente a consciencia de la muerte es deevitación, loque genera una actitud gene-ral de empobrecimiento existencial. Estaes la causa de que endosemos en exclu-siva a los profesionales sociosanitarios(incluidos, en el mejor de los casos, losprofesionales de salud mental) la res-ponsabilidad de gestionar el final dela vida sin haber sido formados espe-cíficamente para ello. Así, la muertey el valor que le confiere a la vida suelequedar fuera de toda reflexión com-partida con los demás, convirtiendo larealidad ineludible de la muerte en untabú social que genera importantes dese-quilibrios y sufrimientos, tanto a nivelindividual como colectivo.

Una buena parte (por no decir

todas) de las patologías psíquicas queexperimentamos los seres humanos ennuestras sociedades altamente tecni-ficadas tienen que algo que ver con estaactitud insana de evitación, socialmentelegitimada, frente a la muerte.

Porque solamente abordar el temade la muerte con realismo y coraje per-mite afrontar las preguntas, a veces silen-ciosas, de quien lo está perdiendo todo,de quien muere. Aprender a afrontarsus miedos y temores, desarrollar la capa-cidad de silencio y atención, la capa-cidad de sostener y compartir una acti-tud contemplativa ante lo inconcebi-ble. Cualidades éstas imprescindiblespara generar un estado de presenciasólida y de calidad .

Aprender a recogernos interiormen-te en nuestros fundamentos másesenciales para poder escuchar al

otro en sus mismos fundamentos (decorazón a corazón), para poder estaren la acción justa, adecuada en cadasituación ante la muerte. Esta actitudno se aprende y no se puede enseñar,tiene que ver con una cierta calidad deser, con la madurez de una persona libe-rada de sus preocupaciones narcisis-tas, las cuales se disuelven eficazmenteante la visión de la realidad ineludiblede la muerte, realidad bien visible sinos ponemos los ojos de mirar con auten-ticidad.

Acompañar con calidad de presen-cia es aprender el valor de la vida encada momento (pues estamos vivoshasta el último aliento), la singulari-dad única de cada persona y la certezaineludible de la no permanencia. Estacerteza nos da la oportunidad única de

���

Texto: Mar López Pérez(especialista en Salud Mental, Ciencias

Humanas y Sociales. Especialista enMeditación Zen. Presidenta y directora de la

Fundación Vivir un Buen Morir.)

Vivir un buen morir y elarte de acompañar