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Leire Herrero
2010
The Power Of Magic
Ψ The Power Of Magic Ψ
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La fuga
hora voy a contaros una
historia.
Hace muchos siglos había una
niña huérfana que vivía en un horrible
orfanato, se llamaba Julie y odiaba el
orfanato más que ninguna otra cosa en el
mundo, su único amigo era un gato parlante
llamado Cáravel.
-Ya estoy harta de este lugar, fuguémonos-
dijo Julie un día al levantarse.
-Tienes razón ¿pero cómo lo haremos Julie?
-pregunto Cáravel.
A
Ψ La Fuga Ψ
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-Verás, anudaremos las sábanas de la cama
a modo de cuerda y las lanzaremos por la
ventana para bajar por ella, así lo haremos.
-Solo una pregunta ¿Cuándo nos
fugaremos?
-Hoy por la noche.
-Muy buena idea Julie pero ahora tienes que
vestirte y bajar a desayunar.
-Ya voy, ya voy.
Julie se puso un vestido rojo de lana con
manga larga, un delantal marrón, leotardos
rojos y zapatos negros, después bajó a
desayunar.
Una vez sentados todos, la cocinera les fue
pasando un trozo de pan, un pedazo de
queso y un vaso de agua a cada uno. Julie
empezó a comer con cara de asco. El pan
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EDWARD
Ψ La Fuga Ψ
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estaba duro y el queso rancio. Julie pensó “a
partir de hoy ya no tendré que comer esta
comida repugnante nunca mas”. Y así se
terminó el desayuno.
-¡En fila! -gritó la cocinera.
En ese mismo instante todos los niños se
levantaron e hicieron una fila contra la pared.
Entonces la directora entró al comedor y se
puso delante de los niños.
-En dos minutos quiero veros a todos en
vuestras correspondientes clases -dijo la
directora.
Todos los niños rompieron filas y se
dirigieron hacia sus clases. En la clase de
Julie ya estaban todos sentados y
preparados para cuando llegó la profesora o
“Lady nariz de zanahoria” como la llamaba
Julie (por su puntiaguda nariz).
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-Hoy vamos a dar clase de historia -dijo
Lady nariz de zanahoria.
Al empezar la clase Julie se durmió sobre el
pupitre.
-Julie, Julie, te he hecho una pregunta -dijo la
profesora.
-Ah, sí, sí pregúnteme -dijo Julie.
-¿Quién fue el rey Carlos I de España y V de
Alemania?
-¿El rey de los números?
Toda la clase estalló en carcajadas
irrefrenables.
-¡Silencio! -grito la profesora.
Todos se callaron al instante.
-Muy graciosa, fue el rey de España y
emperador de Alemania. En sus dominios
Ψ La Fuga Ψ
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nunca se ponía el sol -dijo Lady nariz de
zanahoria-. Ahora pon las manos con las
palmas hacia arriba.
Julie lamentó haberlo hecho, porque en
cuanto lo hizo la profesora cogió una regla de
madera y la golpeó.
-Podéis ir a comer -dijo la profesora.
Los niños se dirigieron hacia el comedor en
fila india. Se comieron el puré de algarrobas
y los higadillos y mollejas de pollo hervidas
con cara de asco. Por suerte para Julie en el
orfanato por la tarde no tenían clases, así
que se dedicó a hacer las maletas y a anudar
las sábanas con Cáravel. En su mochila
metió el mejor abrigo de piel que tenía,
(porque era invierno y hacía un frío
tremendo) un vestido de recambio, algo de
comida, todo el dinero que tenía, una brújula
y algunos mapas. Aquel día Julie se saltó la
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cena. Cuando por fin llegó la noche abrió la
ventana de par en par y ató la cuerda de
sábanas a un pequeño gancho que había en
el alfeizar de la ventana. Primero bajó
Cáravel.
-Todo despejado -le susurró a Julie una vez
hubo bajado.
Entonces Julie bajó junto a Cáravel.
Pero ya hemos oído suficiente sobre Julie,
escuchemos ahora la historia de la vida de
otro niño. El niño que acabo de mencionar
vivía en la casa de la familia más rica de la
ciudad, los Rockefeller, era huérfano al igual
que Julie. Lo habían adoptado, no porque
quisieran tener un hijo, porque ya lo tenían,
sino para que hiciera las tareas sucias,
fregar, limpiar, cocinar…etc.
Ψ La Fuga Ψ
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Se llamaba Edward, tenía el pelo corto y
moreno, su piel era oscura al igual que sus
ojos y tenía la misma edad que Julie, trece
años. El hijo de los Rockefeller era cruel,
arrogante, se creía mejor que todos los
demás y tenía trece años. Sus padres
satisfacían todos sus caprichos, le
compraban todo lo que quería y le llevaban a
todos los sitios que quería, sin embargo
Edward solo tenía que hacer, nunca recibir.
Un día por la mañana Edward se levantó
temprano como siempre y empezó a hacer el
desayuno. Preparó gofres y sorbete de limón,
lo sirvió en la mesa y empezó a desayunar.
Cuando los Rockefeller se levantaron se
comieron lo que Edward había preparado.
Más tarde Edward salió a comprar y de
camino a la tienda vio a unos niños jugando
en la plaza con sus padres y pensó que él
también se merecía una vida como la de
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EDWARD
Ψ La Fuga Ψ
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esos niños así que decidió fugarse. Y así el
día pasó lentamente y por fin llego la noche.
Edward preparó su mochila, metió una
cazadora, comida y como no tenía ni brújula
ni mapas metió un libro con imágenes de las
calles del país.
Después se dirigió hacia la puerta la abrió y
se fue. Después de caminar un par de horas
comenzó a nevar, Edward tuvo suerte y se
refugió bajo un toldo y se durmió.
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El encuentro
ulie tuvo que andar mucho más,
hasta que llegó a una casa cuyo
tejado sobresalía tanto de la
pared que se refugió ahí y durmió toda la
noche.
Aquel día Julie y Cáravel se levantaron
temprano.
-Oye Cáravel, hay algo en lo que no hemos
pensado -dijo Julie.
-¿Y qué es?
J
Ψ El Encuentro Ψ
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-Tendremos que evitar a la policía porque si
nos encuentran nos volverán a llevar al
orfanato.
-Pues eso haremos.
-Iremos a los callejones, por ahí nunca pasa
la policía.
-¿Qué hacemos aquí parados? ¡Vamos!
Entonces Julie y Cáravel se dirigieron hacia
los callejones.
Edward ya estaba despierto y se dirigía hacia
el vertedero. “la policía nunca va al
vertedero, ahí nunca me encontrarán” pensó.
Aquel día Edward, Julie y Cáravel hicieron
casi lo mismo: desayunaron, pasaron la
mañana donde estaban, comieron y pasaron
la tarde.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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Por la noche decidieron dar un paseo. De
pronto todas las luces de la ciudad se
apagaron. Julie y Cáravel siguieron
caminando, Edward también. Entonces Julie
chocó contra alguien.
-¡¡¡Aaaaaaaaaa!!! -gritaron los dos.
La luz volvió y se pudieron ver los rostros.
-Hola, me llamo Julie, me has dado un buen
susto.
-Yo soy Edward. No deberías estar aquí a
estas horas de la noche.
-Mira quién fue a hablar ¿Y tú qué haces
aquí?
-¿Prometes que me guardarás el secreto?
-Lo prometo
-Me he fugado
Ψ El Encuentro Ψ
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-¿En serio? Yo también me he fugado.
-¿Qué tal si seguimos el camino juntos?
-Buena idea.
Por primera vez Edward se fijó en Julie. Su
cabello era del mismo color que las nubes al
atardecer, tenía la piel muy clara, sus ojos
eran de color verde esmeralda y sus labios
de un precioso tono rosado.
-Bonito gato, ¿Cómo se llama?
-Se llama Cáravel, es mi mejor amigo.
-Encantado de conocerte -dijo Cáravel
mientras le estrechaba la pata a Edward.
-Pe… pero ¿cómo es que puede hablar?
Solo es un gato.
-Ahora eso es lo de menos, tenemos que
pensar a dónde ir -dijo Julie.
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-Creo que lo mejor sería que nos
dirigiéramos a las afueras de la ciudad, así la
policía no podrá encontrarnos, -dijo Edward-
luego ya pensaremos a donde ir.
Entonces los niños se dirigieron hacia las
afueras de la ciudad. Caminaron y
caminaron, y aunque en realidad habían
viajado cuatro horas a ellos les pareció toda
una vida. Cuando estaban a punto de
desmayarse de frío y cansancio vislumbraron
un pequeño prado en el horizonte. Cuando
por fin llegaron cayeron dormidos en la fría
hierba. Al día siguiente Julie se despertó con
el canto de los alegres jilgueros. Estaba
muerta de frío.
-Edward, despierta, si sigues aquí dormido te
vas a morir de frío -dijo Julie mientras le
empujaba.
Ψ El Encuentro Ψ
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Edward se desperezó con un enorme
bostezo.
-Pues tienes razón, sí que hace frío -dijo
Edward estirándose.
-¿Os apetece desayunar? -dijo Cáravel.
-¡Qué susto nos has dado Cáravel! -gritó
Julie.
-Yo no llamaría desayuno a algo que se
come a medio día -bromeó Edward- y sí, me
gustaría desayunar.
-Pues buen provecho -dijo Cáravel.
Todos comieron rápidamente lo que les sirvió
Cáravel.
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3
Los animales parlantes
uando terminaron de desayunar
los tres amigos reemprendieron
la marcha. Al rato de empezar a
caminar Julie vio una sombra que se
deslizaba entre los árboles, Edward también
lo vio. De pronto la “cosa” paró ante ellos.
-No puedo creer que nos hayamos asustado
tanto de una ardilla-dijo Julie.
-¿Satín, eres tú?-dijo Cáravel loco de alegría.
-Quién si no -le respondió la ardilla-. Pero ya
hablaremos de esto luego, ahora seguidme
por favor.
C
Ψ Los animales parlantes Ψ
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SATIN
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Así que le siguieron. De pronto Satín se
detuvo junto a una enorme secuoya
milenaria. A continuación colocó la pata
sobre un pequeño lugar en el tronco que no
estaba cubierto por corteza. Justo en el
momento en el que colocó la pata en el
tronco una puerta se abrió en el mismísimo
árbol.
-Vamos pasad que la puerta no muerde -dijo
Cáravel.
Entonces los niños pasaron por la puerta. Al
cruzarla los niños se sorprendieron de la
calidez de aquel lugar, y a continuación
metieron los abrigos en la mochila. Satín y
Cáravel les guiaron hasta un inmenso
palacio en el centro del pueblo. Cuando
entraron al palacio un águila les recibió.
-Señor, he traído a los niños de su visión -
dijo Satín.
Ψ Los animales parlantes Ψ
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-Muy bien -dijo el águila.
Los niños intercambiaron una mirada
extrañada.
-La bola de cristal puede mostrar a cualquier
persona en cualquier lugar del mundo -dijo el
águila como si les pudiera leer los
pensamientos.
-Señor ¿Podríamos dormir en algún lugar del
pueblo? -dijo Julie.
-Llamadme Ravel, por favor -dijo con tono
solemne.
-De acuerdo Ravel, ¿podríamos alojarnos en
algún lugar cercano? -volvió a preguntar
Julie.
-Por supuesto ahora os llevo. Satín, ven tú
también.
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Ravel le guió hasta una habitación elaborada
con oro, plata, joyas y nubes con dos camas
hechas de los mismos materiales.
-Julie, Edward ¿Podemos hablar a solas?-
dijo Ravel.
-Por supuesto -dijeron los niños a coro.
Ψ Los animales parlantes Ψ
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Satín y Cáravel se retiraron.
-Julie, Edward, me gustaría obsequiaros con
dos regalos -dijo Ravel-. Julie acepta como
regalo la Brújula De La Vida, y a ti Edward te
obsequio con el Prisma Del Oráculo.
Eran dos objetos muy raros. La brújula en
lugar de indicar sur (S), norte (N), este (E) y
oeste (O) en la parte superior había una
calavera, una flecha trazaba una línea desde
la parte superior hasta la de la derecha en la
que estaba dibujado un túnel iluminado por
una luz blanca al fondo. De la parte derecha
partía otra flecha que a su vez terminaba en
la parte inferior, tenía grabado otro símbolo,
representaba a un hombre de 70 años
(aprox.) caminando con la ayuda de un
bastón. Otra flecha terminaba en la parte
izquierda, la cual como has de suponer tenía
grabado otro símbolo, representaba a un
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niño de la misma edad que Julie y Edward
corriendo por un prado. Otra flecha
terminaba en el centro en el que había
grabado un diamante junto a un corazón,
también había una aguja como las del reloj.
Había una barra semejante a un termómetro
de mercurio en el lado derecho. Cuando Julie
acercó la brújula a su pecho la aguja señaló
al centro donde estaban el diamante y el
corazón. De pronto el diamante empezó a
brillar y el corazón a latir.
-¡Increíble! -exclamó Julie- ¿Qué es Ravel? -
dijo Edward.
-¿Y cómo funciona? -dijo Julie.
-De acuerdo, os diré como funciona. Tienes
que acercarlo al pecho de una persona, y si
la aguja señala la calavera es que la persona
está muerta, si señala el túnel es que esta al
borde de la muerte, si señala al anciano es
Ψ Los animales parlantes Ψ
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que está bien, si señala al niño es que está
perfectamente, y por ultimo si señala al
diamante junto al corazón es que no podría
estar mejor -explicó Ravel- ¡Ah! También hay
un símbolo especial que significa que esa
persona es inmortal.
-¿En serio? ¿Y cómo es ese símbolo, Ravel?
-preguntó Edward.
-No lo sé Edward, jamás lo he visto-
respondió Ravel.
-Otra pregunta, Ravel. ¿Qué es esa barra
que parece un termómetro? -dijo Julie.
-Verás, si deseas que una persona
moribunda se recupere de todo corazón una
línea dorada empezará a ascender, y si lo
deseas tanto como para que llegue hasta
arriba esa persona se recuperará -respondió
Ravel.
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-¿Por qué cuando he acercado la brújula a tu
pecho no ha ocurrido nada? -preguntó Julie.
-Porque todos los animales parlantes somos
ajenos al ciclo de la vida.
El prisma de Edward era del cristal más
transparente y brillante que podrías haber
visto nunca. Su forma era completamente
indescriptible.
-¿Qué hace? -preguntó Edward.
-Si lo colocas en un ángulo en el que sol
pueda reflejarse en todos sus lados y
formulas una pregunta para tus adentros la
respuesta a tu pregunta aparecerá en el lado
más grande del prisma expresada por medio
de imágenes y palabras-dijo Ravel.
-¡Guau! -dijo Julie.
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Y así terminó la conversación. Los niños se
quedaron varias semanas en el pueblo y
todos los días hacían lo mismo: levantarse,
desayunar, bañarse, vestirse, peinarse,
explorar el pueblo, comer, hablar con Satín,
Cáravel y Ravel y acostarse. Sin embargo
una mañana hicieron otra cosa, fueron a la
playa, los dos animales jugaban al escondite
alegremente, Satín siempre ganaba porque
sus tonos marrones se confundían con la
arena mojada.
-Mira, se aproximan unos barcos -dijo
Edward.
-No pueden ser barcos, tienen cabeza-le dijo
Julie-, espera, ya sé lo que son ¡Son
monstruos marinos!
Ψ Daque Zabache III Ψ
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Daque Zabache iii
os niños corrieron a avisar a
Ravel.
-Ra… Ra… Ravel, se aprox…
se aprox… -empezó Julie.
-Se aprox… aproximan unos... unos
¡monstruos marinos! -gritó Edward.
-Julie, Edward decid a toda la ciudad que
cojan sus pertenencias y se reúnan en la
plaza -dijo Ravel.
Julie y Edward corrían por la ciudad gritando
cosas como “recojan todas sus
L
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pertenencias”, “reúnanse en la plaza” o “hay
que evacuar la ciudad”.
Cuando todos estuvieron reunidos en la
plaza partieron hacia las afueras del pueblo.
Al final llegaron a un prado desde el que se
veía la aldea, pero desde la ciudad no se
veía el prado. En unos minutos los
monstruos marinos llegaron a la ciudad.
Había uno mucho más grande que todos los
demás, llevaba en el lomo dos sillas de oro
adornadas con joyas. De ese mismo
monstruo marino bajó un hombre alto de pelo
moreno tan retirado hacia atrás que parecía
haberse echado diez kilos de gomina, llevaba
un manto rojo con el borde de armiño blanco,
vestía con unos pantalones bombacho
negros y calzaba unas babuchas, los niños
se preguntaban quién narices era ese tipo.
Ψ Daque Zabache III Ψ
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Ψ The Power Of Magic Ψ
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- Es Daqué Zabache III -dijo Ravel como si
pudiera leerles los pensamientos.
-¿Y qué quiere? -preguntó Julie.
-No lo sé Julie, no lo sé -dijo Ravel
suspirando.
-Chicos estáis pensando lo mismo que yo -
dijo Julie.
-Sí, Julie -dijeron a coro.
Así que los niños y los animales (Cáravel y
Satín) se encaminaron hacia el pueblo a
escondidas. Una vez llegados al pueblo
entraron en una de las cajas que llevaban los
guardias. ¡Estaban llenas de espadas! Los
guardias ataron las cajas a las patas de los
monstruos marinos. “Con que así llevaban
las cajas” pensaron los niños. Por fin
comenzaron a moverse. Julie por un
momento creyó que iban a viajar
Ψ Daque Zabache III Ψ
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eternamente, hasta que uno de los guardias
sacó del agua la caja en la que estaban; al
hacerlo hizo una raja en la caja con la
espada que llevaba en el cinturón. Por esa
raja los niños vieron que estaban en una isla.
Les llevaron a través de unos túneles
subterráneos hasta una especie de almacén
en el que había muchas mas cajas como en
la que iban ellos. Cuando se fueron los
guardias los niños y los animales salieron de
la caja. Estaban llenos de arañazos al haber
viajado sobre espadas.
-¡Oh, no! La puerta está demasiado alta –dijo
Edward contando con los dedos– yo diría
que está a doce metros del suelo.
-No te preocupes, yo sé cómo alcanzar la
puerta –dijo Julie– en el orfanato escalaba
hasta los tejados para escabullirme de las
clases. Y como el almacén está escavado en
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la roca está lleno de huecos y salientes para
poner los pies y agarrarse. Satín sube a mi
espalda, Cáravel ya sabe escalar.
Julie empezó a escalar, apenas tardó dos
minutos en llegar hasta la puerta. Delante de
la puerta había una pequeña plataforma.
Edward todavía estaba abajo y no se elevaba
más de un metro del suelo.
-¡Julie, no sé escalar! –dijo Edward.
-No te preocupes, ahora te ayudo –dijo Julie
lanzando una cuerda.
Cáravel bajó y le ató un extremo de la cuerda
a Edward a modo de arnés y después volvió
junto a Julie que junto a Cáravel y Satín
comenzó a tirar de la cuerda. En diez
minutos ya habían subido a Edward y
desatado la cuerda. Justo en ese momento
un guardia entró en el almacén y los niños,
Ψ Daque Zabache III Ψ
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sin ser vistos, se escaparon de él.
Anduvieron hasta llegar a una sala enorme y
oscura con una mesa con dos sillas en el
centro igual de oscuras que la sala.
De pronto los niños oyeron un ruido de pasos
que se aproximaban.
-Rápido, escondámonos en ese armario –dijo
Julie señalándolo con el índice.
Y así los niños y los animales se escondieron
en el armario. Daqué Zabache III y el tipo
que iba en su mismo monstruo marino
entraron en la sala.
-¿Dónde cree que puede estar escondida la
Magia Infinita, señor? –dijo aquel tipo.
-No lo sé, Dante ¡pero estoy seguro de que la
encontraré! –dijo Daqué.
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-Ya pero ¿y la profecía señor? –dijo aquel
tipo llamado Dante.
-Yo no creo en esa profecía tonta –dijo
Daqué.
En el armario Julie preguntó:
-Cáravel, Satín, ¿conocéis esa profecía?
-Sí, Julie, yo sí la conozco, dice así:
Cuando el mundo esté a punto de perecer
dos niños deberán aparecer, un niño y una
niña han de ser y ellos el mal harán
desaparecer –dijo Satín.
-¿Julie, crees que se refiere a nosotros? –
dijo Edward.
-Creo que sí, Edward.
-Shhhh, creo que está entrando alguien- dijo
Cáravel.
Ψ Daque Zabache III Ψ
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Y así era, un guardia acababa de entrar en la
sala.
-Amo, un monstruo marino tiene las cuatro
patas muertas y está ciego, ¿qué hacemos
con él? –dijo el guardia.
-De acuerdo, puedes retirarte; ya nos
ocuparemos nosotros – dijo Daqué.
La voz del guardia sonaba vacía, como si
estuviera muerto por dentro.
-Dante, recuerdas cómo se anula el efecto
del hipnotismo, ¿no?- dijo Daqué-, porque
vas a tener que utilizarlo.
-Sí, señor.
-Pues dime cómo se hace.
-Se pone el amuleto calavera mirando
directamente a aquel que quieres
deshipnotizar y se pronuncian los versos.
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-¿Y cuáles son los versos?
-Dicen así: Calavera, calavera del maligno
quita a este patán los efectos del hipnotismo.
-Muy bien, pero ya nos ocuparemos luego de
este asunto. Ahora tenemos que hipnotizar a
la Hechicera De Las Diez Lunas.
Sin esperar un minuto Daqué Zabache III y
Dante se marcharon.
-Tenemos que hacernos con el medallón –
dijo Julie.
-Pero tendríamos que deshipnotizar a las
personas una por una y no tendríamos
tiempo –dijo Edward.
-Pero si subiéramos a un lugar alto y
consiguiéramos que todos nos miraran
podríamos conseguirlo –dijo Julie– pero
Ψ Daque Zabache III Ψ
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ahora tenemos que ayudar a esa tal
Hechicera De Las Diez Lunas.
-Ojalá aquí diera el sol para poder consultar
el prisma –dijo Edward dándole vueltas al
prisma.
Edward puso el prisma de modo que su
imagen se reflejaba en todos sus lados
mientras se preguntaba cómo llegarían hasta
la hechicera. Entonces en el lado más
grande del prisma se vio el cielo nocturno
con dos estrellas mucho más brillantes que
todas las demás, una era del color del
atardecer y la otra era más negra que el
azabache, debajo estaba el mar.
-Para a la Hechicera De Las Diez Lunas
encontrar a las estrellas del color del
atardecer y del azabache deberéis seguir de
manera que delante siempre las tengáis –dijo
una voz que salía del prisma.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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Edward se preguntó cómo podría haber
contestado a su pregunta si no le daba el sol.
-Se refería al sol del corazón, Edward -dijo la
voz del prisma otra vez.
-Bueno ¡pues hacia la Hechicera De Las Diez
Lunas! –gritó Julie.
-¡Allá vamos! –gritaron a coro Edward, Satín
y Cáravel.
Antes de partir Edward le preguntó al prisma
qué era la Magia Infinita y para qué la quería
Daqué Zabache III. Primero una luz dorada
apareció en el prisma.
-La Magia Infinita es el poder que contiene y
protege toda la magia de todos los mundos
que existen, existieron y existirán-dijo la voz
del prisma.
Ψ Daque Zabache III Ψ
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Después la imagen de Daqué Zabache III
con un montón de gente arrodillándose ante
él.
-Daqué Zabache III quiere la Magia Infinita
para dominar toda la magia y así gobernar
sobre todo el mundo -dijo la voz del prisma.
A continuación se dirigieron hacia las afueras
del castillo, recorrieron innumerables pasillos
hasta conseguir salir del castillo de Daqué
Zabache III.
Cuando salieron del castillo Edward
preguntó:
-Pero... ¿cómo cruzaremos el mar?
-Veréis, antes un delfín parlante vivía en la
aldea de los animales parlantes pero luego
se hizo trotamundos o mejor dicho
trotamares y como era mi mejor amigo me
dio esta caracola; –dijo Satín mostrándoles
Ψ The Power Of Magic Ψ
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una caracola de color azul celeste– me dijo
que cuando necesitara su ayuda soplara por
su parte más estrecha y él acudiría a donde
yo estuviera.
-¿A qué esperas? ¡Sóplala! –gritó Julie.
En menos de lo que canta un gallo Satín
había soplado la caracola y el delfín había
llegado a la orilla.
-¿Qué quieres, colega? -preguntó el delfín.
-¿Podrías llevarnos hasta la Hechicera De
Las Diez Lunas, Sulfi? –le respondió Satín.
-Si vosotros me guiáis os llevo.
-Claro que te podemos guiar –dijo Julie–
mira, ¿ves esas dos estrellas? Una es del
mismo color que el atardecer y la que está a
su lado es muy, muy negra. ¿Las ves?
Ψ Daque Zabache III Ψ
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-Sí, las veo -le dijo el delfín-, ¿pero cómo va
a haber estrellas a medio día?
-Eso da igual -le dijo Julie-, lo que tienes que
hacer es seguirlas de manera que siempre
las tengas en frente.
Así que todos se subieron sobre el delfín.
Durante el viaje Sulfi les contó las aventuras
que había vivido durante sus viajes. Después
de dos horas de viaje llegaron a un pequeño
islote en el que había una tienda de campaña
morada con estampados de lunas y estrellas
doradas. Edward le preguntó al prisma a ver
si allí vivía la Hechicera De Las Diez Lunas.
Le respondió que sí. Los niños vieron que
Daqué Zabache III y Dante entraban en la
tienda de la hechicera. Los niños y los
animales también entraron, se colocaron
detrás de Daqué y Dante para que no les
vieran. Estaba oscura como la boca del lobo.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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Ya era demasiado tarde, la hechicera estaba
hipnotizada.
-Cáravel tú que eres tan oscuro como la
oscuridad de la tienda ¿crees que podrías
quitarle el medallón a Daqué sin ser visto? –
dijo Julie.
-Por supuesto.
En ese mismo instante Cáravel se lanzó al
aire a toda velocidad y le quitó el medallón
de un zarpazo sin que Daqué ni Dante se
dieran cuenta.
-Tenemos que irnos antes de que se den
cuenta –dijo Edward.
En un par de minutos ya estaban navegando
sobre el delfín.
Después de varias horas de viaje Edward
preguntó:
Ψ Daque Zabache III Ψ
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-¿A dónde vamos?
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5
El Monte Del Cielo
espués de pensar un buen rato
Julie dijo:
-Tenemos que ir al lugar más
alto que exista para deshipnotizar a todos.
Cáravel, Satín ¿conocéis ese lugar?
-Sí, yo lo conozco. El lugar más alto que
existe es el Monte Del Cielo –dijo Sulfi-. Yo
os llevo.
Después de un día entero de viaje llegaron a
tierra firme (tardaron tanto tiempo porque se
habían extraviado un par de veces).
D
Ψ El monte del cielo Ψ
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-Bueno, ya no os puedo ayudar más –dijo el
delfín.
Así que partieron hacia el altísimo Monte Del
Cielo.
Como estaban hambrientos, sedientos y
agotados pararon en un prado a comer,
beber y dormir. Durmieron por turnos;
mientras uno hacía guardia los otros tres
dormían.
Al levantarse era mediodía. Edward metió el
medallón de la calavera en su mochila.
Caminaban en silencio. Tardaron una hora
en llegar al monte.
-¡Ya lo veo, ya lo veo, es el Monte Del Cielo!
–gritó Julie como loca.
En diez minutos ya estaban al pie del monte.
Empezaron a subir. Al poco tiempo Edward
dijo:
Ψ The Power Of Magic Ψ
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-Un momento, la cima de la montaña está
sumida en las nubes.
-De ahí viene su nombre –le dijo Cáravel.
Cuando por fin llegaron al principio de la
zona cubierta por nubes los niños se
asombraron de la claridad que había, a pesar
de la densidad de las nubes.
Al poco rato se vieron sorteando un abismo
inmenso. De pronto un grifo (una criatura
legendaria con cabeza y alas de águila y
cuerpo de león) agarró a Julie por los
hombros y la elevó sobre el abismo. Edward
vio que Daqué Zabache III iba montado
sobre él.
-¿Cómo has sabido que estábamos aquí? –
dijo Edward.
-Me lo dijo la Hechicera De Las Diez Lunas.
Ψ El monte del cielo Ψ
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-¡Suéltala! –gritó Edward.
-Sólo si me das el medallón.
-De acuerdo, te lo daré.
-¡No, Edward, no lo hagas! –gritó Julie.
Edward le lanzó el medallón. En el mismo
instante en que Daqué cogió el medallón el
grifo soltó a Julie sobre el abismo.
-Has dicho que la soltara –dijo Daqué
mientras reía socarronamente.
Lo dijo y se fue.
-¡Julie!
-¡Edward!
Julie seguía cayendo. De pronto una luz
dorada se encendió en el pecho de ambos.
En el instante en que la luz dorada se
Ψ The Power Of Magic Ψ
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encendió Julie empezó a ascender, como si
volara.
-¿Qué ha pasado, Edward? –dijo Julie.
-No lo sé, Julie, se lo preguntaré al prisma.
Edward le preguntó al prisma qué había
ocurrido.
-Ha sido Magia Infinita.
La luz dorada apareció en el prisma. Edward
preguntó de dónde había salido la Magia
Infinita.
-De vuestro interior.
-Daqué quería la Magia Infinita ¿no es así?
Pues si la quiere tendrá que capturarnos -dijo
Julie.
Después de asimilar la noticia Edward
preguntó qué debían hacer.
Ψ El monte del cielo Ψ
-51-
-Subid a la cima del Monte Del Cielo –le dijo
el prisma.
Y sin más preámbulos pusieron rumbo a la
cima del Monte Del Cielo.
Anduvieron y anduvieron hasta que cayeron
dormidos en el suelo. Cuando despertaron
Julie dijo:
-¡Ya hemos llegado a la cima del Monte del
Cielo!
-Ayer estábamos demasiado cansados para
darnos cuenta de que habíamos llegado –dijo
Edward.
La cima del monte estaba llena de flores de
todo tipo: amapolas, petunias, lilas,
rosas…En el centro había un gran árbol rosa.
En una esquina había una anciana. Estaba
encorvada y su piel llena de arrugas. Vestía
Ψ The Power Of Magic Ψ
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MONTE DEL CIELO
Ψ El monte del cielo Ψ
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una falda a cuadros color verde oscuro y un
chal de punto rosa, sus cabellos eran
completamente grises y los llevaba recogidos
en un moño.
-Me muero de hambre Edward, ¿qué nos
queda? –dijo Julie.
-Nada –dijo Edward.
-Mira ahí hay una anciana –dijo Julie-, tal vez
ella pueda darnos algo de comer.
Entonces se acercaron a la anciana.
-Perdone, ¿podría darnos algo de comer? –
dijo Edward.
-Soy el Oráculo Celestial –dijo la anciana
lentamente-, y por su puesto que os puedo
dar algo que comer.
Fue andando lentamente hasta el árbol rosa
y le pegó un suave golpe; en ese mismo
Ψ The Power Of Magic Ψ
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instante un cazo lleno de guiso cayó del
árbol.
-Aquí tenéis, –dijo la anciana- que
aproveche.
-Muchas gracias –dijeron los niños a coro.
Los cuatro devoraron el guiso a velocidades
increíbles. A continuación Edward le dijo a
Julie:
-Tenemos que avisar a Ravel y los otros -y le
preguntó a la anciana-, perdone ¿hay otra
manera más rápida de bajar del monte?
-Tendréis que bajar lo más despacio que
podáis y llegaréis a donde queráis, y ni
siquiera la Hechicera De Las diez Lunas
podrá saber dónde estáis-dijo la anciana con
su lenta manera de hablar-. Partid, tenéis
algo importante que hacer.
Ψ El monte del cielo Ψ
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-Gracias -dijo Julie.
Y partieron. Caminaban a la misma velocidad
que una tortuga, y no exagero al decirlo.
Para cuando se dieron cuenta de lo que
sucedía ya estaban en la aldea de los
animales parlantes.
-Tenemos que reunir a todo el pueblo –dijo
Julie.
-Separémonos -dijo Edward.
Así lo hicieron y en unos minutos todos
estaban reunidos en la plaza.
-Escuchadme todos, tenemos que recuperar
el medallón que tiene Daqué -dijo Julie.
-Con él puede hipnotizar a cualquiera, por
eso tiene a tanta gente de su parte -continuó
Edward.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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-¿Y para qué nos necesitáis a nosotros?-
preguntó alguien.
-Veréis, como tiene a la Hechicera De Las
Diez Lunas supusimos que se enteraría de
que vamos para allá y prepararía a su
ejército para que nos atacara- aclaró Julie.
-Y ahí es donde entráis vosotros, ¿quién
estaría dispuesto a luchar? –dijo Edward.
-Somos muy pocos. Yo propongo una cosa;
les podríamos pedir a los habitantes de otros
pueblos que nos ayuden –dijo Ravel- ¿qué
opináis?
-Es buena idea pero ¿cómo nos
distribuiremos para avisarles? –objetó
Edward.
-Lo haremos así: los que podamos volar nos
ocuparemos de los pueblos de las nubes, los
animales marinos se ocuparán de los
Ψ El monte del cielo Ψ
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pueblos submarinos y por último los que
saben cavar túneles irán a los pueblos
subterráneos –les explicó Ravel.
-De acuerdo, pero necesitaremos a alguien
que nos lleve al castillo de Daqué Zabache III
–dijo Edward.
-Yo lo haré –dijo un águila joven y
corpulenta.
-¿A qué esperamos? ¡Vamos allá! -gritó
Julie.
Así que los cuatro subieron al águila. En un
momento ya estaban sobrevolando el
océano. Edward y Julie no paraban de darle
indicaciones. Cuando por fin llegaron al
castillo de Daqué vieron a todos los demás
camuflados alrededor del castillo.
Pidieron al águila que los llevara junto a
Ravel.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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Cuando estuvieron a su lado Julie dijo:
-Si nos descubre e indica a su ejército que
nos mate, luchad.
Así los cuatro entraron en el castillo. Edward
le preguntó al prisma dónde estaba Daqué.
-En la sala de la última vez.
Y apareció una imagen de la sala en la que
se escondieron la otra vez. Así que se
dirigieron a la sala. Y allí estaba sentado
junto a Dante.
-¿Crees que podrías hacer lo mismo que en
la tienda de la Hechicera De Las Diez
Lunas? -le dijo Julie a Cáravel.
-No lo dudes -respondió Cáravel. Y se lanzó
hacia Daqué.
Poco después de que se escaparan del
castillo se oyó un grito que decía:
Ψ El monte del cielo Ψ
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-¡Al ataque!
-Se han dado cuenta -dijo Cáravel- coge tú el
medallón, Edward, estará más seguro.
Edward tomó el medallón, Ravel se le acercó
y le dio un escudo y una espada y le dijo:
-Ten, los necesitarás.
En ese preciso instante el ejército de Daqué
apareció.
Y así se enzarzaron en una gran batalla.
Julie desde una esquina vio a Edward
luchando con Daqué.
También vio que Daqué había inmovilizado a
Edward. Entonces le lanzó el medallón a
Julie diciendo.
-Ocúpate tú de los hipnotizados y no te
preocupes por mí.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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Julie atrapó el medallón al vuelo y se dirigió
al castillo de Daqué. En lugar de entrar
comenzó a escalar por la fachada seguida de
los guardias de Daqué.
Cuando por fin llegó a la cima del castillo
comenzó a gritar para llamar la atención de
los hipnotizados. Cuando lo consiguió
pronunció los versos, y surtió efecto.
Después bajó del castillo y vio muerto a
Daqué Zabache III junto a Edward,
moribundo.
Ψ La inmortalidad Ψ
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6
La inmortalidad
ulie se acercó a Edward
sollozando y pidiéndole a Dios
que se recuperara. De pronto
recordó la brújula que le había dado Ravel y
la acercó al pecho de Edward. Entonces vio
cómo la aguja se movía lentamente hacia el
corazón y el diamante. En ese momento
Edward se levantó como si jamás le hubiera
pasado nada. Julie todavía sostenía la
brújula junto al pecho de Edward, entonces
empezó a brillar sin parar. Ravel se les
acercó y les dijo:
-Sois inmortales.
J
Ψ The Power Of Magic Ψ
-62-
De pronto del cuerpo de Daqué Zabache III
salió un hombre; era rubio, de piel clara y sus
ojos eran de color azul celeste, vestía unos
vaqueros y una camisa blanca algo
desgarrada.
También del cuerpo de Dante salió otro
hombre: era moreno, de piel oscura, ojos
muy oscuros; vestía unos pantalones piratas
de color azul celeste con estampados de
perfiles de olas de color azul oscuro y una
camiseta de color verde; calzaba unas
sandalias rojas; era bastante más joven que
el otro hombre.
-Hola, Edward, me llamo Nicolas, Nicolas
Rusweld. Soy tu padre- dijo el hombre
moreno.
-Papá ¿eres tú? –dijo Edward.
-Sí hijo, soy yo.
Ψ La inmortalidad Ψ
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-Julie, yo me llamo Cristóbal, Cristóbal
Ficherd, soy tu padre –dijo el hombre rubio.
Los dos niños corrieron a abrazar a sus
padres.
-Pero hay algo que no me cuadra, sí sois
nuestros padres ¿cómo es que estabais en
los cuerpos de Daqué y Dante? -dijo Julie.
-Veréis. Daqué y Dante son en realidad
sombras del otro mundo, y se infiltraron en
nuestros cuerpos para así adoptar forma
humana; desde entonces vagamos por sus
cuerpos en forma de fantasmas, hasta que
hoy vosotros los habéis matado –dijo
Nicolas– una cosa más, también somos
inmortales.
-Julie, dame la brújula por favor.-dijo
Cristóbal- Edward, tú dame el prisma por
favor.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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Julie y Edward le dieron lo que pedía.
Cristóbal sujetó la brújula boca abajo y
encajó el prisma en un pequeño hueco de la
brújula. De pronto algo brilló y para cuando
se dieron cuenta de lo que ocurría Cristóbal
sostenía dos medallones; consistían en una
fina cadena de oro de la que colgaban una
pulidísima piedra ovalada, una de las piedras
era de color verde esmeralda y la otra de un
precioso matiz de azul.
-Julie, toma la brújula y tú Edward coge el
prisma –dijo Cristóbal-. Ravel ¿te gustaría
hacer los honores?
Y como si se pudieran leer los pensamientos
Ravel cogió los medallones y dijo:
-Yo te nombro Julie corazón de oro por haber
salvado a Edward de la muerte.
Ψ La inmortalidad Ψ
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Ravel le colgó el medallón verde esmeralda a
Julie.
-Yo te nombro Edward espada ardiente por
haber dado muerte a Daqué Zabache III.
Ravel le colgó a Edward el medallón azul a
Edward.
-Mirad qué tenéis en la espalda- dijo Nicolas.
Julie y Edward miraron hacia atrás y vieron
que tenían alas.
-¡¡¡¡Guauuu!!!! -dijeron los niños al unísono.
Las alas tenían innumerables curvas y
esquinas; las de Julie tenían todos los
matices de verde que existen y las de
Edward todos los tonos de azul del mundo.
-Vamos probadlas, no os cortéis -dijo
Cristóbal.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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Sin pensarlo dos veces los niños se lanzaron
al aire como balas con Satín y Cáravel en los
brazos.
-A qué esperáis, vamos al pueblo -gritó Julie
desde lo alto.
Así todos los animales presentes se fueron a
sus casas. Los niños bajaron junto a Ravel y
sus padres.
-¿Ravel, podemos quedarnos a vivir en la
aldea de los animales parlantes? -dijo Julie.
-Solo si vuestros padres os dejan.
-Papá, ¿podemos? -pregunto Julie.
-Bueno… -empezó a decir.
-Porfiiii… -dijeron los niños al unísono.
-De acuerdo -respondió Nicolas.
Ψ La inmortalidad Ψ
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Así que los siete se dirigieron a la aldea de
los animales parlantes. Se alojaban en el
palacio. Pasados unos meses los dos niños
fueron a la playa, estaban viendo la puesta
de sol y casi sin darse cuenta iban
acercándose el uno al otro más y más y más
hasta que de pronto se besaron.
Cuando se dieron cuenta de lo que estaban
haciendo se apartaron el uno del otro y al
momento estaban los dos rojos como un
tomate.
-Tengo algo que decirte -dijeron al unísono.
-Tú primero -dijeron a coro de nuevo.
En ese momento Edward le tapó la boca a
Julie y dijo:
-Me gustas, me gustas mucho.
-Tú a mi también.
Ψ The Power Of Magic Ψ
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Y se volvieron a besar.
Más tarde volvieron al palacio. Se dirigieron
al comedor. Al llegar Ravel les dijo:
-Os estábamos esperando, la cena está
servida.
-Antes tenemos algo que deciros-dijo
Edward.
-¿Qué es? -pregunto Cristóbal.
-Somos novios -declaró Julie.
-Eso hay que celebrarlo con una comilona.
-Papá espéranos -dijo Edward.
Y así vivieron felices para siempre.
Ψ La inmortalidad Ψ
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