teora king kong

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    Virgini e Despent es

    teora king kong

    Traduccin de Beatriz Preciado

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    Ttulo original: King Kong Thorie

    Edicions Grasset & Fasquelle, 2006

    De la traduccin: Beatriz Preciado

    Editorial Melusina, s.l., 2007www.melusina.com

    Ilustracin de cubierta: Marie Meier

    Primera edicin, 2007.Reservados todos los derechos.

    Fotocomposicin: Vctor Igual, s.l.Impresin: Romany Valls, s.a.isbn-13: 978-84-96614-27-7isbn-10: 84-96614-27-1Depsito legal: B.44.269-2007

    Impreso en Espaa

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    Tenientas corruptas*

    Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camio-neras, las frgidas, las mal folladas, las infollables, las histricas,las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buenachica. Y empiezo por aqu para que las cosas queden claras: no

    me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiara milugar por ningn otro, porque ser Virginie Despentes me pa-rece un asunto ms interesante que ningn otro.

    Me parece formidable que haya tambin mujeres a las que lesguste seducir, que sepan seducir, y otras que sepan casarse,que haya mujeres que huelan a sexo y otras a la merienda de

    los nios que salen del colegio. Formidable que las haya muydulces, otras contentas en su feminidad, que las haya jvenes,muy guapas, otras coquetas y radiantes. Francamente, mealegro por todas a las que les convienen las cosas tal y comoson. Lo digo sin la menor irona. Simplemente, yo no formo

    * Agradezco a Itxiar Ziga y Jos Pons Bertran la lectura de esta tra-

    duccin en castellano. (N. de la t.)

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    parte de ellas. Seguramente yo no escribira lo que escribo sifuera guapa, tan guapa como para cambiar la actitud de todoslos hombres con los que me cruzo. Yo hablo como proletariade la feminidad: desde aqu habl hasta ahora y desde aquvuelvo a empezar hoy. Cuando estaba en el paro no sentavergenza alguna de ser una paria, slo rabia. Siento lo mis-mo como mujer: no siento ninguna vergenza de no ser unata buena. Sin embargo, como chica por la que los hombres seinteresan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que

    ni siquiera debera estar ah. Pero siempre hemos existido.Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hom-bres, que slo imaginan mujeres con las que querran acostar-se. Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado.Incluso hoy que las mujeres publican muchas novelas, rara-mente encontramos personajes femeninos cuyo aspecto fsicosea desagradable o mediocre, incapaces de amar a los hom-

    bres o de ser amadas. Por el contrario, a las heronas de la li-teratura contempornea les gustan los hombres, los encuen-tran fcilmente, se acuestan con ellos en dos captulos, secorren en cuatro lneas y a todas les gusta el sexo. La figura dela pringada de la feminidad me resulta ms que simptica: esesencial. Del mismo modo que la figura del perdedor social,econmico o poltico. Prefiero los que no consiguen lo que

    quieren, por la buena y simple razn de que yo misma tam-poco lo logro. Y porque, en general, el humor y la invencinestn de nuestro lado. Cuando no se tiene lo que hay que te-ner para chulearse, se es a menudo ms creativo. Yo, comochica, soy ms bien King Kong que Kate Moss. Yo soy esetipo de mujer con la que no se casan, con la que no tienen hi-

    jos, hablo de mi lugar como mujer siempre excesiva, dema-

    siado agresiva, demasiado ruidosa, demasiado gorda, dema-

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    siado brutal, demasiado hirsuta, demasiado viril, me dicen.Son, sin embargo, mis cualidades viriles las que hacen de malgo distinto de un caso social entre otros. Todo lo que megusta de mi vida, todo lo que me ha salvado, lo debo a mi vi-rilidad. As que escribo aqu como mujer incapaz de llamar laatencin masculina, de satisfacer el deseo masculino y de con-tentarme con un lugar en la sombra. Escribo desde aqu,como mujer poco seductora pero ambiciosa, atrada por el di-nero que gano yo misma, atrada por el poder de hacer y de

    rechazar, atrada por la ciudad ms que por el interior, siem-pre excitada por las experiencias e incapaz de contentarmecon la narracin que otros me harn de ellas. No me interesaponrsela dura a hombres que no me hacen soar. Nunca meha parecido evidente que las chicas seductoras se lo pasen tanbien. Siempre me he sentido fea, pero tanto mejor porqueesto me ha servido para librarme de una vida de mierda jun-

    to a tos amables que nunca me habran llevado ms all de lapuerta de mi casa. Me alegro de lo que soy, de cmo soy, msdeseante que deseable. Escribo desde aqu, desde las invendi-bles, las torcidas, las que llevan la cabeza rapada, las que nosaben vestirse, las que tienen miedo de oler mal, las que tie-nen los dientes podridos, las que no saben cmo montrselo,sas a las que los hombres no les hacen regalos, sas que folla-

    ran con cualquiera que quisiera hacrselo con ellas, las mszorras, las putitas, las mujeres que siempre tienen el cooseco, las que tienen tripa, las que querran ser hombres, lasque se creen hombres, las que suean con ser actrices porno,a las que les dan igual los hombres pero a las que sus amigasinteresan, las que tienen el culo gordo, las que tienen velloduro y negro que no se depilan, las mujeres brutales, ruido-

    sas, las que lo rompen todo cuando pasan, a las que no les

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    gustan las perfumeras, las que llevan los labios demasiado ro-jos, las que estn demasiado mal hechas como para poder ves-tirse como perritas calentonas pero que se mueren de ganas,las que quieren vestirse como hombres y llevar barba por lacalle, las que quieren ensearlo todo, las que son pdicas por-que estn acomplejadas, las que no saben decir que no, a lasque se encierra para poder domesticarlas, las que dan miedo,las que dan pena, las que no dan ganas, las que tienen la pielflcida, la cara llena de arrugas, las que suean con hacerse un

    lifting, una liposuccin, con cambiar de nariz pero que notienen dinero para hacerlo, las que estn desgastadas, las queno tienen a nadie que las proteja excepto ellas mismas, lasque no saben proteger, esas a las que sus hijos les dan igual,esas a las que les gusta beber en los bares hasta caerse al suelo,las que no saben guardar las apariencias; pero tambin escri-bo para los hombres que no tienen ganas de proteger, para los

    que querran hacerlo pero no saben cmo, los que no sabenpelearse, los que lloran con facilidad, los que no son ambicio-sos, ni competitivos, los que no la tienen grande, ni son agre-sivos, los que tienen miedo, los que son tmidos, vulnerables,los que prefieren ocuparse de la casa que ir a trabajar, los queson delicados, calvos, demasiado pobres como para gustar, losque tienen ganas de que les den por el culo, los que no quie-

    ren que nadie cuente con ellos, los que tienen miedo por lanoche cuando estn solos.

    Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta,bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin dema-siado xito para no aplastar a su hombre, delgada pero no ob-sesionada con la alimentacin, que parece indefinidamente

    joven pero sin dejarse desfigurar por la ciruga esttica, madre