sustentabilidad y desafuero

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urban 12 The undervaluing of their identity is one of the most recurrent collective feelings in Soria. It could be expressed like this: we are few, therefore we are not important.This aphorism is part of a framework of values in which depopulation still has very bad press, both in the metaphoric and real sense of the expression.The media always present the increase of the population as a positive fact. Let us imagine, however, that the identity marks of the province were defined from its relative structural depopulation. In fact, Soria never had a comparatively big amount of inhabitants and, nevertheless, the territory has always been structured through small rural settlements which were relatively close to each other. Considering the current society of mobility and telematics, we present a strange inability to offer an alternative that turns low population density into a virtue, in that great global project that some have called “telepolis”. In the last few years, the local press and other media have published lots of headlines related with sustainable development.Two paradoxical subjects have been particularly treated: the Environmental City and the Soria 21 Forum, which have been introduced as two facets of a so-called vocation for a responsible and exemplary development. However, these environmentalist proposals hide other aspects.They do not match the territorial and urban carelessness that can be currently seen in the surroundings of the provincial capital. For example, there are violent industrial complexes next to the road, wounds in the territory caused by 56 Uno de los sentimientos colectivos más recurrentes en Soria es el de la minusvalía identitaria, algo que cabe resumir así: somos pocos, luego significamos poco. Aforismo que se enuncia dentro de un marco de valores donde el factor despoblación sigue teniendo muy mala prensa, en sentido metafórico y real, dado que los medios de comunicación siempre recogen el aumento de población como un hecho benéfico. Imaginemos, sin embargo, que las verdaderas señas de identidad de la provincia estuvieran definidas a partir de su relativa despoblación estructural. En Soria, de hecho, nunca hubo muchos pobladores en términos comparativos, y sin embargo su territorio estuvo vertebrado mediante pequeños asentamientos rurales relativamente próximos. En la actual sociedad de la movilidad y de la telemática llama la atención nuestra incapacidad para proponer una alternativa que haga virtud de la baja densidad de población, dentro de ese gran proyecto global que algunos han denominado telépolis. En la prensa local, como en otros medios, han aparecido estos últimos años numerosos titulares relacionados con el desarrollo sostenible. Se han tratado especialmente dos asuntos paradójicos: la Ciudad del Medio Ambiente y el Foro Soria 21, presentados como dos facetas de una supuesta vocación a favor de un desarrollo responsable y modélico. Sin embargo, esas formulaciones medioambientalistas son encubridoras. No cuadran con el descuido territorial y urbano que se percibe actualmente en los alrededores de la capital, sin ir más lejos, donde encontramos violentas implantaciones industriales a pie de carretera, heridas en el territorio producidas por canteras visualmente llamativas, vertederos convertidos en hitos paisajísticos, así como construcciones que no superan la categoría de chamizo. Presencias tercermundistas, sin duda, de las que no hacemos inventario, pero que incitan a plantear una pregunta: ¿puede ser creíble una apuesta a favor del medio ambiente impulsada por las mismas instituciones que no pueden evitar una incuria urbanística y paisajística tan manifiesta? La contestación no puede ser más que negativa. Vaya por delante que con Soria, mi ciudad natal, y especialmente con el territorio provincial, mantengo una sostenida relación afectiva. Digo esto con intención de vacunarme contra ciertas reacciones de carácter localista capaces de descalificar cualquier reflexión externa por el mero hecho de serlo. Mucho más si tal aportación procede de alguien vinculado profesionalmente con alguna institución madrileña, como es mi caso. Es bien sabido que los grupos de opinión autóctonos son, política y culturalmente, cada vez más endogámicos en cualquier sitio de la actual España invertebrada o deconstruida. Pues bien, tomando como referencia el caso de Soria, desde hace tiempo vengo sintiendo la tentación de exponer algunas consideraciones sobre urbanización y medio físico, orientadas a quienes puedan interesarse por una opinión libre de compromisos políticos o mercantiles, algo emotiva, pero suficientemente distanciada. Eso sí, formulada con ánimo de que los contenidos se interpreten en proyección supralocal, con validez para otros territorios donde se reconocen fenómenos parecidos. El mencionado espíritu localista, ensimismado, se manifiesta ya a propósito de un aspecto sustantivo de la realidad presentado con cierto tono apocalíptico: se trata de lo relativo a Soria: entre la sostenibilidad y el desafuero Francisco de Gracia Es doctor arquitecto y profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid. Autor del libro Construir en lo construido: la arquitectura como modificación, ha enseñado Análisis de Formas Arquitectónicas (Valladolid) y Estética y Composición (Madrid). Ha sido profesor invitado en la Universidad de Chile, donde ha impartido cursos de doctorado sobre teoría urbana. Director durante varios años del Plan de Formación continuada en la Fundación COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid), es miembro del grupo de investigación sobre Paisaje cultural’ de la U.P .M. Actualmente imparte las asignaturas de Composición Arquitectónica y Arquitectura y Formas del Paisaje en la E.T.S. de Arquitectura de Madrid. 03. FRANCISCO DE GRACIA 17/9/07 18:26 Página 56

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Es doctor arquitecto y profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid. Autor del libro Construir en lo construido: la arquitecturacomo modificación, ha enseñado Análisis de Formas Arquitectónicas (Valladolid) y Estética y Composición (Madrid). Ha sido profesor invitado enla Universidad de Chile, donde ha impartido cursos de doctorado sobre teoría urbana. Director durante varios años del Plan de Formación continuadaen la Fundación COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid), es miembro del grupo de investigación sobre Paisaje cultural’ de la U.P.M.Actualmente imparte las asignaturas de Composición Arquitectónica y Arquitectura y Formas del Paisaje en la E.T.S. de Arquitectura de Madrid.

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    The undervaluing of their identity isone of the most recurrent collectivefeelings in Soria. It could be expressedlike this: we are few, therefore we arenot important.This aphorism is part ofa framework of values in whichdepopulation still has very bad press,both in the metaphoric and real senseof the expression.The media alwayspresent the increase of the populationas a positive fact. Let us imagine,however, that the identity marks of theprovince were defined from its relativestructural depopulation. In fact, Sorianever had a comparatively big amountof inhabitants and, nevertheless, theterritory has always been structuredthrough small rural settlements whichwere relatively close to each other.Considering the current society ofmobility and telematics, we present astrange inability to offer an alternativethat turns low population density intoa virtue, in that great global projectthat some have called telepolis.In the last few years, the local press

    and other media have published lots ofheadlines related with sustainabledevelopment.Two paradoxical subjectshave been particularly treated: theEnvironmental City and the Soria 21Forum, which have been introduced astwo facets of a so-called vocation for aresponsible and exemplarydevelopment. However, theseenvironmentalist proposals hide otheraspects.They do not match theterritorial and urban carelessness thatcan be currently seen in thesurroundings of the provincial capital.For example, there are violentindustrial complexes next to the road,wounds in the territory caused by

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    Uno de los sentimientos colectivos ms recurrentes en Soria es el de la minusvala identitaria,algo que cabe resumir as: somos pocos, luego significamos poco. Aforismo que se enuncia dentro de un marco de valores donde el factor despoblacin sigue teniendo muy mala prensa, en sentidometafrico y real, dado que los medios de comunicacin siempre recogen el aumento de poblacin como un hecho benfico.

    Imaginemos, sin embargo, que las verdaderas seas de identidad de la provincia estuvieran definidas apartir de su relativa despoblacin estructural. En Soria, de hecho, nunca hubo muchos pobladores entrminos comparativos, y sin embargo su territorio estuvo vertebrado mediante pequeos asentamientosrurales relativamente prximos. En la actual sociedad de la movilidad y de la telemtica llama la atencinnuestra incapacidad para proponer una alternativa que haga virtud de la baja densidad de poblacin, dentrode ese gran proyecto global que algunos han denominado telpolis.

    En la prensa local, como en otros medios, han aparecido estos ltimos aos numerosos titularesrelacionados con el desarrollo sostenible. Se han tratado especialmente dos asuntos paradjicos: la Ciudaddel Medio Ambiente y el Foro Soria 21, presentados como dos facetas de una supuesta vocacin a favor deun desarrollo responsable y modlico. Sin embargo, esas formulaciones medioambientalistas sonencubridoras. No cuadran con el descuido territorial y urbano que se percibe actualmente en losalrededores de la capital, sin ir ms lejos, donde encontramos violentas implantaciones industriales a pie decarretera, heridas en el territorio producidas por canteras visualmente llamativas, vertederos convertidos enhitos paisajsticos, as como construcciones que no superan la categora de chamizo. Presenciastercermundistas, sin duda, de las que no hacemos inventario, pero que incitan a plantear una pregunta:puede ser creble una apuesta a favor del medio ambiente impulsada por las mismas instituciones que nopueden evitar una incuria urbanstica y paisajstica tan manifiesta? La contestacin no puede ser ms quenegativa.

    Vaya por delante que con Soria, mi ciudad natal, y especialmente con el territorio provincial,mantengo una sostenida relacin afectiva. Digo esto con intencin de vacunarme contra ciertasreacciones de carcter localista capaces de descalificar cualquier reflexin externa por el merohecho de serlo. Mucho ms si tal aportacin procede de alguien vinculado profesionalmente conalguna institucin madrilea, como es mi caso. Es bien sabido que los grupos de opininautctonos son, poltica y culturalmente, cada vez ms endogmicos en cualquier sitio de laactual Espaa invertebrada o deconstruida.

    Pues bien, tomando como referencia el caso de Soria, desde hace tiempo vengo sintiendo latentacin de exponer algunas consideraciones sobre urbanizacin y medio fsico, orientadas aquienes puedan interesarse por una opinin libre de compromisos polticos o mercantiles, algoemotiva, pero suficientemente distanciada. Eso s, formulada con nimo de que los contenidosse interpreten en proyeccin supralocal, con validez para otros territorios donde se reconocenfenmenos parecidos.

    El mencionado espritu localista, ensimismado, se manifiesta ya a propsito de un aspectosustantivo de la realidad presentado con cierto tono apocalptico: se trata de lo relativo a

    Soria: entre la sostenibilidad y el desafuero

    Francisco de Gracia

    Es doctor arquitecto y profesor titular de la Universidad Politcnica de Madrid. Autor del libro Construir en lo construido: la arquitectura como modificacin, ha enseado Anlisis de Formas Arquitectnicas (Valladolid) y Esttica y Composicin (Madrid). Ha sido profesor invitado en la Universidad de Chile, donde ha impartido cursos de doctorado sobre teora urbana. Director durante varios aos del Plan de Formacin continuadaen la Fundacin COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid), es miembro del grupo de investigacin sobre Paisaje cultural de la U.P.M.Actualmente imparte las asignaturas de Composicin Arquitectnica y Arquitectura y Formas del Paisaje en la E.T.S. de Arquitectura de Madrid.

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  • visually striking quarries, dumps turnedinto landscape milestones, as well asbuildings that do not even reach thecategory of shacks.These are third-world construction, and we do notwish to make an inventory of them,but they compel us to pose aquestion: can a commitment forenvironment be believable if it is madeby the same institutions that areincapable of preventing such anobvious urban and landscapenegligence? The answer can only beno.

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    poblacin y desarrollo. As, por ejemplo, cuando se seala que los ndices de natalidadsorianos son los ms bajos de Espaa y que ms de la mitad de los nacidos en la provinciaviven y trabajan fuera, esto puede interpretarse, en efecto, como una supuesta maldicinbblica compartida con otras provincias: apenas nos reproducimos y adems padecemos elexilio. En paralelo se alimenta la idea de que todo es negativo en una sociedad envejecida,olvidando que las actuales sociedades jvenes, ms si son metropolitanas, adolecen de gravesproblemas orgnicos como son: escasa cultura cvica, crisis de valores antropolgicos yanomia social.

    En el imaginario social sigue siendo prurito desarrollista pensar que el crecimiento poblacionales en s mismo un factor positivo, cuando est suficientemente comprobado que algunos de lospases ms desarrollados lo son especialmente por su reducida poblacin relativa. Tal sera elcaso de Australia, Canad o Finlandia, cuya calidad de vida incluye como parmetro destacadoel disfrute existencial de amplios territorios escasamente colonizados. Si nos referimos a Soriacomo mbito provincial, sabemos, por ejemplo, que entre 1981 y 1987 la poblacin descendiun 3%, mientras que en ese mismo perodo la renta per cpita aument un 236% (bastante msque la media espaola). Se deduce as que la despoblacin no debe asociarse de mododeterminante con datos econmicos negativos; no para quienes se quedan, cabe apostillar, queson los ms quejumbrosos. Dicho esto sin olvidar que el fenmeno poblacional ha de serobservado tambin a escala planetaria, y en este supuesto conviene no engaarse sobre unasunto capital: la verdadera apuesta global a favor de un autntico desarrollo sostenible slopodr jugarse si la especie humana deja de crecer. Casi todo lo dems sobre tal conceptoconstituye un simulacro asentado en lo oficialmente correcto y transmitido por los grandescreadores de opinin con efectos encubridores.

    Cuando en noviembre del ao 2000, invitado por la Fundacin Caja Rural, expuse a lasociedad soriana algunas de estas consideraciones, quise transmitir un optimismo renovadorbasado en nuevos parmetros de bienestar y en las indiscutibles posibilidades de calidad devida que hoy se pueden dar en las regiones poco pobladas. Han pasado ya unos aos y nadaparece responder a un cambio de rumbo en las estrategias locales sobre desarrollismo. Lasltimas grandes decisiones sobre urbanismo y medio ambiente as lo indican. Por un lado seaprueba para la capital un Plan General de Ordenacin Urbana que dispone suelo nada menosque para 11.767 viviendas, lo que equivale a prever alojamiento como para duplicar lapoblacin (pero no habamos quedado en que Soria carece de crecimiento vegetativo?),adems de 270 hectreas para suelo industrial, cuando nuestro pas avanza aceleradamentehacia la era postindustrial, debido en gran medida a la globalizacin econmica de formatoneoliberal. Dos errores conceptuales de bulto que, sin embargo, se presentan con el ropaje delos grandes aciertos en la propaganda institucional. Por otro lado se promueve la llamadaCiudad del Medio Ambiente, cruel perversin semntica contra la sensibilidad ecologista,teniendo en cuenta que su implantacin supone la destruccin medioambiental y paisajstica deun paraje de enorme calidad natural (eso s, diseada por arquitectos de reconocido prestigio,

    En el imaginario social sigue siendo prurito desarrollista pensar que el crecimiento poblacional es en s mismo unfactor positivo, cuando est suficientemente comprobado que algunos de los pases ms desarrollados lo sonespecialmente por su reducida poblacin relativa. Tal sera el caso de Australia, Canad o Finlandia, cuya calidadde vida incluye como parmetro destacado el disfrute existencial de amplios territorios escasamente colonizados.Si nos referimos a Soria como mbito provincial, sabemos, por ejemplo, que entre 1981 y 1987 la poblacindescendi un 3%, mientras que en ese mismo perodo la renta per cpita aument un 236% (bastante ms que lamedia espaola). Se deduce as que la despoblacin no debe asociarse de modo determinante con datoseconmicos negativos; no para quienes se quedan, cabe apostillar, que son los ms quejumbrosos. Dicho esto sinolvidar que el fenmeno poblacional ha de ser observado tambin a escala planetaria, y en este supuesto convieneno engaarse sobre un asunto capital: la verdadera apuesta global a favor de un autntico desarrollo sostenible slopodr jugarse si la especie humana deja de crecer. Casi todo lo dems sobre tal concepto constituye un simulacroasentado en lo oficialmente correcto y transmitido por los grandes creadores de opinin con efectos encubridores.

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  • como suele decirse). Nada especialmente llamativo en nuestra adormecida sociedad, donde noes difcil observar que desde distintos supuestos ideolgicos se produce una manifiestaconvergencia para mantener una modalidad de desarrollo que implica necesariamentecrecimiento o, lo que es peor, se identifican ambos conceptos. Puestos a crecer, en primer lugarest la poblacin, cabe sostener; y de paso seguimos cumpliendo con el mandato bblico.Aunque si razonamos bien, ni siquiera por motivos religiosos parece defendible que loshumanos sigamos multiplicndonos sobre la faz de la tierra. Todas las observacionesprospectivas indican que nuestro desarrollo debe someterse a topes o lmites cuantitativos siqueremos ser moralmente solidarios con las futuras generaciones.

    Esto ltimo pudiera no tener mucha aplicacin para Soria si no fuera por dos causas: la primeraes que se pretende crecer a toda costa y de manera desproporcionada, como se pone enevidencia con el citado Plan General; la segunda estriba en que los impactos medioambientalesy paisajsticos en toda la provincia (como en algunas otras) son desmedidos en relacin a lapoblacin actual. El ejemplo ms claro de esto lo tenemos en la abusiva implantacin deparques elicos: no sera ms coherente que los aerogeneradores los sufrieran aquellosterritorios que demandan energa a raudales?

    Imaginemos por un momento que las verdaderas seas de identidad de ciertos territoriosestuvieran definidas a partir de su relativa despoblacin estructural. En Soria, de hecho,nunca hubo muchos pobladores en trminos comparativos, y sin embargo su territorio estuvovertebrado mediante pequeos asentamiento rurales relativamente prximos, modelo comnen la submeseta norte. En la actual sociedad de la movilidad y de la telemtica llama laatencin nuestra incapacidad para formular una alternativa que haga virtud de la bajadensidad de poblacin, dentro de ese gran proyecto global que algunos han denominadotelpolis.

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    Imaginemos por unmomento que las verdaderasseas de identidad de ciertosterritorios estuvierandefinidas a partir de surelativa despoblacinestructural. En Soria, dehecho, nunca hubo muchospobladores en trminoscomparativos y sin embargosu territorio estuvovertebrado mediantepequeos asentamientorurales relativamenteprximos, modelo comn enla submeseta norte. En laactual sociedad de lamovilidad y de la telemticallama la atencin nuestraincapacidad para formularuna alternativa que hagavirtud de la baja densidad depoblacin, dentro de ese granproyecto global que algunoshan denominado telpolis.

    Figura 1: El paisaje soriano debieraconsiderarse patrimonio cultural

    aunque slo fuera por su significacinpotica a travs de la obra

    de Antonio Machado.

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    Conviene recordar aqu que Soria capital alcanz los 10.000 habitantes hacia 1930, nopadeciendo presin edificatoria hasta muy avanzado el siglo pasado; de modo que se podahaber adoptado un patrn urbanstico bien elaborado, segn una concepcin ilustrada y sinhipotecas con los agentes inmobiliarios, que en los aos sesenta y setenta eran todavamoderados. Dicho de otro modo, Soria, como otras pequeas ciudades espaolas, se poda haberdiseado desde parmetros urbansticos y paisajsticos modlicos que hubieran permitido elnegocio inmobiliario sin caer en la zafiedad.

    Con el Plan General de 1962, tcnicamente muy deficiente, se perdi la gran oportunidadhistrica para orquestar una operacin combinada entre tcnica urbanstica y arte cvico, en elms noble sentido dado a esta expresin por Werner Hegemann all por 1920. Tanto dichoplan, artificiosamente prolongado, como el que le sucedi a partir de 1994, dubitativo y sinuna idea de ciudad reguladora de la vorgine edificatoria, fueron planes mezquinos y sincapacidad prospectiva, salvo en lo concerniente a la pura habilitacin de suelo urbano ourbanizable. Lo que ha venido despus merece calificativos poco complacientes, pero losustantivo, en el momento actual, sera reconocer que nuestra ciudad, como tantas otras, notiene remedio posible slo mediante procedimientos convencionales de planeamiento. A suestilo, ya lo anticip el profesor Chueca Goitia en un artculo publicado en 1970 (n 39 de larevista Celtiberia).

    Ahora bien, el sndrome localista hispano se manifiesta tambin, de modo paradjico, a travsde la autocomplacencia acrtica. El desarrollo autonmico, con sus derivas nacionalistas comoexpresin patolgica, ha estimulado el ensimismamiento de ciertos grupos sociales ms omenos tribales. Procuran acantonarse en los niveles inferiores del sistema poltico-administrativo (comunidad autnoma, provincia y municipio), sea tras los cargos o tras lasejecutivas de los partidos. Desean monopolizar el poder y la opinin difundida, de modo que en

    Figura 2: La calidad fsica y la prestancia botnica del Soto deGarray, bordeado por el ro Duero,

    se manifiesta en esta imagen.

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  • primer lugar se propaga la idea de que todo lo negativo procede del exterior y toda culpainstitucional debe imputarse a cualquier otro sujeto administrativo menos al propio. En estesentido, Madrid, como metfora del malhadado poder central, viene ejerciendo sacrificadamentede ominoso cordero pascual. Con ese caldo de cultivo podemos entender esa rara simbiosis deautosatisfaccin y sentimiento de olvido institucional que impregna el tejido social de lasprovincias poco pobladas.

    En tales circunstancias, y siguiendo con el ejemplo soriano, nunca se reconocer la gravedad dela malformacin urbana ni, en consecuencia, se aportar el remedio adecuado. Pasada ya lalnea roja, quedara la posibilidad de aprovechar una vigorosa operacin urbana de carcterexcepcional cargada de potencial regenerador externo, como ha sucedido en algunas ciudadesgracias a determinados eventos. Se podra cerrar as un largo perodo de urbanismo coyuntural yazaroso ocupado de la simple gestin economicista del suelo. Pues bien, esta posible granocasin se est perdiendo actualmente, ya que tal funcin correctora podra haberlecorrespondido a la Ciudad del Medio Ambiente.

    Con las instituciones comprometidas y con los recursos potencialmente disponibles, ms losinducidos a travs de la iniciativa privada y las grandes corporaciones (se ha hablado deTelefnica e Iberdrola), podra gestionarse una intervencin urbana de consecuenciasbenficas para la calidad de vida de los sorianos. Tendra suficiente capacidad como pararedefinir el modelo de ciudad desde sus bordes actuales, pero su puesta en marcha requerirauna inspirada y sobrevenida voluntad poltica, as como mucho esfuerzo, ahora eludido, dadoque gestionar esta operacin en los aledaos de la ciudad construida es ms complejo queimplantarla sin cortapisas en un paraje como el Soto de Garray, junto a la ribera del Duero.As es que las administraciones involucradas cometen dos graves equivocaciones, unamedioambiental y otra urbanstica.

    Por lo dems, la Ciudad del Medio Ambiente (denominacin que no agrada ni a los redactores delproyecto) slo podra hacer honor a su nombre si se materializara como instrumento deregeneracin fsica, todo lo contrario al saqueo de un territorio natural de calidad, con losconsiguientes efectos de irradiacin hacia reas prximas. Su virtualidad tica, en los tiempos que

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    Por lo dems, la Ciudad del Medio Ambiente (denominacin que no agrada ni a los redactores del proyecto)slo podra hacer honor a su nombre si se materializara como instrumento de regeneracin fsica, todo locontrario al saqueo de un territorio natural de calidad, con los consiguientes efectos de irradiacin hacia reas prximas. Su virtualidad tica, en los tiempos que corren, slo puede darse en territorios urbanos o periurbanos afectados por la degradacin o bien de escaso valor ecoambiental. En Europa se han producido suficientes acciones regeneradoras en las que cabra inspirarse, donde se asumen compromisosmoralizantes predicando y dando trigo. La razn medioambiental no puede ser creble en el caso que nos ocupa por mucho lenguaje encubridor que se maneje.

    Figura 3: Este vertedero es paisajsticamente incomprensible. Situado a pie de carretera

    nacional, a medio camino entre Soria y el Soto de Garray, destaca como impacto

    negativo con amplia irradiacin visual.

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  • corren, slo puede darse en territorios urbanos o periurbanos afectados por la degradacin o biende escaso valor ecoambiental. En Europa se han producido suficientes acciones regeneradoras enlas que cabra inspirarse, donde se asumen compromisos moralizantes predicando y dando trigo.La razn medioambiental no puede ser creble en el caso que nos ocupa por mucho lenguajeencubridor que se maneje.

    Por encima de consideraciones urbansticas, de lo dicho hasta aqu se desprende que enterritorios poco poblados ha de plantearse muy seriamente la conservacin del medio fsico comoel bien-reserva por antonomasia, incluyendo los valores paisajsticos como seas de identidad ycomo especfico recurso estratgico. Ya es un hecho que las directrices medioambientaleseuropeas incorporan el reconocimiento del campo abierto, no urbanizado e improductivo, comoun bien escaso cuya potencialidad deriva, precisamente, de no contar con poblacin establecida.

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    Figura 4: La llamada Ciudad delMedio Ambiente est situada a unosseis kilmetros al norte de la capital,prxima al yacimiento arqueolgico de Numancia.

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  • Sabemos tambin que en la actual sociedad de la supermovilidad no es acertado manejaranalticamente determinadas variables poblacionales. El censo de residentes en un municipio nosirve ya para evaluar con precisin determinados fenmenos socioeconmicos. Tampoco losparmetros demogrficos convencionales nos informan fielmente sobre aspectos sustancialesrelativos a la calidad de vida o al bienestar urbano. La baja natalidad puede quedar corregidapor la inmigracin, en buena medida no censada, mientras que el nmero de matrimonios nosignifica gran cosa en la poca de las parejas de hecho.

    Dejando aparte esas observaciones, hoy se impone adems reivindicar desde la cultura, sin pudoralguno, los valores estticos del territorio: el disfrute del paisaje como factor de calidad de vida.Algo que, segn se dice, tendra su origen hace casi siete siglos, cuando Petrarca asciende a unacolina sin otra motivacin que contemplar placenteramente el panorama. No olvidemos en estesentido que la principal acepcin de paisaje alude al territorio estticamente considerado.

    En las sociedades cultas nadie duda de que los oteros, barrancos, sotos, dehesas, riberas,manaderos, son elementos capitales del espacio existencial y que adems constituyen unpatrimonio tan importante o ms que el formado por los bienes artsticos. De suyo, patrimonioartstico y patrimonio paisajstico no pueden considerarse hoy realidades desvinculables, sinointerdependientes, debiendo estar contempladas en todo plan de ordenacin territorial, como losaala la vigente Ley del Patrimonio Histrico Espaol (1985).

    La falta de una asentada conciencia social en favor de la conservacin ambiental es, sinembargo, muy evidente en nuestro pas. Se ha puesto crudamente de manifiesto en variosacontecimientos recientes: as, en Rascafra (Madrid) fueron agredidos quienes semanifestaban en contra del urbanismo salvaje, y en Carboneras (Almera) se han organizadoconcentraciones vecinales a favor de esas infames prcticas urbansticas so pretexto dedefender la economa turstica local. En estos como en otros casos, con cierta independenciadel marchamo poltico, los ayuntamientos son los avalistas de un modelo de crecimiento queaplican de modo grosero gracias al exceso de competencias urbansticas que detentan,amparndose en el populismo.

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    Figura 5: Cartel anunciador de la operacin inmobiliaria

    denominada Ciudad del Medio Ambiente.

    Un homenaje a la perversin del lenguaje.

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  • Si establecemos una comparacin con otros pases europeos, resulta manifiesto que en Espaael nivel de calidad del medio fsico (sea ciudad o campia) est por debajo de su nivel dedesarrollo econmico. Si esta comparacin la aplicamos al paisaje, muy frgil por razonesclimticas, entonces el dficit es todava mayor. De hecho, todas las evaluaciones europeassobre medio ambiente y paisaje nos sitan en el furgn de cola: incumplimiento del Protocolode Kioto, metstasis urbanstica, impactos ecoambientales negativos y desnaturalizacin (lo quenos lleva a ocupar el puesto 76 segn el ndice mundial de sostenibilidad por pases).

    Pues bien, una poltica de conservacin patrimonial debe basarse en principios culturales ymorales, aunque puedan parecer contrapuestos a los productivos y econmicos. Aqu subyace unequvoco, ya que si considerramos ciclos sociolgicos prolongados, no comprometidos con losvaivenes coyunturales del corto plazo poltico, toda inversin cultural acaba siendo rentable.Mucho ms si consideramos los aspectos intangibles relativos al confort psicolgico yemocional, ya que no debiramos renunciar a que las sociedades desarrolladas incluyan en supropio concepto de calidad de vida los valores del espritu. En tal sentido, la fruicin estticadel entorno, el reconocimiento sensorial del paisaje, pasara a ser un indicador cultural, ademsde un parmetro de calidad de vida: mucho ms que puro refinamiento esttico para supuestosdiletantes al margen de la vida social. En cierto modo lo que est en juego es el disfrutecompartido de la belleza en su manifestacin ms pblica, gratuita y global.

    Los deseables logros en esa direccin no pueden conseguirse slo con el destacado esfuerzo degrupos ecologistas y amantes de la naturaleza. Debiera abordarse mediante un proceso deamplio espectro, situado al nivel de un posible Plan Estratgico Nacional, basado en elconvencimiento poltico y no en el simulacro.

    Lo que viene ocurriendo en Soria no es, sin embargo, muy estimulante. Por lo que ha llegado a mismanos relativo al Foro Soria 21 y a la (mal) llamada Ciudad del Medio Ambiente, nosencontraramos ante ejemplos de un conjunto de fenmenos donde se maneja la expresin desarrollosostenible con nimo encubridor. Conviene recordar al respecto una lcida observacin de VirginioBettini en su recomendable libro Elementos de ecologa urbana (1996): la sostenibilidad es unmero artificio retrico til para la prctica poltica, utilizable por la industria en sus propios mensajespublicitarios, y una palabra clave para obtener encargos, estudios y contratos. Una declaracincontundente que sirve para desenmascarar el sentido eufemstico, cuando no espurio, que ha idoadquiriendo tal expresin a medida que los sectores econmicos la han alejado de su sentidooriginal: desarrollo sin crecimiento. Lo ratifica Jos Manuel Naredo cuando afirma lo siguiente: la expresin desarrollo sostenible est sirviendo para mantener en los pases industrializados la fe en el crecimiento, haciendo las veces de burladero para escapar de la problemtica ecolgica y de las connotaciones ticas que tal crecimiento conlleva. Certeras observaciones sobre una corrupcinsemntica intencionada, que nace cuando los sectores productivos ms poderosos no estn dispuestosa facilitar un nuevo proyecto global ecotecnolgico (uso los trminos de Ezio Manzini) con lapresencia aceptada de lmites: productivos, energticos, de ocupacin del territorio, poblacionales. Loque supondra, necesariamente, la redefinicin del propio concepto de desarrollo, desvinculndolodefinitivamente de la nocin de crecimiento.

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    Pues bien, una poltica de conservacin patrimonial debe basarse en principios culturales y morales, aunquepuedan parecer contrapuestos a los productivos y econmicos. Aqu subyace un equvoco, ya que siconsiderramos ciclos sociolgicos prolongados, no comprometidos con los vaivenes coyunturales del cortoplazo poltico, toda inversin cultural acaba siendo rentable. Mucho ms si consideramos los aspectosintangibles relativos al confort psicolgico y emocional, ya que no debiramos renunciar a que las sociedadesdesarrolladas incluyan en su propio concepto de calidad de vida los valores del espritu. En tal sentido, lafruicin esttica del entorno, el reconocimiento sensorial del paisaje, pasara a ser un indicador cultural, ademsde un parmetro de calidad de vida: mucho ms que puro refinamiento esttico para supuestos diletantes almargen de la vida social. En cierto modo lo que est en juego es el disfrute compartido de la belleza en sumanifestacin ms pblica, gratuita y global.

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  • Desde esos supuestos, no cabra calificar de sostenible, como lo hizo la corporacin Acciona ensus campaas publicitarias, la implantacin indiscriminada de parques elicos en el territorio.Tal prctica est llegando a ser paisajsticamente catastrfica en muchas comarcas espaolaspoco urbanizadas y apenas necesitadas de energa. Que la produccin energtica sea renovableno implica desarrollo sostenible para los territorios invadidos. Ser sostenible, si se quiere, lapura produccin energtica en funcin de las inversiones, pero no el desarrollo especfico ycualitativo de esas comarcas donde, una vez depreciado el medio fsico y desnaturalizado elpaisaje, ya no dispondrn del ms importante potencial de calidad de vida, exclusivo de losterritorios poco poblados y poco manipulados por el hombre.

    Hace algunos meses un titular de prensa rezaba as: Espaa pedir para Soria el CentroMundial del Desarrollo Sostenible. Leyendo la resea periodstica iba quedando claro que loverdaderamente pretendido no era hacer del territorio soriano un modelo referencial, deinspiracin machadiana, que motivara la presencia de dicha institucin. Lo verdaderamenteimportante de la noticia era que con tal adjudicacin se justificaba la construccin demodernas autovas, validndose de paso el simulacro de la Ciudad del Medio Ambiente, y sepodra aspirar incluso al tren de alta velocidad. La razn de fondo es que se desea crecer atoda costa, empleando si es necesaria la coartada de la sostenibilidad para lograrlo. Loprimero que ha de crecer, se piensa, es la poblacin, estimulada por las nuevasinfraestructuras; luego todo lo dems.

    En otras columnas de prensa van apareciendo expresiones encubridoras y muchos tpicos:industria medioambiental, Silicon Valley a la espaola, abandono institucional, despoblacin yotros varios, aderezados en ensalada mixta. Despus de leer algunas de esas noticias oreportajes, interpretando lo que pueda ocultarse entre lneas, uno acaba por concluir: cuando seadjudique a Soria la sede del Centro Mundial del Desarrollo Sostenible, se construya la Ciudaddel Medio Ambiente, se transformen los paisajes de la provincia con bosques deaerogeneradores y se cubran amplias extensiones de suelo con paneles fotovoltaicos sealcanzar la cuadratura del crculo. Mientras, celebraremos con homenajes-simulacro elcentenario de la llegada de Antonio Machado a esta tierra triste y noble, la de los altos llanosyermos y roquedas.

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