sobre la comunicación científico-sanitaria

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EDITORIAL / EDITORIAL 149 SALUD COLECTIVA, Buenos Aires, 5(2):149-154, Mayo - Agosto, 2009 EDITORIAL / EDITORIAL Sobre la comunicación científico-sanitaria en la sociedad del conocimiento On sanitary scientific communication in the society of knowledge EL DECLIVE DE UN MODELO ASFIXIANTE La comunicación de resultados de investigación científica y tecnológica se desempeña en un marco que experimenta modificaciones cada día más aceleradamente y que ha adquirido una fisono- mía absolutamente imprevisible hace pocos años. En efecto, tal comunicación, en su más amplia acep- ción, que abarca un abanico de modalidades –desde los artículos clásicos hasta las notas de prensa, y desde la publicidad de productos médicos hasta las presentaciones orales en reuniones académicas–, se desenvuelve en medio de una complicada trama de realidades e intereses contrapuestos, propias de lo que ha dado en llamarse "la sociedad del conocimiento". El modelo hasta hace poco incuestionable, en su expresión más emblemática, discurre en esencia del modo siguiente: la investigación se realiza en "la academia", subvencionada por ésta o por entes gubernamentales, fundaciones, o empresas privadas. En este esquema, el investigador elabora un artículo que envía a una revista para su valoración anónima (peer review mediante) y, si se decide publi- carlo, sus editores no le pagan derechos autorales. Los investigadores e instituciones, por su parte, pagan por acceder a la información que se ha publicado. Un alto factor de impacto (FI) agrega valor a las revis- tas y condiciona la conducta de los autores (1). La noción del copyright había surgido para proteger los derechos patrimoniales del autor de una obra, de modo que ésta no pudiera ser indebidamente atribuida a otros. Pero lo que realmente ocu- rre en el esquema descrito es que tales derechos se desplazan a los editores como parte de las reglas contractuales que estos imponen, de modo que a los autores ya no les resulta posible manejar libremen- te su propio trabajo, hasta el punto de impedir que ellos mismos puedan ubicarlos en un sitio Web de su institución o, por poner un ejemplo puntual, de imposibilitar que las figuras contenidas en el origi- nal se inserten posteriormente dentro de un libro de su propia autoría. Tal mecanismo, aún dominante, tuvo su época de gloria cuando virtualmente toda la produc- ción científica circulaba impresa en papel como soporte único, durante la cual, paralelamente, la comu- nicación entre investigadores era lenta y dificultosa. Así fue, con pocas variaciones, desde hace al menos dos siglos hasta la irrupción de Internet. Un FI elevado no solo estaría garantizando un alto estándar de calidad de los contenidos sino que, ciertamente, concede enorme crédito a todo investigador que consiga publicar en revistas que lo posean. Este indicador, sin embargo, ha despertado suspicacias de vieja data (2) y, más recientemente, se ha señalado que en torno a él se produce un círculo vicioso: algunas revistas se comercializan con éxito proporcional al factor de impacto, pero éste se reconfigura artificialmente mediante diversas estra- tegias manipuladoras que se emplean con más intensidad cuanto mayores sean los intereses comercia- les que animan a quienes las editan. Esto ha llevado a los editores de PLoS Medicine (3) a concluir que "la ciencia está en la actualidad valorada por un proceso en sí mismo subjetivo, no científico y subrepti- cio". Así, lo que se pretende como un intermediario metodológico para medir la calidad de una revista,

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Sobre La Comunicación Científico-sanitaria

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    Sobre la comunicacin cientfico-sanitaria en la sociedad del conocimiento

    On sanitary scientific communication in the society of knowledge

    EL DECLIVE DE UN MODELO ASFIXIANTE

    La comunicacin de resultados de investigacin cientfica y tecnolgica se desempea en unmarco que experimenta modificaciones cada da ms aceleradamente y que ha adquirido una fisono-ma absolutamente imprevisible hace pocos aos. En efecto, tal comunicacin, en su ms amplia acep-cin, que abarca un abanico de modalidades desde los artculos clsicos hasta las notas de prensa, ydesde la publicidad de productos mdicos hasta las presentaciones orales en reuniones acadmicas, sedesenvuelve en medio de una complicada trama de realidades e intereses contrapuestos, propias de loque ha dado en llamarse "la sociedad del conocimiento".

    El modelo hasta hace poco incuestionable, en su expresin ms emblemtica, discurre enesencia del modo siguiente: la investigacin se realiza en "la academia", subvencionada por sta o porentes gubernamentales, fundaciones, o empresas privadas. En este esquema, el investigador elabora unartculo que enva a una revista para su valoracin annima (peer review mediante) y, si se decide publi-carlo, sus editores no le pagan derechos autorales. Los investigadores e instituciones, por su parte, paganpor acceder a la informacin que se ha publicado. Un alto factor de impacto (FI) agrega valor a las revis-tas y condiciona la conducta de los autores (1).

    La nocin del copyright haba surgido para proteger los derechos patrimoniales del autor deuna obra, de modo que sta no pudiera ser indebidamente atribuida a otros. Pero lo que realmente ocu-rre en el esquema descrito es que tales derechos se desplazan a los editores como parte de las reglascontractuales que estos imponen, de modo que a los autores ya no les resulta posible manejar libremen-te su propio trabajo, hasta el punto de impedir que ellos mismos puedan ubicarlos en un sitio Web desu institucin o, por poner un ejemplo puntual, de imposibilitar que las figuras contenidas en el origi-nal se inserten posteriormente dentro de un libro de su propia autora.

    Tal mecanismo, an dominante, tuvo su poca de gloria cuando virtualmente toda la produc-cin cientfica circulaba impresa en papel como soporte nico, durante la cual, paralelamente, la comu-nicacin entre investigadores era lenta y dificultosa. As fue, con pocas variaciones, desde hace al menosdos siglos hasta la irrupcin de Internet.

    Un FI elevado no solo estara garantizando un alto estndar de calidad de los contenidos sinoque, ciertamente, concede enorme crdito a todo investigador que consiga publicar en revistas que loposean. Este indicador, sin embargo, ha despertado suspicacias de vieja data (2) y, ms recientemente,se ha sealado que en torno a l se produce un crculo vicioso: algunas revistas se comercializan conxito proporcional al factor de impacto, pero ste se reconfigura artificialmente mediante diversas estra-tegias manipuladoras que se emplean con ms intensidad cuanto mayores sean los intereses comercia-les que animan a quienes las editan. Esto ha llevado a los editores de PLoS Medicine (3) a concluir que"la ciencia est en la actualidad valorada por un proceso en s mismo subjetivo, no cientfico y subrepti-cio". As, lo que se pretende como un intermediario metodolgico para medir la calidad de una revista,

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    acaba convirtindose en una meta que distorsiona las decisiones en materia de publicacin, hoy msen manos de administradores de la ciencia que de los propios cientficos.

    Tanto la velocidad con que se suceden los reemplazos tecnolgicos en el mundo actual, comoel monto de informacin disponible con frecuencia banalizada o deformada crecen irrefrenablemen-te. Los profesionales sanitarios se enfrentan a un incremento real de sus oportunidades para informarsey gravitar sobre la sociedad; aunque tal crecimiento tambin produce un notable aturdimiento.

    Se configura as un marco hostil para el modelo arriba bosquejado, donde se dibuja un nuevoconjunto de referentes con los que convivimos, muchas veces sin conciencia cabal de sus potencialida-des y sus peligros.

    El elemento que de modo ms espectacular nos ha situado en un entorno radicalmente nove-doso es la omnipresencia de Internet, acaso el invento ms trascendente desde la irrupcin de la impren-ta y la televisin. Independientemente de ser un portentoso repositorio informativo y de las facilidadesde acceso que ofrece, se trata de un espacio de comunicacin por antonomasia, no solo vertical comohistricamente ha sido siempre sino tambin, y sobre todo, horizontal, que consiente la construccincolectiva y abre abundantes avenidas a la comunicacin cientfica, para bien y para mal (4).

    LAS AGUAS BAJAN TURBIAS

    Entre las zonas ms sombras a que ha dado lugar esta realidad est el accionar de las transna-cionales de la informacin, que procuran adaptarse afanosamente en defensa del mercado. Como partede esa resistencia se han ido creando mecanismos novedosos, tales como modificaciones en las polti-cas de venta que proveen acceso a paquetes de revistas mediante contratos con varios aos de vigen-cia, o el modelo pay-per-view con el que a menudo chocamos al navegar en procura de informacinpuntual (5).

    Tal afn de supervivencia se pone de manifiesto, por poner un ejemplo, en la feroz oposicinde Thomson Reuters (como significativamente se llama la empresa desde abril de 2008, cuando la famo-sa transnacional Scientific Thomson se fusion con la agencia Reuter) a revistas cientficas adheridas ala defensa del "acceso abierto". Asimismo, padecemos la impetuosa emergencia de los llamadosContract Research Organizations (CRO). Comprometidas con su lgica empresarial, las CRO abonan laderiva de la produccin de conocimientos que va emigrando desde los espacios acadmicos hacia otrosde dudosa pertinencia, donde suele corromperse la integridad del trabajo cientfico (6). Soportamos asi-mismo la inquietante multiplicacin de inconductas tales como el plagio cientfico, los problemas ti-cos inherentes a la globalizacin (7) y la proliferacin de autores fantasmas (8), fenmenos todos obvia-mente favorecidos por la virtualidad.

    Paralelamente, como pescando en ro revuelto, asistimos a la emergencia de lo que bienpuede bautizarse como sitios basura. Aludo a todos aquellos que se dedican a comerciar espuria o enga-osamente con las necesidades de las personas y a veces, directamente, a crear dichas necesidades demanera artificial.

    El asunto viene al caso porque, lamentablemente, el mundo de la comunicacin cientfica noes ajeno a este fenmeno. Sitios tales como www.monografias.com y www.ilustrados.com, lejos deestar al servicio de la ciencia como quieren aparentar, son en esencia enclaves para lucrar sirvindosede ella. Resultan ser verdaderos basureros intelectuales que generan a los incautos la falsa ilusin deestar publicando o consumiendo genuina produccin cientfica. Naturalmente, no todo lo que se puedehallar en ellos cientos de miles de trabajos del mundo hispano-hablante es necesariamente polucininformativa; pero cualquier trabajo que all se ubique terminar mezclndose promiscuamente conexpresiones de indigencia cientfica y cultural. Esto es as por la simple razn de que los comerciantesque lo idearon no establecen ni estn interesados en establecer filtro de naturaleza alguna, de suerteque cualquiera puede "publicar" prcticamente cualquier engendro. Su nico inters es obtener los

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    beneficios aportados por sus sponsors comerciales. Procuran, por tanto, acopiar la mayor cantidad posi-ble de artculos, cualquiera sea su calidad, y conseguir as el mayor nmero de visitas, ya que sus emo-lumentos son proporcionales al nmero de stas. Quienes valoren enviar sus contribuciones hacia talessitios haran bien en recordar el adagio que afirma:

    Si Ud. aade una cucharada de vino en un tonel de desperdicios, obtendr un tonel de des-

    perdicios; si Ud. vierte una cucharada de desperdicios en un tonel de vino, obtiene un tonel

    de desperdicios.

    Pero no todo son malas noticias, ya que, por otra parte, contamos con la aparicin en escenade numerosas y autorizadas voces de alarma (9,10). Mencin especial merecen dos libros.

    En primer lugar, el texto de Marcia Angell, editora durante 20 aos de The New England Journalof Medicine, un libro demoledor (11) donde se denuncia sin ambages el tramposo modus operandi de lastransnacionales del medicamento en diversos sentidos. Especficamente, el de procurar la publicacin dela mayor cantidad posible de estudios donde se exalten las ventajas de sus productos, de los que luego secompran cientos de miles de copias para regalar a los mdicos con vistas a inducir su prescripcin.

    En segundo lugar, el documentadsimo y apasionante libro donde David Michaels denuncia lafra y execrable actuacin de una madeja de empresas depredadoras del medio ambiente y la salud, apo-yada por abogados especializados en maniobras dilatorias y fundaciones creadas ad hoc, as como poracadmicos que se desempean como vulgares mercenarios de la ciencia (12). Se trata del empeo pormediatizar sistemticamente, a travs de una calculada construccin de la duda, aquellos resultados deinvestigacin que defienden la salud de la poblacin pero comprometen las ganancias de la industria.Conscientes de que cada vez es ms difcil eludir el dictamen de la ciencia, se dan a la tarea de des-acreditar sus conclusiones elaborando y colocando en revistas cientficas resultados de signo opuesto,metanlisis sesgados, y reevaluaciones artificiales de trabajos comprometedores donde se exaltan selec-tivamente sus ocasionales endebleces.

    NUEVAS AVENIDAS

    En el contexto descrito por los textos arriba citados, asistimos al estimulante advenimiento deno pocas acciones contrahegemnicas. Las ms exitosas se asocian al movimiento de acceso abierto(Open Access Movement), uno de los ms impetuosos y sugerentes fenmenos sociales acaecidos en elmarco de la comunicacin cientfica en los ltimos decenios. Se trata de una corriente de pensamientoa favor de liberar a los documentos de toda restriccin y propiciar el acceso a la informacin cientficasin barreras econmicas ni legales, la cual se ha consolidado como va alternativa a los canales tradicio-nales para acceder a los resultados de investigacin y diseminarlos.

    Aunque sus antecedentes se remontan a varios aos antes, uno de los hitos fundamentales deesta sorprendente aventura, nos remite al comienzo del Siglo XXI. En el ao 2000, varios cientficosinvolucrados en el desarrollo de PubMed Central (el importante archivo digital temtico de acceso abier-to que contiene un nutrido grupo de publicaciones biomdicas peridicas y arbitradas) fundaron ungrupo llamado Public Library of Science (PloS), el cual difundi una carta abierta que exiga un cambioradical en los flujos y modos de la informacin cientfica. All se daba virtualmente un ultimtum: aque-llas revistas que en el curso de 2001 no pusieran en la Web sus contenidos a disposicin de todos, a losumo seis meses despus de haber sido publicados, dejaran de recibir originales o arbitrajes por partede los firmantes. Rubricada por 34.000 integrantes de la comunidad cientfica de todo el mundo, lacarta tuvo un primer efecto relevante al conseguir no solo esta reivindicacin sino, sobre todo, sensibi-lizar a la comunidad cientfica, haciendo sentir a sus integrantes que no necesariamente deban aceptarsu condicin de marionetas del sistema vigente.

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    La clebre Budapest Open Access Initiative (conocida como BOAI, por sus siglas en ingls)establece en febrero de 2002 que el acceso abierto a la literatura cientfica significa que cualquier ciu-dadano pueda leer, descargar, copiar, diseminar, reproducir, indexar, enlazar o usar como fuente paracreacin de software los textos completos de los artculos cientficos; en fin, usarlos con cualquier pro-psito legtimo, sin otras barreras financieras, legales o tcnicas fuera de las que pueda imponer Internetcomo tal (13).

    Las revistas de acceso abierto, en especial las electrnicas o aquellas con versiones abiertas deeste tipo, que escapan a la dictadura del mercado impuesto por las grandes empresas editoriales (14), con-figuran una de las estrategias de la BOAI. Sorprendentemente quizs, ha resultado que no existen diferen-cias apreciables entre el factor de impacto que alcanzan las revistas con polticas de acceso abierto y el delas convencionales, lo cual ha desmentido las profecas de algunos agoreros que afirmaban que las prime-ras seran de menor calidad y estaran condenadas a un reducido factor de impacto (15). Los programasinformticos de libre distribucin para la gestin de dichas revistas (por ejemplo, el Open Journal System)potencian notablemente esta alternativa.

    Paralelamente, se ha producido un notable crecimiento de otra plataforma de comunicacin eintercambio, los llamados repositorios institucionales. Se trata de una de las estrategias ms novedosasy efectivas para dar visibilidad a la produccin cientfica al margen de las editoriales, en los que los pro-pios autores de una investigacin colocan sus artculos arbitrados (sean preprints de trabajos en vas depublicacin o postprints de originales que ya vieron la luz), adems de elementos de la llamada litera-tura gris, tales como presentaciones en congresos o seminarios, tesis o informes tcnicos (16).

    UNA OPORTUNIDAD INSOSPECHADA

    Para nuestro entorno geocultural iberoamericano, predominantemente no angloparlante y, porende, histricamente relegado a la periferia del flujo de las ideas, los nuevos marcos de intercambioofrecen oportunidades excepcionales, impensables hace pocos aos atrs.

    La explotacin de estas posibilidades no es, desde luego, una panacea. Exige entrenamiento,disciplina y esfuerzos. Pero se puede conseguir sin necesidad de invertir grandes recursos, propios delllamado "primer mundo". Valga como ilustracin el de la red telemtica cubana de salud (INFOMED),un ejemplo de adhesin irrestricta y puesta en prctica, desde su fundacin, varios lustros atrs, al movi-miento que defiende el acceso abierto (17). Surgi con el propsito de construir colectivamente un eco-sistema de personas, servicios y fuentes de informacin capaz de permitir el acceso oportuno y eficien-te a la informacin sanitaria de calidad. Favorecida por la existencia de un sistema de salud enteramen-te pblico, esta red impulsa con denuedo no solo la creacin y defensa de espacios donde puedan des-plegarse las capacidades creativas de los miembros de la red como productores de informacin y cono-cimientos, sino tambin la promocin de una extendida cultura informacional que lo consienta. Susresultados son constatables (18) y han tenido un notable impacto nacional, as como tambin una con-siderable trascendencia regional y mundial.

    El simultneamente til e inquietante papel de la prensa en la difusin de la ciencia (19) y laespuria presin ejercida sobre las revistas por las transnacionales del medicamento (20), los mitos pseu-docientficos que amenazan a la autntica cultura cientfica de la sociedad (21,22) y la presencia dediversos vicios que menoscaban el debate cientfico (23) son algunos de los temas que procede moni-torizar y combatir con perseverancia y creatividad.

    Desde el punto de vista terico-conceptual, se impone la necesidad de continuar una decons-truccin ordenada del actual estado de cosas. Ello no solo puede proveernos de procedimientos ana-lticos y, quizs, de una brjula que ayude a adoptar un saludable posicionamiento crtico en estecampo, sino que nos permitira contar con recursos tericos, metodolgicos y operativos tiles paraenfrentar los desafos propios del Siglo XXI, tambin confuso y complicado en esta crucial esfera.

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    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    1. Archaga JM. Las revistas profesionales comoclaves para el desarrollo de la ciencia, la medicinay la tecnologa en Espaa. [En lnea] [email protected];6(19):23-27 [fecha de acceso 2 de abril de2009]. URL disponible en: http://medtrad.org/pana-cea/IndiceGeneral/n19_tribuna_arechaga.pdf

    2. Seglen PO. Why the impact factor of journalsshould not be used for evaluating research?British Medical Journal. 1997;314(7079):497.

    3. The impact factor game: It is time to find a bet-ter way to assess the scientific literature. [Enlnea] PLoS Medicine. 2006;3(6):e291 [fecha deacceso 2 de abril de 2009]. URL disponible en:http://www.pubmedcentral.nih.gov/articleren-der.fcgi?artid=1475651

    4. Silva LC. La investigacin biomdica y sus labe-rintos. En defensa de la racionalidad para la cien-cia del siglo XXI. Madrid: Daz de Santos; 2009.

    5. Snchez Tarrag N. El movimiento de accesoabierto a la informacin y las polticas nacionales einstitucionales de autoarchivo. [En lnea] Acimed.2007;16(3) [fecha de acceso 2 de abril de 2008].URL disponible en: http://bvs.sld.cu/revistas/aci/vol16_3_06/aci05907.htm

    6. Doval HC. Es fiable lo que leemos en las revis-tas mdicas? Resultados diferentes segn el patroci-nio de los ensayos clnicos. [En lnea] RevistaArgentina de Cardiologa. 2007;75(6):498-502[fecha de acceso 2 de abril de 2009]. URL disponi-ble en: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1850-37482007000600018

    7. Glickman SW, McHutchison JG, Peterson ED,Cairns CB, Harrington RA, Califf RM, Schulman KA.Ethical and Scientific Implications of theGlobalization of Clinical Research. The NewEngland Journal of Medicine. 2009;360(8):816-823.

    8. Gtzsche PC, Kassirer JP, Woolley KL,Wager E, Jacobs A, Gertel A, Hamilton C. Whatshould be done to tackle ghostwriting in themedical literature? [En lnea] PLoS Medicine.2009;6(2):e1000023 [fecha de acceso 2 de abrilde 2009]. URL disponible en: http://www.plos-medicine.org/article/info:doi/10.1371/journal.pmed.1000023

    9. Moynihan R, Cassels A. Selling sickness: howthe world's pharmaceutical companies are tur-ning us all into patients. Nueva York: NationBooks; 2005.

    10. Hubbard B. Secretos de la industria farmacu-tica. Barcelona: Terapias Verdes; 2006.

    Los investigadores y, ms generalmente, los profesionales de la salud, configuramos una colec-tividad cuya capacidad de gravitacin puede ser muy considerable, especialmente cuando se empleancreativamente los instrumentos hoy disponibles. Tal potencialidad, como ha quedado demostrado con elpoderoso movimiento que demanda y propicia el acceso abierto a la informacin cientfica, es muchomayor de lo que acaso ganados por cierto fatalismo nosotros mismos habamos llegado a creer.

    Luis Carlos Silva AyaguerInvestigador del Centro Nacional de Informacin de Ciencias Mdicas

    Profesor titular de la Escuela Nacional de Salud Pblica de La Habana, Cuba

    Editor adjunto de la Revista Cubana de Salud Pblica

    [email protected]

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    FORMA DE CITAR

    Silva Ayaguer LC. Sobre la comunicacin cientfico-sanitaria en la sociedad del conocimiento. [Editorial]. Salud

    Colectiva. 2009;5(2):149-154.

    11. Angell M. The truth about the drug compa-nies: how they deceive us and what to do aboutit. Nueva York: Random House; 2005.

    12. Michaels D. Doubt is their product. Howindustry's assault on science threatens yourhealth. Oxford: Oxford University Press; 2008.

    13. Budapest Open Access Initiative [En lnea]2002 [fecha de acceso 2 de abril de 2009]. URLdisponible en: http://www.soros.org/openac-cess/read.shtml

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    15. Parada A. El acceso abierto (open access) y elfuturo de la edicin en el mbito biomdico: unafigura con mltiples aristas. [En lnea] El profesio-nal de la Informacin. 2005;14(5):326-334 [fechade acceso 2 de abril de 2009] URL disponible en:http://www.elprofesionaldelainformacion.com/contenidos/2005/septiembre/2.pdf

    16. Dvila JA, Nez LA, Sandia B, Torrns R.Los repositorios institucionales y la preservacindel patrimonio intelectual acadmico. [En lnea]Interciencia 2006;31(1):22-28 [fecha de acceso 2de abril de 2009]. URL disponible en:http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S0378-18442006000100006&script=sci_arttext

    17. Silva LC, Urra P. Health information techno-logy need not cost the earth. British MedicalJournal. 2004;329(7475):1185.

    18. INFOMED. Red de Salud de Cuba. [En lnea]2009 [fecha de acceso 2 de abril de 2009]. URLdisponible en: http://www.sld.cu

    19. Gonzlez Arias A. Falsas energas, pseudocien-cia y medios de comunicacin masiva. [En lnea]Revista Cubana de Fsica. 2002;19(1):68-73 [fechade acceso 2 de abril de 2009]. URL disponible en:http://www.dict.uh.cu/Revistas/F%EDs2002/F02191e.doc

    20. Smith R. The trouble with medical journals.Londres: Royal Society; 2006.

    21. Silva LC. Apuntes sobre la bsqueda de unaepistemologa sin imposturas. [En lnea] RevistaCubana de Salud Pblica 2004;30(3):233-240[fecha de acceso 2 de abril de 2009] URL dispo-nible en: http://bvs.sld.cu/revistas/spu/vol30_3_04/spu07304.htm

    22. Silva LC. Reflexiones desde la Salud Pblicasobre un libro desconcertante. [En lnea] RevistaCubana de Salud Pblica. En prensa, 2009 [fechade acceso 2 de abril de 2009]. URL disponibleen: http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/revsa-lud/luis_carlos_silva_sobre_salud_ecologica.pdf

    23. Silva LC Claves para el desarrollo del debatecientfico. [En lnea] Revista Cubana de Fsica.2008;25(1):9-12 [fecha de acceso 2 de abril de2009]. URL disponible en: http://www.fisica.uh.cu/biblioteca/revcubfi/2008/vol25-No.1/RCF-2501-2008-p9.pdf