sobre agamben, ontologia de la sociedad civil galindo

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  • 8/9/2019 Sobre Agamben, Ontologia de La Sociedad Civil GALINDO

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    . Revista de Filosofa, n 39, 2006, 133-150

    Ontologa de la sociedad civil

    ALFONSO GALINDO HERVS1

    La cuestin que an nombramos como una

    cuestin del ser social debe constituir de hecho

    la cuestin ontolgica.

    Jean-Luc Nancy,tre Singulier Pluriel.

    Abstract: This article analyzes the connectionsamong ontology, political thought and poli-tics. Firstly, the author analyzes the normativeaspect of the concept of civil society, with spe-cial attention to Cohen and Aratos theory, andsecond, he studies the ontologycal style fromJean-Luc Nancy, Giorgio Agamben and AntonioNegri about the social and political aspects of thehuman reality, and he values theirs consistencyand appropriateness.Key words: ontology, civil society, politics,unpolitical, Nancy, Agamben, Negri.

    Resumen: Este artculo examina las relacionesentre ontologa, pensamiento poltico y poltica.Tras analizar la dimensin normativa del con-cepto de sociedad civil, con especial atencin a lateora de Cohen y Arato, se estudia el tratamientoontolgico de lo social y de lo poltico en Jean-Luc Nancy, Giorgio Agamben y Antonio Negri,valorando su consistencia y su pertinencia.Palabras clave: ontologa, sociedad civil, pol-tica, impoltico, Nancy, Agamben, Negri.

    1. La ontologa de la poltica y la poltica de la ontologa

    En este texto he intentado y pretendo escribir sobre ontologa y sobre sociedad civil. Ms enconcreto, he querido y deseo mostrar que entre ambos conceptos hay diversas relaciones. Estono constituye ninguna novedad terica. Lo que tal vez s lo sea es el modo especfico de tratar tal

    relacin en algunos pensadores polticos contemporneos. Dicho modo que, como he planeadoy espero mostrar, puede describirse como una sustitucin de las categoras habitualmente usadaspara teorizar sobre la sociedad civil y lo poltico por categoras propias de la ontologa permiteexaminar la singularidad de los objetivos y la relevancia de dichos pensamientos y teoras. Unasingularidad que justifica el empleo del calificativo de impoltico para ellos 2.

    En principio, y como resulta evidente, ontologa y sociedad civil son conceptos pertene-cientes a dos juegos de lenguaje con distintas reglas, argumentos, criterios de consenso, historia,

    Fecha de recepcin: 30 septiembre 2006. Fecha de aceptacin: 24 octubre 2006.1 Direccin: Departamento de Filosofa. Campus Universitario de Espinardo. 30071 Murcia: [email protected]

    2 Sobre los rasgos del pensamiento impoltico, cf. R. Esposito Categorie dellimpolitico, Il Mulino, Bologna, 1988. Puedeverse igualmente la voz Impolitico, escrita por l, en R. Esposito y C. Galli (ed.),Enciclopedia del pensiero politico,Laterza, 2000.

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    bibliografa, lites, etc. Desde ellos se pueden describir las mismas cosas, que as quedan afectadasy comprendidas de diferente manera. Pero no es inocente ni carece de consecuencias el usar unjuego lingstico u otro para aprehender segn qu realidades.

    Deca Carl Schmitt que toda teora poltica implica una antropologa concreta3. De maneraparecida, al igual que determinada concepcin de la sociedad civil se corresponde con determinadadescripcin ontolgica (esto es lo que algunos llaman describir los fundamentos ontolgicos de lasociedad civil si bien es preciso subrayar que creer que esos fundamentos son algo ms que otradescripcin, pues ellos tocaran de cerca el lecho rocoso de la sociedad civil, implica incurrir enun tipo de realismo ingenuo, deficitario e innecesario), tambin determinada ontologa permiterastrear un posible diseo o descripcin del modelo de sociedad civil que podra ser coherente conella.

    Hay teoras de la sociedad civil que han hecho explcita la dimensin ontolgica subyacente a sudiseo societario (ya de forma sinttica, ya de forma prioritaria y detallada e, incluso, negndola).En este artculo, sin embargo, me centrar en el examen del otro mbito sealado, a saber: el de lasteoras ontolgicas, limitndome a analizar aqullas que, sin preocuparse demasiado por explicitarlas consecuencias sociales y polticas que se siguen de ellas mismas (rechazando en ocasiones vehe-mentemente tal relacin), sin embargo se autoconciben y autoproponen como teoras polticas osobre lo poltico o sobre la sociedad, etc. Dicho de otra manera: me interesa, no slo la pertinenciafilosfico-poltica y filosofica en general de dichas ontologas, sino los modelos sociopolticos queimplican o sugieren, que promueven o que exigen, que sealan a la par que contribuyen a ellos (sies que contribuyen y de qu modo y hasta qu grado de eficacia). Esta cuestin es central aqu. Ypara encararla es preciso prescindir de (e incluso esforzarse por superar) la explcita heterogeneidadrespecto de la poltica efectiva y respecto de lo social que reclaman para s esas teoras ontolgi-cas aludidas (que, tambin por ello, merecen ser denominadas impolticas).

    Naturalmente, proponer algunas ideas y argumentos que puedan resultar relevantes para com-prender estos dos objetivos que me autoimpongo, pasa por analizar, no slo el diseo de sociedadcivil que es consistente con esas ontologas, sino tambin los frentes tericos (y prcticos) que que-dan saldados con ese gesto terico tan audaz, y que es posible condensar en la siguiente frase que,puesta como subttulo, servira para concretar el ttulo de este artculo: el tratamiento ontolgico delo poltico, razones y consecuencias.

    Que las expresiones ontologa y sociedad civil sean tiles para ensayar un acercamiento acierta corriente de pensamiento, o a ciertos argumentos con parecido aire de familia, no impidereconocer desde el inicio las numerosas diferencias existentes entre las filosofas que cabe adscribir,siempre de forma contingente, a dicha corriente. Propiamente, ensayar cierta elaboracin de lo quepodra asemejarse a un tipo ideal weberiano. En concreto, una forma de pensar nuestra sociedadque incluye, ms o menos explcitamente, una concepcin de la poltica presente y de la futura, unaconcepcin del ordenamiento jurdico presente y del futuro, una explicacin de la economa presen-te y de la futura, un anlisis de la antropologa subyacente a nuestra poltica-derecho-economa, ascomo una propuesta para el futuro, etc. Ahora bien: todo ello, y es preciso subrayarlo pues consti-tuye el quicio de mi argumento, pensado y propuesto sirvindose profusa y casi exclusivamente dellenguaje propio de la ontologa.

    Debo detenerme en una apreciacin. La ontologizacin de lo poltico o, mejor, el tratamientoontolgico de lo poltico (que pueda estar) presente en filsofos como por ejemplo Maurice Blan-

    3 C. Schmitt, Teologa Poltica, enEstudios Polticos , trad. F. J. Conde, Cultura Espaola, Madrid, 1941, p. 95.

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    chot, Jean-Luc Nancy, Roberto Esposito, Jacques Derrida, Giorgio Agamben o Antonio Negri, deu-dores en muchos aspectos de ciertas tesis de Heidegger, no implica necesariamente (no, desde luego,en la misma medida) un soslayamiento o abandono de lo que quiz de forma muy desconstruible(a buen seguro, por ellos mismos) denominara responsabilidad para con la accin o lapraxis, estoes, para con la poltica efectiva. Dicho de otra manera: no se trata aqu de mera irresponsabilidadromantik, de mero esteticismo pasivo, de mera y vaca iconoclastia. Y ello por dos motivos queahora meramente sintetizo: ante todo, por la propia responsabilidad para con el cambio poltico queesos pensamientos (ciertamente, en diferente medida) reclaman para s y se empean en demostrar4.En segundo lugar, porque es la propia distincin entre teora y praxis lo que resulta ya insostenible(salvo por precaucin histrico-conceptual). Como todo lector de Rorty sabe, cualquier descripcinimplica (es traducible a) una norma de accin. Lo que, en lenguaje humeano, podra expresarse as:todo (relato sobre el) ser implica (ya, de suyo) un deber-ser. Ello resulta an ms evidente cuando,como aqu, se concibe la ontologa desposeyndola de cualquier pretensin de cercana privilegiadacon lo-en-s-de-lo-real. Dicho de otra manera: si la ontologa se reduce a un determinado tipo delenguaje desde el que elaborar descripciones de la realidad poseer, al igual que cualquier otro tipode descripcin lingstica, una dimensin normativa. Esta idea permite que los filsofos, tan pro-clives al embrujo de la abstracta y contrafctica jerga metafsica, podamos defender la relevanciade nuestros argumentos ontolgicos para con la tica y para con la poltica, en definitiva, para conla praxis. Si este argumento pareciera insuficiente, debe recordarse que las tesis ontolgicas quepuedan estar presentes en los filsofos mencionados exhiben su deuda con Heidegger justamente alconsiderar irrelevante e innecesaria toda propuesta prctica (tica, pero tambin poltica) aadida asu propia descripcin del ser humano. tica y poltica son rebasadas, sobredeterminadas, sustituidaspor la ontologa (y habr que hacer de ello un motivo de crtica).

    En cualquier caso, que la ontologa sea vista tan slo como un juego de lenguaje, casi como unajerga, como un mero hbito (en el empleo de trminos, de fuentes, de argumentos) implica asumirque una explicacin o descripcin ontolgica de algo no es sino una explicacin o descripcin quese realiza usando determinadas expresiones. As, habran hecho ontologa individuos como Heide-gger cuando describe al hombre como ser ah reducido a su posibilidad ms propia, que es elcarecer de esencia, el reducirse a historicidad. Y no haran ontologa, por ejemplo, aqullos que lodescriben diciendo que es vertebrado, cordado y mamfero.

    S que esta caracterizacin, externalista o conductista, puede resultar profundamente insu-ficiente para muchos catedrticos de metafsica. Pero adems de contar con el siempre inquietanteargumento de la evidencia, es una concepcin que, a diferencia de otras, se presta a ser debatida;en definitiva, es democrtica.

    4 Basten dos citas: No hay ningn gusto por el vaco o por la destruccin en quien satisface esta necesidad de vaciarcontinuamente y de deconstruir respuestas filosficas que consisten en totalizar, en llenar el espacio de la cuestin o endenegar su posibilidad, en huir de eso mismo que aquella habr permitido entrever. Por el contrario, se trata aqu de unimperativo tico y poltico, de una llamada tan incondicional como la del pensamiento del que no se separa J. Derrida,

    Espectros de Marx, trad. J. M. Alarcn y C. de Peretti, Trotta, Madrid, 1998, p. 44. Y: Aquella expresin [se refiere a lade retirada de lo poltico] quera indicar una exigencia de retrazado y no de retroceso (como lo creyeron algunos) de lainstancia poltica, en lo sucesivo privada de sus contornos distintos e identificados. Este trabajo era en suma paralelo alque vino a continuacin sobre la comunidad: pero en un sentido esas paralelas no se juntaban y daban testimonio de la

    imposibilidad de fundar una poltica sobre una comunidad bien comprendida as como de definir una comunidad a partirde una supuesta poltica verdadera o justa. J.-L. Nancy,La comunidad afrontada, trad. I. Herrera y A. del Ro, en M.Blanchot,La comunidad inconfesable, trad. I. Herrera, Arena Libros, Madrid, 2002, p. 102.

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    Resulta que las descripciones ontolgicas de las cosas poseen ciertas ventajas evidentes, ascomo desventajas e inconvenientes. Entre stos ltimos puede citarse su abstraccin, su inhabi-tualidad en las conversaciones cotidianas o, tambin, su aparente lejana e incluso heterogeneidadrespecto del mbito que suele calificarse de real desde el sentido comn y sus exigencias. El propioHeidegger se cuidaba mucho de subrayar que cuando l hablaba de la comunidad o del hombre nose refera a la comunidad o al hombre ante los ojos. Segn esto, las descripciones ontolgicas delas cosas pueden parecer perfectamente superficiales y ociosas, intiles, ms all del puro intersinmanente que suscite en algunos su propia textura retrica.

    Pero las descripciones ontolgicas de las cosas tambin nos procuran ciertas ventajas. Voy afocalizar una simplicndola brutalmente: permiten cambiarlo todo sin cambiar nada.

    Esto se puede decir de otra forma: las descripciones ontolgicas de las cosas nos permiten pen-sar prescindiendo de engorrosas dimensiones que son inseparables de los objetos en su efectividad.Naturalmente, cualquier discurso, ciencia o saber, prescinde de cuantiosas dimensiones de su objetode estudio. Lo singular de la ontologa es que prescinde de todas, dotndose a s misma de unasposibilidades reflexivas sin igual. (En ello estriba, en gran medida y como espero mostrar, su interspara con lo poltico).

    As, desde la jerga ontolgica podemos calificar la historia de Occidente como rendimiento dela Nada, o como despliegue de lo Uno, o como auto-ocultamiento del Ser. O podemos cali-ficar al ser humano como potencia pura, o como pura posibilidad, o como hay irreparable,o como acto inacabado, apertura mesinica-sin-mesianismo, no no no-ser, ser-con. Etc.,etc. Todo ello conformando un discurso completamente coherente y, en ocasiones, hasta persuasi-vo. Un discurso, en cualquier caso, siempre mucho ms asptico y aseado que, no digamos ya eldiscurso propio del derecho penal o la dermatologa, sino el de la propia teora o filosofa polticas.Un discurso sin sudor.

    Naturalmente, ello puede suscitar ciertas perplejidades. Sobre todo cuando lo que describimos yaprehendemos desde el discurso ontolgico es la realidad poltica y jurdica de nuestras sociedades.Por no hablar de cuando lo que hacemos sirvindonos de la ontologa es plantear alternativas a lapoltica contempornea.

    Es en estos casos cuando la abstraccin de la ontologa puede parecer frvola y hasta irresponsa-ble. Llegamos as a un elemento central en el objetivo de mi reflexin aqu. A saber: la pertinenciade la ontologa en el pensamiento poltico. Por pertinencia entiendo aqu muchas cosas, quizdemasiadas. Ante todo, preguntarse por qu ese recurso al lenguaje ontolgico para hablar de pol-tica por parte de muchos pensadores. En segundo lugar, qu ontologa u ontologas son las preferi-das para el desempeo del anlisis y las propuestas polticas. Naturalmente, ello lleva implcita lacuestin de por qu esas ontologas y no otras. Tambin me interesar referirme a la plausibilidadde tal recurso a la ontologa cuando de lo que se trata es de hablar de poltica. Dicho brevemente:es la ontologa, sea sta la que sea, una plataforma adecuada para comprender nuestro presente yensayar sugerencias polticas alternativas? Qu se persigue o qu ventajas se logran con tal recursoa la ontologa si es que se logra alguna ms all de enriquecer nuestras ontologas, lo cual no espoco?

    Ello lleva aparejadas otras cuestiones: qu relaciones guarda la ontologa con la poltica? Porqu constituir la ontologa (determinadas ontologas) como el reverso absoluto de la poltica sobe-rana, ya sea del Imperio, ya del Estado-nacin? Por qu, cuando menos, es el lenguaje ontolgico,

    determinado lenguaje ontolgico, el ms heterogneo a dicha poltica? De dnde esa capacidadde la ontologa, de la filosofa? No implica su uso para el tratamiento de la poltica una asuncin

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    de la irreformabilidad de sta, una condena ab integro de toda poltica? Adems, si toda polticaefectiva es comprensible como traicin de la irrepresentable comunidad humana (como en ciertomodo defendern Nancy y Agamben), acaso no puede la misma ontologa comprenderse comotraicin? Acaso esas ontologas no exigen, al igual que el Tractatus de Wittgenstein animaba aarrojar la escalera, un abandono, no slo de toda accin y de toda poltica, sino tambin de todapalabra, de toda categora, en aras de la mera contemplacin, del mero dejar ser, esto es : del amorcomprendido como asuncin de lo irreparable de la comunidad que somos, de aquella poltica delnacimiento de que nos hablara Hannah Arendt, y sobre cuya impoliticidad Roberto Esposito hadejado excelentes reflexiones?

    En suma, acaso el tratamiento ontolgico de la poltica que emprenden los autores mencionadosno exigira l mismo limitarse al silencio contemplativo, a anularse a s mismo en tanto que discursoontolgico, pues la materialidad ontolgica que pueda estar implicada en l es irrepresentable(salvo traicionndola), ya que pertenece al orden del acontecimiento? A este respecto, Jean-LucNancy exclama que, llegados a este punto, debera, tan slo, hacernos or msica, o risas5. Sereduce la aportacin de este pensamiento a la poltica a dichas sugerencias musicales, risueas, a lasconstantes invitaciones a escribir?

    2. La dimensin normativa del concepto de sociedad civil

    Si bien el inters directo de este artculo pivota en torno a la ontologa, lo que concreta y matizadicho inters (las relaciones entre ontologa y poltica) exige un anlisis de la categora de sociedadcivil. Un anlisis que, dando por conocidos los lugares comunes de la historia de dicho concepto,focalice la cuestin de su estructura normativa. Me interesa destacar la esencialidad que poseenlos ideales especficamente ticos (libertad, igualdad, universalidad) en la intensin del conceptode sociedad civil, que pretendo reconstruir desde una estrategia histrico-conceptual y, por ello,renunciando a priori a establecer intensin alguna definitiva.

    El de sociedad civil es un concepto complejo y ambiguo. Puede ser til considerarlo como untipo ideal. Segn esto, la sociedad civil es un instrumento analtico de la situacin histrica, perotambin un instrumento crtico-normativo para juzgarla. Al contemplarla como tal, se asume quesu realizacin no es una necesidad, natural o histrica, sino una contingencia. Igualmente, un tipoideal excluye la puridad6.

    El origen de una esfera social autnoma frente al soberano o a la Iglesia se remonta al Rena-cimiento, a las sociedades holandesas e inglesas del XVII y a la situacin posterior a las revolu-ciones del XVIII. Tal origen se halla conectado a la emancipacin de la esfera poltica respecto dela religiosa, en cuyo proceso resultaron decisivos la aparicin del individualismo, el problema queello supone para la construccin de una sociedad, y las consecuencias sociales y culturales de laimplantacin de la sociedad individualista de mercado7.

    Ms all de las referencias pre-modernas a un mbito de normatividad diferente del poltico-institucional de Aristteles a Francisco de Vitoria, pasando por la referencia a la idea de civilt de

    5 Habra querido, habra hecho falta que este trabajo pudiese ir ms lejos, no digo slo en el anlisis o en la problematizacin,sino que llegase hasta a retirar y tachar todo su discurso en la libertad material. Habra podido estar tentado de haceros

    or ahora msica, o bien risas. J.-L. Nancy, La experiencia de la libertad, trad. P. Pealver, Paids, Barcelona, 1996,p. 175.6 V. Prez-Daz,La esfera pblica y la sociedad civil, Taurus, Madrid, 1997, p. 14.

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    Maquiavelo, fueron los liberales escoceses quienes desarrollaron una concepcin de la sociedadcivil que destilaba una experiencia histrica concreta, con gobiernos limitados, libertades polticas,mercado, asociaciones. Aunque eran conscientes de la tensin entre sistema poltico y mercado eco-nmico, crean imposible un mercado sin un marco legal garantizado por la autoridad pblica y sinel control de dicha autoridad. Tambin saban que la realidad de las instituciones distaba del idealde sociedad civil, y que sta era degradable, de ah que la contemplaran como producto contingenteque, junto a la existencia de instituciones, precisaba la armona de los sentimientos morales 8.

    Con Hegel se perdi el sentido de los lmites propio de la idea escocesa de Estado constitucional.Su experiencia del reciente Estado prusiano, construido en torno a una maquinaria militar-adminis-trativa que se recuperaba del trauma de la derrota ante Napolen asfixiando a sus vecinos y a sussbditos, lo condujo, pese a su esfuerzo por combinar lo que hoy llamamos individualismo liberaly republicanismo cvico, a apuntalar la idea del Estado como actor moral en el escenario histrico-mundial. La sociedad civil (brgerliche Gesellschaft) consiste en una superacin inclusiva de lacombinacin de mercados y corporaciones con una autoridad pblica. Hegel subraya su carcterhistrico y tico, as como la necesidad que posee de ordenacin poltica. Gracias al Estado, lasociedad civil es preservada y superada (aufgehoben) como momento necesario pero subordinadoa una comunidad ms amplia organizada polticamente9.

    Fue conforme el Estado fue robustecindose cuando se focaliz la dicotoma entre l y la socie-dad civil. Es lo que reflejan tericos como Tocqueville y Stuart Mill. Ambos subrayarn la necesi-dad de proteger y renovar la sociedad civil, que conciben como esfera autoorganizada, garantizadalegalmente e independiente del Estado. El objetivo es evitar que el Estado abuse de sus poderes.

    Ser Marx quien, aun reconociendo enLa cuestin juda la significacin de la distincin entresociedad civil y Estado, pague el precio de su objetivo crtico del capitalismo condenando el mbitocivil por considerarlo expresin de intereses burgueses emancipados del control poltico estatal,tambin l expresin ideolgica. Tal anlisis explica la sociedad civil en trminos de relaciones deproduccin, subestimando los elementos de vida civil que incluye, subrayando el egosmo e igno-rando su potencial democrtico10.

    Este brevsimo boceto de una historia conceptual de la sociedad civil permite distinguir entreconcepciones generalistas de la misma, que la consideran constituida por instituciones, mercados,pluralismo y esfera pblica, y concepciones restringidas, bien que consideren que el mercado formaparte de ella, bien que restrinjan la sociedad civil al asociacionismo y la esfera pblica, como sucedeen Cohen y Arato.

    Son justamente estos autores los que, desde un abierto habermasianismo, han revitalizado elconcepto de sociedad civil, relacionndolo con la teora poltica y subrayando su dimensin norma-tiva. Trascendiendo las posturas que consideran que la sociedad civil se reduce a la reconstruccin

    7 C. Frade, La sociedad civil: una arena en disputa, en J. Vidal Beneyto (dir.),Hacia una sociedad civil global, Taurus,Madrid, 2003, pp. 193-216.

    8 Remito al excelente libro de Enrique Ujaldn,La filosofa moral de Adam Smith (en prensa), donde se recoge abundantebibliografa.

    9 La obra de referencia para este tema es Fundamentos de la Filosofa del Derecho. Remito especialmente a 33,182-183, 234, 236, 239, 241, 245, 248. En Estado, Burocracia y Sociedad civil(Alianza, Madrid, 1978), Prez-Dazseala la ambigedad del tratamiento que hace Hegel de la sociedad civil, quien oscilara entre un concepto amplio yotro restringido. Se subraya el estatalismo paternalista en J. L. Cohen y A. Arato, Sociedad civil y teora poltica, FCE,

    Mxico, 2000, p. 133.10 J. Keane,Democracia y sociedad civil, trad. A. Escohotado, Alianza, Madrid, 1992, p. 91. Igualmente, cf. E. Gellner,Condiciones de la libertad. La sociedad civil y sus rivales, trad. C. Salazar, Paids, Barcelona, 1996, p. 13.

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    terica de lo ya conseguido por Occidente (careciendo por tanto de potencial crtico), sostienenque el concepto de sociedad civil indica un terreno en Occidente que se ve amenazado por la lgi-ca de los mecanismos administrativos y econmicos, pero que tambin es el principal espacio parala expansin potencial de la democracia bajo los regmenes democrtico-liberales que realmenteexisten11. Con tal tesis pretenden mostrar la relevancia crtico-normativa del concepto de sociedadcivil para todas las sociedades contemporneas. Esta declaracin de intenciones permite ubicar suproyecto entre las versiones restrictivas de la sociedad civil, es decir, aqullas que la reducen a lasrelaciones afectivas, al asociacionismo y a la comunicacin pblica. Tal conceptualizacin estable-ce un abismo insuperable entre ese mbito de realidades y la poltica y la economa 12.

    Desde una definicin operativa de sociedad civil13, la remiten slo a las asociaciones conscien-tes y las formas de comunicacin organizadas, que constituyen una parte del mundo de normas,prcticas, competencias, relaciones, etc. Su reivindicacin del discurso de la sociedad civil pretendeconstituir una forma de recuperar la esperanza en los grandes ideales generados en las revolucio-nes democrticas, los ideales utpicos de la modernidad: libertad, igualdad, solidaridad y justicia.Desde este punto de vista, sostienen que la propia sociedad civil ha surgido como una nueva clasede utopa14.

    Explcitamente afirman que formulan los fundamentos normativos de su teora de la sociedadcivil usando la tica discursiva15, a la que consideran como un esfuerzo por unir el principio liberalde los derechos bsicos con la concepcin republicana de la libertad positiva. Con Wellmer compar-ten que no est claro si es una teora de la moralidad o de la legitimidad democrtica, pero subrayanque su finalidad es explicar la relacin entre moralidad y legalidad presuponiendo su diferenciacinpero ajustando la ley a principios morales no sustantivos16. Los autores asumen la separacin entrelegalidad y moralidad, pero rechazando que la consecuencia inevitable sea la desnormativizacinde la poltica y la despolitizacin de la moralidad. As, convierten la tica del discurso en una partede una teora moral: la dedicada a legitimar leyes y derechos. Consideran que proporcionara unaforma de descubrir o reafirmar lo que tenemos en comn quienes convivimos y obedecemos las

    11 J. L. Cohen y A. Arato, o. c., p. 7.12 Tal como nos lo ensea la historia de Occidente, las fuerzas espontneas de la economa de mercado capitalista

    pueden representar un peligro tan grande para la solidaridad social, la justicia social e incluso la autonoma, como elpoder administrativo del estado moderno. Nuestro punto es que slo un concepto de sociedad civil que la diferencieadecuadamente de la economa (y por lo tanto de la sociedad burguesa) puede convertirse en el centro de una teorapoltica y social crtica en las sociedades en que la economa de mercado ya ha desarrollado, o est en proceso de

    desarrollar, su propia lgica autnoma. () slo una reconstruccin que implique un modelo de tres partes, que distinguea la sociedad civil tanto del Estado como de la economa, podra respaldar el drstico papel opositor de este concepto enlos regmenes autoritarios y de renovar su potencial crtico en las democracias liberales. Ibidem, p. 8.

    13 Entendemos a la sociedad civil como una esfera de interaccin social entre la economa y el Estado, compuesta antetodo de la esfera ntima (en especial la familia), la esfera de las asociaciones (en especial las asociaciones voluntarias),los movimientos sociales y las formas de comunicacin pblica. La sociedad civil moderna se crea por medio de formasde autoconstitucin y automovilizacin. Se institucionaliza y generaliza mediante leyes, y especialmente los derechosobjetivos, que estabilizan la diferenciacin social. Ibidem, p. 8.

    14 Ibidem, p. 11.15 Ibidem, p. 16.16 Nuestra intencin es defender la tica del discurso como una tica poltica y como una teora de la legitimidad

    democrtica y de los derechos bsicos. Sostenemos que proporciona un estndar con el cual podemos poner a prueba la

    legitimidad de las normas sociopolticas. (...) la tarea es mostrar que existe un componente de legalidad y de poltica alque es posible defender normativa y racionalmente que, independientemente de las sanciones o de los motivos empricos,explica la dimensin obligatoria de las normas legales y la legitimidad de un sistema sociopoltico. Ibidem, pp. 400s.

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    mismas leyes. As, descubrir intereses generalizables implica asumir principios que constituyennuestra identidad colectiva17. De esta manera la legitimidad se relaciona con la conservacin de unaidentidad social determinada normativamente; sta es el referente para las pretensiones normativasde la legitimidad legal. Tal identidad colectiva debe tener, para evitar el autoritarismo comunitarista,como componentes centrales los principios de legitimidad democrtica (formalidad, reflexividad,simetra, postconvencionalidad) y derechos bsicos.

    Aunque la tica del discurso no prescribe ninguna forma particular de vida ni de ella derivanmodelos nicos de instituciones democrticas18, s tiene relacin con un nivel institucional delanlisis, y fundamenta principios de legitimidad democrtica y de derechos que implican una plu-ralidad de proyectos democratizadores que presuponen una sociedad civil moderna. La razn es queel proceso tico-discursivo que fundamenta el principio de legitimidad democrtica y de derechosbsicos exige la participacin de todos tanto en su gnesis como en su sostenimiento, y ello dependede las oportunidades para reunirse y asociarse en la sociedad civil. En ello difiere la tica del dis-curso de las restantes ticas polticas modernas (iusnaturalismo, utilitarismo, neocontractualismos,neoaristotelismos) en que sus implicaciones polticas se centran en la necesidad normativa y en laposibilidad emprica de la democratizacin en la sociedad civil. Por lo tanto, es la nica tica quereconcilia las afirmaciones del liberalismo clsico con la democracia radical19.

    Su conclusin es que la legitimidad democrtica y los derechos bsicos interpretados en elsentido de la tica del discurso implican una pluralidad de democracias que es potenciada de dosmaneras por el terreno institucional de la sociedad civil: la diferenciacin entre Estado, economay sociedad como esferas institucionales permite definir la democratizacin segn las diferenteslgicas de cada esfera; las estructuras de pluralidad en la sociedad civil permiten democratizar laesfera social en trminos de participacin y ciudadana (siendo decisivo el papel de los movimientossociales20). Los autores asumen el carcter utpico de su concepcin de la pluralidad de democra-cias, considerando que la dimensin normativa de la estructura institucional de la sociedad civilsupone una reformulacin de tal concepto para hacerlo viable en las condiciones contemporneas.se es su objetivo21.

    La teora de la sociedad civil que elaboran Cohen y Arato remite la especificidad de sta al tejidosocial compuesto por asociaciones voluntarias reflexivas y en debate permanente. Esta teora mues-tra explcitamente su deuda con el discurso de Habermas sobre el sistema (econmico-poltico) enoposicin al mundo de la vida, del cual sera parte la sociedad civil, opuesto a la lgica instrumental

    17 stos se convierten en las dimensiones del contenido de las normas legales legtimas y en la base de la solidaridadsocial. La identidad colectiva de una comunidad puede entonces proporcionar el criterio mnimo, respecto al contenido,de la legitimidad de las normas en el sentido negativo como aquello que no puede ser violado. Ibidem, p. 416.

    18 Ibidem, p. 405.19 Ibidem, p. 457.20 Nuestra tesis es que los movimientos sociales constituyen el elemento dinmico en procesos que podran convertir en

    realidad los potenciales positivos de las sociedades civiles modernas. Tambin afirmamos que nuestra teora reconstruidade la sociedad civil es indispensable para entender adecuadamente la lgica, lo que est en juego y los potenciales de losmovimientos sociales contemporneos. Ibidem, p. 556.

    21 Resumiendo: el horizonte utpico de la sociedad civil (tal como se le concibe aqu) se basa en la conservacinde los lmites entre los diferentes subsistemas y el mundo de la vida (y como veremos, tambin en la influencia deconsideraciones normativas basadas en los imperativos de la reproduccin del mundo de la vida, sobre las esferas deaccin organizadas formalmente). Los contextos del mundo de la vida, liberados de los imperativos del sistema, podranentonces abrirse para permitir el reemplazo, cuando fuera conveniente, de normas aseguradas tradicionalmente pornormas logradas comunicativamente (). Ibidem, p. 508.

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    y racionalista del Estado y el mercado, y constituida por las instituciones de la sociabilidad y deldiscurso (asociaciones voluntarias). El objetivo de la teora es poltico-moral: evitar la colonizacindel mundo de la vida por el sistema, ya que ste no es transformable. Para ello incurre en ciertaidealizacin de la sociedad civil y la paralela demonizacin del Estado22.

    Una teora tan reduccionista como sta convierte la sociedad civil en una realidad econmi-camente pasiva e impotente para defenderse. La exclusin del mbito de la sociedad civil de lasrealidades econmicas y poltico-estatales implica, en cierto modo, la renuncia al control del mun-do sistmico, opuesto al mundo de la vida, que es el nico liberador y el que debe ser protegido23.Junto a ello, es una postura que, por su diagnstico pesimista ante las posibilidades de reforma dela economa y la poltica, puede fomentar el refugio en clidos y ensimismados mundos de la vidaal modo de un nuevo gnosticismo.

    Ello hace preferible un concepto de sociedad civil que incluya lo econmico, lo poltico y losocial-afectivo-cultural siempre que sean externos a lo oficial-gubernamental, aunque sancionadopor ste24. Pero es preciso, aun dentro de los lmites de este artculo, justificar adecuadamente lapreferibilidad de tal concepto amplio. Para ello sirve tanto el reparar en la imposibilidad de unadistincin ntida, estable y controlable entre esas esferas (lo cual no impide un tratamiento dife-renciado de lo tico) como el asumir que la normatividad vehiculada en las relaciones civiles sloser fecunda para con la economa y lo jurdico-poltico si se comprende su presencia en estosmbitos de forma transversalcmo deba articularse y concretarse esa presencia es cuestin obje-to de una teora social. Ello pasa, obviamente, por el mantenimiento de la especificidad de lo ticorespecto del resto de relaciones humanas. La normatividad implcita en el concepto de sociedadcivil no puede significar una disolucin de la especificidad de lo poltico en aras de lo tico. Taldisolucin, que Rancire ha denominado viraje tico de la esttica y la poltica, resulta evidente,como veremos a continuacin, en las ontologas impolticas, que borran la distincin entre el sery el deber ser25.

    Un argumento que refuerce esta tesis pasa por reconocer que la dimensin normativa de lasociedad civil depende de la presencia de la libertad individual en la gnesis de determinadas for-mas sociales. Como he sealado, de tal presencia no estn exentas a priori la economa y la pol-tica. Desde el punto de vista econmico, el concepto de sociedad civil es el modelo paradigmticopara la integracin econmica horizontal, pues presupone sociabilidad, informacin compartidamnima y eficacia en ausencia de jerarquas26. Desde el punto de vista poltico, afirmar que losvnculos subjetivos voluntarios que sostienen la sociedad civil son los que revelan su estructura

    22 Prez-Daz ha sealado que, en estas cuestiones, Habermas revela su deuda con Marx y Weber al exagerar la unidady estabilidad del sistema. A su juicio, los rasgos del mundo de la vida (formas sociales que son producto de opcionesindividuales) tambin aparecen en la economa y en la poltica. Ubicndose en la tradicin liberal clsica, defiende unconcepto amplio de sociedad civil. V. Prez-Daz,La esfera pblica y la sociedad civil, o. c., pp. 45-58, 67ss., 113.

    23 J. Keane, o. c., pp. 51ss.24 As queda recogido en la definicin que ofrece Giner: La sociedad civil puede definirse como aquella esfera histricamente

    constituida de derechos individuales, libertades y asociaciones voluntarias, cuya autonoma y concurrencia mutua en lapersecucin de sus intereses e intenciones privados quedan garantizadas por una institucin pblica, llamada Estado,la cual se abstiene de intervenir polticamente en la vida interna de dicho mbito de actividades humanas. S. Giner,Avatares de la sociedad civil: pasado, presente y porvenir, en J. Vidal Beneyto (dir.), o. c., p. 172.

    25 Explcitamente alude Rancire a Agamben como ejemplo de tal viraje, especialmente visible en su equiparacin del

    campo de concentracin y la ciudad contempornea. J. Rancire, El viraje tico de la esttica y la poltica, trad. M. E.Tijoux, Palinodia, Santiago de Chile, 2005, p. 22.26 R. Scazzieri, Teora econmica de la sociedad civil global, en J. Vidal Beneyto (dir.), o. c., pp. 119-137.

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    moral, pues implican libertad, igualdad y competencia hermenutica27, no significa que la sociedadcivil pueda asimilarse a una comunidad moral homognea, reduciendo la libertad a la denominadalibertad de los antiguos. Muy al contrario, la sociedad civil en tanto que tipo ideal debe incluirinstituciones orientadas a la formacin de individuos autnomos moralmente y comprometidoscvicamente. La esfera pblica es el espacio donde se delibera no slo para tomar decisionessobre problemas comunes, sino sobre todo para dar forma al carcter moral de los individuos 28.Por ello, la sociedad civil remite a una realidad que es fuente de principios ticos, pues produce(mediante reflexin y no por pertenencia tnica) la conciencia de mutua dependencia y destino, desolidaridad. De ah que el concepto de sociedad civil incluya tanto nociones ligadas a la autonomaindividual como otras referentes a la solidaridad. Ello explica el que haya autores que defiendanque el fenmeno con el que se suele aludir a la (compleja) ampliacin de dicha comunitariedadla globalizacin impone una reflexin nueva sobre la tica mundial, pues hay nuevas represen-taciones del deber ser29.

    Una consecuencia de que las dimensiones normativas de la sociedad civil afecten a y se cumplanen el mbito poltico es que la res publica tiene las bases morales y ticas que le presta su baseexistencial, la sociedad civil, que es plural y abierta, evidencindose de esta forma cierta identidadfuncional30. Esto implica igualmente la mxima republicana de que la sociedad civil respeta lasleyes que ella misma se ha dado en tanto que Estado31, lo cual evidencia una continuidad entresociedad civil y res publica, subyacente a la representacin y legitimadora de ella, que imposibilitacomprensiones de lo poltico que reducen dicho mbito a imposicin de vnculos soberanos sobre lanuda e inocente vida (Agamben) o, cuanto menos, a colonizacin del mundo de la vida por la lgicasistmica, como ya hemos comprobado32. Otra consecuencia de ello es que jams la res publica, entanto que mbito institucionalizado (poderes constituidos y ley), puede agotar la riqueza albergadaen las relaciones entre los miembros de la sociedad civil (poder constituyente), explicitndose sucontingencia33.

    Debo acabar este apartado destacando una nota de la sociedad civil que sobresale en la prcticatotalidad de sus conceptualizaciones, y con la que tambin se pretende aludir a su normatividad: su

    27 Lo propio de la sociedad civil fue especializarse en superar la desconfianza propia de la insociabilidad medianteexpedientes poco coactivos y nada violentos. Sus herramientas fueron la tcnica y la divisin del trabajo, la organizacinsocial de las necesidades, las formas de la civilizacin. J. L. Villacaas, Societas civilis sive res publica: unaaproximacin normativa, enRes Publica, 9-10, 2002, p. 14.

    28 V. Prez-Daz,La esfera pblica y la sociedad civil, o. c., pp. 131ss.29 A. Colonomos, Una perspectiva constructivista del cosmopolitismo, en J. Vidal Beneyto (dir.), o. c., p. 142; R. Roth,

    Las ONG y las polticas internacionales, en d., pp. 245-296.30 La sociedad civil es la res publica. Pero, en una, aparece como una estructura horizontal en la que los ciudadanos son

    socios y organizan su vida a travs de la civitas, a travs de la libertad propia de las instituciones sociales; mientras que,en la otra, esa misma estructura se eleva a asamblea soberana, a instancia que ya no es meramente horizontal, sino unpoder vertical de mando y obediencia. J. L. Villacaas, o. c., p. 25.

    31 Aquello que la sociedad civil obedece como expresin de ella misma en su funcin de res publica ha de ser un valorexpresivo de la universalidad, y esto no es otra cosa que la ley. De ah se deriva, por un lado, la clsica mxima republicanade que la sociedad civil slo debe obedecer la ley que ella misma se ha dado en tanto res publica, y, por otro, la mximade la dominacin republicana, segn la cual son los mismos los que mandan y los que obedecen. Ibidem, p. 26.

    32 Esta continuidad entre sociedad civil y representacin slo puede significar que las bases normativas depositadas enla sociedad civil siguen funcionando en la formacin del vnculo de representacin a travs del cual se pronuncia la leypoltica. La unidad normativa y el flujo de legitimidad desde la societas civilis a la res publica no puede reposar sino en

    la naturaleza de lo pblico y en el reconocimiento como base de la representacin. Ibidem, p. 28.33 La relacin entre la sociedad civil y la res publica implica que la primera alberga siempre potencialidades que no seagotan en la forma de la ley de la res publica. Ibidem, p. 27.

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    voluntad de resistencia al Estado. Fue Koselleck quien seal que el Estado absoluto que surge enrespuesta a las guerras civiles fue el factor que introdujo la dicotoma entre Estado y sociedad, stadepositaria de la moralidad y opuesta a aqul. La sociedad se constituir en nueva representacinde los hombres frente a la burocracia. Ello es observable en los diferentes procesos revolucionariosque conducen al establecimiento de las unidades polticas soberanas en Europa34.

    Este aspecto de resistencia frente al Estado parece decisivo en la constitucin y sentido de unasociedad civil35. De ah el inters por destacarlo pues, como veremos a continuacin, si hay algoque anima y orienta las ontologas de lo poltico es su voluntad de resistencia y oposicin radi-cales al Estado. En dicha postura, si bien desde argumentos en ocasiones incompatibles, hallanun llamativo espacio de encuentro con el pensamiento liberal. Quiz compartan con l ciertahuida de lo poltico, evidenciable en su habitual soslayamiento de las cuestiones implicadas enla necesidad de administrar las potencialidades-del-hombre-que-indefectiblemente-llegan-a-acto-y-se-disuelven (lo que, en la jerga de Cohen y Arato podramos expresar diciendo que su olvidoo subestimacin de las posibilidades empricas de la democratizacin en la sociedad civil revelauna ausencia de implicaciones polticas as como una incapacidad estructural para reconciliar lasafirmaciones relativas a la autonoma individual, propias del liberalismo clsico, con las de lasolidaridad y la igualdad, propias de la democracia radical). Huida que propiamente denominaraimpoliticidad.

    Quiz tambin compartan cierta tendencia moralizante, cierta propensin a que los vnculosticos sobredeterminen los polticos, los sustituyan incluso. Es lo que en cierta forma evidencia laestructura normativa de la sociedad civil, cuya resistencia a los potenciales totalitarios del Estadoy de la economa posee una legitimidad que remite a los grandes ideales ticos heredados de laIlustracin. Ciertamente, sera errneo pretender ver en la figura de la sociedad civil un trasunto otraduccin en positivo (poltica) de la (descripcin ontolgica de la) comunidad que, como vere-mos seguidamente, sugieren Nancy, Agamben o incluso Negri. (La comunidad impoltica no sloes contrafctica sino que, en cierto modo, es slo contrafctica). Pero tampoco es ocioso sealaresa confluencia de objetivos, en la que se confunden la resistencia al Estado, la aspiracin a lalibertad y a la igualdad, la apelacin a un tipo de relacin ms all de lo mercantil y de lo legal, lacrtica del dogmatismo ideolgico y de la mmesis, etc.

    3. Ontologas heideggerianas de la sociedad civil. Jean-Luc Nancy y Giorgio Agamben36

    Los argumentos ontolgicos que elaboran Jean-Luc Nancy y Giorgio Agamben comparten,an desde destacadas diferencias, el mismo inters por pensar lo poltico. Coinciden en ello, perotambin en el propio hecho de servirse de categoras ontolgicas heideggerianas (que trascienden)

    34 Unificacin y centralizacin exigirn diversos instrumentos (redes de comunicacin, normalizacin lingstica, etc.) alos que opondrn resistencia los aparatos locales. Cf. J. C. Rubinstein, Sociedad civil y participacin ciudadana, Ed.Pablo Iglesias, Madrid, 1994, pp. 44-82.

    35 Gellner ofrece una definicin que lo subraya: La sociedad civil consiste en un conjunto de diferentes instituciones nogubernamentales suficientemente fuerte como para contrarrestar al Estado y, aunque no impida al Estado cumplir con sufuncin de mantenedor de la paz y de rbitro de intereses fundamentales, puede no obstante evitar que domine y atomiceel resto de la sociedad. E. Gellner, o. c., p. 16.

    36 Para un anlisis exhaustivo de la filosofa de estos pensadores, me permito remitir a mis libros La soberana. De lateologa poltica al comunitarismo impoltico (Res Publica, Murcia, 2003) y Poltica y mesianismo. Giorgio Agamben(Biblioteca Nueva, Madrid, 2005).

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    para llevar a cabo su tarea, tanto de diagnstico de la poltica moderna como de sugerencia de alter-nativas a la misma que eviten sus terrores.

    Nancy subraya, desde el lenguaje propio del anlisis existenciario, el alcance de resistencia-a-la-inmanencia y a la obra que porta (o en que consiste) la comunidad, que concibe como realidadontolgica, no poltica. sta emerge como acontecimiento sorpresivo, de manera paralela a la diso-lucin de la soberana del Estado. Agamben, por su parte, sugiere un pensamiento sin soberanamerced a la profundizacin en la categora de potencia, subrayando el significado anti-estatal deargumentos en torno a la ausencia-de-identidad, o a la exposicin-en-el-lenguaje de la comunidadde singulares, tambin comprendida a partir de la ontologa.

    Sos los textos del 26 de Sein und Zeitlos que resultan ms reveladores de la aportacin deHeidegger a este pensamiento de la comunidad, en suma, de lo poltico. Dichos textos, dedicados aanalizar el modo de ser-con del ser ah, presuponen una visin del hombre como esencialmenteatravesado por la temporalidad y, consecuentemente, definido a partir de su poder ser radical.Ser en el mundo es la estructura fundamental del ser ah, que Heidegger despliega como sers mismo y ser con ( 25-27). Dicho ser-ah-con se reduce a un poder ser radical quefinalmente remite a la muerte ( 51).

    El acercamiento de Nancy al tema de la comunidad es inseparable de su objetivo de desconstruirla lgica de la soberana propia del monotesmo teolgico-poltico. Su diagnstico seala la presen-cia de esa lgica (de la guerra y de la excepcin, tanto como de la mmesis o representacin) en elorigen y fundamento del Estado moderno, as como en la comprensin del ser y del pensamiento.Este ambicioso anlisis lo lleva a rehacer toda la ontologa, sugiriendo fundarla en el carcter sin-gular plural (comunitario) del ser37.

    La dimensin poltica de esta tesis ontolgica se evidencia al comprobar que para su autor lamanera de sustraerse al esquema de la soberana propio del Estado-nacin pasa justamente por taldesarrollo de una nueva ontologa, ms all de la soberana, y centrada en el problema ms propiodel ser: el ser-con38. La razn es que para el filsofo francs lo comn no tiene que ver con lopoltico, sino con la existencia; es decir: no con el poder o la justicia, sino con el sentido un sentidoque remite a lapraxis comunitaria del desnudo ser-con del hombre.

    En suma, esta forma de abordar el problema de la soberana implica situar la reflexin al nivel dela ontologa. Pero ello no equivale necesariamente a despolitizacin, sino a reparar en la prioridadontolgica de nuestro libre ser-con en tanto que realidad no producible, no proyectable, no realiza-ble siquiera! En definitiva, en tanto que comunidad impoltica. Nancy no niega la prestancia de laforma jurdica, sino que le exige hacer derecho a lo injustificable mismo: la existencia en tantoque anarqua originaria39. Su sugerencia puede sintetizarse como un reescribir lo poltico desde larememoracin permanente del originario ser-juntos, de forma que se torne manifiestamente super-flua y violenta toda voluntad de obrarlo40. Desde estas claves, el ser-juntos o la comunidad ya nopueden interpretarse como un aadido al propio ser, sino como horizonte ontolgico irrebasable. De

    37 El ser es en comn. Qu hay ms simple de constatar? Y sin embargo, qu hay ms ignorado, hasta aqu, por laontologa?. J.-L. Nancy,La communaut dsuvre (en adelante, CD), Christian Bourgois d., 1990, p. 201. Trad. cast.:

    La comunidad desobrada, trad. de Pablo Perera, Arena Libros, 2001.38 J.-L. Nancy,tre Singulier Pluriel(en adelante,ESP), Galile, 1996, pp. 19, 54, 58; Corpus, trad. Patricio Bulnes, Arena

    Libros, Madrid, 2003, pp. 16ss.

    39 ESP, p. 69. Cmo lograrlo es algo que (permtaseme servirme de una significativa ancdota), al planterselo personalmentea Nancy en acto pblico, le llev a exclamar ese problema me produce un dolor lacerante.40 ESP, p. 57.

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    esta forma, se confunden lo social y lo ontolgico. Ni mera asociacin, ni hipstasis: el ser-juntoses la aparicin misma del ser, su comparicin, que no remite a nada distinto de s41.

    La impoliticidad encerrada en esta remisin a la facticidad se hace evidente no slo cuandoNancy afirma que es imposible obrar la comunidad, sino cuando indica que tampoco se la puedeperder, ya que nos es dada con el ser y como el ser, ms all de todos nuestros proyectos, volun-tades y empresas42. El alcance poltico (pese a todo) de dicha impoliticidad tiene que ver con suresistencia a toda voluntad comunional43. Una pertinencia que Nancy remite al acto de escritura, ala tarea literaria, que propone mitos a la par que inscribe su interrupcin44. La poltica, en definitiva,queda reducida a literatura, pues sta expone el mundo en tanto que sentido, es decir, en tanto queente-con-otros-entes, en tanto comunidad.

    Muchos de estos argumentos ontolgicos contra la soberana estatal adquieren en la obra deGiorgio Agamben matices singulares. Tambin en su caso la crtica del Estado bio-poltico se pro-longa (y consiste) en la sugerencia de una comunidad de rasgos impolticos, es decir, sin obra y sinnombre (que viene). Si en Nancy el esfuerzo por sustraerse a la lgica de la soberana estatal pasapor la prolongacin del anlisis existenciario del hombre como ser-junto-a-otros, Agamben, por suparte, profundiza en la categora de posibilidad. Desde ella pretende un replanteamiento de laontologa que permita dejar sin apoyaturas la soberana del Yo y del Estado, ofreciendo abstractassugerencias sobre la poltica adecuada a nuestro tiempo.

    Para Agamben la poltica moderna constituye una tarea metafsica, de manera que politizar es(o puede traducirse por) actualizar. Ello explica que su sugerencia a propsito de la poltica queviene pase por una nueva ontologa de la potencia (que la piensa sin relacin alguna con el acto),pues slo desde ella ser posible una poltica para la que la nuda vida sea ella misma forma-de-vida.Con este argumento se sita en el mbito ontolgico para deslegitimar una concepcin de la sobera-na poltica en tanto que informacin de la vida, previamente hecha culpable. Es la desconstruccinde la lgica potencia-acto lo que desbarata la base ontolgica de la accin poltica soberana45. Elfilsofo italiano pretende abandonar un pensamiento en el que la nuda vida en tanto queposibilidadpermanezca oculta enformas de vida que niegan su carcter de ilimitada apertura. Considera queuna poltica que no repita el bando debe hacer del propio cuerpo base de una forma de vida vertidaen esa nuda vida, un bos que sea slo suzo, una esencia que sea slo su existencia46.

    La forma que concreta un modo de existencia en la potencia es la cualquieridad. Agambenpresenta al existente como aqul cuya esencia es slo su ser as, aqul cuyo ser procede de ser tal

    41 Si hablo, pues, de la realidad social puesta al desnudo como su simbolicidad, hablo de la sociedad descubierta

    como no siendo precisamente ms la apariencia de nada distinto que ella misma, ni reenviando a ningn tras-fondo,ni simbolizando () nada (ninguna comunidad, ningn cuerpo mstico), sino haciendo smbolo con ella misma,apareciendo frente a ella misma para ser as enteramente lo que es y todo lo que tiene por ser. El ser social no reenvaen adelante a ninguna asuncin en una unidad interior o superior. Su unidad es enteramente simblica: es totalmente delcon. El ser social es el ser que es apareciendo frente a l mismo, con l mismo: es com-paricin (ESP, p. 80):

    42 CD, p. 87. La presencia es imposible, sino como co-presencia (ESP, p. 84).43 CD, pp. 35ss., 87s.44 CD, pp. 88s.;ESP, p. 108. Tambin en Blanchot la comunidad, la imposibilidad que la define, va ligada a cierta clase de

    escritura. Cf.M. Blanchot,La comunidad inconfesable, trad. I. Herrera, Arena Libros, Madrid, 2002, pp. 25s. Sobre laimpoliticidad de la lengua blanchotiana, cf. R. Esposito, Confines de lo poltico, trad. P. L. Ladrn de Guevara, Trotta,Madrid, 1996, pp. 133-150. As mismo, las pginas que le dedico en La soberana, ya citado y donde recojo abundantebibliografa. Igualmente, J. Gregorio,La voz de su misterio, CETEP, Murcia, 1995.

    45 G. Agamben, Homo sacer, trad. A. Gimeno, Pre-Textos, Valencia, 1998, p. 66; Lo que queda de Auschwitz, trad. A.Gimeno, Pre-Textos, Valencia, 2000, pp. 152, 166.46 G. Agamben,Medios sin fin, trad. A. Gimeno, Pre-Textos, Valencia, 2000, pp. 95, 116.

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    cual es, de tener lugar, de ser cualal margen de propiedad alguna que lo haga perteneciente, es decir,como existencia pura y cualsea47. Con ello muestra que lo que pretende es sustraer los cuerpos a sudestino de lugar-de-encarnacin de una forma, y reivindicar el estado de representacin absoluta des reivindicacin que se complementa con la tesis sobre el carcter lingstico de dicho singular yde la comunidad que viene48.

    Desde esta caracterizacin del singular, la tica es rebasada y sustituida por la ontologa 49.Existir es asimilable a un hbito: el de generarse segn la propia manera, el de asumir (pero nosubjetivamente) la ausencia de propiedad que somos (decidir-se); nica felicidad posible. Y esto,nada ms, es la tica50. No hay espacio aqu para un deber-ser distinto del mero ser (que reproducirala escisin entre vida y formas-de-vida). Tan slo hay espacio para un gesto, el de asir la propiaimpropiedad51.

    En lo que respecta a la poltica, desde estas premisas se comprende que la comunidad carezcade condiciones de pertenencia aunque tampoco se constituye por su ausencia. sta es la claveque explica su heterogeneidad absoluta respecto del Estado, que necesariamente implica mantenervigentes condiciones de pertenencia excluyentes52. Frente a ste, las singularidades cualsea hacencomunidad (se co-pertenecen) sin condiciones de pertenencia representables, sin reivindicar unaidentidad. Y esto, como ocurre con el hombre cualquiera de Blanchot, constituye la mayor amenazapara el Estado.

    Como resulta evidente, la remisin del sentido de la poltica al cumplimiento de una tareametafsica elevada a destino conlleva la anulacin de la distancia entre ser y deber-ser con la con-siguiente desactivacin de toda propuesta de reforma, as como a la nivelacin de todas las formasde vida53. Seguidamente comprobaremos que tambin la ptica ontolgica conduce a Negri a remitirla emancipacin a la facticidad del ser, sede de todas las potencialidades.

    4. Una ontologa spinoziana de la sociedad civil. Antonio Negri

    El diagnstico socio-poltico de Negri, que elabora de la mano de Hardt, asume la decadenciade la figura del Estado-nacin, pero sostiene que la soberana ha adquirido una forma nueva, com-puesta por una serie de organismos nacionales y supranacionales unidos por una nica lgica dedominio. Es lo que denominan imperio54. Junto a ello, destacan el trnsito del modelo capitalistade produccin. Ahora el capital se da en un mundo con nuevas diferenciaciones y desterritoriali-

    47 G. Agamben, La comunidad que viene (en adelante, CQV), trad. M. Latorre y J. L. Villacaas, Pre-Textos, Valencia,1996, pp. 9s., 16.

    48 CQV, p. 66.49 Slo la idea de esta modalidad surgente, de esta manera original del ser, permite encontrar un pasaje comn entre la

    ontologa y la tica (CQV, p. 22)50 CQV, pp. 19, 23.51 CQV, pp. 15, 66;MSF, p. 16.52 CQV, pp. 14, 54s.53 Como seala Rancire, todas las diferencias se borran as en la ley de una situacin global. sta aparece entonces como

    el cumplimiento de un destino ontolgico que no deja ningn lugar al disenso poltico y slo espera como salvacin unaimprobable revolucin ontolgica. J. Rancire, o. c., p. 35.

    54 El imperio se est materializando ante nuestros propios ojos. () Junto con el mercado global y los circuitos globales

    de produccin surgieron un nuevo orden global, una lgica y una estructura de dominio nuevas: en suma, una nuevaforma de soberana. El imperio es el sujeto poltico que efectivamente regula estos intercambios globales, el podersoberano que gobierna el mundo. M. Hardt y A. Negri,Imperio, trad. A. Bixio, Paids, Barcelona, 2002, p. 13.

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    zaciones, transformndose los procesos productivos con la cesin de protagonismo de las fbricasal trabajo cooperativo y afectivo. Lo decisivo es que, pese a todo, sostienen que la emergencia delimperio ofrece nuevas posibilidades a las fuerzas de liberacin55. En concreto, la posibilidad dela democracia depende del proyecto de la multitud, alternativa viva que crece en el interior delImperio56.

    Los autores elogian la crtica postmoderna de la soberana (en la que probablemente incluyana filsofos como Nancy o Agamben), si bien sealan que confunde la naturaleza de una liberacinpotencial de la misma porque no pueden reconocer con claridad las formas de poder que hoy laestn suplantando57. Ellos proponen comprender el imperio como una estructura sistmica dinmi-ca articulada horizontalmente, incluyendo normas y procesos de legitimidad, remitidos finalmentea la produccin biopoltica y a las industrias de la comunicacin, que son comprendidos ontolgi-camente58.

    La tesis de Negri es que es preciso transformar la necesidad de productividad impuesta a lamultitud desde la modernidad en condicin de posibilidad de liberacin. Y ello constituye unautntico drama ontolgico59. Su metodologa implica tanto un enfoque crtico y desconstructivo,que pretende revelar la base ontolgica alternativa que se sustenta en las prcticas creativas de lamultitud, como otro constructivo y tico-poltico, que procura llevar los procesos de la produccinde subjetividad hacia la constitucin de una alternativa social y poltica efectiva profundizando enel sustrato ontolgico de las alternativas concretas.

    Los autores se preguntan explcitamente en qu sentido podemos decir que el arraigo ontol-gico de una nueva multitud puede llegar a ser un actor positivo o alternativo de la articulacin de laglobalizacin?60. Y apelan a reconocer, con Spinoza, el carcter irresistible del deseo proftico quese identifica con la multitud, a la que consideran un contrapoder radical basado ontolgicamenteen la actividad real de la propia multitud61.

    Los vnculos entre poltica y ontologa son aludidos explcitamente62. Tras remitir la soberanamoderna al objetivo de totalizacin y ordenamiento de la multitud, adoptan una perspectiva convoluntad explcita de accin social, llegando incluso a reclamar para s un nuevo republicanismo,postmoderno, que se definira ante todo por la voluntad de estar en contra, pero tambin porla oferta de una nueva visin global, de una nueva manera de vivir en el mundo 63.

    55 Las fuerzas creativas de la multitud que sostienen el imperio son capaces de construir autnomamente un contraimperio,() la multitud tendr que inventar nuevas formas democrticas y un nuevo poder constitutivo que algn da nosconduzca a travs del imperio y nos permita superar su dominio. Imperio, o. c., pp. 16s.

    56 El argumento es que la globalizacin tiene dos caras: el Imperio que mantiene el orden mediante mecanismos de controly de conflicto, y los nuevos circuitos de cooperacin que posibilitan descubir lo comn que nos permite comunicarnosy actuar juntos. M. Hardt y A. Negri,Multitud, trad. J. A. Bravo, Ed. Debolsillo, Barcelona, 2006, p. 15.

    57 Imperio, o. c., p. 139.58 Imperio, o. c., pp. 30, 45s. La produccin biopoltica es una cuestin ontolgica en tanto que crea constantemente un

    nuevo ser social, una nueva naturaleza humana.Multitud, o. c., p. 396.59 El desarrollo del imperio se transforma en su propio crtico y su proceso de construccin llega a ser el proceso de su

    derrocamiento. Este drama es ontolgico en el sentido de que en este proceso se produce y reproduce el ser.Imperio, o.c., p. 59.

    60 Ibidem, p. 63.61 Ibidem, p. 74. Sobre la ontologa poltica de Spinoza, vase, del propio Negri,La anomala salvaje. Ensayo sobre poder

    y potencia en B. Spinoza, trad. G. de Pablo, Anthropos, Barcelona, 1993.

    62 La poltica reside en el centro de la metafsica porque la metafsica europea moderna surge en respuesta al desafo delas singularidades liberadas y de la constitucin revolucionaria de la multitud. Imperio, o. c., p. 88.63 Ibidem, pp. 193, 197-199, 203.

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    Pero, pese a la presencia de categoras y argumentos procedentes de la teora social, sobre todo atravs de la recepcin del marxismo y de ciertos desarrollos suyos, as como de la teora econmica,la perspectiva de Negri y de Hardt es explcitamente ontolgica. A su juicio, ubicarse en el terrenode la ontologa es el gesto necesario tras reconocer que la soberana imperial integra toda subjeti-vidad, expone sin ms el ser en su fctica extensin64. Una consecuencia de ello es el borrado de ladistincin entre Estado y sociedad civil.

    Desde esta perspectiva ontolgica sobre lo poltico, este ltimo mbito parece quedar remitidoa la mera descripcin ontolgica de la facticidad del ser (eso s, mltiple, dinmico y autorreferi-do)65. Una facticidad, sin embargo, signada por la virtualidad biopoltica de los poderes para actuarque poseen las multitudes, cuya mera creatividad y productividad sin medida cuestiona el imperio,construyendo una amorosa comunidad66, que propiamente califican de relacin ontolgica en posde la conquista de la ciudadana global.

    Los propios autores reclaman para s el haber identificado el deseo comunitario de las mul-titudes merced a su ptica ontolgica67. Y aunque remitan la nueva poltica de la multitud a susposibilidades de apropiacin del mundo de la vida68, ello no significa que desciendan al terreno dela articulacin de propuestas que concreten esa realidad ontolgica identificada. Aunque reconocenla centralidad de esta cuestin69, la remiten a la propia e impredecible accin de la multitud, quecomprenden sirvindose de otra categora ontolgica:posse, un poder siempre abierto a lo posi-ble70, un poder organizado como una unidad biopoltica dirigida por la multitud, la democraciaabsoluta en accin71.

    64 Generalmente tratamos la cuestin del imperio como una crtica de lo que es y de lo que existe y, por lo tanto, en

    trminos ontolgicos (...) Cuando decimos que la teora poltica debe ocuparse de la ontologa queremos decir ante todoque la poltica no puede construirse desde fuera. La poltica se da inmediatamente: es un campo de pura inmanencia. Elimperio se forma en este horizonte superficial donde estn inmersos nuestros cuerpos y nuestras mentes. Es puramentepositivo. No existe ninguna mquina lgica externa que lo constituya. (...) La poltica imperial articula al ser en suextensin global (...). La neutralizacin de la imaginacin trascendental es, pues, el primer sentido en el que, en laesfera imperial, lo poltico es ontolgico.Imperio, o. c., pp. 323s. De lo que se trata es de comprender las necesidadesbiopolticas actuales e imaginar las condiciones posibles de una nueva vida, sumergindonos en los movimientos de lahistoria y las transformaciones antropolgicas de la subjetividad. Slo de esa nueva ontologa podr emerger una nuevaciencia de la produccin de riqueza, as como una constitucin poltica que apunte a la democracia global. Multitud, o.c., p. 358.

    65 Lo poltico tambin debe entenderse como ontolgico a causa de que todas las determinaciones trascendentales de valory medida que solan ordenar los despliegues del poder (...) han perdido su coherencia. (...) El imperio constituye la tramaontolgica en la que se entretejen todas las relaciones de poder. Imperio, o. c., p. 324.

    66 La trama ontolgica del imperio est construida por esa actividad de las multitudes que est mas all de toda medida ysus poderes virtuales. Estos poderes constituyentes, virtuales, estn en permanente conflicto con el poder constituido delimperio. Son completamente positivos puesto que su posicin de estar en contra es una actitud de estar a favor; enotras palabras, es una resistencia que se traduce en amor y comunidad. Ibidem, pp. 329s.

    67 En este contexto, la ontologa no es una ciencia abstracta. Implica el reconocimiento conceptual de la produccin yreproduccin del ser y, por lo tanto, el reconocimiento de que la realidad poltica est constituida por el movimiento deldeseo y la realizacin prctica del trabajo como valor. La dimensin espacial de la ontologa se demuestra hoy a travsde los procesos concretos de la globalizacin del deseo de las multitudes, o del carcter comn de ste, de construir unacomunidad humana. Ibidem, p. 330s.

    68 Ibidem, p. 359.69 Lo que tenemos que comprender es cmo se organiza y redefine la multitud como un poder poltico positivo. (...)

    Cmo podemos reconocer (y revelar) una tendencia poltica constituyente dentro y ms all de la espontaneidad de los

    movimientos de la multitud?. Ibidem, p. 361.70 Ibidem, p. 369.71 Ibidem, p. 371.

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    5. Conclusin

    Hasta aqu espero haber mostrado que el concepto de sociedad civil posee una estructura nor-mativa en virtud de la cual asume un rol de resistencia al potencial totalitario econmico y estatal.Segn esto, la sociedad civil sealara (y contribuira a) unas relaciones que no se dejan reducir alas que regula y produce el mercado y los ordenamientos jurdicos.

    Pero el concepto de sociedad civil va ms all, pues no se limita a dicha tarea de resistencia,sino que apunta (de diferente manera segn las distintas teoras) otras relaciones que constituiranejemplificaciones positivas (concreciones) de esa capacidad relacional.

    El concepto amplio de sociedad civil que he defendido permite contemplarla como realidad nor-mativaper se, pues ancla tanto en la libertad como en la solidaridad, sealndolas y, propiamente,producindolas. De esta manera, el respeto civil a las leyes constituye un ndice y un factor de laautonoma de la sociedad civil, cuyas potencialidades, sin embargo, jams quedan agotadas en lasinstituciones y en las leyes que se da a s misma, que de esta manera exhiben su contingencia.

    La comunidad humana que reivindican las ontologas impolticas dista mucho de la sustanti-vidad y visibilidad de cualquier sociedad civil. Ahora bien, ello no significa que ambos conceptosno compartan, cuanto menos, idnticos enemigos. As, esa potencialidad inagotable que, a modode resto, siempre debe postularse como irrepresentable e inactualizable pues de lo contrario nosestableceramos en alguna suerte de totalitarismo es la que pretenden nombrar (en un gesto en smismo aportico) las teoras ontolgicas sobre lo poltico aqu examinadas, esto es, las ontologasimpolticas. Dicho de otro modo: la relacin que se sustrae a todo tipo de regulacin, a todo proyec-to, a cualquier nombre incluso, permaneciendo por ello como resto inintegrable y, en esta medida,cuestionante de toda integracin, es la relacin que pretenden aprehender dichas ontologas. Unarelacin que trasciende las clsica divisin en esferas, pues no es poltica, ni econmica, ni ertica,ni propiamente tica, sino que va ms all de todas ellas, siendo su condicin posibilitante.

    En cierto modo, las teoras sobre la sociedad civil y las teoras ontolgicas impolticas hablande lo mismo, revelan un mismo inters por sustraer la capacidad humana de relacionarse de suconfinamiento jurdico-mercantil. Ahora bien, mientras que la jerga que acompaa al concepto desociedad civil implica sugerir unas relaciones reconocibles y regulables, el lenguaje ontolgicoimpoltico impide concrecin alguna, considerando toda ejemplificacin de la comunitariedad esen-cial del hombre una traicin a la misma. sta es la distancia que separa las teora social y polticade la ontologa impoltica. Una distancia que se explica por el grado de abstraccin que la ontologareclama para s y desempea.

    Las descalificaciones que este pensamiento impoltico ha merecido, y que versan justamentesobre su heterogeneidad respecto de la poltica real (esto es, sobre su complacencia y pasividad y subsiguiente conservadurismo), adolecen en la mayora de los casos de una autntica comprensinde su alcance. En otros, simplemente se le pide a estos argumentos lo que ni quieren ni pueden dar:una traduccin en positivo, la deduccin de un proyecto poltico, un decreto-ley. No es objeto deeste artculo detenerse en una valoracin del contenido de los argumentos, tesis e ideas presentes enlas filosofas de los filsofos que denomino impolticos. Es preciso insistir en que mi acercamientose centra en su uso de la ontologa para hablar de (o trascender la) poltico.

    A este respecto, el valor filosfico en general, y filosfico-poltico en particular, de dichas onto-logas impolticas no debe buscarse en las polticas concretas que de ellas se infieran. Pero tampoco

    debe reducirse a su funcionalidad crtico-desconstructiva (por aguda y pertinente que sea). Endnde estriba entonces la utilidad filosfico-poltica de tales ontologas? Justamente en su abstrac-

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    cin, en su heterogeneidad respecto de lo social y de lo poltico efectivos. La razn es que dichaheterogeneidad permite elaborar unas figuras y representaciones de la realidad humana (la nicaque hay, y que es social, econmica, religiosa, ertica, jurdica, etc., sin agotarse en ninguno de esoslenguajes que la nombran y parcelan) que, por su propia abstraccin, son capaces de trascender casicualquier lmite, permitindonos explorar posibilidades que, de atenernos a un lenguaje integradory que respetase la dimensin social de lo poltico, seran impensables y absurdas.

    Lo decisivo es que dichas posibilidades o implicaciones o envites pueden estimular la imagina-cin. Es decir, no slo cuestionan todo lo que existe que se pretenda definitivo ( more Fukuyama),sino que indican, a la par que concretan y realizan, la tendencia humana, ya apuntada por Kant aldescribir lasIdeas de la razn pura, a no conformarse con la realidad que (se) le ofrece el derecho,o la economa, o la poltica. Una tendencia que se deja reconocer en la experiencia comn de undeseo de justicia ms all del derecho, de un deseo de libertad ms all de la economa, de un deseode igualdad ms all de la sociedad, de un deseo de redencin que trasciende lo que puede dar lahistoria y cualquier teleologa que le atribuyamos. Slo por servir a tal experiencia es ya, de suyo,pertinente para con lo poltico este pensamiento impoltico.