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San Miguel de
los Santos
Serie: Santoral de la Archidiócesis de
Valladolid
AÑO DE LA FE
Monasterio del Corpus Christi
(MM. Dominicas)
Valladolid
Sus restos mortales se encuentran en el ara
(mesa de altar) del presbiterio de la Iglesia
Parroquial de San Nicolás de Bari, en Valla-
dolid.
Fue canonizado el 8 de junio de 1862 por Pío
IX, junto con los Protomártires del Japón,
entre los que se encuentra otro vallisoletano,
San Francisco de San Miguel, oriundo de La
Parrilla (Valladolid). Por este motivo se orga-
nizaron grandes fiestas en la ciudad, trasla-
dando procesionalmente la imagen de San
Miguel de los Santos hasta la S.I. Catedral
El 12 de abril
de 1864 se
fundó la Con-
gregación de
San Miguel
de los Santos
en dicha pa-
rroquia. Su
imagen parti-
cipaba en la
Procesión de
Octava en la
Parroquia de
San Nicolás
de Bari, que
se celebraba
el 5 de julio.
En los años
1929 y 1930
acompañó, junto a otros Santos y Beatos de la
Archidiócesis, a San Pedro Regalado en la
Procesión en honor al Patrono de Valladolid
que se celebraba el 13 de mayo.
La fiesta de San Miguel de los Santos se cele-
bra el 5 de julio, como preparación a la mis-
ma se oficia un Solemne Novenario.
Teléfono: 983 291 624 http://monasteriocorpus.webcindario.com/ Correo: [email protected]
Serie: Santoral de la Archidiócesis de Valladolid
Monasterio del Corpus Christi Paseo del Prado de la Magdalena, 10 47005 Valladolid
Miquel Argemir i Mitjà (en vida religiosa
fr. Miguel de los Santos) nació en Vich el 29
de septiembre de 1591, hijo de Enrique Arge-
mir, consejero de la ciudad y de Montserrat
Margarita Mitjà, siendo el séptimo de los
ocho hijos del matrimonio (Mariana, Onofre,
Juan, Agustín, Magdalena, Jaime, Miguel y
Jacinto). Fue bautizado el 30 de septiembre,
fiesta de San Jerónimo, con los nombres de
Miguel Jerónimo y José. Ya en su infancia
era devoto de la Pasión, Muerte y Resurrec-
ción del Señor. De pequeño, la tradición dice
que a los seis años, hizo voto privado de cas-
tidad por amor a la Virgen María, ante la
imagen de Nuestra Señora de los Ángeles en
la iglesia de monjas dominicas de Santa Cla-
ra.
Intentó en 1603, ser aceptado en el convento
franciscano de Vic, pero fue rechazado por su
edad. Fue a Barcelona e ingresó en un con-
vento de la Orden de los Trinitarios, donde
entra como novicio en agosto de 1603. Des-
pués de tres años de noviciado y por consejo
de fray Jerónimo Deza pasó, en febrero de
1606, al Convento de San Lamberto, en Za-
ragoza, donde hizo profesión el 30 de sep-
tiembre de 1607.
El encuentro con fray Manuel de la Cruz,
trinitario descalzo de Pamplona que fue a
Zaragoza a tomar órdenes y se hospedó en
San Lamberto, le hizo conocer la mayor aus-
teridad de esta rama de la Orden y, con el
permiso de su superior, el 28 de enero de
1608 tomó los hábitos y entró en la congrega-
ción de los trinitarios descalzos de Oteiza
(Navarra).
A continuación fue enviado a Madrid como
novicio. Tras el noviciado emitió su profesión
el 29 de enero de 1609 en Alcalá de Henares,
en manos del Ministro P.Fr. Pedro de la Ma-
dre de Dios, tomando el nombre de Miguel de
los Santos. En este año de noviciado en Ma-
drid conoció a San Juan Bautista de la Con-
cepción, reformador de la Orden Trinitaria.
Pasó por varios conventos como Alcalá, Sola-
na, Campo de Montiel, Sevilla y Baeza, y tras
este fue a Salamanca a estudiar Teología. De
su estancia en Salamanca se cuenta que estan-
do el maestro Antolínez tratando sobre el
misterio de la Encarnación, fr. Miguel dio un
grito y se elevó, como a la altura de un metro,
con los brazos en cruz y con su mirada fija-
mente clavada en un punto misterioso. Así
estuvo durante un cuarto de hora. Ante tal
fenómeno, el profesor comentó: Cuando un
alma está llena del amor de Dios, difícilmen-
te puede esconderlo
En 1615 fue ordenado sacerdote en Faro
(Portugal). En 24 de mayo de 1622, el supe-
rior de la Orden le propuso como Ministro
del Convento de Valladolid, que gobernará
con grandes aptitudes y respeto por la regla y
los otros frailes.
El exceso de modestia hacía que no quisiera
predicar, y sólo lo hizo de manera habitual a
partir de los treinta años, como Cristo. Para
preparar sus sermones se pasaba tres días en
oración a los pies de un crucificado y otros
tres estudiando lo que en el cuaderno había
escrito. Celebrando la Eucaristía y predican-
do con frecuencia se extasiaba, quedaba ele-
vado del suelo, con los brazos en cruz, con la
mirada fija en la altura y la cabeza echada
hacia atrás. Fue tal la fama que consiguió que
pronto le empezaron a llamar el extático, lo
que a él mismo le daba poca paz interior y
evitaba que le vieran así en público siempre
que podía. Los primeros éxtasis se documen-
tan poco después de haber profesado en la
Orden descalza, en los conventos de La Sola-
na (Ciudad Real) y Sevilla. Destacó, además,
como confesor, director y consejero espiri-
tual.
Dejó reflejadas sus experiencias místicas en
dos obras tituladas Breve tratado de la Tran-
quilidad del alma y El canto del alma en la
vía unitiva. El fenómeno místico más famo-
so, y que él mismo relata, es el intercambio
místico de corazones entre Jesús y Miguel,
sucedió ante el sagrario cuando estaba de
oración una noche de gracia.
La frecuencia de sus episodios místicos in-
controlables (éxtasis, raptos, etc.) hacía que
no quisiera mostrarse mucho en público.
A consecuencia de unas fiebres tifoideas,
murió en el Convento de la Trinidad Descalza
de Valladolid el 10 de abril de 1625, a los 33
años, edad que él ya había predicho. Fue en-
terrado en la iglesia de dicho convento. Cuan-
do el convento fue desamortizado, la iglesia
pasó a ser parroquia con la advocación de
San Nicolás de Bari. Sus restos continúan
siendo venerados en dicha iglesia.
Fue beatificado por Pío VI el 24 de mayo de
1779.
San Miguel de los Santos