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    Marcelo Cavarozzi (2002) T27

    AUTORITARISMO Y DEMOCRACIA (1955-1996). LA TRANSICIN DEL ESTADO AL MERCADO ENARGENTINA

    II

    El predominio militar y la profundizacin del autoritarismo

    Las frmulas polticas ensayadas a partir de 1966 tuvieron un carcter marcadamente ms totalizador que las visiones yconcepciones que subyacieron a los gobiernos militares y constitucionales del perodo 1955-1966. Durante la dcada posterioral derrocamiento de Pern, cada quiebra institucional no alter, sino que contribuy a conformar una manera comn de hacer polticaal definir una frmula que se bas en su propia crisis permanente dentro de los lmites impuestos por los polticos y los militares.A partir de 1966 subsisti el patrn de alternancia entre gobiernos militares y civiles; sin embargo la similitud con la dcada previafue, en ese sentido, solamente superficial. En realidad, a pesar del naufragio de los proyectos de 1966, 1973 y 1976, cada cambio degobierno estuvo asociado a una ruptura con respecto a las modalidades previas de hacer poltica e introdujo novedades significativas.Ejemplos de estos procesos fueron las movilizaciones sociales del perodo 1969-1973, la militarizacin de la poltica y el estilo derepresin estatal ilegal y masiva inaugurado en 1974 y acentuado en 1976 y la profunda crisis econmica desatada a partir de 1981

    El golpe de 1966: la suplantacin de la poltica por la administracin

    El transcurrir de los aos del gobierno radical del pueblo inaugurado en 1963 sirvi para reforzar las tendencias que haban sidopreanunciadas por los episodios que rodearon la cada de Frondizi en 1962: la cada vez ms decidida inclinacin de la gran burguesay de los sectores liberales a apoyar la instalacin de un rgimen no democrtico; la escasa predisposicin de los sindicalistas

    peronistas a contribuir a legitimar y estabilizar gobiernos semidemocrticos que continuaban proscribiendo a su movimiento y eprogresivo deslizamiento autoritario de las Fuerzas Armadas. Los objetivos que se propuso la Revolucin Argentina fueron

    congruentes con el aludido diagnstico: por un lado, suspendersine die las actividades de los partidos polticos y de las institucionesparlamentarias, por el otro, consagrar expresamente la desvinculacin de las Fuerzas Armadas del gobierno disponindose que stas... no gobernarn ni como gobernarn. En otras palabras, producida la unidad (militar y soci al) y superado el conflicto, la polticadejara el lugar a la administracin con el resultante predominio de tcnicos situados por encima de los intereses sectoriales y capacesde proponer e implementar las soluciones ptimas. La centralidad que ocup en la propuesta de Ongana la temtica de la renovacin(y simplificacin) de la poltica argentina no fue casual. Respondi a la conviccin de que el problema de la Argentina era un

    problemafundamentalmente poltico, y que de lo que se trataba era de barrer con la complicada, ineficiente, y eventualmente peligrosaintermediacin de los circuitos partidarios, parlamentarios y corporativos para que se desplegaran plenamente las potencialidades de

    crecimiento econmico.La poltica Argentina pareci por un par de aos transitar por los carriles prescriptos por Ongana y sus asociados. Sin embargodurante los dos aos y medio transcurridos entre fines de 1966 y mediados de 1969 hubo dos espacios, sobre todo, en los cuales fuerondndose fenmenos novedosos cuyas repercusiones sobre la poltica nacional slo se manifestaran a partir de mayo de 1969. El

    primero fue la creciente gravitacin que fue adquiriendo el mayor perfilamiento de las corrientes internas dentro de las FuerzasArmadaspaternalistas, nacionalistas y liberales-. El segundo espacio en el que se produjeron modificaciones significativas fue el deuna serie de mbitos de la sociedad civil que, hasta 1966, haban sido dominados, en buena medida, por la lgica de negociaciones y

    presiones extrainstitucionales. Entre 1955 y 1956 algunas organizaciones fundamentales de la sociedad civil, como los sindicatos y lasasociaciones empresariales, desbordaron permanentemente los canales institucionales gubernamentales; sin embargo, siempre lohicieron procurando evitar el ser ellas mismas desbordadas por la movilizacin de sus propios miembros. Las medidas anti sindicalestomadas a partir de fines de 1966 no liquidaron a los gremios ni a sus dirigentestampoco esa era su intencin- sino que lo forzaron aaceptar dcilmente las polticas gubernamentales. El xito de la estrategia oficial de intransigencia se sum a otras causas que venanminando el poder y el grado de control de la diligencia sobre las beses obreras desde antes del golpe de junio de 1966. En 1968comenz a insinuarse un proceso, que se profundiz a partir de 1969, por el cual se resquebrajaron las complejas ligazones que, desde

    principios de la dcada, haban mantenido articulado un sindicalismo relativamente unificado con eje en el poderoso dirigente degremio metalrgico, Augusto Vandor. Durante 1968 y 1969 el vandorismo comenz a perder buena parte de esa capacidad al serflanqueado por la derecha y desbordado por la izquierda.Las insurrecciones populares de 1969, que tuvieron su episodio ms significativo en el Cordobazo, fusionaron a obreros, empleados,estudiantes y pobres urbanos, y, como acota ODonnell...expresaron, y en parte fueron, el disparador de las tensiones que se habanido a cumulando desde la implantacin del (gobierno milita r). A la inesperada y espontnea explosin popular, que expres, entreotras cosas, el aislamiento e ignorancia del gobierno frente a la sociedad, se sum la renuncia de las Fuerzas Armadas a desencadenauna represin ms sistemtica y severa que la aplicada hasta entonces, como lo requera un Ongana que haba perdido nocin,asimismo, de lo que estaba ocurriendo, bajo la superficie, dentro de las instituciones militares. As, en 1969 se abri un perodo inditoen la historia Argentina, en el que result profundamente cuestionada y corroda la autoridad de muchos de aquellos que dirigan las

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    organizaciones de la sociedad civil, sobre todo en los casos de quienes aparecan ms directamente garantizados por el Esta do. Laagudizacin de la crisis tuvo como efecto que se desarticulara lo que podra denominarse la habitualidad poltica construida desde1966. Sacudidos el miedo y la pasividad poltica que por tres aos haba exitosamente impuesto la dictadura, los mecanismos polticos

    propuestos por sta perdieron sentido de modo vertiginoso y dejaron de ser el referente orientador de las acciones de sus anteriorespartidarios y de sus opositores. La propuesta alternativa del gobierno militar no poda ser otra que la de un repliegue que admitiera lasderrotas sufridas y reconociera que el reequilibramiento social deba transitar por una apertura poltica que incorporase temas ydemandas de las fuerzas opositoras. La operacin implementada por el tercer presidente militar, el general Lanusse, parti

    precisamente de reconocer el limitado margen de iniciativa del gobierno desplazando el eje de la poltica del plano de la crisis social ade la dilucidacin de las caractersticas especficas del rgimen que reemplazara a la dictadura militar. La asuncin de la presidencia

    por Lanusse permiti al gobierno recuperar, en parte, la capacidad de determinar cules seran los campos en los que se libraran lasbatallas polticas de la sociedad argentina; ello no signific, claro est, que el gobierno y los militares fueran a ganar dichas batallasLos aos de Lanusse resultaron bastante diferentes a los dos aos anteriores. No tanto porque las turbulencias polticas disminuyeranen realidad, stas se incrementaron debido a la continuidad de los conflictos sociales y la creciente espectacularidad de las accionesguerrilleras y de la represin- sino, ms bien, porque la poltica fue adquiriendo un carcter ms pautado. Se puede afirmar que en laArgentina de 1971 a 1973 las practicas de los agentes polticos, y particularmente de aquellos que componan el campo de la oposicin

    poltica, contribuyeron a reabsorber o conjurar la crisis social. Todos esos agentes se situaron frente a las acciones sociales de carctercontestatario tratando de enhebrarlas a sus lgicas (las de los agentes), es decir, a lgicas orientadas casi exclusivamente a la conquistadel poder poltico. Durante esos aos, esas lgicas se enfrentaron en dos planos diferentes: por una parte, se dieron luchas entre elgobierno militar y las oposiciones que, en una proporcin abrumadora, concluyeron en triunfos para estas ltimas; por la otra, sefueron perfilando propuestas alternativas en el campo de la oposicin que, por lo general, no trascendieron el terreno de las consignasy las confrontaciones ideolgicas.La apertura democrtica del perodo lanussista haba atenuado los riesgos de la crisis social a costa de reforzar el arrinconamiento

    poltico de las fuerzas que haban predominado durante la etapa ascendente de la Revolucin Argentina. El cmo estas fuerza

    revertiran la situacin de un par aos y cmo la apretura democrtica se cerrara abriendo el perodo ms trgico de la historiaargentina contempornea, se dilucidara precisamente en el perodo constitucional que se inauguraba en forma aparentementeauspiciosa en 1973.

    El retorno de Pern y fracaso de su proyecto de institucionalizacin poltica

    La frmula de Pern apunt a crear un doble arco de articulaciones de los actores sociales y polticos. El primero no fue enteramentenovedoso para el peronismo y consisti en el intento de reedicin, en una versin mejorada y ampliada, de los acuerdos entreasociaciones gremiales de trabajadores y empresarios que haban comenzado a estructurarse durante el ltimo par de aos del anteriogobierno peronista.En varios aspectos la situacin era ms propicia que la de veinte aos atrs. se convoc a las entidades gremialesconfedrales, la CGT y la Confederacin General Econmica (CGE) para que acordaran los niveles generales de aumentos salarialescomprometindose a respetarlos durante su vigencia y a someterse al arbitraje final del Estado en caso de eventuales desacuerdos.Porla otra, la CGE de principios de la dcada del 70 era una organizacin mucho ms extendida y representativa que la versin original. A

    su capacidad de aglutinar vastos segmentos del segmento del pequeo y mediano empresariado, la CGE haba sumado asimismo lapresencia de grandes empresas de capital nacional.Distinta era la situacin en el campo sindical. En l: la conduccin vandorista, que segua al frente de la CGT, haba perdido terrenodesde 1968 a favor de grupos de oposicin y activistas de planta quienes, cubriendo un espectro que iba desde el peronismo combativohasta posiciones independientes y marxistas revolucionarias, le reprochaban a la vieja camada dirigente sus claudicaciones frente alEstado y las patronales.El proyecto de Pern, asimismo, apunt al establecimiento de un segundo conjunto de articulaciones que resultaba indito. El

    propsito era el de convertir al Parlamento en un mbito real de negociacin entre los partidos, revirtiendo as la tendencia deperonismo a conferirles un aura de ilegitimidad tanto a las crticas opositoras como a las aspiraciones de los partidos de oposicin deinvocar intereses y orientaciones populares. El rescate del Parlamento como mbito de negociacin y la propuesta implcita de crearun sistema de partidos representativo iba en contra del movimientismo del peronismo de la primera poca. Este componenteautoritario de la ideologa y prcticas del peronismo era, sin embargo, reivindicado por importantes sectores del peronismo. Todosellos coincidieron en sus condenas de la partidocracia y a los formalismos de la democracia liberal. Fue por ello que los principaleapoyos que encontr Pern a su proyecto de revitalizacin del Parlamento y los partidos estuvieron fuera del peronismo; ellos fueronel radicalismo, con cuyo lder, Balbn, Pern celebr una reconciliacin histrica a fines de 1972 y los grupos ms importantes de laderecha y la izquierda parlamentarias, la Alianza Popular Federalista y la Alianza Popular Revolucionaria. Sin embargo, el esquemano lleg a implantarse ni siquiera mnimamente y el sucesivo desmoronamiento de sus engranajes, no slo enhebr el proceso delicuacin del gobierno peronista, sino tambin el de la desarticulacin poltica del campo popular.Los casi tres aos del gobierno peronista presentaron una constante aceleracin del tiempo poltico que, si bien en un episodio nadatrivial como la muerte de Pern, reconoci una causa natural incontrolable, en la mayor parte de los casos fue resultado de la premurade los actores internos del peronismo por consolidar ganancias inmediatas y desalojar a sus adversarios de toda posicin de poder, sinreparar en el costo resultante.

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    Los jefes sindicales, y principalmente los dirigentes que controlaban las 62 Organizaciones, fueron precisamente uno de los actoresque contribuyeron ms decisivamente a generar un patrn poltico en el que predominaron las consideraciones de corto plazo y ladespreocupacin por la consolidacin institucional.Hacia mediados de 1975 ya haban sido excluidos de la lucha por el poder, y pulverizados polticamente, la izquierda peronista y lossectores empresariales y polticos vinculados a Gelbard. A esa altura, la camarilla agrupada en torno a Lpez Rega intent liquidar alnico contendiente de peso que se le opona dentro del peronismo, o sea: la dirigencia sindical. La operacin poltica concebida entorno al Rodrigazo result un descalabro total que culmin con la defenestracin de Lpez Rega y sus asociados ms cercanos y eirreparable deterioro de la figura de Isabel Pern.Sin embargo, ella constituy un importante hito de la historia del gobierno peronista, pues marc el momento en que las FuerzasArmadas recuperaron plenamente la iniciativa poltica, y junto con ellas, los sectores de la gran burguesa que haban quedado a ladefensiva desde 1973. Durante el lapso que medi entre el Rodrigazo y la cada de Isabel Pern en marzo de 1976 se fue configurandoaceleradamente el sndrome de una sociedad desgobernada.Por una parte, esto consisti en la completa desarticulacin del frente defuerzas que se haba expresado a travs del FREJULI y del arco de partidos parlamentarios que compusieron la oposicin leal a sugobierno. Pero, por otra parte, la imagen de caos y desgobierno no fue simplemente el resultado de las torpezas y la ineficacia delgobierno y a la parlisis de los actores ligados a l. A partir de mediados de 1975 dicha imagen fue fomentada deliberadamente por losdos actores que, desde la poltica y la economa respectivamente, fueron constituyndose en los censores severos y externos no slodel gobierno sino tambin de toda una manera de organizacin de la sociedad argentina; es decir, las Fuerzas Armadas y la cpulaempresarial liberal.

    El golpe de 1976: revolucin burguesa en contra de los proletarios... y de los burgueses

    En 1976 el diagnstico de los militares argentinos tuvo un carcter ms global que los que precedieron las irrupciones en lapoltica que las Fuerzas Armadas haban venido protagonizando desde 1955. En 1976, finalmente, la ideologa del golpismo

    fue todava ms revolucionaria. Al proyecto de establecer un gobierno de las Fuerzas Armadas, y no meramente apoyadospor ellas, se agreg la visin de la necesidad de producir un cambio profundo en la sociedad argentina. Para los militaresvictoriosos de 1976 el desarrollismo se transform, malgr lui, en el correlato del populismo. La condena simultnea dej elcampo abierto a los postulados liberales ya sus sostenedores. Cules fueron las razones para que el liberalismo se impusieratan decisivamente? En primer lugar, los liberales pudieron aducir su inocencia en relacin a las polticas econmicaimplementadas desde 1943. En la Argentina de mediados de la dcada del 70 la ideologa liberal tuvo una virtud adicionaque result fundamental para garantizarle audiencias ms nutridas y predispuestas dentro de las Fuerzas Armadas. Por

    primera vez en la historia argentina contempornea los viejos preceptos liberales es decir, la reivindicacin del mercadocomo mecanismo exclusivo de asignacin de recursos y la crtica de las industrias artificiales y del excesivointervencionismo estatal- tendieron a armonizarse con el pensamiento militar, proporcionando una filosofa fundante a unareformulada Doctrina de Seguridad Nacional. En 1975-1976, finalmente, los liberales pudieron articular un discurso en elque se integraron tres ncleos temticos que hasta entonces haban permanecido dispersos y que definieron la matriz deorden a erradicar; la subversin, caracterizando como tal no simplemente a las acciones guerrilleras sino tambin toda forma

    de activacin popular, todo comportamiento contestatario en escuelas y fbricas y dentro de la familia, toda expresin noconformista en las artes y la cultura, y, en sntesis, todo cuestionamiento a la autoridad; la sociedad poltica populista: eperonismo, los sindicatos, las oposiciones complacientes y el Estado tutelar; y, por ltimo, la economa urbana apoyada enla dinmica del sector industrial, y sus soportes sociales bsicos, una clase obrera indisciplinada y un empresariadoineficiente. La revolucin en serias que proponan los liberales exiga, en principio, que el Estado se disciplinara a smismo, eliminando empresas pblicas y empleos superfluos, desmantelando el sistema de subsidio y abstenindose de fija

    precios sociales para sus servicios. Los efectos de la irrupcin del Estado fueron particularmente perjudiciales para emovimiento obrero. Los resultados de las polticas del gobierno militar en el campo obrero fueron espectacularmenteexitosos. El objetivo ms global fue el de modificar el sistema todo de relaciones sociales. Para ello, por lo tanto, tambinhaba que reformar a los empresarios. La estrategia adoptada fue la de la instauracin de un sistema econmico de libremercado a travs, principalmente, de la apertura del mercado interno a la competencia exterior. El hito crucial, de todasmaneras, lo constituy la adopcin de la poltica de cambio futuro pautado en diciembre de 1978; dicha poltica aparecicomo el desideratum en materia de poltica antiinflacionario y termino llevando a la economa argentina a un c allejn sinsalida que la sumi en la crisis ms profunda de su historia.

    El fin del autoritarismo: viejos y nuevos dilemas

    Bajo la presidencia de Viola, los militares fracasaron en su intento de orientar en su favor la liberalizacin poltica de unrgimen autoritario, una vez tornados inviables los objetivos iniciales. Inmediatamente, y como haba sucedido en la dcadaanterior, recayeron en practicas que contribuyeron significativamente a minar la estabilidad del rgimen autoritario. Viola yGaltieri, pretendieron, cada uno de acuerdo a su estilo, ignorar que la suerte del rgimen militar estaba irremisiblementeatada al xito de su poltica econmica. Viola intent imponerle un tempo reposado a la poltica y fue barrido por losembates producidos a raz del descalabro del proyecto econmico y las urgencias de sus compaeros de armas.

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    Su verdugo y sucesor, Galtieri, tras fracasar rpidamente en sus pasos iniciales, en los cuales aspir a retomar la ortodoxiaeconmica liberal con el nombramiento de Roberto Alemann como ministro de economa, apost a todo con la aventura deMalvinas.El desastre militar del atlntico sur no slo contribuy a la mutilacin de otra generacin de jvenes argentinos y elagravamiento de la crisis econmica, tambin consumi la ltima esperanza de la cpula militar de redefinir las bases de

    poder del rgimen y la forz a convocar a los partidos polticos para convenir la entrega de gobierno a plazo corto ycierto.

    La desarticulacin del pacto fiscal

    Ricardo Carciofi utiliza la expresin desarticulacin del pacto fiscal para referirse a la perdida de efectividad de lasherramientas tradicionales de poltica econmicas que haban permitido implementar las acciones del Estado a partir de ladcada del 40. Ese fenmeno, cabe anotar, estuvo vinculado, a su vez, al estallido de los consensos polticos implcitos sobrelos que se sostuvo el modelo de economa dirigista y autrquica. Carciofi seala como en la coyuntura de 1975 ya estaban

    prcticamente deshechos los mecanismos a travs de los cuales de los cuales el sector pblico generaba, gestionaba ytransfera recursos financieros. Los principales mecanismos eran: 1) el sistema impositivo, 2) el contrato intergeneracionalsobre el que descansa el sistema de jubilaciones y pensiones, 3) el financiamiento de la infraestructura pblica y 4) lossubsidios al sector productivo privado. Las polticas econmicas implementadas entre 1978 y 1981, que en la prcticaconstituyeron un hbrido de dogmatismo monetarista y activismo estatista, tuvieron un fuerte impacto negativo sobre lasfinanzas pblicas. En la coyuntura de 1981-1982 confluyeron factores externos e internos para hacer estallar la c risis. Lasmanifestaciones ms directas de los factores externos. se vincularon a la suba de los tipos de inters a nivel internacional ya la brusca interrupcin de la afluencia de nuevos capitales a la regin, fenmeno que afect especialmente a los grandesdeudores, es decir, Argentina, Brasil y Mxico. A su vez, el factor interno ms importante tuvo que ver con la aceleradadeslegitimacin que sufri el gobierno militar desde 1981. A ello se sum una fuga masiva de capitales que alcanz una

    magnitud sin precedentes gracias a la apertura financiera. A ello se sum una fuga masiva de capitales que alcanz unamagnitud sin precedentes gracias a la apertura financiera.Por el otro lado se produjo la licuacin de una porcin significativa de la deuda privada al ser transferidas las deudasexternas e internas de las empresas al sector pblico. Estas operaciones, al permitir que las empresas privadas recuperaran suviabilidad, lo hicieron a costa de agravar an ms la vulnerabilidad de las finanzas pblicas. Esta fue una de las herenciasms pesadas que recibi el nuevo gobierno democrtico en 1983.

    III

    El agotamiento de la matriz estado-cntrica y la emergencia de la sociedad de mercado: 1983-1996

    El Estado se derrumb a partir de 1981-1982 y, asimismo, se achic desde 1990-1991en adelante; tanto el derrumbe comoel achicamiento han cambiado radicalmente la trama de la sociedad argentina. Captulo en que se analiza cmo a partir de lacoyuntura de 1982-1983 se ha desplegado una matriz societal alternativa, a la que se puede definir preliminarmente como deuna sociedad de mercado. el proceso de expansin de la sociedad de mercado se ha caracterizado por desorganizacin ydesarticulacin de los comportamientos econmicos, polticos y culturales estructurados en torno al Estado durante el siglo

    previo, especialmente a partir de 1930.El rasgo dominante de la matriz societal previa, definida como la matriz estado-cntrica(en adelante MEC), fue la incorporacin de las masas a las distintas arenas sociales y la integracin. Las dos caractersticascentrales de la MEC fueron la regulacin poltica de los mercados y la expansin de los niveles de participacin polticasin embargo, aunque la participacin se ampli, al mismo tiempo qued sujeta a diversos mecanismos de control polticoestatal. Desde mediados de la dcada de 1970 se torn evidente que la MEC argentina estaba agotndose. Primero estallaron susmecanismos internos: se disolvieron los consensos implcitos en torno a los mecanismos de accin estatal; se evaporaron lasautolimitaciones a los comportamientos polticos ms destructivos e intolerantes y, finalmente, se agudizaron tanto la crisis fiscalcomo la inflacin.Las tendencias de los ltimos quince aos han sido particularmente contradictorias. Por una parte, la transicin puso fin a la dictadura

    militar ms violenta y tenebrosa de la historia argentina, clausurando de forma verosmil la posibilidad de una reversin autoritariaSin embargo, la democratizacin tambin coincidi, y en cierto sentido vel, la prdida parcial del sentido de la poltica. Eagotamiento del paradigma keynesiano y del dirigismo econmico tal como haba funcionado desde la posguerra, ya resultabairreversible en las postrimeras del gobierno de Alfonsn.En el marco de las privatizaciones, la apertura comercial y la desregulacinde la economa que la legitimaron, la sancin de la ley de convertibilidad permiti extender al conjunto de los actores econmicos eldisciplinamiento que se auto impuso creblemente el Estado en materia de emisin monetaria. Empero, el reordenamiento del Estado yla reorganizacin de parte de los comportamientos colectivos de los argentinos tuvo un costo significativo.Este costo estuvo asociadoa la desorganizacin de las conductas estructuradas en torno a las funciones del Estado interventor y desarrollista. En sntesis, lademocracia no solo no sirvi para impedir el derrumbe del Estado sino que, adems, durante los primeros tres o cuatro aos degobierno de Alfonsn el encantamiento democrtico actu, en parte, como un velo que ocult dicho derrumbe.

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    La primavera democrtica y su ocaso

    Alfonsn articul una doble ruptura con el pasado; esto le permiti postularse creblemente como pvot de la transformacin dealgunos rasgos centrales de la poltica argentina. El primer quiebre fue hacia adentro de su propio partido, la UCR, donde despus dems de una dcada de operar como oposicin interna a la cpula balbinista la desplaz al vencerla en una seguidilla de eleccionesinternas a lo largo de todo el pas. Alfonsn, entonces, logr transformar la imagen pblica del radicalismo al capturar decisivamente lainiciativa poltica. Este xito se debi en alguna medida a la utilizacin de las movilizaciones callejeras y los actos pblicos y unintenso activismo de sus cuadros. Pero, adems, la eficacia del radicalismo estuvo vinculada al segundo quiebre que protagoniz

    Alfonsn, esta vez hacia afuera del partido.La UCR pas a disputar al peronismo un terreno que siempre le haba cedido: el campo depueblo, es decir de los sectores populares que haban apoyado consistentemente al peronismo desde 1945. La postura de Alfonsncompartida por la mayora de los argentinos, era que democracia y recuperacin econmica se realimentaran recprocamente, o msliteralmente, que la vigencia de la democracia constitua la garanta para que la poblacin tuviera, tal como rezaba la plataforma delcandidato victorioso, salarios justos, pan, educacin y vivienda. Cuando Alfonsn y sus correligionarios asumieron el gobiernoquedaron presos en la trampa montada por la operacin discursiva desplegada durante la campaa. La centralidad que le otorgaron losradicales al rechazo poltico y moral de los gobiernos militares contribuy a velar la percepcin de que la mera reversin de las

    polticas adoptadas por el rgimen militar no resultara suficiente para superar la crisis. Durante el primer ao del gobierno deAlfonsn, la crisis econmica, y la inefectividad de las polticas gubernamentales para superarla, ocup el primer plano pues lasituacin empeor rpidamente. A pesar de la adversa situacin, las medidas estabilizadoras, conocidas como el Plan Australalcanzaron un cierto xito inicial. En solo meses, las tasas inflacionarias y el nivel del dficit fiscal fueron reducidossignificativamente e incluso se logro generar cierto dinamismo en los sectores productivos. De todos modos, el xito tuvo muy cortavida. Alfonsn, velada su percepcin por los logros temporarios del Plan Austral, sobreestim el grado de maleabilidad de laeconoma. El presidente pens que poda subordinar el ritmo y el contenido de las reformas en el plano econmico a sus objetivos

    polticos.En otras palabras, de la ambigedad en el diseo y la ejecucin que caracteriz al bienio 1985-1986, se pas a la hibridez delas respuestas reactivas a los problemas que se multiplicaron en todos los frentes. El Plan Austral perdi toda consistencia y setransform en una tpica poltica de parches. Tambin a comienzos de 1987, los militares reaparecieron dramticamente en la escena

    poltica, en lo que sera el primero de una serie de replanteos de las Fuerzas Armadas. La crisis militar de semana santa puso adesnudo la extrema debilidad de las instituciones civiles y socav irreversiblemente la autoridad del presidente tanto en un rea clavede todo proceso de consolidacin democrtica-es decir, la vinculada a la subordinacin militar, a las autoridades y reglasconstitucionalescomo en su capacidad ms general de inspirar confianza a la poblacin.El firmamento del ocaso del alfonsinismo, y por ende de la primavera democrtica, fue surcado por una estrella fugaz: la RenovacinPeronista. La primera etapa que la Renovacin debi enfrentar fue la de reforzar el ala propiamente poltica del partido. Ello implicaba

    prcticamente la formacin de una clase poltica dentro de un partido que se haba caracterizado por su dbil estructura. En la esferade la poltica, el tema de la democracia fue, a la vez, el ariete para sus embates finales contra la ortodoxia partidaria y el eje de undiscurso dirigido a la sociedad en su conjunto. Implcita o explcitamente, los renovadores postulaban un retorno imposible al modelointervencionista y de acuerdo de clases vigente durante el primer peronismo. De tal modo, elegan ignorar que el ajuste y la

    reestructuracin que el Plan Austral haba acometido, si bien retricamente, eran pasos ineludibles en la bsqueda de recuperar laviabilidad de la economa argentina. Las contradicciones de los renovadores no fueron del todo ajenas a su heterogeneidad. A losdirigentes modernos de Buenos Aires, Crdoba, Mendoza y las provincias sureas, se sumaron caudillos ms tradicionales comoMenem y el santiagueo Jurez.Si bien el gobierno radical evit el cataclismo hasta que sobrevivi la explosin inflacionaria de 1989, en realidad el golpe de gracia lorecibi en 1987. En esas elecciones los radicales perdieron la mayora de las gobernaciones en juego, incluso en la decisiva provinciade Buenos Aires. La experiencia negativa de la Unin Cvica Radical, empero, sera aprovechada por sus principales adversarios

    partidarios, y especialmente por el segundo presidente democrtico, Carlos Menem. Finalmente, las internas se celebraron en julio de1988 y Menem logr derrotar holgadamente a Cafiero convirtindose en el candidato oficial del peronismo. Cules fueron lasrazones de este resultado, para muchos inesperado? La principal causa de la victoria de Menem, que un ao ms tarde le permitiratambin alcanzar la presidencia de la Repblica, tuvo que ver con la habilidad de ste para lograr que su mera persona evocara unaserie de contenidos y mensajes polticos que captaron los humores del momento y se instalaron hbilmente en dos carriles. El primerono fue del todo sorprendente: de un modo u otro Menem apel a la identidad peronista. Pero, adems, supo encarar un pronunciado

    viraje en las opiniones y sentimientos de los argentinos en relacin a la poltica. Los argentinos comenzaron a dudar crecientemente dela eficacia de las instituciones polticas y de la democracia para lidiar con la crisis econmica cada vez ms aguda y para alcanzar uncierto bienestar. En este contexto una figura como la de Menem que poda creblemente presentares como situado en cierto modofuera de la poltica, llev una ventaja significativa en relacin a los renovadores. La vorgine poltica y econmica de mayo y junio de1989, cuando a la eleccin de Menem la sigui inmediatamente la hiperinflacin, configur un verdadero desplome de la sociedadargentina.

    Devaluacin de la poltica e hiperpresidencialismo

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    El corolario de los quince aos de fracaso que mediaron entre 1975 y 1989 fue una profunda retraccin colectiva con respecto a lapoltica; en otras palabras, la poltica se devalu. Esta devaluacin tuvo efectos ambiguos. Por una parte contribuy a aumentar laaceptacin de la gente con respecto a polticas que apuntaban a la contraccin drstica de las esferas de accin y regulacin estatal.Pero, por otra parte, el repliegue debilit las actitudes y normas, y en un sentido ms amplio el consenso moral, sobre los cuales elEstado, la sociedad, e incluso el mercado, estn basados. Durante los primeros aos de la dcada del 90 el presidente Menemaprovecho hbilmente la oportunidad que se le present para desplegar los proyectos de reforma econmica.La estrategia de Menem contuvo importantes innovaciones. Durante la campaa, l no se apart del ms rancio estilo peronista: critica los radicales y a su candidato, Eduardo Angeloz, por sus polticas neoliberales y prometi que a su llegada al gobiernoimplementara un salariazo. Sin embargo, apenas fue elegido, Menem dej en claro que su principal objetivo era la estabilizacin dela economa y que su programa abandonara los postulados nacionalistas y estatistas tradicionalmente apoyados por su partido. Menemllev adelante enrgicamente las privatizaciones de empresas y servicios pblicos sin reflejar prejuicio alguno, demostrando escasas

    preocupaciones por las prerrogativas del Poder Legislativo. El principal indicador de la decisin con las que se encar el programa deprivatizaciones fue una ruptura dramtica con una prctica peronista de ms de cuatro dcadas: se anunci que el programa abarcara alas grandes empresas de servicios pblicos que haban sido creadas o nacionalizadas durante el primer gobierno peronista. Las

    privatizaciones constituyeron uno de los eslabonesquizs el ms importante- que conectaron dos aspectos esenciales de la estrategiapoltica de Menem.El primero de dichos aspectos fue el achicamiento del Estado. Pero adems, la poltica de privatizaciones fue unode los pilares que permitieron articular y reforzar un mensaje dirigido a los capitalistas nacionales y extranjeros. Este mensajecoincidi sustancialmente con las recomendaciones que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial haba formulado por unlargo tiempo.Durante 1990, y especialmente cuando Domingo Caballo finalmente accedi al Ministerio de Economa a principios de1991, la adopcin de una estrategia de libre mercado condujo a bruscos recortes de los servicios y de los subsidios del Estado y a la

    privatizacin de prcticamente todas las empresas pblicas.Menem aprovech el clima predominante en la coyuntura para presentarel programa de ajuste como la nica salida posible frente a una alternativa an ms negativa: la profundizacin de la inestabilidad y edesorden econmicos.La siguiente operacin fue su convincente postulacin de que la efectividad de las medidas de estabilizacin y

    reforma econmica requera el restablecimiento de una autoridad poltica fuerte y ejercida sin grandes pudores. El otro aspecto delreforzamiento de la autoridad poltica bajo Menem estuvo vinculado directamente a un proceso de represidencializacin del sistema

    poltico argentino y de intensificacin de las orientaciones antipolticas; ambos fenmenos no han dejado de tener connotacionenegativas desde la perspectiva del funcionamiento de las instituciones democrticas. El xito del estilo antipoltico de Menem fue unode los factores que contribuy a la represidencializacin del sistema. Su crtica a los mecanismos tradicionales de la negociacin

    poltica y parlamentaria que en todo caso nunca haba funcionado con eficacia en la Argentina, descans en la premisa que elloconstituan procedimientos pocos tiles, y hasta prescindibles, en una coyuntura de emergencia econmica. El aumento deldesequilibrio de fuerzas entre los poderes del Estado, que alimento un fenmeno de concentracin en el ejecutivo, se combin con otro

    proceso del cual tambin se benefici el nuevo ocupante de la presidencia: la creciente faccionalizacin y consiguiente prdida deprestigio de los partidos polticos frente a la opinin pblica. Esta ltima tendencia se manifest de manera ms aguda en la UCR.Latendencia declinante de los radicales se reforz a partir de 1993 cuando Alfonsn, una vez que asumi nuevamente la presidencia de su

    partido, redefini drsticamente la estrategia de la UCR en relacin al gobierno. Abandonando la posicin duramente opositora quehaba mantenido desde el comienzo del gobierno de Menem, Alfonsn accedi a que su partido prestara el consenso legislativo

    requerido para reformar la Constitucin y abrir las puertas, por ende, a la posibilidad de reeleccin presidencial. El acuerdo peronistaradical, conocido como el Pacto de Olivos, produjo una verdadera debacle de la UCR. La grave crisis de la UCR se acentu an msen las elecciones presidenciales de 1995, en las cuales la conjuncin de un dbil candidato presidencial, el ex gobernador de Ro

    Negro, Horacio Massaccesi, y una campaa desacertada llevaron a que la UCR obtuviera solo el 17% de los votos, siendo superadapor el triunfante presidente reelecto, Carlos Menem y la coalicin de centro-izquierda rebautizada como el FREPASO.La desocupacin, al autonomizarse en buena medida de los ciclos econmicos, se transform a mediados de la dcada del 90 en unode los indicadores ms crticos del proceso de desestatizacin experimentado por el pas a partir de 1981-1982.

    Economa y poltica de la desestatizacin argentina

    El proceso de desestatizacin operado en la Argentina a partir de la dcada del 80 abarc la economa, pero tambin, y en el mismonivel de importancia la poltica. La desintegracin es un proceso multidimensional, en el que, a la prdida de importancia de losmercados de trabajo tradicionales y el deterioro de los servicios estatales, se suma el descentramiento de la poltica, que ve reducida

    por ende, su capacidad de contribuir decisivamente a la organizacin de la vida cotidiana de los individuos. En esa medida, la polticapierde sentido; dicho de otro modo, se desdibuja que hace la poltica en la sociedad, o incluso para que sirve.El desencanto con la democracia. Durante la dcada del 80 se produjo en la Argentina, as como en otros pases en Amrica del Surun fenmeno de aprendizaje colectivo que contribuy a la revalorizacin de la democracia y de los atributos de sta, necesariamenteantitticos a los del autoritarismo. Sin embargo, pocos actores percibieron con claridad que la democratizacin se superpuso con lastendencias de desestatizacin. En otras palabras, el retorno de la democracia coincidi con la crisis de lo que se podra definir como elquehacernormal de la poltica, es decir, se evapor lo que haba estado colectivamente en juego a travs de la poltica en etapas

    previas, como la de la MEC. En la Argentina, como en Per, Bolivia y Brasil, apareci un sndrome que podra ser definido como dedesorden de la poltica. Lo que define al sndrome del desorden de la poltica es la perdida casi absoluta de la capacidad de gobierno, yde la accin poltica en general, para efectuar el curso de los procesos econmicos y sociales. Estos, entonces, quedan librados a losespasmos de la especulacin financiera y de la falta de confianza.

  • 7/28/2019 Resumen - Marcelo Cavarozzi (2002) "Autoritarismo y democracia", caps. 2 y 3

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    Una respuesta al desorden, el hiperpresidencialismo. El desorden de la poltica tuvo una consecuencia paradojal, si se analiza desde laperspectiva del xito de las transiciones democrticas. Hacia fines de la dcada del 80 y principios de la siguiente se defini unarespuesta poltica al desorden que, sin configurar una regresin autoritaria, de todos modos, implic el abandono parcial de lasexpectativas iniciales con respecto a los contenidos progresivos de los procesos de democratizacin. El primer aspecto dehiperpresidencialismo est vinculado a la recomposicin parcial de la capacidad poltica del Estado a travs de la reconcentracin dela autoridad en el ejecutivo.Adems, la reconcentracin de la autoridad en el ejecutivo se ha apoyado en otros elementos que valen la

    pena destacar:1. La emergencia o reforzamiento de roles tecnocrticos estratgicos, especialmente en el mbito de las polticas econmicas, quetendieron a relacionarse simbiticamente con el presidente.2. La pasividad o baja autonoma de los congresos; por ejemplo, los decretos presidenciales de extrema urgencia se transformaron enun mecanismo habitual para la sancin de medidas econmicas;3. La transferencia formal de responsabilidades a los niveles provinciales y municipales;4. El debilitamiento del Poder Judicial; tanto a nivel de los tribunales superiores, como de los niveles inferiores de aplicacin de la leycon mayor impacto sobre las practicas cotidianas de la gente.El segundo aspecto del hiperpresidecialismo fue la promocin de estilos de hacer poltica que resultan funcionales con la apata y elrepliegue de la poltica. Los hiperpresidentes favorecieron el predominio de un tempo acelerado en la accin poltica, procurandoconvertirse en los protagonistas de incesantes iniciativas que tendieron a posicionar a los ciudadanos como consumidores, o inclusocomo meros espectadores de la poltica. En el marco del hiperpresidencialismo, en tercer lugar, result minimizado el espacio de lanegociacin.El retorno de la demanda poltica en el contexto de estabilidad econmica y reconstruccin de la autoridad. La reconstruccin de laautoridad descans, en parte, en los que poda definirse como una administracin eficiente del miedo; pero, adems, la autoridad pudoreconstituirse porque se produjo una refundacin del patrn de imbricacin entre el Estado y los sectores capitalistas. Dentro de estenuevo modelo, un nmero reducido de grandes grupos empresariales nacionales y extranjeros adquiri activos en condiciones

    extremadamente favorables y obtuvo concesiones en situaciones monoplicas u oligoplicas que dejaron desprotegidos a losconsumidores. Esto configur una suerte de acumulacin originaria en la que la intervencin del Estado result decisiva y lacorrupcin adquiri un perfil renovado.Los problemas del gobierno de la economa y de consolidacin de un mnimo de orden no han desaparecido; ellos definieron unasuerte de umbral mnimo cuyo resguardo resulta imprescindible para el logro de otros objetivos. Sin embargo, a partir de la reeleccinde Menem, y especialmente durante 1996, se percibieron signos claros de que ya resultaba insuficiente el argumento de un rgimenrazonablemente capaz de gobernar la economa y mantener la estabilidad de las variables macroeconmicas.

    [Marcelo Cavarozzi, Autori tari smo y democracia (1955-1996). La transicin del Estado al mercado en Ar genti na, Eudeba

    Buenos Aires, 2002.]