religión y política en grecia

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RELIGIÓN Y POLÍTICA EN GRECIA: TEMÍSTOCLES Y EL ORÁCULO DE DELFOS After a brief introduction which highlights the close conection bet- ween religion and politica in Greece, the anthor starking from Plu- tarch and bearing in mind the testimony of Herodotus analyses the role of religion in the propaganda around the figure of Themistocles. According to the reading of the oracles dictated by Apollo in Hdt., VII 140 and 141 and to Themistocles political relations with the Spartans and Delphi in the period before and after Salamis, the author is inclined to situate the first oracle before Tempe and the second afterwards, arguing for Themistocles manipulation of then so as to adjust them to the requirements of the events. 1. Desde los dioses de Homero, que participaban del mundo de los humanos y manifestaban sus simpatías y antipatías hacia ellos por vínculos de parentesco o seg ŭn los honores que recibían en las mani- festaciones del culto, plegarias y sacrificios, la religión en todas sus formas, presagios, oráculos, ritos de purificación, ofrendas y fiestas, ha sido un elemento esencial de la vida p ŭ blica griega. No vamos a ocuparnos aquí del más amplio tema religión y socie- dad que nos llevaría a estudiar los orígenes rituales y iníticos de suS estructuras, aunque la referencia de muchas creencias religiosas a cos- tumbres primitivas con fuerte componente social, como los rituales de transición o las fiestas relacionadas con el paso de las estaciones y con la fertilidad, ha dejado huellas evidentes en los mitos de fundación griegos y explica muchos elementos constitutivos de la fiesta comunita-

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El autor del artículo analiza la obra de Herodoto para desentrañar que rol cumplió la religión como propaganda en torno a la figura de Temistocles.

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  • RELIGIN Y POLTICA EN GRECIA: TEMSTOCLESY EL ORCULO DE DELFOS

    After a brief introduction which highlights the close conection bet-ween religion and politica in Greece, the anthor starking from Plu-tarch and bearing in mind the testimony of Herodotus analyses therole of religion in the propaganda around the figure of Themistocles.According to the reading of the oracles dictated by Apollo in Hdt.,VII 140 and 141 and to Themistocles political relations with theSpartans and Delphi in the period before and after Salamis, theauthor is inclined to situate the first oracle before Tempe and thesecond afterwards, arguing for Themistocles manipulation of thenso as to adjust them to the requirements of the events.

    1. Desde los dioses de Homero, que participaban del mundo delos humanos y manifestaban sus simpatas y antipatas hacia ellos porvnculos de parentesco o segn los honores que reciban en las mani-festaciones del culto, plegarias y sacrificios, la religin en todas susformas, presagios, orculos, ritos de purificacin, ofrendas y fiestas,ha sido un elemento esencial de la vida p blica griega.

    No vamos a ocuparnos aqu del ms amplio tema religin y socie-dad que nos llevara a estudiar los orgenes rituales y inticos de suSestructuras, aunque la referencia de muchas creencias religiosas a cos-tumbres primitivas con fuerte componente social, como los rituales detransicin o las fiestas relacionadas con el paso de las estaciones y conla fertilidad, ha dejado huellas evidentes en los mitos de fundacingriegos y explica muchos elementos constitutivos de la fiesta comunita-

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    ria. El carcter social de la religin griega es previo al nacimiento dela nXig y servir al equilibrio de las fuerzas que van a componer lanueva estructura poltica en Grecia.

    Los dioses presiden las principales actividades de la sociedad hu-mana y con sus imgenes antropomrficas se convierten en un recursofcil para explicar los problemas de la vida cotidiana y, consiguiente-mente, en un medio para su solucin. Pero ese modo de ser vital ylibre con que los pinta Homero, que les presenta como seres irraciona-les y caprichosos, objetivo de las crticas de los primeros filsofos,explica la riqueza de matices humanos de la religin griega y su intro-duccin en la vida poltica, la ms importante actividad desde la apari-cin de la nXig hasta los tiempos de Alejandro.

    Como suceda en otras ciudades griegas, la religiosidad de Atenasera profusa. El aristcrata que escribi la 'Athivacov Thartea se que-ja del exceso de fiestas que paralizaban prcticamente la vida de laciudad: celebran nos dice el doble de fiestas que los dems I . Yen Tarento las fiestas pblicas eran ms segn leemos en Estra-bn 2 que das contaba el ao.

    La religin clsica afirma J. S. Lasso de la Vega es una reli-gin de la polis, una religin poltica. En el pritaneo de cada ciudadlas divinidades poliadas exaltan el patriotismo local. La estrecha uninentre religin y ciudad da a las principales manifestaciones de la vidapoltica un carcter religioso y, a la inversa, un carcter cvico a lavida religiosa. No hay ceremonia pblica que no sea santificada poruna plegaria o una ofrenda; pero la ceremonia religiosa impetra siem-pre la bendicin divina sobre la ciudad. La religin se convierte en unservicio de Estado3.

    Ahora bien, la voluntad divina no responde necesariamente a lasprevisiones humanas. Y se hace, por tanto, indispensable la consultaa sacerdotes, adivinos y santuarios avalados por un cierto prestigio enla interpretacin de esa voluntad de los dioses.

    ' Pseudo-Jenofonte, Athenaion Politeia, III 8, cf. III 2.Estrabon, VI 4.Ideales de formacin griega, Madrid, 1966, p. 95.

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    Con tales premisas, los encargados de indagar y de interpretar elfuturo tienen asegurado un puesto en las estructuras sociales y polti-cas de la ciudad. Los Itvtag y xerntokyot, o compiladores de orcu-los conocido es el prestigio de Onomcrito que fue expulsado porlos pisistrtidas de Atenas por haber incluido uno falso en su coleccinde Museo 4

    proliferan en la poca arcaica y no faltan en la Greciaclsica como Lampn el de Pericles o Diopites el partidario de Leo-tquidas contra Agesilao 5 . Los prodigios y orculos condicionan mu-chos actos pblicos de la ciudad. Las campaas militares, la aperturay desarrollo de una Asamblea, la solucin de determinadas situacionescrticas, pasan por una indagacin de la voluntad divina. Durante lasexpediciones espartanas los reyes hacen sacrificios y se interpretan lossignos que brindan las visceras de la vctima varias veces antes deentrar en combate. Y hay magistrados en las ciudades encargados deconsultar los orculos (ffeonenoi).

    Efectivamente, para asuntos de ms trascendencia, como la paz ola guerra, el envo de una colonia, la consulta sobre una cuestin reli-giosa o la solucin de un conflicto interno de difcil clarificacin, habasantuarios cuya autoridad traspasaba las fronteras de las ciudades. Ta-les eran, por ejemplo, el de Apolo en Delfos, el de Zeus en Dodona,o el de Amn, en Egipto. En ellos el dios habla directamente a losconsultantes, a travs de sus inspirados, como en Delfos, o mediantesueos, como en el orculo de Pasfae.

    La proliferacin de tales centros de consulta fue grande, a juzgarpor la encuesta que llev a cabo el rey Creso de Lidia para comprobarsu veracidad 6 . Y el prestigio alcanzado por algunos de ellos les dio unpapel politico bastante relevante en las relaciones internacionales y, aveces tambin, en la poltica interna de algunas ciudades 7 . De ah queestar a bien con Delfos, por ejemplo, tuvo gran importancia en lapoca arcaica y tiranos como Clistenes de Sicin, en algn momento

    4 Herodoto, VII 6. 3.5 Plutarco, Per., 6. 2-3; Lys., 22, 10-12 y Ages., 3, 6-7.6 Herodoto, I 45-55.7 Cf. R. Parker, Greek States and Greek Oracles, in History of Political Thought,

    6 (1985). pp. 298-326.

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    Pisistrato de Atenas, y Policrates de Samos trataron de apoyar su po-litica con la sancin de Delfos: Inspiradora de seguridad y autorita-ria, la voz salida de la "gran boca" sancionaba las leyes, garantizabalos cultos, impona la solucin de las discordias a los partidos dividi-dos8.

    Los momentos crticos de la historia de Grecia vienen precedidoscasi siempre en nuestras fuentes por signos favorables o desfavorableso por presagios con que los orculos revelan la voluntad divina, suaprobacin o su oposicin a determinada empresa. Ahora bien, laincidencia de estas seriales en la estrategia o en la prctica de las medi-das polticas depender a menudo de la credulidad de los gobernantesy de su habilidad para atraer al pueblo a conductas ms o menos racio-nales. En algunos casos los presagios y la voz de los orculos seguirndeterminando las decisiones polticas; pero raramente cambiar el pa-recer de sus protagonistas. La decadencia de la religin tradicional,agravada por la crtica de presocrticos, de sofistas y del propio Scra-tes y por las corruptelas de los orculos, puestos al servicio de polticosy estados, restar crdito a esas seriales que, si interesa, sern aprove-chadas en beneficio propio por los gobernantes9.

    Ante un orculo de la Pitia que prevena a los atenienses contra labatalla de Queronea, Demstenes ni les dejaba prestar atencin alos orculos ni escuchar el presagio, sino que les deca que sospecha-ran de la Pitia, porque filipizaba; y traa a su memoria a los tebanosde Epaminondas y a los atenienses de Pericles, diciendo que aquellos,considerando tales cosas pretextos de cobarda, recurran a los clculosracionales1.

    La manipulacin poltica de los orculos fue sin duda resultdo de suprestigio entre las ciudades. A travs de ellos los dioses podan interveniren la vida de la ciudad y condicionar su poltica exterior y a veces tam-bin la interna; pero, a la inversa, los partidos rivales se sirvieron devoces tan prestigiosas para asegurar el xito de sus objetivos.

    G. Roux, Delphes: Son oracle et ses dieux, Mnnchen, 1976, p. 213.Ejemplos ya clsicos de intervencin poltica cerca de la Pitia y de corrupcin

    son los de los Alcmenidas (Hdt. V 63), Clstenes (Hdt., V 66), Clemenes (Hdt. VI66, 75).

    1 Plutarco, Dem., 19-20.

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    No hay duda, pues, como dice R. Flacelire, de que la utiliza-cin poltica de los orculos y la sospecha de que algunas profecas sedaban para favorecer tal o cual grupo de presin que tena mediospara influir sobre el sacerdocio de los santuarios, figuran entre lasprincipales causas de desafeccin progresiva de los griegos hacia laadivinacin, al menos en los medios ms cultivadosll.

    2. No escapa a este planteamiento, pese a su tradicin de hombrepragmtico y a su actitud racionalizante respecto a la intervencin delos dioses en los asuntos humanos 12 , la propaganda sobre la figura deTemistocles. Aunque algunos autores modernos ponen en duda la ins-trumentalizacin poltica de la religin a comienzos del siglo V 13 , esun hecho que despus de la huida de Jerjes (Plu. Them., 20.3) laactuacin de Temistocles en Platea significa un fortalecimiento de laAnfictiona como estructura poltica y, con ello, del papel de Delfos14.Y R. Flacliere nos ofrece ejemplos de instrumentalizacin poltica deDelfos por Cimn en su campafia contra los dlopes de Esciros 15 . Enverdad la Anfictiona dice Flacelire tena esencialmente atribu-ciones religiosas, pero la religin estaba demasiado intimamente mez-clada con toda la vida de los pueblos griegos, en esta poca, para que

    " Devins et oracles Grecs, Pars, 1972,3 p. 100.Como bien ilustran las palabras de Temistocles a los aliados cuando trata de

    hacer triunfar sus planes en Salamina: oixta itv vuv Paukeyottvotot vffeltntouot cinbanaV ffkEl. yvccretat . pu) 51 olxta paukevo ilvotat Iffket otil fteg

    nocrxwelelv nobg rg velgunriCag ywbuag. (Hdt. VIII 60 c.).13 As M. A. Levi, Plutarco e il V secolo, Milano, 1955, para quien el uso poltico

    de orculos y presagios por parte de Temistocles a que se refiere Plutarco en el cap. 10de la Vida nos remonta a una fuente con un spirito assai lontano da quello dei primitempi del secolo V (p. 25) y E. M. Walker, en The Cambridge Ancient History, V,Cambridge, 1927 (repr. 1979), p. 36, que duda sobre el uso de la anfictiona comoinstrumento poltico en el siglo V y acepta la idea generalizada acerca de la reunin yactuacin de Temistocles despus de Platea como una invencin del IV, atribuible aTeopompo, quien refiere a pocas anteriores acontecimientos de su tiempo, en estecaso la conducta de Filipo.

    14 Probablemente en este ambiente se elabora la leyenda de la salvacin-de Delfosante Jerjes, eine Legende, die immer wieder Glauben gefunden hat, como sostieneH. Bergtson, Temistokles und die delphische Amphiktyonie, in Eranos, 49 (1951), p. 91.

    15 (Sur quelques points obscurs de la Vie de Thmistocle, in REA, 55 (1953),pp. 20-21.

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    esta institucin no gozara de una importancia politica 16 . Para ningnotro griego del siglo V, pensamos, es tan vlida la instrumentalizacinpoltica de la religin y tambin del mito como para el vencedorde Salamina De hecho, lo mismo que los aristcratas hicieron conCimn, los demcratas atenienses identificaron a su lider con el hroefundador de Atenas, con Teseo 17 . Creencia real en los dioses patrioso utilizacin consciente de su influencia sobre el pueblo, la piedadaparente, el recurso a la religin para hacer triunfar determinadas op-ciones polticas es un elemento importante en la tradicin biogrficade Temistocles, que se inicia en su historia desde comienzos del sigloV y resuena con ecos dramticos todava en la Vida compuesta porPlutarco a principios del siglo II d. C.

    Destacan como rasgos ms importantes de su personalidad en estaobra la inteligencia prctica (m5vEo1g) y la ambicin poltica (wLkon-11(a)18.

    Casi toda su conducta personal, privada y p blica, se subordina yexplica a partir de esas dos cualidades. De ah que, en la semblanzapersonal dibujada por Plutarco, las relaciones de Tenlistocles con lareligin orculos, sueos, portentos, sacrificios vertidas en lostextos literarios en contadas, pero decisivas ocasiones, adquieren unsentido prctico, instrumental, que en cierto modo reflejan la realidadhistrica del personaje, pero en mayor medida, posiblemente, respon-den a la leyenda creada por la propaganda poltica favorable y desfa-vorable a su figura19.

    La aficin por los sacrificios que le atribuye el bigrafo de Quero-nea 2 sirve para explicar su generosidad, clave asimismo de la codicia

    16 A. c., p. 21.17 Cf. A. J. Podlecki, Theseus and Themistocles, in RSA, 5 (1975), pp. 1-24. L.

    Piccirilli, en su libro Temistocle, Arstide, Cimone, Tucidide di Melesia, Genova, 1987,pp. 14-24, ha subrayado, por otra parte, la potenciacin que Temistocles Ilev6 a cabodel culto a Artemis como opcin poltica frente al de Atenea legata ai cavalieri e alscio rivale (p. 22).

    18 Cf. H. Martn, The Character of Plutarch's Themistocles, in TAPA, 92 (1961),pp. 326-339.

    " Cf. R. J. Lenardon, The Saga ot Themistocles, London, 1978, pp. 11-17.20 Xed Yp cptkolltiv VICt..., Plutarco, Them., 5. 1.

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    tan criticada por Herdoto 21 e instrumento, a juzgar por las ancdotas

    que la ilustran en el cap. 5 de la Vida plutarquea, de su cpulotip.z. Lacreencia en orculos y sueos, su responsabilidad en el prodigio de laAcrpolis, con que convence a los ciudadanos remisos a evacuar laciudad, y su actitud ante el sacrificio humano, a propsito de los trespersas apresados en Psitala, tienen siempre como gua y justificacinponer a salvo su prestigio personal o asegurar el xito de sus decisio-nes polticas.

    Pues bien, el primer acontecimiento histrico de importancia en elque Temistocles tiene un papel protagonista en la aplicacin de lareligin a su poltica de Estado es, a juzgar por lo que leemos en lasfuentes, la invasin de Jerjes que le llevar a la cima de su gloria conla batalla de Salamina.

    Concluida sin un vencedor claro la batalla de Artemision, y supera-da por Jerjes la resistencia de Lenidas en Termpilas, que deja librea los ejrcitos invasores toda la Grecia central, los peloponesios deacuerdo con el testimonio de Plutarco deciden atrincherarse al otrolado del Istmo' y el Atica y Atenas quedan abandonadas a su suerte.Semejante decisin llena a los atenienses de irritacin y desaliento.Ante la superioridad de los persas, la nica solucin que se presentacomo posible, abandonar la ciudad emigrando con las naves, resultabareligiosa y patriticamente inviable: cbg ItYITE vxng SEREvoi i.ttc mo--nwlav Imcrutptevot Iediv TE IEQC xat nott@cov tile(a neoVeltvcov".

    Elevado. de esta forma al plano religioso el nico medio de persua-sin poltica, Temstocles se da cuenta de que la razn humana esinsuficiente para convencer al pueblo de lo que le conviene y echamano, knie9v wayq)8y pixixavfiv Iceag", de signos divinos (cnEicc

    " Einnovov St afrrbv yeyovvat, xerii.taticrrfiv ot Itv Tivg cpaaL SL'Xo.rfletrryta,Plu. Them. 5.1. A propsito de Herdoto y la codicia de Temistocles, lase H. Barth,Das Verhalten des Themistokles gegenither dem Gelde, in Klio, 43-45 (1965), pp. 30-37.

    StcreEtxtIovrc)v 211)V 'IONU)V 1g ita.arrav x ttakrrrig, Plutarco, Them, 9. 4.23 berj7cpbg npoSoo[av. La visin de la actitud espartana, como traicin, respon-

    de seguramente a la propaganda posterior de Atenas.24 Plutarco, Them., 10. 1.25 La expresin se ha atribuido a Filarco, fuente de Plutarco citada de forma similar

    en 32.4 (Jacoby, FGrH, 81 F 76, FF 22, 72). Contra ello, cf. F. J. Frost, Plutarch'sThemistocles, New Jersey, 1980, pp. 115-116.

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    lictiOvia) y orculos (wricwo g). En los prrafos que siguen, el bi-grafo nos presenta as, como invencin de Temistocles, la historia dela desaparicin de la serpiente de la Acrpolis, haciendo correr porboca de los sacerdotes que la diosa anima a los atenienses a refugiarseen el mar; y nos cuenta la versin personal que el poltico hizo delorculo de los muros de madera con que, seg n l, Apolo aconseja-ba la concentracin de la flota en Salamina.

    Esta es a grandes rasgos la seleccin de material que el bigrafo deTemistocles hace. Pero la realidad histrica subyacente ofrece muchasdificultades de clarificacin y en ella se complican verdad y leyendapara atribuir la responsabilidad de Salamina a los dioses y la sabiduraprevisora de Apolo a este hombre. El papel desempefiado por Delfosen esos acontecimientos y los intereses religiosos y polticos de un diosque es mentor de las decisiones de los griegos, pero que en determina-do momento prefiere velar por su propia seguridad, y la proverbialinteligencia prctica del vencedor de Salamina, contribuyeron sin dudade manera decisiva a semejante oscurecimiento.

    3. En Herdoto la consulta de los atenienses a la Pitia tiene lugaren el momento previo a la nvasin de Jerjes, antes del Congreso grie-go del Istmo y del envo de espas a Sardes donde se encontraba ya elrey persa26.

    26 Herodoto, VII 139. 6-142. 26. Esto sera a fines del verano o principios delotofio del 481 a.C., aunque se suele advertir que la noticia se encuentra en un pasajeatemporal. Sobre la problemtica, cf. I. Calabi Limentani, Sulla tra,dizione del consigliodi Temistocle di abbandonare Atene davanti al pericolo persiano, in PP. 22 (1967), p.281 y n. 23. Aceptan la fecha W. W. How & Wells, A commentary on Herodotus, II,Oxford, 1928 2 , p. 181, A. R. Hands, On strategy and oracles 480179, in JHS 85 (1965),pp. 60 s., F. J. Frost, o. c., p. 100 (aunque es consciente del problema que plantea lamencin de Salamina en el 2. orculo: I have no idea why the priestess mentionedSalamis, but this is the exact point. If oracular responses could easily be explained, whowould go to oracles?), N. G. L. Hammond, The narrative of Herodotus VII and theDecree of Themistocles at Troezen, en JHS 102 (1982), pp. 80-81 y 91-93 (el mismoautor se reafirma en su tesis en The manning of the fleet in the Decree of Themistokles,in Phoenix, 40 (1986), pp. 143-148), N. Robertson, The true Meaning of the WoodenWall, in CP, 82 (1987), p. 3 (la fecha del 481 es necesaria para su interpretacin delmuro de madera como la empalizada iniciada entonces por los espartanos en el Istmo.Cf. nota 43), y A. J. Holladay, The forethought of Themistocles, in JHS, 107 (1987),

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    Sin duda alguna, as lo creemos, la inclusin del orculo en estelugar responde ms a motivos literarios 27 que a una realidad histrica.Tras sealar como objetivo esgrimido por los persas para su expedi-cin el castigo a Atenas, y previas algunas reflexiones, seguramentefruto de los acontecimientos posteriores, sobre la divisin de los grie-gos y la incapacidad de los lacedemonios para evitar solos la ruina,aunque resistieran heroicamente hasta el fin, con su estrategia de amu-rallamiento del Istmo, Herdoto cifra la clave de la salvacin de Gre-cia en Atenas. En un elogio tan sincero como imprudente 28 nos cuentaque la flota ateniense era imprescindible para tener posibilidades fren-te a los . persas, y que la clave de la victoria fue su firmeza, su decisinde hacer frente al enemigo, pese a los pesimistas orculos dictadospor el dios de Delfos.

    La consulta, pues, en ese momento que, aunque sin precisar crono-lgicamente, parece corresponder a los preliminares de la expedicinde Jerjes, en el 481, cumple dos objetivos. Y ambos, como decamosarriba, responden a motivos ideolgicos y de propaganda, no se ajus-tan necesariamente a la realidad de la historia.

    Usado para el elogio de Atenas, la forma de introducir los orcu-los, a tl crcpca wricrriLa oporke 1) n.*vTa lx AEXcixbv xct bEi[taPaXvuot Inaos lxklaciv tfiv EXXuloa, d01.X xataptvavteg tvcrxov-to tv brivta iU t1v xthoiv SlacrIaL", no es obligado que se en-tienda como crtica velada del historiador a la actitud medizante deApolo, segn se ha venido interpretando", por cuanto las prediccio-

    p. 183. Vase tambin la crtica de J.A.S. Evans, a.c., que da nuevos argumentoscontra la fecha del 481 (p. 26), basndose sobre todo en la actitud derrotista mostradapor la Pitia (p. 27). Para l la consulta tuvo lugar en primavera del 480.

    22 J. C. Carriere, Oracles et Prodiges de Salamine. Hrodote et Athenes, in DHA 14(1988), 219-275, ha sutirayado el papel de los orculos y prodigios antes de Salaminacomo prueba de la intencin propagandstica del relato herodteo en el contexto de lasGuerras del Peloponeso.

    Herodoto, VII 139.1: IvOuirra vartaip lpyoucu yvthunv theobacrEtai, -nrpftovov [ttv srpoNg TO-)V nkevoev, vapcnwv, ihuag b, ril y ptot cpaverat eivaL arl-ftg, cnix bruwjacu.

    29 VII 139.6.Cf. Ph-E. Legrand, Hrodote., VII, Pars, 1954, p. 134-136, J. L. Myres, Hero-

    donis, father of History, Oxford, 1953, pp. 236-237, H. W. Parke & D. E. Wormell.,

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    nes del orculo se cumplieron, con ayuda de la inteligencia humanapersonificada en la figura de Ternstocles, en todos sus trminos31.

    Las advertencias pesimistas de la Pitia contribuyen, pues, a resaltarel papel heroico de los atenienses, como luchadores por la libertad detodos los griegos en una imagen que sirve a los intereses de Atenas enlos aos posteriores a Salamina y Platea.

    Pero, por otro lado, ratificadas las predicciones de Delfos por loshechos, si bien, como veremos, previa adaptacin de sus ambiglieda-des a la poltica de los responsables de esos hechos, la oportunidad delos orculos como prlogo a toda la expedicin de Jerjes, en Herdo-to, sanciona la propaganda dlfica tras la victoria griega. Apolo seconvierte sin discusin en el mentor divino de Salamina y su actitudsospechosa en los aos anteriores ser salvada con la invencin deotros orculos y prodigios vinculados a su santuario, que le hicieronjustamente merecedor de los honores concedidos por los anfictionesdespus de Platea. Como dice J. Elayi, Estrechamente asociado a laalegra de los vencedores, el dios de Delfos se encontraba limpio detoda sospecha de medismo. As, contrariamente a lo que se ha podidopensar, los dos orculos dictados a los atenienses antes de Salamina,en lugar de manchar la gloria del dios, contribuyen todava ms que elorculo dado a Clstenes de Sicin a la elaboracin de una apologadlfica32.

    Razones literarias, en definitiva, explican la temprana consulta delos atenienses al orculo en Herdoto. De hecho parece dudosa en la

    The Delphic Oracle, I, Oxford, 1956, p. 169 y, recientemente, W. G. Forrest, Herodotusand Athens, in Phoenix, 38 (1984), pp. 6-7.

    31 R. Crahay, La littrature oraculaire chez Hrodote, Lige-Paris, 1956, pp. 295-305, atribuye los orculos a Temistocles. Tambin ven la mano de Temistocles en laelabortacin de stos Mme. M. Delcourt, L'Oracle de Delphes, Pars, 1955, p. 130, yCychreus, in RHR, 148 (1955), p. 136, 140, J. Labarbe, La loi navale de Thmistocle,Pars, 1957, pp. 118-119, Parke & Wormell, o. c., I, pp. 170 y otros (cf. J.A.S. Evans,The Oracle of the Wooden Wall, in CJ, 78 (1982), p. 27, que apuesta ms bien poruna independencia del Orculo: Themistocles, if it was he who inspired the WoodenWall oracle, should have done better. R. Lenardon, o. c.,p. 66, aunque atrado porla posibilidad de intervencin de Temistocles, prefiere la versin herodtea).

    J Elayi, Deux oracles de Delphes: Les rponses de la Pythie a Clisthne de Sicyo-ne, et aux Athniens avant Salamine in REG 92 (1979), p. 230.

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    primavera o verano del 481 33 la precisin de algunos detalles en elsegundo orculo, como, en particular, la referencia a Salamina en losdos ltimos hexmetros cuya inclusin en el texto primitivo, discutidapor algunos autores 34 , ha sido defendida con argumentos convincen-tes35 . Por otra parte, si el Orculo trataba de evitar la expedicin deJerjes, haciendo emigrar a los atenienses y eliminando as el pretextode la misma, o difundir un espritu de derrota entre los griegos, inclui-da Atenas, para favorecer la idea de sumisin a Jerjes, no se explicael mensaje final de esperanza y de estmulo a la resistencia que encon-tramos en ambos orculos 36 ni que se mantuviera intacta la autoridadde Delfos en esa etapa previa. Pero que Apolo conserva su prestigioen el 481 lo demuestra el Congreso del Istmo que, en otorio de eseario, castiga con la obligacin de entregar un diezmo de sus bienes aDelfos a las ciudades que rompan el juramento y se sometan volunta-riamente a Persia".

    Parece ms lgico que la consulta de los atenienses tuviera lugaren un momento posterior, cuando la expedicin ya estaba en marchay el peligro era inminente, cuando en Atenas se abre una discusinms vehemente sobre las medidas a tomar y se acude a Apolo paraque ratifique las propuesas de algunos de sus polticos.

    El contenido y las excepcionales circunstancias en que se emite elprimer orculo se explican en el contexto de una situacin semejante.La inusual prediccin de Aristonica a los 2 Eteonenoi atenienses, sinmediar pregunta alguna y sin la presencia del neocpfing38 , se justifica

    " Cf. A. R. Burn, Persia and the Greeks, London, 1962, pp. 347-348.34 Asi Highnett, Xerxes Invasion of Greece, Oxford, 1963, pp. 441-443 y J. F.

    Lazenby, The strategy of the Greeks in the opening campaign of the Persian War, inHermes, 92 (1964), pp. 265-266.

    " Lo definen, entre otros, J. Labarbe, o. c., p. 110 s., A. R. Hands, a. c., p. 60,que atribuye a influencia de Ternistocles la inclusin de la referencia y C. Sclu-ader,Herdoto. Historia. Libro VII, Madrid, 1985, n. 690.

    36 Cf. Elayi, a.c., 227-230.37 Herodoto, VII, 145.

    Para la tcnica de revelacin, cf. P. Amandry, La mantique apollinienne Del-phes, Parfs, 1950, p. 8s. En Parke & Wormell., o. c., se recogen slo 4 casos de respues-ta directa sobre un total de 615. R. W. Macan, Herodotus, VII-IX, London, 1908, I, p.191, niega autenticidad al primer orculo. Sobre los problemas tcnicos planteados apropsito de ambos orculos, cf. J.A.S. Evans, a.c., p. 24 y, sobre todo, J. Fonterose.

  • 72 AURELIO PREZ JIMNEZ

    bien si admitimos que las deliberaciones de Atenas son conocidas condetalle en el santuario dlfico y que la presin diplomtica de los quedefienden determinadas opciones, con capacidad de influencia en esemomento, lo llevan a alinearse con sus posiciones. Pensamos que,cuando la flota persa se pone en marcha, antes de la expedicin griegaa Tempe y despus de la llegada de los espas de Sardes, el prestigiode Temistocles, cada vez mayor entre sus aliados espartanos y, porende, tambin en Delfos 39 , le daba suficiente capacidad de maniobraante la Pitia para que sta, con su premura e impaciencia, venciese lairritante pasividad de sus contrincantes polticos, tal vez los enemigosde su poltica naval:

    [tkEoi, t xchoftc; Xurcv cpay laxata ya%beinta-r.a xat nXiog noxoalleog lotoct theiva

    Ello no quiere decir, saliendo al paso de la irnica argumentacinde Evans 40 , que Temistocles pudiera atar todos los cabos de la res-puesta dlfica. No negamos que el orculo, aprovechando su prover-bial ambigiiedad, jugara tambin aqu a una doble carta: La de Temis-tocles, partidario de una intervencin inmediata, antes de que la flotapersa se aproxime a Grecia, y la que seguramente le presentaban losgriegos ms amenazados por el ejrcito ya en marcha y los propiosembajadores persas, conocedores del prestigio y capacidad persuasivadel Orculo. La propaganda de stos sugera sin duda que una renun-cia de los atenienses asu ciudad poda evitar la guerra para los demsgriegos. Era bueno, pues, que estos emigraran, como apunta la

    The Delphic Oracle, Berkeley, Los Angeles, London 1981, p. 124-128, que se muestraescptico respecto a la autenticidad histrica: So we must conclude that these tworesponses are dubious at best; if authentic they are extraordinary and unusual pronoun-cement of the Delphic Oracle.

    39 Parke Wormell . piensan que el 2. orculo est inspirado por Temistocles atravs de los embajadores atenienses (o. c., p. 170-1). Ph.-E. Legrand, Prophte etPythi Delphes, in REG, 64 (1951), p. 298 subraya la importancia de Timn comomedio de influencia para Temistocles. En la misma linea, J. Labarbe, o. c., p. 119 y F.Schachermeyr, Die Themistokles-Stele und ihre Bedeutung fijr. die Vorgeschichte derSchlacht von Salamis, in JOAI, 46 (1963), pp. 167-168.

    4 Cf. n. 31.

  • RELIGIN Y POLTICA EN GRECIA 73

    respuesta de Temistocles a Euribades en Hdt. VIII 62.2 4 ', al Sur deItalia.

    Creo que con este orculo hay que poner en relacin la breve noti-cia incluida por F'lutarco en el cap. 7.1 de la Vida de Tennstocles:71CteCtkaPloV 81 tilv dtexlv, EirOin p,tv btEXECQEL TOg JtoXiaag

    1.5 Tg TelliQE1g, Xat Tir na.tv I7tEt0Ev 1xXiltvtag cbg nocico-ttco tfig EXXImSog 4:17TOWTECV T) PaQPIrteq) XOT41 ftkartav. Las pala-bras de Aristonica van de acuerdo con esta poltica. No estamos deacuerdo, sin embargo, con la opinin 42 de que el texto citado coincidecon el de Nepote, que habla de una evacuacin de Atenas antes deTermpilas y Artemision. La frase tfiv naLv Inafte 'exkinvtag, notiene por qu tomarse sensu stricto, sino, respondiendo a la urgenciapromovida por Temistocles y el Orculo, en sentido pleonstico, parasubrayar la necesidad de una resistencia inmediata, lejos de Atenas.Quienes deben abandonar la ciudad no son todos sus habitantes, sinolos ciudadanos que integran la dotacin de las naves. La expresin cbg7TOGCOTCTW tfig Ekkbog parafrasea, a nuestro juicio, las palabrasIcrxata yabig de Aristonica, que, por otro lado, como venimos dicien-do, se ajustan perfectamente al afn de Temistocles por vencer la pasi-vidad de sus conciudadanos. El prrafo 2 del mismo captulo en Plu-tarco delata el

    ambiente de oposicin: buotalkvwv 81 3tokkibv,3tokkijv oteativ e t Tlutri.

    Si nuestra interpretacin del texto plutarqueo es cierta, la excesivaambigiiedad del primer orculo recoge slo a medias los deseos deTemistocles. La falta de alusin a las naves pudo contribuir al fracasoque sugiere el texto de Plutarco respecto a esa expedicin naval aAsia. Temistocles hubo de conformarse con participar, junto al lacede-monio Evneto, en la expedicin de socorro a los tesalios enviada alvalle del Tempe43.

    41 bt Tarrta prij notijoin, ll.tet5 ixtv Ixop.ev dtvaXa3v-reg Toin oixrag xopuz -ncfla g Eipt,v rijv v Itc, ij reep fllicren t crrt x naXato0 tL, xrd, tet 1.6yLa kyatn'iji.tcov coirijv cv x-rtcrafivat.

    42 As lo apunta, p. ej. Calabi Limentani, a. c., pp. 266 y 275. Tambin N.G.L.Hammond, a. c., pp. 91-93, que identifica la fuente de Nepote y de Plutarco en estepunto con Darnastes.

    43 Herdoto, VII, 172.

  • 74 AURELIO PREZ JIMNEZ

    Vencida la resistencia griega en el Tempe y con Tesalia a mercedde Jerjes, era fcil ya para los sacerdotes de Apolo, que comparten lainquietud de los griegos y conocen los problemas de los atenienses,desanimados por el cumplimiento en su interpretacin derrotista delorculo, prever sin demasiada inspiracin divina los acontecimientosfuturos. En este momento Delfos no era a n sospechoso de medismosus predicciones se iban cumpliendo y es probable que, incluso yadesde antes, tanto Atenas como Esparta, que discutan ahora los pla-nes de contencin en Termpilas y Artemision, ante un posible fraca-so tuvieran preparada su estrategia de evacuacin y defensa en Salami-na (Atenas) y de amurallamiento del Istmo (Esparta). En el caso deAtenas las discusiones otra vez sobre tal estrategia y la necesidad deque se precisara el primer orculo, pudo favorecer la segunda consul-ta. A Esparta le interesa, por su parte, un alineamiento de los diosescon su poltica de defensa del Peloponeso. Y Delfos tiene que respon-der de manera que todos (atenienses, espartanos y, por lo que puedapasar, tambin Persia) queden contentos.

    " M. H. Jameson, A Decree of Themistokles from Troizen, in Hesperia 29 (1960)y A revised Text of the Decree of Themistokles from Troizen, in Hesperia 31 (1962), pp.310-315. La bibliografa que ha estudiado y discutido las bases histricas y literarias deldecreto es muy amplia. Citemos, por ejemplo, los trabajos de P. Amandry, Thmistocle:Un decret et un portrait, in Bulletin de Facult des Lettres, Universit de Strasbourg, 39(1961), pp. 413-435; H. Berve, Zur Themistokles-Inschrift von Troizen, Munich, 1961;A. R. Bum, o. c., pp. 364-377 (1962); M. Treu, Zu neuen Themistokles-Inschrift, inHistoria, 12 (1963), pp. 47-69; C. W. Fornara, The Value of the Themistocles Decree, inAHR 73 (1967), pp. 425-433; L. Braccesi, 11 Problema del Decreto di Temistocle, Bolog-na, 1968; G.A. Lehmann, Bemerkungen zur Themistokles-Inschrift von Troizen, in His-toria 17 (1968), pp. 276-288; S.M. Burstein, The recall of the Ostracized and the Themis-tocles Decree, in CSCA, 4 (1971), pp. 92-110; A. J. Podlecki, The Life of Themistocles.A Critical Survey of the Literary and Archaeological Evidence, Montreal-London, 1975,pp. 147-167; M. M. Henderson, The Decree of Themistocles, in AC 20 (1977), pp.85-103; M. P. Galve, Aproximacin al estudio del Decreto de Trezn, in Estudios delSeminario de Prehistoria. Arqueologla e Historia Antigua de la Facultad de Filosofa yLetras de Zaragoza, 3 (1977), pp. 69 s.; H. B. Mattingly, The Themistokles Decree fromTroizen: Transmission and Status, in Classical Contributions: Studies in Honour of M.F.McGregor, Locust Valley N. Y., 1981; N.G.L. Hammond, a.c. (1982), pp. 75-93; N.Robertson, The decree of Themistocles in its contemporary setting, in Phoenix 36 (1982),pp. 1-44, N.G.L. Hammond, The manning of the fleet in the Decree of Themistokles, inPhoenix, 40 (1986), 143-148.

  • RELIGIN Y POLTICA EN GRECIA 75

    Por lo que se refiere a los atenienses, la realidad histrica quesubyace en el decreto de Trecn descubierto por M. H. Jameson en1959" se puede ajustar en su mayor parte con la respuesta poltica aese segundo orculo de la Pitia que habra sido dictado entonces, des-pus de Tempe y antes de Termpilas/Artemision.

    En efecto, el orculo es tan ambiguo que puede ser esgrimido afavor de todas las partes implicadas. La maestra de esta ambigedadse refleja en el TEixog latvov del orculo, cuyas interpretaciones porlos antiguos y por los modernos se basan siempre en argumentos sufi-cientes como para que todas ellas se tengan en cuenta.

    Pienso que Delfos, que ve el peligro ms prximo, velando por susintereses propios de lo que despus debi de acusrsele, a juzgarpor la invencin de los milagros con que Apolo deca bastarse paradefender lo suyo sin necesidad de los hombres juega realmente labaza de Jerjes. Con esta perspectiva, se ratifica de nuevo en su ordena los atenienses para que abandonen la ciudad. Las naves (verdaderosentido que da la Pitia a TEIXO; laLVOV, COMO lo entienden no sloTemistocles, sino tambin los cresmlogos) sern la defensa de Ate-nas; pero no como instrumento de guerra (consejo que poda ayudarpoco en la justificacin ante Persia), sino como medio de emigracin.Si el orculo causa el efecto deseado, puede barajarse todava, sin losatenienses en Grecia, una solucin diplomtica para el conflicto.

    Si, como hemos dicho, los lacedemonios ya estaban empeados enla defensa del Peloponeso, y el amurallamiento del Istmo se habainiciado con una empalizada, el muro de madera, sin necesidad deidentificarlo con los primeros trabajos de fortificacin (lo que obliga aRobertson a situar el orculo en el 481) podra estar favoreciendo lapoltica espartana frente a las tesis de Atenas'. En realidad los trini-nos en que se menciona este muro

    45 Las interpretaciones antiguas ms importantes eran, seg n Hdt. VII 142, laAcrpolis, antiguamente defendida por una empalizada (Tc-v nooflutpcov) o las naves

    tleyov t vag arwaveLv Tv thv); pero existan otras de las que no tenemosnoticia (yven.tat lyvovro StOutvwv r avr tov...). N. Robertson,The true Meaning of the Wooden Wall, in CP 82 (1987), pp. 1-20, defendiendo unafecha temprana (en el 481) para el orculo, pone el TeUxog latvov en relacin con lapolitica tradicional laconizante de Delfos y lo identifica con el muro del Istmo que, enese momento, sera una empalizada.

  • 76 AURELIO PREZ JIMNEZ

    TCNI iikkaw ytQ atoxoptvcov aa Knonog oiTogvtg 1xEL xeuhv TE KLIg'ULQIVOg

    TEl:X0 TQII0yEVEr Ifiktvov iot dy603ta Zei)gitiovov dutelitov teklactv, t al txva t'vilaEL.

    permiten interpretar que est fuera de las fronteras del Atica y que,por parte de la Pitia, se refiere a la empalizada del Istmo. Los lacede-monios pueden estar contentos con la respuesta.

    Pero los verdaderos interesados, los atenienses, y con ellos elprincipal lder de su poltica, Temistocles?

    No hay duda de que la respuesta del orculo sirve a los interesesde Ternstocles antes y despus de Artemision. Podemos pensar, porello, que el orculo de los muros de madera, pese a la crtica deLabarbe 46 , fue instrumentalizado en ms de una ocasin para hacertriunfar los cambiog de estrategia en los meses previos a la batalla deSalamina. Una prueba de ello son las palabras de Plutarco en Them.10.3, ta? 81 wriolu) nakiv .5Tway.)yei, cuya interpretacin exacta es,a juicio nuestro, la que les dio M. Delcourt 47 y, despus de ella, CalabiLimentani y Evans48.

    Casi todas las fuentes (excepcin hecha de Herdoto) estn deacuerdo en que la equivalencia tcixog '6),.ivov/vEg se deba a Terr s-tocles. Pero el uso que se haee del orculo en el ltimo momento, elde Salamina, carga las tintas (y as lo vemos tambin en Plutarco) noen esa identificacin, que ya se haba hecho anteriormente y ahora seratifica, sino en la nueva orientacin que se da a los versos ltimos delorculo:

    12 15E(ri dutokEig 8 cr, txva rivatxthvfi ITOU oxiSvalitvig ATilditseog ouvtaorig.

    46 o. c., p. 111, n. 3.a. c., p. 135.

    48 I. Calabi Limentani, a. c., p. 281 y, al parecer, por la argumentacin en que seinserta, J.A.S. Evans, And again he tried to win over the people with the oracle,saying that it revealed no wooden wall other than the fleet, a. c., p. 28. Sin embargo,est en contra F. J. Frost, o. c., p. 117, a quien remite Evans y que sigue la traduccinde B. Perrin, he again tried to win over the People.

  • RELIGIN Y POLTICA EN GRECIA 77

    El orculo, como acabamos de decir, dejaba abierta a Temistoclesla puerta para diversas opciones politicas, segn la marcha de losacontecimientos:

    Se plantea primero la polmica entre hacerse fuertes en Atenas(posicin mantenida todava por los remisos a la evacuacin y queoblig a urdir el prodigio de la(s) serpiente(s)) y mantener concentra-da la flota en Salamina, o hacer frente a los persas en Artemision(opcin de Temistocles). Respecto a ello, el orculo, con la ratifica-cin de sus palabras anteriores Xutiov cpaye... su alusina los efectivos de la tierra de los persas como imparables (que permiteprever con cierta aproximacin la fecha de llegada a Salamina en elpaso del verano al otoflo) y su imagen aparentemente pesimista de unencuentro en Salamina, propicia la poltica de Temistocles a la que sesometen ahora los atenienses con la interpretacin naval del tgixogbkivov, alusin que faltaba en el primer orculo: act S'cicvEvnyricTavXE-1:15CV (Tempe) Itneaxtot xat ecocraXibv Pacst,XEr n000yEvopventI.J.01Ze t Oxet Bouoteag, I.J nlov fibri t,) 011LOTOXXEt ThQ0CrEIXOV

    oE 'AInvatoL nepi. tfig llaXoorig, xoti. npstEtcu, VLETt VEW In"AQTE-Iti,GLOV t crtev cpuXlcov49.

    Ahora bien, si la resistencia en Artemision (y Termpilas) fracasa-ba, la ambigliedad de los dos ltimos versos dejaba abierta la posibili-dad a una reinterpretacin, en el sentido en el que las fuentes nosdicen que luego le dio y aqu la responsabilidad del general es un-nime en las fuentes, incluido Herdoto Temistocles.

    Por supuesto que falta base en los textos, tampoco stos funda-mentan sin discusin, al tratarse de fuentes literarias, las m ltiples ver-siones que historiadores y fillogos han dado sobre los hechos del 481y 480, pero nos resulta sugestiva, y como sugerencia la damos, laidea de que el propio Temistocles pudo inspirar ello no contravenalos intereses particulares de Delfos el verso penltimo del orculo.

    En efecto, cuando los espartanos, decidida la resistencia en Term-pilas, preparan su estrategia preventiva de refugio en el Peloponeso ylos atenienses discuten primero sobre si esperar o enviar parte de la

    49 Plutarco, Them, 7. 2.

  • 78 AURELIO PREZ JIMENEZ

    flota a Artemisionw y, segundo, si quedarse en Atenas o evacuar laciudad, Temistocles propone lo siguiente:

    Iniciar la evacuacin preventiva de la ciudad a Trezn,Salamina, y Egina (decreto de Trecn).

    Colaborar en la estrategia comn griega haciendo frenteen Artemision con la flota a los persas y no jugrselo todoa la ltima carta de Salamina.

    Pero, ante un posible fracaso en Artemision, el hbil estratego seguarda la posibilidad de reinterpretar los trminos del orculo en unsentido que perjudicaria, sin embargo, la primera opcin estratgica.

    Veamos el reflejo de estos intereses en la letra del orculo:Los dos versos primeros repiten la idea fundamental del primero

    (Delfos es aqui coherente) y tienen como objetivo vencer la pasividadde los atenienses (el deseo del santuario coincide con el de Temisto-cles, aunque los objetivos puedan ser distintos) que optan por esperar:

    01') Irvatat Ilakkg Ok imuov llikoacraat,kwooltvi nokkotou kyotg xat 3ruxvil

    Los versos 4-7, al tiempo que insisten en la inutilidad de una resis-tencia pasiva en Atenas, enfatizan el papel de la flota en la salvacinde los atenienses,

    Tev aXcov yg kioxoptvcov ijoa Kxgonog agogIvrg 1xEL xeuhoW TE Ki.O.aLgthvo; laftolo,TEIX09 TQLTOyEVE-1, 115)1.I.V0V Stbot E*015ona ZE gItofivov thrgthyrov tEki5etv, t o Txva t'vput

    con distinto enfoque, segn se vea desde Persia o desde Atenas. Aeste respecto, son importantes los versos 8-10, que aconsejan la eva-cuacin preventiva de Atenas como condicin para una futura resis-tencia que en modo alguno puede hacerse en tierra (politica de Temis-tocles, si se da valor histrico al decreto de Trecn) o proponen unaemigracin de los atenienses (menos clara que en el primer orculo,

    5 Cf. Nepote 2. 7-8 y 3. 1, Fluius consilium plerisque civitatibus displicebat et interra dimicari magis placebat.

  • RELIGIN Y POLITICA EN GRIEGA 79

    por cuanto la utilizacin diplomtica de sta ante los persas tiene me-nos posibilidades, dado el estado avanzado de la guerra):

    Mribl 013 y'fanocrviv TE ILVELY xat ncOv Zvianokkv duerjne(gou aTeaTv fiauxog; (sl'imov.ineivvkov IntaTebpag- ETI ToC noTe xvTog gaan.

    Y, por ltimo, los versos finales,12 Odi Zakap,eg, dutokEig 81 cri) Txva yuvatx6)v

    fi nov axthva[tvrig THATEeog i cruvicrarigcomo hemos venido diciendo, cumplen el papel principal en el orcu-lo; se puede discutir la autenticidad del orculo, pero carece de senti-do la tesis de que su final sea una adicin posterior". Sera ingenuopensar que en las posibilidades de afrontar el peligro inminente losatenienses no barajaran ya la opcin de Salamina como concentracinde sus tropas navales; incluso, si se quiere, como forma de comple-mentar la defensa del Peloponeso, factible por tierra con la estrategiade los espartanos, tal como dice Herdoto, pero inviable por mar, sinayuda de la flota ateniense52.

    El sentido negativo que los cresmlogos dan a los versos citados'aleja de momento la opcin pasiva de hacerse fuertes en Salamina. Ycon Jerjes ya en marcha por el continente en el mes de mayo/junio,era fcil pensar que si se optaba por no salirle al paso antes, el persase encontrara en Salamina en el verano (durante la recoleccin) o enotorio (en la poca de la siembra).

    Pero, vencida la resistencia de Lenidas en Termpilas y retiradala flota griega a Salamina, tras el resultado indeciso de Artemision, laopcin de Salamina se presenta como ltima oportunidad de salvacinpara Atenas, a los ojos de Temistocles. Es entonces y de ah laconfusin en las fuentes que retrotraen el orculo a los preliminaresde la batalla" cuando este saca su afortunada interpretacin del

    " Cf. n. 34.52 Herodoto, VII 139, 4." Plutarco, Them., 10, Cim. 5, Nepote, Them. 2. 8, Justino, II . 12. 3-16, Elio

    Aristides, I 154, Frontino, Strat. I 3, 6. Para estas y otras fuentes, vase A. Bauer & F.J. Frost, Themtokles, Chicago, 1967, pp. 35-39. La bibliografa moderna, con algunaexcepcin (como R. Crahay, La litterature oraculaire chez Hrodote, Pars, 1956,

  • 80 AURELIO PREZ JIMNEZ

    adjetivo *E1i aplicado por el dios a la isla y refiere a los persas elsintagma Tzva yuvaix6iv que los cresmlogos atribuan a los atenien-ses.

    Evidentemente la interpretacin slo tiene que ver con la batallade septiembre del 480, difcilmente predecible en sentido positivo an-tes del fracaso de Artemision. El orculo entre Artemision y Salaminaera imposible, por cuanto la zona de Grecia central estaba controladapor los persas y Delfos defenda abiertamente sus intereses. Parecedifcil creer que un hombre prominente de Delfos (Tim m) iba a avalarla consulta de los atenienses y ni siquiera que stos iban a dar suficien-te crdito a los mensajes de la Pitia. En cuanto a la evacuacin, me-diante decreto como dice Plutarco, era imposible en el escaso margende tiempo que quedaba entre ArteMision/Termpilas y Salamina. Lainterpretacin del mismo como xfieuyvta (trmino con el que se refierea l Herdoto 54) resuelve bien el problema".

    4. Tanto si la cronologa por la que nos inclinamos (primer orcu-lo antes de Tempe y segundo inmediatamente despus) como cual-quier otra de las propuestas son ciertas, lo que resulta evidente es quelos dos orculos fueron instrumentalizados polticamente por todos losbandos rivales y aliados para apoyar las respectivas estrategias en loshechos del 481/480.

    No es descabellada, pues, la tesis que ve en Temistocles el respon-sable de, al menos, la orientacin de determinados puntos incluidosen los mensajes de la Pitia. No olvidemos que Temistocles mantiene

    pp. 301-302), rechaza esta posicin por la inviabilidad de la consulta en un momento enque Jerjes es prcticamente duerio ya de la Grecia Central y que no deja margen detiempo para ello (cf. la crtica de J. Labarbe. o. c., p. 112, n. 4). En los autores anti-guos, la consulta o, como en el caso de Plutarco, la referencia al Orculo cumple unafuncin literaria importante. Potencia el dramatismo del momento, justifica con la pala-bra divina un hecho vergonzoso como el del abandono de los templos y dioses, o danfasis al papel de Temistocles en la salvacin de Atenas y el logro de la victoria.

    54 VIII 41.El silencio de Herdoto sobre el decreto, aprobado seg n W. Den Boer, Themis-

    tocles in fifth Century Historiography, in MN, 15 (1962), pp. 225-237, antes de Termpi-las/Artemision (junio del 480), se explicara por la impopularidad de la medida entre loscampesinos ticos antes de que el peligro fuera inminente (cf. pp. 236-7).

  • RELIGIN Y POLTICA EN GRECIA 81

    en este perodo una politica de consenso con Esparta, la tradicionalfavorita del Orculo, hasta su posicionamiento antiespartano en laconvencin de Platea, y que ello posibilitaba su capacidad de influen-cia en Delfos. Me cuesta creer, salvo que aceptemos el dato como unacreacin de la leyenda sobre Temistocles post eventum, que el aciertoen la interpretacin final del mismo no respondiera a una preparacinprevia (lo que cuadra perfectamente con la astucia y habilidad prcticaque todas las fuentes le reconocen) y s una superioridad tcnica en lainterpretacin de orculos, por encima incluso de los especialistas.

    Si es como pensamos, la frase con que Plutarco inicia el episodiode Salamina "Evfta 8fi OEIticstoxkfig, dcnoQ iv Torg vftwonvot; ko-yualloig neocrayEcrftat t nklyaog, UnEe v nayapSa [kixavfiv Iwag,crrpera 8a4tvta xai, xvrialtoin Infivev atotg...56

    cobra su verdaderadimensin aplicada a un personaje, Temistocles, que pone la religinal servicio de su poltica y que, sin reparo alguno, prioriza el xito delas acciones que tiene emprendidas a su repugnancia personal por con-ductas irracionales".

    Delfos dictaba sus orculos y con ellos trataba de influir en lasciudades que le consultaban y de favorecer la poltica de aquellos conlos que ms simpatizaba. Pero, una vez materializada la respuesta, yen su elaboracin est claro que la influencia de individuos y estadostambin contaba, el uso que de ella se haca escapaba al control delsantuario.

    En el caso de los orculos dictados a los atenienses, nunca sabre-mos si la capacidad de maniobra de Temistocles tuvo su cuota de res-ponsabilidad en el texto de los mismos; ni, si as fue, cul era el gradode sta. Pero los dos orculos, y el segundo sobre todo, por arte ygracia de la habilidad del ateniense, contribuyeron, segn la tradicin,a la victoria de Salamina. Y salvaron el prestigio de Delfos en unmomento en el que a la nueva estrategia de Temistocles le interesabaalejar de Grecia el fantasma del medismo; pretexto utilizado por los

    56 Plutarco, Them., 10. 1.57 Actitud que atrae la curiosidad de Plutarco por el episodio de los tres jvenes

    persas a los que sacrifica Temstocles en Salamina, segn el relato de Fanias (Them, 13).

  • 82 AURELIO PREZ JIMNEZ

    espartanos para reforzar su posicin en la Anfictiona y aislar cada vezms a sus futuros enemigos, los antenienses, en la convencin, tam-bin discutida ella, de Platea".

    Universidad de Mlaga AURELIO PREZ JIMNEZ

    58 Cf. A. E. Raubitschek, The Covenant of Platea, in TAPA, 91 (1960), p. 178-183.