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    Revista BCV Revista BCV Vol. XIV, N ° 2, 2000 

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    Comité de Manuel Lago Rodríguez (Presidente) Publicaciones Mary Batista

    Rafael J. CrazutCarlos Hernández Delfino Armando León Angelo LucentiDomingo Maza ZavalaLuisa F. Coronil D. (Secretaria Técnica) 

    © Banco Central de VenezuelaHecho el depósito de Ley Depósito Legal 88-00-86ISSN: 0005-4720

    Concepción gráfica de la tripa: Ingard Gherembeck 

    Concepción gráfica de la carátula: Luis Giraldo 

    Diagramación: Elena Roosen 

    Corrección: Alberto Márquez 

    Impresión: Fundación La Casa de Bello 

    Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores 

     y no comprometen al Banco Central de Venezuela ni a su directorio.

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    ÍndiceÍndice  Artículos 9

    Reconsideración del siglo XX Robert A. Mundell 

    35 América Latina: una región en riesgo.Pobreza, inequidad e institucionalidadsocial

    Bernardo Kliksberg 

    81La demanda de dinero en Venezuela(1984-1999)

    Adriana Arreaza, María Amelia Fernández, David Delgado 

    Documentos 107  Modernidad, nación y petróleoen Venezuela

    Luis Ricardo Dávila 

    Homenaje a Joseph A. Schumpeter 131Carta del Editor

    Asdrúbal Baptista 

    133 J.A. Schumpeter, en el cincuentenariode su muerte

    Asdrúbal Baptista 

    135Retrospectiva del pensamientoschumpeteriano: ¿la nueva economía?

    Luis Mata Mollejas 

    137 De Marx, Schumpeter y Keynes

     José Moreno Colmenares 

    La coyuntura económica 149La coyuntura económica

    Efraín J. Velázquez 

    Indicadores económicos 155

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    Artículos Artículos 

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    Reconsideración del siglo XX*

    Mundell Robert A. Mundell** En comparación con los siglos pasados, el siglo XX ha producido extremos. Susprimeros años fueron una continuación benigna de la paz del siglo XIX. Pero estacalma antes de la tormenta fue seguida por la Primera Guerra Mundial, el comu-nismo, la hiperinflación, el fascismo, la depresión, el genocidio, la Segunda Gue-rra Mundial, la bomba atómica y la ocupación de Europa del Este. Luego, vino unperíodo de relativa estabilidad, marcado por el equilibrio del terror de la GuerraFría, la alianza de la OTAN y la descolonización. Hacia finales del siglo, concluyóla Guerra Fría, se desmanteló el Imperio Soviético, surgió la democracia en Euro-

    pa del Este, floreció la Pax Americana  y se creó el euro. La clave del siglo XX radica en los vínculos que existen entre sus primeras y sus últimas décadas, los“apoyalibros” del siglo.

    En 1906, Whitelaw Reid, embajador de Estados Unidos en Gran Bretaña, diplomá-tico, periodista y político, dio una conferencia en la Universidad de Cambridgetitulada The Greatest Fact in Modern History , el acontecimiento más importante enla historia moderna, para la cual se pidió al autor que disertara sobre el surgimiento

    * Este artículo es una versión corregida de la conferencia que dictó Robert A. Mundell enEstocolmo, Suecia, el 10 de diciembre de 1999, cuando recibió el Premio del Banco deSuecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel. Se publica aquí porautorización de la Fundación Nobel. © The Nobel Foundation.

    ** Departamento de Economía, Universidad de Columbia, Nueva York, NY 10027.

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     y desarrollo de Estados Unidos1 . No puede haber sido obvio en ese entonces que elsurgimiento de Estados Unidos era “el acontecimiento más importante en la historiamoderna”, pero era cierto que en cuestión de apenas dos siglos una pequeña

    colonia se había convertido en la mayor economía del mundo. La primera décadadel siglo dejó entrever lo que confirmó la última, a saber, la preponderancia deEstados Unidos. ¡Olvidemos los 75 años transcurridos entre 1914 y 1989!

    Un tema implícito en mi disertación de hoy es el papel que desempeñó EstadosUnidos en lo que se ha denominado con propiedad el “siglo americano”. Deseoresaltar el papel del factor monetario como elemento determinante de los aconte-cimientos políticos. Argumentaré específicamente que muchos de los cambiospolíticos que tuvieron lugar en el siglo han sido resultado de perturbaciones pococomprendidas en el sistema monetario internacional, mientras que éstas a su vez

    han sido consecuencia del surgimiento de Estados Unidos y las equivocacionesde su brazo financiero, el sistema de la Reserva Federal.

    El siglo XX comenzó con un sistema monetario internacional sumamente eficien-te que fue destruido en la Primera Guerra Mundial, y su torpe recreación en elperíodo entre guerras desencadenó la Gran Depresión, Hitler y la Segunda Gue-rra Mundial. Los nuevos arreglos que se establecieron a continuación dependie-ron más de las políticas del dólar aplicadas por el sistema de la Reserva Federalque de la disciplina del oro en sí. Cuando se rompió finalmente el nexo con eloro, el sistema de la Reserva Federal se vio comprometido en la mayor inflaciónque Estados Unidos haya experimentado hasta la fecha, por lo menos desde losdías de la Guerra Revolucionaria. No obstante, al acercarse el fin del siglo, unproceso de reaprendizaje creó un marco completamente nuevo para reproduciralgunas de las ventajas del sistema con el cual se inició el siglo.

    El siglo XX puede dividirse en tres períodos bien diferenciados y de duración casiequivalente. El primero de ellos, que va de 1900 a 1933, es la historia del patrónoro mundial, su descalabro durante la guerra, su mal manejado restablecimientoen la década de 1920, y su desaparición a comienzos de los años 30. El segundo

    período, de 1934 a 1971, comienza con la devaluación del dólar y el estableci-miento del precio del oro en $35, y finaliza cuando Estados Unidos desvinculó eldólar del oro. El tercer y último período del siglo, de 1972 a 1999, comienza conel colapso que dio lugar a tasas de cambio flexibles y continúa con el subsiguiente

    1 La nota del editor reza:

    La presente disertación fue preparada con motivo de la invitación que extendiera la Univer-sidad de Cambridge al Embajador Estadounidense en Gran Bretaña, quien dictó la conferen-

    cia ante el Senado [...] Las autoridades universitarias propusieron el tema. El Embajador dijoentonces que nunca habría escogido ese tema para esa audiencia pero, ya que le había sidopropuesto, no estaba dispuesto a rechazarlo [...]

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    estallido de la inflación y del estancamiento en gran escala en la década de los 70,el florecimiento de la economía de la oferta en los 80, y el regreso a la estabilidadmonetaria y el nacimiento del euro en la década de los 90. Sin embargo, el siglo

    finaliza con nuestro sistema monetario en déficit por oposición a la primera décadadel siglo y esto indica que todavía queda trabajo por hacer en las próximas décadas.

    Mal manejo del patrón oro

    El patrón oro mundial a comienzos del siglo XX facilitó el comercio, los pagos y losmovimientos de capital. La balanza de pagos se mantuvo en equilibrio con tasas decambio fijas mediante un mecanismo de ajuste que tenía un alto grado de automaticidad.El nivel mundial de precios puede haber estado supeditado a tendencias a largo

    plazo, pero las tasas anuales de inflación y deflación eran bajas, y tenían el efecto deeliminarse mutuamente y preservar el valor del dinero a largo plazo. El sistema brindóal mundo un nivel elevado de integración y estabilidad monetaria.

    Sin embargo, los sistemas monetarios internacionales no son estáticos. Deben sercoherentes y evolucionar con la configuración de poder de la economía mundial.Los patrones monetarios del oro y de la plata y el patrón bimetálico habíanprosperado más en un mundo descentralizado donde las políticas de ajuste eranautomáticas. Pero en las décadas que precedieron a la Primera Guerra Mundial,los bancos centrales de las grandes potencias se habían convertido en oligopolios

    dentro del sistema. La eficiencia y estabilidad del patrón oro pasó a dependercada vez más de las políticas discrecionales de unos cuantos bancos centralesimportantes. Esta tendencia se acrecentó en un orden de magnitud con la crea-ción en 1913 del sistema de la Reserva Federal en Estados Unidos. La Junta de laReserva Federal, que dirigía el sistema, centralizaba el poder monetario de unaeconomía que había llegado a ser tres veces mayor que cualquiera de sus rivalesmás cercanos, Gran Bretaña y Alemania. Por ende, la historia del patrón oro seconvirtió cada vez más en la historia del sistema de la Reserva Federal.

    Tras la Primera Guerra Mundial, el oro se volvió inestable. La inestabilidad co-menzó cuando los beligerantes europeos se vieron obligados a abandonar elpatrón oro como consecuencia de sus gastos deficitarios. Fue entonces cuando eloro llegó a Estados Unidos, donde el recién creado sistema de la Reserva Federallo monetizó, duplicando el nivel del precio del dólar y reduciendo a la mitad el valor real del oro2 . La inestabilidad continuó cuando, después de la guerra, la

    2 Desde el punto de vista formal, puede afirmarse que Estados Unidos suspendió el patrónoro cuando, entre septiembre de 1917 y junio de 1918, el presidente Wilson prohibió la libreexportación del oro, para lo cual usó, “por extraño que parezca”, la Ley de Espionaje de

    junio de 1917 (Roy Jastram, 1981, p. 124). Sin embargo, la convertibilidad nacional de losbilletes en oro continuó siendo legal de forma tal que, por lo que al público se refería, elpatrón oro seguía vigente.

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    Reserva Federal puso en marcha una deflación asombrosa durante la recesión3  de1920-1921, con la cual el nivel del precio del dólar (y del oro) regresó en 60 porciento hacia el equilibrio de la preguerra, nivel al que la Reserva Federal lo man-

    tuvo hasta 1929.Fue en esta atmósfera que el resto del mundo, encabezado por Alemania, GranBretaña y Francia, restauró el patrón oro. El problema era que, con los preciosinternacionales (del dólar) todavía 40 por ciento por encima de su nivel de equi-librio de la preguerra, el valor real de la oferta y las reservas de oro era proporcio-nalmente menor. Al mismo tiempo, el oro monetario estaba mal distribuido, pues-to que la mitad del mismo se encontraba en Estados Unidos. Igualmente, la incer-tidumbre en relación con las tasas de cambio y las reparaciones (que se fijaron enoro) aumentó la demanda de reservas. En tales circunstancias, ¿acaso la mayor

    demanda de oro que originó el regreso al patrón oro no produciría una deflación? Algunos economistas, tales como Charles Rist de Francia, Ludwig von Mises de Austria y Gustav Cassel4  de Suecia, pensaban que sí la causaría5 .

    Cassel (1925) había sido muy explícito incluso antes de que Gran Bretaña restau-rara el patrón oro:

    “El patrón oro, por supuesto, no puede asegurar una mayor estabilidad en el nivel general de precios de un país que el valor del oro en sí. En vista de que es deseable la estabilidad del nivel general de precios, nuestro trabajo por el restablecimiento 

    del patrón oro debe complementarse con esfuerzos por mantener el valor del oro lo 

    3 Fue este episodio de inestabilidad del dólar y el oro el que llevó a John Maynard Keynes,en su obra titulada A Tract on Monetary Reform  (Keynes, 1923), a llamar la atención conrespecto al conflicto entre estabilidad “interna” y “externa”. En vista de que el valor del orose redujo a la mitad y luego se disparó en la deflación de la posguerra, parecía ser un anclainestable para las demás monedas. Sobre la base de este episodio, Keynes abogó por laestabilidad interna (un nivel de precios estable) por oposición a la estabilidad externa (unatasa de cambio o un precio del oro fijo), principalmente en razón de que la Junta de la

    Reserva Federal dominaría un sistema internacional y que todavía no había demostrado sucapacidad para llevar a cabo una gerencia capaz.4 Yo analicé este aspecto en la disertación que presenté con motivo del centenario delnatalicio de Jacques Rueff. (Véase Mundell, 1996.) También debe hacerse mención de JohnParke Young, un joven profesor de Princeton, que fue designado como una especie deComisión del Oro integrada por una sola persona. Parke reconoció ampliamente el proble-ma planteado por Cassel, Rist y Von Mises. (Véase Young, 1925.)5 La historia monetaria presentaba sobradas evidencias de que el restablecimiento de unpatrón en especie introduciría tendencias deflacionarias, como cuando Gran Bretaña im-plantó en la India el patrón plata a mediados del siglo XVIII, cuando Gran Bretaña y otros

    países regresaron al patrón oro o plata después de las Guerras Napoleónicas, y cuando lospaíses cambiaron de plata a oro después del fracaso del bimetalismo a principios de ladécada de 1870.

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    más constante posible [...] Con la situación real de la producción de oro, puede afirmarse a ciencia cierta que después de un período comparativamente corto,

    quizás en una década, la superabundancia actual de oro será reemplazada, como 

    consecuencia de la creciente demanda, por una marcada escasez de este metal  precioso, lo cual tendrá el efecto de causar una caída de los precios [...]” 

    Después del restablecimiento del oro, Cassel siguió con su línea de razonamiento y alertó sobre la necesidad de economizar en el uso monetario del oro, a fin dedetener una depresión. En 1928, escribió:

    “Nuestro gran problema es cómo hacer frente a la creciente escasez de oro que amenaza al mundo como resultado tanto del aumento de la demanda como de la reducción de la oferta. Debemos resolver este problema mediante una restricción sistemática de la demanda monetaria de oro. Sólo si logramos hacer esto, podemos esperar evitar una caída permanente del nivel general de precios y una depresión mundial prolongada que inevitablemente se produciría a raíz de esta caída de los 

     precios 6 ” .

    Rist, Mises y Cassel demostraron estar en lo cierto. La deflación ya estaba en el airea finales de la década de 1920 con la caída de los precios de las materias primas y los productos agrícolas. La caída de Wall Street en 1929 fue otro síntoma, y ladeflación generalizada comenzó en 1930. Que la deflación fue generalizada, sibien desigual, puede deducirse de la pérdida porcentual de los precios al por

    mayor en diversos países, desde el nivel más alto en 1929 hasta septiembre de1931 (el mes en que Gran Bretaña abandonó el patrón oro): Japón, 40,5; PaísesBajos, 38,1; Bélgica, 31,3; Italia, 31,0; Estados Unidos, 29,5; Reino Unido, 29,2;Canadá, 28,9; Francia, 28,3, y Alemania, 22,07 .

    El nivel del precio del dólar tocó fondo en 1932 y 1933. En la Tabla 1, se presentael nivel de precios desde 1914 hasta 1934.

    Durante décadas, los economistas han lidiado con el problema de cuál fue lacausa de la deflación y la depresión de la década de 1930. La abundante literatura

    sobre la materia ha dado lugar a más discusiones acaloradas que esclarecedoras.

    6 Posteriormente en el mismo año, Keynes se había dado cuenta de la importancia delrestablecimiento del patrón oro (al cual se había opuesto antes sobre la base de que podíaocurrir que la Reserva Federal no mantuviera el oro estable) en relación con la demanda deoro, y se preocupó en especial por las implicaciones de la ley monetaria francesa de 1928,que en efecto exigía cobertura oro por cada nuevo billete en francos. El gobernador Moreaucomenzó a convertir incluso los saldos existentes en oro y desconcertó al Banco de Inglate-rra. Para un análisis detallado de la ley monetaria francesa, véase H. Clark Johnson (1997).7

     Las cifras son de la Oficina Estadounidense de Comercio Nacional y Exterior (U.S. Bureauof Foreign and Domestic Commerce), Commerce Reports , 9 de noviembre de 1931, p. 301,citado en Jastram (1981, p. 99).

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    Una fuente de controversia ha sido si la depresión fue causada por un cambio enla demanda agregada o por una caída de la oferta monetaria. Sin duda la respues-ta es ambos. Pero ninguna de las teorías, ni la monetarista ni la keynesiana, habría

    podido predecir la caída de la oferta monetaria ni de la demanda agregada conantelación. Estas teorías estaban arraigadas en modelos de corto plazo y de eco-nomía cerrada que no pudieron prever los efectos del patrón oro durante y des-pués de la Primera Guerra Mundial. Por oposición, la teoría de que la deflaciónfue ocasionada por el regreso al patrón oro no sólo era predecible, sino que fuela deflación. Entró en su fase de crisis con la quiebra, en la primavera de 1931, del Viennese Creditanstalt, el mayor banco de Europa Central, y como resultado acti- vó una reacción en cadena que se propagó a Alemania, donde se le hizo frentecon políticas monetarias deflacionarias y una reimposición de controles, y a Gran

    Bretaña, donde el 21 de septiembre de 1931 la libra se desligó del oro. Sin embar-go, varios países habían desvinculado su moneda del oro antes que Gran Bretaña: Australia, Brasil, Chile, Nueva Zelanda, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela,mientras que Austria, Canadá, Alemania y Hungría habían impuesto controles. Ungran número de otros países siguieron el ejemplo de Gran Bretaña y desvincularonsus monedas del oro.

    Tabla 1Nivel de precios en Estados Unidos

    Años seleccionados, 1914-1933 (1930 = 100)

    1914 1920 1921 178,7 113 112,1

    78,4 178,7 113,0 112,1 84,1 76,2

    Fuente: Índice de precios al por mayor, Oficina de Estadística Laboral de Estados Unidos (U.S.Bureau of Labor Statistics). Adaptado de la Tabla 21 en Jastram (1981, p. 206).

    Entretanto, Estados Unidos se aferró al patrón oro con todas sus fuerzas. Despuésde haber hecho una gran parte de su acertado cambio hacia una política moneta-

    ria cuya meta era la estabilidad de precios en lugar del mantenimiento del patrónoro, regresó al patrón oro justo en el momento en que más importaba, en losprimeros años de la década de 1930.

    En lugar de bombear liquidez al sistema, optó por defender el patrón oro. A pesarde que iba pisándole los talones a Gran Bretaña en su alejamiento del patrón oro,en octubre de 1931 la Reserva Federal aumentó la tasa de redescuento en dosetapas de 11/

    2 a 31/

    2 por ciento, con lo cual la economía se hundió aún más en el

    pantano de la deflación y la depresión y se agravó la crisis bancaria. Como hemos visto, los precios al por mayor se redujeron 35 por ciento entre 1929 y 1933.

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    La deflación monetaria se transformó en depresión como resultado de los cho-ques fiscales. La ley de aranceles Smoot-Hawley, que ocasionó represalias en elexterior, fue el primero de estos choques: entre 1929 y 1933 las importaciones se

    redujeron en 30 por ciento y las exportaciones disminuyeron aún más, en casi 40por ciento, lo cual es bastante significativo. El 6 de junio de 1932, el Congresodemocrático aprobó, y el presidente Herbert Hoover firmó, en un arrebato demanía de presupuesto equilibrado, una de sus leyes más desatinadas, la Ley Tributaria de 1932, que contemplaba el mayor aumento tributario porcentual quese haya aprobado en tiempos de paz en Estados Unidos. El desempleo aumentóhasta 24,9 por ciento de la fuerza laboral en 1933, y el PIB disminuyó en 57 porciento a los precios corrientes y 22 por ciento en términos reales8 .

    La crisis bancaria estaba ahora en pleno apogeo. Las quiebras habían aumentado

    desmesuradamente de un promedio de alrededor de 500 por año en la década de1920 a 1.350 en 1930, 2.293 en 1931, y 1.453 en 1932. Franklin D. Roosevelt, comouna de sus primeras medidas después de asumir la presidencia en marzo de 1933,impuso un embargo a las exportaciones de oro. Después del 20 de abril, sepermitió la flotación del dólar con tendencia a la baja.

    La deflación de la década de 1930 fue el reflejo especular del aumento del nivelde precios en tiempos de guerra que no se había invertido en la recesión de 1920-1921. Cuando los países abandonan el patrón oro, cae el valor real del oro y aumenta el nivel de precios en los países que se rigen por el patrón oro. Cuandolos países adoptan el patrón oro, aumenta el valor real del oro y cae el nivel deprecios. La revalorización del oro en los años treinta fue el reflejo especular de ladepreciación del oro en la Primera Guerra Mundial. El nivel del precio del dólaren 1934 era el mismo que el de 19149 . La deflación de la década de 1930 debe verse no como una “crisis exclusiva del capitalismo”, como los marxistas tendíana afirmar, sino como la continuación de una pauta que había aparecido antes conconsiderable previsibilidad, siempre que los países adoptan o retoman un patrónmonetario. La deflación de los años 30 tiene sus antecedentes en las décadas de1780 y 1820 y también en la de 1870.

    8 El establecimiento de la Ley Nacional de Recuperación Industrial en 1933 hizo más dañoal suspender las leyes antimonopolio, promover los cárteles y sindicatos, disminuir losdiferenciales salariales, limitar las horas de trabajo a 35 horas por semana e imponer salariosmínimos, antes de ser declarada inconstitucional en 1935.9 Por supuesto, fue en parte coincidencia que los niveles de precios en 1914 y 1933 fueranaproximadamente los mismos. Si el patrón oro mundial hubiera permanecido vigente du-rante el período, con o sin la catástrofe de la guerra mundial, el precio real del oro podríahaber cambiado debido a las mismas razones por las que cambió durante la historia delpatrón oro. Sin embargo, difícilmente puede refutarse la clara influencia del restablecimien-to del patrón oro en la reducción de los precios.

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    ¿Qué veredicto puede pronunciarse en relación con este primer tercio del siglo?Uno es que el sistema de la Reserva Federal pecó fatalmente de incongruente enmomentos críticos. Se aferró al patrón oro entre 1914 y 1921 cuando el oro se había

     vuelto inestable. Adoptó una política de estabilidad de precios en la década de 1920que fue exitosa. Pero restauró el patrón oro en el peor momento concebible, cuan-do el oro se había vuelto otra vez inestable. El hecho desafortunado fue que, de losprincipales bancos centrales, el que tenía menos experiencia, el recién llegado,poseía el imponente poder para construir o destruir el sistema por sí mismo.

    Las economías europeas de ninguna manera estuvieron libres de culpa en esteepisodio. Los países europeos fueron los que cambiaron el statu quo  y adoptaronel patrón oro sin medir las consecuencias. Hicieron caso omiso de las leccionesde la historia, en el sentido de que un movimiento concertado dirigido a abando-

    nar o a adoptar cualquier patrón metálico produce a su paso inflación o deflaciónrespectivamente. Después de una gran guerra, en la que ocurrió inflación en ellíder monetario y el oro se subvaluó en consecuencia, el regreso al patrón oro y la estabilidad de precios sólo son compatibles si se aumenta el precio del oro. Encaso de no existir esta posibilidad, los países habrían tenido mejor suerte si hubie-ran escuchado el consejo de Keynes de sacrificar los beneficios de las tasas decambio fijas bajo el régimen del patrón oro, y más bien estabilizar los precios delos productos básicos en lugar del precio del oro.

    Si se hubiera aumentado el precio del oro a finales de la década de los 20, o biensi los principales bancos centrales hubieran aplicado políticas de estabilidad deprecios en lugar de mantenerse fieles al patrón oro, no habrían ocurrido la GranDepresión ni la revolución nazi ni la Segunda Guerra Mundial.

    Mezcla de políticas bajo el régimen del patrón oro

    En abril de 1934, después de un año de tasas de cambio flexibles, Estados Unidosretomó el patrón oro10  después de una devaluación del dólar11 . Como conse-

    10 La devaluación del dólar y el aumento del precio del oro en dólares en 1934 habíanestado acompañados de medidas que eliminaban la operación del patrón oro en EstadosUnidos. El dólar ya no era convertible y se prohibió a los ciudadanos estadounidensesretener oro; el dólar era convertible únicamente para fines de operaciones monetarias conel extranjero; se exigió a la Reserva Federal que mantuviera sólo un porcentaje (inicialmente40 por ciento) de cobertura oro como respaldo de billetes y pasivos, y la Corte Supremahabía anulado e invalidado todas las cláusulas oro.11 George F. Warren, profesor de economía de la Universidad de Cornell y uno de losasesores del presidente, influyó considerablemente en la decisión de devaluar. Con estadevaluación, se esperaba obtener tres posibles beneficios conexos. El primero de estos

    beneficios era que el alza en el precio del oro aumentaría el nivel interno de precios,comenzando con un aumento en los precios de las importaciones y las exportaciones, peroque luego se expandiría a toda la economía. Esta teoría, que sería clásica actualmente para

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    cuencia, el valor del dólar en oro se redujo en 40,94 por ciento y el precio oficialdel oro aumentó 69,33 por ciento, para colocarlo en $35 la onza. ¡Cómo habríacambiado la historia si el presidente Herbert Hoover hubiera devaluado el dólar

    tres años antes!12

    Francia mantuvo su paridad oro hasta 1936, cuando devaluó el franco. Otros dosacontecimientos trascendentales ocurrieron ese año. Uno fue la publicación de laTeoría General  de Keynes; el otro, la firma del Acuerdo Tripartito entre EstadosUnidos, Gran Bretaña y Francia. El primero introdujo una nueva teoría de manejode políticas para una economía cerrada; el segundo, precursor del acuerdo deBretton Woods, estableció algunas normas para el control de las tasas de cambioen el nuevo sistema monetario internacional.

    La contradicción entre los dos difícilmente podría ser más irónica. En una épocaen que las políticas keynesianas de la gestión económica nacional estaban ganan-do cada vez mayor aceptación entre los economistas, la economía mundial habíaadoptado un nuevo sistema de tasas de cambio fijas que era incompatible conesas políticas.

    En los nuevos acuerdos, que fueron ratificados en Bretton Woods en 1944, seexigió a los países que establecieran paridades fijadas con respecto al oro y man-tuvieran tasas de cambio fijas entre sí. Sin embargo, el nuevo sistema era muy 

    una pequeña economía abierta, se basó en ese entonces en la correlación a largo plazo delas existencias de oro monetario y el nivel de precios. El segundo beneficio era que elaumento de los precios del oro se traduciría en mayores compras de oro, lo cual aumentaríaa su vez la base de reservas de alto poder del sistema monetario. El tercer beneficio era quela devaluación, en la medida en que cambiaran las tasas de cambio, haría que los productosestadounidenses fuesen más competitivos en los mercados mundiales. Resultó que los pre-cios al por mayor sí aumentaron en casi 30 por ciento entre 1933 y 1937, y luego disminu-

     yeron aproximadamente 10 por ciento en 1938-1940, antes de duplicarse a finales de 1948.12 Un argumento en contra de la devaluación fue que Estados Unidos era el acreedor másgrande del mundo y sus acreencias se fijaban mayormente en dólares. Sólo más tarde se

    comprendió que las deudas serían incobrables. Debería haber bastado con evitar la deflación,pero a falta de una teoría coherente de que el oro estaba subvaluado, el argumento podríano haber sido convincente. Nadie sabía con antelación cuánto más se reducirían los precios.Surgió una oportunidad cuando Gran Bretaña abandonó el patrón oro, pero las reservas deoro de Estados Unidos todavía eran las mayores del mundo. Sin embargo, si la ReservaFederal hubiera venido siguiendo una política monetaria suficientemente expansionista, eloro habría circulado y la situación se habría puesto en evidencia.

    Un argumento engañoso que se plantea a menudo en contra de la devaluación es que setrata de una política de egoísmo nacional, en el sentido de que crea empleo internamente aexpensas del empleo en el exterior. Pero eso era precisamente lo que se necesitaba: compe-

    tencia para aumentar el empleo. Si todos los países devaluaran competitivamente, el preciodel oro podría aumentar para eliminar la subvaluación y crear las condiciones para unarecuperación.

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    diferente al antiguo patrón oro. La diferencia radicaba en que el papel de EstadosUnidos en el sistema era asimétrico. Una cláusula especial13  daba a cualquier paísla opción de fijar el precio del oro, en lugar de mantener fijas las tasas de cambio

    de los demás miembros. Debido a que el dólar era la única moneda vinculada aloro, Estados Unidos era el único país en condiciones de ejercer la opción de fijarel precio del oro. Fue así como surgieron los arreglos asimétricos en los queEstados Unidos fijaba el precio del oro, mientras que los demás países fijaban susmonedas en relación con el dólar14 . Otra diferencia entre el nuevo sistema y elanterior era que ni siquiera Estados Unidos seguía un patrón que pudiera llamarseplenamente patrón oro. El dólar ya no estaba “anclado” al oro en el viejo sentido;ocurría más bien que Estados Unidos ejercía una gran influencia en el nivel mun-dial de precios y, por ende, en el precio real del oro. El oro se había convertido en

    un pasajero dentro del sistema.¿Se creó un nuevo sistema en Bretton Woods? Según la planificación original,parecía que así sería. Los planes de Gran Bretaña y de Estados Unidos incluíanambos disposiciones para una moneda mundial: John Maynard Keynes tenía subancor   y Harry Dexter White su unitas . Pero estas ideas progresistas prontofueron enterradas. Sin duda, Estados Unidos llegó a pensar que una monedamundial le cortaría las alas al dolar15. Por lo tanto, no se creó un “sistema” deBretton Woods, sino más bien un “orden” de Bretton Woods que esbozó la cartade constitución de un sistema16 que ya existía.

    La Segunda Guerra Mundial trajo consigo la repetición de los desequilibrios mo-netarios de la Primera Guerra Mundial. La devaluación del dólar y las nubes deguerra que se cernían sobre Europa convirtieron al dólar en un puerto seguro e

    13 Artículo IV (4)-b del Convenio Constitutivo del Fondo Monetario Internacional. Esta cláusu-la se incluyó en el último minuto para complacer a Estados Unidos, que como práctica generalnunca había fijado las tasas de cambio y no iba a hacerlo ahora: ¡qué dolor de cabeza seríafijar los precios de todas las monedas en el mercado de divisas de Nueva York!14

     Sin embargo, todavía quedaba otro problema por resolver. ¿Gran Bretaña, Francia y cadauno de los 44 países del Fondo tendrían que intervenir en los 43 mercados de divisas? Cuandoel Fondo inició sus operaciones, su Junta Ejecutiva tuvo que avanzar a tientas hacia la decisiónde considerar que cualquier país que fijara su moneda en relación con una “moneda conver-tible” estaba cumpliendo su función conforme al Convenio. En combinación con la cláusulaoro, este estatuto estableció el sistema asimétrico en virtud del cual Estados Unidos fijaba elprecio del oro y el resto del mundo fijaba sus monedas con respecto al dólar, directamente oa través de una tercera moneda. El hecho de que esta asimetría no era bien comprendidaincluso durante la década de 1960 se evidencia en una discusión entre Sir Roy Harrod y mipersona en una conferencia celebrada en la Institución Brookings en 1965.15 Véase Mundell (1995) para un análisis de cómo llegaron a eliminarse del orden del día enBretton Woods los planes para el establecimiento de una moneda mundial.16 He analizado la distinción entre “sistema” y “orden” en Mundell (1972).

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    hicieron que el beneficiario del oro pagara los bienes de guerra. Estados Unidosesterilizó las importaciones de oro e impuso controles de precio. Podía entoncesincurrir en déficit sin abandonar el patrón oro. En vista de que el oro todavía

    estaba “sobrevaluado” en esta era de “escasez de dólares”, las tasas de interéspermanecieron increíblemente bajas. Para 1945, la deuda pública había aumenta-do vertiginosamente a 125 por ciento del PIB.

     Al final de la guerra, el nivel de precios en Estados Unidos se duplicó comoconsecuencia del final del control de precios, la liberación de la demanda conte-nida y las políticas monetarias expansionistas del sistema de la Reserva Federalque continuaba apoyando el mercado de bonos. La inflación de la posguerraredujo a la mitad el valor real de la deuda pública, aumentó los ingresos fiscalescomo resultado del paso gradual a tasas impositivas más altas en el sistema de

    impuestos sobre la renta excesivamente progresivo (que ascendieron a 92,5 porciento), redujo a la mitad el valor real del oro y eliminó su sobrevaluación. Des-pués de más inflación durante la Guerra de Corea y la llegada de la inflación“secular” constante, el oro se subvaluó.

    Entretanto, Alemania y Japón, tras la inflación de su papel moneda, bajo losauspicios de las autoridades de ocupación estadounidenses, emprendieron refor-mas monetarias en las que 10 unidades de la antigua moneda se cambiaban por1 unidad de la nueva moneda. Ambas reformas tuvieron lugar en 1948; la tasa decambio de Alemania se fijó en DM 4,2 = $1, y la de Japón en ¥360 = $1. Posterior-mente, resultó que las tasas de cambio subvaluaron la mano de obra alemana y japonesa, y las dos economías se comportaron de manera admirable en el perío-do de la posguerra y cumplieron así su destino de adelantar a Gran Bretaña y Francia como la segunda y tercera de las economías más grandes del mundo.

    Hasta la década de 1960, la política macroeconómica de Estados Unidos se basabamás en principios de economía cerrada que en las exigencias de un sistema mone-tario internacional. Las políticas monetaria y fiscal estaban orientadas hacia las nece-sidades de equilibrio interno, y la balanza de pagos prácticamente se ignoró. En

    1949, las reservas de oro de Estados Unidos habían alcanzado su nivel más alto alexceder los 700 millones de onzas de oro, más de 75 por ciento del oro monetariodel mundo. Las pérdidas de oro comenzaron poco tiempo después, pero el efectode estas ventas sobre la oferta monetaria fue esterilizado con compras equivalentesde bonos públicos por parte del sistema de la Reserva Federal. Al principio, laspérdidas de oro se consideraron una redistribución saludable de las reservas de oromundiales, pero hacia finales de la década de 1950 se reconoció su peligro.

    Se exigió al sistema de la Reserva Federal mantener una cobertura oro de 25 porciento (en comparación con 40 por ciento en 1945) como respaldo de su moneda

     y sus obligaciones por concepto de depósitos. Si las reservas de oro se reducían

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    por debajo de este nivel, las tasas de interés tendrían que aumentarse. Si la reduc-ción de las reservas de oro alcanzaba el nivel de las reservas exigidas, EstadosUnidos se vería obligado a tomar en cuenta su restricción de balanza de pagos

    como cualquier otro país. El problema de la mezcla apropiada de políticas mone-taria y fiscal pasó a primer plano durante la administración del presidente John F.Kennedy, quien asumió el poder en 1961.

    En ese momento, yo desempeñé un papel en la historia. Recién llegado al Departa-mento de Investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en otoño de 1961,se me pidió que analizara los aspectos teóricos de la mezcla de políticas monetaria y fiscal17 . El principal problema en esta era post-Sputnik era el crecimiento lento y el subempleo en Estados Unidos, a diferencia de Europa y Japón (precisamente locontrario de la situación actual), y un déficit en la balanza de pagos ahora preocu-

    pante. Habían surgido tres escuelas de pensamiento. La escuela de los keynesianos,dirigida por Leon Keyserling, primer presidente del Consejo de Asesores Económi-cos, abogaba por el dinero fácil y el aumento del gasto público. La Cámara deComercio proponía la restricción fiscal y el dinero escaso. El Consejo de AsesoresEconómicos, con apego a la “síntesis neoclásica” de Samuelson-Tobin, propugnabatasas de interés bajas para estimular el crecimiento y un superávit presupuestariopara drenar el exceso de liquidez y evitar la inflación.

    En mi análisis, demostré que ninguna de las políticas anteriores funcionaría, y quecualquiera de ellas alejaría la economía del equilibrio. La mezcla correcta depolíticas consistía en reducir los impuestos para activar el empleo y restringir lapolítica monetaria a fin de proteger la balanza de pagos. El FMI distribuyó miestudio a sus miembros en noviembre de 1961 y fue publicado en IMF Staff Papers  en marzo de 1962.

    Gradualmente se comprendió que las políticas del gobierno de Kennedy no esta-ban funcionando: la mezcla incorrecta de políticas había producido efectos cada vez más desequilibrantes: una huelga de los trabajadores de la industria siderúrgi-ca, el descalabro del mercado de valores y el estancamiento. A finales de 1962,

    Kennedy anunció que la mezcla de políticas cambiaría de dirección: se reduciríanlos impuestos para estimular la economía y las tasas de interés protegerían labalanza de pagos. Debido a retrasos legislativos, la reducción tributaria tuvo queesperar hasta el verano de 1964, pero el hecho de que se hubiera anunciadopreparó a la economía para la gran expansión de los años 6018 .

    17 En artículos anteriores, yo ya había analizado modelos apropiados para resolver el pro-blema. Véase especialmente Mundell (1961c).18 En junio de 1963, se me asignó al grupo encargado de las consultas conforme al Artículo

     VIII del Convenio Constitutivo del FMI, presidido por Jacques J. Polak, con un grupo esta-dounidense formado por el subsecretario Robert V. Roosa (quien copresidía las sesionescon Polak) y Paul Volcker, entonces director de la Oficina de Análisis Financiero del Tesoro.

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    La adopción de la mezcla de políticas que propuse ayudó a Estados Unidos aalcanzar un rápido crecimiento con estabilidad. No perseguía, y no permitió,resolver el problema básico del sistema monetario internacional, que se derivaba

    de la subvaluación del oro. Sin embargo, el problema de la balanza de pagos deEstados Unidos estaba intrincadamente vinculado al problema del sistema. En vista de que era muy poco el excedente de oro proveniente del mercado privadoque alimentaba las existencias de los bancos centrales, y que el dólar estadouni-dense era la única alternativa como componente de las reservas, el déficit deEstados Unidos era el principal medio por el cual se proveían reservas adicionalesal resto del mundo. Si Estados Unidos no lograba corregir el déficit en su balanzade pagos, no podría seguir manteniendo la convertibilidad en oro. Por otra parte,si corregía su déficit, se agotarían las reservas en el resto del mundo y se produ-

    ciría un crecimiento más lento o, peor aún, deflación. El último escenario aludía ala repetición del problema del período entre las dos guerras19 .

    Dos soluciones básicas eran compatibles con la conservación del sistema20 . Laprimera consistía en aumentar el precio del oro. Los padres fundadores del FMIhabían previsto en su Convenio Constitutivo una disposición para hacer frente auna situación de escasez o excedente de oro: cambiar la paridad de todas lasmonedas, lo que habría cambiado el precio del oro en términos de todas lasmonedas y habría dejado iguales las tasas de cambio. En la campaña electoral de1968, el candidato Richard M. Nixon designó a Arthur Burns como su emisario en

    una misión secreta21  para sondear la opinión europea en relación con un aumen-to del precio del oro. Resultó ser una opinión favorable y Burns recomendó quese tomara la medida inmediatamente después de la elección. Sin embargo, no sehizo nada al respecto.

    19 El problema se llegó a conocer como el “dilema de Triffin”, llamado así en nombre deldistinguido economista belga Robert Triffin, profesor de economía de la Universidad de Yale.20 El grupo de estudio académico G-32, en el que participé, esbozó cuatro posibles solucio-nes para el sistema: (a) el regreso al patrón oro; (b) la creación de un banco central mundial;

    (c) un nuevo activo de reserva que reemplazara o complementara el oro, y (d) tasas decambio flexibles.21 El informe que Burns presentó de la misión, citado en William R. Neikirk (1987, pp. 143-44), reza:

    Fui designado por Richard Nixon para ir en una misión secreta cuyo objetivo era sondear laopinión europea en relación con un aumento del precio del oro. Procedí de manera muy discreta. No di a nadie ninguna señal, en primer lugar, de que era el emisario de Nixon y, ensegundo lugar, de que él o yo tuviéramos algo así en mente. Llegué a la conclusión de queesto sería aceptado por los europeos. Recomendé que se tomara la medida inmediatamentedespués de la elección [aumentar el precio del oro]. Lo hice durante un viaje en avión en el

    que acompañé a Nixon durante la campaña. El pobre hombre tenía su mente en el discurso y la elección, y luego probablemente olvidó mi recomendación. De cualquier modo, no hizonada al respecto. Y ése era el momento de hacerlo, inmediatamente después de la elección.

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    La segunda opción era crear un sustituto del oro. En efecto, se adoptó esta líneade acción. Hacia finales del verano de 1967, se llegó a un acuerdo internacionalsobre una enmienda al Convenio del FMI para permitir la creación de los dere-

    chos especiales de giro (DEG), reservas contables garantizadas con oro y puestasa la disposición a través del FMI, con un valor unitario igual a un dólar oro, o 1/35 de onza. Se asignaron a los países miembros algo menos de DEG 10 milmillones en 1970, 1971 y 1972, pero la asignación resultó ser inadecuada, muy poca y muy tardía, para resolver los principales problemas del sistema22 .

    El 15 de agosto de 1971, frente a solicitudes de conversión de dólares en oropresentadas por el Reino Unido y otros países, el presidente Nixon desvinculó eldólar del oro y, de esta manera, cerró la “ventanilla de oro” en la cual se cambia-ban dólares por oro con los bancos centrales extranjeros. Entonces los otros

    países desvincularon sus monedas del dólar y comenzó un período de flotación.Sin embargo, la flotación hizo más difíciles los planes embrionarios que comenza-ban a gestarse hacia la integración monetaria europea23 , y en diciembre de 1971,en una reunión en el Instituto Smithsoniano en Washington, DC, los ministros definanzas acordaron el restablecimiento del sistema de tasas de cambio fijas sinconvertibilidad en oro. Se modificaron algunas tasas de cambio y se elevó elprecio oficial del oro en dólares, pero el acto fue puramente simbólico, puestoque Estados Unidos ya no estaba comprometido a comprar ni vender oro.

    22 Antes de 1968, el precio del oro en dólares se había mantenido fijo entre márgenes cercanosa $35 la onza en el mercado de oro de Londres. Cualquier oferta excedente en el mercadoprivado se racionaba entre los ocho miembros del “pool del oro”. Sin embargo, en el verano de1967 la demanda privada cerró la brecha y hubo pronto exceso de demanda. Francia abandonóel pool del oro y los demás países, en lugar de proveer al mercado de las codiciadas reservas deoro, dejaron que el precio del oro subiera por encima de los límites de Londres y, comoresultado, se dio origen al “sistema con dos niveles” como se denominó curiosamente. De allí enadelante, los bancos centrales se mostraron renuentes a vender oro al precio oficial cuando elmercado lo valoraba a un precio mucho más alto. Por consiguiente, las reservas de oro seinmovilizaron y esto provocó un choque al sistema y una demanda excedente explícita de oro

    que no fue tomada en cuenta por las autoridades monetarias internacionales. Frente a estechoque al sistema, las emisiones de DEG resultaron inadecuadas para compensar la diferencia,

     y mucho menos para resolver los problemas del sistema. Una emisión menos tímida (quizás eldoble de las emisiones que se hicieron) podría haber salvado el sistema.23 Yo había presentado el tema de las “áreas monetarias óptimas” en Mundell (1961a). Europahabía emprendido su camino hacia la integración monetaria en la Cumbre de La Haya endiciembre de 1969. El mismo mes, presenté en Nueva York un plan para una moneda europeaque se hizo circular en Bruselas. A raíz de este plan, fui invitado a sostener consultas con laComisión Europea para evaluar otros enfoques en relación con la unión monetaria, lo cualhice el siguiente mes de junio. En la Conferencia sobre Áreas Monetarias Óptimas, celebrada

    en Madrid en marzo de 1970, se presentó una versión corregida de mi disertación y se publicóen las actas de la conferencia en Harry G. Johnson y Alexander K. Swoboda (1973). EnMundell (1997a, b), expreso mis ideas recientes sobre el tema del área monetaria óptima.

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    El mundo entonces avanzó hacia un patrón dólar puro, en el cual los principalespaíses fijaban sus monedas con respecto al dólar, sin que Estados Unidos asumie-ra ninguna obligación recíproca en relación con la convertibilidad en oro. Sin

    embargo, la política monetaria de Estados Unidos fue demasiado expansionistaen los años siguientes y, en la primavera de 1973, después de otra devaluaciónineficaz del dólar, se permitió que el sistema terminara en una flotación generali-zada. Así se puso fin al patrón dólar.

    ¿Qué lecciones podemos aprender del segundo tercio del siglo? En primer lugarque la mezcla de políticas debe ajustarse al sistema. La segunda lección es que unsistema internacional basado en el oro no puede sobrevivir si la inflación produc-to de una guerra ocasiona la subvaluación del oro y las autoridades se muestranrenuentes a ajustar el precio del oro y crear una cantidad suficiente de sustitutos

    del oro. La tercera lección es que la superpotencia no puede disciplinarse paracumplir los requisitos de la convertibilidad o cualquier otro compromiso interna-cional si esto va en detrimento de objetivos políticos que le sean vitales interna-mente; la cola no puede mover al perro. En cuarto lugar, un sistema de tasas decambio fijas puede funcionar únicamente si existe un acuerdo mutuo sobre la tasacomún de inflación. En la década de 1960, Europa estaba dispuesta a soportar elhecho de que el dólar no fuera libremente convertible en oro, pero cuando lapolítica monetaria de Estados Unidos se volvió incompatible con la estabilidad deprecios en el resto del mundo (y especialmente en Europa), se consideró que los

    costos del sistema de tasas de cambio fijas superaban sus beneficios.La última lección es que los acontecimientos políticos, y en especial la Guerra de Vietnam, agriaron las relaciones entre los socios del Atlántico y crearon una ten-sión en la década de 1960 sólo comparable con la atmósfera que ensombreció elsistema internacional a raíz de las controversias relativas a las reparaciones en ladécada de 1920. Los sistemas de tasas de cambio fijas funcionan mejor entreamigos que entre rivales o enemigos.

    Inflación y economía de la oferta

    Con la desintegración del sistema, la oferta monetaria se hizo más elástica y, de estamanera, se adaptaba no sólo a los acontecimientos salariales inflacionarios, sinotambién a la fijación monopolística de los precios de productos básicos objeto deintercambio a escala internacional. Cada vez que se aumentaba el precio del petró-leo en la década de 1970, el mercado del eurodólar se expandía para financiar losdéficit de los países importadores de petróleo: los depósitos equivalentes a $223 milmillones en 1971 pasaron explosivamente a $2.351 mil millones en 1982 (FondoMonetario Internacional, IMF International Statistics Yearbook , 1988, p. 68).

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    La inflación en Estados Unidos se había convertido en un problema grave. Losprecios mayoristas en Estados Unidos tardaron 20 años, desde 1952 hasta 1971, enaumentar menos de 30 por ciento. Pero después de 1971, en apenas 11 años, los

    precios en Estados Unidos aumentaron 157 por ciento. Esta inflación principal-mente en tiempos de paz fue mayor que las inflaciones que se produjeron a raízde la Segunda Guerra Mundial (108 por ciento en 1939-1948), la Primera GuerraMundial (121 por ciento en 1913-1920), la Guerra Civil (118 por ciento en 1861-1864) o la Guerra de 1812 (44 por ciento en 1811-1814). La mayor inflación en lahistoria estadounidense desde la Guerra de Independencia ocurrió después deque Estados Unidos abandonara el oro en la década posterior a 1971.

    En la Tabla 2, puede verse a partir de los índices de precios de los países del Grupode los Siete que la inflación en la década de los 70 fue mundial, al comparar los

    índices para 1971 con la base estándar de 100 en 1980. Sólo en Alemania los preciosal consumidor no llegaron a duplicarse en la década de los 70. En Italia y el ReinoUnido los precios se multiplicaron por más de tres. La descomposición de la disci-plina monetaria fue mundial y arrastró consigo a todos los países del Grupo de losSiete e incluso en mayor medida a casi la totalidad del resto del mundo.

    En Estados Unidos, tres años consecutivos con inflación de dos dígitos (1979-1981) dieron lugar a una situación de crisis. El precio del oro alcanzó $850 la onzaa comienzos de 1980, y el precio de la plata ascendió a $50 la onza. El 14 demarzo de 1980, el presidente Jimmy Carter anunció su nuevo programa: un dere-cho de importación al petróleo y controles de crédito. El plan fue un desastre y laproducción real se desplomó en el segundo trimestre. En diciembre de 1980, unmes después de las elecciones presidenciales, la tasa de interés preferencial alcan-zó un valor sin precedentes de 21,5 por ciento. Estados Unidos parecía estar alborde del desastre financiero.

    Tabla 2Precios al consumidor en los países del Grupo de los SieteAños seleccionados, 1950-1998

    País 1950 1971 1980 1985 1990 1998

    Estados Unidos 29,2 49,1 100 130,5 158,5 197,8

     Japón 16,3 44,9 100 114,4 122,5 134,4

    Reino Unido 13,4 30,3 100 141,5 188,7 243,6

     Alemania 39,2 64,1 100 121,0 129,4 144,8

    Francia 15,6 42,1 100 157,9 184,2 213,7

    Italia 13,9 28,7 100 190,3 250,6 346,3

    Canadá 28,4 47,5 100 143,0 177,9 203,7

    Fuente: IMF International Financial Statistics (Fondo Monetario Internacional, varios años).

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    Lejos estaban los días en que, de acuerdo con David Ricardo, los economistaspodían concebir el dinero como un “velo”. La existencia del gran gobierno y deimpuestos sobre la renta progresivos garantiza la no neutralidad. Un camino era a

    través del sistema fiscal. Con tasas impositivas excesivamente progresivas, que au-mentaban de cero a 70 por ciento a nivel federal, y hasta 85 por ciento si sesumaban los impuestos estatales y locales, la inflación estaba empujando a loscontribuyentes hacia categorías impositivas cada vez más altas, aun con ingresosreales invariables. Debían pagarse impuestos sobre intereses percibidos aun cuan-do el grueso de las elevadas tasas de interés representaba primas de inflación. Losingresos tributarios en alza desmesurada, junto con la elevada propensión marginaldel gobierno a gastar, se tradujeron en una participación creciente del gobierno enla economía. No es de extrañar que el mercado de valores odiara la inflación.

    La economía de la oferta comenzó como un sistema de políticas que representabauna alternativa a los modelos de la demanda monetarista y keynesiano de cortoplazo. Estaba basada en una mezcla de políticas que ofrecía estabilidad de preciosa través de disciplina monetaria, y reactivación económica del empleo y del cre-cimiento por medio de sistemas tributarios y reglamentarios. Fue en parte unacontinuación de mi trabajo sobre la mezcla de políticas a principios de la décadade 196024 . En la primavera de 1974, presenté una disertación en una conferenciasobre inflación mundial en Washington, un extracto de la cual fue citado (RowlandEvans y Robert Novak, 1981, p. 63) como sigue:

    “Mientras que el gobierno de Ford insistía en que sólo un aumento de los impues- tos podría combatir la inflación, Mundell sostuvo que una reducción inmediata de $10 mil millones era esencial para evitar déficit presupuestarios aún mayores,alimentados por la “estanflación”, la combinación letal de inflación y estanca- miento que heredó Ford de Nixon [...]” 

    Con mi llegada a la Universidad de Columbia en el otoño de 1974, comenzó areunirse de vez en cuando en un restaurante de Wall Street un “club” de los quemás tarde recibirían el nombre de “partidarios de la oferta”, para discutir sobre

    política económica y especialmente sobre qué hacer con respecto a la inflación y 

    24 En 1968, cuando la inflación comenzaba a estallar, yo instaba (sin mucho éxito) a que seaplicaran políticas monetarias más restrictivas, combinadas con una reducción tributariapara evitar que la desinflación se convirtiera en una recesión (Mundell, 1971). En el veranode 1968, resultó que el Congreso aprobó, y el presidente Lyndon B. Johnson firmó, una ley que impuso un “recargo tributario” de 10 por ciento. Posteriormente en el otoño, el grupode estudio del nuevo gobierno de Nixon recomendó, incorrectamente a mi juicio, políticasmonetarias y fiscales restrictivas. En Canadá, durante 1972-1974, recomendé la promulgación

    de un “sistema tributario inmune a la inflación” que ajustaría las categorías impositivas paracompensar el paso gradual a tasas impositivas más altas. El gobierno canadiense puso enpráctica esta política en 1973.

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    al desempleo crecientes. La conclusión fue que era necesario reducir las tasasimpositivas marginales para crear incentivos a la producción y así reactivar laeconomía, y que el dinero restringido produciría estabilidad en los precios25 . La

    necesidad de reducir los impuestos y restringir el dinero se volvió más urgente amedida que la inflación aumentaba a finales de la década de 1970 y gradualmenteempujaba a los contribuyentes hacia escalas de impuestos sobre la renta cada vezmás altas26 . Al poco tiempo, un político converso, Jack F. Kemp, congresista deBuffalo, plasmó estas ideas en un proyecto de ley que proponía una reducción deimpuestos de 30 por ciento, la mayor parte del cual fue aprobado con una reduc-ción tributaria general de 23 por ciento distribuida en tres años y seguida por laindización de las escalas impositivas con respecto a la inflación. En la campañaelectoral de 1980, Kemp era candidato a la presidencia, pero se retiró después de

    que Ronald W. Reagan acordó incorporar la ley Kemp-Roth en su programa eco-nómico. Después de la elección de Reagan, se introdujo la primera fase de lanueva mezcla de políticas con la Ley de Recuperación Económica de 1981.

    Entretanto, la Reserva Federal, bajo la presidencia de Paul Volcker, por fin desper-tó y restringió la política monetaria. Después de una aguda, aunque corta, rece-sión, la economía inició una de sus expansiones más prolongadas, al mismotiempo que lograba controlarse cada vez más la inflación. Las nuevas políticasdesplazaron la curva de Phillips hacia abajo y a la izquierda y, por ende, permitie-ron que el desempleo y la inflación disminuyeran al mismo tiempo27 .

    La reducción de impuestos tuvo sus secuelas: la acumulación de armamento, lapolítica de desinflación y la reelección aplastante de Reagan. La Ley de ReformaFiscal de 1986, la segunda fase de la revolución de la oferta, redujo a 28 por cientola tasa impositiva marginal en la categoría impositiva superior, la más baja en esta

    25 Véase el recuento de Jude Wanniski (1978) sobre economía de la oferta, el recuentorelacionado de Martin Anderson (1988) sobre la Revolución Reagan, y el análisis de RobertBartley (1992) sobre el papel de la economía de la oferta durante la década de 1980.

    26 El mejor recuento de mis ideas en relación con la economía de la oferta en otoño de 1974se presenta en Wanniski (1974).27 La experiencia Reagan también permitió probar el modelo Mundell-Fleming con tasas decambio flexibles. Para este modelo, véase Mundell (1960, 1961b, 1961c, 1962, 1963, 1964) y 

     J. Marcus Fleming (1962). Antes de que se creara este modelo a comienzos de la década de1960, no había manera de analizar los efectos del estímulo monetario o fiscal en un marcoque tomara en cuenta las tasas de cambio, las tasas de interés, la balanza de pagos y eldéficit presupuestario. El modelo Mundell-Fleming predijo que el estímulo fiscal combina-do con restricción monetaria se traduciría en un mayor déficit presupuestario, un aumentode las tasas de interés, la afluencia de capital, la revalorización de la moneda y el deterioro

    de la balanza comercial y del déficit en cuenta corriente. Todas estas consecuencias sesintieron después del estímulo fiscal del gobierno de Reagan que consistió en mayor gasto y fuertes reducciones de las tasas impositivas en el período 1982-1984.

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    categoría desde 193228 . La expansión de 1982-1990 fue la segunda más larga hastaesa fecha y, junto con la acumulación de armamento, ayudó a convencer a loslíderes de la Unión Soviética de que permitieran que la Europa del Este escogiera

    libremente su propio sistema.El crecimiento continuó hasta la recesión de 1990-1991 de nueve meses de despi-dos laborales, que probablemente costó la reelección al presidente George H. W.Bush. La expansión se reinició en la primavera de 1991 y continuó por lo menoshasta finales de la década, lo cual hizo del período combinado de 1982-2000 lamayor expansión en la historia de cualquier país. Durante este período, se crearonno menos de 37 millones de nuevos empleos. El promedio Dow Jones se disparóde menos de 750 en el verano de 1982 a más de 11.000 para finales de siglo.

    Mientras tanto, el retiro de la Unión Soviética de la Europa del Este (debido en parte,como ya indicamos, al éxito de la economía de la oferta) hizo posible la unificaciónde Alemania y trajo consigo un nuevo impulso para la integración monetaria y política europea. El gasto fiscal producto del gasto alemán en sus nuevos estadossacudió el mecanismo de tasa de cambio del Sistema Monetario Europeo29 . Algunospaíses abandonaron el mecanismo de tasa de cambio, y otros optaron por la deva-luación dentro del mecanismo. Sin embargo, el 1 de enero de 1994, se creó elInstituto Monetario Europeo y, para mediados de 1998, se estableció su sucesor, elBanco Central Europeo. El 1 de enero de 1999, se lanzó el euro con 11 miembros.Estaba iniciándose una nueva era en el sistema monetario internacional.

    28 En el primer mandato de Reagan, la revalorización del dólar había logrado controlar lainflación, pero con la desaceleración del crecimiento al final del período, el dólar revaluado

     ya no servía a los intereses de Estados Unidos. En 1984 y comienzos de 1985, se cambió lamezcla de políticas por dinero más fácil y esto se tradujo en la devaluación del dólar,aunque no lo suficiente para satisfacer al gobierno. En otoño de 1985, en una reunión delGrupo de los Cinco en el Hotel Plaza en Nueva York, los cinco países de los “DEG” organi-zaron una devaluación más concertada que acercó el dólar más a los niveles de 1980.29 En los últimos años de la década de 1980, Alemania había otorgado préstamos a otrospaíses, principalmente de Europa Occidental, equivalentes a alrededor de 4 por ciento de suPIB con el correspondiente superávit en cuenta corriente. La unificación de Alemania setradujo en un enorme gasto público en Alemania del Este de más de $100 mil millonesanuales. Este choque fiscal condujo a un gran déficit financiado con bonos y mayores tasasde interés que invirtieron la salida de capital al exterior e internalizaron los ahorros de

     Alemania, lo cual convirtió el gran superávit en cuenta corriente en un pequeño déficit. Pararesistir la presión inflacionaria, el Bundesbank mantuvo firmes las condiciones de crédito y,frente a un aumento repentino de la demanda monetaria, el marco se remontó y levantójunto con él a todas las demás monedas que estaban en el mecanismo de tasa de cambio. Larevaluación ayudó a estabilizar la economía alemana, pero en detrimento de algunos de sus

    socios. El episodio constituyó otra prueba del modelo Mundell-Fleming, con resultadossimilares a los obtenidos durante el gobierno de Reagan, salvo por la ausencia en Alemania, y la presencia en Estados Unidos, de efectos de crecimiento de la oferta.

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    La introducción del euro modifica el paisaje monetario internacional. Con el euro,desde su mismo nacimiento la segunda moneda más importante del mundo,surge un mundo monetario tripolar, conformado por el dólar, el euro y el yen. Las

    tasas de cambio entre estas tres islas de estabilidad se convertirán en los preciosmás importantes de la economía mundial.

    Sin duda, la creación del euro conducirá a su adopción generalizada en EuropaCentral y del Este, así como en la ex Comunidad Financiera Africana (CFA) de laZona del franco en África y en la costa del Mediterráneo. La expansión del áreadel euro ampliada, incluidas no sólo las monedas que ingresen tras una amplia-ción de la Unión Europea, sino también las monedas que se fijan en relación conel euro, le brindará con el tiempo un área de transacciones mayor que la deEstados Unidos e inevitablemente provocará una expansión compensatoria del

    área del dólar en América Latina y partes de Asia. Es probable que se formen otrasáreas monetarias, al adaptar a las necesidades locales el ejemplo de Europa. Perola estabilidad para el futuro cercano se garantizará mejor mediante la estabiliza-ción con una de las áreas del “Grupo de los Tres”.

    La década de 1970 fue una década de inflación, pero los años 80 fueron una décadade corrección y los 90 una década de estabilidad relativa. El experimento con tasasde cambio flexibles en la década de 1970 se inició como un desastre, desde el puntode vista de la estabilidad económica, pero, sin embargo, puso en marcha un meca-nismo de aprendizaje que no habría existido en su ausencia. La lección fue que lainflación, los déficit presupuestarios, las grandes deudas y el gran gobierno sontodos perjudiciales para el bienestar público y que el costo de corregirlos es tan altoque ningún gobierno democrático desea repetir la experiencia. En consecuencia,prácticamente todos los países desarrollados de la OCDE habían reducido de mane-ra drástica los déficit presupuestarios y disminuido las tasas de inflación hacia lasque existían en el período del patrón oro mundial antes de 1914.

    En muchos sentidos, el comportamiento de la economía en la década de 1990 escomparable con el de la primera década del siglo. Las finanzas prudentes tanto en

    ese entonces como ahora produjeron efectos similares. Pero en dos aspectos,nuestros arreglos modernos (estoy tratando de evitar la palabra “sistema”) soninferiores a los del sistema anterior: la actual volatilidad de las tasas de cambio y la ausencia de una moneda mundial.

    La volatilidad de las tasas de cambio es especialmente perturbadora entre paísescuando cada uno de ellos ha logrado estabilidad de precios, según los índices y lasdefiniciones locales. Por consiguiente, la volatilidad mide las fluctuaciones en lastasas de cambio reales, supone cambios disfuncionales entre industrias de bienesnacionales e internacionales, y agrava la inestabilidad en los mercados financieros.

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    Robert A. Mundell / Reconsideración del siglo XX 29

    ¿Cuánta flexibilidad es buena? Si pensamos en el euro como el “fantasma delmarco”, ¿podríamos ver las variaciones pasadas en la tasa marco-dólar como unpresagio de la tasa dólar-euro en el futuro? Entre 1971 y 1980, el marco se duplicó

    frente al dólar, a $1 = DM 1,7; entre 1980 y 1985, se redujo a la mitad, a $1 = DM3,4; entre 1985 y la crisis de 1992, se duplicó por más de dos, a $1 = DM 1,39, y desde entonces ha caído a $1 = DM 1,9. La tasa marco-dólar ha fluctuado haciaarriba y hacia abajo en más de 100 por ciento, una montaña de volatilidad queharía que la crisis del mecanismo de tasa de cambio de 1992 pareciera una peque-ña colina. Si la tasa dólar-euro experimentara movimientos similares, se desmem-braría la tierra del euro.

    Tampoco nos da más tranquilidad observar la tasa yen-dólar. El dólar bajó de 250 yenes en 1985 a 79 yenes en 1995, y luego subió a 148 yenes en 1998 (cuando se

    esperaba según los pronósticos que llegara a 200), y luego bajó a 105 yenes acomienzos del año 2000.

    El siglo XX no será testigo nuevamente de tasas de cambio fijas entre los países delGrupo de los Tres. Pero es absolutamente posible que un nuevo sistema monetariointernacional surja en el siglo XXI. La convergencia de las tasas de inflación se ha vuelto asombrosa, mejor que la que existió en ciertos períodos de la era de Bretton Woods, comparable al patrón oro en sí, como se destaca en la Tabla 3.

    Puede parecer lejana, pero creo que en razón del grado de convergencia de la

    inflación, no sería imposible la creación de algún tipo de unión monetaria de lastres áreas. Las mismas condiciones se derivarían de un sistema de tres monedas y tasas de cambio fijas en el que exista acuerdo en relación con una tasa de infla-ción común y una distribución equitativa del señoreaje. Si es concebible estearreglo de tasas de cambio fijas entre países que hayan convergido, no sería unpaso muy grande el que habría que dar para crear un sistema monetario interna-cional reformado con una moneda mundial del tipo propuesto inicialmente en losdías de Bretton Woods.

    Para concluir esta sección, cabe preguntarnos qué lecciones podemos aprender

    del último tercio del siglo XX. La primera es que las tasas de cambio flexibles, porlo menos inicialmente, no brindaron la misma disciplina que las tasas fijas. Lasegunda lección es que los costos de la inflación son mucho más elevados en unmundo en el que exista un sistema de impuesto sobre la renta con tasas impositivasprogresivas. En tercer lugar, es posible tomar conciencia de la necesidad de lograrla estabilidad monetaria y aprender los medios para alcanzarla. Y la cuarta lecciónes que la mezcla de políticas puede desplazar la curva de Phillips.

    La experiencia da origen a su propia reacción: Platón, el inflacionista, dio origena Aristóteles, el hombre de la moneda fuerte. La reacción en la década de 1980 dio

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    aliento a la independencia del banco central. Los gobiernos se vieron obligados aacoplarse al molde de Maastricht y tuvieron que reducir el crecimiento del gasto y los déficit. La economía de la oferta señaló uno de los mecanismos para sujetar

    con correas a los ministros de finanzas.

    Tabla 3Tasas de inflación entre los tres grandes

    1999

    1995 1996 1997 1998 I II III

    Estados Unidos 2,8 2,9 2,3 1,6 1,7 2,1 2,3

     Japón –0,1 0,1 1,7 0,6 –0,1 –0,3 0,0 Área del euro* 1,8 1,5 1,8 1,0 0,8 1,0 1,1

    Fuentes: IMF International Financial Statistics (Fondo Monetario Internacional, enero 2000, p. 57).* Índice del costo de vida en Alemania para 1995-1998, índice de precios al consumidor dela Unión Monetaria Europea para 1999.

    Sin embargo, hay una lección que todavía queda por aprender. Las tasas decambio flexibles son un mal innecesario en un mundo en el que cada país hayalogrado estabilidad de precios.

    Conclusiones

    Llegó el momento de cerrar el siglo con algunas conclusiones. La primera es queel sistema monetario internacional depende de la configuración de poder de lospaíses que lo integran. Bismarck dijo una vez que el acontecimiento más impor-tante del siglo XIX fue que Inglaterra y Estados Unidos hablaron el mismo idioma.En estos términos, el acontecimiento más importante del siglo XX ha sido elsurgimiento de Estados Unidos como una superpotencia. A pesar del aumentoincreíble de la producción de oro, la ley de Gresham30  entró en juego y el dólardesplazó al oro como la principal moneda internacional.

    Durante el primer tercio del siglo XX, la economía estuvo dominada por el en-frentamiento entre el sistema de la Reserva Federal y el patrón oro. El patrón orofracasó en la Primera Guerra Mundial y su restablecimiento en la década de 1920dio origen a la deflación de los años 30. Los economistas culparon al patrón oroen lugar de al mal manejo que ellos hicieron de este patrón, y pasaron de la

    30

      La ley de Gresham era bien conocida por los antiguos griegos e incluso fue usadahumorísticamente en la obra de Aristófanes, Las ranas . Para un análisis reciente, véaseMundell (1998).

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    Robert A. Mundell / Reconsideración del siglo XX 31

    automaticidad internacional al control nacional. La Gran Depresión en sí desenca-denó el totalitarismo y la Segunda Guerra Mundial.

    El segundo tercio del siglo XX estuvo dominado por la contradicción entre la

    gestión macroeconómica nacional y el nuevo sistema monetario internacional. Enel nuevo sistema, Estados Unidos fijaba el precio del oro y los demás paísesprincipales fijaban sus monedas con respecto al dólar convertible. Pero la gestiónmacroeconómica nacional impidió la operación del mecanismo de ajuste interna-cional y el sistema se descalabró a comienzos de la década de 1970, cuandoEstados Unidos dejó de fijar el precio del oro y los demás países dejaron de fijarsus monedas con respecto al dólar.

    El último tercio del siglo XX comenzó con la destrucción del sistema monetariointernacional y el vacío obligó a autoridades y académicos a buscar una “estructu-ra”. En la década de 1970, el llamado del clarín fue para establecer un “nuevoorden monetario internacional”, y en la década de 1990, una “nueva arquitecturamonetaria internacional”. El antiguo sistema era una manera de manejarmultilateralmente el problema de la inflación. La flexibilidad dejó que cada paíscontrolara la inflación por su cuenta. La inflación fue el resultado inicial, pero unmecanismo de aprendizaje educó gradualmente a una generación de autoridadesmonetarias sobre las ventajas de la estabilidad, y para finales de siglo la prudenciafiscal y el control de la inflación se habían convertido nuevamente en la consignade todos los países ricos y muchos de los países pobres.

     Actualmente, el dólar, el euro y el yen han establecido tres islas de estabilidadmonetaria, que es un gran avance en relación con las décadas de 1970 y 1980. Noobstante, existen dos partes de la tarea que quedan aún por resolver. La másimportante es la volatilidad disfuncional de las tasas de cambio que podría entur-biar las relaciones internacionales en época de crisis. La otra es la ausencia de unamoneda internacional.

    El siglo finaliza con un sistema monetario internacional inferior al sistema con elque se inició, pero mucho mejor en comparación con la situación que existía hace

    apenas dos décadas y media. Queda por ver de dónde vendrá el liderazgo y si larestauración del sistema monetario internacional será compatible con la configu-ración de poder de la economía mundial. Ciertamente contribuiría con la armoníamundial.

    (Traducción: Gladys Sanz)

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     América Latina: una región en riesgo.Pobreza, inequidad e institucionalidad social

    Kliksberg Bernardo Kliksberg* 

    Una realidad inquietante

    El tema social se halla actualmente en el centro del escenario histórico de AméricaLatina. Se suceden desde las más variadas fuentes los llamados de alerta sobre lamagnitud y profundidad de los problemas que sacuden a la región en el camposocial. La mayor reunión de presidentes del Continente, la cumbre hemisférica(Santiago de Chile, 1998) consignó en su declaración final, suscripta por todos losmandatarios, que “superar la pobreza continúa siendo el mayor desafío confron-

    tado por nuestro Hemisferio”. Caracterizando algunos de los principales proble-mas existentes, los presidentes indicaron “estamos decididos a remover las barre-ras que deniegan a los pobres el acceso a nutrición adecuada, servicios sociales,un medio ambiente saludable, créditos y títulos legales sobre su propiedad”. El

    *El autor ha prestado asesoría a diversos organismos internacionales, entre ellos: ONU, OIT,BID y otros. Ha sido Director del Proyecto de Naciones Unidas para América Latina deModernización del Estado y Gerencia Social, y es actualmente el Coordinador del InstitutoInteramericano para el Desarrollo Social (INDES/BID). Ha escrito numerosas obras y trabajos,entre los últimos: Pobreza. Un tema impostergable. Nuevas respuestas a nivel mundial  (Fondode Cultura Económica); Desigualdad en America Latina   (UNESCO, Cortez, Brasilia); El desarrollo humano en Venezuela   (Monte Ávila, PNUD). Ha sido designado Doctor Ho-

    noris Causa por las Universidad Nacional del Zulia, y por la Universidad Nacional Baralt.

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    secretario general de la CEPAL, José A. Ocampo resaltó (1998) sobre la situaciónque “siguen aumentando los niveles de pobreza absoluta, los niveles de desigual-dad no muestran mejoría y sigue aumentando el empleo en el sector informal”. El

    presidente del BID, Enrique V. Iglesias ha destacado (1997) que “el proceso decambio ha dejado sin resolver en la gran mayoría de los países un tema central: lapobreza crítica y la mala distribución del ingreso”. El Banco Mundial ha hechocontinuos señalamientos sobre la gravedad del problema: “América Latina es no-table como una región en la que la pobreza, particularmente la pobreza absoluta,no registra mejora alguna” (Burki, 1996), e indicó en reciente conferencia interna-cional sobre la región (Chile, 1999), los riesgos que corría la democracia en talescondiciones. La secretaria de Estado de EE.UU., Madeleine Albright, lamentó enun discurso para líderes empresariales de las Américas (1999) las desigualdades

    en ingresos y educación en América Latina, resaltó que son mayores que encualquier otro continente y advirtió que “ni la democracia ni la prosperidad pue-den durar a menos que tengan una base amplia”. Un respetado economista, CelsoFurtado (1998), vaticinó “que la gobernabilidad estará en riesgo si no se revierte elproceso de concentración de ingresos y exclusión social”. A estas voces de líderespolíticos, organismos internacionales, gobiernos externos y pensadores, se sumaun hondo clamor que surge de las bases de la sociedad. La principal preocupa-ción que hoy aflige a los latinoamericanos se halla, según las encuestas de opi-nión, en los temas sociales. Interrogados por Latinobarómetro (1998), encuesta

    que cubre a la mayoría de los países de la región, sobre los problemas másimportantes en sus países, los interrogados contestaron señalando, como los prin-cipales, a diversos problemas sociales: desocupación 21 por ciento, educación 18por ciento, bajos salarios 8 por ciento, pobreza 7 por ciento, inestabilidad en elempleo 6 por ciento. A ellos se sumó corrupción 7 por ciento.

    Las advertencias desde tan diversas fuentes, y el clamor de la población por solucio-nes, han influido en un cambio radical en la presencia del tema social en la granagenda de discusión de la región. La problemática social tenía hasta hace pocosaños limitada inclusión en dicha agenda. Era casi necesario hacer lobby para conse-

    guir que formara parte de los temarios de las reuniones presidenciales, y aparecieracon significación en los medios masivos. Hoy aparece obligadamente en el ordende dichas reuniones, se ha convertido en la cuestión eje de las campañas electoralesen donde los candidatos de todas las tendencias sienten que deben tomar posiciónfrente a ella, y es una materia de información crecientemente jerarquizada pordiversos medios de opinión. La gran mayoría de los sectores percibe que la regióntoda se halla en riesgo por lo que está sucediendo en materia social.

    Ello ha llevado al replanteo de ideas tradicionales al respecto, al planteo de nue- vos interrogantes, y a la búsqueda acuciosa de soluciones más efectivas frente al

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    Bernardo Kliksberg / América Latina: una región en riesgo… 37

    claro fracaso de las convencionales. Hay dos grandes áreas donde la discusiónestá comenzando a activarse hacia direcciones renovadoras. La primera es la delas políticas sociales. Hay reenfoques importantes en marcha sobre su rol, su

    inter-relación con las políticas económicas y sus contenidos. El otro, es el de losproblemas gerenciales e institucionales que plantea la ejecución de políticas so-ciales de nuevo cuño. El presente trabajo tiene por finalidad poner a foco algunosde los temas cruciales que deben analizarse y encararse en ambas áreas para“refrescar” con aires nuevos la acción en el campo social. A tal fin, en primer lugarreconstruye un cuadro de situación sobre algunos de los principales problemassociales que afronta la región, para disponer de un marco de referencia concretosobre la problemática abierta. En segundo término, presenta y analiza líneas delnuevo debate que está surgiendo sobre las políticas. En tercer término, reflexiona

    sobre la institucionalidad social que sería necesaria para posibilitar la realizaciónde políticas renovadoras. Finalmente formula una reflexión de conjunto.

    Cuadro de situación social

    La inquietud por lo social que recorre el Continente tiene razones muy concretasen qué basarse. Vastos sectores de la población sufren dificultades y carencias queafectan duramente sus condiciones básicas de existencia. A continuación se rese-ñan sumariamente nueve problemas sociales clave de gran impacto en la región.

    Hay diversos otros problemas sociales que deberían agregarse a esta lista, perolos enfocados permiten aproximarse a lo que constituye la “vida cotidiana” demuchísimos latinoamericanos.

    El aumento de la pobreza 

    Hay disensiones metodológicas significativas sobre cómo medir la pobreza. Sinembargo, la mayor parte de las fuentes internacionales coincide en una constata-ción básica respecto a la región: la pobreza ha crecido considerablemente en ellaen las dos últimas décadas. El gráfico siguiente indica los resultados que se obtie-nen adoptando un criterio de uso frecuente, considerar pobres a quienes gananmenos de dos dólares diarios. La medición por otros criterios como la canastabásica de vida, normalmente arroja resultados mayores. Pero aún utilizando estamedición “conservadora” de la pobreza, es posible apreciar nítidamente la ten-dencia:

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    38 Revista BCV /  Vol. XIV, N° 2 / 2000 

    Gráfico N° 1Evolución de la pobreza en América Latina1970-1995

    160

    150

    140

    130

    120

    110

    100

    90

    80

    70

    Millones de personas

            1        9        7        0

            1        9        7        2

            1        9        7        4

            1        9        7        6

            1        9        7        8

            1        9        8        0

            1        9        8        2

            1        9        8        4

            1        9        8        6

            1        9        8        8

            1        9        9        0

            1        9        9        2

            1        9        9        4

    Fuente: BID, Informe de progreso económico y social, 1998.Nota: Línea de pobreza de 2 (ppp ajustado) en dólares de 1985 per cápita.

    Como se observa, con fluctuaciones menores, la pobreza ha crecido fuertementeen la región desde los inicios de los 80. Dadas las condiciones económicas recesivasde los dos últimos años, 1998 y 1999, es probable que la situación se haya dete-riorado aún más en ellos.

     Algunas de las mediciones nacionales recientes permiten tener idea de la magni-tud del problema. El informe “Estado de la región” (PNUD-Unión Europea, 1999)indica, respecto a Centroamérica, que son pobres el 75 por ciento de losguatemaltecos, el 73 por ciento de los hondureños, el 68 por ciento de los nicara-güenses, y el 53 por ciento de los salvadoreños. En los sectores indígenas las cifras

    pueden ser aún peores. Así en Guatemala es