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SWAMI AKHILANANDA Orden Ramakrishna de la India PSICOLOGÍA HINDÚ Su Significado para Occidente

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  • SWAMI AKHILANANDA Orden Ramakrishna de la India

    PSICOLOGA HIND

    Su Significado para Occidente

  • Presentacin GORDON W. ALLPORT

    Departamento de Psicologa, Universidad de Harvard

    Palabras preliminares EDGARD SHEFFIELD BRIGHTMAN

    Departamento de Filosofa, Universidad de Boston

  • _______________________

    NDICE

    x Presentacin x Palabras preliminares x Prefacio

    I. Examen de la Psicologa Occidental y de la Psicologa Hind II. Cognicin

    III. Emocin IV. La mente subconsciente V. Voluntad y personalidad x Voluntad x Sugestin x Hipnosis x Personalidad

    VI. La meditacin VII. Efectos de la meditacin

    VIII. Visin intuitiva IX. Las experiencias extrasensorias X. El estado supraconsciente

    XI. Los mtodos de la experiencia supraconsciente XII. Puede impartirse el conocimiento supraconsciente?

    XIII. La religin y la psicoterapia XIV. La Filosofa de la vida

    x Apndice x El Vedanta en Amrica

  • DEDICATORIA

    A mi querido maestro Srimat Swami Brahmanandaji Maharaj, Hijo espiritual de Sri Ramakrishna, con afectuosa

    lealtad y humilde reverencia.

  • PRESENTACIN Es imperdonable que nosotros, acostumbrados con los moldes conceptuales de Occidente, ignoremos por completo la estructura del pensar Oriental. Ao tras ao nos hemos pasado pensando exclusivamente de acuerdo con las normas conceptuales de nuestra propia cultura Occidental, practicando o examinando la tradicin de nuestra propia religin y desarrollando nuestras propias teoras Occidentales sobre la mente. Pocos de nosotros hemos dedi-cado un solo da de nuestra vida a aprender las formas de pensar que rigen las mentes de millones de congneres, que profesan la religin fundamental del Hinduismo. Puesto que en la actualidad ya no es posible dejar de advertir que toda la humanidad vive en un mundo nico, este desconocimiento de la menta-lidad de nuestros hermanos orientales es tan peligroso como injustificado. Trata adecuadamente la entusiasta psicologa de la accin y de la conducta, tan caracterstica de la modalidad norteamericana, todas las facultades de la mente humana?, Son acaso ilusorios y ligeramente absurdos los poderes de la meditacin que se revelan a travs del Yoga?, es concebible que las ener-gas liberadas mediante la disciplina mental no sean de ninguna utilidad po-tencial para quienes viven en Occidente? El desconocimiento del pensamiento Oriental nos conduce a responder a es-tos interrogantes con respuestas insustanciales o malvolas. Swami Akhilananda pone a nuestro alcance una sencilla introduccin al pensamiento oriental, en un estilo lcido y directo. Puesto que comprende y estima la importancia de gran parte de la psicologa occidental, se halla en condiciones de sealar sagazmente los progresos que ofrecen la psicologa oriental y las lagunas que podran contribuir a llenar. Al mismo tiempo des-taca, en forma grata al espritu norteamericano, las aplicaciones de la psico-loga hind. En este aspecto, demuestra simpatizar con los intereses prag-mticos de los norteamericanos. Es un arquitecto decidido a construir un puente entre dos hemisferios. No es mi intencin afirmar que sea fcil lograr una completa coordinacin entre la psicologa hind y la americana. En algunos aspectos, estoy conven-cido de que la psicologa occidental ganara en riqueza y sabidura si asimi-lara, de una u otra manera, las sabias apreciaciones del autor sobre la medi-tacin y la necesidad de una adecuada filosofa de la vida. No estoy igual-

  • mente persuadido, en cambio, en cuanto a las manifestaciones ms ocultas de las facultades mentales a que se refiere ocasionalmente. Actualmente, no estoy en condiciones de decidir si el elemento oculto de la psicologa hind proviene de su relativa falta de familiaridad con lo que en occidente llama-mos mtodo cientfico, o si dicho mtodo cientfico occidental no es sino un culto estrecho que cierra los ojos a los fenmenos incompatibles con el mismo. Quiz sea necesario realizar concesiones por ambas partes. Pero, en realidad, el problema de lo oculto desempea un papel secundario en este libro. He aprendido de su autor, como otros lo harn, sin duda, mu-chos hechos fundamentales sobre las formas de pensar de la religin hind y sobre la orientacin hind de la vida mental. Y este conocimiento es por s mismo, a ms de una recompensa, altamente oportuno, dado que ayuda a tender los puentes, necesarios para el futuro, entre las grandes familias del gnero humano.

    Gordon W. Allport Departamento de Psicologa

    Universidad de Harvard

  • PALABRAS PRELIMINARES

    Son demasiados los que citan los famosos versos de Rudyard Kipling (dete-nindose a menudo en el primero).

    Oh, East is East, and West is West, and never the twain shall meet. Till Earth and Sky stand presently at Gods great Judgment Seat.

    Pero son muy pocos los que recuerdan la continuacin: But there is neither East nor West, Border, nor Breed, nor Birth, When two strong

    men stand face to face, though they come from the ends of the earth.

    (Oriente es Oriente y Occidente, Occidente: nunca se unirn los dos. Hasta que la Tierra y el Cielo comparezcan ante el tribunal de Dios.

    Pero no hay ni Oriente ni Occidente, ni Fronteras, ni Raza, ni Estirpe, cuando dos hombres fuertes se enfrentan, as vengan de los dos cabos del mundo).

    El espritu puede triunfar sobre la geografa y la raza. La restriccin que hace Kipling del espritu de la universalidad a los hombres fuertes, es sin duda, demasiado individualista, demasiado aristocrtica y nietzscheana pa-ra conducir al mundo por la senda de la unidad espiritual. Sin embargo, la humanidad tiene un largo trayecto por recorrer antes de alcanzar la meta de la visin de Kipling: Ni Oriente ni Occidente, ni Fronteras, ni Raza, ni Es-tirpe. Son demasiados los occidentales que juzgan a Oriente enteramente en fun-cin de su pobreza econmica, su padecer humano, sus distinciones de cas-tas y sus defectos sociales. Y son demasiados los orientales que juzgan a Oc-cidente sin tener en cuenta ms que su explotacin de las razas menos favo-recidas, su amor materialista del provecho y el confort, su deslealtad para con la religin y su belicismo despiadado y suicida. Pero si solo hemos de considerar las flaquezas y pecados del prjimo, no habr ninguna raza ni ningn pas que se libre de ser condenado. Todas las razas y pases han de ser juzgados, teniendo en cuenta sus mejores conquistas y posibilidades. Es una suerte para los Estados Unidos que tantos representantes meritorios de otras culturas se radiquen en este pas, compartiendo all sus pensamien-tos con el de los norteamericanos. Entre estos huspedes ilustres tiene parti-cular relieve la figura de Swami Akhilananda, quien desde hace algunos

  • aos se halla a cargo del culto y la instruccin en los centros vedantas de Ramakrishna de Providence, Rhode Island, y Boston, Massachussets. Cuen-ta con numerosos amigos en los crculos educacionales, especialmente en las unidades de Brown, Boston y Harvard. Tanto cristianos como judos lo han acogido con beneplcito, y se ha ganado su estima a la vez como erudito, gua religioso y consejero. Es para m un gran privilegio contarme entre los amigos de este hombre no-ble y de criterio amplio. Akhilananda es modesto, bondadoso y tolerante, pero al mismo tiempo es enrgico, bien equilibrado y recto. Es este libro ha expuesto algunos de los principios psicolgicos del arte de vivir. Y el lector puede estar bien seguro de que el Swami vive en conformidad con los prin-cipios que aconseja para los dems. Tambin puede estar persuadido de que el propsito de esta obra no es el de llevarlo a reemplazar la religin cristia-na o el judasmo por la psicologa hind. En efecto, el Swami tiene a estas re-ligiones en alta estima. No slo su fe Vedanta le prohbe hablar mal de cual-quier religin, sino que ella misma lo lleva a reconocer la presencia de la di-vina realidad en todas las religiones. Los principios expuestos por el Swami Akhilananda en este libro, no son sectarios sino universales. Ellos se basan en los resultados obtenidos a travs de siglos de experimentacin espiritual, as como la ciencia se basa en la obra de siglos y siglos de experimentacin fsica. En cierto sentido, sus investigaciones representan tanto a la sabidura hind ms antigua como a la ms reciente. La ms antigua, porque todos los fieles hindes estudian las antiguas escrituras de los Vedas y Upanishads, y las obras de los comentaristas y filsofos que han interpretado los principios espirituales del hinduismo; y la ms reciente, porque la fe que l representa constituye el fruto de las enseanzas y experiencias religiosas de Sri Rama-krishna, un santo del siglo XIX, cuyo discpulo inmediato, el Swami Braha-mananda, fue a su vez maestro del Swami Akhilananda. Conocer al autor que nos ocupa equivaldra, pues, a conocer a uno de los primitivos cristia-nos que distaban de Jess slo una generacin. Estos hechos pueden servir para explicar la combinacin de madurez y vita-lidad, de profundidad terica y sentido prctico, que se da en este libro. El lector puede abordarlo provechosamente cualquiera sea la fe o aunque ca-rezca totalmente de ella. Pero, eso s, deber leerlo con el espritu abierto. Y sern pocos, en verdad, los que, tras estudiar y poner en prctica algunas de las muchas sugerencias del autor, no experimenten una nueva sensacin de calma, paz y fortaleza interior.

  • Oriente y Occidente se necesitan mutuamente. Cada uno es ms rico que el otro, o ms pobre, en determinados productos. Occidente no est en condi-ciones de desdear los bienes que los sabios orientales pueden brindarles.

    Edgard Sheffield Brightman, Departamento de Filosofa

    Universidad de Boston

  • PREFACIO

    Los diversos captulos que componen este volumen corresponden a otras tantas conferencias pronunciadas en Boston y Providence. Algunos amigos, deseosos de conservar el texto de dichas conferencias, contrataron taqugra-fos para registrarlas. Por entonces no sabamos an, a ciencia cierta, si habr-an de pasar a formar o no un libro. Sin embargo, en vista de que las confe-rencias fueron recibidas con gran entusiasmo por el pblico, nuestros ami-gos decidieron realizar el registro en forma sistemtica. Nuestro malogrado amigo, el Dr. Raymond Willoughby, ex miembro de la Universidad de Brown, asisti a alguna de las conferencias y ley los apuntes. He aqu lo que nos coment: Ustedes (los hindes) tienen mucho que darnos para la educacin de la mente. De modo que las conferencias fueron reunidas y co-rregidas para ser editadas en forma de libro. No hemos intentado realizar un tratamiento histrico del desarrollo de la ciencia de la psicologa en la India. Hemos procurado, ms bien, dar una idea de las conquistas de la ciencia de la psicologa alcanzadas tanto por los hindes como por los budistas de la India. Hemos expuesto, asimismo, los mtodos adoptados en la India para desarrollar la mente. Quizs conviniese brindar un tratamiento ms depurado y una mayor consideracin del desa-rrollo histrico en una obra dedicada, como esta, a la psicologa hind, ya que no existe, segn se nos alcanza, ninguna otra publicacin sobre la mate-ria. Pero el objeto de este libro es interesar tanto a los lectores orientales como a los occidentales en las conquistas logradas por los hindes en la ciencia de la psicologa. En toda nuestra exposicin hemos tenido por norte la brevedad, ya que la mayora de la gente tiene demasiadas ocupaciones para dedicar mucho tiempo a la lectura. Nosotros sugerimos a los estudiosos orientales que se preparen para compartir sus conocimientos con los pensadores y lec-tores occidentales. Sin vacilacin, sin escatimar esfuerzos, deben contribuir en la medida de lo posible a enriquecer la cultura occidental en los campos de la religin, la psicologa y la filosofa. Por otra parte, tambin deben hallarse preparados para recibir lo que Occidente es capaz de dar en el cam-po de la ciencia y otras ramas del saber. Lo que ms recomendamos a los lectores y pensadores occidentales es que utilicen las conquistas de la sabi-dura hind en el campo de la psicologa. Ser para nosotros una valiosa re-compensa si logramos crear en los lectores el inters suficiente para que en

  • el futuro sigan estudiando y practicando el sistema psicolgico hind. Sus esfuerzos habrn de tener por premio una considerable disminucin de todo gnero de desconfianza, suspicacia y malentendidos, reportndoles incalcu-lables beneficios a todas las poblaciones del mundo. Debemos aclarar que la psicologa hind incluye los sistemas de pensamien-to y mtodos psicolgicos tanto hindes como budistas. A partir del siglo V a. C. se entremezclaron hasta tal punto en la India, que sera imposible sepa-rarlos. Tanto los psiclogos hindes como los budistas emplean en comn multitud de mtodos para el desarrollo mental. Frecuentemente los pensadores occidentales ven a la filosofa hind envuel-ta en cierto misterio; en consecuencia, omiten casi mencionarla al realizar el estudio histrico de estas ramas del conocimiento. Estamos convencidos de que ello se debe a la falta de familiaridad, por parte de los investigadores occidentales, con las escuelas del pensamiento hind. Desgraciadamente, la palabra Yoga casi invariablemente despierta curiosidad y suspicacia en Oc-cidente. Por eso hemos tratado de desterrar toda nocin equvoca de la men-te de nuestros lectores occidentales. Ni la psicologa hind ni los sistemas del Yoga tienen nada de misterioso, ni hay motivo alguno, tampoco, para que engendren una actitud suspicaz o burlona. Lejos de ello, se basan en s-lidos mtodos cientficos de observacin y experimentacin. Los dos primeros captulos de este libro quiz parezcan algo tcnico y falto de inters desde el punto de vista pragmtico. Pero era necesario trazar un cuadro completo de la mente, tal como la conciben los psiclogos hind-es, y, por consiguiente, debimos afrontar el riesgo de tornar el tratamiento algo tcnico a fin de suministrar la base para la comprensin de la percep-cin y el conocimiento. Por eso rogamos a los lectores que sean pacientes, pues ms adelante encontraran los aspectos prcticos de la psicologa hind y su valor en la vida. Todo el mrito de este libro pertenece exclusivamente a las enseanzas, amor, bendiciones e inspiracin de nuestro amado maestro el Swami Brah-mananda, y de nuestro amado gua, el Swami Vivekananda, dos grandes discpulos de Sri Ramakrishna. Debemos mencionar tambin el nombre del Swami Premananda, otro gran discpulo de Sri Ramakrishna, a quien se de-be en gran medida nuestra modesta contribucin, ya que fue l quien ms insisti en nuestro estudio de los mtodos cientficos. Tambin agradecemos humildemente a otros discpulos de Sri Ramakrishna, por sus ideales y sus vidas, como as tambin por sus bendiciones llenas de afecto. El manuscrito de este libro fue ledo ntegramente o en parte por todos los Swamis de la orden de Ramakrishna establecida en Norteamrica. Sin em-bargo, debemos mencionar especialmente al Swami Bodhananda, de Nueva

  • York; al Swami Pabhananda, de Los ngeles y al Swami Vishwananda, de Chicago, por su constante aliento. Nuestros estimados amigos, el profesor Edgard S. Brightman, de la Universidad de Boston; el profesor Joachim Wach, de la Universidad de Brown; el profesor Parry Moon, del Instituto de Tecnologa de Massachussets y el profesor Orval Hobart Mowrer, de la Uni-versidad de Harvard, leyeron gentilmente el manuscrito, formulndome va-liosas sugestiones. Estamos sumamente agradecidos a los profesores Brightman y Allport por haber escrito las palabras preliminares y la presen-tacin, como as tambin por el inters que demostraron en la publicacin de la obra. Tambin hemos contrado una deuda de gratitud con algunos de nuestros alumnos y amigos que contrataron los taqugrafos, pasaron a m-quina el manuscrito y nos ayudaron de una u otra manera. Agradecemos tambin a los autores y editores que nos permitieron generosamente citar sus libros. Ofrecemos el resultado de este modesto esfuerzo al Ser Pleno de Amor.

    AKHILANANDA Sociedad Vedanta

    Boston, Massachusetts

  • CAPITULO I

    EXAMEN DE LA PSICOLOGIA OCCIDENTAL

    Y DE LA PSICOLOGIA HINDU

    Aos atrs, la psicologa de las escuelas clsicas de Occidente se ocupaba principalmente del estudio de la mente en sus sucesivos estados de concien-cia. Los psiclogos ms antiguos describan las funciones de la mente, ob-servaban su comportamiento y procuraban describir las leyes que regan sus actividades. Sin embargo, estos estudios se limitaron siempre al plano cons-ciente. Rara vez se encuentra una referencia al estudio de otros aspectos mentales. Hasta el gran psiclogo Wundt, como as tambin otras notables autoridades en la materia, pasaron por alto, al parecer, las actividades de los estados menos ostensibles de la psiquis, conocidos en la actualidad con el nombre de subconsciente o inconsciente. Aunque los psiclogos formaron diferentes escuelas segn sus diversas teoras sobres los elementos subjeti-vos y objetivo de la conciencia, y la relacin de estos elementos con el orga-nismo fsico, todos ellos estudiaron solamente los elementos conscientes, haciendo caso omiso de los estados mentales subconscientes y supracons-cientes. A partir de sus observaciones, muchos de ellos llegaron a la conclu-sin de que la conciencia y el alma no posean una existencia separada de la sustancia fsica del cerebro, considerndolas meros productos de la materia cerebral. Los pensadores materialistas pasaron completamente por alto la posibilidad de la existencia separada de la mente o la conciencia, y ni qu decir que tambin juzgaron imposible la existencia independiente del alma, si bien Wundt y sus discpulos sentaron las bases del paralelismo psicofsi-co. Verdad es que la mente habitualmente funciona, en las personas corrientes, mediante el sistema nervioso y las clulas cerebrales, as como la electrici-dad funciona y se manifiesta a travs de alambres y aparatos elctricos. No por ello podemos concluir que, sin embargo, que la electricidad y los alam-bres son una misma cosa. De modo semejante, no es posible identificar la mente en funcionamiento, consciente o de otra ndole, con los instrumentos mediante los cuales opera halla expresin. No obstante, la tendencia de la ciencia moderna difiere de la prevaleciente entre los materialistas del siglo pasado. Algunos investigadores modernos, a diferencia de sus predecesores, no se muestran dogmticos en sus juicios.

  • No queremos dar a entender con ello que los psiclogos de las escuelas ms antiguas fueran los nicos inclinados a presentar sus ideas como soluciones definitivas. Tambin los fsicos, qumicos y, en general, todos los hombres de ciencia eran igualmente dogmticos e irreductibles en sus opiniones. En la actualidad resulta grato comprobar que algunos de los pensadores mejor dotados, algunos de los psiclogos ms notables, han adoptado una actitud ms liberal. En efecto, no se circunscriben a un solo aspecto de una materia dada, sino que se muestran dispuestos a considerarla desde otros puntos de vista, man-tenindose siempre atentos a las novedades. Son muchos incluso, los que admiren la posibilidad de que la mente siga existiendo despus de la desin-tegracin del cuerpo y el cerebro. El Dr. William Brown, uno de los psiclo-gos y psiquiatras mas destacados de Europa, se siente inclinado a aceptar la teora de la supervivencia de la mente. Las pruebas reunidas por l mismo, provenientes todas de fuentes autorizadas, dignas de su confianza, lo con-vencieron de que es posible y hasta probable la supervivencia de la mente despus de la muerte del organismo fsico. He aqu sus palabras: No sera fcil definir el rea abarcada por la investigacin psquica, pero quizs podamos sealar como problema caracterstico de su estudiola medida en que la mente alojada en el organismo puede comunicarse con mentes independientes, vale decir, con las mentes de personas ya muertas, las mentes cuya existencia, invisible y ajena a la forma humana, se desarrolla en algn punto del planeta, segn cave presumir sobre la base de la autori-dad de la religin o de los propios hechos He aqu lo que el profesor Eddington expresa en su anlisis de la ciencia y el misticismo: Hemos visto que el esquema cclico de la fsica presupone una base fuera del alcance de sus investigaciones. En esta base debemos encontrar, prime-ro, nuestra propia personalidad y, luego, quiz, una personalidad de mayor magnitud. La idea de una Mente o Logos universal sera, a mi juicio, una deduccin bastante plausible del estado actual de la teora cientfica puesto que al menos se halla en armona con ella Igualmente el Dr. Richard Muller- Freienfels, de Alemania, no desecha cier-tas experiencias mentales carentes de elementos sensorios, sino que propone someterlas a una investigacin cientfica. Estas francas afirmaciones prove-nientes de psiclogos u otros hombres de ciencia, muestran claramente una tendencia definida a apartarse y aun a refutar las teoras de los materialistas

  • del siglo pasado. Tambin debemos incluir en este grupo de pensadores al profesor Gordon W. Allport, Sir Oliver Lodge, Dr. Alexis Carrel y el Dr. Gustaf Stromberg, autor de la obra El Alma del Universo. Es interesante advertir que la psicologa misma ya no se circunscribe al es-tudio del plano mental consciente, sino que ha emprendido un cuidadoso anlisis de las actividades del estado subconsciente. Esto constituye, por s solo, una maravillosa conquista y un gran adelanto en el campo de la ciencia mental. Claro est que encontramos excepciones a esta tendencia en las con-ductistas, reflexologos y otros psiclogos mecanicistas que rechazan, no slo el subconsciente, sino tambin los estados conscientes. Aun estos pensado-res nos muestran, con su negacin, que esos estados mentales no pueden ser pasados por alto y que constituyen fenmenos ciertos, que exigen una expli-cacin satisfactoria, cualquiera sea su ndole, si hemos de comprender la personalidad humana. El psicoanlisis ha realizado sorprendentes progresos en los ltimos tiem-pos. Los experimentos ejecutados y las pruebas reunidas alcanzan dimen-siones realmente asombrosas. En su tentativa de obtener una clara compren-sin de las actividades que tienen lugar bajo la superficie del plano cons-ciente, los psiclogos realizan experimentos definidos y deliberados con la mente oculta. As, analizan cuidadosamente los diferentes estados psicol-gicos y funciones mentales. Ello no es fcil porque deben enfrentar fuerzas mentales, sutiles engaosas, difciles de aprender. Frecuentemente estas fuerzas no son reducibles a frmulas cientficas ni se hallan sujetas a prue-bas concluyentes. Cualquiera puede estudiar u observar ciertas condiciones y procesos psico-lgicos que tienen lugar en el plano consciente; pero para tratar de captar el funcionamiento de los estados ocultos del aspecto subconsciente de la mente hace falta una penetrante inteligencia analtica, sagacidad intuitiva, visin lcida, sobre todo, una gran paciencia. Muchas veces slo se dispone de in-ferencias para respaldarse. La gente se comporta de determinadas maneras; experimenta ciertas reacciones. A partir de la observacin de su conducta y del estudio de sus hbitos, el psicoanalista procura descubrir la raz de don-de provienen sus actos, vale decir, la causa motivante de su comportamien-to. Y dicha causa slo puede hallarse en la mente subconsciente. Hoy da la mayora de los psiclogos dinmicos de Occidente, salvo, claro est, los conductistas y otros de orientacin semejante, creen que la conduc-ta del hombre y muchas de sus actividades conscientes se hallan realmente determinadas por la mente subconsciente. Por ejemplo, si uno experimenta cualquier clase de temor, estos investigadores no cejarn hasta no descubrir la causa subyacente. Querrn saber por qu se ha experimentado ese temor

  • y qu es lo que lo produce en el estado subconsciente. En forma semejante, analizaran tambin otras tendencias hasta convencerse de que han encon-trado, por fin, el verdadero germen del trastorno mental, hallndose en condiciones de explicar por qu se reacciona de sta o aquella manera. Segn Fred, Jung y otros, la mayor parte de la mente se halla prcticamente sumergida, permaneciendo oculta a nuestra vista. En este aspecto los hind-es concuerdan con los occidentales. As, podra compararse la mente con un Iceberg. Aunque slo se ve un pequeo fragmento del mismo sobre la su-perficie del agua, no por ello la parte sumergida tiene una existencia menos real, o menos digna de ser tenida en cuenta. Desde la superficie del agua no es posible estimar fcilmente el tamao de todo el iceberg, pese a lo cual sus dimensiones pueden bastar para destruir un enorme trasatlntico, como el infortunado Titnic. De modo semejante, la mente sumergida, el estado subconsciente, es un factor poderoso con fuerzas suficientes para gobernar an todas las tendencias conscientes. Frecuentemente no nos damos cuenta de las influencias que all yacen ocultas. Un hombre puede no tener concien-cia de las fuerzas que se esconden bajo la superficie de su mente y tambin es posible que un observador desprevenido no logre siquiera sospechar su existencia. Los psiclogos hindes han bautizado esas fuerzas mentales ocultas con el nombre de samskaras. (Se recomienda para un estudio ms amplio del punto de vista Hind, el Raja Yoga de Swami Vivekananda y los Aforismos Yo-gas de Patanjali). La psicologa moderna ha desarrollado otro aspecto del estudio de la mente que constituye una contribucin nica para el mundo occidental, especial-mente en el campo de las ciencias mdicas. Actualmente se cree que la ma-yor parte de nuestras enfermedades son funcionales y tienen su origen en inadaptaciones, conflictos, frustraciones, etc., o en la falta de equilibrio men-tal, con el consiguiente trastorno del sistema nervioso. Quiz esto sorprenda a muchas personas. Cmo es posible? Cmo pueden la mente y los ner-vios afectar al cuerpo hasta el punto de provocar una enfermedad orgnica? Cuando los nervios no funcionan en forma adecuada, aparecen dolencias en ciertos rganos. Los psiclogos no dicen que muchas de las llamadas enfer-medades orgnicas se originan cuando los rganos no pueden funcionar de manera apropiada, debido a inadaptaciones y conflictos mentales, con la consiguiente falta de equilibrio en el sistema nervioso. Sabemos que el sis-tema nervioso desempea un papel vital y de suma importancia en nuestra vida. ntimamente relacionado con la mente, es afectado con facilidad por el ms ligero desorden mental. Por lo tanto, las dificultades mentales que se re-flejan en el sistema nervioso son, segn puede demostrarse, las verdaderas causas de numerosas enfermedades funcionales. Asimismo, muchos casos

  • de demencia, neurosis y psicosis, pueden atribuirse a insatisfaccin, agita-cin, frustracin y conflictos mentales. Hace algunos aos, mdicos eminentes expresaron, en un congreso anual sobre educacin mdica, su firme conviccin de que los estudiantes de me-dicina deban aprender psiquiatra y de que el ttulo de doctor en medicina deba garantizar el conocimiento y comprensin de la psicologa analtica. Esto muestra bien a las claras que la moderna ciencia mdica comienza a te-ner en cuenta la condicin mental del paciente, concedindole importancia a la accin de la psiquis sobre el cuerpo. En su obra El valor mdico del psicoan-lisis, el Dr. Franz Alexander propugna el tratamiento psicosomtico. Este li-bro y el del Dr. Carl Binger, La misin del Mdico, son obras de consulta su-mamente tiles. Las fuerza determinantes que yacen tras las actividades del hombre son ac-tualmente objeto de un serio estudio por parte de los psiclogos modernos; pero existen varios puntosa de divergencia entre las escuelas orientales y las occidentales. Los psiclogos hindes aceptan que el hombre posee diversos impulsos e instintos, pero rechazan las teoras de Freud y Adler de que el impulso sexual o la voluntad de poder son los instintos ms fuertes, o que constituyen la verdad fundamental sobre la naturaleza del hombre. En este sentido, las ideas del Dr. William Brown se parecen a las de los psiclogos hindes, puesto que sostiene que ni el sexo ni la voluntad de poder bastan para explicar la conducta humana. Comenta tambin dicho autor, en Ciencia y Personalidad, que aunque Freud y Adler procuraron descubrir un instinto preponderante en el hombre, fraca-saron por completo. Posteriormente, Freud pareci virar de la teora de un impulso bsico del sexo (placer) hacia una teora con dos impulsos bsicos, a saber, el instinto de la vida y el instinto de la muerte o, lo que es igual, el impulso sexual y el impulso suicida. Y, como se sabe, concluy que estos dos im-pulsos del hombre no se excluan mutuamente, sino que aparecan estre-chamente entremezclados en la conducta humana. Segn Freud y algunos de sus discpulos, tales como el Dr. Kart A. Menninger, autor de El Hombre contra s mismo, la vida es una lucha entre estas dos fuerzas. Los psiclogos hindes no estn de acuerdo con la opinin de que el hom-bre posee una tendencia destructiva fundamental. El suicidio, la guerra y todas las tendencias destructivas semejantes no constituyen expresiones de la mente normal. Al parecer, Freud y otros psicoanalistas extraen generali-zaciones innecesarias y gratuitas del estudio de casos patolgicos. Asimis-mo, es igualmente ilgico y forzado ver el impulso hacia la muerte o la des-truccin aun en la abnegacin y el sacrificio religioso. Una consideracin

  • imparcial del verdadero espritu de la cultura religiosa habr de convencer-nos de que las conclusiones freudianas de este tipo son completamente in-justificadas. La teora de los psiclogos hindes es justamente lo contrario. Estos arriban a la conclusin de que en la mente humana existe un impulso hacia la felicidad eterna y la existencia eterna. La bsqueda de una felicidad duradera constituye las verdaderas fuerzas determinantes de las actividades del hombre, tanto conscientes como inconscientes, tal como sostuvo Spino-za. La tendencia hacia la destruccin o impulso suicida no es una cualidad bsica e intrnseca del hombre. El odio, la guerra y otras actividades destruc-tivas, se deben ms bien a la aplicacin pervertida y a la comprensin err-nea de este impulso hacia la felicidad. Tambin el Dr. William McDougall difiere de las escuelas freudianas adle-rania en su interpretacin de la fuerza motivante que yace tras las activida-des del hombre. Este autor se niega a aceptar el impulso sexual o la volun-tad de poder como motor total, aunque cree decididamente que las activi-dades conscientes y subconscientes del hombre obedecen a propsitos deli-berados; en otras palabras, concluye que detrs de toda conciencia hay un objetivo. Mcdougall busca un impulso capital para explicar el propsito de las distintas funciones instintivas del hombre, pero, desgraciadamente, no especifica la naturaleza definida o especfica de este impulso capital. La psicologa de la Gestalt, que tiene en Wolfgang Khler a su principal ex-ponente, procura encontrar una totalidad de la experiencia consciente. Se-gn esta escuela, el yo consciente es una unidad y no una combinacin o suma total de instintos y percepciones separadas. Sin embargo, los psiclo-gos de la Gestalt no nos han explicado todava en forma completa esta men-te total, vale decir el consciente, el subconsciente y el supraconsciente. Podemos decir, sin temor a errar, que existe una tendencia general entre los psiquiatras modernos a considerar que todas las actividades conscientes y subconscientes de la mente funcionan obedeciendo a cierta finalidad, y que todas ellas se hallan controladas por un principio unificador. Se entiende, pues, que debe existir algn propsito o razn de la conducta del hombre. Los miembros de la escuela conductista sostienen, por el contrario, que el hombre es prcticamente una mquina y que la conciencia misma no es ms que una ilusin. Estos investigadores critican no solo a Freud y Jung por su estudio del estado mental subconsciente, sino tambin a todos los que creen en la existencia de la conciencia del hombre, por no decir nada de la existen-cia de Dios. Para un conductista, Dios slo es una ilusin creada la pereza de la humanidad. Veamos lo que dice John B. Watson, al respecto:

  • En el grupo ms amplio, Dios o Jehov pasa a ocupar el lugar del padre de la familia. As, hasta los nios modernos se ven confrontados desde un prin-cipio con los fallos de los sabios, ya se trate del padre, el adivino del pueblo, de Dios o de Jehov. Educado en esta actitud hacia la autoridad, el nio nunca pone en tela de juicio los conceptos que se le han impuesto

    John B. Watson, El conductismo (B. Aires, Paidos, 1955, 3 ed., 1963)

    Los conductistas afirman que debemos estudiar la estructura fsica de un hombre si deseamos comprender su conducta. Claro est que los psicoana-listas, al igual que los psiclogos hindes, admiten que se observan profun-das modificaciones en el estado fsico cuando tienen lugar modificaciones semejantes en la mente, y viceversa. De este modo, cuando la mente se ve afectada, el cuerpo experimenta un cambio; pero aun as queda todava una cantidad de interrogantes que los conductistas no logran resolver en forma adecuada o satisfactoria. En efecto, son incapaces de explicar acabadamente muchos casos de psicosis y neurosis, pues buscan las causas nicamente en la estructura de los nervios y centros nerviosos, si bien es cierto que es posi-ble curar algunos casos de demencia precoz o de otra naturaleza, mediante el empleo de insulina u otras drogas, y el tratamiento del Shock. No obstante, pese a todos los experimentos fisiolgicos de estas escuelas, sus conclusio-nes son incompletas, pues no explican las percepciones extrasensorias ni los estados supraconscientes de la mente. Las escuelas mecanicistas han exagerado la nota en lo concerniente a la na-turaleza mecnica de la mente. Segn ellas, la mente es un mecanismo com-plejo, similar a una linotipo moderna o cualquier otra complicada mquina impresora, capaz de realizar la tarea de cierto nmero de hombres. Pero no hallamos ninguna explicacin real de la conducta humana en medios y si-tuaciones extremadamente complejos o desconocidos. La teora mecnica no otorga iniciativa ni ninguna clase de recursos dinmicos a la mente mecni-ca. En la observacin de la conducta humana, no logramos encontrar ningn rasgo de ingenio deliberado de la mente insondable, susceptible de conver-tirse en meras funciones de clulas materiales o nerviosas. El conductismo mecanicista no puede explicar las diversas facultades mentales superiores ni las funciones humanas, tales como el amor y la simpata, por no mencionar los valores superiores y cualidades espirituales que operan en los grados ms elevados de la sociedad humana. Por otra parte, los psiclogos intencionistas u hrmicos, como el profesor McDougall, desean evitar algunas de las limitaciones del conductismo y el funcionalismo, dotando a la conciencia de facultades deliberadas. Las fuer-

  • zas propulsoras son innatas a la mente y tienen la forma de instintos e im-pulsos. El hombre se esfuerza por superar las dificultades que le salen al pa-so, enseorendose de la situacin. Los finalistas se hallan en mejores condi-ciones para explicar la complicada naturaleza humana, si bien es cierto que tampoco logran una comprensin total de las experiencias humanas. Otro tanto podra decirse de los gestalistas. Debemos hacer notar aqu que la mayora de las escuelas psicolgicas nor-teamericanas concede una gran importancia a la accin. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la principal tendencia de la psicologa nor-teamericana se vuelca hacia el aspecto motor de la mente. El profesor Wi-lliam James puede ser considerado el fundador de la psicologa de la ac-cin en este pas, y Bain y Darwin como los precursores. Segn James, to-da conciencia es motriz. Mnsterberg y Derwey se convirtieron en grandes exponentes de la escuela cientfica que, sobre todas las cosas destacaba la ac-tividad, el rendimiento y la conducta. En el campo de la psicologa, Dewey y otros se apresuraron a adoptar golosamente el pragmatismo de James. Y el resultado de ello fue que el desarrollo de la mente comenz a ser medido por sus expresiones externas y su rendimiento en el terreno objetivo. La ca-lidad de la inteligencia se determin, a su vez, por la medicin de la actitud para la accin. En consecuencia, se pas por alto el elemento subjetivo de la mente. En realidad, generalmente se hace caso omiso de la meditacin y la comprensin interior. El profesor Gordon Allport, de la Universidad de Harvard, hizo una magnfica resea de la especializacin de la psicologa norteamericana, en el discurso que pronunci en su carcter de presidente de la Sociedad para el Estudio Psicolgico de los Problemas Sociales. He aqu sus palabras: El genio de la psicologa norteamericana reside en su in-sistencia en la accin o, para decirlo con trminos algo ms precisos, en la fase motriz del arco reflejo. Y luego: Rara vez registramos, por ejemplo, un modo de vida intelectual nico y subjetivo para el individuo. (Gordon W. Allport, The Psychology of Participation, Mayo 1945). Se comprender f-cilmente esta tendencia de la psicologa norteamericana si se consideran las inclinaciones fundamentales de la vida norteamericana y la perspectiva que stas determinan. La concepcin hedonista de la vida afecta, naturalmente, todas las esferas de la actividad de una nacin. Ms adelante veremos que el acento de la psicologa hind recae en un campo totalmente distinto, debido a que floreci en un pas donde los elementos subjetivos de la mente y los estados psquicos interiores y nicos desempean primersimo papel. En realidad, el idealismo espiritual constituye el factor predominante en la vida nacional hind. En su estimacin de la psicologa norteamericana, el profe-sor Allport se muestra sumamente preciso. Segn las escuelas psicolgicas

  • hindes, la expresin ms grande de la mente reside en la iluminacin total, que se alcanza, como veremos ms adelante, mediante los mtodos subjeti-vos de concentracin y meditacin, con la consiguiente integracin mental. Para que una persona pueda lograr xito real, la mente debe sufrir un proce-so de sntesis. La grandeza de la mente puede juzgarse no por la aptitud pa-ra la accin sino ms bien por su integracin y unificacin. Los psiclogos hindes reconocen cuatro estados de conciencia. Para utilizar la terminologa de algunos de ellos, podramos decir que distinguen los es-tados correspondientes al dormir, al soar, a la vigilia y al superconsciente: susupti, swapna, jagrat y turriya. Los estados correspondientes al dormir y el soar se hallan comprendidos dentro del subconsciente. As, de acuerdo con la terminologa occidental, ello equivaldra a considerar tres estados: el sub-consciente, el consciente y el supraconsciente. La mayora de los psiclogos occidentales o bien ignoran el estudio del supraconsciente, o bien lo consi-deran patolgico, pese a que el profesor William James estudi sus manifes-taciones, en su obra Las variedades de la experiencia religiosa. (William Ja-mes,Varieties of religious Experiences, New York: Longmans, Green & Co., 1929), y el Dr. Muller Freienfels se detuvo a considerar la telepata y otros fen-menos mentales igualmente inslitos, al referirse a la parapsicologa en su libro Evolucin de la Psicologa Moderna (Muller- Freienfels, Evolution of Mo-dern Psychology, pgs 469 78) Tambin resulta alentador el hecho de que el profesor Rhine, de la Universidad de Duke, haya realizado un minucioso es-tudio de lo que l denomina percepciones extrasensorias, en su obra Nuevas Fronteras de la Mente, ( Joseph Banks Rhine, New Frontiers of the Mind, New York: Farnar & Richard. Inc. 1937), a fin de establecer si es posible alcan-zar la explicacin cientfica de ciertas percepciones mentales que se reciben con independencia de los rganos de los sentidos y del sistema nervioso. Aunque la telepata y la clarividencia parecen ser la expresin de facultades extrasensorias, no debe confundrselas con el estado supraconsciente o sa-madhi. En realidad, se considera que el ejercicio de estas facultades extraor-dinarias constituye un obstculo para alcanzar la comprensin supracons-ciente. Esta verdad cobra relieve en los Aforismos yogas de Patanjali y en las Enseanzas de Sri Ramakrishna. Sin embargo, Patanjali (el padre de la psico-loga hind) y otros pensadores reconocen la existencia de estas percepcio-nes e incluso proporcionan los mtodos mediante los cuales es posible des-arrollarlas eficazmente. Si bien no aconsejan su empleo cuando se desea al-canzar la verdadera espiritualidad. A veces la telepata, la clarividencia y otros poderes similares se manifiestan en los individuos, sin ningn esfuer-zo consciente de su parte; a veces se manifiestan en el curso de la prctica autntica del yoga y del tipo correcto de concentracin y meditacin; pero

  • trtase de facultades o poderes del plano terrenal, y el genuino buscador de la verdad no debe permitir que stos los desven de su meta. En la psicolo-ga hind y en otros sistemas similares se ha realizado un acabado estudio de los diversos grados de comprensin supraconsciente y de otras percep-ciones extrasensorias alcanzadas mediante las prcticas del Raja yoga, tal como han sido descritas en los Aforismos yogas de Patanjali. En los libros de-dicados al Hatha Yoga se analizan ciertos tipos de percepciones extrasenso-rias inferiores, pero no es nuestra intencin describir aqu el Hatha yoga, puesto que su objetivo primordial consiste en controlar las leyes fsicas. Es de importancia fundamental advertir que existen diferencias netas entre los mtodos experimentales y deductivos de los psiclogos occidentales y las prcticas subjetivas e intuitivas del yoga (ciencia mental o psicologa) de los hindes (El yoga ser analizado detenidamente en el captulo XI, que versa sobre los Mtodos de la experiencia supraconsciente). No es posible aplicar adecuada-mente el estudio de la mente el mtodo puramente objetivo. El psiclogo debe interpretar las expresiones interiores normales y anormales para com-prender los estados e impulsos ntimos de la mente. Inevitablemente, tie sus interpretaciones con ideas preconcebidas. Por lo dems, una expresin particular puede obedecer a causas distintas. Hay un dicho popular segn el cual los tontos se ren tres veces del mismo chiste. Primero se ren porque ven rerse a los dems, luego, porque comprenden el chiste, y, finalmente, porque piensan en lo tontos que han sido al no comprender el chiste de primera intencin. As como la risa ha sido determinada, en este caso, por tres causas diferentes, de igual modo una expresin externa puede obedecer a diferentes emociones e impulsos interiores. En consecuencia, difcilmente puede el mtodo interpretativo brindarnos una comprensin convincente de la naturaleza interior de la psiquis, puesto que la neurosis y psicosis pueden obedecer en las distintas personas, a diferentes impulsos y condiciones men-tales subconscientes y conscientes. Por lo tanto, los hindes se han consa-grado por entero a la prctica de los mtodos psicolgicos subjetivos que suministran una comprensin clara y concluyente de la mente total. Quiz los pensadores occidentales se sientan inclinados a poner en tela de juicio la validez de los estudios psicolgicos realizados en la India, dado que la psicologa hind no es experimental, en el sentido que lo entienden las es-cuelas occidentales de psicologa experimental. No obstante, jams podra decirse que la psicologa hind no es emprica, puesto que se basa en el es-tudio de la experiencia de la mente. Brentano y buen nmero de sus discpu-los no atribuyeron gran valor a la moderna psicologa emprica de externo valor, pues lo que a ellos les interesaba era la naturaleza de la mente. Evi-dentemente, el profesor Boeing no tiene a Brentano en gran estima como

  • psiclogo, ya que tanto a l como a sus discpulos los considera filsofos concentrados primordialmente en la comprensin del todo, (Edwin G. Bo-eing, A History of Experimental Psychology, New York: Appleton, 1950 Versin c t: Historia de la psicologa experimental, B. Aires. Paids, 1959). A los historia-dores u otros pensadores de este tipo puede resultarles difcil apreciar las contribuciones de la psicologa hind, y es posible que desechen todo el sis-tema por considerarlo una cuestin filosfica o un producto de la literatura mstica. Pero no sera justo llegar a semejante conclusin, dado que la psico-loga proporciona mtodos definidos, no slo para conocer la naturaleza de la mente, sino tambin para desarrollar sus facultades. Los mtodos psicol-gicos de Occidente no constituyen el nico procedimiento para conocer la psiquis. Ante todo, debemos dejar bien aclarado lo que se entiende por mtodo sub-jetivo e intuitivo de la psicologa hind. No consiste en filosofar sobre la na-turaleza de la mente o en alcanzar un conocimiento conceptual de est, sino ms bien en el adiestramiento de la mente total del individuo, incluyendo el pensamiento, las emociones y la voluntad. No depende del mtodo interpre-tativo, ya que la interpretacin de las expresiones interiores de la mente no siempre puede ser digna de crdito. Los psiclogos hindes estn firme-mente convencidos de que es posible verificar y desarrollar los hechos y la evolucin psicolgica mediante el crecimiento mental personal. Un autnti-co adepto a los mtodos de desarrollo psicolgico puede alcanzar el creci-miento nico y verificar los principios descubiertos mediante las experien-cias de muchas personas. Como creen en la verificabilidad de distintas expe-riencias mentales, los psiclogos hindes, pese a ser subjetivos e intuitivos, son tambin cientficos, prcticos y dinmicos. En la actualidad, muchos psiclogos destacados de Occidente consideran dinmica a la psicologa. Nosotros pensamos que la psicologa hind es ms dinmica, puesto que educa a la mente individual para manifestar todas sus facultades latentes. Ms adelante veremos, en los captulos sobre La Medi-tacin y Los mtodos de la experiencia supraconsciente que, merced a las prcticas psicolgicas sistemticas, las facultades dinmicas de la mente evolucionan y capacitan a la mente individual para servir a los dems en la integracin de sus emociones y otros procesos mentales. El inters primordial de los psiclogos hindes se centra en el estudio y de-sarrollo de la mente total, ms que en el de las distintas funciones conside-radas por separado. A los psiclogos experimentales de Occidente les inte-resan las facetas particulares de la actividad mental. Algunos de ellos llegan al colmo de la especializacin, limitndose a estudiar las reacciones nervio-sas, por considerar que eso les bastar para comprender la mente misma, sin

  • darse cuenta de que con ello slo estudiar los instrumentos de que se sirve la mente. Es interesante transcribir lo que el profesor Hocking dice, acerta-damente, al estimar la psicologa occidental: Pero la ciencia o ciencias exis-tentes de la psiquis no nos han ofrecido la mente misma, sino tan slo susti-tutos Mentes aproximadas, cabra llamarlas (W. E. Hocking, Mind and Near Mind Actas del Sexto Congreso Internacional de Filosofa, ed. Edgar Shef-field Brigthman, New York: Longmans, Green & Co, 1927). Agregando ms tar-de: Las mltiples Mentes Aproximadas de la psicologa cientfica tienen su valor y su existencia concreta pero slo viven como rganos de la mente. No estar de ms recordar aqu que los hindes aceptan la existencia de la mente con independencia de los nervios. A Brentano y a los gestaltistas les interesa en gran medida, sin duda, la experiencia total de la mente; pero aparentemente no van lo bastante lejos para abarcar toda el rea de las expe-riencias mentales, como ya dijimos, pues nunca tienen en cuenta al supra-consciente. Los psiclogos del inconsciente, Freud, Adler, Jung y otros, tam-poco satisfacen este requisito, segn ya vimos. Por consiguiente, no sera demasiado osado decir que a los psiclogos occidentales les interesan prin-cipalmente las diferentes facetas del funcionamiento mental, que tornan se-parada e individualmente en sus mtodos experimentales; en tanto que el inters de los psiclogos hindes gira fundamentalmente en torno al estudio de la mente total, pues es su conviccin que las diferentes funciones, con-ciencia, subconsciente, superconsciente, cognicin, volicin y conacin, no pueden separarse en la realidad. Adems, se hallan interrelacionadas y, co-mo es sabido, un pensamiento dado crea una reaccin emocional que tiene por resultado determinada actividad. Un pensamiento o un concepto crean una emocin interna, por ejemplo, de atraccin o repulsin, placer o disgus-to, amor u odio. Tambin nos percatamos de nuestras emociones: como ta-les, el pensamiento y la emocin no pueden ser aislados u observados sepa-radamente. Los impulsos emocionales tornan activa la mente. Es casi impo-sible observar la actividad de sta (funcin de la voluntad) con prescinden-cia del pensamiento o de la emocin. De igual modo, tampoco podemos ob-servar un pensamiento con prescindencia de la emocin o la actividad de la mente, y por ultimo, tampoco se puede aislar las emociones del contenido gnoseolgico de la mente y su expresin dinmica, por sutiles que sean, As, pues, el pensamiento, la emocin y la bondad se hallan indisolublemente re-lacionados. Por tal razn es que los psiclogos hindes estudian dichas fun-ciones conjuntamente, cuando tratan de desarrollar e integrar la mente. Y tambin aqu consideran que slo puede alcanzarse el pleno desarrollo de la psiquis cuando se llega al plano supraconsciente. Los estudiantes de psico-loga tienen conocimiento, asimismo, de los contenidos del inconsciente

  • (samskaras), en el proceso del desarrollo del supraconsciente. En realidad, cualquier estudio del inconsciente en que ste se diese aislado de la educa-cin consciente de la psiquis, sera en extremo arriesgado, segn veremos en el captulo sobre La Mente Subconsciente. De este modo, segn los psic-logos hindes, en realidad no es posible estudiar y conocer adecuadamente un estado mental dado, sin la integracin total de la mente. La mayora de los psiclogos norteamericanos parecen conceder extrema importancia al aspecto motor de la mente. En otras palabras, su inters pri-mordial consiste en conocer la actividad, las consecuencias motrices de la vida mental, a fin de establecer como acta y reacciona la mente desde el punto de vista moto. Los psiclogos hindes, por el contrario, tratan de comprender y fortalecer las mentes totales. Por lo tanto, les interesa espe-cialmente el desarrollo del carcter y la personalidad, que slo puede alcan-zarse mediante la integracin de la psiquis. Por eso apreciamos a algunos psiclogos occidentales como el profesor Allport y el profesor Allers, que se muestran interesados en la personalidad total del hombre. Debemos aclarar que no desconocemos la importancia de gran nmero de psiclogos hindes que profesaron principios psicolgicos con anterioridad a Patanjali (alrededor del ao 150 a. C). En los Upanishads, en el Bhagavad- Gita y en el sistema Sankhya ya se enseaba psicologa aplicada. Tambin los budistas brindaron muchas ideas definidas y prcticas de psicologa aplica-da, para la unificacin y fortalecimiento de la mente, como as tambin ins-trucciones definidas para el esclarecimiento total de la psiquis. En realidad, Patanjali ha dejado un tratado sistemtico de yoga, aunque muchos de sus conceptos se basan en el pensamiento del Sankhya. Los hindes desarrollaron su psicologa principalmente en el transcurso de su desenvolvimiento, religioso. Los psicoanalistas occidentales, Charcot, Ja-net, Freud, Adler, Jung y otros, iniciaron su investigacin con los estados anmalos de la mente. A los psiclogos fisiolgicos les interesa ms, en cambio, el estudio de las reacciones y funciones del sistema nervioso que el estudio de la mente misma. El profesor Hocking, de estudio la Universidad de Harvard, dice acertadamente que es ste un estudio de la Mente aproximada. Debemos recordar que es sumamente arriesgado, por decir lo menos, generalizar las comprobaciones efectuadas en el plano de la mente anmala, para aplicarlas despus a las mentes perfectamente normales. Freud y otros autores efectan observaciones superficiales sobre las tenden-cias religiosas del hombre, en funcin del sexo, y tratan de encontrar ten-dencias destructivas o suicidas, aun en las mentes normales y superio-res. En realidad, las mentes superiores funcionan de un modo completamen-te diferente de la de los sujetos normales y anmalos. Por esta razn, mu-

  • chas de las infortunadas generalizaciones de algunos psicoterapeutas relati-vos a las experiencias espirituales, son en extremo inexactas y carentes de rigor cientfico. Y por cierto que distan de la verdad. La ciencia de la psicologa fue desarrollada principalmente por los hindes, mientras estudiaban los mtodos para alcanzar la ms alta experiencia reli-giosa, a saber, el estado supraconsciente o samadhi. Es ste el nico mtodo para comprender y controlar la mente, a fin de al-canzar una conciencia superior. De acuerdo con los Aforismos Yogas de Patanjali, la psiquis se ilumina plena-mente y puede llegar a trascender, incluso, los lmites del sistema nervioso, toda vez que se la controle y unifique en el curso del proceso de concentra-cin y meditacin profundas. La mente puede alcanzar en forma inmediata y directa de otro plano, el estado supraconsciente, en el que experimenta la realidad. Veamos cmo explica esto Swami Vivekananda, en el Raja Yoga: Existe un plano superior an, en el que puede operar la mente. En efecto, sta puede sobrepasar la conciencia. As como el obrar inconsciente se halla debajo de la conciencia, de igual modo existe otro obrar situado por encima de la conciencia, y que no va acompaado del sentimiento de egosmo. Di-cho sentimiento egosta slo se da en el plano medio Por los efectos, por los resultados de la actividad, podemos conocer lo que est debajo y lo que hay ms arriba. Cuando un hombre se duerme profundamente, penetra en un plano ubicado debajo de la conciencia. Su cuerpo sigue trabajando, sin embargo; respira, se mueve incluso, sin que ningn sentimiento del yo acompae estos actos; el sujeto est inconsciente y cuando se despierta vuelve a ser el mismo hombre que haba sido antes de dormirse. La suma to-tal del conocimiento que posea antes de dormirse sigue siendo la misma, pues el sueo no la aumenta en absoluto. No extrae de ello iluminacin al-guna. Pero cuando un hombre penetra en el samadhi, as sea un necio, des-pus de transponer sus umbrales volver convertido en un sabio. Los ideales y expresiones religiosos son esenciales para la satisfaccin y culminacion de la conciencia en este estado suprasensible. Para los hindes, la religin no es una barrera opuesta al desarrollo y la comprensin de la psicologa; lejos de ello, es la propia base de la iluminacin total de la mente. Segn los psiclogos hindes, cuando la mente es sometida a la disciplina de las prcticas yogas, los finos tejidos nerviosos del cuerpo sufren la consi-guiente transformacin. Las fuerzas fsicas y mentales del hombre se depu-ran y unifican, lo cual arroja por resultado un equilibrio emocional, el desa-rrollo de una frrea voluntad y la armona fsica. Todo hombre que experi-

  • menta el samadhi o comprensin supraconsciente se pone en condiciones de entender la mente total, vale decir, consciente, subconsciente y supracons-ciente. Alcanza un estado tal, asimismo, en que la psiquis funciona con indepen-dencia del sistema nervioso, segn de desprende de las enseanzas de Swami Brahmananda. En realidad, para l toda la mente se asemeja a un es-pejo donde es posible ver reflejada la verdad. Adems, esta mente unificada, una vez disciplinada merced a la prctica de la concentracin, la meditacin y dems procesos pertinentes, se convierte en un centro de poder. Cuando un hombre es dueo de sus propias fuerzas mentales se halla capacitado pa-ra comprender las mentes de los dems e influir sobre ellas. Armoniosamen-te equilibrado, es capaz de crear en torno suyo una atmsfera de paz. Y cualquiera que se aproxime a una persona de este tipo, recibir consciente o inconscientemente un hlito de sosiego, ganando en equilibrio y plenitud, merced a dicho contacto. Podramos comparar estos seres que han alcanza-do la comprensin supraconsciente, con las sustancias capaces de irradiar rayos luminosos. No slo resplandecen ellos mismos sino que tambin iluminan los objetos que los rodean. De igual modo, un hombre dotado de una mente unificada irradia sabidura y comunica su fortaleza a los dems.

  • CAPITULO II

    COGNICIN

    Slo en los ltimos cincuenta aos comenzaron los occidentales a captar la impor-tancia de la psicologa, percatndose de que no se trataba nicamente de un estu-dio filosfico o especulativo, sino tambin de un factor indispensable para la satis-faccin de las exigencias de la vida cotidiana prctica. Los hindes, por el contra-rio, hace siglos que tienen conciencia de esta verdad. Durante centenares de aos, han hecho uso de la psicologa, no solo como mtodo para llegar a la verdad reli-giosa base de su filosofa profunda sino tambin como valioso auxiliar en el campo de la medicina, para procurar salud, equilibrio y armona. En trminos generales, son los aspectos ms utilitarios de la psicologa los que al-canzaron, por diversas razones, mayor popularidad en Occidente, en particular en los Estados Unidos. En el campo de la medicina, por ejemplo, cada vez se dedica mayor atencin al estudio de la accin de la mente sobre el sistema nervioso, espe-cialmente en los casos de las llamadas dolencias funcionales. Actualmente los mdicos declaran que no es posible pasar por alto los efectos perjudiciales que ejer-cen, sobre la salud fsica, los estados mentales o emocionales desequilibrados, in-sistiendo en la necesidad de un control mental y emocional para el bienestar org-nico. Es sabido que los medicamentos, las drogas y hasta las operaciones quirrgi-cas fracasan en aquellos casos en que el paciente carece de dominio sobre su mente o de estabilidad emocional. De igual modo, el conocimiento de la psicologa ha demostrado ser de suma utili-dad en el mundo de los negocios. Muchos individuos con intereses comerciales, especialmente en el campo de la propaganda, han llevado a cabo un cuidadoso estudio del poder de la sugestin, a fin de aumentar sus ventas. Y as, se gastan enormes sumas de dinero para influir sobre los compradores, no solo por la pre-sentacin del artculo, sino mediante el uso de todos los medios de difusin imagi-nables, para atraer la atencin del pblico sobre los productos fabricados. En mu-chas casas comerciales se imparten clases de psicologa a los vendedores para acre-centar su xito con los clientes. Por ejemplo, se les ensea a prestar mayor atencin a los hombres que a las mujeres, pues aquellos suelen comprar lo que necesitan en el primer negocio que pisan, en tanto que las mujeres prefieren recorrer distintos comercios, comparando las ofertas. De este modo, se hace evidente que el poder influir sobre la mente de los dems ha adquirido inmensa importancia aun en el mundo de los negocios.

  • Por otra parte, existen personas carentes de encanto, belleza o atraccin, que de-sean, no obstante, alcanzar xito poltico, adquirir dominio sobre los dems o des-arrollar una gran fuerza de voluntad. Todas estas necesidades y otras afines han creado un extenso mercado para los libros de psicologa de divulgacin, algunos de los cuales son de escaso mrito; pero reflejan la necesidad cada vez mayor de ayudar a la gente a solucionar sus problemas, y demuestran claramente que el p-blico comienza a apreciar la comprensin de la mente como gua de la vida prcti-ca. Finalmente, los hay quienes desean comprender la psicologa por la psicologa misma. No hay nadie, prcticamente, que una u otra vez no haya experimentado el deseo de saber ms acerca de s mismo. Quin soy yo? Por qu existo? Qu relacin guardo con el mundo objetivo que debo enfrentar todos los das?; he ah slo unas pocas de las preguntas que ninguna mente inquisitiva e inteligen-te puede dejar de formularse. Efectivamente, el concete a ti mismo sigue siendo an la clave de la sabidura, tal como lo fue en los das de Scrates; y este conoci-miento de s mismo, tal como lo ha desarrollado la psicologa hind, constituye el camino hacia la libertad, la verdad y la armona. El estudio de psicologa es, en esencia, un estudio de la mente, de sus funciones, de sus reacciones ante el mundo objetivo, y de los mtodos mediante los cuales ad-quiere conocimientos. Resulta conveniente definir la psiquis como aquello que clasifica, juzga y coordina las impresiones y sensaciones recogidas en el mundo exterior, vale decir, aquello que sabe y sabe que sabe. Esto nos coloca, por supues-to, frente a mltiples problemas, por ejemplo: Quin es el sujeto cognoscente y de que naturaleza es el conocimiento? Cmo se yo que se y cmo puedo estar seguro de que mi conocimiento es correcto? Tiene la mente una existencia separada e in-dependiente de la materia fsica del cerebro, o es solo un manojo de sensaciones, el mero producto de los rganos de los sentidos y del sistema nervioso? A lo largo de este estudio nos ocuparemos de todos estos interrogantes, comenzando ahora con la cognicin o conocimiento. El gran fsico y botnico Sir J. C. Bose, de Calcuta, India, demostr que hasta las plantas y los organismos ms simples presentan ciertas sensaciones y reacciones que, naturalmente, se hacen ms evidentes en las formas superiores de vida. Los animales inferiores se hallan dotados de rganos de los sentidos, mediante los cua-les renen un conocimiento especializado y peculiar de los objetos exteriores. Los perros, por ejemplo, dependen en gran medida de su agudo sentido del olfato; has-ta una serpiente conoce parte del mundo que la rodea por su sensibilidad al soni-do, pese a carecer de los rganos externos habituales de la audicin. Al estudiar los reptiles, los psiclogos occidentales comprobaron que mientras algunos (lagartos) poseen al parecer sensibilidad auditiva, otros (las serpientes) carecen de ella. Los

  • animales poseen un conocimiento instintivo sumamente preciso, aunque de alcan-ce limitado si se lo compara con la cognicin y la percatacin del hombre. En la India hubo una escuela de pensadores llamados Charbakas, quienes, al igual que los conductistas y otros psiclogos semejantes de Occidente, declaraban que los procesos del pensamiento, la cognicin y la emocin, eran meros productos de la reaccin nerviosa, esto es, que la llamada mente slo era un manojo de sucesi-vas sensaciones dependientes del sistema nervioso y de la materia fsica del cere-bro. Segn ellos, la conciencia careca de existencia independiente. Veamos lo que expresa Watson al respecto: La conciencia es un simple supuesto, tan imposible de probar y de alcanzar como el antiguo concepto del Alma. Y para el conductista ambos trminos son esencial-mente idnticos, en la medida en que implican un contenido metafsico No nos dicen que es la conciencia, sino que, en su lugar, comienzan a adjudicarle cosas por hiptesis, y luego, cuando abordan el anlisis de la conciencia, encuentran, natu-ralmente, lo que ellos mismos le haban adjudicado. Watson y otros autores suponen que la existencia de un ente dado depende de la posibilidad de su observacin objetiva. Los conductistas parecen olvidar que ellos mismos no pueden observar objetivamente sus propios procesos mentales y, sin embargo, creen poder justipreciar los conceptos psicolgicos de Wundt, James, y otros investigadores. Por lo dems, tambin creen poseer la herramienta para ob-servar la conducta; he aqu las palabras de Watson: Por qu no hacer que el verdadero campo de la psicologa se circunscriba a todo aquello susceptible de ser observado? Limitmonos a las cosas que podamos ob-servar y enunciemos las leyes relativas slo a estas cosas. Y bien: Qu podemos observar? Lo que podemos observar es la conducta y lo que el organismo hace y dice. Lo que les interesa a los conductistas es observar la conducta en funcin del est-mulo y la respuesta. Si examinamos estas afirmaciones detenidamente, veremos que estos psiclogos confunden la conciencia con las sensaciones, y los sentidos (los instrumentos para obtener conocimientos), con el pensamiento y la emocin. Un ejemplo sencillo bas-tar para explicarlo. Para producir luz, la electricidad opera mediante cables y lmparas, y la luz es el resultado de su accin. La electricidad no puede verse ni describirse, como no sea en funcin de su efecto. Slo podemos probar su existen-cia mediante el uso de un agente externo. De modo semejante, la mente opera, en las personas corrientes, por medio del cerebro y el sistema nervioso (segn dijimos

  • en el captulo I) y solo es posible comprenderla e interpretarla por el modo en que emplea los poderes a su disposicin. Asimismo, si la mente solo fuera el producto de los estmulos nerviosos, podra ser observada objetivamente. Pero la observa-cin de la mente y de la corriente mental de un individuo dado, no es objetivamen-te posible y no puede llevarse a cabo satisfactoriamente sin un examen subjetivo. Cmo sabemos lo que piensan nuestros amigos? Cmo puede saber alguien exactamente lo que sucede en la mente de otra persona? Aparentemente un hom-bre puede estar escuchando un sermn y pensar, en realidad, en cualquier otra co-sa, por ejemplo, en su casa, en sus negocios o en un motivo dado de preocupacin. No obstante, para un observador objetivo, no parecer sino que est prestando atencin al sacerdote. nicamente el sujeto sabr, entonces, lo que realmente acon-tece en su mente. Otro hecho que parecen haber omitido los psiclogos fisiolgicos, conductistas y mecanicistas, es la necesidad absoluta de permanencia e integracin de la mente del observador, para poder clasificar y coordinar las impresiones y experiencias adquiridas a travs de su estudio objetivo. Si su mente es tan slo un manojo de sensaciones sucesivas, Cmo puede retener en la memoria ms de una sensacin a la vez? Asimismo, cmo puede una sensacin, que es l mismo en un momento dado, ser el observador de otra sensacin que constituye el objeto de su estudio? En otras palabras: si yo no soy sino un conjunto de sensaciones, Cmo puede ese yo convertirse en el observador de un tu que no sera sino otro yo conglomera-do de sensaciones? Cmo puedo yo correlacionar esta informacin, si yo puedo ser consciente slo de una cosa, a la que siguen otras y otras de inmediato? Evidentemente, tiene que haber algn factor permanente capaz de retener dichas impresiones, discriminando entre ellas. Eso nos lleva a la conclusin de que debe ser la mente la que percibe, experimenta y se convierte, por lo tanto, en sujeto cog-noscente del mundo objetivo. Tambin debemos recordar que las sucesivas sensa-ciones no pueden brindarnos un cuadro total de una cosa, a menos que haya un fondo que sirva a manera de receptculo de estas sensaciones. Por ejemplo, no es posible percibir las imgenes cinematogrficas si no existe un fondo permanente sobre el cual se proyectan las figuras en constante movimiento. Adems, los conductistas, con su concepto de la sensacin como la mente misma, son incapaces de explicar el fenmeno de la memoria. En efecto, nada nos dicen de cmo y donde se conservan las distintas sensaciones, bajo la forma de recuerdos. De modo que nos vemos forzados a aceptar la existencia de un receptculo perma-nente donde se alojan los residuos de las distintas experiencias, y este receptculo no puede ser otro que la mente. Y no solo poseemos la cognicin del mundo objetivo y percibido, sino tambin la de la percatacin interna. Nosotros tambin conocemos las condiciones mentales agradables y desagradables. Estos estados mentales agradables y desagradables,

  • pretritos y presentes, y tambin las aprensiones y ansiedades relativas al futuro, son objeto de cognicin por parte de los seres humanos. Y bien: no es posible in-terpretar estas experiencias como meras sensaciones sucesivas o reacciones nervio-sas. Debe haber algo situado en el fondo de esta cognicin de los propios estados mentales. Todos nosotros nos percatamos de nuestras emociones interiores. Estas pueden ser o bien una reaccin a la percepcin interna, o bien impulsos internos. As, percibi-mos nuestros propios sentimientos de amor, afecto, odio, envidia, temor, ansiedad y afliccin. Si la mente no tuviera una existencia independiente de la mera sucesin de sensaciones, entonces no sera posible la percepcin de nuestras emociones in-ternas. En efecto, no podramos percibir hechos previamente experimentados, con sus reacciones emocionales interiores, si no poseyramos algo para preservarlos bajo la forma de recuerdos. En realidad, la memoria misma sera imposible, si no hubiera un receptculo que alojase las sensaciones sucesivas. Para comprender es-tos hechos bastar remitirnos al ejemplo del cine. Todo hombre pensante sabe por experiencia que puede percatarse de sus propias emociones. No estar de ms se-alar, asimismo, que todos tenemos cierta clase de conciencia de nuestra constante percatacin de nosotros mismos. Como dice Descartes: pienso, luego existo. No es posible explicar los distintos estados de la mente sin la aceptacin de una psi-quis permanente. Una vez establecida la necesidad de una mente real, independiente de las meras sensaciones, pasaremos a considerar las formas en que funciona con respecto a la percepcin del mundo objetivo. Cmo adquiere conocimiento el sujeto cognos-cente? Quin es el sujeto cognoscente? Qu relacin tiene la mente con los objetos exteriores? Segn los psiclogos occidentales, los rganos de los sentidos reciben los estmu-los, que son luego transmitidos por el sistema nervioso a las clulas cerebrales. Aun los psiclogos que aceptan la teora de la existencia independiente de la men-te, la consideran una entidad pasiva, en tanto que al mundo objetivo lo ven din-mico, capaz de imprimirse por si mismo en la mente, a travs del sistema nervioso. Sin embargo, no nos explican cmo se las arregla esta mente pasiva para unificar las sucesivas y continuas sensaciones recibidas de un mismo objeto. El ro Ganges fluye en una corriente ininterrumpida; sin embargo, este flujo sucesivo de agua, que no es otra cosa que el ro Ganges, da una impresin de unidad y singularidad debido a su cauce. De modo semejante, por rpidas que fueran las sucesivas sensa-ciones, no sera posible obtener un cuadro completo de objeto alguno sin una exis-tencia permanente de la psiquis. Los psiclogos de la Gestalt, al interpretar la mente total, se aproximan a su com-prensin. Segn ellos, el objeto ntegro se imprime en la totalidad de la mente. Al-gunos de los psiclogos de la accin y otros pocos tratan de obviar este problema

  • de la unificacin de las sensaciones en una mente pasiva, admitiendo que esta se torna activa cuando es estimulada por las impresiones; pero en su mayora parecen creer que la mente es perfectamente pasiva. Aqu se plantea una serie de dificulta-des, dado que no es posible que sensaciones sucesivas e individuales se integren en una mente pasiva, ya sea por s mismas o alojndose en la mente como receptculo pasivo. James, Mnsterberg y otros partidarios de la psicologa de la accin no lo-gran salvar la dificultad con sus ideas psicomotrices, puesto que ellos mismos de-claran que los estmulos son transmitidos a las respuestas. La mente parece depen-der por completo de los estmulos, aun cuando la midan por su aptitud para la ac-cin. Los psiclogos de la Gestalt y de la accin tambin se ven imposibilitados, aparentemente, de dotar a la mente de la necesaria independencia de los estmulos sensorios, limitando as indebidamente el alcance de la psiquis. Aun aquellos psi-clogos dispuestos a conceder que la mente puede tornarse activa cuando recibe las sensaciones exteriores, no logran explicar cmo se unifican estas impresiones fragmentarias. Algunos psiclogos declaran que la mente no puede conocer real-mente un objeto, sino tan solo las sensaciones de este objeto. En tal caso, no po-dramos conocer cosa alguna del mundo objetivo, salvo sus correspondientes sen-saciones. Esto significara, asimismo, que nuestro conocimiento sera impreciso, puesto que debemos depender de las sensaciones, las cuales varan constantemen-te, de acuerdo con la naturaleza y condiciones de la persona perceptora, quien, a su vez, es tambin un conglomerado de sensaciones sucesivas y cambiantes. A menu-do observamos que una sensacin particular de un objeto dado es interpretada de modo diferente por los distintos observadores, segn la predisposicin de sus mentes respectivas. Adems, la psiquis perceptora tambin est sujeta a cambios, puesto que se la supone objeto de un continuo transformarse. Segn los psiclogos hindes, es la mente la que sale al mundo objetivo mediante los rganos de los sentidos y del sistema nervioso, extrayendo las sensaciones e impresiones por su meditacin y unificando las experiencias reunidas dentro de un sistema coherente de informaciones o conocimiento. La palabra mente corres-ponde a la palabra vedntica Antahkarana (instrumento interno) que tiene cuatro funciones:

    1) Manas, la facultad oscilante o dubitativa de la mente 2) Buddhi, el estado decidido que determina que esto es un rbol y no un

    hombre 3) Ahamkara, el estado que establece que yo se 4) Chitta, el depsito de los estados mentales, que hace posible los recuerdos y

    las referencias.

  • Podramos designar esta ltima facultad con la expresin despensa mental. Se-gn el sistema psicolgico hind (Vedanta), la antahkarana se encuentra entre el yo y el objeto, y recibe al objeto de la percepcin, tomando su forma en su totalidad. La psicologa occidental de la Gestalt tiene una concepcin semejante, si bien con algunas diferencias. Antahkarana es el instrumento interno mediante el cual el suje-to conoce al objeto por identificacin. Pero no se trata del yo. El yo es la conciencia y no el producto de la relacin entre el sujeto y el objeto. Es el principio subyacente que irradia la luz del esclarecimiento. El yo o Atma recibe el nombre de Sakshi, o sea, la Realidad inmutable. Su funcin es solo la de un testigo. La mente o antahka-rana adquiere su poder al asociarse con el yo o Atma, que es lo mismo que Brahman o lo Absoluto. Se ha tornado aparentemente individualizada por hallarse virtual-mente limitada por la ignorancia no nos proponemos, sin embargo, analizar ahora las implicaciones metafsicas del problema. Slo las hemos mencionado para com-pletar la idea hind de la percepcin y sus diferentes aspectos. Existe una diferencia entre la concepcin griega del alma y sus funciones, y la con-cepcin hind del Atma y sus funciones. Los psiclogos griegos, con inclusin de Aristteles, conciben la actividad en el alma misma, si bien se observan diferencias entre los diversos pensadores griegos en cuanto a la naturaleza de esa actividad. Pero el Atma de los hindes es la Realidad inmutable, el Gran Testigo, la Concien-cia Misma, la Sakshi Chatanya. Los psiclogos hindes conciben la herramienta interna de la percepcin como la indriya (sentido), que es independiente de los rganos externos de los sentidos y del sistema nervioso, si bien opera merced a los mismos. La indriya no es la mente, si bien sta la utiliza como herramienta. En el siguiente pasaje se observa una defi-nida diferencia entre ambas entidades: Sabed que el Alma, que va sentada en el interior, es la duea de la carroza, y esta ltima vendra a representar el cuerpo. Considerad al intelecto (Buddhi) represen-tado por el auriga y a la mente (manas) por las riendas. Los sentidos (indriyas) son los caballos y el camino por el que avanzan, los objetos de los sentidos. La indriya no es pasiva, sino dinmica, y funciona activamente para alcanzar el mundo objetivo y estimular el sistema nervioso y los rganos sensoriales. La con-cepcin de indriya es sumamente extraa para los psiclogos occidentales y lo ms probable es que abriguen serias dudas con respecto a su existencia. Sin embargo, cuando estudiemos la percepcin, veremos que los hindes tienen buenas razones para considerar que la mente busca activamente sus sensaciones, y que la existen-cia de la indriya es, por lo tanto, una consecuencia lgica. Casi todos los psiclogos de Oriente y Occidente coinciden en que la percepcin es el mtodo ms directo para obtener conocimiento. Yo te veo a ti; por consiguiente

  • creo en tu existencia. Si adems te toco, estar convencido de que estas ah cerca. Pero supongamos que cruzaras a mi lado por la calle y yo no te viera. Puedo estar mirando en direccin a ti; mis ojos pueden funcionar perfectamente y reflejar tu imagen en la retina, y, con todo, no sabr que estas all. Por qu? Si mi mente fue-ra pasiva, no podra dejar de verte. La estimulacin de la psiquis a partir del nervio ptico no habr tardado en informarme; pero es evidente que en este caso algunas partes de aquella no habrn reaccionado al estmulo. Lo que sucede es que la men-te no ha salido al mundo exterior, induciendo a la indriya a observar; en conse-cuencia, he podido pasar por tu lado sin saber que estabas all. Esto tambin expli-ca las llamadas ausencias mentales, o distracciones que se producen cuando los instrumentos internos de la percepcin, la indriya y la mente, no se interesan en el mundo objetivo, y entonces el sujeto se olvida de los asuntos exteriores. En estos casos, la indriya se halla ocupada activamente con otros objetos de inters. Aunque las serpientes carecen de rganos externos para la audicin, poseen ciertos medios interiores para reconocer los sonidos. La concepcin hind de la indriya explica esta peculiar cualidad perceptiva de las serpientes. Las plantas tambin parecen no tener rganos externos; no obstante, tal como lo demostr Sir J. C. Bose, poseen ciertos tipos de sensaciones. Esto nos prueba que tienen algn instrumento interno para la sensacin. No es posible explicar las percepciones extrasensorias, si no aceptamos este sentido interior de la mente. En otro captulo, ms adelante, trataremos el tema con mayor detenimiento; por ahora baste decir que las llamadas percepciones extrasensorias se desarrollan sin que se registre el menor contacto entre los rganos de los senti-dos y el objeto percibido. En este caso, la indriya rene experiencias proyectndose hacia el exterior, independientemente del sistema nervioso y de los rganos de los sentidos. El conocimiento adquirido de este modo, sin contacto directo con el obje-to, puede ser verificado para determinar su validez como conocimiento verdadero. Las visiones (no las alucinaciones) y otras experiencias similares son ejemplos bien conocidos de la percepcin de este tipo. En los sueos o en ciertos estados extraor-dinarios, algunas personas han tenido percepciones que resultaron profticas. To-do esto nos muestra que la indriya es independiente de los rganos de los sentidos y del sistema nervioso. Es necesario considerar an otro aspecto de la percepcin. Nos referimos al poder de la mente para interpretar las sensaciones de los objetos externos o estmulos sensorios. Segn la psicologa occidental, cuando se percibe un objeto su imagen es proyectada por las ondas luminosas sobre la retina del ojo, en posicin invertida; y a partir de esta imagen la mente extrae sus conclusiones acerca del objeto. No slo determina el tamao, color, proporcin y diversas propiedades del objeto, sino que ve tambin su relacin con los dems objetos de naturaleza semejante u opuesta. Claro est que el ojo solo no podra hacer todo esto; es la mente la que correlaciona

  • y unifica la informacin obtenida. Se plantea entonces la siguiente cuestin: Cmo sabemos que el conocimiento recibido corresponde a la realidad del objeto? En una noche oscura el tronco de un rbol puede parecernos un ladrn, un amigo o un fantasma, segn cul sea nuestra disposicin mental al verlo. Es el instrumento interno de la percepcin el que distingue entre estas impresiones, clasificndolas como verdaderas o falsas y eligiendo la que parece ms exacta. Mediante la com-paracin con experiencias anteriores, la mente reconoce que el objeto en cuestin no es un hombre ni un fantasma, sino, tan solo, el tronco de un rbol; de modo se-mejante, la mente discierne crticamente la evidencia suministrada por los sentidos, para obtener conocimiento del mundo exterior, del universo y de las dems men-tes. Aunque generalmente se admite que la percepcin directa es la prueba ms cate-grica del conocimiento, hay otros mtodos cuya validez tambin cabe aceptar, especialmente en los casos en que la percepcin directa e inmediata sera imposi-ble. Por ejemplo, aceptamos el conocimiento fundado en la autoridad. Cmo sa-bemos que hay guerra en el mundo? No podemos percibirla directamente. Por el contrario, estamos obligados a confiar en el testimonio de los dems, en los diarios, y en la informacin proporcionada por los testigos presenciales, si hemos de dar por cierto un hecho de esta naturaleza. Sera un disparate decir que la guerra no existe, simplemente porque no podemos experimentarla en forma directa. Cuando las fuentes de informacin son dignas de crdito y confianza, ya se trate de un acontecimiento histrico o de los efectos de una droga, las conclusiones alcanzadas deben ser consideradas valederas, aun cuando no las hayamos probado o experi-mentado nosotros mismos. Otro mtodo de obtener conocimiento es el de la inferencia. Se ha observado, por ejemplo, que al arder el fuego se produce humo. Por consiguiente, si vemos humo, podemos inferir que debe haber fuego en alguna parte. Si de un edificio vemos salir grandes volutas de humo, no esperaremos a ver llamaradas para avisar a los bomberos. Sabemos por inferencia que ha ocurrido un incendio y que, si no se lo apaga, habr de destruir el edificio. Si bien hay quienes tratan de clasificar bajo un mismo rubro la inferencia y la auto-ridad, se trata de cosas distintas. La autoridad puede darse sola, con independen-cia de la inferencia. Por ejemplo, el gran incendio de Chicago fue un hecho que po-demos aceptar sobre la base de la autoridad. Pero actualmente no podemos dedu-cirlo, puesto que las pruebas directas de la destruccin ya hace tiempo que fueron eliminadas. As como es necesario escudriar la autenticidad de las fuentes del conocimiento fundado en la autoridad, de igual modo, la prueba del conocimiento por inferencia depende de la validez de sus conclusiones y de las premisas mayor y menor. Al establecerlas, debemos hacerlo con sumo cuidado, pues de otro modo el conoci-

  • miento inferencial ser equvoco o directamente falso. Esto no quita que las per-cepciones directas tambin deban ser escudriadas, puesto que el elemento subje-tivo de cada factor de la percepcin contribuye en gran manera a la posibilidad de error. En realidad, las percepciones varan segn las interpretaciones suministra-das a la luz de los conocimientos de la mente. Los filsofos occidentales, al igual que los hindes, coinciden en su mayora al reconocer las contribuciones de la mente. El profesor Eddington, en su obra Filosofa de la ciencia fsica, trata de probar fctica y lgicamente que hasta el conocimiento cientfico, que se supone autntico, resulta ser relativo, puesto que l tambin cree en la existencia de un elemento sub-jetivo aun en las percepciones cientficas. Nuevamente cabra citar aqu el celebra-do ejemplo de la epistemologa vedntica. En una noche oscura un hombre ve el tronco de un rbol y es posible que lo tome por un ladrn, un amigo o un agente de polica, segn las ideas preconcebidas de su mente. Por eso, el examen crtico se hace necesario en todas estas formas de cognicin y conocimiento. La induccin y la deduccin son los mtodos de la inferencia y todos los hombres de ciencia modernos se sirven de ellos. En el mtodo deductivo se parte de hechos particulares para alcanzar conclusiones generales. Casi todos los investigadores usan, directa o indirectamente, los mtodos de la inferencia como medios para la cognicin. La epistemologa y psicologa vedntica de la India, tambin aceptan la compara-cin, la postulacin y la no-percepcin como medios de adquirir nuevos conoci-mientos. Pero aqu no nos detendremos a analizar estos puntos, ya que no se hallan vitalmente relacionados con la ciencia de la psicologa. Es la epistemologa la cien-cia que se ocupa de su estudio. Sin embargo, haremos una rpida consideracin de la cuestin a que hicimos refe-rencia en las primeras pginas, con respecto a la validez del conocimiento. Como tambin en este caso se trata de un tema esencialmente relacionado con la episte-mologa, no nos detendremos a examinar detalladamente el verdadero criterio del conocimiento o la cognicin. Ningn filsofo o psiclogo puede dejar de poner en tela de juicio la validez del conocimiento. En consecuencia, formularemos conci-samente algunas proposiciones de las escuelas filosficas hindes. Algunos pensa-dores, tales como los pragmatistas norteamericanos, consideran que el conocimien-to es un hecho de verdadera cognicin cuando posee valor prctico; la medida del conocimiento real depende, as, de su aplicacin prctica a la vida. Segn esta co-rriente, podemos aceptar una hiptesis y elaborar ciertos esquemas que pueden poseer valor prctico. Sin embargo, la hiptesis puede no ser cierta, pues es posible que descubrimientos y percepciones posteriores la refuten. Por ejemplo, la teora astronmica de la rotacin solar fue posteriormente refutada por el descubrimiento de la rotacin terrestre, y sin embargo, para muchos fines prcticos, resultaron de

  • gran utilidad los clculos astronmicos realizados por las generaciones anteriores, sobre la base de aquella teora. Hay entre los pensadores realistas hindes y occidentales quienes sostienen que la cognicin es verdadera cuando corresponde a los hechos reales. Esto exige, a su vez, aclarar lo que se entiende con el concepto de real. Cuando vivimos en cierto plano de la existencia, las cosas pueden parecer reales; pero cuando nos vemos transportados a otros planos de existencia, aquellas mismas cosas que nos parecan reales se tornan irreales. Cuando una persona enferma de ictericia mira determi-nados objetos, stos le parecen de color amarillo. Mientras perdura la enfermedad, las percepciones del paciente se tien de dicho color. La discriminacin y diferen-ciacin raciales se basa a menudo en las opiniones y prejuicios de aquellos que se encuentran en el mismo plano de existencia o que poseen ideas e intereses afines. Aunque las opiniones y prejuicios pueden no hallarse realmente basados en hechos, se los considera reales y, en consecuencia, otras personas se ajustan a los mismos modos de comprensin y de conducta. Cuando un hombre suea, las ex-periencias onricas tambin son reales mientras dura el sueo. Existe, asimismo, otro punto de vista compartido por los pensadores hindes y occidentales, en el sentido de que el conocimiento y la cognicin deben mostrarse congruentes con otras experiencias, es decir, en armona con otros estados de vida y experiencias. Esta idea tambin puede ponerse en tela de juicio, de acuerdo con los mismos argumentos esgrimidos contra el punto de vista anterior, a saber, la teora de la correspondencia del conocimiento. El test vedntico del conocimiento exige que nunca sea refutado, pues considera que el conocimiento o la cognicin verdaderos deben consistir en algo nuevo y libre de toda contradiccin. Las alucinaciones, los sueos y las percepciones ordinarias de la vigilia tienen cier-to valor cognoscitivo, pese a lo cual las alucinaciones y los sueos se desvanecen cuando entras en accin el estado cognoscitivo de la vigilia. De modo semejante, cuando un hombre se eleva al estado supraconsciente (samadhi) o al cuarto estado de la conciencia que describiremos en uno de los ltimos captulos las expe-riencias de la vigilia, es decir, nuestras percepciones sensorias ordinarias u otras semejantes son refutadas por las nuevas experiencias. Esto no significa que la filo-sofa hind considere alucinaciones a las cogniciones de la vigilia. Quiere decir, tan solo, que las cogniciones de la vigilia son de valor relativo, tal como lo afirma el profesor Eddington en su obra La filosofa de la ciencia fsica. El nico conocimiento ltimo, libre de contradicciones y unitario, es el que se alcanza al lograr la com-prensin espiritual (samadhi). Todo lo relativo a la estimacin de los distintos tipos de cognicin cae dentro del dominio de la epistemologa propiamente dicha. Y, a no dudarlo, requerira por s solo un volumen independiente. Sin embargo, al ocu-parnos de la psicologa propiamente dicha, debemos comprender el criterio de la verdadera cognicin.

  • Las funciones mentales que operan bajo la forma de la cognicin, ejercen una con-siderable influencia sobre el organismo, segn veremos en el siguiente captulo, que versa sobre la emocin. Los estados y procesos mentales, ya sea que asuman o no la forma de la cognicin, la emocin o la volicin, ejercen una tremenda in-fluencia sobre la mente misma, y tambin sobre el cuerpo. Pese a que estas tres funciones se hallan interrelacionadas, las hemos estudiado separadamente para facilitar su comprensin.

  • CAPITULO III

    EMOCIN

    En nuestro anlisis anterior de los procesos de la cognicin o conocimiento dijimos que todo acto cognoscitivo tiene una respuesta dentro de la mente. Al mismo tiempo, el conocimiento se halla indisolublemente vinculado a la reaccin emocio-nal interior; no es posible separar al conocimiento de su contenido emocional. Es el propsito de nuestro e