paleohispánico: una aproximación al primer periodo

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CuPAUAM 45, 2019, pp. 279-287 Paleohispánico: una aproximación al primer periodo castellano en México Paleohispanic: An Approach to the First Castillan Period in Mexico Rodrigo Octavio Tirado de Salazar 1 Recibido: 15-11-2018 Aceptado: 21-09-2019 Resumen El periodo del primer contacto cultural entre castellanos y mexicas no está delimitado y en realidad el término “Periodo Colonial” es demasiado vago, ya que engloba y homogeniza 300 años. Por otro lado, el término “Novohispano” al igual que el término “Virreinal” son términos que dan nombre al periodo que inicia con la llegada del primer virrey don Antonio de Mendoza. Es por esto que es necesaria una buena delimitación del término que denomina el lapso que comienza en el momento justo en que termina la guerra de conquista (1521) y que concluye con la llegada del primer virrey (1535), período en que entraron en contacto los conquistadores españoles con la cultura mexica es decir, la cultura castellana con la cultura mexica. Palabras clave: Ciudad de México, urbanismo americano, virreinal, CDMX, México Colonial, México. Abstract The period of cultural contact between Spaniards and Aztecs is not delimited and in fact the term "Colonial Period" is too vague because it includes 300 years of history and archaeology. On the other hand, the terms “Novohispano” as well as the term “Viceroyalty” are words that give name to the period that begins with the arrival of the first viceroy Don Antonio de Mendoza. This is why a good delimitation and naming of the stage which begins at the exact moment in which the Conquest War of Mexico ends (1521) and concludes with the arrival of the first viceroy (1535) is needed. This period would frame the moment in which Spanish conquistadors and their Castilian culture came into contact with the Aztec culture. Key words: Mexico City, American Urban Planning, Colonial Mexico, CDMX, Viceroyalty, Mexico. http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.012 ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589 1 Escuela Nacional de Antropología e Historia, México D.F.; email:[email protected]; orcid.org/0000-0002-3174-7612.

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Page 1: Paleohispánico: una aproximación al primer periodo

CuPAUAM 45, 2019, pp. 279-287

Paleohispánico: una aproximación al primer periodocastellano en México

Paleohispanic: An Approach to the First CastillanPeriod in Mexico

Rodrigo Octavio Tirado de Salazar1

Recibido: 15-11-2018Aceptado: 21-09-2019

ResumenEl periodo del primer contacto cultural entre castellanos y mexicas no está delimitado y en realidad el término “PeriodoColonial” es demasiado vago, ya que engloba y homogeniza 300 años. Por otro lado, el término “Novohispano” al igualque el término “Virreinal” son términos que dan nombre al periodo que inicia con la llegada del primer virrey don Antoniode Mendoza. Es por esto que es necesaria una buena delimitación del término que denomina el lapso que comienza enel momento justo en que termina la guerra de conquista (1521) y que concluye con la llegada del primer virrey (1535),período en que entraron en contacto los conquistadores españoles con la cultura mexica es decir, la cultura castellanacon la cultura mexica.

Palabras clave:Ciudad de México, urbanismo americano, virreinal, CDMX, México Colonial, México.

AbstractThe period of cultural contact between Spaniards and Aztecs is not delimited and in fact the term "Colonial Period" istoo vague because it includes 300 years of history and archaeology. On the other hand, the terms “Novohispano” aswell as the term “Viceroyalty” are words that give name to the period that begins with the arrival of the first viceroyDon Antonio de Mendoza. This is why a good delimitation and naming of the stage which begins at the exact momentin which the Conquest War of Mexico ends (1521) and concludes with the arrival of the first viceroy (1535) is needed.This period would frame the moment in which Spanish conquistadors and their Castilian culture came into contact withthe Aztec culture.

Key words:Mexico City, American Urban Planning, Colonial Mexico, CDMX, Viceroyalty, Mexico.

http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.012ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589

1 Escuela Nacional de Antropología e Historia, México D.F.; email:[email protected]; orcid.org/0000-0002-3174-7612.

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1. INTRODUCCIÓN

El periodo de tiempo que comprende la primeraciudad de México resulta especialmente compli-cado, ya que se encuadra en el límite entre dos etapastemporales de la realidad europea. Es decir, laprimera ciudad de México surge dentro del marcodel principio de la Edad Moderna y el final de lo quese conoce como Edad Media. Por lo tanto, resultamuy complicado encuadrarla dentro de alguno deestos periodos aunque, recurrentemente, los estu-dios de este lapso temporal son trabajados desde laóptica moderna, mientras que los estudios medie-vales han sido muy escasos.

Desde el punto de vista americano -mexicano yestadounidense, especialmente- el periodo que nosinteresa parece estar enclavado dentro de una amal-gama llamada “Periodo Colonial” (Gosden, 2004:14). Esta denominación temporal resulta muy vaga,ya que abarca desde el primer momento en queentraron en contacto la población castellana con laindígena hasta la independencia de México a princi-pios del siglo XIX. En otras palabras, el llamado“Periodo Colonial” resulta insuficiente paraexplicar el momento histórico en el que se planeó yconstruyó la ciudad de México.

Otro aspecto que debo mencionar es que dentrodel “Periodo Colonial” se enmarcan distintas etapas,como son e l per iodo “Novohispano” y e l“Virreinal”, que designan momentos muy especí-ficos dentro de la historia de México.

No obstante, el periodo novohispano, no incluyeel tiempo en que se planeó y construyó la ciudad deMéxico y, del mismo modo, el término “Virreinal”es desatinado porque, en este caso, comenzará con lallegada del primer virrey en el año de 1535, mismoaño que nos servirá de límite máximo para designaral periodo a tratar.

En concreto resulta evidente que existe una faltade matización terminológica que, como conse-cuencia, conduce a un problema temporal que entor-pece las investigaciones que se realizan sobre losprimeros momentos que sucedieron al contactoentre la cultura castellana y la mexica.

Una de las mejores aproximaciones con las quecontamos hasta ahora fue el intento de Lucía Mier yTerán en su libro titulado La primera traza de laciudad de México 1524 – 1535. En el trabajo citado,ella trató de nombrar este periodo como “Periodoformativo de la organización espacial de la ciudadde México” (2005: 29). No obstante, resulta que estetérmino, aunque es indicado para el primer urba-nismo de la ciudad y sirve perfectamente para ello,es limitado, ya que no puede extrapolarse a otrosterritorios, y no nos sirve a la hora de distinguir los

procesos culturales que se dieron a principios delsiglo XVI, cuando entraron en contacto dos culturasque jamás habían tenido noticia la una de la otra. Esdecir, que el término “Periodo formativo del espaciourbano de la ciudad de México” limita el estudio adicha población y a la disciplina del urbanismo,dejando, así, fuera y sin terminología propia alperiodo americano que se encuadra entre el fin de losgobiernos indígenas y la llegada del modelovirreinal.

Por este motivo, propongo la utilización deltérmino “Paleohispánico” para designar el periodoque nos ocupa, que, en el caso de la ciudad deMéxico, coincide con el “Periodo de formación delespacio urbano de la ciudad de México” de Mier yTerán y que se caracteriza por la ausencia de autori-dades que representen a la metrópoli porque la auto-ridad está representada por los mismos conquista-dores, mientras que las funciones religiosas e ideo-lógicas son llevadas a cabo por las órdenes mendi-cantes y no por la institución eclesiástica europea.

El término Paleohispánico significa, literal-mente, antiguo español o viejo español, ya quecuenta con el prefijo “paleo” que viene del griego ysignifica viejo o antiguo. Es así como el Paleohispá-nico abarcará desde el establecimiento de losconquistadores castellanos en los territoriosmexicas. Es decir, una vez terminada la guerra deconquista en el año de 1521, hasta la llegada deAntonio de Mendoza, primer virrey de la NuevaEspaña, el año de 1535. Por lo que la primera ciudadde México, que va de 1524 a 1535, quedará dentrode este periodo, el cual coincide con el previo a lacristalización cultural después de la cual, segúnMier y Terán, quedó definida la cultura Novohis-pana.

Una de las formas cómo podemos aproximarnosy comenzar a comprender los procesos culturalesque afectaron al territorio mexica a principios delsiglo XVI es por medio de la llamada “Teoría de laaculturación”.

2. TEORÍA DE ACULTURACIÓN

La “Teoría de la aculturación”, que ha dominadolos estudios antropológicos desde las primerasdécadas del siglo XX, fue elaborada a partir de losplanteamientos de historiadores y antropólogoscomo Franz Boas, Melville J. Herskovits, RobertRedfield, Ralph Linton y George M. Foster, entreotros.

A grandes rasgos, esta teoría plantea que en lainterrelación entre culturas distintas se produce unproceso de asimilación bipartita, que va configu-rando una cultura nueva, resultado de esa síntesis.

280 CuPAUAM 45, 2019Rodrigo Octavio Tirado de Salazarhttp://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.012 ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589

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De hecho, ése es el punto de partida del propioproceso de aculturación–asimilación. Pero en unasituación de colonialismo, la cultura dominantetiende a imponer sus rasgos que, a la larga, hegemo-nizarán el proceso.

Esta teoría parecía estar superada hoy en día, yaque supone que la aculturación es inevitable y que,tarde o temprano, terminará imponiéndose la culturacolonizadora, extinguiendo así los rasgos culturalesdiversos (Fábregas, 2012: 1), hasta lograr unahomogeneización absoluta de la cultura, produ-ciendo una copia total de la primera.

Para sorpresa de muchos, la llamada “Teoría dela aculturación” no está superada, sino que fue mati-zada. La causa de su supuesta superación fue elsurgimiento de diversas teorías contemporáneas,como son la “Teoría de la multiculturalidad”, la“Teoría de la Interculturalidad” y la “Teoría de latransculturalidad” que, hoy en día, se utilizan paradescribir y analizar a las sociedades contemporá-neas, dentro del fenómeno de la globalización. Sinembargo, para estudiar el contacto entre culturasantiguas y los cambios culturales que éste produjo,la teoría de la aculturación sigue siendo una teoríavigente, aunque siempre con sus debidos matices yactualizaciones.

Por ese lado, la tendencia antropológica desde lamitad del siglo XX ha sido excluir a la cultura occi-dental del estudio del proceso de aculturación(Steward, 1945: 199), por lo que el punto de vista delanálisis siempre será el del “conquistado”, sin tomaren cuenta los rasgos culturales que portaba “elconquistador”.

Para George Foster, la aculturación estaría cons-tituida por un grupo de mecanismos socioculturalesy psicológicos, conforme a los cuales operan loscambios que se implican cuando se ponen encontacto dos o más culturas (Foster, 1962: 27). Lagran contribución de este pensador al estudio de laaculturación puede resumirse en el término culturade conquista, el cual nos ayuda a comprender lanaturaleza de la cultura dominadora y la forma enque esta se presenta frente a la cultura dominada.

Es así como la aculturación tiene que sercomprendida, como un proceso bipartito, en el quela cultura dominada contribuye a la aculturación conla misma intensidad con la que contribuye la culturadominadora (Foster, 1962: 30). Esto significa que:

No es solo que los colonizadores cambien a loscolonizados, pues ambas categorías no existen en suforma elemental, sino más bien que todos los impli-cados son cambiados por el proceso de circulación,tanto si viven dentro como fuera de los centrossimbólicos. (Gosden, 2004: 16)

Para hacer una nueva propuesta que comple-mente la “Teoría de aculturación”, Foster nosplantea ciertas preguntas con el objetivo de acer-carnos al estudio de la cultura de conquista. Algunosejemplos de preguntas son: ¿de qué se habla enrealidad cuando se alude a la cultura española enAmérica Latina?, ¿de personas como los conquista-dores, los colonizadores, los misioneros o los admi-nistradores gubernamentales?, ¿de las ideas?, ¿de lacultura material?, ¿de la totalidad de modelos cultu-rales españoles desde el siglo XI al XVIII? En suma:¿cuál fue la “norma española de vida” que, llegandoa América como una fuerza de aculturación, produjola civilización hispanoamericana, y cómo estabaformada? (Mier y Terán, 2005: 52).

Estas preguntas han sido retomadas en losúltimos años por la óptica posestructuralista yhemos comenzado a cuestionarnos el origen culturalde los modelos establecidos. Es decir, la cultura deconquista se forma partir de un doble proceso deselección. El primero de ellos tiene que ver con elgrupo dominador, el cual seleccionará las partes quele parezcan más importantes de su cultura para quesean transmitidas a la cultura dominada. El segundoinvolucra directamente a la cultura dominada, lacual seleccionará cuáles serán los rasgos culturalesque retendrá de la cultura dominadora.

Esta doble selección implica gran cantidad derasgos culturales, dentro de los cuales, según Foster,deberían incluirse los que encontramos en la Españapluricultural de hoy en día. De esta manera, sola-mente algunos de los rasgos regionales habríanpasado al nuevo mundo y, después de esa selección,una pequeña porción de ellos se habría mantenidodespués del proceso de aculturación.

Es así como Foster llama Cultura de Conquistaal conjunto de influencias donadoras, provengan dedonde provengan, que estarán en contacto con lacultura receptora. Por medio de ésta llegarán algrupo receptor los valores y normas del grupodonador. De esta forma, la cultura de conquista sepresenta como el resultado de un proceso en que unanueva versión de la cultura donadora comienza apartir de la infinita variedad de formas, que sonoriginales, y se enriquece con los elementos que lapropia situación de contacto produce.

Resulta fundamental mencionar que la culturade conquistanacerá a partir de los procesos de selec-ción formal e informal ya que dichas seleccionestendrán consecuencias muy diferentes.

Los procesos formales tendrán que ver directa-mente con las instituciones y los individuos que, demanera activa, hacen una selección cultural pormedio de ciertos planeamientos. Los mejores ejem-

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plos de este tipo de instituciones son la Iglesia, elGobierno y los oidores. Lo formal, en este caso, serálo planeado o dirigido con metas específicas.

Por otro lado, los procesos informales tendrán lacaracterística de la falta de ordenamiento, seránespontáneos y, por lo tanto, orgánicos, ya que notendrán un tipo premeditado. Algunos de losmejores ejemplos de procesos informales serán lasuperstición, las creencias y prácticas religiosas, asícomo la medicina popular y la historia oral.

Para el caso concreto de la ciudad de México,Foster propone que, dentro del proceso de acultura-ción, la población indígena aceptó la nueva culturamaterial, al igual que las técnicas aportadas por lapoblación peninsular en función de su utilidad, yaque éstas son rechazadas cuando la población pree-xistente cuenta con sistemas o herramientas máseficientes (1962: 389-402). Los ejemplos que eseautor utiliza están relacionados, directamente, con laexplotación de la tierra y el ámbito ganadero,cuando la técnica del arado, las herramientas y laexplotación del trabajo por medio de los animalessustituyeron rápidamente a la coa.

Por otro lado, dentro del proceso de aculturación,existe un límite temporal, en el cual puede notarsecierto derretimiento de las estructuras culturalesprevias; por lo tanto, en dicho espacio de tiempo, sefavorece la mezcla entre la cultura dominadora y lacultura dominada.

Sobre este espacio temporal, Lucía Mier y Teránhace mención de un proceso que ella llama cristali-zación cultural, donde el derretimiento de las estruc-turas culturales previas al contacto y, como conse-cuencia, la mezcla entre cultura donadora y recep-tora, se detiene, por lo que el proceso de aculturacióncompleto disminuye su velocidad y la profundidadcon que penetran sus acciones es cada vez muchomenor (2005: 57). Es decir, que de cierta manera hayuna petrificación en el proceso de contacto cultural.

En otras palabras, hay cierta dimensión temporalpara la presentación de la cultura de conquista, yaque, tras un período de primer contacto, el procesode cristalización cultural hace que la cultura que fuegenerada a partir de la mezcla entre dicha cultura deconquista y la cultura preexistente comiencen aextenderse, presentando cierta impermeabilidadcon respecto a las dos culturas que la generaron.

De esta forma, resulta que no es el mismomodelo aculturador el de los conquistadores y losfrailes de las primeras décadas del siglo XVI, dondeambos tenían el poder absoluto de filtrar y escogerlos rasgos culturales que conformarían la parte queFoster llama “proceso formal” de la cultura deconquista, que el modelo virreinal comenzado con

la llegada de Antonio de Mendoza en 1535, donde sípodemos hablar de la interacción de la Iglesia y elEstado peninsulares en la conformación del procesoformal de la cultura de conquista (Duverger, 2005:331).

El espacio temporal al que nos ceñimos en estainvestigación para lograr determinar el periodoPaleohispánico está determinado por unos procesosformales de conformación de la cultura deconquista que recaen directamente sobre losmismos conquistadores y funcionarios que seencontraban bajo el poder, muy amplio, de HernánCortés (Gibson, 1967: 64) y los frailes que pertene-cían a las órdenes mendicantes (Matos, 1975: 117),quienes llevaban una serie de ideas humanistas yuniversales que, por ejemplo, volvían al catolicismouna religión que podía enseñarse en lengua verná-cula (Duverger, 2005: 247).

El caso concreto de la ciudad de México, entiempos cortesanos, parece caracterizarse por unacultura de conquista menos influida por losprocesos formales, que determinarán lo que debíatransmitirse o no a la cultura dominada de formaplaneada y racional, que por procesos informalesdentro de los que se encuentran la espontaneidad y elpragmatismo. Esto lo podemos ver reflejado en laforma de las cerámicas: las llamadas “Azteca IV yV”, las cuales conviven con la llamada de formageneral, “Cerámica Colonial”. El tema de la arqueo-logía y, en concreto, la cerámica como vehículos deestudio del periodo Paleohispánico será retomadomás adelante.

Otro de los ejemplos que tenemos para hablar dela diferencia que existió entre la cultura deconquista del periodo paleohispánico y la detiempos virreinales es que el modelo cortesanoconsideraba que el náhuatl debería ser la lenguaprincipal y oficial de la Nueva España (Duverger,2005: 234), lo que va de la mano de la enseñanza delcatolicismo en lengua vernácula, que fue una prác-tica ejercida por los frailes a principios del sigloXVI.

En general, la primera ciudad de México se vemarcada por el pragmatismo y la mayor eficienciafrente a la ciudad de México virreinal, que estará encontacto con las ideas renacentistas y, por ende,tenderá más a la racionalidad y al planeamientoprevio (Reyes, 2008: 40) dejando la experiencia delado.

La cultura de conquista con la que continuó elproceso de aculturación en la ciudad de México, unavez que comenzó el periodo virreinal, estarámarcada por la intención uniformadora, desde elpunto de vista del proceso formal con que se cons-

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truyó. Es decir, las instituciones como el Estado, queestaba representado por el virrey, y la Iglesia dedi-carán gran parte de sus esfuerzos a la uniformidadcultural dentro de la Nueva España. Esto no es enningún sentido extraño, ya que debemos considerarque la figura del virrey era un intento del emperadorpara poder controlar los territorios más alejados deforma directa y, así, romper con las estructuras depoder medievales.

Resulta evidente que, para los estudios que reali-zaba Foster en la década de los 50 y 60, sentía la

necesidad de hacer uso de las poblaciones actualesde la Península Ibérica para sustentar los rasgosculturales a los que hace referencia cuando noshabla de cultura de conquista. Sin embargo, sucedeque por más que las poblaciones actuales castellanaspresenten ciertos rasgos culturales, que resultan sertradicionales, y que parecen tener correspondenciacon su contraparte cultural americana, desde unaóptica posestructuralista, que tiende a abrir el pano-rama de la influencia cultural al máximo de sus posi-bilidades, resulta muy complicado considerar que

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Figura 1. Estratigrafía del sagrario de la catedral metropolitana.

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las fuentes etnológicas actuales, con la divisiónregional contemporánea y la tendencia a la diferen-ciación dentro de dicha división cultural, nos arrojenun modelo que funcione para lograr comprender, deforma adecuada, a la sociedad castellana del sigloXVI, especialmente considerando los cambios polí-ticos y sociales que ha sufrido España desde ladécada de 1970.

El presente trabajo se encuadra dentro de lacorriente de estudio posestructuralista, donde laaceptación de una multiplicidad de factores, y laconsideración del tiempo, y las circunstancias en lasque se desenvuelven los eventos históricos, resultanfundamentales para poder comprender procesos tancomplejos como son el contacto e incluso el cambiocultural que se llevó a cabo en la ciudad de México aprincipios del siglo XVI.

Lejos de tratar de resolver en este artículo lostemas de la aculturación americana en el siglo XVI ydel tipo de influencia que recibieron las culturasindígenas de parte de la población europea, así comoen de la manera e intensidad con que dicho aportefue bilateral, quiero contribuir a la investigación deltema por medio de la apertura del término Paleohis-pánico para orientar y enfocar toda una nueva seriede investigaciones que están realizándose a princi-pios del siglo XXI.

3. LA ARQUEOLOGÍA Y EL URBANISMOCOMO MEDIDA PARA LOS PROCESOS DECONTACTO CULTURAL

Uno de los pilares fundamentales del estudio deprocesos culturales lo conforman los datos arqueo-lógicos ya que “la arqueología es la única disciplinaque puede cubrir el arco temporal íntegro de lasformas coloniales a través de milenios” (Gosden,2004: 18).

El estudio de la cerámica es fundamental pararealizar estudios como éste, porque nos proporcionainformación sobre el proceso de aculturación. Elproblema es que los estudios sobre cerámica colo-nial son muy generales como dice López deCervantes “La arqueología del periodo colonial deMéxico, en comparación con la realizada para laépoca prehispánica, es inexistente; además, sumúltiple arquitectura no ha sido excavada, sinoestudiada por otras disciplinas y, por ende, conotros enfoques”. (1979: 44).

En adición, resulta muy complejo el estudiocerámico, comenzando por los problemas termino-lógicos y temporales como “Los términos “Talaverade Puebla” o “Mayólica hispánica”, e incluso losempleados por Goggin para denominar la lozanovohispana, a nuestro parecer deben desecharse,

puesto que, por un lado, la propia Talavera de laReina, en España, reflejó en sus productos lainfluencia renacentista y oriental, o bien, copiódiseños de otros talleres de la mencionada Penín-sula” (López Cervantes, 1979:44).

Ciertamente, los estudios realizados hasta ahorano nos resultan suficientes para establecer un estadode la cuestión de la cerámica colonial mexicana deprincipios del siglo XVI. A pesar de los esfuerzos dePatricia Fournier quién desde la década de los añosochenta ha impulsado notablemente la investiga-ción de la cerámica colonial.

Una de las directrices que podemos seguir es que“A partir de la conquista española, las técnicas devitrificación, así como el empleo del torno fuerontransmitidos a los indígenas a través de la laboreducativa de los religiosos o de los artesanos penin-sulares como parte del proceso de aculturación”(1979: 53).

Por este motivo, la vitrificación se convierte enun excelente indicador sobre dicha aculturación,que va intensificándose desde el momento de laconquista de México. Es cierto que algunas técnicasindígenas subsistieron, en especial las técnicas deldenominado Grupo Pulido, especialmente para lacerámica que era utilizada diariamente.

Por esta razón, López Cervantes piensa que lamanufactura de los útiles de cocina para uso comúnpodría haber quedado en manos indígenas mientraslos “loceros de lo blanco” siempre fueron peninsu-lares, o bien, mestizos (1979: 54).

La vitrificación que fue un gran avance para laproducción de cerámica desarrollada por la culturaislámica en Cercano Oriente y transmitida a laPenínsula Ibérica de manera natural. Esta técnicapermitía la impermeabilización tanto del utillaje decocina como de las, fachadas que se cubrían demosaico. En la Nueva España la técnica fue muyutilizada en la región de Puebla y Tlaxcala, dondeestuvo muy en auge durante el apogeo del estiloBarroco, hasta la llegada del estilo Neoclásico.

Podríamos pensar que, el fenómeno de la cerá-mica vitrificada en los estratos que corresponden aprincipios del siglo XVI, podría resolver elproblema del registro material en cuanto al tema dela aculturación indígena. Sin embargo, es unarealidad el hecho de que “Las técnicas de vidriado yel empleo del torno en la Nueva España parten demediados del siglo XVI, según se infieren de lasfuentes históricas” (López Cervantes, 1979:54).

Por esto, puedo afirmar que, muy probable-mente, esa vitrificación cerámica sea un indicadordel proceso de aculturación. Por otra parte, es nece-sario aceptar que no se cuenta, en estos momentos,

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con evidencia cerámica que afirme la llegada dedicha técnica a partir de mediados del siglo XVI, porlo que queda fuera del marco temporal de esta inves-tigación.

Por otro lado, sí podemos afirmar que lainfluencia islámica en materia cerámica en la NuevaEspaña fue muy importante como dice LópezCervantes:

“Algunas formas de cerámica árabe, tan espe-cializadas como el albarelo o vaso de farmacia,continuaron elaborándose sin variación en las loce-rías novohispanas, e incluso dicha forma irá perdu-rando hasta nuestros días. De esta manera surge laposibilidad de que otras formas pudieran ser unacontinuación de algunas piezas del mundo árabedel siglo XI, por ejemplo, el caldero de un asa”(López Cervantes, 1979:53).

Ciertamente, la cerámica islámica continuósiendo fabricada y utilizada en la Nueva España. Sinembargo, López Cervantes afirma: “No sabemoscon seguridad si en Nueva España llegó a desarro-llarse la técnica del reflejo metálico o dorado, acasodebido a la ausencia de colonos o artesanos proce-dentes de Granada, Paterna o Manises” (LópezCervantes, 1979:53).

Esto no significa que no exista la posibilidad deencontrarnos con que sí se fabricó cerámica deprocedencia islámica en la Nueva España pero,como mencioné hace unas líneas, hasta estemomento contamos con muy poca informaciónsobre la cerámica paleohispánica que es cerámicade los primeros tiempos de contacto cultural enMéxico como para arrojar conclusiones sobre estetema.

En este sentido, también los estudios urbanoshan aportado una nueva dimensión al estudio de losprocesos de aculturación ya que, al igual que lacultura material, la ciudad tiende a ser construidacomo una amalgama de ciudades antes vistas porsus constructores y, en muchas ocasiones, lasciudades anteriores sobre las que se asienta lanueva ciudad son reutilizadas por motivos prác-ticos.

Es decir, la ciudad es un complejo de formas yespacios que retoman estilos antes vistos y vividosy que son combinados con los estilos culturales dela ciudad precedente en el caso de ciudades que seconstruyen en el mismo sitio que ciudades deculturas anteriores.

En el caso de la primera ciudad de México, su

Figura 2. Mapa de Upsala de 1550 (Toussaint, 1940: 137).

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urbanismo parece ser del todo defensivo y, por estomismo, ser un urbanismo práctico que intentaponer a resguardo a los nuevos habitantes de lac iudad , pero enfocado, espec ia lmente , aresguardar el poder recién conseguido por HernánCortés. Esta ciudad de México retoma ciertoselementos tenochcas como son las calzadas de laciudad, las cuales la dotan de una orientación espe-cífica relacionada con la fundación de México-Tenochtitlan y la localización del Templo Mayor.Es importante mencionar que dicha orientacióncontinúa siendo la principal del centro de la Ciudadde México en el siglo XXI.

Al continuar con el recuento de influenciasurbanas que caracterizan a la primera ciudad deMéxico es inevitable denotar que la continuacióncon el modelo prehispánico es, solamente, unafracción de la influencia cultural que provocó sumorfología y los elementos con los que contó. Sinduda alguna, la cultura castellana medieval juntocon los elementos que la conformaron fue un focode influencia cultural que hoy en día es innegable yque abre la investigación del urbanismo de laprimera ciudad de México. Esto nos habla de losconquistadores castellanos que llegaron a esastierras y que entraron en contacto directo con lacultura mexica para, así, comenzar un proceso deaculturación que desembocó en la cultura que,tiempo después, será conocida como cultura Novo-hispana.

Es por esto último que el periodo Paleohispá-nico, ha sido muy poco estudiado pero que,también, ha despertado gran curiosidad en losúltimos años ya que es un espacio donde los actoresfundamentales fueron, por un lado, la poblaciónmexica con sus particulares estructuras sociales,económicas, políticas y culturales y, por el otro, losconquistadores castellanos que, como hemos vistoa lo largo del artículo, aportaban parte de las estruc-turas aprendidas también. Sin duda alguna, elpersonaje que parece ser fundamental en estasinteracciones es Hernán Cortés. Esto no necesaria-mente por la profundidad de sus estructuras cultu-rales sino, muy probablemente, porque es el perso-naje de la conquista de México más estudiado y,también, el mejor conocido del periodo Paleohis-pánico en general.

Hernán Cortés podría o no haber tenido estu-dios en Salamanca (Martínez, 1992: 18). Más alláde ello fue un hombre que a lo largo de la guerra deconquista de México demostró grandes conoci-mientos militares que después aplicó en la cons-trucción de la ciudad de México como una ciudad

defensiva carente de murallas (Tirado, 2017) y, encuanto a su manera de concebir la conquista que élrealizó, era un hombre de mentalidad medieval quetrataba de replicar las estructuras que a él le pare-cían lógicas, mientras el Emperador, Carlos V,tenía un mentalidad muy diferente cuyo objetivoera eliminar los señoríos en la medida de losposible para poder controlar los nuevos territoriosultramarinos desde la Península Ibérica. Enconcreto, las pugnas entre Hernán Cortés y elEmperador no son más que el conflicto entre dosmentalidades; por un lado, la mentalidad medievaly por el otro la moderna.

Por lo tanto, los procesos culturales soncomplejos y requieren un trabajo de deconstruc-ción de las diversas influencias que los integran. Esdecir, el contacto entre la cultura castellana y lamexica significa por lo menos el contacto delproducto cultural que surgió de la interacción entrelas culturas que aportaron rasgos conformadoresde la cultura castellana. Por otro lado, sucederá estemismo proceso para la conformación de la culturamexica y la de los demás pueblos que, poco a poco,entraron en contacto con la de conquista aportadapor los castellanos. Es de esa forma cómo podemosacercarnos al estudio de los procesos culturales y,dentro de ellos, al proceso de aculturación queconformará los rasgos que veremos a lo largo delllamado periodo Colonial.

Falta mucho que explorar y desarrollar, ya quetanto la arqueología como el urbanismo son unasenda que, sin duda, hay que seguir recorriendo,pero no se debe considerar que estas disciplinassean las únicas capaces de aportar nuevos datos einterpretaciones que arrojen luz al problema delperiodo paleohispánico. Por el contrario, los estu-dios deben ser multidisciplinares, interdiscipli-nares y transdisciplinares para lograr una mayorcomprensión de este periodo el cual, comomencioné en la introducción de este artículo, secaracteriza por ser coyuntural y representa el finalde las estructuras políticas, económicas, sociales y,como consecuencia, culturales de la Edad Mediapero, a la vez, se encuentra dentro de una fase enque las ideas renacentistas estaban en boga enalgunos ámbitos y latitudes europeas y, en general,dentro del fenómeno histórico que llamamos EdadModerna con unas estructuras completamentediferentes a las medievales.

En conclusión, el periodo Paleohispánicosupone el estudio de uno de los capítulos más inte-resantes de la historia de México y de España, elmomento del contacto cultural y el instante en que

Rodrigo Octavio Tirado de Salazarhttp://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.012 ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589

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el último pensamiento medieval creó estructuras yestableció contactos con civilizaciones con las quenunca había interactuado en los territorios ameri-canos. Es un espacio temporal único en el quedichas estructuras fueron creadas de forma prác-tica por los mismos conquistadores y los frailes yno por las autoridades reales o las eclesiásticas.

Es así como el periodo paleohispánico estámarcado directamente por el contacto cultural queresulta innegable y, por lo tanto, por el proceso deaculturación. Además, está enclavado dentro de laamalgama conocida como periodo Colonial Mexi-cano el cual abarca trecientos años y esto ha difi-cultado enormemente su estudio.

En lo que se refiere a la teoría de la aculturaciónconsidero que ésta sigue siendo vigente, aunquedebe ser tomada como buena solamente paraperiodos de contacto como el Paleohispánicoporque, en cuestión de unas pocas décadas, tras la“cristalización cultural”, los procesos de acultura-ción toman nuevas sendas que no están compen-diadas dentro de dicha teoría.

En cuanto a lo que supone el estudio cerámico,resulta un elemento indispensable para el estudiode los procesos de aculturación de principios delsiglo XVI. Sin embargo, no tenemos suficienteselementos para hacer distinciones claras a nivelestratigráfico que nos hablen de periodos decontacto. Esto está directamente relacionado con lafalta de sistematización en la excavación arqueoló-gica y la falta de estudio del material cerámicoPaleohispánico.

Por otro lado, el urbanismo ha surgido como uncampo de estudio complementario que nos ayuda acomprender estos procesos culturales con suscaracterísticas y sus cronologías. Los estudiosurbanísticos como metodología para los estudiosdel pasado aún se encuentran en estado dedesarrollo pero las primeras aproximaciones(Tirado, 2013 y 2017) han demostrado arrojar unaserie de datos que resultan de mucho interés tantopara el conocimiento de las ciudades en si comopara denotar el pensamiento de las personas quecrearon y planearon dichas ciudades, el ambienteen el que se desenvolvían cuando construyeron omodificaron la urbe, sus influencias culturales e,incluso, las relaciones de poder que los afectaronen ese momento y que quedaron plasmados en elurbanismo de la ciudad.

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CuPAUAM 45, 2019 Paleohispánico: una aproximación al primer periodo castellano en México 287ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589 http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.012

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