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Suplemento de pastoral afro de la revista Iglesia sinfrnteras, editada por los Misioneros combonainso en Colombia.

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EDITOR PROPIETARIOMisioneros Combonianos

del Corazón de JesúsNit: 890.322.663-4

Registro de Senac S.P.I.531ISSN 0121-4551 Mingobierno Res. No. 13124

DIRECTOR Hno. Bernardino [email protected]

ADMINISTRADORP. Antonio Arbor

[email protected]

REDACCIÓNP. Rafael Savoia

Yeny Bá[email protected]

IMPRESIÓNPanamericana Formas e Impresos S.A.

Colombia, como otros países latinoamericanos, está cele-brando el Bicentenario de su constitución como Repúbli-ca independiente. Es un tiempo para recordar y celebrar,

pero también para analizar la realidad social, revisar la historia y avanzar por los caminos de una mayor solidaridad e igualdad entre todos los ciudadanos, superando las injusticias y vacíos de estos doscientos años. Entre estas injusticias y vacíos se destaca de manera muy clara la marginación en que han vivido los mi-llones de afrocolombianos –y americanos, en general–, muchas veces olvidados en las regiones más pobres del país o del Conti-nente, a pesar de su importante contribución a los procesos de in-dependencia.

Por otra parte, la celebración del Bicen-tenario coincide en Colombia con la llega-da a la jefatura de la República de un nue-vo presidente, el Dr. Juan Manuel Santos, quien se ha distinguido por convocar a to-dos a la unidad nacional, con el objetivo de lograr una mayor prosperidad. Espera-mos que, a la hora de impulsar esta uni-dad nacional no sean olvidados una vez más los afrocolombianos, que son mu-chos y siguen estando injustamente mar-ginados. La inclusión de los afrocolombianos es una condición indispensable para una Colombia próspera, justa y en paz.

Los afrodescendientes tienen derecho a que se les preste una dedicación especial, de tal manera que, de una vez por todas, sean totalmente incorporados a la vida social de la nación, en igualdad de condiciones, derechos y obligaciones. Esta atención especial debe concretarse en una educación de mayor calidad, una sani-dad al alcance de todos, una defensa de las víctimas de la violen-cia, un respeto absoluto por los derechos humanos fundamen-tales, unas estructuras físicas que faciliten el desarrollo de las regiones marginadas, etcétera.

Esto mismo vale, por supuesto, para la Iglesia, que debe avan-zar cuanto antes hacia una total integración de la cultura afrodes-cendiente, promoviendo las vocaciones afros y favoreciendo su presencia en todos los niveles.

P. Antonio VillarinoMisioneros Combonianos en Colombia

Los Misioneros combonianos y afroaméricaPor: Redacción

¿Bolívar asumió la causa de los negros?Por: Santiago Valencia Chalá

Entrevista: Quince Duncan, escritor costarricense. “Nuestra lucha es por la equidad”

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D el 1 al 6 de marzo de 2010 se realizó el Primer En-cuentro Continental de

los Misioneros combonianos comprometidos con la pasto-ral afroamericana en la ciudad de Guayaquil-Ecuador. En las actas, los participantes escri-bieron sus impresiones: “El en-cuentro nos ha permitido conocer-nos, tener una visión de la situa-ción afro en los diferentes países, realizar una evaluación y trazar unas líneas pastorales junto con unas propuestas. Ahora se trata de concretar las ideas y colaborar entre nosotros en lo que se pueda, respetando el camino de cada ju-risdicción”.

La presencia de los Misione-ros combonianos en el Continen-te Americano ha sido condicio-nada por su relación con el caris-ma de san Daniel Comboni que se dedicó a los pueblos de Áfri-ca. Los Misioneros combonianos en América, por su carisma, es-tán llamados a acompañar a los afroamericanos en su caminar

hacia la Patria sin males, porque el fundador San Daniel Comboni ha entregado su vida por África. Su idea fuerza, salvar África con los africanos, ha sido interpreta-da por los Misioneros combonia-nos en América como salvar a los afroamericanos con los afro-americanos.

Presencia comboniana entre los afroamericanos

En Estados Unidos de América, los Misioneros combonianos han establecido comunidades en regio-

nes afro como en Georgia, inclu-sive en Cincinnati–Ohio, (1947) sede provincial, es significativa la población afro americana.

En Brasil, los afro son par-te importante de la población, conservan sus tradiciones y en particular el culto a san Bene-

dicto. En la Baixada Fluminen-se de Río de Janeiro es notoria la presencia afro y el compromiso comboniano, que ha favorecido el progreso de jóvenes afro que aho-ra son líderes, algunos de ellos tie-nen cargos importantes a nivel de administración pública y otros en universidades. En Salvador (Ba-hía) los combonianos cuentan con el Centro de Pastoral Afro y Documentación P. Heitor Frisotti (Cenpah) ubicado en el barrio de Sussuarana.

En Ecuador, los combonianos están en la misión de Esmeraldas (provincia mayoritariamente afro) desde 1954. Se ha hecho una op-ción por los afroecuatorianos, des-tinando personal para este trabajo desde 1981. Han creado el Centro

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Los misioneros combonianos en América,

por su carisma, están llamados a acompañar a los afroamericanos en su caminar hacia la Patria

sin males.

Señoras en la celebración del día de san Daniel Comboni, Ecuador.

Cultural Afro de Quito y de Gua-yaquil, han fundado el Movimien-to Afroecuatoriano Conciencia. En Perú la Iglesia confió a los com-bonianos la parroquia de El Car-men (Chincha), que es el pueblo afro más conocido del país, tam-bién internacionalmente. El Cen-tro Cultural San Daniel Comboni ofrece una oportunidad de colabo-ración y diálogo con varias orga-nizaciones afro. La parroquia de Trujillo cuenta con un gran núme-ro de afroperuanos.

En Colombia los combonianos han hecho una opción decidida por los afro como tema transver-sal de toda actividad parroquial, animación misionera, formación, justicia y paz, dando además vida al Centro Afrocolombiano de Es-

particular a través del suplemen-to Palenque (dos veces al año) y la página web de la pastoral afro (www.combonianos.org.co/pasto-ral_afro.html).

En México la mirada a los afromexicanos ha sido una cons-tante, también a través de la revis-ta Esquila Misional. Últimamente los Hermanos misioneros combo-nianos han asumido un compro-miso con la población afro en la Costa Chica de Guerrero.

En cuanto a la Delegación de Centro América, la preocupación por los afrodescendientes ha esta-do presente desde los comienzos. En Costa Rica escogieron traba-jar en Puerto Limón en la parro-quia de Cieneguita. En la actuali-dad también en el barrio Cuba de San José, en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen.

Trabajo en los próximos años

Entre las propuestas del en-cuentro resalta la de propiciar que en cada jurisdicción haya una co-munidad o un referente para la pas-toral afro. Se decidió también, en-tre otras, fomentar las siguientes iniciativas: potenciar las comuni-dades combonianas dedicadas a la pastoral afro; realizar semanas, cursos de teologías y espirituali-dad, talleres, actividades de pasto-ral afro; participar en los encuen-tros que la pastoral afro organiza a nivel local y nacional; recoger y di-fundir materiales de hermenéutica afro (camino bíblico afro); trabajar temas de justicia y paz, ecología, desde la cosmovisión del pueblo negro; promoción y formación de los misioneros laicos afro.

Estas propuestas y compromi-sos que han tomado los misione-ros combonianos se apoyan sobre una de las decisiones del Capítu-lo General de 2009, que indica la pastoral con los grupos afroame-ricanos como prioridad en el Con-tinente Americano. n

piritualidad y Desarrollo Integral (CAEDI), y a la Obra de Promo-ción Humana de los Hermanos combonianos, manteniendo pre-sencia en la pastoral afro de las diócesis de Bogotá, Soacha y En-gativá y también la relación con la Comisión de etnias de la Con-ferencia Episcopal Colombiana. La revista Iglesia Sinfronteras da relevante espacio al tema afro, en

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Domingo Bioho es, quizás, el mas famoso de los ne-gros cimarrones y rebel-

des de Colombia. Algunos his-toriadores suponen que procedía de Bioho, Guinea Bissau, África Occidental, lugar desde el cual los esclavistas, en la segunda mi-tad del siglo XVI, enviaban a los africanos hacia ‘el nuevo mundo’, más exactamente a Cartagena de Indias, ciudad fundada en 1533, principal puerto de tráfico y venta de esclavos.

Domingo perte-necía a una tribu de hombres fuertes y gue-rreros, expertos navega-dores, estimados y temi-dos en su entorno. Do-mingo fue capturado y vendido en Cartagena al español Alonso del Cam-po en 1596. Allí fue em-pleado como remero forza-do en uno de los barcos que surcaban el río Magdalena. Para aquél entonces el nú-mero de esclavos había au-mentado, así como el núme-ro de los que lograban huir y formar pequeños pueblos en lugares accidentados con faci-lidad de defensa, llamados pa-lenques.

Domingo, aprovechó un per-cance para huir, pero fue recap-turado y obligado a volver a las galeras, como se consignó en un documento de 1599 citado por el historiador cartagenero Roberto Arrazola. Sin embargo, su deseo y voluntad de libertad fueron más fuertes que las cadenas y logró li-berarse, refugiándose en los mon-tes, organizando a sus seguidores y la vida diaria de los pueblos de

cimarrones. También conformó una ‘red de inteligencia’ que le daba información sobre los suce-sos que acontecían en la ciudad y organizaba las fugas de más escla-vos hacia el territorio liberado.

Existen documentos colonia-les, datados de 1603, que recono-cen a Domingo como jefe y fun-dador de los palenques en la re-gión cienagosa de la Costa Atlán-tica de los Montes de María. Él vi-vía en la Matuna. Su labor comen-zó a ser vista con cierto temor y preocupación por las autoridades.

Al punto que el gobernador, Geronimo de Suazo, al ver a la población de las montañas

libre, decidió acabar con Bioho y su gente. Consiguió permisos, soldados y armas, para someter a los negros sublevados, que nunca fueron vencidos definitivamente porque tenían una organización eficiente y sólida.

El sueño de Bioho era apo-derarse de Cartagena y volver a África. En 1605 Gerónimo Sua-

zo firmó un tratado de paz con Domingo, denominado con cier-ta ironía como Rey del Arcabu-co, que no duró mucho; las hosti-lidades continuaron, según relata el mencionado historiador. La paz sólo se concretó en 1612 bajo la gobernación de Diego Fernández de Velasco. El tratado fue violado por los españoles en 1619, cuando Bioho fue arrestado por la guar-dia de la muralla. Lo ahorcaron y descuartizaron el 16 de marzo de 1621. El gobernador García Gi-rón, quien ordenó la ejecución, argumentó amargamente que era peligroso el respeto que Bioho generaba en la población ya que “con embustes y encantos se lleva tras de sí a todas las ‘naciones’ de Guinea que hay en la ciudad”.

El legado

La Unesco declaró patrimonio de la humanidad al Palenque de San Basilio, primer pueblo libre de América, con el reconocimiento del Rey en 1711. Las gestiones finales fueron realizadas en Car-tagena y en España por los pres-bíteros Miguel del Toro y Baltha-sar de la Fuente, con el apoyo del obispo Cassiani, miembro de la orden de San Basilio.

Domingo Bioho, Rey Benko y los cimarrones que siguieron

sus huellas, han sido signo de dignidad y libertad, a

lo largo de la Colonia hasta las guerras de la independencia e inspiran todavía

hoy no sólo a los afrocolombianos y a sus líderes, sino también a todo colombiano que desea un futuro de dignidad, libertad y paz para el país. n

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Las delegaciones de las re-giones afro del país se en-contraron del 4 al 8 de

mayo en Barranquilla,(Atlántico) para la apertura del XIX Encuen-tro de Pastoral Afrocolombiana (EPA), convocado por la Comi-sión de Etnias de la Conferencia Episcopal de Colombia. El tema central del EPA fue Afrocolom-bianas y afrocolombianos en el bicentenario: Iglesia y Estado. El día de la apertura los delega-dos se reunieron en la Catedral para la solemne celebración de la misa afro, presidida por Mons. Carlos José Ruiseco. Alrededor de 250 delegados llenaron la inmen-sa catedral de cantos acompaña-dos por el ritmo de los tambores. Uno de los momentos más emoti-vos fue la procesión de la Palabra con danzas y ovaciones.

En el patio contiguo se presen-tó una obra que dramatizaba los sufrimientos y opresión de la es-clavitud, revelando la esperanza de un pueblo que ha sabido supe-rar las trabas y dar un aporte fun-damental a la construcción de la Patria. El 5 de mayo el doctor Fa-bio Teodolindo Perea pronunció la ponencia iluminadora del día Pre-sencia y aportes del pueblo afro-colombiano en la historia de Co-lombia, insitiendo en el cimarro-naje histórico colonial, republi-cano y actual como pensamiento afro. Resaltó sobre todo el pensa-miento actual del cimarronismo contemporaneo, las luchas por la nueva Constitución y la Ley 70, hasta las organizaciones afro que hacen presencia a todo nivel.

Al final del día, sin embargo, los participantes concluyeron que la realidad de los afrocolombia-nos todavía es de marginación y

exclusión. El informe 2009 de la ONU sobre discriminación racial en Colombia afirma que la “situa-ción de las comunidades afro es gravísima”.

El 6 de mayo se realizó un fo-rum sobre la realidad afro y las propuestas de cambio a hacerse. La profesora Elisabeth Lozano, de la Universidad del Valle, recono-ció los avances, pero solicitó que se nombre una comisión para las reparaciones a un pueblo que fue explotado y todavía en su mayoría vive marginado y excluido.

El P. Neil Mena, el día 7 de mayo, lanzó el tema de la solida-ridad en las mismas comunidades afro, recordando lo que se dijo en el encuentro de Panamá (2009): la pastoral afro no es tanto una ac-tividad, sino un camino de expe-riencia de Jesús, que está con el pueblo, vive su vida y lo llama a un compromiso solidario. El sa-cerdote presentó las actividades realizadas por el CEPAC y las gestiones que están realizando so-bre todo en el ámbito educacional,

viendo la posibilidad de un centro de estudios étnico.

El encuentro fue muy creati-vo y alegre, en particular las eu-caristias, que cada delegación animó con especial esmero y sa-bor afro.

Al finalizar, los participantes concluyeron que celebrar el bicen-tenario para los afro es reclamar el reconocimiento con acciones posi-tivas. Asimismo, suscribieron un manifiesto en el que deploran las acciones violentas y las situacio-nes de discriminación que siguen viviendo los afro y recordaron los ocho años de la masacre de Boja-yá. Instaron al gobierno a que dé cumplimiento a la ley 70 de 1993 y el derecho a vivir y ser felices de los afro en sus tierras.

Se comprometieron a prose-guir en la construcción de un país de todos y para todos; incluyente, amable, orgulloso de su multietni-cidad y pluriculturalidad, que sur-ja de un proyecto de nación que reconozca con dignidad las raíces de su pasado. n

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bleció en la Constitución de la In-dependencia federal de Venezuela de 1811, fue la supresión de la tra-ta de esclavos, pero no de la escla-vitud. De este modo el primer ca-pítulo del proceso de independen-cia provocó, a su vez, que los ne-gros crearan su propia revolución, lo cual generó continuos levan-

Bolívar y las Negritudes es el titulo de un libro que apare-ció hace poco en las libre-

rías de Colombia. El autor, Pedro Felipe Hoyos Korbel, a lo largo de la obra se esfuerza por justificar la actitud o las actitudes de Bolívar con relación a los negros, tanto en su campaña libertadora como en su mandato como presidente, sin olvidar sus últimas intervenciones como el personaje influyente que era. “Bolívar en las últimas dos constituciones no hizo público su reclamo por la libertad absoluta de los esclavos… Esta medida revolu-cionaria aplicada en ese momento habría sido el colapso de Colom-bia” (Ob.cit.381). Efectivamente, Bolívar es el libertador, el estrate-ga, el gobernante y el hombre que luchó por realizar su gran sueño de la unión de los países bolivarianos y de América.

Bolívar, el libertador

Bolívar perteneciente a una fami-lia noble, dueño de tierras y de es-clavos, inició la revolución, fraca-só y se refugió en Haití. Gracias al presidente Alejandro Petión pudo levantarse de la derrota militar y sicológica, consiguió tropas y per-trechos. El único requisito que le solicitó Petión fue que adonde lle-vara la bandera de la libertad, pro-clamara la emancipación de los esclavos.

Bolívar retornó a la lucha y consiguió triunfos que le abrieron el camino para liberar a los pue-blos y comenzando por Venezue-la plasmó su pensamiento en las Constituciones. Escribe Luzmari-na Gomez G. “Lo único que esta-

Por Santiago Valencia Chalá

tamientos contra el grupo de los blancos, entre ellos Bolívar”.

Bolívar vencedor en los cam-pos de batalla, instauró la Gran Colombia y animó con su espíri-tu personalidades y pueblos. Con relación al negro, en la práctica sólo proclamó la ley de libertad de vientres en un momento crítico, en que las tropas realistas ofrecían antes que él, la libertad a cuantos se alistaban en los ejércitos, al es-tilo de Boves y Miranda en los Llanos. En el oficio a Santander del 2 de abril de 1820 Bolívar es-cribe: “En efecto, la ley del Con-greso es sabia en todas sus partes. ¿Será justo que mueran solamente los hombres libres por emancipar a los esclavos?, ¿No será útil que éstos adquieran sus derechos en el campo de batalla, y que se dismi-nuya su peligroso número por un medio poderoso y legítimo? He-mos visto en Venezuela morir la

Alejandro Petión.

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población libre y quedar la cauti-va; no sé si esto es político, pero sé que si en Cundinamarca no em-pleamos a los esclavos, sucede-rá otro tanto… Reitero mis ante-riores órdenes: que el ejército del Sur tome los esclavos útiles para las armas, que necesite; y que ven-gan tres mil jóvenes solteros, para el ejército del Norte”.

Bolívar y el pueblo negro

Bolívar le tiene temor a lo que a la raza se refiere, como se desprende de lo que escribe desde Guayana el 5 de agosto de 1817 con relación al juicio y condena del general Ma-nuel Piar: “Proclamar los princi-pios odiosos de la guerra de co-lores para destruir así la igualdad que desde el día glorioso de nues-tra insurrección ha sido la base fundamental...”.

Luzmarina Gomez G. comenta: “como hemos podido indagar hasta 1814 la única relación que Bolívar posee con otros grupos sociales so-lamente obedece a dos direcciones: la primera con sus iguales (blancos criollos); la segunda, la de los sier-vos (negros esclavos) como ele-mento de producción y poder eco-nómico. En ningún momento ha ha-blado de injusticia o maltrato. Sólo se ha encontrado hasta ahora refe-rencia de ello como elemento de la-bor y cuidado de sus haciendas”.

Otras circunstancias como los movimientos revolucionarios de la gente de color entre 1824-1827, que ocasionaron grandes tensiones en la gesta emancipadora, propi-ciaron la carta que Bolívar le es-cribe a Páez, el 26 de Noviembre de 1827, en donde se refiere a estos incidentes y hace una afirmación dura: “la enemistad natural de los colores es mil veces peor que una invasión española (...)”.

Continúa Luzmarina Gómez, “Lo que si me queda claro, es que Bolívar conservó grandes afectos por personas de color como es el

caso de la negra Hipólita y José Pa-lacios. En una carta enviada a Ma-ría Antonia, su hermana, el 10 de Julio de 1825, desde Cuzco, Bolí-var dice lo siguiente acerca de la Negra Hipólita (...) “Te mando una carta para mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quie-re, para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha ali-mentado mi vida y no he conocido otro padre que ella (...)”. Es bas-tante claro su afecto por la negra de su infancia a quien llama ma-dre y padre.

Sin embargo, la razón de Esta-do primaba en la mente de Bolívar. En las haciendas que visitaba, por ejemplo la de Japio de los Arbole-da en el Cauca, su interés era con-seguir plata, alimentación y escla-vos para sus campañas. No es de maravillar que los negros (tampo-co los indígenas) en la primera y en la segunda levantada, no estu-vieran al lado de Bolívar. Presen-tían que su suerte no cambiaría. Ni siquiera se cumplió la ley de Liber-tad de Vientres, ya que la abolición llegó 21 años después de su muer-te, en 1851 con el presidente Hi-lario López en Colombia y en ge-neral en esa misma época para los demás países americanos.

La negra Hipólita.

“El primer día de lo mismo”

Siempre se citan las palabras de Bolívar al Congreso de Angostu-ra el 15 de febrero de 1819: “Yo abandono a vuestra soberana de-cisión la reforma o la revocación de todos mis estatutos y decretos, pero yo imploro la libertad absolu-ta de los esclavos, como imploraría mi vida y la de la República”. No obstante, fue el Congreso de Cú-cuta que en 1821 promulgó la ley de libertad de vientres: “Serán li-bres los hijos de los esclavos que nazcan desde el día de la publica-ción de esta ley… Pero ellos en recompensa deberán indemnizar a los amos de sus madres los gastos impedidos en su crianza con obras y servicios, que les prestaran has-ta la edad de dieciocho años cum-plidos” (Art. 1° y 2°). Esto quie-re decir que, quedarían esclavos hasta 1839.

Para esa época los esclavis-tas estaban preocupados y logra-ron del Congreso la ley del 29 de mayo de 1842 que prorrogaba el concertaje forzoso hasta los 25 años. Los jóvenes que no lo acep-taran y se fugaran, “seran trata-dos como vagos, destinados por el Alcalde al ejército permanente” (Art.6°). Peor todavía y vergon-zosa la ley del 28 de noviembre de 1843 Sobre medidas represivas de los movimientos de los escla-vos, que en el artículo 4° decla-ra “Se deroga el artículo 6° de la ley del 21 de julio de 1821, per-mistiéndose la venta de esclavos para fuera de la Nueva Granada”. En base esta ley, muchos jóvenes que tenían derecho a la libertad fueron vendidos a Ecuador, Pana-má y Perú. Los que ganaron, con engaños, fueron los ricos criollos dueños de esclavos porque fueron indemnizados. Para el negro y el indígena y la gente del común la independencia fue lo que escribió un historiador, “el primer día de lo mismo”.

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Bolívar podría haber proclama-do la abolición definitiva, como se comprometió con Petión. Libardo Arriaga Copete escribe: “Es claro que en el Congreso de Angostura, en aquel momento de gloria del Li-bertador y en medio de la apoteosis general con que los delegatarios lo aclamaban y se sometían a sus de-signios, la abolición de la esclavitud no habría tenido los tropiezos que encontró después, ni las vicisitudes por las que tuvo que pasar”. Pero, ¿por qué Bolívar no lo hizo cuando gozaba de todo el apoyo popular?, ¿temía que la liberación inmedia-ta acabara con la economía de los países libertados?, ¿libertados para qué y para quienes?

Razón tenía el poeta chocoa-no Oscar Maturana, en 1991, de levantar la voz en nombre de los caídos, engañados y traicionados negros, carne de cañón de las gue-rras de liberación:

BolívarReconozco tus valorescomo genio de la guerra,reconozco que eres unode los grandes de la tierra.

Sin embargo, ¡oh Bolívar!yo no puedo perdonarte, cuando a Petión y sus negrostranquilo tú traicionaste.

Tú tenías en las manosun poder omnipotente,sin embargo los esclavoscontinuamos de sirvientes.

Luzmarina Gómez emite un juicio global con relación a Bolí-var y los negros: “Existe un Bolí-var antes de 1812, uno después de 1814-15 y otro totalmente diferen-te después de Jamaica, considero particularmente que su sensibili-dad social se agudiza entre 1816-1819 cuando defiende de una ma-nera apasionada la abolición de la esclavitud, pero es allí, donde creo que todos podemos de pecar de

subjetivos al no comprender que su proceso abolicionista o de po-sición frente a los negros está más ligado a su contexto político social de la etapa de lucha que le toca vi-vir, que a su verdadera creencia o no de si los negros eran iguales a los blancos, ese no era el pun-to relevante; lo importante allí era que había que proclamar igualdad para no generar una guerra civil y no por la convicción de que él era uno más junto con los negros. Por

lo menos en lo investigado no en-contré ningún documento que lo demostrase, por lo tanto, mi ar-gumentación se sustenta sobre la base de que Bolívar no concibió a los negros como sus iguales, eso no denigra, ni exalta al hombre solo lo ubica dentro de su contex-to histórico”.

Bolívar hombre de grandes pro-yectos logró la Independencia. Aspi-ró a unir los países, comenzando por la Gran Colombia y perdió. Tal vez no tuvo en suficiente consideración las ambiciones del ser humano, las rivalidades entre pueblos y tampoco las diferencias étnicas en particular de los indígenas y los negros. Recono-ció sus valores y sus aporte impres-cindible para la revolución, pero los ‘instrumentalizó’ en función de las élites de las cuales él mismo era par-te y que lo traicionaron, quedando con sus grandes victorias y con una inmensa soledad, que lo acompaña-ron hasta la muerte en la Quinta de San Pedro en Santa Marta. n_____________Bibliografía:- Libardo Arriaga Copete, Los negros 150 años después de la esclavitud, Cátedra de Es-tudios Afrocolombianos, Casa Nacional de la Cultura Afrocolombiana, Fondo de Publica-ciones Afrocolombianas, (Vol. 1 p.14).- Oscar Maturana: “Bolívar y el despertar del Negro”, Bogotá, 1985. - Pedro Felipe Hoyos Korbel: “Bolívar y las Negritudes: Momentos históricos de una mi-noría étnica en Gran Colombia”, Hoyos Edi-tores, Manizales, S.F.- Marina Gómez y Gómez. En: www.simon-bolivar.org/principal/bolivar.

Para el negro y el indígena y la gente del común la Independencia fue lo que escribió un

historiador, “el primer día de lo mismo”.

El coronel Leonardo Infante, combatiente de la Independencia.

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–¿Cuál es la situación actual de las comunidades negras en Cos-ta Rica?–Costa Rica, como sucede en mu-chos países de América Latina, ha vivido una fuerte migración del campo a la ciudad, y del campo al extranjero. Esto ha significado que las viejas comunidades que esta-ban estructuradas se vayan desar-ticulando. Al tiempo que hay emi-gración de los originarios de esos pueblos, también hay inmigración de otras zonas, originando una re-composición de esas comunida-des. Por ejemplo, yo veo la reali-dad de las comunidades negras de Limón, hoy en día es muy diferen-te de lo que fue hace veinte o trein-

Quince Duncan es un reconocido escritor

costarricense, consultor de la Unesco y de otros

organismos internacionales. Nació en San José en 1940.

Sus trabajos incluyen novelas, historias cortas y ensayos así como críticas culturales y literarias. Su talento narrativo lo ha

colocado en lo más alto de la literatura costarricense. Ha realizado importantes investigaciones sobre la cultura de los pueblos afrodescendientes y el

racismo. Su lucha por los derechos humaos de estos pueblos ha sido reconocida

internacionalmente.Por: Rafael Savoia

ta años. Hay un cambio tremendo. Aunque sigue siendo en su mayo-ría población afro, a veces, más ca-ribeño que otra cosa, porque hay una mezcla cultural. Muchos han emigrado a las ciudades, donde la dinámica es diferente. A pesar de este fenómeno se han mantenido algunas organizaciones, pocas en verdad, como la Asociación Pro-yecto Caribe y la Red de Mujeres, con sus luchas.

Por otra parte, han surgido mu-chas cosas nuevas desde el punto de vista simbólico como el Festi-val de la Diáspora Africana, que se celebra en agosto. Esto ha sido muy interesante porque se ha lo-grado extender estas actividades a

zonas que no son propiamente de población afro o que no se auto-reconoce como afro. Por ejemplo, se ha ido extendiendo a Guanacas-te, una zona de un gran mestizaje afro, pero que perdió la herencia. Es una población mestiza que in-cluso ha recibido de la educación oficial mensajes de que su color y su cultura es de los indios cho-rotega. Efectivamente, ellos son una mezcla triétnica entre la po-blación indígena, afro, y española, pero no tenían conciencia.

–¿Existen disparidades y desigual-dades salariales entre los afrocos-tarricenses y el resto de la pobla-ción mestiza?

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–Es difícil saberlo o decirlo pues-to que no se ha hecho ningún es-tudio donde se hayan establecido estas diferencias. Posiblemente el Estado dirá que no, porque hay un salario mínimo establecido y éste se aplica por igual a negros y mes-tizos. Pero lo mismo sucede con las mujeres… A nivel de salario mínimo hay igualdad, sin embar-go, cuando ves salarios más altos por el mismo trabajo comienzas a encontrar diferencias. Yo no ten-go una base científica para decir que eso se está dando. Desigual-dades sociales y económicas son obvias; las zonas más pobres, a pesar de ser las que mayor rique-za producen, son las más depri-midas, no hay acceso a servicios básicos y el sistema educativo es mínimo.

En contraste, la población afro descendiente de Costa Rica ha po-dido avanzar en el sistema educa-tivo. Se dice que es la etnia que mejor lo ha aprovechado. El pro-blema está cuando ya se es un pro-fesional; la gente encuentra difi-cultades para conseguir empleo, y más todavía si quiere que esté

de acuerdo a su nivel. Aunque ha habido incursiones en todos los campos; ciertos puestos del go-bierno, en el área de salud y en el sector de educación, el problema sigue siendo de exclusión. A nivel individual existen logros, lo cual el sistema utiliza para mostrar que no hay diferencias.

–¿Las comunidades negras tienen algún reconocimiento de sus te-rritorios?–En este momento no. Hay que te-ner en cuenta los dos sectores de población afrodescendiente que existen en el país. El primer gru-po, que venía de la época colonial, se mestizó y aunque tenemos ras-gos tanto culturales como raciales de su presencia, no hay una con-ciencia de afro. Esas personas ha-cen parte de la población en ge-neral, no hay un territorio especí-fico. La población de Limón, el otro grupo, que viene del Caribe, es una migración reciente, de fi-nales del siglo XIX; no reclamó el territorio en el momento opor-tuno. Hubo un despojo, por ejem-plo, en la comunidad donde yo me crié, se realizó una reforma agra-ria, pero la reforma no consistió en darles la tierra a los pobladores que estaban ahí, sino en adjudicar-la a personas de otros territorios. Estas personas indemnizaron a los que estaban allí por los cultivos, trajeron gente de otro lado y luego cuando éstos cumplieron con los años de tenencia que la ley pedía vendieron sus tierras. Hoy son fin-cas bananeras, las grandes corpo-raciones en este momento.

–La cuestión de sabiduría de los ancianos, que se puede decir es base de la cultura negra, ¿aún per-manece y es valorada?–Creo que hay mucho de esto en las familias, sobre todo en las fa-milias de Limón y en las familias rurales y en algunas de las que vi-vimos en la capital, todavía hay valores que se conservan. Se es-tán haciendo esfuerzos para re-copilar los cuentos tradicionales que se han usado mucho. Aho-ra se está hablando de un trabajo sobre la filosofía que hay detrás de esos cuentos, porque estamos conscientes de que como tradi-ción oral, las posibilidades de so-brevivir son pocas. Tenemos que

Joven afro de Puerto Limón en Costa Rica.

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poner por escrito toda esa tradi-ción, al alcance de las familias y de los niños para que pueda se-guir viviendo, para que se pueda utilizar para educar al hijo y para mantenerlo. Tenemos un sistema educativo donde lo que se ense-ña es otra cosa. Tenemos un sis-tema de información, televisión, radio, etcétera donde estas tradi-ciones no cuentan.

–¿Cómo han reaccionado las igle-sias frente a la realidad del pue-blo negro y al camino del movi-miento negro?–Yo encontré una apertura muy grande en las iglesias más tradi-cionales, en la Iglesia católica, con su pastoral y también en algunas iglesias evangélicas. Sobre todo, hubo apertura de las iglesias que pertenecen al Consejo Mundial como los metodistas, los anglica-nos, episcopales o presbiterianos no sólo en Costa Rica, sino en toda América Latina.

–¿Qué sugiere usted a las igle-sias, en esta coyuntura del pue-blo negro, para que acompañen el caminar?–Yo creo que lo más importante es la formación. Es necesario edu-car y promover investigaciones y estudios en áreas que no se hayan trabajado mucho para que ese ma-terial pueda ser utilizado por los sacerdotes, maestros.

También hay que estimular nuestra auto identidad. La situa-ción ideal es la de una identidad autogenerada, es una identidad que yo adopto, que me viene de mi herencia histórica, de mi he-rencia cultural y que me da satis-facción personal. A partir de ahí yo me relaciono con cualquiera, sin tratar de aislarse o de dividir.

Otro tema relevante, el men-saje que todas las iglesias y las organizaciones deberíamos estar dando, es que la guerra terminó. Hay que concientizarse de eso.

La lucha no es ya por la igual-dad, pues todas las constitucio-nes y leyes nos dan la igualdad; la lucha es por la equidad, y ahí es donde está la falla. La batalla final comenzó con Rosa Park (en 1956 en EE.UU. se negó a obede-cer al chófer de un autobús públi-co, el cual quería obligarla a ceder su asiento a una persona de raza blanca, ndr) y cuando Mandela lo-gró la presidencia en Sudáfrica.

En este momento hay otras for-mas de esclavitud y de dominación, por eso tenemos que construir desde la diversidad. Yo le digo a la gente, olvídate de que estamos luchando por la igualdad, además ni siquiera queremos ser iguales. Nuestra lucha es por la equidad. Por eso necesi-tamos las voces autorizadas de las iglesias, las voces autorizadas de los maestros, para que promuevan esas

dos ideas centrales. ¿Qué hizo Mar-tín Luther King? Él levantó la vista en un momento dado y dejó de ser el combate del racismo el foco. Se dijo: vamos a construir una socie-dad diferente, donde no haya racis-mo. Levantó la vista y dijo: tengo un sueño... Eso es otro nivel por-que convocas a todo el mundo; si sigues obsesivamente combatiendo el racismo, terminas matando al ra-cista. Hay que levantar la vista ha-cia la meta, hacia el futuro, hacia la utopía y entonces podemos lograr gente que camine…

–¿Cuál ha sido la satisfacción y la decisión más grande en este ca-minar?–La satisfacción más grande fue quizás aquello que viví en el en-cuentro de la Diáspora africana, de hace cuatro años atrás, cuando yo escuché a los jóvenes que par-ticiparon del congreso hablar de lo que había significado en sus vidas mi obra. Yo sentí ganas de llorar y me dije esto valió la pena y eso me dio más energía para seguir en el tema educativo. n

No estamos luchando por la igualdad, además ni siquiera queremos ser

iguales. Nuestra lucha es por la equidad.

Joven afro en la playa de Puerto Limón, Costa Rica.

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Cuando el fútbol era monopolio de la elite blanca inglesa, se im-

puso en la nacional uruguaya el primer futbolista negro la-tinoamericano, José Leandro Andrade. Su talento fue de-cisivo para que Uruguay ga-nara la copa América y, sobre todo, para que ganara el primer campeonato mundial en Mon-tevideo en 1930. Era el pri-mer ídolo negro internacional, mucho antes que Pelé. Ganó la medalla de oro en las Olim-piadas de 1924 y 1928. Fue una sorpresa para Europa y en particular para los que pensa-ban que los negros eran infe-riores. El triunfo de un cam-peón atestiguaba la vitalidad de su raza.

En 1891 unos ingleses, contratados para la obra del ferrocarril, implantaron el pri-mer club de fútbol llamado Al-bión Football Club, en Mon-tevideo, cuya población era un 50 por ciento afro.

Los primeros jugadores negros y mestizos con sus jugadas se afirman como ídolos y colaboran a la llegada del ‘mito del atleta negro, naturalmente do-tado’ que se afirma sobre todo alrededor de los años 30. Pero son también ‘ídolos solitarios’, porque to-davía minoría, excepción que arriesga muchas ve-ces de confirmar la regla racista, que quisiera fue-ran dejados fuera de los equipos nacionales y hasta de las canchas de fútbol ‘oficiales’.

El negro Andrade es recordado como hombre grande y fuerte, amiguero y amante de la buena vida. Su padre quería que fuera un buen estudiante, pero él prefirió ganarse la vida como limpiabotas, antes de hacerse notar en las canchas de fútbol y ser re-gistrado en el Peñarol. Se imponía por un juego ins-pirado en el ‘candombe’ y sobre todo por su velo-cidad, fue llamado la ‘Flecha Negra’. Pasaba entre un adversario y otro zigzagueando como un rayo y metía el gol, mandando en delirio los hinchas y los estadios.

Gracias a otros jugadores afros Juan Delgado e Isabelino Gradin (1894-1944), la Nacio-nal dominó sin muchos proble-mas por casi diez años en Amé-rica Latina (adjudicándose la Copa América de 1916, 1917, 1920, 1923, 1924 y 1926), en las Olimpiadas de 1924 en París (donde Andrade fue descrito por los periódicos como ‘maravilla negra’ y donde por primera vez ganaba un equipo no europeo) y 1928, sin olvidar el campeo-nato mundial de 1930. Eduar-do Galeano relata un episodio significativo con ocasión de la Copa América de 1916, cuando la Nacional Uruguaya le ganó en la final por 4 a 0 a Chile, este ultimo equipo pidió que se anu-lara el partido porque Uruguay contaba en su equipo con ‘dos africanos’, precisamente los dos mencionados arriba, considera-dos como ‘mercenarios’ Y con relación a la Olimpiada de Paris (1928) sigue diciendo Galeano

del jugador afro Andrade: “En la línea mediana, este hombrazo con cuerpo de goma, lanzaba la pelota sin tocar el adversario, y cuando atacaba, bajando la ca-beza, sembraba cantidad de adversarios. Durante un partido atravesó el campo con la pelota ‘dormida’ en la cabeza. El público lo aclamaba.”

Andrade dejó la cancha después de haber partici-pado activamente en todas las victorias de la Nacio-nal a partir de 1923, jugó más de 40 partidos (apenas 3 perdidos). En el campeonato uruguayo jugó cen-tenares de partidos con los mejores equipos (Bella Vista, Peñarol, Wanderers), que peleaban para ad-judicárselo. Los últimos años los pasó con tuber-culosis, en soledad y pobre. Murió en 1957, con la satisfacción de ver a su nieto Víctor jugar en la na-cional uruguaya en los campeonatos mundiales de 1950 y 1954.

Bibliografía: La razza in campo: per una storia della rivoluzione nera nel calcio” de Mauro Valeri (casa editrice ‘Psicanalisi Contro’, Roma 2005.

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El desplazamiento en Co-lombia es un fenómeno ge-nerado por la situación so-

cio-económica del país. Este fe-nómeno se ha incrementando a lo largo del tiempo, sin que las me-didas adoptadas por los gobernan-tes de los diferentes departamentos sean suficientes para controlar es-tas movilizaciones. En la mayoría de los departamentos ubicados en la Costa Pacífica, donde la pobla-ción es afrodescendiente, se pre-senta una movilización masiva de sus habitantes. Estas poblaciones están llenas de sueños, de alegrías y de esperanzas, pero deben desplazarse y correr el riesgo de emprender una travesía a lugares desconocidos, en busca de mejores condiciones de vida y/o huyendo de una realidad del con-flicto armado. Las ciudades capi-tales de Colombia, se vuelven esos

Por Alexandra Viviana Viuch

lugares desconocidos, puesto que tienen características económicas y socio-culturales diferentes; somos un pequeño país con gran diferen-cia cultural interna.

Las movilizaciones se presen-tan diariamente. Bogotá es una de las ciudades con mayor índice de recepción. Hablamos de familias enteras que llegan a las ciudades, ya que dentro de la cultura afro-americana es muy marcada la ten-dencia de movilización con la ma-yoría de sus miembros. Caracte-rística que es relevante, ya que así cada uno de los miembros tendrá mayor capacidad de resistencia al nuevo medio.

En general, la población en si-tuación de desplazamiento se ubica en las localidades periféricas de la ciudad. Al interior de estas locali-dades, encontramos barrios carac-terizados por la pobreza, asociada a

factores de riesgo como delincuen-cia juvenil, maltrato intrafamiliar y drogadicción. Sumado al alto índi-ce de preadolescentes y adolescen-tes embarazadas.

La experiencia en Santa Rita

En el Barrio Santa Rita, Suba –que pertenece a la Parroquia beato Juan Bautista Scalabrini de la Dióce-sis Urbana de Engativá– se obser-va una concentración significativa de familias afrocolombianas. Ahí, desde hace aproximadamente un año, los Misioneros combonianos han venido desarrollando diferen-tes actividades de pastoral.

Yo me vinculé en este proceso y en la primera reunión en la que participé con los Misioneros y con el párroco, conocí las diferentes ac-tividades que habían realizado con toda la población. También se rea-

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lizaron diferentes propuestas fren-te a la posibilidad de crear grupos que reunieran a las y los afros, des-de aproximaciones culturales y de-portivas. El objetivo de estas activi-dades sería, por un lado, lograr ma-yor integración entre las familias afro, y, en segundo lugar propiciar un acercamiento de los integrantes a la participación activa dentro de la Iglesia católica.

Para iniciar el proceso se deci-dió realizar un censo, con el fin de conocer el número de familias afro residentes en este barrio. Nos enfo-camos en indagar en qué activida-des les gustaría participar, cuáles eran sus motivaciones.

Elementos relevantes del cen-so:• Motivos del desplazamiento: la necesidad económica y/o la situa-ción de conflicto armado.• Número de integrantes en las fa-milias: mamá, papá, tíos, tías, hijos/as, sobrinos/as y abuelos. • Número significativo de pobla-ción infantil de los 6 meses hasta los 10 años. • Población infantil en su mayo-ría escolarizada; sin embargo, no cuentan con los sacramentos que propone la Iglesia católica.

• Padres de familia que se encuen-tran entre un los 20 a los 40 años de edad. • El desempleo es la mayor difi-cultad.• Familias sin vivienda estable, lo que genera frecuentes moviliza-ciones.• La población adulta, en gene-ral, tiene un nivel educativo bási-co primario. Los hombres que tie-ne oportunidad de vincularse labo-ralmente lo hacen en construcción y las mujeres como empleadas do-mésticas. • Las mujeres afro tienen interés en capacitarse en diferentes áreas: bordar, tejer y cocinar.

Realizar el censo, visitando fa-milia por familia, ha sido una ex-periencia gratificante; las familias nos aceptaran en su cotidianidad y, al mismo tiempo, se fortalecieron las relaciones que ya habían crea-do los Misioneros.

La mayoría de los censados, ma-nifestaron que olvidar sus costum-bres no es una preocupación (sí lo es cubrir sus necesidades básicas). Sin embargo, en una ciudad tan ace-lerada como Bogotá, la alegría que caracteriza a los afros y sus expre-siones celebrativas se pueden uti-lizar como un soporte frente a tan-tas presiones actuales. Si se logra también un intercambio cultural, se permitirá que aquellos que no comprenden su cultura –y por este motivo los etiquetan de escandalo-sos o bulliciosos– no lo sigan ha-ciendo.

La población afrocolombiana tiene una riqueza enorme para re-cuperar y para compartir con la co-munidad que los acogió, en cuan-to a su cultura, sus valores y a su forma de relacionarse. Contribuir a reconstruir su ser de familias afro, partiendo de su contexto, apoyarlos para recuperar su identidad, es re-construir la esperanza. Un ejemplo de esto lo brinda un grupo de muje-res afro desplazadas del mismo ba-rrio, quienes se organizaron y crea-ron una fundación (Fumacade).

Recuperar la identidad afro se debe convertir en un objetivo y, al mismo tiempo, en una justificación para incentivar a estas familias a que se reúnan y a que, en el futu-ro, empiecen a liderar proyectos en pro de sus principales necesidades comunitarias.

El acompañar, en estos meses, a la población afrocolombiana des-plazada que reside en el barrio San-ta Rita, ha sido una gran experien-cia. La oportunidad de hablar con las familias, escucharlas, me permi-tió percibir que este pequeño gru-po, inserto en una población más grande, tienen sus propias nece-sidades, muchas veces impercep-tibles, las cuales nosotros, con el trabajo que se está realizando, tene-mos oportunidad de percibir, para no quedarnos, como algunas Ong o Fundaciones, en simples asisten-cialismos. n

La población afrocolom-biana tiene una riqueza enorme para recuperar y para compartir con la

comunidad que los acogió.

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Cuando yo nací, era negro.Cuando empecé a crecer, era negro.

Cuando voy a la playa soy negro.Cuando tengo frío, sigo siendo negro.

Cuando tengo pánico soy negro.Cuando me enfermo soy negro.

Inclusive cuando me muera,continuare siendo negro.

En cambio tú, mi querido amigo blanco:

Cuando naces eres rosado.Cuando empiezas a crecer te pones blanco.

Cuando vas a la playa te pones rojo.Cuando tienes frío te pones azul.

Cuando tienes pánico te pones amarillo.Cuando estás enfermo te pones verde.

Cuando te mueras te pondras gris.

¿Y tú todavía tienes la osadía de decirme que yo soy “de color”?