n 3 julio 1976 - uab barcelona

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I o r q 3 ni z ac í o n re v c tu c i o n a r¡ a o d" cg n Ta7 Une le los problemas más graues^y difíciles en este periodo funda

mentalmente organizativo, de un partido que se propoñ"ga nacer y to--mar pp fce en la revolución socialista, es la fuerte corriente inte— lectüalista de muchos de aquellos que dicen pretender hacerla y cons trui ele.

La 'Cantidad de militantes provinientes de los sectores intelectua Tes\d~- la pequeña burguesía, alejados de la producción, hacen que — los grupusculoa de izquierda, ricos en general de erudicción revolu­cionaria, por la causa antes expuesta, tomen la "teoría' cómo bande­ra c-J.st. única, tratando de llegar de forma individual, por sus líde­res n i<rfluidos por estos, a un "verdadero'1 y "acabado" programa re-VGlíi..7Á,;,Tario prácticamente sin un resquicio de error o vacio. Es co-rri^arr, por ejemplo', que nos acusemos los unos a los otros de subje_ tivor;, localistas, individualistas, etc.-.. pero difícilmente se e m — preqe|s un planteamiento superador de todo esto, que en un 99:^ de las veces es desgraciadamente cierto. Los "grandes" teóricos sacan una -

línea general de tal o cual experiencia, como la tan repetida de que: fl « . . es que las CC 00 de Pamplona...". Todo esto como si signi­ficare una visión correcta de la realidad y un argumento válido fren te a cualquier situación concreta que se plantee.

~ i\¡o¿waimen€§, '" ü7fb~"áTr*Tos""'es'cbTTó*s""rún"dánieñTaTes~c"ón qu^~FrcrpTez~a" "- ' la unificación de todos los grupúsculos comunistas revolucionarios -en un solo partido, es el de vencer todas y cada una de las aprecia-

._oi_&di3_"....y,._jna±izácioñas.,. iuu.e-C-aa-Jciáícu 1 as.,... .que. existen cqmo por ejem- [ pin. üñ militante de aquí no conoce uno de allí, o bien parece que -donde se dice A podría entenderse Ai. Estas pegas nos han llevado, -en no pocos casos, a plantear una táctica generalizada que lleva a -lo s.1 quiente :

Sé :.'•'_ ce estar de acuerdo en; - i a revolución pendiente en España es socialista, insurreccional,

armada y hecha por las autoorganizaciones democráticas de las masas obrer-3. - Ll.Iete la necesidad de un partido que organice su vanguardia para

superar las luchas reinvindicativas y plantear la política de lucha independiente que garantice la victoria revolucionaria de la clase -obrera, - Hay que estructurar este partido en función del centralismo demo­

crático estableciendo métodos y estatutos que posibiliten solventar las contradiciones internas. - Estos puntos, junto con dos o tres más, tienen que configurar el primer paso hacia la unificación en un congreso constituyente de to­dos estos grupos, o al menos de una gran parte de ellos.

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" ! Pues bien, los eternos "lenines" e intelectuales penitentes, como

decíerpoe, han inventado un "nuevo" método para impedir que se desa— rrolla de una manera correcta tal "construcción\ •• Profundicemos! Cla­man. ; Profundicemos, en cada uno de estos puntos para ver si de ver-

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dad estamos de acuerdo! Escribamos un tratado con sus apéndices, de todas y cada una de las contradicciones que se hayan constatado en -las discusiones y entonces... entonces veremos que se hace. ¡¡MARAl/J LLOSOÜ.

Mientras tanto, la realidad nos desborda por todos lados, las ma­sas no entienden las "verdades" puras, y faltas de alternativas cla­ras, dejan a la vanguardia con sus dogmatismos y disquisiciones pro­fundas y se dejan convencer por cualquiera que les de una salida.

Insurrección se dirige a todos y cada uno de los militantes del -comunismo revolucionario que honradamente se proponen la creación de nuestro partido, para llevar una lucha sin cuartel contra todas e s — tas posturas, que en el fondo no reflejan rreda más que la impotencia de dirección y organización sobre los obreros que tienen estos compa ñeros intelectuales pequeño-burgueses.

Queremos, sí, tratados; estudios profundos, analíticos, científi­cos y rigurosos. Pero, los queremos dentro de un partido, dentro de una práctica común, dentro de la lucha revolucionaria de la clase o-brera por el poder.

No queremos tratados imprecisos, farrangosos, faltos de base mate rial, malos plagios de los clásicos de la literatura marxista revolu cionaria o no.

Queremos organizamos alrededor de los objetivos de la clase obre ra y su revolución socialista, de su dictadura sobre las demás cía*— ses hacia la sociedad comunista.

HACÍA UN PARTIDO OBRERO REVOLUCÍO-NARÍOo

| HACÍA EL ESTADO I OBRERO SOCIAL ISTA i '

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LA HUELGA Siempre a los llamados ''partidos obreros" se les han hecho agua -

las ;:•<:• Labras y corren estas como ríos hablando de situaciones objetji_ va.1 y :•; 'bjetivas, de grandes movilizaciones, de ¡la gente está en la baile'?'j Igualmente, siempre ha habida ocasiones en las que los llama des "partidos obreros" no sólo no han visto la verdadera situación, sino ípia no han querido aprovechar dichas situaciones porque, de ha­cer! :? se corría el riesgo de superar sus planteamientos "obreros". Esta .-,;' t uación, que se nos ha dado y se nos da en España, ha de ser-v::'n>;,' jara aprender, para sacar consecuencias, y no superficiales, sino qije ha de servirnos en la medida de nuestra capacidad, de la ca pacidad real de la clase obrera para organizarse a todos los niveles que Ir historia nos demostró como necesarios y eficaces, o al menos suficiantea: las organizaciones de masas, de clase y revolucionarias y al partido de clase y revolucionario.

LKS primeras surgen de la conciencia de clase, y la segunda de la terna da conciencia de la vanguardia de la clase.

Es por esto que cuando se consolidan las condiciones objetivas y empiezan a despuntar, corno consecuencia, el debilitamiento del enerni ge y el empuje de la clase, un retraso; una vacilación, un subjeti— visrrra en los revolucionarios acomoda en el debilitado Estado de los enemigos a los futuras traidores, a los oportunistas, a los cobardes dirigidos por la política burguesa y sus intereses, distrayendo y de_ bilitsndo en la clase obrera a sus elementos más combativos, claros y honradas, confundiendo al grueso de la clase, nunca suficientemen­te !'•:•"•'.da sin su vanguardia, en la que confían. Esta, falla dejándo­se' anastrar por el aspecto más inmediato de su luchas el económico;

Trataremos ahora de dar una visión de lo que pensamos y oor dónde apunta la solución:

hayamos pues, un análisis de las fuerzas de izquierda, del desa— rroi-ta de la huelga y sacaremos las experiencias.

A nuestro juicio, la fuerza dominante fué el PCE, dominante a su vez sn CC 00 y también en la candidatura democrática^ la USO y la — UGT, qué no fueron más que meras comparsas de las burocratizadas CC 0C* las CC 00 que fueron reforzadas por las vacilantes, combati­vas confusas y sectarias fuerzas de MCE y ORT; la "oposición honra­da1' do los troskistas y la individualista s ineficaz izquierda comu-

_oi-S-t-s. floase: UCLt 0C- Octubre, Insurrección, PñP, AC, OICE, LO, Li­bera.-.ón, Germanía, BK y un largo etc..) con serias dificultades a la hora de tomar una posición unitaria.

Nb planteamos aquí las posiciones del PSOE y demás, pues éstos ha ce tiempo que eligieran a la burguesía como base política.

í.tjüe papel juegan cada una de estas fuerzas?.

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candidatura democrática la que cedía sus decisiones a la asam jnque no su inmediata revocavilidad como representantes. De es_ : ra, se convertían las asambleas, en asambleas de apoyo de las •aturas democráticas de la CNS. Esto hace imposible el coordi—' una manera rápida y eficaz los representantes verdaderamente .-.ticos de dichas asambleas, abortando una huelga general que i_ tontita de los intereses sectarios del reformismo.

. una vacilación inicial, ORT, PTE y otros la intentan, pero,

."rno terrorista que controla ampliamente los movimientos semi_ idos los frena con numerosas y seleccionadas detenciones. No-]U6 los revisionistas aprovechan para intentar, por un lado, -• los sentimientos del proletariado a una consigna política — ntalmente democrático-burguesa, movilizando en medio de unas ¡ generalizadas de Madrid y Barcelona una manifestación por —

" r. rr:..-ti a" y "amnistía y estatuto" respectivamente, cuando la clase Qbiexr presiona sobre los topes salariales, sobre el derecho de huejL gst¿ •:.'! su supervivencia en los niveles de vida alcanzados y, sobre todo, por el de recho a organizarse independientemente de los estre­cho» ¡-.arcos que la legalidad burguesa le marca. Esto tendrá su máxi-m a ;cxpT*naf "TV ?n los.-S4jcesaa—de.-U itqria .-cansidaxa£ias„cxinia . inm.aiiux.as. por f.T»S

¡rtorius. Por otro, un nuevo ataque del reformismo revisionista ido de que las asambleas acepten un pacto antes de que la bur— v se "asuste" demasiado y piensen que los "comunistas" son exce nte peligrosos o que son incapaces de dominar a la clase obre-; vez en pie.

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burguesía puede estar tranquila, de momento, el PCE rri quiere alucian, ni domina a la clase obrera y no existe una fuerza o£ liva del proletariado capaz de superar globalmente a nivel del la política del PCE. Fraga, mu y hábil, a pesar de su jef< ijas", no ha dudado en declarar que en esta primera fase de la

Igualito, igualito que Carrillo hace pocos me— :, no, pero.

i, ¡al grano!. ¿Qué hace la IC?: Un comité pro huelga para fo-y coordinar las asambleas.

ce a v ez la ineficacia, la desidia, el individualismo. Este pare-el núcleo de la cue ion, al que queríamos llegar,

•.¡litamos que queremos la revolución socialista.

-citamos que sabemos el peligro que supone que el revisionismo -.ge atados de pies y manos el proletariado a la burguesía demo—

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.omitamos-que sabemos que sólo las masas obreras organizadas, con Política independiente de clase y alrededor de un programa pro— :;jeden disponerse a tomar el poder para su clase.

til Ltamos que en sucesos locales como los de Vitoria nuestra poli,

rio estuvo ausente.

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AG'ÍTÍ •-.amos que para que todo lo anterior ocurra de forma menos es­porádica y local, todos sabemos que el proletariado tiene que poseer una dirección organizada a nivel de todo el Estado español.

Incluso admitamos que una mayoría de nosotros, admite (en abstrae to) el centralismo democrático, como forma organizativa de dicho pa_r tido obrero y revolucionario.

Una vez admitidos desso:;,. vemos como, u res oue impiden su ex son sustituidos por v mientes a la unidad; les e inoperantes, to se resigna a perder s dogmática teorización individualismo y subj definitoria de la peq intelectuales más rad van a integrar en el gar a la sociedad soc

todos nuestros deseos, na vez más, el aspecto eación y desarrollo no agos comités coyuntura por sibilinas teorizac do ¿porque*?, ¿porqué u u homogeneidad grupusc "universal". Esto, ca etivismo y ésto, camar ueña burguesía, cuando icalizados cuando pres proletariado y quieren ialista, "su" sociedad

nuestros revolucionarios fundamental de los erro-son atacadas ds frente y les; por solemnes llama— iones frentistas, inúti— na parte de nosotros no -ular, su pura, purísima y maradas, es sectarismo, -adas, es la cualidad más añora su pasada, de sus ienten que sin remedio se ser las primeras en lie-socialista.

Si los comunistas no se unen en un partido repleto de contradi ~~ cciones tácticas enriquecedoras, con un sólo comité de dirección es­tratégica, con un sólo programa, de nada, absolutamente de nada le -sirve al proletariado que "tengamos" razón y estemos de acuerdo en -lo "fundamental".

Es hora ya de que los anarquistas se definan como tales, pues co­rremos el peligro de conducir al degolladero a nuestra clase si nos unimos alrededor de los presupuestos organizativos de ellos; vaya -paradoja!

CONTRA LA DISPERSIÓN

DE LOS" REVOLUCIONARIOS:

ÜN PARTIDO

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luego, el error es pensar que como en el aparato de CC 00 es donde -se cuece hoy la política, es allí donde tenemos que estar, con la in genua idea de que "convencidos" o "neutralizados" los dirigentes del aperírtrcr, hemos convencido a la clase en su conjunto.

En este momento, abandonar la concepción de algo más que organizaciones de vanguardia, más aparato de partido, sometidas a la clandestini el Estado terrorista de la burguesía, sin posi a la luz en la democracia directa de los traba donde inmediatamente dejarían de tener entidad convirtiéndose sin más en grupos dependientes políticos, por lo cual el paso no deberá ser s se imaginan no pocos, sino cualitativo, es dec ser organizaciones de masas sino círculos de p la verdadera organización do las masas quedará tas.

que estos grupos son o menos ligadas a un dad, a la que obliga -bilidad real de salir jadores, asambleas, --real representativa,

de diferentes partidos ólo cuantitativo, como ir, rro deberán pasar a artido, mientras que -independiante de á s —

Ahora bien, si fortalecemos esos grupos de vanguardia de masas co mo organizaciones que tuvieran que ser de las masas, sólo tendrán un fin, o ser el aparato burocrático de un sindicato, o el impedimento real para que las masas obreras se organicen según sus propias orga­nizaciones revolucionarias. Negar esto último sería negar el carác-— ter revolucionario de las masas obreras cuando se organizan de una -forma independiente en contra de la burguesía, y el primor paso para creer inocentemente que un grupo de listos puede sustituir todo su -enorme potencial revolucionario.

DEMOCRACIA OBRERA EN UN ESTADO OBRERO

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"El problema es establecer el tino de sindicato, que más favorece el avance del movimiento de masas an una vía revolucionaria, partir de la realidad de las CC 00 y marcar el conjunto de la situación u — ñas directrices de trabajo que nos permitan oponernos a todo tipo de maniobras reformistas". : , : '•• u '•

Los marxistas-leniligtas es indudable.que no sólo tenemos que ate nernos al análisis de la realidad para obtener una solución abstrac­ta, pero lo que no podemos es rendir nuestros objetivos ante la imo£ sibilidad inmediata de realizarlos.

Por eso, antes de marcarse casi únicamerrte la táctica, en el sen­tido de "oponerse" al revisionismo, hay. que determinar una táctica -general revolucionaria contando con la situación real de nuestras — fuerzas.

No podemos, ni es materialista hacerlo,' planteadnos como determi­nantes las contradicciones secundarias, y posponer la superación de las fundamentales.

Es decir, no podemos acept cato de Trabajadores, olvidan y revolucionaria. Esto es tan cracia burguesa frente a la s damos de que el movimiento ob y dirección reformista, y de rindiendo de antemano nuestro contradicción, sino plantando la clase obrara como son desv "acogedor" y "pacífico" que 1 podemos ser arrastrados; vamo gar a un estado tal que la vi ta vida democrático-burguesa bre".

ar la política reformi do la organización obr to como, aceptar la pol ociálista. Naturalment rero está hoy sometido nuestra debilidad ante s objetivos como vamos cara a estas posición

iados sus auténticos d e ofrece la burguesía, s a ser arrastrados^ t da del reformismo vaya y no a un "estable Est

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Vemos pues, por un lado, que no podemos renunciar a nuestros obje_ tivos revolucionarios y, por otro, que no podemos apartarnos de la -clase obrera en un momento en que el reformismo y el oportunismo son los amos.

Claramente vemos pues, que si negamos solamente la posición secta ria D infantil, amén, de ''izquierdista" de las CEDA, Plataformas anti_ capitalistas, Cometes anticapitalistas, etc, y nos integramos en una política reformista y sindical de CC 00, como reacción, seremos inca paces de superar la contradicción y apoyaremos y fortaleceremos d i — cha política burguesa en el seno de la clase obrera. Y aquí, desde -

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Los barrios populares, no son sino los lugares donde la clase o— brera y las masas trabajadoras en general, recuperan las energías --gastadas durante las jornadas laborales. Por otra parte] el proleta­riado, objetivamente, tiene una meta a cubrir como clase, la destru­cción del Estado burgués y la implantación del Estado obrero, así, y si la explotación es un hecho que hay que atacar en todo momento y -en todo lugar -el obrero lo sigue siendo en su barrio tanto como lo es en su fábrica-, no es correcto plantear la revolución de 8 de la mañana a 3 de la tarde exclusivamente, de toque a toque do sirena; -como tampoco os correcto plantearla sin tener en cuenta que además -de por la clase obrera, el barrio está formado por toda una serie de capas populares, aunque sabiendo que éstas siempre serán arrastradas por ella hacia su política, si es capaz de organizarse y desarrollar la revolucionariamente.

Visto esto, creemos que los barrios están destinados a participar eficaz y decisivamente en la toma del poder por el proletariado y — que, por lo tanto, hay que hacer viables en ellos, organizaciones de masas populares, dirigidas por la clase, independientes del aparato burgués y definidas revolucionariamente por el socialismo; en defirci tiva sostenemos la posibilidad y necesidad de la asamblea como orga­nización autónoma del barrio, donde sea practicada la auténtica dorna cracia de las masas.

Para llevar adelante esta política so nos plantea la utilización de las asociaciones de vecinos en todas sus manifestaciones, de jóve_ nos, amas de hogar, padres de alumnos, etc, como centros legales que aglutinan a las masas del barrio y como plataformas de lucha legal, pero siempre teniendo presente que tienen que ser desbordadas por la lucha política revolucionaria, anegadas y anuladas por la asamblea -que superará cualitativamente sus fines puramente reivindicativos y sus estructuras burguesas.

Contrariamente a nuestras posturas, la línea revisionista, previo desarme del único y sólo movimiento obrero en un "movimiento ciudada no" diferente de un "movimiento de fábricas" como asimismo diferente de todo un rosario de distintos movimientos, establece como única s_a lida organizativa, para el primoro; las asociaciones de vecinos, con_ cobidas por ella como sustitutivos de los actuales ayuntamientos só­lo que bajo su dirección, como urca garantía más para ser admitida en el juego democráticovburgués.

A otro nivel, potenciamos las organizaciones unitarias de vangua_r dia de masas o CC BB, como medios ilegales desde donde incidir en el barrio para ampliar su nivel de conciencia, para movilizarla por sus problemas más sentidos, para hacerlo más combativo y prioritariamen-

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te para organizarlo estabilizando sus asambleas, en las que solo ve­mos,hoy, los medios do educación organizativa de las masas popula res. En la actualidad sería puro idealismo'concebirlas, sin tener en cuenta el estado de su desarrollo, como los consejos, que tendrán — que llegar a sor en el futuro. La realidad objetiva presente nos de­muestra, como en los casos de Orcasitas, La Fortuna, Uicálvaro,ate, que si bien, las luchas llevadas en forma de asambleas, ofrecen una mayor continuidad y la participación real do la gente, todavía sus -actuaciones sorr: esporádicas y sólo en base a unos problemas roivindi cativos sociales muy concretos, siendo incapaces aún de existir como formas organizativas estableo con unos planteamientos políticos gene rales y revolucionarios.

En este sentido aceptamos como necesaria la labor de las CC BB, -en la medida en que en estos momentos atravesamos por los primeros -balbuceos organizativos de las masas de la clase obrera y el pueblo, pero consideramos que una vez superada esta fase y consolidadas las asambleas en los barrios, las comisiones perderán su razón de ser, -pues ¿qué representatividad se podrían otorgar fronte a las comisio-Toa elegidas directamente por las masas? ¿que podrían dirigir si el barrio fuese capaz de hacerlo por si mismo?.

Esto no lo acoptan algunos grupos que consideran que las CC BB ---son los nucióos de las organizaciones dol barrio do masas, que se — constituyen on tales por engorde o ensancho. 19 Afirmamos que es i — doalismo pensar que con el tiempo las masas da un barrio, en un a m — plio sentido, so pueden incorporar a una comisión, pues supone con— fundir la labor que puede rendir una vanguardia, organizada en gru— pos á partidos políticos ó no, con la do las masas. 29 Pensamos que erigirse en representantes do las masas por intentar o realmente re­coger sus intereses, no implica constituir la organización de las na sas, pues ¿dónde estarían las masas organizadas? y ¿no sería caer en un lidorismo improductivo el eliminar el papel do protagonismo acti­vo de éstas?. No creemos que las masas por más que las comisionas cs_ ten implantadas en ollas, estén organizadas y elaboren la política -que quieran, por si mismas.

Concluyendo y resumiendoj sólo las asambleas populares, estables y autónomas del orden burgués, con sus comisiones de delegados clegi_ dos por ellas y on todo momento revocables, pueden llevar una lucha revolucionaria on loo barrios, dirigido por la clase obrera y apoya­da por todo el pueblo. Y sólo en este sentido podemos utilizar las -instituciones legales y potenciar las CC BB y todo ello porque el — proletariado, explotada y apaleado, sólo es uno y porque esté donde esté, siempre luchará por el socialismo arrastrando consigo a todas las caoas vacilantes do la sociedad.

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DEMCCRAClA/.TARA QUE? Nada cambia en efecto y ya las voces de los barítonos" do la de­

mocracia burguesa, claman promesas sobre tinmeos venideros en los — que de la mano de la burguesía "tricolor" o "democrática", el prole­tariado verá construido su paraiso socialista. Pero, compañeros,la -lástima es que ni el socialismo admito a le burguesía como tal, ni -mucho manos la burguesía busca el socialismo como tal.y decimos coma tal porque no nos cabe en la cabeza un "socialismo" pactado entre — proletarios y burgueses, eso os como imaginarse a un ratón paseando con un águila ratonera»

Ante esta pantomima de democracia se juegan muchas posturas, unas más a la izquierda que otras, pero, desdo luego, ninguna de las que admiten el juego integrándose en el (aunque sea para"protcstar") do-ja de estar a la derecha del proletariado, pues aloja a este de sus auténticos métodos do lucha, de su, única auténtica, democracia.

Por eso consideramos que nuestra misión fundamental está llegando una misión concientizadora que siempre ha estado presente, pero que ahora, como lógica consecuencia del desarrollo de los acontecimien­tos políticos del Estado español de la burguesía, tendremos que agu­dizar al máxima y potenciarla a todo poder de nuestra capacidad.

Nosotros no nos podemos considerar ni la izquierda, ni la derecha ni el centro. Ese es un juego burgués, una trampa da su democracia, nosotros debamos organizar a la clase obrara lejos de las competen­cias entre las diferentes tendencias revisionistas y para ello debe­mos educar a las masas, debemos considerar como muy importante la la bor educativa hacia las masas, sin una educación revolucionarle de -las masas no es posible la revolución y de hecho la historia nos ha demostrado, (Alemania, Italia, España, Chile, etc.) que por culpa de esta falta do conciencia del proletariado do su misión histórica y -objetivamente revolucionaria, han fracasado los intentos revoluciona rios .

Los revisionistas también so plantean este problema, no nos cabe la menor duda. Pero por su propia miopía de la revolución se lo plan tcan como algo lejano, co."o algo que llegará "en su momento"- tilos plantean las luchas por las libertades burguesas con planteamientos, además, burgueses y lo peor es que hasta para "esas libertades necesjL tan de las masas, Si las masas no se lanzan a la calle, si los obre­ros no hacen huelgas: no hay libertades democráticas. En cuanto a la presión exterior para que el gobierno dé esas libcrtades5 únicamente diremos que esas presiones vienen de paises capitalistas y que sus -intereses con España son netamente capitalistas y por lo tanto ven -con miedo que "esto" coja demasiada presión y de rienda suelta a las tendencias ampliamente revolucionarias. La burguesía internacional y la "nacional-democrática'' existían también haca treinta años y, solo ahora, ante el peligro de males mayores so plantean "su democracia11. La burguesía cuando plantea un cambio de Estado dentro de su propio sistema capitalista es porque tiene bien cogidas las riendas de ese

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Estado o, en caso contrario, para inbant r frsn r imostus revolucio­narios. En suma, siempre parque do una ú' otra forma le beneficia el nuevo régimen.

En el caso actual de España se entremezclan las dos razones (ls -burguesía "democrática" desea el nuevo Estado y además las masas es­tán en la calle) pero con el dominio ideológico de la burguesía lo -cual, a la larga, se manifestará en una nueva forma do monopolio po­lítico, esta vez con parlamento, do osta burguesía.

Los revisionistas dicen que las masas están en la calle "luchando por las libertades", llamos a suponer por un momento oue fuera cierto (en general no lo es) y vamos a plantearnos de una manera razonable porque un obrero, que gana 500 ots. diarias y necesita 1.000 para:ivi vir", puedo pedir libertades democráticas: porque alguien le ha d i — cho que con esas libertades va a conseguir ganar 1.500. Esto, aunque a algunos les parecerá oscosivamente extremista es la razón material más fuerte del asunto. Los obreros se tiran a la calle por que les -aumenten el sueldo y entonces nosotros les decimos que con un sindi­cato obrero y con unas libertades democráticas podrían defenderse de la patronal con fuerza y podrían manifestarse en señal de protesta -sin que les pegara la policía: en suma que podrían ganar más dinero con menos riesgos. Esto estaría bien si no fuera porque quien lo plantea no son'organizaciones de la clase obrera, sino los conglome­rados "antifascistas" en los que se puede encontrar de todo: desde -un representante de la Monarquía Absoluta y Reaccionaria, (Los c a r ­listas) hasta un pretendido representante de la "izquierda comunis— ta" (el oportunista Movimiento Comunista) pasando por las más diver­sas interpretaciones de la sociedad, (Democracia-cristiana, social--democracia, etc.) unos son federalistas, otros monárquicos, otros — "socialistas" reformistas, en fin toda una gama de "especialidades" que se repartían entre la 3unta y la Plataforma y que acaban uniéndjo se en la Coordinadora Unitaria. Ahora, eso si, todos son "antifran-— quistas, antifascistas, antidictadura y antitodo lo que sea. El caso es que aparte dcl:,anti" ninguno demuestra nada que les iguale con -— los demás. Todos parecen estar integrados en un divertido juego de -zorrorias en el que se excluye totalmente la voz de la clase obrera, la voz del proletariado porque, per lo visto, "no ha llegado el n o — monto" .

Desde luego sería prem'turo ahora proponer la fco«a del poder por la clase obrera, pero desdo luego ahora es super-necesario organizar a la clase de cara a esta futura toma del peder, sin la cual todos -sabemos que los problemas de la clase nunca se solucionarán y a la -clase obrera no so la puede organizar con métodos burgueses, es d e ­cir, montalizándnla de que necesita votar a tal ó cual individuo pa­ra que represente sus intereses en tal institución burguesa y se in­tegre en ella cerno representante de la clase obrera? mcntalizándola de que descargue todas sus responsabilidades sobre un determinado — número de gento: so le desvía de su misión de clase, so le desvía --de sus objetivos revolucionarios porque se la burocratiza y, en dcfi_ nitiva, se aburguesa a sus "teóricos" representantes. Es por ello, -principalm ntc, por lo que vemos que hay que combatir las consignas dcmocratico-burgucsas que parten do los grupos revisionistas y opor-

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tunistas. No tanto por el contenido burgués que comulgan, cuanto por la forma en que estas consignas llegan a la masa proletaria, porque llegan a esta masa en ferma de consigna proletaria, porque la trans­porten partidos con base proletaria y parque los militantes de estos partidos revisionistas están convencidos de que estas consignas son, hoy, auténticamente revolucionarias»

Los comités centrales de los partidos revisionistas afirman que -solo tras un periodo democrático-burgués podrán las masas proleta rias aspirar y estar proparadas para el socialismo. Una explicación muy pobre puesto que lo fundamental para que se alcance el socialis­mo es que exista un desarrollo capitalista que haya consumido hasta sus últimos cartuchos, es decir precisa de que el desarrollo social de las fuerzas productivas so vea frenado por las estructuras capita listas (actualmente ésto está ocurriendo en todo el mundo capitalis­ta) . Si do preparación "política" se tratara no tendría explicación el porque han fallado todos los intentos revolucionarios del prolota_ riado en los siglos XVII y XVIII, en Francia, Alemania o incluso en España a finales del siglo pasado y es que entonces le correspondía el turno al capitalismo por desarrollo económica y el proletariado -estaba muy poco desarrollado corno para hacer frente a la burguesía, la cual donde el proletariado intentó hacerse con el poder se alió a la nobleza feudal que ella misma había destituido, porque a pasar de sus intereses antagónicos había y hay algo que les une irremediable­mente contra el proletariado, la propiedad privada de los medios do producción que éste pretendía eliminar desde que un filósofo francés del siglo XVII afirmó que la igualdad humana solo se lograría elimi­nando la propiedad privada de la faz do la tierra. En el siglo XX, -sin embargo, han triunfado las revoluciones en unos países que en e-sos momentos estaban, más bien, "atrasados" y han fracasado donde, -teóricamente, deberían de haber triunfado do una manera aplastante. Las masas proletarias alemanas (por ejemplo) habían participado m u — cho más en la política administrativa de la República de Ucimar que las rusas en la de Kcronski y, sin embargo, en Rusia triunfó la rcuo lucián gracias a la consigna bolchevique "todo el poder a los So viots" y en Alemania fracasó, a pesar de su aparente tremenda fuer— za, por culpa de los enormes compromisos que había adquirido la s o — cial-dcmocracia alemana con su burguesía que la tenía constantemente "al culo" de esta arrastrando tras de si a las masas que casi "coouo toaban" con la burguesía. La explicación de esto se encuentra en la educación política de las masas, en que se las eduque para defender una democracia burguesa o para utilizarla. ¿Cómo, sino, so explica, que las masas proletarias consintieran al ejercito do la República -de Ucimar que aplastase la insurreción de los "espartaquistas" de — Licbhndkt cuando éstos pedían el poder para la clase obrera? ¿Cómo, riño, se explica, que no hicieran lo mismo las masas proletarias y -campesinas rusas las cuales se enfrentaron decididamente al levanta­miento de l<o rn i 1 ov? .

Algo mucho más cercano nos explicará este problema do la educa ción de las masas revolucionarias como uno de los principales de la revolución socialista; la guerra civil española de 1.935. Sin parar­nos en las causas anteriores al estallido de la misma poro que e v i — doncian una falta total de organización interna de las masas obre

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que en franca superioridad del proletariado, prefirieron apoyar las negociaciones con los franquistas propuestas por el partido republi­cano. Así una guerra evidentemente revolucionaria apareció a los o — jos del pueblo trabajador como una simple disputa por el pod r polí­tico y se da el caso curioso de que, exceptuando los militantes y --simpatizantes, de los diferentes partidos republicanos, la mayoría -de los que combatían on el fronte les daba lo mismo hacerlo en un — bando que en otra y sobre todo na querían hacerlo, cuando en un prin_ cipio el levantamiento de los generales enardeció a las masas popul_a res y se hubiera podido aplastar el levantamiento con solo armar a -estas masas inmediatamente y dar el poder a le clase obrera, cuando en un principio las masas populares se"pogaban" por combatir, al ca­bo do seis meses de guerra se implantó en el bando republicano el — servicio obligatorio. ¿Porqué?.,..

Todo esto no fueron raras casualidades, sino lógicas consecuen cias de los planteamientos que desde el principio tenían los parti--dos "socialistas", si estos partidos se hubieran preocupado de orga­nizar a la clase obrera por los objetivos del proletariado, el que -después sus dirigentes se mostrasen reacios a admitir la dictadura -del proletariado de poco ó de nada les iba a servir si no los acopia ban las masas y dirigidas por los verdaderos revolucionarios tomaban el poder del Estado, (como ejemplo de esto sirva lg revolución rusa en la que menchevique y social-revolucionarios eran mayoría en el g£ bierno do Korcnski pero qu^ fueron superados por los bolcheviques de Lcnim que siempre, desde 1.905 sobro todo, se habían preocupado de -organizar a las masas en torno a objetivos revolucionarios y rocha— zando los compromisos con la burguesía).

Esto es lo que está ocurriendo ahora, que la famosa "oposición an_ tifascista" se está llevando tras de si a la mayor parte del movi miento obrero y a muchos partidos de raices teóricamente socialis tas. Las organizaciones "obreras" de esta oposición no s_ están prco cupando en absoluto de organizar a la clase obrera, sino más bien -do darse propaganda entre esta clase para conseguir votos en un pos_i ble referendum. Pero los votos no organizan y suelen mentir bastante puesto que cualquiera entro una "mierda" y un trozo de pan de siete días se come el trozo de pan, ahora que si le cnsoñair la forma de a-masar pan y tiene los materiales necesarios, seguramente amasará pan porque lo han ensoñado a hacerlo y es muy probable que mando a la — "mierda" al que insiste on que se coma el pan de siete días pudiondo_ se hacer un pan crujiente.

Nosotros, por lo que se ve, somos los únicos que Datamos dispues­tos a enseñar a amasar el pan, a organizar a la clase obrera ante u-na eventual democracia burguesa. Para esto es imprescindible una la­bor de propaganda educativa de las masas. Nosotros no creemos que — las masas se eduquen en las luchas, -al menos no como regla-- y esta conclusión la basamos en que como todos sabemos, do muchas luchas — han salido las masas "quemadas" y muchas veces tan consumidas qi'C --van a ser necesarios grandes esfuerzos de las auténticas fuerzas de vanguardia para hacer que estas masas sean de nuevo "cotn^Kistiblas0 -(el caso del Corte Inglés es muy significativa), por ostp croemos — que a las masas HAY QUE EDUCARLAS EN LA DEMOCRACIA OBRERA DESDE LOS

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PRIMEROS PTORENTOS. Los revisionistas y los oportunistas como bien di ce el número 2 de Insurreción en el artículo LA LUCHA IDEOLÓGICA, di cen las cosos según les vaya, "el aolicar según las conveniencias — propias unos principios políticos correctos; aquí hablo de democrati zar, allí de socializar". Hoy es de necesidad vital el organizar a -la clase obrera.

Huchas partidos revisionistas argumentan que esto se está hacien­do. Las luchas de enero demostraron todo lo contrario e indudablomen te y a largo plazo crearon un campo donde sembrar y esperar optirnis-tamentc que germinen nuestras teorías. Lo que si es cierto es que se gún está el gobierno ahora la repetición de unas huelgas como las de enero lo dejaría muy mal parado y hasta es posible que ln tirara • y -si estas huelgas no se dan es porque rradic se preocupa de organizar o la clase obrera para ellas. Ningún autor mnrxista reconocido por -sus prácticas revolucionarias ha escrito (ni mucho menos ha puesto -

en práctica) que la conciencia de clase proletaria puede venir lu chando por objetivos burgueses y, mucho menos con métodos burgueses, lo que no quiero decir que con métodos proletarios rro consigamos la democracia burguesa, ya hemos visto como ejemplo lo que significaría para el régimen otras huelgas como las de enero.

En lo práctica se está demostrando que solo algunos partidas do -la llamada "izquierda comunista" so están preocupando en este senti­do, on el sentido do organizar a las masas en sus propios métodos de lucha, en el qu^ conseguir la estabilización de las asambleas, negar el valor del Ayuntamiento democrático, el valor de los enlaces sindi_ cales, tec.

Crear la conciencia de clase proletaria está en nuestras manos y solo si ésta existe se evitarán futuros desastres, por esto creemos qUo nuestra obligación hoy es:

19)Fomentar las asambleas estables y democráticas. El romper una asamblea antidemocrática no rompo una unidad pues, ésta no c--xiste por ese mismo hecho y si, sin embargo, puedo aportar grandes beneficios al proletariado.

23) Promocionar revistas de barrio y fábrica e incluir en todo ti_ po de propaganda esta labor educativa, no dejar que ninguna -hoja, revista y hasta asamblea sea una simple información, s_i no aprovecharla para educar a las masas desde los únicos s i — tios y momentos en los que las masas nos escuchan: desde los problemas que éstas sienten.

39)[\lo ceder posiciones ante el revisionismo y menos delante ó a -través de las masas. Al revisionismo como bloque, al igual que a la burguesía, hay que utilizarlo como fuerza bruta.

Estas rros parece que son las tres misiones fundamentales que tono mas de cara al momento actual pero para que sean realmente efectivas tenemos que plantearlas con fuerza y para ello es indispensable la ju nidad de la "izquierda comunista", pero no una unidad ficticia ni --temporal, sino una unidad que represento un fuerte bloque que sirva

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dá base para la creación del Partido Comunista, del inevitable partido sin

el cual estaremos dando palos de ciego en busca de una revolución de la que

podemos ganar o perder un poquito cada día, depende de que formemos ese blo

que o no lo formemos, alimentándonos de idealismos que, por supuesto, nada

tienen de marxistas.

La formación de un bloque fuerte y compacto de la "Izquierda Comunista"

es indispensable si queremos realmente educar al proletariado de cara a la

revolución y, desde luego, si no lo educamos mal, podemos lograr que se or

ganice sólidamente mientras que la burguesía si que esta sólidamente orga­

nizada y, como lo demuestra la historia, salvara sus contradicciones inter_

ñas siempre que vea en peligro su sistema social. Eso debemos aprender, a

solucionar nuestras contradicciones internas en baneficio de nuestro sis—

tema social: EL COMUNISMO.