los of i cio s del periodista

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    2004 de esta edicin, Asociacin de la Prensa de Aragn Congreso Nacional de Periodismo Digital

    2004 de los textos, cada uno de los autores: Jorge Alcalde, MatasAntoln, Toms Delcls, Arcadi Espada, Joaqum Ibarz, Fernando

    Garca Mongay, Mariano Gistan y Gustavo Sierra. del dibujo, Antonio Fraguas,Forges

    Foto portada: Fernando Garca

    Depsito Legal: HU-213

    Impresin: Grficas HuescaPrinted in Spain Impreso en Espaa

    La edicin digital de este libro se puede encontrar en Internet:

    www.aparagon.eswww.congresoperiodismo.com/ocho

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    Jorge Alcalde, Matas Antoln, Toms Delcls,

    Arcadi Espada, Joaqum Ibarz, Fernando Garca,

    Mariano Gistan, Gustavo Sierra

    y un dibujo de Antonio Fraguas, Forges

    Los oficiosdel periodista

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    CINCO CONGRESOS

    DE PERIODISMO DIGITAL

    Samuel BarraguerPresidente de la Asociacin de la Prensa de Aragn

    D esde el ao 2000, Huesca rene en elmes de enero a los periodistas digitalesespaoles. Por las cinco ediciones del con-greso de periodismo digital han pasado cerca de1.500 periodistas y han intervenido ms de 200 pro-fesionales de 120 medios, universidades y empresas.Organizado por la Asociacin de la Prensa deAragn y el Ayuntamiento de Huesca, el Congreso

    Nacional de Periodismo Digital se ha convertido enuna referencia internacional.

    Cuando finaliz la edicin del congreso de enerode 2004, la organizacin plante la necesidad defestejar de alguna forma el quinto cumpleaos. Para

    hacerlo, se solicit a ocho periodistas y al humoristagrfico Antonio Fraguas, Forges, que aportaran untexto para la publicacin de este libro que pretendeser un regalo de cumpleaos para aquellos que aotras ao han llenado la sala del congreso. Tambin

    quiere ser un reconocimiento explcito a aquellos

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    que han colaborado de forma desinteresada en suconsolidacin, tanto ponentes como congresistas y

    patrocinadores. Me gustara que este libro sirvieratambin para recordar el magnfico trabajo realizadopor Fernando Garca Mongay como director delCongreso en todas las ediciones. Es tan importantetener ideas como llevarlas a cabo. Algo que tambin

    puede decirse de Ramn Buetas, presidente de laAsociacin de la Prensa de Aragn durante los lti-mos cuatro aos. Sin su empeo, el Congreso nohabra salido adelante.

    Agradecemos a Jorge Alcalde, Matas Antoln,

    Toms Delcls, Arcadi Espada, Antonio Fraguas,Mariano Gistan, Fernando Garca Mongay, JoaqunIbarz y Gustavo Sierra su generosa colaboracin enel libro que festeja las cinco ediciones del congresode periodismo digital de Huesca.

    Tambin queremos resear que sin la colabo-racin de Gobierno de Aragn, Ayuntamiento deHuesca, Diputacin Provincial de Huesca, Ibercaja,Zaragoza 2008 y Microsoft, patrocinadores delcongreso, no habra sido posible que se pudiera

    alcanzar cinco ediciones y que ya nos encontremospreparando la sexta, que se celebrar en enero de2005.

    Disfruten con la lectura de este libro tanto comonosotros lo hemos hecho en su preparacin.

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    Antonio Fraguas, Forges

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    LA MQUINA DE LA REALIDAD

    Jorge Alcalde

    Tal como vaticinara Gonzalo Rojas, lamquina de la realidad ha envejecido. Se hadesgastado hasta el punto de producir una

    copia cada vez menos afinada, ms grosera, en msbaja resolucin. Se le ve el grano a la foto realistaque pretendemos pintar hoy los que escribimos en

    peridicos y revistas, los que hablamos en la radio,los que ponemos el rostro a enmarcar entre las cua-tro esquinitas de la televisin. Nos saltan los pxelesa borbotones y empezamos a correr el riesgo de quese nos vea la trama, de que se nos conozca como

    somos: frgiles, dubitativos, pero an vanidosos.Henchidos de un poder de ordinal indefinidosupuestamente otorgado, como una Carta Magnaque no se escribi jams.

    Y por efecto de este desvalijamiento general de

    la mquina de reproducir verdades, resulta que hacrecido kilomtricamente el trecho que hay delhecho al dicho. Ya no hay nada ms alejado de larealidad, dicen, que el lienzo que emborronamoscada maana los periodistas con nuestro prestigiado

    esfuerzo.

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    Cul es hoy el valor de una buena informa-cin? Cmo se mide su bondad? Estamos seguros

    de poder afirmar sin sonrojarnos que vale ms cuan-to ms se acerque a la realidad de la que nace?No es fcil decidirse por una respuesta en un

    pas en el que se ha instaurado con toda naturalidadla idea de que, para conocer la verdad, hay que leer

    todos los peridicos, escuchar todas las emisoras deradio, ver todas las cadenas de televisin posiblesy luego crearse una imagen propia de los hechos. Locual viene a ser lo mismo que decir que ningn peri-dico, ninguna emisora, ninguna cadena televisivadice, por separado, la verdad. Que nos ganamos la

    vida a base de pequeas mentiras que conforman ensu conjunto un puzzle bastante verosmil.La dictadura de la realidad se ha revelado como

    una dictablanda. Frente a su deseable tirana se eri-gen la tirana del espacio maquetado, la tirana de las

    imgenes imprescindibles, la del anuncio, la de lainfluencia. Estn la tirana de la prisa, la del compro-miso, la del corporativismo, la de la correccinpoltica, la ominosa tirana de la escasez de medioseconmicos y los mseros salarios de becario, la dela inestabilidad, la de la concentracin, la de las

    audiencias, la del ttulo explosivo, la del ego Haydemasiadas capas de gruesa y dura lana, demasia-dos colchones de pluma de ganso prensada antes dellegar al guisante que da razn a nuestro quehacer:el guisante del suceso, del acontecimiento, del

    escndalo el de la cochina realidad, en suma.

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    Puede que empezara a pensar en ello (aunquequizs no, qu importa!) cuando ca por primera vez

    en que medio mundo estaba pendiente del televisoraventando pasiones frente a una imagen que era elmismsimo paradigma de la nada. En la primeraGuerra del Golfo caus sensacin la proyeccin deimgenes nocturnas, captadas seguro con cmaras

    superexpuestas, del cielo de Bagdad mientras losaviones USA bombardeaban la ciudad y las feblesbateras antiareas iraques trataban de repeler elataque. La pantalla completa del televisor se llenabacon un fondo verde oscuro sobre el que, de vez en

    cuando, se salpicaba una rfaga de neones enenjambre ascendente. El nico efecto aadido alevento era el traqueteo de los caones: lejano, fro,seco, dbil dirase que inofensivo. La imagen nosdej tan atnitos, anduvimos tan prestos a glosar el

    cambio social que supona aquel ejercicio de trans-misin en directo de la guerra, que no nos dimoscuenta de que, en realidad, no habamos visto abso-lutamente nada.

    Nadie juzg la calidad informativa de la escena,

    nadie dud de que se trataba de lo que decan quese trataba. Y si hubiera sido un error, un montaje,una interferencia? Aquel fondo verde oscuro podraser tanto el cielo de Bagdad como el monitor apaga-do de un ordenador en la sede central de laCNNen

    Atlanta. Aquellos chispazos de plomo cargados por

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    el mismo Marte bien podran haber sido creados porla hija de Ted Turner agitando un par de bengalas.

    Lo ms probable es que todo aquello fuera exac-tamente tal como nos decan, pero entre las muchascosas que se perdieron en aquellos belicosos das,una (y no la menos importante) fue nuestra capacidadde escepticismo. Impreso como si se tratara de una

    pegatina promocional sobre el bombardeado cieloque vio nacer al imperio persa apareca el logo de laCNNy una frase totmica que impregnaba de credi-bilidad lo que nuestros ojos no acertaban a procesar:Live from Baghdad. Eso era suficiente, no caba la

    menor duda. CNN, Live from Baghdad, fue todo loque necesitamos saber para cargar de crdito alsocorrido plano general nocturno.

    A menudo he imaginado cun fina es la fronteraentre la realidad y el fraude, cun irresistible puede

    llegar a ser la tentacin de manipular. Bastaba conque el operario de rotulacin de laCNN, harto deaguantar las salidas de tono de su jefe, asqueado porsu sueldo o por que su equipo de ftbol hace 23aos que no juega una Supebowl, cambiara unas

    cuantas letras: Live from New York. Es difcil cali-brar las consecuencias de semejante broma. Peroparece evidente que seran mucho mayores de loque cabra esperar de una simple errata. Porque loimportante de aquello que ocurra ante nuestros

    ojos no era el cielo insoportablemente oscuro, ni las

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    amenazantes rfagas, ni siquiera la certeza de quese trataba de Bagdad. Lo que verdaderamente nos

    importaba entonces era que el paquete vena envuel-to bajo el logo de laCNNy cualquier cosa que aque-lla noche de insomnio hubiera pasado por delante denuestros ojos con ese sello nos habra parecido igualde verosmil.

    No me es posible buscar referentes similares enotras profesiones. Si al anestesista se le ocurre jugarcon las dosis de sevoflurano para ver qu reaccinproducen en el estado del paciente mientras dormi-ta en la mesa a punto de que le partan el esternn

    por la mitad, el efecto es antagnico al de nuestroamigo, el rotulador de laCNN. El anestesista habrproducido la muerte de un ser al que se pretendasalvar. Con la informacin el efecto puede ser incon-trolado, catastrfico, indeseado, absurdo pero en

    esencia no habr producido quiebra alguna en elsistema en el que se inserta. La mala informacin, lainformacin errnea, no deja de ser informacin. Laanestesia adulterada deja, en el mismo momento desu adulteracin, de considerarse anestesia y se tornaveneno.

    Quizs yazca en esta sutil diferencia una de lasrazones por las cuales existe el periodismo basura yno son concebibles la anestesiologa basura, la neu-rociruga basura o la ingeniera basura de montes.

    Uno puede ganarse la vida (y vive Dios que muy

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    bien) vendiendo informacin en alto estado deputrefaccin. Pero no hay modo de salir adelante

    subiendo un par de puntos porcentuales la concen-tracin alveolar mnima de un gas anestsico. No lointentes, si lo haces, ests de patitas en la calle.

    AquelLive from Baghdadno era muy distinto a lacostra de chapapote que exhiban dos submarinistas

    mirado a la cmara y que merecieron la portada deldiario El Mundo en plena crisis del petroleroPrestige. La imagen ocupaba cuatro columnas comoprueba irrefutable de que la marea negra haba lle-gado a los fondos del Parque Natural Islas Ces. De

    ser as, la catstrofe ecolgica se presentaba conproporciones indescriptibles. Y deba de ser as: lafoto deEl Mundo lo demostraba.

    Aunque, en realidad, la foto de El Mundo, por ssola, no demostraba nada. No mostraba si aquellos

    submarinistas annimos eran ecologistas, bilogoso figurantes. No mostraba si el medio arenoso quepisaban era el vivaz lecho de las Ces o el fondo deuna piscina sucia. No permita establecer visin conprofundidad suficiente para calibrar cun grande era

    la mancha de fuel. Ni siquiera era uno capaz de dis-tinguir si lo que sujetaban aquellos hombres (omujeres?) era una galleta de chapapote o una bolsa debasura. Realmente, el valor testimonial de aquellaimagen era una variable que tenda a cero. Y sin

    embargo los responsables de la edicin nacional de

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    El Mundo le dieron la portada. Ellos saban que noestaban mintiendo, eran conscientes de que estaban

    publicando una informacin buena, de que aquellasfotos haban sido tomadas en exclusiva por unreportero experto en el mismsimo fondo de las Cesy que el chapapote era parte del vertido delPrestige.Por eso decidieron salir con aquello en portada. Pero

    no encontraron necesidad de explicar a todos sus lec-tores los porqus de su certeza. Les bastaba con laautoridad otorgada por el paraguas de la cabecera: ellogo deEl Mundo. A esto se le llama credibilidad. Yes el mayor tesoro de un medio de comunicacin. Y

    no es fcil comprender cmo se logra.Lo malo es que la credibilidad es un concepto

    que comparte demasiadas atribuciones (y no slofonticas) con la credulidad. Si explotamos demasia-do nuestra credibilidad, estaremos forzando a nues-tros lectores a que nos crean por que s, a quesean crdulos.

    Y, en ese momento, dar igual que les estemoscontando una verdad como un templo: el esprituacrtico y la falta de escepticismo habrn conforma-do un medio ambiente incapaz de reaccionar demanera distinta ante la verdad que ante la mentira.Habremos convertido nuestra profesin en unamquina de contar historias verosmiles en lugar de

    veraces. Y es que no lo hemos hecho ya?

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    Quizs ya se haya dado ese paso hacia el enveje-cimiento de la mquina de la realidad. Uno de sus

    engranajes, el que dota al lector de herramientaspara calibrar el grado de veracidad de una historia,empieza a rechinar. Ya no es necesario recambiarlopor otro nuevo, simplemente lo obviamos. La verdadno es moneda de cambio cuando no hay modo

    humano de medirla. As que sustituyamos lo verazpor lo verosmil. Y la realidad ya no ser como nosla cuentan, sino porque nos la cuentan.

    De qu otro modo, si no, puede justificarse queuna periodista del corazn, sorprendida in fraganti

    por un equipo de cmara oculta mientras proponeuna suerte de montaje a un neofamoso pueda permi-tirse el lujo de seguir sentando ctedra en el mundorosa sin haber perdido un pice de credibilidad?Quizs no fuera descabellado pensar que tras el

    asunto de la cmara oculta, la comunicadora encuestin debera haber encontrado ciertas dificul-tades para hacerse creer. Pero no. Su autoridad sigueinmaculada y millones de personas disfrutan de susapariciones pblicas porque consideran que lo quecuenta es verdad. O simplemente es verosmil?

    Ya sabes, para qu vas a jugar con el gas de laanestesia si es ms fcil y te sale ms barato jugartela credibilidad en cada esquina?.

    Hay quien piensa, sin embargo, que algn da

    daremos la vuelta para buscar de nuevo los ojos

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    crdulos de nuestro lector ilusionado y nos encon-traremos con su velluda espalda. Que quizs el bl-

    samo de la credibilidad sobrevenida empieza a destilarsus ltimas gotas. Puede que sea por eso por lo que laaudiencia de los peridicos, en trminos relativos,sigue siendo hoy la misma que en 1936. Puede quepor eso los jvenes comiencen a rehuir la lectura de

    los diarios y las revistas, como el espectador del malpartido de ftbol que se levanta del asiento y aban-dona el campo antes del minuto 90. Puede que seapor eso por lo que los blogs, los videojuegos, loschats y dems quisicosas digitales suenan en el hori-

    zonte como pretendida amenaza a la hegemona delos medios tradicionales.

    O puede que no.

    Mientras tanto, sigamos alimentndonos, nutridacasta de periodistas, ejrcito de detentores del cuarto

    poder, del nctar que rezuma nuestro propio ego alvernos en las pantallas proyectados, al silabear nuestronombre amartillado sobre el papel en New Aster BoldItalic 9 puntos y al que llamamos firma.

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    PERIODISMO Y BASURA

    Matas Antoln

    Hola, amigos de Huesca.... Pasaba por aqu yme han colocado haciendo bulto en unacuadrilla, donde me siento espontneo, tras

    ser cabecera de cartel un primer espada comoArcadi. En esta mesa todos tienen ms tablas queun carpintero. Yo solo hablo en presencia de miabogado o de mi folio. He comprobado que las lec-ciones no se dan, se reciben. He ardido duranteunos minutos en la hoguera de vanidades al escucharlas generosas palabras de presentacin que me haregalado el amigo, colega, cmplice Jorge Alcalde.

    Slo l poda presentar a este impresentable. Confoen que al terminar mi perorata, la autoridad, porsupuesto intelectual de esta sala, busque a este suje-to, con verbo y predicado, para lincharle, pues hasido el irresponsable que me ha invitado a venir, a

    sabiendas de que en carencias culturales de perio-dismo digital soy la mxima autoridad de esta mesa.Ya que estoy aqu, quisiera saludar con respeto yadmiracin a Fernando Garca, creador de esteevento y director del prestigioso congreso. Tambin

    es un honor compartir cartel con Arcadi Espada,

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    Pepa Bueno y otros ilustres colegas. Yo no merecatanto. Mi problema es ecolgico por la cantidad de

    bosque que malgasto manchando tanto papel detinta. Ay. En esto del digital y tal estoy ms alejadode la realidad que un ermitao, pero gracias, porquepocas cosas pueden ser ms gratas para m que unaocasin como sta, en que me dais la oportunidad

    de hablar, entre periodistas, de periodismo.Yo slo hablo en presencia de mi abogado o de

    mi folio, escudo de mi timidez; es una forma de bajarla cabeza respetuosamente ante ustedes. Hablo a lasombra de un epgrafe, TICA Y COMUNICACIN,

    y pienso que si te asomas al interior de cualquiermedio, estas dos palabras parecen incompatibles.La palabra tica no est en el diccionario demuchos periodistas. Cuando me invitaron a hablarde Periodismo y basura, dud si me llamaron por

    lo de periodista o por lo de basura, ahora s quevengo a hablar de tica. Pido la palabra para hablarde periodistas, del control de los medios, de la con-centracin de stos como realidad inquietante, decmo se disfraza de informacin la propaganda atravs de los gabinetes de comunicacin, y de lo quelos receptores (oyentes, lectores, espectadores) pien-san de los periodistas.

    Erase un da en que iba Ral del Pozo nio a laescuela en un pueblo de la sierra de Cuenca. Al llegar

    al melonar del To Culn, crey ver dos espantap-

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    jaros. Se acerc y comprob que eran dos muertos.Sali corriendo y grit por todas las calles: Hay dos

    hombres colgados en el melonar del To Culn.Fue la primera noticia que dio. Aprend de Ral delPozo que periodista es aquel capaz de resumir ElQuijote en un folio diciendo el lugar exacto de LaMancha, y que un buen reportero es aquel que

    cuando le envan a entrevistar a un hombre que seha comido una moto, no pregunta ms que por ladigestin.

    Manuel Azaa resumi con cucharadas soperasde lucidez lo que muchos pensamos. Dijo as: Al

    espaol le gusta tener libertad de decir y pensar loque se le antoja, pero tolera difcilmente que otroespaol goce de la misma libertad, y piense y diga locontrario de lo que l opina. Despus de 25 aosde periodista, he llegado a la conclusin de que no

    se puede ser asptico, y uno se moja, se imbricahasta las cachas en lo que quiere contar. Lo nicoimportante es tener los bolsillos llenos de informaciny la cabeza dispuesta a triturar lo obvio y procesar loque puede ser de inters al ciudadano. La lealtad es

    palabra poco frecuente entre polticos y periodistas.Respetar la palabra dada parece incompatible con talesoficios. Nos consideramos mutuamente desleales,ambiciosos, manipuladores, eglatras, demagogos yoportunistas. Esto se agrava cuando llega el tiempo de

    elecciones. En estos trances, los polticos persiguen

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    a los periodistas para que actuemos de portavocesde sus ideas, en el caso de los polticos que tienen

    alguna idea, la mayora suele tener ocurrencias. Laautocrtica es salud tica, y hablar de periodistas eshablar de uno mismo que es lo que se tiene msmano. Pertenezco a esa turba que configuran figurasy figurantes. Cohabito con excelentes periodistas,

    pero tambin con inquisidores, mercaderes de palabras,tiranos de la informacin, gacetilleros cagatintas,cotorras de alcoba, relamidos soplamicros... El sen-sacionalismo de algunas primeras pginas, o esostitulares a cinco columnas, no es ms que vender el

    espectculo de la noticia, el amarillismo del suceso,el morbo. Hay diarios ms amarillos que la hepatitisB. Tambin hemos comprobado que la TV no espara verla sino para aparecer en ella. El hecho deque seamos especialistas en pjaros, no quiere decir

    que sepamos volar. Y hablando de pajarillos y paja-rracos, quiz sea oportuno resear aqu esos

    Iconos estpidos de aldea global

    (o Los tontos del bote televisivo)

    Cmo me la maravillara yo para hablar deltelepetardeo y la cutremana nacional. Como diraChumi Chumez, yo todo lo que ignoro, lo he aprendi-

    do en la tele. Subyugado por la entronizacin en TV

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    de la estupidez de unos personajetas patticos msinspidos que la saliva, fenmenos de feria televisisa,

    compruebo que la ignorancia no es humilde, es pre-tenciosa, insolente y atrevida. El chisme agrada,pero el chismoso enfada, y el virus del famoseo hor-tera ha contaminado a todas las cadenas de tele-visin y emisoras de radio. Tena razn Quevedo,

    todos los que parecen estpidos, lo son; y ademstambin lo son la mitad de los que no lo parecen.Todo se esperpentiza. Vivimos la apoteosis de lamediocridad, la dictadura del tontolitarismo, ymuchos personajillos, que llevan de flor en flor el

    polen de la alcahuetera, aprovechan cualquiersurco para sembrar su pensamiento pigmeo, suinenarrable cretinez. Lo cutre no quita lo valiente,pero tal vez no deberamos hablar de esos presuntosparsitos que zumban alrededor de nuestra oreja

    promiscua, sin la presencia de un abogado, porqueno se puede tener corazn con esas larvas delmamoneo. Esa caterva de lerdos y memos pueblanlos programas rosamarillos y las revistas de fotoscon pies que despiden aroma cotillacasposo. No s

    si sorprende ms el sonrojante e impdico exhibi-cionismo de su intimidad, o el voyeurismo de susmillonarias audiencias o masa de lectores. El ala dela imbecilidad, que sinti Baudelaire pasar sobre sucabeza, zurea sobre la mollera de estos menganos y

    fulanas, y su aleteo nos espanta, pues el vuelo de su

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    palabrera es entontecedor. Estos mindundis vendenhistorietas de insidias a costa del morbo insaciable

    del prjimo. Las bocas de estos cantamaanas lasprefiero cerradas, pues su halitosis de estulticia esinsufrible. Merecen un punterazo en el trasero porsus opiniones culonas; parece que se entrenan paraser cada da ms idiotas. Se ha abierto un supermer-

    cado revisteril-televisivo con cerebro de Todo acien en el escaparate.

    Como deca Tom Wolfe, artfice del llamadoNuevo Periodismo, hay gente que se compra unperidico por la misma razn que los indios

    comanches llevaban una pata de conejo colgada delcinturn, como ttem, como fetiche. Como perio-dista me acuso de estar en una profesin conmuchos pecados, vicios mejor. Como el amiguismo,el compadreo con los polticos, ausencia de perio-

    dismo de investigacin, tendencia a quedarse en laancdota, insuficiente aportacin de pruebas, excesi-va voluntad de influir, actitud demasiado respetuosafrente a los poderes pblicos. Las empresas se alineancon el Poder y el Dinero (polticos y bancos), con lo

    que difcilmente pueden cumplir su misin de neu-tralidad. La verdadera independencia del periodistaes ser independiente con respecto a la empresa.Confieso que tenemos otro pecado gordo, elombliguismo, personal y corporativo. La tica debe

    acompaar al periodista como el zumbido al

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    moscardn. Uno est tatuado de dudas a la hora deponer cada maana acento a esta o a aquella noti-

    cia. Ayer no sabamos lo que iba a suceder hoy y hoyno sabemos lo que acontecer en breves momentos.Es nuestro signo de interrogacin y de sorpresa quecada da colgamos al hombro. Quien con perrasnoticias se acuesta, con pulgas se levanta en el titu-

    lar. Una tarde de caf y copa me cont el amigoManu Leguineche que estando en una reunin dedamas en Pars le preguntaron a la mujer del direc-tor de un peridico que qu era su marido. Ellacontest: PERIODISTA. Y alguna le dijo de

    inmediato: No nos ha entendido bien. Queremosdecir qu profesin ejerce. S, los periodistas notenemos muy buena prensa. Se nos puede repro-char, en ms de una ocasin, que el periodismo noest siendo notario de la actualidad sino pregonero

    o instrumento de otros poderes. A veces es como sila prensa slo existiera para resaltar lo poltico. Yms que sus Pepitos Grillos somos sus voceras.Tambin puedo decir que hay mucho periodistasubido en el podio de la fama y no sale a la calle amirar y contar lo que ve y oye. Lo efmero del perio-dismo es su grandeza y su miseria. La prisa y elespacio ha minimizado el Reportaje, que siemprefue la estrella de esta profesin.

    Hay muchos periodistas de raza prostituidos en

    las tertulias de radio y TV a cincuenta mil pesetas,

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    ms o menos, la intervencin, pero que llevan aossin hacer una entrevista, sin dar una noticia. Hace

    poco escribi Juan Cruz en El Pas que slosobrevivir este oficio si se le quitan gaitas ytrompetas, artificio. A veces, casi cada vez, lascrnicas publicadas parecen notas oficiales de lospartidos polticos, de la polica, de los juzgados...

    Algunos colegas confunden deontologa con algunaenfermedad de los dientes. Hoy los peridicos y lostelediarios y los programas de radio, quiz sean msentretenidos, pero mucho menos serios, ms bana-les, menos exigentes, ms frvolos, menos periods-

    ticos, ms chismosos. El chisme agrada, pero elchismoso enfada. Aquella historia de aquel niohondureo que enga a todos los medios de comu-nicacin fingiendo que haba recorrido cinco milkilmetros para localizar a su padre, ilustra de la

    miseria de nuestro periodismo. Nadie se preocup einvestigar la verdad de su relato. A todos les pareciverosmil y haba que llegar rpido con la historia altelediario o al cierre de la edicin. Y es que hoy,como dice Manolo Vzquez Montalbn, la CNNtrasmite las tragedias como si fueran programas deaerbic conducidos por Jane Fonda. Como diraArcadi Espada, el lema de laCNNes : Si est suce-diendo, quiero verlo.

    He venido aqu para decir lo dicho, que los

    periodistas somos jornaleros de la informacin y

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    siempre deberamos tener una fuente tica y otrasesttica porque las cosas no son como son sino

    como se cuentan. El oficio de periodista estimpregnado de un mito muy peliculero, falsamentelegendario, pero en realidad somos cazadores detigres muertos. El verdadero oficio de un periodistaes la libertad. Nuestro nico salario, nuestro negocio

    tendra que ser la libertad. El periodismo es demasia-do importante para dejarlo en manos de los empre-sarios, por cuyas venas no corre el romanticismo deesta profesin sino euros. Estoy harto de las guerrasmediticas entre cabeceras y cabezotas. Me gusta

    cuando escucho a ciudadanos que me dicen queoyen laCOPEy leenEl Pas o que escuchan laSERy leenEl Mundo oABC. Y es que, de verdad pien-san tanto unos como otros que los lectores/oyentesvan a creer en la bondad absoluta de unos y en la

    maldad ilimitada del contrario?. Empec a escribiresto sin saber muy bien lo que iba a decir, y he ter-minado sin saber lo que he dicho. Quiz no est todoperdido mientras se est descontento de uno mismo.Estoy seguro que el receptor es capaz de percibir la

    trama de intereses econmicos, odios, envidias, celosy rencores personales que se quieren ocultar bajounas palabras escritas o pronunciadas. La prensa enEspaa no es un Poder. Me lo ha dicho ManoloMartn Ferrand. Ni el cuarto ni el quinto. No le corres-

    ponde ordinal alguno. No. Dice Manolo que la prensa

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    es como la silicona, una masa til para tapar agu-jeros y cubrir hendiduras. Tiene mucho poder la

    prensa? Los que lo tienen son sus nuevos dueos.Pero esta es otra historia Yo no estoy ni con losque mandan ni con los que obedecen, si acaso conlos que luchan por la libertad de expresin. A veces,desde nuestra butaca conservadora y cobarde, las

    guerras y los crmenes del terrorismo se limitan asuceder lejos de la liga de ftbol y terminan por nosignificar otra cosa que un titular entre dos sorbosde caf o tragos de cerveza; o el destello de unosminutos en TV o Radio entre dos anuncios de deter-

    gente o desodorante. Muchas veces hacemos alardede nuestra prepotencia estpida, de nuestro pen-samiento-cebolla, muchas capas y nada dentro.Pienso que siempre ser mejor consumir vanidadesde la vida a consumir la vida en vanidades. Es mejor

    agitarse en la duda que descansar en la verdad abso-luta, porque, como escribi Albert Camus, no existela verdad, slo verdades. Las cosas no son como sonsino como se cuentan. Y si no se hablara de una cosasera como si no hubiera sucedido. Cuesta levantar

    las faldas a la verdad. La hipocresa social impone lamentira piadosa para no revolver estmagos agrade-cidos. La verdad es un cido que corroe las vsceras.La decadencia de la verdad es alarmante. Todos tene-mos las espaldas bien cubiertas de mentiras. Con

    frecuencia sucede que la verdad no es verosmil,

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    porque la mentira, en su envoltorio de fraude, tienems credibilidad. Como periodista, no ser certero

    en la opinin pero lo cierto es que practico todos losgneros periodsticos menos el de la adulacin alpoder o el del miedo a ETA. Se que antes que unaprofesin, el periodismo es una forma de compro-miso con los dems. Estoy en ello. No voy a dejar de

    sembrar trigo por miedo a los gorriones. Acabo ya,amigos. Mientras agonizo, soy periodista. No meenorgullezco de ello. He sentido su presencia, no ssi su atencin, pero s el calor humano que se respi-ra en este rincn de Huesca. El silencio tambin es

    una opinin. Adis, amigos. Slo quera decir queLA VERDAD ES LA NOTICIA. Hasta siempre en lalibertad de expresin.

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    PERIODISTAS DE CINE

    Toms Delcls

    Cuando Woody Allen visita el infierno enDeconstructing Harry (1997), adems deencontrarse al inventor de los muebles de

    metacrilato, resulta que la planta dedicada a mediosde comunicacin est llena. No es la nica pelcu-

    la en la que los periodistas se merecen el fuego eterno.Howard Hawks incluye enBarbary Coast(La ciudadsin ley, 1935) una de las ms tristes frases sobre elperiodismo pusilnime dicha por un periodista hastaentonces claudicante: Al infierno donde van losperiodistas al morir, nos asentamos en despachosrojos con plumas de fuego y nos pasamos toda unaeternidad escribiendo sobre el saludable clima de laregin. Hagamos nuestro aprendizaje aqu, sensatae inteligentemente.

    A pesar de todo, no puede decirse queHollywood haya maltratado a los chicos de la pren-sa. Menos benevolente ha sido con los de televisin.La Motion Picture Association hizo una encuesta en1947 para rechazar que el cine se dedicaba a casti-

    gar la imagen del periodista. Segn sus datos, de

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    398 filmes aprobados por la censura en 1945, en 77aparecan periodistas. Concretamente 81 profesio-

    nales, 67 de los cuales eran retratados con simpata;9 de manera indiferente y slo sobre cinco podadecirse que reciban lea. Las cifras del ao siguienteeran ms o menos parecidas. Aunque sean tipos malhablados, mitad cowboy mitad polica, grandes

    fumadores y bebedores al menos en el cine de losaos treinta y cuarenta- el gremio no puede quejarsesobre su imagen en el cine: muchos de los guionis-tas de las pelculas ms sarcsticas y, al tiempo,entraables con este oficio haban trabajado como

    periodistas o, al menos, en un peridico. Lo fueron,por ejemplo, Ben Hecht y Charles MacArthur(Primera plana), unos instaladsimos reporteros. Loera Herman J. Mankiewicz (Ciudadano Kane). Ytambin directores como Billy Wilder o Sam Fuller

    (Park Row, Corredor sin retorno). La existencia deun clis sobre el periodista en el Hollywood clsicose refuerza por el hecho de que hubo un selectogrupo de actores y actrices que se reiteraron en estepapel lo que daba al espectador una cierta familiari-

    dad con el personaje ya lo conoca de otros filmes.Segn las cuentas de Maxwell Taylor, James Stewarthizo ocho pelculas como periodista y Lee Tracy,nueve. George Brent, Spencer Tracy, WalterPidgeon, Cary Grant, y James Cagney, entre otros,

    hicieron cinco o ms. Glenda Farrell, Claire Trevor,

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    Barbara Stanwych, Joan Blondell y ClaudetteColbert hicieron cuatro o ms. En algunas pelculas

    aparecen periodistas autnticos integrados en laficcin. Los corresponsales deABCyLa Vanguardiasaludan a la princesa de Vacaciones en Roma yvarias de las estrellas de laCNNhan intervenido ennoticiarios de ficcin. El filme Contact colm la

    paciencia de la empresa que intent restringir estasapariciones donde, por razones argumentales, elperiodista da noticias falsas o sencillamente estpi-das. Tema un contagio en la credibilidad de susreporteros. Si son capaces de mentir en un filme

    no mentirn en un noticiario?.El historiador Richard R. Ness, en su filmografa

    imprescindible sobre el tema, censa unas 2.200pelculas desde el inicio del cine hasta 1996. Nessincluye en la lista cualquier pelcula en la que un

    periodista tenga un papel no subsidiario, pero enmuchas de ellas, el periodismo no es el tema centralni se abordan los achaques de la profesin. Enmuchas, el periodista sirve para organizar la narra-cin, mayoritariamente de misterio o de crmenes.

    Supuestamente, los filmes ms veraces sobre esteoficio seran aquellos que retratan la vida de uno deellos. Winchell, Reuters, Pulitzer... pero la negacinde esta hiptesis nos la da la extensa filmografasobre Hearst. La mejor pelcula inspirada en l,Ciudadano Kane

    , no lo cita.

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    El cine europeo ha frecuentado menos la figuradel reportero y, cuando lo ha hecho, ha sido menos

    indulgente con sus vicios. El cine alemn, en parti-cular, ha sido duro con ellos y, muy en especial, conla prensa sensacionalista. Al margen de otras expli-caciones -por ejemplo, que la realidad periodsticaeuropea resulta ms penosa-, hay un argumento

    claro. En Estados Unidos, la prensa libre est en elmito fundacional de la nacin y merece un respetocomo mito. Y los mitos, como se sostiene en Elhombre que mat a Liberty Valance, este grandiosopoema de amor de John Ford, no se contradicen.

    Precisamente su periodista Peabody, borracho entegro, tiene algunas frases tan grandiosas comofalsas sobre nuestro oficio pero a las que se puedeacudir para soar en horas bajas: Soy un periodistay no un poltico... no quiero ser uno de ellos, me

    destruira. Yo soy vuestra conciencia, la dbil vozque truena por las nubes. El perro guardin quealeja los lobos.

    Bibliografa bsica

    Ness, Richard R. From headline hunter to Superman. ScarecrowPress, 1971.

    Barris, Alex. Stop the Press. A. Barbes, 1976.

    Lavinia, Juan Carlos. Los chicos de la prensa. Nichel Odeon, 1996.

    Christa Berger, editora. Journalismo no cinema. Proyecto universi-tario de Fabico/NFGRS y CNPq. Brasil 2000.

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    EL RETO DE LA CALIDAD

    (Mximas para mnimos)

    Arcadi Espada

    1. Ha bajado la calidad media del periodismo?

    No lo parece. No en rapidez. No en eficacia:mejor diseo y mejores condiciones tcnicas para laescritura. Y en cuanto al estilo? Ah tengo dudas.

    Pero es probable que la escritura de la informacinconvencional sea ms limpia. Queda la verdad. Lacalidad del periodismo depende de su capacidadpara aprehenderla. Hay grandes discursos sobre lacapacidad manipuladora del periodismo contempor-

    neo. Pero querra recordar el libro de Paul Fussellsobre la segunda guerra mundial. Ah afirma que losnorteamericanos an no han tomado concienciaautntica de lo que fue aquella guerra. De lo quesupuso en sangre, sudor y lgrimas reales. Y no lahan tomado (conciencia) porque sus peridicos nose la explicaron.

    2. El nivel de calidad corresponde a la impor-tancia que el periodismo ha acabado teniendo en las

    sociedades contemporneas?.

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    Los fundadores del periodismo moderno jamspudieron imaginar que su oficio acabara organi-

    zando de manera semejante la sociedad. Hasta elpunto de que hoy se habla sin rebozo de sociedadmeditica. O se dice que lo que est en los mediosno est. El triunfo tiene su lado desptico. El perio-dismo pretende someter todo a su mirada. Corre el

    peligro de morir de xito. Aunque no debe despreciar-se, en este sentido, la gran correccin que Internetha supuesto al proponer una va de comunicacin yconocimiento que no es ya estrictamente periodsti-ca. Es decir, que no depende de la mediacin. Hay

    tres amenazas claras para que la calidad de ese pe-riodismo sea acorde con su importancia:

    la insuficiente formacin tica y tcnica de losprofesionales.

    la confusin entre lo verosmil y lo veraz en el relato

    periodstico. la soberbia epistemolgica: la tentacin periods-

    tica de explicar el porqu de todas las cosas atravs de la degradada y degradante fast truth.

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    DE DICTAR POR TELFONO

    A INTERNET

    Joaqum Ibarz

    Cuando en octubre de 1982 este periodistalleg a Mxico -en plena crisis de la deuda yde la nacionalizacin de la banca- para

    asumir la corresponsala de La Vanguardia enAmrica Latina, no exista el fax, ni el ordenadorporttil, ni el telfono mvil y mucho menos Internet,la cmara digital y el telfono satlite. Prctica-mente los periodistas transmitan como en tiemposde la Primera Guerra Mundial: dictando por tel-fono a secretarias o a taqugrafos de la redaccin a

    quienes, para evitar errores que se escapaban denuestro control, haba que deletrear cualquier palabraque no fuera de uso corriente. Asimismo, exista unmedio de transmisin, el tlex, que si bien a granparte os parecer algo antediluviano, durante muchas

    dcadas prest un servicio invaluable a correspon-sales de prensa de todo el mundo. En mi caso, mefacilit sobremanera el trabajo en pases comoNicaragua, Honduras, Belice, El Salvador, Colombia,Per, Bolivia, en los que en aquel entonces las lneas

    telefnicas eran muy deficientes.

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    Aunque eficaz, el tlex era un medio de trans-misin lento y caro. Te haca perder tiempo y

    paciencia. En primer lugar, tecleando durante unahora o ms en aquel enorme aparato que perforaba lacinta amarilla. El envo de una crnica de unas 70lneas se poda demorar unos 30 minutos, lo queresultaba oneroso para las empresas. Tengo muy

    presentes las muchas horas que en los aos ochentatuve que pasar, en medio de un calor sofocante, enla mal iluminada sala de tlex de Telcor, la empresanacional de comunicaciones de la Nicaragua sandi-nista. Aparte de su lentitud, el tlex tena la desven-

    taja de que la crnica llegaba a la redaccin contodas las letras en mayscula, por lo que los com-paeros del peridico tenan que rescribirla porcompleto.

    En El Salvador, las crnicas transmitidas por

    tlex no llegaban directamente a la redaccin delperidico sino que pasaban por las oficinas de pren-sa de las Fuerzas Armadas que, en ms de unaocasin, las retuvo, lo que obligaba a protestar yprotestar hasta que las liberaban entre comillas, en

    alguna ocasin con modificaciones en el texto.Algn compaero de la redaccin que me conocabien me llam ms de una vez para preguntar si loque apareca en el tlex lo haba escrito yo, dadoque algunas frases le sonaban raro. Desde entonces,

    dictamos las crnicas por telfono.

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    Adems, el tlex tambin tena el inconvenientede que haba que transmitir en oficinas pblicas de

    telecomunicaciones, en donde quedaba una copiade nuestro escrito que uno no saba qu destinopodan darles. A este respecto narrar una ancdotaque me ocurri en Panam en mayo de 1994.Mientras se estaba a la espera del resultado definitivo

    de unas reidas elecciones celebradas dos semanasen que el caudillo panameo Arnulfo Arias disputabala presidencia a Nicols Ardito Barletta, hombre depaja del general Noriega, haba logrado entrevistaral presidente del Tribunal Supremo Electoral, doctor

    Csar Quintero, quien por primera vez reconoca unfraude a favor de Barletta. Ha habido fraude peropequeito, ha sido un fraudito porque a Barletta ledan ganador solo por 1.713 votos. En esos das enPanam haban manifestaciones gigantescas en con-

    tra del rgimen militar. En una de ellas, la guardianacional haba dado muerte a cuatro opositores.

    Tras transcribir la entrevista con Csar Quinterofui a una oficina pblica de tlex a transmitirla.Acab pasadas las once de la noche de un sbado.

    Cul no sera mi sorpresa cuando a la maana si-guiente, mientras me estaba duchando, la emisorade radio que estaba escuchando empez a leer dep a p mi entrevista, que en La Vanguardia noaparecera hasta el da siguiente. El misterio se

    desvel porque al final de la entrevista, y despus de

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    dar el nombre del autor, el locutor ley como si for-mara parte del mismo trabajo un corto mensaje que

    yo haba escrito al responsable de la seccin deinternacional en aquel da festivo. Recuerdo quems o menos deca as: Alberto, este domingo nointentes localizarme porque ir a conocer la bahade Portobello. Tan solo el empleado que la noche

    anterior estuvo a cargo de la oficina de tlex pudofacilitar la copia de mi trabajo a la emisora. Por cierto,desde entonces a Nicols Ardito Barletta se le llamaFraudito Barletta.

    Para la prensa, el decenio que va desde 1985 a

    1995 fue verdaderamente la dcada prodigiosa. Sepopulariz el fax, llegaron los primeros ordenadores,y por Mxico y Centroamrica se empez a conocerInternet. Casi inmediatamente despus llegaron lascmaras digitales y el telfono satlite. Todo esto en

    diez aos, diez aos que fueron fundamentales parael avance de las comunicaciones.

    Las comunicaciones de prensa ya dieron un gransalto cuando a mediados de los aos 80 se empeza conocer el fax. Transmitir una crnica en medio

    minuto representaba una gran ventaja. Sin embargo,muchos hoteles tardaron bastantes meses en instalarel aparato. Aunque este corresponsal tena la resi-dencia en Mxico, de hecho en aquellos aos vivaentre Nicaragua y El Salvador, con algn viaje a un

    Per ya acosado por Sendero Luminoso y las locuras

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    de Alan Garca, o a la Colombia en la que el narco-traficante Pablo Escobar, los paramilitares y el jefe

    guerrillero Tirofijo dictaban la agenda nacional.La llegada del primer ordenador lo revolucion

    todo. Hasta finales de los aos ochenta no empezarona distribuirse los primeros Tandy, unos ordenares por-ttiles muy rudimentarios. Aunque slo tenan memoria

    para almacenar unas tres crnicas no muy extensas,su aparicin nos cambi la vida: en cuestin de segun-dos podas retransmitir desde tu casa una crnicadirectamente al ordenador del peridico. En los hote-les haba que ir a las oficinas de la administracin para

    disponer de una lnea directa de telfono que no pasarapor la centralita, la cual slo nos la proporcionaba el fax.Para transmitir con aquellos primeros ordenadores

    haba que desmontar el telfono y utilizar cables conunas pinzas que llambamos caimanes para conec-

    tar; ms tarde, se emplearon unas bases, como ore-jeras, para transmitir con el auricular del telfono.Cuando se realizaba la conexin se escuchaba unfuerte ruido, que nos sonaba a gloria porque indica-ba que la crnica se estaba pasando.

    Aquellos ordenadores porttiles se fueron mo-dernizando con celeridad. Si ahora un ordenadorqueda medio anticuado con tan solo dos aos defuncionamiento, en aquel entonces, en los primerosaos noventa, cada tres meses sala un modelo nuevo

    con grandes innovaciones tcnicas con respecto a los

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    que estaban en el mercado, que apenas nos permitanasimilar. Salieron ordenadores con ms memoria, luego

    aparecieron los ordenadores con disquetes.Lo que verdaderamente nos cambi la vida fue la

    aparicin de Internet. Como nos pasbamos la vidaen Nicaragua, vivamos un tanto al margen de la revo-lucin informtica que se estaba produciendo en el

    mundo. Creo recordar que en los primeros aosnoventa no empleaban Internet ni los periodistas delos grandes medios norteamericanos con los quetenamos bastante contacto en Managua. Internetvino de improviso, sin avisar. Yo no tena ni nocin

    de lo que era la red hasta que, estando en Mxico,una buena amiga espaola, Dolly Mascareas, que erala productora de la corresponsala latinoamericana dela televisin japonesa Asahi, me habl de un inventoque le permita leer por el ordenador la revista

    Caretas de Lima (era la poca del autogolpe deEstado de Alberto Fujimori). Le dije cmo poda sereso, qu invento era ese. Entonces me aclar quedesde el ordenador porttil se podan leer los peridi-cos de casi todo el mundo y enviar mensajes a los

    amigos. Internet me despert el estupor y la ado-racin, como cuando se invent la luz elctrica. Enun primer momento me pareci ciencia ficcin.

    De hecho, Internet incluso ha contribuido a quecambiemos fsicamente. Por estar horas y horas

    conectado a Internet habr sumado unos siete u

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    ocho kilos. Antes de trabajar con la red, dispona dems tiempo para leer, pasear, hacer algo de ejercicio.

    Ahora me paso buena parte del da ante la pantalla.Al tener que cubrir informativamente la mayora delos pases de Amrica Latina, debo dedicar muchashoras a leer los peridicos ms importantes del con-tinente y a mantener correspondencia con muchos

    amigos que he hecho a lo largo de estos aos, y queahora los tengo repartidos por medio mundo.Gracias a Internet he hecho muchas y buenas amis-tades, en especial en Colombia y Venezuela, pasesen donde son muy sensibles a lo que se dice en elexterior sobre sus crisis internas. En la actualidad,una de mis mejores amigas es Irua Urruticoechea,una venezolana, obviamente de origen vasco. Laconoc cuando un da me envi un mensaje apropsito de un comentario que haba escrito paraLa Vanguardia digital, un medio que me permite

    escribir dando opinin, que es lo que me gusta, sinpreocuparme de la extensin. Hay que decir queIrua es una de las personas ms activas y animosasen la larga campaa para sacar al presidente HugoChvez del poder. En un viaje a Venezuela nos

    conocimos personalmente en el vestbulo del HotelMeli Caracas. Me dijo sorprendida Por los men-sajes que me envas y por lo que escribes en el peridi-co crea que eras un chamo. Chamo es una expresinvenezolana que significa chico, joven, lo que en

    Mxico dicen un chamaco. Y agreg: Despus de

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    nueve aos trabajando en las redes, pocas veces meequivoco con la edad. Se debi confundir por mi

    espritu joven. Ni qu decir que desde entoncesIrua es un punto de referencia para los correspon-sales espaoles que frecuentamos Venezuela.

    Estando en Chiapas en abril de 1995 para cubrirlas negociaciones de paz entre el gobierno de

    Ernesto Zedillo y el Ejrcito Zapatista, que desem-bocaran en los incumplidos acuerdos de San AndrsLarrizar, conoc a Javier Bauluz, un excelente fot-grafo asturiano de la agenciaAssociated Press quegan el Pulitzer por su cobertura de las matanzas deRuanda. Javier qued tan impactado por las atroci-dades de que fue testigo en Ruanda que decididedicar tres meses a trabajar como cooperante, nocomo fotgrafo, con los indgenas de Chiapas. Graciasa l pude asistir a un encuentro de todos los fot-grafos latinoamericanos de la Associated Press con

    el jefe de fotografa de la agencia norteamericana.En el encuentro o hablar por primera vez de lacmara digital, de la cmara sin rollo y sin reveladoque permitira transmitir las imgenes por Internet.Y con la misma rapidez que el Internet, la cmara

    digital se impuso en poco tiempo. A los correspon-sales nos ha resuelto la ilustracin de muchas crnicasde actualidad, porque con anterioridad la nicaopcin para enviar fotos era recurrir a los serviciosde mensajera de DHL o Federal Express, que como

    mnimo tardan 48 horas en la entrega.

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    En Amrica Latina pocas veces he tenido necesi-dad de recurrir al telfono satlite porque, excepto

    en una ocasin, siempre he tenido a mano una lneafija. Recuerdo que cuando en 1994 se produjo lainvasin norteamericana de Hait para reponer aAristide en la presidencia, conoc a un intrpidoperiodista deEl Mundo, Javier Espinosa, que viaja-

    ba con un enorme maletn en el que llevaba su tel-fono satlite. En medio del caos, junto con unaMaruja Torres que todava estaba traumatizada porla trgica muerte de su compaero fotgrafo en lainvasin -tambin norteamericana- de Panam, gra-cias a contactos que tenamos pudimos transmitirdesde el centro de la atrasada telefnica local.

    Enrique Serbeto fue mi salvador cuando enfebrero del 2001 viajamos al feudo zapatista de LaRealidad, donde el llamado subcomandante Marcosiba a dar una conferencia de prensa horas antes del

    inicio del zapatour, la gira por medio pas queacab con un mitin en la plaza del Zcalo de la capi-tal mexicana. Gracias al satlite de Enrique pudimostransmitir aquella crnica. Y lstima que no tengamosuna pantalla para proyectar una foto singular: los

    periodistas estbamos escribiendo sentados en elsuelo, mientras una gallinas picoteaban los telfonossatlites de Enrique Serbeto, corresponsal deABC,y Juan Jess Aznrez, enviado de El Pas, escenaque presenciaban con asombro unos nios descal-

    zos con barriga llena de parsitos.

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    Por ltimo, como acto de reconocimiento quierohacer una breve mencin de agradecimiento a los dos

    jvenes estudiantes de la universidad de Stanford quecrearon Google, el buscador que nos ha resuelto yresuelve tantas papeletas cuando desde la redaccinnos piden que en cuestin de minutos escribamossobre algn tema del que apenas tenemos documen-

    tacin.La tecnologa facilita sobremanera el trabajo delcorresponsal. Aparte de poder transmitir con mayorseguridad, permite que estemos mucho mejor infor-mados. Gracias a Internet y a laCNNrecibida por

    satlite, se podran cubrir acontecimientos de primeramagnitud desde cualquier valle de los Pirineos. En elsitio ms aislado toda la informacin est a nuestroalcance. Sin embargo, esas crnicas seran comofras notas de agencia. Les faltara el enfoque y elcalor personal del periodista. Nada sustituye el con-tacto humano, el vivir sobre el terreno lo que estocurriendo, el poder conocer y tratar a los protago-nistas de la historia noticiosa.

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    EL RECADERO DE PLA

    Fernando Garca Mongay

    De qu sirve escribir el mejor artculo si sepierde en el camino a la redaccin? Antesdel fax y el correo electrnico, cmo llega-

    ban los artculos a los peridicos si el que losescriba se encontraba a cientos de kilmetros? En

    Espaa, el primer sello de correos apareci en 1850.Ese ao se contabilizaron ms de dieciocho millo-nes de envos. Pero fue en 1889 cuando se cre elCuerpo de Correos y se ampli la presencia de loscarteros a la mayora de las poblaciones. Parecerazonable pensar, por ejemplo, que, en 1905, Azornenviaba por carta al peridico El Imparcial, quediriga Jos Ortega y Munilla, el diario de viaje querealizaba siguiendo la ruta de Don Quijote. Perohasta muy avanzado el siglo XX, los teletrabajadoresdel periodismo utilizaban tambin otros medios paraque las cuartillas manuscritas llegaran puntualmentea las redacciones donde colaboraban.

    Como es el caso de Josep Pla, que public suprimer artculo en la revistaDestino en septiembre

    de 1939. Cinco meses despus comenz a escribir

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    la seccin semanal Calendario sin fechas. La ltimacolaboracin en la revista, que diriga su paisano

    Josep Vergs, apareci en 1979. El escritor dePalafrugell falleci dos aos despus. Su obra com-pleta, publicada porDestino, ocupa 45 volmenes,alrededor de 29.000 pginas.

    Durante casi cuarenta aos, Pla envi a la revista

    sus artculos que casi siempre escriba en el mas dela familia, prximo a Llofriu, donde se recluy trasla guerra civil espaola. De all slo sala para haceralgunos viajes a otros pases. A veces, pasaba unosdas en Barcelona. En invierno y en verano, Pla

    recorra a pie los 3 o 4 kilmetros que separan elmas de Palafrugell. No le amilanaba el fro. Iba alpueblo a comprar tabaco, a charlar con los amigosy a entregar sus artculos a un recadero que los lleva-ba a la redaccin deDestino en Barcelona.

    La casa natal de Josep Pla en el carrer nou dePalafrugell es ahora la sede de la Fundacin JosepPla. La directora de la fundacin que guarda la bi-blioteca particular de Pla, Anna Aguil, explica queel escritor utilizaba los servicios de Facundo Dalmau,

    un recadero ya fallecido. Pla tena con Dalmau unarelacin directa y estrecha. Le entregaba los artculosy Dalmau los llevaba aDestino. Pla llamaba a este ser-vicio el ordinari, que era el nombre que se emplea-ba muchos aos atrs para referirse al transporte que

    se realizaba en carretas y diligencias.

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    De Palafrugell a Barcelona se puede ir enautomvil en menos de una hora y media. Pero hace

    cuarenta aos al camin del transporte le costabacasi el doble recorrer alrededor de 120 kilmetros.Eso si no haba pinchazo ni avera. El recaderoFacundo Dalmau Ports dorma poco. Se levantabaa las cuatro de la madrugada. Suba al camin y

    junto con el conductor emprendan el viaje haciaBarcelona. Regresaban por la noche. Algunos das,si la climatologa no acompaaba, llegaban aPalafrugell a media noche. El recadero trabajaba delunes a sbado. El domingo, descansaba. Nunca

    condujo un camin. Ni siquiera un automvil.Dalmau no tena carn de conducir.

    En Barcelona, Facundo cargaba con los paque-tes y sobres de la empresa de transporte para la quetrabajaba. En una cartera de mano llevaba lo parti-

    cular. Una vez a la semana, Dalmau visitaba la re-daccin de Destino para dejar el sobre que contenalos papeles de Pla escritos con una letra menuda. Elescritor le encargaba otras tareas como llevar dineroo ir al banco. A Dalmau no le importaba hacer esos

    recados porque admiraba a Pla y apreciaba su amistad.Aunque Facundo trabajaba, primero para TransportesOliv y, desde 1943, en Transportes Reunits, Pla noacuda a los transportistas. Prefera ir a la casa deDalmau, en la calle de las Torres dels moros de

    Palafrugell, charlar un rato y asegurarse de que sera

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    el propio recadero quien entregara en Barcelona suspapeles. Clara Dalmau, la nica hija de Facundo,

    que ha cumplido 70 aos, est convencida de que supadre no cobraba a Pla por sus servicios. Cree que larelacin iba ms all del trabajo y que para Pla supadre era un hombre de confianza.

    Josep Pla escriba por la noche o a primera hora

    de la maana. Por las tardes, siempre estaba enPalafrugell, explica Clara. Viniendo de Llofriu, lacasa de Dalmau quedaba en el camino del centro dePalafrugell. Pla se encontraba con dos o tres amigosms y hacan un poco de tertulia. Si la cosa se

    alargaba, alguien llevaba a Pla en coche hasta elmas. Otras veces, para regresar, Pla coga un taxi.

    Clara Dalmau guarda pocas cosas de su padrerelacionadas con Pla. Cuando Clara se cas conAdolfo, Josep Pla les regal un ejemplar de la Guade Catalua. Dedico esta gua a Adolfo RocaBada, yerno de mi viejo y estimado amigo Facundo.Con el ms grande afecto y agradecimiento. MasPla. 1976, Llofriu, mayo, escribi en cataln comodedicatoria.

    Clara y Adolfo estn muy agradecidos a Pla. Elescritor recomend al yerno de Facundo para queentrara a trabajar en la oficina de Los americanos,una emisora que estaba en la playa de Pals, dice

    Clara. El matrimonio guarda tambin un papel que

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    escribi Facundo en castellano. Se trata de una notamanuscrita donde se puede leer una biografa que,

    en pocas lneas, resume la vida de Pla. Ha dedica-do su labor a la revistaDestino... Adems de su granlabor en los libros, que son muchos, escribe elrecadero. Despus, cita algunas obras del escritory destaca la Gua de Gerona. Explica que vive en

    su casa pairal mas Pla. En el prrafo final muestrasu gran admiracin por el escritor de Palafrugell.Debajo de su campana de fuego, que es muygrande, donde se pasa los das escribiendo sin parar,a pesar de sus 81 aos. Es un infatigable gran

    escritor cataln.Facundo Dalmau se retir en 1974 y falleci aprincipios de los aos noventa. Su hija lo recuerdacomo un hombre ms bien bajo, algo gordito, quetena el pelo muy negro hasta que los aos lo

    volvieron blanco. Guarda fotos de su padre cuandoera joven donde aparece subido a una carroza en lasfiestas de Palafrugell. Era muy guapo, dice cuandorecuerda las imgenes. Nunca escuch que su padrehablara mal de Pla. Por el contrario. El recaderoestaba orgulloso de colaborar con el escritor paraque sus artculos se publicaran enDestino todas lassemanas. La gente dice que Pla tena mal genio.Pero mi padre nunca dijo nada malo. Pla era un buenhombre y un seor.

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    ETIQUETAS

    Mariano Gistan

    Maruja Torres ha citado en una de sus colum-nas de febrero de 2004 el dato de TomsDelcls: en la ciencia ficcin no aparecen

    periodistas. Tampoco hay columnistas, claro. Ya sonlas doce y media y an no he escrito este texto quevan a maquetar en Florida y van a imprimir enHuesca.

    En Barbastro, a las doce del medioda suenatodos los das la sirena. Mi madre se sobresalta ydice, oy, las doce! Es un resto sonoro de los bom-

    bardeos. Para que nadie se duerma. Cada da, cuan-do voy a hacer la columna -a veces dos-, pienso: estono puede durar. Que te paguen por esto. Para seguirleyendo esta brasa hay que registrarse. Es gratis.Unsuscribe.

    Tengo ofertas para poner publicidad en la web.Antes eran slo de casinos y eso. Ahora son msserias. Slo con leer los contratos ya me mareo.Leyendo esa jerga pierdo una maana. Dineroautomtico. Clicas y ocurren cosas. Quiz el que

    firma la propuesta es un robot. O un root.

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    Me agobia un poco la web semntica, que todose pueda etiquetar, el XML. Y a la vez me fascina.

    Esas marcas para delimitar y sindicar contenidos:ttulo, artculo... y no hay algo difuso, ambiguo,intermedio? Tambin tiene su etiqueta esta lneaque apunta a las etiquetas como si fueran cienciaficcin. Metametatag. Lenguaje de marcas sobre

    marcas. Harto del terror y la fascinacin hacia elXML y sus derivados, invento ahora mismo elXXML. >>

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    Hay una cosa sobre el yo en las columnas: queme da vergenza usar el yo. Mejor no recordar lo

    que escribe el maestro Arcadi sobre esta ocultacin,recurrencia al nosotros y otros escamoteos. Lobueno de la primera persona es que, en cuanto tequitas el miedo y la usas, el texto ya va mucho msrpido. Una vez que te declaras como yo (qu sea

    eso), lo dems sale de corrido. Usar el yo es salir detodos los armarios. Como deca Luis Buuel queexclamaba alguien al ver a un cura por la calle: antesemejante provocacin... Qu etiqueta lleva el yoacolumnado?.

    Colecciono nombres del spam. Bueno, no heempezado an, pero lo voy a hacer. Siempre lo pien-so. Esas mezclas que fabrica el algoritmo, o lo quesea, son el mejor proveedor de nombres que puedesoar un escritor, sobre todo si no escribe, o si slo

    escribe e-mails. Ahora miro el correo y no hayninguno. Es lo malo del spam: cuando lo necesitasno viene. Las mejores frases siempre salen a ua dee-mail, con ese desasosiego de vaciar carpetas. Casitodas se perdern, ay, cmo lgrimas en la lluvia.

    Ah, aqu estan, ms vivos que las personasinmediatas, por la fuerza de las palabras, por la cons-tancia: Evelyn Courtney, Sherry Landers... voy aabrir una galera de nombres para mis queridosectoplasmas diarios, spamitas. El blog de Arcadi

    Espada empieza sobre periodismo, y cada da acaba

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    hablando de filosofa, de si existe la realidad, si sepuede contar, si hay algo ah fuera. Estoy engancha-

    do a esos debates en persiana. Le he hecho unaminientrevista a Arcadi. Una pequea exclusiva enTexto Casi Diario. El columnismo es la ciencia fic-cin del da. En Barbastro est a punto de sonar lasirena. Qu sea la vida sino un trozo de XML.

    Comentarios.

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    UN SOLO PERIODISMO

    Gustavo Sierra

    Qu es el periodismo? El compendio denotas de anlisis que hace cada semanaThe Economistdesde Londres o el humor

    demoledor de The Clinic (no se porqu le pusieronel nombre en ingls) que est ayudando a abrir a laoscura sociedad chilena? No lo s. Sospecho queambos. Aunque la pregunta me da pie para intentarresponder otra pregunta que me hacen constante-mente: de qu sos periodista vos?. Y como ante elprimer interrogante, la respuesta es no se. Lo con-fieso, a pesar de mis 27 aos haciendo periodismopor buena parte del mundo, no tengo la menor ideaacerca de qu es el periodismo ni qu tipo deperiodista vengo a ser.

    Desde que comenc a hacer trabajos multimediaen Clarn y desde que hice una serie de produccionesde notas que en forma simultanea se publicaron enel diario Clarn, el noticiero de Canal 13de BuenosAires y en la versin digital del peridico, me vienen

    haciendo la pregunta recurrente.

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    Habl del tema con un mdico amigo y me dijoque l sufra el mismo tipo de sobresalto cada vez que

    alguien lo miraba y le deca y vos mdico de qusos?. Es un especialista en emergencias y trabaja enlas guardias de dos de los principales hospitales deArgentina. Su trabajo consiste en hacer un poco detodo. A l le llegan pacientes con la mayor diversidad

    posible de males. No entienden. Mis interlocutoresquieren que les diga algo que ellos puedan compren-der de inmediato. Es por eso que para dejarlos tran-quilos, muchas veces les digo cirujano y ya nohacen ms preguntas, me deca el mdico amigo.

    Supongo que esto debe suceder en una multitudde profesiones. La gente quiere definiciones rpidasal estilo de las que reciben en los programas de latelevisin de preguntas y respuestas. Quieren saberal instante si gan o perdi.

    Lo inslito es que esa misma urgencia y liviandadaparezca entre los colegas y estudiantes avanzadosde periodismo. Se obsesionan por saber qu tipo deperiodismo practico.

    La confusin es tremenda cuando voy a Irak y noslo escribo para el diario sino que envo videos conmi camarita web que se publican en Clarin.com, hablocon los principales tertulianos de laRadio Mitre deBuenos Aires, envo despachos para el noticiero delCanal 13

    y armo presentaciones multimedia.

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    Mis amigos, con los que comenc a trabajar enesta profesin hace casi tres dcadas, se enojan

    porque dicen que le estoy quitando el trabajo a otroscolegas. Los ms jvenes se preocupan porque dicenque no se puede hacer todo bien y que el que sabeescribir no sabe pararse ante una cmara. Y los jefesno saben como reaccionar ante un tipo de profe-

    sional que traspasa las fronteras de sus pequeosreinos.

    Opto por dar esta posible explicacin:

    El periodismo y el periodista son uno slo, de unslo tipo. Y hay muchas herramientas (el manejo de

    la escritura, las imgenes y el audio). Los periodis-tas tenemos la obligacin de saber usar con destrezatodas y cada una de las herramientas. Tenemos unnico capital que es la informacin y para hacerloproducir contamos con las herramientas. Cuantas ms

    herramientas manejamos, ms capital se acumula.El resultado es un solo periodismo transmitido pordiferentes medios.

    Otra cosa es que algn vivillo de pueblo quieraexplotarnos y que nos convirtamos en una especie

    deKika de Almodvar con cmara pegada al casco,micrfono abierto constantemente y rgimen laboralpermanente. El periodismo y el periodista son unoslo, pero debe ser reconocido y pagado por miles.

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    Sobre los autores

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    JORGE ALCALDEPeriodista, redactor jefe de Muy Interesante, colaborador cien-

    tfico de de la cadena Cope, peatn y miope. Le gustara ser: msescptico, mejor padre, menos miope.

    MATAS ANTOLNAlar del Rey, Palencia. Ha colaborado en los medios de comu-

    nicacin ms importantes, entre otros, los diarios El Pas, El

    Mundo, Diario 16, ABC, El Sol, Liberacin; las revistas Tiempo yTribuna, y adems en TVE, Antena 3, RNE y la cadena COPEdonde trabaja actualmente. Ha dirigido las revistas Cinema 2002 yNueva Lente. Es autor de Cine Marginal en Espaa,El tiempo y los

    sueos,Agur ETA yMujeres de ETA. En febrero de 2004 ha publi-cado una biografa sobre el periodista Antonio Herrero.

    TOMS DELCLSBarcelona, 1952. Licenciado en Derecho y Ciencias de la

    Informacin. Fue periodista cinematogrfico en Fotogramas y tra-baj en las secciones de Espectculos de Tele/Express y ElPeridico. Actualmente es subdirector de El PAS y responsable delsuplemento Ciberpas.

    ARCADI ESPADABarcelona, 1957. Es periodista. Escribe en el diario El Pas y

    es profesor de Lengua Espaola en los Estudios de Periodismo dela Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Desde el 1 de enerodel 2004 escribe sus diarios en el weblog www.arcadi.espasa.com.

    ANTONIO FRAGUAS,FORGESMadrid,1942. Humorista grfico. En 1964 public su primer

    dibujo enPueblo, de Madrid. Se dedica por completo al humor gr-fico desde 1973. Colabora enEl Jueves,Intervi,Lecturas,Jano yel diarioEl Pas. Ha hecho dos pelculas, tres series de televisin,un matrimonio, cuatro hijos y una nieta que se llama Valentina.

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    JOAQUM IBARZ.Nacido en Zaidn (Huesca) en 1944, corresponsal de La

    Vanguardia de Barcelona en Mxico y Amrica Latina desde 1982.Lleg a Mxico en 1982 para cubrir la nacionalizacin de la banca,la debacle del peso y la crisis de la deuda externa.

    FERNANDO GARCA MONGAYEscribe sobre tecnologa e Internet en el peridico El Pas

    desde 1997. Es colaborador habitual de Ciberpas, el suplementode tecnologa de El Pas, de la revista Muy Interesante y de Diariodel AltoAragn. Ha dirigido las cinco ediciones del CongresoNacional de Periodismo Digital.

    MARIANO GISTINPeriodista y escritor. Publica una columna diaria en el Peridico

    de Aragn. En enero de 2004, obtuvo el premioBlasillo de Huescaal ingenio espaol en Internet por su pgina www.gistain.net.

    GUSTAVO SIERRABuenos Aires, 1956. Periodista con 27 aos de experiencia en

    la profesin. Ha trabajado en algunos de los medios de comuni-

    cacin ms destacados del mundo. Actualmente es prosecretario dela redaccin de Clarn de Buenos Aires para cuyos lectores cubri,entre otras historias, las guerras en Afganistn e Irak, las eleccionesen Mxico y Estados Unidos.

    En el mes de noviembre de 2003, recibi el premio del ClubInternacional de Prensa por la cobertura de la guerra de Irak que

    realiz para Clarn.Bajo las bombas es el ttulo de su ltimo libropublicado por Ediciones B en Argentina. Por su trabajo sobre losespaldas mojadas, junto con el equipo de Clarn.com, Sierra obtu-vo el premio de periodismo digital Jos Manuel Porquet.

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