leslie bethell (ed.) - historia de américa latina, tomo 12

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    Por

    LESLIE BETHELL, catedrtico emrito de historia de Amrica Latina,Universidad de Londres; director, Centro de EstudiosBrasileos, Universidad de Oxford, yfellow, St. Antony's College, Oxford

    ALAN ANGELL, university lecturerde poltica de Amrica Latina y fellow,St. Antony's College, Oxford

    JONATHAN HARTLYN, catedrtico de ciencias polticas, Universidad de Carolinadel Norte en Chapel Hill

    GUILLERMO DE LA PEA, Centro de Investigaciones y Estudios Superioresen Antropologa Social de Occidente, Guadalajara

    ALAIN ROUQUI, Centre d'tude et de Recherche Internationale, FondationNationale des Sciences Politiques, Pars

    IAN ROXBOROUGH, catedrtico de sociologa e historia, Universidad Estatal deNueva York en Stony Brook

    STEPHEN SUFFERN, ParsARTURO VALENZUELA, catedrtico de estudios gubernamentales, Universidad de

    Georgetown, Washington, D.C.LAURENCE WHITEHEAD, official fellow en poltica, Nuffield College, Oxford

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    LESLIE BETHELL, ed.

    HISTORIADE

    AMRICA LATINA12. POLTICA Y SOCIEDAD DESDE 1930

    CRITICAGRIJALBO MONDADORI

    BARCELONA

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    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajolas sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquiermedio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucinde ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    Ttulo original:THE CAMBRIDGE HISTORY OF LATN AMERICA

    VI. LATN AMERICA SINCE 1930:ECONOMY, SOCIETY AND POLITICS

    PartII. Politics andSociety

    Traduccin castellana deJORDI BELTRAN

    Colaboracin editorial deMAGDALENA CHOCANO

    Diseo de la coleccin y cubierta: Enric Satu 1994: Cambridge University Press, Cambridge

    1997 de la traduccin castellana para Espaa y Amrica:CRTICA (Grijalbo Mondadori, S.A.), Arag, 385, 08013 Barcelona

    ISBN: 84-7423-435-2 obra completaISBN: 84-7423-819-6 tomo 12Depsito legal: B. 38.548-1997

    Impreso en Espaa1997. HUROPE. S.L., Lima, 3 bis, 08030 Barcelona

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    PREFACIO

    Los primeros cuatro volmenes de la Historia de Amrica Latina de Cambridge se ocupan principalmente de los aspectos econmicos, sociales, polticos,intelectuales y culturales de los tres siglos de gobierno colonial espaol y (en elcaso de Brasil) portugus, comprendidos entre el descubrimiento, la invasin, laconquista y la colonizacin del Nuevo Mundo por los europeos, afinalesdelsiglo xv y comienzos del xvi, y la vspera de la independencia latinoamericanaen las postrimeras del xvm y principios del xix.

    Los volmenes quinto y sexto examinan el fracaso y el derrocamiento delrgimen colonial que tuvieron lugar en toda Amrica Latina (a excepcin deCuba y Puerto Rico) durante el primer cuarto del siglo xix, y la historia econmica, social y poltica durante el medio siglo posterior a la independencia (entreaproximadamente 1820 y 1870). En los cuatro volmenes siguientes se analizala situacin de Amrica Latina hasta 1930.

    Durante el primer medio siglo que sigui a la independencia, Amrica Latinaexperiment, en el mejor de los casos, nicamente unas tasas muy modestas decrecimiento econmico y, al menos en Hispanoamrica, violentos conflictos polticos e ideolgicos, ascomo una considerable inestabilidadpoltica. Aparte dela guerra entre Mxico y los Estados Unidos (1846-1848) y de frecuentes intervenciones extranjeras, especialmente britnicas, tambin hubo, al finalizar el

    perodo, dos conflictos importantes entre estados latinoamericanos: la guerra dela Triple Alianza (1865-1870) y la guerra del Pacfico (1879-1883). Contrastando con ello, el medio siglo siguiente, y sobre todo el perodo que concluy conla primera guerra mundial, fue para la mayora de los pases latinoamericanosuna edad de oro caracterizada por el crecimiento econmico inducido de forma predominante porlas exportaciones, de prosperidad material (al menos paralas clases dominantes y las clases medias de las ciudades), de consenso ideol

    gico y, con algunas excepciones notables como Mxico durante la revolucin(1910-1920), de estabilidadpoltica. Asimismo, aunque continuaron las intervenciones extranjeras principalmente lasnorteamericanas en Mxico, Amrica Central y el Caribe, no hubo importantes conflictos internacionales en

    Amrica Latina entre el fin de la guerra del Pacfico (1883) y el estallido de laguerra del Chaco (1932).

    El sptimo volumen lo forman nueve captulos de carcter general sobre lahistoria econmica y social del conjunto de Amrica Latina. Dos captulos examinan el crecimiento de las economas latinoamericanas, el primero en el pero-

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    do 1870-1914, el segundo en los aos que van de la primera guerra mundial ala vspera de la depresin mundial del decenio de 1930. Este crecimiento fueen gran parte fruto de la gran aceleracin de la incorporacin de las economaslatinoamericanas, como productoras bsicas, en la economa internacional enexpansin, as como de significativas entradas de capital extranjero, particularmente britnico, y, en el siglo xx, norteamericano. Al mismo tiempo, no se pasan

    por alto los mercados nacionales y la acumulacin de capital igualmente nacional. Las relaciones de Amrica Latina con las principales potencias europeas y,sobre todo en Amrica Central y el Caribe, con los Estados Unidos, cada vez msexpansionstas, se tratan por separado. Otro captulo analiza el crecimiento de la

    poblacin latinoamericana (de 30 millones en 1850 a 105 millones en 1930), queen parte fue producido por la inmigracin en masa de europeos, singularmente en

    Argentina y Brasil. El profundo efecto de la penetracin capitalista en el mundorural es la materia de que se ocupan dos captulos, uno de los cuales se concentra en las tradicionales tierras altas de Mxico, Amrica Central y los Andes, y elotro en el Caribe espaol. El primero de ellos, a la vez que afirma que las economas y sociedades rurales experimentaron mayores cambios en el perodo de1870-1930 que en cualquier otra poca anterior exceptuando la conquista, tambin se propone demostrar que en muchas zonas rurales, especialmente en los

    Andes, las fuerzas de cambio encontraron resistencia y continuaron existiendoestructuras precapitalistas. La sociedad urbana tambin experiment cambiosrpidos en este perodo, y hay captulos que examinan por separado el crecimiento de las ciudades latinoamericanas, en especial ciudades importantes como

    Buenos Aires, Ro de Janeiro y Ciudad de Mxico, todas las cuales ya tenan entreuno y dos millones de habitantes en 1930 y rivalizaban con las principales urbes

    de Europa y los Estados Unidos; los comienzos de la industria, sobre todo en Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Mxico; y la aparicin de una clase trabajadora urbana como fuerza significativa en muchas repblicas, as como la historia delos primeros movimientos obreros de Amrica Latina.

    El octavo volumen examina la cultura y la sociedad en Amrica Latinadurante el siglo que sigui a la independencia y especialmente en el perodo de1870-1930. Empieza con un captulo que trata la evolucin de las ideas polticas y sociales (y en especial la adaptacin del liberalismo a unas sociedadesmuy estratificadas que tenan economas subdesarrolladas y una tradicin poltica de autoritarismo, as como la influencia del positivismo en las lites gobernantes e intelectuales). Un segundo captulo examina de qu modo la Iglesiacatlica latinoamericana se adapt a la disminucin de su poder y sus privilegios en una era secular, al mismo tiempo que conservaba la adhesin de la

    inmensa mayora de los latinoamericanos. Finalmente, dos captulos hablande movimientos importantes y de notables logros individuales en la literatura, lamsica y el arte de Amrica Latina en este perodo.

    Los volmenes noveno y dcimo se componen de captulos sobre la historiaeconmica, social y, sobre todo, poltica de los distintos pases latinoamericanosdesde c. 1870 hasta 1930. El volumen noveno se ocupa de la historia de Mxico,

    Amrica Central y el Caribe. En la primera parte, dedicada a Mxico, hay captulos sobre el Porfiriato (los treinta y cinco aos de dictadura de Porfirio Daz,1876-1910), la revolucin y la reconstruccin bajo la dinasta sonorense

    durante el decenio de 1920. La segunda parte dedica un captulo nico a las cin-

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    PREFACIO 9

    co repblicas de Amrica Central y captulos a Cuba, Puerto Rico, la RepblicaDominicana y Hait. El dcimo volumen est dedicado a Amrica del Sur. La primera parte consiste en cuatro captulos sobre la evolucin econmica, social y

    poltica de Argentina, que en muchos aspectos era ya la nacin ms avanzada deAmrica Latina en 1930, y captulos individuales sobre Uruguay y Paraguay. Lasegunda parte contiene captulos referentes a Chile, Bolivia y Per en el mediosiglo que empez al concluir la guerra del Pacfico y captulos que hablan deColombia, Ecuador y Venezuela. Finalmente, en la tercera parte, dedicada a

    Brasil, hay captulos que estudian su economa dominada por el caf en este perodo, el sistema poltico y la poltica reformista durante los ltimos tiemposdel imperio (1870-1889) y la estructura social y poltica de la primera repblica (1889-1930).

    Los volmenes undcimo y duodcimo versan sobre economa, poltica ysociedad desde 1930. El volumen undcimo, Economa y sociedad desde 1930,comprende seis captulos. Los tres primeros examinan las economas latinoamericanas durante la dcada de 1930, tras la depresin de 1929, durante e inmediatamente despus de la segunda guerra mundial, y durante la nueva edad deoro de crecimiento econmico (1950-1980), impulsada esta vez principalmente

    por la ISI (industrializacin de sustitucin de importaciones) y a la que, no obstante, sigui la llamada dcada perdida de 1980. El cuarto aborda el cambiodemogrfico durante el perodo 1930-1990, en que la poblacin de Amrica

    Latina se cuadruplic (de 110 a 450 millones). El quinto captulo analiza larpida urbanizacin de Amrica Latina (menos del 20 por 100 de su poblacinestaba clasificada como urbana en 1930; en 1990, casi el 70 por 100) y el cambio social urbano, principalmente en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Mxi

    co y Per. La transformacin de las estructuras agrarias es el tema del sextocaptulo.

    El volumen duodcimo, Poltica y sociedad desde 1930, consta de cinco captulos. El primer captulo estudia el avance, y tambin los retrocesos, de la democracia en Amrica Latina, principalmente en Chile, Costa Rica, Colombia, Uruguay y Venezuela y, en menor grado, en Argentina, Brasil y Per. Los xitos y

    fracasos de la izquierda latinoamericana, la democrtica y la no democrtica,son material del segundo captulo. El tercer captulo se centra en la clase obrera urbana y el movimiento obrero urbano, subrayando su papel en la poltica. Elcuarto captulo explica la movilizacin y la violencia rurales, especialmenteen Mxico, Amrica Central y los Andes. El quinto se ocupa de los militares enla poltica latinoamericana: sus intervenciones y los golpes de Estado, as comolos regmenes militares y los problemas de la transicin al gobierno civil.

    Estos dos volmenes, los ms problemticos de la Historia de Amrica Latina de Cambridge, ya que abordan la historia econmica, social y poltica de laregin en su conjunto desde 1930 hasta el presente, han requerido un largo tiem

    po para ser escritos y editados. Algunos captulos fueron encargados hace quinceaos. Aquellos autores que cumplieron con los plazos originales (estoy pensando

    particularmente en Thomas Merrick) han tenido que esperar ms de una dcadapara ver sus trabajos publicados. Este es un lapso inaceptablemente largo desdecualquier punto de vista y les estoy agradecido por su paciencia. Ciertos autoresdesistieron a lo largo del camino; otros fueron abandonados; uno, Carlos Daz-

    Alejandro, lamentablemente falleci: hubo que reemplazarlos. Algunos autores

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    por ejemplo, Jos Gabriel Palma se unieron a aquellos (en este caso RicardoFfrench-Davis y scar Muoz) que haban estado ya trabajando en sus captulos

    por cierto tiempo. Convencimos a Guillermo de la Pea para que escribiera uncaptulo independiente sobre la movilizacin rural, tema que haba sido originalmente parte del captulo sobre las estructuras agrarias. Stephen Suffem asumi latarea de sintetizary corregir una traduccin poco satisfactoria del francs del captulo de Alain Rouqui sobre los militares en la poltica latinoamericana y agreguna seccin final sobre la desmilitarizacin en los aos ochenta. Arturo Valenzuela

    y Jonathan Hartlyn aceptaron la invitacin a escribir el captulo sobre democraciaen Amrica Latina cuando el resto del volumen estaba ya bastante avanzado.

    Muchos captulos fueron revisados ampliamente durante estos aos y reescritosen algunos casos ms de una vez. Al final todos los colaboradores fueron obligados y aqu la demora de la publicacin ha tenido quiz algunos beneficios atomar en cuenta los importantes cambios ocurridos en Amrica Latina en los aosochenta.

    Una conferencia en la Universidad de California, San Diego, en febrero-marzode 1986, organizada por Paul Drake, entonces director del Centro de Estudios Ibricos y Latinoamericanos y porm, brind la oportunidad inicial para que algunos colaboradores presentaran borradores preliminares de sus captulos a otroscolaboradores y a un prestigioso grupo de no colaboradores. La conferencia fue

    financiada generosamente por la Fundacin Tinker. Durante mi perodo comodirector del Instituto de Estudios Latinoamericanos, tambin se realizaron dos seminarios en la Universidadde Londres en 1990 y 1991, con el apoyo financiero del

    Instituto y de la Cambridge University Press.Muchos de los colaboradores de estos volmenes: siete latinoamericanos (uno

    residente en Inglaterra), siete britnicos (dos residentes en Estados Unidos), dosnorteamericanos (uno residente en Francia) y un francs, comentaron los captulosde sus colegas. Porello expreso mi agradecimiento especialmente a Alan Angel, Vctor Bulmer-Thomas e Ian Roxborough. James Dunkerley dio apoyo y aliento envarias etapas clave de la edicin de estos volmenes.

    Tom Passananti y Tim Girven, estudiantes de doctorado de historia latinoamericana en la Universidad de Chicago y la Universidad de Londres, respectivamente,

    fueron asistentes de investigacin en las etapas finales de la edicin de este volumen durante 1993. Hazel Aitken, del Instituto de Estudios Latinoamericanos de laUniversidad de Londres (en el perodo 1987-1992), y Linnea Cameron, del Departamento de Historia de la Universidadde Chicago (en 1992-1993), brindaron suapoyo como secretarias.

    Una vez ms, debo expresar mi gratitud a Josep Fontana y Gonzalo Pontn porsu inters y dedicacin en la presente edicin castellana.

    LESLIE BETHELL

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    Captulo 1

    LA DEMOCRACIA EN AMRICA LATINADESDE 1930*

    INTRODUCCIN

    Confrecuenciase ha considerado que Amrica Latina es un continente donde en los siglos xix y xx la arquitectura formal de la democracia ha sido unatenue fachada detrs de la cual se escondan tiranos civiles o militares que imponan su voluntad a unos pueblos conservadores y atrasados. Esta visin de losorgenes y la evolucin de la democracia es parcial y engaosa. La lucha por

    consolidar regmenes que fueran representativos, por hacer que se aceptara lalegitimidad de la oposicin, por ampliar la ciudadana y por afirmar el imperiode la ley ha sido continua y desigual, en ambas orillas del Atlntico, durante dossiglos. El principio fundamental, pero a menudo elusivo, que gua esta lucha hasido el concepto de soberana popular, la idea de que un gobierno legtimo nacede una ciudadana libre y ante ella debe responder de su poltica y sus actos.En Amrica Latina, al igual que en Europa y Amrica del Norte, la bsquedade estos ideales liberales ha sido una aspiracin permanente, aunque con frecuencia ha tropezado con obstculos tales como el desorden poltico, la guerracivil, los abusos de los derechos humanos, la dictadura y, en el siglo xx, otrasideas sobre la forma de organizar la comunidad poltica, entre ellas el fascismoy el marxismo.

    En los primeros decenios del siglo xx la mayora de los principales pases de

    Amrica Latina ya haban conseguido instaurar por lo menos democracias oligrquicas, es decir, regmenes en los cuales los presidentes y las asambleasnacionales se derivaban de la competencia franca, aunque no totalmente limpia,por el apoyo de un electorado limitado, de acuerdo con las reglas constituciona-

    * Agradecemos los comentarios de Manuel Alcntara, Michael Coppedge, BolvarLamounier, Fabrice Lehoucq, Cynthia McClintock, Carina Perelli y miembros del grupo deestudios polticos comparados de la Universidad de Carolina del Norte, especialmente Evely-ne Huber, Gary Marks y Lars Schoultz. Eduardo Feldman ayud a preparar el ensayo bibliogrfico. Hemos contrado una deuda especial de gratitud con Leslie Bethell por su pacienciay sus indispensables consejos.

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    12HISTORIA DE AMRICA LATINA

    les que ordenaba la ley y que en gran parte podan compararse con los sistemasrepresentativos limitados de la Europa del mismo perodo. Argentina (desde 1916)y Uruguay (desde 1918) eran democracias con sufragio universal para los varones. Sin embargo, en Amrica Latina, como en Europa, la depresin mundial delos aos treinta desat fuerzas que debilitaron el avance del gobierno representativo. Alfinalizarla segunda guerra mundial, hubo un breve perodo de democratizacin. Pero las democracias desaparecieron a finales del decenio de 1940 ycomienzos del de 1950. En los ltimos aos cincuenta tuvo lugar un retorno msprofundo al sistema de gobierno democrtico. Pero durante los decenios de 1960y 1970 numerosos pases volvieron a ser gobernados por los militares, a menudodurante largos perodos. Hasta finales del decenio de 1970 y durante el de 1980no hubo una retirada significativa del control directo del gobierno por parte de losmilitares en toda la regin. La mayora de los pases de Amrica Latina entraronen los aos noventa bajo un gobierno democrtico. Durante el medio siglo comprendido entre los decenios de 1930 y 1980 no hubo una pauta uniforme. Mientras que la mayora de las pequeas naciones de Amrica Central y gigantes dela regin tales como Argentina, Brasil y Mxico estaban muy lejos de alcanzar elideal de la construccin democrtica, otros pases como, por ejemplo, Chile, Costa Rica, Uruguay, Colombia y Venezuela experimentaron largos perodos degobierno democrtico.

    Definimos la democracia o la democracia poltica como un sistema queincluye tres dimensiones crticas. La primera es lo que Roben Dahl llama competencia.' En una democracia el gobierno lo constituyen los lderes que compiten con xito por el voto de la ciudadana en elecciones que se celebran con regularidad. La esencia de la competencia es la aceptacin de la legitimidad de laoposicin poltica; el derecho a enfrentarse a quienes se encuentran en el podery sustituirlos en los puestos principales de la autoridad poltica. La competencia requiere que el estado proteja la libertad de expresin y de asociacin y quese celebren elecciones regulares, libres y limpias por medio de las cuales lavoluntad de la ciudadana se traduzca en opciones de liderazgo. De importanciaespecial para la competencia poltica es que se creen y consoliden sistemas departidos en los cuales la interaccin de stos siga una pauta previsible a la vezque su fuerza electoral permanece dentro de unos parmetros estables. Los partidos defienden programas o ideologas distintos, patrocinan a los aspirantes acargos electivos y sirven de vnculos importantsimos entre la sociedad civil y elestado.

    La segunda dimensin es el constitucionalismo, es decir, el respeto al ordenconstitucional que encarnan unos documentos o unas prcticas constitucionales(o ambas cosas a la vez), lo cual con frecuencia es contrario a la aplicacinestricta del principio del gobierno de la mayora. Es en este sentido que las

    1. Estamos en deuda con la influyente obra de Roben Dahl para las partes primera y tercera de esta definicin de la democracia. Vase Robert Dahl, Polyarchy: Participation andOpposition, New Ha ven, Connecticut, 1971. La definicin de la democracia que recalca laimportancia de la competencia para el liderazgo poltico como elemento decisivo procede dela obra innovadora de Joseph A. Schumpeter Capitalism, Socialism and Democracy, NuevaYork, 1942.

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    LA DEMOCRACIA DESDE 1930 13

    democracias contemporneas deben interpretarse como democracias constitucionales. Al tiempo que garantiza el derecho de la oposicin a enfrentarse aquienes estn en el poder, para lo cual pedir el apoyo de la mayora de los ciudadanos, una democracia constitucional define y restringe los poderes de lasautoridades gubernamentales. Tambin fija los lmites de la hegemona de las mayoras electorales o sus representantes, con vistas a proteger los derechos y laspreferencias de los individuos y las minoras, las opciones de las futuras mayoras y las instituciones mismas de la propia democracia. Estas instituciones yreglas varan e incluyen disposiciones tales como la restriccin de la reeleccinpresidencial y el aislamiento parcial de los rganos judiciales, electorales y deseguridad respecto del liderazgo electivo. Tambin incluyen el uso de mayoraslegislativas cualificadas y de complejos mecanismos de ratificacin cuando estnen juego cambios fundamentales en la Constitucin y las leyes bsicas de lanacin. Finalmente, toman las medidas necesarias para que se comparta el podery para que las minoras estn representadas, lo cual es un elemento esencial paraproteger a la oposicin y fomentar el concepto de la oposicin leal. En la prctica, las democracias constitucionales divergen en el grado en que las minorascontingentes o sus representantes se ven supeditados a restricciones constitucionales y jurdicas.

    La tercera dimensin es la inclusividad o participacin. Las democracias sebasan por definicin en el concepto de la soberana popular. A medida que lasdemocracias evolucionan, las disposiciones constitucionales referentes a la ciudadana se amplan para dar cabida a proporciones mayores de la poblacinadulta, para lo cual se eliminan restricciones que pesaban sobre el sufragiobasndose en la propiedad, la capacidad de leer y escribir, el sexo, la raza o laetnicidad. En el transcurso del tiempo, se llega a la inclusividad plena por mediode cambios en las reglas oficiales, incluidos los requisitos de residencia e inscripcin y la participacin efectiva de la poblacin en la poltica mediante laexpansin de los partidos y movimientos.

    Una democracia constitucional puede considerarse consolidada cuando lacompetencia y el respeto al orden constitucional son aceptados por gran parte tanto de las lites como de las masas a la vez que la ciudadana y la participacinefectiva en las elecciones se han hecho extensivas a todos los adultos que renanun mnimo de condiciones. Esta definicin de la democracia se basa en el procedimiento. A menudo la complementa un concepto de la ciudadana que incluye laigualdad oficial (sufragio universal) y la proteccin jurdica respecto del poderabusivo del estado, pero tambin incluye el concepto de unos niveles de satisfaccin material y educacin suficientes para que pueda considerarse que la partici

    pacin es coherente en vez de ser en gran parte fruto de la manipulacin.Los tratados tericos de las ciencias sociales proporcionan pocas indicacio

    nes que ayuden a comprender los comienzos de la evolucin y la consolidacinde la democracia en Amrica Latina. Las perspectivas dominantes han tendido aver una relacin directa entre el xito o el fracaso de la democracia y fuerzas msamplias, de signo cultural y econmico. Las explicaciones culturales se inspiraban en el legado del catolicismo y en las experiencias coloniales ibricas paraargir que la democracia liberal encontrara terreno infecundo en las sociedadesconservadoras caracterizadas por las relaciones sociales de tipo jerrquico y ladeferencia ante la autoridad absoluta. En tales sociedades, en el mismo momen-

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    14 HISTORIA DE AMRICA LATINA

    to en que entraban en el mundo moderno y alcanzaban niveles significativosde industrializacin, el gobierno de un hombre fuerte y las estructuras polticas de tipo corporativista tenan ms probabilidades de florecer que las instituciones representativas basadas en ideas individualistas tales como la de unapersona, un voto.

    Desde la perspectiva econmica, la escuela modernizadora de los decenios de1950 y 1960 afirmaba que el desarrollo econmico y la industrializacin fomentaran la diferenciacin social y niveles ms altos de educacin, contribuyendoas al pluralismo poltico y al xito gradual pero inevitable de las prcticas democrticas. En contraste con ello, la escuela de la dependencia de los decenios de1960 y 1970 daba a entender que la democracia liberal se vera frustrada por unapauta de intercambio econmico que pona el poder econmico y poltico en las

    manos de una pequea oligarqua, al tiempo que impeda la formacin de losgrupos burgueses y de clase media, as como de estados fuertes, que son necesarios para la consolidacin de las instituciones y prcticas democrticas. Laindustrializacin y el desarrollo econmico, en vez de estimular la formacin desectores intermedios partidarios de la democracia, contribuyeron a las respuestasautoritarias por parte de los mismos sectores que, aliados con las lites, los militares y el capital internacional, se esforzaban por frenar el creciente poder de losgrupos obreros y populares que amenazaban sus privilegios.

    Factores amplios de carcter cultural y econmico, tales como la integracinnacional efectiva, una sociedad civil vigorosa con una densa red de grupos y asociaciones, el desarrollo socioeconmico constante y la reduccin de las desigualdades pueden facilitar la formacin de instituciones y prcticas democrticas. Sinembargo, al examinar la pauta de evolucin de la democracia en Amrica Lati

    na, vemos que los factores culturales y socioeconmicos son, en el mejor de loscasos, condiciones que contribuyen a ella, en lugar de ser condiciones necesarias.Estos factores no bastan para explicar las variaciones significativas que se observan en la experiencia con la evolucin democrtica en el hemisferio y, sobretodo, no pueden explicar los casos notables de desviacin. As, no consiguenexplicar por qu Chile, una de las sociedades ms tradicionales y dependientesde la regin, fue capaz de estructurar pautas relativamente competitivas y previsibles de competencia poltica antes del advenimiento de pautas similaresen muchos pases europeos. Tampoco pueden explicar del todo el hecho de queArgentina no lograse crear instituciones democrticas estables, lo cual contrastacon Uruguay, pas de extraccin social parecida y pautas econmicas comparablesque instaur una de las democracias ms duraderas de la regin. Tampoco nosayudan a entender la consolidacin de la democracia en Costa Rica despus de la

    guerra civil de 1948, ni la transformacin de Venezuela, que de ser el pas menosdemocrtico de Amrica Latina antes de 1958 pas a ser una de las democraciasms estables despus del citado ao. Finalmente, las explicaciones econmicas yculturales tampoco alcanzan a explicar los cambios significativos de las pautaspolticas en pases tan diferentes como Bolivia y El Salvador, especialmente en unapoca de catastrfica recesin econmica, en el decenio de 1980.

    Nos persuade mucho ms una perspectiva que hace mayor hincapi en losfactores variables de la poltica, as nacional como internacional, como factoresque intervienen o son independientes por derecho propio, antes que simplemente como expresiones de factores determinantes y subyacentes de carcter cultural

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    y socioeconmico. Si bien a menudo estas dimensiones se consideran epifenmenos que poco tienen que ver con la realidad de la vida poltica, la experiencialatinoamericana con la democracia induce a pensar que factores polticos e institucionales frecuentemente desempean un papel crtico en la definicin de reglasy procedimientos y la formulacin de oportunidades polticas, con una fuerterepercusin en la experiencia democrtica de un pas. Se cuentan entre estos factores el liderazgo y la opcin polticos, y el papel real de las instituciones polticas y las reglas y procedimientos constitucionales cuya misin es regular elcampo de juego, estimulando, o debilitando, a lo largo del tiempo la construccin de formas democrticas. Tambin son factores de este tipo los partidos polticos y la expresin poltica de grupos sociales que vinculan la sociedad civil conel estado. El constitucionalismo, la ampliacin del sufragio, las relaciones entrelos poderes ejecutivo y legislativo, la capacidad de gobierno, el estado de derecho, y los partidos polticos, los sistemas de partidos y las elecciones son rasgosesenciales de la democracia.

    Si bien las constituciones a veces han parecido efmeras en Amrica Latina,ha habido una compleja relacin interactiva entre los cambios sociales msamplios y las reglas, normas y prcticas que en ciertos momentos se han instaurado por medio de nuevos edictos constitucionales. Las reglas que instauran lasconstituciones y las leyes ayudan a estructurar la competencia poltica y a darforma a las prcticas polticas, proporcionando un referente esencial como modelo legtimo durante los intervalos autoritarios, incluso en pases donde el idealdemocrtico no ha llegado a hacerse realidad. En un proceso muy desigual a lolargo del tiempo, la importancia de las reglas plasmadas en las constituciones,tales como su papel en el fomento o el bloqueo de la conciliacin poltica, pasa ser mucho ms fundamental cuando los actores polticos y los grupos socialesse esforzaron por reducir la violencia como opcin para resolver los conflictosy determinar el poder poltico. Estas reglas y estos procedimientos en especiallos que tienen que ver con la competencia electoral, las relaciones ejecutivo-legislativo, el reparto de patronazgo y de prebendas gubernamentales haninfluido en el conflicto poltico de diferentes maneras, ya sea ayudando a polarizar o a mitigar las tensiones.

    Las prcticas democrticas quedan instituidas cuando los que estn en elpoder y los que aspiran a l perciben que lo que ms conviene a sus interesesfundamentales es llegar a un acuerdo para crear instituciones y mecanismosreglamentarios con el fin de resolver sus diferencias pacficamente dentro delmarco de las prcticas democrticas. Empleando los trminos de Dahl, las mayores probabilidades de poner en prctica la democracia se dan cuando los quetienen el poder y los que aspiran a l se percatan de que los costes de la represin, la insurreccin o las presiones externas superan los de la tolerancia y laconciliacin mutua. En su mayor parte, este proceso tiene lugar lentamente. Lasdemocracias de la regin que han dado mejores resultados son las que han vivido largos decenios de democracia oligrquica dentro de una competenciarestringida antes de hacerse gradualmente ms inclusivas, permitiendo la evolucin del aprendizaje a lo largo del tiempo. A menudo se considera que el xito de la democracia en Chile y Uruguay responde, al menos en parte, a haberseguido esta secuencia; aunque haya estado entrelazada con perodos de intensalucha civil, esta pauta tambin se ha observado en Costa Rica y Colombia.

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    Argentina, en cambio, construy su democracia poltica desde el decenio de 1930hasta el de 1980, y Venezuela, a pesar de la falta de experiencia histrica conla democracia, pas a ser una de las democracias ms duraderas de AmricaLatina despus de 1958.

    En ltima instancia, lo que, al parecer, permite la consolidacin de la democracia a lo largo del tiempo (a diferencia de la instauracin de prcticas democrticas) es la misma prctica de la propia democracia, un complejo procesode aprendizaje que se ve reforzado por la percepcin continua, por parte de losactores polticos pertinentes, de que lo ms conveniente para sus intereses fundamentales es un sistema que resuelva el conflicto poltico por medio del acuerdo y la conciliacin al tiempo que reduce la violencia. Hay dos obstculos distintos que deben superarse en este proceso: el primero consiste en conseguir quelas lites acepten la imparcialidad del proceso de competencia y la legitimidadde una oposicinleal, esto es, una oposicin que no se encuentre con que se leimpide por completo participar de forma coherente en el proceso poltico; elsegundo es lograr la aceptacin de una comunidad poltica ms amplia que estintegrada por ciudadanos normales y corrientes y no sencillamente por miembrosde la lite. Al principio el problema fundamental fue encontrar mecanismos queimpidieran que las lites rivales se matasen unas a otras, as como a los seguidores que movilizaban, debido a que las competencias por la presidencia se basaban en el principio de que el ganador se lo lleva todo. Ms adelante el problema consisti en que las lites aceptaran a las masas como actores y que stasaceptasen las limitaciones que impone la democracia constitucional.

    Para algunas repblicas latinoamericanas estos dos procesos eran claros ydistintos: prcticas estables que permitan la competencia por el poder polticose instauraron en el siglo xix o principios del xx, antes de que empezaran laspresiones para que se permitiera la participacin de las masas. Esto permiti queel proceso de ampliacin de la comunidad poltica fuese ms gradual y ordenado, aunque no controlado, en el perodo posterior a la Depresin de 1929, locual contribuy a garantizar un mayor grado de continuidad poltica. Para otraslos imperativos de la competencia y la participacin llegaron simultneamente eincrementaron el nivel de incertidumbre y los riesgos que para los actores tradicionales representaba acceder a la soberana popular como elemento definitoriodel poder poltico.

    Aunque son primordiales para la consolidacin de la democracia, sera engaoso dar a entender que las dificultades continuas que acompaan a la forja de lademocracia giran exclusivamente alrededor de la competencia y la participacin. Las sociedades pueden encontrarse ante graves dificultades econmicas ysociales o crisis internacionales que pongan a prueba la supervivencia de cualquier rgimen poltico. Cabe que las instituciones democrticas no puedan abordar problemas fundamentales que nazcan de conflictos civiles o de una grave crisis econmica y que esta incapacidad debilite la legitimidad de las institucionesrepresentativas y conduzca al autoritarismo. La gobernacin esto es, la formaen que los lderes de un rgimen analizan los problemas y las decisiones polticasque toman, especialmente en el campo econmico puede tener efectos profundos en la legitimidad, la efectividad y los resultados y, por ende, en la democracia. Las dificultades que encuentra la democracia tambin pueden derivarse delmismo funcionamiento de las instituciones polticas. El estancamiento y la parli-

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    LA DEMOCRACIA DESDE 1930

    17sis del gobierno resultantes de su condicin de gobierno minoritario o de los conflictos entre los poderes ejecutivo y legislativo, o de la poltica de puja que hacenunos enemigos que no estn dispuestos a transigir o a enfrentarse a las fuerzasantidemocrticas, pueden tener efectos independientes y provocar o agravar losproblemas econmicos y sociales, con lo cual contribuyen a crear problemasirresolubles (como dice Juan Linz) que frecuentemente aceleran la cada delrgimen. Los partidos dbiles o corruptos pueden agravar una crisis poltica al noaportar ninguna autoridad real ni capacidad decisoria. El apoyo encubierto odeclarado a las alianzas conspirativas entre lderes polticos y elementos militares, contraviniendo los dictados del electorado, debilita seriamente las reglasdel juego democrtico, especialmente en pocas de crisis.

    En la mayora de los pases la democracia siempre ha tenido que hacer frentea una opcin violenta que propugnan las fuerzas que se resisten al cambio (porlo general terratenientes conservadores o grupos econmicos aliados con losmilitares), fuerzas que pretenden alterar el statu quo (socialismo insurreccional) y,de vez en cuando, un populismo cuya ideologa suele ser confusa. El primer grupo, aunque a veces acta en nombre de la democracia, acostumbra a justificar elempleo de la violencia aduciendo que es para evitar la anarqua, la ascensin delcomunismo o el derrumbamiento de la economa. Desde 1930 han sido muypocos los golpes de estado en Amrica Latina que se han producido sin la conspiracin activa de actores polticos clave, incluso partidos polticos, que pretendan aumentar su fortuna y defender sus privilegios por medio de la violencia alno haber recibido el apoyo electoral apropiado. Ningn pas latinoamericano, conla excepcin de Costa Rica, donde las fuerzas armadas fueron abolidas en 1949,ha conseguido institucionalizar un modelo de control democrtico de los militares o establecer medidas constitucionales permanentes que impidieran la manipulacin de las fuerzas armadas por parte de los civiles. Los grupos segundo ytercero han presentado a menudo imgenes de la democracia que no se ajustana la definicin poltica, de procedimiento, que hemos comentado antes y quese centraban ms en las condiciones y los derechos sociales y econmicos ysubrayaban los imperativos mayoritarios de la democracia por encima de laslimitaciones constitucionales que afectan a la mayora. En la derecha el ordeny el crecimiento econmico compiten con la democracia; en el populismo y enla izquierda chocan con ella las aspiraciones populares a la inclusin y a la justicia social. La disposicin de la derecha a tergiversar los procedimientos democrticos e infringir las reglas de la democracia ha llevado con frecuencia a sudenigracin a la vez que alimentaba las dudas de los populistas y de la izquierda sobre las posibilidades de reforma que existan si acataban las reglas del

    juego de la democracia.Por tarlto, incluso en los perodos democrticos sera ms fiel a la realidad

    calificar a muchos pases latinoamericanos de semidemocrticos, en vez de plenamente democrticos, debido a las limitaciones impuestas al constitucionalismo, a la competencia o a la participacin, sin olvidar el fraude y la manipulacinelectorales. Y en el caso de algunos pases de Amrica Latina por ejemploArgentina, Brasil y Per puede decirse que durante parte del perodo transcurrido desde* 1930 poseyeron unos regmenes hbridos, unos regmenes democrticos y a la vez autoritarios que llaman la atencin por la persistencia con quelos militares y poderosos intereses econmicos se inmiscuan en la poltica, as

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    como por las frecuentes intervenciones directas, aunque breves, de los militares.En estos tres pases existi tambin la proscripcin, durante largos perodos, dedeterminado lder o movimiento (Pern y los peronistas en Argentina, el Partido Comunista en Brasil y Haya de la Torre y el APRA [Alianza Popular Revolucionaria Americana] en Per).

    De ello tambin se deduce que el proceso de construccin de la democraciaes reversible. No slo Argentina, Brasil y Per, sino que en los primeros aossetenta tambin sufrieron profundas rupturas los regmenes de pases que tenanuna larga tradicin de gobierno constitucional y respeto al proceso electoral, talescomo Chile y Uruguay. Sin duda, estos procesos pueden verse afectados por lascrisis internacionales o el ejemplo de la cada de una serie de regmenes que estimulan e incluso legitiman los actos de las fuerzas antidemocrticas. Esto explicaen parte la naturaleza cclica de algunas de las pautas de cambio de rgimen quese observan en la regin. Pero sus efectos exactos forzosamente presentabandiferencias de acuerdo con la dinmica interna de cada pas.

    Seguidamente nos ocuparemos de temas generales relacionados con la evolucin constitucional en Amrica Latina y en especial de lo que hemos dado enllamar el dilema del presidencialismo. Despus haremos un anlisis de lospartidos polticos y de los sistemas de partidos, as como de la ciudadana y laparticipacin electoral. La segunda parte del captulo consiste en una crnica dela experiencia democrtica de Amrica Latina en el perodo que va de 1930 a1990. En ella centraremos nuestra atencin de manera especfica en los cinco pases que en conjunto representan ms o menos la mitad de los aos de democracia que el continente vivi durante dicho perodo, aunque ninguno de ellos fueinmune a la guerra civil o al golpe militar: Chile, Uruguay, Costa Rica, Venezuela y Colombia, as como los tres pases que les siguen en trminos de suexperiencia democrtica: Argentina, Brasil y Per. Estos ocho pases son muydiversos y tienen historias polticas y experiencias democrticas claramente distintas. En el grupo incluimos la totalidad de los pases ms extensos y econmicamente ms desarrollados de la regin, excepto Mxico. En conjunto representaban en 1985 aproximadamente el 65 por 100 de la poblacin de AmricaLatina, el 70 por 100 de su PIB y el 75 por 100 de su valor aadido en la industria manufacturera.

    La omisin de Mxico est justificada por la naturaleza especial del sistemapoltico y la historia poltica de dicho pas durante el perodo que empieza en1910. Mxico es el pas latinoamericano que ha tenido la experiencia ms largade estabilidad constitucional durante el perodo que nos ocupa. La Constitucinprogresista de 1917 tuvo unarepercusinimportante en el resto de Amrica Latina y en la evolucin de su pensamiento sociopoltico. He aqu un rgimen civil(despus de 1940), esencialmente participativo, con un historial de elecciones queviene de hace mucho tiempo y algunas restricciones constitucionales importantes, entre las que destaca la prohibicin estricta de reelegir al presidente. Durante muchos decenios su partido revolucionario hegemnico ha sido capaz de ganarlas elecciones sin recurrir al fraude (si bien an acceda a l con frecuencia)mientras iba forjando con xito una coalicin multiclasista e integradora. Se hatolerado la existencia de otros partidos, o incluso se les ha apoyado cuidadosamente, con el fin de crear una apariencia de oposicin y aumentar la legitimidad democrtica, a medida que apelar a los mitos revolucionarios iba siendo

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    cada vez ms difcil. Sin embargo, en el concepto de la democracia est implcita la posibilidad de la alternancia en el poder. Todo el mundo est de acuerdo enque lo que Mxico ha conseguido crear es un rgimen autoritario, de partido nico, que no ha empezado a liberalizarse hasta el ltimo decenio del siglo. Laexperiencia mexicana con la poltica democrtica en el perodo comprendidoentre 1930 y 1990 fue limitada.2

    CONSTITUCIONALISMO PRESIDENCIAL

    La ruptura de la Amrica espaola con Espaa durante el primer cuarto delsiglo xix se caracteriz por el ascendiente de fuerzas entregadas a los principiosdel republicanismo y a la idea revolucionaria de que la autoridad poltica nacede la voluntad de la ciudadana ms que del derecho divino de los reyes. Losprincipios liberales encontraron cierta acogida en Amrica Latina antes de quearraigasen en gran parte de Europa. Y el modelo ms convincente para los reformadores latinoamericanos era la Constitucin de los Estados Unidos de Amrica,pacto que haba proporcionado a las antiguas colonias britnicas un gobiernonovedoso pero estable durante una generacin. En un perodo bastante corto, desde 1811 (Chile, Colombia, Venezuela) hasta 1830 (Uruguay), diecisiete pasespromulgaron constituciones republicanas que en mayor o menor grado se inspiraban en el documento redactado en Filadelfia en 1787.3 Solamente Brasil conserv un sistema monrquico al separarse de Portugal en 1822. E incluso Brasil,despus de abolir el imperio en 1889, adopt una Constitucin republicana (1891)que se pareca mucho a la estadounidense.

    Desde luego, otras influencias importantes se hicieron sentir en los fundadores de Amrica Latina. Los principios constitucionales franceses y las doctrinas jurdicas tambin francesas, que haban encontrado expresin en documentos tales como la Constitucin liberal espaola de 1812, pasaron a formar partede las leyes fundamentales de Amrica Latina. Se observan influencias claramente francesas y espaolas en instituciones y prcticas tales como los conse

    jos de estado, los tribunales administrativos, los ministerios del interior, lasestructuras administrativas locales y provinciales y los refrendos ministerialesque daban validez a los decretos presidenciales. En su paso de la autoridad tradicional a la racional y jurdica, segn la terminologa de Max Weber, AmricaLatina tambin se inspir en el derecho romano, que sac del legado de las instituciones coloniales espaolas y de las innovaciones jurdicas de los cdigosnapolenicos. Siguiendo los preceptos de la Ilustracin francesa, los lderes latinoamericanos crean que la ley poda garantizar el orden y el progreso, creenciaque alcanzara an ms difusin cuando la lite intelectual y poltica abraz el

    V

    2. Reconocemos que de haber incluido una visin general ms exhaustiva de la regin,dando cabida en ella a Hait, Cuba, la Repblica Dominicana y los pases de Amrica Central,la trayectoria de la democracia sera menos optimista. En los citados pases unas estructurassociales muy estratificadas, las marcadas disparidades en el poder, la debilidad del proceso poltico y de las instituciones y la intervencin de los Estados Unidos fueron factores contrarios ala instauracin de la democracia constitucional.

    3. Cuba y Panam promulgaron sus primeras constituciones poco despus de obtener laindependencia, en 1901 y 1904, respectivamente.

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    positivismo en los ltimos decenios del siglo xix. Esta fe en los conceptos jurdicos contribuy a la aficin a reescribir la Constitucin cuando la ley parecaincapaz de moldear la realidad poltica y los reformadores o los usurpadores seesforzaban por encontrar un mejor ajuste entre los preceptos jurdicos y la realidad poltica.

    A pesar de la fuerte influencia continental, el marco constitucional norteamericano fue decisivo en la planificacin de las instituciones bsicas del gobierno republicano en los nuevos estados. Preocupados por el peligro de la tirana,como antes lo estuvieran sus colegas de los Estados Unidos, los latinoamericanosadoptaron el gobierno presidencial, sistema que se basaba en la doctrina de laseparacin de poderes, de las medidas cuya finalidad era tanto recortar el poderdel ejecutivo como calmar las pasiones de la asamblea elegida. Al amparo deesta frmula de gobierno, tanto el presidente como el Congreso podan afirmarque contaban con la legitimidad popular. No obstante, el ejecutivo permanecaen el cargo durante un perodo fijo y su supervivencia no dependa de las mayoras legislativas. Mientras el resto del mundo que haba adoptado las formasdemocrticas evolucionaba hacia el sistema parlamentario, el hemisferio occidental (exceptuando Canad y las Antillas britnicas) pasaba a ser el continentedel presidencialismo.4

    Al emular el documento de los Estados Unidos, la mayora de los redactoresde las constituciones latinoamericanas optaron por las legislaturas bicamerales enlas cuales la cmara baja reflejara ms el principio de un hombre, un votoy la cmara alta representara zonas geogrficas designadas sin tener en cuenta eltamao de la poblacin. Es curioso constatar que esta frmula bicameral, queestaba estrechamente relacionada con el concepto del federalismo en Norteamrica, en gran parte la pusieron en prctica los regmenes unitarios de toda laregin. Venezuela (1811), Mxico (1824), Argentina (1853) y Brasil (1891) adoptaron constituciones federales, pero lo que se quera era encontrar el equilibroentre los intereses regionales y la autoridad central, ms que crear un pactoentre estados que reivindicaran cierto grado de soberana. Las legislaturas unicamerales fueron las preferidas en Ecuador y en los pases centroamericanos deCosta Rica, Guatemala. Honduras y El Salvador.

    En el perodo posterior a 1930, incluso en los ocho pases con mayor experiencia de la democracia, los que son objeto de nuestra atencin especial, el hechode adoptar una nueva Constitucin a veces reflejaba el esfuerzo de un lder autoritario por legitimar o ampliar su poder (o ambas cosas). Ejemplos de ello sonPern en Argentina (1949), Vargas en Brasil (1934, 1937), Pinochet en Chile(1980), Terra en Uruguay (1934), y Gmez (1931), Lpez Contreras (1936) yPrez Jimnez (1953) en Venezuela. Pinochet consigui imponer una Constitucin nueva mediante un plebiscito en 1980 y ello le dio legitimidad ante sectores clave, as militares como civiles, sin los cuales le hubiera costado ms perpetuar su gobierno. En cambio, otros intentos de imponer nuevas constitucionesfueron contraproducentes y ayudaron a encauzar la oposicin a los regmenesautoritarios, como ocurri en Colombia en 1953 y en Uruguay en 1980.

    4. Solamente Libera (1847) y las Filipinas (1935) adoptaran el modelo estadounidenseantes de la segunda guerra mundial y la proliferacin de estados nuevos resultante de la desmembracin de los imperios europeos.

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    Sera un error, sin embargo, dar a entender que todos los cambios constitucionales, en particular en este perodo reciente, han sido de poca importancia, efmeros, pasados por alto o puestos en prctica para favorecer los objetivos inmediatos de gobernantes autoritarios, aunque as ha sido en algunos casos (y mstodava en los otros doce pases latinoamericanos que no vamos a considerar porextenso en el presente captulo). Las constituciones nuevas o revisadas han indicado momentos decisivos al modificar instituciones y funciones gubernamentales, generar nuevos derechos polticos, ampliar la participacin y promover derechos sociales y econmicos. En este sentido, han reflejado cambios mayores dendole social, econmica y poltica, pero, una vez promulgadas, han promovidotambin el cambio de normas y prcticas en la comunidad poltica. Las nuevasconstituciones han nacido con frecuencia en momentos decisivos de carcter

    democrtico, como parte de un proceso ms amplio de transicin democrtica. EnPer en 1978 y en Brasil en 1986 las elecciones para la asamblea constituyentepermitieron a los regmenes autoritarios medir y tratar de limitar (sin conseguirlo)la fuerza de la oposicin. Desde 1930, constituciones nuevas, o modificacionesimportantes de constituciones anteriores, han sido resultado de la transicin en cinco de los pases que estamos examinando: en Brasil (las constituciones de 1946y 1988), en Costa Rica (la de 1949), en Per (la de 1979), en Uruguay (la de1942) y en Venezuela (las de 1947 y 1961). En Colombia todos los aspectosclave del acuerdo de coalicin que dio origen al Frente Nacional para facilitaruna transicin pasaron a formar parte de la Constitucin en virtud de un plebiscito de 1957 (exceptuando la alternancia en la presidencia, que fue fruto de unareforma constitucional de 1959), y la incorporacin de grupos guerrilleros en elproceso poltico del pas y las presiones de los que pedan reformas democrati-

    zadoras fueron impulsos muy importantes que culminaron con una asambleaconstituyente y una nueva Constitucin en 1991. En el cuadro 1.1 hay una listade las constituciones que desde 1930 han tenido los ocho pases que se estudianen el presente captulo.

    Las constituciones latinoamericanas reflejaban la influencia de la declaracin de derechos norteamericana y de la declaracin de los derechos del hombrefrancesa y proclamaban la proteccin de los derechos, las libertades y las propiedades de los individuos, a los que se defina como ciudadanos. El mejor ejemplo de Constitucin liberal fue el documento argentino de 1853. LaXpnstitu-cin mexicana de 1917, redactada en Quertaro durante la revolucin, incorporen las leyes fundamentales una amplia serie de derechos sociales y laborales (porejemplo, los artculos 27 y 123) cuyo propsito era subordinar los derechos delindividuo a las necesidades colectivas. La Constitucin mexicana tambin recor

    t de manera espectacular los derechos y los privilegios de la Iglesia catlica.Durante los aos treinta y cuarenta la mayora de los pases latinoamericanossiguieron el ejemplo mexicano e incorporaron cartas sociales, educacionales ylaborales en sus respectivas constituciones, recalcando la funcin social de lapropiedad por encima de los derechos de propiedad individuales. Las garantas de estos derechos y de otros han tendido a aumentar a lo largo del tiempo,tanto en nmero como en especificidad y con ello han incrementado la extensiny la complejidad de las constituciones latinoamericanas de nuestro tiempo; estoes especialmente cierto en el caso de tres ejemplos recientes, las constituciones de Per (1980), Brasil (1988) y Colombia (1991). Aspues, las constitu-

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    Pas

    ArgentinaBrasilChileColombia

    Costa RicaPerUruguayVenezuela

    CUADRO 1.1

    Constituciones de Amrica Latina

    PrimeraConstitucin

    Nmerototal de

    constituciones Constituciones desde 1930

    1819 4

    1824 8

    1811 11

    1811 12

    1825 91823 13

    1830 5

    1811 24

    1949; 1957; (1972); (1982)*1934; 1937; 1946; 1967; 1969; 19881980

    (1936) (1957) (1968); 1991

    19491933; 19791934; (1942); 1952; 19661931; 1936; 1947; 1953; 1961

    * Reinstauracin de la Constitucin de 1957.FUENTES: William W. Pierson y Federico G. Gil, Govemments ofLatn America, Nueva

    York, 1957; Larry Diamond, Juan Linz y Seymour Martin Lipset, eds., Democracy in Deve-loping Countries, vol. IV, Latn America, Boulder, Colorado, 1989.

    Las fechas entre parntesis corresponden a enmiendas importantes del texto constitucionalexistente.

    ciones llegaron a reflejar la misma filosofa corporativista y social que inspir

    los cdigos de leyes del continente, as como la esperanza de que la expresinconstitucional de los derechos fuera un paso hacia la conversin de los mismosen realidad, esperanza que con demasiada frecuencia no se ha cumplido.

    Uno de los asuntos fundamentales que determina una Constitucin es la forma de gobierno del pas. La autoridad presidencial es el elemento distintivo delas estructuras formales de la democracia constitucional latinoamericana. Aunqueel presidencialismo arraig en la prctica constitucional del hemisferio, la inestabilidad poltica y los conflictos institucionales obligaron a efectuar modificaciones significativas de los regmenes que a lo largo del tiempo cambiaronel carcter, cuando no la esencia, de la autoridad ejecutiva. A menudo estosconflictos giraban en torno a dos asuntos muy relacionados entre s: los poderesy la autoridad propios del presidente comofiguraplebiscitaria, y la naturaleza delas relaciones entre el ejecutivo y el legislativo. Eran conflictos que reflejaban lasluchas ms amplias por el poder y la influencia en la sociedad latinoamericana,tanto dentro como fuera de los parmetros constitucionales. En esto la historiaconstitucional de Amrica Latina fue paralela a la de gran parte de Europa.

    En Amrica Latina la bsqueda de la relacin apropiada entre el poder ejecutivo y el legislativo ha sido tormentosa y contradictoria. En la mayora de lospases de la regin ha gobernado un hombre fuerte en un momento u otro. Durante los perodos de gobierno constitucional cada pas experiment conflictos significativos entre presidentes decididos a dejar huella en la historia y iganoslegislativos preocupados por controlar al ejecutivo y hacer valer las prerrogativas del Congreso. Es un grave error quitar importancia al grado en que las riva-

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    lidades entre las instituciones contribuan a las dificultades perennes de los regmenes presidenciales latinoamericanos. A diferencia de lo que ocurre en losregmenes parlamentarios, en un rgimen presidencial tanto el ejecutivo comoel legislativo afirman estar en posesin de la legitimidad popular y se culpanmutuamente de sus problemas. El aumento de las prerrogativas del ejecutivohaca que aumentara tambin el estancamiento del gobierno al pretender aqulimponer su visin del futuro de la sociedad a un legislativo reacio y a poderosos intereses polticos. A menudo este conflicto reflejaba las difciles relacionesentre la oposicin poltica y el partido del gobierno, con su monopolio de las prebendas y el poder poltico.

    Debemos hacer hincapi en que cuando hablamos del constitucionalismolatinoamericano nos referimos a las reglas constitucionales que son aplicables alos gobiernos legtimos y no hacemos referencia a las prcticas o las pretensiones jurdicas de los regmenes anticonstitucionales. Esta distincin es importanteporque cuando se hace referencia a ejecutivos fuertes en Amrica Latina a menudo no se tiene en cuenta la diferencia que existe entre los lderes constitucionales y los usurpadores polticos. La premisa de este captulo es que los ejecutivosconstitucionales de Amrica Latina han sido mucho menos poderosos de lo quegeneralmente se supone.

    La tendencia a un incremento de la autoridad ejecutiva en el perodo quesigui a la Depresin de 1929 fue un proceso mundial que afect a las democracias adems de a los gobiernos autoritarios. El poder de los presidentes, los primeros ministros y los dictadores aument mientras los gobiernos centrales seconvertan en directores de inmensas organizaciones burocrticas cuya finalidadera proporcionar asistencia social y fomentar el desarrollo econmico. La crticadel estado liberal, por parte tanto de la izquierda como de la derecha, caus unincremento de la exigencia de estados con ideologas desarrollistas. En Amrica Latina, as como en Europa, los valores democrticos que recalcaban losderechos polticos, la competencia y la participacin pasaron a ser menos importantes que la capacidad estatal. El vnculo entre el presidencialismo, la centralizacin del poder y un impulso tecnocrtico a aislar la toma de decisiones dentrodel poder ejecutivo, que despus de la segunda guerra mundial fue estimuladopor los programas internacionales de ayuda, tendi a relegar las asambleas electivas a un papel decididamente secundario.

    A mediados de siglo los presidentes latinoamericanos haban adquirido grandes poderes para formular las reglas. Las constituciones vigentes en pases talescomo Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Per, Uruguay y Venezuela daban al ejecutivo amplia iniciativa para formular leyes. En muchos casosel ejecutivo adquiri prerrogativas exclusivas para formular leyes presupuestariasy salariales, al tiempo que el legislativo vea seriamente restringida su autoridadpara enmendar tales leyes. El ejecutivo tambin adquiri gran libertad para promulgar decretos, o decretos-ley con fuerza de ley, en cuestiones tan diversascomo la defensa nacional y el orden pblico, la hacienda pblica y la creacin denuevos organismos y cargos gubernamentales. Esta libertad naca o bien de disposiciones constitucionales directas, a travs de la autoridad delegada por elCongreso, o sencillamente a travs de un mandato del ejecutivo.

    Sin embargo, la pujanza de la autoridad ejecutiva en los gobiernos constitucionales no se tradujo en una expansin significativa del poder real, o en un

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    incremento notable de la eficacia del gobierno. Aunque en algunos casos los presidentes constitucionales pudieron ejercer un poder casi dictatorial, en su mayorparte los titulares del cargo en Amrica Latina han experimentado una frustrante sensacin de debilidad e incapacidad de actuar. El xito del ejecutivo variaba segn mltiples factores, entre los cuales se contaban la fuerza de los partidospolticos, la viabilidad de las instituciones estatales, las limitaciones a las prerrogativas presidenciales impuestas por organismos autnomos y descentralizados,los desafos a la autoridad presidencial por parte de grupos sociales poderososy los militares. Con todo, lo que ms seriamente afectaba la viabilidad del presidencialismo en Amrica Latina era que el jefe del ejecutivo no pudiese contarcon el apoyo mayoritario de la poblacin y con mayoras en la asamblea legislativa. Ya fuera debido a configuraciones de mltiples partidos o a que los partidospresidenciales o las coaliciones con frecuencia se desmoronaban en la mitad delmandato, todos los presidentes tenan dificultades para promover programasgubernamentales, lo cual causaba una grave situacin de estancamiento y parlisis entre el ejecutivo y el legislativo, lo que a su vez fomentaba la inestabilidady la intervencin militar. El examen de setenta y un presidentes suramericanos quefueron elegidos en comicios relativamente limpios, siguiendo las disposiciones dela Constitucin, entre 1930 y 1990 revela que slo veintisiete (el 38 por 100) fueron elegidos por una mayora de los ciudadanos. Y en una abrumadora mayora delos casos tampoco el partido del propio presidente tena la mayora de los escaosde la asamblea legislativa. Los presidentes minoritarios y los conflictos seriosentre el ejecutivo y el legislativo fueron factores importantes en las rupturas delsistema democrtico (ya fuera como resultado de un autogolpe presidencial, deun golpe de estado por parte de los que ya se hallaban en el poder o de un golpe

    militar) en Argentina (1943), Brasil (1964), Chile (1973), Colombia (1949), Per(1968 y 1992), y Uruguay (1933 y 1973).

    El conflicto perenne entre los poderes constitucionales contribuy a una significativa tendencia contraria de carcter constitucional cuyo objetivo era recortarlas prerrogativas presidenciales e instaurar una relacin ms equilibrada entre elejecutivo y el legislativo. Las medidas que se tomaron a tal efecto consistan enlimitar la duracin del mandato presidencial, crear mecanismos que garantizasenque el ejecutivo fuera responsable ante el Congreso, introducir ejecutivos colegiados y hacer pactos cuya finalidad fuese reducir las prerrogativas del ejecutivoy los conflictos polticos por medio de la coparticipacin o gobernacin.

    Mientras que los Estados Unidos no limitaron la reeleccin del presidentehasta 1951, despus de un perodo en el cual Franklin D. Roosevelt haba sidoreelegido tres veces, la mayora de los pases de Amrica Latina adoptaron restricciones de esta clase mucho antes. Uruguay prohibi la reeleccin consecutiva del presidente al amparo de la Constitucin de 1830, norma que fue suspendida en 1934 pero adoptada de nuevo en 1942. Bajo la Constitucin de 1833Chile limit a dos los mandatos de un mismo presidente y en 1871 prohibi lareeleccin consecutiva; las constituciones de 1925 y 1980 especificaban un nico mandato sin reeleccin consecutiva. La Constitucin argentina de 1853 tambin prohiba la reeleccin consecutiva. Pern consigui cambiar esta norma en1949 para poder ser reelegido en 1952. Sin embargo, la Constitucin peronistafue anulada despus de que Pern fuera derrocado en 1955; la Constitucin de1957 reinstaur el texto de la de 1853 con algunas modificaciones. En Costa

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    Rica reaccion al control de la presidencia por un solo individuo durante diezaos promulgando en 1859 una nueva Constitucin que reduca los mandatospresidenciales a tres aos e impona lmites a la reeleccin del presidente/aunque no siempre fueron respetados; constituciones posteriores continuaronponiendo lmites a la reeleccin consecutiva del presidente, aunque los mandatospresidenciales se ampliaron a cuatro aos; en 1969 la reeleccin del presidentefue prohibida de manera terminante (exceptuando los que haban sido elegidospara la presidencia antes de 1969). En Brasil la reeleccin consecutiva del presidente fue prohibida por la Constitucin de la primera repblica en 1891. Unareforma constitucional de 1910 en Colombia, despus de un perodo de dictadura, decret las elecciones presidenciales directas para un mandato de cuatro aossin reeleccin consecutiva, al tiempo que garantizaba la representacin de lasmionas en la asamblea legislativa; la Constitucin promulgada en 1991 prohiba rotundamente la reeleccin. En Venezuela, donde hasta la Constitucin de1947 no fue posible elegir directamente al presidente, la Constitucin de 1961especificaba que los mandatos presidenciales duraran cinco aos y que los expresidentes tendran derecho a ser reelegidos slo despus de transcurrido un lapso de diez aos. Reaccionando al oncenio de Augusto Legua (1919-1930), laConstitucin peruana de 1933 prohiba la reeleccin consecutiva del presidentey, adems, estipulaba que cualquier funcionario que propusiese un cambio fueraobligado a dimitir inmediatamente a la vez que se le prohibira permanentemente desempear cargos pblicos; esta clusula fue cambiada por la prohibicincategrica de ser reelegido en la Constitucin de 1979. Los nicos pases latinoamericanos que en 1990 continuaban permitiendo la reeleccin consecutiva eranaquellos en que existan tradiciones de reeleccin dictatorial, a saber, Hait,

    Nicaragua y la Repblica Dominicana.5En un artculo publicado en 1949, el renombrado erudito en asuntos consti

    tucionales Karl Loewenstein distingua tres tipos diferentes de regmenes presidenciales que a la sazn estaban en el poder en Amrica Latina: el presidencialismo puro, el presidencialismo atenuado y el parlamentarismo aproximado.6 Elpresidencialismo puro, en el cual los presidentes podan nombrar sus gabinetesa voluntad sin estar sometidos al control del Congreso, caracterizaba a Argentina,Brasil y Colombia, aunque Brasil no tardara en adoptar un sistema parlamentario despus de la dimisin de Jnio Quadros en 1961.7 En los pases de presidencialismo atenuado la Constitucin requera que el presidente compartiese elpoder con sus ministros, quienes, como miembros de un consejo ministerial, ayudaban a formular la poltica y daban su consentimiento por escrito para la ejecucin de dicha poltica (entre los ejemplos estaban Cuba, 1940; Bolivia, 1945; El

    5. En 1993, reflejando las continuas frustraciones que causaban los conflictos entre elejecutivo y el legislativo, as como el deseo de un liderazgo fuerte en el contexto de unagrave crisis socioeconmica adems de poltica, el presidente de Per, Fujimori, consigui queen un referndum se aprobara una nueva Constitucin que permita su reeleccin inmediata, enel mismo momento en que en Argentina el presidente Menem quera que se modifcase la Constitucin de modo que pudiera ser reelegido en 1995.

    6. Karl Lowenstein, The Presidency Outside the United States, Journal ofPolitics, II, 1(1949).

    7. La Constitucin colombiana de 1991 permita no slo que se interpelara a los ministros, sino tambin que se les censurase.

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    Salvador, 1945, y Venezuela, 1947). Sin embargo, los ministros no eran responsables, ni colectiva ni individualmente, ante la asamblea legislativa, aunque podanser requeridos a comparecer ante el Parlamento para defender su poltica.

    En lo que Loewenstein denomin parlamentarismo aproximado el presidente, si bien conservaba el derecho a nombrar ministros sin la aprobacin delCongreso, comparta la responsabilidad ejecutiva con un gabinete que estabasometido individual o colectivamente a la censura del Congreso. Chile era buenejemplo de ello. Ya en el decenio de 1840 el Congreso chileno llamaba a losministros para que respondiesen a interpelaciones y les censuraba si no seguanlos deseos de las mayoras del Congreso. Aunque la Constitucin de 1925 tenapor fin establecer de nuevo un ejecutivo fuerte despus de treinta aos de supremaca del legislativo, el Congreso mantuvo el derecho de censurar a los minis

    tros y gabinetes, lo cual oblig a los presidentes a seguir negociando con los lderes de los partidos y del Congreso al formar gabinete. El resultado fue una graninestabilidad del gabinete chileno. Los presidentes Juan Antonio Ros (1942-1946), Carlos Ibez (1952-1958) y Salvador Allende (1970-1973) hicieron cinco importantes cambios de gabinete en sus respectivos mandatos. Los gabinetesde Ro normalmente duraron slo seis meses y medio; los de Ibez, siete meses;y los de Allende, menos de seis meses. Durante el conflictivo mandato de Allende el voto de censura o las amenazas del voto de censura del Congreso obligaron al presidente a sustituir a numerosos ministros o a destinarlos a otros cargos.La Constitucin argentina de 1853 permita a la asamblea legislativa obligar a loscargos del gabinete a comparecer ante ella para interrogarlos. En Costa Ricala Constitucin de 1871 prevea la participacin de los ministros en los debatesdel Congreso, sin derecho al voto. La Constitucin peruana de 1933 (y luego

    la de 1979) autorizaba a la asamblea legislativa a requerir la asistencia de losministros a los debates del Congreso, a someterlos a interpelaciones y a obligarles a dimitir por medio de votos de censura. Las constituciones uruguayas de1934, 1967 y 1983 tambin permitan censurar a los ministros, aunque se requera que la asamblea legislativa aprobara el voto de censura con una mayora dedos tercios. En la mayor parte de las constituciones tambin se requera a losministros a refrendar los decretos presidenciales, ya fuese de manera individualo colectiva, para que stos tuvieran validez.

    Las constituciones peruana y uruguaya fueron an ms lejos e introdujeronprcticas parlamentarias que estipulaban que el presidente poda disolver lacmara de diputados si se llegaba a un punto muerto. En el caso de Uruguay(constituciones de 1934, 1967 y 1983) el presidente poda disolver el Congresoy convocar nuevas elecciones si la asamblea legislativa no consegua reunirvotos suficientes para aprobar una mocin de censura. Si el nuevo Parlamento,el elegido despus de la disolucin, proceda a adoptar la misma mocin de censura, el presidente se vea obligado a dimitir. Aunque algunos jefes del ejecutivohan amenazado con ejercer la facultad de disolver el Congreso, ninguno ha llegado a cumplir su amenaza. Esto se debi principalmente a que el Partido Colorado continu dominando tanto en el ejecutivo como en el legislativo durante elperodo que concluy en 1952 y a que los diputados no queran arriesgarse a perder sus escaos.

    En Per tanto la Constitucin de 1933 como la de 1979 facultaba al presidentepara disolver el Congreso si ste expresaba un voto de censura a tres gabinetes

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    sucesivos durante un solo mandato. Durante slo un ao del perodo 1933-1962se hizo uso efectivo de los controles parlamentarios de la autoridad presidencialen Per cuando el APRA, que haba obtenido una mayora legislativa, rompicon el presidente Jos Luis Bustamante (1945-1948). Sin embargo, el estancamiento que se produjo entonces contribuy de manera directa al golpe de estadodel general Odra. Durante la administracin de Manuel Prado (1956-1962) elAPRA tambin obtuvo una mayora, pero opt por no desafiar al presidente porque tema crear el mismo punto muerto. Este comportamiento ms dcil sirvide poco, ya que los militares derribaron a Prado, de todos modos, por permitirque el APRA compitiese y se erigiera en el partido ms fuerte del pas. El presidente Alberto Fujimori disolvi el Congreso peruano en 1992 con el pretexto deque bloqueaba su programa y vetaba a sus ministros. La medida, con todo, eraclaramente anticonstitucional porque la asamblea legislativa no censur a tresgabinetes consecutivos. Aunque la Constitucin chilena de 1980 tambin dabaal presidente la facultad de disolver la asamblea legislativa, esta clusula fue eliminada en las enmiendas que se aprobaron en 1989, despus de que el generalPinochet fuera derrotado en el plebiscito de 1988.8

    El intento ms original de alejarse del presidencialismo puro que se hahecho en Amrica Latina fue el experimento uruguayo con un ejecutivo plural,frmula constitucional que contena el concepto bsico de la separacin depoderes al tiempo que reduca la primaca del ejecutivo. El primer experimentode gobernacin colegiada, .que dur de 1919 a 1933, dividi la responsabilidadejecutiva entre un presidente, que tena a su cargo las relaciones exteriores y elorden interior de la nacin, y un consejo de nueve miembros que se elega cada

    dos aos y se encargaba de administrar la poltica interior. Dos tercios de losescaos del Consejo Nacional de Administracin se asignaban al partido queobtena ms votos; un tercio, a la principal fuerza de la oposicin. El ejecutivoplural contribuy a romper la larga tradicin de conflictos civiles en la historiade Uruguay y foment la consolidacin de las prcticas democrticas y la legitimidad de las fuerzas de la oposicin. Sin embargo, el liderazgo del ejecutivoresultaba problemtico y caus tensiones inevitables entre el presidente y el consejo, tensiones que no resistiran la profunda crisis econmica de la Depresinde 1929. El 31 de marzo de 1933 tuvo lugar el golpe de estado del presidenteGabriel Terra, que disolvi el consejo, clausur el Congreso y anunci que secelebraran elecciones para una nueva asamblea constituyente. La Constitucinde 1934, que fue aprobada en un plebiscito nacional, volvi a introducir el sistema presidencial.

    En 1951 los uruguayos modificaron una vez ms la Constitucin y volvieron a adoptar la frmula de un ejecutivo plural formado por nueve miembros elegidos por el pueblo, esta vez sin la figura del presidente. La razn principal dela reforma segua siendo la misma. Los uruguayos teman las consecuenciasde la competencia poltica, que daba todas las prebendas a un solo partido, ypreferan un mecanismo ideado para compartir el poder con el partido minorita-

    8. Se incluyeron estipulaciones parlamentaras parecidas en las reformas constitucionalesque se hicieron en Cuba en 1940. Vase William S. Stokes, The Cuban Parliamentary Systemin Action, 1940-1947, Journal ofPolitics, II, 2 (1949). Tambin se incluyeron en la Constitucin venezolana de 1947.

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    rio. Adems, con un ejecutivo colegiado a las poderosas facciones de los partidos uruguayos les resultaba ms fcil conseguir cierta representacin en el ejecutivo. El concepto del compartimiento del poder, de acuerdo con la frmula dedos tercios/un tercio, se hizo extensivo a los departamentos, los organismosparaestatales, las corporaciones pblicas y las comisiones estatales.9 El segundoexperimento uruguayo con un ejecutivo colegiado durara hasta 1966, ao enque se reintrodujo el sistema presidencial con el consenso del 52 por 100 de losvotantes, en un momento en que Uruguay entraba en una grave crisis econmica y poltica.

    Uruguay es un ejemplo notable de ingeniera constitucional dirigida a recortar la autoridad del ejecutivo y fomentar la participacin directa de la oposicinen el gobierno del pas. Se acerca ms a una solucin asociativa del problemade la supremaca del ejecutivo y la competencia destructiva que a una solucinparlamentaria. Esta ltima parece ms apropiada en los contextos de mltiplespartidos, donde puede ocurrir que el ejecutivo no disfrute de una mayora en laasamblea legislativa y deba tratar con coaliciones parlamentarias cambiantes ensu intento de gobernar. El mtodo asociativo parece ms apropiado en los contextos donde hay dos partidos y es probable que uno de ellos se haga tanto con elejecutivo como con el Congreso y deje fuera toda oposicin.

    Venezuela, por medio del Pacto de Punto Fijo (1958) y otros acuerdos entrelos partidos, tambin se esforz por reducir los conflictos entre los partidostomando medidas para que los de la oposicin estuvieran representados de manera directa en los cargos importantes del gobierno. Y en Chile, tanto en las primeras como en las segundas elecciones presidenciales celebradas despus dePinochet, los democratacristianos y los socialistas procuraron reducir los conflictos entre los partidos y obtener una victoria segura presentando un solo candidato a la presidencia y negociando conjuntamente sus listas de candidatos alCongreso. Fue Colombia, sin embargo, el pas que recurri a la forma ms trascendental de medida asociativa al tratar de frenar los efectos del monopolio delpoder ejecutivo por un solo partido en un sistema bipartidista. Los cambios constitucionales aprobados en el plebiscito de 1957 y una reforma constitucional de1959 llevaron a que los dos partidos principales se alternasen en la presidenciade 1958 a 1974 y aseguraron una paridad completa en el reparto de puestos en elejecutivo, el legislativo e incluso la judicatura. El Frente Nacional, que lleg despus de la violencia destructiva que sigui al bogotazo de 1948 y al interregnomilitar de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), permiti restaurar la autoridadcivil. Especialmente en Colombia, pero tambin en los otros pases que recurrieron a una frmula asociativa para restringir la autoridad del ejecutivo y redu

    cir el enfrentamiento entre los partidos, el precio de una mayor estabilidad poltica fue la restriccin de la competencia, la exclusin de terceros partidos y eldescenso de la participacin democrtica.

    9. Russell H. Fitzgibbon, Adoption of a Collegiate Executive in Uruguay, Journal ofPolitics, 14, 4 (1952).

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    PARTIDOS Y SISTEMAS DE PARTIDOS

    Los partidos polticos desempean un papel de importancia fundamental enlas democracias constitucionales en relacin tanto con la competencia comocon laparticipacin. Son los encargados de organizar los embates electorales a laautoridad. Son tambin los vnculos entre las lites polticas y la ciudadana ymovilizan la participacin, expresan las reivindicaciones y agrupan los interesespolticos. El proceso de formacin de los partidos, el papel que cada uno de lospartidos interpreta en diferentes coyunturas y la fuerza y la viabilidad totales delos partidos y el sistema de partidos son factores importantes para comprenderel xito o el fracaso de la democracia.

    Al empezar la segunda mitad del siglo xix los primeros partidos o protopar-tidos de la Amrica Latina independiente ya haban cristalizado en redes nacionales agrupadas de manera poco rgida en conservadores y liberales querepresentaban a lites rivales formadas por terratenientes y comerciantes con susrespectivos seguidores. Los conservadores tendan a defender la centralizacindel poder y los privilegios de la Iglesia catlica y a oponerse al libre cambio; losliberales aspiraban a un orden ms secular, descentralizado y orientado al mercado. Sinembargo, las luchas regionales, familiares y personalistas por el podereclipsaban las diferencias ideolgicas visibles. Solamente en Chile, Uruguay yColombia se aproximaban estos partidos de notables a los partidos modernosal finalizar el siglo, cuando la competencia entre las lites se extendi desde elruedo legislativo, por medio de las redes de las lites regionales y locales, y acabaron siendo partidos de masas.

    Aunque ladivisin entre conservadores y liberales afect a lamayora de lospases, enmayor o menor grado, posteriores oleadas de formacin departidos sevieron afectadas de forma mucho msprofunda por las experiencias nacionales,incluidos la va y el grado de industrializacin y de urbanizacin y los consiguientes conflictos de clase, elgrado decompetitividad del sistema poltico en elmomento de la expansin del sufragio de las masas, y la respuesta de los partidos y lderes tradicionales a la difcil tarea de crear movimientos polticos quefuesen algo ms que camarillas de notables y diesen cabida a la clase media, yluego a la clase obrera, en el sistema poltico.

    Chile fue un caso nico porque cre unsistema pluripartidista del cual formaban parte el Partido Comunista y el Partido Socialista.10 Tal como seala SamuelValenzuela, en Chile lo que permiti incorporar partidos de la izquierda en el

    proceso poltico establecido fue la existencia de la poltica competitiva y dealianzas de intereses contrapuestos durante la repblica parlamentaria, pocade expansin del sufragio de las masas y del activismo obrero. Mientras los obreros eran objeto de represin en las fbricas, la competencia poltica en el planoelectoral daba a los protopartidos comunista y socialista fuertes incentivos paraorganizarse y competir en las elecciones municipales y para el Congreso, con preferencia a optar por la va revolucionaria, que intimidaba ms, para alcanzar el

    10. Para consideraciones extensas de los partidos comunistas y socialistas de AmricaLatina y su papel en la poltica democrtica, ascomo en la lucha armada revolucionaria, vaseel captulo 2 del presente volumen.

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    poder. Esta opcin electoral la hicieron posible las escisiones entre los partidos tradicionales, en particular la buena disposicin de los radicales de clasemedia a formar alianzas con la izquierda en el plano local a cambio de su apoyoen las elecciones nacionales, con el objeto de contrarrestar la hegemona polticade los conservadores y los liberales." En 1938 la fuerza del sistema institucionalchileno ya permitira al pas elegir, por un margen pequesimo, el nico gobierno frentepopulista de Amrica Latina. La precaria alianza de la izquierda encontrara ms tarde expresin en las candidaturas fallidas de Salvador Allende bajola bandera del Frente de Accin Popular y, en 1970, su eleccin para la presidencia bajo la de la Unidad Popular.

    En Uruguay y Colombia los partidos tradicionales pudieron mantener suposicin hegemnica. Debido a la falta de una oposicin obrera fuerte que equivaliese a la del sector minero chileno y de un partido centrista con arraigo electoral como el de los radicales chilenos, un partido decidido a romper el monopolio de los conservadores tradicionales, a los partidos uruguayos y colombianosles result ms fcil integrar movimientos nuevos y unirse en una estrategiacomn para frenar el crecimiento de partidos de la izquierda y de partidos populistas independientes, en el mismo momento en que se hallaban enzarzados enluchas peridicas y violentas entre ellos. En cada caso uno de los partidos tradicionales se convirti en partido predominante (los colorados en Uruguay acomienzos de siglo y los liberales en Colombia en el decenio de 1930) al instituir una serie de reformas y lograr integrar importantes elementos de los sectores populares. En ambos casos, la divisin de los dos partidos tradicionales enfacciones permiti que expresiones populistas afloraran a la superficie en el senodel sistema de partidos.

    En Uruguay las rivalidades acentuadas entre los partidos persistieron y contribuyeron a las rupturas de 1933 y 1973. Uruguay procur mitigar estas rivalidades fomentando la poltica de conciliacin y concesiones recprocas por mediode la adopcin de mecanismos formales para alcanzar el acuerdo entre los partidos: por ejemplo, el ejecutivo colegiado que ya hemos comentado y variasfrmulas para que el partido mayoritario y el partido minoritario compartiesen elpoder. Sin embargo, este recurso a las soluciones asociativas caus la prdidadel apoyo de sectores minoritarios de la poblacin, los cuales buscaron entoncesexpresin en otros partidos como, por ejemplo, el Partido Democratacristianoy, ms significativamente, el Partido Comunista. Aliados con colorados disidentes, ayudaron a potenciar el Frente Amplio hasta tal punto que en el deceniode 1970, y una vez ms en el de 1990, la izquierda ha constituido una potentetercera fuerza en la poltica de partidos uruguaya. El peculiar sistema de votacin simultnea doble de Uruguay tambin debilit la legitimidad de lasinstituciones polticas al reforzar la fragmentacin de los partidos y permitir laeleccin de candidatos minoritarios.

    En Colombia el Partido Liberal bajo Alfonso Lpez (1934-1938) promoviuna serie de reformas constitucionales y de otra clase que respondan a la creciente crisis del pas al tiempo que servan a limitados fines partidistas. Estas

    11. Samuel Valenzuela, Labor Movement Formation and Politics: The Chilean andFrenen Cases in Comparative Perspective, 1850-1950, tesis de doctorado, Universidad deColumbia, 1979.

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    El populismo presentaba tremendas variaciones en el continente latinoamericano en lo que se refera a su importancia, su capacidad de conseguir el poder ysu compromiso con los valores democrticos. En Venezuela y Costa Rica los partidos populistas que surgieron al terminar la segunda guerra mundial la ADcapitaneada por Rmulo Betancourt y el PLN encabezado por Jos PepeFigueres se convirtieron en actores institucionales clave que predominaban enel campo electoral de sus respectivas democracias. En otras partes los partidospopulistas o arraigaron como actores que eran slo ambiguamente democrticos en un entorno hostil (Argentina y Per) o nunca llegaron a institucionalizarse por completo (Brasil). El que podra decirse que fue el primer partidopopulista del continente, el peruano APRA (fundado en 1924), no pudo obtenerel poder directamente hasta 1985, debido al significativo veto de las fuerzasarmadas, igual que los peronistas en Argentina. Ante la violencia sin tregua delas fuerzas armadas y otros adversarios, el APRA se mostr ambiguo en sudefensa de la democracia poltica, al mismo tiempo que su fundador y lder hasta la muerte, Vctor Ral Haya de la Torre, llegaba continuamente a acuerdospolticos con antiguos adversarios en un vano intento de conseguir el poder, intento que tambin caus numerosas escisiones dentro de su propio movimiento.A diferencia de la Accin Democrtica y del Partido de Liberacin Nacional, laAlianza Popular Revolucionaria Americana nunca fue claramente un partidomayoritario en los aos de su formacin.

    En Argentina y Brasil los partidos populistas en realidad se formaron desdearriba debido a que dos lderes autoritarios, Pern y Vargas, optaron por crearmovimientos polticos desde sus posiciones en el poder. Al mismo tiempo, lasreformas que instituyeron estos lderes generaron enorme apoyo popular y acabaron permitiendo que cada uno de ellos ganara en unas elecciones democrticas(ms de una vez en el caso de Pern). A diferencia del peronismo, sin embargo,el movimiento de Vargas nunca se consolid efectivamente como partido poltico, aunque una de las formaciones que cre, el Partido Trabalhista Brasileiro(PTB), creci sin cesar desde 1945 hasta 1964. El sistema de partidos de Brasilse fragment y radicaliz progresivamente durante este perodo de experimentacin democrtica. La atraccin que el peronismo ejerca sobre las masas enArgentina, ms an que la del APRA en Per, planteo problemas difciles a laslites, que ansiaban legitimar el proceso poltico por medio de elecciones a la vezque vetaban la accesin de los peronistas al poder.

    En varios pases los movimientos o partidos populistas eran en esencia vehculos personalistas que no superaron la muerte o la decadencia de su fundador.Esto es especialmente cierto en el caso de los que se crearon en torno a quienhaba sido un hombre fuerte, tales como la Alianza Nacional Popular (ANAPO)de Rojas en Colombia, la Unin Nacional Odrista (UNO) en