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Hayacastachirenses
Leonor Peña
Serie Patrimonio cultural gastronómico del TáchiraCuaderno Nº 2
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Foto de la portada: doña Evita Finol de Colmenares
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Hayacastachirenses
Leonor Peña
Serie Patrimonio cultural gastronómico del TáchiraCuaderno Nº 2
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Primero eran necesarias estas líneas de
agradecimiento para Enrique Colmenares Finol, quien
atento a mi iniciativa de publicar esta serie de cuadernos a
favor del patrimonio cultural del Táchira, como buen hijo
de doña Evita, sumó voluntad y patrocinio, junto a sushermanos, para que en estas navidades del año 2006, la
receta tradicional de su familia, que durante más de cien
años ha permanecido como emblema gastronómico en la
mesa navideña de los tachirenses, llegara a ustedes a través
de esta edición, como un homenaje de recuerdo a sus
padres.Agradecimiento que debo también a mi buena
amiga Haidee Del Gallego de Georgi, con quien tantas
veces fui hasta “El Colmenar”, para que en su propia casa,
doña Evita, me contara sus anecdotas y en una tarde de
noviembre, me entregara con orgullo su famosa fórmula de
cocina, a sus 89 años, cuando de su puño y letra refrendó:“esta receta que le estoy escribiendo a mi amiga Leonor,
es la receta de mis hayacas que aprendí con mi querida suegra Victoria Fossi de Colmenares, en el año de 1929,
en Táriba, un año antes de casarme con Luis Augusto. Es
mi receta de las hayacas de aquí, porque las maracuchas
las hacemos distintas.”
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Dedico este cuaderno, al amable recuerdo
de doña Evita Finol de Colmenares, quien con la
obediencia de una dedicada alumna, aprendió de
su suegra, doña Victoria Fossi de Colmenares, la
receta original y con la santa paciencia de una
mujer bíblica, preparó semana a semana por más
de cincuenta años, este plato decembrino, del cualella hizo presencia dominguera en la mesa de su
hermosa familia.
Dedico además, a la memoria de otras dos
Evas, tan emblemáticas como buenas maestras de
la cocina tachirense: doña Eva María Rivera de
Ramón, a quien su hijo Luis Felipe Ramón yRivera cita al hablar de la fabulosa receta de las
hayacas en la mesa de su infancia, y doña
Evangelina Daza de Sánchez, mi maestra de
culinaria del Colegio Santa Teresita del Niño
Jesús, aquí en San Cristóbal.
Con respetuoso afecto.
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Y que en salud se les conviertan
Aquí les regalo entonces, como en el misteriocristiano de la trinidad, la trinidad gastronómica
tachirense en el altar de la buena mesa. Tres Evas, que
hemos reunido en la memoria del sabor y en favor de la
tradición, hechas una sola receta, la receta de la
hayaca tachirense, que en homenaje a sus tres
grandes autoras, hoy les contamos en este segundogcuaderno de patrimonio cultural gastronómico, para
que en nombre de las siempre bien recordadas, Eva
María Rivera de Ramón, Evita Finol de Colmenares y
Eva Daza de Sánchez, en salud se les convierta.
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Los venezolanos nos debatimos diciembre a
diciembre en el acomplejado territorio de Edipo, por
aquel espasmo nacional navideño de que, “la mejor
hayaca la hace mi mamá”; y hasta la madre politica, es
decir la suegra, sale favorecida con este espasmo
amoroso, porque entonces nueras y yernos, y
sobremanera quienes se candidatean a serlo, aprueban
sin reparos como insuperable, junto a la receta materna
la receta de la suegra.Y si de orgullo regionalista se trata a la hora de
hablar de las hayacas, aunque los caraqueños se sientan
los más finos mantuanos, a la hora de llevar la receta a
la mesa de expertas discusiones, y los orientales
aseguren que el toque de mar las vuelve inigualables
por sus afrodisíacos elementos, o los sureños y llanerosafirmen que las de ellos son tan mágicas y exóticas
como el verde ancestral de un tepuy o el espejismo
azul de un estero; nosotros los tachirenses no tenemos
porque entrar en la discusión, si nos honra la suerte, la
maravilla de tener la credencial de excelencia, porque
argumentos nos sobran; pero como obras son amores y
no buenas razones, pues aquí están, tanto razones como
obras, para que no haya duda.
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De domingo a domingo
Mejores ingredientes no pueden reunirse más que
en la despensa variada de nuestra geografía tachirense,
desde granos y semillas como la bija, que ruboriza con
tonos de fuego de onoto, la masa del maíz, o los brillos
de verdor floral de pimentones, tomates, perejiles,
cebollas, garbanzos, hojas de plátano; o el resultado de paciencias del pabilo de algodón trenzado para el
amarre; hasta el cochino, que logra salvarse a través
del año, por cincuenta y tantos sábados, para llegar
vivito y coleando al sábado navideño y cumplir con el
deber de ser el más gustoso ingrediente, que exige la
fórmula de estas recetas de antología, heredadas de lasabuelas, que continúan presentes, en el cosmos cultural
de nuestra sensibilidad gastronómica.
Por si esto no bastara, la costumbre de repasar
sabores y texturas cada domingo, para desayunar con
hayacas, es anticipo que nos permite probar tonos deamasado y aroma, en las hayacas domingueras, con res
y gallina, porque no hay tantos cochinos para tanto
domingo, y aunque más sencillas, son promesa fiel de
que irán mes a mes, creciendo en sabor hasta la
navidad, cuando la ocasión exige que sean de puro
cochino.La hayaca por ser para nosotros los tachirenses,
tan emblemática como el pan, se presta de maravilla a
cumplir con la cordial costumbre, que gracias a Dios
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no hemos abandonado, de extender el mantel de la
generosidad para ofrecer nuestra mesa a los huéspedes,y lograr el milagro de que alcancen para todos, y sean
además servidas como una bendición, cuando al pedir
una hayaca para el visitante, no se hace esperar la frase
de la dueña de casa: “como no, con mucho gusto”.
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Tres Evas y un secreto
Entonces para que no haya discusión, desde los
centenarios cuadernos de cocina, de doña Eva Riverade Ramón, de doña Evita Finol de Colmenares y de
doña Evangelina Daza de Sánchez, traemos la fórmula
secreta. Bastó con asomarnos por los postigos de la
memoria, que nos muestran estas tres maravillosas
mujeres, “tan juiciosas”, que se dedicaron a ser buenas
madres y al modo de sus épocas, tan buenas cocineras, para revisar con ellas, la receta que cada una mejoró,
año a año hasta lograr hacerla inmejorable, y así en
diciembre al reunir a los hijos, los amigos, la familia,
bendecir la mesa servida con amor.
Nuestras Evas, además de creativas cocineras,cultivaron la generosidad de la multiplicación de
panes, arepas y hayacas, y por ello nunca un
improvisado visitante o invitado de última hora, se
quedó sin escuchar de estas, nuestras Evas, cuando se
anunciaba como candidato a probar la receta hecha
plato servido de hayacas, la frase cordial invitando a pasar a la mesa, que la dueña de casa soltaba como una
pizca de adobo, completando la fórmula inmejorable
de su receta: “Con mucho gusto”.
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Desde principios del siglo XIX, viene la receta de
la primera Eva, que ubico cronológicamente, pues
esta fórmula culinaria llega a su haber, heredada de sus
abuelas, de principios del siglo XIX. Fue su receta,
conocida como la formula de hacer hayacas tachirenses
de doña Eva María Rivera de Ramón. Ella me da su
fórmula gracias a la recopilación hecha por su hijo, el
estudioso investigador Luis Felipe Ramón y Rivera,
quien entrevista a su madre, en el año 1950, para sus
investigaciones sobre la cultura tradicional tachirense,que nos lega en su obra de tres tomos, con el título de
“Folcklore Tachirense”, publicada por la Biblioteca de
Autores y Temas Tachirenses. BATT.
Luis Felipe me regaló además muchas
conversaciones de sobremesa, en sus últimos meses de
vida, allá en su casa de Prados del Este, en Caracas;largas tertulias que el con todo su conocimiento y
acucioso estudio, marcaba de apreciaciones sobre las
tradiciones gastronómicas del Táchira. Le debo el
agradecimiento por el regalo fabuloso de su palabra
llena de amor por el Táchira y por haberme entregado
la copia de esta receta como aparece citada por Miguel
Carmona en el libro “Temas de Folklore Venezolano”. 5
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En esta receta nos dice textualmente doña Eva
María, que es condición indispensable respetar losingredientes en esta proporción:
“Para un ki lo de maíz que no quede del todo
blando, y que se haya sobado con media taza de
manteca de cochino coloreada con onoto, agua y sal,
para que quede bien sobada y blandi ta. El guiso debe
ser de un kilo de carne de cochino picada menudita,
medio ki lo de carne de res, medio kilo de papada decochino y un cuarto de kilo de tocino. Por supuesto,
se le agregan garbanzos que deben ser cocinados por
separado, cebollas cortadas en picadi l lo, medio ki lo
de tomates y un cuar to de kilo de pimentones. Todos
los ingredientes se mezclan en una olla grande y se
condimentan con una locha * de pimienta, otra decominos, medio de canela en polvo y dos cabezas de
ajos bien mol idas. Mezclado bien, se le pone media
taza de manteca de cochino con color y sal al gusto;
es prefer ible que se sienta un poqui to salado. Se le
añade una copita de vino seco, brandy o ron.”
6 ∗ “Locha” y “Medio” son nombres de monedas de la época
equivalentes a doce y medio, y veinticinco céntimosrespectivamente.
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Según Luis Felipe Ramón y Rivera
Diar io La Nación, Domingo 28 de Noviembre de 1999
Hayacas andinasAunque se comen todo el año, las hayacas en
Venezuela son comida especial y típica en los días de
Navidad. Su laboriosa preparación ocupa
principalmente a las amas de casa en las fiestas
navideñas.
La hayaca es una especie de pastel plano, de masa
de maíz, relleno de gran variedad de trocitos de cosas
comestibles de diversos gustos, que proporcionan
agradables sorpresas al paladar.
La hayaca va envuelta en hojas de plátano, atadas
con un hilo grueso o “cabuyita”, como un pequeño
paquete. Se cuece en agua.
Hay gran variedad de fórmulas para hacer las
hayacas, según las regiones y también según el gusto
de las personas o las familias.
En Caracas y otras poblaciones hay señoras conmerecida fama de hacer excelentes hayacas, que las
confeccionan por encargo. Algunas de dichas personas
viven de esta pequeña industria tradicional.
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La segunda Eva que ubico cronológicamente,
me entregó el amoroso legado que la familia
Colmenares Fossi en Táriba; a través de doña Victoria
Fossi de Colmenares, como suegra, le enseñara en
1929 un año antes de casarse, cuando ella se preparaba
para ser la joven esposa de su hijo Luis Augusto
Colmenares Fossi. Esta Eva, es doña Evita Finol deColmenares, quien me dictó la hermosa receta que
autografió en mi libro “La Cocina Tachirense”, Tomo
131 de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses.
BATT, con estas frases copiadas con su puño y letra,
que comienza aclarando bien que estas son las hayacas
tachirenses porque las maracuchas, “las hacemosdistintas”.
A esta aclaratoria debo agregar primero, que la
receta de la familia Colmenares, viene del siglo XIX,
cuando a Victoria Fossi de Colmenares, se la enseñó la
familia de su marido y observamos en esta receta que
Victoria como buena italiana, cocinaba muy bien el
tomate, para que así se preservara; es también
necesario agregar, que esta receta, es para hacer
hayacas que se comían enseguida, y que se preparaban
el mismo dia del 24 de diciembre para la navidad y
luego el 31 para la cena de año nuevo.Doña Evita Finol de Colmenares las preparó
durante toda su vida y a los 90 años nos entregó su
gran receta, que consideramos hoy como un patrimonio
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cultural gastronómico del Táchira y que presentamos
de su puño y letra:
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La tercera Eva aparece en los años de 1950:
doña Evangelina Daza de Sánchez, a quien también
llamaban doña Eva; fue mi maestra de Educación
Culinaria en el Colegio “Santa Teresita del Niño
Jesús”, ella me enseñó que la cocina no es una zona de
peligro para las niñas, ni la sala de torturas de las
recién casadas, sino un mágico reino en donde, bajo elhechizo del buen corazón y el generoso hacer, se
pueden convertir kilos, litros o gramos, en humeantes
empanadas, melindrosas tortas, sopas aderezadas de
sabrosuras en yerbas, confites y bebidas para celebrar y
sobre todo me enseñó, que lo útil no está reñido con lo
divertido y que cocinar es —como las más sencillas ymejores cosas de la vida— cuestión de buena voluntad.
En su memoria transcribo una crónica que traigo del
archivo de la página gastronómica, “Por las mesas del
Táchira”, que publique durante varios años, todos los
domingos en Diario La Nación:
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Las Clases de doña Evangelina
Diar io La Nación. Pagina de Gastronomía.
Por las mesas del Táchira. Domingo 29 de agosto de 1999.
Eran los tiempos en que el almanaque marcaba la
década de los años sesenta, cuando allá en la calle
cuatro, en la vieja sede del Colegio “Santa Teresita del
Niño Jesús”, doña Evangelina Daza de Sánchez, por
amistad con los directivos del colegio, Monseñor José
Edmundo Vivas Medina, Ana Lucia Silva Sánchez y
mi madre Martha Cárdenas de Peña, accedió a dictar
para las niñas de cuarto, quinto y sexto grado de
educación primaria, las clases que dentro del programa
de Educación Doméstica, se llamaban de Culinaria.
Desde la primera clase, ella nos enseñó con esasonrisa que siempre estuvo en su rostro, que la cocina
no es ninguna sala de torturas, ni de peligros, y que no
teníamos porque llorar cuando nos pusieran a cocinar,
a menos que estuviéramos pelando cebollas, porque
cocinar es algo muy agradable, útil y fácil, y que
aprender a cocinar nos iba a servir mucho en nuestrasvidas, porque aunque no quisiéramos estar cocinando
todos los días, teníamos que aprender como se
preparaban los platos más elementales, para saber
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hacerlos y saber mandar a hacerlos, porque como
decimos los tachirenses: “el que no sabe hacer no sabemandar”.
Su primer consejo fué, el de estar siempre de
buen genio a la hora de cocinar, porque el mal genio se
trasmite a los alimentos, y cuando la cocinera está
“malgeniada”, la comida lo siente, por eso se dice que
una torta o un postre no cuajó, porque la cocinera
“tenia mala mano”, es decir, estaba de mal genio.
El segundo gran consejo fue el de mantener la
cocina ordenada y limpia, porque si un ingrediente es
indispensable en la cocina, es el orden, para que así
cada cosa tenga su puesto y todo se conserve en buenestado: limpio y ordenado. Por último, agregaba doña
Evangelina, había que servir la mesa con esmero,
“porque la comida entra primero por los ojos”, y por
ello tan importante es lo que se prepara como la forma
en que se sirve: las sopas deben ser servidas con su
ramita de adorno de perejil, cilantro o apio de España,con un toque de pan tostado para los consomés; con un
hilo de nata de leche, para las crema oscuras; con un
guiso o sofrito, para acompañar el punto de picante que
se agrega al plato de los hervidos; el arroz adornado
con perejiles y trozos de pimentón, para que el color
del adorno presente el simple arroz como una entrada
apetitosa; las tajadas servidas en plato aparte, bien
escurridas y colocadas sobre una servilleta de papel
que absorba la grasa. Los platos principales en una
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bandeja con su guarnición de vegetales, y sobre todo el
mantel bien limpio, bien planchado Que en la mesasiempre que se pueda deben colocarse flores, aunque
sean las sencillas del jardín casero, o un frutero, porque
la mesa debe estar bien adornada, ya que es el lugar de
mayor convocatoria, el sitio de reunión de toda la
familia. Y un último consejo, a la hora de las comidas:
comer en paz, hablar de temas agradables, compartir ydesearse buen apetito y dar gracias a Dios por los
alimentos recibidos
Por todo esto que en su memoria escribo, por sus
tantas palabras llenas de bondadosas recomendaciones,
el recuerdo de doña Evangelina es siempre una imagenque regresa, con una sonrisa, con sus palabras en favor
de la tradición y las buenas recetas; con la amabilidad
para enseñar y entregarnos agradables consejos sobre
el tan útil y sencillo arte de cocinar. Palabras que en
honor a su memoria hoy agradezco en nombre de todas
las niñas que en ese entonces fuimos sus alumnas y quehemos seguido su mejor enseñanza: “Cocinar es fácil,
sencillo y agradable si se tienen los principales
ingredientes: buen genio, orden, limpieza, imaginación
y amor a la hora de servir la mesa.”
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De su recetar io tomamos los secretos, que el la
estimaba como “la gracia” de la hayaca tachi rense,
muy parecidos a los de sus dos tocayas, las dos Evas
que también decían de:
- Tener cuidado con el cilantro y usarlo en menor
cantidad que el pereji l .
-
Que la salsa de tomates, pimentón, adobo en
rama, cebollas y ajos, se ponen a mermar a fuego
lento, bien lento, porque el guiso de la hayaca
tachi rense es mermado y licuado, -ahora- porque
en sus tiempos se usaba la máquina de moler.
-
Cuando se haya cocinado tanto que ya no sealíquido sino un guiso espeso, se agrega el cochino
crudo, picado.
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Nuestras tres Evas coinciden en:
El cochino debe ser blando y no de pierna, queesté en su punto, ni muy gordo ni muy flaco y picado
bien fino; ya picado se le agrega al guiso mermado, y
se agregan también los garbanzos, que deben
cocinarse aparte.
Las alcaparras deben colocarse en una copita devino para quitarles un poco el sabor fuerte, y luego se
agregan bien picadas y exprimidas, para que como
insistía doña Evita de Colmenares “esparza por toda
la hayaca, el sabor pequeñito de la alcaparra”.
El tomate se debe batir y colar bien exprimido,
antes de agregarlo al guiso.
El adorno debe ser generoso en aceitunas
rellenas, uvas pasas, y algunas veces una tirita de
tocino y una tirita de ciruela pasa sin semilla, que se
ha dejado dormir un poquito en brandy. Muy
tachirense esto de utilizar brandy, no en vano fuimosdurante el siglo XIX, gracias a las grandes casas
comerciales europeas instaladas en el Táchira, los
mayores importadores de brandy.
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Que se deben envolver bien para que no les entre
agua y amarrar con tres vueltas verticales y treshorizontales.
...Y el gran secreto es cocinarlas a la leña y al
vapor.
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cuchillo y se aplana bien. Debe quedar pareja, es decir,
bien delgadita, porque este es el secreto de que esté bien fina la masa.
Según doña Evita Finol de Colmenares, en su
familia, uno de sus hijos había inventado usar un
cuadrito como de 20 centímetros de largo, hecho con
alambre, como referencia, como un molde que
aseguraba que después de extendida la masa, todas
quedaran del mismo tamaño.
Las hojas bien preparadas
Las hojas de plátano deben ser preparadas conanterioridad, bien lavadas y luego soasadas un poco al
fuego, esto asegura que no amarguen el agua en que se
cocinarán.
Deben haber sido cortadas del tamaño que se van
a utilizar, unas en cuadros grandes y otras más
pequeñas, que comúnmente llaman pañal y que deben
ir colocadas en el centro de la hoja grande, de manera
transversal, para que no se rompa al momento de
amarrarlas.
En el guiso está el gusto
Según doña Evita, el guiso de la receta original,
que aprendió de su suegra doña Victoria Fossi de
Colmenares, a principios del siglo pasado allá en
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Táriba, decía que debía ser de tomate, cebolla,
pimentón, una pizca de perejil, cilantro, cebolla, juncay ajos.
Las cantidades son los secretos de cada receta,
porque cada quien sabe en cada familia cual es el gusto
que da la medida.
Todo se pone a cocinar, a mermar un poco con untoque de aceite. Se deja mermar hasta que la salsa esté
completamente seca. El guiso de la hayaca tachirense
debe ser licuado y mermado.
De puro cochinoEl cochino debe comprarse blando y no de pierna.
No debe estar muy gordo, es decir no debe tener
mucha grasa.
Se pica todo y se le agrega a la salsa.
Por cada kilo de cochino se agregan una taza de
vino, dos buenas cucharadas de mostaza y alcaparras al
gusto.
La hayaca de navidad si es tachirense debe tener
solo carne de cochino.
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El pequeño sabor de la alcaparra
Las alcaparras deben exprimirse y lavarse para
quitarles el vinagre, y así eliminar el ácido que puede
alterar el sabor de la hayaca.
Después de lavadas, deben cortarse bien finitas.
Decía doña Evita: las alcaparras deben exprimirse bien
en un colador y luego las mezclas con el vino, porqueusted sabe que la alcaparra no se disuelve y por eso no
coge la hayaca, todo su sabor, mientras que así, en esta
forma de apretadas en vino, todo toma el sabor, el
pequeño sabor de la alcaparra.
Los garbanzos, dicen que son tachirenses
Por cada kilo de cochino se calcula un cuarto (¼)
de kilo de garbanzos.
Los garbanzos se cocinan con un toque de
bicarbonato.El secreto es dejarlos en remojo unas horas y
luego al colocarlos a cocinar se deshecha el agua y se
colocan en agua tibia, nuevamente a hervir con un
toque de bicarbonato.
La hayaca tachirense se reconoce también por losgarbanzos.
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Un detalle sobre el tomate
El tomate se debe licuar y colar, bien exprimido.
Dicen que les da mucho gusto y que se emplea
sobre todo cuando la hayaca se hace para servir el
mismo día, como esta receta.
El adorno
Las hayacas tachirenses son alargadas y más bien
delgadas
Luego de extendida la masa se le coloca el guiso
con la carne de cochino.La medida es una cucharada de guiso.
El adorno son las uvas pasas y las aceitunas
rellenas, alguna veces también tienen ciruelas pasas
remojadas en Brandy.
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La envoltura
Como la masa se ha colocado hacía un lado de la
hoja, se toma la hoja por el otro extremo y se dobla
hacia el extremo contrario a donde está la masa y el
guiso.
Las dos orillas de la hoja que ahora se encuentran
juntas, se devuelven otra vez hacia arriba y entonces sidoblas los dos extremos.
Debe tener doble hoja, la grande y la de adentro
llamada pañal
El amarre
Amarrar las hayacas como decimos los
tachirenses: “tiene su ciencia”.
No deben quedar muy apretadas porque la hoja al
cocinarlas, se rompe.
No debe quedar muy floja porque entonces el
agua o el vapor les penetra y se maltratan tanto el sabor
como la textura de la masa.
Las hayacas en el Táchira tienen por santo y seña
tres amarres verticales y tres amarres horizontales. En
total seis vueltas de la pita o pabilo.
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El gran secreto es cocinarlas al vapor
Este es otro secreto de los tantos que nos dejó
doña Evita, entonces como ella decía:
“La ciencia es cocinarlas al vapor, en ollas
grandes con una parrilla”.
A cualquier olla grande se le puede hacer una
parrilla, que le queden como cuatro dedos de agua
apenas.
Tienen que hervir dos horas, bien tapadas.
Después las sacas y salen casi escurridas porque
no las ha cubierto el agua, entonces se espera hasta que
se enfríen, para luego guardarlas.
En los últimos tiempos, una cuñada me aconsejó
algo maravilloso, que es guardarlas crudas. Quedan
perfectas, entonces el mismo día o uno antes de
navidad, las sacas y pones a cocinar dos horas.
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A la hora de servirlas
Como la hayaca cocinada al vapor no escurre
mucha agua, al servirla puedes colocarla sobre el plato
y cortar con una tijera el pabilo y también las hojas
para que queden bien acomodaditas, del mismo tamaño
del plato.
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encontraba gran variedad (algunos eran verdaderas
empanadas). Así como la arepa indígena la llenamoshabitualmente de mantequilla y queso, combinando loamericano con lo europeo, el conquistador españolacostumbró llenar el tamal de guisos variados. Surgióentonces en Méjico una cohorte de tamales diversos, ydesde Méjico, llevados por el español, se esparcieron porcasi toda América, hasta el Perú y Chile. Cada zona deMéjico tiene su tamal propio, envuelto en hojas de plátano o de maíz (o de la mazorca), sin guiso, o con pedazos o hebras de carne, o con guisos variados, picantes (con mucho chile), o dulces, con azúcar. El tipode guiso varía mucho, y aun la forma del conjunto. Y asílos tamales de Chiapas que comía Miguel AcostaSaignes, cuadrilongos, con cubierta delgada y espléndidoguiso, le recordaban sus hayacas venezolanas. Y también
las que saboreaba Manuel A. Salvatierra en Veracruz, yen general en toda la costa mejicana. Los de Puerto Ricotienen igualmente condumio de gallina o de cerdo, huevoduro, almendras, aceitunas y pasas. Y lo mismo los deGuatemala, que son también rituales en la Nochebuena.Costa de Méjico, las Antillas, América Central yVenezuela constituyen una unidad cultural que se
manifiesta hasta en la preferencia por cierto tipo pletóricode tamal.
¿Y cómo ese tamal pasó a llamarse hayaca? Lostamales han adoptado a veces nombres adversos en lasdiferentes regiones hispanoamericanas, quizá paradiferenciar los tipos: en Cuba tayuyo o bacán; en PuertoRico, guanime, mapiro, mandullo, zorullo o zurullo y aun
amarrao o civil . Nada tiene de particular que enVenezuela se llame hayaca. Pero ¿por qué se llamó así?Hemos encontrado un dato importante. Un documentodel 13 de septiembre de 1608, publicado por el ArchivoGeneral de la Nación ( Encomiendas, tomo V, pág. 165),trae una lista de personas que acudieron a reprimir la
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sublevación de Nirgua. Y- en ella leemos (modernizamos
la ortografía):«... Salvador Rodríguez, el cual lleva para suavío sayo de armas, espada y rodela y un arcabuz,dos libras de pólvora y cuarenta y seis balas, pocomás o menos, tres rollos de cuerda, diez pares dealpargates, dos hachas de cuña, una caja decuchillos carniceros, tres petacas de bizcocho,once quesos, dos adorotos de carne, una carga de
harina de maíz, tres cargas de maíz, una almaraday agujas para alpargates, cuatro indios y una indiade servicio, una piedra de moler, cinco bestiasmulares, cuatro caballos, dos rolletes, tres hayacasde sal grandes, calcetas, calzones y otrasmenudencias de casa y de la guerra.»
Julio Febres Cordero me llama la atención sobre un
texto más viejo aún, que aparece en Los Welzer en laconquista de Venezuela, de Juan Friede. En el juicio deresidencia contra el gobernador Ambrosio de Alfinger,llevado a cabo en Coro por el Dr. Nicolás Navarro, en1538, se acusó de crueldad a Luis González de Leyva,teniente general y alcalde mayor de Maracaibo: hizo atara un palo al soldado Francisco de San Martín «y le
mandó colgar del pescuezo dos hayacas de maíz... porquecogió a unos indios unos ovillos de hilo de algodón yunas ahuyamas para comer».
Las dos hayacas de maíz, de 1538, y las treshayacas de sal grandes, de 1608, eran evidentementeenvoltorios o paquetes o bojotes de maíz o de sal. ¿Dedónde venían esas hayacas? Es muy curioso señalar que
el Lexicón o Vocabulario de la lengua general del Perú,compuesto por el Maestro Fray Domingo de SantoTomás y publicado en Valladolid en 1560, trae como vozquechua (páginas 90, 290): 37
«Hayaca —pollo de ave, generalmente,antes que tenga pluma.»
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¿Puede ese 'pollo tierno de ave' ser el origen de
nuestra hayaca? No parece de ningún modo, en vista dela trayectoria de la palabra. Más verosímil —comoapunta Morínigo, en su reciente Diccionario deamericanismos — es la relación con el tupí-guaraníayacá, que significa bulto, lío y últimamente cesta en elguaraní suroccidental. La acentuación aguda —dice— esreciente en los dialectos guaraníes. Ayacá con el valor decesta lo encontramos efectivamente en variosvocabularios. Además, una serie de formas que sonagudas en el sur son llanas en el norte: maracá-maraca,
jacarandá-jacaranda, Guairá-Guaira, maracayó-maracaya (una especie de tigre pequeño), maracaná-maracana (un tipo grande de loro). Es indudable que unacantidad de voces y de nombres de lugar ( Paragua,
Paraguaná, etc.) testimonian una vieja relación entre el
mundo tupí-guaraní y el caribe-arahuaco, a través de lainmensa selva amazónica y de largas migraciones de pueblos: Es posible que también la hayaca 'pollo tiernode ave' del quechua esté relacionada con el tupí-guaraníayacá. Pero nuestra hayaca parece prolongación de esaforma tupí-guaraní.
Tenemos que partir, pues, de la hayaca como
envoltorio o bojote. No es difícil imaginarse cómo de ahíhayaca ha pasado a designar el tamal venezolano. EnPuerto Rico un tipo de tamal se llama precisamenteamarrao, aludiendo a las ataduras. La misma palabratamal equivale en Méjico a bulto grande o mal formado,lío, atado, envoltorio, significación que se encuentrahasta en Chile. Aun hayaca conserva actualmente algo de
ese valor: «¿Qué hayaca es ésa?» o «Eso es una hayaca»se dice de un paquete mal hecho, mal atado; «Esta hayacaes un bojote de hojas», decimos de algo que es másapariencia que realidad. En Méjico dicen que una cosaestá hecha un tamal cuando se presenta desaliñada o fofa;
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aquí se dirá que parece una hayaca mal envuelta (o mal
embojotada).Una vez impuesto hayaca en lugar de tamal, esnatural que se haya generalizado hallaquita para el tamalmás pequeño, sin guiso, que se acostumbra envolver enhojas de maíz. Sin embargo, hay también hallaquitas dechicharrón o de queso, y Tulio Febres Cordero, en suCocina criolla, ha dado una receta para hacer hallaquitasde agua, con carne de res y de cochino.
Un gran misionero italiano del siglo XVIII, el P.Gilü, sucesor de Gumilla, que vivió con los indios deOrinoco dieciocho años, publicó en Roma un admirableSaggio di Storia Americana (1780-1784), con ricainformación etnográfica v lingüística de Venezuela queacaba de traducirse. El P. Gilii menciona «un panecillooblongo de harina de maíz que se acostumbra hervir
envuelto en hojas y parecidísimo al parati» (un panetto bislungo di farina di granturco, solito di bollirsi avvoltoin foglie e simillissimo al parati, II, 1781, libro IV, cap.23). Agrega que en tamanaco se llamaba camaitcá y quelos españoles, muchos de los cuales lo comían, lollamaban yayaca (en grafía italiana jajaca). Por su partele parecía que esa yayaca, que corresponde más bien a lo
que hoy llamamos hallaquita, no era mala si se comíacaliente. Y el paratí indígena al que se parecía lodescribe también como un panecillo oblongo de maízhervido en agua, que se dejaba después enmohecer yfermentar para hacer con él una especie de chicha fuertea la que agregaban miel silvestre y papas cocidas.
Después de las hayacas grandes de sal (o bojotes)
del documento de 1608 y de las yayacas (o hallaquitas)del P. Gilii encontramos hayacas en la Autobiografía delgeneral Páez. En 1831 Páez trata de ganarse a JoséDionisio Cisneros, un indio que después de Carabobo sehabía convertido en jefe de partidas realistas, y durante
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once años tuvo bajo el terror los valles del Tuy y hasta
las cercanías de Caracas. Y cuenta:«Con la mira de inspirarle más confianza,salí de Caracas y fui a pasar unos días a lahacienda de Súcuta, situada en uno de losterritorios por él asolados. Allí procuré atraerme alos campesinos que bien sabía eran suscompinches, dándoles grandes comilonas dehayacas, que siempre terminaban con el baile
llamado carrizo, a que eran aquéllos muyaficionados.»
Después, hacia 1850, encontramos ya ayacas en elsiempre descontento Núñez de Cáceres. En su tiempo se podía comprar en los bodegones «ayacas de tomate ycarne zocata», que le parecían desagradables y plebeyas.Le gustaban, en cambio, las que se hacían con esmero yaseo en las «casas de comodidad».
A fines de 1852 llega a Cumaná el ConsejeroLisboa, que se impresiona por la celebración navideña:en la Nochebuena grandes grupos de enmascaradosrecorren las calles cantando aguinaldos; luego entrantodos en la iglesia a oír la misa; después sigue la cena,«en la que es de rigor —dice— que figure la ayaca,
especie de pastel de carne con pasas, muy caliente ycubierto de pasta de maíz».
A mediados del siglo, la voz ya había escalado lasalturas andinas. El 14 de diciembre de 1858 una crónicahumorística de «La Abeja», de Mérida, anuncia la proximidad de los bollos navideños, a los que llama gratos hallacos: «Puesto que los bollos rígidos son tan
sólo hayacas machos.»Hacia la misma época, en las Navidades de 1859, se
reunía en Caracas un grupo de personas para comer en buena compañía unas suculentas hayacas de gallina. Enel preludio de la sesión gastronómica, Juan VicenteGonzález, con un encendido discurso («El Monitor
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Industrial», 4 de enero de 1860), exaltó las bellezas de su
plato preferido, «de fragancia heliotrópica», al queconsideraba ambrosia, y lanzó al ruedo una etimología,indudablemente humorística: hallar + arca. Eletimologismo de los aficionados generalizó desdeentonces la ll .
Contra esa ll y esa etimología reaccionó AdolfoErnst en 1885 («La Opinión Nacional», Caracas, 31 dediciembre). Defendió la grafía ayaca, apoyado en un tupí-guaraní ayuá o ayá, revolver, mezclar, confundir, del quese había formado un sustantivo ayuacá, lo mezclado orevuelto, o ayayucá, cosa o substancia amasada. Ernst eraun notable naturalista, pero sus etimologías no se puedentomar en serio, aunque, como hemos visto, no esdescartable el origen tupí-guaraní.
En ese tiempo Bolet Peraza hace también el elogio
de la hayaca, en su evocación del viejo mercado deCaracas, instalado frente a la Catedral y la Casa deGobierno. Junto a las populares arepas de chicharrón sevendían —dice— «las imponderables hayacas, especie de paquetitos envueltos en la hoja del banano [Bolet Perazaeludía el nombre indígena de cambur ], dentro de la cualse guarda, cobijado por telliz de masa, el guiso sin par;
sabrosísimo manjar que no conocieron ni cataron losdioses del Olimpo, por lo que no pudieron continuar sien-do inmortales ».
Cuando escribía Ernst, la hayaca no era todavía plato nacional. Hoy sí lo es, hasta el punto de que a vecesse asocia con la hombría (hombre de media hayaca es enlos Llanos el cobarde). En cambio, el tamal, con el
nombre de tamar o tamare (como se dice cambur ocambure), ha quedado relegado al Occidente, másconservador: Zulia, Falcón, Lara, parte de los Andes. Yademás se ha diferenciado: es un bollo de maíz con pocacarne guisada, o una pelota de maíz hueca y rellena. Hoy parece una hayaca venida a menos.
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Y ahora la menuda cuestión ortográfica. Es
evidente que debe escribirse con h, pues en algunas partes del país todavía se oye esa h con aspiración( jayaca, que era seguramente la pronunciación indígenadel siglo xvi). Pero ¿no es un disparate escribirlo con unall que no existía en las lenguas indígenas de Venezuela?En los testimonios más antiguos aparecesistemáticamente con y, y con y lo ha adoptado laAcademia Española. Sin embargo, ¿no se ha impuesto
Mallorca, con ll ultracorrecta, aunque viene de Maiorica,la mayor de las Baleares? El uso venezolano, en una vozindígena de Venezuela, es lo decisivo.
Los juglares de antaño pedían al terminar un vasode buen vino. Que no va nada mal con la suculentahayaca navideña.
Rosenblat, Ángel. (1982). Buenas y malas palabras en elcastellano de Venezuela. Primera serie. Tomo I.Sexta edición. Madrid: Mediterráneo. pp. 137-143.
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ÍndiceDe domingo a domingo....................................................2
Tres Evas y un secreto......................................................4
La primera Eva...........................................................5La segunda Eva ..........................................................8
La tercera Eva...........................................................19
Las clases de doña Evangelina.................................20
Nuestras tres Evas coinciden en...............................24
La Receta del Siglo ........................................................26
Anexo:Hayaca. Con motivo de las navidades
Ángel Rosenblat...................................................34
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