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Las pinturas de la vida de San Francisco Javier del Convento de la Merced de Quito: fuentes gráficas y literarias Alonso Rodríguez G. de Ceballos Catedrático Emérito de la Univerdidad Autónoma de Madrid Miembro de N ŭ mero de la Real Academía de Bellas Artes de San Fernando Paintings of the life of St. Francisco Javier in the Convento de la Merced at Quito: graphic and literary sources Resumen Los treinta cuadros de la Vida de San Francisco Javier en el Convento Máximo de Quito son la serie más numerosa de pinturas compuesta nunca sobre este Santo. Su autor no ha podido ser identifi- cado hasta ahora pero hay que relacio- narlo con el entorno de Manuel de Samaniego a mediados del XVIII. Se ana- lizan su contenido iconográfico, sus fuen- tes literarias y gráficas y sus característica de estilo, popular y al mismo tiempo culto. Pala bras clave: Francisco Javier, icono- grafía, Quito, pintura ecuatoriana Abstract The thirty pictures titled the Life of San Francisco Javier in the Convento Máximo at Quito constitute the longest series ever painted about this saint. Although the 18 th century author has not been identi- fied to date, he was certainly a member of Manuel de Samaniego's inner circle. The iconographic content, literary and graphical sources of these paintings, as well as their characteristic style, popular and at the same time refined, are ana- lyzed in the present study. Key words: Francisco Javier. iconogra- phy. Quito, Ecuadorian painting. La admiración. devoción y culto de San Francisco Javier en la América española fue muy grande, propagado por los jesui- tas quienes, llegados mucho más tarde que los franciscanos, dominicos y agusti- nos a evangelizar el Nuevo Continente, intentaban por este medio acreditar que el prototipo del misionero había sido aquel santo de la Compañía de Jes ŭ s, Apóstol, por tanto, lo mismo de Oriente que de Occidente. Por esta razón se le representó en la pintura, con cierta fre- cuencia y de una manera aparentemente absurda, predicando y bautizando a gru- pos de aztecas e incas, seg ŭ n J.Cuadriello (2006:200-232)-. Acaso este flagrante ana- cronismo se explique también porque San Francisco Javier fue el continuador de la evangelización de la India por el apóstol Santo Tomás, cuyo sepulcro fue a visitar en Meliapur en la costa oriental de aquel país, y fue precisamente este após- tol quien se supuso por algunos criollos mexicanos y peruanos del XVII, emperia- dos en propagar esta leyenda, que había llevado también la fe a los primitivos habitantes del valle del Anahuac con el nombre de Quetzalcóatl, y luego a las culturas más arcaicas de Per ŭ , fe que se fue evaporando antes de la Ilegada de los esparioles, pero de la que quedaban todavía algunos vestigios, como ha estu- diado David A.Brading, entre otros (1991:398-399). En la América hispana, ademas de numerosas imágenes sueltas, se realiza- ron también series enteras de la vida del santo, quizás más que en la propia metrópoli. La expulsión de los jesuitas en 1767 tuvo como consecuencia el que se dispersaran, muchas se perdieran y de otras no llegaran más que cuadros aisla- dos. La profesora Teresa Gisbert (2006:334-337) recuerda la del famoso pintor colombiano Gregorio Vásquez de Arce. que se guardaba en la iglesia de la Compañía en Bogotá, de la que sólo per- ANALES DEL MUSE0 DE AmEiuc4 15 (200"). PÁGS. 89-1021891

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Las pinturas de la vida de SanFrancisco Javier del Convento dela Merced de Quito: fuentesgráficas y literarias

Alonso Rodríguez G. deCeballosCatedrático Emérito de la Univerdidad

Autónoma de Madrid

Miembro de N ŭ mero de la Real

Academía de Bellas Artes de San

Fernando

Paintings of the life of St. Francisco Javier in the Convento de laMerced at Quito: graphic and literary sources

Resumen

Los treinta cuadros de la Vida de SanFrancisco Javier en el Convento Máximode Quito son la serie más numerosa depinturas compuesta nunca sobre esteSanto. Su autor no ha podido ser identifi-cado hasta ahora pero hay que relacio-narlo con el entorno de Manuel deSamaniego a mediados del XVIII. Se ana-lizan su contenido iconográfico, sus fuen-tes literarias y gráficas y sus característicade estilo, popular y al mismo tiempoculto.

Pala bras clave: Francisco Javier, icono-grafía, Quito, pintura ecuatoriana

Abstract

The thirty pictures titled the Life of SanFrancisco Javier in the Convento Máximoat Quito constitute the longest series everpainted about this saint. Although the18th century author has not been identi-fied to date, he was certainly a memberof Manuel de Samaniego's inner circle.The iconographic content, literary andgraphical sources of these paintings, aswell as their characteristic style, popularand at the same time refined, are ana-lyzed in the present study.

Key words: Francisco Javier. iconogra-phy. Quito, Ecuadorian painting.

La admiración. devoción y culto de SanFrancisco Javier en la América españolafue muy grande, propagado por los jesui-tas quienes, llegados mucho más tarde

que los franciscanos, dominicos y agusti-nos a evangelizar el Nuevo Continente,intentaban por este medio acreditar queel prototipo del misionero había sidoaquel santo de la Compañía de Jesŭs,Apóstol, por tanto, lo mismo de Orienteque de Occidente. Por esta razón se lerepresentó en la pintura, con cierta fre-cuencia y de una manera aparentementeabsurda, predicando y bautizando a gru-pos de aztecas e incas, segŭn J.Cuadriello(2006:200-232)-. Acaso este flagrante ana-cronismo se explique también porqueSan Francisco Javier fue el continuadorde la evangelización de la India por elapóstol Santo Tomás, cuyo sepulcro fue avisitar en Meliapur en la costa oriental deaquel país, y fue precisamente este após-tol quien se supuso por algunos criollosmexicanos y peruanos del XVII, emperia-dos en propagar esta leyenda, que habíallevado también la fe a los primitivoshabitantes del valle del Anahuac con elnombre de Quetzalcóatl, y luego a lasculturas más arcaicas de Perŭ , fe que sefue evaporando antes de la Ilegada de losesparioles, pero de la que quedabantodavía algunos vestigios, como ha estu-diado David A.Brading, entre otros(1991:398-399).

En la América hispana, ademas denumerosas imágenes sueltas, se realiza-ron también series enteras de la vida delsanto, quizás más que en la propiametrópoli. La expulsión de los jesuitas en1767 tuvo como consecuencia el que sedispersaran, muchas se perdieran y deotras no llegaran más que cuadros aisla-dos. La profesora Teresa Gisbert(2006:334-337) recuerda la del famosopintor colombiano Gregorio Vásquez deArce. que se guardaba en la iglesia de laCompañía en Bogotá, de la que sólo per-

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duran tres lienzos. En la iglesia de SanMarcelo de Lima, procedente de algŭnestablecimiento de la Compariía, se con-servan ocho pinturas que parece fueronejecutadas en Sevilla a finales del XVIIpor Matías de Arteaga. Otra serie, queconsta de siete lienzos es la del conventodel Carmen de Santiago de Chile, firmadapor Manuel Tello, pintor del que no seconoce más que esta obra emparentadacon la de los talleres que, en Cuzco, pro-ducían lienzos de forma casi industrialpara exportarlos tanto a Bolivia como aChile. Recientemente he tenido noticia deotro ciclo de siete cuadros en la capilladedicada a San Francisco Javier en la igle-sia de la Vera Cruz (México capital),dudosamente atribuidos al pintor delsiglo XVIII Miguel Cabrera, y limpiados yrestaurados en 1968 por diligencia delcura párroco don Ernesto SantillanaOrtiz. Sin embargo, la serie más numero-sa e integramente conservada es la quecuelga hoy de los muros del claustrosuperior del Convento Máximo de LaMerced, en la ciudad de Quito. Y no sóloes la más copiosa de América sino quesuperó a los ventidos lienzos de que secomponía la del Colegio Imperial deMadrid, encargada al pintor napolitanoPaolo de Matteis en 1692, y de la queactualmente sólo se conservan seis(I.Gutiérrez Pastor, 2004: 91-112).

Muchas veces citada pero escasamenteestudiada, merece que le prestemos aquíla atención debida. Se compone nadamenos que de treinta pinturas, todas ellasde igual tamario, 1,70 por 1,30 cm.. queabarcan desde el nacimiento de Javier enel castillo familiar de Navarra hasta elentierro definitivo de su cadáver inco-rrupto en Goa. De las treinta escenasrepresentadas tres están dedicadas a suinfancia y a su juventud en París(Nacimiento, Estudios en París, Conver-sión), cinco a los años que pasó en Italia(Penitencia singular, Vísión de los futurostrabajos, Sueño de llevar un indio sobrelos hombros, Succión de llagas de unenfermo, Nombramiento de DelegadoApostólico en la India por Paulo ), unaa su estancia en Lisboa donde se embar-có para la India (Curación de SimónRodrigues), once a su actividad y prodi-gios en la India, Malaca y las islasMolucas (Principe de los mares, Don delenguas, Bautismo de diez mil indios,Liberación de Goa, Compendio de mila-gros, Milagro del cangrejo, Expulsión dedemonios, Batalla de los Badagas,Confesión de un soldado, Profecía sobrela muerte de un amtgo, Victoria de los

portugueses en Malaca), dos a su estanciaen Japón (Viaje a Yamaguchi, Disputaante el rey de Bungo), cuatro a su muertefrente a China y a su sepultura (Llegadaa la isla de Sancian, Muerte en Sancian,Sepultura y traslado a Malaca, Corte delbrazo en Goa) y, finalmente, cinco a mila-gros obrados por Javier después de sumuerte (Curación del P.Mastnlii, Milagrocon Manuel de Silva, Lluvia de trigo enBaviera, Curación de un niño moribun-do en Jerez de la Frontera, Milagro delhombre derribado del caballo ).

Aparte de otras fuentes biogáficas anti-guas que pudieron servir al pintor quite-rio para idear tantas escenas, como lasvidas del santo compuestas por el portu-gués Manuel Texeira en Goa, el ario 1573,y la del italiano Orazio Tursellino, publi-cada en Roma en 1594, mencionaré otrasmás modernas para explicar la apariciónen la serie quiteria de bastantes milagrosobrados por Javier después de su muerte.En primer lugar, el libro del P.Diego Luisde San Vítores titulado El Apóstol de lasYndias y de Nuevas Gentes San Francisco

Javter.., epítome de sus apostólicos hechos,virtudes, enseñanzas y prodigios antíguosy nuevos, México en 1660, donde recogía242 milagros javerianos recientes, ocurri-dos algunos en el Nuevo Mundo. Tam-bién la popular Vida de San FranciscoJavier, Apóstol de las Indias, compuestaen 1685 por el P.Francisco García y enor-memente difundida, que dedicó los ŭ lti-mos capitulos a recoger esos milagrosrecientes, comenzando por el de larepentina curación del P.Marcello Mastrillien Nápoles y terminando por otros ocu-rridos en otros muchos lugares del viejo ydel nuevo mundo. De los cinco represen-tados en la serie de pinturas de Quito, eldel P.Mastrilli y el del sosiego de una tem-pestad en que estuvo a punto de naufra-gar el mercader Manuel de Silva, quenavegaba en su galera desde Cochin aBengala, fueron relatados por el mencio-nado P.Francisco García. Los otros tressucedieron en el XVIII.. El primero tuvolugar el ario 1738 en cinco aldeas deBaviera, azotadas por una terrible cares-tía, que remedió el santo navarro con unaIluvia de trigo. El segundo aconteció enJerez de la Frontera en 1740, donde unareliquia del Javier restituyó la vida al niriode pocos arios, Joaquín Virués. El tercerofue la recuperación de la caida mortal deun caballo de un personaje que invocó alsanto, cuya cirunstancias y fecha precisasno aclara la cartela que describe el pro-digio.

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Por lo que hace a las fuentes gráficas,no parece que el pintor de la serie quite-ria conociese y milizase la más antigua, laserie de grabados que compuso el burilis-ta flamenco, residente en Roma, ValerienRegnart, con motivo de la canonizacióndel santo por el Papa Gregorio XV en1622, que ha estudiado y publicadoJ.Iturriaga (1994, 467-514). La integraban22 estampas que formaban un libritocuya portada llevaba el título SanctiFrancisci Xaverii, Indiarum Apostoli,queadan miractsla a Valeriano Regnartiodelineata et sculpta. Más bien parece quelos jesuitas de Quito que encargaron elciclo de pinturas proporcionaron al pin-tor grabados más modernos de la vida ymilagros del santo. Entre ellos fueronmuy importantes las series de ellos quese estamparon en Viena (1690) eInnsbnick (1691), estampas que, en grannúmero, cubrían prácticamente toda lavida y prodigios atribuidos al santomisionero Sin embargo, no hemos podi-do hallar huella de su influjo en el cicloquiteño. Mucho menos pudieron ser refe-rentes los contenidos en la VidaIconológica del Apóstol de las Indias SanFranciscoJavier, publicada por el exjesui-ta argentino Gaspar Suárez en 1798 yvuelta a publicar recientemente en edi-ción facsímil por Gabriela Torres el año2004, mucho después de terminada laserie de pinturas de Quito. El pintor querealizó ésta, por lo que hemos podidocomprobar y se verá más adelante, másque hechar mano como modelo de seriescontínuas y sistemáticas, como las enu-meradas, se sirvió de estampas sueltasque le proporcionaron los padres jesuitasdel colegio quiteño, algunas de las cualeshemos podido averiguar.

Tradicionalmente se han atribuido laspinturas de esta serie a Fernando deRibera, de origen sevillano aunque naci-do en Panamá, quien ingresó en laCompañía como hermano coadjutor enQuito, el año 1622, cambiando su nom-bre y apellido por el Hernando de laCruz. Abandonó El Ecuador y marchó aEsparia en 1642, falleciendo en Granadados años después. Segŭn relaciones con-temporáneas colmó de pinturas tanto lavieja iglesia de San Jerónimo de Quito,terminada en 1591 (la actual y magníficade San Ignacio que la sustituyó es de1689), así como los tránsitos y aposentosde la residencia de los jesuitas y las aulasdel seminario de San Luis, pinturas quefueron, como recordaba el P.Juan de Ve-lasco, desterrado a Italia en 1778, "elasombro del arte y el más inestimable teso-

ro" (J. G. Navarro, 1991:56-59). Sin em-bargo, un somero análisis estilístico llevaa la conclusión de que la serie fue realiza-da a mediados del siglo XVIII, lo que con-firman las inscripciones de algunas carte-las que refieren milagros hechos por elsanto en los arios, como vimos, de 1734y 1740. Por otra parte, un grabado de loshermanos Klauber que copió su autorliteralmente Ileva la fecha a ŭn más tardíade 1750, circunstancia que retrasa enor-memente la composición de la serie,situándola entre los arios 1750 y 1767,año en que los jesuitas fueron expulsadosde Esparia y América por el rey Carlos III.

Todas las cartelas, colocadas en la partesuperior de los marcos dorados queencuadran los lienzos, son ovaladas yestán enmarcadas por grandes golpes derocalla, decoración que aparece contí-nuamente en arquitecturas, muebles yotros objetos figurados en los cuadros.Resulta, pues, imposible que la serieactual la pintara el Hermano Hernandode la Cruz antes de 1642, ario en queabandonó Quito. La conclusión es que sirealmente este artista pintó una serie pri-mitiva de San Francisco Javier, o quedódestruida durante el terremoto que asolóla ciudad en 1660 y dejó inservible laantigua iglesia y residencia de SanJerónimo, o se deterioró tanto que tuvoque ser sustituida por una nueva, comoopina Carcelén (2003: 251-255). Hastaahora no se ha podido identificar al pin-tor que realizó la actual serie, pero pen-samos que debió ser una artista que semovía probablemente en el círculo deManuel de Samaniego; éste ŭltimo fue unpintor erudito quien, como ha recordadoAlesandra Kennedy (2002:.49) compusoun Tratado de Pintura, y la serie muestraindudablemente rasgos de erudición,además de algunas coincidencias con suestilo. Fuese quien fuese quien la realizó,tuvo que hacerlo, como dijimos, entre1750 y 1767. Los cuadros fueron traslada-dos al convento de la Merced depués dela expulsión de los jesuitas en 1767, nocomo se ha escrito porque la Compañíatuviera una deuda económica con aquél,que de este modo se solventó, seg ŭn afir-ma J.M.Vargas (1967:184-185), sino senci-llamente porque le fueron adjudicadospor el gobierno o el convento mercedariolos adquirió en una subasta, como suce-dió en casos similares.

Las inscripciones de las cartelas decada cuadro son prolijas con la claraintención de que el visitante se apercibie-se del significado de cada escena, desuerte que, después de contempladas

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todas ellas, quedase perfectamente ente-rado de la vida y de la enorme fuerza tau-matŭrgica de San Francisco Javier, puessu fama de santo extraordinariamentemilagrero fue la que le conquistó espe-cialmente fama y prestigio. Cuanto a lasfuentes literarias de que se sirvió el pin-tor y que le serían proporcionadas poralgun experto iconógrafo jesuita, sepuede serialar como cierta la ya serialadaVida de San Francisco Javier escrita en1685 por el P.Francisco García. Por loque hace a los modelos gráficos, lospocos autores que se han ocupado deesta serie ecuatoriana acuden al lugarcomŭn de que fueron grabados flamen-cos, sin especificar cuales y de qué auto-res. Pero el repertorio de estampas quedebió utilizar el pintor debió ser muchomás amplio.

La primera pintura del ciclo, la delnacimiento de San Francisco Javier en elcastillo familiar de Navarra, demuestra yaque siguió al pie de la letra algunaestampa o pintura del Nacimento de laVirgen o de San Juan Bautista, ateniéndo-se al esquema inmemorial con que desdelos mosaicos bizantinos se representabadicho asunto, haciendo las sustitucionesinprescindibles. Así, doria María de Azpil-cueta, madre de Javier, está tendida enuna cama de dosel mientras una sirvien-te le trae un caldo para reponerse delparto.A su lado, sentado en un sillón, sehalla su esposo don Juan de Jaso. En elcentro, una comadrona está fajando al

niño recién nacido, a quien una mujercon un jarro de agua ha lavado anterior-mente, mientras otra dispone la cunadonde recostarlo.

Ximena Carcelén (2003:251) ha seriala-do que en el cuadro donde Javier compa-rece predicando a personas de distintaslenguas que, sin embargo, le entiendencada uno en la suya propia (fig.1), estácalcado de un grabado del francésGerard Edelinck (16490-1707), que ilustrala Vie de Saint François Xavier, Apótre desIndes et du Japon, publicada en París en1683 por el P.Dominique Bonhours(fig.2). Este cuadro más que la represen-tación de un episodio concreto es unasuerte de alegoría del don de lenguas delque, segŭn algunos, estaba poseidoJavier. Pero hay algunos cuadros más enel ciclo que podrían ser considerados ale-gorías. Así, en aquel en que la carteladice "Convierte San Francisco Javier a lafee a varios principes y mucbos pueblos enla costa de África y en las yslas delOriente e instruidos los bautiza", aparecea un lado el santo en un islote bautizan-do a un grupo de negros, episodio al queasocia anacrónicamente el célebre mila-gro del cangrejo; ocupando el otro ladodel lienzo están una serie de personajesde distintas razas y vestidos con diferen-tes atalajes contemplando extasiados elepisodio, algunos de ellos encaramadosinverosimihnente en unos barcos fantásti-cos, cuya proa o popa está decoradoscon abundantes rocallas (fig.3). El uso de

Figura 1. Anónimo, Predicación de San Francisco

Javier, Convento Máximo de La Merced, Quito.

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Figura 3. Anónimo, Milagro del Cangrejo por SanFrancisco Javier, Convento Máximo de La Merced,Quito.

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este caprichoso elemento decorativo sepuso de moda durante el sigo XVIII y susmejores propagadores fueron los herma-nos Klauber de Ausburgo, y en efecto lapintura quiteria calca al pie de la letra ungrabado de los mencionados hermanos,fechado en 1750 y realizado seg ŭn dibu-jo de Johann Wolfgang Baumgarten, delque ŭnicamente ha prescindido de la orlay de la amplia leyenda debajo de laestampa con dedicatoria a la emperatrizMaría Teresa de Austria (fig.4). Este dibu-jo se encuentraba en la colección delmejor estudioso de San Francisco Javier,el jesuita alemán Gerorg Schurhammer, yha sido publicado por R.FernándezGracia (2006:117).

Otro lienzo que no representa exacta-mente ningun suceso histórico, sino quees mera alegoría de la contínua navega-ción del santo por todos los mares deExtremo Oriente, buscando nuevas tierrasque misionar, es aquel cuya cartela rezade este modo: "El divino Peregrino demar y tierra San Francisco Xavier,Apóstol de las Yndias Orientales yOccidentales, Thaumaturgo y Principe delos mares". En él comparece el santo ves-tido de peregrino y navegando por elocéano, como un Neptuno a lo divino,sobre un carro de rocalla tirado por caba-llos marinos y acompariado por tritones ynereidas (fig.5). Con toda seguridad elasesor iconográfico de la serie dió aconocer al pintor el libro de LorenzoOrtiz, titulado El Principe del mar, San

Francisco javier, publicado en Sevilla en1682, donde aquel hermano coadjutorjesuita escribió una vida del santo en laque figuraban única y exclusivamentesucesos y prodigios que le acontecieronmientras navegaba a lo largo de los mareso relacionados de una u otra manera conel líquido elemento. Este libro, editadorecientemente en edición facsímil por elprofesor Ignacio Arellano, lo dedicó adon Francisco Echave y Asu, Corregidor yJusticia Mayor mayor de Lima en vísperasde su retorno a la península, quien a peti-

Figura 2. G.Edelinck, Predicación de San FranciscoJavier (grabado) en Dominique Bonhours, Vie deSaint Francois Xavier, Apótre des Indes et du Japon,Paris, 1683.

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ción de los cónsules del comercio de laciudad, había proclamado al santo santonavarro "Principe del Mar" y patrono yprotector de los mares del Perŭ y de sucomercio. Pues bien, tal título iba ilustra-do con un grabado de Pedro deVillafranca segŭn dibujo de Juan deValdés Leal, en el cual Javier aparecenavegando sobre una concha arrastradapor caballos marinos y Ilevando en lamano izquierda una bandera con el ana-grama de Jesŭs, cuya hasta termina en tri-dente (fig.6). Posiblemente esta estampasirvió al pintor de Quito como modelo desu cuadro, aunque también pudo seguirun grabado que ilustró un Catecismo e

Instrucción cristiana, realizado porNicolás Bagay en 1752, del que existe unejemplar en la Biblioteca Nacional deMadrid. En este grabado como en la pin-tura quiteria hay una cartela con el versí-culo de evangelio de San Marcos (16,15):"Euntes in universum mundum predicateEvangelium omini creaturae".

Relacionada con el tema del dominiode Javier sobre los mares hay otra pintu-ra del ciclo de Quito cuya inscripciónreza así: "San Francisco Javier patronoespecial de los navegantes libra de emi-nente naufragto a Manuel de Silva quenavegaba de Cocbín a Bengala y en otrasocasiones sosegó los mares de China ylapón y desbizo uracanes salvando a losnavíos y pasajeros que en esos peligros leinvocaron". Se trata de un milagro relata-do por el P. Francisco García en su céle-bre y difundida Vida _y milagros de SanFrancisco JavierApóstol de las Indias,publicada en Madrid en 1685, quien lodescribió así: "Navegaba desde Cochin aBengala Manuel de Stlba con otros pasa-jeros, cttando de repente se alteraron losvientos, se embraveció el mar, amenzó elcielo con rayos, espantó el mar con bra-midos, tronchóse el mastil de la nave,rompióse la antena, las velas se rasgaron,perdieron los pilotos el arte ...; mas en tangrande peligro se acordaron de Javter e,invocándole con gran confíanza, por laparte que venían las olas más bravas, aloír su nombre, como si tuvieran sentido yrazón, se partían por medio o se retira-

Figura 4. Hnos. Klauber, Milagro del Cangrejo porSan Francisco Javier (grabado), en la Colección foto-gráfica de G. Shurhammer.

Figura 5. Pedro de Villafranca, San Francisco JavierPrincipe del Mar, en Lorenzo Ortiz, El PrincIpe delmar, San Francisco Javier, Sevilla,1682.

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S. F RANCISCOXAVIER.Princie del Mar.

ban como buyendo de reverencia otemor.,y de esta manera Ilegaron todos asalvo a Bengala"(F.García, 1685: 480-81).

El artista se ha atenido fielmente aesta enfática narración. Abajo se debateentre las olas embravecidas y sacudidopor los vientos un galeón con parte de lavela mayor agujereada mientras lo mari-nos tratan de resolver el peligro mientrasinvocan al santo, que se aparece en elcielo sobre una nube. Pero a la izquierda

ha añadido de su cosecha a Neptuno, elrey mitológico de los mares, navegandosobre su carro, teniendo como fondo uncaprichoso acantilado de la costa por elque desciende un manantial de agua(fig.7). Ya en 1670 el oratoriano Franciscode la Torre en un tomo publicado enValencia, titulado El Peregrino AtlanteS.Francisco javier, Apóstol de Oriente.Epítome bistórico y panegírico de su viday prodígios, había comparado al santonavarro con Neptuno y con otros héroesde la mitología y de la historia antigua, aquienes superó en hechos y virtudes.

Hay otro lienzo que demuestra palma-riamente el conocimiento, por parte delanónimo pintor de la serie, del famosocuadro de Rubens para la iglesia de losjesuitas de Amberes, hoy en el Kunsthis-torisches Museum de Viena, que compen-dió los milagros de San Francisco Javier,presentándole como taumaturgo por exce-lencia. Aunque de esta celebérrima pintu- Figura 6. Anónimo, San Franctsco Javier Principe

ra grabó una estampa Marinus van der del Mar, Convento Máximo de La Merced, Quito.

Goes en 1633-1635, el pintor quiteño seapropió de su asunto pero no mediante elgrabado mencionado sino a través de laestampa de Matheus Kŭssel (Ausburgo,1629-1681) segŭn diseño del pintor ydibujante Michael Tobrias (Munich, 1677),que siguió a letra (fig.8); la estampa figuraigualmente en la colección del P. Schur-hammer (R.Fernández Gracia, 2006:139).El santo está a la derecha en el atrio deuna iglesia sobre una escalinata. Unamujer se dirige a él serialándole un niño

Figura 7. Anónimo, San Francisco Javier salva del

naufragio a un mercader, Convento Máximo de La

Merced, Quito.

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Figura 8. M. Küssel, Milagros de San .Francisco

Javier, en la Colección fotográfica de G.Shurhammer.

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muerto y depositado en una cuna (milagrodel pozo). También le está mirando unhombre cojo apoyado en un bastón (cura-ción que tuvo lugar en Japón). A laizquierda hay un poseso a quien un jesui-ta muestra un crucifijo, mientras las perso-nas que le rodean serialan con su gesto lafigura de Javier (curación de varios poesi-dos de espiritus malignos a él atribuidosen las hagiografias) (fig.9).

También en otros lienzos el anónimopintor quiterio quiso demostrar que no sesupeditaba enteramente a los grabadosexistentes, sino que obraba con indepen-dencia. Hay en la serie dos cuadros delmismo tema: la muerte de Javier enisla de Sancian frente a la costa de China.Uno de ellos se debe indudablemente alartista que realizó la serie, mientras elotro me parece ariadido posteriormente aella, procedente de otra parte, pues nisiquiera tiene cartela explicativa. En cam-bio la del primero es bien elocuente:"San Francisco Xavier, Apóstol delOriente, después de baver andado 22 milleguas y bautizado un millón y 200 milalmas, murió en sumo desamparo en ki

_vsla de Sancbon a 2 de diciembre de 1552de edad de 46 años". El artista se atiene alo esencial de los relatos literarios delfallecimiento del santo, que traduce a sumanera, sobre todo en las figuras de losdos indigenas que le asistieron en aqueltrance, uno indio y otro chino, a quienesretrata como dos indigenas ecuatorianosvestidos ŭnicamente con un taparrabos.

No tuvo en cuenta ni la estampa deGiovanni Carlo Mallia, grabada seg ŭn elcélebre cuadro de la muerte de Javierpintado por Carlo Maratta para la iglesiaromana del Gesŭ , ni la más socorrida deBenedict Farjat, que popularizó el mismotema pintado por Giovanni Battista Gaullipara el noviciado de San Andrés delQuirinal. En cambio, en el segundo delos cuadros de la muerte de Javier delciclo quiterio su autor copió casi literal-mente esta ŭltima.

Escena sobrecogedora es la del cortedel brazo derecho del santo, sepultadodefinitivamente en Goa, para enviarlo aRoma como reliquia en 1614, que el pin-tor quiterio trató no como algo puramen-te narrativo y anecdótico, sino como unmilagro y un ejemplo de la odediencia deJavier aun después de muerto (fig.10).Efectivamente, la cartela explicativa dice:"Después de algunos años de la muerte deSan Francisco Xavier le cortan un brazopara enviar de reliquia a Roma: se resisteel santo y tiembla tres veces la tierra,mándale el visitador se lo deje cortar, obe-dece y corre sangre viva del corte conasombro de los allf presentes".

La fuente literaria se encuentra proba-blemente, como ha recordado GabielaTorres (2006:208-209) en un sermón delcélebre orador lusitano Antonio Vieyratraducido al español en 1734, que diceasí: "Habiéndose ordenado llevar comoreliquia el brazo de San Francisco, suce-dió en Goa un espectáculo nunca visto. El

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lugar que se eligió fue una capilla interiora donde se trasladó el santo cuerpo...., eltiempo el más secreto de la medianoche..., los asistentes el visitador, el pro-vincial, el prepósito y tres consultores dela provincia, el jecutor un hermano lego..quien levantó el brazo, tan natiiraly fle-xible como como si fuese de un cuerpoque estuviese durnziendo, y yendo a cor-tarle veis aquí que sŭbitamente tembló latierra...Volvieron segunda vez a intentarel golpe y no sólo el pavimento más las

paredes con segundo temblor pareció quese querían arruinar desencajágandoselas piedras.... Habló entonces uno de losprelados: Bienaventurado santo, biensabeis vos que venimos aquí no tanto pornuestra voluntad cuanto por obedienciade nuestro padre general y pues en vidafuisteis tan obediente, dadnos ahora des-pués de muerto licencia para que poda-mos ejecutar lo que se nos ordena envian-do esta reliquia de vuestro cuerpo que lapide el Sumo Pontifice. En oyéndose elnombre del Sumo Pontlfice, del PadreGeneral y esta palabra "obediencia", obe-deció el santo ..,y el brazo se dejó cortarmanando de la berida tanta sangre queIlenó un vaso de plata y bañando en éluna toalla,que para este efecto iba prepa-rada, la cual despités de nuchos añosIlevó el Conde de Linares, Virrey de laIndia, para presentarla al rey Don FelipeIV'. De este suceso realizó una estampael grabador madrilerio Matías de Irala(1680-1756), que no debió conocer nues- F •gura 9. Anánimo, M •lagro de San Francisco Javier,

tro pintor, pues en nada se parece su Convento Máximo de La Merced, Quito.

lienzo a ella.La serie quiteria de la vida y milagros de

San Francisco Javier no fue pintada inte-gramente por un solo artista principal; aéste los estudiosos le atribuyen siete uocho escenas, siendo las demás productode su taller. Pero todo el conjunto nocarece de calidad, aunque lo que nosseduce en él no sean tanto la perfeccióndel dibujo, la corrección de la perspecti-va, los primores del pincel y las audaciasdel estilo cuanto esa amable ingenuidadque nos trasporta a un mundo de maravi-

Figura 10. Anánimo, Corte del brazo de San

Francisco Javier en Goa, Convento Máximo de La

Merced, Quito.

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Figura 11. Anánimo, Conversión de San FranciscoJavier en París, Convento Máximo de La Merced,

Quito.

Figura 12. Andnimo, San Francisco Javier chupa lasIlagas de un enfermo en Venecia, Convento

Máximo de La Merced, Quito.

llas traducido al lenguaje más popular yasequible. Lo verdaderamente interesantede estas pinturas es el modo cómo trasla-dan episodios sucedidos en tiempos muyanteriores y en lugares muy remotos geo-gráfica y culturalmente de América, a losescenarios, costumbres y tradiciones loca-les de El Ecuador a mediados del sigloXVIII, actualizándolos y acercándolos alpueblo sencillo.

Predominan, por tanto, todo los recur-sos narrativos y descriptivos necesariospara hacer que la vida legendaria, y yaelevada a mito del santo Apóstol de laIndias Orientales, conservara todavíatodo el encanto y la seducción de laleyenda, de suerte que fuera inmediata-mente creida y participada por el espec-tador, que, en la mente de los jesuitasque encagaron el ciclo, era el objetivo

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Figura 13. Anónimo, San Francisco Jav •er se despi-de del Padre Simón Rodríguez, Convento Máximo

de La Merced, Quito.

Figura 14. Anónimo, San Francisco Javier discutien-do con los bonzos del Jabón, Convento Máximo de

La Merced, Quito.

que se pretendía alcanzar. A ŭn así elartista también domina otros registros yes capaz, cuando el asunto lo requiere,de elevarlo a símbolo o alegoría casi abs-tracta. Por ejemplo, en la pintura querefiere la conversión a Dios que experi-mentó Javier en París, no lo hace presen-tándolo, como en estampas y pinturasanteriores que ha dado a conocerG.Torres (2005:349-371), mientras escu-

chaba atentamente las exhortaciones deIgnacio de Loyola, quien le recordaba lainanidad de las gloria terrena frente a lasalvación etema del alma, sino que pintóal personaje ensimismado y reflexionan-do como en una "Vanitas", rodeado delos objetos que simbolizan las tentacionesy halagos del mundo (fig. 11), a la mane-ra como lo hicieron Antonio de Pereda ojuan de Valdés Leal. Esto demuestra una

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ALONSO RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS

vez más que, por mucho que el estilo derepresentar los hechos y escenas en estepintor quiterio rayara en lo popular, sucultura y la de sus asesores jesuitas estu-vo muy por encima de lo que el puebloIlano podía superficialmene captar.

Sin duda para la disposición de losenmarcamientos arquitectónicos de algu-nas de sus escenas debió echar mano dealgunos grabados y tratados cultos dearquitectura. En este sentido destacan dosepisodios ocurridos a Javier antes de mar-char al Oriente, ambos en un hospital. Elprimero transcurre en el hospital deVenecia donde, para dominar sus repug-nancia y vencerse a sí mismo, succionólas Ilagas purulentas de un sifilltico. Elespacio es una curiosa costrucción rec-tangular profunda, a cuyos lados se abrenlas celdas de los enfermos, y en cuyofondo se sitŭa un arco que conduce alpatio de entrada profusamente iluminado(fig.12). Esta estructura arquitectónicarememora la de los hospitales italianos yesparioles de comienzos del XVI porejemplo el de Santo Spirito en Roma y elde Santa Cruz de Toledo que, segŭn JoséGabriel Navarro (1991: 57) todavía estabavigente en ciertos establecimientos debeneficencia quiterios del siglo XVIII. Porel contrario, el hospital donde se encon-traba enfermo en Lisboa el compariero deJavier P.Simón Rodriguez y al que estevisitó devolviéndole la salud, es unaconstrucción semicircular en que los apo-sentos de los internados son arcos demedio punto separados por pilastras tos-canas sobre las que corre un entablamen-to (fig.13). Esta disposición arquitectóni-ca, más propia de una iglesia de plantacentralizada que de un hospital, parecetomada probablemente de ilustracionesdel libro tercero de arquitectura de

Sebastiano Serlio, traducido al castellanoen Toledo en 1554 por Francisco deVillapando, o bien la que representa laruina del templo de Minerva Medica o laque reproduce la exedra ideado porBramante para cerrar el patio delBelvedere del Vaticano.

La pintura que Ileva como inscripción"San Francisco Xavier en Funay, capitaldel reyno de Bungo, en una disputadelante del rey D.Francisco confunde albonzo Fucarandono con otros siete bon-zos y convierte a muchos de la corte a lafee católica", ofrece una construcciónespacial bastante compleja, si bien nodispuesta segŭn una perspectiva total-mente correcta (fig.14). Aunque la escenadel santo discutiendo con los bonzosjaponeses transcurre en un salón interiordel palacio a tenor decomo la describe elP.Francisco García ( ed.1906:287-289),éste se abre a un paisaje marítimo al queabocan, como bambalinas, dos grandesedificios a la europea. La apertura consis-te en un complicado arco escenográficoque ofrece bastantes analogías con algu-nas de las treinta láminas que ilustran laobra de Giuseppe Galli Bibiena Architet-tura e Prospettive, publicada en Viena elario 1740.Muchos de los cuadros de la serie deQuito sobre la vida y milagros se SanFrancisco Javier se encuentran en unlamentable estado de conservación, des-coloridos, desgarrados y polvorientos,debido a la incidencia de los accidentesatmosféricos al estar expuestos al aire libreen la galería alta del claustro principal delConvento Máximo de La Merced. Ojaláalgŭn día puedan ser limpiados y restaura-dos como merecen. y llevados a un lugarde este convento en que estén más res-guardados de las inclemencias climáticas.

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