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La vida animal sigue diez años después del accidente de Fukushima Published on Servindi - Servicios de Comunicación Intercultural (https://www.servindi.org) Imprimir articulo Exportar a PDF Volver La vida animal sigue diez años después del accidente de Fukushima El accidente de Fukushima obligó a evacuar una gran zona alrededor de la central nuclear. Libre de humanos, jabalíes, civetas, mapaches japoneses y macacos, protagonistas del #Cienciaalobestia [1], han sobrevivido a la contaminación, como lo hicieron otros animales 35 años antes en Chernóbil. El área experimenta ahora un proceso de renaturalización. Por Adeline Marcos [2] Sinc, 18 de marzo, 2021.- Tras el terremoto de magnitud 9 que provocó un tsunami en la costa oriental de Japón el 11 de marzo de 2011, la central nuclear de Fukushima, que apagó automáticamente sus reactores de fisión, no pudo contener las olas de 14 metros de altura y sufrió una pérdida accidental de refrigerante. Esto resultó en la liberación de contaminación radiactiva que obligó al Gobierno japonés a declarar una zona de exclusión de un radio de 20 km. Aunque la cantidad de radiación en el accidente europeo fue mayor, así como la superficie afectada y la zona de exclusión determinada, el entorno de Fukushima y Chernóbil han experimentado una recuperación similar Diez años después de la catástrofe, esa área, que fue divida en tres partes en función del riesgo de Page 1 of 10

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La vida animal sigue diez años después del accidente deFukushima

El accidente de Fukushima obligó a evacuar una gran zona alrededor de la centralnuclear. Libre de humanos, jabalíes, civetas, mapaches japoneses y macacos,protagonistas del #Cienciaalobestia [1], han sobrevivido a la contaminación, como lohicieron otros animales 35 años antes en Chernóbil. El área experimenta ahora unproceso de renaturalización.

Por Adeline Marcos [2]

Sinc, 18 de marzo, 2021.- Tras el terremoto de magnitud 9 que provocó un tsunami en la costaoriental de Japón el 11 de marzo de 2011, la central nuclear de Fukushima, que apagóautomáticamente sus reactores de fisión, no pudo contener las olas de 14 metros de altura y sufrióuna pérdida accidental de refrigerante. Esto resultó en la liberación de contaminación radiactiva queobligó al Gobierno japonés a declarar una zona de exclusión de un radio de 20 km.

Aunque la cantidad de radiación en el accidente europeo fue mayor, así como la superficieafectada y la zona de exclusión determinada, el entorno de Fukushima y Chernóbil hanexperimentado una recuperación similar

Diez años después de la catástrofe, esa área, que fue divida en tres partes en función del riesgo de

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radiación para los humanos, ha experimentado una renaturalización o rewilding gracias a laausencia de personas. Sin embargo, se ha ido reduciendo poco a poco, salvo por el área de “difícilretorno”, que tiene las dosis de radiación más elevadas y que están por encima del umbral deseguridad para los humanos. La zona permanece aún estrictamente restringida.

Desde 2016, las personas han ido regresando a las áreas menos contaminadas, pero solo el 5 % dela población original ha decidido restablecer su residencia. “A la zona de exclusión de Fukushimaya le han pegado varios mordiscos y hay pequeños pueblos que se han rehabilitado”, indica aSINC Germán Orizaola [3], investigador en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad[4] de la Universidad de Oviedo.

Este ecólogo evolutivo, que estudia en anfibios cómo los organismos responden al estrés ambiental,se ha centrado en el impacto de la exposición crónica a bajas dosis de radiación ionizante en la vidasalvaje en el entorno de Chernóbil, en la actual Ucrania, donde hace casi 35 años se produjo elmayor accidente nuclear de la historia.

Aunque la cantidad de radiación en el accidente europeo fue mayor, así como la superficie afectaday la zona de exclusión determinada, el entorno de Fukushima y Chernóbil han experimentado unarecuperación similar. “A pesar de que en Fukushima hayan pasado 10 años y en Chernóbil 35 lassituaciones son las mismas, a nivel de naturaleza y de fauna”, subraya el investigador.

El investigador Germán Orizaola en Chernóbil. / Foto cedida por el científico

Animales expuestos a radiación

Existen varios grupos de investigación que han tratado de entender los impactos ecológicos trasestos accidentes nucleares. Aunque la información científica ha estado limitada tanto en el caso deChernóbil como en el de Fukushima, por el acceso restringido a ambas zonas de exclusión en lasprimeras semanas, los científicos han examinado la supervivencia y adaptación no solo de los

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individuos, sino también de las poblaciones.

Los animales en Fukushima están expuestos crónicamente a bajas dosis de radiación y noestá claro cuáles son los efectos finales de esta exposición.James C. Beasley

La presencia de contaminación radiactiva parece afectar a escala individual o incluso molecular,como lo demuestra un estudio [5] en ruiseñores bastardos japoneses (Cettia diphone). Uno delos tres ejemplares capturados en agosto de 2011 a 250 km de Fukushima, en una zona donde sedetectó radiación procedente de la central, presentaba una lesión anómala en la cloaca y sus plumasestaban contaminadas.

“Sabemos que los altos niveles de exposición aguda a la radiación pueden causar daño genético. Sinembargo, los animales en Fukushima están expuestos crónicamente a bajas dosis de radiación y noestá claro cuáles son los efectos finales de esta exposición”, explica a SINC James C. Beasley,investigador en el Savannah River Ecology Laboratory, de la Universidad de Georgia, en EE UU.

La radiación liberada en el momento del accidente pudo tener consecuencias directas e inmediatasen la vegetación, como pasó con el bosque rojo de Chernóbil, y en la fauna, afectando a lamorbilidad de los vertebrados [6] en abril de 2011 en el caso de Fukushima.

Otra investigación [7] japonesa, publicada poco tiempo después de la catástrofe en Japón en larevista Scientific Reports, destacaba el impacto biológico soportado por una especie de mariposa,conocida como hierba pálida azul (Zizeeria maha). Los ejemplares murieron o sufrieron los dañosgenéticos y fisiológicos o anomalías morfológicas (un tamaño inferior). Los resultados corroboraronla implicación causal del accidente en otro trabajo [8].

Sin embargo, mientras algunos estudios documentan impactos moleculares o fisiológicos en ciertasespecies de plantas y animales, otros no han logrado encontrar ningún efecto en las poblaciones deestudio. “Lo que no está particularmente claro es si los efectos sutiles a nivel celular se manifiestanen efectos de orden superior, como impactos en la salud de las personas o, en última instancia,efectos a nivel de población o comunidad”, subraya Beasley.

Es importante tener en cuenta que nuestros datos no sugieren que la radiación sea buenapara la vida silvestre.James C. Beasley

La investigación llevada a cabo hasta ahora por el equipo de este científico sugiere que cualquierefecto molecular, si ocurre, no es suficiente para manifestarse en impactos a la población ocomunidad. “No obstante, es importante tener en cuenta que nuestros datos no sugieren que laradiación sea buena para la vida silvestre”, certifica.

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Un arroyo en el entorno radiactivo de Fukushima. / James C. Beasley

Contaminación a la baja

Según Germán Orizaola, la radiación siempre va a estar presente en estas zonas, pero termina pordecaer. La exposición crónica a bajas dosis, además, no es constante. “Los animales estánexpuestos a muchísima menos radiación de la que en un principio se podría pensar tras un accidentenuclear”, indica Orizaola.

Para comprobar los efectos a largo plazo de la presencia en los ecosistemas de radiocesio, elcompuesto químico duradero que se liberó con el accidente y que se depositó en los suelosforestales de los alrededores, científicos japoneses [9] analizaron las concentraciones del metal enlombrices de tierra de 2014 a 2016.

Los resultados demostraron que este elemento, que influye a largo plazo en los ecosistemasforestales, se concentró sobre todo en los intestinos de estos invertebrados. Sin embargo, losinvestigadores no observaron cambios significativos en las concentraciones de los animales, y lastasas equivalentes en el ambiente disminuyeron, “lo que corresponde principalmente a ladesintegración física del radiocesio”.

Después del desastre de Fukushima y de Chernóbil, las sustancias más conflictivas, como el yodo,estuvieron presentes los primeros tres meses, pero “eso desaparece del ambiente después”, dice elexperto. “Pasado eso queda radiactividad pero a niveles mucho más bajos y sobre todo no queda demanera uniforme, es decir, aunque luego se ven mapas en ambos lados de zonas más o menoscontaminadas, luego en el campo la contaminación varía. Está totalmente parcheada”.

Los animales están expuestos a muchísima menos radiación de la que en un principio sepodría pensar tras un accidente nuclear.Germán Orizaola, ecólogo

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Para el investigador español, los animales no están constantemente expuestos a altos niveles deradiación, aunque esta perdure. “Lo importante es ver qué niveles y cómo de homogénea estádistribuida en la zona”, subraya Orizaola, para quien también es importante la resistencia de losanimales.

“Los niveles a partir de los cuales un organismo empieza a sufrir daños estaban basados en trabajosde laboratorio con exposiciones agudas durante un espacio de tiempo muy breve. Eso sí hace muchodaño. Pero aquí no es el caso”, asevera. “Los animales están expuestos de una manera semicrónicaa niveles mucho más bajos. Y todo indica que esos niveles más bajos tienen muchos menos efectos”,constata.

Macacos japoneses en Fukushima. / James C. Beasley

Menos humanos, más animales

Según los expertos, el efecto potencial de la exposición crónica a bajas dosis de radiación parecetener un menor impacto en las poblaciones que los efectos de las actividades humanas. Más allá delefecto fisiológico que la radiación haya tenido en los organismos, a nivel poblacional los animales nosolo se han recuperado, sino que han surgido especies que llevaban tiempo sin aparecer en esa zonacontaminada.

“No es que hayan vuelto especies en los dos lugares tras los accidentes, es que hay especies que noestaban antes y que ahora están, como los osos pardos que han llegado a Chernóbil y los ososnegros a Fukushima. Hacía más de 100 años que no se veían estos úrsidos en la zona antes delaccidente”, recalca el investigador.

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El efecto potencial de la exposición crónica a bajas dosis de radiación parece tener un menorimpacto en las poblaciones que los efectos de las actividades humanas

Gracias a las cámaras por fototrampeo instaladas por el equipo de científicos de James C. Beasley seha podido comprobar el regreso de la fauna salvaje a las zonas con radiación. En un estudio [10], losinvestigadores constataron una superabundancia de jabalíes (Sus scrofa) en las tres zonas deevacuación de Fukushima, con más de 46.000 ejemplares en total.

“En estos animales el efecto más directo de la exposición a la radiación son las cataratas y no se haencontrado nada, pero tampoco a nivel de esperma o de reproducción”, señala Orizaola. Estosmamíferos han empezado incluso a salir de los prados de exclusión y a andar por las ciudades.

En la zona de Fukushima se unen a ellos los mapaches japoneses (Nyctereutes procyonoides),las liebres japonesas (Lepus brachyurus), los macacos japoneses (Macaca fuscata), las civetasde las palmeras enmascarada (Paguma larvata) o los tejones japoneses (Meles anakuma),entre muchos más.

“Nuestros datos sugieren que varias especies que habitualmente están en conflicto con loshumanos, como el jabalí, los macacos japoneses y algunos mesocarnívoros, ahora son másabundantes en la zona de exclusión en comparación con las áreas pobladas cercanas”, cuenta aSINC Beasley que se ha sorprendido especialmente de la superpoblación de jabalíes.

Para el científico español, esto se debe al efecto beneficioso de la ausencia de humanos, “aunqueaún no está claro si estos animales están experimentando algún tipo de efecto negativo de laexposición crónica a nivel molecular”, añade Beasley.

“En Chernóbil, por ejemplo, la densidad de lobos también es enorme ahora, incluso más alta que enreservas naturales de fuera, gracias a que toda esta zona de exclusión en el fondo es muy grande”,continúa. La extensión del territorio restringido beneficia a otros grandes mamíferos como losbisontes, que también han aparecido allí.

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Mapache japonés en Fukushima. / James C. Beasley

Adaptaciones biológicas ante la radiación

Teniendo en cuenta que la radiación y el nivel de contaminación van decayendo, los animalesexpuestos han sobrevivido a varias generaciones desde el incidente de Fukushima: cuatrogeneraciones en el caso de ranas, por ejemplo, y 10 en el caso de ratones. “Y apenas se detectanefectos significativos en ellos”, recalca Orizaola.

A largo plazo, se irán produciendo cada vez más respuestas de organismos que tienen algúntipo de modificación, pero en positivo, para resistir mejor en un ambiente que sigue teniendoalgún tipo de contaminación radiactivaGermán Orizaola, ecólogo

Los estudios realizados en Chernóbil empiezan a mostrar respuestas adaptativas de la fauna. Laespecie de rana que centra la investigación del equipo del ecólogo español, la ranita de SanAntonio oriental (Hyla orientalis) que es normalmente verde, se está oscureciendo, hasta el puntode volverse negra.

Esto se debe a un proceso adaptativo debido a la radiación. “La melanina, la piel más negra,protege contra la radiación ultravioleta y parece que también podría hacerlo contra la radiaciónionizante. Esto se sabe que pasa con hongos negros dentro del reactor averiado y creemos que enlas ranas pasa exactamente lo mismo”, ilustra el científico.

La explicación puede estar en la variabilidad previa al accidente de la rana. “Ahora se está

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seleccionando a favor por un tipo de mutación aleatoria que ha pasado y le da esa ventaja”, detallael investigador. A pesar de que en Fukushima aún no se ha observado este fenómeno, en Chernóbilsolo se ha visto en esta especie de anfibio. Algunos pájaros han mostrado también una respuestaadaptativa al combatir mejor el estrés oxidativo en las zonas radiactivas.

A largo plazo, se irán produciendo cada vez más respuestas de organismos que tienen algún tipo demodificación, “pero en lugar de negativo, en positivo, para resistir mejor en un ambiente que sigueteniendo, aunque parcheada, algún tipo de contaminación radiactiva”, concluye el científico.

Ranita de San Antonio oriental en Chernóbil. / Germán Orizaola

El futuro de Fukushima como “parque natural”

El efecto positivo de la ausencia de humanos en Fukushima y Chernóbil convierte a estas zonasen grandes experimentos biológicos de renaturalización. En el área europea, de 50 km de radio,es decir del tamaño equivalente a la mitad de la provincia de Madrid, los bosques van avanzandoy reforestando zonas agrarias. Abundan, de hecho, los árboles jóvenes de dos o tres metros de

altura, bajo los cuales habitan ciervos, alces, bisontes y lobos.

El área de exclusión de Chernóbil es la mayor zona natural de toda Europa sin humanos. “Es unecosistema dinámico que funciona”, señala a SINC Germán Orizaola de la Universidad de

Oviedo.

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Familia de jabalíes en Fukushima. James C. Beasley

Pero la comunidad científica teme que se permita mayor acceso humano tanto al área deChernóbil como al de Fukushima. “Es nuestro caballo de batalla ahora mismo”, recalca el

experto. En el caso de la zona japonesa se unen los problemas de densidad de población del país.Pero, “desde el punto de vista científico y de conservación de la naturaleza es prioritario

conservarlo cerrado”.

Sin embargo, en los márgenes de este territorio, ya se están reasentando pueblos que podríangenerar un conflicto con la fauna. En esas zonas parcialmente repobladas, los datos sugieren que

las densidades de animales son inferiores en comparación con la zona de exclusión y las áreasque nunca fueron evacuadas. “Es razonable suponer que a medida que los humanos continúen

repoblando el área, la vida silvestre probablemente regrese a los niveles observados poco antesdel accidente”, subraya James C. Beasley.

“Ha sido interesante estudiar qué ha pasado según se ha ido abandonando la zona contaminada,pero volverá el efecto humano a Fukushima. Habrá que estudiar entonces el efecto que tiene la

vuelta de los humanos”, termina Orizaola.

---* Adeline Marcos es periodista especializada en medio ambiente. Redactora del área de cienciasnaturales en SINC.

----Fuente: Agencia SINC, acrónimo de Servicio de Información y Noticias Científicas, es la agencia de noticiascientíficas de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología y fue puesta en marcha en el 2008. Laagencia cuenta con un equipo de periodistas y comunicadores especializados en ciencia, tecnología einnovación que producen noticias, reportajes, entrevistas y materiales audiovisuales (vídeos, fotografías,ilustraciones einfografías: https://www.agenciasinc.es/Reportajes/La-vida-animal-sigue-diez-anos-despues-del-accidente-de-Fukushima [11]

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