la novela histórica lukács.pdf

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    P R I M E R A E DI CI O N E N AL E M AN : 1955t i t u l o o r i g i n a l : D er H istorische R om an

    AU F B A U -VE R L AG , B E R LI N E O R G L U K C S

    T R AD U CC IO N D E L AL E M AN : J AS M I N R E U T E R

    PRIMERA EDICION EN ESPAOL' . 1966

    DR ]966, EDICIONES ERA_, S. A.A N I C E T O O R T E G A 1358, A L T O S . M E X I C O 12, D. P .

    IMPRESO Y HECHO EN MEXICO / 1HINTEJ ) AN D MA DE 1N ME XICO

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    Prefacio a la edicin en espaolPrefacio

    CA PIT U L O 1

    LA FORMA CLASICA DE LA NOVELAH I S T O R I C A

    i.L as condiciones histrico sociales del surgim iento de

    la novela histrica

    n.W alter Scott

    m.L a novela histrica clsica en pugna con el

    romanticismo

    CA PIT U L O 2

    LA N OVE LA H IST O RICA Y EL D RAM AH I S T O R I C O

    \ . . . .Los hechos de la vida com o base para distinguir lapoesa pica y la poesa dram tica

    II .

    L a peculiarid ad de la plasm acin dram tica del hom bre

    III.

    E l problem a del carcter pblico

    IV.

    L a plasm acin de la colisin en la poesa p ica y en la

    poesa dram ticav.Esbozo del desarrollo del historicism o en el dram a y

    en la dram aturgia

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    CA PIT U L O 3

    LA N OVELA H IST O RICA Y LA CR ISIS DEL R EA LISMO B U R G U ES

    i.T ransform aciones de la concepcin de la historia

    despus de la Revolucin de 1848

    ii .Privatizacin , m odernizacin y exotism o

    ni.E l naturalism o en la oposicin plebeya

    IV.

    Conrad Ferdinand M eyer y el nuevo tipo de la novela

    histrica

    v.L as tendencias generales de la decadencia y la

    constitucin de la novela histrica como gnero especial

    c a p i t u l o 4

    LA N O VE LA H IST O R IC A D EL H U MAN ISMO D E M O C R A T I C O

    i.Caracterizacin general de la lite ratu ra hum anstica de

    protesta en el periodo im perialista.

    i i .

    Popularidad y espritu autntico de la historiaIII.

    L a form a biogrfica y sus prob lem as

    IV.

    L a nove la histrica de R om ain R olland

    v.Perspectivas del desarrollo del nuevo hum anism o en

    la novela histrica.

    Indice de nombres y personajes

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    El presente libro fue redactado durante el invierno de 1936 a 1937 y se public poco despus por entregas en la revista rusa

    L it eraturn i Krit ik . Es necesario que el lector conozca esta fecha,ya que ofrecemos ahora la obra sin alteraciones, por lo que debemos llamar la atencin sobre ciertos problemas que, segnnosotros mismos, son de difcil comprensin o inclusive obsoletos para el lector moderno. Una revisin de la obra que implicara una eliminacin de todas las fallas as como una puesta al da

    nos ha sido imposible por el mero hecho de estar por el momento ocupados con otros trabajos tericos ms importantes.Sealemos, pues, brevemente los problemas mencionados. El

    presente estudio se realiz principalmente en el periodo inicialdel Frente Popular contra el hitlerismo, por lo que comparte en buena medida el optimismo que imperaba en esos das, particularmente en lo que respecta a las perspectivas del movimiento antifascista en Alemania as como a la lucha de liberacin en Espaa. Esta actitud sin duda tuvo su influencia en la selec

    cin del material utilizado. Los problemas de una transicin ideolgica de un liberalismo descolorido a una actitud autnticamente democrtica me parecan en ese tiempo de centralimportancia. Por supuesto, este problema no ha perdido su actualidad si lo consideramos desde una perspectiva histrica universal; sus manifestaciones concretas, sin embargo, son muydiferentes ahora que hace treinta aos, tanto en lo que atae a la vida como a la literatura. Aparte de las perspectivas que no se cumplieron en el terreno de la poltica, esto tuvo tam

    bin por consecuencia el que en ocasiones tratamos autores yobras con una exhaustividad que no corresponde a su importancia esttica e intelectual. As pues, nuestras reflexiones slo podrn tener inters para el lector de hoy como puntos de partida para un anlisis terico de problemas generales. Esto sin duda es vlido tambin para un sinnmero de obras crticas ya viejas, en las que con frecuencia ya no se conocen siquiera los escritores y los libros tratados, y en las que slo pueden exigir el inters del lector los principios y razonamientos del tra

    tamiento crtico-terico.Entre nuestros problemas est desde luego el hecho de que

    no hemos podido estudiar la literatura posterior a 1937. (Bas-

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    ten como ejemplos el E nrique I V de Heinrich Mann, cuya segunda parte apareci posteriormente, la L otte in W eim arde Thomas Mann, Las cam panas de Islan dia de H aldor Laxness y el Gattopardo de Lampedusa.) Entre los aspectos condicionados por el momento debemos mencionar asimismo que este libro no slo fue escrito en los tiempos del Frente Popular, sino en los tiempos de los grandes vuelcos en la Unin Sovitica. En ciertas cuestiones, nos vimos obligados a usarun lenguaje espico y a veces a guardar un silencio espico. Persisten nuestras convicciones estticas expresadas en la toma de posicin contra el gnero biogrfico, contra las bellas letras histricas, dentro de la literatura burguesa. Consecuencia

    de esta posicin es tambin que no hayamos hecho extensiva

    esta crtica a manifestaciones semejantes en la literatura sovitica, en la que el tratamiento biogrfico de la historia se hallaba preponderantemente al servicio de esa ideologa que hoyen da se suele llamar culto a la persona. Permtasenos an aadir que este lenguaje y silencio espicos fue muy bien comprendido tanto por los amigos como por los antagonistas.

    Pero el hecho de haber renunciado a toda reelaboracin confines de actualizacin tiene otro motivo ms, aparte del exceso

    de trabajo. Toda esta obra surgi de un impulso terico y no pretendi ofrecer una imagen completa en el sentido de la historia de la literatura. El tema fundamental tratado es el del his-toricismo en la literatura, cuya significacin intelectual y estticapara las letras de los siglos xix y xx intentamos aclarar. Nuestras metas han sido, pues, de naturaleza terica, y nuestra intencin se concentr en la investigacin de las acciones reciprocas entre el espritu histrico y esa literatura que se afana

    por exponer la sociedad en su totalidad. As planteada la cuestin, resulta obvio que ya la dialctica ms ntima, terica,abstracta del problema presenta un carcter histrico. En todocaso, no pretendemos ofrecer ms que un estudio de las lneas principales de esta dialctica histrica. Esto es: analizamos nicamente las corrientes que son tpicas de este desarrollo histrico, sus ramificaciones y entrelazamientos, pero slo en la medida en que resultan indispensables para la caracterizacin desde el ngulo terico del problema. De aqu que no preten

    disemos abarcarlo todo. No espere el lector tener entre manos un manual del desarrollo de la novela histrica o del drama histrico; slo encontrar tratados a aquellos escritores, aquellas

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    orientaciones y obras, que desde este punto de vista terico tienen una importancia representativa.

    Este objetivo condiciona los problemas metodolgicos de la obra. En primer trmino, la seleccin de los materiales, segn

    ya dijimos. No presentamos en un sentido inmediato y estrecho de la palabra un desarrollo histrico, pero s las directrices deeste desarrollo, o sea que intentamds esclarecer las cuestiones ms importantes que ese desarrollo plantea. A nuestro juicio,la obra presente es slo un ensayo para fijar en principio lospuntos de vista bsicos de este conjunto de problemas, con la esperanza de que le sucedern obras ms completas y exhaustivas.

    El segundo aspecto metodolgico decisivo es el de la investigacin de la accin recproca entre el desarrollo econmico ysocial y la cosmovisin y forma artstica que surge a partir deese desarrollo. Se presentan aqu numerosos problemas nuevosy poco analizados hasta el momento: por ejemplo acerca dela base social de la separacin en gneros, de su aproximacin entre si, del nacimiento y muerte de los nuevos elementos formales en este complejo proceso de efectos recprocos. Tambin en esto nos parece nuestra obra fragmentaria, un mero comienzo, un ensayo. Estas cuestiones prcticamente no se han planteado en el curso de la concretizacin de la esttica marxista. Pero es imposible crear una seria teora marxista sobre los gneros mientras nos afanemos por aplicar la teora del refle

    jo de la dia lctica m ateria lis ta al problem a de la diferencia cin de los gneros. Al igual que en el tratamiento terico tuvimos que conformarnos tambin aqu con sealar un intento desolucin al problema. De este modo, no pretendemos tampoco ofrecer una teora acabada sobre las formas dramticas y picas, as como en el campo de la historia no desea ser tomada esta obra como una exposicin completa del desarrollo de la novela y el drama histricos.

    A pesar de su volumen, el libro no es ms que un intento,un ensayo, por as decir, un trabajo preparatorio para la esttica marxista y para el tratamiento materialista de la historia moderna de la literatura. Esperamos que otros estudiosos prosigan la obra, corrigindonos si as resultare necesario. Creemos,con todo, que en un campo tan poco cultivado tiene su justificacin aun un intento como el que ofrecemos.

    Budapest, enero de 1965

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    Esta monografa no pretende en modo alguno ofrecer una historia completa de la novela histrica. Aparte de que carecemos de verdaderos ensayos anteriores, no era se nuestro objetivo. Unicamente deseaba yo tratar las ms importantes cuestionesde teora, de principio. Teniendo en cuenta el papel tan considerable que la novela histrica desempea tanto en la literatura de la URSS como en el Frente Popular antifascista, una investigacin de esta especie me parece ser tan imprescindiblecomo actual. Tanto ms cuanto que la novela histrica de nuestros das, con todo el talento de sus mejores representantes,sufre todava bajo los restos de la herencia nociva an presentes de la decadencia burguesa. Si se quieren revelar efectivamente estas deficiencias, el crtico tendr que dedicar su atencin a los problemas de principio no slo de la novela histrica,sino de la literatura en general.

    Pero la investigacin terica se realiza aqu sobre una base

    histrica. La diferencia principal entre la novela histrica de

    los clsicos y la de los decadentes, etc., tiene causas histricas.Y en esta obra queremos justamente mostrar cmo la novelahistrica naci, se desarroll, alcanz su florecimiento y decay como consecuencia necesaria de las grandes revoluciones socialesde los tiempos modernos, y mostraremos asimismo que sus diversos problemas formales son reflejos artsticos precisamentede esas revoluciones histrico-sociales.

    El espritu de nuestro estudio es, pues, histrico. Pero no por

    ello se espera alcanzar en l una historia completa. Slo se habla de los autores cuyas obras son en un determinado aspecto representativas, que constituyen momentos cruciales tpicos en la ruta de la evolucin de la novela histrica. El mismo principio de seleccin ha sido determinante en la mencin de crticos y estticos anteriores y de poetas que se han dedicado en forma terica a la literatura. En ambos dominios me he esforzado por mostrar que tampoco con referencia a la novela histrica se trata de encontrar artificiosamente sutiles noveda

    des radicales, sino de apropiarse, segn nos ha enseado Lenin, todo lo valioso de la evolucin anterior para elaborarlo con criterio propio. La actualidad y ejemplaridad de los clsicos

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    representa un problema central tambin para la novela histrica contempornea.

    No es asunto mo juzgar en qu medida logr cumplir con mi propsito. Slo he querido comunicar con toda claridad ese propsito a mis lectores, para que sepan de antemano loque deben esperar o no esperar de este libro.

    Pero ya desde ahora debo sealarle al lector una deficiencia qu e se debe a mi prop io desenvolvimiento personal: slo hepodido tratar la novela histrica rusa en la medida en que ha sido traducida a otras lenguas. De ello resultan serias y dolo- rosas lagunas en la historia. Pero al menos en cuanto a la literatura antigua me fue posible referirme a las obras de la literatura rusa que han tenido decisiva importancia universal.En cambio, de la literatura sovitica no disponemos ms quede traducciones casuales que constituyen un material reducidoy lleno de vacos, de modo que mi conciencia cientfica no mepermite emitir juicios sobre una base tan dbil. A esto se debemi renuncia al tratamiento de la novela sovitica, pero abrigola esperanza de que aun as mis exposiciones puedan aportarle al lector sovitico algunos datos para aclarar estos importantes problemas, y espero particularmente que las mencionadas lagunas de mi trabajo sean colmadas cuanto antes por otros investigadores.

    M osc , sep tiem bre de 1937

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    CA PIT U L O 1

    LA FO RM A CLASICA DE LA N OVE LA H IST O RICA

    I. Las condiciones histrico-sociales del surgim ientode la novela histrica

    La novela histrica naci a principios del siglo xix, aproximadam ente en la poca de la cada de Napolen. (El Waverley de Walter Scott se public en 1814.) Desde luego que hay

    novelas de tema histrico ya en los siglos xvu y xvm, y quien

    as lo desee puede considerar como precursoras de la novela histrica las elaboraciones de historia antigua y de mitosen la E dad M edia, y remontarse aun hasta Chin a o 1a. India.Pero en este recorrido no encontrar nada que pudiese aclarar en algo fundamental el fenmeno de la novela histrica. Las llamadas novelas histricas del siglo xvu (Scudry, Calprende,etc.) son histricas slo por su temtica puramente externa,por su apariencia. No slo la psicologa de los personajes, sino

    tambin las costumbres descritas responden por completo a la poca del novelista. Y la ms famosa novela histrica delsiglo xvm, el Castle of Otranto (Castillo de Otranto), deWalpole, trata igualmente la historia como algo meramentesuperficial; lo que interesa aqu realmente es la curiosidad yexcentricidad del ambiente descrito, no la representacin artsticamente fiel de un periodo histrico concreto. A la llamada novela histrica anterior a Walter Scott le falta precisamente lo especfico histrico: el derivar de la singularidad histrica

    de su poca la excepcionalidad en la actuacin de cada personaje. El gran crtico Boileau, que juzgaba las novelas histricas de sus coetneos con mucho escepticismo, slo concede importancia a la verdad social y psicolgica de los personajes; exigeque un soberano ame de manera diferente a la de un pastor,etc. La cuestin de la verdad histrica en la representacin potica de la realidad se halla todava ms all de su horizonte.

    Pero tampoco la gran novela social realista del siglo xvm

    que, al plasmar las costumbres y la psicologa de su poca, revolucion la historia universal de la literatura al aproximarse a la realidad, plante como problema la determinacin tem

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    poral concreta de los personajes creados. El presente se plasma con extraordinaria plasticidad y autenticidad, pero se le acepta ingenuamente como algo dado: el escritor an no se pregunta por sus races y las causas de su evolucin. Este sentido abs

    tracto en la estructuracin del tiempo histrico tiene tambin efecto en la plasmacin del lugar histrico. Lesage todava puede trasladar sin reparos a Espaa sus muy verdicas descripciones de la Francia de su tiempo. Swift, Voltaire y aun Diderot hacen desarrollarse sus novelas satricas en un lugar ytiempo indeterminados que, sin embargo, reflejan fielmentelos principales rasgos de la Inglaterra y Francia de sus das. O sea que estos escritores plasman las caractersticas esenciales desu poca con un realismo audaz y penetrante. Pero no saben

    ver lo especfico de su propia poca desde un ngulo histrico.Esta actitud fundamental no se altera en nada esencial por

    el avance cada vez ms intenso del realismo, quedestaca losrasgos especficos del momento presente con extraordinaria fuerza creadora. Recurdense novelas como M ol Flanders, T om Jones, etc. En esta representacin ampliamente realista de la actualidad aparecen ocasionalmente algunos acontecimientos importantes de la historia contempornea y se combinan adecuadamente con los destinos de los personajes. Con esto llega aconcretarse, especialmente en Smollet y Fielding, el tiempo yel lugar de la accin de un modo mucho ms enrgico de loque haba sido costumbre en el periodo anterior de la novela social y tod ava en tre los franceses coetneos. F ielding in c l^ sive tiene una cierta conciencia de esta prctica, de esta con- cretizacn de la novela orientada a captar la singularidad histrica de las personas y situaciones plasmadas. El mismo seconsidera, en cuanto escritor, un historiador de la sociedad bur

    guesa.En genera], al analizarse esta prehistoria de la novela histrica, se debe rechazar la leyenda romntico-reaccionaria deque la poca de la Ilustracin careca por completo de todo sentido histrico y de toda comprensin de la historia, y de queapenas los enemigos de la Revolucin francesa Burke, De Maistre, etc. fueron los inventores del sentido histrico. Bastacon pensar en la formidable labor histrica de Montesquieu, Voltaire, Gibbon y otros para enterrar esta leyenda.

    Lo que a nosotros nos interesa es concretar el carcter especial de este sentido para la historia antes y despus del periodo de la Revolucin francesa para ver claramente sobre qu

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    base social e ideolgica pudo surgir la novela histrica. Y debemos sealar aqu que la historiografa de la Ilustracin ha sido en su orientacin esencial una preparacin ideolgica dela Revolucin francesa. La estructura de la historia, que en ocasiones revela nuevos y grandiosos hechos y conexiones, sirvepara demostrar la necesidad de una total renovacin de la irracional sociedad feudal absolutista para derivar de las experiencias histricas aquellos principios con cuyo auxilio sepueda crear una sociedad racional, un estado racional. Aesto se debe que la Antigedad clsica se halle en el centro mismo de la teora de la historia y de la prctica de la Ilustracin. El estudio de las causas de la grandeza y la decadencia de los estados antiguos constituye una de las principales laborestericas preliminares para la ulterior transformacin de la sociedad.

    Esto se refiere ante todo a Francia, gua intelectual del periodo de la Ilustracin militante. La situacin en Inglaterra esalgo distinta. La Inglaterra del siglo x v i i i se encuentra ciertamente en medio de un gigantesco proceso de transformacin econmica, en el periodo en que se crean las condiciones econmico-sociales de la Revolucin industrial, pero en el aspectopoltico es ya un pas posrevolucionario. En el dominio terico y crtico de la sociedad burguesa, en la elaboracin de los principios de la economa poltica desempea un papel ms importante que en Francia la plasmacin concreta de la historia en cuanto historia. Pero la conciencia y la consecuente aplicacin de tales puntos de vista especficamente histricos no dejan de ser ep isd icas p ara la evolucin glob al. A fines del sigloxviii, el terico economista que realmente domina el pensamiento de su poca es Adam Smith. James Steuart, que pre

    senta el problema de la economa capitalista en un a form a mucho

    ms histrica, y que investiga el proceso de la formacin del capital, cae muy pronto en el olvido. Marx caracteriza la diferencia entre estos dos notables economistas con las palabras siguientes: El mrito [de Steuart] para la comprensin del capital se basa en la demostracin de cmo se produce el proceso de separacin entre las condiciones de la produccin como propiedad de determinadas clases y la mano de obra. Se ocupa mucho de este proceso de la form acin del capital sin com

    pren derlo todava directam ente com o tal, si bien lo considera como condicin de la gran industria; observa el proceso ante todo en la agricultura: y slo a travs de este proceso de

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    separacin en la agricultura surge propiamente, en su opinin,la industria de manufactura en cuanto tal. Este proceso de separacin aparece en el pensamiento de Adam Smith como un hecho ya concluso. 1 Esta inconsciencia sobre el alcance delsentido histrico, de hecho existente, sobre la posibilidad de generalizar la peculiaridad histrica del presente inmediato instintivamente observada con toda precisin caracteriza la posicinque ocupa la gran novela social inglesa en el desarrollo de nuestro problema. H a llamado la atencin de los escritores sobreel significado concreto (es decir, histrico) de tiempo y lugar,de las condiciones sociales, etc., y ha creado los medios literarios realistas de expresin para dar forma a esta peculiaridad espacio-temporal (o sea histrica) de los hombres y de las circunstancias. Pero esto, al igual que en la teora econmica deSteuart, ha sucedido por instinto realista y 110 lleg a elevarse auna visin clara de la historia como proceso, de la historia como condicin previa, concreta, del momento presente. ,

    Slo en el ltimo periodo de la Ilustracin se presenta elproblema del reflejo artstico de pocas pasadas como un problema central de la literatura. Esto sucede en Alemania. Cierto que la ideologa de la Ilustracin alemana se mueve al comien

    zo en las sendas de la ideologa francesa e inglesa; las grandes

    obras de Winckelmann y Lessing no se, apartan en lo esencialde la lnea general de desarrollo de la Ilustracin. Lessing, acerca de cuyas importantes aportaciones para esclarecer el problema del drama histrico haremos ms adelante una detallada referencia, determina todava la relacin del poeta con la historia en el sentido de la filosofa de la Ilustracin. Piensa que la historia no es para el gran dramaturgo otra cosa que un repertorio de nombres.

    Mas poco despus de Lessing aparece en el Sturm und

    Drang con plena conciencia el problema del dominio poticode la historia. El G'tz von Berlichingen de Goethe no solamente inicia un nuevo florecimiento del drama histrico, sinoque ejerce tambin una influencia inmediata y vigorosa en la creacin de la novela histrica con Walter Scott. Esta conscienteintensificacin del historicismo, que recibe su primera expresinterica en los escritos de H erder, tiene sus races en la m uyparticular situacin de Alemania, en la discrepancia existente

    entre el atraso poltico-econmico de este pas y la ideologa

    1 La cursiva es ma. G. L.

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    de los ilustrados alemanes que, apoyados en sus precursores ingleses y franceses, llevaron a una mayor altura las ideas ilu-ministas. Debido a esto resaltan con mucha mayor evidencia que en Francia las contradicciones inherentes a toda la ideolo

    ga de la Ilustracin y pasa a primer plano con toda energa la oposicin especfica entre estas ideas y la realidad alemana.En Inglaterra y en Francia, la preparacin y realizacin eco

    nmica, poltica e ideolgica de la revolucin burguesa y laconstitucin de los estados nacionales constituyen un solo proceso. El patriotismo burgus revolucionario ser lo intenso quese quiera y habr producido obras sin duda importantes (como la H enriade, de Voltaire), pero al orientarse hacia el pasado necesariamente tuvo que predominar la crtica ilustrada de lo

    irracional. El caso de Alemania es bien distinto. El patriotismo revolucionario se topa aqu con el desgarramiento nacional,con la desintegracin poltica y econmica del pas, cuya expresin ideolgica y cultural es un producto importado de Francia. Pues todo lo que se prod uca en las pequeas cortes a lemanasen el campo de la cultura, ante todo de la pseudocultura, no era ms que una servil imitacin de la corte francesa. Las cortes pequeas no solamente fueron un obstculo poltico para la unidad alemana, sino que obstruyeron tambin ideolgicamente

    la evolucin de una cultura que provena de las necesidades

    de la vida burguesa alemana. La forma alemana de la Ilustracin tuvo que enfrentarse forzosamente con acerbas polmicas a esa cultura francesa, y conserv esta nota de patriotismo revolucionario inclusive all donde el contenido esencialde la lucha ideolgica representa la oposicin entre diversas etapas de desarrollo de la Ilustracin (as, la lucha de Lessing contra Voltaire).

    Resultado necesario de esta situacin fue el retorno a la historia alemana. La esperanza de un renacimiento nacional toma sus fuerzas parcialmente de la resurreccin de la pasada grandeza nacional. La lucha por esta grandeza nacional exige la investigacin y representacin artstica de las causas histricas de la decadencia y ruina de Alemania. En los siglos precedentes, Alemania haba sido un mero objeto de transformacioneshistricas, pero ahora hace en ella su aparicin la historizacin del arte antes y con mayor radicalidad que en el resto de los pases occidentales, ms desarrollados tanto en lo econmicocomo en lo poltico.

    Fue la Revolucin francesa, la lucha revolucionaria, el auge

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    y la cada de Napolen lo que convirti a la historia en una experiencia de masas, y lo hizo en proporciones europeas. Durante las dcadas que van de 1789 a 1814, cada una de lasnaciones europeas atraves por un mayor nmero de revoluciones que las sufridas en siglos. Y la rpida sucesin de estas transformaciones confiere a los cambios un carcter cualitativo muypeculiar, borra la impresin general de que se trata de fenmenos naturales, hace visible el crcter histrico de las revoluciones con mucha mayor claridad de lo que suele suceder altratarse de un caso aislado. Para slo mencionar un ejemplo, recurdense las memorias de juventud de Heine en su Buch

    L e Granel (Libro Le Crand), en que describe plsticamente la influencia que el rpido cambio de gobiernos ejerci en l cuando joven. Y si tales experiencias se combinan con el conocimiento de que parecidas revoluciones ocurren por doquiera en todo el mundo, resulta muy comprensible el extraordinario fortalecimiento de la idea de que hay una historia, de que esahistoria es un ininterrumpido proceso de los cambios, y, finalmente de que esta historia interviene directamente en la vida del individuo.

    Este trnsito de los cambios cuantitativos a cualitativos apa

    rece tambin en la singularidad de estas guerras comparadas

    con todas las anteriores. Las guerras de los estados absolutistas de la poca prerrevolucionaria haban sido realizadas por pequeos ejrcitos profesionales. La prctica blica tenda a aislar al ejrcito lo ms posible de la poblacin civil. (Abastecimiento de las tropas por depsitos especiales, el temor a la desercin,etc.) No en vano expres Federico II de Prusia la idea de que una guerra deba llevarse a cabo de tal modo que la poblacin civil ni se enterara de ella. El lema de las guerras del absolu

    tismo rezaba: La tranquilidad es el primer deber ciudadano.Esta situacin cambia de golpe con la Revolucin francesa.En su lucha de defensa contra la coalicin de las monarquasabsolutas, la Repblica Francesa se vio forzada a crear ejrcitos de. masas. Y la d iferencia en tre un ejrcito mercenario yuno de masas es precisamente cualitativa en lo que respecta a la relacin con las masas de la poblacin. Cuando no se trata de reclutar pequeos contingentes de dclasss para un ejrcitoprofesional (o de obligar a ciertos grupos a enrolarse), sino

    de crear un ejrcito de masas, el significado y el objetivo de la guerra deben explicarse a las masas por vas propagandsticas.Esto no sucede slo en Francia durante los tiempos de la de

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    fensa revolucionaria y de las posteriores guerras de ofensiva.Tambin los otros estados se ven obligados a emplear este medio cuan do pasan a form ar ejrcitos de masas. (Pinsese en elpapel de la literatura y filosofa alemanas en esta propaganda que sigui a las batallas de Jen a.) Pero la p ropag anda no puede de ningn modo limitarse a una guerra nica y aislada. Tiene que develar el contenido social y las condiciones y circunstancias histricas de la lucha; tiene que establecer un nexo entre la guerra y toda la vida, entre la guerra y las posibilidades de desenvolvimiento do, la nacin. Basta con que sealemosla significacin que tiene la defensa de las adquisiciones de la Revolucin en Francia, el nexo entre la creacin de un ejrcito demasas y las reformas polticas y sociales en Alemania y en otros pases.

    La vida interna del pueblo guarda con el moderno ejrcitode masas una relacin muy diferente de la que poda tener con los ejrcitos absolutistas de periodos pasados. En Francia sederrumba el muro estamental que diferenciaba al oficial noble de sus soldados: el ascenso hasta los ms altos puestos militares le es posible a cualquiera, y es bien sabido que fue precisamente la Revolucin la que permiti que as fuese. Tambin en los pases que combatieron la Revolucin es inevitable que,por lo menos, se abran considerables brechas en ese muro. Bastacon leer los escritos de Gneisenau para reconocer la clara conexin que existe entre estas reformas y la nueva situacin histrica creada por la Revolucin francesa. A esto se aade quetambin durante la guerra misma se tienen que desplomar losmuros que separaban al ejercito del pueblo. El abastecimientobasado en despensas es algo imposible para un ejrcito de masas. Puesto que se abastece por requisa, no puede evitarse que

    entre en contacto inmediato y continuo con la poblacin del

    pas en que se desenvuelve la guerra. Cierto que este contacto consiste frecuentemente en robo y saqueo. Pero no siempre. Y no debe olvidarse que las guerras ele la Revolucin y en parte tambin las de Napolen fueron emprendidas conscientementecomo guerras de propaganda.

    Pero tambin la enorme extensin cuantitativa de las guerras juega un nuevo papel cualitativo y aporta una extraord in aria ampliacin del horizonte. Mientras las guerras de los ejrcitos

    mercenarios del absolutismo consistan casi siempre en mezquinas maniobras alrededor de fortalezas, etc., el escenario blicose extiende ahora por toda Europa. Los campesinos franceses

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    combaten primero en Egipto, luego en Italia, despus en Rusia; tropas auxiliares alemanas e italianas toman parte en la campaa contra Rusia, y tropas alemanas y rusas entran en Pars despus de la cada de Napolen, etc. Las experiencias queantes eran exclusivas de unos cuantos individuos, generalmentede espritu aventurero a saber, el viajar por Europa o por partes del Continente se convierte en este periodo en experiencia de masas, de cientos de miles, de millones de personas.

    As se crean las posibilidades concretas para que los individuos perciban su propia existencia como algo condicionado histricamente, para que perciban que la historia es algo que interviene profundamente en su vida cotidiana, en sus interesesinmediatos. Sobra hablar aqu de las transformaciones sociales que vivi la propia Francia. Es bien evidente la proporcin en que los cambios grandes y de rpida sucesin sufridos en estapoca alteraron radicalmente la existencia econmica y cultural del pueblo entero. Pero s debemos sealar que los ejrcitos de la Revolucin y ms tarde los de Napolen liquidaron totalo parcialmente los restos de feudalismo que an imperaban enmuchas de las regiones conquistadas, por ejemplo en el Rhin y en el norte de Italia. El contraste social y cultural del pas del Rhin respecto al resto de Alemania, y que todava en laRevolucin de 1848 se hace sentir palpablemente, es herencia de la poca napolenica. Y el nexo que guardan estas transformaciones sociales con la Revolucin francesa es consciente para amplias capas de la poblacin. Permtasenos recordar tambin aqu algunos reflejos literarios. Adems de las memorias de

    ju ven tud de H eine resulta m uy in stru ctiva la lectura de losprimeros captulos de L a Chartreu se de Parm e (La Cartuja dePa rma ) de Stendh al pa ra observar la indeleble influen cia pro

    vocada por el dominio francs en. el norte de Italia.Cuando una revolucin burguesa es llevada seriamente hastael fin, forma parte esencial de ella el hecho de que la idea nacional se convierta en patrimonio d las grandes masas. Slo a consecuencias de la Revolucin y de las guerras napolenicas lleg a ser el sentimiento nacional una vivencia y posesin delcampesinado, de los estratos inferiores de la pequea burguesa,etc. No fue sino esta Francia la que experimentaron como supas propio, como su patria creada por ellos mismos.

    Pero el despertar del sentimiento nacional y, junto con l,del sentido y comprensin de la historia nacional no es un fenmeno que se haya dado nicamente en Francia. Las guerras

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    napolenicas provocan por doquier una ola de sentimientos nacionales, de oposicin nacional contra las conquistas de Napolen, en suma: una ola de entusiasmo por la autonoma nacional. J ales movimientos son ciertam ente, en la m ayora delos casos, una mezcla de regeneracin y reaccin, para emplear palabras de Marx. As es en Espaa, en Alemania y en otras partes. La lucha por la independencia de Polonia, la llamarada del sentimiento nacional polaco, en cambio, es progresista en su tendencia. Pero sea cual fuere la mezcla de regeneracin y reaccin en los diversos movimientos nacionales, lo cierto es que estos movimientos, que fueron verdaderamente de masas, tuvieron que verter en las amplias masas el sentido y la vivencia de la historia. La invocacin de independencia eidiosincrasia nacional se halla necesariamente ligada a una resurreccin de la historia nacional, a los recuerdos del pasado,a la pasada magnificencia, a los momentos de vergenza nacional, no importa que todo ello desemboque en ideologas progresistas o reaccionarias.

    En esta experiencia de masas se relaciona por un lado el elemento nacional con los problemas'de la transformacin social,y por el otro se tiene conciencia en crculos cada vez ms am

    plios del nexo que existe entre la historia nacional y la historia

    universal. Esta creciente conciencia del carcter histrico deldesarrollo comienza a hacerse patente tambin en el enjuiciamiento de las condiciones econmicas y de las luchas de clase. En el siglo x v i i i no fueron sino unos pocos crticos aislados, deparadjico ingenio, quienes en sus juicios sobre el naciente capitalismo compararon la explotacin del trabajador por el capitalcon formas de explotacin tpicas de pocas anteriores, para concluir que el capitalismo era la forma ms inhumana de

    explotacin (Linguet). En la lucha ideolgica contra la Revolucin francesa, el romanticismo legitimista se sirve como grito de batalla de una parecida comparacin reaccionaria y tendenciosa aun qu e ms su perficial en lo econmico en tre lasociedad antes y despus de la Revolucin, y ms ampliamente entre el capitalismo y el feudalismo. La inhumanidad del capitalismo, el caos de la competencia, el aniquilamiento de los pequeos por los grandes, la humillacin de la cultura por haberseconvertido todo en mera mercanca, todo ello se contrasta, gene

    ralmente en forma reaccionaria y tendenciosa, con el idilio socialde la Edad Media, presentada como el periodo de la pacfica cooperacin de todas las clases, como la poca del crecimiento

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    orgnico de la cultura. Pero si bien en estos escritos polmicos suele predominar la tendencia reaccionaria, no debe olvidarse,sin embargo, que es justamente en estos aos cuando surge porvez primera la idea del capitalismo en cuanto periodo histrico

    determinado de la evolucin de la humanidad; y esta idea no slo aparece entre los grandes tericos del capitalismo, sino tambin entre sus opositores. Basta con hacer referencia a Sismondi,quien a pesar de la confusin terica de sus planteamientos principales, ha presentado con gran lucidez algunos problemas aislados del desarrollo econmico. Pinsese en su formulacin acerca de que en la Antigedad el proletariado haba vivido a costa de la sociedad, mientras que en los tiempos modernos es la sociedad la que vive a costa del proletariado.

    Ya con estas breves observaciones puede verse que las tendencias a hacer consciente la historicidad alcanz su punto culminante en el periodo que sucedi a la cada de Napolen, esdecir, en la poca de la Restauracin, de la Santa Alianza. Cierto que el espritu historicista que lleg a predominar y a convertirse en oficial fue reaccionario y, en esencia, pseudohist-rico. La concepcin de la historia, los escritos periodsticos y la literatura del legitimismo desarrollan el espritu histrico en crasa oposicin a la Ilustracin y a las ideas de la Revolucin francesa. El ideal del legitimismo radica en un retorno a la situacin anterior a la Revolucin francesa, es decir, en eliminarde la historia el mximo acontecimiento de la poca,

    En este sentido, la historia viene a ser un crecimiento orgnico, tranquilo, imperceptible, natural. En otras palabras: una evolucin de la sociedad que es, en el fondo, una quietud quenada altera en las honorables y legtimas instituciones de la sociedad y que, ante todo, no altera en ellas nada consciente

    mente. La actividad del hombre en la historia debe ser eliminada totalmente. La escuela histrica alemana de Derecho inclusive sostiene que los pueblos no tienen derecho a darse nuevas leyes, y propone que las viejas y variadas leyes consuetudinarias del feudalismo sigan su crecimiento orgnico.

    En este terreno nace, pues, un pseudohistoriCismo, una ideologa de la inmovilidad, del retorno a la Edad Media; y esta tendencia crece bajo la bandera del historicismo, de la polmicacontra el espritu abstracto y no histrico de la Ilustracin.

    La evolucin histrica se acomoda sin escrpulos a los intereses de estos objetivos polticos reaccionarios, y la mentira interna de la ideologa reaccionaria alcanza alturas an mayores

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    por el hecho de que en Francia la Restauracin se ve forzada econmicamente a aceptar socialmente al capitalismo, que para entonces ya haba llegado a ser adulto; inclusive se vio en la necesidad de apoyarse en l parcialmente, tanto en el aspecto econm ico como en el poltico. (Es similar la situacin de losgobiernos reaccionarios en P rusia, Austria, etc.) Y es sobre estabase sobre la que se ha de escribir de nuevo la historia. Chateaubriand se esfuerza en revisar la historia antigua y rebajar con ello histricamente el viejo modelo revolucionario del periodo jacobino y napolenico. Tanto l como otros pseudohistoria-dores de la reaccin crean una engaosa imagen idlica de la insuperada sociedad armoniosa de la Edad Media. Esta concepcin histrica del Medievo ser decisiva para la plasmacin de la poca feudal en la novela romntica de la Restauracin.

    No obstante esta mediocridad ideal del pseudohistoricismolegitimista, el efecto que tuvo fue extraordinariamente profundo.Desde luego, es una expresin tergiversada y mendaz del gran periodo de transformacin que se inici con la Revolucin francesa, pero debemos reconocer que tambin es una expresin histricamente necesaria. La nueva etapa del desarrollo, quecomienza con la Restauracin, obliga a los defensores del progreso humano a crear una nueva armadura ideolgica. Hemos visto cmo la Ilustracin ha arremetido con desconsiderada energa contra la legitimidad histrica de los residuos feudales, as como contra su continuidad. Hemos observado igualmente que el legitimismo posrevolucionario ha defendido como contenido de la historia justamente la conservacin de esosresiduos. La defensa del progreso despus de la Revolucin francesa forzosamente tena que llegar a una concepcin que demostrara la necesidad histrica de la Revolucin francesa, que apor

    tara las pruebas de que sta haba sido la culminacin de una

    evolucin histrica larga y paulatina, y no un repentino trastorno de la conciencia humana ni tampoco una catstrofenatural (Cuvier) en la historia de la humanidad, y que eldesenvolvimiento futuro de sta slo se podra mover en esa direccin.

    Con ello, la concepcin del mundo se alter radicalmente en comparacin con la Ilustracin, especialmente en lo que respecta a la idea del progreso humano. El progreso no se concepta

    ya como una lucha esencialmente ahistrica de la razn humana contra la irracionalidad feudal absolutista. La racionalidad del progreso humano se explica cada vez ms por las oposi-

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    siciones internas de las fuerzas sociales en la historia misma, esdecir, la propia historia ha de ser portadora y realizadora delprogreso humano. Lo ms importante aqu es la creciente conciencia histrica acerca del decisivo papel que desempea la

    lucha de las clases en la historia para el progreso histrico dela humanidad. El nuevo espritu de la historiografa, ms visible en los , imp ortantes historiadores franceses de la R esta uracin, se centra^ precisamente en la cuestin de cmo ap ortar pruebas histricas para el hecho de que la moderna sociedad burguesa ha nacido de las luchas de clase entre la nobleza yla burguesa, de las luchas de clase que hicieron verdaderos estragos a lo largo de toda la idlica Edad Media, y cuya ltima etapa decisiva haba sido la Revolucin francesa. Deestas ideas surge por primera vez un intento de distinguir periodos racionales en la historia; es un intento por comprender racional y cientficamente la peculiaridad histrica del presente y suorigen. El primer paso de gran aliento hacia una periodizacin lo da ya en medio de la Revolucin francesa Condorcet con su capital obra histrico-filosfica. Sus ideas se van desarrollando enel periodo de la Restauracin hasta alcanzar una elaboracin cientfica. En las obras de los grandes utopistas, la periodizacin de la historia incluso llega a rebasar el horizonte de la sociedad burguesa. Y aunque este paso ms all de los umbrales del capitalismo desemboca en veredas fantsticas, lo ciertoes que su fundamentacin cientfica y crtico-histrica se halla ligada, como en Fourier, a una destructiva crtica de las contradicciones de la sociedad burguesa. En Fourier se presentacon tal claridad la interna contradiccin de la imagen capitalista que, no obstante sus fantsticas ideas acerca del socialismo y de los caminos que conducen a l, la idea del carcter histrico transitorio de esta sociedad se muestra a nuestra mirada ya prxima y con claridad.

    Esta nueva etapa de la defensa ideolgica del progreso humano encontr su expresin filosfica en el pensamiento de Hegel. El problema histrico central era, segn vimos, demostrar la necesidad de la Revolucin francesa y que esta Revolucin y su desarrollo histrico no representa una oposicin, segn pretendan los apologistas del legitimismo feudal. La filosofa hegeliana ofrece la fundamentacin filosfica para esta concepcin

    histrica; la ley universal de la transformacin de la cantidad en cualidad , descubierta p or H egel, constituye, desd un pu nto devista histrico, una metodologa filosfica para comprender que

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    las revoluciones son elementos orgnicos y necesarios de la evolucin y que una evolucin autntica sin un calibre de las proporciones es imposible en la realidad y es filosficamente impensable.

    Sobre esta base se disuelve filosficamente la concepcin delhombre creada por la Ilustracin. Pues el mayor obstculo para comprender la historia consista en el hecho de que la Ilustracin consideraba como inalterable la esencia del ser humano,de manera que cualquier cambio en el curso de la historia no era, en casos extremos, ms que un cambio del disfraz y, por logeneral, una niei/ i elevacin y cada moral del mismo hom bre. La filosofa hegeliana extrae todas las consecuencias del nuevo historicismo progresista. Tiene al hombre por producto de smismo, de su propia actividad en la historia. Y si bien esteproceso histrico parece idealistamente colocado de cabeza, sibien su portador se mistifica hasta convertirlo en un espritu universal, lo cierto es que Hegel concepta tambin a este espritu universal como corporeizacin de la dialctica del desarrollo histrico. As, el espritu en ella [en la historia] est en con tra de s mismo, tiene que vencerse a s mismo | bor ser elverdad ero obstculo hostil a su fin : la evolucin . .'. es en elesp ritu.. . un a d ura e incesante lucha con tra s misma. Loque quiere el espritu es alcanzar su propio concepto, pero lmismo lo oculta y se muestra orgulloso y satisfecho en esta ena

    jenacin de s mismo. . . La estru ctura espiritual es algo distinto [que la naturaleza]; aqu el cambio se efecta no solamente en la superficie sino en el concepto. Es el conceptomismo el que se corrige. Hegel ofrece con esto una certera caracterizacin, sin duda idealista y abstracta, de la nueva orientacin ideolgica de su tiempo. El pensamiento de las pocas

    anteriores oscilaba dentro de la antinomia cuyos trminos eran

    una concepcin fatalista y legal de todo suceder histrico y una sobrevaloracin de las posibilidades de intervenir conscientemente en la evolucin de la sociedad. Pero ambos trminos de la antinomia se subordinaban a principios suprahistricos,procedentes de la eterna esencia de la razn. Hegel, en cambio, considera la historia como un proceso movilizado de un lado por las fuerzas motrices internas de la historia, y cuyo efecto, por el otro, se extiende a todos los fenmenos de la

    vida humana, incluido el pensamiento. Considera la totalidad de la vida humana como un gran proceso histrico.Con esto advino, tanto en el aspecto histrico concreto como

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    en el filosfico, un nuevo humanismo, un nuevo concepto delprogreso. Es un humanismo deseoso de conservar los logros de la Revolucin francesa como base imperecedera de la futura evolucin humana, un humanismo que tiene la Revolucin francesa (y las revoluciones en la historia en general) por elementoconstitutivo e imprescindible del progreso humano. Sin duda,este nuevo humanismo histrico es tambin hijo de su poca yno puede rebasar su horizonte, a no ser que lo haga en formas fantsticas, como de hecho lo vemos en los grandes utopistas.Los humanistas burgueses importantes de esta poca se encuentran en la paradjica situacin de comprender la necesidad delas revoluciones en el pasado y aceptarlas como fundamento de todo lo racional y positivo que hay en el presente, pero alpropio tiempo de conceptuar el desarrollo futuro como una tranquila evolucin basada en esos logros. Segn expone tan acertadamente M. Lifschitz en su artculo sobre la esttica hegeliana, buscan lo positivo en el nuevo orden universal creado por la Revolucin francesa, y creen que para una definitiva realizacin de lo positivo no se requiere ya otra revolucin.

    Esta concepcin del ltimo periodo humanista burgus, sobresaliente tanto en lo filosfico como en lo potico, nada tiene que ver con la huera y trivial apologtica del capitalismo que se inici poco despus y, en parte, contemporneamente aese periodo. Se funda en una investigacin y revelacin honrada y sin compromisos de todas las contradicciones del progreso; no se arredra ante ninguna crtica del presente. Y sibien no es capaz de sobrepasar conscientemente las limitacionesespirituales de su poca, la continua experiencia de las contradicciones de la propia situacin histrica arroja una oscura sombra sobre la entera concepcin de la historia. Este sentimiento

    de que, contrariamente a las proclamaciones de un infinito

    progreso pacfico pronunciadas por pensadores de tendenciahistrico-filosfica, la humanidad est viviendo un ltimo eirremplazable florecimiento espiritual, se manifiesta en los ms significativos representantes de ese periodo, si bien en las formas ms diversas y de acuerdo con su carcter inconsciente.Por el mismo motivo, el aspecto afectivo es muy similar en todos ellos. Podemos mencionar as! la teora de la renunciadel viejo Goethe, el buho de Minerva de Hegel, que inicia

    su vuelo slo cuando ha comenzado a anochecer, los ambientes apocalpticos de Balzac, etc. No fue sino la Revolucin de 1848 la que oblig a los representantes supervivientes de

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    esta poca a elegir entre el reconocimiento de la perspectiva del nuevo periodo evolutivo de la humanidad, para concordar con ella (aunque ello implicase un trgico desgarramiento del alma, como en H eine), y la cada hacia el apologetismo delcapitalismo decadente, tal como mostr crticamente Marx en el caso de personajes tan extraordinarios como fueron Guizot y Carlyle, inmediatamente despus de esa Revolucin.

    I I . Walter Scott

    Sobre estos cimientos histricos surgi en la produccin deWalter Scott la novela histrica. Pero de ningn moda se debe

    comprender esta relacin en el sentido de la historia del espritu idealista. Esta propondra perspicaces hiptesis acerca decmo ciertas ideas de Hegel llegaron, por una serie de rodeos,hasta Scott; o dnde y en qu escritor olvidado se pueden encontrar las fuentes comunes del historicismo de Scott y Hegel.Lo cierto es que Walter Scott no conoca la filosofa hegeliana, y de haber llegado a tenerla entre manos, lo ms probablees que no hubiese entendido una palabra. El nuevo concepto de la historia del gran historiador de la Restauracin inclusive

    llega a pu blicarse despus' de sus obras y h a recibido influen cias de ellas en ciertos planteamientos. La moda filosfico-filo-lgica de husmear para descubrir aisladas influencias es tan estril para la historiografa como lo es el viejo husmeo filolgico para rastrear los influjos de un escritor sobre otro. Enel caso de Scott se hizo muy de moda enunciar toda una serie de escritores de segundo y tercer/ rango (R atcliffe, etc.) comosupuestos precursores literarios importantes de Scott. Todo estono nos acerca en un pice a la comprensin de la novedad

    en el arte de Walter Scott, justamente en la novela histrica.Hemos intentado bosquejar el marco general de las transformaciones poltico-econmicas que se produjeron a consecuencias de la Revolucin francesa en toda Europa; asimismo, esbozamos brevemente en los comentarios anteriores sus efectos ideolgicos. Estos acontecimientos, esta revolucin del ser y de la conciencia del hombre en Europa constituyen la base econmicac ideolgica para la creacin de la novela histrica de Walter Scott. Los datos biogrficos de los motivos aislados por los que

    Scott lleg a ser consciente de esas corrientes nada ofrecen deimportante a la verdadera historia de la creacin de la novela histrica. Tanto menos cuanto que Scott se encuentra entre

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    esos grandes escritores cuya profundidad se expresa preponderantemente en sus creaciones artsticas, profundidad que ellos mismos no entienden con frecuencia porque proviene de una autntica plasmacin realista de la materia, que en muchos pun

    tos se opone a sus concepciones y prejuicios personales.La novela histrica de Scott es una continuacin en lnea

    recta de la gran novela social realista del siglo xvm. Los estudios que Scott escribi sobre estos escritores, generalmente sinprofundizar mucho en el aspecto terico, muestran un cabalconocimiento y una intensa dedicacin. Pero sus propias creaciones significan algo enteramente nuevo si las comparamos conesa literatura. Sus grandes contemporneos reconocieron claramente esta novedad. As, Pushkin escribe: . . . L a influenciade Walter Scott se hace sentir en todos los campos de la literatura de su poca. La nueva escuela de los historiadores franceses se form bajo la influencia del novelista Scott. Este lesrevel fuentes completamente nuevas, hasta ese momento desconocidas a pesar de la existencia del drama histrico creadopor Shakespeare y G o e th e .. . Y Balzac destaca en su crtica de L a Chartreu se de Parm e de Stendhal los nuevos rasgos artsticos que la novela de Walter Scott haba introducido en la literatura pica: la ektensa descripcin de las costumbres y delas circunstancias que rodean los acontecimientos, el carcter dramtico de la accin y, en estrecha relacin con esto, el nuevo e importante papel del dilogo en la novela.

    No se debe al azar el hecho de que este nuevo tipo de novela haya surgido precisamente en Inglaterra. Al tratar la literatura del siglo xvm sealamos ya algunos importantes rasgos realistas de la novela inglesa de esos aos, caracterizndolos como consecuencias necesarias del aspecto posrevolucionario del desarro

    llo alcanzado por entonces por Inglaterra en contraposicin a

    Francia y Alemania. Y ahora, en una poca en que toda Europa, incluidas sus clases progresistas y sus ideologas, se ve dominada, aunque sea pasajeramente, por una ideologa posrevoluciona-ria, es natural que estos rasgos se destaquen en Inglaterra con mayor nitidez todava. Pues para la mayora de los idelogos continentales, Inglaterra es ahora nuevamente el pas ejemplar del desarrollo, aunque en un sentido distinto que en el siglo xvm.En ste, la realizacin de las libertades burguesas tuvo un in

    flujo paradigmtico en los ilustrados continentales. En cambio ahora, el idelogo historicista del progreso ve en Inglaterra elejemplo clsico de la evolucin histrica en su sentido. El he

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    cho de que Inglaterra hubiese llevado a cabo su revolucin burguesa en el siglo x v i i y de que desde entonces, basndose en loslogros de esa revolucin, hubiese vivido durante todo un siglo en

    una pacfica y progresista evolucin, convirti a este pas

    en el modelo prctico para el nuevo estilo de la concepcin histrica. La gloriosa revolucin de 1688 tambin se les presentaba como ideal a los idelogos burgueses que combatan la Restauracin en nombre del progreso.

    Por otra parte, los honrados escritores que observaban con perspicacia los hechos del desarrollo econmico, tenan que' darse cuenta, como Walter Scott, de que este desarrollo pacfico haba sido pacfico nicamente en cuanto ideal de una concep

    cin histrica y a vista de pjaro, tpica de una filosofa de la historia. El carcter orgnico de la evolucin inglesa es una mera resultante compuesta de ininterrumpidas luchas de clasey su manifestacin en menores o mayores levantamientos sangrientos, algunos efectuados con xito, otros destinados al fracaso. Las enormes transformaciones polticas y sociales de los decenios anteriores despertaron tambin en Inglaterra el sentidohistrico, la conciencia de la evolucin histrica.

    La relativa estabilidad del desarrollo ingls en este periodo tempestuoso comparado con el del Continente ofreci la posibilidad de resumir el nuevo sentido histrico en una generosa plasmacin de pica objetividad. Esta objetividad recibe un mayor aliento todava por el conservadurismo de Walter Scott,quien debido a su concepcin del mundo se halla estrechamente ligado a los estratos sociales que fueron arrojados a la perdicin por el rpido desarrollo del capitalismo. Scott no sencuentra entre los entusiastas admiradores de este desarrollo,

    pero tampoco entre sus apasionados y patticos acusadores. Mediante un estudio histrico de la evolucin inglesa total trata de encontrar un camino medio entre ambos extremos combatientes. En la historia inglesa encuentra el consuelo de que aun las ms violentas idas y venidas de las luchas de clase siempre haban desembocado en una gloriosa y tranquila lnea media. As, de la lucha entre sajones y normandos se form el pueblo ingls, que no es normando ni sajn; a la sangrienta guerra entre la Rosa blanca y la Rosa roja sigui el glorioso

    rgimen de la dinasta Tudor, especialmente el gobierno de la reina Isabel; y las luchas de clase que hallaron su expresin en la Revolucin de Cromwell terminaron tras largas vacilaciones

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    y numerosas guerras civiles en la gloriosa revolucin de la actual Inglaterra.

    La concepcin de la historia inglesa en las novelas de Walter

    Scott ofrece, pues, una perspectiva implcita para la evolucin

    futura en el sentido de su autor. No es difcil ver que esta perspectiva es en muchos aspectos afn al resignado positivismode los grandes pensadores, eruditos y poetas continentales deesta poca. Walter Scott es uno de aquellos honestos tories de laInglaterra de esos aos que no hermosean el desarrollo del capitalismo, que no slo se percatan de la infinita miseria en que vive el pueblo y que es resultado d la desintegracin de la antigua Inglaterra, sino que se compadecen de ella, pero que debi

    do a su conservadurismo no presentan una oposicin violenta

    a los rasgos del nuevo desarrollo rechazados por ellos. Walter Scott rara vez llega a hablar de su propia poca. No plantea en sus novelas los problemas sociales de su presente ingls nianaliza la creciente agudizacin de la lucha de clases entre burguesa y proletariado. En la medida en que es capaz de responderse a s mismo estas cuestiones, lo hace a travs de rodeos,plasmando literariamente las principales etapas de la historia de In glaterra en su totalidad. -

    Paradjicamente, la grandeza de Scott est en ntima relacin ,con su conservadurismo, en b uena pa rte estrecho. Buscael camino medio entre los extremos y sp afana por mostrar poticamente la realidad histrica de este camino, basndosepara ello en la elaboracin literaria de las grandes crisis de la historia inglesa. Esta tendencia fundamental de su obra se manifiesta inmediatamente en su manera de inventar la fbula yen el modo en que elige la figura central. El hroe de lasnovelas de Scott es siempre un gentleman ingls del tipo medio.

    Posee generalmente una cierta inteligencia prctica, nunca extraordinaria, una cierta firmeza moral y decencia que llega enocasiones a la disposicin del autosacrificio, pero sin alcanzar jams una pasin arrobadora ni tampoco una en tusiasta dedicacin a una gran causa. No solamente los Waverley, Morton, Osbaldiston, etc., son correctos y honestos representantes promedio de la pequea nobleza inglesa, sino tambin el romntico caballero medieval Ivanhoe.

    Crticos posteriores, por ejemplo Taine, reprocharon acre

    mente esta eleccin del hroe; tomaban a ste por un sntoma de la propia mediocridad de Walter Scott en cuanto poeta.Pero justamente lo contrario es cierto. En esta construccin de

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    sus novelas alrededor de un hroe mediocre, correcto pero no propiamente heroico, se expresa con la mayor claridad elextraordinario y revolucionario talento pico de Scott, si bien en el aspecto psicolgico y biogrfico es muy probable que en la seleccin de sus hroes jueguen un papel preponderante suspropios y personales prejuicios conservadores y de pequeonoble.

    Pero lo que se manifiesta en ello primordialmente es una renuncia al romanticismo, una superacin del romanticismo, una elevacin, muy propia de la poca, de las tradiciones literarias del realismo correspondientes al periodo de Ilustracin. Poroposicin a la denigrante y niveladora prosa del naciente capitalismo surgi tambin entre poetas poltica e ideolgicamente progresistas el hroe demoniaco, a pesar de que a estos poetasse les encasille todava, muy injustamente, entre los romnticos. Este tipo de hroe, tal como se presenta por ejemplo en la poesa de Byron, es la expresin literaria de una excentricidad e inutilidad sociales de las mejores y ms honestas cualidades en este periodo de la prosa; es una protesta lrica contra el dominio de esta prosa. Pero el reconocimiento de las races sociales y aun de la necesidad histrica y de la justificacin de esta protesta no significa en modo alguno que su absolutizacin lrico-subjetivista pudiese convertirse en medio hacia una gran plasmacin potica objetiva. Los grandes creadores realistas de una poca algo posterior y que, como Pushkin o Stendhal, emprendieron la elaboracin de este tipo, superaron el byronismo en forma distinta y superior a la de Walter Scott. Percibieron y plasmaron la cuestin de la excentricidad de este tipo de un modo histrico-social, p ico-objetivo: lograron com pren der la situacin histrica del presente, en que se ha hecho patente la

    traged ia (o la tragicomed ia) de esta protesta en tod a la m agnitud de sus determinaciones sociales. La crtica y el rechazode este tipo por parte de Scott no alcanza estas honduras. Su reconocimiento, o mejor: su intuicin, de la excentricidad de este tipo lo lleva a eliminarlo del campo de la plasmacin histrica. Se'afana por presentar las luchas y las oposiciones de la historia a travs de algunos personajes que en su psicologa y en su destino se mantienen siempre como representantes decorrientes sociales y poderes histricos. Este modo de ver las

    cosas lo extiende Scott tambin a los procesos de desclasamiento,pero considera a ste siempre social y no individualmente. Su comprensin de los problemas del presente no es suficientemente

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    profunda para resolver esta cuestin de los procesos de descasamiento. De all que evite esta temtica y conserve en sus creaciones la gran objetividad histrica del autntico poeta pico.

    Ya por esta razn es enteramente errneo ver en Walter Scott a un escritor romntico, a no ser que se quiera ampliar el concepto de romanticismo a tal punto que abarque toda la gran literatura del primer tercio del siglo xix. Pero en ese caso, seborra la fisonoma del romanticismo en el sentido ms limitado y justo. Y esto tiene suma importancia para comprender aWalter Scott. Pues la temtica histrica de sus novelas tiene contactos muy estrechos con la de los romnticos propiamente dichos. Pero en otro p asaje expondremos con d etalle qu e el concepto que Scott y los romnticos tienen de esta temtica se opone radicalmente el uno al otro, por lo que tambin su elaboracin escompletamente diferente. Esta oposicin se manifiesta en primera instancia y en forma inmediata en la composicin de susnovelas, cuya figura central es siempre el hroe mediocre yprosaico.

    Desde luego se expresa aqu tambin el filistesmo conservador de Walter Scott. Ya su gran admirador y sucesor Balzacse molest por este filistesmo ingls. Dice por ejemplo que,

    con muy pocas excepciones, todas las heronas de Walter Scott

    representan el mismo tipo de la mujer inglesa, correcta y normal, desde un punto de vista filisteo y que no hay lugar en estas novelas para las interesantes y complicadas tragedias delamor y del matrimonio. En su crtica, Balzac tiene razn, y la

    justeza de su crtica rebasa con m ucho el terreno ertico realzado por l. Scott no dispone de la magnfica y penetrante dialctica psicolgica de los caracteres que caracteriza a la novela del ltimo gran perodo del desarrollo burgus. Ni siquie

    ra alcanza las alturas que la novela burguesa haba escalado en la segunda mitad del siglo xvm con Rousseau, Choderlos de Lacios y con el Werther de Goethe. Sus mejores sucesores enla novela histrica, Pushkin y Manzoni, tambin lo dejaron muyatrs en lo que respecta a la profundidad y poesa de la plas- macin individual de los personajes. Pero la nueva orientacin que traza Walter Scott en la historia de la literatura universa] es independiente de esta limitacin de su horizonte potico-hu-mano. La grandeza de Scott est en la vivificacin humana de

    tipos histrico-sociales. Los rasgos tpicamente humanos en quese manifiestan abiertamente las grandes corrientes histricasjam s haban sido creadas con tan ta magnificen cia, nitidez y

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    precisin antes de Scott. Y ante todo, nunca esta tendencia de la creacin habia ocupado conscientemente el centro de la representacin de la realidad.

    Esto hace referencia tambin a sus hroes mediocres. Aparte

    de que expresan con insuperable realismo los rasgos a la vez humanos, decentes y atractivos y las limitaciones de la clase media inglesa, su exposicin de la totalidad histrica de ciertas etapas crticas de transicin alcanza una perfeccin inigualada

    justam ente debido a la eleccin de estas figuras centrales. Elgran critico ruso Belinski reconoci como ningn otro esta conexin. Analiza diversas novelas de Scott centrando su atencin en el problema de que la mayora de los personajes secundarios

    son humanamente ms interesantes y significativos que el mediocre hroe principal. Pero tambin se enfrenta decididamente a los reproches que por este motivo se le han hecho a Scott. As debe de ser en una obra de carcter puramente pico, en que la persona principal slo sirve de ncleo externo para los acontecimientos y en que slo se puede destacar por rasgos humanos generales y que merezcan nuestra simpata humana, puesel hroe de la epopeya es la vida misma y no el hombre. En la epopeya el hombre, por as decirlo, es sometido al aconteci

    miento; el acontecimiento, por su magnitud e importancia, deja en la sombra a la person alid ad hum ana, distrae nuestra atencin de sta por el propio inters que suscita, por la variedad y multiplicidad de sus imgenes.

    Belinski tiene mucha razn en subrayar el carcter puramente pico de las novelas de Walter Scott. En toda la historia de la novela son excepcionales las obras entre estas excepciones contamos las de Cooper y Tolstoi que se aproximan en tal me

    dida al carcte r de la antigu a epopeya. Segn j veremos ms

    adelante, esto se encuentra en estrecha relacin con la temtica histrica de Scott. No con una orientacin a la historia en general, sino con la manera especfica de su temtica histrica,con su seleccin de los periodos y de los estratos sociales en quese plasma la actividad humana correspondiente a la de la epopeya antigua, la inmediata sociabilidad y espontnea publicidad de la vida igualmente caractersticas de esa epopeya. Con esto, Wa lter Scott se convierte en un gran poeta pico de la po

    ca heroica, de la poca en la que y de la que surge la autntica poesa pica, en el sentido de Vico y Hegel. Este verdadero carcter-pico de la temtica y de la composicin de Walter

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    Scott mantiene ntimos lazos con la popularidad de su arte,segn mostraremos detalladamente en pginas posteriores.

    Las obras de Scott, empero, no son en modo alguno intentos modernos por dar artificialmente una nueva vida a la antigua epopeya; son novelas verdaderas y autnticas. Si bien su temtica se remonta a menudo a la poca heroica, al periodo infantil de la humanidad, lo cierto es que el espritu creadorpertenece plenamente a la madurez de la vida humana, a su victoriosa prosaizacin. Esta diferencia debe subrayarse porque serelaciona ntimamente con la composicin de las novelas de Scott y con la concepcin de su hroe. El hroe novelesco deScott es, a su manera, tan tpico para este gnero como Aquiles y Odiseo fueron hroes tpicos de la verdadera epopeya. La diferencia entre ambos tipos heroicos esclarece con nitidez lafundamental diferencia entre epopeya y novela, y lo hace justamente en un caso en que la novela alcanza su mayor proximidad a la poesa pica antigua. Los hroes de la epopeya son, segn dice Hegel, individuos totales que comprenden en sbrillantemente lo que generalmente se halla separado y diseminado en el carcter nacional, y que en ello se mantienen como caracteres grandes, libres y humanamente hermosos. Gracias a

    ello, estos protagonistas adquieren el derecho de ocupar la

    cabeza y de ver ligados a su individualidad los sucesos principales. Tambin los protagonistas de las novelas de Walter Scott son caracteres tpicamente nacionales, mas no en el sentido decimas comprensivas, sino en el del cabal promedio. Aqullos sonlos hroes nacionales de la concepcin potica de la vida, stosen cambio son los hroes prosaicos.

    Es fcil observar cmo estas concepciones opuestas del hroe nacen de los requerimientos fundamentales de la epopeya y de la

    novela. No solamente en el aspecto de la composicin es Aquiles la figura central de la epopeya, sino que sobrepasa adems con mucho a todos los otros protagonistas; es verdaderamente elsol alrededor del cual giran los planetas. Los hroes de Scott tienen, en cuanto figuras centrales de la novela, una funcin enteramente distinta. Su misin consiste en conciliar los extremos cuya lucha constituye justamente la novela, y por cuyoembate se da expresin potica a una gran crisis de la sociedad.Mediante la fbula que tiene por centro de accin a este hroe

    se busca y se encuentra un terreno neutral en que se pueda establecer una relacin humana entre las fuerzas sociales quese hallan en extremos opuestos.

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    La inventiva de Walter Scott que se hace aqu patente, y que es tan sencilla como inagotablemente grandiosa, suele menospreciarse hoy da en forma indebida, y eso que Goethe, Balzac y Pushkin haban reconocido claramente su grandeza. Walter Scott expone en sus novelas grandes crisis- de la vida histrica.A ello corresponde que por doquier se enfrenten poderes sociales hostiles que quieren destruirse los unos a los otros. Puesto que los representantes de estos poderes en lucha son siemprerepresentantes apasionados de sus direcciones, surge el peligro de que su lucha se convierta en un mero aniquilamiento exterior del contrario, y de que este aniquilamiento no logre despertar en el lector una simpata y un apasionamiento humanos.Es aqu donde se inicia la importancia del hroe mediocre enla composicin. Scott elige siempre protagonistas que por su carcter y por su destino entran en contacto humano con ambos campamentos. El destino justo de un hroe mediocre de esta especie, que no se decide apasionadamente por uno de lospoderes en pugna en la gran crisis de su tiempo, sirve de excelente eslabn unificador en la composicin de la obra. Tomemos el ejemplo ms conocido. Waverley es un noble provinciano ingls, hijo de una familia partidaria de los Estuardos,

    pero cuyo partidarismo no va ms all de un tranquilo y polticamente ineficaz simpatizar. Durante su estancia en Escocia,como oficial ingls, Waverley llega a internarse en el campamento de los rebeldes partidarios de los Estuardos, y ello debido a amistades personales y los amorosos. Por sus viejas relaciones familiares, por su indecisin en la participacin en el levantamiento suficiente para una actitud militar valiente, perono para una fantica toma de partido, se mantienen vivos sus contactos con el partido hannoveriano. De este modo, el

    destino de Waverley viene a ser muy apto para crear una fbula cuya trama no slo representa pragmticamente el combate entre ambos partidos, sino que adems nos muestra muyhumanamente a los principales representantes de esos partidos.

    Este estilo de composicin no es el resultado de una bsqueda de la forma o de una sutil maestra, sino que procede ms bien de los aspectos magnficos y de los rasgos limitados de la personalidad creadora de Walter Scott. En primer lugar,la concepcin de Scott en cuanto a la historia inglesa es, segn

    hemos visto, la de una lnea media que se mantiene firme a lo largo de la lucha de los extremos. Los protagonistas del tipo de Waverley representan a los ojos de Scott esta continuidad

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    secular de la evolucin inglesa en medio de las crisis ms terribles. Pero en segundo lugar, el gran realista Scott se da perfecta cuenta de que jams en la historia ha habido una guerra civil que hubiese sido tan enconada como para convertir a la poblacin entera, sin excepcin, en fanticos partcipes de unode los campos en pugna. En la realidad histrica, grandes partes de la poblacin se haban mantenido siempre entre ambos bandos, manifestando cuando mucho una constante o vacilante simpata por uno u otro. Y justamente estas simpatas y vacilaciones fueron con frecuencia decisivas en el desenlace real dela crisis. Como rasgo adicional de la realidad histrica se aade que en medio de las guerras civiles ms sangrientas la vida cotidiana de la nacin sigue su marcha. Tiene que seguirla ya en el puro sentido econmico, pues en caso contrario la poblacin no subsistira, se morira de hambre. Pero tambin enlos otros aspectos sigue adelante, y esta continuidad de la vida diaria constituye un importante fundamento real de la continuidad del desarrollo cultural. Ciertamente, la persistencia ejela vida comn y corriente no significa que la vida, el pensamiento y la experiencia de estas masas populares que no toman parte activa en la guerra civil, o al menos no la toman apasionadamente, se mantengan inalterados por la crisis histrica.La continuidad es siempre, al mismo tiempo, un crecimiento, una evolucin. Los hroes medios de Walter Scott representan asimismo este aspecto de la vida popular, de la evolucin histrica.

    Pero la significacin artstica de este estilo de composicin tiene otros efectos importantes. Puede parecerle paradjico allector imbuido de las tradiciones actuales de la novela histrica, pero si presta mayor atencin, comprender que es justamente

    este lado de su composicin el que ha hecho de l un incomparable elaborador de las grandes figuras de la historia. En la obra total de Scott nos encontramos con las principales personalidades de la historia inglesa, y aun de la francesa: Ricardo Corazn de Len, Luis XI, las reinas Isabel y Mara Estuardo, Crom well, ' etc. Tod os estos person ajes ap arecen en las novelasde Scott en su magnitud histrica real. Jams nos presenta Scott a un personaje plasmado a partir del sentimiento de un romntico y decorativo culto al hroe, a la Carlyle. Para Scott,

    la gran figura histrica es sencillamente el representante deuna importante y significativa corriente que abarca ampliascapas de la poblacin. Y es grande porque su pasin personal

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    y su objetivo personal coincide con el de esta gran corriente histrica, porque resume dentro de s los aspectos positivos ynegativos de esa corriente, porque es la expresin ms clara,el estandarte ms visible de esos afanes del pueblo, tanto buenos como malos.

    A esto se debe que Scott nunca nos muestre cmo surge una personalidad de importancia histrica. Siempre nos la presentaya conclusa. Conclusa, s, pero no sin haberla preparado con todo cuidado. Mas esta preparacin no es psicolgica y personal, sino objetiva, histrico-social. Es decir: revelando las condiciones de vida reales, la creciente crisis vital y real del pueblo, Scott expone todos los problemas de la vida popular que

    desembocaron en la crisis histrica plasmada por l. Y despus

    de habernos convertido en partcipes simpatizantes y comprensivos de esta crisis, despus de que entendemos claramente los motivos de la crisis, las causas por las que la nacin est dividida en dos partidos, despus de que hemos visto cmo lasdiversas capas de la poblacin se comportan ante esa crisisdespus de todo ello hace su aparicin el gran hroe histrico en el escenario de la novela. En sentido psicolgico, pues,es un personaje ya hecho el que se nos presenta, y en efecto

    debe ser ya una figura definida para que pueda cumplir con su histrica misin en la crisis. Pero el lector no tiene nunca la impresin de habrselas con algo rgido y acabado, pues las luchas sociales ampliamente descritas que anteceden a la aparicin del hroe muestran precisamente cmo en una poca determinada tena que surgir un hroe determinado para resolver precisamente esos problemas.

    Claro est que Scott no aplica este mtodo exclusivamente a las grandes figuras representativas, conocidas por todos y ra

    tificadas por la historia. Muy al contrario. Justamente en lasnovelas ms importantes de Scott desempean este papel capital personas histricamente desconocidas y de autenticidad histrica dudosa o inexistente. Mencionemos a Vich Jan Vohr en Waverley, a Burley en O d M ortalily, a Cedric y Robin Hood en Ivan hoe, a Rob Roy, etc. Tambin ellos son monumentales figuras histricas y fueron plasmados segn los mismos principios artsticos que las conocidas grandes figuras de

    la historia. La popularidad del arte histrico de Walter Scott

    se manifiesta precisamente en que estos personajes dirigentes entrelazados en forma inmediata con la vida del pueblo suelen

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    recibir del autor una grandeza histrica aun ms vigorosa que las figuras centrales famosas de la historia.

    De qu modo este xito de Scott en la plasmacin de la grandeza histrica de una figura histricamente importante depende del hecho de que en la composicin aparezca slo comofigura secundaria? Balzac reconoci muy claramente este secreto de la composicin de Walter Scott y expres que la marcha delas novelas de Scott se dirige de la misma manera hacia los grandes hroes como la historia misma haba ido exigiendo suaparicin. O sea que el lector vive la gnesis histrica de lasfiguras histricas seeras, y la tarea del escritor consiste en hacerlas actuar en tal forma que aparezcan como verdaderos representantes de esas crisis histricas.

    Tenemos, as, que Scott hace surgir a sus figuras importantes de la esencia misma de la poca, sin explicar jams, como lohacen los romnticos veneradores de hroes, la poca a partirde sus grandes representantes. Por eso no pueden ser figuras centrales en la accin. Pues la extensa y multifactica representacin de la esencia de la poca misma slo puede hacerse patente si se plasma la vida diaria del pueblo, si se da forma a las penas y alegras, a las crisis y confusiones del hombre medio. La destacada figura histrica que resume dentro de suna corriente histrica, la resume necesariamente en una determinada medida de abstraccin. Pero puesto que Scott ha revelado en primer trmino el complicado entrelazamiento dela propia vida popular, elabor primero esa esencia cuya forma abstracta, cuya generalizacin ideal, cuya concentracin en un acto histrico constituye la misin de la figura histrica dirigente. '

    El mtodo de composicin de Scott presenta aqu un intere

    sante paralelo con la filosofa de la historia de Hegel. Tambin

    en Hegel el individuo histrico-universal crece sobre la amplia base del mundo de los individuos conservadores. Estos constituyen para Hegel la caracterstica de la sociedad burguesa,la caracterstica de su ininterrumpida autorreproduccin mediante la actividad de esos individuos. La base est formada por la actividad personal, privada, egosta de los hombres particulares. En esta actividad y a travs de ella se impone la generalidad social. En esta actividad se desenvuelve la conser

    vacin de la vida moral. Pero Hegel no se imagina a la sociedad slo en el sentido de esta autorreproduccin, es decir,como sociedad inmutable, sino que la piensa tambin como ele

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    ment en el curso de la historia. Y aqu, lo nuevo se enfrenta hostilmente a lo viejo, el cambio se halla unido al menosprecio, a la destruccin, al aniquilamiento de la manera anterior de ser de la realidad. Se producen las grandes colisiones his

    tricas, en las que, por supuesto, son portadores conscientes delprogreso histrico (del espritu, segn Hegel) los individuos histrico-universales, pero lo son slo en el sentido de que prestan conciencia y clara orientacin a un movimiento ya existente en la sociedad. Es necesario subrayar especialmente esteaspecto de la concepcin histrica de Hegel, ya que aqu apesar de su idealismo, de su sobrevaloracin del papel desempeado ppr los individuos histrico-universales se presenta en aguda oposicin su pensamiento y el romntico culto al hroe. En Hegel, la funcin de los individuos histrico-univer- sales consiste en dar a conocer a los hombres lo que stos quieren. Dice H egel: Es el espritu oculto que toca a la p uerta delpresente, que todava se encuentra bajo tierra, que an no ha madurado hasta convertirse en existencia actual, pero que quieresalir, que tiene al mundo actual por una mera cscara que encierra una semilla diferente de la que corresponde a esa cscara.

    La genialidad histrica de Walter Scott, inalcanzada hasta hoy, se manifiesta en la manera en que dispone las cualidades individuales de sus personalidades histricas dirigentes, por la que stas efectivamente resumen los lados positivos y negativos sobresalientes del movimiento en cuestin. Esta conjuncin his-trico-social de dirigente y dirigido est elaborada en Scott con una diferenciacin extraordinariamente fina. Pues as como elrecto e imperturbable fanatismo heroico de Burley representa laculminacin humana de los puritanos escoceses rebeldes en tiempos de la restauracin de los Estuardos, as tambin la aventurera mezcla de estilo cortesano francs y patriarcalismo de clan en Vich Jan Vohr resume los aspectos reaccionarios, a la vez que ntimamente ligados a ciertas partes restantes del pueblo escocs, de los intentos de restauracin de los Estuardos despus de la gloriosa revolucin.

    Esta estrecha accin recproca, esta profund unin entre losrepresentantes histricos de un movimiento popular y el movimiento popular mismo se intensifica todava ms en la com

    posicin de Scott por el concentrado vigor de los acontecimientos, por su dramtica comprensin. Tambin en este punto debemos proteger la forma clsica de la narracin frente a los

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    modernos prejuicios. Hoy da se suele creer que por ser la epopeya ms extensa y amplia que el drama, la esencia del arte pico se encuentra justamente en la pura extensividad, en la sucesin y exposicin separada de los hechos a manera de cr

    nica y dentro de un mismo periodo. Pero esto no es correcto ni siquiera en el caso de Homero. Pensemos en la composicin de la I lad a. El poema se inicia con una situacin de gran dramatismo, con el encuentro entre Aquiles y Agamenn. Y como narracin propiamente dicha slo figuran los sucesos que son consecuencia inmediata de ese encuentro, a saber, los acontecimientos que culminan en la muerte de Hctor. Ya la estticaantigua reconoci aqu un principio de composicin consciente.Con la creacin de la moderna novela social se ha hecho an

    ms urgente la necesidad de una intensificacin semejante dela accin pica. Pues las relaciones recprocas entre la psicologa de los hombres y las circunstancias econmico-moralesde su vida se han complicado en tal medida que se requiri una amplia descripcin de estas circunstancias, una extensa elaboracin de estos efectos recprocos para mostrar a los hombres como hijos concretos de su poca. No es casual que el crecimiento de la conciencia histrica en Walter Scott haya tendidoprecisamente hacia este estilo de plasmacin. Puesto que deseaba resucitar viejos y remotos tiempos y darles una vida experi-mentable, tena que describir ampliamente esta concreta accin recproca entre el hombre y su ambiente social. La inclusin del elemento dramtico en la novela, la concentracin de losacontecimientos, la creciente significacin de los dilogos, o seade la inmediata discusin de elementos opuestos a travs de la conversacin, todo ello debe verse en estrecho nexo con el afn de plasmar, en la realidad histrica tal como- realm ente haba

    sido, con autenticidad humana pero de tal modo que el lector

    de pocas posteriores pudiese revivirla. Observamos aqu una concentracin caracterizadora. Slo los novatos pensaban (y confrecuencia piensan todava) que la caracterizacin histrica de hombres y de situaciones consiste en un amontonamiento designificativos rasgos histricos particulares. Walter Scott nuncadespreci la importancia de tales elementos pintorescos y descriptivos. Incluso lleg a utilizarlos con tal profusin que ciertos crticos superficiales pensaron descubrir justamente en esto lo

    esencial de su arte. Sin embargo, para Scott la caracterizacin histrica de tiempo y lugar, el aqu y ahora histrico, significa algo mucho ms profundo: la conjuncin y el entrelazamiento de

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    unas crisis en los destinos personales de una serie de hombrescomo resultado de una crisis histrica. La presentacin de la crisis histrica no es jams abstracta en Scott precisamente por eso; la divisin de la nacin en partidos combatientes atraviesa

    siempre las ms ntimas relaciones humanas. Padres e hijos,am antes y amadas, viejos amigos, etc,., son enfrentad os unos ' aotros como enemigos, o la necesidad de este enfrentamiento introduce la colisin profundamente en la vida personal. Estedestino lo sufren siempre grupos humanos estrechamente unidos, y nunca se trata de una catstrofe aislada, sino de una cadena de catstrofes, en que la solucin de una sola produce inmediatamente un nuevo conflicto. De este modo, la profunda captacin del momento histrico en la vida humana tiendeurgentemente hacia una dramtica concentracin de la composicin pica.

    Los grandes escritores del siglo xvm componan en forma mucho menos coherente. Podan hacerlo porque consideraban comohechos dados y aceptados las costumbres de su tiempo y porque nada les impeda suponer que el lector aceptara igualmente con la misma naturalidad el efecto de sus relatos. Perono debe olvidarse que esto se refiere a la construccin general de la composicin, y no a la manera en que los momentos y acontecimientos singulares fueron tratados. Tambin estosescritores saban muy bien que lo importante no era la integridad extensiva de la descripcin, la enumeracin de un objeto en todos sus componentes, o la totalidad extensiva de la seriede acontecimientos que componen la vida de un hombre, sinoms bien la elaboracin de las determinantes esenciales tanto enlo social como en lo humano particular. Goethe concibi su W ilhelm M eister con mucho menor dramatismo que en aos

    posteriores Walter Scott o Balzac sus propias novelas, pero al

    exponer los acontecimientos singulares de su extensa fbula sinduda sigue una direccin intensificadora. La relacin de Wilhelm Meister con el teatro de Serlo se concentra por ejemplo casi completamente en el problema de la representacin del

    H am let. Tampoco en Goethe se puede hablar de una descripcin extensivamente completa del teatro o de una exhaustiva crnica de los sucesos del teatro de Serlo.

    La concentracin e intensificacin dramtica de los aconte

    cimientos en Walter Scott no constituye, pues, una radical novedad. No es ms que una peculiar sntesis y continuacin de los ms importantes principios artsticos del anterior periodo de

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    desarrollo. Pero ya que Scott llev a cabo esta continuacin y elaboracin de acuerdo con las verdaderas necesidades de su tiempo, un tiempo de radicales innovaciones histricas, de hecho esta elaboracin representa una radical innovacin en la his

    toria de la novela. Pues precisamente con la novela histrica es muy grande la tentacin de ofrecer una totalidad extensiva de los acontecimientos. Es fcil creer que la fidelidad histrica slo se puede alcanzar mediante este tipo de totalidad. Peroesto es un error que especialmente Balzac seal con lucidez y claridad en sus escritos crticos. En una crtica a la ya olvidada novela histrica Leo de Latouche comenta: La novela entera slo consta de 200 pginas en que se tratan 200 acontecimientos; na da revela, m ejor la / incapacidad del au tor que laacumulacin de hechos... El talento florece cuando se describen las causas que provocan los hechos, florece en los misterios del corazn humano, cuyos movimientos descuidan los historiadores. Las personas de una novela se ven forzadas a ser ms racionales que las personas histricas. Aqullas deben despertar a la vida, stas han vivido. La existencia de stas no requiere pruebas, por curiosos que hayan sido sus actos, mientras que la existencia de aqullas necesita de un general consenso. Es obvio que cuanto ms alejado se halle un periodohistrico, con las condiciones de vida de sus actores, tanto ms se tiene que concentrar la accin en presentarnos clara y palpablemente esas condiciones de vida, para que no miremos la peculiar psicologa y tica resultante de estas condiciones como mera curiosidad histrica, sino para que revivamos una etapa del desarrol