la espada de la verdad 01 - el libro de las sombras contadas v1.1

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LA ESPADA DE LA VERDAD VOLUMEN 1 El Libro de las Sombras Contadas TERRY GOODKIND

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La leyenda del buscador

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LA ESPADA DE LA VERDAD

VOLUMEN 1

El Libro de las Sombras Contadas

TERRY GOODKIND

TIMUN MAS

Para JeriDiseo de cubierta: Valerio Viano

Ilustracin de cubierta: Keith Parkinson

Ttulo original: Wizard's first rule. Book 1 of The Sword of Truth

Traduccin: Joana Claverol

1994 Terry Goodkind

Published in agreement with the author, c/o BAROR INTERNATIONAL, INC., Armonk, New York, USA Grupo Editorial Ceac, S. A., 2001

Para la presente versin y edicin en lengua castellana

Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S.A.

ISBN: 84-480-3223-3 (Obra completa)

ISBN: 84-480-3224-1 (Volumen 1)

Depsito legal: B.3.586-2001

Hurope, S.L.

Impreso en Espaa - Printed in Spain

Grupo Editorial Ceac, S. A. Per, 164-08020 Barcelona

Internet: http://www.ceacedit.com

Agradecimientos

Me gustara dar las gracias a ciertas personas muy especiales:

A mi padre, Leo, por no decirme nunca que leyera, pero vindolo leer

se despert mi curiosidad.

A mis buenas amigas, Rachel Kahlandt y Gloria Avner, por leer el primer

borrador y ofrecerme sus perspicaces y valiosas opiniones. Y por no dudar

nunca de m cuando ms lo necesitaba.

A mi agente, Russell Galen, por tener las agallas de ser el primero en coger la espada

y convertir mis sueos en realidad.

A mi editor, James Frenkel, no slo por su excepcional talento editorial,

por guiarme y ayudarme a mejorar el texto, sino tambin por el inagotable

buen humor y la paciencia que ha demostrado al ensearme a ser

mejor escritor.

A la buena gente de Tor, a todos y cada uno de ellos,

por su entusiasmo y su esfuerzo.

Y a dos personas muy singulares, Richard y Kahlan, por escogerme a m

para contar su historia. Sus sufrimientos y sus xitos me han llegado muy hondo.

Nunca volver a ser el mismo.1Era una enredadera de extrao aspecto. Abigarradas hojas de color oscuro crecan a lo largo de un tallo que estrangulaba el liso tronco de un abeto. La savia goteaba por la desgarrada corteza, y ramas secas se desplomaban, todo lo cual daba la impresin de que el rbol tratara de lanzar una queja al fro y hmedo aire de la maana. Por todo lo largo de la enredadera sobresalan vainas, que casi pareca que miraran cautelosas alrededor por si alguien estuviera vigilando.

El olor fue lo primero que le llam la atencin, un olor semejante a la descomposicin de algo muy desagradable incluso cuando estaba vivo. Richard se pas la mano por su espesa mata de pelo mientras su mente se desprenda de la bruma de desesperacin y se concentraba en observar la enredadera. Busc otras, pero no haba ms. Todo lo dems pareca normal. Los arces del bosque Alto Ven estaban teidos de carmes y lucan con orgullo su nuevo manto, que se meca en la suave brisa. Ahora que las noches eran cada vez ms frescas, sus primos del bosque del Corzo, ms al sur, no tardaran en imitarlos. Los robles se resistan a la nueva estacin y an conservaban sus copas color verde oscuro.

Richard haba pasado la mayor parte de su vida en el bosque y conoca todas las plantas, si no por su nombre, s de vista. Cuando an era un nio su amigo Zedd sola llevarlo consigo a recolectar determinadas hierbas. Le haba enseado cules buscar, dnde crecan y por qu, y adems le indic el nombre de todo lo que se vea. Muchas veces se limitaban a hablar, y el anciano lo trataba como a un igual, tanto en sus respuestas como en sus preguntas. Zedd despert en Richard la sed de aprender y de saber.

Pero esa enredadera slo la haba visto una vez anteriormente y no fue en el bosque. Haba encontrado una ramita en casa de su padre, en el tarro de arcilla azul que Richard hizo de nio. Su padre era un comerciante y casi siempre viajaba, con la esperanza de adquirir mercancas exticas o poco habituales. La gente de posibles acuda a l, interesada por sus productos. Lo que de verdad le gustaba a su padre no era tanto encontrar como la bsqueda en s y nunca le haba dolido desprenderse de su ltimo hallazgo, pues eso supona emprender la busca del siguiente.

Desde temprana edad, Richard pas mucho tiempo con Zedd cuando su padre estaba ausente. A Michael, el hermano de Richard, unos cuantos aos mayor, no le interesaba el bosque ni lo que pudiera ensearle Zedd. Prefera juntarse con gente rica. Unos cinco aos antes Richard haba abandonado la casa paterna para vivir solo, pero, a diferencia de su hermano, sola visitar a su padre. Michael siempre estaba ocupado y muy pocas veces se pasaba por all. Cuando su padre no estaba, siempre dejaba a Richard un mensaje en el tarro azul en el que le comunicaba las ltimas noticias, algn chismorreo o le contaba algo que haba visto en sus viajes.

Tres semanas atrs, el da en que Michael fue a verlo para decirle que su progenitor haba sido asesinado, Richard fue a casa de su padre, aunque su hermano insisti en que no haba razn para ello, que l no poda hacer nada. Pero atrs haba quedado el tiempo en que Richard haca lo que le deca su hermano. La gente no lo dej ver el cuerpo de su padre para ahorrarle el mal trago, pero a l se le revolvi el estmago al contemplar las grandes manchas y charcos de sangre marrn y reseca en el suelo de tablas. Cuando se acerc, los dems enmudecieron y slo hablaron para ofrecerle sus condolencias, lo que intensific el desgarrador dolor que senta. No obstante, los oy hablar en susurros de las historias y los absurdos rumores de las cosas que llegaban del Lmite.

Hablaban de magia.

A Richard lo impresion el estado en el que haba quedado la pequea casa de su padre; era como si una tormenta se hubiera desatado en su interior. Pocas cosas se haban salvado, entre ellas el tarro azul colocado encima de un anaquel. Dentro encontr la ramita de enredadera. An la llevaba en el bolsillo, pero no tena ni idea de lo que su padre haba querido decirle.

Richard se senta invadido por el dolor y la tristeza y, aunque todava le quedaba un hermano, se vea abandonado y solo en el mundo. Pese a que muy pronto sera un hombre hecho y derecho, senta el mismo desamparo que un hurfano. Le ocurri lo mismo de muy nio, cuando su madre muri. Sin embargo, aunque su padre sola estar ausente, a veces durante semanas, Richard saba que estaba en alguna parte y que regresara. Pero ahora no volvera jams.

Michael se neg a que Richard interviniera en la bsqueda del asesino; dijo que los mejores rastreadores del ejrcito ya lo estaban buscando y que, por su propio bien, l no deba participar. As pues, Richard no le mostr la enredadera y cada da sala en solitario a la busca del asesino. Durante tres semanas se pate todos los caminos y veredas del bosque del Corzo, incluso trochas que pocos conocan. Pero no hall nada.

Finalmente, y en contra de la razn, decidi seguir su intuicin y se dirigi al bosque Alto Ven, cerca del Lmite. Richard no poda librarse de la sensacin de que l tena la clave de por qu su padre haba sido asesinado. Los susurros que oa en su cabeza se burlaban de l y lo atormentaban con pensamientos que en el ltimo segundo se le escapaban, y se rean de l. Richard trat de convencerse de que no era algo real, que la pena le jugaba malas pasadas.

El joven pens que la enredadera le dara alguna pista, pero ahora que la haba encontrado, no saba qu pensar. Los susurros ya no se burlaban de l, ahora rumiaban. Richard saba que era su propia mente, que reflexionaba, y se dijo que deba dejar de pensar en ellos como si tuvieran vida propia. Zedd nunca lo hara.

Entonces alz la mirada y contempl la agona del gran abeto. De nuevo pens en la muerte de su padre. La enredadera haba estado all y ahora estaba matando al rbol; no poda ser nada bueno. Ya no poda hacer nada por su padre, pero no iba a permitir que esa enredadera presidiera otra muerte. La agarr firmemente, tir y con sus fuertes msculos arranc del rbol los nervudos zarcillos.

Y entonces la enredadera lo mordi.

Una de las vainas lo atac y le golpe el dorso de la mano izquierda, haciendo que el joven saltara hacia atrs por el dolor y la sorpresa. Se inspeccion la herida, que no era muy grande pero s profunda, y vio algo parecido a una espina clavada en la carne. Decidido; la enredadera era un problema. Richard hizo ademn de asir el cuchillo para sacarse la espina, pero el cuchillo no estaba. Despus de la primera sorpresa, el joven se reprendi a s mismo por permitir que su estado de nimo lo hiciera olvidar algo tan bsico como llevarse un cuchillo cuando iba al bosque. A falta de algo mejor, us las uas para tratar de extraer la espina pero sta, como si tuviera vida propia, se clav ms profundamente. Cada vez ms inquieto, Richard arrastr la ua del pulgar por la herida para tratar de sacrsela. Pero cuanto ms hurgaba, ms hondo se clavaba la espina. Una ardiente oleada de nuseas lo invadi mientras manipulaba la herida. sta se ensanchaba cada vez ms, por lo que se detuvo. La espina haba desaparecido entre la sangre que manaba.

Richard mir a su alrededor y distingui las otoales hojas violceas de un pequeo viburno preado de bayas azul oscuro. Debajo del arbusto, protegido por una raz, encontr lo que buscaba: un aum. Aliviado, cort con cuidado el tierno tallo cerca de la base y, suavemente, lo estruj de modo que el lquido cayera en la herida. El joven sonri mientras mentalmente daba las gracias al viejo Zedd por haberle enseado que el aum ayudaba a que las heridas curaran ms rpidamente. Cada vez que vea esas suaves hojas cubiertas de pelusilla se acordaba de Zedd. El jugo del aum anestesi la herida, pero no fue capaz de extraer la espina. Richard an senta cmo se clavaba en su carne.

El joven se agach e hizo un agujero en la tierra con un dedo, puso dentro el aum y coloc musgo alrededor del tallo para que pudiera crecer de nuevo.

De pronto, el bosque qued en silencio. Richard alz la vista y se encogi al ver una gran sombra oscura que saltaba por encima de ramas y hojas. En el aire flotaba un susurro y un silbido. El tamao de la sombra infunda pavor. Los pjaros, cobijados en los rboles, se dispersaron en todas direcciones lanzando trinos de alarma. Richard mir hacia arriba, tratando de distinguir la fuente de esa sombra entre las aberturas en el dosel verde y dorado. Tuvo una fugaz visin de algo grande, algo grande y rojo. No saba qu poda ser, pero se estremeci al recordar los rumores y las historias de las cosas que venan del Lmite.

Esa enredadera era un problema, se dijo de nuevo, y esa cosa en el cielo, otro. El joven record el viejo dicho de que no hay dos sin tres, y no tena ningunas ganas de toparse con el tercero.

Descartando sus temores, ech a correr. No es ms que la chchara de gente supersticiosa, se dijo y trat de imaginarse qu poda ser eso tan grande y rojo. Era imposible; no exista un ave de ese tamao. Quizs era una nube o un efecto de la luz. Pero no poda engaarse a s mismo. No era ninguna nube.

Mirando hacia arriba para localizar la sombra, el joven corri hacia el sendero que bordeaba la ladera. Richard saba que al otro lado de la vereda el terreno caa a pico, por lo que podra observar el cielo sin obstculos. Las ramas de los rboles, todava hmedas por la lluvia de la noche anterior, lo golpeaban en la cara mientras corra por el bosque, saltando por encima de rboles cados y riachuelos cuajados de rocas. La maleza se le enganchaba en los pantalones, y la veteada luz del sol le tentaba a alzar los ojos, al tiempo que lo impeda ver. El joven jadeaba, un sudor fro le corra por el rostro y senta que el corazn le lata con fuerza mientras l descenda por la ladera sin aflojar el paso. Finalmente, emergi de entre los rboles, tambalendose, y a punto estuvo de caerse de bruces en el sendero.

Escrut el cielo y descubri al ser. Aunque estaba demasiado lejos y era demasiado pequeo para saber qu era, le pareci que tena alas. Richard entrecerr los ojos e hizo visera con la mano para protegerse del brillante azul del cielo, tratando de asegurarse de que, realmente, vea unas alas que se movan. Pero el ser se desliz tras una colina y desapareci. Ni siquiera haba averiguado si era de color rojo.

Sin aliento, el joven se dej caer sobre una roca de granito situada a un lado de la senda y distradamente fue arrancando las ramas muertas de un rbol joven mientras contemplaba el lago Trunt. Tal vez debera contar a Michael lo ocurrido, confiarle lo de la enredadera y el ser rojo en el cielo, aunque saba que su hermano se reira de esta ltima parte. l mismo se haba burlado de tales historias.

No, Michael se enfadara si se enteraba de que se haba acercado al Lmite y contravenido sus instrucciones de quedarse al margen en la bsqueda del asesino. Richard saba que su hermano se preocupaba por l, o no le dara tanto la lata. Ahora que ya era mayor, poda rerse de sus constantes rdenes, aunque tena que seguir soportando sus miradas de desaprobacin.

Richard cort otra ramita y, lleno de frustracin, la lanz contra una roca plana. El joven decidi que no era nada personal, pues Michael siempre deca a todo el mundo qu tena que hacer, incluso a su padre.

El joven alej de su mente las duras crticas de su hermano. Hoy era un da importante para l, pues iba a aceptar el puesto de Primer Consejero. Como tal, Michael estara a cargo de todo; no slo de la ciudad del Corzo sino de todas las ciudades y aldeas de la Tierra Occidental, adems de la campia. Sera el responsable de todo y de todos. Michael se mereca el apoyo de Richard y lo necesitaba, tambin l haba perdido a su padre.

Por la tarde se celebrara una ceremonia y una gran celebracin en la casa de Michael, a la que acudiran importantes personas venidas de los rincones ms remotos de la Tierra Occidental. Richard tambin haba sido invitado. Al menos, haba montones de apetitosa comida, se dijo Richard, que de pronto se dio cuenta de que tena un hambre de lobo.

Sentado, observaba el lado opuesto del lago Trunt, all abajo. Desde la altura en la que se encontraba, las transparentes aguas del lago revelaban en algunos puntos las rocas del fondo y, en otros, hierbas alrededor de profundos agujeros. El camino del Buhonero serpenteaba entre los rboles y segua el borde del lago, por lo que algunos tramos eran claramente visibles y otros permanecan ocultos. Richard haba recorrido muchas veces esa parte del camino. En primavera la tierra junto al lago estaba mojada, pero ahora, tan avanzado el ao, estara seca. Ms al norte y al sur, el camino culebreaba por el bosque Alto Ven y pasaba inquietantemente cerca del Lmite, por lo que los viajeros solan evitarlo y preferan las sendas del bosque del Corzo. Richard era un gua y su trabajo consista en conducir a los viajeros sanos y salvos por el bosque. La mayora de tales viajeros eran dignatarios que necesitaban ms el prestigio de contar con los servicios de un gua local que una autntica orientacin.

Sus ojos quedaron prendidos en un punto. Algo se mova. Deseoso de saber qu haba visto, el joven escudri un punto situado en el extremo ms alejado del lago, donde el camino pasaba por detrs de un fino velo de rboles. Al verlo de nuevo ya no tuvo duda: era una persona. Tal vez era su amigo Chase. Quin si no un guardin del Lmite se dedicara a pasear por all?

Richard se baj de la pea de un brinco, se sacudi las ramitas y avanz unos pasos. La figura segua el camino hacia un lugar despejado al borde del lago. No era Chase, sino una mujer; una mujer ataviada con un buen vestido. Qu haca una mujer andando sola por el bosque Alto Ven, y adems llevando un buen vestido? Richard contempl cmo caminaba junto al lago por el sinuoso camino, apareciendo y desapareciendo de la vista. No pareca llevar ninguna prisa, aunque tampoco paseaba lentamente. Ms bien andaba con el paso acompasado de un viajero experimentado. Era lgico; no haba ninguna casa cerca del lago Trunt.

Otro movimiento capt la atencin del gua, y sus ojos escrutaron las sombras. Tres, no, cuatro, hombres cubiertos con capas y capuchas de color verde seguan a la mujer a una cierta distancia. Los perseguidores se movan sigilosamente, ocultndose tras rboles y rocas. Espiaban. Esperaban. Avanzaban. Richard se enderez, con los ojos abiertos de par en par y profundamente atento.

Acechaban a la mujer.

La confirmacin de que no haba dos sin tres.2En un primer momento Richard se qued paralizado, sin saber qu hacer. No poda estar seguro de que aquellos hombres acecharan a la mujer, pero si esperaba para cerciorarse sera demasiado tarde. Quin le haba dado a l vela en ese entierro? Adems, ni siquiera llevaba un cuchillo. Qu poda hacer un hombre desarmado contra cuatro? El joven sigui observando a la mujer y a los cuatro hombres que la seguan.

Qu oportunidad tena la mujer?

Richard se agazap, con los msculos tensos. El corazn se le aceler mientras pensaba en las posibilidades. El sol de la maana le haca sudar y respiraba entrecortadamente. Saba que del camino del Buhonero, un poco ms adelante de donde se encontraba la mujer, parta un atajo. Trat de acordarse de dnde estaba exactamente. El principal desvo de la bifurcacin, el de la izquierda, continuaba alrededor del lago y luego suba la colina, hacia el lugar desde el que Richard vigilaba. Si la mujer permaneca en el camino principal l poda esperarla y avisarla de que la seguan. Pero y entonces qu? Adems, tardara demasiado y los hombres la atraparan antes de que llegara. Una idea empez a tomar forma en su mente. El joven se levant de un salto y emprendi un rpido descenso por el camino.

Si poda llegar hasta ella antes de que los hombres la alcanzaran, y antes de la bifurcacin, la hara seguir el desvo de la derecha. Esa senda los alejara de los rboles y los llevara a unos salientes despejados, lejos del Lmite y en direccin a la ciudad del Corzo. Si caminaban rpido les podran dar esquinazo. Los hombres no sabran que haban tomado ese desvo y pensaran, al menos durante el tiempo suficiente para engaarlos y ponerla a ella a salvo, que su presa continuaba en el camino principal.

Todava exhausto por su anterior carrera, Richard corri como una exhalacin. Jadeaba. El camino volva a discurrir entre los rboles por lo que, al menos, no tena que preocuparse de que los hombres lo vieran. Los rayos del sol destellaban entre las copas. El camino estaba flanqueado por viejos pinos, y un suave colchn de hojas amortiguaba sus pasos.

Ya haba descendido una buena parte del sendero cuando empez a buscar el desvo. No poda estar seguro del trecho que haba recorrido; el bosque no le ofreca ningn punto de referencia y tampoco recordaba exactamente dnde naca el atajo. No era ms que una trocha y era muy fcil pasar de largo. Pero el joven sigui adelante, con la esperanza de encontrrselo a cada nuevo recodo. Al mismo tiempo trataba de pensar en qu le dira a la mujer cuando llegara hasta ella. Su mente iba tan rpida como sus piernas. Es posible que lo tomara por un compinche de sus perseguidores, que se asustara o que no lo creyera. No tendra mucho tiempo para convencerla de que fuera con l, de que deseaba ayudarla.

Desde una pequea elevacin el joven busc de nuevo el desvo, pero no lo vio y sigui corriendo. Ahora resoplaba. Saba que si no llegaba a la bifurcacin antes que ella, los dos estaran atrapados, y no tendra otra alternativa que dejar atrs a los hombres o luchar. Richard se senta demasiado exhausto para plantearse ninguna de ellas. Este pensamiento le dio alas a los pies. El sudor le corra por la espalda y la camisa se le pegaba a la piel. El frescor de la maana se haba convertido en un calor asfixiante, aunque l saba que slo lo senta as por el esfuerzo que realizaba. El bosque era una mancha borrosa que desfilaba a ambos lados.

Justo antes de una pronunciada curva a la derecha lleg por fin al atajo, y a punto estuvo de saltrselo. Busc huellas, para comprobar si la mujer haba pasado por all y tomado la trocha. No haba ninguna. Aliviado y agotado, Richard cay de rodillas y se sent en cuclillas, tratando de recuperar el aliento. Por ahora todo iba bien; haba llegado a la bifurcacin antes que ella. Ahora tena que lograr que lo creyera antes de que fuera demasiado tarde.

Mientras se apretaba con la mano derecha el costado, en el que senta dolorosas punzadas, y trataba de recuperar el resuello, Richard empez a preocuparse por la posibilidad de hacer el ridculo. Y si no era ms que una chica y sus hermanos que jugaban? Quedara como un tonto. Cmo se reiran de l!

El joven contempl la herida en el dorso de la mano, que se vea roja, y le dola. Asimismo record lo que haba visto en el cielo y la decidida manera de andar de la desconocida, no pareca una nia que jugara. Adems, era una mujer y no una chica. Richard evoc el estremecimiento de temor que le haban provocado aquellos cuatro hombres. Era el tercer incidente extrao de la maana: cuatro hombres siguiendo de cerca y sigilosamente a una mujer. No hay dos sin tres. No, se dijo meneando la cabeza, no se trataba de un juego. l saba qu haba visto. No era un juego. La estaban acechando.

Richard se irgui un poco y sinti que su cuerpo emita oleadas de calor. Se dobl por la cintura, con las manos abrazndose las rodillas, e inspir profundamente antes de erguirse por completo.

Sus ojos se posaron en la mujer, que en ese momento doblaba el recodo y, por un instante, se qued sin aliento. Su abundante y larga mata de brillante cabello castao realzaba las curvas de su cuerpo. Era alta, casi tanto como l, y tendra aproximadamente la misma edad. Llevaba un vestido casi blanco, con escote cuadrado y una pequea bolsa de piel curtida a la cintura. La tela era fina y lisa, pareca incluso relucir. Richard nunca haba visto un vestido igual, sin las habituales puntillas ni volantes, sin estampados ni colores que distrajeran del modo en que la tela moldeaba sus formas. Era un vestido simple y elegante. La mujer se detuvo y los largos pliegues del vestido, que arrastraba por el suelo, se arremolinaron regiamente en torno a sus piernas.

Richard se acerc y se detuvo a tres pasos de distancia, pues no quera parecer una amenaza. La mujer se mantena derecha y en silencio, con los brazos a los lados. Sus cejas se arqueaban airosamente, como las alas de un halcn en pleno vuelo. Sus ojos verdes se posaron sin miedo en los del joven. La conexin fue tan intensa que a Richard le pareci que su propio yo se perda en esa mirada. Senta que la conoca desde siempre, que ella siempre haba sido una parte de l, que las necesidades de esa mujer eran las suyas. La desconocida lo contena con su mirada con la misma firmeza que una argolla de hierro; buscaba sus ojos como si fueran su alma, tratando de hallar una respuesta. Estoy aqu para ayudarte, dijo Richard mentalmente, y nunca haba dicho ni pensado algo ms en serio.

La mirada de la mujer se relaj y lo dej libre. En sus ojos Richard vio algo que lo atrajo ms que su belleza: inteligencia. sta brillaba en sus ojos, arda en ella y, por encima de todo, el joven sinti que aquella mujer era totalmente ntegra. Se senta seguro.

Una alarma se dispar en su mente, recordndole por qu estaba all y que no haba tiempo que perder.

Estaba all arriba dijo sealando, y te vi.

La mujer mir hacia donde sealaba. l mir a su vez y se dio cuenta de que sealaba una maraa de ramas y hojas. No podan ver la colina porque los rboles tapaban la vista. El joven baj el brazo sin decir nada, y trat de obviar la plancha. Los inquisitivos ojos de la mujer volvieron a posarse en los suyos, a la espera.

Estaba all, sobre una colina empez de nuevo Richard, hablando bajo. Te vi andando por el camino que bordea el lago. Unos hombres te siguen.

La mujer no mostr ninguna emocin, pero no desvi la mirada.

Cuntos son? pregunt.

Cuatro respondi l, aunque la pregunta se le antoj extraa.

La mujer palideci.

Entonces volvi la cabeza, observando el bosque a su espalda y escrutando brevemente las sombras. Finalmente, sus verdes ojos buscaron de nuevo los de Richard.

Quieres ayudarme? Exceptuando su palidez, su exquisito rostro no revelaba ninguna emocin.

Antes de que su mente formulara el pensamiento, Richard se oy a s mismo contestar afirmativamente.

Qu propones? inquiri la mujer, y su semblante se suaviz.

Hay una trocha que nace aqu. Si la tomamos y ellos continan por el camino principal, podremos despistarlos.

Y si no? Y si nos siguen?

Ocultar nuestras huellas. El joven meneaba la cabeza para tratar de tranquilizarla. No nos seguirn. Vamos, no hay tiempo...

Y si lo hacen? lo interrumpi ella. Cul es tu plan?

Son muy peligrosos? pregunt Richard tras estudiar brevemente la cara de la desconocida.

S respondi simplemente, y se puso tensa.

El modo en que pronunci el s lo sobresalt. Por los ojos de la mujer cruz una fugaz mirada de puro terror.

Bueno, la trocha es estrecha y escarpada contest Richard, pasndose una mano por el pelo. No podrn rodearnos.

Vas armado?

El joven neg con la cabeza, demasiado enfadado consigo mismo por haberse olvidado el cuchillo para responder en voz alta.

La mujer asinti y dijo:

Entonces debemos darnos prisa.Tras tomar la decisin no cruzaron ni media palabra ms, pues cualquier sonido podra delatarlos. Richard borr sus huellas y le indic por seas que fuese ella delante, de modo que l quedara entre la mujer y sus perseguidores. La mujer no vacil. Los pliegues de su vestido ondearon tras ella cuando avanz. Los jvenes y exuberantes rboles del Ven se apiaban a los lados de ambos, convirtiendo la vereda en una estrecha, sombra y verde va amurallada que se abra paso entre la maleza y el ramaje. No podan ver nada a su alrededor. Richard iba mirando tras de s, aunque la vista apenas le alcanzaba. La mujer avanzaba con prontitud, sin necesidad de que l la animara.

Al rato la trocha se hizo ms empinada y rocosa, y los rboles empezaron a ralear, con lo que se les ofreci una vista ms amplia. La trocha serpenteaba bordeando profundos cortes en el terreno y cruzando quebradas cubiertas de hojas. Las hojas secas se dispersaban a su paso. Los pinos y abetos fueron sustituidos por rboles de madera noble, en su mayora abedules. El sol se filtraba entre las ramas, que se balanceaban sobre sus cabezas y formaban pequeas manchas luminosas en el suelo del bosque. Los puntos negros en las cortezas blancas de los abedules daban la impresin de ser cientos de ojos que los vigilaran. Salvo por el estridente graznido de algunos cuervos, en el bosque reinaba un absoluto silencio.

Al llegar a la base de una pared de granito que segua la trocha, Richard le hizo un gesto para que se acercara, y a continuacin se llev un dedo a los labios para indicarle que deba caminar con mucho cuidado para no hacer ruidos, pues delataran su posicin a sus perseguidores. Cada vez que un cuervo graznaba, el eco difunda el sonido por las colinas. Richard conoca aquel lugar; la forma de la pared de roca poda transportar el sonido a kilmetros de distancia. El joven indic a la mujer las rocas redondas cubiertas de musgo desparramadas por el liso suelo del bosque. La idea era que caminaran sobre ellas para evitar romper las ramitas ocultas bajo el manto de hojas. Richard apart algunas hojas para mostrarle las ramas, fingi romperlas y acto seguido se llev una mano a la oreja. La mujer asinti para indicarle que lo comprenda, se arremang la falda del vestido con una mano y se dispuso a pisar la primera de las rocas. Richard le toc un brazo para que volviera a mirarlo y fingi que resbalaba y caa, advirtindole as que el musgo estaba resbaladizo. Ella sonri y asinti de nuevo antes de proseguir. Su inesperada sonrisa emocion al joven y mitig su profundo temor. Mientras saltaba de una roca a otra, Richard se permiti confiar en que lograran escapar.

A medida que la vereda ascenda, los rboles fueron hacindose menos numerosos. El suelo rocoso no era el ms adecuado para que echaran races. Muy pronto, los rboles slo crecan en grietas y se vean nudosos, retorcidos, esmirriados, para no dar la menor oportunidad al viento, que podra arrancarlos de su precario anclaje.

Silenciosamente la pareja dej atrs los rboles y avanz por los salientes. Ahora la senda no estaba claramente marcada y haba muchos senderos falsos. La mujer volva a menudo la cabeza para que el joven la guiara en la direccin correcta sealando o con un cabeceo. Richard se preguntaba cul sera su nombre, pero el temor a sus cuatro perseguidores lo impeda hablar. Aunque la trocha era empinada y difcil, no tuvo que aminorar el paso por ella. La mujer era una buena andarina. Richard se fij en que llevaba unas buenas botas de piel suave, el tipo de calzado que se pondra un viajero experimentado.

Haca ms de una hora que haban abandonado el bosque y suban a pleno sol por los salientes. Se dirigan al este, aunque despus la vereda torcera al oeste. Los hombres que los seguan tendran que mirar con el sol de cara para poder verlos. Richard procuraba que la mujer avanzara lo ms agachada posible y lanzaba frecuentes vistazos hacia atrs, buscando cualquier signo de los hombres. Cuando los vio a orillas del lago Trunt se escondan, pero ahora no haba lugar donde ocultarse. No haba ni rastro de ellos, y Richard empez a sentirse mejor. Nadie los segua y, probablemente, ya se encontraban a kilmetros del camino del Buhonero. Cuanto ms se alejaran del Lmite, mejor se sentira l. Su plan haba funcionado.

Puesto que, al parecer, nadie los segua, Richard dese poder detenerse para descansar y aliviar el dolor de su mano, pero ella no daba ninguna muestra de que necesitara ni deseara una pausa. La mujer segua adelante como si sus perseguidores les pisaran los talones. Richard record su mirada cuando le pregunt si eran peligrosos y desech al instante cualquier pensamiento de detenerse.

A medida que la maana iba avanzando se intensificaba un calor poco habitual en aquella poca del ao. El cielo era de un brillante color azul, salpicado nicamente por un puado de tenues nubes blancas que avanzaban perezosamente. Una de ellas pareca una serpiente con la cabeza inclinada y la cola levantada. Era una forma tan poco usual que Richard record haberla visto antes ese mismo da, o fue ayer? Tendra que hablarle de ella a Zedd la prxima vez que se encontraran. Zedd lea las nubes, y si Richard se olvidaba de mencionarle que la haba visto, tendra que soportar un sermn de una hora sobre la importancia de las nubes. Probablemente Zedd la estaba observando en ese mismo instante y se preguntara, inquieto, si Richard se haba fijado en ella.

La senda los condujo a la cara meridional de la pequea Montaa Azul, por donde cruzaba un precipicio cortado a pico que daba nombre al monte. La trocha cruzaba el barranco a media altura y ofreca una vista panormica de la parte sur del bosque Alto Ven y, a la izquierda, casi oculta tras la pared de roca, las altas y escarpadas cumbres que pertenecan al Lmite. Richard distingui unos agonizantes rboles marrones que resaltaban contra el manto verde. Ms arriba an, ms cerca del Lmite, los rboles muertos eran numerosos. El joven se dio cuenta de que contemplaba los estragos de la enredadera.

Ambos cruzaron rpidamente el precipicio. Estaban completamente a la vista y sin ningn lugar en el que ocultarse, por lo que cualquiera podra verlos con suma facilidad. Sin embargo, al otro lado la senda empezara a descender hacia el bosque del Corzo y despus hacia la ciudad. Aunque los hombres se dieran cuenta de su error y los siguieran, Richard y la mujer les llevaban mucha ventaja.

Al aproximarse al otro lado del barranco la senda cambiaba. Ya no era una trocha estrecha y traicionera, sino que se ensanchaba lo suficiente para que dos personas pudieran andar una al lado de la otra. Richard rozaba con la mano derecha la pared de roca, tratando de calmarse, al tiempo que miraba por el costado el suelo sembrado de rocas que se extenda a un centenar de metros a sus pies. Se volvi otra vez para comprobar que nadie los segua. Perfecto.

Al volverse de nuevo, la mujer qued paralizada, y los pliegues del vestido se le arremolinaron alrededor de las piernas.

Delante de ellos, en la senda que un momento antes estaba vaca, haban aparecido dos de los hombres. Richard era ms corpulento que la mayora de los hombres, pero aquellos lo superaban. Llevaban capas y capuchas de un verde oscuro que les ocultaban el rostro, pero que no lograban disimular la corpulencia de sus musculosos cuerpos. Los pensamientos se agolpaban en la mente del joven mientras trataba de imaginarse cmo se las habran arreglado para adelantarlos.

Hombre y mujer se volvieron, dispuestos a echar a correr. De arriba cayeron dos cuerdas, y los otros dos hombres se descolgaron por ellas y aterrizaron pesadamente en la senda, cortndoles la retirada. Eran tan corpulentos como los dos primeros. Las hebillas y correas de cuero que llevaban bajo las capas sujetaban un verdadero arsenal de armas, que relucan a la luz del sol.

Richard se volvi hacia los dos primeros, los cuales se echaron atrs las capuchas tranquilamente. Ambos eran rubios, de cuello recio y mostraban rostros de facciones duras pero apuestas.

T puedes pasar, chico. Slo la queremos a ella. La voz del hombre sonaba profunda y casi amistosa. No obstante, contena una amenaza tan cortante como el filo de una espada. Mientras hablaba, el hombre se quit los guantes de piel y se los guard en el cinturn, sin dignarse mirar a Richard. Obviamente, no lo consideraba un obstculo. Pareca ser el jefe, pues los otros tres aguardaban en silencio.

Richard nunca se haba encontrado en una situacin similar a aqulla. l nunca se permita perder los estribos y su simpata lograba casi siempre convertir los ceos en sonrisas. Y, si las palabras no bastaban, era lo suficientemente rpido y fuerte para poner fin a las amenazas antes de que nadie resultara herido, o simplemente daba media vuelta y se iba. Pero saba que aquellos hombres no queran hablar y era evidente que no le tenan miedo. El joven dese poder dar media vuelta e irse.

Richard busc los ojos verdes de la desconocida y contempl el semblante de una mujer orgullosa que le imploraba ayuda.

No pienso abandonarte le susurr con voz firme, inclinndose hacia ella.

El rostro de la joven reflej alivio. Entonces, asinti levemente y pos una mano en el antebrazo de Richard.

Qudate entre ellos y no permitas que me ataquen todos a la vez susurr la mujer. Y no me toques cuando se acerquen a m. La mano de ella le apret el brazo y sus ojos no se apartaron de los del joven, esperando la confirmacin de que haba entendido sus instrucciones. Richard asinti. Que los buenos espritus nos amparen dijo ella.

Entonces dej que ambas manos le cayeran a los costados y se volvi para encararse a los dos hombres de su espalda. Tena el rostro muy sereno y desprovisto de cualquier emocin.

Lrgate, chico. La voz del jefe sonaba ms dura, y sus feroces ojos azules relampagueaban. Es mi ltima oferta mascull.

Richard trag saliva y procur que su voz sonara segura de s.

Ambos pasaremos. El corazn pareca que se le quera salir por la boca.

No ser hoy replic el jefe de modo tajante. Dicho esto sac un cuchillo curvo de inquietante aspecto.

El otro hombre desenvain una espada corta que llevaba a la espalda y, con una depravada sonrisa, se la pas por el interior de su musculoso antebrazo, manchando la hoja de sangre. A su espalda Richard percibi el sonido del acero al ser desenvainado. El miedo lo tena paralizado. Todo estaba ocurriendo demasiado deprisa. No tenan ninguna posibilidad. Ninguna.

Por un breve instante nadie se movi. Richard se encogi cuando los cuatro hombres profirieron gritos de batalla, como hombres dispuestos a morir en un combate a muerte. Entonces lanzaron una aterradora carga, todos a una. El que enarbolaba la espada corta arremeti contra Richard. Mientras lo vea acercarse, el joven oy detrs de l cmo otro de los hombres agarraba a la mujer.

Entonces, cuando ya casi tena al atacante encima, se produjo un fuerte impacto en el aire, como un trueno silencioso. No obstante, fue tan violento que sinti un agudo dolor en todas las articulaciones del cuerpo. A su alrededor se levant un polvo que se extendi en crculo.

El hombre de la espada tambin se resinti y, por un instante, se olvid de Richard para concentrarse en la mujer. Se precipit contra ella. Richard se apoy en la pared de roca y lo golpe en pleno pecho con ambos pies tan fuerte como pudo, lanzando al atacante fuera de la senda, hacia el vaco. Los ojos del hombre se abrieron desmesuradamente por la sorpresa al tiempo que caa de espaldas hacia las rocas de abajo, sosteniendo an la espada en alto con ambas manos.

Richard se llev un buen susto al ver que uno de los dos atacantes que tena a su espalda tambin caa al vaco, con el pecho desgarrado y cubierto de sangre. Antes de poder pensar en ello, el jefe carg contra la mujer con su cuchillo curvo. Al pasar junto a Richard, lo golpe con la base de la mano en el centro del pecho. El golpe dej al joven sin resuello y lo empuj con fuerza contra la pared, impulsando su cabeza contra la roca. Mientras pugnaba por permanecer consciente, el nico pensamiento de Richard era que tena que detenerlo antes de que llegara a la mujer.

Haciendo acopio de unas fuerzas que no saba que posea, agarr al hombre por su fornida mueca y lo oblig a darse la vuelta. El cuchillo traz un arco hacia l, la hoja brillando a la luz del sol. Los ojos azules del atacante reflejaban un hambre asesina. Richard no haba estado tan asustado en su vida.

En ese instante supo que estaba a punto de morir.

Entonces, el ltimo hombre, armado con una espada corta cubierta de sangre, pareci salir de la nada para chocar contra el jefe y hundirle el acero en el vientre. El choque fue tan violento que lanz a ambos por el precipicio. El grito de rabia del ltimo hombre se oy durante toda la cada, hasta que se estrell contra las rocas del fondo.

Un atnito Richard se asom por el borde, sin poder apartar la vista. Con cierta renuencia se volvi hacia la mujer, temeroso de mirar, aterrorizado de encontrrsela cubierta de sangre y muerta. Pero sta estaba sentada en el suelo, apoyada contra la pared del precipicio, exhausta pero ilesa. Tena una mirada ausente. Todo haba acabado de manera tan repentina que Richard no comprenda qu haba pasado ni cmo. De pronto l y la mujer estaban solos, en silencio.

El joven se dej caer junto a ella en la roca calentada por el sol. El golpe en la cabeza contra la pared le haba provocado un intenso dolor de cabeza. Richard no le pregunt si estaba bien, era evidente. Se senta demasiado abrumado para poder hablar y notaba que a ella le ocurra lo mismo. La mujer se dio cuenta de que tena sangre en el dorso de la mano y se la limpi en la pared, aadiendo una mancha de sangre a las ya existentes. Richard crey que iba a devolver.

No poda creer que siguieran vivos. Pareca imposible. Qu haba sido ese trueno silencioso? Y el dolor que le caus? Nunca antes haba visto nada igual. Se estremeca al recordarlo. Fuera lo que fuese, ella tena algo que ver, y le haba salvado la vida. Haba sido algo sobrenatural, y Richard no saba si quera saber ms detalles.

La mujer recost la cabeza contra la roca, la volvi hacia el joven y le dijo:

Ni siquiera s tu nombre. Quera preguntrtelo antes pero me daba miedo hablar. Con un gesto vago seal el borde del precipicio. Estaba muy asustada... No quera que nos encontraran.

Por su voz Richard pens que iba a echarse a llorar y la mir. Su impresin haba sido equivocada, pero l s tena ganas de llorar. El joven asinti para indicar que la comprenda.

Me llamo Richard Cypher.

Los ojos verdes de la mujer escrutaron la faz del joven. La suave brisa impulsaba mechones de pelo hacia su rostro.

Hay muy pocas personas que se hubieran quedado junto a m dijo ella con una sonrisa. A Richard su voz le pareci tan atractiva como el resto de su persona. Haca juego con la chispa de inteligencia que brillaba en sus ojos. El joven se qued casi sin aliento. Eres una persona excepcional, Richard Cypher.

El joven not consternado que se ruborizaba. La mujer desvi la mirada, fingiendo que no lo notaba, al tiempo que se apartaba el pelo de la cara.

Yo me llamo... Empez a decir ella, pero se lo pens mejor, se volvi hacia l y aadi: Me llamo Kahlan. Kahlan Amnell.

T tambin eres una persona excepcional, Kahlan Amnell dijo el joven, mirndola fijamente a los ojos. Hay muy pocas personas capaces de enfrentarse a esos hombres como hiciste t.

La mujer no se ruboriz pero sonri de nuevo. Era una sonrisa extraa, una sonrisa especial que esbozaba con los labios apretados y sin mostrar los dientes; el tipo de sonrisa de alguien que decide confiar en otra persona. Sus ojos centelleaban. Era una sonrisa cmplice.

Richard se llev la mano a la parte posterior de su dolorida cabeza, se palp el chichn y con los dedos comprob si sangraba. En contra de lo que esperaba, no. Entonces volvi a fijar la vista en la mujer, preguntndose qu habra ocurrido, qu habra hecho ella y cmo. Primero estaba lo del trueno silencioso, luego haba arrojado a uno de los hombres al vaco, otro haba matado al jefe en vez de a ella y despus se haba matado.

Bueno, Kahlan, amiga ma, puedes decirme por qu nosotros estamos vivos y ellos han muerto?

Lo dices en serio? inquiri la mujer sorprendida.

El qu?

Lo de amiga respondi en tono vacilante.

Pues claro. Richard se encogi de hombros. Acabas de decir que no te abandon. Eso slo lo hara un amigo, no? El joven le sonri.

No lo s replic Kahlan, volviendo la cabeza. Manose una manga del vestido y baj la vista. Yo nunca he tenido un amigo. Excepto, quiz, mi hermana... La voz de Kahlan expresaba un profundo pesar.

Bueno, ahora tienes uno repuso el joven en su tono ms jovial. Despus de todo, acabamos de pasar juntos un mal trago. Nos ayudamos y hemos logrado sobrevivir.

La mujer se limit a asentir. Richard dej vagar la mirada por el Ven, el bosque que tan bien conoca. A la luz del sol, el verde de los rboles pareca luminoso y exuberante. Unas manchas marrones a la izquierda le llamaron la atencin; correspondan a rboles muertos o moribundos rodeados por otros sanos. Hasta esa maana, en que encontr la enredadera y sta lo mordi, no haba sospechado que hubiera llegado hasta all arriba, hasta el Lmite. Richard casi nunca se internaba en el bosque Ven tan cerca del Lmite. Otras personas se mantenan a kilmetros de distancia y los nicos que se aproximaban eran los viajeros que pasaban por el camino del Buhonero o los cazadores, aunque se cuidaban de guardar las distancias. El Lmite era la muerte. Se deca que quien se aventuraba en el Lmite no slo arriesgaba la vida sino tambin el alma. Los guardianes se encargaban de mantener lejos a la gente.

Y qu hay de lo otro? pregunt, mirndola de soslayo. Me refiero a que sigamos vivos. Cmo es posible?

Creo que los buenos espritus nos protegieron contest Kahlan, rehuyendo los ojos del joven.

Richard no crey ni media palabra pero, por mucho que deseara conocer la respuesta, no iba a obligarla a decir algo que no quera. Su padre le haba enseado a respetar el derecho de los dems a guardar sus secretos. A su debido tiempo, y si lo deseaba, Kahlan se le confiara, pero l no la forzara.

Todo el mundo tiene secretos, incluso l mismo. De hecho, el asesinato de su padre y los acontecimientos de ese da haban removido cosas en las que el joven prefera no pensar.

Kahlan dijo, procurando que su voz sonara tranquilizadora, ser amigos no significa que tengas que contrmelo todo.

La mujer no lo mir, pero asinti.

Richard se puso de pie. La cabeza le dola, al igual que la mano, y ahora se daba cuenta de que tambin el pecho, donde aquel hombre lo haba golpeado. Para acabarlo de rematar, record que tena hambre. Michael! Haba olvidado por completo la fiesta de su hermano mayor. El joven mir al sol y supo que iba a llegar tarde. Ojal no se perdiera el discurso. Se llevara a Kahlan consigo, le contara a su hermano lo de aquellos hombres y le proporcionara a su nueva amiga proteccin.

Tendi la mano a Kahlan para ayudarla a levantarse. sta lo mir sorprendida. Richard no retir la mano. La mujer lo mir a los ojos y acept la ayuda.

Es que ningn amigo te ha tendido la mano? inquiri Richard con una sonrisa.

No contest ella, apartando los ojos.

El joven percibi que se senta incmoda y cambi de tema.

Cundo ha sido la ltima vez que comiste algo?

Hace dos das repuso ella sin mostrar ninguna emocin.

Richard enarc las cejas.

Entonces debes de estar ms hambrienta que yo. Vamos, te llevar a casa de mi hermano. El joven se asom por el borde del precipicio y aadi: Tendremos que decirle lo de los cuerpos. l sabr qu hacer. Y volvindose otra vez hacia ella, pregunt: Kahlan, sabes quines eran esos hombres?

Se los conoce como cuadrilla contest la mujer con mirada dura. Son, bueno, son como asesinos a sueldo que van en grupos de cuatro. Matan a personas. Su rostro recuper la tranquila serenidad que mostraba la primera vez que Richard la vio. Creo que cuantas menos personas sepan que estoy aqu, ms segura estar.

El joven se sobresalt; nunca haba odo nada parecido. Se pas la mano por el pelo, tratando de pensar. Su mente se vio asaltada de nuevo por sombros pensamientos. Por alguna razn, lo aterrorizaba lo que la mujer pudiera decir, pero tena que preguntar. Y as lo hizo, mirndola fijamente a los ojos y, esta vez, esperando la verdad:

Kahlan, de dnde vino esa cuadrilla?

La mujer estudi el rostro del joven unos momentos antes de contestar.

Supongo que me siguieron el rastro por la Tierra Central y a travs del Lmite.

Richard not una sensacin de fro en la piel y un picor que le suba por los brazos hasta la nuca, ponindole de punta los finos pelos de esa zona. Una ira profundamente enterrada dentro de s se despert y sus secretos se removieron.

Tena que estar mintiendo. A nadie se le ocurrira cruzar el Lmite.

Absolutamente a nadie.

Nadie poda entrar ni salir de la Tierra Central. El Lmite era una suerte de infranqueable muralla desde antes de que l naciera.

Era una tierra mgica.3Michael viva en una enorme estructura de piedra blanca, bastante apartada del camino. Los tejados de pizarra, colocados en ngulos e inclinaciones muy diversas, se unan en caprichosas formas, rematadas por una claraboya emplomada que dejaba pasar la luz al saln principal. El acceso a la casa, flanqueado por imponentes robles blancos que lo resguardaban del brillante sol de la tarde, atravesaba una buena extensin de prados antes de llegar a los jardines de diseo simtrico, dispuestos a ambos lados. Los jardines estaban en plena floracin. Estaba tan avanzado el ao que Richard supuso que las flores se habran criado en invernaderos para aquella ocasin tan especial.

Los invitados, vestidos de punta en blanco, paseaban por los prados y jardines e hicieron que Richard se sintiera fuera de lugar. Era consciente que deba de presentar un aspecto desastroso, con el atuendo que se pona para ir al bosque, sucio y manchado de sudor, pero no quera perder tiempo pasando por su casa y asendose. Adems, estaba de un humor sombro y no le importaba su aspecto. Tena cosas ms importantes en que pensar.

Kahlan, por su parte, no desentonaba tanto. Vindola en su inslito pero llamativo vestido, nadie dira que tambin ella acababa de salir del bosque. Teniendo en cuenta la cantidad de sangre que se haba vertido en el Despeadero Mocho, era sorprendente que no se hubiera manchado.

En vista de lo mucho que haba alterado a Richard saber que haba llegado de la Tierra Central atravesando el Lmite, Kahlan no haba dicho ni media palabra ms sobre el tema. Richard necesitaba tiempo para reflexionar sobre ello, y ella no insisti. En vez de eso, la mujer le hizo preguntas sobre la Tierra Occidental, sobre cmo eran sus gentes y dnde vivan. El joven le describi la casa que habitaba en el bosque del Corzo y le cont que trabajaba como gua para los viajeros que se dirigan a la ciudad del Corzo, o salan de ella, y deban cruzar el bosque.

Tienes chimenea en tu casa? quiso saber la mujer.

S.

Y enciendes el fuego?

Pues claro, para cocinar. Por qu?

Kahlan simplemente se encogi de hombros y su mirada se pos en los campos.

Echo de menos sentarme frente al fuego, eso es todo.

Por perturbadores que hubieran sido los acontecimientos de ese da, que haban venido a aadirse a su pena, era agradable poder hablar con alguien, aunque ese alguien se mostrara tan reservado.

Me muestra su invitacin, seor? pidi una voz grave situada a la sombra de la entrada.

Invitacin? Richard gir sobre sus talones para ver quin le haba hablado y se encontr con una mueca maliciosa. Era su amigo Chase, guardin del Lmite. Ambos se saludaron cordialmente con un fuerte apretn de manos.

Chase era un hombre fornido, sin barba ni bigote y con una mata de pelo castao claro que segua siendo tan espesa como cuando era joven. Slo los cabellos grises de las patillas delataban el paso del tiempo. Sus pobladas cejas sombreaban unos ojos de intenso color marrn que lanzaban lentas miradas de soslayo mientras hablaba y que no perdan detalle. Esa costumbre daba a la gente la impresin totalmente equivocada de que no prestaba atencin. Pese a su corpulencia, Richard saba que Chase era temiblemente rpido cuando era preciso. El guardin del Lmite llevaba un par de cuchillos a un lado del cinturn y una maza de guerra de seis puntas al otro. La empuadura de una espada corta sobresala de su hombro derecho y a la izquierda llevaba una ballesta con un juego de flechas con punta de acero y lengeta que colgaba de una correa de cuero.

Parece que no quieres perderte la ocasin de comer gratis coment Richard, enarcando una ceja.

No ser aqu, como invitado replic Chase ponindose serio y mirando a Kahlan.

Richard se apercibi de lo embarazoso de la situacin, cogi a la mujer por el brazo y la hizo avanzar. Ella se aproxim a Chase sin ningn temor.

Chase, sta es mi amiga Kahlan la present, al tiempo que le diriga una sonrisa. Kahlan, te presento a Dell Marcafierro, aunque todo el mundo lo llama Chase. Es un viejo amigo mo. Con l estamos totalmente seguros. Y volvindose hacia Chase aadi: Puedes confiar en ella.

Kahlan mir al hombretn, le sonri y lo salud con una inclinacin de cabeza.

Chase la imit, y as quedaron hechas las presentaciones. La palabra de Richard era toda la garanta que necesitaban. Los ojos del guardin recorrieron la multitud y se detuvieron en varios invitados. Deseoso de sustraerse del inters que despertaban, empuj a sus amigos a un lado, hacia las sombras, apartndolos de los escalones iluminados por el sol.

Tu hermano ha convocado a todos los guardianes del Lmite. Chase hizo una pausa y volvi a mirar alrededor. Quiere que nos convirtamos en su guardia personal.

Qu?! Pero eso es absurdo! Richard no daba crdito a lo que haba odo. Ya tiene a la milicia local y al ejrcito. Para qu necesita a un puado de guardianes del Lmite?

S, para qu? Chase llev la mano izquierda a uno de los cuchillos. Como de costumbre, su rostro no dejaba traslucir ninguna emocin. Tal vez nos quiere a su alrededor para aparentar. La gente nos teme. Desde que tu padre fue asesinado no has salido del bosque. No es ningn reproche; seguramente yo habra hecho lo mismo. Lo nico que digo es que no has estado por aqu. Han sucedido cosas muy extraas, Richard. Hay gente que llega y se va en plena noche. Michael los llama ciudadanos preocupados y dice disparates sobre conspiraciones contra el gobierno. Tiene a los guardianes en pie de guerra.

Richard mir alrededor y no vio a ninguno, aunque saba que eso no quera decir nada. Si un guardin del Lmite no quera ser visto, uno podra tenerlo ante sus narices y no verlo.

Chase tamborile con los dedos en el mango del cuchillo mientras contemplaba cmo Richard escudriaba a su alrededor.

Creme, mis chicos estn ah fuera.

Y cmo sabes que Michael no tiene razn? Despus de todo, el padre del nuevo Primer Consejero ha sido asesinado.

Conozco la Tierra Occidental como la palma de mi mano replic Chase con su ms cumplida mirada de desdn. No hay ninguna conspiracin. Si la hubiera, quizs incluso resultara divertido, pero creo que no soy ms que una pieza ms de la decoracin. Michael me dijo que estuviera visible. El rostro del guardin se endureci. Y en cuanto al asesinato de tu padre, bueno, George Cypher y yo nos conocamos desde haca mucho tiempo, antes de que t nacieras, antes incluso del Lmite. George era un buen hombre y yo me enorgulleca de poder llamarlo amigo. Sus ojos ardieron de rabia. El guardin se apoy sobre la otra pierna y ech otro vistazo alrededor antes de fijar de nuevo su fiera expresin en Richard. He retorcido algunos dedos con la fuerza suficiente para lograr que ciertas personas revelaran el nombre del culpable, aunque fuera su propia madre. Creme, nadie sabe nada, y a ms de uno le hubiera gustado poder decirme algo para abreviar nuestra... charla. Es la primera vez que persigo a alguien y no encuentro la ms mnima pista. Chase cruz los brazos y su mueca burlona reapareci mientras estudiaba a Richard de la cabeza a los pies. Y cambiando de tema, de dnde sales con esa pinta? Pareces uno de mis clientes.

Hemos estado en el Alto Ven respondi Richard tras lanzar una mirada a Kahlan. Nos atacaron cuatro hombres.

Algn conocido? inquiri Chase enarcando una ceja.

Richard neg con la cabeza.

Y adnde se fueron esos tipos despus de asaltaros? pregunt el guardin con el entrecejo fruncido.

Conoces la vereda que cruza el Despeadero Mocho?

Pues claro.

Los encontrars en las rocas del fondo. Tenemos que hablar.

Chase descruz los brazos y mir fijamente a la pareja.

Ir a echar un vistazo. Sus cejas formaron una uve. Cmo lo hicisteis?

Supongo que los buenos espritus nos ampararon repuso Richard tras intercambiar una fugaz mirada con Kahlan.

De veras? Chase los mir con suspicacia. Bueno, ser mejor que esperes un poco antes de decrselo a Michael. Dudo que l crea en los buenos espritus. Si lo consideris necesario aadi, estudiando ambos rostros, os podis quedar en mi casa. All estaris seguros.

Richard pens en la caterva de hijos de Chase y supo que no quera ponerlos en peligro. Pero, como tampoco deseaba discutir con su amigo, simplemente asinti.

Ser mejor que entremos. Seguro que Michael me echa en falta.

Una cosa ms apunt Chase. Zedd quiere verte. Est muy preocupado por algo. Dice que es muy importante.

Richard mir por encima del hombro y volvi a ver la extraa nube con forma de serpiente.

Yo tambin debo verlo dijo, dndose media vuelta y disponindose a marcharse.

Richard Chase lo detuvo con una mirada que hubiera dejado fulminado a cualquier otro, dime qu hacas en el Alto Ven.

Lo mismo que t contest el joven sin amilanarse. Buscar una pista.

Y la encontraste? Chase suaviz el gesto y volvi a esbozar una media sonrisa.

S asinti Richard al tiempo que alzaba la mano derecha roja y herida, y muerde.

Ambos se dieron media vuelta y se mezclaron con la multitud. Cruzaron la entrada y se encaminaron al elegante saln central por un suelo de mrmol blanco. Las paredes y las columnas, asimismo de mrmol, emitan un fro e inquietante resplandor a la luz de los rayos del sol que entraban por la claraboya. Richard siempre haba preferido la calidez de la madera, pero Michael afirmaba que cualquiera poda hacer cualquier cosa con madera, pero que si uno quera mrmol tena que contratar a un montn de personas que vivan en casas de madera para que hicieran el trabajo. Richard recordaba que antes de que muriera su madre, l y Michael solan jugar en el barro a construir casas y fuertes con ramitas. Entonces Michael lo ayudaba, y ahora Richard volva a necesitar su ayuda, desesperadamente.

Algunos conocidos lo saludaron, pero Richard slo responda con una sonrisa inexpresiva o un rpido apretn de manos. Al joven le sorprendi que Kahlan, siendo como era de una tierra extraa, se sintiera tan cmoda entre tanta gente bien. Ya se le haba ocurrido que ella deba de ser alguien importante, pues las bandas de asesinos no se toman tantas molestias por alguien insignificante.

A Richard le costaba sonrer a todo el mundo. Si los rumores de que haba unos seres que provenan del Lmite eran ciertos, toda la Tierra Occidental corra grave peligro. Los campesinos que habitaban las zonas aisladas del valle del Corzo ya no se atrevan a salir de noche y contaban historias de personas que haban sido devoradas. Richard haba tratado de convencerlos de que esas personas haban muerto de muerte natural y luego los animales salvajes haban comido de los cuerpos. Era algo corriente. Pero los campesinos arguyeron que se trataba de bestias del cielo. Richard le quit importancia diciendo que eran tontas supersticiones.

Hasta ahora.

Incluso rodeado de tanta gente, Richard senta una abrumadora soledad. Estaba confuso y no saba qu hacer. No saba a quin recurrir. La nica persona que le haca sentir mejor era Kahlan, pero tambin lo asustaba. Lo sucedido en el precipicio lo asustaba. Richard tena ganas de cogerla y abandonar la fiesta.

Zedd sabra qu hacer. l viva en la Tierra Central antes del Lmite, aunque nunca hablaba sobre ello. Y luego estaba esa perturbadora intuicin de que todo esto tena algo que ver con la muerte de su padre, y que la muerte de su padre tena algo que ver con sus propios secretos, los secretos que su padre le confiara a l y slo a l.

Lo siento, Richard dijo Kahlan, ponindole una mano sobre el brazo. No saba... lo de tu padre. Lo siento.

Gracias. Los aterradores acontecimientos de ese da casi se lo haban hecho olvidar, hasta que Chase volvi a mencionarlo. Pero slo casi. El joven se encogi ligeramente de hombros. Esper un momento a que pasara una mujer ataviada con un vestido azul de seda con volantes de encaje blanco alrededor del cuello, los puos y la pechera. El joven mantuvo la mirada gacha para no tener que responder a una eventual sonrisa. Ocurri hace tres semanas. Cont brevemente a Kahlan lo sucedido y sta lo escuch.

Lo siento, Richard. Quiz prefieras estar solo.

No, est bien as repuso l, obligndose a sonrer. Ya he estado solo el tiempo suficiente y siempre ayuda hablar con un amigo.

La mujer le dedic una fugaz sonrisa y un asentimiento, tras lo cual ambos se abrieron paso entre la multitud. Richard se pregunt dnde se habra metido Michael. Era extrao que todava no hubiera hecho acto de presencia.

Aunque l haba perdido el apetito saba que Kahlan llevaba dos das sin comer. Deba de poseer un extraordinario dominio de s misma, decidi Richard, pues estaba rodeada de sabrosos manjares que despedan un aroma tan delicioso que empezaba a cambiar de idea sobre lo de su apetito.

Hambrienta? le pregunt, inclinndose hacia ella.

Mucho.

El joven la condujo hacia una larga mesa repleta de manjares. Haba grandes fuentes humeantes de salchichas y carne, patatas cocidas, diversos tipos de pescado en salazn as como asado a la parrilla, pavo, montones de hortalizas crudas cortadas a tiras, enormes soperas con sopa de calabaza, cebolla y sopa picante. Tampoco faltaba el pan, el queso, la fruta, las tartas y los pasteles as como barriles de vino y cerveza. Los criados se encargaban de que las fuentes estuvieran siempre llenas. Kahlan los estudi.

Algunas criadas llevan el pelo largo coment. Est permitido?

Pues claro respondi Richard, un tanto perplejo. Todo el mundo puede llevar el pelo como prefiera. Mira aadi sealando con disimulo al tiempo que se inclinaba hacia ella. Esas mujeres de all son consejeras. Algunas llevan el pelo corto; y otras largo, como deseen. Acaso alguien te ha dicho alguna vez que te cortes el pelo? inquiri, mirndola de soslayo.

No. La mujer enarc una ceja. Nadie me lo ha pedido nunca. Pero all de donde vengo, la longitud del cabello de una mujer indica su posicin social.

Significa eso que eres una mujer importante? Una sonrisa traviesa suaviz la pregunta. Lo digo porque tienes una mata de pelo muy larga, y tambin hermosa.

Algunas personas me creen importante repuso Kahlan con una sonrisa triste. Supongo que, despus de lo de esta maana, es inevitable que lo pienses. Slo podemos ser lo que somos, nada ms y nada menos.

Bueno, si te hago alguna pregunta impropia de un amigo, te doy permiso para que me des un puntapi.

El rostro de Kahlan se ilumin con la misma sonrisa cmplice que le haba dedicado antes. Richard sonri nervioso.

Entonces se fij en la comida y encontr uno de sus platos favoritos: costillas con salsa picante. Sirvi un poco en un plato y lo ofreci a la mujer.

Prueba esto primero. Es un plato muy apreciado.

Qu tipo de carne es? pregunt Kahlan recelosa, mantenindose a distancia del plato.

Cerdo contest Richard un poco sorprendido. Prubalo. Es lo mejor que hay aqu, te lo aseguro.

Kahlan se relaj, cogi el plato y comi. Richard devor media docena de costillas, saboreando cada bocado.

Prueba esto tambin sugiri el joven, sirviendo a ambos unas salchichas.

De qu estn hechas estas salchichas? quiso saber Kahlan, nuevamente recelosa.

De cerdo, ternera y especias de no s qu tipo. Por qu? Hay cosas que no puedes comer?

S, algunas contest la mujer, sin comprometerse, antes de hincar el diente a una salchicha. Puedes servirme un poco de sopa picante, por favor?

Richard le sirvi la sopa en un precioso cuenco blanco con reborde dorado y se lo cambi por el plato. La mujer asi el cuenco con ambas manos y prob la sopa.

Est buena, justo como yo la hago coment con una sonrisa. Me parece que nuestras tierras no son tan distintas.

Mientras Kahlan apuraba la sopa, Richard, sintindose mejor despus de lo que haba dicho Kahlan, cogi una gruesa rebanada de pan, puso encima tiras de carne de pollo y, cuando acab la sopa, le cambi el cuenco por el pan. Kahlan acept la rebanada y, mientras coma, se fue retirando hacia un lado del saln. El joven dej sobre la mesa el cuenco vaco y la sigui, estrechando de vez en cuando alguna mano que le tendan. Las personas que lo hacan criticaban con la mirada su aspecto. Al llegar a un lugar despejado cerca de una columna, la mujer se volvi hacia l.

Podras traerme un pedazo de queso?

Por supuesto. De qu clase?

Cualquiera respondi Kahlan, escrutando la multitud.

Richard volvi a abrirse paso hacia la mesa entre los muchos invitados y cogi dos pedazos de queso, de los cuales se zamp uno mientras regresaba junto a ella. Kahlan acept el otro pedazo pero, en lugar de comrselo, desliz el brazo hacia el costado y lo dej caer al suelo, como si hubiera olvidado que lo sostena.

No te gusta esta clase?

Odio el queso dijo la mujer en tono distante. No lo miraba a l, sino al otro lado del saln.

Entonces por qu me lo has pedido? Richard arrug el ceo y su voz tena un cierto deje de irritacin.

No dejes de mirarme le dijo Kahlan, clavando en l los ojos. Hay dos hombres detrs de ti, al otro lado del saln. Nos estn vigilando. Quera saber si me vigilaban a m o a ti. Cuando te mand a por el queso, observaron cmo te marchabas y volvas. A m no me prestaron ninguna atencin. Es a ti a quien vigilan.

Richard le coloc las manos sobre los hombros y dio la vuelta a la mujer para ver a los hombres. Entonces clav la mirada en el otro extremo de la sala atestada de invitados.

No son ms que dos ayudantes de Michael. Me conocen. Probablemente se estarn preguntando dnde me he metido y por qu tengo este aspecto tan desastroso. Y, mirndola a los ojos, aadi en voz baja para que nadie ms lo oyera: No pasa nada, Kahlan, reljate. Los hombres que te perseguan estn muertos. No tienes nada que temer.

Pero ella neg con la cabeza.

Vendrn ms. No debera estar contigo. No quiero seguir poniendo tu vida en peligro. T eres mi amigo.

Es imposible que otra cuadrilla te encuentre ahora que ests aqu, en la ciudad del Corzo. Es del todo imposible. Richard saba lo suficiente sobre seguir pistas para estar seguro de que lo que deca era cierto.

Kahlan enganch un dedo en el cuello de la camisa del joven y lo atrajo hacia s. En sus ojos verdes se encendi un destello de intolerancia.

Cuando abandon mi patria, cinco magos lanzaron hechizos sobre mi rastro para que nadie supiera adnde haba ido ni pudiera seguirme. Y despus se mataron para que nadie los obligara a hablar! susurr lentamente. La ira le haca apretar los dientes y tena los ojos hmedos. Empezaba a temblar.

Magos! Richard se puso rgido. Finalmente solt aire, desasi suavemente la mano de la mujer de su camisa, la sostuvo entre las suyas y en una voz apenas audible en el barullo, dijo:

Lo siento.

Richard, estoy muy asustada! Ahora se estremeca visiblemente. Si no hubiera sido por ti, no sabes qu me hubiera ocurrido hoy. Morir hubiera sido lo de menos. No s nada acerca de esos hombres. Kahlan temblaba incontroladamente, totalmente presa de sus miedos.

Al joven se le puso la carne de gallina en los brazos y se la llev detrs de la columna, donde nadie podra verlos.

Lo siento, Kahlan. No s qu est pasando. Al menos t sabes algo, pero yo estoy totalmente a oscuras. Y tambin tengo miedo. Hoy en el precipicio... Nunca he estado tan asustado en toda mi vida. Y, de hecho, no hice nada que pudiera salvarnos. El estado de la mujer haca que Richard tuviera nimos para tranquilizarla.

Lo que hiciste fue ms que suficiente dijo ella, haciendo un esfuerzo por hablar. Fue suficiente para salvarnos. Si no me hubieras ayudado... No quiero quedarme aqu y que te hagan dao.

No me pasar nada la tranquiliz Richard, apretndole la mano con ms fuerza. Tengo un amigo, Zedd, que sabr qu hacer para que ests a salvo. Zedd resulta un poco extrao pero es el hombre ms inteligente que conozco. Si hay alguien que pueda decirnos qu hacer, se es Zedd. Si esos hombres son capaces de seguirte a cualquier parte, no hay ningn lugar al que puedas huir, porque te encontrarn. Ven conmigo a ver a Zedd. Tan pronto como Michael pronuncie su discurso, nos marcharemos a mi casa. Podrs sentarte frente al fuego y por la maana iremos a ver a Zedd. Richard sonri y seal con el mentn una ventana prxima. Mira all.

Kahlan se volvi y vio a Chase al otro lado de una alta ventana con la parte superior arqueada. El guardin del Lmite ech un vistazo a sus espaldas y dirigi a la mujer un guio tranquilizador y una sonrisa de nimo, antes de seguir con su vigilancia.

A Chase le encantara enfrentarse a una cuadrilla. Y mientras se ocupara de ella te contara las situaciones realmente peligrosas que ha vivido. Ha estado vigilando fuera desde que le contaste lo de los hombres.

Kahlan esboz una leve sonrisa, que pronto desapareci.

No es tan sencillo, Richard. Cre que en la Tierra Occidental estara segura. Cruc el Lmite gracias a la magia. Segua temblando, pero empezaba a recuperar el control, alimentndose de la fuerza del hombre. No s cmo lograron pasar. Se supona que era imposible. Ni siquiera deban saber que haba abandonado la Tierra Central. De algn modo, las reglas han cambiado.

Ya nos ocuparemos de eso maana. Por ahora ests segura. Adems, a otra cuadrilla le costara unos cuantos das llegar hasta aqu, verdad? Eso nos da tiempo para hacer nuestros planes.

Kahlan asinti.

Gracias, Richard Cypher, amigo. Pero si s que te pongo en peligro, me marchar antes de que pueda ocurrirte nada malo. La mujer desasi su mano y se enjug las lgrimas de los prpados. An tengo hambre. Puedo comer algo ms?

Por supuesto. Qu te apetece? pregunt Richard con una sonrisa.

Las costillas que me recomendaste eran exquisitas.

Ambos regresaron a la mesa y comieron mientras esperaban a Michael. Richard se senta mejor, no por las cosas que Kahlan le haba contado, sino porque, al menos, ahora saba algo ms y porque haba conseguido que ella se sintiera segura a su lado. Hallara la respuesta al problema de Kahlan y averiguara qu estaba sucediendo en el Lmite. Lo averiguara por mucho que temiera las respuestas.

La multitud empez a cuchichear, y todas las cabezas se volvieron hacia el extremo ms alejado del saln. Era Michael. Richard cogi a Kahlan de la mano y la condujo hacia ese lado de la habitacin, ms cerca de su hermano, para que pudiera verlo.

Cuando se subi a una plataforma, Richard supo por qu su hermano haba tardado tanto en aparecer. Haba esperado hasta que la luz del sol cayera sobre la plataforma, para as situarse bajo ella y lucir su gloria ante todos.

Michael no slo era ms bajo que Richard sino tambin ms grueso y menos musculoso. Los rayos del sol iluminaban una mata de pelo rebelde, y sobre el labio superior luca un orgulloso bigote. Iba vestido con pantalones blancos holgados y una tnica, asimismo blanca, con mangas abullonadas y ceida a la cintura con un cinturn dorado. All, a plena luz del sol, Michael emita el mismo fro e inquietante resplandor que el mrmol cuando era alcanzado por el sol. Su figura se destacaba poderosamente contra las sombras del fondo.

Richard alz una mano para llamarle la atencin. Michael lo vio y sonri a su hermano, sostenindole la mirada un segundo antes de empezar el discurso y dejar que sus ojos se posaran en la multitud.

Damas y caballeros, hoy he aceptado el cargo de Primer Consejero de la Tierra Occidental. La multitud lo aclam. Michael escuch la reaccin inmvil y, sbitamente, alz los brazos pidiendo silencio. Esper hasta que no se oy ni una mosca antes de proseguir. Todos los consejeros de la Tierra Occidental me han elegido para que os lidere en estos tiempos de desafo, porque yo poseo el coraje y la visin de futuro que nos llevar a una nueva era. Hace demasiado tiempo que vivimos mirando al pasado y no al futuro! Hace demasiado tiempo que perseguimos viejos fantasmas y estamos ciegos a los nuevos retos! Hace demasiado tiempo que escuchamos a aquellos que pretenden arrastrarnos a una guerra y hacemos odos sordos a aquellos que quieren guiarnos hacia el camino de la paz!

La concurrencia enloqueci. Richard estaba atnito. De qu diablos hablaba Michael? De qu guerra? No haba nadie contra quien combatir!

Michael volvi a alzar las manos, pero esta vez no esper a que se hiciera el silencio para continuar.

Yo no pienso quedarme de brazos cruzados mientras esos traidores ponen en peligro a la Tierra Occidental! grit con la cara roja de rabia. La multitud lo aclam de nuevo y esta vez alz los puos al aire. Richard y Kahlan se miraron.

Unos ciudadanos preocupados se han presentado para identificar a esos cobardes y traidores. En estos mismos instantes, mientras nosotros unimos nuestros corazones para alcanzar un objetivo comn, los guardianes del Lmite nos protegen y el ejrcito rodea a los conspiradores que intrigan contra el gobierno. No son criminales de baja estofa, como podrais pensar, sino hombres respetados que ocupan posiciones de poder!

Los murmullos se extendieron entre la multitud. Richard se haba quedado sin habla. Poda ser cierto eso? Una conspiracin? Su hermano no haba llegado tan alto sin saber qu ocurra. Hombres que ocupan posiciones de poder. Eso explicara por qu Chase no saba nada del asunto.

Michael, baado por un rayo de sol, esper a que los susurros enmudecieran. Cuando volvi a hablar lo hizo en voz baja y clida.

Pero eso es historia. Hoy miramos hacia el nuevo rumbo que tomaremos. Una de las razones por las he sido elegido Primer Consejero es porque soy un hombre del valle del Corzo pero he vivido toda mi vida a la sombra del Lmite, una sombra que ha oscurecido las vidas de todos nosotros. Pero eso es el pasado. La luz del alba disipa las sombras de la noche y nos muestra que nuestros temores no son ms que una ilusin de nuestras mentes.

Debemos confiar en que un da el Lmite desaparecer, pues nada es para siempre. Y cuando ese da llegue, debemos estar preparados para tender nuestra mano en signo de amistad y no empuar las espadas, tal como algunos querran. Eso slo nos conducira a la futilidad de la guerra y a muertes intiles.

Debemos malgastar nuestros recursos en prepararnos para combatir contra unas personas de las que llevamos separados mucho tiempo, unas personas de las que muchos de aqu descendemos? Debemos prepararnos para hacer uso de la violencia contra nuestros hermanos y hermanas, simplemente porque no los conocemos? Qu desperdicio! Nuestros recursos estaran mejor empleados si los destinramos a eliminar el sufrimiento que nos rodea. Es posible que los que ahora estamos aqu no lo vivamos, pero cuando llegue el momento deberamos estar preparados para dar la bienvenida a nuestros hermanos. No solamente debemos unir nuestras dos tierras, sino las tres! Pues un da, cuando el Lmite que divide la Tierra Occidental de la Central desaparezca, tambin desaparecer el Lmite entre la Tierra Central y D'Hara, y las tres tierras se unirn! Alegrmonos, porque llegar el da en que viviremos el gozo del reencuentro, si tenemos el suficiente coraje! Y ese gozo se extender desde aqu y hoy, en el valle del Corzo!

Por esta razn he tomado medidas para detener a aquellos que desean lanzarnos a una guerra contra nuestros hermanos slo porque algn da los Lmites desaparecern. Esto no significa que no necesitemos el ejrcito, puesto que no sabemos qu peligros nos acechan en el camino hacia la paz, pero s sabemos que no es preciso inventar peligros!

Los que estamos reunidos aqu prosigui Michael, abarcando la multitud con un ademn somos el futuro. Vuestra responsabilidad como consejeros del valle del Corzo es extender el mensaje por todo el pas! Llevad nuestro mensaje de paz al pueblo. Ellos leern la verdad en vuestros corazones. Por favor, ayudadme. Quiero que nuestros hijos y nietos se beneficien de lo que decidamos hoy aqu. Quiero que establezcamos un rumbo de paz que nos lleve al futuro, de modo que, cuando llegue el momento, las generaciones futuras puedan beneficiarse y nos den las gracias.

Michael inclin la cabeza y apret ambos puos contra el pecho. La luz del sol reluca a su alrededor. El pblico se senta tan conmovido que se mantena en absoluto silencio. Richard vio algunos hombres con lgrimas en los ojos y mujeres que sollozaban sin recato. Todas las miradas estaban fijas en el orador, que permaneca inmvil como una estatua.

Richard se haba quedado pasmado. Nunca haba odo a su hermano hablar con tal elocuencia ni conviccin. Lo que deca tena sentido. Despus de todo, all estaba l, con una mujer de la Tierra Central, del otro lado del Lmite, y ya eran amigos.

No obstante, otros cuatro haban tratado de matarlo. No, no exactamente, pens, lo que queran era matar a la mujer; l slo se haba metido en medio. Le haban ofrecido la oportunidad de marcharse, pero l haba preferido quedarse y luchar. Richard siempre haba temido a los habitantes del otro lado del Lmite, pero ahora era amigo de uno de ellos, tal como Michael deca.

El joven empezaba a ver a su hermano con nuevos ojos. Nunca haba visto a nadie capaz de conmover a una muchedumbre de tal modo con un discurso. Michael abogaba por la paz y la amistad con otros pueblos. Qu poda haber de malo en eso?

Pero entonces, por qu se senta tan intranquilo?

Pasemos ahora a la otra parte continu Michael, al sufrimiento real que nos rodea. Mientras nos preocupbamos por los Lmites, que no han hecho dao a ninguno de nosotros, las familias, los amigos y los vecinos de muchos de nosotros han sufrido y han muerto. Han sido muertes trgicas e intiles en accidentes con fuego. S, habis odo bien, con fuego.

La gente farfull confundida. La conexin entre Michael y el pblico empezaba a romperse. Pero l pareca esperarlo. Fue mirando un rostro tras otro, dejando que la confusin aumentara para, por fin, sealar con el dedo a alguien.

A Richard.

Mirad! grit. Todos se volvieron hacia el joven. Cientos de ojos se posaron en Richard. Ah est mi querido hermano! Richard dese que la tierra se lo tragara. Mi querido hermano, que comparte conmigo aqu Michael se golpe el pecho la tragedia de perder a una madre a causa del fuego! El fuego nos arrebat a nuestra madre cuando ramos pequeos y tuvimos que crecer solos, sin su amor, sin sus cuidados y sin su gua. No la mat un enemigo imaginario llegado del Lmite, sino el fuego! Ella no estaba all para consolarnos cuando llorbamos, ni cuando gritbamos por la noche. Y lo que ms duele es que su muerte se pudo evitar.

Lo siento, amigos mos, perdonadme. Las lgrimas le corran por las mejillas y brillaban a la luz del sol. Michael se las enjug con un pauelo que, curiosamente, tena a mano. Es que esta misma maana me enter de que el fuego ha segado la vida de dos jvenes padres, que dejan una nia hurfana. Esto me ha hecho recordar mi dolor, y no poda permanecer callado. Michael haba reconquistado a la audiencia. Muchos lloraban. Una mujer pas el brazo alrededor de los hombros de un petrificado Richard y le susurr cunto senta la muerte de su madre.

Me pregunto cuntos de vosotros sents el mismo dolor con el que mi hermano y yo vivimos cada da. Por favor, que levanten las manos aquellos que tengan un ser querido o un amigo que resultaron heridos por el fuego, o que murieron. Unas cuantas manos se alzaron y alguien lanz un lamento.

Ya lo veis, amigos mos dijo Michael con voz ronca, extendiendo los brazos a ambos lados, hay sufrimiento entre nosotros. No necesitamos buscar ms all de esta habitacin.

Richard sinti un nudo en la garganta al recordar aquella noche de horror. Un hombre que crea que su padre lo haba estafado perdi los estribos y volc un candil que haba sobre una mesa. Richard y su hermano dorman en la habitacin de atrs cuando ocurri. Mientras el hombre arrastraba a su padre afuera, sin dejar de golpearlo, su madre los sac a los dos de la casa en llamas y luego corri adentro para salvar algo. Nunca supieron qu. La mujer se quem viva. Sus gritos hicieron al hombre recuperar el buen juicio, y l y su padre trataron en vano de salvarla. Transido de culpa y repugnancia por lo que haba hecho, el hombre se march corriendo y gritando que lo senta.

Su padre les dijo un milln de veces que eso ocurra cuando un hombre perda la cabeza. A Michael le entraba por una oreja y le sala por la otra, pero a Richard le imbuy el temor de dejarse llevar por la clera y cada vez que estaba a punto de pasar, la reprima.

Michael se equivocaba; lo que haba matado a su madre no haba sido el fuego sino un arrebato de furia.

Qu podemos hacer para proteger a nuestras familias del peligro del fuego? pregunt Michael suavemente, con la cabeza gacha y los brazos colgndole inertes a ambos lados. No lo s, amigos mos se respondi a s mismo, meneando la cabeza tristemente.

Pero estoy formando una comisin para tratar este problema y exhorto a cualquier ciudadano preocupado a que presente sus sugerencias. Mi puerta siempre est abierta. Juntos podemos hacer algo. Juntos haremos algo.

Y ahora, amigos mos, perdonadme y permitid que vaya a consolar a mi hermano, pues me temo que no se esperaba que sacara a colacin nuestra tragedia personal y debo pedirle perdn.

Michael baj de la plataforma de un brinco. La muchedumbre se apart para dejarlo pasar. Algunos tendieron la mano para tocarlo, pero l no les hizo caso.

Richard permaneci inmvil, con la vista fija en su hermano, que se acercaba a l. La gente se apart. Slo Kahlan se qued a su lado, rozndole el brazo con los dedos. Los invitados se lanzaron de nuevo sobre la comida y empezaron a hablar animadamente entre ellos y sobre ellos, olvidndose de l. Richard se mantuvo firme y se trag la rabia que lo invada.

Vaya discurso, eh?! se felicit a s mismo Michael, dando a su hermano una palmada en el hombro. Qu te ha parecido?

Richard clav la vista en el dibujo del suelo de mrmol.

Por qu has tenido que hablar de su muerte? Por qu has tenido que contrselo a todo el mundo? Por qu la has utilizado?

S que duele y lo siento replic Michael, pasndole un brazo alrededor de los hombros, pero es para bien. Te fijaste en las lgrimas de sus ojos? Las cosas que he puesto en marcha nos conducirn a una vida mejor y ayudarn a la Tierra Occidental a ganar importancia. He sido sincero; tenemos que afrontar el reto del futuro con emocin y no con miedo.

Y qu quisiste decir con lo de los Lmites?

Las cosas estn cambiando, Richard, y yo debo adelantarme a ellas. La sonrisa se haba esfumado. Slo me refera a eso. Los Lmites no durarn siempre. Ni siquiera creo que se establecieran para que fueran eternos. Todos debemos estar preparados para aceptarlo.

Qu has averiguado acerca del asesinato de pap? inquiri Richard cambiando de tema. Han encontrado algo los rastreadores?

Crece un poco, Richard respondi Michael, retirando el brazo. George era un viejo loco. Andaba siempre por ah recogiendo cosas que no eran suyas. Probablemente cogi algo que perteneca a la persona equivocada. Alguien con muy malas pulgas y un cuchillo muy grande.

Eso es mentira, y t lo sabes! Richard odiaba que Michael llamara a su padre George. Jams en su vida rob nada!

Slo porque el dueo de algo haya muerto hace tiempo no significa que tengas derecho a llevrtelo. Obviamente, alguien quera recuperarlo.

Cmo sabes todo esto? Qu has averiguado?

Nada! No es ms que sentido comn. La casa estaba totalmente revuelta! Alguien buscaba algo y no lo encontr. George se neg a decirle dnde estaba, y el otro lo mat. Tan simple como eso. Los rastreadores dijeron que no haba huellas. Probablemente nunca sabremos quin lo hizo. Michael lo mir desafiante. Ser mejor que aprendas a vivir con ello.

Richard suspir. Tena sentido; alguien buscaba algo. No debera enfadarse con Michael por no ser capaz de descubrir quin. Lo haba intentado. No obstante, se preguntaba cmo era posible que no hubiera huellas.

Lo siento. Quiz tengas razn, Michael. De modo que no tuvo nada que ver con la conspiracin? pregunt en una sbita inspiracin. No era nadie que tratara de atacarte a ti?

No, no, no. Michael desestim la idea agitando una mano en el aire. No tuvo nada que ver. Ya me he ocupado de ese problema. No te preocupes por m. Estoy a salvo. Todo est bajo control.

Richard asinti. En el rostro de Michael apareci de nuevo una expresin de fastidio.

Vaya, vaya, hermanito, cmo se te ocurre presentarte con ese aspecto? No podras haberte limpiado un poco? No ser porque no te lo avisara con tiempo. Hace semanas que sabas que hoy dara una fiesta.

Kahlan se le adelant antes de que pudiera responder. Richard haba olvidado que la mujer segua a su lado.

Por favor, perdona a tu hermano, no es culpa suya. Tena que guiarme hasta la ciudad del Corzo y yo llegu tarde. Espero que no haya cometido ninguna falta a tus ojos por mi causa.

Y t eres...? Michael la mir de arriba abajo antes de volver a posar sus ojos en el rostro de la mujer.

Me llamo Kahlan Amnell contest ella, irguindose y sostenindole la mirada.

Ah, entonces no eres la escolta de mi hermano, como cre coment Michael, dirigindole una ligera sonrisa y una leve inclinacin de cabeza. De dnde vienes?

De un lugar muy pequeo, muy lejos de aqu. Estoy segura de que no lo conoces.

Michael no rebati estas palabras. En vez de eso, se volvi hacia su hermano y pregunt:

Pasars la noche aqu?

No, tengo que ir a ver a Zedd. Me han dicho que me anda buscando.

La sonrisa de Michael desapareci como por ensalmo.

Deberas buscarte mejores amistades. No sacars nada pasando tu tiempo con ese viejo terco. Y t, querida aadi mirando a Kahlan, sers mi invitada esta noche.

Tengo otros planes repuso la mujer con recelo.

Michael la rode con sus brazos, le puso ambas manos en el trasero y atrajo con fuerza la mitad inferior del cuerpo de la mujer hacia l. Encaj una pierna entre sus muslos y le dijo con una sonrisa tan fra como una noche invernal:

Pues cmbialos.

Qutame las manos de encima. La voz de Kahlan sonaba dura y peligrosa. Ambos se aguantaron la mirada.

Richard estaba atnito. No poda creer lo que haca su hermano.

Michael! Basta!

Hombre y mujer siguieron enfrentndose, con las caras muy juntas y las miradas prendidas, sin hacer caso de las palabras de Richard. El joven se senta impotente. No obstante, todos los msculos de su cuerpo se tensaron.

Me gustas mucho susurr Michael. Creo que podra enamorarme de ti.

Kahlan respiraba lentamente.

No sabes de la misa la media replic la mujer con voz serena y controlada. Ahora, aparta.

En vista de que sus palabras no surtan efecto, puso la ua del dedo ndice en el pecho del hombre, justo debajo de la depresin en la base del cuello. Sin dejar de mirarlo a los ojos, empez a arrastrar lentamente la ua hacia abajo, abrindole la carne. La sangre brot. Por un breve instante Michael no se movi, pero enseguida sus ojos reflejaron el dolor que senta. Solt de golpe a la mujer y a continuacin retrocedi un paso.

Sin mirar atrs, Kahlan abandon la casa precipitadamente.

Richard no pudo evitar lanzar a su hermano una furiosa mirada y la sigui.4Richard corri por el sendero para alcanzarla. El vestido y los largos cabellos de la mujer ondeaban tras ella mientras caminaba a buen paso a la luz del atardecer. Al llegar a un rbol se detuvo y esper. Por segunda vez ese da tuvo que limpiarse la mano de sangre.

Al tocarle l el hombro, Kahlan se dio media vuelta. Su rostro sereno no mostraba ninguna emocin.

Kahlan, siento mucho que...

No te disculpes lo interrumpi la mujer. Lo que hizo tu hermano no fue contra m, sino contra ti.

Contra m? A qu te refieres?

Tu hermano siente celos de ti. Kahlan suaviz el gesto. Michael no es ningn estpido, Richard. Saba que estaba contigo y se puso celoso.

Richard la cogi por el brazo y ech a andar por el camino, alejndose de la casa de Michael. Se senta furioso con su hermano y, al mismo tiempo, lo avergonzaba su furia. Era como si estuviera decepcionando a su padre.

Eso no es excusa. Michael es el Primer Consejero y tiene todo lo que desea. Siento mucho no haber podido detenerlo.

Yo no quera que lo hicieras. Era cosa ma. Tu hermano quiere todo lo que t tienes. Si lo hubieras detenido, yo me hubiera convertido en un premio que ganar, pero, tal como han ido las cosas, ya no le intereso. Adems, lo que te hizo a ti, al contar lo de tu madre, fue mucho peor. Hubieras querido que yo interviniera entonces?

Richard volvi a clavar la mirada en el sendero y reprimi la ira que lo embargaba.

No dijo al fin. No era cosa tuya.

A medida que avanzaban las casas se iban haciendo ms pequeas y estaban ms prximas entre s, aunque se seguan viendo limpias y bien cuidadas. Algunas personas aprovechaban el buen tiempo para hacer algunas reparaciones antes de que llegara el invierno. El aire era limpio y vivificante y, por la sequedad del ambiente, Richard supo que la noche sera fra. Era el tipo de noche adecuado para encender un fuego con troncos de abedul; fragante pero no excesivamente ardiente. Los patios delimitados por vallas blancas dieron paso a jardines de mayor tamao situados delante de casitas algo apartadas del camino. Mientras caminaba, Richard arranc una hoja de roble de una rama que colgaba cerca del camino.

Parece que conoces bien a las personas. Me refiero a que comprendes sus motivaciones.

Supongo que s replic Kahlan encogindose de hombros.

Es por eso por lo que te persiguen? inquiri el joven, cortando la hoja en pedazos pequeos.

La mujer lo mir, sin dejar de andar, y cuando los ojos de Richard buscaron los suyos respondi:

Me persiguen porque les da miedo la verdad. Una de las razones por las que me gustas es que a ti no.

Richard acept el cumplido con una sonrisa. Le gustaba esa respuesta aunque no supiera a ciencia cierta qu significaba.

No estars pensando en darme un puntapi, verdad?

Te lo ests buscando respondi la mujer con una sonrisa burlona. Entonces se qued pensativa y la sonrisa se le borr. Lo siento, Richard, pero por ahora tendrs que confiar en m. Cuanto ms sepas, mayor ser el peligro que ambos correremos. Amigos?

Amigos. El joven arroj la nervadura de la hoja. Pero me lo contars algn da?

Kahlan asinti.

Si puedo, te prometo que lo har.

Muy bien contest Richard alegremente. Despus de todo, soy un buscador de la verdad.

Kahlan se detuvo de repente, agarr al joven por la manga de la camisa y lo hizo dar la vuelta para mirarlo de frente.

Por qu has dicho eso? pregunt con ojos muy abiertos.

El qu? Lo de buscador de la verdad? As es como me llama Zedd desde que era pequeo. Segn l, siempre insisto en conocer la verdad de las cosas, y por eso me llama buscador de la verdad Richard entrecerr los ojos, sorprendido por la agitacin de la mujer, e inquiri: Por qu?

No importa repuso sta, echando de nuevo a andar.

Richard pareca haber tocado un tema delicado. Empezaba a sentir la necesidad de hallar respuestas. Quien persigue a Kahlan lo hace porque le da miedo la verdad pens, y ella se alter cuando dije que era un "buscador de la verdad". Quiz se ha alterado porque eso la hace temer por m.

Puedes decirme al menos quines son? Quines te persiguen?

Kahlan continu con la mirada fija en el camino mientras andaba a s