la cultura politica brasil en el contexto de américa latina

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  • La cultura poltica brasilea en el contexto de Amrica Latina. El caso de So Paulo a travs de su historia poltica contempornea

    Brazilian political culture in the context of Latin America. The case of Sao Paulo through its contemporary political history

    Tania Carranza Gaytn*

    Resumen Como paradigma de la plural conformacin cultural latinoamericana, la autora asume la ciudad de Sao Paulo en la perspectiva de la disposicin a la diversidad que debera ser conceptualizado el nuevo pensamiento poltico de la izquierda regional. Esto implica una revisin de los supuestos epistemolgicos que hasta el presente han presidido su desarrollo

    Palabras Clave: Brasil, cultura poltica, ciudad Sao Paulo, Partido de los Trabajadores

    Abstract As a paradigm of Latin American plural cultural formation, the author assumes the city of Sao Paulo in the context of the provision for diversity that should be conceptualized in the new political thinking of the regional left. This involves a review of the epistemological assumptions that so far have presided over its development

    Keywords: Brazil, political culture, Sao Paulo City, Workers Party (PT)

    1.- La cultura brasilea en el contexto latinoamericano

    Amrica Latina no es una sola regin ni posee una cultura nica. A la vez que constituye un caleidoscopio cultural, identitario y de imaginarios sociales, tendramos que Mexicana, Maestra en Estudios Latinoamericanos, investigadora de la Universidad Autnoma de la

    Ciudad de Mxico, Programa SEMINARIO INTERNACIONAL REFORMA DEL ESTADO Y CIUDADANA EN AMERICA LATINA [email protected]

  • abordar su estudio al particularizar, en plural, culturas y subculturas, regiones y subregiones, temporalidades abismales que cohabitan un mismo espacio, espacios diversos que convergen al mismo tiempo (Garca Canclini:2003,142)1 y, de todo ello, resulta no solamente la complejidad privativa de Latinoamrica, sino de las relaciones entre comunidades y naciones, as como sus relaciones con el mundo. Para Roberto A. Da Matta Amrica Latina es un desastre lgico, es la imagen que hace la Baha mgica de Jorge Amado, el fantstico serto de Guimares Rosa, [] el alucinado So Paulo de Mario Andrade, las ciudades de lo absurdo de Jorge Luis Borges y el reconocido Macondo de Gabriel Garca Mrquez [] (1995,270).

    Por otra parte, Gilberto Gimnez dice que la cultura, como "patrn de significados" [...] no puede considerarse como una "instancia exterior" a la poltica, sino como una dimensin inherente a la vida poltica o, ms precisamente como una dimensin analtica de todas las prcticas polticas (2007,196). Y la encontramos en todas partes: en discursos oficiales, en las instituciones, en los programas de gobierno, en las prcticas sociales.

    Entonces, esos smbolos van conformando, tambin, formas de interpretacin del entorno cotidiano. Un ejemplo analizado por Da Matta, en el caso brasileo, es el carnaval; un rito y celebracin en que aparecen contradicciones de esas representaciones del mundo, ya desde adentro, ya desde afuera. As, coexisten: un carnaval como forma ritualizada de conservacin tradicional, otro que el Estado y los medios de comunicacin promueven a manera de mercantilizar lo que es del pueblo y, finalmente, la visin de occidente que no comprende por qu un pueblo pobre derrocha dinero magnnimamente, en lugar de procurarlo para enceres de subsistencia (1995,279).

    Ciertamente los rituales, es decir, la estructura y manifestacin de la vida cotidiana, son subversivos dice Da Matta-, por ello contienen su justo medio en lo poltico. Tales rituales son para nosotros los movimientos sociales y las organizaciones polticas, entre otros.

    2.- Identidades culturales en la globalizacin

    Los nuevos signos culturales, si bien estn inmersos en el escenario brasileo, no podemos deslindarlos de otras causas en la actualidad, como la globalizacin. Para Gustavo Lins Ribeiro la globalizacin, al complejizar la cultura, transform la crtica a las naciones esencialistas de la cultura en un canon [], y debates sobre [] la globalizacin siempre enfatizan la naturaleza mixta y entrelazada de los fenmenos culturales (2003,74).

    La globalizacin no es proceso nuevo, sino la versin nueva de la historia de las relaciones del mundo occidental. Partha Chaterjee indica que la concepcin de la poltica est enraizada en la civilizacin industrial, particularmente cuando se ha sustituido al 1 Nstor Garca Canclini dice que se trata de sectores que pertenecen a estratos econmicos y educativos

    diversos, con hbitos de consumo cultural y disponibilidad diferentes [] esta heterogeneidad se acenta en las sociedades latinoamericanas por la convivencia de temporalidades histricas distintas.

  • cosmos para dar paso al mundo. [] La poltica, en este sentido, habita en el espacio-tiempo homogneo y vaco de la modernidad (2008,61-62). Esta concepcin de lo que podemos llamar mundializacin, es decir, el entendimiento del mundo a partir de esta visin occidental, trasciende el lenguaje que usamos para interpretar nuestro mundo latinoamericano. La comunidad local es imaginada no slo por s misma, sino tambin por la comunidad global que es imaginada, a su vez, por s y por la primera.

    Podemos recordar ciertos momentos de la historia latinoamericana, como aquel posterior a la Segunda Guerra Mundial cuando se figur prioritario para la cpula poltica capitalista encausar terica y econmicamente el desarrollo de Amrica Latina con el organismo creado para tales fines: la CEPAL.

    Se acentan aqu los problemas de la regionalizacin pues, para el mundo, Amrica Latina se empez a considerar una regin. Tambin se hicieron presentes los conceptos de centro y periferia; ms adelante, los Estados nacionales tuvieron que instituir propuestas internacionales para la resolucin de inconvenientes como el atraso y el subdesarrollo. En Brasil, por ejemplo, se crearon entidades para el desarrollo regional y estatal, sobre todo despus de 1970 (Campilina: 2003,31).

    Los desarrollos econmicos, consolidacin de ciudades, etc. de la segunda mitad del siglo XX transformaron las relaciones entre modernismo cultural y modernizacin social, la autonoma y dependencias de las prcticas simblicas. Hubo una secularizacin, perceptible en la cultura cotidiana y en la cultura poltica (Garca Canclini: 2003,82). Este nuevo repunte homogeneizador, que es un intento de borrar lo diverso y, por lo tanto, lo que no coincide con el proyecto globalizador, ya que en el tiempo heterogneo vaco [que] es el tiempo del capitalismo [] ste no toma en consideracin ninguna resistencia (Chaterjee: 2008,59). El mundo occidental nos ha hecho pensar que el sitio que nos da es el que nos corresponde.

    3.- Regiones, subregiones y la nacin brasilea

    Este es el contexto en que las naciones entendidas por el liberalismo como entidades que traspasan los regionalismos y que procuran un resguardo fronterizo artificial entre los pueblos- requieren de una lite dirigente intermediaria (los gobiernos latinoamericanos) entre el Estado nacional y el mundo exterior. De tal suerte que no podemos hablar de procesos de integracin de las naciones pobres al mundo globalizado; en todo caso se establecen otros rituales internacionales ajenos a las sociedades a manera de grupos lderes del desarrollo del mundo (Ribeiro: 2003,85).2 Lo que se consigue con esto, dice Ribeiro, es una desterritorializacin y por ello es necesario en el discurso poltico neoliberal empezar a diferenciar sectores de la poblacin: jvenes, adultos mayores,

    2 Esto tiene la finalidad de que los miembros de dichas lites se encuentren con compaeros de otras

    nacionalidades, para crear redes y para difundir sus logros. [] se crean ambientes adecuados para que los individuos clave se encuentren entre s y den exhibiciones de una enorme concentracin de fortuna y poder.

  • indgenas, mujeres, que no slo clasifican a la sociedad sino que la fragmentan, es decir se transgrede la identidad y se promueven caractersticas de individualizacin.

    Para Renato Ortiz, cuando las identidades conformadas tradicionalmente a partir del Estado-nacin, sufren estas transformaciones, la modernidad tambin se modifica (2000,10-11). As, el desarrollo de las regiones depende en el capitalismo de la explotacin de otras, y de la formacin de inequidades entre s. En el caso de Brasil, la oposicin entre nordeste y sur sureste, evidencia estas condiciones de enriquecimiento de una regin a costa de la otra (Campilina: 2003,34-35).

    Dice Manuel Castells que hay muchas Amricas Latinas, (2005). Adems, el desigual flujo de capitales, de informacin, de occidentalizacin, etc., reasigna un nuevo papel a las entidades administrativas como los Estados, a las socioculturales como los pueblos, a las simblicas como el lenguaje, a las econmicas como la produccin capitalista internacional. En el caso brasileo, la produccin, la inversin y el desarrollo ms fuertes se encuentran en el sur y, en algunos rubros, mayormente en el estado de So Paulo y, an ms, en la ciudad paulista (Campilina: 2003,50).

    Si el capitalismo mundial lo entendemos como un modo de produccin que divide internacionalmente el trabajo, tenemos que considerar que las regiones atrasadas se insertan en la globalizacin como entidades especializadas en alguna etapa del proceso de produccin y entran en competencia no slo con las otras regiones del mundo capitalista, sino con otras localidades (Campilina: 2003,34), lo cual genera una fragmentacin mayor del Estado nacional.

    Las regiones se han conformado a partir de migraciones y de la influencia de los medios de comunicacin masiva, con un impacto tambin en la educacin formal. Actualmente existe una gran inmigracin interna entre las regiones y ciudades de Brasil. Tambin hay una diferencia de status, por ejemplo entre paulistas originarios e inmigrantes que llegan a la ciudad de So Paulo aun por varias generaciones; y otra diferencia est entre paulistas, cariocas y mineiros, estos ltimos con un carcter ms conciliatorio, pero son vistos por paulistas y cariocas como frustrados por no alcanzar el status. Los bahianos, a su vez, representan la sntesis de los afroportugueses, y su contraparte pueden ser los gachos (riograndenses), reconocidos como ms beligerantes que otros, pero tambin ms cercanos a la cultura del Mediterrneo, particularmente a los italianos (Schneider:1996,192-193).

    Las regiones brasileas no tienen una relacin inter e intrarregional, lo cual es una consecuencia de la herencia histrica de la colonia y del imperio esclavista, pero tambin de los condicionamientos que les impone su insercin a la globalizacin de manera

  • particular o parcial, es decir, sin formar parte de lo nacional. Su relacin, entonces, es conflictiva, heterognea y desigual.

    4.- La ciudad de So Paulo, su historia y el neoliberalismo

    Este mosaico diferencial de Brasil traspasa lo regional y lo subregional. Tal asunto es la ruidosa diferencia entre el oeste paulista desarrollado en materia de agro-exportacin desde tiempos imperiales, la ciudad de So Paulo con sus imponentes centros industriales, y los barrios ms pobres y excluidos de la vida social y poltica que perviven junto a los consorcios financieros internacionales de esta ciudad cosmopolita.

    La acumulacin de capital es distinta segn la regin o subregin. El estado de So Paulo, con 2,9% del territorio, tiene el 19% de la poblacin, participa con 39% del PIB y con 58% de la produccin industrial; el 44% de la produccin industrial brasilea, adems, se concentra en el rea metropolitana (Campilina:2003,35-36). Esta disparidad regional tambin se aprecia en el ingreso per cpita, esperanza de vida y alfabetismo, entre la ciudad de So Paulo, la media nacional y las entidades ms pobres (Campilina:2003,36).

    El crecimiento urbano tambin ha sido dismil en su interior. El crecimiento exorbitantemente de las mega metrpolis como So Paulo no produce una oferta suficiente de vivienda, saneamiento y servicios urbanos; se condiciona al surgimiento en su entorno de poblaciones de millones de personas (favelas) en condiciones subhumanas y precarias, a expensas de todo tipo de violencia, de miseria y del crimen organizado (Campilina:2003, 38).

    No slo las privatizaciones, la desregulacin de los mercados y las reducciones de injerencia del Estado en su administracin sobre los recursos nacionales, han tenido un fuerte impacto en la ciudad de So Paulo (Biondi: 2003,8-11), sino que lo neurlgico de la exigencia neoliberal, es la desregulacin del trabajo y, por ende, que los trabajadores queden desprovistos de sus derechos sociales. Paradjicamente, en So Paulo se desarroll uno de los ms importantes movimientos obreros, para ejemplo de Amrica Latina.

    5.- Iniquidad en la distribucin del poder

    La desigualdad no slo es econmica sino tambin poltica. No se percibe la cimentacin de espacios para la toma de decisiones en la vida pblica, es decir, para el desarrollo de la cultura poltica, en tanto el poder es, una vez ms, exclusivo de las lites (Ribeiro: 2003, 92). La historia de la humanidad, como se sabe, es la que cuentan y escriben los civilizados, los conquistadores, los vencedores, es decir, los que han detentado el poder cientfico y tecnolgico aplicado a las formas de control. Ribeiro, al

  • hacer referencia a Sigmund Freud (Freud: 2004, 41),3 dice que lo humano contiene un deseo de permanecer en el tiempo, de trascender, y por ello existe la necesidad de que alguien pierda, que alguien desaparezca, que alguien deje de pensar para s mismo y para su comunidad, y slo piense y acte para complacer al poderoso (2003,94).

    Las condiciones que viabilizan la cultura poltica, esto es, la restauracin de los fragmentos sociales, est en lo que Pierre Bourdieu llama capital cultural y lo que Marcelo Baquero propone como construccin de capital social. El conocimiento, el saber, la poltica, imaginar futuros, no pueden ser de lite ni a modo de los intereses de los grupos en el poder, ya que el capital cultural, es un principio de diferenciacin casi tan poderoso como el capital econmico. Hay toda una nueva lgica de la lucha poltica que no puede comprenderse si no se tiene en mente la distribucin del capital cultural [] (Bourdieu: 2003, 78).

    6.- Capital social, poder social y prcticas polticas

    Para Baquero el capital social resulta fundamental para el empoderamiento de las personas crticas y polticamente consecuentes. De ello se derivan las formas de la accin colectiva, as como la bsqueda de objetivos comunes (2003,167).

    La vida institucional, sustantiva de los Estados nacionales, debiera ser la consecuencia del capital social puesto que las instituciones estructuran signos de convivencia social, generan valores simblicos y, de hecho, representan a la democracia. No obstante, en los Estados actuales, tanto los valores como su manejo poltico se han vuelto muy difusos y, a pesar de que no dejan de constituirse como capital poltico, si las predisposiciones son negativas, el resultado puede ser la inestabilidad permanente, falta de credibilidad y en ltimo anlisis, falta de legitimidad. Este puede ser el caso de la sociedad brasilea (Baquero: 2003,173). Las prcticas polticas, la toma de decisiones, etc., muchas veces se erosionan a causa del deterioro conceptual, lo que conlleva a premisas de que cada eleccin poltica solamente remite a cunto beneficio puede ser alcanzado, para cuntas personas y a qu costo (Chaterjee: 2008,52); es decir, los valores individualistas, por encima de la comunidad, son los que han predominado y representan una herencia en el quehacer poltico de las sociedades contemporneas.

    La sociedad brasilea debiera ser reinventada dice Baquero- para llegar a producir un sujeto individual y colectivo, es decir, una cultura poltica. Esto requiere del inters y de la participacin colectiva en el sistema poltico, de generar una democracia. Esto sera el capital social, es decir, prcticas solidarias, de confianza, etc. que promuevan una comunidad con normas de reciprocidad y de las relaciones (2003,159).

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  • El meollo, pues, es que no slo se trata de la demanda, la protesta, la rebelin por la recuperacin de aquel material tangible que histricamente nos han quitado y que nos pertenece, sino de transformar la idea de lo humano, de la creacin, recreacin y reivindicacin de los derechos polticos de la colectividad, en la medida en que esto signifique constituir comunidad y no solamente ciudadanos (aquellos con derechos individuales) sino generar una lgica de ciudadanizacin, es decir, del derecho colectivo.

    7.- Los rituales. El caso del Movimiento de Vivienda en el Centro de So Paulo

    En un panorama de desigualdades econmicas, de pobreza y exclusin, cabe resaltar, la aparicin de innumerables grupos, movimientos y redes sociales en el siglo XX. Durante sus ltimas dcadas, el surgimiento de nuevos grupos ha sido exponencial. Tan slo en la ciudad de So Paulo el aumento fue del 98% en las asociaciones comunitarias, del 93% en las asociaciones de vecinos y del 83% en las de salud (Mendoza: 2005; 76).

    Aunque sean notables los movimientos cuyas prcticas de desarrollan contra el capitalismo neoliberal, tales como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), o de organizaciones urbanas como los Trabajadores Sin Techo (MTST), mencionaremos, en este caso, el Movimiento de Vivienda en el Centro (MMC) de So Paulo.

    Este movimiento surgi en 1984 como organizacin popular ante la falta de vivienda y contra los altos impuestos y rentas que miles de familias no podan pagar y, por lo tanto, vivan en la calle o en situaciones de hacinamiento. Hacia la segunda mitad de los aos noventa inici la ocupacin de inmuebles ociosos, pblicos o privados; y en 1997 realiz su primera ocupacin en el Centro de So Paulo.4

    Su estructura organizativa lo ha llevado a ampliar su espectro poltico al vincular la propuesta de organizar a los trabajadores tanto empleados como desempleados. Su lucha est, pues, en el mbito de los derechos sociales (Bloch: 2007). Se trata de un movimiento social urbano claramente heterogneo y que apenas trata de resolver necesidades sociales que son obligacin del Estado. Si bien es cierto que hay participacin surgida de la voluntad y de la espontaneidad, muchas veces este tipo de movimientos dejan sentir en sus miembros una posibilidad de privilegio individual que se gana participando colectivamente (Bloch: 2007).

    Un movimiento social representa la posibilidad de generar comunidad y, por lo tanto, llegar a la conduccin para que sus miembros sean partcipes en la toma de decisiones. La ciudad es un espacio de construccin del sujeto citadino y, por lo tanto, tambin de identidad urbana; en el caso de de So Paulo observamos la pertinencia que

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  • tienen estos movimientos urbanos que se van apropiando no slo de los espacios fsicos, sino de los polticos y de su propia cultura, al luchar contra la exclusin de todo tipo.

    8.- So Paulo, cuna del movimiento obrero

    a) El ABC paulista

    El proceso histrico de la industrializacin y urbanizacin ha trado a las ciudades en Amrica Latina, no slo la concentracin del poder poltico en estos espacios, y las migraciones, sino tambin ha producido exclusin y violencia. Igualmente, observamos que la democracia poltica dentro de las urbes, entendida como la participacin de todos en igualdad de condiciones (Singer: 2009,55), puede abrirse camino en determinados momentos.

    La ciudad de So Paulo ha sido el principal centro del movimiento obrero brasileo desde sus orgenes a comienzos del siglo XX. Lo sobresaliente de esta historia que nos interesa, se dio durante los aos sesenta y setenta, cuando los focos industriales de So Paulo se transformaron en el espacio poltico para la organizacin del movimiento obrero.

    Los obreros metalrgicos paulistas, liderados por el Sindicato de Metalrgicos de So Bernardo, cuyo dirigente sindical en aquel entonces era Luiz Incio Lula da Silva, representaban la vanguardia del movimiento y organizaron las que se conocieron como las grandes huelgas que estallaron de mayo de 1978 a enero de 1979 en So Paulo (Carranza:2007). Era un movimiento vanguardista que realizaba tambin foros de debate sobre teoras polticas y eventos que permitan un dilogo con otros trabajadores, tanto para su incorporacin al movimiento como para su alfabetizacin y capacitacin, e integrar as un acercamiento a los postulados socialistas (Sader: 2004).

    El movimiento se consolid con una importante presencia de trabajadores en otras latitudes de Brasil que, incluso, estaban menos desarrolladas industrialmente. De 1979 a 1980 los trabajadores en huelga en todo el pas llegaran a casi 4 millones y medio. La movilizacin y organizacin desemboc en la conformacin del ABC (Boito: 1991,185). Se trataba de la constitucin de un nuevo sindicalismo (no corporativista) en el que empezaba a participar un amplio espectro de sindicatos de las ramas industriales automotrices, metalrgicas, siderrgicas, etctera, principalmente de las zonas sur y sureste del pas. El ABC paulista fue la organizacin que tuvo ms allegados (Carranza: 2007). El triunfo de este movimiento trascendi el enfrentamiento al gobierno de la dictadura al deslegitimar las leyes que prohiban las huelgas, adems de mermar las ganancias de los empresarios.

    Existe otro suceso importante despus del nacimiento del llamado nuevo sindicalismo: la creacin de la Central nica de Trabajadores (CUT) en 1983, que tambin criticaba el viejo orden sindical comandado por el Estado brasileo desde los tiempos de Getlio Vargas. Este suceso fue de gran envergadura para la propia fundacin del Partido de los Trabajadores (PT). Cabe subrayar que la propuesta consisti en que tanto el ABC

  • como la CUT deberan consolidar su organizacin de manera independiente, libre y autnoma con respecto al Estado y a los partidos polticos, incluyendo al PT.

    b) Partido de los Trabajadores (PT)

    Las formas de organizacin poltica propician que las relaciones de poder sean constitutivas de la vida social. Dice Larissa Lomnitz, que los partidos polticos pertenecientes a una misma nacin, [] por una combinacin de redes sociales compuestas por individuos que ocupan un mismo nicho econmico y/o comparten una subcultura comn [] van creando fronteras simblicas que los distinguen de los otros [] (2002,7). El caso del PT es el de este tipo de organizaciones polticas que tiene una historia de reivindicacin de las luchas laborales del pueblo brasileo. Pero no hay que olvidar que, tenemos que diferenciarlo de s mismo en varios momentos de la historia. Primero, como organizacin poltica de oposicin a la dictadura, luego, como un partido inmerso en el juego del sistema de partidos y, finalmente, como un partido en el gobierno federal en esta ola de renacimiento de esperanzas de la izquierda latinoamericana.

    La propuesta de un nuevo partido poltico que representara a la clase trabajadora, surgi del Sindicato de Metalrgicos de Santo Andr, en 1979. Se fund entonces el Partido de los Trabajadores, bajo principios del socialismo, en febrero de 1980 durante el IX Congreso de Metalrgicos, Mecnicos y Electricistas del estado de So Paulo. El nuevo partido se propona como una organizacin que diera respuesta a las demandas de los trabajadores y que, al mismo tiempo, fuera una alternativa dentro del sistema tradicional de partidos que haba propuesto la dictadura. Adems, el espacio que representaba el partido era para la gestin y organizacin poltica de la poblacin en general y no slo trabajadora (Carranza: 2007).

    Lula da Silva, quien naci en el nordeste de Brasil, emigr desde nio con su familia a So Paulo, y form parte de aquellas comunidades citadinas marginadas; ya adulto, consigui trabajo como obrero en la industria metalrgica en So Paulo (Meyemberg: 2006,295). Su trayectoria como obrero participante del movimiento, lo llev a encabezar las luchas proletarias como dirigente sindical, tambin a ser preso por la dictadura y a retomar la propuesta de fundacin del PT, del cual fue presidente en los primeros aos y candidato a la presidencia de la repblica de 1989 a 2006.

    9.- So Paulo, espacio de accin poltica de los grandes empresarios industriales

    As como So Paulo fue el lugar de origen de un movimiento obrero de vanguardia, tambin es el centro de los empresarios industriales con un peso especfico en el orden internacional. Es el sitio de grandes monopolios que, como entidades poderosamente econmicas, tambin detentan el poder poltico; este poder es ejercido como la exigencia y presin para el establecimiento y cumplimiento de leyes a su favor. Desde los periodos

  • presidenciales de Vargas, estos empresarios cuentan con una legislacin institucional, y no slo los trabajadores.

    En la ciudad de So Paulo existen consorcios empresariales fuertemente organizados y que son los inversionistas en la industria. La organizacin de cpula es la Confederacin Nacional de la Industria (CNI), y otra muy importante es la Federacin de Industrias del Estado de So Paulo (FIESP), ligada a empresarios nacionales y extranjeros (DiTella: 1995,27). Cabe decir aqu que el Partido de la Social Democracia Brasilea (PSDB), partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, ha tenido una gran influencia y aceptacin en So Paulo, precisamente por sus vnculos con estos grupos empresariales.

    La FIESP, aunque tiene este carcter capitalista, lleg a apoyar la huelga general contra el desempleo, propuesta por la CUT y por la Fuerza Sindical. Es decir, la resistencia que los propios empresarios representaban para la consolidacin de la poltica neoliberal, tena que cambiarse mediante concesiones como la reduccin de impuestos a sus empresas. De hecho, incluso en tiempos de Lula, la gran burguesa industrial apoya activamente la poltica de la privatizacin, la desregulacin del mercado de trabajo y la reduccin de los derechos sociales (Boito: 2006,275) ya que han conseguido esos privilegios.

    10.- Las administraciones en la alcalda de So Paulo

    So Paulo fue una de las primeras ciudades en ser gobernadas por el PT luego de la democratizacin consistente, en este caso, en la eleccin directa para presidente de la repblica hacia 1989, con Luiza Erundina de Souza, quien fue alcaldesa de 1989 a 1992. Sin embargo, el PT no recuper este espacio sino hasta 2001, con Martha Suplicy, cuya mayor propuesta fue un programa de renta mnima a partir de cooperativas de trabajo, lo que se conoce como economa solidaria (Singer: 2009,57) y que funciona como un mercado local de intercambio dentro del mercado nacional. Su periodo concluy en 2004 y el PT an no ha vuelto a la alcalda de la ciudad.

    Lo que cabe sealar aqu es cmo se han dado las tendencias electorales en la ciudad. Por qu el PT slo ha ganado dos veces la alcalda, mientras otros partidos de centro o de derecha lo han logrado en ms ocasiones (ver cuadro I). Si bien es cierto que la ciudad es un ncleo de varios de los consorcios ms poderosos del pas y que, por lo tanto, ejercen una influencia importante en el manejo de las voluntades electorales a travs de sus recursos econmicos sobre las leyes e instituciones, tanto de organizacin del voto como a travs de los medios de comunicacin, tambin tendramos que preguntarnos si la ciudad de So Paulo, que dio origen a uno de los movimientos obreros ms prominentes de Amrica Latina de los aos setenta y que consolid a partir de su organizacin a un partido de, por y para los trabajadores del pas, mismo que ocupa la presidencia actualmente, no ser reflejo de la ausencia de polticas pblicas para la organizacin autnoma popular.

  • Cuadro I Alcaldes de la ciudad desde 1986 a la fecha

    Jnio da Silva Quadros (PTB) 01/01/1986 - 31/12/1988 Luiza Erundina de Souza (PT) 01/01/1989 - 31/12/1992 Paulo Salim Maluf (ARENA/PDS/PFL) (PPB) Progresista de Brasil 01/01/1993 - 31/12/1996 Celso Pitta (PPB) 01/01/1997 - 25/05/2000 Rgis de Oliveira (PSC) Social Cristiano 26/05/2000 - 13/06/2000 Celso Pitta (PPB) 14/06/2000 - 31/12/2000 Marta Suplicy (PT) 01/01/2001 - 31/12/2004 Jos Serra (PSDB) 01/01/2005 - 31/03/2006 Gilberto Kassab (PFL/DEM) Demcratas 31/03/2006

    Fuente: Governo da Prefeitura de So Paulo en http://ww1.prefeitura.sp.gov.br/portal/a_cidade/organogramas/index.php?p=574

    11.- Eplogo: El gobierno petista

    La actuacin del PT en los diferentes niveles de gobierno, ha tenido muchas variables en su historia. A veces, ha tenido significativos aportes en la construccin de ciudadana como el Presupuesto Participativo; otras, los programas han sido aplicados de manera parcial; otras ms, intent recuperar la buena experiencia de otros gobiernos exitosos ya del PT, ya de otros partidos, en cuanto a la consolidacin y aplicacin de polticas pblicas para el beneficio social.

    No obstante, lo que se trata de resaltar es que una de las faenas principales del PT toda vez que ocupara la presidencia, era gobernar en tanto promoviera la apertura de espacios para la participacin ciudadana; y, sin embargo, las ms de las veces ha burocratizado esos espacios, les ha dado un toque de paternalismo o de resolucin desde arriba. Podemos decir que el PT en la presidencia no ha dado pauta para la construccin de capital social, si entendemos que

    el objetivo del capital social es cmo transformar bienes intangibles (confianza recproca) en bienes tangibles (polticas pblicas). [] el capital social se inserta en una serie de esfuerzos [] para tratar de viabilizar una participacin ms calificada y colectiva por parte de los ciudadanos. [La] organizacin ciudadana [crea] una capacidad de esa sociedad en generar redes sociales [] que actan en el sentido de promover la accin colectiva. (Baquero: 2003,160).

  • Armando Boito Jr. Indica que la situacin es ms compleja puesto que el gobierno petista est inmerso en la era neoliberal. Desde su perspectiva, slo es correcto afirmar que Lula da continuidad a la poltica econmica de Fernando Henrique Cardoso, si nos refiriramos nada ms a la poltica del segundo gobierno de FHC [] (2006,272). Pero, efectivamente, resulta una situacin grave ya que se trata de hacer arreglos para que la gran burguesa de Brasil, se vincule a los intereses de la poltica hegemnica del capital financiero internacional. De esta manera, el neoliberalismo promueve la desregulacin del trabajo, es decir, reduce los salarios y los gastos en derechos sociales (Boito: 2006,272-273).

    De acuerdo con Boito, el cambio de orientacin del PT responde a un proceso histrico y no slo a las polticas del gobierno petista; se trata de tendencias poltico-ideolgicas en el seno de los movimientos populares que facilitan los hechos de cooptacin (2006,281-282). Con la llegada de Lula a la presidencia de la repblica, el nuevo sindicalismo cree haber llegado al poder o, por lo menos, estar participando de l, y espera del presidente sindicalista, no un rompimiento con el modelo capitalista neoliberal, sino un neoliberalismo con crecimiento econmico y expansin del empleo (Boito: 2006,282-283).

    Lo ms escalofriante es que aquellos miembros de la clase trabajadora que dirigieron un movimiento social de gran trascendencia e impacto, ahora que estn en el poder no procuran un bastimento de capital social. Se agudiza, de hecho, como aos atrs, la distancia entre las clases [] pero se crea la ilusin de que todos pueden disfrutar de la superioridad de la cultura dominante (Garca Canclini: 1987,27). Pero esa es una crtica al capitalismo, por qu debiera serlo a los gobiernos de izquierda de Nuestra Amrica en este siglo XXI? Ser que no han transformado el sistema de fondo y deben gobernar dentro del capitalismo mismo? La respuesta es obvia, pero vale la reflexin sobre la accin de estos gobiernos en la consolidacin de una hegemona como instrumento para la reproduccin social, como seala Antonio Gramsci, en la que la cultura adquiere un papel central (Garca Canclini: 1987,35-36)

    Referencias biblio-hemerogrficas

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    Recibido: 12 agosto 2010

    Aceptado: 17 octubre 2010