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HISTORIA DE LAS DOCTRINAS MONETARIAS Máster en Value Investing y Teoría del Ciclo del centro de estudios OMMA

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Monetarismo

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HISTORIA DE LAS DOCTRINAS MONETARIAS

Mster en Value Investing y Teora del Ciclo del centro de estudios OMMA

Leccin 1 El anlisis escolstico de las mutaciones monetarias y de los tipos de intersAntecedentes: el sistema monetario medievalAntes de relatar las principales reflexiones sobre el dinero que se elucubraron durante la Baja Edad Media y la primera parte de la Edad Moderna, se hace necesario exponer cmo se organizaba su sistema monetario. Slo sumergindonos en su contexto temporal y conceptual podremos comprender adecuadamente los razonamientos que emplearn los economistas de esta poca.La principal caracterstica del sistema monetario medieval es que la unidad de cuenta en la que se expresaban los precios de los bienes y servicios no posea materializacin alguna en forma de medios de pago o monedas. As, las unidades de cuenta de Inglaterra eran la libra esterlina, los chelines y los peniques, y en Francia, la libra tornesa, los sueldos y los denarios (en ambos casos, 1 libra = 20 chelines/sueldos = 240 peniques/denarios), pero ni en un caso ni en el otro existan monedas de una libra o de un penique. Lo que nos encontrbamos eran distintas monedas con nombres muy diversos (ec, real, noble, ngel, florn, dobln, ducado, etc) que, a su vez, posean un valor en trminos de esas unidades de cuenta imaginarias. Por ejemplo, en 1343 se puso en circulacin el florn de oro con un valor de 6 chelines y, en 1344, el noble, con un valor de 6 chelines y 8 peniques. Los precios se expresaban en chelines pero se pagaban en monedas que a su vez tambin posean un precio en chelines: por ejemplo, si una determinada mercanca tena un precio de 12 chelines, poda adquirirse abonando dos florines de oro.Ciertamente, lo razonable y ms sencillo habra sido que, en lugar de emplear unidades de cuenta imaginarias a las que ligar el valor de las distintas monedas, los precios se expresaran en masa de oro y plata (el bien X tiene un precio de 50 gramos de oro); y de hecho, en un comienzo eso era lo que suceda: verbigracia, las primeras monedas de plata acuadas en la Inglaterra normanda hacia la mitad del siglo XI contenan la masa de plata equivalente a una libra, esto es, equivalente a 5.400 granos de plata (a su vez, la onza inglesa equivala a 450 granos de plata, de ah que 20 peniques tuvieran el valor de una onza). Ntese que el grano era la unidad de masa bsica dentro del sistema de medidas ingls y equivala a casi 65 miligramos.Sin embargo, con el paso de los aos las monedas de plata fueron perdiendo parte de su contenido metlico (tanto por los frecuentes rascados privados como por el deliberado envilecimiento regio), pese a lo cual se sigui llamando libra a la suma de divisas que contenan menos de 4.500 granos de plata. La agregacin de 240 monedas de un penique ya no contenan 5.400 granos de plata (como s lo segua haciendo la unidad de masa libra de plata). La unidad de cuenta formal, pues, dejaron de ser los granos de plata (masa de plata) y pas a serlo una unidad imaginaria sin contenido material especfico. De hecho, dejaron de circular divisas cuyo valor nominal (en libras, chelines o peniques) guardara alguna relacin con la unidad de masa de la que procedan.Con diversas salvedades, todos estos comentarios tambin explican las desventuras del sistema monetario espaol o del francs.Fijmonos en que este sistema de unidades de cuenta abstractas provocaba que las monedas tuvieran transitoriamente dos valores: el valor nominal o facial (cuntas libras, chelines o peniques representa esa moneda) y el valor real (cuntas libras, chelines o peniques vale el oro o la plata que contiene una moneda). Al fin y al cabo, el oro y la plata no amonedados tambin se vendan en el mercado y cotizaban a un precio en libras, chelines o peniques, que poda ser mayor o menor al valor de las monedas en que esa masa de oro o plata poda convertirse en las cecas, esto es, en las casas de acuacin.Por ejemplo, supongamos que la casa de acuacin intercambia un marco de oro (unidad de masa equivalente a 250 gramos de oro) por 8 florines de oro (con un peso de 31,25 gramos cada uno), estando el valor nominal de cada florn fijado en 6 chelines (de modo que los 8 florines tendrn un valor de 48 chelines). Si no sucede nada raro, parece claro que el valor de 250 gramos de oro ser igual a 48 chelines. Al fin y al cabo, slo estamos afirmando que31,25 gramos de oro (masa) = 1 florn de oro (nombre de la moneda) = 6 chelines (valor abstracto de la monedo o de la masa de oro) = 31,25 gramos de oroNo tendra mucho sentido que nadie entregara un florn para comprar 30 gramos de oro (pues podra refundir el florn y extraer 31,25 gramos de oro) ni que nadie aceptara entregar 32 gramos de oro por un florn (pues, dejando a un lado el coste del seoreaje, podra acudir a la casa de acuacin y convertir 31,25 gramos de oro en un florn). Ahora bien, si la identidad anterior se quiebra en algn momento por las diversas circunstancias que estudiaremos a continuacin, necesariamente tendern a aparecer discrepancias entre el valor nominal de un florn (6 chelines) y su valor real en funcin del oro que contenga.Por ejemplo, supongamos que el Prncipe decide reducir el contenido metlico de cada florn a la mitad, es decir, 15,6 gramos de oro sin modificar su valor nominal (6 chelines). En tal caso, el precio de mercado de 31,25 gramos de oro ya no ser de 6 chelines, sino de 12 chelines. Aunque su valor nominal se mantenga, su valor real se habr depreciado debido a su menor contenido metlico: no slo el oro subir de precio, sino tambin todos los restantes bienes y servicios (lo que no significa que el ajuste sea instantneo, sino que habr una tendencia a que los precios terminen duplicndose).Semejante situacin da lugar, adems, a una cierta esquizofrenia monetaria. Si el Prncipe slo ha envilecido el contenido metlico de ciertos florines pero no de otros (los que ya estuvieran circulando y fuera de su poder), tendremos dos monedas que formalmente reciben el mismo nombre pero con un contenido metlico muy distinto: unos florines tendrn 31,25 gramos de oro y otros 15,6 gramos pero los dos florines tendrn el mismo valor nominal de 6 chelines. En tales circunstancias, parece evidente que los agentes econmicos que manejen ambas monedas optarn por desprenderse primero de aquellas con un menor contenido metlico y atesorarn las de mayor calidad (al cabo, si el Prncipe no lo prohibiera, quienes dispongan de florines de 31,25 gramos podran refundirlos en el doble de florines de 15,6 gramos, adquiriendo entonces el doble de chelines). Esta circunstancia es lo que posteriormente se conoci como la Ley de Gresham, esto es, que la moneda mala expulsa a la buena: todos los intercambios se efectan en divisa envilecida y nadie vuelve a ver en circulacin la moneda ms rica en metal. Dmonos cuenta, empero, que la moneda mala slo desplaza a la buena cuando se establece un tipo de cambio sobrevaluado entre ellas. En el caso anterior, se estaba afirmando por ley que:15,6 gramos de oro (masa) = 1 florn de oro (nombre de la moneda) = 6 chelines (valor abstracto de la monedo o de la masa de oro) = 31,25 gramos de oro (masa del florn antiguo)lo cual evidentemente no es cierto. Si el Prncipe no impusiera un tipo de cambio sobrevaluado y permitiera que el mercado revaluara la moneda con mayor contenido metlico, ambas podran circular con absoluta fluidez. La gente utilizara indistintamente dos florines envilecidos o un florn no envilecido para abonar un precio de 12 chelines. Es la obligacin legal de querer hacer pasar por 6 chelines las monedas que deberan valer 12 (es decir, hacer pasar por 15,6 gramos de oro lo que son 31,25 gramos) lo que expulsa de los intercambios a la moneda buena.Las mutaciones monetariasEfectuadas estas consideraciones, podemos proceder a analizar cules son las distintas alteraciones a las que puede verse sometida una moneda especialmente a cuenta de las manipulaciones que practicaba el Prncipe con el objetivo de conseguir financiacin, a partir del detenido estudio realizado por los escolsticos Nicols de Oresme, en su Tratado sobre el origen, la naturaleza, la ley y las alteraciones de la moneda (1357) y por Juan de Mariana, en su Tratado y discurso sobre la moneda de velln (1609). Debilitamiento de la moneda: Entenderemos por debilitamiento de la moneda la rebaja de su contenido metlico manteniendo su valor nominal. Es el caso ms primitivo y rudimentario de envilecimiento de la moneda. El debilitamiento puede efectuarse por tres vas: o rebajando el peso total de la moneda; o manteniendo su peso, pero alterando su composicin (sustituyendo un metal de mayor valor como el oro por otro de menor valor como el cobre); o manteniendo su peso y composicin, pero modificando la pureza del metal. Un ejemplo de esta operacin sera el que ya hemos mencionado: si un florn son 6 chelines porque contiene 31,25 gramos de oro, basta con rebajar su contenido metlico a la mitad sin reducir, al mismo tiempo, su valor nominal a la mitad (hasta 3 chelines): de este modo, el cheln pasa de poder comprar 5,2 gramos de oro (la sexta parte de un florn con 31,25 gramos) a poder adquirir slo la mitad, esto es, 2,6 gramos. El debilitamiento de la moneda es, claramente, una estafa y un robo: pensemos que, en ltima instancia, lo que est sucediendo es que el Prncipe se est apropiando fsicamente de parte del contenido metlico de las monedas que le entregan sus sbditos. Cuando stos llevaban, por ejemplo, 250 gramos de oro a la casa de acuacin esperando recibir esos mismos 250 gramos de oro acuados en la forma de 8 florines, lo que terminan recibiendo son, por ejemplo, 125 gramos de oro en 8 florines. El propio Mariana, por ejemplo, describe el proceso de debilitamiento o como una reduccin del peso (como hoy de un marco se acuan sesenta y siete reales, que en adelante se acuen 80 o 100, y que cada pieza se quede en el valor de 34 maraveds) o de su pureza o composicin (que en plata se eche ms liga de lo que se hace). Aumentos de la moneda: El debilitamiento de la moneda, como decimos, era la manera ms tosca y rudimentaria de financiar al Prncipe a costa de los tenedores de moneda. Haba, sin embargo, otra forma un tanto ms refinada y engaosa y a la que se recurra con ms frecuencia: incrementar el valor nominal de las monedas, de modo que un mismo contenido metlico represente muchas ms unidades abstractas de cuenta. Por ejemplo, si la cantidad de oro del florn se mantiene en 31,25 gramos pero su valor nominal pasa de 6 chelines a 12, el efecto a corto plazo es el mismo que con el debilitamiento: el soberano, antes de que cambien los precios en la economa, dispone de ms poder adquisitivo (ms unidades abstractas de cuenta, que son en las que se expresan los precios). Al fin y al cabo, el contenido metlico de un cheln queda reducido a la mitad: antes del aumento un cheln poda comprar 5,2 gramos de oro; tras el aumento, slo representa 2,6 gramos: justo la mitad, tal como ya suceda con el debilitamiento. Lejos de aumentar el valor del dinero, lo que se est haciendo es erosionando el valor de la unidad abstracta de cuenta. As lo describe, por ejemplo, el propio padre Mariana: que la moneda se quede como est, pero que el valor legal se suba, es a saber, que por el real se den cuarenta, cincuenta o sesenta maraveds, donde hoy pasa por treinta y cuatro, lo cual aunque parece que es subir la plata por un camino, es bajarla. En el siglo XIX y en el siglo XX, el equivalente a esta mutacin monetaria sera la depreciacin de la divisa: Roosevelt, por ejemplo, increment en 1933 el nmero de dlares necesarios para tener derecho a cobrar una onza de oro del banco central (desde 20,67 dlares a 35 dlares); el precio del oro en dlares aument o, visto desde el otro lado, el precio de los dlares en oro se depreci, abaratando en trminos de oro todos los precios de bienes y activos nominados en dlares (motivo por el cual EEUU experiment a partir de 1933 una fortsima entrada de oro extranjero dirigida a adquirir a precio de saldo sus bienes y activos). Disminuciones de la moneda: La operacin contraria al debilitamiento de la moneda (el fortalecimiento, es decir, aadir mayor contenido metlico a una moneda) no sola ser demasiado frecuente, principalmente porque si el Prncipe quera disponer de una moneda estable y de calidad, lo habitual era que creara una nueva moneda distinta de las existentes (cambiando el nombre y la figura), lo cual no cabe considerarlo propiamente una mutacin monetaria, sino simplemente la emisin de una nueva serie de divisas. Y si bien no tena demasiado sentido que el soberano mutara la moneda para fortalecerla, s resultaba bastante habitual que recurriera a la operacin opuesta al aumento, es decir, la disminucin. La disminucin simplemente consiste en rebajar el valor nominal de una moneda: por ejemplo, si el florn de 31,25 gramos de oro tiene un valor nominal de 6 chelines y, por orden del rey, queda rebajado a 3 chelines, diremos que el monarca ha disminuido la moneda. Merced a esta decisin, el valor de la unidad abstracta de cuenta se incrementa: un cheln pasa de comprar 5,2 gramos de oro a poder adquirir 10,4 gramos. El equivalente moderno a esta mutacin monetaria sera la apreciacin de la divisa.En su Tratado y discurso sobre la Moneda de Velln, el padre Mariana ilustra el devenir de esta moneda de velln, cuya mutacin fue sometida tanto a debilitamientos como a aumentos. As, en el ao 1497, las cecas producan monedas de velln por valor de 97 maravedes y con un contenido metlico de un marco de cobre (250 gramos) y 7 granos de plata (0,45 gramos); en 1560, las cecas emitan monedas de velln por valor de 110 maravedes y con un contenido metlico de un marco de cobre y 4 granos de plata (0,26 gramos); en 1602, las cecas acuaban monedas de velln por valor de 280 maravedes slo con un marco de cobre. Dicho de otro modo, el contenido metlico del maraved cay desde los 2,5 gramos de cobre y 4,6 miligramos de plata en 1497 a 0,89 gramos de cobre en 1602. Y lo hizo por una combinacin de debilitamientos (un contenido metlico cada vez menor) y de aumentos de la divisa (un nmero de unidades abstractas, maravedes, cada vez mayor).Las consecuencias de las mutaciones monetariasLa consecuencia ms inmediata de las mutaciones monetarias es que el valor del dinero cuyos determinantes analizaremos con mucho mayor detalle en la leccin 6 se ve alterado: el debilitamiento y los aumentos de la moneda reducen el valor de la unidad abstracta de cuenta y los (infrecuentes) fortalecimientos y las disminuciones, lo incrementan. A su vez, la consecuencia a largo plazo de una cada del valor del dinero ser un alza de los precios (en palabras de Mariana: si baja el dinero del valor legal, suben todas las mercaduras sin remedio) y el de un aumento del valor del dinero, una reduccin de los mismos. En este sentido, podemos equiparar los debilitamientos y los aumentos con una poltica inflacionista y los fortalecimientos y las disminuciones con una deflacionista.Quede claro, con todo, que el aumento o la reduccin de precios asociados a ambas clases de mutaciones monetarias slo se dejarn sentir de manera tarda. Primero porque si los agentes se forman la expectativa de que en el futuro cercano se producirn otros aumentos u otras reducciones, adoptarn comportamientos estratgicos que alterarn los precios en una direccin opuesta a la apuntada: si se esperan nuevos aumentos del valor nominal del dinero, lo inteligente ser atesorar ese dinero a la espera de que se materialicen las nuevas elevaciones del valor nominal, lo que provocar una cada temporal de los precios hasta que el dinero sea desatesorado y gastado; si, en cambio, se anticipan nuevas reducciones, lo razonable ser desprenderse tan rpido como sea posible de una moneda cuyo valor nominal se va a seguir minorando, lo cual provocar un repunte de los gastos y un aumento temporal de los precios. Pero, adems, aun cuando los agentes no esperaran ulteriores manipulaciones de la moneda, los precios no aumentarn o se reducirn todos a la vez y de inmediato, sino que estos efectos se irn materializando en el conjunto de la economa conforme las monedas debilitadas/aumentadas o fortalecidas/disminuidas se vayan intercambiando por bienes y activos.Desde una perspectiva estrechamente cuantitativista, cabra especular que el aumento (o la reduccin) de precios se producir debido al mayor (o menor) nmero de unidades monetarias que intervendrn en los intercambios: si la cantidad de dinero aumenta pero la de bienes se mantiene constante, sus precios subirn (o si la cantidad de dinero se reduce y la cantidad de bienes no, sus precios bajarn). Aunque desde luego los elementos cuantitativos ejercen su influencia sobre el poder adquisitivo del dinero, no nos proporcionan una explicacin completa del fenmeno. Como ya estudiaremos en la leccin 6, la teora cuantitativa del dinero nos ofrece una explicacin muy sesgada y engaosa de los fenmenos monetarios. Concentrndonos en el caso de los debilitamientos y de los aumentos, bien podra haber sucedido que el aumento del nmero de unidades monetarias se viera contrarrestado por un incremento de la demanda de esas unidades monetarias (por un mayor atesoramiento) o que un comerciante opte por aumentar los precios de sus productos antes incluso de enfrentarse a una demanda nominal mayor por sus mercancas. Se hace menester, pues, incorporar al anlisis los factores cualitativos: el valor del dinero cae (y por tanto los precios de los bienes suben) no tanto por el incremento de su cantidad cuanto por la merma de su calidad. Si el cheln representa menos oro que antes, los comerciantes debern demandar un mayor nmero de chelines a cambio de sus mercancas para adquirir la misma cantidad de oro que antes.El propio padre Mariana puso de manifiesto este doble motivo por el que los precios suban, reconociendo que no slo se deba a la mayor cantidad de monedas, sino tambin a su peor calidad: No hay duda sino que en esta moneda concurren las dos causas que hacen encarecer la mercadura, la una ser, como ser, mucha sin nmero y sin cuenta, que hace abaratar cualquier cosa que sea, y por el contrario, encarecer lo que por ella se trueca; la segunda ser moneda tan baja y tan mala que todos la querrn echar de casa y los que tienen mercaduras no la querrn dar sino por mayores cuantas. Contrastemos esto con la explicacin mucho ms cuantitativista de Martn De Azpilcueta en su Comentario resolutorio de cambios (1556): Es el aver gran falta y necesidad, o copia del [dinero], vale mas donde, o quando ay gran falta del, que donde ay abundancia () en las tierras, do ay gran falta de dinero, todas las otras cosas vendibles, y aun las manos y trabajos de los hombres se dan por menos dinero que do ay abundancia del () todo el dinero vale mas, porque mas cosas vendibles se hallan por un tanto a dinero entonces, que antes.Mucho ms reduccionista fue, sin embargo, la exposicin del mercader italiano Bernardo Davanzati, quien en su libro Lecciones sobre la moneda (1588) formular una versin de la teora cuantitativa del dinero que resurgir con frecuencia en el pensamiento mercantilista que estudiaremos en la siguiente leccin y que consista en asumir que el valor del dinero se determinaba por una especie de intercambio agregado entre todo el dinero y todas las mercancas (asumiendo, tal como veremos en las prximas lecciones, que la velocidad de circulacin del dinero es igual a 1): Todas las cosas valen todo el oro que puebla el mundo. Todos los hombres codician con pasin todo el oro para comprar todas las cosas que necesitan para satisfacer sus carencias y deseos.Pero los efectos de las mutaciones monetarias no se restringen a sus efectos sobre el valor del dinero y sobre los precios del resto de bienes y servicios. As, otra consecuencia inmediata de las debilitaciones es, como ya apuntamos, la entrada en funcionamiento de la Ley de Gresham, por la cual la moneda mala expulsa a la buena: en concreto, la moneda buena o bien es atesorada y sacada de la circulacin a la espera de tiempos mejores donde se reconozca su autntico valor nominal o bien, cuando sea posible, es exportada al extranjero para fundirla y reacuarla o para importar mercancas gracias al superior valor nominal que s se le reconoce allende las fronteras (en palabras de Mariana: el velln, cuando es mucho, destierra la plata). Algo parecido sucede con los aumentos y las disminuciones: cuando se aumenta el valor nominal de las monedas, y hasta que se verifica el aumento de precios internos, el oro y la plata comienza a llegar desde el extranjero debido al mayor poder adquisitivo que ostentan (pueden comprar un mayor nmero de libras, chelines y peniques, y estas unidades de cuenta, a su vez, pueden comprar en un comienzo tantos o casi tantos bienes como antes del aumento); por el contrario, cuando se reduce el valor nominal de las monedas, y hasta que se verifica la reduccin de precios internos, el oro y la plata tienden a salir del pas hacia el extranjero debido al menor poder adquisitivo que se les reconoce dentro de las fronteras (pueden comprar un menor nmero de libras, chelines y peniques, pero estas unidades de cuenta, a su vez, adquieren en un comienzo los mismos bienes que antes de la disminucin).Acaso pueda sorprender que, pese a que la operacin del debilitamiento de la moneda es anloga a la de su aumento, los efectos econmicos en materia de movimientos internacionales de oro son distintas: en el debilitamiento, la moneda buena sale del pas, mientras que en el aumento, las monedas extranjeras entran en el pas. A qu se debe esta asimetra? Bsicamente a que en el debilitamiento, es la moneda buena la que sale del pas, y lo hace porque a las monedas buenas se les deniega el derecho a adquirir tantos chelines de oro como a las malas. Por ejemplo, si se rebaja el contenido metlico de un florn a la mitad pero su valor nominal se mantiene en 6 chelines, el precio del cheln queda rebajado de 5,2 gramos de oro a 2,6 gramos; sin embargo, este abaratamiento del precio del cheln no puede ser aprovechado por quienes tienen florines antiguos de 31,25 gramos, pues formalmente poseen el mismo valor nominal que los de 15,6 gramos. De ah que convenga exportarlos al extranjero, refundir una pieza de 31,25 gramos en dos piezas de 15,6 gramos y reimportarlos al pas de origen (precisamente por esto, las exportaciones de metal solan estar prohibidas o muy restringidas en la mayora de pases). En el fondo, por tanto, es como si se hubiese procedido a disminuir el valor nominal de las monedas buenas con respecto al de las monedas malas: si asumiramos que el valor nominal de partida es de 2,6 gramos de oro por un cheln (florn envilecido), a la operacin consistente en elevar el precio del cheln hasta los 5,2 gramos de oro (florn no envilecido) la denominaramos disminucin, y el efecto que sigue a las disminuciones es la exportacin de la moneda disminuida (que es justo lo que sucede con la exportacin de las monedas buenas).Por ltimo, los aumentos y las disminuciones tambin dejan sentir su huella sobre los tipos de inters. A la postre, ya hemos apuntado que el aumento de la moneda desencadenar subidas de precios y la disminucin de la moneda, bajadas. Estas expectativas sobre la evolucin de los precios tendern a reflejarse en los tipos de inters: los prestamistas, cuando anticipen que los precios sern ms elevados en el momento en que les deba ser devuelto el prstamo, demandarn tipos de inters ms altos para cubrirse de esa prdida de poder adquisitivo; por otro lado, cuando anticipen que los precios sern ms bajos, se conformarn con tipos de inters ms reducidos. Es decir, los aumentos de la moneda tendern a incrementar los tipos de inters, y las reducciones a minorarlos.Si combinamos los tres efectos anteriores subidas/cadas de precios, entradas/salidas de oro, aumentos/reducciones de los tipos de inters seremos capaces de comprender una de las principales dinmicas del sistema monetario medieval: los ciclos de debilitamiento, disminucin y aumento de la moneda.Si el Prncipe optaba por debilitar la moneda (por apropiarse de parte del contenido metlico de las monedas para financiar sus gastos), se desataba, como hemos visto, una tendencia a que subieran los precios y los tipos de inters. Con tal de contrarrestar estas fuerzas inflacionistas, el monarca sola proceder a reducir el valor nominal de las monedas, de modo que el precio del oro regresara al momento previo al debilitamiento. Por ejemplo, si el contenido metlico de un florn de 6 chelines se reduce a la mitad (de 31,25 gramos a 15,6), el precio en oro de un cheln cae de 5,2 a 2,6 gramos. Si, al cabo de los meses, el monarca reduce a la mitad (de 6 a 3 chelines) el valor nominal del florn debilitado, el precio en oro de cada cheln volver a ubicarse en 5,2 gramos de oro. Dicho de otro modo, el Rey intenta contrarrestar su inicial poltica inflacionista con una poltica deflacionista.Al margen de remarcar que las consecuencias redistributivas de ambas operaciones no son neutras (algunos agentes habrn endosado sus monedas debilitadas antes de que aumenten los precios y otros las enajenarn antes de que vuelvan a caer), es necesario enlazar secuencialmente la disminucin de la divisa con los dos efectos que contribuye a provocar: por un lado, exportacin del oro y la plata lo que agrava la intensidad del proceso deflacionista de precios, por otro, reduccin de los tipos de inters nominales.Semejante situacin en la que todo se est abaratando y en la que el endeudamiento resulta extremadamente asequible es el caldo de cultivo ideal para que el Prncipe comience a endeudarse con el propsito de incrementar su nivel de gastos (lo mismo sucede, de hecho, en la parte ms depresiva de las modernas crisis deflacionistas, cuando los gobiernos comienzan a endeudarse apelando a polticas de estmulo de la demanda que analizaremos en la leccin 9). El problema llegar ms adelante, cuando el sobreendeudamiento y la progresiva reduccin nominal de los ingresos fiscales (por la deflacin interna de precios y rentas) incrementen sobremanera la carga financiera del monarca y se vea incapacitado a hacer frente a sus pasivos. Ser entonces cuando el Prncipe optar por aumentar el valor de las monedas, completando as el ciclo de mutaciones monetarias: si, por ejemplo, el Rey contrajo deudas por 30.000 chelines cuando el florn cotizaba a 3 chelines (esto es, adeudaba 10.000 florines a tal tipo de cambio), no tiene ms que aumentar el valor nominal del florn a 10 chelines para ver reducida su deuda real a una tercera parte (aunque seguira debiendo 30.000 chelines, podra amortizar esos pasivos apenas entregando 3.000 florines). De esta manera, adems, el oro y la plata que salieron del Reino volvern a entrar y la recaudacin, merced a la inflacin de precios y rentas, tambin repuntar.Aunque se trata de un autor que estudiaremos con mucho ms detalle en la leccin 3, conviene citar extensamente al genio de Richard Cantillon, quien en su Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general (1730), describi con exquisito detalle esta perversa dinmica de las mutaciones monetarias:Supongamos como ocurri en 1714 que la onza de plata o el escudo tenga un curso de cinco libras, y que el Rey publique un mandamiento ordenando la disminucin de los escudos, todos los meses, durante veinte meses, a razn de uno por ciento al mes, para reducir su valor nominal a cuatro libras, en lugar de cinco. Veamos cules sern las naturales consecuencias, teniendo presente la idiosincrasia de la nacin.Todos cuantos deben dinero se apresurarn a pagarlo durante las disminuciones para no perder con ellas; los empresarios y mercaderes encuentran cosa fcil tomar dinero a prstamo, circunstancia que anima a los menos capaces y solventes a aumentar sus empresas. Toman dinero a prstamo a juicio suyo, sin inters y adquieren gran copia de mercaderas al precio corriente. Incluso elevan los precios de las mismas por la presin de su demanda. Los vendedores se muestran remisos a desprenderse de sus mercancas contra un dinero que en sus manos va perdiendo su valor nominal. Por eso se echa mano de las mercancas de pases extranjeros importando considerables cantidades de ellas para el consumo de varios aos. Todo esto hace circular el dinero con velocidad mayor y eleva el precio de las cosas. Los altos precios impiden que el extranjero extraiga mercancas de Francia, como de costumbre. Francia guarda sus propias mercancas y al mismo tiempo importa grandes cantidades de artculos extranjeros. Esta doble operacin es causa de que sea preciso enviar sumas considerables de dinero a los pases extranjeros para pagar saldos.El tipo de cambio nunca deja de reflejar esta desventaja. El tipo de cambio suele cifrarse a un seis o un diez por ciento contra Francia, durante estas disminuciones. Las personas mejor enteradas en Francia atesoran su dinero en tales pocas; el Rey encuentra medio de tomar mucho dinero a prstamo, sobre el cual pierde voluntariamente la disminucin, con la esperanza de compensarse a s mismo mediante un aumento al concluir estas disminuciones.A este fin, despus de varias disminuciones, se comienza a atesorar dinero en el Tesoro real, a posponer los pagos, las pensiones y las soldadas del ejrcito; en estas circunstancias el dinero se hace extraordinariamente raro al fin del perodo de las disminuciones, a causa de las sumas atesoradas por el Rey y por muchos particulares, y por la relacin con el valor nominal de las monedas, que ha disminuido. Las sumas enviadas al extranjero contribuyen tambin en gran parte a la rareza del dinero, y poco a poco esta escasez es causa de que se ofrezcan las mercaderas almacenadas de las cuales estn abarrotados todos los empresarios un cincuenta y un sesenta por ciento ms baratas de lo que estaban en la poca de la primera disminucin. La circulacin cae en convulsiones; apenas si se encuentra dinero para enviar al mercado; muchos empresarios y comerciantes se declaran en quiebra, y sus mercancas se venden a vil precio.Entonces el Rey aumenta nuevamente las acuaciones; pone el nuevo escudo, de nuevo cuo, a cinco libras; comienza a pagar con estas nuevas monedas las tropas y las pensiones; las monedas viejas quedan fuera de circulacin y no se reciben por la Casa de Moneda sino a un valor nominal ms bajo. El Rey se aprovecha de la diferencia.Pero el total de nuevos cuos que salen de la Casa de Moneda no alcanza aun a restablecer la abundancia de dinero en la circulacin. Las sumas que los individuos mantienen atesoradas y las que se envan al extranjero exceden considerablemente al aumento nominal registrado por las acuaciones que salen de la Casa de Moneda.La baratura de las mercancas en Francia comienza a atraer dinero del exterior, pues el extranjero, encontrndolas un cincuenta o un sesenta por ciento ms baratas enva metal de oro y de plata a Francia para comprarlas. De este modo el extranjero que lleva dichos metales a la Casa de Moneda queda compensado de la tasa que tiene que pagar por la acuacin. Encuentra doble ventaja en el bajo precio de la mercanca que compra, y en el hecho de que la prdida, representada por el impuesto de acuacin, recae en ltima instancia sobre el comerciante francs que vende sus mercaderas al extranjero. Los franceses poseen mercancas bastantes para el consumo de varios aos: revenden por ejemplo a los holandeses las especias que les haban comprado, a los dos tercios del precio que pagaron por ellas. Todo esto se hace lentamente, pues el extranjero no se determina a comprar estas mercancas de Francia sino por razn de su baratura. La balanza de comercio, desfavorable a Francia en la poca de las disminuciones, se torna en su favor en la poca del aumento, y el Rey puede beneficiarse con un veinte por ciento ms sobre todas las especies amonedables que entran en Francia, y que se llevan a la Casa de Moneda. Como los extranjeros deben ahora un saldo comercial a Francia y no disponen, en su propio pas, de monedas de nuevo cuo, es preciso que transporten metales en barra y monedas viejas a la Casa de Moneda para recibir en cambio monedas nuevas con que atender a sus pagos. Pero este saldo de comercio que los extranjeros deben a Francia no resulta sino porque las mercancas han sido importadas a bajos precios.Francia resulta defraudada como consecuencia de estas operaciones: paga precios muy altos por las mercancas extranjeras, con motivo de las disminuciones, y las revende a precio vil a los mismos extranjeros cuando el aumento sobreviene: vende a precio bajo sus propias mercancas, que ella haba mantenido a tan alto precio cuando empezaron las disminuciones, y as resulta difcil que toda la moneda que sali de Francia a causa de la disminucin pueda entrar de nuevo a nuestro pas cuando se produzca el aumento.Los efectos perversos de las mutaciones monetarias no terminan aqu. Como acertadamente denunciaron Oresme y Mariana, otros perjuicios cabe buscarlos en la tentacin estatal de establecer contraproducentes controles de precios ante la escalada inflacionista (segn Mariana: querr el rey remediar el dao con poner tasa a todo, y ser enconar la llaga, porque la gente no querr vender alzado al comercio y por la caresta dicha la gente y el reino se empobrecer y alterar) y en las distorsiones sobre el clculo empresarial que introducen las fluctuaciones en el valor del dinero (apunta Oresme: en un reino donde el valor de la moneda sea frecuentemente alterado, el comercio es perturbado de numerosas formas).Sin embargo, tanto Oresme como Mariana consideraban que el principal perjuicio de las mutaciones monetarias era uno mucho ms evidente y directo a todos los ya mencionados: constituan un robo del Rey a los ciudadanos.La ilegitimidad de las mutaciones monetariasPrecisamente, el objetivo de Oresme y de Mariana al escribir sendos libros fue denunciar las frecuentes mutaciones monetarias de su tiempo, no ya por las perversas consecuencias econmicas que acarreaban, sino sobre todo por su ilegitimidad de base.Anticipndose entre 400 y 500 aos a las conclusiones a las que, como veremos ms adelante, llegaran el economista escocs Adam Smith y el austriaco Carl Menger a propsito del origen del dinero, Oresme describe que la institucin del dinero es creada o descubierta por el pueblo para superar los inconvenientes del trueque: Conforme el intercambio y transporte de las mercancas fue volvindose inconveniente, los hombres fueron lo suficientemente inteligentes como para concebir la utilizacin del dinero como el instrumento para intercambiar las riquezas naturales. En este sentido, Oresme relega el papel del Estado a la acuacin y acreditacin de las monedas, sin que ello signifique, ni mucho menos, que el Prncipe sea el dueo y seor del dinero acuado: Aunque el Prncipe tiene la obligacin de acuar la moneda en nombre del bien comn, no es l el dueo y seor de la moneda que circula por el principado. El dinero, como hemos visto en el captulo I, es el instrumento para intercambiar riquezas naturales y, por tanto, es propiedad de aquellos que poseen tal riqueza. Al cabo, si un hombre entrega su pan o su trabajo a cambio de dinero, el dinero que recibe es tan propiedad suya como el pan o el trabajo del que es libre de disponer (a menos que sea un esclavo). No siendo el Prncipe el propietario de las monedas, tampoco podr alterarlas en su propio beneficio:Toda mutacin monetaria, salvo en los muy raros casos ya apuntados, implica falsificacin y engao, por lo que no puede integrar los derechos del Prncipe, como ya se ha mostrado. Desde el momento en el que un Prncipe usurpa injustamente este privilegio esencialmente injusto, es imposible que pueda obtener justo lucro del mismo. Adems, las ganancias del Prncipe necesariamente proceden de prdidas padecidas por la comunidad y cualquier decisin del Prncipe que cause dao a la comunidad es injusta y propia no de un rey sino de un tirano, como recuerda Aristteles. Y si el tirano recurriera a la habitual mentira de que sus actuaciones buscan el bien comn, no debe ser credo, ya que por esta misma razn l podra privarme de mis ropas y decir que tiene necesidad de ellas por el bien comn.Oresme cree que es este riesgo, la potencial apropiacin de toda la riqueza del pueblo mediante las mutaciones monetarias, el mayor perjuicio y argumento en contra de las mismas:Entre las numerosas desventajas para la comunidad que se derivan de alterar la moneda, destaca uno que fue el tema principal del captulo XV, a saber, que el Prncipe podra por esta va apropiarse de todo el dinero de la comunidad y empobrecer injustamente a sus sbditos. Y del mismo modo que algunas enfermedades crnicas son ms peligrosas que las no crnicas porque resultan menos perceptible, semejante exaccin tambin es ms peligrosa cuanto menos obvia sea, pues su opresin se siente menos rpidamente por el pueblo que cualquier otra forma de contribucin. Y, sin embargo, ningn impuesto puede ser ms gravoso, general e inclemente.Precisamente, el cuerpo del razonamiento del padre Mariana en contra de las mutaciones monetaria pretende enganchar con este ltimo comentario de Oresme (la mutacin monetaria es como un impuesto) pero dotndole de unas bases ms generales y consistentes. Su punto de partida es que el Prncipe no es propietario ni de sus vasallos ni de los dominios de sus vasallos: A la verdad que el rey no sea seor de los bienes de cada cual ni pueda, quier que la oreja le barboteen sus palaciegos, entrar por las casas y heredamientos de sus ciudadanos y tomar y dejar lo que su voluntad fuere (). Ni el que es caudillo en la guerra y general de las armadas ni el que gobierna los pueblos puede por esta razn disponer de las haciendas de particulares ni apoderarse de ellas. De hecho, en consonancia con Oresme, el Prncipe que se apodere ilegtimamente de los bienes de sus vasallos merecer el calificativo de tirano: El tirano es el que todo lo atropella y todo lo tiene por suyo. A su vez, si el Rey no es dueo de las propiedades de sus vasallos y no puede arrebatrselas sin justo ttulo, habr que concluir que tampoco podr imponerles nuevos tributos en contra de su voluntad: Es doctrina muy llana, saludable y cierta que no se pueden poner nuevos pechos sin la voluntad de los que representan el pueblo.Y precisamente en este punto es donde Juan de Mariana conecta con el ltimo comentario de Oresme: si el Rey no puede crear tributos sin el consentimiento del pueblo, tampoco podr alterar la moneda, pues las mutaciones monetarias son, en el fondo, un impuesto camuflado contra el pueblo. As:Si el prncipe no es seor, sino administrador de los bienes de particulares, ni por este camino ni por otro les podr tomar parte de sus haciendas, como se hace todas las veces que se baja la moneda, pues les dan por mas lo que vale menos; y si el prncipe no puede echar pechos contra la voluntad de sus vasallos ni hacer estanques de las mercaderas, tampoco podr hacerlo por este camino, porque todo es uno y todo es quitar a los del pueblos sus bienes por ms que se les disfrace con dar mas valor legal al metal de lo que vale en s mismo.Pese a la oposicin de Mariana a las mutaciones monetarias, el jesuita admiti alguna excepcin a la regla si bien en casos muy limitados y bajos condiciones muy restringidas. En concreto, la mutacin monetaria slo era legtima en el caso de una emergencia blica y con dos condiciones: que fuera limitada en el tiempo y que, al finalizar la emergencia, el monarca restituyera a los damnificados. Hay que decir que en este punto Oresme fue ms radical que Mariana, pues ni siquiera admita los casos de emergencia que tema que pudiese ser inventada por el tirano como justificacin del envilecimiento de la moneda: si el Prncipe necesita financiacin para hacer frente a una guerra, puede obtenerla emitiendo emprstitos pagaderos cuando sta termine.A grandes rasgos, la posicin escolstica en esta materia fue la fijada por Oresme y Mariana: mutar la moneda no slo acarrea grandes perjuicios en forma de inflaciones y deflaciones de carcter artificial, sino que adems constituye un robo ilegtimo contra el pueblo que convierte al Rey en tirano. Y recordemos cul era la posicin escolstica a propsito de los reyes que se convertan en tiranos por abusar de su poder:Se ha de amonestar ante todo al prncipe y llamarle a razn y a derecho; si condescendiere, si satisficiere los deseos de la repblica, si se mostrase dispuesto a corregir sus faltas, no hay para qu pasar ms all ni para qu se propongan remedios ms amargos; si empero rechazare todo gnero de observaciones, si no dejare lugar alguno a la esperanza, debe empezarse por declarar pblicamente que no se le reconoce como rey, que se dan por nulos todos sus actos posteriores. Y puesto que necesariamente ha de nacer de ah una guerra, conviene explicar la manera de defenderse: procurar armas, imponer contribuciones a los pueblos para los gastos de la guerra y si as lo exigieren las circunstancias, sin que de otro modo fuese posible salvar la patria, matar a hierro al prncipe como enemigo pblico y matarle por el mismo derecho de defensa, por la autoridad propia del pueblo, ms legtima siempre y mejor que la del rey tirano. Dado este caso, no slo reside esta facultad en el pueblo, reside hasta en cualquier particular que, abandonada toda especie de impunidad y despreciando su propia vida, quiera empearse en ayudar de esta suerte la repblica.El inters y el papel del crditoHabiendo analizado el funcionamiento del sistema monetario medieval y de la primera parte de la Edad Moderna, conviene efectuar un breve comentario sobre la primitiva organizacin crediticia de ese perodo a travs de la obra Suma de tratos y contratos (1571) de Toms de Mercado y del Tratado sobre los cambios (1597) del tambin escolstico Luis de Molina.El asunto clave de la organizacin medieval del crdito es la prohibicin cannica de la usura; es decir, la prohibicin de la percepcin de intereses a cuenta del prstamo de dinero y de otros bienes en s mismo improductivos (como el trigo, el vino, la cebada, el aceite, etc.). Su justificacin ltima procede no slo de cierta lectura de las Escrituras sino, sobre todo, de la doctrina aristotlica de que el dinero es estril y de que por s slo no puede generar rendimiento alguno (pecunia non parit pecuniam). Segn Toms de Mercado:Vicio es contra natura y ley natural hacer fructificar lo que de suyo es esterilsimo, y todos los sabios dicen que no hay cosa ms estril que el dinero, que no da fruto ninguno () Su tuviera el dinero en el arca, como tuvo el trigo en la troje, aunque lo tuviera un ao, no le interesar blanca. Do pueden ver a la clara cun ninguna cosa se puede ganar con solo dinero. Es necesario emplearlo en alguna suerte de ropa para que interese. Por lo cual es violentar y forzar, segn dicen, la naturaleza, ganar con sola moneda, como hace el usurero que, prestando oro o plata, interesa.La escolstica por supuesto era consciente de que usando el capital prestado era posible acometer inversiones que s fueran fructferas, pero tal posibilidad segua sin constituir justa causa para cobrar intereses. Siguiendo con Toms de Mercado: Dirs que me diste materia con que pudiese ganar; tambin me diste materia con que pudiese perder, que la moneda sin la industria humana y la ventura fingida, que dicen, indiferente es de suyo y expuesta a peligro y riesgo. Dems de esto, yo confieso que me diste materia con que ganase, pero no vala esta materia, que es los dineros, sino cien ducados, que ya te devuelvo. Por qu me llevas diez ms? Si dices que por lo que gane con los ciento, no tienes tampoco derecho para participar de mi ganancia. Pregunto, si perdiera, como muchas veces sucede, con tus ciento, habas de ser partcipe de la prdida?. O dicho de otro modo, las ganancias en los negocios eran una legtima recompensa siempre que resultaren de vender las mercancas al precio justo, esto es, al precio corriente en el mercado a la pericia empresarial, pero no lo eran para la financiacin de la actividad empresarial.De hecho, la Escolstica caracterizaba el prstamo de dinero o de bienes improductivos como una liberalidad, un negocio gratuito. De nuevo, Toms de Mercado: El prestar es acto de misericordia y liberalidad, y ambas virtudes son muy enemigas de precio y paga, que es menester se ejerciten sin estos respectos y pretensiones. Las nicas recompensas que caba esperar del prstamo eran la autorrealizacin personal (si furamos hombres, ninguna otra cosa humana habamos de hacer con mayor voluntad, porque casi en solo esto nos mostramos serlo, conviene a saber, n hacer bien a otro sin pretender nuestro provecho), ganarnos el afecto de los dems (as puede, prestando, granjear con gran facilitad muchos amigos) y, eventualmente, recibir liberalidades de stos (el servir prestando causa amor, y el amor, con el discurso del tiempo, trae provecho).Slo haba dos importantes excepciones en las que se podan cobrar intereses por los prstamos de dinero o de bienes estriles: el dao emergente (tambin Toms de Mercado: cuando, teniendo uno dineros para remedar la casa, que amenaza ruina o cada, o para mercar trigo para el ao, que vale barato y se teme subir, o para pagar deudas que se vayan cumpliendo y cree le apretarn los acreedores, si alguno se lo pidiese prestados en tal coyuntura, no se los podra dar sin riesgo y dao suyo) y el lucro cesante (si pretenda algn negocio do comnmente se suele ganar, con su grano de peligro porque ninguno de estos negocios es tan seguro que no tenga necesidad les suceda prsperamente sacarlos del trato por prestarlos, es dejar de ganar). Si bien, tanto en un caso como en otro, haba dos importantes limitaciones: primera, el prestamista debe soportar el dao o renunciar al lucro si no presta forzado, formal (violencia) o virtualmente (ruegos); segunda, y derivada de la anterior, los prestamistas no deban ser cambistas o banqueros profesionales con saldos de caja ociosos que aleguen que sufren dao o pierden lucro por no poder prestar, y cargar intereses usurarios, a otras personas (es decir, deben ser particulares que tuvieran una reserva de tesorera con el propsito de efectuar un gasto productivo).Precisamente, el lucro cesante era el ttulo que justificaba que por el arrendamiento de bienes productivos (viviendas, tierras, etc.) s fuera legtimo cobrar alquileres: el arrendador renuncia a los frutos de estos bienes en favor del arrendatario, por lo que podr reclamar una compensacin. Ntese, de nuevo, la concepcin de que el dinero es estril y de que renunciar a su disponibilidad cuando no se le va a dar ningn uso no supone merma alguna para su propietario. Por ejemplo: Cun pobre es un msero avaro, por rico que sea, pues no tiene qu gaste; mucho tiene que podra gastar, ms gurdalo tanto que no lo gasta. Y tener oro, dado sea un tesoro, y no gastarlo y servirse de l, es no tenerlo, porque no sirve ni aprovecha si no se expende. As tenerlo y no gastarlo es, en buen romance, no tenerlo y estar sujeto a todas las necesidades que un pobre.Habremos de esperar hasta el siglo XVIII para que Turgot (a quien estudiaremos en la leccin tercera) ponga de manifiesto los errores fundamentales de la doctrina escolstica sobre los tipos de inters: a saber, que el dinero, empleado como capital, no es estril sino productivo; que la intermediacin financiera es un uso tan legtimo y productivo del capital como todos los dems; que mantener saldos de tesorera no es dejar sin uso al dinero sino emplearlo en blindarse frente a futuras contingencias imprevistas; y que, precisamente para compensar al capitalista por el coste de oportunidad que supone prestar a terceros el capital y posponer o arriesgar su gasto (incluyendo como gasto el mantenerlo atesorado en forma de dinero o de mercancas), es lcito cobrar intereses. En el fondo, y como ya narraremos con Turgot, el inters es un precio por el tiempo ajeno que empleamos en nuestros planes productivos, de modo que prohibir el inters tena repercusiones mucho ms all de los contratos que tuvieran forma de prstamos de dinero (o de otros bienes improductivos). De hecho, todos los contratos donde quedara afectado, de un modo u otro, el tiempo eran susceptibles de degenerar en usurarios. Lo sancionado, precisamente, era obtener remuneracin por el uso del factor productivo tiempo; segn Molina: cuanto se recibe por razn de la diferencia en el tiempo es usura y se recibe injustamente.Pero precisamente porque hay muchas otras formas de remunerar el uso del tiempo distintas a los prstamos en dinero, los agentes econmicos se las arreglaron con suma rapidez para burlar la prohibicin cannica de la usura con las llamadas usuras paliadas: ventas aplazadas a precios por encima del contado, ventas a precios rebajados por pago al contado, prstamos que se dejan entrar en mora para percibir intereses moratorios, pago de los intereses en especie (incluso en forma de cancelacin de otras deudas o de salarios no percibidos), etc. De ah que la propia doctrina escolstica tuviera que evolucionar y reflexionar sobre la legitimidad de los nuevos instrumentos dirigidos a cobrar intereses. Es en este punto donde Toms de Mercado y Luis de Molina nos ofrecen una completa (y crtica) descripcin de todas las ramificaciones del sistema crediticio de su tiempo.El dominico Mercado explica cmo los tres agentes econmicos que negocian con el crdito son los mercaderes, los cambistas (o cambiadores) y los banqueros. Los primeros son aquellos que venden su mercanca por dinero; los segundos los que venden su propio dinero o sus propios crditos contra terceros a cambio de otro dinero o de otro crdito; y los terceros, quienes venden el dinero que reciben prestado o sus propias deudas a cambio de dinero o crdito.Los mercaderes, a su vez, pueden vender al contado, al fiado o por adelantado.El primer tipo de operacin no acarrea problema alguno, por cuanto el tiempo no juega ningn papel; la nica condicin para que sea vlida es que se cobre el precio de justo (entendido como el precio de mercado, tal como resume el dominico: justo precio es o el que est puesto por la repblica o corre el da de hoy en el Pueblo). Las ventas al fiado ya acarrean mayor complicacin. Toms de Mercado no admite que se cargue un sobreprecio slo por el aplazamiento del pago: Si alguno quiere vender fiado a ms del justo precio, manifiestamente comete usura, porque este aguardar la paga es un gnero del prstamo; por lo cual, todo lo que se lleva ms de lo que se llevara de contado, es inters del prstamo que se hace en aguardar tanto tiempo, y as es usura. Por consiguiente, en las ventas aplazadas el precio de venta habr de ser el mismo que al contado; slo se podr incrementar para obtener inters por los justos ttulos antes mencionados: lucro cesante y dao emergente. Pero recordemos las restrictivas condiciones en que stos operaban: la venta a plazo debe ser hecha a instancias del comprador y el vendedor debe tener previamente el gnero atesorado para realizar alguna operacin que, debido a la venta aplazada, se ve perturbada. La misma crtica puede efectuarse para el caso de las ventas por adelantado, ya que segn Mercado: es usura dar menos de lo que probablemente valdr por anticipar la paga.Por lo que se refiere a los cambistas, Mercado distingue tres tipos de cambios: el cambio menudo, el cambio real (o cambio por letras, tal como lo llamar Molina) y el cambio seco.El cambio menudo consiste en trocar unos tipos de moneda por otros (por ejemplo, ducados por doblones) y el cambio real en comprar monedas en otras plazas o ciudades a cambio de moneda en la actual. En ambos casos, el cambista puede obtener beneficios; segn Mercado: Dara cambio y trocar una moneda por otro, ora sea de valor desigual dentro de un mismo pueblo o ambas de una misma ley en diversas ciudades o reinos, todo es negocio lcito y muchas veces necesario, que cmodo y provecho es a la repblica tener en s quien d a los vecinos y ciudadanos los dineros que han menester en otras partes. La justificacin ltima de la legitimidad de este negocio es que dos monedas distintas o dos monedas iguales pero en distintas plazas poseen valores distintos: De esta forma pasa en las monedas que, por estimarse ms en una parte que en otra, vienen a ser iguales, aunque sea diversa la cantidad: noventa y tres en Flandes con ciento en Sevilla, no por ser de otra ley el ducado, ni de otro valor, sino porque la tierra de suyo lleva, como dicen, hacer ms caso del dinero. Solemos decir , no porque no valga uno aqu treinta y cuatro [maravedes] y dos sesenta y ocho, sino porque en ms se estiman aqu los treinta y cuatro que en otra parte los sesenta y ocho. Por ltimo, los cambios secos vendran a ser cambios falsos cuyo nico propsito es ocultar un negocio usurario.La cuestin, por tanto, pasa por discriminar los cambios menudos y, sobre todo, los reales de los cambios secos. La lnea de demarcacin entre ambas categoras nos la dar que los cambios sean verdaderos, que realmente se trueque una moneda por otro. Lo cual falta cuando se cambian cien ducados en Sevilla con ciento en Medina, no pagndose ni habiendo tales ciento en Medina. Fundamentalmente, lo que Toms de Mercado est sealando es que dos partes slo pueden intercambiar aquellas monedas que ya estn en su posesin (aunque en distintas plazas) o, como mucho, derechos a percibir moneda fruto de transacciones preexistentes. Luis de Molina muestra una opinin similar: Coinciden los doctores en que es usurario, y est sujeto a restitucin, todo lo que se recibi sobre el capital cuando se entreg dinero a otro para que se lo devolviera con un incremento en otro lugar en donde, sin embargo, no tiene dinero ni nadie que pague por l. O dicho de otro modo, lo que tratan de evitar Mercado y Molina es que, bajo el ropaje de los cambios, se articulen prstamos con intereses: que lejos de perfeccionarse intercambios al contado de monedas (o de derechos a cobrarlas), una de las partes est entregando hoy moneda a cambio de que la otra se la devuelva en el futuro (con las correspondientes penalizaciones por demora y negociacin, que haran a las veces de intereses) y no gracias a su tesorera o a sus derechos de cobros presentes, sino de sus inciertas rentas futuras; dice Mercado: Claro es que entendiendo que no tiene moneda ni crdito, que ve a ojos vistas que es mero prstamo.La distincin entre el cambio y el prstamo usurario vendr, por consiguiente, de que ambas partes dispongan de dinero o de crditos contra terceros a la hora de comprar dinero (o crdito) ajeno; no intercambindose de este modo moneda presente por incierta moneda futura: No digo ni mando que quien da a cambio sepa siempre que realmente tiene dinero a do le pide o que la persona en quien libra est all o corresponder. Mas es menester no tenga noticia de lo contrario, conviene a saber, no spa que es fingida, porque, si lo sabe, no lo puede efectuar ni concluir; y si lo efectuara, es en conciencia nulo e invlido. Esta idea de que los cambios deben limitarse o a dinero ya existente o a derechos de cobro sobre operaciones comerciales ya realizadas constituye una aproximacin primitiva e inexacta de los razonamientos de Adam Smith que estudiaremos en la leccin 3 y que denominaremos la Doctrina de las Letras Reales (y a la que terminaremos de dar una expresin definitiva en la leccin 6).Por ltimo, Toms de Mercado tambin distingue entre dos tipos de banqueros: aquellos que se dedican a captar depsitos, descontar letras o gestionar cobros y aquellos otros, a los que denomina logreros, que se dedican a prestar a caballeros, gastados y gastadores. Podemos analizarlos, pues, distinguiendo entre banqueros y logreros.Los banqueros se dedican, segn Luis de Molina, a recibir el dinero que los comerciantes y cambistas consignan en su banco, y ser depositarios de ese dinero; abonar las cantidades que ordenen los depositantes; llevar cuenta por escrito de todo lo recibido y entregado por orden suya; tener siempre preparada la cuenta de sus relaciones con otros clientes. Tanto dinero reciben en depsito los banqueros fruto de su actividad ordinaria, que inmediatamente brota la cuestin de qu pueden hacer con l. Toms de Mercado, por ejemplo, permite que lo utilicen en sus negocios siempre que guarden dos condiciones:Ellos tienen, a la verdad, sus inteligencias y mayores intereses en tener siempre mucha moneda para tratar, en lo cual no hacen contra conciencia si guardan dos condiciones o se apartan de uno de dos inconvenientes. El primero: no despojar tanto al banco que no puedan pagar luego los libramientos que vinieren, porque si se imposibilitan a pagarlos expendiendo y ocupando dinero en empleos y granjeras y otros tratos, cierto pecan. Han de entender que no es suya sino ajena la moneda, y no es justo que, por servirse de ella, deje de servir a su dueo; y deja, como consta, el da que libran y la mandan dar al oficial o a quien se les antoja, y traen en ellas traspasos al pobre hombre muchos das. Lo segundo: que no se metan en negocios peligrosos, que pecan, dado les suceda prsperamente, por el peligro que se pusieron de faltar y hacer grave dao a los que de ellos se confiaron.Lo mismo opina Luis de Molina:Los banqueros, con el dinero depositado, ganan a veces dos o tres mil ducados en tres o cuatro meses, entregndolo a cambio o negociando con l durante el tiempo en que los dueos no lo necesitan () Estos banqueros, como todos los dems, son verdaderos dueos del dinero que est depositado en sus bancos, en lo que se diferencian grandemente de los otros depositarios, como diremos despus al hablar del depsito. De donde, si perece el dinero, perece para ellos y no para los depositantes; pues el dinero lo reciben no para custodiarlo y devolver numricamente el mismo, sino para que estn preparados a entregar una cantidad igual cuando quiera que lo solicite el depositante. De modo que lo reciben como un prstamo a ttulo de precario y, por consiguiente, a riesgo suyo, para que de una vez, o por partes, lo devuelvan cuando se lo exijan y del modo que se lo exijan () Pecan mortalmente [los banqueros] si el dinero que tienen en depsito lo comprometen en sus negocios en tal cantidad que se ven luego incapacitados para entregar en el momento oportuno las cantidades que los depositantes piden o mandan pagar con cargo al dinero que tienen depositado () Asimismo, pecan mortalmente si se dedican a negocios tales que corren el peligro de llegar a una situacin en que no puedan pagar los depsitos.Como veremos ms adelante en la leccin 8, tanto Toms de Mercado como Luis de Molina estn exponiendo una versin de nuevo, primitiva e imprecisa, pero seminal en cualquier caso de lo que posteriormente llamaremos Regla de Oro de la banca, donde se reclama que los bancos cuadren los plazos y los riesgos de los prstamos que extiendan y de las deudas que asuman.Dentro de estos parmetros, la actividad de los banqueros resultara legtima tanto para Toms de Mercado cuanto para Luis de Molina, incluyendo, bajo ciertas condiciones bastante laxas, el cobro de una comisin del seis por mil sobre el descuento en metlico de letras o el pago de intereses a aquellos depositantes que mantengan sus saldos de caja en el banco.Por otro lado, Toms de Mercado habla de logreros para referirse a los banqueros que extienden prstamos para financiar el consumo y los despilfarros de caballeros y cortesanos hasta que estos obtienen los fondos, va impuestos, que necesitan para amortizarlos: En corte hay otros banqueros, aunque a la verdad pblicos logreros, que sirven de prestar a caballeros, gastados y gastadores, grandes sumas de dineros, mientras cogen las rentas de sus estados, llevndoles por ello no pequeos intereses. En suma, los logreros seran aquellos banqueros que prestan no contra rentas presentes, sino contra la generacin de rentas futuras; es decir, a banqueros que, como veremos en las siguientes lecciones, incumplen la Regla de Oro de la banca. Conviene visualizar el fuerte paralelismo que existe entre los logreros y los cambistas que practican cambios secos (esto es, que venden moneda o crdito presente contra moneda futura e incierta), pues al final se estn dedicando a la misma actividad (el mismo Toms de Mercado, denomina en diversas ocasiones logreros a los cambistas secos). Ms adelante, de hecho, tambin comprobaremos que la llamada Doctrina de las Letras Reales es una de las condiciones ms importantes de la Regla de Oro de la banca.Conviene, sin embargo, mencionar que no todos los escolsticos coincidan en estas apreciaciones de Toms de Mercado y Luis de Molina sobre los banqueros. As, por ejemplo, para Luis Saravia de la Calle todos los banqueros merecan el calificativo de logreros por cuanto se dedicaban a descontar letras con los fondos recibidos en depsito en lugar de limitarse a guardar y custodiar esos depsitos. En Instruccin de Mercaderes (1544) pueden leerse diversos pasajes donde insiste en que: Si los ponen en depsito dineros haban ellos de dar por la guarda, que no rescibir tantos provechos como la justicia los manda dar cuando deposita dineros o hacienda que ha menester guarda. En la leccin cuarta y en la octava regresaremos a esta antigua polmica sobre cul es el radio de actividad legtima de la banca: si deben limitarse a un contrato de guarda y custodia tradicional o si pueden emplear sus propias deudas para realizar otro tipo de operaciones comerciales, como el descuento de letras que s aceptaban Mercado y Molina.ConclusinLas aportaciones de la Escolstica a la teora monetaria y del crdito pueden dividirse en dos grandes grupos. Por un lado, sus reflexiones relativas a las mutaciones monetarias, que son en esencia correctas tanto en la descripcin del proceso subyacente cuanto en sus implicaciones econmicas (alteraciones en los precios, en los tipos de inters y en los movimientos internacionales del metal). Por otro, sus reflexiones relativas al crdito, que se ven enormemente lastradas y contaminadas por el errneo prejuicio de base que supone la prohibicin cannica de la usura, son, pese a todo, capaces de describir con bastante acierto muchos de los fenmenos econmicos subyacentes (anticipando debates acadmicos de primer orden de importancia que acaeceran siglos despus).En cierto sentido, podemos decir que la Escolstica fue exitosa a la hora de desprestigiar desde un punto de vista terico las mutaciones monetarias, pues la mayora de pensadores mercantilistas que cronolgicamente les siguieron no se atrevieron a defenderla como una estrategia vlida para incrementar la cantidad de dinero en circulacin. Por ejemplo, el destacado mercantilista Thomas Mun dej escrito en su Englands Treasure by Forraing Trade (1664) que: Estos procedimientos [las mutaciones monetarias] que tanto daan a los individuos no pueden aadir en ningn caso al Prncipe, tal como algunos hombres han imaginado; pues, aunque se envilezca o aligere todo nuestro dinero, esto slo le reportar ganancias presentes y de una vez a la ceca, pero todo esto y ms se transformara pronto en prdidas futuras.Tambin John Law, el economista mercantilista por excelencia, se opuso a las mutaciones monetarias con argumentos similares en su Dinero y comercio considerados con una propuesta para abastecer con dinero a la nacin (1705): Si aumentar o debilitar el dinero crearan valor o acarrearan algn efecto positivo para el comercio interior o exterior, ninguna nacin concedera utilidad al dinero. Cien libras podran ser aumentadas o debilitadas dos, diez o cien veces sobre la denominacin que tuviera, o incluso ms si fuera necesario. Pero, dado que resulta injusto aumentar o debilitar el dinero por cuanto todos los contratos se pagan con moneda de menor valor, y dado que conlleva efectos nocivos para el comercio local y extranjero, no las practica ninguna nacin que aprecie la justicia o entienda la naturaleza del comercio y del dinero, concluyendo que aumentar el dinero en Francia es cobrarles un impuesto a los ciudadanos () impuesto que recae sobre los ms pobres.Sin embargo, al mismo tiempo, los ataques escolsticos contra la usura sentaron las bases para que los propios mercantilistas arbitraran mecanismos para tratar de rebajar tanto como fuera posible ese estril inters del dinero. Al cabo, si los tipos de inters del dinero no cumplen ninguna funcin econmica (prejuicio que llegar hasta nuestros das de la mano de John Maynard Keynes, como estudiaremos en la leccin 9), nada ms natural que pretender su supresin. A eso en gran parte se dedic el mercantilismo: a manipular la oferta de dinero y de crdito, por vas distintas a las mutaciones monetarias y a las prohibiciones de la usura, con el propsito de financiar al Gobierno, aumentar la actividad econmica y rebajar los tipos de inters. ste ser, precisamente, la materia que analizaremos en la siguiente leccin.

Leccin 2 Las teoras inflacionistas del mercantilismoAntecedentesEl mercantilismo fue la doctrina econmica que domin el panorama europeo entre finales del s. XVI y mediados del s. XVIII, cuyo propsito era consolidar el poder del Estado-nacin frente a otras organizaciones polticas o culturales que haban prevalecido en la Edad Media, como podan serlo la Iglesia o los imperios: Eli Heckscher, autor del libro Mercantilismo (1931) el estudio ms sistemtico sobre esta cuestin lo define sintticamente como el sistema econmico del nacionalismo. Su propsito fundamental era colocar los intereses econmicos de la nacin, entendida como bloque unitario e indiviso, frente a los intereses de los propios miembros de esa nacin y, sobre todo, de otros bloques nacionales extranjeros: la concepcin de la economa, por consiguiente, pas a ser la de un juego de suma cero entre naciones. Como consecuencia, el pensamiento mercantilista era naturalmente hostil hacia una divisin internacional del trabajo entre individuos que sobrepasara los arbitrarios bloques nacionales: el comercio entre pases (que no entre individuos) slo resultaba defendible en tanto en cuanto beneficiara a la propia nacin, por lo que los patrones de intercambio deban ser guiados y dirigidos por el ente encargado de defender los intereses nacionales, esto es, el Estado.Sentado esto, hay que sealar que, sin embargo, el mercantilismo distaba de ser una doctrina econmica homognea. No slo porque cada nacin pariera sus propios mercantilistas (los arbitristas espaoles, los cameralistas alemanes o los colbertistas franceses) y no slo porque el pensamiento mercantilista se extendiera durante casi dos siglos y medio, sino porque cada autor posea su propio juicio fruto de sus reflexiones, experiencias e intereses personales sobre cules eran las mejores herramientas para proteger las necesidades de la nacin. En general, y simplificando en buena medida la cuestin, podramos sealar que la inmensa mayora de mercantilistas consideraba que la acumulacin de medios de pago especialmente metales preciosos dentro de la nacin constitua un indicio de que esa nacin sala ganando del comercio exterior o, al menos, de que no sala perjudicada. El objetivo, por tanto, era adoptar polticas econmicas de carcter nacional que permitieran maximizar esos medios de pago, aun a costa de quebrantar la divisin internacional del trabajo.As pues, la cuestin a estudiar pasa a ser, primero, qu pretendan conseguir los mercantilistas con esa acumulacin indefinida de medios de pago (especialmente de oro y plata) y, segundo, qu polticas especficas proponan con tal de lograrla.Los propsitos del mercantilismoEn la leccin 3 analizaremos cmo el mercantilismo fue refutado por diversos autores dentro de la llamada economa clsica. Probablemente el ms clebre de ellos fuera el escocs Adam Smith, quien en su libro La riqueza de las naciones (1776) populariz la idea de lo que, a partir de entonces, ha constituido la versin vulgar del mercantilismo. En sus propias palabras, el mercantilismo es la idea de que la riqueza consiste en dinero, oro o plata. Buena parte de la crtica moderna al mercantilismo se efecta sobre la base de esta inexcusable equiparacin entre dinero y riqueza; como si la acumulacin de metales preciosos, y no la satisfaccin de las necesidades humanas, fueran el fin ltimo de toda actividad humana.Ciertamente, no es que la crtica no tuviera base alguna. Thomas Mun, uno de los ms clebres pensadores mercantilistas, comenzaba su obra pstuma Englands Treasure by Forraing Trade (1664) aclarando que: El mecanismo ordinario de incrementar nuestra riqueza y tesoro es mediante el comercio exterior, en el que debemos observar la siguiente regla: vender cada ao ms a los extranjeros de lo que les compramos. Otro muy importante pensador mercantilista, Gerard de Malynes, tambin dejaba sentado en su primer libro A Treatise of the Canker of Englands Commonwealth (1601) que la riqueza del reino puede disminuir de tres formas: sacando dinero metlico del pas; vendiendo nuestras mercancas demasiado baratas; o comprando las mercancas forneas demasiado caras. Asimismo, Charles DAvenant, en su An Essay on the East-India Trade (1697), sostiene que: Cuando examinamos la autntica causa de la riqueza de Holanda, descubrimos que depende en su mayor parte de la frugalidad de consumir en casa lo que se compra afuera barato, y en llevar al extranjero lo que genera riqueza y proporciona la mayor cantidad de dinero.Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la gran mayora de pensadores mercantilistas eran hombres de negocio que no estaban tratando utilizar de un modo exquisitamente cientfico y riguroso el lenguaje, sino que simplemente intentaban expresar unas ideas de un modo meridianamente inteligible para el burcrata de la poca. O dicho de otro modo, no parece demasiado justo el agarrarse a sus imprecisiones lxicas para deformar el contenido de sus argumentos. Pues, de hecho, muchos pensadores mercantilistas solan diferenciar entre riquezas naturales (las derivadas directamente de la tierra) y riquezas artificiales (las manufacturas) sin incluir el dinero en ninguna de ambas categoras.Es ms, los propios mercantilistas trataron en numerosas ocasiones de aclarar la aparente confusin. Thomas Mun, por ejemplo, en la obra ya citada afirmaba que todos los hombre saben que la riqueza de todo reino, estado o comunidad consiste en la posesin de esas cosas que son tiles para la vida civil. Pero probablemente quien hizo un mayor esfuerzo para clarificar la postura mercantilista fue J. Jocelyn en su libro An Essay on Money and Bullion (1718): Generalmente nos referimos al dinero y a los lingotes como riqueza, cuando en realidad no son riqueza en s mismos, sino los instrumentos y el vehculo de la riqueza. Todo bien que cumpla las propiedades para ser usado es riqueza. Podemos usar con justicia esta definicin para la tierra rica que proporciona abundante cosecha; para la mina rica donde abundan los minerales; para el vino rico que se convierte en una delicia para el paladar y el corazn de los hombres. Las riquezas de los hombres, pues, consisten en la abundancia de esos bienes que son tiles para nuestro goce y sustento.En verdad, no debemos extraarnos de que los mercantilistas asociaran, siquiera inconscientemente, aquellos bienes que permita adquirir el dinero (riqueza) con el propio dinero, sobre todo en un sistema econmico donde los metales preciosos eran la base monetaria de todo Occidente y donde, por tanto, podan emplearse para acceder a las mercancas deseadas en cualquier parte del mundo. La cuestin, pues, es que la crtica al mercantilismo no puede reducirse a una (incierta) acusacin de usar ligeramente el lenguaje, pues fueron muy pocos quienes de verdad pretendieron identificar dinero y riqueza. S parece haber sido el caso de Clement Armstrong, quien en su ensayo How to reform the Realms (alrededor de 1535) sostuvo que es preferible disfrutar de abundancia de oro y plata en el reino que de mercancas o mercaderes; lo mismo puede decirse del colbertista Montchrestien (padre, dicho sea de paso, del trmino economa poltica), quien en su Tratado de Economa Poltica (1615) afirm: Nuestra subsistencia no depende tanto del comercio de materias primas cuanto del oro y de la plata.Sin embargo, no cabe generalizar afirmaciones tan desafortunadas al conjunto de autores mercantilistas, deslizando la conclusin de que su pretensin era incrementar el tesoro de la nacin por s mismo y sin criterio alguno. Como a continuacin analizaremos, el acaparamiento de metales preciosos en el interior de una nacin fue visto con buenos ojos por los mercantilistas debido a los dos efectos saludables que presuntamente proporcionaba a) el estmulo al comercio y b) la rebaja de tipos de inters.El estmulo al comercio La poca mercantilista se caracteriz por dos fenmenos sociales y econmicos que dejaron una notable impronta en la mente de los comerciantes. El primero fue la enorme afluencia de metales preciosos desde las Indias, lo que incrementaba los ingresos monetarios de las industrias occidentales y, en tanto sus costes se revalorizaran con mayor lentitud, tambin sus beneficios. El segundo fenmeno, vinculado en parte al anterior, fue la progresiva transicin desde mbitos econmicos de autosubsistencia o de trueques primitivos a divisiones del trabajo ms segmentadas y especializadas donde los intercambios de bienes forzosamente tenan que realizarse en dinero.As las cosas, desde el punto de vista de un observador externo con escasos conocimientos de teora econmica, el aumento de la cantidad de dinero pareca favorecer la produccin de bienes y servicios merced al estmulo que suponan los crecientes beneficios empresariales y, a su vez, permita desarrollar una economa moderna con una mayor divisin del trabajo basada en intercambios monetarios.La primera de estas ideas, que siglos despus recogern diversas tradiciones como el subconsumismo o el keynesianismo, simplemente sostiene que a mayor demanda agregada, mayor oferta agregada. Fueron diversos los mercantilistas que rpidamente establecieron esta conexin causal y se lanzaron a solicitar un incremento de la oferta monetaria con el propsito de cebar la demanda y estimular la produccin. Edward Misselden, en su libro Free Trade (1622) se muestra favorable a envilecer la moneda aumentndola (actitud poco frecuente entre los mercantilistas, en general crticos con las mutaciones monetarias) para as incrementar la cantidad de dinero, los precios y la actividad econmica: Si bien el aumento de la moneda tender a encarecer todas las cosas, seremos generosamente recompensados con una mayor abundancia de dinero y una mayor rapidez de la actividad comercial. Y esto nos suceder a todos, de modo que quien compre caro tambin vender caro, sin que pueda decirse que nadie sale perjudicado. Y es mucho mejor para el Reino que las cosas sean caras gracias a la abundancia de dinero que su baratura por la caresta del mismo. William Potter, en su libro The Key of Wealth (1650), probablemente exponga con mayor claridad esta perspectiva mercantilista: Es evidente que, para el bien comn de la sociedad humana, cuanto ms dinero, crdito o medios de cambio haya, ms mercancas sern vendidas y, por tanto, mayor ser el comercio () Afirmo que el incremento en la cantidad de dinero no puede provocar un incremento en los precios de las mercancas (o cualquier otro problema) sino que, al contrario, incrementar la venta de las mercancas [y su produccin].El otro motivo por el que los mercantilistas crean que una mayor cantidad de dinero favoreca el comercio era ms refinado. Ya vimos en la leccin anterior que el mercader italiano Bernando Davanzati formul en su libro Lecciones sobre la moneda (1588) una versin muy reduccionista de la teora cuantitativa del dinero donde, en pocas palabras, se asuma que todos los bienes se intercambiaban por todo el dinero existente. Recordemos la cita: Todas las cosas valen todo el oro que puebla el mundo. Todos los hombres codician con pasin todo el oro para comprar todas las cosas que necesitan para satisfacer sus carencias y deseos. Semejante razonamiento, donde el dinero slo circulaba una vez en los intercambios, lastraba enormemente la capacidad de avanzar hacia una economa ms monetaria. El propio Davanzati denunciaba que la lentitud de ese dinero y su atascamiento en unas pocas manos impeda el desarrollo de un comercio basado en intercambios monetarios: Es fcil comprender que todo Estado necesita una cierta cantidad de dinero, como todo cuerpo necesita una determina cantidad de sangre en circulacin. Y del mismo modo que si la sangre se detiene en la cabeza o si se dilatan los vasos sanguneos el cuerpo se consume en hidropesa o apopleja, tambin sucede que si todo el dinero se queda en unas pocas manos, como los ricos del ejemplo, el Estado cae rpidamente en convulsiones y otros desastres peligrosos.Esta idea de Davanzati, que la insuficiencia monetaria genera no ya cadas de precios sino una total interrupcin del comercio en ciertas zonas de la economa, es recogida por otros escritores mercantilistas. Edward Misselden expone, en una analoga biolgica muy parecida a la de Davanzati, que: El dinero es el espritu vital del comercio, y si el espritu falla, el cuerpo tambin fallar. Del mismo modo, el cuerpo del comercio parece estar muerto sin la vida del dinero, y tambin lo estn los comerciantes sin el mismo comercio. Solemos decir que el artesano o el obrero no pueden trabajar sin sus herramientas o instrumentos: tampoco el mercader puede comerciar sin dinero.No obstante, quien ms inteligentemente argumenta esta idea es un autor del que luego hablaremos extensamente: John Law en su libro Dinero y comercio considerados con una propuesta para abastecer con dinero a la nacin(1705). Law constata que antes de la aparicin del dinero los intercambios tenan que efectuarse va trueque o va crdito, pero estas operaciones eran poco ventajosas por cuanto 1. Quienes deseaban permutar no siempre encontraban gente con los bienes que quera () 2. Los contratos pagaderos en bienes eran inciertos por cuanto los bienes de una misma clase diferan en valor. 3. No haba una medida comn que pusiera en relacin los valores relativos de los distintos bienes. Por todo ello, en esta situacin de truque el comercio era escaso. Law considera que esta insuficiencia monetaria bloquea la transicin hacia una economa puramente monetaria y, por tanto, profundizar en la divisin del trabajo; de ah que proponga la necesidad de incrementar la cantidad de medios de cambio para integrar a todos los recursos ociosos dentro de la divisin nacional del trabajo: El comercio interno depende del dinero. Una mayor cantidad de dinero da empleo a ms gente que una menor cantidad. Una suma limitada de dinero slo puede poner a un cierto nmero de personas a trabajar () Las buenas leyes debera hacer circular al dinero a su plena capacidad y forzar a que se emplee en las reas ms valiosas para el pas.Por consiguiente, cabe encontrar dos razones dentro del mercantilismo que justificaban la idea de que una mayor cantidad de dinero favorecera un mayor comercio y una mayor produccin. La muy simple y engaosa de que ms gasto equivale a ms produccin; y la ms refinada y en muchas ocasiones cierta de que el dinero es imprescindible para solventar los problemas de coordinacin propios de la divisin del trabajo y, por tanto, la ausencia de un dinero de calidad limita la extensin y la complejidad de ese esquema de divisin del trabajo (cuestin distinta es qu entendieran Law y otros mercantilistas por dinero de calidad). Gerard de Malynes, a quien tambin hemos mencionado en el epgrafe anterior, resume con gran habilidad en apenas una frase esta doble perspectiva; en su libro The Maintenance of Free Trade (1622) podemos leer lo siguiente: La falta de dinero es la primera causa de la decadencia del comercio, pues sin dinero no se demandan mercancas. Y cuando regresamos a la permuta o al trueque, el trfico queda supeditado a las necesidades de los comerciantes, que tienden a destruir la comunidad para enriquecimiento de algunos.La rebaja de los tipos de intersRecordemos que uno de los errores heredados de la Escolstica era que el tipo de inters era un fenmeno puramente monetario por el cual resultaba abusivo (usurario) cobrar intereses. Esta visin alcanza a los mercantilistas, quienes en su mayora y con alguna excepcin, pensaban que el tipo de inters que determinaba la inversin empresarial apenas dependa nicamente de la oferta y demanda de dinero.Algunos mercantilistas, siguiendo la tradicin antiusuraria de la Escolstica, optaron por demandar limitaciones legales sobre el tipo de inters, esto es, a demandar la fijacin de tipos de inters mximos. As, Nicholas Barbon afirma en A Discourse of Trade (1690) que presionar a la baja el tipo de inters () no volver el dinero ms escaso, pues si la ley no permite cobrar un inters superior al 3%, aquellos que vivan de rentas tendrn que prestar a tasa o se quedarn sin intereses. Ahora bien, quien habl ms decididamente a favor de imponer tipos de inters mximos fue Josiah Child en su panfleto Brief Observations Concerning Trade and Interest of Money (1668) quien sostiene que: Todo lo anterior ofrece argumentos para las cabezas mejor amuebladas de que la limitacin del inters es la causa de la prosperidad y de la riqueza de las naciones, de manera que reducir el tipo de inters de este Reino, desde el 6% al 4% 3%, nos permitira necesariamente duplicar nuestro stock de capital en menos de veinte aos.Con todo, la mayora de mercantilistas se mostraron escpticos con la limitacin legal del inters. John Locke, por ejemplo, dedic su escrito Algunas consideraciones sobre las consecuencias de la reduccin del tipo de inters y la subida del valor del dinero (1691) a refutar la propuesta de Child: Cuando consideramos lo difcil que es fijar el precio del vino o de las sedas u otras mercancas innecesarias, y lo imposible que resulta fijar un precio para los vveres en tiempos de hambruna, tal vez quede claro que la ley no puede impedir que los hombres reciban ms inters del fijado (puesto que slo la falta de dinero regula su precio) () Si rebajarais el inters al 4%, el comerciante o el intermediario que pide dinero prestado no lo obtendra ni un pice ms barato de lo que lo consigue en este momento, sino que probablemente se produciran los dos efectos negativos siguientes: primero, que pagara ms y, segundo, que habra menos dinero en el pas para el funcionamiento del comercio.En opinin del ingls, slo haba un mecanismo efectivo para rebajar los tipos de inters del dinero: incrementar la oferta del dinero. En esa misma obra podemos leer que: Admito ante estos hombres que en Holanda el inters es bajo pero esto es as no como consecuencia de una ley o de un artilugio poltico del gobierno para promover el comercio, sino que es el resultado de la gran abundancia de dinero disponible que hizo que el inters cayera en un principio () Admito que sera bueno para Inglaterra, y me gustara que as fuera, que la abundancia de dinero resultara tan grande entre nosotros que cada hombre pudiera pedir prestado tanto dinero al 4% como le fuera posible emplear en el comercio, y no que tomaran prestado como pudieran emplear al 6% () Todas las maneras imaginables de aumentar la cantidad de dinero en un pas son las siguientes: o se extrae de las propias minas o se obtiene de nuestros vecinos. Creo que es fcil admitir que ese 4% no tiene la naturaleza de una vara de deteccin de metales o de una vrgula divina capaz de descubrir minas de oro y plata. La manera de obtener dinero de los extranjeros es por la fuerza, pidindoles prestado o por el comercio.Semejante opinin, que a la postre proporcionaba la otra gran razn que justificaba la obsesin por la acumulacin de oro en el interior de un pas, aparece repetida en los escritos de numerosos escritores mercantilistas. Edward Misselden escribe: El remedio para la usura es la abundancia de dinero, ya que en tales casos los hombres no se vern forzados a tomar dinero a inters como sucede cuando el dinero es escaso. Tambin Malynes se expresa en una direccin similar en la ltima de sus obras arriba citadas: La usura es la segunda causa de la decadencia del comercio y debe ser remediada con abundancia de dinero. Benjamin Franklin, el poltico estadounidense, tambin expres ideas muy similares en su A Modest Enquiry into the Nature and Necessity of a Paper-Currency (1729) tambin explica que: Una gran caresta de dinero en cualquier pas provoca que eltipo de inters sea muy alto. Y hay que sealar que es imposible que la ley impida a los hombres percibir un inters exorbitante all donde el dinero es escaso () Por el contrario, una moneda abundante permitir reducir el tipo de inters, y esto inducir a invertirlo en tierras, haciendo subir su valor.Y finalmente, James Steuart, considerado el ltimo de los grandes pensadores mercantilistas, tambin sostuvo en An Inquiry into the Principles of Political Economy (1767) que: Ya hemos dicho, y todo el mundo es consciente de ello, que el tipo de inters cae en proporcin a la superfluidad de dinero para prestar.Para algunos autores modernos, como John Maynard Keynes, el mercantilismo fue, por encima de cualquier otra consideracin, una poltica econmica dirigida a rebajar los tipos de inters nacionales acaparando los metales preciosos de otras naciones. Segn expone en La Teora General del empleo, el inters y el dinero (1936): El pensamiento mercantilista nunca crey que hubiera una tendencia al ajuste automtico del tipo de inters para situarse a un nivel apropiado. Todo lo contrario, insistieron en que un tipo de inters alto era un obstculo importante para el desarrollo de la riqueza e incluso eran conscientes de que el tipo de inters dependa de la preferencia por la liquidez y la cantidad de dinero. Estaban interesados tanto en disminuir esa preferencia como en aumentar la cantidad de dinero y muchos de ellos dejaron constancia clara de que su preocupacin por aumentar esa cantidad se deba a su deseo de disminuir el tipo de inters.En la siguiente leccin expondremos, de la mano de Anne Robert Jacques Turgot, los fallos de esta teora mercantilista: bsicamente, el tipo de inters no es un fenmeno monetario sino real, dependiente de la demanda y oferta de capital. An as, no deja de ser chocante que, despus de haber sido refutados por la teora clsica, los mismos sofismas vuelvan a cobrar fuerza en la obra de Keynes, planteada precisamente como una refutacin de la mucho ms razonable teora clsica y, por tanto, como una reivindicacin de todos estos razonamientos mercantilistas.Los otros motivos del mercantilismoJunto a estos dos grandes motivos que justificaban el irrefrenable deseo mercantilista por incrementar las existencias de medios de pago dentro de un pas, es posible encontrar de manera dispersa otra serie de explicaciones.Thomas Mun aduce dos razones ms. La primera, incrementar el valor de las tierras: Gracias a esta abundancia de dinero nuestras tierras mejoran. Pues cuando el mercader consigue un buen pedido de su ropa u otras mercancas allende los mares, se vuelve a casa para efectuar nuevos pedidos de lana y otras mercancas en mayores cantidades que antes, lo que consiguientemente mejora la renta de los terratenientes. La segunda, la constitucin de un fondo de contingencias (un tesoro en sentido estricto) en favor del monarca, que le permita hacer frente con holgura a emergencias como una guerra, pero que no descapitalice a sus ciudadanos: El rey que desee almacenar dinero deber intentar por todos los medios mantener e incrementar el comercio del pas con el exterior, pues sta es la nica va para satisfacer no slo sus fines, sino tambin para enriquecer a sus sbditos; se considera que un Prncipe es poderoso tanto por poseer grandes tesoros en sus cofres cuanto por gobernar sobre unos sbditos ricos y bien educados.Otra de las justificaciones nos la ofrece John Asgill al elaborar su plan para incrementar la cantidad de moneda a partir de la hipoteca de las tierras. Asgill expone la necesidad de generar inflacin mediante un incremento de los medios de pago para as diluir el valor de las deudas pasadas: Los contratos que exigen al Reino pagos en metlico exceden ahora mismo la cantidad de dinero metlico existente en el Reino; y dado que el dinero se est volviendo ms valioso que las letras de cambio, aquellos que lo necesitan para saldar sus deudas lo seguirn demandando; y cuanto ms se demande, ms altos sern los precios, y cuanto ms altos sean los precios, ms se multiplicar la demanda y a su vez el precio, lo que vuelve imposible el cumplimiento de estos contratos pasados () Por consiguiente, con tal de preservar la paz en el Reino en materia de los contratos pretritos y para incrementar la oferta presente y futura de dinero, se hace necesario crear otra modalidad de dinero distinta del oro y la plata.Pero fue otra finalidad la que encandil a muchos otros pensadores mercantilistas que fueron ms all de querer acumular cada vez ms dinero y pasaron a considerar preferible potencia la exportacin de aquellas industrias nacionales intensivas en empleo: es lo que Eli Heckscher denomin el miedo a las mercancas. La hiptesis subyacente en muchos pensadores mercantilistas era que la falta de demanda impeda dar salida a toda la produccin nacional, lo que condenaba a parte de la mano de obra al desempleo involuntario; razn que les llev a considerar conveniente potenciar la demanda internacional de esas mercancas sin salida y en cuya fabricacin intervenan gran cantidad de trabajadores.Nicholas Barbon explica que las ganancias que la nacin deriva del comercio vienen de los aranceles y de vender aquellos bienes que emplean a la mayor cantidad de gente. Ms claro si cabe es Josiah Tucker, quien en su Breve ensayo sobre las ventajas y las desventajas que en materia comercial afectan a Francia o Reino Unido, respectivamente (1753) estable que: cuando dos pases intercambian sus productos o manufacturas, aquella nacin que tiene el mayor nmero de empleados en este cambio recproco puede decirse que recibe un saldo positivo de la otra; pues el coste del sobreempleo debe pagarse en oro y plata () Esta es la forma ms clara y justa de determinar el saldo comercial entre naciones: pues si bien la diferencia de valor entre sus mercancas puede dar lugar a una diferencia entre las sumas abonadas, el principio general es, sin emb