greanias, thomas - el resurgir de la atlántida

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    El resurgir de la Atlntida

    Thomas Greanias

    Traduccin:Ana I. Domnguez Palomo

    Concepcin Rodrguez Gonzlez

    Ma del Mar Rodrguez Barrena

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    Ttulo original: Raising AtlantisPrimera edicin: Octubre de 2005Segunda edicin: Octubre de 2005Tercera edicin: Octubre de 2005Cuarta edicin: Octubre de 2005Quinta edicin: Octubre de 2005Sexta edicin: Noviembre de 2005Sptima edicin: Diciembre de 2005

    2005, Thomas GreaniasIlustracin y diseo de portada Alejandro TernDiseo de coleccin Alonso Esteban y Diarme DoDerechos exclusivos de la edicin en espaol 2005, La Factora de Ideas Cap/Pico Marnhatincn, 24-26 Pol. Industrial El Alquimista.28500 Arganda del Rey Madrid Telfono 91 870 45 85

    [email protected]

    Edicin digital:Edcare - Colombia

    wwwlafactoriadeideas.es

    ISBN 84 9800-169-2 Depsito Legal M-38949-2005

    Impresin Graficinco, S APrinted in Spain Impreso en Espaa

    Queda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley, cualquier forma de reproduccin, distribucin comunicacin publica y transformacin de esta obra sin contar conautorizacin de los titulares de propiedad intelectual La infraccin de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts.Cdigo Penal) El Centro Espaol de Derechos Reprogrficos (www.mundo.cedro.ed. org) vela por el respeto de los citados derechos 10

    Con mucho gusto te remitiremos informacin peridica y detallada sobre nuestras publicaciones planes editoriales etc. Por favor enva una carta a La Factora de IdeasC/ Pico Mulhacn 24

    Polgono Industrial El Alquitn 28500 Arganda del Rey Madrid o un correo electrnico a [email protected], que indique claramenteINFORMACIN DE LA FACTORA DE IDEAS

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    NDICE

    Agradecimientos .................................................................................... 5

    Primera Parte Descubrimiento............................................................... 7

    Segunda Parte Descenso ...................................................................... 65

    Tercera parte Amanecer..................................................................... 107

    Cuarta parte El da del Juicio Final ................................................... 146

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    Para Laura

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    Agradecimientos

    Por publicar esta novela y llevarla a manos de ms lectores en todo el mundo de lo que ningunaprimera novela se merece, estar siempre agradecido a mi agente, Simn Lipskar, que crey en m desdeel principio, y a mi editora, Emily Bestler, que hizo que todo esto fuera posible.

    Por convertir el libro en su formato digital en un best seller en Amazon, les doy las gracias alconsejo de Atlantis Interactive, Inc., y a las decenas de miles de suscriptores de @lantisTV de los sietecontinentes (incluida la Antrtida).

    Por prestarme desinteresadamente sus odos y toda su vasta experiencia en el campo de laarqueologa, estoy sumamente agradecido a: Thomas R. Pickering, antiguo subsecretario delDepartamento de Estado de los Estados Unidos y notable arquelogo aficionado; al doctor Zahi Hawass,director general del Complejo de Giza para el Consejo Superior de Antigedades Egipcias y la primeraautoridad mundial en lo referente a la Gran Pirmide; al doctor Kent Weeks, profesor de Egiptologa en laUniversidad Americana de El Cairo y director del Proyecto Cartogrfico de Tebas. Gracias, caballeros,

    por su tiempo y sus nimos.

    Todos los errores y embellecimientos que haya en esta obra de ficcin son mos y solo mos.

    Por extender mi perspectiva en cuestiones geopolticas de la Antrtida, tambin debo darles lasgracias a la Agencia Estatal para la Proteccin de los Ocanos y a la Agencia Internacional de Asuntos

    Medioambientales y Cientficos; al Centro Estadounidense de Archivos Polares, en Washington D.C.; a laFuerza de Apoyo Naval estadounidense en la Antrtida; a la tropa del portaaviones USS Constellation, ya los miembros de varias agencias gubernamentales que me han pedido que no los citara como fuente deinformacin reservada.

    Por mantener mis pies firmemente posados sobre la tierra, estoy en deuda con el investigador ysismlogo de Caltech Egill Hauksson; con Paul Richards, del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty dela Universidad de Columbia, y con el geofsico de UC Berkeley Raymond Jeanloz.

    Por sus imaginativas investigaciones acerca del continente de la Atlntida y los alineamientosastrolgicos de las Pirmides de Giza y los templos de Amrica del Sur, debo agradecer lascontribuciones de los autores Rand y Rose Flem-Ath, Colin Wilson, Graham Hancock y Robert Bauval.Por su esclarecimiento de las ramificaciones internacionales y espirituales de la arqueologa, le debo las

    gracias a William J. Fulco, jesuita y doctor en Filosofa de la Universidad de Loyola Marymount, en LosAngeles.

    Por alentarme a escribir una novela condenadamente buena, le doy las gracias a mi amigo y mentor,James N. Frey, el mejor entrenador de ficcin de toda Amrica. Por decir las cosas como son, porhorribles que sean, le doy mi agradecimiento al berpollster y amigo George Barna, del Grupo deInvestigaciones Barna. Por todos esos almuerzos, le doy las gracias a Doug Lagerstrom.

    Para terminar, me gustara darle las gracias a mi esposa, Laura Greanias, editora ejecutiva denoticias deLos Angeles Times ymi editora oficiosa. Aunque la tierra se venga abajo y las montaas sedesmoronen en el mar, siempre te amar.

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    Nada permanece durante mucho tiempo con la misma forma. He visto lo que una vez fue tierraslida ahora hundida en el mar, y tierras creadas a partir de lo que antes era ocano. Se han encontradoantiguas anclas en la cima de las montaas.

    Pitgoras de Samos

    Matemtico griego (582-507 a.C.)

    En una regin polar el hielo se deposita de manera continua, pero no se distribuye simtricamentealrededor del polo. La rotacin de la Tierra acta sobre estas masas de hielo de disposicin asimtrica y

    produce un movimiento de accin centrfuga que se transmite a la corteza rgida de la Tierra. Estemovimiento centrfugo, que aumenta constantemente, provocar, al alcanzar cierta fuerza, undeslizamiento de la corteza terrestre sobre el resto del cuerpo de la Tierra que acercara las regiones

    polares al Ecuador.

    Albert Einstein

    Fsico estadounidense (1879-1955 d.C.)

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    Primera Parte

    Descubrimiento

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    Seis minutos para el Descubrimiento

    Antrtida Oriental

    El capitn de corbeta Terrance Drake, del contingente de apoyo de la Marina de los Estados Unidosdestinado en la Antrtida, se paseaba nervioso tras una duna de nieve mientras esperaba a que arreciara elglido temporal. Necesitaba echar una meada con urgencia. Sin embargo, mear supondra violar una leyinternacional.

    Drake comenz a temblar cuando una rfaga de aire polar levant unas enormes cortinas de nieveque, a su vez, barrieron en forma de remolinos el desolado e inclemente pramo de tierra helada que

    pareca extenderse hasta el infinito. Unas fantsticas dunas de nieve, llamadas sastrugi, se elevaban enla oscuridad y sus sombras se esparcan como los crteres en la superficie lunar. La ltima reginsalvaje de la Tierra era un infierno inhspito y helado, pens, un mundo en el que el hombre jamstendra cabida.

    Drake empez a ejecutar movimientos rpidos para entrar en calor. Senta que la presin aumentaba

    en su vejiga. El Tratado Antrtico dispona una serie de protocolos muy estrictos en materia de proteccinmedioambiental que se resuman en la norma: No arrojar nada al medio ambiente. Y eso inclua mearen el hielo. Esos ecologistas pirados de la Fundacin Nacional para las Ciencias le haban advertido deque el impacto del nitrgeno sobre el medio ambiente poda durar miles de aos. Para evitarlo, se suponaque deba abrir sus paquetes de comida racionada y utilizar las bolsas a modo de orinal. Por desgracia, notena por costumbre llevar comida durante las patrullas de reconocimiento.

    Ech un vistazo por encima del hombro a los distantes alojamientos de fibra de vidrio con techosblancos en forma de cpula. Oficialmente, la misin del equipo de investigacin norteamericanoconsista en estudiar la inusitada actividad ssmica que se estaba produciendo bajo la capa de hielo. Tressemanas atrs, las ondas ssmicas provocadas por uno de esos terremotos haban ocasionado eldesprendimiento en la costa este de la Antrtida de un iceberg del tamao de Rhode Island. A lavelocidad que se desplazaba unos cinco kilmetros al da, e impulsado por las corrientes ocenicas,tardara unos diez aos en llegar a aguas ms clidas, donde acabara por fundirse.

    Diez aos,pens Drake. Esa era la distancia que lo separaba de cualquier sitio. Y eso significabaque poda sucederle cualquier cosa all fuera y nadie lo escuchara gritar. Se oblig a no pensar en ello.

    Cuando se alist en Port Hueneme, California, para la que sera su primera misin en la Antrtida,un cocinero civil manco, ya entrado en aos, que serva una especie de sucedneo de carne en el comedorde oficiales, le haba sugerido que leyera las biografas de algunos hombres como Ernest Shackleton,James Cook, John Franklin o Robert Falcon Scott, todos ellos exploradores del siglo XIX y principios delXX que haban recorrido el Polo Sur para mayor gloria del Imperio Britnico. El cocinero le dijo que se

    planteara su nuevo puesto como si de una prueba de resistencia se tratara, una especie de rito de

    iniciacin hacia la verdadera hombra. Le dijo que un viaje a la Antrtida sera algo as como una relacinamorosa fugaz extica y embriagadora, y que experimentara un cambio trascendente y casi

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    espiritual. Segn l, justo cuando ese paraso hostil lo hubiera seducido por completo, tendra quemarcharse y odiara tener que hacerlo.

    Y una mierda.

    Llevaba deseando largarse de esa cubitera desde el primer da. Sobre todo despus de que, nada msllegar, se enterara por boca de sus subordinados de que fue all, en la Antrtida, donde el viejo cocinero

    de Port Hueneme perdiera el brazo debido a la congelacin. El imbcil del cocinero haba engaado atodos los miembros de la unidad.

    Y ya era demasiado tarde para echarse atrs. Ni siquiera podra volver a Port Hueneme aunquequisiera. La Marina haba cerrado el centro de entrenamiento para las misiones en la Antrtida pocodespus de que Drake llegase a ese glido infierno. En cuanto al cocinero manco, no haba duda de queestara gastndose la pensin de jubilacin en la playa, silbndoles a las chicas en biquini. En cambio, lsola despertarse con unos dolores de cabeza horribles y con la boca totalmente seca. Noche tras noche, elaire, que era tan seco como el del desierto, haca que la humedad de su cuerpo se evaporara. Cada maanase levantaba con todos los sntomas de la resaca que deja una noche de borrachera, pero sin los beneficiosde haber disfrutado realmente de una buena cogorza.

    Se meti en el bolsillo la mano embutida en un abultado guante y sinti la congelada pata de conejo

    que su prometida, Loretta, le haba regalado. Muy pronto, estara colgada del retrovisor del Ford Mustangrojo descapotable que pensaba comprar para su luna de miel, cortesa de los das de permiso pagados.Estaba ahorrando en aquel lugar. Ms que nada porque all no haba modo de gastarse el dinero. LaEstacin McMurdo, el principal puesto avanzado norteamericano en la Antrtida, se encontraba a unosdos mil quinientos kilmetros, y los nicos entretenimientos que ofreca a sus doscientos ciudadanosinvernales eran un cajero automtico, una cafetera, dos bares y una proporcin entre hombres y mujeresde diez a uno. La verdadera civilizacin se hallaba a cuatro mil kilmetros, en Cheech Christchurch, Nueva Zelanda. Para el caso, bien podra estar en Marte...

    As pues, quin coo iba a verlo mear en el hielo?

    Drake se detuvo. El temporal haba amainado. En ese momento, los vientos catabticos se haban

    calmado por completo y reinaba un silencio sepulcral. No obstante, el vendaval podra volver a arreciarsin previo aviso, como una rfaga ensordecedora que se desplazaba a ms de trescientos kilmetros porhora. Esa era la impredecible naturaleza de los thules antrticos, los desiertos helados del interior delcontinente.

    Esa era su oportunidad.Incapaz de aguantar ms tiempo, baj la cremallera del grueso traje que lo protega del fro y orin.

    El aguijonazo del fro fue como una descarga elctrica. Esa noche, la temperatura amenazaba con caerhasta los 54 bajo cero, punto en el que cualquier parte de su cuerpo que estuviera expuesta se congelaraen menos de treinta segundos.

    Empez la cuenta atrs en voz alta a partir de treinta. Su aliento dejaba pequeas nubes de vaho. A

    falta de siete segundos para llegar a cero, se subi la cremallera de los pantalones y dio las gracias conuna breve oracin al tiempo que alzaba la mirada hacia el cielo. Las tres estrellas del cinturn de Orinbrillaban con intensidad sobre la yerma superficie helada. Los Reyes del Este, tal y como l mismo lasllamaba, fueron los nicos testigos de su sucia hazaa. Como los tres Reyes Magos, pens con unasonrisa, y en ese mismo momento sinti que el hielo retumbaba ligeramente bajo sus botas. Otroterremoto, comprendi. Sera mejor que comprobara las lecturas.

    Se gir de nuevo hacia las blancas cpulas de la base y la nieve cruji bajo sus botas. Las cpulastendran que haber sido amarillas, tal y como dictaba el reglamento, o quiz rojas o verdes, con el fin dellamar la atencin. Sin embargo, no era precisamente atencin lo que el To Sam buscaba. No cuando elTratado Antrtico prohiba la presencia tanto de personal como de equipo militar en el Continente de laPaz, excepto para fines de investigacin.

    Las rdenes oficiosas de Drake eran llevar a un equipo de cientficos de la NASA hasta el interiorde la zona oriental de la Antrtida, y tena que hacerlo en avin, nunca a pie. Su propsito era el deavanzar siguiendo, nada ms y nada menos, el meridiano del cinturn de Orin. Una vez que lleg al

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    epicentro de los recientes sesmos y construyeron la base, el equipo de la NASA comenz de inmediato aestudiar los terremotos y las reverberaciones. Y, despus, comenzaron a perforar. Por tanto, lainvestigacin tena algo que ver con la topografa subglacial del antiguo continente que se encontraba

    bajo tres kilmetros de hielo.

    Lo que la NASA esperaba encontrar all abajo era algo que Drake no acertaba a imaginar y que elgeneral Yeats no le haba revelado. De igual modo, no tena la menor idea de por qu un equipo deinvestigacin necesitaba armas y patrullas de reconocimiento rutinarias. La nica amenaza concebible erael equipo de la Comisin de las Naciones Unidas para la Antrtida (CNUA), emplazado en la EstacinVostok, un puesto que los rusos haban abandonado con anterioridad y que, de pronto, se haba reocupado

    pocas semanas atrs. No obstante, la Estacin Vostok estaba a ms de seiscientos kilmetros, a unas diezhoras de viaje por tierra. Los motivos por los que la NASA se preocupaba tanto por la CNUA resultabantan misteriosos para Drake como lo que se hallaba oculto bajo el hielo.

    Fuera lo que fuese lo que haba all abajo, tendra al menos unos doce mil aos de antigedad, o esosupona l, puesto que segn haba ledo en algn sitio, ese era el tiempo que el hielo llevaba cubriendoaquel infierno helado. Deba de ser algo vital para la seguridad nacional de los Estados Unidos deAmrica, pues, de lo contrario, Washington no se habra arriesgado a llevar a cabo una accin con tanto

    secretismo ni se habra expuesto a la conmocin internacional que se producira en caso de que laexpedicin ilegal fuera descubierta.

    El centro de mando era un igl prefabricado de fibra de vidrio, con varias parablicas y otrascuantas antenas ms apuntando hacia las estrellas. De camino al refugio, Drake provoc varioschasquidos al pasar entre las decenas de postes metlicos que haba alrededor de la base. El aire seco de laAntrtida converta a cualquier ser humano en una bola cargada de electricidad esttica.

    Nada ms entrar al centro de mando, el calor que generaban las estufas trmicas situadas bajo losbancos en los que se haba dispuesto todo el material de alta tecnologa le dio la bienvenida. No habahecho ms que cerrar la puerta de aquel paraso trmico cuando el operador de radio le hizo un gesto paraque se acercara.

    Drake se dirigi al panel de control a grandes zancadas, al tiempo que se sacuda la nieve deencima. Coloc los dedos sobre una banda metlica que rodeaba el panel de instrumentos y se descargas de la electricidad esttica. Las chispas lo aguijonearon durante un instante, pero el mtodo resultabamucho menos doloroso que daar de forma inadvertida los computadores y cargarse toda la informacinque contenan.

    Qu tiene?

    Los sondeos que realizamos mediante ondas electromagnticas deben de haber captado algo. El hombre se dio unos golpecitos en los auriculares. Tiene un patrn demasiado regular como paratratarse de un fenmeno natural.

    Drake frunci el ceo.

    Por el altavoz.

    El teniente accion un interruptor y, al instante, un sonido rtmico y regular retumb por toda laestancia. Drake se quit el gorro del anorak y dej a la vista un mechn encrespado de cabello oscuro.Dio unos golpecitos con uno de sus gruesos dedos sobre el panel y lade la cabeza. Sin lugar a dudas, elsonido era de naturaleza mecnica.

    Son los de la CNUA concluy Drake. Nos siguen la pista. Probablemente, lo que captamosno sea otra cosa que sus Hagglunds, sus tractores de nieve. Ya poda imaginarse a la perfeccin elinminente escndalo internacional. Yeats se pondra hecho una fiera. A qu distancia, teniente?

    A un kilmetro y medio bajo el hielo, seor contest el desconcertado oficial.

    Bajo el hielo? Drake mir de soslayo al hombre. El sonido se haba intensificado.

    Una de las lmparas del techo comenz a balancearse. Justo entonces, el suelo se agit y retumbbajo sus pies, exactamente igual que si se estuviera acercando un tren de mercancas.

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    Eso no proviene de los altavoces! grit Drake. Teniente, pngase en contacto conWashington va satlite ahora mismo.

    Lo estoy intentando, seor. El hombre puls varios botones. No responden.

    Pruebe con la frecuencia alternativa insisti Drake.Nada.

    Drake escuch un crujido y levant la vista. Un pequeo trozo de hielo se estaba desprendiendo deltecho. Se apart de la trayectoria.

    Y por VHF?

    El teniente neg con la cabeza.

    La radio no funciona.

    Joder! Drake se abalanz hacia el lugar donde guardaban las armas y cogi un M-16, queestaba recubierto con una funda aislante, antes de dirigirse a la puerta. Restablezca la comunicacinva satlite!

    Drake abri la puerta y sali en tromba al exterior. El ruido era ensordecedor. Jadeando ms fuertecon cada larga zancada, corri por el hielo hasta el permetro del campamento, donde se detuvo.

    Levant el M-16 y ote el horizonte a travs del visor nocturno. Nada, aparte de esa aura espectralverde que se vea acentuada por los remolinos de niebla polar. Sigui observando, como si esperaradistinguir de un momento a otro el contorno de una docena de Hagglunds de la CNUA. Por el ruido, bien

    podra tratarse de un centenar. Joder, tal vez fueran los rusos en esos monstruosos vehculos de ochentatoneladas, los tractores Kharkovchanka.

    Y, en ese momento, el suelo se estremeci bajo sus pies. Baj la mirada y vio que una sombraalargada se deslizaba entre sus botas. Retrocedi de un salto, sobresaltado. Haba una grieta en tel hielo,y se ensanchaba con rapidez.

    Se colg el M-16 del hombro y trat de dejar atrs la grieta en una carrera hacia el centro de mando.Se escuchaban gritos por todos lados a medida que el ruido haca que los atemorizados soldados salieran

    tambalendose de sus igles de fibra de vidrio.Y, de repente, el aullido del viento acall los gritos.

    El aire glido se precipit sobre sus cabezas como si estuvieran en un tnel de viento. El impacto dela corriente catabtica hizo que Drake perdiera el equilibrio. Se tambale y cay de espaldas sobre elhielo, golpendose la cabeza con tanta fuerza que perdi el conocimiento durante un instante.

    Cuando volvi en s, el viento haba amainado. Permaneci all tumbado durante varios minutosantes de alzar la dolorida y palpitante cabeza para echar un vistazo a los alrededores por debajo del gorrodel anorak, que estaba cubierto de polvo de nieve.

    El centro de mando haba desaparecido. En su lugar se abra un abismo negro; un enorme precipicioen forma de media luna y de unos cien metros de anchura se haba tragado el campamento al completo. El

    fro le estaba jugando malas pasadas... O esa era la esperanza de Drake, ya que podra jurar que elprecipicio se extenda a lo largo de un kilmetro y medio sobre el hielo.

    Muy lentamente, se arrastr hacia el abismo con forma de guadaa. Tena que descubrir lo quehaba sucedido, quin haba sobrevivido y quin necesitaba atencin mdica. Poda escuchar el sonidoque produca su traje trmico al deslizarse sobre el hielo en medio de aquel silencio espectral; el coraznlata con fuerza en su pecho a medida que se acercaba al borde del precipicio.

    Una vez all, asom la cabeza y dirigi el haz de la linterna hacia la oscuridad. La luz acarici loscristalinos muros de hielo de un blanco azulado antes de descender hasta el fondo.

    Dios mo,pens, este agujero debe de tener ms de mil metros de profundidad. Y entonces vio los cuerpos y los restos de la base. Se encontraban en una cornisa de hielo, unos

    cientos de metros ms abajo. Resultaba muy difcil distinguir al personal del contingente de apoyo de laMarina, ataviado con los trajes blancos de rigor, de los restos de fibra de vidrio y metal retorcido. Noobstante, pudo localizar sin problemas los cadveres de los cientficos civiles gracias a sus anoraks

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    multicolores. Uno de ellos yaca en un pequeo saliente de hielo, apartado de los dems. Tena el cuellodoblado en un ngulo de lo ms extrao, y su cabeza quedaba enmarcada por un halo de sangre.

    La mente de Drake comenz a trabajar a marchas forzadas segn iba viendo lo que quedaba de laque haba sido su primera misin al mando. Tena que examinar el resto de los cuerpos para ver si algunorespiraba todava. Tena que buscar el equipo adecuado y conseguir ayuda. Tena que hacer algo.

    Puede orme alguien? grit, y su voz son hueca a causa de la sequedad del aire.Aguz el odo y crey distinguir el sonido de unas campanillas. No obstante, el ruido resultprovenir de los miembros congelados del operador de radio, que se balanceaban y tintineaban como si decristal se tratase al chocar contra el destrozado instrumental.

    Volvi a gritar:

    Puede orme alguien?

    No hubo respuesta, tan solo el aullido grave del viento que silbaba al atravesar el abismo.

    Drake mir con ms atencin y vio una especie de estructura que sobresala del hielo. No se tratabade fibra de vidrio ni de metal, ni de nada que perteneciera al campamento. Era algo slido que casi

    pareca brillar.

    Qu coo es eso?,pens.Un silencio abrumador cay sobre la planicie. En ese instante, Drake comprendi con aterradora

    lucidez que estaba solo.

    Desesperado, rebusc entre los restos un telfono con el que poder conectarse va satlite. Si tansolo pudiera mandar un mensaje para que en Washington supiesen lo que haba sucedido... La esperanzade que pudieran enviarle ayuda desde la Estacin de McMurdo o la de Amundsen-Scott podra infundirlelas fuerzas necesarias para construir algn tipo de refugio, para sobrevivir durante esa noche.

    De repente, el aullido del viento cobr fuerza. Drake sinti que el suelo ceda bajo sus pies y jadeal tiempo que se desplomaba de cabeza hacia la oscuridad. Cay de espaldas y, junto al ruido seco delgolpe, escuch un desagradable crujido. No poda mover las piernas. Trat de gritar para pedir ayuda,

    pero lo nico que pudo escuchar fueron los fuertes resoplidos del aire al abandonar sus pulmones.En el cielo, las tres estrellas del cinturn de Orin brillaban indiferentes y silenciosas. Drake

    percibi un olor peculiar, o mejor dicho, una especie de cambio en la naturaleza del aire. Sinti que sucorazn comenzaba a latir con un ritmo inusual pero regular, como si estuviera perdiendo el control sobresu cuerpo. A pesar de eso, an poda mover las manos.

    Rebusc con los dedos en el hielo y agarr como pudo la linterna, que todava estaba encendida.Escudri en la oscuridad moviendo el haz de luz sobre las translcidas paredes.

    Sus ojos tardaron un instante en acostumbrarse. Ni siquiera poda distinguir qu era aquello queestaba mirando. Parecan trozos de carbn incrustados en el hielo. Sin embargo, pronto comprendi queeran un par de ojos; los ojos de una niita que lo miraba desde el otro lado de la pared helada.

    Contempl ese rostro durante un momento y, cuando gir la cabeza, de su garganta brot ungemido sordo. A su alrededor haba cientos de seres humanos perfectamente conservados, congelados enel tiempo, con las manos extendidas en un gesto desesperado que mantena toda su elocuencia a pesar delos aos.

    Drake abri la boca para gritar, pero el hielo comenz a retumbar de nuevo y una brillanteavalancha de afilados fragmentos helados cay sobre l.

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    Veintin das despus del Descubrimiento

    Nazca, Per

    Conrad Yeats escal la falda de la altiplanicie bajo el abrasador sol peruano y contempl lasllanuras de Nazca. El yermo e interminable desierto se extenda a centenares de metros bajo sus pies.Poda atisbar las gigantescas figuras del Cndor, el Mono y la Araa dibujadas en la trrida extensin quese asemejaba a la superficie de Marte. Las famosas Lneas de Nazca, de kilmetros de largo y miles deaos de antigedad, eran tan enormes que solo podan verse desde el aire. Y lo mismo poda decirse de ladiminuta nube de polvo que giraba a lo lejos, a lo largo de la autopista Panamericana. Dicha nube seasent cerca de la furgoneta que l mismo haba aparcado a un lado. Sac los prismticos y los enfochacia abajo. Dos vehculos todoterreno del Ejrcito aparcaron junto a la furgoneta y ocho soldados

    peruanos se apearon de los coches para inspeccionarla.Joder,pens, cmo saban dnde encontrarme?

    La mujer que haba en la cuerda adyacente se ajust la mochila y dijo con un lacnico acento

    francs: Algn problema, Conrad?

    Conrad contempl sus cnicos ojos azules, enmarcados por un rostro de veinticuatro aos tan suavecomo el de un beb. Mercedes, hija de un magnate de la televisin francesa, era su productora en

    Antiguos enigmas del universo, y lo ayudaba con los reconocimientos del terreno.

    Todava no. Apart los prismticos. Y, para ti, soy el doctor Yeats.

    Ella compuso, un mohn. Su coleta colgaba de la parte trasera de su gorra de bisbol de losDiamondbacks como la irritada cola de un purasangre que espantara las moscas.

    El doctor Conrad Yeats, la mayor eminencia mundial en arquitectura megaltica enton,imitando al actor de serie B que ejerca de locutor en su programa. Rechazado por la Academia debido

    a sus brillantes y poco ortodoxas teoras acerca de los orgenes de la civilizacin humana. Se detuvo unmomento. Adorado por las mujeres de todo el mundo.

    Solo por las lunticas respondi l.

    Conrad ech un vistazo al ltimo saliente que haba por debajo de la cima del altiplano. Estabadesnudo de cintura para arriba. Fuerte y musculoso, su cuerpo se haba endurecido y bronceado alacometer las cimas de todos los puntos calientes del mundo geogrfico y poltico. Llevaba el cabellooscuro demasiado largo y se lo haba atado en la nuca con una tira de cuero. Su enjuta figura de treinta ynueve aos y sus marcados rasgos lograban que pareciera cansado y hambriento; y la verdad era que asse senta. Cansado del viaje que era la vida, hambriento de respuestas.

    Haba sido su bsqueda de los orgenes de la civilizacin humana la Cultura Madre que haba

    engendrado las sociedades ms antiguas del mundo lo que lo haba conducido hasta los confines msremotos de la Tierra. Su obsesin, como una vez le dijera una monja, era en realidad la bsqueda de sus

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    padres biolgicos, que lo haban abandonado tras su nacimiento. Tal vez fuera as, pens, pero al menoslos antiguos habitantes de Nazca le haban dejado ms pistas.

    Se agarr a la cornisa que tena por encima y se encaram con agilidad a la cima del altiplano. Seinclin hacia abajo, cogi la polvorienta mano de Mercedes y la alz hasta la cornisa. La mujer cayencima de l deliberadamente, de modo que se vio obligado a tumbarse de espaldas. Los traviesos ojos deMercedes se clavaron en los suyos durante un instante, antes de que ella mirara por encima de su hombroy se quedara boquiabierta.

    La cima era totalmente plana, como si hubiera sido nivelada con un lser de precisin. Era comouna gigantesca pista de aterrizaje en el cielo. Se abra sobre el desierto de Nazca y proporcionaba unasvistas deslumbrantes de algunos de los grabados ms famosos.

    Conrad se puso en pie y se quit el polvo de encima mientras Mercedes se deleitaba con el paisaje.Tena la esperanza de que ella se estuviese empapando bien, porque no tardara mucho en verlo todo atravs de unos barrotes, a menos que a l se le ocurriera una forma de eludir a los peruanos que seencontraban abajo.

    Tienes que admitirlo, Conrad dijo la mujer. Esta cima podra haber sido una pista deaterrizaje.

    Conrad sonri. Estaba tratando de picarlo. Puesto que los dibujos solo podan apreciarse desde elaire, algunos de sus excntricos rivales en el campo de la arqueologa haban sugerido que los antiguoshabitantes de Nazca tenan mquinas que podan volar, y que el monte en particular sobre el que seencontraban Mercedes y l haba sido en el pasado la pista de aterrizaje de naves espaciales aliengenas.

    No le habra importado que apareciera una de esas naves en aquel mismo momento y lo alejara deMercedes y de los peruanos. No obstante, necesitaba a esa mujer. El programa era el nico medio que lequedaba para financiar sus investigaciones, y ella era su nica lnea de crdito.

    Supongo que no bastar con que te diga que, con toda probabilidad, unos aliengenas capaces derealizar viajes interestelares no necesitaran pista de aterrizaje, verdad? dijo.

    No.

    Conrad suspir. Ya era bastante duro tener que enfrentarse a las arenas del tiempo, a los gobiernosextranjeros y a algunas teoras soporferas en su bsqueda de los orgenes de la civilizacin humana,como para encima tener que vrselas con antiguos astronautas que socavaran el poco respeto que lacomunidad acadmica todava le profesaba.

    En un principio, Conrad haba sido un arquelogo innovador y posmoderno. Segn su filosofadeconstructivista, las antiguas ruinas no eran ni de cerca tan importantes como la informacin queencerraban acerca de sus constructores. Semejante afirmacin iba en contra de la incorruptible tendenciaa la preservacin de la arqueologa, lo que en la mente de Conrad no era ms que un sinnimo deturismo y de los dlares que este proporcionaba. Se convirti en un disidente para la prensa, en unafuente de amarga envidia para sus colegas y en una espina en el costado de los pases de Oriente Prximoy Amrica del Sur, que reclamaban los ms grandes tesoros arqueolgicos del mundo.

    Un buen da desenterr decenas de alojamientos judos del siglo XIIIa.C. cerca de Luxor, en Egipto,que ofrecan la primera prueba fsica de la referencia bblica del xodo. Pero la posicin oficial delgobierno egipcio era que sus antiguos ancestros jams haban utilizado esclavos hebreos para construir las

    pirmides. Ms an, solo el gobierno egipcio tena derecho a anunciar cualquier descubrimiento a losmedios. Conrad no inform al gobierno acerca de su descubrimiento antes de dirigirse a la prensa,violando as un contrato que todos los arquelogos que trabajaban en Egipto tenan que firmar antes deempezar con las excavaciones. El portavoz del Consejo Superior de Antigedades Egipcias lo llamestpido capullo perezoso y le prohibi la entrada a Egipto para siempre.

    De la noche a la maana haban cambiado las tornas y Conrad el iconoclasta se haba convertido enConrad el preservador, que demandaba proteccin internacional para su ciudad de los esclavos. En

    cualquier caso, para cuando Egipto permiti que las cmaras se introdujeran en el lugar, losdesmoronados cimientos de las residencias judas haban sido desterrados al olvido por las excavadoras,

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    con el fin de dejar sitio a una instalacin militar. No haba nada que preservar, salvo una historia que nocrea nadie y una reputacin hecha aicos.

    En esos momentos, las cosas estaban peor que nunca: despojado de la posicin que le correspondapor derecho; sin medios econmicos; en manos de Mercedes y su estpido reality show, queproporcionaba entretenimiento, y no arqueologa, a las masas. No poda regresar a Egipto y prontoocurrira lo mismo con Per y Bolivia, por no hablar de un nmero creciente de otros pases. Lo nicoque poda rescatarlo de los astronautas y de ese purgatorio de documentales desabridos y de relacionesan ms desabridas era el descubrimiento de la Cultura Madre.

    La preocupacin ensombreci el semblante de Mercedes.

    Perderamos todo un da en traer al personal aqu arriba para la instalacin dijo, y reflexiondurante un instante antes de que su rostro se iluminara de repente. Sera mucho mejor hacer una tomaarea desde un Cessna, con una voz de fondo.

    Esa clase de cosas le quita toda la gracia, Mercedes dijo Conrad.

    Ella le dirigi una mirada interrogante.

    De qu ests hablando?

    Veo que ha llegado el momento de que llevemos a cabo un ritual sagrado le dijo al tiempo quele coga la mano. Uno que pondr de manifiesto una gran revelacin.

    Conrad se puso de rodillas y la oblig a agacharse junto a l. Los ojos de Mercedes brillaban por laexpectacin.

    Haz todo lo que yo haga, y s testigo de este gran misterio.

    Mercedes se inclin a su lado.

    Hunde los dedos en la tierra.

    Ambos hundieron muy despacio los dedos en los guijarros volcnicos, negros y calientes, y en latierra arcillosa, amarillenta y hmeda que haba debajo.

    Esto est en el guin? pregunt ella. Es muy bueno.

    Limtate a frotar la tierra entre los dedos.

    Ella as lo hizo y despus se llev un pequeo terrn hasta la nariz y lo oli, como si quisieraexperimentar alguna epifana csmica.

    Ah lo tienes le dijo l.

    Una expresin confundida atraves el semblante de la mujer. Ah tengo qu?

    No lo ves? inquiri Conrad. Este suelo es demasiado blando para que aterrice unaaeronave provista de ruedas. Le dedic una sonrisa triunfal. As que se acabaron tus fantasas acercade esos antiguos astronautas.

    Debera de haber sabido que aquella sencilla y cientfica prueba no le sentara muy bien aMercedes, cuyos ojos se convirtieron en dos aceradas rendijas que echaban chispas. Ya habacontemplado esa transformacin con anterioridad. As era como la chica haba llegado a ser quien era enla televisin; bueno, as y gracias al dinero de su padre.

    El programa te necesita, Conrad dijo. Tu forma de pensar es distinta a la de los dems. Ytienes credenciales. O las tenas, mejor dicho. Eres un astroarquelogo del siglo XXI, o lo que coo quieraque seas. No la cagues. Quiero seguir contando contigo. Pero me presionan para conseguir mayoresndices de audiencia, de modo que, si no te avienes a las reglas del juego, conseguir alguna celebridad de

    bonita sonrisa que juegue a ser arquelogo en la tele y ocupe tu lugar.

    Y eso qu quiere decir?

    Dales a los chiflados que ven la televisin lo que quieren. Astronautas de la antigedad?

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    Una sonrisa serena se abri paso en el rostro de la mujer al tiempo que le lanzaba una miradazalamera y de adoracin. Conrad gru para sus adentros.

    Profesor Yeats exclam mientras lo rodeaba con los brazos y lo besaba en la boca.

    Conrad, incapaz de apartarse o de respirar, la bes con desdn, notando cmo el cuerpo deMercedes reaccionaba al odio que se profesaba a s mismo. Era evidente que lo que haba dicho el

    dramaturgo francs Moliere acerca de los autores de teatro tambin poda aplicarse a los arquelogos.All, l era quien se prostitua. Haba empezado a hacerlo por su cuenta, y despus para unos cuantosamigos y universidades. Joder, lo mismo habra dado que hubiera cobrado por ello.

    De repente, el viento levant la coleta de Mercedes y lo golpe en plena cara. Un brillante objetometlico revoloteaba en el cielo. Entorn los ojos y reconoci la silueta de un helicptero militar BlackHawk, equipado con ametralladoras en ambos laterales.

    Mercedes sigui su mirada y frunci el ceo.

    Qu es eso?

    Problemas.

    Conrad estir una mano y sac una Glock automtica de 9 milmetros de la mochila de Mercedes.

    Ella abri los ojos de par en par. Me has hecho atravesar la aduana con eso?

    Claro que no, la compr en Lima el otro da. Sac un cargador de la rionera y lo introdujo enla culata de la pistola. Se meti el arma en la parte trasera del cinturn. Djame hablar a m.

    Mercedes, estupefacta, solo pudo asentir.

    El helicptero descendi y el viento provocado por las hlices levant una polvareda roja cuandotoc tierra. La puerta se abri y seis soldados de las Fuerzas Especiales de los Estados Unidos, conuniformes de campaa, se bajaron del aparato y aseguraron la zona, antes de que un desgarbado y jovenoficial, vestido con un traje de vuelo azul de las Fuerzas Areas, bajara los escalones de metal hasta elsuelo y caminara hacia Conrad.

    Doctor Yeats? pregunt el oficial.Conrad lo mir de arriba abajo. Pareca tener su misma edad; era un hombre delgado y de aspecto

    tranquilo que Conrad haba visto alguna vez, en alguna parte. Llevaba la mano izquierda cubierta por unguante de cuero negro.

    Quin quiere saberlo?

    La NASA, seor. Soy el comandante Lundstrom. Trabajo para su padre, el general Yeats.

    Conrad se puso rgido.

    Qu es lo que quiere mi padre?El general necesita su opinin en un asunto de vital inters para la seguridad nacional.

    Estoy seguro de que as es, comandante, pero el inters nacional y el mo son dos cosasdiferentes.En esta ocasin no, doctor Yeats. Segn tengo entendido, es usted persona non grata para la

    universidad de Arizona. Y, en caso de que no se haya percatado, hay un pelotn armado de la miliciaescalando ese acantilado. Tiene dos opciones: venir conmigo o pasar unas cuantas semanas en una celda

    peruana.

    De modo que lo que est diciendo es que o voy a ver a mi padre o acabo en la crcel, no es eso?Tendr que pensarlo bien.

    Pinselo bien dijo Lundstrom. Puede que su amiguita no quiera pagar la fianza para sacarlode la crcel cuando descubra que ha estado usndola para introducir de contrabando en el pas un artculoegipcio robado, con el fin de pasrselo a un conocido capo suramericano de la droga.

    Otra de las mentiras de Luxor. Y dnde se supone que consegu ese artculo?

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    Los egipcios dicen que usted lo sustrajo del Museo Nacional de Bagdad cuando la ciudad caybajo el dominio de las fuerzas de invasin norteamericanas durante la guerra de Iraq. Los iraques lo hanconfirmado. Al menos, eso es lo que les han dicho a los peruanos, a los bolivianos y a todo aquel queestuviera dispuesto a escucharlos.

    Conrad trat de reprimir la furia que senta contra los egipcios mientras calculaba las posibilidadesde que Mercedes lo dejara pudrirse en prisin. Concluy que, muy probablemente, permitira que losguardias le dieran unos cuantos porrazos antes de pagar la fianza para sacarlo de all.

    Qu ilusin... le dijo Conrad a Lundstrom. Pero tendr que dejar pasar esta magnficaoportunidad. Le ofreci la mano al comandante para despedirse de modo cordial.

    Sin embargo, Lundstrom permaneci inmvil.

    An hay ms, doctor Yeats dijo. Hemos encontrado lo que usted ha buscado durante toda suvida.

    Conrad lo mir a los ojos.

    A mis padres biolgicos?

    Bueno, la otra cosa que usted ha buscado durante toda su vida. Ser informado en cuanto

    lleguemos all.Eso mismo me dijeron la ltima vez y estuvieron a punto de matarme, Comandante. Mire, por

    qu no buscan a otro?

    Lo hemos intentado. Lundstrom hizo una pausa para dejar que Conrad comprendiera que nofiguraba el primero en la lista de nadie en esos das. No obstante, si su desaparicin tiene algnsignificado, parece que la doctora Serghetti ya ha sido reclutada por otra organizacin con el fin deinvestigar este asunto.

    Serena?

    Lundstrom asinti con la cabeza.

    Conrad repas de memoria diversos escenarios, todos ellos muy desagradables e increblementeemocionantes al mismo tiempo. El mero hecho de escuchar su nombre haba logrado que se sintiera vivode nuevo. Y la idea de que Serena, su padre y los distintos mundos que ambos habitaban coincidieran por

    primera vez le hizo preguntarse si el continuo espacio-tiempo podra soportarlo, o si, por el contrario, eluniverso explotara.

    Esto no va a acabar bien, no es as, Comandante?

    Es muy probable que no. Pero el general Yeats aguarda.Dme un minuto.

    Conrad se gir, camin hasta Mercedes, que haba estado observndolos con el ceo fruncidomientras hablaban, y la bes.

    Lo siento, nena, pero tengo que marcharme.

    Marcharte? inquiri. Marcharte adonde?A visitar a un antiguo astronauta de verdad.

    Conrad estir de nuevo la mano hacia su mochila y sac una estatua de oro de Ramss II, de ladecimonovena dinasta, faran durante el supuesto xodo. La haba encontrado en la ciudad de losesclavos y era lo nico que le quedaba en la vida que probara que no estaba chiflado. Se la dio aMercedes.

    No tienes ni la menor idea de dnde sali esto, por si acaso alguno de esos amables caballeros telo pregunta cuando te escolten de vuelta a Lima.

    Mercedes se qued con la boca abierta cuando Conrad y Lundstrom subieron al Black Hawk. Lapuerta se cerr, y el helicptero militar se elev del suelo y se alej.

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    Conrad mir hacia abajo, en direccin a la meseta cada vez ms lejana. Para cuando le hizo ungesto de despedida con la mano a Mercedes, la milicia ya haba alcanzado la cima y el helicptero estabaal otro lado de la montaa.

    Conrad se gir hacia Lundstrom.

    Bueno, para qu narices quiere verme mi padre?

    Diga mejor dnde narices seal Lundstrom al tiempo que le lanzaba un traje trmicoblanco. Cjalo.

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    Veintids das despus del Descubrimiento

    Aceh, Indonesia

    Roma

    La doctora Serena Serghetti sobrevolaba los arrozales de color verde esmeralda a setenta metros dealtura, con cuidado de mantener el helicptero estabilizado. El sol brillaba entre las nubes oscuras, perolos truenos seguan retumbando sobre la frondosa falda de la montaa y la lluvia amenazaba con hacer suaparicin.

    Estaba muy cerca de la ciudad de Lhokseumawe, situada en la devastada regin indonesia que enotro tiempo se conociera con el nombre de Indias Occidentales Holandesas. En la provincia habaveinte mil hurfanos, vctimas de una lucha que duraba ya varias dcadas y que enfrentaba a losseparatistas de Aceh y al Ejrcito indonesio. Adems, en los ltimos tiempos, los terroristas de Al Qaedase haban introducido en la amalgama que constitua la faccin musulmana, lo que haba ocasionado quela situacin fuese an ms explosiva. Tena que hacer algo para ayudar a esos nios a los que el resto del

    mundo haba olvidado.Mientras sobrevolaba la zona pantanosa, ech un vistazo hacia abajo y vio el brillo del sol sobre la

    superficie oleaginosa. Un vertido de uno de los pozos petrolferos de Exxon Mobiles Cluster habacontaminado los arrozales, los huertos y los criaderos de gambas. No era la primera vez que suceda, peroen esa ocasin la fuga pareca mucho ms amenazadora. Las viudas y los hurfanos de los puebloscercanos Puuk, Nibong Baroh y Tanjung Krueng Pase quedaran desolados. Tendran quetrasladarse a otro lugar al menos durante los prximos seis meses, o tal vez un ao, puesto que su mediode subsistencia acababa de ser destruido.

    Estaba a punto de conectar la cmara por control remoto que llevaba en el helicptero cuandoescuch una voz en ingls, con un marcado acento, que le hablaba por los auriculares.

    Bienvenida al Pozo Trece, hermana Serghetti.Mir hacia la derecha y vio un helicptero del Ejrcito indonesio, armado con variasametralladoras, que volaba en paralelo a ella. La voz volvi a hablar:

    Va a aterrizar en el helipuerto que hay en el centro del complejo.

    Serena vir el helicptero hacia la derecha y comenz a ascender en el mismo instante en quecuatro balas pasaban rozando su flanco.

    Aterrice inmediatamente orden la voz o la volaremos en pedazos.

    Aferr la palanca de mando con ms fuerza y descendi en direccin al helipuerto. Su helicpteroapenas haba rozado el suelo cuando se vio rodeada por soldados vestidos con uniforme de campaa yarmados con M-16.

    En cuanto sali del helicptero con las manos en alto, se dio cuenta de que eran una unidad delKopassus (las fuerzas especiales indonesias), cuya base estaba situada en el cercano Camp Rancong,lugar que haba sido denunciado por las numerosas torturas que se haban llevado a cabo en l. El

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    campamento era propiedad de PT Arun, la mayor compaa petrolfera de Indonesia, que era hasta ciertopunto filial de Exxon Mobile, empresa que a su vez haba construido el Pozo Trece.

    El cerco de soldados del Kopassus se abri para dejar pasar a un todoterreno. El vehculo se detuvocon un chirrido de frenos y un oficial, un coronel a juzgar por la divisa de su hombro, sali del vehculo yse acerc a ella con parsimonia. Era un hombre delgado, de veintipocos aos. Tras l caminaba un civilalgo mayor, caucsico y orondo, a quien Serena identific como el representante norteamericano de lacompaa petrolfera, dada su actitud insulsa y nerviosa.

    Qu significa esto? exigi saber Serena.

    La famosa hermana Serghetti dijo el coronel en ingls. Habla usted el dialecto local como sifuera una nativa, pero su aspecto es muy distinto al de cualquiera de ellas. Las fotografas de los mediosde comunicacin no hacen justicia a su belleza. Y tampoco dicen nada de sus habilidades como piloto.

    Forma parte de mi trabajo, Coronel coment ella con sequedad, permitiendo que se notara suacento nativo, el australiano.

    Y cul es ese trabajo exactamente? Parece tener muchos.

    El de llevar comida y medicinas a los ms pobres de frica y Asia, ya que sus gobiernos son tan

    corruptos que los cargamentos de Naciones Unidas rara vez llegan a las aldeas de destino contestella. O bien desaparecen o bien se pudren en los muelles porque las carreteras son intransitables.En ese caso, est usted en el lugar equivocado, seora seal el norteamericano, que tena

    acento sureo. Soy Lou Hackett y estoy al frente de la operacin que se est llevando a cabo en estelugar. Debera usted estar en Timor Oriental, ayudando a los catlicos a contener a los musulmanes. Qucoo hace aqu, en una provincia musulmana como Aceh?

    Documentndome sobre posibles violaciones de los derechos humanos, seor Hackettcontest. Dios tambin ama a los musulmanes y a los separatistas de Aceh. Tal vez tanto como a losejecutivos norteamericanos.

    Violaciones de los derechos humanos? Aqu no hay nada de eso dijo el seor Hackett, queobservaba con avidez el helicptero de Serena mientras un grupo de tcnicos del Kopassus lo revisaba aconciencia.

    Serena lo mir directamente a los ojos. Acaso me quiere dar a entender que no es su petrleo el que ha inundado los criaderos de

    gambas de toda la zona, seor Hackett?

    Yo no catalogara un pequeo accidente como una violacin de los derechos humanos.

    El norteamericano se enjug el sudor de la frente con un viejo y desgastado pauelo. Serenadistingui una insignia bordada: el emblema del presidente de los Estados Unidos. Una baratija, sin duda,en recuerdo de la contribucin econmica a alguna campaa electoral.

    Entonces, no es su compaa la que ha construido los barracones militares en el Pozo Trece,

    donde las vctimas de los abusos afirman haber sido interrogadas? continu ella, mirando de soslayo alCoronel. Y tampoco ha actuado como proveedor de maquinaria pesada para el Ejrcito, de modo queeste pueda cavar fosas comunes donde enterrar a las vctimas de Sentang Hill y Tengkorak Hill?

    El seor Hackett la contemplaba como si fuera ella, y no el vertido de petrleo, el verdaderoproblema.

    Qu es lo que quiere, hermana Serghetti?

    El coronel indonesio respondi por ella.

    Quiere hacerle a Exxon Mobile y a PT Arun lo mismo que le hizo a Caf Denok, en TimorOriental.

    Se refiere a acabar con el yugo de un monopolio econmico controlado por el Ejrcito

    indonesio, y a dejar que la gente pueda vender sus productos de acuerdo con los precios del mercado? pregunt. Vaya, esa sera una buena idea.

    A todas luces, Hackett ya haba aguantado demasiado.

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    Joder, si la gente de Timor Oriental quiere ser esclava de Starbucks, es problema suyo, hermana.Pero cuando usted oblig al Ejrcito a abandonar sus negocios cafeteros, este comenz a sentirse muyatrado por los mos.

    Deje que le d yo otra buena idea, hermana Serghetti dijo el Coronel al tiempo que le ofrecauna hoja de papel. Se trataba de un fax. Mrchese.

    Serena ley el fax dos veces. Era del obispo Carlos, de Yakarta, el ganador del Nobel de la Paz de1996. Segn deca, se requera su inmediata presencia en Roma. El Papa quiere verme?

    El Papa, el Pontfice, la Santa Sede, me importa una mierda cmo quiera llamarlo solt elnorteamericano. Yo soy baptista. Limtese a sentirse afortunada por poder salir de aqu.

    Serena se dio la vuelta hacia el helicptero, a tiempo de ver que varios soldados se llevaban lascmaras que acababan de desmantelar de la parte inferior del aparato.

    Y los habitantes de Aceh? insisti ella, dirigindose al seor Hackett a la par que el Coronella empujaba con el codo hacia su todoterreno. No haba duda de que su helicptero acababa de serconfiscado. No puede fingir que todo esto no est sucediendo.

    No tengo por qu fingir nada, hermana le contest l mientras le deca adis con un gesto

    arrogante de la mano. Si algo no aparece en las noticias, es que no ha sucedido.

    Veinticuatro horas ms tarde, Serena se encontraba arrellanada en el asiento trasero de un annimosedn negro, mientras el viejo Benito lo haca avanzar con lentitud entre la airada multitud y el mar decmaras que abarrotaban la plaza de San Pedro. Le pareca inconcebible el hecho de poder inspirar unossentimientos tan fuertes. Y, sin embargo, ella era la causa de las demostraciones de protesta que tenanlugar en la calle.

    Solo tena veintisiete aos, pero ya se haba hecho con una innumerable lista de enemigos en lascompaas petroleras, las madereras, en la industria biomdica y entre aquellos que se beneficiabanmediante la explotacin de personas, de animales o del medio ambiente. No obstante, sus esfuerzoshaban dejado sin trabajo, de forma accidental, a unas cuantas personas de las muchas que ella intentabasalvar. Bueno, tal vez fueran ms de unas cuantas, a tenor de la multitud que se congregaba en la plaza.

    Vestida con su caracterstico uniforme, que consista en un traje de Armani y botas deportivas, noquedaba mucho en ella de la monja carmelita que fuera una vez. Pero ah estaba el quid de la cuestin. Ensu papel de Madre Tierra encabezaba los titulares, y de la mano del reconocimiento llegaba lainfluencia. De qu otro modo iban a tomarla en serio el pblico frvolo, el mundo secular y, en ltimainstancia, Roma?

    Dios era otra cuestin muy distinta. No estaba segura de lo que el Creador poda pensar de ella, ascomo tampoco estaba segura de querer saberlo.

    Contempl la calle a travs de los cristales mojados por la lluvia. La polica vaticana estabahaciendo retroceder tanto a los manifestantes como a lospaparazzi. Justo en ese momento, como surgidode la nada, zas!... se escuch un fuerte crujido que le hizo dar un respingo. Uno de los manifestantes selas haba ingeniado para pegar su pancarta a la ventanilla: BSQUESE OTRO PLANETA, MADRETIERRA.

    Creo que la han echado de menos, signorinale dijo el conductor con su mejor ingls.

    Sus intenciones son buenas, Benito replic ella, sin dejar de mirar a la muchedumbre concompasin. Podra haberle contestado en italiano, francs, alemn o una docena de idiomas ms, perorecord que Benito quera mejorar su ingls. Estn asustados. Tienen familias que alimentar. Necesitanun chivo expiatorio al que culpar por su falta de empleo. Y me ha tocado a m.

    Solo usted, signorina, deseara el bien a sus enemigos.No hay enemigos, Benito, solo malentendidos.

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    Habla como una verdadera santa concluy Benito al tiempo que dejaban a los manifestantestras la verja y giraban para tomar un sinuoso camino.

    Dime, Benito, sabes por qu me ha convocado el Santo Padre a la Ciudad Eterna para manteneruna audiencia privada? pregunt mientras se alisaba los pantalones con pretendida indiferencia, con elfin de disimular la ansiedad que creca en su interior.

    Con usted siempre resulta difcil adivinarlo. A travs del retrovisor, Benito le dedic unasonrisa que revel un diente de oro. Muchos problemas entre los que elegir.

    Muy cierto,pens ella.Cuando era monja, no sola llevarse bien con sus superioras; era una proscrita dentro de su propia

    orden. Incluso el Papa, su aliado, haba comentado en una ocasin para la revista Newsweek: Lahermana Serghetti est haciendo lo que Dios hara si conociera todos los hechos. Fue una buena rplica,

    pero ella saba que ninguna declaracin manifiesta a su favor podra protegerla dentro de esas puertas.

    Nacida en las afueras de Sydney y fruto de una relacin ilcita entre un sacerdote catlico y unacriada, la infancia de Serena Serghetti estuvo dominada por la vergenza. Creci entre srdidoschismorreos y lleg a odiar a su progenitor, que neg su paternidad hasta el final y muri como unmentiroso alcohlico. Serena acall los rumores haciendo la promesa solemne, a los doce aos, de

    mantener su virtud intacta, sobresaliendo en los estudios de lingstica y, lo ms asombroso de todo,ingresando en un convento a los diecisis. En muy pocos aos, se haba convertido en un ejemploviviente de redencin para la Iglesia y en la conciencia andante de los pecados ecolgicos de lahumanidad.

    Fue una poca muy buena mientras dur, unos siete aos en total. Unos meses despus, tras sufriruna crisis personal en Amrica del Sur, regres a Roma en busca de gua espiritual y descubri que elVaticano se negaba a pagar sus facturas del agua, amparndose en su estatus de estado soberano y en eloscuro Tratado Laterano de 1929, por el cual se estableca que Italia deba abastecer de agua de modogratuito al enclave de cuarenta hectreas..., pero donde no se haca mencin alguna de los costes delalcantarillado.

    Ni damos al Csar lo que es del Csar, ni prestamos a Dios el servicio adecuado como susrepresentantes en la Creacin, haba dicho ella al renunciar pblicamente a sus votos y abrazar la causamedioambiental.

    Fue entonces cuando los medios de comunicacin la apodaron Madre Tierra. Desde aquelmomento, le haba resultado imposible impedir que la gente la llamara Madre Tierra, o hermanaSerghetti. Sin lugar a dudas, era la exmonja ms famosa del mundo. Al igual que sucediera con la difunta

    princesa Diana antes de morir, Serena no formaba parte de la familia real eclesistica, pero se habaconvertido, sin saber muy bien cmo, en su Reina de Corazones.

    La Guardia Suiza, ataviada con sus uniformes de color carmn, adopt la posicin de firmes cuandoel sedn que la transportaba lleg a la entrada del Governorate. Antes de que Benito pudiera abrirle la

    puerta y ofrecerle un paraguas, ella ya suba los escalones bajo la lluvia sin prisa alguna, chapoteando consu calzado deportivo en los charcos mientras alzaba la mirada al cielo y disfrutaba de la sensacin de lasgotas de agua que le caan sobre el rostro. Si su experiencia previa en el Vaticano poda tomarse comoejemplo, ese sera el ltimo soplo de aire fresco del que disfrutara durante un tiempo. Uno de losguardias le dedic una sonrisa cuando atraves la puerta.

    El interior estaba caldeado y seco, y el joven jesuita que la estaba esperando la reconoci alinstante.

    Hermana Serghetti la salud con cordialidad. Por aqu.

    Mientras segua al joven a travs de un laberinto de pasillos en direccin a un antiguo ascensor,pudo escuchar el murmullo de actividad que provena de las distintas oficinas.

    Y pensar que todo esto comenz con un pobre carpintero judo, reflexion al tiempo que entrabanen el ascensor y la puerta se cerraba tras ellos.

    Se pregunt si Jess se sentira tan ajeno a su propia Iglesia como le suceda a ella.

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    Cuando capt su imagen en las puertas metlicas del ascensor, frunci el ceo y se coloc lassolapas de la chaqueta. Cay en la cuenta de la irona que supona preocuparse por la seda y la lana,sabiendo que haban sido tejidas con el sudor de algn pobre nio en una fbrica del Lejano Oriente paraalimentar el mercado de consumo global. Las ropas y la imagen que estas ayudaban a proyectarrepresentaban todo lo que ella odiaba, pero las utilizaba como medio para conseguir ms dinero yconcienciar a una opinin pblica que se mostraba ms interesada en la imagen de una antigua monja que

    en las obras de caridad que llevaba a cabo. Que as fuera.Vestira Jess de Armani?

    El mundo estaba desquiciado, y Serena sola preguntarse con bastante frecuencia por qu Dios lohaba hecho de ese modo o por qu se haba limitado a permitir que acabara convirtindose: en semejanteabominacin. Ella habra manejado las cosas de otra manera, sin lugar a dudas.

    La oficina que buscaba estaba situada en la quinta planta y. perteneca al jefe de los servicios deinteligencia del Vaticano, un cardenal llamado Tucci. Sera este el encargado de explicarle la situacin,como tambin la acompaara hasta su audiencia privada con el Papa. Sin embargo, el cardenal no parecaestar por ningn sitio, as que el joven jesuita la inst a entraren el despacho.

    La estancia tena un estilo ms antiguo y elegante del que se achacaba a la reputacin de Tucci. Lasparedes estaban adornadas con pinturas medievales y mapas antiguos que no tenan nada que ver con elarte contemporneo y moderno que, segn se deca, era el favorito del cardenal.

    De ms edad y an ms elegante era el hombre que estaba sentado en un silln de cuero de respaldoalto, flanqueado por dos globos terrqueos Blaeu. El atuendo de color blanco, adornado con el cordndorado en el cuello, armonizaba a la perfeccin con su cabello canoso. Tena todo el aspecto de unhombre de fe urbano y apuesto, y sus ojos, cuando levant la mirada del expediente que estaba leyendo,resultaron ser despiertos e inteligentes.

    Hermana Serghettidijo su escolta jesuita, Su Santidad.

    El Papa, a quien Serena haba reconocido al instante, no necesitaba presentacin alguna.

    Santidad lo salud ella mientras el jesuita cerraba la puerta al salir.

    La actitud del gran hombre no pareca ser ni severa ni beatfica. En realidad, el aura que irradiabaera tan pragmtica como la del presidente de cualquier empresa. Salvo que su empresa no cotizaba en las

    bolsas de Nueva York, Londres o Tokio, y sus previsiones de ganancias no se medan en trminos decuatrimestres, aos o dcadas. Su empresa llevaba en pie ms de dos milenios y meda sus progresos entrminos de eternidad.

    Hermana Serghetti. El Papa se dirigi a ella con un afecto genuino al tiempo que le indicabacon un gesto que tomara asiento. Ha pasado mucho tiempo.

    Sorprendida y recelosa, Serena se hundi en la silla de cuero mientras el Papa volva a examinar elinforme que haba redactado el Vaticano acerca de ella.

    Manifestaciones contra la destruccin de la capa de ozono frente a la sede de las Naciones

    Unidas en Nueva Yorkley en voz alta, con un tono sereno y resonante. Presiones en todo el mundocontra empresas biomdicas. Su pgina web tiene incluso ms visitantes que la ma.

    Apart la mirada de los documentos y la observ con ojos brillantes y vivaces.

    En ocasiones, me pregunto si su obsesin por salvar la Tierra de las garras de la raza humana estmotivada por algn deseo interno de redimirse a s misma.

    Ella se removi en la silla de cuero. El asiento era duro e incmodo.

    Redimirme de qu, Santidad?Conoc a su padre, ya lo sabe.

    En efecto, ya lo saba.

    De hecho continu el Papa, yo fui el obispo a quien l acudi en busca de consejo cuandosupo que su madre estaba embarazada.

    Eso era algo nuevo para Serena.

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    Quera que su madre se sometiera a un aborto.

    No me sorprende contest ella, incapaz de ocultar la amargura que tea su voz. Supongoque le aconsej que no lo hiciera, verdad?

    Le dije que Dios es capaz de crear cosas bellas incluso en las circunstancias ms srdidas.

    Entiendo.

    Serena no saba si el Santo Padre quera que le diera las gracias por haberle salvado la vida o si,sencillamente, se limitaba a narrar los acontecimientos pasados. La estaba evaluando, de eso estabasegura, pero no con compasin ni con prejuicios. Solo con curiosidad.

    Hay algo que siempre he querido preguntarle, Serena prosigui el Papa. Ella se inclin haciadelante. Teniendo en cuenta las circunstancias de su nacimiento, cmo puede amar a Jess?

    Por las circunstancias que rodearon Su nacimiento contest ella. Si Jess no fuera el nico yVerdadero Hijo de Dios, sera un bastardo, y su madre, Mara, una fulana. Podra haberse dejado llevar

    por el rencor; no obstante, eligi el amor y hoy en da la Iglesia lo llama Redentor.

    El Santo Padre asinti.

    Al menos, estar de acuerdo en que se gan el apodo.

    Por supuesto, Santidad replic. Y a usted tambin le dej una tarea bastante ardua.l sonri.

    Segn tengo entendido, usted afirm en una ocasin que le gustara desempear esa misma tareaalgn da.

    Serena se encogi de hombros.

    Est sobrevalorada.

    Cierto replic el Papa, que la mir con astucia, por no mencionar que es bastanteinalcanzable para las mujeres que abandonan el convento y repiten los pecados de sus padres.

    De sbito, la fachada impasible que utilizaba para enfrentarse a los medios de comunicacin se

    desmoron y se sinti desnuda. Con este Papa, una audiencia privada se asemejaba ms a una sesinteraputica que a un encuentro con la Inquisicin, y eso la despojaba de la indignacin necesaria parasostener un enfrentamiento.

    No estoy muy segura de comprender adonde quiere llegar, Santidad balbuci, preguntndosecunto saba el Santo Padre. En ese momento, y tras recordar el destino de aquellos que lo habansubestimado, decidi que era mejor afrontar la situacin sin ambages, con el fin de no empeorar lamortificacin que senta. Estuve a punto, Santidadconfes. Pero olvida que ya no soy una monja yno estoy atada a mis votos. No obstante, le alegrar saber que planeo seguir clibe hasta el matrimonio...,aunque sospecho que no me casar nunca.

    El Papa dijo:

    Pero, en ese caso, por qu...?

    El hecho de no consumar nuestra relacin en el plano fsico no significa que no se consumaraemocionalmente explic Serena. Y mis sentimientos no dejaban lugar a dudas: no poda llevar lavida de una prometida de Cristo y, a la vez, arder de pasin por un hombre. No sin convertirme en unahipcrita como mi padre. Por tanto, si est pensando en usar ese asunto para minar mi credibilidad...

    Tonteras la interrumpi el Pontfice. El nombre del doctor Yeats aparece en uno de losinformes del servicio de inteligencia, eso es todo.

    Conrad? pregunt, asombrada por la eficiencia del personal del Vaticano.Scontest el Papa. Tengo entendido que lo conoci en Bolivia, durante su anterior etapa

    como nuestra lingista ms prometedora.

    Ella se reclin en la silla. Tal vez hubiesen encontrado un manuscrito que necesitaran traducir. Talvez Su Santidad tuviera un trabajo para ella. En ese momento, comenz a respirar con ms tranquilidad.

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    Le alegraba poder abandonar el tema de su celibato, pero la referencia que haba hecho el Santo Padreacerca de Conrad haba despertado su curiosidad.

    As es. Yo estaba trabajando con la tribu Aimara, en los Andes.

    Se subestima usted la reconvino el Papa. Utiliz la lengua aimara para desarrollar unprograma informtico de traduccin que pudiera utilizarse en la Cumbre para la Tierra de las Naciones

    Unidas. Y lo logr sin otra cosa que un computador porttil, cuando cientos de expertos de un buenpuado de universidades europeas fracasaron en el intento teniendo supercomputadores a su disposicin.

    Yo no fui la primera explic Serena. El mrito es de un matemtico boliviano, Ivn Guzmnde Rojas, que lo logr all por los aos ochenta. El aimara puede usarse como lengua intermediaria pararealizar traducciones simultneas del ingls a otros cuantos idiomas.

    A seis para ser ms exactos precis el Papa. Pero, al parecer, usted descubri una aplicacinmucho ms universal.

    El nico secreto de mi sistema radica en la estructura lgica y rgida de la lengua aimara argument ella, sintiendo que su confianza regresaba a raudales. Es ideal para la transformacin enalgoritmos informticos. Sus reglas sintcticas pueden ser descifradas utilizando un tipo de abreviatura

    algebraica que los computadores entienden a la perfeccin.Todo esto me resulta fascinante confes el Santo Padre. Es lo ms cerca que el hombrepuede estar de escuchar el susurro de Dios en esta vida. Por qu abandon la lingstica?

    Sigo haciendo mis aportaciones de vez en cuando, Santidad.

    De hecho, se ha convertido en toda una trabajadora independiente. No solo es usted la MadreTierra y la embajadora oficial de buena voluntad de las Naciones Unidas, sino que tambin ha trabajado,

    por lo que veo, en elLatinatis Nova et Veteradijo, en referencia al nuevo diccionario de latn ideadopor la faccin tradicionalista del Vaticano, con el fin de impulsar la expansin de la lengua de Virgilio enel nuevo milenio.

    En efecto, Santidad.

    As pues, tenemos que darle las gracias por haber acuado los trminos latinos para las palabrasdiscoteca y modelo de portada: caberna discothecaria y teritoris paginae puello respectivamente.

    No olvidepilamalleus super glaciem.

    El Papa necesit cierto tiempo para realizar la traduccin-mental.

    Hockey sobre hielo?

    Muy bien, Santidad.

    El Santo Padre fue incapaz de reprimir una sonrisa antes de adoptar una actitud seria.

    Y qu apelativo usara para un hombre como el doctor Yeats?

    Un sordidissimi homines contest ella, sin necesidad de pensarlo dos veces. Uno de los

    desechos de la sociedad.El Papa asinti con tristeza. Ese hombre es el motivo por el cual usted eligi silenciar sus dones, abandonar la Iglesia y huir

    para convertirse en Madre Tierra?Conrad no influy en mi decisin de dedicar todas mis energas a la defensa del medio ambiente

    replic, si bien su respuesta son ms apologtica de lo que le hubiera gustado.El Papa asinti.

    No obstante, lo conoci mientras trabajaba con la tribu Aimara en Bolivia, poco antes de queabandonara la Iglesia. Qu es lo que sabe de l?

    Serena se tom un momento. Podra decir muchas cosas; no obstante, se limitara a las esenciales.

    Es un ladrn, un mentiroso y el arquelogo ms brillante y ms peligroso que he conocido en lavida. Peligroso? repiti el Papa.

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    No tiene respeto alguno por las antigedades explic ella. Cree que la informacin que seobtiene de un descubrimiento es ms importante que el descubrimiento en s. Por tanto, en su afn porsacar a la luz un nuevo hallazgo, a menudo pone en peligro la integridad del lugar, mandando al cuerno alas generaciones futuras.

    El Santo Padre asinti.

    Eso explicara por qu el Consejo Superior de Antigedades Egipcias le ha prohibido volver aponer un pie en Luxor.

    A decir verdad, el director general del Consejo perdi cierta cantidad de dinero a manos deConrad en una partida de cartas en el Casino Luxor, donde estaban celebrando una entrevista revelSerena. Segn tengo entendido, pag a Conrad con una estatuilla de la decimonovena dinasta y, desdeentonces, este ha estado intentando introducirla en el mercado negro sin ningn xito. Al parecer, necesitael dinero con urgencia para continuar con su trabajo. Sera una adicin maravillosa a nuestra coleccin, sile interesa, por supuesto.

    El Papa frunci el ceo para dejar claro que no apreciaba en demasa su desabrido sentido delhumor.

    Y supongo que la historia se repiti en Bolivia, pas del que el doctor Yeats fue expulsado un aodespus de que usted lo conociera.

    Serena se encogi de hombros.

    Digamos que descubri que la hija de cierto generalissimo era ms interesante que las ruinas.

    Detecto cierto deje de celos?

    Serena se ech a rer.

    Siempre habr otra mujer en la vida de un intrigante como Conrad. En cuanto a lo otro, lostesoros de la Antigedad nos pertenecen a todos.

    Comienzo a hacerme una idea clara sobre l. Si me permite la pregunta, hermana Serghetti, quencontr usted en un hombre as?

    Es la persona ms honesta que he conocido jams.Pero antes lo tach de mentiroso.

    Eso forma parte de su honestidad. Qu tiene que ver l con todo esto?

    Nada, en realidad, aparte del efecto que ejerce sobre usted le contest el Papa, si bien Serenapercibi que haba mucho ms.

    Si me permite la pregunta, Santidad, para qu me necesita usted? Ya no soy una monja catlica,ni una lingista del Vaticano, ni formo parte de ninguna otra rama oficial de la Iglesia.

    Ya sea como monja o como lingista contratada, Serena, siempre formar parte de la Iglesia y laIglesia siempre formar parte de usted. Tanto si le gusta como si no. En este momento, nuestro mayorinters reside en saber cmo se desarroll la lengua aimara. Es tan pura que algunos de sus colegassospechan que no evolucion de la misma manera que el resto de las lenguas, sino que fue ideada

    partiendo de cero.

    Serena asinti.Un logro intelectual impensable en una sencilla tribu agrcola.Exacto convino el Papa. Dgame, hermana Serghetti, de dnde proceden los aimaras?

    Los mitos ms antiguos recogen una serie de acontecimientos inslitos que tuvieron lugar en lascercanas del lago Titicaca tras el Gran Diluvio explic. Hacen referencia a unos extraos queintentaron construir una ciudad en el lago.

    Tiahuanaco concluy el Santo Padre, con su enorme Templo del Sol.

    Su Santidad est muy bien informado dijo Serena. Se dice que la ciudad abandonada estuvohabitada en sus orgenes por gente procedente de Aztlan, la isla-paraso perdida de los aztecas.

    Una isla-paraso perdida... Interesante.

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    Un mito antediluviano de lo ms comn, Santidad. Muchas leyendas narran historias acerca deesa isla perdida y culpan de su prdida a esa inundacin. El filsofo griego Platn, sin ir ms lejos, nosleg el relato de la historia de la Atlntida. Al igual que los haida y los sumerios, que tambin compartenuna historia similar sobre sus orgenes.

    El Papa asinti.

    Y, sin embargo, es difcil encontrar dos culturas tan distintas entre s como la sumeria y la haida;una situada en la lluviosa costa noroeste de los Estados Unidos y la otra en el rido desierto de Iraq.

    El hecho de que dos culturas tan dispares compartan un mito comn que explique unacontecimiento concreto no garantiza que dicho acontecimiento tuviera lugar explic ella consequedad, dejndose llevar por su faceta acadmica. Si tenemos en cuenta los registros fsiles y lageologa, por ejemplo, descubriremos que, en efecto, hubo una inundacin, una Edad de Hielo y todo lodems. Pero si existi un tal No que construy un arca o si su procedencia era asitica, africana ocaucsica, no son ms que especulaciones. Y no hay prueba alguna que sustente la teora de esa isla

    paradisaca.

    Entonces, qu conclusin saca usted de todas esas historias tan parecidas entre s?

    Siempre las he considerado indicadores de la universalidad del intelecto humano.

    De modo que, para usted, el Gnesis no es ms que una metfora, no es cierto?

    Haba olvidado la costumbre del Papa de llevar todas las discusiones al mbito de la fe. Serenaasinti con lentitud.

    S, supongo que s.

    No parece estar muy segura.

    S, desde luego que s. Bien, ya lo haba dicho. La haba obligado a confesarlo.

    Y la Iglesia... qu es? Una buena idea que se estrope en el camino?

    Como todas las instituciones humanas, la Iglesia terrenal es un organismo corrupto contestella. Pero ha proporcionado hospitales, orfanatos y esperanza a toda la humanidad. Sin ella, la

    civilizacin se hundira en un abismo moral.Me alegra orle decir eso. Haba cierta ternura en la mirada del Santo Padre y una pizca de

    incredulidad en su voz cuando prosigui: Hermana Serghetti, quiero que medite con seriedad si sientela llamada del Espritu Santo en su interior, apremindola a llevar a cabo una misin sagrada que tal vezla haga digna del apodo de Madre Tierra.

    Lo nico que el Espritu Santo le estaba diciendo era que haba algo raro en todo aquel asunto. Ellahaba increpado al Vaticano y haba colgado los hbitos. Pese a todo, en esos momentos el Papa le pedaque se convirtiera en su emisaria oficial.

    Qu tipo de misin?Tengo entendido que usted es una observadora oficial adems de consejera para la correcta

    aplicacin del Tratado Antrtico Internacional.Formo parte del Comit del Tratado para la Proteccin Medioambiental en calidad de consejera

    puntualiz. Pero represento a Australia, Santidad, no a la Iglesia.

    El Santo Padre asinti y tamborile con los dedos sobre los brazos del silln.

    Ha escuchado las noticias sobre la actividad ssmica en la Antrtida?Por supuesto, Santidad. El mes pasado se desprendi un iceberg del tamao de Delaware tras el

    ltimo terremoto. Y otro del tamao de Rhode Island antes que ese. As, a bote pronto, entre ambospodran sumar el equivalente a la longitud de la costa este de los Estados Unidos.

    Y si le dijera que nuestros servicios de inteligencia han localizado una expedicinnorteamericana ilegal en la Antrtida, en una zona reclamada por su pas natal, Australia?

    Le dira que los estadounidenses estaran violando el Protocolo de Madrid de 1991, que establecela Antrtida como zona de paz reservada en exclusiva para fines de investigacin cientfica. Cualquier

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    actividad militar est prohibida en todo el continente. Serena se inclin hacia delante. Cmo sabetodo esto?

    No hace mucho, desaparecieron tres satlites espa estadounidenses de sus rbitas explic l.

    Serena parpade con incredulidad. Cunto tiempo llevara el Vaticano interesado en elseguimiento de los satlites espa de otros pases?

    Tal vez dejaran de funcionar o fueran destruidos de modo deliberado sugiri ella.Por regla general, los satlites estadounidenses inservibles son abandonados en sus rbitas explic el Papa con la misma desenvoltura que si estuvieran discutiendo acerca de la hermenutica del

    Nuevo Testamento. Y si un satlite, no digamos ya tres, hubiera dejado de funcionar, los supervisoresdel Congreso habran hecho ms ruido que el Concilio Vaticano II. Sin embargo, no ha sucedido nada.

    Me temo que esas cuestiones sobrepasan con mucho mis conocimientos, SantidaddijoSerena. Cul es su interpretacin de lo sucedido?

    Esos satlites seguan unas rbitas que permitan un movimiento ms lento que el de otrascmaras espa situadas en alturas mucho mayores; lo que les proporcionaba bastante ms tiempo parafotografiar objetivos.

    Objetivos?Las ofensivas militares suelen tener lugar poco antes de que un satlite sobrevuele el lugar, con elfin de registrar los daos antes de que el enemigo pueda encubrirlos. No obstante, despus del ltimoregistro de actividad ssmica en la Antrtida, ninguno de los satlites espa conocidos ha pasado sobre lazona afectada. Eso sugiere que es posible que uno o varios de los satlites desaparecidos estn al acecho.

    Est sugiriendo que el Ejrcito norteamericano est provocando de forma deliberada esas ondasssmicas? pregunt Serena.

    Eso es lo que quiero que averige usted.Serena volvi a reclinarse en la silla. El Papa no tena motivo alguno para mentirle. Sin embargo,

    estaba segura de que se haba callado muchas ms cosas. Por qu si no iba la Santa Sede a tomarse

    semejante inters en un continente desierto en el que haba ms pinginos que catlicos? Hay algo ms que quiera decirme? le pregunt al Santo Padre. El doctor Yeats estinvolucrado en este asunto?

    El Papa asinti con la cabeza.Al parecer, forma parte de la expedicin estadounidense.

    As que el asunto tena algo que ver con Conrad, pens, aunque fuese en un escenario de lo msinusitado.

    Y para qu iba a necesitar el Ejrcito norteamericano a un arquelogo?

    El Santo Padre no respondi, y Serena supo al instante que el Vaticano estaba solicitando sucolaboracin como lingista y no como ecologista. Lo que significaba que los norteamericanos haban

    encontrado algo en la Antrtida. Algo que requerira de la participacin de arquelogos y lingistasexpertos. Algo que, a todas luces, haba agitado los cimientos del Vaticano. La nica razn por la que elPapa se haba puesto en contacto con ella era sencillamente porque no le quedaba otro remedio. Resultabams que evidente que los norteamericanos no haban consultado con la Santa Sede. Aunque tal vezdebieran haberlo hecho, concluy con rapidez.

    Tiene algo que mostrarme, no es as, Santidad?

    As es. Sus nudosos dedos desplegaron sobre el escritorio una copia de un mapa medieval.Estaba fechado en 1513. Esto fue descubierto en el antiguo palacio imperial de Constantinopla, en1929. Perteneca a un almirante turco.

    El almirante Piri Reis apostill ella. Es el mapamundi de Piri Reis.

    Veo que lo ha reconocido asinti con la cabeza. En ese caso, supongo que tambin habrvisto esto.

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    Seal un antiguo informe de las Fuerzas Areas estadounidenses. Estaba fechado el 6 de julio, de1960 y su nombre en clave era Proyecto Libro Azul.

    No contest ella con patente inters, al tiempo que coga el breve informe. Desde cundotiene acceso el Vaticano a los documentos confidenciales del servicio de inteligencia del Ejrcitonorteamericano?

    Se refiere a este viejo informe? pregunt a su vez el Santo Padre. No creo que pueda serclasificado como confidencial. Pero el apndice que lo acompaa s lo es.

    Serena hoje las pginas que el jefe de la Unidad de Cartografa de la Base Westover de las FuerzasAreas en Massachusetts haba escrito. Los oficiales del Ejrcito del Aire estadounidense haban llegadoa la conclusin de que la representacin de la Antrtida que Piri Reis haba hecho en su mapa coincida ala perfeccin con la Costa de la Princesa Marta en el continente helado y con la Pennsula Palmer.

    Los ojos de Serena se demoraron en la ltima pgina, donde el teniente coronel Harold Z.Ohlmeyer, del Escuadrn de Reconocimiento n 8, haba escrito:

    Los detalles geogrficos representados en la parte inferior del mapa coinciden deforma extraordinaria con los resultados del perfil ssmico llevado a cabo sobre el casquete

    polar por la expedicin conjunta de los gobiernos de Suecia, Gran Bretaa y Noruega en1949. Esto indica que la costa haba sido dibujada antes de quedar cubierta por el hielo. Lacapa de hielo en esta regin tiene un grosor aproximado de un kilmetro y medio en estosmomentos. Nos resulta imposible explicar cmo se pudieron obtener los datos representadosen este mapa, teniendo en cuenta el estado de desarrollo que se le supone a la cartografa en1513.

    Tras esto, poda leerse el apndice agregado por el Pentgono, datado en 1970 y escrito a mano contrazos decididos por el coronel Yeats de las Fuerzas Areas de los Estados Unidos. Serena saba que esehombre era el padre de Conrad, y el nombre consigui que se le erizara el vello de la nuca. La nota deca

    as:

    Los futuros informes referentes al mapamundi de Piri Reis y al Proyecto Sonchisdebern ser remitidos a este despacho, donde sern correctamente archivados.

    Sonchis... repiti Serena mientras cerraba la carpeta.

    Algn significado?

    Supuestamente, fue un sacerdote del Antiguo Egipto llamado Sonchis quien le cont a Platntodos los detalles de la historia de la Atlntida.

    En el mapa del almirante Reis hay una inscripcin en la que se explica que est basado en otrosmapas ms antiguos cuyos orgenes se remontan a la poca de Alejandro Magno.

    Qu es lo que est dicindome exactamente, Santidad?

    Que tan solo una cultura martima avanzada y global que existiera hace ms de diez mil aospodra haber creado estos mapas.

    Serena parpade varias veces.

    Cree usted que la Antrtida es la Atlntida?

    Y que sus secretos estn enterrados bajo una capa de tres kilmetros de hielo concluy. Loque tenemos entre manos es mucho ms que una antigua civilizacin perdida: es la cultura primigenia

    perdida que su amigo el arquelogo, el doctor Yeats, ha estado buscando; una cultura que posea un

    conocimiento cientfico que nos resulta inabarcable.Si todo eso es cierto, muchas verdades quedarn en entredicho replic Serena, entre ellas, lainterpretacin que la Iglesia hace del relato del Gnesis bblico.

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    O, por el contrario, puede que se vea respaldada seal el Papa con un tono desesperanzado enla voz. No obstante, si ese fuera el caso, nos veramos en una situacin complicada.

    No le sigo, Santidad.

    Dios me ha revelado una profeca sobre el fin de los tiempos confes. Sin embargo, se la heocultado a la Iglesia porque la mera posibilidad es, de por s, espantosa.

    Serena se sent en el borde de la silla. Dejando a un lado sus preocupaciones habituales, tena quereconocer que este Papa pareca estar en plenas facultades mentales y bastante lcido.

    Qu vio, Santidad?

    Una hermosa rosa congelada en el hielo contest el Papa. El hielo se agrietaba y de esagrieta surga fuego y comenzaba una guerra que los hijos de Dios emprendan contra la Iglesia y toda lahumanidad. Al final, el hielo se derreta y se deslizaban lgrimas por los ptalos de la rosa.

    Serena record el captulo sexto del Gnesis, en el que se deca que los hijos de Dios gobernaronla Tierra en pocas remotas. Sus vstagos, nacidos de las mujeres, hicieron tanto dao que Dios losdestruy, a ellos y a toda la raza humana, con el Gran Diluvio. Salvo a No y su familia. Sin embargo,Serena tambin recordaba que ni las visiones apocalpticas de la Biblia ni las que haban relatado los

    pastorcillos portugueses detallaban el futuro con demasiada precisin. Al contrario, lo resuman y losituaban sobre un escenario atemporal y unificado, plagado de smbolos que precisaban de unainterpretacin.

    Entonces, su Santidad cree que esta visin, la leyenda de la Atlntida y las actividades militaresque los Estados Unidos estn llevando a cabo en la Antrtida forman parte de un todo?

    As es.

    Serena intent ocultar sus dudas, pero, por s solas, cada una de las tres cuestiones resultaba muydifcil de creer.

    Entiendo.No, no lo entiende la rebati l. Observe con ms atencin. Le tendi un pergamino

    enrollado que tena en la mano. Este es uno de los mapas que el almirante Reis us para trazar el suyo.La fuente principal, en realidad.Serena extendi el brazo con lentitud y cogi el mapa de las manos del Santo Padre. En cuanto lo

    toc, sinti que una descarga de entusiasmo recorra sus venas.

    Aparece el nombre de Sonchis explic el Papa. Pero el resto de la escritura es anterior a lacultura minoica.

    Dme un par de semanas y...

    En realidad, esperaba que pudiera descifrarlo durante su viaje a la Antrtida confes l. Enestos instantes, un avin privado est repostando en la pista de aterrizaje, a su disposicin para que puedaemprender su viaje.

    Mi viaje? repiti Serena. Usted mismo lo ha dicho: esta ciudad, si es que existe, estenterrada bajo una capa de hielo de tres kilmetros de grosor. Para el caso, lo mismo dara que estuvieraen Marte...

    Los norteamericanos la han encontrado insisti el Santo Padre. Ahora, usted debeencontrarlos a ellos antes de que sea demasiado tarde.

    El Papa coloc una mano sobre el globo terrqueo que tena a su derecha y la otra sobre el de laizquierda.

    Estos globos terrqueos fueron pintados por el maestro cartgrafo holands Willem Blaeu en1648 explic. En esa poca, tambin mostraban el mundo moderno. Por desgracia, larepresentacin, tanto de la superficie del planeta como del cielo, es enteramente errnea. Mire, California