gramsci teorico de la superestructura

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Giovanna Giglioli nunca suficientemente definida por los fundadores del marxismo, adquiere por fin un sentido, concre- tamente dialéctico y concretamente político. Es en la obra de Gramsci, por primera vez, que el tema marxista de la articulación de estructura y superes- tructura supera el enfoque meramente metódico (por ejemplo él del joven Lukács) para integrarse al análisis del capitalismo de Occidente y, desde ahí, a la renovación de propuestas estratégicas. El resultado, como ya se ha expuesto, lleva a una radical revaloración del mundo superestructu- ral - sistemáticamente descuidado por el anterior análisis marxista - y a ubicar ahí, en la sociedad civil y su articulación con la sociedad política, la clave de la organicidad y también de la crisis del bloque histórico así como la sede de toda activi- dad políticamente significativa. Una vez más: no se trata aquí de una devalua- ción de la estructura económica, ni de un generali- zación a la totalidad de los procesos históricos del papel de la sociedad civil y su dialéctica con la so- ciedad política, sino de un análisis de la articula- ción de estructura y superestructura en el capitalis- mo de Occidente. En su contexto, hoy como ayer, es en la sociedad civil, entendida en el sentido gramsciano, donde suele concentrarse, en una siempre variable relación con el Estado en sentido restringido, la expresión política de todas las fuer- zas vivas de una sociedad dada. De ahí que los Cuadernos, al enfrentar el tema de la articulación entre estructura y superestructu- ra para el bloque histórico del presente capitalista, enfaticen el análisis de los momentos constitutivos de la sociedad civil y la interpretación de su senti- Gramsci, teórico de la superestructura Summary: After afirst essay clarifying the ba- sic concepts of "hegemony" and "historie bloc" in Gramsci political theory, this article considers the topics of ideology and culture. This emphasis on intellectual and cultural influences led Grams- ci to develop a consistent superstructure theory. Resumen: Después de un primer trabajo dedi- cado a esclarecer los conceptos fundamentales de "hegemonía" y "bloque histórico" en Antonio Gramsci, el presente artículo enfrenta los temas de la ideología y la cultura, cuyo enfoque y pro- fundizacián le han valido a Gramsci el calificati- vo de "teórico de la superestructura". Sociedad política y sociedad civil Una vez definidos los momentos fundamentales del bloque histórico gramsciano', estamos ahora en condiciones de reconocer en nuestro autor al "teó- rico de la superestructura". Efectivamente, una vez perado el prejuicio economicista y logrado el punto de vista de la totalidad, la superestructura aparece finalmente como el ámbito privilegiado donde se desarrollan las luchas políticas más deci- - as. Ahí se abren camino las multifacéticas posi- bilidades de la creación histórica en su articulación dialéctica con el conjunto de las realidades estruc- lIIrales existentes, pero también en su especificidad cualitativamente irreductible al carácter estático e 8:rte de los datos económico-sociales .. o cabe duda de que es en los Cuadernos don- de la clásica "determinación en última instancia", Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXIV (83-84), 237-245,1996

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Giovanna Giglioli

nunca suficientemente definida por los fundadoresdel marxismo, adquiere por fin un sentido, concre-tamente dialéctico y concretamente político. Es enla obra de Gramsci, por primera vez, que el temamarxista de la articulación de estructura y superes-tructura supera el enfoque meramente metódico(por ejemplo él del joven Lukács) para integrarseal análisis del capitalismo de Occidente y, desdeahí, a la renovación de propuestas estratégicas.

El resultado, como ya se ha expuesto, lleva auna radical revaloración del mundo superestructu-ral - sistemáticamente descuidado por el anterioranálisis marxista - y a ubicar ahí, en la sociedadcivil y su articulación con la sociedad política, laclave de la organicidad y también de la crisis delbloque histórico así como la sede de toda activi-dad políticamente significativa.

Una vez más: no se trata aquí de una devalua-ción de la estructura económica, ni de un generali-zación a la totalidad de los procesos históricos delpapel de la sociedad civil y su dialéctica con la so-ciedad política, sino de un análisis de la articula-ción de estructura y superestructura en el capitalis-mo de Occidente. En su contexto, hoy como ayer,es en la sociedad civil, entendida en el sentidogramsciano, donde suele concentrarse, en unasiempre variable relación con el Estado en sentidorestringido, la expresión política de todas las fuer-zas vivas de una sociedad dada.

De ahí que los Cuadernos, al enfrentar el temade la articulación entre estructura y superestructu-ra para el bloque histórico del presente capitalista,enfaticen el análisis de los momentos constitutivosde la sociedad civil y la interpretación de su senti-

Gramsci, teórico de la superestructura

Summary: After afirst essay clarifying the ba-sic concepts of "hegemony" and "historie bloc"in Gramsci political theory, this article considersthe topics of ideology and culture. This emphasison intellectual and cultural influences led Grams-ci to develop a consistent superstructure theory.

Resumen: Después de un primer trabajo dedi-cado a esclarecer los conceptos fundamentales de"hegemonía" y "bloque histórico" en AntonioGramsci, el presente artículo enfrenta los temasde la ideología y la cultura, cuyo enfoque y pro-fundizacián le han valido a Gramsci el calificati-vo de "teórico de la superestructura".

Sociedad política y sociedad civil

Una vez definidos los momentos fundamentalesdel bloque histórico gramsciano', estamos ahora encondiciones de reconocer en nuestro autor al "teó-rico de la superestructura". Efectivamente, una vez

perado el prejuicio economicista y logrado elpunto de vista de la totalidad, la superestructuraaparece finalmente como el ámbito privilegiadodonde se desarrollan las luchas políticas más deci-- as. Ahí se abren camino las multifacéticas posi-

bilidades de la creación histórica en su articulacióndialéctica con el conjunto de las realidades estruc-lIIrales existentes, pero también en su especificidadcualitativamente irreductible al carácter estático e8:rte de los datos económico-sociales ..

o cabe duda de que es en los Cuadernos don-de la clásica "determinación en última instancia",

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXIV (83-84), 237-245,1996

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do político, sin perder nunca de vista por otra par-te el hecho de su relación constitutiva con la so-ciedad política, instrumento de dominación de laclase capitalista.

De ahí tanto la identificación entre superestruc-tura y Estado ampliado como la extraordinaria yparalela profundización del entero ámbito de lapolítica y de la lucha de clases. Es por este caminoque Gramsci llega a una decidida politización dela cultura en todos sus momentos y manifestacio-nes, pero también, para decirlo de alguna manera,al rescate del significado cultural y hasta espiritualde la política misma.

De ahí que les pida a las fuerzas populares yrevolucionarias "hacer más y más política", es de-cir, luchar por la hegemonía en el complejo mun-do de la sociedad civil, para minar así la fuerza delEstado y la dominación burgueses. De ahí el lla-mado gramsciano al pleno desarrollo teórico-prác-tico de las arrolladoras potencialidades creativasde la política frente al mecanicismo inerte de laconsideración aislada de lo económico-estructural.

La autonomía de la política, revelada e impul-sada por Maquiavelo en función de la creación delEstado moderno, había sido ulteriormente desarro-llada por Lenin - según la interpretación de losCuadernos - en función de la hegemonía estataldel proletariado mundial. La intención explícita deGramsci es continuar la obra estratégica de Leninrevelando las nuevas facetas de dicha autonomía,coincidente ahora con la amplia esfera de acciónde las superestructuras complejas.'

Con ello no sólo desarrolla dialéctica y polémi-camente a Lenin, sino también a Maquiavelo. Porparadójico que parezca, Gramsci no solamente nopodría continuar al primero sin revisar, para su con-texto histórico, el vanguardismo y la estrategía leni-nistas de la guerra de movimiento; tampoco podríacontinuar la radical liberación de la política - em-prendida alguna vez por Maquiavelo a través de lanegación violenta de la moral y la cultura - sinoreintegrando las, con el mismo realismo que fuepropio de aquél, al actual universo de la política.'

La posición historicista exige efectivamente lacomprensión de que ese universo es esencialmentevariable. Es por ello que la afirmación gramscianade la supremacía de la política no tendría ya porqué guardar relación alguna con la brutal negaciónmaquiavélica de toda consideración ética y huma-nista.

Involucra por el contrario el pleno reconoci-miento de que en las sociedades de masas la polí-

tica, por su carácter participativo, (aún tomandoen cuenta las limitaciones reales de dicha partici-pación), para seguir siendo realista y para seguirsiendo humanista, no puede desligar sus propósi-tos revolucionarios del sentir popular, de las tradi-ciones y valores culturales que en la sociedad bur-guesa guían de hecho la acción y la vida de lospueblos.

Es desde esta perspectiva metodológica que lateoría gramsciana de las superestructuras puedeser comprendida en su vigencia política, una vi-gencia que, pese a la distancia que nos separa dela tercera década de nuestro siglo, todavía se man-tiene en muchos de sus rasgos esenciales.

y es desde esta misma perspectiva que se acla-ra el porqué, al igual que en el caso del bloquehistórico, la hegemonía, etc., también la teoría po-lítica de las superestructuras se desarrolla en losCuadernos en una doble vertiente. Nos referimosal análisis del capitalismo de Occidente que abar-ca también los antecedentes histórico-políticos y,por otra parte, a la elaboración estratégica revolu-cionaria, ligados ambos al examen concreto deconcretas relaciones de fuerza:

Quizás, para organizar la presente exposición,lo más oportuno sea empezar retornando esquemá-ticamente el tema de la configuración de las supe-restructuras complejas en busca de un modelo ge-neral, aún advirtiendo que se trata de uno básica-mente inscrito, por obvias razones, en el marco delas sociedades capitalistas observadas por el pro-pio Gramsci. Sólo desde ahí, por todas las razonesque hemos expuesto hasta ahora, podrá articularseel perfil de un modelo revolucionario o alternativoen el ámbito de un nuevo bloque histórico.

Según Gramsci, eomo ya se señaló ampliamente,pueden distinguirse "dos grandes planos superes-tructurales": la sociedad política y la sociedad civil.A la primera le corresponde la función de coerciónque se apoya en el aparato de Estado, es decir, en lafuerza y en el derecho, definido como el "aspectorepresivo y negativo de toda la actividad positiva deformación civil desplegada por el Estado" (M,pág.l06) (obviamente entendido aquí en el sentidode Estado ampliado o Estado ético - educador).

Para comprender efectivamente el planteamien-to gramsciano, no es sin embargo suficiente dis-tinguir entre Estado ampliado y Estado en sentidorestringido. Hay que cuidarse también de no esta-blecer una fácil equivalencia entre este último y lasociedad política, ya que el segundo concepto en-cierra algo más que el primero.

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Efectivamente, como muy bien lo señala Porte-lli, la sociedad política, más que identificarse conel aparato estatal, se apoya en él y, más que tradu-cirse "totalmente en las organizaciones superes-tructurales", "se define entonces por las situacio-nes en donde es utilizada". Representa en este sen-tido, al igual que la sociedad civil, una "nociónfuncional".'

Aunque no pueda negarse cierta oscilación(tanto terminológica como conceptual) en relacióncon el sentido atribuído en los Cuadernos a los"dos grandes planos superstructurales", lo queaquí interesa es rescatar lo más valioso del aportegramsciano. Se trata sin duda del enfásis puesto enel carácter de momentos o funciones tanto de lasociedad civil como de la sociedad política, cuyosmovimientos y recursos pueden desplazarse porello, en cada caso, según necesidades concretas.

Ello permite además comprender la sociedadpolítica en su efectiva articulación histórica con lasociedad civil, en una gama de modalidades que vadesde el franco predominio de esta última (deno-tando una situación básicamente hegemónica) has-ta la eventual autonomía de la sociedad política, enperíodos de crisis del Estado en su conjunto.

Esa misma articulación puede y debe ser vistadesde la perspectiva de la otra gran instancia supe-restructural: la sociedad civil, sin lugar a duda lamás rica y significativa de las dos, en tanto que setrata, como ya se ha señalado, de la instancia máscaracterística de las sociedades capitalistas con-temporáneas, la que permite revolucionar el con-cepto mismo de Estado, introduciendo la categoríafundamental de Estado ampliado, básicamentecoincidente en la visión gramsciana con el conjun-to de las superestructuras complejas.

Este punto ya ha sido tratado indirectamente enen la primera parte de nuestro trabajo. Ahí hemospropuesto, en nuestra discusión sobre las relacio-

entre hegemonía y sociedad civil, una solu-·ón que se acerca metodológicamente a la de laoción funcional" de Portelli. Solamente que he-

mos intentado mostrarla prácticamente, fundándo-en los contenidos de los conceptos gramscianos

de hegemonía y sociedad civil y en la relación di-llámica que éstos mantienen recíprocamente.

Se trataba, creemos, de una labor imprescindi-, que fundamenta por cierto la actual utilizacón,to para la sociedad política como para la socie-

dad civil, del concepto de "noción funcional".De ahí la pertinencia de resaltar ahora, antes de

adentrarnos de lleno en el tema de la sociedad ci-

vil, cómo el enfásis en el carácter funcional deambos planos superestructurales (es decir, la capa-cidad de relativo desplazamiento tanto de la domi-nación como de la hegemonía en relación con lautilización de sus específicos organismos superes-tructurales) afecta obviamente los mismos concep-tos de sociedad política y sociedad civil.

Sólo en la medida en que se privilegie para am-bas su carácter de función, podremos entenderefectivamente el tema fundamental de su articula-ción recíproca en el conjunto de las superestructu-ras, el juego variable y flexible entre dominacióny hegemonía, pese a que analíticamente puedan ydeban definirse y distinguirse tanto la sociedadpolítica como la sociedad civil, tanto la domina-ción como la hegemonía.

Al respecto, no sobra ciertamente recordar lasugerente afirmación gramsciana de las Notas so-bre Maquiavelo en el sentido de que la distinciónentre sociedad civil y sociedad política no es orgá-nica, sino metódica (M, pág.39).

Parafraseando el texto, podría añadirse queigualmente es metódica, más bien que orgánica, ladistinción entre dominación y hegemonía. Ambasson en efecto momentos diferenciados, pero inse-parables en toda sociedad de clase, de una activi-dad única e internamente articulada: la políticaque, tanto desde la perspectiva del poder estable-cido como de la subversión, bien podría a su vezdefinirse como totalidad dialéctica orgánicamenteestructurada.

Una vez definida, aunque someramente, la so-ciedad política, pasemos al tema de la sociedad ci-vil. A ésta le corresponde, como es sabido, la fun-ción de dirección o hegemonía basada - según es-cribe Gramsci en la célebre cita de Los intelectua-les - sobre el conjunto de los "organismos vulgar-mente llamados privados". Esta última expresiónes clásica y se la utiliza corrientemente para sinte-tizar la visión gramsciana de la sociedad civil, en-fatizándose así lo que Bucci-Glucksmann definecomo el descubrimiento de la "materialidad" delas superestructuras.

Ciertamente, el señalamiento gramsciano deque las ideas se integran, con una función políticaespecífica, a organismos e instituciones pertene-cientes al ámbito de la superestructura representa,como ha sido notado una y otra vez por la crítica,uno de los aportes más originales de los Cuader-nos y sin duda, uno de los más fecundos para eldesarrollo ulterior de la teoría y el análisis políti-cos de los aparatos de la hegemonía capitalista.

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Es importante, sin embargo, no perder de vistael hecho fundamental de que aquella materialidaddescubierta por Gramsci no solo constituye unatotalidad única con las ideas que ahí se concretan,sino que, además, son estas últimas las que susten-tan dialécticamente el conjunto de las superestruc-turas, determinandolo en última instancia.

Al igual que en todo planteamiento de cortedialéctico, la determinación en última instancia deun elemento no niega, sino que por el contrariopresupone, la unidad fundamental y la interdepen-dencia recíproca de las partes. En el ámbito de lassuperestructuras complejas, concebidas porGramsci en la dimensión inequívoca de la totali-dad dialéctica, ello se aplica obviamente a la rela-ción entre ideologías e instituciones, donde la de-terminación por parte de las primeras supone a lavez la unidad dialéctica de ambas instancias enuna todo articulado.

Al respecto, es interesante la tesis de NorbertoBobbio, según el cual una de las diferencias másnotables entre Gramsci y Marx consiste justamen-te en la prioridad otorgada por el primero al ámbi-to de las ideologías que, en Marx, no dejan de pre-sentarse, en cambio, "casi como un momento re-flejo en el ámbito del mismo momento reflejo, encuanto son consideradas en su aspecto de justifica-ciones póstumas y mistificadas-mistificadoras deldominio de clase"."

Las ideologías en Marx - argumenta Bobbio -siempre vienen después de las instituciones, enGramsci son más bien las instituciones quienesvienen a dar una concreción histórico-políticacontundente a las ideas y concepciones del mundoque siempre son las que en última instancia deter-minan una cultura y un modo de vida.

Independientemente de una serie de problemas,lógicos e ideológicos, que hacen discutible la vi-sión que tiene Bobbio acerca de las relaciones en-tre Marx y Gramsci, queremos resaltar por ahoratan sólo los que consideramos sus aciertos. Bási-camente el reconocimiento de un enfásis grams-ciano en la determinación última por parte de lasideologías en el ámbito de la sociedad civil.

En la cumbre, como lo expresan correctamenteciertas versiones esquemáticas al estilo de Portelli,la filosofía, las ciencias, las grandes construccio-nes intelectuales, y luego todas las mezclas yamalgamas que, según el nivel social y cultural, seplasman en las distintas expresiones de la religión,el sentido común y finalmente del folklore comoconcepción popular del mundo. Todas ellas no só-

lo pensadas, sino también vividas, convertidas ennormas de conducta y valores, diferenciados y de-siguales en. una sociedad desigual, pero tambiénfirmemente articulados por la acción compleja delquehacer político en la unidad fundamental de lacultura.

Un buen ejemplo de todo lo anterior (y ademásde un ejemplo se trata, lo que es quizás más im-portante todavía, de un antecedente histórico delpresente capitalista) podemos hallarlo nuevamenteen los análisis gramscianos de la reforma intelec-tual y moral de la época de las Luces, gestada conanterioridad a toda concreción institucional de lasociedad burguesa posrevolucionaria.

Recuérdese al respecto cómo las ideas prego-nadas por los grandes intelectuales ilustrados delsiglo XVIII no sólo abren camino, en el ámbitosuperestructural, a la posterior formación de unanueva sociedad civil, sino inclusive a una serie deaspectos estructurales de la revolución. Nótese enfin cómo la hegemonía de la burguesía francesano se concreta en hechos y organismos sin habersegestado antes en el mundo del pensamiento y lasideas, desde una filosofía que es momento decisi-vo de la gestación de una nueva cultura.

Una vez aclarado lo anterior, el reconocimientode una determinación en última instancia de loselementos ideales sobre los materiales o institu-cionales en la sociedad civil gramsciana no tieneporqué entrar en contradicción alguna con el énfa-sis que acertadamente suele hacerse sobre el con-cepto de aparato de hegemonía (inseparable de lastesis sobre los intelectuales), desarrollos con losque Gramsci viene finalmente a llenar una de lasmás agudas carencias del análisis marxista de lassuperestructuras.

Antes de que se asome aquí nuevamente la vie-ja sospecha de un Gramsci irremediablemente"idealista", quizás sea conveniente reafirmar có-mo, a la luz del concepto de bloque histórico, lassuperestructuras no dejan de ser expresión de laestructura, aunque expresión según Gramsci infi-nitamente más compleja y creativa. Complejidad,podríamos decir, pluridireccional: no solamentelas superestructuras se componen de elementosmucho más heterogéneos, sino que se abren ade-más a muy variados desarrollos posibles, cuantita-tiva y cualitativamente.

La multiplicidad de esta compleja trama supe-restructural no, siempre se refleja, por otra parte,en la terminología de los Cuadernos. Así es co-rriente que Gramsci utilice conceptos como "cul-

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tura", "concepción del mundo" o inclusive "ideo-logía" como plenamente intercambiables. Otrasveces, en cambio, los diferencia aún sin definirlosdirectamente. Lo que cuenta sin embargo es el he-cho de que, a la luz del conjunto de la produccióngramsciana, pueden y deben distinguirse.

Por ello, será oportuno intentar alcanzar algunaclaridad con respecto a dichos conceptos. De lostres el más restringido y el que más interesa aquíes sin duda el de "ideología", sobre el que nosconcentraremos inicialmente para insertarlo luegoen los conceptos más amplios de "concepción delmundo" y de "cultura".

Los elementos ideales de la superestructura:Ideología, cultura y concepción del mundo

En un célebre texto del Materialismo histórico,Gramsci rechaza con vehemencia la concepcióntradicional marxista de la ideología como falsaconciencia. La acepción, es bien sabido, se remon-ta a La ideología alemana de Marx y Engels y hasido perpetuada, con pocas y poco explícitas ex-cepciones, por la tradición posterior, hasta toparcon el radical replanteamiento gramsciano.

Según éste, el marxismo, al darle el nombre deideología "tanto a la superestructura necesaria adeterminada estructura, como a las lucubracionesarbitrarias de determinados individuos" (MS,pág.56), ha desnaturalizado irremediablemente elanálisis teórico y político de las ideas.

"Es preciso, entonces, -concluye Gramsci- dis-tinguir entre ideologías históricamente orgánicas,es decir, que son necesarias a determinada estruc-tura, e ideologías arbitrarias, racionalistas, "queri-das". En cuanto históricamente necesarias, éstastienen una validez que es validez "psicológica";organizan" las masas humanas, forman el terreno

en medio del cual se mueven los hombres, adquie-ren conciencia de su posición, luchan, etc. Encuanto "arbitrarias" no crean más que "movimien-tos" individuales, polémicas, etc ..." (MS, pág.56).Se trata de una distinción que por sí sola renuevahondamente al marxismo en un sentido historicista

dialéctico, alejándolo del mecanicismo dogmáti-co y maniqueo que pretendía dividir el pensamien-to humano en dos bandos irreconciliables: el delerror y el de la verdad, tomados como categoríasahistóricas y absolutas, en el fondo despolitizadas.

En Gramsci, al igual que en Hegel y en algunosxtos de Marx (por ejemplo, de La miseria de la

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filosofia'), la racionalidad del pensamiento huma-no adquiere un carácter decididamente histórico ycon ello también el error y la verdad se vuelvenrelativos al contexto. El concepto de ideología, pa-ralelamente, pierde la dimensión peyorativa que levenía atribuyendo la tradición ortodoxa, para con-vertirse en una noción básicamente descriptiva alestilo clásico, cuyos contenidos han de ser someti-do al juicio crítico de la historia.

Pero, en Gramsci este juicio es mucho más cla-ramente político que en cualquiera de los autoresmencionados. Es más, lo que le da a ese giro epis-temológico su sentido más profundo y su mismaposibilidad de ser es la identificación última, esta-blecida expresamente por Gramsci en el Materia-lismo histórico, entre política e historia.

La organicidad, de la que aquí venimos ha-blando, se mide así finalmente en términos políti-cos. La articulación entre una ideología "orgáni-ca" y la estructura correspondiente de hecho resi-de en la capacidad de la primera para organizarpsicológicamente a las masas impulsándolas haciaformas de vida y de acción tendientes a reforzarun modo de producción, su institucionalidad ycultura, su fuerza hegemónica, o bien a cuestio-narios desde la activa prefiguración política deuna sociedad nueva.

En todo caso, nótese cómo, en el transfondo dela identificación de historia y política - concretadaen el contexto capitalista por la conformación cla-sista de los actores - la política se llena de conteni-dos psicológicos y culturales, se enriquece con to-dos los elementos que integran los móviles y lasmetas de la acción individual y colectiva, llena elámbito amplio de las superestructuras complejas."

Por otra parte, volviendo a lo específicamenteepistemológico - siempre virtualmente idéntico alo político en los más radicales representantes delhistoricismo marxista (piénsese tan sólo en los en-sayos de Historia y conciencia de clase, donde Lu-kács afirma la identidad entre método, ortodoxia yrevolución") - cabe apuntar cómo con la versióngramsciana de ideología cae la distinción engel-siana, destinada a tan largo y provechoso futuro,entre ciencia e ideología y que se sigue lógica-mente de la teoría de la falsa conciencia.

Antes y después de Gramsci, la naturaleza pro-blemática de dicha distinción se desarrolla en undoble sentido: el que, como ya se señaló, atribuyecarácter de falsedad a la ideología, y el que, corre-lativamente, otorga status científico (en el burdosentido de verdadero) a la formas de conciencia

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no invertida (es decir, directa y transparente) de larealidad.

Un importantísimo correlato del rechazogramsciano de este punto de vista es que, al elimi-narse el cientificismo ortodoxo, el marxismo mis-mo se convierte en ideología, desplazándose así elnucleo de su valoración desde el ámbito de la ver-dad científica al de la práctica política. Con ello,no solamente se revitaliza el sentido prioritario deesta última, sino que cae el consabido dogmatismoortodoxo, quedando así expuesto el marxismo a lamisma prueba histórica a la que ha de sometersetoda ideología que se pretenda orgánica. 10

En el ámbito de la identificación última entreepistemología y teoría política que veníamos co-mentando más arriba, es evidente el impacto deesa revisión gramsciana. El quehacer político re-volucionario se libera del mecanicismo derivadode una dudosa verdad científica, mientras esta úl-tima se historiza y se somete al juicio crítico de lapráctica. La revitalización política del marxismose inserta, así, en el ámbito de de una redefinciónepistemológica de las ciencias sociales.

Desde la perspectiva gramsciana, lo decisivoserá en síntesis el carácter orgánico o inorgánicode una ideología, es decir su racionalidad históri-ca, su funcionalidad, o expresividad, en relacióncon la estructura, en el marco de la totalidad delbloque histórico.

Este punto de vista, hondamente politizado, ex-plica así el por qué hemos podido con Gramsciubicar las ideologías (ciertamente sólo las orgáni-cas o históricamente necesarias) como momentodecisivo y determinante de las superestructurascomplejas y, en particular, de la sociedad civil, ytambién el por qué Gramsci ha llegado a incluir enellas expresiones intelectuales tan heterogéneascomo la filosofía, la religión e inclusive, aunquesea de una forma peculiarmente matizada, la cien-cia misma. En su heterogeneidad, que no niegapor cierto, como tendremos oportunidad de anali-zarlo, un explícito orden jerárquico - dichas mani-festaciones, por el carácter orgánico que revistenen la totalidad del bloque histórico, llegan a de-sempeñar una función común al tender todas haciala creación de una homogeneidad política y cultu-ral, tendiente a su vez a la producción de un lazoorgánico entre estructura y superestructura o, co-mo ya se apuntaba, a su ruptura en función de unbloque histórico alternativo.

No cabe duda de que ello le confiere a la ideo-logía así entendida un sentido tan general y englo-

bante como el que le atribuía la tradición ortodo-xa, aunque de signo muy diferente. Efectivamente,por encima de su especificidad y heterogeneidad,las distintas expresiones ideológicas se definen to-das, y en primera instancia, por su organicidadhistórica o, con otras palabras, por su racionalidadpolítica. Así como, en la visión ortodoxa, se defi-nen por su carácter de falsedad. 1 1

Como ya lo decíamos, a menudo Gramsci pare-ce considerar equivalentes la ideología y la con-cepción del mundo. Sin embargo, una lectura másatenta sugiere una diferencia conceptual importan-te. La concepción del mundo en el contexto globalde los Cuadernos no aparece solamente como unconjunto de ideas, sino que se amplía hasta abar-car la esfera de la práctica individual y social.

Las ideologías efectivamente, sobre todo lasorgánicas, dan lugar a un estilo de vida, a una éti-ca que es vivencia práctica de los valores idealesque se convierten así en normas y guía para la ac-ción. En este sentido, se trataría de un conceptomás cercano al de cultura, aunque esta última su-giere una mayor unidad o bien la presencia de unaconcepción del mundo que ha logrado imponersesobre las otras, por lo menos a nivel "nacional",hasta presentar rasgos unitarios en medio de lasdiferencias.

En cualquier caso, no nos será posible, comono lo es para el mismo Gramsci, mantener unadistinción clara y constante entre ideologías y con-cepciones del mundo. Lo esencial aquí no será re-vestir a nuestro autor de una precisión que, pormuchos motivos, le es ajena, sino intentar captarlos rasgos fundamentales y más significativos desus análisis.

En ellos - es lo que cuenta - las ideologías or-gánicas, a raíz justamente de su carácter histórica-mente necesario, siempre tienden a ser concepcio-nes del mundo y, como tales, cultura o fragmentosde cultura (o también, de "contracultura").

Es sobre todo por ello, retornando nuestra dis-cusión inicial, que la ubicación de las ideologíascomo momento en última instancia determinantedel mundo superestructural no parece representaruna tendencia idealista. Por el contrario, una ori-ginal orientación dirigida a superar, en el ámbitodel marxismo, la dicotomía filosófica "materialis-mo-idealismo" en la inmanencia absoluta de lahistoria.

Traducido a los términos del análisis políticodel capitalismo, la estrecha vinculación entre ideo-logía y concepción del mundo no hace más que

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GRAMSCI, TEÓRICO DE LA SUPERESTRUCTURA

reiterar la necesaria tendencia de las ideas a insti-tucionalizarse en el marco de sociedades partici-pativas.

Abordemos finalmente uno de los conceptosmás célebres de la obra gramsciana: el de cultura,ámbito en el cual se unifican virtualmente las dis-tintas concepciones del mundo o, por lo menos,donde una se impone sobre las demás, acogiendoen su seno a las ideologías y a las instituciones, alas prácticas y los valores en la unidad de la vidanacional.

En una célebre cita de Literatura y vida nacio-nal, Gramsci define la cultura de la manera si-guiente: "¿Qué significa cultura ..? Indudablemen-te significa una concepción de la vida y del hom-bre coherente, unitaria y difundida nacionalmente,una religión laica, una filosofía que se ha transfor-mado en cultura, es decir que ha generado una éti-ca, un modo de vivir, una conducta cívica e indivi-dual" (LVN, pág.22).

En un bloque histórico determinado, la culturaincluye entonces todos los momentos de la vidanacional en la unidad fundamental de una concep-ción del mundo que la guía y, a la vez, la refleja.Su coherencia parece depender, por ello, del gradode organcidad o de hegemonía logrado por losgrupos dirigentes, su debilidad de las carencias dela capacidad de dirección estatal. El carácter na-cional que Gramsci atribuye a la cultura no res-ponde por otra parte - hay que reiterarlo una vezmás - a ninguna aspiración nacionalista por partede nuestro autor. Por el contrario, responde al re-conocimiento de la realidad capitalista creadora deculturas nacionales.

Paralelamente, la lucha por una cultura alterna-tiva, prácticamente idéntica a la lucha por unanueva hegemonía, ha de ser en primera instancianacional-popular, para que el horizonte del inter-nacionalismo marxista no se diluya en la utopía yel carácter popular del nuevo bloque históricoquede garantizado para el futuro.

Aquí lo que ya se decía con respecto a la poli ti-zación del concepto de ideología puede ampliarse

ra al de cultura, volviéndose así, en el fondo, areiteración de la identidad última de política ytura o, lo que es lo mismo, a la reafirmación de

politización plena del mundo de las superestruc-complejas.

Pero, hay que tener presente, una vez más, que, no sólo se trata de una visión altamente poli-a de la cultura, sino también de una visión

_Klaimente humanista de la política, donde ésta

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se enriquece, de manera tan novedosa como rea-lista, con todos los contenidos cotidianos de la vi-da y la conciencia de los pueblos. 12

Insistir en este aporte de Gramsci a la visiónmarxista de la esencia misma de la política es in-sistir sobre el surgimiento, por lo menos teórico,de un auténtico humanismo y un pleno realismomarxistas, finalmente alejados del dogmatismo yla metafísica de la revolución, desafortunadamen-te tan corrientes en esa tradición. Y es tambiéncomprender, en su paradójica dialecticidad, lamencionada actualización gramsciana de la revo-lución política de Maquiavelo.

Por todo lo anterior es que las ideologías nopueden ser aisladas conceptualmente, en el ámbitocomplejo de las superestructuras, más que con fi-nes 'estrictamente analíticos, integrándose siempreen la práctica con el conjunto de los organismos,instituciones y formas de vida que conforman conellas una totalidad dialéctica.

Pero, hay algo más. Esa perspectiva de totali-dad permite también captar la unidad última de lasdistintas formas ideológicas. Más allá de los es-quemas que desde la filosofía llegan hasta el fol-klore, Gramsci nos advierte que no existe separa-ción posible entre los diferentes niveles. Su uni-dad, escribe, está garantizada por la política.Igualmente podría decirse que lo está por la cultu-ra, y que es tanto más fuerte cuanto más orgánicoel bloque histórico.

Notas

1. Cf. "Bloque histórico y hegemonía en AntonioGramsci", en Revista de Filosofía de la Universidad deCosta Rica, XXXII (78-79), p.253-285, Número ex-traordinario, 1944

2. Nótese cómo el singular "superestructura" y el plu-ral "superestructuras" son a menudo intercambiables enla obra de Gramsci. Podría sostenerse que el primero serefiere al conjunto y el segundo a sus distintos momentoso instancia. En todo caso, la distinción no es precisa.

3. Se trata de un tema tentador. Creo que la observa-ción acerca de las relaciones entre moral y política enMaquiavelo y Gramsci es fecunda y valdría la pena de-sarrollarla en otra ocasión

4. Es notable también el enfásis gramsciano en loscriterios metodológicos de la investigación. Se trata, eneste caso también, de niveles que se entrecruzan y fe-cundan mutuamente a lo largo de los escritos de Grams-ci, hacciendo difícil un tratamiento bien diferenciado.Eventuales superposiciones podrán, por otra parte, des-pejarse sobre la marcha.

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5. Gramsci y el bloque histórico, ed. cit., cap.I,pág.29

6. Norberto Bobbio, Estudios de historia de la filo-sofía: de Hobbes a Gramsci, ed. cit., pág.354. Es evi-dente aquí un enfásis poco usual en la prioridad de lasideas en el ámbito de la superestructura. No cabe dudade que ello responde a las tendencias propias de la in-terpretación de Bobbio. Y si bien ésta es discutible envarios aspectos, pese a su carácter innovador y suge-rente, la gran mayoría de las críticas que se le han dedi-cado, sobre todo de marxistas, responden mucho más apreocupaciones de inspiración "ortodoxa" que a obje-ciones teóricamente fundadas (cf. en particular el casode Texier).

7. En la Miseria de lafilosofía hallamos un texto, enel que Marx se refiere a los economistas liberales comoa los "científicos" (¡más bien que ideólogos!) de su mo-mento y circunstancias históricos. Más que de una con-tradicción, debería hablarse, creemos, de una conviven-cia del innegable historicismo de Marx con formas depensamientos positivistas. Más que de incoherencia, deuna presencia superpuesta de diferentes enfoques queno llegan en Marx a ser objeto de problematizaciónepistemológica.

8. Esa sea quizá la diferencia más notable entreGramsci y el joven Lukács en este punto. En Historia yconciencia de clase hallamos efectivamente una mismaafirmación acerca de la identidad entre política e histo-ria. Sin embargo, al no llenarse el universo de la políticade contenidos reales y culturales, la identificación pro-puesta por Lukács desemboca en una apriorística y dog-mática identidad entre historia y revolución.

9. Cf. Georg Lukács, "¿Qué es marxismo ortodo-xo?" en Historia y conciencia de clase, ed. cito , pág.2 Ysiguientes

10. "Por ello - escribe Gramsci, refiriéndose a laspretensiones cientificistas de los ortodoxos - considerarque una determinada concepción del mundo contiene ensí misma un poder superior de capacidad de previsiónes un error que proviene de una grosera fatuidad..." (M,pág.49).

11. Una vez analizado brevemente el conceptogramsciano de ideología, cabe señalar, un poco al mar-gen de nuestro actual desarrollo, la mayor debilidad dela comparación establecida por Bobbio entre la visiónde Marx y la de Gramsci acerca del lugar y la funciónde las ideologías: la heterogeneidad del concepto queambos autores manejan y que hace imposible todo pa-rangón riguroso. Ello, sin tomar en cuenta la distanciaque los separa en el tiempo y que bien podría dirigir lainterpretación en el sentido de enfatizar más bien un de-sarrollo que una divergencia entre las posturas de Marxy Gramsci en relación con el tema de las ideologías y,más en general, de las superestructuras complejas.

12. Pareciera que el marxismo nunca logró aprenderdemasiado de esta concepción gramsciana acerca de lacultura y la política, ni explotar la enorme riqueza que,

en lo teórico y lo práctico, podría haberse desarrollado apartir de ahí. Ello a menos que estemos dispuestos aampliar el ámbito del marxismo hasta incluir manifesta-ciones tan heterodoxas corno el eurocomunismo y susulteriores desarrollos que, en la actualidad, tras la caídadel socialismo histórico, logran sin embargo aglutinaramplias masas populares, como lo muestra el caso ita-liano actual. A lo largo de próximos trabajos retornare-mos sin duda este último tema, tan delicado y tan deci-sivo para la supervivencia del marxismo.

Advertencia

Para las citas de los textos de Gramsci, se utili-zan las siguientes abreviaturas:

1 : Los intelectuales y la organización de lacultura

LVN: Literatura y vida nacionalM : Notas sobre Maquiavelo, la política y el

Estado modernoMS: El materialismo histórico y la filosofía de

Benedetto CrocePP: Pasado y PresenteR: Risorgimento

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