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Copyright © 2017 The New York Times SÁBADO 30 DE DICIEMBRE DE 2017 Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY VENTANA THE NEW YORK TIMES Se Hunde Yakarta 1984-1991 2010-2015 Más de 6 cms. por año Menos de 6 cms. por año 16 KMS. Alcance aproximado de área reforzada YAKARTA MAR DE JAVA Datos de hundimiento cortesía de Irwan Gumilar de Geodesy Research Group de ITB | Imágenes satelitales vía Landsat 5 y Landsat 8 La “Odisea” tiene muchas traducciones Yakarta se hunde más en el mar JULIE HO Comentarios son bienvenidos en [email protected]. Por MICHAEL KIMMELMAN YAKARTA, Indonesia INTELIGENCIA Familia inmigrante tiene éxito. PÁG. 2 DINERO Y NEGOCIOS Los embargos golpean a Puerto Rico. PÁG. 4 RETRATO DE ESTADOS UNIDOS No hay sitio seguro para indocumentados. PÁG. 5 FOTOGRAFÍAS POR JOSH HANER/THE NEW YORK TIMES Al subir el nivel del mar por el cambio climático, la capital de Indonesia se hunde porque la demanda de agua de su población hace que los acuíferos subterráneos se colapsen. Trabajadores reparan una barrera fallida (izq.), que inundó hogares en un asentamiento informal, conocido como kampung . Pescando afuera de una mezquita inundada en Yakarta Norte (sup.), la zona de la ciudad que corre más peligro de hundirse. Continúa en la página 2 EL MUNDO Los ucranianos usan granadas. PÁG. 3

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Copyright © 2017 The New York Times

SÁBADO 30 DE DICIEMBRE DE 2017Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY

VENTANA

THE NEW YORK TIMES

Se Hunde Yakarta

1984-1991 2010-2015

Más de 6 cms. por año Menos de 6 cms. por año16 KMS.

Alcanceaproximadode área reforzada

Y A K A R T A

M A R D E J A V A

Datos de hundimiento cortesía de Irwan Gumilar de Geodesy Research Group de ITB | Imágenes satelitales vía Landsat 5 y Landsat 8

La “Odisea” tiene muchas traducciones

Yakarta se hunde más en el mar

JULIE HOComentarios son bienvenidos en [email protected].

Por MICHAEL KIMMELMAN

YAKARTA, Indonesia

INTELIGENCIA

Familia inmigrante tiene éxito. PÁG. 2

DINERO Y NEGOCIOS

Los embargos golpean a Puerto Rico. PÁG. 4

RETRATO DE ESTADOS UNIDOS

No hay sitio seguro para indocumentados. PÁG. 5

FOTOGRAFÍAS POR JOSH HANER/THE NEW YORK TIMES

Al subir el nivel del mar por el cambio climático, la capital de Indonesia se hunde porque la demanda de agua de su población hace que los acuíferos subterráneos se colapsen. Trabajadores reparan una barrera fallida (izq.), que inundó hogares en un asentamiento informal, conocido como kampung. Pescando afuera de una mezquita inundada en Yakarta Norte (sup.), la zona de la ciudad que corre más peligro de hundirse.

Con tinúa en la página 2

EL MUNDO

Los ucranianos usan granadas. PÁG. 3

INTERNATIONAL WEEKLY

NANCY LEE Editora ejecutivaTOM BRADY Editor en jefeALAN MATTINGLY Editor

The New York Times International Weekly620 Eighth Avenue, New York, NY 10018

CONSULTAS EDITORIALES: [email protected]

CONSULTAS DE VENTAS Y PUBLICIDAD:[email protected]

THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY E INTERNATIONAL REPORT APARECEN EN LAS SIGUIENTES PUBLICACIONES: SÜDDEUTSCHE ZEITUNG, ALEMANIA CLARÍN, ARGENTINA DER STANDARD, AUSTRIA LA RAZÓN, BOLIVIA O ESTADÃO, BRASIL THE HAMILTON SPECTATOR, TORONTO STAR Y WATERLOO REGION RECORD, CANADÁ LA SEGUNDA, CHILE PRENSA LIBRE, GUATEMALA ASAHI SHIMBUN, JAPÓN ISLES MAGAZINE, LAS MALDIVAS EL NORTE, EXPRESO Y REFORMA, MÉXICO BAUER MEDIA, NUEVA ZELANDA CORREO, PERÚ EL NUEVO DÍA, PUERTO RICO LISTIN DIARIO, REPÚBLICA DOMINICANA NEDELJNIK, SERBIA

E L M U N D O

2 SÁBADO 30 DE DICIEMBRE DE 2017THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

ro de protestas contra el gobernador.Ahok perdió su intento de reelección y

los islamistas, quienes explotaron el eno-jo en su contra, lo arrestaron bajo cargos de blasfemia. Ahora cumple una condena de dos años en prisión.

JanJaap Brinkman, un hidrólogo ho-landés que estudia a Yakarta, dijo que el desalojo no es una cura. Al mismo tiem-po, dijo Brinkman, trasladar a la gente es necesario y los desalojos mal implemen-tados despilfarran una escasa reserva de buena voluntad y tiempo valioso. “Ne-cesitamos ahora grandes pasos”, dijo. “Si todos los debates se ven empantanados con pescadores y urbanización, a la larga habrá una calamidad masiva y muertes y no habrá más opción que renunciar a partes enteras de Yakarta”.

Detienen progresoSe habla ocasionalmente de que el

gobierno indonesio traslade la capital a otra parte para reducir el tamaño de la ciudad. Los políticos emiten decretos que prohíben que urbanizadores excaven po-zos e imploran a los habitantes que alma-cenen el agua de lluvia. La implementa-ción es mínima.

La acción más ambiciosa de la ciudad es la construcción de lo que se llama el Muro Costero, que ahora se eleva cual acantilado negro desde la Bahía de Yakarta. Es una barrera semitemporal para contener al mar que sube y compen-sar el hundimiento, construido con altu-ra adicional debido a que, al igual que el

resto de Yakarta Norte, se anticipa que también se hundirá. Al ritmo actual, el Muro Costero podría quedar bajo el agua para 2030.

Aún más alarmante es que hay un pun-to donde termina el muro y todo lo que contiene al mar es un terraplén de con-creto, de poca altura y en proceso de de-rrumbarse. El agua está a sólo un metro por debajo de la parte superior.

El Muro Costero pertenece a un pro-yecto mayor que las autoridades indo-nesias emprendieron hace tres años con el gobierno holandés. El Programa de Desarrollo Costero Integrado de la Capi-tal Nacional, imagina complementar al Muro Costero con una segunda barrera, un Rompeolas Gigante, un dique enorme, kilómetros mar adentro, que cierre total-mente la Bahía de Yakarta.

El dique no sólo bloquearía el agua en ascenso. De acuerdo con el plan original, también se convertiría en la columna ver-tebral para un inmenso distrito nuevo y anillo periférico, una urbanización de 40.000 millones de dólares —y una entra-da de dinero para magnates inmobiliarios y consultores holandeses— diseñada en la forma de una garuda, el símbolo nacional.

La Gran Garuda, tal como se le llegó a llamar, era la Gran Idea de Yakarta.

O lo fue, hasta hace poco.Ahora el gobierno ha dado marcha

atrás a la idea del megadistrito, mientras que aún contempla al dique en sí, cuyo simplismo ha provocado un escepticis-mo comprensible. Como lo han señalado

los ambientalistas, si la ciudad no limpia primero sus ríos y canales, un dique con-vertirá a una Bahía de Yakarta cerrada en la fosa séptica más grande del mundo.

El esquema de urbanización también estuvo vinculado a planes desacredita-dos para islas recuperadas del interior de la bahía. Postergadas durante años por la recesión y disputas legales, las islas comenzaron a ser construidas en 2013, comercializadas como oasis lujosos de condominios, marinas para yates y cam-pos de golf principalmente entre clientes en lugares como Malasia y Singapur.

Pescadores enfurecidos demandaron, afirmando que las islas destruían sus pescas tradicionales. Cuando se descu-brió que un urbanizador sobornaba a funcionarios locales, estalló un escánda-lo y la construcción fue detenida.

Y al mismo tiempo, las islas se han visto vinculadas con la Gran Garuda. Varios funcionarios, entre ellos Ahok, el exgobernador, se dieron cuenta de que un impuesto a los urbanizadores de las islas podría ayudar a pagar el dique gi-gantesco y otras iniciativas para limpiar vías acuáticas y detener el hundimiento.

Ardhasena Sopalheluwakan se en-cuentra entre los científicos del clima en Yakarta que piensan que el mejor enfoque nunca fue construir un dique gigantesco, sino “devolver parte de Yakarta Norte a la naturaleza”. La idea sería “reintrodu-cir manglares y rejuvenecer algunas de las docenas de embalses que de hecho eran parte de la antigua Yakarta”.

Desde la perspectiva de Brinkman, simplemente “contrarrestar el hundi-miento representará un 90 por ciento de lo que esta ciudad necesita hacer para lidiar con el cambio climático”.

Le gusta señalar que Tokio se vio en un problema similar tras la Segunda Guerra Mundial. Se había hundido alrededor de 4 metros desde 1900, pero destinó recur-sos a nueva infraestructura y estableció normas más estrictas sobre urbanización y, en el curso de una década o dos se con-virtió en modelo mundial de innovación urbana, más capaz de hacer frente a los efectos del cambio climático.

“Yakarta podría convertirse en una versión del siglo 21 de Tokio en el siglo 20, un ejemplo para la reurbanización”, dijo Pulungan, el asesor de cambio climático del nuevo gobernador.

Pero “una ciudad que no puede brindar servicios básicos es una ciudad fallida”, añadió. “Encima de los problemas con-vencionales, ahora tenemos el cambio climático. Y a este ritmo, la gente estará peleando por recursos cada vez más limi-tados como agua limpia y espacios segu-ros para vivir”.

Como Tokio hace un siglo, Yakarta se encuentra en un punto de inflexión, dijo: “La naturaleza ya no esperará”.

urbanización desenfrenada, la falta casi absoluta de planeamiento, casi ninguna red de drenaje y sólo una red limitada de agua potable confiable y entubada— re-presenta una amenaza inminente para la supervivencia de la ciudad.

Edificios que se hunden, crecimiento desordenado, aire contaminado y algunos de los peores embotellamientos del mun-do son síntomas de otros problemas pro-fundamente arraigados. La desconfianza hacia el gobierno es un padecimiento na-cional. Conflictos entre extremistas islá-micos e indonesios laicos, entre musulma-nes y chinos étnicos, han obstaculizado el progreso, ayudado a derrocar a líderes con mentalidad reformista y complicado todo lo que sucede, o no sucede, ahí para evitar que la ciudad se hunda.

Los hidrólogos dicen que sólo le queda una década a la ciudad para detener su hundimiento. Si no lo logra, Yakarta Nor-te, con sus millones de habitantes, termi-nará bajo el agua, junto con gran parte de la economía de la nación.

Cómo se llegó a estoYakarta, capital de la nación con la ma-

yor población musulmana del mundo, es una maraña llena de esmog de autopistas y rascacielos esparcidos a lo largo de la costa noroeste de Java.

Los problemas más apremiantes están en Yakarta Norte, una mezcla de puer-tos, rascacielos, mercados de pescado, barrios bajos, centrales eléctricas, cen-tros comerciales y los restos de un asen-tamiento colonial holandés.

Algunos de los canales y ríos más con-taminados del mundo tejen una telaraña a través de esa zona. Y es donde la ciudad se hunde más rápido. Eso se debe a que urbanizadores y otros en Yakarta exca-van ilegalmente cantidades incalcula-bles de pozos porque menos de la mitad de la población recibe agua corriente suministrada por compañías privadas

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Desalojo como solución

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Yakarta corre riesgo de quedar bajo el mar

Con tinúa de la página 1

JOSH HANER/THE NEW YORK TIMES

Yakarta se hunde más rápido que cualquier ciudad grande del planeta. Trabajos de fortificación del muro costero.

Por SOMINI SENGUPTA

Los refugiados del clima necesitan protección

ALESSIO PADUANO/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

INTELIGENCIA/TARIRO MZEZEWA

Inmigrantes logran ser de la élite

Envíe sus comentarios a:[email protected].

El clima cambiante provoca que la gente busque asilo, indicó un reporte. Un emigrante en el Mediterráneo.

E L M U N D O

SÁBADO 30 DE DICIEMBRE DE 2017 3THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por IULIIA MENDEL

KIEV, Ucrania — Un juicio de homi-cidio en Nikopol, una ciudad al este de Ucrania, se vio envuelto en retrasos bu-rocráticos que claramente enfurecieron al padre de una de las víctimas.

Para el 30 de noviembre, el juez ya ha-bía aplazado el caso 20 veces en el trans-curso de un año y medio. Dos semanas antes, Ruslan Tapayev, el padre de la víctima, había publicado en Facebook que “los criminales que perpetraron el crimen deben ser castigados. De lo con-trario, la sociedad caerá en el caos”.

Cuando la audiencia número 21 llevó a otro aplazamiento, el consternado hom-bre retiró los pasadores a dos granadas de mano y entonces lanzó una hacia los tres acusados y sujetó la segunda, per-diendo la vida.

Uno de los acusados murió y una doce-na de otras personas resultaron heridas.

Después de casi cuatro años de guerra con separatistas apoyados por Rusia en el este de Ucrania, la propagación de armas robadas al Ejército ha llevado a un aumen-to en la violencia armada que es inusual

para un país europeo. También ha llevado a algo nuevo y más perturbador: grana-das de mano que hacen acto de presencia en una gran diversidad de crímenes.

La Policía ucraniana declaró haber incautado alrededor de 2.500 granadas de mano en 2017, en comparación, había incautado 100 en 2013.

Los expertos en armas dicen que no es de sorprender que se filtren más grana-das de la zona de guerra.

“Una granada es consumible: significa que un soldado puede afirmar que explo-tó, pero en lugar de ello haberla escondi-do fácilmente”, dijo Bohdan Petrenko, subdirector del Instituto Ucraniano de Investigación del Extremismo, en Kiev. El soldado puede entonces venderla en el mercado negro en alrededor de 15 dóla-res, en un país con un ingreso per cápita por familia de 1.135 dólares con 66 centa-vos en 2016.

En uno de los primeros y más mortales

ataques, una granada de mano lanzada a una multitud de manifestantes en Kiev dejó a cuatro oficiales de Policía muertos y a 141 personas heridas.

De forma más reciente, un militar ucraniano se quitó la vida al detonar una granada tras una disputa con su novia. Un hombre desempleado amenazó al en-cargado de una gasolinera con una gra-nada de mano y entonces huyó sin pagar la cuenta.

Un factor que hace que las granadas sean difíciles de rastrear es el número de gente que tiene permisos para entrar a la zona de acción militar.

Anna Maliar, una criminóloga, dijo que la guerra y las dificultades económicas habían vuelto irascible a mucha gente. “La tensión aumenta en la sociedad”, dijo. “La imposición de la ley no es eficiente y la gente no confía en la Policía”.

Mucha gente, añadió, piensa que es más fácil hacer justicia por su propia mano.

La granada, el arma de los ucranianos

Los elefantes friolentos reciben cobijas gigantes

El primer ministro libanés vuelve tras su forzada renunciaPor ANNE BARNARD y MARIA ABI-HABIB

BEIRUT, Líbano — Saad Hariri, el pri-mer ministro de Líbano, fue llamado a las 8:30 a las oficinas reales sauditas, en el segundo día de una visita que ya distaba mucho de ser lo que él había anticipado.

Hariri, que durante mucho tiempo fue un aliado de los sauditas, se vistió esa mañana de vaqueros y camiseta, pen-sando que iría a acampar en el desierto con el príncipe heredero, Mohammed bin Salman.

Sin embargo, en vez de ello fue despo-jado de sus celulares, separado, salvo de uno, de todos sus guardaespaldas y fue blanco de empujones e insultos por ofi-ciales de seguridad sauditas.

Luego vino la máxima humillación: se le entregó un discurso de renuncia pre-viamente escrito y fue forzado a leerlo en la televisión saudita.

Parecía que éste era el verdadero moti-vo por el que había sido llamado a Riad, la capital saudita, un día antes: para renun-ciar bajo presión y culpar públicamente a Irán, como si fuera un empleado y no un líder soberano.

Por extraño que fue el episodio, fue só-lo un capítulo en la historia del príncipe Mohammed, el ambicioso heredero al trono que está resuelto a sacudir la es-tructura de poder, no sólo de su propio país, sino de toda la región. En casa, ha encarcelado a cientos de empresarios y otros príncipes en lo que describe como una ofensiva anticorrupción. En el ex-tranjero, ha librado una guerra en Yemen y confrontado a Catar.

El día en que se le ordenó a Hariri que se reportara en Riad, era sólo un peón en la batalla general del príncipe heredero: refrenar las ambiciones regionales del rival saudita, Irán.

Ésta es la historia de la extraña es-tancia de Hariri en Arabia Saudita en noviembre, según revelan relatos tras bambalinas de una docena de funciona-rios occidentales, libaneses y regionales y de asociados del primer ministro.

Tras dar su discurso, mientras sus desconcertados asistentes trataban en vano de contactarlo desde Beirut, Hariri sí pasó de hecho la noche en el desierto con el príncipe heredero, comentó un alto funcionario libanés.

Fue un contrapunto surrealista para una serie de sucesos que pusieron ner-vioso a todo Medio Oriente: un misil dis-parado contra Riad, los cientos de prínci-pes y empresarios sauditas arrestados y el asombro de Líbano.

Mohammed ya había lanzado una guerra en el país vecino de Yemen con-tra rebeldes alineados con Irán, y había quedado enmarañado. Había impuesto

un bloqueo económico a Catar, sólo para que el país del Golfo se acercara más a Irán.

Con la expulsión de Hariri, el príncipe buscaba enviar un mensaje: era momen-to de impedir que el aliado libanés de Irán, Hezbollah, la poderosa organiza-ción chiita que es el actor político más in-fluyente de Líbano, se volviera aún más fuerte.

Las acciones sauditas que comenza-ron el 4 de noviembre se dieron en su-cesión vertiginosa. En cuestión de poco más de un día, los sauditas obtuvieron la renuncia de Hariri; acusaron a Irán y a Líbano de un acto de guerra luego de que rebeldes yemeníes dispararon un misil contra Riad; y arrestaron a los príncipes y empresarios bajo car-gos turbios de corrupción. Una semana

después, ordenaron que los ciudadanos sauditas evacuaran Líbano.

Con la ansiedad desbordándose, los funcionarios libaneses trabajaron para adelantarse a lo que temían era un plan de Arabia Saudita para desestabilizar los volátiles campos de refugiados palesti-nos de Líbano.

Los funcionarios occidentales y ára-bes dicen que aún se preguntan qué es lo que esperaban lograr los sauditas con toda esta intriga. Pero lo que está claro, afirman, es que Arabia Saudita trató de instigar un amplio realineamiento de la política libanesa para reducir el poder de Hezbollah al forzar el colapso del gobier-no de coalición de Hariri, que incluye a Hezbollah y sus aliados.

Hariri, al igual que su padre, Rafik, debía su carrera política y fortuna fami-liar al apoyo saudita. Pero los sauditas se quejaron de que el gobierno de Hariri le estaba dando demasiada influencia a Hezbollah, que es tanto un partido políti-co como un grupo miliciano que no rinde cuentas al Estado.

Hariri viajó a Riad a fines de octubre y creyó que había hecho comprender a los sauditas su necesidad de llegar a un acuerdo con Hezbollah para evitar un ca-llejón sin salida político, dijeron algunos funcionarios.

De vuelta en Beirut, para aplacar a los sauditas, le pidió a través de intermedia-rios a Hassan Nasrallah, líder de Hezbo-llah, que suavizara sus feroces discursos contra la guerra devastadora de Arabia Saudita en Yemen y contra el príncipe Mohammed personalmente.

El 3 de noviembre, Hariri se reunió con un alto funcionario iraní, Ali Akbar Ve-layati, quien entonces elogió la coopera-ción iraní con Líbano. Ésa podría haber sido la gota que derramó el vaso para los sauditas. En cuestión de horas, Hariri recibió un mensaje del Rey saudita: ven de inmediato.

Entonces se le dio al primer ministro un discurso para leer, que así hizo. El tex-to culpaba a Hezbollah y afirmaba que su vida corría peligro; utilizó palabras que sus allegados aseguraron que no sona-ban a él. Michel Aoun, el presidente de Líbano y aliado de Hezbollah, se negó a aceptar la renuncia al menos que Hariri la entregara en persona.

Después ocurrió una intensa acción diplomática de Francia, Estados Uni-dos, Egipto y otros países, que logró un trato que le permitió a Hariri salir de Arabia Saudita.

Sin embargo, Mohammed lo envió a casa con un encargo: hacer que Hezbo-llah retirara sus combatientes de Yemen, revelaron funcionarios libaneses y diplo-máticos occidentales y árabes involucra-dos en el trato.

Esa exigencia probaba que el Prínci-pe no estaba bien informado respecto a Yemen, a veces llamado el “Vietnam de Riad”, señalaron los diplomáticos. Hez-bollah tenía sólo unos 50 combatientes en Yemen, con Irán jugando un papel mucho más grande en el entrenamiento y la asistencia a los hutíes, el grupo insur-gente de ese país, dijo un diplomático de Occidente.

Riad sí obtuvo un beneficio de la zozo-bra. Los funcionarios libaneses buscan un trato con Hezbollah que podría incluir la moderación de su retórica antisaudita —como había solicitado Hariri— y el cie-rre de una televisora pro hutí en Beirut.

Crear la política exterior ágil y acti-vista que desea el príncipe Mohammed requiere “un entendimiento profundo de la dinámica política en otros países y una inversión en lazos diplomáticos que no se pueden crear de la noche a la ma-ñana”, dijo Brian Katulis, directivo en el Centro para el Avance Estadounidense, en Washington.

Por YONETTE JOSEPH

Cuando un frente frío de China descen-dió sobre partes del Sureste Asiático ha-ce poco, la gente en Tailandia, Birmania, Laos y Camboya se arropó con abrigos para resguardarse del inusitado clima. ¿Pero qué puede hacer un elefante?

El desacostumbrado clima se dejó sen-tir en el campamento Winga Baw para elefantes huérfanos en Birmania, y los trabajadores se apresuraron a prote-ger a los siete animales bajo su cuidado, usando paja para mantenerlos calientes, de acuerdo con Sangdeaun Lek Chailert, fundadora de la Save Elephant Founda-tion, un grupo sin fines de lucro con sede en Tailandia.

“No hemos tenido un clima así de frío en 40 años”, dijo.

Pero el campamento, en la región de Bago, en Birmania, tenía un arma secre-ta: cobijas gigantescas tejidas con agu-jas y ganchos.

Fueron donadas por Blankets for Baby Rhinos (Cobijas para Rinocerontes Be-bés), un grupo de manualidades para la conservación de vida silvestre fundado

por Sue Brown, quien está involucrada en la conservación de rinocerontes des-de hace 25 años, y Elisa Best, una vete-rinaria.

El grupo de 1.500 tejedoras de agujas y gancho está esparcido por todo el mundo, dijo Jo Caris, coordinadora de Blankets for Baby Rhinos en Francia.

De acuerdo con el grupo, los miembros no crean cobijas sólo para rinocerontes.

“Tejemos cobijas a gancho y agujas pa-ra una variedad de animales huérfanos, que incluyen, pero no se limitan, a rinoce-rontes, elefantes, chimpancés, babuinos y monos vervet”.

Chailert dice que maneja 28 campa-mentos en Birmania, Tailandia y Cam-boya para elefantes que sufrieron abuso en las industrias del turismo y el entrete-nimiento. Durante 10 años, dijo, ha hecho campaña para persuadir a operadores de turismo para que usen métodos más compasivos para manejar a los animales. “Nada de montarlos, nada de actuar”, dijo.

Pero ha sido un reto. Cuando los ele-fantes llegan a los campamentos, dijo, muchos están discapacitados, ciegos o enfermos. En total, hay 77 elefantes bajo su cuidado.

Cuando llegaron las cobijas al campa-mento Winga Baw, dijo Chailert, “a los siete bebés les encantó”. La fundación compartió fotografías en Facebook. Un usuario escribió: “Maravillosa colección de invierno, señoras”.

WAEL HAMZEH/EUROPEAN PRESSPHOTO AGENCY; ABAJO, BRYAN DENTON PARA THE NEW YORK TIMES

Saad Hariri en Beirut, después de retirar su renuncia que habían forzado los sauditas. Un campo palestino de refugiados (izq.).

Erdogan sigue de cerca las internas de su partido

Por CARLOTTA GALL

ANKARA, Turquía — Previamente a las elecciones del próximo año, Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Tur-quía, ha estado haciendo una limpieza vigorosa, prometiendo una “renova-ción seria” de su partido gobernante.

Casi todos los fines de semana, el presidente está supervisando las elecciones del partido en ciudades y distritos. Su control minucioso incluso ha llegado a las filas de los gobiernos municipales, forzando la renuncia de seis alcaldes de algunas de las ciuda-des más importantes de Turquía, entre ellas Ankara, la capital.

La mayoría de los que fueron forza-dos a marcharse no había otorgado un voto de “sí” en el referendo de abril que aprobaba cambios constitucionales que le darían a Erdogan mayores fa-cultades al presidente en caso de ser reelecto.

De hecho, el referendo fracasó en 17 de las 30 ciudades más grandes de Turquía, reflejan-do una creciente inquietud porque el presidente estaba adquiriendo demasiada in-fluencia.

No todos los alcaldes eran impopulares y todos fueron electos, provocando que sus oponentes condenaran las medidas como poco demo-cráticas. La limpieza general también dejó al descubierto el disenso que hay dentro del propio partido de Erdogan.

Sin embargo, es evidente que el presidente ha calculado que los cambios le redituarán antes de los comicios munici-pales a nivel nacional el año entrante. Sus rivales sugie-ren que Erdogan incluso se podría estar preparando para convo-car a elecciones presidenciales antici-padas en julio, si parece que disminuye su popularidad.

Las medidas contra los alcaldes lle-gan luego de que el presidente ya en-carceló y despidió a decenas de miles de policías, jueces, servidores públi-cos, periodistas y académicos tras el golpe de Estado fallido del año pasado. Reemplazó a los alcaldes en 82 de 103 municipios en el sureste kurdo.

Tras su victoria en el referendo de abril, retomó el liderazgo del Partido Justicia y Desarrollo, AKP, en mayo, y cambió 19 asientos en su consejo ejecu-tivo de 50 miembros.

Erdogan se mantiene como el polí-tico más popular en Turquía. Pero su

partido ha caído del 49 al 43 por ciento en apoyo popular, de acuerdo con un sondeo de opinión reciente.

Sus funcionarios y familiares han sido manchados por acusaciones de corrupción, incluyendo el que algunos ministros aceptaron millones de dóla-res en sobornos.

El referendo apoyado por Erdogan fue aprobado por estrecho margen en abril, una señal de que él no puede dar por sentada la contienda presidencial.

Los alcaldes no se fueron sin dar pelea. Quizás el que opuso mayor re-sistencia fue Melih Gokcek, quien ha-

bía sido alcalde de Ankara durante 23 años, y cuyo puesto parecía ser intoca-ble.

Con el tiempo, cedió su posición. “No porque no tengo éxito, ni porque estoy cansado”, dijo a funcionarios munici-pales en octubre. “Únicamente estoy cumpliendo la solicitud de Recep Tay-yip Erdogan”.

Rusen Cakir, fundador de un canal de descarga directa, Medyascope TV, hizo una advertencia.

“El mayor secreto de su éxito siem-pre ha sido el trabajo en equipo”, dijo Cakir sobre Erdogan, en un reciente blog de video. “Paso a paso, expulsó a todos los que son capaces de sostener-se por sí solos”, apuntó. “Él ya no com-parte el poder, lo reparte”.

ADEM ALTAN/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

El presidente Recep Tayyip Erdogan ha forzado ya la renuncia de seis alcaldes.

GENYA SAVILOV/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

Una explosión por granada dejó 4 policías muertos y a 141 personas heridas en un choque entre manifestantes y Policía.

SAVE ELEPHANT FOUNDATION

¿Cómo sujetar una cobija tejida a gancho sobre un elefante como Aya May? Cuidadores en Birmania la amarraron alrededor de su panza.

El líder turco reprime a la Oposición con miras a las elecciones.

D I N E R O Y N E G O C I O S

4 SÁBADO 30 DE DICIEMBRE DE 2017THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Los propietarios de casas se sienten acosados por las entidades financieras.

Por KEVIN ROOSE

Una olla electrónica tiene fanáticos en línea

París busca ser el nuevo polode las finanzas

La estrategia de Amazon para India es local y global

Embargos hipotecarios empeoran la crisis en Puerto RicoPor MATTHEW GOLDSTEIN

VICTOR J. BLUE PARA THE NEW YORK TIMES

Boricuas que tratan de hacer que su seguro cubra los daños del huracán María también enfrentan intentos de embargo por hipotecas morosas.

Por VINDU GOEL

Por DAVID SEGAL

brexit

REBECCA CONWAY PARA THE NEW YORK TIMES; ABAJO, NOAH SEELAM/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

JENS MORTENSEN PARA THE NEW YORK TIMES

La Instant Pot es una olla que puede saltear, cocinar a presión, al vapor y otras funciones culinarias.

Los franceses ven la oportunidad de tomar el lugar de Londres.

Amazon.in, (izq.) atiende a clientes en India, pero comerciantes indios también venden en Amazon.com.

R E T R AT O D E E S TA D O S U N I D O S

SÁBADO 30 DE DICIEMBRE DE 2017 5THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

CALIFORNIAVallejo

GEORGIAChamblee

MONTANAGreat Falls

MISSOURISt. Louis

Las “sirenas” ofrecen una atracción inusual

La remodelación del Parque del Arco Gateway une a San Luis

Atlanta detiene y deporta inmigrantes sin distinción

Las diferencias raciales se reducen en una ciudad diversa Por JOHN ELIGON

lumpias

Por VIVIAN YEE

Por BROOKS BARNES

Por KEITH SCHNEIDER

Robert Gebeloff contribuyó con reportes a este artículo.

Robert Gebeloff y Mariano Castillo contribuyeron con reportes a este artículo.

FOTOGRAFÍAS POR RICH ADDICKS PARA THE NEW YORK TIMES

JIM WILSON/THE NEW YORK TIMES

Darryl y Marissa Johnson, con su hija Sienna, han tenido que hacer frente a los prejuicios de sus propias familias al formar un matrimonio interracial.

MELISSA GOLDEN PARA THE NEW YORK TIMES

ICE realizó en Atlanta casi 80 por ciento más arrestos de inmigrantes en la primera mitad de 2017 comparándolo con 2016.

WHITNEY CURTIS PARA THE NEW YORK TIMES

Cada vez menos personas visitaban el famoso Arco Gateway, de 192 m.

Una “sirena” nada mientras

los clientes de Sip ‘n Dip disfrutan sus

bebidas y el talento de

“Piano Pat” Spoonheim.

A R T E Y D I S E Ñ O

6 SÁBADO 30 DE DICIEMBRE DE 2017THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

En las redes sociales, las intérpretes de jazzlogran imponerse.

Por GIOVANNI RUSSONELLO

jazz

jazz

jazz

jazz

jazz

jazz

jazz

jazz

MARK ABRAMSON PARA THE NEW YORK TIMES

El álbum debut de Jaimie Branch (izq.) se destacó en 2017 por fuera de las polémicas.

Las jazzistas tuvieron un año de aplausos y avances

La obra póstuma de Sam Shepard es publicada

Una artista fusiona las culturas visuales

Un director convierte sus miedos en una película de terrorPor CARA BUCKLEY

spoilerthri-

ller

Por KIMBERLY BRADLEY

Por ALEXANDRA ALTER

ANDREW WHITE PARA THE NEW YORK TIMES

Al director negro Jordan Peele le preocupaba que la temática racista de su película “Get Out” generara protestas de los críticos blancos.

GALERÍA ANDREW KREPS, NUEVA YORK; ABAJO, MUSTAFAH ABDULAZIZ PARA THE NEW YORK TIMES

CHAD BATKA PARA THE NEW YORK TIMES

“Liquidity Inc.”, de Hito Steyerl, usa elementos generados por computadora en una parábola del colapso económico.

Sam Shepard, autor y dramaturgo, escribió “Spy of the First Person” en los últimos meses de su vida. Murió de una enfermedad degenerativa.

La película que critica a los liberales blancos se vuelve un éxito mundial.