esteban rodriguez, el legado de althusser

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  • 8/18/2019 Esteban Rodriguez, El Legado de Althusser

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    El legado de Althusser 

    El legado de Althusser 

    Por Esteban Rodríguez 

    1. Tareas pendientes. 

    "El porvenir es largo"[1] es la escritura póstuma de Althusser, un libro tancontradictorio como precioso en sus hallazgos, hallazgos que sonsospechas, sospechas que a su vez son preguntas pendientes que se irántanteando; disparadores, tareas inconclusas que se encomiendan a lasgeneraciones futuras, al porvenir. Sin embargo, no deberíamosapresurarnos y concluir, como suele hacerse con el resto de la bibliografíaalthusseriana, que se estaría clausurando la experiencia política, que noquedaría margen para las prácticas sociales emancipatorias. Es un libroraro dijimos, porque la política, que será antes que nada la promesa de lapolítica, se intuye a partir de experiencias concretas que ya se estaríaninsinuando en el presente desde los intersticios sociales, más allá delPartido, de las formas tradicionales de la política. Y esto es toda unanovedad en Althusser y en la izquierda en general, al menos en la mitadde la década del ochenta.

    Este es el legado de Althusser y su aporte también, la posibilidad de leer aMarx, más allá de Marx. Después de Althusser o al menos después de esteAlthusser, pero después también -agregamos nosotros-, de Sorel,Benjamin o de Mariátegui, no hay más vaca sagrada. Althusser pertenecea esa camarilla de parricidas que nos permite seguir pensando, antes quea partir de lo que dijeron, por lo que no pudieron o supieron decir o talvez no les dejaron -por qué no- llegar a decir. Una escrituradesmalezadora, que antes que marcar un camino cuando desmonta, nospermitirá contar con un nuevo horizonte, que es como decir, que nospermitirá seguir pensando, o lo que es mejor, despojar a las experiencias

    http://rodriguezesteban.blogspot.com/2006/07/el-legado-de-althusser.htmlhttp://rodriguezesteban.blogspot.com/2006/07/el-legado-de-althusser.htmlhttp://photos1.blogger.com/blogger/7422/3272/1600/althusser_160x220_t.jpghttp://rodriguezesteban.blogspot.com/2006/07/el-legado-de-althusser.html

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    de los saberes que la estabilizaban a profesar una y mil veces el mismocircuito, que a veces suele ser el mismo derrotero.

    Durante casi dos décadas esta fue la tarea que se había autoencomendadoAlthusser. Para Leer el Capital o La revolución teórica de Marx, fueronlibros que proponían reescribir a Marx más allá del humanismo, pero másallá también, como se sabe del estalisnismo. Sin embargo, en el fondo,seguía reproduciendo algunos clichés típicos del marxismo, sobre todocuando trataba de pensar el devenir socialista. Porque en "últimainstancia", todo se volvía a cargar a la cuenta del Estado, que es comodecir, a la cuenta del Partido.

    2. Logicidas. 

    "El porvenir es largo" es una autobiografía provocadora. Se escribe acontrapelo, desentendiéndose del lugar que se había deparado alguna vezpara la teoría que se había militado. Escritos que desandarán lasescrituras, que deschavarán las estrategias personales que se esgrimieron,tal vez por una cuestión de vanidad, mezquindad o por el simple hecho dehaber caído presos del éxito obtenido, para mantener la celebridad alprecio que sea.

    En este punto la escritura de Althusser nos recuerda las memorias de

    Malinowski, "Un diario en el sentido estricto de la palabra" o algo así[2].Se trata de un libro que apunta directamente al libro queno solamente le diera fama de antropólogo serio, sino allibro que contribuyera si no a fundar a consolidar unadisciplina que comenzaba a ganar prestigio científico.Nos estamos refiriendo a los "Argonautas del PacíficoOccidental"[3]. En ese diario, Malinowski, nossorprenderá diciendo cosas como por ejemplo, que

    odiaba a los nativos, que por momentos tenía impulsosasesinos hacia ellos, que no veía la hora de regresar a sutierra, y que eso de poder meterse en la vida de lascomunidades nativas, de "convivir con los brutos" paracaptar el sentido de una vida que se le escapa cuandouno toma nota, para poder representarlos, es puro

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    bolazo, una ironía. Que eso de vivir una vida múltiple,navegar a la vez por varios mares, fue, si se quiere, unaestrategia narrativa antes que una práctica

    recomendada. En pocas palabras, que la empatía es uninvento, una ficción original que había a lo mejor querealizar cuando la disciplina no estaba legitimada,epistemológicamente hablando, pero que en realidad eraalgo que se lo había inventado.

    Por su puesto que no se trata de un caso aislado. Sin ir más lejos, en laArgentina tenemos un supuesto similar. Se trata del mismísimo JoséIngenieros. El mismo que había caracterizado a la simulación como una

    patología social, en un impulso de nostalgia tras la muerte de su maestroRamos Mejía, y a lo mejor guardando rencor a la institución que lo habíaraleado y llevado a una suerte de autoexilio, reconoce haber simulado unexamen que había sido prefijado entre alumno y profesor. Laconfabulación que se confesaba, desnudaba las estrategias paraposicionarse en una carrera que se inauguraba tras la aprobación de esamateria. Y esa estrategia estaba hecha de la misma materia prima que suspropios objetos de estudios, esos objetos que cuando sacaban a la luz,estaban denunciando lo que había que vigilar, perseguir, encerrar o

    deportar. Quizá porque Ramos Mejía había querido reasegurarse una altacalificación de su prolífico alumno, para que este después lo acompañaraen sus apuestas, lo cierto es que Ramos Mejía se encuentra a Ingenierosen un pasillo y le dice que no se ande con vueltas y que se prepare eltema de la epilepsia. "-Pero doctor... -se sorprende Ingenieros. -No sehaga el zonzo... -le retruco Ramos Mejía". "Al día siguiente, al sentarmeante la mesa examinadora, Ramos dijo, dirigiéndose a los doctores Pennay Semprún que la formaba: -No saque bolilla; vamos a ver si este señorsabe decirnos algo de la epilepsia... Yo me sonrojé. Los jueces sonrieron.En un instante repetí lo que había repasado en las últimas veinticuatro

    horas."[4] Eso fue alrededor de 1897, cinco años después,escribía en "La simulación en la lucha por la vida":"Educados entre esa simulación general, impuestas atodos por la hipocresía organizada como base de la vidaen sociedad, los niños aprenden precozmente a disimularsus intenciones y sus deseos; a ello contribuye el juego,que suele ser una disciplina de la ficción. La aptitud se

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    perfecciona a medida que el niño reconoce la utilidad dela simulación hasta que a la postre la aplica a fines deprovecho. El hecho es banal; todos en la niñez hemos

    simulado estar indispuestos para eludir un deber o parasatisfacer un capricho. (...) En los exámenes lasimulación es frecuentísima. Tuvimos un condiscípuloque sabía fingir admirablemente un estado febril cadavez que debía superar un examen difícil; gran expedientepara quebrantar la severidad de los examinadores.Generalmente los alumnos simulan poseer conocimientosque en realidad no tienen. (,,,) El niño, llegado a lajuventud, se encuentra rodeado por gentes que quierenimponerle opiniones, creencias, gustos, que no son lossuyos. Si se aviene a simularlos, todos a una repetiránque es un joven de porvenir, que hará carrera, que seráun hombre de mundo, es decir, un ser convencionalcuyas apariencias están de acuerdo con la mentiraorganizada. En otra época ese joven hacía su carrera en

    las cortes; hoy se hace burócrata."[5] Como se ve,Ingenieros habla por experiencia propia, mientras ocupalos cargos de Jefe de Clínica Médica en la Cátedra deMedicina Legal del doctor Ramos Mejía, en el HospitalSan Roque y el de jefe de Clínica del Servicio deObservación de Alienados de la Policía Federal.

    Tal vez podríamos decirlo de esta manera: cuando ya no median

    compromisos académicos, cuando ya no importa nada de nada, cuando seestá de vuelta de todo... ¿por qué no llamar las cosas por su nombre ydenunciar de una buena vez el fetichismo que cultivan las escriturascuando se ponen de moda, cuando se vuelven disciplinas? En ese sentidolas memorias de Althusser, como las de Malinowski o las de Ingenieros oTruman Capote, son el antecedente del affaire Sokal, aquel intelectualque había inventado hace un par de años una teoría sobre la realidadfísica como una construcción lingüística y social, con palabras difíciles yun arsenal de citas o referencias a célebres autores. Después que la

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    prestigiosa revista norteamericana Social Text, de la universidad de Duke,seguramente una revista con referato, aceptaba y publicaba el paper sepresentaba en otra revista exponiendo la parodia, jactándose de sucometido y de paso poniendo en discusión el relativismo posmoderno parael cual la objetividad científica es una simple convención social, unaimpostura intelectual que se construye lingüísticamente con el montajede proposiciones sacadas de contexto. No nos interesa la discusión que

    propone Sokal[6] y mucho menos la posición "objetivista"que defiende[7], lo que nos interesa es el telón de fondode la polémica. Porque lo que sobre todo Sokal pone enevidencia, es la vulnerabilidad de las apuestas teóricascuando son presas de fetiches, que son también

    escrituras burocráticas y curriculares que nadie lee, peroque es preciso escribirlas porque cuando uno seencuentra inscripto en una carrera profesional, que a suvez es un proyecto de vida profesional exitoso, debehacerlas y padecerlas, no sea cuestión de quedar afuerano digo de la discusión, sino de la carrera, que es elambiente que recompensa su vanidad y disimula laarrogancia y demagogia universitaria.

    Al estilo de las "Confesiones" de Rousseau, donde Althusser sacaba elmodelo de un tipo de autoanálisis sin la menor complacencia, al escribirsobre lo ya escrito, volvía a todos aquellos episodios a veces mezquinos uoportunistas que habían impostado su teoría, antes que para salvarla,para sumergirla en contradicciones que compliquen la labor de cualquierbiógrafo que pretenda un desarrollo sistemático y riguroso sobre laescritura althusseriana. Se avanza a los ponchazos y contradiciéndosetodo el tiempo. Y esto, lejos de cuestionar su teoría, al elegir ponerla en

    el lugar de las tensiones, en vez de cerrarla con respuestas contundentes,la abrirá a preguntas que quedarán planteadas para el porvenir. Le toca alporvenir, que tiene todo el tiempo del mundo, hacerse cargo de todasestas sospechas hinchapelotas que se barajan en el libro.

    3. Tocando de oído.

    Pero estábamos hablando de Althusser, y, más precisamente, queriendohablar de "El porvenir es largo". Se trata de un libro a contracorriente

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    dijimos, una suerte de post scriptum, tanto a una obra como a una vida.Son algo así como las notas a pie de página nunca transcriptas, que nuncahubiésemos animado a explicitar sea por una cuestión de mera poseacadémica, sea porque de haberlo hecho, hubiese sido entendido comoseñal de fragilidad de una obra que estaba todo el tiempo inscripta enfuegos cruzados, en entredichos, en el campo de la polémica.

    Los textos que componen "el Porvenir..." fueron escritos en 1985, despuésde que estrangulara a su mujer, Hèléne, en su apartamento de la EscuelaNormal Superior, en París. Después de ese episodio, poco es lo que sesabrá de Althusser; abocado al silencio pasará revista a su vida,procurando encontrar alguna respuesta a semejante hecho.

    Por eso el libro es la escritura a sí-mismo que se dirige a un yo lector. Su

    destino no es escandalizar a sus discípulos o seguidores, sino revisar desdelejos lo que había escrito veinte o treinta años atrás, desde las imposturaspolíticas y académicas cotidianas, que son la contracara oculta de aquellavida dedicada a la militancia intelectual.

    Son muchos los párrafos que sorprenden, pero hay uno que nosotrosqueremos rescatar ahora, porque expone una práctica que cuestareconocer entre militantes y sobre todo, entre los intelectuales deizquierda. Althusser lo llamará "tocar de oído", se trata de una forma deconocimiento difundida entre los divulgadores del marxismo y, también,

    entre aquellos que, como el propio Althusser, proponen sobre la obra deMarx, un nuevo recorrido.

    Nosotros mismos no hemos leído del todo a Althusser y aquí nos tienen,escribiendo sobre él. Tampoco leímos nunca a Malinowski, y lo quesabemos lo conocemos por Juan Piovani que nos pasó un artículo deGeertz. Y en cuanto a Sokal, también tocamos de oído.

    En cuanto al propio Althusser, este dice que cuando escribió Para leer el

    Capital, no había leído el Capital, solo algunos cuantos pasajes sueltos yel resto se lo había afanado a sus ayudantes (entre los que se encontrabaJacques Martín), a los amigos o a los propios alumnos de sus exposicioneso disertaciones. Se lo "había afanado" es una forma de decir, en realidadse lo había escuchado decir a alguien en particular en alguna clase,examen o tertulia. Althusser era alguien que tocaba "de oídas", así lo diráen varias oportunidades.

    Alguna vez le escuché decir a Horacio González en alguna clase en laciudad de La Plata, que leer mal es una forma de lectura, y aún más, una

    forma de conocimiento. Eso mismo es lo que nos pasa y lo que hacemosen este mismo momento. Leemos mal porque todo se carga a la cuenta de

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    uno, porque todo va a parar a las apuestas que se van tanteando mientrastanto. Se lee mal porque se lee desde nuestra escritura, desde nuestrospropios proyectos, desde la experiencia donde intervenimos. Como decíaOswald de Andrade, no queremos traducir sino digerir. Devoramos todo loque nos chocamos y lo que no nos topamos también lo devoramos. Y si nosirve lo que acabamos de masticar, como sugirió alguna vez ese otromaldito, Antonin Artaud, lo execramos.

    "Tocar de oído" es como "leer mal", es una forma de conocimiento en laizquierda; una forma de lectura incorrecta si se quiere, a contrapelo,bolasera, pero que se postula como la posibilidad de trazar nuevosrecorridos, de abrir las lecturas que se encuentran clausuradas deantemano por la autoridad de turno que decide sobre la veracidad o lafalsedad de las aseveraciones. Sin querer disculpar a Althusser, ni mucho

    menos, me parece que lo mismo podríamos decir de esta suerte demetodología que él define de una manera bastante argentina: "tocar deoídas". De esta manera el "tocar de oídas" será la estrategia hermenéuticaque intentará zafar de los cánones escatológicos, que son lasinterpretaciones autorizadas por el petit buró. La metodología no ofrecemayores dificultades pero hay que saber emplearla para no quedarpatinando en el intento, para no hacer el ridículo. En principio se trata deemplear palabras sabidas de memoria, que a veces pueden ser pasajes,artículos o libros enteros, como contraseñas que nos permitan sortear lacensura, que habiliten la lectura, y una vez adentro, lanzarnos a nuestrocometido que iba más allá de las contraseñas que se invocaron.

    Eso no es todo, había más: "Tenía sin duda otra capacidad muy propia. Apartir de una simple fórmula, me sentía capaz (¡que ilusiones!) dereconstruir si no el pensamiento, por lo menos la tendencia y laorientación de un autor o de un libro que no había leído. Disponía sinduda de una cierta dosis de intuición y en especial de una capacidad deacercamiento, es decir, de oposición teórica, que me permitía reconstruirlo que pensaba que era el pensamiento de un autor, a partir de los

    autores a los que se oponía. De esta manera, procedía espontáneamentepor contraste y demarcación, de lo cual más tarde crearía la teoría."[8]

    Y esto porque la estrategia se prolongaba con otra, que era a la vez sucomplemento: el "mirar de reojo", relojear como quien dice el materialque se va apiñando, libro tras libro, en una biblioteca inabarcable,insoportable: "Tenía miles de libros de los cuales nunca había leído más

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    que unos centenares, posponiendo su lectura (imaginaria) a tiempos

    mejores."[9] 

    En otras palabras, dime con quien no andas y te diré quién eres. Pero

    resumiendo y para decirlo en pocas palabras, como suele decirse en laArgentina, ¡que maestro!!

    4. Esa mierda llamada Partido. 

    Muchos de los temas de "El porvenir..." habían sido tanteados, aunque deuna manera sutil, en otro libro, "Lo que no puede durar en el PartidoComunista"[10], que es una compilación de artículos periodísticospublicados durante el mes de abril en 1978. Cada unos de estos ensayoshabían sido propuestos previamente para su publicación en L'Humanite. La

    suerte que correrían a raíz de la "prohibición por parte de la dirección deabrir cualquier tribuna libre" lo habían llevado a tener que divulgarlos enel diario Le Monde.

    Si la pregunta por la revolución, o por la elección, depende la vía que sehaya optado, es la pregunta por el Estado, la pregunta por el Estadocontinuaba siendo una pregunta por el Partido. Hay una secuenciamecánica y escatológica en el marxismo del siglo XX que va del Partido alComunismo, pasando por el Estado, el asalto del Estado. El Partido es laforma de intervenir en lo social, pero al mismo tiempo es la forma dedesplazar lo social cuando se lo representa. Porque hay que decirlo, elmarxismo del siglo XX, tanto el reformista como el revolucionario, es unmarxismo que se parece más a Hobbes que Rousseau, que es el que lehabía interesado alguna vez a Marx y al propio Althusser. Recordemos quesi en Hobbes, primero se trata del Estado y luego recién de la sociedad,para Rousseau, primero es la sociedad y después recién el Estado. En elmarxismo, después de la derrota de la comuna parisina de 1871, muy apesar de Marx (véase las críticas al programa de Gotha) el cambio socialpasará a ser una consecuencia del Estado. El papel que asume el Estado

    fue el destino de la comuna, su fracaso.

    Este libro tiene una anécdota, cual es que ante la derrota electoral de1977 del Frente que había conformado el Partido Comunista y el PartidoSocialista en Francia, y ante el advenimiento del Congreso XXIII del PCF,donde seguramente de cajón se iba a debatir y reflexionar sobre laderrota electoral, el Buró Político del Partido se había apresurado a sacarun documento donde expresaba sus conclusiones al respecto, antes delpropio Congreso. Después de la conferencia de Georges Martin,

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    presentando estas declaraciones, se preguntaba Althusser: "¿Se puedeiniciar una reflexión a partir de la conclusión?" "¿Se puede empezar eldebate por una conclusión fijada de antemano?" El enroque no era nuevoen el Partido Comunista, y acaso por esto mismo, decidía salir a lapalestra en aquella oportunidad.

    Quizá el punto de partida para pensar por qué el PC francés en particular,pero el PC en general, habían llegado al lugar donde se encontraban, enel aislamiento, en la derrota, habría que rastrearlo en aquella frase deKautsky que reza: "La conciencia no viene de dentro, viene de afuera." Setrata de una consigna que después Lenin haría suya en el "Qué hacer".Recordemos que Lenin, después de constatar la industrializaciónacelerada en Rusia, después de la proletarización, advertía que la tareapendiente seguía siendo la misma: la politización del proletario. La

    proletarización no garantizaba de antemano la politización, o lo que es lomismo, la concientización. Y decía algo más, que es lo que nos importaretener ahora a nosotros: esa politización no debía buscarse al interior dela relación económica Obrero-Burgues, sino que por el contrario debíarastrearse al exterior de ella. Dicho con las palabras de Lenin: "La historiade todos los países atestigua que, librada exclusivamente a sus fuerzas, laclase obrera no puede alcanzar más que una conciencia sindical. (...) Laconciencia de la clase política solo puede aportarse al obrero desde elexterior, es decir, el exterior de la lucha económica, el exterior de lasrelaciones entre trabajadores y empleados." En el fondo se trataba de unapolémica con las versiones economicistas o mecanicistas del marxismo,aquellas que postulaban que si las condiciones objetivas no seencontraban desarrolladas, había que postergar la acción para tiemposmejores, hasta cuando se haya completado las etapas.

    Según Lenin, la ausencia de una conciencia de clase innata en los obrerosles condenaba a respuestas espontáneas que acotaban su intervención enla búsqueda de compromisos económicos. Y ello, lejos de resultar un saltohacia delante, estancaba y a veces hacía retroceder al proletariado. "El

    desarrollo espontáneo del movimiento obrero lleva justamente asubordinarlo a la ideología burguesa. (...) Ese sindicalismo esprecisamente el sometimiento ideológico de los obreros por parte de laburguesía. Es por eso que nuestra tarea, la de la socialdemocracia, escombatir la espontaneidad (...) No puede haber conciencia revolucionariasin teoría revolucionaria."

    De manera que si la proletarización no garantizaba politización, "¿qué

    hacer?" era la pregunta que Lenin se formulaba a renglón.[11] ¿Cómo

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    politizar? ¿Cómo concientizar? La respuesta a semejantecuestión no debería rastrearse al interior de la relaciónburguesía-proletariado, en las relaciones económicas;

    sino en el exterior de ellas, en la política.Ahora bien, si la concientización viene de afuera, que será el exterior dela economía, en qué consistirá la política: en la Intelligentzia.Resumiendo: para politizar al proletariado tienen que intervenir al ladode los trabajadores, aquellos que tienen conciencia de los problemasglobales de la sociedad, es decir, los intelectuales, portadores deconciencia de clase. De modo que el Partido, en tanto vanguardia, es elverdadero creador de la lucha de la conciencia de clases, en tanto puedepolitizar al proletario, aportar a la clase obrera ese carácter clasista que

    le permitirá no caer en el error, ni bajo la dominación de la ideologíaburguesa.

    Dicho esto regresemos a Althusser, de la mano de otra frase de Marx, quedurante mucho tiempo se la pensó a la luz de aquella otra formulada porKaustky que citamos recién. Esa frase es la siguiente: "La concienciasiempre está retrasada". Durante todo el siglo XX, podemos arriesgarnosotros, la izquierda intelectual encontró en esta frase su lugar en elmundo, la que le permitió autopostularse como la salvadora universal. Seentendió que si la conciencia del proletariado estaba retrasada, eraporque hay otra conciencia, la conciencia de una minoría, la vanguardia,que por más pequeño burguesa que fuera, era una concienciaespecializada, científica, adelantada, que sabe y que, por eso mismo,puede y debe conducir. En este sentido, a partir de la escisión entre lateoría y la práctica que se postula con esta interpretación, a partir de laseparación entre los que tienen y no tienen conciencia, entre los quesaben y no saben, se estaría postulando por añadidura al marxismo comoun saber de antemano que aporta las respuestas anticipadas, y a laminoría especializada como su representante privilegiado. De allí en más,

    el marxismo, será una teoría que hay que bajar a la base, aplicar a larealidad, poner en práctica.

    Por esta vía, la lógica de la representación, que es la forma que asume lapolítica para el liberalismo, se termina incorporando al interior delmarxismo. Es decir, se reproduce al interior del socialismo en general, ydel partido comunista en particular, la forma de la política burguesa quesepara entre representantes y representados, entre dirigentes ymilitantes, entre los que saben y los que no saben, entre la vanguardia yla retaguardia, entre los de arriba y los de abajo, entre la cumbre y labase social.

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    Pero hay algo todavía más importante que señalar: la separación noproduce solamente un distanciamiento entre los términos, sino que losinvierte hasta que el sujeto deviene objeto y el objeto se transforma ensujeto. Dicho con otras palabras, el partido asume el lugar de la acción,que irá modelando (objetivando) a su base social (el proletariado).

    Vale la pena detenernos en esa frase parricida, que anticipa el recorridoque depara para su escritura final. Se pregunta Althusser:

    "¿En qué consiste entonces reproducir la práctica política burguesa en supropio seno? En tratar a los militantes y a las masas como a otros, a loscuales la dirección hace realizar su política, en el más puro estiloburgués. Basta con dejar actuar todo el mecanismo interno del partido,que reproduce espontáneamente la separación entre la dirección y los

    militantes; y la separación entre el Partido y las masas. La direcciónutiliza entonces dicha separación en beneficio de su política: su prácticapolítica tiende a reproducir la práctica burguesa, en la medida en queactúa separando la dirección de los militantes y el partido de masas. (...)La práctica política burguesa en el seno del partido, es consecuencia deun sistema que funciona por sí solo, independientemente de los individuosque ocupen un lugar en él, a los que sin embargo obliga a ser lo que son:prisioneros y a la vez elementos activos del sistema. Cuando se dice queel partido funciona autoritariamente, desde arriba, no hay que atribuir elautoritarismo a tal o cual dirigente, como una pasión personal, sino a lamáquina del aparato que segrega conductas autoritarias y sus secuelas entodos los niveles de responsabilidad: un dispositivo automático de

    secreto, desconfianza, y artimañas."[12] 

    No estaba diciendo nada nuevo, de alguna manera esto mismo había sidoanticipado por el propio Max Weber, apenas en 1918, en su conferenciapronunciada en la universidad de Munich, "la política como profesión",donde se advertía sobre los riesgos que supone burocratizar la política. Enuna sociedad que se ha masificado, la profesionalización es la respuesta

    que suele depararse para captar las muchedumbres y constituir de pasouna auténtica clientela que le catapulte al Estado. Y la forma de hacerloes a través de una máquina electoral que solemos reconocer con el

    nombre de partido[13], pero que generalmente adopta laforma de periodismo[14], tal como sugirió el propioLenin en el Qué hacer. Cuando eso sucede, la pregunta

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    que cabe formularse otra vez, es si la profesionalizaciónno terminaría desplazando a los auténticos líderes queeviten el desencantamiento del mundo.[15]

    Para Althusser, el carácter sobresaliente de los partidos, es su aspectomilitar que se corrobora en la estructura jerárquica y en lacompartimentación vertical absoluta, y la vulgarización de la ideologíaque difunde.

    "Esta compartimentación tiene un doble efecto. Por un lado encierra acualquier militante de base en la estrecha columna ascendente que va dela célula a la sección, y más allá, a la federación y al comité central. Estacirculación ascendente está controlada por los permanentes responsables

    que filtran cuidadosamente las aportaciones de la base en función de lasdecisiones de la cumbre. Por el otro lado el militante de base no puedemantener ningún contacto con militantes de ninguna otra célula,pertenecientes a otra columna ascendente, si no es en las conferencias desección y de federación, en caso de que sea delegado. Cualquier tentativade establecer una "relación horizontal" sigue estando considerada comofraccional. Finalmente, si la "circulación ascendente" se interrumpe anivel de federación sin cuyo acuerdo nunca llega a la cumbre, la"circulación descendente" no tropieza por el contrario con ningúnobstáculo en la misma columna: todas las ordenes de la dirección llegan a

    la base."

    Y luego agrega:

    "Se puede pensar que se está, efectivamente, en una formación militar,donde la eficacia operativa implica simultáneamente el mando absoluto yel secreto, y también una compartimentación tajante de las unidadesimplicadas en el combate. Esta comparación no tiene nada de insultante.Recuerda los tiempos en que el Partido tuvo que recurrir a formas de

    organización y de seguridad de tipo militar para defenderse y actuar: laclandestinidad del partido de Lenin, la del partido durante la resistencia,etc. Si las condiciones de entonces justificaban estas medidas, lascondiciones actuales las hacen caducas, anacrónicas y esterilizantes: nosólo para los militantes, sino también para las masas, y en definitiva, para

    los propios responsables."[16] 

    Para decirlo brevemente: la cooptación como una circulación ascendentecontrolada por los responsables permanentes que garantizan la circulación

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    descendente del buró a la base. De esta manera terminan por instituirsedos tipos de relaciones. Por un lado, relaciones de lealtad que reclamanla incondicionalidad, la obediencia debida, la acriticidad y elconformismo. Por el otro, relaciones vitalicias, es decir, la inamovilidad ola permanencia de la dirección eternamente.

    En cuanto a la ideología de partido, se trata de identificar la unidad delpartido con la dirección. De esta manera se instala una suerte dechantaje. La dirección hace a la unidad, garantiza y cementa al partido.De modo que poner en cuestión la línea del Comité Central será comoafectar la unidad.

    Según Althusser, el partido, después de eliminar las contradicciones, tieneque vulgarizar el marxismo, simplificarlo, resumirlo, para allanar las

    discusiones para evitar los cuestionamientos. Es en ese resumen donde sepuede constatar el estado de unidad del partido. Convertir a la teoría endogma que es donde se corrobora la unidad y por ende el partido. Undogma que acota el marxismo a un positivismo de neto corte evolucionistaque asfixia a la teoría y liquida a la práctica. Eso por un lado, porque porel otro, la teoría ha sido apropiada por los especialistas que son los quepueden interpretar e ir modelando la línea correcta, puesto que son losque saben y por eso mismo, se encuentran en las cimas del partido:

    "El hecho de que el partido, y en base a la tradición estalinista, la teoría

    sea "propiedad" de los dirigentes, y que esta propiedad de la teoría y de laverdad disimule otras propiedades, las de los militantes y las de las masasno debe interpretarse en términos individuales, sino en términos de

    sistema."[17] 

    De allí que ante cualquier cuestionamiento por parte de las bases queponga en tela de juicio la estrategia fijada por el partido, el petit buróque ya de por si se encontraba separado de aquella, decidiráatrincherarse. En efecto, el atrincheramiento es la reacción de la

    representación cuando está o puede estar siendo cuestionada:

    "Hay que constatar, efectivamente, que por su desconfianza ante lasmasas y por su repliegue sobre sí mismo, el partido esta en la sociedad(...) como una guarnición en una fortaleza, en lugar de "estar como pezen el agua". La fortaleza aguanta y perdura, por supuesto: esta es sufunción. (...) Maquiavelo decía que el que se construye una fortaleza y serefugia en ella, se convierte en prisionero de sus muros, esta perdido nosolo para la guerra, sino además para la política. (..) Para unrevolucionario, una fortaleza sólo tiene razón de ser si se sale de ella,

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    para desplegar sus fuerzas en las masas. (...) El partido encerrado en sufortaleza y negándose a salir de ella para perderse, es decir, para

    encontrarse de nuevo entre las masas."[18] 

    5. Los movimientos sociales y el debilitamiento del estado.

    Pero regresemos a donde habíamos partido, a "El porvenir es largo". Eneste libro hay algunos pasajes donde Althusser zafa de lasinterpretaciones lineales. Ya habíamos dicho que esa secuencia tenía quever con el partido, el estado, y el cambio social. Partido-Socialismo-Comunismo es el hilo conductor en el marxismo tradicional. La preguntapor el Partido es la pregunta por el Estado, un Estado que hay que tomar,sea a través de una revolución, sea a través de una elección, pero que hayque tomar para producir ese cambio que aventuramos como socialismo.

    Solo cuando hayamos arribado al Estado, estaremos en condiciones deabocarnos a la tarea siguiente, que hasta ahora había quedado pendiente:el comunismo. El cambio social, es una consecuencia política antes quesocial. Y en eso hemos estado durante todo el siglo XX. Y esto esjustamente lo que revisará Althusser en esos escritos que componen "elProvenir..."

    Citemos estas tres paginitas y permítasenos hacerlo textualmente, porquenos parece que vale la pena pasar revista de todas las sospechas que seanuncian:

    "No sé si la humanidad -comienza diciendo Althusser- conocerá nunca elcomunismo, aquella visión escatológica de Marx. Lo que sé en cualquiercaso es que el socialismo, la transición forzada de la que hablaba Marx, esla 'mierda' (...) El socialismo es un río muy ancho, de travesía muypeligrosa. Tendremos muy pronto una inmensa barca en la arena: la de lasorganizaciones políticas y sindicales donde todo el mundo puede subir.Pero para atravesar los remolinos, es preciso un "timonel", el poder delEstado en manos de los revolucionarios, y en la gran nave es preciso que

    reine el dominio de la clase de los proletarios sobre todos los remeros asueldo (existe aún el salario y el interés privado), ¡si no esto se vuelca! Eldominio debe ser del proletariado. Se echa al agua la inmensa nave, ydurante todo el recorrido hay que vigilar a los remeros exigiéndoles unaestricta obediencia, retirarlos de su puesto si vacilan y reemplazarlos atiempo, incluso sancionarlos. Pero si aquel río de mierda se atraviesafinalmente, entonces, en el infinito está la playa, el sol y el viento de unaprimavera naciente. Todo el mundo baja, ya no hay más lucha entre loshombres y los grupos de interés puesto que no hay ya relaciones

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    mercantiles sino una profusión de flores y frutas que cada uno puedecoger para su deleite."

    Lo que estaba diciendo Althusser cuando pensaba al socialismo como unrío embravecido, es que una vez que uno se sumerge en sus aguas, no seestará muy seguro de que se salga bien parado. Y ello por que elSocialismo es la continuación del Partido en el Estado, reproducir la lógicadel partido en el Estado. El problema justamente es que habiendo llegadoa través de la revolución o la elección al Estado, una vez en el cause, nose ha podido llegar a buen rumbo. Por eso se hablará de "río de mierda".El comunismo espera al final del socialismo, pero el socialismo es lamierda, esta es la cuestión. De modo que cabe la pregunta, ¿podremosalcanzar alguna vez el comunismo?

    Althusser no tiene la respuesta, pero sabe lo siguiente: en el presente,hay "islotes de comunismo".

    "Mantuve entonces la idea de que los islotes de comunismo existen desdehoy, en los intersticios de nuestra sociedad, allí donde no reinanrelaciones mercantiles. (...) Creo que existen verdaderamente en nuestromundo presente muy numerosos círculos de relaciones humanas de las que

    toda relación mercantil esta ausente."[19]

    Pero se pregunta a renglón seguido:

    "¿Por qué vía aquellos intersticios de comunismo pueden ganar el mundoentero? Nada puede preveerlo; en cualquier caso no puede ser a travésdel ejemplo de la vía soviética. ¿Será por la toma del poder del Estado?Sin duda, pero este acto introduce al socialismo (de Estado,necesariamente de estado) que es la mierda. ¿Será entonces por eldebilitamiento del Estado? En efecto, pero en un mundo capitalista-imperialista cada vez más asentado en sus bases y que convierte la tomade poder del Estado en precaria, si no ilusoria, ¿cómo considerar un

    debilitamiento del Estado? No son seguramente la descentralización deGastón Deffere ni las consignas estúpidas de nuestros nuevos liberales a loReagan o a lo Chirac las que nos desembarazarán de un estadoindispensable para la dominación de la hegemonía capitalista-internacionalista burguesa. Si hay esperanza está en los movimientossociales de masas, en los cuales (gracias a Hélène, entre otros) siemprehe pensado que reside la primacía sobre sus organizaciones políticas.Ciertamente vemos desarrollarse en el mundo movimientos de masasdesconocidos e impensados por Marx (por ejemplo en la América Latina,incluso en el seno de una Iglesia tradicionalmente reaccionaria, bajo los

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    auspicios del movimiento de la teología de la liberación, o en la mismaAlemania con los Verdes, o en Holanda, que se negó a recibir al papacomo él le hubiera gustado).

    "¿Pero acaso estos movimientos no corren el riesgo de caer bajo la ley deorganizaciones sin las que ciertamente no pueden pasarse pero que noparecen haber descubierto aún -insertas como están en la tradición y losmodelos marxistas-socialistas existentes- una forma adecuada decoordinación sin dominación jerárquica? En cuanto a esto no soyoptimista, pero me remito a esta frase de Marx: de todas maneras, "lahistoria tiene más imaginación que nosotros", de todas maneras estamosreducidos a pensar "por nosotros mismos". No, no me adhiero a la frase deSorel recogida por Gramsci: el escepticismo de la inteligencia más eloptimismo de la voluntad. No creo en el voluntarismo en la historia. Por el

    contrario, creo en la lucidez de la inteligencia y en la primacía de loselementos populares sobre la inteligencia. A ese precio, puesto que lainteligencia no es la instancia suprema, puede seguir a los movimientospopulares, fundamentalmente y ante todo para evitarles recaer en lasaberraciones pasadas y ayudarles a encontrar formas de organizaciónverdaderamente democráticas y eficaces. Si, a pesar de todo, podemosconcebir alguna esperanza de ayudar a desviar el curso de la historia, sóloserá por eso y nada más que por eso. En cualquier caso, nunca mediantelos sueños escatológicos de una ideología religiosa que está a punto de

    hacernos estallar a todos."[20] Althusser no conoció las experiencias campesino-indígenas de México,sobre todo la de los zapatistas; y tampoco la experiencia del MovimientoSin Tierra de Brasil, donde la Iglesia, sobre todo los curas de la teologíade la liberación, tienen bastante que ver en el desarrollo del movimiento.Tampoco llegó a conocer las experiencias de los campesinos cocaleros deBolivia ni la de los indígenas del Ecuador o los mapuches autonomistas enChile, ni la de los desocupados o asambleístas en la Argentina. Pero algode todo esto se puede intuir; o en todo caso, cuando uno relee estos

    párrafos, no puede evitar relacionarlos con todas estas experiencias. Entodos los casos los movimientos citados se sostienen en experienciasautónomas donde la democracia directa, la horizontalidad y laparticipación son los principios de una nueva forma de política, y más aúnde una nueva forma de vida, puesto que lo que estas experiencias ponenen tela de juicio es la propia lógica de la representación. Lo que todasestas experiencias impugnan, en mayor o menor medida, es el hecho depensar lo político más allá de lo social. Por el contrario, las expresionesautónomas procuran apropiarse de la política, hasta que política y

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    sociedad se subsumen en nuevas formas de vida. La subsunción como laposibilidad de intervenir en aquello que los involucra; es decir, como laposibilidad de recuperar un destino colectivo para la vida comunitaria.

    Pero detengámonos en la frase donde endosa a los movimientos sociales laposibilidad efectiva de debilitar al Estado. Interpretando libremente,podemos decir que ya no se trata de tomar el Estado; antes bien de lo quese trata es de expandir las experiencias que se condensan en losmovimientos, hasta que el Estado caiga por su propio peso, hasta que losólido se desvanezca en el aire. Lo dicho no significa que uno tenga querenunciar o desentenderse del Estado. El Estado está ahí y vigila nuestrosmovimientos, el crecimiento y la consolidación de las experienciasautónomas y las nuevas formas de sociabilidad desmercantilizadas quesuponen esas mismas experiencias autónomas. Si las experiencias

    autónomas inscriptas en la lógica de la participación no son ingenuas, enel sentido que buscan producir un cambio social, tampoco cabría esperarque el Estado, preocupado en perpetuar la lógica de la representación, lamisma que le permite autonomizar lo político respecto de lo social, paradespués autonomizar la economía de la vida de los hombres, sedesentienda de todas estas experiencias. De lo que se trata es de noendosarle todo al Estado, de no supeditar el cambio social a la conquistadel Estado, el cambio es una cuestión contemporánea, algo que se lleva acabo todos los días. Eso por un lado, porque por el otro, de lo que se tratatambién es de disputar al mismo tiempo el sentido que asume el Estadosin que esta disputa se devore cada una de las experiencias, evitando queen aquella disputa se vuelva a cargar todo a la cuenta del Estado.

    Tal vez, como dice, Miguel Mazzeo, que coincide con los párrafos quecitamos arriba de Althusser, "la cuestión no pasa por discutir "enabstracto" si el Estado no es el lugar idóneo para la instrumentación de loscambios que consideramos necesarios de cara a los intereses populares.Por el contrario, nos parece mucho más fructífero dilucidar si lasestructuras de este Estado resultan adecuadas para producir esos cambios

    o si, por el contrario, no constituyen un límite para ellos. Nos parece queno tiene sentido discutir si el Estado puede contribuir a la formación decapital social, fomentando el tejido asociativo y la organización popular.Por lo menos en teoría, no es descabellado pensar en un Estado quefuncione como agente externo centralizado, que suministre incentivosselectivos para apuntalar la acción colectiva. Un Estado queinstitucionalice a las organizaciones que representan los intereses de lasclases subalternas y que cree intereses en torno a los cuales se organiceuna parte significativa de la sociedad. Un Estado que se "debilite" por sutraspaso de poderes hacia abajo y no un Estado como el actual, débil portrasladar poderes hacia arriba, hacia las organizaciones supranacionales.

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    En fin, un Estado que (...) tal como planteaba Bertold Brecht: "siqueremos poner en pie un Estado fuerte de carácter transitorio, es decir,un Estado que se atrofia a medida que su función se atrofia, es decir, unEstado que muera de éxito, hay que dar al gobierno la forma dialéctica,

    es decir, instituir un conflicto saludable."[21] Por eso, dirá Althusser, que la salida no es Marx sino Rousseau, el mismoRousseau que había leído Marx en su juventud, la juventud que Althusserhabía decidido dejar atrás para la obra de Marx. "Rousseau, que pensabaen el estado naturaleza desarrollada la misma conflictividad social,aportaba otra solución: precisamente el fin del Estado, en la democraciadirecta del contrato expresando una voluntad general que no muere

    nunca. ¡Materia para pensar algún día en el comunismo!"[22]

    [1] Louis Althusser, El porvenir es largo, Ediciones Destino, Buenos Aires,1992.

    [2] No conocemos este libro y tampoco lo hemos vistoalguna vez. Las referencias a este texto las hemostomado de Clifford Geertz, El antropólogo como autor(Ed. Paidos, Barcelona, 1989), del capítulo 4 "el Yotestifical. Los hijos de Malinowski".

    [3] B. Malinoeski, Argonautas del Pacífico Occidental,Península, Barcelona, 1974.

    [4] José Ingenieros, "La personalidad intelectual de JoséMaría Ramos Mejía" prologo a la 2ª edición de Lasneurosis de los hombres célebres en la historia argentina;La cultura Argentina, Bs. As., 1915; op. cit. pp. 43.

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    [5] José Ingenieros, La simulación en la lucha por la vida,Losada, Bs. As., 1976; op. cit. pp. 70/1.

    [6] Esta polémica fue recogida después en el libroImposturas Intelectuales, que Sokal escribió encolaboración con Jean Bricmont en 1997. (Existe unaedición en castellano en editorial Paidos, Buenos Aires,1998).

    [7] Como dice Dardo Scavino en La filosofía actual.Pensar sin certezas (Paidos, Buenos Aires, 1999) después

    de las repercusiones académicas correspondientes vino elescándalo mediático y Sokal fue invitado por la televisiónfrancesa y americana para repasar su denuncia, de esamanera "Terminó por hacer lo mismo que denunciaba ensu libro: abstraer una serie de enunciados filosóficos osepararlos de las problemáticas a las cualesresponderían, para terminar por considerarlos, aislados,como proposiciones aberrantes desde la perspectiva delsentido común (de un sentido, en este caso, queconsidera verdadero todo lo que provenga del dominiocientífico.)" (op. cit. pp. 214/5.)

    [8] Op. cit. pp. 221.

    [9] Op. cit. pp. 359.

    [10] Louis Althusser, Lo que no puede durar en el PartidoComunista; Siglo XXI, Madrid, 1978.

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    [11] No vamos a detenernos en este tema que hemosdesarrollado en otro ensayo que lleva por título "Ocaso yvigencia de qué Hacer."

    [12] Louis Althusser, Lo que no puede durar en el PartidoComunista, Siglo XXI, Madrid, 1980; op. cit. pp. 88/9 y 90respectivamente. "Los partidos políticos -agregará en "elporvenir..."-, entre ellos el PCF, son partes integrantesdel aparato ideológico de Estado, el aparato políticoideológico constitucional parlamentario, con todo lo queesto supone en la formación ideológica de las masas

    populares que votan y creen con la ayuda del Partido, enel sufragio universal. Ciertamente, no hay sufragiouniversal para Maquiavelo, pero hay el aparatoideológico de Estado de su tiempo, el que estáconstituido por la imagen pública popular del personajedel Príncipe. Pequeña diferencia solamente, pero cuyoestudio atento está lleno de instrucción para nuestros

    partidos mismos, y antes que nada los PC que pretenden,Gramsci lo ha comprendido muy bien, la hegemoníaideológica, vía de acceso para la toma del aparato deEstado sin más: no por su cerco a través de la llamadasociedad civil, sino por una lucha política directa de lasorganizaciones políticas obreras contra el propio aparatode Estado." (op. cit. pp. 322/3.)

    [13] "En todas las asociasiones políticas de ciertaamplitud en las que se eligen periódicamente lostitulares del poder, la empresa política es administradanecesariamente por hombres interesados en la política.Esto significa que un número relativamente pequeño dehombres interesados por sobre todo en la vida política y

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    deseosos de participar en el poder reclutan libremente asus partidarios, se presentan a sí mismos o a susprotegidos como candidatos a la elección, reúnen los

    medios financieros y se lanzan a la caza del voto. (...) Ladirección activa y los partidarios reclutados librementeson los elementos necesarios en la vida de cualquierpartido. Los partidarios, y a través de ellos, elelectorado pasivo, son necesarios para la elección dellíder. Pero la misma estructura de los partidos puedevariar. (...) Si se considera la estructura de los comitésinterregionales de los partidos, sus organizacionesestrictamente militares y las recompensas dadas a losinformadores, no se puede dejar de pensar en elbolchevismo, en su organización militar -y sobre todo enRusia- en sus organizaciones de espías asomadas a lospostigos, en la decadencia jurídica de los burgueses conla privación de sus derechos políticos y la confiscación desus bienes (...). Esta analogía es aún más notoria si se

    considera que la organización militar del partidomedieval constituía un ejército de caballeros -organizadosobre la base de los estamentos feudales registrados- yque los nobles ocupaban casi todas las posicionesdirigentes y que por otra parte los Soviets hanpreservado, o mejor, introducido el empresarioaltamente pagado, el trabajo en cadena, el sistema

    Taylor, la disciplina militar y de taller y hasta labúsqueda de capital extranjero. En una palabra, lossoviéticos han tenido que aceptar de nuevoabsolutamente todas las cosas que el bolchevismo habíacombatido como instituciones burguesas de clase.Hantenido que hacerlo para que sigan funcionando el Estadoy la economía." Max Weber, en Ciencia y Política, CEAL,Buenos Aires, 1991; op. cit. pp. 98/9.

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    [14] "Desde los tiempos del Estado constitucional, ydefinitivamente, desde que se estableció la democracia,el "demagogo" ha sido el líder típico de Occidente. El

    desagradable sabor de la palabra no debe hacernosolvidar que no fue Cleón, sino Pericles, el primero enllevar el nombre de demagogo. En contraste con loscargos de la antigua democracia que eran cubiertos porla suerte, Pericles condujo a la ekklesia soberana deldemos de Atenas, como supremo estratega,desempeñando el único cargo electivo o sin desempeñarcargo alguno. La demagogia moderna se sirve también dela oratoria aún en tremenda medida, si se consideran losdiscursos electorales que debe pronunciar un candidatomoderno. Pero el uso de la palabra escrita es másdurable. El publicista político y sobre todo el periodista,es hoy el representante más importante de la especie deldemagogo. (...) El periodista pertenece a. una especiede casta de parias, estimada siempre por la "sociedad" en

    términos de su representante más bajo desde el punto devista ético. Por tanto, se tienen las nociones másextrañas acerca de los periodistas y su labor. No todo elmundo comprende que una labor periodística realmentebuena requiere tanta "inteligencia" como cualquier otralabor intelectual y muy frecuentemente se olvida que setrata de una labor sobre el terreno, por encargo, a la

    que es preciso dar una eficacia inmediata. Casi nunca sereconoce que la responsabilidad del periodista es muchomayor y que el sentido de responsabilidad de todoperiodista honorable es, en general, nada inferior al delintelectual, y a veces, como lo ha mostrado la guerra,hasta más alto. El descrédito en que ha caído elperiodismo se explica por el hecho de que guardamos en

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    la memoria las explosiones da ciertos periodistas des-provistos de toda clase de responsabilidad y queejercieron frecuentemente una influencia deplorable.

    (...) Nadie cree que la discreción de un verdaderoperiodista esté por encima de las demás gentes y sinembargo, así sucede. Las tentaciones incom-parablemente más graves y las otras condiciones queacompañan al trabajo periodístico en nuestra épocaproducen los resultados que han llegado al público aconsiderar a la prensa con una mezcla de desdén y depenosa cobardía. Hoy no podemos analizar qué debehacerse. Aquí nos interesa el problema del destinopolítico reservado a los periodistas y de lasoportunidades que se les ofrecen de obtener unaposición de dirección política. Hasta ahora, el periodistaha tenido oportunidades favorables sólo en el Partidosocial-demócrata. Dentro del partido, los puestos deredactores han tenido predominantemente la naturaleza

    de posiciones oficiales, pero no constituyeron un tram-polín para acceder a posiciones de dirección." MaxWeber; op. cit. pp. 92/4.

    [15] En otro escrito, también de 1918, "Parlamento ygobierno en una Alemania reorganizada. Una críticapolítica de la burocracia y de los partidos", sepreguntaba Weber: "¿En qué sentido se desarrolla elliderazgo en los partidos bajo la presión de lademocratización y de la progresiva significación de lospartidos profesionales, de los funcionarios de partido yde los funcionarios de los grupos de interés, y quérepercusión tiene sobre la vida parlamentaria? (...) Estáascendiendo el demagogo, y un demagogo con éxito esaquél hombre que sea el menos escrupuloso en la

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    utilización de los medios para la captación de las masas."(Op. cit. pp. 228) "Pues la masa políticamente pasiva noda a luz desde sí misma al líder, sino que es el líder

    político quien se busca su clientela y se gana a la masamediante la demagogia. Esto es así en cualquier Estadodemocrático. Y, por ello, es mucho más lógica lapregunta al revés: si los partidos de una democracia demasas desarrollada permiten realmente que asciendanlos líderes, ¿están los partidos en condiciones de recibirnuevas ideas? Los partidos caen en la burocratización demanera muy similar al aparato estatal." (op. cit. pp. 243)Max Weber, Escritos políticos, Alianza, Madrid, 1991.

    [16] Op. cit. pp. 63/4.

    [17] Op. cit. pp. 90.

    [18] Op. cit. pp. 97/8.

    [19] Althusser piensa que precisamente, la ausencia derelaciones mercantiles, que es la ausencia de relacionesde explotación de clase y de dominación de Estado, "esla única definición posible de comunismo." (Op. cit. pp.301)

    [20] Op. cit. pp. 300/2. Los destacados son nuestros.

    [21] Miguel Mazzeo, "El eje estatal, el poder y el sujetoposleninista. Algunas reflexiones"; Revista Periferias Nº7,

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    Segundo Semestre 2002, op. cit. pp. 94/5. Las negritasson nuestras.

    [22] Op. cit. pp. 293.