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ESPACIOS VACÍOS, NARRADORES SILENCIADOS Andrea Luquin Calvo [email protected] Abstract: On the basis of the ideas on the space (the location, the extension and the location) of Michel Foucault and the totalitarianism of Hannah Arendt, one looks for to make a reflection on the ethics and the construction of the world in which it is inhabited, like foundation of the narration of the sense and its lost one before the cancellation of all space that allows the movement and the freedom. To describe the present situation introduce two terms: the displacement, by which the human beings are rejected of the vital space and the possibility of narration and the Non Place of the anthropologist Marc Auge, spaces that nullify the identity. With it a possible rescue of the space through the figure of outside, of exile like that ex-ones, exit that allows to recover the lost distance like critic. Key words: space, movement, freedom, sense, location, displacement, nonplace, exile, outside. LA SALIDA DEL ESPACIO Ya no hay tierra firme para mí. Todo se me vuelve blando, inseguro, bamboleante. Un mundo de algodón, un suelo de barro, escurridizo, sucio. Y un can- sancio enorme, porque se va la esperanza de vencer. ¿Dónde poner el pie? Ya no hay mundo para nosotros. Max Aub, El rapto de Europa “NOS han borrado del mapa”, le dice un exiliado español a un compañero en El remate de Max Aub. La frase resume la tragedia de todo destierro, de toda privación del espacio. El exiliado siente su vida como suspendida: es una sombra. Al perder su espacio, puede llegar a no encontrarse, sintiéndose perdido. Siente el “desgarro” como una expulsión de la tierra. “El encontrarse en el destierro no hace sentir el exi- lio, sino ante todo la expulsión”. 1 Salida del espacio: la incapacidad de poder narrar la historia, nuestra historia, con sentido. Para Hannah Arendt, lo característico del ya terminado siglo XX era (¿es aún?) la expatriación, el desarraigo sin precedentes, la generalización de las figuras del “paria”, el “refugiado”, el “exiliado” y la conciencia de la impotencia humana ante las fuerzas políticas, que culminaron en el ascenso de los movimientos totalitarios. Todos esos destierros fueron la consecuencia de esa moral de desperdicio, del mundo tecni- ficado, del espacio negado en donde los seres humanos se convierten en lo inútil. La 1 María Zambrano, Los bienaventurados, Madrid, Siruela, 1990, p. 32. 161

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  • ESPACIOS VACOS, NARRADORES SILENCIADOS

    Andrea Luquin Calvo

    [email protected]

    Abstract: On the basis of the ideas on the space (the location, the extension and the location) of MichelFoucault and the totalitarianism of Hannah Arendt, one looks for to make a reflection on the ethics and theconstruction of the world in which it is inhabited, like foundation of the narration of the sense and its lostone before the cancellation of all space that allows the movement and the freedom. To describe the presentsituation introduce two terms: the displacement, by which the human beings are rejected of the vital spaceand the possibility of narration and the Non Place of the anthropologist Marc Auge, spaces that nullify theidentity. With it a possible rescue of the space through the figure of outside, of exile like that ex-ones, exitthat allows to recover the lost distance like critic.

    Key words: space, movement, freedom, sense, location, displacement, nonplace, exile, outside.

    LA SALIDA DEL ESPACIO

    Ya no hay tierra firme para m. Todo se me vuelve blando, inseguro,bamboleante.

    Un mundo de algodn, un suelo de barro, escurridizo, sucio. Y un can-sancio enorme, porque se va la esperanza de vencer. Dnde poner elpie? Ya no hay mundo para nosotros.

    Max Aub, El rapto de Europa

    NOS han borrado del mapa, le dice un exiliado espaol a un compaero en Elremate de Max Aub. La frase resume la tragedia de todo destierro, de toda privacindel espacio. El exiliado siente su vida como suspendida: es una sombra. Al perder suespacio, puede llegar a no encontrarse, sintindose perdido. Siente el desgarrocomo una expulsin de la tierra. El encontrarse en el destierro no hace sentir el exi-lio, sino ante todo la expulsin. 1 Salida del espacio: la incapacidad de poder narrar lahistoria, nuestra historia, con sentido.

    Para Hannah Arendt, lo caracterstico del ya terminado siglo XX era (es an?) laexpatriacin, el desarraigo sin precedentes, la generalizacin de las figuras delparia, el refugiado, el exiliado y la conciencia de la impotencia humana ante lasfuerzas polticas, que culminaron en el ascenso de los movimientos totalitarios. Todosesos destierros fueron la consecuencia de esa moral de desperdicio, del mundo tecni-ficado, del espacio negado en donde los seres humanos se convierten en lo intil. La

    1 Mara Zambrano, Los bienaventurados, Madrid, Siruela, 1990, p. 32.

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  • ruptura, el destierro que nos ha lanzado a esta vida vagabunda, del espacio y del mun-do, es feroz, una barbarie nunca antes vista. Esta vez no se trataba de la prdida de unmundo por una violencia que suprime las libertades: se trataba de la desaparicin deun mundo comn, de las condiciones esenciales de toda libertad. De todas las liber-tades especficas que se nos pueden ocurrir al or... la libertad de movimiento es desdeel punto de vista histrico la ms antigua y tambin la ms elemental. El hecho depoder ir hacia donde queramos es el gesto prototpico del ser libre... tanto la accincomo el pensamiento se dan en la forma de movimiento... la libertad sirve de funda-mento a ambos: libertad de movimiento. 2 La narracin en este aspecto es portadorade sentido, pero es necesario tener un status poltico, tener un espacio en el mundo apartir del cual hablar y narrar la vida. De ah, la violencia radical del totalitarismo: notiene topologa espacial, nos deja sin mundo en el cual movernos, silenciando todanarracin individual. Su trabajo consiste en apretar a unos hombres contra otros, hastadestruir el espacio existente entre ellos, hasta asfixiarlos. Al anular el espacio, la pro-ximidad sin diferencias destruye la singularidad, la distancia, y con ella lo pblico entanto espacializacin, el movimiento en tanto libertad. Negando el espacio se evita laaccin, buscando sustituir la pluralidad por un hombre nico, incapaz ya de encontrarsentido de manera personal al mundo. Una nueva forma de habitar el espacio que aca-ba por establecer que los seres humanos sencillamente sobran, estn de ms.

    Lo que ms asusta hoy es que basta con abrir el peridico para observar que nues-tro nuevo siglo XXI sigue ofreciendo abundantes pruebas de esa reduccin del espacio.Lo nico que cambia es la ubicacin geogrfica. Ya no parece haber mundo paranosotros: vivimos en la arquitectura del desplazado, de los campos de emigrantes, delas autopistas y aeropuertos a ninguna parte, de las grandes superficies annimas, delos futuros nulificados. Una crisis que se nos revela concerniente no slo a la crisisdel sujeto entendida como cada o prdida de la concepcin metafsica del mismo;sino que aparece en relacin con la insostenibilidad del sujeto en el mundo, en elespacio radicalmente transformado por la organizacin tcnica, del capital y del mer-cado. Hay an sentido posible para poder realizar nuestras acciones? Hay todavaun mundo para nosotros?

    La cara ms profunda del exilio se nos revela: se ha convertido en nuestra propiaconstitucin. El yo como exilio, como apertura y salida de sentido, pues ya no loencontramos. La radicalizacin de esa experiencia se encuentra en Heidegger y en lasfilosofas existenciales, cuando nos convertimos en un ser-ah (un afuera), en un sercuya esencia consiste en su ex-istencia o un ser que considera que todo da igual, quetodo est permitido porque ha decidido salir del sentido; en todos esos sujetos lo quecuenta ya slo es ese ex. Salida del mundo, de la historia, del universo como explicaZambrano en Los bienaventurados. Pero precisamente slo en ese afuera es que anpuede haber esperanza. Porque a final de cuentas en ese exilio y slo en l la nece-sidad de tener un espacio, un mundo, se revela. La patria verdadera tiene por condi-cin crear el exilio, nos dice Zambrano: ante nosotros se abre la inmensidad del espa-cio. Si para Michel Foucault, la poca actual es sobre todo la poca del espacio, no seequivoca: nos han desplazado.

    162 Andrea Luquin Calvo

    2 Hannah Arendt, Hombres en tiempos de oscuridad, Barcelona, Gedisa, 1990, p. 19.

  • LA TICA Y EL ESPACIO

    Para Hannah Arendt la accin y el discurso, basada en la posibilidad de movi-miento, permite a los seres humanos revelar activamente su identidad y hacer su apa-ricin en el mundo, de tal forma que en esa revelacin de su accin, en la tica, seconstruye el espacio en el cual habitamos. Hemos de remitirnos entonces al origen dela palabra tica para encontrar su sentido. La etimologa nos devuelve esa fuerza ele-mental de la palabra, su sentido autntico gastado a travs del uso cotidiano: Laspalabras... son casitas con su bodega y su desvn... Subir la escalera en la casa de la palabra es, de peldao en peldao, abstraerse. Bajar a la bodega es soar, es perder-se en los lejanos corredores de una etimologa incierta, es buscar en las palabras teso-ros inencontrables. Subir y bajar, en las palabras mismas, es la vida del poeta. 3 En estebajar de la etimologa nos encontramos con que la palabra tica es impensable sin elespacio. Como apuntaba Heidegger, 4 la palabra proviene del vocablo ethos: residen-cia, lugar donde se habita, la morada, casa, hogar. Ese ethos como hogar, como espa-cio de morada de la tica alude al espacio originario donde el hombre habita. As, elethos es el suelo, el fundamento, la raz de donde brotan todos los actos humanos. Laanaloga del espacio como el hogar ser el eje central de Bachelard en su obra La po-tica del espacio: Todo espacio verdaderamente habitado lleva la nocin de casa, laimaginacin crear el albergue, los significados harn las paredes. Hay que decir cmohabitamos nuestro espacio vital de acuerdo con todas las dialcticas de la vida,cmo nos enraizamos de da en da en un lugar del mundo. El sujeto es un artista queconvertir el espacio en la casa, el hogar, ethos primordial.

    Es evidente que la cultura occidental no siempre es tica en el sentido de la des-truccin y ocultamiento de los espacios. Son tiempos de ruptura en donde el espacioconstruido no ha significado el hogar esperado, sino que se ha convertido en su con-trario. De esos ocultamientos, el totalitarismo es el ms peligroso; es como una barrade hierro, que comprime cada vez ms a las personas. En un mundo en que no haymovimiento y la distancia es eliminada dejo de ver al otro, ya no existe. Es la lejanadel otro, paradjicamente en un espacio tan comprimido. Y en ese asfixiar, los hom-bres sobran. Convertir al ser humano en animal de trabajo, en material o recursohumano, simple nmero, sobrante si la cuenta final no resulta lo que esperbamos,anula y aplasta cualquier convivencia. El hogar que caracteriza al genuino habitar nose manifiesta en nuestro mundo. Hemos logrado lo que ninguna especie: establecerque ella misma, los seres humanos, estn de ms; no hay espacio para nosotros.

    Es fcil entender que quien est privado del mundo, del hogar, de compartir eseespacio con otro, queda arrebatado de aquello que permite conocerle como humano.Este nuevo no lugar se constituye en la novedad radical del siglo XX. Al anular elespacio, la proximidad sin diferencias del totalitarismo (y la de la sociedad de masas),se destruye la singularidad, la distancia, y con ella lo pblico en tanto espacializacin,la accin en tanto libertad. Hoy nuestro trayecto se ha transformado en una bsquedade sentido que significa re-territorializar al espacio enfatizando sus mltiples direc-ciones y flujos. No nos queda ms: vivimos en la arquitectura del desplazado, del quebusca refugios.

    Espacios vacos, narradores silenciados 163

    3 Bachelard, La potica del espacio, Mxico, FCE, 1965, pp. 194-195.4 En Carta sobre el humanismo.

  • LA CONSTRUCCIN DEL ESPACIO

    Scrates dijo su concete a ti mismo contra Pitgoras, que se jacta-ba de sus viajes.

    Concete a ti mismo es la idea del viaje interior, no del mero turis-mo. [Pero] no hay que desdear la geografa; quizs no sea menos impor-tante que la psicologa.

    Borges en dilogo con Osvaldo Ferrari

    El espacio resurge en su importancia central para el pensamiento tico. Es ciertoque como seala Foucault: En el momento en que comenzaba a desarrollarse unapoltica reflexiva de los espacios (finales del siglo XVIII) las nuevas adquisiciones dela fsica... desalojaron a la filosofa de su viejo derecho de hablar del mundo, del cos-mos, del espacio finito e infinito. Esta doble ocupacin del espacio por una tecnologapoltica y por una prctica cientfica ha circunscrito la filosofa a una problemticadel tiempo. Desde Kant, lo que el filsofo tiene que pensar es el tiempo. 5 El progre-so como sucesin, en un tiempo dio la primaca a la reflexin de ste, mientras quehoy, para quien el mundo se convirti en exilio, para quien el tiempo del progreso aca-b devorndolo, el acento se encuentra en ese espacio perdido.

    Michel Foucault ha dado ya la pauta de lo que podra ser la tarea de una especiede historia de los espacios construidos: podra escribirse toda una historia de losespacios que al mismo tiempo sera una historia de los poderes, que comprenderadesde las grandes estrategias de la geopoltica hasta las pequeas tcticas del habitar...sorprende cunto tiempo ha hecho falta para que el problema de los espacios aparezcacomo un problema histrico-poltico... se le analizaba o bien como suelo, o bien comoaire, lo que importaba era el sustrato o las fronteras. 6 Al trabajar sobre el espacio nosremitimos al trayecto y al movimiento, a esas fuerzas que estn ah, habitndolo. Hayque pensar cmo vestimos, cmo habitamos el espacio, cmo en fin hacemos ticaen el mundo al realizar nuestras acciones en l.

    La configuracin histrica de los espacios de la modernidad la encontramos en elartculo de Foucault Espacios diferentes. En ella, con vistas a lanzar su idea de uto-pa (lugares inexistentes que mantienen con el espacio una relacin de analoga direc-ta o inversa, en donde la sociedad es perfeccionada o mostrada en su reverso) y hete-rotopa 7 (lugares reales diseados en la institucin social, especies de utopas realesen las cuales los emplazamientos culturales estn representados, cuestionados e inver-tidos), Foucault realiza un viaje por la conformacin del espacio. De esta manera, elfrancs seala que la Edad Media, mundo de lugares jerarquizados tanto en el cielocomo en la tierra, se rigi por la localizacin; fijar y cerrar en lmites determinados,estableciendo el lugar en que se hallaba algo, en un mundo ordenado de antemano porDios. La localizacin se romper, cuando es imposible ya ubicar algo en base a estemapa diseado por la divinidad. Precisamente esta crisis de localizacin, de ubica-cin, dio origen a la modernidad.

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    5 Michel Foucault, El ojo del poder, entrevista en Bentham Jeremas: el panptico, Barcelona, LaPiqueta, 1980, p. 12.

    6 Ibid., p. 12.7 Existen heterotopas de crisis, lugares privilegiados, sagrados, o prohibidos, reservados a los indivi-

    duos que se encuentran, en relacin a la sociedad en estado de crisis, y heterotopas de desviacin: en lasque se ubican los individuos cuyo comportamiento est desviado con respecto a la norma exigida.

  • El espacio del hombre moderno es un espacio diferente. Gracias a la razn, al sis-tema solar, a los descubrimientos transocenicos, se abra un espacio, no slo geogr-fico (al dominio del Atlntico se suma la conquista de Amrica), sino una nueva men-talidad. Se trata, en palabras de Schmitt, 8 del dominio del ocano, de la expansin defronteras, de la visin del espacio con un telescopio. El hombre conquistaba una nue-va inmensidad a travs de la tcnica. La libertad alzaba a los hombres a travs delocano, al abismo que se convierte en espacio dominable y dominado por los hombrespara ser libres gracias a su tcnica. Dueo y seor del espacio y las estrellas, el mun-do fsico se ampliaba; el telescopio ayudaba al hombre a entender su mundo, el barcoa recorrerlo. En la historia moderna el hombre reclama su libertad para ordenar estenuevo espacio. El hombre conquistaba as una nueva inmensidad a travs de la tcnicapara poder encontrar que todo era posible. Si bien necesitamos de la razn paradominar el ocano y explorar los cielos, el carcter de gratuidad del espacio, oce-nico y celeste, ejercer la atraccin al vaco. Se nos proporciona una especie de espa-cio sin lmites en donde se puede jugar con todas las posibilidades, en donde podemosproyectar la consecucin de las mismas, en donde la libertad puede aparecer.

    Es en esta revolucin del espacio en donde se constituye el mundo occidentalmoderno: la existencia se ve desde el vaco. El mundo no esta en el espacio, por elcontrario, el espacio es el que est en el mundo. Que mejor que proyectar en ese vacoen su ser. El moderno se arroja a la nada, a ese hechizo de su propio reflejo en lainmensidad ocenica y celeste. La potencias martimas surgirn y con ellas el pensa-miento poltico y moral, reflejo de esta inmensidad encontrada. Esto es ms que unapostura poltica, esto remite a un ser-en-el-mundo. El pensamiento anglosajn, que esel de una antigua potencia martima, es un pensamiento ondulatorio, que remite alnomadismo, a la flexibilidad, a la fluctuacin, a la fugacidad en la existencia: favorecela incertidumbre, se complace con el relativismo, el relacionismo absoluto. 9 Despusde la revolucin de Galileo y Coprnico el hombre nunca se haba sentido tan amena-zado, las cosas ocupaban ms espacio que antes (haba ms y nuevas) y ste a su vezse ampliaba; todo comienza a moverse y ha dejar de tener sentido en su pasada locali-zacin. Sin ms norte ni sur, haca falta crear otros mundos, para poder refugiarse;haba que volver a darle un orden. El espacio se encontr as con Galileo (La natura-leza est escrita en lenguaje matemtico) y Descartes en la extensin: con ella seabra a la capacidad de ocupar el espacio de una nueva forma.

    Para dar el sentido a este nuevo espacio, la razn moderna construy un sujeto, unyo solipsista identificado con su propio reflejo; el yo pienso cartesiano que se levanta-ba como el criterio de certeza frente al caos, frente a la duda. En el vaco, Descartesse encuentra consigo mismo, soy una cosa que piensa, un pensamiento que se tiene as mismo por contenido. El moderno punto de vista del mundo astrofsico, quecomenz con Galileo, y su desafo a la suficiencia de los sentidos para revelar la reali-dad, nos ha dejado un universo de cuyas cualidades solo conocemos la manera encomo afectan a nuestros instrumentos de medida... en lugar de cualidades objetivas enotros mundos encontramos instrumentos, y en vez de la naturaleza o el universo... elhombre slo se encuentra consigo mismo. 10

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    8 Schmitt, Tierra y mar, Madrid, Ed. Instituto de Estudios Polticos de Madrid, 1952.9 Paul Virilio, Hay que defender la historia, entrevista de Rachid Sabbaghi y Nadia Tazi en IPN

    ciencia, arte: cultura, noviembre-diciembre de 1998, Hemeroteca Virtual ANUIES.10 Hannah Arendt, La condicin humana, Madrid, Paids, 1994, p. 289.

  • Pero no slo eso. Ante un espacio diferente, se necesitaba un movimiento diferen-te el verdadero escndalo de la obra de Galileo no es tanto el haber descubierto, oms bien haber redescubierto que la Tierra giraba alrededor del Sol, sino el haberconstituido un espacio infinito, e infinitamente abierto; de tal forma que el espaciomedieval, de algn modo, se disolva, el lugar de una cosa no era ms que un punto ensu movimiento, as como el reposo de una cosa no era ms que su movimiento indefi-nidamente. 11 La gran conquista es la autonoma kantiana como la propiedad de unsujeto que se ha liberado de todo tipo de sometimiento y se ha convertido en dueo des mismo y de su historia. Esta autonoma, este darse a s mismo su propia ley y deobedecerla, slo es posible mediante el uso de la razn.

    EL ESPACIO MODERNO. EL EMPLAZAMIENTO

    Con la episteme de esta poca moderna se nos permiti, en palabras de Foucault,dividir lo uno de lo diferente, lo verdadero de lo falso; todo en nombre de la construc-cin del hombre moderno y racional. El sentido estaba dado. Sin perder de vista elhilo conductor foucaultiano, la poca moderna buscaba actuar de tal manera que elhombre pudiese ser liberado de sus alienaciones, de las determinaciones que no con-trolaba; y lograr, gracias al conocimiento que posea de s mismo, convertirse por pri-mera vez en dueo de s. Esa construccin de un sujeto enamorado de su propio refle-jo, 12 lanzndose al vaco, es el sujeto destinado a la ordenacin de la extensin queacabar en emplazamiento, en ordenacin de los objetos en un lugar, en la otorgacinde un determinado tiempo para realizar una accin o movimiento. Control sobre con-trol: El hombre se converta en objeto de conocimiento para que el hombre pudieseconvertirse en dueo de su espacio. En nuestros das, el emplazamiento sustituye a laextensin... se define por las relaciones de proximidad entre puntos o elementos; for-malmente, se las puede describir como series, rboles, cuadrculas... Estamos en lapoca de lo simultneo, estamos en la poca de la yuxtaposicin, en la poca de loprximo y lo lejano, de lo uno al lado de lo otro, de lo disperso. 13 El emplazamientodar as identidad, rumbo. Esta ordenacin, como bien lo anota Foucault, este empla-zamiento crea el problema del sitio (la demografa), que va ms all de plantear sim-plemente si hay lugar para las cosas y en especial para el hombre que, convertido enobjeto, tambin debe ser emplazado. Surge el problema de qu relaciones de proximi-dad, qu tipo de almacenamiento, de circulacin, de identificacin, de clasificacinde elementos humanos deben ser tenidos en cuenta en tal o cual situacin para llegar a

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    11 Foucault, Espacios diferentes en Esttica, tica y hermenutica, Obras esenciales, volumen III,Barcelona, Paids, p. 432.

    12 Lacan entiende al yo como el encargado de mantener una apariencia de coherencia. El francs criti-car la segunda meditacin de Descartes, como descubre el yo en el estadio del espejo. El espejo es ellugar donde (el nio entre los 6 y 18 meses) se ve anticipadamente una imagen unitaria y total de lo que sees: puro fragmento. La imagen es asumida jubilosamente por un Yo que se encuentra antes de objetivarseen la dialctica de identificacin con el otro. Esta identificacin es eficaz porque realiza la formacin yunidad del yo, sobre la experiencia del cuerpo que hasta entonces se ha vivido como fragmentado. El yoentonces, se constituye como una ficcin y su unidad se logra a partir de una alineacin imaginaria. Narci-so enamorado de su imagen, ahogndose en ella porque no hay all ningn lmite. El lmite en la funcindel Otro del lenguaje, introduce la agresividad y la muerte en tanto funda la dialctica del t o yo, endonde con l no soy pero sin l tampoco la eterna dinmica del reconocimiento de Hegel, relacin quehar surgir la agresividad ya que este otro igual a m puede ser que me aniquile.

    13 Foucault, Espacios diferentes, op. cit., pp. 431, 432.

  • tal o cual fin. Estamos en una poca en que el espacio se nos da bajo la forma de rela-ciones de emplazamientos. 14

    Pero esa libertad encontrada en el dominio ejercido a las cosas, se dispersa preci-samente en ese dominio. El ser humano olvida que Nada puede permanecer inmen-so si cabe medirlo, que toda panormica junta partes distantes y por lo tanto estable-ce la contigidad donde antes imperaba la distancia. 15 Esta frase de Arendt definela esencia del emplazamiento. Quien domina acaba siendo tambin dominado, empla-zado. El emplazamiento surge al convertir el espacio en dominable y dominado porlos hombres para ser libres gracias a su tcnica. En la crtica establecida por Hork-heimer y Adorno en la Dialctica de la Ilustracin se puede ver como el proyecto dereconstruccin racional del mundo lleva en su seno la contradiccin, su misma nega-cin ya que la razn ilustrada conlleva la instauracin del pensamiento enclaustradory el dominio de la lgica de la identidad, porque ilustrar e iluminar es, a la vez, hist-ricamente dominar y encadenar. La tcnica coloniza el espacio porque para poderaprehender el territorio es necesario recorrerlo. Aparece la velocidad como un ele-mento importante; la aceleracin del movimiento deba de darnos una aceleracin dela libertad. De ah la importancia otorgada al tiempo por el progreso moderno; stedeba darse en el espacio, para que pudiera aparecer era necesario acelerar el movi-miento: haba que recorrer el espacio ms rpido. Creo... que no se ha comprendidola llegada del motor. No se ha visto que se trataba de la invencin de un movimientoperpetuo o casi: el motor a vapor, a explosin, elctrico, electrnico, a inferencialgica en el caso de la computadora y... del motor de bsqueda de Internet. Conside-ro, con Ernst Jnger, que esto va ms lejos que la revolucin industrial. Un Huygenso un Descartes no ignoraban la primaca de esto, sin duda porque todava podanreferirse al Primer Motor de Aristteles, al divino. 16 La situacin es que hoy nosabemos muy bien por dnde vamos, pero vamos y cada vez ms rpido. Vamoscamino a ninguna parte, pero tenemos prisa en llegar. Si la mirada sobre s y elencuentro de la libertad fue el privilegio moderno, la velocidad acabar por perderla.Har del territorio, del espacio lo que pasa sin ser visto, sin ser vivido ni experimen-tado, por lo tanto no narrado, carente de sentido. 17 Estamos, como bien apunta Fou-cault, en la edad de la inmediatez y de lo instantneo. Lo instantneo hace presenteun momento despus ya no esta ah. Hoy entramos ya en la velocidad de la luz y a lavelocidad de la luz el espacio se anula. Ese tiempo instantneo carece de topos y porlo tanto carece de las dimensiones fsicas y memorias que son las que constituyen elhabitar. Hay ya espacio en esta velocidad, en esta aceleracin del movimiento queinstaure algo?

    Espacios vacos, narradores silenciados 167

    14 Ibid., p. 433.15 Arendt, La condicin humana, op. cit., p. 279.16 Virilio, Hay que defender la historia, op. cit.17 La aparicin del ciberespacio marca la prioridad del tiempo. La comunicacin alta velocidad pero

    en dnde? Y quin dice las cosas? a quin? (la audiencia, la masa). No se narra, se informa. No secomprende: se conocen una serie de datos y opiniones, que hoy estarn aqu y maana no.

  • EL NO-LUGAR

    Desde luego es extrao no habitar ms el mundo

    Rilke

    Lo que entendemos por el ocultamiento del espacio corresponde a todas aquellasacciones y hechos, como la guerra, que lo ponen en peligro. La violencia surge cuan-do se rompe el lugar en que podemos movernos y se nulifica la voluntad que lo per-mite. El fascismo y la velocidad se emparejaron para provocar una reduccin delmundo. El movimiento (su aceleracin) se convierte en la obsesin de los movimien-tos totalitarios que slo pueden hallarse en el poder mientras estn en marcha y pon-gan en movimiento a todo lo que exista en torno a ellos. 18

    El problema consiste en que en el emplazamiento se conquistaba la libertad deaccin. Pero, puesto que todo es posible, ya que todo ha dejado de ser localizable,ahora la nueva ordenacin se hace necesaria. Una ordenacin, opresin que acabasiendo hecha en nombre, paradjicamente, de la libertad. El progreso tiene un costo.Como afirma Walter Benjamin, no hay documento histrico que no lo sea de barbarie.El ngel del progreso es impulsado por el viento, avanza sin poder reparar el daohecho, slo lo observa. Se trata del designio de hacer de los seres humanos y de suindividualidad cantidad sobrante, superflua. Yo, los otros, no pueden ser tratadoscomo meros objetos: el idealismo se convierte en la tentacin del totalitarismo.

    Si el conocimiento que nos lleva a ordenar el espacio tiene que ver la esencia de larealidad, entonces todo lo contingente se convierte en irrelevante, se reduce la plurali-dad a un elemento nico, necesario para ese orden general, universal. El peligro deesta visin es que puede justificar cualquier proyecto, aunque tenga un severo costohumano porque lo concreto, al carecer de significacin terica, ni valida ni invalida alproyecto general. 19 Los habitantes de estos espacios, como seala Arendt, se ven arro-jados y atrapados en el proceso de lo que se llame Naturaleza o marcha histrica, conobjeto de acelerar su movimiento.

    Lo siniestro sale a la luz. Las relaciones de la morada y del espacio se vuelvenficticias. Todo es mquina y la vida ntima huye por todas partes. Las calles son comotubos donde son aspirados los hombres. 20 Lo familiar se vuelve amenazante, peligro-so, una crcel sin salida. Nos hemos exiliado de nuestra casa, del hogar. Lo cotidianoest preado de extraeza y se nos vuelve inhspito, una crcel sin salida, una jaulade hierro weberiana; nos hemos exiliado de nuestra casa, del hogar. Lo siniestro, segnFreud, es aquello que debe permanecer oculto y sale a la luz, que se alza en lo cotidia-no y lo conocido, se ha manifestado, alcanzando el punto preciso de tornarse extrao,inquietante, horroroso: nuestro propio espacio del cual estamos siendo desplazados.

    168 Andrea Luquin Calvo

    18 Hannah Arendt, Los orgenes del totalitarismo, 3. Totalitarismo, Madrid, Alianza, 1987, p. 482.19 Hannah Arendt apunta en Los orgenes del totalitarismo (que recuerda la crtica de Benjamin en el

    narrador a una sociedad no basada en esta sino en la informacin, en la mera opinin): En la sociedadmoderna, con su caracterstica falta de discernimiento... cualquiera que no slo posea opiniones, sino quelas presente en un tono de conviccin inconmovible, no perder fcilmente su prestigio, aunque hayan sidomuchas las veces en que se haya demostrado que estaba equivocado. Hitler, que por una experiencia deprimera mano conoca el moderno caos de opiniones, descubri... que el convencimiento de que todo esun disparate... poda evitarse adhirindose a una de las muchas opiniones corrientes con inquebrantablefirmeza. Esta aterradora arbitrariedad de semejante fanatismo ejerce una gran fascinacin en la sociedadporque... se ve liberada del caos de opiniones. Nota a pie de pgina, p. 482.

    20 Bachelard, La potica del espacio, op. cit., p. 62.

  • EL DESPLAZAMIENTO Y LOS NO-LUGARES

    La ordenacin del emplazamiento da as un paso ms no descrito por Foucault ensu ensayo, se convierte en desplazamiento; mover, sacar de un lugar a una personaporque no hay espacio para ella, porque no se ajusta al ambiente o a las circunstanciasde esa ordenacin (emplazamiento) convertida en necesaria, un orden y control tota-les, paradjicamente, en nombre de la libertad y el progreso. Foucault acierta alexpresar que el espacio toma importancia en cuanto a las relaciones de poder ahmanifiestas, ya que el desarrollo de nuestro sistema no hubiera sido posible sin lacreacin de espacios donde se impusieron tcnicas de saber-poder destinadas a forjaral nuevo sujeto. Pero cuando hablamos de desplazamiento no slo hablamos de lasrelaciones de poder en un espacio que se contrae, sino tambin de las personas quesobran en esta ordenacin, a quienes se les niega cualquier utopa o heterotopa y quepor ellas mismas han de encontrar un nuevo espacio que permita encontrar sentido.Qu pasa cuando en el espacio al que somos desplazados es imposible ya contar lapropia historia? Ese no-topos, es desplazamiento, es precisamente el lugar no enun-ciado por Foucault. Hemos hecho insostenible el habitar el espacio. Como deca MaxAub, parece ya no existir mundo para nosotros. Si el emplazamiento provoc el ori-gen de utopas y heterotopas, como una especie de espacios de respiracin para evitarel asfixiamiento, los desplazamientos producirn los No-Lugares.

    A qu nos referimos con el trmino no-lugares? Para el antroplogo Marc Auge,la situacin actual est caracterizada por esta clase de reduccin del espacio. Comohemos visto, hoy nos encontramos con que los seres humanos han dejado de apareceren un espacio que les proporcione una narracin con sentido. Para el francs el lugar esun espacio fuertemente simbolizado, una construccin concreta y simblica que otorgasentido a aquellos que lo habitan y lo utilizan; en l podemos leer parcialmente la iden-tidad de los que lo ocupan, al reconocerse en una narracin productora de espacio. Encontraposicin, los no-lugares 21 se referirn a aquellos espacios donde esta lectura noes posible. Espacios en los cuales no cabe una identidad, un simbolismo y una historia;donde el sentido se pierde. Su versin negra sera, para Auge, los campos de refugia-dos, de emigrantes, no-lugares en donde el espacio, a pesar de todo, intenta recompo-nerse en la esperanza de poder recuperar la narracin de la vida. Pero no slo hemoscreado campos de refugiados-emigrantes, sino tambin campos de concentracin. Aun-que Auge no considera que el campo de concentracin sea un no-lugar, lo hace porqueste ha acabado por poseer todos los efectos de un lugar; es decir, el tiempo lo ha signi-ficado como lugar de memoria e identidad histrica que intenta no dar olvido a lo queocurri ah: tiene un significado. No obstante la lectura del campo de concentracin

    Espacios vacos, narradores silenciados 169

    21 Estos espacios son caractersticos de lo que llama sobremodernidad. Auge prefiere este trminoantes que postmoderno. La sobremodernidad ampla el movimiento de la modernidad; en una lgica delexceso: aceleracin de la historia, exceso informativo, individualizacin de los destinos y desplazamientode los parmetros espaciales que provoca una crisis de narratividad sobre la manera de habitar y significarel espacio. Auge advierte de la creciente virtualidad del espacio pblico, convertido en una gran red dondelas posibilidades de circulacin son cada vez mayores, pero donde no se puede dialogar y se tiende alaislamiento. Cuando se accede a un no lugar, el individuo entra en un anonimato en donde necesita unaidentidad provisional que lo asemeje al otro (como los usuarios de cajeros automticos, hipermercados, etc.).Las relaciones que se establecen conducen a la individualizacin por la brevedad entre los contactos socia-les la persona que ingresa a estos espacios solo es lo que hace o vive al instante. El sentido, la significa-cin y el valor de las cosas son percibidos como nulos. La desidentificacin es patente.

  • como el no-lugar en extremo, logrado por un emplazamiento-desplazamiento brutal, ellugar donde los seres humanos son silenciados, privados de su identidad y acaban sien-do, no ya mero nmero manipulable y suprimible a discrecin, sino verdaderamentesobrantes para la organizacin del espacio, no es arbitraria. Viviendo amontonados sinespacio intermedio, rota la relacin entre los actos y el destino, en donde cualquiernarracin se torna imposible. La violencia es mayor, quizs porque en ese campo sereproduce a escala lo que ya se haba conseguido en el exterior a l. 22 Como cantidadsobrante de una ordenacin totalitaria, incapaz de entender la diferencia, en nombre deuna marcha histrica del progreso. Nos enfrentamos a tiempos de ruptura en donde elespacio construido no ha significado el hogar esperado sino que se ha convertido en sucontrario, un espacio vaco de narradores silenciados.

    OTRO ESPACIO: EL AFUERA

    Los hombres, aunque han de morir, no han nacido para eso sino paracomenzar

    Hannah Arendt

    La visin optimista de una historia concebida como una marcha permanente haciala realizacin de la humanidad, un concepto de la civilizacin basado en la creenciaen un Logos capaz de instaurar en el mundo un orden racional, se nos ha roto: elemplazamiento racional ha terminado por desplazarnos. No solo Husserl lo sealaba;el diagnstico weberiano, el psicoanlisis y ese desenmascaramiento llevado a cabopor Nietzsche lo atestigua ya. De repente, la manera en que habitbamos el mundo senos ha vuelto extraa, se nos ha exiliado; sencillamente estamos desterrados delhogar.

    Pero el exiliado, a pesar de todo, posee la esperanza de ser comprendido, de enten-der su condicin para con los dems y, sobre todo, consigo mismo: un extranjero conla esperanza de encontrar su casa en el afuera. Lo que cuenta es este momento de lasalida y del afuera que no es un momento, sino que la existencia ya slo es ese ex. Setrata del que parte y se aparta no hacia un lugar determinado, sino el que parte absolu-tamente al afuera: Y es que andar fuera de s al andar sin patria ni casa. Al salir deellas se qued para siempre fuera, liberado a la visin, proponiendo el ver para verse;porque aquel que lo vea acaba vindose, lo que tan imposible resulta en su casa en supropia casa, en su propia geografa e Historia verse en sus races sin haberse despren-dido de ellas, sin haber sido de ellas arrancado. El exiliado regala a su paso, que porello anda tan despacio, la visin prometida al que se qued fuera, fuera y en vilo... Apique en el borde de su abismo llano, all donde no hay camino, donde la amenaza deser devorado por la tierra no se hace sentir tan siquiera, donde nadie le pide ni le lla-ma, extravagante como un ciego sin norte, un ciego que se ha quedado sin vista por notener adonde ir. 23

    170 Andrea Luquin Calvo

    22 comprender pervertidamente a las ciudades segn el modelo de Auschwitz, a los Estados comomquinas, en fin a las comunidades como macro invernaderos en los que la temperatura, la reproducciny la aniquilacin estn regulados por mecanismos automticos extraos al dilogo... Auschwitz... alcanzla culminacin mxima de lo que es una ciudad, el lmite y el orden, aunque bajo la forma de una nadaexasperada; Arturo Leyte, Fue Auschwitz una ciudad?, Archipilago (34-35 De espacios y lugares:preocupaciones y ocupaciones), 1998, p. 118.

    23 Zambrano, Los bienaventurados, op. cit., p. 33.

  • El afuera: lo constitutivo del afuera no es un punto visible e identificable sino msbien un conjunto de fuerzas liberadas. Pliegue del espacio, de creatividad al cual seaccede, punto de resistencia: siempre creacin de lo abierto que se convierte en desa-celeracin, salto fuera del crculo que provoca el distanciamiento, la mirada contem-plativa de lo forzosamente alejado que permite aceptar las situaciones primariamenteinexplicables. No se trata del escape, de una evasin; el desplazamiento al afuera noolvida al mundo, busca comprender, para provocar una visin nueva, sin dejar dehabitarlo. Saber que se suea como dice Nietzsche no significa dejar de soar. 24 Untomar distancia, similar al proceso literario-narrativo, del afuera por excelencia: Estepensamiento que mantiene fuera de toda subjetividad para hacer surgir como de loexterior sus lmites, anunciar su fin... y que al mismo tiempo se mantiene en el umbralde toda positividad, no tanto para extraer su fundamento o su justificacin, cuantopara encontrar el espacio en que se despliega, el vaco que le sirve de lugar, la distan-cia en que se constituye y en la que se esfuman, desde el momento en que se es objetode la mirada, sus certidumbres inmediatas... es el pensamiento del afuera. 25 El afuerano es espacio de desahogo, sino espacio hallado para describir reflexivamente lo vivi-do, para ver el mundo en la distancia que permita comprenderlo. Escuchar al mundo ya los otros como quien se prepara para sobrevivir incluso... de la cultura... aunqueesto suene algo brbaro, como dice Benjamin.

    Esta relacin trata de un perderse y de volver a encontrarse, es un proceso curati-vo, es mirar, es la construccin de sentido: Todo discurso puramente reflexivo correel riesgo, en efecto, de devolver la experiencia del afuera a la dimensin de la interio-ridad... de ah la necesidad de reconvertir el lenguaje reflexivo... hacia un extremo quenecesite refutarse constantemente: que una vez haya alcanzado el lmite de s mismo,no vea surgir ya la positividad que lo contradice, sino el vaco en el que va a desapare-cer, y hacia este vaco debe dirigirse... en un silencio que no es la intimidad de ningnsecreto sino el puro afuera donde las palabras se despliegan indefinidamente. 26

    El hombre es un ser entreabierto, el proyecto individual es comprensin. Sartre lodeca: ah donde comprendo soy otro. El espacio implica tambin comprensin delproyecto de cualquier otro hombre; hay un espacio pblico que todos compartimospara poder ser, para poder movernos. Un espacio de mltiples perspectivas, mltiplesvoces en cuanto encuentro de fuerzas. Si no comprendemos esto, si continuamossilenciando narradores, el espacio continuar vaco y sin sentido. Se trata, como loexpresa Mara Zambrano, de evitar la tentacin de la existencia, esa misma que atrapaa un Descartes construyendo un sujeto, un yo solipsista identificado con su propioreflejo que se levantaba como el criterio de certeza:

    Si no se entiende esta situacin, la tentacin de la existencia, de ser el existente enmedio de esa soledad dejada por el desamparo... por andar as, sin mediacin puedeser tomada como libertad. La libertad as aceptada se establece como realidad quenecesita ser constantemente verificada con... una accin cualquiera... el Yo entoncesemerge sustituyendo a la mediacin, tomando la inmensidad como campo disponiblepara la unicidad. Es el nico y todo puede ser su propiedad. La inmensidad queda asreducida a ser todo... que admite sumandos... sumandos a la que quedan reducidoslos seres que inexorablemente se presentan que son sentidos como los otros, los opo-

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    24 Gaya Ciencia, aforismo 54.25 Michel Foucault, El pensamiento del afuera, Valencia, Pre-Textos, 1988, pp. 16-17.26 Ibid., pp. 24-25.

  • sitores, los contendientes. Todo contiende y se opone ante el nico que se ha instala-do en el desierto. Un desierto que ya no es la inmensidad. Y se ha perdido as parasiempre... Ahora la soledad es distancia... entre Yo y los otros, insalvable distancia. 27

    BIBLIOGRAFA

    Arendt, Hannah (1987), Los orgenes del totalitarismo, 3. Totalitarismo, Madrid, Alianza. (1990), Hombres en tiempos de oscuridad, Barcelona, Gedisa. (1994), La condicin humana, Madrid, Paids.Auge, Marc (1993), Los no lugares espacios del anonimato: una antropologa de la sobremodernidad,

    Barcelona, Gedisa.Bachelard, G. (1965), La potica del espacio, Mxico, FCE.Foucault, Michel (1980), El ojo del poder, entrevista en Bentham Jeremas: el panptico, Barcelona, Ed.

    La piqueta. (1988), El pensamiento del afuera, Valencia, Pre-Textos.Zambrano, Mara (1990), Los bienaventurados, Madrid, Siruela.Schmitt, Carl (1952), Tierra y mar, Madrid, Ed. Instituto de Estudios Polticos de Madrid.

    Artculos

    Foucault, Michel, Espacios diferentes en Esttica, tica y hermenutica, Obras esenciales, volumen III,Barcelona, Paids, 1999, pp. 432-441.

    Leyte, Arturo, Fue Auschwitz una ciudad?, Archipilago (34-35 De espacios y lugares: preocupacionesy ocupaciones), 1998.

    Virilio, Paul, Hay que defender la historia, entrevista de Rachid Sabbaghi y Nadia Tazi en IPN ciencia,arte: cultura, noviembre-diciembre de 1998, Hemeroteca Virtual ANUIES http://www.hemerodigital.unam.mx/ANUIES.

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    27 Zambrano, Los bienaventurados, op. cit., pp. 39, 40.