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10 de septiembre de 2006 En domingo URBANISMO La marina de Edimburgo El puerto transoceánico de la capital escocesa se renueva con una oferta de viviendas y ocio 8 PATRIMONIO En busca de La Puridad Encontrados los restos de uno de los más importantes conventos de Valencia 6/7 En el último suspiro de su mandato, el Consell de la Generalitat ha lanzado una oferta de pacto legislativo para preservar los paisajes más sobresalientes de la Comunitat. El territorio valenciano, en especial el próximo a la franja costera, ha venido siendo ocupado de manera progresivamente acelerada en las últimas cuatro décadas, en un proceso de urbanización imparable que, por un lado, ha creado una riqueza impensable, pero, por otro, ha transformado el medio ambiente natural e, incluso, el que la historia había legado. Páginas 2 / 5 Paisajes en extinción Imagen de la llamada isla de Cullera tomada a mediados de los cincuenta. FOTO: LEVANTE-EMV

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Page 1: En domingo - Levante-EMV · 2006-09-09 · nía campos de patatas y de caca-huetes donde espigolar y cazar ra-nas. Ahora, Patraix es el centro, como decían las crónicas del acci-dente

10 de septiembre de 2006

En domingo

URBANISMO

La marina de EdimburgoEl puerto transoceánicode la capital escocesa serenueva con una ofertade viviendas y ocio

8PATRIMONIO

En busca de La PuridadEncontrados los restos de uno de losmás importantesconventos de Valencia

6/7

En el último suspiro de su mandato, el Consell de la Generalitat ha lanzado una oferta de pacto legislativo para preservar los paisajes mássobresalientes de la Comunitat. El territorio valenciano, en especial elpróximo a la franja costera, ha venido siendo ocupado de maneraprogresivamente acelerada en las últimas cuatro décadas, en un procesode urbanización imparable que, por un lado, ha creado una riquezaimpensable, pero, por otro, ha transformado el medio ambiente natural e,incluso, el que la historia había legado. Páginas 2 / 5

Paisajes enextinción

Imagen de la llamada isla deCullera tomada a mediados delos cincuenta. FOTO: LEVANTE-EMV

Page 2: En domingo - Levante-EMV · 2006-09-09 · nía campos de patatas y de caca-huetes donde espigolar y cazar ra-nas. Ahora, Patraix es el centro, como decían las crónicas del acci-dente

José M. Alcañiz ■ VALENCIA

FOTOS: LEVANTE-EMV

HAY algún valencianomayor de 40 años quepueda reconocer lospaisajes de su niñez?

Yo no, desde luego. Nací junto a laplaza de Patraix, que por entoncesera el límite sur de la ciudad de Va-lencia, y al otro lado de la calle te-nía campos de patatas y de caca-huetes donde espigolar y cazar ra-nas. Ahora, Patraix es el centro,como decían las crónicas del acci-dente del metro. Veraneaba en Xà-bia cuando era Jávea y podías pa-sar allí un mes por cuatro chavos,en una especie de turismo ruralavant la lettre. El pueblo, el puertoy el Arenal eran tres pequeños nú-cleos, separados por varios kiló-

metros de almendros y viñedos.Hoy en día, las construcciones ocu-pan todo el frente litoral, de cabo acabo, y aún más allá: no hay unacantilado libre de chalés entre Xà-bia y Calp. Y aún más allá, porqueluego viene el Mascarat, y Altea, yBenidorm, y....

Algunos festivos iba en trenet alVedat de Torrent, que estaba sepa-rado del pueblo por una larguísimapendiente de olivos y algarrobos.Ahora están acabando los últimosedificios que en diez años lo hanconvertido todo en un continuo ur-bano. Cuando mi padre compró elprimer 600, pasábamos muchos do-mingos en la Calderona. Aquellaspinadas centenarias, trufadas de sa-brosos madroños, se volatilizaroncon los incendios de los años 90 ypueblos como Náquera están irre-

conocibles con tanto PAI. Podría se-guir, pero temo espantar al lector jo-ven con las historias del abuelo Ce-bolleta y aburrir al maduro con vi-vencias demasiado semejantes a lassuyas propias. Lo único que queríaponer de manifiesto es que, en 40años, el paisaje de la Comunidad Va-lenciana ha cambiado de manera ra-dical. Si ha sido a mejor o a peor, yaes cuestión de gustos.

Hablando con propiedad, el pai-saje no para de cambiar por cues-tiones naturales. Cambia sin cesarcon la erosión del viento y de la llu-via. Ahora bien, son cambios tanlentos que resultan irrelevantes enel transcurso de una vida humana.El problema aparece cuando elhombre es capaz de cambiar un te-rritorio en poco tiempo, porquedeja a los nativos sin referencias ya los visitantes sin atractivos. Ensólo un decenio, la Comunidad Va-lenciana ha cubierto de hormigón yasfalto una superficie equivalente ala mitad de lo que había ocupado enlos otros 10.000 años. En cifras re-dondas, unos 120 millones de me-tros cuadrados cubiertos, másotros tantos en vías de serlo si al-guien no lo remedia...

PAISAJES EXTINTOS. Hay pai-sajes que han desaparecido parasiempre o de los que ya sólo quedanpiezas de museo. Hay muchas per-sonas que sienten el desarraigo deno reconocer ya su propia cuna.Aunque pueda parecerlo, no es uncaso muy corriente en la Historia,todo lo contrario de otras situacio-nes que sólo la falta de memoria nos

MEDIO AMBIENTE LA INEXORABLE TRANSFORMACIÓN DE LOS PAISAJES NATURALES E HISTÓRICOS DE LA COMUNIT

2/3 En domingo 10 de septiembre de 2006

La reciente normativa legal que,promovida por la Generalitat, reivindicael valor social del paisaje contrasta conla progresiva degeneración acontecidaen los últimos decenios de los paisajesnaturales de la Comunitat Valenciana,que ya tan sólo permanecen en nuestramemoria.

Vistas en la memoria

Imagen de una excursiónfamiliar al peñón de Ifach en la que se puede divisar la costa y el antiguo pueblo de Calpe en el año 1957.FOTO: ARCHIVO J. M. ALCAÑIZ.

La alteración del paisaje no sólo afecta alos ecosistemas naturales. Hay algunospaisajes artificiales que con los sigloshabían adquirido tanto valor o más.

Imagen actual de la huerta de Meliana. FOTO: FERRAN MONTENEGRO

Page 3: En domingo - Levante-EMV · 2006-09-09 · nía campos de patatas y de caca-huetes donde espigolar y cazar ra-nas. Ahora, Patraix es el centro, como decían las crónicas del acci-dente

TAT VALENCIANA

hace ver como novedosas. Porejemplo la emigración, que ha sidoel día a día de la Humanidad, llá-mese invasión de los bárbaros oReconquista. Los cambios de pai-saje, salvo cataclismos, fueron len-tos y graduales hasta la apariciónde la máquina de vapor.

Entre nosotros, uno de los pai-sajes peor tratados ha sido el queconforman las dunas, arrasadasuniversalmente para construir pa-seos marítimos o bungalows enprimera línea de costa. Más o me-nos naturales sólo quedan las du-nas de Guardamar; las del Salerson reconstruidas, aunque conacierto. Los marjales litorales sonla otra gran víctima del cambio depaisaje. Aparte de Pego y la Albu-fera, que ya fueron alterados/ate-rrados en el pasado para plantararroz, sólo tenemos algún retazode humedal costero en lugarescomo el Camp de Morvedre o laSafor. Por su parte, la media mon-taña está sepultada por las segun-das residencias y los ríos se hanquedado secos.

Pero la alteración del paisaje nosólo afecta a los ecosistemas natu-rales. Hay algunos paisajes artifi-ciales que con los siglos habían ad-quirido tanto valor o más. Por ejem-plo, la huerta de Valencia, tan en-salzada por los mismos que se hanocupado de ocuparla. La del sur yano existe y la del norte se encogedía a día. Quizá tenga que ser así;

también hace dos siglos se hizo ne-cesario talar las moreras porque laindustria de la seda ya no era ren-table. Pero también es cierto queentonces sólo se cambió un culti-vo por otros, sin alterar el uso delsuelo.

Pensemos en el ambiente con-trario, el secano. Pensemos en esasmontañas abancaladas por los ára-bes que aún pueden verse en lasMarinas, en la Vall d’Albaida o en elMaestrat. Bancales que, en muchoscasos, están siendo sustituidos por

urbanizaciones o por campos denaranjos, sustitutos a su vez de losque la construcción está despla-zando de las tierras más próximasal mar. Con ellos se van también oli-vos centenarios, construccionesde piedra en seco y animales adap-tados a vivir en ese difícil mundo.

En estos momentos, el único pai-saje que se encuentra relativamen-te virgen es el de la alta montaña.Muy alta ha de ser –la sierra delToro, el Javalambre valenciano, elmacizo del Caroig, la Tinença o lascumbres de Aitana– para habersevisto libre de agresiones. Y, de mo-mento, sólo el pico de Penyagolo-sa y una parte de Benifassà hansido catalogados como parque na-tural por este gobierno que tantoama el paisaje.

ADIÓS A LA BIODIVERSI-DAD. Para los prácticos, digamosfinalmente que el cambio del pai-saje no tiene sólo consecuenciasestéticas. Su destrucción es, sobretodo, la desaparición de un hábitat.Porque, al contrario de lo que dicela introducción del Reglamentoque acaba de aprobar el Consell, lariqueza paisajística no es la expre-sión de la biodiversidad de su te-rritorio. Es justamente al revés: labiodiversidad es la consecuenciade la diversidad paisajística. Es ladiferencia entre las condiciones dela alta montaña y de la orilla delmar, de los terrenos calcáreos y lossilíceos, de los humedales y de laszonas áridas la que hace posibleque la Comunidad tenga más espe-cies de plantas que todas las IslasBritánicas, aunque no sabemos porcuánto tiempo más.

Menos mal que ahora, como dicetambién el preámbulo, el Regla-mento viene a poner fin a la esca-sa sensibilidad en la toma de deci-siones y la carencia de una acciónpública y privada en paisaje. Te-niendo en cuenta que el PP ha go-bernado a sus anchas durante laprodigiosa década del ladrillo, ¿esuna autocrítica, existe un verdade-ro propósito de enmienda o se tra-ta sólo de una estrategia para ha-cer olvidar a los electores –tan pró-ximos ya– la condena casi unáni-me del Parlamento Europeo al ur-banismo perpetrado por Zaplana yque Camps heredó?

Imagen de la huerta de Patraix hacia 1960. FOTO: ARCHIVO J. M. ALCAÑIZ

S IGUE siendo una costum-bre que la gente se case.Por la iglesia. Por el juz-

gado. Por el amor a secas sinque ninguna ceremonia secruce por el medio. Sea comosea el apareamiento, el caso esque cada vez salen más modasalrededor de los casorios. Laprimera fue lo de celebrar ladespedida de soltero. Los ami-gos del novio no hacían nadaextraordinario: simplemente secargaban como cualquier sába-do y punto. Al mismo tiempo,las amigas de la novia alquila-ban un microbús y empezabana hacer rentable el negocio delestriptís masculino. La siguien-te moda fue la de colgar en laspasarelas de las autovías y lasavenidas urbanas unas sábanasdonde con tinta chorreantedecían los colegas de la parejaque al fin fulanito y menganitase casaban. Así de sencillo:fulanito y menganita se casanel día siete. La última costum-bre aparecida –aparte de la desepararse a los pocos meses dela boda– ha sido la de pintar enlas calles del pueblo, en eltrozo que va de las casas delnovio y de la novia hasta losjuzgados o la iglesia, letrerosalusivos al uno y a la otra.Letras gordas para avisar alchico y a la chica sobre la deci-sión que van a tomar en lospróximos minutos de sus vidas.En todos los pueblos dondevoy me encuentro con esosletreros, con las correspon-dientes flechas que indican ladirección a seguir, como si setratara de una carrera que elayuntamiento o la peña localde atletismo organizan por lasfiestas patronales. Algunasveces paso de largo y otras medetengo a leer lo que dicenesos mensajes. Algunos sonsimples, muy simples, como losde las sábanas colgadas en lasautovías. Piénsatelo bien. Nocometas locuras. Vivan Juanjo

y Cloti. Aún estás a tiempo.Por aquí se va al infierno (nosaben que en algunas ocasio-nes eso se confirmará, lamen-tablemente). En fin: son men-sajes unisex, que valen paraella y para él. Pero ya he visto

en tres sitios, escritos en elsuelo como los últimos que lesestoy contando, algunos men-sajes que me han perturbadouna miaja. Dicen más o menos,dirigido a la chica: no te fíes,Pepe es un golfo. Más o menosdice eso, el letrero, y digo Pepecomo podría decir Perico el de

los Palotes. Ya sé que sus auto-res sólo quieren hacer gracia,faltaría más. Ya sé que a lomejor es buscarle los tres piesal gato, cuando ya se sabe quetiene cuatro. Pero cuando viesos mensajes me pregunté quéhubiera pasado si a los amigosdel novio o de la novia se lesocurre pintar en la calle: «no te

fíes, Florita es una golfa».¿Qué hubiera pasado? No lo sé,porque en este país, despuésde tantos años de aparentemodernidad, hay cosas que nocambian. Si el novio ha sido ungolfo, eso son puntos a favorpara el buen mozo. Si la golfaes ella, eso ya es harina de otrocostal. Los roles masculinos yfemeninos siguen encharcadosen el barro sucio de un dese-quilibrio moral que asusta. Amí me da igual que la gentesiga con la costumbre de casar-se. Por la iglesia, Por el juzga-do. Por el amor a secas. Perono me da igual que se encareese trámite desde la mismaconciencia machista de nues-tros tatarabuelos. Chico igual achica. Ojalá fuera verdad en lasbodas y en todo. Pero desgra-ciadamente esos carteles calle-jeros –aun desde la broma–desmienten esa hermosa yjusta posibilidad. ¿O no?

DESDE LA FRONTERA

Bodas

Alfons Cervera

En todos los pueblosdonde voy me

encuentro con esosletreros, con las

correspondientes flechas que indican

la dirección a seguir,como si se tratara de una carrera que

el ayuntamiento o la peña local de

atletismo organizanpor las fiestas

patronales

En sólo un decenio,la ComunitatValenciana hacubierto dehormigón y asfaltouna superficieequivalente a lamitad de lo quehabía ocupado enlos otros 10.000años. En cifrasredondas, unos120 millones demetros cuadradoscubiertos, másotros tantos envías de serlo sialguien no loremedia...

Imagen del macizo dePenyagolosa, uno de losparajes naturales menosantropizado de laComunitat Valenciana. FOTO: LEVANTE-EMV

FOTO: ALBERTO SAÍZ

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Maria Josep Picó ■ VALENCIA

FOTOS: LEVANTE-EMV

LA franja de territorio ba-ñado por el Mediterrá-neo, al igual que la bio-diversidad, el agua o la

energía, es un recurso natural fi-nito. La construcción en la codi-ciada primera línea costera im-plica la destrucción irreversiblede los ecosistemas y de los pai-sajes que constituyen el patrimo-nio de una sociedad, incluso, sumemoria histórica. Las denun-cias de los científicos y los eco-logistas ante los riesgos de la ar-tificialización del litoral y la pér-dida de ecosistemas, la asfixia vi-sible de la costa ante tanta pre-sión urbanística y turística y lasnuevas directrices europeas es-tán impulsando una nueva sensi-bilidad social que reclama unamayor preservación del Medite-rráneo. Esta nueva tendencia, sinembargo, todavía choca con in-gentes intereses económicos,tanto del sector de la edificacióncomo del turístico, y con el atrac-tivo social innegable de disponerde una vivienda con vistas al mar.

La Conselleria de Territorio yVivienda aprobó el pasado agos-to el Reglamento del Paisaje de laComunitat Valenciana –para con-tinuar con el desarrollo de la Leyde Ordenación del Territorio yProtección del Paisaje de 2004(LOTPP) y asumir las pautas delConvenio Europeo del Paisaje,aprobado en Florencia el año2000)– en el que se matizaban lasrestricciones para urbanizar losacantilados costeros fijadas en lapropia norma. A pesar de ello,la aplicación deeste re-

glamento no será inmediata, yaque requiere de la elaboración deun plan de actuación territorialdel paisaje y la progresiva adap-tación de los planes generales deordenación urbana municipales.Por otra parte, el departamentoautonómico ya sometió a infor-mación pública el Plan de AcciónTerritorial del Litoral en febrerode este año, un documento queno recoge limitaciones tan evi-dentes a la preservación de lassierras litorales. A pesar de ello,el texto reconoce que la pérdidade calidad del paisaje litoral de laComunitat Valenciana «viene

asociada tanto a los procesos de

vulgarización y estandariza-

ción de la edificación en los mu-

nicipios litorales» por la forma-ción de pantallas arquitectónicasque irrumpen las vistas o el de-terioro de la identidad de los nú-

cleos tradicionales, como por«otras actuaciones que producen

un impacto negativo en el me-

dio». Entre ellas, se resalta: «la

construcción sobre hitos paisa-

jísticos o lugares visibles, la pér-

dida de cubierta vegetal con el

consiguiente aumento de la ero-

sión, el abandono del cultivo en

las planas litorales y la sustitu-

ción por la urbanización o la cre-

ación de efectos barrera». A suvez, este plan de acción territorialasume que la urbanización en lafranja litoral «sigue conduciendo

a la colmatación de los munici-

pios por usos urbanos, sobre

todo, en el ámbito de las áreas de

influencia costera».

LA PRESERVACIÓN DE LASCRESTAS LITORALES. Lasnormas generales de integraciónpaisajística en la planificación te-rritorial y urbanística fijadas porla ley de ordenación del territorio(artículo 33) recogían el deseo delGobierno valenciano de «Impe-

dir la construcción sobre ele-

mentos dominantes o en la cres-

ta de las montañas, bordes de

acantilados y cúspide de terre-

no, salvo las obras de infraes-

tructuras y equipamientos de

utilidad pública que deban ocu-

par dichas localizaciones». Peroel reglamento del paisaje esta-blece nuevos visos a la urbaniza-ción en la franja costera. Tambiénen las normas de integración pai-sajística (en el artí-culo

20.2) se siguen prohibiendo loscrecimientos en los acantilados,aunque se deja una puerta abier-ta a algunas excepciones, ya queestos desarrollos se podrán auto-rizar cuando formen parte del«crecimiento natural de núcleos

históricos que se encuentren en

alguna de tales situaciones y no

se modifique sustancialmente la

relación del núcleo con el paisa-

je en el que se inserta, así como

las obras de infraestructuras y

equipamientos de utilidad pú-

blica que deban ocupar». Encuanto a los equipamientos deutilidad pública el reglamento síes más restrictivo que la LOTPPya que obliga a que se justifiquetécnicamente «que es el único lu-

gar posible donde se pueden ins-

talar frente a otras alternativas

que supongan un menor impac-

to para el paisaje». Además, el re-ciente reglamento establece que,en ningún caso, podrán urbani-zarse suelos con pendientes me-dias superiores al 50%.

La protección de los acantila-dos está llegando cuando la ma-yoría de las sierras valencianasque miran al Mediterráneo ya es-tán colmatadas de cemento, sal-vo la Sierra de Irta, cuya protec-ción como parque naturalha evitado su dete-rioro. Las

comarcas de Alicante no sólo re-sistieron el boom turístico de losaños 60 y70, sino que en la últimadécada la construcción dispersaha plagado todas sus laderas y lla-nos. La Marina (cabos y acantila-dos de Xàbia, les Morres, Altea, laVila Joiosa, el Montgó de Dé-nia…) es representativa de estautilización del territorio ante laproliferación de urbanizaciones–casi siempre, vinculadas al de-sarrollo de puertos deportivos–,pero estas actuaciones tambiénafectan a municipios valencianoscomo Cullera y recientementeOrpesa, que no sólo ha construi-do su albufera, sino que está edi-ficando toda la sierra de la Re-negà, junto a Benicàssim.

SIN ESTRATEGIA AU-TONÓMICA NI OBSERVA-TORIO. La nueva orientación ur-banística, sin embargo, carece delas bases normativas adecuadas,dictadas por la propia ley de or-denación del territorio. En primerlugar, no se ha elaborado todavíala Estrategia Territorial de la Co-munitat Valenciana que (según elartículo 37 de la ley) debía ser lasíntesis del diagnóstico te-rritorial y

expresar los grandes retos terri-toriales autonómicos, mediantela identificación de las opcionesy los riesgos de futuro existentes.La Generalitat tampoco ha crea-do el Instituto de Estudios Terri-toriales y del Paisaje (previsto enel artículo 65). Este organismoautónomo de carácter mercantil,adscrito a conselleria, debía serel responsable de los análisis,diagnósticos y formulación depropuestas y alternativas para laordenación territorial de la Co-munitat, de forma global; mien-tras que debía estar integrado enRed Europea de ObservatoriosTerritoriales, como es el caso delObservatori del Paisatge de Ca-taluña.

LA TEMATIZACIÓN DELPAISAJE. El turismo es uno delos sectores más influyentes en laemergencia de nuevos espaciosurbanos «como resultado de in-

tensas dinámicas de metropoli-

zación y urbanización difusa y

dispersa que comportan trans-

formaciones territoriales, am-

bientales y pasajísticas muy re-

marca-

bles», argumenta el director delObservatori del Paisatge de Ca-talunya, Joan Nogué, quien su-braya que, en la actualidad, la es-tructura y morfología del paisajese caracteriza por una alta frag-mentación y por límites impreci-sos. El desarrollo turístico y lassegundas residencias tambiénimplican la tematización del pai-saje y una mercantilización de loslugares.

El Plan de Acción Territorialdel Litoral ya advertía de

los peligros del actual modelo dedesarrollo –que también generadesequilibrios con los territoriosde interior–, por ello, apuesta porasegurar el uso racional del lito-ral, gestión sostenible de los re-cursos, por definir los riesgos deerosión e inundación y medidascorrectoras, como también orde-nar edificaciones admisibles, me-jorar frente marítimo y preservarel paisaje. Casi un tercio de los470 kilómetros de costa valen-ciana, desde Vinaròs a Pilar de laHoradada, están preservados(130 km y 57.000 hectáreas de hu-medales, saladares, sierras o cor-dones dunares), sin embargo, elturismo representa el 10% delProducto Interior Bruto (PIB) au-tonómico y su mantenimiento de-pende, en gran medida, de la ocu-pación de la costa.

EXTINCIÓN DE LA COSTA.Un tercio del litoral mediterráneoya está totalmente urbanizado. Laocupación del territorio se haacelerado y cada día se constru-yen 30.000 metros cuadrados, unsuperficie similar a tres camposde fútbol. En Alicante, Barcelonay Málaga el 50% del primer quiló-metro de costa ya es totalmenteartificial. Éstas eran algunas delas conclusiones del informeCambios de ocupación del suelo

en España, elaborado por el Ob-servatorio para la sostenibilidad,promovido por el Ministerio deMedio Ambiente, y presentado amediados del pasado junio.

La Comunitat en 1987 tenía76.652 hectáreas ocupadas y en2000 ya eran 116.601, cifra que re-presenta un incremento del52,1%. Los aumentos más impor-tantes en dos décadas, ademásdel valenciano, fueron el de Mur-cia (62%) y Madrid (47,7), mien-tras que el crecimiento medio es-pañol se encuentra en el 30%, se-gún el documento elaborado conimágenes de los satélites Landsaty Spot obtenidas entre 1987 y2000 y vinculado al del proyectoeuropeo Corine Land Cover (co-ordinado en España por el Insti-tuto Geográfico Nacional).

4/5 En domingo 10 de septiembre de 2006

Los riesgosambientales dela construcción

L A edificación cos-tera, tanto de lasllanuras litorales,

zonas húmedas y cor-dones dunares como enlos terrenos más eleva-dos, destruye de formairreversible el suelofértil y deteriora la pre-servación de los eco-sistemas, que quedanfragmentados por lasconstrucciones.Además de estosimpactos directos, laurbanización de parce-las rústicas incrementalos riesgos de erosión ydesertización, comotambién los peligros deavenidas e inundacio-nes aguas abajo. La eliminación de lavegetación deja des-protegidos los terrenosy las vías asfaltadasaceleran la velocidadde los caudales, sobretodo, durante los episo-dios de lluvias torren-ciales. A menudo, lanuevas viviendas einfraestructuras aso-ciadas taponan loscaminos naturales dedesagüe, con lo que seagravan las amenazaspara la seguridad ciu-dadana. Por esta razón,es acuciante que losayuntamientos agilicenla adaptación de susPlanes Generales deOrdenación Urbana(PGOU) al Plan deAcción Territorial sobrePrevención del Riesgode Inundación en laComunitat (Patricova).Este plan fue aprobadoen 2003, sin embargo,el planeamientos muni-cipales no han incorpo-rado mayoritariamentelas directrices relacio-nadas con la preven-ción de inundaciones,mientras los departa-mentos autonómicos–primero la Conselleriade Infraestructuras ydurante esta legislaturala de Territorio– tampo-co han puesto en mar-cha medidas para agili-zar el procedimiento. Climatólogos como eldirector del Centro deEstudios Ambientalesdel Mediterráneo(CEAM), Millán Millán,también vinculan lapérdida de masa vege-tal provocada por laconstrucción y la dese-cación de marjales conla reducción de las tor-mentas de verano,debido, entre otrosfactores, a la disminu-ción de la humedadrelativa.■ M. J. PICÓ

A costa del paisaje D ESDE que trabajo en

casa (a mí me gustadecir desde que me

dedico a mis labores, porquela escritura no es otra cosamás que una calceta verbal,un crochet minucioso con lasvoces que uno escucha en suinterior), he ganado ciertosprivilegios y he perdidosotros, he descubierto algunasventajas y me he visto priva-do de otras. Como no mequejaba de mi destino cuan-do era funcionario de la ense-ñanza, tampoco me quejoahora que soy una suerte defrancotirador literario. Nosoy propenso a la queja portemperamento, por la convic-ción filosófica de que no sir-ve para casi nada, y por ver-güenza torera, que es la másestoica y elegante de las ver-güenzas, fundamentada en eltan español principio queacostumbra a confundir losverbos ser, estar y parecer, ysegún el cual uno puede estardesesperado, pero ha de serlo bastante orgulloso comopara no parecerlo.Desde que soy siervo de casa,más que amo –esclavo de miamplia libertad doméstica,que me permite no tener ho-rario ni para empezar ni paradar por concluido el trabajo–me he librado, por ejemplo,del terrible spleen de los do-mingos prelaborales, con sufúnebre temblor vespertino,que me ataba un nudo en lagarganta y promovía mis peo-res pensamientos físicos ymetafísicos. Pero también heperdido la euforia matinal delviernes, esa brisa jubilosaque anunciaba el comienzodel fin de semana, y que mebastaba para madrugar con elespíritu de un héroe homéri-co. La vida, ya lo saben uste-des, consiste en un cambala-che de pequeñas costumbres,un trueque de grandes asun-tos diminutos en los que sesale ganando y perdiendo a lavez: ya no soporto, por fortu-na, a algunos colegas inso-portables, pero no tengo elgusto, por desgracia, de tra-bajar con compañeros magní-ficos; ya no sufro a bastantesalumnos insufribles, pero nome roza más la mágica sensa-ción que embarga al profesorcuando un alumno lo miracon el magnetismo placente-ro del que aprende y disfruta.Ganar y perder. Tener y dejarescapar. El pájaro en su jaulay ciento volando.Como un pájaro enjauladome sentía yo siempre –¿quiénno?– el primer día de clase.Cuando alumno, y cuandoprofesor. (Se ha hecho mu-cha literatura elegíaca acerca

de la melancolía que destilanlos niños y los adolescentesal regreso de las vacaciones,y mucha menos sobre el adul-to que vuelve a las aulas,cuando además dicha vueltaposee los caracteres trágicosde no tener a quién quejarse yde no poseer cantor elegíacoque ponga en verso tanta pos-tración.) El otro día rememo-ré aquel sentimiento, porquellevé a mi hija, este curso, asu primer día escolar.Sin embargo ya nada es loque era. Ni siquiera la melan-colía, a Dios gracias. A esterespecto jugaba sobre segu-ro, porque me he preocupadode que su colegio sea un lu-gar especial. Se llama Gença-

na y sus directores sólo tie-nen dos principios –que tam-bién son dos puntos de llega-da–: que a los niños les gusteir a la escuela, y que adquie-ran el amor por los libros,que es donde está casi todo.Amor por el placer, y amorpor el saber, como quiendice.

Cuando llegamos, en el jardínde acceso, a la sombra de lospinos, había un seto de librosplantados en pie, para que losleyesen los pequeños peni-tentes deleitosos. De una telade araña colgaban poemas enpareados con caramelos ycon el nombre de cada alum-no. Sonaba la música sin es-tridencias y una cocinera sepaseaba entre la gente con sumandil y gorro blancos, ofre-ciendo palmeras de hojaldrey pedazos de bizcocho reciénhorneados. Los padres, comodurante cualquier otro día declase, entrábamos en las au-las y paseábamos entre lashordas diminutas, que ibande acá para allá cantando.Al rememorar mis lejanos re-gresos escolares, con su so-lemne grisura somnolienta,pensé dos cosas para misadentros. Que no hay mejorenvidia que la que sentimospor la felicidad de aquellos aquienes amamos, y que noexiste ninguna buena razónpara que propaguemos lo feoy plomizo antes que lo bello yleve.

No hay mejorenvidia que la que

sentimos por lafelicidad de aquellosa quienes amamos, y

no existe ningunabuena razón para

que propaguemos lofeo y plomizo antesque lo bello y leve.

El primer día de colegio

Carlos Marzal

COMPLICIDADES

El paisaje artificial de la costa, cimentado con bloques de apartamentos, hoteles o chalés, ya no es sinónimo deprosperidad económica. Las postales del litoral empiezan a mostrar una imagen del territorio autonómico poco deseable paralegar a futuras generaciones. Tras varias décadas de beneplácito,incluso promoción, de la construcción en la franja mediterránea, comienzan a aprobarse normativasurbanísticas que pretenden frenar la edificación en zonas costerasde interés paisajístico y natural.

La protección de los acantilados está llegandocuando la mayoríade las sierrasvalencianas que miran alMediterráneo ya estáncolmatadas de cemento.

Un tercio dellitoralmediterráneo yaestá totalmenteurbanizado. La ocupación del territorio se haacelerado y cadadía se construyen30.000 metroscuadrados, unasuperficie similara tres campos de fútbol.

Imagen de una macrourbanizaciónen las cercanías de Gata de Gorgos

(Marina Alta) en 2005. FOTO: ERNEST WEBER

Construcción deapartamentos en

Cullera. FOTO: LEVANTE-EMV

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Óscar Bornay ■ VALENCIA

FOTOS: LEVANTE-EMV

EL afán investigador deun joven valenciano,Luis M. Ramírez, hapuesto al descubierto

un recinto de alrededor de 400 m2,rodeado de una cerca de 10 metrosde alto, únicamente visible desdeel el interior del número 6 de la ca-lle Palomar. Hogar, además, de unode los más notables exponentes dela ilustración valenciana, Francis-co Pérez Báyer.

Luis lleva meses buceando enlos archivos históricos de la ciudadpara hallar pruebas que confirmensu teoría: que el convento de la Pu-ridad estuvo situado entre las ca-lles Bolsería, Conquista, Rey DonJaime y Monjas. Y cree haberlasencontrado.

Según su investigación, la vidadel convento empezó un año des-pués de la conquista de la ciudadpor el rey Jaime I, en 1239, posi-blemente sobre los cimientos deuna ermita mozárabe. Desde en-tonces, y hasta su final, se convir-tió en uno de los centros religio-sos de Valencia. Prueba de ello esla donación, hacia 1250, de dos re-liquias por parte del Obispo de Va-lencia Andrés de Albalat. Se trata-ba de una supuesta espina de la Co-rona de Cristo, y un trozo de Lig-num Crucis. Por los pasillos de suclaustro pasearon, entre otras, NaViolant d’Aragó, prima del rey Mar-tín el Humano, abadesa entre 1405y 1445.

Luis utilizó un plano del sigloXVIII para crear una figuración delaspecto del cenobio. El resultadodespierta la imaginación. Aún así,del esplendor del convento no que-da nada, porque sobre sus ruinasse edificó una manzana entera.Eso es, al menos, lo que se creía.Porque encerrado tras altos mu-ros, protegido por los edificios quelo ocultaban a la vista, seguía vivoun pedazo del jardín del convento,con una muralla de 24 metros delargo y un olivo de casi 16 metrosde altura.

Casualidades de la historia, elmismo edificio que permite el ac-ceso al jardín oculto, fue la casa deuno de los ilustrados más famososde Europa. Francisco Pérez Báyer.Para Martín, creador de la plata-

forma Acció pel Patrimoni Valen-cià, que busca detener las obrasque realiza una empresa privadaen un solar adyacente a la tapia deljardín, la protección de los restossupone «recuperar una parte de

la historia de la ciudad». Para estejoven delineante, que el jardín y lacasa de Pérez Báyer estén juntos,es, más que una casualidad, unaoportunidad para «proteger un pe-

dazo de nuestro legado histórico».

6/7 En domingo 10 de septiembre de 2006

En busca del conventoperdidoLa ciudad de Valencia puede haber recuperadolos restos de uno de los conventos más grandesde su casco viejo, el convento de la Puridad.Un cenobio que se suponía destruido tras suabandono a partir de 1836, a consecuencia de la desamortización de Mendizábal.

PATRIMONIO UN PLANO DEL SIGLO XVIII SITÚA EL GRAN COMPLEJO ECLESIÁSTICO FUNDADO EN TIEMPOS DE JAIME I E

C/ Quart

C/ Bolsería

Plaza delTossal

C/ Monjas

C/ M

oro

Zeit

C/ Carda

C/ Murillo

C/ Palomar

JARDÍN

CLAUSTRO

PATIO

(Calle Conquista)

(TeatroPrincesa)

Zonaexistente

Muralla

(C/ Rey Don Juan)

(C/ Rey Don Juan)

(C/ Rey Don Juan)

Casa nataliciade FranciscoPérez Bayer

LEVANTE-EMV

El Convento de la PuridadPERÍMETRO DEL DESAPARECIDO CONVENTO DE LA PURIDAD SEGÚN EL PLANO DE JOSÉ FORTEA DEL AÑO 1745

Protegido por losedificios que loocultaban, seguíavivo un pedazo del jardín delconvento, con unamuralla de 24metros de largo yun olivo de casi 16metros de altura.

Vista de las obras en elsolar adyacente a la tapiadel jardín del convento deLa Puridad.

Tapia del convento.

imagen deljardín. A la

derecha vistageneral de la

manzana dondese encuentra el

convento.

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A mí, que la PasarelaCibeles haya decidi-do rechazar al 30

por ciento de las modelos quecontrataron el año pasadoporque no se ajustaban a losparámetros marcados por losnutricionistas para ofreceruna imagen saludable, meparece de lo más bien.Cualquier cosa que se hicierapara combatir la peregrinaidea de que mujeres y hom-bres tenemos que pesar pocopara estar buenos, mereceríael Príncipe de Asturias másaún que la selección españolade baloncesto que, por lo quese ve, lo merece cantidad. Yo me acuerdo que cuandoera pequeña, allá por elPleistoceno, las madrestodavía creían en el matrimo-nio indisoluble entre lanocilla y la salud como sifuera un dogma de fe, esdecir, a más nocilla másmichelín y a más michelínmás salud. Tampoco era eso.También me acuerdo que miabuela me metía entre pechoy espalda a la hora de lamerienda unos bocadillos devino con azúcar que quitabanel sentido. Literalmente.Tampoco era eso. Pero lo deahora, pues tampoco es,porque si lo miras bien, notiene que ser tan normal quetodo sea pavo y pollo cienpor cien libre de grasa. Unamorcilla que no engorda, unasal que no sala, una lechecondensada desnatada.¿Adónde vamos a llegar?¿Hacia dónde se encaminaeste mundo cada día másextraño en el que no secuestionan que una modelose meta cocaína en el bañode un líder mundial sino sudelgadez, porque se aceptacomo cierto que la capacidadde cualquier persona parahacer cualquier cosa la dictasu masa corporal? Paradesfilar por la pasarela, porejemplo, está fijada en tornoa un 18 por ciento, es decir,unos 56 kilos para una estatu-ra de 1,75 metros, lo que noquiere decir, ni muchomenos, que a partir de esteaño las mujeres de Botero

nos vayan a enseñar lo que sellevará la temporada queviene.Ni los nutricionistas ni losmedios de comunicación noshemos puesto de acuerdotodavía en cuál es el porcen-taje de grasa adecuado parair al periódico, a la oficina, ala tienda, al colegio, y al restode trabajos menos estilosos alos que nos dedicamos el 99%de los ciudadanos normales,y a pesar de eso, todos nossentimos obligados a estarflacos. Si no lo estamos, nos

apuntamos al gimnasio o noscomprometemos a hacerdieta hasta que conseguimosel objetivo. Hay quien va másallá y deja de comer o vomitala comida. Hay quien muere.Hay quien sobrevive, aunquedespués de su anorexia o subulimia ya no puede tenerhijos, desarrolla osteoporosisprematura o convive conserios problemas mentales.

No seré yo quien frivolicesobre los trastornos alimenti-cios, que más que serios meparecen dramáticos, pero, sinllegar a esos extremos,también hay quien, simple-mente, tiene que convivir conlos quilos de más, o no esguapo, o no es alto, o notiene un trabajo brillante. Yeso también es un dramaporque la belleza se aceptasin más, pero la fealdad hayque justificarla: se es feo perosimpático, gordo pero gracio-so, pobre pero feliz.

¿Quién tiene la culpa? Asaber. Para algunos, es de losmedios de comunicación, delcine, o de la moda porquedifunden modelos de bellezaincompatibles con la salud.Para otros es de la sociedaden general, que suspende eneducación y no es capaz dementalizar a niños y adoles-centes de que su valor notiene nada que ver con suaspecto y que el único proble-ma que acarrean los kilos,por exceso o por defecto, es,precisamente, el de la salud.También hay quien opina, quelo he oído yo, que las culpa-bles son las propias víctimasde estas enfermedades, queno han tenido la suficientefortaleza moral como parademostrar a los demás queflacos o gordos, guapos ofeos, son personas válidas ydignas. Menos mal que los de Cibeleshan puesto algo de cordura, yconste que digo esto aunqueno sé si todo el mundo capta-rá la fina ironía de mis pala-bras, y ha decidido lo quellevo todo el artículo comen-tando: que las requeteflacasno desfilarán porque son unmal ejemplo, de acuerdo, yporque no se ajustan a larealidad. Hombre. Pues no.Ahora, que tampoco seajustan a la realidad losprecios de los trajes querecorren la pasarela y no esque los vayan a sustituir porlos de Modas Mari, que sonlos que, en realidad, enrealidad, todos podríamospagar. Y contra eso no se vana tomar medidas, mal que nospese. Nunca mejor dicho.

Tomar medidas

Carmen [email protected]

PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS

Cuando era pequeñalas madres todavía

creían en elmatrimonio

indisoluble entre la nocilla y la salud

como si fuera undogma de fe, es

decir, a más nocillamás michelín

y a más michelínmás salud.

Tampoco era eso.

ENTRE EL CARMEN Y LA BOLSERÍA

La mayor ilusión de cualquieraficionado a la historia espoder descubrir los restos deun edificio antiguo, mejor sise creía perdido. Un jovendelineante valenciano lo haconseguido tras meses deestudio en los archivos.

—¿Cómo empezó la investigación? —Un poco por casualidad. Estabatomando café con unos amigos queviven en la zona y me contaron quehabía un olivo de los tiempos del reyJaime I. Soy muy aficionado a la his-toria de Valencia, así que me picó lacuriosidad y quise verlo.—¿Fue así como descubrió el jardín?—A los pocos días me acerqué a lacalle Murillo y pude verlo. Pregunté ala gente y me sorprendió que cadauno databa al árbol en una épocadistinta.Así que le pedí a un vecinoque me dejara pasar a su casa. Fueasí como me colé en el interior delnúmero 6 de la calle Palomar, que daacceso al jardín.—¿Qué fue lo que vio?—La verdad es que me impresionómucho, no esperaba encontrar algoasí. Un jardín con árboles enormes yuna tapia de 10 metros de alto y másde 20 de largo. Me pregunté por quérazón un jardín interior estaba fortifi-cado de esa manera.A partir de esemomento quise saber qué habíacausado la construcción de seme-jante muro.—¿Cuánto tiempo ha durado lainvestigación?—Empecé en febrero de este año, yacabé en agosto, fueron más de 6meses de estudio, y la verdad es queno resultó nada fácil. Al final me con-vertí en una especie de ratón de bi-blioteca, buceando en los archivoshistóricos de Valencia.—Descubrir los restos de un con-vento del siglo XIII no ocurre todos losdías. ¿Cuál fue el momento en elque dijo «eureka»?—Fue un momento emocionante,lo reconozco. Llevaba muchas ho-

ras trabajando y estaba cansado.Fue mirando el mapa de Fortea, unplano del año 1745 y allí lo vi. Sesuponía que ya no había nada delconvento, pero la localización nopodía fallar. Comparé los mapas ac-tuales de la zona con el plano ytodo encajaba.—Casualidad o no, el caso es quegracias a la casa de Pérez Báyer,descubrió el jardín...—Prefiero verlo desde otro prisma.Más que casualidad, esto representauna oportunidad para proteger todoel conjunto.Al fin y al cabo, Pérez Bá-yer fue una eminencia en su época.—La plataforma Acció pel PatrimoniValencià es una consecuencia direc-ta de su trabajo. ¿Por qué cree quehacía falta fundar esta asociación?—El pueblo valenciano tiene muchahistoria, pero muy a menudo pareceque se olvida o que se quiere hacerque se olvide.—Entonces se plantean combatir elolvido...—No exactamente, somos más hu-mildes, el olvido es una palabra muyseria. Incluso peor, suena a definitiva.Pero partimos de la creencia de queel patrimonio es la huella, el legadode la historia. Proteger nuestro patri-monio es recuperar nuestra cultura.—¿Pensáis diversificar vuestras rei-vindicaciones o las ceñís al Conventode la Puridad?—Por ahora nos contentamos conganar esta batalla, que se paren lasobras. Conseguirlo nos daría muchosánimos para seguir.—El ayuntamiento declaró que lasobras eran legales y que sólo se pa-rarán si se encuentran restos. ¿Quéopina de la actitud del consistorio?—Me parece lamentable y nos con-firma en la creencia de que el ayun-tamiento ni siquiera ha realizado nin-guna investigación para saber quéhay en ese solar. Espero que recapa-citen, que investiguen y que actúen,pero hay que hacerlo ya porque lasobras están allí y pueden afectar alconjunto.

«Espero que el ayuntamientoinvestigue y actúe»

Luis M. Ramírez. ACCIÓ PEL PATRIMONI

Lluís M.Fernández, junto

a la casa dePérez Báyer.

foto: maría sainz

Modelos en eldesfile otoñoinvierno de la

pasadaFashion Week

de Londres. foto:

REUTERS/KieranDoherty

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Juan Lagardera ■ EDIMBURGO

IMÁGENES: LEVANTE-EMV

EDIMBURGO es la capital his-tórica y administrativa deEscocia. Fundada sobreuna colina inexpugnable

a pocos kilómetros tierra adentrode las costas del Mar del Norte,cuenta con cerca de medio millónde habitantes, aunque su área me-tropolitana multiplica por tres esapoblación. Un viejo paseo –Walk–junto a un pequeño río llevaba has-ta Leith, donde creció el viejo puer-to, al sur de la gran bahía del cau-daloso Forth. Pero hace tiempo queLeith es un barrio más de la capitalescocesa y su paseo una avenidaconcurrida que une el centro con elgrao.

Como ha ocurrido en Valencia yen otras muchas ciudades portua-rias, el viejo núcleo de Leith ha so-brevivido durante décadas con sucarácter y edificaciones históricascada vez más asediado, sin embar-go, por las instalaciones portuarias,sus grandes almacenes y silos, mu-chos de ellos de carácter petroquí-mico, sucios y peligrosos. Leith,pese a todo, conserva su sabor, ymuchos edimburgueses van allí enbusca de mejillones, ostras o fish

and chips.

Pero Edimburgo vive, desdehace unos años, una profundatransformación derivada del nuevoestatuto autónomo de Escocia. Sucapital no sólo ha aprovechadopara dotarse de un extraordinarioy moderno edificio parlamentario–obra de Enric Miralles–, sino queha decidido rescatar todo su enor-me frente portuario para abrir laciudad al mar.

La operación urbana en marchaes de gran calado. Sobre las riberasdel viejo río de Leith se han cons-truido diversos y modernos edifi-cios de apartamentos –siempre dealtura media, cuatro o cinco plan-tas a lo sumo–, se han creado lagu-nas artificiales, derribado edificiosindustriales sin valor y rehabilitadonaves y calafates tradicionales, al-

gunas de ellas convertidas enlofts para jóvenes.

La operación portuaria tiene,además, tres actuaciones decisi-vas. La primera de ellas ha sido laconstrucción de un complejo deedificios que sirven de sede al Go-bierno autonómo escocés. Suparking da a una línea de viejasedificaciones bajas que han sidotransformadas en restaurantes ylugares de ocio.

Muy cerca se ha levantado uncentro comercial, la Ocean Termi-nal, en cuya rotonda nacen una do-cena de líneas urbanas de bus. Aesteconcurrido mall se le ha aña-dido el atractivo del Royal Yacht

Britannia, el barco real ya jubila-do que ha sido varado en el muelley al que se accede por el segundopiso del centro comercial. De talsuerte que el Britannia se ha con-vertido en uno de los principalesatractivos turísticos de la ciudad yhay que hacer colas para comple-tar su visita, que dura no menos de90 minutos.

Y justo enfrente del Britannia,en el otro brazo de la dársena, enmedio de las aguas se alza un pri-mer complejo de viviendas y haydos más en construcción. El planincluye pequeños muelles para elatraque de barcos recreativos...una marina en definitiva. Sus artí-fices lo tienen muy claro: se tratade insuflarle vida al viejo puerto,todos los registros del fluído ur-bano, desde el residencial al co-mercial, de los servicios al ocio,construyendo una ciudad entreve-rada de actividades, no zonificada,que tenga actividad las 24 horas.

Última En domingo 10 de septiembre de 2006

URBANISMO LA CAPITAL DE ESCOCIA TRANSFORMA SU PUERTO EN UN ESPACIO HABITADO Y DE OCIO

La marina de Edimburgo

El Britannia,anclado junto a uncentro comercial,es el reclamo delnuevo puerto,donde se levantanahora mismovarios conjuntosde viviendas enlos muelles.

El imponente yate real, elBritannia, jubilado como atractivoturístico en el centro comercialOcean Terminal.

La sede del Gobierno escocés seencuentra también en el nuevopuerto de Edimburgo.

Apartamentos junto al puerto en la desembocadura del río Leith.

Imagen de unode los proyectosde viviendascon amarres en el puerto de Edimburgo.

Como Valencia yotras muchasciudades históricasjunto al mar,Edimburgo ha iniciado latransformación de supuerto industrial enuna zona de atractivourbano. Para ello no ha dudado enpromover viviendasen sus muelles,construir un grancentro comercial ysituar allí la sede delnuevo gobiernoautónomo.