el negrito poeta mexicano y sus populares versos ......artificialesycajitasdetajamanilpara,...

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  • Digitized by the Internet Archive

    in 2010 with funding from

    University of Toronto

    http://www.archive.org/details/elnegritopoetameOOIe

  • O"^s-^'^'X'"' -.

    idruct&a el necjiuto poe^ta?

    Auncjae sin mn§' un estudio.Q^ueáno tener esta ¿etaFuera otro padrc^ainudio.

    5c vende por mayor y meno r ¿n la Librería dt Blcinauel.,situada en La C del Teatro Principotl n*. 13.

  • ffiíiiíiii'iimiii!)"'

    Y SUS POPULARES VERSOS.

    'ONTIMHR'ION l'AHA HL FlIU-LílHH NACHINAL,

    DR. N. LEÓN.Profesor df AxTKoi'oi.otifA Física kx fi. Musfo

    Nacioxai. \w. Mí:xiro

    MÉXICOíMPKHNTA DHI. MIISHO NACIONAL

    1912

  • íFH

  • les hayan sido las ocupaciones de losprimeros años de su vida. No hay da-to alguno para conjeturar ni aun si-

    quiera si llegó á aprender á leer, ni

    cómo pudo emanciparse de la escla-vitud á que por su nacimiento estaba

    condenado.

    Las pocas referencias que en escri-tores antigaos tenemos acerca de él i

    nos lo presentan haciendo una vida de

    vago y sosteniéndose, más que con eltrabajo personal, con los obsequios

    que á cambio de sus versos le hacían

    sus admiradores, en todas las clases

    sociales.

    Entre éstas, cultivaba con especia-

    lidad la de los padres jesuítas y de sutrato debe haber tomado algunas ideasfilosóficas que campean en sus impro-visaciones.

    Cuando escaseaban las dádivas desus amigos, se dedicaba á hacer flores

    1 Pensador Mexicano ' \'A Pcriquilln Sainiíiito.i^

  • artificiales y cajitas de tajamanil para,con su venta, cubrir sus más urgentesnecesidades.

    Debehabermuerto por el año 1760.Cuenta la tradición que era de

    constitución física endeble, «contestu-

    ra extremada y momiástica,» y á másde ello «tuerto ó bizco.»

    vSus producciones poéticas han lle-o^ado hasta nosotros transmitidasdebo-

    ca en boca y coleccionadas por un ca-lendarista que en varias publicacio-

    nes de esta clase las dio á la estampa,

    y cuya noticia y descripción biblio^^rá-fica á continuación hago:

  • Calendario|del

    |Ne£>TÍto Poeta,

    I

    Para el Año Bisiesto| 18.%, | Arre-

    í^lado I Al Meridiano de Méjico.|Pri-

    mera Parte.|

    (Entre dos líneas): Sevende en Méjico en la librería del edi-tor, calle del Teatro Principal n. 13.

    !

    Méjico.I

    Imprenta de Tomás S. Gar-dida,

    I

    calle deS.Juan de Letrnninnii.'-'

    ' 1855

    8.0; portada y á su vuelta comienza eltexto con páy;. 2 hasta la 32, formando todoello el verdadero calendario.

    De la pá^. 33 á la final ()4 el texto de losversos del poeta y sus correspondientes his-

    torias.

    l^^l forro del Calendario, en papel de co-

    lor, contiene en la 1.=' plana v\ pretendido re-

    trato del iXci^rilo poeta y uno de sus versos,

    y en la 4 •' otro cuadro alusivo al verso quese lee al pie del minino, lulilor; .S". lihuKiiicl

    .

  • Calendario|

    del|Negrito Poeta

    |

    Mexicano.|Para el

    |Año de 1857.

    |

    Arreglado|

    Al Meridiano de México.

    I

    México.I

    Imprenta de Vicente Se-

    í^iira.I

    calle de S. Andrés mtuicro 14.8.0; port. y el resto como en el anterior,

    páginas de 2-32: de la pág. 33 á la 64 la 2.='

    Pte. de las «Agudezas métricas.»Forro en papel de color; en sus 1.'^ y 4.-'^

    planas litografías alusivas á los versos queal pie tienen. Editor: S. Blanquel.

    Calendario|

    del|Negrito Poeta

    |

    Mexicano.|Para el

    |Año de 1858

    |

    Arreglado|

    Al Meridiano de México,

    I

    (Entre lineas): Se vende en Méxicoen la librería del edi-

    |

    tor, calle del

    Teatro Principal n. 13.|México.

    ¡Im-

    prenta de Vicente Segura|

    calle de S.Andrés núm. 14

    |1857.

    |

    En todo como el anterior y paginado de2 á 32; de la pág. 33 á la 64, las «Agudezasmétricas.»

    Forro en papel d(^ color con litografíasen las planas, l.*^ y 4.'\ alusivas al verso qu(^al pie tienen. Editor: S. Blauqitcl.

  • 10

    Calendario|del

    |Ne.!^rito Poeta

    I

    Para el año de|1859.

    |Arreg^lado

    al Meridiano de Méjico.|

    (Entre li-licas): Cwíivid^ViwiQ,

    I

    Se vende en Mé-jico en la librería del editor, calle

    1del

    Teatro Principal núm. 13.|Méjico.

    |

    Tmp. de Juan R. Navarro y C:\ \ ca-lle de Medinas núm. 24.

    ¡1859.

    8.0; en todo como el anterior; págs. 2 (x32 el Almanaque; 33 á 64 las ^x Agudezas mé-tricas.» Forros con litografías en l.''^y4.*planas. Editor: S. Blanqncl.

    Calendarioi

    del|

    Negrito Poeta

    Para el Año Bisiesto de | 1860. |Arrcí(lado al Meridiano de México.

    \

    (Una viñeta rcf^resentando nn torol)ravo. Entrefiletes:^ Se vende en Mé-xico, en la librería de Blanqucl,

    |calle

    del Teatro l^rincipal núm. W).\Méxi-

    co.I

    Imprenta de Nabor Chavez.|

    Calle de la Canoa núm. .7.|

    185^).

    H/'; en todo como el anterior; p.'igs. 'J á 32

  • n

    rro de color con lito^^ralía en la l/^ plana so-

    lamente. Editor: S. BUmquel.

    Calendario|

    del|Negrito Poeta

    Mexicano|Para el Año

    |De 1861,

    |

    Arre.íílado al meridiano de México.|

    (Viñeta del Torito. Entre filetes): Sevende, en la librería de Blanquel,

    |ca-

    lle del Teatro Principal núm. 13.|Mé-

    xico: 1861.I

    Tipografía de Nabor Cha-vez,

    I

    Calle de la Canoa número 5.8.°; en todo como el anterior, pero tenien-

    do en el encabezado de cada mes una viñe-ta alusiva al dominante asunto religioso en

    el mismo; págs. 2 á 32: 1 á 16 las «Agudezasmétricas.» Forro, como el anterior. Editor:S. Blmiquel.

    Calendario|

    del|

    Negrito Poeta.|

    Para|

    1862.|

    Viñeta.\

    (Entre li-neas:) Se vende en México en la libre-ría deJ^lanquel,

    I

    calle del Teatro Prin-cipalnúm.13.

    |México. 1862.

    |Impren-

    ta Tipográfica de Nabor Chavez.I

    Ca-lle de Cordobanes núm. 8.

    8.0; en todo como el anterior y págs. 2 á 32

  • 12

    el Almanaque. Págs. 1 á Ib las «Agudezas.»Forro como los otros y editor 5. Blanqiiel.

    Calendario|

    del Negrito Poeta|

    Para el Año I 1863, | Arreglado ¡ AlMeridiano de México,

    |

    (Entre líneas):

    Se vende en México en la librería de

    I

    Blanquel, calle del Teatro Princi-|

    pal número 13.|

    México.|Estableci-

    miento Tipográfico de Andrés Boix,|

    calle de Santo Domingo, número 5.8.0; como el anterior, paginado de 2 á 32

    el Almanaque; 33 á 48 las «Agudezas.» Fo-rro de color con litografía alusiva al verso

    que al pie tiene. ííditor: 5. Blanquel.

    Calendario¡Del Negrito Poeta.

    |

    Parael Año Bisiesto|1864.

    |Arregla-

    do!Al Meridiano de México.

    |

    (Entre

    lineas): Se vende en México en la li-brería de

    !Blanquel, calle del Teatro

    Princi-\

    pal número 13.¡México.

    |

    imprenta de A. Boix á cargo de M.Zornoza.

    |Calle del Águila, núm. 13.

    s/'; como el anterior y págs. 2 á 32 (faltaen algunas) el Almanaque; 33 á 48 las « Agu-

  • 13

    dezas.» Forro de color y en 1¿í 1/^ plana una

    litografía y el verso que la explica. Este Ca-

    lendario tiene la palabra Fin, lo que hace su-

    poner á muchos que con él terminó la publi-cación.

    Calendario|

    del Negrito Poeta,¡

    Para el Año|1865.

    |Arreglado

    [Al

    Meridiano de México.|

    (Entrelineas):

    Se vende en México en la librería de

    I

    Blanquel, editor, calle de Teatro

    Princi-i

    pal niimero 13.|

    México.|

    Imprenta de A. Boix á cargo de M.

    Zornoza.|Calle del Águila núm. 18.

    8.0; todo como el anterior y págs. 2á32 elAlmanaque; 33 á 48 las «Agudezas» y al piede la última página un grabado, de adorno.

    Forro de color con la litografía y verso co-

    rrespondiente.

    Calendario|Del Negrito Poeta,

    |

    Para el Año|1866.

    |Arreglado

    |Al

    Meridiano de México.|

    (Entrelineas:)

    Se vende en México en la librería de

    I

    Blanquel, editor, calle del TeatroPrin-

    I

    cipalnúmerolS.jMéxico.

    |Im-

    Xkukito Pükta.— 2.

  • Í4

    prenta de A. Boix á cargo de M. Zor-noza

    I

    Calle del Águila ni'nn. 13.

    8.0; como el anterior y págs. 2 á 32 el Al-manaque; 33 á 48 (al píe) las

  • irc ¡ínrasj: Se vende en México en la

    librería de!

    Blanquel, editor, calle del

    Teatro Prin-|cipal número 13.

    |Mé-

    xico.I

    Imprenta de A. Boix, á cargo

    de M. Zornoza.|

    Oiüc segunda deSan LavenBo núni. 7.

    S.o; como el anterior: paginado 2 á 32 elAlmanaque; 1 á ló las Agudezas. A esteejemplar le falta el forro. 1

    Calendario|

    Del Negrito Poeta.|

    Para el Año de|1869.

    1Arreglado

    ¡

    Al Meridiano de México.|

    (Entre lí-

    neas): Se vende en México en la libre-

    ría deI

    Blanquel, editor, calle del Tea-

    tro Prin-I

    cipal número 13.|México,

    I

    Tip. de J. N. del Valle | Puente de

    San Pedro y San Pablo número 8.8.0; como el anterior y páginas 2 á 32 con

    el Almanaque; 1 á 16 con las «Agudezas.»Forro conio queda dicho.

    Calendario|Del Negrito Poeta.

    |

    Para el Año de|1870.

    |Arreglado

    j

    J líibliotcca Xacional.

  • Al Meridiano de México.¡(Entre li-

    neas:) Se vende en México en la libre-ría de

    I

    Blanquel, editor, calle del Tea-

    tra Prin-|cipal número 13.

    |México.

    I

    Editor Simón Blanquel¡Calle del

    Coliseo del lado del Teatro Principal

    I

    Número 13.8.0; en lodo como el anterior y paoinado

    de 2 á 33 el Almanaque: págs. I á 16 las«Agudezas.» Forro como el anlerior.

    El texto délas «Agudezas métricas,» eneste Calendario, es igual, aun en el tipo de

    letra y formación de renglones y planas, alcorrespondiente al del año de 1868.

    La única diferencia que hay entre uno yotro es, que el final de las mismas, en el del

    año 1868, tiene por cid de lampe una raya,

    y el de 1870, en ese mismo lugar, contieneun aviso de «La Flor de Tabasco.»

    Calendario|

    Del Negrito Poeta,|

    Para el Año de|

    1(S71.|Arreglado

    |

    Al Meridiano de México.|

    (Entre lí-

    neas:) Se vende en México en la libre-ría de Blanquel, editor, calle del Tea-

    tro prin-I

    cipal número 13. \ México.

  • IMiguel Zornoza, impresor.

    |

    2.*^ de

    San Lorenzo n. 7.

    8.0; como el anterior y pa

  • 18

    De estos calendarios algunos estánimpresos el año anterior y otros en elmismo en que se publicaron.

    Me inclinó á creer, aunque sin tenerdato alguno positivo, que el compila-dor de los versos del Negrito Poetafué el editor de los mismos, Sr. SimónBlanquel. i

    Hasta qué grado sean auténticasestas coplas, no es posible averiguarlo,

    aunque sí en algunas se ve claramen-te son ellas imitaciones ó adaptacio-

    nes de otras de origen hispánico; tal

    pasa con la que comienza así:

    1 Con el nombre de «Calendario del NegfritoPoeta» se publicaron por algunos años, y creo queaun se publican alg^unos almanaques que, al menosJos que yo he visto, no contenían ninguna composi-ción ni noticia de este vate popular.

    \\n México, el conocido editor Antonio XaneyasArroyo dio al público, bajo ase mismo nombre, 3calendarios para lósanos 1888, 1889 y 1800, impre-so cada uno de ellos en el año anterior.

    Kstán i-n el niisujo caso que los j-íolilnnos.

  • 19

    Dos disparates á un tiempoestás diciendo, animal;

    ni el hospital tiene huesos,

    ni enticrran al hospital.

    El diligente empeño del vSr. Blan-quelnologró reunir todas las coplas queal popular poeta se atribuían, pues midifunto é inolvidable amigo, el limo.

    Sr. Dr. D. Rafael S. Camacho, dig-nísimo Obispo de Querétaro, me refi-rió lo siguiente: Residiendo una vez elNegrito Poeta en Tepeaca (E. de Pue-bla) frecuentaba mucho la tienda deun español, y entre ambos se acostum-braban llanezas más ó menos crudas.Alguna vez el español tendió su manopara saludar al negro y éste con todasencillez le dio la suya; así que el his-

    pano se la pudo retener con fuerza, sela llevó el trasero y arrojó sobre lamisma una sonora ventosidad. Se ce-lebró la grosería con estrepitosas car-

    cajadas y sufrió el negro aquello sin in-mutarse. Pasó el tiempo y volvieron ú

  • 20

    encontrarse ambos amigos en otro lu-char distinto, que la tradición no seña-

    la, y entonces el negro hizo con el es-

    pañol lo que éste había hecho con él,

    lanzándole también la copla sig^u^entc:

    Gachiipí}i de los demonios,

    ¿quién diablos te trajo acá?

    Tú me peíste en Tepeacay el Negro te-pd-acá.

    Bien pudiera ser que como ésta ha-ya muchas más coplas á él atribuidasó en realidad suyas, y que yo no conoz-ca ni tampoco llegaran á noticias delcolector Blanquel.

    Refiriéndose el Pensador Mexica-

    no, en su otra citada obra, á este poeta

    popular, nos dice por boca del cura de

    Tula ésto:

    «De estos ejemplares de poetas im-provisadores pudiera citar varios; pe-

    ro para qué nos hemos de cansar cuan-do no ha muchos años que en este mis-mo reino floreció uno á quien se cono-ció por el íicgrilo poeta, y de quien

  • 21

    los viejos nos refieren prontitudes ad-

    mirables.

    « Cuéntenos vd. , señor cura, dijo una

    niña, algunos versos del negrito poeta.»

    Se le atribuyen muchos, dijo el cura:

    en todo tiene lugar la ficción; pero por

    darle á vd. g"usto referiré dos ó tres

    de los que sé son ciertamente suyos,

    según me ha contado un viejo de Mé-xico que se los oyó de su misma boca.Oigan vds.

    «Entró una vez nuestro negro en

    una botica donde estaba un boticario

    ó un médico hablando con un cura

    acerca de los cabellos, y á tiempo que

    entró el negro, le decía: los cabellos

    penden de El cura, que conocíaal poeta, por excitar su habilidad le di-

    jo: negrito, tienes un peso como trobesesto que acaba de decir el señor, á sa-

    ber: los cabellos penden de. El negri-to con su acostumbrada prontitud dijo:

    Ya ese peso lo ganesi mi saber no se esconde.

    \k(.;kito Poeta.— 3.

  • Quítese usted, no se¿i queuna viga eaiga, y donde

    Los cabellos pciidoi de.

    «Esto fué muy público en México.Se le dio el mismo pie para que lo tro-bara, á la madre Sor Juana de la Cruz,religiosa Gerónima, célebre ingenio ypoeta famosa en su tiempo, que mere-

    ció el epíteto de la décima Musa deApolo; pero la dicha religiosa no pudotrobarlo sin hacer verbo la nota de po-

    sesión de genitivo, como el negro lahizo. Se disculpó muy bien en una dé-cima y elogió la facilidad de nuestro

    poeta.

    «Este otra ocasión pasando cerca

    de él un escribano con un alguacil, se

    le cayó al primero un papel: lo alzó

    el segundo, y le preguntó el escriba-

    no que ;qué era? el alguacil respondió,

    que un testimonio, y el negro pronta-

    mente dijo:

    ;No son artes del d( inoni^.v

    U'\ anlar c-o.^a tan \ilr

  • 23

    ¿Pero cuándo un al«iu;uilno levanta un testimonio?

    « Otra ocasión entró á una casa don-de estaba sobre la mesa una ima-gen de la Concepción vayan vds.teniendo cuidado qué cosas tan disím-

    bolas había. Una imagen de la Concep-ción, un cuadro de la Santísima Trini-

    dad, otro de Moysés mirando arder lazarza, unos zapatos y unas cucharasde plata. Pues, señores, el dueño dela casa, dudando de la facilidad delnegro, le dijo, que como todas las aco-modara en una estrofa de cuatro pies,le daría las cucharas. No fué menes-ter más para que el negro dijera:

    Moysés para ver á. Diosse quitó las antiparras.

    Virgen de la Concepciónque me den estas cucharas.

    «Ningún concepto ni agudeza se ad-vierte en este verso; pero la facilidad

    en él de acomodar tantas cosas inco-

  • 24

    nexas entre sí, y con algún sentido, no

    es indigna de alabanza.

    «Por último, en la hora de la muer-

    te sabemos que no es hora de chanza;

    pues en la de la muerte de nuestro

    poeta manifestó éste lo genial que le

    era el hacer versos,porque estandoua-

    xiliándolounreligiosoAgustinoledixo:

    Yo ya soy cadáver yertoy la muerte viene al trote.

    Yo soy tu caballo muertoy tú eres mi zopilote.

    «Hemos de advertir que este pobrenegro era vulgarísimo, sin gota de es-tudios ni erudición. He oído asegurarque ni leer sabía. Con que si en mediode las tinieblas de tanta ignorancia

    prorrumpía en semejantes y prontas

    agudezas en verso, ¿qué no hubierahecho si hubiera logrado la instrucciónde los sabios ?» i

    l Kl Periquillo Sarniento. Por el Pensador Me-xicano. TíJino III. Con las licencias necesarias.México: Kn la Oficina de Ü. AlejandroN'aldés, ca-llf de Zuleta, añd de ISU). IWtrs. fíS á 60.

  • 2:)

    Los estudiantes que se interesen

    por el Folk-Lore mexicano deberíaninvestig"ar si aún quedan algunos otros

    versos de este iní^enio natural por es-

    cribirse, y reunidos, publicarlos.

    Para salvar del olvido estas inge

    niosas muestras del saber popular, yá instancias de mi antiguo y buen ami-

    go el Sr. Lie. D. Cecilio A. Róbelo, ac-

    tual Director de nuestro Museo Nacio-nal, he coleccionado, con no poco tra-

    bajo, esos Calendarios, habiendo teni-

    do la buena suerte de encontrar en po-der de mi amigo el Sr. D. Luis Gon-zález Obregón, algunos que me falta-ban.

    La reproducción del texto de las«Agudezas métricas» se hace en todoconforme al original impreso, aun ensus repeticiones, y es como sigue:

  • 2h

    AGUDEZAS MÉTRICAS

    DEL

    NEGRO POETA MEXICANO,

    AL PÚBLICO.

    Todos los pueblos tienen un verdadero

    placer en recordar el nombre de aquellosgenios que han brillado para gloria de su

    país, ningún mejicano debe ignorar que en los

    prinierostreintaañosdel siglo XVIII, existia

    en Méjico un negro dotado por la naturale-

    za con el don de improvisar, y á pesar de

    que todavía se repiten en boca del pueblo

    algunas de sus composiciones poéticas, por

    haberse trasmitido de una á otra generación,

    nadie sabe el nombre y apellido de ese serprivilegiado, cuyo recuerdo no ha podidoboi-r.ir la mano desliuctoj-a dd ticmpíx

  • 27

    HasUi aliora no se habia hecho public¿i-

    cion alguna desús versos; porque como ellosconsisten en ocurrencias tenidas por el au-

    tor en distintas circunstancias y situaciones,

    á nadie se le habia ocurrido reunirías, por

    las dificultades de tamaña empresa, en ra-zón á que nada hay escrito sobre el particu-

    lar, sino que únicamente se conservan en la

    memoria del pueblo. Nosotros hemos em-prendido este trabajo en obsequio del públi-

    co mejicano, y ha sido harto penoso en ver-

    dad, no solamente por el tiempo y fatigas que

    nos ha costado esta adquisición , sino también

    por la necesidad que hemos tenido de sus-tituir con otras algunas frases provinciales,

    que sin embargo de estar usadas con gra-cia y oportunidad, pudieran tal vez recibir-

    se con mala inteligencia y ofender la decen-

    cia pública.

    El calendario que presento al público conel título de «Agudezas métricas del célebrenegro poeta» es una parte de la colecciónde sus improvisaciones en ciertos y deter-

    minados casos, los cuales se explican pormedio de notas para mayor conocimientodel lector. Si todos los mejicanos reciben

    bien la publicación de chistes del negro poe-ta mejicano, tendré mucho placer en publi-

  • 28

    car otros calendarios numerados por par-tes, y en ellos iré dando la colección exten-sa y anotada que tengo acopiada de este ce-

    lebre improvisador.

    Creo que con esta publicación haga unservicio á mis compatriotas, y de ellos es-

    pero una buena recompensa a mis afanes yfatigas.

    Ej. editor.

    1

  • 29

    Notas que preceden á cada verso, con

    alusión al objeto de su origen.

    Al Excmo. Sr, D. Juan de Acuña y Casa-fuerte, natural de la ciudad de Lima en laAmérica del Sur, que gobernó en Méjicodesde 1722 hasta 1733 en cuyo año falleció,viéndose el túmulo que guarda sus cenizas,en un costado del altar mayor de la iglesiade religiosos recoletos del orden de SanFrancisco, con el título de San Cosme, su-burbio de esta capital.

    El dia que su excelencia estrenó una ri-ca estufa, al salir al paseo en ella, dirigió el

    poeta ante algunas personas de categoría yde la confianza de aquel personaje con el

    fin de que llegase íi su noticia, la cuartetaque al calce de esta nota se lee. En efecto,llegó á oídos del virey el verso relaciona-

    do y el que le sigue, tan moral como travie-so. El resultado de todo esto fué, que el vi-rey solicitó con empeño al improvisador;este compareció ante el primer magistrado

    Negrito Poeta.— 4.

  • 30

    del entonces llamado reino de Méjico ó Nue-

    va-España; y sin saber el objeto para que sele solicitaba, se presentó con la puntualidad

    necesaria en palacio, y habiéndosele dadoaviso al señor Casafuerte de que el negropoeta esperaba sus órdenes en una de las

    antesalas destinadas con tal objeto en dicho

    edificio, á pocos momentos salió su exce-lencia, y el negro, con la timidez propia de

    su esfera humilde, le saludó haciéndole unreverente acatamiento; el virey le ensanchó

    el ánimo hablándole condemasiadacortesa-nía, y después de las ligeras ceremonias que

    en semejantes casos pide la urbanidad, dijo

    su excelencia al improvisador, que le digerael verso que le habia dirigido el dia anterioryendo al paseo; el negro, aunque algo sor-prendido á la presencia de la primera au-

    toridad del entonces reino de Nueva-Espa-ña, satisfizo en el instante los deseos de su

    excelencia, de lo que quedó bastante com-placido el señor Casafuerte, sin embargo dela profunda impresión que hizo en su almatimorata el sentido moral que brotan las

    palabras sentenciosas de la primera cuarte-

    ta, mereciendo la segunda igual recomen-

    dación, pues desenvuelve la misma idea condistinto material.

  • 31

    Para cerciorarse mas el señor Acuña dela capacidad del versificador, en la difícil

    facultad de improvisar, según el consonante

    que se le daba,con el que regularmente desen-

    lazaba sus ocurrencias métricas, al efecto, di-

    jo el señor Casafuerte al vate repentino, que

    le improvisase un verso, tomando por idea suapellido; inmediatamente complació á su ex-

    celencia dirigiéndole la segunda pieza queverá el lector, después de la que alude á la

    carroza: ambas pueden llamarse con propie-dad, hermanas mellizas, pues aunque no fue-ron improvisadas á un mismo tiempo, tienenla circunstancia de haber sido dirigidas á unobjeto, sin perder su ilación, ni la cualidad

    moral de que se ha hecho mención. El re-sultado de todo esto fué, que el generoso ytimorato virey Casafuerte, premió la subli-me habilidad del negro con una buena gra-tificación; este se despidió de su excelencia

    con las protestas de gratitud y reconoci-miento á un singular benefactor, que sin dis-puta lo fué su excelencia del menesterosocuyas ocurrencias estimó en su verdaderovalor sin desconocer el mérito que encontróen un oscuro poeta, compensando con ma-no liberal las agudezas de su ingenio queoyó con mucho placer, las que, repito, hi-

  • 32

    cieron honda impresión en el alma dócil delseñor Acuña, quien desde aquel dia dismi-

    nuyó el fausto vireinal que acostumbrabaen los dias que llaman de corte, pues en los

    comunes y festivos, su brillo, según la opi-nión mas bien recibida era moderado, y fru-gal su mesa, lo que no está lejos de creerse,

    pues el mejicano (como tal se reputa al señor

    Casafuerte) es naturalmente morigerado en

    sus costumbres, las que no altera, si no es,

    obligado imperiosamente por la investidura

    de un alto puesto, en que es indispensable,

    á los hombres que en él se hallan colocados,cumplir con las ceremonias establecidas, á

    pesar de la moderación opuesta siempre al

    lujo y la magnificencia sultánica que los hi-

    jos de Anahuac no acostumbran, aunque sevean elevados al rango de suprema autori-

    dad; si no es en los casos extraordinarios

    de rigurosaetiqueta diplomática, función de

    iglesia ú otras que demanden aquel aparato.

    El señor Casafuerte, aunque no nació en

    Méjico, nació en la capital del Perú, y así,

    peruano y mejicano, es sincniimo: las mis-

    mas circunstancias que adornan al limeño

    adornan al mejicano; por este principio, de

    indispensable verdad, no cabe duda de la

    moderación del señor Acuña bajo el dosel

  • 33

    vireinal; y esta seria menos después de losversos. También es indudable, por las razo-nes dichas, y por la poderosísima de llamar-

    le su avanzada edad á la tumba, pues si nome engaño, en 1734, año de su muerte, te-nia su excelencia sobre el cuerpo setenta

    y nueve navidades.En conclusión, el ingenioso negro poe-

    ta consiguió, por medio de las sutilezas desu asombroso numen, una buena adquisi-ción para el servicio del Viático, pues el vi-

    rey, el mismo ó el siguiente dia que supo yse impuso del asunto de la cuarteta remitióla elegante estufa á la iglesia parroquial

    del Sagrario para el uso público del Diviní-

    simo al visitar á los moribundos.

    Basta de nota, y pase el lector los ojos

    con religiosa reflexión sobre la primera

    cuarteta, cuyo contenido hirió como pun-zante saeta el alma sólida y ortodoxa del

    vírey Casafuerte; dice así:

    Esa estufa, Juan, advierte,que sobre ejes de oro gira,

    es el carro de la muerteque te condiiee á la pira.

    La segunda pieza de que se hace men-ción en la notii precederte, seguramente

  • 34

    acabó de resolver al señor Casafuerte á des-prenderse de su magnífica estufa, y cederla

    á la iglesia en beneficio del sagrado Viático

    que visita á los enfermos agonizantes. Larelacionada manifiesta de luego á luego los

    sentimientos morales de su autor, cuya ideadirigió la antecedente y su concordante, que

    es la que sigue:

    ¿Sabes que para la muerteno hay humana resistencia?no hay valor, no hay excelencia,

    no hay, ni ha habido Casa-Fuerte.

    Un sabio padre jesuita, de apllido Zamu-dio, grande orador y consumado poeta, se-gún la fama pública que corre de la celebri-dad que adquirió en su tiempo en ambasfacultades, no conociendo al negro, tenia

    vehementes deseos de conocerle, por el rui-

    do que hacian en todo el vecindarrio de la

    capital las ocurrencias improvisadas de aquel

    celebrado ingenio: eran estas tan adecuadas

    al asunto que se le indicaba, que le dieron

    bastante nombradla, no pecuniaria, á pesar

    del nígero barniz que cubria su cuerpo. El

    eco de su habilidad extraordinaria resona-

    ba por loda la ciudad, de donde vino la cu-

  • 35

    riosidad que todos tenian de conocer al

    violento versificador en la época momentá-

    nea en que los inciensos del aplauso le fue-

    ron propicios; en la época, repito, en que la

    voluble fortuna quiso obsequiar á un hijo de

    Apolo, colocándole á su lado en su carro,

    para que este, en la vida desairada que te-

    nia en el mundo como poeta, á lo menos tu-viese el dulce ensueño, de haber acompañadoá la inconstante deidad en la carroza, cuya

    mole le habia oprimido con todo su peso,

    pues con aquel obsequio instantáneo, solo

    recordaria lo que el Petrarca en su triunfo, re-

    ducido á haberle pasado vistosamente ador-

    nado por las calles de Roma, laureada sucabeza y en actitud de ir pulsando su lira de

    oro en el magnífico carro donde el Vaticano

    le hizo entrar con todos los arreos dignos

    de un poeta como el Petrarca; sin embargo,todo aquel aparato de grandeza, fué teatral,

    pues por lo regular, la felicidad del poeta

    es de intervalos, nunca duradera; quien lo

    duda, pase la vista con algún detenimiento,

    por la galería de los vates de los siglos que

    han pasado; y después de aquel examen di-ríjase al presente, y hallará que los hijos de

    Melpómene y Talía, constantemente han si-do perseguidos por la desgracia; pues á la

  • 36

    vez que la naturaleza los ha enriquecido conaquella dote tan sublime, los abate en el

    mundo negándoles su protección, y aun losescasos recursos de la vida, la que, por

    lo común, es en el poeta, una cadena de pe-nalidades y vigilias que se aumentan cuan-do el consonante se dificulta para un poemadel cual dependa remediar, en parte, suscuitas, pues muchas veces, es tanta su des-gracia, que la recompensa que espera de lapersona encomiada por su musa, es, ¡vivausted mil años!. . . Muchas gracias. . . Us-ted me favorece, etc. Buen consuelo á laverdad, para un vate menesteroso, á quiensiempre acontece, que toda empresa de se-mejante naturaleza, le cuesta desvelos. Es-

    tas verdades son tan claras como la luz delmedio dia sin nieblas, testigos irrecusableslas acreditan ante la faz del mundo.

    Volvamos al padre Zamudioy negro poe-ta, cuya nota seinterrumpió por dar lugar ála antecedente introducción que ha venido

    de molde al asunto.El padre Zamudio, como queda dicho, no

    conocía al negro, y deseoso de conocerle, ase-

    ch(3 la ocasión de lograr su objeto: se pre-

    sentó aquella, y por las señas que tenia delimprovisador, llegó la vez que le encontra-

  • 37

    se, y no teniendo duda por la identidad delindividuo á quien solicitaba, le dijo, en esti-

    lo mesurado é interrogativo, acercándosele:

    ;Tú eres el negrito poeta?

    Contestó: Aunque sin ningún estudio,que á no ser por esta geta,

    fuera otro padre Zaniudio.

    Encontrando cierta ocasión, una persona

    de buen humor al poeta, y deseando diver-tirse al mismo tiempo con las agudezas re-pentinas que vertia cuando se le heria la fi-bra poética, le dijo el ávido curioso en aquel

    siglo inquisitorial con el fin de oir una res-

    puesta magistral en verso, como las queacostumbraba dar el improvisador, segúnla idea que se le apuntaba, cuyo sentido va-riaba, si así lo pedia el respeto debido á la

    moral pública, á Dios mismo y á todo lo esta-blecido conforme á las leyes, sin que nada deesto fuese obtáculo para que aquel raro inge-nio diese un oportuno y análogo desenlace al

    verso que se le objetaba, sin desperfeccio-narlo en lo mas mínimo, con desabridas di-sonancias ú otros defectos, que á primeravista conocen los prácticos profesores dela diva ciencia. Al efecto, la referida per-

    Negro Poeta.— 5.

  • 38

    sona, sin el saludo de costumbre ni otra co-

    sa equivalente, luego que vio al negro, con la

    confianza que regularmente inspira la fran-ca amistad, le dirigió el pié que después de es-

    ta nota sigue, de difícil combinación para

    contestarse al pronto por un poeta medita-

    bundo, mas no para el repentino de quiense habla, que entraba en su elemento cuan-

    do se le presentaba una idea abstracta, en-

    tonces campeaba con mas libertad su fanta-sía por las extensas faldas del Pindó dondetanto se recreaba cortando flores para ob-

    sequiar á las personas que tenían gusto deoírle sus inspiraciones como á un oráculo.

    Algunos dilemas poéticos que le decíanpara que los resolviese, eran oídos con es-cándalo por algunas gentes que carecían desindérisis, calificando de heréticas las ex-

    presiones de que se componían varios, piesde versos, antes de oír el desenlace que lesdaba el violento versificador; que la verdad,

    no estaban en la mente de los ingenios, cu-ya opinión quedaba bien puesta por la ge-neralidad del auditorio al ver descifrados

    los conceptos que parecían despropósitos;

    de modo, que aquel resabio que dejaban álas almas escrupulosas las primeras nocio-

    nes que se le indicaban al poda para que

  • 39

    sirviesen de cimiento á la pieza que se pre-

    tendia, quedaba destruido totalmente, cuan-

    do el hijo de Apolo levantaba el velo delmisterio á la idea malsonante, apareciendo

    en lugar de aquel monstruo horroroso, una

    deidad encantadora, cuyos atavies sirven á

    la misma divinidad y al dogma; á quienes deninguna manera se ofende bajo formas enig-máticas que son desenvueltas á satisfacción

    del mismo benévolo auditorio de que se hahecho referencia; como lo es, en mi insigni-ficante opinión, el pié que sigue, de que se

    ha hablado al principio de esta nota, dice así:

    Pié: ¡Renegar de Dios es bueno!

    Contestó: Azotes, mordaza, freno,

    tiene nuestra santa fe,

    para quien dijere, que

    rejicgar de Dios es bueno.

    Cierta ocasión encontró el negro, yendo

    en compañía de algunos amigos, á una vie-

    ja limosnera; esta se le acercó, pero sabien-

    do que era poeta improvisador por la fama

    que corría en el público preconizador de su

    singular habilidad, desistió de la empresa degastar palabras infructuosas para pedirle di-

    nero, conociéndola experimentada meneste-

  • 40

    rosa, que el bolsillo del poeta está piempre,como el talcgon de Quevedo, vacio, al fin dela prosapia. Con este motivo cambió de rum-bo la anciana pordiosera, pidiéndole al mis-mo cortejante de las musas, dos medias vie-jas. Oida esta petición por el misérrimo ver-

    sista á quien se quejaba la cuitada achacosa,

    sacó, como vuloarmente dicen, la mismapiedra, aunque algo mas, pues fué con el ri-bete de la satírica y celebradisima cuartetaque no dejarla de avergonzar á la sexage-naria, á pesar de su estado de mendicidad,

    la que dice así:

    ¡Pobre de tí que te quejasá mí para tu remedio;que te partan por enmcdio,

    y tendrás «íYos jnedias viejas.*

    Un individuo camarada del poeta, encon-trando á este casualmente un dia que no lo

    imaginaba, al momento que lo vio, excusa-do el saludo y demás etiquetas de estilo,cuyas ceremonias según entiendo, no acos-

    tumbrarían con el pobre negro sus contem-

    poráneos; pero su amigo, deseoso de oirle

    discurrir en el difícil arte de la versificación,

    le dir¡gi(>, como generalmente lo hacían to-

  • 41

    dos los que lo importunaban, el pié que al

    fin de esta nota verá el lector; pues, sin em-

    bargo, que pies de semejante naturaleza,eran de la cuerda del improvisador, agota-

    ban su paciencia la multitud de peticionesque se le hacian en cuantas partes le coloca-ba la casualidad, las personas de todas es-feras y edades, muchas de estas lo haciancon necedades y sandeces, y otras, con jui-

    cio y sensatez, por el placer que recibian al

    oir sus sazonadas agudezas, compensandoestos últimos, por lo regular, con medianasgratificaciones, la habilidad del negro, quien

    no tenia mas patrimonio para vivir que loque le producian sus celebradas ocurren-cias que marchaban por el sendero que se leapuntaba, como lo manifiesta la siguienteidea indicada arriba; diciendo su amigo, ne-

    gro, «Dios en la punta de un cuerno,»

    Contestó: Con un saber sin segundo,y su poder sempiterno,bien pudo formar el mundoDios en ¿a pu)ita de un cuerno.

    Cierta ocasión, estando un hombre opu-lento en el balcón de su casa, vio que pasaba

    el poeta: la curiosidad de oirle discurrir en

  • 42

    verso le hizo llamar; aquel retrocedió inme-

    diatamente, _v á lamas leve seña del poderoso,

    pasó adentro y subió y entrando á la sala

    donde le esperaba el magnate, saludó á este

    con el respeto debido quien le introdujo sobre

    la marcha, á un gabinete ricamente amuebla-

    do, en cuya mesa central se veían variaspiezas valiosas de oro y plata, piedras

    preciosas etc. El dueño de toda aquella

    magnificencia y joyas que tenia ante los

    ojos el miserable negro, tomó asiento en sucómoda poltrona, quien teniendo en pié an-te sí, y á la vista de todo aquel aparato oto-

    mano al desgraciado versificador, le dijo,con el magisterio propio de un potentado, ydeseoso de divertirse á poca costa: que á

    cada alhaja de las que veia, le fuese acomo-

    dando un verso y se la tomase á continua-

    ción. El poeta, al oir propuesta tan ventajo-

    sa para su ingenio, fijó la atención en un

    par de hermosas cucharas de plata que es-

    taban sobre la mesa referida, y consideran-do que aquellas dos piezas remediarían por

    algunos dias sus consuetudinarias necesida-

    des, y con el fin de no pegarle un chasco

    pesado íi su generoso invitador sació su co-

    dicia con la friolera dicha; friolera era en

    efcto, para un hombre cuya opulencia mani-

  • 43

    festaba de aquel modo en lo superficial desu casa. El negro, por no abusar de la fran-queza del individuo que por primera veztrataba, después de un momento de medita-ción, dirigió al propietario, con el intento

    de complacerle y salir él satisfecho con el

    botin de su triunfo, el siguiente verso:

    A Moisés permiti(3 Diosque consagrase en las aras;yo, con permiso de vos,

    me tomo estas dos cucharas.

    Al oir el verso tan inesperado el rico ho))i-

    hre, convencido de la habilidad del negro,

    le dijo, tómatelas en hora buena y vete, es-toy satisfecho. El poeta lleno de placer con

    su bonancilla, dio las gracias á su favorece-

    dor y se despidió de él haciéndole un dete-nido acatamiento desde el umbral de laelegante pieza.

    Viendo el negro un dia, que salia paraVeracruz una cuerda de criminales, se acer-có al momento hacia donde pasaban, y comotenia ciares y tomares con todas las gentes,sin excepción ninguna, conoció entre los

    maniatados á un delincuente que marchabaal punto referido, en donde se hallaba un

  • 44

    sentenciado que habia salido en otras reme-

    sas al mismo destino, quien se llevó una sá-bana del negro; este, con la ocasión que sele presentó por conducto de su conocido de

    hacer un reclamo á Pancho el Tuerto, (nom-bre acomodado á aquel criminal por los desu calaña), se acercó, repito, lo mas que pu-do, para poder hablar al preso y hacerle su

    encargo, lo que haria, en mi concepto, por

    natural humorada, pues pensar en el reco-

    bro de una prenda de semejante naturaleza,

    y en poder de un hombre de semejantecarrera, era, como vulgarmente se dice,buscar al gato en el garbanzal; y el así im-

    provisador, por modo de pasatiempo, y porla costumbre que leerá genial de improvisar,

    dijo al reo, para que en otros términos lo

    hiciese á su amigo el presidiario, el siguiente

    Si llegas á Veracruz

    y allí ves á Pancho el Tuerto,le dirás que por Jesús,me mande en la cualfiu'envuelto.

    La situación miserable en que corriente-mente se hallaba el poeta, lo habia reducido

    á ser el /laznic rcir de toda clase de perso-

    nas que se divertían con él muchas veces.

  • 45

    de un modo burlesco que dcgenerabíi en de-f^radante para el versiíicador: tal vez no ten-dría amor propio, ó habría arrojado al sueloel velo de la verecundia. Una ú otra cosadebe creerse, ó seria un arbitrio que tendriaadoptado por conveniencia propia, para vi-vir bien quisto entre las gentes, convencido

    de que el trato social con toda clase de per-

    sonas, era su único patrimonio, pues un hom-bre que no tiene en el mundo arbitrios parasubsistir, y que posee una habilidad men-tal, como la poseia el negro, remedia las ne-cesidades de la vida por aquel principio, el

    mismo que le proporcionaba relaciones connobles y plebeyos (según las alcurnias de

    aquel tiempo), con ricos y pobres, con decen-

    tes y trapientos ó haraposos, aun cuando

    parece indudable que la mayor familiaridadera con estos últimos con quienes vivia en

    amigable armonía y estrecha sociedad; desuerte, que puede asegurarse sin temor

    de incurrir en equivocación, que ambos (se-gún un dicho vulgar) se tapaban con unaniisjnafrazada. Lo cierto es, atendiendo álas relaciones que se han adquirido del ne-

    gro, que muchas veces le despojaban susamigos, de his miserables prendas que le

    acompañaban, dejándole como á Adán enX K ( ; K 1 r f ) I ' ( 1 1 r A .— í )

    .

  • 46

    el paraíso después que comió la fruta del ár-bol vedado, sucediéndole varias ocasiones,que cuando buscaba á sus valedores parareclamarles las prendas del abrigo noc-turnal que comunmente le extraviaban, yahabían marchado galeras, como le sucediócon Pancho el Tuerto. Igual cosa le pasó conotro de la misma ralea, llamado con arregloá las nomenclaturas de tales sugetos, Juanel Meco, á quien con la misma idea del versoalusivo á PajicJw, dijo el siguiente á otro dela hermandad latrónica, para que reclamaseal Meco, una sábana que se había llevado dela inanera que el Tuerto, aunque este segun-do Juan, no le habia tocado aun marcharáVeracruz, pues el negro indica que hacia tresdias que no veia á su despojador, según elsiguiente que dirigió á otro cofrade:

    Si encuentras Á Juiín el Meco,

    que desde antier no le he visto;dile, que por Jesucristo,me mande en la cual fin^ envuelto.

    Pasando cerca de una barbeiMa el impro-visador, á instancias del maestro barbero quese hallaba en el quicio de la puerta de su

    tienda, s(; detuvo un momento; el maestro

  • 47

    flebotomiano le movicj la leda favorita al

    negro, quien después de una rápida ojeadapor el interior de la barbería, observó entre

    varias cosas, á una anciana que dormitabasentada en una silleta (sillas de madera an-tiguas, con brazos laterales para apoyarse)

    teniendo en la misma disposición en su heladoregazo, áungatoáquien parecian mullido le-cho las faldas de la vétula. El poeta, después

    del ligero vistazo y con el fin de satisfacer el

    deseo de su rapista camarada, dio á la casa

    barbería con el pincel de su ingenio, la si-

    guiente brochada, que no dejaría muy buensabor en el paladar del maestro ni de la so-ñolienta estantigua, quien, seguramente per-

    cibió algo de la picante pieza que sigue:

    Estuches, vacias, vihuelas,

    gatos, viejas celosías,

    son muebles de barberíasÍtem cuadros, sanguijuelas.

    Cierta ocasión aseguran que iba el poetapor una calle de las mas concurridas de es-ta capital, en la que encontró casualmente,en los mayores apuros, á un elegante amigosuyo, de aquellos cuya elegancia degeneraenridiculez:elcaso era, queála vezqueleen-

  • 48

    contró el negro, se ocultaba en un zaguánpor habérsele desprendido un tacón del cal-zado. El almivarado mozalvete, al v^erse

    destaconado, se retrajo de la manera dichacon el fin de remediar el accidente inespe-

    rado del zapato, haciendo casi lo mismoque hacen hoy las presumidas petimetrascuando se les suelta la cáliga que adorna

    las medias de la torneada pierna.

    A una feliz casualidad debió que el ne-gro se hubiese presentado con tanta opor-

    tunidad, á quien dio que reir esta célebre

    aventura; sin embargo, consoló á su amigo

    y le sirvió de Cirineo en aquella malhadadacuita, solicitando al momento una lesna yunas tachuelas ó pequeños clavos: luego quele trajeron dichos utensilios, tomó el zapatocuyo tacón pendia de unas delgadas pitas,dirigiendo al avergonzado Adonis, á presen-cia de algunos testigos del caso que en seme-jantes lances no faltan conducidos por la cu-riosidad al lugar donde estaba refugiado elreferido, el siguiente satírico verso:

    Si se te li;i caído el tacón,

    con los clavos se asegura;

    /// eres la cah(i/i(íi(híra,

    x xo süx el lierrudov.

  • 49

    HabicMido concurrido el poeta á la casadoun amigo con el fin de felicitarle su dia na-tal, y darle una prueba con esta ceremoniaque se observa en la sociedad mejicana poruna costumbre inmemorial, de la recíprocaamistad que profesaba. En efecto, llegó lahoríi de sentarse á la mesa los amigos y con-vidados del celebrando: luego que comenza-ron á correr las copas del padre Lico (aliasBaco) sobre la opípara mesa, huyó de la or-gía el juicioso y recomendable Harpócratesque habia presidido la reunión antes de queasomasen en aquella mansión de la confian-za los zumos de la vid y del maguey, que ápocos momentos interrumpieron el ordenque habia reinado en la expresad.'i morada,rompiendo los diques del silencio. Todos losconcurrentes alzaban las copas al cielo conrepetidos y festivos brindis que resonabanpor toda la sala, en seguida se dio principio

    á las bombas de costumbre siendo el impro-visador el objeto que no perdían de vistalos asociados, cuyos deseos satisfizo, dicien-do los dos siguientes que fueron celebradoscon estrepitosos vivas y palmoteos: dice laprimera:

    Quisiera tener yo solohabilidad con encanto,

  • 50

    para celebrar tu santo

    desde el uno al otro polo.

    Dice la segunda, que parece "fué masaplaudida que la anterior, por su conclusión.

    Mas que el ave de la Arabiavive, amigo, sin quebranto,

    y que celebre tu santoesta concurrencia sabía.

    Un amigo del poeta, deseoso de acredi-tar ante una reunión de sugetos de supo-sición, la facilidad que tenia en concluir ver-sos con pies difíciles; y para demostrar estaverdad y subir á mayor eminencia la habi-lidad del negro, le dio la idea que después

    de esta nota verá el lector, la que pare-ce una extravagancia 6 absurdidad del en-tendimiento humano, cuyo resabio le quitael brillante desenlace que le supo dar el poe-ta, á satisfacción de los oyentes, cambiandoel sentido délas expresiones que parecen ensu estado inconcuso, una blasfemia, las quesirvieron de lema al individuo que tenia posi-tivo empeño en aumentar la celebridad delimprovisador en ocurrencias sutiles, de suer-te, que lo que aparece deforme y monstruo-

  • 51

    so, por la acepción literal, convierte el inge-

    nio, bajo formas hermosas, en un bello con-junto de verdades morales al desenvolver

    sus concepciones virginales, como lo mani-fiesta la pieza que originó el pié referido, di-

    rigido al versificador con el objeto que que-

    da mencionado en el relato de esta alusión:el que dice así: Pié: Es falso que existe Dios.

    Contestó: ¡Blasfemia horrible 3^ atroz!

    ¡Miente el que así ha discurrido!

    para los que no han nacido

    es falso que existe Dios,

    Entrando el poeta á la iglesia en un dia

    de función solemne ó tutelar del hospital,

    que se infiere seria el de san Andrés, obser-

    vó á un demandero, que en el acto de diri-

    gir su plegaria al público devoto que entra-

    ba por la puerta donde estaba colocado, lo

    hacia con inauditos desatinos, los que llama-

    ron la atención del negro, quien, conocien-

    do que semejantes despropósitos vertidos

    en la entrada de un santuario, necesitaban

    una severa reprimenda y un oportuno co-

    rrectivo, de una y otra cosa usó, después

    de oir la fórmula que acostumbraba el pe-

    didor, que decia de esta manera: /)('//v7 r/

  • 52

    entierro de ¿os /iitesos del Jwspítal! Oidaspor el poeta las desatinadas razones que an-teceden, se acercó al idiota que en voz altadisparataba sin pudor ninguno, á la faz debrillante y sensata concurrencia la que en-traba y salia de la casa de Dios, y le dijo,en estilo reprensivoy cáustico í\ la vista de

    innumerables testigos, la siguiente:

    Dos disparates á un tiempoestás diciendo, animal;

    ni el hospital tiene huesos,

    ni enfierran al Jiospital.

    A continuación, con el laudable fin de co-rregir al mandatario su extraviada oración,

    y para que de modo racional se dirigiera alpúblico piadoso con modales expresivos, ycambiando la severidad en dulzura, le dijoesta segunda cuarteta relativa al mismo ob-jeto: dice así:

    ¿Sabes como has de decir,si no quieres decir mal?Para el entierro de huesosque hace este santo hospital.

    Va\ ciciia ocasión que pasaba el V^iático

  • ")3

    por una calle, se encontraron casualmente,el poeta y un amigo, estando hincados ambosadorándole, dijo el amigo al improvisador,por no perder la ocasión de oirle discurrir

    en tan buena oportunidad: di un verso alDiviiiisimo que pasa. El poeta, que no te-nia mas norte que complacer á todo el mun-do siempre que se le pulsaba el resorte dela versificación repentina, preguntó á su ca-

    marada, con el fin de satisfacer su deseo,

    el nombre del padre que conducia el copónde las formas; el curioso le respondió, queno sabia cual era su nombre, pero que suapellido era Gavilán. Con esta noticia, quevino al versificador como anillo al dedo, di-jo la ingeniosa que sigue."

    Admirado me he quedadoen ver convertido el panen Jesucristo encarnado,

    y en manos de un Cavilan.

    Cierto dia de los que llaman fatales algu-nos seres desgraciados, pues en cuanto les

    acontece que sea adverso desde la aurorahasta véspero, sin embargo de ser todo obradel accidente, lo atribuyen á la malignainfluencia del dia. Si esos malaventurados

    Xpr-RITO PoKTA.--7.

  • 54

    humanos reúnen á sus comunes desgracias,alguna enfermedad de aquellas que abatenel espíritu y derraman el humor melancóli-co sobre sus rostros, entonces, en vano bus-can consuelo y distracción, porque nada en-cuentran que sea suficiente para desterrarlas confusas ideas que se atrepellan en sucuitada fantasía; de suerte, que cuanto ro-dea á la persona que adolece de la tetrici-dad, todo le es funesto.

    Entre los versos sueltos que he reunidocon incansable empeño, originales, según elrelato de los individuos que me los han fa-cilitado, del célebre improvisador, aparecenalgunos que retratan la situación de su au-tor, pues no puede negarse, que en el poetala poesía es el lenguaje de su alma, hacien-

    do esta, en concisas palabras, la pintura delmal que le aqueja.

    Se dice que el poeta repentino, lo queacredita su melancólica situación, habiendo

    oido doblar clásicamente en una iglesia, losclamores del bronce le pusieron de peor con-

    dición, aunque su índole pacífica aseguran nose alteraba por nada. Con el motivo referi-do, dijo en presencia de algunos amigos quetenían gusto en acompañarle y en oírle, comoquejoso de una lengua mordaz el siguiente:

  • ;);)

    ¡Que importa que c\ bronce fi^ima

    al son de la campanada,si una lengua desatadahasta las piedras lastima!

    A la vez que un indio se cayó accidental-mente de lo alto de un mirador, de dondedistaban poco trecho el poeta y los amigosque con él conversaban, uno de estos, movi-do por el accidente que acababan de presen-ciar, y tomando por idea la palabra indio, ácuya clase pertenecia el infeliz que descen-

    dió del andamio al suelo, pidió al improvi-sador dijese un verso con el consonante de

    indio: el poeta, por complacer á su camara-

    da y satisfacer el deseo unánime de toda lareunión que siempre le escuchaba como unoráculo sin embargo de la dificultad delconsonante que no l(vtiene la subrayada voz

    en el idioma castellano, salió del paso con

    la violencia que acostumbraba diciendo elque sigue:

    Uno por decir rindióse equivocó y dijo rindió,

    al tiempo que se cayó

    desde un mirador un indio.

    Pasando el improvisador casualmente

  • 56

    ante la puerta principal del entonces /^ív/zí';/-do tribiuuü de la santa inquisición, á cuyavista se estremecian las carnes y se erizabanlos cabellos, en el umbral de la mencionadase hallaba un fraile dominico, sin duda miem-bro del santo oficio; al tiempo de pasar elpoeta, casi tocando su cuerpo con el del re-verendo, este le asió del brazo para que sus-pendiese el paso, de cuya acción algo se sor-prendió, pero entró en calma cuando el hijode Guzman le dijo con arrogancia, (puedehaber alguna exageración en este relato portantas minuciosidades; quédese uno y otroen su buena opinión y fama;) tin versillo porel aire: el negro, según el temor que le ins-piraba el tribunal ignihundo, llamado, por

    antonomasia, de la fe, se figuraba en el crá-

    ter del Vesuvio y ante un ministro de Pin-tón príncipe del Averno; con tal motivo ac-cedió á la solicitud del dominicano, y sin masobjeto que el de complacer á quien tenialas llaves del fuego en la mano, le dijo la siguiente quintilla, con mucho tiento, porque,en aquel tiempo, cojitra el rey y la inquisi-ción, chiton; dice así:

    Esa es, padre en conclusión,mucha confianza v donaire,

  • o7

    pedirme en la inquisieion,con violencia y precisión,

    iin versillo por el aire.

    Tenia por costumbre el poeta visitar áunas coquetas; y un dia que estas le espera-ban, en hora determinada, inventaron diver-

    tirse con él, por medio de un chasco quepensaron pegarle, cuya travesura le salió á

    la cara. Con el intento dicho, escribieron concarbón en la pared del descanso de la esca-

    lera, por donde indispensablemente debia

    subir el negro, el siguiente renglón ó pié

    de verso, en tono interrogativo.

    ¿Que puede ser que no sea?

    Una de las inventoras de semejante arti-ficio, con toda la sagacidad que caracterizaal sexo femenino en tales empresas, se es-

    tuvo oculta, entre tanto llegaba la visita; en

    efecto, llegó y al subir observó el renglón

    precedente, bajo su estilo adivinatorio, es-

    crito de la manera referida en la pared: hi-zo alto naturalmente el poeta al leer el ren-

    glón enigmático, y después de una ligerameditación, dijo con voz perceptible, lo quepuntualmente deseaban las coquetas para

  • 58

    consumar la obra, aunque el éxito no fué co-mo lo esperaban pues la burla les salió encontra. El poeta, después de algún silencio,

    repitió, fijando la vista en el renglón,

    ¿Que puede ser que no sea?Ociilia: Un. . . . Cornelio el que lo lea . .

    .

    Al oir esta respuesta burlesca y algocáustica el improvisador, contestó directa-

    mente á la oculta burlona con igual caustici-dad en el verso que sigue, desenlazando conel pié de la travesura, y es este:

    ¿Y una mujer disoluta,qué es, sino una prostituta?¿Siendo prostituta 3^ fea

    ¿Qué puede ser que no sea?

    A un amigo del poeta, que de alegre ycantador degeneró en misántropo y tétrico,

    cuya falta extrañaban las tertulias que antes

    frecuentaba, sin saber ninguno de los anti-

    guos contertulianos á que atribuir la mudan-za ó cambio de vida del colega, quehabia de-

    jado un hueco que nadie podia cubrir satis-

    factoriamente en los estrados donde hacia

    resonar su voz en unión de las sirenas de los

  • 59

    lagos de la hermosa Tenoxtitlaii, que en lascálidas noches del verano, en las tem-pladas del estío, en el otoño y en las frígi-das del aterido invierno, un dulce pasatiem-po fomentado por el discípulo de Euterpe,las hacia soportables, desterrando el fasti-

    dio en los puntos donde concurría, en las es-taciones mencionadas, dando vuelo al ecomelodioso de su garganta b:ijo las artesona-das salas de la opulenta Méjico, en aquel si-

    glo de paz octaviana y de abundancia, tan

    envidiada de la presente generación que noha disfrutado, sino es con interrupcionesconsecutivas, de aquel bien tan estimable

    descendido del cielo para hacer la felici-

    dad de las sociedades humanas; pero estas nosaben aprovecharse de él, por llevar adelan-te sus aspiraciones con las que desapareceaquella de entre los hombres remontándoseá la mansión de Dios, de donde es originaria.

    Dejando á un lado esta oportuna digre-sión, volvamos al cantador convertido enmisántropo, cuyo enclaustramiento repenti-no, dio tanto que pensar á las personas queantes divertía, entrando en este número elnegro poeta, quien como cantor de distintacuerda, extrañaba también á su amigo enlas concurrencias diurnas y nocturnas que

  • 60

    tenían de costumbre, por la afinidad que am-bos tenían, el uno como cantor de Apolo, yel otro como cantador de los estrados; coneste motivo deseaba encontrar á su camara-da. Un dia, impensadamente, consiguió suintento encontrando al prófugo de las tertu-

    lias; y en lugar del saludo corriente entre

    personas que no se han visto en mucho tiem-po, en términos jocosos le dijo el siguiente:

    ¡Pobre de tí, cuitlacoche,

    Se acabó tu fantasía,antes cantabas de dia

    y hoy no lo haces ni de noche.

    Encontrando el negro á un amigo quehabía sido opulento, quien por haberse en-

    tregado desenfrenadamente á la dilapida-

    ción y á toda clase de vicios, con mas exce-so al de la impudicia, se hallaba por sus es-

    candalosos despilfarros en extrema pobre-

    za; el poeta, con el fin de reprender sus ex-

    travíos, contrayéndose á la causa mas in-fluente de la ruina de su amigo, y

  • 61

    ya jocosidad aparece la moraleja de la ideadel versificador; dice así:

    ¡Por una mujer astuta,un mal amií^o, un rufián,te has quedado como Adándespués que comió la fruta!

    Teniendo conocimiento el poeta con unadama cuyo galán se apellidaba Fuero, fué ávisitarla cierta ocasión y habiéndola encon-

    trado sola, después de reflexionar que su

    amante era Fuero por apelativo y que goza-ba fuero por su carrera, le dirigió á la rela-cionada, entre el dialecto del requiebro yla sátira, lo primero en los labios de un me-

    loso apasionado, habrfa ablandado, aunquefuese muy duro, el corazón de la beldad de suidolatría amorosa, aunque su esquivez fueserefinada igualmente, al escuchar el ingenio-

    so verso que sigue:

    Mi bien, preguntarte quiero,hoy que sola te hallo aquí,¿que si tu gozas del Fueroó el Fuero goza de tí?

    Encontrando el poeta cierto día por lacalle de la Canoa á un juez, quien, sin em-

    Xfgkito Poeta.- 8.

  • 02

    bargo de la humilde clase del negro, le dis-pensaba amistad y consideraciones, despuésde los cumplimientos de estilo, entablaronuna ligera conversación sobre cosas indife-rentes, cuyo diálogo fué interrumpido poruna menesterosa que se les presentó pidién-doles un socorro: la infeliz, á mas de estarsumamente escasa de recursos, opinan quelo estaba también del juicio, quizá la mise-ria en que se hallaba seria la causa primor-dial de su trastorno cerebral; lo cierto es,

    que ella dirigió su petición á los dos que con-versaban con la esperanza de ser socorrida,

    y por respuesta obtuvo del versificador, elperdone de costumbre, repitió la expresada,

    una y mil veces su demanda, hasta que fas-tidiado dijo el juez «sz está loca> entonces

    el negro con el objeto de atemorizar á la li-

    mosnera para que los dejase en paz, cuyofin consiguió, diciendo el que apenas oyó lapobre, pues pies le faltaban para huir de

    los sugetos que importunaba: la receta quehizo poner pies en polvorosa á la pordiose-

    ra, por llamar la atención del juez la ingenio-

    sa pieza que sigue:

    En (1 momento, señor,L\\\r s( lleven á esta pobre,

  • 63

    hasta que el juicio recobre,

    al Divino Salvador ^

    Hallándose el poeta en una concurrencialucida, compuesta de personas de ambossexos, no faltó entre el masculino quien le

    moviese el resorte de la fibra improvisan-te, que correspondia al mas leve tacto satis-faciendo el deseo del que esto hacia, al mo-do délas cañas en que fuéconvertida la niníaSeringa en las márgenes del rio Ladon, altiempo que invocaba á los dioses para quela favoreciesen y librasen de su perseguidorel dios Pan de quien huia; en efecto, los dio-ses oyeron su plegaria y la metamorfosea-ron de la manera dicha ; de suerte, que al daralcance el dios de los pastores al objeto de

    sus ansias, creyendo que estrechaba á lafugitiva beldad, no lo hacia sino á un con-junto de cañas que prorrumpieron en armo-niosos ecos al ser estrechadas por los ena-morados brazos del hijo de Penélope, quien,viendo frustradas sus esperanzas ardientes,

    de las mismas cañas que abrazó con ardor

    1 Todos saben en Méjico, que el hospital don-de se encierra á las mujeres dementes, es conocido

    con el nombre de el Divino Salvador, situado en lacalle de la Canoa,

  • b4

    lascivo formó la zampona con cuyo sondisipaba en el seno de las selvas los amar-gos recuerdos que le dejó la fugaz y tras-formada ninfa Seringa.

    Esta mitológica introducción, da unaidea, aunque no exacta, de la facilidad natu-ral que tenia el negro en decir versos repen-tinos, á veces tan adecuados al asunto quese le apuntaba, que dejaba asombrados álos que le escuchaban al ver en un hombrede abandonada educación 3^ sin ningunosprincipios, un fondo de tanta erudición, quecaracterizaba la sátira poética como el masculto humanista. El caso fué que el indivi-duo que se dirigió al improvisador, tomópor objeto al bello sexo, pidiéndole un ver-

    so cuya aplicación correspondiese á su idea;

    el poeta comprendió esta perfectamente, ysin mas ambición que la de complacer á losque deseaban oirle con avidez, dirigió á la

    amable mitad de las sociedades humanas,entre la sátira y el encomio, la siguiente

    pieza:

    Salero con sal, sin sa/,

    es la mujer cuando quiere

    salero con sal, si quiere;

    y si no quiere, sin sal.

  • 65

    Pasando un escribano acompañado de unalguacil por una calle, á la v^ez que el poeta

    estaba con unos amigos (salvo la veracidad

    de la relación), en el quicio de un zaguán, vie-

    ron ambos que se le cayó al escribano unlegajo que dijeron ser un testimonio, el cual le-

    vantó el alguacil; con este motivo, obli-

    garv3n les amigos al negro, so pena de des-

    agrado si no lo hacia, á que dijera un verso

    relativo al suceso que acababan de obser-

    var; condescendió el versificador á las ins-

    tancias de la amistad, diciendo, con analogía

    á la casualidad referida, el agudo, satírico

    y bien combinado que sigue:

    Ha sido obra del demoniolevantar cosa tan vil. . . .

    ¿pero cuando un alguacil

    no levanta un testimonio?

    Un eclesiástico que tenia nota de buenpoeta en aquel siglo, llamaba al estro en

    términos favoritos perlas. Cierta ocasión,

    que impensadamente encontró al negro,

    usando de su expresión favorita, le dijo, con

    el fin de medir los tamaños de su ingenio, el

    siguiente pié, que fué diestramente contes-

    tado con la facilidad, sátira 3^ maestría de

    costumbre: el relacionado pié dice así:

  • 66

    Eclesiástico Díccnnic que vertís perlas.Negro. Sí, padre, mas son de cobre;

    y como las vierte un pobrenohay quien seinclineá cogerlas.

    Viendo el poeta pasar á una dama por elatrio de un templo, bien conocida por su co-quetismo, le dirigió, estimulado por los ami-

    gos que le rodeaban, la sátira siguiente:

    Aunque aparentas ser ricapor tu traje y compostura,

    otra cosa me aseguraque no eres mas que una mica.

    Estando pregonando una disposicióndel gobierno, que era de observancia en aquel

    tiempo, á la vez que el poeta pasaba casual-

    mente por el lugar del pregón, se mezcló en-tre la multitud que .aquel acto había reunido,

    y habiendo sido visto por algunos camara-

    das que allí se hallaban, los que al disimu-

    lo se le acercaron, y de consuno le supli-

    caron que improvisase algo alusivo al pre-

    gón, para salir del paso, tomando por ob-jeto id voceador, dijo ante sus amigos y ála faz de un inmenso pueblo, la graciosa

    ocurrencia que sigue, cuya idea le inspi-

  • 67

    ró su negro culis y pobres harapos que cu-brian su cuerpo.

    Díngale á ese pregoneroque no siga su pregón;yo desnudo en cuerpo entero,llamo mejor la atención.

    Un padre jesuíta, estando con el impro-visador en la portería de uno de sus conven-tos, vio que fijaba la vista en la imagen pin-tada en un lienzo, de San Francisco Javier,cuyo cuadro se veia en el cancel de la puer-ta que daba entrada á los claustros. En elpecho del santo, ó con mas propiedad sobrela parte donde se halla situado el corazón;tenia escrita la palabra latina satis: el poe-

    ta, que sin duda sabia la acepción de la voz,pregunt(3 al regular que ¿qué queria deciraquella expresión? Este le respondió conaire magistral. La pésima aplicación de lafrase por el jesuita, pues siendo adverbioaquella, le di() un significativo que el sastremas ramplón habría comprendido al momen-to. Bastantemoitc ¿njldnuuio el corazón delsanto del amor divino. He aquí el sentidogenuino del adverbio latino que el padreno supo construir, cuya ignorancia repren-

  • 68

    dio el negro con la sutileza que acostumbra-ba; lo que hizo dirigiéndose ala efigie, dicien-do el satírico é ingenioso verso que sigue:

    ¡Que mal la palabra satisen ese pecho se engasta!pero es cosa mas extrañaque un teatino diga, basta.

    En los dias del negro, existia en Méjicouna mujer de su misma ralea, que llamabanla negra cabe.>;a de plata. Accidentalmente,por una de las calles inmediatas á la casaprofesa, encontró el poeta, en unión de su

    séquito de amigos, á otro padre jesuíta, de

    lo que se infiere, por los repetidos pasajesque se mencionan relativos á jesuitas, lleva-ba amistad con la mayor parte de los indi-viduos de la compañía existentes en estacapital. Al tiempo que conversaban confi-dencialmente, pasaba la negra cerca de ellos,cuya oportunidad abrió al improvisador unextenso campo para dar lugar á la sátiraque le era tan genial en sus ocurrencias mé-tricas.

    'i'odos saben que los regulares de la

    compañía de Jesús, poseían grandes rique-zas, siendo estas el motivo esencial de

  • 69

    la expulsión, y después de la total extinción

    de la orden de todos los dominios de la cris-

    tiandad, á excepción de Italia, punto de la

    confinación general. Los cuantiosos tesorosde aquellos saciaron la codiciado sus anta-

    gonistas, despojándolos de ellos por medio

    de la fuerza; de este modo privaron á la hu-manidad menesterosa de los recursos que

    hallaba en las puertas de la compañía, á las

    tribus idólatras y errantes de Sonora, Cali-

    fornias y Nuevo-Méjico, de la reducción al

    seno de la Iglesia y á la tierna juventud de

    la educación que recibía gratuitamente

    de aquellos excelentes maestros, cuyo res-

    tablecimiento se verificó en Méjico solem-

    nemente, el 23 de Setiembre de 1853, por de-

    creto del Excmo. Sr. presidente, quinta vez,

    D. Aíitoiiio López de Santa- A}iiia.La antecedente digresión que vino á me-

    dida en esta nota, cortó el hilo al primer pá-

    rrafo de ella; el remedio es anudarlo ycontinuar aquel hasta su conclusión, paten-

    tizando á los lectores el final resultado de la

    conversación entre el poeta y el jesuíta, que

    también interrumpió la aparición accidental

    de la negra, la que ofreció un hermoso inter-valo al versificador; pues con tal ocasióncon los coloridos de su inagotable ingenio.

    Negrito Poeta.— 9,

  • 70

    dio una pincelada satírica, hasta dondelo permitieron los límites de la amistad yde la consideración á sus benévolos cama-radas, con el objeto de no ofender á deter-minadas personas, pues aunque directamen-te suena en el verso un solo individuo, á ellodaria hueco la confianza y la chanza que losdos amigos cultivaban recíprocamente, por-que la licencia poética no es tan elástica co-mo algunos creen sin embargo, el negro te-nia este privilegio con algunas restricciones,

    según lo exigían las unidades de tiempo, delugares y de personas, y el profundísimo

    respeto á Id santa inquisición, ú. cuyos agen-tes daba sus pasaditas con la suave esponjade la lisonja y el plectro. Con los jesuítasestaba en continua alarma, siendo la pruebade esta aserción, los varios versos que serefieren á ellos, los que les dirigiera en usode la licencia dicha, pues parece que el negrosolo ambicionaba tres cosas al tiempo deimprovisar, y eran gratificación ó premio

    de sus agudeziis, aplausos, y disimulo de las

    personas que satirizaba al estilo de la si-guiente pieza, dicha al padre de la compa-ñía con el motivo enunciado; dice así, diri-

    giéndose á la negra:

  • I

    Si es de plata tu Cíibesa

    puedes torcer el cnmino;

    no te la quite el teatiiio^para la casa profesa.

    A un padre de la Merced de apellidoEras, que habia ascendido á provincial,siendo antes comendador, reprendió el poe-ta del modo mas ingenioso, y equivocandosu apelativo, lo conjuga traviesamente conel verbo ser, que acomodó, según los casos

    y circunstancias, con tanta analogía, quelos inteligentes en ese modo de versificar,pueden calificar con el adjetivo de selectoel verso que al calce se lee; con el cual, re-pito, reprendió satíricamente el versifica-

    dor, la notoria ruindad del reverendo, di-ciéndole, en lugar de felicitación por suascenso al provincialato, el ya anunciadoque sigue:

    Cuando comendador erasno. eras nada liberal,ahora que eres provincial;eres lo mismo que Eras.

    Hallándose el poeta en una reunión deamigos, le dijo uno de ellos, con aire protec-

  • r¿

    tor, que si le daba consonante á patio, seriagratificado con nna bnena gala. No se lodijo á un sordo, pues al momento el impro-visador satisfizo la ansiedad de los curiosos

    que se habian adherido á la petición del pri-mero que movió la tecla al poeta; solo bas-tó un ligero intervalo de meditaciones parasalir airoso del paso, diciendo con la arro-

    gancia que caracteriza á los hijos de Apoloy Demosina, el que sigue:

    Por oración en latin,el latino dice oratio,

    es consonante de patio,

    venga amigo mi botin,

    I

    FIN DE LA PRIMERA PARTE.

  • 73

    AGUDEZAS MÉTRICASDEL

    NEGRO POETA MEXICANO.

    SEGUNDA PARTE.

    Estando el negro en una concurrenciadonde se jugaba á los naipes, le dijo un abo-gado que se hallaba en la rueda: vá un pesocí que no le encuentras consonante d naipe?El versificador aceptó la apuesta, contíin-dola desde luego en el bolsillo, con tal se-guridad, usando del estilo jocoso, que era lasegunda cuerda de su fecundo ingenio; dijo,en fin, al letrado, ante coraní popnli. en eltemplo de Virjan, el que á continuación, dice:

    Un portugués enojadoá un gato le dijo, Zaípc:

  • el consonante es de naipe;gané, señor, licenciado.

    En distinta ocasión le dijo otra personade las muchas que trataban al poeta, ¿quesi era sujeto de darle consonante á Cristó-

    bal? La persona referida que deseaba oirdiscurrir al improvisador, dicen los relacto-

    res de estos versos, que se llamaba D. Fran-cisco Sandovál: el nombre y apellido delmencionado individuo, ofreció material áaquél, quien aprovechando la primera ideaque le ocurrió para salir del aprieto y ausi-liado de la facilidad admirable que constan-temente le acompañaba en esta clase deversificación; dijo dirigiéndose al peticio-

    nario:

    Un Don Francisco Sandóval(Sandovál quise decir)

    me ha acabado de pedirconsonante, de Cristóbal.

    Pasando á Santo Domingo en procesiónpor una calle cuya concurrencia era creci-

    da, se hallaba entre los espectadores el poe-

    ta, sin faltarle á su lado algunos amigos: á

    la sazón se presentó un conocido del mis-

  • 75

    mo, de caletre caliente sobre asuntos de

    pasatiempo, quien mezclándose en la reu-

    nión, después de una pausada é interrum-

    pida conversación, por la distracción en que

    ambos estaban, dijo el incorporado al negro,á tiempo que el Santo pasaba, seguro de un

    victorioso desenlace, el siguiente:

    Pié. *S(íNÍo Domingo es lui perro:*

    Contestó. En esa opinión no hay yerro,habla usted desengañado,

    pues lo que tiene á su lado

    Santo Domingo, es un perro.

    Habiendo llegado á noticia de un sujetode buen gusto y amante de la poesía, la ex-traordinaria habilidad del negro poeta en la

    diíicil facultad de improvisar, bajo concep-

    tos no comunes para medianas inteligencias;dirigió, con objeto de satisfacer su deseo,

    al improvisador el pié, que á primera vista

    se conoce ser hijo de una imaginación fe-cunda por su intrincada convinacion; cuyosentido ambiguo, parece ser un iiiare mag-no en donde, sin duda, otro ingenio habriazozobrado. Se engañó el curioso en su cálcu-lo, si creyó que el versificador no tenia la

  • capacidad necesaria para comprender suidea, cuyo desenlace le convenció hasta laevidencia, de lo que era capaz el oscuro va-

    te, como se manifiesta en el hermoso versoque produjo la exótica idea anunciada; di-ciendo, en conclusión, el individuo relacio-

    nado, al trovador el que sigue:

    P/V.

  • 77

    tido, lo hacia satisfactoriamente en cuatro

    renglones incluso el repetido pié que se le

    daba, lo que parece demasiado dificil; y en

    realidad lo es, para quien no tenga las con-

    cepciones prontas y estraordinarias que te-

    nia aquel raro ingenio. A la verdad, los con-sumados poetas, en las circunstancias delnegro, con todo el fuego de las metáforas,

    pendoleo de la brújula y favor de Apolo,

    tendrian plazo, papel y tintero, para salir

    del compromiso, y tal vez

    Un poeta Jaliciense (permítanme los sen-satos lectores, para comprobar mi aserto,este corto episodio) de no vulgares conoci-mientos en esa ciencia del alma: pensandoen la gastronomía, inventó un guisado, parael que necesitaba los ingredientes indispen-sables: lo perteneciente á especiería pidió

    en una tienda, punto donde descubrió suplan gastronómico y donde se le dispensabaamistad y confianza: prevalido de tal apoyoel dueño déla negociación, dijo al poeta, queen verso dijese lo que necesitaba para la em-presa del guisado: el vate contestó al nego-

    ciante, que careciendo de la facultad repen-tina, necesitaba papel y tintero, se le sirvió

    con ambos materiales, y escribió en pocosmomentos el siguiente:

    Negrito Poeta.— 10.

  • 78

    El pedir cuesta trabajo,

    aunque dar no ofrece cuenta,chiles, culantro, pimienta,

    azafrán, vinagre y ajo.

    Probada del modo demostrado la aser-ción de que se ha hecho referencia, conti-nuó la nota alusiva al negro poeta á quiense dirigió el Virey después que pasó el Di-vinísimo, quien seguramente aprovechó elintervalo de la adoración, para combinar laidea que circunscribió en el pié que al calcese lee. El bosquejo de la fantasía del Virey,

    fué aclarado por, el sutil pincel del repenti-

    no genio, resultando de aquella oscura som-bra, un vistoso luminar, que hizo derramaralegría, admiración y aplausos entre todos

    los concurrentes, teniendo, al mismo tiempo,algunas galas el menesteroso negro. El pié

    que le dijo la primera autoridad de Méxicoen aquel tiempo, y que con tanta maestríadesenlazó el viólenlo vate, dice así:

    Virey. "El sacramento no es nada."

    Poeta. Si la hostia en el relicario

    no estubiese consagrada;

    digo, sin ser temerario.

    El sacrdüiíHlo no es )i(ui(i.

  • 79

    Al pasar en una procesión una imagen deMaría Santísima, cuya advocación se igno-ra, con un hermoso niño en los brazos. Alpoeta y varios amigos de éste, llamaron laatención ambas efigies. La hermosura celes-tial de madre é hijo, se llevaba las miradasde los espectadores, admirándose en ellasel delicado gusto y asombrosa fantasía delescultor que tales obras había hecho. Coneste motivo, dijo un devoto dirigiéndose alimprovisador, quizá con el fin de oir un elo-gio de su numen improvisante, en obsequiode los objetos que acavaban de pasar. ¡Quéhermosa es la madre de Dios! Al escuchareste encomio de admiración el negro, satis-fizo el deseo de su indirecto invitador, di-ciendo el que alude á la fecundidad y purezade María Santísima, del modo siguiente:

    Aunque á ese niño ha parido,siempre virgen ha quedado,fué por milagro engendrado,110 por obra de marido.

    Tenia el poeta un amigo con quien acos-tumbraba chancearse, éste padecía la enfer-medad, de la piedra en la orina. Con la oca-sión de su inesperado enlace y boda con una

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    señora de apellido Piedra, para él equivoco¡exelente idea y oportunidad! ofreciendo elconsonante un basto campo para que pudieseretozar el ingenio travieso del versificador.

    El dia del nupcial festejo concurrió uncapite á la casa de su amigo y en la mesa ála hora de los brindes y bombas de costum-bre en semejantes fiestas, dirigió con la des-

    treza que le era genial, la celebrada sátira,disfrazada con el ropage del equívoco, cir-custancia también favorita del ingeniosí-

    simo negro: dice la cuarteta dirigida á suíntimo camarada así:

    Con tu boda repentina,tu sanidad nada medra;menos hoy que estas con Piedraen el caño de la orina.

    Estando el poeta en presencia de uno delos \'i reyes de su época y de Don Juan de Me-na, meh'fluo é inteligente cantor en el coro

    de las Musas, se movió conversación sobrela facilidad del negro en improvisar con con-

    sonantes difíciles. Se sucitó con tal objeto,una divertida competencia entre Mena y elpoeta repentino; y el Virey, como interlocu-tor en semejante escena, cortó el diálogo de

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    los dos áreades, diciendo al negro, que si se-ria sujeto de hallarle consonante -Aporque.El improvisador, satisfecho de la ocasiónque se le presentaba para hacer lucir su in-genio ante un rival respetable aquien arran-có aplausos en lugar de crítica al dirigir áS. E. el siguiente, sin perder de vista el con-sonante Porque, dijo, dirijiéndose al Virey;

    Pido á vueselencia me horque,Y me cuelgue de esa almena,Siempre que Don Juan de MenaLe dé consonante á Porque.

    A una j(3ven cu3^os enamorados decian:con el fin de conquistar su amor, entre va-rios requiebros inspirados por su hermosu-ra, que era liúda como uua plata. El negro,con la facilidad sublime de la versificaciónrepentina, se colocó en el número de los apa-sionados de la joven beldad, mas las dulcesiluciones desaparecieron de la ardiente fan-tasía, á poco tiempo de haber sitiado la pla-za inútilmente, cuyo sitio tubo que levantar,á su pesar, dejando á sus afortunados riva-les el campo libre, pues para él era dificul-tosa la empresa, por mil inconvenientes:siendo el mas poderoso, la cutis ultrópia que

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    cubría su cuerpor sucedicndole al desgra-

    ciado en el alcázar de Cupido, lo que al Pa-vo real, el que lleno de placer y presunciónse enamora de sí mismo al verse los maticesvariados de las ondulantes plumas que le en-galanan, ¡pero cual es su desconsuelo al fi-

    jar su vista en sus monstruosas patas! aque-lla presunción, aquel placer, se convierten

    en mortal tristeza al observar después de

    tanta hermosura aquella deformidad, que áveces les cuesta la vida, según la opinión

    común de respetables naturalistas.Colocado el negro en paralelo con el pa-

    vo, por la oscuridad de su piel, la que en los

    tiempos de antaño era demasiado vitupera-

    ble por la alta aristocracia y linajudos de la

    sangre azul; de aquí es que debia prometer-

    se mal éxito en la liza de amor, teniendo porcompetidores á románticos almivarados ypisaverdes con grandes madejas de bucles

    ondeantes sobre sus hombros, semejantes á

    las hebras de Febo;sin embargo, el improvi-

    sador, tomando las espresiones de los pre-tendientes de la temprana hermosura, cre-

    yendo complacerla, le dirigió el siguiente:

    ¡Mal haya quien te maltrata,

    y quien te pierde el dccorO;

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    pues siendo linda cual oro,

    te digan como mía plata!

    Este elogio sencillo á la hermosura, co-

    mo le esperaba, fué despreciado por la pre-suntuosa damisela, que de luego á luegomanifestó su desagrado al verse elogiada

    por unos labios, no de grana, sino de aza-

    bache, que á pesar de su negrura, derrama-

    ban flores, no de la precaria belleza queproduce la purpurina primavera, sino de la

    eterna duración, lo que se patentizó á nopoderlo dudar, en la transición de un siglo,

    de los versos sueltos que con inmenso tra-bajo he reunido, entre los que ocupan lugardistinguido, el que dirigió á la orgullosa

    damisela, aunque casi con los mismos con-sonantes del encomiástico anterior, varian-

    do únicamente el sentido; pues si aquél todoes miel y suave esponja, en éste, todo eshiél y cauterio que hiere lo mas vivo delamor propio, y en la jactancia de una mu-ger hermosa y en la lozanía de sus años?La pildora indigerible pour jciDuie fenuneque le dirigió el desairado poeta, dice así:

    ¡Bien haya quien te maltrata

    y que el decoro te pierda.

  • 84

    y que en lugar de oro y plata,te digan inmunda cerda!

    Habiendo concurrido el poeta á una fun-ción solemne de iglesia, halló en ella al Vi-re}^ presidiendo como primera autoridad,acompañado precisamente, de todas lascorporaciones; como S. E. era tuerto, éigualmente lo era el negro, según las rela-ciones y el verso á que hace referencia estanota. Le llamó la atención esta rara coin-cidencia. Después de dar una ojeada sobreel brillante cuadro que ofrecía el Templo,

    y fijando la vista en una imájen de SantaLucía pintada en un lienzo, como abogadade las enfermedades de los ojos, notó en unplatillo puesto en las manos de la Santa porel pincel, un par de ellos, este repuesto ve-nia como anillo al dedo á los dos monócu-los, con esta oportuna idea, dijo el improvi-

    sador, ante algunas personas que le rodea-

    ban; sin separar sus miradas del cuadro, el

    chistoso verso que sigue:

    Señora Santa Lucía,por tu singular clemencia,

    dame un ojo, Santa mia,y otro pnra su escclciicia.

  • 85

    Hallándose el poeta en unión de varios

    amigos en un claustro de regulares, veíanambos con gusto, á una imagen de MaríaSantísima, con un hermoso niño en los bra-zos. La obra manifestaba la elegancia delpincel, buenos coloridos, pulidez y fantasíadel artífice; de suerte que llamaba la aten-

    ción de las personas que observaban el cua-

    dro con detenimiento. Estando embelesados

    del modo dicho el poeta y los individuos quecon él estaban, con los objetos que tenían á

    la vista, le ocurrió al primero, la peregrina,

    moral y misteriosa idea que vació en el si-

    fífuiente metafórico verso:ts

    A ésta lo que mas le abona,es el haber concebido,

    sin saberlo su marido,

    y por tercera persona.

    Todos los católicos saben, desde el bal-buciente niño hasta el teólogo consumado,que el misterio de la Encarnación del Divi-no Veibo fué obra del Espíritu Santo, cuyadisposición divina ignoraba el patriarca SanJosé; á esto alude la antecedente cuarteta;

    y para esta aclaración ha sido necesaria es-ta subnota.

    Negrito Poeta.— 10.

  • 86

    Entrando el poeta á la casa de una señoraá quien visitaba con frecuencia y sin los cum-plimientos de la etiqueta, le desconoció unaperrita sallándole al encuentro con ferocesladridos: La Señora reprendió la Penada(nombre de la perra) amenazándola con unlátigo si no cesaba de ladrar; calló en efecto

    por el amago de su amo, y el improvisadorinterponiendo su mediación, dijo el verso

    que al calce de ésta nota se lee, cuyo senti-do equívoco, da una idea casi cierta, de queel poeta se llamaba José, diciendo el men-cionado:

    Está la pobre Penada,

    por hallarse en gran aprieto,Señora, por mi respeto,no le hagas á Pepe nada.

    El verso que al fin de esta introducción

    verá el prudente lector, demanda un largocomentario por el origen y circunstancias

    que motivaron su repentina aparición en lasociedad. El principio que tuvo según lasrelaciones mas exactas adquiridas sobre elparticular, fué en una reunión de amigos quese formó accidentalmente, inmediata á unaobra de íirquitectura, por cuyos andamios

  • 87

    subían y bajaban los operarios con los ma-teriales indispensables, subiendo entre estosvigas para el techado, del edificio. Hé aquíla procedencia de la celebrada quintilla quedespués será colocada en su lu^íar respec-tivo, como parte integrante de Las A^udc-sas Métricas, entre tanto, queda suspendi-da esta nota, la que continuará luego quese dé salida á las aclaraciones que imperio-samente está reclamando la mencionada,antes de ser colocada en donde le corres-ponde.

    El celebre Don Joaquín Fernandez Lizar-di, conocido en sus días y después de ellospor El Pensador Mexicano, escribió conbastante acierto, por la acogida general quetubo en el público la divertida y crítica obraque tituló El Periquillo Sarniento-, cuya úl-tima edicción hecha recientemente, ha me-jorado demasiado en los ramos tipográfico,oriográfico y litográfico. En el tomo 3.^ cap.2.° pág. 27 de esa producción recomendabledel memorable Pensador, se encarece confundamento sobrado el relevante mérito denuestro insigne negro, para lo cual introdu-jo el autor en el cuerpo de la obra, algunaspiezas que garantizan la rara habilidad deimprovisador mexicano á la faz de las eda-

  • 88

    des. En lo que no le encuentra esactitud es,en las alusiones y noticias que estampó Fer-nandez Lizardi, acerca de las circunstanciasque precedieron y sucedieron á las ocurren-cias métricas á que se contrajo, sin embar-go, todo puede pasar, la juiciosa y expertaposteridad correrá un velo sobre los peque-ños y casi imperceptibles defectos que senotan en el Periquillo^ pues en el orden na-tural todo es defectuoso en el mundo, conmucha más razón lo son las obras de loshombres, aunque á primera vista aparezcansin mácula: la perfección sólo se halla en

    Dios; y por no dejar de hacer objeciones ab-surdas los impios Ateistas, avanzan con pa-so temerario negando á la Omnipotencia sustributos, errores crasos del entendimiento

    humano, en algunos seres estraviados de lasenda del raciocinio que conduce á la creen-cia de la perfectibilidad incuestionable del

    Ser Eterno 1

    Vamos al asunto interrumpido lijcramen-te. La inverosimilitud en que incurrió el Pí?w-sador Mexicano y que no puede pasar anteios ojos de su detenido criterio, mucho me-nos cuando hay roce de unas obras con otrascomo actualmente sucede, respecto al ver-so de que se va tratando, asegurándose con