el arma de vida - jerome camilly - jacques normand

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    todas las artes marciales zen, las

    yu o arco) y

    iai

    sable), son qui-

    las mas exi entes. Pero de todas lis

    rtes zen son as que despiertan mayor

    perplejidad en occidente. con-

    ciliar un arte de combate con las suti-

    lezas

    filosoficas

    Puede parecer incom-

    prensible y hasta absurdo, que el arte

    de armar un arco o desenvainar un sable

    pueda conducir al absoluto. Contraria-

    memte a la ascesis, que libera el espiritu

    con menos precio del cuerpo,

    el

    kyudo

    y

    el iai exhortan a un esfuerzo paralelo

    de equilibrio y armonia. Cuando el

    cipulo del iai-do hace kilencio sobre

    mismo, cuando calma su ser interior,

    te poco a poco que concentra me-

    su pensamiento, se siente invadido

    r la calma. La hoja surge de la vaina

    mo una centella que desgarra el es-

    cio. El arco es, escorzada, la fiel re-

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    PREF CIO

    E1 k y u d o pretende ser la via de la armonia.

    K Y U D O :

    del cuerpo, considerado como instrumento,

    que busca sus prolongacionss tant o en la flecha com a en

    la hoja. L o que equivale a decir -pues hasta tal pun to

    requiere u n esfuerzo interio r- que la practica del arco

    es el arte de llegar a una cierta plenitud. Plenitud que

    permite borrar las insignificante s cuestiones qu e jalonan

    una existencia y nos la hacen superflua.

    Armonia que ante todo se registra en los reflejos coti-

    dianos del adepto. Por una especie de osmosis, el que tira

    al arco se funde con ese objeto neutro qu e lentam ente

    se vuelve el reflejo de su propia personalidad.

    Arma de Vida : aunque antinomicos, estos dos vo-

    cablos se justifican en ma s d e un sentido, y resumen bas-

    ente la practica caballeresca del tiro

    Por extension, se podria calificar al kyud o de Ar m a

    de Ve rdad, exponer este concepto partiendo de si mis mo

    y

    proyectarlo a su semejante.

    A los ojos de los occidentales, el Japon aparece como

    el pais de las industrias modernas, y sin embargo, la vida

    @enetica de sus grandes ciudades encubre el gusto por

    las practicas ancestrales qu e to do japones lleva en si, cual

    una arquelogza cultural.

    E n todo e l mundo ,

    y

    sobre todo desde

    1945,

    el jiu-jitsu,

    el judo , el karate, son ve hiculo d e las artes marciales ja-

    ponesas. Ahora bien, estas no son mas que desviaciones

    d

    las

    artes llamadas marciales, disciplinas descarriadas,

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    abortadas. Disciplinas espectaculares, ciertamente, que

    rapidamente se han difundido al ser asimiladas a los de-

    portes de lucha, que moderan (o avorecen) la agresividad,

    y a los cuales se les pide que oculten el miedo. Deportes

    de defensa que deben todo, tanto sus gestos como sus

    origenes, al arco y al sable.

    Perplejidad, miedo, duda

    -mayoi osore utagau-

    tres sentimientos, tres estados psicologicos profundamente

    arraigados en el ser humano desde el instante mismo de

    su nacimiento.

    La practica regular del kyudo permite eliminar suave-

    mente estas tres reacciones instintivas.

    El Arte del Arco obedece a codigos de pensamiento

    que, hasta el presente, jamas han sido codzjicados. Por

    otra parte, de que serviria hacerlo: cada uno reacciona

    en funcion de su propio cuerpo, de su propia mente. Se

    trata de ad aptar y de adaptarse.

    El

    Arma de Vida se esfuerza por despejar el kyudo

    de toda esa mezcla de ideas confusas (mas o m enos} adm i-

    tidas que se a tribuye a Oriente.

    Para el japones, la sensacion tiene primacia -sobre

    cualquier analisis del espiritu, y en gran parte se debe

    a esta diferencia el que hayan surgido numerosos malen-

    tendidos a proposito de las ar tes marciales.

    Estamos a la busqueda de una concordancia de todo

    el ser, pero no perseguimos por g usto las razones qu e jus-

    tijtcan dicha concordancia.

    Para llegar a la cumb re del Fuji -dice la ensenanza

    tradicional- existen mi l camino s diferentes. cada cual

    le toca saber escoger el suyo.

    . .

    E n su inten to d e clarijicar,

    El

    Arma de Vida se es-

    fuerza por trazar la via de las multiples posibilidades que

    precisamente afiece la ensenanza surgida de la tradicion.

    E n primer lugar, insinuandose en ese Japon milenario

    cuyos vestigios no son inmediatamente perceptibles para

    los visitantes. Lueg o, esforzan dose por desci fmr una pe-

    dagogia que, de entrada, puede desconcertar al neofito,

    y, finalmente, incorporando estos Cuentos y Leyendas

    d e los Samurai que permiten una aproximacion diferente

    al tiro al arco. Estas historias de samurai merecen ser

    meditadas pues contienen en germen todo el espiritu

    del Budo.

    Cada un o de estos cuentos, cada una de estas leyendas,

    estan cargados de significado, n o solo para quienes se con-

    sagran a esta disciplina del espiritu y del cuerpo que es

    el tiro al arco, sino tamb ien para aquellos (mu cho mas

    numer osos) para quienes las artes marciales son una cu es-

    tion filosofica a la que les parece im posible ajustar su

    paso.

    Estos relatos, simples e ingenuos, nos remiten al CO

    digo de Hon or qu e regia la existencia -a veces mete o-

    rica- de los samurai. Mora l, arte de vivir, al mism o

    tiempo que estudio de caracteres, estas leyendas son un

    pun to d e partida para el discipulo que. desea reducir el

    enigma del arco. Ense nan otra concepcion de la dignidad ,

    otra nocion de la superacion, otra manera de evaluar la

    vida. Y es por ello qu e nos ha parecido necesario agre-

    garlas a esta aproximacion al arte del arco.

    U n proverbio afirma: Cuan do el alum no esta pronto,

    el maestro llega . bu en seguro -y es enor mem ente

    deseable- otros habran de buscar aun multiples defini-

    ciones de

    El

    Arma de Vida; pero esta obra no tiene mas

    ambicion que dar una explicacion del alma del kyudo:

    despejarla de ciertos artzjicios para sacar a la luz sola-

    me nte lo esencial.

    Jer6me CAMILLY

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    DE L ISL ETERN

    L

    R CHIPIEL GO PROFETICO

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    que lado, por que repliegue, por medio de que con-

    cepto filosofico ha de encararse abordar e1 Japon?.,.

    Es una pregunta que debio preocupar a gentes de

    todas las condiciones, y no solo a los navegantes, Desde

    hace cuatro siglos, este pals no acaba de sorprender a los

    viajeros y, si continua evolucionando a ese ritmo metaori-

    co, en adelante sera, preciso redescubrirlo cada diez anos.

    A esos blancos rostros llegados de otras partes- los

    japoneses no iban a verlos desembarcar en sus costas sino

    a partir del siglo XVI Eran unos jesuitas portugueses que,

    en los informes despachados a su autoridad religiosa,

    dejaron constancia de un cierto asombro:

    Las maneras y costumbres de los japoneses son por

    completo contrarias a las nuestras. Cuando nosotros nos

    encontramos frente a un noble, nos ponemos de pie qui-

    tamos los sombreros, pero los japoneses se agachan.

    A

    la manera jesuita: los hechos, nada mas que los

    hechos pero dejando, no obstante, total libertad de

    in

    terpretacion.

    Mucho antes que ellos fue otro portugues el que habla

    abierto el camino agregando un nuevo nombre al mapa

    del mundo.

    Fernando Mendes Pinto, antiguo escudero, soldado,

    esclavo, pirata, pero tambien comerciante, acababa de ser

    el

    primero en tocar tierra en el Japon. Era el ano 1543

    Tres siglos mas tarde, la misma sorpresa ironica per-

    sistia bajo la pluma de los hermanos Goncourt:

    ha atado esos pequenos japoneses a semejantes sables

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    largos? .

    Y

    haciendose eco de esta frase, escuchamos

    - c a s i a disgusto-: Verdaderamente, jcomo se puede

    ser'japones? .

    Cuando se quiere escapar a esas ideas de pacotilla de

    la geisha o el hara-kiri, en una palabra, a ese farrago

    de japonismo que no recubre n ninguna realidad, ni pre-

    sente ni pasada, ciertamente la tarea no es facil. Tanto

    menos facil cuanto que el alma japonesa es, por esencia,

    multiforme. Si a esto se agrega que el japones de hoy ha

    cambiado de apariencia para semejarse al occidental, ya

    no se sabe si el Japon del siglo XX ha traicionado la tra-

    dicion. o si el Japon esta formado, a la vez, tanto por

    uno como por el otro.

    Es cierto que, aun miniaturizadas, una cantidad de

    ideas preconcebidas se han cristalizado como un cemento

    en torno a este pais. Un volumen grueso cual una enci-

    clopedia no bastaria para denunciarlas.

    Felizmente, no es este nuestro proposito, aunque sea

    preciso liberarse de toda idea preconcebida para admitir

    primero, y sentir luego, el Arma d e Vida. Lo que equivale

    a decir que se trata de algo simple que requiere, en todo

    momento, un espiritu disponible.

    Es por el simbolo mas llamativo de la superficie japo-

    nesa - e 1 Fuji- como, a nuestra manera, querriamos

    acceder al Archipielago profetico ,

    En un texto - e l mas celebre de cuantos ha escrit-

    Blaise Cendrars se entrega a una aproximacion muy per-

    sonal a ese otro universo :

    Ho-Kusai ha pintado los cien aspectos de una

    montana . seria Vuestro Rostro pintado

    por un chino? Esta ultima idea, Senor, desde

    luego me ha hecho sonreir.

    N.Y. Abril 9 2

    En ese torrente febril que son las Pagues

    a

    New-York,

    Blaise Cendrars cita, en una elipsis, al pintor japones

    Ho-Kusai y su tema, cien veces repetido. Cita anacronica

    6

    de la q ue es perfectam ente conciente, y recalc a imagi*

    nando

    lo

    que habria sido del sublime rostro si Ho-Kusai

    se hubiera adue nado de el.:. Tra s lo cual Cendrars, muy

    naturalmente, tiene visiones de dragones negros, ltlminas

    contorneadas que habrian aserrado vuestras carnes ...

    Escritura exhuberante que prolifera en todos los sentidos

    e intervr eta, para deleitarse, una variaeibn a l a japo-

    nesa .

    Imaginamos que a su vez, el espiritu de Ho-Kusai hu-

    biera sido presa de esta vision. Contrariamente a lo que

    dice Cendrars, habria podido aparecer lineal, fluida,

    serena, a imagen de la negra cabeza de bronce de Dai-

    butsu

    4 1

    ran Buda- Daibutsu no duerme , suena:

    sus ojos semicerrados dejan traslucir el vago resplandor

    que producen dos globos de oro puro . Calcada d e este

    retrato existe una estatua del Buda tallada en made ra

    dura. El cuerpo tendido sobre el costado, la cabeza

    posada

    en el an teb rk o, el Buda aguarda la muerte, con una son-

    risa tra nspar ente congelada en l a comisura d e Los labios

    Pero en definitiva, quien puede decir de que esq uemas

    procede su pensamiento...

    Si te preguntan que es el alma de un japones,

    dice el poeta, responderas que es el perfume de

    la flor del cerezo salvaje abierta al alba.

    Motoori Norinaga

    Un a Gltima referencia a las Phques a

    New-York

    dande

    Cendrars introduce, en tres versos, tres ideas en zigzag,

    una de las cuales es un a alusion -quizas involuntaria-

    a la China. De esta dependencia directa hablaremos a

    menudo.

    Por medio de pequenos toques impresionistas, con-

    forme a una tecnica que se asemeja, es como querriamos

    abordar el Japon. Dado que nuestra ambicion no es dar

    una definicion de este, no hemos preparado ninguna.

    Como el actor del Teatro No, el Japbn disimula sus

    caras bajo las lisas capas de su mascara laqueada. Se

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    multiplica ante nuestros ojos, de modo que la dificultad

    radica siempre en retener una sola expresion que sea sig-

    nificativa para todos. Ora exhibicionista, ora discreto, se

    occidentaliza hasta el exceso o se oculta tras la tradicion

    o los mitos.

    Profano y sagrado son inseparables.

    Inmemorial, hace intervenir a los innumerables dioses

    Sinto que pueblan el mundo (el sintoismo es alli la reli-

    gion nacional). Futurista, el mas oriental de los paises

    asiaticos se vuelve uno de los arbitros del juego industrial

    y economico de la civilizacion occidental.

    Y

    de occidental,

    nuestra civilizacion se vuelve universal, al punto de alterar,

    en ocasiones, el alma profunda de este pueblo.

    En el Japon, estamos en ese punto privilegiado de en-

    cuentro donde pasado y presente se yuxtaponen, donde

    actuaI y eterno se confunden.

    Ciertamente la insularidad, a menudo sofocante, ha

    desarrollado en algunos de ellos el deseo de borrar su

    verdadera naturaleza para no conservar mas que nuestros

    vicios, nuestra bulimia de consumo, nuestros signos exte-

    riores de potencia modernista. Tres horas bastan para

    unir Tokyo con Kyoto 514 kilometros- a bordo del

    tren mas rapido del mundo.

    El

    gusto por los records se ha aduenado de este pueblo

    al que se decia secreto y discreto. No precisara mas que

    algunas dkadas para amenazar, y luego dejar atras a sus

    competidores. Ese pueblo, para el que desde hace milenios

    el abuso del lenguaje era considerado como signo de mala

    educacion, se ha convertido en el interlocutor valido de

    los grandes jefes de la industria mundial.

    es el lazo que une al Japon de ayer con el de

    hoy, y cual es el lenguaje que les permite comunicarse?

    Entre un pasado sobrecargado de cultura y un presente

    que se anticipa en un siglo, jcomo podra asegurarse la

    continuidad?

    Procurando desenmaranar las raices del Japon quiza

    podamos explicarnos mejor esa irresistible trayectoria

    iniciada al finalizar la ultima guerra. Milagro economico

    8

    japones, dicen los expertos, con su agudo sentido del ana-

    lisis y su logica tan particular. Ahora bien, para los japo-

    neses, los milagros no existen, y la logica tampoco.

    El pais de las metamorfosis conoce el peso de los va-

    lores antiguos y parece presentir los peligros de su cre-

    cimiento,

    Que seria la belleza, dicen los japoneses, si permane-

    ciera congelada para siempre. Por ello la contemplacion

    de la belleza les procura un deleite tanto mas refinado

    cuando esta asociado al sentido de la muerte. Efimera,

    la flor del cerezo no es por ello sino aun mas bella.&.

    Caida de la rama, una flor ha retornado a ella: es una

    mariposa..

    .

    (Morikake).

    Curioso avance del no-razonamiento que

    vida a un soplo.

    Desde siempre,

    y

    en todas las cosas, el ja

    diariamente un arte de vivir y

    rentes momentos de su vida.

    Desde la ceremonia del te

    la del bano, desde

    -

    la concepcion de un ramillete hasta la flecha que escapa

    del arco, se trata siempre de una fascinacion por la sen-

    sibilidad de una sabia alquimia de sentimientos. Senti-

    mientos canalizados que alcanzan al gran arte.

    oda nocion del arte es, sin duda alguna, subjetiva.

    La de los japoneses pasa por el gesto mas trivial para

    llegar a sublimar hasta lo que nosotros calificamos, algu

    nas veces, de irrisorio.

    En el Japon, cuando se quiebra una ceramica, no se

    procura disimular las roturas; muy por el contrario, se

    acentuan las lineas sinuosas con un hilo de oro.

    Asimismo el ikebana --esa manera sutil de componer

    un ramillete- responde a conceptos religiosos y fitosofi*

    cos, al mismo tiempo que a un simbolismo poetico oodi-

    ficado. Lo que esta en cuestion es, pues, una nocion eso-

    terica de la belleza, y no un deseo de esteticismo.r

    Se podrian multiplicar los ejemplos que conducen a

    esa concepcion -esencialmente japonesa- de un pro-

    fundo conocimiento de si mismo, que lleva a la percepcian

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    de "el otro" por medio de un dialogo secreto, alimentado,

    paradojicamente, de reserva y respeto. Pues otro rasgo

    dominante del acaracter japones es saber reprimir una

    emocion cualquiera sea la ocasion.

    Esta manera de conjugar el arte en diversas tonali-

    dades halla su contrapunto en la comunicacion entre

    los hombres. Tambien aqui los japoneses han sabido afi-

    nar un sexto sentido, desarrollando "el arte de adivinar

    a1 otro...".

    Ellos, para quienes la afectividad prevalece

    y

    con

    mucho- sobre la logica, perciben a sus semejantes no por

    los meandros del razonamiento, sino por medio de una

    animalidad en todo momentoLdominada. No se trata de

    adivinacion, en el sentido en que nosotros la entendemos,

    sino de una receptividad casi organica. Recogido sobre

    si mismo, el japones esta a la escucha de "el otro".

    Cuando se pertenece a una isla desmembrada en cua-

    continuacion debe encontrar el agua para irrigarlo, para

    fecundarlo.

    Por todas estas razones, y tambien porque periodica-

    mente son desgarradas por los sismos, amenazadas por

    los volcanes, borradas por los tifones, estas islas estan

    aferradas profundamente en el corazon de los japoneses.

    quien nos dira alguna vez como nacen esas pol-

    varedas de tierras sumergidas?

    Contrariamente a lo esperado, las tesis de historia-

    dores

    y

    geografos coinciden.

    En el cuaternario, la China, lenta dolorosamente,

    engendro un archipielago. Antes de ganar su autonomia,

    el Japon se dejo banar por las culturas vecinas del Asia

    del Sudeste, de la China meridional

    y

    septentrional. Des-

    pues, suavemente digerio esos aportes antes de apropiar-

    selos.

    Dar la vuelta a un asunto con golosas caras de inge-

    tro o cinco partes, rodeadas por 1 42 migajas de islas

    -

    idad, desmontarlo y estudiar sus me~anismos antes

    que sirven de guardacostas, uno se encuentra ante la ine-

    iaponizarlo completamente, es por tanto un viejo rasgo

    vitable alternativa: o se arraiga un poco mas, o escoge

    el exilio. Los que se marchan a otras partes conservan

    Defensores del arco

    y

    del sable, jno por ello es nues-

    asi

    y

    todo su identidad; en cuanto a los otros, la defieh-

    el alma del Japon Tanto mas

    den palmo a palmo.

    eria preciso tal vez, no ya cam-

    Sin duda se debe a ese gusto por la tierra

    si al menos adaptarse a otros

    lares hablan siempre de continentes cuando citan

    paises que los rodean- el amor que los japo

    que los japoneses que se han

    por la naturaleza. Y esto vale tanto para e

    civilizacion, nosotros podemos

    dibujados con ternura de miniaturista como para

    esa sintaxis particular del Arma de Vida, aproxi-

    costas recortadas como elementos de un rompeca

    o de las celulas de nuestro cuer-

    a las que banan el Pacifico

    y

    el Mar del Japon.

    nuestra verdadera personalidad.

    .

    Montanas -"el

    Fuji

    se yergue, sublime,

    co

    o una parte de su existencia,

    dias"-, colinas abovedadas, torrentes, lagos, sia "reagruparse", renacer par-

    playas, de cada parcela de naturaleza ellos extr

    esencia1

    de

    sus fuerzas vivas. -

    que a traves de "el Arma de

    En ese pais de agricultores, el campesino

    hombre puede realizarse. no ha sen-

    paciencia de las piedras- gana un miniisc

    na vez, esta necesidad?

    tierra sobre una saliente para transformarlo

    pende de arrozal. Pero su combate no se det

    2

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    Asi pues intentamos descifrar algo mas de la sabi-

    duria oriental aun cuand o de antemano sabemos que

    para ello es preciso paciencia.

    Una gran uy gran paciencia.

    L

    COMPRENSION IMPER TERRIT

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     Buscad en vosotros sin tregua la verdad

    que no veis

    Sombras inquietantes envueltas en amplios h k m na-

    gros Dos sombras arrodilladas, una al lado de la otra ,

    sobre las delgadas tablas de un entarimado de madera

    clara, llevan al costado un sable de elegante curvatura,

    Los dos hombres parecen meditar, En realidad, juntan

    ~ U uerzas y sincronizan sus respiraciones

    No hay mayor soledad, dice un proverbio

    japones, que la del samurai.

    Fase de calma. Silencio. Aliento contenido Podria

    creerse que ese espacio de tiempo. durante el cual esas

    figuras hieraticas extraen de si cuanta tienen de esencial,

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    nadie puede sondear, ni experimentar su poder. Disten-

    sion

    y

    resistencia que obligan al organismo a un intenso

    trabajo cardiovascular.

    Todo es ritual en el iai: la postura del sable

    y

    la de

    la hoja, la de los pies desnudos -con los talones juntos-

    asi como la posicion del busto. En este ceremonial, todo

    concurre a hacer desplazar hacia el bajovientre, ese lugar

    impreciso donde segun parece se situa nuestro centro de

    gravedad, toda la fuerza retenida hasta entonces.

    Tambien el arco obra por el mismo anhelo, por la

    misma voluntad. No es mas que un medio, el camino de

    acceso, la Via que conduce a un control de la mente, y,

    viviente, la conecta con la ultima realidad, termino de

    toda vida.

    . .El gesto, cien veces repetido, mil veces recomenzado,

    permite borrar lentamente la tecnica. Solo entonces es

    cuando, liberado de todo artificio, se desprende un arte

    que hunde sus raices hasta en el inconciente. Como el

    arquero de Lao-Tse, que tira al arco habiendo perdido

    toda conciencia del ademan, porque ha llegado a ese

    grado que linda con la perfeccion. c

    "De tal vacio nace la mas maravillosa

    manifestacion del acto puro."

    W a compresion impertewita Takuan)

    Puede parecer incomprensible,

    y

    hasta inconcebible,

    que el arte de armar un arco o desenvainar un sable pueda

    conducir al absoluto.

    Contrariamente a la ascesis, que libera el espiritu con

    menosprecio del cuerpo, el kyudo

    y

    el iai exhortan a un

    esfuerzo paralelo de equilibrio y armonia.

    Estas disciplinas, que hacen atravesar desiertos, se

    perpetiian desde hace siglos. Se dice que, insensiblemente,

    fertilizan hasta la propia aridez...

    6

    Elemento motor al mismo tiempo que regla de vida

    (regla de vidaiarma de vida), permiten crear las resisten-

    cias necesarias para abordar la vida cotidiana. El resul.

    tado no es tanto llegar a dominar los reflejos como de-

    sarrollar las facultades de juicio y estimular las reacciones

    inmediatas.

    Mas estas no son sino apariencias, lo esencial se situa

    mas profundamente.

    Son muchos los que piensan que el arco ancestral y

    el sable dei samurai, al convertirse en objetos de culto,

    sirven a una espiritualidad que paulatinamente ha caido

    en la morbosidad.

    En si, el

    reo y

    el sable no sdn nada. Nada mas que

    simbolos de un Oriente cuyo pensamiento esta volcado

    por entero hacia el interior. Cuentos, leyendas y parabolas

    sirven a menudo de marcaciones, de jalones colocados en

    los peldanos del tiempo.

    La ensenanza se expresa en loas furtivas o en algunas

    imprevisibles llamadas de atencion que dan al alma japo-

    nesa la nocion de una perfeccion que ha de alcanzar y que,

    por medio de la reflexion sobre si misma, la obliga a la

    humildad.

    De la China ( Henos aqui nuevamente ) heredaron

    los japoneses el arco y el sable. como de costumbre, ade-

    cuaron luego su herencia

    y

    repensaron lo que tomaban

    prestado.

    Un chino contemporaneo de Platon -cuatro siglos

    antes de nuestra era- daba lecciones de sabiduria a unos

    discipulos del silencio que habian escogida, como instru-

    mento, la dificultad.

    "Lie Yu-K'eu exhibia sus cualidades de arquero ante

    Po Huei Meon-Jen. Extendio el brazo ea todo su hrgo,

    coloco una copa llena de agua sobre su antebrazo

    y

    disparo.

    Apenas la flecha hubo partido, otra flecha estaba en

    el dedil. No bien esta habia sido lanzada, la tercera se ha-

    llaba lista. Durante ese tiempo, el mismo permanecia in-

    movil como una estatua.

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

    14/75

    Entonces Po Huei Meom-Jen dijo:

    -Esta bien tirar como arquero. Pero eso no s tirar como

    quien

    ya

    no tiene conciencia de tirar. Si escalaramos una

    montan a alta, si estuvieramos en una roca que colgara sobre

    un precipicio de cien jen, jau n serias capaz de tirar?

    Despues de decir esto, Meom-Jen trepo con el a un a alta

    montana, s situo sobre un a roca que se inclinaba al borde de

    unprecip iciode cien jen. Volviendo la espalda a l abismo por

    encima del vacio, cogio de l a man o a Yu-K 'eu

    y

    lo hizo avan-

    zar. Pero este se echo de bruces al suelo, banado en sudor.

    Entonces Po Huei MeonJen dijo:

    -El que ha llegado a lo alto dirige su mirada hacia

    el cielo azulado. Haci* abajo, la hunde hasta las fuentes

    amarillas. Puede retozar por los confines del mundo sin

    que su espiritu se vea afectado. Pero tii, he aqui que el

    terror aparece en tus ojos descompuestos. iSentado en el

    centro de la tierra, sentirias vertigo

    8

    9

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

    15/75

    9

    A quien escoge el arco o el sable no se le indica de

    tante en que saca el katana de su vaina. Si esta perfec-

    entrada la importancia considerable que puede tener la

    tamente concentrado en su acto el cuerpo entero y mas

    respiracion. Es preciso que por sl mismo comprenda su

    aun la mirada no flaquearan. Si tanto el uno como el

    necesidad. Por otra parte esto es una constante en la

    otro estan aflojados disponibles reaccionaran en el mo-

    ensenanza japonesa: nada debe ser masticado de ante-

    mento justo. El movimiento sera fluido preciso y la

    mano solo se indica la direccion. Pero cuando el discl-

    mirada traducira lo que la une a la espada e incluso al

    pulo no lo reconoce se le muestra nuevamente el sentido

    universo alquimico al que esta pertenece. 9

    de la respiracion; en resumidas cuentas se lo vuelve a

    En la practica de la vida cotidiana el discipulo ha

    poner en la senda.

    de presentir el momento en que reflexion

    y

    accion se

    yux

    Este debe descomponer sinr ayuda sus escalas respi-

    taponen como en ese instante fugitivo en el que la hoja

    ratorias. En apneas. Despues las espiraciones e inspira-

    se desliza fuera de la vaina.

    ciones le serviran de principio de base.

    A

    continuacion

    a dinamica del iai coincide a menudo con el movi-

    y en funcion de la velocidad del movimiento descubrira

    miento de la vida. En muchos puntos es comparable al

    la manera de respirar en posicion estatica y dinamica.

    cuerpo

    y

    la mente que no deben que no pueden estar

    Pero haga lo que haga y emprenda lo que emprenda

    desunidos. Comprenderlo es conocerse un poco mejor.

    lo que debe prevalecer es la sensacion. S610 ella lo hara

    Es entrever las lineas de fuerza que se desprenden de su

    evolucionar. Si por casualidad todos estos mecanismos

    propio esquema corporal.

    le parecen evidentes a buen seguro es que sus motiva-

    Hay que luchar pues por reunir en si lo que esta

    ciones profundas se le escapan.

    disperso y no ya lo muscular. La reaccion del pensa-

    El gesto es decidido por un cuerpo cuya voluntad per-

    miento no puede ser dirigida sino por una mente libre

    manente orienta a la mente al pensamiento y al fin y

    y

    coherente. S610 entonces se podra desenclavar desblo-

    al cabo al propio cuerpo. Cada uno a su manera en su

    quear el movimiento.

    propio nivel es preciso hacer en si una especie de balance Diariamente hacemos una cantidad limitada de

    para que cada cosa se equilibre y jamas dejarse coger gestos en su mayoria desordenados hasta asincronicos.

    en la seductora trampa de la imaginacion. Despues de

    Y

    si empezamos nuestra propia revolucion corporal

    todo tal vez el cuerpo no es mas que una herramienta

    hemos de comenzarla por imponer a nuestro cuerpo ade-

    un vehiculo que favorece la evolucion de la mente pero manes simples coordinados unos con otros que respeten

    por

    1

    mismo no hay que menospreciarlo.

    A

    la inversa la armonia de la posicion. Que la lineas ya no se choquen

    tampoco hay que caer en una inclinacion narcisista. en entre si. Es lo que en japones se llama

    Como la flecha se separa del arco un dia este cuerpo

    se separara de nosotros. Entonces que cada tentativa sea

    El ejemplo mas significativo es sin duda alguna el

    una experiencia nueva asi como cada flecha disparada de la naturaleza que armoniza sus lineas para no dis;

    es una nueva flecha.

    de su energia. La perfecta simetria e la

    El cuerpo la mano pero tambien el ojo Comiin- orola de una flor le permite repartir su peso sin fatiga.

    mente se dice del ojo que es el reflejo inmediato del alma.

    Y

    cuando por azar creemos percibir una asimetria mas

    El saber popular no se equivoca pues la sensibilidad arriba o mas abajo esta es rectificada por una hoja que

    de un hombre se mide en la densidad de su mirada.

    esta alli sobre el tallo por accidente. Cuan-

    Asi el discipulo del iai no puede disimular en el ins-

    o el botbn de una flor comienza a crecer en un sitio

    30

    31

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

    16/75

     

    otro al instante el balance se restablece por si mismo.

    El vegetal estatico no tiene necesidad de nuestros

    musculos que nos sirven para desplazar el peso de nuestro

    cuerpo. El nino flexible se ha transformado en ese adulto

    que po r otra parte se habitua muy bien a la rigidez de

    su cuerpo al punto que no le hace preguntas.

    Los movimientos ligados al simbolismo del arco y

    del sable coordinan a la vez los gestos a la mente. Un

    cuerpo firme difunde un pensamiento que se le asemeja.

    Si el poder retenido en un cuerpo humano es poco

    mas o menos que infinito igualmente esta casi inexplo-

    tado. El cuerpo florece en armonia con los ciclos desde

    el mas pequeno encerrado en red de la hora a los gran-

    des manvantaras solares.

    El Tibet enorme receptaculo de ciencias humanas

    y cosmicas ha dado a luz astrologos que perpetuan el

    Conocimiento de los Antiguos. Aquellos mismos que

    estudiaban

    y

    meditaban mucho antes del diluvio.

    OA1 respecto -y a la inversa de Occidente- el Asia

    enumera varios diluvios. La tierra ha sido destruida al-

    ternativamente por el agua por el fuego pero tambiem

    por los ciclos -ascendentes o descendentes- que se

    montan unos sobre otros

    y

    se entrecruzan. La revolucion

    del mundo fisico habria sido seguida por una revolucion

    ciclica del intelectoQ~uesel mundo espiritual tambien

    obedece a ciciosJ Las civilizaciones que nacen viven

    mueren

    y

    renacen a veces de sus cenizas dan fe de ello.

    Los grandes talentos y a una es

    des naciones no serian sino la pro

    de tipos de hombres o de paises

    millares

    y

    hasta millones de aiios

    der acumulado en un cuerpo

    3

    EL VI JE INTE RIOR

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

    17/75

      En el momento de disparar, es el arco el que

    dispara si vosotros no pensais en nada mas que

    Hanare

    Los Cantos

    K p d o )

    Sin duda, el equilibrio es la cosa peor repartida en el

    mundo.

    Y

    con todo, cada uno de nosotros se amolda

    anentemente zamarreados por las con-

    arrtionia ecslogica, y disper-

    energia para satisfacer unas

    nos ha creado.

    nos despersonaliza, la sensi-

    ota, en tanto que la facilidad

    los caballeros hasta los samurai, esta pasi6n

    taba justificada por la suntuosa alegoria de

    Cuanto m as se aproxim abani a la naturaleza,

    d a b a &a, mas se unian a ella.

    erer vivir cual samurai, como aceptar la hipo-

    parodia de la muerte de la que permanente-

    mos testigos. Esa muerte cuya presencia nos

    5

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

    18/75

     

    El samurai, nacido a la manana como la flor del

    Tambien la flecha, tallada en un bambfi seleccionado

    cerezo, resplandeciente de blancura

    y

    pureza bajo el sol

    en funcion de su conciencia, necesita identificarse con

    del mediodia, cubre el suelo a la manana siguiente, cuan-

    do esta au n esta vibrante de luz.

    La existencia eAmera del samurai verdadero ex-

    nada, portadora de esa verdad que es la primera de

    las religiones .

    El hombre tiene necesidad del misterio que lo fascina,

    de la ciclica primavera que le da dinamismo,

    y

    de lo es-

    pectacular que lo exalta. Tres elementos de su supervi-

    vencia, reunidos en el arco y en el sable.

    Al escapar a Ea guerra, el arco se vio envuelto en una

    aureola de esoterismo, que encontramos hasta en el cere-

    monial de su hechura.

    El maestro artesano, revestido de un kimono sintoista,

    ensambla los listones de maderas preciosas y los bambues

    selectos, imprimiendole el acabado que su humor del

    momento le inspira. Cada arco nuevo, afinado por sus

    manos, posee una resonancia que le es propia.

    Esa sensibilidad vegetal hace de el un objeto viviente

    que reacciona ante una atmosfera de lluvia o un dia de

    sequla.

    us

    fibras trabaja n cuan do se tensa y, en sus

    momentos de reposo, vuelve hallar su curvatura original.

    Su magnetismo, su energia, su resonancia, han de

    estar en correspondencia con los del arquero, Si el en-

    cuentro tiene lugar, el arquero sera ya por completo se-

    mejante a su arco. Si siente e1 arco, podra preservarlo

    mejor.

    La renovacion, es la imagen de la flecha nacida de

    las manos de otro artesano, y en las mismas condiciones

    de pureza que las que han creado el arco.

    6

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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    la que participan, insuflan al arco, trans

    un poco de la esencia divina de la "que s

    En el siglo XVIJ, en Kyoto, los samurai tenian por

    costumbre ir a tirar al arco en la parte trasera de un tem-

    plo cuya arquitectura ha permanecido casi intacta.

    Tras el santuario, se encuentra aiin el mismo

    elevado de aproximadamente un metro treinta, El techo,

    situado a 3,80 metros, excede ampliamente para proteger

    de las intemperies, y cubre el area de tiro en todo su

    largo.

    El templo lleva el nombre de

    Sanju-San-Gen

    mente: 33 Ken 60 metros).

    Las flechas se disparaban sin cesar, desde el al

    entros, portador de un determinado

    estado de animo, fue celebre y lo ha seguido siendo hasta

    hqy en dia.

    Cuatro samurai apuntaban, cada uno a su furno, al

    punto .central del blanco, que, segiin una linea de fuga,

    se confunde con el infinito. El encuentra se desarrollaba

    en cuatro dlas, estando cada una d e las, jornadas consa-

    grada a uno de ellos.

    Pacia el final del dia, el primero habia tocado el centro

    del blanco 6 633 veces, al segundo dia, el segundo 7 077

    veces, y, al dia siguiente, el tercero, Hoshino Kanzaemon,

    8 veces.

    l final del cuarto dia, el sol comenzaba a declinar,

    y Wassa Daiachi tenia los hombros tan congestionados

    que estaba a punto de anunciar que abandonaba. Enton-

    ces Hoshino Kanzaemon, que se hallaba a su lado, saco

    su punal de guerra y, con un golpe =es, le hizo una incision

    en los hombros en los sitios en que parecian mas dila-

    tados, La sangre corrio y, con los miisculos menos dolo-

    ridos, Wassa Daiachi aventajaba a su companero en

    133 tillancos.

    Wassa, cuyo nombre se confunde con la leyenda, habia

    tirado aquel dia 13 flechas, de las-cuales cerca de

    5 se habian fijado en el techo o fuera del blanco.

    El gesto de Kanzaemon se inscribe en el espiritu del

    Kyudo y da la verdadera dimension de quienes lo prac-

    tican.

    Victoria o derrota son palabras irrisorias que no tra-

    ducen esta manera de sentir. De ningun modo se trata

    de superar al otro o de ser dejado atras.

    En el Japon, esta forma de elevacion de pensamiento

    lleva el nombre defudoshin. Un estado al mal, en el mejor

    de los casos, no llegan sino una vez sobre mil.

    El fudoshin podria traducirse como un objetivo claro

    y

    puro, que nada, ni siquiera el miedo, puede detener.

    Se dice que, una vez llegado a ese estadio, la nocij4n de

    muerte se vuelve una especie de estado transpa~ente,no

    un atractivo, sino una frontera, una linea ideal que se

    mira como se haria con un paisaje.

    Pero a este distanciamiento no se llega sino despues

    de haber entrado en la espiral.

    NO

    xiste kyudo sin armazon filosbfica, y no se des-

    cubre el fudoshin a fuerza de voluntad Sin embargo, un

    dia, este impregna hasta el mas cotidiano de vuestros

    gestos.

    Tener el fudoshin es tirar sin tener conciencia de

    tender el arco, sin fijarse una motivacion sistematica,

    como, por ejemplo, el irreprimible deseo de dar en el

    blanco.

    El acto se vuelve entonces la serena expresion d e ' b

    pureza y, si la intencion

    s

    clara, es desprendida'total--

    mente.

    Los sentidos estan alerta, pero, haya o n6 un blanco

    en fin, ya sea a la luz del dia o en la penumbra, no se

    experimenta verdaderamente la necesidad de dar

    en

    pleno

    cenkro. Se llega a ello sin ni siquiera darse cuenta, y s&lo

    en ese instante es cuando se alcanza el fudoshin.-

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

    20/75

    Se lo tiene, pues, una vez sobre mil, luego dos, tres

    veces, luego diez veces, luego cien, etc. Pero del fudoshin

    no se tiene mas que una conciencia muy vaga. Apenas

    se sabe que se ha llegado a el.

    Es casi imposible coger'al kyudo en la trampa de las

    definiciones. Ante todo, hay que evitar las confusiones

    y no hacer una amalgama entre etica y estetica.

    Esta armonizacion del cuerpo y del espiritu permite

    al portador del arco prolongarse

    a

    traves de lo que, en

    definitiva, no es mas que un objeto, al punto de confun-

    dirse con la mitad de su ser , la mitad de si mismo.

    Plenitud de una respiracion que desemboca en nuevas

    percepciones, al mismo tiempo que control modulado

    de la energia, el kyudo es una ensenanza perfectamente

    accesible a todos, que ha elegido el cuerpo como herra-

    mienta para llegar a modelar el espiritu, donde el uno

    atempera al otro.

    Preocupado por perfeccionarse, se es mas indiferente

    para juzgar a los demas, y uno se vuelve, sin ninguna

    complacencia, el arbitro de si mismo. No obstante, son

    necesarios un corazon justo y un espiritu libre para evitar

    las celadas de una neurosis narcisista.

    Antes de acceder a ese estado de libertad, es preciso

    aprender el primer gesto.

    El primer gesto lleva el nombre de

    lei

    ten

    nari

    y es

    el saludo. Este movimiento va acompanado de humildad

    y respeto. Su finalidad es borrar todo malentendido o

    mala intencion.

    En el Japon, se dice de buena gana que ante la esen-

    cia pura no puede haber sombra . Lo que supone que un

    corazon perfectamente libre se vuelve tan claro que se

    identifica con la esencia, y todo el se borra, hasta su som-

    bra. El saludo es una forma de agradecimiento por cada

    dla de la vida.

    Para desenmaranar las intenciones de esta filosofia,

    es necesa~io n maestro que vea por el otro, que escoja

    Por otros dos, que pueda guiar cien disclpulos o mas. Este

    es a quien hay que encontrar.

    El contenido del kyudo es la Via por el estudio. No se

    pueden trepar los peldanos del conocimiento sin alguien

    para indicaroslo.

    Dominar el arma de vida es restituirse, por media.de

    una dinamica espectacular, un cuerpo del que uno sea

    digno y paralelamente acompanar este esfuerzo con una

    busqueda del absoluto.

    La idea y la accion estan unidas. Hay que practicar-

    las, pues, de manera conjunta. Sin acordar la primacia

    a una, lo que supondria el riesgo de tratar con desventaja

    a la otra y no permitiria dar mas que en un circulo peri-

    ferico del blanco.

    A fuerza de otorgar a nuestro espiritu un papel esen-

    cial en la accion, hemos olvidado nuestra identidad cor-

    poral, con su esqueleto de huesos, sus musculos y su en-

    voltura de carne. Nuestro cuerpo es un vehhculo tan fa-

    miliar que ya no le prestamos mas que una distraida

    atencion. S610 cuando lo hemos descuidado demasiado,

    o solicitado demasiado, acaba por evidenciarse.

    El kyudo y no es el menor de sus meritos- per-

    mite, en un primer momento, una toma de conciencia

    global, y despues, especifica, de la osamenta, de

    l

    red

    de musculos que se contraen, del sistema nervioso de

    la interaccion de rtamiento nervioso sobre el

    cuerpo.

    Este equilibr balace , permite aprehender

    y asimilar mejor el propio esquema corporal. S610 a partir

    de este conocimiento intimo, que se termina en uno mis-

    mo, se puede escuchar ese lenguaje mudo, ese hablar

    oscuro de la mente. A partir de entonces, los codigos, las

    implicaciones, los limites aparecen con otra iluminacion.

    En los diferentes pasajes que conducen a la edad adul-

    ta, uno se dispersa con la juventud. Se vive de desordenes

    e improvisaciones, y luego, poco poco, uno aprende a

    reducir sus gestos, sus expresiones, sus intenciones, a tal

    punto que ya no conserva de ellos sino lo esencial, Esto

    es tan clerto que en el kyudo, lo que un hombre mas-joven

    puede obtener por el dominio de su cuerpo, uno mayor

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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    puede alcanzarlo por medio d

    del espiritu.

    La gesticulacion del kyud

    ece a ciertas reglas

    y

    se aprende como la gramatica. Todo junto, morfologia

    y sintaxis. Es necesario desplegar una gran curiosidad,

    pero a fuerza de ser esbozados, practicados y repetidos,

    los movimientos se encadenan como los gestos progra-

    mados del habito. Como una segunda naturaleza, secreta

    y suavemente revelada.

    En cada uno de nosotros existe una mente inferior,

    verdadero banco de sensaciones pr0gramadas.a Desde

    la infancia, conocemos esas crispaciones acompanadas de

    secrecion de adrenalina, que dependen de esa palabrita

    compacta: el miedo. Sin duda el mas perceptible y desa-

    gradable de los fenomenos psicologicos.

    Por otra parte, deberiamos decir: los miedos. El irri-

    sorio, que olvidamos,

    y

    el que escondemos: el de no ser

    guapo, el de llegar tarde; el de desagradar, el de estar

    mal con su cuerpo

    ...

    y ademas las innumerables amenazas

    de toda clase y naturaleza.

    De todos estos frenos nace un sentimiento de duda

    y

    perplejidad que repercute en la manera de juzgar, asi

    como en los complejos mecanismos de la amistad y tam-

    bien en un desacuerdo sexual.

    Una mejor percepcion de esa mente primaria, o men-

    te inferior, pasa por un recuento instintivo de estos mi-

    Hares de dudas, estados de perplejidad. o panicos des-

    controlados.

    Dicha busqueda va unida una mejor sincronizacion

    del movimiento. Se descubre entonces la extraordinaria

    influencia del movimiento sobre el fenomeno de pen-

    samiento. Se llega si a evaluar mejor el propio miedo,

    a estimarlo mejor, y luego, a canalizarlo.

    La etapa siguiente permite hgcer desaparecer un poco

    de la rigidez del razonamiento para obtener una sensa.

    cion que debe mucho al instinto. Aun no se ha llegado

    al simple reflejo, pero uno se va arrimando. De dia. en dia,

    de gesto en gesto. Se invierte menos en analisis (jracio-

    nalistas, abstenerse ) En resumidas cuentas, uno se niega

    a seguir analizando detalladamente por el solo placer de

    ver funcionar su propia mecanica intelectual. Uno se

    vuelve menos entomologista -preocupado unicamente

    por inventariarse como un insecto- sino que, cual obser-

    vador objetivo, uno se esmera por sentir despojandose

    de esos a priori que entorpecen el menor sistema de pen-

    samiento.

    A fin de cuentas, esta manera diferente de aprehender,

    de contemplar, de tocar, equivale a una sincronbacion

    instintiva de lo fisico y lo mental. Un acercamiento in-

    terior, que corresponde a los siete planos del sistema

    solar: fisico, emotivo, astral, mental, intuitivo (o plano

    btidico), espiritual,

    y

    mucho mhs elevado, la voluntad

    monadica (o nupadarah); finalmente, en el ultimo pel-

    dano, la nocion de lo divino.

    Este viaje al interior de si mismo puede ser concebido

    de una manera puramente cerebral. No obstante, mas

    vale dejar que la intuicion os guie en esta evolucion de

    la que Sois e1 actor/espectador.

    Empenados en la Via, uno siente que se desarrolla el

    centro del corazon, el de la garganta, el del plexo solar

    y

    el de

    la base de la columna vertebral. Otros tantos epicentros estu-

    diados y conocidos por la China antigua, asi como por la

    India,

    y

    a los que en sanscrito se denomina chakra, o mas

    bien, en plural, chakram. Centros psiconerviosos que ase-

    guran el alma al cuerpo.

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    tienen la forma

    ue alimenta nuestra

    s asi como a partir de si mismo el mundo se orga-

    cha mos enca rniza dam ente ppior

    permanente que el cuerpo

    47

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    Adaptarse es, en cierta manera, sincronizar ese mag

    netismo a su propia naturaleza.

    El universo en que evolucionamos es un amplio campo

    magnetico. Sin embargo, al nivel de nuestra vida cotidia-

    na, poco sentimos sus efectos.

    Desde tiempo esta demostrado que todo sistema vital

    obedece al magnetismo que lo circunda, a tal punto que

    un campo magnetico proyectado sobre un sistema vital

    puede acelerar su crecimiento y asegurar su desarrollo.

    A nivel humano mucho mas banal, un hombre dotado

    de voluntad puede orientar su magnetismo,

    y

    entonces

    su voluntad, multiplicada por la idea, le permite crear.

    Evolucionamos por tanto en un mundo donde la in-

    tensidad del color corresponde a la intensidad de nuestra

    propia vida,

    Robert .Hunt propone una explicacion del espectro

    solar segun la cual los rayos amarillos, anaranjados,

    azules y violetas, tienen cada uno una accion diferente

    sobre los vegetales. o que dejaria suponer que esta reac-

    cion se aplica a cualquier otra forma de vida.

    El color de la materia cambia tambien en funcion

    de particulas proyectadas a velocidades diferentes y con

    arreglo a un calculo inicial mas ,dificil de evaluar. Este

    contacto de particulas cambia la densidad, y por tanto

    modifica su tonalidad.

    El color varia en funcion del tiempo de proyeccion

    o exposici6n a las particulas de luz. Una hoja de arbol,

    en tanto puede reproducir las celulas destruidas por la

    luz, continua conservando sus colores.

    Cuando el proceso se acaba, y las celulas ya no se

    reproducen, la hoja pierde poco a poco sus tintes origi-

    nales. Su densidad disminuye y sus estructdras mas del-

    gadas y vulnerables comienzan a amarillear.

    Lo

    mismo sucede con el hombre, que a partir de los

    treinta anos pierde 3 neuronas por dia.

    Todos hemos sentido ese dolor ocular que atribuimos

    al resol. El brillo del sol hiere la vista, la piel enrojece

    o se oscurece, segun la pigmentacion, las celulas muertas

    se disgregan... todo un mundo de particulas en movi-

    miento reacciona frente a lo que encuentra, sin que noso-

    tros tengamos. una marcacion que nos permita cercio-

    rarnos de ello.

    i nos ocurre entendernos con una personalidad mas

    que con otra, es que con ese companero tenemos en

    comun un potencial magnetico identico.

    En algunas parejas, uno posee una carga superior

    que provoca en el otro una aceleracion del grado vibra-

    torio. Al contacto, la frecuencia mas fuerte crea un corto-

    circuito en miniatura. i la carga activa no es igual, tanto

    de dia como de noche, absorbe -generalmente durante

    el sueno- la energia del otro. De modo que el perjudi-

    cado se siente en estado de fatiga permanente y pierde

    su energia.

    La onda es, de alguna manera, la expresion de un

    movimiento fenomenal del universo que agita toda esta

    canasta.

    Pero antes de poder manejar

    y

    manipular este mag-

    netismo estas ondas, debemos adaptarnos a ellos. Es

    imposible transgredir las leyes de la naturaleza Es pre-

    ciso someterse explotando lo mejor posible nuestras posi-

    bilidades fisicas y mentales.

    Nuestro cuerpo es lo mas preciso que poseemos, pero

    tambien lo mas precioso. Es un mecanismo emepcional

    capaz de captar, analizar, transformar y transmitir can-

    tidades de energia y magnetismo.

    Cuanto reclama es un alimento energetico de reducido

    volumen. los abusos acarrean una sobrecarga, y por tanto

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

    26/75

    una perdida del equilibrio y la armonla. En un 98

    ,

    el

    cuerpo no es mas que el reflejo de lo que absorbe.'

    La disc iplin a, qye permite vivir plenamente l a vida,

    es una terapeutica preventiva del fisico

    y

    de la mente.

    Puesto que la energia existe y es posible controlarla, se

    pueden crear reacciones al nivel del cuerpo. Es necesario

    controlar el gesto, hacerlo mas preciso, mas regular,

    simplificarlo hasta la desnudez. Pero tambien es necesario

    distender la musculatura, poner en posicion desde los

    huesos de la columna vertebral hasta las articulaciones.

    Esta reestructuracion del cuerpo repercute sobre la

    mente,

    y

    tiene unos efectos espectaculares sobre la per-

    sonalidad.

    El alimento -c ar bu ra nt e cotidiano- hara circular

    entonces la energia por un cuerpo mas sano. Esta energia

    permite al cuerpo cargarse, y de este modo, magnetizarse.

    Lo

    mismo que el trozo de madera que uno frota rapida-

    mente se calienta, se carga, acelera sus particulas y se

    enciende.

    A la luz de algunas alusiones se habra comprendido

    que el kyudo y el katana no son unicamente un exutorio

    que permite liberarse de un exceso de energia, aun cuando

    esta palabra clave juegue aqui un papel de primer orden.

    Ciertamente, si no se considerara mas que la elegancia

    de los movimientos, si se fuera sensible s61o al poder

    estetico que se desprende de ellos, no se tendria del arco

    sino una idea muy fragmentaria.

    La gesticulacion que acompana al kyudo es, en rea-

    lidad, una serie de armonicos que permiten descifrarse

    a si mismo.

    Pero hay que tomar algunas precauciones, no maltra-

    tar el cuerpo para evitar descargarlo. Obrar relajadamente

    y no contrayendose, Adaptar el movimiento a la energia

    que se posee para aumentar aCin mas su potencial.

    Al cargarse, el cuerpo acumula un excedente de ener-

    gia que eliminara por medio del grito, al que se denomina

    ki ai

    union de las energias). Dicho sonido, propulsado

    sin esforzarse, proviene del hara, situado a la altura del

    bajovientre.

    5

    Este centro vital va a favorecer al plexo solar, al centro

    faringe0

    y

    al de la cabeza. T ras haber obtenido el silencio

    interior, el sonido que proviene del hara es propulsado

    por la energia recuperada.

    I

    Al comienzo, los resultados seran casi inexistentes.

    a L a

    Via

    no se adquiere sino fuerza de habito, regula-

    ridad y constancia.

    El ki-ai viene desde lo mas p d u n d o del cuerpo, pero

    tambien puede ser un sonido absorbido. Estamos some-

    tidos 'a los ruidos ex teriores, controlados m al los sonidos

    que emitimos. La palabra es el ejemplo mas significativo

    de esto. Muscularmente, la palabra es dominada por la

    boca, la mandibula y el cuello. :,Tambien aqui el har a

    puede jugar un papel decisivo.

    El

    sonido que nuestro

    cuerpo emite es el Cinico que podemos controlar al ins-

    Para nosotros, el sonido se traduce en palabras. Unos

    hablan demasiado debilmente, otros tienen una manera

    de habla r entreco rtada, un tono muy agudo, o meti lico.

    Unos casos entre tantos, pero que tienden a probar que

    practicamente nadie armoniza el sonido, no para. si

    mismo, ni para su entorno.

    Y

    as5.: fatigan, descargan o

    saturan su organismo.

    Ese desequilibrio cread o por 1&* bsorcion o

    el

    rechazo

    del sonido puede provocar lesiones en la mecanica cor-

    poral, pero tambien en la mente. La discordancia de las

    vibraciones es tanto mas grave cuanto que puede pertur-

    bar ese banco de control e informacion que es el cerebro.

    Y

    mkntras las energias se dispersan, el cuerpo se des-

    del conocimiento afirma que el sonido-clave

    niverso seria la consonancia OOM. Por medio

    cnica apropiada, dicho sonido puede ser perci-

    amente, es preciso aceptar la ensenanza de

    de paciencia que exige la puesta a punto de

    orporal emisora y receptora sin defectgs.

    del kyudo armaniza al hombre entero

    con el arco, la flecha,

    y

    el infinito del

    5

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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    blanco. Tambien afina la nacibn de proximidad y aleja-

    miento.

    Y

    de repente, uno se encuentra proyectado en

    un universowtiem?oque se confunde con el espacio.

    Sentir, simultaneamente, el magnetismo, el sonido y

    la materia, solo el cuerpo humano, excepcionalmente

    programado, puede controlar este entorno.

    No maltratar su naturaleza es el primer imperativo

    de un alfabeto que gos rn ar a al cueqo.

    El kyudo reporta nuevas facultades de equilibrio,

    porque se aprende en pequenas etapas transitorias. Dis-

    pensaYesa erenidad que permite detenerse a tiempo, e

    igualmente atempera el exceso de energia que algunas

    veces se traduce en agresividad. Por tiltimo, modera la

    nerviosidad acumulad$ a lo largo de demasiado tiempo.

    Con todo, la nerviosidad es necesaria porque sostiene la

    accion, y lo mismo ocurre con la agresividad, pero jamhs

    hay que dejarles libre curso. Es preciso dominarlas para

    poder reemplearlas.

    La agresividad esta en nasotros, pues es omniprescente

    en la naturaleza. Es ella la que permite la supervivencia

    del animal y de la planta. Frecuentemente la agresividad

    es la forma mas vulgai del deseo de dominacion. Sin em-

    bargo, nada se ~btien&'~ora violencia, ni de un animal,

    n de una planta, ,ni de un ser humano. Destruye .tanto

    al que la sufre como al que la ejerce.

    La perplejidad, el miedo, la colera, a traves de suce-

    sivas perdidas de energia, aceieran el envejecimiento del

    cluerpo, .

    El arco y el sable ensenan una nueva manera de ser,

    una nueva manera de sentirse invadido por la calma, y

    por tanto de frenar todas esas dispersiones que atacan

    al espiritu.

    El pensamiento-enengia, en accion rapida, dilapida

    el magnetismo. Por el contrario, el kyudo, disciplina equi-

    librada, recarga el cuerpo. Un ejercicio fisico bien dosi-

    ficado, una respiracion bien controlada, permiten pasar

    armoniosamente de una idea a otra, de un movimiento

    a otro, Lo mismo eocurre con los sonidos: escuchamos

    una musica que nos gusta, luego otra que nos gusta de

    manera diferente. En una fraccion de segundo percibimos

    que las dos frecuencias no concuerdan. i paso de un

    estado a otro ha de ser complementario. La transicion

    es necesaria.

    Una atmosfera de conflict

    n tamano reducido,

    un clima de guerra del que s610 pveden nacer inmovili-

    zacion y repulsa. Por medio de la k l m a es posible alejar

    esas tensiones.

    Una de las dominantes del pensamiento japones es

    ingeniarselas para, en cualquier momento, prestar un

    servicio al otro. Se dice que un japones, marchando por

    un sendero, se vio impedido de prweguir su camino por-

    que una gran piedra le obstruia l paso. Con todas sus

    fuerzas empujo la piedra hacia un costado, e invito al

    que lo seguia a pasar primero

    Adelantarse al deseo del projimo, reconocer sus faltas

    ante testigos, dos reglas de vida que desculpabilizan. Si

    se comete un error, que sirve disimularlo? Que aquel

    que no cometa un error al dia, en pensamiento o en ac-

    cion, tenga el valor de confesarselo a si mismo

    El arte del kyudo ensena esta fuerza de razonamiento.

    Es, y pretende ser puro. Asi es como consigue este do-

    minio, que en el fondo no es mas que la adapatacion do:

    todas las formas de vida

    icula se d

    varia la energia.

    Los maestros tibetanos e hindues lo sabian bien, ellos

    que habian descifrado el ABC del punto en el circulo cuya

    circuferencia esta en todas partes y el centro en ninguna,

    Los cambios de estado se hacen gradualmente, por

    oleadas, y lo que rige este conjunto fantasmago~icoen

    cuyo corazon nos hallamos, no puede ser sino la voluntad:

    Toda cosa visible es creada o evoluciona por la voluntad

    invisible, eterna,

    y

    a su antojo. Nuestro cielo ha sido va-

    ciado en el molde del mundo ideal , contenido, como

    todo lo demas, en el dodecaedro, el signo geometrico

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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    adoptado por la divinidad. (Extracto del pensamiento

    platbnico.) ,

    La verdadir ur tiuevo mundo...

    Esa verdad que libera de todos los miedos, la siente

    el arquero cuando la flecha se separa del arco. En el arte

    del kyudo, se dice que es el arco el que tira,

    y

    tambien

    es el arco el que g obierna el gesto.

    La Alosofia que ippregna el kyudo indica al discl-

    pulo el sentido de la t ia. En el simbolismo d e la Via se

    descubre la trinidad

    y

    el enlace de los triangulos -base

    cosmica de los mundos- en el arco, la flecha y el arquero.

    Luego, partiendo del que tira: el arquero, la flecha

    y

    el

    blanco. Por ultimo, justo despues de la suelta, los dos

    infinitos: uno situado :tra s el blanco, el otro tras el ar -

    quero, que es considerado como el eje, el punto del centro.

    Igualmente se ensena que el brazo izquierdo empuja

    hacia el infinito, y que el derecho tira hacia un infinito

    inverso...La liberacion de la flecha hace ent rar en el vacio

    simbolico, y ta n s610 por el m otor d e la voluntad se crea

    un clima cuyo valor alcan za la unidad universal.

    Una vez conseguido el dominio del cuerpo y de la

    mente, no es pues el arquero quien tira, sino el arco que

    obra en sus brazos. Cuando el discipulo siente esta im-

    presion, es porque ha ~ n t r a d o n el vasto universo de la

    armonia.

    Pero ese camino no carece de dificultades. El disci-

    pulo, cuyo ego esta centrado en si mismo, cree haber

    logrado el objetivo, en tanto que desde todo punto esta

    alejado de el. Como atraviesa periodos de duda, se pone

    a juzgar sin comprender. Sin volverse a centrar en la ar-

    monia. La ensenanza le parece insuficiente, el arte im-

    perfecto.

    Quien entra en la Via se interna en un abrupto sen-

    dero que domina los abismos. Existe todo un simbolismo

    de la ensenanza, representado por cien pasos, es decir,

    los cien anos que un hombre deberia poder alcanzar. l

    anos, el ser se confunde con l esen-

    Para el discipulo, el sendero es tan estrecho

    que

    a cada

    paso corre el riesgo de caer: de un lado, en el fuego.

    del otro, en un torrente hirviente. Es perseguido por los

    lobos o los-perros salvajes a los que debe hacer frente

    a riesgo de perder su vida. El maestro observa la escena,

    apoya al discipulo, y lo guia en su marcha. Este puede

    hacerse despedazar por la horda, pero tambien proseguir

    su camino, dudar, caer en el vaciar:volver a su punto de

    partida, o seguir y adecuar los consejos del maestro que

    le senala los rumbos que conducen al Conocimiento.

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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    EL RTE

    L

    M ESTRl

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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    El Japon ha de tener para con la China una deuda dr

    ticil de evaluar y que no concierne solamente a su cul-

    tura o sus habitos de vida.

    Durante siglos China represento para el Japon la

    trontera mas alejada

    y

    un cumulo de refinamiento en

    materia de civilizacion.

    Al igual que en el arco

    y

    el sable podemos ver en la

    ceremonia del te una transposicion simbolica de armonia

    universal. Ahora bien el arco el sable

    y

    el te son no y

    de inspiracion sino de creacion china.

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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    En todos los tiempos, el te va a inspirar una litera-

    tura e "inftmdir" un lirismo; que un libro, clasico desde

    hace tiempo, mal puede confundir tener. Idealizado, can-

    tado, el arbol de te, que no tiene el derecho ni de crecer,

    ni de llevar sus flores o sus frutos, vera que su cultivo, su

    cosecha

    y

    su degustacion obedecen a un codigo que los

    maestros ensenan desde tiempo inmemorial.

    Una historia popular cuenta que un maestro de te,

    al cruzarse un dia con un samurai, le paso tan cerca que

    rozo su kimono. No hizo falta mas para que el otro se

    considerara ofendido.

    Por mas que el maestro de te se excuso obsequiosa-

    mente por este gesto involuntario, no logro hacer ceder

    al susceptible guerrero, quien inmediatamente lo provoco

    a duelo.

    Aturdido, el maestro de te sintio crecer en el una in-

    quietud mortal. No podia rechazar el enfrentamiento, y,

    al mismo tiempo, no se sentia lo bastante fuerte como

    para hacerle frente. Se le ocurrio entonces ir a pedir con-

    sejo a un monje de sus amigos.

    Le relato en detalle el incidente, al que juzgaba insig-

    nificante, y sobre todo desproporcionado en relacion al

    desafio:

    -Jamas he estudiado -dijo- otra cosa que los ade-

    manes que permiten extraer del te su mejor perfume.

    Nunca en mi vida he manejado el sable. Te lo ruego, dime

    que, hacer.

    El monje reflexiono largo rato y le dio este consejo:

    -Te encuentras en una situacion delicada, pero

    puedes creerme, ninguna es enteramente desesperada.

    Tu posees una indudable maestria, y aun cuando no sea

    mas que la del te, ha de poder sacarte de este mal paso.

    "Te confio el sable que me viene de mis antepasados.

    Deberas ser el primero en estar en el lugar del duelo, y

    cuando tu adversario se presente, sacaras la hoja de su

    vaina y la alzaras en guardia muy alto por encima de tu

    cabeza. Sobre todo, no te muevas Concentrate como

    cuando preparas el te. Permanece calmo y sereno como

    en el ritual tan particular del te. Y... ahora, puedes mar-

    charte.

    veras esto es todo?

    -ActGa de todo punto com

    he indicado. Y...

    que el Buda te acompane.

    El maestro de te se despidio, pero, en el fondo de si

    mismo, solo estaba tranquilizado en parte. Dificilmente

    podia imaginarse que el samurai se dejara impresionar

    por su actitud de estatua amenazante.

    Tras una corta noche, apenas se habia alzado el alba

    cuando se dirigio a su cita. Desde muy lejos vio llegar

    al guerrero. Altivo, seguro de su fuerza, sereno, en defi-

    nitiva, dispuesto para ese nuevo combate.

    El maestro de te se puso en guardia, en jodan. con la

    hoja por encima de la cabeza,

    y

    dejo que la calma interior

    lo invadiera suavemente. El samurai se aproximo, desen-

    vaino El maestro de te permanecio impasible. Cuando

    su adversario cambio de guardia nQ sucedio nada, el

    maestro de te siguio impertubable. Sorprendido, el sa-

    murai dio la vuelta a ese combatiente poco comun. Esa

    fijeza le daba un aire inquietante. Se habria dicho que

    un poder poco corriente dormitaba en el.

    El

    samurai pa-

    recia desconcertado. Titubeo dos o tres veces y, final-

    mente, volvio a guardar la hoja. Despues, hinco una ro-

    dilla en tierra,

    y

    dijo sencillamente:

    -Maestro, perdoneme. Maestro

    e.

    Y, vencido, se alejo

    -1263

    vivia en un temjild

    en la falda de una montana, donde pasaba la mayor parte

    de sus dias observando los ciclos de la naturaleza que

    s en los que florecian la alegoria

    Los monjes que lo rodeaban lo consideraban un ser

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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    puro. solo animado por el espiritu de Dios. Cuando no

    se consagraba a sus projimos, se entregaba a la medita-

    cion o al estudio de las ensenanzas que conducen a la

    sabiduria.

    Pero Shinran tenia conciencia de que otras gentes

    -por fuera del te m pl o- llevaban una existencia mas

    expuesta que la suya. Por eso decidio bajar al valle, a ver

    lo que habia sido del hijo del hombre.

    Y tomo el camino que se dirigia a Kyoto,..

    Fue entonces cuando Shinran descubrio que el com-

    bate no se situaba unicamente arriba, en el templo, sino

    tambien entre los hombres.

    Hasta ese momento no habia conocido ni el odio, ni

    el sufrimiento verdadero. Habia sido preciso que se arri-

    mara a la miseria para comprender hasta que punto

    aquellas raices sofocaban el corazon del hombre. Los

    que debian luchar por sobrevivir no tenlan el tiempo dis-

    ponible para meditar.

    Y

    Shinran se dijo que iba a poner

    en practica una filosofia que pudiera inscribirse en la

    vida cotidiana d e aquellos.

    Queria hacer coincidir las ideas, sus origenes, las leyes

    que las rigen, con las insignificancias que anulan un poco

    cada uno de nuestros dias.

    Se le ha atribuido -equivocada mente- el

    anniSho

    ese libro de afliccion por la alteracion de la verdadera

    creencia, ese inmenso interrogante acerca de los codigos

    a los que obedecen nuestros actos. Ese dominio de lo

    desconocido, arraigado en las mas intimas profundida-

    des del ser.

    El que puede localizar en si mismo la razon que lo

    hace desdichado, tiene el poder de anestesiar el mal, de

    apartarse de el, y de ver esfumarse la cicatriz.

    A

    partir

    de entonces, ya no puede inculpar mas que a una razon

    exterior provocada por una reaccion humana, terrestre

    o solar. El culpable, ya no es el otro.

    Tiene que ver mas con el kar ma -toda intencion esta

    inscrita en el curso de la vida-, ac tua como si estuviera

    en el interior de sus actos atenua las imptev

    secuencias de las causas con efectos.

    Cuando la hoja del katan a hace resplandecer la vaina,

    cuando la flecha se estrella en una piedra, el efecto pro-

    viene de lo mas profundo de si mismo. N i n g h otro mas

    que el es responsable del sentido que imprime a sus ade-

    manes. Por consiguiente, nadie mejor que

    l

    puede orien-

    tar su destino.

    Ser maestro no es creer haber llegado a

    de la jerarquia del saber, sino que, en el verdadero sen-

    tido del termino, es un modo de vida que supone un de-

    terminado estado de animo.

    Quien se interna por los caminos de la maestria des-

    cubre que nad a le pertenece en sentido propio, gm e-

    ralmente esta busqueda lo incita, a nivel de lo cotidiano,

    a desnudarse un poco mas.

    En el grupo de grandes discipulos al que pertenece,

    el maestro tiene como unica vocacion transmitir el cono-

    cimiento. Por tanto, ha de dispensar la generosidad que

    lleva en si. Para que la herencia espiritual quede asegu-

    rada, debe olvidarse de su propia persona para buscar

    al discipulo al que legara, en vida, lo que ha recibido

    e

    otro. Servir es la palabra clave que condiciona su exis-

    tencia. Si los rasgos de su caracter no se corresponden,

    de alguna manera, con este retrato, pocas son las proba-

    bilidades de que el que ensena haya comprendido el

    de la pureza

    y

    del gesto.

    Sin embargo, salteador y

  • 8/16/2019 El Arma de Vida - Jerome Camilly - Jacques Normand

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      El Conocimiento, la Via, van en el mismo sentido

    de la Via

    ...

    En otras palabras, nadie puede transgredir ni sus

    orientaciones ni sus fines. Qu erer modificar este equilibrio

    equivaldria a borrar del ma pa el monte Fuji . que

    derecho, pero sobre todo, por que orgullo habria que

    estar animado para llevar a cabo semejante empresa?.

    De la linea del arco, del perfil del sable, se desprende

    un poder impresionante que obliga al discipulo a una

    especie de humildad. Su significacion simbolica permite

    entrever,

    y

    luego descifrar lentamente las estructuras de

    su propio cuerpo, el sentido de su propia vida.

    La mano que sostiene el arco es el simbolo de la ma-

    dre, don del infinito, imagen ampliada del universo. El

    poder es atributo del padre, quien guia la mano derecha

    con seguridad hacia el objetivo. El papel de la madre es

    sostener al hijo -la flecha. La mano derecha no dejara

    al hijo desprenderse del arco mas que si padre y madre

    estan en perfecta armon ia. S610 entonces la flecha ha-

    llara el blanc o.

    *

    Esta concordancia perfecta no se organiza sino a partir

    del centro vital: el hara.

    E4 sable obedece rigurosamente al mismb esquema.

    Si la mano izquierda y la mano derecha responden a este

    sincronismo, la hoja -hijo nacido del cosmos- podr a

    circundar el espacio en todos los sentidos.

    Como se ve, la maestria no es un vago ti tulo honori-

    fico, sino muy por el contrario, un acto de abnegacion

    conjugado a diario. Todos los hombres estan sometidos

    a las mismas leyes planetarias, tanto el maestro como el

    discipulo. No hay que confundir, pues, maestria y san-

    tidad: una es accesible a los hombres, la otra esta reser-

    vada a muy pocos elegidos.

    El conocimiento

    no

    se asimila en unos gestos, en unas

    palabras dispersas. Su pone un comprom iso de todo el ser.

    Es necesario presentir las posibilidades del discipulo,

    despertar su sensibilidad, pero tambien estimular su vo-

    luntad. En esa cabeza, en ese corazon, la logica

    y

    el razo-

    namiento ocupan un lugar importante. Pero en vez de

    favorecer el sab er, lo perjudican. Son frenos que inmovi-

    lizan al ser interior y ahogan su espontaneidad. Tanto

    que una indicacion frecuentemente es interpretada por

    el alumno como una crit ica, y el menor estimulo como

    un cumplido.

    Ese ser interior qu e obedece a la intuicion -la prin-

    cipal inteligencja- esta por consiguiente como atrofiado.

    A fuerza de pretender ser cerebral, de reaccionar en ter-

    minos d e problemas qu e solo las sacrosan tas soluciones

    pueden resolver, el alum no ya no sabe sentir , y esa

    ciencia del conocim iento que en el se vuelca corre el riesgo

    entonces de qu edar en letra muerta.

    Este nivel cero de sensacion se traduce en periodos

    de paralizacion, despues, de evolucion imperceptible,

    luego otra vez de deserticas travesias, para llegar final-

    mente a un pozo de agua, pero tan pequeno que apenas

    llenaria una copa.

    Cada uno encuentra, un dia, el maestro que debia

    encontrar. La ensenanza afirma q ue es preciso consagrarle

    tres anos de su vida.

    Lo que se dice no s iempre es inmediatamente per~i-

    bido, pero el maestro no puede apoyar al discipulo en

    cada uno de sus pasos, sin riesgo de obstruir su marcha.

    El alma del discipulo esta integramente contenida

    en el sable. Alli es donde se ha refugiado su poder pro-

    tector, y por tanto es alli adon de ha de ir buscarlo.

    El samurai no es realmente poderoso mas que mien-

    tras su hoja permanece en la vaina. Asimismo, el disci-

    pulo solo puede b asca r en si su fuerza intwior. Si se

    reduce a juzgar, a criticar, es que abn esta lejos de la

    realizacion. La verdad es como un armazon que proteje

    su progresion. Asi pues, ha de hallar nuevamente el surco

    que conduce a la verdad.

    Quienes viven en las fronteras de la armonia rehuyen

    la verdad, incluso s i - d e s d e lo mas profundo de s i mis-

    mos- la reclaman. Con much a frecuencia, son aqukllos

    que favorecen los climas de conflicto.

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    Las criticas, las frasecillas mordaces, son cargas emo-

    cionales recuperadas por la mente. Por un fenomeno

    ciclico de causa y efecto, la mente las vuelve a difundir.

    Las redistribuye. De este modo, cuando una persona os

    agrade, ataca algo en vosotros, creando una causa que

    inevitablemente estara seguida de un efecto. Si hay res-

    puesta, el efecto producido repercute en una nueva causa

    que, a su vez, provoca un efecto,

    y...

    asl sucesivamente.

    Todas estas cargas negativas son las que ocasionan

    las discordancias. Pero si uno se niega a responder, el

    malogrado se volvera contra su autor.

    la mente del disclpulo es clara, templada , libre,

    as causas

    y

    efectos no seran m as qu e un juego. Un

    juego benefico que le permitira tomar conciencia de la

    sorprendente combinacion de las armonias

    y

    de sus posi-

    casi infinitas.

    ar, absorber, sin huir ni rehusarse, es otra man era

    ar los limites de su propia calma interior. Y, en

    definitiva, calma interior, arrnonla, maestria, jno son

    palabras complementarias, sinonimos de vivir mejor?

    b s iejos Sensei, los viejos maestros, conod an el peso

    de la tradicion. A lo largo de toda su vida, han espar-

    cido el conocimiento para que escape al olvido y disper-

    sada su saber para que renazca en otras partes.

    El antiguo universo del kyudo se apago en abril de

    1976, al tiempo que desapareda su 10.O dan: Matspi

    S6rrsei. Tenla mas de 8 anos. Hasta aquel dia de abril,

    habia sabido conservar un dominio total de su espiritu

    y de su cuerpo

    En 1970, otro 10.O dan, Anzawa Sensei, lo habla pre-

    cidido en la m uerte.

    ++Quienesecuerdan a Awa Kanzo aiin hablan de su

    ensefianza con emocion.

    Estos maestros han dejado, mas alla del tiempo, unas

    senales que quiza no sean sino la marca de su pureza.

    Contrariamente a la imagen que Occidente se ha

    hecho se ellos, el maestro es alguien que participa de

    la vida, sin que por lo mismo su maestria se vea alterada.

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    verdaderamente lo que era la concentracion. Si me hu

    biera dejado ofender, si hubiera tenido un momento de

    nerviosidad, Matsui Sensei habria quedado decepcio-

    nado... y yo, todavia mas que el...

    Los maestros conocen todo el simbolismo del kyudo,

    su historia, su filosofia, asi como su mistica. Esta pro-

    funda cultura se ve aumentada por la posesion de una

    tecnica excepcional.

    Muchos sensei afirman, hablando de Matsui, que la

    trayectoria de su flecha era tal punto perfecta que habria

    podido atravesar, de lado a lado, una caneria de 8 me-

    tros de largo sin rozar sus paredes. Si tenemos en cuenta

    que en una flecha de bambu el menor error se amplifica

    hasta describir un circulo que se va ampliando, podemos

    apreciar mejor el control que este maestro tenia sobre si.

    A partir de los treinta y seis anos,

    y

    hasta los ultimos

    momentos de su vida, Matsui Sensei ya no supo lo que

    era una flecha fuera del blanco. Es verdad que para los

    hombres de su estatura, el blanco ya no representa nada.

    No es una monomania del tiro la que los impulsa, sino

    una voluntad de encontrarse consigo mismo, una pro-

    yeccion, una linea de fuga hacia el infinito. En cuanto

    a los grados, que a ese nivel son igualmente irrisorios,

    no parece que alguna vez le hayan despertado la voluntad

    de superarse.

    Cuando aun era 5.O dan, habian invitado a el y

    a

    otro

    sensei 5.O dan. Se habia decidido que no habria mas que

    un solo representante nombrado 6.O dan, y tal honor caia

    naturalmente en Matsui. Como era de esperarse, este

    propuso que el otro sensei fuera elevado de grado.

    Como se preparaba el dojo para un tiro simbolico,

    Matsui Sensei pretexto que no tenia ni arco ni material,

    y que en tales condiciones, preferia abstenerse.

    Se le ofrecio un arco, un guante, flechas, pero rehuso

    otra vez. Dado que los otros sensei hacian coro, acabo

    por ceder.

    Con un arco de tension totalmente diferente a la del

    suyo, Matsui Sensei realizo un tiro tan sorprendente que

    al instante fue designado 6.O dan. El otro sensei se le

    acerco y dijo:

    -Ves que era justo. Cualesquiera sean las circunstan-

    cias en que se te coloque, tu no experimentas ninguna

    dificultad. Yo, si...

    na vez mas, Matsui Sensei habia hecho sentir a los

    demas la resonancia del arco, la vibracion de la flecha,

    la nocion de distancia, el movimiento del cuerpo

    ...

    Hay quienes juegan

    y

    quienes se asimilan profunda-

    mente al Arma de Vida. S610 los segundos son creadores.

    os estan en armonia con el universo.

    sa Sensei, gran maestro de naginata, habia alcan-

    tambien el grado extremo de la simplicidad. Durante

    bia viajado a traves del Japon en busca de manus-

    critos concernientes a la religion y al budo. Por su res-

    peto al pasado, esta entre los que han salvado una parte

    de la herencia de dichas disciplinas moribundas.

    En lo que fue el Imperio de la tradicion, ya no queda

    sino la sombra de la tradicion. Sin duda el complejo de

    insularidad es, entre otras, una de las causas de esta acul-

    turacion. S610 quedan algunos espiritus que no quieren

    negar sus raices,

    y

    mucho menos divorciarse de e l h .

    Sonobe Sensei (Iemoto 16.O, es decir, decimo sexta

    generacion de padre a hijo),

    y

    su mujer Asano (9.O dan),

    representaban la aristocracia del naginata y del- katana.

    A los

    86

    anos, a diez dias de su muerte, est

    cohtinuaba practicando.

    shiogiri una secuenc

    e el espiritu domine

    y

    s

    proeza .

    Sonabe escribia ma

    recompensaban a aquel cu

    constructivo. Esta ma

    no se ha transmitido.

    poner, ni transcribir

    lo hacia Sonobe.

    La madre de Son

    a un maestro de iai

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    bleniente y llegaron a preguntarse cual de los dos, el iai

    o el naginata, era el mas seguro en un combate. Aparen-

    temente, el largo del naginata hace de el un arma mas

    eficaz. como estar seguro de ello? Aquellos dos

    expertos sabian que todo depende del espiritu y la fuerza

    que se opone en la accion. El arma, en definitiva, no es

    mas que una herramienta.

    Decidieron, pues, encontrarse en el terreno para poder

    juzgar. Las armas ticticias debian de estar talladas en

    bambu tlexible.

    Esta original idea se difundio, y quedo decidido que

    el combate tendria lugar ante el Emperador. En aquel

    entonces los japoneses eran unos apasionados por este

    genero de encuentros.

    Tras varios asaltos, Hideo Sensei debia vencer. Pero,

    tanto para el uno como para el otro, aquel combate no

    se acababa ni con una victoria, ni con una derrota. Final-

    mente, era como una especie de calderon en su dialogo

    interrumpido.

    Una parte de la ensenanza esta aqui: mezcla de es-

    pectacularidad y espiritualidad, que llega intacta, de

    generacion en generacion. Como un material que el dis-

    cipulo acabaria por labrar

    ...

    El Conocimiento, la Via, van en el sentido de la

    a una cromolitografia, con las r

    segundo plano, el verde botella de un bosque brillante.

    Cerca de la ciudad de Gifu, una pequena aldea y su

    viejo dojo de kyudo, situado e imas casas bajas

    y los campos.

    Algunos practicantes se h en torno a

    loq

    maestros llegados especialmente de Tokyo, y, entre ellos,

    Matsui Sensei.

    La presencia de dichos maestros marca la

    i

    acontecimiento.

    E n

    l

    mayoria, los discipulos son 3 O o 4 O dan, y as-

    piran a un

    4 O

    o 5 O dan. Ninguno de ellos manifiesta

    una emocion particular, ni siquiera ese anciano senor

    que, con cerca de setenta anos, practica el kyudo de la

    manera mas tranquila y serena. Hace catorce anos que

    obtuvo su 4 O dan, y desearia pasar al grado superior

    unicamente para su satisfaccion personal.

    Llega el turno del grupo de cinco discipulos al que

    pertenece. El anciano practicante ejecuta con precision

    su presentacion ante el blanco, como quien otorga un

    verdadero valor a los gestos que domina. Luego, se arro-

    dilla en la posicion de espera, hasta el momento en que

    se le indica tirar.

    Se levanta, coloca su mano derecha sobre la cuerda

    y la flecha, en tanto que la izquierda se aduena del arco

    sin proripitacion, respetando el orden interior que se ha

    impuesto.

    El arco se eleva, y si se aprecia

    debido a la edad, los movimientos

    el

    ? CO

    al maximo, y la tension

    pequena vibracion r

    flecha se le escapa

    seco. Definitivo como una conde

    Es la consternacion para to

    a la escena. Tanta aplicacion en ese

    segundo de mala suerte basta para a

    su rostro, nada se trasluce. Sin emb

    flechas han de lleg

    al

    5 O

    dan.

    Vuelve a tomar el arco

    samente, coloca u

    se percibe como una

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      Poca filosofia conduce a despreciar la erudi-

    cion, mucha filosofia conduce a estimarla,',

    Chamfort

    El arco y el sable -cuya practica se organiza alrededor

    de una filosofia- obligan a un retorno hacia los origenes,

    a remitirse por consiguiente a una erudici6n tan apre-

    ciable como apremiante.

    Kyudo y katana destilan un simbolismo transmitido

    por el samurai. Aiin hoy, el arco

    y

    el sable se encuentran

    entre las expresiones mas elevadas de ese contradictorio

    pais. Y no ya al nivel de lo popular.

    Conducirse cual samurai, es escapar a los sentimientos

    vulgares. Es superarse.

    No es una casualidad que, junto al espejo

    y

    la joya,

    el sable sea el tercer emblema de la corona imperial. El

    espejo, porque refleja el alma; l joya, porque en ella se

    concentran la belleza

    y

    la pureza,

    y

    por iiltimo la hoja,

    por la eficacia y justicia que representa.

    El sable, y, genericamente, el arma blanca, se cuentan

    entre los grandes tesoros de la prehistoria japonesa.

    Durante 400 anos, es decir, durante todo l 'periodo

    Yayoi (desde 200 anos antes hasta 200 anos despues de

    J.C.), el sable, que lo ha protegido a lo largo de su vida,

    es el ultimo companero del guerrero desaparecido.

    Pero sable, espada, lanza, no son hnicamente armas

    qu

    permiten asegurar la supervivencia, sino que se vuel-

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    ven

    1111

    objeto ritual bajo la f0rm

    abardas de

    l r g

    cuchillas cuando participan en el culto a Shinto.

    Durante 800 anos el samurai domino el Japon. Sirv

    a los Daimyo -los Principes- cual guerrero revoltoso

    y valiente al tiempo que imponia al pueblo de campe-

    sinos la idea de que habia nacido de otra casta. No la

    desclasada de los

    ronin

    sino la superior de los senores.

    Desde 1186 hasta 1868 los jefes militares de los que

    dependian -los Shogun- no pudieron conservar el poder

    sino con el apoyo constante de los samurai dejando a

    los mikados solo una vaga apariencia de realeza.

    A

    tal

    punto que la imagineria japonesa asocia el arco y el sable

    con todos los relatos legendarios donde los samurai son