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EDUCANDO EN DESARROLLO SUSTENTABLE: EL ÍNDICE DE
GÉNERO Y MEDIOAMBIENTE
EDUCATING IN SUSTAINABLE DEVELOPMENT: THE CONTENTS
OF GENDER AND ENVIRONMENT
Rocío Araújo Álvarez. Universidad de Vigo (España) [email protected]
María Asunción Lorenzo Rial. Universidad de Vigo (España) [email protected]
Mercedes Varela Losada. Universidad de Vigo (España) [email protected]
María Mercedes Álvarez Lires. Universidad de Vigo (España) [email protected]
Resumen
Se presenta una experiencia realizada en aulas de formación inicial del profesorado en
Educación Primaria. Su finalidad es que éste desarrolle, en grupos cooperativos,
competencias docentes y un pensamiento crítico acerca de la relación entre género y
desarrollo sustentable, Se realizan actividades de acuerdo con el Ciclo de Aprendizaje de
Karplus y se analiza el Índice de Género y Medioambiente. Los resultados muestran la
posibilidad de caminar hacia el desarrollo de competencias científicas y de un pensamiento
favorable a la igualdad de género y de las sociedades del mundo, fomentando, además, una
conciencia crítica sobre el modelo de desarrollo actual.
Palabras clave: Desarrollo sustentable, Género, Educación, Trabajo cooperativo, Ciclo de
Karplus.
Abstract
An experiment carried out in classrooms of Pre-service Teacher Training for primary
education is presented. Its purpose is that teachers develop it in cooperative groups, teaching
skills and critical thinking with regard to the relationship between gender and sustainable
development. Activities are conducted in accordance with the learning cycle of Karplus and
the Gender and Environment Index is analyzed. The results show the possibility of walking
towards the development of scientific skills and a favorable thinking about gender equality
and societies around the world, further encouraging a critical awareness of the current model
of development thinking.
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Keywordesarrollo sustentable: Sustainable Development, Gender, Education, Cooperative
work, Karplus Cycle.
1. Introducción La relación existente entre las desigualdades de género y las malas prácticas, respecto a la
utilización de recursos, el cambio climático o las políticas medioambientales, es un hecho
constatado. Un ejemplo claro de la relación género-desarrollo sustentable lo constituye el
problema del cambio climático. A este respecto, Lorena Aguilar (2008, 2009) afirma que éste
agrava las desigualdades de forma generalizada, haciendo así que el avance hacia una equidad
de género sea más lento, dificultando que las iniciativas propuestas en los diversos congresos,
cumbres y tratados internacionales, alcancen metas importantes como la reducción de la
pobreza y el desarrollo sustentable.
Se trata de una realidad compleja, para cuya comprensión es necesario analizar las
interacciones entre género y desarrollo sustentable, el modelo predominante de desarrollo, la
propia concepción de desarrollo sustentable y, en este caso, el papel que puede jugar la
educación en la comprensión y mejora de las situaciones de desigualdad. Lo primero que cabe
señalar es que el término desarrollo sustentable engloba cuestiones de índole sociocultural,
económica, tecno-científica, educativa, axiológica, política y ambiental; además, no existe
unanimidad ni en su definición ni en su interpretación (Álvarez-Lires, 2015). Los
antecedentes de dicho término se sitúan en la preocupación existente, acerca del deterioro
ambiental, en los años 80 del pasado siglo, que llevó a la ONU a crear la Comisión sobre
Desarrollo y Medio Ambiente (1983-1987), presidida por Grö Harlem Bruntland (que había
sido Primera Ministra de Noruega y fue Directora de la OMS). Dicha comisión elaboró el
informe Our Common Future y definió el término Desarrollo Sustentable, como “la capacidad
de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las de las
futuras”.
Desde entonces, el término ha sido objeto de polémica y, así, se argumenta que no es posible
conciliar crecimiento y sostenibilidad (Girault y Sauvé, 2008) y que se debe apostar por una
desarrollo humano sin crecimiento (Gil et al, 2009) porque no es posible llevar a cabo lo que
se afirma, que implica abordar políticamente, de manera equilibrada, las vertientes
económica, social y ambiental, sin cambiar el modelo de desarrollo actual, basado en un
crecimiento económico ilimitado, generador de desigualdades, insustentable y éticamente
injusto (Folch, 1998, 2011).
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Morin (2011) afirma al respecto que no tenemos la solución, pues nadie sabe cómo sería una
sociedad sustentable, pero el desarrollo sustentable puede ser una oportunidad para optar por
lo que el autor denomina “reforma de la vida” de las sociedades “tecnificadas, industrializadas
y occidentalizadas, sobre todo si son asoladas por crisis y desastres”, indisociable de “una
regeneración ética, inseparable de una regeneración democrática del civismo, de la
solidaridad y de la responsabilidad”. Todo ello, continúa, “debe estar inserto en un proceso
complejo, humano, social, político e histórico, que comporta una reforma del hábitat, del
consumo, de la educación, de la tecnociencia, de las relaciones entre los seres humanos y de
estos con la naturaleza”. Las reformas propuestas por el autor implican, claramente, la
incorporación de perspectivas de género y lo dicho hasta el momento ilustra, creemos, la
complejidad del desafío.
2. Género, educación y desarrollo sustentable En tratados internacionales, tales como la Agenda 21 (1992), la Convención sobre Diversidad
Biológica (1992-1993), la Declaración del Milenio y sus Objetivos (2000), el Plan de
Implementación de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable (2002), la Plataforma
para la Acción de la declaración de Beijing + 10 (2005) o los Objetivos de Desarrollo del
Milenio y de la Década de la Educación para el Desarrollo Sustentable (2005-2015),
aparecen claras referencias a las relaciones género-desarrollo sustentable y se proponen
cambios en las políticas institucionales que eliminen los obstáculos para la participación plena
de las mujeres en dicho desarrollo, así como en la vida pública, asegurando su participación
activa en la toma de decisiones relativas al medioambiente. Además, se favorece la
integración de consideraciones y perspectivas de género en políticas y programas de
desarrollo sustentable que mejoren el potencial de las mujeres rurales, así como el
aprovechamiento de los recursos que tienen a su alcance.
En definitiva, se trata de promover el empoderamiento de las mujeres como una forma
efectiva de combatir la pobreza, el hambre y las enfermedades, logrando un desarrollo
sustentable en todos los países del mundo. Las políticas de equidad de género hacen que esta
tarea sea más efectiva, contribuyendo a que los conocimientos especializados de mujeres en la
gestión eficaz de recursos medioambientales, alimentarios o sanitarios, e incluso en su propia
creación, a lo largo del tiempo, se valoren y utilicen. Además, en este proceso de
empoderamiento, es necesario hacer visibles los logros y aportaciones del colectivo femenino
en este ámbito y rescatar del olvido los nombres y las contribuciones de mujeres notables al
desarrollo sustentable y a la conservación del planeta.
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La cuestión del desarrollo sustentable, y sus implicaciones, es especialmente compleja
cualquier intento de aproximación a una síntesis constituye un proceso inacabado (Álvarez-
Lires, 2015). Por su parte, la socióloga Nora Rhätzel (2014) defiende que para conseguir un
desarrollo sustentable, en el que seres humanos y naturaleza vivan en armonía, es necesario
superar las dicotomías existentes, tales como campo/ciudad, rural/urbano, trabajo
manual/trabajo intelectual, Norte global/Sur global y, de manera trasversal a todas ellas, la
división masculino/femenino
3. Índice de Género y Medioambiente (EGI) Un referente mundial en la vinculación entre género y medioambiente lo constituye la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que lleva más de dos décadas
trabajando en este ámbito y es la asociación creadora del Índice de Género y Medioambiente
(EGI) en el año 2013. Dicho índice se utiliza para analizar el impacto de las medidas
adoptadas por los diversos países en sus compromisos internacionales, así como el esfuerzo
de muchas organizaciones que luchan por promover un enfoque de equidad de género y el
empoderamiento de las mujeres en el ámbito del medioambiente.
Durante las dos últimas décadas, se han establecido nuevos mandatos internacionales con el
propósito de que se tenga muy en cuenta que la igualdad de género y el empoderamiento de
las mujeres son dos herramientas fundamentales para la toma de decisiones ambientales y el
desarrollo sustentable. Pero, la falta de un mecanismo de control y cuantificación del progreso
de cada país ha contribuido a la escasa o nula aplicación de estos mandatos.
Los datos resultantes de la aplicación del EGI ayudarán a los gobiernos de cada país y a la
sociedad, en general, a evaluar su progreso e identificar cuáles son las carencias en el logro de
la igualdad de género contextualizada en el medioambiente. El EGI analiza muchos
parámetros sociopolíticos como son los derechos básicos y la participación de las mujeres en
políticas medioambientales, el sustento, la educación, la estabilidad política del país y la
conservación de la biodiversidad, entre otros muchos aspectos. Hasta el momento, se han
analizado 72 países, entre los que España ocupaba una octava posición (con datos de 2011)
pero, desafortunadamente, nuestro país ha descendido sustancialmente, en los últimos cuatro
años, en todos los índices de igualdad y, en especial, en los de igualdad de género, tal como
señalan informes de la ONU de 2015, a través del Grupo de Trabajo sobre la cuestión de la
discriminación contra la mujer en la legislación y en la práctica, en los que se afirma que las
políticas de austeridad en España han tenido un efecto "grave y desproporcionado en las
mujeres".
4. Educación para un desarrollo sustentable
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Martínez-Huerta (2009) sugiere que una educación para la sustentabilidad ayuda a
comprender la relación entre los elementos del desarrollo sustentable desde la complejidad,
tanto en su diagnóstico como en las posibles soluciones. A este respecto, Morin (2011),
representante del paradigma de la complejidad, afirma que el presente solo es perceptible en
la superficie y también que “se dan innumerables inter-retro-acciones entre procesos
extremadamente diversos (económicos, sociales, demográficos, políticos ideológicos,
religiosos, etc.). De lo dicho, se deduce que educar para la sustentabilidad es un proceso
complejo.
La ONU proclamó la Década de la Educación para el Desarrollo Sustentable (2005-2014)
como “una invitación a repensar nuevas políticas educativas, nuevos programas y nuevas
prácticas pedagógicas para que la educación pueda jugar el papel que le concierne en el
desarrollo de las capacidades de todos los miembros de la sociedad con el fin de trabajar
juntos en la construcción de un futuro durable”.
Como todo proceso educativo, la educación para la sustentabilidad es un proceso intencional,
sostenido en el tiempo, que implica la adquisición de conocimientos conceptuales y valores,
así como el desarrollo de actitudes, aptitudes y modos de actuar en interacción social. Tal
proceso no puede ser desarrollado en exclusiva, ni de manera aislada, por los sistemas
educativos e implica procesos de educación formal y no formal (Varela Losada et al, 2014).
Así, pues, la educación para la sustentabilidad (ES) se ha de orientar hacia el desarrollo de
una competencia para la acción (Kyburz-Graber, 2013), basada en capacitar al colectivo
estudiantil para la adquisición de un pensamiento crítico, que abarque mucho más que
conocimientos y actitudes y que contribuya a la formación de una ciudadanía informada y
comprometida con el medio, que desempeñe un papel activo en la búsqueda conjunta de
soluciones a problemas relacionados con el desarrollo sustentable (Mogensen y Schnack,
2010).
Si nos referimos a la formación inicial de profesorado en materias científicas, como en este
caso, el éxito de las mediaciones docentes residirá en enseñar a pensar, a hablar, a hacer, a
autorregularse y a trabajar en colaboración (Pujol, 2007), porque las ciencias han de servir,
entre otras cosas, para analizar e interpretar fenómenos e información, han de ser
comunicables y constituyen una actividad (Izquierdo, 2007) que se realiza en equipo y debe
ser evaluable. Esto sólo será posible con la participación de un profesorado reflexivo,
conocedor de cómo aprende (Álvarez Lires et al, 2013), comprometido con la educación, que
comparta objetivos de “acción”, use métodos innovadores en las clases de ciencias,
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comprenda la naturaleza interdisciplinaria, e incluso globalizada, de las situaciones
ambientales y se sitúe en un paradigma crítico.
Lo dicho hasta el momento es coherente con el modelo educativo propuesto desde el contexto
del Espacio Europeo de Educación Superior, basado en el desarrollo de competencias como
objetivos de aprendizaje, lo cual implica también un profundo cambio en los modelos
docentes de las universidades españolas, que deben promover un aprendizaje autónomo y
colaborativo. El aprendizaje basado en problemas, el trabajo por proyectos (Arias et al, 2009)
o el aprendizaje cooperativo responden a estas necesidades, ya que favorecen aprendizajes
significativos que permiten afrontar situaciones de la vida real en la formación del
profesorado para adaptarse a los contextos de aprendizaje actuales y favorecer el desarrollo de
las competencias docentes adecuadas (Álvarez Lires et al., 2013).
Estas competencias se entienden como la capacidad de responder a demandas complejas y
llevar a cabo tareas diversas, combinando habilidades prácticas, conocimientos, motivación,
valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que
se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz (OCDE, 2003). Dicha movilización
implica desarrollar actividades vinculadas a la realidad, es decir, un “aprendizaje situado”,
interacción social y la puesta en cuestión de modelos exclusivamente basados en la
transmisión de conocimientos (Marco-Stiefel, 2008). No es suficiente poseer conocimientos,
hay que aprender a movilizarlos, integrarlos y usarlos en diferentes circunstancias de la vida
real (Perrenoud, 2004). Así, las competencias se convierten en logros de aprendizaje, en lugar
de una simple adquisición de conocimientos, afectando a los objetivos, al papel del
profesorado, a las actividades de enseñanza y a la propia evaluación (EHEA, 2005; Bolívar,
2009).
En nuestro caso, se trata de desarrollar competencia(s) tecnocientífica(s), es decir, la habilidad
y disposición para utilizar adecuadamente conocimientos y metodologías usadas en el campo
de la ciencia para explicar el mundo, así como su aplicación para modificar el entorno en
respuesta a deseos o necesidades humanas. Ello implica conocimiento de los principios
básicos del mundo natural, de la tecnología, de los productos y procesos tecnológicos, así
como la comprensión de la relación entre la ciencia, la tecnología y otros campos tales como
el progreso científico, la sociedad: valores, implicaciones de género y éticas, la cultura y el
desarrollo sustentable (Álvarez Lires et al., 2010).
Se ha de tener en cuenta que el profesorado en formación inicial posee concepciones,
imágenes y creencias acerca de la ciencia y de cómo esta se aprende y se enseña, que se basan
en sus experiencias desde la primera escolarización, acumulando observaciones y modelos
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sobre el funcionamiento de las aulas, el profesorado y las materias (Fernández, Elórtegui y
Medina, 2002), e incluye características del currículo, conocimientos, la manera de evaluar y
las emociones que le generaron dichas experiencias (Bonil y Márquez, 2009). A todo esto hay
que sumar que su bagaje científico es habitualmente escaso (Pujol, 2008), lo que influye en su
actitud hacia la ciencia y su aprendizaje. Ello repercutirá en su manera de enseñar (Ravanal et
al., 2009), de aprender a enseñar ciencias o de mediar en su aprendizaje. Es necesario, pues,
poner en cuestión las concepciones iniciales para que se puedan autorregular y reconstruir
(Angulo, 2003; Bonil y Márquez, 2009), haciéndolas evolucionar hacia otras más adecuadas
que sustenten su conocimiento profesional mediante estrategias de reestructuración y de
construcción.
Conscientes de todo ello, hemos desarrollado una línea de investigación-innovación educativa
encaminada a la adquisición de competencias docentes en profesorado en formación inicial
que, en su futura práctica docente, deberá fomentar, a su vez, la adquisición de competencias
básicas en las aulas de educación infantil y primaria (Álvarez Lires et al, 2013). En ella se
inserta la intervención didáctica que se presenta.
5. Metodología Se trata de una experiencia de investigación-innovación educativa (Schulman, 2004; Morales,
2010) que parte de una investigación sobre concepciones previas del alumnado (Arias Correa
et al., 2014a) y las implicaciones de dichas concepciones y representaciones en el diseño de
líneas de actuación destinadas a la enseñanza y adquisición de competencias científicas
docentes, encaminadas a desarrollar competencias básicas en aulas de educación primaria. A
fin de que el alumnado comprenda, a través de actividades cooperativas y complejas, la
vinculación entre género y desarrollo sustentable, así como el papel de los gobiernos y la
sociedad civil en la promoción y aplicación de políticas medioambientales favorables para
todas las mujeres del mundo y la propia sociedad, se ha realizado una intervención didáctica,
utilizando técnicas de trabajo cooperativo, encaminada al desarrollo de competencias
científicas.
5.1 Desarrollo de la experiencia
Se sigue una secuencia didáctica, de acuerdo con el Ciclo de Aprendizaje de Karplus (1977)
Actividades de exploración
a) Mediante cuestionarios KPSI (Tamir y Lunetta, 1978) , debates y estudio de casos
se constató que percibían la ciencia como un conjunto de leyes, teorías y
descubrimientos que conducen a la verdad mediante «el método científico»; que
existía conocimiento declarativo de algunos aspectos, pero al solicitar descripciones
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de medioambiente, medio natural, diferencias entre sexo y género, relaciones
género/desarrollo sustentable, modelos científicos, distintos aspectos del cambio
climático, sustentabilidad, género o elaboración de comentarios críticos sobre el
modelo energético, incluyendo justificaciones y argumentaciones, el resultado mostró
gran desconocimiento de cuestiones de actualidad (Garritz, 2010) y confusión que
intentaron paliar mediante la búsqueda en Google o Wikipedia sin verificar la validez
de la información y sin que les resultase significativo el hecho de que se trataba de
explorar sus ideas iniciales. Las justificaciones y argumentaciones estaban ausentes de
sus producciones escritas y orales (utilizan expresiones como es lo de; es cuando) y
confunden opinión con argumentación, tal como habíamos encontrado en
investigaciones previas (Álvarez Lires et al, 2013).
5.2 Actividades introductorias
a) De acuerdo con las concepciones previas detectadas, se seleccionaron competencias
que se comunicaron en forma de objetivos de aprendizaje (Figura 1).
Figura 1. Objetivos de aprendizaje.
b) A falta de materiales didácticos apropiados (Álvarez-Lires, 1999; Pérez-Rodríguez
y Álvarez-Lires, 2006), se seleccionó el video EGI: Índice de Medioambiente y
Género (Aguilar, 2013), que el equipo investigador había examinado previamente para
su explotación didáctica, consciente de su utilidad pero también de que un vídeo no
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soluciona los problemas de aprendizaje (Sangrà, 2002; Mayer, 2005; Koumi, 2006;
Porta et al., 2007). Se colocó en un repositorio en el aula virtual y se visionó.
c) Al finalizar, se distribuyó el alumnado en grupos de cuatro personas que, en primer
lugar, tendrán que visitar la web de la IUCN en el apartado dedicado al EGI, y deberán
traducir e interpretar el texto introductorio, así como los parámetros que definen el
índice. (Véase figura 1)
De los 72 países analizados con el EGI, se asigna uno a cada grupo. El números de
países escogidos, dependerá del número de grupos que se forme en cada aula, pero
entre ellos deberán figurar los países más representativos, tanto por la posición que
ocupan en el ranking y su situación geográfica (uno de cada continente), como por su
cultura, forma de gobierno y políticas de género y medioambiente. Los países
seleccionados fueron: Islandia, España, Argentina, China, Mozambique y República
democrática del Congo. (Véase figura 3). Si no fuesen suficientes, se añadirán países
del ranking que se consideren representativos de las características mencionadas.
Figura 2. Parámetros en los que basa el EGI
Cada grupo deberá asumir el rol de equipo de gobierno del país asignado, en el ámbito
de medioambiente e igualdad y, basándose en los parámetros del EGI, enunciará los
motivos, tanto positivos como negativos, por los que consideren que el país
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correspondiente ocupa esa posición en el ranking, y formulará tres propuestas para
mejorar dicha puntuación.
Para asegurar la participación de los cuatro miembros de cada grupo, trabajarán bajo la
estructura 1-2-4 (Pujolás, 2008).
Para finalizar esta secuencia, se realizó una puesta en común de las propuestas de cada grupo.
Partiendo de estas propuestas, se procederá a la reflexión, discusión y enunciación de
conclusiones, mediante la técnica de las dos columnas (Fabra, 1992) y una coevaluación
mediante la técnica de la diana (Pujolás, 2008).
Figura 3. Ranking de países ordenados según el valor del EGI
5.3 Actividades de reestructuración
En esta fase, se procede a encomendar un trabajo de investigación individual. El trabajo
consistió en investigar la vida y obra de mujeres científicas comprometidas con el desarrollo
sustentable, desde su campo de estudio, desde la política o desde el activismo militante.
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Elaboraron una biografía de acuerdo con la siguiente guía orientativa (Álvarez-Lires et al.
2003) (Figura 4).
Figura 4. Guía orientativa para la elaboración de biografías.
5.4 Actividades de aplicación
Como colofón de esta investigación, efectuaron una reflexión argumentada en la que
expresaron sus conclusiones, relacionando todo lo aprendido en la actividad con el currículo
de Educación Primaria, haciendo mención explícita a la importancia que tienen el EGI y el
binomio género - desarrollo sustentable. Se colocaron recursos multimedia en el aula virtual.
Se realizaron, analizaron y grabaron debates de pequeño grupo, y subieron sus producciones
escritas y audiovisuales, descriptivas e interpretativas, al aula virtual.
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En grupos cooperativos, con la estrategia del puzzle, se relacionó lo aprendido en la
experiencia con el currículo de Educación Primaria y se extrajeron conclusiones para la fase
siguiente. Una rúbrica ayudó en la valoración global de lo realizado y permitió una
coevaluación final con el alumnado
6. Análisis de resultados El alumnado realizó exposiciones en el aula y debates que mostraron sus representaciones, la
persistencia de ideas previas, dificultades en trabajo colaborativo, en competencia lingüística,
autoevaluación y conocimientos científicos, pero tuvieron la virtud de plantear preguntas,
dudas y empezar a poner en cuestión sus concepciones previas. El profesorado analizó,
además, las producciones escritas del aula virtual y se efectuó una evaluación conjunta.
En el análisis de sus producciones escritas se detecta una mayor conciencia de lo que están
aprendiendo, de lo que les falta por aprender y de las dificultades que tienen para ello, sobre
todo para su aplicación y para aprender haciendo (aprender a aprender), pero estas reflexiones
no son mayoritarias; rozan el 40% y se manifiestan de diferentes formas.
Resultó de especial interés la localización de mujeres protagonistas de logros y defensa del
medioambiente, que no conocían, tales como Elisabeth Mann-Borgese (1918-2002), Rachel
Carson (1907-1964), Gro Harlem Brundtland (1939-), Jane Goodall (1934-), Wangari
Maathai (1940-2011), Vandana Shiva (1952-) o Naomi Klein (1970-), así como la toma de
conciencia de la existencia de millones de mujeres anónimas que contribuyeron y contribuyen
a diario a la consecución de un mundo mejor, a través de tareas de cuidado y de gestión
familiar y de sus comunidades, y han desarrollado múltiples conocimientos sanitarios,
agrícolas y tecnológicos (Álvarez-Lires et al, 2003).
7. Consideraciones finales Cuando el alumnado tiene que afrontar tareas autónomas, mediadas por el profesorado, su
primera reacción es de sorpresa, desconcierto e incluso rechazo. El proceso de
convencimiento, de que la construcción de los propios aprendizajes es mucho más útil que el
aprendizaje por repetición del modelo transmisivo, requiere que se establezca una cierta
empatía y que el profesorado esté dispuesto a resolver dudas, a reconducir procesos y a
debatir con el alumnado cuestiones –pertinentes– que surjan en clase o en el aula virtual y,
sobre todo, a convencerle en la práctica de que solo se aprende con la acción.
Las ideas previas del alumnado se fueron modificando, extremo que se plasmó en las
actividades realizadas en las que se acercó a comprender el significado de cuestiones de
trascendencia mundial como son el desarrollo sustentable, la repercusión específica que tiene
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para las mujeres y las relaciones ciencia, tecnología, género, sociedad (CGTS), así como el
papel activo que éstas han jugado y pueden jugar para conseguirlo.
Se han puesto en cuestión sus concepciones metodológicas sobre la enseñanza de las ciencias
y sobre el significado de la evaluación, aunque aquellas se alejan todavía de la
autorregulación. Sus ideas reflejan, también, que el alumnado no estima que las ciencias
puedan ser una herramienta para la formación de una ciudadanía que participe y actúe para
construir un mundo más sostenible y más justo (Arias et al., 2014b).
La investigación en curso muestra las dificultades existentes para realizar un cambio de
modelo docente desde la DCE en exclusiva, lo que conduce a la necesaria coordinación de los
equipos docentes (Bolívar, 2009). En la misma línea, se desvela una realidad compleja y
sistémica, en la que las competencias científicas interaccionan con otras muchas y es
necesario conocer el punto de partida del alumnado e incidir en aspectos metodológicos para
desarrollarlas. A partir de ello, pretendemos que aquel construya conocimiento desde su
realidad y se lo hacemos saber.
Se ha abordado un proceso de recapitulación de lo aprendido, evaluación de puntos fuertes y
débiles, y actividades de aplicación (proyectos) para conseguir que el alumnado sea capaz de
diseñar y evaluar tareas complejas autónomamente para desarrollar competencias docentes,
científicas en particular, que podrá experimentar cuando realice las prácticas en centros
educativos.
Los resultados ponen de manifiesto la posibilidad de caminar hacia el desarrollo y la
consecución de las competencias docentes que los estudios de grado y el actual marco
legislativo demandan.
Por todo ello, consideramos que actividades didácticas como ésta contribuyen activamente a
desarrollar un pensamiento a favor de la igualdad de género y de las sociedades del mundo,
fomentando, además, una conciencia crítica sobre un modelo de desarrollo que hoy día es
insustentable e injusto (Folch, 2011).
8. Agradecimientos Proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad
(FEM2013-48225-C3-1-R). Proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Ciencia
e Innovación (2012-PN132).
9. Referencias documentales AGUILAR, Lorena. 2009. Climate Connection. Women and Climate Change: Vulnerabilities
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APRENDIZAJE COOPERATIVO Y LOGRO COMPETENCIAL
COOPERATIVE LEARNING AND COMPETENCE ACHIEVEMENT Nuria Arís Redó. Universidad Internacional de la Rioja (España) [email protected]
Resumen
Este artículo presenta una propuesta de innovación educativa. A partir de una profunda
revisión bibliográfica se analizan las dimensiones de aprendizaje cooperativo, el
autónomo y las estrategias de evaluación aplicadas a la elaboración del portafolio. Se
establece un modelo para una experiencia de aplicación práctica, que queda reflejado en
un esquema que interrelaciona tales conceptos. Es una propuesta que combina talleres
cooperativos y autoevaluación reflexiva aplicado a la elaboración de un portafolio.
Todo ello orientado y pensado hacia el logro competencial de los alumnos de Grado. A
partir de una profunda revisión bibliográfica podemos establecer las relaciones
conceptuales del modelo descrito.
Palabras clave
Portafolio, evaluación compartida, grupos cooperativos, innovación educativa
Abstract
In this communication an experience of portfolio combined with cooperative workshops
and auto assessment activities is presented. The aim of this research is to establish the
relationship among portfolio combined with cooperative workshops and auto
assessment activities, from a theoretical point of view. It uses qualitative methodology
aimed at understanding, describing and interpreting the relationship among these
concepts. The process of elaboration of portfolio favors general and research’s
competences’ achievement, and confirms as a potent methodology in higher education.
All this is reflected in a conceptual interrelationship scheme.
Key word:
Portfolio, co-assessment, cooperative groups, educational innovation
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Introducción
Partiendo de la consideración que trabajo cooperativo propicia el intercambio y la
construcción conjunta de aprendizaje a través de la ayuda mutua (Huber, 2008, Tourón,
2010), esta propuesta es una estrategia de síntesis de tres dimensiones claves:
Aprendizaje autónomo, grupos cooperativos y la dinámica evaluativa.
Todo ello centrado en la elaboración del portafolio que implica por parte del alumno la
evidenciación del propio progreso, así como una reflexión metacognitiva muy
significativa en el logro competencial (De Miguel, 2006; Bolivar, 2007).
1. Fundamentos teóricos
1.1 Aprendizaje cooperativo, autónomo y motivación,
En este modelo, la dinámica de trabajo, implica que el alumno evidencie el proceso de
reflexión significativa y de creación de conocimiento cada vez más complejo y
elaborado. Esto favorece la creación de conocimiento holístico (Pozo y Monereo,
2009), contingente con el logro competencial de final del grado. Una de los rasgos a
destacar es que el alumno, más que adquirir conocimiento, toma el protagonismo de la
construcción del mismo.
La dinámica autónoma que establece el propio estudiante es uno de los aspectos más
importantes por cuanto él decide qué información incluir, cómo organizarla, cómo
procesarla, y finamente cómo construir con ella los contenidos del portafolio. Por
último, pone de manifiesto todas esas habilidades en la presentación final.
Esta experiencia nos permite relacionar y comprender los beneficios de la adopción de
múltiples técnicas y estrategias autorreguladoras y su relación con los efectos conjuntos
e interactivos de las metas académicas.
El alumno asume un papel activo, autónomo, autorregulado, pues asume el control del
aprendizaje. Se activan en el alumno una serie de procesos cognitivos básicos que
incluyen la selección y retención de información, la organización y elaboración de
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nueva información, la integración de la misma en los conocimientos previos y su
aplicación a las nuevas situaciones de aprendizaje (Huber, 2008).
Pero todo ello depende en gran manera del planteamiento de la actividad por parte del
docente. El profesor debe ser un facilitador y un guía en el acceso intelectual. Debe
enfocar la materia considerando también la perspectiva de los estudiantes: cómo la
podrían abordar mejor, con qué tipo de dificultades pueden encontrarse, qué tipo de
medios o apoyos complementarios podrían serles útiles, etc... (Zabalza, 2002).
Hay estudios que afirman que la autonomía en la investigación motiva a los estudiantes
y consigue mejores resultados (Bolivar, 2007).Estos elementos pueden ser la clave en
dinamizar la motivación para un progreso académico orientado hacia el éxito (Comer,
1999), (Slavin, 1996). En la complementariedad de los aspectos descritos anteriormente,
se fundamenta el modelo propuesto, que articula los grupos cooperativos, la
coevaluación y el trabajo autónomo. Todo ello orientado al logro a nivel didáctico y el
intelectual, tal y como se recoge en la Figura 1
Figura 1: Modelo en aprendizaje autónomo, grupos cooperativos y evaluación conjunta
1.2 El portafolio
El portafolio nos pareció el recurso más apropiado para implementar este modelo. En sí
mismo, consiste en una recopilación de aquellos aspectos, contenidos, materiales, etc.
• El intercambio• Construcción conjunta
APRENDIZAJE COOPERTAICOS
• Coevaluación• Ev. Holística
EVALUACIÓN CONJUNTA • Autorreflexión
• Motivación
APRENDIZAJE AUTONOMO
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considerados más representativos por el propio alumno. Pero en este caso se apuesta
por un nivel de elaboración que vaya más allá de la mera recopilación de evidencias. El
alumno muestra su capacidad de pensar y de dar explicación de su propio aprendizaje,
de su progreso y de su propia toma de decisiones. En este sentido, tal como señala
Casany (2006), la elaboración del portafolio fomenta la autonomía del estudiante. Hay
reflexión escrita, la cual permite al autor guiar al lector (del portafolio) para que lo
entienda y lo evalúe con conocimiento. Por tanto, hay un texto adicional realizado
expresamente para la ocasión, que contextualiza el portafolio.
Otro aspecto a destacar es que al efectuar una puesta en común con técnicas
cooperativas entre los propios compañeros se obtiene también una toma de conciencia
de la diversidad del propio alumnado. Dar explicación del propio aprendizaje, así como
de la selección y organización de las evidencias y textos “ad hoc” facilita el conseguir
un fin común con toda la potencialidad educativa que ello conlleva en sí mismo (Pozo y
Monereo, 2009).
Coincidimos en considerar que el aprendizaje cooperativo facilita el logro de las
competencias así como la capacidad crítica de los y las estudiantes (Escribano
González, 1995), la mejora en la auto eficacia (Cannon y Scharmann, 1996), y por
último, pero muy importante, el aumento del compromiso personal (Learreta Ramos,
2005).
1.3 Las estrategias de evaluación
En relación a los aspectos visualizados en la anterior figura, adquiere mayor sentido el
concepto de evaluación compartida en todas sus dimensiones. Definimos evaluación
compartida y conjunta como aquella que efectúan en conjunto profesor/a y alumno/a
así como la realizada entre los propios alumnos y con procesos de diálogo del profesor
con su alumnado sobre la evaluación de los aprendizajes y los procesos que tienen
lugar.
De esta manera el acto de avaluar acontece como una construcción conjunta entre las
partes implicadas. Es decir, se trata de una evaluación a partir de la interacción entre los
propios alumnos, con el profesor, y también desde la propia reflexión individual.
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En esta propuesta se diseñó la evaluación en coherencia con las tres dimensiones de
este modelo. Es decir, el esfuerzo realizado por los alumnos en el trabajo autónomo de
manera individual, la co-evaluación en los talleres cooperativos de evaluación conjunta
entre los alumnos y también en la presentación del producto final.
Pasamos a describir y explicar estas formas de evaluación:
1.3.1. Evaluación del trabajo autónomo
Se incentiva la toma de decisiones propias a partir de la iniciativa autónoma. Interesa
dejar constancia que la autoevaluación no es una habilidad automática, no es un proceso
que se lleve a cabo habitualmente, sino que es necesario enseñarlo y apoyarlo (De
Miguel, 2004).
Para ello se diseña una encuesta que facilita la auto-reflexión y valoración personal. El
alumno toma conciencia de lo que le ha aportado el proceso de construcción de
portafolio de manera global. Todo ello argumentando los “porqués” y la percepción
sobre el grado de esfuerzo que se ha realizado, sobre nuevas aportaciones; y la
investigación en la literatura científica.
Es importante el papel del docente en guiar este aprendizaje (Álvarez, González, y
García, 2007). Saber autoevaluarse está indisolublemente ligado a las competencias de
pensamiento crítico y orientación a la calidad.
También al logro de competencias profesionalizantes fundamentales en el grado.
1.3.2. Evaluación Compartida en los talleres cooperativos
En grupos formados por tres o cuatro alumnos, se seleccionará por consenso el
portfolio más destacable (por su originalidad, claridad, etc.), y también el que necesitaba
introducir más mejoras. En ambos casos se argumentaba el “porqué” de esa elección.
Después, se pondrá en común con el grupo clase.
Esta dinámica facilita la creación de contextos de aprendizaje cooperativo (Domingo,
2008) y de construcción conjunta de significados más complejos y elaborados.
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Cabe destacar que la evaluación conjunta es un elemento constitutivo de la evaluación
formativa (Benito; Cruz, 2005) que tiene una doble función, puesto que nos permite
tener constancia de las acciones realizadas por los alumnos en base a dos niveles de
análisis.
Un primer nivel, que podemos describir como “externo” realizado tanto por el
profesor/a como por el resto de los alumnos a partir del contraste entre las
diferentes aportaciones.
Y un segundo nivel “interno” que permite al propio alumno autoevaluarse.
Así mismo, también se valora el esfuerzo realizado por los grupos de trabajo como
conjunto y puesto de manifiesto al poner en común sus aportaciones ante todo el grupo
clase. Por todo ello entendemos que esta práctica favorece el desarrollo de la capacidad
metacognitiva del alumnado, que se responsabiliza de la regulación del propio
aprendizaje (Pan, Pan, Lee u Chang, 2010).
1.3.3. Presentación final
La presentacion ante un tribunal constituido por profesores sera el punto final de la
secuencia evaluativa de este modelo. La presentación del alumno ante el tribunal
permite determinar la autoría propia y la coherencia de todo el proceso.
La dinámica presentada en esta propuesta implica que el tribunal realice a cada alumno,
al menos una pregunta de carácter “abierto” y a partir de la misma se le pedirá que
explique los aspectos en que ha organizado el portafolio y/o alguna de sus partes.
Con ello se podrá determinar la autoría y el grado de profundización global conseguido.
Pensamos que con esta propuesta podremos evidenciar el verdadero logro competencial.
2. Consideraciones finales
También queremos insistir en el carácter propiamente inicial de esta propuesta pues
estamos ante la primera fase, la del modelo teórico de una próxima implementación. A
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partir de los aspectos revisados, destacamos los puntos fuertes y débiles del modelo
propuesto:
- Esta propuesta nos permite comprender los beneficios de la adopción de múltiples
técnicas y estrategias autorreguladoras y su relación con los efectos conjuntos e
interactivos del logro competencial.
- Los alumnos que dirigen su propio proceso de aprendizaje y elaboración de los
portafolios adquiriran una autoconciencia más profunda de este proceso, pues les
permite generar propuestas de mejora vinculadas a la organización de propio proceso de
aprendizaje o la futura aplicabilidad profesional.
- La mezcla de libertad y asesoramiento, así como todo el ”andamiaje” que configura el
diseño del portafolio y la puesta en común crea un determinado aprendizaje cooperativo
orientado a la comprensión de la diversidad.
-También consideramos el potencial del modelo como estrategia formativa a considerar
para el futuro docente a partir del ejemplo. La supervisión del docente durante todo el
proceso es un factor que puede propiciar mayor responsabilidad al tener que entablar
diálogos sobre su propio proceso de trabajo en la elaboración del porfolio y la reflexión
en su toma de decisiones
- En cuanto a la evaluación cabe considerar que el hecho de poner en manos del
alumnado la posibilidad de la evaluación propia y de otros compañeros y compañeras
refuerza el pensamiento reflexivo y crítico, siempre con finalidad constructiva y de
mejora.
- Como punto débil de la propuesta cabe considerar que trabajar en equipo pero de
forma autónoma todavía es rechazado por una parte importante de estudiantes mucho
más acostumbrados a una postura más pasiva o clásica de la expectativa del propio
proceso de aprendizaje.
Por todo ello consideramos que nuestra propuesta, de unir la elaboración del portafolio
al aprendizaje cooperativo promueve la reflexión y el desarrollo competencial
(Domingo 2008). En este sentido compartir responsabilidades parece una medida
importante en la coevaluación y en la autorreflexión.
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Con ello podremos obtener progresivamente una mayor comprensión del proceso de
aprendizaje de los estudiantes pero, también, una serie de pautas que puedan guiar la
intervención de los docentes sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje orientados al
logro competencial (Boekaerts, 2001).
El logro competencial y la excelencia no puede ser una mera imposición fruto de una
determinada exigencia, debe emerger de forma personal.La motivación por y para ello
es fundamental Por ello también queremos destacar el papel del docente como agente de
transformación, y sobre la función docente, considerar que la importancia residen en lo
que se enseña, sino en lo que se aprende, (Touron, 2010).
En esta dirección, (Bain 2005), explica que los mejores resultados en docencia
universitaria los consigue aquel profesorado que cree que los estudiantes pueden
cambiar.
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LA COMPETENCIA COMUNICATIVA ORAL EN LA FORMACIÓN
INICIAL DE MAESTROS Y MAESTRAS
ORAL COMMUNICATIVE COMPETENCE IN THE INITIAL
FORMATION OF TEACHERS
Maria Carmen Balaguer Fàbregas. Universitat Internacional de Catalunya (España)
Mariana Fuentes Loss. Universitat Internacional de Catalunya (España)
Mercè Palau Royo. Universitat Internacional de Catalunya (España)
Resumen
El objetivo del presente trabajo es hacer una revisión bibliográfica de la literatura sobre la
competencia comunicativa oral y su importancia en la formación inicial de maestros y
maestras. Esta investigación se justifica por las necesidades de mejora de la competencia
comunicativa oral detectadas en estudiantes de los grados de Educación Infantil y Primaria de
la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), España. La metodología utilizada es la
revisión bibliográfica. Los resultados constituyen el marco teórico de una investigación en
curso. Las conclusiones aportan un conjunto de condiciones prácticas fundamentadas
teóricamente, que facilitan el desarrollo de esta competencia en las aulas universitarias.
Palabras clave: competencia comunicativa oral; formación inicial de maestros;
interacción; lenguaje oral; educación superior
Abstract
The aim of this work is to present a state of the art about the oral communication competence
and its importance in pre-service teacher’s training. The methodology used is the literature
review. The results present the theoretical frame of an ongoing research, which main purpose
is to improve the oral communication skills of the Education (Kindergarten and Primary
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School) grade students in Universitat Internacional de Catalunya (UIC), Spain. The findings
provide a set of practical conditions theoretically founded that enables the development of this
competence in university classrooms.
Keywords: oral communication skills; initial teacher’s training; interaction; oral language;
higher education.
Introducción
La palabra, la voz, el gesto, es decir la comunicación oral es uno de los instrumentos más
importantes de que disponen los maestros y las maestras para transferir las enseñanzas a su
alumnado. Por otra parte, la comunicación oral del profesorado constituye también el modelo
de interacción social y de lenguaje que los niños/as aprenden de manera inductiva. A partir de
esta afirmación, la investigación pretende aportar elementos de análisis de la competencia
comunicativa oral en la formación inicial de maestros y maestras.
Las razones que nos llevan a plantear esta comunicación surgen de la evidencia que la escuela
tradicional ha trabajado escasamente el desarrollo de la lengua oral en comparación con la
lengua escrita. En el ámbito universitario, y concretamente en la formación inicial de
maestros, la formación en lengua escrita suele predominar frente a la formación en lengua oral
(Calsamiglia y Tusón 1999; Cassany, 2006). Otra importante razón la constituye el hecho de
que la investigación en la didáctica de la lengua oral es comparativamente más escasa que la
de la lengua escrita (Núñez, Fernández y Romero, 2008), por lo cual esperamos que nuestro
trabajo contribuya a subsanar esta diferencia.
En este sentido, el objetivo general de este trabajo es presentar la revisión de la literatura
sobre la investigación de la competencia comunicativa oral y su incidencia en la formación
inicial de maestros y maestras de Educación Infantil y Primaria. Es importante señalar que
esta revisión constituye el marco teórico de una investigación más amplia actualmente en
curso, sobre la mejora de la competencia comunicativa oral en estudiantes de Educación.
El resultado que se espera obtener es doble. Por un lado, el conocimiento actualizado de los
desarrollos teóricos. Por otro lado, el conocimiento de las experiencias que determinan las
condiciones personales y didácticas que se han consolidado como óptimas para mejorar la
competencia comunicativa oral en el aula universitaria de Educación.
1. Fundamentos teóricos
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1.1. Lenguaje oral y aprendizaje
La importancia del lenguaje oral en el aprendizaje y sobretodo en la construcción del
pensamiento procede inicialmente de los estudios de Vygotsky (2012). Este autor consideró
el lenguaje como el primer mediador entre el pensamiento particular y la comunidad cultural,
por lo tanto las palabras y su significado, indican la adquisición de un concepto o una
generalización.
Es desde este punto de vista, que la verbalización, a través de las palabras, permite demostrar
al interlocutor la certeza de que el hablante ha comprendido. Y puesto que las
generalizaciones y los conceptos son innegablemente actos de pensamiento, podemos
considerar el significado como un fenómeno del pensamiento (Vygotsky, 2012: 279). La
relación entre acto del pensamiento y la noción de concepto, otorga valor a la verbalización.
Verbalizar el concepto implica establecer o poner de manifiesto una relación cognitiva entre
ese concepto y su representación mental en el individuo que lo expresa. De ahí la
importancia de la verbalización como procedimiento que refuerza las capacidades cognitivas
de todos los individuos, a la vez que permite el intercambio de conocimiento de manera
directa e interactiva.
Por su parte Bruner (1997:142) afirma “...es muy probable que la forma más natural y más
temprana en que organizamos nuestra experiencia y nuestro conocimiento sea en términos de
la forma narrativa...”. Esta conceptualización de la narración, que focalizamos en su carácter
oral, conduce a una doble consideración. Por un lado Bruner la asocia directamente al
aprendizaje, y por otro lado la categoriza de temprana, por tanto se puede considerar que las
personas almacenamos experiencia narrativa desde la infancia, cuya exhaustividad dependerá
del uso que se hace de la comunicación oral.
Gardner (1995) en su descripción de las inteligencias múltiples vincula cuatro de estas
inteligencias con la comunicación. Estas son: la inteligencia lingüística, propiamente dicha,
la intrapersonal, la interpersonal y la corporal. Siguiendo en el ámbito educativo, Cazden
(2001), describe la importancia de las ayudas verbales en forma de “andamiaje” para que a
través de formas de interacción más afectivas, se consigan aprendizajes más significativos.
Concretamente la autora enfatiza los procesos de reconceptualización, a cargo del
profesorado, para lograr la internalización de los aprendizajes en el alumnado.
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Para puntualizar la referencia que Cazden (2001) hace de la afectividad, nos remitimos al
valor que conviene dar a la educación emocional a través de la interacción. Bisquerra
(2009:165) afirma que:
La motivación está íntimamente relacionada con la emoción (…) las habilidades
socioemocionales constituyen un conjunto de competencias que facilitan las
relaciones interpersonales (…) estas competencias sociales predisponen a la
constitución de un clima social favorable al trabajo en grupo productivo y
satisfactorio.
La formación inicial de maestros debería ser el espacio dónde educar en competencias
emocionales por la indiscutible influencia que estas competencias ejercen sobre el
aprendizaje de las personas. El desarrollo de las competencias emocionales y su gestión
tienen como instrumento el lenguaje oral. Oliver, Haig y Rochecouste (2005) destacan
también los aspectos emocionales en alumnos de Educación Secundaria.
En este mismo sentido, Rogoff (1993), propone el valor del lenguaje oral en el aprendizaje
de las personas desde la infancia, a través de los tres planos de la actividad sociocultural: la
apropiación de los conceptos por participación en las situaciones sociales, la participación
guiada por los expertos en situaciones de aprendizaje para llegar a la interiorización o
aprendizaje propiamente dicho. Wells (2001) aporta un modelo (modelo de indagación
dialógica) de interacción en el aula que aposta por el diálogo y la discusión entre iguales i
entre expertos y noveles, como ejemplo que la verbalización y la discusión conducen al
aprendizaje de una manera más eficaz que el estudio individual.
1.2. Competencia comunicativa oral en la formación inicial de maestros
Son muchas las cuestiones entorno a la lengua oral en la formación de maestros que es
preciso analizar. Álvarez señala que:
Desde una orientación didáctica, el comentario lingüístico de textos orales, en
general persigue, por una parte, habituar al alumno a la audición de textos
formales con el objetivo de que reflexione sobre la lengua oral más planificada, y
así poder contribuir a mejorar sus capacidades expresivas; y por otra parte,
aproximar la lengua culta del entorno (tertulia, debate, entrevista…) al aula, e
intervenir pedagógicamente sobre lo oral planificado. (Álvarez, 2005:159).
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En este sentido y desde un enfoque pedagógico, Ortiz y Mariño (1996) consideran que la
competencia comunicativa oral es la capacidad del profesor para establecer una
comunicación efectiva y eficiente con los/las estudiantes.
Es necesario que los docentes tengan una formación lingüística y comunicativa suficiente
para desarrollar su competencia profesional en el ámbito educativo, con la finalidad de
organizar situaciones comunicativas que contribuyan a un proceso de aprendizaje de
excelencia. Pérez (1985) señala que uno de los factores que cobran gran importancia en la
enseñanza de la competencia comunicativa oral en la formación de formadores, es partir de
los niveles de análisis (interpersonal e intrapersonal) en la comunicación.
La competencia comunicativa oral es una noción que nace de la lingüística y se dirige hacia
una conceptualización interdisciplinaria que integra un conjunto de conocimientos capaces
de, por una parte, desarrollar habilidades o aptitudes necesarias para la convivencia en
sociedad y, por otra parte, producir las relaciones interpersonales e intergrupales para la
comunicación. Hoy en día, la definición de competencia comunicativa se concibe como un
concepto integrador y holístico que da paso al desarrollo social a través de las interacciones
que se producen en los grupos sociales.
Los orígenes teóricos que definen el concepto de competencia comunicativa se centran en
autores como Austin (1962), Chomsky (1974), Hymes (1972) y Barnes (1976). Austin (1962)
desde un enfoque pragmático, define la competencia comunicativa como la capacidad que
posee el sujeto para conseguir sus fines utilizando el lenguaje. Chomsky (1974) entendió el
concepto de competencia lingüística desde un enfoque puramente lingüístico, definiéndola
como como una capacidad para acceder a la interpretación y a la actuación. Más adelante,
Hymes (1972) la conceptualiza como una actuación comunicativa que varía según el entorno,
contextualizando así, el concepto de competencia lingüística. Esta definición de Hymes,
permite el acceso de otros aspectos que no son sólo lingüísticos ya que abarca el social y el
psicológico. Barnes (1976:115) señala que “al formular el conocimiento para uno mismo se
accede a los principios sobre los que éste se basa”. Así pues, a través del lenguaje oral el
conocimiento es compartido en el aula mediante una relación dialéctica que se establece a
través de las interacciones producidas por los alumnos y el profesor.
Desde un enfoque puramente psicológico, y partiendo de la teoría cognitiva de Piaget, García
(2005) consideró la existencia de un conocimiento abstracto del individuo que se desarrolla a
través de las propias habilidades del individuo. Es a partir de la década de los años ochenta,
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cuando empieza el planteamiento de una conceptualización común de la competencia
comunicativa (Canale 1983; Bachman, 1990; Correa, 2001). Estos autores explican la
competencia comunicativa a partir de los componentes que la conforman diseñando distintos
modelos de competencias comunicativas que incluyen diversas subcompetencias
(gramaticales, sociolingüísticas, discursivas, estratégicas, organizativas, pragmáticas,
culturales e ideológicas). Así pues, a modo de ejemplo, en el modelo de competencia
lingüística de Canale (1983) los componentes que forman parte de la competencia
comunicativa son los correspondientes al conocimiento de reglas gramaticales incluyendo en
este sentido la competencia gramatical y la competencia sociolingüística. En el modelo de
Correa (2001), los componentes que forman parte de la competencia comunicativa son los
correspondientes a los saberes del código lingüístico asociado a la competencia lingüística,
los saberes de interpretación del discurso asociados a la competencia pragmática, los saberes
sobre el entorno social asociados a la competencia cultural y los saberes de los elementos
culturales asociados a la competencia ideológica.
Pulido (2004) añade a la competencia comunicativa, otras tres competencias que son la
competencia de aprendizaje, la competencia afectiva y la competencia correspondiente al
comportamiento y Aguirre (2005) plantea que la competencia comunicativa y todos los
elementos que la acompañan, se debe analizar desde tres dimensiones: la cognitiva, la
comunicativa y la sociocultural resultando de ello, un enfoque integrador del análisis de la
competencia comunicativa.
En este sentido, son varios los autores que coinciden en que la competencia comunicativa es
el resultado de la suma de distintas competencias. Romeú (2005) define la competencia
comunicativa como una integración psicológica de capacidades que permiten interactuar en
diversos contextos socioculturales. Como conclusión, en este punto, y contextualizando en la
formación inicial de maestros, coincidimos con la afirmación de Niño (2008), que señala que
la competencia comunicativa es un conjunto de saberes que comprenden conocimientos,
habilidades, actitudes y valores para poderse comunicar adecuadamente en un determinado
contexto, que en este caso es el aula.
1.3. Algunas aportaciones para el estudio del discurso en el aula
Los trabajos de Nussbaum y Tusón (1996) y Nussbaum, (1996) aportan una serie de temas a
tener en consideración para estudiar el discurso oral en el aula. A este respecto, señalan que
los diversos tipos de usos orales -o géneros- que encontramos en el aula (clase expositiva,
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sesiones de pregunta-respuesta evaluación, trabajo en grupo, exposiciones de estudiantes,
etc.) implican una forma de hablar, unas normas de comportamiento comunicativo, y unos
papeles por parte de quienes participan en ellos.
Para estas autoras, los rasgos típicos de la comunicación oral en el aula son: a) el grado de
distancia social entre profesor y alumnos –diferencia de conocimientos y exigencia de unas
determinadas formas de comportamiento-; b) el número de participantes exige unas normas
para tomar la palabra –escuchar a los demás, recordar lo que se quiere decir cuando se tenga
la oportunidad de tomar la palabra, incorporar lo que dicen los otros, defender la propia
opinión-; c) Se ha de tener en cuenta una serie de factores cuando se habla ante toda la clase-
gestos, miradas, organización previa del discurso, etc. También señalan la importancia del
uso de la lengua oral para “regular las actividades y manifestar aspectos más afectivos”
(Núñez Delgado, 2000).
Para estudiar el discurso así caracterizado, destacan una lista de temas a analizar como son la
“planificación, puesta en práctica, gestión de la clase y habla” e insisten en la necesidad de
registrar lo que sucede en el aula. En otro trabajo, Nussbaum, (citado en Núñez Delgado,
2000) indica una serie de parámetros a tener en cuenta cuando se aborda el estudio del
discurso en el aula, como son: a) Aspectos interlocutivos o aspectos mecánicos que
contribuyen a la dinámica del discurso y que se corresponden con la gestión de los turnos de
habla, actividades interlocutivas realizadas por alumnos y docentes, y capital verbal de
alumnos y docentes (número de turnos de palabra, longitud de los mismos…); b) Aspectos
temáticos referentes a los contenidos de enseñanza aprendizaje relativos a quién propone los
temas y subtemas, a la relación entre programación prevista y contenidos y a las secuencias
en las que aparece elaboración de significados; c) Aspectos enunciativos como el registro,
tono, variedades lingüísticas, posición del sujeto respecto a lo que se está diciendo,
marcadores de distancia o de familiaridad, etc.
En la investigación en curso en la UIC, tenemos en cuenta estos parámetros a la hora de
plantear el análisis, la detección de dificultades, y la propuesta de formación de los futuros
maestras y maestros.
2. Metodología
La metodología utilizada es de naturaleza cualitativa orientada a la comprensión (Dorio
Alcaraz, Sabariego Puig, & Massot Lafon, 2004). La estrategia de recogida y análisis de la
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información es la revisión bibliográfica de investigaciones y experiencias publicadas en
bases de datos internacionales y de ámbito español y bibliografía especializada. El
fundamento de la revisión se sitúa en la importancia que distintos referentes como Vigotsky,
Bruner, Tuson, Casalmiglia, y otros autores que han desarrollado estas teorías, otorgan al
lenguaje y en general a la interacción.
3. Discusión
Dentro de los estudios de grado en Educación tanto Infantil como Primaria, en la Facultat
d’Educació de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), se han observado diferentes
evidencias que demuestran déficits en la Competencia comunicativa oral de los estudiantes.
Para ejemplificar estas evidencias se ha tomado una actividad de evaluación, llevada a cabo
en la asignatura Psicología II. Procesos cognitivos y aprendizaje escolar, tanto para
Educación Infantil como para Educación Primaria, donde algunas actividades de evaluación
se realizan desde un doble enfoque oral y escrito.
El objetivo es evaluar resultados de aprendizaje derivados de competencias de materia,
competencias de titulación y una de las competencias genéricas, concretamente la
competencia comunicativa oral, considerada fundamental para certificar la comprensión.
Los tres tipos de competencias, junto con los resultados de aprendizaje se detallan en la tabla
1. Cabe señalar que todas estas competencias se hallan descritas en la guía docente de la
asignatura.
Competencia
transversal
Competencias de materia y de
titulación
Resultados de aprendizaje Sistemas de
evaluación
CG-02 - Comunicarse
claramente y de forma
correcta en la lengua
de enseñanza –catalán
y castellano-, de forma
oral y escrita, según el
nivel C1, de acuerdo
con el Marco común
europeo de referencia
para las lenguas.
CEM-1 Comprender los procesos
educativos y de aprendizaje en el
período 0-6 y 6-12, en el contexto
familiar, social y escolar.
Identifica, analiza y comprende
los procesos de enseñanza y
aprendizaje de los niños/as de 0
a 6 y de 6-12 años y sabe cómo
relacionarlos con el entorno,
tomando consciencia de su
complejidad.
- Prueba de
ejecución
escrita
- Entrevista oral
en grupo
CEM-4 Reconocer la identidad de la
etapa y sus características cognitivas,
psicomotoras, comunicativas,
sociales y afectivas.
Reconoce las características
cognitivas, psicomotoras,
comunicativas, sociales y
afectivas propias de niños/as de
0 a 6 y 6-12 años y sabe
identifica el posible déficit o
superdotación.
- Prueba de
ejecución
escrita
- Entrevista oral
en grupo
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CT-7 Fomenta su responsabilidad en
relación a su desarrollo profesional:
Analizar, reflexionar yi desarrollar
sus puntos de vista sobre la profesión
y su competencia como profesor/a,
saber explicitarlos y saber cómo
ponerse al día
Está familiarizado con los
sistemas de seguimiento del
alumnado y con las estrategias
para hacer un seguimiento de su
trabajo como profesor/a,