1
UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO.
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES.
ESCUELA DE ECONOMÍA.
DETERMINANTES DEL EMPLEO Y DEL INGRESO RURAL NO
AGRÍCOLA: CASO VENEZUELA (2001).
Profesor Guía:
Luis Llambí.
Autores:
Carlos Alfredo Chow Quan.
José David Segnini Zambrano.
Caracas, Octubre 2005.
2
DEDICATORIA
Este trabajo de grado,
se la dedico a una persona muy especial: YO.
También se la dedico a mi familia y amigos,
quienes han estado conmigo en todo momento.
Se les quiere y aprecia,
Carlos.
A mis padres, fuente de inspiración en mi vida.
Por darme las herramientas necesarias para lograr mis metas,
y así poder alcanzar mis objetivos.
A mi familia por apoyarme siempre.
Gracias,
José David.
3
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a nuestro tutor, Prof. Luis Llambí, por su dedicación, esfuerzo,
consejos y apoyo incondicional para la elaboración de nuestro trabajo de grado.
A los profesores: Adriana Arreaza, Daniel Ortega y Matías Riutort, por sus valiosos
consejos y colaboración, en el capítulo metodológico del trabajo.
A la Dra. María Auxiliadora Lagunas, al Padre Alberto Gruson, la Prof. Genny
Zúñiga y a Lenín Medina, quienes prestaron su colaboración y disposición en todo
momento.
A todos, infinitas gracias.
4
INTRODUCCIÓN La población rural1 en Venezuela ha caído drásticamente a partir de la década
de los 50, pasando de representar el 52% de la población total, a un 37% en los 60,
27% en los 70, 20% en los 80, 16% en los 90 y alrededor de un 13% en lo que va de
los 20002. Sin embargo, la pobreza rural en Venezuela ha ido en aumento, pasando de
46,5% en 1990 a un 55,6% en 1994, siendo esta superior a la pobreza urbana para
esos años (38,8% y 47,1% respectivamente)3
Según Riutort (2000), para 1997, un trabajador perteneciente al sector rural,
tenía un 38,9% de probabilidad de ser pobre, contra un 21,7%, si pertenecía al sector
urbano. En ese mismo estudio concluyó que existían disparidades Urbano-Rural para
Venezuela en cuanto a condiciones de trabajo.
.
En Venezuela y en el resto América Latina y el Caribe (ALC), se han
propuesto diversas políticas de desarrollo rural, orientadas a la integración con el
medio urbano y en especial, aliviar la pobreza, basándose en actividades del sector
agropecuario, que generan escasas oportunidades de ingresos sostenibles en la
magnitud suficiente para superar su condición de pobreza. Sin embargo, las
actividades no agrícolas han experimentado una expansión acelerada en las regiones
rurales de ALC, como resultado del propio desarrollo agrícola, fenómeno que merece
especial atención en la formulación de estrategias de desarrollo rural. 1 Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), población rural se refiere a personas que viven en centros poblados con menos de 2500 habitantes. 2 Fuente: INE. 3 Fuente: ECLAC, División de Estadística y Proyecciones Económicas, Unidad de Estadísticas Sociales, Santiago.
5
Para Venezuela, según cálculos de Klein (1992), la evolución del Empleo
Rural No Agrícola (ERNA) pasó de 37% en 1971 a 45% en 1981. Por otro lado, se
estima que desde 1975 hasta el 2001, el Empleo Rural Agrícola (ERA), se ha
reducido en un 8,2%, mientras que las actividades asociadas al ERNA, ha mostrado
un crecimiento superior al 90%. Asimismo, se considera que el Ingreso Rural No
Agrícola (IRNA) representa aproximadamente el 59%4
De esta manera, se tiene que el ERNA en muchos casos proporciona ingresos
más altos que el ERA, por lo cuál surgen interrogantes como: ¿Cuáles son los
factores que inciden en la generación de las dinámicas del ERNA?, ¿Cuáles son los
determinantes de la participación individual de la población rural en las actividades
no agrícola?, y ¿Cuál es la relación entre el ERNA y el IRNA? Existen diversos
factores que intervienen en la participación de un individuo en el mercado laboral no
agrícola venezolano. Entre tales, resaltan los socio-económicos y los demográficos,
identificándose variables como: género, edad, educación, dotación de infraestructura,
entre otros. Sin embargo, se debe tomar en cuenta, que las decisiones en materia de
políticas públicas, pueden modificar la estructura de incentivos que afectan el
comportamiento de los agentes rurales, y alterar de esta manera las condiciones de los
factores socioeconómicos y demográficos del sector rural.
del ingreso total de la
población rural.
En Venezuela, los programas de gobierno desde la aparición del petróleo hasta
nuestros días, han basado sus políticas entre el mercado y el populismo, pero todas
alrededor del petróleo. En este trabajo, se analiza principalmente los últimos tres
4 Fuente: Encuesta de Hogares por Muestreo, primer semestre del 2001 (INE).
6
programas de reformas: “El Gran Viraje”, “La Agenda Venezuela” y en especial “La
Revolución Bolivariana” hasta el año 2001.
Los objetivos del presente trabajo, es ofrecer una aproximación, de los
factores que estimulan e incentivan las dinámicas generadoras del ERNA, los
determinantes de la participación y la relación existente de este con el IRNA, para
ello, nos concentramos en tres aspectos fundamentales: primero, analizar las políticas
publicas que intervienen en el comportamiento de los mercados rurales; segundo,
explicar los factores que influyen en la decisión de los individuos de participar en las
actividades no agrícolas; y tercero, estimar los factores que explican el nivel de
ingresos de las personas en el sector rural.
El trabajo está dividido en cuatro capítulos, en el primero se expone una
revisión de la literatura sobre el tema, a través de un enfoque de los aspectos
históricos y teóricos del ERNA y del IRNA, así como los determinantes que llevan a
los individuos a participar en estas actividades económicas y el impacto que ejercen
sobre las economías rurales. En el segundo capítulo, se argumenta la evolución del
ERNA y del IRNA en Venezuela, para ello se recurrió a un breve análisis de los
diferentes programas gubernamentales a partir de 1945 hasta el 2001. En el tercer
capítulo, se muestra un modelo conceptual de oferta de trabajo, el desarrollo empírico
del modelo econométrico, además de la descripción y tabulación de los datos
concernientes al estudio. Por último, en el cuarto capítulo, se presenta el análisis de
los resultados, así como las conclusiones y recomendaciones del trabajo.
7
INDICE
DEDICATORIA .......................................................................................................... 2
AGRADECIMIENTOS ............................................................................................... 3
INTRODUCCIÓN ....................................................................................................... 4
CAPITULO I: MARCO TEÓRICO. ......................................................................... 13
I.1. Importancia del ERNA y del IRNA. ............................................................... 13
I.1.1. La Pobreza Rural. .................................................................................... 14
I.1.2. La Modernización del Sector Agropecuario. ............................................ 14
I.1.3. El mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes rurales. ............. 16
I.2 Definición: ERNA e IRNA. ............................................................................. 18
I.3 Perfil de las Economías Rurales No Agrícolas. ............................................... 19
I.4 Dinámicas generadoras de ERNA e IRNA. ..................................................... 24
I.4.1 Tipos de Empleo Rural no Agrícola. ......................................................... 25
I.4.2 Un modelo evolutivo lineal. ...................................................................... 27
I.4.3 Motores Endógenos y Exógenos del ERNA ............................................. 28
I.5. Determinantes del ERNA e IRNA. ................................................................. 31
I.5.1. Educación. ................................................................................................ 32
I.5.2. Género. ..................................................................................................... 32
I.5.3. Edad. ......................................................................................................... 33
I.5.4. Ubicación Regional. ................................................................................. 33
I.5.5. Acceso al Crédito ..................................................................................... 34
8
I.5.6. Tierra. ....................................................................................................... 34
I.5.7. Infraestructura Productiva. ....................................................................... 35
CAPITULO II: LOS PROGRAMAS DE REFORMA Y EL EMPLEO RURAL NO
AGRICOLA. .............................................................................................................. 36
II.1. Introducción. .................................................................................................. 36
II.2. La Siembra del Petróleo, la Crisis de la Deuda y el Inicio del Ajuste. .......... 38
II.2.1. Las Políticas Agrícolas. ........................................................................... 40
II.2.2. Las Políticas Agrarias. ............................................................................ 43
II.2.3. Lo que deja la Siembra… ........................................................................ 46
II.2.4. La Siembra, la Crisis y el Inicio de los Ajustes en lo Rural. ................... 47
II.3. Primer Programa de Ajuste Estructural (PAE): El Gran Viraje (1989-1993). 48
II.3.1. La Reforma Comercial. ........................................................................... 49
II.3.2. Reformas en el Sector Agroalimentario. ................................................. 50
II.3.3. La Reforma del Estado. ........................................................................... 51
II.3.4. Los Resultados. ....................................................................................... 52
II.3.5. La Transición. ......................................................................................... 54
II.3.6. Un Balance Estadístico del Sector Rural. ............................................... 54
II.4. Después de la transición: La Agenda Venezuela (1996-1998). ..................... 56
II.4.1. La Agenda del Sector Agrícola. .............................................................. 60
II.4.2. Las Estadísticas del Sector Rural. ........................................................... 61
II.5. Las Reformas Populistas del Gobierno Actual (1999-2004). ........................ 62
II.5.1. Antecedentes. .......................................................................................... 62
II.5.1.1. Un Balance de las Reformas en el Mercado. ....................................... 62
9
II.5.1.2. Un Nuevo Gobierno… ......................................................................... 63
II.5.2. La Constitución de 1999. ........................................................................ 64
II.5.3. Las Políticas Macroeconómicas y Sectoriales. ........................................... 65
II.5.3.1. En Materia Fiscal… ............................................................................. 66
II.5.3.2. En Materia Cambiaria… ...................................................................... 67
II.5.3.3. Las Políticas Agrícolas. ........................................................................ 68
II.5.3.4. Las Políticas Agrarias. ......................................................................... 71
II.5.3.5. Las Políticas Territoriales. ................................................................... 72
II.5.4. Resultados. .................................................................................................. 72
II.6. La Revolución Bolivariana ............................................................................ 73
CAPITULO III. MODELO CONCEPTUAL PARA EL ANÁLISIS DE LOS
DETERMINANTES DE LA PARTICIPACIÓN EN EL ERNA. ............................. 87
III.1. El Modelo de Oferta Laboral. ....................................................................... 87
III.2. Modelo Econométrico. .................................................................................. 92
III.2.1. Ecuación de Participación. ..................................................................... 92
III.2.2. Ecuación de Ingreso. .............................................................................. 94
III.3. Datos y Tabulaciones. ................................................................................... 97
III.3.1 Información utilizada para estimar la ecuación de participación. .......... 99
III.3.2 Información Utilizada para estimar la ecuación de ingresos. ............... 104
CAPITULO IV. RESULTADOS. ........................................................................... 107
IV.1. Ecuación De Participación. ......................................................................... 107
IV. 1.1 Estimación del Modelo De Participación para la Muestra Total. ........ 107
IV.2.2. Análisis. ............................................................................................... 108
10
IV. 3. Ecuación de Ingreso. .................................................................................. 112
IV.3.1. Análisis de la Primera Etapa de la Estimación. .................................. 112
IV.3.2. Análisis de la Segunda Etapa de la Estimación. .................................. 113
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES ...................................................... 117
BIBLIOGRAFIA ..................................................................................................... 122
ANEXOS ................................................................................................................. 130
11
INDICE DE CUADROS
Cuadro 1. IRNA y su participación en el Ingreso Rural Total………………………17
Cuadro 2. Tipología de Generación del ERNA…………………….……………… 30
Cuadro 3. Jefe del Hogar y Participación en el ERNA…………………………….. 99
Cuadro 4. Género y participación en el ERNA…………………………………… 100
Cuadro 5.Género del Jefe de Hogar y participación en el ERNA……………….. 100
Cuadro 6.1. Nivel Educativo y participación en el ERNA……………………….. 101
Cuadro 6.2. Nivel Educativo y participación en el ERNA……………………….. 102
Cuadro 7. Situación Conyugal y participación en el ERNA……………………... 103
Cuadro 8.Edad y participación en el ERNA……………………………………... 103
Cuadro 9. Relación entre el Género y el IRNA…………………………………... 104
Cuadro 10. Relación entre Nivel educativo y el IRNA………………………….. 105
Cuadro 11. Relación entre Situación Conyugal y el IRNA……………………… 106
Cuadro 12. Modelo probit para la muestra total………………………………….. 107
Cuadro 13. Modelo Probit con expansión de la muestra…………………………. 111
Cuadro 14. Segunda etapa de la Estimación de la Ecuación de Ingresos. Método de
Heckman………………………………………………………………………….. 116
12
INDICE DE GRÁFICOS
Gráfico 1. Población Total, Densidad y Crecimiento de la población (1873-2001)...74
Gráfico 2. Porcentaje de la Población Rural en Venezuela (1936-2001)………….. 75
Gráfico 3. Índice del PIB Total y No Petrolero (1968-2001)……………………… 76
Gráfico 4. Tasa de crecimiento interanual promedio del PIB total, PIB petrolero, PIB
no petrolero y PIB agrícola………………………………………………………... 77
Gráfico 5. PIB Agrícola per cápita 1992-2001 (Precios constantes de 1984)……... 78
Gráfico 6. Evolución de la Deuda Pública 1996-2004…………………………….. 79
Gráfico 7. Nivel de Reservas Internacionales……………………………………… 79
Gráfico 8. Tipo de Cambio Real y Nominal (1980-2001)…………………………. 80
Gráfico 9. Tasa de Inflación 1990-2001…………………………………………… 80
Gráfico 10. Gasto Público Real por Habitante……………………………………... 81
Gráfico 11. Gasto Social Real por Habitante………………………………………. 81
Gráfico 12. Evolución Precios del Petróleo………………………………………... 82
Gráfico 13. Evolución de la pobreza e indigencia en Venezuela………………….. 83
Gráfico 14. Ingreso Familiar Promedio Real 1984-1999 (Año Base 1984)……….. 83
Gráfico 15. Evolución de lo Salarios Mínimos a Precios de 1985 por Área………. 84
Gráfico 16. Participación en el ERA y en el ERNA……………………………….. 85
Gráfico 17. Participación en el ERA y en las Actividades del ERNA…………….. 86
13
CAPITULO I: MARCO TEÓRICO.
I.1. Importancia del ERNA y del IRNA.
Después de los profundos cambios políticos de la década de los ochenta y
noventa, los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil en ALC, han
promovido nuevas estrategias de desarrollo de las economías rurales que conduzcan a
un crecimiento con equidad. Existe un amplio consenso en que dichos esfuerzos
requieren conjugar los objetivos de reducción de la pobreza, modernización y
crecimiento económico, fortalecimiento de nuevos sistemas institucionales y
sustentabilidad ambiental.
A partir de esta visión, se ha tomado conciencia de que la economía rural no
solo se trata de actividades agrícolas, mineras, ganaderas o forestales. Sabemos que
las sociedades rurales en ALC están siendo fuertemente influenciadas por la
urbanización, y que los habitantes de las zonas rurales tienen expectativas de acceso a
oportunidades de empleo en todos los sectores que hasta hace muy poco tiempo se
consideraban exclusivos de los ciudadanos urbanos.
Según (Reardon et al, 2001b), el ERNA e IRNA son parte de la solución de al
menos tres grandes problemas del mundo rural latinoamericano: la pobreza, la
modernización del sector agropecuario y el mejoramiento de la calidad de vida de la
población rural.
14
I.1.1. La Pobreza Rural.
Desde hace 20 años en América Latina es sabido que el número de pobres
rurales ha aumentado alrededor del 54% para el periodo de 1996-1997 (CEPAL,
2000a), la pobreza rural en Venezuela ha ido en aumento, pasando del 46,5% en 1990
a un 55,6% en 1994, siendo esta superior a la pobreza urbana para esos años, 38,8% y
47,1% respectivamente (ECLAC).
Investigaciones recientes para distintos países de la región (Reardon et al,
2000) coinciden en señalar que el IRNA representa un porcentaje muy alto del
ingreso total de los hogares rurales pobres, y las mismas investigaciones confirman
que recurren al empleo no agrícola no solo para elevar su ingreso total, sino para
amortiguar durante todo el año las fluctuaciones en los flujos de ingreso. El ERNA
forma parte de las estrategias de vida (livelihood strategies) de los pobres rurales
según (Reardon et al, 2001b).
Diversos estudios de la dinámica de la pobreza rural (Echeverría, 2000; De
Janvry, 2001) en la región indican que el empleo y los ingresos rurales no agrícolas
constituyen una vía muy importante de salida de la pobreza, para muchos hogares e
individuos rurales que carecen de los recursos y tipos de capital requeridos para
intentar otras opciones de progreso.
I.1.2. La Modernización del Sector Agropecuario.
La agricultura moderna es una actividad intensiva en servicios y en relaciones
agroindustriales. Cuanto más moderno y competitivo es el sector agro-rural en un
15
sentido ampliado, más importantes son las actividades secundarias y terciarias en la
composición del producto interno bruto (PIB) “rural”.
En un sentido amplio, según (Reardon et al, 2001b) la agricultura
latinoamericana para evolucionar y competir requerirá mejorar sus vínculos con los
sistemas de suministro de insumos, las cadenas de agroprocesamiento, y con los
sistemas de distribución de productos frescos y procesados. La agricultura actual y
moderna requiere articularse con la agroindustria para poder cumplir con las
exigentes normas y estándares de calidad e inocuidad de los mercados
internacionales. También necesita acceder a servicios de gestión, gerencia y asesoría.
Todos estos ámbitos corresponden a la categoría del ERNA, tanto en el sector
secundario, como terciario.
La “agro-industrialización” de la agricultura es un proceso más amplio que el
crecimiento de la agroindustria en si misma, pues incluye tres conjuntos de cambios,
los cuales conducen a un incremento del ERNA y de su importancia en la
determinación del desempeño final de los sistemas agrarios: i) el crecimiento del
agro-procesamiento, de la distribución de productos y de las actividades de provisión
de insumos y servicios técnicos a la agricultura; ii) cambios organizacionales e
institucionales en la relación entre las firmas agroindustriales y agroalimentarias; iii)
los cambios concomitantes en los espacios de la producción primaria; es decir, los
cambios en la composición de productos, la tecnología y las estructuras de mercado
en las fincas (Reardon et al, 2000).
16
I.1.3. El mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes rurales.
El desarrollo del ERNA ofrece una opción distinta de contribuir a la
modernización del medio rural, mediante el desarrollo in situ de las industrias y los
servicios, y como parte de un proceso más general de “rurbanización”5
Esta visión del empleo e ingresos rurales no agrícolas como elementos
deseables de una sociedad rural más moderna, contrasta con los esquemas
convencionales que ven en la caída del empleo agrícola una manifestación del
progreso económico de las naciones.
que afecta
además a las dimensiones de la cultura, la demografía, los asentamientos humanos,
etc. Tal y como la penetración de los caminos, de la electricidad y de la televisión
ayudan a que la calidad de vida de los habitantes rurales comience lentamente a
equipararse con la de sus conciudadanos urbanos, así el empleo en la industria, la
manufactura, el comercio, el turismo y otros servicios, ofrecen opciones de desarrollo
laboral o profesional que para muchos resultan más atractivas que el trabajo agrícola,
especialmente el asalariado (Reardon et al, 2001b).
Para terminar con este punto, se puede decir, que contrario a la creencia
común, las actividades no agropecuarias constituyen una parte importante del empleo
en las áreas rurales de los países en desarrollo. En este contexto, el ERNA se ha
consolidado como un instrumento crucial para la diversificación del ingreso, la
distribución temporal del consumo y el manejo del riesgo inherente a la actividad
agropecuaria en el medio rural de los países en desarrollo.
5 Término utilizado para definir la urbanización del sector rural (Berdegué, 1999).
17
El ERNA es ahora un importante motor de generación de empleo e ingresos
en el agro latinoamericano. Además, el fomento de este tipo de actividad es uno de
los medios más prometedores para amortiguar los efectos de la intensa migración del
campo hacia las zonas urbanas en estos países (Berdegué, 1999).
Como ya se mencionó, el IRNA se ha constituido en una importante fuente de
ingreso para los habitantes del campo en América Latina (véase el cuadro 1). El
promedio simple de estos países es de 46%, mientras que el promedio ponderado por
tamaño de la población rural es de 40%. En Venezuela como se observó
anteriormente, la tasa del IRNA es aproximadamente 59% para el año 2001. Además
de la importancia del IRNA como principal fuente de ingresos de los hogares rurales,
se observa que los ingresos obtenidos fuera del predio agrícola son mayores que los
ingresos por concepto de salarios agrícolas por lo que los individuos tienen mayores
incentivos de participar en actividades más productivas, es decir, en actividades no
agrícolas (De Janvry y Saudolet, 1999).
Cuadro 1. IRNA y su participación en el Ingreso Rural Total.
País Año IRNA como proporción del ingreso Rural (%) Brasil 1997 39 Chile 1997 41
Colombia 1997 50 Costa Rica 1989 59
Ecuador 1995 41 El Salvador 1995 38
Haití 1996 68 Honduras 1997 22 México 1997 55
Nicaragua 1998 42 Panamá 1997 50
Perú 1997 50 Fuente: (Reardon et al, 2001a)
18
I.2 Definición: ERNA e IRNA.
El Empleo Rural se puede clasificar, dado que la agricultura aún representa la
principal actividad económica en el medio rural, en Empleo Agrícola y Empleo No
Agrícola, este último puede tener diferentes dimensiones o clasificaciones, como por
ejemplo, empleo asalariado o autoempleo, actividades vinculadas o no con la
agricultura, actividades en la industria, servicios, comercio, etc.
Según Berdegué et al. (1999): Se entiende por ERNA a las actividades
desarrolladas por los hogares rurales en actividades económicas distintas al empleo en
su propia explotación agrícola o como asalariado en otras explotaciones
agropecuarias y abarca diversas actividades manufactureras que incluyen a la
agroindustria; y a los servicios de distinto tipo incluido, entre ellos, al comercio. El
IRNA es aquel derivado del ERNA.
Como complemento de la anterior, ERNA se define como el empleo en el
conjunto de las actividades económicas de índole no primaria desarrolladas por los
hogares rurales, ya sea en el predio familiar o fuera de él. En consecuencia, el ERNA
excluye las actividades correspondientes a la Gran División I del Sistema de Cuentas
Nacionales propuesto por las Naciones Unidas (agricultura, ganadería, silvicultura y
pesca) (CEPAL, 2003). Cabe destacar que la definición del ERNA utilizada incluye a
la minería aun cuando se trata de una actividad primaria, y ello obedece a la
consideración de que las diferencias entre los procesos de producción minera y
agropecuaria justifican su tratamiento por separado. La definición también incluye a
las actividades agroindustriales tales como el procesamiento de alimentos en fábricas
ubicadas en el sector rural. Por su parte, el ingreso rural no agropecuario corresponde
19
al ingreso generado en las actividades que comprenden al ERNA, ya sea que éstas se
efectúen bajo la forma de trabajo asalariado o como autoempleo.
Esta definición puede ser clara y concisa en términos de la diferenciación de
las ramas de actividad económica, es importante definir el uso que se le otorga al
término rural. Como se expone en Klein (1992), es probable que debido al acelerado
proceso de las migraciones desde el campo a las ciudades, áreas que se definen como
rurales sean en realidad periferias urbanas o centros dispersos por lo que el ERNA se
sobrestima en algunos casos. Sin embargo, es posible que la definición subestime la
magnitud del ERNA, en los casos en que debido a la estacionalidad del ciclo
ocupacional de los habitantes en zonas rurales ellos declaran en la semana de
referencia actividades en la agricultura, dejando fuera de la clasificación actividades
secundarias no agrícolas que se realizan en otras épocas del año. En Venezuela, según
el INE, población rural se refiere a personas que viven en centros poblados con
menos de 2.500 habitantes.
I.3 Perfil de las Economías Rurales No Agrícolas.
La estructura actual de las economías rurales en los países en vías de
desarrollo resulta de una transformación económica aun en curso, que han
prevalecido por muchas generaciones, y a diversas velocidades en diferentes países.
Históricamente, el proceso comienza con un país dominado por la autosuficiencia y
por el predominio de la agricultura en las comunidades rurales produciendo para si
mismos la mayoría de los bienes agrícolas y no agrícolas que necesitan. El
intercambio y el comercio siguen siendo marginales dada la orientación de
20
subsistencia de la agricultura, prevalecen tecnologías agrícolas que requieren pocos
inputs externos dada la limitación del transporte y de comunicaciones en las áreas
rurales. Gradualmente, debido a la densidad demográfica y el incremento al acceso
del mercado, nuevas tecnologías e inputs agrícolas modernos estarán disponibles,
conduciendo a un incremento de la oferta de algunos commodities y al incremento de
las oportunidades de intercambio.
Mientras que la agricultura crece, estimula el crecimiento de la Economía
Rural No Agrícola a través de un número de vínculos claves:
i) El incremento de la productividad del trabajo del sector agrícola incrementa los
suministros de alimentos e incentivan a empleados agrícolas a participar en
actividades no agrícolas.
ii) El aumento de los ingresos agrícolas, junto con altas tasas de retorno del ahorro
rural, hace el capital disponible para la inversión en actividades no agrícolas.
iii) Como la agricultura se moderniza y su productividad crece, se requieren inputs
adicionales y servicios (semillas, fertilizantes, crédito, maquinaria agrícola,
comercialización) y el proceso del output que crean una demanda creciente para
las empresas no agrícolas que proporcionan estos inputs y servicios.
iv) Como sus ingresos aumentan, las casas agrícolas, como buenos consumidores,
gastan mucho de sus nuevos ingresos en una gama bienes de consumo y servicios
no agrícolas (Timmer, 1988).
De acuerdo con la Ley de Engel, los artículos no alimenticios en el
presupuesto del consumidor se incrementan, conduciendo a una aceleración en la
demanda de los bienes no agrícolas y los servicios tales como mejoras al hogar, ropas,
21
educación, salud, consumo de nuevos alimentos, más visitas a la ciudad, al cine,
compras, entre otros que aumentan dramáticamente la demanda por los servicios de
transporte rural (Hazell y Roell, 1983).
Mientras este proceso revela que las comunidades rurales comienzan a
especializarse, tomando mayor ventaja de sus habilidades individuales, dotación de
recursos, y oportunidades de mercado. Algunas actividades no agrícolas,
emprendidas inicialmente por las comunidades agrícolas para satisfacer sus
necesidades, ahora se realizan durante todo o parte del tiempo en actividades
comerciales. Otros trabajos, particularmente los intensivos en mano de obra
doméstica como elaboración de cestas, cerámicas, etc.; son desplazados por las
importaciones de envases de plástico más baratos, recipientes de hierro y cajas de
cartón. Como consecuencia, se desarrolla un mayor comercio entre las comunidades
rurales, los pequeños centros de mercado y los pueblos rurales. Estos poblados rurales
crecen, con frecuencia rápidamente en zonas agrícolas prósperas (Haggblade, 2003).
Mientras que las comunidades rurales crecen, estimulan las actividades no
agrícolas ofreciendo a los mercados oportunidad para capturar economías de escala y
la aglomeración de muchos tipos de empresas no agrícolas (Rondinelli, 1987;
Satterthwaite, 2000). Asimismo, desarrollan la infraestructura que ayudan a reducir
los costos de producción, facilitan las comunicaciones y los alcances del mercado.
Las ciudades también se convierten en centros importantes de demanda de alimento,
consumo de bienes y trabajo. Esto alternadamente crea las oportunidades de nuevos
mercados para la agricultura y las actividades rurales no agrícolas (Haggblade, 2003).
22
Estos vínculos entre poblados rurales tiene la importancia particular de lograr
integrarse mejor en la economía urbana nacional, mientras que desarrollan la
fabricación y mantienen las actividades de servicios que demandan las áreas urbanas,
además de las necesidades rurales. Tales poblados pueden convertirse en punto de
referencia importantes en sus regiones circundantes (Haggblade, 2003). Como en
Japón y Taiwán, estos procesos pueden conducir a la diversificación considerable de
los ingresos incluso entre las aldeas rurales (Ho, 1986). Similarmente en años
recientes, el rápido crecimiento de la economía urbana de India ha estimulado los
corredores del desarrollo rural no agrícola, de las principales autopistas y las rutas de
transporte (Bhalla, 1981).
Mientras que las comunidades rurales se desarrollan y aumentan su población,
crece la densidad de infraestructura, la Economía Rural no Agrícola comienza a
diferenciarse cada vez más. Los mercados cada vez más concentrados permiten que
la escala de la producción no agrícola aumente (Haggblade, 2003). Por lo tanto, el
ERNA se consolida y el empleo asalariado a tiempo completo comienza a ser cada
vez más frecuente, mientras que la importancia del autoempleo disminuye. Los
estrechos vínculos con los centros urbanos ajustan la competencia por la fabricación
de bienes de consumo, así se desplaza la fabricación de bienes intensivos en mano de
obra domestica como cestas, tejidos, fabricación de cerveza, cerámica manufacturada
e incluso la producción rural (Rello, 1998). El incremento de los ingresos conduce a
la diversificación del consumo y por lo tanto a una mayor parte de los servicios en la
economía rural no agrícola.
23
Los poblados rurales adicionalmente estimulan la producción agrícola
mejorando la gama, la calidad y la disponibilidad de los inputs agrícolas, servicios
financieros, la comercialización agrícola y el procesamiento de servicios (Hardoy y
Satterthwaite, 1986).
A medida que la economía rural continúa creciendo, el comercio con centros
urbanos también se amplía, y más bienes urbanos están disponibles. Éstos desplazan
a menudo muchos productos tradicionales rurales, forzando cambios estructurales en
la composición de la economía rural y de sus ciudades. Este proceso recibe el
incentivo adicional del incremento de los salarios, que conducen a los trabajadores de
las actividades tradicionales a las actividades no agrícolas pero de baja productividad.
Mientras que las ciudades crecen, atraen a más trabajadores de las tierras rurales, y la
mano de obra agrícola comienza a declinar. Además, son una fuente importante en la
demanda de los bienes no agrícolas y los servicios, para los propósitos de la
producción y el consumo, y sus actividades no agrícolas se amplían para responder a
estas necesidades. La agricultura llega a ser menos importante como el motor
económico para la economía regional, convirtiéndose en una actividad económica
eventual relativamente de menor importancia en algunas regiones rurales así como en
muchas economías nacionales (Haggblade, 2003).
Dadas las diferencias iniciales en la distribución de los activos, las diferencias
regionales en la dotación de recursos naturales, de las habilidades humanas, sociales y
políticas, la transformación se da a velocidades variables entre regiones y países. Una
ventaja comparativa de algunas regiones en la producción de productos transables,
particularmente en agricultura, es su densidad demográfica, infraestructura,
24
localización, historia, y las políticas gubernamentales. Las regiones con ventajas
recreacionales, minerales o comerciales significativas, tales como un puerto o una
carretera, pueden demostrar su menor dependencia sobre la agricultura como un
motor de crecimiento y por lo tanto puede ampliar y diversificar su Economía Rural
no Agrícola mucho antes en el proceso de desarrollo.
Es importante destacar que las políticas y programas del gobierno deben
asumir un tratamiento diferenciado de las zonas rurales más ricas y de las más pobres,
recordando que en las economías rurales más ricas y dinámicas lo esencial es la
reducción de los costos de transacción que enfrentan los actores que participan en las
actividades no agrícolas. En las economías rurales pobres, se requiere un papel activo
del sector público en la puesta en marcha de condiciones que eleven la atracción de
las zonas rurales para los inversionistas, además de corregir la distorsión existente en
numerosos proyectos que estimulan la iniciación de actividades no agrícolas
(microempresas) consideradas de baja productividad que terminan siendo un ERNA
de refugio al no estar vinculados con mercados dinámicos.
I.4 Dinámicas generadoras de ERNA e IRNA.
La generación y afianzamiento del ERNA y el IRNA no constituyen un
proceso aislado del resto de la economía, sino que reflejan condiciones del desarrollo
económico de las economías rurales. El ERNA no presenta una composición
homogénea ni semejante en todos los países. Por el contrario, es el resultado de una
mezcla de diferentes tipos de empleo que surgen en respuesta a una variedad de
dinámicas inherentes a cada región en particular. Similar juicio es válido con respecto
25
al IRNA, dado que los niveles de ingreso están altamente correlacionados con la
composición del ERNA. Por ende, la identificación de esta clase de empleo es un
paso importante para comprender su situación actual y sus perspectivas a futuro.
I.4.1 Tipos de Empleo Rural no Agrícola.
Los estudios recientes sobre el tema (Weller, 1997; Reardon et al., 2000;
Reardon et al., 1998) coinciden en señalar que un porcentaje significativo (tal vez el
50% del ERNA) corresponde a empleos de baja calidad y productividad, y en
consecuencia mal remunerados y con un escaso potencial de desarrollo. Este tipo de
empleos rurales no agrícolas ha sido denominado “ERNA de refugio” y es el
equivalente no agrícola de la producción agrícola de autosubsistencia: contribuye a
complementar el ingreso familiar y a suavizar las fluctuaciones estaciónales de
ingreso, pero no es una real palanca para la superación de la pobreza y para el
desarrollo sustentable de las comunidades y regiones rurales.
En ALC, la principal categoría de ERNA es la de trabajo asalariado. Este dato
de la realidad contrasta con la orientación de numerosas políticas y programas
encaminados a la promoción del autoempleo rural en microempresas familiares o
asociativas (Berdegue et al, 1999). Más aún, el empleo asalariado no agrícola muchas
veces ofrece salarios significativamente mayores y mejores condiciones de trabajo
(contratos de trabajo, acceso a los sistemas de seguridad social, etc.) que el
autoempleo no agrícola. Estas tendencias se acentúan en las zonas rurales más
dinámicas y con menor concentración de pobreza.
Además, el empleo asalariado no agrícola es el único tipo de empleo donde las
mujeres pueden acceder a salarios iguales o al menos comparables al de los hombres.
26
En todos los demás tipos de empleos rurales (autoempleo agrícola, empleo asalariado
agrícola, autoempleo no agrícola), los hombres típicamente obtienen remuneraciones
muy superiores a las de las mujeres (Reardon et al, 2001). En Nicaragua (Corral y
Reardon, 2000), Chile (Berdegué et al, 1999) y Colombia (Echeverri, 1999) se ha
demostrado que solo los hogares rurales menos pobres acceden significativamente el
autoempleo no agrícola. En síntesis, el autoempleo no agrícola se caracteriza por una
fuerte bi-modalidad, al incluir tanto actividades no dinámicas que constituyen
“empleo de refugio”, como otras que al estar vinculadas a mercados dinámicos se
traducen en empleos productivos y de buena calidad.
En contraposición con la imagen convencional, el autoempleo rural no
agrícola en el sector de manufacturas y pequeña industria es mucho menos frecuente
que el empleo asalariado no agrícola en el sector de los servicios y a su vez
corresponde a la categoría de ERNA de refugio. En tanto que el empleo asalariado en
el sector del comercio y otros servicios está asociado con mayores niveles de ingreso.
La multiactividad parece ser una característica menos relevante que la que se
supone con frecuencia. Es cierto que un alto porcentaje de los hogares rurales
(típicamente 40% o más) genera ingresos provenientes de distintas fuentes de empleo.
Sin embargo, son relativamente pocos los hogares rurales que obtienen un porcentaje
importante de su ingreso de dos o más empleos. En Nicaragua, el 40% de los hogares
obtiene ingresos de dos o más empleos, pero solo un 18% obtienen un 20% o más de
su ingreso de los empleos complementarios a aquel que conforma la principal fuente
de ingreso del hogar (Corral y Reardon, 2000). Algo muy similar se ha demostrado
para Chile (Berdegué et al, 1999).
27
I.4.2 Un modelo evolutivo lineal.
Una corriente importante de la literatura sobre el desarrollo explica la
evolución del ERNA a través de un proceso por etapas. Hymer y Resnick (1969)
proponen que esa transformación se inicia en una etapa primaria del empleo no
agrícola, orientada a la producción de bienes tales como elaboración de cestas, ollas y
otros enseres para uso doméstico local, molinos tradicionales, comercio en ferias
locales, transporte de las fincas a los pueblos vecinos, etc. Estas actividades se
realizan en el hogar y en las fincas más que en los pueblos. Usan procesos
tecnológicos pocos sofisticados e intensivos en mano de obra, generalmente
proveniente del propio núcleo familiar. Las producciones están orientadas al consumo
doméstico o al mercado local.
Según Ranis y Stewart (1993), existe una segunda fase, caracterizada por el
surgimiento de “bienes modernos no agrícolas”. Estos son producidos enfatizando su
complejidad tecnológica, que requieren mayores habilidades y son más intensivas en
capital. La demanda proviene tanto de las zonas urbanas como de los mercados
externos. El mayor ingreso local, vinculado a una agricultura más próspera, también
es un estímulo a la producción de bienes de consumo de mayor calidad, así como de
insumos y servicios para la producción agropecuaria. La mejor dotación de
infraestructura (caminos en especial) es particularmente importante para permitir el
surgimiento de este tipo de ERNA. Obviamente, la transición a esta segunda etapa
supone un crecimiento de la demanda por “bienes modernos no agrícolas”.
Esta visión del desarrollo del ERNA como un proceso por etapas sucesivas, no
da cuenta satisfactoriamente de la diversidad de situaciones que se pueden observar
28
en las diferentes regiones. En primer lugar, en cada región existen zonas que podrían
ser caracterizadas en cada una de las dos situaciones. En otras zonas, hay una
coexistencia de ambos tipos de “etapas”, por ejemplo, según los niveles de ingreso de
los hogares o de su posición con relación al núcleo urbano del municipio.
I.4.3 Motores Endógenos y Exógenos del ERNA
La visión del desarrollo por etapas del ERNA asume que el motor del proceso
es endógeno al sector rural. La realidad nos indica que los motores del desarrollo
rural no agrícola son diversos y con frecuencia tiene su origen fuera del sector rural
(Berdegué et al, 1999).
En el primer caso, el ERNA se desarrolla a partir de un motor endógeno, y es
posible reconocer distintos matices. En algunos casos una primera generación de
actividades genera suficiente excedente como para motorizar las inversiones
requeridas para el desarrollo de actividades que respondan a demandas locales y
regionales. En otros casos, las actividades endógenas permiten la acumulación de
capital (físico, humano y financiero), hasta un punto en que el estado de desarrollo
hace atractiva la región para la inversión de capitales externos, que provocan un
quiebre en las tendencias (Berdegué et al, 1999).
Los “motores” exógenos del ERNA son de diversos tipos. Uno de ellos, es la
influencia de las grandes ciudades sobre su entorno rural o “rurbano”. La ciudad
demanda un conjunto de bienes y servicios, y ofrece un amplio mercado de trabajo.
Muchos de los servicios se desarrollan in situ en el medio rural (casas de fin de
semana, restaurantes, zonas de paseo o de pesca, etc.), y de ello se deriva una
demanda por nuevos oficios (empleadas domésticas y de comercios, construcción,
29
talleres de reparaciones, etc.). Otros importantes motores exógenos, fácilmente
reconocibles en el contexto rural latinoamericano, son las inversiones en turismo, en
minería y en manufactura.
En definitiva, el desarrollo del ERNA se explica básicamente por la existencia
de fuentes de demanda de bienes y servicios no agrícolas (“motores del ERNA”), en
cuya producción puede intervenir la población rural.
Por otra parte, el desarrollo del ERNA también se explica por medio de su
interrelación con los otros sectores de la economía. Por ejemplo, Klein (1992) postula
que el avance de las actividades no agropecuarias en el sector rural se halla
íntimamente ligado al progreso de la agricultura y la ganadería. El desarrollo
agropecuario permite extender la base de la demanda de bienes manufacturados y
servicios en el campo, lo que origina oportunidades de expansión para las unidades de
producción establecidas en ese ámbito. Al mismo tiempo, se producen
encadenamientos de tipo productivo que impulsan el desarrollo de un sector de
producción de insumos en el campo.
Weller (1997) identifica cinco dinámicas generadoras de oferta y demanda en
el mercado de trabajo rural no agropecuario, caracterizadas por su relación con el
sector productivo agropecuario y con los mercados de bienes y servicios rurales.
Partiendo de esta base, (Reardon et al, 2001a) proponen la tipología de generación
del ERNA que se presenta en el cuadro 2.
30
Cuadro 2. Tipología de Generación del ERNA.
Situación Motor de Desarrollo Ejemplos 1.- ERNA por vínculos de la producción con la agricultura
Producción agrícola deman-da bienes y servicios no agrícolas. Producción agrícola permite actividades no agrícolas de comercialización, transporte y procesamiento.
Comercio de insumos. Servicios de maquinaria. Empresas contratistas de mano de obra. Talleres mecánicos. Transportistas. Agroindustrias.
2.- ERNA por vínculos de producción con actividades primarias no agrícolas.
Actividades primarias no agropecuarias localizadas en el sector rural demandan bienes y servicios no agrícolas.
Minería.
3.- ERNA vinculado con el consumo de la población rural.
Población rural demanda bienes y servicios no agrícolas que solo pueden ser generados en el sector rural.
Comercio minorista. Talleres de costura. Transporte.
4.- ERNA vinculado con el consumo de la población urbana.
Los habitantes urbanos demandan bienes y servicios no agrícolas que solo pueden ser generados en el sector rural.
Turismo de playa y campo. Artesanía. Servicios a casa de fin de semana.
5.- ERNA vinculado con los servicios públicos en zonas rurales.
Los servicios públicos en zonas rurales generan empleo.
Profesores. Empleados municipales. Reparación de caminos.
6.- ERNA vinculado con la expansión de zonas urbanas.
Las ciudades crecen hacia sus entornos rurales.
Construcción. Manufacturas.
Fuente: (Reardon et al, 2001a)
Como se observa, los dos primeros casos corresponden a situaciones de
encadenamientos productivos entre las actividades no agropecuarias y las actividades
agrícolas que se llevan a cabo en el medio rural. Los restantes son encadenamientos
de consumo, ya sea dentro del ámbito rural (casos 3 y 5) o con el ámbito urbano
(casos 4 y 6). Es decir, los motores del ERNA pueden clasificarse según: (a) su
posición con relación al propio ERNA (encadenamientos de producción o de
31
consumo); (b) localización endógena (rural) o exógena (urbana); (c) sector (primario,
secundario o terciario) o subsector (agricultura, minería, agroindustria, manufactura,
turismo, comercio, etc.) de la economía.
Es importante conocer las dinámicas que determinan el desarrollo del ERNA,
no sólo desde el punto de vista teórico sino también en el momento de definir cuáles
deberían ser las políticas públicas orientadas al sector rural. En todo caso, cuanto
mayor sea el número de encadenamientos y motores de crecimiento vinculados con el
desarrollo del ERNA, mayor será también el beneficio de éste sobre el sector rural,
tanto en términos de aumento en el nivel de ingresos como de combate a la pobreza.
Este hecho debe tenerse siempre en cuenta al diseñar los programas encaminados a
mejorar las condiciones de vida en el campo.
I.5. Determinantes del ERNA e IRNA.
Reardon et al. (2000) han resumido los resultados y conclusiones de una
veintena de estudios recientes, casi todos ellos basados en encuestas de hogares de
cobertura nacional y/o regional. Una de las conclusiones más interesantes de las
investigaciones realizadas en los últimos años es la relativa regularidad de algunos
factores como determinantes del acceso de los hogares e individuos rurales al ERNA,
así como del nivel de los ingresos no agrícolas. El nivel educativo, el género, la edad,
el acceso a tierras y al mercado crediticio, la ubicación geográfica, la disponibilidad
de infraestructura y la presencia de un sector agrícola dinámico figuran entre las
principales variables explicativas de los modelos.
32
I.5.1. Educación.
Los estudios realizados en Nicaragua (Corral y Reardon, 2001, Baumeister,
1999), Colombia (Echeverri, 1999), México (De Janvry y Sadoulet, 1999), y Chile
(Berdegué et al., 1999), coinciden en señalar que el nivel de educación es un
poderoso determinante del acceso al ERNA y al IRNA. En particular, sólo los
hogares e individuos con mayores niveles de educación acceden al ERNA mejor
remunerado. Los hogares e individuos con bajos niveles de escolaridad, acceden a
empleo no agrícolas de refugio.
I.5.2. Género.
Hay una marcada influencia del género en el acceso a empleo e ingresos no
agrícolas. Según cifras recientes de CEPAL (2000), en diez de 11 países analizados el
ERNA constituye un mayor porcentaje del empleo rural total para las mujeres que
para los hombres. En la mayoría de los empleos no agrícolas, con la posible
excepción del empleo asalariado en servicios al menos en Chile, (Berdegué et al.,
1999), las mujeres obtienen remuneraciones menores que los hombres, para un
mismo tipo de empleo no agrícola. En México (De Janvry y Sadoulet, 1999) y Chile
(Berdegué et al, 1999) las mujeres acceden a empleos diferentes a los de los hombres.
Además, hay interacciones importantes entre el sexo del individuo y otras
determinantes del acceso al ERNA; por ejemplo, en México (De Janvry y Sadoulet,
1999) el acceso a la tierra, la experiencia migratoria, y la condición de indígena,
reducen la participación de los hombres, pero no la de las mujeres, en empleos
asalariados no agrícolas. Lo contrario sucede en el caso de distancia a los centros
33
urbanos que afecta la participación de las mujeres pero no la de los hombres en los
mercados de trabajo asalariado no agrícola
I.5.3. Edad. La edad es otro factor que aparece en forma reiterada como determinante del
acceso al ERNA y, en menor medida, como determinante del nivel de ingreso no
agrícola. Varios estudios que exploran este factor en mayor detalle, muestran que la
edad tiene un efecto positivo en el acceso al ERNA hasta cierta edad, y que a partir de
ahí, su efecto pasa a ser negativo (Corral y Reardon, 2001).
I.5.4. Ubicación Regional.
El empleo y el ingreso rural no agrícola están fuertemente concentrados en
aquellas zonas que se caracterizan por una agricultura dinámica y próspera. Las zonas
de agricultura más pobre, en especial si también disponen de bajos niveles de
infraestructura, dependen fuertemente del ingreso no agrícola, pero no porque sus
niveles absolutos sean altos, sino porque el ingreso total, y, en particular, el ingreso
agrícola son bajos. Ello se ha demostrado en Chile (Berdegué et al, 1999), Colombia
(Echeverri, 1999), Nicaragua (Corral y Reardon, 2001; Baumeister, 1999) y Perú
(Escobal et al., 1998). Es decir, las zonas agrícolamente pobres o deprimidas tienen
una mayor necesidad y mayor dependencia de fuentes de empleo alternativas a la
agricultura, pero en los hechos logran acceder a ingresos no agrícolas bastante bajos
en términos absolutos. En estas zonas, el ERNA típicamente está constituido por
actividades de refugio.
34
En contraposición, las zonas de agricultura dinámica y competitiva, dependen
en menor medida del empleo no agrícola, pero en los hechos generan niveles de
ingreso no agrícola muchos mayores a los observados en las zonas pobres.
I.5.5. Acceso al Crédito
En México (De Janvry y Sadoulet, 1999) y Chile (Berdegué et al, 1999), en
cuanto al crédito, su disponibilidad incentiva la participación en las actividades de
autoempleo. Esto es lógico si se considera que es necesario contar con un capital
inicial para incorporarse a ese tipo de ERNA (para cubrir los costos fijos de las
microempresas comerciales y de manufactura). No obstante, tal conclusión debe
tomarse con cautela debido al escaso número de estudios al respecto y a que en dos de
ellos el efecto resultó ser estadísticamente no significativo. En ninguno de los casos,
el haber recibido un crédito o asistencia técnica tuvo efectos sobre el nivel del IRNA.
Esta falta de significación estadística no es de extrañar; lo más probable es que este
tipo de apoyos se canalicen mayoritariamente a la producción agropecuaria. Esta
observación conduce a inferir que hasta ahora los esfuerzos oficiales de combate a la
pobreza rural se han enfocado únicamente en el desarrollo agropecuario como medio
para reducirla y promover el crecimiento económico sustentable en estas áreas.
I.5.6. Tierra.
La imagen convencional es que los hogares con mayores niveles de acceso a
tierra, tienen menos acceso a empleo e ingresos no agrícolas. (Reardon et al, 2001a)
confirma que los hogares con menos tierra tienen una mayor dependencia del IRNA,
pero que los hogares con más tierra tienen un mayor nivel de este tipo de ingreso. Los
35
hogares rurales sin tierra muestran un comportamiento bimodal: (Wiens, 1998, Corral
y Reardon, 2000, Berdegué et al, 1999, y De Janvry y Sadoulet, 1999) aquellos que
viven lejos de los centros urbanos, en especial en zonas sin buena infraestructura de
caminos, dependen en mayor medida del trabajo agrícola asalariado o de empleos no
agrícolas tipo “refugio” (baja calidad y productividad), mientras que los que se
localizan próximos a las ciudades y/o en zonas rurales dinámicas, acceden a empleos
asalariados bien remunerados.
I.5.7. Infraestructura Productiva.
En México (Janvry y Sadoulet, 1999), Chile (Berdegué et al, 1999),
Nicaragua (Corral y Reardon, 2001; Baumeister, 1999) y Perú (Escobal et al., 1998),
se ha demostrado que los motores del ERNA con frecuencia surgen como
consecuencia de inversiones previas en infraestructura, típicamente en obras
medianas o grandes de infraestructura caminera, electrificación y riego. Estas
inversiones reducen la brecha económica que separa a una zona rural de las fuentes
dinámicas de demanda de bienes y servicios originados en la actividad rural no
agrícola.
Se ha argumentado que la apropiada dotación de infraestructura
(especialmente caminos) en las áreas rurales es un medio efectivo para aumentar el
ingreso y propiciar la participación de los habitantes del campo en las actividades no
agropecuarias (Fan, Hazell y Thorat, 2000). La evidencia existente para China y la
India confirma lo anterior (Zhang y Fan, 2001; Fan, Fang y Zhang, 2001).
36
CAPITULO II: LOS PROGRAMAS DE REFORMA Y EL
EMPLEO RURAL NO AGRICOLA.
II.1. Introducción. A raíz de los profundos cambios en la década de los noventa, los diferentes
gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, han promovido nuevas estrategias de
desarrollo de las economías urbanas y rurales dirigidas a un crecimiento con mayor
igualdad. Existe un amplio consenso en que los esfuerzos deben conducir a la
reducción de la pobreza, modernización y crecimiento económico, fortalecimiento de
nuevos sistemas institucionales y sustentabilidad ambiental. Sin embargo, se debe
tomar en cuenta que las condiciones de cada país, dan lugar a situaciones y visiones
diferentes.
Entre los debates y estudios, se ha catalogado al desarrollo de la economía
rural como algo fundamental para el bienestar de un país. La historia del medio rural
en ALC ha sido marcada por los desequilibrios económicos y sociales, que contrario
a desaparecer, se ha ido acentuando en los últimos años. Las políticas de desarrollo
rural que fueron puestas en marcha en países de ALC, no lograron alcanzar los
objetivos planteados. Muestra de ello, es el nivel de pobreza que ostenta las regiones
rurales, siendo muy superior a las regiones urbanas.
Los programas aplicados no permitieron resolver los problemas del sector
rural relacionados con la desigual distribución de las tierras, baja producción y
37
productividad de la agricultura, las condiciones de vida precarias de la mayor parte
de las familias y el creciente problema ambiental.
La situación en Venezuela, no es muy distante a la realidad de ALC, más bien
comparte con ellos, los problemas de pobreza, marginalidad económica y social,
precariedad y deterioro a los recursos naturales, generando así, inequidad en el medio
rural.
En el pasado, las políticas de ajuste y reforma del Estado implantadas,
conllevaron a un abandono por parte del Estado a los programas de desarrollo rural.
El contexto venezolano, parte de los desajustes no resueltos y agudizados en los
últimos tiempos, estos no se ven reflejados sólo en la agricultura y en los sectores
rurales, sino que intervienen negativamente en el proceso de integración con el
medio urbano.
En los últimos años se ha incrementado el interés en las opciones para el
desarrollo de las economías rurales, y una de ellas es el fomento del ERNA. Sin
embargo, para ello, es importante conocer las condiciones que el Estado ofrece a
estas comunidades rurales, como: facilidades de acceso a la educación, servicios
básicos (luz, teléfono, agua), mercados financieros, infraestructura, tecnología,
seguridad personal y jurídica, entre otras. La dirección de las diferentes políticas
públicas es de vital importancia para lograr el objetivo del desarrollo en las regiones
rurales. Estas políticas implementadas pudieron modificar los incentivos de los
agentes rurales, y por ende incidir sobre los determinantes de la participación del
individuo en el ERA o en el ERNA, así como en sus ingresos percibidos. A raíz de
esto, le dedicamos este segundo capítulo a las diferentes políticas aplicadas en el país
38
por los gobiernos de turno. El objetivo de este capítulo es brindar una explicación
histórica y descriptiva de los determinantes del ERNA y del IRNA en Venezuela.
Para ello, revisamos brevemente los diferentes programas de gobiernos desde la
versión venezolana del programa preconizado por la CEPAL desde 1945, llamada
“Siembra del Petróleo”, pasando por los años de la crisis de la deuda y del inicio de
los ajustes (1983-1988), haciendo énfasis en las reformas implantadas posterior a
1989, que son las dos reformas basadas en el mercado “El Gran Viraje” y la “Agenda
Venezuela”, y en especial el programa de gobierno de la Revolución Bolivariana, en
el lapso comprendido entre 1998 y 2001. En este último, realizamos un análisis más
detallado, ya que el 2001, es el año de nuestro estudio.
II.2. La Siembra del Petróleo, la Crisis de la Deuda y el Inicio del Ajuste. A principios del siglo veinte, el hallazgo de importantes yacimientos de
petróleo en el país, contribuyeron al final del auge exportador de café que tuvo lugar
en los últimos años del siglo XIX. Hacia la década de 1920, Venezuela dejó de ser un
país fundamentalmente rural y agrario, ya para el año 1926, el petróleo sustituyó al
café como principal producto de exportación, y como principal proveedor de divisas
e ingresos fiscales. Durante esos años, la economía venezolana pasó de ser una
economía abierta agro-exportadora, a una economía con un sector petrolero de alta
productividad, orientado a la exportación; y una industria manufacturera y un sector
agropecuario orientados al mercado interno, pero altamente subsidiados y protegidos
por el Estado.
39
Entre los años de 1930 y 1960, los ingresos fiscales generados por el petróleo
hicieron posibles obras de saneamiento de tierras y sistemas de riego, la construcción
de carreteras y control de enfermedades en el país. Estos hechos permitieron crear las
condiciones para la apertura de nuevas fronteras agrícolas, la reubicación de parte de
la población rural hacia las áreas de colonización, y el nacimiento gradual de un
nuevo sector agroalimentario estrechamente vinculado al crecimiento agroindustrial.
Sin embargo, las exportaciones petroleras ejercieron un impacto negativo
sobre el sector agroalimentario. Por una parte, se incrementó el proceso de migración
a las principales ciudades y zonas petroleras, así que los territorios rurales
experimentaron una pérdida considerable de población y un relativo estancamiento
económico. Por otra parte, el incremento acelerado de la población originó un
aumento en la demanda nacional de alimentos, y al no ser cubierta por el sector
agroalimentario nacional, permitió el inicio de las importaciones de alimentos
(Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
Entre los años 1978 y 1983, la actividad económica en general y la agrícola
en particular, presentaron una tendencia decreciente y al estancamiento
respectivamente. Por un lado, el PIB y el PIB no petrolero (PIBNP) disminuyeron a
una tasa interanual del 1%, mientras que el PIB agrícola (PIBA) logró crecer a una
tasa promedio del 1%, aunque muy por debajo de la tasa de crecimiento poblacional
del 3,1% (Gutiérrez, 1997).
La crisis de la deuda y el inicio del ajuste comenzaron a partir de 1982, con la
caída del precio nominal y real del petróleo. Luego, el 18 de Febrero de 1983,
popularmente conocido como el Viernes Negro, el gobierno liberó la tasa de cambio
40
oficial. El bolívar, que había estado anclado por casi cuatro décadas, elevó el precio
de la divisa a Bs. 7,5/dólar (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
Posterior a la explosión de la crisis (viernes negro), se pretendió dirigir la
economía nacional con un programa de ajustes, basado en la instauración de
controles sobre precios, el comercio exterior, subsidios al consumo y a la producción,
manteniendo la propiedad el Estado sobre parte importante de las empresas, etc. En
otras palabras, se trató de perpertuar las políticas económicas de años atrás, basadas
en la existencia de una abundante renta petrolera y en una fuerte regulación
económica por parte del Estado (Gutiérrez, 1997).
Entre los años de 1985 y 1988. El PIB y el PIBNP crecieron a la tasa media
anual del 5,3% y del 5,8% respectivamente. La tasa de desempleo disminuyó desde
el 12,1% en 1985 al 6,9% en 1988. Una reactivación económica logrado a un alto
costo de producir graves desequilibrios macroeconómicos, evidenciados a través de
elevado déficit fiscal, altas tasas de inflación, sobrevaluación del tipo de cambio
oficial, tasas de interés reales negativas, pérdida de reservas internacionales, entre
otros (Gutiérrez, 1997).
II.2.1. Las Políticas Agrícolas. Los diferentes gobiernos que tuvieron lugar durante la llamada Siembra del
Petróleo, se ocuparon en diseñar políticas que incluyeron un conjunto de
instrumentos diferentes a lo largo del tiempo, con el objetivo de compensar el
impacto negativo de las exportaciones petroleras sobre los sectores menos
competitivos de la economía, entre ellos, el sector agrícola.
41
En 1928 se creó el Banco Agrícola y Pecuario (BAP), una institución para la
asistencia financiera al sector agrícola. Sin embargo, no funcionaba para los
pequeños productores, sino para los grandes propietarios de la tierra; por lo cuál no
fue una solución para el crédito. A raíz de esto, fueron creados durante este periodo
una serie de instituciones financieras para la asistencia al sector agrícola, entre estas,
el Instituto de Crédito Agrícola y Pecuario (ICAP), Banco de Desarrollo Agrícola y
Pecuario (BANDAGRO), Fondo de Crédito Agrícola (FCA), Fondo Nacional del
Café, (FONCAFE) y Fondo Nacional del Cacao, (FONCACAO). Estas instituciones
presentaron déficit entre 1976 y 1982, además de grandes pérdidas entre 1978 y
1980, especialmente el ICAP y FONCAFE, mientras que FCA y BANDAGRO
presentaron un excedente durante este período (Rodríguez, 2000).
Entre 1960 y 1983, las políticas de crédito subsidiado y de precios mínimos
garantizados desempeñaron un papel estratégico en el conjunto de incentivos al
sector agrícola. Las tasas de interés de los créditos subsidiados no podían exceder al
3% para el sector campesino, pero estaban atados a la producción de los rubros
menos rentables. Por mucho tiempo se continuó otorgando créditos a esa tasa,
incluso cuando las tasas de mercado llegaron al 70%, pero los montos destinados por
el Estado a financiar el programa de crédito se redujeron gradualmente en la década
de 1980.
Entre los años 1983 y 1988, durante el programa de políticas conocido como
el “milagro agrícola”, el gobierno nacional decidió un conjunto de políticas
compensatorias, donde: i) se otorgó un subsidio cambiario (un dólar preferencial) a la
importación de maquinaria, ganado vacuno, e insumos, y se exoneró a los
42
agricultores del pago de impuestos; ii) se incrementó el subsidio implícito a los
fertilizantes químicos producidos en el país; iii) se refinanciaron las deudas de los
agricultores morosos; iv) se rediseñó la política de precios mínimos garantizados que
había sido iniciada en 1964 y descontinuada a mediados de los ochenta (Llambí,
Duarte y Zezza, 2004).
La política comercial entre 1983 y 1988, se basó en la protección de la
producción nacional y la prohibición de importaciones agroalimentarias no
necesarias. La combinación de esta política con el control del mercado cambiario y
los convenios que obligaban a la agroindustria a comprar la producción nacional para
poder importar la materia prima faltante, sirvieron para asegurarle el mercado a la
producción nacional, quedando ésta aislada de la competencia externa y de los
precios existentes en los mercados internacionales. Esto tuvo sus efectos negativos
sobre los niveles de productividad, la asignación de recursos y la posibilidad de que
los rubros con ventajas comparativas expresaran su potencial. En materia de
exportaciones, la política careció de objetivos claros y de incentivos. Se trataba de
asegurar en la medida de lo posible el abastecimiento nacional, por lo que en muchos
casos se establecieron prohibiciones y restricciones cuantitativas para exportar. Así
mismo, la política cambiaria actuó como un desestímulo, al impedirle a los
productores cambiar las divisas en el mercado libre del dólar, lo que en la práctica
tenía el efecto equivalente de una apreciación del tipo de cambio real o de un
impuesto a las exportaciones. Estos desestímulos se trataron de compensar a través
del pago del subsidio o bono a las exportaciones no tradicionales. No obstante, el
objetivo perseguido no se logró totalmente, sobre todo en el caso de las
43
exportaciones agroalimentarias, las cuales disminuyeron (Gutiérrez, 1997). Por otro
lado, como consecuencia de una política cambiaria invariable en un entorno
internacional cambiante, se condujo a un incremento en la propensión a importar en
contradicción con la estrategia oficial de sustitución de importaciones (Llambí,
Duarte y Zezza, 2004).
Las políticas agrícolas en la Siembra del Petróleo (especialmente entre 1960 y
1983) privilegiaron por un lado, a ciertos productos definidos como estratégicos,
especialmente las materias primas agrícolas para el abastecimiento de las industrias
agroalimentarias, destinadas al consumo masivo de la población. En ello, se
concentraron los subsidios, la inversión pública, la asistencia técnica y las políticas
de comercialización. Y por el otro lado, se olvidaron de los productos orientados al
consumo fresco de los consumidores, ya que recibieron muy pocos incentivos
directos por parte del Estado durante todo el período.
II.2.2. Las Políticas Agrarias. El 5 de marzo de 1960 se publicó en Gaceta Oficial, la Ley de la Reforma
Agraria. La meta de la Ley era convertir unas 350.000 pequeñas explotaciones
agrícolas, vinculadas solo parcialmente al mercado, en un sector de pequeños y
medianos agricultores netamente comerciales (Llambí, Duarte y Zezza, 2004); y su
objetivo principal fue proponer soluciones para resolver los problemas agrarios que
existían. Uno de los principales problemas era la posesión de tierras, por lo cuál era
de vital importancia la justa repartición de la misma, haciendo propietarios a los
campesinos de las que estaban ociosas, que ni el Estado ni los particulares utilizaban.
En segundo lugar, debía estimular la producción agrícola del país, estableciendo
44
garantías e incitando a los propietarios a desarrollar sus actividades en esa dirección
(Rodríguez, 2000). Para ello, el Estado se comprometía a dotar de créditos, asistencia
técnica e infraestructura productiva básica a todos los beneficiarios del proceso, con
el objetivo de consolidar a los pequeños y medianos productores en una economía de
mercado.
La implementación de la Ley fue delegada a dos agencias públicas: el
Instituto Nacional Agrario (IAN), encargado de la afectación y dotación de tierras; el
BAP, encargado de suministrar créditos subsidiados a pequeños y medianos
productores; y a partir de 1971 se le agregó la Corporación de Mercado Agrícola
(CMA), que se encargaba de comercializar la producción agrícola de los
beneficiarios del proceso, con el fin de regular los mercados y estar en condiciones
de implementar la política de precios mínimos garantizados a los productores
(Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
Entre 1960 y 1975, el IAN otorgó títulos de propiedad bajo dos modalidades,
“título definitivo” y “título provisional” (Llambí, Duarte y Zezza, 2004). La primera
modalidad precisaba con exactitud la superficie y límites del terreno, además
establecía condiciones, como: i) el productor no podía grabar las tierras sin una
autorización del IAN, lo cuál era una limitante para el acceso al crédito oficial
porque los bancos no aceptaban tales títulos como garantías hipotecarias sobre
préstamos; ii) el IAN conservaba el derecho sobre la madera, minas, canteras y otras
riquezas que podían existir y iii) el productor no podía destinar la tierra a otras
actividades distintas a la de la agricultura, ya que un cambio de uso era una causal
para la revocación del título. La segunda modalidad de dotación del IAN establecía
45
en forma aproximada la superficie y límites del lote del terreno, lo cuál se otorgaba
por un periodo de prueba, generalmente de dos años, al cabo del cuál podría ser
convertido en “título definitivo” si el beneficiario había demostrado sus aptitudes de
buen productor (Quevedo, 1998).
Además de las dos modalidades mencionadas, existe según Quevedo (1998),
un 50,7% de ocupaciones precarias, originadas por personas que invadían tierras
nacionales transferidas al IAN o compraban las bienhechurías o mejoras realizadas
por otro productor sobre las mismas tierras (acondicionamiento de tierras para el
cultivo, infraestructura, etc.) y mediante un documento notariado ocupaban tales
tierras a través de una transferencia de propiedad de mejoras y de posesión de las
tierras. En la mayoría de las veces, el IAN, el dueño legal de las tierras, desconocía
de este tipo de operaciones, por lo cuál a esta modalidad se le consideraba como un
traspaso ilegal y sus ocupantes permanecían en estado de precariedad jurídica, hasta
tanto lograran regularizar con el Instituto la tenencia de su tierra, bien sea con un
nuevo título provisional o con un título definitivo. Este tipo de propiedad tiene la
desventaja de que la sociedad y el productor la pudiesen considerar con grandes
limitaciones, por lo que no se valoraba como una propiedad plena y estaba sujeta al
riesgo de que al ocupante le pueda ser revocado el título, si lo tiene, o ser desalojado
por las autoridades del IAN, lo que originó una situación de inseguridad jurídica que
desmotivaba al productor a realizar inversiones importantes, motivando a largo
plazo, un desincentivo para el desarrollo agrícola en esas áreas.
En años posteriores, un tercio de las familias beneficiaras, que recibieron
tierras por parte del IAN, abandonaron las tierras otorgadas y migraron a las otras
46
ciudades; lo que evidenciaba que muchas de estas tierras fueron transferidas legal o
ilegalmente a otros agentes privados (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
II.2.3. Lo que deja la Siembra…
La Siembra del Petróleo produjo resultados económicos positivos durante
varios años. Entre 1962 y 1964, la producción doméstica de manufacturas creció a
una tasa anual de 9,9%, mientras que las importaciones de alimentos cayeron de 32%
a 21% del consumo aparente entre 1960 y 1969. No obstante, ya a finales de la
década de 1970 la Siembra del Petróleo había comenzado a mostrar señales de
agotamiento, en parte debido al relativo estancamiento de los precios del petróleo,
como consecuencia de la recesión que afectaba a los países industrializados. En la
década de 1980, los sucesivos gobiernos intentaron varios programas de
estabilización considerados heterodoxos por las agencias multilaterales.
La Siembra del Petróleo demostró ser insuficiente a fin de superar la
creciente dependencia de la economía venezolana de los precios petroleros. Es
imposible subestimar el impacto de la volatilidad de estos en los mercados
internacionales sobre los equilibrios macroeconómicos domésticos. Durante la
década de 1960, los gobiernos nacionales participaron en los esfuerzos para crear la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el cartel de países
exportadores, a fin de garantizar cierta estabilidad a su principal producto de
exportación (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
Según Llambí, Zezza y Duarte (2004), las principales fallas de la Siembra del
Petróleo fueron: i) el crecimiento del empleo productivo no estuvo al mismo ritmo
del crecimiento demográfico; ii) La penalización de la agricultura, debido a la
47
permanente tendencia a la valoración de la tasa de cambio, aunado a políticas
compensatorias erradas; y iii) La precariedad jurídica, la cuál origina inseguridad a
los agricultores, incluso sobre los títulos otorgados por el Estado.
II.2.4. La Siembra, la Crisis y el Inicio de los Ajustes en lo Rural. Antes de la Siembra del Petróleo, Venezuela era un país completamente rural
y agrario, sin embargo, posterior a la aparición del petróleo durante los primeros años
del siglo XX permitió que tal situación se revirtiera. La población del país ha ido en
aumento, pero las zonas rurales iniciaron a despoblarse paulatinamente, mientras que
las ciudades iniciaron un proceso de crecimiento demográfico, especialmente
aquellas que se encontraban cerca de las zonas petroleras. Según los diferentes
censos realizados, se puede observar este decrecimiento de la población rural desde
el año 1936, donde la población rural representaba un 61,7%, en 1941 un 60,6%, en
1950 se redujo a un 52,6%, para 1961 cayó al 37,9%, en 1971 pasó a un 27,2% y
para el año 1981 la población rural representaba solamente un 19,7% de la población
total6
Según el INE
.
7
6 Fuente: IIES-ULA.
, se puede observar en este periodo, según la información que
disponemos, que el ERA para 1972 fue de 63,30% y para 1982 de 54,89%, aunque
para 1988 subió al 60% de la población rural ocupada. Por otro lado, el ERNA para
esos mismos años se ubicó en 36,70%, 45,11% y 40% respectivamente.
7 Fuente: Elaboración propia a partir de las tabulaciones especiales realizadas por CISOR a las Encuestas de Hogares desde 1975 hasta el 2001, para el IIES-UCAB.
48
II.3. Primer Programa de Ajuste Estructural (PAE): El Gran Viraje (1989-
1993).
Para 1989, el presidente Carlos Andrés Pérez recibió un país con indicadores
macroeconómicos que hacían inevitable un cambio de rumbo en política económica.
La inflación llegó a alcanzar cifras de 28,08% y 29,46% en 1987 y 1988
respectivamente, las reservas de divisas disminuyeron peligrosamente a 6.555
millones de dólares al cierre de 1988 y el déficit fiscal en el momento del cambio de
gobierno representaba 15,1% del PIB (López y Lander, 2000). Por lo cuál, el nuevo
gobierno se vio obligado a lograr un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional
(FMI), dando origen a el Gran Viraje, el primer PAE. Este prometía dar un completo
giro a la estrategia de industrialización sustitutiva y modernización del sector
agrícola implementada durante casi medio siglo, por lo que prometía restablecer el
crecimiento económico, reducir el déficit fiscal, eliminar el déficit en la balanza de
pagos, reestructurar el endeudamiento externo y controlar la inflación (Llambí,
Duarte y Zezza, 2004).
El PAE del gobierno venezolano se resume fundamentalmente en la Carta de
Intención firmada en Washington con el FMI, el 28 de febrero de 1989. Los
objetivos explícitos del programa de ajustes fueron: i) reducir los desequilibrios
internos y externos; ii) restituir una tasa sostenible de crecimiento económico en un
clima de estabilidad financiera; iii) diversificar la economía disminuyendo la
vulnerabilidad de Venezuela ante impactos externos; y iv) desarrollar programas
efectivos de lucha contra la pobreza, para amortizar el impacto del ajuste económico
(Gutiérrez, 1997).
49
Según López y Lander (2000), los contenidos principales de estas políticas
para alcanzar los objetivos fueron: i) reducción del déficit fiscal; ii) restricción de los
niveles salariales; iii) unificación de la tasa de cambio y su posterior flotación en
relación al dólar, seguida de mini-devaluaciones diarias (crawling peg); iv) tasas de
interés flexibles y aumento inmediato de los niveles de las tasas de interés reguladas,
eliminación de los créditos a tasas preferenciales para la agricultura y
establecimiento de las tasas de interés por el mercado; v) reducción de los controles
de precios; vi) postergación de programas de inversión de baja prioridad; vii)
reducción de los subsidios; viii) introducción de un impuesto sobre la venta (IVA), y
la eliminación de las deducciones al impuesto sobre la renta (ISLR); ix) ajuste de las
tarifas de los bienes y servicios proporcionados por el sector público, incluyendo los
precios de los productos petroleros en el mercado interno; x) reforma en el régimen
comercial, incluyendo la eliminación de la mayor parte de las excepciones en las
tarifas y liberalización de las importaciones; y xi) levantamiento a las restricciones
de las transacciones internacionales.
II.3.1. La Reforma Comercial.
El Gran Viraje sufrió retrasos en algunos aspectos importantes, como la
reforma fiscal y la financiera. Sin embargo, la política comercial avanzó
rápidamente, siendo esta un cambio sustancial y poco fácil de asimilar para las
organizaciones gremiales de los empresarios, dada que Venezuela promovió hasta
ese momento un modelo de acumulación de capital basado en los excedentes
provenientes de la renta petrolera, además de tener un modelo de desarrollo industrial
basado en la sustitución de importaciones, el mantenimiento de aranceles para
50
proteger la producción nacional, y las restricciones cuantitativas al comercio
(Gutiérrez, 1997).
II.3.2. Reformas en el Sector Agroalimentario.
El compromiso adquirido por el gobierno con el FMI también involucraba la
apertura comercial agrícola. En 1991, el decreto 998, dio inicio a la reforma
comercial agrícola, que incluyó la sustitución de cuotas por aranceles y el ingreso a
la Organización Mundial del Comercio (OMC). En 1992 se firmó un Tratado de
Libre Comercio entre Venezuela y Colombia, que en 1993 se convirtió en una Unión
Aduanera entre los países signatarios de la Comunidad Andina de Naciones. La
política comercial agrícola iniciada en 1991 buscó blindar sus medidas mediante la
firma de acuerdos internacionales, difíciles de invalidar (Llambí, Duarte y Zezza,
2004).
Entre 1990 y 1991, mediante una serie de decretos complementarios se
estableció un mecanismo de bandas de precio, la única posibilidad a fin de otorgar
alguna protección al sector, con la finalidad explícita de contrarrestar la volatilidad
de precios en los bienes importados, así como otorgar garantías de precio a los
productos más vulnerables, debido al proteccionismo de otros países.
Adicionalmente, el gobierno decretó una lista de precios de alimentos básicos,
manteniendo algunos controles de precios. Estos decretos se convirtieron en la
política sectorial de facto de la reforma, ya que cualquier otra intervención del
Estado no era la mas adecuada en un país que había adoptado una política comercial
neutral (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
51
Desde el inicio, las políticas sectoriales agrícolas y la política de comercio
exterior fueron los aspectos más controversiales de las reformas. Previendo esto, en
1990 el Banco Mundial (BM) envió una misión a Venezuela a fin de realizar un
diagnóstico completo del sector agrícola, como requisito para otorgar un crédito para
la reestructuración del sector público agrícola. El diagnóstico del BM se centró en
una lista de problemas estructurales, que supuestamente habían sido generados por
las políticas implementadas durante el período 1990-1993. Estos fueron: i) una
política de auto-suficiencia alimentaria e independiente de sus costos; ii) una política
de precios justos a puerta de finca, cubriendo los costos de producción e
independiente de los niveles de eficiencia de las explotaciones; y iii) una política de
créditos agrícolas subsidiados (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
En las áreas rurales, la reducción de los recursos asignados por el gobierno
nacional para la prestación de los servicios públicos ocurrió precisamente cuando los
agricultores más necesitaban de políticas compensatorias para lograr la reconversión
hacia la producción de los bienes para los que hubieran contado con ventajas
comparativas y competitivas, por lo cuál no pudieron aprovechar las oportunidades
que les ofrecía la apertura económica.
II.3.3. La Reforma del Estado.
Según Llambí, Duarte y Zezza (2004), para 1989 en paralelo al Gran Viraje,
se aprobaron tres leyes que dieron inicio al proceso de reforma del estado: i) la Ley
Orgánica del Sufragio que hacía posible la elección de los gobernadores de estado;
ii) la Ley Orgánica de Descentralización, que planteaba la gradual devolución de
competencias desde el gobierno central a los gobiernos municipales; y iii) la Ley
52
Orgánica del Régimen Municipal, que ratificaba la autonomía de los gobiernos
municipales para recaudar sus propios impuestos. El objetivo era fortalecer la
eficiencia del Estado, acercando los servicios públicos a la población. Además de la
devolución de competencias, el Estado requería definir sus roles mediante la
diferenciación de las funciones de regulación y de implementación.
En 1989, el objetivo fue reducir los ministerios (entre ellos el Ministerio de
Agricultura) a un equipo gerencial de alto nivel encargado de modernizar sus
funciones, donde muchos de los servicios proporcionados por los ministerios serían
privatizados o descentralizados hacia los gobiernos estadales y municipales. El
gobierno central se concentraría en la coordinación de funciones y en la prestación de
algunos servicios.
Para 1993 se dio paso a la descentralización financiera mediante la creación
de un Fondo Inter-Gubernamental para la Descentralización, para que los gobiernos
estadales y municipales estuvieran en capacidad para desempeñar las competencias
transferidas (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
II.3.4. Los Resultados.
Las transformaciones del programa de ajustes realizados desde 1989 no
fueron contundentes para asegurar un crecimiento sostenido del PIB y de la
acumulación de capital. Por otro lado, no se logró disminuir la pobreza, revertir la
tendencia decreciente de los salarios reales, ni mejorar la distribución del ingreso.
Tampoco se logró disminuciones significativas en la tasa de inflación (Gutiérrez,
1997).
53
En el corto plazo, la liberación del tipo de cambio significó un ajuste de la
paridad en relación al dólar de más del 135%, que fue continuado mediante pequeños
ajustes en función del objetivo del gobierno de consolidar un tipo de cambio real
competitivo. El equilibrio fiscal y la balanza de pagos fueron restablecidos, pero la
economía mostró una baja tasa de crecimiento, y la inflación se ubicó en un
promedio anual de 45% durante los tres años que duró el programa de ajustes.
El alza en los precios petroleros en 1990 y 1991 permitió un incremento de
los ingresos fiscales, y restablecer el crecimiento económico, pero el sector agrícola
en su conjunto permaneció estancado. Al concluir el programa el déficit fiscal y la
deuda externa se habían incrementado y el tipo de cambio continuó devaluándose
(Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
Entre los años 1992 y 1993, Venezuela presentó serios problemas de
inestabilidad política, producto de dos intentos de golpe de Estado, lo que
evidenciaba la gravedad de la crisis que se estaba gestando. Estos hechos trajeron
como consecuencia un incremento superior de las tasas de interés para evitar la salida
de capitales, a raíz del riesgo y la incertidumbre. El efecto inmediato fue la caída del
PIB y del PIBNP, de las reservas internacionales, de la inversión nacional y
extranjera, y de los componentes de la demanda agregada en 1993. Al finalizar 1993,
se habían generado importantes modificaciones en el entorno macroeconómico,
donde los agentes de la economía, y particularmente los que actúan en el sistema
alimentario nacional, toman sus decisiones. También es cierto que los consumidores
continuaban sin poder revertir la tendencia al deterioro del salario real, mientras que
54
los programas de subsidios focalizados, apenas servían para compensar parcialmente
la pérdida del poder de compra (Gutiérrez, 1997).
II.3.5. La Transición. El Gran Viraje sólo duro tres años. En 1993, después de los dos golpes
militares fallidos, terminó el programa de ajuste, al ser removido el Presidente Carlos
Andrés Pérez de su cargo y nombrado un gobierno de transición para que finalizara
el periodo constitucional. Este gobierno intentó retomar de manera parcial las
políticas populistas que caracterizaron a la Siembra del Petróleo. Sin embargo,
argumentaron que las reformas de mercado eran suspendidas temporalmente, ya que
la prioridad del gobierno transitorio era restablecer la estabilidad política (Llambí,
Duarte y Zezza, 2004).
II.3.6. Un Balance Estadístico del Sector Rural.
Para este periodo, la población venezolana llegó aproximadamente a los
diecisiete millones de habitantes, así mismo, la población rural osciló entre el 17% y
18% de la población total. Durante estos años, el ERA estuvo alrededor del 60% para
1989, mientras que para 1990 y 1992 las cifras registradas fueron 58,81% y 54,58%
respectivamente. Por otro lado, el ERNA para estos mismos años creció hasta el
41,19% y 45,42% de la población rural ocupada8
Al seguir explorando las estadísticas para este sector, encontramos que si bien
el salario mínimo nominal creció, observamos que en términos reales, los
.
8 Fuente: Elaboración propia a partir de las tabulaciones especiales realizadas por CISOR a las Encuestas de Hogares desde 1975 hasta el 2001, para el IIES-UCAB.
55
trabajadores en Venezuela tuvieron una disminución en este periodo (1989-1994). El
salario mínimo urbano fue superior al rural. Para 1989, el salario mínimo rural en
términos reales cayó en casi 30% con respecto a 1988, sin embargo se puede
observar que para 1990 la caída registrada fue alrededor de un 3%, y para los años
subsiguientes se registraron aumentos continuos que prácticamente emparejó para
1993 el salario mínimo real con el del año 1989.
El ingreso familiar promedio real se vio deteriorado, cayó en un 25% durante
los primeros dos años de gobierno (1989 y 1990), creció levemente durante los
siguientes dos (1991 y 1992), y para 1993 las familias percibieron menos del 35%
del ingreso respecto a 19889
Ante estos números, se observa que el nivel de pobreza para este periodo ha
aumentado, donde la pobreza rural fue superior a la pobreza urbana, tanto la total
como la extrema. Para 1989 la pobreza extrema rural registró un 57,4% y la total un
84,6%, siendo muy superior a la pobreza urbana que registraron 27,7% y 60,9%
respectivamente. Para 1993 la pobreza extrema rural disminuyó levemente, sin
embargo aumentó la total a un 85,4%, siendo una vez más, superior a la pobreza total
urbana que registró un 62,8%
. El ingreso familiar promedio urbano, también fue
superior al rural.
10
.
9 Fuente: OCEI. Encuesta de Hogares, Tabulación Base de Datos Agroalimentaria de BOLPRIAVEN. 10 Fuente: UCAB, AGROPLAN, Tabulación Base de Datos Agroalimentaria de BOLPRIAVEN.
56
II.4. Después de la transición: La Agenda Venezuela (1996-1998).
En diciembre de 1993, ganó las elecciones presidenciales el Dr. Rafael
Caldera, quien manejó un discurso opuesto a las reformas implementadas a partir de
1989 por el gobierno de Carlos Andrés Pérez. En 1994 después de la toma de
posesión del presidente Caldera, enfrentó una profunda crisis en el sistema
financiero. La combinación de la crisis financiera con el discurso antireformas
contribuyó a generar un clima de incertidumbre y desconfianza en la economía que
trajo consigo una masiva fuga de capitales, presión al alza del precio del dólar,
agudización de la inflación, entre otros problemas. Con el objetivo de controlar la
situación, el gobierno nacional asumió la deuda de la banca privada. El gobierno
intentó frenar la fuga de capitales a través de una política monetaria restrictiva. En
política monetaria, se adaptó en principio una política de minidevaluaciones diarias
(crawling peg), posteriormente, dada la persistencia del clima de incertidumbre
financiera, el Ejecutivo Nacional implantó un régimen de control de cambio (Llambí,
Duarte y Zezza, 2004).
En paralelo, se regresó nuevamente a una economía regulada, ya que también
controlaron los precios, las tasas de interés, entre otras áreas. Sin embargo, el
gobierno no pudo retroceder en materia comercial, y a pesar de las contradicciones
que generaba con las políticas de controles, se vio forzado a mantener el
cumplimiento, aunque con ciertas restricciones. Esto significaba que el país debía
mantener el acuerdo de libre comercio con Colombia, profundizar la liberación del
comercio en el marco del Grupo Andino, firmar el inicio del Acuerdo de libre
comercio con México y Colombia (G-3), y mantener en medio de los controles
57
introducidos la estructura arancelaria, así como el desmantelamiento de las
restricciones para importar y exportar bienes (Gutiérrez, 1997).
Para el sector agrícola, el gobierno anunció para julio de 1994, una política de
emergencia para la agricultura. El plan incluyó un nuevo refinanciamiento de la
deuda a los agricultores, la negociación de los precios con los agro-negocios, y la
armonización de la banda de precios con el Pacto Andino (Llambí, Duarte y Zezza,
2004).
Los años 1994 y 1995 se caracterizaron por una profunda crisis económica,
disminución de la actividad económica no petrolera, aumento del desempleo,
aumento de la inflación, pérdida de las reservas internacionales, aumento de la
pobreza, desconfianza de los mercados internacionales, etc. En resumen, los
controles de cambio, precio y una política monetaria contractiva no dieron los
resultados esperados, en consecuencia, en abril de 1996, el gobierno de Caldera tuvo
que dar marcha atrás a su programa económico basado en los controles, y firmar un
nuevo acuerdo con el FMI, para adoptar un nuevo programa de ajustes denominado
Agenda Venezuela.
La Agenda Venezuela fue un programa de estabilización y reformas
estructurales, cuyo objetivo fundamental era restablecer los equilibrios
macroeconómicos básicos. La Agenda constituyó un regreso parcial al programa de
ajuste iniciado en 1989. De hecho, comprendía los mismos componentes del Gran
Viraje, pero con un diferente orden de prioridades. Ahora, el eje del PAE era el
ajuste fiscal, acompañado de reformas en el marco jurídico para regular el mercado
laboral, profundización de la privatización, apertura petrolera, reforma del sistema de
58
seguridad social, fortalecimiento del sistema financiero. Según Llambí, Duarte y
Zezza (2004), el segundo PAE incluyó:
i) La austeridad en el gasto público, aumento en los impuestos y un incremento en
el precio de la gasolina, para reducir el déficit fiscal.
ii) La eliminación del control de cambio y flotación del tipo de cambio dentro de un
sistema de bandas.
iii) La liberación de los precios.
iv) El retorno gradual a las tasas de interés positivas, con el objetivo de estimular el
ahorro interno y la entrada de capitales. Lo que incidiría en la reorientación de la
inversión de capital hacia las actividades más rentables, en el uso de los factores
de producción, la eliminación del racionamiento del crédito y la conformación de
mercados informales paralelos.
El segundo PAE logró desacelerar la tasa de inflación, recuperar las reservas
monetarias internacionales, estabilizar el tipo de cambio y disminuir las tasas de
interés (Casas, 1999). Sin embargo, según Miguel Rodríguez (2004), la falta de
ajuste fiscal estructural y la sobrevaluación de la tasa de cambio que se originó del
anclaje cambiario, no permitieron un crecimiento económico de la economía más allá
de un par de años, a pesar de los buenos precios petroleros.
En 1996, se presentó una contracción del PIB y del ingreso per-cápita, un
aumento sustancial del desempleo y una aceleración de la inflación al 103%. El año
1997 fue el único de crecimiento económico durante el gobierno de Caldera, gracias
a la expansión petrolera y de sus sectores conexos, además de un incremento del
gasto público, en un ambiente de competitividad de la tasa de cambio. En 1998, cayó
59
nuevamente el PIB y el ingreso per-cápita real. Por otro lado, el desempleo aumentó
al 12% y el sector informal termina por encima del 50% de la fuerza de trabajo
(Rodríguez, 2004).
Por esta razón, uno de los logros más importantes del programa fue la creación
del Fondo de Inversión y Estabilización Macroeconómica (FIEM). El objetivo del
FIEM era que sirviera como mecanismo de estabilización automático, para proteger
la economía de los inevitables shocks externos ocasionados por la volatilidad de los
precios petroleros y las tasas de interés en el mercado mundial (Llambí, Duarte y
Zezza, 2004).
Otro punto importante, poco mencionada en la Agenda Venezuela, fue lo
conocido como la política de Apertura Petrolera, que eran los programas petroleros
agrupados. Estos formaron parte sustancial del PAE de Caldera, aunque esta política
no se inició con este gobierno. Sin embargo, fue en éste donde alcanzó su mayor
despliegue. La Apertura Petrolera consistió principalmente, en abrir las puertas de la
industria petrolera al capital extranjero y en menor grado, al capital nacional, por
incapacidad financiera de éste (Padrón, 1999). Bajo la misma orientación del
programa de ajuste, la política de Apertura planteó para el sector petrolero la
transferencia del sector público al privado de actividades principales y
complementarias, de la industria petrolera nacionalizada en 1976. Acompañó a esta
política, una nueva visión de la relación del Estado venezolano con la OPEP y su
injerencia en el mercado mundial de hidrocarburos. Durante el gobierno de Caldera
se sostuvo que los precios internacionales del petróleo debían ser fijados por leyes
del mercado sin interferencia ni de gobiernos de países productores ni de los
60
consumidores. También se procedió a una expansión de la producción superando las
cuotas acordadas con la OPEP (López y Lander, 2000).
II.4.1. La Agenda del Sector Agrícola. La agricultura venezolana se ha desenvuelto en el marco de una gran crisis
del sistema financiero y la agudización de los desequilibrios macroeconómicos,
además de lograr coexistir entre los controles que se impusieron en 1994 con varias
de las reformas provenientes del segundo gobierno de Pérez. Algunas de las políticas
que afectaron a este sector en los primeros dos años del gobierno de Caldera fueron:
i) la intervención del Estado para fijar precios mínimos; ii) las maniobras
administrativas para retardar las importaciones y proteger la producción nacional; iii)
la cartera agrícola obligatoria de la banca comercial fue aumentada hasta el 17%,
pero no todos los bancos cumplieron la norma; iv) el control de precios internos se
instrumentó en combinación con el mantenimiento de la libertad para exportar
(Gutiérrez, 1997).
Para 1994, el PIBA cayó en 1,1%; a pesar de que la devaluación real y el alza
de los precios en los mercados internacionales, permitió una mejoría de los precios
reales recibidos por los productores y de la rentabilidad del sector. Sin embargo, el
obstáculo principal para aumentar la producción fue la dificultad del acceso al
crédito. Para 1995, el PIBA logró crecer un 0,3% (Gutiérrez, 1997).
Los resultados de los años 1994 y 1995, reflejan la crisis de la agricultura
venezolana, sobre todo aquella que sigue presentando problemas para adaptarse al
proceso de liberación de los mercados. En consecuencia, la agricultura venezolana
sigue sin encontrar el desarrollo sostenido. A los problemas del sector, según
61
Gutiérrez (1997), se le suman la ausencia de políticas claras, coherentes y eficaces
para apoyar el aparato productivo agroalimentario.
En el sector agrícola, el segundo PAE incentivó y orientó sus acciones hacia
la creación de una nueva institucionalidad a través de los consejos y comisiones
agrícolas y agroindustriales y los programas alimentarios para los estratos sociales de
menores ingresos. Sin embargo, el desarrollo de la Agenda Venezuela encontró
pocas alternativas, ante los efectos de la crisis financiera, la posición desplazante de
la apertura petrolera y la crisis asiática (Rojas, Rojas y Triana, 2002).
Para 1997, parecía imposible detener el proceso inflacionario, lo que
incrementaba peligrosamente las tasas de interés para la mayoría de los agricultores.
Muchos quebraron y tuvieron que liquidar sus activos a fin de pagar las deudas. Con
el objetivo de compensar a los perdedores del programa de ajuste, el gobierno de
Caldera, decidió mantener el subsidio a la gasolina, reformar al sistema de seguridad
social, y diseñar nuevas políticas compensatorias, entre ellos un Programa
Agroalimentario (PROAL), que equivalía a una red paralela de distribución de
alimentos subsidiada por el Estado, focalizada hacia los sectores en pobreza extrema
(Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
II.4.2. Las Estadísticas del Sector Rural. Para este periodo, la población venezolana continuó en crecimiento y
sobrepasó los veinte millones de habitantes, así mismo, la población rural aumentó a
18,63% para 1995, pero siguió con su tendencia a la baja en 1997 al registrar un
18,34% de la población total. Durante estos años, el ERA continuó cayendo, las
cifras registradas para 1995 y 1997 fueron 48,59% y 46,72% respectivamente. Por
62
otro lado, el ERNA para estos mismos años creció hasta el 51,41% y 53,28% de la
población rural ocupada11
Al seguir explorando las estadísticas para el sector rural en el gobierno de
Caldera, encontramos que el salario mínimo real de los trabajadores en Venezuela
disminuyó durante los tres primeros años de gobierno (1994-1996), mientras que en
los dos últimos (1997-1998) creció y el salario mínimo real para 1998 sobrepasó al
de 1994. Por otra parte, se encontró que el salario mínimo urbano fue superior al
rural durante este periodo, y el salario rural cayó en términos reales para 1996 en un
45,25% con respecto a 1993, sin embargo en los últimos dos años (1997-1998)
aumentó en un 63,4% y 49,6% con respecto al año 1996 y 1997 respectivamente
.
12
Por otro lado, el ingreso familiar promedio real se vio deteriorado durante
todo este periodo, cayó durante los primeros tres años de gobierno y creció durante
los dos últimos, sin embargo, este nunca llegó al mismo nivel que percibían las
familias en 1994. El ingreso familiar promedio urbano, también fue superior al rural.
.
II.5. Las Reformas Populistas del Gobierno Actual (1999-2004).
II.5.1. Antecedentes.
II.5.1.1. Un Balance de las Reformas en el Mercado. Las dos reformas de mercado (El Gran Viraje y la Agenda Venezuela) que se
aplicaron en el país desde el año 1989, demostraron tres puntos fundamentales, que 11 Fuente: Elaboración propia a partir de las tabulaciones especiales realizadas por CISOR a las Encuestas de Hogares desde 1975 hasta el 2001, para el IIES-UCAB. 12 Fuente: BOLPRIAVEN.
63
probablemente expliquen sus fracasos. Según Llambí, Duarte y Zezza (2004), el
primero de ellos fue la dependencia de los ingresos petroleros, ya que la inestabilidad
de los precios del petróleo, evidenció que las principales variables macroeconómicas
del país eran vulnerables a los mercados petroleros internacionales. En segundo
lugar, el llamado “goteo hacia los pobres” (trickle down) no funcionó, es decir, los
beneficios distributivos de los ajustes no llegaron a los sectores con menores
recursos. Por ello, los reformadores le otorgaron prioridad al diseño de políticas
compensatorias, dirigidas a minimizar los costos sociales de los ajustes, sin embargo,
la principal causa de la pobreza rural y urbana, fue la escasa capacidad de generación
de empleo en los diferentes sectores de la economía. Ese punto no fue tomado en
cuenta, dado que las reformas basadas en el mercado se centraron en las políticas
macroeconómicas y no atacaron de manera directa las fallas de mercado y las
deficiencias institucionales, por lo cuál no afrontaron las causas estructurales de la
pobreza y la desigual distribución de ingresos. El tercer punto, se debió al débil
consenso político y a la poca legitimidad social hacia las reformas. Las reformas
basadas en el mercado generaron resistencias al cambio en muchos sectores de la
economía, ya que se arrastró con ellos las costumbres de los años de la Siembra del
Petróleo. Este tercer punto se demuestra al observar que El Gran Viraje, no duró más
de tres años y La Agenda Venezuela tampoco, por lo cuál estas reformas, en gran
medida no fueron sostenibles.
II.5.1.2. Un Nuevo Gobierno… En 1998 llegó al poder un nuevo gobierno con el Presidente Hugo Rafael
Chávez Frías, representando el final de un viejo sistema de partidos políticos, y con
64
ello las bases del pacto de gobernabilidad que permitió durante cuarenta años una
relativa estabilidad social y política. El nuevo Presidente llegó bajo la promesa de un
retorno al crecimiento y a la estabilidad macroeconómica, además ofreció reformas
legales e institucionales para cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza. Por
ello, la prioridad del gobierno entrante fue el llamado a una Asamblea Constituyente
a fin de redactar una nueva Constitución, bajo el supuesto que esto dotaría al nuevo
programa de reformas suficiente legitimidad social y política.
En 1999 fue aprobada la nueva Constitución. En ese mismo año, fue reelecto
nuevamente Hugo Chávez como Presidente de la República por un período de seis
años, con opción a ser reelegido por otro período similar.
II.5.2. La Constitución de 1999. Revisando nuevamente el trabajo de Llambí, Duarte y Zezza (2004),
encontramos que en la Constitución de 1999 articuló un conjunto de principios que
deberían convertirse en la guía para la formulación de las nuevas reglas de juego y de
las decisiones de política que darían concreción a programa de reformas. Estos
autores identificaron algunos de los criterios fundamentales establecidos en el texto
constitucional, entre ellos tenemos:
i) El criterio de estabilidad en el diseño de las políticas macroeconómicas y la
autonomía del BCV para su logro. Esto se evidencia en los artículos 318 y 320 de
la Constitución de 1999.
ii) El federalismo en el diseño de las reformas del Estado. La Constitcuón en su
artículo 4, definió a la república bolivariana de Venezuela como un estado
Federal Descentralizado, y para complementar y afianzar este artículo se
65
establece en la Carta Magna los artículos 185, para la creación de un Consejo
Federal de Gobierno; 158, para reafirmar el proceso de descentralización iniciado
en 1988; 16, para la autonomía municipal y la descentralización político-
administrativa; y 164, donde otorga competencias a los Estados; además de una
disposición transitoria número 4, con el objeto de aprobar una Ley de Hacienda
Pública.
iii) Los derechos y la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones
públicas. Esta Constitución de 1999 otorgó un amplio conjunto de derechos
civiles, políticos, económicos, étnicos y ambientales a los ciudadanos, y sancionó
la creación de nuevas instituciones para la concreción de estos derechos. El
objetivo de esto, era restablecer la prioridad a la búsqueda de la equidad social en
la agenda de políticas públicas para superar las desigualdades existentes en la
sociedad venezolana.
iv) La seguridad alimentaria en el diseño de políticas agrícolas, para ello la
Asamblea Constituyente de 1999, le otorgó rango constitucional y los medios
para lograr el objetivo con el artículo 305.
v) Los derechos de propiedad de la tierra en el diseño de políticas agrarias, donde se
definió y garantizó en el artículo 115 e la Constitución de 1999, los derechos de
propiedad sobre las tierras agrícolas y se identificó en él los límites y medios para
lograr los objetivos de las políticas agrarias. Además en el artículo 37 se
identifica el latifundio como contrario al interés social.
II.5.3. Las Políticas Macroeconómicas y Sectoriales.
66
II.5.3.1. En Materia Fiscal…
Durante el inicio del actual programa de reformas la coyuntura de los precios
petroleros en el mercado internacional era desfavorable. Para 1997 se había iniciado
EL desplome de los precios del petróleo, y éstos continuaron decreciendo hasta la
mitad de 1999. Por año y medio se mantuvieron en alza, pero en el 2001 volvieron a
caer.
El objetivo del gobierno era restaurar el crecimiento y asignar más recursos a
los programas sociales, sin embargo para el primer semestre de 1999, se aplicó un
ajuste fiscal mediante la reducción del gasto público e incrementos de los impuestos.
Este ajuste duró poco. En el segundo semestre de 1999, ante el repunte de los precios
petroleros, el gobierno adoptó una política de gasto expansiva, más en concordancia
con los objetivos iniciales de su programa (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
El gobierno disponía de dos opciones, ante la volatilidad de los precios
petroleros, bien sea adoptar políticas pro-cíclicas, ajustando sus gastos a las
fluctuaciones en los ingresos, con el riesgo de caer en ciclos de inflación y recesión;
o adoptar políticas contra-cíclicas, manteniendo altos niveles de gasto cuando los
ingresos caen, con la posibilidad de traer consigo déficit fiscales y endeudamiento
externo e interno. Según Llambí, Duarte y Zezza (2004), las políticas adoptadas
durante los últimos cinco años han sido pro-cíclicas, siguiendo a las políticas
populistas de la década de los ochenta, lo que resultó en la profundización de los
desequilibrios macroeconómicos, en contraste con los objetivos de política
macroeconómica planteados en la Constitución de 1999.
67
Ante la caída de las reservas internacionales en 1998, se requirió del
financiamiento de las agencias multilaterales. A medida que se comenzaron a cerrar
las posibilidades de financiamiento del déficit con endeudamiento externo, el
gobierno dirigió su estrategia hacia el endeudamiento interno. Para el 2000, el
endeudamiento se incrementó en 53% en relación a 1999, y en 2001 aumentó 97% en
relación al 2000, sin embargo, el saldo de la deuda externa se mantuvo relativamente
constante (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
Por otra parte, los impuestos al consumo se convirtieron en una vía para
compensar los efectos de la caída del ingreso fiscal petrolero. También se retomó el
Impuesto al Débito Bancario (IDB), con el objetivo de financiar un creciente déficit
fiscal. Adicionalmente, en el 2001, el creciente déficit fiscal elevó más las
necesidades de financiamiento del gobierno y recurrió a una nueva fuente de ingresos
mediante la entrega de las utilidades cambiarias por parte del BCV al Ministerio de
Finanzas.
Entre noviembre 2000 y principios del 2002 la fuga de capitales representó
una caída de reservas de más de 8.000 millones de dólares, lo que conduciría
posteriormente a una nueva devaluación (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
II.5.3.2. En Materia Cambiaria…
A pesar de las críticas a los programas de reformas precedentes, que se
basaron en el mercado, el gobierno presidido por Hugo Chávez dio continuidad a la
política de anclaje de la tasa de cambio mediante un crawling peg. No obstante, la
tendencia a la sobrevaluación del tipo de cambio nominal continuó. La
sobrevaluación del bolívar desincentivó el crecimiento de los sectores transables no-
68
petroleros, como la agricultura, lo que redujo aún más su competitividad
internacional, e incrementó las importaciones de alimentos, contribuyendo a frenar la
inversión en los sectores productivos. No obstante, el alto volumen de reserva de
divisas continuó desempeñando una función determinante: la de válvula de escape
(Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
La fuga de capitales y el acelerado déficit fiscal, exigieron que el gobierno
incrementara las tasas de interés para finales del 2001, ocasionando un
endeudamiento creciente con la banca privada.
II.5.3.3. Las Políticas Agrícolas.
En el punto II.5.2., cuando realizamos un balance de la Constitución de 1999,
afirmamos que se otorgó rango prioritario a la seguridad alimentaria en el proyecto
nacional de desarrollo, lo que se tradujo en dos políticas diferenciadas: una para los
productos en los cuáles el país exhibe claras ventajas competitivas y comparativas; y
la segunda, para aquellos productos que experimentan mecanismos de competencia
desleal, que requería ser protegidos. Los primeros productos como por ejemplo arroz,
azúcar, café, cacao, ganadería, y pesca; fueron declarados prioritarios para acceder a
los fondos de crédito subsidiado del Estado. Y el incentivo para los productos que
requerían protección, eran las licencias y permisos de importación. En relación a
estos últimos, el objetivo era asegurar que la producción doméstica sea colocada en
los mercados nacionales a precios que compensen los costos de producción, antes de
permitir su importación (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
Las políticas de financiamiento preferencial para la agricultura fueron
reestablecidas en el marco del programa de reformas iniciado en 1999, con la Ley de
69
Crédito Agrícola del 2001 que trajo de vuelta la cartera agrícola a la banca privada,
además de crear un Fondo de Crédito Agrícola (FONDAFA), con el fin de canalizar
los recursos de la banca privada hacia los agricultores, aprovechando el apoyo
logístico de las oficinas regionales del Ministerio sectorial. El objetivo de
FONDAFA es otorgar créditos subsidiados a los agricultores. Créditos que
supuestamente incluyen un componente de asistencia técnica y un seguro de
cosechas, que son descontados automáticamente del monto de crédito acordado
(Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
En el 2001, la Ley de Crédito Agrícola decretó una cartera agrícola mínima
de 15% a la banca privada. Sin embargo, la Superintendencia de Bancos
(SUDEBAN), indicó que el porcentaje asignado para ese año fue apenas un 9%, lo
que representó un pequeño incremento en relación a la cartera crediticia que
voluntariamente la banca ya aportaba al sector que en 1997 era de un 6%. Para ese
mismo año, la tasa preferencial agrícola se estableció en un 60% de las tasas pasivas
que cobran los seis principales bancos del país para depósitos a 90 días.
Según Llambí, Duarte y Zezza (2004), a mediados del 2000 unos 12,250
agricultores se beneficiaron del programa social, principalmente a los agricultores de
productos considerados con ventajas (competitivas y comparativas), particularmente
a los productores de café y caña de azúcar. Por su parte, en el 2001, el programa para
los pequeños y medianos productores sólo benefició a unos 5,500 agricultores.
En el informe del Banco Mundial (2003), se concluyó que las asignaciones
crediticias de la mayoría de los programas implementados en este periodo por el
Estado no se basa en criterios de rentabilidad financiera, y que estas agencias del
70
Estado constituyen mecanismos redistributivos no transparentes. Por otra parte,
señaló que ninguna de las agencias crediticias agrícolas creadas por el Estado está
siendo actualmente supervisada por la SUDEBAN, por lo que sus estados de cuenta
no existen en la base de datos financiera del sistema.
En materia de generación y transferencia de tecnología a los agricultores, se
observa que luego del 2001, se creó con la Ley de Tierras tres agencias adscritas al
Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT): el Instituto Nacional de Tierras (INTI),
el Instituto Nacional de Desarrollo Rural (INDER), encargado de la infraestructura,
capacitación y extensión, y la Corporación Venezolana Agraria (CVA), encargada de
coordinar las políticas para el desarrollo del sector. A pesar que inicialmente se logró
una extensión del período del préstamo otorgado por el Banco Mundial, el gobierno
nacional gradualmente perdió interés en el Programa de Extensión Agrícola (PREA),
ante la ausencia de coordinación con los servicios de investigación aplicada del
Estado y su escaso impacto en la adopción de innovaciones técnicas por los
agricultores (Llambí, Duarte y Zezza, 2004).
Por otro lado, también a raíz de la aprobación del decreto-ley de Tierras, se
colapsó para el 2001 el Servicio Autónomo para la Seguridad Agropecuaria (SASA),
formalmente adscrito al ministerio sectorial, pero financiado y administrado
conjuntamente con los gremios de agricultores; ya que la mayoría de estos últimos
se enfrentaron abiertamente a las políticas del gobierno, resultando en su exclusión
de la administración de la agencia, y en la exclusión de sus afiliados de los servicios
que inicialmente el SASA les proporcionaba. En consecuencia, su capacidad para
proporcionar los controles sanitarios que regulan la movilización de los productos
71
animales, vegetales e insumos agrícolas al interior del territorio nacional, y en las
fronteras, ha resultado minimizada; lo que determina altos costos y retrasos por parte
de importadores y exportadores, deteriora las relaciones comerciales del país con sus
socios comerciales, y genera graves riesgos para la producción nacional (Llambí,
Duarte y Zezza, 2004).
En materia de infraestructura de riego a los agricultores, el ministerio
sectorial entre 1999 y 2000 intentó nuevamente la transferencia de la propiedad de
estos activos a los comités de riego. Sin embargo, este nuevo intento de devolución
de una valiosa infraestructura productiva a los agricultores fracasó debido a la escasa
asignación de fondos aportada por el gobierno nacional para el programa, debido al
déficit presupuestario que en esos años enfrentaba el gobierno (Llambí, Duarte y
Zezza, 2004).
II.5.3.4. Las Políticas Agrarias.
En noviembre del 2001 el Presidente Chávez, ante una Ley Habilitante que le
concedió la Asamblea Nacional, proclamó cuarenta y nueve decretos con fuerza de
ley, de los cuáles dos, el 1546 “Decreto-Ley de Tierras y Desarrollo Agrario” y el
decreto 1469 “Decreto-Ley de Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable
(ZEDES)”, crearon el marco jurídico de la política agraria del gobierno. A partir de
ambos decretos, la política agraria se convirtió en el objetivo prioritario en la agenda
de reformas para el sector agroalimentario. En ese mismo mes, el Tribunal Supremo
de Justicia (TSJ), atendiendo a una solicitud de los principales gremios empresariales
agropecuarios, declaró la nulidad de dos artículos del decreto 1546 por vulnerar los
72
derechos de propiedad garantizados en la Constitución de 1999 (Llambí, Duarte y
Zezza, 2004).
II.5.3.5. Las Políticas Territoriales.
Una vez más retomamos la Constitución de 1999, pero esta vez nos
dirigiremos al artículo que definió al Estado venezolano como federal y
descentralizado. Diversos artículos del texto constitucional especifican esta
definición mediante la delimitación de funciones de los diferentes niveles
territoriales de gobierno. En particular las políticas de reforma del Estado dirigidas a
transferir competencias desde el gobierno nacional hacia las gobernaciones de estado
y los gobiernos municipales fueron reafirmadas en el texto constitucional (Llambí,
Duarte y Zezza, 2004).
Debemos agregar, que no fue acatado el mandato constitucional de aprobar
leyes dirigidas a fortalecer el proceso de descentralización como la Ley de Hacienda
Pública Estadal, a pesar del plazo de un año otorgado a la Asamblea Nacional.
II.5.4. Resultados.
Según Llambí, Duarte y Zezza (2004), la Constitución de 1999 contiene
interesantes principios doctrinarios, pero es necesario una eficiente implementación:
i) el énfasis en las políticas macroeconómicas a la estabilidad monetaria, de precios y
al equilibrio fiscal; ii) el énfasis en la equidad social; y iii) el énfasis en la
participación ciudadana en la toma de decisiones públicas.
73
Adicionalmente al comportamiento pro-cíclico del gasto público, descrito
anteriormente, el actual gobierno se ha negado a devaluar la tasa de cambio debido a
sus impactos inflacionarios, por lo que nuevamente optó por la sobrevaluación,
reforzando la llamada “enfermedad holandesa”, trayendo como consecuencia un
mayor deterioro al desempeño de los sectores de producción de bienes transables, a
excepción del sector petrolero. A raíz de esto, el sector agroalimentario tuvo
incentivos a la importación de materias primas agrícolas y alimentos, así como
desincentivos a la exportación de productos agrícolas; e incentivos para la adopción
de un patrón tecnológico capital-intensivo, lo que incrementa los costos de
producción sin aumentar necesariamente los rendimientos, reduce el empleo
productivo, y genera externalidades negativas sobre el ambiente (Llambí, Duarte y
Zezza, 2004).
II.6. La Revolución Bolivariana La población venezolana continuó en este periodo incrementándose, a pesar
que la tasa de crecimiento anual, ha ido disminuyendo desde 1961, pasando del 4% a
3,4% en 1971, a 3,1% en 1981, a 2,5% en 1991 y a 2,3% para el año 2001. Este
crecimiento poblacional también se puede observar con el incremento en la densidad
de la población, donde se ha registrado desde 1873 mayor número de habitantes por
km2, en ese año era 1,9 hab./km2, para 1920 de 2,8 hab./km2, de 5,6 hab./km2 para
1950 y 25,7 hab./km2 en el 2001. Sin embargo, esto no indica que sea proporcional
en cada región del territorio nacional, ya que la realidad muestra que más de la mitad
74
de la población se concentra en el norte del país, producto de las migraciones rurales
a las principales ciudades, posterior a la aparición del petróleo. (Gráfico 1.a), b). c))
Gráfico 1. Población Total, Densidad y Crecimiento de la población (1873-2001).
Cuadro 1 Fuente: IIES-ULA.
En 1998, Venezuela sobrepasó la barrera de los veintiún millones de
habitantes, creciendo tanto la población urbana como la rural (Gráfico 1a), por lo
menos en términos absolutos. Pero si observamos ahora el Gráfico 2, encontramos
que en términos relativos no ha sido así, la tendencia indica una caída clara y
contundente de la población rural año tras año. Para 1940, la población rural
representaba el 60% de la población del país, y ya para 1950 se había reducido al
52,6%, para 1970 se redujo a 27,2%, en los noventa el censo registró un 15,9%,
mientras que para el 2001, se calculó un 12,9% de los habitantes del país pertenecían
a las áreas rurales.
1.A. Población Total por Área
0
5
10
15
20
25
1873
1881
1891
1920
1926
1936
1941
1950
1961
1971
1981
1990
2001
Año del Censo
Mill
ones
de
Hab
itan
tes
Población Total Urbano Rural
1.C. Tasa de Crecimiento Anual Geométrica (%)
2 1,1 0,42,1 1,7 2,8 3 4 3,4 3,1 2,32,5
1881
1891
1920
1926
1936
1941
1950
1961
1971
1981
1990
2001
Año del Censo
1.B. Densidad de la Población (Hab / Km2)
1,9 2,2 2,5 2,8 3,1 3,7 4,3 5,6 8,411,9
16,220,1
25,7
1873
1881
1891
1920
1926
1936
1941
1950
1961
1971
1981
1990
2001
Años del Censo
75
Gráfico 2. Porcentaje de la Población Rural en Venezuela (1936-2001)
0,0%
20,0%
40,0%
60,0%
80,0%
1936 1961 1981 1990 1997 2001
Fuente: IIES-ULA.
Desde un principio, se atribuyó la disminución de la población rural, a la
aparición del petróleo, siendo este el mayor causante de las migraciones a las
principales ciudades, donde los habitantes rurales iban en búsqueda de mejores
condiciones de vida. Sin embargo, esta situación no aparece de la nada, ya que viene
anidado a las políticas públicas aplicadas en los diferentes gobiernos de turno. Si
recordamos un poco, lo ya mencionado a lo largo de este capítulo, el petróleo se
convirtió desde su aparición en el ancla de la economía venezolana, y por ende en el
eje principal de todos los programas de gobierno. Un balance general del petróleo en
la economía de Venezuela, sería muy extenso y no es el objeto principal del estudio,
pero podríamos decir que este ha sido ambiguo, ya que si bien ha traído consigo
muchas bondades, no se puede negar que también arrastró consigo muchos males.
A continuación, se presenta una serie de gráficos, donde se analiza
brevemente algunas de las estadísticas económicas y sociales desde 1945, marcando
el inicio del periodo de la Siembra del Petróleo.
76
Gráfico 3. Índice del PIB Total y No Petrolero (1968-2001).
100%
55%
60%
65%
70%
75%
80%
85%
90%
95%
100%
105%
1968 1971 1974 1977 1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998 2001
Indice del PIB Total Percápita
PIB No Petrolero
Fuente: BCV, Base de Datos Agroalimentaria de BOLPRIAVEN
En el gráfico anterior observamos, que el PIB total cayó en términos reales de
manera marcada desde 1977 hasta 1985, luego comenzó a elevarse hasta el año 1989,
donde el gobierno de Pérez aplicó El Gran Viraje, y logró un nuevo crecimiento del
PIB y PIBNP real, sin embargo para 1992, comenzó a desplomarse nuevamente,
hasta que el gobierno de Caldera logró recuperarlo momentáneamente con el PAE,
La Agenda Venezuela. Y en estas condiciones recibió el país el gobierno de Chávez,
que con la llamada Revolución Bolivariana, se logró un aumento, pero sin embargo
para el 2001, no se llegó a los niveles de 1989, cuando Pérez recibió el poder, así
como tampoco ha llegado a los niveles posterior a la crisis financiera en el gobierno
de Caldera.
77
Gráfico 4. Tasa de crecimiento interanual promedio del PIB total, PIB
petrolero, PIB no petrolero y PIB agrícola.
-1,0%
0,0%
1,0%
2,0%
3,0%
4,0%
5,0%
6,0%
7,0%
1950-1983 1989-1993 1996-1998 1999-2001
PIB PIBNP PIB Petrolero PIB Agrícola
Fuente: BCV. En: Llambí, Duarte y Zezza (2004).
El gráfico 4, nos indica que en efecto el gobierno de Chávez, para el periodo
1998-2001, registró las menores tasas de crecimiento del PIB total (-0,02%), PIB
petrolero (-0,49%), PIBNP (0,17%) y PIB agrícola (0,97%), donde al compararlo con
los diferentes periodos que abarca el estudio, se encuentra que las diferencias son
relativamente grandes. En el gráfico 5, se observa la evolución del PIB agrícola per
cápita, donde es claro su tendencia a la baja a partir de 1993 hasta el 2001
78
Gráfico 5. PIB Agrícola per cápita 1992-2001 (Precios constantes de 1984)
Fuente CAVIDEA. En: Propuesta del sector agroindustrial para el desarrollo
agroalimentario venezolano, Febrero, 2004.
En los siguientes gráficos, se muestran varios indicadores de la economía
venezolana, donde se observa en el primero de ellos (gráfico 6), un aumento de la
deuda pública desde 1996, sin embargo es a partir de 1998 cuando la deuda pública
en bolívares superó a la deuda pública en dólares, esta brecha continuó aumentando
hasta el 2001 y con tendencia de ampliarse más. En el gráfico 7, se observa los
niveles de las reservas internacionales entre finales de 1999 y finales del 2001, y si se
analiza junto al gráfico 8 para ese mismo periodo, se consigue que el tipo de cambio
real fue muy superior al tipo de cambio nominal, en contraste a lo observado para
periodos anteriores.
79
Gráfico 6. Evolución de la Deuda Pública 1996-2004.
0%
20%
40%
60%
80%
100%
120%
140%
160%
180%
200%
1996 1997 1998 1999 2000 2001
Deuda Total en Dolares
Deuda Total en Bolívares
Fuente: BCV, en Base de Datos Agroalimentaria de BOLPRIAVEN
Gráfico 7. Nivel de Reservas Internacionales.
8.0009.000
10.00011.00012.00013.00014.00015.00016.00017.00018.00019.00020.00021.00022.00023.00024.00025.00026.00027.00028.000
Dic 9
4
Jun
Dic 9
5
Jun
Dic 9
6
Jun
Dic 9
7
Jun
Dic 9
8
Jun
Dic 9
9
Jun
Dic0
0
Jun
Dic0
1
Fuente: BCV, en Base de Datos Agroalimentaria de BOLPRIAVEN
80
Gráfico 8. Tipo de Cambio Real y Nominal (1980-2001).
0
2040
6080
100
120140
160180
20019
80
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
años
Bs./U
S$
Nominal
Real
0
200
400
600
800
1,000
1,200
1,400
1996
1997
1998
1999
2000
2001
años
Bs./U
S$
Nominal
Real
Fuente: BCV. En: Llambí, Duarte y Zezza (2004).
Gráfico 9. Tasa de Inflación 1990-2001.
0,0
50,0
100,0
150,0
200,0
250,0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001
Años
Índi
ce
IPC promedio % de variación
Fuente: BCV.
81
La tasa de inflación ha disminuido para el año 2001, después de las subidas a
partir de 1990, luego de implementarse El Gran Viraje; y duró hasta los inicios de la
Agenda Venezuela, en este trayecto el porcentaje de variación siempre ha estado por
encima del IPC, mientras que después de 1997, el IPC sigue incrementándose y la
tendencia no parece revertirse con las políticas existentes (Gráfico 9).
Gráfico 10. Gasto Público Real por Habitante (Bs. Año 2000)..
0,00
500.000,00
1.000.000,00
1.500.000,00
1995 1997 1999 2001
Fuente: Sistema Integrado de Indicadores para Venezuela (SISOV).
Gráfico 11. Gasto Social Real por Habitante (Bs. Año 2000).
0,00100.000,00200.000,00300.000,00400.000,00500.000,00
1995 1997 1999 2001
Fuente: SISOV.
El gráfico 10, indica que el gasto público real por habitante creció desde
1995, con caídas importantes en 1998 y 1999, sin embargo para el 2000 aumentó un
36,6% y para el 2001 un 4%. Por otro lado, se observa en el gráfico 11, que el gasto
82
social real por habitante aumentó significativamente con el gobierno de Chávez, ya
que para 1999 creció un 8,2%, en el 2000 un 32,2% y para el 2001 un 7%. Estas
variaciones giran en torno a los ingresos petroleros. En el siguiente gráfico se
observa la evolución del precio petrolero desde 1982 hasta el 2001.
Gráfico 12. Evolución Precios del Petróleo (US$/ Barril).
-
5,00
10,00
15,00
20,00
25,00
30,00
1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000
Fuente: BCV, en Base de Datos Agroalimentaria de BOLPRIAVEN
Ahora, tomando en cuenta todos los indicadores mostrados, se muestra una
vez más, que la economía del sector agrícola y rural, no son de relativa importancia
para la economía del país, sin embargo el PIB agrícola representa el 6,6% del PIB no
petrolero y el 4,86% del PIB total.
La poca atención al sector agrícola y particularmente al sector rural, se
evidencia con algunos indicadores sociales a lo largo de nuestro periodo de estudio,
ya que se reflejan un mayor impacto sobre las poblaciones rurales que en las urbanas.
El nivel de pobreza en el país ha ido incrementándose, sin embargo en las
áreas rurales, los niveles de pobreza y pobreza extrema son superiores a las áreas
urbanas (Gráfico 13). Para el 2001, no se tiene esa distinción, pero se presume que
continúe la tendencia arrastrada desde 1994, ante el descuido cada día más grande
83
hacia el sector rural venezolano. Los niveles de ingresos de los hogares rurales son
menores que los recibidos por los hogares urbanos, la misma tendencia refleja los
salarios mínimos reales urbano y rural.
Gráfico 13. Evolución de la pobreza e indigencia en Venezuela.
Fuente: CEPAL. En: Llambí, Duarte y Zezza (2004).
Gráfico 14. Ingreso Familiar Promedio Real 1984-199 (Año Base 1984).
0
1.000
2.000
3.000
4.000
5.000
6.000
Bol
ívar
es
Total Urbano Rural
Fuente: OCEI, Encuesta de Hogares, Base de Datos Agroalimentaria BOLPRIAVEN
84
Gráfico 15. Evolución de lo Salarios Mínimos a Precios de 1985 por Área.
Salario Mínimo a Precios de 1985 por Área (1985-2001)
300
400
500
600
700
800
900
1.000
1.100
1.200
1.300
1.400
1.500
1.600
1985 1988 1991 1994 1997 2000
Urbano Rural
Bolívares por Mes
Fuente: OCEI, Encuesta de Hogares, Base de Datos Agroalimentaria BOLPRIAVEN
Estas estadísticas del país y del sector rural, producto de los diferentes
programas de gobierno, nos ubica la realidad de bondades y males que se arrastran al
año 2001. Recuérdese que las políticas públicas aplicadas en el periodo, van
alterando gradualmente los incentivos de los agentes rurales, con respecto a su
participación en el ERA o en el ERNA, así como su decisión de mantenerse o no en
las áreas rurales o migrar a las ciudades.
Hay que agregar que la protección a la agricultura, no necesariamente incide
positivamente en el desarrollo de las zonas rurales, ya que generalmente beneficia a
grandes productores, y por otro lado no es la única actividad económica que se
realiza. El ERNA en los últimos años ha ido en aumento, en contraste con el ERA.
85
En los siguientes gráficos, se observa la evolución del ERNA, donde va
aumentando desde 1975, y logra superar al empleo rural agrícola en 1995, y a partir
de entonces la tendencia indica que seguirá así. El ERA por su parte ha disminuido
radicalmente, sin embargo dentro de todas las actividades económicas sigue siendo la
que tiene mayor participación. Dentro del ERNA, se encuentra que la principal
actividad para 1982, era proveniente del sector industria, sin embargo el sector detal
lo desplaza, y sigue creciendo con el tiempo. Adicionalmente, se encuentra que el
sector intermediación se ha mantenido constante en el tiempo.
Gráfico 16. Participación en el ERA y en el ERNA.
0,00%10,00%20,00%30,00%40,00%50,00%60,00%70,00%
1975
1988
1992
1997
2000
Años
Part
icip
ació
n (%
)
ERAERNA
Fuente: Encuesta de Hogares por Muestreo (INE), tabulaciones de CISOR.
86
Gráfico 17. Participación en el ERA y en las Actividades del ERNA13
0,00%10,00%20,00%30,00%40,00%50,00%60,00%70,00%
1975
1982
1988
1990
1992
1995
1997
1999
2000
2001
Años
Part
icip
ació
n (%
)
ERAIndustriaIntermediaciónDetalServicios
.
Fuente: Encuesta de Hogares por Muestreo (INE), tabulaciones de CISOR.
Se tiene para Venezuela que el IRNA representa alrededor del 59% de los
ingresos del sector rural para el año 2001, lo que permite inferir sobre la importancia
del ERNA en el desarrollo de las áreas rurales, así como en el proceso de integración
con las economías urbanas.
Por último, se recuerda que este capítulo nos muestra el contexto
demográfico, económico, político y social de Venezuela, para entender de mejor
manera la situación del sector rural, así como el comportamiento de los agentes
rurales. En el siguiente capítulo se explicará el modelo conceptual y econométrico,
para estimar los determinantes del ERNA y del IRNA en Venezuela para el año
2001, además de realizar un análisis descriptivo de la Encuesta de Hogares por
Muestreo correspondiente al primer semestre del año 2001.
13 Ver anexo A.1., con las definiciones correspondientes a las actividades económicas pertenecientes al ERNA para la Encuesta de Hogares por Muestreo, primer semestre 2001 (INE).
87
CAPITULO III. MODELO CONCEPTUAL PARA EL ANÁLISIS
DE LOS DETERMINANTES DE LA PARTICIPACIÓN EN EL
ERNA.
III.1. El Modelo de Oferta Laboral.
La decisión de participar en el mercado laboral, independientemente del sector
donde actúe el individuo, tiene como finalidad la búsqueda de la maximización de la
utilidad de quien tome la decisión. El principal problema que se planea el individuo
es la incorporación o no al mercado de trabajo, esto es función de: la discrepancia
entre el salario de mercado y el salario de reserva (costo de oportunidad de salir a
trabajar, es decir, el costo en el que el individuo es indiferente entre trabajar o no), los
incentivos que afrontan los hogares, en especial los retornos relativos y los riesgos
agrícolas y no agrícolas y la capacidad del hogar para realizar esas actividades que se
manifiestan en el acceso a bienes públicos y privados (Anderson-Schaffner, 2000).
Una vez asumida la decisión de trabajar, el individuo tiene el control sobre su
nivel de ingresos, dado que el tamaño de este depende no solo de decisiones de
donde, cuando y cuanto trabajar, sino también en como distribuir y usar
eficientemente su tiempo entre actividades de obtención de ganancias, de producción
familiar y recreativas o de ocio (Campbell et al, 1999).
88
En el modelo neoclásico estándar de oferta laboral, el individuo decide la
combinación óptima de trabajo y ocio para maximizar su función de utilidad, sujeto a
una serie de restricciones en la disponibilidad de tiempo e ingresos. El problema del
agente económico rural puede expresarse de la siguiente manera (Berndt, 1991),
(Campbell et al, 1999), (CEPAL, 2003) y (Killingsworth, 1983):
Max U(C, L) (1)
Sujeto a: A*wa + N*wn + O = p*C (2)
y A + N + L = T (3)
En la ecuación (1), U representa la función de utilidad, la cual depende
positivamente del consumo (C) y el tiempo de ocio (L). En las ecuaciones de
restricción (2) y (3), A representa el tiempo que el individuo ocupa en las actividades
agropecuarias, N es el tiempo dedicado a las actividades no agropecuarias (de
mercado), O representa otros ingresos no laborales, wa es el salario en el empleo
agropecuario, wn es el salario en el ERNA, p es un índice de precios del consumo y T
es la dotación total de tiempo disponible. Para resolver este problema, se obtiene
primero la expresión para C a partir de la ecuación (2), mientras que la expresión para
L se obtiene de (3). Sustituyendo en (1) se tiene el problema equivalente sin
restricciones:
Max U [(1/p)*(A*wa + N*wn + O), T-A-N ] (4)
Asumiendo que U satisface los requisitos de concavidad necesarios, las
condiciones de primer orden que caracterizan la solución de (4) son:
UL / UC = wa / p (5)
UL / UC = wn / p (6)
89
donde UL es la utilidad marginal del ocio y UC es la utilidad marginal del consumo.
Así, las ecuaciones (5) y (6) implican que el salario real en el ERNA es igual al
salario real en las actividades agropecuarias, y ambos son iguales a la tasa marginal
de sustitución de ocio por consumo. Éste es uno de los resultados estándar de la teoría
neoclásica.
Véase, sin embargo, que (5) y (6) implican la existencia de un mercado laboral
de libre competencia y perfecta información. Es por ello que en este caso las tasas
salariales se igualan entre distintos sectores: si, por ejemplo, el salario real fuese
mayor en el ERNA, la libre movilidad del trabajo implícita en el modelo neoclásico
permitiría que una parte de la fuerza laboral empleada en la agricultura se desplazara
a las actividades no agropecuarias hasta restablecer el equilibrio. También puede
tratarse de que la tecnología de producción sea diferente entre sectores y por lo tanto
los salarios reales serán disímiles. En este caso, características específicas del
trabajador pueden ser determinantes de su participación en cada sector.
En la práctica existen motivos para creer que la estructura laboral rural en
Venezuela se caracteriza por la imperfección de la información y la presencia de
barreras a la entrada en los sectores mejor remunerados. Por lo tanto, los salarios no
se determinan por completo en concordancia con las libres fuerzas de la oferta y la
demanda, sino que son función de una serie de características inherentes a las
regiones y los individuos. En particular, se puede proponer que:
wa = f (demo, edu, activos) (7)
wn = g (demo, edu, activos) (8)
90
Lo que las ecuaciones (7) y (8) expresan es el hecho de que el salario en las
distintas actividades es función de una serie de variables demográficas (como sexo,
edad, pertenencia a grupos étnicos, etc.), educativas (saber leer y escribir, años de
escolaridad, título universitario, etc.) y de posesión de activos productivos. Dado que
la participación resulta influida por los salarios existentes, también ésta dependerá de
los factores antes mencionados, por lo que se tiene que:
Part. en ERNA = h (wn) = z (demo, edu, activos) (9)
La motivación que tienen los hogares para dedicarse a actividades rurales no
agrícolas se explica por: i) factores de demanda activos, tales como ganar ingresos
más altos a través de mejores retornos en el sector no agrícola con relación al sector
agrícola y ii) factores de oferta, como son riesgos del manejo agrícola o restricciones
de tierra y falta de mercados de seguros, consumo y crédito de insumos. Estos
hogares se dedican al empleo no agrícola para aliviar la variación intra-anual en
ingresos y consumo, para aumentar el ingreso y aliviar la pobreza, para manejar el
riesgo y lidiar con cambios drásticos de ingreso y para financiar inversiones en el
terreno, en capital humano y otros bienes (Reardon et al, 2001b).
La demanda de empleo no agrícola al nivel de empresas es una función de los
precios relativos de los diversos insumos, los retornos a la producción generados por
el empleo y el capital semi-fijo de la empresa (de Janvry y Sadoulet, 1995). La
demanda agregada (digamos en una economía local) por empleo no agrícola se
formará por las condiciones de formación de empresas no agrícolas que utilizan
fuerza laboral (ya sea pequeñas empresas “autoempleadas” en hogares o empresas
locales en pueblos rurales).
91
En general, dejando a un lado el tamaño de la fuerza laboral demandada por
las empresas locales no agrícolas, la demanda de empleo es una función de la
demanda de bienes y servicios del sector no agrícola. La demanda proviene de: i) los
productores locales del sector primario (demanda de insumos tales como implementos
agrícolas); ii) consumidores locales (demanda por bienes y servicios no agrícolas); iii)
demanda de factores, bienes intermedios y finales por parte de productores y
consumidores no locales (urbanos y extranjeros) (Reardon et al, 2001b).
Según la teoría estándar de la demanda para bienes finales, sabemos que
cualquier cosa que incremente el ingreso de consumidores provocará un
desplazamiento hacia la derecha de la curva de la demanda para bienes no inferiores;
un desplazamiento análogo ocurre con las ganancias brutas de los productores para
bienes intermedios y finales. Este razonamiento es la base simple para los conceptos
de vínculos de producción y vínculos de consumo entre dos sectores (Reardon et al,
2001b). El ejemplo usual (Mellor, 1976) es el de crecimiento agrícola que lleva a un
aumento en bienes y servicios locales no agrícolas por un incremento en rendimiento
e ingreso agrícola, induciendo a cambios en la demanda a través de estos dos tipos de
vínculos.
Sin embargo, como discutimos atrás, cualquier “motor” que aumente el
rendimiento y el ingreso de un sector o subsector determinado puede inducir,
mediante estos vínculos, a reducir el crecimiento de la demanda hacia la producción
local no agrícola. Ese motor no tiene que ser local tampoco; sólo tiene que haber una
conexión (caminos) entre la fuente de demanda y las empresas locales no agrícolas.
92
III.2. Modelo Econométrico.
El modelo presenta dos ecuaciones principales: la ecuación de participación y
la ecuación de ingresos. En el primer caso se emplea un método de regresión
conocido como Probit por máxima verosimilitud. Para la ecuación de ingresos se
emplea el método de corrección de muestra de Heckman en dos etapas.
En esta sección no se pretende exponer una presentación exhaustiva de la
teoría econométrica subyacente en los modelos antes citados. Por el contrario, el
objetivo es discutir la razón por la que se hace uso de ellos en lugar del tradicional
Método de Mínimos Cuadrados Ordinarios (MCO).
III.2.1. Ecuación de Participación.
Para estimar la participación en el ERNA utilizaremos un modelo probit por
máxima verosimilitud, que se utilizan normalmente en modelos de corte transversal,
cuya variable dependiente es binaria, es decir, el individuo puede tomar la decisión de
participar en el ERNA (en este caso y i =1) o si se abstiene de hacerlo (y i =0). La
elección de cada individuo es función de una serie de características personales, entre
las que se incluyen el sexo, la edad y el nivel de educación. Estas son las variables
explicativas, las cuales se denotan mediante la matriz (X). Para poder estimar la
probabilidad (P), en función de las variables explicativas (X), se necesita de una
función F tal que:
Prob (y1 =1) = F (Xi δ) (1)
Prob (y1 =0) = 1- F (Xi δ) (2)
93
En un modelo probit la función de distribución de probabilidad toma la forma
de una función de distribución normal. Una transformación normal estándar restringe
el rango para que solo tome valores entre cero y uno.
Si se estima el modelo y = Xδ + v usando una regresión por MCO, el cuál se
conoce con el nombre de modelo probabilidad lineal, se presentarán los siguientes
problemas:
i) Valores fuera del rango (0,1), lo cual no tiene ninguna lógica desde el punto de
vista de la teoría de probabilidad.
ii) Heterocedasticidad.
iii) Los residuales no se distribuyen de forma normal, por lo tanto no hay eficiencia,
es decir, minimización de varianza a medida que el tamaño de muestra aumenta.
Para resolver estos problemas se asume que hay una variable latente, no
observable, y i*, que determina el valor de la variable dicotomica que observamos:
iy = {1 si *iy > 0; 0 en otro caso
La cuál genera un modelo probit:
prob ( )1iy = = prob ( )* 0iy > = prob ( )0i iX δ ε+ > = prob ( )i iXε δ> −
= prob i
iXε ε
ε δσ σ
> −
Y por simetría:
Prob ( )1iy = = prob iiX
ε ε
ε δσ σ
<
= iX
ε
δσ
Φ
94
También:
Prob ( )0 1i iy Xε
δσ
= = − Φ
Si se tiene un proceso de muestreo iid, la función de máxima verosimilitud
será el producto de las probabilidades correspondientes a cada observación. Si
tenemos n observaciones y yi = 0para las primeras m de ellas y y i =1 para las últimas
n-m, la función de verosimilitud estará dada por:
1
1
1ii yyn
i iI
L X Xε ε
δ δσ σ
−
=
= Φ − Φ
∏
Una visión más detallada del modelo así como del procedimiento de
estimación se expone en Greene (2003), Long (1997) y Wooldridge (2002). En este
caso, la estimación se realizó usando el paquete estadístico STATA 8.0.
III.2.2. Ecuación de Ingreso.
El propósito de esta ecuación es conocer las variables que explican el monto
de los ingresos percibidos por los trabajadores rurales. De esta forma es posible
determinar, entre otras cosas, los rendimientos económicos de la educación, las
ventajas pecuniarias de participar en el ERNA y los diferenciales de ingreso entre
hombres y mujeres.
El problema, es que un número importante de individuos decide no trabajar,
esto genera que el ingreso de estos individuos no sea observable. En la terminología
técnica, este caso recibe el nombre de modelo con observaciones censuradas. En tal
95
situación, la estimación por MCO no es la solución adecuada, como se verá a
continuación.
Para emplear el método de MCO con observaciones censuradas existen dos
posibilidades. En la primera, se eliminan todos los casos para los cuales no existe
información disponible y se corre la regresión usando únicamente las observaciones
en donde el ingreso se reporta. La segunda es suponer que el ingreso de quienes no
participan en actividad alguna es igual a cero. A primera vista estas soluciones
parecen lógicas, pero sus dificultades ocultas hacen que los resultados de la
estimación sean sesgados e inconsistentes.
El problema con la primera opción es que se pierde una gran cantidad de
información que podría ser de utilidad ya que, aún cuando no se conoce el ingreso de
las personas eliminadas, sí se sabe cuáles son sus características demográficas,
sociales y de educación. Peor aún, es probable que se trate de un caso de selección de
muestra, es decir, que la decisión de no trabajar, no ocurre de manera aleatoria, sino
que se encuentra sistemáticamente correlacionada con las características particulares
de cada persona. En este caso, los estimadores de MCO se vuelven inconsistentes.
La segunda opción tiene el inconveniente de que asume implícitamente que
aquellos que no trabajan tienen un salario de reserva igual a cero. En la práctica,
existen múltiples ejemplos de personas que deciden no trabajar a pesar de que si lo
hicieran ganarían sueldos muy por encima de cero (salario de reserva). Como
consecuencia, en esta situación los estimadores de MCO dejan de ser insesgados.
La solución consiste en construir una función de verosimilitud que tome en
cuenta el hecho de que existe censura en la variable dependiente. Por ejemplo, De
96
Janvry y Sadoulet (2001), estiman la ecuación de ingreso para los ejidos de México
usando un modelo Tobit tipo I. Sin embargo, esto tiene la desventaja de que no se
considera la posibilidad de que exista un problema de selección de muestra. Para
corregir este error potencialmente grave, la ecuación que se presenta en este
documento se obtuvo usando el método de estimación de Heckman en dos etapas.
En la primera etapa se estimó una ecuación probit por máxima verosimilitud
para conocer los determinantes de la participación en el mercado laboral. Hay que
hacer notar que, a diferencia de la ecuación de participación, en esta ecuación probit
la variable dependiente toma los valores:
Yi = 0 para quienes no trabajan
Yi = 1 para quienes trabajan
Se considera que quienes trabajan son todas las personas que participan en las
actividades agrícolas así como las que se dedican al ERNA asalariado y de
autoempleo. Como variables explicativas se usaron algunas variables demográficas y
de educación, las cuales se detallan en la sección de resultados. A partir del modelo
probit se calculó el factor conocido como “razón de Mills”. Ésta es básicamente una
variable adicional que permite corregir el error de selección de muestra en la segunda
etapa del procedimiento (véase Heckman, 1979, Greene, 2003, y Wooldridge, 2002
para un tratamiento formal). La segunda parte del procedimiento consistió en correr
una regresión por MCO usando el logaritmo del ingreso por hora como variable
dependiente. Se eliminó el problema de endogeneidad generado cuando el número de
horas, es decir, el ERNA se incluye en el conjunto de variables explicativas y un
conjunto de características demográficas, educativas, geográficas y económicas,
97
además de la razón de Mills, como variables independientes. La razón de Mills
corrige por el problema de selección y el valor ajustado del ERNA por endogeneidad.
La lista detallada aparece en la sección de resultados. Como en el caso de la ecuación
de participación, el modelo de ingreso se estimó usando el paquete estadístico
STATA 8.0.
III.3. Datos y Tabulaciones.
Para realizar la estimación empírica del modelo se utilizó la Encuesta de
Hogares por Muestreo (no tabulada) del INE correspondiente al primer semestre del
año 2001.
La Encuesta de Hogares por Muestreo realizada por el INE es nacionalmente
representativa y ha sido elaborada 2 veces al año a partir del año 1967. El objetivo
fundamental de la Encuesta de Hogares es determinar las características
socioeconómicas y sociodemográficas de la fuerza de trabajo, junto con la mención
coyuntural de las variaciones internas del mercado de trabajo venezolano. Mediante
entrevistas directas a una muestra de hogares seleccionados de forma aleatoria
(aproximadamente 22.000 hogares), la encuesta presenta una cobertura horizontal
abarcando la totalidad de la población residente en el país y una cobertura vertical
clasificando los indicadores según el sexo, los grupos de edad, la rama de actividad
económica, los grupos de ocupación, etc.
Las estimaciones econométricas se realizaron con el programa Stata8.0,
utilizándose la información correspondiente al registro de personas, hogares y
viviendas de la Encuesta de Hogares conformado aproximadamente por 100
98
preguntas y un total de 115.400 personas entrevistadas, sin embargo después del
procesamiento de los datos se manejó un total de 20.315 personas que representan en
el sector rural venezolano.
Algunas de las variables que se utilizaron se tomaron directamente de la
encuesta como es el caso de la edad (edad), teléfono (teléfono), electricidad
(eléctrico), asistencia a la escuela (eduasist) y agua (agua), sin embargo otras
tuvieron que ser construidas en base a la información contenida en la Encuesta, tal es
el caso de las variables: Empleo Rural No Agrícola (erna), generada a partir del
dominio que determina el área para la cuál se obtiene una estimación separada a la
que pertenece el individuo y la rama de actividad económica en la que el individuo
participa, la variable empleo (empleo), que se generó a partir de lo que hizo el
individuo la semana anterior a la encuesta, educación (ebasica, ediv, etsu, euniv),
generadas a partir de la variable de nivel educativo, y las variables dicotómicas jefe
del hogar (jefehog), construida a partir de la variable parentesco, estado conyugal
(solo), definida por la situación conyugal del individuo, los que están solos abarcan a
los individuos solteros, viudos y divorciados; la variable sexo (hombre) definida a
partir del sexo de la persona, esto nos ayuda a entender más claramente los resultados
de las estimaciones. Y las variables horas mensuales trabajadas (horasmen) se
consideró las horas semanales trabajadas por el individuo, multiplicadas por el
número de semanas que tiene un (1) mes (4 semanas), ingreso mensual por hora
(ingphmen) generada a partir de la variables el ingreso total obtenido por el individuo
durante el último mes entre las horas trabajadas mensuales y por último, la variable
logarítmica ingreso por hora mensual (logingphmen) que nos da una mejor
99
aproximación de los resultados. Los logaritmos en las variables suelen dar una
interpretación de los coeficientes más atractivas, en este caso nos presenta una
semielasticidad de las variables respecto al ingreso, además cuando la variable
dependiente es una cantidad en valor monetario positiva suele utilizarse el logaritmo.
También es importante destacar que el logaritmo reduce el margen de la variable,
haciendo que las estimaciones sean menos sensibles a las observaciones aberrantes
sobre las variables dependiente o independientes.
III.3.1 Información utilizada para estimar la ecuación de participación.
A continuación se presentan una serie de tabulaciones que relacionan algunas
de estas variables con la decisión de participación de los individuos rurales en el
ERNA, utilizando la muestra del estudio proveniente de la Encuesta de Hogares del
primer semestre del año 2001.
Cuadro 3. Jefe del Hogar y Participación en el ERNA.
Jefe del Hogar No Participa ERNA Total
Jefe Hogar 1.106 (25,42 %)
3.245 (74,58 %) 4.351
Otro 10.870 (68,09 %)
5.094 (31,91 %) 15.964
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de individuos correspondientes su parentesco dentro del hogar que participan o no en el ERNA.
En el cuadro 3, se observa que los jefes de hogares tienen un porcentaje muy
alto de participación en el ERNA (74,58%) en relación a los jefes de hogares que no
participan, esto se puede explicar ya que los jefes de los hogares tienen la necesidad
100
de buscar otras fuentes de ingresos más productivas que las ofrecidas por el empleo
agrícola.
Cuadro 4. Género y participación en el ERNA.
SEXO No Participa ERNA
Masculino 5.197 (43,40%)
4.652 (55,79%)
Femenino 6.779 (56,60%)
3.687 (44,21%)
Total 11.976 8.339
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de individuos que participan o no en el ERNA correspondientes al sexo.
Como se aprecia en el cuadro 4, el número de hombres que participan en el
ERNA es menor al de los que no participan (4.652 vs. 5.197), además se observa que
entre los que participan en el ERNA diferenciando por el sexo de los individuos, los
hombres tienen el porcentaje más alto en las actividades fuera de la agricultura
(55,79%) en comparación con las mujeres (44,21%).
Cuadro 5.Género del Jefe de Hogar y participación en el ERNA.
Jefe del Hogar Masculino Femenino Total
Jefe Hogar 2.429 (74,85%)
816 (25,15%) 3.245
Otro 2.223 (43,64%)
2871 (56,36%) 5.094
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de individuos correspondientes al parentesco dentro del hogar según el sexo de los individuos que participan en el ERNA.
101
En el cuadro 5, se aprecia la población que participa en el ERNA, los jefes de
hogares en su mayoría son hombres (74,85%), en comparación a las mujeres
(25,15%). Esto se puede contrastar diciendo que los jefes de hogares del sexo
masculino en el sector rural son los que más participan en el ERNA.
Cuadro 6.1. Nivel Educativo y participación en el ERNA.
Nivel Educativo No Participa ERNA Total
Sin Nivel 2.797 (91,04%)
275 (8,96%) 3.072
Preescolar 1.084 (98,91%)
12 (1,09%) 1.096
Básica 6.458 (59,37%)
4.419 (40,63%) 10.877
Media Diversificada y Profesional 1.082 (35,22%)
1.990 (64,78%) 3.072
Técnico Superior Universitario 187 (24,57%)
574 (75,43%) 761
Universitario 368 (25,61%)
1.069 (74,39%) 1.437
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de individuos correspondientes a cada nivel educativo que participan o no en el ERNA.
Como se aprecia en el cuadro 6.1, a mayor nivel educativo el porcentaje de
individuos que participan en el ERNA es mayor que el porcentaje de los individuos
que no participan, esto se cumple a partir del nivel medio diversificado y profesional.
Mientras que, en los niveles más bajos de educación sucede todo lo contrario, el
porcentaje de individuos que no participan en el ERNA es mayor a los que participan.
Una posible explicación de estos resultados, la encontramos en la teoría del capital
humano, pues a mayor nivel educativo el costo de oportunidad de no participar en el
mercado laboral que ofrezca mejores oportunidades de ingresos se hace mayor.
102
Además, debe considerarse que los requerimientos de mercado en el ERNA cada vez
son más exigentes en al percepción de personal calificado.
Cuadro 6.2. Nivel Educativo y participación en el ERNA.
Nivel Educativo No Participa ERNA
Sin Nivel 2.797 (23,35%)
275 (3,29%)
Preescolar 1.084 (9,05%)
12 (0,14%)
Básica 6.458 (53,92%)
4.419 (52,99%)
Media Diversificada y Profesional 1.082 (9,03%)
1.990 (23,86%)
Técnico Superior Universitario 187 (1,56%)
574 (6,88%)
Universitario 368 (3,11%)
1.069 (12,18%)
Total 11.976 8.339
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de individuos que participan o no en el ERNA correspondientes a cada nivel educativo.
Por otro lado, como se observa en el cuadro 6.2, entre los individuos que
participan en el ERNA, la mayor tasa de participación corresponde a los individuos
cuyo nivel educativo es educación básica, esto debido a que la mayoría de la
población rural se encuentra ubicada en dicho renglón. En segundo lugar se
encuentran los individuos con un nivel de media diversificada y profesional, seguidas
por el nivel universitario con un porcentaje de participación de 12,18%. De esta
misma forma, se aprecia como a partir del nivel básico y a medida que se incrementa
el nivel educativo, el porcentaje de individuos que participan en el ERNA va
disminuyendo, al igual que el porcentaje de individuos que no participan, es
importante destacar que la disminución del porcentaje de individuos que no
103
participan en el ERNA es mucho más fuerte que el descenso que se experimenta en la
tasa de participación del ERNA.
Cuadro 7. Situación Conyugal y participación en el ERNA.
Situación Conyugal No Participa ERNA Total
Casados y Unidos 7.666 (61,21%)
4.858 (38,79 %) 12.524
Solo 4.310 (55,32%)
3.481 (44,68%) 7.791
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de individuos correspondientes a cada estado conyugal que participan o no en el ERNA.
Se muestra en la cuadro 7, que el porcentaje de individuos que están casados
unidos y participan en el ERNA es menor al de aquellos que están casados y unidos y
no participan. Mientras que los individuos con un estado conyugal clasificado como
(solo) la tasa de participación en el ERNA es menor a la de aquellos que no
participan.
Cuadro 8.Edad y participación en el ERNA.
EDAD No Participa ERNA Total
0-15 7.114 (98,31%)
122 (1,68%) 7.236
16-30 2.438 (44,09%)
3.092 (55,91) 5.530
31-45 794 (20,47%)
3.085 (79,53%) 3.879
46-60 681 (29,79%)
1.605 (70,21%) 2.286
61-75 680 (64,89%)
368 (35,11%) 1.048
> 75 269 (80,06%)
67 (19,94%) 336
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de individuos correspondientes a cada intervalo de edad que participan o no en el ERNA.
104
En el cuadro 8, se observa a medida que aumenta la edad de los individuos el
porcentaje de individuos que participan en el ERNA es mayor, esto ocurre a partir del
grupo de los 15 años hasta 60 años, siendo el grupo de los 31 años hasta los 45 el
rango que mayor tasa de participación tiene, hay que tomar en cuenta que a medida
que aumenta la edad de los individuos la tasa de participación va disminuyendo, con
esta observación se puede decir que a medida que el individuo esta en la edad plena
de trabajar lo hace más en el ERNA y ha medida que envejece se dedica a otras
actividades.
III.3.2 Información Utilizada para estimar la ecuación de ingresos.
Cuadro 9. Relación entre el Género y el IRNA.
Sexo/Bs./h 0-2000 2001-4000 4001-6000 6001-8000 8001-10000 >10000
Femenino 9.457
(52,73%) 408
(40,16%) 96
(39,51%) 34
(39,51%) 12
(41,38%) 13
(31,71%)
Masculino 8.477
(47,27%) 608
(59,84%) 147
(60,49%) 35
(50,72%) 17
(58,62%) 28
(68,29%) Total 17.934 1.016 243 69 29 41
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de mujeres y hombres correspondientes a cada nivel de ingreso.
En el cuadro 9, se observa que 17.934 personas (88,28%) de la población rural
reciben ingresos entre Bs. 0-2000 por hora, en este nivel de ingresos el número de
mujeres (52,73%) es superior al de hombres (47,27%). Sin embargo, se observa que
en los siguientes niveles de ingresos superiores a 2000Bs./h existe una recompensa
pecuniaria por pertenecer al género masculino.
105
Cuadro 10. Relación entre Nivel educativo y el IRNA.
0-2000 2001-4000 4001-6000 6001-8000 8001-10000 >10000
Sin Nivel 1.708
(9,52%) 24
(2,36%) 2
(0,82%) 2
(2,90%) -
(0,00%) 2
(4,88%)
Preescolar 1.093
(6,09%) 2
(0,20%) -
(0,00%) -
(0,00%) -
(0,00%) -
(0,00%)
Básica 9.950
(55,48%) 322
(31,69%) 64
(26,34%) 22
(31,88%) 14
(48,28%) 12
(29,27%) Media
Diversificada y Profesional
2.557 (14,26%)
253 (24,90%)
39 (16,05%)
11 (15,94%)
2 (6,90%)
3 (7,32%)
Técnico Superior
Universitario 527
(2,94%) 133
(13,09%) 23
(9,47%) 5
(7,25%) 3
(10,34%) 3
(7,32%)
Universitario 814
(4,54%) 282
(27,76%) 115
(47,33%) 29
(42,03%) 10
(34,48%) 21
(51,22%) Total 17.934 1.016 243 69 29 41
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de cada nivel educativo correspondiente a cada nivel de ingreso.
En el cuadro 10, se puede apreciar que a medida que aumenta el nivel
educativo de los individuos el ingreso va en aumento, tal es el caso de los individuos
que lograron alcanzar un nivel educativo universitario, su participación dentro de los
niveles de ingreso va en aumento a partir de el estrato de 4.000 Bs./h. En el caso de
los individuos que tienen un nivel de educación básica, a medida que va aumentando
el ingreso, su participación dentro de un determinado nivel fluctúa sin una tendencia
clara del comportamiento de los ingresos de los individuos para este nivel educativo
entre el 31% y el 48%, se observa también que los individuos que poseen un nivel
educativo de media diversificada y profesional, tienen un incremento de los ingresos
a partir del estrato de 4.000 Bs./h, sin embargo, a partir de este nivel de ingresos se
106
observa una caída en su participación., tal es el caso de los individuos que poseen un
título de Técnico Superior Universitario.
Cuadro 11. Relación entre Situación Conyugal y el IRNA.
0-2000 2001-4000 4001-6000 6001-8000 8001-10000 >10000
Casado 2.972
(16,57%) 483
(47,54%) 129
(53,09%) 31
(44,93%) 19
(65,52%) 14
(34,15%)
Unido 2.629
(14,66%) 215
(21,16%) 34
(13,99%) 10
(14,49%) -
(0,00%) 7
(17,07%)
Solo 6.883
(38,38%) 318
(31,30%) 80
(32,92%) 28
(40,58%) 10
(34,48%) 20
(48,78%) Total 17.934 1.016 243 69 29 41
Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo primer semestre 2001 Nota: Entre paréntesis se muestra el porcentaje de la situación conyugal del individuo correspondiente a cada nivel de ingreso.
En el cuadro 11, se observa que aquellos individuos que están casados tienden
a percibir ingresos más altos respecto a los otros estados de situación conyugal, estar
casado presenta un mayor numero de individuos en casi todo los niveles de ingreso,
exceptuando el nivel de más de 10.000 Bs./h donde el hecho de estar solo es mayor a
los restantes estados conyugales, estar solo presenta un porcentaje de participación
creciente a partir de el estrato de Bs./h 2.000 – 4.000, sin embargo, en casi todos los
niveles de ingreso es superado por aquellos individuos que están casados.
107
CAPITULO IV. RESULTADOS.
IV.1. Ecuación De Participación.
IV. 1.1 Estimación del Modelo De Participación para la Muestra Total. Cuadro 12. Modelo probit para la muestra total.
Variable Dependiente: Participación en el ERNA.
Variables
Explicativas Coeficiente Z P> z
Jefehog 0,342777 10,19 0,000
Sexo ( Hombre=1) 0,573280 23,08 0,000
Edad 0,203961 60,88 0,000
Edad2 -0,002362 -57,02 0,000
Solo 0,123606 5,03 0,000
Ebasica 0,404430 7,77 0,000
Ediv 0,736251 12,69 0,000
Etsu 0,917011 12,08 0,000
Euniv 0,820758 12,4 0,000
Agua -0,149532 -6,22 0,000
Teléfono 0,105391 3,93 0,000
Eléctrico -0,224725 -2,58 0,010
Constante -4,109369 -31,84 0,000
Number of obs = 20.315
LR chi2 (12) = 12.097,48
Prob> chi2 = 0,0000
Pseudo R2 = 0,4398
108
IV.2.2. Análisis.
La estimación de la probabilidad de participación en el ERNA para la muestra
completa arrojó los siguientes resultados:
El coeficiente positivo sobre la variable jefehog, estadísticamente
significativa, indica que la probabilidad de que los individuos participen en el ERNA
es mayor cuando cumple el rol de jefe del hogar, rol que verdaderamente involucra
mayores responsabilidades familiares y económicas.
El coeficiente positivo de la variable hombre, también estadísticamente
significativo, indica que ser hombre aumenta la posibilidad de participación en
actividades no agrícolas en relación a las actividades agropecuarias, es decir los
hombres gravitan hacia las actividades fuera del predio agrícola.
La misma situación se repite para la variable edad, igualmente significativa
estadísticamente, indicando que a mayor edad la probabilidad de participación en
actividades no agrícolas es mayor, aunque cabe decir, que si bien es cierto que a
mayor edad la probabilidad de participación se incrementa, lo hace a una tasa
decreciente, pues al agregar la variable edad2 en la estimación probit se obtiene un
coeficiente negativo. Este resultado nos permite constatar que existe una relación en
forma de U invertida entre la probabilidad de participación y la edad, es decir, el ser
mayor esta asociado en un principio con un incremento pero luego con una reducción
de la participación.
En cuanto a la variable dummy solo, que define la situación conyugal del
individuo presenta un coeficiente positivo y es estadísticamente significativa, y
manteniendo todos los demás factores constantes, a medida que los individuos del
109
sector rural estén solteros aumenta su probabilidad de participación en el ERNA,
como consecuencia de que los individuos solteros o divorciados generalmente deben
asumir el rol de jefes de hogar, y como tal tienen que destinar su tiempo en
actividades que les generen ingresos mas productivos.
Los coeficientes positivos sobre las variables ebasica, ediv, etsu y euniv,
estadísticamente significativas, indican que manteniendo todos los factores constantes
“ceteris paribus”, a medida que aumentan los años de educación, la probabilidad de
participación en actividades no agrícolas aumenta. Resultado que confirma lo que se
había argumentado anteriormente en los cuadros donde se relaciona nivel educativo y
ERNA. Dejando claro que, el nivel educativo de los individuos rurales es uno de los
determinantes de la decisión de la participación en actividades no agrícolas, pues
mientras más alto sea su nivel educativo el costo de oportunidad de utilizar su tiempo
en actividades menos productivas es bastante alto.
La variable agua, muestra un coeficiente negativo y es estadísticamente
significativa, indica que a medida que los hogares rurales cuenten con un sistema
adecuado de distribución de agua puede influir en la posibilidad de que los
individuos no participen en el ERNA. Así mismo, la variable teléfono nos muestra un
coeficiente positivo y es estadísticamente significativa, indica que a medida que los
hogares rurales poseen línea telefónica la probabilidad de participación en actividades
no agrícolas aumenta, por lo que se puede definir como una variable que tienes
efectos benéficos sobre la participación. La variable eléctrico, tiene un coeficiente
negativo y es estadísticamente significativa en nuestro modelo, poseer servicio
eléctrico en el hogar no aumenta la probabilidad de la participación en el ERNA. El
110
signo del coeficiente de la variable teléfono, es el que se esperaba en un primer
momento, sin embargo, para la variable eléctrico y agua el signo es contrario al
esperado.
En este tipo de modelos las pruebas F no son utilizadas, ya que se trata de un
modelo no lineal y estimado por máxima verosimilitud. Por esto suele utilizarse
pruebas de razón de verosimilitud o Test de Wald para evaluar las hipótesis de
interés.
Finalmente, se obtuvo un Pseudo R2 de 43,98% valor muy bueno como
bondad de ajuste al tratarse de regresiones de corte transversal. Según el test de Wald,
que es un test para comprobar la validez de una hipótesis planteada, se puede
considerar el modelo globalmente significativo por el hecho de que varios de los
coeficientes del modelo son estadísticamente significativos, de esta forma el Test de
Wald no rechazará el modelo dada que la H0= 0. La hipótesis planteada en el modelo
es que el ERNA está explicado por variables como: sexo, edad, educación, situación
conyugal, infraestructura productiva, etc. Así mismo, nos muestra el estadístico de la
prueba de razón de verosimilitud (likelihood ratio test), la hipótesis nula de
heterocedasticidad se rechazó.
Posteriormente, se realizó la misma estimación pero utilizando una expansión
de la muestra, elaborada con el peso que cada persona representa dentro de la misma.
Se obtuvo así una muestra de 3.197.961 personas que residen en las áreas rurales de
Venezuela.
Los resultados alcanzados a partir de la expansión de la muestra que a
continuación se exponen manifiestan, una vez más las mismas deducciones obtenidas
111
anteriormente. Tanto los signos de los coeficientes como el valor de los mismos no
presentaron cambios significativos.
Cuadro 13. Modelo Probit con expansión de la muestra
Variable Dependiente: Participación en el ERNA.
Variables
Explicativas Coeficiente z P> z
Jefehog 0,4060716 9,39 0,000
Sexo ( Hombre=1) 0,6201129 17,71 0,000
Edad 0,2201357 45,21 0,000
Edad2 -0,0025776 -40,72 0,000
Solo 0,1698191 5,37 0,000
Ebasica 0,4004739 5,26 0,000
Ediv 0,6838684 8,21 0,000
Etsu 0,9911124 9,18 0,000
Euniv 0,7834712 8,37 0,000
Agua -0,1732247 -4,29 0,000
Teléfono 0,1094946 2,81 0,005
Eléctrico -0,2106392 -2,34 0,020
Constante -4,362302 -27,24 0,000
Number of obs = 20,315
Number of strata = 1
Number of PSUs = 20.315
Population size 3.197.961
F (12, 20.301) = 275,18
Prob> F = 0,000
112
IV. 3. Ecuación de Ingreso.
IV.3.1. Análisis de la Primera Etapa de la Estimación.
La primera etapa de la estimación de la ecuación de ingreso consistió en correr
un modelo probit para obtener la razón de Mills, el cuál fue añadido como un regresor
para corregir el efecto de selección de muestra. Los resultados del modelo Probit
aparecen en el cuadro A-2. Como variables independientes se usaron las
demográficas, educación y acceso a infraestructura.
Los coeficientes obtenidos en esta primera etapa confirman los resultados
obtenidos para el caso previo de participación en el ERNA: los jefes de hogares y los
hombres participan en el mercado laboral con mayor probabilidad. Por el contrario, y
es un caso extraño que esta ecuación presenta en las variables referentes al nivel
educativo coeficientes negativos y a medida que el nivel educativo aumenta, la
probabilidad de participar en el mercado laboral aumenta, a pesar de que los
coeficientes siguen siendo negativos. Como era de esperarse, asistir a la escuela limita
las posibilidades de participación en el ERNA, La única variable que resulta no
significativa estadísticamente es el teléfono.
Hay que recordar que para los propósitos del modelo probit se consideran
participantes a todos los que trabajan, ya sea en el ERNA o en las actividades
agropecuarias. Es por ello, los resultados del cuadro A.2 son de poco interés para
nuestros fines. Su objetivo es corregir el posible sesgo generado por los problemas de
auto selección en la muestra utilizada.
113
Antes de pasar a la ecuación del ingreso, en la segunda etapa de la estimación,
vale la pena destacar que en el modelo probit se incluyeron las siguientes variables
identificadoras: jefe del hogar y asistencia a la escuela. El hecho de que estas
variables no se incluyan en la segunda etapa del procedimiento, garantiza la
identificación del modelo y restringe la posibilidad de que existan combinaciones
lineales entre las variables explicativas y el término de la razón de Mills, además con
esto se busca reducir la probabilidad de que exista un problema de multicolinealidad
en la regresión.
IV.3.2. Análisis de la Segunda Etapa de la Estimación.
La estimación de la ecuación de ingreso presenta los siguientes resultados:
La variable hombre, presenta un coeficiente positivo y estadísticamente
significativo e indica que el hecho de ser hombre aumenta el ingreso de los individuos
en 39,95%.
El coeficiente positivo para la variable edad, indica que mientras aumenta el
número de años se incrementan los ingresos de los individuos en el sector rural,
cuando se incluye la variable edad2, presenta un coeficiente muy cercano a cero lo
que significa que el efecto de la edad sobre el ingreso de los individuos es
básicamente lineal y positivo. Ambas variables son estadísticamente significativas.
Los resultados en cuanto a la edad sugieren que existen rendimientos positivos
por la adquisición de capital humano a través de la acumulación de experiencia,
probablemente del tipo de aprendizaje por la práctica (vale destacar, que el capital
114
humano no se adquiere por vía de la educación, el único efecto que se mide es la
edad) en el mercado de trabajo.
Los resultados obtenidos sobre las variable solo, muestra un coeficiente
positivo y es estadísticamente significativa. Esto explica que estar divorciado, soltero
o viudo incrementa el ingreso por hora mensual que obtiene el individuo.
El nivel educativo de los individuos sugiere que a medida que es mayor, el
ingreso de los individuos aumenta en proporciones bien diferenciadas en cada uno de
los niveles medidos, esta afirmación se comprueba revisando los resultados obtenidos
en la estimación, los coeficientes ediv, etsu y euniv son todos positivos y crecientes a
medida que el nivel educativo es mayor, mientras el coeficiente de la variable ebasica
es negativo, por lo que tener un nivel educativo de básica no incrementa el ingreso de
los individuos, además de que las variables son significativas estadísticamente.
La infraestructura (agua, teléfono, electricidad) que puedan tener en sus
hogares los individuos del sector rural, va a generar similares resultados en cuanto al
signo de sus coeficientes y su significancia estadística. Las variables agua, eléctrico y
teléfono presentan coeficientes positivos y son estadísticamente significativas, lo que
quiere decir que tener agua, electricidad y teléfono en el hogar incrementa el ingreso
por hora del individuo.
La variable erna, la principal razón para promover la generación del empleo
rural no agrícola en las zonas rurales es el mayor ingreso que se percibe en estas
actividades. Los resultados de la estimación confirman este argumento: el coeficiente
de la variable erna es positivo y a su vez es estadísticamente significativo.
115
Es importante entender la razón por la que los individuos participan en este
tipo de actividades. La ecuación de regresión muestra el efecto de las variables como
educación, edad y género. De esta forma los coeficientes obtenidos nos muestran el
efecto de participar en actividades distintas a las agrícolas en las áreas rurales. Los
procesos de producción secundarios y terciarios requieren de conocimientos y
habilidades superiores al nivel empleado en labores agrícolas. Por esta razón, los
trabajadores que participan en el ERNA pueden ser más productivos y mejor
remunerados que los empleados agropecuarios.
La Razón de Mills, nos muestra un coeficiente negativo y no estadísticamente
significativo. Lo que quiere decir que en la muestra utilizada no existen problemas de
selección.
El modelo observa a 19.384 individuos, de los cuales 8.456 son observaciones
censuradas y el resto observaciones no censuradas, presenta un estadístico de Wald de
115.072,16. Esta prueba avala la significancia global del modelo.
116
Cuadro 14. Segunda etapa de la Estimación de la Ecuación de Ingresos. Método
de Heckman.
Variable Dependiente: Log ingreso por hora mensual.
Variables
Explicativas Coeficiente Z P> z
Sexo ( Hombre=1) 0,3995001 14,83 0,000
Edad 0,2670376 69,99 0,000
Edad2 -0,0026776 -52,68 0,000
Solo 0,8163491 20,52 0,000
Ebasica -0,1708505 -3,27 0,001
Ediv 0,3213935 5,45 0,000
Etsu 0,6868865 9,3 0,000
Euniv 0,6392177 10,27 0,000
Agua 0,1740682 8,37 0,000
Teléfono 0,1283822 5,04 0,000
Eléctrico 0,1675583 2 0,045
ERNA 3,061583 62,75 0,000
Constante -3,026747 -30,65 0,000
Mills -,050055 -,86 0,391
Number of obs = 19.384
Censored obs = 8.456
Uncensored obs = 10.928
Wald Chi2 (23) = 115.072,16
Prob> chi2 = 0,000
117
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
En un mundo de certidumbre absoluta, donde existen mercados perfectos para
todos los activos, las decisiones de participación laboral tienden a estar motivadas por
los salarios relativos. Sin embargo, los mercados en el sector rural venezolano no son
perfectos, vienen determinados por una serie de políticas públicas o programas de
gobierno vinculantes en el mercado laboral rural. Las políticas generan las
condiciones de mercado en el sector rural, que estimulan e incentivan a los diferentes
actores a participar en actividades más productivas
Para Venezuela, se observó que a partir de la siembre del petróleo, la
economía ha girado en torno al sector petrolero, dejando así al margen al sector
agrícola, beneficiando al sector urbano y perjudicando al sector rural. Los problemas
de acceso al crédito, legalidad y distribución de tierras, entre otros, han sido
combatidas durante los diferentes periodos, mediante una serie de políticas guiadas a
fortalecer el sector agrícola en las áreas rurales, que vienen con las mejores
intenciones, pero terminan siendo políticas proteccionistas que perjudican en mayor
grado al sector. Sumado a ello, las políticas macroeconómicas van en función a la
necesidad del sector petrolero, produciendo así, una constante contradicción entre el
resto de las políticas aplicadas y las políticas agrícolas.
En la Constitución de 1999, se observa una serie de artículos que protegen y
buscan desarrollar al sector agrícola y rural, sin embargo, la tardanza en aprobar las
leyes para los diferentes organismos e instituciones agrícolas y rurales, permiten que
118
el sector rural continúe sin un marco jurídico que brinde seguridad, respaldo y
garantías a los agentes rurales. La incertidumbre en que viven los individuos en el
sector rural, alteran su comportamiento e influyen en su decisión de participar o no en
el ERNA.
Los individuos del sector rural han ido aumentando su participación en
actividades no agrícolas. De acuerdo con los indicadores de fuerza de trabajo del INE
y como se analizó en el capitulo II, para el año 2001 la tasa promedio de participación
en actividades no agrícolas se ubico en aproximadamente 56%, esto no solo
evidencia la tendencia sostenida de la incorporación de los individuos a las
actividades no agrícolas, sino también el ritmo acelerado en que aumenta dicha tasa
de participación. Es importante destacar, que debido al incremento del ERNA, el
ingreso de los individuos se ha diversificado y representa aproximadamente 59% del
ingreso rural, lo que suma importancia a las actividades productivas del sector. Sin
embargo, los responsables de elaborar las políticas siguen orientando sus directrices y
acciones en materia de desarrollo rural esencialmente hacia el sector agrícola, sin
tomar en cuenta los encadenamientos que este genera (comercio de insumos,
agroindustria, transportistas, minería, talleres mecánicos, entre otros).
Analizando qué induce a los individuos que viven en el sector rural
venezolano a dedicarse mas a actividades no agrícolas y menos a las actividades
agrícolas, se estimó la probabilidad de participación en el ERNA en función de ciertas
variables explicativas, resultando todas ellas estadísticamente significativas,
identificándose como determinantes de la participación en el ERNA los siguientes:
119
educación, edad, sexo, las variables dicotomicas jefe del hogar y situación conyugal y
el acceso a la infraestructura.
En general, se ha demostrado que efectivamente es mas probable que los
individuos rurales participen en actividades no agrícolas cuando cumple el rol de jefe
del hogar, el hecho de ser hombre, un nivel educativo mas alto, estar solo, si su edad
es mayor y si posee teléfono en casa y, en menor medida, cuando posee acceso al
servicio de agua y a la electricidad.
El hecho de ser hombre, de estar solo, tener un nivel educativo más alto y
tener mayor edad aumenta las probabilidades de participación en el ERNA, y también
existirá un premio económico por el hecho de participar en las actividades no
agrícolas que se desarrollan en el sector. Existen rendimientos pecuniarios crecientes
para la educación en las actividades productivas del sector rural.
A pesar de que el acceso a la infraestructura en el caso del servicio eléctrico y
el agua disminuyen la probabilidad de participar en el ERNA, estos servicios están
asociados a mayores ingresos. El teléfono aumenta la probabilidad de participación en
actividades no agropecuarias y como los otros servicios esta asociado a un mayor
nivel de ingreso. En general, las condiciones de vida rurales mejoran cuando la
población tiene acceso a una mejor infraestructura y servicios públicos.
Una vez observados los factores demográficos, de infraestructura y educación,
se comprobó que en efecto existe un premio económico por participar en el ERNA,
debido a que se considera que estas actividades ofrecen salarios mayores y más
productivos que los que pueden ofrecer las actividades agrícolas.
120
Para finalizar, las políticas públicas generan ciertas condiciones de mercado
en el sector rural venezolano, que estimulan a que la estructura de incentivos de los
actores que participan en el sector, presente cambios importantes con respecto a la
decisión de participar o no en las actividades no agropecuarias. El ERNA, genera
ingresos mayores para los individuos que participan en estas actividades, la razón
puede ser, que los procesos de producción de estas actividades requieren
conocimientos y habilidades superiores al nivel empleado en las labores agrícolas.
Por esto, los trabajadores que participen en el ERNA pueden ser más productivos y
mejor remunerados que los empleados agropecuarios.
Ya revisados y analizados los resultados de este estudio, sugerimos para la
implementación de las políticas y programas una serie de acciones que tendrán como
objetivo incentivar el desarrollo del ERNA:
• Las políticas hacia el sector rural deben estar orientadas tanto al desarrollo de
los incentivos que estimulan la participación de los individuos en empleos no
agrícolas, como las capacidades de los individuos para responder a dichas
señales.
• Por ende, además del fomento de los motores del Empleo no agrícola, los
programas educativos deben considerarse como prioritarios en las políticas de
desarrollo rural.
• Tratar de eliminar el sesgo agrícola que caracteriza a las política de desarrollo
rural, de modo que los esfuerzos de desarrollo rural fomenten la creación de
vínculos de producción y servicios entre los motores de crecimiento (sean o
no agrícolas) y la economía local.
121
• Asumir un tratamiento diferenciado de las zonas rurales más ricas de las más
pobres, dado que los perfiles de las economía rurales de diferentes
localidades, se encuentran en distintos estadios que hace imposible que una
política pueda tener los mismos efectos sobre cierta localidad.
• Las políticas de desarrollo agropecuario también deben y pueden promover el
ERNA. Esto debido a los vínculos que existen entre las actividades
agropecuarias y las actividades no agrícolas. Como señalamos antes no se
puede lograr la modernización del sector agrícola sin el desarrollo de la propia
actividad primaria, sino también de los sectores que se vinculan con el sector
característico de la agricultura moderna (industriales, comerciales y servicios).
• Finalmente, el gobierno puede contribuir a maximizar los beneficios privados
y sociales del ERNA mejorando la calidad de la educación y el acceso a la
infraestructura de los individuos, determinantes que operan a favor del
fortalecimiento del ERNA y que tendrán un impacto favorable para el
desarrollo y promoción del Empleo y el Ingreso Rural no Agrícola.
122
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130
ANEXOS
A.1. Definiciones del INE de las actividades económicas, en la Encuesta de
Hogares por Muestreo, primer semestre 2001.
i) Actividades agrícolas: producción agrícola y pecuaria, servicios agropecuarios,
silvicultura, extracción de madera, pesca.
ii) Industria: explotación de minas y canteras, producción y explotación de
hidrocarburos, extracción de minerales, industrias manufactureras, empresas de
electricidad, gas y agua, construcción.
iii) Intermediación: comercio al por mayor, transporte, almacenamiento,
comunicaciones, empresas financieras y de seguros, empresas de bienes inmuebles,
servicios a las empresas (excepto alquiler de maquinarias y equipos).
iv) Detal: comercio al por menor; restaurantes, establecimientos de comida, hoteles y
pensiones; servicios personales y domésticos.
v) Servicios sociales y comunales: administración pública y defensa, institutos
autónomos, gobierno local, servicios de saneamiento, educación, salud, investigación,
asociaciones gremiales, cultura y recreación, servicios de reparación y limpieza,
organismos internacionales y diplomáticos.
131
Cuadro A.2. Primera etapa de la Estimación de la ecuación de ingresos. Modelo
Probit
Variable Dependiente: Participación en el Mercado Laboral (empleo)
Variables
Explicativas Coeficiente Z P> z
Jefehog ,750794 23,61 0,000
Sexo ( Hombre=1) ,464770 21,95 0,000
Edad -,015591 -5,34 0,000
Edad2 -,0001533 -4,36 0,000
Solo -,656530 -30,28 0,000
Eduasist -,314324 -21,65 0,000
Ebasica -1,148157 -31,28 0,000
Ediv -,925562 -20,06 0,000
Etsu -,811650 -12,49 0,000
Euniv -,617334 -11,14 0,000
Agua ,044696 2,14 0,033
Teléfono -,015944 -,69 0,496
Eléctrico -,198440 -2,63 0,009
Constante 1,683914 17,56 0,000
Number of obs = 19.384
LR chi2 (13) = 6.262,17
Prob> chi2 = 0,0000
Pseudo R2 = 0,2358
132
Cuadro A.3. Factores determinantes de acceso a ERNA y de niveles de IRNA en
10 países de América Latina.
Brasil Chile Colombia Ecuador El Salvador Honduras Mexico Nicaragua Perú Venezuela
GéneroEducaciónEdadTamaño del hogarExperiencia migratoriaTierraMaquinariaPertenencia a etnia indígenaCréditoLocalización regionalProximidad a centros urbanosElectricidadGéneroEducaciónEdadTamaño del hogarTierraMaquinariaPertenencia a etnia indígenaCréditoLocalización regionalProximidad a centros urbanosElectricidad
Det
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