CÁNCER COLORRECTAL:
EL IMPACTO DE LOS HÁBITOS
ALIMENTARIOS
COLORECTAL CANCER:
THE IMPACT OF EATING HABITS
Grado de Nutrición Humana y Dietética
TRABAJO FIN DE GRADO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD Y DEL DEPORTE
AUTORA: Laura Serrano Luna
TUTOR: José Puzo Foncillas
Resumen…………………………………………………………………..……………………………………………….…………..1
1. Justificación………………………………………………………………………….……………………………………3
2. Introducción………………………………………………………………………….…………………………………..5
2.1. ¿Qué es el cáncer?..................................................................................................5
2.2. ¿Cómo se detecta?..................................................................................................5
2.3. Epidemiología………………………………………………….………………..…………………………………6
2.4. Prevención………………………………………………………….………………..……………………………..7
2.5. ¿Qué son los hábitos alimentarios?........................................................................7
2.6. ¿En qué consisten?..................................................................................................8
2.7. Importancia de los patrones dietéticos en el Cáncer Colorrectal (CCR)…..………..….8
2.8. Dieta occidental………………………………………………………………………………………………….10
3. Objetivos………………………………………………………………………………………………………..………….13
4. Material y métodos…………………………………………………………………………………….……………..15
5. Influencia del consumo de carnes rojas……………………………………………………………………..17
6. Influencia del consumo de fibra…………………………………………………………………………………23
7. Influencia de la microbiota y la respuesta inmune contra el cáncer…………………………..33
7.1. La microbiota………………………………………………………………………………………………………33
7.2. Interacción entre la dieta y la respuesta inmune.………………………………………………..39
8. Influencia de los micronutrientes en el CCR………………………………………………….……………45
9. Conclusiones……………………………………………………………………………………………………………..51
10. Bibliografía…………………………………………………………………………………………………………………53
1
Resumen
El cáncer colorrectal (CCR) representa la tercera causa de muerte por cáncer en el mundo.
En las últimas décadas se ha detectado un creciente interés en evaluar el impacto de los factores
ambientales ligados al estilo de vida “occidental” (incluida la dieta) en la patogénesis de este tipo de
cáncer.
El presente trabajo ha tenido en como objetivo revisar las evidencias más recientes acerca de una
posible asociación entre los hábitos alimentarios que caracterizan a la población occidental y la
incidencia creciente de casos de este tipo de cáncer.
De la revisión efectuada se desprende que una dieta rica en productos procesados, como la carne
roja y procesada, aumenta el estado proinflamatorio y se asocia con el desarrollo del CCR, en cambio
un patrón alimentario en el que predominen los productos de origen vegetal y ricos en fibra tienen
un efecto protector en el desarrollo del CCR. Los resultados acerca de los micronutrientes no son
concluyentes pero un consumo adecuado de ellos puede tener un efecto quimiopreventivo del
desarrollo del CCR. La micriobiota tiene un gran papel en la respuesta inmune y la inflamación, esta
varía según los patrones alimentarios, una dieta rica en fibra nos aporta una mayor variabilidad en
las comunidades bacterianas y aporta antioxidantes que eliminan los radicales libres y reducen el
estrés oxidativo.
“Causal inference requires data like the hypothetical data, but all we can ever expect to have is real
world data”. Causal inference, Miguel Hernan.
Key words: “cancer”, “colorectal cancer”, “eating habits”, “eating habits and colorectal cancer”,
“influence of eating habits in the development of colon cancer”
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3
1. Justificación
Recientes investigaciones sugieren que el patrón dietético conocido como "dieta occidental"
constituye un factor ambiental determinante en la creciente prevalencia de cáncer de colon
observada en el mundo occidental. El propósito de este trabajo es analizar las evidencias más
recientes que sustentan esta afirmación.
Entre las mujeres el tumor más frecuente es el de mama, con 22.747 nuevos casos en 2015, seguido
del colorrectal (16.677). En cambio, entre los hombres el de próstata es el más común, con 33.370
nuevos casos, seguido del colorrectal (24.764).(1)
(1)
(1)
Por ello, este es un gran campo de investigación para los profesionales de la nutrición, puesto que,
están muy relacionados los patrones dietéticos, los hábitos alimentarios y la alimentación de los
pacientes, que padecen cáncer colorrectal, con sus mejorías, tanto a nivel digestivo como de calidad
de vida.
4
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2. Introducción
2.1. ¿Qué es el cáncer?
El cáncer es una enfermedad del crecimiento celular anormal. Todas las células en crecimiento pasan
a través de una serie de eventos estrictamente regulados denominado ciclo celular, donde la mayoría
de las estructuras celulares se duplican. Al final del ciclo, una célula se divide en dos "células hijas",
cada una de ellas recibe una copia de la duplicidad de estructuras. Las estructuras más importantes
que se duplican son los genes que rigen todas las actividades celulares. A veces, sin embargo, surge
una mutación en uno o más genes, resultando en la innecesaria duplicación celular y, en última
instancia, la pérdida de control de crecimiento: una transformación maligna. Este es el inicio de
cáncer.(2)
El cáncer colorrectal (CCR) es el cáncer de colon. Las células del colon y el recto se vuelven anormales
y pierden características definitorias de las células intestinales normales y su capacidad para dividirse
de forma controlada. Estas células crecen rápidamente y forman tumores.
Carcinoma:un tipo de cáncer derivado de las células epiteliales, es el tipo de célula más común
encontrado en el CCR. Células epiteliales intestinales pueden variar ligeramente de las de otras
partes del cuerpo.
Los principales factores de riesgo para desarrollar este tipo de cáncer son el aumento de la edad,
antecedentes familiares de cáncer colorrectal, poliposis familiar, colitis ulcerosa y enfermedad de
Crohn aumentan el riesgo. Un alto contenido de grasa, bajo contenido de fibra en la dieta y la
inactividad puede desempeñar un papel, pero el mecanismo de esta asociación no es conocido.
Al no haber, generalmente, síntomas de una etapa temprana del cáncer colorrectal. El cribado es el
componente más importante en la prevención y detección temprana. Síntomas tales como pérdida
de peso, estreñimiento, sangre en las heces, y enfermedad hepática indican una etapa más avanzada
de la enfermedad.(3)
2.2. ¿Cómo se detecta?
El patrónoro para la detección y detección de CCR son la colonoscopia y la sigmoidoscopia. Estas
pruebas, además de ser costosas, requieren operadores expertos, también son invasivas y presentan
riesgos potenciales de complicaciones, especialmente si se realizan en pacientes ancianos o
enfermos graves. Por lo tanto, la prueba de sangre oculta en heces no invasiva y la prueba
inmunoquímica fecal son los métodos de detección más populares. Sin embargo, estas pruebas
carecen de sensibilidad, particularmente en la detección de la etapa temprana de la enfermedad. Por
lo tanto, la necesidad de métodos de detección no invasivos, específicos y precisos para la
identificación temprana de cáncer colorrectal ha incitado a varios investigadores a utilizar técnicas
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moleculares como la genómica, la proteómica y, más recientemente, la metabolómica, para
identificar el suero.(4)
Sigmoidoscopia flexible: El sigmoidoscopio es un tubo flexible con una luz y una cámara diminuta
en la punta. El instrumento es introducido en el recto. Los pólipos, otros tipos de tumores, y la
evidencia de inflamación pueden ser vistos en el tercio inferior del intestino y el recto. Las
biopsias puede ser tomada de tejido que parece anormal.
Colonoscopia: El colonoscopio es un tubo flexible con una luz y una cámara diminuta en la punta.
El paciente recibe sedación consciente y frecuentemente duerme durante el procedimiento. El
tubo se introduce a través del recto y se pasa en las tres secciones del intestino grueso. La
colonoscopia es la única prueba que visualiza todo el colon y permite realizar biopsia de
anomalías.(3)
2.3. Epidemiología
En 2017 el Instituto Nacional del Cáncer, la vigilancia, epidemiología y resultados finales (SEER)
estima que el cáncer colorrectal es el cuarto cáncer más común entre hombres y mujeres en los
Estados Unidos. También se estima que es la tercera causa principal de muertes relacionadas con el
cáncer en el país. (3)En España el cáncer de colon afectará a 1 de cada 20 hombres y a 1 de cada 30
mujeres antes de cumplir los 74 años y la supervivencia a los 5 años se sitúa en este momento por
encima de la media de los países europeos, con un 64% (la media europea es de un 57%).(5)
El cáncer colorrectal es el más frecuentemente diagnosticado en la población española (15% del total
– 34 331 casos detectados en el 2017). En hombres, el cáncer colorrectal es el segundo más
frecuentemente diagnosticado después del cáncer de próstata. En mujeres, el cáncer de mama es el
más frecuentemente diagnosticado, en segundo lugar se sitúa el cáncer colorrectal.
Con respecto a mortalidad, el segundo en ambos sexos es el cáncer colorrectal con 15.923
defunciones al año. En hombres, el cáncer colorrectal se sitúa en segundo lugar de mortalidad, por
detrás del cáncer de pulmón. En mujeres, el cáncer colorrectal se sitúa también en segundo lugar por
detrás del cáncer de mama.
Como sabemos, el principal factor de riesgo para el cáncer colorrectal es la edad, siendo el 90% de
los casos diagnosticados en personas mayores de 50 años. La mayoría de casos se presentan en
individuos sin ningún riesgo médico, por lo que las personas de más de 50 años sin enfermedades
predisponentes son consideradas de riesgo medio. Las personas con antecedentes familiares de
cáncer colorrectal, con pólipos intestinales o con enfermedad inflamatoria intestinal son
consideradas de alto riesgo. Otros factores de riesgo que son modificables y sobre los que se debe
7
trabajar con la población son el sobrepeso y obesidad, el tabaquismo, el consumo excesivo de
alcohol, la inactividad física y ciertos tipos de alimentos como carne procesada. Dada la contundente
evidencia en favor de los programas de cribado poblacional de cáncer colorrectal para lograr reducir
la mortalidad por este cáncer, la AECC continúa en su labor de trabajar en pro de que los programas
de cribado en nuestro país cubran al 100% de la población en riesgo. (6)
Nuevos casos de CCR (2017) (6) Mortalidad de CCR (2017) (6)
Se expone una visión general de los nuevos casos y la mortalidad a nivel nacional y por comunidades
autónomas.
2.4. Prevención
No hay una manera que ciertamente prevenga el cáncer de colorrectal. Sin embargo, se pueden
tomar medidas que pueden ayudar a reducir su riesgo, tal como cambiar los factores de riesgo que sí
puede controlar. (7) De hecho, los vínculos que hay entre la alimentación, el peso y el ejercicio con el
riesgo de cáncer colorrectal son algunos de los más estrechos entre todos los tipos de cáncer.
Factores modificables:
- Sobrepeso u obesidad.
- Inactividad física.
- Ciertos tipos de alimentos.
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- Tabaquismo.
- Un consumo de alcohol contundente.
Factores no modificables:
- Envejecimiento.
- Antecedente personal de cáncer colorrectal o pólipos colorrectales.
- Antecedente personal de enfermedad inflamatoria del intestino.
- Antecedente familiar de cáncer colorrectal o pólipos adenomatosos.
- Síndromes hereditarios.(8)
2.5. ¿Qué son los hábitos alimentarios?
Los hábitos alimentarios son comportamientos conscientes, colectivos y repetitivos, que conducen a
las personas a seleccionar, consumir y utilizar determinados alimentos o dietas, en respuesta a unas
influencias sociales y culturales.
La Infancia es el momento óptimo para adquirir unos buenos hábitos alimentarios. Estos se
adquieren por repetición y de forma casi involuntaria, la familia tiene una gran influencia y esta se va
reduciendo a medida que los niños crecen.
En cambio en los adultos y en las personas de edad avanzada los hábitos alimentarios son muy
difíciles de cambiar.
En España los hábitos alimentarios están caracterizados por un consumo excesivo de alimentos,
donde se consume gran cantidad de proteínas y de grasas, además de los alimentos de origen
vegetal como frutas, verduras, hortalizas y legumbres, y otros como el pescado y el aceite de oliva,
que son característicos de nuestra dieta.(9)
2.6. ¿En qué consisten los hábitos alimentarios?
Una alimentación saludable consiste en ingerir una variedad de alimentos que te brinden los
nutrientes que necesitas para mantenerte sano, sentirte bien y tener energía. Estos nutrientes
incluyen las proteínas, los carbohidratos, las grasas, el agua, las vitaminas y los minerales.
9
La nutrición es importante para todos. Combinada con la actividad física y un peso saludable, la
buena alimentación es una forma excelente de ayudar a tu cuerpo a mantenerse fuerte y saludable.
(10)
Los alimentos actúan como unión social, porque se comparten con la familia, amigos… están siempre
presentes en las demostraciones de amistad, cariño, etc. También permiten intercambios de ideas.
Casi todos los acontecimientos humanos están ligados a eventos gastronómicos como las bodas, las
ceremonias, las celebraciones, los congresos.
También existen factores que determinan los hábitos alimentarios como son los factores fisiológicos
(sexo, edad, herencia genética, estados de salud, etc.), factores ambientales (disponibilidad de
alimentos), factores económicos, o factores socioculturales (tradición gastronómica, creencias
religiosas, estatus social, estilos de vida, etc.)(9)
2.7. Importancia de los hábitos alimentarios en el CCR
Las exposiciones dietéticas desempeñan un papel importante en el desarrollo del cáncer CCR. El
examen de los patrones dietéticos en relación con el riesgo de CCR ofrece información más allá de las
asociaciones de grupos de alimentos individuales o nutrientes. Los datos de patrones dietéticos
capturan mejor la complejidad de la ingesta de alimentos que cualquier alimento individual y ofrecen
la ventaja de describir el consumo habitual de alimentos en las dietas típicas. Por lo tanto, la
identificación de posibles asociaciones según los patrones dietéticos puede llevar al desarrollo de
pautas dietéticas más prácticas para la prevención de enfermedades crónicas, incluido el CCR.
Los patrones dietéticos occidentales, caracterizados por una mayor ingesta de carnes rojas y
procesadas, azúcar agregada y granos refinados, se han vinculado fuertemente con el cáncer
colorrectal en numerosos estudios observacionales, así como en una revisión sistemática y un
metanálisis. En contraste, los patrones "prudentes", ricos en frutas, verduras, pescado, aves y
productos de granos enteros, se asocian con un menor riesgo de CCR. (11)
La calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) es un resultado clínico importante en pacientes
con cáncer. Investigaron las asociaciones entre los patrones dietéticos y los cambios en la calidad de
vida en pacientes con CCR. El análisis de componentes principales se utilizó para identificar los
patrones dietéticos. Los modelos de regresión multivariante evaluaron las asociaciones entre los
patrones dietéticos y los cambios en la CVRS a lo largo del tiempo. Identificaron cuatro patrones
dietéticos principales: patrón dietético "occidental" caracterizado por un alto consumo de papas,
carnes, aves y pasteles procesados y rojos, patrón "frutas y verduras": alto consumo de verduras,
frutas, aceites vegetales y productos de soja, "pan y mantequilla" Patrón: alta ingesta de pan,
10
mantequilla y margarina, y patrón “alto en carbohidratos”: alto consumo de pastas, granos, bebidas
no alcohólicas, salsas y condimentos. Los pacientes que siguieron una dieta “occidental” tuvieron
menos posibilidades de mejorar el funcionamiento físico, el estreñimiento y la diarrea. Los pacientes
que siguieron una dieta de "frutas y verduras" mostraron una mejoría en los puntajes de diarrea. Un
patrón de dieta "occidental" después de la cirugía se asocia inversamente con la CVRS en pacientes
con CCR, mientras que una dieta rica en frutas y verduras puede ser beneficiosa para la calidad de
vida de los pacientes y diarrea a lo largo del tiempo.(12)
El calcio, la fibra, la leche y el grano integral se han asociado con un menor riesgo de cáncer
colorrectal, y la carne roja y procesada con un mayor riesgo. Existe evidencia sustancial de los
posibles efectos quimiopreventivos de la vitamina D, el folato, las frutas y los vegetales. Los
nutrientes y los alimentos también pueden interactuar para influir en el riesgo de cáncer
colorrectal. La dieta probablemente influye en la carcinogénesis colorrectal a través de varios
mecanismos de interacción. Estos incluyen los efectos directos sobre la sensibilidad inmune y la
inflamación, y los efectos indirectos de la sobrenutrición y la obesidad, factores de riesgo para el
cáncer colorrectal. La evidencia emergente también implica a la microbiota intestinal como un
efector importante en la relación entre la dieta y el cáncer. La modificación de la dieta, por lo tanto,
tiene la promesa de reducir la incidencia del cáncer colorrectal.(13)
En resumen, hemos demostrado que los patrones dietéticos occidentales se asocian con un mayor
riesgo de CCR. En contraste, los patrones de dieta prudentes se asocian con un menor riesgo de
CCR. Nuestros datos respaldan las últimas pautas que promueven un alto consumo de granos
integrales, frutas y verduras, y un bajo consumo de carnes rojas y procesadas para la prevención
primaria de CCR.(11)
2.8. Dieta occidental
La dieta de estilo occidental (en adelante WD, por sus siglas en inglés), rica en energía derivada de
grasas saturadas de origen animal y escasa en fibra, vitamina D, calcio y ácido fólico, es uno de los
principales factores de riesgo para el cáncer colorrectal. Se ha sugerido que la grasa en la dieta
aumenta el riesgo de cáncer colorrectal, y se han encontrado asociaciones entre la incidencia de
cáncer colorrectal, la ingesta de grasas saturadas y el alto consumo de carne roja y procesada.
Se ha demostrado que WD promueve procesos oncogénicos importantes en el tejido del colon,
apoptosis aberrante, estímulo proinflamatorio y aumento del crecimiento neoplásico. Un estudio
anterior destacó que WD eleva el metabolismo de los ácidos grasos, proporcionando así una fuente
de especies reactivas de oxígeno (ROS) en el tejido del colon. El consumo de dieta alta en grasa como
(HFD) WD (20% -35% de grasa) conduce de forma significativa a una mayor excreción de ácidos
11
biliares fecales secundarias (BA), principalmente el ácido desoxicólico (DCA) y el ácido litocólico
(LCA). Los BA son conocidos por su efecto emulsionante sobre la grasa de la dieta; la alta secreción
de DCA en la luz del colon y las altas concentraciones de BA en las heces están de hecho
correlacionadas con una mayor incidencia de cáncer colorrectal. Además, las altas concentraciones
de BA luminales están asociadas con una mayor proliferación de epitelios de colon, lo que también
indica patogenicidad. En general, la homeostasis BA parece ser un supresor tumoral crítico en el
colon.(14)
Por lo tanto, los patrones dietéticos occidentales, caracterizados por una mayor ingesta de carnes
rojas y procesadas, azúcar agregada y granos refinados, se han relacionado fuertemente con el
cáncer colorrectal, en contraste, los patrones "prudentes" - ricos en frutas, verduras, pescado, aves y
productos integrales - están asociados con un menor riesgo de CCR.(11)
12
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3. Objetivos
Debido a lo descrito anteriormente, el objetivo general del presente trabajo trata de revisar la actual
evidencia científica acerca de una posible asociación entre los hábitos alimentarios y la dieta
occidental sobre la incidencia de cáncer colorrectal.
Como objetivos específicos se busca demostrar:
1. La influencia del consumo de carnes rojas.
2. La influencia del consumo de fibra.
3. La influencia de la microbiota y de los hábitos alimentarios en la respuesta inmune contra el
cáncer.
4. La influencia de los micronutrientes en el CCR.
Para cumplir los objetivos se han analizado las bibliografías de diferentes artículos revisados y se han
seleccionado en distintas plataformas científicamente validadas, tratando de seleccionar aquellas
publicaciones que han sido más recientes.
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4. Metodología
La realización del presente trabajo ha consistido en la revisión exhaustiva de diferentes artículos
científicos, libros, revisiones e investigaciones científicas relacionadas con los hábitos alimentarios, la
dieta occidental, el cáncer de colon y la relación entre ellos.
En primer lugar realizamos una búsqueda en diferentes plataformas científicas como: PUBMED,
ALCORZE, SCIENCEDIRECT, Instituto Americano de Investigación del Cáncer (AICR) y MEDLINE, a
partir de los cuales se escogieron artículos y publicaciones más recientes. Como estrategia de
búsqueda se utilizaron las siguientes expresiones: “cancer”, “colorectal cancer”, “eating habits”,
“eating habits and colorectal cancer”, “influence of eating habits in the development of colon
cancer”.Con el objetivo de demostrar las diferentes asociaciones entre el cáncer colorrectal y los
hábitos alimentarios.
Para seleccionar los documentos se desarrollaron unos criterios de selección, que son los siguientes:
Que tratase directamente alguno de los temas a desarrollar.
Publicadas en los últimos 10 años.
Idioma: inglés y español.
Posteriormente se realizó una lectura, en la que se escogieron los documentos que cumplían con los
requisitos de selección y se extrajeron las partes más relevantes para responder y desarrollar los
objetivos propuestos. También se escogieron imágenes para facilitar la comprensión de alguno de los
temas tratados.
La disposición y revisión de las publicaciones sigue un método que abarca desde una visión general a
una más específica. Por ello, las primeras búsquedas realizadas fueron “cáncer”, “hábitos
alimentarios” y “dieta occidental” así las siguientes búsquedas fueron más específicas.
Para el presente trabajo se ha contado con la colaboración experta de un gastroenterólogo con
afinidad por los temas nutricionales y su relación con las enfermedades digestivas.
16
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5. Influencia de la carne roja en el cáncer colorrectal
Hace unos 20 años, el grupo de investigación de Sheila Anne Bingham en Cambridge, Reino Unido,
demostró por primera vez que los voluntarios que consumen grandes cantidades de carne roja
excretan grandes cantidades de compuestos nitrosos a través de las heces. Mientras tanto, se ha
demostrado que el hemo conduce a la formación mejorada de compuestos nitrosos en el tracto
gastrointestinal y que los principales compuestos nitrosos formados en el tracto gastrointestinal son
los nitrosotioles y el hemo nitrosilo.
Ya en 1999, un comité científico de la Organización Mundial de la Salud sugirió que el consumo de
carne roja y, en particular, fuertemente calentada, se correlaciona con un mayor riesgo de
desarrollar un tumor maligno en el colon y el recto. Mientras tanto, los estudios epidemiológicos en
América del Norte y Europa mostraron que existe una correlación positiva entre el consumo de carne
fuertemente calentada y el desarrollo de tumores colorrectales.
En este contexto, se ha sugerido que varios grupos diferentes de compuestos, como los
hidrocarburos aromáticos policíclicos, las aminas aromáticas heterocíclicas y los compuestos N-
nitroso formados exógenamente, que se forman cuando se calienta la carne, desempeñan un papel
importante en la carcinogénesis colorrectal.
En los últimos 20 años, se ha acumulado evidencia de que un nuevo grupo de compuestos, los
llamados compuestos nitrosos formados endógenamente, también deben considerarse como
carcinógenos colorrectales potenciales.
Fue el grupo de investigación de Sheila Anne Bingham en Cambridge, Reino Unido, el que mostró por
primera vez que el consumo de carne roja, en contraste con el de carne blanca, condujo a un fuerte
aumento en la concentración fecal de compuestos nitrosos en humanos. Además, el grupo de
investigación mencionado anteriormente demostró que la cantidad de compuestos nitrosos medidos
en las heces de los voluntarios dependía de la cantidad de carne roja consumida, es decir, cuanto
mayor era la cantidad de carne roja consumida, mayores eran las concentraciones de compuestos
nitrosos medidos en heces.
Sin embargo; hay que tener en cuenta que los compuestos nitrosos también se forman cuando la
carne se calienta mucho; de modo que las concentraciones fecales medidas representan la suma de
las fuentes exógenas y endógenas.(15)
El consumo de grandes cantidades de carne roja se acompaña de una formación significativa de N-
nitrosotioles y el nitrosil hemo, así como de la carboximetilación del ADN en las células epiteliales del
tracto gastrointestinal. Si se tiene en cuenta que se forman cantidades relativamente altas de N-
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nitrosotioles y el nitrosil hemo y que se pueden acumular aductos carboximetilados, es tentador
sugerir que los compuestos nitrosos pueden desempeñar un papel importante en la carcinogénesis
colorrectal. Sin embargo, se está acumulando evidencia experimental de que los productos de
peroxidación lipídica también podrían contribuir a la transformación maligna de las células epiteliales
en el colon y el recto humanos.(15)
En un estudio de cohorte prospectivo cuyo objetivo principal fue examinar si la ingesta de carne roja,
considerando diferentes subgrupos, como carne de res y cerdo, carne roja, pescado y aves de corral
no procesadas y procesadas, está asociada con CCR incidente, cáncer de colon y cáncer rectal en
mujeres y hombres del Estudio de dieta y cáncer.
Al inicio del estudio, se les pidió a los participantes que completaran cuestionarios sobre factores
socioeconómicos, de estilo de vida y dietéticos. Los datos relativos a la dieta se recopilaron a través
de un método de historial de dieta modificado con un libro de menú de siete días para el registro de
comidas que variaban de un día a otro, muy probablemente almuerzo y cena, bebidas frías y
suplementos nutricionales.
En el estudio, se identificaron 728 casos de CCR, de los cuales 463 fueron cáncer de colon y 265
cánceres rectales, durante 428 924 años-persona de seguimiento. El tiempo de seguimiento se
definió como el tiempo desde la fecha de inscripción hasta la fecha de diagnóstico de CCR, muerte,
migración o finalización del seguimiento, lo que ocurriera primero. La información sobre la fecha de
fallecimiento se recolectó del registro sueco de causa de muerte. El seguimiento medio fue de 15,4
años.
Los casos de CCR fueron, en comparación con los no casos, mayores, tenían una circunferencia de
cintura más grande y un IMC más alto. También tenían una menor ingesta de calcio, zinc, carne y
productos lácteos y una mayor ingesta de carne de cerdo.
En el modelo multivariado completo, la ingesta de carne de res se asoció inversamente con el riesgo
de CCR en las mujeres, pero no en los hombres, y se observó interacción límite entre el sexo y la
ingesta de carne. El alto consumo de carne de cerdo se asoció con una mayor incidencia de CCR. La
asociación solo fue significativa en las mujeres, pero no se observó interacción significativa con el
sexo. La tendencia a la ingesta de carne roja procesada se asoció significativamente con un mayor
riesgo de CCR en los hombres, pero no en las mujeres, y se observó una interacción límite.
El alto consumo de carne de res se asoció inversamente con el riesgo de cáncer de colon. La
asociación inversa también fue significativa en las mujeres y se observaron tendencias similares en
hombres. El alto consumo de carne de cerdo se asoció con un mayor riesgo de cáncer de colon. La
asociación solo fue significativa en las mujeres, pero no se observó interacción significativa con el
sexo. Observamos una asociación significativa límite entre la alta ingesta de carne procesada y el
mayor riesgo de cáncer de colon en los hombres.
19
En el análisis de CCR, se hicieron ajustes adicionales para posibles factores de confusión en la dieta
(ingesta de: fibra; proteínas; grasas saturadas; calcio; ácido fólico; hierro; zinc; frutas y verduras;
productos lácteos y bebidas azucaradas) no afectaron los resultados y, por lo tanto, se excluyeron de
análisis adicionales.
En el análisis de CCR, ajustes mutuos adicionales para las ingestas de alimentos correlacionadas
(carne roja total - carne de res; carne roja total - carne de cerdo; carne roja total - carne roja sin
procesar; carne roja total - carne roja procesada; sin procesar carne roja - carne de res; carne roja sin
procesar - carne de cerdo), no afectó los resultados en gran medida.(16)
En conclusión, de la revisión efectuada, se desprende que el tipo de carne, así como el sexo y la
ubicación del tumor en el intestino influyen en las asociaciones entre la ingesta de carne y el riesgo
de CCR. Los hallazgos respaldan estudios previos que indican que la ingesta elevada de carne
procesada se asocia principalmente con un mayor riesgo de CCR en los hombres y que la elevada
ingesta de carne de cerdo puede estar asociada con un mayor riesgo de CCR. La ingesta de carne de
res estaba en contraste con las observaciones anteriores asociadas inversamente con el cáncer de
colon, pero en los hombres con un mayor riesgo de cáncer de recto. La ingesta de pescado se asoció
inversamente con el cáncer rectal. La presencia de sobrepeso no pareció tener un impacto
importante en los hallazgos.(16)
Los estudios de cohorte prospectivos revisados por pares y los estudios de casos y controles anidados
que informaron resultados para la asociación entre el consumo de carne roja y el CCR se incluyeron
en el metanálisis. Como se esperaba, la definición de carne roja varía según los estudios, y esta
heterogeneidad se debe a las distinciones de los investigadores, las diferencias en las bases de datos
y cuestionarios de composición de alimentos, y la variabilidad geográfica en las prácticas de consumo
de carne, entre otros factores. A la luz de estas diferencias, la carne roja se define comúnmente
como carne de res, cerdo, cordero o una combinación de las mismas. Por lo tanto, incluimos estudios
que identificaron la ingesta de carne como una variable compuesta de "carne roja" o elementos
individuales de carne roja, como carne de res, cerdo o cordero. Las definiciones de carne roja en los
estudios pueden incluir algunos elementos de carne roja procesada. Se requirió que los estudios
incluidos informaran estimaciones de riesgo relativo (p. Ej., Razones de tasas, razones de riesgos) e
intervalos de confianza (IC) del 95% para las categorías de ingesta de carne roja y cáncer colorrectal,
de colon o rectal.
Los estudios variaron (a menudo considerablemente) según varios factores metodológicos y
analíticos. La mayoría de los estudios (basados en cohortes no superpuestas) representan
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poblaciones en los Estados Unidos (EE. UU.) (N = 12), seguidos de Asia (China y Japón) (n = 8), varios
países europeos (n = 6) y Australia (n= 1). La variable de carne roja incluyó productos cárnicos
procesados en 10 estudios; solo 17 estudios informaron datos para la carne roja (independiente de la
carne procesada), y 13 de estos estudios definieron explícitamente la variable de la carne
roja. Catorce estudios informaron métricas de ingesta en un formato de gramos por día, mientras
que 10 estudios informaron los niveles de ingesta por porciones por día o semana. Hombres y
mujeres fueron analizados juntos en muchos estudios; sin embargo, varios estudios informaron datos
específicos del sexo, y muchas cohortes se restringieron solo a hombres (p. ej., Physicians Health
Study) o solo a mujeres (p. ej., Iowa Women's Health Study). Del mismo modo, el CCR se informó
como un resultado combinado en muchos estudios, pero el cáncer de colon y el cáncer de recto
también se informaron por separado en numerosos estudios. De las 48 estimaciones puntuales
individuales (para el nivel de ingesta más alto en cada estudio) que reflejan datos de 27 estudios
individuales, solo ocho asociaciones fueron estadísticamente significativas en la dirección
positiva. Más de un tercio (n = 18) de los RR individuales fueron 1.0 o inferiores, y casi la mitad (n =
23, 48%) de los RR fueron inferiores a 1.05.
Por tanto, la asociación entre la ingesta de carne roja y el cáncer rectal fue ligeramente más fuerte
que la del cáncer de colon, aunque ambos efectos sumarios se atenuaron solo en los análisis de
carne roja (sin incluir productos procesados de carne). Se ha sugerido que los tumores que surgen en
el colon proximal, el colon distal y el recto pueden tener patologías variables y, en consecuencia, los
factores dietéticos pueden influir de manera diferente en la neoplasia colorrectal según el sitio
anatómico. Sin embargo, las asociaciones sumarias entre los sitios de tumor de colon y recto no
fueron notablemente diferentes. Aunque la literatura es algo escasa, en general, los hallazgos para
los tumores de colon distales son ligeramente más fuertes que para los tumores de colon proximales,
lo que es anatómicamente consistente con los sitios contiguos (es decir, colon proximal seguido por
colon distal seguido por recto).(17)
Un estudio de control de casos realizado en el Hospital Universitario Sultan Qaboos, un hospital de
referencia para pacientes con CCR en Omán, e incluyó a 279 sujetos (109 casos diagnosticados de
CCR y 170 controles pareados). Todos los sujetos del estudio fueron reclutados de forma voluntaria y
entrevistados personalmente para preguntas preestablecidas relacionados con datos
sociodemográficos, evaluación antropométrica, ingesta alimentaria y actividad física.
Se utilizó un cuestionario estructurado que se probó para verificar su validez, reproducibilidad y
confiabilidad (Arafa et al, 2011) para recopilar los datos durante las entrevistas personales. El
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cuestionario incluyó secciones sobre características dietéticas, variables sociodemográficas,
comorbilidades relevantes, características de estilo de vida y mediciones antropométricas.
Como resultado se obtuvo que la frecuencia de consumo de alimentos de los casos inscritos
consumieron cantidades significativamente menores de vegetales y frutas (p <0.05). No hubo
diferencias estadísticamente significativas en el consumo de panes, leche / productos lácteos y carne
entre los casos de CCR y los controles. El consumo diario promedio de proteínas, grasas totales y
carbohidratos fue significativamente mayor entre los casos de CCR en comparación con los controles
(p <0.05). Tabla 2 (18)
Tabla 2:
(18)
En definitiva y a la luz de la revisión efectuada, las evidencias más recientes sugieren que existe una
asociación significativa entre el consumo de carne roja y/o procesada con el desarrollo de CCR,
siendo mayor en el hombre para el cáncer de recto.
Esto se debe a la formación de productos nitrosos deforma endógena pero sobre todo a la
introducción de ellos de forma exógena, con la carne roja y procesada pero sobretodo aquella
excesivamente calentada.
Este desarrollo tiene una mayor asociación en el hombre y al cáncer de recto que al cáncer de colon.
22
23
6. Influencia de la fibra en el cáncer colorrectal
En la década de 1970, Burkitt planteó la hipótesis de que la alta ingesta de fibra protegía contra el
CCR basándose en observaciones de la baja incidencia de CCR entre los africanos que consumían una
dieta alta en fibra. Los mecanismos propuestos para esta hipótesis incluyeron: concentraciones
reducidas de carcinógenos intestinales debido al aumento de la masa de heces, disminución del
tiempo de tránsito y fermentación bacteriana de almidón resistente a ácidos grasos de cadena corta
(SCFA). El butirato, el principal SCFA producido por la fermentación colónica, es la fuente de energía
preferida para los colonocitos y puede mejorar la apoptosis e inhibir la proliferación de las células
cancerosas. Además, los SCFA tienen efectos inmunomoduladores y antiinflamatorios, actuando para
influir en la salud gastrointestinal y quizás sistémica.
A pesar de la considerable evidencia experimental, los estudios en humanos de fibra y CCR son
equívocos. La ingesta de fibra no se asoció con el riesgo de CCR en 14 estudios de cohortes, mientras
que en otras 9 cohortes se detectó una asociación inversa al menos entre algunos subgrupos o para
ciertos tipos de fibra. Hay varias explicaciones para esta discrepancia. Dado el estrecho vínculo de la
ingesta de fibra con otros comportamientos, la asociación fibra-CCR puede confundirse en un grado
variado entre los estudios. De hecho, el ajuste por otros factores dietéticos y de estilo de vida, como
la ingesta de ácido fólico, carne roja y procesada y actividad física, atenuó sustancialmente la
asociación inversa entre fibra y CCR en varias pero no en todas las cohortes. Además, las fuentes
dietéticas de fibra varían enormemente, con los cereales como las principales fuentes en las cohortes
europeas, y las frutas y verduras en las cohortes americanas. Hay evidencia de que la fibra de los
cereales puede estar más fuertemente asociada con CRC, aunque los mecanismos siguen sin estar
claros. Grandes variaciones en el consumo de fibra entre las poblaciones también pueden conducir a
resultados inconsistentes. Si bien se informó una relación dosis-respuesta lineal en un metaanálisis
reciente, algunos estudios respaldan un efecto umbral, con un mayor riesgo de CCR entre los
consumidores muy bajos de fibra y ningún beneficio aparente de la ingesta de fibra entre aquellos
con alto consumo. El error de medición al evaluar el consumo de fibra también puede influir en los
resultados; La ingesta de fibra dietética evaluada por diarios alimentarios, pero no los cuestionarios
de frecuencia alimentaria, se asoció inversamente con el riesgo de CCR en un estudio de casos y
controles anidado en 7 cohortes. Aunque los diarios de alimentos pueden ser más precisos en
comparación con el cuestionario de frecuencia de alimentos, las dos herramientas difieren en el
marco de tiempo de la evaluación (a corto plazo a largo plazo), el rango de alimentos cubiertos y las
fuentes de errores (registro / codificación vs retiro del mercado). Otras razones para resultados
dispares incluyen: diferencias en las poblaciones de estudio, definición de fibra, duración del
seguimiento y heterogeneidad del sitio del tumor. El cáncer de colon, especialmente los tumores
24
distales, pueden estar más fuertemente asociados con la fibra que el cáncer rectal, aunque la fibra de
cereal se ha relacionado con el cáncer rectal en algunos estudios.
Seis ECA que probaron la suplementación de fibra entre pacientes con antecedentes de pólipos
colorrectales no detectaron ningún beneficio, excepto una reducción marginal en la recurrencia del
adenoma entre las mujeres en un estudio pequeño. Sin embargo, varias limitaciones, incluido el
cumplimiento deficiente de la intervención y el período de seguimiento relativamente corto,
complican la interpretación. Un ECA de almidón resistente en individuos con síndrome de Lynch no
encontró reducción en la incidencia de CCR. Sin embargo, la relevancia de este hallazgo para la
prevención de CCR en la población general no está clara.
Dada la plausibilidad biológica y los datos de los estudios observacionales, el panel de expertos ha
juzgado que la fibra protege contra el CCR con evidencia convincente. Recientemente, un metanálisis
resumió la evidencia prospectiva e informó una disminución del 10% en el riesgo de CCR por cada 10
g / día adicional de ingesta total de fibra dietética. En ausencia de datos que indiquen cualquier
consecuencia adversa a una ingesta alta en fibra, es razonable recomendar que las personas
consuman una dieta alta en fibra, particularmente porque se ha asociado con otros resultados de
salud mejorados.(13)
Menos del 10% de la mayoría de las poblaciones occidentales consumen niveles adecuados de frutas
enteras y fibra dietética, con una ingesta típica de aproximadamente la mitad de los niveles
recomendados. La evidencia de los efectos beneficiosos para la salud del consumo de niveles
adecuados de frutas enteras ha ido en constante aumento, especialmente con respecto a sus efectos
prebióticos de fibra bioactiva y su papel en un mejor control de peso, bienestar y envejecimiento
saludable.
La baja ingesta de fruta entera representa una amenaza para la salud de la población mundial,
especialmente a la luz de la investigación emergente sobre los beneficios para la salud de la fruta
entera y la fibra de fruta.
Los efectos beneficiosos para la salud de consumir patrones dietéticos saludables ricos en fibra
dietética de alimentos de plantas enteras incluyen: mejorar la salud intestinal; bajar el colesterol LDL
elevado; reducir el riesgo de aumento de peso excesivo y obesidad; disminución de la enfermedad
cardiovascular (ECV), enfermedad coronaria (EC) y riesgos de mortalidad; reducir los riesgos de varios
tipos de cáncer, derrame cerebral y diabetes tipo 2; y mejorar las probabilidades de envejecimiento
exitoso.
25
Las frutas enteras (p. Ej., Frescas, congeladas, enlatadas o secas) son reconocidas por su contenido
de fibra, densidad de energía muy baja a moderada, y como fuentes importantes de nutrientes
saludables (p. Ej., Potasio y vitamina C) y fitoquímicos (p. Ej., Polifenoles y carotenoides), que
trabajan sinérgicamente para respaldar una amplia gama de beneficios para la salud. Aunque la
mayor parte de la fibra de la fruta entera se elimina durante el procesamiento del jugo de fruta, los
jugos 100% de fruta retienen niveles similares de otras vitaminas, minerales y fitoquímicos
saludables. La ingesta diaria típica de fruta es aproximadamente la mitad del nivel recomendado, con
un consumo de zumo que representa un tercio de este nivel para adultos y la mitad para niños. En
consecuencia, la fibra de la fruta es un componente relativamente pequeño de la fibra total
consumida en las poblaciones que siguen un patrón dietético occidental.
La fibra se define como los carbohidratos de las paredes celulares de las plantas, el almidón
resistente y los oligosacáridos que son resistentes a la acidez gástrica, la hidrólisis por enzimas de
mamíferos y la absorción en el tracto gastrointestinal superior. El tracto gastrointestinal humano y
los sistemas cardiometabólico e inmune evolucionaron en dietas basadas en plantas con alto
contenido de fibra (≥50 g de fibra total / día), incluido el consumo de bayas silvestres y otras plantas
comestibles ricas en fibra nativa por los cazadores-recolectores, y los granos posteriores frutas y
verduras de la agricultura tradicional, que proporcionó dietas ricas en fibra hasta la globalización
masiva de los patrones dietéticos occidentales en los siglos XX y XXI. La dieta occidental baja en fibra
ha contribuido a un mayor riesgo de aumento de peso e inflamación.
Con la alta prevalencia actual de la dieta occidental, solo alrededor del 3% de los hombres y el 6% de
las mujeres consumen habitualmente ≥14 g de fibra / 1000 kcal, el nivel umbral considerado
adecuado para una salud óptima. En la mayoría de los países occidentales, la ingesta típica de fibra es
aproximadamente la mitad del nivel adecuado. La ingesta diaria total adecuada de fibra específica
varía según la edad y el sexo (Figura 1). Los patrones dietéticos ricos en fibra y basados en plantas
son un importante contribuyente a los efectos prebióticos para la salud, que estimulan el
crecimiento de especies bacterianas intestinales beneficiosas para promover y mantener un
ecosistema de microbiota colónica saludable (microbioma) en gran parte desde la fermentación de
fibra hasta la grasa de cadena corta ácidos (SCFA).
26
Figura 1:
(19)
La ingesta diaria recomendada de fibra dietética por edad y sexo.
A medida que la fruta madura después de la cosecha, los componentes de fibra de pared celular
hidratados tridimensionales, pectina, hemicelulosa y celulosa, se desmontan cada vez más, lo que
permite un mayor acceso microbiano y aumenta la susceptibilidad a la fermentación. El proceso de
comer, y luego la digestión en el tracto gastrointestinal superior, descompone aún más la fruta
entera en partículas más pequeñas y daña las superficies de la pared celular de la fruta para permitir
una mayor descomposición y fermentación enzimática bacteriana del colon. Las frutas con almidón
(por ejemplo, plátanos) proporcionan fibra de ambas paredes celulares y almidón resistente
almacenado dentro de las células. En general, se ha asumido que las fibras solubles se fermentan
más rápida y completamente en comparación con las fibras insolubles, pero esta visión está
cambiando, especialmente con respecto a las frutas frescas maduras, con "fibras insolubles" de la
pared celular en un estado híbrido hidratado y parcialmente desmontado con mayor susceptibilidad
a la fermentación. Además, es difícil confiar en cuantificaciones insolubles y solubles, ya que los
métodos estandarizados actuales tienen muchas limitaciones para separarlos con precisión en
fracciones individuales. La fruta entera puede proporcionar una fuente importante de fibra
fermentable para apoyar la actividad prebiótica del colon, lo que puede contribuir a una amplia gama
de beneficios potenciales para la salud humana con un consumo sostenido a los niveles
recomendados.
Los problemas agudos o crónicos de la salud gastrointestinal del colon afectan el bienestar de todos
los humanos con variaciones que dependen de la edad, la propensión genética, las infecciones
patógenas transmitidas por los alimentos, la dieta y la calidad del agua, el nivel de ingesta de
27
líquidos, la actividad física, los medicamentos, la capacidad de afrontamiento del estrés y otros
factores.
El exceso de peso corporal, los estilos de vida sedentarios, los hábitos alimenticios poco saludables,
como el bajo contenido de fibra, frutas y verduras, y el alto consumo de carne pueden aumentar el
riesgo de cáncer. La American Cancer Society recomienda comer> 2.5 tazas / día de frutas y verduras
para la prevención del cáncer.
Un metaanálisis de 2011 (19 estudios de cohortes; 1,7 millones de sujetos) encontró una asociación
inversa entre la ingesta de frutas y verduras y el riesgo de CCR con la mayor parte de la reducción del
riesgo observada a partir de un consumo mínimo diario de 100 g/día (Figura 18). Un estudio de
cohorte prospectivo EPIC (> 500,000 participantes) observó que el riesgo de CCR estaba
inversamente asociado con la ingesta de frutas y verduras totales y fibra total. El Shanghai Men's
Health Study (61,274 hombres) observó que el aumento de la ingesta de fruta se asoció de forma
inversa y negativa con el riesgo de CCR, mientras que la ingesta de vegetales no se asoció con el
riesgo de CCR. Una revisión sistemática y un metaanálisis observaron una reducción del riesgo de
desarrollar CCR para los granos enteros en un 5% por 30 g / día, frutas y verduras en un 3% por 100 g
/ día, lácteos en un 7% por 200 g / día y un aumento del CCR riesgo para la carne roja en un 12% por
100 g / d y para la carne procesada en un 17% por 50 g / d. Un metaanálisis (2 estudios de cohortes y
5 de casos y controles) estimó que una mayor ingesta de manzanas redujo el riesgo de CCR en un
28% (p = 0,001). El Estudio de Dieta y Cáncer de Malmö (27,931 participantes) observó una alta
ingesta de fibra total, y las frutas y bayas redujeron significativamente el riesgo de cáncer de colon en
aproximadamente un 30% en comparación con los efectos no reductores para las verduras y los
cereales ricos en fibra, lo cual es consistente con una revisión sistemática y metaanálisis de 2018 (25
estudios observacionales) que observó que una mayor ingesta total de fibra reducía el riesgo de
cáncer de colon en un 26% ( p = 0,000). Un metaanálisis de 20 estudios observacionales y otro
metaanálisis de 5 estudios de cohortes y 17 estudios de casos y controles mostraron que cada pieza
de fruta de 10 g y una alta ingesta de fruta redujeron el riesgo de adenoma en un 21% en
comparación con un riesgo reducido de 9% para las verduras. Los análisis secundarios del Ensayo de
prevención de pólipos descubrieron que los cumplidores súper dietéticos que consumen 12 g de fibra
y 3 porciones de frutas y verduras / 1000 kcal redujeron significativamente el riesgo de recurrencia
de adenoma en un 32% y redujeron el riesgo de recurrencia de adenoma múltiple y / o avanzado en
un 50% en comparación con menos compatible controles (p <0.05) después de 4 años. El Ensayo de
detección de cáncer de próstata, pulmón, colorrectal y ovario (57.774 sujetos; 12 años de
seguimiento) encontró que una mayor ingesta de frutas y verduras redujo significativamente el
28
riesgo de adenomas múltiples en un 39% y el riesgo de CCR en individuos con ingestas elevadas de
carne procesada en un 26%. Los datos agrupados del Estudio de Salud de Enfermeras y el Estudio de
Seguimiento de Profesionales de la Salud (1575 participantes) permitieron apreciarun menor riesgo
de mortalidad específica por CCR ajustado multivariado por incremento de 5 g de fibra de fruta en un
9% de riesgo menor (p = 0,58), fibra vegetal en 18 % ( p = 0.22) y fibra de cereal en un 33% ( p
= 0.007). La fibra es el componente dietético primario de los alimentos vegetales completos
asociados con la promoción de una microbiota colónica saludable que ayuda a reducir la inflamación
tumorigénica, la producción de carcinógenos y las respuestas celulares alteradas en individuos
susceptibles.(19)
Figura 18:
(19)
Efecto dosis-respuesta no lineal de aumentar la ingesta de frutas y verduras en el riesgo de CRR del
metánalisis de estudios de cohortes.
En otro estudio se encontró que la hipótesis que vincula sostiene que el aumento en la ingesta de
alimentos de origen vegetal con una disminución en el riesgo de cáncer colorrectal (CCR) tiene casi
50 años. Hoy en día, las revisiones sistemáticas y el metaanálisis de casos y controles y estudios de
cohortes confirman la asociación entre los patrones dietéticos y el riesgo de CCR, apoyando la
hipótesis de que los carbohidratos no digeribles (NDC) de los alimentos de origen vegetal tienen
efectos beneficiosos. Sin embargo, los mecanismos que subyacen acerca de las propiedades
fisicoquímicas y los efectos biológicos inducidos por NDC en la disminución del desarrollo y la
progresión del CCR aún no se comprenden completamente. El NDC de los alimentos de origen
vegetal consiste principalmente en carbohidratos complejos de la pared celular de la planta, incluida
la pectina y la hemicelulosa, que varían entre los alimentos en estructura y composición, por lo tanto,
tanto en propiedades fisicoquímicas como en efectos biológicos. En la presente revisión, destacamos
los mecanismos y describimos los hallazgos recientes que muestran cómo estos complejos NDC de
29
los alimentos de origen vegetal están relacionados con una disminución en el riesgo de CCR a través
de la inducción de efectos fisicoquímicos en el tracto gastrointestinal, efectos relacionados con la
fermentación y efectos directos resultantes de la interacción entre NDC y los componentes
celulares. Los estudios respaldan que la definición de la relación estructura-función, especialmente
con respecto a los efectos relacionados con la fermentación del NDC, así como los efectos directos de
estos carbohidratos complejos en las células, es crucial para comprender los posibles efectos
anticancerígenos del NDC.
Se sabe que el CCR está asociado principalmente con patrones dietéticos del llamado estilo de vida
occidental. La incidencia de CCR es mayor en los países en desarrollo y esta incidencia aumenta
rápidamente en los países de ingresos bajos y medianos. Esto se debe principalmente a un cambio en
los patrones dietéticos hacia una menor ingesta de alimentos de origen vegetal y una mayor ingesta
de grasas, azúcar y alimentos de origen animal. Por lo tanto, los estudios han señalado
sistemáticamente que abordar los factores de riesgo modificables, especialmente cambiando los
patrones dietéticos, puede reducir sustancialmente las muertes relacionadas con el CCR.
Recientemente, un estudio longitudinal prospectivo (20) reveló que un patrón dietético
caracterizado por la alta ingesta de alimentos de origen vegetal está asociado a un riesgo de CCR
retrasado de hasta 10 años. Las revisiones sistemáticas y el metaanálisis de casos y controles y
estudios de cohortes también informaron una asociación inversa entre la ingesta de alimentos de
origen vegetal y el riesgo de CCR. Además de los datos científicos, el conocimiento tradicional sugiere
la ingesta de alimentos de origen vegetal como tratamiento adyuvante contra el CCR. Como los
alimentos de origen vegetal contienen cantidades relativamente altas de moléculas biológicamente
activas, como los polifenoles y los carbohidratos no digeribles, se ha tenido en cuenta la adopción de
intervenciones nutricionales específicas que utilizan frutas y verduras para ayudar a las terapias
contra el cáncer. Además, el aumento de la ingestión de fibra dietética de los alimentos vegetales de
código, que están compuestos principalmente por el NDC que constituyen la pared celular vegetal, se
conoce desde hace mucho tiempo que desempeñanun papel fundamental en la reducción de riesgo
de CCR.
Aunque los NDC son resistentes a la digestión por enzimas humanas, estos carbohidratos no son una
colección estática de componentes alimenticios que pasan a través del tracto gastrointestinal sin
inducir efectos biológicos. En cambio, el NDC modula la absorción de nutrientes mediante la unión a
moléculas orgánicas que inducen efectos biológicos indirectos que actúan como sustrato para la
fermentación colónica por la microbiota intestinal. Además, los esfuerzos recientes se han centrado
en explorar la interacción directa entre las células NDC y CRC. Sin embargo, la composición y la
30
estructura química de NDC pueden variar dependiendo de las especies de plantas y tejidos, lo que
resulta en una gran heterogeneidad de estructura con variabilidad en la composición y el patrón de
ramificación. Por lo tanto, aunque el NDC de los alimentos de origen vegetal comparte patrones
comunes y funciones biológicas, la ingestión de estos componentes alimenticios que tienen una gran
variación en tamaño y estructura dará como resultado propiedades dependientes de la estructura y,
por lo tanto, diversos efectos biológicos.
Los estudios han demostrado la asociación entre la ingesta de componentes alimentarios específicos
y el cáncer, como una correlación inversa entre la ingesta de NDC de los alimentos de origen vegetal
y el desarrollo y progresión del CCR. Sin embargo, a pesar de la evidencia de que una alta ingesta de
NDC podría reducir el riesgo de CCR hasta en un 38%, los niveles de esta evidencia todavía se
consideran probables, tanto por el amplio espectro de subtipos de CCR como por la heterogeneidad
de las funciones físicas y biológicas de NDC a partir de distintas fuentes vegetales. Además de eso,
existe la presencia de otros componentes dietéticos en la matriz alimentaria que influyen en las
propiedades fisicoquímicas y los efectos biológicos del NDC. Por lo tanto, como algunos estudios no
consideraron componentes dietéticos distintos del NDC en los alimentos de origen vegetal, como los
polifenoles, las vitaminas y los minerales, es difícil establecer una asociación inversa entre la ingesta
de NDC y el riesgo de CCR. Una caracterización confiable de la estructura compleja de NDC, seguida
de su aislamiento, purificación y el estudio de su efecto biológico, es crucial para alcanzar una
relación estructura-función deseable entre NDC y los efectos anticancerígenos.
Existen tres mecanismos principales en los que el NDC actúa contra el desarrollo y la progresión del
CCR. El consumo de NDC puede inducir (A) efectos fisicoquímicos en el tracto gastrointestinal, (B)
efectos relacionados con la fermentación y (C) efectos directos resultantes de la interacción entre
NDC y las células, como las células epiteliales intestinales (IEC), el sistema inmune células y células
CRC. Figura 2 (20)
31
Figura 2:
(20)
Efectos fisicoquímicos y biológicos de los carbohidratos no digeribles (NDC) después de la ingesta. (A)
Las propiedades fisicoquímicas de NDC influyen en la absorción de otros nutrientes y reducen la
interacción entre los carcinogénicos y el epitelio intestinal. (B) Los efectos relacionados con la
fermentación dan resultado a la producción de ácidos grasos de cadena corta (SCFA) y otros
metabolitos que pueden inducir efectos biológicos en las células intestinales epiteliales, las células del
sistema inmunitario y las células cancerosas. La fermentación de NDC por la microbiota intestinal
también puede influir en el perfil de la microbiota en sí. (C) NDC también puede interactuar
directamente con los componentes celulares, como los receptores de reconocimiento de patrones
(PRR) y la galectina-3 (Gal-3), lo que induce vías de señalización en las células y afecta a la adhesión e
invasión de las células cancerosas.
En conclusión, del análisis de los estudios publicados hasta el momento se desprende que el
consumo de fibra en las proporciones adecuadas ejerce un efecto beneficioso sobre la salud, a la vez
que ejerce un efecto protector en el desarrollo de diversos tipos de cáncer, incluyendo el CCR. En
este punto, se debería incentivar el consumo diario de las cantidades de fibra recomendadas
mediante el empleo de frutas, hortalizas y verduras no solamente por sus efectos reductores del
riesgo de cáncer sino por el beneficio que su consumo comporta sobre la salud global de las
personas.
Mejora la salud intestinal, baja el colesterol LDL elevado, reduce el riesgo de aumento de peso,
disminuye de la enfermedad cardiovascular, enfermedad coronaria y riesgos de mortalidad, reduce
los riesgos de varios tipos de cáncer, entre ellos el cáncer colorrectal, derrame cerebral y diabetes
tipo 2.
32
33
7. Influencia de la microbiota y la respuesta inmune contra el cáncer
7.1. La microbiota intestinal.
La dieta tiene un papel importante en el desarrollo del cáncer colorrectal. En las últimas décadas, los
hallazgos de una extensa investigación epidemiológica y experimental han relacionado el consumo
de varios alimentos y nutrientes con el riesgo de neoplasia colorrectal. La dieta probablemente
influye en la carcinogénesis colorrectal a través de varios mecanismos de interacción. Estos incluyen
los efectos directos sobre la respuesta inmune y la inflamación, y los efectos indirectos de la
sobrenutrición y la obesidad, factores de riesgo para el cáncer colorrectal. La evidencia emergente
también implica que la microbiota intestinal es un efector importante en la relación entre la dieta y
el cáncer. Por tanto, al menos de manera hipotética,podría inferirse que la modificación de la dieta
podríareducir la incidencia de cáncer colorrectal.Las medidas preventivas, incluidas las
modificaciones en la dieta y el estilo de vida, son, por lo tanto, una estrategia atractiva para reducir la
carga global de CCR.
En 1981, Doll y Peto conjeturaron que hasta el 35% de las muertes relacionadas con el cáncer y el
90% de las muertes relacionadas con el cáncer de estómago y de intestino grueso podrían atribuirse
a factores dietéticos. En las últimas décadas, se han realizado numerosos estudios observacionales y
ensayos clínicos aleatorios, sin embargo, los datos de estos estudios han demostrado asociaciones
inconsistentes o solo modestas. Quizás esto no debería sorprender dada la complejidad intrínseca a
la etiopatogenia del cáncer. Aunque la etiología del cáncer es muy compleja, una evaluación crítica
de los datos humanos recopilados hasta ahora de la dieta y el CCR puede servir como un paso inicial
para hacer realidad la promesa de la quimioprevención dietética.
Aunque ha habido numerosas revisiones de la dieta y el CCR, la mayoría han sido específicas para
una o algunas exposiciones. Dadas las limitaciones metodológicas de los estudios retrospectivos de
casos y controles, nos centramos en estudios prospectivos y ECA, priorizando aquellos con gran
tamaño y diseño y análisis robustos. Por lo tanto, se discuten datos de ECA en el contexto de estudios
observacionales, así como evidencia experimental, con un enfoque en aquellos nutrientes con los
mecanismos más convincentes. Destacamos los mecanismos asociados con la inflamación y la
desregulación inmune dado su papel establecido en la carcinogénesis colorrectal y la creciente
apreciación de un papel para la microbiota en CRC.
La explosión de la investigación en la interacción huésped-microbio respalda un papel potencial de la
microbiota intestinal y su interacción con la dieta en la salud y la enfermedad humana, a través de la
34
regulación del metabolismo del huésped y la función inmune. Una comunidad microbiana alterada,
así como el enriquecimiento de bacterias selectas, como Fusobacteriumnucleatum, se han implicado
en el desarrollo de adenomas y adenocarcinomas colorrectales. La evidencia acumulada sugiere un
profundo efecto de la dieta en la microbiota intestinal. La fibra dietética puede favorecer el
crecimiento de bacterias productoras de butirato sobre otras bacterias, proporcionando beneficios a
la estructura de la microbiota intestinal humana. Los niños de las zonas rurales de África, donde la
dieta es rica en fibra, tienen una composición sorprendentemente diferente de la microbiota
intestinal que los de la Europa urbana caracterizada por una dieta occidental. El cambio de una dieta
baja en grasas y rica en plantas a una dieta occidental cambió la composición microbiana y las vías
metabólicas y la expresión génica en el microbioma intestinal.
La maduración progresiva y la composición equilibrada de los microbios intestinales pueden ser
importantes para el establecimiento y la regulación de las respuestas inmunes e inflamatorias a
través de productos derivados de bacterias, como los SCFA, los ácidos biliares y las vitaminas. La
disminución de los niveles de dichos productos debido a la disbiosis o una dieta desequilibrada
puede contribuir a la inflamación y al desarrollo posterior de la enfermedad en el huésped. Se ha
demostrado que la intervención simbiótica con almidón resistente prebiótico y bacterias beneficiosas
reduce la incidencia de neoplasias de colon en ratas.Sin embargo, se requiere más investigación.(13)
Un número creciente de ensayos en humanos respaldan los efectos prebióticos de la fruta entera y la
fibra de la fruta para promover un microbioma saludable. Un ECA de dosis-respuesta de 2016 (122
sujetos; 2, 4 y 6 porciones de frutas y verduras versus una dieta de control habitual) encontró que el
contenido de fibra de las frutas y verduras era más importante que el contenido de polifenoles para
promover una alimentación más saludable. Microflora fecal (p. ej., relación Bacteroide /
Prevotella y Bifidobacterias).
Un número creciente de estudios en humanos sobre fuentes de fruta específicas muestran niveles
variables de efectos prebióticos dependiendo de la fuente de fruta y la cantidad diaria consumida en
comparación con las dietas o alimentos bajos en fibra de control. En general, se requieren al menos 2
porciones diarias de fruta entera, especialmente frutas con ≥2.5 g de fibra / porción para estimular
una actividad prebiótica colónica significativa (mayores SCFA, producción, niveles elevados
de Bifidobacterias , niveles reducidos de bacterias patógenas y protección contra la diarrea
bacteriana persistente en niños y adultos) en comparación con ≤1 porción de fruta entera / día
común en las dietas occidentales.(19)
35
La dieta podría remodelar la estructura comunitaria de la microbiota intestinal e influir en su función
al modular la producción de metabolitos. Butirato, uno de los SCFA, que actúan como una fuente
favorable de colonocitos, podrían proteger las células epiteliales del colon de la tumorigénesis a
través de propiedades antiinflamatorias y antineoplásicas a través del metabolismo celular, la
homeostasis de la microbiota, las formas de regulación antiproliferativa, inmunomoduladora y
genética / epigenética. Por el contrario, la fermentación de proteínas y la desconjugación de los
ácidos biliares, que causan daño a las células del colon por vías proinflamatorias y prooneoplásicas,
aumentan el riesgo de desarrollar CCR. En conclusión, se debe adoptar una dieta equilibrada con una
mayor abundancia de fibra para reducir el riesgo y prevenir el CCR.
Además, la dieta tiene un impacto importante en la composición y la función de la microbiota
intestinal, que es más relevante con factores ambientales que con el fondo genético (Rothschild et
al., 2018). La fibra dietética, las grasas y las proteínas tienen efectos relativamente diferentes pero
grandes en la composición y diversidad del microbioma. Se ha informado que las intervenciones
dietéticas a corto plazo podrían cambiar la forma de nuestro microbioma intestinal, y una vez que
regresamos a la dieta original a largo plazo, el microbioma intestinal vuelve nuevamente (Xu y
Knight, 2015). Además, se encuentra que la estructura de la comunidad microbiana intestinal está
perturbada en pacientes con CCR y adenoma en comparación con controles sanos (Liang et
al., 2017). Por lo tanto, esta correlación sugiere fuertemente que la dieta a largo plazo podría influir
en el inicio y desarrollo del CCR a través de la microbiota intestinal. Figura 1.
Figura 1:
(21)
La asociación entre la dieta, la microbiota intestinal y el CCR.
La microbiota intestinal humana es una comunidad microbiana grande y compleja. Comprende las
poblaciones de microorganismos que viven en la luz intestinal: bacterias, virus, hongos, arqueas,
bacteriófagos y protozoos. Entre ellos, las bacterias son las más abundantes. La composición y
función de la microbiota intestinal varía según la ubicación, la edad, el sexo, la raza y la ingesta
alimentaria (Hollister et al., 2014). Recientemente, Rothschild et al. (2018) investigaron la asociación
36
entre la microbiota intestinal, los factores ambientales y las características genéticas, y demostraron
que la estructura de la comunidad de la microbiota intestinal estaba predominantemente
conformada por factores ambientales en lugar de la ascendencia genética o polimorfismos de un solo
nucleótido (SNP). Además, se estimó que solo el 1.9% del microbioma intestinal es hereditario y más
del 20% de la variación en la diversidad β del microbioma podría inferirse de factores ambientales
asociados con la dieta y el estilo de vida (Rothschild et al., 2018). Más que eso, varios estudios han
revelado que el microbioma intestinal humano es relativamente estable en los adultos a lo largo del
tiempo, excepto en el caso de eventos especiales como intervención dietética, diarrea infecciosa o
inmigración internacional (David et al., 2014a; Faith et al., 2013). Por ejemplo, cambiar de una dieta
tradicional africana con alto contenido de polisacáridos vegetales que incluye fibra y baja en grasa y
carne procesada a una dieta occidental típica que es baja en polisacáridos / fibra vegetal y alta en
grasa, carne procesada y azúcar conduce a un rápido cambio en la composición y abundancia del
microbioma (Turnbaugh et al., 2008; 2009; David et al., 2014b; O'Keefe et al., 2015). Estos hallazgos
demuestran que la ingesta alimentaria juega un papel importante en la conformación de la
microbiota intestinal y en el mantenimiento de la salud del colon.
En individuos sanos, más del 90% de la dieta se absorbe en el intestino delgado y los nutrientes se
distribuyen para mantener la salud física. Los residuos de la dieta que ingresan al colon son
principalmente carbohidratos complejos (fibra), junto con residuos de proteínas y ácidos biliares
primarios secretados por el hígado en respuesta a la ingesta de grasas. Estos son los que determinan
la composición y la función de la microbiota intestinal y juegan un papel crítico en el mantenimiento
de la salud del colon a través de la fermentación. Con una dieta equilibrada, la fermentación de
carbohidratos complejos (fibra) es predominante en la producción de ácidos grasos de cadena corta
(AGCC). El butirato, como el miembro más importante de la familia de los SCFA, actúa como una
fuente favorable de colonocitos con propiedades antiinflamatorias y antineoplásicas de la mucosa a
través del metabolismo celular, la microbiota homeostasis, la antiproliferación, regulación
inmunomoduladora y genética / epigenética. En contraste, con una dieta occidental desequilibrada,
las actividades dominantes en la luz del colon son la fermentación de proteínas y la desconjugación
de ácidos biliares, que causan daño a las células del colon a través de formas proinflamatorias y
prooneoplásicas y, por lo tanto, aumenta el riesgo de desarrollar CCR (O'Keefe, 2016). Figura 2.
37
Figura 2.
(21)
Las dietas influyen en el riesgo de CCR a través de la microbiota intestinal y los metabolitos asociados.
Esta figura muestra el efecto de dos tipos diferentes de patrones dietéticos sobre la microbiota
intestinal y los metabolitos asociados. Las bacterias intestinales pueden promover el CCR al
metabolizar los componentes dietéticos / digestivos oncogénicos, como las proteínas y los ácidos
biliares, en metabolitos como los ácidos biliares secundarios y el sulfuro de hidrógeno. Por el
contrario, la microbiota intestinal puede proteger contra el CCR al metabolizar componentes
dietéticos / digestivos beneficiosos, como los polifenoles de origen vegetal y la fibra, en metabolitos
como el butirato. Las bacterias y sus metabolitos pueden tener efectos sobre los colonocitos mediante
disfunción de barrera, proliferación epitelial, inflamatoria, daño en el ADN, formas genotóxicas, etc.
La interacción de la microbiota intestinal y el CCR ha sido un foco principal de investigación
recientemente. El efecto de los factores ambientales sobre el CCR depende principalmente de la
disbiosis microbiana. De hecho, los estudios microbianos han revelado que la composición
microbiana ha sido perturbada en CCR y en lesiones precancerosas. Se ha detectado un desequilibrio
patológico en la microbiota intestinal en sujetos con CCR en comparación con controles sanos
(Sanapareddy et al., 2012; Castellarin et al., 2012).Los mecanismos subyacentes durante la
interacción entre la disbiosis microbiana y la carcinogénesis colorrectal incluyen la promoción de la
inflamación, la adhesión patológica de bacterias y la inducción de tumorigénesis (Rubinstein et
al., 2013; Kostic et al., 2013).
Además, muchos metabolitos derivados de bacterias como el butirato y los ácidos biliares
secundarios tienen un efecto diferencial sobre la carcinogénesis colorrectal, que ya se ha discutido
anteriormente. Por lo tanto, tomando todas las pruebas juntas, la disbiosis está estrechamente
asociada con el inicio y el desarrollo de CCR. El potencial para reducir el riesgo de CCR a través de la
modulación del microbioma intestinal mediante el control de la dieta o el tratamiento con
38
antibióticos para eliminar los patógenos bacterianos asociados al tumor, es una línea de
investigación en auge.
A partir de la evidencia discutida anteriormente, podemos llegar a la conclusión de que una dieta
desequilibrada conduce a alteraciones en la estructura y función de la comunidad de la microbiota
intestinal, con una mayor producción de metabolitos que podrían inducir inflamación y proliferación
y, en consecuencia, aumentar el riesgo de desarrollo de CCR. Sin embargo, la buena noticia es que las
evidencias experimentales respaldan firmemente que el butirato, que se produce principalmente a
través de la fermentación de carbohidratos complejos (fibras), podría suprimir la neoplasia
colorrectal. Esto indica que aumentar la ingesta de fibra o tomar suplementos de fibra puede
proteger frente al desarrollo de CCR. Un problema por resolver es cómo definir el punto de corte
(umbral) en la cantidad de fibra recomendada para lograr estos objetivos. Se han realizado muchos
ensayos clínicos para determinar si la suplementación con fibra podría reducir el riesgo de
recurrencias de pólipos colorrectales. Aunque la mayoría de los resultados de los estudios son
decepcionantes, aún podemos obtener algunas pistas de que la fibra juega un papel protector en la
prevención del CCR.(21)
Se ha demostrado que la evidencia basada en estudios experimentales epidemiológicos, animales y
humanos respalda la opinión de que la dieta juega un papel importante en el inicio y desarrollo de
CCR. Por ejemplo, existen pruebas consistentes basadas en estudios de cohorte prospectivos, que
demuestran que la fibra y la leche están asociadas con un menor riesgo de CCR, mientras que la
carne roja y procesada se relacionan significativamente con un mayor riesgo de CCR. Mientras tanto,
la intervención dietética podría remodelar la microbiota intestinal y alterar los residuos de la dieta
que ingresan al colon. Por lo tanto, la intervención dietética y la modulación intestinal de la
microbiota son estrategias prometedoras en la prevención del CCR. Con la evidencia disponible, se
recomienda firmementeuna dieta equilibrada con abundante fibra.
Con los resultados de los estudios de microbios y estudios de mecanismos en humanos y animales,
creemos que está lleno de potencial para continuar investigando el papel detallado de las estrategias
dietéticas en la prevención de CCR. Aún quedan muchas incógnitas por resolver. En primer lugar, el
CCR surge de varias formas con diferentes antecedentes genéticos y factores ambientales. ¿Los
factores dietéticos o nutrientes funcionan de manera similar o diferencial al influir en el riesgo de
CCR en términos de distintas etiologías? En segundo lugar, dado que ya sabemos que la microbiota
intestinal es uno de los vínculos más importantes entre la dieta y el riesgo de CCR, ¿cuáles son los
otros factores del huésped involucrados en la interacción de la dieta y el CCR? ¿Cuál es el papel de la
respuesta inmune del huésped en el CCR mediado por la dieta? Estas preguntas no resueltas deben
39
responderse con modelos experimentales y tecnología avanzada. Por último, si bien no menos
importante, (2008; DeSalvo, 2016), y la dosis que recomienda está muy lejos de la dosis real de que
la fibra funciona como un método preventivo para el CCR. Por lo tanto, esto hace que sea urgente
determinar la dosis y la duración adecuadas del suplemento de fibra o la intervención dietética para
prevenir o detener la tumorigénesis colorrectal. Se necesitan más estudios clínicos y preclínicos para
establecer la recomendación ideal para que el suplemento de fibra o la intervención dietética tengan
una función adecuada para reducir el riesgo de CCR (21).
7.2. Interacción entre la dieta y la respuesta inmune.
Es importante tener en cuenta que la dieta no solo afecta a la microflora bacteriana sino también a
la modulación de la respuesta inmune. La inmunoterapia ha evolucionado hasta convertirse en un
tratamiento estándar para varios tipos de cáncer, pero queda mucho por hacer para extender el
alcance de su efectividad, particularmente a los tipos de cáncer que son resistentes dentro de cada
indicación. Una revisión de 2018, propone que la nutrición puede afectar y potencialmente mejorar
la respuesta inmune contra el cáncer. Se examinan los mecanismos generales que vinculan los
principios nutricionales con la función inmune y pueden influir en la efectividad de la inmunoterapia
contra el cáncer. Esto representa también la premisa para un proyecto de investigación dirigido a
identificar la mejor dieta para la mejora de la inmunoterapia contra los tumores (proyecto DIET). Se
presta especial atención a la microbiota intestinal y al impacto de su composición en el sistema
inmunitario. También, se discuten los patrones dietéticos que afectan la función inmune, incluido el
valor de adherirse a una dieta saludable como la mediterránea, vegetariana, japonesa o una dieta
reguladora de la microbiota, la dieta cetogénica muy baja, que se ha demostrado que reduce el
riesgo de desarrollar varios cánceres y reducen la mortalidad asociada a ellos. Finalmente, los
suplementos, como los omega-3 y los polifenoles, se discuten como enfoques potenciales que
podrían beneficiar hábitos saludables de alimentación y estilo de vida en el contexto de la
inmunoterapia.
Los alimentos representan no solo una fuente de nutrientes para el crecimiento corporal y para el
mantenimiento de funciones esenciales, sino que también incluyen componentes dietéticos que se
comportan como antígenos. Especialmente, las células inmunes intestinales innatas y adaptativas
dispersas por toda la lámina propia o presentes dentro de los órganos linfoides secundarios pueden
provocar una respuesta robusta cuando son estimulados por los antígenos alimentarios. De hecho, se
ha demostrado que la ingestión de alimentos conduce a una condición de inflamación de bajo grado
posprandial, que no solo es regional sino también sistémica.
40
Un ensayo realizado en niños de peso normal, que siguieron una dieta mediterránea (DM) durante 1
año en comparación con los controles pareados por edad, que no tuvieron en cuenta las
recomendaciones de alimentos saludables, demostró diferentes perfiles inmunes. Muy interesante,
al final del ensayo en el primer grupo, los niveles salivales de la citocina antiinflamatoria, IL-10,
aumentaron, mientras que los niveles de citocina inflamatoria interleucina IL-17, disminuyeron. En el
último grupo de niños, que en su mayoría comieron "comida basura", se observó un aumento
espectacular en IL-17 a expensas de IL-10. En este contexto, IL-10 es una citocina producida
predominantemente por las células reguladoras FOXP3 + T (TREG), que son inducidas en el intestino
por varios componentes de la dieta, como las vitaminas (A y D), los ácidos grasos poliinsaturados
(omega-3) y polifenoles. El estado inflamatorio intenso y prolongado en las personas obesas es
responsable de la diabetes, los eventos cardiovasculares, la neurodegeneración y, en algunos casos,
el cáncer.
La inmunosenescencia se conoce como el deteriorodel sistema inmune con la edad que conduce
auna mayor frecuencia de enfermedades infecciosas, autoinmunes y neoplásicas en los ancianos. Es
importante destacar que la falta de proteínas y oligoelementos en los ancianos determina un déficit
inmune severo, que puede ser fatal. Se ha demostrado que los prebióticos, los probióticos y los
simbióticos restauran la inmunidad innata y adaptativa en los ancianos, y también corrigen las
alteraciones de la microbiota intestinal que, en condiciones normales, contribuye a la homeostasis
inmune, equilibrando el equilibrio entre las células TREG y las células Th17.
En conclusión, es probable que un régimen dietético apropiado pueda mantener el equilibrio entre la
vía inflamatoria (desencadenada por las células Th17) y la cascada de eventos antiinflamatorios
basados principalmente en la actividad TREG. Por lo tanto, una intervención nutricional en pacientes
con cáncer debe tener en cuenta un posible desequilibrio en la relación entre la función celular Th17
y TREG. En consecuencia, la ingesta dietética de principios bioactivos con alimentos o mediante los
productos derivados de alimentos con beneficios adicionales para la salud además del valor
nutricional básico, los llamados nutracéuticos, debe evaluarse para mejorar la respuesta inmune
antitumoral.
La influencia de la dieta en la microbiota ha sido ampliamente estudiada, tanto por estudios
epidemiológicos como de intervención que demostraron que un cambio en la dieta, de vegetariano a
carnívoro, resulta en un cambio en la composición del microbioma justo después de 24 h. La
Figura 1 muestra el impacto de la microbiota en la función del sistema inmunitario de la mucosa.
41
Figura 1:
(22)
El papel de los patrones dietéticos en la composición de la microbiota y la función del sistema inmune.
La disbiosis induce a la producción de citocinas y la inflamación local medida por NF-kB, promoviendo
la tumorigénesis. En la parte izquierda se muestra la interacción con una dieta saludable, una flora
bacteriana y sistema inmune equilibrados. En la parte de la derecha se muestran alteraciones del
sistema inmune, barrera y microbiota intestinal y vías patológicas debido a una dieta poco
saludable.(22)
Muchos de los componentes alimentarios antiinflamatorios, como las fibras dietéticas, el ácido graso
omega-3 y algunas vitaminas, el triptófano y los productos derivados del triptófano, y los SCFA
pueden activar la producción de citocinas antiinflamatorias (IL-10 e IL -22).
La interacción entre moléculas o factores producidos por los probióticos intestinales durante el
metabolismo de los alimentos, como los ácidos grasos de cadena corta, la bacteriocina, el
polisacárido A, podría considerarse como postbióticos. Los postbióticos pueden actuar directa o
indirectamente sobre los procesos metabólicos del huésped, mejorando la función de barrera
epitelial. En términos más generales, las proteínas liberadas por los probióticos, como la proteína A
de la capa S y el polisacárido A, pueden disminuir el proceso inflamatorio, regulando el equilibrio
entre las citocinas pro y antiinflamatorias por las células DC y T.
Finalmente, comprender cómo manipular mejor el microbioma, controlando así el sistema
inmunitario humano y su desregulación, o controlando los efectos de los postbióticos en el estado
simbiótico, representa una oportunidad importante para desarrollar nuevos medicamentos y
combinar suplementos probióticos, con vacunas e inmunoterapias contra el cáncer.(22)
Los metabolitos del microambiente del cáncer pueden regular las células inflamatorias para inducir
una respuesta inflamatoria crónica que puede ser una condición predisponente para la retención de
42
CCR. Además, algunos componentes nutricionales pueden contribuir a una afección inflamatoria
crónica al regular diversas vías inmunes e inflamatorias. Además de todo ello,la dieta modula
fuertemente la composición de la microbiota intestinal, que tiene un papel clave en el
mantenimiento de la homeostasis intestinal y está asociado con la modulación de las respuestas
inflamatorias e inmunitarias del huésped. Por lo tanto, la dieta tiene un papel fundamental en la
iniciación, progresión y prevención del CCR. En particular, los alimentos funcionales como los
probióticos, prebióticos y simbióticos pueden tener un efecto potencialmente positivo en la salud
más allá de la nutrición básica y tienen efectos antiinflamatorios. En los estudios revisados se discute
la influencia de la dieta en la composición de la microbiota intestinal, centrándose en su papel en la
inflamación intestinal y la inmunidad. Finalmente, se describen los beneficios potenciales del uso de
probióticos y prebióticos para modular la respuesta inflamatoria del huésped, así como su aplicación
en la prevención y el tratamiento del CCR.
En uno de los estudios se señalan los principales aspectos del escenario inmunológico del CCR y el
impacto de la dieta en la inflamación asociada al CCR y la modulación de GM. Finalmente, discutimos
los posibles efectos beneficiosos de los probióticos y prebióticos para restaurar la microbiota
intestinal en la prevención del CCR y como apoyo a los tratamientos actuales contra el CCR.
Hoy en día, se estima que el 30% -40% de los diferentes tipos de cáncer son causados por alimentos,
nutrición y otros factores del estilo de vida, que hacen que el cáncer sea una enfermedad algo
prevenible. Datos epidemiológicos abrumadores sugieren que los factores dietéticos,
particularmente aquellos que resultan en sobrepeso y obesidad, influyen en el riesgo, la morbilidad y
la mortalidad en los cánceres múltiples, especialmente el CCR. Debido a esto, el Departamento de
Salud y Servicios Humanos de los Institutos Nacionales de Salud y la Agencia de Investigación y
Calidad de la Atención Médica han intentado implementar intervenciones de estilo de vida entre la
población, con el objetivo de resaltar la importancia de la dieta y el estilo de vida saludable para la
prevención de enfermedades, incluyendo cáncer.
Aunque la dieta se considera una fuente importante de compuestos mutagénicos (que pueden
conducir al desarrollo de tumores), a diferencia de otros factores ambientales como los rayos
ultravioleta (comúnmente conocidos como UV) en el melanoma (cuyo papel es el cáncer está bien
establecido), la asociación entre la dieta y el cáncer podría no ser lineal. El vínculo entre la nutrición y
el cáncer puede verse afectado por otros factores que comprometen la salud, como el tabaquismo y
el consumo de alcohol, el estilo de vida sedentario y la exposición a tóxicos ambientales, todos los
cuales son factores de riesgo bien establecidos para el desarrollo del cáncer. Por lo tanto, incluso si
es difícil "aislar" los factores de riesgo de la dieta en estudios epidemiológicos, los modelos animales
43
han demostrado irrefutablemente las influencias nutricionales en la evolución del cáncer. Además de
eso, como se demuestra en la siguiente figura (1), componentes de la dieta podrían actuar en la
iniciación y progresión del cáncer indirectamente mediante el aumento de la producción del factor
endocrino, el cambio de los parámetros inflamatorios e inmunológicos, o cambiando la composición
GM.
Figura 1:
(23)
Los componentes de la dieta pueden actuar directa o indirectamente sobre la prevención del cáncer o
su inicio / progresión. Las acciones directas beneficiosas son ejemplificadas por los nutrientes, que
pueden proteger directamente a las células del daño del ADN y disminuir el estrés oxidativo. Un
efecto directo nocivo se ejemplifica por el daño en el ADN, la activación de protooncogenes de
señalización de crecimiento y los cambios en las citocinas proinflamatorias. Los efectos indirectos
beneficiosos y perjudiciales están representados por la modulación de la microbiota intestinal y la
inducción de obesidad, respectivamente. HCA: aminas heterocíclicas; HAP: hidrocarburo aromático
policíclico.(23)
Los efectos directos de los componentes de la dieta en el desarrollo del cáncer podrían estar
representados por la fuerte correlación entre la incidencia de CCR y el consumo excesivo de grasas y
proteínas (principalmente de origen animal), carne procesada y consumo sustancial de alcohol (más
de 30 g / día). Las personas son más susceptibles a desarrollar CCR cuando tienen una mayor ingesta
de aminas heterocíclicas.En contraste, una dieta vegetariana parece prevenir enfermedades
cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer, ya que las frutas y verduras contienen antioxidantes, que
eliminan los radicales libres y previenen el daño del ADN. La dieta vegetariana también incluye una
variedad de nutrientes asociados con la reducción del riesgo de cáncer. Estos compuestos pueden
proteger las células al afectar las vías de biotransformación / desintoxicación (fases I y II), la
señalización celular y el sistema antioxidante endógeno.
La modulación de la dieta podría usarse como una forma de quimioprevención del cáncer en
individuos sanos. En farmacología, la quimioprevención se usa para describir el "uso de agentes
44
farmacológicos o naturales que inhiben el desarrollo de cáncer invasivo, ya sea bloqueando el daño
del ADN que inicia la carcinogénesis o deteniendo o invirtiendo la progresión de las células
premalignas en las que dicho daño ya ocurrió".
La dieta también se asocia con la modulación del microbioma intestinal que tiene un papel
importante en el metabolismo del huésped, la nutrición y las características fisiológicas (proliferación
y diferenciación de células epiteliales intestinales, pH, función), así como con el desarrollo del
sistema inmune y la protección contra los patógenos. Sin embargo, además de la dieta, el GM está
influenciado por numerosos factores incompletos, como la genética del huésped, el sexo, la edad, los
parámetros antropométricos, el estado de salud / enfermedad, los factores geográficos y
socioeconómicos, que exhiben una gran diversidad entre las personas. En condiciones saludables, el
GM desempeña un papel clave en el mantenimiento de la condición fisiológica del huésped al
modular la inmunidad del huésped. Al fermentar carbohidratos complejos no digeribles, como la
fibra dietética, estas bacterias comensales pueden producir ácidos grasos de cadena corta (SCFA),
que pueden atravesar el epitelio intestinal y llegar a la lámina propia, dando forma directa a las
respuestas inmunes de la mucosa.
El papel del GM en la progresión del CCR merece atención especial porque existe una fuerte
interacción entre el GM, la barrera intestinal y las células inmunes. Por ejemplo, el aumento de la
permeabilidad epitelial permite la translocación de bacterias, antígenos y toxinas de la luz a la lámina
propia en el torrente sanguíneo, lo que puede propiciarrespuestas inmunes locales y
sistémicas. Estos cambios pueden modificar las respuestas de las células inflamatorias,
requiriéndoles que integren señales con señales como las concentraciones locales de oxígeno y otros
metabolitos, promoviendo el daño de las células epiteliales que puede conducir al desarrollo del
tumor.
Los datos clínicos, epidemiológicos y experimentales han demostrado que la nutrición y los alimentos
tienen un papel central en la aparición del cáncer porque pueden cambiar el riesgo de tumor, el
diagnóstico después del inicio y la calidad de vida después del tratamiento, además de su capacidad
para mejorar los efectos adversos de quimioterapia y radioterapia. Los “alimentos funcionales” y los
“nutracéuticos” son alimentos o componentes alimenticios que proporcionan beneficios para la
salud más allá de la nutrición básica, como péptidos y proteínas, aminoácidos, ácidos grasos
poliinsaturados, fibras dietéticas, oligosacáridos, vitaminas, minerales, antioxidantes, probióticos y
prebióticos, aceites y ácidos grasos, carbohidratos y fibras. En particular, nos hemos centrado en la
capacidad inmunomoduladora de los probióticos y prebióticos, lo que los convierte en una posible
terapia adyuvante para los tratamientos anti-CCR.
45
8. Influencia de los micronutrientes en el CCR
El calcio es un nutriente esencial para la salud ósea y dental. La capacidad del calcio ionizado para
formar jabones insolubles con ácidos grasos libres y ácidos biliares promotores de tumores en la luz
del colon condujo a la hipótesis de que el calcio era antineoplásico. Un estudio de cohorte
prospectivo con casi 20 años de seguimiento observó un riesgo aproximadamente 70% menor de
CCR comparando los cuartiles más altos a los más bajos de ingesta de calcio. Bastantes asociaciones
inversas consistentes pero más modestas,posteriormente, se han reportado en la mayoría, aunque
no todos, estudios de cohorte para CCR y adenomas colorrectales. Estos hallazgos provocaron ECA de
suplementos de calcio en los que se observó una reducción significativa en la recurrencia del
adenoma, particularmente lesiones histológicamente avanzadas. Los mecanismos adicionales a
través de los cuales el calcio puede afectar el riesgo de CCR incluyen: inhibición de la proliferación
celular, promoción de la diferenciación celular y apoptosis, supresión del daño oxidativo del ADNy
modulación de las vías de señalización celular relacionadas con el CCR. Es probable que estos efectos
estén mediados por la señalización del receptor de detección de calcio (CaR) extracelular que
contribuye a la integridad de la función de barrera intestinal y la homeostasis entre los microbios
intestinales y la respuesta inmune.
A diferencia de los ECA de recurrencia de adenoma, Women's Health Initiative (WHI), el ECA más
grande con incidencia de CCR como resultado secundario, no encontró ninguna reducción en CCR
después de una media de 7 años de suplementación con calcio y vitamina D. Sin embargo, varias
limitaciones pueden haber contribuido a los resultados nulos, que incluyen: alto consumo de calcio al
inicio del estudio, cumplimiento deficiente, diseño factorial complejo y duración insuficiente del
tratamiento y / o seguimiento. En un reanálisis, se observó una reducción del 17% de la incidencia de
CCR con suplementos de calcio entre los participantes de WHI que aún no tomaban calcio o vitamina
D en la aleatorización. Los resultados de otros ensayos más pequeños no han sido igualmente
concluyentes. Además, a diferencia de los ECA de adenomas anteriores, los resultados iniciales de
otro ECA de suplementos de calcio y vitamina D no detectaron una reducción en el riesgo de
adenoma recurrente entre 2.259 individuos, lo que agregó complejidad a la relación calcio-CCR.
Varias razones pueden explicar estas discrepancias. Un efecto umbral del calcio sobre el riesgo de
neoplasia puede enmascarar un beneficio en una población que ya está repleta de calcio. En estudios
de cohortes, se encontró que la ingesta de calcio más allá de aproximadamente 700–1000 mg / día
tiene un efecto incremental mínimo para reducir el riesgo de CCR y el calcio suplementario no
benefició aún más a los participantes con una ingesta alta de calcio en la dieta. Además, la asociación
46
entre la ingesta de calcio y las neoplasias colorrectales puede diferir según la ubicación anatómica,
observándose asociaciones más fuertes para los cánceres en el colon distal o el recto.
En resumen, la evidencia predominante indica un mayor riesgo de CCR entre individuos con una
ingesta de calcio inferior a 700-1000 mg / día. Por lo tanto, sería razonable alentar a las personas a
aumentar su ingesta de calcio a un nivel superior a este rango, reconociendo que los datos son
inconsistentes, incluidos hallazgos limitados de que la suplementación con calcio puede estar
débilmente asociada con riesgos cardiovasculares. La posible modificación de otros factores en la
relación calcio-CCR justifica una mayor investigación.(13)
En 1980, Garland y las universidades propusieron que el estado de vitamina D explicaba la alta tasa
de mortalidad de CCR en poblaciones con baja exposición a la radiación solar UV-B. Los estudios de
cohorte posteriores probaron esta hipótesis utilizando una variedad de sustitutos para el estado de
la vitamina D, incluida la radiación solar, 25-hidroxivitamina D circulante [25 (OH) D] nivel, ingesta
dietética y de suplementos, y predice 25 (OH) D basado en los principales determinantes del estado
de vitamina D. La evidencia predominante de estos estudios apoya una asociación inversa de la
vitamina D con la incidencia de adenoma, incidencia de CCR y mortalidad.
La acumulación de estudios preclínicos y clínicos sugiere una actividad anticancerígena de la vitamina
D. La vitamina D funciona uniéndose y activando el VDR nuclear. Un polimorfismo en VDR, Bsm I, se
ha asociado constantemente con CCR. La vitamina D puede regular directa o indirectamente del 3 al
5% del genoma humanoy se ha implicado en un amplio espectro de actividades anticancerígenas:
antiproliferación, inducción de diferenciación y apoptosis, antiinflamación, inhibición de la invasión y
metástasis, y supresión de angiogénesis.
Entre estos mecanismos, los efectos reguladores antiinflamatorios e inmunes de la vitamina D son
particularmente convincentes y puede mediar su papel en las enfermedades vasculares,
neurológicas, autoinmunes e infecciosas. En ratones con colitis, factor de riesgo de CCR, el consumo
de una dieta alta en vitamina D atenúa la inflamación, lo que indica que la vitamina D puede tener un
papel importante en la carcinogénesis asociada a la inflamación. La concentración alta de 25 (OH) D
en plasma se asoció fuertemente con un menor riesgo de tumores colorrectales con recuentos altos
de linfocitos, pero no tumores con recuentos bajos. Dado el papel bien establecido de la vitamina D
en la inmunidad y la capacidad de las células inmunes para generar vitamina D biológicamente activa,
estos datos proporcionan evidencia de la importancia de la inmunidad del huésped en la prevención
de CCR mediada por vitamina D.
Sin embargo, similar a los ECA de calcio, las limitaciones en el diseño del estudio aún dejan abierta la
posibilidad de que la vitamina D pueda tener un papel quimiopreventivo.
47
En resumen, los datos convincentes de estudios epidemiológicos y experimentales respaldan los
posibles efectos quimiopreventivos de la vitamina D contra el desarrollo de CCR, aunque la evidencia
de los ECA no es concluyente. Un gran ECA en curso de suplementos de vitamina D que incluya el
cáncer como un resultado primario, la Vitamina D y OmegA-3 TriaL, con suerte proporcionará datos
más directos sobre este tema. Hasta entonces, sería razonable garantizar que los pacientes obtengan
un nivel suficiente de vitamina D para mantener un nivel plasmático de 25 (OH) D mayor que al
menos 36 ng / ml.(13)
Los estudios genéticos respaldan aún más el papel del folato en el CCR. Las personas con una alta
ingesta de folato tienen menos probabilidades de desarrollar tumores con hipometilación, ya sea a
nivel de todo el genoma o en loci específico. De acuerdo con el papel de la deficiencia de folato en la
promoción de la mutación de p53, la asociación inversa entre la ingesta de folato y el CCR parece
restringida a los tumores mutados de p53. Además, una mutación común en
el gen metilenetetrahidrofolato reductasa (MTHFR) muestra una asociación dependiente de folato
con CRC.
Las vitaminas B, incluido el folato (vitamina B9), la riboflavina (vitamina B2), la piridoxina (vitamina
B6) y la cobalamina (vitamina B12) y la metionina son esenciales para la metilación, síntesis,
estabilidad y reparación del ADN. El folato ha recibido la mayor investigación como agente
preventivo del cáncer. Además de consumirse a través de la dieta o el uso de suplementos, las
bacterias intestinales también pueden producir grandes cantidades de ácido fólico. La deficiencia de
folato produce hipometilación genómica y defectos en la síntesis de ADN, los cuales pueden
contribuir a la carcinogénesis colónica. La ingesta dietética y los niveles circulantes de folato se han
asociado inversamente con CRC y adenomaen estudios observacionales. Esta asociación parece más
marcada entre los bebedores de alcohol y los consumidores con bajo contenido de metionina, lo que
concuerda con el deterioro que el alcohol realiza en el metabolismo y el papel de la metionina en la
metilación del ADN mediada por folato.
Un posible papel de doble modulador del folato agrega más complejidad a su relación con
CCR. Contrariamente al papel antineoplásico en los tejidos sanos, el folato puede inducir el
crecimiento y la progresión de neoplasias preexistentes a través de una síntesis mejorada de ADN en
las células neoplásicas de replicación rápida y la estimulación de las vías inflamatorias de respuesta
inmune. En 2 grandes estudios de cohortes, la ingesta alta de folato durante el período posterior a la
fortificación todavía se asoció con un menor riesgo de CCR. En un metaanálisis reciente de 13 ECA, ni
la incidencia global ni la específica de CCR aumentaron con la suplementación diaria de 2,0 mg de
ácido fólico, una dosis mayor que la aportada normalmente en la fortificación. Otro determinante
48
importante de los efectos del folato podría ser la ingesta basal. Algunos ECA han encontrado que la
suplementación con ácido fólico reduce la recurrencia del adenoma solo entre individuos con bajos
niveles basales de folato.
En resumen, la investigación de la relación folato-CCR proporciona un excelente ejemplo del papel
complejo de los nutrientes en la salud y las enfermedades humanas. A pesar de la evidencia
inconsistente, recomendar una ingesta adecuada de folato puede anular elriesgoaumentado de CCR
observado consistentemente con deficiencia de folato. A diferencia del ácido fólico, los datos sobre
otras vitaminas B y CCR son escasos. La vitamina B6 evaluada por la ingesta dietética y el 5'-fosfato
de piridoxal en sangre, la principal forma circulante, se ha asociado con un menor riesgo de CCR en
un metaanálisis. Los datos disponibles acerca de la vitamina B2 y B12 no son concluyentes. Para la
metionina, la ingesta alta se ha asociado con un menor riesgo de CCR en un metaanálisis reciente de
8 estudios de cohortes. También se han comunicado hallazgos similares para la metionina
circulante. Además de un papel en el metabolismo de un carbono, los metabolitos de la metionina
pueden bloquear la señalización mitogénica en las células de cáncer de colon y reducir la
tumorigénesis del colon asociada a la inflamación a través de múltiples vías de señalización.(13)
Los antioxidantes, barredores de especies reactivas de oxígeno, protegen a las células del estrés
oxidativo que puede iniciar y promover la carcinogénesis induciendo mutaciones genéticas, daño en
el ADN, inestabilidad del genoma, proliferación celular e inflamación. Los carotenoides (p. Ej.,
Betacaroteno, precursor de la vitamina A y licopeno), la vitamina C y la vitamina E tienen potentes
propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. El selenio no tiene tal acción en sí mismo, pero es
necesario para la actividad antioxidante de lasselenoenzimas. Por lo tanto, estas vitaminas y
minerales se denominan nutrientes antioxidantes.
Los primeros estudios ecológicos, casos y controles y pequeños estudios prospectivos han
demostrado que la ingesta de nutrientes antioxidantes está inversamente asociada con el riesgo de
CCR. Estos datos provocaron pequeños ECA en los que la suplementación con vitaminas
antioxidantes redujo la recurrencia del adenoma. Sin embargo, estos datos no se corroboraron en
estudios de cohortes posteriores que evaluaron la ingesta dietética, el uso suplementario o los
niveles de biomarcadores de antioxidantes. En análisis agrupados de más de 10 estudios de cohortes,
la ingesta dietética de carotenoides, y las vitaminas A, C y E no se asociaron significativamente con el
riesgo de CCR, y cualquier asociación inversa para la ingesta total de vitaminas A, C y E se atenuó
después de tener en cuenta la ingesta de folato. Los ECA más grandes que probaron la eficacia
quimiopreventiva tumoral de la suplementación con antioxidantes también arrojaron resultados
nulos, aunque se detectó un beneficio potencial del betacaroteno en un ensayo entre un subgrupo
49
que no fumaba ni bebía alcohol. La suplementación con selenio redujo la incidencia de CCR en un
61% en el análisis secundario de un ECA entre pacientes con antecedentes de cáncer de piel no
melanoma (estudio de Prevención Nacional del Cáncer (NPC). Sin embargo, no se observó tal
beneficio en el gran ensayo de prevención de cáncer de selenio y vitamina E (SELECT). Además de las
diferentes formulaciones de selenio utilizadas en los 2 ensayos, el nivel de selenio basal más bajo
entre los participantes del estudio NPC puede haber contribuido al beneficio observado. Existe
evidencia de una relación en forma de U entre el estado de selenio y la protección contra el cáncer,
con un nivel óptimo de selenio en circulación dentro del rango de 130-150 μg / L. Los requisitos de
selenio pueden variar entre los individuos debido a la variación genética en selenoenzimas. Aunque
algunas mutaciones genéticas en las selenoproteínas se han asociado con el riesgo de neoplasia
colorrectal, los hallazgos siguen sin ser concluyentes y requieren replicación en estudios más
amplios.
Dadas las diferencias en el metabolismo del selenioy el impacto modificador del estrógeno, surgió
una hipótesis de diferencia de sexo para el efecto del selenio en la neoplasia. Algunos datos que
incluyen un metanálisis CRC, un estudio prospectivo de adenoma, un análisis agrupado de 3 ECAy el
estudio NPC, indican que cualquier beneficio del selenio en los tumores colorrectales puede limitarse
a los hombres. Sin embargo, estos hallazgos parecen estar en desacuerdo con los resultados nulos
del ensayo SELECT, que solo incluyó hombres, y un análisis reciente de la gran cohorte en la que las
asociaciones inversas con CCR para los niveles de selenio y selenoproteína P en suero fueron más
aparentes en las mujeres que en hombres.
En resumen, aunque la ingesta adecuada de antioxidantes puede ser esencial para la salud en
general, recomendar el uso rutinario de suplementos antioxidantes es poco probable que prevenga
el CCR, particularmente en poblaciones sin deficiencias significativas de nutrientes.(13)
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51
9. Conclusiones
El cáncer es una alteración en el ciclo de crecimiento celular en que hay una proliferación excesiva de
células. Existen diferentes tipos de cáncer, entre ellos el colorrectal que ha aumentado en estos
últimos años y es la tercera causa de muerte, por cáncer, en el mundo y el más diagnosticado en la
población española. Este tiene diferentes factores de riesgo que pueden ser no modificables como la
edad o modificables como la dieta y los hábitos alimentarios, con estos últimos se podría reducir la
incidencia y el aumento de casos de cáncer colorrectal.
La dieta occidental, rica en energía debido al consumo de grasas saturadas de origen animal y escasa
en fibra, es uno de los principales factores de riesgo para el cáncer colorrectal. Se ha propuesto que
este tipo de grasas, el consumo de carne roja y procesada y el consumo de azúcares simples y harinas
refinadas están asociados con un aumento del CCR. Por lo tanto los patrones dietéticos y los hábitos
alimentarios afectan de forma considerable a nuestra salud.
El consumo de carne roja y procesada, como se ha mencionado anteriormente, tiene una asociación
significativa con el desarrollo del CCR. Debido a la formación de productos nitrosos endógenos pero
sobre todo exógenos, con la carne roja y procesada excesivamente calentada.
La fibra en las cantidades adecuadas ejerce un efecto beneficioso sobre la salud así como un efecto
protector para el desarrollo del CCR. Por lo que se recomienda el consumo diario de frutas, verduras
y hortalizas así como de los granos integrales, no solo por efecto producido en la reducción del riesgo
del cáncer sino en la salud de los individuos y sobre otro tipo de patologías (disminución del
colesterol LDL y del riesgo de enfermedades cardiovasculares…)
Los patrones alimentarios pueden influir en la carcinogénesis colorrectal a través de distintos
mecanismos de interacción, entre ellos la respuesta inmune, la inflamación y la microbiota intestinal.
Una dieta rica en vegetales, y por tanto en fibra, contiene una mayor cantidad de antioxidantes que
eliminan los radicales libres y reducen el estés oxidativo, además de favorecer la proliferación
microbiana intestinal.
Con respecto a los micronutrientes los estudios no son concluyentes pero hay evidencias de que el
consumo inferior a 700/1000 mg/día aumenta el riesgo a padecer CCR. También se respaldan
posibles efectos quimiopreventivos de la vitamina de contra el desarrollo del CCR. El folato también
tiene una evidencia inconsistente, sin embargo, una ingesta adecuada de este puede anular el riesgo
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aumentado de CCR. Los datos acerca de las vitaminas B y su relación con el CCR son escasos. En
cambio, un consumo elevado de meteonina se ha asociado con un menor riesgo de CCR. Por último,
la ingesta adecuada de antioxidantes puede prevenir el CCR gracias a la eliminación de radicales
libres y disminución del estrés oxidativo.
Por tanto se recomienda un consumo diario de alimentos de origen vegetal, como las hortalizas,
verduras y frutas, granos integrales, cereales, productos lácteos y bebidas vegetales y aceite de oliva,
un consumo semanal de productos de origen vegetal como la carne, el pescado y los huevos y un
consumo ocasional de productos procesados, realizados con azúcares simples y harinas refinadas,
como los snacks, galletas, chocolate...(24), (25).
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Agradecimientos:
Al Dr. Miguel Montoro, ex profesor asociado del Departamento de Medicina (1991-2018) por su
consejo y asesoramiento en el desarrollo del presente trabajo.