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caratulas para dibujar

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MATEO Y PISPN

Haba una vez un nio de cinco aos que se llamaba Mateo, era tan bajito que las mams de sus compaeros de clase pensaban que tena tres aos.

A Mateo no le gustaba ir al colegio porque los nios le llamaban pitufo pequeajo y se rean de l hacindole rabiar.

Mientras los otros nios crecan, Mateo segua teniendo la misma altura, l estaba muy triste. Quera ser tan alto como los rboles, pensaba que as nadie ms se reira de l.

Un da mientras iba caminando, desde su casa a la escuela, vio de repente a algunos de sus compaeros de clase prximos unos a otros, formando un crculo. Cuando se aproxim pudo observar que en el centro del crculo se encontraba un pequeo agujero que haba en la acera, no ms grande que una rueda de su bicicleta.

Un poco ms apartada del grupo, a un metro de distancia, una nia estaba sentada en el suelo con las piernas flexionadas, que lloraba desconsoladamente. _ Qu te pasa? Le Pregunt Mateo a la nia con mucha curiosidad. La nia levantando la mirada y con los ojos enrojecidos de tanto llorar. Le respondi -Lloro de pena- sus manos apretaban con fuerza una cuerda. Al ver que Mateo observaba la cuerda sin comprender de dnde vena su pena, le sigui explicando con mucha tristeza- Mi perro se ha cado por ese agujero- dijo mientras sealaba con un dedo al suelo- Nadie puede sacarlo de all! Y tampoco l puede salir! La nia volvi a llorar y lamentndose dijo: Pobre Pispn! Estar herido? Ni tan siquiera ladra.! Mateo teniendo lstima de la nia, no quiso perder tiempo, con cuidado se acerc al agujero que estaba muy oscuro, tan oscuro que al asomarse no poda ver al pobre Pispn. Ni tan siquiera abriendo mucho los ojos.

Mateo chill emocionado - Voy a buscar a Pispn!- Saba que l era el nico que caba por aquel agujero tan pequeo.

Sus compaeros, sorprendidos ante la valenta, de Mateo, le dijeron- Podramos atarte una cuerda alrededor de la cintura! Ayudndote a bajar y as poder tirar de ti, cuando quieras subir.

A Mateo le pareci una buena idea y decidido, se pas la gruesa cuerda, se acerc al agujero del suelo, aunque sinti un poco de miedo, se meti por l y poco a poco empez a descender por l, hasta llegar al fondo.

-Ya tengo a Pispn!- Grit muy contento Mateo- Podis subirnos!- La nia al escucharle, se levant del suelo y se acerc al agujero sonriendo. Sus compaeros fueron tirando poco a poco de la cuerda, con mucho cuidado hasta subir a Mateo y a Pispn, que estaba tan asustado que no mova ni la cola.

La nia, cuando vio asomarse por el agujero a Mateo y a Pispn, se abalanz sobre ellos repartiendo grandes besos a los dos, y con lgrimas en los ojos, esta vez de alegra y agradecimiento, le deca a Mateo: Muchas gracias! De no ser por ti, nadie hubiera podido salvar a Pispn!

El resto de los nios muy contentos, subieron a hombros a Mateo gritando campen y llevndole as hasta la escuela, mientras le felicitaban por haber salvado a Pispn. Nunca ms nadie en el colegio volvi a rerse de Mateo por ser bajito, ser diferente fue una gran suerte. De no haber tenido aquel tamao, Pispn habra muerto en aquel agujero sin que nadie hubiera podido rescatarlo. Mateo ahora acude cada da feliz al colegio, tiene muchos amigos con los que juega y se divierte. Ya no quiere ser tan alto como los rboles, est muy contento de ser como es.

LA INVASIN DE LAS COMPUS

Hace no mucho tiempo, exista un pueblo donde todos eran felices. Un da, un viajero venido de la capital, lleg con un montn de cajas, anunciando que traa una gran ganga para los moradores del poblado.

"Computadoras nuevas" dijo el hombre, " Si no tienen computadoras, entonces estn en la edad de piedra."

Pronto, las abuelitas, nios, adultos, y jvenes, estaban conectados a la red las 24 horas del da, los 365 das del ao.Hasta ah todo estaba bien. Pero, como suele pasar cuando algo se vuelve una obsesin, pronto la vida pacfica y risuea de los pobladores se transform radicalmente.

La gente ya no le importaba salir de la casa, platicar con los vecinos, o pasear al chucho, porque lo nico que queran era estar frente a la compu todo el tiempo posible. Ah podan ver sus programas favoritos, bajar canciones y archivos, platicar con el novio, o pagar las cuentas y consultar el pronstico del clima.

Pronto, el pueblo pareci volverse fantasma. Sus calles estaban vacas la mayor parte del tiempo, y los ms afectados fueron los nios. De pronto, de tanto tiempo de estar encerrados, y sentados sin parpadear, sus ojos se volvieron opacos y rojos, sus cuerpos fofos, como gelatina, y sus caras plidas por falta de la luz del sol.

Los doctores, alarmados, pensaron en una epidemia, y recetaron vitaminas, jarabes y comidas especiales para los nios del pueblo. Luego se culp a la contaminacin ambiental, y, como suele pasar, al gobierno. Pero los nios no mejoraban.

Un maana de primavera, lleg al lugar una familia que vena del campo, con su hijo Esteban. Era un nio muy diferente a ellos, con la piel bronceada, los ojos brillantes, y la sonrisa en el rostro. Los nios de la escuela lo rodearon, preguntndole: - Tienes tu compu porttil, o en casa? - No s de qu me hablan- dijo el nio- De donde vengo, no tenamos eso.

" Qu raro es" pensaron todos, vindolo como si fuera un extraterrestre con siete patas y cinco ojos morados. Lo dejaron solo, mientras se iban a sus casas a seguir conectados a sus mquinas. Uno de ellos, Andrs, se sinti curioso por ver lo que haca el nuevo para divertirse, y lo sigui a escondidas.

Esteban camin hacia el jardn, y adentrndose entre los arbustos, se puso a platicar con alguien. Cuando Andrs intent mirar, Esteban lo cach, y le dijo, amablemente:

- Estoy platicando con los grillos. Dicen que han tenido una noche magnfica, de concierto. Quieres venir a echarte el chal con ellos? - Pero yo no s cmo hablar su lenguaje- dijo Andrs. - ! Todos sabemos cmo hablar con los animales, nada ms que se nos olvida! - le dijo Esteban. Pasaron una tarde deliciosa, brincando charcos, platicando con las ranas y animales de los alrededores, y trepando a los rboles. Cuando lleg la hora de la cena, y Andrs entr corriendo a su casa, su mam peg un grito: " !! Dios Santo, este nio est enfermo!!" Sus cachetes estaban colorados, sus ojos ya no estaban hundidos y su piel haba dejado de ser plida. Cuando el doctor lo vio, dijo, muy asombrado: - Este nio est completamente sano, y muy recuperado.

Andrs les confes su pequea aventura de la tarde, y pronto la voz se corri de lo que haba sanado a este pequeo. Esteban y su familia fueron abordados por cientos de paps y sus hijos, y el pap de Esteban slo atin a decirles: - Yo creo que si los nios de este pueblo vuelven a ser nios, a brincar, a jugar, y a volar cometas por los parques, ah est la solucin.

Desde entonces, las compus dejaron de ser las reinas del poblado, y se volvieron lo que estaban destinadas a ser de entrada, una herramienta para la vida, pero no ms importante que los mismos seres humanos. Y los bosques, y los parques, y las calles del pueblo, volvieron a llenarse de vida, de risas y de gente, como antes de la invasin de las compus...Y COLORN, COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO...

Trabajo de Computacin

Estudiante: Fabiana Carol Chambi GonzalesCurso:3ro B de secundariaColegio:Virgen del Mar 3Fecha:18-11-2014