dios salve al primo - donald e westlake

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    Qu es un primo? El candidato perfecto para ser estafado. Y quin es el

    rey de los primos? Fred Fitch, al que han estafado de todas las maneras

    posibles. Pero nada comparado con lo que le suceder cuando se entere de

    la muerte de un pariente, el misterioso to Matt, cuya existencia ignoraba yque le lega la nada despreciable cantidad de trescientos mil dlares. Un botn

    muy apetitoso para todos los estafadores, embaucadores, farsantes, fulleros,

    bribones y truhanes de la ciudad de Nueva York, y tambin para los que se

    han cargado al to Matt. Mientras trata de no perder el dinero, Fred Fitch se

    ir topando con una serie de singulares y picarescos personajes, cuyas

    intenciones no siempre estn claras: una stripper, un abogado, un par de

    policas, un peculiar mdico y un antiguo socio de su to

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    Donald E. Westlake

    Dios salve al primo

    ePub r1.2

    eKionh06.11.13

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    Ttulo original: God Save the MarkDonald E. Westlake, 1967Traduccin: Ramn de Espaa

    Editor digital: eKionhCorreccin de erratas: JackTorranceePub base r1.0

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    Para Nedra

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    Olvidndome de lo que dejo atrsy dirigindome hacia lo que tengo por delante

    me apresuro hacia la meta.

    EPSTOLA DEPABLO A LOSFILIPENSES

    Tienes que alcanzar tu meta.

    HORATIOALGER

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    El viernes 19 de mayo fue un da muy completito. Por la maana, le compr una

    papeleta de apuestas falsa a un manco en una barbera de la calle Veintitrs Oeste, ypor la noche me llam a casa un abogado para informarme de que acababa de heredartrescientos diecisiete mil dlares de mi to Matt. Yo nunca haba odo hablar del toMatt.

    En cuanto colg el abogado, llam a mi amigo Reilly del Escuadrn Tocomocho asu casa de Queens.

    Soy yo le dije, Fred Fitch.Reilly suspir y repuso:

    A ver, Fred, qu te han hecho esta vez?Dos cosas le inform. Una esta maana y otra ahora mismo.Pues ndate con ojo. Mi abuela siempre deca que los problemas llegaban de

    tres en tres.Ay, Dios mo clam. Clifford!Y ahora, qu pasa?Te vuelvo a llamar le dije. Creo que ya est aqu el tercero.Colgu, me fui escaleras abajo y llam al timbre del seor Grant. Se plant en la

    puerta con una enorme servilleta blanca colgndole del cuello y sosteniendo untenedor pequeo con las pas hacia arriba, empalando una retorcida gambita. Lo cualresultaba algo redundante, dado que el seor Grant tambin es pequeo y retorcido,se est quedando calvo, suele llevar gafas con montura de acero y trabaja comoprofesor de historia en no s qu instituto de Brooklyn. Nos cruzamos junto a losbuzones una vez al mes, o as, y solemos intercambiar vulgaridades, pero aparte deeso, nuestro contacto social es nulo.

    Le dije:

    Usted perdone, seor Grant, ya s que es la hora de cenar, pero tiene usted unnuevo compaero de piso que se llama Clifford?

    Se puso plido.Se le desliz el tenedor con la gamba hacia la palma de la mano. Parpade muy

    lentamente.Aunque saba que era intil, yo segu a lo mo:Aspecto agradable, como de mi edad, pelo corto, camisa blanca con el cuello

    abierto, corbata floja, pantaln oscuro

    A lo largo de los aos, me haba vuelto bastante hbil a la hora de hacerdescripciones sucintas, lamentablemente. Debera haber aadido a esta la altura y elpeso aproximado de Clifford, pero no me pareci algo fundamental.

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    No lo era. Con la gamba a media asta, el seor Grant repuso:Yo crea que era su compaero de piso.Me dijo que haba un paquete contra reembolso.El seor Grant asinti con cara de asco.A m tambin.

    Y que no tena el efectivo suficiente en el apartamento.Ya le haba soplado algo a Wilkins, el del segundo piso.Asent.Llevaba unos cuantos billetes arrugados en la mano izquierda.El seor Grant trag bilis.Yo le di quince dlares.Tragu bilis a mi vez.Yo le di veinte.

    El seor Grant contempl su gamba como si no supiese quin se la habaensartado en el tenedor.

    Supongo dijo lentamente. Supongo que deberamos Cada vez se leoa menos.

    Vamos a hablar con Wilkins propuse.Vale dijo l.Suspir, sali al rellano y cerr cuidadosamente la puerta a su espalda. Subimos

    al segundo piso.

    Esa manzana de la calle Diecinueve Este consista casi por completo en edificiosde tres y cuatro plantas con grandes apartamentos dotados de chimenea, jardn traseroy techos altos, y yo no tena ni idea de cmo se haba conseguido evitar la demolicinhasta ahora. En el nuestro, el seor Grant ocupaba el primer piso, en el segundo vivaun oficial retirado de la Fuerza Area y yo estaba arriba de todo, en el tercero. Lostres ramos solteros, apacibles y sedentarios, y nada dados al ruido fuerte y molesto.Yo era el ms joven de los tres, a mis treinta y uno, y Wilkins el ms viejo, condiferencia.

    Cuando el seor Grant y yo llegamos a la puerta de Wilkins, llam al timbre y nosquedamos ah de pie, con esa incomodidad tan bochornosa que suelen experimentarlos mensajeros con malas noticias.

    La puerta se abri al cabo de un instante y ah apareci Wilkins, con aspecto deser el encargado de la correspondencia del Boletn del Jubilado. Luca manguitosrojos en su camisa azul, una mancha verdosa en la frente y una vieja pluma fuente ensu mano derecha manchada de tinta. Me mir a m, mir al seor Grant, mir laservilleta del seor Grant, mir el tenedor del seor Grant, mir la gamba del seorGrant, volvi a mirarme a m y dijo:

    Qu?

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    Enton:Disclpeme, seor, pero ha venido a verle esta tarde un tal Clifford?Su compaero de piso dijo, sealndome con la pluma. Le di siete dlares.El seor Grant gimi. Wilkins y yo nos pusimos a mirar a la gamba, como si

    fuese ella la responsable del gemido. Y luego yo dije:

    Seor, ese tal Clifford, o como se llame, no es mi compaero de piso.Qu?Es un timador, seor.Qu?Tena los ojos entrecerrados en mi direccin como quien observa Texas en pleno

    da.Un timador repet. Alguien que abusa de tu confianza. Un cantamaanas.

    Una especie de chorizo.

    Chorizo?S, seor. Un timador es alguien que te cuenta una mentira de lo ms

    convincente, para que te la creas y le des dinero.Wilkins ech la cabeza atrs y contempl el techo, como si pretendiera

    atravesarlo con la vista y ver mi apartamento para comprobar que Clifford no andabapor all, en mangas de camisa, ejerciendo tranquilamente de compaero de piso de unservidor. Pero no logr verle o no consigui atravesar el techo con la vista, vayausted a saber y volvi a mirarme a m, diciendo:

    Y qu fue del paquete? Acaso no era suyo?Seor, no haba ningn paquete le dije. En eso consista el timo. O sea, la

    mentira que le cont a usted era que haba un paquete, un envo contra reembolso, yque

    Exacto dijo Wilkins, apuntndome con la pluma y salpicndome levementede tinta. Eso dijo exactamente: contra reembolso.

    Pero el paquete no exista insist. Era una mentira para sacarle el dinero.No haba paquete? No es su compaero de piso?Nada de nada.Pero bueno dijo Wilkins, sbitamente indignado. Ese to es un fraude!As es, seor.Y por dnde anda ahora? quiso saber Wilkins, ponindose de puntillas para

    mirar ms all de mi hombro.Yo dira que ya est a kilmetros de aqu le dije.Le estoy entendiendo bien? pregunt, mientras me lanzaba una mirada

    asesina. Usted ni siquiera conoce a ese hombre?Pues no.Pero vena de su apartamento.

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    Cierto, seor. Me acababa de soplar veinte dlares.Intervino el seor Grant:Yo le di quince.Pareca estar a punto de sumarse al destino de la gamba.Me dijo Wilkins:

    Y usted crea que era su compaero de piso? Eso no tiene ningn sentido.No, seor le contest. A m me cont que era el compaero de piso del

    seor Grant.Wilkins le dirigi a este una mirada severa:Y lo es?Claro que no! chill el seor Grant. Si me sopl quince dlares!Wilkins asinti.Ya veo dijo. Y a continuacin, como si lo hubiera considerado todo muy a

    fondo, aadi: Creo que deberamos ponernos en contacto con las autoridades.A eso bamos, precisamente dije. Haba pensado en llamar a un amigo que

    tengo en el Escuadrn Tocomocho.Wilkins apret los prpados de nuevo.Cmo dice?Forma parte del cuerpo de polica. Son los que se dedican a los timadores.Tiene usted un amigo en esa organizacin?Nos conocimos por cuestiones de trabajo inform, pero con los aos, nos

    hemos ido haciendo amigos.Pues no se hable ms sentenci Wilkins, decidido. Nunca he visto que se

    resuelva nada por la va legal, pero vamos a ver a su amigo.As pues, subimos los tres a mi casa, Wilkins con la mancha verde y la pluma en

    la mano, y el seor Grant arrastrando la servilleta, el tenedor y la gamba. Entramos enel apartamento y les ofrec asiento, pero prefirieron quedarse de pie. Volv a llamar aReilly, y en cuanto le dije quin era, me espet:

    Clifford CR.Qu?Clifford Contra Reembolso me aclar. Al principio no relacion el

    nombre, pero me acord de l cuando colgaste. Era ese, no?Yo dira que s reconoc.Era el nuevo compaero de piso de otro inquilino.Y le haba llegado un paquete contra reembolso.Es l, no hay duda concluy Reilly, y me lo imagin asintiendo ante el

    auricular.Reilly tiene la cabeza grande, con una espesa mata de pelo negro y un bigote

    igual de espeso y de negro, y cuando asiente, lo hace con tan juiciosa autoridad que

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    siempre acabas convencido de que en su mente anida la ms genuina verdad. A vecespienso que a Reilly le va tan bien en el Escuadrn Tocomocho porque l mismo tienealgo de timador.

    Wilkins mene la pluma en mi direccin, susurrando con voz ronca:Diga que son doce. Para el registro oficial, doce.

    Dije por telfono:El seor Wilkins dice que, a efectos oficiales, le han soplado doce dlares.Reilly se ech a rer mientras Wilkins pona mala cara. Me dijo:Hay un timador en cada uno de nosotros.Excepto en m protest amargamente.Un da de estos, Fred, algn psiquiatra escribir un libro sobre ti y te har

    famoso para siempre.Cmo el conde Sacher-Masoch?

    Siempre hago rer a Reilly. l cree que soy el pringado ms simptico que conocey, lo que es peor, siempre me lo recuerda.

    Ahora me dijo:Vale, t, aadir tu nombre a la lista de capullos de Clifford, y cuando lo

    trinquemos, te invitar a verlo.Necesitas una descripcin?No, gracias. Ya tenemos un centenar, y hay bastantes que se parecen mucho.

    Tranquilo, que a este le echamos el guante. Trabaja demasiado y est tentando a la

    suerte.Si t lo dicesSegn mi experiencia en este campo, que es asaz extensa, los profesionales del

    timo a corto plazo no suelen ser atrapados. Con esto no pretendo decir nada en contrade Reilly y el resto del Escuadrn Tocomocho: solo me refiero a la imposibilidad deltrabajo que les ha cado encima. Para cuando llegan a la escena del delito, elmangante ya ha desaparecido y la vctima ni siquiera sabe muy bien en qu consistelo que le acaba de pasar. Aparte de espolvorear a la vctima en busca de huellasdactilares, la verdad es que los Reilly de este mundo no tienen mucho ms que hacer.

    Esta vez me pidi que le diera los nombres de mis compaeros de pringue, measegur una vez ms que nuestra queja se sumara al abultado expediente de Cliffordy luego me pregunt:

    Y ahora, qu ms?Bueno empec, un tanto avergonzado por tener que hablar delante de mis

    vecinos. Esta maana, en una barbera, un mancoBillete de lotera falso me cort.Reilly le pregunt, cmo es que conoces a toda esa gentuza, pero nunca

    detienes a nadie?

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    Trincamos al Chaval del Muestrario, no? Y a Slim Jim Foster? Y a AbleMabel?

    T ganas le contest.Pues vamos a por el manco dijo Reilly. Se trata de Wingy St. Charles.

    Cmo es que lo has pillado tan pronto?

    Esta tarde me entr una sospecha repentina dije. Con cinco horas deretraso, como de costumbre.

    Qu me vas a contar a mEl caso es que me fui a la Oficina de Turismo de Irlanda, en la calle Cincuenta

    Este, y le ense el billete al to que estaba all, quien me dijo que era falso.Y lo habas comprado por la maana. Dnde?En una barbera de la calle Veintitrs Oeste.Vale, an estamos a tiempo, igual sigue por la zona. Tenemos una probabilidad.

    No muy grande, pero nunca se sabe. Bueno, qu ms te ha pasado?Cuando llegu a casa continu, sonaba el telfono. Era un to que deca ser

    abogado, llamarse Goodkind y tener el bufete en la calle Treinta y ocho Este. Me dijoque acababa de heredar trescientos diecisiete mil dlares de mi to Matt.

    Lo comprobaste con la familia? Ha muerto el to Matt?No tengo ningn to Matt.Vale concluy Reilly. A este lo trincamos fijo. Cundo vas a ir a su

    despacho?

    Maana, a las diez de la maana.Perfecto. Lo solucionaremos en cinco minutos. Dame la direccin.Se la di, me dijo que ya nos veramos por la maana y ambos colgamos.Mis dos invitados me miraban fijamente. El seor Grant, pasmado, y Wilkins, con

    una especie de hostilidad permanente. Fue Wilkins el que dijo:Eso es un montn de dinero.De qu dinero habla?De trescientos mil dlares seal el telfono con la cabeza. Lo que le va a

    caer.Pero si no me van a caer trescientos mil dlares le dije. Es otro timo, como

    lo de Clifford.Wilkins entrecerr los ojos.Qu? Est usted seguro?Intervino el seor Grant:Pero si le dan el dineroYa basta salt. No hay ningn dinero. Es una engaifa.Wilkins torci la cabeza a un lado.No lo entiendo contest. No s qu pueden sacar de eso.

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    Hay mil maneras de sacar algo le dije. Por ejemplo, igual me dicen quemeta todo el dinero en cierta inversin, donde lo tena mi supuesto to Matt, peroresulta que hay un problema de impuestos o unos gastos de transferencia y ellos nopueden tocar el capital sin poner en peligro toda la inversin, as que yo tengo quesacar de algn sitio dos o tres mil dlares en efectivo para cubrir los gastos. O el

    dinero est en algn pas sudamericano y tenemos que pagar las tasas de la herenciaen billetes de aqu para que dejen salir el dinero. Cada da inventan un truco nuevo ysiempre hay diez capullos dispuestos a picar.

    Ya lo dijo Barnum sentenci Wilkins, por cada primo hay dosengaabobos.

    Y se qued corto remat.Con un hilillo de voz, el seor Grant me pregunt:Y esto le pasa constantemente?

    No lo sabe usted bien.Pero por qu a usted? inquiri. A m es la primera vez que me sucede

    algo as. Por qu habra de sucederle a usted con tanta frecuencia?Fui incapaz de responderle. No se me ocurra nada que decir ante semejante

    pregunta. As pues, opt por quedarme ah de pie, mirndole, y al cabo de un rato,Wilkins y l se marcharon. Pas la noche pensando en la pregunta que me habaplanteado el seor Grant y ensayando las distintas respuestas que podra haberledado, que oscilaban entre Supongo que as estn las cosas y Murase, aunque

    ninguna de ellas resultaba en absoluto satisfactoria.

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    Me temo que todo empez hace veinticinco aos, cuando volv a casa sin pantalones

    tras mi primer da en el parvulario. Me sonaba vagamente que se los haba cambiadoa un compaero de clase, pero no recordaba qu haba obtenido a cambio ni parecatener en mi posesin nada que no tuviera ya cuando me fui a la escuela a las nueve dela maana, tan feliz y contento. Tampoco me constaba con total certeza la identidaddel nio que me haba engatusado, as que nunca di con l ni con mis pantalones.

    Desde ese da, mi vida ha consistido en una serie interminable de descubrimientostardos. Los timadores me echan un vistazo, me largan el rollo y no tardan nada enpirarse felices a cenar filetes mientras el pobre Fred Fitch se queda en casa

    comindose los mocos. Acumulo recibos intiles y cheques sin fondos como paraempapelar el saln, poseo miles de boletos de rifas, partidos, bailes, barbacoas yfiestas inexistentes, tengo el armario lleno de maquinitas que dejaron de obrarmilagros en cuanto desapareci el vendedor, y parece que estoy en todas las listas deprimos del Hemisferio Occidental.

    La verdad es que no s a qu se debe. No soy el tpico pardillo, o vctima, o esoaseguran Reilly as como todos los libros que he ledo al respecto. No soy avaricioso,no soy un analfabeto, no soy especialmente idiota, no soy un inmigrante poco

    familiarizado con el idioma y las costumbres. Solo soy y con eso ya basta un tocrdulo. Me resulta imposible creer que un ser humano le pueda mentir a otro en susnarices. A m ya me ha pasado cientos de veces, pero no me lo acabo de creer, vayausted a saber por qu. Cuando estoy solo, me siento fuerte, cnico y de lo mssuspicaz, pero en cuanto se materializa ante m un desconocido con labia y se lanza alargar, se me funde el cerebro en una nube de credulidad. Y esa credulidad abarcatoda mi naturaleza. Debo de ser la nica persona en toda Nueva York del siglo XXcon

    una mquina de fabricar dinero.

    Esa extrema credulidad, como no poda ser de otro modo, ha marcado toda miexistencia. Abandon mi pueblo de Montana para venir a Nueva York a la tierna edadde diecisiete aos, mucho antes de lo que yo hubiese querido de no ser porque en casaestaba rodeado de amigos y parientes que ya me haban visto hacer el tonto coninusitada frecuencia. Fue el bochorno lo que me llev del hogar al masivo anonimatode Nueva York, pues si de m dependiera, me habra quedado eternamente a menos dediez manzanas de mi lugar de nacimiento.

    Mi relacin con las mujeres tambin se ha visto afectada, y para mal. Desde elinstituto, he evitado profundizar con el sexo opuesto por culpa de mi credulidad. Enprimer lugar, cualquier chica que se hiciera ntima amiga ma acabara viendo tarde o

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    temprano ms temprano que tarde cmo me humillaba algn artista deltocomocho. En segundo lugar, si me llego a interesar mucho por una muchacha enconcreto, cmo iba a descubrir jams lo que ella pensaba de m? Podra decir queme quera, y yo la creera al momento, pero al cabo de una hora, al cabo de un da

    No. La soledad tiene algunos aspectos siniestros, pero entre ellos no figura la

    autotortura.Algo parecido ocurre con mi eleccin de un trabajo. No se ha hecho para m el

    empleo gregario en una oficina, sentado junto a mis compaeros, escribiendo amquina o dndole al coco en esa alegre reunin de tos con camisa blanca. Tambinen este caso la soledad era la respuesta, as que, durante los ltimos ocho aos, heejercido de investigador autnomo, y cuento entre mis clientes con muchos escritores,eruditos y productores de televisin por los que me pateo las bibliotecas locales enbusca de conocimientos especficos.

    O sea, que aqu estoy, a los treinta y uno, hecho un soltern, una especie derecluso que sufre las tpicas enfermedades del sedentarismo vocacional: hombrosredondos, gafas redondas, tripa redonda y frente redonda. Sin darme cuenta, pareceque he conseguido saltarme algunas dcadas, pasar de los veintitantos a los cincuentay pico y quedarme ah mientras pasaban los aos grises y nada rompa el ordenadoflujo del tiempo, como no fuese el timador de turno dispuesto a soplarme diez pavos.

    Hasta que ese viernes 19 de mayo recib la llamada telefnica del abogadoGoodkind que me cambi y casi se cepill la vida.

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    En un esfuerzo por eliminar tripa, o por lo menos contenerla, me ha dado por caminar

    todo lo posible cada vez que salgo a la calle, as que el sbado por la maana recorr apie el trayecto entre mi apartamento de la calle Diecinueve Oeste y el despacho delsupuesto abogado, Goodkind, que estaba en la Treinta y ocho Este. Hice un solo altoen el camino, en un estanco situado en la esquina de la Veintitrs Oeste con la SextaAvenida, para comprar un paquete de tabaco.

    Apenas haba recorrido la mitad de la siguiente manzana, en la Sexta Avenida,cuando o que alguien me llamaba: Eh, usted!. Me volv y vi cmo un sujeto msbien corpulento vena hacia m, hacindome seas para que no me moviese de donde

    estaba. Llevaba un traje oscuro, con la chaqueta abierta, una camisa blancaapelotonada en la cintura y una arrugada corbata marrn. Pareca un ex marine queempezara a ponerse fondn.

    Cuando lleg hasta m, dijo:Acaba usted de comprar tabaco en la tienda de la esquina, verdad?Pues s repuse. Por qu?Se sac la cartera del bolsillo de la cadera y la abri para mostrarme la placa.Polica dijo. Solo queremos que colabore.

    Estar encantado de hacerlo le asegur, con esa cierta sensacin deculpabilidad que tenemos todos cuando nos damos de bruces con la ley.

    Me pregunt:Qu clase de billete ha usado?Qu clase? Se refiere a? Bueno, uno de cinco.Sac un billete arrugado del bolsillo de la chaqueta y me lo pas, diciendo:Es este?Mir el billete, pero, como es natural, no hay manera de distinguir uno de otro, as

    que acab por decirle:Supongo que s, pero no estoy seguro.Mrelo bien, hermano insisti, y de repente son ms duro que antes.Lo mir ms de cerca, pero cmo poda saber si era o no el billete que yo

    haba utilizado?Lo siento contest, cada vez ms nervioso, pero no puedo estar seguro ni

    de una cosa ni de la otra.El del mostrador dice que fue usted el que se lo endilg.

    Mir al polica y capt su aire severo.Qu se lo endilgu? Me est diciendo que es falso?Exactamente afirm.

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    Me ha vuelto a pasar dije mientras observaba con tristeza el billete que tenaen la mano. La gente me endilga dinero falso constantemente.

    De dnde sac este billete?Lo siento, pero no lo s.Bastaba con mirarle para darse cuenta de que sospechaba de m, cosa que

    confirm diciendo:No le veo muy ansioso por colaborar, hermano.Oh, s que lo estoy afirm. Lo que pasa es que no recuerdo de dnde saqu

    este billete en concreto.Vngase al coche me dijo, y me gui hasta un Plymouth de color verde,

    hecho caldo y sin distintivos policiales, que estaba aparcado junto a uno de esoschismes a los que los bomberos enganchan la manguera.

    Me hizo sentar delante, en el asiento del copiloto, y luego dio la vuelta al vehculo

    y se desliz tras el volante. Bajo el salpicadero, una radio de la polica emita ruidillosy alguna que otra palabra incomprensible.

    Dijo el inspector:A ver si nos identificamos.Le mostr los carns de la biblioteca y de la Seguridad Social, y l apunt

    cuidadosamente mi nombre y mi direccin en un cuaderno de tapas negras. A esasalturas, ya se haba incautado del billete de cinco dlares y estaba escribiendo sunmero de emisin en la misma pgina. Entonces me pregunt:

    Lleva ms billetes?S, claro.Vamos a verlos.Yo llevaba treinta y ocho dlares en efectivo: dos billetes de diez, tres de cinco y

    tres de uno. Se los entregu y l los estudi uno por uno de manera meticulosa,ponindolos contra la luz, frotndolos entre el pulgar y el ndice y escuchndoloscrujir hasta que, finalmente, los dej sobre el salpicadero en dos montoncitos.

    Cuando termin la inspeccin, result que haba otros tres billetes falsos, uno dediez y dos de cinco.

    Habr que requisarlos me inform, y luego me devolvi el resto. Leextender un recibo, pero es evidente que no se los podemos cambiar por dineroautntico. Si estos billetes llevan a una condena de los falsificadores, cabe laposibilidad de que usted recupere parte del dinero perdido, pero si no es as Puesme temo que le habrn timado.

    No pasa nada dije con una sonrisita floja.En primer lugar, estaba acostumbrado a que me timaran; y en segundo lugar,

    estaba encantado de que ese individuo se hubiese quitado de la cabeza mi posiblepertenencia a una banda de delincuentes.

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    Llevaba un bloc de recibos en la guantera. Lo sac, me extendi un recibo en elque se incluan los nmeros de serie de los billetes y, mientras me lo entregaba, dijo:

    Tenga ms cuidado a partir de ahora. Revise el cambio cuando se lo den y novolver a cometer errores tan onerosos.

    As lo har le promet.

    Baj del coche, consult el reloj y vi que tena que darme prisa si quera llegar aldespacho de Goodkind a las diez en punto. Ech a andar con rapidez hacia la partealta de la ciudad.

    No fue hasta que llegu a la calle Treinta y dos cuando me di cuenta de que mehaban timado. En ese momento, me qued tieso en la acera y, mientras notaba que seme iba la sangre de la cabeza, saqu el recibo y le ech un vistazo.

    Veinte dlares. Acababa de comprar un trozo de papel garabateado por veintedlares.

    Di media vuelta y ech a correr, pero, claro est, cuando llegu a la calleVeinticuatro el to ya haca tiempo que se haba dado el piro. Me puse a buscar unacabina telefnica, con la idea de llamar a Reilly al Cuartel General, pero entoncesrecord que le iba a ver en el despacho del supuesto abogado algo despus de lasdiez.

    Algo despus de las diez? Volv a mirar el reloj y vi que faltaba un minuto paralas diez. Se supone que ya debera estar all!

    Par un taxi, lo que significaba aadir un dlar a los que ya me haba soplado el

    poli chungo. Me instal en el asiento de atrs, el conductor puso en marcha eltaxmetro y nos fuimos hacia arriba hasta acabar incrustados en el atasco habitual dela zona.

    Llegu al bufete de Goodkind a las diez y veinte. El pasillo, la recepcin y eldespacho particular de Goodkind estaban infestados de agentes del EscuadrnTocomocho, que haban puesto en marcha la trampa para ratones antes de que llegarael queso. Me abr camino entre ellos, farfullando saludos a los que conoca eidentificndome ante los dems, hasta que di con Reilly en el despacho de Goodkind,unto a otros dos colegas. Sentado tras su escritorio, haba un to muy elegante, con

    pinta de lobo hambriento y ojos de nice, que tena que ser el tal Goodkind.Me espet Reilly:Dnde coo te has metido?Un polica ful me ha pegado el timo de los billetes falsos repuse.Por el amor de Dios dijo Reilly, y de repente pareci que iba a

    derrumbarse.Goodkind, dirigindome una sonrisita malvola, me dijo con una voz muy similar

    a la que la serpiente debi de utilizar con Eva:Hola, Fred. No sabes cmo lamento tenerte de cliente.

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    Me lo qued mirando.Qu?Es legal, mamarracho contest Reilly. Y de altos vuelos.Quieres decir que?Cmo me gustara empapelarle me dijo alegremente Goodkind. Con todo

    el dinero que tieneNo hay trampa alguna me inform Reilly. Realmente has heredado

    trescientos diecisiete mil dlares: que Dios se apiade de todos nosotros.De todos modos dijo Goodkind, frotndose las manos, igual podemos

    arreglar las cosas.Me ca al suelo y perd el conocimiento.

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    Jack Reilly es un to muy grandulln que suele ir espolvoreado de tabaco de pipa. Al

    cabo de tres frenticas horas de quedarme traspuesto en el suelo del despacho delabogado Goodkind, Reilly y yo entramos en un bar de la calle Treinta y cuatro. Medijo:

    Fred, si me vas a obligar a beber, lo menos que puedes hacer es pagar.Eso me temo contest. Ahora mismo.Y me volvieron a temblar las rodillas.Reilly se me llev a un reservado de la parte de atrs, no par de gritar hasta que

    apareci una camarera, pidi Jack Daniels con hielo para los dos y me dijo:

    Yo de ti, Fred, lo primero que hara es buscarme otro abogado.Repuse, dubitativo:No me parece justo, sabes? A fin de cuentas, es el que se encarga de la

    herencia.Se encarga de ella como yo de mi chica dijo Reilly, trazando en el aire el

    gesto de sobar a alguien. Goodkind est excesivamente enamorado de tu dinero,Fred. Qutatelo de encima.

    De acuerdo le promet.

    Aunque la verdad es que no estaba muy seguro de reunir el valor necesario paraentrar en el despacho de Goodkind y despedirle. Sin embargo, siempre caba laposibilidad contratar a otro abogado para que lo despidiera.

    Dijo Reilly:Y otra cosa, Fred: encuentra un sitio seguro donde guardar el dinero.Preferira no pensar en eso declar.Pues vas a tener que hacerlo insisti l. No quiero que me llames cada vez

    que te soplen cien dlares hasta que ya no te quede nada.

    Luego lo hablamos le dije. Despus de que me tome un trago y me calme.Es muchsimo dinero, Fred dijo l.Eso ya lo saba yo. Eran trescientos diecisiete mil dlares, cntimo arriba,

    cntimo abajo. Y no solo eso: se trataba de trescientos diecisiete mil dlares limpios,tras descontar las tasas de la transmisin, los gastos legales y toda la pesca, ya que laherencia en s se elevaba a casi quinientos mil dlares. Medio milln.

    Cinco millones de monedas de diez centavos.Parece que s que tena un to Matt; o mejor dicho, un to abuelo que se llamaba

    as. Mi bisabuela por parte de madre se cas dos veces y tuvo un hijo de su segundomarido, quien, a su vez, tena tres esposas, pero ningn cro. (Una rpida llamadatelefnica a mi madre, que segua en Montana, desde el despacho de Goodkind arroj

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    dicha informacin). El to Matt, o Matthew Grierson, pues ese era su nombrecompleto, haba dedicado casi toda su vida a ser un intil y, probablemente, aalcoholizarse. Todos sus parientes, sin excepcin, le ponan verde, pasaban de l y lenegaban la entrada en sus hogares. Excepto yo, claro est. Nunca me port mal con elto Matt, bsicamente porque nunca haba odo hablar de l, ya que mis padres eran

    demasiado educados como para mencionar a semejante individuo en presencia de sushijos.

    Pero fue esa tolerancia inconsciente la que propici mi buena fortuna. El to Mattno haba querido dejar su dinero a un hospital para perros y gatos o un fondo parabecar a espsticos carentes de medios, pero detestaba a todos sus parientes con lamisma fuerza con la que ellos le odiaban a l. Exceptundome a m. As pues, pareceque el to Matt se interes por m, estudindome a distancia, y lleg a la conclusinde que yo era un solitario, como l, alguien que viva su propia vida como Dios le

    daba a entender, convenientemente alejado de aquella familia de miserables. No spor qu no vino a verme nunca, como no fuese porque temiera que yo, visto de cerca,resultara ser tan lamentable como toda su parentela. En cualquier caso, me examin afondo y sinti cierta afinidad hacia m, motivo por el que me acab dejando sudinero.

    El origen del dinero en s era algo confuso. Ocho aos atrs, el to Matt se habaido a Brasil con una suma de capital imprecisa que, aparentemente, llevaba ahorrandodesde haca tiempo, y volvi al cabo de tres aos con algo ms de medio milln de

    dlares en efectivo, ms gemas y acciones varias. Cmo lo haba conseguido era algoque nadie saba. De hecho, segn me inform mi madre por telfono, nadie de lafamilia haba sabido jams que el to Matt fuese rico. Como dijo mam: Muchagente le habra tratado de otra manera al saberlo, creme.

    La cre.En cualquier caso, el to Matt haba pasado los ltimos tres aos en Nueva York,

    viviendo en un apartamento de un hotel de Central Park Sur. Haba muerto haca docedas, siendo enterrado sin alharacas, y su testamento fue abierto por su abogado,Marcus Goodkind. Entre las instrucciones impartidas en el documento, figuraba la deque el abogado cumplimentara todas las posibles frusleras legales antes deinformarme de la muerte de mi to o de su legado. Mi sobrino Fredric es de naturalsensible y delicado, deca de m el testamento. Los funerales le causaran una granagitacin y la cinta roja le dara urticaria.

    La cosa haba tardado doce das, pero yo casi deseaba que hubiesen sido doceaos. O mil doscientos. Estaba sentado en el reservado con Reilly, hecho unmillonetis, esperando mi Jack Daniels con hielo, y lo nico que senta era malestar yterror.

    Y lo peor todava estaba por llegar. Tras la retrasada aparicin de nuestras

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    bebidas, y despus de que yo me zampara la mitad de la ma de un trago, Reilly dijo:Fred, vamos a solucionar ya este asunto del dinero. Tengo otras cosas que

    comentarte.Como cules?Primero, el dinero.

    Me inclin hacia delante.Su procedencia, tal vez?Puso cara de sorpresa.Pero todava no lo has pillado?Qu si lo he pillado? Si no te pillo ni a ti.Fred, t has odo hablar de un tal Matt Cray, alias el Toalla?El nombre me sonaba vagamente. Repuse:No escribi algo Maurer sobre l?

    No lo s, es posible. Timador del Medio Oeste, ms de cuarenta aos en el tajo.Reparti recibos por el centro del pas cual hojas muertas en octubre.

    Dije:Mi to se llamaba Matthew Grierson.Y el Toalla tambin. Matt Gray era lo que se podra denominar su nombre

    profesional.Me hice con el vaso, nervioso. Aunque solo quedaba la mitad, me las apa para

    salpicarme el pulgar. Me beb lo que haba, me chup el pulgar, parpade ante Reilly

    y contest:O sea, que he heredado trescientos mil dlares de un timador.Y la pregunta es dijo l: cul es el mejor sitio para guardarlo?Un timador afirm. Reilly, no lo pillas?S, hombre, s repuso con impaciencia. Fred, esto va en serio.Solt una risita.Esto s que es justicia potica dije, y me re. Un timador segu, y solt

    una risotada. Estoy heredando mi propio dinero conclu, satisfecho.Reilly se apoy en la mesa y me cruz la cara de un sopapo.Te ests poniendo histrico, Fred seal.As era. Saqu los dos cubitos de hielo del vaso, me met uno en la boca y me

    plant el otro sobre la mejilla afectada por la bofetada irlandesa de Reilly.Supongo que me la mereca declar.Pues s.En ese caso, gracias.Apareci la camarera, con expresin suspicaz, y dijo:Pasa algo por aqu?S le contest Reilly. Estos vasos estn vacos.

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    La camarera los recogi, nos mir de nuevo con suspicacia y se march.Dijo Reilly:La cosa es: qu piensas hacer con el dinero?Comprar un ladrillo con pintura dorada, me temo.O el puente de Brooklyn sugiri Reilly en tono siniestro.

    Mejor el puente de Verrazzano dije yo. Puestos a gastar, quiero el msnuevo, el ms moderno.

    Dnde est el dinero ahora? pregunt l.Las acciones estn en un par de cajas de seguridad; las piedras preciosas, en la

    cripta de la Winston Company; y el to Matt tena siete cuentas de ahorro distintas enotros tantos bancos de la ciudad. Ms una cuenta para gastos. Y adems contaba conalgunas propiedades.

    La camarera nos trajo las copas, nos observ con suspicacia y se volvi a

    marchar.Dijo Reilly:Las acciones y las gemas estn muy bien donde estn. Djalas ah y que tu

    abogado se encargue de organizarte el papeleo. Para la pasta habr que inventar algo.Tiene que haber algn modo de que no le puedas echar la mano encima.

    Le pregunt:Me queras hablar de algo ms, no?An no has bebido lo suficiente me solt.

    Cuntamelo ya le dije.Bebe un poco, por lo menos insisti l. Te lo vas a tirar todo por encima.Cuntamelo ya repet.Se encogi de hombros.Muy bien, chaval. Hay un par de tos de Homicidios que te van a hacer una

    visita esta tarde, a las cuatro en punto.Quines? Por qu?A tu to Matt lo mataron, Fred. Se lo cargaron con el tpico objeto contundente.Se me derram el Jack Daniels fro sobre el regazo.

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    Media hora despus, mientras volva caminando a casa a travs de Madison Square

    Park, una chica con pechos de mazapn se me ech encima, me bes de forma sonoray me susurr al odo:

    Haz como si me conocieras!Oh, venga repuse en tono irritado, tan tonto me consideras? Y la apart

    de un empujn.Cario! grit ella, impertrrita, extendiendo los brazos hacia m. Cmo

    me alegro de volver a verte!Se adivinaba el pnico en sus ojos, y su bello rostro se vea afeado por las marcas

    de la tensin.Ira en serio? A fin de cuentas, siempre pasan cosas raras. Y estbamos en Nueva

    York, a escasas manzanas de Naciones Unidas. Igual haba una red de espionajeque

    No! Por primera vez en mi vida, tena que mantenerme escptico. Y si esto noera el inicio de alguna variacin del timo de la estampita, yo no era el bueno de FredFitch, conocido y estimado por todos los sacacuartos del pas. (La verdad, Fred me dijo una vez Reilly, es que no andas en coplas porque esa gente no canta.)

    Dije:Seorita, usted se confunde. Yo no la he visto en mi vida.Si no me ayudas repuso ella rpidamente, echando el bofe, me quitar la

    ropa y jurar que me atacaste.En Madison Square Park? A la una menos diez de la tarde? pregunt,

    sealando hacia las hordas de oficinistas comiendo bocatas, viudas que alimentan alas palomas y jubilados en trance hipntico que llenaban los bancos y senderos quenos rodeaban.

    Ella mir a su alrededor y se encogi de hombros.Bueno, vale acept. Mereca la pena intentarlo. Venga, Fred, vamos a

    tomar algo y a hablar del asunto.Sabes quin soy?Claro que lo s. Si el to Matt se pasaba la vida hablando de ti! De las veces

    que te haba tenido en sus rodillas cuando no levantabas un palmo delNo vi al to Matt en toda mi vida afirm. Eso no hay quien se lo trague.Se irrit sobremanera, se llev las manos a las caderas y me espet:

    Muy bien, listillo. Quieres saber qu ocurre o no?No estoy muy seguro.Aunque claro que quera saberlo. La hermana gemela de la credulidad es la

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    curiosidad.Se me acerc de nuevo, tanto que el mazapn casi me roz la camisa.Estoy de tu parte, Fred me susurr.Se puso a tocarme la corbata. Contemplando sus propios dedos, juveniles y sexis

    al mismo tiempo, murmur:

    Tu vida est en peligro, sabes? Poderosos intereses en Brasil. Los mismos queasesinaron a tu to Matt.

    Y t qu pintas en todo eso?Ech un rpido vistazo alrededor y dijo:Aqu no. Psate por casa esta noche Calle Setenta y ocho Oeste, nmero 160.

    Smith. Presntate a las nueve.Pero se puede saber de qu va esto?No nos pueden ver juntos contest ella. Es demasiado peligroso. Esta

    noche, a las nueve.Dicho lo cual, se alej de m y ech a andar velozmente hacia Madison Avenue,

    con la falda revoloteando en torno a sus piernas. Hasta los jubilados de los bancosabandonaron momentneamente su sopor para contemplar el espectculo.

    Murmur para mi capote: Setenta y ocho Oeste, nmero 160, dispuesto amemorizar esa direccin. Pero luego, cabreado conmigo mismo, mene la cabeza,pues estaba a punto de caer en una nueva trampa. Adoptando una actitud decidida,ech a andar hacia el sur, sin tener ningn otro incidente, y me encontr frente a la

    puerta de casa a la rubia ms espectacular que he visto en mi vida. Si la otra estabahecha de mazapn, esta era de acero relleno de almohadas. Pareca una de esas quesalen en los dibujos animados poniendo cara de dura mientras la suben al furgnpolicial.

    Estaba apoyada contra la puerta, con los brazos cruzados canturreando unasestrofas deLili Marleen, probablemente, pero cuando aparec yo, se puso tiesa, sellev las manos a las caderas ya era la segunda en quince minutos que me haca lomismo y me espet:

    As que t eres el sobrino, eh? Pues no pareces gran cosa.Ni lo intentes le advert. No s qu pretendes, pero te he clichado.Seguro que te pareces cantidad al lechero dijo ella. Yo ya le dije a Matt

    que no eras ms que un sarasa, pero no me hizo ni caso.Un qu?Un sarasa. Un lila. Una locaza. Un mariquita.Oye, miraMira t me interrumpi, y abri un bolso de cuero negro del que extrajo

    una carta. Lela.Mi nombre estaba escrito en el sobre por una mano masculina incapaz de ir ms

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    all del tembleque y el garabato. Me hice con la carta, le di la vuelta sin abrirla yaad:

    Supongo que dentro habr una nota que, en teora, es del to Matt.En teora? Pero qu expresin es esa? No habrs estado viendo al abogado

    maricn?

    Te refieres a Goodkind?A ese me mismo refiero. Y nada de en teora, esa carta es fetn.Te voy a hacer un favor le dije. Ni siquiera la abrir. Te la devuelvo y

    sigues con tus asuntos. No te entregar a la polica y quedaremos en paz.Eres un encanto me solt ella. Eres un prncipe de la hostia. Lete la carta

    mientras busco el violn.No pienso leerla le asegur. Y si lo hiciera, no me creera ni una palabra.Me dedic una mirada especialmente glida y sigui plantada ante mi puerta con

    los brazos en jarras.Con que esas tenemos? inquiri.Esas tenemos repuse, esperando que en cualquier momento se lanzara a

    darme de puetazos.En vez de eso, me seal con un dedo culminado en escarlata y dijo:Te voy a decir una cosa, guapo. Hace falta alguien mejor que t para

    deshacerse de la pequea Gertie. Ms vale que te andes con ojo.La pequea Gertie! Se supone que esa eres t?

    Eres de lo que no hay dijo ella. Deja de hacer el gilipollas y lete lamaldita carta.

    No te rindes nunca, eh?Qu te leas la carta!Vale. Disclpame un minuto. Aprtate, quieres?, que voy a abrir la puerta.Se apart, yo abr la puerta y ambos entramos en el apartamento.Oh, qu mono declar ella mientras le echaba un vistazo al saln. Aunque

    no le ira mal algn toque masculino.Seras la persona ideal para ello le solt mientras me diriga hacia el

    telfono.Me observ sorprendida durante cinco segundos, y luego solt una mezcla de

    carcajada y ladrido y me dijo:Vaya, vaya, si an va a resultar que tiene carcter!Tir el bolso de cuero en el sof que respondi con un crujido de disgusto y

    aadi:Tienes algo para beber? Aparte de licor de melocotn, claro est.Tampoco te vas a quedar mucho tiempo le dije, y me puse a marcar el

    nmero del despacho de Reilly.

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    No te pongas del todo en evidencia, chato dijo ella, dando vueltas a lahabitacin y haciendo muecas ante mis cuadros. Primero llama a Goodkind ypregntale por m. Gertie Divine, el Sper Cuerpo.

    Levant los brazos, se dio media vuelta hacia m y peg un brinco que son comouna explosin.

    Se la vea muy segura de s misma. Pero todos parecan estarlo, no? Anda queno iban sobrados el manco, Clifford y el poli ful de esta maana!

    De todos modos, yo ya haba cometido un grave error al enviarle a Reilly aGoodkind. Estara metiendo la pata de nuevo? Dej de marcar el nmero de Reilly,colgu, me hice con el listn, busqu el nmero de Goodkind y le llam.

    Estaba ms suave que un guante.Vaya, vaya, pero si es mi cliente favorito. Adems del to al que voy a

    demandar por difamacin y atentado al honor. Je, je!

    Ha odo hablar de Gertie Divine? le pregunt.Cmo? Pareca tan pasmado como si le acabase de sacudir con una plancha

    . T dnde has odo hablar de ella?La tengo aqu delante.Deshazte de ella! No le hagas caso, no escuches ni una sola palabra de lo que

    te diga! Fred, te lo ruego, te urjo con toda vehemencia a que te quites de encima a esamujer inmediatamente.

    Preferira que no me llamaras Fred dije.

    Scala de ah insisti, aunque algo ms calmado. No puedo decirte otracosa: deshazte de ella.

    Dice que tiene una carta del to Matt aduje.Y ah volvi a perder los estribos:No la leas! Ni la toques! Cierra los ojos, tpate los odos, chala!Debera llamar a Reilly?Por el amor de Dios, no! Limtate a quitrtela de encima!Podras decirme una cosa? le ped. Podras decirme quin es?Hubo una breve pausa mientras el hombre se tranquilizaba; y acto seguido, en voz

    muy baja, aadi:Para qu te quieres liar con esa mujer, Fred? No es precisamente una buena

    chica, sabes?Preferira que no me llamaras Fred le repet.Es una cutre sigui l. Es analfabeta. Es de clase baja. No es tu tipo en

    absoluto.Y qu tena que ver con el to Matt?Eeeeeeh Bueno, viva all.En Central Park Sur?

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    Los porteros la odiaban.Espera un momento. Me ests diciendo que viva con el to Matt.Tu to era muy distinto a ti matiz Goodkind. Un to duro y decidido, una

    especie de pionero. Nada que ver contigo. Evidentemente, su gusto para las mujeresdifiere del tuyo. A l le gustaban las que

    Gracias le cort y colgu.Ella estaba sentada en el sof, con las piernas cruzadas y un brazo extendido por

    la parte superior del respaldo. Llevaba zapatos negros de tacn de aguja anudados altobillo, medias de nailon y una blusa blanca con bordados en el cuello. La blusa se lesala de la falda por el costado, dejando al descubierto una piel muy plida. Tambincontaba con una chaqueta negra, pero la haba dejado colgando del picaporte.

    Me dijo:Ya te ha informado, no?

    Me ha dicho que debera echarte de aqu. Que no debera hacerte caso. Queeres de clase baja.

    No me digas! Se ofendi un poco pero sigui: A quien no deberas hacercaso es a l, menudo chorizo! Sera capaz de robarle los caramelos a su propiahermana.

    Yo tena la misma impresin del letrado Goodkind, pero el hecho de que esamujer de verdad se llamaba Gertie Divine? y yo compartisemos una antipatahacia alguien en concreto no significaba necesariamente que pudiese confiar en ella.

    Le dije:No me har ningn dao leer la carta, verdad?Supongo que no contest ella.La pill de su propio regazo y me la entreg.Mientras te la lees dijo, qu tal un poco de hospitalidad?No quera ofrecerle nada de beber porque no quera proporcionarle una excusa

    para quedarse en casa ms tiempo del necesario, as que hice como que no la oa, le dila espalda y abr la carta.

    Era breve, pungente y difcil de leer, ya que el tembleque y los garabatos delsobre continuaban en el interior. Deca as:

    Sovrino Fred:Permteme que te persente a Gertie Divine, que fue cabeza de cartel en el

    Artillery Club de San Antonio. Ha sido mi fiel compaera y enfermera, y eslo mejor que te puedo dejar. T hazla feliz y te garantizo que ella te har feliz

    a ti.Tu to, al que hace tanto tiempo que no ves,

    Matt

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    Levant la vista de la carta y vi que me haba quedado a solas en el saln. Luegoescuch el tintineo de los cubitos de hielo y me fui para la cocina, donde me top conGertie Divine hacindose un destornillador con el zumo de naranja de maana por lamaana.

    Si quieres algo, amable anfitrin me espet, te lo preparas t mismo.

    Levant la carta y le dije:Qu significa esto?Significa que ahora soy tuya, guapetn repuso. Agarr la copa y se fue en

    direccin contraria. El dormitorio est por ah?

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    Unos minutos despus de que Gertie Divine se fuese al supermercado, se produjo un

    conato de llamada a la puerta, y cuando la abr, me encontr a Wilkins, el del segundopiso, arrastrando una vieja maleta negra de gruesas cinchas de cuero. La dej en elsuelo, resopl, mene la cabeza y dijo:

    Ya no soy tan joven como antes.De eso no haba la menor duda. Y adems, yo an tena la cabeza llena de

    problemas con Gertie Divine: qu iba a hacer con ella cuando volviera, si es quevolva? O sea, que me qued ah de pie, mirando a Wilkins y su maletn, y segupensando en la seorita Divine.

    Wilkins iba vestido de azul, como de costumbre, con una de sus viejas camisas dela Fuerza Area y la mano derecha manchada de tinta azul. Tras echar un poco ms elbofe y menear la cabeza otro ratito, me dijo finalmente:

    Me alegro de verte, chaval. Me concedes un minuto?Por supuesto, seor repuse, aunque no saba muy bien para qu. Pase,

    pase. Permtame que le coja laSin embargo, antes de poder hacerme con la maleta, fue a por ella l mismo, la

    agarr del asa y la puso fuera de mi alcance.

    No hace falta dijo con rapidez, cual estafador de pelcula al que alguien seofrece a llevarle la bolsa con el botn. Yo me encargo de ella.

    Para poder arrastrar la maleta, el hombre tena que inclinarse en direccincontraria y adoptar la forma del nmero siete, posicin en la que apenas poda andar,impulsando los pies de uno en uno y tambalendose a cada paso. Fue as como entrtrastabillando en mi apartamento, cmico y deforme cual personaje de Beckett.

    En medio del saln, volvi a dejar quieta la maleta y procedi a resoplar un pocoms. Tambin se pas la mano por la frente, que tena manchada de tinta, pintndose

    tres rayas como esas que, en los tebeos, denotan velocidad, por lo que ahora merecordaba a un provecto y apresurado Mercurio.

    Haba que mostrarse hospitalario, aunque tampoco saba por qu, as que le dije:Eh le apetece beber algo?Alcohol? No, no, gracias. Ni lo huelo. Mi difunta esposa me sac del vicio

    hace treinta y siete aos. En septiembre har treinta y ocho. Una mujer maravillosa.Y un caf?Me mir como si se lo estuviera pensando.

    T? pregunt.Por supuesto respond. Sin problema. Se lo traigo en un minuto, tome

    asiento.

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    Me fui a la cocina a preparar el t, y ah pude volver a mi monlogo interior sobreGertie Divine. Todo pareca indicar que se estaba instalando, aunque no exactamentecon todas sus cosas, y que daba la impresin de querer quedarse en mi domicilio. Yono saba muy bien cmo pretenda organizar la situacin esa mujer, pero algo medeca que la cosa no iba a ser de mi agrado.

    Pero qu poda hacer? Ella lo haba dado todo por supuesto y tiraba haciadelante sin pararse a pensar en que alguien pudiera llevarle la contraria. No haba msque ver cmo se haba puesto a registrarme la cocina, informarme de que careca decomida digna de ese nombre y decirme, chasqueando los dedos: Dame diez pavos,que voy a bajar al colmado.

    Acaso haba protestado yo? Me haba negado? Le haba preguntado quin secrea que era? No. Lo que hice fue sacar la cartera, darle el billete de diez dlares queno me haba trincado el poli chungo y abrirle la puerta cuando sali de casa con el

    bolso de cuero colgndole del antebrazo.Albergaba valerosas ideas sobre no dejarla entrar en casa cuando volviera as

    como la agridulce sensacin de que igual sala pitando con mis diez dlares y no levolva a ver el pelo, pero en el fondo saba perfectamente lo que iba a ocurrir. Esamujer aparecera con dos bolsas de comestibles y me obligara a almacenarlasmientras ella arrancaba las cortinas del saln.

    En fin. Y mientras tanto, haba que bregar con Wilkins. Prepar dos tazas de t, ycuando me las llev al saln, el hombre segua an de pie junto al maletn, tal como

    lo haba dejado.Le suger:Por qu no se sienta, seor?Ah, t exclam l. Cogi una taza y se qued con ella ah de pie,

    sonrindome de una manera tan alegre como falsa. Ya me he enterado de la buenasuerte que ha tenido. Permtame que le felicite.

    Qu ya se ha enterado? Cmo?Llamando a las autoridades. Qu nombre me dijo? Ah, s, el Escuadrn

    Tocomocho. Me preguntaba cmo habra ido todo esta maana.Y se lo contaron.Les dije que era un vecino, un amigo. Habl con un muchacho muy educado y

    servicial.Qu bien. Le ech un vistazo al maletn. Y hum eso?Baj la vista y ensanch an ms su sonrisa, dicindome:La labor de toda una vida, hijo mo. Siempre he querido mostrrtela, pero

    nunca haba encontrado el momento.La labor de toda una vida? Se refiere a algo relacionado con las Fuerzas

    Areas?

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    Hizo una mueca, me gui un ojo y consigui notables expresiones faciales abase de retorcer el rostro. Me contest:

    Algo as, hijo mo, algo as.Yo no saba de qu me estaba hablando y, distrado con Gertie Divine, tampoco

    me importaba lo ms mnimo. Me llev la taza de t al silln de lectura y tom

    asiento. Wilkins poda captar la indirecta y sentarse o seguir de guardia junto a lamaleta por tiempo indefinido, all l.

    Me observ con avidez, esperando que mostrara una curiosidad tremenda por sumaldita maleta, pero cuando por fin se dio cuenta de que no era ese el caso, se plantabruptamente junto a la mecedora, tom asiento, dej la taza de t sobre la mesita demrmol de la izquierda y dijo:

    La verdad es que tienes una casa muy bonita. Muy pulcra y arreglada.Muchas gracias.

    Hoy da es muy difcil encontrar el material adecuado.S que lo es reconoc.Sobre todo, con una pensin de jubilado. Las raciones escasas no dan para

    mucho, verdad? Solt una mezcla de risotada y ladrido, agarr la taza y le dio unbuen trago.

    Hay que ser cuidadoso al ir de compras dije, mientras me preguntaba de qunarices estbamos hablando y por qu.

    Mientras tanto, en mitad del cuarto, la maleta haba empezado a crecer. No de

    forma literal, claro est, sino en mi mente. Mientras Wilkins iba por ah arrastrndola,a m me la traa al pairo, pero ahora que pareca que estbamos hablando de muebleso de compras o de raciones escasas o de lo que fuese, ahora que no nos ocupbamosen absoluto de la maleta, su enigmtica presencia en mitad del saln, envuelta encinchas de cuero con hebillas negruzcas, empezaba a inquietarme. Qu podra haberah dentro? Qu contendra el maletn? Un aeroplano en miniatura? Los planos deuna nave espacial? Una bomba H?

    Hoy da, lo que un hombre realmente necesita estaba diciendo Wilkins,ausente por completo de mi creciente curiosidad es un montn de dinero. Pastagansa. Evidentemente, lo mejor para conseguirla es lo que te ha pasado a ti:heredarla, que te caiga encima sin haber movido un dedo. Pero los que no somos tanafortunados nos tenemos que espabilar, encontrar una manera de llegar a final de mesy confiar en la providencia, en algo que nos saque de pobres.

    Aunque todo ese discurso transcurra de manera alegre, sincera y amigable, yoacab sintindome culpable por haberme cado encima de repente tanta opulencia. Lecontest:

    Bueno, supongo que no es fcil con unos ingresos fijosNo durarn mucho anunci de manera an ms eufrica. Seal la enorme

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    maleta con la cabeza. De eso va la cosa, claro est. De forrarse.Dijo usted que quera ensearme algo coment de la forma ms insustancial

    posible, en vistas a disimular mi curiosidad.Naturalmente dijo l, sonriendo amistosamente, pero sin levantarse de la

    mecedora. Cuando quieras. Cuando te vaya bien.

    Pues ahora mismo dije. Pero al cabo de un segundo pens que mostrabaexcesivo inters, as que aad: Si no va usted con prisas, claro est.

    Qu va, qu va. Encantando de ensertelo.Por fin se pona en movimiento, dejando la taza en el platito, incorporndose e

    hincndose inmediatamente de rodillas ante la maleta. Mientras tumbaba, no sinesfuerzo, la maleta y se pona a deshacer las cinchas de cuero, me dijo:

    Un joven como t debera estar interesado Seguro que s Treinta y unaos de trabajo hay aqu, treinta y uno. Todo hecho por m Aqu lo tenemos!

    Todo hecho por m.Dicho lo cual, abri la maleta y me mir como el genio que le da el tesoro a

    Aladino.Tesoro? La maleta estaba llena de papel, de folios para escribir a mquina, seis

    montaas de folios que llenaban el interior. La pgina de arriba de cada montn yera de temer que tambin todas las de abajo estaba cubierta por completo de tinta,de letra pequea y pulcra. Y la tinta era del mismo tono azul oscuro que la queWilkins luca en la mano derecha.

    Y esto qu es? le pregunt.Mi libro exclam de manera reverencial. Le dio una palmadita al montn de

    papel ms cercano. Eso es lo que es.Su libro? Me entr cierto mal fario. Se refiere a su autobiografa?Oh, no! No, hombre, ni hablar. No tuve una carrera adecuada para eso. Vida

    tranquila, vida tranquila. Observ con amor los montones de papel. No, esto noes la realidad. Pero est basado en ella, eso s.

    Es una novela, entonces dije.Bueno En cierta medida. Pero la historia es real. Entrecerr los ojos como

    si as quisiera resaltar lo fiel que haba sido a la realidad. Hasta el ms nimiodetalle. Hechos prcticamente imposibles de descubrir? Pues aqu estn todos, al piede la letra. Estudi la poca y me empap de ella.

    Opt por seguir dando palos de ciego:O sea, una novela histrica.Podramos llamarla as dijo l.Arrodillado junto a la maleta llena de folios, se inclin hacia m, con una mano

    sobre el manuscrito, y susurr:Es la historia de las campaas de Julio Csar, pero aadindoles la aviacin.

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    Cmo dice? inquir.Lo he titulado Veni, vidi, vinci gracias a la aeronutica. No est mal, eh?Nada mal contest con un hilillo de voz.Me mir fijamente, entrecerrando nicamente un ojo.An no lo has pillado me dijo. Crees que el concepto es algo majareta.

    No, qu va, solo que es nuevo aad. An no me he familiarizado con l.Pues claro que es nuevo! Ah est la cosa. T te has preguntado alguna vez

    qu es lo que arrasa?Pues no lo s muy bien me defend.La originalidad! No hay imitaciones en las listas de los libros ms vendidos,

    solo ideas nuevas, conceptos originales. Cmo estos!Le dio una palmada al manuscrito para reforzar su tesis, y ambos nos quedamos

    sorprendidos ante el ruido que hizo.

    Suena muy original dije.Naturalmente que es original! Ahora ya estaba metido en harina, doblado

    hacia delante, gesticulando con las manos, dispuesto a explicrmelo todo. Heconservado los hechos histricos, todos. Los nombres de las tribus brbaras, la fuerzade los ejrcitos, las batallas autnticas, todo. Lo nico que he aadido es laaeronutica. Gracias a un golpe del destino, los romanos tienen aviones, de un nivelparecido a los de la Primera Guerra Mundial.

    Y as podemos ver cmo cambian las cosas si situamos la aeronutica en un

    momento histrico en el que no exista.Se refiere a que altera la historia y eso?Bueno, tampoco la altera tanto prosigui Wilkins. A fin de cuentas, Julio

    Csar gan prcticamente todas las batallas en las que particip. Con lo que las cosastampoco cambian tanto. Pero las batallas s que son diferentes. As como lapsicologa de los mandos. Lo tengo todo aqu, todo aqu! La verdad es que JulioCsar es la monda. Menudo personaje, menudo personaje. Ya vers cuando te lo leas.

    Quiere que me lo lea? pregunt, pero como la cosa no sonaba muyentusiasta, aad de inmediato: Estar encantado de leerlo. Vamos, que me gustaramucho.

    Claro: porque es una idea muy estimulante me ilustr. As, de sopetn, tepuede parecer una chaladura. Una idea desquiciada. Pero t te has quedado con lacopla y lo acabars pillando todo. Aviones pequeitos y desvencijados cruzando lascolinas hacia la Galia, dejando caer piedras y lanzas

    No tienen armas de fuego?Claro que no. La plvora no se invent hasta mucho despus. Hasta muchsimo

    despus. Yo me tengo que mantener fiel a la realidad. Lo nico que tienen sonaviones.

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    Sin embargo le dije, si tienen aviones, eso quiere decir que cuentan con elmotor de combustin interna. Y con gasolina. Y petrleos refinados. Y si tienen todoeso, tambin deberan tener todo lo dems, todas las cosas de las que disponemosahora. Coches. Ascensores. Y tambin bombas. Puede, incluso, que atmicas.

    No te preocupes por eso me dijo l, sonriente, seguro de s mismo, mientras

    le daba unas palmaditas ms al manuscrito. Todo est aqu. Aqu se explica todo.Y tiene usted editor? le pregunt.Editores! Una rabia repentina le enrojeci el rostro, mientras las manos se le

    convertan en puos. Estn ciegos! clam. Todos ellos! O te quieren robar tuobra o no captan su potencial. Potencial, esa es la palabra, y ellos no lo ven. Seguirenganchados a lo trillado, eso es lo nico que saben hacer. Se presenta uno con algorealmente nuevo, realmente diferente, y no saben qu hacer con ello.

    Se lo han rechazado?

    Fui a ver a un to dijo, algo ms calmado, me dijo que lo publicara. Unaespecie de sistema de colaboracin. Yo pagaba los gastos de imprenta y todo eso y llo publicaba y enviaba los ejemplares a las libreras. No s, a m me pareca que esono era manera de editar, pero l me aseguraba que s. Me ense un montn de librosque haba distribuido de ese modo. Tenan buena pinta, algunos estaban bien hechos,colorines en la portada, papel bueno, buena impresin. Eso s: yo nunca haba odohablar de ellos. Y eso me preocup. Ya s que no soy un gran lector, que no leo grancosa fuera de mi especialidad. T igual s que los conoces. Algunos, por lo menos.

    Yo tampoco leo gran cosa me defend. De material contemporneo, merefiero. Casi todo lo que leo es a efectos de investigacin.

    Igual que yo dijo l, con alegra. Somos tal para cual. Me sonri, yluego le sonri al manuscrito. Ya est hecho.

    Eso est bien le dije.El to ese dijo que todos los famosos empezaron as sigui Wilkins, oteando

    la media distancia. Publicando sus propios libros, recurriendo a gente como l. D.H. Lawrence, me dijo, James Joyce. Todo tipo de figurones.

    Puede ser contest. La verdad es que no s gran cosa de la historia de laliteratura.

    Naturalmente, la cosa cuesta unos miles de dlares continu mi vecino. Yluego hay que poner ms, para la publicidad. Hoy da, no vas a ninguna parte sinpublicidad, creme. Pero tengo mis propias ideas para promocionar este libro. Unosanuncios que quiten el hipo, y en el New York Times, nada menos. Adems de otrosperidicos de todo el pas. Hay que hacer llegar el mensaje a los lectores.

    Eso suena caro le dije, mientras senta los temblores tpicos de unapremonicin.

    Hace falta dinero para ganar dinero afirm. Pero piensa en los beneficios.

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    La venta de libros no es ms que el principio. Luego hay que publicarlo en elextranjero. Y hacer una pelcula, esto da para una pelcula. Hasta tengo una lista paraun posible reparto, Jack Lemmon como el joven Julio Csar, Barbara Nicholscomo La tengo por aqu. Se puso a hurgar entre las pilas de papel, sin xito,hasta que al final dijo: Oh, mira esto. La cubierta. Una idea aproximada.

    Me extendi una hoja de papel con una especie de dibujo, hecho tambin con lainevitable tinta azul oscuro. Dos lneas de texto en la parte de arriba, temblorosas ycon un estilo que recordaba al logo de Superman, decan:

    VENI, VIDI, VINCIGRACIAS A LA AERONUTICA

    Solo es un boceto me inform, innecesariamente, Wilkins. Yo no soy artista,

    por supuesto. Tengo que contratar a alguien que lo haga bien.Por lo menos, era consciente de sus limitaciones y estaba en lo cierto cuando

    deca que no era un artista. Fui incapaz de imaginar en qu se supone que consista eldibujo. Solo haba unas cuantas lneas, unas rectas y otras curvas, algunas largas yalgunas cortas, y la mayora de ellas se entrecruzaban, pero lo que queranrepresentar, francamente, yo no lo entenda. Podra ser eso un desvencijado biplanocruzando las colinas hacia la Galia? Era imposible saberlo. Un poco ms y pongo elfolio al revs para ver si as me entero de algo, pero me contuve a tiempo, consciente

    de que Wilkins se ofendera y pensara que lo haba hecho a propsito para rerme desus habilidades como dibujante.

    Le dije:Me temo que no soy capaz de Esto noSon Csar y los suyos me explic Wilkins, de pie junto a un aeroplano.Segua junto a la maleta, de rodillas, y de esa guisa se me acercaba para sealar

    ciertos garabatos y comentar: Ah est el avin, Ah est Julio y Ese es uno delos godos leales.

    No quedaba otra que asentir y decir:Claro, claro, muy bonito.Y eso es lo que hice.Cuando acabamos con el dibujo, Wilkins lo recuper, regres arrodillado a la

    maleta y lo volvi a colocar por en medio del manuscrito. De esa manera, sinmirarme, dijo:

    Lo que ahora necesito, evidentemente, es financiacin. Para poder repartirmelos beneficios al cincuenta por ciento con el hombre adecuado. Alguien como yo,

    pero con dinero para invertir. El to de la editorial se encarga de imprimir y distribuirsolo por dinero, no se lleva ningn porcentaje de los beneficios. Yo me encargo dellibro, de los anuncios, de toda la promocin, de salir por la tele y toda la pesca y me

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    llevo el cincuenta por ciento. El tercer socio financia la operacin, la pone en marchay luego se tumba a la bartola a esperar su cincuenta por ciento.

    Me estaba empezando a poner muy nervioso. No es que Wilkins fuese un timador,no es que intentara soplarme la pasta por la cara, pero era evidente que pretendahacerme invertir dinero en la publicacin de su novela, y yo no saba cmo negarme.

    Qu poda decirle? Cualquier tipo de rechazo representara un desprecio a la novela,y eso supondra como un insulto para l.

    La verdad es que Wilkins me caa bien. Me gustaba su figura manchada de tinta,su manera sincopada de hablar, su tono contenido, pulcro y funcionarial. No queraofenderle. No quera que ambos mirsemos hacia otro lado cuando nos cruzramosunto a los buzones.

    Y adems, qu saba yo de novelas o de editoriales? Aunque era muy pocoprobable que Wilkins hubiese escrito un superventas, no hay que olvidar la cantidad

    de libros de xito que, al principio, parecan igual de minoritarios que el suyo. Pero lagente adecuada los descubri y los promocion, porque era el momento adecuado ohaba algoadecuado en esos libros, y ya estaba la cosa en marcha. Con publicidad,con una campaa promocional bien financiada, puede que Wilkins consiguiera llegara alguna parte.

    Sin embargo, tena que ir con sumo cuidado. A fin de cuentas, ahora tena dinero,mucho dinero, y si en algn momento tena que empezar yo a ir con ojo con el dinero,era ya mismo. Vale, Wilkins no era un timador, pero eso no significaba

    necesariamente que su novela fuese un lingote de oro.Lo que yo tena que hacer, antes incluso de pensar en una inversin, era hablar

    con ese editor que Wilkins me haba comentado, ver qu deca y qu posibilidades levea al libro. Regla de oro: Siempre hay que recurrir a un especialista.

    Pregunt:Ha firmado ya algn contrato con ese editor?Es que no se puede hacer repuso Wilkins sin garantizarle el dinero. El

    menda tiene sus propios gastos, a fin de cuentas, y no puede ir por ah firmandocontratos con el primer carioco que se le cuela en el despacho. Tienes quedemostrarle que vas en serio y ponerle la pasta delante.

    Se supone que volvern a verse, no?Dejamos abierta esa posibilidad dijo l, muy animado. Me dijo que le

    llamara si encontraba un socio.Supongo que lo que hay que hacer empec, y justo entonces alguien llam

    con fuerza a la puerta. Un momento le dije a Wilkins mientras me diriga aabrirla.

    Me haba olvidado por completo de Gertie Divine, pero ah la tena de nuevo, condos bolsas de comestibles, tal como me la haba imaginado.

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    Me debes tres pavos dijo mientras se colaba en el saln y observaba concierta sorpresa a Wilkins, arrodillado en el suelo junto a su maleta abierta.

    Y esto qu es? pregunt. La hora de la plegaria?Mi vecino, el seor Wilkins anunci. Seor Wilkins, le presento a

    Hum La seorita Divine. Era amiga de mi to.

    Sin soltar las bolsas, Gertie le ech un vistazo al seor Wilkins y le increp:Qu tiene usted ah, abuelo? La Biblia en verso?Wilkins cerr bruscamente la maleta y me pregunt:Es de fiar?Gertie acogi su suspicacia con la suya propia, que tambin era de lo ms notable.

    Se dio la vuelta, mirndome entre las bolsas de alimentos, y dijo:Fred, de qu va este carcamal?Wilkins respondi en mi lugar, adoptando un tono glido:

    El seor Fitch y yo nos estamos asociando. El asunto que nos ocupa es, demomento, confidencial.

    No me diga.Intervine:El seor Wilkins ha escrito una novelaY quiere que se la publiquen me termin la frase Gertie. Y se supone que

    t tienes que apoquinar en alguno de esos sitios que editan libros del modelovanidoso.

    Parpade.El modelo vanidoso?Cuando escribes un libro infame y nadie lo quiere me explic Gertie, te

    vas a una editorial de esas que te sacan lo que pueden para publicrtelo. Hace tiempo,tena yo una amiga que escribi un relato sobre la autntica vida de una strippery lotitul La vergenza del libertino. Le soplaron seis mil quinientos dlares poreditrselo; vendi ochocientos ejemplares y cosech una sola crtica, en la que laponan verde. El libro no le gust a nadie.

    Con la voz y la cara congeladas, Wilkins dijo:Pues resulta que el caballero con el que he estado en contacto es el presidente

    de una antigua y respetable editorial, que publica todo tipo deMierdas. Gertie me mir, seal a Wilkins con la cabeza y dijo: Echa de

    aqu a ese desgraciado.Oiga, seorita contest Wilkins, incorporndose entre crujidos corporales.T tranquilo me dijo Gertie. Aguntame esto.Me enjaret las bolsas en los brazos, se dio la vuelta, agarr a Wilkins del brazo y

    lo arrastr con decisin hacia la puerta. Mientras el hombre pasaba por mi lado, vique estaba blanco de estupor, un estupor que le impidi abrir la boca hasta que estuvo

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    ya en el pasillo, momento en el que consigui gemir:Mi manuscrito!Marchando le dijo Gertie.Dio media vuelta, recogi la maleta como si fuera un paquete de seis cervezas, la

    sac al pasillo y ah la dej. Me pareci or una serie de zambombazos, como si algo

    muy pesado estuviera cayendo escaleras abajo. Tambin me pareci captar unaespecie de aleteo, un entrechocar de cientos de alitas. Y antes de que Gertie cerrara deun portazo, escuch un grito de desesperacin en la voz de Wilkins.

    Me qued ah de pie, consciente de que debera hacer algo al respecto controlara Gertie, ayudar a Wilkins, imponer el orden, pero lo nico que hice fue quedarmedonde estaba. Y no por simple cobarda, aunque tambin. Y es que me senta aliviadoal ver que la decisin sobre la novela de Wilkins ya no era cosa ma. Yo no habrasido capaz de decirle que no al viejo, aunque saba perfectamente que eso era lo que

    deba hacer; por consiguiente, experiment un enorme alivio y cierto placer culpableal permitir que Gertie me quitara el problema de encima.

    Gertie regres al saln, frotndose las manos y muy contenta de s misma. Memir, se detuvo, se llev las manos a las caderas y dijo:

    Qu haces ah como un pasmarote? Pon las cosas en su sitio.Apesadumbrado, enton:No te cargars las cortinas del saln, verdad?Y por qu coo habra de hacerlo?

    Vete t a saber dije, y me fui a la cocina a guardar los alimentos.

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    Entre una cosa y otra, me haba olvidado por completo de que Reilly me haba

    hablado de ciertos visitantes que recibira de Homicidios, as que cuando alguienllam a la puerta a las cuatro en punto, mi primera reaccin pues pensaba quepoda tratarse de Wilkins con una escopeta fue ignorarle.

    Lamentablemente o puede que afortunadamente, mis reacciones ya no tenanla menor importancia en ese sitio. Mientras me quedaba sentado en el saln,intentando montar el puzle que tena en la cabeza, Gertie sali de la cocina a paso decarga, con un afilado cuchillo con restos de apio en la mano derecha, y abri la puertaantes de que a m se me ocurriese cmo impedrselo.

    No s qu debieron pensar los inspectores cuando les abri la puerta una mujercon un cuchillo en la mano. Pero la reconocieron, y supongo que eso disminuy lasorpresa. En cualquier caso, o una voz masculina que deca:

    Caramba, pero si es Gertie. Formas parte de la herencia, guapa?Has acertado de pleno, Steve contest ella. Vens por trabajo?Una visita de lo ms oficial dijo la voz conocida como Steve.Pues pasad les invit Gertie, y se hizo a un lado para que entraran en casa

    dos tipos casi clavados al poli chungo que me haba dado la del calamar esa misma

    maana.Me dijo Gertie:Te presento a Steve y Ralph, un par de maderos.Y sealndome, les indic a ellos:Fred Fitch, el sobrino de Matthew. Supongo que vens a verle a l.No, Gertie, yo he venido a verte a ti inform Steve, con toda la retranca

    posible. Con Fred solo he venido a hablar.Estoy liada con la cena declar ella. Me tendris que disculpar.

    Faltara ms, Gertie dijo Steve, de lo ms galante.Ella le dedic una mueca sarcstica y sali de all. Steve se volvi hacia m,

    adoptando un tono repentinamente prusiano:T eres Fred Fitch?Pues s repuse. Me levant y aad: Queris tomar asiento?No se hicieron precisamente de rogar, ninguno de los dos, as que me volv a

    sentar y empec a sentirme de lo ms tonto. Dije:Hum Jack Reilly me dijo que vendrais.

    Tenemos un informe me cont Steve. De l se deduce que no sabas nadade esta herencia hasta que hoy te cay encima. Es as?

    Exactamente as dije. Bueno, no del todo. O algo al respecto ayer, pero no

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    me lo cre hasta hoy.Pues qu lstima declar Steve, con cara de palo porque ya no puedes

    seguir siendo el sospechoso nmero uno.Ralph, abriendo la boca por primera vez, me lo explic:Ya sabes: nadie tiene un motivo mejor que t.

    El nico posible remat Steve.Por consiguiente sigui Ralph, nos incomoda que no supieras nada de la

    herencia por adelantado.Y naturalmente dijo Steve, nos gustara cargarnos esa historia tuya para

    recuperar a nuestro sospechoso nmero uno.Notando un leve aleteo de mariposas en la tripa, contest:No sospecharis de m, verdad?Ah le has dado sentenci Steve. No podemos, verdad?

    Nos revienta no disponer de esa opcin aadi Ralph.Y claro est prosigui Steve, no hay que olvidar los elementos, digamos,

    extraos del asunto.Que tampoco nos gustan aadi Ralph.Los elementos extraos nos ponen nerviosos apunt Steve.Dije:No s a qu os refers con eso de los elementos extraos.Contest Steve:

    Segn nuestras informaciones, nunca llegaste a ver al to Matt. Es as?As es.De hecho, ni tan siquiera habas odo hablar de l.Exacto.Pero va y te deja casi medio milln de dlares.Trescientos mil le correg.Antes de impuestos precis l. Medio milln antes de impuestos.S.Y se lo deja a un sobrino al que no ha visto en su vida, un sobrino que ni tan

    solo estaba al tanto de su existencia.As es asegur.Pues eso nos parece un elemento extrao coment Ralph.Y luego est lo de que nadie te informa de la herencia hasta que han pasado dos

    semanas de la muerte del viejo. Que era una clusula del testamento. Steve abrilos brazos. Eso tambin lo consideramos entre nosotros un elemento extrao.

    Por no hablar de Gertie dijo Ralph.Exacto adujo Steve. Ah est el carcamal, murindose de cncer, a punto

    de diarla, pero

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    Le interrump:Se estaba muriendo?T qu crees? Estaba con un pie en la tumba y el otro a punto de pisar una piel

    de pltano, as que alguien tuvo que meterle prisa.Yo eso no lo saba me defend.

    Pues ah tenemos otro de esos elementos extraos dijo Steve. Para qucargarse a alguien al que le quedan dos telediarios? Por no hablar de Gertie, como hadicho Ralph.

    Pregunt:De verdad estaba tan cerca de la muerte? A un da o dos?Llevaba as cinco aos me inform Ralph. O eso dice su mdico. Matt

    Grierson estaba en Brasil cuando descubri que tena cncer, y volvi a casa paramorirse.

    Por no hablar de Gertie dijo Steve. Aunque creo que ya va tocando hablarde ella.

    Qu le pasa? pregunt.T to la eligi como enfermera dijo Steve. A Gertie Divine, el Sper

    Cuerpo.De verdad era stripper? inquir.Steve puso cara de sorpresa.Vaya que s contest. Yo mismo la vi en Passaic no hace muchos aos. Y

    por si te interesa mi opinin, creo que sigue estando como un tren.Intervino Ralph:A Steve le pone Gertie desde que nos hicimos cargo del caso.Desde mucho antes matiz Steve. Desde Passaic. Pero bueno, no es lo

    fundamental. Aqu lo fundamental es que un paciente terminal de cncer, lo que losmdicos llaman un paciente terminal de cncer, va y elige como enfermera a unaantigua pelandusca. A continuacin, se lo cepillan y su sobrino se queda con el botn.Y cuando aparecemos para charlar tan alegremente con el sobrino en cuestin, aquin nos encontramos? A Gertie. Ah tienes otro elemento extrao, o lo que encomisara consideramos un elemento extrao.

    Pregunt Ralph:Cunto hace que conoces a Gertie, Fred?Tena ganas de llamarle Ralph, me apeteca muchsimo. Quera iniciar mi

    respuesta con Ralph e ir dejando caer un Ralph por aqu y otro por all en medio demi contestacin, y responder nicamente con palabras que fuesen anagramas deRalph. Pero soy un cobarde. No le llam Ralph ni una sola vez. Le dije:

    La he conocido hoy. Estaba aqu cuando volv de ver al abogado.Parpadearon en mi direccin, al unsono. Steve pregunt:

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    Ests diciendo que se te col en casa? Tal cual?Tal cual no, Steve dijo Ralph.Vale reconoci Steve. Tal cual, no. Pero se present aqu. Y t nunca la

    habas visto.Dejadme que os ensee algo propuse, y me puse de pie.

    Me encantara verlo afirm Steve. Y a este tambin.Me encantara confirm Ralph.Fui hasta el escritorio y saqu la carta de presentacin del to Matt del escondrijo

    en el que la haba metido. Se la llev a Steve y se la entregu. La ley, sonri y dijo:Caray, menuda novedad. Le pas la carta a Ralph, dicindole: Esto s que es algocompletamente diferente, Ralph.

    Ralph ley la carta. Cuando acab, coment:A esta misiva le falta algo.

    El qu, Ralph? pregunt Steve.No parece estar fechada declar Ralph.Me la ha trado ella hoy mismo dije, un tanto a la defensiva.Eso te lo acepto dijo Ralph. Lo que no s es cundo la escribi tu to. Me

    sigues?Por qu no se lo preguntamos a ella? propuse.No creo que sea necesario, Fred. T qu opinas, Ralph? neg Steve.De momento, no hace falta dijo este.

    Al haberme puesto de pie mientras ellos seguan sentados, me senta mejor queantes, ms seguro de m mismo.

    Si mi to se iba a morir de todos modos, y le golpearon con un objetocontundente, no es lo ms probable que muriese peleando con alguien? Un momentode rabia, sin un motivo real propuse.

    Es una posibilidad dijo Steve. Ah coincido contigo, Fred, has sacado a laluz una posibilidad. Y creo que ya estamos haciendo algo en esa direccin. Verdad,Ralph?

    Trabajo rutinario en esa direccin precis Ralph. Estamos en ello, s.Pero, claro est, al mismo tiempo dijo Steve, debo decirte con toda

    franqueza y sinceridad que no me importara cruzarme con alguien que te hubiesevisto con el to Matt hace seis meses. O con Gertie. Verdad, Ralph?

    Nos sera de gran ayuda dijo Ralph.Lo siento dije, pero os estoy diciendo la verdad.Oh, no lo dudo Steve adopt un tono fatalista, pero soar es gratis,

    verdad?No habr nada que nos quieras decir y que an no sepamos, verdad?

    pregunt Ralph.

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    Sobre el crimen?De ese caso nos ocupamos, s.Yo no me haba enterado de nada hasta esta misma tarde. No s nada al

    respecto. Solo lo que me habis contado vosotros y Reilly.Y lo que te haya contado Gertie.

    Gertie no me cuenta nada. Por lo menos, an no lo ha hecho.Steve se ech a rer:Una gran chica, esa Gertie. Se puso de pie, ofreciendo un aspecto fuerte y

    duro. Que no me entere de que la tratas mal, Fred dijo, medio en broma.No creo que eso vaya a suceder contest.Ralph tambin se incorpor.Creo que nos vamos a ir dijo. Cada vez que quieras ponerte en contacto

    con nosotros, llama a Homicidios Sur. O intntalo a travs de tu amigo Reilly.

    As lo har declar. Si es que tengo algn motivo para llamar.Exactamente puntualiz Ralph.Mientras se encaminaban hacia la puerta, Steve se volvi hacia m:Despdete de Gertie por nosotros, Fred. Dile que sigue siendo mi chica.As lo har le promet, y me qued ah de pie, balancendome sobre m

    mismo hasta que ambos desaparecieron.El portazo sac a Gertie de la cocina. Ech un vistazo alrededor y pregunt:Se han ido?

    Steve te enva saludos.Los polis son unos pringados afirm ella, con filosofa. Luego me mir mal

    y dijo: Cario, este sitio es un mausoleo. No tienes tocadiscos?No creo que te interesen mucho mis discos le contest.Chato, eso ya me lo ola, pero como se suele decir, algo de msica es mejor que

    nada de msica. Pon alguno de tus cuartetos de cuerda, quieres?Puse la Novena de Beethoven, a toda pastilla. Si quera rock and roll, le iba a dar

    rock and roll.

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    Las siguientes horas fueron para m de pnico silencioso. Hay que ver lo cmoda

    que se haba puesto Gertie! Yo solo pensaba en la cama y en qu habra pensado ellaen cuanto a medidas de descanso nocturno. Aunque no me consideraba un mojigato,y aunque yo no era tcnicamente virgen (me refiero a que mi abstinencia duraba yatanto que pareca haber vuelto, por lo menos de manera honoraria, al estatus virginal),la idea de acabar como si tal cosa en la cama con una stripperdel Artillery Club a laspocas horas de conocerla, me resultaba paralizante, si he de ser sincero. Por otro lado,rechazar a una mujer, y menos todava a una con la fuerza y la contundencia deGertie, supone una operacin tan extremadamente delicada que me resulta difcil

    pues no cuento con la experiencia necesaria.No es que la presencia de Gertie fuese un engorro total, en absoluto. Me haba

    salvado de Wilkins, sin ir ms lejos, y cuanto ms rememoraba el episodio, ms mepareca que haba estado a punto de que me timara, por control remoto, el to que sehaba ofrecido a editarle el libro a Wilkins a cambio de algo de dinero.

    Adems de eso, result que Gertie era inesperadamente genial en el arte culinario,pues me plant delante una cena de las que no haba disfrutado en aos. O nunca. Losingredientes bsicos eran el bistec, las patatas, el brcoli y la ensalada, pero los extras

    los convirtieron en diferentes variaciones del mtico man. Me puse las botas.Durante la cena, para hablar de algo y as olvidarme del pnico que senta, le

    pregunt a Gertie qu opinaba sobre el asesinato del to Matt, y si tena alguna idea dequin poda ser el responsable.

    Ni la ms mnima contest. Nadie vio a nadie, nadie oy nada. Cuandosucedi, yo no estaba en casa y no haba nadie ms.

    Le dije:Ya han pasado casi dos semanas. Me temo que la polica no sabe hacia dnde

    tirar.Polis repuso ella, despectiva, y se encogi de hombros como diciendo: qu

    puedes esperar de ellos?Sent que debera mostrar cierto inters por la muerte del to Matt, dado que me

    habadejado ms de trescientos mil dlares, pero no era fcil concentrarse con Gertieah, refocilndose espectacularmente con el bistec. Pese a todo, consegu aferrarme altema preguntndole:

    T crees que pudo ser alguien al que tim? Ya sabes, una venganza.

    Matt llevaba aos retirado contest ella, y se llen la boca de ensalada.Bueno, pues alguien del pasado argument. Alguien que por fin le haba

    echado el guante.

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    Levant la mano para que esperara un momento, se dedic a masticar la ensalada,trag, baj la mano y me dijo:

    Te refieres a un primo? A algo que pas hace veinte aos?Tal vez dije.Olvdalo, chato asegur ella. Si un pringado se cosca cuando an est en

    la tienda, puede que reaccione, pero no pasado el tiempo. Es lo que pasa con lospringados, que son unos pringados. Se limitan a irse a su casa y a darse pena a smismos, no van por ah localizando a la gente para cargrsela.

    Not que me ruborizaba. Me haba descrito con tanta fidelidad que cuando mevolv a llevar a la boca el tenedor con las patatas, me lo clav en el labio superior.

    Mientras tanto, a Gertie le haba dado por la evocacin y empez a disertar:Es lo que siempre deca el profesor Kilroy: Un primo es un primo. Esa era su

    filosofa.

    Profesor qu?Profesor Kilroy. Matt y l fueron socios durante aos.Y por dnde anda ahora?Se encogi de hombros.Ni idea. Lo ms probable es que siga en Brasil. Qu pasa, no te gusta la

    comida?Haba dejado el tenedor en el plato.Estoy lleno le contest. Estaba delicioso, pero no puedo ms.

    Menuda birria de apetito declar Gertie, ofendida. No s para qu memolesto en perder el tiempo.

    Concluimos el gape con un nctar que me recordaba al caf, y luego me arrastrhacia mi silln de lectura en el saln, donde me qued tirado una hora, digiriendo ytratando de no pensar en los acontecimientos de la noche inminente mientras sostenaante m el Timesde la maana, al revs.

    As estuve hasta que, a eso de las siete y cuarto, Gertie se me plant delante conla chaqueta negra puesta y el bolso de cuero negro colgndole del antebrazoizquierdo.

    Estara bien que te diera un poco el aire, no? dijo. Acompame al metro.La mir con incertidumbre y le pregunt:Adonde vas?A casa anunci. T crees que no tengo nada mejor que hacer que rondar

    por aqu todo el rato?Se apoder de m tal sensacin de alivio que un poco ms y arrojo al aire el Times

    y me lanzo a dar vivas, pero me contuve para no ofenderla. De todos modos, saberque Gertie se iba, que no consideraba que mi casa fuese su hogar, que no pensabaquedarse aqu de manera permanente, en plan Bartleby, era una noticia buensima.

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    Sonriendo, le contest:Ser un placer acompaarte, Gertie.Dobl el peridico, me levant del silln, me puse la chaqueta y salimos del

    apartamento.Me senta extraamente a gusto recorriendo la acera con Gertie, no

    experimentaba el bochorno que haba previsto mientras bajaba las escaleras.Caminamos hasta la Octava Avenida, en silenciosa compaa, y subimos por la calleVeintitrs, donde estaba la boca del metro y donde se me ocurri, con retraso comopuede que ya haya mencionado antes, retraso es la palabra que mejor me define,ofrecerle dinero a Gertie para que tomara un taxi.

    Su reaccin fue tan rpida como exagerada. Se llev la mano al corazn que noes tan fcil en su caso, hizo como que estaba a punto de desmayarse, y grit:

    Caramba con el derrochador! Va tirando billetes como si fueran cscaras de

    cacahuete!Ahora ya saba cmo tratarla, as que le dije:Evidentemente, si te sientes ms a gusto en el metroSu respuesta consisti en llevarse dos dedos a la boca y pegar un silbido capaz de

    romper todas las ventanas desde all hasta el edificio de Naciones Unidas. Un taxisali rpidamente del trfico y se detuvo a nuestros pies, gimiendo.

    Le di un dlar a Gertie y ella me mir como si nunca hubiese visto algo tanpequeo. A continuacin, me espet con evidente disgusto:

    Que voy hasta la Ciento doce, manirroto.Algo confuso, le pas otro dlar, diciendo:Es suficiente?No me des ms dijo. No sea que vayas a malcriarme.Le abr la puerta del taxi y, cuando ya estuvo dentro, le dije a travs de la

    ventanilla: Cundo volveremos a vernos?. Ms porque me senta turbado que porcualquier otra cosa.

    Nunca me espet. A no ser que te d mi nmero de telfono.Oh exclam, y me palp la ropa en busca de papel y lpiz, sin encontrar ni

    una cosa ni otra. (Casi nunca llevo pluma o lpiz, pues me ayu