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    Rumores y fantasas sociales

    La tragedia de Alianza Lima, 1987

    Aldo Panfichi1

    Doctor en Sociologa por el New School for Social Research, USA. Profesor Principal del Departamento

    de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Catlica del Per

    Vctor Vich,Doctor en Literatura Latinoamericana por Georgetown University, USA. Profesor Auxiliar del

    Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Catlica del Per

    Email: [email protected]

    Fecha de recepcin: junio de 2005

    Fecha de aceptacin y versin final: febrero 2006

    Resumen

    Este artculo explora las fantasas sociales y leyendas populares que emergieron luego de que el avinque llevaba a los jvenes jugadores de ftbol del Alianza Lima se estrell contra el Ocano Pacfico,a cinco minutos de su aterrizaje en la ciudad de Lima, Per, el 8 de diciembre de 1987. Se centraen los mrtires de esta tragedia y, especficamente, en las distintas historias que surgieron sobre elhecho. Como revelan las narrativas de las entrevistas, las interpretaciones sobre el desastre se cons-truyen a partir de significaciones sobre polticos corruptos, traficantes de droga y la Armada perua-na. El artculo ubica a la tragedia dentro del dramtico contexto social y poltico del Per de losaos 1980s, marcado por la crisis econmica, la corrupcin, la violencia poltica y la desesperanza.Como conclusin, argumentamos que las respuestas a ese incidente de parte de los hinchas del club,abrieron la oportunidad para expresar pblicamente profundas diferencias polticas y culturales que

    vive el Per contemporneo.

    Palabras clave: ftbol, Per, tragedia, fantasas sociales, guerra sucia, trfico de drogas, desastres

    Abstract

    This article explores the fantasies and legends that emerged when a plane carrying the young foot-ball team of Alianza Lima crashed into the Pacific Ocean a few minutes before landing in the cap-ital city of Lima, Peru on December 8, 1987. It focuses on the martyrs of this crash and, morespecifically, the stories and versions of history that emerged in its wake. As the narrative reveals,these interpretations laid blame for the disaster on corrupt politicians, drug traffickers, and thePeruvian Navy. The article locates this tragedy in the dramatic social and political context of Peruin the 1980s, which was marked by economic crisis, corruption, political violence and despair.Finally, we argue that the responses that this incident provoked among soccer fans offered theman opportunity to express the much deeper cultural and political differences present in con-temporary Peru.

    Keywords: soccer, Peru, tragedy, social fantasies, dirty war, drugs traffic, disasters

    Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 25, Quito, mayo 2006, pp. 111-121

    Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Acadmica de Ecuador.ISSN: 1390-1249

    1 Queremos agradecer a Jos Carlos Rojas por ayudarnos con la realizacin de las entrevistas y a los amigos de TEMPO(Taller de Estudio de Mentalidades Populares) por sus valiosos comentarios a una versin inicial de este texto. Unaversin anterior de este artculo se public en ingls en el Journal Soccer and Society, Vol. 5, No.2, Summer 2004,Frank Cass Editorial Group, London.

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    Quien no ha sentido la tristeza en el ftbol,no sabe nada de la tristeza.

    Julio Ramn Ribeyro

    La tragedia

    Luego de la primera rueda del campeona-to mundial de ftbol de 1978, la re v i s t aArgentina El Gr f i c o calific al mediocampo peruano, el medio campo de AlianzaLima (Csar Cueto, Tefilo Cubillas, Jo s Ve l s q u ez), como el mejor del mundo. Ese ao,el equipo blanquiazul vo l vera a salir campennacional (tambin lo haba sido el ao anterior)

    p e ro luego vendra una mala racha que re a l-mente pareci interminable: tuvieron que pasardieciocho aos para que Alianza Lima vo l v i e r aa conquistar un ttulo de esa categora y paraque sus hinchas dejaran de sufrir.

    A la mitad de ese periodo, especficamen-te en 1987, el equipo se encontraba total-mente renovado, con una generacin de jve-nes estrellas -conocidos popularmente comolos potrillos- que provenan de sus divisio-nes menores y que constituan una nuevaesperanza del ftbol peruano. Sin embargo,cuando slo faltaban tres fechas para concluirel campeonato nacional y este Alianza seencontraba en el primer puesto de la tabla deposiciones, todos los aliancistas muriero nahogados en un trgico accidente frente almar de Ventanilla a pocos minutos de aterri-zar en la ciudad de Lima.

    El ltimo partido se haba desarrollado el8 de diciembre, en la selva peruana, contra el

    Deportivo Pucallpa y Alianza haba ganado1-0. La tradicin oral cuenta que los jugado-res estuvieron raros, que ni siquiera celebra-ron el gol que los situ en el primer puesto dela tabla de posiciones. Se insiste en que regre-saron al hotel, se baaron, recogieron sus per-tenencias y, sin perder tiempo, se trasladaronal aeropuerto para regresar a Lima lo antesposible. En efecto, el club haba alquilado un

    avin charter de la Marina de Guerra, elFokker F-27 (matrcula A-560) que se encar-gara de regresarlos a la capital ese mismo da.Dicho avin sali de Pucallpa a las 6:30 de la

    tarde y tuvo su ltimo contacto con la torrede control de Lima a las 8:05 de la noche. Ala 8:15 p.m. fue declarado en emergencia yno se supo ms de l.

    Un problema con el tablero de mando enla cabina del avin parece haber sido la causaprimera del accidente. Ese da la neblina enLima era intensa y el avin comenz su des-censo. Asustado al no constatar el funciona-miento del tren de aterrizaje, el piloto seconect con la torre de control para que veri-

    ficaran lo sucedido. Desde ah los tcnicos leaseguraron que poda aterrizar sin ningnproblema. Se cree que el avin fue perdiendoaltura y que, al intentar dar la vuelta pararegresar al aeropuerto, el ala derecha choccontra el mar. Este impacto fue fatal.

    Curiosamente, esta tragedia sola tuvo uns o b reviviente: el piloto, teniente de laMarina, Edilberto Villar. En ella murieron 43personas: 16 futbolistas, 5 miembros delcuerpo tcnico, 4 dirigentes, 8 barristas, 3rbitros y 7 tripulantes. La estrella mximaera Luis Escobar quien haba debutado en elprimer equipo a los 14 aos (al momento delaccidente tena 18) y se haba convertido enla sensacin del torneo. Francisco Busta-mante (21 aos) y Jos Casanova (24 aos)era jugadores que tambin haban alcanzadomucho renombre y ya integraban la seleccinnacional. A su vez, destacaban el goleador

    Alfredo Tomasini (22 aos), y los defensas

    Daniel Reyes (21 aos) y Tomas Farfn (21aos). Marcos Caldern, el mejor entrenadorperuano de todos los tiempos, muri endicho accidente lo mismo que Jos GonzlesGanoza (33 aos), Caico, arquero mticoque llevaba 14 aos como titular defendiendola valla aliancista.

    Como hemos subrayado lneas arriba, eraconsenso general en la prensa deportiva de

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    aquellos aos que este talentoso plantel repre-sentaba una real renovacin del ftbol perua-no y que nuevos tiempos de victoria podanser inminentes. Por ello, al da siguiente, la

    radio y la televisin difundieron la infaustanoticia con mucho dolor. Una sensacin dedesconcierto y tristeza se respir por todo elPer. De manera espontnea, familiares, hin-chas y amigos se dirigieron hacia las playas deVentanilla o hacia el estadio del club paraconseguir mayores noticias y participar con-

    juntamente del dolor. Todos los medios decomunicacin mantuvieron en primera planalos pormenores de la tragedia permitiendoque el sentimiento de pesar permanezca vivo

    y renovado por varios das consecutivos.En ese sentido, expresiones colectivas de

    sufrimiento se repitieron los das siguientesconforme los cadveres fueron apareciendoen el mar.2 Multitudes participaron de dra-mticas misas, asistieron a fervorosos partidosde homenaje y despidieron a sus dolos endolidos peregrinajes desde los barrios de ori-gen de los jugadores hasta el estadio deMatute, y desde all, hasta el CementerioGeneral. De ms est decir que los fanticosagotaron las ediciones especiales de la prensa,as como el conjunto de objetos de recuerdoque comenzaron a simbolizar a los mucha-chos cados (fotos, camisetas, posters, etc.Segn el decir popular, ellos se fueron de Lavictoria a la gloria.

    Las elites y las instituciones polticas sehicieron tambin presentes. El presidente dela Repblica, Alan Garca, el Cardenal JuanLandzuri Ricketts y varios ministros de

    Estado asistieron a las principales manifesta-ciones pblicas de pesar y la mayora de ellosse declararon aliancistas desde nios. ElConsejo Municipal de La Victoria declar elembanderamiento general del distrito y tres

    das de duelo en honor a los muertos. TefiloCubillas, retirado del ftbol el ao anterior,anunci que si Alianza lo necesitaba, volveraa vestirse de corto y, en efecto, lo hizo tres

    semanas despus cuando el campeonatonacional fue re a n u d a d o. Desde Londre s ,Bobby Charlton hizo pblica su tristeza antela noticia de la tragedia aliancista, rememo-rando el accidente areo sufrido por el clubManchester United, el 6 de febrero de 1958,que provoc la muerte de 8 jugadores, elentrenador, un dirigente, y ocho periodistas.

    Asimismo, el Pearol de Montevideo sali ajugar la final de la Copa Intercontinental, enTokio, con crespones negros en seal solidari-

    dad con su contraparte peruana.Hasta aqu va el bre ve recuento de los

    principales acontecimientos del accidente.Ha y, sin embargo, un actor adicional en elque ahora nos interesa ahondar con mayo rdetenimiento: la Marina de Guerra del Pe r .Como hemos anotado, la Marina era pro p i e-taria del avin que esa noche se precipit almar y que haba sido alquilado por el club,como vuelo chart e r, para viajar a Pu c a l l p a .Que un avin militar tuviera uso comerc i a les realmente algo que muestra no slo ladebilidad econmica de las institucionesm i l i t a res sino adems la desorganizacin delftbol peruano: un Estado pobre cuyos avio-nes se caen constantemente y un club, sinrecursos, que se apoya en la informalidad.Por todo ello, la Marina se mantuvo herm-tica y sus comunicados fueron parcos y bas-tante escuetos. In c l u s i ve, el da 9 de diciem-b re, la prensa escrita registr tensos enfre n t a-

    mientos entre los familiares de los deudos ycentinelas encargados de la seguridad de labase naval a donde los primeros haban acu-dido en busca de noticias y mayor informa-cin. Hay testigos que afirmaron que con elo b j e t i vo de ahuyentarlos se pro d u j e ron algu-nos disparos al aire.

    Lo cierto es que para la opinin pblica suhermetismo fue notorio y se radicaliz, an

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    2 Es necesario anotar que nunca aparecieron los cad-veres de Luis Escobar, Francisco Bustamante, AlfredoTomasini, Gino Pea y William Len.

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    ms, cuando se prohibi que los familiares delos deudos participaran en la bsqueda de loscadveres en el mar. Ante los rumores de queel jugador Alfredo Tomasini haba mantenido

    un dilogo con el piloto mientras ambosluchaban por sobrevivir en el mar, los fami-liares de ste quisieron alquilar una embarca-cin privada pero no les fue permitido hacer-lo. La Marina prohibi el ingreso de todaembarcacin civil, y decidi encargarse ellasola de las labores de bsqueda y rescate.

    Como podr suponerse, estos hechos des-p e rt a ron muchas sospechas en el mundopopular y ello activ la produccin de un con-

    junto de historias destinadas a interpretar lo

    ocurrido desde una perspectiva no oficial .En este artculo queremos sostener que elconjunto de historias que se pro d u j e ron poraquellos das articul una serie de imgenesque re velan hondos desencuentros culturalesen el Per contemporneo y que funcionaro ncomo una especie de denuncia poltica sobreel comportamiento de las Fu e rzas Armadas enel contexto de la guerra sucia que, en ese tiem-po, azotaba cruelmente al pas.

    El contexto econmico

    y social del desastre

    1987 fue un ao dramtico en la historia delPer. Iniciada en 1980, la violencia poltica sehaba extendido por todo el pas e inclusivehaba llegado a alcanzar a la capital de laRepblica: la ciudad de Lima. La estrategiamaosta de llevar los horrores de la guerra del

    campo a la ciudad tuvo xito durante estosaos en los que la situacin econmica empe-z a declinar aceleradamente fue el ao delintento de la estatizacin de la banca y el sis-tema financiero- y el gobierno de turno, a unritmo impresionante, comenz a perder todotipo de legitimidad social.3

    En un primer momento, Se n d e roLuminoso (SL) llev la guerra a Lima come-

    tiendo una serie de asesinatos a altos oficialesde la Marina quienes, desde 1982, se habanhecho cargo de los combates con SL en lasdenominadas zonas de emergencia. En efec-

    to, formados en la Escuela de las Amricas, enPanam, los agentes de la Marina de Guerradel Per intervinieron en Ayacucho durantelos primeros aos de la violencia poltica y,durante varios aos, fueron los responsablesde la mayor cantidad violaciones de derechoshumanos en la regin. Hoy se sabe que losaniquilamientos, desapariciones y tort u r a sfueron prcticas comunes y por lo mismo lospobladores llegaron a tenerles tanto miedo alos terroristas de SL como a los propios mili-

    tares.Sin embargo, el hecho que aqu nos inte-

    resa resaltar fue que las masacres y las ejecu-ciones extrajudiciales comenzaron a trasladar-se a la capital y construyeron en ella podero-sos smbolos. En mayo de 1986, un comandode aniquilamiento de SL asesin al Contra-

    Almirante Carlos Ponce, miembro del EstadoMayor de la Marina. El hecho tuvo un granimpacto en el escenario nacional y anticip lacontundente reaccin poltica que meses des-pus el gobierno tuvo ante el amotinamientoen las crceles de Lima En efecto, el 18 y 19de Junio de 1986 se produjo en Lima laMatanza de los Penales. Aprovechando larealizacin del Congreso de la InternacionalSocialista, los presos por terrorismo se amoti-naron en diferentes crceles exigiendo benefi-cios penitenciarios. El presidente Alan Garcatom la decisin de ordenar que las Fuerzas

    Armadas sofocaran a los rebeldes y ello caus

    alrededor de 300 muertos. Segn la comisinAmes muchos de los presos, despus dehaberse rendido, fueron ejecutados con tirosen la nuca por miembros de la Infantera deMarina.

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    3 Entre 1986 y 1987 la inflacin se acelera de 63% a110% por ao. En 1989, llegara a la cifra record de6,000% anual.

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    La reaccin de SL no se dej esperar y unanueva ola de asesinatos a lderes polticos ysociales invadi la capital. En octubre, el exComandante General de la Marina, vicealmi-

    rante Jernimo Cafferata fue asesinado porlos miembros de Sendero Luminoso. As,para 1987 -ao de la tragedia aliancista- elPer se encontraba en el medio de un ciclo deviolencia y confrontacin generalizada. Lasvoladuras de torres de energa elctrica, losdenominados coches bomba y los asesinatosselectivos eran prcticas comunes duranteaquellos tiempos. Nuestra investigacin nosha permitido reconstruir algunas de las histo-rias populares ms relevantes que, al interpre-

    tar el accidente, comenzaron a introducirnuevos significados en la vida social.

    Las historias alternativas

    Sostenemos que estos relatos son construccio-nes fantasmticas producidas a partir de lostemores y los deseos que existen en el sentidocomn de la cultura popular. Un aconteci-miento traumtico permite que un conjuntode fragmentarias imgenes -que bien pudie-ran haber estado latentes en diferentes instan-cias imaginarias relacionadas con experienciashistricas previas- pasen a ser organizadas alinterior de una narrativa mayor y alternativa.Como podr suponerse, la verdad de estashistorias no est referida al hecho histricoen-s-mismosino que ellas dan cuenta de lasformas como los individuos procesan cultu-ralmente algunos acontecimientos de su exis-

    tencia. Por lo tanto, ellas nos sitan en otronivel de conocimiento de la realidad social. Atravs de ellas un conjunto de imgenes socia-les relativas a las desigualdades de la sociedadperuana y al rol histrico del Estado en laconstruccin de la nacin, irrumpieron en elespacio pblico denunciando a la historia ofi-cial y revelando otro tipo de verdad sobre losucedido.

    Al respecto, Gayatri Spivak (1997) hasubrayado que uno de los principales mediosde la comunicacin subalterna es el rumory que ste muchas veces sirve para estructurar

    interpretaciones alternativas que motivan laaparicin de nuevos significados polticos. Seafirma que la fuerza del rumor puede llegar adesplazar la autoridad de las versiones oficia-les y promover un espacio de nuevos movi-mientos sociales. As, el rumor es una especiede espectro que regresa, un lugar subalternode persistencia de la memoria y un dispositi-vo de resistencia frente a la dominacinsocial. Dicho en otras palabras: el rumor es elretorno de un fragmento de la memoria

    popular que escenifica un fantasma que insis-te en su pertinencia.

    En el debate latinoamericano, el estudiodel rumor nos conduce a los mrgenes de laracionalidad oficial y al real desencuentroe n t re el mundo popular y la institucionali-dad dominante. Es decir, gracias al ru m o r, lasimgenes del pasado se introducen en la esfe-ra pblica para establecer su crtica al pre s e n-te. No importa, por tanto, la ve r a c i d a d delas historias sino que interesa, ms bien, lacomposicin de sus imgenes, los posiblessignificados asociados con ellas y la necesidadde transmitirlas en un momento y lugare s p e c f i c o.

    Por ejemplo, desde tiempos coloniales unfuerte rumor atraves los Andes insistiendoen la aparicin de un personaje destinado aextraer la grasa de los pobladores andinos conel objetivo de mejorar la produccin y el soni-do de las campanas que se colocaban en las

    iglesias destinadas a la evangelizacin. Segneste rumor popular, este fantasma, conocidocomo pishtaco, atacaba a los pobladoresque andaban desprevenidos en el medio de lanoche rural. El paso del tiempo demuestraque la aparicin de los pistachos ha sido unaconstante en la historia peruana y que curio-samente su presencia ha coincidido con laspocas de mayores crisis sociales.

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    Si ya hemos explicado que durante losaos ochenta el conflicto armado pas delcampo a la ciudad, entonces hay que subra-yar que dicho cambio tambin trajo consigo

    la migracin de un conjunto de imaginariossociales asociados a la tradicin oral andina,en la cual, por ejemplo, el pistacho volvera aaparecer. As por ejemplo durante los aosochenta, este personaje ya no tena comoobjetivo restaurar las campanas de las iglesiascoloniales sino que ms bien se haba trans-formado en un enviado del gobierno quetena como objetivo vender la grasa de susvctimas para poder pagar la deuda externa.4

    Con este tan conocido ejemplo solo que-

    remos sostener que la generalizacin dele n f rentamiento armado no slo pro d u j omuerte y destruccin sino tambin un granconjunto de relatos que sirvieron de canalesexpresivos para que la poblacin peruanapudiera simbolizar buena parte del horrorque por ese momento se viva. Las violacionesa los derechos humanos por parte de los gru-pos terroristas y de las Fuerzas Armadas fue-ron hechos recurrentes y el pnico se habarealmente apoderado de todos los peruanos.

    Entonces, luego del accidente del Fokkercomenzaron a emerger una serie de interpre-taciones sobre lo sucedido en las que, pensa-mos, conviene detenerse un instante. Ellasponen nfasis en representar al Estado perua-no como el mayor responsable de la tragediay, por lo tanto, motivan a construir a los juga-dores aliancistas como hroes populares. Enltima instancia, estos relatos ponen en esce-na muchas de las tensiones raciales y clasistas

    que estructuran la realidad social peruana.

    Comencemos entonces: la historia mscomn fue la que aseguraba que el avin de laMarina traa grandes cantidades de cocanaescondida en sus bodegas. Se dice que, en

    pleno vuelo, los jugadores aliancistas se habr-an percatado de tal hecho y haban amena-zando a los oficiales con denunciarlos pbli-camente. Por lo mismo el descontrol dentrodel avin fue tal que los militares decidieronejecutar a los jugadores fusilndolos sin com-pasin. Ello ocasion el accidente antes deaterrizar.

    Yo lo tengo claro: el avin traa droga y losmarinos se bajaron el avin. Tengo indicios.

    La libreta electoral de mi esposo estaba casiintacta, solo con un poco de agua. T cre e sque con el agua salada del mar, esa libreta seva a quedar as? No, con tantos das en el mar,esa libreta tendra que estar destruida. Se g u rolos marinos le pusieron un poco de agua parapasar desapercibidos. Estoy segura que a losmuchachos los secuestraron con la intencinde desaparecerlos, y as lo hicieron. Hubo otrohecho: el calzoncillo de Ma rcos Calderntenia una mancha de sangre que, segn suesposa, estaba ah desde antes del accidente.Cmo es posible que despus de tantos das

    en el mar esa mancha de sangre siga ah? Po ro t ro lado, los maletines y los chimpunes esta-ban re ventados qu raro no? Yo creo que losj u g a d o res que no apare c i e ron son porq u eestaban baleados. Se g u ro ellos se opusieron alos militares. Mi esposo apareci 8 das des-pus, pero no s cmo lo han matado ( Vi u d ade un jugador fallecido en el accidente)

    El avin haba venido cargado de cocana ylos marinos lo derribaron. Fue parte de unaguerra del narcotrfico. El que no se hayan

    encontrado algunos cadveres fue porque lecayeron balas, y tenan que desaparecerlospara que no se vean las evidencias. Incluso laspartes laterales del avin no fueron encontra-das; un vecino marino me dijo que fueroncortadas con soplete. Esto es verosmil por larelacin del gobierno, especialmente delMi n i s t ro del Interior de ese entoncesMantilla con el narcotrfico. Al piloto le die-ron de baja y se fue a Estados Unidos, nuncadio declaraciones o se confronto con los

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    Aldo Panfichi

    4 As, por ejemplo, un da apareci la siguiente noticiaen una conocida revista peruana. Durante el apagndel 11 de septiembre de 1987, provocado por SL, lapoblacin ayacuchana aterrorizada encendi fogatasen las esquinas de los barrios y pas la noche en velaesperando la aparicin de los pishtacos que los rumo-res decan haban sido enviados por el gobierno paraatacarlos. La poblacin se organiz en rondas pararepeler estos ataques (Quehacer, diciembre 1987).

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    familiares, esta es otra evidencia de que esta-ban coludidos con el narcotrfico.(Barrista, fundador de los Cabezas Azules)

    Unas personas de la Marina nos contaronque era la tercera vez que ese avin vena dePucallpa y que en las dos anteriores vino concoca. Cuando los periodistas fuimos a averi-guar al da siguiente nos metieron bala.Dnde est el piloto? Por qu no declar?En ese entonces no se poda decir nada, todoel mundo tena miedo de hablar. Se dijo queel Dr. Orestes Rodrguez tena un orificio debala en la nuca; que Caico haba sido balea-do, y que algunas prendas de Ma rc o sCaldern ni siquiera estaban mojadas.

    Seguro el avin traa coca y lo estaban espe-rando, por eso cuando quiso dar la vuelta loderribaron; eso fue lo que sucedi.(Periodista deportivo)

    En los testimonios anteriores podemos notarque aparecen dos actores antagnicamenteenfrentados. De un lado, los jugadores de

    Alianza Lima y, de otro, los oficiales de laMarina representantes del Estado peruano.Los primeros descubren la naturaleza corrup-

    ta sobre la que se asienta una institucin tute-lar del pas (o sea, la naturaleza de una buenaparte del funcionamiento del poder en elPer) y, los segundos -para evitar que dichaverdad sea revelada- no dudan en secuestrar-los, asesinarlos y desaparecerlos sin piedad.Entonces, para este relato el accidente no fueproducto de un error tcnico ni de una con-tingencia azarosa, sino ms bien de una espe-cie de complot poltico capaz de explicar algodel funcionamiento de pas.

    Nos interesa, por lo mismo, detenernos enla representacin de la verdad que el testi-monio produce en la construccin de su pro-pio argumento. Para este relato, la verdadno debe salir a la luz pues de lo contrario cae-ran los fundamentos mismos de la vidasocial. De hecho, la sociedad se funda en unailusin, una especie de fantasa socialmentenecesaria que neutraliza los antagonismos

    sociales, garantiza la idea de unidad y contri-buye a constituirla simblicamente (Zizek1999:15). En tanto la sociedad no puedeconstituirse como una totalidad transparente

    a s misma (nunca es completamente sistem-tica) necesita -siempre- de una fantasa quesostenga la ilusin de su sutura y totalidad(Laclau y Mouffe 1987:115, Zizek 1999:15).En este caso, esa fantasa implica promover laidea de una sociedad donde no hay corrup-cin y donde el Estado representa a todos lossujetos por igual.

    En esta historia son los jugadores deAlianza Lima los que descubren tal proble-mtica y, por lo mismo, deben morir pues de

    otra manera destruiran la ilusin armnica -el secreto- sobre el que se funda el pactosocial. Es decir, con la verdad oculta lasociedad podr seguir funcionando como sinada hubiese ocurrido. Dicho de otra mane-ra: segn estos testimonios, lo que en ese fat-dico vuelo los jugadores aliancistas descubrie-ron fue que el garante tutelar de la sociedad escorrupto, vale decir, que el gran Otro hafallado y, por tanto, que la vida social estfundada en una especie de ncleo obscenoque la sostiene.

    En efecto, en estas imgenes la corrupcinaparece representada como un mecanismoarticulador de la vida poltica y como un ele-mento casi central en el funcionamiento delEstado. En ese sentido, si sabemos que elEstado es el principal garante de la vidasocial, y si se demuestra que el Estado esc o r rupto, entonces la corrupcin terminasiendo conceptualizada como un sustancial

    soporte de la ida comunitaria. Desde estepunto de vista, es lgico suponer que la ver-dad se vuelva algo realmente incompatiblecon el funcionamiento del orden social, valedecir, una especie de elemento disruptor quees necesario ocultar y reprimir. Esta historiademuestra que el orden social vigente nopuede funcionar sin ocultar ese fundamentoaterrador.

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    De esta manera, los jugadores aliancistasfueron convertidos en hroes ya que dichacategora subraya el sentido de posibilidadque una sociedad tiene frente a las circuns-

    tancias adversas. En efecto, un hroe es unsujeto que con un extraordinario acto desacrificio abre nuevas posibilidades de accinsocial. Los hroes expanden el rango de posi-bilidades existentes en una situacin histricadada y permiten que la sociedad pueda ima-ginarse otro destino. Por ello, los das siguien-tes al accidente los jugadores aliancistascomenzaron a ser mitificados y muchas otrashistorias fueron contadas al re s p e c t o. Sedeca, por ejemplo, que los integrantes de la

    delegacin aliancista, en un dramtico dilo-go con el piloto del avin, tras conocerse delpercance sufrido por la mquina, prefirieroninmolarse para no causar la muerte de nume-rosas personas, que de hecho habra ocurridosi el avin se precipitaba a tierra (La Crnica,10.12.87).

    En todo caso, un hroe siempre represen-ta el sentido de la vida humana en una comu-nidad nacional y este equipo de Alianza Limatermin convertido en un cuadro mtico -ysus jugadores en hroes- por la misma com-posicin social en la que estaba formado.5Alrespecto, una imagen crucial que circ u l luego del accidente puso en escena las tensio-nes raciales que estructuran a la sociedadperuana. El relato estuvo referido a los avata-res de aquellos que sobrevivieron la cada delavin: el piloto Ediberto Villar y el goleadoraliancista Alfredo Tomasini. Segn un testi-monio que la prensa recogi por aquellos

    das, ambos haban nadado por horas, aferra-dos a restos del avin, en espera de que

    alguien los rescate. Se afirma que Tomasiniluch con mucho coraje por mantenerse aflote mientras mantena un dilogo con elpiloto. El marino habra alentado esta con-

    versacin para que el jugador no desfallecierapor el agotamiento, sin embargo, Tomasinino pudo resistir ms y se perdi para siempreen el mar de Ventanilla (La Cr n i c a,10.12.87).

    Lo interesante aqu son las razones que enel mundo popular se invocan para explicar eldestino de Tomasini. Lo primero que se men-ciona es que a diferencia de los potrillos steno era un jugador nacido en cuna aliancista.Es decir, no provena de las divisiones meno-

    res del club, un factor crucial al interior delsentido comunitario y familiar sobre el que seconstruye la identidad aliancista. En realidad,Tomasini tena un origen diferente al delresto de sus compaeros: era blanco y perte-neca a una familia de clase alta. Esto, segnnuestras entrevistas, significaba que era unapersona bien alimentada, fuerte y que sabanadar perfectamente. No obstante tales dife-rencias, Tomasini se haba declarado aliancis-ta desde nio. Un trabajador del club cuentaque la madre del jugador apoy a su hijocuando ste busc jugar en Alianza y que enpoco tiempo l logr integrarse muy bien enun equipo mayormente formado por jugado-res de origen humilde. Su estilo fuerte ypotente se convirti en el complemento idealde la elegancia tcnica de sus compaeros.

    En todo caso, Tomasini se haba vueltoaliancista y entonces, al igual que todos suscompaeros, tambin tena que morir. En

    lneas generales, hay que decir que la integra-cin de Tomasini al imaginario aliancistatiene su correlato con la expansin de la hin-chada blanquiazul mas all de las fronteras declase y raza que vieron nacer al club a ini-cios del siglo XX. En efecto, la identidad fun-dacional de Alianza Lima seala que se tratde un equipo nacido en un barrio popular -detrabajadores textiles y de construccin civil-

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    5 Otra historia de variante racista afirm que el avin secay a causa de la falta de experiencia de los jugado-res aliancistas. Se dice que a la hora de aterrizar unode ellos se habra puesto muy nervioso y que contagiel pnico al resto de sus compaeros. Frente a estasituacin, el piloto tuvo que abandonar la cabina paratranquilizar a los jugadores y as, fuera de control, elavin se precipit sobre el mar.

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    en su mayora de raza negra. Por dcadas,Alianza Lima fue uno de los smbolos mspoderosos de prestigio y reconocimiento delos negros en el Per. Sin embargo, determi-

    nados cambios en la sociedad peruana termi-n a ron por debilitar las iniciales fro n t e r a sraciales y clasistas en favor de otro tipo de fac-tores que comenzaban a apelar a todos losgrupos sociales. De ser nicamente el equipodel pueblo, Alianza Lima pas de ser el equi-po de todos, vale decir, de algo de lo msintenso que ocurre en este pas.

    Comentarios finales

    Cules son los deseos, las experiencias y losmiedos que articulan la produccin de estosrelatos? Cul es la relacin entre las imgenesah representadas y la historia social de unpas atravesado por la inestabilidad poltica, laviolencia social y la exclusin de la mayorade sus pobladores? En principio, no es difcildarse cuenta que dichas historias expresanuna profunda suspicacia de la sociedad res-pecto del comportamiento del Estado perua-no, en particular de las Fuerzas Armadas:terrorismo, ejecuciones extrajudiciales y trfi-co de drogas aparecen como los reales moti-vos detrs de las contingencias. Es decir, aquse transforma el sufrimiento aliancista en unhecho altamente poltico y, desde la fantasasubalterna, se imagina y se propone una ima-gen sobre el ejercicio del poder en el Per.

    En efecto, la constante complicidad de lasFuerzas Armadas con el narcotrfico y la

    recurrencia de las ejecuciones extrajudicialesson dos imgenes que aparecen obsesivamen-te en los distintos testimonios recogidos yque, en nuestra opinin, sealan la aterrado-ra (o casi terrorfica) percepcin que elmundo popular ya tena del funcionamientodel Estado peruano en aquellos momentos.No ser hasta despus de ms de una dcadacuando con la aparicin de los vladivideos

    (los videos grabados por V l a d i m i roMontesinos) y con los resultados de las inves-tigaciones de la Comisin de la Verdad y laReconciliacin, estas imgenes adquieran,

    hoy en da, mayor sentido. Ellas pusieron enescena significados latentes y tuvieron comofinalidad ltima la denuncia poltica, es decir,funcionaron como un canal por donde fue-ron saliendo a la luz un conjunto de denun-cias sobre lo que estaba sucediendo en el Perde aquellos das. Como puede notarse, ellasterminaron por representar al Estado peruanocomo una institucin corrupta y criminal.

    Queremos insistir, por ello, que no se tratade producciones imaginarias o irracionales

    sin ninguna conexin con la realidad ni,menos an, se trata de la construccin de unmundo paralelo dominado por la alucinaciny el delirio. Ms bien, se trata de una tercavoluntad popular por atravesar la fantasa yencontrarse con el fundamento de lo real.Para Ubilluz (2003), esta necesidad implica laidentificacin con todo un conjunto de anta-gonismos que deben ser motivo de reconoci-miento y reflexin. Aunque por lo generalestas historias son catalogadas como absurdasy circulan en ambientes muy desprestigiados,lo que nosotros vemos aqu es el sntoma dealgo que no funciona bien, vale decir, unaespecie de verdad sobre el Estado peruanoque todos conocen, incluso murmullan, peroque nadie se atreve a denunciar.

    Como hemos explicado lneas arriba, estetipo de relatos surgen de una necesidad deinteligibilidad, vale decir, de la necesidad decomprensin de un acontecimiento traumti-

    co: algo que en primera instancia se presentaconfuso e impenetrable. Es decir, ante laimposibilidad de aceptar un hecho contin-gente, este tipo de historias se presentancomo una respuesta a la necesidad de controlemocional sobre lo sucedido. Ellas posterganel duelo, hacen tolerable el dolor y dotan decoherencia racional a un hecho contingente.La necesidad de que exista un otro culpable

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    y la urgencia de convertir a los jugadores enmrtires o hroes es una reaccin caracte-rstica cuya finalidad principal consiste enconvertir el dolor en rabia. Se trata, entonces,

    de intentar proporcionarle orden y sentido aun acontecimiento que se presenta comoinexplicable y traumtico.

    Por lo mismo, hay en todas ellas un impl-cito relato de heroicidad que tiene que vercon las imgenes que los propios aconteci-mientos desataron. Es curioso que la nicapersona que se salv de la tragedia haya sidouna fundamentalmente distinta a todos losdems del grupo. Frente a esto, la muerte delos futbolistas fue asumiendo un significado

    mayor que se fue relacionando con la restitu-cin de valores populares hasta ese momentooscurecidos por la corrupcin y el crimen. Enestos relatos, la imagen de los potrillos seconstruye, en el imaginario popular, como laposibilidad de sortear obstculos, forzar loslimites de lo social y alcanzar la inmortalidad.En este proceso los hroes rompen con elestrecho marco cultural e histrico en el quenacieron y se convierten fronteras de crtica yposibilidad:

    No, no, mi hijo no est muerto; por eso yonunca le he hecho misa de difunto sino slode salud. Ac no hubo mano de Dios sinomano del hombre; ac paso algo raro. Sigoteniendo esperanza de volver a verlo. l noha podido morir ahogado porque mi hijo eramuy catlico, iba siempre al oratorio deMaria Auxiliadora. Dnde estn? No s, selo han llevado a otro lugar, o no viajaron.Algo raro ha sucedido: una vez se lo dije aJaime Bayly en TV; ya haba pasado eso del

    barco de la Marina que encontraron condroga en San Diego. Entonces yo le dije quela Marina estaba metida en droga. Ese avintraa droga y no cay al mar, sino en la orilla.Adems qu casualidad que slo el piloto sesalv? Si tuviera al piloto frente a m, lo tra-

    tara de cobarde. Por qu nunca se entrevis-t con las madres de los muchachos paradecir qu pas? Porque l sabe la verdad.Ahora yo puedo decir la verdad: qu me vaa pasar! Si ya estoy vieja y no tengo miedo a

    nada. Adems, yo tena otro hijo de laMarina, Mario de 32 aos, y un ao y mediodespus de la tragedia muri, de un momen-to a otro se le present la leucemia. Para mque pensaban que estaba investigando. Param que hubo represalias contra l. (Madre deun jugador fallecido)

    Lo cierto es que el mundo popular necesitade la produccin de hroes y los jugadoresaliancistas tenan todas las caractersticas parac o n ve rtirse en ellos: venan de hogare spobres, eran jvenes, tenan un futuro bri-llante y, segn estos testimonios, estabancomprometidos con la verdad. Sin duda, lanecesidad de construir hroes correspondecon un inters poltico y simblico que losgrupos subalternos necesitan en su afn delegitimarse socialmente. En el medio de unacultura como la peruana donde el racismo esestructural y donde la cultura del ninguneoes una prctica cotidiana, en aqul ao -y en

    el medio de la violencia poltica- los potrillosaliancistas representaron una imagen distintadel mundo popular: aqulla virtuosa que seluce como honesta, elegante y triunfadora.

    Dice Zizek que la fantasa es una narrativaque proporciona una significacin ah dondehay mucho ms caos que sentido. La fantasa,en efecto, es capaz de inteligir verdades emo-cionales que la mera razn no alcanza a com-prender (Bauza 1998:156). En ese sentido,podemos terminar sosteniendo que estos tes-

    timonios son formas histricas culturalmentedeterminadas que articulan tanto experien-cias vitales como deseos inconscientes de realimportancia en el espacio social. Pensamos,por tanto, que deben ser tomados en cuenta

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    ya que con sus smbolos y paradojas apuntana dar cuenta de otro tipo de verdad y otrotipo de conocimiento de la realidad social.

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    SNo. 43 (14.12.87)Que Ha c e r No. 86 (10.12.87); No. 87

    (12.12.87)