curtis garland - dinosaurio

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  • 8/13/2019 Curtis Garland - Dinosaurio

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    CURTIS GARLAND

    DINOSAURIOLA CONQUISTA DEL ESPACIO n. 124

    Publicacin semanal.

    Aparece los VIERNES.

    EDITORIAL BRUGUERA, S. A.BARCELONA - BOGOTA - BUENOS AIRES - CARACASMEXICO

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    Depsito Legal B - 1972

    Impreso en Espaa - Printed in Spain

    RALPH. BARBY- 1972sobre la parte literaria

    ANGEL BADIA CAMPS- 1972

    sobre la cubierta

    Concedidos derechos exclusivos a favor

    de EDITORIAL BRUGUERA. S. A.Mora la Nueva, 2. Barcelona (Espaa)

    Todos los personajes y entidades privadas

    que aparecen en esta novela, as como las

    situaciones de la misma, son fruto

    exclusivamente de la imaginacin del autor,

    por lo que cualquier semejanza con

    personajes, entidades o hechos pasados o

    actuales, ser simple coincidencia.

    Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera, S.A.

    Mora la Nueva, 2 Barcelona 1972

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    As, por cada hombre que jams ha vivido, luce una estrella en eseUniverso.Pero cada una de esas estrellas es un sol, menudo, mucho ms brillante ymagnifico que la pequea y cercana a la que denominamos el Sol. Ymuchos, quiz la mayora de esos soles lejanos, tienen planetascircundndolos. As, casi con seguridad, hay suelo suficiente en elfirmamento para ofrecer a cada miembro de las especies humanas, desdeel primer hombre-mono, su propio mundo particular: cielo... o infierno.

    2.001, una Odisea espacial. Arthur C. Clarke

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    PRIMERA PARTE TIERRA: PLEISTOCENO

    CAPTULO PRIMERO

    La Tierra era noche.

    La noche pareca eterna. Y el suelo herva; y las aguas eran fangocandente, burbujas vivas, en ebullicin constante.

    Los lquenes y musgo cubran los suelos rugosos. Y el cielo era torvo. Torvoy lgubre, oscuro y siniestro Porque la noche no era slo oscuridad yconvulsin. Porque la noche era, tambin, oscuridad en las mentes, vacoen los cerebros, brutalidad y tinieblas en el entendimiento. Que ni siquieraera entendimiento.

    El amo y seor de aquel mundo crispado, rugiente, hecho de fuego, de

    barro y de carne viva y monstruosa, era gigantesco, voraz y cruel.

    El amo y seor era un animal ingente. Ua masa viva y feroz. Una bestiacolosal, ciclpea. El amo y seor de vida y muerte, era aquel monstruo delarga cola, de cuerpo duro y pesado, de enormes fauces, de dientes afiladoscomo inmensas cuchillas...

    El Dinosaurio.

    El Dinosaurio llevaba milenios gobernando aquel trozo incandescente detierra y de agua. Desde el remoto Trisico inferior. A travs del Jursico y

    del Cretcico... A travs de millones de aos.

    A travs de una verdadera eternidad.

    Entonces, mientras la furia dominante de los enormes dinosaurios cedalentamente, mientras su estirpe ciclpea empezaba a decaer, aunque fuesetemible..., surgi algo pequeo, huidizo, astuto y vivaz: el mono.

    Luego, el Gran Enigma. El oscuro misterio de la Evolucin.

    Y apareci la nueva criatura: el homnido. El humanoide.

    El futuro Hombre...

    Entonces empez todo. Entonces empez nuestra historia.

    Una extraa historia de millones de aos, de millares de siglos, de unaeternidad sin aparente principio ni fin, donde la vida era la gran incgnita.

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    Donde la Inteligencia, convertira a un simple antropoide en un primate. Yal primate... en un nuevo ser. En un nuevo ser llamado... HOMBRE.

    * * *

    Hombre...

    S afirm Gaal. Hombre. Eso dije.

    Pero eso significa...

    .Significa lo que t y yo sabemos, Ptak murmur lentamente Gaal,asintiendo con solemnidad. Lo hemos encontrado al fin.

    Pero en ese mundo..., ests seguro?

    Completamente seguro. El computador no se equivoc jams. No puedeequivocarse precisamente ahora, Ptak.

    Esperemos que no Ptak, ceudo, contempl aquel mundo rojizo,nuboso, envuelto en densos gases que se extenda bajo el gran visor de sunave. Desciende. Pero adopta toda clase de precauciones. Puede ser unmundo hostil a nosotros.

    Podra serlo. Nunca se saben esas cosas acept Gaal, pensativo. Perohemos de correr algunos riesgos. La misin lo exige.

    Bien lo s

    pase por la amplia, curva, cristalina estancia de

    considerables dimensiones y luminiscentes muros que realzaban sus altas,estilizadas figuras de seres inteligentes, superiores, arrogantes y dotadosde capacidad mental fuera de lo comn.

    La nave empez a descender sobre las brumas rojizas y oscuras delplaneta misterioso hallado en su largo peregrinaje galctico. Elloscontemplaron la maniobra por los visores.

    Cuando se hundieron en la niebla nubosa, Gaal contempl los indicadoresde a bordo. Seal, preocupado:

    La temperatura exterior aumentaba mucho. Debe tratarse de un mundoen formacin.

    Y ah... puede haber hombres? dud Ptak.

    Los hay, sin duda.

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    Ojal no se equivoquen los computadores dese Ptak. No podemosperder mucho ms tiempo...

    No, no mucho ms... convino Gaal. Mir con expresin profundamentereflexiva a la imagen planetaria de la pantalla visora. Sentenci, solemne

    :. No existe error. Sea donde fuere, bajo esas densas nubes calientes... hayvida. Vida animal inteligente. Algo que es o se parece a un hombre...

    Y si existe... nos servir?

    Si existe... tiene que servir. Y yo s que existe, Ptak. Lo s. Est ahabajo, a nuestros pies. Acaso esperndonos, sin l mismo saberlo...

    Los ojos de Ptak se clavaron abajo, en el mundo crispado, rugiente, hechode fuego, de tierra, de agua, de vapor denso y candente... Hubiera queridopenetrar ya en el denso palio de nubes, atravesar aquella barrera que

    haca invisible y enigmtico el mundo sobre el que navegaban.

    Pero supo que an deba esperar. Y confiar. Esperar que, realmente,hubiera all, en un cuerpo celeste convulso, en formacin geolgica un serllamado Hombre...

    Era la nica esperanza. La ltima para ellos...

    Slo eso: un Hombre. O lo ms parecido a l.

    * * *

    El Hombre se movi, en la noche de los Tiempos.

    El Hombre elev los ojos a un cielo que no poda ver, entre gigantescoshelechos, vapor de agua, nubes rojizas y de humo, entre el gorgote deburbujas de fango ardiente, en los pantanos de borrosos lmites, perdidosen el yermo caliente.

    Se dio un manotazo con su Velluda zarpa, quitndose la humedad de lafaz rugosa y salpicada de vello, bajo la larga melena hirsuta. Los ojosastutos, malvolos, miraron en torno, llenos de simple recelo, de temor, de

    incertidumbre.

    El Hombre supo que tena cerca a su enemigo. A su peor enemigo. Y, aveces, su mejor amigo, tambin, porque slo l, una vez muerto, podaproporcionar abundante carne para l y para su tribu.

    El Dinosaurio.

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    La bestia, la fiera salvaje y voraz. Siempre tena hambre. Devoraba a losprimates por centenares. A su vez, cuando los primates tenan suerte, labestia era tambin devorada. No haba otra ley. Siempre la del ms fuerte,la del vengador, que devora al vencido. Una ley que, tal vez, andando losmilenios, nunca se dejara de aplicar entre seres de una ms pretendida

    inteligencia y civilizacin.

    Pero eso el, el Hombre no lo saba. No poda saberlo... El Hombre no sabanada an. O apenas nada.

    Slo saba ahora que el Dinosaurio estaba cerca. Muy cerca. Acasoconfiado. O acaso al acecho de l, de sus compaeros, de su gente.:.

    Bien; Se trataba de luchar. Una vez ms, luchar. Siempre haba queluchar. Contra todo, contra todos... Incluso entre ellos mismos. Con otrosprimates. Con otras tribus. Siempre por comer, por sobrevivir...

    Sobrevivir...

    Esa era la gran pugna. El gran conflicto del ser viviente. Luchar.Sobrevivir...

    Y, a veces, morir. Ah terminaba todo.

    El Hombre no esperaba morir an. No esta vez. Tena que sobrevivir. Yluchar. Con el Dinosaurio. O con lo que fuese aquello que acababa dehacer crujir bruscamente los helechos gigantes, al borde del pantano

    hirviente.

    El crujido se repiti ahora. El Hombre busc entre las pieles que envolvatoscamente su cuerpo. Extrajo el arma. Su arma. Esper, agazapado. Lavista fija en la oscuridad matizada de rojos resplandores siniestros.

    Se repetira pronto lo de siempre: la pugna contra la fuerza virulenta de laNaturaleza. Contra los grandes seores de la tierra. Aquellos que,partiendo de simples peces y reptiles marinos, pasan a ser anfibios, algunavez all atrs, en la noche de los largos tiempos. Y que ahora, agigantados,ciclpeos, eran los colosos del planeta., Sumergidos en mares o pantanos,

    o arrastrando su mole de largo cuello y extraa giba por las panormicasde un mundo convulso, catico, hirviente y rojo.

    El Hombre, la criatura inteligente de la Creacin, iba a competir, una vezms, en la gran batalla por la existencia.

    Y el resultado de ese lucha... nunca se saba cul iba a ser.

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    La hojarasca hmeda, fangosa, se agit. En el mbito clido, bochornoso,cargado de nubarrones ardientes, que hacan chorrear la transpiracin dela rugosa piel de los primates en trnsito hacia el homicidio, son un ruidosibilante, amenazador. Luego, fue un bramido salvaje, sordo, que restallentre la espesura del trisico, verde, siena y amarillo, en una sinfona

    caliente y sulfurosa, de los albores de un mundo que iba hacia la vida,hacia la formacin de un futuro vital y, quiz, trascendente en la historiade los mundos habitados de un remoto futuro...

    Por l momento, nada de eso contaba. Futuro, civilizacin, Humanidad,otros mundos, todo era pura utopa. All slo contaba el Hombre. Y elDinosaurio, frente a l.

    Dos seres de muy diferente formacin fsica, frente a frente. Una vez ms...

    Y as, hasta el fin de los tiempos. Al menos, de los tiempos actuales. De la

    aurora de los seres vivos sobre un planeta que se enfriaba paulatinamente.Aunque acaso, en un remoto maana, las cosas volvieran a ser iguales. Omuy parecidas.

    Sbitamente, el Dinosaurio apareci entre la espesura, despidiendochorros de fango caliente a su alrededor. Emiti un rugido aterrador aldescubrir a su adversario de siempre.

    Hombre y monstruo se enfrentaron en pugna mortal.

    Una terrible mole de toneladas de maciza carne cubierta de dura piel, cay

    sobre el casi indefenso y dbil pitecntropo.

    El Hombre, ms all del Homo habilis, ms ac del Homo sapiens, seencar a su eterno destino de lucha, de esfuerzo, de feroz defensa de suvida y la de los suyos...

    El apocalptico encuentro tuvo lugar. Las pezuas enormes de la bestia, lebuscaban. Sus fauces, tambin. Su corpachn maniobraba pesadamente,pero si obtena una simple victoria parcial, sta sera forzosamente total,dada la desigualdad de fuerzas...

    Repentinamente, el hacha de mano, la piedra afilada, punzante, tallada agolpes por el primate, descarg sobre la cabeza del monstruo, y perfor suojo. El rugido conmovi el paisaje. Tembl el suelo, se quebraron los tallos,salt el barro...

    El Hombre haba logrado remontar la mole de la bestia, cerca de su largocuello articulado. Y el impacto del hacha de mano, diestramente lanzada

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    por el musculoso y velludo ser erecto, fue seguro. El animal estaba yatuerto.

    Pero el Hombre se haba quedado sin armas. Era un enano, un minsculoadversario, contra un monstruo titnico, enorme. El Dinosaurio,

    enloquecido por, el dolor, se convulsion, revolcndose en tierra,procurando aplastar bajo su peso al enemigo diminuto y despiadado.

    Pero el Hombre an conservaba algo que no terminaba en la prdida desus armas: el chispazo de la inteligencia incipiente, el inicio fulgurante de,"algo", del Conocimiento, de la Razn acaso...

    Rpido, brinc, como cuando se lanzaba de las lianas hmedas de lospaisajes pantanosos. Rod lejos de la bestia, que en su arrastrar dolorido,entre bramidos lastimeros, desgaj plantas, tritur arbustos, levantaludes de tierra o de fango caliente.

    Y con celeridad, su mano velluda, poderosa, de dedos firmes y bienarticulados, tom otro objeto: una larga caa quebrada, procedente de unode los arbustos rotos. Acaso era un arma nueva. Acaso l ni siquiera supoque acababa de inventar una lanza. Ni le preocup. Lo importante eran losresultados.

    Obtuvo esos resultados.

    La caa fresca, quebrada, punzante, fue contra el segundo ojo del animal,un perfecto brontosaurio de dura epidermis gris, como la piedra ardiente

    de las lavas volcnicas.

    Esta vez, el rugido fue estremecedor. El animal brinc, ponindose en pie.Su bramido emiti tal fuerza, tal aliento, que lanz de espaldas, dandotumbos, como si fuese un vulgar insecto, al humanoide que haba osadollegar tan lejos.

    De estar dotado de visin el brontosaurio, all hubiera terminado elHombre su camino incipiente de luchas y de esperanzas, de esfuerzos y deafanes por sobrevivir y ser algo o alguien en un futuro inmediato, enmarcha hacia otro ms remoto qu escapaba, naturalmente, a sus muy

    cortas luces.

    Pero el monstruo estaba ciego. El monstruo no vea. Aun as, avanz, en latiniebla recin estrenada de sus ojos rotos. Casi pisote al Hombre. Estelogr caer en el fango caliente, empaparse de l, rebozarse en elrepugnante caldo espeso y grisceo, entre lquenes enfermizos y plantaslujuriosas, de un verde lvido, bajo el albor de la vida en la Tierra.

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    Camin alocadamente. Se estrell contra unos peascos enormes, quederrib con su peso. Recibi algunos de ellos en su cabeza. Aturdido, diounos pasos ms, todos ellos de enorme magnitud, dada su naturalezaciclpea. Pero al fin, perdi el equilibrio, al borde de un alto barranco. Sefue abajo, dando tumbos sobre rocas y tierra. Se qued inmvil,

    agitndose malherido, con la cabeza sangrienta, la boca de grandescolmillos babeando espuma rojiza, all en el fondo de la sima.

    Y muchos primates, muchos hombres erectos, como el Hombre,aparecieron por doquier, cayeron sobre el animal cado... Hachas de piedray slex, lanzas cortas, tiles de talla ptrea primitiva, cayeron encima, enalud, hendiendo su carne, su piel, triturando su cabeza, hacindole coleary agitar las patas, en feroz agona.

    Finalmente, se qued quieto. Muerto.

    El Dinosaurio estaba vencido. Haba comida para jornadas enteras.Comida para todos.

    Alzaron sus cabezas. Miraron a lo alto. Al borde del barranco. All, elHombre agitaba sus brazos poderosos, triunfante. Haba vencido: El granenemigo estaba muerto. La despensa, llena. Su tribu no padecera mshambre en la dura estacin de los calores bochornosos y la emigracin delos Dinosaurios.

    Un clamor se elev de la masa. Homnidos de ambos sexos, de melenasigualmente largas, menos velludas las hembras, alzaron sus brazos en

    salutacin ritual. El rugido triunfal fue un loor, un honor, un homenajeprimitivo al primario ente humanoide que acababa de triunfar, una vezms, sobre el secular enemigo de la fauna antediluviana.

    La vida segua, pese a todo.

    La vida de los primates convertidos en homnidos erectos, cercanos alfuturo Homo sapiens en quien nadie poda pensar an, continuabaadelante, una vez ms.

    Y as..., hasta cundo?

    CAPTULO II

    Hasta cuando, Ptak?

    No lo s, Gaal. T eres el Hombre de Ciencia. T sabes, no yo.

    Hay cosas que nadie sabe. Slo el Futuro lo sabe. Slo Dios...

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    Dios... Ptak hizo un gesto de asentimiento. Ser tambin obra deDios eso que vemos all abajo? Parecen monos, antropoides, no sereshumanos, Gaal.

    Lo dije antes. E insisto. Son hombres.

    Muy primitivos... Muy rudimentarios... Casi bestiales.

    Casi. Pero no son bestias. Piensan. Hacen cosas. Entiendes, Ptak? Elque HACE algo, no es un animal. Es un ser consciente. Tiene inteligencia.

    Pero muy escasa, Gaal.

    Claro. Muy escasa. De nosotros depende lo dems. T buscabashombres. Hemos encontrado hombres,; Eso no basta?

    En principio, quiz s. Pero me pregunto... Si luchar contra un simplemonstruo sin raciocinio les cuesta tanto..., qu sera si les dijramos

    que...?

    Espera, Ptak. No te precipites. Tenemos diferente concepto de las cosast y yo. Procedemos de un mismo mundo, pero somos distintos. T eresun guerrero. Yo, un sabio. No vemos las cosas de igual modo. T necesitassoldados. Yo... cerebros.

    Cerebros! Llamas "cerebro" a lo que tienen esos pobres seres? sequej desdeosamente Ptak, sealando al planeta hirviente que

    sobrevolaban.

    S. Le llamo cerebro. Escasa y pobremente desarrollado. Pero cerebro, afin de cuentas. Observa su lucha. No tienen medios. No manejan an elmetal. No s si conocen la utilidad del fuego. Slo pulen armas con trozosde piedra. A golpe de piedra tambin. Son una especie primaria. Pero conunas simples armas casi naturales..., han vencido al enemigo tradicional,infinitamente ms fuerte que ellos. Y no slo eso; han llenado su despensapara tiempo. Observaste cmo descuartizaban y preparaban al animal?

    Lo he observado todo. Lo que me preocupa es... su modo de razonar,

    lento y dificultoso, su aspecto primario... No saben lo que es una ciudad,no saben leer, escribir o crear nada.

    No sabemos an... suspir Gaal. Esperemos un poco, Ptak, antes dedecidirnos. Hemos conocido a uno de ellos. Al Hombre, en suma. Es msde lo que yo esperaba. Veamos cmo transcurre su vida, cmo piensan,cmo actan... Su idea de la sociedad, del sexo, de la convivencia, su

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    modo de utilizar sus cortas y escasas luces... Veamos todo eso. Luegopodremos resolver. De acuerdo, Ptak?

    El alto, arrogante y severo guerrero Ptak, se volvi hacia su compaero deviaje csmico, el cientfico Gaal. Afirm, despacio:

    De acuerdo, Gaal acepto. De acuerdo. Esperemos an...

    * * *

    El Hombre contempl tristemente la gran caverna, iluminada por el fuegoque arda al fondo, proveniente de la boca del crter subterrneo. Aquelloles daba luz y calor en las noches inclementes. En cierto modo, era unmanantial de vida, de esperanza. Pero en otras ocasiones, despeda lavaardiente y haca temblar o agrietarse el suelo y los muros, en un peligrocontenido y latente.

    Al Hombre no le gustaba la presencia de aquel fuego natural dentro de laenorme cueva donde todos convivan. Era la tribu del Norte. Tribu rubia,alta, vigorosa. Muy diferente a la tribu del Sur, pequeos hombrecillos depelo negro y tez oscura, de ojos malvolos y negros. Ellos los tenan msclaros. A veces, casi tanto como las aguas de los pantanos fros...

    El Hombre termin de limpiar su hueso de brontosaurio. Se sintisatisfecho. Tir el hueso pelado hacia el montn de huesos de donde luegoobtenan recipientes y adminculos para comer, cocinar o defenderse. Eincluso adornos para el cabello y los atavos de toscas pieles.

    El leve gruido de Ella, son cerca. Se volvi. Contempl los muslosbroncneos, limpios de vello. No saba por qu, eso siempre le excitaba.Ella era tan diferente... Tan rubia, tan robusta, pero, a la vez, tan delicada,tan falta de vello... Apenas s las pieles fraccionadas podan cubrir todo loque tena su cuerpo, tan generosamente amplio y bien torneado.

    El Hombre estir sus labios en algo parecido a una sonrisa. Le gustabaque ella le mirase y emitiera gruidos tan suaves, tan melodiosos... Avanzhacia la rubia hembra. Esta, sinuosa, se enrosc entre sus pieles,aguardndole. Y le recibi, complaciente, en su rincn de la caverna...

    Fue un error. El Hombre debi pensarlo. Ella, tambin.

    Pero ninguno lo pens. Su instinto fue superior a todo. Su mutuaatraccin, tambin. Estaban estrechamente abrazados, cubiertos de pielesen aquel oscuro rincn, cuando apareci el Gigante.

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    Era alto. Mucho ms alto que todos. Meda al menos, por encima de lacabeza del Hombre, como tres o cuatro cabezas ms. Adems de ser tanalto, era fuerte. Muy fuerte. Y posea una fiereza especial. Era un grancazador. Tena autoridad. Era el jefe del grupo, el seor de la tribu.

    Llevaba tiempo lejos de su tribu. Haba ido a cazar. Pero no slo animales,sino tambin reptiles y peces. Traa caza y pesca, a rastras. Trozos decarne seca, pescados desecados al calor de los volcanes... Mucha comida.La dej a la entrada de la caverna. Fue hacia Ella, vido de caricias y deafectos tiernos de su compaera rubia.

    Entonces vio al Hombre. Entonces supo que Ella no le era fiel en susausencias...

    El Hombre tambin le vio a l. Se puso en pie de un salto. Se quedaronmirndose ambos. Fieramente, colricos, celosos de ella. Dos homnidos

    primitivos, dos humanoides machos, enfrentndose por una hembra... Erael principio de todo. Era ley natural de todo ser viviente.

    Un rugido del rubio Gigante hizo volver a todos sus greudas cabezas. Searrastraron, gozosos, esperando ver el choque feroz, violento, despiadado.A muerte. Como era siempre un choque, entre el Gigante, el amo de todos,y cualquiera a quien l no deseara en su tribu.

    Ella se encogi, medrosa, clavando sus ojos en los luchadores. Cuandoambos chocaron rudamente, emiti un grito leve. No pareca de temor,sino de complacencia. Era una hembra, despus de todo.

    La lucha era feroz, despiadada. Uno de ellos haba de morir. El otro,sobrevivira, si sus heridas en el duelo no eran mortales. A veces, los dosenemigos terminaban muertos.

    El Hombre, el ms pequeo, luch desesperado, valientemente. Su fuerzafsica y su contextura, era muy inferior a la del Gigante. An as,derramando sangre por sus heridas, bajo los impactos del hacha de mano,del enemigo, sigui en pie, batallando con furia, con exasperacin sinlmites...

    El Gigante se dispuso a rematarle, complacido, con un aullido de triunfo,cuando l resbal y cay de espaldas, indefenso, perdiendo su hacha demano. Se abalanz sobre l.

    La inteligencia y astucia del cado fue decisiva. Rod sobre s mismo,dejando caer de bruces al Gigante. Luego, se irgui un momento, ydescarg un rodillazo en los riones del enemigo, y un doble mazazo desus puos en la nuca. El Gigante rubio, pese a su fortaleza, se debilit,

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    exhal un gemido, y su mano se abri, soltando la pieza de piedra, elhacha de mano.

    Rpido, siempre siguiendo la ley de la lucha por matar o morir, el Hombretom ese arma, la alz, para degollar al vencido.

    Ella grit, despavorida. Ella corri a l, implorante. Se arrodill. Bes larubia melena y el cuerpo sudoroso y plido del Gigante abatido. ElHombre, perplejo, dud ante la falacia de la mujer, cuyos pensamientos noentenda bien.

    Nunca debi dudar. Fue su error. Y all, los errores se pagaban con la vida.

    El Gigante, medio rehecho, aprovech la debilidad de su adversario,compadecido por las muestras de dolor de la hembra. Enrosc suspoderosas piernas en torno al brazo y cuello del Hombre. Le derrib.

    Luego, se alz, triunfante, y le peg con la piedra en la sien.

    El Hombre qued quieto, inmvil. La sangre corri desde su corte lateral...

    Pareca muerto. Quiz lo estaba. De cualquier modo, al enemigo vencido,muerto o herido, se le remataba. La rubia hembra dio saltos de jbilo entorno al ser con quien haba engaado al Gigante. Saba que era su modode salvar la vida. El Gigante la mir, desapareciendo su ira lentamente delsemblante. Sacudi la rubia cabellera, con una risotada.

    Luego, se inclin, disponindose a cortar el cuello del vencido, como final

    de la pugna. Los miembros de la tribu comenzaron a entonar un cnticoprofundo, lgubre, de gruidos algo melodiosos, como una melopeafuneral.

    El Gigante cambi de idea. Frunci el ceo. Neg con la cabeza. Hizo ungesto hacia el exterior. Luego, agit sus manos, aleteando.

    Hubo un rugido colectivo de jbilo la idea les gust a todos. No hacanfalta palabras ni sonidos. Ellos no los empleaban. El gesto del Gigantehaba sido expresivo, lo bastante elocuente.

    Afuera fue conducido el Hombre. Ella, la rubia Ella, rea y cantabaguturalmente, colgada dcilmente del Gigante, que pareca haber olvidadoya la infidelidad.

    Subieron una rampa escarpada, pedregosa, por encima de su caverna.Arriba, en la cima, una especie de enorme cuenco rocoso, mostraba en sufondo briznas de hierbas y ramajes. Y huevos.

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    Huevos de ave. De Pterodctilo.

    All depositaron al Hombre inconsciente, medio muerto, sangrante.Retrocedieron, jubilosos, alejndose. All, en la distancia, hubo ungraznido poderoso. Una sombra titnica alete en el cielo nublado.

    El ave fabulosa, el Pterodctilo de afilado pico erizado, de colmillosdentados, de alas membranosas y amplias, de garras curvas y oscuras, deojos rojos y malvolos, haba intuido ya su presa.

    El rudimentario sacrificio humano al voraz pterodctilo iba a consumarse.El ave temida, tendra alimento para s y sus monstruosas cras. Y ellos,los primates, se divertiran con ellos. El Gigante haba tenido una granidea. Aunque el espectculo lo veran todos a distancia muy respetable,lejos de donde el ave siniestra pudiera hacer tambin presa en cualquierade ellos...

    El destino del Hombre pareca sentenciado irremisiblemente.

    * * *

    Y ahora, Gaal?

    Ahora, es preciso hacer algo. O lo perderemos definitivamente.

    Ese Gigante pareca tambin capacitado...

    Te engaas de nuevo, Ptak

    sentenci Gaal

    . Hablas como guerrero.

    Ese Gigante rubio sera un buen soldado. Pero no tiene el cerebro tandesarrollado como su vctima. Recuerda esa lucha. La gan el Hombre,pese a ser ms dbil que el otro. Slo un factor evit su triunfo.

    La mujer?

    La mujer, s sonri Gaal. Eso ha sucedido siempre, no crees?

    Por tanto, nuestro Hombre no es perfecto.

    Algn hombre lo fue alguna vez?

    se burl Gaal, risueo

    . Buscamos

    un Hombre, recuerda. Con todo lo bueno y lo malo, lo imperfecto y lo tilde cada uno de ellos. Lo hemos hallado. Ah est, frente a nosotros. Apunto de ser devorado por un pterodctilo...

    Entonces ..

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    Vamos suspir Gaal, sentndose ante los controles de la granastronave. Es el momento de intervenir. Utilizaremos el microturbo. Esms prctico para esta tarea...

    Espero que no te equivoques, Gaal suspir el soldado Ptak, solemne.

    Ojal no me equivoque. Costara una eternidad hallar otros hombres enel Universo. Y no disponemos de tanto tiempo...

    No. No disponemos casi de ningn tiempo, Gaal.

    * * *

    El Hombre despert justo a tiempo.

    Aturdido, mir por encima de s. Descubri el cielo nuboso y torvo, los

    frecuentes fulgores de las descargas elctricas en las altas capasatmosfricas, el rojo resplandor de los volcanes all abajo...

    Y vio al Pterodctilo.

    La enorme monstruosa sombra alada not sobre su cabeza, all lejos, en elpatio de oscuros nubarrones ttricos. Descenda, planeando, voraz,abiertas sus fauces, de dentados colmillos vidos.

    Bajo el cuerpo del Hombre, crujieron las duras cortezas grisceas de losgrandes huevos de pterodctilo, situados en el nido de roca viva. Las cras

    pronto saldran. Y comeran despojos humanos que su servicial padre lesdejase. Despojos suyos...

    Se agit, pretendiendo hacer algo por eludir su terrible destino. No le fueposible.

    Estaba herido, dbil, agotado. Y aquel cuenco de piedra era insalvable, entales circunstancias, con sus resbaladizas paredes cncavas.

    Descubri, en la distancia, parapetados entre matojos y rocas, a suscompaeros de tribu: Con el rubio Gigante al frente. Y Ella, colgada de su

    brazo, rendida... l Hombre supo entonces lo poco que poda esperar de lalealtad de las hembras de su propia especie...

    El pterodctilo descendi veloz hacia l, planeando con sus largas alasmembranosas y puntiagudas. Emiti un chirrido espeluznante entre suslargas fauces.

    El Hombre cerr sus ojos, esperando el sacrificio final. Y la muerte.

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    Entonces surgi lo imprevisible. Lo fantstico, lo extrao. Lo que no tenasentido para el Hombre. Ni para el Gigante, ni para Ella, ni para los demsprimates... Ni para el Pterodctilo, por supuesto, en su descenso vidohacia el nido donde le aguardaba el inesperado festn...

    Entonces apareci; entre nubarrones y jirones de brumas calientes, entrevapores sulfurosos y nieblas de amonaco, una forma extraa, como unpez volador, sin alas. Una especie de valo celeste, platinado, centelleante,gil y vertiginoso, de fcil maniobra y fulgurante desplazamiento.

    El Pterodctilo emiti un chirrido agresivo. Se abalanz, agitandoruidosamente sus alas poderosas, hacia la diminuta forma flotante.Pareca fcil presa para sus fauces y garras.

    Pero apenas toc la superficie metlica de la diminuta nave voladora,ocurri algo asombroso.

    Hubo un centelleo cegador, como la horrsona descarga de cien relmpagosa la vez, y el cuerpo todo del ave se convirti en algo negruzco, informe.Descendi, humeante, hacia los pantanos. El cuerpo, de alasmembranosas, no era sino una oscura pavesa sin vida...

    El horror y el pnico ante lo incomprensible, atenaz a los tribeos, quecorrieron despavoridos, alejndose de su punto de observacin. l Giganterubio, pese a su probado valor en mil luchas desiguales, no fue unaexcepcin en la escapada.

    La nave sobrevol, en crculos, el nido de piedra del Pterodctilo.Descendi, en tanto el Hombre, extraado, abra sus ojos, sin entender porqu estaba an vivo, y las fauces del monstruo alado no haban hechopresa en l.

    Descubri, asombrado, la plateada forma volante, y emiti un leve gritoronco, de incomprensin y asombro. Descubri, tambin, la forma delpterodctilo calcinado, cayendo hacia las charcas fangosas de lospantanos en ebullicin.

    No lo entenda. No saba lo que pasaba, pero de algo estaba seguro: aquello

    fuera lo que fuese, haba salvado su vida sin lugar alguno a dudas. Yahora..., qu iba a suceder ahora?

    Era aquella "cosa" una nueva especie de animal feroz, que habaeliminado a su rival, para obtener para s el festn? Sin duda tena que sereso, pens su mente roma y oscura, todava poco despierta a las cosas queno conoca.

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    Tras l, se quebraban los huevos de pterodctilo. Cras oscuras y viscosasbrotaban de los rotos cascarones, emitiendo chirridos agudos ydesagradables. El Hombre mir a las cras de pterodctilo con angustia. Lanave sobrevol el nido...

    Hubo una especie de chorro luminoso, color crdeno. Hubo un reventn deluz y de chillidos ante l. Las cras se dispersaron, reventando enfragmentos abrasados, Oscuros.

    El Hombre, aterrado, intent evadirse del crter natural de piedra,temiendo ser asimismo aniquilado por la rara "cosa" voladora. No pudosino intentar escalar las paredes del gigantesco nido natural, para caer alfondo, dando volteretas.

    La nave descendi hacia l. Aterrorizado, vio brotar de ella otro chorro deluz, esta vez verde, espectral, fantstica, como las vegetaciones lvidas de

    los grandes pantanos fros...

    El Hombre quiso moverse, y no pudo. Quiso gritar, y no le fue posible.Quiso hacer algo, y no hizo nada. Quiso pensar y tampoco lo logr.

    Dej de sentir, de ver; dej de experimentar cosa alguna. El vaco se hizoen su mente primitiva, all en el albor de la vida inteligente de suplaneta...

    CAPTULO III

    Bien. Ya lo tenemos. Y ahora?

    Ahora... esperemos que todo salga conforme a lo previsto.

    Tienes esperanzas en ello, Gaal?

    Tengo fe en mi trabajo, s.

    ~Y en l?

    Tambin. Es un primate. Un humano incipiente, sin duda alguna.

    Piensa. Y eso es lo importante. Si piensa, es que tiene cerebro. Y sabeutilizarlo, adems. No s hasta qu punto... Ptak, dubitativo,contempl la inerte figura tendida, rgida, inconsciente, dentro del cilindrode vidrio, sometido a determinada temperatura, en hibernacin total parasalvar las grandes distancias en el Espacio y el Tiempo, en camino haciaalguna parte. Su aspecto no es convincente, Gaal...

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    Estamos habituados a conocer seres humanos de muy distinta evolucindijo Gaal, despacio. Nosotros fuimos tambin as, en nuestro remotopasado. Entonces, de alguna manera, nos lleg la Luz. Y pensamos. Yfuimos criaturas inteligentes. Fue el toque, el soplo de Dios. El momentocumbre de la Creacin, en toda especie inteligente. A ellos an no les ha

    llegado ese instante, o est evolucionando con lentitud, all en su mundo.En nuestras manos est ahora darle inteligencia a ese ser. Posiblemente,en un futuro remoto, se diga en ese planeta que hubo un eslabn perdido.

    Y seremos nosotros, Ptak. Nosotros, pueblo elegido por el Creador, parallevar el entendimiento y la luz que l nos otorg, en nuestros albores, aotras criaturas humanas del Universo.

    Todo eso suena muy bien. Pero es simple teora. Ese ser acaso reaccionecomo un vulgar antropoide.

    Y todo se habr perdido.

    El examen inicial no es desalentador, Ptak. Conforme que no tenemosun dechado de inteligencia ni humanidad. Pero es una criatura a mediocamino entre los primates y el ser humano, o el homo sapiens propiamentedicho. Los ndices computados son pobres: cerebro, un 68 por ciento dedesarrollo total. Inteligencia, un simple dos por Ciento escaso. Modo decomunicacin con otras criaturas, un dos y medio por ciento de sucapacidad posible. Fsicamente, tiene un sesenta y cinco por ciento deprimate y un simple treinta y cinco por ciento de humano. Su ndice decapacidad es de un setenta y ocho por ciento, lo que le Convierte en un ser

    velludo, prximo a su origen animal. Hemos de imaginar que harn faltaun milln o dos de aos para que ese mundo ofrezca una especiepropiamente humana y una sociedad civilizada medianamente.

    Y sa clase de criatura que hemos recogido nosotros! suspir Ptak,asombrado. Cielos, Gaal, de qu ya a servirnos adonde vamos?Estamos separados de ellos, no ya en el espacio, sino en el Tiempo y en lel desenvolvimiento biolgico, por autnticas simas de milenios enteros. Elexperimento no resultar, Gaal. No puede resultar...

    Estoy seguro de que resultar. Muy seguro, amigo mo.

    Cmo vas a conseguirlo?

    Ante todo, haciendo evolucionar aceleradamente a este ser. Si sunaturaleza lo soporta, espero dotarle de un mejor aspecto humano, de unndice, muy inferior de capilaridad, aunque no llegue nunca a sertotalmente calvo, cmo nosotros. Espero modelar su mente, reactivar susclulas grises, acelerar su proceso de comprensin, de expresin por la

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    palabra y el sonido, e ir formando su cerebro de modo paulatino, hastaque, entienda todo lo que es, lo que significa, lo que se espera de l, alladonde ahora vamos. En suma, lo que puede representar en la evolucinde las especies inteligentes de los mundos hechos por el Creador.

    Lo entender?

    Es absolutamente preciso que lo entienda camin hasta el tubotransparente donde yaca el ser extrao, velludo y dormido. Lo contempl,absorto. Tengo fe en ese hombre, Ptak. Tengo fe, y eso es importante.Muy importante...

    El guerrero Ptak no dijo nada. Contemplaba el exterior de la nave, por losvisores de a bordo. El planeta envuelto en brumas se perda en ladistancia, all en el negro-azul de los espacios.

    Suerte, Gaal

    dese, pensativo

    . Vamos a necesitarla, antes de llegar aArgos.

    * * *

    El Hombre supo que se llamaba Novo. Y no supo por qu. Pero se llamabaas: Novo.

    El Hombre supo que estaba en otro lugar. Y no supo por qu. Supo queestaba, lejos de su mundo habitual, y tampoco supo la razn.

    S. Tu nombre es Noyo. Y ests lejos de tu planeta.

    Pestae. Mir ante s. Aquello que sonaba eran palabras. Frases.Oraciones. Expresaban algo. Cosas. El lo saba. Lo saba ahora. Nuncaantes lo haba sabido. Nunca nadie habl nada ante l. Y aun as, no sesinti asombrado, ni extraado. Y mucho menos, asustado.

    Novo repiti. Mi nombre es Novo...

    Y supo que era l quien haba hablado. Quien haba utilizado palabras,frases, oraciones. Tampoco tuvo miedo. Ni sorpresa. Era como si su

    cerebro supiera de antemano todo eso.

    "Cerebro"... Qu era "cerebro"? Nunca antes pens en ese trmino. Nopoda saber lo que era. Sin embargo.,., lo saba. Estaba seguro de ello.

    Muy bien asinti su interlocutor. Eres Novo. Perfecto. Hablas bien.Muy bien. Tu voz es clara. Tu tono, el adecuado. Se te entiendeperfectamente, Novo.

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    Entender... S. Tambin sabia lo que era entender. El entenda. Y eraentendido. Raro. Pero no senta rareza.

    Dnde estoy? pregunt.

    Gaal sonri complacido. Era todo mejor, mucho mejor de lo que hablaprevisto. Las preguntas denotaban inquietudes. El Hombre entenda, eraentendido. Pero quera saber ms. Y sabia cmo preguntarlo.

    En una nave. Viajando. Muy lejos de tu mundo, Novo inform.

    Viajando... Lejos... repiti. Por qu?

    Era preciso. Recuerdas tu pasado?

    Pasado? vacil. Frunci el ceo. Oh, s. Pasado... Lo que pas. Lo

    que est atrs.

    Eso es. Tu vida qued atrs. Con tu mundo. Recuerdas algo?

    Trato de recordar. Recordar... S, haba algo en su mente. Algo llamado"memoria". En ese lugar estaba todo. Recuerdos, imgenes lejanas,sensaciones... Se estremeci, Cerr los ojos.

    Recuerdo musit. Una caverna. Comida. Una hembra. Un giganterubio... E! jefe... Sangre... Derrota. Un ave... La muerte...

    S, recuerdas

    suspir Gaal

    . No, no hubo muerte. Lo dems, es

    correcto. No llegaste a morir. Te salvamos. Te trajimos con nosotros.

    Por qu? insisti l.

    Ser largo de contar. An no ests preparado para eso. Ms tarde.

    Ms tarde... Eso significa... futuro.

    S. Futuro. Cercano futuro, Novo. Ms tarde. No debes esforzar tumente. Poco a poco es mejor. Lentamente. Sin esfuerzos.

    Sin esfuerzos... Sin cansarme... asinti. Cuando me cansaba... mipiel estaba hmeda, mojada. Mis pelos tambin...

    Se pas la mano por el rostro. La contempl, aturdido. Se frot de nuevo lacara, la cabeza. Pareci agitado, por primera vez.

    Pelos! jade. Dnde..., dnde estn... mis pelos?

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    Tienes menos vello ahora. El justo. El preciso. Nosotros tenemos menosque t. Tu cabeza tiene pelo. Tus manos, tu rostro... no.

    Por qu no? protest. Yo nac con pelos...

    Alguna vez, todos seris como t eres ahora, Novo. No slo he tratado tumente y tu entendimiento. Tambin tu fsico. He provocado una evolucinartificial de tu biologa. Estamos muy desarrollados en cosas as. Eresahora tal y como sern los hombres de tu mundo, dentro de millones deaos, cuando hayan concluido su evolucin.

    Se incorpor. Camin erguido. Ms erguido, incluso, que en su planeta. Semir en un espejo. S contempl. No iba ya desnudo. Ni con pieles. Vestaalgo raro, blanco. Una indumentaria de brillo, ceida a su cuerpo. Nomolestaba. Era ligera. Pero le cubra hasta el cuello, salvo las manos.Tena pelo rubio, pero escaso. Slo en la cabeza. El rostro apareca

    afeitado, ms plido, como sus manos. Y los ojos ms claros que nunca.Pero segua siendo l mismo.

    Extrao aspecto el mo coment . No lo entiendo...

    Eso es humano. No siempre se entiende lo que se ve sonri Gaal.Pronto, Novo. Pronto entenders;..

    Pronto repiti Novo. Pronto.;. S, eso espero.

    * * *

    Ya entiendo. Ya entiendo.

    Gaal y Ptak se miraron. El primero se mostraba orgulloso de su labor. Elsegundo, admirado de verdad.

    Lo logr, Ptak dijo el cientfico. Lo has visto? Nuestro hombre es yaun ser inteligente y desarrollado. Ahora s es... el Hombre propiamentedicho.

    Te felicito, Gaal murmur el guerrero. Lograste lo que te proponas.

    Pero tambin debo felicitarle a l. Novo ha demostrado poseer unainteligencia poco comn. Adaptarse a una forma de vida tan diferente,viniendo de un tiempo prehistrico, no es sencillo. Por muchos elementoscientficos con que cuentes, y mucha Biologa que domines.

    Es cierto convino Gaal. Felictale. La mitad del mrito es de l: Novo.

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    Ya lo sabes, Novo sonri Ptak, Te felicito sinceramente. Parece quehemos hallado a un ser excepcional en ti. Y eso s que es tambin mritode Gaal. Yo nunca estuve de acuerdo en que te eligiera a ti. Ahorareconozco mi error.

    Es muy noble por tu parte, Ptak

    dijo con arrogancia Novo

    . Peronacer, con alguna inteligencia, no es mrito propio, sino del Creador detodas las cosas. Que luego alguien te la desarrolle debidamente, es mritode quien lo consigui. Mi pobre esfuerzo, bien poco vale. Echando la vistaatrs, slo puedo recordar oscuridad, caos, un mundo convulso, una vidaprimitiva, unas terribles leyes, propias de bestias y no de seresinteligentes... Gracias a ambos por haberme sacado de esa oscuridad.

    No nos des an tu gratitud, Novo susurr Gaal. A veces, salir de laignorancia y de la sombra, no es motivo de alegra. A veces, es peorenfrentarse a un mundo avanzado luchar por la supervivencia, frente a

    formas de existir que resultan deshumanizadas, tanto o ms que las deesos primates con quienes vivas.

    Si ello es as, no podr reprochrtelo. Tengo la luz de la inteligencia. Soyotro ser diferente. Lo que eso comporte luego, formar parte de mi destino,estoy seguro; Sea bueno o malo.

    Me alegra tu modo de pensar, Novo habl Ptak. No todo lo que teespera va a ser bueno, de eso puedes estar bien seguro...

    Me gustara saber qu ser ello.

    No va a resultar agradable que lo sepas. Pero eso suceder, de todosmodos, cuando lleguemos a nuestro destino.

    Cul es ese destino?

    El planeta Argos, en Trfido. Muy lejos de tu mundo, Novo. All nosesperan. Y te esperan a ti.

    A mi? Por qu, Gaal? Qu esperan que pueda hacer yo?

    Salvarles, Novo

    le mir largamente Ptak, con expresin sombra

    .

    Nada menos que eso: salvarnos a todos de un final irremediable... Teparece poco?

    Novo, asombrado, por primera vez desde que haba sido dotado dedesarrollo intelectual, de palabra y de entendimiento, no supo qu decir, ypermaneci silencioso.

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    * * *

    Argos. En Trfido. Una galaxia remota, a mucha distancia del SistemaSolar donde Novo, el Hombre, haba sido rescatado por la nave de Gaal yde Ptak, viajeros del Cosmos.

    Argos. El destino de los tres cosmonautas.

    Argos, el gigantesco planeta amarillo, dotado de cinco satlites naturales...Cinco lunas girando, luminiscentes, entorno suyo, y reflejando la luz delgran Sol azul de aquel sistema planetario de Trfido.

    Argos, donde la nave rindi viaje, en una noche fra y azul lvida, con cincolunas plidas flotando en el firmamento salpicado de limpsimas estrellas ynebulosas resplandecientes.

    Argos. El nuevo planeta de un hombre de un lejano mundo en formacin.Un hombre llamado Novo, que acababa de despertar a la luz delentendimiento y la inteligencia de su especie.

    Argos al fin...

    Argos murmur Novo. Hemos llegado?

    S afirm Ptak lentamente. Hemos llegado, Novo. Ahora, que Diosnos ayude.

    Parece revelar temor tu voz, soldado

    le reproch serenamente el nuevo

    Hombre.

    Lo tengo. Temor, s. Yo nunca tuve miedo a nada, Novo. No temo morir.

    Qu temes, entonces?

    La muerte de los dems. La muerte de nuestro mundo, de nuestra obra,de nuestro futuro...

    Novo se mostr preocupado. Gir la mirada hacia Gaal.

    Tan mala es la casa? quiso saber. . Peor an murmur Gaal,sombro. Estamos solos, Novo.

    Solos?,

    Solos t, Ptak... y yo.

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    livianas y flexibles. Vuestro aire presin, no resultan apropiadas parael ser humano...

    No neg Ptak. No es eso, Novo.

    No?

    enarc las, cejas, perplejo, el viajero llegado de aquel remotomundo. Pues ahora s que me dejis confuso de verdad... Qu es lo quesucede exactamente aqu, amigos mos?

    Gaal le seal la indumentaria metlica. Habl con nfasis, gravemente:

    Ponte eso. Y jams te lo quites, si quieres seguir con vida. Eso debebastarte, Novo. El resto... lo sabrs cuando tus propios ojos lo descubran.Ahora, vamos ya. La nave se posar en breve tiempo. Y hemos de salir deella. Pero eso s; a partir del momento de cruzar esa puerta, Novo..., ni porun instante debes desprenderte de UNA SOLA pieza de tu indumentaria! O

    la muerte ser el castigo inmediato. Una muerte horrible, que ni t ninadie podra prever ni evitar en modo alguno...

    SEGUNDA PARTE PLANETA ARGOS: FUTURO

    CAPTULO IV

    La ciudad se extenda ante la nave.

    Los tres cosmonautas echaron a andar hacia ella. A distancia, parecanmarionetas de acero, autnticos robots de flexible metal, movindose

    pausados, en direccin a las luces resplandecientes de una urbefantstica, ultramoderna, lineal y asptica.

    Las ideas, agolpndose en la mente de Novo, el hombre recin despierto ala consciencia y al conocimiento de cosas que jams viera ni soara,lograban incluso aturdirle ligeramente, pese a la gran labor desuperdesarrollo intelectual, creada con los mtodos de Gaal en su cerebro.

    Novo se senta confuso, desorientado. De algo estaba seguro por completo:ni Ptak ni Gaal parecan personas capaces de dramatizar intilmente.Haba algo siniestro en la propia y directa simplicidad con que haban

    referido a aquella extraa situacin de su mundo, donde "algo" suceda.Algo realmente terrorfico e inexplicable, cuando menos para l. Algo quepoda convertir una ciudad maravillosa en un mundo de silencio y luz, yexigir unas precauciones aparentemente absurdas, para adentrarse en esemundo lineal, lmpido, de helada perfeccin arquitectnica y urbanstica.

    Novo se enfrentaba, por vez primera, a mundos y formas de existenciajams sospechados. A sentidos de sociedad, convivencia y adelante tcnico

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    y cientfico, nunca imaginados por un primate, desde la oscuridad mentalde su mundo prehistrico., entre monstruos, pantanos, volcanes yconvulsiones, geolgicas del inicio de los tiempos.

    A partir de ahora, la gran aventura, la increble aventura de un hombre

    recin nacido a una poca situada a millones de aos de su propio ser, desu cerebro y de su concepto de las cosas, se iniciaba realmente..

    Y se iniciaba, bajo la luz resplandeciente de la gran urbe moderna, en unclima tenso, inquietante, extrao, un clima de terror que l intua..., y queignoraba en qu razn poderosa poda basarse. Pero que, de cualquiermodo, tena que ser algo realmente aterrado, para que seres inteligentes yfuertes como el sabio Gaal y el guerrero Ptak sintieran tambin miedo. Pors mismos, y por todos sus semejantes.

    El avance de los tres hombres de ropas metlicas, hacia la ciudad silente y

    luminosa, continu inexorable.

    Era el avance hacia su destino. Eso, bien lo saba, Novo, el hombre nuevo.

    * * *

    Es Metrpolis. La capital del planeta...

    Y sta es la Avenida del Porvenir. El gran centro comercial...

    Novo no dijo nada. Caminaba junto a ellos. Por un interfono, le llegaba la

    voz de ambos. Los entenda muy bien. No se maravillaba de nada. La laborde Gaal sobre su cerebro haba sido perfecta. Estaba capacitado paraadaptarse a todo, fuese lo que fuese. Estaba listo a asimilar y comprendercuanto, le refiriesen, sus ojos pudieran captar, all adonde fuera. An nosaba cmo, con exactitud. Ni le importaba. Lo verdaderamenteimportante, era eso: comprender. Asimilar. Saber...

    La ciudad era fascinante. Hermosa, vertical, soberbia, arrogante. Unprodigio de la moderna cultura de un pueblo superior. Record, casisarcstico, las cavernas iluminadas con el fuego de los crteres, lasfuentes trmicas de agua hirviente, donde cocer la carne de los

    dinosaurios... Las armas de slex, las piedras mal talladas, los vestidos depieles, las voces guturales, el principio de todo. Cuando uno no saba, aciencia cierta, si era animal o ser racional...

    Era un abismo. Un terrible abismo de siglos, de milenios, atravesandoapenas en unas fechas, bajo la accin de trabajos biolgicos, de medicinaavanzada, d estudio d la mente, de progresos fsicos, mentales y

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    sensitivos. Sobre todo, era una labor cerebral de adaptacin a lodesconocido, a lo nuevo, a lo increble.

    Y haba resultado. l, Novo, era ahora un viajero del espacio... l, queluchaba contra los dinosaurios, con simples fragmentos de piedra tallados

    a mano!

    No tenia exacta nocin de dnde estaba la constelacin de Trfido, ni dndeel gigantesco planeta amarillo Argos y sus cinco lunas. No saba lo que seencerraba en el misterioso silencio de Metrpolis. Pero iba con ellos, haciaadelante siempre. Hacia el misterio mismo, en el corazn de tanta luz, detanto adelanto cientfico y tecnolgico. Quiz hacia la gran incgnita queencerraba el futuro de las especies humanas: All, o en otro planeta.Incluso en el suyo, incipiente y convulso, medio fuego y medio tierra,medio fango y medio agua...

    Pero no se senta impaciente por nada. Sencillamente, esperaba. Se sentasereno, y confiaba. Confiaba en que, muy pronto, para bien o para mal,sabra lo que estaba sucediendo all. Aunque mucho se tema l que esedescubrimiento..., fuese precisamente para mal.

    Y, ciertamente, sus temores eran ciertos. Sera para mal. Para un granmal. Quiz para un irrenarrable y tremendo mal, en el que l mismo severa involucrado...

    * * *

    Eran solamente tres figuras insignificantes, bajo un autntico raudal deluz blanca, lechosa, fra.

    Tres figuras, sobre el enorme voladizo superpuesto a las vas urbanas. Tresfiguras sobre el Gran Centro Aerourbano. Abajo, calles, pistas paravehculos, bandas en movimiento para peatones, autovas panormicas, deingentes proporciones... Tubos de vidrio plastificado, con transportesciudadanos individuales, a travs de la gran urbe...

    Y all, al fondo, luz. Siempre ms luz. Siempre ms edificios, msurbanismo rutilante y perfecto, esquemtico y lineal. Siempre silencio.

    Siempre soledad tambin...

    Nadie sale de sus viviendas en esta ciudad? le pregunt al fin Novo,vacilante, detenindose en medio del Gran Centro Areo.

    Gaal y Ptak se detuvieron, flanquendole. Miraron, preocupados, enderredor. Slo poda ver sus ojos, a travs de la rendija en sus doradas

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    Nos vigilan... quines?

    Ellos.

    Ellos? No estamos solos?

    Como seres humanos..., s.

    Hubo un silencio tenso en el gran puente voladizo. Novo estudi a sus dosamigos. Sacudi la cabeza, y echando a andar, muy despacio, comodisimulando ante alguien invisible, de quien hada saba.

    Seres humanos... Es decir que, realmente... estamos SOLOS los tres...

    S. Solos. Por completo.

    Ya. Solos los tres. Y ellos?

    Tambin estn aqu. No se les ve. Pero estn.

    Invisibles?

    No. .Nada de eso. Son bien slidos, bien concretos.

    Qu son? se interes Novo.

    Nada humano, desde luego dijo Gaal.

    No, nada humano aadi Ptak. Son... MAQUINAS.

    Eso lo explicaba todo. O casi todo.

    Mquinas...

    Aun as, no haba nada ni nadie en derredor. Slo luz, silencio, bandas enmovimiento, vehculos parados, en hileras sin fin. Encima de ellos, uncielo negro, fro. Y cinco lunas frgidas, de palidez espectral, flotando en elespacio estrellado.

    Mquinas... repiti Novo entre dientes. No s, no puedo entender...

    Sabes ya lo que son mquinas. Has visto algunas. Cuando el hombre sealo bastante inteligente y capacitado, en cualquier planeta donde more,crear mquinas. Cada vez ms perfectas. Tanto que, un da... esasmquinas estarn capacitadas para rectificarse a s mismas, para tomar

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    decisiones, para controlarlo todo, para dirigir la vida humana... e incluso,para PENSAR.

    Pensar? Una mquina? dud Novo, perplejo.

    Sabes lo que es una mquina. Te fue referido en un proceso acelerado deadaptacin mental; Pero no sabes que incluso una mquina puederebelarse, hacerse duea de todo, programarse a si misma para controlar alos que la fabricaron...

    No, no s eso. Ni me parece lgico. No se deben hacer mquinas tanperfectas...

    No se deben hacer. Conforme, Novo. Tu inteligencia te dio la clave delasunto. Pero ya es tarde para pensar en ello. Las hicimos demasiadoperfectas. Repentinamente, sucedi algo. Hubo un fallo, no s cual. Las

    mquinas pensantes se hicieron dueas de la situacin. Se programaronpara dominar, controlar..., y destruir.

    Destruir?

    Eso es. Todo aquel que no se someta, que no coopere, que no piensecomo ellas y se deje controlar a su vez... ser aniquilado sin piedad. Seprogramaron para ello. Les basta con actuar sobre los humanos. Todosposeemos una identificacin codificada, computada... Fue un error delgran sistema el hacer todo esto. Nos puso, prcticamente, en manos de lasmquinas que nosotros mismos hicimos. Bast un hecho, una causa

    repentina e inesperada, un accidente, para que todo se desmoronaseinapelablemente. Y, con todo ello, nosotros mismos, nuestra obra... y,posiblemente, el futuro mismo de los humanos de Trfido, tan lejano a losvuestros todava, aunque acaso alguna vez, en un remoto futuro,coincidis con nosotros... y podis tomar ejemplo de nuestra propiatragedia, para evitarla.

    Novo inclin la cabeza. Habl gravemente, sin dejar de andar por la ciudadsilenciosa, llena de luz y de esplendor.

    No s... Conozco poco sobre los humanos y sobre mi mismo. Demasiado

    poco, incluso. Apenas sin tiempo para evolucionar, he salido de la nochede la ignorancia y de la brutalidad ms primitiva, para enfrentarme a algoque ni yo mismo concibo totalmente an. No entiendo, pero imagino, y metemo, que los humanos, por desgracia, sea donde sea y cuando sea...,jams tomarn ejemplo de nadie. Y cometern los mismos errores queotros cometieron antes que l...

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    Mi querido Novo, ahora es cuando creo que Gaal no se equivoc enabsoluto dijo con voz grave Ptak. Esa respuesta es mucho msinteligente de lo que parece. Y, desdichadamente, llena de verdad... S deotros mundos, de otras civilizaciones de humanoides que, poco ms omenos... cometieron nuestro mismo error, hace millones de siglos. La

    historia, desgraciadamente, se repite siempre.

    Y nunca escarmentamos sentenci ahogadamente Gaal.

    Los tres cosmonautas de metalizados atavos, siguieron adelante, solitariosen la inmensa urbe. Novo pregunt, tras un corto silencio:

    Ahora ya s algo ms sobre ese misterio. Las mquinas son culpables. O,cuando menos son las actuales responsables de todo esto. Hasta qupunto?

    Hasta el lmite. Lo controlan todo. No permiten circular a nada que nosea... una mquina. Hay robots, mecanismos vivientes o poco menos... Son

    criaturas de metal, en movimiento por la ciudad. Patrullas, servicios dereparacin, de emergencia, de algn trabajo... Los controles no cometenerror. Avisan inmediatamente de la presencia de algn extrao que no seaun robot.

    Y nosotros? No somos robots... Vamos, creo yo sonri Novo.

    No, no somos robots. Pero llevamos atavos metlicos. Respondemoscomo simples metales en movimiento, a cualquier control de las Mquinas.

    En sus pantallas, aparecemos como robots. Adems, han logrado darlesincluso aspecto humano, puesto que los hicimos de materias plsticas, yellas llegaron a ser como autntica carne humana. Slo, que llevan dentrometal, y eso es lo que acusan sus detectores, sus invisibles y numerososojos magnticos, establecidos ahora por todos los lugares del planeta.

    Es horrible se inquiet Novo. Un planeta controlado por mquinas...

    Lo peor es el destino de los seres humanos que aqu vivieron antes, enpaz y en fraterna convivencia.:.

    Qu hicieron? Los asesinaron?

    Algo peor murmur Gaal, sombro. A veces, Novo, existen destinospeor que la propia muerte. Para el hombre, es mil veces ms terrible lahumillacin, el dolor, la vergenza, la impotencia, la esclavitud...

    Ese ha sido el destino de vuestros semejantes, tal vez?

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    S. Ese ha sido su destino afirm Ptak.

    Y ahora... dnde estn ellos?. .

    No t sera posible imaginarlo seal al cielo negro, a las cinco lunas, a

    la noche estrellada del planeta Argos, en Trfido

    . Pero ah, en algunaparte, estn todos...

    Novo levant sus ojos al cielo. Mir, interrogante, aunque saba que nadani nadie le dara, all arriba, la respuesta que l esperaba.

    Son muchas las cosas que no comprendo declar honradamente.Todo esto rebasa mi pobre capacidad recin estrenada. Pero... cmosucedi todo? Cmo empez el desequilibrio mquina-hombre? Tuvo quehaber un primer paso, un primer error, un fall...

    S

    afirm Gaal, sombro

    . Lo hubo.

    Bien. Qu fue?

    Un hombre. Uno de nosotros dijo Ptak.

    Un hombre? pestae Novo, asombrado. Y quin?

    Un gran hombre. Un gran cientfico habl Gaal: Olk. El profesor Olk,un gran ciberntico. El fue culpable de todo. E intencionadamente,adems...

    * * *

    El profesor Olk...

    S afirm ella. Soy su hija.

    Novo contempl asombrado a la hermosa mujer platinada que tena frentea s. Era la primera hembra diferente que vea. La primera mujer,autntica, fuera de la compaera de su vida primitiva, all en laPrehistoria d un lejano planeta llamado Tierra, en sus albores

    turbulentos.

    La hija del profesor Olk... repiti, atnito. Eso es dijo ella. Yosoy. Ulnia es mi nombre. Desgraciadamente, m padre es el culpable detodo esto.

    No s cmo redimirme de esa tremenda mancha moral y humana que meacompaa. Pero ello es ya lo de menos. Lo realmente temible..., es el

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    destino de los dems. El de todos los seres a quienes mi padre hasentenciado al peor de los destinos imaginables.

    Los hijos no pueden ser culpables de lo que sus padres hagan sentenci Novo, con sencillez surgida de su propio raciocinio actual. Mis

    padres nunca supe quines fueron. Pero fuesen quienes fuesen, hicieran loque hicieran... yo nada tuve que ver en ello. Como ellos tampoco tendranresponsabilidad futura en mi actitud para los dems, Ulnia.

    Ella le mir, asombrada. Tena ojos de un dorado, salpicado de fulgores dedorado claro. Su tez era plida y suave, su hermosura serena como unanoche de lunas plidas. El platinado de su cabello record vagamente aNovo el reflejo de las estrellas del Pleistoceno, all en la Tierra remota,sobre las aguas oscuras de lagunas insondables, donde pululabaniguanodontes, Omphalosaurus, ictosaurios, plesiosaurios y otrosmonstruos anfibios de su tiempo... Pero ms hermoso an. Como reflejos

    de plata, un metal que l nunca conoci hasta que Gaal cultiv su cerebroen formacin...

    De dnde ha llegado usted? pregunt, tras un silencio.

    De muy lejos explic Novo;

    Ser largo de contarlo, Lunia habl Gaal. Ya te lo contaremos.Hemos venido ahora aqu, porque sabemos que las mquinas no controlanestrechamente tu zona. Necesitbamos verte, hablar contigo, antes deiniciar lo que pretendemos, aquello para lo que hemos ido muy lejos de

    Argos, en busca, simplemente, de... un hombre.

    Un extrao hombre, diferente a todos musit Ulnia, pensativa, fija, sumirada en Novo. Alto, hermoso, fuerte..., y con cabellos en su cabeza. Notiene el crneo calvo d todos los hombres de Argos...

    Eso es cierto sonri .Gaal. Tena algo ms de cabello cuando lohallamos, pero es ya historia, Ulnia. Sabes algo de tu padre?

    No, nada neg ella, rotunda. Hizo un ademn, sealando en tornosuyo. Sigo sola aqu. Nadie me ha hablado de l. No tienen por qu

    hacerlo. Me negu a seguirle cuando su traicin. Y aqu sigo...

    Pero esa traicin no es tu culpa, Ulnia. Olvdala. No s qu pudosucederle a tu padre habl .Ptak. Debi ser una demencia, un ataquecerebral que le hizo sentirse ms unido a las mquinas que a loshombres...

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    Ella se estremeci. Inclin la cabeza. El horror se revel en su hermososemblante.

    S, quiz fue eso. Fuera lo que fuese ello, .Ptak... nunca lo olvidar.Nunca podr perdonar a mi padre por su crimen. Fue un crimen colectivo.

    Contra todos. Contra una civilizacin completa. Y lo peor es que ahora...ahora ya no tiene remedio...

    Todo tiene un posible remedio sentenci Gaal. Consiste en dar conl. Eso es lo que pretendemos Ptak y yo.

    Solamente sois dos seal a Novo. Y l, tres. Estoy yo. Aunque hayade combatir a mi propio padre, sabis que lo har. Somos cuatro. Bien,Qu ms? Podemos cuatro seres solitarios, enfrentarnos a algo que hapodido esclavizar a millones?

    No somos cuatro

    record Ptak

    . Todava quedan otras personas,Ulnia...

    Oh, s. Otras personas ella ri suave, despectivamente. De qu nosservirn siete u ocho seres ms, tan dbiles como vosotros mismos? Nisiquiera Aghorn es capaz d un milagro.

    Aghorn? se interes vivamente Novo. Quin es?

    Gaal se lo explic inmediatamente, con voz calmosa y grave:

    Aghorn es el nico experto en Ciberntica que queda con vida. Est

    aislado; encerrado en un reducto secreto, rodeado de sus leales servidores.Solamente tiene a seis o siete hombres con l, todos de su total confianza.Ha podido rodear, con antelacin a la rebelin de las mquinas, toda suvivienda con varias barreras magnticas lo han intentado repetidamente,en vano. El, ciertamente, no puede salir de all. Pero tampoco los robotspueden entrar. Ulnia y nosotros confiamos an en Aghorn. Pero susmtodos, pese a todo, son limitados. No podemos tener una fe ciega en l.Gracias que siga con vida. Es todo lo que se puede exigir: vivir y no seresclavo. Eso ha logrado Aghorn, pese a todo. Y queremos creer que l esnuestro caudillo del futuro. Aunque mucho me temo que no sea posible

    esperar tanto...

    Entiendo. Aghorn ha creado una especie de santuario, una fortalezaaislada. Lejos de aqu?

    A poca distancia de Metrpolis, en los yermos.

    El no puede combatir a los robots?

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    No, no puede rechaz Ulnia. Creo que est intentndolo, pero esdifcil. Adems, en su estado...

    Estado? se sorprendi Novo. Qu clase de estado?

    Bueno, se es otro aspecto de la cuestin

    seal lentamente Ptak, elguerrero. Respir hondo al aadir: Aghorn... Aghorn perdi la mitad desu cuerpo, en lucha contra las mquinas. Desde su torso para abajo... semueve sobre una maquina de ruedas. Solamente lleva torso, cabeza,brazos... Lo dems... es una caja metlica, con ruedas y controles. Unaespecie de silla de invlido, convertida en vehculo donde fue injertado sucuerpo humano... Novo se estremeci, al imaginarlo. Desvi sus ojos.

    Dios mo... murmur. Me pregunto si no era menos monstruoso undinosaurio..., que un hombre que tiene medio cuerpo de metal y deengranajes...

    * * *

    Sencillamente..., no lo entiendo.

    Qu es lo que no entiendes, Novo?

    El hombre nuevo, llegado del lejano planeta, dej vagar su mirada por lavasta panormica, fra y asptica, de la gran Metrpolis desierta y sinpalpito vital. Luego, respondi calmoso a la pregunta de ella:

    Todo esto. Por qu se me arranc a mi forma de vida, por qu se me

    condujo hasta este mundo, alterando mi propia evolucin natural, siresulta que no estoy capacitado para hacer nada, Si soy, simplemente, unser humano ms, mezclado con otros varios que, a su vez, nada soncapaces de realizar contra el peligro comn?

    Gaal es hombre sabio y prudente. Ptak es un gran guerrero. Ellossabrn, sin duda alguna, por qu obraron de ese modo, Novo declarUlnia, serenamente.

    Hasta ahora, no lo veo claro. No descubro sus intenciones. Y eso no me

    gusta.

    Dudas de ellos, tal vez? De su buena fe?

    No, no dudo de nadie. Lo malo es que no comprendo lo que sucede. Nos si porque mi inteligencia es an muy rudimentaria, o porque no estoyadaptado a mi nueva forma de vida.

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    Ni una cosa ni otra, Novo. No lo entiendes, porque es difcil de entender.Pero Gaal tiene su plan, eso es obvio. Debes seguirlo. Aceptar tu destino,ahora que ya ests dentro de todo ello.

    Ulnia, ellos dominan la Ciencia, la Tcnica, la Mecnica... Ellos son

    capaces de convertir a un primate en un ser humano avanzado. Gentecapaz de ello..., para qu necesitan a un desdichado ser humano,procedente de otro mundo inferior? Qu puedo hacer yo, que ellos nohagan con su privilegiado cerebro y sus hondos conocimientos?

    Ulnia se acerc a l. Le rode con sus brazos. Le atrajo hacia s. Musitjunto a su odo, con turbadora voz suave:

    Tienes lo que ellos no poseen ya, ni jams podrn poseer, Novo. Lo quete diferencia de ellos, lo que puede vencer, en un momento dado,* a estemundo de mquinas enloquecidas...

    Qu diablos es ello, Ulnia? la apart de s, con vivacidad.

    Acaso no te gusto, Novo? se doli ella. No soy hermosa?

    Eres muy hermosa. Mucho ms que Ella.

    Ella? Quin es Ella?

    No importa. Es muy diferente a ti. Est muy lejos de nosotros., Quizahora me pareciese un raro mono rubio... Sin embargo, por ella arriesgu

    mi vida. Eso fue en otro lugar, en otro tiempo... No tiene importancia,Ulnia. Pero la record, no s por qu. No me fo de ti. No me fo de ningunamujer...

    Novo... Ulnia le mir fijamente a los ojos, como chispas de ororeflejando luz. Novo, eres un amigo. Debes fiarte de m. No te traicionar,aunque sea la hija de un traidor...

    . No hablaba en ese sentido, Ulnia. Perdona si te ofend. An norespondiste a mi pregunta...

    Qu pregunta, Novo?

    Qu es lo que yo poseo, y que ellos no tienen..., y piensan que puedevencer a las Mquinas?

    Ulnia, tras una pausa breve, se lo dijo:

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    Tus msculos, Novo. Tu fuerza fsica..., unida a tu inteligencia... Esohacen de ti algo mas que un hombre de Argos. Eso te convierte en... en unsuperhombre.

    CAPTULO V

    Un superhombre?

    S. Ulnia ha sido sincera. Tremendamente sincera, Novo. Para esteplaneta..., eres un superdotado. Un ser excepcional..., pero dotado decerebro y reacciones completamente humanas. Esa es la diferencia entret y nosotros. No advertiste antes nuestro fsico? Gran cerebro, desarrollocraneal, ausencia de cabello, cuerpo alto, enjuto, frgil y muy dbil... Conuna sola mano tuya, con dos dedos, podras hacernos pedazos a Gaal y am Ptak hizo un gesto amargo. Y ya ves: yo soy... un gran guerrero. Unfuerte y famoso soldado en mi mundo...

    Mi fuerza... Mis msculos... medit Novo en voz alta. Era eso. Sloeso...

    No. No slo eso. Un dinosaurio es infinitamente ms fuerte que t. Peroes una bestia, un animal sin cerebro, entiendes? Es tu cerebro l quecuenta. Tu cerebro de humano..., con un cuerpo vigoroso a su servicio. Ahest tu diferencia. Tu enorme diferencia respecto a nosotros.

    Servir de algo frente a unas mquinas? dud l, preocupado.

    No. No servir ante ellas. Servir en el lugar adonde vayas.

    Lugar? Qu lugar?

    Aquel donde estn todos los dems. Todos los cautivos. Todos loshombres de Argos. Es decir, sus hombres, mujeres, ancianos, nios...Todos, en absoluto. Salvo Ulnia, nosotros dos... y Aghorn y sus servidores.

    Debo ir, tal vez, a alguna parte en especial, lejos de vosotros? seinquiet Novo, no muy convencido con el giro de los acontecimientos.

    S

    asinti Gaal, solemne

    . Nada temas. Es algo que debes hacer, porencima de todo. Es la misin para la que viniste aqu con nosotros. Para laque hemos moldeado y preparado tu mente, tu personalidad actual.

    Y esa misin consiste...?

    En ir adonde estn todos los dems. Como otro esclavo de Argos. Alldebers reunirte, sea como fuere, con un prisionero en especial...

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    Quin?

    Zinx.

    Zinx?

    Eso es. El hombre capaz de unirse a ti... \ y vencer a los robots: Es unaempresa llena de riesgos y de peligros. No podemos decirte lo que t hayasde hacer. Tu propia mente te dictar tus acciones, segn cada caso. Slotu inteligencia y tu fuerza fsica, te salvarn. Y nos salvarn. Lo entenderscuando ests all.

    Y si fracaso?

    No fracasars, estoy seguro rechaz Gaal.

    Pero si, aun as, fracasara...

    Entonces, sera tu muerte. Y la de Zinx. Y la de todos nosotros. Sinremedio.

    Hubo un largo silencio,. Novo pase por la estancia, ante la miradasilenciosa y escudriadora de Ulnia, la hija de Olk, el traidor.

    Bien respir hondo.Yo no eleg esto. Pero ya he llegado demasiadolejos. No hay posible vuelta atrs. Decidme... Qu debo hacer?

    Ante todo, Novo, visitar a un amigo que te hablar de las Mquinas y sus

    problemas, que te orientar mejor qu nadie sobre todo aquello que debeshacer...

    Quin?

    Aghorn, el hombre cuya parte inferior del cuerpo es slo una cajametlica con ruedas...

    * * *

    Un cuerpo con una caja metlica y ruedas..

    Nunca se pudo describir a alguien con menos palabras. Y ms concretas.

    As era Aghorn. Mitad hombre, mitad mecanismo. Su cuerpo terminaba,como el de un modernsimo centauro, a la altura de sus caderas. Allempezaba el artilugio de acero, rectangular y macizo, dotado de unasruedas con bandas deslizantes, que le hacan moverse con destreza y

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    rapidez por cualquier superficie plana. Y todas las habitaciones de suinexpugnable santuario eran de suelo terso, amplio, deslizante. Aquelhombre insertado a Una mquina, corra por all como un robot ms. Perosu crneo marfileo, sus ojos ardientes, sus facciones afiladas, sus brazosenjutos y frgiles, eran totalmente humanos. Abajo, controles electrnicos

    regulaban sus movimientos, su velocidad, sus acciones motrices. En susmanos, habla tantos contactos como dedos. Cinco resortes adheridos a suspalmas, que bastaban ser presionados por las yemas de los dedos, paraaccionar el mecanismo ciberntico de su extremidad inferior.

    Comprendo que me mir dijo cansadamente. Soy una especie demonstruo, no es cierto?

    No, no rechaz Novo.Un monstruo es algo diferente. Al menos, en miconcepto.

    No s cul ser su concepto. He recibido el mensaje cifrado de Gaal

    seal la pantalla de un computador a su espalda. Y sonri. Aqu, lasmquinas son dciles a mi mando todava. Incluso mi maldita mquinacorporal, amigo. No tema que haya robots asesinos en mi vivienda. Esinviolable para ellos..., al menos de momento.

    No me asustan sus mquinas. Ni usted tampoco, Aghorn. Entiendo queun monstruo es un ser feroz, violento, devastador y cruel, de enormesproporciones. As era, cuando menos, en mi propio mundo.

    No s qu mundo pueda ser se rechaz Aghorn, enftico, agitando

    uno de sus delgados, dbiles brazos de humanoide en Argos

    . Pero sea elque fuese, ciertamente, no se parece en nada a ste. Aqu, no tenemosmonstruos gigantescos. Las mquinas son relativamente pequeas, losrobots tienen dimensiones normales de cualquier persona. Eso basta. Semueven y actan todos a la vez, como un gigantesco monstruo viviente, demillones de tentculos.

    Y todo, por culpa de uno de ustedes: el profesor Olk...

    Olk? Aghorn se agit, moviendo su vehculo de acero con celeridad,en lo que pareca un paseo nervioso por la sala. S, claro. El, en primer

    lugar. Pero tuvo la suerte de contar con Cyborg X.

    Cyborg X? repiti Novo sorprendido.

    S. Su centro nervioso mecnico. Su gran cerebro electrnico central. Elque lo rige todo. Olk lo program para atacar a los humanos. Para dominara Argos. Y lo ha conseguido, vaya que s.

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    Creo que todos parten de un error. Esperan que yo logre algo. Eso notiene mucho sentido, verdad?

    Tiene un solo sentido ri Aghorn, sacudiendo la cabeza. Si tienes elmismo cerebro que nosotros, y la fuerza que tus msculos dejan

    adivinar..., es posible que triunfes y, contigo, triunfemos nosotros, nuestraespecie. Eres la ltima esperanza de un pueblo, de un mundo... Si tufallas, no quedar nada. Eso lo s yo, lo saben Gaal y Ptak...

    Novo camin despacio por la sala. Se detuvo frente a ua gran vidrieraasomada al oscuro paisaje de la noche y de la campia ttrica de Argos.Lejos de la ciudad, lejos de todo mundo habitado. Alrededor, barrerasmagnticas evitaban que los robots pudieran infiltrarse. Dentro,silenciosos servidores humanos, atendan a su amo.

    Ellos me enviaron aqu para que hablase con usted dijo Novo. Creo,

    que es quien ms me puede ayudar, quien mejor puede orientarme..., paraintentar vencer a las mquinas.

    S mucho de mquinas, es cierto. Pero repito que todo estar fiado a tupropia capacidad de lucha, hombre de lejanos mundos. Gaal y Ptak sontan inteligentes como astutos y desconfiados. Creo que hacen bien. Nuncase arriesgan juntos a ninguna tarea. Saben que son los ltimos en estalucha, y no quieren caer a la vez. Ese sera el fin. Ni siquiera se atreven avenir aqu al mismo tiempo. Alabo su prudencia, como el hecho de noavisar nunca sobre el lugar donde se encuentran. Las mquinas tienenmillones de ojos invisibles, dispersos por doquier. Y odos. Podran captar

    algo. Slo se las engaa envolvindose en metal, para que sus grandescomputadoras slo sealen la presencia de robots al captar susradiaciones metlicas. Pero aun eso es arriesgado a veces. Gaal y Ptakllevan la lucha a su modo. Es posible que tengan razn en su sistema,puesto que an sobreviven en libertad. Ahora, envan aqu a un hombrecomo t, procedente de otros mundos. Esperan que te ayude en algo. Bien:espero que as sea. Ven conmigo a la sala de estudios cibernticos. Teensear algo sobre mquinas pensantes. Algo que jams olvidaras...

    * * *

    Cuando Novo regres a Metrpolis, haba amanecido.

    El da en Argos era esplendoroso y cegador. En el cielo irisado, brillaba uninmenso sol azul, deslumbrante. Y no haba nubes. El cielo tena maticescrdenos, casi dorados.

    La ciudad no era muy diferente durante el da. Pero tena trnsito.

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    Novo se estremeci inicialmente. Luego, se intern en las grandes bandasen movimiento, trasladando por doquier a seres que iban a sus tareas.Slo que esos seres..., eran mquinas. Simples robots de plsticometalizado, o de puro metal. Muecos perfectos; en rgido movimientohacia sus tareas habituales.

    Novo, con su atavo de metal flexible, se mezclaba entre ellos, sin novedadalguna.

    Evidentemente, las mquinas podan pensar, interceptar, intuir, ver...,pero no sentan. No reaccionaban ante un engao. Sus ojos y odos, alcaptar el metal detectado en cualquier pantalla sensible, lo daban comobueno. Aunque ese juego tuviese sus riesgos.

    Novo se encamin a la vivienda de Ulnia. La encontr desierta. Ni rastro deella o de sus amigos... Unos robots andaban rgidamente en torno. Imagin

    lo que suceda. Ulnia habla sido aprehendida o tuvo que evadirse. Recordque Gaal haba mencionado el hecho de que Ulnia se mantena en libertadgracias a su constante cambio de alojamiento, y dese que ste fuera unoms de entre todos ellos.

    Se alej en el acto del lugar, para no hacerse sospechoso. Entr en untubo de peatones, pisando la banda mvil, mezclado con los robots queformaban la legin actual d habitantes de Metrpolis. Silencio fro, rgido,deshumanizado. Eso era todo lo que le rodeaba ahora en la inmensa urbe.Las mquinas no hablaban, no alborotaban, no tenan sentimientos nisensibilidad. Esa era la gran diferencia con los humanos...

    Su interfono empez a recibir seales en frecuencia especial, no captadapor los robots. Fue traduciendo mentalmente el mensaje lejano:

    "ULNIA SIN NOVEDAD. NOSOTROS TAMBIN. CAMBIO DE RESIDENCIAPOR REGISTRO DE ROBOTS-POLICA. EXTREMA PRECAUCIONES.SEGUIMOS TU RUTA. DETECTAMOS LIMPIAMENTE LA FRECUENCIA DETUS ONDAS MENTALES. EN ESO GANAMOS AUN A LAS MAQUINAS.SUERTE. NOS VEREMOS EN BREVE. GAAL."

    Sonri bajo la escafandra dorada. De modo que era as como ellos se

    comunicaban, sin posibilidad de ser interferidos por las mquinas:mentalmente. Ondas telepticas. Emitan y reciban. Los robots no podaninterferir la telepata de los humanos. Era su nico recurso por elmomento. Al menos, el de ellos. El no posea ese poder mental, ni estabacapacitado para recibir o transmitir mensajes. Pero si ellos captaban susemisiones cerebrales de alguna forma, tanto mejor. Siempre sabran dndese hallaba l. \

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    Record cuanto le explicara Aghorn sobre mquinas y computadoras. Eranmalos enemigos. Cyborg X era un complejo instrumento, catalizador detodos los dems ingenios cibernticos en marcha. Y el traidor profesor Olkposea ese prodigio cientfico que era el Cyborg X. As haba llegado aldominio total del planeta. Y al sometimiento de la especie humana de

    Argos.

    Mir al cielo. Saba dnde estaban ahora los dems humanos de aquelmundo. Lo malo es que l tambin tendra que ir all... o nunca sevencera en esa lucha sorda y despiadada contra los mecanismos rebeldescontra el hombre.

    "VE HACIA EL SECTOR SUR, NIVEL TRES, DE METRPOLIS sigui laorden transmitida en el cdigo espacial que le ensearan yaanteriormente. UNA VEZ ALL, RECIBIRS NUEVAS INSTRUCCIONESPARA LOCALIZARME. DESD AHORA, ESTAMOS TODOS SEPARADOS

    MUTUAMENTE PARA EVITAR RIESGOS. ULNIA Y PTAK ESTN EN OTROSPUNTOS. YO TE ESPERO. GAAL."

    Obedeci las indicaciones al pie de la letra. Pas sobre amplios yflorecientes jardines artificiales, donde escuadras de robots montabanguardia, enfilando unas armas extraas hacia zonas de la ciudad donde nose vea absolutamente otra cosa que mquinas en movimiento, falsoshumanoides, fingidos en plstico o metal. Robots por, doquier...

    Los establecimientos de alimentos, bebidas y objetos superfluos, aparecancerrados. Las mquinas no coman no beban, no tenan capricho. Eran

    slo eso: mquinas...

    Novo se pregunt qu sucedera, en su propio planeta cuando las cosasfuesen as de avanzadas, y los primates de la oscuridad de los tiemposiniciales se hicieran hombres, y los pantanos ciudades, y los yermossenderos...

    Si tambin ocurre algo as, no valdra la pena... se dijo, con amargura.

    Estaba ya en el Sector Sur, Nivel Tres. Camin, paciente, entre dos robotsde cuerpo metlico, cabeza con luces oscilantes, y piernas de tubo de acero

    articulado, rematadas en esferas rodantes de chirriante metal. Eradesagradable caminar as, pero tena que hacerlo.

    En la distancia, capt un reflector rojo, de una patrulla de controlciberntico de la ciudad. A su lado, haba otra escuadra de robotsarmados. Ese reflector iba deslizndose sobre la banda mvil, a medidaque pasaban los robots., Inquieto, Novo se pregunt si eso implicara algnriesgo desconocido..., o podra pasar sin novedad por el control.

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    "CUIDADO avis el mensaje de Gaal ahora. ZONA PELIGROSA. HANSITUADO CONTROLES. IGNORO LA RAZN. CAMINA CON TOTALNORMALIDAD. NO DEJES DE FINGIRTE UN ROBOT, Y NO TIENES NADAQUE TEMER. DEBEMOS VERNOS ANTES DE QUE SE ABORDE LASIGUIENTE PASE DE TU MISIN. CRUZA ANTE EL REFLECTOR ROJO.

    DESCIENDE AL NIVEL DOS. BUSCA EL BLOQUE 2.074."

    Obedeci, mantenindose rgido dentro de su atavo metlico, como unrobot perfecto. Pas frente a la patrulla y el reflector rojo. Este le hiri derepente, se desliz sobre l, tindole de luminoso escarlata...

    No ces de andar. No mir. Y no sucedi nada. El reflector y la patrulla demquinas pensantes, comenzaron a quedarse atrs.

    Entonces, sbitamente, ocurri lo peor.

    El error parti de Novo. El se dio cuenta en seguida. Hubiera queridoevitarlo, y no le fue posible. El instinto humano, esta vez, super a todaidea cerebral. Su mente fue traicionada por su corazn.

    Un robot, ante l, golpe el muro de vidrio del tubo deslizante de peatones.Eso le hizo perder el equilibrio. Cay entre la banda y la pared. El metal seenganch en un engranaje tambin metlico. Arranc unos cables de loscontactos electrnicos de la banda mvil; El robot chisporroteviolentamente, empezando a despedir llamaradas.

    Son la sirena de urgencia, requiriendo automticamente ayuda de las

    Patrullas de Auxilio Urbano. Los dems robots, impvidos, siguieronadelante, pese a cruzar ante una de las puertas de salida de la bandamvil...

    Novo, ante el alud de chispas y llamas del robot humeante, prendido en labanda, salt fuera del tubo de plstico cristalino, apenas iniciado elaccidente. Luego se qued clavado, furioso consigo mismo, consciente desu terrible error.

    El ojo luminoso del proyector rojo, se clav en l. Una sirena ms potenteulul.

    Una voz metlica se extendi por toda la urbe, avisando a las patrullasmviles de la polica ciberntica: Alarma! Alarma! Un extrao en laciudad! Nivel Tres, Sector Sur, 3.011 y 3.012! Alarma! Un no-Mquinaintenta huir! Ccenlo en el acto...!

    Y la cacera comenz. Los robots se movieron hacia l.

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    Novo, exasperado, emprendi la fuga.

    CAPTULO VI

    Era como huir de los dinosaurios. O de la sombra alada y siniestra de los

    voraces pterodctilos, flotando sobre el suelo convulso de la Tierra en elPleistoceno.

    Slo que estaba huyendo de mecanismos. De cuerpos de metal, concerebro de circuitos, electrnicos. Estaba escapando a la desesperada, deenemigos artificiales, fros e inexorables como podan serlo los monstruosde un planeta en formacin.

    Novo record las tierras violentas, el fango hirviente los lquenes yvegetacin viscosa y caliente, los cielos nubosos sobre su cabeza, en lashoras rojas y turbias del nacimiento del mundo. Lo record mientras corra

    bajo aquel sol azul deslumbrante, por una jungla hecha de edificiosverticales y hermosos, de lneas arquitectnicas audaces, de luz y devidrio, de plsticos y de materias moldeadas por hombres muy avanzadose inteligentes.

    Y en el fondo, las cosas no parecan tan distintas entre s. Era como seguirluchando por la supervivencia, como enfrentarse a formas primitivas devida. Era como tener enfrente a un nuevo y extrao dinosaurio de millaresde patas, de miles de ojos, de cientos de cuerpos diversos, armonizadospor un solo cerebro rector... La persecucin estaba ya en su apogeo. Lasrdenes, las sirenas, la alarma general, recorra toda la gran urbe sin seres

    humanos. Y una ciudad entera como Metrpolis, era como una trampaingente en contra de l. Como verse aplastado por el lomo titnico ydemoledor de un brontosaurio terrible...

    Salv unas barandillas, saltando a Nivel urbano, perseguidos por laspatrullas mecnicas. La zona estaba siendo desalojada d robots, yproyectores de luz lanzaban chorros luminosos, intiles bajo tanto sol, enbusca de su cuerpo evasivo. Novo entendi. No era solamente luz. Eranarmas. Armas destructoras dirigidas hacia l.

    En dos ocasiones, tras l, sinti el zumbido de aquella luz dirigida, y luego

    hubo como crujidos y un sonido sibilante y desagradable. Al volver la vistaatrs, encontrse con que el suelo de las vas urbanas goteaba, fundido,all donde el rayo luminoso tocara. Si era alcanzado, sera la muerteinmediata.

    Novo se agazap, rehuyendo el contacto de aquel rayo destructor, trasedificios y jardines areos. Sobre l, empezaban a zumbar ahora reactores

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    vertiginosos. Pequeas naves, policiales recorran el aire luminiscente de lagran urbe, en busca suya.

    La cacera continuaba. El cerco se iba estrechando por momentos.

    Penetr en un tnel de peatones, donde dos robots se detuvieron en secoal percibir su presencia, sin duda detectada por clulas fotoelctricas. Unser huyendo, movindose veloz, por impulsos no mecnicos ni fros, eraevidente que atraa hacia s toda clase de atenciones por parte de lasmquinas inteligentes.

    Novo no se anduvo con rodeos. Lanzse sobre los dos robots,derribndolos aparatosamente. Uno de ellos salt fuera del tnel deplstico cristalino, al recibir el impacto de Novo. Su cuerpo metlico volteen el vaco, perdindose hacia el fondo urbano. El otro, chisporrote, rotoalgn circuito de su estructura mecnica.

    Tal vez esto sea un doble asesinato para las leyes de las Mquinas sedijo Novo con sarcasmo. Pero es lo nico que se me ocurre hacer, y nome importan las consecuencias...

    La alarma se intensific. Nuevas legiones de mquinas en movimientorecorran la ciudad, bloqueando salidas, cerrando accesos areos. Algunascargas humeantes salpicaron la geografa urbana, cerca de Novo, cuandoste fue visible de nuevo para las pequeas aeronaves policiales. Perotambin en esa ocasin eludi los impactos, por el procedimiento de hacerfuncionar sus reflejos y sus actos fsicos a la mayor velocidad posible,

    burlando la fra y mecnica accin rigurosa de los robots. Y tambinapelando a sus fuerzas, a su envidiable fsico, a sus msculos, poderosos,y elsticos, tan diferentes a la fragilidad de los humanos de Argos, cuyaagilidad y fuerza eran tremendamente limitadas. Las mquinas,programadas todas ellas para enfrentarse a esos seres humanos delicadosy cerebrales, se alteraban ahora, incapaces de controlar los actos de unverdadero acrbata y luchador, dotado de una potencia fsica desconocidapara ellos.

    Pero aun eso tena sus lmites, y Novo lo saba. Un hombre solo,acorralado, no poda luchar contra tanto adversario unido. Lo mismo que

    en el remoto pasado de su mundo, no era capaz de enfrentarse a todos lospeligros y salir triunfante.

    Supo que se terminaban sus posibilidades cuando se encontr rodeado delegiones de robots, all en el Nivel Seis, a enorme altura sobre la urbe,prcticamente con slo el cielo de Argos sobre su cabeza, y el abismoinsondable de las avenidas y los edificios altsimos, bajo sus pies,

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    S admiti. Soy humano.

    Pero no eres un hombre de Argos.

    No lo soy.

    Eres fuerte. Muy fuerte.

    Tal vez lo sea. Nunca me par a pensarlo.

    Eres ms primitivo que ellos. No tienes su gran inteligencia.

    No me hace falta. Yo nunca hubiera creado mquinas pensadoras. Y estono: sucedera;

    Eres altanero. Atrevido. . Es posible.

    Eres peligroso. Peligroso para nosotros.

    No parece esa mi situacin actual.

    Ellos son nuestros esclavos. Los hemos vencido. Podemos vencer atodos. todos los humanos. Incluso a los fuertes, como t.

    No he, dicho que no. Me vencisteis, no es cierto?

    No es suficiente. Pueden venir otros como t. No estamos preparados

    para luchar contra humanos de tu clase. Sois demasiado fuertes. Lo queos falta de cerebro, os sobra de msculos. Eso es peligroso. Slo sabemosluchar contra personas muy inteligentes, no contra personas muy fuertes.

    De momento, estoy slo. Qu podis temer de m?

    Eso es el problema: de momento. Cundo vendrn ms?

    Pueden venir en seguida ri Novo. O tardar siglos.

    Responde: cundo vendrn ms?

    No lo s.

    Mientes. Responde la verdad, o te sacaremos la respuesta a la fuerza.Nuestros mtodos son muy dolorosos para los prisioneros, te loadvertimos.

    No me asusta el dolor. Nunca me asust sufrir.

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    Tu cerebro es diferente a los dems. No logramos leer nada en l. Esmejor que te sometas voluntariamente al interrogatorio. O sufrirs cornojams soaste en sufrir.

    Eso tal vez ocurra con los humanos de este planeta. Yo estoy

    acostumbrado al sufrimiento. No vais a inquietarme.

    Se contuvo, con un gesto rudo, mordindose el labio para no gritar. Algo,un trallazo doloroso, sacudi su cuerpo y alcanz su cerebro, perforndolocomo una aguja de acero candente. Sus msculos vibraron, sus ojos se,humedecieron, y el dolor se hizo insostenible. An as, lo soport. No gimisiquiera. No revel emocin alguna. Su ptreo rostro bronceado, dehombre rudo y vigoroso, no mostr miedo, ni angustia, ni tan, siquieradolor.

    El sufrimiento ces, tan bruscamente como se iniciara. Respir hondo. Y

    hasta se atrevi a sonrer, hacia las sombras de la sala enigmtica dondese hallaba solo y desnudo, enfrentado a sus invisibles verdugos einterrogadores.

    Eso es todo lo que podis hacer conmigo? se burl, con sarcasmo.

    No, no era todo, ciertamente,

    No le respondieron. No con palabras, cuando menos. De nuevo la sacudidadolorosa, esta vez crispada, terrible, sacudi su cuerpo en un espasmotremendo. El dolor invadi su mente, le git, con repentina y lacerante

    intensidad, agitndole en una agona que pareca el final de todo lo