cooper, louise - indigo 08 - anghara.pdf

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    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni el registro en un sistema

    informtico, ni la transmisin bajo cualquier forma o a travs de cualquier medio, ya

    sea electrnico, mecnico, por fotocopia, por grabacin o por otros mtodos, sin el

    permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

    Diseo de cubierta: Vctor Viano Ilustracin de cubierta: Horacio Elena

    Ttulo original:Aisling (Book 8 of ndigo)1993 byLouise Cooper Grupo Editorial Ceac, S. A., 1994

    Para la presente versin y edicin en lengua castellana

    Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S. AISBN: 84-7722-415-3 (Obra completa)

    ISBN: 84-7722-522-2 (Libro 8)

    Depsito legal: B. 11. 165-1994

    Hurope, S. L.

    Impreso en Espaa - Printed in SpainGrupo Editorial Ceac, S. A. Per, 164 - 08020 Barcelona

    Las cosas y las acciones son lo que son,

    y sus consecuencias sernlo que deban ser: para qu, entonces,

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    desear que nos engaen?

    Obispo Joseph Butler (1692-1752)

    A Sophie Mounier,que ha conseguido dar vida a mis personajes

    con sus dibujosde la misma forma en que yo lo he intentado con la palabra

    escrita.

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    PRLOGO

    Los grandes cargueros del continente oriental se han ganado, y con justicia, el ttulode monarcas de los mares. Capitaneados por los mejores patrones, que pueden elegir asu gusto entre la flor y nata de los marineros del mundo, transportan sus cargas denorte a sur y de este a oeste, y su reputacin en todos los puertos lo bastante grandespara aceptar su gran calado no tiene parangn.

    El Buena Esperanza se encuentra entre los mejores de tales decanos, y es bienconocido en Ranna, el ms importante de los puertos martimos de las IslasMeridionales. Pero, en este ltimo viaje a las islas, el Buena Esperanza transporta sinsaberlo a un marinero excepcional entre su tripulacin, alguien para quien el destinode la nave es de una importancia vital y desesperada.

    Durante cincuenta aos la muchacha ha vagado por el mundo, inalterable, sinenvejecer, inmortal. Al abandonar su pas de origen su nombre era otro y ms

    agradable, pero ahora se la conoce slo como ndigo; palabra que, en la tierraque lavio nacer, designa el color del luto.

    ndigo ha conocido mucho dolor y afliccin durante su larga estancia en el mundo,aunque durante este vagabundeo tambin ha tenido muchas experiencias y aprendidomuchas Lecciones que han transformado su vida. Ha conocido el amor y el odio, laamistad y la enemistad, la felicidad y el dolor; y el experimentarlos le ha servido paraenfrentarse y reconciliarse con muchos aspectos de su propio yo.

    ndigo ha derrotado a seis demonios; demonios que procedan del interior de suespritu, cada uno de los cuales se ha reflejado en las tierras y las gentes que ha

    conocido. Pero en estos momentos est dejando atrs el recuerdo de esas tierras, yaque la nica esperanza, que la ha impulsado siempre adelante, que ha inspirado cadauna de sus misiones y cada una de sus pruebas, se encuentra finalmente a su alcance.Durante cincuenta aos se ha aferrado a la seguridad de que su gran amor, Fenran,segua con vida... y por fin sabe dnde lo encontrar.

    ndigo regresa a casa. Regresa al pas del que fue exiliada, al reino de su propiopadre. Otra familia real gobierna ahora desde el trono de Carn Caille, y no quedanadie que pueda recordar a la joven y temeraria princesa que acarre tal desgracia asu hogar. O casi nadie... pues en estas islas, en la rida tundra que separa losexuberantes pastos verdes de la helada inmensidad del desierto polar, ndigo sabe queFenran espera. Espera a que ella lo libere de medio siglo de existencia en el limbo,para volver a vivir, para volver a amar. Este es el viaje definitivo, y la conduce hastaaquello que ms anhela su corazn.

    Ha derrotado a seis demonios... pero los demonios eran siete. Todava queda uno. Yen su impaciencia, en su alegra ante la reunin que la aguarda, a lo mejor ha olvidadoque aquello que pueda encontrar fuera de s misma, tambin debe buscarlo en suinterior....

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    CAPTULO 1

    De modo que ahora lo ves. El fornido marinero scorvio movi el brazo en ungesto que abarcaba todo el cielo oriental, y su agradable rostro curtido por el sol se arru-g en una mueca de satisfaccin. Nubes altas que pasan a toda velocidad, como colasde caballo, con las otras nubes grandes detrs... cmo dices que las llaman en tuidioma?

    La mujer que se encontraba junto a l ante la barandilla del barco le devolvi lasonrisa.

    Cmulos.Cmulos. S. Uno de estos das lo recordar. Le dio una palmada amistosa en el

    hombro que la hizo tambalearse hacia atrs. Bueno, sea como sea, lo ves. Colas decaballo arriba, cmulos abajo, y todas movindose contra el viento. Eso quiere decir queah est. Gran tormenta, vendaval, lluvia, todo. Su sonrisa se ensanch como si

    disfrutara vivamente con la perspectiva. Te apuesto algo, eh? Cunto tardar elpatrn en correr bajo cubierta y gritarnos que aseguremos las escotillas y nos ocupemosde que las escotas estn bien sujetas? Apuesto veinte karns. Eh? Aceptas mi dinero?

    La muchacha contempl el mar. Las condiciones de navegacin resultaban idlicas;una buena corriente, un viento uniforme que los empujaba en direccin sudeste hacia sudestino situado ahora ya a slo un da de viaje. Para un marinero de agua dulce lasituacin habra resultado inequvocamente simple, pero los marinos experimentadossaban por amarga experiencia que tales condiciones acostumbraban durar poco, yreconocan las seales que indicaban problemas a la vista. Aos atrs muy atrs en el

    tiempo, aunque eso era algo de lo que jams hablaba con ningn ser viviente exceptouno tambin ella habra reconocido al punto las seales, tal y como lo haba hecho sucompaero. Pero el tiempo haba erosionado los recuerdos y las viejas enseanzas.Haban sucedido demasiadas cosas en el intervalo, y ahora no poda hacer ms que con-fiar en los conocimientos del scorvio.

    Una sombra le nubl los ojos, pero pas demasiado veloz para que l lo advirtieraantes de que ella contestara con una carcajada.

    Ya me has ganado demasiados karns durante este viaje, Vinar. Acepto tu palabra.Arrug la frente. Llegaremos a salvo al puerto?

    Vinar era marino desde que haba cumplido los diez aos; un eterno filibustero perono obstante nacido para el mar y perteneciente a esa raza apreciada por todos lospatrones de barco, a quienes entregaba su temporal pero sincera lealtad. Haba visto lomejor y lo peor con lo que el mar pona a prueba a sus siervos, y no tomarlo en serio eraun concepto ajeno a su naturaleza.

    No lo s respondi. Habr problemas, eso es seguro. A lo mejor tendremosque hacer escala en alguna baha pequea, no en el puerto de Ranna como est pla-neado, o a lo mejor la dejaremos atrs y atracaremos sin problemas antes de que sepresente lo peor. Si pasamos el cabo Amberland antes de que descargue, no habr pro-blema. Si no... Se encogi de hombros. Entonces estaremos en las manos de la

    Madre del Mar, y ser ella quien juzgue si estamos preparados para salir con bien. Almenos en este viaje llevamos un barco lo bastante grande como para resistir casi todo

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    tipo de temporales.Era cierto. El Buena Esperanza,junto con sus naves hermanas Buen Animo, Buena

    Voluntad y Buen Humor, era uno de los cargueros de mayor tamao que recorra lasrutas comerciales de los ocanos terrestres. Su puerto de origen era Huon Parita, en las

    costas del continente oriental, pero no podan existir muchos puertos de aguas profundasen este mundo que no lo hubieran albergado en alguna ocasin. La nave, con suinmenso casco parecido al hocico de un toro y los cuatro altsimos mstiles quesostenan sencillas velas de color marrn, resultaba ms funcional que hermosa no separeca en absoluto a los elegantes navos para pasajeros de Khimiz o Davakos yestaba sucia de proa a popa a causa de los muchos aos que llevaba transportando todoslos cargamentos imaginables, desde ganado hasta madera pasando por mineral dehierro. Pero, como su nombre indicaba, se trataba de una buena nave, resistente ysegura, por la que toda la tripulacin senta un gran afecto.

    Vinar volva a estar apoyado sobre la barandilla, contemplando el banco de nubes quese formaba poco a poco y pensando en sus cosas. La mujer observ su rostro de reojo ysinti un ligero malestar interior. Conoca esa expresin; saba lo que significaba. Elhombre se estaba armando de valor; intentaba encontrar una forma de efectuar lapregunta que haba tratado de hacer, y que ella haba esquivado en tantas ocasionesanteriores.

    Lo escuch aspirar con fuerza de repente y luego romper el silencio.ndigo, escucha. Tengo algo que decir. Algo sobre m y sobre ti.Vinar, no creo...No la dej terminar.

    No, yoscreo, y lo voy a decir. Estamos a menos de un da de distancia de las IslasMeridionales, y cuando atraquemos en Ranna t estars en casa, por primera vez en...cuntos aos?

    Suficientes. No quiso mirarlo a los ojos.Muy bien; a lo mejor lo has olvidado o no quieres decrmelo. No importa. Bien;

    llegas a tu hogar, y lo primero que querrs hacer es ver a tu familia. Tienes familia aqu,lo s.

    S. Haba dicho esa mentira tantas veces que ahora le sala con toda facilidad.Exacto. Bueno, yo no s quin es el cabeza de familia, si tu padre, tu abuelo, un

    hermano..., pero quiero conocerlo. Y , cuando lo haga, le dir que quiero casarme con-tigo, y a ver qu dice. Le dirigi una mirada triunfal. Ya est. Que te parece eso?Oh, Vinar...Haba intentado muchas veces hacrselo comprender sin emplear palabras crueles,

    pero debera haber sabido que eran imprescindibles. Eran compaeros de navegacindesde haca tres meses; tiempo suficiente, aun en un navo del tamao del BuenaEsperanza, para conocerse bien el uno al otro. Eran amigos, buenos amigos; pero paraVinar aquello se haba convertido en algo ms. A pesar de su aspecto rudo y susinsolentes modales scorvios l era un idealista, un romntico incluso. No persegua a lasprostitutas de los muelles que ofrecan sus encantos en los embarcaderos de todos lospuertos de escala; durante la mayor parte de sus treinta y cinco aos de vida las nicas

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    mujeres para l haban sido su madre y sus dos hermanas, y hasta que murieron suspadres y sus hermanas se casaron y se trasladaron a los barrios de sus maridos a l no lehaba importado permanecer soltero. Todo esto se lo haba contado a ndigo enpequeas dosis, a medida que iba desapareciendo su timidez, cuando coincidan en la

    misma guardia nocturna y consegua apartarla de los otros miembros de la tripulacinque queran que les cantase o tocase el arpa. Ahora que la conoca mejor o as locrea y le haba confiado sus secretos, Vinar estaba enamorado profundamenteenamorado. Y lo peor de todo era que ndigo no tena la menor duda de que sus senti-mientos eran sinceros.

    La joven haba intentado, con toda dulzura, disuadirlo. Pero, adems de ser unidealista y un romntico, Vinar era tambin un hombre muy tozudo y optimista. Acep-taba sus corteses negativas y no intentaba coaccionarla, pero las palabras de lamuchacha se deslizaban sobre sus hombros como una ola que barriera la cubierta delbarco; una molestia momentnea a la que no haba que prestar demasiada atencin. Unda ella cambiara de idea. Lo crea tan firmemente y con tanta sencillez como crea enla poderosa Madre del Mar, y segn lo vea l, todo lo que se necesitaba para ganarse andigo era mucha paciencia.

    Para cualquier otra mujer que se encontrara en la situacin de ndigo, lo que Vinartena que ofrecer habra sido difcil de rechazar. Era carioso, honrado, inteligente, lealy una ventaja extra incluso apuesto, muy alto, recio y con una espesa melena decabellos rubios. Como marinero independiente ganaba mucho ms que un marinerocualquiera; su nombre y reputacin eran bien conocidos, y los capitanes inteligentespagaban muy por encima de las tarifas habituales para tenerlo en sus viajes. Posea casa

    propia en Scorva, con tierras de labranza suficientes para poder vivir desahogadamentecuando dejara la mar. Como esposo, proveedor y padre potencial de muchos hijos no sele poda objetar nada.Y quera a la nica mujer que no poda responder a todo lo que l tena que dar, que

    era incapaz de hacerlo.Escucha. La viva imaginacin de Vinar empezaba a hacerse con el control, y l

    empez a entusiasmarse con el tema. Voy a hacerlo todo como es debido, igual quehacemos en Scorva. Nada a escondidas, no yo! Hablar con tu padre, abuelo, quien sea,y le pedir permiso. Le dirigi una sonrisa de oreja a oreja. Luego t me das tu

    respuesta, eh?Era eso lo que l crea; que lo rechazaba porque no tena an el permiso del cabezade familia? Pese a su desconcierto, ndigo sonri.

    No es as en las Islas Meridionales. A lo mejor Scorva es diferente, pero... en mipas una mujer elige por s misma cuando llega a la mayora de edad. O al menos...

    La recorri un estremecimiento y se mordi los labios. Haba estado a punto de decir:O al menos as era como se haca. Pero no poda revelar ese secreto. A lo mejor lascosas haban cambiado en las Islas Meridionales. Vinar lo sabra mejor que ella, ya quehaba visitado su pas muchas veces desde que haba empezado a navegar, mientras queella no haba pisado aquella tierra tan entraable desde haca cincuenta aos...

    Vinar no haba observado su repentina expresin contrariada, y de todos modos se

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    mostraba impvido.No importa dijo. Soy scorvio; hago las cosas a la manera scorvia. Slo lo que

    es justo y correcto. Conseguir aprobacin del jefe de tu familia, conseguir gustarle. Le dedic de nuevo su contagiosa sonrisa ingenua. Puedo hacerlo. Luego tambin te

    gustar a ti, ms que ahora. Y entonces... Chasque los dedos, y ri entre dientes debuena gana. Cambiars de forma de pensar. No me rindo fcilmente... Esperar, y unda no muy lejano cambiars de idea!

    Un discordante estruendo metlico procedente de la popa los sobresalt mientrasndigo intentaba desesperadamente encontrar una respuesta. Vinar levant la cabeza conrapidez, y sus plidos ojos azules se iluminaron.

    Oye, se es el gong de la cocina! Extendi la mano y la cogi del brazo.Vamos. Todos los alcatraces y pjaros bobos se reunirn all en un momento.Lleguemos antes para obtener los mejores bocados!

    La tripulacin diurna empezaba ya a converger en la escotilla de la cocina, de la quesurga un aroma apetitoso que rivalizaba con los olores de alquitrn, lona, madera seca yagua salada. Resultaba un grupo variopinto: rubios habitantes del continente orientalcon sus aguileas facciones; menudos y jactanciosos hombres y mujeres davakotianoscon los cabellos cortados casi al ras y piedras preciosas incrustadas en las mejillas;hombres de piel oscura procedentes de las Islas de las Piedras Preciosas; algunosscorvios y tambin marineros de las Islas Meridionales e incluso unos pocos reclutas delo ms profundo del continente occidental. Y entre ellos, deslizndose con agilidad porentre las piernas para llegar a la cabeza de la cola, un cuerpo peludo moteado de gris yuna cola que no cesaba de agitarse ansiosa, apenas visibles entre la multitud.

    Eh, Grimya! La voz de Vinar poda atravesar una pared de roca cuando laelevaba, y todas las cabezas se volvieron. Deja algo para nosotros pobres esclavos hu-manos, de acuerdo?

    Se escucharon risas, y el animal de pelaje gris gir la cabeza y le dedic una sonrisalobuna mientras dejaba que la lengua se balanceara por una de las comisuras. Un men-saje entusiasmado penetr en la mente de ndigo.

    Carne! Todos tenemos carne! Slo falta un da para llegar a tierra, de modo quehan abierto el ltimo barril de tasajo y el cocinero ha preparado estofado!

    Grimya, la loba, su mejor amiga y compaera desde haca medio siglo, se mostr tan

    bulliciosa como un cachorro en su primera cacera al correr hacia ndigo, y salt en elaire para dar mayor nfasis a su mensaje teleptico.Ser tan estupendo volver a comer carne! Cunto tiempo ha pasado, ndigo?

    Cinco das? Ms? Parece como si fueran ms. Estoy harta de comer pescado!ndigo lanz una carcajada y alborot el pelaje de la loba, mientras que Vinar se

    agachaba para acariciarla con cario.El olfato de Grimya nos gana a todos dijo. Ahora lo percibo y es estofado.

    Autnticoestofado. Nos aseguraremos de que pueda repetir, de acuerdo?ndigo asinti. Vinar no conoca el secreto de Grimya; no se daba cuenta de que el

    animal era un mutante que comprenda y poda hablar la lengua de los humanos. Y elvnculo teleptico que ndigo y la loba compartan era algo que, quiz, no habra

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    entendido. A pesar de ello, Vinar y Grimya se haban hecho buenos amigos durante elviaje, y ahora la loba se dedic a abrir paso al scorvio por entre la masa de marineroshambrientos hasta la escotilla, donde la cocinera davakotiana se dedicaba a entregarhumeantes cuencos de madera con la comida del medioda al tiempo que chillaba a voz

    en grito a los presentes:Esperad vuestro turno, que la Madre del Mar se os lleve a todos, esperad vuestroturno!

    Vinar regres hasta donde esperaba ndigo, realizando increbles malabarismos paratransportar tres cuencos rebosantes en dos manos mientras intentaba que una Grimyababeante y apretada contra sus piernas no le hiciera dar un traspi. Los primeros enobtener sus raciones empezaron a desperdigarse por la cubierta, y ellos tres encontraronun lugar donde sentarse con la espalda apoyada contra el palo de mesana y disfrutar dela comida.

    Demos gracias a la Madre todopoderosa por tener una buena cocinera en estebarco! A modo de homenaje, Vinar alz su primera cucharada de suculento estofadopicante hacia el cielo, antes de introducrsela en la boca con aire agradecido. Msvaliosa que toda una brazada de oro y piedras preciosas; puedes creerme, porque s loque digo! Engull lo que tena en la boca, se pas la lengua por los labios, y clav lamirada en ndigo. T sabes cocinar, o no? No importa; si t no sabes, yo lo har! Y su risa reson con fuerza por la cubierta. Un da de stos; un da de stos.Cambiars de idea. Espera y vers!

    Terminada la comida, el capitn Brek, con la prudencia del buen marino, hizo saber

    que a partir de aquel momento todas las guardias se doblaran hasta que el BuenaEsperanza estuviera a buen recaudo en el puerto. S, saba que eso significaba mstrabajo y menos descanso para todos, pero si el tiempo cambiaba para dar paso a unatormenta como la que presenta en los huesos, todos le daran las gracias por suprevisin. En esas latitudes las tormentas primaverales eran violentas y podan desatarseen cuestin de minutos: cuantos ms miembros de la tripulacin estuvieran despiertos yvigilantes en cada turno, y listos para enfrentarse al momento con lo que fuera que loselementos les lanzaran, mucho mejor.

    Se realiz un precipitado reajuste de los turnos, e ndigo se encontr destinada a las

    guardias de la tarde y el amanecer mientras que Vinar iba a parar al turno de me-dianoche apodado, junto con varios otros eptetos ms vulgares, el Festejo del Cadver.Tras recibir rdenes de descansar mientras pudieran, la muchacha y los otros miembrosde su guardia descendieron por la escalera de cmara hasta el dormitorio comunitario,situado en una de las cubiertas inferiores y compuesto por tres hileras de hamacascolgadas entre puntales de hierro, ndigo escogi una hamaca en la hilera inferior y setumb, mientras Grimya se enroscaba sobre una manta doblada. El dormitorio carecade portillas y estaba iluminado tan slo por un farol humeante que se columpiaba alcomps del suave balanceo del barco y proyectaba sombras soporferas. La mayora delos marineros se durmieron enseguida; durante un buen rato Grimya permaneci ensilencio, observando los dibujos proyectados por las sombras; luego levant la cabeza

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    con cierta cautela e irgui una oreja.No duermes. No era una pregunta sino una afirmacin, y su voz mental tena un

    tono de reproche.ndigo suspir y se removi en la hamaca.

    No; no duermo, transmiti a su vez.Deberas hacerlo. La prxima, guardia ser agotadora, con tan slo una pequeapausa, y necesitas descansar.

    Lo s, cario, lo s. Pero...Se trata de Vinar, verdad?, la interrumpi Grimya. Ha vuelto a trastornarte, y

    todava no sabes qu hacer con respecto a l.Exacto.No tena sentido negarlo, a pesar de que durante los ltimos minutos haba

    estado realizando un decidido esfuerzo por pensar en cualquier cosa menos en Vinar.Est resultando tan difcil, Grimya. Esuna persona amable, un buen hombre, y s queme ama. Call un instante. Cuando lleguemos a puerto, tendr que tomar unadecisin. O bien lo miro a la cara y le digo que lo odio y desprecio, me molestan susinsinuaciones y no quiero volver a verlo jams...

    Lo cual, interrumpi Grimyade nuevo, con suavidad, sera una mentira.S. S, lo sera. Me gusta Vinar, aunque no en la forma en que l desea, y no quiero

    herirlo a menos que sea imprescindible. Pero mi nica otra opcin es contarle laverdad... y, si lo hiciera, se negara a creerme.

    Grimya profiri un dbil gemido ahogado. Lo comprendi Vinar, como cualquierhombre razonable, encontrara imposible aceptar que ndigo no fuera lo que pareca;que no fuera una mujer en la flor de la vida, sino un ser proscrito que durante ms de

    medio siglo haba arrastrando la carga de la inmortalidad sobre sus espaldas. Sinenvejecer, sin cambiar, incapaz de morir, desde aquel da de un pasado lejano en quehaba abierto una puerta prohibida y sacado a la luz un secreto largo tiempo olvidado...

    Quiere conocer a mi familia, comunic ndigo con amargura. Cmo puedodecirle que no tengo familia, que todos Llevan muertos cincuenta aos y que fui yoquien los mat?

    T no lo hiciste..., empez a protestar Grimya, pero ndigo la acall.Lo hice, cario; de nada sirve negarlo. Directa o indirectamente, yo fui responsable

    de sus muertes.

    El tiempo haba cicatrizado muchas de las heridas y difuminado el recuerdo dendigo, pero, aunque su padre, madre y hermano no eran ahora ms que sombras apenasrecordadas, algunas veces senta la sensacin de culpa por lo que haba hecho como unagudo dolor fsico en su interior. Al iniciarse este viaje haba tenido la esperanza de que,al regresar a su pas para enfrentarse a aquellos fantasmas tras cincuenta aos de exilio,podra encontrar una forma de exorcizarlos y hacer las paces con su pasado. Pero, amedida que la nave se acercaba ms y ms a las Islas Meridionales, la esperanza sehaba ido esfumando y la aprensin haba ocupado su lugar. Se habra amilanado; habrasaltado del barco en cualquiera de la docena de puertos en los que haba atracadodurante el largo viaje por el norte, y huido por tierra, por mar, a cualquier parte con talde interponer una distancia infranqueable entre ella y su antiguo hogar... de no haber

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    sido por una cosa: saba no; crea, aunque, en esto, no se poda separar la fe del cono-cimiento que de todos aquellos que haba conocido y amado haca tanto tiempo, unono estaba perdido. Ni perdido, ni muerto, sino vivo, inmutable, y esperndola. Paraliberarlo del limbo en el que estaba retenido desde haca cincuenta aos, estaba

    dispuesta a enfrentarse a cualquier prueba. Y sa era la verdad que Vinar no podrajams comprender, el motivo por el que jams podra amarlo. Ella tena otro amor, yregresaba a casa en su busca.

    Debera haberle contado algo ms cercano a la verdad, dijo a la loba. Habrasido tan sencillo decir: "Estoy comprometida a otro, Vinar, y cuando lleguemos apuerto l estar en el muelle para darme la bienvenida". l habra aceptado esa, peroen lugar de ello invent una mentira deliberada, sobre parientes y una pequea granja.Mi intencin era evitar que se volviera demasiado curioso o suspicaz, pero todo lo quehe conseguido es una maraa de la que no puedo escapar sin herirlo.

    Eso es cieno, asintiGrimya, pero cmo ibas a saberlo? Al principio Vinar sloquera, ser tu amigo. Cmo podas saber que te convertiras en mucho ms para l?

    No poda. Pero debiera haber sido ms cuidadosa, y ahora es demasiado tarde.Seremovi de nuevo en la hamaca, inquieta y desgraciada. Tendr que hacerlo, Grimya.Por cruel que resulte, tendr que volverme contra l y desdearlo. No existe otromodo... y con el tiempo me olvidar, aunque jams me perdone.

    Grimya no estaba tan convencida. Posea la habilidad de ver un poco ms all en lasmentes de los otros que su amiga humana y haba visto hasta dnde llegaba la de-dicacin de Vinar por ndigo. A lo mejor olvidara... pero ella sospechaba que no seraas. Y , aunque nada la habra inducido a decirlo, estaba segura de que se necesitaran

    ms que palabras, por muy duras y definitivas que fueran, para convencer al scorvio deque no tena un lugar en la vida de ndigo.

    Volvi a proferir un dbil gruido y apoy el hocico sobre las extendidas patasdelanteras.

    A lo mejor no ser tan duro como temes, dijo en tono alentador. A lo mejorencontraremos la forma de hacer lo que debe hacerse sin herir a nadie. Pero, sea comosea, no creo que te vaya a ayudar el darle vueltas ahora. Vinar y el capitn Brek tienenrazn: el tiempo est cambiando. Lo huelo, y no me gusta la sensacin que produce enmis huesos. Intenta dormir, ndigo. Por favor, intntalo mientras puedes. Su nariz se

    estremeci inquieta. Quizs es nuestra ltima oportunidad antes de que nosencontremos con problemas.

    ndigo consigui dormir por fin, aunque fue un sueo ligero e inquieto, hasta que elestruendo de la campana que anunciaba el cambio de turno la despert con unsobresalto. Mientras abandonaba la hamaca con ojos empaados an por el sueo, tuvopor un insensato momento la sensacin de que la cubierta inferior estaba en llamas, yaque el dormitorio era un caos de haces de luz y de sombras, y figuras imprecisas semovan a su alrededor en aparente confusin. Pero a medida que su visin se aclarabacomprendi que los bamboleantes haces de luz los creaba el farol que se balanceabaviolentamente en su gancho, y que las figuras que saltaban no eran ms que el resto de

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    la tripulacin, despierta ya y amontonndose en direccin al pasillo y a la escalera decmara situada algo ms all. La cubierta oscilaba bajo sus pies como un borrachomientras el Buena Esperanza cabeceaba en un mar encrespado, y comprendi que losproblemas queGrimyahaba pronosticado ya haban empezado.

    La mayora de los marineros despertados estaban ya fuera del camarote y corriendoen direccin a la cubierta superior; un rezagado, un scorvio menudo y arrugado que nohablaba la lengua de ndigo, se detuvo en la puerta para volver la cabeza hacia ella,hacer una mueca y realizar una pantomima de un violento ataque de vmitos antes dedesaparecer en pos de los otros. ndigo busc aGrimya con la mirada y vio que seguabajo la hamaca, de pie pero vacilante.

    Qudate aqu, cario dijo. No hay nada que puedas hacer para ayudar ennuestra guardia, y estars ms cmoda bajo cubierta.

    La loba agach la cabeza, aliviada. Segn su propia opinin no era mala marinerapero jams le haban gustado los temporales.

    Cudate, transmiti. Te esperar.ndigo le dedic una sonrisa tranquilizadora y corri hacia la escalera.Al llegar al exterior se dio cuenta de que comenzaba aoscurecer; era una lbrega

    oscuridad prematura que el banco de nubes que ahora cubra todo el cielo haca an msamenazadora. El viento no era todava ms que rfagas violentas y an no habaempezado a llover, pero el mar ya daba sobre latripulacin del Buena Esperanza, unabuena advertencia de lo que iba a venir. La marea era muy alta, y las olas golpeaban enun ngulo peligroso contra el lado de estribor. El capitn Brek haba ordenado que todoel mundo fuera a las cuerdas, para orientar las inmensas velas de modo que la nave

    mantuviera el rumbo el mayor tiempo posible hasta que el peligro de que sta girara decostado contra el oleaje resultara demasiado grande. ndigo aadi su peso y habilidadal grupo situado en la driza de la vela mayor, consciente, a pesar de la poca luz, de lapresencia en su puesto del timonel, tranquilo pero alerta, mientras la nave avanzabadecidida. Todo haba quedado perfectamente bajo control y todava no exista peligro,pero la tensin se palpaba entre la tripulacin. El capitn Brek se paseaba a grandeszancadas por entre sus lilas, sin hablar demasiado pero en constante vigilancia. Eradavakotiano y ejemplar tpico de los de su raza; haba escogido personalmente a sutripulacin y confiaba en ella, pero la responsabilidad ltima recaa en l y nada lo

    convencera de aflojar la vigilancia un solo momento. Menudo, moreno, de unaeficiencia tremenda, con sus cabellos cortados casi a ras y dos rubes resplandeciendocomo un segundo par de feroces ojos en las afiladas mejillas, daba una orden aqu, unapalabra de nimo all, hasta que poco a poco el nuevo turno de guardia fue adoptando unritmo de trabajo ms seguro. El mar estaba encrespado, dijo Brek, pero an pasara untiempo antes de que la tormenta estallara y el autntico trabajo empezara. Reconfortadospor su tranquilidad, la tensin afloj, y no tardaron en escucharse las acostumbradaspeticiones de canciones y relatos para ayudar a pasar las horas. En principio, el capitnfinga no aprobar tales frivolidades, pero en la prctica se diverta tanto con ellas comoel resto y posea una buena voz de bartono para sumarse a las salomas. A medida que elatardecer daba paso a la oscuridad y sta a la noche cerrada, la tripulacin fue cantando

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    a voz en grito sus canciones predilectas como Mares embravecidos y Las muchachasdel norte y del sur, y, como haba sucedido ya tantas veces, se persuadi a ndigo paraque relatara una historia al tpico estilo de los bardos que tanto cautivaba a su auditorio.El Buena Esperanza sigui navegando, y por fin la campana volvi a sonar y la mu-

    chacha regres bajo cubierta para reunirse con Grimya y disfrutar de algunas horaspreciosas en su hamaca antes de la guardia del amanecer, mientras Vinar y los otros su-ban, entre burlas bien intencionadas, para hacerse cargo del Festejo del Cadver.

    Esta vez ndigo estaba tan agotada que se qued profundamente dormida sin apenastiempo de dedicar un segundo a sus propios problemas. Ni so ni movi un msculo...hasta que, varias horas antes de que le tocara el turno de la guardia del amanecer, treshombres empapados, despeinados y con la mirada extraviada se precipitaron en elinterior del camarote.

    Despertad! Incluso por entre una neblina de semiinconsciencia ndigo reconociel estentreo rugido de Vinar mientras era arrancada del sueo y devuelta a la rea-lidad. Moved el esqueleto, todos..., todos!

    La potente voz del scorvio denotaba autntica alarma, y los dormidos hombres ymujeres de la tripulacin se despertaron e incorporaron de un salto. El camarote sebalanceaba violentamente; en el mismo instante en que los sorprendidos ojos se abran ylas piernas se movan instintivamente para obedecer la orden, un tremendo bandazo loslanz a todos de costado y varios cayeron de las hamacas y se estrellaron contra el sueloen un revoltillo de brazos y piernas. La voz de Vinar se abri paso entre la confusincomo una espada de doble filo.

    Ha estallado la tempestad, y es mucho peor de lo que nadie esperaba! El timn se

    ha roto; no podemos mantener el rumbo, y estamos siendo arrastrados hacia el caboAmberland! En pie, zopencos, arriba...! TODO EL MUNDO A CUBIERTA!

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    CAPTULO 2

    No era ms que un pequeo puesto de viga de entre muchos alineados a lo largo delas costas del territorio continental de las Islas Meridionales, pero los centinelas que seocupaban de los faros situados en lo alto de los farallones del cabo Amberland sabanpor larga y amarga experiencia que eran ellos, ms que cualquiera de los otros, los quetenan ms probabilidades de ser llamados a sus puestos durante las violentastempestades de primavera u otoo.

    Los hombres de guardia no haban dejado de escudriar el cielo atentamente desde elamanecer del da anterior, y en cuanto el velo de la noche empez a deslizarse por elfirmamento desde el este, y el viento comenz a soplar y el mar a rugir y gemir, loshombres de la torre de viga salieron al exterior, encorvados para poder resistir losembates del viento del noroeste, a encender las hogueras que advertiran del peligro acualquier barco que se acercase.

    La noche era ya bastante cerrada, con jirones de nubes recorriendo veloces el cielo yoscureciendo la luna, y en las achaparradas torres de piedra que servan de faro el vientoaullaba como un alma en pena por entre grietas y aberturas, haciendo repiquetear losprismas de cristal que protegan las hogueras y aumentaban su luz. Cuando la nochecay por completo, los tres faros, situados a kilmetro y medio de distancia entre s,ardan con fuerza, atendidos por dos hombres cada uno, mientras en las torres de vigaque se alzaban entre los faros, otros mantenan una helada vigilia con catalejos ysirenas. Abiertas las rutas martimas apenas haca un mes, tras un invierno particular-mente crudo, gran nmero de buques se dirigan a Ranna y a los otros puertos de menor

    importancia de aquellas costas; se esperaba en cualquier momento la llegada de car-gueros procedentes de Scorva, del Pas de los Caballeros y del golfo de Aghantine, y eraprobable que cualquier nave atrapada entre las islas exteriores cuando estallara la tor-menta intentara llegar hasta un puerto del territorio continental por delante de latempestad. En tales circunstancias, todo lo que los isleos podan hacer era rezar paraque no sucediera lo peor al tiempo que se aseguraban de que, si sus plegarias noobtenan respuesta, ellos estaran preparados.

    La noche se cerr an ms y la tempestad creci en virulencia. Tremendas rfagas delluvia se precipitaban contra la costa procedentes del mar, y la creciente marea tronabaensordecedora al estrellarse las enormes olas contra la orilla. Las gentes de los pueblosy poblaciones pesqueras aseguraban las casas para protegerlas de la tormenta y rezabanfervientemente para que la mano protectora de la Madre del Mar condujera a todos losnavegantes sanos y salvos hasta la orilla, mientras, al otro lado de las atrancadas ven-tanas, el viento aullaba y gema y haca que las casas se tambalearan en sus cimientos, ylluvia y mar al unsono barran los muelles en un ataque demoledor.

    Nadie supo qu hora era cuando se avist la primera bengala frente a los acantiladosde Amberland. Un diminuto y dbil punto luminoso en la oscuridad se elev hacia elcielo y, tras slo un segundo o dos, se extingui por la tormenta. En la torre de vigams grande, el centinela se puso en pie de un salto y alert a sus dos compaeros. Tras

    abrocharse bien los abrigos de cuero, los tres unieron sus fuerzas para empujar la puerta,consiguieron abrirla y salieron al exterior en medio del torbellino. Con los cabellos

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    ondeando al viento y la lluvia azotndoles el rostro mientras se inclinaban para lucharcontra los elementos, los tres hombres escudriaron el mar.All! Otra!El grito del viga result inaudible en medio del rugir de la tormenta, pero todos

    haban visto cmo la segunda seal atravesaba el espacio y llameaba momentnea y de-sesperadamente antes de apagarse.Los tres hombres no perdieron un segundo. Se dieron la vuelta; uno, entre bandazos y

    traspis, march corriendo en direccin al fantasmal resplandor del faro ms cercano,situado a medio kilmetro, mientras que el segundo tomaba un sendero que se perdatierra adentro en direccin al pueblo ms prximo. El tercer hombre corri a colocarse asotavento de la torre de viga donde la pared de piedra proporcionaba una ciertaproteccin contra la violencia del viento y la lluvia, y forceje con una bolsa de cueroque llevaba sujeta al cinturn. De esta bolsa sac un tubo hueco de madera, de unos dospalmos de longitud y perforado por agujeros. El tubo llevaba sujeta una cadena gruesa yel hombre empez a balancear dicha cadena, primero de un lado a otro y luego, amedida que tomaba ms impulso, en un amplio crculo por encima de su cabeza. Elviento, azotando la pared desde el otro extremo, golpeaba y tiraba de la cadena, pero elhombre la sujet con fuerza, hacindola girar ms y ms, y de improviso el estruendo dela tormenta se vio eclipsado por un aullido sobrenatural parecido al alarido de un almaatormentada cuando la sirena se hizo or. Era un sonido increble, que se alzaba inclusopor encima del estrpito de la galerna y del mar y que, para cualquiera que conociera suespantoso son, resultaba inconfundible. Minutos ms tarde, una segunda sirenarespondi desde el faro ms cercano, luego a lo lejos se escuch un tercer lamento al

    transmitirse la seal, siguiendo un recorrido que la llevara de faro a granja y por fin alpueblo. El hombre resguardado tras la casa de viga dej caer la sirena y volvi aintroducirla en la bolsa antes de darse la vuelta y acuclillarse junto a la pared, con loshombros encorvados al frente para protegerse de la lluvia y los ojos fijos en el senderoque se perda tierra adentro. Pronto en cuestin de minutos, si todo iba biendistinguira los primeros destellos de los faroles de los hombres del pueblo pesquero queacudan a la llamada cargados de cuerdas y arneses. Hasta entonces, todo lo que podahacer era esperar... y rezar para que, cuando el barco en apuros chocara contra losarrecifes de Amberland cosa que no podra evitar, pudieran salvar a la tripulacin

    antes de que perdieran la vida en las embravecidas aguas.

    Los hombres de la orilla divisaron por vez primera al Buena Esperanzajusto minutosantes de que se estrellara contra las rocas situadas frente al cabo Amberland. Cual unfantasma monstruoso la nave surgi de entre las rugientes tinieblas, con el palo mayor yel de mesana rotos y los jirones de las velas ondeando enloquecidos en medio delvendaval. No se vean luces a bordo, pero, bajo el resplandor de los faros que lanzabansu silenciosa advertencia desde lo alto de los acantilados que se alzaban sobre la baha,los vigilantes distinguieron figuras humanas que se movan como hormigas frenticaspor la cubierta mientras el enorme casco se abata sobre las aguas.

    Algunos forcejeaban todava valientemente con las drizas en un ltimo y desesperado

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    esfuerzo por hacer girar la nave y mantenerla alejada de la costa, pero la mayora de suscamaradas haban abandonado toda esperanza de que el navo consiguiera salvarse y seesforzaban por bajar los botes.

    La nave golpe de costado contra el arrecife, con un estallido lento y chirriante que

    result an ms aterrador en medio del bramar de la tempestad. Los dos mstiles quean quedaban enteros se balancearon violentamente, uno de ellos se parti por la mitady la parte superior fue a estrellarse contra la cubierta, arrastrando velas, jarcias ycrucetas en su cada. Uno de los botes recibi el impacto de los escombros y salidespedido por encima de la borda, con media docena de tripulantes; el grupo de rescatede la playa los vio luchar con las olas pero no pudo hacer nada por ayudarlos. En aquelmar ni siquiera los nadadores ms resistentes y valientes se atrevan con los arrecifes;hasta que la marea arrastrara ms cerca de la orilla a los hombres que intentabanmantenerse a flote, stos tendran que arreglrselas como pudieran.

    En el poco tiempo del que haban dispuesto entre su peligroso descenso por elsendero del acantilado hasta llegar a la playa batida por la tormenta y la aparicin delbarco en apuros, los lugareos haban hecho todo lo posible por prepararse para elrescate. Cuatro jvenes, despojados de botas y abrigos y atados a cuerdas desalvamento, temblaban bajo unas mantas mientras esperaban para zambullirse en el maren cuanto vieran aproximarse el primer cuerpo. Tras ellos, cada cuerda de salvamentoestaba a cargo de una docena de pares de brazos fornidos, listos para tirar de losnadadores en contra de la poderosa resaca, mientras otros luchaban por ensamblar sogasy aparejos, esperando el milagro que les permitiera aparejar una boya de salvamentohasta el zozobranteBuena Esperanzaantes de que las rocas rompieran su lomo.

    Entonces, apenas audible en el rugir del vendaval y el tronar del mar, se dej or unavoz.

    Va a volcar!Resonaba an la advertencia en el aire cuando se escuch un segundo golpe

    atronador, y el Buena Esperanza empez a inclinarse. Los mstiles que an quedabanen pie se ladearon peligrosamente en direccin a la playa como rboles derribados, yluego, con un sonoro estrpito, la nave volc sobre uno de sus costados. Escucharoncmo el casco se haca aicos contra los arrecifes, y chorros de espuma se elevaronhacia el cielo mientras mstiles y velas se hundan en el mar, y se alzaba una ola colosal

    que empuj a los aspirantes a rescatadores hacia la orilla. La tripulacin no tuvo lamenor oportunidad; el violento impacto lanz a los marineros fuera del barco comodesvalidos muecos de trapo y los arroj al embravecido mar. Palos y barriles y losrestos de los botes cayeron sobre ellos, y una segunda ola gigantesca arrastr peces ycuerpos en direccin a la playa. Nada ms levantarse la ola, los jvenes atados a lascuerdas de salvamento corrieron a su encuentro, se arrojaron a la resaca y nadaron contodas sus fuerzas para llegar hasta los marineros que luchaban por mantenerse a flote.Un hombre fue lanzado directamente a la orilla y se desplom, aparentemente sin vida,boca abajo sobre los guijarros. Unos cuantos hombres corrieron a arrastrarlo fuera delagua antes de que la siguiente ola cayera sobre l; luego volvieron a introducirse en elmar para recoger un segundo cuerpo que se acercaba en medio de una masa de espuma

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    y pecios. De repente dio la impresin de que cada ola traa con ella nuevos nufragos;los cuatro nadadores jvenes eran arrastrados de vuelta a la orilla cargados con cuerposinertes y empapados para volver de inmediato al agua a medida que se divisaban ms yms miembros de la tripulacin del Buena Esperanza debatindose entre las

    embravecidas aguas, y aquellos que no se ocupaban de tirar de las cuerdas vadeabanentre las olas para prestar toda la ayuda posible, o, a salvo de la marea al abrigo de losacantilados, iniciaban la urgente tarea de intentar reanimar a aquellos que habanconseguido sacar del mar. Pero muchos no llegaran jams a la playa ya que haban sidoarrastrados por las corrientes y mareas cruzadas. El grupo de salvamento haba visto aun perro entre aquellos infortunados; el animal estaba vivo y consciente y nadabavalientemente en un esfuerzo por llegar a la orilla, pero tambin l se haba vistoarrastrado. El mar arrojara a la mayora de los cadveres a lo largo de la costa durantelos prximos das, pero por el momento los hombres de la orilla no tenan tiempo parallorar a los muertos. Lo que importaba ahora era auxiliar a los vivos.

    A algunos, no obstante, ya no se los poda ayudar: tres davakotianos, dos hombres yuna mujer; varios hombres procedentes del continente oriental; un anciano y arrugadoscorvio, y un gran nmero de otros, algunos ahogados, algunos destrozados contra lasrocas antes de ser arrastrados a la orilla por las olas. De entre los supervivientes tresestaban malheridos, entre ellos una mujer cuya embarrada melena de cabellos castaorojizos cubra la seal de un terrible golpe en la cabeza, pero los restantes haban sufridomenos golpes, y mientras sacaban al ltimo hombre del agua uno o dos empezaron a darseales de recuperar el conocimiento.

    El vendaval empezaba ya a amainar. Su aullido se haba convertido ahora en un

    silbido hueco que se entremezclaba con el rugir del mar para silbar con fuerza en losodos, y en aquellos momentos era casi imposible mantenerse erguido sin ser dobladopor el viento. Por el este, una fina y maliciosa cuchilla de fra luz blanca que se abrapaso por una abertura entre las nubes indicaba la llegada del amanecer, y a medida quela luz adquira fuerza se fue haciendo ms patente el alcance del naufragio. El BuenaEsperanza yaca sobre los arrecifes, con el casco partido en dos y los mstilesaplastados extendidos en direccin a la playa como dedos que intentarandesesperadamente encontrar un asidero. La playa estaba cubierta de restos; no tan slopalos y maderas procedentes del barco mismo sino tambin restos de su carga, barriles,

    fardos y caas, y grandes pedazos de hierro balanceados por el mar con el mismodescuido que si fueran astillas. En medio de los desechos y los montones de algas quecubran los guijarros de la playa se vean una docena o ms de pequeos grupos dehombres, cada grupo trabajando obstinadamente para reanimar a un superviviente delnaufragio. La marea haba cambiado y empezaba a descender, aunque las olas seguanbullendo y rugiendo; y, a medida que el terror y el tumulto del rescate tambindisminuan, apareca la consabida fatiga. Mientras el alba daba paso alnuevo da llegotro grupo procedente del pueblo; formando parte de l iban algunas mujeres quellevaban mantas y frascos de reconstituyentes a base de hierbas. Se abrigconvenientemente a los exhaustos nadadores, se los condujo por el sendero del farallnde regreso a casa a comer y descansar, y se dispusieron improvisadas camillas para

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    trasladar al pueblo a las vctimas del naufragio. Dos un davakotiano y un scorviograndulln y fornido estaban totalmente conscientes y podan andar con un poco deayuda, y poco a poco rescatadores y rescatados fueron abandonando desordenadamentela playa. En menos de una hora la ltima camilla iniciaba el ascenso por el camino del

    acantilado, menos peligroso ahora que el vendaval haba amainado. Nadie del grupo derescate volvi la cabeza para contemplar el destrozado casco encallado en los arrecifesque haba sido el Buena Esperanza. La playa qued a merced del azote del viento, de laatronadora marea que empezaba a descender y de las gaviotas carroeras.

    S, ya s; ya s lo que dices, y lo comprendo! Vinar agit las manos con fuerzacomo si al hacerlo pudiera dar a su splica mayor nfasis. Pero lo que quiero saber essi ella se pondr bien. Quiero saberlo!

    Vinar, djalo estar! El capitn Brek pos una mano sobre el brazo delcorpulento marinero. El mdico hace todo lo que puede por ndigo, lo sabemos. Noha transcurrido ni un da; no puedes esperar que despierte necesariamente ya.

    De todos modos, es mejor para ella que no recupere todava el conocimiento dijoel mdico, un hombre de mediana edad y cabellos castaos. La mejor respuesta a ungolpe como ste es dormir. Dedic una ojeada a Vinar, luego a Brek, cuyos ojosrevelaban su extremo agotamiento. Los dos deberais regresar a vuestros alojamientosy a vuestras camas. Os avisar en cuanto haya algo que contar, pero hasta entonces nopodis ayudarla ni a ella ni a los otros esperando aqu.

    La mano de Brek se cerr con ms fuerza sobre el brazo de Vinar.Vamos. El mdico tiene razn; no hacemos ms que molestar. Ven conmigo, y nos

    tomaremos una copa o dos, eh? Luego los dos seguiremos el consejo de este buenhombre y nos iremos a dormir.

    A pesar de doblar a Brek en tamao, Vinar cedi ante la autoridad de su capitn. Susazules ojos dedicaron una ltima mirada a la puerta cerrada tras la que yaca ndigo.

    De acuerdo, ir repuso con un suspiro. Pero si ella muere...Estoy seguro de que no tienes por qu temer eso contest el mdico con una

    sonrisa. El golpe ha sido fuerte, pero no se ha roto el crneo y no hay seales de quese haya acumulado sangre bajo la herida. Creo que todo lo que ella necesita ahora esdescanso, y cuidados y prudencia cuando despierte.

    Vinar no se senta satisfecho, pero dej que Brek lo sacara de all y lo condujera a lacasa donde ambos se alojaban. Los habitantes del pueblo de pescadores haban acudidorpida y generosamente en ayuda de los supervivientes, y casi cada casa alojaba ahorade forma temporal a uno o ms de los tripulantes del Buena Esperanza. Haban trans-formado una de las casas en enfermera, y all los tres marineros malheridos, junto convarios otros que padecan conmocin y los efectos del agua y el fro, haban quedado alcuidado de dos mdicos locales. La tempestad se haba extinguido por fin alrededor delmedioda, y, en medio del extraordinario silencio que a menudo sigue a tales tormentas,los hombres del pueblo haban descendido a la baha para rescatar todo lo que pudierandel navo encallado en la playa. Ahora la oscuridad haba vuelto a caer, con un cielodespejado y una luna llena; los grupos de rescate haban regresado, los mdicos haban

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    hecho todo lo que podan por los heridos, y todo lo que quedaba era aguardar y esperarque poco a poco se recuperaran por completo.

    El capitn Brek calculaba que ms de la mitad de su tripulacin haba sobrevivido.Era, como haba explicado al medico, poco menos que un milagro, y aunque lo afliga

    profundamente la prdida de vidas humanas, no por ello dejaba de dar fervientes graciasa la Madre del Mar por haber permitido que se salvaran tantos. Se haba enviado unmensajero al puerto de Ranna para comunicar el desastre y el nmero de supervivientes,y habra literas disponibles en otros barcos para todos los que las quisieran una vez queestuvieran en condiciones de zarpar en direccin a sus pases de origen. Brek saba quealgunos desdearan tal idea y simplemente se contrataran con otros patrones; l mismotena intencin de regresar a Huon Parita, donde estaba seguro de que se le ofrecera unnuevo barco. Ningn armador inteligente culpaba a un capitn en especial a uncapitn davakotiano, y uno con tanta experiencia como Brek por la prdida de unanave; era uno de los peligros del mar y un riesgo que deba correrse. Brek no seradenigrado ni caera en desgracia por el hecho de que sus esfuerzos por salvar el BuenaEsperanza hubieran sido vanos. Pero le quedara el recuerdo, y ste siempre loperseguira.

    Curiosamente, una de las cosas que ms lo entristeca era la prdida deGrimya.Tantol como toda la tripulacin se haban encariado con la loba durante el viaje, y tambinera muy consciente del vnculo que exista entre ella e ndigo. Resultara una triste tareadar la noticia a ndigo, quien sin duda lo tomara muy mal. Sin embargo, no exista lamenor duda de que Grimya se haba ahogado; si los hombres ms fuertes no habanpodido hacer nada ante aquel mar embravecido, qu posibilidades de supervivencia

    podra haber tenido un animal?Brek y Vinar llegaron a la casa donde se hospedaban y entraron. La esposa de su

    anfitrin se encontraba all; tras meter en la cama a sus hijos, les entreg recipientes decaldo caliente junto con hogazas de pan de avena. Luego, sin hacer caso de susprotestas, los condujo a la habitacin que compartan bajo el alero, y respondi a lasnerviosas splicas de Vinar con la promesa de que lo despertara en cuanto el mdicohiciera llegar noticias de la mujer. Brek se sumi al momento en un pesado y atribuladosueo, pero Vinar, por su parte, permaneci un rato sentado ante la pequea ventana,contemplando la tranquila noche mientras lo corroa la preocupacin. Por fin, ni siquiera

    l pudo resistir la influencia del agotamiento; su cabeza cay al frente hasta reposarsobre sus brazos cruzados, y fue hundindose en una inquieta inconsciencia.

    La luna se pona ya cuando ndigo despert. Al empezar a moverse, murmurando ydando vueltas en su jergn, la muchacha que haba estado velndola toda la noche sepuso en pie rpidamente y cruz la habitacin para contemplarla a la luz de una velaprotegida por una pantalla. Lo que vio la hizo abandonar de inmediato la habitacinpara despertar al mdico.

    En cuanto recuper el conocimiento, lo primero que advirti ndigo fue un sordodolor punzante en la cabeza. Haba bebido demasiado?, se pregunt vagamente. No...,no era bebida; no recordaba haber bebido. Alguien haba irrumpido en su habitacin

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    no, no en su habitacin, no era eso, pero haban entrado gritando y...y..... ndigo? Una voz de hombre son con suavidad cerca de ella. Eres

    ndigo, verdad?Ella no comprendi qu quera decir. Su mente estaba confusa, la cabeza le dola. Y

    estaba oscuro. Entonces se dio cuenta de que tena los ojos cerrados todava y, con unesfuerzo, consigui que se abrieran.La luz que le cay sobre los ojos pareca intolerablemente brillante, pero el hombre

    situado junto a ella dijo algo y la fuente de luz se alej un poco. ndigo distingui en-tonces los vagos contornos de una habitacin, aunque su visin estaba an demasiadoempaada para distinguir detalles y juzgar si el lugar le resultaba o no familiar. En esemomento una sombra cay sobre ella. La joven desvi la cabeza ligeramente e hizo unamueca de dolor cuando el zumbido de su cabeza se transform en una breve pero agudapunzada; por fin consigui distinguir con claridad el rostro inclinado sobre ella.

    No lo conoca, pero tena un aspecto bondadoso y sereno y eso la tranquiliz.Me llamo Olender dijo l con dulzura. Soy mdico. Ests a salvo ahora,

    ndigo, y todo est bien. No extendi una mano para evitar que se incorporara, nointentes levantar la cabeza. Tu cabeza ha recibido un golpe terrible y es mejor quepermanezcas tumbada y sin moverte. J ilia ha ido en busca de una pocin que eliminarel dolor. Call unos instantes y luego continu: Bien, esto puede parecerte unapeticin extraa pero te ruego que me complazcas. Ves mi mano? La levant anteella, y la muchacha asinti con un movimiento apenas perceptible. Estupendo.Cuntos dedos tengo extendidos?

    En algn lugar de la memoria de ndigo un recuerdo fragmentario se agit; conoca

    esta prueba. Tre... tres musit.Y ahora? La mano desapareci, volvi a aparecer. Dos.Muy bien. Olender se volvi hacia alguien situado detrs de l. La conmocin

    no es grave, creo.La persona que estaba con l dijo algo de lo que ndigo capt la palabra Vinar, pero

    no significaba nada para ella.S, promet avisar. Pide a Jilia que vaya una vez que haya preparado la pocin.

    Olender se volvi de nuevo hacia la cama. Bueno, ndigo, recuerdas lo que te suce-di? Qu es lo ltimo que recuerdas?

    Recordar... Haba habido un barco, sin duda? No haba estado ella a bordo de unbarco? Y... y...Naufragio... La palabra surgi tan apagada que Olender casi no la oy.

    Tormenta..., haba una tormenta...Olender asinti con la cabeza en direccin al otro hombre.S, lo recuerda, aunque no en detalle. No diremos nada ms sobre ello por ahora,

    hasta que est ms recuperada.Pero... dijo ndigo.El mdico se dio la vuelta.S?Cmo...cmo me llamaste...?

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    Te llamas ndigo, no es verdad? Olender frunci el entrecejo. Me dijeron...La muchacha profiri un extrao gemido que lo interrumpi en mitad de la frase, y

    antes de que pudiera impedrselo intent incorporarse en el lecho.Tmbate! le orden con ansiedad, obligndola a permanecer echada. Ella

    levant una mano y se aferr a la mueca de l.Dilo otra vez! La palabra, el nombre!ndigo?El miedo la atenaz, y los ojos se le abrieron repentinamente, desorbitados. Hurgaba

    desesperadamente en su mente, buscando, rastreando, pero la informacin que deseabano se encontraba all: quin era, de dnde vena, dnde haba estado... Todo habadesaparecido, y en su lugar no haba ms que un vaco, una enorme y profunda ex-tensin de nada.

    No s mi nombre! El miedo se transform en pnico, ndigo, ndigo..., serepeta en silencio, una y otra vez, pero no era ms que una palabra sin significado paraella. Ha desaparecido, todo ha desaparecido, no puedo encontrarlo! Su voz setransform en un agudo chillido aterrorizado. No s quin soy!

    No podemos hacer otra cosa que aguardar y tener confianza. Olender mir desoslayo al corpulento scorvio sentado lleno de desnimo frente a l y suspir compren-sivo. Ya s que eso no te sirve de consuelo, Vinar, pero me temo que es lo mejor queyo o cualquier otro podemos ofrecer. Fsicamente se recuperar por completo, loada seala Madre; pero si recuperar o no la memoria es algo que no puedo pronosticar. Aguard una respuesta y, al ver que Vinar no contestaba, aadi, en un intento de

    animarlo: Me he tropezado con esto en ms de una ocasin; se sabe que sucede aveces despus de un golpe en la cabeza. En la mayora de los casos la memoriaregresa...

    Pero no siempre, verdad? Vinar levant los ojos.Olender se sinti incapaz de mentir.No, no siempre.Se produjo un largo silencio. El mdico no lo saba, pero Vinar luchaba interiormente

    consigo mismo, como haba hecho desde que le haban comunicado la noticia de laamnesia de ndigo. Olender saba que l e ndigo haban sido buenos amigos, y haba

    intentado hacer preguntas que pudieran ayudar a los aldeanos a localizar a la familia e lajoven, o al menos a alguien en las Islas Meridionales que la conociera. Hasta elmomento, Vinar haba eludido las preguntas, pero ahora saba que deba dar una res-puesta... y, al hacerlo, desor su conciencia o ceder a ella en la toma de una decisin desuma importancia.

    Lamento tener que apremiarte cuando tienes preocupaciones mayores dijoOlender con suavidad, pero si hay algo que puedas decirnos de su familia...

    Ya interrumpi Vinar con brusquedad.Haba tomado una decisin. Poda estar equivocada, poda ser perversa; pero l no era

    ms que un ser humano, con debilidades humanas. Y, se dijo a s mismo con deses-peracin, ello no hara ningn dao a ndigo. De hecho no le acarreara ms que cosas

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    buenas, ya que estaba seguro, totalmente seguro, de que no haca ms que anticipar ladecisin que la misma ndigo acabara tomando.

    Ya repiti. Puedo ayudar. Tiene familia en las islas, me lo dijo, aunque no sdnde. Pero los encontrar, no lo dudes. Vers, ella iba a llevarme hasta ellos, a ver a su

    padre. Una sonrisa se extendi despacio por su rostro. Ella y yo, sabes?, bamos acasarnos. De modo que ahora puedo ocuparme de ella, y tan pronto como est mejor nosiremos juntos, encontraremos a los suyos, y entonces todo ir bien para los dos!

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    CAPTULO 3

    Despus de una violenta tempestad siempre hay cosas que recuperar a lo largo de lacosta que rodea Amberland, y en los das siguientes a la galerna mucha gente descendia las playas y ensenadas durante la marea baja para peinar la costa en busca de cosasque salvar. Nadie buscaba sacar provecho de la desgracia de otros, pero para losaldeanos de la zona, educados segn los principios del ahorro y la frugalidad, losdesechos procedentes de un naufragio proporcionaban muchas cosas de valor, desdemadera para usar como combustible en invierno hasta pedazos de cuerda, trozos develamen y, bastante a menudo, los restos de cargamentos perecederos intiles ahorapara sus propietarios pero un gran hallazgo para una familia pobre.

    Casi todo el raque lo realizaban los nios y aquellas personas demasiado ancianas oenfermizas para realizar un trabajo regular, y durante los dos das siguientes a la tem-pestad, mientras el mar se tranquilizaba poco a poco, personas solas y grupos

    patrullaron la orilla, exploraron cuevas y treparon por entre las rocas en busca de lo quefuera que la ltima marea alta hubiera arrastrado. Conscientes de que en los lugares dems fcil acceso ya no quedara nada, algunos de los recolectadores ms gilesprobaban suerte y arriesgaban el cuello en ensenadas menos accesibles y lejanas, y fueen una de tales calas, una maana luminosa pero helada cuando la marea estaba en supunto ms bajo, que dos jvenes hermanos vieron algo que se mova entre un montn dealgas de la playa.

    Esk, que con sus diez aos era el ms joven de los dos, hizo caso omiso de laadvertencia de su hermano mayor Retty de que tuviera cuidado, y corri hacia all sin

    pensarlo, para luego detenerse en seco a pocos metros del montn de algas.Es una foca! grit, pero enseguida agreg: No, no lo es... Es... Su voz seapag y mir por encima del hombro con ojos asombrados. Es un perro!

    No lo toques! advirti Retty. Si est herido puede atacarte. Qudate dondeests... Ir a echar una mirada.

    Con el saco de lona rebotando sobre la espalda corri a reunirse con su hermanomenor, detenindose en el camino para recoger un palo de madera que le servira paramantener al perro a raya si resultaba peligroso. Pero, cuando alcanz a su hermano yjuntos se acercaron despacio al animal, se dieron cuenta de que ste no estaba en condi-ciones de atacarlos. Desgreada y cubierta de barro, con el empapado pelaje pegado alcuerpo de forma que le daba un aspecto esqueltico, la criatura yaca en medio de lasalgas, moviendo dbilmente la cabeza y una de las patas delanteras pero demasiadoagotada para hacer nada ms. Tena los ojos entrecerrados, la lengua le colgaba a unlado y su respiracin era jadeante y penosa; al acercarse ms los muchachos escucharonun dbil gemido que escapaba de su garganta.

    No es un perro dijo Retty de improviso. Es un lobo.Un lobo? Esk se mostr incrdulo. Cmo ha ido a parar al mar un lobo?No lo s. Se encogi de hombros. A lo mejor se cay del acantilado, o algo

    as.

    Los lobos no se caen de los acantilados.Pues a lo mejor la galerna lo tir de l. Pero sin duda es un lobo; mira la forma de

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    la cabeza, y las patas tan delgadas. Y esa cola. Eso es un lobo.Qu vamos a hacer? Haba compasin en la voz de Esk. No podemos dejarlo

    aqu o se ahogar cuando vuelva a subir la marea. Crees que podramos ponerlo en pie?Su hermano neg con la cabeza. Me parece que tiene las patas traseras rotas.

    Mira... Las tiene dobladas al revs. Ves cmo estn? No puede andar, y no me gustaraintentar llevarlo en brazos, no sea que an le hagamos ms dao.A lo mejor incluso nos mordera apunt el pequeo en tono prctico.Se quedaron contemplando en silencio el pattico montn de pelo. Si el lobo se haba

    dado cuenta de su presencia no lo demostraba; los gemidos haban cesado ahora, losojos del animal estaban cerrados y era imposible decir si segua respirando o no.

    Al cabo de unos segundos, Esk levant los ojos con preocupacin. Se ha muerto?No lo s. Su hermano estaba a punto de agacharse y extender una mano para

    tocar al lobo, cuando una voz los llam desde lo alto. Retty..., Esk..., todo va bienah abajo? Los nios levantaron la cabeza y vieron una figura, recortada contra elbrillante cielo, que saludaba desde lo alto del acantilado.

    Es el abuelo! grit Esk, ansioso. l sabr qu hacer! El abuelo no sabenada de lobos! protest Retty, pero Esk corra ya playa arriba en direccin al acantila-do, agitando los brazos con energa.

    Abuelo, abuelo, baja! Hemos encontrado un lobo, est herido! Baja!Desde lo alto su abuelo no poda or lo que gritaba Esk, pero la urgencia de la llamada

    quedaba muy clara, de modo que el anciano se acerc al borde y empez a descendercon cuidado. Retty apret los dedos e hizo una mueca, temeroso de la clera de sumadre si el anciano de quien mam deca que era demasiado mayor para ir trepando y

    saltando por las rocas, y vosotros, nios, no os atrevis aanimarlo a hacerlo caa yse haca dao. Pero el abuelo lleg al pie del acantilado sano y salvo y, con Esktirndole de la mano, se acerc a ver el descubrimiento por s mismo.

    Bien, bien dijo, con un tono de asombro en la voz. Es un animal grande, msgrande que la mayora de los lobos que tenemos en esta regin. Es ms parecido a unanimal de la tundra que a una de nuestras razas del bosque.

    Est muerto, abuelo? pregunt Esk.El anciano se inclin para tocar al lobo y palpar bajo el collarn, cubierto de sal y casi

    seco ahora.

    No, no lo creo; pero est malherido.Tiene las patas traseras rotas le inform Retty, sombro. No puede andar; si sequeda aqu se ahogar cuando suba la marea.

    El abuelo de los muchachos se irgui y estudi la situacin del lobo herido. Mataranimales para comer era una cosa; la carne era algo necesario para sobrevivir, y siemprele haba gustado la caza tanto como a cualquiera. Pero ningn habitante honrado de lasIslas Meridionales matara a un animal por otro motivo, o lo dejara sufrir sin necesidad.Tanto animales como humanos eran criaturas de la Madre Tierra, y los isleosrespetaban a los lobos en particular, no como competidores sino como compaeros decaza por derecho propio. A lo mejor, pens, ese lobo ya no poda salvarse, pero noestaba seguro. Mereca una oportunidad... y, de todos modos, no crea tener el valor para

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    despacharlo, aunque fuera en un acto de misericordia. Adems, hoy era da de mercado,no era as? Eso podra cambiarlo todo...

    Retty dijo, indicando el acantilado, vuelve a subir; luego corre todo lo rpidoque puedas hasta el pueblo y consigue que vengan dos hombres. Diles que traigan algo

    de cuerda, y una plancha resistente de mimbre para hacer una camilla. Despus, cuandolo hayas hecho, quiero que vayas a Ingan.Ingan? Retty estaba perplejo. Ingan era la ciudad grande ms cercana, situada

    unos ocho kilmetros tierra adentro. El nio apenas si haba estado en la ciudad dosveces en toda su vida. Para qu, abuelo?

    Es da de mercado respondi el abuelo. Existen muchas probabilidades de queNiharin est all. Si lo est, quiero que le pidas, con toda educacin, sobre todo!, sipuede venir a ver qu puede hacer por el lobo.

    Esk, que escuchaba con sumo inters, torci el rostro en una mueca.Niahrin? Puf! Es una bruja horrible..., es repugnante! El anciano se volvi

    furioso hacia el pequeo. Ya es suficiente, muchacho! Niahrin no puede evitar elaspecto que tiene, y sabes tan bien como yo que las brujas del bosque son mujeresbuenas y sabias, de modo que no tolerar que se la insulte! Mientras Esk enrojecaavergonzado, el abuelo se dirigi de nuevo a Retty. Di a tu madre que tienes mipermiso para ir, y que puedes coger prestado el poni del herrero; le dices que ya lepagar ms tarde. Ahora, ponte en camino, y date prisa. La marea empieza a subir ya yno tenemos mucho tiempo.

    Alentado por la responsabilidad que su abuelo depositaba en l, y tambin por elpensamiento de que a lo mejor podan salvar al lobo, Retty asinti con la cabeza. S,

    abuelo. Har todo el camino corriendo! El anciano y el nio de menor edad lo siguieroncon la mirada mientras ascenda por el acantilado y desapareca por encima de lacumbre tras agitar rpidamente un brazo en seal de despedida. Luego devolvieron suatencin al lobo. La criatura pareca haber recuperado el conocimiento otra vez peroestaba demasiado dbil y atontada para intentar moverse. Sus nublados ojos ambarinoslos contemplaban con impotencia; con la punta de la lengua se lama las mandbulaspero sin coordinacin. El anciano consider la posibilidad de intentar enderezar laspatas traseras daadas, pero se decidi en contra temeroso de que sus bienintencionadaspero inexpertas manos no fueran a empeorar las cosas. Era mejor esperar la llegada de la

    hechicera, aunque, si no haba ido al mercado de Ingan hoy, slo la Madre saba lo queharan ellos entonces. El pueblo tena su propio mdico, desde luego, pero la forma enque Niahrin trataba a los animales era una leyenda en la regin. La gente rumoreabaincluso que, en una ocasin, haba devuelto la vida a un caballo...

    Una mano diminuta se introdujo repentinamente en la suya, y vio a Esk que locontemplaba ansioso.

    Podr Niahrin salvar al lobo, abuelo? El chiquillo se disculpaba as de formaindirecta por lo que haba dicho minutos antes, y el anciano sonri para darle a entenderque estaba perdonado.

    Tendremos que esperar y ver, muchacho. Pero, si alguien puede, es ella.

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    Era pasado el medioda cuando Retty regres de Ingan en el poni prestado, con labruja Niahrin montada a la grupa detrs de l.Todos los habitantes de la zona conocan a Niahrin, pero, pese a la larga amistad, los

    aldeanos an la miraban con una mezcla de curiosidad y compasin al saludarla. Niah-

    rin probablemente no tendra ms de cuarenta aos de edad, y de espaldas, con su figuraelegante y ligeramente rolliza y los cabellos de un negro azabache arrollados alrededorde la cabeza en dos trenzas, se pareca a cualquier aldeana madre de familia, inclusoaunque sus ropas fueran viejas y un poco extraas y sus colores a veces no combinarandemasiado. Pero, cuando se daba la vuelta y mostraba el rostro, esa ilusin sedesvaneca.

    El ojo derecho de Niahrin era de un castao lmpido y clido, la mejilla derechamostraba un rubor saludable bajo el efecto bronceador del viento, y el lado derecho dela boca era carnoso y casi bello. Pero el ojo izquierdo estaba tapado por un parche decolores, hecho con un pedazo de tapiz viejo, y la piel que quedaba debajo aparecaarrugada por viejas cicatrices de un color gris blanquecino que descendan hasta lamandbula como las marcas de las zarpas de un animal, tirando hacia abajo de la co-misura izquierda de la boca y dando una terrible contorsin a su sonrisa. Nadie sabaqu accidente haba provocado tal desastre, y Niahrin se negaba a hablar de ello. Peroun rumor persistente afirmaba que la desfiguracin era el resultado de una maldicinlanzada sobre ella por su abuela cuando Niahrin no era ms que una criatura. Nadierecordaba a la vieja bruja ahora, ni se acordaba de su nombre siquiera, pero todo elmundo coincida en que una mujer que poda ser tan cruel con alguien de su propiasangre deba de haber sido una criatura llena de pura e implacable maldad. Unos pocos

    teman que Niahrin hubiera heredado algunos de los rasgos de su abuela, pero loshechos hablaban mejor que las palabras; Niahrin era una herbolaria experta y utilizabala vieja magia slo para el bien, y la gran mayora de las personas no slo la respetabasino que senta afecto por ella.

    Como ella misma ya haba explicado al nio, Retty haba tenido mucha suerte alencontrarla ese da en el mercado. Como tantas de las brujas de las Islas Meridionales,Niahrin prefera la vida solitaria en el bosque a la atmsfera ms mundana de unaciudad o pueblo. Tena su hogar en la gran zona boscosa que se extenda entre la costade Amberland y la fortaleza del rey en Carn Caille. Cultivaba sus propias verduras e

    hierbas y los habitantes del bosque la abastecan de carne, de modo que sus visitas aIngan eran pocas y espaciadas. Lo cierto es que haba estado a punto de no acudir eseda, y nicamente una intuicin de que hallara algo de particular inters la haba con-vencido de dirigirse a la ciudad. A lo mejor, dijo a Retty al tiempo que se golpeaba unlado de la nariz y le dedicaba un guio conspirador con el ojo bueno, el lobo la haballamado pidindole ayuda, tal como a veces hacan los animales con los humanos quelos comprendan...

    Retty no poda evitar que le gustase Niahrin, a pesar de su aspecto desconcertante.Durante el viaje de vuelta desde Ingan la mujer lo haba entretenido con historias de losbosques, de partidas de caza y de animales y de habitantes de los bosques, y de aquellaocasin en que el mismo rey haba pasado a caballo acompaado por la reina y toda su

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    corte, y de cmo al pasar el monarca le haba dedicado una inclinacin de cabeza comosi ella fuera una dama de la nobleza. La reina era muy joven y hermosa, dijo Niahrin,pero tena un aspecto delicado y abatido, aunque la bruja aadi que probablemente noera nada que una botella de su propio tnico de hierbas no hubiera subsanado si ella

    hubiera tenido el valor de ofrecerla.Finalmente llegaron a la casa de Retty, situada cerca del puerto, y al sonido de loscascos del poni la madre y el abuelo del muchacho salieron a la puerta. Se intercam-biaron los cumplidos de rigor, y se condujo a Niahrin a travs de la casa hasta elfregadero de la parte trasera de la casa, donde yaca el lobo herido sobre un montn desacos. La familia se amonton en la pequea habitacin detrs de ella, e incluso Esk fuelo bastante osado ahora en presencia de la bruja como para atisbar desde detrs de lasfaldas de su madre.

    El chico dice que le parece que las patas traseras del animal estn rotas. Niahrinse agach junto a los sacos y pas una mano firme pero suave sobre el lomo del lobo yluego sobre los costados. Un espasmo reflejo crisp el cuerpo del animal, y la brujamene la cabeza afirmativamente. Mmmm... bueno, no estoy tan segura. Puedeexistir una fractura, pero si as es se trata de una fractura limpia, y ella todava tienesensibilidad en el lomo. El dao no es irreparable.

    Es una hembra? El abuelo mir por encima del hombro a Niahrin consorpresa. Parece tan grande... Y esas cicatrices en el hocico... Pensaba que slo eranlos machos los que se metan en peleas.

    Niahrin lanz una risita ahogada.Oh, te sorprenderas. Los lobos no son tan diferentes de nosotros los humanos; las

    mujeres siempre pueden hacer pasar un mal rato a los hombres cuando se trata de unabuena escaramuza. Bueno introdujo la mano en un pequeo morral que le colgaba delhombro. Primero, le dar un poco de mi elixir especial. Tiene dolor, sabis?, demodo que unas gotitas ayudarn a alivirselo. Tambin tiene algunas heridas; necesitarun poco de agua hirviendo para preparar una cataplasma; luego entablillar y vendarlas patas, lo justo para llevrmela a casa sin que sufra ms daos.

    A tu casa? Retty estaba consternado. Oh, pero yo pens que nos laquedaramos.

    Su madre lanz un bufido de sorpresa, y Niahrin neg con la cabeza.

    No, querido, eso no estara bien, y no sera lo mejor para ella. Necesita cuidadosadecuados y que todo cicatrice bien; no es mi intencin ofenderos, buena seora, peroestoy segura de que tenis trabajo ms que suficiente sin que adems tengis queocuparos de un animal enfermo. Sonri por encima del hombro a la madre de losnios. Si tenis algunas tiras de ropa o de lona y un par de pedazos de madera no muylargos que me podis dar, eso es todo lo que os pido.

    Desde luego. La mujer, con Esk pegado a ella, sali a toda prisa a buscar lo quele haban pedido. Al ver el rostro alicado de Retty, Niahrin le sonri.

    No te inquietes. Te ir enviando noticias de sus progresos, y, si tu madre y tuabuelo te autorizan, podrs venir a visitarla dentro de un tiempo. Ms o menos despusde la prxima luna nueva; para entonces estar en condiciones de recibir visitas.

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    Puedo, abuelo? Retty levant la vista esperanzado. S, claro, si tu madre estde acuerdo. Niahrin volva a examinar a la loba. Bueno, no tiene leche, de modo queno hay cachorros hurfanos de los que preocuparnos. Hizo una pausa. Decs quela encontrasteis en la playa? Arrastrada por la marea?

    Eso es lo que parece le dijo el abuelo. Aunque cmo fue a parar al mar y, anms, cmo se apart tanto del bosque, es algo que slo la Madre sabe.S; vagabundean, claro, pero suelen ir hacia el sur en direccin a la tundra, no al

    norte. La verdad es que dudo que se trate de uno de nuestros lobos locales. No recuerdohaberla visto antes, y con esas cicatrices y el pelaje moteado no es un animal que yoolvidara fcilmente. Mientras hablaba, Niahrin haba ido pasando una mano sobre elhocico de la loba en tanto que la otra trazaba menudos y rpidos signos en el aire porencima de la frente del animal; de improviso se detuvo y se inclin para estudiarlo conms atencin. Empieza a despertar.

    La loba lanz un gaido y se estremeci. Retty intent mirar, pero su abuelo lo obliga retroceder dos pasos.

    Djale sitio, muchacho. Demasiados rostros extraos todos a la vez la asustarn.Niahrin canturreaba en voz baja ahora mientras permaneca inclinada sobre el animal,

    palabras que ni el anciano ni el chiquillo comprendieron. Muy despacio, los ambarinosojos de la criatura se abrieron. Estaban nublados y miraban sin ver; el animal parecahacer grandes esfuerzos por respirar. Entonces, tan dbilmente que slo la bruja pudoorlo, una voz apagada pero clara brot de su garganta.

    Don... dnde est ndigo? Qui... quie... ro a ndigo...Niahrin aspir con fuerza, alarmada. Madre Todopoderosa, la criaturahablaba!

    Pasa algo? El abuelo se adelantaba, y la intuicin de Niahrin envi a su menteuna veloz advertencia.

    No respondi al momento. No, no pasa nada.Las mandbulas de la loba volvieron a abrirse y la mujer coloc una mano sobre el

    moteado hocico. No quera que ni el anciano ni el nio supieran lo que haba visto yodo; haba algo muy extrao aqu que todava no poda comprender y, hasta que lohiciera, sera ms sensato mantener para s lo que haba descubierto.

    Toma, vamos. Oblig a sus palabras a recuperar un tono normal y con grancuidado separ los labios de la loba, para luego introducir el cuello de la botella de

    elixir entre los largos dientes. Puede tragar el licor, y eso la har dormir de nuevo eimpedir que sienta dolor. Observ con atencin mientras una buena dosis descendapor la garganta del animal. Bien, est lista el agua? Lo mejor ser que le echemos unremiendo lo ms deprisa posible, y as podr marcharme y llegar a casa con ella antes deque oscurezca.

    Le ofrecieron un poni y una carreta para que ella y su paciente regresaran al bosque,pero Niahrin no quiso aceptar. No estaba acostumbrada a manejar caballos, dijo; montara la grupa era una cosa pero si la dejaban sola se metera en un lo, y adems no tenaningn sitio donde instalar al poni durante la noche. Agradecindoselo de todo corazn,prefera mucho ms tomar prestada una carretilla que podra devolver ms adelante; la

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    loba estara bastante cmoda, y la caminata no era nada para ella. Antes de partir recetunas pcimas para la tos de un vecino y para el hijo de otro que empezaba a sacar losdientes, entreg a la madre del muchacho un paquete de hierbas para cocinar, y muyamablemente acept cuatro pescados salados, un pesado pastel y una cesta de huevos

    recin puestos en pago de sus servicios. Tambin volvi a prometer que Retty podravisitar a la loba cuando sta estuviera recuperada, lo que disip un poco la tristeza delchiquillo mientras la vea marchar colina arriba empujando la carretilla hastadesaparecer de la vista siguiendo la carretera de Ingan.

    Los aldeanos ofrecieron escoltarla, pero Niahrin haba decidido que nadie debaacompaarla en el trayecto de regreso a casa. Por una parte quera mantener para s elsecreto que haba descubierto; y, por otra, el solitario paseo le proporcionara tiempopara reflexionar sin distracciones sobre aquel misterio.

    La loba yaca en la carretilla, tan cmoda como era posible tenerla en un lecho desacos y paja. El animal se encontraba sumido en un profundo sueo, parecido a un tran-ce Niahrin le haba suministrado ms cantidad del licor de la que era estrictamenteaconsejable, pero tena sus ramones, y, mientras se pona en marcha con pasos largosy decididos, con la carretilla traqueteando y bambolendose delante de ella, la brujaempez a revisar mentalmente lo poco que saba.

    Un lobo que hablaba el lenguaje humano. Haba odo jams algo parecido?Rememor las historias que su madre le haba contado, luego retrocedi an ms hastalas enseanzas y los conocimientos locales recibidos de su abuela, y decidi que no. Yla criatura haba sido arrojada a la playa por el mar. Por norma los lobos no seaventuraban cerca del mar; parecan sentir un temor o aversin instintivos por l, y saba

    con seguridad que ninguno viva a menos de dos kilmetros o ms de la costa.Existira, se pregunt de improviso, alguna conexin con el barco embarrancado frenteal cabo Amberland durante el temporal del da anterior? Las noticias viajaban velocesen la regin, y el naufragio haba sido el tema de conversacin en el mercado de Ingan.Haba muchos supervivientes, por lo que haba odo (y haba que dar gracias a la Madrepor ello), que se estaban recuperando en uno de los poblados de Amberland situadosms all a lo largo de la costa. A lo mejor podra enviar un mensaje con uno de los hijosde los guardabosques, para preguntar si haba habido una loba a bordo del barco. No eramuy probable, pero Niahrin haba aprendido haca ya tiempo que no era prudente

    descartar ni siquiera las conjeturas ms extravagantes.Luego estaba la cuestin de lo que haba dicho la loba. Algo sobre que quera andigo. Qu era ndigo? Una persona?, un lugar?, un objeto? O lo haba entendidotodo mal, y la pobre criatura haba estado intentando decir me quiero ir o algoparecido? S, eso tendra sentido. Pero Niahrin tena el presentimiento de que no lo ha-ba entendido mal.

    Contempl meditabunda el lamentable montn de pelaje gris, seco ahora pero todavasucio, que descansaba en el interior de la carretilla. Primero lo primero: comodidades ycuidados era lo que importaba por encima de todo, y esas cosas ella podaproporcionarlas en grandes cantidades. Pero, cuando hubiera hecho todo lo que estabaen su mano... bien, entonces habra tiempo para investigar ms a fondo.

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    Niahrin lleg al bosque una hora antes de anochecer, lo que la satisfizo. Los das erancada vez ms largos a medida que la primavera se estiraba hacia el verano; muchos delos rboles mostraban ya los brillantes colores de las jvenes hojas nuevas como unaneblina verde, y la hierba en los claros brotaba exuberante y vigorosa. Tendra una

    buena cosecha de escalonias en su parcela de las verduras cualquier da de stos, y eracasi el momento de sembrar judas y races de verano. Una poca de cultivo y tambinuna buena poca para curar heridas. Con una extraa y pesarosa sonrisita, se dijo queera tambin una buena poca para volver a despertar una vieja magia, una que haca mu-chos aos que no utilizaba. La idea le produjo un escalofro nada agradable, pues en loms profundo de su mente todava la tema como siempre haba hecho, y le devolvarecuerdos que habra preferido no recuperar. No obstante, un don exista para serutilizado. Y el don que su abuela le haba entregado, veinticinco aos atrs, era tal vezel nico medio de resolver este enigma...

    Su casa se encontraba a media hora de camino desde el linde del bosque, en un claroentre robles, fresnos y abedules que en pleno verano formaban un agradable doselmoteado. Al igual que otras casas de los alrededores, estaba construida en madera conun tejado de turba, y se ergua firme y cuadrada en el interior de su propia parcelavallada con mimbre. No tena ms que un piso y dos habitaciones, pero siempre habasido lo bastante amplia para las necesidades de Niahrin.

    La mujer empuj la puerta no haba cerraduras, pues ningn isleo osara jamspenetrar en la casa de una bruja sin ser invitado y encendi dos velas antes dearrastrar la carretilla hasta el umbral y levantar en brazos a la loba que dorma en suinterior. El animal era pesado, y, pese a su buena forma fsica y su fuerza, Niahrin dio

    gracias que la criatura no estuviera despierta para sufrir tan torpe maniobra. Por fin,consigui depositar a la loba sobre un jergn relleno de heno junto a la chimenea, yempez a encender el fuego que haba dejado dispuesto aquella maana. Lo primero quehara sera colocar su comida a calentar, pues nadie trabajaba bien con el estmagovaco, y mientras el cazo herva tendra tiempo de tratar adecuadamente losentablillados y vendajes de la loba y de aadir uno o dos conjuros, que no haba podidorealizar bajo la mirada de los aldeanos, para infundir poder curativo.

    Cuando termin, del cazo del trbedes se elevaba un olor apetitoso y la habitacinestaba caliente y bien iluminada por la luz del hogar, desafiando a la oscuridad exterior.

    Mientras se serva una generosa racin de estofado de conejo en un bol y cortaba unpedazo de grueso pastel como postre, Niahrin enton una dulce cancin, en parte paracalmar a la dormida loba y en parte para crear la atmsfera soporfera que permitira asu mente realizar la transicin desde una realidad a la otra. Comi despacio, de formacasi ritual; luego se sirvi un vaso de agua de una jarra, lo bebi y fue a sentarse con laspiernas cruzadas en el lado opuesto de la chimenea al que se encontraba la loba. Durantequizs un minuto todo permaneci en silencio; entonces, desde algn punto en lasprofundidades del bosque, un bho lanz su solitario y lgubre grito, y Niahrin supo queera el momento oportuno.

    Se llev una mano al parche que le cubra el ojo izquierdo, y lo levant. Desde que lehaban hecho aquello, haba dejado de tener espejos, pero recordaba muy bien la

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    expresin de horror en los rostros de aquellos a quienes se haba mostrado; el asco, larepugnancia, la compasin por una mujer condenada a la soltera por el don de suabuela.

    Ella era especial, eso era lo que su abuela haba dicho. Niahrin no le guardaba rencor,

    pues aun entonces haba comprendido que la anciana tena razn y haba aceptado eldon de buen grado; incluso haba querido ms a la abuela por ello. Qu importaba siningn hombre iba a mirarla jams a no ser con expresin de repugnancia? Estabacasada con su arte, y eso era algo que aquellos que la compadecan no podran entendernunca.

    El ojo izquierdo de Niahrin era el ojo de una monstruosidad. Sin pestaas, la pielarrugada como una pasa a su alrededor, su color convertido en un horrible gris cada-vrico, cuyo iris pareca difuminarse en el blanco del ojo y fundirse en l. Y la miradaera fija e inmvil, desviada a un lado en una espantosa mirada estrbica; una expresinde autntica demencia.

    Pero Niahrin distaba mucho de estar loca. Y este ojo, este don, por grotesco y horribleque pudiera ser, le proporcionaba algo que era totalmente suyo.

    Niahrin empez a canturrear otra vez en voz baja. El terrible ojo bizco parpade unavez, y sobre la imagen de la habitacin iluminada por las llamas empezaron a aparecernuevos paisajes, que se materializaban despacio pero con claridad, otras realidades quese fusionaban con su agradable mundo. Pasado, presente y futuro, unindose como loshilos del telar de un tejedor. Lo que fue; lo que podra haber sido; lo que podra ser. Yen su mente, como fantasmas susurrantes, las voces del podra y del pudo y del siempezaron a hablarle...

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    CAPTULO 4

    Niahrin permaneci despierta hasta bien entrada la noche, meditando sobre lo quehaba averiguado o, quiz lo que era ms importante, sobre lo que no haba averi-guado en su viaje a los mundos de las posibilidades.

    Estaba sentada junto a la ms pequea de las dos ventanas de la casa, observando loscambiantes dibujos que la luz, de la luna trazaba al filtrarse por entre los rboles querodeaban el claro mientras las imgenes seguan persiguindola. De vez en cuandovolva la cabeza y contemplaba la yacente figura de la loba, apenas distinguible ahoraen la cada vez ms apagada luz de las llamas, y en esos momentos le daba la impresinde que las imgenes se acercaban ms, de que surgan de entre las sombras paraconvertirse casi en una presencia tangible en la habitacin. Una anciana, con la espaldaencorvada por el reuma, los ojos extraviados y llenos de una silenciosa y furibundaamargura; una pareja hermosa, despreocupada y risuea; un hombre vestido con ropas

    elegantes que yaca boca abajo sobre un lecho mientras su sangre tea las sbanas dehilo; un anciano sabio, de cabellos blancos y rostro bondadosos, que tocaba un arpa quelloraba y gema. Y otra ms. Alguien cuyo rostro saba que haba visto en algn montode su vida pero al que su memoria era incapaz de dar un nombre o una identidad. seera el misterio ms extrao de todos. A lo mejor era el esfuerzo agotador que significabaponer en funcionamiento sus poderes adivinatorios, o tal vez no era ms que el efectosoporfero del fuego que la haba adormilado y le haba hecho perder la concentracin,pero se despert de improviso con un sobresalto, a tiempo de escuchar los ecos de unsonido familiar que se desvanecan en el bosque. Frotndose el ojo derecho para aclarar-

    lo el parche volva a estar en su sitio, Niahrin atisbo por el grueso cristal de laventana, ahuecando la mano sobre l para ver mejor. La luna deba de haberse puesto,ya que el claro estaba a oscuras. Pero en algn lugar ah afuera, silenciosos como lanoche misma, ellos estaban despiertos y alerta. No los vera, a menos que quisieranmostrarse, pero sinti su presencia con fuerza y sin la menor duda. Los lobos del bosqueera