conferencias de merchita tomo 3

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MERCEDES CRUZ REYES

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1ª LOS FLUIDOS ..................................................................................................... 3

2º EL DOBLE ENTÉRICO ................................................................................... 14

3º VIDA FUTURA ............................................................................................... 24

4º COMPORTAMIENTO DEL BUEN ESPIRITA ........................................... 35

5º FELICIDAD DE LA ORACIÓN ..................................................................... 44

6ª EL PASE DENTRO DE LA DOCTRINA ESPIRITA .................................. 51

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LOS FLUIDOS

Hay un fluido etéreo que llena el espacio y penetra a los cuerpos. Este fluido

es el éter o materia cósmica primitiva, generador del mundo y de los seres. (Allan Kardec, El Génesis)

El fluido cósmico primitivo llena el Universo y penetra todo lo que existe

como un inmenso océano. El fluido cósmico universal se transforma en la mate-ria densa, en todo lo que vemos en el Universo. La materia no es más que fluido cósmico universal en un estado denso. Ese estado es transitorio, y la materia densa puede volver a convertirse otra vez en fluido cósmico universal y volver a su estado primitivo. Al reflexionar sobre esto podemos darnos cuenta de que los conceptos que tenemos de la realidad física y sólida no son más que construc-ciones mentales que los seres humanos nos hemos elaborando basándonos en nuestras observaciones, pero que la realidad no es como nos la habíamos imagi-nado.

Ese fluido cósmico que llena el Universo tan generosamente en las regiones

inmensas, ricas en cúmulos estelares. Ese fluido de distinto grado de condensa-ción que puebla el cielo sideral que no brilla aún y está modificado, en mayor o menor medida, por combinaciones diversas según las localizaciones de la exten-sión, es la sustancia primitiva en la que radican las fuerzas universales de las que la Naturaleza ha obtenido todas las cosas (Allan Kardec, El Génesis)

El mundo de los fluidos, que se entreve más allá del estado radiante, reserva

a la ciencia muchas sorpresas y descubrimientos. Son innumerables las varieda-des de formas que la materia, en estado sutil, puede revestir por las necesidades de una vida superior.

Ya muchos observadores saben que fuera de nuestras percepciones, existe

otro mundo, no solo el de lo infinitamente pequeño, sino un Universo fluídico que nos envuelve, todo el poblado de multitudes invisibles.

Seres sobrehumanos – más no sobrenaturales – viven a nuestro lado, mu-

dos testigos de nuestra existencia, y solo manifiestan la suya en condiciones de-terminadas, bajo la acción de leyes, naturales, precisas, rigurosas. Es importante penetrar el secreto de estas leyes, pues de su conocimiento dependerá para el hombre la posesión de las fuerzas considerables cuya utilización práctica puede transformar la faz de la Tierra en el orden de las sociedades.

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Uno de los grandes misterios que la Ciencia Humana procura esclarecer es el de la existencia de una mataría básica universal, capaz de servir como punto de partida para el origen de los elementos físicos conocidos. Aunque investiga-dores de todo el mundo se han empeñado en el estudio de la estructura intima de los átomos, aun no se ha conseguido encontrar ese elemento Basoco primiti-vo. Modernos estudios afirman que en un principio todos los elementos mate-riales estaban reunidos en un solo “punto”, bajo Una presión incalculable. En cierto momento, ese punto explotó, dispersando materia por el espacio, dando origen a las nebulosas, a los sistemas estelares, a los planetas a los astros. El Universo, de acuerdo con la física moderna, continua, expandiéndose y no se sa-be hasta cuando continuará en este proceso. La Ciencia cree que, encontrando el elemento material primitivo, estaría frente a la solución de muchos misterios sobre el origen de las cosas. En el siglo XIX cuando comenzaron las manifesta-ciones de los Espíritus, ellos revelaron una teoría donde explicaban de forma racional el origen de las cosas materiales y espirituales. Decían que había por toda la Creación un elemento primitivo etéreo, denominado “fluido cósmico Uni-versal” y que todos los elementos materiales conocidos son formas modificadas de este fluido. Algunos científicos en el pasado investigaron la materia básica, también denominada “éter” más no consiguieron convencer a los medios cientí-ficos de su existencia. La Ciencia no podía comprender la presencia, en el espa-cio, de una materia tan sutil que no fuese detectada por los instrumentos exis-tentes. El Espiritismo, a través de los fenómenos de efectos físicos, demostró la existencia del fluido cósmico Universal, base de todos los elementos materiales.

Es pues, en las leyes que rigen la vida espiritual, donde hay que buscar la

clave de los milagros de esta categoría. El Fluido Cósmico Universal es la materia elemental primitiva, cuyas modificaciones y transformaciones constituyen in-numerable variedad de cuerpos en la naturaleza. Es altamente influenciable por el pensamiento (que es una forma de energía) pudiendo modificarse, asumir formas y propiedades particulares. La acción del pensamiento Divino sobre el fluido cósmico Universal dio origen a las nebulosas, a los sistemas estelares, a los planetas y astros. Es en esa materia fluidica que el Creador ejecuta el plano exis-tencial. Por medio del fluido cósmico Universal llena todo el espacio existente entre los mundos. Por medio de el viajan ondas del pensamiento del mismo mo-do que las ondas sonoras se proyectan en la camada atmosférica.

Alrededor de los planetas, el fluido Universal se presenta modificado. La

presencia de la vida en el orbe le impone características especiales, pues es al-terado por la actividad mental de los habitantes. En los mundos más primitivos, el fluido Universal que los circunda se presenta oscuro y pesado. En los mundos más civilizados la atmósfera espiritual es más leve y luminosa. Para comprender mejor este principio elemental podremos decir que tiene dos estados distintos:

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el de la imponderabilidad o de eterización (estado normal primitivo) y el de la ponderabilidad o de materialización. Al primer estado pertenecen los fenómenos del mundo invisible. Lógicamente entre los dos puntos existen innumerables formas intermediarias de transformación del fluido en materia tangible. En el estudio de este importante asunto podremos entender el origen de muchas afec-ciones del ser humano y los fundamentos de la fluidoterapia, largamente em-pleada en los centros espiritas, en la profilaxia y tratamiento de las enfermeda-des fisicas y espirituales.

En el estado de eterización el fluido Universal no es uniforme; sin cesar de

ser etéreo, pasa por modificaciones tan variadas en su genero, y más numerosas tal vez, que en el estado de materia tangible. Tales modificaciones constituyen fluidos distintos que, si bien sean procedentes del mismo principio, son dotados de propiedades especiales, y dan lugar a los fenómenos particulares del mundo invisible. Una vez que todo es relativo, esos fluidos tienen para los Espíritus, que en si mismo son fluiditos, una apariencia material como la de los objetos tangi-bles para los encarnados, y son para ellos lo que para nosotros son las sustancias del mundo terrestre, ellos las elaboran, las combinan para producir efectos de-terminados como lo hacen los hombres con sus materiales, sin embargo usando procesos diferentes. “(Allan Kardec la Génesis, Cáp., XIV

LOS Espíritus afirman que una de las modificaciones más importantes del

fluido Universal es el fluido vital. El es el responsable por la fuerza matriz que movimenta en los cuerpos vivos. Sin el, la materia es inerte. Podemos decir que el es responsable por la animalización de la materia. Ese agente es el fluido vital. Es el que da vida a todos los seres que lo absorben y asimilan. La materia sin el no tiene vida el sin la materia no es vida. Cuando los seres orgánicos pierden la vitalidad, por la muerte, la materia se descompone formando nuevos cuerpos y el fluido vital vuelve a la masa, al todo Universal, para nuevas combinaciones y utilizaciones en el Universo. Cada ser tiene una cantidad del fluido vital, de acuerdo con sus necesidades. Las variaciones dependen de una serie de factores. Allan Kardec nos instruye sobre el asunto en el Libro de los Espíritu, en la pre-gunta 70:

“La cantidad de fluido vital no es la misma en todos los seres orgánicos: va-

ria según las especies y no es constante en el mismo individuo, por así decir, al-gunos saturados de fluido vital, mientras otros lo poseen apenas en cantidad su-ficiente. Es por eso que unos son más activos, más enérgicos, y de cierta manera, de vida superabundante.

La cantidad de fluido vital se agota. Puede tornarse incapaz de sostener la

vida, si no fuera renovada por la asimilación de substancias que lo contienen. El

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fluido vital se transmite de un individuo a otro. Aquel que lo tiene en mayor can-tidad puede darlo al que tiene menos, y en cientos de casos hacer volver a la vida presta a extinguirse.

Estudiando esos fundamentos a la luz del Espiritismo, llegamos a la com-

prensión de muchas cosas simples que parecían complicadas e irreales, como por ejemplo la citación de Moisés en la Biblia sobre el origen del hombre. Dice el: Dios formó el cuerpo del hombre del limo de la Tierra y le dio un alma vivifica-dora, a su semejanza. El estaba cierto, pues quería decir que el cuerpo material era formado de los mismos elementos que habían servido para formar el polvo de la Tierra

El “alma viva a su semejanza “es el principio inteligente o espiritual retirado

de la esencia divina, haciendo gran distinción entre lo material y el espiritual. El hombre puede mantener el equilibrio de su salud vital a través de la alimenta-ción, de la respiración del aire puro y, por encima de eso, manteniendo una con-ducta mental sana.

El principio vital es la ley que rige la existencia del fluido vital. “Los malos pensamientos corrompen los fluidos espirituales, como los

miasmas deletéreos corrompen el aire respirable” El pensamiento ejerce una poderosa influencia en los fluidos espirituales

modificando sus características básicas. Los buenos pensamientos les imponen luminosidad y vibraciones elevadas que causan confort y sensación de bienestar a las personas que están bajo su influencia.

Los malos pensamientos provocan alteraciones, malestar, sensaciones con-

trarias a las que hemos mencionado. Los fluidos quedan oscuros y su acción provoca malestar físico y psíquico.

En la atmósfera fluidica se asocian seres desencarnados con tendencias mo-

rales y vibratorias semejantes. Por esta razón, los Espíritus Superiores reco-miendan que nuestra conducta en las relaciones con la vida, sea lo más elevada posible. Una criatura que vive entregada al pesimismo y a los malos pensamien-tos tiene alrededor de si una atmósfera espiritual oscura, a la cual se aproximan Espíritus enfermos. La angustia, la tristeza y la desesperación aparecen, forman-do un cuadro físico-psíquico deprimente, que puede ser modificado bajo la orientación de las enseñanzas morales de Jesús.

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“La acción de los Espíritus sobre los fluidos espirituales tienen consecuen-cias de importancia directa y capital para los encarnados. Desde el instante en que tales fluidos son el vehiculo del pensamiento; que el pensamiento les puede modificar las propiedades, es evidente que ellos deben estar impregnados de las cualidades buenas o malas de los pensamientos que los colocan en vibración, modificados por la pureza o impureza de los sentimientos. Allan Kardec Génesis

A medida que el hombre crece en conocimientos percibe que sus males, tanto físicos como espirituales, es directamente proporcional a su grado evoluti-vo y que el puede cambiar ese estado de cosas, modificándose moralmente. Aliándose a las buenas compañías espirituales a través de sus buenos pensa-mientos podrá establecer una mejor atmósfera fluidica en torno de si y conse-cuentemente del ambiente en que vive. Resumiendo todos somos responsables por el estado de dificultades morales que vive actualmente el planeta. Mejorán-dose la humanidad se depurará la atmósfera fluidica en cuyo medio vive, porque no le enviara nada más que fluidos buenos, y estos operaran una barrera invisi-ble para la invasión de los malos . La tierra cuando este poblada por hombres que practiquen las leyes divinas del amor y la caridad no dudaremos que nos e encontrará más en condiciones de higiene física y moral como las actuales.

El pensamiento produce, pues, una especie de efecto físico, que reacciona

sobre la moral; es una cosa que solo el Espiritismo puede hacer comprender. El hombre busca instintivamente, reequilibrarse, busca reuniones homogéneas y simpáticas donde pueda adquirir nuevas fuerzas morales; podríamos decir que allí recobra las perdidas fluídicas que experimenta cada día por la irradiación del pensamiento del mismo modo, que por la alimentación, recupera las perdi-das del cuerpo material. El pensamiento es una emisión que ocasiona perdidas de fluidos espirituales, y por consecuencia de fluidos materiales; de forma que el hombre necesita confortarse con los efluvios que recibe del exterior. Muchos médicos curan a sus pacientes con buenas palabras, el pensamiento benévolo lleva consigo fluidos reparadores que obran sobre lo físico tanto como sobre lo moral.

Al igual que nos libramos de los hombres ignorantes huyendo de ellos, nos

podemos liberar de los malos fluidos de los espíritus malos oponiendo buenos fluidos, y como cada uno lleva consigo en su periespiritu una fuente fluidica permanente, el remedio está en si mismo. Basta purificar esa fuente y darle cua-lidades tales que sean para las malas influencias un repulsivo en vez de atracti-vo. El periespiritu es una coraza que conviene dar el mejor temple posible, y como las cualidades del periespiritu están en relación con las cualidades del al-ma, conviene trabajar en su propio mejoramiento, porque son las imperfeccio-nes del alma las que atraen a los malos espíritus.

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Los espíritus malos van donde el mal los atrae; si el mal desaparece, ellos se alejan. Los buenos espíritus, encarnados o no, no tienen que temer de la influen-cia de los malos espíritus.

El alma está revestida por un envoltorio o cuerpo fluídico, que se le deno-

mina periespiritu. Es como una condensación del fluido cósmico universal alre-dedor del alma, deduciéndose de ahí que el cuerpo periespiritual y el cuerpo humano tienen su fuente en el mismo fluido, bajo dos aspectos diferentes. El pe-riespiritu, o cuerpo astral, puede ser definido como un vehiculo intermediario entre el Espíritu y la materia. Es el agente de las sensaciones externas. Al princi-pio de la vida, el fluido periespiritual, está mezclado con los fluidos más groseros del mundo imponderable; se le puede comparar a un vapor fuliginoso que con-tiene las radiaciones del alma. Esta, aunque posee en germen todas las faculta-des que la evolución le va desenvolviendo, no puede manifestarlas, por su unión cohibida con el periespiritu, con esa especie de vaina sobradamente densa. Pre-cisa, que esta primera edad del alma, los fuertes estímulos del hombre acudan a sacarla de su atonia.

Los fluidos son estados diversos de la materia etérea, la rapidez de su mo-

vimiento molecular es proporcional al grado de rarefacción de las moléculas; cuanto más groseros, opacos y en cierto modo viciosos sean los fluidos, tanta mayor resistencia opondrán a toda modificación, y tanto más tendrá que traba-jar el alma, si es que quiere manifestarse, al exterior, a efectos de cambiar los movimientos de su envoltura y regularizar su acción.

El periespiritu es el lazo que sirve de eslabón entre ambos, pues, cuando de

un lado sufre la influencia del pensamiento, del otro ejerce contacto con la mate-ria. Es el periespiritu quien transmite las órdenes conscientes e inconscientes del Espíritu para la actuación del cuerpo físico. En el sentido contrario, el cuerpo astral lleva las sensaciones captadas por el cuerpo físico a la apreciación del al-ma. La constitución del cuerpo astral o periespiritu es de naturaleza semimate-rial, constituido de una modificación del fluido universal del orbe donde el Espí-ritu está encarnado. La estructura del periespiritu varía de mundo a mundo. Cuanto más evolucionados es el planeta, más sutil es el cuerpo fluídico de los que en el viven.

El periespiritu se modifica de acuerdo con la evolución del espíritu. Eso se

da por la influencia del pensamiento de la entidad, en la estructura molecular del cuerpo espiritual. El periespiritu no es una masa homogénea. Posee órganos co-mo el cuerpo físico y centros vitales por donde son absorbidas las energías espi-rituales. Según las pruebas que los Espíritus deben pasar en las encarnaciones, el cuerpo astral podrá ejercer influencia en la formación del cuerpo carnal, dan-

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do origen a enfermedades o anomalías orgánicas. El periespiritu es altamente pasmable. Cuando el espíritu está en libertad, puede cambiar la forma por la ac-ción de su voluntad.

Esta propiedad explica las frecuentes referencias a las apariciones de seres

angélicos y demoníacos, narrados en la historia de la humanidad. Las apariciones de Espíritus son llamadas “materializaciones”. En esos

fenómenos, lo que se ve es el periespiritu de la criatura manifestada y no el Espíritu, como piensan algunos. Las funciones del periespiritu, cuando emigra de un mundo para otro, el Espíritu cambia de periespiritu como si cambiase de ro-pa, pues su cuerpo periespiritual es formado de una variación del fluido Univer-sal, existente alrededor del planeta donde encarna. El cuerpo fluídico refleja las experiencias vividas por la criatura y las envía al “sentido común” del espíritu (que es el propio espíritu) archivo definitivo de todos los pasajes de la entidad por el proceso evolutivo. Se sabe que los fluidos son el vehiculo del pensamiento del Espíritu y que este puede imprimir en aquel las características que el aprue-ba, con la fuerza de su voluntad, ejerciendo sobre la materia la acción resultante de esta actuación. Es a través del periespiritu que se da esa acción en la materia. Funciona por tanto, como una esponja que absorbe del medio las emanaciones fluídicas buenas o más existentes en el.

Se deduce de ahí el origen de ciertos procesos de enfermedades, como tam-

bién se comprende los mecanismos de cura a través de la fluidoterapia. El pe-riespiritu tiene importante papel en los fenómenos psicológicos fisiológicos y patológicos. Cuando la medicina humana de abertura a los conocimientos de la Ciencia Espirita, ella abrirá nuevos horizontes para un abordaje y un tratamiento más completo de las molestias orgánicas y psíquicas. El Espiritismo contribuirá con las técnicas de manipulación de las energías para revitalizar el cuerpo astral y abastecerá elementos morales educativos, necesarios para el equilibrio defini-tivo del ser.

El periespiritu de los encarnados es de naturaleza idéntica a los fluidos es-

pirituales, y por eso los asimila con facilidad, como la esponja se embebe el líquido.

Esos fluidos tienen sobre el periespiritu una acción tanto más directa, cuan-

to por su expansión y por su radiación, se confunden con ellos. El periespiritu es el lazo que une la vida corporal con la espiritual, a él debe

el espíritu encarnado el estar en relación continua con los desencarnados y por

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el se dan ciertos fenómenos especiales que no tienen su causa primordial en la materia tangible y que por esta razón son tenidos por sobrenaturales:

En las propiedades y en la irradiación del fluido periespiritual, es donde hay

que buscar la causa de la doble vista o vista espiritual, que también puede lla-marse vista psíquica, de la cual muchas personas están dotadas a veces sin sa-berlo, así como la vista sonambúlica.

El periespiritu es el órgano sensitivo del espíritu, el ve y oye y siente por to-

do su ser aquello que está en la esfera de su irradiación de su fluido periespiri-tual. Por los órganos de la vista, el oído etc. Sus sensaciones están localizadas y limitadas a la percepción de las cosas materiales; por el sentido espiritual, se ge-neralizan, es decir, no están localizadas en esta o la otra parte.

Estos fenómenos en el hombre son la manifestación de la vida espiritual; es

el alma que actúa fuera del organismo. En la doble vista, o percepción por el sen-tido espiritual, no ve por los ojos del cuerpo, aunque a veces por costumbre los dirija hacia el punto donde es llamada su atención: ve por los ojos del alma y la prueba está en que lo ve con los ojos cerrados y a una distancia a la que no podría alcanzar su vista corpórea.

Aunque el Espíritu está durante la vida ligado al cuerpo por el periespiritu,

esto no le impide transportarse a lo lejos, sea lejos en la tierra, o a cualquier pun-to del espacio. El espíritu añora su libertad, y en la vida corporal es esclava, ads-cripta al terreno.

El espíritu se alegra de abandonar su cuerpo y volar como el pájaro que es-

capa de la jaula. Esto se llama emancipación del alma; es durante el sueño cuan-do tiene lugar este efecto, el espíritu vive la vida espiritual, se encuentra en cier-ta manera como cuando el espíritu desencarna, recorre el espacio, conversa con sus amigos y otros Espíritus libres o encarnados como el.

El lazo fluídico que le retiene no se rompe definitivamente sino con la muer-

te; la separación completa no se verifica hasta que se extingue completamente la acción del principio vital.

Los efectos de la acción fluidica sobre los enfermos, son extremadamente

variados, según la circunstancias; esta acción es a veces lenta, otras veces rápi-das como una corriente eléctrica. El fluido cósmico Universal puede suministrar al cuerpo los elementos reparadores de que tenga necesidad. La curación se ve-rifica por la sustitución de una molécula enferma por una sana. Y la curación será proporcional a la pureza de la sustancia inoculada; depende, además de la

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energía de la voluntad que provoca una emisión fluidica más abundante y da al fluido mayor agudeza de penetración y de las intenciones del que desea curar, sea hombre o Espíritu. Los fluidos que emanan de una fuente, impura, son como substancias medicinales alteradas.

Todas las curaciones de este género son variedades del magnetismo, y no se

diferencian sino por la prontitud de la acción. El principio es constantemente el mismo; es el fluido que representa el papel de agente terapéutico, y cuyo efecto está subordinado a su calidad y a circunstancias especiales.

La acción magnética puede producirse de varias maneras: 1º Poe el fluido del magnetizador, ósea magnetismo humano, cuya acción

está subordinada a la potencia y sobre todo a la calidad del fluido. 2ª Por el fluido de los Espíritus que obra directamente y sin intermediario.

Este es el magnetismo espiritual, cuya cualidad está en relación con las cualida-des del Espíritu.

3º Por el fluido, que los Espíritus emiten sobre el magnetizador, al cual este

sirve de conductor. El fluido espiritual, combinado con el fluido humano da a es-te las cualidades que le faltan. El concurso de los Espíritu si en tal caso es, a ve-ces, probado por la evocación del magnetizador.

La ciencia del magnetismo pone al hombre en posesión de maravillosos re-

cursos. La acción de los fluidos sobre el cuerpo humano es inmensa; sus propie-dades son múltiples y variadas. Numerosos hechos han probado que con su ayuda se pueden aliviar los sufrimientos más crueles. Los fluidos, obedeciendo a una poderosa voluntad, a un ardiente deseo de hacer el bien, penetran en to-dos los organismos débiles y devuelven gradualmente el vigor a los débiles y la salud a los enfermos.

Son muchos los que abusan y explotan, atribuyéndose un poder magnético

imaginario. Esto es consecuencia inevitable del estado de inferioridad moral de la humanidad.

La existencia del fluido vital, aunque puesto en duda en nuestros días, es in-

dispensable para poder explicar los fenómenos de la vida, porque la evolución y la forma de todos los seres vivientes, como los fenómenos de reconstitución orgánica, no son explicables por la ciencia moderna. El Espiritismo, que cree co-nocer la verdadera naturaleza del alma, ofrece una teoría con la cual se resuel-ven lógicamente un gran número de dificultades.

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La causa de todas las diferencias que separan a los materialistas y espiritua-listas de los espiritistas, está en la ignorancia en que se hayan los hombres de ciencia y los filósofos respecto a la existencia y naturaleza del periespiritu.

Para los fisiólogos, el alma no es sino la resultante vitales del cerebro. La teoría materialista no explica nada respecto al Universo: se limita a

comprobar hechos, que atribuye a leyes materiales que se encadenan y deter-minan sucesivamente.

Ha llegado el tiempo en que todos los velos, deben rasgarse. El espiritismo

aporta pruebas tangibles de la existencia e inmortalidad del alma. Con la certeza de las vidas sucesivas y de la responsabilidad de los actos, se

resuelve otra gran cantidad de cuestiones. No se ignora que las teorías que en estos estudios se defienden tienen nece-

sidad de apoyarse en demostraciones, experimentales para ser absolutamente irrefutables y se guarda la certeza de que un día así será; pero por el momento, basta el presentar hipótesis lógicas que no choquen con ninguna enseñanza científica y expliquen todos los fenómenos, para demostrar la grandeza de la síntesis que se obtiene cuando se combinan los conocimientos humanos con las revelaciones espirituales.

El Espiritismo toca todos los problemas más difíciles de la fisiología y de la

psicología al estudiar la acción de los Espíritus; y la naturaleza particular de las fuerzas que entran en juego en las materializaciones, es un motivo de profundo estudio para el investigador, porque el modo de actuar de los invisibles sobre la materia difiere radicalmente de lo que hasta el presente conocemos.

El día en que la Ciencia se persuada de la verdad de la Doctrina Espírita, se

operara una verdadera revolución en los métodos por ella preconizados. Las in-vestigaciones, que hoy tienen por único objeto, conocer la materia, se exten-derán hasta el espíritu.

Ensayemos, pues, servirnos de los descubrimientos modernos adaptándo-

los a nuestra Doctrina; penetremos en las profundidades del ser humano, con-ducidos por la fisiología e iluminados por la Luz del espiritismo; hagamos pal-pable la influencia que el alma ejerce sobre todos los fenómenos vitales, sea en estado consciente o inconsciente; escrutemos con minuciosidad las relaciones delicadas e importantes de lo físico y de lo moral; intentemos determinar las conexiones de la vida psíquica con los fenómenos del organismo; busquemos en

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que parte del hombre subsiste la identidad del ser y las facultades del alma; re-sumiendo todas estas observaciones, tratemos de conciliar, en una mirada de conjunto que abrace al cuerpo y al alma, todos los resultados a que hayamos po-dido llegar.

El espiritismo es una verdad puesto que nos da la clave de lo que la ciencia

humana ha sido impotente para descubrir. Por último tengamos en cuenta que el fluido cósmico que llena el Universo

tan generosamente en las regiones inmensas, ricas en cúmulos estelares. Ese fluido de distinto grado de condensación que puebla el cielo sideral que no brilla aún y está modificado, en mayor o menor medida, por combinaciones diversas según las localizaciones de la extensión, es la sustancia primitiva en la que radi-can las fuerzas universales de las que la Naturaleza ha obtenido todas las cosas (Allan Kardec, El Génesis)

Trabajo extraído de los libros:

1. La Génesis Cáp. XIV, Allan Kardec

2. Después de la Muerte – León Denis

3. La Evolución Anímica de Gabriel Delanne

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EL DOBLE ETERICO

El doble entérico es un cuerpo o vehículo provisorio, una especie de me-

diador plástico o elemento de ligazón entre el periespiritu y el cuerpo físico del hombre. Está constituido del éter físico emanado de la tierra y se podría decir que se disuelve en la tumba después de la muerte física. Recibe los impulsos del periespiritu y los transfiere a la carne y también lo hace en sentido inverso.

El doble eterico es parecido al hilo eléctrico, cumpliendo la función de

transmitir al cuerpo lo que siente el espíritu en su mundo oculto, las emociones que el alma plasma en la mente espiritual imponderable.

Es muy conocido y estudiado desde hace muchos siglos por otras doctrinas

espiritualistas. El doble eterico con sus “chacras” o centros de fuerzas etéricas está situado en la periferia del cuerpo humano, y es conocido hace muchos siglos por los viejos ocultistas o iniciados hindúes, egipcios, esenios, caldeos, asirios y chinos.

Conociendo bien el doble eterico, los médiums podrán mejorar su tarea

mediúmnica y dinamizar las fuerzas magnéticas; y los espíritas adoctrinadores esclarecer innumerables incógnitas y las ventajas que reportan los trabajos de materialización, voz directa, levitaciones, transportes y operaciones fluídicas. En todos esos fenómenos, en doble eterico es el principal responsable por la elabo-ración de ectoplasma y de la coordinación de los fluidos nerviosos de los médiums de efectos físicos.

Es una materia de suma importancia para los adeptos. El Espiritismo al ser

una doctrina evolutiva y de constantes investigaciones en el campo de la me-diúmnidad, aconseja a los médiums “analfabetos” de muy “buena intención” es

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estudio de la mediúmnidad, siendo la humildad una virtud muy discutida entre los hombres, pues casi siempre se confunde con el servilismo, que es el fruto de las circunstancias, que obliga a la persona hacia un comportamiento mejor, acci-dente sin llegar a ser el resultado de la evolución.

La estructura, el mecanismo, la fisiología del doble eterico y su funciona-

miento, todavía es materia desconocida para la mayoría de los médiums, por eso, casi todos se aventuran en realizaciones imprudentes, sin el mínimo cono-cimiento de las funciones primarias de los diversos vehículos que conforman el periespiritu, y que sirven al periespiritu inmortal, para acondicionar la fenome-nología mediúmnica en la tierra. Ignoran su verdadera composición fisiológica cuando actúa en un campo vibratorio superior, al de la vida material.

El doble eterico envuelve al hombre como una cobertura de gas vaporoso.

Es un vehículo invisible para la vista del hombre común, y desconocido para la medicina terrena, es un cuerpo invisible para los ojos carnales, en la vista espiri-tual, se presenta como una capa densa, algo física, sensible al perfume, al frió, al calor, al magnetismo y también se afecta por los condimentos, ácidos, sustancias hipnóticas, sedativos, entorpecimientos y por el contacto humano en los mo-mentos de mayor condensación.

El doble eterico, al separarse del cuerpo físico, ya sea durante el tiempo que

dura el efecto anestésico, el trance mediúmnico, o cuando el espíritu de noche vaga fuera del cuerpo carnal, provoca en el hombre una considerable reducción de vitalidad física, y la bajada de la temperatura. Por eso también adquiere ma-yor libertad de acción, aumenta sus energías y se vuelve hipersensible, porque al estar el cuerpo dormido o en trance, se mantiene con una reducida cuota de Prana para sustentarse. No es difícil, que el cuerpo físico, luego manifieste en su contextura material los efectos de cualquier acontecimiento ofensivo, que haya ocurrido durante la separación de su vehículo eterico.

Los clarividentes capacitados ven el doble eterico como un vehículo vapo-

roso, que cubre al cuerpo en todos los sentidos y le ínter penetra los poros físi-cos y periespirituales. Su configuración es transparente y su emanación etéreo física ultrapasa el cuerpo del hombre en un cuarto de pulgada en todos los senti-dos. Además de su configuración, se forma un aura radiactiva semejante a un inmenso huevo, que despide, a veces, unas chispas argénteas. Es el aura de la sa-lud” muy conocida por los ocultistas y magos, la que alcanza de cinco a diez centímetros más allá del cuerpo físico. También se ve de un color rosa blanque-cino, bastante luminoso, impregnado de tonos azules y que a veces emite fulgu-raciones violáceas.

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Hay casos, donde su color se inclina hacia los matices del aluminio transpa-rente o al vidrio opaco, debido a la salud del hombre o a la mayor o menos capa-cidad de absorción del Prana. La contextura del doble eterico varia conforme al tipo biológico humano, siendo más sutil y delicado en los seres superiores y más densos en las personas primitivas.

La función principal del doble eterico, es la de transmitir hacia el cerebro

del hombre, las vibraciones que emiten las emociones e impulsos que el peries-piritu recibe del Espíritu o Alma inmortal.

Por lo tanto, también absorbe el Prana o la vitalidad del mundo oculto,

emanado del Sol, conjugándolo a las fuerzas exhaladas del medio físico; ensegui-da las distribuye para el sistema nervioso y demás partes del organismo carnal. Aunque sea un intermediario entre los centros sensoriales de la conciencia pe-riespiritual y los centros de conciencia cerebral física, el doble eterico es el resul-tado de las emanaciones radioactivas del cuerpo físico de la tierra.

No es un vehículo consciente, dado que es incapaz de actuar por si o en

forma inteligente, cuando está desligado del hombre. Aunque realice ajustes y tome providencias defensivas esto sucede por automatismo instintivo biológico del propio organismo carnal, pues este, cuando se mueve en forma indepen-diente de la dirección del espíritu, revela un sentido fisiológico rector y discipli-nado, nutriendo y reparando las células gastadas o enfermas, sustituyéndolas por otras sanas, a fin de recuperar las pérdidas materiales.

El doble eterico, además de sus importantes funciones de intercambiar las

reacciones del periespiritu y del cuerpo carnal, es una gran reserva de vitalidad indispensable.

Durante el nacimiento y crecimiento del hombre el doble eterico en la

prueba de la mediúmnidad, se modela obedeciendo a la inclinación de la línea magnética del periespiritu, quedando algo apartado a la altura del bazo físico y del chacra esplénico, facilitando el trance mediúmnico, con más frecuencia. El epiléptico es una criatura cuyo doble eterico también se aparta con cierta fre-cuencia de su cuerpo físico, pero no es un fenómeno disciplinado por la inter-vención de la técnica Sideral antes de reencarnarse, sino, que sucede por la vio-lencia y absoluta impresión de su portador.

El trance del médium de fenómenos físicos y el ataque del epiléptico, tienen

cierta semejanza entre sí. La diferencia está, en que el médium entra en trance de forma espontánea y en el momento oportuno para cumplir con su trabajo, y el epiléptico cae al suelo ni bien su doble eterico se satura de venenos expurgados

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por el periespiritu, apartándolo violentamente, cuyas emanaciones quedan en medio del ambiente. En ciertos casos, se comprueba que el epiléptico también es un médium de fenómenos físicos en potencia, pues la constante salida de su doble eterico de su cuerpo físico, termina por abrirle una senda para la fenome-nología citada.

La doble inclinación del periespiritu y del doble eterico, que faculta la me-

diúmnidad de efectos físicos, la psicografia mecánica o la incorporación comple-ta, nada tiene que ver con las facultades espirituales innatas del hombre supe-rior.

A través de esa “abertura” que lo introduce en el más allá, el médium es el

hombre hipersensible en contactos demorados con los fenómenos del mundo oculto. Eso también es un cuchillo de doble filo, pues en cuanto falsee sus cos-tumbres y se dedique a las pasiones violentas y cultive los vicios degradantes, se arriesga al fracaso espiritual durante la vida física.

Los médiums, en general, son nerviosos, enfermizos, fácilmente, afectados

por los fenómenos materiales del medio donde viven, de las reacciones morales emotivas y mentales de los demás seres que los rodean en el mundo. Viven súper excitados por las preocupaciones comunes, mientras que las cosas más simples se les hacen voluminosas, afligiéndolos debido a la mente hipersensible y al contacto frecuente de su doble eterico con el mundo oculto.

El desvió parcial del doble eterico y del periespiritu que es bastante acen-

tuado en los médiums de efectos físicos, mucho más que en las otras facultades, los mantiene en sintonía frecuente con la humanidad desencarnada, haciéndole sufrir la influencia de los sentimientos y las emociones buenas o malas proyec-tadas del “otro lado” por los seres desencarnados.

Las sustancias alopáticas, toxicas, y agresivas, que dejan residuos en el éter

físico que fluye por el sistema nervioso de los médiums, como también presiona al periespiritu y al doble eterico, aumentan la “abertura” o “ventana viva” que se entre abre hacia el otro lado.

Por todo esto el médium debe vigilar constantemente sus emociones y ac-

tos, huir de las pasiones y de los vicios lascivos, antes que resistir a la voluntad subvertida y a las desmedidas ambiciones, como a los proyectos siniestros de los espíritus malévolos y mistificadores.

Los mentores siderales solo conceden la facultad mediúmnica a los espíri-

tus que seriamente desean cumplir, leal y correctamente en la tierra, los precep-

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tos y las normas necesarias para su aprovechamiento espiritual a su favor y de la humanidad. Mientras tanto, no pueden prever la falsedad, la vanidad, la subver-sión, deshonestidad de sus pupilos, cuando están encarnados, dado que se dejan fascinar por las tentaciones, vicios, y convites pecaminosos que los hacen fraca-sar en la prueba de la mediúmnidad.

Los espíritus endeudados ruegan a los técnicos Siderales por la hipersensi-

bilización periespiritual, para desempeñar los servicios mediúmnicos que les permita resarcirse de sus débitos del pasado; En general, después de encarna-dos, se dejan influir por las voces maléficas de las tinieblas, pasando a comerciar su mediúmnidad.

Cuando perciben su situación caótica, les falta la condición moral y el po-tencial de voluntad para rehacerse ante la desdicha infranqueable. Las drogas hipnóticas y anestesias utilizadas en las operaciones, los anti espasmódicos, los gases volátiles, los sedativos hipnóticos, los barbitúricos, el oxido de carbono, el fumar y ciertos alcaloides, como la mezcalina, y el acido lisérgico y otros más, son sustancias que actúan violentamente en los intersticios del doble eterico, pues la catalepsia, el trance mediúmnico, la anestesia total, la hipnosis y el ata-que epiléptico, son el resultado de la retirada súbita de ese cuerpo delicado y responsable por la absorción vital del medio.

Aunque la necesidad obligue al médium a utilizar las citadas sustancias, en

momentos imprescindibles, resulta imprudente abusar de las mismas, bajo cual-quier pretexto o motivo.

Las drogas y los gases anestesiantes, en general, apartan al doble eterico

por el lado izquierdo, a la altura del bazo físico y sobre el cual funciona el “Cha-cra” esplénico; eso provoca trances, hipersensibilidad e inconvenientes bajando la temperatura del cuerpo y reduciendo la vitalidad orgánica.

El médium que abusa de las drogas, desconoce la causa, actúa frecuente-

mente sobre su doble eterico y en su sistema nervioso, pudiendo volverse un atrofiado psíquico, dado que se transforma en un blanco accesible al asedio del mundo inferior.

En los trabajos de efectos físicos, el doble eterico al apartarse por la iz-

quierda del médium, a la altura del bazo, se vuelve un punto de apoyo para los espíritus desencarnados, que actúan con más eficiencia entre los dos mundos. El es el responsable por la exudación del ectoplasma del médium y por el inter-cambio de los fluidos nerviosos, que sirve para la materialización, voz directa, levitaciones y transportes. Es el mediador plástico y el catalizador de las energ-

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ías mediúmnicas, aglutinándose de tal forma, que sirve al mismo tiempo, entre el plano espiritual y el mundo físico.

Los espíritus desencarnados no pueden materializarse, si pretenden utilizar

únicamente su periespiritu. Para lograrlo deben de revestirlo e ínter penetrarlo con la sustancia plástica ectoplasmico, que se exuda del doble eterico proyecta-do por el médium o de las personas presentes. Algunas veces se producen mate-rializaciones algo deformadas, una especie de nubes blanquecinas y vaporosas, recordándonos a la figura humana, como si estuviera recortada sobre el fondo de una cerrazón lechosa y pastosa.

Eso sucede, porque los espíritus solo pueden impresionar a los sentidos de

los “vivos” por el empleo y uso de esa masa lechosa, etéreo físico, movedizo e inestable, formado por el ectoplasma del médium y ofrecido a través de su doble eterico.

Cuando se trata de buenos espíritus, los llamados muertos, tienen buena

apariencia, son más bellos que los guapos de la tierra, pues su periespiritu es un organismo de contextura anatomo fisiológica muy superior a la configuración letárgica del cuerpo físico, que está sujeto a las transmutaciones celulares y al envejecimiento precoz.

En las materializaciones los espíritus al servirse del doble eterico de los

médiums, tienen que adaptarlos a su plástica espiritual, como cuando se infla un globo de gas, donde la menos deficiencia del aire a presión exterior, lo deforma.

En virtud de la indocilidad del éter físico, que es difícil de someterse com-

pletamente al dominio de los entendidos de “el otro lado” a veces, se ven obliga-dos a mostrarse a los encarnados en forma grotesca; unas veces, recordando nítidamente su cabeza, pero deformando el resto de su figura periespiritual; otras completando perfectamente las manos, más sacrificando la delicadeza de la fisonomía.

A pesar de su deformación ectoplasmico a la vista de los encarnados, los

espíritus, cuando son evolucionados, se presentan como focos de irradiaciones de donde emanan y bellos colores. Pero cuando se trata de seres primitivos o diabólicos, surge una espesa niebla o aura sombría.

Ningún espíritu se encarna en la tierra con la tarea obligatoria de ser

médiums, sino que cada uno lo hace por su libre y espontánea voluntad, dado que solicitó a lo Alto la oportunidad para redimirse espiritualmente, en un servi-cio de beneficio al prójimo, pues en el pasado tan bien uso y abuso de sus pode-

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res intelectuales o aptitudes psíquicas en detrimento ajeno. Aun en la tierra, las tareas más peligrosas deben aceptarse en forma espontánea, para que el respon-sable no huya posteriormente.

Es lógico, que al elegir el servicio peligroso, siempre recae sobre el hombre

más apto y capacitado, con el fin de alcanzar un buen éxito. La mediúmnidad de efectos físicos, es un servicio poco común, difícil y peligroso, cuyos resultados y sorpresas exigen el máximo de prudencia, humildad, heroísmo y seguridad mo-ral.

El médium antes de encarnar, sabe todo perfectamente, si después comer-

cia con los bienes espirituales y fracasa en el desempeño de su función elevada, no debe culparse a los mentores, puesto que solo le ofrecieron la oportunidad tan reclamada. La culpa, no hay dudas, es del fracasado ante la imprudencia de aceptar tareas mediúmnicas que están más allá de su capacidad normal de resis-tencia espiritual. Las oportunidades mediúmnicas redentoras, se conceden a los espíritus que deben rescatar deudas. Pero la responsabilidad del éxito o fracaso, solo a ellos les debe ser atribuida. El médium es quien produce las condiciones gravosas o favorables en el desempeño de su tarea asignada.

El uso indiscriminado de anestésicos, el fumar, el beber alcohol y comer

carne sustancias toxicas, que expulsan violentamente al doble eterico del cuer-po físico y si se entregan a las pasiones violentas, a los vicios y placeres conde-nables, se aíslan imprudentemente de los guías responsables de su seguridad mediúmnica.

La verdad es que, Jesús, Buda, Francisco de Asís, Teresa de Jesús, Antonio de

Papua, Vicente de Paul y otras almas de elevada estructura espiritual, fueron médiums poderosos y se colocaban en contacto frecuentemente con las entida-des desencarnadas, durante su existencia terrena, sin correr riesgos de ser víctimas del poder y la fascinación de la tinieblas.

Los médiums de prueba, desgraciadamente, son personas que viven su exis-

tencia humana, gravadas con grandes responsabilidades o deudas del pasado; por eso, en base a cualquier descuido o vigilancia espiritual, se vuelven vulnera-bles a las embestidas perniciosas del mundo invisible, pues los médiums de efec-tos físicos, salvo raras excepciones, entran en trance a semejanza de los ataques epilépticos o los viciados con drogas. Los médiums de vida regular, serviciales y magnánimos, alcanzan el trance mediúmnico bajo la asistencia de los espíritus técnicos, que desde el “otro lado” los protegen y liberan de las interferencias no-civas y consecuencias perjudiciales.

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Bajo ese control espiritual y amigo, el médium se aparta o retoma su doble eterico sin desperdicios inútiles de energías, puesto que está amparado contra el acecho del astral inferior. De esa forma se protege de la infiltración de los micro-organismos peligrosísimos para su contextura etérea física, y de una debilitación que le desequilibre la salud corporal.

El accidente, la practica mesmérica, el pase magnético, el pase espirita, la

hipnosis y el trance mediúmnico, apartan parcialmente el doble eterico, mien-tras que la muerte, lo separa definitivamente.

El doble eterico al estar compuesto del éter físico, sustancia emanada de la

superficie terrestre, ejerce su acción, exactamente entre los dos mundos, el ma-terial y el espiritual, es decir, donde termina el primero y comienza el segundo.

Durante la desencarnación funciona como una especie de “amortiguador”

pues una vez que se aparta del cuerpo físico cadaverizados, suaviza el paisaje del periespiritu hacia el Más Allá. En esas circunstancias, el doble eterico se desliga del periespiritu, como si fuera una entrega suave y gradual hacia el verdadero “hábitat” sin provocar conmoción o choque al abandonar el sustento de la vida material.

Mientras el cuerpo del fallecido reposa en el ataúd, los espíritus técnicos

todavía pueden utilizar el doble eterico e intercambiar energías de amparo hacia el periespiritu del desencarnado, en concomitancia, para eliminar hacia el cadá-ver, los residuos psico-físicos que hayan quedado ligados al periespiritu. Algunas personas, que han sufrido la mutilación de un miembro de su cuerpo se quejan de dolores en esos órganos que le fueron extraídos. Esta sensibilidad, se debe, a que la operación quirúrgica no fue efectuada sobre el doble eterico, dado que este es inaccesible a las herramientas del mundo material. Los clarividentes des-arrollados, consiguen ver los brazos o piernas en sus moldes eterices, invisibles, pero que producen las debidas reacciones en su medio.

Todas las cosas y seres tienen su doble eterico, estructurado del éter físico,

exhalado por la tierra, que los relaciona con el mundo invisible y con las fuerzas del atavismo animal. Pero no todos los animales tienen periespiritu, dado que es un vehículo evolucionado, porque incorpora en si el cuerpo astral de los “dese-os” y el cuerpo mental del “pensamiento rudimentario”. El doble eterico por ser el vehículo responsable de todos los fenómenos del mundo invisible manifesta-dos en la materia, abarca diversas categorías de “materia eterica” como son, la electricidad, el sonido, el olor, la luz, la temperatura, la densidad, la presión y otras más, propias de la vida del orbe.

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Los animales primitivos, sin capacidad cerebral para distinguir las reaccio-nes emocionales, cuando mueren, les sobrevive el doble eterico compacto, pues su “actuación” está subordinada al instinto o acción del espíritu grupo, sin tener posibilidades de una conciencia individualizada. En este caso se encuentra el pescado, cuya vida se circunscribe a los movimientos instintivos del cardume, pues un pez cuando siente es semejante, exactamente igual a la reacción que po-see otro pez. Las especies más evolucionadas como el perro, el gato, el mono, el elefante y el mismo buey, tienen un periespiritu rudimentario además de doble eterico poseen un cuerpo astral, aunque tosco, pero en condiciones que les per-mite manifestar ciertos deseos y emociones, que demuestran vislumbres de sen-timientos.

El perro, por ejemplo, revela algunas nociones de sentimiento humano, ya

sea amando a su dueño hasta el sacrifico, u odiando a su verdugo, sin olvidarlo jamás. Ya denuncia un periespiritu en estado de “embrión” y con el correr del tiempo, incorporará el atributo mental, que se va formando, lo que permitirá una mayor y perfecta comprensión, aunque inherente a su especie animal.

Los animales poseen cierta sensibilidad mental de discernimiento, y des-

pués de su muerte, su “espíritu” embrionario será encaminado hacia otros pla-netas donde existen otros ambientes de vida, que es compatible con su concien-cia en formación. Así, poco a poco, irá alcanzando su independencia individual, para desprenderse definitivamente del espíritu del espíritu grupo de su especie.

Cualquier hostilidad al cuerpo físico y al periespiritu, el doble eterico lo

acusa por medio de centros sensoriales correspondientes a la conciencia pe-riespiritual y a la física. Por eso en los trabajos mediúmnicos de buena asistencia espiritual, las entidades materializadas advierten a los presentes, que no les aprieten las manos con violencia, pues el médium, en trance cataléptico, es muy hipersensible y vulnerable a cualquier presión que le fuera hecha en su doble eterico, proyectado a distancia.

El médium es quien entrega el material o sustancia que los desencarnados se hagan perceptibles al tacto y a la vista carnal de los humanos. Todo es posible porque el médium consiente que le utilicen el doble eterico durante la manifes-tación de los fenómenos de materialización. Si alguien castiga al espíritu mate-rializado, el médium acusa la ofensa porque lo hieren en su doble eterico, exte-riorizado e impregnado de sus fluidos nerviosos. En ciertos casos, al volver a la vigilia física, llega a exhibir en su epidermis como si fueran manchas, algo pare-cidas a la sangre negruzca, correspondiendo en el cuerpo físico, exactamente a la zona ofendida entéricamente.

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Pellizcando, o hiriendo al médium, durante el trance cataléptico, indefecti-blemente acusará la ofensa a través de un fuerte choque vibratorio, que ha de llegar a su conciencia, como si estuviera en vigilia.

El médium sin entrar en trance cataléptico puede ofrecer su ectoplasma pa-

ra las materializaciones, o voz directa, pues se trataría de un médium sumamen-te experimentado, no solo en esta existencia, sino en las anteriores, o también puede haber efectuado cursos especiales en el espacio para dominar el fenóme-no obviamente, después de encarnado. En vez de tomar los espíritus el doble eterico, para elaborarlo a gusto, según el fenómeno a presentar, el médium lo entrega en las cuotas necesarias y listas para su uso inmediato. De esa forma, el pude hablar. De esa forma, el puede hablar con las entidades que trabajan a su alrededor y atender a las solicitudes de los presentes, sin presentar anomalías o cesión del fenómeno que se procesa.

Otras veces, cuando los espíritus disponen de ectoplasma suficiente y pre-

parado en la formula química prevista, acostumbran a despertar al médium del trance cataléptico, para conversar con el también y darle instrucciones o hacerle advertencias sobre su conducta moral.

Existen casos, donde los espíritus, por la noche, dejan su cuerpo físico en el lecho durante el sueño, penetran imprudentemente en las regiones inhóspitas del astral inferior, terminando por sufrir agresiones de los espíritus ignorantes y vengativos que se aprovechan de todas las circunstancias y ocasiones propicias para vengarse de los encarnados. Esos prejuicios son muy graves, porque las personas que viven censurablemente, se muestran indiferentes a las enseñanzas de Jesús.

La mala conducta practicada en el día, deja al espíritu desamparado en sus salidas hacia el astral por la noche, pues cuando se desprende del cuerpo carnal queda aislado de sus protectores, dado a la masa de fluidos adversos que se les adhiere en los momentos de prácticas anti evangelistas.

Por eso, sus guías nada pueden hacer en los momentos de peligro, ni siquie-

ra librarlos de ciertos traumas psíquicos, que al día siguiente se tornan como una pesadilla. Ciertos sueños tenebrosos, no dejan de ser escenas reales, vividas por la noche, fuera del cuerpo y bajo el dominio de sus perseguidores del astral. En tal condición, el espíritu del “vivo” retorna veloz y afligido del lugar donde se encuentra en peligro, para sumergirse aceleradamente en su escafandra de car-ne y protegerse contra los peligros del más allá.

Muchas personas que se dedican durante el día a las pasiones detractoras, a

los vicios deprimentes, a la maledicencia y a llevar las estadísticas de los pecados del prójimo; después se arrojan a la cama para reposar, sin recurrir a los benefi-

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cios saludables de la oración, que traza una frontera fluídica protectora alrede-dor del espíritu encarnado.

De acuerdo con la concepción oriental, el Éter Cósmico es la esencia virgen

que ínter penetra y sustenta el Universo. Es la sustancia “Virgen” de la escolásti-ca hindú. El éter físico es una especie de exudación cuyo éter o radiación del ci-tado Éter Cósmico, fluye a través de los poros de la Tierra, la que funciona a ma-nera de condensador del éter. Bajo tal aspecto, el Éter Cósmico pierde su carac-terística de esencia “virgen” para volverse una sustancia impregnada de impure-zas del planeta. Si consideramos el Éter Cósmico semejante al agua pura, en su estado natural, el éter físico entonces ha de ser el agua, con las impurezas ad-heridas después que las utiliza el hombre.

Trabajo realizado por Merchita

VIDA FUTURA

Todo se encadena y se une en el Universo, tanto en lo moral como en lo físi-

co, según nos dicen los Espíritus. Las penas y las recompensas se reparten entre los individuos mediante el juego natural de las cosas. Tanto el bien como el mal vuelven a su punto de partida. Hay faltas cuyos efectos se producen en el trans-curso de la vida terrestre, y otras que son más graves sus consecuencias se de-jan sentir en la vida espiritual, y a veces también en encarnaciones ulteriores.

El espíritu culpable arrastra consigo su oscuridad, su castigo, su oprobió.

Los sufrimientos de las almas perversas, no por no ser materiales son menos vivos. El infierno no es más que un lugar quimérico, un producto de la imagina-ción. Para que los hombres sean felices en la Tierra, es preciso que este poblada solo de Buenos Espíritus, encarnados o no, que solo quieran el bien. Habiendo llegado este tiempo, tiene lugar una gran emigración entre los que la habitan. Los que hacen el mal por hacerlo y quienes el sentimiento del bien no les con-mueve, no siendo ya dignos de la tierra transformada, tienen que ser excluidos, porque si volvieran a reencarnar traerían de nuevo a ella el desorden y la confu-sión y serian un obstáculo al progreso.

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Estos espíritus rebeldes van a espiar su obstinación, a mundos inferiores. La generación actual desaparecerá gradualmente y la nueva le sucederá del mismo modo, sin que haya perturbación en el orden natural de las cosas.

En vez de nacer en ella un niño inclinado al mal, vendrá un Espíritu más

adelantado e inclinado al bien. La enseñanza de los Espíritus nos dice que el espíritu sufre las consecuen-

cias naturales de sus actos, que recaen sobre el y le glorifican o le mortifican. El ser sufre en la vida de ultratumba no solamente por el mal que ha hecho, sino también por su inacción y su debilidad. En una palabra esa vida es obra suya, tal y como la formo con sus manos. El sufrimiento es inherente al estado de imper-fección, se atenúa con su progreso y desaparece cuando el espíritu a vencido a la materia.

El castigo del Espíritu malo continúa no solamente en la vida espiritual, sino

también en encarnaciones sucesivas que lo arrastran hacia mundos inferiores, donde la existencia es precaria y el dolor reina soberano. Tales mundos son los que podríamos llamar el infierno, la separación del cuerpo para estos espíritus es muy penosa y llena de turbación y de angustia. La ilusión de la vida terrena sigue para el por algunos años , son incapaces de darse cuenta de su estado y de romper los lazos que lo encadenan al mundo en el que vivieron, puesto que nun-ca se preocuparon por su origen , solo vivieron para la vida material y para sus placeres. Se desesperan cuando sienten la indiferencia de los que lo rodean, que no los ven, ni los sienten, errantes y tristes, sin rumbo, sin esperanza , en los lu-gares que les son familiares, son almas en pena, cuya presencia se ha supuesto en alguna moradas, y cuya realidad queda establecida todos los días por medio de numerosos y ruidosas manifestaciones.

La situación del espíritu después de la muerte, resulta únicamente de las

aspiraciones y de los gustos que desarrollo en sí. Siempre se manifiesta la ley inexorable de la siembra y la recolección. El que puso todos sus goces, toda su felicidad en las cosas de este mundo, en los bienes de la Tierra, sufre cruelmente en cuanto se ve privado de ellos. Toda pasión lleva su castigo en sí misma.

El Espíritu que no ha sabido emanciparse de los apetitos groseros, de los

deseos brutales, se convierte en juguete de ellos, sin poder darles satisfacción. Despojado de todo lo que constituía su grandeza terrena, la soledad y la priva-ción le esperan en el espacio.

Peor aún es la situación de los Espíritu crueles y rapaces, de los criminales

de toda especie, de aquellos que hacen correr la sangre o pisotean la justicia.

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Las quejas, las maldiciones, de sus víctimas resuenan en sus oídos durante un tiempo que se les hace una eternidad. Sombras irónicas y amenazadoras le ro-dean y lo persiguen sin descanso. No hay para esos espíritus retiro alguno lo su-ficientemente profundo, lo bastante escondido, y en vano buscan el reposo y el olvido. Solo la entrada en una vida oscura, la miseria, el rebajamiento y la escla-vitud pueden atenuar sus males. Los egoístas, los hombres exclusivamente pre-ocupados en su bienestar, se preparan un penoso porvenir. No habiendo amado a nadie más que solo a sí mismos; no habiendo ayudado, consolado ni tranquili-zado a nadie, no encuentran simpatía ni cariño en la otra vida. Aislados y des-amparados, ven transcurrir el tiempo monótono y lento. Un tedio taciturno le oprime, el pesar por las horas perdidas y por la existencia desperdiciada, el odio hacia los intereses miserables que les absorbían, todo ello es una tortura que les devora. Sufren, vagan, hasta que un pensamiento caritativo acude a ellos y luce en su oscuridad como un rayo de esperanza; hasta que esclarecidos por un espí-ritu bienhechor se deciden a entrar en un camino mejor.

La situación de los suicidas es a veces, mas mala aun. El suicidio es una co-

bardía, un crimen, y sus consecuencias son terribles. El suicidio no libera de los sufrimientos físicos. El espíritu continúa ligado a ese cuerpo carnal que creía haber destruido; sufre lentamente todas las fases de la descomposición, y las sensaciones dolorosas se multiplican en lugar de disminuir. Lejos de abreviar su padecimiento, lo prolonga indefinidamente; su malestar y perturbación persis-ten durante mucho tiempo después de la destrucción de la envoltura material. Le será preciso afrontar de nuevo los padecimientos de los cuales quería esca-parse, con la muerte, y que fueron originados en su pasado. Deberá soportarlos en las peores condiciones, volver a andar paso a paso el camino sembrado de obstáculos, y para ello, tendrá que sufrir una encarnación más penosa aun que aquella de la que quiso huir.

Los sufrimientos de los ajusticiados, después de la ejecución, son espanto-

sos, la mayor parte son presa de una sobreexcitación aguda, de atroces sensa-ciones que los vuelven furiosos. El horror de sus crímenes, las miradas de sus víctimas, que parecen perseguirles y traspasarles como cuchillos, las alucinacio-nes y los sueños espantosos, esa es la suerte que les espera. La mayor parte de ellos, para encontrar una derivación de sus males, se lanzan sobre los encarna-dos de tendencias semejantes y les impulsan al crimen. Otros, devorados por el remordimiento como por un fuego inextinguible, buscan sin tregua refugio segu-ro que no hallan. A cada paso que dan, a su alrededor, en todas partes, creen ver cadáveres, figuras amenazadoras y charcos de sangre.

Los espíritus malos sobre los cuales recae el peso de sus faltas están en la

imposibilidad de prever el porvenir. No conocen nada de las leyes superiores.

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Los fluidos que los envuelven se oponen a la relación con los Espíritus elevados, que quisieran arrancarles de esas inclinaciones; pero no pueden hacerlo, a cau-sa de su forma grosera, casi material de estos espíritus y del campo restringido de sus percepciones.

Devorados por la envidia y por el odio, con el fin de distraerse de sus pre-

ocupaciones, muchos buscan a los hombres débiles y propicios al mal. Se encar-nizan con ellos y les inculcan funestas inspiraciones; pero, poco a poco, de estos nuevos excesos se deducen nuevos sufrimientos. La reacción del mal causado les encierra en una red de fluidos más sombríos. Las tinieblas se hacen más densas, se forma un circulo estrecho, y la reencarnación, penosa y dolorosa, se yergue ante ellos.

Los que se han arrepentido y que se han resignado, ven próximo el tiempo

de los padecimientos y se han decidido a satisfacer la eterna justicia. Los re-mordimientos, como un pálido resplandor, iluminan sus almas con una luz vaga y permiten a los buenos espíritus que se deslicen en ellos para prodigarles alien-to y consejos.

El mundo invisible es el lado opuesto de la humanidad. Los Espíritus no son

más que las almas, más o menos perfectas, de los hombres desencarnados, y nuestras relaciones con ellos deben ser llevadas con tanta reserva y prudencia como nuestras relaciones con nuestros semejantes.

Lo mismo ocurre con toda alma que abandona el mundo. Nuestras evoca-ciones despiertan la atención del fallecido y facilitan su separación corporal. Nuestras oraciones ardientes, semejante a chorros luminosos o a vibraciones armoniosas, les iluminan y dilatan su ser. Les resulta agradable pensar que no están abandonados a sí mismos en la inmensidad, que existen aun seres en la Tierra que se interesan por su suerte y desean su felicidad. Aunque esta no pue-da ser obtenida en ningún caso mediante esas oraciones, no por eso dejan de ser saludables para el espíritu, al que arrancan de la desesperación y le dan fuerzas fluídicas necesarias para luchar contra las influencias perniciosas y salir de su ámbito.

Los Espíritus desdichados atienden nuestras llamadas y nuestras evocacio-

nes. Nuestros pensamientos simpáticos les envuelven como en una corriente eléctrica, les atraen hacia nosotros y nos permiten conversar con ellos a través de los médiums.

El Espíritu sufre en la vida espiritual, las consecuencias de todas las imper-

fecciones, de las cuales no se despojó, durante la vida corporal. Su estado feliz o infeliz es inherente al grado de su depuración o de sus imperfecciones.

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Toda imperfección es una causa de sufrimiento y de privación de goce, y no

hay ni una sola imperfección que no lleve consigo consecuencias deplorables e inevitables.

Los espíritus infelices están excluidos de los mundos felices, donde pertur-

barían la armonía; permanecen en los mundos inferiores, donde expían sus fal-tas por las tribulaciones de la vida y se purifican de sus imperfecciones, hasta que merezcan encarnarse en mundos más avanzados, moral y físicamente.

Ningún Espíritu está en las condiciones de no poder mejorarse nunca; pues de ese modo estaría fatalmente destinado a una eterna inferioridad y escaparía de las leyes del progreso que rige providencialmente a todas las criaturas.

Cualquiera que sea la inferioridad y la perversidad de los Espíritus, Dios

jamás los abandona. Todos tienen su ángel de la guarda, que vela por ellos, espía sus movimientos y se esfuerza en suscitar en ellos buenos pensamientos, el de-seo de progresar y reparar en una nueva existencia el mal que hicieron. El actúa de una forma oculta, sin ninguna presión. El espíritu debe mejorarse por su pro-pia voluntad, y no a consecuencia de cualquier constreñimiento. Debe actuar bien o mal en virtud de su libre albedrío, sin estar inducido en un sentido u otro.

La situación del espíritu, desde su entrada en la vida espiritual, es la que se

ha preparado, por la vida corporal. Más tarde, le es dada una nueva encarnación para la expiación y la reparación, por medio de nuevas pruebas, pero no siempre las aprovecha, en función de su libre albedrío, si no lo hace es una tarea que de-berá empezar de nuevo cada vez en condiciones más penosas, de suerte, de que el que sufre mucho en la Tierra, puede decir, que tenía mucho que expiar.

La misericordia de Dios, es infinita, pero no es ciega. El culpable, al cual

perdona, no está exonerado mientras no haya satisfecho a la justicia, sufre las consecuencias de sus faltas. Dios siempre deja la puerta abierta para la vuelta al bien.

Todo hombre pudiendo deshacerse de sus imperfecciones, por efecto, de su

voluntad, puede ahorrarse los males que son su consecuencia y asegurar su feli-cidad futura.

Tal es la ley de la Justicia Divina; a cada uno según sus obras así en la Tierra

como en el Cielo.

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Las enseñanzas de los Espíritus han iluminado el camino de la vida, han re-suelto los oscuros problemas del porvenir, han fortificado la fe vacilante y han restablecido la justicia sobre bases inquebrantables

La nueva generación que debe fundar la era del progreso moral, se distin-

gue por la inteligencia y una razón precoz, unidas al sentimiento innato del bien y de las creencias espiritualistas, lo cual es señal segura de un cierto grado de adelantamiento anterior.

Los cielos elevados son la patria de la belleza ideal y perfecta donde todas

las artes se inspiran. La ciencia moderna, de a cuerdo con la enseñanza de los Espíritus, nos pre-

senta el Universo sembrado de innumerables mundos habitados. El cielo está en todas partes; por todas partes se encuentra lo inconmensurable, lo insondable y lo infinito; en todas partes hay un hormigueo de soles y de esferas, en medio de los cuales la Tierra no es nada más que una unidad insignificante.

En el seno de los espacios, no hay más que moradas circunscritas a las al-

mas. Siendo libres y puras, estas recorren la inmensidad y van a donde las llevan sus afinidades y sus simpatías. Los espíritus inferiores, grávidos por la densidad de sus fluidos, permanecen como aferrados al mundo donde han vivido, circu-lando por la atmósfera o mezclándose con los humanos.

Los goces y las percepciones del Espíritu no resultan del ambiente que ocu-

pa, sino de su estado personal y de los progresos realizados. Cada uno lleva en si su gloria o su infierno.

La condición del Espíritu en la vida de ultratumba, su elevación, su felicidad,

todo depende de su facultad de sentir y de percibir, que es proporcional a su grado de adelanto.

Los Espíritus nos enseñan sobre la vida de ultratumba que no es un lugar

para la estéril contemplación ni para la beatitud ociosa. Todas las regiones del Universo están pobladas por Espíritus atareados. Por todas partes hay almas que suben y descienden, se agitan en el seno de la luz o en las regiones oscuras. En un punto, se aglomeran los auditorios para recibir las instrucciones de los Espíritu elevados. Más lejos, se forman grupos para festejar a un recién llegado. En otra parte otros espíritus combinan los fluidos, les presentan mil formas y mil tintes maravillosos y los preparan sutiles usos a que los destinan los espíritus superiores.

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Otras multitudes se aglomeran alrededor de los planetas y los siguen en sus

evoluciones; multitudes sombrías, turbadas, que fluyen sin saberlo sobre los elementos atmosféricos. Espíritus luminosos las atraviesan, más rápido que el relámpago, proporcionando auxilios y consuelos a los encarnados que los im-ploran. Cada uno desempeña su papel y contribuye a la gran obra a la medida de su merito y de su adelanto. El universo entero evoluciona. Al igual que los mun-dos, el Espíritu prosiguen su carrera eterna, atraídos hacia un estado superior, entregados a diversas ocupaciones. Progreso por realizar, ciencia por adquirir, dolor por extinguir, remordimientos por calmar, amos a los humanos, expiación, abnegación, sacrificio, todas estas etapas, todos estos móviles les estimulan, les impulsan, les precipitan hacia su progreso. En esta inmensidad reinan incesan-temente el movimiento y la vida. Todo se transforma, se engrandece, se eleva. La inmovilidad, la inacción es el retroceso, es la muerte. Bajo el impulso de la gran Ley, seres y mundos, almas y soles, todo gravita y se mueve en la órbita gigan-tesca trazada por la voluntad divina.

Cuando el alma virtuosa ha vencido las pasiones, abandona su cuerpo mise-

rable, instrumento de dolor y de gloria, vuela través de la inmensidad y va a unirse con sus hermanos del espacio. Impulsada por una fuerza irresistible, re-corre regiones donde todo es armonía y esplendor. La palabra humana es de-masiado pobre para expresar lo que ve en ella. Siente un gran goce al ver que la cadena que la unía a la Tierra se ha roto, puede alcanzar la extensión, hundirse en el vacío sin límites, elevarse al otro lado de la órbita de los mundos, ella se irradia y se embriaga de espacio y de libertad. La felicidad terrestre, la vejez de-crepita y arrugada ceden el puesto a un cuerpo fluídico de formas graciosas, forma humana idealizada que se ha hecho diáfana y brillante.

Allí encuentra a los que amaba en la Tierra, que le precedieron en la nueva

vida, los elegidos de sus afectos, sus compañeros de labor y de sufrimiento. Es como si la esperaran después de un largo viaje. Todos los que participaron de sus buenos y de sus malos días, todos los que con ella se engrandecieron, lucha-ron, lloraron y sufrieron, se aglomeran para recibirla, y despertándose súbita-mente su memoria, se producen explosiones de felicidad, efusiones que la pluma no sabría describir.

El infinito profundo, luminoso, se despliega con sus maravillas esplendoro-

sas, con sus millones de soles, sus hogueras multicolores, zafiros, esmeraldas, joyas enormes sembradas en el azul, y sus suntuosos cortejos de esferas. Los soles que el hombre contempla como simples chispas, los contempla el Espíritu en su real y colosal grandeza.

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El Espíritu bueno y puro es inaccesible al espanto. Ese infinito, silencioso y frió para los Espíritus inferiores, se anima muy pronto para el y le deja oír su voz poderosa. El alma, separada de la materia, percibe poco a poco las vibraciones melodiosas, del éter, las delicadas armonías que descienden de las colonias ce-lestes; oye el ritmo imponente de las esferas. Esos cantos de los mundos, esas voces del infinito que resuenan en el silencio, los percibe y los penetra de ellos hasta el arrebatamiento. Recogida, embriagada, henchida de un sentimiento grave y religioso, de una admiración que no puede ser saciada, el alma se baña en las olas del éter, contempla las profundidades siderales, las legiones de Espí-ritus, sombras frágiles, ligeras que flotan y se agitan en ámbitos de luz. Asiste a la génesis de los mundos; sigue el desenvolvimiento de las humanidades que los pueblan, y en este espectáculo comprueba que en todos los lugares la actividad, el movimiento y la vida se unen ordenadamente en el Universo. Los espíritus pu-ros llevan en si su luz y su felicidad; le siguen a todas partes; forman parte inte-grante de su Ser.

Los espíritus puros llevan en si su luz y su felicidad; le siguen a todas par-

tes; forman parte integrante de su Ser. Cualquiera que sea su grado de adelanto, el Espíritu que acaba de abando-

nar la Tierra no puede aspirar a vivir indefinidamente esa vida superior. Sujeto a la reencarnación, esa vida no es para él más que una etapa de reposo, una compensación a los malos padecidos, una recompensa ofrecida a sus meritos. Se empapa y se fortifica en ella para luchas futuras. Pero, en el porvenir que le es-pera, no volverá a encontrar ya las angustias y los cuidados de la vida terrena. El Espíritu elevado está llamado a renacer en mundo mejor dotados que el nuestro. La escala grandiosa de los globos contiene numerosas gradas dispuestas para la ascensión de las almas; cada una de estas asciende a ellas gradualmente.

En las esferas superiores a la Tierra, la materia tiene menos imperio. Los

males que esta engendra se atenúan a medida que el ser, progresa, y acaban por desparecer. Las necesidades corporales son casi nulas y los duros trabajos, des-conocidos. La existencia, es más larga que la nuestra, transcurre en el estudio, en el compartir las realizaciones de una civilización perfeccionada que tiene por base la moral más pura, el respeto de los derechos de todos, la amistad, y la fra-ternidad. Los horrores de la guerra, las epidemias, las plagas, no tienen acceso, ni la enfermedad, y los groseros intereses, (causa de tantas codicias en la Tierra) no dividen allí a los Espíritus.

Estos datos de las condiciones de habitabilidad de los mundos están con-

firmados por la ciencia. Por medio del espectroscopio, que ha analizado sus ele-mentos constitutivos, a calcular su poder de atracción y a pesar su masa. La as-

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tronomía nos demuestra que las estaciones varían de duración e intensidad, según la inclinación de los mundos con relación a su órbita. Nos enseña que Sa-turno tiene la densidad de la madera de arce; Júpiter, poco más o menos, la del agua. Nos dice que en Marte la pesadez de los cuerpos es la mitad menos que en la Tierra.

Un día, cuando el espíritu, después de haber recorrido el ciclo de las exis-

tencias planetarias, después de haberse purificado con sus renacimientos y sus emigraciones a través de los mundos, ve cerrarse la serie de encarnaciones y abrirse la vida espiritual definitiva, la verdadera vida del alma, de donde están desterrados el mal, la sombra y el error.

El Espíritu goza de la alegría y la paz, convive con espíritu esclarecidos, pa-

cientes y dulces, se une a ellos por un afecto que no se turba por nada, participa de sus aspiraciones, de sus ocupaciones , de sus gustos, se comprenden , se sus-tentan, se aman , libres de las necesidades y de la muerte, jóvenes sin preocu-pación de los siglos…. Luego después de estudiar, admirar , glorificar la obra in-finita, penetra más profundamente en los divinos misterios, , reconoce por todas partes la justicia, la belleza, y la bondad celestial, se identifica con ellas y se nutre de ellas, sigue a los genios superiores en su tarea, en sus misiones, ellos intentan igualarlos , subir más arriba, siempre hay nuevos goces, nuevos trabajos, nuevos progresos los esperan.; tal es la vida eterna, magnifica, desbordante , la vida del espíritu purificado por el sufrimiento.

Los Espíritus superiores poseen en su grado eminente el sentido de lo be-

llo. Es la fuente de de sus más puros goces, y todos saben realizarlo en obras, al lado de las cuales palidecen las obras maestras de la Tierra. Para el alma supe-rior, el arte, bajo sus múltiples aspectos es una oración, un homenaje rendido al Principio eterno.

Siendo fluídico el Espíritu, obra sobre los fluidos del espacio. Su voluntad

poderosa los combina, los dispone a su gusto, les presta los colores y las formas que responden a su finalidad. Por medio de estos fluidos, se ejecutan obras que desafían toda comparación y todo análisis.

En las moradas etéreas se celebran fiestas espirituales. Los espíritus puros,

radiantes de Luz, se agrupan por familias. Suaves armonías (al lado de las cuales las de la Tierra no son más que ruidos discordantes) les encantan, y en el espa-cio infinito se les aparece el espectáculo maravilloso de los mundos girando en la extensión y uniendo sus notas a las voces espirituales, el himno universal que sube hasta Dios.

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Todos los Espíritus, en multitud innumerables, se conocen y se quieren. Los vínculos, los afectos que los unían en la vida material, quebrados por la muerte, se han restablecido para siempre. Acuden de diversos puntos del espacio y de los mundos superiores para comunicarse el resultado de sus misiones, de sus trabajos; para felicitarse por sus éxitos, para ayudarse mutuamente en las obras difíciles. Ningún resabio, ningún sentimiento de envidia se desliza en esas almas delicadas.

El amor, la confianza, la sinceridad presiden estas reuniones donde son re-

cogidas las instrucciones de los mensajeros divinos, donde son aceptadas nuevas tareas que contribuyen a elevar mas. Unos consienten en velar por el progreso y por el desenvolvimiento de las naciones y de los mundos; otros encarnan en las tierras del espacio para cumplir en ellas misiones de abnegación, para instruir a los hombres en la moral y en la ciencia; otros, (los Espíritus guías o protectores) se dirigen a cualquier alma encarnada, le prestan su apoyo en el áspero camino de la existencia, la conducen desde el nacimiento hasta la muerte durante varias vidas sucesivas, acogiéndola al final de cada una de estas en el umbral del mun-do invisible.

En todos los grados de la jerarquía espiritual, el Espíritu desempeña su

papel en la obra inmensa del progreso y contribuye a la realización de las leyes superiores.

Cuanto más puro es el espíritu, más intensa, más ardiente se hace en él la

necesidad de amar, de hacer partícipe de sus goces y de su gloria, de su felicidad a todos los que sufren, a todos los que se encadenan en los abismos de la exis-tencia inmortal. Su amor se va extendiendo poco a poco a todos los seres al diri-girse sin parar hacia Dios, Padre de las almas, centro de todos los poderes afec-tivos.

Existe una jerarquía con diferentes grados en los espíritus, comienza en el

seno de la vida inferior, y se prolonga hacia las alturas inaccesibles a nuestras captaciones actuales. Es un escalonamiento inexpresable de poderes, de luces, de virtudes que van en aumento desde la base hasta la cima – si es que hay una cima.

Son tres grandes fases: la vida material, la vida espiritual y la vida celestial,

reaccionan una sobre la otra forman un todo que constituye el campo de acción de los seres.

La superioridad del espíritu se reconoce en su vestimenta fluídica. Todo

Espíritu es una hoguera de luz por mucho tiempo velada, comprimida, invisible,

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que se desarrolla con los valores morales, crece lentamente y aumenta en ex-tensión y en intensidad. Al principio es como un fuego oculto entre cenizas, y que se revela con suaves chispas y luego con una llama tímida y vacilante. Un día se convierte en una aureola; luego se activa, se extiende y abarca al Espíritu por entero, que resplandece como un sol o como esos astros errantes que recorren los abismos celestes, dejando tras de sí una aureola luminosa. Para obtener este grado de esplendor es preciso un conjunto de trabajos, de obras fecundas; una acumulación de existencias que a los humanos les parece una eternidad.

La visión directa de Dios, según se dice, solo es propia de los grandes Espí-

ritus. La luz divina expresa la gloria, el poder, la majestad del eterno; es la visión misma de la verdad. Pero pocas almas pueden contemplarla sin velos. Para so-portar su brillo, se necesita gozar de una pureza absoluta.

La vida humana intercepta las propiedades radiantes del espíritu. La luz del

alma está oculta bajo la carne, el hombre puede comprobarlo, en sus buenas ac-ciones, en los impulsos generosos, la mantienen y la aviva. En los momentos de expansión, de caridad, de amor, es cuando el alma siente como una llama, como una radiación que emana de su ser. Esta Luz íntima es la que hace a los oradores, a los apóstoles a los héroes. Ella es la que cautiva a los auditorios, la que entu-siasma a los pueblos y les hace realizar grandes cosas

Las fuerzas espirituales se revelan entonces a los ojos de todos y ponen de

manifiesto lo que se puede obtener de las potencia psíquicas puestas en acción por la pasión del bien y de la justicia. La fuerza del alma es superior a todos los poderes materiales. Podría mover un mundo. Y esta fuerza es luz.

Si queremos recorrer rápidamente la cadena magnifica de los mundos y

llegar a las regiones etéreas, arrojemos lejos de nosotros todo lo que nos haga el paso pesado que dificulta nuestro vuelo. ¡Devolvamos a la Tierra lo que es de la Tierra, y no aspiremos nada más que los tesoros eternos: trabajemos, oremos, consolemos, ayudemos y amemos, amemos hasta la inmolación! ¡Cumplamos con nuestro deber, aun a costa del sacrificio y de la muerte! Así sembraremos el germen de nuestra felicidad para el porvenir.

Trabajo realizado por Merchita 1. Extraído del Libro “Después de la Muerte” León Denis

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COMPORTAMIENTO DEL BUEN ESPIRITA

Las riquezas de la Tierra son perecible, pero hay una riqueza que nada

puede afectar ni nadie puede destruir: la riqueza del cielo, que podemos y de-bemos construir en nuestra alma. Esa riqueza está en nuestras manos, es adqui-rir la moral cristiana, explicada tan bien en El Evangelio Según el Espiritismo.

La moral espirita, como la del cristianismo primitivo, no se constituye ape-

nas de preceptos, de reglas, ni de principios normativos. Hay una técnica moral, que se fundamenta en el conocimiento de las leyes morales.

El Espiritismo nos da la clave del Evangelio. Explica su sentido oscuro u

oculto; nos proporciona la moral superior, la moral definitiva, cuya grandeza y hermosura revelan su origen sobrehumano.

Con el fin de que la verdad se extienda por todas partes con el fin de que

nadie pueda desnaturalizarla o destruirla, ya no es un hombre, ya no es un grupo de apóstoles el que está encargado de darla a conocer a la humanidad. Las voces de los Espíritus la proclaman en los diversos puntos del mundo civilizado, y gracias a este carácter universal y permanente, esta revelación desafía a todas las hostilidades y a todas las inquisiciones.

La moral espirita está basada en el testimonio de millares de almas que van

a todos los lugares para describir, valiéndose de los médiums, la vida de ultra-tumba y sus propias sensaciones, sus goces y sus dolores.

La filosofía de los Espíritus viene a ofrecer a la humanidad una sanción

moral más elevada, un ideal más noble y generoso. Ya no hay suplicios eternos, sino la justa consecuencia de los actos que recaen sobre su autor.

El Espíritu se encuentra en todos los lugares según él se ha hecho. Si viola la

Ley moral, entenebrece su conciencia y sus facultades, se materializa, se encade-na con sus propias manos. Practicando la ley del bien, dominando las brutales pasiones, se aligera y se aproxima cada vez más a los mundos felices.

La vida moral se impone como una obligación para todos aquellos a quienes

preocupe algo su destino; de aquí la necesidad de una higiene del alma que se aplique a todos nuestros actos, ahora que nuestras fuerzas espirituales se hallan en estado de equilibrio y armonía.

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Si sometemos al cuerpo, envoltura mortal, instrumento perecedero, a las prescripciones de la ley física que asegura su mantenimiento, es importante, mucho más, velar por el perfeccionamiento del alma, que es imperecedera y a la cual está unida nuestra suerte en el porvenir. El Espiritismo nos ha proporcio-nado los elementos para esta higiene del alma.

El conocimiento del objeto real de la existencia tiene consecuencias incal-

culables para el mejoramiento y la elevación del hombre. Saber a dónde va tiene por resultado el afirmar sus pasos, el imprimir a sus actos un impulso vigoroso hacia el ideal concebido.

Las doctrinas de la nada hacen de esta vida un callejón sin salida y condu-

cen, lógicamente, al sensualismo y al desorden. Las religiones, al hacer, de la existencia una obra de salvación personal muy problemática, la consideran des-de un punto de vista egoísta y estrecho.

Con la filosofía de los Espíritus, este punto de vista cambia y se ensancha la

perspectiva. Lo que debemos buscar no es ya la felicidad terrena, la felicidad, en la Tierra, es cosa precaria, sino un mejoramiento continuo; y el medio de reali-zarlo es con la observación moral en todas sus formas.

Cuando el hombre venga de donde venga, entra en el Espiritismo, se abre

ante el un amplio campo de investigaciones, que de momento, no se da cuenta de tamaña grandiosidad. A medida que va ampliando sus estudios y sus experien-cias, más ancha se torna la perspectiva de lo que antes le era desconocido, y en todo empieza a ver la grandeza de Dios.

Entonces ve lo que el significa en la Creación, comprende que su vida es

eterna y que no se encuentra aquí por acaso, comprende que jamás será aban-donado que está ligado a una ley que abarca a todos los seres humanos y que con ellos alcanzará por sus esfuerzos, más tarde o más temprano, su felicidad, su belleza y su sabiduría. Comprende que el tiempo que tarde, depende únicamente de el, que un día será atraído por el amor universal, pasando a formar parte de la gran familia de los espíritus felices, que gozan y trabajan en el plano del amor divino.

Dios estableció sus leyes y las puso, con toda la creación, a disposición de

todos sus hijos. A nosotros compete alcanzarlo. El espirita debe portarse delante de Dios como un buen hijo, agradeciéndole

el que le haya creado.

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Debe respetar la grandeza de su creador, adorar su Omnipotencia, amarlo por su Sublimidad.

Y ese respeto, esa adoración, ese amor, esa gratitud, deben ser manifesta-

dos al Todopoderoso tanto como sea posible, para que así atraigamos su in-fluencia y la de los buenos espíritus , que nos es muy necesaria por nuestro atraso, en este mundo donde imperan la ignorancia y el dolor.

Para alcanzar esa gran moralidad que necesitamos, para cumplir bien nues-

tra misión, tener paz en la Tierra y conseguir alguna felicidad en el espacio, debe el espirita cumplir la ley divina. Esa ley divina está en el Evangelio y el espirita debe saberla de memoria, porque ¿Cómo aplicarla esa ley sin conocerla?

Para el espirita el Evangelio no debe ser letra muerta, y si una ley vigente en todos los tiempos, en todas las edades. Debe ser un admirador del Maestro, es-tudiando sus palabras, su moral, su ley, sus sacrificios, su abnegación, su amor, su prudencia y, sobre todo, su elevadísima misión ya que esta contiene dos pun-tos esenciales, que son de capital importancia. La primera y que el espirita debe fijar en su mente es la de que a de conocer la ley divina para cumplirla. El otro objetivo de capital interés para el bien de nuestro espíritu; que es el consuelo, la resignación y la paciencia que El nos puede inspirar.

Todos estamos en la Tierra para ser probados. Y muchos de expiación. Por

eso el espirita a de amar al Señor; debe admirarlo y seguirlo hasta donde le sea posible; en sus leyes y en sus ejemplos; pues así evitará que puedan acarrear la tribulación en esta vida y el sufrimiento en el espacio.

Todo espirita debe portarse con la mayor humildad posible, frente a sus

hermanos. La humildad es siempre un ejemplo de buenas manera, jamás nos compromete, ni es causa de disturbios ni de riñas. Esa humildad no debe ser nunca fingida, sino leal y sincera, siempre dispuesta a servir, debiéndose consi-derar inferior a sus hermanos, ha de ser el servidor de todos. Nunca ara alardes de saber, ni de poseer facultades y menos de considerarlas extraordinarias, ex-poniéndolas siempre de manera prudente, sensata y con oportunidad.

Todo espirita debe ser caritativo, no abandonando a su hermano en una

crisis, ni en la dolencia ni en la miseria. Debe ser, la providencia terrena, susten-tando en todo lo que pueda, a su hermano.

En los centros espíritas donde reinen el amor y la adoración al Padre, en

espíritu y verdad; la admiración, el respeto, y el amor al Señor; la indulgencia la caridad y la humildad, no faltará la paz y armonía entre los hermanos. Por el contrario, su vida se deslizará más tranquila, sentirán el alma leve y alegre, por-

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que muchas veces recibieran la influencia de los Buenos Espíritus. Harán gran progreso y tendrán una recompensa en el mundo espiritual, más de lo que pue-den calcular.

Todo espirita que hace profesión publica de su creencia no debe jamás olvi-darse de que, por donde pasa, por donde va y el sitio que frecuenta está siendo observado y estudiado. Debe ser prudente en el hablar, en el obrar, en el pensar, pues si se olvida de las reglas que prescribe el Espiritismo, pueden caer en el ridículo, por no estar sus actos de acuerdo con la moral que el mundo espera de ellos.

La Humanidad gime, llora, se desespera por lo mucho que sufre; el egoísmo

todo consume; las víctimas de la maldad se suceden sin esperar; las religiones se desviaron del camino; los hombres de bien, intermediarios entre la Humani-dad y la Providencia, son escasos; los espiritas estad encargados de traer la luz, ya que saben por qué la Humanidad sufre por qué llora, por qué se desespera; el espírita ha de sacrificarse, en explicarle la causa de su sufrimiento, de sus lágrimas, de su desesperación, ha de demostrar que el dolor depura, eleva, santi-fica, exalta, y así cumplirá su misión.

El espirita que desea hacer mucho bien a sus semejantes no debe perder de

vista al Señor cuando lo azotaban atado al pilar, cuando lo coronaban de espinas, cuando cargaba la cruz, cuando consumaba su sacrificio, para saber imitarle en sus actos de amor por la Humanidad de abnegación y de sacrificio.

De ahí sus palabras: “vosotros sois la sal de la tierra, si ella pierde su sabor, “con que se ha de

salgar” Si el espirita debe ser prudente virtuoso, tolerante, humilde abnegado y ca-

ritativo, entre sus hermanos de ideal y en el seno de la Humanidad, ¡cuanto más debe serlo en la familia! Si son sagrados los deberes que hemos de cumplir entre nuestros hermanos y en la humanidad, mucho más lo son los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar que, más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre histo-rias pasadas, que se enlazan con la historia presente.

El espirita debe ver en la familia un grupo que le fue dado en custodia, y pa-

ra el cual tiene muchos deberes que cumplir y muchos sacrificios que realizar. Por eso el esposo debe ser el apoyo y el sustentáculo de la esposa; debe amarla, respetarla, protegerla, aconsejarla, orientarla y proporcionarla en todas las cir-cunstancias de la vida, lo que sea necesario. La esposa debe obediencia, amor, respeto y sinceridad al esposo, siendo este, para ella, siempre la primera perso-

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na a quien debe confiar sus secretos y todas sus tendencias, sin faltar jamás al respeto y a la obediencia, que debe al que Dios le dio como guía en este mundo de dolor.

En lo referente a los hijos, su misión no está exenta de sacrificios, siendo a

veces necesaria una abnegación a toda prueba, dirigida por el buen sentido del espirita. Debiendo sentir el mismo amor por todos sus hijos, no olvidando que los más necesitados de su misericordia son los menos provistos de bondad y comprensión.

Debe proceder con mucho cuidado en la misión de la paternidad, para no

dejarse arrastrar jamás por una atracción de causa desconocida, a favor de uno de sus hijos, ni por la frialdad que pueda sentir por otro. Sin olvidar que un hijo puede ser lo mismo un hermano de otra existencia al que amamos o un enemigo al cual debemos aprender a amar.

El espirita en todas las situaciones de la vida, ha de portarse como un buen

hijo, buen esposo, buen padre, buen hermano y buen ciudadano; así, como prac-ticante de la ley divina, cuyo sentido práctico está en la enseñanza y en el ejem-plo del Señor y maestro; será luz para iluminar a los que están a su alrededor, será mensajero de paz y amor para todos; y llevará la paz de las Moradas de la Luz hasta los hombres de la Tierra.

El espirita tiene un deber ante sí mismo, no ha de ser demasiado indulgente

para consigo mismo. Siempre encuentra medios para justificar su conducta, aunque esta no sea lo suficientemente correcta. Procura siempre disculpar sus defectos y atenuar sus faltas. Tanto es así, que escuchamos a menudo, de aque-llos a quienes hablamos de espiritismo: “Yo no creo en nada, apenas acompaño a la mayoría; pero en lo que concierne a la otra vida, creo que lo mejor es hacer todo el bien posible. Así, si existe alguna cosa después de esta vida, nada malo podrá acontecerme.

Todo espirita debe ser muy severo consigo mismo, siendo siempre el pri-

mero y el más severo juez de sí mismo. No olvidando que está en este mundo pa-ra luchar por causa de su atraso, de sus imperfecciones y de sus deficiencias, y que le urge librarse de todo aquello que es contrario al amor, a la virtud, a la ca-ridad, a la justicia.

Es muy difícil ser justo en todas las cosas, por eso el espirita debe todos los

días hacer un examen de todo lo que sintió y realizó en la jornada transcurrida. Sabiendo que hay tres formas de cometer faltas, por el pensamiento, por la pala-bra y por los actos.

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Las faltas por pensamientos provienen de pasiones injustas o mal conteni-das, de no ser indulgente para las faltas del prójimo, de codiciar cosas indebidas. El espírita puede sentir deseos condenados por la ley divina.

El tiempo de vida en la Tierra es sumamente corto, y que el que pasaremos

en el espacio es sumamente largo, siendo allá felices o infelices según hayamos cumplido o dejado de cumplir nuestros deberes espirituales. Por eso debe pro-curar el espirita progresar en virtudes, en amor, en adoración al Padre, en res-peto y veneración para con sus semejantes y no dudar de que su felicidad será grande, y que habrán llegado a su fin los sufrimientos y los males, que por tanto tiempo lo han afligido y lo han retenido tanto tiempo en un planeta de expiación.

Sin olvidar que la Tierra es un lugar de expiación y dolor, y que el dolor pu-

rifica y eleva. El dolor es un medio por el que se progresa rápidamente, so-portándolos con resignación y con calma, y hasta con alegría, llegaremos a las más altas regiones, ascenderemos, él, es el medio más seguro de alejarnos de las veleidades humanas.

Ningún espirita debe dudar que en el Reino de Dios no se entra por sorpre-

sa, ni se alcanza la felicidad, sino después de la purificación. Todo espirita que tenga grandes dolores manténgase fuerte, lleno de calma, de amor al Padre, de resignación y sumisión a la Justicia Divina. Y si a veces la tentación lo envuelve, que se defienda con la oración, con el amor por los que sufrieron antes que el, no olvidando jamás que, por detrás del dolor soportado con alegría y calma vendrá la felicidad en la vida eterna.

La rebelión aumenta el dolor, intensifica el sufrimiento, mientras la resigna-

ción favorece la acción benéfica de los Espíritus Superiores, siempre dispuestos a auxiliar a los que sufren. La oración es el lenitivo de los dolores sin remedio. Por ella, el espíritu en prueba establece ligación fluídica con los Bienhechores Espirituales, que les darán alivio posible y la fuerza moral necesaria para sopor-tar las pruebas hasta el fin.

Nadie es perfecto en este mundo. Así como es muy difícil encontrar en la

Tierra quien este siempre en perfecto estado de salud física, también es muy difícil encontrar a alguien con perfecta salud moral. Así como la atmósfera y las condiciones materiales influyen directamente en nuestro organismo predispo-niéndolo para las enfermedades, los elementos espirituales que nos rodean in-fluyen sobre nuestra condición moral. Se aprovechan de las cosas más insigni-ficantes, para provocarnos sufrimientos y malestar interior, objetivando mortifi-carnos o detenernos en la vía del progreso.

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La tentación no tiene siempre para todos los individuos el mismo carácter y las mismas formas. Lo mismo que los grados de virtud y de los defectos son múltiples también son muchas las variedades de la tentación.

En la Tierra, no tendremos jamás paz completa, si alguna vez llegamos a

sentirla será de corta duración. Ante las penas ocultas debemos ser fuertes y resistir y oponerles serenidad, paciencia y calma sin límites, ellas tienen un gran merito ante Dios y fortalecen mucho al espíritu encarnado.

Nunca debemos poner en duda que hay seres espirituales que nos aman y

nos ayudan, debemos confiar en ellos, pedirle ayuda, suplicarles la protección, cuando nos veamos apurados.

El Espíritu aferrado a los intereses materiales, mientras dura ese estado, es

casi imposible que comprenda y acepte el Espiritismo, es esa la barrera que re-tiene a la Humanidad.

El apego al dinero es señal evidente de falta de caridad y amor al prójimo.

Quien tiene ese apego no se encuentra en vías de realizar grandes progresos. El espirita debe recordar que su felicidad no está en la Tierra sino en el Es-

pacio. Por eso debe enriquecer su espíritu con virtudes y buenas obras. Y debe recordar que uno de sus grandes enemigos es el amor al dinero, ósea el egoís-mo, que es el peor y el más fatal enemigo del hombre.

Si juntásemos todas las riquezas del mundo, nada serian comparándolas

con las de nuestro Padre. Todas ellas fueron creadas para nosotros, sus hijos, que las recibiremos en propiedad y las disfrutaremos eternamente.

Nosotros los Espiritas tenemos un tesoro en nuestras manos, es necesario

resaltar esto, pues no todos están en condiciones de comprender el Espiritismo y menos aun de practicarlo. No podremos aun comprender la verdad, mientras no nos despojemos de muchos errores, mientras nuestro amor y nuestra bon-dad no hayan alcanzado cierto grado.

El Espiritismo nos saca de todas las dudas, nos libera de todos los errores,

nos ilumina la inteligencia, nos fortalece el espíritu en la lucha contra las pre-ocupaciones. Pudiendo el espirita si no es indolente realizar todo cuanto desea para su bien.

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El espirita debe estudiarse a sí mismo, para llegar a conocerse, cosa que a veces es un poco difícil, mayormente si el instinto del orgullo y de la vanidad predomina aun en el.

El espírita debe observar si fácilmente se ofende por cualquier contrariedad

o palabra que lo mortifica. Y eso es así, eso acontece, porque el amor propio desmedido, sinónimo de vanidad está enraizado aun en su espíritu. Debiendo someterse a humillaciones, evitando que esas le afecten, hasta aprender a sufrir desprecios y desengaños sin perder la serenidad.

Si el espirita siente que posee alguna pasión o vicio que puede llevarlo a la

caída, habrá de ser valiente, y aunque le cueste la vida, tendrá que cortarlos por la raíz. Pues vale más sufrir mucho, por hacer desaparecer un vicio y adquirir una virtud, que no sufrir nada dando redes a la pasión. Vale más sufrir que su-cumbir. Antes la muerte del cuerpo, que la perturbación y el atraso del espíritu.

El espirita no debe ser impertinente, ni tener mal genio, ni ser precipitado,

ni murmurar, pero si, ha de ser paciente, debe saber perdonar las faltas ajenas, ser amable cuanto sea posible, servicial y debe procurar el bien de sus subordi-nados, ya sea en la familia o en el ámbito de su posición social, debe crear una aureola de buenas influencias y de confianza y de respeto; consolar a los que su-fren, hasta donde sus fuerzas lo permitan.

Para conseguir esa vida ascendente de perfección, no podemos olvidar que

necesitamos la protección de los Grandes Espíritus, y que no debemos dudar de ellos, siempre que nos coloquemos en condiciones de recibir sus influencias. A medida que mejoramos llamamos más la atención de los Buenos Espíritus.

En el Espiritismo no existen categorías, más si espiritualmente, ellas son

muy conocidas en el mundo Espiritual, e infeliz de aquellos que no sepan respe-tarlas, sin conocer las clasificaciones pueden intercambiar el orden de los facto-res, ha de procurarse ser un buen discípulo ahora, hasta que la providencia nos llame para desempeñar una misión más alta.

Las personas virtuosas y entendidas hacen mucha falta, para proyectar una

luz como es el espiritismo. Esas personas son muy procuradas por los Buenos Espíritus.

Cuando surjan señales y acontecimientos extraordinarios que no se pueden

evitar, aunque contraríen y perjudiquen, y tengáis ante vosotros la llamada del espiritismo para que entréis en servicio, aceptarlo a gusto.

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Tenemos un gran Maestro, es a El a quien debemos seguir, sobre todo los jóvenes que son el futuro de la Humanidad.

Confiad en El, Juventud Espírita, y no desmayéis en el camino, Adoremos al

Padre y amemos al Señor por su gran amor. Trabajo realizado por Merchita Extraído del libro el Tesoro de los Espiritas de Miguel Vives.

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FELICIDAD DE LA ORACIÓN

La oración es una elevación por encima de las cosas terrenas, una ardiente

invocación, un transporte, un batir de alas hacia las regiones que no turban los murmullos y las agitaciones del mundo material, y donde el ser obtiene inspira-ciones que le son necesarias. Cuanto más poderoso es su transporte, cuanto más sinceras es la invocación, más distintas y más claras se revelan las armonías, las voces y las grandezas de los mundos superiores. Es como una gran ventana que abrimos hacia lo invisible, hacia lo infinito, y por donde percibimos mil impre-siones consoladoras y sublimes, nos impregnamos con bellas emanaciones y nos embriagamos y sumergimos en ellas como en un baño fluídico generador.

Cuando nuestras almas están enternecidas, conmovidas por un sentimiento

profundo, por el espectáculo de lo infinito, bien sea a la orilla del mar, en la cla-ridad del día, bajo la luz de la luna con sus relucientes estrellas, en los campos, bajo el verdor de un césped frondoso, en el silencio de nuestra habitación, en un lugar apartado donde estemos tranquilos, serenos, es cuando podemos orar, y conmovidos y emocionados sentir deslizarse en nuestro rostro las lagrimas, que nos hacen doblar nuestras rodillas y brotar de nuestro corazón un cantito de amor o un grito de adoración hacia Dios Huya Eterno que dirige nuestros pasos por el borde de los abismos.

Es como cuando lanzamos una piedra al agua, y vemos vibrar en la superfi-

cie ondulaciones concéntricas. Así es el fluido universal se pone en vibración por nuestras oraciones y nuestros pensamientos, con la diferencia de que las vibra-ciones de las aguas son limitadas y los fluidos Universal se suceden hasta lo infi-nito. Si pudiéramos medir el efecto producido por una oración ardiente, por una voluntad generosa y enérgica sobre los desdichados, nuestras plegarias se elevarían a menudo hacia los desheredados, hacia los abandonados del Espacio, hacia aquellos en los que no se piensa y que están sumidos en un taciturno des-aliento.

La oración es el roció divino que destruye el excesivo calor de las pasiones;

hija primogénita de la fe nos lleva al sendero que conduce a Dios. El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe señalar

para ella la vuelta a la vida activa del día, es la oración. La oración del cristiano, del espirita, de cualquier culto debe elevarse

humilde al Señor, para recomendar su debilidad, pedirle apoyo, indulgencia y misericordia. Debe ser profunda, porque es el alma la que debe elevarse hacia el

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Creador, la que debe transfigurarse como Jesús en el monte Tabor, y volverse blanca y radiante de esperanzas y de amor.

La oración debe encerrar la súplica de las gracias que sean necesarias, de

una realidad evidente. Es inútil pedir al Señor que abrevie nuestras pruebas, que nos facilite los goces y las riquezas; los bienes más preciosos que el hombre puede pedir son la paciencia, la resignación y la fe.

La oración, es ante todo, una actitud mental de la criatura con su Creador.

La oración se divide en tres etapas, en las cuales el ser dilata sus percepciones y amplia su capacidad de entendimiento en relación a sí mismo y a Dios.

La oración antes que nada, es un acto de alabanza al Padre, el creador de

todas las horas, Fuente Augusta de todas las cosas, Progenitor Soberano de don-de todo procede y hacia cuya grandeza todo marcha…

La alabanza es una expresión de cariño, y reconocimiento que debe fluir del

ser, a fin de producir una sintonía a través de la cual transiten los sentimientos de exaltación del bien, para abrirse en un ruego a favor de las legitimas necesi-dades, aquellas que son indispensables para una existencia feliz y correcta en el mundo, cuya transitoriedad constituye, por si misma, una advertencia y una in-vitación a la humildad.

No siendo el cuerpo más que una vestimenta, el uso desgasta con facilidad

esa estructura, y su extinción señala, inesperadamente, la conclusión de la etapa para el cual fue elaborado.

Saber pedir es un arte, la petición no debe constituir nunca una imposición

apasionada o un capricho que no merece consideración. La plegaria debe revestirse con la emoción de la confianza y el reconoci-

miento, en una postura a través de la cual, una vez encaminada la petición, su concesión dependerá de valores que no pueden ser conocidos por el solicitante, y su respuesta, cualquiera que sea, se aceptará con alegría…

El hombre aun no está capacitado para saber lo que le conviene para su cre-

cimiento espiritual, su felicidad real, el hombre solicita lo que le parece más im-portante. No obstante, solo el Padre sabe lo que es más valioso para el hijo que está adquiriendo experiencias.

Debido a esta realidad, El no siempre concede lo que se le pide y conforme

se quiere, sino aquello que puede contribuir al bien legitimo del ser.

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Entonces la oración debe revestirse de tres actos consecutivos: alabar, pedir y agradecer confiando.

El exceso de palabras, el modo como se piden, con palabras revestidas de

ideas, es que la oración adquiere valor. Es por la entereza del contenido y por el sentimiento que lo acompaña que alcanza más fácilmente los divinos oídos, y, al mismo tiempo, conduce de regreso la respuesta celeste.

La oración, en los círculos del Cristianismo, se caracteriza por una gradua-

ción infinita en sus manifestaciones, porque existen creyentes de todos los mati-ces en los variados cursos de la fe.

Los seguidores inquietos reclaman la realización de propósitos inconstan-

tes. Los egoístas exigen la solución de caprichos inferiores. Los ignorantes del bien llegan a rogar el mal para el prójimo. Los tristes piden la soledad con ociosidad. Los desesperados la muerte. Innumerables beneficiarios del Evangelio imploran eso o aquello, con alu-

sión a la marcha de los negocios que le interesan en la vida física. En suma bus-can la fuga. Anhelan solamente la distancia de la dificultad del trabajo, de la lu-cha digna.

Jesús soporta, paciente todas las filas de candidatos de su servicio, de su

iluminación, extendiéndole manos benignas, tolerándole las quejas inmerecidas y las lágrimas inoportunas. Sin embargo, cuando acepta a alguien en el discipu-lado definitivo, algo acontece en lo íntimo del alma contemplada por el Señor.

Cesan las rogativas ruidosas. Se calman los deseos tumultuosos, se convierte la oración en trabajo edifi-

cante. El discípulo nada reclama. Y el Maestro respondiéndole a las oraciones, le

modifica la voluntad, todos los días, alejándole del pensamiento los objetivos inferiores…

El corazón que se une a Jesús es un siervo alegre y silencioso.

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La verdadera oración no debe ser recitada, sino sentida. No debe ser un cómodo movimiento de los labios, revestido de bellas palabras, sino una expre-sión de sentimiento vivo, real, con el fin de que realicemos una legitima comu-nión con la Espiritualidad Mayor.

La oración es una conversación que entablamos con Dios, Nuestro Padre;

con Jesús, Nuestro Maestro y Señor y con nuestros amigos espirituales. Es un dialogo silencioso, humilde, contrito, revestido de unción y fervor, en que el hijo, pequeño e imperfecto, habla con el Padre, Poderoso y Bueno. Perfección de las Perfecciones.

Cuando el espírita ora, sabe, por anticipado, que su oración no hace modifi-

caciones en la ley, que es inmutable, lo que si consigue es que se altere su mundo intimo, el cual se fortifica, valerosamente, de manera que afronta con gallardía las pruebas; y estas se atenúan al influjo de la comunión Espiritual Superior.

Jesús definió, claramente, la manera correcta de orar, que puede ser enten-

dida como las cualidades que una oración debe tener: El nos recomienda que, cuando oremos, no nos debemos poner en evidencia, sino orar en secreto. Que no es por la multiplicidad de las palabras que seremos atendidos, sino por la sin-ceridad de ellas. Nos recomienda también, perdonar cualquier cosa que tenga-mos contra nuestro prójimo, antes de orar, para que nuestra oración sea agra-dable a Dios. El esclareció que la oración debe estar revestida de humildad, pro-curando ver los propios errores y no los del prójimo.

En el aislamiento, la oración fluye con mayor madurez, sin interferencias,

sin preocupaciones con formulas y formas, favoreciendo la comunión legitima con la Espiritualidad.

Lo esencial no es orar mucho, sino orar bien. Las oraciones muy largas,

además de cansar, pueden revelar una forma de ostentación, que es siempre contraria a la humildad. Otra cualidad de la oración es el ser inteligible.

Aquel que ora sin comprender lo que dice, se habitúa a dar más valor a las

palabras que a los pensamientos; para el las palabras son eficaces, aunque el co-razón no participe. La principal cualidad de la oración es que sea clara, simple y concisa. Sin fraseología inútil, ni lujo de epítetos, que no dejan de ser vestimen-tas de lentejuelas; cada palabra debe tener su alcance, despertar un pensamien-to, mover una fibra; en una palabra, debe hacer reflexionar, solo con esta condi-ción la oración puede alcanzar su objetivo, de lo contrario no pasa de ser un rui-do.

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La oración debe ser siempre espontánea, nacida en el corazón. No debemos olvidar que la intención es todo para Dios. El más perfecto modelo de concisión en el caso de oración es, sin duda, la Oración Dominical (El Padre Nuestro) es una verdadera obra prima de sublimidad en la simplicidad. Bajo la más reducida forma, esa oración resume todos los deberes del hombre para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo.

El Padre Nuestro debe ser visto no solo como una oración, sino también

como un símbolo que debe destacar por encima de cualquier oración, sea porque procede del propio Jesús (Mateo:6,9 y 13) sea porque puede suplir a todas con-forme sean los pensamientos que se le conjuguen:

Siendo la oración una llamada, evidentemente somos llevados, de acuerdo

con las instrucciones de los Bienhechores Espirituales, a clasificarlas de varios modos.

En primer lugar, tenemos la oración vertical, es decir, aquella que expre-

sando aspiraciones realmente elevadas, se proyectan en dirección de lo más Al-to, y está dentro de los mencionados principios de afinidad recogidos por los Mi-sioneros de las Esferas Superiores.

En segundo lugar, tenemos la oración horizontal, traduciendo deseos vul-gares (…) encontrará resonancia entre aquellos Espíritus aún ligados a los pro-blemas terrestres.

La oración descendente, que no se le da la denominación de oración, susti-

tuyéndola por invocación (…) En la invocación la llamada recibirá la respuesta de entidades de bajo tenor vibratorio. Son los petitorios inadecuados, expresan-do desespero, rencor, propósitos de venganza, ambiciones etc. La oración es ver-tical, horizontal o descendente, en relación al potencial mental de cada persona que ora, o de los sentimientos que ella expresa.

La oración, cualquiera que ella sea, es acción provocando reacción que le

corresponde. Conforme sea su naturaleza, parará en la región que fue emitida o se elevará, más o menos, recibiendo la respuesta inmediata o remota, según las finalidades a que se destina. Deseos banales encuentran realización honorísima en la propia esfera que surge. Impulsos de expresión algo más noble son ampa-rados por las almas que se ennoblecieron. Ideales y peticiones de significación profunda en la inmortalidad remontan a las alturas.

Cada oración, tanto como, cada emisión de fuerza, se caracteriza por deter-

minado potencial de frecuencia y todos estamos cercados por inteligencias ca-paces de sintonizar con nuestra llamada, a la manera de estación receptora.

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Es muy importante la oración en la reunión mediúmnica, es por la oración que el hombre atrae el concurso de los Buenos Espíritus, que vienen a sustentar-lo en las buenas resoluciones e inspirarle buenos pensamientos. Así adquiere el la fuerza necesaria para vencer las dificultades y entrar en buen camino, si de este se hubiera apartado.

El día de la reunión mediúmnica, por lo menos durante algunos minutos,

horas antes de los trabajos, sea cual sea la posición que se ocupe en el conjunto, debe dedicarse el compañero de servicio, a la oración y a la meditación en su propio hogar. Conectar el pensamiento con lo Alto. Retirarse, en espíritu, de las vulgaridades del día a día y ore, buscando la Inspiración de la Vida Mayor. Re-flexiones, que en breve tiempo, estará en contacto, aunque ligero, con los her-manos domiciliados en el Mundo espiritual (…)

El Espiritismo aconseja el habito de la oración antes y después de sus reu-

niones: Si el Espiritismo proclama su utilidad, no es por el espíritu de sistema, sino porque la observación permitió constatar su eficacia y el modo de acción.

La oración antes de la reunión debe ser cortita, ya que hay entidades en an-

gustiosa espera de socorro, en el aspecto de enfermo desesperado. Reclamando medicación substancial.

La oración tiene el poder de calmar al espíritu comunicante desequilibrado,

suministrándole fluidos saludables para su armonización intima. Como la oración es la expresión más alta y más pura del pensamiento traza

una vía fluídica, que permite a las Entidades del Espacio descender hasta noso-tros y comunicarse; en los grupos constituye un medio favorable para la pro-ducción de los fenómenos de orden elevado, al mismo tiempo preserva contra los malos Espíritus.

El médium que desee servir en la siembra debe hacer de la oración su ali-

mento diario, porque, cuanto más importante sea la tarea que este ejecutando, mayor será el asedio que lo experimentará.

Constantemente cada ser recibe trillones de rayos de variado orden y emi-

timos fuerzas que nos son peculiares y que van a actuar en el plano de la vida, a veces en regiones muy apartadas de nosotros.

El vampirismo espiritual existe, la oración es el más eficiente antídoto con-

tra el vampirismo. la criatura que ora, movilizando las propias fuerzas, realiza trabajos de inexpresable significación. Semejante estado psíquico revela fuerzas

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ignoradas, revela nuestro origen divino y nos coloca en contacto con las fuentes superiores. Dentro de esa realización, el espíritu, de cualquier forma, puede emi-tir rayos de espantoso poder.

En ese círculo de permuta incesante, los rayos divinos, expedidos por la

oración santificadora, convirtiéndose en factores anticipados de cooperación eficiente y definitiva en la cura del cuerpo, en la renovación del alma e ilumina-ción de la conciencia. Toda oración elevada es manantial de magnetismo creador y vivificante y toda criatura que cultiva la oración, con el debido equilibrio del sentimiento, se transforma, gradualmente, en foco irradiante de energías de la Divinidad

Debemos orar por los Espíritus desdichados, orar con compasión y con

amor es una de las formas más eficaces de la caridad. Todos podemos ejercerla, cuando oramos para nuestro prójimo, para los infortunados y enfermos, cuando lo hacemos de corazón recto y con una fe ardiente, puede producir saludables efectos. Aun cuando las leyes del destino le pongan un obstáculo, aun cuando el sufrimiento haya de ser soportado hasta el final, la oración no es inútil. Los flui-dos bienhechores que lleva en sí se acumulan para esparcirse.

Oremos amigos míos, no perdamos nunca la esperanza en que todo pasará,

que la vida es un corto viaje, y que debemos hacerlo con los valores materiales y sobre todo con los espirituales, los materiales ayudan al cuerpo, los espirituales fortalecen nuestra alma, quizás muy agotada, solo quedara aquello que es real-mente valioso y una oración es algo que vibra en el mundo que no vemos, y que se queda como una construcción de las que nunca desaparecen, porque es nues-tra conversación particular establecida con Dios, Ser Supremo del Universo, que guarda celoso las cartas de sus hijos, escritas con el corazón y elevadas con el sentimiento, son muestras palpables de que lo reconocieron y buscan afanados su ayuda, ellas un día al leerlas al otro lado, veremos sus efectos y nos llenaran de alegría, porque nos recordarán los atavismos que pasamos y de los cuales sa-limos airosos gracias a ese alimento espiritual que nos sirvió de ayuda. Alabando así a Nuestro Padre, reconociendo su auxilio, y emocionados cantaremos hosan-nas de alegría.

Trabajo realizado por Merchita

1. Extraído del libro de León Denis (después de la Muerte) 2. Del Evangelio de Allan Kardec 3. Por los Caminos de Jesús de Divaldo Pereira Franco 4. Y del Estudio de la Mediúmnidad 5. Y de la inspiración de Merchita

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EL PASE DENTRO DE LA DOCTRINA ESPIRITA

El pase es un recurso asistencial por parte de los Centros y Grupos Espiri-

tas; incluso cuando el pase no se dé en el Centro, el sigue siendo un recurso a uti-lizar en muchas circunstancias de necesidad.

Sabiamente Allan Kardec nos dice: <<La facultad de curar por la imposición

de las manos tiene evidentemente su principio en una potencia excepcional de expansión fluídica; pero está aumentada por diversas causas, las cuales es me-nester poner en primera línea la pureza de sentimientos, el desinterés, la bene-volencia, el deseo ardiente de aliviar, la oración fervorosa, y la confianza en Dios; en una palabra: todas las cualidades morales>>

“El pase, como género de auxilio, invariablemente aplicable sin cualquier

contradicción, es siempre en el tratamiento debido a los enfermos de toda clase. León Denia nos dice: el magnetismo viene a ser la medicina de los humildes

y de los creyentes, de cuantos saben verdaderamente amar. El pase es una transfusión de energías psíquicas. Roque Jacinto nos dice: <<El pase es un cambio de energías universales, sea

entre desencarnados, sea entre encarnados, se elige por delicado y preciosos auxiliar a ser utilizado en el tratamiento de dolencias a largo plazo; en las crisis bruscas y repentinas de dolor; en el combate de las llamadas << dolencias fan-tasmas>> en las perturbaciones espirituales transitorias que sufren las almas encarnadas; en las enfermedades de la mente; en el reequilibrio de sí mismo, cuando el hombre está auto obsesionado; en las emociones del sistema nervioso; en la terapia de los complejos…

El pase es un beneficio para muchas circunstancias de nuestra vida, incluso

aunque no tengamos problemas físicos. Porque la mayoría de nuestras enferme-dades están fundamentadas en desequilibrios del pasado, en desajustes del Espíritu; de ahí que el pase obra directamente sobre el periespiritu.

Daleare nos comenta: << Siendo la facultad de magnetizar, o de hacer el

bien a nuestros semejantes por influencia de su voluntad la más bella y la más preciosa que Dios da al Hombre, se debe encarar el ejercicio del magnetismo como un acto religioso, que exige el mayor reconocimiento y la intención más pura.

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En todos los tiempos hubo Mediums, curadores o sanadores, y son actual-mente, dentro de la Doctrina Espirita conocidos como pasistas o Mediums pasis-tas. El Médium más completo y perfecto que ha pisado la Tierra es: Jesús de Na-zaret.

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas y

predicando el evangelio, sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Son muchos los necesitados de auxilio espiritual, Jesús ya lo manifestó con

sus palabras de: “La mies es mucha, más los obreros son pocos” muchos son los que están sufriendo, y no aprovechan la oportunidad de servicio, pierden valio-sas oportunidades de progreso intelecto moral.

Otros en cambio desean trabajar pero no se encuentran preparados, André

Luiz nos esclarece “Basta el sincero propósito de cooperación y la noción de la responsabilidad para que seamos iniciados con éxito, en cualquier trabajo nue-vo”. Con esos dos requisitos – cooperación y responsabilidad – se desarrolla la preparación, que debe ser constante, para que podamos ir perfeccionando el trabajo que realizamos.

El pase es una transfusión de energías que altera todo el campo celular… En

la asistencia magnética la ayuda espiritual se opera mediante el ensamble armó-nico de la emisión y la recepción, ayudando a la criatura necesitada para que ella se ayude a si misma…

Los movimientos que se hacen con las manos sobre el cuerpo del enfermo,

con el pensamiento y la voluntad de curarlo. Son llamados pases. El pensamien-to influye de una forma decisiva en la donación de los principios sanativos. Sin la idea iluminada por la fe y por la buena voluntad, el médium no conseguirá el en-lace con los Espíritus amigos que actúan sobre estas bases.

Los espíritus amigos esparcen energías que pasan primeramente por la

cabeza del médium, este es como una pila humana que esparce rayos de múlti-ple variedad, los cuales fluyen de sus manos después de recorrer su cabeza, al contacto con los espíritus iluminados que se los suministran.

El éxito de este trabajo exige experiencia, horario, seguridad y responsabi-

lidad del servidor fiel (médium) para con los compromisos asumidos. La tristeza, la insatisfacción y la rebeldía favorecen las molestias del cuerpo. Reflejan des-equilibrios de la mente, los cuales, a su vez, facilitan la instalación de procesos obsesivos.

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Las energías transmitidas por los pases actúan sobre la mente del paciente, que, una vez reanimada “vuelve a levantar las vidas microscópicas que la sirven en el templo del cuerpo, edificando valiosas reconstrucciones”. Es la mente del paciente que, con el auxilio de las energías psíquicas transmitidas por los pases, actuará para armonizarlo. Por ello, los pases ayudan al paciente a ayudarse a sí mismo. En ese sentido, se puede afirmar que los pases constituyen “un equili-brador ideal de la mente un apoyo eficaz de todos los tratamiento”, uno de los más legítimos complementos de la terapéutica corriente”.

André Luiz, en su libro “Evolución en dos Mundo” nos dice así: “El fluido

cósmico es el plasma divino, aliento del Creador o fuerza nervosa del Todo –Sabio. En ese elemento primordial, vibran y viven constelaciones y soles, mundo y seres, como peces en el océano”.

“El fluido cósmico universal es la materia elemental primitiva y sus modifi-

caciones y transformaciones constituyen la gran variedad de los cuerpos de la Naturaleza. (La Génesis, Cap. 14, ítem 2)

Es de esencia electromagnética, y llena todos los espacios, no existiendo el

vació en el universo. El pase es una transfusión de fluidos. Es un intercambio de periespiritu para

periespiritu, es muy parecido a una transfusión de sangre, los pasistas no traba-jan solos los Espíritus Esclarecidos y especialistas intervienen en los pases. Ya que los médiums necesitan a los espíritus, debido a su necesidad evolutiva y el estado espiritual precario.

Las autoridades del mundo espiritual designan a entidades sabias y bene-

volentes que orientan, indirectamente, al aprendiz, valiéndose de su buena vo-luntad enriqueciéndoles su propio potencial.

El periespiritu sirve de unión entre el cuerpo y el alma; transmite a esta las

impresiones de los sentidos y comunica al cuerpo las voluntades del Espíritu. En el momento de la muerte, se separa de la materia tangible, abandona el cuerpo y las descomposiciones de la tumba, y, siendo inseparable del alma, conserva la forma exterior de su personalidad. (Evolución en dos mundos)

El periespiritu, es un organismo fluídico; en la forma preexistente y super-

viviente del ser humano, es uno de los productos más importantes del fluido cósmico. Es una condensación de ese fluido en torno de un foco de Inteligencia o Espíritu... En el se encuentran los centros de Fuerza o puntos energéticos, por

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donde fluyen las energías del cuerpo físico para el Espíritu y del Espíritu para el cuerpo físico.

Son siete los centros de fuerza, más importantes: Coronario, Frontal, Larín-

geo, Cardiaco, Esplénico, Gástrico y Genético. Estos tienen relación con los pases y pasistas. Los fluidos son un elemento neutro, que dependiendo de la voluntad y la

manipulación de ellos, así estarán en condiciones de ser donados con cierta pu-reza o de unos componentes inferiores. Los fluidos pueden estar contaminados como la sangre, por pensamientos deletéreos, materialistas, deprimentes, acom-pañados de acciones poco dignas, en contraposición a lo que Jesús y muchos otros misioneros nos han enseñado.

Los fluidos cuando son donados deben ser, siempre los más elevados y lim-

pio posible: si damos pases, mucho más, ya que la responsabilidad es mayor. Por una parte nos comprometemos a ser colaboradores del Plano Superior y por otra, nos comprometemos a dar mejor de nosotros mismos a nuestros semejan-tes, al prójimo que habló Jesús.

Esos fluidos van dirigidos al periespiritu enfermo, posiblemente de muchos

años y muchas existencias, para aliviarle, lo cual no es una labor fácil debemos reforzarnos moral y espiritualmente para esa tarea. Y en el Periespiritu están los Centros de Fuerza o Centros Vitales, según André Luiz, que se desbloquearan y reajustaran, poco a poco, con la terapia de los pases, para repercutir en nuestro cuerpo físico, que es el filtro del Espíritu.

La reencarnación es la llave de muchos enigmas. ¿Quién puede soportar el

sufrimiento o resignarse a él, sino sabe por qué sufre? Todos necesitamos del pase. Jesús dijo. “Los sanos no necesitan de médicos,

y si los enfermos y enfermos podemos serlo todos, desde que reconozcamos y aceptemos vivir en un mundo de pruebas y expiaciones.

El que todos necesitemos del pase, en mayor o menor grado, no implica ni

quiere decir que nos obsesionemos con el, como aquel, que pensando en que se pondrá mejor rápidamente, se toma de una sola vez el jarabe que debe tomarse en pequeñas dosis. Eso es un contrasentido y a veces una actitud infantil.

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Hay curas que no se producen por tomar muchos pases. Ya que ciertas me-jorías o curas no se darán en esta existencia por cuestiones que podríamos lla-mar Karmica o de aprendizaje a largo plazo.

El pase hay que tomarlo con moderación y con fe; con una cierta predispo-

sición positiva, que desbloquee nuestro organismo y nuestra mente, de forma a recibir la dosis de beneficio que la ley de merecimiento, nos otorgue.

No debemos abusar de aquellos que nos auxilian. No tomemos el lugar del verdadero necesitado, tan solo porque tus caprichos y melindres personales estén heridos.

Es de suma importancia saber cuál es el objetivo del pase, para no llamar-

nos a equívocos o desvirtuar los fines de el. Jacob Melo dice “Si hacer es un obligación, saber es un deber; y hacer lo co-

rrecto, en el tiempo, en el momento y lugar cierto, es buscar la perfección.” El pase espirita busca el reequilibrio orgánico, psíquico periespiritual y es-

piritual del necesitado. No debemos confundir el objetivo del pase con su alcan-ce. Cuando alguien no se cura, con un determinado tratamiento fluidoterapico, erróneamente es común deducir del hecho que este deja de tener su objetividad. Tal razonamiento equivaldría a condenar la Medicina tomando como base los casos que no tuvieron solución posible, o de acudir a un médico por el hecho de que un paciente no responde a ciertos medicamentos. El pase como los medi-camentos, tienen sus objetivos definidos.

No debemos olvidar la importancia de los tratamientos terrenos o de la me-

dicina, cuando estamos tomando los pases, pues nos siguen siendo necesarios. Pues lo médicos de la tierra, en su mayoría hacen una labor muy digna y bené-fica, en bien de los enfermos.

Ambos son compatibles y los Espíritus aconsejan en muchas ocasiones, se-

guir la orientación de los médicos de la tierra, porque ellos los inspiran multitud de veces, a esos médicos a prescribir el tratamiento correcto.

El pasista no debe recibir retribución o ventaja financiera por los pases,

pues no tiene derecho de vender el fluido saludable de los buenos Espíritus. “Restituid la salud a los enfermos, resucitad a los muertos, curad a los le-

prosos, expulsad a los demonios. Dad gratuitamente lo que habéis recibido gra-tuitamente. Mateo.

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El desinterés moral comprende la ausencia de vanidad, de orgullo y de des-lumbramiento ante los resultados de la tarea.

La excesiva contemplación de los resultados puede perjudicar al trabajador,

despertando la vanidad, haciendo olvidar al Señor. Todo bien procede de El, que es la luz de nuestros corazones. Somos instrumentos en las tareas del amor. El siervo fiel no es aquel que se inquieta por los resultados, ni el que permanece extasiado en su contemplación, sino el que cumple justamente la voluntad divina del Señor y sigue adelante.

Si pretendemos conservar las ventajas del pase que, en esencia es acto su-blime de fraternidad cristiana, hemos de purificar el sentimiento, el raciocinio, el corazón y el cerebro.

Hay tres clases de pases: Magnético, Espiritual y Mixto. Según Jacob Melo, el pase magnético básicamente es el del propio pasista,

es el que busca e atendimiento de problemas orgánicos, físicos y espirituales, incluyéndose, aquellos pases practicados por los espíritus directamente en des-encarnados con el fin de recuperar deficiencias o limitaciones <<físicas>> en aquellos.

El pase espiritual es el que se verifica por la donación fluídica directa de

los espíritus al paciente, sin la interferencia del médium. En la práctica de los encarnados, la presencia del médium en ese caso, sirve apenas como “canal” de los fluidos espirituales.

El pase espiritual es el destinado a atendimientos de problemas de orden

espiritual, principalmente de procesos desobsesivas o decurrentes de desvíos morales. Este pase es aplicado por los médiums en las reuniones de desobsesión, así como por los espíritus.

El pase mixto es aquel donde el tratamiento tiene por fin no una más, sino

todas las partes del ser, ósea: cuerpo, periespiritu y espíritu. Obviamente los fluidos aquí <<manipulados>> actúan no apenas a nivel

periespiritual, alcanzaran además las propias células del cuerpo y alcanzaran igualmente la intimidad del espíritu, aunque por vía periespiritual.

También hay otras clases de pases como son el individual y el colectivo. El

individual es aquel que se hace de una en una persona, y el colectivo, es aquel en el cual el médium pasista dirige el pase a un grupo indeterminado de personas. Como podría ser el caso de un centro con muchísimas personas y un solo

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médium pasista. Aunque no es recomendable que un solo pasista atienda a un número grande de personas necesitadas. El colectivo era practicado en tiempos pasados, y en centros Espiritas donde no hay mucha instrucción y conocimien-tos. Este pase no es perjudicial aunque es poco efectivo, ya que sirve más como método psicológico que como pase, propiamente dicho.

Podemos hablar también del pase de limpieza y el de restauración. El pase

de limpieza es aquel donde se retiran los fluidos pesados, nocivos y deletéreos del paciente, para a continuación dispensar los pases de restauración, donde se renovaran las energías del paciente, así como el desbloqueo de los Centros Fuer-za o Centros Vitales, para buscar la mayor eficacia del pase o fluidos emanados . El pase de limpieza es muy efectivo cuando hay caso de obsesión, donde el obse-sor emite fluidos muy pesados e inferiores y el obsesado recibe esa descarga continuamente repercutiendo en su organismo periespiritual y físico.

Todos podemos imponer las manos y curar, si tenemos amor a nuestros

semejantes y el deseo ardiente de aliviarlos. No necesita una mediúmnidad os-tensiva para ser pasista, es esencial el querer ayudar a nuestros semejantes. Lo esencial es la instrucción y la moral del médium, sin esos requisitos, no será fructífera la labor a realizar.

Todas las personas dignas y fervorosas, con el auxilio de la oración, pueden

conquistar la simpatía de venerables magnetizadores del Plano Espiritual. Nunca estamos solos, incluso cuando damos nuestros propios recursos, los

hermanos mayores nos acompañan y cuidan de orientarnos, para que lo donado sea más efectivo y de alguna forma nos enseñan a direccional nuestros fluidos.

Emmanuel nos dice: Ser médium es ser ayudante del Mundo Espiritual. Lo esencial para hacer una labor digna de socorro y caridad fraterna, es

nuestro mejoramiento, necesitamos actitudes renovadas, la educación de nues-tra mente, con el imprescindible auto conocimiento, la disciplina y el Amor, en el cual están basadas todas las buenas cualidades y virtudes. También es impres-cindible la vigilancia al respecto de la donación de fluidos en el pase: la alimen-tación, sus hábitos y todo lo que tenga que ver en su campo de acción. Esto se le puede llamar higiene espiritual.

Si un médium pasista se propone ayudar en el Centro Espirita a sus seme-

jantes, se hace necesaria una valoración de sus hábitos, costumbres y vicios psíquicos, si lo hubiera.

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Las condiciones morales del médium son un factor determinante a la hora de realizar correctamente el compromiso, en el terreno de los pases, con los Mentores y encarnados.

En el ítem 227 del capítulo 20 el maestro de la Codificación, nos resalta:

“Las cualidades que, de preferencia, atraen a los buenos Espíritus son: la bondad, la benevolencia, la simplicidad de corazón, el amor al prójimo, el desprendimien-to de las cosas materiales. Los defectos que los apartan son: el orgullo, el egoís-mo, la envidia, los celos, el odio, la codicia, la sensualidad y todas las pasiones que esclavizan al hombre a la materia. El pasista es quien da de sí mismo y del Plano Superior, por eso debe ser consciente, en mayúscula, de la tarea que hace en el Centro Espirita. De su salud mental y física, ya que su salud es un bien in-apreciable.

Nunca debe suplantar al médico o aconsejar al paciente no acudir a la con-

sulta médica, bajo el pretexto de que los pases son un remedio para todo, una panacea para todos los males, entre otras cosas, porque muchas veces los Espíri-tus se valen de ellos para orientarlos e inspirarles, a fin de suministrar al pacien-te la mejor y más correcta ayuda. Los pases son compatibles con la medicina, muchos médicos son preparados en el Mundo Espiritual para traer a la tierra unas mejores condiciones de salud y vida material.

No debemos forzar la práctica mediúmnica en personas débiles, pues la

pérdida de fluidos puede serle dañosa. El pase puede ser dado a distancia, cuando el paciente está imposibilitado

de ir al Centro y el pasista de ir a su encuentro. A través del pensamiento el pa-sista, auxiliado por los Espíritus, remite al paciente las energías que le daría con el presente. El pase se enriquece cuando el pasista conoce bien el mecanismo, es decir cómo debe ejecutar su función.

El pasista no debe descuidar la acomodación del paciente, este debe estar

cómodamente sentado o tumbado, con el fin de poder relajar sus nervios y músculos, facilitando, por su desprendimiento, el relacionamiento entre las per-sonas ligadas al pase. Se debe aconsejar al paciente; que el día del pase, se ali-mente correctamente con exclusión de carnes, (es un requisito que no es indis-pensable, y si aconsejable por las posibles toxinas de la carne). Salsas picantes e ingestión de bebidas alcohólicas, así como mantener el espíritu lo más tranqui-lo posible, con las miras de obtener mejor recepción de las energías irradiadas.

Lo más importante, es la voluntad y el amor que emane del pasista, pero

también es importante, el estudio y la instrucción.

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Una vez con estos requisitos, el pasista que es consciente de la importancia

de su labor, lo mejor es empezar poniendo las manos por encima de la cabeza del paciente. (Esto no es imprescindible) Los fluidos, partiendo de las manos, bañaran la Epífisis, recorriendo el periespiritu y vitalizando la sangre permi-tiendo que se reorganice el equilibrio perdido y proporcionando socorro al en-fermo.

Las manos tienen una gran importancia en los fenómenos mediúmnicos, y

no solo en las curas. Las manos como verdaderos polos emisores de fluidos, so-bresalen de las demás partes del cuerpo humano, y no podemos subestimar ni disminuir su importancia, revelando, con todo, el ascendente de la mente que es, definitivamente, la verdadera directriz de todo proceso fluídico.

El que sea manco o tenga alguna deficiencia en las manos, no está exento de

dar los pases, porque la donación es cuestión de voluntad, por tanto algo psíqui-co. Día vendrá en que los pases no necesitaran de ser dados utilizando las manos como herramienta. Investigaciones espiritas y científicas, a lo largo de estos últimos años, ha demostrado ya, la importancia de la mente, no solo en los fenómenos mediúmnicos, sino en lo que somos nosotros en sí. Somos lo que pensamos.

Son las manos las mejores herramientas para liberar los fluidos. El sentido

de las manos en relación al pase sobre el cuerpo del paciente es de arriba para abajo. De la cabeza a los pies. En caso contrario, se provocará una cogestión fluí-dica, de consecuencias graves o desagradables.

El pase dispersivo, es el que parte de la cabeza hasta los pies del enfermo.

Se pude dar uno o varios de estos pases. El objetivo es alcanzar, retirar los flui-dos enfermos, desbloquear los centros de fuerza, suprimir los fluidos deletéreos etc.

No ha de hacerse con movimientos bruscos, aunque rápidos. Sin sacudir las

manos, ya que no estamos tirando nada. Nada se crea, nada muere, todo se transforma. Por eso mismo, los fluidos enfermos o pesados, son retirados del paciente, y transformados por los Espíritus, en fluidos benéficos.

Los pases longitudinales, son hechos a lo largo del cuerpo del paciente de la

cabeza a los pies y de arriba abajo, con las manos abiertas y los brazos extendi-dos normalmente, sin ninguna contracción, y con la necesaria flexibilidad para ejecutar los movimientos. Han de durar treinta segundos y desde una distancia de 10 a 15 cm. Es necesario saber si deseamos relajar o activar al paciente, por-

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que entonces hemos de tener en cuenta la distancia y la duración del pase. Cuan-to más cerca aplicamos el pase, mayor actividad provocaremos al paciente, y a mayor distancia mayor relajamiento. Cuanto más tiempo duren los pases, esta-remos cargando más al paciente de fluidos.

Después de un pase longitudinal, si el pasista lo cree necesario, y esto se sa-

be por intuición o inspiración al pasista, asistido siempre por la espiritualidad, puede darse un pase dispersivo para evitar con eso, acumulación de fluidos en el organismo periespiritual y por consiguiente en el organismo físico.

Los niños pueden tomar pases, pero hay que tener en cuanta dos cosas: 1ª

aplicar primero un pase dispersivo para retirar los fluidos pesados que el niño haya podido acumular del propio ambiente que lo rodea. 2º Aplicar los pases longitudinales de una forma suave, que no quiere decir que se den muy despacio, sino que duren poco tiempo, para no cargar al niño de fluidos, y por esta misma causa, terminar con otro pase dispersivo, para que el niño no quede con fluidos de más, que le pueden ocasionar algún trastorno o pesadez.

Los niños absorben con mayor facilidad los fluidos, que los mayores, ya que

ellos no ponen barreras mentales a esa absorción como les sucede a los adultos, cuando dudan, se distraen, tienen prejuicios contra el pase o su predisposición a la reforma es nula. El pasista sentirá una sensación agradable al facilitar el pase al niño, por el cambio fluídico que se dará en el proceso del mismo pase. Debe-mos cuidar la salud física, mental y espiritual de nuestros niños, y en eso el pa-sista tiene una gran responsabilidad.

Existen otras técnicas de pases: transversales, circulares, de soplos caliente

y fríos e imposición de manos; más no nos adentraremos en ellos, debido a que son técnicas más profundas, que requieren mucho estudio y preparación además de buscar una finalidad concreta.

Cuando se haga el dispersivo y el longitudinal con las manos hacia abajo,

para retirar los fluidos deletéreos, en el caso de los dispersivos, y en el longitu-dinal para donar los fluidos debemos tener en cuanta, no subir las manos, mas tarde, abiertas, porque estaríamos provocando una congestión fluídica. Bajar las manos abiertas y subirlas cerradas.

En ningún caso el pasista ha de sentirse mal, fatigado, con cualquier dolor o

cualquier causa de perturbación, al terminar los pases, si esto ocurre, seria señal de que algo no va bien en la aplicación de los pases que el da.

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Allan Kardec nos enseño que… La diferencia entre el magnetizador, pro-piamente dicha, y el médium curador, es que el primero magnetiza con su fluido personal y el segundo con el fluido de los Espíritus, al cual sirve de conductor…

Es necesario recordar que, pase y mediúmnidad de cura, no es lo mismo. El

médium pasista es, necesariamente, un médium sanador y casi siempre no lo es. Así como el médium sanador, si puede ser pasista.

Mediúmnidad de Sanación es el don que ciertas personas poseen de curar

con el simple tacto, con la mirada y aun con el ademán, sin el socorro de ningún medicamento.

Es muy importante combatir las molestias del cuerpo; más nadie conse-

guirá eliminar efectos cuando las causas permanecen…Emmanuel. Hay dos tipos de enfermedades: físicas y las espirituales y dentro de las es-

pirituales, están las: cármicas, obsesivas y las derivadas de los desvíos morales. En las enfermedades físicas encontramos, los resfriados, dolores de estomago, jaquecas, hepatitis etc. Son avisos, en la mayoría de las ocasiones, de errores y excesos que estamos cometiendo con nuestro cuerpo; nos dan motivo para re-flexionar de nuestro proceder, cuando nos vemos obligados a permanecer in-móviles en una cama.

Las enfermedades morales son más numerosas y para la que los médicos

actuales no encuentran cura, ya que son enfermedades grabadas en nuestro pe-riespiritu. Son los múltiples sufrimientos del alma, cuando la conciencia acusa.

Podríamos llamar cármicas a la: parálisis, asma, deficiencias físicas, etc. Son

consecuencia de nuestros excesos y aberraciones del pasado. Cuando nos engol-famos en el alcohol, tabaco, drogas, excesos sexuales etc. Y los que acortaron su vida, mediante el suicidio: aunque no debemos olvidar que los vicios practicados en el pasado, pudieron acortar nuestra vida, y eso se llama suicidio indirecto o suicidio lento.

Dentro de las enfermedades particulares encontramos cuadros de carácter,

obsesivo que son aquellas que vienen hoy a nuestro estado consciente, a recor-darnos el daño que infringimos a otros.

Y las derivadas de desvíos morales, muy numerosos, son todas aquellas que

son generadas por nuestros vicios y excesos.

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Es muy difícil asimilar el sufrimiento en nosotros o en los seres queridos. “La enfermedad prolongada es tratamiento de belleza para el Espíritu. (Richard Simonetti.

Todo el que sufre no es por ser un espíritu deudor. Muchos espíritus eleva-

dos, se revisten de un cuerpo deforme o enfermo, para enseñarnos a sufrir con paciencia y resignación, confiando en los Designios Divino.

El médium sanador debe tener fe en las curas que esté realizando así como

también el paciente. La falta de fe es lo que muchas veces nos impide recobrar la salud, en el caso de que tengamos el merecimiento de obtenerla. La responsabi-lidad del médium sanador es mayor que la del pasista.

Los médiums sanadores son raros, porque esa facultad, elevada al más alto

grado, requiere un conjunto de cualidades morales, raramente encontradas en la Tierra; solo esos, pueden obtener, por la imposición de las manos, esas curas instantáneas…

Se reconoce al médium curador por los resultados que obtiene y no por la

pretensión de serlo. La oración sincera y fervorosa hace el efecto de una magne-tización o pase, lo que facilita la labor, porque la oración está al alcance de to-dos; basta querer.

El mejor sitio para hacerlo es el Centro Espirita, este debe ser un puesto de

socorro, para encarnados y desencarnados un refugio de paz y de luz. Nunca en el debe entrar la desarmonía, la crítica, el desorden moral, la envidia, los celos, la maledicencia etc. esto sería vivir en las tinieblas de las bajas pasiones y senti-mientos inferior. Muchos Centros y grupos han desaparecido por esta causa.

En el Centro Espirita se debe buscar siempre alcanzar el máximo objetivo:

el conocimiento y la asistencia a los necesitados, y en la asistencia, entra la cues-tión de los pases; siempre relacionada con el conocimiento y el estudio, este ne-cesario para que los médiums puedan estar en sintonía con la tarea que realizan, la instrucción que precisan.

La cantidad de fluidos vital no es igual en todos los seres orgánicos. Este se

transmite de unos seres a otros, el que tiene más puede darlo al que tiene me-nos. Y en cientos casos, reanimar una vida que se extingue.

Todos podemos ser pasistas, como todos somos en mayor o menor grado

médiums; pero no debemos olvidar que hay personas necesitadas de fluidos,

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por tenerlos escasos o por enfermedad, por lo tanto esta persona está necesita-da de recibir, no de donar.

El Centro Espirita debe tener las condiciones para impartir los pases. Una

habitación o rincón, por pequeño que sea exclusivo para ese menester, no es conveniente, si no se tiene centro, dar los pases en cualquier parte de una casa, porque los Guías del Centro, han de crear el ambiente, y es mejor que ellos acu-dan al mismo sitio como si se tratara de un altar preparado para ese menester.

Las consecuencias de que un médium ande de aquí para allá aplicando pa-

ses son muy graves, porque el no puede pretender estar armado de defensas para acautelarse de las influencias que lo aguardan en lugares donde la palabra superior no es ventilada, donde las reglas de moral no son preservadas, y donde el buen comportamiento no es mantenido.

Nunca deben dar paso al pesimismo o a la desilusión, al no haber encontra-

do los resultados esperados. Dejemos esto a los que saben el por qué no llegó la cura.

Es innecesario utilizar vestuario especial, rituales o cualquier instrumento

para dar los pases. En lo referente al agua fluidificada sabemos que en su constitución molecu-

lar es elemento que absorbe y conduce la bioenergía que le es suministrada. Cuando es magnetizada e ingerida, produce efectos orgánicos compatibles con el fluido de que se hace portadora. Becerra de Meneses

El agua puede ser fluidificada, de modo general, en beneficio de todos, pue-

de serlo en carácter particular para determinado enfermo, y en ese caso, es conveniente que el uso sea personal y exclusivo.

“El agua es de los cuerpos más simples y receptivos de la tierra. Es como la base pura en que la medicación del Cielo puede ser impresa, a través de recursos sustanciales de asistencia al cuerpo y al alma, aunque en proceso invisible a los ojos mortales. Emmanuel

El pasista es un trabajador más en la Viña del señor, que debe seguir el

rumbo de la evolución, como sus semejantes y debe trabajar siempre. Orando y trabajando.

Los pasistas deben recordar siempre: 1ª – Que no debe tocar al paciente.

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2ª – Que puede dar pases a hombres y mujeres. 3ª – Que no es necesario sacudir las manos para liberarse de los fluidos no-

civos. 4ª – Lo inútil de los resoplidos, jadeos y demás. 5ª – La inconveniencia de hablar, con los pacientes en la sala de pases, o

permitir que ellos hablen entre sí. 6ª – La necesidad de mantener, permanentemente, la higiene corporal y

psíquica. 7ª – No tener preferencias entre uno y otro paciente. 8ª – No tener la presunción de que se vale de sí mismo, ignorando la gran

ayuda que le viene de lo Alto. 9ª – Máxima sencillez y simplicidad a la hora de dar y recibir, ya que el pro-

pio pasista antes de dar, ya recibió el pase correspondiente, cuando se recogió por unos segundos en la sala de pase en oración, por lo que no necesita que ningún compañero le de fluidos.

10ª – Vigilar su mente para saber que piensa y emite en los momentos del pase.

Una sencilla oración y la necesaria mentalización de lo que estamos hacien-

do y donando, será suficiente. De esa forma seremos dóciles instrumentos del Mundo espiritual.

El que ora con fervor y confianza es más fuerte contra las tentaciones del

mal, y Dios le envía Espíritus buenos par que lo asistan. Es una ayuda que jamás se rehúsa cuando ha sido pedida con sinceridad.

La mediúmnidad es una cosa santa que debe practicarse santa y religiosa-

mente. Si hay una clase de mediúmnidad que requiere esa condición y de un modo absoluto, es la mediúmnidad curativa. El médico da el fruto de sus estu-dios, que ha hecho a costa de sus sacrificios a menudo penosos; el magnetizador da su propio fluido y muchas veces su salud; estos pueden poner precio a sus facultades; pero el médium que cura, solo transmite el fluido saludable de los buenos espíritus, y por lo tanto no tiene derecho a venderlo, Jesús y los Apósto-les, aunque pobres, no hacían pagar las curaciones que operaban. Evangelio

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Nada más vil y más miserable que negociar con los dolores del prójimo, fin-giendo por dinero a los amigos, a los seres que lloramos para siempre en este mundo, y haciendo de la muerte un objeto de falsificado y de la más vergonzosa especulación…

Existe en cada ser un foco invisible cuyas radiaciones varían de amplitud y

de intensidad según sus disposiciones mentales. La voluntad puede comunicar-les propiedades especiales; este es el secreto del poder curativo de los magneti-zadores.

La voluntad de curar, de aliviar, presta al fluido magnético propiedades cu-

rativas. El remedio de nuestros males está en nosotros. Un hombre bueno y sano puede influir en los seres débiles y achacosos, regenerarlos por el soplo, por la imposición de las manos y hasta por objetos impregnados de su energía. La me-jor recomendación es la abnegación y seriedad, en todo aquello que hagamos.

Evoquemos en todos los momentos de apuro y dificultad a nuestros amigos

Espirituales, como Miguel Vives, Amalia Domingo Soler, Becerra de Meneses en-tre muchos otros, son servidores del Bien, abnegados cooperadores de loa Alto y Mensajeros de la Luz, que tanto se necesita en los momentos de Tinieblas.

No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los Cielos, sino

aquel que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre, y en nombre tuyo arrojamos a los demonios? Y entonces yo les diré: Nunca os conocí, apartaos de mi, obreros de la iniquidad. Aquel que escucha mis palabras y las pone por obra, será como el santo varón prudente, que edifica su casa sobre la roca.

Trabajo extraído del libro Orientación al Pase Espirita, por Merchita, miembro funda-dor del Centro Espirita, Amor Fraterno de Alcázar de San Juan. España